cartas sobre la poesia

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  • 8/18/2019 Cartas Sobre La Poesia

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    4 Silencios

    St é phane Mallarm é : Cartas sobre la poes í aSelección, traducción y prólogo de Rodolfo ALONSO1

    A Henri Cazalis 28 de abril de 1866

    “Desdichadamente, ahondando los versos hasta ese punto,he encontrado dos abismos que me desesperan. Uno es laNada, a la cual he llegado sin conocer el Budismo, y estoytodav í a demasiado desolado para poder creer a ún en mipoesí a y volver a ponerme al trabajo, que ese pensamientoaplastante me ha hecho abandonar. Sí , lo sé , no somos má sque vanas formas de la materia,—pero bien sublimes parahaber inventado a Dios y nuestra alma. Tan sublimes,¡amigomí o! que quiero darme ese espectá culo de la materia, tenien-do conciencia de ella, y, sin embargo, lanzá ndose locamenteen el Sueño que ella sabe no ser, cantando el Alma y todaslas divinas impresiones semejantes que se han atesorado ennosotros desde las primeras edades,¡y proclamando, ante laNada que es la verdad, esas gloriosas mentiras! Tal es el plande mi volumen Lí rico, y tal será quizá su tí tulo, La Gloriade la Mentira , o La Gloriosa Mentira . ¡ Yo cantaré como des-esperado!”

    A Théodore Aubanel 28 de julio de 1866

    “He querido decirte simplemente que acababa de formularel plan de mi Obra entera. Después de haber encontrado laclave de mí mismo —clave de bóveda, o centro, si tú quieres,para no enredarnos con metá foras—, centro de mí mismo,donde me mantengo como una ara ña sagrada, sobre los prin-cipales hilos ya surgidos de mi espí ritu, y con ayuda de loscuales tejeré en los puntos de encuentromaravillosos encajes,que adivino, y que existen ya en el seno de la Belleza.”

    “Que preveo que me será n necesarios veinte a ños paralos cinco libros de los cuales se compondrá la Obra, y queesperaré, no leyendo sino a mis amigos como tú, fragmentos—y burlá ndome de la gloria como de una boberí a gastada.¿Qué es una inmortalidad relativa, y que sucede a menudo enel espí ritu de imbéciles, al lado de la alegrí a de contemplar laEternidad, y de gozar de ella, viviendo, en sí ?”

    A François Coppée5 de diciembre de 1866

    “Hasta aquí sufro mucho, repuesto apenas de las molestiasde una tan lejana mudanza, de una instalación, de las in-numerables visitas que me ha sido necesario hacer a tontos,para no alienarme desde el primer dí a ante los jefes, que mevigilan como un hombre dudoso. (Le contaré, de aquí a algu-nos dí as, cómo he debido dejar Tournon.) ¡Mi Dios, qué detormentos para ganarse la vida!¡y todav í a si uno se la ganara!¡Qué ocios nuestra sociedad le inige a sus Poetas!”

    D e los tres padres fundadores de la poesía moderna (losotros son Baudelaire y Rimbaud), St é phane Mallarmé (1842-1898) es sin duda el má s discreto, el má s renado y elmás oculto. Su obra, intensa y magníca, que en lo esencialse reduce a no demasiadas pero indelebles páginas, se empi-na hasta los límites donde el lenguaje humano pretende vol- verse a la vez música e idea (o tal vez, como él mismo aludió,“música de la idea”), llega al exceso no por el desborde sinopor la concentración, por la sensualidad de su ascetismo es-piritual. Y le absorbió prácticamente toda su vida. Una vidaque, a diferencia de sus grandes colegas de trágica bohemia,parecía haber sido calma y sosegada.

    Se necesitó compulsar a fondo, exhaustivamente la docenade voluminosos tomos que abarcan todas sus cartas (como lohizo de manera excelente Bertrand Marchal:Corresponden-cia , Gallimard, París, 1996) para descubrir, especialmenteentre 1862 y 1871, en misivas dirigidas sobre todo a susamigos cercanos Henri Cazalis y Eugène Lefébure, perotambién en el período que va de 1872 a 1898, donde seescribe con grandes personalidades literarias y artísticas deFrancia y de Europa —de Catulle Mendès a Frédéric Mistral,de Algernon Charles Swinburne a Villiers de l’Isle-Adam, dePaul Valéry a Paul Claudel, de Émile Zola a Alfred Jarry—,esos arrasadores fragmentos (cuando no largos párrafos) derevelaciones e intuiciones, de incertidumbres y certezas, deangustiosos períodos de silencio y de enfebrecida indaga-ción por encima de las limitaciones de su condición y de sucuerpo, que no desdicen la intensidad y el dramatismo de unGérard de Nerval. Y que, al mismo tiempo, denuncian unareveladora tensión anímica.

    Pocas veces nos es dado internarnos, a este nivel, en undominio semejante. Y mucho menos en esta época. En lascontadas líneas que siguen, seleccionadas de aquella atinadaselección, es posible tomar contacto con una experienciade fondo de la gran poesía, en el momento mismo en queMallarmé le descubría un nuevo y magníco rostro, al quesoñaba concretar en dos de sus más ambiciosos proyectos,Las Bodas de Herodías y La Tarde de un Fauno , espléndida y trágicamente inconclusos, y cuando la muerte de Théophi-le Gautier le inspiraba uno de sus poemas más evidentes ytocantes, el granBrindis fúnebre , donde no por casualidadse percibe “Magníco, total y solitario”.

    Que yo sepa no existía, hasta el momento, una versión anuestro idioma de esos documentos imprescindibles, in-efables. No me sorprende. Quizás la época, el contexto (“el Arte voraz de un país / Cruel”), no sepan hoy muy bien quéhacer con ellos. Pero por eso mismo se merecen sin duda res-plandecer, relampaguear en nuestra admiración, devoción yrespeto, al menos como un maravilloso —y fecundo— espe- jismo en el desierto.

    1Rodolfo Alonso es Premio Nacional de Poesí a en Argentina. Autor de má s de veinte libros, su obra ha sido vertida a diferentes lenguas y recogida enantolog í as de todo el mundo. Su vasto trabajo como traductor incluye las primeras versiones en espa ñol de los 4 heterónimos de Fernando Pessoa, ademá s denombres como Ungaretti, Duras, Apollinaire, Pasolini, Baudelaire, Rosalí a de Castro, etc.El autor ha cedido a Silenciosesta traducción de cartas de Stéphane Mallarmé como anticipo exclusivo del libroCartas sobre la Poesía, que se publicará enEdiciones del Copista, col. Fénix, Córdoba, 2004.

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    5 Silencios

    A Henri Cazalis14 de mayo de 1867

    “Vengo de pasar un a ño espantoso: mi Pensamiento se hapensado, y ha llegado a una Concepción Pura. Todo lo que,por contragolpe, mi ser ha sufrido, durante esta larga agoní a,es inenarrable, pero, felizmente, estoy perfectamente muerto,y la región má s impura donde mi Espí ritu puede aventurarsees la Eternidad, mi Espí ritu, ese solitario habitual de su propiaPureza, que no oscurece ya ni el reejo del Tiempo.”

    “Desgraciadamente, he llegado a eso por una horrible sensi-bilidad, y es tiempo de que lo rodee con una indiferencia exte-rior, que reemplazará para mí la fuerza perdida. Estoy, despuésde una sí ntesis suprema, en esa lenta adquisición de la fuerza—incapaz tú lo ves de distraerme. Pero cuanto má s lo estaba,hace muchos meses, primero en mi lucha terrible con ese viejoy malvado plumaje, derribado, felizmente, Dios. Pero como esalucha habí a ocurrido bajo su ala huesosa, que, por una agoní amá s vigorosa de lo que hubiera sospechado enél, me habí atransportado a las Tinieblas, ca í , victorioso, perdidamente einnitamente —hasta que por n volv í a verme un dí a frentea mi espejo de Venecia, tal como me habí a olvidado muchosmeses antes.”

    “Coneso, por otro lado, pero a ti solo, que tengo todav í anecesidad, tan grandes han sido las averí as (sic) de mi triunfo,de mirarme en ese espejo para pensar, y que siél no estuvierafrente a la mesa donde te escribo esta carta, volverí a a la Nada.Es enseñarte que soy ahora impersonal, y ya no el Stéphane quehas conocido,—pero una aptitud que tiene al Universo Espiri-tual para verse y para desarrollarse, a trav és de lo que fui yo.”

    “Frá gil como es mi aparición terrestre, no puedo sufrir sinolos desarrollos absolutamente necesarios para que el Universoreencuentre, en ese yo, su identidad. Así acabo, a la hora de laSí ntesis, de delimitar la obra que será la imagen de ese desarro-llo. Tres poemas en verso, de los queH é rodiadees la Obertura,pero de una pureza que el hombre no ha alcanzado —y noalcanzará quizá jamá s, porque podrí a ser que yo no fuese sinoel juguete de una ilusión, y que la má quina humana no seasucientemente perfecta para arribar a tales resultados. Y cuatropoemas en prosa, sobre la concepción espiritual de la Nada.”

    “Necesito diez a ños: ¿los tendré? Sufro siempre mucho delpecho, no porque esté atacado, sino porque es de una horribledelicadeza, que mantiene el clima, negro, húmedo y glacialde Besanzon. Quiero dejar esta ciudad por el Mediodí a, losPirineos quizá , en vacaciones, e ir a amortajarme, hasta quemi Obra esté hecha, en un Tarbes cualquiera, si allí encuentrolugar. Eso es necesario, porque moriré de un segundo inviernoen Besanzon. Desgraciadamente, no tendré el dinero para ir aParí s, viviendo muy miserablemente, aquí , donde todo es de-masiado oneroso, hasta las costillas.”

    A Eug ène Lef ébure 27 de mayo de 1867

    “No he recogido nada má s, digno de serte transmitido, en larevisión que hice el Lunes de los diarios y revistas—si no es enla Revue des deux mondesdel 15 de Mayo un artí culo de Monté-

    gut en cuyas bellas cuatro o cinco primeras pá ginas he sentidoy visto con emoción mi libro. Él habla del Poeta Moderno, del

    último, que, en el fondo, “es un crí tico ante todo”. Es justo loque observo en mí —yo no he creado mi Obra sino por elimi-

    nación, y cada verdad adquirida no nací a sino de la pérdida deuna impresión que, habiendo chispeado, se habí a consumidoy me permití a, gracias a sus tinieblas liberadas, avanzar má sprofundamente en la sensación de las Tinieblas Absolutas. LaDestrucción fue mi Beatrice.”

    “ Y si hablo así de mí , es porque Ayer he terminado el primeresbozo de la Obra, perfectamente delimitado, e imperecedero siyo no perezco. Lo he contemplado, sinéxtasis y sin espanto, y,cerrando los ojos,he encontrado que eso era . La Venus de Milo—que me complazco en atribuir a Fidias, tanto el nombre de

    ese gran artista se ha vuelto genérico para mí ; La Gioconda delVinci; me parecen, y son, los dos grandes centelleos de la Belle-za sobre esta tierra y esta Obra, tal como la he soñado (sic), latercera. La Belleza completa e inconsciente,única e inmutable,o la Venus de Fidias, la Belleza, habiendo sido mordida en elcorazón después del Cristianismo, por la Quimera, y doloro-samente renaciendo con una sonrisa colmada de misterio, perode misterio forzado y que ella siente ser la condición de su ser.La Belleza, enn, habiendo por la ciencia del hombre, reen-contrado en el Universo entero sus fases correlativas, habiendotenido la suprema palabra de ella, habiendo recordado el horrorsecreto que la forzaba a sonreir desde el tiempo del Vinci, y asonreí r misteriosamente —sonriendo misteriosamente ahora,pero de felicidad y con la quietud eterna de la Venus de Milo

    reencontrada —, habiendo sabido la idea del misterio del cualla Gioconda no conocí a má s que la sensación fatal.”“Pero no me enorgullezco, amigo mí o, de ese resultado, y me

    entristezco má s bien. Porque todo eso no ha sido descubierto por

    TRAD U C C I Ó N

    St é phane Mallarmé , seg ún una ilustraci ó n de laé poca

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    el desarrollo normal de mis facultades, sino por la v í a pecadoray prematura, satá nica y f á cilde la Destrucción de mi yo, produ-ciendo no la fuerza, sino una sensibilidad, que, fatalmente, me haconducido allí . Yo no tengo, personalmente, ning ún mérito; y esprecisamente para evitar ese remordimiento (de haber desobede-cido a la lentitud de las leyes naturales) que amo refugiarme en laimpersonalidad —que me parece una consagración. Sin embar-go, sonde á ndome , he aquí lo que creo.”

    “No pienso que mi cerebro se extinga con la culminación de laObra, porque, habiendo tenido la fuerza de concebirla, y teniendo

    la de recibir ahora la concepción,(de comprenderla), es probableque tenga la de realizarla. Pero esmi cuerpo el que está totalmenteagotado. Después de algunos dí asde tensión espiritual en un depar-tamento, me congelo y me miroen el diamante de este espejo,—hasta llegar a una agoní a: por-que, cuando quiero revivicarmeal sol de la tierra, me funde— memuestra la profunda disgregaciónde mi ser f í sico, y siento mi ago-tamiento completo. Creo, sinembargo ahora, sosteniéndomepor la voluntad, que si tengotodas las circunstancias (y hastaaquí no tení a ninguna) para mí —es decir si ellas no existen má s,

    terminaré mi obra. Es necesario, ante todo, por una vida excep-cional de cuidados, impedir el desastre—que comenzará por elpecho, infaliblemente. Y hasta aquí el Liceo y la ausencia del sol– (necesitarí a un calor continuo), lo minan. ¡Tengo a veces ganasde ir a mendigar en Á frica! La Obra terminada, poco me importamorir; por el contrario, ¡necesitaré tanto reposo!”

    - - - -

    “Todo nacimiento es una destrucción, y toda vida de unmomento, la agoní a en la cual se resucita eso que se ha perdido,para verlo.—Se lo ignoraba antes.”

    - - - -

    “No admito má s que una clase de mujeres gordas: ciertascortesanas rubias, al sol, en un vestido negro principalmente,que parecen relucir con toda la vida que le han tomado al hom-bre, dan bien la impresión de que han engordado con nuestrasangre, y, así , está n en su verdadero dí a, una feliz y calma Des-trucción: de bellas personicaciones.

    De otro modo, es necesario que la mujer seaaca y delgadacomo una serpiente libertina, en sus tocados.”

    - - - -

    “ Yo no conocí a sino el grillo inglés, dulce y caricaturista: ayersolamente entre los trigos jóvenes he oí do esta voz sagrada de latierra ingenua, menos descompuesta ya que la del pá jaro, hijade los á rboles en medio de la noche solar, y que tiene algo de

    las estrellas y de la luna, y un poco de muerte; pero cuá nto m

    á suna sobre todo que la de una mujer, que caminaba y cantaba

    delante de mí , y cuya voz parecí a transparente de mil muertesen las cuales ella vibraba—¡y penetrada de Nada! ¡Toda esa

    felicidad que tiene la tierra de no estar descompuesta en materiay en espí ritu estaba en ese sonidoúnicodel grillo!”

    A Villiers de l’Isle-Adam 24 de septiembre de 1867

    “Su carta me ha causado estupor, porque yo querí a ser olvida-do, reserv á ndome el recordarme solo durante horas que no fre-cuentará quizá s ni siquiera el Pasado. Para el Porvenir, al menospara el má s cercano, mi alma está destruida. Mi pensamiento hallegado hasta a pensarseél mismo y ya no tiene la fuerza de evocaren una Nada única el vací o diseminado en su porosidad.”

    “Habí a, a favor de una gran sensibilidad, comprendido la co-rrelación í ntima de la Poesí a con el Universo, y, para que ella fuerapura, concebí el designio de sacarla del Sueño y del Azar y de yux-taponerla a la concepción del Universo. Desgraciadamente, almaorganizada simplemente para el goce poético, no he podido, en latarea previa de esa concepcion, como usted disponer de un Espí ri-tu —y usted quedarí a aterrorizado de saber que he llegado a la Ideadel Universo por la sola sensación (y que, por ejemplo, para guar-dar una noción imborrable de la Nada pura, he debido imponera mi cerebro la sensación del vací o absoluto). El espejo que me hareejado el Ser ha sido lo má s a menudo el Horror y usted adivinasi expí o cruelmente ese diamante de Noches innominadas.”

    “Me queda la delimitación perfecta y el sueño interior de doslibros, a la vez nuevos y eternos, uno todo absoluta«Belleza » elotro personal, las« Alegorí as suntuosas de la Nada », pero (irrisióny tortura de Tá ntalo), la impotencia de escribirlos—de aquí amucho tiempo, si mi cadá ver debe resucitar. Ella se ha manifesta-do por un agotamiento nerviosoúltimo, un dolor maligno y aca-bado en el cerebro que no me permiten a menudo comprender labanal conversación de un visitante y hacen de esta simple carta,por inepto que me esfuerce en trazarla, un trabajo peligroso.”

    “Verdaderamente, tengo mucho miedo de comenzar(aun-que, por cierto, laEternidadhaya centelleado en mí y devoradola noción superviviente del Tiempo) por donde nuestro pobrey sagrado Baudelaire ha concluido1.”

    1Baudelaire habí a muerto el 31 de agosto.

    A Eug ène Lef ébure 3 de mayo de 1868

    “Rozaré el tema de mi salud no gustando de turbar ese loda-zal inquietante a las horas en que bien quiere dejar dormir elagua pura de mi espí ritu: por otra parte, no sabrí a qué decirte,(porque paso instantes cercanos a la locura entrevista conéxta-sis equilibrantes), si no es que estoy en un estado de crisis queno puede durar, de donde viene mi consuelo: o empeoraré ome curaré, desapareceré o quedaré, lo que me es perfectamenteigual siempre que no continúe en la angustia anormal que meoprime. Decididamente, vuelvo a bajar del Absoluto, no voy ahacer, siguiendo la bella frase de Villiers,“Poesí a ” ni desarrolla-ré “el viviente panorama de las formas del Devenir”, pero esafrecuentación de dos a ños (¿te acuerdas? desde nuestra estadí aen Cannes) me dejará una marca, de la que quiero hacer una

    Consagración. Vuelvo a bajar, a mi yo, abandonado durantedos a ños: después de todo, los poemas, solamente teñidos de

    Absoluto, ya son bellos, y hay pocos—sin a ñadir que su lecturapodrá suscitar en el porvenir al poeta que yo habí a soñado.”

    Paul Verlaine

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    A Catulle Mend ès1ro de noviembre de 1872

    “ Yo cantaré al Videnteque, puesto en este mundo, lo ha mi-rado, cosa que no se hace.”

    A Léo d ’Orfer 27 de junio de 1884

    “Es un puñetazo, en cuanto se tiene a la vista, un instante,¡deslumbrado! vuestro mandato brusco: —Dena la Poesí a. Balbuceo, magullado: —La Poesí a es la expresión, por el lenguaje humano llevadoa su ritmo esencial, del sentido misterioso de los aspectos de laexistencia: ella dota así de autenticidad a nuestra permanenciay constituye laúnica tarea espiritual.”

    A Paul Verlaine16 de noviembre de 1885

    “Es que, aparte los fragmentos de prosa y los versos de mi juventud y la continuación, que le hací a eco, publicada un poco

    por todas partes, cada vez que aparecí an losprimeros números de una Revista Literaria,he soñado siempre e intentado otra cosa, conuna paciencia de alquimista, listo para sacri-carle toda vanidad y toda satisfacción, comoquemaban anta ño su mobiliario y las vigas desu techo, para alimentar el horno de la GranObra. ¿Por qué? es dif í cil de decir: un libro,simplemente, en muchos tomos, un libro quesea un libro, arquitectónico y premeditado, yno una colección de inspiraciones al azar, así sean maravillosas... Iré má s lejos, diré: el Libropersuadido de que en el fondo no hay má s que

    uno, intentado sin saberlo por quienquiera haya escrito, inclusolos Genios. La explicación órca de la Tierra, que es elúnico deberdel poeta y el juego literario por excelencia: porque el ritmo mis-mo del libro entonces impersonal y viviente, hasta en su pagina-ción, se yuxtapone con las ecuaciones de ese sueño, u Oda.”

    “He aquí la confesión de mi vicio, puesto al desnudo, queri-do amigo, que mil veces he rechazado, el espí ritu a igido o can-sado, pero eso me posee y lo lograré tal vez; no hacer esa obraen su conjunto (¡se necesitarí a ser no sé quien para eso!) sinomostrar un fragmento ejecutado, hacer centellear por un lapsola autenticidad gloriosa, señalando así al resto todo entero parael cual no basta una vida. Probar por las porciones hechas queese libro existe, y que he conocido lo que no podré realizar.”

    A Paul Valéry 5 de mayo de 1891

    “Sí , mi querido poeta, es necesario, para concebir la litera-

    tura, y que ella tenga una razón, acceder a esa "alta sinfon

    í a"que nadie hará quizá s; pero ella ha encantado hasta a los má s

    inconscientes y sus rasgos principales marcan, vulgares o sutiles,toda obra escrita.”

    A Edmund Gosse10 de enero de 1893

    “ Yo hago Música, y llamo así no a la que se puede obtener delacercamiento euf ónico de las palabras, esta primera condiciónva de por sí ; sino al má s allá má gicamente producido por ciertasdisposiciones de la palabra, dondeésta no queda en el estado demedio de comunicación material con el lector como las teclasde piano. Verdaderamente entre las lí neas y por encima de lamirada eso ocurre, en toda pureza, sin la mediación de cuerdasde tripa y de pistones como en la orquesta, que ya es industrial;pero es lo mismo que la orquesta, salvo que literariamente osilenciosamente. Los poetas de todos los tiempos no han hechonunca otra cosa y es justamente hoy, ahí está todo, divertidotener conciencia de ello. Emplee Música en el sentido griego,en el fondo signicando Idea o ritmo entre relaciones; allí , má sdivina que en su expresión pública o sinf ónica.”

    (...) “No lo pleiteo má s que sobre la oscuridad; no, queridopoeta, excepto por torpeza o defecto, yo no soy oscuro, desdeel momento que se me lee para buscar alli lo que enuncio má sarriba, o la manifestación de un arte que se sirve—pongamosincidentalmente, yo sé la causa profunda — del lenguaje: y lologra, ¡seguro!, si uno se enga ña y cree abrir el periódico. Heencontrado el otro dí a este estudio, de un muy sólido y nocrí tico1 que insiste, seg ún creo con razón, rí ase y le estrecho lamano, sobre mi claridad.” 1 Adolphe Rett é , en L’ Ermitage de enero de 1893.

    A Claude Debussy 23 de diciembre de 1894 1

    “Salgo del concierto, muy emocionado:¡la maravilla! su ilustración del Apr è s-midi d ’ un faune , que no presentarí a di-sonancia con mi texto, sino la de ir má slejos, verdaderamente, en la nostalgia yen la luz, con nura, con inquietud, conriqueza.”

    1 El estreno habí a tenido lugar el 22.

    A Marie y Geneviè ve Mallarmé8 de septiembre de 1898 1

    “Quemen, en consecuencia: no hay allí herencia literaria,mis pobres niñas. No lo sometan siquiera a la consideración dealguien: o rechacen toda ingerencia curiosa o amigable. Diganque no se distinguirí a nada, es verdad por otra parte, y, ustedes,mis pobres postradas, losúnicos seres en el mundo capaces has-ta ese punto de respetar una vida de artista sincero, crean queeso debí a ser muy bello.”

    1 Testamento borroneado en la v í spera de su muerte.

    Paul Val é ry

    Claude Debussy