carlos v rey y emperador (1)

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8/18/2019 Carlos v Rey y Emperador (1) http://slidepdf.com/reader/full/carlos-v-rey-y-emperador-1 1/5 1 Carlos V rey y emperador: las repercusiones de la elección imperial en Castilla Los principios de Carlos en España no fueron felices, en gran medida a causa de la influencia de los cortesanos que le habían acompañado desde Flandes. Su llegada produjo cierta tensión, agravada de manera considerable por su elección al trono imperial en 1519. Carlos, apenas aceptado como rey en Castilla y en Aragón, pretendía otra dignidad que parecía lejana. Desde los inicios del reinado se planteó la cuestión de la articulación entre esas dignidades y de la  jerarquización de los intereses. La elección imperial y las circunstancias de la llegada de Carlos figuran sin duda entre las causas de la crisis más grave que conoció el reino de Castilla en el reinado de los Habsburgo: el movimiento (llamado a veces revolución, otras veces revuelta) de las Comunidades. I. La llegada de Carlos y la actitud de los flamencos Carlos no desembarcó en España antes de septiembre de 1517, y su aparición en la costa asturiana despertó mucha sorpresa entre los súbditos castellanos, y una mutua incomprensión. En efecto, llegó con un séquito numeroso de caballeros flamencos y borgoñones, de la corte de Bruselas, que no hablaban castellano sino francés o latín e iban vestidos a la moda flamenca: muy extranjeros en suma. Por su parte los flamencos tuvieron la impresión de haber llegado a una tierra bárbara, que contrastaba cruelmente con la corte brillante y la vida muy urbanizada a la que estaban acostumbrados. Pierre Chaunu cuenta el encuentro con gracia: « dès les premiers instants, « colonialistes » en diable, ils se conduisirent en conquérants : n’ayant pas fait l’effort d’apprendre le castillan, scandalisés de n’être entendus ni en français (langue des chevaliers) ni en latin (langue des clercs) ils en déduisirent : « nous sommes ici chez les Maures » -  propos malencontreux aux Asturies » (Pierre Chaunu, Michèle Escamilla, Charles Quint , Paris, Fayard, 2000, p. 79). Lo que suscitó desde los primeros momentos un fuerte descontento fue la actitud de estos flamencos, que se apoderaron de los cargos y de las rentas, como si estuviesen en tierra conquistada. Se portaron, escribe Joseph Pérez (en  La revolución de las Comunidades de Castilla, 1520-1521, Madrid, Siglo XXI, 1999, 7 a  ed., p. 121) « como aves de presa ocupando todos los cargos, sinecuras, prebendas »; « es bien cierto que la corte actuó en España como si se tratara de un país conquistado ». El joven monarca, quizas inexperimentado, lo dejaba todo en manos de su principal consejero, el señor de Chièvres, quien había sido su ayo. Un caso en particular suscitó todo un escándalo: uno de los sobrinos de Chièvres fue nombrado arzobispo de Toledo. Se trataba del arzobispado más prestigioso y más rico de toda Castilla, y además el antecesor había sido el cardenal Cisneros (muerto en 1517), objeto de una verdadera veneración en el reino. Por fin, el joven no tenía la menor intención de residir en su arzobispado, lo que ocasionaría una salida de dinero importante (le pagarían sus rentas en Flandes). Además de la familia de Chièvres, los flamencos en general se mostraron codiciosos. Joseph Pérez, op. cit., p. 126 : « se entregaron a partir de 1517 a todo tipo de transacciones deshonestas comerciando con los cargos públicos, con gran escándalo de algunos administradores todavía honrados y de la inmensa mayoría de la población, indignada y desmoralizada ante el espectáculo que se ofrecía a sus ojos ». Apenas llegado, el rey se apresuró en convocar las Cortes de Castilla en Valladolid (1518): era necesario porque las Cortes, representación del reino, tenían que reconocerle como rey (bajop el nombre de Carlos I). Pero también se solicitó de los representantes de las ciudades (los procuradores) el voto de un impuesto (servicio) destinado, aparentemente, a la lucha

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Carlos V rey y emperador: las repercusiones de la elección imperial en Castilla

Los principios de Carlos en España no fueron felices, en gran medida a causa de la influenciade los cortesanos que le habían acompañado desde Flandes. Su llegada produjo cierta tensión,agravada de manera considerable por su elección al trono imperial en 1519. Carlos, apenas

aceptado como rey en Castilla y en Aragón, pretendía otra dignidad que parecía lejana. Desdelos inicios del reinado se planteó la cuestión de la articulación entre esas dignidades y de la

 jerarquización de los intereses. La elección imperial y las circunstancias de la llegada deCarlos figuran sin duda entre las causas de la crisis más grave que conoció el reino de Castillaen el reinado de los Habsburgo: el movimiento (llamado a veces revolución, otras vecesrevuelta) de las Comunidades.

I.  La llegada de Carlos y la actitud de los flamencos

Carlos no desembarcó en España antes de septiembre de 1517, y su aparición en la costaasturiana despertó mucha sorpresa entre los súbditos castellanos, y una mutua incomprensión.En efecto, llegó con un séquito numeroso de caballeros flamencos y borgoñones, de la corte

de Bruselas, que no hablaban castellano sino francés o latín e iban vestidos a la modaflamenca: muy extranjeros en suma.

Por su parte los flamencos tuvieron la impresión de haber llegado a una tierra bárbara, quecontrastaba cruelmente con la corte brillante y la vida muy urbanizada a la que estabanacostumbrados. Pierre Chaunu cuenta el encuentro con gracia: « dès les premiers instants,« colonialistes » en diable, ils se conduisirent en conquérants : n’ayant pas fait l’effort

d’apprendre le castillan, scandalisés de n’être entendus ni en français (langue des chevaliers)

ni en latin (langue des clercs) ils en déduisirent : « nous sommes ici chez les Maures » - propos malencontreux aux Asturies » (Pierre Chaunu, Michèle Escamilla, Charles Quint ,Paris, Fayard, 2000, p. 79).

Lo que suscitó desde los primeros momentos un fuerte descontento fue la actitud de estosflamencos, que se apoderaron de los cargos y de las rentas, como si estuviesen en tierraconquistada. Se portaron, escribe Joseph Pérez (en  La revolución de las Comunidades de

Castilla, 1520-1521, Madrid, Siglo XXI, 1999, 7a ed., p. 121) « como aves de presa ocupandotodos los cargos, sinecuras, prebendas »; « es bien cierto que la corte actuó en España como sise tratara de un país conquistado ». El joven monarca, quizas inexperimentado, lo dejaba todoen manos de su principal consejero, el señor de Chièvres, quien había sido su ayo.

Un caso en particular suscitó todo un escándalo: uno de los sobrinos de Chièvres fuenombrado arzobispo de Toledo. Se trataba del arzobispado más prestigioso y más rico de todaCastilla, y además el antecesor había sido el cardenal Cisneros (muerto en 1517), objeto de

una verdadera veneración en el reino. Por fin, el joven no tenía la menor intención de residiren su arzobispado, lo que ocasionaría una salida de dinero importante (le pagarían sus rentasen Flandes).

Además de la familia de Chièvres, los flamencos en general se mostraron codiciosos. JosephPérez, op. cit., p. 126 : « se entregaron a partir de 1517 a todo tipo de transaccionesdeshonestas comerciando con los cargos públicos, con gran escándalo de algunosadministradores todavía honrados y de la inmensa mayoría de la población, indignada ydesmoralizada ante el espectáculo que se ofrecía a sus ojos ».

Apenas llegado, el rey se apresuró en convocar las Cortes de Castilla en Valladolid (1518):era necesario porque las Cortes, representación del reino, tenían que reconocerle como rey

(bajop el nombre de Carlos I). Pero también se solicitó de los representantes de las ciudades(los procuradores) el voto de un impuesto (servicio) destinado, aparentemente, a la lucha

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contra los infieles en el Mediterráneo, en un momento en que los avances de los Turcoscausaban un miedo intenso. Tras el voto de este impuesto, el rey dejó Castilla para la coronade Aragón, donde tenía que hacer lo mismo, reunir las Cortes. Primero estuvo en Zaragoza,capital del reino de Aragón; luego en Barcelona en febrero de 1519. Allí estaba cuando llególa noticia de la muerte del emperador Maximiliano I su abuelo. Desde Barcelona hizo conocer

su candidatura (la dignidad de emperador era electiva, siendo los 7 electores los mayoresdignatarios del imperio).

II.  La elección imperial (1519) y sus consecuencias inmediatas en Castilla

¿Qué era el Sacro Imperio romano germánico ?

Desde la caída de Roma en el siglo V, la idea de imperio había perdurado. Fue recogida una primera vez por Carlomagno, un Franco quien reinaba sobre una gran parte de Europa y sehizo coronar emperador en 800 por el papa. Luego sus hijos se repartieron sus territorios, yesta dispersión de las posesiones significó el fin del imperio. Por segunda vez, y de maneramás duradera, el imperio fue revitalizado por los Sajones: fue el origen del Imperio germánicocuyo centro se situaba en Alemania, y que vino a ser llamado “Sacro imperio romanogermánico”.

Concretamente, en el siglo XVI, el imperio representaba un territorio muy reducido: si bien elemperador elegido por los 7 electores llevaba antes de su coronación por el papa el título de“rey de Romanos”, el único feudo imperial en Italia era ducado de Milán en Italia. Según elhistoriador Jean-Michel Sallmann (Charles Quint. L’empire éphémère, Paris, Payot, 2000,

 p. 57), « L’Empire incarnait avant tout une dignité, le pouvoir à prétention universelle del’empereur, souverain temporel de la Chrétienté, successeur des empereurs romains. Si, endroit le mot est fort, il l’était beaucoup moins dans la réalité car les empereurs eurent rarement

l’occasion de faire respecter leur   pouvoir universel. L’existence de l’Empire reposait sur le

mythe politique d’un transfert de la dignité impériale des Romains vers les Francs puis vers

les Allemands”.El emperador era el brazo armado de Dios, tenía que realizar la unión de toda la cristiandad,de la respublica christiana que pretendía a la universalidad, representando el poder temporalfrente al poder espiritual del papa.

Así, a pesar de la falta de poder concreto sobre los príncipes alemanes, a pesar de la reduccióndel territorio del Imperio y de sus feudos, el título de emperador seguía teniendo un valorsimbólico y un prestigio inmenso; sobre todo, abría muchas posibilidades para un monarcaque tuviera, fuera del Imperio, un poder basado en posesiones, súbditos y recursosfinancieros. No había sido el caso de los Habsburgo hasta entonces: poseían algunos estados,

 pero nada que se pudiera comparar con las coronas de Castilla y de Aragón.

Además, el prestigio del título imperial también atraía a otros soberanos europeos: fue el casode un rey casi tan joven como Carlos, y que no era de origen alemán: el nuevo rey de Francia,Francisco I. Los monarcas franceses habían demostrado desde finales del siglo XV un graninterés por Italia (cabe mencionar la invasión de Nápoles por Carlos VIII de Francia) y por lanoción de imperio. Los dos candidatos rivalizaron mediante el pago de sumas cuantiosas a loselectores, práctica nada anómala.

Carlos fue elegido, quizas sobre todo porque era un miembro de la dinastía que monopolizabael título desde varias generaciones, y no por haber sido el más generoso. Pero lo importante esque para pagar a los electores, tuvo que buscar dinero prestado. Los prestamistas fueron lacasa Fuggers (o los Fúcares en español), una familia de banqueros alemanes muy ricos, y si

aceptaron prestar cantidades enormes, fue porque Carlos era rey de Aragón y de Castilla, unosreinos que aparecían como fuente de riquezas (de momento no se trataba del oro y de la plata

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del Nuevo mundo, sino de los varios ingresos del Tesoro real, entre ellos los numerososimpuestos pagados por los súbditos castellanos).

Así se inició la costumbre peligrosa de vivir a crédito que fue la de Carlos V durante todo sureinado, y que adoptaron también sus sucesores en la monarquía española. Para financiar losgastos de las numerosas guerras, contrajeron « asientos », contratos con los banqueros.

¿Quién iba a pagar la deuda ? Carlos contaba con las rentas del reino de Castilla. Y antes dedejar la península para ir a Alemania, donde tenía que presentarse para ser coronadoemperador (en Aquisgrán, o Aix-la-Chapelle), convocó otra reunión de las Cortes castellanas,

 para solicitar el dinero que necesitaba para el viaje. El lugar elegido para esta reunión parecióextraño: no era una de las ciudades castellanas que habían sido tradicionalmente sede de lasCortes, sino Santiago de Compostela.

Esta convocación despertó una reacción hostil de algunas ciudades. Toledo y Salamanca senegaron a enviar sus representantes (significaba que estas ciudades se negaban a votar elservicio). La sesión de las Cortes fue agitada, a pesar de un discurso hecho por Ruiz de laMota, obispo de Badajoz, quien hablaba en nombre del rey para convencer a los diputados dela grandeza del título imperial y de las enormes ventajas que representaba para los súbditoscastellanos tener un monarca emperador.

Había que explicar a los castellanos que anteponer el título imperial a todos los demás nosignificaba despreciar a Castilla, y sobre todo que no se trataría nunca de someter los reinosespañoles a la jurisdicción del Sacro Imperio, como lo podían temer los súbditos. Carlos (enadelante Carlos V) había hecho pública una declaración sobre el orden de su titulatura: eltítulo de emperador, como el más prestigioso, tenía que venir primero:

« Y porque de la dicha prelación [del título imperial] no se pueda seguir ni causar prejuizio

ni confusión [alguna] adelante a los nuestros reynos de España, ni a los reyes nuestros

 sucesores, ni a los naturales sus súbditos (…) por ende queremos que todos sepan (…) que

nuestra voluntad e intención es que la libertad y esención que los dichos reynos de España y

reyes dellos an tenido y tienen, de que han gozado y gozan, de no reconocer superior, les sea

agora y de aquí adelante observada y guardada inviolablemente (...); y que por preferir e

anteponer en los títulos de nuestras dignidades el del Imperio, no seamos ni somos visto

 prejudicar a los dichos reynos de España en su libertad y exención que tienen ».

El discurso del obispo ante las Cortes de Santiago no llegó a convencer a todos los procuradores: hubo una interrupción de la sesión de las Cortes, que luego continuó en otraciudad, La Coruña (escogida por ser un puerto donde Carlos podía embarcarse con destino aAlemania). Se ejerció presiones sobre los procuradores: el historiador Manuel FernándezÁlvarez (Carlos V, el César   y el hombre, Madrid, Espasa Calpe, 2004, p. 123) evoca el

« constante forcejeo de la Corona con aquellos procuradores, que en un principio cifrarontodo su empeño en conseguir que Carlos V atendiera primero sus peticiones, antes queconceder ellos el servicio que se les pedía. Fueron necesarias 5 votaciones, ejerciendo lamayor de las presiones, trasladando las Cortes de Santiago a La Coruña, para que al fin lasCortes cediesen, auque por una débil mayoría; lo cual, si se tenía en cuenta que en ellas noestaban presentes ni los procuradores de Toledo ni los de Salamanca, daba a la victoria regiaun tinte de ilegalidad que no auguraba nada bueno, dado el creciente malestar que se vivía entoda Castilla ».

Poco después estallaron las primeras revueltas, primero en Toledo, mientras Carlos salía de la península tras haber designado un gobernador para regir sus reinos en su ausencia: el cardenal

Adriano de Utrecht, otro de sus antiguos consejeros flamencos.

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III. 

Las Comunidades (1520-1521)

Los acontecimientos

La ciudad de Toledo fue una de las más activas desde los primeros tiempos del levantamiento:tras expulsar a su corregidor (funcionario que representaba el poder real), se alzó en

« comunidad » y propuso la reunión de una junta en Ávila en agosto de 1520. Varias ciudadesse asociaron al movimiento y se produjeron disturbios y matanzas por todo el reino a pesar dela represión organizada por el cardenal Adriano de Utrecht y el Consejo de Castilla.

La junta de las ciudades rebeldes se trasladó a Tordesillas, donde residía la reina doña Juana.En septiembre de 1520 ya se habían incorporado al movimiento 14 de las 18 ciudades quetenían « voz y voto en Cortes ». La junta redactó una lista de reivindicaciones y buscó elapoyo de la reina, pero ésta se negó a concederlo.

Estallaron disenciones entre los comuneros, la ciudad de Burgos por ejemplo se apartó delmovimiento. El cardenal Adriano se apoyó en la alta nobleza para luchar contra los rebeldes:en diciembre de 1520 las tropas fieles al emperador lograron desalojar a los comuneros de

Tordesillas, y tras una serie de victorias, los aplastaron en Villalar, en abril de 1521. Los tres principales caudillos, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ajusticiados. La ciudad de Toledoresistió algunos meses más, pero cuando regresó Carlos V a Castilla, se había aplastado elmovimiento.

Las motivaciones de los « comuneros » y las causas del movimiento

Conviene distinguir entre unas causas inmediatas, puntuales; y otras más profundas, denaturaleza más política.

-  Movimiento de reacción frente a la « invasión » de nuevos gobernantes extranjeros o percibidos como tales, y a su actitud de captación de las riquezas.

-  Razones fiscales: el voto de los servicios en las Cortes sucesivas.- 

La preocupación por el porvenir de Castilla y su papel dentro de las múltiples posesiones de Carlos V, y con respecto al Imperio: el miedo a ser una mera fuente deriquezas, explotada por un soberano más preocupado por los intereses del Imperio que

 por los de Castilla.

-  Más profundamente, lo que está en juego son las relaciones entre el monarca y « elreino », los súbditos: reacción tardía de las ciudades a la política llevada a cabo por losReyes Católicos para imponer la autoridad regia.

Ya se notan en las declaraciones de los « procuradores » en las Cortes de Valladolid

unas expresiones de inspiración pactista: se dice por ejemplo que el rey es« mercenario de sus vasallos ». Se encuentran reivindicaciones similares en las« peticiones de los comuneros »: negación del poder « absoluto » del rey, tentativa derecuperación de poder por parte de las Cortes y de las ciudades.

Según el historiador Joseph Pérez, las Comunidades fueron un esbozo de « revolución »; perono intentaron derribar a la monarquía, no se trataba de cambiar de régimen para instaurar otraforma de gobierno; se trataba más bien de modificar la naturaleza de la monarquía,transformándola en monarquía « mixta », con una participación fuerte de los representantes delos municipios. Sin embargo, es probable que algunos de los comuneros hubieran queridocambiar de monarca, devolviendo a la reina doña Juana la plena posesión de su trono.

La represión del movimiento fue posible gracias a la colaboración de la nobleza castellana.Cuando regresó de su viaje a Alemania Carlos V empezó una « hispanización » que se marca

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en la duración de su estancia en España y en la elección de su esposa: una princesa portuguesa, Isabel (lo que permitirá más tarde a su hijo Felipe II reclamar el trono dePortugal). Pero el conflicto entre intereses del Imperio e intereses castellanos no habíaencontrado una solución definitiva.

La política llevada a cabo por Carlos V a lo largo de su reinado no siempre coincidió con losintereses de sus reinos españoles. Y Castilla siguió otorgando servicios cada vez másimportantes, necesarios para sostener esta política.