carcel espacio de-socializacion (1)

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    PORTULARIAVOL. XI, N 1, [49-60] ISSN1578-0236

    DOI:10.5218/PRTS.2011.0005

    cepe: ce me se. e e tbj s se se. dp. P s-. ue e z. f e ce se e tbj. c/ ve e h, 23. 50009 zara-goza. E-: [email protected]

    reb:2010.11.09. re:2010.11.18. aep:2011.04.11. Pb:2011.04.29.

    Resumen

    et traaj arta a ri d dat ric qtra fraca d a ititci itciaria eaa a a hra d gar jti d a ciai-zaci y/ r-ciaizaci d itr, c a rja dic d ricidcia itciaria.la ta fci (r)irtadra d a rii daa, ara adqirir tra aa, a dgitiar idgicat a diaci cia ara d rd tacid. s ha rcrrid a aarxiaci caitatia y catitatia, r atra d 396 itr d ctr itcia-ri arag. l rtad ata q i i

    jti fra a rhaiitaci cia, qtria r ir a cidaci d aidtidad riiizada a d d a dcia-izaci cidadaa.

    pAlAbRAs ClAvespriiizaci. Ricidcia. Dciaizaci. C-trcci cia cidadaa.

    AbsTRACT

    Thi ar ai t rid a t f irica datathat h th fair f th a ititti isai tard th ga f ciaizati ad/r r-ciaizati f th iat, a h y rircidii rat. Th r f ri a itittifr th rirti f criia i dad a it gtth addd a f gitiizig th idgicadiati fr a gi cia rdr. Qaitati adqatitati thdgy a d a a f396 iat fr Arag ittiary ctr.Th rt h that athgh cia rhaiitatii d t th ai jcti f th it-

    tiary yt, th raity i that riig idtitiar rifrcd a id f d-ciaizd citiz-hi.

    keYwoRDs priig. Rcidii. D-ciaizati. Citizscia Ctrcti

    ChaiMeMarCuello-servs, Jess GarCa-MartnezuniversidaddezaraGoza. espaa

    la crcEl como EsPacio dE dE-socializacinciudadana: fracaso dEl sistEma

    PEnitEnciario EsPaol?

    thE Prison as a dE-socializing sPacE:a failurE of thE sPanish PEnitEntiary systEm?

    BIBLID[1578-0236 (2011) XI-1, 49-60]

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    chAiMeMArcuello-servs JessGArcA-MArtnez

    introduCCin

    Como punto de partida entendemos que es opor-tuno recordar la relacin entre prisin y criminaliza-cin de la pobreza, intentado ir ms all de las tesisya conocidas de Michel Foucault. En su momento,

    este autor puso de relieve el hecho histrico de queel castigo disciplinario presenta una naturaleza co-rrectiva a partir de la aplicacin de un sistema or-ganizado sancionador. La prisin cumpla, desdesu creacin, esta funcin y esencia controladoraque otros han considerado como una institucintotal (Farrington, 1992; Prez Guadalupe, 2000).En cualquier caso, la institucin penitenciaria nodeja de ser una estructura disciplinaria agobiante yexhaustiva. Foucault lo identificaba con el cumpli-miento de penas en arquitecturas masivas, en lasque se produce una democratizacin de los casti-gos infligidos (Foucault,1990).1

    A pesar de las transformaciones y de los intentosde introducir mejoras, en la actualidad, el sistemapenitenciario sigue siendo el subsistema marginaly marginador que siempre fue. En este sentido, laasociacin foucaultiana entre delitos contra la pro-piedad y determinados sectores de la poblacin msvulnerable sigue siendo una realidad social consta-table, como as lo muestran nuestros datos2y otrostrabajos y autores (lvaro Clix, 2007) (Azaola, E.,Bergman, M., 2007)

    Por un lado, asistimos al encubrimiento de losprocesos estructurales que generan marginacin,contribuyendo, por otro lado, a la construccin so-cial de la justificacin ideolgica de las asimetrassociales. Partimos del hecho contrastado de que sonlas personas ms vulnerables, social y econmica-mente, las que terminan por ingresar en las institu-ciones carcelarias.

    La crcel, o mejor dicho, el sistema judicial pe-nitenciario organismos de justicia, cuerpos deseguridad, administracin penitenciaria forma uncorpus, un todo, un sistema socialmente construido.Como tal, es la respuesta de la sociedad ante unosfenmenos sociales que, por una parte, amenazanel orden instituido. Por otra, es una respuesta quecrea exclusin social, su efecto inmediato y directoes la institucionalizacin de la marginacin. Es decir,no se trata de una actuacin inclusiva sino segregati-va y excluyente, la cual se orienta a la reproduccindel orden social y mantenimiento del statu quo.

    El sistema penitenciario vigente va creando unaurdimbre institucional de control racional y fisca-lizador con el objetivo de neutralizar a los sujetos

    privados de libertad. En estos mbitos la supues-ta funcin (re)insertadora de la prisin se devalapierde su valor intrnseco para adquirir otraplusvala la de legitimar ideolgicamente la des-

    viacin social en aras de un orden establecido.Aqu es donde se encierra la principal falacia

    del sistema penitenciario: mientras que el objetivoformal y retrico es la rehabilitacin social, elresultado prctico es la de-socializacin. Lo cual pa-rece encajar con otras funciones dentro de nuestrosistema social. Si se opta por la etiqueta postmoder-na parece que nuestras pautas obedecen a los crite-rios de consumo donde se es en funcin del poderadquisitivo, mediante el cual la capacidad deconsu-mo va construyendo y afianzando el concepto socialde ciudadana integrada. (Sez Valcrcel, 2004).

    Esto nos lleva a plantear la siguiente preguntaQu aporta la prisin? Sostenemos que la perma-nencia prolongada en los centros penitenciarios vaa ocasionar, de modo inevitable, la consolidacinde los fracasos anteriores y el anticipo reforzado delos fracasos futuros. Las condiciones sociales del en-torno carcelario acarrean, sin duda alguna, tensio-nes psicosociales en el marco de las estructuras de lapersonalidad de cada sujeto actitudes, motivacio-nes y valores.3

    Este tipo de instituciones totales presentan, al

    menos, las siguientes caractersticas: (a).someti-miento inapelable y coercitivo a la autoridad jerr-quica; (b).separacin efectiva del modo o contextode procedencia; (c).las diferentes necesidades estncubiertas, junto con una regulacin pormenorizadade los aspectos de la vida cotidiana; (d).se pretendedomesticar la personalidad del sujeto; (e).se tiende air eliminando las distinciones entre mbito de ocioy de ocupacin.

    De este modo, lo que podemos denominar comoel yo marginal se va transformando en un yo pri-sionizado, en el que se limitan las opciones parauna posible normalizacin social futura. Si bien losniveles de prisionizacin se incrementan progresi-vamente en los sujetos, los cuales se orientan habi-tualmente hacia modos de conducta social desvia-da, no hay que entenderlo como un determinismorgido en el que se anulen los procesos de cambioactitudinal, sino como un proceso de socializacinsecundaria, por lo tanto reversible.

    Sin ningn gnero de dudas, podemos sostenerque el sistema penitenciario espaol y, por ende, cual-quier sistema penitenciario equivalente reproduce

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    dentro de su dinmica cotidiana, en mayor o menorgrado, los procesos especficos de las institucionestotales (Nez Vega, 2007). De esta forma, la adop-cin de los usos y costumbres propios de la crcel, vaconsolidando las identidades personales prisioniza-das. Esto se traduce en un proceso individual don-

    de se va interiorizando de forma progresiva la (sub)cultura carcelaria. En cualquier caso, de este modose provoca en la persona privada de libertad unosniveles de autoestima extraordinariamente bajos. Yaque se dan en la vida ordinaria carcelaria poderososfactores que, de forma inexorable, van cronificandolas consistencias actitudinales y pautas de conductapropias del mundo de la prisin. Todo esto conlle-va para la percepcin de la persona encarcelada unajudicializacin de sus conductas; lo que podemosdenominar como la sobrecondena del interno.

    Cuando hablamos de la crcel como espacio so-

    cial de una evidente asimetra del poder, partimosdel postulado de que el cdigo orden//desorden re-sulta ser manifestacin de la misma realidad social.Sin embargo, en nuestra sociedad con una plura-lidad evidente no existe un orden social nicode valores, por lo que es ms adecuado hablar deun orden social dominante, es decir, las costumbresy valores que son aceptados de forma mayoritariao que se fomentan desde el poder (Torrente,2001:28).4 La cuestin entonces es clarificar quines sonlos desviados y quines son los controladores de un

    orden social dominante, que se fomenta desde suejercicio del poder. Estos ltimos son quienes esta-blecen las reglas y normas, as sus relaciones de po-der son las que van determinando la vida cotidianade las sociedades y colectivos humanos.

    Desde esta ptica, el propio Cdigo Penal vigentees la expresin poltica de un sistema de democraciaautoritaria?, donde la estructura formal de es-tos instrumentos legales responde al objetivo de en-juiciar nicamente los comportamientos a castigar,olvidando el debate sobre lo que entendemos comocuestin bsica: el carcter destructivo y alienante

    que resulta de la aplicacin penal de estos instru-mentos legales (Sez Valcrcel,1996). En este sentidolas leyes penales, valga la redundancia, penali-zan todo tipo de discrepancias posibles: ya sea porsu discrepancia ideolgica, ya sea por la percepcinsocial de peligro y de incomodidad que generan en lasociedad de la opulencia los fenmenos de pobreza oexclusin (Gracia Martin, 2003).5Se asla sistemti-camente a los sujetos peligrosos, de tal modo quela percepcin social generalizada es que el fenmenode la delincuencia es nicamente un problema de or-

    den pblico. Para ellos se gestionan los espacios y lostiempos necesarios para el mantenimiento del ordensocial establecido y sancionado por las leyes.

    MetodoloGa

    Los datos que tenemos de la poblacin reclusaen Aragn son los correspondientes a hombres ymujeres ingresados en los Centros Penitenciarios deZuera, Daroca y Teruel que hacen un total de 2.434personas presas.6

    El planteamiento metodolgico empleado com-bina la aplicacin de una serie de tcnicas de inves-tigacin cuantitativas (encuesta y procesamiento dedatos existentes) y cualitativas (entrevistas abiertasexploratorias y entrevistas semiestructuradas). Estoes as porque entendemos que es la mejor opcinpara intentar abarcar la intrnseca complejidad del

    fenmeno objeto de estudio.En el trabajo de campo se consider como uni-

    verso de estudio el conjunto de la poblacin reclusade todos los centros penitenciarios de la ComunidadAutnoma de Aragn. La seleccin de la muestra sellev a cabo a partir del mtodo de afijacin propor-cional, en base a los listados actualizados de inter-nos que la propia administracin proporcion en elmomento de realizar el trabajo. La informacin de lamuestra de los sujetos se obtuvo a travs de tcnicasde anlisis de contenido de las diversas fuentes do-

    cumentales disponibles.Dichas fuentes de informacin las constituanlos propios expedientes penitenciarios que se des-glosaban en: Propuestas de Clasificacin y Destino(PCD), Expedientes Penitenciarios (EP), Expedien-tes de Protocolo del Interno (EPI), y las VicisitudesPenitenciarias (VI). En cualquier caso, se trataronde recoger los datos disponibles ms actualizados.

    resultados

    tipoloGadeliCtivarepresentativas

    Si analizamos los datos oficiales, proporcionadospor las propias instituciones penitenciarias relativasa los diferentes tipos de delitos cometidos por laspersonas que estn ingresadas en el conjunto de lasprisiones de la Comunidad Autnoma de Aragn7observamos un dato relevante, a la par que signifi-cativo, que destaca sobre todos los dems: los delitosque atentan contra el patrimonio econmico esdecir, los delitos contra la propiedad presentanuna notable visibilidad con un 52.6%. De ah queasociemos la extraccin social de los internos am-

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    bientes de marginalidad, carencia de recursos educa-tivos, laborales, falta de habilidades sociales, etc. yla comisin de delitos de naturaleza econmica.

    El segundo dato que destaca sobre el resto de losdelitos sancionados son los que hacen referencia a lasalud pblica 31.5%. Este dato se correlaciona

    de forma casi automtica con la adiccin a los estu-pefacientes en distintas formas de drogodependenciapor parte de las personas en la comisin de delitoscontra la salud pblica. Es lo que tambin se llamamenudeo, como recurso al comercio en pequea es-cala para financiarse el propio consumo personal.

    En unos porcentajes mucho menores registramoslos delitos de ndole violenta homicidios 5.3%;asesinatos 2.2%. Este dato es significativo porquedesmonta la percepcin social de la sociedad con elrecluso, definindolo como un sujeto de naturalezaextremadamente violenta. La realidad no es as, por

    lo que habr que distinguir entre aquellas personascon un perfil especialmente agresivo, que es minori-tario; y aquellos sujetos inmersos en estos ambientescarcelarios de violencia.

    Una tipologa delictiva en la que se observa unacierta tendencia al alza, es la de aquellos delitosque atentan contra la integridad y la libertad sexual

    agresiones sexuales 4.1%, abusos sexuales 0.6%.Aunque hemos de insistir que se trata de un tipo dedelito que en valores porcentuales no es particu-larmente significativo en el conjunto de la comisindelictiva, s que tiene un especial eco y repercusinen la sociedad. Ya que son precisamente estos delitoslos que crean la llamada alarma social; alimentandoesta reaccin colectiva los medios de comunicacinsocial cuando ofrecen un tratamiento excesivamentesensacionalista del tema. En la mayora de las oca-siones, produciendo un efecto distorsionador en lapercepcin objetiva del hecho acontecido.

    Curiosamente la comisin de hechos delictivoscontra la hacienda pblica y la seguridad social0.08 y contra el derecho de los trabajadores

    1.0% en el conjunto de las conductas penaliza-das, son prcticamente mnimos cuando sabemosque este tipo de conductas estn mucho ms gene-ralizadas en el conjunto del cuerpo social. Esto ra-tifica nuestro planteamiento inicial al referirnos a laselectividad del sistema de justicia penitenciaria, ala hora no tanto de tipificar formalmente los hechosdelictivos, sino al perseguirlos, todos los delitos, conel mismo rigor y peso de la ley vigente.

    Esta informacin nos permite sugerir la estrecharelacin entre el perfil de preso: procedencia de am-bientes de exclusin social, sin formacin ni habili-

    Grfco 1

    Fuente: elaboracin propia a partir de datos de rea de Rgimen de los CCPP de Aragn a 31/12/2007

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    dades laborales con escasos recursos econmicos ylos delitos cometidos contra la propiedad.

    En lo que respecta aquellos delitos contra laseguridad colectiva trfico de sustancias estupe-facientes se registra la asociacin entre la comi-sin de delitos contra la salud pblica y la persona

    consumidora habitual y dependiente de sustanciaspsicotrpicas. sta recurre, habitual u ocasional-mente, a la vida delictiva para financiarse su propioautoconsumo, si bien puede ser que sea dentro dela crcel cuando comienzan a recibir un tratamientoteraputico de su adiccin.

    El dato de los delitos contra la libertad sexual re-sulta ser revelador, ya que la percepcin social estsobredimensionada. Con los datos en la mano, losdelitos de naturaleza sexual son menores de lo quela misma sociedad cree que se producen. Esta creen-cia errnea suele estar alimentada de un modo exce-

    sivamente sensacionalista por los medios de comu-nicacin social especialmente de los audiovisuales.

    anlisisdesCriptivodelareinCidenCiapenitenCiaria

    Partiendo de los datos disponibles relativos a losndices de reincidencia esto es, que al menos ha-yan tenido un ingreso previo en una prisin espao-la, sta corresponde con un valor del 49,0% deltotal de la poblacin reclusa8 siendo el porcentaje

    restante 51% el que corresponde a los reclusosque solo han sido encarcelados una vez. Sin embar-go, de acuerdo a los datos oficiales aportados por lostres centros penitenciarios de Aragn este ndice esan superior al constatado por nosotros, y con dife-rencias sustanciales en cada uno de esos centros.

    El fiel de la balanza penitenciaria se inclinamarcando toda una tendencia, hacia el lado dela reincidencia segn datos oficiales.9Por ejemploen el C. P. de Zuera, la tasa de reincidencia es de63.8%. De este porcentaje total de internos reinci-

    dentes, los varones representan ser el 93.1%; datoque est en lgica proporcin con el peso especficode la poblacin penitenciaria masculina.

    Grfco 2

    Fuente: elaboracin propia a partir de datos de rea de Rgimen de los CCPP de Aragn a 31/12/2007

    Estos datos reflejan unas asociaciones significa-tivas entre la variable de reincidencia y la variabletipologa delictiva. De este modo, los internos cuyascondenas ms altas corresponden a delitos contra lapropiedad son los que presentan unos valores msaltos de reincidencia 70.1%. Por otro lado, estatendencia baja notablemente en el caso de aquellosinternos cuya condena ms alta corresponda a un

    delito contra la seguridad colectiva siendo los inter-nos reincidentes un 24.4% de ellos.

    Los niveles de reincidencia contribuyen a unefecto nada deseable: el hacinamiento de la pobla-cin reclusa en los centros aragoneses y del conjuntode la poblacin reclusa penitenciaria espaola. Aun-que, a nuestro juicio, la solucin a la masificacinde los centros no reside tanto en la construccin

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    de otros nuevos, que en realidad son verdaderasmacro-crceles y cuya efectividad (re)socializadoraes mnima, cuanto en el diseo de oportunas po-lticas y recursos de cumplimiento alternativo. Ansiendo conscientes de las limitaciones y disfuncio-nes de las mismas, entendemos que, hoy por hoy, es

    la nica alternativa vlida a las medidas de privacinde libertad. Ya que la crcel debera de representar laltima medida en los sistemas de control social quepenalizan el incumplimiento normativo establecidopor la sociedad y sancionado por el Estado

    anlisisinterpretativodelareinCidenCiapenitenCiaria

    Si efectuamos un estudio ms pormenorizado dela reincidencia, con la ayuda de los datos de los que

    disponemos,10 podemos considerar los siguientesvalores: un 51.0% representa ser su primer ingresoen prisin; con dos ingresos en prisin se correspon-de el 18.7% del total de internos. La cifra decrecehasta el 8.6% en el caso de aquellas personas quehan entrado tres veces en la crcel. En un ltimo

    segmento de ingreso, diramos que el 7.6% de losreclusos ha ingresado en prisin 4 o ms veces. Delresto de internos no consta informacin en los expe-dientes sobre el nmero de entradas en prisin.

    Es interesante constatar la edad del primer ingre-so en prisin, ya que sta es una variable significa-tiva en las probabilidades de volver a ingresar en unestablecimiento penitenciario y, consiguientemente,afianzar su trayectoria de perfil prisionizado.

    Los datos de los que disponemos muestran la aso-ciacin que se establece entre la existencia de adic-ciones y la comisin de delitos contra la propiedad.11

    Se observa que los internos con un perfil personaldrogodependiente cometen ms delitos contra lapropiedad que aquellos internos que no presentanperfil de consumo o dependencia. Por otra parte, un54.7% de los internos con adicciones tiene su con-dena ms alta por un delito contra la propiedad; encambio la estimacin baja a un 35.8% de internos sinadicciones en la comisin de delitos contra la pro-piedad. Esto nos permite concluir que la motivacinltima de estas conductas delictivas es la de procu-rarse de una forma inmediata los recursos econmi-cos necesarios para mantener su propio consumo de

    sustancias estupefacientes. Por eso se puede decirque en la etiologa de estas conductas desviadas loque se da es una problemtica de salud del sujeto

    drogodependiente con una consecuencia previsible:aumento de las tasas delictivas contra la propiedadrobos, hurtos, etc.. No debemos olvidar que encualquier tipo de intervencin social no se han deconfundir las causas con los sntomas y, en el casoque nos ocupa, esta exigencia es fundamental.

    anlisisdetendenCiasyperspeCtivasdereinCidenCia

    Otro dato a tener presente es el nmero de aosen libertad que disfruta la persona desde su ltimaexcarcelacin. Resulta francamente revelador el dato

    Grfco 3

    Fuente: elaboracin propia a partir de datos de rea de Rgimen de los CCPP de Aragn a 31/12/2007

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    de que el 57.7% de las personas privadas de liber-tad que han reincidido, en el plazo de dos aos omenos han vuelto a prisin. Lo cual pone ms queen evidencia el fracaso del objetivo presuntamente(re)socializador de la prisin; donde se produce laprogresiva criminalizacin de los sectores sociales

    que se encuentran con una mayor exposicin a lasdinmicas de produccin y de reproduccin de laexclusin social.

    Respecto a las personas privadas de libertad enlos Centros Penitenciarios observamos que, en lageneralidad de los casos, se dan una serie de rasgoscomunes o muy semejantes entre s:

    (i).la procedencia de mbitos de exclusin so-cial, en la que se detecta una transmisin gene-racional de la llamada subcultura de la pobreza;

    (ii).inexistencia efectiva de igualdad de opor-tunidades educativas o laborales con el restode la poblacin de ah que nos refiramos a alcarcter estructural de la marginacin social;(iii).acumulacin de fracasos: fracaso familiar,escolar, afectivo, socializador, institucional,

    formativo, laboralSe muestra una cierta vulnerabilidad intrnse-

    ca que se presenta en todas las dimensiones men-cionadas. Con toda probabilidad, predispone a laemergencia y consolidacin de conductas desviadassocialmente. Este denominado proceso de crimina-lizacin de la pobreza conlleva como consecuenciacasi inevitable el ingreso y permanencia en el cir-cuito carcelario, como refleja la grfica siguiente:

    Considerando los datos de los que disponemosrespecto al tiempo de libertad desde la ltima excar-celacin para aquellos internos que han entrado msde una vez en prisin, nos encontramos con que laduracin media del periodo en libertad desde la l-

    tima salida de prisin es de 18.4 meses. Es muy pre-ocupante queel 31,5% de la poblacin penitenciariareincidente de los centros aragoneses han regresadoa la prisin en un plazo mximo de 6 meses despusde su ltima salida de la crcel.

    Imagen 1

    Fuente: elaboracin propia.

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    Esto entendemos que nos obliga a reflexionarsobre la extrema vulnerabilidad de un tercio de loshombres y mujeres privados de libertad.

    Se puede afirmar que los seis primeros meses,cuando el sujeto sale del centro penitenciario yrecupera la libertad, son determinantes para quepueda disponer de las mnimas oportunidades para

    integrarse en la sociedad. El problema se agudiza enaquellos sectores de la poblacin encarcelada quecarecen de los suficientes apoyos y recursos. Sonpersonas donde la vulnerabilidad social se pone enevidencia, cuya consecuencia previsible es el pro-bable reingreso en prisin, aunque siempre existenfactores personales que favorecen una reinsercinsocial del propio sujeto.

    Por otra parte, el porcentaje disminuye sensible-mente en el lapso temporal entre 7 y 12 primerosmeses, con el 9.5% de las personas excarceladasreincidentes. Aunque lo que llama la atencin es eldato de que un 16.7% de los presos reincidentes hanregresado a prisin entre el primer y el segundo aode su salida. Lo cual vuelve a reforzar la tesis de laexistencia de un sector de la poblacin penitencia-ria, ms de la mitad, que se encuentra, no en unasituacin coyuntural o episdica de pobreza, sinoen una verdadera situacin estructural de extremavulnerabilidad social.

    Una conclusin inmediata es la urgencia de laintervencin social tanto de las instituciones del Es-tado como de las organizaciones de la sociedad en

    los dos primeros aos de la excarcelacin. En reali-dad cuanto ms inmediata sea la intervencin de losagentes sociales ms garantas habr de la efectivi-dad de dicha intervencin o del conjunto de accio-nes, propuestas, recursos, etc. encaminados al obje-tivo de la normalizacin y de la reinsercin social deestas personas.

    ConClusiones

    lade-ConstruCCin Ciudadanadelpreso

    En la prisin se da un proceso educativo de-socializador que comienza con la misma dinmicasocial de seleccin de las personas que acabarn enprisin, manifestndose en un doble plano, primerode discriminacin y, despus, de exclusin. El sis-tema policial y jurdico penal criminaliza la margi-nalidad (Manzanos,1991: 90-91). La adaptacin del

    sujeto encarcelado al entorno anormal de un esta-blecimiento penitenciario donde se produce unparadjico por inexistente control sobre la propiavida supone, entre otras cosas, una delegacinconstante de decisiones que afectan a su proyectovital a otras instancias. Esta accin de-socializa-dora del conjunto de instituciones penitenciariasocasiona en estos sujetos una evidente ausencia deexpectativas de futuro, una ausencia de responsabi-lidad en sus actos, junto con una intensa prdida devinculaciones sociales.

    Grfco 4

    Fuente: elaboracin propia a partir de datos de rea de Rgimen de los CCPP de Aragn a 31/12/2007

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    LACRCELCOMOESPACIODEDE-SOCIALIZACINCIUDADANA: FRACASODELSISTEMAPENITENCIARIOESPAOL?

    Este dficit social y democrtico que afec-ta tan forma tan intensa a las personas privadas delibertad, especialmente la de aquellos sectores dela poblacin penitenciaria ms vulnerable comohemos indicado, aquellas personas que carecen deapoyos y recursos sociales, familiares, econmicos,

    etc. va deteriorando, de modo progresivo, su con-ciencia y su identidad ciudadana de pertenencia aun mismo cuerpo social, al verse segregados de losespacios pblicos comunes (Silveira, 2006).

    los reCintos penitenCiarios CoMo espaCios de de-ConstruCCinCiudadana

    La proporcin de tiempo que una persona per-manece ingresada en un establecimiento peniten-ciario correlaciona con los niveles de prisionizacinque estos internos evidencian. Esto es, a una ma-

    yor duracin de las condenas, mayores ndices enlos parmetros de un sujeto prisionizado y, consi-guientemente, menores condiciones y oportunida-des efectivas para una posible reinsercin social. Lascondenas de 5 a 10 aos inhiben de forma efectivalas, ya de por s, escasas posibilidades de normaliza-cin social de estas personas. De ah que asociemosla extraccin social de los internos ambientes demarginalidad, carencia de recursos educativos, labo-rales, falta de habilidades sociales, etc. y la comi-sin de delitos de naturaleza econmica.

    Esta cronificacin del rol de delincuente produceel afianzamiento de las dinmicas de prisionizacin.Es decir, la interiorizacin en este punto, enten-demos la normalizacin como internalizacin de lanorma de una serie de pautas de conducta adapta-das al medio carcelario que le permitan sobrevivir enun ambiente tan hostil pero que, por contra, le vana impedir la adquisicin de las habilidades socialesnecesarias para un posterior proceso de normaliza-cin ciudadana.

    la vida ordinaria en prisin: adMinistraCin buro-

    CrtiCadelarutinayControlsoCialLas crceles estn destinadas a la ejecucin de las

    penas privativas de libertad. Si se trata de internospreventivos, el rgimen penitenciario tiene comoobjeto la retencin y custodia del interno. Son el re-flejo del principio del control social del sujeto en-carcelado. En este sentido, la prisin responde alfuncionamiento clsico de las grandes organizacio-nes (Mintzberg, 1990). Ahora bien, la vida ordinariaen prisin, en sus pautas formales, se viene rigiendopor la aplicacin efectiva del reglamento peniten-

    ciario, el cul regula la utilizacin de los espacios ytiempos, en los que se desarrolla la rutina diaria delinterno.

    Por eso la conclusin es evidente: en la cotidia-nidad de un rgimen de vida privado de libertad,donde todo est absolutamente parametrizado y re-

    gulado, no existen oportunidades para la ejerciciode tomas de decisin responsables y consecuentes,que permitiran un efectiva preparacin para la ex-carcelacin, desde un ejercicio activo de ciudadana.Esto es, un ingreso prolongado en prisin suponeuna consolidacin de las identidades a-sociales, pro-pias de la anomia social carcelaria.

    De ah que uno de los efectos sociales previsi-bles del ingreso en los recintos penitenciarios es laconsolidacin y refuerzo de las identidades socialesprisionizadas, debido a que se est asistiendo a unaconcatenacin y cronificacin del incumplimiento

    de las finalidades rehabilitadoras de todas las insti-tuciones que desempean su actividad en el controlsocial.

    La prisin, por su propia dinmica, genera unainevitable fractura social que, al menos, pasa porla separacin traumtica del sujeto de su entorno,para integrarse forzosamente en un contexto socialmucho ms difcil y heterogneo; agravando, en lamayora de los casos, la propia problemtica perso-nal de los reclusos a partir de su ingreso en prisin.Por consiguiente, todos estos procesos de constante

    despersonalizacin fruto de las dinmicas de de-pendencia creadas por la institucin penitenciaria yde consolidacin de las identidades marginales delos propios presos como efecto de las pautas deconducta de la subcultura carcelaria, conllevan deforma inexorable el establecimiento de lo que he-mos denominado como el principio de retroali-mentacin de la reincidencia penitenciaria.

    Otro de los efectos es el inevitable desarraigo so-cial y la prdida de contacto con la realidad cotidianade la ciudadana normalizada. Todo esto evidenciael fracaso de las estructuras socializadoras tradicio-

    nales familia, escuela debido a que no hanpodido o no han sabido cumplir con los objetivos desocializacin e integracin. Generalmente, se pro-duce un grave deterioro en la estructura familiar, suescolarizacin resulta ser muy problemtica, con unentorno social y afectivo de referencia en el que sedetectan oportunidades reales que hubiesen permi-tido la consolidacin de unas bases socializadorasseguras y slidas.

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    lade-ConstruCCinsoCialdelinterno

    En un contexto de normalidad las personas dea pie, para que puedan ejercer su ciudadana en elmarco de una sociedad democrtica, tienen que dis-poner de las condiciones y herramientas efectivasque les faciliten dicho ejercicio. Ahora bien, sabe-

    mos que la crcel no es un espacio social idneopara el despliegue de la condicin ciudadana, yaque su propia organizacin burocrtica y su filosofaorganizativa no favorecen el ejercicio de la autono-ma y de la responsabilidad personales. De ah quenos refiramos a los hombres y mujeres encarceladoscomo ciudadanos que ni pueden ni tampoco se lespermite ejercer su rol en tanto que sujetos razonado-res autnomos y crticos que se le supone al ciuda-dano ideal, aadiendo el hecho de que tampoco lainstitucin penitenciaria, en modo alguno prepara,

    para un posterior ejercicio de una vida ciudadanaactiva y responsable.Rara vez una sociedad, un sistema social, cues-

    tiona su propia visin del mundo y en muchas me-nos ocasiones la transforma. Los modelos de refe-rencia, los valores dominantes como mucho tienenalternativas que siguen sustentndose con los mis-mos cdigos. Las ideas de orden y progreso encajanen unas estructuras y procesos que se realimentanpermanentemente.

    laparadoJaCarCelaria

    De ah que hablemos de una cierta esquizofreniainstitucional en lo que respecta a los objetivos orga-nizacionales del sistema penitenciario, tal y como seentiende en nuestras sociedades supuestamente de-sarrolladas y democrticas. La finalidad formal y eldiscurso instituido es la rehabilitacin social, la ree-ducacin de los internos. Pero lo que termina por im-ponerse es la proteccin, el castigo del reo y la seguri-dad de la comunidad social, esto es, la finalidad real.Existe, por lo tanto, una incoherencia estructural enel propio funcionamiento del sistema penitenciario,que impide de facto el objetivo formal de la reinser-cin social de los sujetos privados de libertad.

    Esta paradoja se contextualiza de forma estructu-rada en todo el medio carcelario y, lo que es ms sor-prendente, es asumida con naturalidad en cuantoinevitable por los propios presos. La paradoja car-celaria se produce en tanto en cuanto son los mis-mos parmetros anormalizadores de prisin los quedeterminan el grado de adaptabilidad del preso a lasnormas del recinto penitenciario. La lgica perversadel razonamiento es ms que previsible: un buen

    preso adaptado a las normas de la prisin sumiso,dcil y obediente no se prepara para ser un ciu-dadano integrado, consciente y crtico.

    En la crcel coexisten y entran en contradic-cin dos principios difcilmente conciliables: elpunitivo-represivo, con su nfasis en la seguridad

    y el control, y el rehabilitador, que aboga porla reeducacin social del preso. El primero es elque determina y conforma las diferentes decisionesadministrativas y burocrticas de la institucin pe-nitenciaria, lo cual va a conllevar el refuerzo de losprocesos de prdida de identidad y de-socializacin.El segundo, se queda en el terreno del formalismo delas buenas intenciones, pero sin contenido efectivo.

    La realidad penitenciaria presenta un doble fra-caso tanto de las administraciones pblicas como dela propia sociedad. Si el interno se ha identificadocon las formas de vida de la subcultura delictiva ha-

    cindolas suyas, probablemente al salir de prisinse integrar en los circuitos de economa delictivay/o para-delictiva; lo que le lanzar, ms prontoque tarde, a la comisin de delitos y su consiguien-te reingreso en prisin. Esto nos hace insistir en elporqu del fracaso tan estrepitoso de la crcel en sufuncin rehabilitadora.

    La persona presa ha pasado por un proceso dealienacin tanto individual como social. Esto es, unproceso de adaptacin a un entorno segregativo cu-yos valores y relaciones se estructuran en torno a pa-

    rmetros totalmente alejados de la vida en sociedad.Son parmetros a-normalizantes. Junto a ello seda una carencia estructural axiolgica que permitaa estas personas excluidas integrarse en un sistemade valores democrticos. Por eso, tanto el Estadocomo la sociedad en general deberan asumir, en unejercicio real de autocrtica, que la prisin no slofracasa en su finalidad constitucional de reinsercinsocial, sino que consolida y refuerza la propia des-adaptacin social de la persona encarcelada.

    Si esto es as, se deberan imponer cambios enlos modelos de intervencin del Estado? En primer

    lugar, las administraciones, ms que plantearse in-tervenir sobre los individuos, deberan intervenir yactuar sobre las causas estructurales que originan lacriminalidad, causas que son tanto de carcter eco-nmico, como social y cultural. El conjunto de ad-ministraciones y organismos del Estado tendran queafrontar las situaciones estructurales de marginali-dad con polticas sociales efectivas y no nicamentea travs del recurso exclusivo de las polticas represi-vas y controladoras que responden a la demanda deseguridad ciudadana. Por consiguiente, se impone la

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    LACRCELCOMOESPACIODEDE-SOCIALIZACINCIUDADANA: FRACASODELSISTEMAPENITENCIARIOESPAOL?

    necesidad de una serie de polticas dirigidas a resol-ver la exclusin social, no a criminalizarla.

    Sin embargo, hoy por hoy, el discurso que primaen el conjunto de la sociedad no es ste. Ms bien elcontrario, estimulado por los mass mediay utilizadopor la clase poltica a partir de casos trgicos Es el

    discurso del miedo y de su concepto complementa-rio de la seguridad ciudadana. (lvaro Clix, 2007).No obstante, este tipo de discurso puede cambiarsepor otros modos discursivos en los que se recojan ladefensa democrtica de los derechos de todos losciudadanos. (Baratta,2001: 35-87).

    CrCel, CiudadanaydeMoCraCia

    La sociedad espaola se ha dotado desde 1978de un marco jurdico estable en el que se vertebra,partiendo de la nocin de Estado social y democr-

    tico de derecho, el concepto de ciudadano como su-jeto de derechos fundamentales. Es un modelo desociedad que apuesta por los derechos humanos ysociales, donde las leyes refrendan y defienden elvalor de un concepto de ciudadana democrtica ysocialmente integrada. Sin duda alguna, todo estosupone ir incluso ms all de las tres dimensiones dela ciudadana postuladas por Marshall (1992) lacivil, poltica y social para convertirla de modoprogresivo en una cualidad intrnseca de todos losmbitos constitutivos de la vida cvica del conjuntode ciudadanos.

    Se trata de dotar de una proteccin garantistatanto a los sujetos como los espacios sociales ale-jados de la ciudadana sera una nocin de ciu-dadana incluyente, ciertamente queda como retopensar para la praxis el concepto de ciudadanatransversal.12 En el que la responsabilidad socialdebera presidir todas las intervenciones sanciona-doras, punitivas o reinsertadoras del sistema seanagentes sociales, asociaciones, empresas o colectivosde cualquier ndole. Si se detectan problemassociales, se tienen que disear, construir, aplicar

    y evaluar respuestas sociales que busquen su so-lucin o que aligeren el problema de la desviacinsocial de las normas.

    La institucin de la crcel no es una institucindemocrtica que cumpla con el horizonte de unaciudadana transversal, no tanto en su funciona-miento, sino en lo que sta representa y simbolizadel fracaso de la misma sociedad en su objetivo denormalizacin ciudadana. No se puede preparar auna persona para que ejerza sus derechos y deberescomo ciudadano si sistemticamente se han inhibi-do los procesos y mecanismos de cada uno de los

    proyectos vitales de los internos por parte del siste-ma penal.

    El objetivo de la insercin social pasa por unaintervencin que permita resituar y reorientar ac-titudes y conductas, orientndolas hacia modelosactitudinales integrados. De ah la necesidad de im-

    plementar procesos pedaggicos y teraputicos dedes-prisionizacin de la persona interna. Obvia-mente, todo esto deber ir acompaado de la provi-sin de unos servicios sociales y equipos de traba-jadores sociales que ofrezcan soluciones efectivas eitinerarios de reinsercin eficaces para las personasque se encuentran ya en situacin de excarcelacin.En definitiva, la disyuntiva tanto para el sistema pe-nal, como para la misma sociedad, ser la de elegirentre tener un buen preso o un buen ciudadano.No es preferible crear las condiciones y oportuni-dades efectivas que hagan posible la construccin

    social ciudadana de los hombres y mujeres privadosde libertad?

    referenCiasbiblioGrfiCas

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    notas

    1 Foucault presentaba una nueva aritmtica del po-der. Es un cambio de representacin de la legi-timidad en la que el poder de castigar no recaeen la arbitrariedad del sujeto sino en la aplicacinformal de los diferentes cdigos penales. Por con-siguiente, la conceptualizacin de la prisin se ini-cia al desarrollarse la implantacin de un sistema

    penal donde la privacin de libertad del individuoes el objeto fundamental.

    2 La base emprica y los datos de este artculo estsconstruidos a partir de las fuentes primarias obte-nidas directamente en la realizacin de la inves-tigacin de la Realidad Penitenciaria de Aragn.Critas 2008.

    3 Situados en la posicin de interno/a se estable-cen varias formas de adaptacin al sistema de cas-tigos/recompensas empleadas por la institucin:(i). estrategias de retirada, en las que el sujeto se

    evade psicolgicamente de un ambiente que ledegrada; (ii). movimientos de rechazo, en que elsujeto adopta posturas hostiles contra la institu-cin, rechazando posibles colaboraciones; (iii). lastcnicas de colonizacin, en las que el individuorecrea su realidad, optimizando las oportunida-des a favor suyo; (iv). acciones de conversin, enlas que el interno se ajusta y trata de respondera las expectativas de conducta formuladas por lainstitucin total (Goffmann:1992, 69-72). Desdela perspectiva del anlisis criminolgico, cf. Neu-man, 1984. Ferrajoli, 1999.

    4 Este autor sostiene que las relaciones de poderproducen el mismo efecto. El autoritarismo de lamayora silencia a las minoras que no se encua-dran en el sistema; producindose un aislamientosocial de las mismas.

    5 Considera que los modelos oficiales de domina-

    cin tecnocrticos explican muy bien las diferen-tes formas de incidir en la lgica de exclusin, yaque stos fomentan la desigualdad como premisabsica del ejercicio del poder .

    6 Partimos de la informacin estadstica de los pro-pios datos ofrecidos por la Administracin Peni-tenciaria (rea de Rgimen). Adems se ha tra-bajado sobre una muestra de 396 internos de losCentros Penitenciarios (CC. PP.) de Daroca, Teruely Zuera. Las fuentes de informacin han sido: losExpedientes Personales Penitenciarios; los lista-dos de participacin en actividades de los internos

    (proporcionados por el rea de Tratamiento de losCC. PP.). La tcnica empleada para el estudio do-cumental ha sido el anlisis de contenido. Respec-to al diseo muestral: muestreo aleatorio simplecon afijacin proporcional al tamao de los tresCentros Penitenciarios. Margen de error:+/- 5%para estimaciones poblacionales, con un nivel deconfianza del 95,5% en condiciones ms favora-bles de muestreo (p=q).

    7 La fuente de estos datos es el rea de Rgimen delos CCPP de Aragn a 31 de diciembre de 2007.

    8 Propuestas de clasificacin y destino de los CCPP.de Aragn a 1 Julio 2007.9 Como ya hemos dicho, nos referimos a los datos

    facilitados por el rea de Rgimen de los CCPP deAragn a 31 diciembre 2007.

    10 Propuestas de clasificacin y destino de los CCPP.de Aragn a 1 Julio 2007

    11 Propuestas de clasificacin y destino de los CCPP.de Aragn a 1 Julio 2007

    12 El concepto de ciudadana transversal suponedotar de un contenido efectivo el ejercicio de losderechos humanos de las personas, en tanto que

    una ciudadana como concepto inclusivo. Dichoejercicio abarca y se desarrolla en todas las dimen-siones constitutivas del ser ciudadano. Est re-lacionado con la nocin de dignidad, no es elmomento de profundizar en ella.