cap 4.3 soldado loco · - ¿fumas? - no. ¿desde cuándo tú sí? - ya conociste a mi maestro....

16

Upload: others

Post on 03-Oct-2020

10 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno
Page 2: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

Capítulo 4.3 - Soldado Loco

Estaba sudando, rojo, y avergonzado. Sanchoconducía en mitad de la noche, una vez quehicimos las maletas, y no paraba de repetir:

- No sé qué me ha pasado, yo no soy así…

- Que no te ralles, que yo hubiera hecho lomismo. - dijo Akira.

- Pero yo no soy así.

- Nos da igual. Has mojado, yo no. Te tengoenvidia.

- Pero…

- Calla un poco.

Siguieron discutiendo mientras yo hablé conCris en voz baja.

- Me sorprendiste con lo del Moroi.

- Me arriesgué por tus palabras, para ver si

Page 3: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

tenías razón. En un minuto te diste cuenta dequé era la bestia, ¿será el medallón que teinfluye a la hora de pensar?

- No, te arriesgaste por lo que yo había leído,pero ahora que lo dices… El noventa por cientode las veces me doy cuenta de qué es lo quesucede y sé cómo actuar. Me está asustandomás que nunca llevar esto colgando.

- Ahora comprendes mi tormento de cada día. -dijo Akira, que nos había escuchado. - Noencuentro calzoncillos a mi medida, nicondones, ni vagina que pueda darle cobijo.

- Me refería a otra cosa colgando.

- Ya, ya…

Lo miré bien. Al medallón, digo. Tenía unapiedra de ámbar en el medio, la cual brillabacuando los seres la miraban. Estaba rodeada desímbolos. No sé qué material era aquél. Parecíaplata, pero más potente. Me llegaba hasta elcentro del pecho.

Page 4: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

- ¿Llevo una salvación, o una maldición? Akira,¿tú crees que mataron a…?

- No, no creo que fuese por el medallón. Y sí asífuera, no tienes la culpa. Tú no.

- Lo compraron en un chino, es imposible quetodo esto haya sido por… culpa…

- ¿De unos chinos?

- Y mía… Si no se me hubiera antojado llevarcolgante y anillos, nuestros padres…

- Ssh, calla.

Cristina me abrazó. Me vio débil y vulnerable, yme rodeó con sus brazos, permitiéndomerefugiarme en ellos unos instantes.

Nos quedamos en un sitio apartado durmiendodentro del pequeño coche. Incómodos,agobiados, pero muy cansados. Sin embargo,yo, como siempre, no podía pegar ojo. Rasquémi barba, cada día más crecidita. Cogí elsombrero y salí a dar una vuelta al fresco de la

Page 5: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

noche, con la luna iluminando el poco paisajeque tenía delante de mí. Las nubes densas quela tapaban colmaban de oscuridad el lugar.Unos pasos familiares se acercaron a miposición. Una nube densa de humo me vino, yme preguntó:

- ¿Fumas?

- No. ¿Desde cuándo tú sí?

- Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho enpipa, y me pegó la adicción por cigarros.

Sancho me ofreció uno. Negué con la cabeza.No me apetecía enviciarme como en mistiempos jóvenes.

- ¿Por qué te metiste a cura?

- Era huérfano. Don Pablo me acogió con él.Prácticamente no lo elegí.

- Entiendo. Creo que ninguno de nosotros eligióesta vida. Bueno, Cris sí. O quizá no. Quiénsabe. ¿Crees en Dios, entonces?

Page 6: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

Se encogió de hombros.

- Todo se pega menos la hermosura. - dije yo.

- ¿Por?

- Por el gesto. Dime, ¿perdiste la virginidadantes, con ella?

- No. Me avergüenza haberlo hecho porque hiceunos votos y los rompí, y no he honrado lamemoria de mi tutor…

- Calla, anda. La gente cambia de una semanapara otra. No podemos prometer nada a largoplazo, porque de un día a otro ya somosdiferentes. Ahora ya no eres un cura, sino unmiembro más de nosotros. Tienes libertad dehacer lo que sea, menos ir diciendo por ahíquiénes somos. También eres libre de irte,aunque te agradecería que vinieras connosotros.

- Gracias. Oye… Mi apellido no era Sánchez, sinoRodríguez Chorro. Es la poca herencia de mis

Page 7: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

padres. Te dije eso por… bueno, seguridad, nosé.

- Está bien, yo sólo doy una inicial.

- Así que tu nombre o apellido empieza por M.

- Algo así. - sonreí.

No soportaba el olor a tabaco. Se metía en lospulmones, oprimiéndolos y ahogándolos conuna fragancia asquerosa, pero era agradabletener una conversación con él.

- Me gustaba llamarte Sancho. Como DonQuijote y Sancho.

- ¿Tu Sancho no sería Akira?

- Sí… Entonces qué, ¿te llamo Chorro?

- No me llamaban así desde hace diez años porlo menos…

- ¡Adjudicado!

Nos sonreímos.

Page 8: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

- Aún quedan muchas horas para irnos. ¿Porqué no descansas un poco? - le propuse.

- Sí, ahora voy. ¿Tú no?

- No soy de dormir mucho. Cuanto más duermo,más cansado estoy.

- Nos vemos allí, entonces.

- Buenas noches…

Me seguía preocupando el soldado que nosparó. Solitario, rudo, violento… Algo me decíaque volvería a verlo no tardando.

Las horas se me hicieron insoportables einterminables. No pude dormir nada de nada.Me quedé toda la noche afuera, apoyado en elcoche, pensando en todos los casos quehabíamos resueltos. Apenas se nos quedarondos o tres sin resolver. Casi siempre ganábamosgracias al medallón. Sin él no tendríamosventaja alguna. Habríamos muerto hacíatiempo. Pensé otra vez en si la matanza de mis

Page 9: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

padres fue justificada. ¿Los mataron por elmedallón, o el medallón me fue entregado paraconvertirme en lo que soy y la matanza fue eldetonante? Tantas preguntas sin responder…Necesitaba investigarlo. Nunca lo habíamoshecho, porque apenas nos pusimos dos mesescon ello y no encontramos absolutamentenada. Pero entonces parecíamos tener unapista. ¿Habría pertenecido a algún ángel? ¿Quéhacían unos chinos vendiéndolos como sibisutería fuese?

Necesitaba llegar en cuanto antes a Francia yponerme a ello. Yo sabía inglés, y Chorro algode francés. Se me ocurrió entonces el apodo de"Sanchorro". Me estuve riendo yo solo hastaque llegó el alba. Entonces los desperté, ypusimos rumbo a la playa donde nos esperabanuestro contacto.

- Caso fácil y rápido. - dijo Akira. - Creo que esde calentamiento.

- ¿Por?

Page 10: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

- Me da mala espina.

Cuando Akira preveía algo malo, realmente algomalo pasaba. En ese sentido era un tantovidente. Las últimas horas parecía un capítulode nuestra vida de transición. A no más tardarencontraríamos algo escalofriante. Sólo teníaque ver la piel de gallina de mi amigo paradarme cuenta de ello.

Comimos en un restaurante un desayuno-comida y luego ya, a las cuatroaproximadamente nos fuimos a poner rumbo adonde nuestro contacto cuando Akira me dijo:

- Apenas tenemos cuatro mil euros ya en lacuenta.

- ¿Qué? ¿Qué dices? ¿Vamos a tener quepluriemplearnos para sobrevivir?

- Yo cuento con algunos ahorros. - dijo Cris.

- No, no quiero que te involucres tanto. Ya noslas apañaremos. Sácalo todo, Akira, y vámonos.

Page 11: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

Pero un furgón llegó. Sí, era el militar.

- ¡ALTO! - gritó, apuntándonos con su pistola.Pusimos pies en polvorosa y llegamos hasta elcoche. No disparó ni una vez, sino que arrancósu furgón y nos persiguió.

- Mierda, sin dinero y con un soldadotocándonos los cojones. - dije.

- ¿Cómo nos libramos de él? - preguntó Cris.

Por un momento, la idea de asesinarlo se mecruzó por la cabeza. Era él, o nosotros. Mi ideaera la de supervivencia. Tenía que protegerme amí y a mis seres queridos. Lo que me delató fuepensar en ese orden.

- No sé, joder. Vámonos ya. ¿Estará allí?

- No creo. - dijo Akira.

Nos la jugamos yendo.

- Si nos ven con el furgón nos dirán que somosunas ratas, y si bajamos a todo correr no nos

Page 12: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

dará tiempo a coger todo. - siguió diciendo miamigo.

- Tienes razón.

Frené el coche de golpe. El furgón tambiénfrenó. Nos bajamos todos. Nos apuntó con lapistola. El medallón me protegía de losobrenatural, pero no de locos con armas.

- ¿Qué coño quieres? - pregunté, irritado.

- Heristeis a una fuerza de la autoridad yhuisteis. ¿Qué ocultáis?

- ¿Por qué vienes tú solo? ¿Por qué no llamasrefuerzos?

- Aquí las preguntas las hago yo.

- Ocultamos armas, crucifijos y amuletos. Somoscazadores de seres infernales, y vamos aFrancia, a buscar información sobre esto queme cuelga.

- La próxima vez - dijo Akira. - iremos a Brasil, a

Page 13: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

buscar información sobre esto que me cuelga.

- Deja de utilizar el mismo chiste.

- Él no lo había oído.

- ¡CALLAOS! - disparó hacia el cielo. Por suerteestábamos solos. El cura y Cris se alertaron,agazapándose. Akira y yo nos mantuvimosserios. - Dejad de inventar historias.

- No son historias. Puedes venir con nosotros ycomprobarlo, o puedes decirnos qué es lo quequieres tú.

- Hostias, M, el barco está allí. - me dijo Akira.

- Bien, vámonos.

Abrí el maletero y repartí el equipaje. No seatrevieron a moverse hasta que dije:

- Nos vamos a ir. Puedes dispararnos, o venircon nosotros. Tú eliges.

- Eh, no, estaos ahí, quietos. Joder, no tengoautoridad. Coño, quietos.

Page 14: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

Nos fuimos marchando. Todos estabanacojonados, menos yo. Ajusté mi sombrero enmi cabeza y palpé mi bolsillo derecho de lagabardina. Llevaba bien guardada la cinta decasete. Sabía que no iba a disparar. Le gustabapegar gritos y aparentar, pero no era del tipode hombres a los que les gusta abusar. No sabíasus intenciones, no sabía de dónde venía, perolo había invitado a unirse a nosotros. ¿Quécoño pasaba por mi mente? De pronto mederribó de un placaje y fue a ponerme unasesposas que llevaba.

- Quedas detenido po…

No me quedé quieto. Me pilló desprevenido,pero pronto me deshice de él. Le quité el armay me quedé apuntándolo.

- Primero pierdes el M16 y ahora la nuevemilímetros. No voy a hacerte daño, pero nointentes seguirnos. Id, corred. - les apresuré.Akira no podía correr, pero se apoyó en Chorro.Lo ayudó hasta llegar al barco en la playa, a

Page 15: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

unos diez minutos de mi posición. Entonces, enseñal de buena fe le dije: - Tu arma está en elcoche. Y ésta… bueno, te la dejo por ahí. - lalancé hacia unos matorrales. - No nos sigas.

Marché corriendo, pero nos siguió. Era pesado.Pegué, al final, un sprint, y cuando vieron queme acercaba zarparon. De un salto llegué acolgarme de la escalera de mano, pero a mi piese agarró el soldado.

- Quita, joder.

- ¡No! ¡Quiero respuestas!

- Y yo, pero suelta. Lo mejor es que te quedesen tierra.

Varios hombres con armas lo apuntaron en elbarco. Acabó soltándose y cayendo al agua.

- Nos volveremos a ver. - dijo. Me encogí dehombros.

- Si no hay más remedio… Pero que conste quete fui sincero.

Page 16: Cap 4.3 Soldado Loco · - ¿Fumas? - No. ¿Desde cuándo tú sí? - Ya conociste a mi maestro. Fumaba mucho en pipa, y me pegó la adicción por cigarros. Sancho me ofreció uno

El idiota de él perdió la pistola para siempre,sin duda. No sabría dónde estaba el matorraldonde la arrojé. Mal por él. Nosotros yaestábamos rumbo a Francia…

©Copyright Reservado

Libre distribución sin fines lucrativosmencionando página y autor

Prohibida su venta

Leer éste y más capítulos en:http://romanticaoscuridad.com/glosario-libros-gratis/gabardina-marron-angel-caido/capitulos