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  • CLSICOSA MEDIDA

    14131211

    Cantarde Mio CidAnnimoAdaptacin de Emilio Fontanilla DebesaIlustraciones de Esther Gili

  • Introduccin

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    INTRODUCCIN

    El Cid Campeador

    Rodrigo Daz, caballero de las cortes del rey Sancho II de Cas-tilla (1065-1072) y de Alfonso VI de Len (1065-1109) y Castilla(1072-1109) naci en Vivar, localidad cercana a Burgos, a me-diados del siglo XI, en el seno de una familia de la nobleza menorde Castilla, los llamados infanzones. Sus gestas heroicas, quelo llevaron a dominar casi todo el oriente de la Pennsula Ibri-ca, lo hicieron merecedor del ttulo de Campeador (campidoc-tor, en latn el que est en guerra), al vencer en combatesingular al alfrez del rey de Navarra, y del apelativo Cid o MioCid, procedente del rabe sid (seor), que le aplicaron losmusulmanes de Zaragoza, a cuyo servicio luch durante elprimer destierro al que fue castigado por el rey Alfonso VI. Aspues, con el nombre de El Cid Campeador, Mio Cid o El Cideste personaje histrico se convirti en vida (muri en Valenciaen 1099) en una figura legendaria de la Reconquista espaola y

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    Cantar de Mio Cid

    en el protagonista de crnicas, himnos, narraciones legenda-rias, romances, obras de teatro, pelculas, peras y series de di-bujos animados que se han ido creando desde el mismo siglo XIhasta nuestros das.

    Los cantares de gesta

    La ms celebrada de todas estas obras artsticas es, sin duda,el Cantar de Mio Cid, primera obra narrativa extensa de la litera-tura espaola y nica muestra que se conserva, casi completa,en nuestra literatura de los cantares de gesta medievales, obrasliterarias en verso dedicadas, como su nombre indica, a cantarlas gestas o hazaas guerreras de un caballero. Y decimoscantar porque se trata de narraciones destinadas al recitadooral por parte de un juglar ante el pblico y no a la lectura priva-da e individual, lo que explica buena parte de las caractersticasestilsticas de la obra.

    Los cantares de gesta cumplan varias funciones en la so-ciedad castellana de los siglos XII y XIII. Por un lado, satisfacanla necesidad de or historias de aventuras que es comn a to-dos los pueblos en muy diferentes pocas histricas (y que enla actualidad, por ejemplo, saciamos con las pelculas de aven-turas).

    Por otro lado constituan un medio de informacin (algunavez se les ha comparado con los telediarios de hoy) de sucesoshistricos ms o menos recientes.

    Y, por ltimo, ayudaban a configurar una mentalidad nacio-nal, una conciencia comunitaria de pertenecer a un mismo pue-blo y de compartir, por tanto, una identidad colectiva de carcterpoltico.

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    IntroduccinIntroduccin

    El Cantar del Mio Cid

    El Cantar de Mio Cid es buena muestra de lo que decimos. Laobra recrea libremente algunos de los sucesos histricos msdestacados de los que protagoniz el Cid en la ltima dcadade su vida, cuando fue desterrado por segunda vez por el reyAlfonso VI y se dedic a reconquistar del dominio musulmn lastierras del levante peninsular con autonoma con respecto al po-der real, lo que culmin con la conquista de Valencia.

    Como no es una crnica histrica rigurosa, sino una obrapotica de enorme calidad, los sucesos histricos estn conser-vados, seleccionados, transformados o inventados en funcin dela intencin fundamental de su autor o autores: ensalzar comoejemplo para la comunidad la figura de un infanzn castellano dela frontera con los moros. Este caballero, desde el deshonor quesupone su destierro, asciende en poder, riqueza y honor (todoiba unido, en realidad, en la mentalidad de la poca) gracias a suesfuerzo personal y a su valenta, frente a una alta nobleza leo-nesa, representada en el Cantar por los enemigos del Cid (losinfantes de Carrin y el conde Garca Ordez), cobarde y trai-dora. De ah que la obra comience sin antecedentes, con el des-tierro del Cid (cuyas causas ni siquiera se explican), momento demxima deshonra del protagonista, a partir del cual ir constan-temente ascendiendo, hasta que la afrenta que los infantes deCarrin les causan a sus hijas vuelva a suponer una nueva cadaen el proceso, de la que de nuevo se recuperar con la victorialegal frente a ellos y con el triunfo final que supone emparentarcon la realeza espaola.

    De esta forma, el Cid es presentado ante el auditorio comoun personaje heroico, pero humano, prximo al hombre comn,que llora y re y siente como cualquiera; moderado y prudente,

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    Cantar de Mio Cid

    capaz de exigir la reparacin de las ofensas mediante el dere-cho y no mediante la venganza; y que, como todos, tiene queganarse el pan con el sudor de su frente, en vez de vivir de lasrentas como la soberbia nobleza leonesa. En otras palabras,como la encarnacin de la forma de entender la sociedad deuna baja nobleza fronteriza que en el paso del siglo XII al XIIIasume la mayor parte de la tarea reconquistadora y deseaafianzar en la sociedad sus valores y su poder frente a los deuna rancia nobleza de origen astur-leons, que, acomodada ensus posesiones, ha perdido el antiguo impulso guerrero.

    Ms all de la significacin de la obra en su poca, el Can-tar conserva para el lector actual logros literarios tales como lacapacidad narrativa para presentar a sus ojos la peripecia delCid con gran realismo y actualizacin, la pintura fiel de la geo-grafa de una parte de Espaa, la frescura de un estilo sencilloe ingenuo pero lleno de expresividad, la recreacin fiel de lasformas de vida de una poca de nuestra historia y, sobre todo,la capacidad para transmitir y contagiar el espritu de aventura yde superacin de uno de los nombres ms legendarios de lahistoria de Espaa.

    Esta edicin

    Esta edicin presenta una adaptacin en prosa del Cantar deMio Cid, en la que se ha modernizado y simplificado el complejocastellano medieval, de modo que pueda ser comprendido porun lector joven actual, conservando, eso s, la mayor fidelidad aloriginal y una gran parte de sus rasgos estilsticos. Solo se hansuprimido algunos escasos pasajes muy reiterativos y de carc-ter secundario con respecto a la trama.

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    CANTAR PRIMERO

    AMINO DEL DESTIERRO

    Cuenta la historia que mand llamar el Cida sus amigos, parientes y vasallos y les comu-

    nic que el rey le ordenaba salir del reino en el plazo de nuevedas. Y les dijo:

    Amigos, quiero saber cules de vosotros queris venirconmigo. Dios os lo pagar a los que vengis, pero igualmentesatisfecho quedar con los que aqu permanezcis.

    Habl entonces lvar Fez, su primo hermano:Con vos iremos todos, Cid, por las tierras deshabitadas y

    por las pobladas, y nunca os fallaremos mientras estemos vivosy sanos; en vuestro servicio emplearemos nuestras mulas ynuestros caballos, el dinero y los vestidos; siempre os servire-mos como leales amigos y vasallos.

    Todos aprobaron lo que dijo lvar Fez y el Cid les agra-deci mucho lo que all se haba hablado.

    C

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    Cantar de Mio Cid

    Y en cuanto el Cid hubo recogido sus bienes, sali de Vivarcon sus amigos y mand ir camino de Burgos. All dej su casavaca y abandonada. Derramando abundantes lgrimas, volvala cabeza y se quedaba mirndola. Vio las puertas abiertas y lospostigos1 sin candados, las perchas2 vacas, sin pieles y sin man-tos, sin halcones y sin azores para la caza. Suspir el Cid, conpreocupacin, y habl con gran serenidad:

    Gracias a ti, Seor, que ests en el cielo! Esto han tra-mado contra m mis malvados enemigos!

    Se dispusieron a espolear a los caballos, y les soltaron lasriendas. A la salida de Vivar, vieron una corneja por la derechay cuando entraron en Burgos la vieron por la izquierda3. Se en-cogi de hombros el Cid y sacudi la cabeza:

    Alegrmonos, lvar Fez, ya que nos destierran!El Cid Rodrigo Daz entr en Burgos, en compaa de sesen-

    ta caballeros, cada uno con su pendn4. Salieron a verlo mujeres yvarones, la ciudad entera se asom por las ventanas derramandoabundantes lgrimas tan fuerte era su dolor!, y diciendo por susbocas una misma opinin:

    Dios, qu buen vasallo, si tuviese buen seor!Lo convidaran con gusto a su casa, pero ninguno se arriesga-

    ba, pues el rey don Alfonso le tena gran rabia al Cid. El da deantes haba mandado una carta a Burgos, severamente custodia-da y debidamente sellada, en la que ordenaba que al Cid RodrigoDaz nadie le diese posada y que el que se la diese tuviese por

    1 Postigo: puerta pequea que se abre en otra mayor.2 Percha: soporte de madera para colgar la ropa o para sujetar en l las aves para cazar.3 Corneja: ave de pequeo tamao semejante al cuervo. Durante la Edad Media seutilizaba para predecir el futuro: si volaba de derecha a izquierda era buena seal y silo haca de izquierda a derecha, mala.4 Pendn: estandarte, pequea bandera con los elementos personales que diferen-cian a una casa noble o a un grupo militar.

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    Cantar primero

    cierto que perdera sus bienes y tambin los ojos de la cara, e in-cluso la vida y el alma. Gran dolor tenan aquellas gentes cristia-nas; se escondan del Cid, pues no se atrevan a decirle nada.

    El Campeador se dirigi a su posada, y al llegar a la puerta,la encontr bien cerrada: por miedo del rey Alfonso as la te-nan atrancada, y, a no ser que la forzasen, no la abrira nadie.Los que iban con el Cid con grandes voces llamaron, los dedentro no les respondieron una sola palabra. El Cid se acerc ala puerta, sac el pie del estribo y le dio una patada, pero no seabri la puerta, pues estaba bien cerrada.

    Entonces una nia de nueve aos apareci ante sus ojos:Oh, Campeador, que en buena hora ceisteis la espada!5

    El rey lo ha prohibido, anoche lleg su carta severamente cus-todiada y debidamente sellada. No nos atreveremos a acogerospor nada del mundo; si no, perderamos los bienes y las casas,e incluso los ojos de la cara. Cid, con nuestro mal, vos no ga-nis nada. Que el Creador os ayude con todas sus mercedessantas!

    Esto dijo la nia y se volvi para su casa. Bien vio el Cidque no contaba con el favor del rey. Se alej de la puerta, atra-ves Burgos, lleg a Santa Mara, y all descabalg; se hinc derodillas y rez de corazn. Terminada la oracin, enseguida elCid volvi a montar a caballo, sali por la puerta de la ciudad ycruz el ro Arlanzn; al salir de la ciudad par sobre un pedre-gal, mand plantar la tienda y luego baj del caballo. Sabedlo:el Cid Ruy Daz, el que en buena hora ci la espada, acampal aire libre con los caballeros que lo acompaaban, pues nadielo acogi en su casa; as pas la noche el Cid, como si estuvieseen despoblado, en medio del campo.5 En buena hora ceisteis la espada: que fue armado caballero en un buen momento(por el influjo de las estrellas), es decir, que es afortunado.

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    Cantar de Mio Cid

    Tambin le haba prohibido el rey comprar comida en Burgos, asque nadie se habra atrevido a venderle ni la racin de un da.

    Sin embargo, Martn Antolnez, el ilustre burgals, les pro-porcion pan y vino al Cid y a los suyos; no lo compr en la ciu-dad, pues era de su hacienda6, as que de esta manera los abastecide todo lo imprescindible. Se alegr el Cid y todos los que esta-ban a su servicio. Habl entonces Martn Antolnez:

    Oh, Campeador, en buena hora nacido! Esta noche des-cansaremos y seguiremos por la maana, pues yo tambin seracusado. Si con vos escapo sano y vivo, antes o despus el reyme volver a querer como amigo; si no, todo cuanto dejo no meimporta un higo.

    Habl el Cid, el que en buena hora ci la espada:Martn Antolnez, caballero de intrpida lanza, si yo

    vivo lo suficiente, os doblar el sueldo! Gastados tengo todo eloro y toda la plata, ya veis que conmigo no llevo nada, y mehara falta dinero para mantener a quienes me acompaan. Lolograr por las malas ya que por las buenas no lo conseguir.Con vuestra ayuda quiero preparar dos arcas, llenarlas de are-na, para que sean muy pesadas, cubrirlas de guadamec7 rojizoy cerrarlas muy bien con clavos dorados. Buscad enseguida alos judos Raquel y Vidas y decidles que como en Burgos mehan prohibido comprar y el rey me ha desterrado, no me pue-do llevar mis bienes, que son muy pesados; que se los empearpor una cantidad justa. Llvenles las arcas de noche, para queno lo vea nadie excepto el Creador con todos sus santos. Con-tra mi voluntad lo hago, porque otra cosa no puedo hacer.

    6 Hacienda: conjunto de bienes y riquezas, propiedad de alguien.7 Guadamec: piel de carnero, curtida y adornada con relieves, dibujos pintados o do-rados, que se utilizaba fundamentalmente como adorno.

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    Cantar primero

    EL CID CONSIGUE DINERO DE DOS JUDOS DE BURGOS

    No se entretuvo Martn Antolnez. Entr en Burgos y en el cas-tillo pregunt por Raquel y Vidas enseguida. Juntos estabanechando cuentas de los dineros que haban ganado. Se acerc aellos Martn Antolnez y les habl con astucia:

    Dnde estis, Raquel y Vidas, mis queridos amigos?Querra hablar en secreto con ambos.

    Sin perder el tiempo, los tres se fueron a un lugar apartado.Raquel y Vidas, dadme ambos la mano, en seal del se-

    creto de este nuestro trato, que para siempre os har ricos ynunca ms estaris necesitados. Sabis que el Campeador fueenviado a por las parias8, trajo muchos y muy valiosos bienes:de todos ellos se qued con lo de ms valor, por esto lo hanacusado. Tiene dos arcas llenas de oro puro. Ya sabis que elrey lo ha desterrado, as que ha dejado sus tierras, sus casas ysus palacios. Las arcas no se las puede llevar, pues sera descu-bierto, as que el Campeador las dejar en vuestras manos si acambio le prestis una cantidad apropiada. No tenis ms quecoger las arcas y ponerlas a salvo, pero juradme ambos porvuestra fe que no las registraris durante todo este ao.

    8 Parias: tributo que pagaban algunos de los territorios musulmanes a los reyes cris-tianos para no ser atacados.

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    Cantar de Mio Cid

    Raquel y Vidas se quedaron deliberando entre ellos:Algn provecho sacaremos nosotros de esto; bien sabe-

    mos cunto tiene l ganado desde que entr en tierras de mo-ros, que ha conseguido gran riqueza y que no puede dormir sinrecelo quien va cargado de monedas. Cojamos nosotros estasarcas y metmoslas en lugar donde nadie las vea.

    Y volvindose a Martn Antolnez le preguntaron:Mas, decidnos, el Cid, cunto quiere a cambio y qu ga-

    naremos nosotros por todo este ao?Replic con prudencia Martn Antolnez:El Cid querr lo que sea justo, os va a pedir poco por de-

    jar su riqueza a salvo; como de todas las partes se le acercanhombres necesitados, necesita para ellos seiscientos marcos9.

    Dijeron Raquel y Vidas:Con gusto se los daremos.Ya veis que entra la noche, el Cid est apurado, necesita-

    mos que nos deis ya los marcos.No se hacen as los tratos, que primero hay que recibir y

    despus dar replicaron Raquel y Vidas.De acuerdo dijo Martn Antolnez, vosotros venid

    junto al ilustre Campeador y nosotros os ayudaremos, pues eslo justo, a transportar las arcas y dejarlas a salvo, de manera queno se enteren ni moros ni cristianos.

    De acuerdo estamos respondieron Raquel y Vidas,una vez tradas aqu las arcas, tomaris los seiscientos marcos.

    Todos de acuerdo, inmediatamente montaron a caballoMartn Antolnez con Raquel y Vidas. No pasaron por el puen-te, cruzaron por el agua, para que nadie en Burgos se enterasedel asunto. Llegaron a la tienda del ilustre Campeador: en9 Marco: cada marco equivala a 230 gramos de plata o de oro, por lo que se tratabade una cantidad considerable.

  • 19

    Cantar primero

    cuanto entraron, al Cid le besaron las manos. Sonri el Cid, yempez a hablarles:

    Oh, don Raquel y don Vidas, no os habris olvidado dem? Ya me marcho de esta tierra, pues he cado en la ira del rey;por lo que parece, tendris algo de mis riquezas y no seris per-sonas necesitadas mientras vivis.

    Raquel y Vidas le besaron las manos al Cid. Martn Antol-nez ya haba acordado con ellos que por aquellas arcas le daranseiscientos marcos y que se las guardaran, sin abrirlas, hasta fi-nal de ao; lo haban jurado por su fe, as que si incumplan sujuramento, cometeran perjurio, y, adems, el Cid no les darani un cntimo del inters.

    Dijo Martn Antolnez:Que carguen las arcas rpido, llevoslas, Raquel y Vidas,

    ponedlas a salvo; yo ir con vosotros, para traer los marcos,pues el Cid ha de partir antes de que cante el gallo.

    Deberais haber visto qu gozo sintieron cuando cargaronlas arcas, pues, aunque eran muy fuertes, no las podan subirsobre las bestias de carga. Se alegraban Raquel y Vidas conaquellos tesoros, pues se vean muy ricos para toda su vida.

    Raquel le bes al Cid la mano:Oh, Campeador, que en buena hora ceisteis la espada!

    De Castilla sals hacia tierras extraas, ese es vuestro destino,grandes sern vuestras ganancias, os pido, Cid, como regalo,una hermosa pelliza10 morisca, forrada de seda roja.

    As ser dijo el Cid, tenedla por vuestra desde estemomento: si no os la trajese, descontadla de las arcas.

    De vuelta a su casa tendieron una alfombra en medio de lasala y sobre ella una sbana de hilo fino muy blanca. De una10 Pelliza: la piel o la pelliza era la prenda de abrigo de la poca y, por tanto, la que secolocaba encima del brial, o vestido, y debajo del manto.

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    Cantar de Mio Cid

    sola vez echaron trescientos marcos de plata, que don Martntom sin necesidad de pesarlos; los otros trescientos se los pa-garon en oro. A sus cinco escuderos don Martn los carg conel dinero. Hecho esto, oiris lo que dijo:

    Raquel y Vidas, ya estn en vuestras manos las arcas; ya queos he hecho ganar un buen dinero, bien merezco unas calzas11.

    Raquel y Vidas se apartaron para hablar entre s:Dmosle un buen regalo, pues l nos ha conseguido este

    trato.Martn Antolnez, distinguido burgals, vos lo merecis,

    os daremos un buen regalo, treinta marcos para que os hagiscalzas, rica pelliza y buen manto. Merecido lo tenis, pues se hahecho un trato y vos nos conseguiris lo que hemos pactado.

    Lo agradeci don Martn, recibi los marcos y antes de salirse despidi de ambos.

    Sali de Burgos y cruz el Arlanzn, y lleg a la tienda del queen buena hora naci. El Cid lo recibi con los brazos abiertos:

    Ya habis llegado, Martn Antolnez, mi fiel vasallo! Lle-gar el da en que pueda yo recompensaros.

    Vengo, Campeador, con todo bien arreglado; vos habisganado seiscientos marcos y treinta, yo. Mandad recoger latienda y vaymonos pronto, que estemos en San Pedro de Car-dea al cantar el gallo; veremos a vuestra mujer, ilustre hidalga.Es necesario que acortemos la estancia y salgamos del reino,pues pronto se acaba el plazo.

    Dichas estas palabras, el Cid y quienes lo acompaaban re-cogieron la tienda y se dispusieron a marchar de prisa, pero an-tes volvi el caballo hacia Santa Mara y santigundose con sumano derecha, exclam:11 Calzas: prenda masculina que cubre las piernas desde los pies hasta la cintura; seregalaba a quien mediaba en un negocio.

  • 21

    Cantar primero

    A ti, Dios, que cielo y tierra guas, te lo agradezco; tusvirtudes me protejan, gloriosa Santa Mara! Me voy de Castilla,pues el rey me destierra; no s si volver a ella en lo que mequeda de vida. Vuestra virtud me ampare, Gloriosa, en mi sali-da, y me ayude y me socorra de noche y de da! Si as lo hicie-rais y la suerte me fuera favorable, mandar hacer buenas y

  • 22

    Cantar de Mio Cid

    ricas donaciones para vuestro altar y prometo hacer que os can-ten mil misas.

    As se despidi aquel hombre justo con nimo y firmeza.Todos soltaron las riendas y empezaron a espolear los caballos.Martn Antolnez, el burgals, dijo:

    He de ver a mi mujer: tengo que aconsejarle sin prisacmo deben actuar en mi ausencia. Si por eso quisiese el reydespojarme de mis bienes, no me importa. Antes de que asomeel sol, con vos estar.