cantando me hei de morir, cantando me han de enterrar, cantando yo he de llegar al pie del eterno...
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Cantando me hei de morir,
cantando me han de enterrar,
cantando yo he de llegar
al pie del Eterno Padre,
dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar.
Fragmentos del "Martín Fierro"de José Hernández
Canta Jorge Cafrune
Con la guitarra en la mano
ni las moscas se me arriman,
naide me pone el pie encima,
y cuando el pecho se entona
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona.
Yo soy toro en mi rodeu
y torazo en rodeu ajeno,
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar
salgan otros a cantar
y veremos quién es menos.
No me hago al lao de la güeya
ni aunque vengan degollando,
yo soy blando con los blandos
y soy duro con los duros
y ninguno en algún apuro
me ha visto andar titubeando.
Soy gaucho y entiéndalo
como mí lengua lo explica,
para mí la tierra es chica
y pudiera ser mayor,
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el sol.
A mí no me matan penas
mientras tenga el cuero sano,
venga el sol en el verano
o la escarcha en el invierno,
si este mundo es un infierno
pa' qué afligirse el cristiano.
Cante a todo viviente
otorgó el Eterno Padre,
cante todo el que cuadre
como lo hacemos los dos,
pues sólo no tiene voz
aquel que no tiene sangre.
De los males que sufrimos
hablan mucho los puebleros,
pero hacen como los teros
para esconder sus niditos,
en un lao pegan los gritos
en otro ponen los güevos.
Canta el pueblero y es poeta,
canta el gaucho, y ¡ay Jesús!,
lo miran como avestruz,
su inorancia los asombra,
más siempre sirven las sombras
para distinguir la luz.
Y dejo correr la bola,
que algún día se ha de parar,
tiene el gaucho que aguantar
hasta que lo trague el hoyo
o hasta que venga algún criollo
en esta tierra a mandar.
Yo he conocido cantores
que era un gusto el escuchar,
más no quieren opinar
y se divierten cantando,
pero yo canto opinando
que es mi modo de cantar.
Lo que pinta este pincel
ni el tiempo lo ha de borrar,
naide se ha de animar
a corregirme la plana,
no pinta quién tiene ganas
sino quién sabe pintar.
Y no crean los oyentes
que del saber hago alarde,
he conocido, aunque tarde,
sin haberme arrepentido,
que es pecado cometido
el decir ciertas verdades.
De naide sigo el ejemplo,
naide a dirigirme viene,
yo digo cuanto conviene
y el que en tal güeya se planta
debe cantar cuando canta
con toda la voz que tiene.
Y empriéstenme su atención,
si así me quieren honrar,
de no, tendré que callar,
pues el pájaro cantor
jamás se para a cantar
en árbol que no da flor.
Hay trapitos que golpiar
y de aquí no me levanto,
escúchenme cuando canto,
si quieren que desembuche,
i tengo que decirles tanto ¡
que les mando que me escuchen
Dende que elige a su gusto,
lo más espinoso elige,
pero esto poco me aflige
y le contesto a mi modo,
la ley se hace para todos,
más tan solo al pobre le rige.
La ley es tela de araña,
ya mi inorancia lo explico,
no la tema el hombre rico,
jamás la tema el que mande,
pues la ruempe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
Es la ley como la lluvia,
nunca puede ser pareja,
el que la aguanta se queja,
pero el asunto es sencillo,
la ley es como el cuchillo,
no fiende a quién lo maneja.
Y suelen llamarle espada,
y el nombre le viene bien,
los que la manejan ven
a dónde han de dar el tajo,
le cae al que se haya abajo
y corta sin ver a quién.
Hay muchos que son dotores
y de su cencia no dudo,
más yo soy un negro rudo,
y aunque de esto poco entiendo,
estoy diariamente viendo
que aplican la del embudo.
No andes cambiando de cueva,
hacé las que hace el ratón,
conservaté en el rincón
donde nació tu existencia,
que vaca que cambia querencia
se atrasa en la parición.
A naide tengas envidia,
es muy triste el envidiar,
si ves a otro ganar,
a estorbarlo no te metas,
cada lechón en su teta,
que es el modo de mamar.
Su esperanza no la cifren
nunca en corazón alguno,
en el mayor infortunio
pongan su esperanza en Dios,
en los hombres, sólo en uno,
con mucha precaución, en dos.
Al que es amigo, jamás
lo dejen en la estacada,
pero no le pidan nada
ni lo aguarden todo de él,
siempre el amigo más fiel
es una conducta honrada.
Ni el miedo, ni la codicia
es güeno que a uno lo asalten,
por eso, no se sobresalten
por los bienes que perezcan,
al rico nunca le ofrezcan,
al pobre jamás le falte.
Debe trabajar el hombre
para ganarse su pan,
pues la miseria en su afán
de perseguir de mil modos,
llama a la puerta de todos
y entra en la del haragán.
Los hermanos sean unidos
porque esa es la ley primera,
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos pelean
los devoran los de afuera.
La cigüeña cuando es vieja
pierde la vista y procuran,
en su edad madura,
cuidarla sus hijas pequeñas,
apriendan de la cigüeña
este ejemplo de ternura.
Ave de pico encorvado
le tiene al robo afición,
pero el hombre de razón
no roba jamás un cobre,
pues no es vergüenza ser pobre
y es vergüenza ser ladrón.
Procuren si son cantores
el cantar con sentimiento,
no templen el instrumento
por el solo hecho de hablar
y acostúmbrense a cantar
en cosas de fundamento.
En su ley está el de arriba
si hace lo que le aproveche,
de sus favores sospeche
hasta el mismo que lo nombra,
siempre es dañosa la sombra
del árbol que tiene leche.
Es el pobre en su orfandad
de la riqueza el desecho,
porque naides toma a pecho
el defender a su raza,
debe el gaucho tener casa,
escuela, iglesia y derecho.
Mas Dios ha de permitir
que esto llegue a mejorar,
pero se ha de recordar,
para hacer bien el trabajo,
que el fuego pa' calentar
debe de ir siempre por abajo.
Y si la vida me falta,
téngalo todos por cierto,
que hasta el gaucho en el desierto
sentirá en tal ocasión
tristeza en el corazón
al saber que yo estoy muerto.
Es la memoria un gran don,
cualidad muy meritoria,
y aquellos que en esta historia
sospechan que les doy palo,
sepan que olvidar lo malo
también es tener memoria.
Mas naides se crea ofendido,
porque a ninguno incomodo,
y si canto de este modo,
por encontrarlo oportuno,
no es para mal de ninguno,
sino por el bien de todos.
Pero ponga su esperanza
en el Dios que lo formó,
y aquí me despido yo,
que he cantao a mi modo
males que conocen todos,
pero que naides cantó.