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EL DÓMINE CABRA DEL BUSCÓN: LECTURA D E L A S CLAVES SIMBÓLICAS A Elizabeth Wilhelmsen y Michael Ewbank, maximis cum gratiis En Virtud militante. Contra las quatro pestes del mundo, inuidia, in- gratitud, soberbia, avarizia, Quevedo, valiéndose de las autorida- des bíblicas, patrísticas y escolásticas, ataca estos vicios con el rigor ético que distingue la cara austera de su personalidad. El escritor asigna a la avaricia la posición postrera porque consti- tuye, conforme al pensamiento cristiano, una especie de summa vitiorum: "Siendo contra Dios, es soberbia, siendo contra sí ingratitud, siendo contra el próximo invidia. Beisla peste... Que no solamente es la quarta sino todas quatro" 1 . L a célebre figu- 1 E d . A . Rey, Universidad, Santiago de Compostela, 1985, p. 168. Todas las citas de esta obra se refieren a esta edición. En el capítulo dedicado a la última "peste", QUEVEDO, después del exordio, describe la avaricia, utilizan- do como fuente la Summa Theologice de SANTO TOMÁS DE AQUINO. Según decla- ra el mismo don Francisco: "Sigamos en su definición la escuela scholástica, i oigamos la del doctor ánxel Sancto Thomás" (p. 167). El escritor no se atie- ne al orden riguroso de las argumentaciones tomistas sino que ensarta una serie de aserciones, sacadas del texto original (exactamente la 2a2ae, quces- tio 118 de la Summa), que considera relevantes para el fin ético y didáctico que se propone. La primera afirmación —"Auarizia es desordenado amor de tener" (pp. 167-168)— es la traducción literal de una frase de Hugo de San Víctor (De Sacramentis, libro 2, parte 13, cap. 1) que Santo Tomás recoge en el articulus 1 de la qucestio 118 de su obra. A continuación escribe Quevedo: "La auaricia propiamente siempre es peccado. Es peccado spiritual". Estas palabras proceden del articulus 6 de la qucestio antedicha, en cuya responsio el Aquinatense sostiene que "avaritia est peccatum spirituale" ya que el avaro "delectatur enim... in hoc quod considerat se possessorem divitiarum". Que- vedo sigue precisando la naturaleza de ese vicio: "La auarizia según que se opone a lajustizia deste modo, de sujénero es peccado mortal", casi una ver- sión interlineal de la responsio del articulus 4 del compendio teológico tomis- NRFH, XLVI (1998), núm. 1, 47-65

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E L D Ó M I N E C A B R A D E L BUSCÓN: L E C T U R A D E L A S C L A V E S S I M B Ó L I C A S

A Elizabeth Wilhelmsen y Michael Ewbank, maximis cum gratiis

E n Virtud militante. Contra las quatro pestes del mundo, inuidia, in­gratitud, soberbia, avarizia, Quevedo, valiéndose de las autorida­des bíblicas, patrísticas y escolásticas, ataca estos vicios con el r igor ético que distingue la cara austera de su personalidad. E l escritor asigna a la avaricia la posición postrera porque consti­tuye, conforme al pensamiento cristiano, una especie de summa vitiorum: "Siendo contra Dios, es soberbia, siendo contra sí ingratitud, siendo contra el próximo invidia. Beisla peste... Que no solamente es la quarta sino todas quatro" 1 . L a célebre figu-

1 E d . A . Rey, U n i v e r s i d a d , Santiago de Composte la , 1985, p. 168. Todas las citas de esta obra se re f ieren a esta edición. E n e l capítulo dedicado a l a última "peste", Q U E V E D O , después d e l exord io , describe la avaricia, u t i l i zan ­do c omo fuente la Summa Theologice de S A N T O T O M Á S DE A Q U I N O . Según decla­r a e l mismo d o n Francisco : "Sigamos e n su definición la escuela scholástica, i o igamos la de l doctor ánxel Sancto Thomás" (p. 167). E l escritor n o se atie­ne a l o r d e n r iguroso de las argumentaciones tomistas sino que ensarta u n a serie de aserciones, sacadas d e l texto o r i g ina l (exactamente la 2a2ae, quces-tio 118 de l a Summa), que cons idera relevantes para e l fin ético y didáctico que se propone . L a p r i m e r a afirmación — " A u a r i z i a es desordenado a m o r de tener" (pp. 167-168)— es l a traducción l i tera l de u n a frase de H u g o de San Víctor (De Sacramentis, l i b r o 2, parte 13, cap. 1) que Santo Tomás recoge e n el articulus 1 de la qucestio 118 de su obra . A continuación escribe Quevedo : " L a auaric ia propiamente siempre es peccado. Es peccado spir i tual" . Estas palabras p r o c e d e n d e l articulus 6 de l a qucestio antedicha , en cuya responsio e l Aquinatense sostiene que "avarit ia est peccatum spir i tuale" ya que e l avaro "delectatur e n i m . . . i n hoc q u o d considerat se possessorem div i t iarum" . Q u e ­vedo sigue prec isando l a naturaleza de ese vic io : " L a auariz ia según que se opone a la just iz ia deste m o d o , de sujénero es peccado mor ta l " , casi u n a ver­sión in ter l inea l de l a responsio d e l articulus 4 d e l c o m p e n d i o teológico tomis-

NRFH, X L V I (1998), núm. 1, 47-65

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FRANCESCO TARELLI NRFH, X L V I

ra del dómine Cabra del Buscón representa la personificación literaria del avaro, el cual, por pertenecer al clero secular, apa­rece, a través de las lentes implacables de d o n Francisco, más aborrecible aún. Leo Spitzer, en su ensayo de 1927 titulado "Zur Kunst Quevedos i n seinem Buscón", había notado que el nom­bre Cabra "hat etwas Wil lent l i ch-Hindeutendes" 2 , pero tal ob­servación había quedado sin desarrollarse. E l presente trabajo parte de esta anotación spitzeriana y trata de investigar las razo­nes de la elección del apellido caprino mediante el análisis de los valores simbólicos, subyacentes en el texto, de los compo­nentes intratextuales y su relación con otras obras quevedianas. Creemos que el autor se sirve del signo cabra como el foco don­de converge u n haz de elementos heterogéneos, procedentes de los campos religioso, mitológico, l iterario y científico, y de las tradiciones populares. Este conjunto de enlaces es lo que vamos a examinar.

L a cabra, en la mitología griega, estaba ligada sobre todo con el culto a Dionisos, el Baco de los romanos, d iv inidad de la vid,

ta: " D i c e n d u m q u o d , sicut d i c t u m est avaritia dup l i c i t e r d i c i tur . Uno modo secundum quod opponitur justitice, et hoc modo ex genere suo est peccatum mortale". D o n Francisco añade que l a avaricia "es m e d i o entre los peccados p u r a ­mente spirituales, i los puramente carnales", pasaje que representa u n a con­densación de l a responsio 1 de l articulus 6 de l a quaestio 11%: " R a t i o n e m tarnen objecti medium est inter peccata pure spiritualia, quse quaerunt delectat ionem sp ir i tua lem c i rca objecta sp i r i tua l ia . . . et vaia pure carnalia, quae quserunt de lectat ionem pure co rpora lem c irca ob jectum corporale" . L a formulación quevediana de l a exposición tomista de l a avaricia t e r m i n a de l a manera siguiente: "Es contra Dios , contra sí, i c ontra e l próx imo" (p. 168), nuevo caso de condensación y adaptación de l o r i g ina l , prec isamente l a responsio 2 d e l articulus 1 : " E t s e c u n d u m hoc est directe peccatum in proximum, qu ia i n exter ior ibus divitiis n o n potest unus h o m o superabundare nis i alter defi -c iat . . . E t sic avaritia est peccatum hominis in seipsum, q u i a per hoc deord inatur ejus affé c tus, l icet n o n deord ine tur corpus sicut per vi t ia carnal ia . E x con-sequenti autem est peccatum in Deum, sicut et o m n i a peccata morta l ia , i n q u a n t u m h o m o propter b o n u m temporale contemni t aeternum". Las cur­sivas ev idenc ian las correspondencias exactas entre la Summa Theologice y Vir­tud militante. Las citas de l a Summa que figuran e n esta no ta proceden de l texto pub l i cado p o r Blackfr iars en O x f o r d e n 1972.

2 Romanische Stil- und Literaturstudien, N . G . Elwert ' sche Ver lagsbuch­h a n d l u n g (G . B r a u n ) , M a r b u r g A . L a h n , 1931, t. 2, p. 75. E l ensayo fue p u b l i ­cado p o r p r i m e r a vez en ARom, 11 (1927), 511-580. L a versión al castellano, "Sobre el arte de Quevedo en e l Buscón, está i n c l u i d a e n Francisco de Queve-do, ed . G . Sobejano, Taurus , M a d r i d , 1978, p p . 123-184. Sobejano, autor de d i c h a versión, traduce l a frase c o n "algo de adrede ind icat ivo" (p. 144).

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NRFH, X L V I E L D O M I N E CABRA D E L "BUSCÓN 49

a quien se inmolaba el animal durante las fiestas de pleno vera­no. Según la leyenda, el mismo Zeus, de niño, se alimentó de la leche de la cabra Amaltea, que tenía u n cuerno rebosante del líquido nutritivo y todo tipo de frutas, cuerno que se convirtió en el símbolo de la abundancia, la cornucopia3. Esta puede leer­se como subtexto irónico del episodio del l icenciado Cabra: la única cosa que abunda en su pupilaje es, paradójicamente, la penuria, así que el dómine podría encarnar la cornu-inopia. L a descripción del personaje se caracteriza, a nivel lingüístico, precisamente por la presencia de la partícula negativa "no" y de la preposición "s in" , que expresa falta o carencia, y estos priva­tivos reflejan la miseria moral y material del pupi lero : las "búas" 4 que desfiguran su hiperbólica nariz "no fueron de vicio", es decir, no son la consecuencia de una enfermedad venérea, porque el sexo cuesta dinero, sino de u n simple "resfriado" no curado, porque las medicinas también cuestan dinero. Enton ­ces el no-vicio de la lujuria deriva de otro vicio que Cabra no confiesa, el de la avaricia; al clérigo, observa el narrador, le fal­tan "no sé cuántos" dientes (p. 33), su sotana "no se sabía de qué color era" y aparece "sin pelo", "sin ceñidor" y no tiene n i "cue­llo ni puños" (p. 34); Cabra nunca se corta la barba "por no gas­tar" (p. 33) y en la cama duerme siempre de u n lado "por no gastar las sábanas" (p. 34) y es, incluso, avaro de palabras: "nos hizo u n a plática corta, que aun por no gastar tiempo no duró más" (p. 35). A causa de la escasez de comida los estudiantes están reducidos a esqueletos andantes y uno de ellos muere lite­ralmente de inanición. E l clérigo, obsesionado por el "no gas­tar", gasta su misma salud y de ahí que los órganos de su cuerpo causan la impresión de que qu ieren comerse a sí mismos, en u n desesperado impulso de autofagia: "las barbas descoloridas de miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, parecía que amenazaba a comérselas"; "el gaznate... con u n a nuez tan sali­da, que parecía se iba a buscar de comer forzada de la necesi­dad" (p. 33).

E n la Sagrada Escritura la cabra se encuentra muchísimas ve­ces y tal profusión se debe a la importancia que ese mamífero tenía en la economía de las poblaciones del Cercano Oriente an-

3 L a narración aparece e n los Fasti de O v i d i o , l i b r o 5, w . 115-128. 4 F R A N C I S C O D E Q U E V E D O , La vida del Buscón llamado don Pablos, ed . F . Láza­

ro Garreter , Un ivers idad , Salamanca, 1980. E n adelante i n d i c o l a página; las cursivas s iempre son mías.

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tiguo. Según las normas del Ant iguo Testamento se considera­ba como animal de sacrificio: durante el día de la Expiación se escogían dos cabras, una para la purificación de los pecados y la otra, u n macho cabrío, representaba el chivo expiatorio que lle­vaba simbólicamente sobre sí todas las culpas del pueblo de Is­rael y se abandonaba en el desierto (Levitico, 16, 6-26). Si tene­mos en cuenta ese subtexto bíblico, Quevedo realiza una nueva inversión de valores: el l icenciado no es u n capro espiatorio, no es sacrificado n i se sacrifica por amor de Dios; al contrario, los es­tudiantes son las víctimas designadas que expían el pecado de la avaricia de su preceptor. Cabra come apenas lo suficiente para alimentar el cuerpo; es avaro consigo mismo y, a la vez, conde­na hipócritamente el vicio de la gula: "Cierto que no hay tal cosa como la o l la . . . todo lo demás es vicio y gula" (p. 36) 5 . L a "dieta" (p. 40) que el clérigo alaba procede del appetitus inordinatus del avaro, en conformidad con la definición de Santo Tomás 6 , y no de l ejercicio virtuoso de la abstinencia y penitencia.

E l nombre Cabra es la expresión de la fisiognómica y etope-ya del personaje quevediano. James Iffland recalca que "human-animal comparison is one of the many ways i n which Quevedo degrades his characters" y prosigue: "Such comparisons at Que­vedo's time received an extra impulse through the circulation of the doctrine. . . which said that one could tell much about the character of a man by determining the proximity of his phys­iognomy to that of some member of the animal k ingdom" 7 . L a cabra tiene pies delgados y largos y una barba que le cuelga de la mandíbula inferior. Cuando examinamos el aspecto físico del pupi lero , su caprinidad se hace patente: " E l era u n clérigo cer­batana, largo sólo en el talle. . . las barbas descoloridas... los bra­zos secos, las manos como u n manojo de sarmientos cada una , . . con dos piernas largas y flacas" (pp. 32-33). E l lexema cerbatana i n d i ­ca, traslaticiamente, según el Dice. Aut., "todo lo que es hueco, estrecho, y largo" 8 y por lo tanto conlleva, simbólicamente, la oquedad, la vacuidad mora l del dómine. Las manos, órganos

5 Q U E V E D O expresa la m i s m a idea en e l " tratado" sobre l a avaricia: " A su cuerpo que se sustenta con las viandas se las n iega p o r ahorrar , i a su a l m a que no come, l a ruega con los manten imientos . . . E l auaro a u n a sí m i s m o se destruie" (Virtud militante, pp . 1 8 7 - 1 8 8 ) .

6 Summa Theologice, Biackfr iars , O x f o r d , 1 9 6 3 , p. 6 0 . L a cita proviene de l a la2ae, queestio 8 4 , articulas 1, responsio.

7 Quevedo and the grotesque, Tamesis , L o n d o n , 1 9 7 8 , p. 1 1 0 . 8 E d . facs., Gredos , M a d r i d , 1 9 7 6 , s.v.

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NRFH, X L V I E L DÒMINE CABRA D E L "BUSCÓN" 51

prensiles e imagen emblemática del avaro que se agarra a sus posesiones, han adquirido la apariencia de tallos vegetales, nue­va inversión de valores. L a referencia a los "sarmientos" cae den­tro de l campo semántico de la v id , asociada, como hemos visto, con los ritos dionisíacos y la inmolación de la cabra. U n refrán popular también presenta la correlación cabra-vid, debido a la voracidad insaciable del rumiante: "Cabras en viña, peor que la peor pedrisca" 9 . E n la visión cristiana, la v id es la efigie de Cristo y los vastagos la de los apóstoles: "Ego sum vitis, vos pal-mi tes " 1 0 , afirma Jesús en el Evangelio de San J u a n (15, 5). Que-vedo invierte otra vez los valores, deshumanizando al pupilero con u n a metáfora vegetal y aplicándola a la parte de su cuerpo que es el instrumento del pecado; dice San Gregorio Magno, " A r m a quippe peccantium sunt membra corporis, quibus per­versa desideria quae concipiunt exsequuntur" 1 1 . E n este caso, la v id puede ser la avaricia, los vastagos físicos, las manos, y los metafóricos, todos los vicios que aquélla engendra. E l juego de palabras conseguido mediante la h o m o n i m i a entre la forma femenina del adjetivo "romo" y la c iudad italiana ("la nariz, entre R o m a y Francia") se relaciona también con el aspecto ca­bruno , según la explicación de Covarrubias: " A la cabra le die­r o n el epícteto de sima o roma, por tener las narizes chatas... Este epícteto de sima le da Virg i l i o en el lugar alegado, Égloga 10" 1 2 . Los huesos del l icenciado, cuando se descomponen, sue­nan "como tablillas de San Lázaro", símil auditivo de carácter irónico puesto que estas últimas producen u n sonido conecta­do con el pedir l imosna, mientras que aquellos crujen por razo­nes nada caritativas. L a avaricia es inconci l iable con la caridad, virtud fundamental en la ética cristiana. Las piernas "largas y fla­cas" se parecen a u n "tenedor o compás"(p. 33); el pr imer obje­to contiene otro matiz irónico tratándose de u n utensilio que

9 Refranero general ideológico español, c omp . L . Martínez Kleiser , M a d r i d , 1953, p. 93.

1 0 Biblia SacraJuxta Vulgatam Clementinam, Desclée, París, 1938. Todos los pasajes bíblicos p r o c e d e n de esta edición y las cursivas son mías.

1 1 Moralium Libri sive Expositio in Librum B.Job, a l cu idado d e j . P. M i g n e , París, 1844-1864, t. 75, p. 913.

12 Tesoro de la lengua castellana o española, ed . facs., T u r n e r , M a d r i d , 1979, p. 255. E l pasaje v irg i l iano a l que se refiere Covarrubias es e l siguiente: " so l l i -citos G a l l i d icamus amores, / d u m teñera attondent simae u i rgu l ta capellán" (Égloga X , w . 6-7), cf. P U B L I O V I R G I L I O M A R Ó N , Opera, ed . R. A . B . Mynors , C l a r e n d o n , O x f o r d , 1969, p. 25.

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FRANCESCO T A R E L L I NRFH, X L V I

sirve para comer aplicado a u n hombre que encarna " la ham­bre viva" (p. 32); en cuanto al segundo instrumento, en la Ico­nología (1611) de Cesare R ipa simboliza T o r d i n e , & misura i n tutte le cose" y, junto con u n a bolsa, forma parte del emblema de la parsimonia, la cual " n o n eccede[ndo] i l modo del l 'ho-nesto, & del ragioneuole" 1 3 , se contrapone por su moderación a la avaricia.

E l narrador anota que los ojos de Cabra están "avecindados en el cogote" y parece que miran "por cuévanos, tan hundidos y oscuros, que era buen sitio el suyo para tiendas de mercade­res" (pp. 32-33). E l pupi lero mira como a través de u n túnel profundo y lóbrego, y por consiguiente el campo visual que puede abarcar es estrecho, y el enfoque de la realidad c ircun­dante muy l imitado. Y a que en Virtud militante Quevedo sostie­ne que el avaro "haze volsa su alma" (p. 188), aquí podríamos extender la metáfora y decir que, de forma paralela, el avaro hace bolsa sus ojos porque no ve más que los bienes materiales. Cabra, observa acertadamente B. W. Ife, "has a mercan tile outlook on life, seeing everything i n terms of its commercial valué.. ." 1 4 . San Isidoro de Sevilla refiere que los griegos l lama­ban a algunas cabras salvajes dorkás por la gran agudeza de su percepción, que les permite ver, desde las más elevadas m o n ­tañas, a todo el que se a p r o x i m a 1 5 . Los bestiarios medievales incorporan tal cualidad al simbolismo cristiano: en De Bestiis et Alus Rebus, obra atribuida a H u g o de San Víctor, esa facultad visiva del animal se configura como el símbolo de la omniscien­cia de Dios y Cristo, el cual previo la traición de Judas: " N a m sicut caprea venatorem praevidet, i ta Dominus noster Jesús Christus longe prospiciens J u d a m proditorem, sic aiebat: Unus ex vobis me traditurus est (Matth. x x v i ) " 1 6 . L a vista del l icenciado carece de luz moral y espiritual; sus ojos son oscuros "cuévanos" (p. 32), palabra en que resuena el lexema cueva, y que, por ser cestos hondos usados generalmente para la vendimia, se vincu­lan semánticamente con la vid , lo cual, junto con "sarmientos" (p. 33), refuerza el simbolismo caprino. L a clarividencia de la cabra se ha transformado en la visión miope del Cabra.

1 3 E d . facs., G a r l a n d , N e w Y o r k , 1976, p. 410. 1 4 Anotación a La vida del Buscón llamado don Pablos, P e r g a m o n Press,

O x f o r d , 1977, p. 202. 15 Etimologías, eds. J . O r o z Reta y M . A . Marcos Casquero , BAC, M a d r i d ,

1982, t. 1, pp . 58-59. 1 6 P L , t. 177, pp . 63-64.

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NRFH, XI y 1 E L DÓMINE CABRA D E L "BUSCÓN" 53

L a fisiognómica del pupi lero muestra otros dos animales emblemáticos: el avestruz y la rana. E l primero es el término de comparación del garguero del personaje quevediano: "e l gaz­nate largo como de avestruz' (loe. cit). Este último es animal voraz, capaz de tragar cualquier cosa, comestible y no comesti­ble, y tal voracidad contrasta irónicamente con la "dieta" autoimpuesta de Cabra y que él impone a los estudiantes de su pupilaje. E n el l ibro de Job (39, 13-18), el avestruz es el vivo ejemplo de la crueldad maternal , porque abandona los huevos que ha puesto después de haberlos cubierto de arena. Los Mora-lium Libri de San Gregorio Magno glosan minuciosamente el texto bíblico antedicho y descubren u n valor simbólico del aves­truz que se adapta a la etopeya de Cabra: la hipocresía. Esa acti­tud de falsedad, de ocultamiento de las verdaderas intenciones, es sinónimo de la fallada de la cual habla H u g o de San Víctor y que forma parte del comitatus de la avaric ia 1 7 . E l comentario gregoriano hace hincapié en que el avestruz, aunque tiene p lu ­mas semejantes a las de la garza y del gavilán, no puede alzarse del suelo a causa del peso de su cuerpo. A l igual que el ave corredora, los hipócritas "alas per f iguram sanctitatis exten-dunt, sed curarum saecularium pondere praegravati, nullatenus a térra sublevan tur". Cabra simula la "bonorum vitam" pero no posee la "veritatem sánete act ionis" 1 8 . Cuando don Diego y Pablos tratan de comunicar su condición de hambrientos, el clérigo, hipócritamente, oculta la verdad: "Quejábamonos no­sotros a don Alonso , y el Cabra le hacía creer que lo hacíamos por no asistir al estudio" (p. 45). E l clérigo muestra también su hipocresía al reprender el vicio de la gula, siendo él mismo esclavo de u n vicio mucho más reprensible, y en las irónicas, casi sarcásticas, exhortaciones que dirige a sus famélicos estu­diantes: "Coman , que me huelgo de verlos comer", "Coman , que mozos son y me huelgo de ver sus buenas ganas" (p. 37), "Coman como hermanos, pues Dios les da con qué" (p. 38). San­to Tomás de A q u i n o , al interpretar u n pasaje del Evangelio de

17 De Fructibus Carnis et Spiritus, P L , t. 176, p. 1001. Esta o b r a contiene también los dibujos de l "arbor v i t i o r u m " y de l "arbor v i r t u t u m " . U n a de las ramas de l p r i m e r árbol, cuya raíz es la "superbia" , t e r m i n a precisamente en la "avarit ia" , rodeada de siete hojas más pequeñas e iguales que s imbol i zan los siete vicios que aquélla engendra , es decir: 1) philargyria (en griego "amor al d i n e r o " ) , 2) perjurium, 3) violentia, 4) usura, 5) fraus, 6) rapiña y 7) falla­da. Véanse las pp . 1007-1008.

1 8 P L , t. 76, p. 578.

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San Mateo, en el que Cristo lanza u n a invectiva contra los fari­seos, comenta que la hipocresía comprende también el pecado de la avaricia 1 9 . Además, se pueden establecer interesantes p u n ­tos de contacto entre la De Humana Physiognomonia (1586) de De l la Porta y la descripción del l icenciado Cabra del Buscón. Asevera el erudito italiano en el l ibro segundo de su obra: " E x i -g u u m caput, cum inconc inna figura, et ei par debilitas col l i , et dorsi , defectum signifìcat virtutis moral is . . . et ob i d homo ille perfidus, velocis irae"; y continúa: "Ego ad struthiocamelum referrem: nam inter animalia ex iguum retinet caput, ceruix procera est, corporis eximia magni tudo" 2 0 . Algunos rasgos fisiognómicos y temperamentales del personaje quevediano son muy parecidos a los que señala Del la Porta: Cabra tiene "una cabeza pequeña" (p. 32, el "exiguum caput" dellaportiano) ; su aspecto físico y manera de hablar — " l a habla ética" (p. 33)— indican falta de elegancia y armonía (" inconcinna figura"); él carece de virtud ("defectum... virtutis moralis") ; es desleal y fal­so ("perfidus") y es propenso a enfadarse ("velocis irae"), como se deduce de los ejemplos siguientes: "Enojóse mucho , y díjome que aprendiese modestia" (p. 37), "Enojóse Cabra conmigo, y dijo que él me echaría de su casa" (p. 44), "Cabra se enojó de que se lo preguntase" (p. 42). Del la Porta ilustra sus teorías con el busto de u n hombre de cabeza pequeña junto con la imagen entera de u n avestruz y los dos elementos figuran en el retrato del dómine. N o se trata de meras coincidencias ya que el índi­ce del Monasterio de San Martín de M a d r i d (1788) registra unas obras del italiano que Quevedo poseía en su biblioteca privada, incluyendo u n ejemplar de Della fisionomia dell'huomo21. C o n ­viene recordar que Quevedo, en La providencia de Dios (1642), se refiere a su encuentro en Ñapóles con Giambattista Del la Porta, a quien juzga "hombre curiosamente docto" 2 2 .

1 9 "Post hoc expon i t sic et vos foris quidem apparetis hominibus iusti, idest homines vos iud i cant iustos, intus autem pieni estis hypocrisi et iniquitate. C o m ­p i el íendit peccata carnal ia , avarit iam et g u l a m . . . sub q u a vanaglor ia cont i -ne tur " (Super Evangelium S. Matthcei Lectura, cura R. C a i , M a r i e t t i , T o r i n o , 1 9 5 1 , p. 2 9 1 ) .

2 0 E d . facs., A u x Amateurs de Livres , París, 1 9 9 0 , p. 3 2 . 2 1 A L E S S A N D R O M A R T I N E N G O , La astrologia en la obra de Quevedo: una clave de

lectura, A l h a m b r a , M a d r i d , 1 9 8 3 , p. 1 7 9 . 2 2 F R A N C I S C O D E Q U E V E D O Y V I L L E G A S , Obras completas, ed. F . Buendía, A g u i -

lar , M a d r i d , 1 9 6 7 - 1 9 7 4 , 1 . 1 , p. 1 5 6 8 . E U G E N I O A S E N S I O l l a m a la atención sobre este encuentro e n su obra Itinerario del entremés: desde Lope de Rueda a Quiño­nes de Benavente, Gredos , M a d r i d , 1 9 6 5 , d o n d e observa también que: " S i n

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E l otro animal , la rana, es u n vehículo de representación simbólica de la sotana "milagrosa" (nótese la ironía del adjeti­vo) del pupi lero , la cual, a consecuencia del "no gastar", se ha convertido casi en el tegumento que cubre su pie l humana: "Unos , viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana' (p. 34). Según el relato del Éxodo (8, 1-15), la segunda plaga de Egipto fue efecto de una invasión de ranas, que los judíos con­sideraban como criaturas i n m u n d a s 2 3 , y Whittlesey agrega que " i n Christ ian art, the frog is a symbol of repulsive s i n . . . " 2 4 . L a suciedad física del clérigo es una de sus características, desde el bonete "ratonado con m i l gateras y guarniciones de grasa... con los fondos en caspa", hasta " la sotana mísera y corta" (p. 34) y la carne que se le pega a las uñas. E l asco que todo ello comu­nica al lector va acompañado de la repulsión por la avaricia, evocada a través de la sensación táctil de la p ie l húmeda de la rana, y su naturaleza de plaga o, mejor dicho, de "peste" del mundo , según la definición de Virtud militante. Es digno de inte­rés que la descripción de uno de los emblemas de la codicia, contenido en la Iconologia de Ripa , presenta otro anfibio, el sapo, como símbolo de tal vicio: "Le si dipinge i l rospo, nella des­tra mano, i l quale, tutto che habbia grandissima copia della terra, della quale si pasce, nond imeno sempre teme, & si astie­ne d i quella, desiderandone sempre più" 2 5 . E l Apocalipsis de

abandonar e l viejo repertor io , el entremés, igual que la sátira, empleaba diferentes estratagemas para captar las m i l facetas de l h o m b r e encubierto tras sus mimetismos. Quevedo usó, para reflejar esta d u p l i c i d a d de l hombre , diversos procedimientos l i terar ios . . . L a a n i m a l i d a d escondida tras lo h u m a ­n o h a servido de nota sugestiva a Quevedo en numerosos pasajes, especial­mente e n El Buscón y e l entremés de La venta (p. 180).

2 3 L o u i s C H A R B O N N E A U - L A S S A Y , Le bestiaire du Christ, Desclée, DeBrouwer , Bruges , 1940, p. 826.

2 4 Symbols and legends in Western art. A museum guide, Scribner 's , N e w York, 1972, p. 119. D A V I D P . Russi o p i n a lo mismo : "Th is descr ipt ion carries impl i c ­itly the idea o f the cassock w h i c h , b e i n g ' s in pe lo ' , was so w o r n by use that it seemed as smooth as a frog's sk in . B u t quite besides the l i tera l , the frog adds a connota t i on o f repulsiveness to this m a n , descr ibed i n such an ex­tremely grotesque m a n n e r " ("The animal - l ike w o r l d of the Buscón', PhQ 66, 1987, p. 441) .

2 5 Op. cit, p. 34. A D O L F K A T Z E N E L L E N B O G E N nos i n f o r m a en u n a nota que "snakes a n d toads. . . also served i n a general way to t o rment sinners, the ava­r ic ious m a n for instance, as shown i n a n i l lustrat ion o f h e l l i n the Beatus Apocalypse f r o m Santo D o m i n g o de Silos, c o m p l e t e d 1109" {Allegories of the virtues and vices in Mediaeval art from Early Christian times to the thirteenth century, N o r t o n , N e w Y o r k , 1964, p. 58).

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San Juan vincula el carácter inmundo de las ranas a u n elemento que, desde nuestro punto de vista, es fundamental: lo satánico. E l pasajejuanino reza así: "Et vidi de ore draconis, et de ore bes­tiai, et de ore pseudoprophetae, spiritus tres immundos in modum ranarum. Sunt en im spiritus dcemoniorum facientes signa" (16, 1344) .

Reanudando u n hi lo precedente, es oportuno añadir que otro texto bíblico, el de Isaías, pone al avestruz en relación con el demonio: "Sed requiescent i b i bestiae, et replebuntur domus eorum draconibus, et habitabunt ib i struthiones, et pilosi salta-bunt i b i " (13, 21); "et erit cubile draconum, et pascua struthio-m

num (34,13). C o n el vocablo "pi losi" , explica San Jerónimo en su comentario al l ibro profético, se indican los "incubones" o "satyros", pertenecientes al género de los demonios 2 6 y que, según la interpretación de J o h n M ' C l i n t o c k y James Strong, designan las cabras, especialmente los machos cabríos 2 7 . San Gregorio Magno nos ofrece más detalles: los miembros de los "pilosi ' empiezan en forma humana pero "bestiali extremitate termina[n] tur" y, metafóricamente, representan la "peccati as-peritas" 2 8 , lo cual nos hace pensar en el pelo áspero de la cabra.

L a onomástica del dómine Cabra no sólo refleja su fisiog­nomica, sino que revela también su índole demoníaca. E n la antigüedad clásica se encuentran demonios cabrunos y div ini ­dades mitad hombres y mitad animales, como el dios griego Pan, el Fauno romano, a quien se imaginaba provisto de piernas, cola, cuernos y barba de cabra, y de las demás partes del cuer­po de naturaleza h u m a n a . E l s imbol i smo capr ino , desde la vertiente cristiana, se expresa con la mayor claridad en el Evan­gelio de San Mateo donde Dios separa las ovejas ("oves") de las cabras ("haedos"), respectivamente losjustos de los condenados a la perdición eterna: "Et congregabuntur ante eum omnes gentes, et separabit eos ab invicem, sicut pastor segregai oves ab haedis; et statuet oves qu idem a dextris suis, haedos autem a si-nistris" (25, 32-33). Charbonneau-Lassay destaca que el macho

2 6 Commentariorum in Isaiam Prophetarn, P L , t. 24, p. 159. 2 7 "SATYR, the r e n d e r i n g i n Isa. x i i i , 21; xxxiv , 14, o f the H e b . w o r d . . . sàir\

w h i c h proper ly means hairy; hence a goat, especially a he-goat... A c c o r d i n g to the o l d versions, a n d nearly a l l the commentators , o u r own translat ion is correct , a n d satyrs —that is, daemons o f woods a n d desert places, ha l f m e n a n d ha l f goats— are i n t e n d e d " ( Cyclopaedia of biblical, theological and ecclesias­tical literature, H a r p e r , N e w Y o r k . 1884-1896, s.v.).

2 8 Moralium libri, P L , t. 75, p. 786.

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cabrío es el emblema del monarca del inf ierno y los demonó­logos medievales representaban a Satanás casi exclusivamente bajo ese aspecto animal (p. 185). L a creencia de que el diablo tenía u n pie en forma de pezuña de cabra y en los aquelarres aparecía como cabrón, estaba profundamente arraigada en la cultura popular de toda Europa durante la E d a d Media . Cova-rrubias recoge esa tradición y así define al cabrón: "Es symbolo del demonio, y en su figura cuentan aparecerse a las bruxas y querer ser reverenciado dellas" (p. 256). Cervantes también de­dica una parte relevante del Coloquio de los perros a las artes má­gicas de la Cañizares, la cual, creyendo que Berganza es el hijo de la Mont ie la transformado en perro, le narra sus experien­cias de hechicera y sus relaciones con las potencias infernales:

Muchas veces he querido preguntar a mi cabrón qué fin tendrá vues­tro suceso, pero no me he atrevido, porque nunca a lo q u e le pre­guntamos responde a derechas, sino con razones torcidas y de mu­chos sentidos. Así, que a este nuestro amo y señor no hay que preguntarle nada, porque con una verdad mezcla mil mentiras... Vamos a verle. . . a u n gran campo, donde nos juntamos infinidad de gente, brujos y brujas, y allí nos da de comer desabridamente, y pasan otras cosas que en verdad, y en Dios y en mi ánima, que no me atrevo a contarlas, según son sucias y asquerosas, y no quie­ro ofender tus castas orejas 2 9.

Y a al pr inc ipio del Buscón se alude al diablo cuando Pablos recuerda las actividades brujeóles de su madre: "Sólo diz que se dijo no sé qué de u n cabrón y volar, lo cual la puso cerca de que la diesen plumas con que lo hiciese en público" (p. 17). E l hecho de que el cabrón se mencione en los primeros párrafos de la obra es significativo ya que no sólo constituye una antici­pación del clérigo cabruno, sino que ofrece también la clave interpretativa del personaje mismo. E l capítulo siete del l ibro pr imero del Buscón reitera las prácticas de la madre del prota­gonista, a través de las palabras de Alonso Ramplón, el tío ver­dugo: "Dícese que daba paz cada noche a u n cabrón en el ojo que no tiene niña" (pp. 92-93) 3 0 .

2 9 Novelas ejemplares, ed . J . Rodríguez-Luis, T a u r u s , M a d r i d , 1983, t. 2, p. 267.

3 0 Este vulgar acto de demoniolatría lo i lustra u n grabado de Francesco M a r i a Guazzo , autor de l Compendium Maleficarum (1608 y 1626), reproduc ido en l a f ig . 7 de Las brujas y su mundo de J U L I O C A R O B A R O J A , Revista de O c c i ­dente , M a d r i d , 1961, que cont iene también la descripción de los ritos de

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Volviendo al dómine Cabra, si su nombre está estrechamen­te unido con la idea del demonio, no nos basamos solamente en este factor para afirmar que el personaje tiene características diabólicas. Otros componentes textuales corroboran la lectura que proponemos. Empecemos por la escena del refectorio, cuya angostura espacial — " u n medio celemín" (p. 35)— se con­forma bien con la estrechez moral del pupi lero : "Sentóse el l icenciado Cabra y echó la bendición. Comieron una comida eterna, sin pr inc ip io n i fin" (p. 36). E l clérigo bendice pero su acción no entraña n inguna significación sagrada; cae más b ien sobre los estudiantes hambrientos como una maldición. E n efec­to, cuando Cabra vuelve a bendecir los mezquinos restos del pasto, destinados a los criados —"unos mendrugos.. . dos pellejos y unos güesos" (p. 37)— el narrador, con u n perfecto contra­punto de voces, le echa a él precisamente una maldición: "¡Mal te haga Dios y lo que has comido, lacerado.. . que tal amenaza has hecho a mis tripas!" (loe. ext.).

L a comida, que se califica de "eterna", dura el lapso de tiem­po de u n alimento desprovisto de cualquier sustancia, práctica­mente inexistente y, por ende, "sin pr inc ip io n i fin". U n crítico interpreta la frase final en el sentido de que "no tenía n i entran­te, o ante —principio—, n i postre —fin—, a pesar de que los pupi ­leros estaban obligados a incluirlos en el menú" 3 1 . E n nuestra opinión, debajo del nivel denotativo que acabamos de citar, se hal lan unas connotaciones teológicas que informan todo el dis­curso quevediano y le confieren cohesión semántica. Es menester subrayar que tales connotaciones están documenta­das en otros textos del Siglo de Oro . E l ejemplo más pertinente es uno de los cuentos recogidos por J u a n de Argui jo , exacta­mente el núm. 318 de la edición de Beatriz Chenot y Máxime Chevalier: "Farfán: diéronle u n día el caldo y la ración a comer, sin ante n i postre, y dijo: —Sin ser Dios, no ten[go] pr inc ip io n i fin"32. E l chiste del maestro agustino, corriente entre los frailes

adoración d e l d e m o n i o de u n a sociedad secreta a lemana durante l a E d a d M e d i a . Véanse las pp . 117-119.

3 1 Anotación de Fernando Cabo Aseguinolaza a su edición de La vida del Buscón, Crítica, Barce lona , 1993, p. 69. E l crítico cita l a entrada ante de l Teso­ro de la lengua castellana o española, p. 124.

3 2 Cuentos recogidos por Juan de Arguijo y otros, Diputación Prov inc ia l , Sevi­l la , 1979, p. 142. L a conexión entre e l cuento de A r g u i j o y e l pasaje de l Bus­cón h a sido señalada p o r M Á X I M E C H E V A L I E R en su ensayo "Cuentec i l los y chistes tradic ionales e n l a obra de Quevedo" , NRFH, 25 (1976), 17-44. V e a -

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y los estudiantes, combina lo cul inario y lo teológico mediante la utilización ingeniosa de la dialogía.

L a noción de eternidad del Ser divino, a la que aluden los tex­tos de Quevedo y el de Argui jo , se atestigua ya en la Sagrada Escritura y se desarrolla a través de algunos pensadores de la antigüedad (sobre todo San Agustín y Boecio) hasta encontrar su síntesis doctrinal más profunda en la Summa Theologiœ, tomis­ta. Durante el siglo xvi, la idea se reelabora en las Disputationes Metaphysicce de Francisco Suárez 3 3. Básicamente, la eternidad de Dios hay que entenderla como una duración inmutable e inter­minable , caracterizada por la perfecta posesión de la p lenitud del Ser, de la cual queda excluida la sucesión que, al contrario, marca la trayectoria de la existencia terrenal. A h o r a bien, dado que al recibir las especies sacramentales los fieles asimilan, de acuerdo con la teología católica, la presencia real de Cristo, es lícito afirmar que la comunión constituye una "comida eterna". E l Evangelio de San J u a n nos proporc iona las bases de esta interpretación cuando pone en boca del Salvador las siguientes palabras: "Ego sum pañis vivus... Si quis manducaverit ex hoc pane, vivet i n aeternum... Q u i manducat meam carnem, et bibit m e u m sanguinem, habet vitam aeternam" (6, 51-52, 55 ) 3 4 . Hay

se también de l mismo autor, Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal, Crítica, Barce l ona , 1 9 9 2 , y en part icular las pp . 1 2 0 - 1 2 1 .

3 3 Sobre e l concepto de eternidad consúltense las siguientes obras: B O E ­C I O , De Consolatione Philosophice, l i b ro 5 , prosa 6 , P L , t. 6 3 , pp . 8 5 8 - 8 6 2 ; S A N A G U S T Í N , De Civitate Dei, l i b ro 1 1 , cap. 6 y l i b ro 1 2 , cap. 1 5 , P L , t. 4 1 , pp . 3 2 1 -3 2 2 y 3 6 3 - 3 6 5 ; S A N T O T O M Á S DE A Q U I N O , Summa Theologiœ, l a , quœstio 1 0 , y F R A N C I S C O SUÁREZ, Disputaciones metafísicas, eds. S. Rabade R o m e o , Salvador Caba l l e ro Sánchez y A n t o n i o Puigcerver Zanón, Gredos , M a d r i d , 1 9 6 6 , t. 7 . Léanse las secciones 3 y 4 de la disputatio L .

3 4 U n fragmento de l Evangel io de San J u a n se m e n c i o n a en la Introduc­tion à la vie dévote de San Francisco de Sales, que Q U E V E D O tradujo de l f ran­cés para restituir a ese "tesoro", "desf igurado" p o r u n a versión anter ior a i castellano, su "pureza" or ig inal , c omo declara el mismo escritor dirigiéndose " a l pueb lo católico cr ist iano" ( Obras completas, t. 1, p. 1 7 4 2 ) . Reproduc imos a continuación e l texto salesiano y l a traducción de d o n Francisco : a) " L e Sauveur a institué ce Sacrement très auguste de l 'Euchar i s t i e q u i cont ient réellement sa chair et son sang, afin que qui le mange vive éternellement, c'est p o u r q u o i , qu iconque en use souvent avec dévotion affermit tel lement la san­té et l a vie de son âme, q u ' i l est presque impossible q u ' i l soit empoisonné d 'aucune sorte de mauvaise affect ion" ( S A N F R A N C I S C O D E S A L E S , Œuvres, a l cu idado de André Ravier, c o n la colab. de Roger Devos, G a l l i m a r d , Bruges, 1 9 6 9 , p. 1 1 6 , las cursivas se ref ieren a l pasaje de San J u a n ) ; b) " E l Salvador h a inst i tu ido el sacramento de la Eucaristía, que cont iene realmente su car-

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60 FRANCESCO TARELLI NRFK XLVÍ

que advertir que la expresión "sin pr incipio n i fin" del Buscón contiene u n eco de dos libros bíblicos, uno veterotestamentario (Isaías, 41, 4; 44, 6 y 48, 12) y el otro novotestamentario (Apo­calipsis, 1, 8; 21, 6 y 22, 13). E n el primero, a Dios se le atribu­yen las cualidades de "primus et novissimus" y en el segundo, las de "A lpha et Omega, p r i n c i p i u m et finis". L a última formula quiere indicar, mediante las letras inic ial y final del alfabeto griego, que el Señor, siendo inf inito , abarca la realidad entera: para citar la glosa de San Alberto Magno, E l es el principium "a quo sunt omnia creata" y el finis "ad quem omnia sunt ordina­t a " 3 5 . Estos subtextos nos permiten di lucidar el mecanismo de la ironía quevediana: el adjetivo "eterna", aplicado a la comida del pupilaje, contrasta marcadamente con el pasto consagrado de la comunión y el uso del privativo "s in" y de la conjunción negativa " n i " , antepuestos por lo general a "pr inc ip io" y " f in " para definir el concepto de eternidad, revelan aquí la ausencia completa de lo escatologico (en la acepción elevada del térmi­no) . E l simbolismo eucaristico, que el episodio del refectorio encierra de manera algo hermética, se evidencia en otra esce­na paralela, como veremos más adelante.

Después de tal episodio, ocurre u n incidente en apariencia trivial pero que a la luz de lo dicho adquiere cierto relieve. Nos referimos al momento en que Pablos pide de beber y j u r r e , el vizcaíno, le impide satisfacer la sed: "y diéronme u n vaso con agua; y no le hube b ien llegado a la boca, cuando, como si fue­ra lavatorio de comunión, me le quitó el mozo espiritado que dije" (pp. 38-39). E l fragmento menciona explícitamente la ceremo­nia del lavatorio que consiste en la ablución de los dedos que prac­tica el sacerdote después de haber preparado el cáliz, durante el ofertorio de la misa. Aquí la persona que interfiere es u n "mozo espiritado", es decir, "posseído del espíritu maligno" , ex­presión equivalente a "estar endiablado u endemoniado" según el Diccionario de Autoridades^.

ne y su sangre, para que q u i e n le come viva eternamente. P o r esto cual ­qu iera que le usa a m e n u d o y c o n devoción fortalece de m a n e r a la salud y la v ida de su a lma, que es casi impos ib le sea emponzoñado de n i n g u n a suer­te de m a l a afición o depravado in tento " (pp. 1794-1795).

3 5 A L B E R T O M A G N O , Opera Omnia, a l cu idado de Auguste Borgnet , L . Vives, París, 1890, t. 38, p. 488.

3 6 E d . cit., t. 2, pp . 607-608. Q U E V E D O ut i l i za e l término espiritado c on el signif icado de " e n d e m o n i a d o " también en el Canto segundo de l " P o e m a hero i co de las necedades y locuras de O r l a n d o " : ' Y d i c i endo , y hac iendo , y

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NRFH, X L V I E L D O M I N E CABRA D E L "BUSCÓN" 61

E l pasaje de la cena contiene de nuevo la referencia a la co­munión desacralizada y esta vez el protagonista es el mismo l i ­cenciado cabruno: "Llegó la hora de cenar. . . cenamos mucho menos, y no carnero, sino u n poco del nombre del maestro: cabra asada' (p. 40). A l clérigo, "maestro" de gramática, se le descri­be como si fuera Cristo, el "Maestro", rodeado de sus discípu­los; la cena nos trae inmediatamente a la memor ia la U l t i m a C e n a bíblica y el acto de comer la carne del "maestro", la Euca­ristía, en que ocurre la transubstanciación, o sea el cambio del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo. Pero aquí el banquete místico está completamente invertido: el alimento que se come es la "cabra asada" del demonio , la carne del rumian­te cocida con el fuego, que evoca la imagen del infierno. A r n o l d Rothe, además de notar las alusiones eucarísticas que hemos escudriñado y su forma "abiertamente blasfémica", concluye: "Pero como el licenciado Cabra mismo participa en la cena, él se come en cierta manera a sí m i s m o . . . " 3 7 . Nótese que el narra­dor pone el acento en que la comida no es carnero, animal que en el simbolismo cristiano es el emblema del sacrificio de Cris­to para la salvación de la humanidad , ya que "le bélier sacrifié à la place d u Fils obéissant devienne une figure d u divin C r u ­cifié; q u ' o n symbolise jusqu 'au buisson où l ' u n embarasse ses cornes, pour y voir les branches d'épines dont l 'autre daigna se laisser couronner . . . " 3 8 . Hay otra referencia al carnero en u n pasaje anterior del Buscón donde Cabra distribuye a cada uno

e n volandas, / salta sobre el caballo y arremete / c o n acciones furiosas y nefandas, / y c omo espiritado matasiete" ( Obra poética, e d . J . M . B lecua , Cas­tal ia, M a d r i d , 1969-1981, t. 3, p. 443, w . 345-348). E l verbo espiritar aparece en La culta latiniparla: "Conque en m u y poco t iempo, sin maestro, por sí sola, cua lqu ier mujer se puede espiritar de lenguaje y hacerse enfadosa, como si toda su v ida lo h u b i e r a sido, que los prop ios diablos n o l a p u e d a n sufrir; y es p r o b a d o " (Obras completas, t. 1, p. 421) ; y e l sustantivo espíritus se emplea en La fortuna con seso y la hora de todos: " A l r u i d o salió e l mar ido , y viéndola, creyó que eran espíritus que se le habían revestido, y partió de carrera a l l a ­m a r q u i e n la conjurase" (Obras completas, t. 1, p. 262, las cursivas son mías).

3 7 " C o m e r y beber en l a obra de Quevedo" , Quevedo in perspective, e d . J . I f f l a n d j u a n de l a Cuesta, Newark, D E , 1982, p. 213.

3 8 M . L ' A B B É A U B E R , Histoire et théorie du symbolisme religieux avant et depuis le christianisme, Fechos et Letouzey, Paris , 1884, t. 2, p. 86. Louis B R É H I E R tam­bién señala que "à l a place de l ' agneau o n trouve parfois le bélier q u i a sa doub le s igni f icat ion. U n sarcophage r o m a i n représente l a séparation des boucs et des béliers, mais le bélier est aussi l a figure d u Chr i s t et c'est le rôle q u ' i l a déjà dans le sacrifice d ' A b r a h a m ; ses cornes sont comparées à l a cou-

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de los estudiantes: "tan poco carnero, que, entre lo que se les pegó a las uñas y se les quedó entre los dientes, pienso que se consumió todo, dejando descomulgadas las tripas de partici ­pantes" (p. 37). Américo Castro explica que " la excomunión de participantes era la que caía sobre quienes trataban con u n exco­m u l g a d o " 3 9 y B. W. Ife precisa que "the excommunicate may not take part i n H o l y C o m m u n i o n and so wi l l receive noth ing through the mouth , and, as Quevedo says, al l the meat went no further than the teeth and fingernails" 4 0 . L a mención de la "des­comunión" y la no ingestión del carnero reafirman la natura­leza diabólica del dómine. L a continuación de la segunda escena del refectorio es significativa: "Mire v. m. si inventara el diablo tal cosa. —«Es cosa saludable» —decía— «cenar poco, para tener el estómago desocupado»; y citaba una retahila de médi­cos infernales' (p. 40). Aquí el texto asocia claramente a Cabra con el demonio , asociación que se repite poco después: "Mas ordenólo el diablo de otra suerte, porque tenía u n a [melecina] que había heredado de su padre, que fue boticario" (pp. 43-44). San J u a n Crisóstomo, uno de los Padres de la Iglesia a quien Quevedo cita con mucha frecuencia 4 1 , en varios sermones con­dena el pecado de la avaricia y parangona a los avaros a los "daemoniaci", como por ejemplo en la homilía 81: "Vultis i n médium adducamus demoniacos et avaros, et utrosque com-paremus?" 4 2 . San Gregorio Magno dictamina que el "antiquus hostis", alias el diablo, tentó al pr imer hombre con la "gula, vana gloria et avar i t ia" 4 3 y para describir la codicia usa la metá­fora del fuego 4 4 .

r o n n e d'épines et c'est p o u r cette raison q u ' i l orne les m o n u m e n t s les plus divers . . . " (L'art chrétien: son développement iconographique des origines à nos jours, H . Laurens , Paris , 1918, p. 70).

3 9 Anotación a El Buscón, Espasa-Calpe, M a d r i d , 1967, p. 36. 4 0 Anotación a su edición c itada de La vida del Buscón, p. 205. 4 1 Véase SAGRARIO L Ó P E Z P O Z A , "Quevedo y las citas patrísticas", BBMP, 67

(1991), 75-156 4 2 Commentarius in Sanctum Nlatthœum Evangelistam, a l cu idado de J . P .

M i g n e , París, 1857-1866, t. 58, p. 734. 4 3 Homiliarum in Evangelia, P L , t. 76, p. 1136. 4 4 "Venter qu ippe i n i q u i avaritia est, q u i a i n ipsa co l l i g i tur q u i d q u i d

perverso des ider io g lut i tur . L i q u e t vero qu ia avaritia desideratis rebus n o n exst inguitur , sed augetur. N a m m o r e ignis c u m l i g n a quae consumât acce-perit , accrescit; et u n d e v idetur ad m o m e n t u m fiamma c o m p r i m i , inde pau­lo post c e r n i tur d i l a tar i " (Moralium Libri, P L , t. 75, p. 1093).

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NRFH, X L V I E L DÓMINE CABRA D E L " B U S C Ó N " 63

E l narrador termina el retrato de Cabra con u n a definición conceptista que da al personaje u n valor arque típico: el l icen­ciado "era archipobre y protomiseria" (p. 34). E n cuanto al segundo epíteto, la palabra miseria significa no sólo la pobreza extremada, amplificación semántica del pr imer término, sino también la codicia, como nos informa Covarrubias: " E n nuestro castellano algunas vezes vale estrecheza o avaric ia" 4 5 . E n Virtud militante el avaro es definido "discípulo de Judas" (p. 172), el cual, para Quevedo, continuador de la tradición bíblica y patrís­tica, es el "maestro" de ese vicio, el protoavaro. E l Evangelio de San J u a n establece la conexión entre el apóstol y el diablo: Cris­to revela la traición del Iscariote dándole el pan mojado y, en las palabras del evangelista, "post buccel lam, introivit i n eum Satanás" (13, 27). San J u a n Crisóstomo también imputa a Judas el ser el exemplum de la avaricia y así amonesta a los avaros: "Audite omnes avari, quijudae morbo laboratis; audite et cave-te vobis ab i l lo morbo" y en la homilía 28 asimila a los ende­moniados a Judas: " Q u i d en im tale faciunt daemoniaci omnes, quale ausus est Judas, extremam aggressus in iquitatem?" 4 6 . Entonces, la figura de Judas reúne en sí, de manera particular­mente marcada, la avaricia y lo demoníaco y esta doble pecu­l iar idad sugiere la posibi l idad de que haya sido el modelo para la creación del l icenciado Cabra. Quevedo menc iona numero­sísimas veces al apóstol traicionero, tanto en sus obras en pro­sa como en su poesía, prueba de su profundo interés por los aspectos emblemáticos de la personalidad del Iscariote. A l g u ­nos pasajes remiten directamente al Evangelio de San Juan , por ejemplo los siguientes:

¿Queréis ber quán sumamente perverso es el avariento? Pues aten­ded a que luego que reziuió de la mano de Christo el regalo en la zena al instante reziuió a Satanás en su alma... Mirad lo que junta en su corazón: disposición halageña para el arrepenti­miento, i la grazia, i demonio, i infierno. Literalmente entiendo deste lugar que abren la voca a la mano de Dios, i juntamente el corazón a Satanás (Virtud militante, p. 173).

Y con ser Cristo el señor del banquete, y él mismo la comida, y sus apóstoles los convidados —en la mesa más sagrada y de mayores

4 5 Op. cit, p. 807. E l Dice. Aui. también a f i rma que miser ia "signif ica assi-m i s m o avaricia, m e z q u i n d a d y demasiada pars imon ia " .

4 6 Commentarius in Sanctum Matthceum Evangelistam, P G , t. 58, p. 727 y t. 57, p. 356.

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misterios, y donde se instituyó el Sacramento por excelencia, la Eucaristía, que es don de la gracia, se entró Satanás en el corazón de Judas (Política de Dios y gobierno de Cristo).

E l más sagrado convite que vieron la tierra y el cielo fue el de la cena de Cristo; y cuando Dios y Hombre sacramentado se entra­ba por las bocas de sus discípulos, se entró Satanás en el corazón de Judas (La constancia y paciencia del Santo Job)47.

Judas aparece también en el Buscón, a propósito de los robos de Pablos: 'Yo era el despensero Judas, que desde entonces hereda no sé qué amor a la sisa este oficio" (p. 76). Además, uno de los rasgos fisiognómicos del licenciado Cabra es el "pelo bermejo" (p. 32), color que en la sociedad española de los siglos xvi y X V I I daba a u n a persona u n a "caracterización m o r a l . . . glo-balmente perversa" como escribe Fernando González Ol lé 4 8 , y que la tradición popular atribuía a Judas: "Rubicundo era Judas el traidor: n i mujer n i hombre , n i perro n i gato de aquella co lor " 4 9 . E l mismo Quevedo, en u n soneto titulado " A Judas Iscariotes, ladrón no de poquito" , observa con sarcástica com­placencia: "B ien está lo bermejo a lo ahorcado" 5 0 . Si la avaricia y el amor al dinero por parte del apóstol fueron los móviles de la traición y la consiguiente muerte de Cristo, el dómine Cabra es el más fiel "discípulo" de Judas ya que su ciega codicia deter­m i n a el fallecimiento de u n "pobre mozo". E l "platicante", l la ­mado para asistir al mor ibundo , conf irma que " la hambre le había ganado por la mano en matar aquel hombre" (p. 46). Esa hambre que, según el narrador, Cabra "parecía que tenía por pecado el matarla" (p. 50), mata a una víctima inocente de la avaricia. Por consiguiente se podría afirmar que el clérigo es el verdadero "despensero Judas" del Buscón, y no Pablos, que roba para sobrevivir. Cuando el estudiante ve la hostia sacramenta-

4 7 Obras completas, t. 1, pp . 619 y 1488. 48 "Fisiognómica d e l co lor ro j izo en l a l i teratura española d e l Siglo de

O r o " , RLit, 43 (1981), p. 153. 4 9 Refranero general ideológico español, p. 646. 5 0 Obra poética, t. 2, p . 22, v. 5. Q U E V E D O se refiere al co lor "bermejo" y su

asociación c on Judas también e n El sueño del infierno o Las zahúrdas de Plutón. C u a n d o u n o de los alguaciles protesta contra e l castigo que le in f l i gen los diablos p o r haber vend ido " a l jus to " , e l nar rador dice entre sí: "—¿Al justo vendistes? Este es Judas . Y llegúeme c o n cod i c ia de ver si era barb inegro o bermejo, cuando le conozco , y era u n mercader , que poco antes había m u e r ­to" (Obras completas, t. 1, p. 164).

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da —"e l Sacramento"— que alguien le administra, pronunc ia unas palabras reveladoras: "Señor mío Jesucristo, necesario ha sido el veros entrar en esta casa para persuadirme que no es el infierno" (p. 46). Estas palabras insisten en la antítesis entre los aspectos infernales del pupilaje y del pupi lero que lo dirige y la Eucaristía, de modo que la parte conclusiva del capítulo 3 del l ibro primero del Buscón representa lo sagrado versus lo satáni­co, lo cual es el leitmotiv de todo el episodio del licenciado Cabra.

A l concluir nuestro análisis, resulta evidente que la elección del nombre Cabra tiene mucho más que ese "algo de adrede i n ­dicativo" señalado por Spitzer. L a lectura de las isotopías deno­tativas y connotativas del texto nos ha permit ido descubrir la presencia de claves simbólicas subyacentes, cuyo desciframien­to es esencial para comprender a fondo el personaje quevedia-no y la compleja estrategia narrativa del escritor. E l intento artístico de Quevedo no ha sido simplemente caricaturizar la figura del avaro, sino más b ien mostrarnos la naturaleza diabó­l i ca de la "peste" de la avaricia, por medio de u n proceso de inversiones de símbolos y valores, sobre todo de los de la tradi­ción cristiana. A la manera de los emblematistas 5 1 don Francis­co h a pintado el retrato de l arquetipo del avaro endemoniado, que ha hecho de la enseñanza de Judas su única religión y modelo de vida.

F R A N C E S C O T A R E L L I

T h e Univers i ty o f Nebraska at L i n c o l n

5 1 Véase el artículo de H É C T O R E . C I O C C H I N I , "Quevedo y l a construcción de imágenes emblemáticas", RFE, 48 (1965), 393-405.

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