buela, alberto - metapolitica - disyuntivas de nuestro tiempo

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  • Sobre MetapolticaDisyuntivas de nuestro tiempo

    Por Alberto Buela*

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  • ndice

    I: El concepto de metapolticaQu es metapoltica

    Algo ms sobre metapolticaMetapoltica y tradicionalismo

    La metapoltica como rescate de la polticaLo polticamente correcto y la metapoltica

    Metapoltica de lo social

    II: Homogeneizacin o identidadAspectos de un mundo homogneo

    La identidad no es la de todos por igualLa formacin de las identidades, un proceso de transmisin de valores

    III: Mundo nico o regiones culturalesSobre mundialismo y globalizacinGlobalizacin o grandes espacios

    Las ecmenes y el pluralismoConstruccin de un gran espacio suramericano

    Pensamiento suramericano y gran espacio

    IV: Crisis o decadenciaCrisis o decadencia: una disyuntiva de nuestro tiempo

    V: Derechos humanos o derechos de los pueblosDerechos humanos y su nueva fundamentacin

    Derechos humanos vs. Derechos ciudadanos

    VI: Multiculturalismo o interculturalismoMulticulturalismo o interculturalismo

    VII: Memoria o historiaLa damnatio memoriae fruto de la memoria histrica

    La relacin con el pasadoEl sentido de la historia

    VIII: Pensamiento nico o pensamiento disidenteLos progresistas y la polica del pensamientoNi izquierda ni derecha: pensamiento popular

    Progresismo y simulacro La isostenia cultural y el pensamiento lineal: patologas del pensamiento nico

    IX: Decrecimiento o progresoDos ideas distintas de progreso

    Decrecimiento y progreso

    X: Consenso o disensoFalso y autntico disenso

    El consenso como falso dilogoTeora del disenso

    De la protesta al disensoSobre el disenso como mtodo

    Promover un pensamiento disidente

    XI: Pluralismo o uniformidadPluralismo y participacin

    La idea de participacin vinculada al Estado

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  • I Qu es metapoltica

    Hace exactamente setenta aos, en la Escuela Superior Alemana de Poltica, el filsofo Max Scheler, la mente ms frtil de aquella hora, al decir de Ortega y Gasset, sostena en su conferencia titulada El hombre en la etapa de la nivelacin que: "Y aunque pasen muchos aos an, hasta que esta elite incipiente, hoy todava demasiado restringida a la crtica de la cultura,est madura para la realidad de la vida, de manera que sea capaz tambin de aparecer en el espritu de nuestra poltica, a fin de suplantar a los gobernantes y mantenedores de la presente conduccin alemana".1

    La idea que se desprende de esta cita es que el trabajo intensivo en el orden cultural es condicin previa y necesaria para la toma del poder poltico. He aqu la primera acepcin de metapoltica, como mera actividad cultural que precede a la accin poltica.Pocos son los que saben que este es el antecedente ms lejano de la nocin de metapoltica que comenz a manejarse a partir de 1968 por un grupo cultural francs conocido como nouvelle droite.Su animador principal va a atribuir, no a Scheler sino, al marxista italiano Antonio Gramsci la paternidad de la idea al sostener explcitamente que: "Gramsci ha mostrado que la conquistadel poder poltico pasa por aquella del poder cultural" 2.

    As pues la metapoltica en una primera acepcin significa la tarea de desmitificacin de la cultura dominante cuya consecuencia natural es quitarle sustento al poder poltico, para finalmente reemplazarlo, y para esto ltimo hay que hacer poltica.Y ac surge la paradoja de la nouvelle droite, desde este punto de vista, y es que adoptando esta primera acepcin ha querido desarrollar metapoltica sin poltica. As lo afirma enfticamentesu fundador cuando sostiene: ''Donde nosotros hemos siempre situado nuestra accin es sobre un plano metapoltico o transpoltico, a la vez cultural y terico, y es esta una vocacin que no sabramos cambiar" 3.Sobre este tema el politlogo Marco Tarchi de la Nuova Destra italiana observa que la ND no lleva a cabo ninguna accin poltica partidaria pues considera que los partidos polticos han sido superados en poder e iniciativa por los mega aparatos massmediticos y que, es all, donde esta corriente de pensamiento intenta llevar adelante la lucha. No obstante, esta acertada observacin, el hecho de autolimitarse y limitar la metapoltica a una tarea cultural sin proyeccin poltica reduce a esta corriente a una especie de torre de cristal cartesiana en donde la competencia por sutilezas tericas reemplaza, en sus cultores, al compromiso con la realidad poltica de sugenius loci.

    Una segunda significacin del concepto de metapoltica la encontramos en la convergencia, sobre este tema especfico, de las corrientes hermenuticas y analticas. La filosofa hermenutica al tener la preocupacin por la historia de los conceptos que lleva a cabo a travs de la reflexin sobreel lenguaje con el rescate del "contexto" de los conceptos polticos en tanto condicin indispensable para comprender, converge con la crtica analtica de los conceptos, con la diferencia que esta ltima tiende a la adopcin de un lenguaje conceptual unvoco como el de las ciencias duras.1 Scheler, Max: Metafsica de la libertad, Ed.Nova, Bs.As.1960, p.1892 Benoist, Alain de: Orientations pour des annes dcisives, Ed. La Labyrinthe, Paris, 1982, p.123 Benoist, Alain de: op.cit.,p. 11

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  • Manfred Ridel, discpulo y continuador de Leo Strauss, afirma esta coincidencia explcitamente al sostener que: "La metapoltica exige una analtica de los conceptos en el sentido de una reflexin hermenutica y analtica de las actuales opiniones polticas preconcebidas, que es la que ha de abrir el acceso a una poltica sin metafsica poltica 4.Vemos pues, claramente, como la intencin de esta lnea interpretativa consiste en intentar la diseccin de las opiniones polticas preconcebidas a travs del anlisis del lenguaje poltico pero sin predicacin de existencia, presupuesto metafsico de la filosofa analtica. Esto es, una filosofa sin metafsica.

    Se observa en esta segunda acepcin de metapoltica una paradoja irresoluta, pues en tanto que hermenutica sabe que toda interpretacin presupone una valoracin y en tanto que analtica, se autolimita al terreno exclusivamente neutral-descriptivo, con el agravante de la suspensin del juicio de valor, como consecuencia de la no predicacin de existencia.Esta concepcin de la metapoltica tendiente a eliminar toda metafsica poltica de la poltica no deviene otra cosa que la justificacin del statu quo reinante.

    Una tercera acepcin de la metapoltica est dada por lo que se denomina tradicionalismo, corriente filosfica que se ocupa del estudio de un supuesto saber primordial comn a todas las civilizaciones. Este tradicionalismo que por definicin es suprahistrico, en la medida en que el mito constituye el elemento primario a partir del cual se parte hacia el conocimiento de la tradicin nica, se diferencia de la tradicin particular de los diferentes pueblos como historia de valores a conservar y realizar. Esta ltima tradicin hace presente el pasado para proyectarlo hacia el futuro. Mira ms bien al futuro que al pasado. Tradicin en el sentido usual es proyeccin del pasado valioso en el presente. En cambio para el tradicionalismo filosfico, cuyas figuras emblemticas son Guenn, Schuon, Evola, Capra, Coomaraswamy, etc., la tradicin es entendida en un sentido ahistrico o metahistrico.

    El mximo representante de esta corriente, en este tema, es el italiano Silvano Panunzio quien en su obra Metapoltica: La Roma eterna e la nuova Gerusalemme (Roma-1979) se ocupa detalladamente de los fundamentos de la metapoltica y su funcionalidad en nuestro tiempo.

    Sin embargo es, su continuador, el agudo pensador italo- chileno Primo Siena, quien mejor define esta significacin de metapoltica cuando sostiene: ''Trascendencia y metapoltica son conceptos correlativos, por ser la metapoltica veraz expresin de una ciencia no profana y ms biensagrada: ciencia que por lo tanto se eleva a la altura de arte regia y proftica que penetra en el misterio escatolgico de la historia entendido como proyecto providencial que abarca la vida de los hombres y de las naciones. Por consiguiente, la metapoltica expresa un proyecto que - por la mediacin de los Cielos- los hombres rectos se esfuerzan de realizar en la tierra, oponindose a las fuerzas infernales que intentan resistirles 5.

    Se desprende de la larga cita precedente que para esta interpretacin, la metapoltica es el fundamento ltimo de la poltica y a la vez establece el paradigma en funcin del cual la poltica debe actuar. En definitiva, para esta lnea interpretativa, la metapoltica es la metafsica de la poltica.Hemos visto tres claras acepciones de la nocin de metapoltica, en primer lugar aquella de la nouvelle droite que pretende hacer metapoltica a secas; esto es, sin poltica. En segundo trmino tenemos la postura analtico-hermenutica que aspira a realizar metapoltica sin metafsica poltica.

    4 Riedel, Manfred: Metafsica y metapoltica, Ed. Alfa, Bs.As.1976, p.85 Siena, Primo: La metapoltica y el destino superior de nuestra Amrica romnica, conferencia en III Encuentro Iberoamericano de metapoltica, Via del Mar, agosto 1995, p.2

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  • Y por ltimo tenemos la posicin del tradicionalismo esotrico que intenta hacer metapoltica como metafsica poltica.Ante este cuadro, forzosamente sucinto, de la polmica en torno al medular concepto de metapoltica cabe preguntarse si las posturas son contradictorias, complementarias o si, en todo caso, existe la posibilidad de ofrecer otra acepcin.Existe una cierta coincidencia entre las dos primeras corrientes en cuanto a que la metapoltica es una reflexin critica acerca de los preconceptos de la poltica. En tanto que la diferencia entre ambas se encuentra en la relacin entre metapoltica y poltica. As, mientras la nouvelle doitreniega toda relacin, la analtica-hermenutica afirma que "abre el acceso a la poltica". Se da en esta comparacin una coincidencia metodolgica y una disidencia de carcter funcional.

    Si comparamos ahora, estas dos corrientes con la tercera, no existen ni siquiera una coincidencia de carcter metodolgico, dado que el tradicionalismo no se propone un acceso metdico al sabermetapoltico, sino que se limita a proponer un paradigma metapoltico la ciudad primigenia como ciudad espiritual o civitas dei- a la actividad poltica. Y si bien hay una cierta coincidencia con la corriente analtico-hermenutica en cuanto a que las dos otorgan funcionalidad poltica a la metapoltica, ambas entran en flagrante contradiccin puesto que una propugna una poltica sin metafsica en tanto que el tradicionalismo alienta una metafsica poltica.

    ConclusinSin pretender agotar el tema y al mismo tiempo evitar caer en un sincretismo acomodaticio nosotros proponemos la siguiente acepcin de metapoltica.Como su nombre lo indica en griego th meth politik, la metapoltica es la disciplina que va ms all de la poltica, que la trasciende, en el sentido que busca su ltima razn de ser. Es una disciplina bifronte pues es filosfica y poltica al mismo tiempo. Es filosfica en tanto que estudiaen sus razones ltimas las categoras que condicionan la accin poltica de los gobiernos de turno, pues "entiende la poltica desde las grandes ideas, la cultura de los pueblos, los mitos movilizadores de la historia" 6. Y es poltica, en cuanto busca con su saber, crear las condiciones "para suplantar a los gobernantes y mantenedores de la presente conduccin", segn las palabras ya citadas de Max Scheler.Esta pluridisciplina exige un mtodo y este puede ser el fenomenolgico-hermenutico, realizando la enoj (puesta entre parntesis) de las opiniones pretritas, preconcepturales o ideolgicas, para intentar una descripcin eidtica(de los rasgos esenciales) lo ms objetiva posible de los "hechos mismos". Para, en un segundo momento, pasar a la interpretacin del lenguaje poltico.Hasta aqu coincidiramos en parte con la segunda corriente, pero metapoltica para nosotros "a contrario sensu" que para sta, no puede quedarse en el mero juicio descriptivo, sino que por su doble carcter de filosfica y poltica est obligada a emitir juicios de valor intentados. Yesto ltimo, la emisin de juicio de valores, en la crtica cultural, no conformista y contra corriente al discurso massmeditico del establishment, es el mrito ms significativo de la nouvelle droite.En cuanto a la tercera acepcin, la tradicionalista, creemos que la misma se vincula mucho ms estrechamente, tanto por su saber inicitico y esotrico como por su propuesta paradigmtica, a una teologa poltica que a una disciplina reflexiva y exotrica como la metapoltica.Adems, la metapoltica encierra la exigencia de identificar en el rea de la poltica mundial, regional o nacional, la diversidad ideolgica tratando de convertir dicha diversidad en un concepto de comprensin poltica y en cuanto disciplina, al menos bivalente, no es un pensamiento simplemente teortico sino que exige abrirse a la accin poltica como productora de sentido dentro del marco de pertenencia o ecmene cultural desde donde se sita el metapoltico. Resumiendo nuestra propuesta, tenemos una disciplina filosfica y poltica, que puede utilizar con provecho el mtodo fenomenolgico-hermenutico, pero que por su carcter plurivalente est obligada a emitir juicios de valor y no solamente juicios descriptivos. Al tiempo que por su propia ndole exige el acceso a la poltica.

    6 Vsquez Mrquez, Jos A.: Encuentro de la Amrica romnica, en revista CdeC.44, Santiago, 1996, p.33

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  • Algo ms sobre metapoltica Una mirada sin valores recorre la vida cotidiana, hoy los hombres estn en condiciones de mirar todo lo que sucede en el mundo, pueden tcnicamente recibir informacin de lo que acontece en el ltimo rincn de la tierra y an fuera de ella. El hombre mira todo pero rara vez ve, y este es el problema.El ser de las cosas es slo accesible a un nivel ms profundo de la doble percepcin visual, sea micro o macrocsmica. A l no se llega como pretenden los especialistas de lo mnimo a travs de una subdivisin infinita de los saberes que no les permite ver el todo de su disciplina, ni tampoco como propugnan los tuttologos esotricos de la nueva gnosis a travs de mtodos infundados y arbitrarios como un atajo al saber.El acceso al ser de las cosas es lo ms difcil de aprehender y requiere por tanto otras condiciones o instrumentos de acceso. Los viejos filsofos, esos filsofos oscuros que han jalonado la historia de las ideas sin la publicidad de un premio Nobel, hablaban del hbito metafsico como camino de entrada. Esto es, en tanto hbito, la prctica reiterada y regular en el uso de los primeros principios- de identidad, de no contradiccin, etc.- del ser y del obrar y, en tanto metafsico, la utilizacin de las nociones ltimas de analoga, participacin, sustancia-accidente, potencia-acto, esencia-existencia etc.- para la captacin del ser de los entes. Los tratados de poltica desde los griegos para ac, pasando por La Repblica de Platn, La Poltica de Aristteles, De legis de Cicern, De Civitas Dei de San Agustn, Defensor pacis de Marsilio de Padua, El Prncipe de Maquiavelo, Les six livres de la rpublique de Jean Bodin, El Leviatn de Thomas Hobbes, Tratado sobre el gobierno civil de John Locke, El Contrato social de J.J.Rousseau, La filosofa del derecho de Hegel, El Manifiesto comunista de Marx-Engels, Sobre el Estado de Lenn, El espritu de la revolucin fascista de Mussolini, Mi Lucha de Hitler, El Proyecto nacional de Pern, por solo citar a los ms significativos nos hablan de las condiciones, instrumentos y objetivos de la poltica como ciencia del bien comn general, pero poco o nada nos dicen acerca de las categoras que condicionan la accin poltica ni de la metafsica de la poltica. En una palabra, poco nos dicen sobre la metapoltica, que es el saber interdisciplinario sobre la que queremos hablar algo ms.

    El eterno inconformista espaol, Po Baroja, algo barrunta cuando afirma: La poltica no est basada ms que exteriormente en principios doctrinales; en la realidad, se rige por un conjunto de intuiciones, de habilidades, de genialidades. Sigue siendo un arte hermtico, como era para Bismark, para Richelieu, para Fernando el Catlico y para Cesar 7.

    As la inmensa mayora de los tericos de la poltica nos habla en sus manuales y tratados de los principios doctrinales y casi nada nos dicen de ese arte hermtico del que nos habla el Vasco. Menos an nos hablan de los poderes indirectos, de las grandes categoras que condicionan la accin poltica de los gobiernos de turno. De eso no se habla, porque se le niega todo saber cientfico, en el mejor de los casos se lo deja librado a intuiciones no desarrolladas. Y as, por ejemplo, intuimos que existe luego de la debacle financiera que comenz en diciembre del 2008 con la quiebra del banco de los hermanos Lehman en Nueva York, un imperialismo internacional del dinero que se maneja libremente y por su cuenta ms all de los Estados.

    7 Baroja, Po:La obscuridad del mundo, artculo de 1936 incluido en Rapsodias.

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  • Sin embargo la metapoltica como metafsica de la poltica, como aquello que est ms all de la poltica, siempre est presente. Est presente en las decisiones geoestratgicas, est presente en los proyectos o modelos que ejecutan los gobiernos o que les hacen ejecutar. Est presente, en definitiva, en el arte hermtico de los que conducen los Estados.

    Por supuesto que algunos conductores (Napolen, Bismark, Pern, Cesar) han escrito acerca de este arte hermtico pero lo han hecho por analoga desde un saber como el arte de la conduccin militar aplicado a la poltica. Pero el tema sigue en pie: existe este arte hermtico como disciplina enseable? Nosotros creemos que s, y que esta disciplina es la metapoltica.

    La metapoltica tiene dos caras o aspectos bien determinados: uno, el estudio de las grandes categoras que condicionan la accin poltica (homogeneizacin cultural, pensamiento nico, polticamente correcto, light o dbil, monotesmo del libre mercado, consenso como mtodo, etc.) y, otro, el arte hermtico de la conduccin (psicologa de las masas, persuasin y discurso poltico, determinacin del enemigo, kairs o tiempo oportuno, cultura meditica, el retiro de Dios, al decir de Len Bloy, etc.).

    Hoy nuestros dirigentes, sobre todo los del mundo bolita, los de las sociedades perifricas, necesitan de la metapoltica como el pez del agua para vivir, de lo contrario seguirn convalidando con su accionar decisiones tomadas en otro lado, en los centros de poder mundial, reidas con la defensa de nuestros intereses ms propios.

    Y ello es as, porque nadie puede dar lo que no tiene y nuestros dirigentes carecen de un conocimiento en profundidad de lo que acontece en el mundo. Especficamente no entienden, no inteligen = intus legere: leer adentro, no pueden leer adentro, en la oscuridad del mundo, para tomar el ttulo del artculo de Baroja. Tienen avidez de novedades pero se agotan en ellas porque no las pueden repensar o elaborar desde ellos mismos. Esto es, no les pueden dar el carcter de genuino, de propio. Estas novedades siguen siendo en ellos un remedo, una mala copia de lo pensado por otros y para otros.

    Metapoltica y Tradicionalismo

    Este trabajo tiene su razn de ser en dos motivos: uno, a propsito de una carta de nuestro amigo el talo-americano Primo Siena sobre algunos puntos en disputa acerca de lo que entendemos por metapoltica8 .Y dos, pretende dar a conocer, aux parvenus au champ des tudes tradicionnelles, una ptica poco conocida y mal comprendida como es el sentido de tradicin para Occidente, esbozado hace ya veinticinco aos por Elas de Tejada, a propsito del tradicionalismo hispnico, en un estudio excepcional en homenaje a Julius Evola9.

    Los trminos tradicin y tradicionalismo han sido tomados, al menos, en dos sentidos diversos. Para el denominado tradicionalismo filosfico que se nutre con autores contemporneos tan significativos como Ren Gunon, Julius Evola, Frithjof Schuon, Titus Burckhardt, Ananda Coomaraswamy, Antonio Medrano y en nuestro pas Vicente Biolcati, la tradicin est edificada por un cmulo de conocimientos que han constituido un saber primordial comn a todas las civilizaciones. La elucubracin sobre la sabidura prstina es el objeto primero de esta corriente filosfica. Para ello recurre al estudio detallado de los ms diversos textos sagrados o

    8 La metapoltica es una disciplina filosfica que se ocupa a travs del mtodo fenomenolgico-hermenutico del estudio de las megacategoras que condicionan la accin poltica.9 Julius Evola desde el tradicionalismo hispnico, en revista Graal, Madrid, junio 1997.-

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  • pseudosagrados de la antigedad buscando all rastros, testimonios o trazas acerca del saber ancestral primigenio.

    Esta tradicin, por principio, no est asentada en ninguna poca histrica y es por ello ahistrica y de origen no-humano. Afirmamos que el tradicionalismo filosfico es ahistrico porque el objeto de su estudio, esto es el saber primordial no est ubicado en ninguna poca histrica. Por lo tanto nos parece inadecuado pretender clasificarlo de metahistrico como sugiere Primo Siena. En todo caso podra decirse que este tradicionalismo es suprahistrico en la medida en que el mito constituye el elemento primario a partir del cual se parte hacia el conocimiento de la tradicin nica. Ella se puede encontrar en todos los pueblos. As Evola la encontr en la India en la va hind del tantrismo de la mano izquierda, Gunon en el islamismo egipcio donde se rebautiz como Abdel Wahed Yahia o Coomaraswamy en los indios pieles rojas de los Estados Unidos.

    La segunda acepcin de tradicin nos la ofrece el tradicionalismo occidental que se proyecta en Occidente bajo la forma de "tradiciones nacionales". Esta tradicin no est fuera de la historia como la anterior versin sino inserta como cosa valiosa en la sangre viva de los pueblos. La tradicin es ac entendida como traspaso de valores de una generacin a otra. Valores que dan sentido a la existencia de nuestras naciones dentro de la historia del mundo.

    Es indudable que esta tradicin se nutre de una metafsica pero no ya como ciencia de los mitos en tanto que mitos sino como "ciencia del ser en tanto ser y sus atributos esenciales" segn la concibiera la filosofa griega y luego, toda la philosophia perennis. Es la prtes philosophas, la filosofa primera. Porque "el problema del ser, va a decir nuestro maestro, en el sentido de la pregunta qu es el ser? es el menos natural de todos los problemas, aquel que el sentido comn nunca se plantea, el que las tradiciones no occidentales jams han barruntado ni rozado...es una pregunta eternamente aportica. Siendo ello as se concibe que el orden de la investigacin para nosotros (quoad nos) sea inverso al orden del saber en s, y que la humana filosofa no llegue nunca a identificarse con el orden que pertenecera a un saber ms que humano"10.

    Y es ac, en la meditacin sobre el ser en tanto ser donde brilla con luz propia lo ms granado de la inteligencia occidental. Son los metafsicos stricto sensu 11 - desde Herclito a Heidegger - los que han des-cubierto el sentido de la altheia del ser del ente. Este camino es el ms arduo y difcil al que la humana fortaleza pueda someterse. Caracterizado por los grandes msticos como el de la noche oscura. Kant deca "es buscar un gato negro en una pieza oscura, cuando a lo mejor no existe". Nuestro Castellani hablaba de "hombres raros que pretendan conocer las causas. De estos hombres algunos los han matado, otros los han desterrado y en general han sido pobres"12.

    Distinciones, por aquello de distinguere ut iunguere:

    En verdad, Elas de Tejada se limita a hablar de tradicionalismo espaol ms que hispnico. Porque este ltimo concepto supone una extensin mayor a la atribuida por nuestro autor, cuando afirma: "Nosotros los carlistas, creemos en una tradicin elaborada por nuestros mayores, no encarnada en un mito indemostrable"13. No es necesario ser muy sagaz para percatarse que, an cuando pudieran existir carlistas en otras latitudes, el carlismo como conditio sine qua nom de tradicionalismo est limitado a Espaa. Ello nos obliga a nosotros, los hispanoamericanos, a realizar tambin el esfuerzo de explicitar nuestra tradicin. Y para ello nada mejor que seguir distinguiendo.

    El tradicionalismo espaol que tiene sus fuentes tericas en Juan Donoso Corts, Juan Vzquez de Mella y ms modernamente en Elas de Tejada 14, al definirse antes que nada como carlista y monrquico posee una marcada connotacin poltica. No slo por sus autores

    10 Aubenque, Pierre: Le probleme de l`etre chez Aristote, PUF, Paris, 1962, p.2211 Decimos stricto sensu porque hoy da se llama metafsico a cualquier charlatn o iniciado de la new age12 Castellani, Leonardo: Elementos de Metafsica, Ed.Dalia, Bs.As. 1951,p.11.13 Op.cit.,pag.51

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  • emblemticos -Donoso y Mella - polticos los dos, quienes le dan el tono al tradicionalismo espaol sino que adems en el campo de su meditacin filosfica se ocupa primordialmente del "derecho natural", disciplina con una proyeccin poltica incuestionable. Por el contrario, el tradicionalismo hispanoamericano no es poltico sino ms bien cultural. No es ni carlista ni monrquico. Ni siquiera lo puede ser, dado que su primera manifestacin poltica puede localizarse en los movimientos criollos de la Independencia y su oposicin a la monarqua espaola. Pero cabe destacar que su fuente de existencia es muy anterior a la primer dcada del siglo XIX, nace exactamente con el abrazo colosal que se dan en la lucha y en el lecho ibricos y americanos desde el momento en que Coln holl las playas de Guanahan.

    Para hablar con precisin nuestro tradicionalismo es metapoltico pues quiere ser la explicitacin de las "figuras o arquetipos" que ha dado Amrica. El gaucho, el montubio, el ladino, el coya, el huaso, el cholo, el llanero, el charro, el borinqueo etc. quienes siendo de genuina estirpe hispnica nos distinguen de Espaa y Portugal. Ni tan espaol ni tan indio dira Bolivar.

    Este tradicionalismo tiene tericos en cada uno de nuestros pases, en Argentina se destacan Sarmiento, Hernndez y Lugones quienes han explicitado ms acabadamente la figura del gaucho y su contexto histrico-cultural. A ellos deben sumrsele "los costumbristas" como Justo P.Senz, Martiniano Leguizamn, Miguel Etchebarne, Carlos Villafuerte y tantos otros. Lo mismo puede decirse de cada una de las veinte repblicas y sus respectivos arquetipos que conforman esta Patria Grande que es Iberoamrica.Resumiendo entonces, sostenemos que existen al menos tres tipos de tradicionalismos: el filosfico, fundamentalmente especulativo y ahistrico; el tradicionalismo espaol vinculado al carlismo y la monarqua espaola y el tradicionalismo hispanoamericano que es metapoltico pues se funda en la explicitacin de las figuras o arquetipos que ha dado Amrica.

    La metapoltica como rescate de la poltica

    Aquellos que nos conocen saben que desde hace aos15 venimos bregando a favor del estudio de la metapoltica como una ciencia interdisciplinaria que incluye, entre otras, filosofa, politologa, sociologa, teologa, economa, literatura, historia, antropologa cultural.Ciencia que estudia las grandes categoras - hoy globalizacin, homogeneizacin cultural, pensamiento correcto, igualitarismo, pluralismo, participacin que condicionan la accin poltica de los gobiernos de turno.

    En estos das nos lleg desde Chile el extra-ordinario primer libro en castellano del pensador italiano, radicado all, Primo Siena: La Espada de Perseo, que lleva como subttulo Itinerarios metapolticos.

    El por qu de un ttulo: Perseo, hijo de Zeus y de Dnae est representado en la escultura de Cellini sosteniendo por los cabellos con la mano izquierda la cabeza de la gorgona Medusa y con la derecha la espada con que la decapit. Destaquemos que la Medusa tena serpientes por cabellos, lengua saliente y un rostro tan feo que quien la miraba quedaba petrificado por el terror y recordemos que el sentido prstino de Pterseus es el destructor.

    Primo Siena mostrando una solvencia intelectual envidiable elige a Perseo y su espada como la imagen de la metapoltica, con lo cual ha venido a confirmar y profundizar el sentido que ha tenido

    14 Se destacan adems por sus trabajos Rafael Gambra, el estadounidense Federico Wilhelmsen y el actualmente Miguel Ayuso.15 Buela, Alberto: Qu es metapoltica, en revista Disenso, Buenos Aires, primavera de 1997. Luego publicado en infinidad de revistas de las ms diversas latitudes, e incorporado al libro Ensayos de Disenso, Ed. Nueva Repblica, Barcelona, 1999 y en este libro como primer captulo.

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  • la metapoltica para su maestro don Silvano Panunzio, autor del imperdible trabajo Metapolitica. La Roma eterna e la nuevo Gerusalemme.

    As la gorgona Medusa representa la accin poltica sombra, corroda por las fuerzas oscuras, los servicios de inteligencia poltica y financiera, la poltica de logia, donde la decisin es tomada antes que la deliberacin, y sta es transformada en un mero simulacro. La poltica de los diferentes y poderosos lobbies, la poltica de los poderes indirectos internacionales, en una palabra, las fuerzas ocultas de la criptopoltica.Y por otro lado tenemos a Perseo el destructor que viene con su espada a desarmar el andamiaje de la criptopoltica con su mensaje metapoltico de disidente nato. Es aquel que plantea otro sentido al orden de las ideas y las acciones polticas de turno y vigentes. Aquel que va a plantear el orden estrictamente pblico de la poltica. Y esta afirmacin de recuperar el carcter pblico y notorio de la poltica como arquitectnica de la sociedad es lo que viene a rescatar la metapoltica stricto sensu.

    La corrupcin de la poltica por la criptopoltica, denunciada ya por don Silvano Panuncio all por 1979, adquiere en este libro de Primo Siena la continuacin adecuada y atingente. El nos va a mostrar a lo largo de trescientas cincuenta pginas no solo su itinerario intelectual metapoltico segn consta en el subttulo del libro, sino que nos va a introducir en temas especficamente americanos como la vocacin metapoltica de la Amrica romnica y el de la Virgen de Guadalupe y el destino escatolgico de Iberoamrica, que nosotros tuvimos el honor de publicar en la revista Disenso all por verano de 1997.

    Esta corrupcin de la poltica por la criptopoltica nace cuando se invierte la jerarqua del poder y se lo funda en el miedo, el terror o el dinero y no en el servicio. Esta corrupcin nace cuando la poltica pierde todo su sentido trascendente para ocuparse, en el mejor de los casos, de administrar los conflictos. Esta corrupcin nos exige la accin constante y decidida de la metapoltica para reposicionar la poltica autntica desalojada de su lugar natural.16

    Saludamos este logrado esfuerzo intelectual y lo valoramos como un verdadero aporte a los estudios sobre metapoltica.

    Comentario al margen

    Un comentario final nos trae esta meditacin y es que en nuestras sociedades de consumo solo los sindicatos han conservado accin poltica como poltica pblica al margen de la criptopoltica. Y ello es por dos motivos. Primero porque son creaciones libres de los trabajadores en defensa de sus intereses laborales (no son productos de lobbies como las ONGs) y segundo porque la contrapartida de ellos (la patronal) nunca puede ser un sujeto difuso como las sociedades off shore y cosas por el estilo, sino que se busca siempre que el empresario sea un sujeto concreto y jurdicamente establecido y ubicable. Caso contrario se caen las paritarias.De modo que la instrumentacin de una metapoltica es una necesidad para la conservacin de su propia existencia.

    Lo polticamente correcto y la metapoltica

    En estos das nos ha llegado desde varios lados un reportaje al militar franco-ruso, ahora devenido ensayista, Vladimir Volkoff, sobre lo polticamente correcto. Las respuestas que da Volkoff son acertadas pero insuficientes, pues l limita lo polticamente correcto a un problema del decir: circula a travs de nuestro vocabulario. El vocabulario polticamente correcto es el principal

    16 Siena, Primo: La espada de Perseo, Ed. Univ. Gabriela Mistral, Santiago de Chile, 2007, p. 23.-

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  • vehculo de contagio.

    Es cierto que lo polticamente correcto, en ingls denominado political correctness, tiene que ver con una forma de decir; por ejemplo a un negro llamarlo "hombre de color", hablar de interrupcin del embarazo en lugar de aborto, invidente en lugar de ciego. Pero hay que dar un paso ms en busca de su fundamento, sino simplemente nos quedamos en la descripcin del fenmeno.

    As lo polticamente correcto es todo eso que dice Volkoff: el "todo vale", el cristianismo degradado, el socialismo reivindicativo, el freudismo antimoral, el economicismo marxista, el igualitarismo como punto de llegada y no de partida, la decadencia del espritu crtico, practicado por intelectuales desarraigados, que confunden el bien y el mal. Pero todo ello no alcanza para asir su naturaleza, esencia y fundamento. Incluso Volkoff afirma que: es de imposible definicin.

    Adems, est el hecho bruto e incontrovertible de que existen temas y problemas polticos de mucho peso en la historia del mundo que no son tratados por ser polticamente incorrecto hacerlo, por ejemplo: el poder judo en las finanzas internacionales y en los medios masivos de comunicacin o el poder de las sectas e iglesias cristianas al servicio del imperialismo. Vemos con estos solos ejemplos como lo polticamente correcto no se limita al decir o al dejar de decir, como sostiene Volkoff.

    As hay temas y muchos, que no son tratados ni meditica ni privadamente por ser polticamente incorrectos: la jerarqua, el disenso, la disciplina, el arraigo, la pertenencia, las virtudes, el deber, el herosmo, la santidad, la lealtad, la autoridad, etc.

    Nosotros sin embargo creemos que lo polticamente correcto se apoya y tiene su fundamento en el denominado pensamiento nico. Pensamiento que encuentra su justificacin en los poderes que manejan y gobiernan este mundo terrenal y finito que vivimos.

    Podemos definir lo polticamente correcto como la forma de hacer y decir la poltica que se adecua al orden constituido y al statu quo reinante. Es por ello que el simulacro y el disimulo, la amplia calle de la accin y el discurso poltico contemporneo, tienen en lo polticamente correcto su mejor instrumento. Hoy la poltica es entendida y practicada como un como si kantiano. Se piensa y se acta como si se pensara y se actuara de verdad. Es por ello que los gobiernos no resuelven los conflictos sino que, en el mejor de los casos, los administran. Nos tratan de mantener siempre en una pax apparens como agudamente ve Massimo Cacciari, filsofo y actual intendente de Venecia.

    Y por qu hablamos de pensamiento nico? Porque hay una convergencia de intereses de los distintos poderes que manejan este mundo que necesita ser justificada y su justificacin se halla en el pensamiento nico, que est constituido por el pensamiento social, poltica y acadmicamente aceptado. Esto prueba como lo han demostrado intelectuales "polticamente incorrectos" como Michel Maffesoli, Massimo Cacciari, Danilo Zolo, Alain de Benoist, Gnter Maschke, Javier Esparza y tantos otros, que existe una "polica del pensamiento" (los Habermas, Eco, Henry-Levy, Gass, Saramago -en nuestro pas los Aguinis, Sebrelli, Verbisky, Feinmann, Grondona, etc.-) que determina en forma "totalitariamente democrtica" quienes son los buenos y quienes los malos. A quien se debe promocionar y a quien denostar o silenciar. Es le totalitarisme doux propre des dmocraties occidentales del que nos habla Mafffesoli.

    Esta polica del pensamiento es una, como es uno el pensamiento nico y como lo es tambin uno el sistema de intereses de los poderes mundiales, ms all de sus aparentes diferencias ideolgicas. Pern a esto lo llamaba sinarqua17, que el pensamiento polticamente correcto se encarg de negar y burlarse.

    No se puede hablar en profundidad de lo political correctness sin estudiar aquello que constituye 17 El concepto de sinarqua significa que poderes pblicamente contrapuestos convergen muchas veces en la realizacin de polticas comunes que van dirigidas a su propio beneficio y, en general, perjudican los intereses vitales de los pueblos

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  • la pense unique tan bien descripta por Alain de Benoist, Ignacio Ramonet o Vitorio Messori. Y no se puede hablar del pensamiento nico sin hacer referencia a la unitaria madeja de intereses que sostiene el funcionamiento de los poderes indirectos, en muchos casos ms poderosos incluso que los mismos Estado-nacin. Todo ello a su vez tiene una fuerza coercitiva que es "la polica del pensamiento" que funciona en forma aceitada hasta en el ltimo pueblito de la tierra.

    Esta tenaza poderosa de dinero, poder poltico y prestigio intelectual es la que presiona sobre la vida de los pueblos para el logro de la homogenizacin del mundo y las culturas en una sola. Esta tenaza es la expresin acabada de un mecanismo perverso de alienacin existencial de las naciones que pueblan la tierra. Y es en vista a la denuncia de este mecanismo perverso, donde se juntan lo polticamente correcto, el pensamiento nico, los poderes indirectos y la polica del pensamiento, que buscamos hacer una observacin crtica a lo sostenido por Volkoff.

    La tarea de desmontaje de lo polticamente correcto es una tarea correspondiente stricto sensu a la metapoltica pues esta disciplina con el estudio de las grandes categoras que condicionan la accin poltica de los gobiernos de turno es la que nos brinda las mejores condiciones epistemolgicas para el conocimiento de aquello que nos hace padecer lo polticamente correcto como vocero del pensamiento nico impuesto a su vez por la polica del pensamiento. Lo polticamente correcto al transformar sus propuestas y temas en el lugar comn, puede ser desarmado con el uso de la metapoltica que para Giacomo Marramao convierte a la divergencia en un concepto de comprensin poltica.

    Con lo cual llegamos finalmente a constatar que para comprender acabadamente la poltica y lo poltico estamos obligados a desmantelar el andamiaje de este crculo vicioso conformado por lo polticamente correcto, el pensamiento nico, los poderes indirectos y la polica del pensamiento que se retroalimentan entre s en una totalidad de sentido, que en nuestra opinin produce ese gran sin sentido que caracteriza a la poltica mundial de nuestro tiempo. Y para lograr ello tenemos que practicar el ejercicio de la metapoltica.

    Metapoltica de lo social

    El fenmeno de lo social es estudiado por las denominadas ciencias sociales sociologa, derecho, economa, poltica, etc.- las que rara vez se preguntan por la naturaleza de lo social. Hace ms de medio siglo Ortega y Gasset en El hombre y la gente haca notar esta observacin. As Augusto Comte, el padre de la sociologa moderna, en su voluminosa obra de ms de cinco mil pginas no alcanza a llenar una hoja sobre el tema. Lo mismo sucede con los Principios de filosofa de Spencer. Otro tanto pasa con el Curso de Sociologa de Durkeim. En una palabra, no ha sido suficientemente estudiada la naturaleza de lo social. Es que las circunstancias especiales -histrico poltico, filosficas- que enmarcaron el nacimiento de la sociologa contribuyeron a privar de claridad a la mente sobre la esencia de la sociedad: de un lado el positivismo, preconizador de que la nica fuente de conocimiento es la experiencia, engendr las corrientes naturistas que quisieron hacer de la sociologa una mera ciencia de la naturaleza (parecida a la fsica, la geografa o la botnica); y, por otro lado, las direcciones romntica y hegeliana, a cuyo calor se produjeron tambin importantes conatos de sociologa que intentaron concebir la sociedad como una realidad substante e independiente de los seres humanos que la integran tratando de explicarla como un alma colectiva de naturaleza psicolgica (tal la tesis romntica) o como un espritu objetivo a manera de sistema dialctico de ideas (segn pretendi Hegel) 18, ha sostenido ese gran pensador del derecho y la sociologa que fue Recasens Siches. Vemos como la aproximacin al fenmeno slo se puede realizar vlidamente desde la filosofa y ms especficamente desde la metapoltica, pues la sociologa no puede preguntarse por su fenmeno originario sino haciendo filosofa. Y entonces, alguno preguntar. Desde cul filosofa o corriente filosfica?. Desde el realismo crtico que est apoyado en la ontologa clsica y desde la metapoltica como disciplina 18 Recasens Siches, Luis: La definicin de lo social, Buenos Aires, Ed. Lumen, 2000, p.11

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  • especfica, por ser sta aquella que estudia en sus fundamentos las grandes categoras que condicionan las accin social y poltica de los hombres en comunidad.

    La tarea de revisin crtica en sociologa respecto de la definicin de lo social la inici en el siglo XX el alemn Georg Simmel (1858-1918) para que se terminara con el vago enciclopedismo que haba dominado hasta su poca y propuso su teora de la interaccin de las formas sociales. Vino luego la mxima figura de la sociologa europea Max Weber (1864-1920) con su teora del obrar social, pero poco suministr al esclarecimiento de la naturaleza de lo social.Lo siguieron a l durante todo el siglo XX socilogos de la talla de Talcott Person, Robert Mac Iver, Pitirim Sorokin, Francisco Ayala y nuestro Alfredo Povia entre otros, que si bien, buscaron distintas aproximaciones al tema, siempre qued latente la necesidad de revisin crtica sobre los supuestos y fundamentos, objeto, mtodo y alcances de las ciencias que se ocupan de lo social.Este es el hecho cierto y sobre el que vamos a intentar telegrficamente una respuesta desde la metapoltica, esto es, desde la metafsica de la poltica, la sociologa y la economa.

    La ontologa de lo social

    As titul nuestro viejo maestro en filosofa don Diego Pr (1915-2000) un trabajo suyo sobre el tema 19 pues es desde el punto de vista ontolgico que nos vamos a preguntar qu clase de ser es eso que llamamos lo social.Es sabido que existen diversas regiones o dominios del ser y que el ser se dice de muchas maneras. As est lo inorgnico, lo orgnico, lo psquico, lo espiritual, lo trascendente y que al mismo tiempo el ser se dice tanto de la sustancia o sujeto como de los accidentes que lo acompaan. El trmino ser no significa lo mismo si se aplica a Dios, a la mesa, al hombre o a la sociedad. Son dominios diferentes del ser, si se quiere de lo real. As podemos decir que Dios es el que es, el ser absolutamente expresado con ese trmino, la mesa un ser corpreo de naturaleza artificial pues fue necesario la intervencin de un carpintero como causa eficiente y de la madera como causa material, el hombre un ser psicofsico y lo social un ser en relacin de unos con otros.Y as como existen diversos dominios del ser como acabamos de ver tambin sabemos que el ser propiamente dicho se dice en muchos sentidos 20 , y con ello queremos significar que existen varias categoras en cada dominio del ser, y que estas categoras son la de sustancia y sus mltiples accidentes. Entre los diez considerados, aquellos a los cuales se pueden reducir los dems son: la cantidad, porque sigue a la materia, la cualidad que sigue a la forma y la relacin que se tiene con respecto a otro. La filosofa ha deducido las categoras por el modo de predicacin.Destaquemos a travs de un ejemplo la relacin entre la sustancia y los accidentes, tomemos el caso de un sombrero del que se puede decir que es, y que es de tal color y que es distinto a otro sombrero. Entre las tres acepciones del trmino es, aplicadas al sombrero en s, al color y a la desigualdad, hay diferencias abismales. El es del sombrero indica el carcter de sustantivo, de sustancia, es decir, algo con existencia propia que no necesita de otro para ser, en cambio el es del color est apoyado sobre otra cosa, en este caso el sombrero, es una cualidad. Y finalmente, el es de la desigualdad es algo que existe entre dos cosas (los dos sombreros comparados), no es ni una sustancia, ni una cualidad sino una relacin.La primera conclusin a que arribamos desde la metapoltica acerca del ser de lo social es que ste se expresa a travs de la categora de relacin.

    Detengmonos ahora para analizarla un poco ms detenidamente. Es difcil explicar la naturaleza de la relacin porque de todas las categoras es la que posee el mnimo de entidad, pues su ser es

    19 Pr, Diego: La ontologa de lo social, Mendoza, Revista Cuyo 1985/8620 Es Aristteles el que ense de una vez para siempre en el libro E de la Metafsica: pi , pi.

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  • referirse a otro. Prs ti, la denominaban los griegos y ad aliud se habere los romanos. Ella expresa el sentido del orden que encontramos en la naturaleza y en el cosmos. Sirvi a la teologa catlica para explicar el misterio de la Santsima Trinidad mediante trminos de relacin: Padre, Hijo y Espritu Santo.Mientras que para el idealismo alemn la relacin primaba sobre el ser, pues la posibilidad de ser no consista en otra cosa que en el acto de pensar. Lo cierto es que la relacin al ser, como un puro referirse a, caracteriza en forma adecuada el fenmeno de lo social, donde hay un orden de una institucin a otra y de unos hombres a otros.Gracias a la relacin podemos explicar lo propio del hombre, es decir, aquello que tiene carcter de permanente y regular como lo es el appetitus societatis de donde nacen la familia, la comunidad, las asociaciones, las costumbres y creencias. Porque la relacin nos da y nos explica la razn de orden de esta variedad de partes que tienden a un fin en la constitucin de lo social.Esta meditacin nuestra ofrece un ments claro y contundente a todas aquellas teoras sostenidas por muchos socilogos del siglo XIX y algunos del siglo XX que pensaron la sociedad como un ser sustancial ya sea como un organismo gigante, como un alma nacional o como un espritu objetivo. El fracaso de todas estas invenciones sustancializadoras de lo social- sobre todo el Estado concebido como algo substante- y los zafarranchos sociales que se han llevado a cabo en su nombre han sido en el siglo XX innumerables y desastrosos. Ello nos obliga a tratar de pensar lo social sobre bases ms serias y profundas como las que nos devela el estudio de la metapoltica.Concluyamos esta especulacin terica afirmando que la categora en que se expresa lo social es la de relacin, aquella de entre todas las categoras del ser la menos sustancial, que tiene su ser en la vinculacin de unos con otros expresado en el sentido antropolgico de las instituciones o asociaciones.

    II

    Aspectos de un mundo homogneo

    Llegando a las postrimeras del siglo XX y saltados ya al siglo XXI podemos constatar que el hombre es sometido por los diferentes mass media a adoptar valores y creencias de una manera mecnica; esto es, no libre.No le est permitido deliberar antes de adoptar una posicin. No puede emitir, como pretenda Cassirer21, respuestas demoradas; sino que est condicionado intelectual y emotivamente de forma tal que slo puede responder con reacciones y no con respuestas.En todos los mbitos del hacer, del obrar, del querer y del pensar podemos observar lo que hoy en da, merced a la influencia de la lingstica, se denominan relatos , y que antao se denominaban ideas fuerza, que se usan y se adoptan sin someterlas previamente a un juicio crtico. As tenemos por ejemplo en el mbito del hacer la infinidad de bodrios que pasan por obras de arte, sea de la plstica, la msica, la escultura, la arquitectura, la televisin, el cine, las artes grficas, etc.,etc. El lector atento encontrar miles de ejemplos en cada rama, lo que nos obvia de enumerarlos.En el mbito del obrar, el relativismo cultural, en donde Mozart vale tanto como un tamborillero de murga, ha diluido totalmente el criterio de verdad que nos deca que existe una norma de verdad absoluta: hacer el bien y evitar el mal. En cuanto a los dominios del querer y del pensar, el primado de conciencia inaugurado por Descartes, quien busc en el pienso luego existo- en el interior del sujeto la verdad- subjetiviz la percepcin y manifestacin de aqulla. Y as hoy tienen vigencia planetaria las manifestaciones filosficas ms caprichosas y los quereres ms arbitrarios.

    21 Cassirer, Ernest: Antropologa filosfica, FCE., Mxico, 1964, p. 60

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  • As Richard Rorty22, que la va hoy de principal filsofo norteamericano, pone en plano de igualdad las meditaciones de Heidegger con los cuentos de Dickens. Argumentando que la filosofa es tan occidental como la novela y no menos inseparable de la democracia que aqulla. Pero como en filosofa, siempre segn Rorty, no existen argumentos slidos sino que se est de acuerdo en la conclusin, la literatura al tener mayor fuerza expresiva produce un ms eficaz convencimiento.Ante todo esto y mucho ms, que sera mprobo enumerar, nosotros en tanto filsofos no comformistas, ofrecemos en el presente trabajo, en primer lugar, una crtica a tres visiones del mundo que se complementan: la del mundo igualitario y su proyecto poltico representado por la democracia liberal; la del mundo stndard y su proyeccin a travs de la primera y segunda revolucin industrial, con la exaltacin de la tcnica y la veneracin de la tecnologa; y finalmente, la del mundo frvolo o light y su manifestacin mediante la blanda o soft ideologa sobre el mundo todo uno, como el de nuestros das.

    El mundo igualitario

    El mundo igualitario hunde sus races histricas en el segundo de los lemas de la Revolucin Francesa de 1789: lgalit.Este apotegma, indiscutido e indiscutible, ha logrado despus de dos siglos de machacona perseverancia hacer de la igualdad la base de todos los discursos de y sobre el hombre. Primero lo fue en el plano econmico, con la igualdad de oportunidades que nos brinda la ley de acero del liberalismo: la ley de oferta y demanda. En lo social con la propuesta del marxismo de la sociedad comunista de los productores asociados. Luego en el plano religioso donde los sacerdotes dejaron de hacer lo sagrado como su nombre lo indica, para abrir paso a una cristiandad partida en sectas, tantas como cristianos oportunistas se presentan. Finalmente, en el plano filosfico, cuando se declara la muerte de Dios, porque lo iguala por lo bajo con el superhombre.Este avance del igualitarismo en todos los dominios de la actividad humana (hacer, obrar, pensar) ha desembocado en el mundo de hoy con su propuesta ms genuina: el nuevo orden mundial, que no es otro que la homogenizacin del mundo bajo un solo totalitarismo de carcter planetario.Aparece entonces como el logro final del igualitarismo, el totalitarismo ms atroz y sutil a que se encuentre sometida la existencia del hombre y de los pueblos. Aquel que no ofrece ni el mnimo pliegue para realizar la existencia autntica y un desarrollo poltico-social soberano.El igualitarismo muestra hoy descaradamente la falsedad de sus propuestas y la vergonzosa paradoja de sus postulados. As en lo poltico nos ofreci la democracia igualitaria, cuando el ciudadano jams participa de ninguna decisin poltica. En lo econmico nos propuso la economa de mercado, y solo logr que el pez grande se coma al pez chico. En lo social nos prometi una sociedad sin clases y, de hecho, nos someti a la dictadura social de los diferentes lobbies. En lo religioso nos brind una religin a nuestro gusto y placer y, lo cierto, es que quedamos abandonados a merced de los mercachifles de lo sagrado, como lo son los pastores electrnicos. En lo filosfico nos propuso al hombre nuevo, al hombre autntico y nos transform en homnculos. El discurso igualitario es uno de los relatos ms significativos de la modernidad. Y se encuentra a la altura de aquellos otros como: a) el progreso indefinido, que es tal cuando el solo hecho de progresar se convierte en sentido del progreso, b) el lucro y su propuesta de la sociedad de consumo con el homo consumans, en donde la mercanca es el medio de canje para logar dinero y no el dinero el medio de canje para lograr mercanca, c) el poder omnmodo de la razn y su consecuencia, la sociedad tecnificada y su ideal de hombre como homo faber.El igualitarismo nos introduce en la etapa de la nivelacin en la historia del mundo. Quiebra toda idea de jerarqua en donde, aparentemente, nadie manda ni nadie obedece, pero lo cierto es que el igualitarismo es un totalitarismo sutil y despiadado en donde mandan unos pocos. El totalitarismo de los diferentes lobbies que funciona ms all de las instituciones de la democracia liberal. Lobbies que funcionan como logias, en donde la decisin est tomada antes que la

    22 Rorty, Richard: La filosofa y el espejo de la naturaleza, Ed. Ctedra, Madrid, 1989, p. 62

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  • deliberacin. La deliberacin se transforma as en una parodia que viene a justificar la decisin tomada de antemano.Vemos como el mundo igualitario es una gran mentira, porque tanto la igualdad poltica, social, cultural y econmica no dejan de ser presupuestos ideolgicos, dado que no estn garantizadas la igualdad de posibilidades de aquellos que intentan libremente manifestarse en dichos planos.El igualitarismo no es una idea sino, estrictamente, un ideologismo pues enmascara una voluntad de poder de grupos o sectores sociales que lo instrumentan. La envidia, como lo ha demostrado Fernndez de la Mora23, es la disimulada raz de los movimientos igualitarios y su motor el resentimiento en tanto odio retenido.La igualdad de posibilidades es la nica igualdad-adems de la matemtica- predicable a ciencia cierta, pues ello nos habla de la participacin de todo hombre sin desventaja en la lnea de partida de los asuntos de la vida. De alguna manera esta igualdad de posibilidades halla su fundamento en la igualdad teolgica de los hombres en tanto hijos de Dios. Es decir, en una igualdad de origen metafsico por participar del mismo ser, pero jams una igualdad igualitarista de participacin en la misma medida. El grueso error de Nietzsche y de sus seguidores en la crtica a la sociedad igualitaria es confundir estos dos niveles de igualdad.La respuesta a este mundo igualitario no debe nacer de una actitud retrgrada postulando una vuelta al pasado, por aquello de que todo tiempo pasado fue mejor, ni menos an mediante una actitud totalitaria de imposicin compulsiva de ciertas pautas y valores, lo que sera una torpeza inconducente reida con la naturaleza de hombre. La respuesta al mundo igualitario debe nacer de lo que nosotros denominamos preferencia de s mismo. Tanto los hombres como los pueblos deben, al intentar una realizacin genuina, partir de este postulado. Claro est, que no para caer en la exaltacin de s mismo o en la infatuacin del corazn, sino para dar cumplimiento a lo que uno, potencialmente, es.

    A nivel poltico la preferencia de s mismo se manifiesta a travs del concepto de soberana de todo Estado nacional, que rechaza, por principio, al cosmopolitismo de un Estado de naciones como propugna Kant 24, y todo el iluminismo antiguo25 y el actual26 que propone constituir un gobierno mundial nico. En cuanto a las formas de gobierno, la democracia liberal es la expresin del igualitarismo. Por ello es un error enorme el juicio del pensador mejicano Octavio Paz cuando sostiene que la democracia moderna est fundada en la pluralidad y el relativismo.la modernidad tolera toda clase de ideas, temperamentos y aun vicios, pero exige tolerancia (Cfr. diario La Nacin, 14/6/92).En realidad la democracia moderna est fundada en el nmero (un hombre un voto), y la pluralidad se entiende dentro de la uniformidad (me visto distinto dentro de la misma moda). Y sta, la uniformidad, se funda en la igualdad. La modernidad, esto es, la democracia bajo su forma liberal no es tolerante absolutamente, como ingenuamente sostiene Paz, sino slo con aquellos que adoptan la forma partidocrtica de expresin. De lo contrario se transforma en totalitariamente democrtica con aquellos que no la adoptan, expulsndolos, incluso, fuera de la humanidad (falta de reconocimiento por los aparatos del Estado, conspiracin del silencio de los mass media).El igualitarismo se manifiesta como fuerza social a travs del ideal de filantropa universal que con su amor a la humanidad, donde el amor es tanto ms valioso cuanto mayor es el crculo a que se refiere; reemplaza as la medida cualitativa de la caridad (el amor catlico) por la cuantitativa del amor filantrpico.La filantropa exige la disolucin de las formas jerrquicas de relacin, y con su impulso hacia lo genrico: la humanidad, ha nacido, como dice Scheler, como protesta contra el amor a la patria y

    23 Fernndez de la Mora, Gonzalo: La envidia igualitaria, Ed. Sudamericana-Planeta, Barcelona, 198424 Kant, Emanuel: La paz perpetua, Madrid, Espasa-Calpe, 196425 Diderot: La Enciclopedia, artculo hombre poltico, Ed. Guadarrama, Madrid, 197026 Finkielkraut, Alain: La Dfaite de la pense, Ed. Gallimard, Paris, 1987

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  • se ha tornado por ltimo, protesta contra toda comunidad organizada 27. Por aquello de que todo orden supone variedad de partes jerrquicamente organizadas que tienden a un fin.

    El mundo stndard

    Es un hecho evidente a todos nosotros que la lengua inglesa se impone como lengua planetaria. El totalitarismo del ingls no deja ningn pliegue de la realidad sin penetrar. El bombardeo masivo e indiscriminado a la manera de la II Guerra Mundial, de Vietnam, de Malvinas, de Irak se realiza sobre nuestras conciencias con palabras, frases y modismos a travs de todos los mass media, 24 sobre 24hs. La defensa se hace estril, porque como dijera Hegel: la cantidad cuando se torna masiva se transforma en cualidad. As nosotros dejamos de preferir (momento nodal) nuestro idioma por otro: el castellano por el ingls. La nocin que vamos a tratar de desentraar es la de stndard. Este trmino se introduce en nuestro idioma hace algo ms de cien aos, en la poca de la segunda revolucin industrial, con el nacimiento de la produccin en cadena de productos uniformes para consumo masivo y fue aceptado por la Real Academia de la lengua con el slo agregado de un mero acento: stndard. La palabra proviene del latn sto-statum que significa estar de pie o inmvil, trmino que los latinos utilizaban slo para indicar posicin o postura, pero en ingls segn el Collins Dictionary le otorgan un sentido dentico al definirlo como peso o medida a la que todos deben compararse.(Wieght or mesure to which others must conform). Este marcado cambio en la significacin ha hecho que lo stndard equivalga a lo permitido, a lo normal, a lo aceptado. En definitiva a lo bueno. Siguiendo la lgica del trmino podemos afirmar- la realidad lo corrobora a diario- que lo uniforme en todas sus manifestaciones es lo correcto. As aqul que sale de lo comn, el contestatario, el contraventor, el transgresor son todas figuras peligrosas para el mundo stndard. Y obsrvese que decimos el transgresor y no el revolucionario, pues esta ltima es una categora tpica del sistema. El revolucionario progresista de izquierda es una figura incorporada al universo de la sociedad opulenta, por el contrario el contraventor, el transgresor, el marginal son los verdaderos enemigos del mundo stndard, cuya proyeccin poltica es la conformacin de un mundo todo uno. El arquetipo de este mundo stndard es el empleado burcrata, el obrero mecanizado, el poltico regiminoso, el cannigo, el becario, el escritor acadmico, el tecncrata, en definitiva, todos aquellos que colaboran en la construccin de un mundo homogeneizado bajo un mismo y nico proyecto. Negndose as al esfuerzo de explicar su propia identidad a travs del genuino ejercicio de pensar y obrar siendo ellos mismos. Esto es, corriendo el riesgo de ser hombres libres. El mundo stndard mutil al santo por en cannigo, al hroe por el soldado (proviene de soldum= dinero), al genio por el ratn de biblioteca, al tambero y su leche de apoyo por el sachet pasteurizado, al artista por el snob, al artesano por el tcnico.Difcilmente nos percatemos de la mutilacin gravsima ocasionada por la standarizacin Es tal el poder que encierra que su propia denuncia es incorporada como standarizado motivo de estudio. Ejemplo clsico son los miles de ensayos sobre la tcnica, en donde lo menos que se dice es algo sobre ella, a no ser que, se canten alabanzas a la manera de los Julianes Maras. Pero el carcter de extraamiento, de alienacin, de falsificacin o desfiguracin sealado por los Heidegger28 y los Jnger29 ha sido cuidadosamente silenciado, cuando no planteado y presentado de falsa manera. La consecuencia de un siglo de standarizacin ha provocado, segn nuestra opinin, el extraamiento ms profundo del hombre consigo mismo. La pregunta por el ser ntimo, segn la cual el objeto de interrogacin coincide con el sujeto interrogante-el hombre se pregunta por el hombre- ha dejado de plantearse. Dej el hombre de estar abierto a un mundo en donde deba por deliberacin y posterior accin mediatizar la inmediatez de lo dado, para solo vivir con lo

    27 Scheler, Max: El resentimiento en la moral, Ed. Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1964, p. 15228 Heidegger, Martn: La pregunta por la tcnica, Ed. del Serbal, Barcelona, 1994, pp.9 a 3729 Jnger, Ernst: LOperaio, Ed. Volpe, Roma, 1974

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  • dado (cosas e ideas). Ha sido reducido como el animal a un medio ambiente especfico que le impone estmulos de consumo y al que responde con reacciones condicionadas de compra o imitacin y no con respuestas demoradas como debera ocurrir en razn de su jerarqua en el orden de la naturaleza. Este medio ambiente y no ya un mundo produce existencias stndard, uniformes, siempre ms de lo mismo. La sociedad de consumo le ofrece cosas e ideas que le evitan el riesgo de la mediatizacin, recibe un mundo hecho de una vez y para siempre, sin aristas, de ideales unvocos y de respuestas calcadas. Ahora bien, esta seguridad de un ambiente todo uno lo limitan a lo que se piensa, se dice o se obra, a la manera de un simple eslabn de la produccin en cadena, de la produccin stndard. Lo que ha perdido el hombre es, en definitiva, el ejercicio de la sana libertad y su capacidad de crear un mundo para pasar a rifar su existencia en las cosas y las ideas hechas. Su solo fin es durar.Y en cuanto a los pueblos, nunca mejor que ahora se hace evidente la afirmacin del mayor pensador portorriqueo don Antonio S. Pedreira cuando escribiera: Todo pueblo posee un repertorio de convicciones inefables, vivas, escurridizas, que no se puede reducir a nmero. No es posible encarcelar a los hombres en la incmoda jaula de un stndard, fetiche que la democracia ha inventado para evitarse complicaciones que suelen engendrar las diferencias 30.Nos preguntamos entonces, es posible que el hombre de nuestros das, y en particular de nuestras sociedades de masas pueda recuperar su s mismo? A partir de qu nocin, categora o concepto este hombre puede pivotear de manera eficaz con proyeccin en la vida prctica: la tica, la economa, la poltica- la restauracin de su propia identidad?. Nosotros creemos encontrarla en la reinsercin de la nocin de arraigo como categora madre a explicitar cotidianamente. As, la existencia de una economa autocentrada, de una poltica soberana, de una tica genuina, de un arte propio y de una filosofa autntica, slo es posible si logramos otorgar funcionalidad a la nocin de arraigo. La necesidad del hombre de liberarse de la inhospitalidad del mundo-el hombre como animal deficiente de Arnold Ghelen31-de estar a salvo, exige de l que sepa fundar por su propio esfuerzo una proteccin segura, une citadelle al decir de Saint Exupry, una morada que le permita no slo protegerse (sentido negativo), sino sobretodo, encarnar valores, fundar un arraigo (sentido positivo). El hombre, dice Heidegger, es slo en cuanto habita. El hecho de estar originariamente arrojado al mundo exige de l para ganar su ser el esfuerzo de crear su propio arraigo. En el mundo stndard el hombre est en el espacio pero no tiene espacio, carece de la unidad indivisible entre lo que es y lo que tiene. Incluso en las sociedades de consumo tiene ms de lo que necesita para existir (el confort) pero infinitamente menos de lo que necesita para ser, pues est alienado por el consumo y posesin de cosas.Esta relacin axiolgicamente negativa entre confort y alienacin es, entre otras muchas, el signo evidente de una sociedad en descomposicin, que est reclamando a gritos un nuevo rumbo para que la vida sea como pretenda el viejo Aristteles una buena vida (EN 1323 b 29), fin ltimo de la sociedad poltica.

    El mundo light

    Ciertamente que el ingls se ha transformado en la lengua del Estado homogneo mundial, aunque no sea la lengua ms hablada del mundo32. Hoy es la lengua franca, al decir de nuestros mayores. Y light es uno de los trminos de ms uso en nuestros das. El vocablo ingls significa

    30 Pedreira, Antonio: Insularismo, Edil, Univ. de Puerto Rico, Tomo II, p. 9531 Ghelen, Arnold: El hombre, Sgueme, Salamanca, 198032 Hace un tiempo tuvimos que salir al cruce de una mentira a designio que sostena que el castellano era la cuarta lengua ms hablada del mundo para mostrar que era la primera: es falso de toda falsedad, pues el castellano es hablado por 300 millones en Amrica del Sur (incluidos los 12 millones que lo hablan en Brasil), 44 millones en Estados Unidos, 52 millones en Amrica Central y Caribe, y 104 millones en Mxico. En frica lo hablan de 2 a 3 millones, 500 mil en Europa Oriental, 45 millones en Espaa y alrededor de 2 millones ms en el resto del mundo, lo que suma un total de 550 millones de hispanohablantes.

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  • liviano, ligero, luminoso, claro. Con estos sentidos juntos o separados, segn sea el producto que se publicita o la moda que se desea imponer, se lo aplica reiterada y machaconamente. La publicidad que no es otra cosa que poner el ser a la venta y que entiende la existencia como stock-por ej. La existencia de mercadera- golpetea nuestra conciencia ofrecindonos como panacea el caf light, los cigarrillos light, los chiclets light, la leche descremada, en suma, los alimentos light por todos lados. Nos propone la moda light con vestimentas ms prcticas y livianas como el jean y el top, con arquetipos de mujeres delgadsimas y hombres estilizados; que si son barbados usan barba light al estilo del actor yanqui Mike Rourke o nuestro autctono Len Gieco o el poltico espaol Rajoy. La imagen del hombre y mujer propuesta siempre liviana y ligera; lo serio, si se muestra, es como contrapartida ridcula de lo frvolo. Y esto ltimo ha dejado de existir como falencia para equivaler a lo que debe ser.A lo light sigue de cerca lo wet (hmedo) que se aplica a los polticos liberales que son blandos cuando se trata de la cuestin social. As Bush fue wet respecto de Reagan que fue dry (seco).En otro orden pero siguiendo este mismo razonamiento, observamos como la gomina pas de moda para dar lugar al fijador que deja el cabello permanentemente hmedo. Para designarlo se adopt el trmino francs gel que significa helado o fro hmedo. A lo light est vinculado lo soft; que designa al elemento de programacin de los ordenadores que se contrapone a lo hard (duro), que designa la mquina en s misma.La soft- ideologa est constituida por este cmulo de ideas comunes que manejan los mass media en donde desaparecen las ideas de esfuerzo, austeridad, sufrimiento, lucha: al par que la preparacin para asumirlas a travs de los ejercicios de voluntad y la prctica de las distintas virtudes.La vida es asociada a la idea de levedad, liviandad y ligereza. El mundo juvenil se impone como proyecto para los mayores o viejos. Se niega todo conflicto porque en definitiva se niega la nocin de agonista (luchador) para lo que no hay que ser necesariamente fuerte. El hombre deja de ser un agonista para pasar a ser todos juntos protagonistas: Sea Ud. tambin protagonista bla..bla.bla, nos repiten hasta el cansancio los medios de comunicacin masivos.La ideologa soft, eliminando por principio la conflictividad, no transforma nada, est obligada a mantenerse dentro del orden constituido. No modifica el statu quo reinante ni el estado de injusticia flagrante para millones de hombres en el mundo. Al ser simplemente una ideologa del estar ah dentro y con el rgimen de turno (denominado capitalismo neoliberal o socialdemocracia) la soft-ideologa justifica y privilegia las relaciones de fuerza (el poder de los lobbies) por sobre las relaciones de justicia (gobierno en vista al bien comn).Vemos pues como el mundo light encierra en s mismo una profunda contradiccin que dice: construyamos un mundo sin conflictos (razonable) pero sin resolver el conflicto fundamental, la primaca de la fuerza (poder del dinero) sobre la justicia y la ley (la razn sin pasin). Como dijimos, el mundo light tiene como sustrato ideolgico la soft-ideologa, una ideologa que no quiere serlo segn sus voceros. Que se presenta mas bien como un pragmatismo civilizado al que le interesa muchsimo ms la coyuntura que los proyectos a largo alcance. Una ideologa que niega sistemticamente el conflicto, de ah, que su mtodo sea la componenda y la negociacin sin lmite.Todo se negocia y todo es materia negociable. Las sociedades al ir limitando el ideal a la coyuntura dejan de lado los proyectos o modelos nacionales siempre histricos, trabajosos y de larga realizacin, para ir sumndose al carro triunfal de la conduccin nica del Estado homogneo universal. Y al dejar de lado los grandes ideales y limitar la poltica a lo inmediato y al ser su mtodo la negociacin, el poder de las sociedades va distribuyndose ms en los distintos lobbies o grupos de intereses, lo que lleva al primado de la economa sobre la poltica, a todas luces una inversin de valores. En definitiva, la soft-ideologa propone como forma de gobierno la plutocracia mundialista de modelo uniforme y como ideal de vida la liviandad de un mundo sin aristas. El filsofo nipo-americano Francis Fukuyama con su tesis sobre el fin de la historia, donde augura el triunfo

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  • planetario de la cultura de consumo universal y la universalizacin de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano33, es su principal publicista. Mientras que nuestros gobiernos iberoamericanos son sus principales compradores al pretender acceder por la va imitativa del modelo neo-liberal a los goces y beneficios de un supuesto primer mundo. As nuestros gobiernos han reemplazado la poltica agonal, como lucha, por una poltica sin riesgos, sin enfrentamientos, en una palabra por una poltica light. Ello se ve claro en los principios que rigen nuestra poltica exterior; esto son, la negacin de la posible conflictividad con otros Estados y el deseo de establecer relaciones carnales con los centros de poder mundial.

    La identidad, no es la de todos por igual Aquello que amenaza nuestra identidad no es la identidad de los otros sin la identidad pensada de todos por igual. (por favor, lalo de vuelta)Este y no otro, es el problema fundamental a resolver por todo lo que se denomina el pensamiento identitario o no conformista. Si lo pretendemos resolver como lo hace el pensamiento nico, tambin llamado polticamente correcto, caemos en el igualitarismo, fundamento ideolgico de la democracia liberal que piensa a todos los hombres por igual. Y es por ello que cree, a pie juntillas, que la forma de gobierno democrtica es de obligatoria aplicacin universal. Este razonamiento es el que justifica las intervenciones a bombardeo limpio y caoneo de los Estados Unidos por todo el mundo. O aquello que sostena nuestro prcer iluminista Julin Segundo Agero de instaurar la democracia a palos.

    Y si uno niega esto le replican inmediatamente: Ud. no es demcrata, con lo cual lo sacan literalmente de la humanidad y el mundo civilizado, transformndolo en un paria.

    Este presupuesto, prejuicio o preconcepto de la democracia liberal: el igualitarismo, se ve seriamente amenazado por la identidad de los otros. Lo vemos en Europa, con italianos, franceses, ingleses, espaoles y alemanes defendindose tenazmente contra la invasin de los inmigrantes negros y musulmanes, anche iberoamericanos y asiticos. Y es que esta democracia debido a su carcter procedimental est vaca de contenido axiolgico, o peor an, su nico contenido de valor es la igualdad. Pero sta termina siendo simplemente un formalidad expresada en las ecuaciones: a) un hombre un voto, en lo que hace a la representacin poltica. b) el clculo per capita en la distribucin de la riqueza, en economa y c) el hombre reducido a la humanidad civilizada en el mbito de la cultura. Tres formalidades vacuas en poltica, economa y cultura, donde el hombre de carne y hueso como gustaba decir Miguel de Unamuno, se pierde por extraamiento de s mismo.

    Es que el igualitarismo ha buscado erosionar en forma sistemtica las diferentes culturas que componen esto que llamamos mundo en una sola, y al no poder lograr su cometido ve en los otros o las otras culturas una amenaza a su identidad. Y as la vive y as lo expresa.

    Es por ello que resulta incomparablemente ms peligroso para nuestra identidad americana y argentina un supermercado Wallmart o Carrefourt que una mezquita o una sinagoga. Pues aquello que homogeneiza, nivela, iguala a todos por igual, son los grandes supermercados y no las diferentes religiones.

    Nosotros, por nuestra parte, creemos que la identidad hay que buscarla no tanto en aquello que los latinos denominaban idem, lo idntico, sino ms bien en el ipse, el s mismo. As en la

    33 Fukuyama, Francis: El fin de la historia, Rev. Estudios Polticos, Chile, 1990

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  • afirmacin de ser uno mismo y no en la repeticin mecnica de lo idntico, es donde debemos comenzar a bucear la identidad.El igualitarismo y con l su hija putativa, la democracia liberal, entienden el tema de la identidad como la igualdad de lo mismo realizada mecnica y universalmente por todos los hombres parecindose unos a otros lo ms posible. Esto se hace extensible al marxismo-leninismo, tambin hijo de la modernidad, con su ideario de la sociedad comunista de los productores asociados, que no es otra cosa que una visin bastarda, por totalitaria, del igualitarismo liberal.

    Ahora bien, si buscamos la identidad a travs del ipse, esto nos obliga a afirmar que la identidad no es algo hecho de una vez y para siempre sino que es ms bien un hacerse, que se funda en la preferencia de nosotros mismos. Pero este hacerse no se realiza en el aire, no es un flatus cultural, como piensa el mundo progresista y relativista de lo ms adelantado de la democracia liberal como lo es la socialdemocracia europea, sino que debemos buscarlo, o mejor, debe buscarlo cada hombre a travs de la encarnacin de valores que su tradicin cultural ha privilegiado.Es por esto que un gran filsofo como el escocs Alasdair MacIntayre puede afirmar una y otra vez, que todo hombre piensa y acta a travs y gracias a una tradicin cultural que es la que lo determina en lo que es. O como ms cerca nuestro afirma Tucho Methol, no existen los boys scouts del pensamiento, todos pensamos a partir de un contexto de intereses determinados.

    Lo que amenaza la identidad no es la identidad de los otros, que est bien que sean distintos, diferentes, lo que corroe la identidad es proponer la identidad como la igualdad de todos por igual. Porque el hombre(y la mujer) es distinto uno de otro, su rostro as nos lo indica. Y es distinto porque es persona que rene en s los rasgos de ser moral y libre, nico, singular e irrepetible. Un hombre es slo igual a otro hombre en dignidad, porque participa de igual manera de la especie, dira un filsofo o porque los hombres son por igual hijos de Dios, afirmara un telogo, pero un hombre en tanto persona es ontolgicamente diferente a otro.

    En la Amrica Indoibrica a diferencia de Europa, por un problema cultural - nuestra tradicin ms genuina es premoderna de modo que no es ni igualitarista ni liberal- y es por ello que nosotros no nos sentimos amenazados por la identidad de los otros- indios, negros, zambos, europeos- pues todos somos americanos con igual derecho, aunque con diferentes valores. Y aqu en Argentina privilegiamos y debemos privilegiar el mundo de los valores criollos, que no es otro que el mundo de los valores patrios. Eso es todo.

    La formacin de identidades, un proceso activo de transmisin de valores

    Tiene el gaucho que aguantar Hasta que lo trague el hoyo O hasta que venga algn criollo,En esta tierra a mandar.

    La otra Amrica

    Quisiera empezar primero con una distincin de uno de los ms importantes filsofos europeos que se llama Enrico Berti, quien me manda una linda carta en la que dice "Argentina forma parte de laltra America", fjense qu interesante, l no me dice que Argentina forma parte de Latinoamrica, porque no se puede confundir, ustedes saben que hablar de Amrica Latina es la primera colonizacin cultural que sufrimos.

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  • Hernndez Arregui este gran pensador de la izquierda nacional deca, en la ltima edicin de su libro Qu es el ser nacional:"esta versin que el lector tiene a la vista es exactamente igual a la primera salvo en el reemplazo cada vez que lo he estimado necesario del falso concepto de Amrica Latina, creado en Europa y utilizado desde entonces por EE:UU."34

    Con relacin a estos pases se disfraza una de las tantas formas de colonizacin mental. No somos latinoamericanos!, lo hemos explicado una y mil veces y Enrico Berti, uno de los ms eximios estudiosos de Aristteles en el siglo XX, que es un profesor que debe tener como 80 aos ahora, nos dice: "la Altra America" = la otra Amrica. Altra quiere decir otra, en latn se dice alter, de ah alternativa, pero tambin viene de alter, altercado. Y cuando los hombres se pelean se abrazan en la lucha para distanciarse, para tratar de diferenciarse. Altra y alter quieren tambin significar lo diferente, lo distinto. Pero, lo distinto de qu?. La otra de qu, somos nosotros cuando Berti dice laltra Amrica?. Somos distintos de los Estados Unidos que se apropi, entre otras cosas, del nombre de Amrica. Obsrvese que no decimos graciosamente de Norte Amrica, porque tanto Canad como Mjico estn all.

    Esto propicia este tipo de meditacin sobre nuestra identidad, digo "nosotros", por aquello que Mart deca: "Nuestra Amrica", la que nos pertenece por derecho propio.Desde el punto de vista cultural tendra que hablarse de Iberoamrica, para incorporar indubitablemente al Brasil. Nosotros, desde la Segunda Guerra Mundial, no podemos llamarnos americanos porque los estadounidenses se apropiaron no solo de nuestras riquezas, sino tambin del nombre, sin embargo nosotros somos tan americanos como ellos. Se puede tambin hablar de la Amrica criolla aunque alguno que no sea tan criollito se va a sentir desplazado, pero se debe tener en cuenta que uno no es criollo slo por el nacimiento sino que uno se hace criollo en Iberoamrica o Hispanoamrica por ms que este ltimo trmino haya sido desgastado por el uso intensivo que hizo la Espaa de Franco, pero de una vez por todas nosotros tenemos que parar de decirnos latinoamericanos, porque all nosotros nos extraamos por el nombre, nos alienamos al designarnos con un falso nombre. No olvidemos como dice el gran poeta Leopoldo Marechal: No olvides que cuando se elige un nombre, se elige un destino. Si fuera por lo latino los italianos se diran latinos y no lo hacen, porque para los italianos, que son de alguna manera el paradigma del hombre universal (al pasar por la romanitas), son simplemente latinos los que habitan en el Lacio. Pero, si ser grande la falsedad del nombre latinoamericano, que a ninguno de los habitantes de Quebec, del Canad francs, quienes tambin podran decirse latinoamericanos, se les ocurre denominarse as.La de Latinoamrica es una categora de dominacin que crea Chevallier, el canciller de Napolen III, para intervenir en Mxico con su aventura de Maximiliano de Austria, al decir "vamos a salvar a la raza latina", porque queran intervenir en nuestra Amrica. Mientras tanto, un general mejicano de la poca le manda una carta en la que le dice: "termine de luchar en favor de los latinos porque estn matando a los mejicanos". Estas son las paradojas de los trminos. En filosofa siempre hay que empezar por los trminos. El trmino "americano", cuyo origen histrico es por Amrico Vespucio, tiene un origen etimolgico un poco dudoso lo que se sabe es que viene del gtico hmis (casa)- rich (jefe), etimolgicamente quiere decir "el que manda en su casa". As, cuando nosotros mandemos en nuestra casa como los estadounidenses mandan en la de ellos, entonces podremos llamarnos como decan San Martn y Bolivar americanos!.Por otra parte, el trmino "latinoamericano" lo usaron y lo usan los franceses para curarse en salud en el mbito cultural a pesar de que en nuestra ecmene no participaron ni participan en el plano existencial o vivencial. Lo usan los yanquis, y despus lo usa el marxismo a partir de los aos 60 y tambin la Iglesia, con su colegio Po Latinoamericano de Roma para los curas bolitas. Nosotros lo hemos estudiado la obra de Pern y hasta los aos 60 nunca usa el trmino "latinoamericano". Usa los trminos hermanos americanos, usa el trmino "suramericano", ni

    34 Hrnandez Arregui, Juan Jos: Qu es el ser nacional, Bs.As., Plus Ultra, 1973, p. 5

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  • siquiera sudamericano que es un galicismo, americano, hermano americano, continental, como utiliza ese gran pensador peruano que fue Francisco Garca Caldern, que tiene un libro extraordinario de 1909, Creacin de un continente.

    El acceso a la identidad

    Al hablar de "los hermanos continentales", estos hombres que eran de la generacin del '10, del centenario, ven a Suramrica como un continente, como algo que contiene". Y hoy contiene a trescientos cuarenta y seis millones de habitantes que hablan ms o menos la misma lengua, las mismas creencias y han tenido los mismos enemigos.Entonces la identidad de los pueblos se construye a travs de la historia, y de dos elementos fundamentales, los valores y las vivencias que se comparten.Las vivencias son las de carcter histrico que estn determinadas fundamentalmente por los proyectos que se llevaron o se intentaron llevar a cabo y por los enemigos de stos. Los proyectos de San Martn y Bolvar, eran proyectos en comn. Uno vena del norte, otro vena del sur, Y cules eran las vivencias?, las luchas por expulsar al enemigo. En aquella poca el godo, el espaol. Que luego fue reemplazado por los britnicos y posteriormente por los yanquis en el proceso de explotacin y extraamiento a que fue sometida Nuestra Amrica durante estos dos siglos de virtual independencia.Entonces si nosotros sabemos quines somos, podremos determinar al enemigo histrico, que hoy es la potencia talasocrtica por excelencia, con la que no tenemos nada que ver, pues somos mundos diferentes. Nosotros tenemos una tradicin que es grecorromana, hispano-catlica, caudillista. Tenemos una representacin por medio de lo que llamaban los medievales "acclamatio" en castellano, aclamacin que es la democracia directa. Fjense que todava perdura en los gremios, se vota por aclamacin, que es la democracia directa. As desde la poca colonial a nuestros das tenemos ejemplos. Cmo se hace nombrar Irala gobernador de Asuncin? Por aclamacin de sus huestes. Cmo lo proclama a Pern el pueblo en 17 de octubre de l945?: Por aclamacin en la Plaza de mayo. Hoy las Asambleas populares y los piqueteros se manejan con la acclamatio como mecanismo de eleccin y no con la urna bajo el brazo. Esta institucin de la acclamatio es recuperada por un politlogo como fue Carl Schmitt, en un trabajo que se llama Sobre el parlamentarismo.35

    Observen que todo esto no tiene nada que ver con la otra Amrica, el otro mundo que es veterotestamentario, el mundo capitalista noramericano, que se apoya en el antiguo testamento, es un mundo protestante, calvinista, industrialista, donde la nocin de xito es fundamental, porque se salvan los que tienen xito, el mundo que, de alguna manera, es el mundo de la razn calculadora. Pero lo que ellos no ven es que ese mundo entr en crisis. Voy a intentar explicar por qu.

    La crisis de la modernidad

    Nosotros estamos viviendo hoy la poca posterior a la segunda guerra mundial, vivimos el lanzamiento de dos bombas atmicas sobre Japn, estamos viviendo una crisis de los grandes relatos universales. El hombre pensaba en la modernidad, que exista el progreso indefinido, la idea de progreso universal. Hemos visto en la segunda guerra mundial, que el mximo poder de la tcnica lleg a Japn con Hiroshima y Nagasaki, y all la tcnica entr en contradiccin con la moral por la matanza atmica, de nios an no nacidos muriendo por la culpa de sus padres.

    35 Se puede consultar nuestro trabajo Metapoltica y Filosofa, Bs.As.,Ed.Theora, 2002: La acclamatio nueva-vieja frmula de la democracia directa, pp.30 a 36

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  • Hemos visto la democracia como forma de vida, lo hemos vivido en esta patria con la generacin de la restauracin democrtica de Alfonsn: "con la democracia se come, se vive, se educa, se baila y se salta". Pero con qu democracia? Con la democracia formal, vaca, una democracia que ha hecho crisis de representatividad, porque estos polticos no representan a nadie. Esta democracia que en los ltimos veinte aos en Argentina conden al 52% de la poblacin a vivir debajo de la lnea de pobreza. Este tipo de democracia es un instrumento de dominacin y extraamiento.

    Pero hay otro tipo de democracia, que es la democracia de nuestros pases, como deca el boliviano Carlos Montenegro, idelogo del MNR, es esa democracia que est debajo de las repblicas, que es el motn cuyo mecanismo es la famosa acclamatio, que establece la democracia directa, que asegura la vinculacin del pueblo con su lder o caudillo36.A todo esto los cientstas polticos lo llaman populismo, demagogia, totalitarismo; pero nosotros sabemos que la mejor manifestacin que tiene el pueblo es en la calle, no es el pueblo votando, porque uno no vota como pueblo, vota como individuo. Pero cuando se manifiesta, ah se manifiesta como pueblo porque est participando de valores comunes. Entonces uno ve que una bandera lo despeina y si estuviera como individuo dira qu est haciendo, por qu me despeina. Viene a cuento de la famosa ancdota: pero cmo, usted no es peronista?. Nadie se va a quejar porque lo despeine una bandera, porque est participando, est formando parte de un acto pblico popular.En definitiva, en ese acto y por ese acto sabe que hay enemigos. De la patria y de los valores que lo sostienen a l y a ella.Cuando uno vota en el cuarto oscuro, no hay enemigos, hay una opcin entre males menores, pero cuando uno manifiesta, el enemigo est ah.Esto nos lleva a plantear toda la crisis de representatividad poltica.Nosotros, despus de quinientos aos y a pesar de las mltiples opresiones sufridas, de la actitud servil de nuestros gobernantes y hombres pblicos respecto de los variados centros de poder, de la mentalidad imitativa de nuestros culturosos intelec