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    BOLIVAR DICTADOR,BOLIVAR REVOLUCIONARIO

    Inés Quintero

    I- Bolívar dictador

    El artículo de Carlos Marx sobre Simón Bolívar y Ponte más que una nota biográfica

    sobre un destacado personaje de la historia latinoamericana, como correspondería al

    formato neutro y descriptivo de una enciclopedia, constituye un juicio político contrario

    a la persona y actuación pública de Bolívar. En el artículo en cuestión, Marx no

    solamente descalifica en lo personal a Simón Bolívar sino que, del conjunto de sus ideas

    y prácticas políticas, sólo destaca su tendencia al despotismo, sus afanes reeleccionistas

    y sus proyectos y ambiciones dictatoriales.

    Estas opiniones sobre el Libertador las reitera Marx en una carta a Federico Engels el 14

    de febrero de 1858. Al comentarle los reparos del editor de la enciclopedia a su entrega

    sobre Bolívar por su contenido poco objetivo, lo llama “canalla, cobarde, brutal,

    miserable” y lo compara con Souluque, el emperador haitiano1.

    Tampoco en el artículo de Marx sale bien considerado el ejército libertador: en más de

    una ocasión se permite afirmar que fueron las tropas extranjeras compuestas

    fundamentalmente por ingleses las que decidieron el destino de la Nueva Granada; el

    mismo juicio le merece la campaña final de Carabobo.

    Podríamos extendernos y hacer numerosos señalamientos para aclarar las imprecisiones

    históricas en que incurre el autor de  El Capital  o para comentar algunos de los hechos

    más controversiales de la biografía de Bolívar a los cuales hace referencia Carlos Marx

    como la entrega de Miranda, la caída de Puerto Cabello, la campaña de Cundinamarca,

    el fusilamiento de Piar y muchos otros que todavía son materia de polémica y discusión

    1 La cita de la carta de Marx a Engels la tomamos de José Aricó “El Bolivar de Marx” en Kart Marx.Simón Bolívar, edición comentada, Madrid, Ediciones sequitur, 2001, p. 8

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    entre los historiadores. Sin embargo, nuestro interés no es insistir sobre los detalles de la

     biografía de Simón Bolívar y Ponte tergiversados o no por Carlos Marx, sino discurrir, a

     partir de este polémico texto de Marx, sobre los disímiles y contradictorios usos e

    intepretaciones que se han hecho de las ideas y prácticas políticas de Simón Bolívar 2 a

    fin de presentarlo como dictador y soporte teórico del ejercicio omnímodo y autoritario

    del poder y también como revolucionario y referente histórico para las luchas de los

     pueblos oprimidos. Empecemos por lo primero

    Este artículo sobre Simón Bolívar escrito por Marx se conoció en América Latina en

    1936, cuando Anibal Ponce, miembro del Partido Comunista argentino, lo rescató,

    tradujo y publicó en el primer número de la revista  Dialéctica, precedido por una nota

    escrita por él mismo. En su nota introductoria, Ponce coincide plenamente con Marx

    respecto a la valoración política del Libertador. Dice Ponce que todo el artículo de Marx

    no hace sino corroborar que “…Bolívar fue un aristócrata que bajo las palabras de

    „Constitución‟, „Federalismo‟, „Democracia internacional‟, sólo quería conquistar la

    dictadura valiéndose de la fuerza combinada con la intriga”3. Y más adelante añade que

    Bolívar como exponente del despotismo aristocrático, defendió el senado hereditario,

     propuso la presidencia vitalicia, despreció a las masas populares y al término de su vida

    impuso a los estudiantes la obligación de asistir uno o dos años a un curso de

    fundamentos y apología de la religión católica. Con esta última iniciativa, concluye

    Ponce “…el Libertador  no traicionaba sus convicciones más íntimas. Para asegurar „la

    2 El tema del culto a Bolívar y de los usos y disímiles interpretaciones que se han hecho a partir de susdiscursos, ha sido ampliamente trabajado por historiadores venezolanos. Pueden verse: Germán CarreraDamas. El culto a Bolívar, Caracas, Alfadil Ediciones, 2003; Manuel Caballero, Porqué no soy

     bolivariano. Una reflexión antipatriótica, Caracas, Alfadil Ediciones, 2006; Elías Pino Iturrieta, El DivinoBolívar, Caracas, Alfadil Ediciones, 2006; Luis Castro Leiva. De la patria boba a la teología bolivariana,

    Caracas, Monte Ávila Editores, 1987.3 Anibal Ponce, citado por Oscar Terán en su antología de Ponce titulada Aníbal Ponce:¿el marxismo sinnación?, Buenos Aires, Cuadernos Pasado y Presente, 1983, pp. 224.

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    tranquilidad de los pueblos‟ y defenderla de los „sofismas de los impíos‟ nada mejor sin

    duda que la religión unida al despotismo”4.

    Lo llamativo de todo esto no es que Anibal Ponce coincidiera con Marx y condenara a

    Bolívar por sus prácticas e ideas despóticas, sino que mucho antes que él y sin ningún

    vínculo político ni ideológico con Carlos Marx, un venezolano llegaba a las mismas

    conclusiones, con la única diferencia que, lejos de condenar las prácticas autoritarias y

    dictatoriales del libertador, consideraba que sus prédicas y proyectos constituían un

    referente imprescindible para la consecución del orden en estas latitudes. Este

    venezolano se llamó Laureano Vallenilla Lanz.

     Nació Vallenilla Lanz en 1870 en Barcelona y se inició en la vida pública como

    diplomático en el gobierno de Cipriano Castro. Sin embargo, su figuración política e

    intelectual tuvo lugar durante el gobierno de Juan Vicente Gómez. En 1911 se encargó

     por breves meses de la Superintendencia de Instrucción y luego fue nombrado director

    del Archivo General de la Nación. En 1915 aceptó la dirección de  El Nuevo Diario,

     periódico oficial del gomecismo. Luego de dieciséis años de activa labor como

    editorialista y publicista del régimen, fue nombrado ministro plenipotenciario del

    gobierno venezolano en París.

    En diciembre de 1919 salió se publicó como libro, por primera vez, su obra más

    controversial titulada Cesarismo Democrático.  El libro recogía diversos ensayos del

    autor publicados originalmente en  El Cojo Ilustrado,  El Nuevo Diario y la Revista

    Cultura Venezolana entre los años 1905 y 1919.

    En octubre de 1911, ocho años antes de que apareciera su libro Cesarismo Democrático,

    Vallenilla dio a conocer en las páginas de  El Cojo Ilustrado la primera versión de "El

    gendarme necesario", polémico artículo en el cual expuso su tesis acerca de la

    4  Idem

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    inevitabilidad del hombre fuerte en las sociedades de Hispanoamérica. Según

    argumentaba Vallenilla, en las naciones hispanoamericanas "…condenadas por causas

    complejas a una vida turbulenta, el caudillo ha constituido la única fuerza de

    conservación social"5. En el mismo artículo alegaba que, en el caso particular de

    Venezuela, la preservación social no podía en ningún caso encomendarse a las leyes

    sino a los caudillos más prestigiosos y temibles, tal como había ocurrido en los

    campamentos.

    Apuntalaba su argumentación con citas de la teoría sociológica europea. Hippolyte

    Taine y Herbert Spencer lo expresaban claramente en sus tratados. El primero hablaba

    de la necesidad fatal del gendarme electivo o hereditario, de ojo avizor y mano dura,

    que por las vías de hecho inspira el temor y que por el temor mantiene la paz; el

    segundo establecía que en los estados guerreros la preservación de la vida social contra

    las agresiones incesantes, exigía la subordinación obligatoria a un jefe.

    Una mirada a la realidad hispanoamericana de su época no hacía sino refrendar las

    afirmaciones elaboradas por los estudiosos en el Viejo Mundo. La situación de

    Venezuela, concluida la guerra, era desastrosa: miseria, desaparición física de las clases

    elevadas e ilustradas, una masa en desbandada que asolaba los campos, saqueaba,

    vejaba a las autoridades y asesinaba a los blancos. No era, pues, difícil admitir la

    inevitable supremacía de los más valientes, de los más temidos, del más fuerte,

    apuntaba Vallenilla.

    Para demostrar su aseveración recurría a la palabra del Libertador. Frente al desafuero,

    ante la anarquía desbordada, no podía Bolívar responder con lenidad. Por el contrario,

    tal como expresaba en su correspondencia a José Antonio Páez y a Rafael Urdaneta,

    Bolívar estaba convencido de que era necesario desplegar una "energía cruel para

    5  Laureano Vallenilla Lanz. "El Gendarme Necesario", en Obras Completas, Caracas, Centro deInvestigaciones Históricas Universidad Santa María, 1983, p. 79.

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    entonar el Gobierno". Si por libertar a su patria había declarado la guerra a muerte, de

    ninguna manera podía abandonar a Venezuela al cuchillo de la anarquía6. La represión y

    el castigo, la imposición de la fuerza eran una exigencia del momento.

    Si hasta 1824 la necesidad primordial de Bolívar había sido obtener la Independencia, a

     partir de esa fecha lo que prevalece en su pensamiento, según señala Vallenilla, es la

    reorganización social, la necesidad de refrenar la anarquía, establecer el orden e

    imponer el respeto a la autoridad, aun cuando ello tuviese como contrapartida la pérdida

    irremediable de su popularidad7.

    Es precisamente de esta convicción acerca de la necesidad de contener la disolución

    social y la anarquía de la cual nace su proyecto constitucional para Bolivia. Este texto

    constitucional le sirve a Vallenilla para completar su argumentación respecto a la

    inevitabilidad del hombre fuerte cuyo propulsor más destacado es el propio Bolívar.

    En 1917, en un artículo publicado en  El Nuevo Diario y que también forma parte de su

    obra Cesarismo Democrático, se refiere a los principios constitucionales de Bolívar

    expuestos en su Constitución boliviana. Del conjunto extrae Vallenilla solamente la

    figura del presidente vitalicio, de un Ejecutivo fuerte y lo sintetiza en su propuesta del

    “Presidente Boliviano" . 

    De acuerdo a la interpretación de Vallenilla, en ninguno de los componentes de nuestra

    sociedad política había encontrado Bolívar los instintos que pudiesen conducir a los

    legisladores a adoptar los principios republicanos8. De allí la necesidad imperiosa de la

    institución del “Presidente Boliviano”, piedra angular de su proyecto para Bolivia,

    expresada tempranamente como "gobierno tutelar" en la llamada Carta de Jamaica y, de

    manera más clara, en el discurso de Angostura con la figura del presidente vitalicio.

    6

     Vallenilla Lanz, “El Gendarme Necesario”, p. 85 7 Vallenilla Lanz, “El Gendarme Necesario”, p. 888 Vallenilla "Los principios constitucionales del Libertador" en Obras Completas, p. 97.

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     La historia de Hispanoamérica, insiste Vallenilla, es la comprobación más elocuente del

    cumplimiento de esta ley; ninguna de nuestras democracias logró librarse de la anarquía

    sino bajo la autoridad de un hombre representativo, capaz de imponer su voluntad,

    dominar todos los egoísmos rivales y de ser, el dictador necesario, como también lo vio

    el peruano Francisco García Calderón.

    Los ejemplos sobraban. En México, Porfirio Díaz; en Argentina, Juan Manuel de Rosas;

    en Paraguay, el Doctor José Gaspar de Francia; en Chile, Diego Portales; en Perú, el

    general Ramón Castilla; en Ecuador, Gabriel García Moreno; en Colombia Rafael

     Núñez; en Venezuela, el general José Antonio Páez.

    En cada caso, el orden social, la estabilidad política, el progreso y la prosperidad

    económica no fueron efectivas sino cuando preponderó por largos años un hombre

     prestigioso, consciente de las necesidades de su pueblo, fundador de la paz y sostenido

     por la voluntad de la mayoría, a despecho del principio alternativo9.

    La génesis del ineludible mandato, insiste Vallenilla, se encuentra en el “genio

     penetrante de Bolívar ”  quien solicitó en su Constitución boliviana la presidencia

    vitalicia con facultad de elegir sucesor, una monarquía sin corona, como el único

    recurso para alcanzar el orden y la estabilidad.

    La tesis esgrimida en su libro Cesarismo Democrático  fue defendida en más de una

    ocasión frente a las críticas que desataron sus planteamientos entre políticos e

    intelectuales hispanoamericanos.

    En cada una de sus respuestas Vallenilla insistió en su argumentación y expuso su

    entusiasta defensa del régimen de Juan Vicente Gómez como el único que convenía a la

    evolución de Venezuela. Insistía, entonces, en la pertinencia que seguía teniendo la

     palabra de Bolívar : "…las palabras del Libertador  debieran estar grabadas en el cerebro

    9 Vallenilla, "Los principios constitucionales del Libertador" p. 107

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    de todos los hombres políticos de Hispano-América; el discurso de Angostura, debiera

    ser el credo constitucional de todas estas democracias en agraz10", era su respuesta a

    Eduardo Santos, director del periódico El Tiempo, de Bogotá.

    En términos similares le replicaba al doctor Laureano Gómez quien lo había calificado

    como "el inescrupuloso apologista y filósofo de la Dictadura":

    "Todavía es un gran pecado en América profesar los principios políticos del Libertador

    Simón Bolívar. Pero yo continúo imperturbable mi camino, porque tengo una fe

    absoluta que a medida que la cultura científica vaya generalizándose en nuestros países

    y fortaleciéndose por medio de la inmigración europea y el fomento de la riqueza los

    órganos de selección democrática, las bases fundamentales del Código Boliviano, seránun día las del Derecho Constitucional en Hispanoamérica 11"

    De esta manera, Bolívar, a partir del uso selectivo de su discurso realizado por el

    director de El Nuevo Diario, vendría a ser el inspirador teórico de la tesis del "gendarme

    necesario", convirtiéndose al mismo tiempo, por obra y gracia de la pluma de Vallenilla,

    en calificado aval de la dictadura gomecista.

    Esta interpretación era la misma que esgrimían los sectores más recalcitrantes de la

    derecha y el conservadurismo colombiano. En 1937 salió publicado en el vecino país un

    libro titulado  No hay enemigos da la derecha12 , su autor era Silvio Villegas, polémica

    figura del conservadurismo colombiano, defensor del fascismo de Mussolini y del

     Nacional Socialismo de Hitler, promotor de un frente nacional de la reacción y fundador

    de la organización Acción Nacionalista Popular, expresión criolla del fascismocolombiano.

    Villegas, de la misma manera que lo había hecho Vallenilla, defendía y utilizaba los

     principios contenidos en la obra de Bolívar para justificar la necesidad de adelantar un

    10  Laureano Vallenilla Lanz, "Cesarismo democrático y Cesarismo teocrático"  El Nuevo Diario, 4 denoviembre de 1920, en Obras Completas, p. 283.11 Laureano Vallenilla Lanz. "Tengo Fe" El Nuevo Diario, 21 de febrero de 1922, en Obras Completas, p.

    334.12 Silvio Villegas.  No hay enemigos a la derecha (materiales para una teoría nacionalista), Manizales,Casa Editorial y Talleres Gráficos Artuto Zapata, 1937.

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    gobierno fuerte que permitiese “reconstruir el orden y la autoridad”. No se trataba de

    instaurar en Colombia una dictadura de tipo fascista como la de Italia o la de Alemania,

     bastaba con recurrir directamente a las ideas de Bolívar quien, sin lugar a dudas, era el

    fundador y el maestro de la doctrina conservadora colombiana.

    Las principales figuras del partido conservador así lo habían interpretado y habían sido

    sus fieles seguidores: Sergio Arboleda al erigirse en defensor de la religión, el orden, la

    autoridad, la jerarquía y la disciplina dio continuidad al ideario bolivariano; Rafael

     Núñez fue un ferviente promotor de los principios contemplados en la Constitución

     boliviana; Miguel Antonio Caro, de inspiración monarquista y cultor del ideal

     bolivariano y, por último, Marco Fidel Suárez, autoritario y republicano. Cada uno, en

    su momento, dio muestras claras de su bolivarianismo, argumentaba el señor Villegas.

    Era esa herencia bolivariana del partido conservador la que había que rescatar para sacar

    a Colombia del caos, inspirándose en la palabra del Libertador quien había procurado

    establecer en América una “república lacedemónica, atemperada y autoritaria”. 

    La relación entre el fascismo y la doctrina de Bolívar no fue una ocurrencia exclusiva

    del exaltado bolivarianismo conservador propugnado por Villegas. Unos años antes de

    que saliera el folleto del colombiano se conmemoraba en Italia el primer centenario de

    la muerte del Libertador.

    En la sesión solemne de la cámara de diputados, Ezio Garibaldi, nieto del gran héroe

    italiano y ministro plenipotenciario del Rey, pronunciaba el discurso de orden.

    Afirmaba Garibaldi que el duce Mussolini era “…la encarnación histórica” en la cual

     podían verse reproducidos “…algunos aspectos del espíritu bolivariano”.13 

    13

      Discurso de orden de Ezio Garibaldi, 12 de diciembre de 1930, citado por Alberto Filippi en  El Libertador en la historia italiana: Ilustración, “Risorgimento”, Fascismo, Caracas, Academia Nacionalde la Historia, 1987, p. 171

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    Pocos años más tarde, en 1933, se publica la primera traducción italiana de la obra de

    Vallenilla. En el prólogo a la edición se saluda al autor y se enaltece el contenido de su

    libro por su “…..espíritu exquisitamente fascista”. 

    A los italianos les resultaba útil y oportuna la versión que ofrecía Vallenilla de Simón

    Bolívar; de esta manera podían colocar al prócer de la libertad americana como

    fundador remoto del fascismo y convertir a Mussolini en émulo y continuador de la

    doctrina del Libertador.

    En España ocurrió algo similar, aunque décadas más tarde. Al comienzo de los setenta

    se promovió la reconciliación del espíritu hispano con el pensamiento bolivariano.

    Hubo develación de estatua ecuestre del Libertador, actos protocolares, ceremonias

    oficiales, discursos y banquetes y no faltó quien hiciera el “parangón entre Bolívar y

    Franco”.

    Francisco Franco, en palabras de uno de sus apologistas, era el “…auténtico intérprete

    del pensamiento bolivariano, el cual no había sido realizado ni siquiera por el propio

    Bolívar, sino por Franco, gran lector y meditador sobre esa auroral y precursora figura

    hispanoamericana”14.

    Franco no había hecho otra cosa que seguir al pie de la letra el pensamiento de Bolívar.

    La figura del jefe de estado vitalicio y la creación de un senado o cortes orgánicas

    llevados adelante por el “Caudillo de España” constituían la materialización en tierra

    española del presidente vitalicio y el senado hereditario propuestos por Bolívar en el

    siglo XIX.

    La visión sostenida por franquistas, fascitas, conservadores colombianos y apologistas

    de la dictadura gomecista coincide con la valoración que hace Marx sobre Bolívar. Sin

    embargo, los primeros estiman de manera positiva los alcances y pertinencia del

    14  Ernesto Giménez Caballero “El parangón entre Bolívar y Franco” en  Bolívar regresa a España.Crónica de una jornada histórica, Madrid, 1971.

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     pensamiento y obra de Bolívar mientras que el segundo los juzga negativamente y

    condena a Bolívar exactamente por las mismas razones que los otros lo reivindican.

    El tema no se agota aquí. Bolívar, como señalamos al comienzo de estas páginas,

    también fue erigido en referente y paradigma doctrinario de los movimientos

    revolucionarios de América Latina como adalid de la igualdad, defensor de la

    democracia y enemigo del imperialismo.

    II- Simón Bolívar revolucionario

    El luchador cubano Julio Antonio Mella, tempranamente, en 1923, invocó el ideal del

    Libertador como fuente inspiradora de las luchas redentoras del continente americano.

    También el peruano José Carlos Mariátegui alcanzó a propugnar en sus escritos "la

    actualidad revolucionaria del genio de Bolívar". Ambos fallecieron antes de que Aníbal

    Ponce diera a conocer el texto de Carlos Marx, el cual podría aguarle la fiesta a los

    revolucionarios de América Latina que quisieran incorporar al Libertador de la América

    del Sur al santuario de la revolución.

    Los comentarios hechos por el propio Marx eran una calamidad para los marxistas de

    América Latina, ya que les dificultaba apropiarse limpiamente de un personaje a quien

    su principal ideólogo había presentado como un miserable, un cobarde, un aristócrata y

    un déspota.

     No obstante, muy rápidamente, hubo quien le salió al paso a la versión del Bolívar

    dictador propugnada por Marx y avalada por el comunista argentino Ponce. La

    respuesta surgió en Colombia y su autor fue Gilberto Viera quien publicó a finales de la

    década del treinta un folleto titulado “Sobre la estela del Libertador. El criterio marxista

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    acerca de Bolívar”15. Gilberto Vieira era el secretario general del Partido Comunista

    colombiano.

    Pretendía el camarada Vieira recuperar para los latinoamericanos el legado democrático

    de Bolívar y su condición de revolucionario ya que, no solamente había llevado adelante

    la independencia de todo un continente, sino que había destruido todos los moldes

    coloniales, convirtiéndose así en adalid de la revolución anti-colonial

    Gilberto Vieira, si bien no hace alusión alguna a la nota introductoria de Ponce, sí le

    sale al paso a la terrible contrariedad que constituían los juicios emitidos por Marx

    sobre el Libertador. Su respuesta fue categórica: el camarada Marx, en este tema

    absolutamente específico de Simón Bolívar, se había equivocado. El Marx que escribió

    esas líneas “…no estaba en condiciones de juzgar acertadamente al Libertador, porque a

    mediados del siglo pasado en Europa se tenía el concepto más confuso y equívoco sobre

    el héroe americano”. Además, argumentaba a su favor: “…¡ningún marxista verdadero

    acudiría nunca a una simple opinión de Marx para juzgar a una personalidad

    histórica!”16.

    Quedaba así subsanado el error y recuperado Bolívar como modelo y ejemplo para los

    comunistas, marxistas y revolucionarios de América Latina. Las cosas no habían

    ocurrido como decía Marx, sino en dirección absolutamente contraria.

    En Venezuela, también al finalizar la década del 30, aparece una obra que no tiene

    como propósito salirle al paso a los juicios de Carlos Marx, sino a los de Vallenilla

    Lanz. La obra se llama  Hacia la Democracia, salió publicada en 1939 y su autor fue

    Carlos Irazábal., miembro de la generación del 28, activista en las luchas políticas del

    año 36 y primer autor venezolano en realizar un análisis de la historia de Venezuela

    inspirado en el marxismo.

    15

      Gilberto Vieira. Sobre la estela del Libertador. El criterio marxista acerca de Bolívar , Bogotá,Ediciones Sociales, s.f., pp. 12-1316 Gilberto Vieira. Sobre la estela del Libertador. El criterio marxista acerca de Bolívar , pp. 9 y 10

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    Según expone Irazábal, Vallenilla Lanz había tergiversado la palabra del Libertador.

    Para Bolívar la democracia era la forma ideal de gobierno, aun cuando hubiese

     propiciado un ejecutivo fuerte y vitalicio17. El problema de las dictaduras

    hispanoamericanas, insiste Irazábal, se debía fundamentalmente a la pervivencia de una

    economía semifeudal. Había sido la “intangibilidad de las relaciones de producción”

    reforzadas por la “penetración imperialista” la clave efectiva, la razón última de

    nuestros despotismos. Por tanto, era una absurda mixtificación pretender invocar el

    ideario de Bolívar para justificar los despotismos presentes en Hispanoamérica. Los

    dictadores y gendarmes necesarios de nuestra América habían sido absolutamente

     perniciosos, en consecuencia, no podía ser ese el ideal del Libertador, explicaba

    Irazábal.

    Cuando en uno de sus escritos Bolívar afirmó: "…los estados americanos han de

    menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del

    despotismo y de la guerra", se refería al despotismo español y a la guerra de

    independencia. Era, pues, una monstruosa interpretación invocarlo para dar base teórica

    al despotismo18.

    Las obras de Vieiria e Irazábal cumplieron una misma función. Descartar la

    interpretación autoritaria y despótica del Libertador hechas por Marx y Vallenilla Lanz

    facilitando así la incorporación de Bolívar como baluarte idelógico de las luchas

    anticolonialistas de los latinoamericanos.

    En 1959, se publicó la segunda edición en ruso de las Obras Completas  de Marx y

    Engels y en la introducción se hizo una breve crítica de las opiniones emitidas por Marx

    sobre Bolívar; sin embargo, según argumentaba el prologuista, no había sido culpa de

    17

      Carlos Irazábal, "El 'Gendarme necesario' una tergiversación histórica", en  Hacia la Democracia,Caracas, Editorial Ateneo de Caracas, 1979, pp. 156-157.18 Carlos Irazábal, Hacia la Democracia, , p. 160.

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    Marx ya que, el autor de  El Capital , no pudo disponer sino de fuentes cuyo contenido

    explicaba el tono parcializado y adverso de su nota sobre el Libertador 19.

    Resuelto de esta manera el tema de las imprecisiones y los errores cometidos por Marx,

    ya no resultaba incómodo ni antirrevolucionario incorporar libremente a Bolívar en el

    sanedrín de la revolución.

    En 1977, el historiador y diplomático cubano Francisco Pividal obtuvo el Premio Casa

    de las Américas con su obra  Bolívar: pensamiento precursor del antimperialismo.

    Reivindicaba Pividal el significado revolucionario del pensamiento y acción de Bolívar

    como propulsor de la unidad americana contra las tendencias expansionistas y

    hegemónicas de los Estados Unidos. En la tradición de las luchas anticolonialistas de

    América, Bolívar fue, sin la menor duda, el iniciador del antimperialismo.

    Los comunistas venezolanos no se quedaron atrás. En 1986, cincuenta años después de

    la respuesta de Irazábal a Vallenilla, Jerónimo Carrera Damas, miembro del Comité

    Central del Partido Comunista, publicó el libro Bolívar visto por Marxistas. 

    En el prólogo, Carrera advierte que su iniciativa no debía ser interpretada como un gesto

    con evidente dosis de intencionalidad política, sino como una obra cuyo objetivo

     primordial era promover el estudio y la discusión del pensamiento bolivariano en el

    seno de todos los movimientos de carácter revolucionario del continente20.

    Su propósito era dar a conocer una serie de textos interpretativos de las ideas y acciones

    de Bolívar en su condición de "primer protagonista en las luchas revolucionarias

    independentistas, a comienzos del siglo XIX, y de inspirador fundamental, junto con los

    19 La mención a esta introducción de las Obras Completas de Marx y Engels la hace José Aricó en suensayo “Introducción al Bolívar de Marx” publicado en Karl Marx. Simón Bolívar. Edición comentada,Madrid, Editorial sequitur, 2001, p. 10. Esta explicación fue cuestionada por el propio Aricó en el ensayocitado; también Manuel Caballero se refiere a este recurso expiatorio de la historiografía soviética en sulibro Por qué no soy bolivariano. Una reflexión antipatriótica, Caracas, Alfadil Ediciones, 2006, p. 193.20

      Jerónimo Carrera.  Bolívar visto por Marxistas, Caracas, Editorial Carlos Aponte, 1987, p. 13. IbsenMartìnez en “Marx und Bolívar”, Letras Libres, Madrid, enero 2006, también hace referencia al articulode Marx y a su polémico desempeño como colaborador de la New American Cyclopaedia.

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    grandes teóricos del marxismo -leninismo, de toda lucha antimperialista surgida en

    suelos de América en el curso del siglo XX" 21.

    Recuperaba así, para los luchadores revolucionarios de Hispanoamérica, las

    interpretaciones que permitían invocar la palabra de Bolívar a favor de la empresa

    revolucionaria y de sus efectivos herederos ideológicos: la izquierda marxista-leninista.

    Al igual que lo había hecho Vieira en Colombia, el camarada venezolano desestima el

    “lamentable y absurdo” escrito de Marx e inisiste en que los errores cometidos por el

    autor de  El Capital   tuvieron su origen en una explicable desinformación. Felizmente,

    estos desacertados juicios del economista alemán sobre el Libertador habían sido

    subsanados por todos aquellos marxistas que, después de Marx, sí supieron aquilatar el

    sentido revolucionario de Bolívar.

    En esta valoración marxista de Bolívar ocupaba un lugar fundamental el riguroso

    análisis de los latinoamericanistas soviéticos quienes, armados de los principios del

    materialismo histórico, evolucionaron positivamente en la interpretación del papel

    histórico de Bolívar y dejaron atrás los equívocos cometidos por el padre del

    materialismo histórico.

    Del conjunto destaca Carrera, especialmente, el esfuerzo realizado por Anatoli

    Shulgovski, historiador soviético, profesor del Instituto de Relaciones Exteriores quien,

    en 1983, se desempeñaba como jefe de la sección de Problemas Políticos y Sociales del

    Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de la URSS.

    En ocasión de la conmemoración del Bicentenario del Nacimiento del Libertador, el

    historiador soviético publicó en Moscú un artículo en el cual hace explícita la validez y

    21 Jerónimo Carrera. Bolívar visto por Marxistas, p. 13

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    actualidad del pensamiento de Bolívar para los luchadores marxistas leninistas de

    América Latina 22.

    La acción revolucionaria, democrática y reformadora de Bolívar constituye, según

    Shulgovski, una valiosísima herencia espiritual para los comunistas y la colectividad

     progresista latinoamericana en su lucha contra el imperialismo y por el progreso social.

    De la obra del Libertador el historiador soviético recuperaba su lucha por la liberación

     política de los pueblos de América Latina, la importancia de sus reformas sociales a

    favor de las masas explotadas y desheredadas y su condición de fiel aliado de los

    luchadores por la libertad y la justicia de todas las generaciones posteriores. Su empeño

     por alcanzar la liberación de los esclavos y sus constantes medidas a favor de los

    indígenas, eran muestras fehacientes de ello.

    En su concepto, el ejército bolivariano fue un "ejército popular", expresión de protesta

    de las grandes masas que aspiraban a la justicia social y a la igualdad y la concepción

    del Estado en Bolívar se encontraba sostenida sobre el reconocimiento del principio de

    la igualdad en la sociedad como prioridad absoluta. Era, pues, Bolívar, desde la óptica

    del marxismo leninismo soviético, símbolo y guía para los revolucionarios de América

    Latina.

    Para el venezolano Jerónimo Carrera, la trascendencia política de Bolívar iba más allá

    de lo contemplado por el camarada soviético. Bolívar, durante gran parte de su vida, fue

    un revolucionario que se situó siempre en posiciones de "extrema izquierda"23. Era

    Bolìvar baluarte indiscutible de las luchas de los oprimidos contra los opresores.

    22 Anatoli Shulgowski. "La lucha por los ideales avanzados y la actualidad" publicado en la revista  La

     Economía Mundial y las Relaciones Internacionales, Moscú, 1983, pp. 102-111. Reproducido en AlbertoFilippi.  Bolívar y Europa en las crónicas, el pensamiento político y la historiografía. Volumen. II.Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1992, pp. 331-341.23

      Jerónimo Carrera. "Bolívar revolucionario",  Interpretaciones y ensayos marxistas acerca de Simón Bolívar , Akademie-Verlag, Berlín 1985, en Jerónimo Carrera,  Bolívar visto por Marxistas, Caracas,Editorial Carlos Aponte, 1987, p. 208.

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    Tal condición "izquierdista" de Bolívar la fundamenta Carrera invocando ejemplos de

    su actuación pública: como miembro de la Sociedad Patriótica fue uno de los jóvenes

    que se lanzó a la calle para agitar al pueblo a favor de la plena independencia; en el

    terremoto de 1812 con su arenga de "si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella"

     puso de manifiesto su inspiración extremista y su cabal comprensión de los principios

    que rigen los procesos revolucionarios quedó demostrada al decretar la guerra a muerte.

    Dos de sus más importantes documentos, la carta de Jamaica y el discurso de

    Angostura, constituyen lo más notable de su producción ideológica revolucionaria y la

    concepción bolivariana de la lucha armada, de la lucha revolucionaria en general, pasa a

    ser la de la lucha de masas en el sentido más amplio, "…tal como la concebimos en

    América Latina quienes creemos en el marximo-leninismo como teoría

    revolucionaria"24 

    Su vocación de unir a los pueblos de América Latina en una gran nación como piedra

    angular de su fortaleza frente a las agresiones foráneas, a los ojos de Carrera, era similar

    en muchos rasgos a la unión de pueblos que un siglo más tarde logró el partido

    comunista de Lenin en la Unión Soviética. Bolívar, desde la mirada del marxismo

    leninismo, constituia, en síntesis, una fuente de inspiración fundamental para las luchas

    revolucionarias hispanoamericanas.

    Es esta perspectiva del Bolívar revolucionario esgrimida por el marxismo leninismo, la

    misma que invocan quienes han pretendido en el pasado y en el presente erigirse en

    continuadores de la gesta revolucionaria del Libertador.

    En Venezuela, esta utilización revolucionaria de la palabra y obra de Simón Bolívar ha

    tenido en los últimos años una intensa promoción. Como es ampliamente conocido,

    antes y después de asumir la presidencia, Hugo Chávez ha utilizado de manera

    24 Jerónimo Carrera “Bolívar revolucionario”,  p. 211.

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    recurrente el discurso de Simón Bolívar como soporte y guía de su acción política y

    como la ideología que debe orientar el rumbo y destino de la sociedad venezolana del

     presente.

    El Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, organización fundada por Chávez y la

    cual asumió la responsabilidad del golpe de estado del 4 de febrero de 1992, tuvo su

    origen y matriz ideológica en el pensamiento de Simón Bolívar. Según afirmó Chávez,

    el MBR-200 tenía entre sus objetivos rescatar el nombre de Bolívar de las

    manipulaciones terribles de la historiografía y devolverle su verdadero carácter

    revolucionario25.

    Transcurridos seis años del golpe, el 6 de diciembre de 1998, el comandante Hugo

    Chávez Frías ganó las elecciones presidenciales. Su candidatura había sido lanzada por

    el Movimiento V República, organización política surgida del MBR-200 y apoyada por

    diferentes partidos, en su mayoría de la vieja izquierda venezolana.

    El 2 de febrero, día de la toma de posesión, convocó a un acto de masas en el Paseo de

    los Próceres. Allí volvió sobre uno de los temas recurrentes de su campaña electoral: la

    recuperación del ideario bolivariano para ponerlo al servicio de la revolución.

    Manifestaba ante la concurrencia que había llegado la hora de la resurrección de la

     patria de Simón Bolívar y que, a partir de esa fecha, se ponía en marcha un proceso

    revolucionario el cual llevaba en sus entrañas el mismo signo de la gesta

    independentista de 181026. Pocos minutos más tarde, en el discurso oficial de toma de

     posesión, iniciaba sus palabras citando a Bolívar en su discurso de Angostura y

    anunciaba a los venezolanos la necesidad de “revolucionarnos”. Había llegado “…la

    hora de oír a Bolívar de nuevo”. Acto seguido insistía sobre lo mismo: “… ahora es

    25 La información sobre el movimiento y los planteamientos originales del MBR-200 pueden verse en el

    reportaje realizado por Angela Zago y publicado bajo el título  La Rebelión de los Angeles. Reportaje. Los documentos del Movimiento. Caracas, WARP ediciones, 1998 (4ta edición) 26 Discurso en el Paseo de los Próceres, Caracas, 2 de febrero de 1999

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    cuando los venezolanos van a oírme hablar de Bolívar, porque ese es el faro”  .27 En ese

    discurso hubo, aproximadamente, veinticuatro menciones al ideario del Libertador, guía

    fundamental de la revolución que adelantaría desde la primera magistratura. Desde ese

    día hasta el presente no ha faltado la mención a Bolívar en los discursos oficiales y en

    los actos públicos de masas convocados por el Presidente. Desde la óptica de Chávez, el

     pensamiento y la figura del héroe constituyen el soporte ideológico fundamental de los

     propósitos revolucionarios de su gobierno.

    Recientemente, y de nuevo tomando como punto de partida el discurso de Angostura, el

     presidente Chávez ha ampliado el espectro de las posibilidades que ofrece la palabra del

    Libertador para llegar a la conclusión de que el socialismo del siglo XXI tiene su raíz

    original en el pensamiento de Simón Bolívar. Esta versión de Bolívar socialista la

    expuso en el acto de instalación de la IV Cumbre Social de la Deuda realizada el 25 de

    febrero de 2005 y también, el 15 de febrero de 2007 cuando se cumplía un nuevo

    aniversario del discurso de Angostura. En ambos casos expuso Chávez que en ese

    documento escrito por Bolívar en 1819 puede encontrarse el ideario socialista del

    Libertador.

    La pluralidad de usos que tiene el discurso de Simón Bolívar, desde la óptica del

     presidente es tal que Bolivar, además de teórico e ideólogo del socialismo del siglo XXI

    es, ni más ni menos, que el inspirador del Partido Socialista Unido de Venezuela

    (PSUV). Así lo expuso Chávez en el discurso en el cual anunció la necesidad de

    constituir un partido único de la revolución el 15 de diciembre del 200628. Y de nuevo

    en el primer encuentro con propulsores del PSUV, el día 24 de marzo de 2007. En esta

    ocasión sus palabras fueron las siguientes.

    27 Discurso de Toma de Posesión ante el Congreso de la República, 2 de febrero de 199928 Discurso en el acto de reconocimiento del Comando Miranda, 15 de diciembre de 2007

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    “…dijo Bolívar en Jamaica, oigan bien: „ Es la unión, ciertamente, lo que nos falta para

    completar la obra de nuestra regeneración, más sin embargo esa unión no nos vendrá

     por prodigios divinos, sino por efectos sensi bles y esfuerzos bien dirigidos‟. Ahora, eso

    fue en 1815, esta Carta de Jamaica fue en septiembre de 1815 . (…). En otra ocasión

    dijo: „Unidad, unidad, unidad. Unámonos, no seamos los verdugos de nuestra propia

    Patria‟. Y allá terminó, en Santa Marta: „Si mi muerte contribuye para que censen los

     partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro‟. No pudo Bolívar, no

     pudo lograr la unión y Venezuela entró en un caos, lo que ha podido ser una gran

    victoria de nuestros pueblos terminó siendo 20 derrotas, porque todos los pueblos

    terminaron derrotados, divididos y dominados”.29 

     No hay mayor discusión: para Chávez, el propio Bolívar es el padre legítimo del PSUV.

    Llama la atención que, en el mismo discurso, Chávez manifiesta sus reservas respecto a

    quienes se aferran al contenido de los discursos del pasado, sin tomar en consideración

    las diferentes circunstancias históricas en las cuales se elaboraron y discrepa de la

     posibilidad de asumir en el presente las ideas de Marx y Lenin:

    “..si Carlos Marx y Vladimir Ilich Lenin resucitaran e hicieran un estudio sobre las

    circunstancias europeas y mundiales de hoy, estoy seguro de que harían unas tesis no

    radicalmente distintas, pero sí con bastantes diferencias a las tesis que ellos desarrollaron hace

    casi siglo y medio, ¡ah! Pero aquí hay personas que agarran un librito y dicen: „no, esto es un

    catecismo, de aquí yo no me salgo‟. Date cuenta, chico, que eso fue escrito  — con todo el

    respeto por aquellos ideólogos y grandes revolucionarios —  por allá por 1800 y tanto, por 1900,

    date cuenta de que el mundo ha cambiado.” 

    Sin embargo, este mismo criterio no se cumple en el caso de Simón Bolívar cuyas palabras y

    discurso, escritos “… por allá  por 1800 y tanto”  sí funcionan como “catecismo”  para la

    revolución, el socialismo del siglo XXI y el Partido Socialista Unido de Venezuela.

    29 Discurso en el primer encuentro de propulsores del PSUV, 24 de marzo de 2007

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    Lo delicado del asunto no es que se utilice de manera interesada la palabra del

    Libertador con el propósito de convencernos de que ella encierra una temprana vocación

    socialista y revolucionaria, sino que, exactamente de la misma manera, se ha hecho con

    el fin de adelantar y justificar el ejercicio despótico y personalista del poder

    argumentando que se trata de la verdadera y fidedigna interpretación del ideario

     bolivariano. Si Bolívar sirve para justificar el socialismo del siglo XXI, perfectamente

     bien puede ser útil para refrendar el fin de la alternabilidad republicana y la puesta en

    marcha de un régimen dictatorial alegando, como se ha hecho, que se está siguiendo al

     pie de la letra el ejemplo y la palabra del padre de la patria.

    En los dos casos se trata del mismo ejercicio: el uso arbitrario, selectivo y anacrónico

    del discurso de Bolívar sin considerar las circunstancias y especificidad históricas en las

    cuales le correspondió vivir. Tanto quienes condenan o reivindican sus concepciones y

     prácticas autoritarias como quienes invocan el contenido revolucionario, antimperialista,

    marxita leninista y socialista del Libertador, no hacen otra cosa que violentar la unidad

    de su pensamiento y desconocer las condiciones variables y exigentes de su práctica

     política con la finalidad de elaborar un modelo rígido y tergiversado de sus ideas, ajeno

     por completo a la ineludible historicidad de su actuación pública.

    Bolívar fue un hombre que actuó y respondió a las exigencias de su tiempo. Pretender

    otorgarle a sus palabras motivaciones y contenidos ajenos a su momento histórico,

    extraer del conjunto los fragmentos que se adecuan a intencionalidades políticas

    absolutamente diferentes a las de su propia circunstancia constituye una práctica que no

    favorece la comprensión de las contradictorias y complejas condiciones en las cuales

    vivió Simón Bolívar como protagonista fundamental del proceso que dio origen al

    surgimiento de las naciones latinoamericanas. Es en este contexto y como parte de esta

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    crucial y decisiva coyuntura de la historia de América Latina que tiene sentido aquilatar

    y valorar la significación y relevancia histórica de la obra y acción de Simón Bolívar.

    Lo demás es caer en la inconducente construcción de los más disímiles y desajustados

    disparates, tal como el propio Bolívar manifestó que ocurriría cuando, un año antes de

    morir, le escribió a Antonio Leocadio Guzmán

    "…Si algunas personas interpretan mi modo de pensar  y en el apoyan sus errores, me

    es bien sensible, pero inevitable; con mi nombre se quiere hacer en Colombia el bien y

    el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus disparates" 30 

    30 Carta de Simón Bolívar a Antonio Leocadio Guzmán, Popayán, 6 de diciembre de 1829. En ObrasCompletas, Tomo II, pp. 836-837.