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. SECCIN DE OBRAS DE POLTICA Y DERECHO

EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA

NORBERTO BOBBIO

EL FUTURO DE LA DEMOCRACIATraduccin deJOS F. FERNNDEZ SANTILLN

FONDO DE CULTURA ECONMICA mxico

Primera edicin en italiano, 1984 Primera edicin en espaol, 1986

Ttulo original: IIfuturo delta democrazia (6/ 1984, Giulio Einaudi Editore, s.p.a, T u r n "ISBN 88-06-05754-5

D. R.

1986,

F O N D O DE CULTURA ECONMICA, S. A. DE C.

V.

Av. de la Universidad 975; Mxico, D. F. ISBN 968-16-2250-2 Impreso en Mxico

INTRODUCCINReno en este pequeo volumen algunos escritos que hice en los ltimos aos sobre las llamadas "transformaciones" de la democracia. Uso el trmino "transformacin" en sentido axiolgicamente neutro, sin atenerme a un significado positivo o a uno negativo. Prefiero hablar de transformacin ms que de crisis, porque crisis hace pensar en un colapso inminente: en el mundo la democracia no goza de ptima salud, y por lo dems tampoco en el pasado pudo disfrutar de ella, sin embargo, no est al borde de la muerte. A pesar de lo que se diga, ninguno de los regmenes democrticos nacidos en Europa despus de la segunda Guerra Mundial ha sido abatido por una dictadura, como sucedi en cambio despus de la primera. Al contrario, algunas dictaduras que sobrevivieron a la catstrofe de la guerra se transformaron en democracias. Mientras el m u n d o sovitico est agitado por sacudimientos democrticos, el mundo de las democracias occidentales no est seriamente amenazado por movimientos fascistas. Para un rgimen democrtico, estar en transformacin es el estado natural; la democracia es dinmica, el despotismo es esttico y siempre igual a s mismo. Los escritores democrticos de fines del siglo XVIII contraponan la democracia moderna (representativa) a la democracia de los antiguos (directa); pero no hubieran dudado en considerar el despotismo de su tiempo de la manera que el que describieron los escritos antiguos: pinsese en Montesquieu y Hegel y en la categora del despotismo oriental. Hay quien ha usado, con razn o sin ella, el concepto de despotismo oriental para explicar la situacin de la Unin Sovitica. Cuando hoy se habla de democracia occidental se hace referencia a regmenes surgidos en los ltimos doscientos aos, despus de las revoluciones norteamericana y francesa. A pesar de ello, un autor muy ledo en Italia, C. B. Macpherson, crey poder ubicar por lo menos cuatro fases de desarrollo de la democracia moderna, desde sus orgenes decimonnicos hasta hoy. Entre los ltimos escritos sobre el tema seleccion ios que me parecieron de una cierta actualidad, aunque no estuvieran vinculados a sucesos cotidianos. Coloco al inicio, en orden cronolgico, el ltimo, que es el que da el ttulo a todo el volumen. Este estudio naci como una conferencia sostenida en noviembre del ao pasado (1983) en el Palacio de las Cortes de Madrid, la cual fui a impartir por invitacin de su presidente, el profesor Gregorio PecesBarba; posteriormente, corregido y aumentado, sirvi para la disertacin introductoria que present en el Congreso internacional Ya comenz el futuro, que tuvo lugar en Locarno en mayo pasado (1984) y cuya realizacin se llev al cabo gracias al profesor Francesco Barone. En sntesis, este escrito repre-

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senta las transformaciones de la democracia dentro de la lnea de las "falsas promesas" o de la diferencia entre la democracia ideal como fue concebida por sus padres fundadores y la democracia real como la vivimos, con mayor o menor participacin, cotidianamente. Despus del debate en el Congreso de Locarno considero que es til precisar mejor que de aquellas falsas promesas la sobrevivencia del poder invisible, la permanencia de las oligarquas, la supresin de los cuerpos intermedios, la reivindicacin de la representacin de los intereses, la participacin interrumpida, el ciudadano no educado (o maleducado) , algunas no podan ser sostenidas objetivamente y, por tanto, eran ilusiones desde el principio, otras, ms que promesas, esperanzas mal correspondidas, as como aquellas que se encontraron con obstculos imprevistos. Todas son situaciones por las cuales no se puede hablar propiamente de "degeneracin" de la democracia, sino ms bien se debe hablar de la adaptacin natural de los principios abstractos a la realidad o de la inevitable contaminacin de la teora cuando es obligada a someterse a las exigencias de la prctica. Todas, excepto una: la sobrevivencia (y la slida consistencia) de un poder invisible, como sucede en nuestro pas, al lado o abajo (o incluso sobre) del poder visible. La democracia se puede definir de muchas maneras, pero no hay definicin que pueda excluir de sus connotados la visibilidad o transparencia del poder. Elias Canetti escribi: "El secreto est en el ncleo ms interno del poder." Los constructores de los primeros regmenes democrticos se propusieron dar vida a una forma de gobierno en la que este ncleo duro fuese destruido definitivamente (vase La democracia y el poder invisible). Es indiscutible que la permanencia de las oligarquas, o de las lites en el poder, se opone a los ideales democrticos. Esto no evita que siempre existan una diferencia sustancial entre un sistema poltico, en el que hay muchas lites en competencia en la arena electoral, y un sistema en el que existe un solo grupo de poder que se renueva por cooptacin. Mientras la presencia de un poder invisible corrompe la democracia, la existencia de grupos de poder que se alternan mediante elecciones libres permanece, por lo menos hasta ahora, como la nica forma en la que la democracia ha encontrado su realizacin concreta. Lo mismo sucede con respecto a los lmites que ha encontrado el uso de los procedimientos propios de la democracia al ampliarse hacia centros de poder tradicionalmente autocrticos, como la empresa o el aparato burocrtico: ms que de un fracaso se trata de un desarrollo interrumpido. Por lo que toca a la representacin de los intereses, que est erosionando paulatinamente el campo que debera haber sido reservado exclusivamente para la representacin poltica, ella es ni ms ni menos, incluso para quienes la rechazan, una forma de democracia alternativa que tiene su terreno natural de expansin en una sociedad capitalista, en la que los sujetos de la accin poltica son crecientemente los grupos organizados, por tanto, es muy diferente de aqulla prevista por la doctrina demo-

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crtica que no estaba dispuesta a reconocer algn ente intermedio entre los individuos especficos y la nacin en su conjunto. Si se puede hablar de u n a crisis a raz del avance de la representacin de los intereses y de su consecuente fenmeno, el aumento de decisiones tomadas mediante acuerdos entre las partes, sta se refiere menos a la democracia que a la imagen tradicional del Estado soberano ubicado por encima de las partes (vase Contrato y contractualismo en el debate actual). En fin, ms que u n a falsa promesa, el estancamiento de la educacin de la ciudadana, segn la cual el ciudadano investido del poder de elegir a sus gobernantes habra seleccionado a los ms sabios, honestos e ilustrados de entre sus conciudadanos, se puede considerar como el efecto de u n a ilusin derivada de una concepcin excesivamente optimista del hombre como animal poltico: el hombre persigue el propio inters lo mismo en el mercado econmico que en el mercado poltico. Pero, hoy ninguno piensa confutar a la democracia, como se sostiene desde hace aos, que el voto es una mercanca que se puede ofrecer al mejor postor. Naturalmente, todo este discurso solamente es vlido si nos atenemos a lo que llamo la definicin mnima de democracia, de acuerdo con la cual inicialmente se entiende por rgimen democrtico un conjunto de reglas procesales p a r a la toma de decisiones colectivas en el que est prevista y propiciada la ms amplia participacin posible de los interesados. S bien que semejante definicin procesal, o formal, o, en sentido peyorativo, formalista, es demasiado pobre p a r a los movimientos que se dicen d izquierda. Pero, por encima del hecho que no existe otra definicin tan clara, sta es la nica que nos ofrece un criterio infalible p a r a introducir u n a primera gran distincin (independientemente de cualquier juicio de valor) entre dos tipos ideales opuestos, de formas de gobierno. Es conveniente agregar que si se incluye en el concepto general de democracia la estrategia del compromiso entre las partes mediante el libre debate p a r a la formacin de una mayora, la definicin que aqu se propone refleja mejor la realidad de la democracia representativa, no importa que se trate de la representacin poltica o de la representacin de los intereses, que la de la democracia directa: el referndum, que no puede poner los problemas ms que en forma dilemtica, obstaculiza el acuerdo y favorece el conflicto; y, precisamente por esto, sirve ms para dirimir controversias sobre los principios que p a r a resolver conflictos de inters (vase Democracia representativa y democracia directa). Asimismo, es oportuno precisar, especialmente p a r a quien pone las esperanzas de u n a transformacin, en el nacimiento de los movimientos, que la democracia, como mtodo, est abierta a todos los posibles contenidos, pero a la vez es muy exigente en el pedir respeto p a r a las instituciones, porque precisamente en esto reposan todas las ventajas del mtodo; entre estas instituciones estn los partidos, nicos sujetos autorizados p a r a fungir como mediadores entre los individuos y el gobierno (vase Los vnculos de la democracia).

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No excluyo que esta insistencia en las reglas, es decir, en consideraciones formales ms que sustanciales, derive de la deformacin profesional de quien ense durante dcadas en una facultad de Derecho. Sin embargo, un funcionamiento correcto de un rgimen democrtico solamente es posible en el mbito del modo de gobernar que, de acuerdo con una tradicin que se remonta a los antiguos, se llama "gobierno de las leyes" (vase Gobierno de los hombres o gobierno de las leyes?). Retomo mi vieja idea de que el Derecho y el poder son dos caras de la misma moneda: slo el poder puede crear Derecho y slo el Derecho puede limitar e) poder. El Estado desptico es el tipo ideal de Estado de quien observa desde el punto de vista del poder; en el extremo opuesto est el Estado democrtico, que es el tipo ideal de Estado de quien observa desde el punto de vista del Derecho. Los antiguos cuando exaltaban el gobierno de ias leyes contraponindolo al gobierno de los hombres pensaban en las leyes derivadas de la tradicin o planteadas por los grandes legisladores. Hoy, cuando hablamos de gobierno de las leyes pensamos en primer lugar en las leyes fundamentales, que establecen no tanto lo que los gobernados deben hacer, sino la forma en que las leyes deben ser planteadas, y son normas que obligan a los mismos gobernantes ms que a los ciudadanos: tenemos en mente un gobierno de las leyes a un nivel superior, en el que los mismos legisladores son sometidos a normas ineludibles. Un ordenamiento de este tipo solamente es posible si aquellos que ejercen los poderes en todos los niveles pueden ser controlados en ltima instancia por los detentadores originarios del poder ltimo, los individuos especficos. Jams ser exagerado sostener contra toda tentacin organicista recurrente (no extraa al pensamiento poltico de izquierda) que la doctrina democrtica reposa en una concepcin individualista de la sociedad, por lo dems semejante al liberalismo (vase Liberalismo antiguo y moderno), lo que explica por qu la democracia moderna se ha desarrollado y hoy existe solamente all donde los derechos de libertad han sido reconocidos constitucionalmente. Observando el asunto atentamente, ninguna concepcin individualista de la sociedad, lo mismo el individualismo ontolgico que el individualismo metodolgico, excluye el hecho de que el hombre es un ser social y no puede vivir, ni objetivamente vive, aislado. "Las relaciones del individuo con la sociedad son vistas por el liberalismo y por la democracia de diferentes maneras: el primero separa al individuo del cuerpo orgnico de la comunidad y lo hace vivir, por lo menos durante gran parte de su vida, fuera del seno materno, y lo introduce en el m u n d o desconocido y lleno de peligros de la lucha por la sobrevivencia; la segunda lo integra a otros hombres semejantes a l para que de su unin artificial la sociedad sea recompuesta ya no como un todo orgnico, sino como una asociacin de individuos libres. El primero pone en evidencia sobre todo la capacidad de autoformarse del individuo; la segunda exalta sobre todo la aptitud de superar el aislamiento mediante .diversas habilidades que permiten

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instituir finalmente u n poder no-tirnico. En el fondo se trata de dos individuos potencialmente diferentes: como microcosmos o totalidad completa en s misma, o como parte indivisible, pero componible o recomponible de diversas maneras con otras partes semejantes en una unidad superior. Todos los textos reunidos aqu tratan problemas generales y son (o mejor dicho quisieran ser) elementales. Fueron escritos para un pblico que se interesa por la poltica, no p a r a los especialistas. Son textos que en otros tiempos se habran llamado de filosofa popular. Fueron dictados por una preocupacin esencial: hacer descender la democracia del cielo de los principios a la tierra donde chocan fuertes intereses. Siempre pens que esta es la nica manera de darse cuenta de las contradicciones en las que se mueve una sociedad democrtica y de los difciles caminos que debe seguir para salir de ellas sin perderse, para reconocer sus vicios congnitos sin desanimarse y sin perder la ilusin de poder mejorarla. Si m e imaginara a los interlocutores que quisiera, no precisamente convencer, sino hacer menos desconfiados, no seran aquellos que desdean y se oponen a la democracia como el gobierno de los "malogrados" la derecha reaccionaria perenne, que resurge continuamente bajo las ms diversas vestimentas, pero con el rencor de siempre contra los "principios inmortales" sino aquellos que quisieran destruir nuestra democracia siempre frgil, vulnerable, corrompible y frecuentemente corrupta para hacerla ms perfecta; seran aquellos que, retomando la famosa imagen hobbesiana, se comportan como las hijas de Peas, que hicieron pedazos al viejo padre para hacerlo renacer. Abrir el dilogo con los primeros puede ser tiempo perdido, continuarlo con los segundos permite confiar en la fuerza de las buenas razones.NORBERTO BOBBIO

Turn, octubre de 1984

Los escritos que aparecen en esta recopilacin fueron publicados: "II futuro della democrazia", en Civilt delle macchine, 1984; "Democrazia reppresentativa e democrazia diretta", en AA. VV., Democrazia e participazione, Stampatori, Turn, 1978, pp. 19-46; "I vincoli della democrazia", en La poltica possible, Tulio Pironto, aples, 1983, pp. 39-61; "La democrazia e il potere invisibile", en Hivista italiana di scienzu poltica, x 1980, pp. 181-203: "Liberalismo vecthio e nuovo", en Mondoperaio, nm. 11, 1981, pp. 86-94; "Contrallo e comratlualismo nel dibattilo auuale", Ibidem, nm. 11, 1982, pp. 84-92; "Governo degli uomini o governo delle leggi?", en Nuova antologa, nm. 2145, enero-marzo 1983, pp. 135-52.

I. EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA1. I N T R O D U C C I N NO PEDIDA

INVITADO a presentar una disertacin sobre el porvenir de la democracia, tema por dems insidioso, me defiendo con dos citas. Hegel, en sus lecciones de filosofa de la historia en la Universidad de Berln, ante la pregunta hecha por un estudiante de si los Estados Unidos de Amrica debiera ser considerado como el pas del m a a n a , respondi, muy molesto: "Como pas del maana los Estados Unidos de Amrica no me competen. El filsofo no tiene que ver con las profecas [...] La filosofa se ocupa de lo que es eterno, o sea, de la razn, y con esto ya tenemos bastante."' Max Weber, en su famosa conferencia, sostenida ante los estudiantes de la Universidad de Munich al final de la guerra, sobre la ciencia como vocacin, respondi al auditorio que le preguntaba insistentemente su opinin sobre el futuro de Alemania: "La ctedra no es ni para los demagogos ni para los.profetas." 2 Aun quien no acepte los argumentos utilizados por Hegel y Weber y los considere un pretexto, no podr dejar de reconocer que el oficio de profeta es peligroso. La dificultad de conocer el m a a n a tambin depende del hecho de que cada uno de nosotros proyecta en el futuro las propias aspiraciones e inquietudes, mientras la historia sigue su camino, desdeando nuestras preocupaciones, un camino formado por millones y millones de pequeos, minsculos, hechos humanos que ninguna mente, por fuerte que pueda ser, jams ha sido capaz de recopilar en una visin de conjunto que no sea demasiado esquemtica para ser admitida. Por esto las previsiones de los grandes seores del pensamiento se han mostrado equivocadas a lo largo de la historia, comenzando por las de quien parte de la humanidad consider y considera an fundador de una nueva e infalible ciencia de la sociedad: Carlos Marx. Para darles rpidamente mi opinin si me preguntan si la democracia tiene un porvenir y cul sea ste, en el supuesto caso de que lo tenga, les respondo tranquilamente que no lo s. En esta disertacin mi intencin es pura y simplemente la de hacer alguna observacin sobre el estado actual de los regmenes democrticos, y con ello, retomando la idea de Hegel, creo que ya tenemos bastante. Tanto mejor si de estas observaciones se pueda extrapolar una tendencia en el desarrollo (o involucin) de estos regmenes, y por tanto intentar algn pronstico cauteloso sobre su futuro.

1 G. W . F. Hegel, Vorlesungen ber die Phlosophie der Geschichte, I: Die Vernunft in der Gesc/iichle, Meiner, Leipzig, 1917, p . 200 [hay una edicin en espaol con el Ululo de Lecciones sobre la filosofa de la historia universal, Alianza, Madrid]. " M. Weber. "La scienza eomo prefessione", en // lavoro inellctua/le como prefessiono, Einaudi. T u r i n , p . 64.

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E L F U T U R O DE LA D E M O C R A C I A 2 . U N A D E F I N I C I N M N I M A DE D E M O C R A C I A

Hago la advertencia de que la nica manera de entenderse cuando se habla de democracia, en cuanto contrapuesta a todas las formas de gobierno' autocrtico, es considerarla caracterizada por un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establecen quin est autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qu procedimientos. Todo grupo social tiene necesidad de tomar decisiones obligatorias para todos los miembros del grupo con el objeto de mirar por la propia sobrevivencia, tanto en el interior como en el exterior. ' Pero incluso las decisiones grupales son tomadas por individuos (el grupo como tal no decide). As pues, con el objeto de que una decisin tomada por individuos (uno, pocos, muchos, lodos) pueda ser aceptada como una decisin colectiva, es necesario que sea tomada con base en reglas (no importa si son escritas o consuetudinarias) que establecen quines son los individuos autorizados a tomar las decisiones obligatorias para todos los miembros del grupo, y coh qu procedimientos. Ahora bien, por lo que respecta a los sujetos llamados a tomar (o a colaborar en la loma de) decisiones colectivas, un rgimen democrtico se caracteriza por la atribucin de este poder (que en cuanto autorizado por la ley fundamental se vuelve un derecho) a un nmero muy elevado de miembros del grupo. Me doy cuenta de que un "nmero muy elevado" es una expresin vaga. Pero por encima del hecho de que los discursos polticos se inscriben en el universo del "ms o menos" o del "por lo dems", no se puede decir "todos", porque aun en el ms perfecto de los regmenes democrticos no votan los individuos que no han alcanzado una cierta edad. Como gobierno de todos la omnicracia es un ideal lmite. En principio, no se puede establecer el nmero de quienes tienen derecho al voto por el que se pueda comenzar a hablar de rgimen democrtico, es decir, prescindiendo de las circunstancias histricas y de un juicio comparativo: solamente se p u e d e decir que en una sociedad, en la que quienes tienen derecho al voto son los ciudadanos varones mayores de edad, es ms democrtica que aquella en la que solamente votan los propietarios y, a su vez, es menos democrtica que aquella en la que tienen derecho al voto tambin las mujeres. Cuando se dice que en el siglo pasado en algunos pases se dio un proceso continuo de democratizacin se quiere decir que el nmero de quienes tienen derecho al voto aument progresivamente. Por lo que respecta a la modalidad de la decisin la regla fundamental de la democracia es la regla de la mayora, o sea, la regla con base en la cual se consideran decisiones colectivas y, por tanto, obligatorias para todo el grupo, las decisiones aprobadas al menos por la mayora de quienes deben de tomar la decisin. Si es vlida una decisin tomada por la mayora, con mayor razn3 Sobre este punto vase mi ensayo "Decisioni individuali e co.llettivo", en Richerche due lldentit, interessi e scelte collettivo). II saggiatore, Miln, 1983, p p . 9-30.

politiche

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es vlida una decisin tomada por unanimidad. 4 Pero la unanimidad es posible solamente en u n grupo restringido u homogneo, y puede ser necesaria en dos casos extremos y contrapuestos: en u n a decisin muy grave en la que cada uno de los participantes tiene derecho de veto, o en una de poca importancia en la que se declara condescendiente quien no se opone expresamente (es el caso del consenso tcito). Obviamente la unanimidad es necesaria cuando los que deciden solamente son dos, lo que distingue netamente la decisin concordada de la decisin tomada por ley (que normalmente es aprobada por mayora). Por lo dems, tambin para u n a definicin mnima de democracia, como es la que adopto, no basta ni la atribucin del derecho de participar directa o indirectamente en la toma - de decisiones colectivas para un nmero muy alto de ciudadanos ni la existencia de reglas procesales como la de mayora (o en el caso extremo de unanimidad). Es necesaria una tercera condicin: es indispensable que aquellos que estn llamados a decidir o a elegir a quienes debern decidir, se planteen alternativas reales y estn en condiciones de seleccionar entre una u otra. Con el objeto de que se realice esta condicin es necesario que a quienes deciden les sean garantizados los llamados derechos de libertad de opinin, de expresin de la propia opinin, de reunin, de asociacin, etc., los derechos con base en los cuales naci el Estado liberal y se construy la doctrina del Estado de Derecho en sentido fuerte, es decir, del Estado que no slo ejerce el poder sub lege,* sino que lo ejerce dentro de los lmites derivados del reconocimiento constitucional de los llamados derechos "inviolables" del individuo. Cualquiera que sea el fundamento filosfico de estos derechos, ellos son el supuesto necesario del correcto funcionamiento de los mismos mecanismos fundamentalmente procesales que caracterizan un rgimen democrtico. Las normas constitucionales que atribuyen estos derechos no son propiamente reglas del juego: son reglas preliminares que permiten el desarrollo del juego. De ah que el Estado liberal no solamente es el supuesto histrico sino tambinjurdico del Estado democrtico. El Estado liberal y el Estado democrtico son interdependientes en dos formas: 1) en la lnea que va del liberalismo a la democracia, en el sentido de que son necesarias ciertas libertades para el correcto ejercicio del poder democrtico; 2) en la lnea opuesta, la que va de la democracia al liberalismo, en el sentido de que es indispensable el poder democrtico para garantizar la existencia y la persistencia de las libertades fundamentales. En otras palabras: es improbable que un Estado no liberal4 Me ocup ms ampliamente de este tema en el artculo "La regola della maggioranza: limiti e aporie", en AA.VV. Democrazia, maggioranza e minoranza, II Mulino, Bolonia, 1981, pp. 33 72; y en "La regola di maggioranza e i suoi limiti", en AA.VV., Soggeti e potere. Un dibattito su societ civile e crisi della poltica, Biblioplis, aples, 1983, pp. 11-23. * Sometido a la ley.

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pueda asegurar un correcto funcionamiento de la democracia, y por otra parte es poco probable que un Estado no democrtico sea capaz de garantizar las libertades fundamentales. La prueba histrica de esta interdependencia est en el hecho de que el Estado liberal y el Estado democrtico cuando caen, caen juntos.3 . LOS IDEALES Y LA "CRUDA REALIDAD"

Esta referencia a los principios me permite entrar en materia, de hacer, como dije, alguna observacin sobre la situacin actual de la democracia. Se trata de un tema que tradicionalmente se debate bajo el nombre de "transformaciones de la democracia". Si se reuniese" todo lo que se ha escrito sobre las transformaciones de la democracia o sobre la democracia en transformacin se podra llenar una biblioteca. Pero la palabra "transformacin" es tan vaga que da lugar a las ms diversas interpretaciones: desde la derecha (pienso por ejemplo en el libro de Pareto, Trasformazione de lia democrazia, 1920,5 verdadero arquetipo de una larga e ininterrumpida serie de'lamentaciones sobre la crisis de la civilizacin), la democracia se ha transformado en un rgimen semi-anrquico que tendr como consecuencia la "destruccin" del Estado; desde la izquierda (pienso por ejemplo en un libro como el de Johannes Agnoli, Die Transformationen der Democratie, 1967, tpica expresin de la crtica extraparlamentaria), la democracia parlamentaria se est transformando cada vez ms en un rgimen autocrtico. Me parece ms til para nuestro objetivo concentrar nuestra reflexin en la diferencia entre los ideales democrticos y la "democracia real" (uso esta expresin en el mismo sentido en el que se habla de "socialismo real"), que en la transformacin. No hace muchos das un interlocutor me record las palabras conclusivas que Pasternak hace decir a Gordon, el amigo del doctor Zivago: "Muchas veces ha sucedido en la historia. Lo que fue concebido como noble y elevado se ha vuelto una cruda realidad, as Grecia se volvi Roma, la Ilustracin rusa se convirti en la Revolucin rusa," 6 De la misma manera agrego, el pensamiento liberal y democrtico de Locke, Rousseau, Tocqueville, Bentham, John Stuart Mili, se volvi la accin de... (pongan ustedes el nombre que les parezca, no tendrn dificultad en encontrar ms de uno). Precisamente es de esta "cruda realidad" y no de lo que fue concebido como "noble y elevado" que debemos hablar o, si ustedes quieren, del contraste entre lo que haba sido prometido y lo que se realiz efectivamente. Sealo seis de estas falsas promesas.V. Pareto, Trasformazione della democrazia, Corbaccio, Miln, 1920, que es una recopilacin de artculos publicados en la Rivista di Milano entre mayo y julio de 1920. El libro de Agnoli, aparecido en 1967, fue traducido al italiano por Feltrnelli, Miln, 1969. 6 Boris L. Pasternak, II dottor Zivago, Feltrnelli, Miln, 1977, p. 673.5

EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA 4 . EL NACIMIENTO DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

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La democracia naci de una concepcin individualista de la sociedad, es decir, de una concepcin por la cual, contrariamente a la concepcin orgnica dominante en la Antigedad y en la Edad Media segn la cual el todo es primero que las partes, la sociedad, toda forma de sociedad, especialmente la sociedad poltica, es un producto artificial de la voluntad de los individuos. Los tres sucesos que caracterizan la filosofa social de la poca moderna y que confluyeron en la formacin de la concepcin individualista de la sociedad y del Estado y en la disolucin de la concepcin orgnica son: a) el contrac tualismo del siglo XVII y XVIH, que parte de la hiptesis de que antes de la sociedad civil existe el Estado de naturaleza, en el que los soberanos son los individuos libres e iguales, los cuales se ponen de acuerdo para dar vida a un poder comn que tiene a funcin de garantizar la vida y la libertad de estos individuos (adems de su propiedad); b) el nacimiento de la economa poltica, o sea, de un anlisis de la sociedad y de las relaciones sociales cuyo sujeto es una vez ms el individuo, el homo oeconomicus, y no el zn politikn de la tradicin, que no es considerado por s mismo, sino slo como miembro de una comunidad, el individuo especfico que, de acuerdo con'Adam Smith, "persiguiendo el inters propio, frecuentemente promueve el inters social de manera ms eficaz que lo que pretenda realmente promover" (por lo dems es conocida la reciente interpretacin de Macpherson, de que el Estado de naturaleza de Hobbes y de Locke es una prefiguracin de la sociedad de mercado);' c) la filosofa utilitarista, de Bentham a Mili, segn la cual el nico criterio para fundamentar una tica objetiva y, por tanto, para distinguir el bien del mal sin recurrir a conceptos vagos como "naturaleza" o cosas por el estilo, es el de partir de consideraciones de condiciones esencialmente individuales, como el placer y el dolor, y de resolver el problema tradicional del bien comn en la suma de los bienes individuales o, de acuerdo con la frmula de Bentham. en la felicidad del mayor nmero. Partiendo de la hiptesis del individuo soberano que, al ponerse de acuerdo con otros individuos igualmente soberanos, crea la sociedad poltica, la doctrina democrtica haba ideado un Estado sin cuerpos intermedios, caractersticos de la sociedad corporativa de las ciudades medievales y del Estado estamental o de rdenes anteriores a la afirmacin de las monarquas absolutas, una sociedad poltica en la que, entre el pueblo soberano, compuesto por muchos individuos (un voto por cabeza) y sus representantes, no existiesen las sociedades particulares criticadas por Rousseau y privadas de autoridad por la Ley Le Chapelier (abrogada en Francia solamente en 1887). Lo que ha sucedido en los Estados democrticos es exactamente lo opuesto: los grupos se han vuelto cada vez ms los sujetos polticamente pertinentes, las grandes organizaciones,Me refiero al famoso libro de C. B. Macpherson, The Political Theory of Possesive Individualism, Clarendon Press, Oxford, 1962.7

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las asociaciones de la ms diferente naturaleza, los sindicatos de las ms diversas actividades, los partidos de las ms diferentes ideologas y, cada vez menos, los individuos. No son los individuos sino los grupos los protagonistas de la vida poltica en una sociedad democrtica, en la que ya no hay un solo soberano, ni el pueblo o la nacin, compuesto por individuos que adquirieron el Derecho de participar directa o indirectamente en el gobierno, el pueblo como unidad ideal (o mstica), sino el pueblo dividido objetivamente en grupos contrapuestos, en competencia entre ellos, con su autonoma relativa con respecto al gobierno central (autonoma que los individuos especficos perdieron y que jams han recuperado ms que en un modelo ideal de gobierno democrtico que siempre ha sido refutado por los hechos). El modelo ideal de la sociedad democrtica era el de una sociedad centrpeta. La realidad que tenemos ante nosotros es la de una sociedad centrfuga, que no tiene un solo centro de poder (la voluntad general de Rousseau), sino muchos, y merece el nombre, en el que concuerdan los estudiosos de la poltica, de sociedad policntrica o polirquica (o en trminos ms fuertes pero no por ello menos apropiados, policrtica). El modelo del Estado democrtico basado en la soberana popular, que fue ideado a imagen y semejanza de la soberana del prncipe, fue el modelo de una sociedad monista. La sociedad real que subyace en los gobiernos democrticos es pluralista.

5. L A REIVINDICACIN DE LOS INTERESES

De esta primera transformacin (primera porque se refiere a la distribucin del poder) deriva la segunda referente a la representacin. La democracia moderna, nacida como democracia representativa, en contraposicin a la democracia de los antiguos, debera haber sido caracterizada por la representacin poltica, es decir, por una forma de representacin en la que el representante, al haber sido llamado a velar por los intereses de la nacin, no puede ser sometido a un mandato obligatorio. El principio en el que se basa la representacin poltica es exactamente la anttesis de aqul en el que se fundamenta la representacin de los intereses, en la que el representante, al tener que velar por los intereses particulares del representado, est sometido a un mandato obligatorio (precisamente el del contrato del Derecho privado que prev, la revocacin por exceso de mandato). Uno de los debates ms clebres e histricamente significativos que se desarrollaron en la Asamblea constituyente francesa, de la que naci la Constitucin de 1791, fue el que contempl el triunfo de quienes sostuvieron que el diputado, una vez elegido, se converta en el representante de la nacin y ya no poda ser considerado el representante de los electores: en cuanto tal no estaba obligado por ningn mandato. El mandato libre fue una prerrogativa del rey quien, convocando a los Estados Generales, pretendi que los delegados de las rdenes no fuesen

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enviados a la Asamblea con pouvoirs restrictifs.* El mandato libre, expresin incuestionable de la soberana, fue transferido de la soberana del rey a la soberana de la asamblea elegida por el pueblo. Desde entonces, la prohibicin de mandato imperativo se transform en una regla constante de todas las constituciones de democracia representativa; la defensa de la representacin poltica siempre ha encontrado seguidores convencidos entre los partidarios de la democracia representativa en contra de los intentos de sustituirla o de vincularla con la representacin de los intereses. Jams una norma constitucional ha sido tan violada oomo la prohibicin de mandato imperativo; jams un principio ha sido tan menospreciado como el de la representacin poltica. Pero en una sociedad compuesta por grupos relativamente autnomos, que luchan por la supremaca para hacer valer sus intereses en contra de otros grupos, tal norma, tal principio, hubiera podido ser realizado? Por encima del hecho de que cada grupo tiende a identificar los intereses nacionales con los intereses del propio grupo existe algn criterio general que permita distinguir el inters general del inters particular de este o de aquel grupo, o de la combinacin de intereses particulares de grupos que se ponen de acuerdo entre ellos en detrimento de otros? Quien representa intereses particulares tiene siempre un mandato imperativo. Dnde podemos encontrar un representante que no represente intereses particulares? La respuesta es obvia, no lo vamos a encontrar en los sindicatos de los cuales depende la estipulacin de los convenios, como los acuerdos nacionales sobre la organizacin y el costo del trabajo, que tienen una gran importancia poltica. En el Parlamento? Pero qu es lo que representa la disciplina de partido si no una abierta violacin de la prohibicin de mandato imperativo? Aquellos que a veces huyen de la disciplina de partido aprovechando el voto secreto no han sido calificados como "francotiradores", es decir, como reprobos expuestos a la censura pblica? Adems de todo, la prohibicin de mandato imperativo es una regla sin sancin. Ms an, la nica sancin que teme el diputado, cuya reeleccin depende del apoyo del partido, es la que deriva de la transgresin de la regla opuesta que le impone considerarse obligado por el mandato que recibi del propio partido. Una prueba de la reivindicacin, dira definitiva, de la representacin de los intereses sobre la representacin poltica, es el tipo de relacin que se ha instaurado en la mayor parte de los Estados democrticos europeos, entre los grandes grupos de intereses contrapuestos (representantes de los industriales y de los obreros respectivamente) y el Parlamento, una relacin que ha dado lugar a un nuevo tipo de sistema social que ha sido denominado, bien o mal, neocorporativo.9 Tal sistema est caracterizado por una relacin triangular8 Para una documentacin ms amplia ver: P. Violante, Lo spazio della rappresentanza, Francia 1788-1789, Mozzone, Palermo, 1981. 9 En particular me refiero al debate que se est desarrollando con. creciente intensidad en

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en la que el gobierno, representante de los intereses nacionales (tericamente), interviene nicamente como mediador entre las partes sociales y, a lo ms, como arbitro (generalmente impotente) del respeto de los acuerdos. Aquellos que elaboraron, hace diez aos aproximadamente, este modelo, que hoy est en el centro de la discusin, sobre las transformaciones de la democracia, definieron la sociedad neocorporativa como una forma de solucin de los conflictos sociales que utiliza un procedimiento, el del acuerdo entre las grandes organizaciones, que no tiene nada que ver con la representacin politica, y que, en cambio, es .una tpica expresin de la representacin de intereses.

6. PERSISTENCIA DE LAS OLIGARQUAS

Considero en tercer lugar, como una falsa promesa, la derrota del poder oligrquico. No tengo necesidad de insistir en el particular porque es un tema muy tratado y poco controvertido, por lo menos desde que a finales del siglo pasado Gaetano Mosca expuso la teora de la clase poltica que fue llamada, gracias a Pareto, teora de las lites. 1 principio fundamental del pensamiento democrtico siempre ha sido la libertad entendida como autonoma, es decir, como capacidad de legislar para si mismo, de acuerdo con la famosa definicin de Rousseau, que debera tener como consecuencia la plena identificacin entre quien pone y quien recibe una regla de conducta y, por tanto, la eliminacin de la tradicional distincin, en la que se apoya todo el pensamiento poltico, entre gobernados y gobernantes. La democracia representativa, que es la nica forma de democracia existente y practicable, es en s misma la renuncia al principio de la libertad como autonoma. Es pueril la hiptesis de que la futura computocracia, como Ta sido llamada, permita el ejercicio de la democracia directa, es decir, que d a cada ciudadano la posibilidad de trasmitir su voto a un cerebro electrnico. A juzgar por las leyes que son promulgadas cada ao en Italia, el buen ciudadano debera ser llamado a manifestar su voto por lo menos una vez al da. El exceso de participacin, que produce el fenmeno que Dahrendorf llam, desaprobndolo, del ciudadano total, puede tener como efecto la saturacin de la poltica y el aumento de la apata electoral.10 El precio que se debe pagar por el compromiso de pocos es frecuentemente la indiferencia de muchos. Nada es ms peligroso para la democracia que el exceso de democracia. Naturalmente la presencia de lites en el poder no borra la diferencia entre regmenes democrticos y regmenes autocrticos. Esto lo saba Mosca, que eraItalia alrededor de las tesis de Ph. Schmitter, sobre el cual puede verse la antologa La societ neo-corporativa, a cargo de M. Maraffi, 11 Mulino, Bolonia, 1981, y el libro a dos manos de L. Bordogna y G. Provasi, Politica, economa e rappresentanza dgli interessi, 11 Mulino, Bolonia, 1984. 10 Me refiero a R. Dahrendorf, // cittadino totale, Centro de investigacin y documentacin Luigi Einaudi, Turin, 1977, pp. 55-59.

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un conservador y que se autodefma liberal, pero no democrtico, quien ide una compleja tipologa de las formas de gobierno con el objeto de mostrar que, aunque jams estn ausentes las oligarquas del poder, las diversas formas de gobierno se distinguen en su diferente formacin y organizacin. Ya que comenc con una definicin fundamentalmente procesal de la democracia, no puedo olvidar que uno de los partidarios de esta interpretacin, Joseph Schumpeter, capt perfectamente el sentido cuando sostuvo que la caracterstica de un gobierno democrtico no es la ausencia de lites sino la presencia de muchas lites que compiten entre ellas por la conquista del "'oto popular. En el reciente libro de Macpherson The Lije and Times of Liberal Democracy,11 se distinguen cuatro fases en el desarrollo de la democracia desde el siglo pasado hasta hoy: la etapa actual, que es definida "democracia de equilibrio", corresponde a la definicin de Schumpeter. Un elitista italiano, intrprete de Mosca y Pareto, distingui en forma sinttica y, a mi parecer incisiva, las lites que se imponen de las que se proponen.12

7. E L ESPACIO LIMITADO

Si la democracia no ha logrado derrotar totalmente al poder oligrquico, mucho menos ha conseguido ocupar todos los espacios en los que se ejerce un poder que toma decisiones obligatorias para un completo grupo social. Al llegar a este punto la distincin que entra en juego ya no es aquella entre poder de pocos o de muchos, sino aquella entre poder ascendente y poder descendente. En este sentido se podra hablar ms de incongruencia qu de falta de realizacin, ya que la democracia moderna naci como mtodo de legitimacin y de control de las decisiones polticas en sentido estricto, o de "gobierno" propiamente dicho, tanto nacional como local, donde el individuo es tomado en consideracin en su papel general de ciudadano y no en la multiplicidad de sus papeles especficos de feligrs de una iglesia, de trabajador, de estudiante, de soldado, de consumidor, de enfermo, etc. Despus de la conquista del sufragio universal, si todava se puede hablar de una ampliacin del proceso de democratizacin, dicha ampliacin se debera manifestar, no tanto en el paso de la democracia representativa a la democracia directa, como se suele considerar, cuanto en el paso de la democracia poltica a la democracia social, no tanto en la respuesta a la pregunta quin vota? como en la contestacin a la interrogante dnde vota? En otras palabras, cuando se desea conocer si se ha dado un desarrollo de la democracia en un determinado pas se deberla investigar si aument o no el nmero de quienes tienen dere11 C. B. Macpherson, The Life and Times of dberal Democracy, Oxford University Press, Oxford, 1977. 12 Me refiero al libro de E. Burzio, Essenza e attualit del liberalismo, Utet, Tuiin, 1945, p. 19.

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cho a participar en las decisiones que les ataen, sino los espacios en los que pueden ejercer ese derecho. Hasta que los dos grandes bloques de poder que existen en lo alto de las sociedades avanzadas, la empresa y el aparato administrativo, no sean afectados por el proceso de democratizacin suspendo el juicio si esto sea, adems de posible, deseable, el proceso de democratizacin no podr considerarse realizado plenamente. Sin embargo, me parece interesante observar que en algunos de estos espacios no polticos (en el sentido tradicional de la palabra), por ejemplo en la fbrica, en ocasiones se ha dado la proclamacin de algunos derechos de libertad en el mbito especfico del sistema de poder, a semejanza de lo que sucedi con las declaraciones de los derechos del ciudadano con respecto al sistema del poder poltico; me refiero, por ejemplo, al Estatuto de los trabajadores, que fue promulgado en Italia en 1970, y a las propuestas que se estn discutiendo para la proclamacin de una carta de los derechos del enfermo. Incluso con respecto a las prerrogativas del ciudadano frente al Estado, la concesin de los derechos de libertad es anterior a la de los derechos polticos. Como ya dije cuando habl de la relacin entre el Estado liberal y el Estado democrtico, la concesin de los derechos polticos ha sido una consecuencia natural de la concesin de los derechos de libertad, porque la nica garanta al respeto de los derechos de libertad est en el derecho de controlar el poder al que espera esta garanta.8. EL PODER INVISIBLE

La quinta falsa promesa de la democracia real, con respecto a la democracia ideal, es la eliminacin del poder invisible." A diferencia de la relacin entre democracia y poder oligrquico, relacin sobre la que hay una riqusima bibliografa, el tema del poder invisible hasta ahora ha sido muy poco explorado (sobre todo porque escapa a las tcnicas de investigacin utilizadas habitualmente por los socilogos, tales como entrevistas, sondeos de opinin, etc.). Puede ser que yo est influido especialmente por lo que sucede en Italia, donde la presencia del poder invisible (mafia, camorra, logias masnicas atpicas, servicios secretos no controlados y protegidos de los subversivos que deberan controlar) es, permtanme la redundancia, extremadamente visible. A pesar de todo, es un hecho que hasta ahora el ms amplio examen del tema lo encontr en un libro de un estudioso norteamericano, Alan Wolfe, titulado The Limits of Legitimacy,1* que dedica un captulo bien documentado a lo que llama el "doble Estado", doble en el sentido de que al lado de un Estado visible13 De esto me ocup hace algunos aos en un articulo titulado "La democrazia e il potere invisible", en Rwista italiana di scienza poltica, x (1980), pp. 181-20S, incluido en esta recopilacin (Vase p. 6). 14 A. Wolfe, The Limits of Legitimacy. Political Contradictions of Contemporary Capitalsm, The Free Press. New York. 1977.

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existira un Estado invisible. Es bien conocido que la democracia naci bajo la perspectiva de erradicar para siempre de la sociedad h u m a n a el poder invisible, para dar vida a u n gobierno cuyas acciones deberan haber sido realizadas en pblico "au grand jour" (para usar la expresin de Maurice Joly). 15 El modelo de la democracia moderna fue la democracia de los antiguos, especialmente la de la pequea ciudad de Atenas, en los momentos felices en los que el pueblo se reuna en el Agora y tomaba libremente, a la luz del sol, sus propias decisiones despus de haber escuchado los diversos puntos de vista de los oradores? Platn para denigrarla (aunque Platn era un antidemocrtico) la llam "teatrocracia" (palabra que no por casualidad se encuentra tambin en Nietzsche). Una de las razones de la superioridad de la democracia con res pecto a los Estados absolutos que haban reivindicado los arcana impert, y defendan con argumentos histricos y polticos la necesidad de que las grandes decisiones polticas fuesen tomadas en los gabinetes secretos, lejanos de las miradas indiscretas del pblico, est basada en la conviccin de que el gobierno democrtico pudiese finalmente dar vida a la transparencia del poder, al "poder sin mscaras". Kant enunci e ilustr en el Apndice de la Paz perpetua el principio fundamental segn el cual "Todas las acciones referentes al derecho de otros hombres cuya mxima no puede ser publicada, son injustas", 16 queriendo decir que una accin que yo estoy obligado a mantener secreta ciertamente es una accin no slo injusta sino al que si fuese publicada provocarla una reaccin que hara imposible su realizacin; para usar el ejemplo de Kant qu Estado podra declarar pblicamente, en el mismo momento en el que estipula un tratado internacional, que no lo respetar? qu funcionario puede declarar en pblico que utilizar el dinero del pueblo para intereses privados? De esta manera de plantear el problema deriva que la obligacin de la publicidad de los actos gubernamentales es importante no slo, como se dice, para permitir al ciudadano conocer las acciones de quien detenta el poder y en consecuencia de controlarlos, sino tambir porque la publicidad es en s misma una forma de control, es un expediente que permite distinguir lo que es lcito de lo que es ilcito. No por casualidad, la poltica de los arcana impert corre paralela a las teoras de la razn de Estado, es decir, a las teoras para las cuales le est permitido al Estado lo que no le est permitido a los ciudadanos privados y por tanto el Estado est obligado a actuar en secreto para no hacer escndalo, (para dar una idea de la potencia extraordinaria del tirano, Platn dice que solamente a ste le est permitido hacer en pblicoM. Joly, Dialogue aux enfers entre Maquiavel et Montesquieu, ou la politique de Maquiavel au XlXsicle par un contemporain; "chez tous les libraires", Bruselas, 1968 [Hay edicin en espaol con el titulo de Dilogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, Seix Barral Madrid]. 16 I. Kant, Zum ewigen Frieden, Apndice II, en Kleinere Schrtften zur GeschieTitsphosophie, Eihik und Politik, Meiner, Leipzig, 1931, p. 163.K

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actos escandalosos que el comn de los mortales slo realiza en los sueos). 17 Est por dems decir que el control pblico del poder es ms necesario poi cuanto estamos en una poca en la que los instrumentos tcnicos de los que puede disponer quien detenta el poder, para conocer con precisin todo lo que hacen los ciudadanos, ha aumentado enormemente, de hecho es prcticamente ilimitado. Si manifest algn titubeo en que la computocracia pueda impulsar a la democracia gobernada, no tengo ninguna duda en el servicio que puede prestar a la democracia gobernante. El ideal del poderoso.siempre ha sido el de ver cualquier gesto y de escuchar cualquier palabra de sus sujetos (posiblemente sin ser visto ni escuchado): hoy este ideal est a la mano. Ningn dspota de la Antigedad, ningn m o n a r c a absoluto de la Edad Moderna, aunque estuviese rodeado de mil espas, logr tener toda la informacin sobre sus subditos que el ms democrtico de los gobiernos puede obtener del uso de los cerebros electrnicos. La vieja pregunta que recorre toda la historia del pensamiento poltico: "quin cuida a los cuidadores?" hoy se puede* repetir con la siguiente interrogante: "quin controla a los controladores?" Si no se logra encontrar una respuesta adecuada a esta pregunta, la democracia como advenimiento del gobierno visible, est perdida. Ms que de una falsa promesa en este caso se tratara de una tendencia contrara a las premisas: la tendencia ya no hacia el mximo control del poder por parte de los ciudadanos, sino, por el contrario, hacia el mximo control de los subditos por parte del poder.

9. EL CIUDADANO NO EDUCADO

La sexta falsa promesa se refiere a la educacin de la ciudadana. En los discursos apologticos sobre la democracia, desde hace dos siglos hasta ahora, jams falta el argumento de acuerdo con el cual la nica manera de hacer de un subdito un ciudadano es la de atribuirle aquellos derechos que los escritores de Derecho pblico del siglo pasado llamaron activae civitatis, y la educacin para la democracia se desarrolla en el mismo sentido que la prctica democrtica. De acuerdo con el modelo jacobino esto no debe ser primero, porque en primera instancia debe venir la dictadura revolucionaria y slo despus el reino de la virtud. Pero para el buen democrtico esto no debe ser as, el reino de la virtud (que para Montesquieu constitua el principio de la democracia contrapuesto al miedo, principio del despotismo) es la misma democracia. La democracia no puede prescindir de la virtud, entendida como amor a la cosa pblica, pues al mismo tiempo debe promoverla, alimentarla y fortalecerla. Uno de los fragmentos ms representativos d esta idea es el que se encuentra en el captulo "Sobre la mejor forma de gobierno" del libro titulado Consideraciones sobre a democracia representativa de John Stuart17

Platn, Repblica, 571 cd.

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Mili, all donde distingue a los ciudadanos en activos y pasivos y especifica que en general los gobernantes prefieren a los segundos porque es ms fcil tener controlados a subditos dciles e indiferentes, pero la democracia necesita de los primeros. Este autor concluye que si debiesen prevalecer los ciudadanos pasivos, con mucho gusto los gobernantes convertiran a sus subditos en un rebao de ovejas dedicadas nicamente a comer el pasto una al lado de la otra (y, agregarla yo, a no lamentarse aun cuando el pasto escaseara).18 Esto lo llevaba a proponer la ampliacin del sufragio a las clases populares con base en el argumento de que uno de los remedios contra la tirana de la mayora est precisamente en el hacer partcipes en las elecciones adems de a las clases pudientes que siempre constituyen una minora de la poblacin y tienden por naturaleza a mirar por sus propios intereses a las clases populares. Deca: la participacin en el voto tiene un gran valor educativo; mediante la discusin poltica el obrero, cuyo trabajo es repetitivo en el estrecho horizonte de la fbrica, logra comprender la relacin entre los acontecimientos lejanos y su inters personal, y establecer vnculos con ciudadanos diferentes de aquellos con los que trata cotidianamente y volverse un miembro consciente de una comunidad. 19 La educacin de la ciudadana fue uno de los temas preferidos de la ciencia poltica norteamericana de los aos cincuenta. Este tema fue tocado bajo el ttulo de "cultura poltica", y sobre l se escribieron ros de tinta que rpidamente se decolor: entre las diversas distinciones recuerdo aquella entre cultura de los subditos, es decir, dirigida hacia los output del sistema, o sea, hacia los beneficios que los electores esperan obtener del sistema poltico, y cultura participante, es decir, orientada hacia los tnput, que es propia de los electores que se consideran potencialmente comprometidos con la articulacin de las demandas y con la formacin de las decisiones. Veamos alrededor. En las democracias ms consolidadas se asiste impotentes al fenmeno de la apata poltica, que frecuentemente involucra a cerca de la mitad de quienes tienen derecho al voto. Desde el punto de vista de la cultura poltica stas son personas que no estn orientadas ni hacia los output ni hacia los tnput. Simplemente estn desinteresadas por lo que sucede (como se dice en Italia con una frase afortunada) en el "palacio". S bien que tambin se pueden dar interpretaciones benvolas de la apata poltica, pero incluso las interpretaciones ms moderadas no me pueden quitar de la cabeza que los grandes escritores democrticos sufriran al reconocer en la renuncia a usar el propio derecho un buen fruto de la educacin de la ciudadana. En los regmenes democrticos como el italiano, en el que el porcentaje de votantes todava es muy alto (pero va descendiendo en cada eleccin), existen buenas razones para creer que est disminuyendo el voto de opinin y est au18 J-S. Mili, Considerations on Representative Government, en Collected Papers ofjohn Stuart MU, University of Toronto Press, Routledge and Kegan Paul, vol. XIX, Londres, 1977, p. 406. " Ibidem, p. 470.

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mentando el voto de intercambio, para usar la terminologa asctica de los poltica scientist, el voto dirigido hacia los ouput, o para usar una terminologia ms cruda, pero quiz menos mistificadora, el voto de clientela, basado frecuentemente en la ilusin del do ut des (apoyo poltico a cambio de favores personales). De igual manera, se pueden dar interpretaciones moderadas para el voto de intercambio, pero no puedo dejar de pensar en Tocqueville quien, en un discurso en la Cmara de Diputados (el 27 de enero de 1848), lamentando la degeneracin de las costumbres pblicas, por las que "las opiniones, los sentimientos, las ideas comunes son substituidas cada vez ms por los intereses particulares", se preguntaba, dirigindose a sus colegas, "si no hubiese aumentado el nmero de los que votan movidos por intereses personales y si no hubiese disminuido el voto del que vota con base en una opinin poltica", y condenaba esta tendencia como expresin de "moral baja y vulgar", de acuerdo con la cual "quien goza de los derechos polticos considera que puede usarlos en beneficio personal siguiendo el inters propio". 20

10. E L GOBIERNO DE LOS TCNICOS

Falsas promesas. Pero, acaso eran promesas que se podan cumplir? Yo dira que no. Incluso dejando a un lado la diferencia natural, que indique al inicio, entre lo que fue concebido como "noble y elevado" y la "cruda realidad", el proyecto democrtico fue pensado para una sociedad mucho menos compleja que la que hoy tenemos. Las promesas no fueron cumplidas debido a los obstculos que no fueron previstos o que sobrevinieron luego de las "transformaciones" (en este caso creo que el trmino "transformaciones" sea correcto) de la sociedad civil. Indico tres. Primero: conforme las sociedades pasaron de una economa familiar a una economa de mercado, y de una economa de mercado a una economa protegida, regulada, planificada, aumentaron los problemas polticos que requirieron capacidad tcnica. Los problemas tcnicos necesitan de expertos, de un conjunto cada vez ms grande de personal especializado. De esto ya se haba dado cuenta hace ms de un siglo Saint-Simn quien era favorable al gobierno de los cientficos y no de los juristas. Con el progreso de los instrumentos de clculo que Saint-Simn no pudo ni remotamente imaginar, y que slo los expertos son capaces de usar, la exigencia del llamado gobierno de los tcnicos ha aumentado considerablemente. La tecnocracia y la democracia son antitticas: si el protagonista de la sociedad industrial es el experto, entonces quien lleva el papel principal en dicha sociedad no puede ser el ciudadano comn y corriente. La democracia se basa20 Alexis de Tocqueville, "Discurso sobre la revolucin social", en Scrittipolitici, ed. al cuidado de N. Matteucci, vol. I, Utet, Turn, 1969, p. 271.

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en la hiptesis de que todos pueden tomar decisiones sobre todo; por el contrario, la tecnocracia pretende que los que tomen las decisiones sean los pocos que entienden de tales asuntos. En los tiempos de los Estados absolutos, como dije, el vulgo deba ser alejado de los arcana impert porque se le consideraba demasiado ignorante; ciertamente hoy el vulgo es menos ignorante pero los problemas que hay que resolver, como la lucha contra la inflacin, el pleno empleo, la justa distribucin de la riqueza, no se han vuelto cada vez ms complejos?, no son estos problemas tan complicados que requieren conocimientos cientficos y tcnicos que el hombre medio de hoy no puede tener acceso a ellos (aunque est ms instruido)?

11. EL AUMENTO DEL APARATO l segundo obstculo imprevisto y que sobrevino es el crecimiento continuo del aparato burocrtico, de un aparato de poder ordenado jerrquicamente, del vrtice a la base, y en consecuencia diametralmente opuesto al sistema de poder democrtico. Si consideramos el sistema poltico como una pirmide bajo el supuesto de que en una sociedad existan diversos grados de poder, en la sociedad democrtica el poder fluye de la base al vrtice; en una sociedad burocrtica, por el contrario, se mueve del vrtice a la base. Histricamente, el Estado democrtico y el Estado burocrtico estn mucho ms vinculados de lo que su contraposicin pueda hacer pensar. Todos los Estados que se han vuelto ms democrticos se han vuelto a su ms burocrticos, porque el proceso de burocratizacin ha sido en gran parte una consecuencia del proceso de democratizacin. La prueba est en que hoy el desmantelamiento del Estado benefactor que ha necesitado de un aparato burocrtico que nunca antes se haba conocido, esconde el propsito, no digo de desmantelar sino de reducir, bajo lmites bien precisos, el poder democrtico. Es conocido el porqu jams la democratizacin y la burocratizacin pudieron caminar juntas; asuntos que por lo dems ya haba visto Max Weber. Cuando los que tenan el derecho de votar eran solamente los propietarios, era natural que pidiesen al poder pblico que ejerciera una sola funcin fundamental, la proteccin de la propiedad. De aqu naci la doctrina del Estado limitado, del Estado polica, o, como hoy se dice, del Estado mnimo, y la configuracin del Estado como asociacin de los propietarios para la defensa de aquel supremo Derecho natural que era precisamente para Locke el Derecho de propiedad. Desde el momento en que el voto fue ampliado a los analfabetos era inevitable que stos pidiesen al Estado la creacin de escuelas gratuitas, y, por tanto, asumir u n gasto que era desconocido para el Estado de las oligarquas tradicionales y de la primera oligarqua burguesa. Cuando el derecho de votar tambin fue ampliado a los no propietarios, a los desposedos, a aquellos que no tenan otra propiedad ms que su fuerza de trabajo,

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ello trajo como consecuencia que stos pidiesen al Estado la proteccin contra la desocupacin y, progresivamente, seguridad social contra las enfermedades, contra la vejez, previsin en favor de la maternidad, vivienda barata, etc. De esta manera ha sucedido que el Estado benefactor, el Estado social, ha sido, guste o no guste, la respuesta a una demanda proveniente de abajo, a una peticin, en el sentido pleno de la palabra, democrtica.

12. EL ESCASO RENDIMIENTO

El tercer obstculo, est ntimamente relacionado con el tema del rendimiento del sistema democrtico en su conjunto: un problema que en estos ltimos aos ha dado vida al debate sobre la llamada "ingobernabilidad" de la democracia. De qu se trata? En sntesis, primero el Estado liberal y despus su ampliacin, el Estado democrtico, han contribuido a emancipar la sociedad civil del sistema poltico. Este proceso de emancipacin ha hecho que la sociedad civil se haya vuelto cada vez ms una fuente inagotable de demandas al gobierno, el cual para cumplir correctamente sus funciones debe responder adecuadamente pero, cmo puede el gobierno responder si las peticiones que provienen de una sociedad libre y emancipada cada vez son ms numerosas, cada vez ms inalcanzables, cada vez ms costosas? He dicho que la condicin necesaria de todo gobierno democrtico es la proteccin de las libertades civiles: la libertad de prensa, la libertad de reunin y de asociacin, son vas por medio de las cuales el ciudadano puede dirigirse a sus gobernantes para pedir ventajas, beneficios, facilidades, una ms equitativa distribucin de la riqueza, etctera. La cantidad y la rapidez de estas demandas son tiles que ningn sistema poltico, por muy eficiente que sea, es capaz de adecuarse a ellas. De aqu deriva el llamado "sobrecargo" y la necesidad en la que se encuentra el sistema poltico de tomar decisiones drsticas; pero una alternativa excluye a la otra. El tomar una alternativa no satisface sino crea descontento. Adems, la rapidez con la que se presentan las demandas al gobierno por parte de los ciudadanos, est en contraste con la lentitud de los complejos procedimientos del sistema poltico democrtico, por medio de los cuales la clase poltica debe tomar las decisiones adecuadas. De esta manera se crea una verdadera y propia ruptura entre el mecanismo de recepcin y el de emisin, el primero con un ritmo cada vez ms acelerado, el segundo con uno cada vez ms lento. Precisamente, al contrario de lo que sucede en un sistema autocrtico que es capaz de controlar la demanda habiendo sofocado la autonoma de la sociedad civil, y es mucho ms rpido en la respuesta en cuanto no tiene que respetar los complejos procedimientos decisionales como los del sistema parlamentario. En conclusin, en la democracia la demanda es fcil y la respuesta difcil; por el contrario, la autocracia tiene la capacidad de dificultar la d e m a n d a ^ dispone de una gran facilidad para dar respuestas.

EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA 1 3 . Y SIN EMBARGO

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Despus de lo dicho hasta aqu, cualquiera podra esperarse u n a visin catastrfica del porvenir de la democracia. N a d a de esto. Con respecto a los aos comprendidos entre la primera y la segunda Guerra Mundial, que Elie Halvy llam la "era de los tiranos" en su famoso libro que lleva tal nombre, 2 1 en estos ltimos cuarenta aos el espacio de los regmenes democrticos h a aumentado progresivamente. Ejemplo de lo antes expuesto lo podemos encontrar en el libro de J u a n Linz titulado La caduta dei regimi democratici,22 que toma los datos informativos principalmente de los aos posteriores a la primera Guerra Mundial, y el de Julin Santamara, Transizione alia democrazia nell'Europa del sud e nell'America Latina,'1''' que los toma de los aos posteriores a la segunda. Al terminar la segunda Guerra Mundial bastaron pocos aos a Italia diez a Alemania p a r a derribar el Estado parlamentario; despus que la democracia fue restaurada, pasada la segunda guerra, no ha vuelto a ser derrotada, al contrario, en algunos pases fueron derrocados los gobiernos autoritarios. Incluso en u n pas con democracia no gobernante o mal gobernante, como Italia, la democracia no corre serios peligros, a u n q u e digo esto con u n cierto temor. Se comprende que hablo de los peligros internos, de los peligros que pueden venir del extremismo de derecha o del de izquierda. En la Europa oriental, donde los regmenes democrticos fueron sofocados al nacer y todava no logran nacer, la causa fue y contina siendo externa. En mi anlisis me he ocupado de las dificultades internas de la democracia, no de las externas que dependen de la colaboracin de los diversos pases en el sistema internacional. Ahora bien, mi conclusin es que las falsas promesas y los obstculos imprevistos de los que m e h e ocupado no h a n sido capaces de "transformar" u n rgimen democrtico en u n rgimen autocrtico. La diferencia sustancial entre unos y otros permanece. El contenido mnimo del Estado democrtico no ha decado: garanta de los principales derechos de libertad, existencia de varios partidos en competencia, elecciones peridicas y sufragio universal, decisiones colectivas o concertadas (en las democracias coasociativas o en el sistema neocorporativo) o tomadas con base en el principio de mayora, de cualquier manera siempre despus del debate libre entre las partes o entre los aliados de una coalicin de gobierno. Existen democracias ms slidas o menos slidas, ms vulnerables o menos vulnerables; hay diversos grados de21 E. Halvy, L're des tyrannies. Etdes sur le sodalisme et la guerre, introduccin de C. Bugl, Nrf. Pars, 1938. 22 Se trata de una recopilacin de diversos ensayos a cargo de Juan Linz, publicada originalmente en ingls, The Breakdown of Democracy. The John Hopkins University Press, Londres, 1978, y despus en italiano en, II Mulino, Bolonia, 1981, en el que los tres temas fundamentales son el advenimiento del fascismo en Italia, Alemania y Espaa. 25 Publicado por el Centro de Investigaciones Sociolgicas de Madrid, 1981.

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aproximacin al modelo ideal, pero aun la ms alejada del modelo no puede ser de ninguna manera confundida con un Estado autocr tico y mucho menos con uno totalitario. No habl de los peligros externos, porque el tema que se me asign se referia al porvenir de la democracia, no al de la humanidad, sobre el que debo confesar que no estoy dispuesto a hacer ninguna apuesta. Parodiando el ttulo de nuestro congreso: "Ya comenz el futuro", alguien con humor negro podra preguntarse: "y si en cambio el futuro ya hubiese terminado?". Pero al menos me parece que puedo hacer una constatacin final, aunque sea un poco arriesgada- hasta ahora ninguna guerra ha estallado entre los Estados que tienen un rgimen democrtico, lo que no quiere decir que los Estados democrticos no hayan hecho guerras, sino que hasta ahora no las han hecho entre ellos .^ He dicho, la observacin es temeraria, pero espero una rplica. Tuvo razn Kant cuando proclam como primer artculo definitivo de un posible tratado para la paz perpetua que "la Constitucin de todo Estado debe ser republicana"?25 Ciertamente el concepto de "repblica" al que Kant se refiere no coincide con el actual de "democracia"; pero la idea de que la constitucin interna de los Estados fuese un obstculo para la guerra entre ellos es una idea fuerte, fecunda, inspiradora de muchos proyectos pacifistas que se han presentado desde hace dos siglos, aunque no han tenido una aplicacin prctica. Las objeciones contra el principio de Kant siempre han derivado del no haber entendido que tratndose de un principio universal, ste tiene validez solamente si todos los Estados y no pocos o algunos asumen la forma de gobierno requerida para el logro de la paz perpetua.

14. APELO A LOS VALORES

Para terminar, es necesario dar una respuesta a la pregunta fundamental, a la pregunta que he odo repetir frecuentemente, sobre todo entre los jvenes, tan fciles a las ilusiones como a las desilusiones: si la democracia es principalmente un conjunto de reglas procesales cmo creer que pueda contar con "ciudadanos activos"? Para tener ciudadanos activos no es necesario tener ideales? Ciertamente son necesarios los ideales. Pero cmo es posible que no se den cuenta de cules han sido las grandes luchas ideales que produjeron esas reglas? Intentamos enumerarlas? El primero que nos viene al encuentro por los siglos de crueles guerras de religin es el ideal de la tolerancia. Si hoy existe la amenaza contra la paz del mundo, sta proviene, una vez ms, del fanatismo, o sea, de la creencia24 Esta tesis ha sido sostenida recientemente con argumentos doctrinarios e histricos por M. W. Doyle, "Kant, Liberal Legacies and Foreign Affairs," en Philosophy and Public Affairs, XII, 1983, pp. 205-35, 323-53. 25 I. Kant, Zum eungen Frieden, op. cit-, p. 126.

EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA

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ciega en la propia verdad y en la fuerza capaz de imponerla. Es intil dar ejemplos, los tenemos frente a nosotros todos los das. Luego tenemos el ideal de la no violencia: jams he olvidado la enseanza de Karl Popper, de acuerdo con la cual, lo que esencialmente distingue a un gobierno democrtico de uno no democrtico es que solamente en el primero los ciudadanos se pueden deshacer de sus gobernantes sin derramamiento de sangre.26 Las frecuentemente chuscas reglas formales de la democracia introdujeron, por primera vez en la historia de las tcnicas de convivencia, la resolucin de los conflictos sociales sin recurrir a la violencia. Solamente all donde las reglas son respetadas el adversario ya no es un enemigo (que debe ser destruido), sino un opositor que el da de maana podr tomar nuestro puesto. Tercero, el ideal de la renovacin gradual de la sociedad mediante el libre debate de las ideas y el cambio de la mentalidad y la manera de vivir: nicamente la democracia permite la formacin y la expansin de las revoluciones silenciosas, como ha sido en estas ltimas dcadas la transformacin de la relacin entre los sexos, que es quiz la mayor revolucin de nuestro tiempo. Por ltimo, el ideal de la fraternidad Qafraternitde la Revolucin francesa). Gran parte de la historia de la humanidad es la historia de las luchas fratricidas, Hegel (y de esta manera termino con el autor con el que comenc) en sus Lecciones sobre la filosofa de la historia defini la historia como un "inmenso matadero". 27 Podemos contradecirlo? En ningn pas del mundo el mtodo democrtico puede durar sin volverse una costumbre. Pero puede volverse una costumbre sin el reconocimiento de la fraternidad que une a todos los hombres en un destino comn? Un reconocimiento, tan necesario hoy, que nos volvemos cada vez ms conscientes de este destino comn y deberamos, por la poca luz de razn que ilumina nuestro camino, actuar en consecuencia.

26 27

K. Popper, La societ aperta e i suoi nemici, Armando, Roma, 1973, p. 179. Hegel, Lecciones sobre la filosofa de la historia, etc., op. cit., vol. I, p. 58.

II. DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Y DEMOCRACIA DIRECTAPARTO de una constatacin sobre la que todos podemos estar de acuerdo: la peticin de mayor democracia, tan insistente en estos ltimos aos, se manifiesta en la demanda de que la democracia representativa sea acompaada e incluso sustituida por la democracia directa. La exigencia no es nueva; como se sabe, ya la haba hecho el padre de la democracia moderna Jean-Jacques Rousseau cuando dijo que 'la soberana no puede ser representada" y por tanto "El pueblo ingls cree ser libre: est muy equivocado; lo es solamente durante la eleccin de los miembros del Parlamento; pero tan pronto como son elegidos, vuelve a ser esclavo, no es nada. "28 Pero Rousseau estaba convencido de que "no ha existido ni existir jams verdadera democracia", porque necesita de muchas condiciones que son difciles de reunir, en primer lugar un Estado muy pequeo, "en donde se pueda reunir el pueblo y en donde cada ciudadano pueda sin dificultad conocer a los dems"; en segundo lugar "una gran sencillez de costumbres que prevenga o resuelva con anticipacin la multitud de negocios y de deliberaciones espinosas"; luego "mucha igualdad en los rangos y en las fortunas"; y, por ltimo, "poco o ningn lujo" (de lo que se podra deducir que no es Marx sino Rousseau el inspirador de la poltica de "austeridad"). Recuerden la conclusin: "Si hubiera un pueblo de dioses, se gobernara democrticamente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres." 29 Aunque hayan transcurrido ms de dos siglos y qu siglos!, nada menos los siglos de las revoluciones liberales y socialistas, los siglos que por primera vez dieron a los pueblos la ilusin de estar destinados a las "magnficas y progresivas fortunas" no nos hemos vuelto dioses; permanecemos hombres. Los Estados se han vuelto cada vez ms grandes y populosos, en los que ningn ciudadano es capaz de conocer a todos los dems, las costumbres no son ms simples, de manera que los negocios se han multiplicado y las discusiones se hacen da a da ms espinosas, las desigualdades entre las fortunas no slo no han disminuido sino que se han vuelto, en los Estados que se dicen democrticos, aunque no en el sentido roussoniano de la palabra, cada vez ms grandes, y de cualquier manera siguen siendo insultantes, y el lujo que segn Rousseau "corrompe tanto al rico como al pobre, al uno por la posesin y al otro por la codicia",'0 no ha desaparecido (tan es verdad que entre las demandas intencionalmente provocadoras, pero no extravagantes, de algunos grupos subversivos est tambin la del derecho al lujo).28 29

Contrato social, III, 15. Ibidem, III, 4. ' dem.32

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Entonces la demanda de una ampliacin de la democracia representativa y de la institucin de la democracia directa es insensata? Considero que no. Pero para poder responder a esta pregunta es necesario precisar los trminos de la cuestin. Si por democracia directa se entiende estrictamente la participacin de todos los ciudadanos en todas las decisiones que le ataen, ciertamente la propuesta es insensata. Es materialmente imposible que todos decidan todo en sociedades cada vez mas complejas como las sociedades industriales modernas; y es, desde el punto de vista del desarrollo tico e intelectual de la humanidad, indeseable. En los escritos de juventud, Marx indic como meta del desarrollo civil de la humanidad al hombre total; pero el individuo roussonrano, llamado a participar desde la maana hasta la noche para ejercer sus deberes de ciudadano, no seria el hombre total sino el ciudadano total (como fue llamado con evidentes intenciones polmicas por Dahrendorf).51 Observando con atencin, el ciudadano total no es ms que la otra cara, igualmente peligrosa, del Estado total. No por casualidad la democracia roussoniana frecuentemente ha sido interpretada como la democracia totalitaria en oposicin a la democracia liberal. El ciudadano total y el Estado total son dos caras de la misma moneda, porque tienen en comn, aunque considerada la una desde el punto de vista del pueblo, y la otra desde el punto de vista del prncipe, el mismo principio: "todo es poltica", es decir, la reduccin de todos los intereses humanos a los intereses de la polis, la politizacin integral del hombre, la resolucin del hombre en el ciudadano, la eliminacin completa de la esfera privada en la esfera pblica. No creo que haya alguien que invocando la democracia directa pretenda presentar una exigencia de este tipo. Marx no pens en una democracia directa de este tipo cuando vea en el ejercicio del poder de los comuneros de Pars el inicio de una organizacin estatal diferente de la del Estado representativo (y con mayor razn del Estado bnapartista), aunque la particular experiencia de la revolucin parisina, limitada en el tiempo y en el espacio, poda despertar la ilusin de la posible aplicacin, aun en tiempos normales, de esa movilizacin continua y emotiva que es posible, ms an, necesaria, en tiempos de transformacin revolucionaria de la sociedad. (Quizs al nico tipo humano al que le quede el calificativo de ciudadano total es al revolucionario; pero las revoluciones no se hacen aplicando las reglas del juego democrtico). Entonces, cuando se enuncia la frmula "de la democracia representativa a la democracia directa" en realidad, qu cosa se pide? Las frmulas polticas tienen*' R. Dahrendorf, Cittadini e partecipazione: al di la della democracia rappresentativa?, en II ctadtno totale, Centro de Investigaciones y Documentacin Ligi Einaudi, Turn, 1977, pp 33-59: "Las sociedades se vuelven ingobernables, si los sectores que lis componen rechazan el gobierno en nombre de los derechos de participacin, y esto a su vez no puede dejar de influir en la capacidad de sobrevivencia, aqu est la paradoja del ciudadano total" (p. 56).

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la misin de indicar una direccin ideal, y son ms idneas a suscitar ciertas emociones que a palpar ciertas realidades (poco importa que sean presentadas en trminos ambiguos y vagos). Es tarea de la crtica terica sealar y denunciar las soluciones meramente verbales, transformar una frmula en realidad, en una propuesta operativa, distinguir la conmocin de los efectos del contenido real. Si no soy demasiado pretencioso, ste es el trabajo que me propongo hacer en las siguientes pginas. Comienzo por la democracia representativa. La primera equivocacin de la que debemos liberarnos es que "democracia representativa" signifique lo mismo que "Estado parlamentario". Propongo, inmediatamente, este tema de discusin porque muchos creen haber criticado la democracia representativa cuando han criticado al Estado parlamentario. Yo mismo me di cuenta de esto en la discusin que, no slo por escrito sino tambin en forma verbal (en decenas de mesas redondas), sigui a mis artculos sobre democracia y socialismo, cuando descubr que casi siempre se daba por entendido que cuando alguien criticaba al Estado parlamentario era como si criticara tambin la democracia representativa. En trminos generales la expresin "democracia representativa" quiere decir que las deliberaciones colectivas, es decir, las deliberaciones que involucran a toda la colectividad, no son tomadas directamente por quienes forman parte de ella, sino por personas elegidas para este fin; eso es todo. El Estado parlamentario es una aplicacin particular, si bien importantsima desde el punto de vista histrico, del principio de representacin, o sea, es el Estado en el que el rgano central es representativo (o por lo menos central, en principio, aunque no siempre de hecho). A dicho rgano llegan las instancias y de l parten las decisiones colectivas fundamentales. Tal rgano es el Parlamento. Todos saben que una repblica presidencial como los Estados Unidos que no es un Estado parlamentario tambin es, en trminos generales, un Estado representativo. Hoy no existe ningn Estado representativo en el que el principio de la representacin se concentre solamente en el Parlamento: los Estados que hoy acostumbramos llamar representativos son tales porque el principio de representacin se ha extendido tambin a otras muchas instancias donde se llevan al cabo deliberaciones colectivas, como son los municipios, las provincias y, en Italia, tambin las regiones.* En otras palabras, un Estado representativo es un Estado en el que las principales deliberaciones polticas son realizadas por los representantes elegidos no importa si los rganos donde se efectan tales deliberaciones sean el Parlamento, el presidente de la repblica, el Parlamento junto con los onsejos regionales,** etc.* Entidades locales. ** Parlamentos locales.

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Del mismo modo que no todo Estado representativo es un Estado parlamentario, as tambin el Estado parlamentario puede no ser una democracia representativa. Si por democracia entendemos, como debemos entender, un rgimen en el que todos los ciudadanos adultos tienen derechos polticos, donde, en pocas palabras, existe el sufragio universal, sabemos que histricamente los Parlamentos se dieron antes de la ampliacin del sufragio y, por tanto, durante mucho tiempo existieron Estados parlamentarios que eran representativos, pero no democrticos. Llamo la atencin sobre el hecho de que en la expresin "democracia representativa" hay que dar importancia tanto al adjetivo como al sustantivo. Es verdad que no toda forma de democracia es representativa (de ah la insistencia en la democracia directa), pero tambin es cierto que no todo Estado representativo es democrtico por el slo hecho de ser representativo: por ello la insistencia en el hecho de que la crtica contra el Estado parlamentario no implica la crtica contra la democracia representativa, ya que si es verdad que toda democracia es representativa, igualmente es cierto que no todo Estado representativo fue y es en principio una democracia. Doy un paso adelante. Termin de decir que la crtica contra el Estado parlamentario no implica la crtica a la democracia representativa, ahora debo agregar que no toda crtica contra la democracia representativa lleva directamente a la democracia directa. Llegando a este punto el discurso se vuelve un poco ms complicado y me veo obligado a simplificarlo a riesgo de hacerlo banal. La complicacin deriva del hecho de que cuando digo que entre dos personas o entre una persona y un grupo de personas existe una relacin de representacin, esta expresin puede ser entendida de muchas maneras. Los escritos jurdicos, sociolgicos y polticos sobre el concepto, o mejor dicho sobre el trmino "representacin" son tan numerosos que si quisiramos hacer una relacin de ellos, aunque fuera en forma general, debera escribir toda una monografa.32 Para dar a ustedes solamente una idea del enredo en el que se cae cada vez que se trata de entender o hacer entender qu cosa est detrs de la relacin de representacin entre A y B, voy a exponer el siguiente ejemplo: decir que el papa es el representante de Dios en la Tierra no es lo mismo que decir que el seor Crter representa al pueblo de los Estados Unidos, o decir que el seor Rossi representa una compaa de productos mdicos, no es lo mismo que decir que el seor diputado Bianchi representa un partido en el Parlamento. Afortunadamente por ahora slo nos interesa esta ltima acepcin; aunque incluso esta acepcin est llena de trampas. Baste decir que el debate secular sobre la representacin poltica est dominado al menos por dos temas que42 Para una buena informacin remito al lector al trmino "Rappresentanza poltica" (redactado por M. Cotta) en el Dizionario di poltica, Utet, Turn, 1983, pp. 954-59 y a los autores que all se citan.

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dividen los nimos y llevan a propuestas polticas contradictorias. El primer . tema se refiere a los poderes del representante, el segundo al contenido de la representacin. En trminos simples se acostumbra decir que el problema de la representacin puede tener diversas soluciones de acuerdo con las diversas respuestas que, una vez que nos hemos puesto de acuerdo que A debe representar a B, se den a las preguntas: "cmo lo representa?" y "qu cosa representa?" Son conocidas las respuestas ms comunes a estas dos preguntas. A la primera: A puede representar a B como delegado o como fiduciario. Si A es un delegado, es simple y sencillamente un portavoz, un nuncio, un legado, un medio, de sus representados, y por tanto su mandato es extremadamente limitado y revocable ad nutum. Si en cambio A es un fiduciario, tiene el poder de actuar con cierta libertad en nombre y por cuenta de los representados, en cuanto goza de su confianza, y puede interpretar a discrecin los intereses de ellos. En este segundo caso se dice que A representa a B sin obligacin de mandato; en el lenguaje constitucional ya consolidado se dice que entre A yB no existe un mandato imperativo. Para la segunda pregunta ("qu cosa") tambin se pueden dar dos respuestas: A representa a B con respecto a sus intereses generales como ciudadano, o bien respecto a sus intereses particulares, por ejemplo, como obrero, como comerciante, como profesionista, etc. Debe hacerse notar que la diferencia sobre el "qu cosa" repercute tambin en la diferencia sobre el "quin". Si el representante es llamado a representar los intereses generales del representado no es necesario que pertenezca a su misma profesin; se sabe que en la mayor parte de los sistemas representativos se ha formado una categora profesional especfica de representantes, el oficio de polticos de profesin. En cambio, cuando el representante es llamado a representar los intereses especficos de una cierta rama de actividad normalmente l pertenece a la misma profesin de los representados, por ello slo el obrero puede representar eficazmente a los obreros, el mdico a los mdicos, el profesor a los profesores, el estudiante a los estudiantes, etc. Pienso que no se les ha escapado a ustedes la relacin que existe, por una parte, entre la figura del representante como delegado y la de la representacin de los intereses particulares y, por la otra, entre la figura del representante como fiduciario y la representacin de los intereses generales. Normalmente las dos cosas van juntas. Pongo un ejemplo que conocemos muchos de nosotros: el movimiento estudiantil. Las luchas estudiantiles hicieron volar por los aires sus propios organismos representativos porque los representantes eran fiduciarios y no delegados, e impusieron mediante asambleas el principio de mandato imperativo. Al mismo tiempo quedaba claro que se trataba de una representacin orgnica, es decir, de intereses particulares. Se trata de la representacin en la que el representante debe pertenecer al mismo oficio del representado.

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En cambio, lo contraro sucede en la representacin poltica de la mayor parte de los Estados que se rigen por el sistema representativo: con respecto al "quin", lo que caracteriza a una democracia representativa es que el representante sea un fiduciario y no un delegado; con respecto al "qu cosa", que dicho fiduciario representar los intereses generales y no los intereses particulares (precisamente, porque representa intereses generales y no intereses particulares de sus electores, rige el principio de la prohibicin del mandato imperativo). Considero que con esto me pongo en condiciones de poder precisar en qu acepcin del trmino "representacin" se dice que un sistema es representativo y se habla normalmente de democracia representativa: las democracias representativas que nosotros conocemos son democracias en las que por representante se entiende una persona que tiene las siguientes caractersticas: a) en cuanto goza de la confianza del cuerpo electoral, una vez elegido ya no es responsable frente a sus electores y en consecuencia no es revocable; b) no es responsable directamente frente a sus electores, precisamente porque l est llamado a tutelar los intereses generales de la sociedad civil y no los intereses particulares de esta o aquella profesin. Quien conoce un poco la historia de la disputa secular en favor y en contra del sistema representativo sabe muy bien que los temas en discusin son sobre todo estos dos. Ambos son temas que pertenecen a la tradicin del pensamiento socialista, o mejor dicho, a la concepcin de la democracia que ha venido elaborando el pensamiento socialista en contra de la democracia representativa, considerada como la ideologa de la burguesa ms avanzada, como la ideologa "burguesa" de la democracia. De los dos temas, el primero, es decir, la demanda de la revocacin del mandato por parte de los electores con base en la crtica a la prohibicin del mandato imperativo, es propio del pensamiento poltico marxista: como todos saben, fue Marx quien quiso dar particular importancia al hecho de que la Comuna de Pars "estuvo compuesta por consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los diversos cargos de Pars, responsables y revocables en cualquier momento" (La guerra civil en Francia, en II partito e l'internazionale, Edizioni Rinascita, 1948, P. 178). El principio fue retomado y confirmado por Lenin, comenzando por El Estado y la revolucin, y luego trascendi como normativo en las diversas constituciones soviticas. El articulo 15 de la actual Constitucin dice: "El diputado tiene la obligacin de informar a los electores sobre su actividad y sobre la actividad de los soviets. El diputado que no sea digno de la confianza de los electores puede ser removido de su cargo en cualquier momento por decisin de la mayora de los electores de acuerdo con las modalidades previstas por la ley". Este principio fue trasmitido a la mayor parte de las constituciones de las democracias populares (al contrario de lo que sucede en la mayor parte de las constituciones de las democracias occidentales, 'como poi ejemplo la

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italiana, cuyo artculo 67 dice: "Cada miembro del Parlamento representa a la Nacin y ejerce sus funciones sin obligacin de mandato"). El segundo tema referente a la representacin de los intereses, tambin llamada representacin orgnica, fue distintivo del pensamiento socialista ingls a finales del siglo pasado, en particular de la corriente encabezada por el guild-socialism de Hobson y Col, cuya propuesta principal de reforma institucional consisti en la demanda de la desarticulacin corporativa del Estado, adems de la desarticulacin territorial, y la instauracin de una representacin funcional, es decir, de los interes