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SIMULACROS Mi manera de pensar no se limita a una proble- mática determinada, no depende de una ideo- logía ni de una filosofía particular. A mi juicio, lo ideal es, en último término, no tener referen- cias, esto es, analizar las cosas in vivo. Se trata de una especie de fenomenología paradójica: no aplico ningún método pero, en caso de hacerlo, éste consistiría en llevar los conceptos al límite –en este sentido sí me reconozco un poco situa- cionista– e incluso más allá. Intento sustraer- me del dominio de la banalidad generalizada, de esta generalización del intercambio, de todo este simulacro, para ver qué es lo que todavía permanece irreductible, qué es lo que aún cons- tituye un acontecimiento y, por lo tanto, qué es lo que realmente merece la pena analizar. Evi- dentemente, ésta es una tarea que no termina nunca, un trabajo que no concluye jamás. En mi opinión, el pensador es como un catalizador de los pensamientos de las distintas personas. ¿QUÉ HACER? Hay una retórica de la esperanza y una retórica de la desesperanza. Yo trato de atravesar ambas y, a la pregunta acerca de lo que debemos hacer, mi respuesta es: that’s your problem. Es vuestro problema. Porque no pienso cargar con la res- ponsabilidad de todo lo que sucede por el sim- ple hecho de haber analizado una situación. En cualquier caso mi postura es fingida, en térmi- nos de simulacro y de provocación, porque no soy pesimista en absoluto. Mi discurso no es pesimista y esta interpretación sólo puede pro- ceder de un gran malentendido. A mi juicio, la suerte no está echada. Es cierto que la lógica de este sistema es irreversible, pero también lo es que ésta desarrolla a la vez una reversión pro- cedente tanto del exterior como de su propio interior. Se produce un antagonismo ubicuo que crece mucho más rápido que el propio 72 MINERVA I.06 El pasado 23 de noviembre Jean Baudrillard (Reims, 1929) recibió la Medalla de Oro del CBA. Baudrillard se dio a conocer en los años sesenta con obras que transgredían las fronteras que separan lingüística, filosofía, economía y sociología. Aunque a menudo sus ensayos hayan sido recibidos como provocaciones hiperbólicas, siempre ha terminado por quedar de manifiesto que Baudrillard posee una capacidad innata para captar los aspectos más relevantes de una contemporaneidad de suyo desmesurada. En particular, nadie como él ha sabido retratar los efectos ontológicos de la hipertrofia de la comunicación, de una semiosis ilimitada que ha propiciado no tanto la ocultación de la realidad cuanto su destrucción. Recogemos algunas de las declaraciones que realizó en distintos encuentros con académicos y periodistas a su paso por Madrid. Baudrillard vs. Baudrillard TRADUCCIÓN MARISA PÉREZ COLINA

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  • SIMULACROS

    Mi manera de pensar no se limita a una proble-mtica determinada, no depende de una ideo-loga ni de una filosofa particular. A mi juicio,lo ideal es, en ltimo trmino, no tener referen-cias, esto es, analizar las cosas in vivo. Se trata deuna especie de fenomenologa paradjica: noaplico ningn mtodo pero, en caso de hacerlo,ste consistira en llevar los conceptos al lmiteen este sentido s me reconozco un poco situa-cionista e incluso ms all. Intento sustraer-me del dominio de la banalidad generalizada,de esta generalizacin del intercambio, de todoeste simulacro, para ver qu es lo que todavapermanece irreductible, qu es lo que an cons-tituye un acontecimiento y, por lo tanto, qu eslo que realmente merece la pena analizar. Evi-dentemente, sta es una tarea que no terminanunca, un trabajo que no concluye jams. En miopinin, el pensador es como un catalizador delos pensamientos de las distintas personas.

    QU HACER?

    Hay una retrica de la esperanza y una retricade la desesperanza. Yo trato de atravesar ambasy, a la pregunta acerca de lo que debemos hacer,mi respuesta es: thats your problem. Es vuestroproblema. Porque no pienso cargar con la res-ponsabilidad de todo lo que sucede por el sim-ple hecho de haber analizado una situacin. Encualquier caso mi postura es fingida, en trmi-nos de simulacro y de provocacin, porque nosoy pesimista en absoluto. Mi discurso no espesimista y esta interpretacin slo puede pro-ceder de un gran malentendido. A mi juicio, lasuerte no est echada. Es cierto que la lgica deeste sistema es irreversible, pero tambin lo esque sta desarrolla a la vez una reversin pro-cedente tanto del exterior como de su propiointerior. Se produce un antagonismo ubicuoque crece mucho ms rpido que el propio

    72 MINERVA I .06

    El pasado 23 de noviembre Jean Baudrillard (Reims, 1929) recibi la Medalla de Orodel CBA. Baudrillard se dio a conocer en los aos sesenta con obras que transgredanlas fronteras que separan lingstica, filosofa, economa y sociologa. Aunque a menudosus ensayos hayan sido recibidos como provocaciones hiperblicas, siempre ha terminadopor quedar de manifiesto que Baudrillard posee una capacidad innata para captarlos aspectos ms relevantes de una contemporaneidad de suyo desmesurada.En particular, nadie como l ha sabido retratar los efectos ontolgicos de la hipertrofiade la comunicacin, de una semiosis ilimitada que ha propiciado no tanto la ocultacinde la realidad cuanto su destruccin. Recogemos algunas de las declaraciones que realizen distintos encuentros con acadmicos y periodistas a su paso por Madrid.

    Baudrillard vs. BaudrillardTRADUCCIN MARISA PREZ COLINA

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    poder mundial. Por consiguiente, el sistemapodra ser en ltima instancia derrotado. Almenos estamos viendo en todas partes el surgi-miento de una singularidad violenta que es laprueba de que no hay integracin. Y esto es, encierta medida, algo positivo. Porque la integra-cin es lo peor, la muerte. La realidad integrales la muerte. Por ende, all donde hay desinte-gracin, donde hay ruptura ruptura de la rela-cin de fuerzas, del encantamiento y dondesurge antagonismo, hay esperanza. Es cierto queste puede aparecer en formas rechazables,terribles, pero la forma de la integracin y delpoder global son igualmente terribles: se tratade un terror que responde a otro.

    En este sentido, mi tarea consiste en descri-bir la situacin. Pero no desde la desesperacin,en absoluto. A mi juicio, las retricas de la espe-ranza y la desesperanza son iguales, ninguna esms vlida que la otra. Lo que hace falta es ana-lizar lcidamente lo que est ocurriendo y dejarde pensar que las posibilidades de darle la vuel-ta pueden proceder de los viejos valores que yano tienen energa para subvertir el sistema. Espreciso ubicar la alternativa en estas fuerzasantagonistas, singulares. No hay que equivocar-se de estrategia. A partir de esto, qu debemoshacer? En todo caso, para nosotros los occiden-tales, los pases desarrollados, el acontecimien-to poltico procede del exterior. En Francia, porejemplo, donde las elecciones presidenciales noson ms que una farsa, el acontecimiento pol-tico procede de los jvenes de los suburbios. Esevidente que aqu hay un antagonismo, un cho-que, que es irresoluble polticamente la dere-cha y la izquierda se encuentran igualmenteindefensas ante este problema, lo cual demues-tra que esta situacin es completamente insli-ta y radical. De suerte que lo que amanezca en elhorizonte ser algo muy distinto de lo que hahabido hasta ahora, algo no manejable, ni mani-pulable de forma ideolgica. En definitiva, en miopinin estamos ante una situacin ms radical,ms original y, por lo tanto, mi visin de las cosasno es en absoluto pesimista.

    LA REVUELTA DE LA BANLIEUE

    Todo esto tambin forma parte del espectculo,de una suerte de estrategia fatal en la que todosparticipamos. Todos somos cmplices de estaperipecia espectacular. Si se quiere tomar parteen el juego, stas son sus reglas en la actualidad.Pero quiz sea posible atravesar lo espectaculare ir ms all. A mi juicio, existe una estrecharelacin entre estos acontecimientos con losinmigrantes de los suburbios franceses y elno francs en el referndum de la Constitu-cin Europea. Estamos ante verdaderos acon-tecimientos o slo se trata de pseudoaconteci-mientos? En general, en Francia la revuelta seha interpretado en trminos econmicos, socia-les o polticos. En mi opinin, se trata de unerror. Es cierto que la relegacin de los inmi-grantes tambin est relacionada con el empleoo, mejor dicho, con la falta de empleo, con los

    ingresos, con el modo de vida, etc. Todo esto esverdad, pero slo se trata de un primer nivel. Enla actualidad, el reto es mucho mayor, va muchoms all. Es, sobre todo, simblico.

    Si analizamos el no en el referndum,tenemos un primer nivel ms o menos poltico,chovinista, nacionalista. Pero detrs de esteno aparente y ampliamente determinado porlos modelos polticos corrientes est, en unsegundo nivel, un no bsico que supone unareaccin de rechazo a participar en el juego del

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  • sistema representativo por parte de una mayorade la poblacin que ha sido excluida del mismo.Ese no es una reaccin vital debida, en ciertamedida, a la exclusin del sistema de socializa-cin. Entre ambos acontecimientos existe unarelacin que revela una suerte de fuerza ms allde lo poltico y de lo econmico, una vitalidad quese resiste al modelo de representacin, de socia-lizacin y de integracin que se le pretendeimponer. Porque, en qu se pretende integrara estos inmigrantes?, acaso les ofrecemos unbuen modelo de integracin? En absoluto. Y estoes aplicable a Francia, pero tambin a otrosmuchos pases europeos: esta integracin es unespejismo, una ilusin ptica que rechazan ins-tintivamente aquellos a los que se les propone.No tienen ganas de integrarse, en primer lugar,porque somos incapaces de responder satisfac-toriamente a sus necesidades. Estas personas tie-nen el presentimiento de haber quedado fuerade juego y de que esta situacin puede llegar a ser,si no definitiva, s, al menos, muy duradera. Locual explicara la violencia de la respuesta: se tra-ta de una reaccin violenta similar a la del refe-rndum, en el sentido de que votar no era, enel fondo, una especie de sacrilegio.

    LA SOCIEDAD DE LA COMUNICACIN

    Hoy hay comunicacin, cmo dudarlo. Pero,precisamente la hipertrofia de este intercambiogeneral est abocando el dilogo a la desapari-cin. Estamos en una situacin paradjica, desobra conocida, en la que el incremento decomunicacin le resta su carga de verdad, deconflictividad, de contradicciones vivas. Todo seha transferido a una suerte de esfera virtual.

    Es cierto que todava hay una relacin defuerzas, pero es muy distinta de la que haba enel pasado, mucho ms intensa. Antes, incluso enFrancia se viva un vivo enfrentamiento entre laizquierda y la derecha, que ahora se han conver-tido en dos variantes de un mismo modelo maldefinido, mitad liberal y mitad social. Y ya nocabe decir que la derecha est verdaderamentea la derecha de la izquierda, ni la izquierda a laizquierda de la derecha. Esta es mi impresin.De suerte que, en efecto, s hay comunicacinpero hay tambin algo que queda excluido: lo queya no tenemos, y necesitamos, es un verdaderoantagonismo, un enfrentamiento, porque sin lno hay autntica esfera poltica. La esfera pol-tica hace tiempo que fue sustituida por una esce-nificacin de lo poltico, por una interpretacinen la que todo el mundo desempea un papel.Tan slo queda una tensin superficial, no unaenerga poltica fundamental. Una vez ms, stees un anlisis que no slo cabe aplicar a Francia,sino a todos los pases occidentales.

    AMRICA VEINTE AOS DESPUS

    Me han pedido que vuelva a escribir Amrica, decuya publicacin se cumplen ahora veinte aos.Pero rechac la invitacin porque aunque laAmrica de hace veinte aos fuera ya menosnotable, menos excepcional que la de hace cin-

    cuenta, an haba en ella una suerte de desafo,ahora perdido, en el que resida su atractivo. Loque resultaba interesante era, a mi juicio, esa for-ma a la vez desrtica y tecnolgica que confor-maba un modelo audaz. Aunque la cultura no erala misma que la de ahora, se perciba la decisinde llevar hasta el final el modelo tecnolgico, elmodelo de la simulacin. A mis ojos Amrica erael paraso del simulacro. Era el desierto y Dis-neylandia al mismo tiempo. El desierto en susentido radical, el de las zonas rurales pero tam-bin el de las ciudades como Nueva York. Dis-neylandia, a su vez, pareca haberse extendidopor toda Amrica llevando al lmite la simula-cin, una suerte de artificialidad, de incultura enel sentido europeo del trmino. Yo amaba muchoesos Estados Unidos porque me liberaban detoda la cultura europea, me libraban de ella y mepermitan entrar en un universo de ciencia fic-cin, en el pas de la banalidad. Cualquier cosallevada al extremo se vuelve radical y, en este sen-tido, se trataba de un contramodelo que me gus-taba muchsimo. El libro Amrica dio lugar amuchos malentendidos porque se pens que erauna crtica devastadora de Estados Unidos.Cuando no lo era en absoluto. Por el contrario,era una visin, no me atrevera a decir admira-tiva, pero s de valoracin, de inters, por un pasque realmente produca acontecimiento.

    Qu es lo que ha cambiado desde enton-ces? Antes de la fractura que produjo el 11-S sehaba llegado a una especie de estasis, de esta-bilizacin, que cabe apreciar, por ejemplo, enNueva York. Esta ciudad ya no tiene el aspectosalvaje que la caracterizaba, ha sido domestica-da y ha perdido esa locura que haba en losescaparates, en las calles, en los barrios peri-fricos, en Harlem. Todo ha sido limpiado yblanqueado. Lo cual no impide que Nueva Yorksiga siendo tan fantstica como siempre. Y noestoy emitiendo un juicio poltico, ni aplican-do criterios econmicos o sociales que es algoque se me ha reprochado mucho; lo que meinteresaba entonces, y me sigue interesando,era la visin de Estados Unidos. Y se puede estarcompletamente en contra de la poltica esta-dounidense, de su estrategia y, sin embargo,pensar que en ese pas tiene lugar una suerte deexperiencia casi antropolgica y que sigueestando a la cabeza de la cultura occidental.Atencin, slo de la occidental, porque el res-to del mundo se ajusta a otros modelos a mi jui-cio irreductibles al de Estados Unidos. Aunquetambin es cierto que en la actualidad todo, encierto modo, ha de medirse con respecto a esemodelo. Pero ese modelo, como ya decamoshablando de Francia y de otros pases, se hadesestabilizado. Estados Unidos sigue siendouna potencia mundial, pero una potencia queha perdido la confianza en s misma y que, porconsiguiente, se precipita ahora en el todopo-deroso poder militar, en la guerra de Irak, comosi pusiera en marcha un mecanismo de autode-fensa. Se trata de un poder que se encuentra unpoco en vas de desaparicin. Esta es una idea

    compleja de exponer, pero es cierto que hoy enda Estados Unidos se encuentra infiltrado,canibalizado por diferentes etnias. En la actua-lidad, una gran parte de la poblacin de Esta-dos Unidos ya no es estadounidense, lo cual noles impide seguir existiendo como ellos mis-mos. En ltima instancia cabra decir, y esto esalgo muy interesante, que aun sin un slo esta-dounidense, este pas no dejara de ser lapotencia mundial que es. Aunque tambin escierto que algo ha cambiado.

    Yo escrib ese libro sumido en una suerte deentusiasmo, de sensacin de descubrimiento,atrapado en un influjo, inspirado por un impul-so que hizo de l un libro positivo. Y no tenaganas de escribir despus un libro negativo y cr-tico. Si los estadounidenses tienen un problemacon su propia sustancia americana, pues allellos. Aunque tambin es cierto que los demsdependemos de esos problemas y no slo en elsentido militar y econmico sino, sobre todo, enel plano simblico: Estados Unidos marca ellmite de la cultura occidental, su frontera. Qui-z exista una nueva frontera, lo desconozco, peropor el momento todos estamos asignados a sta.Y es muy preocupante observar cmo, precisa-mente debido a su fragilidad interior, estructu-ral, esta potencia se exacerba en una especie deestrategia fatal, en el peor sentido de la palabra.

    EL TERROR

    No se debe colocar el terrorismo en el tableropoltico, porque es una forma transversal que,procedente del exterior, atraviesa todo nuestroespacio pblico. En efecto, se trata de algo quellega de algn lugar del mundo con el que nocompartimos los mismos principios de raciona-lidad, ni los mismos principios culturales, eco-nmicos, etc. Es un acontecimiento total en lamedida en que pilla por sorpresa a todos nues-tros esquemas de interpretacin e incluso a nues-tros sistemas de contradiccin. Se trata de unaforma violenta cuya violencia no est situada his-tricamente. Los acontecimientos terroristas, taly como los vivimos ahora, ya no son exactamen-te histricos: la historia tiene una continuidad eincluso, tal vez, hasta una suerte de finalidad, conmuchas peripecias, con muchas fracturas, escierto, pero con una dimensin reconocible, unadimensin que forma parte de nuestro sistemade valores. En la medida en que el terrorismorompe con todo esto, elude una interpretacintradicional. Quiz la hiptesis de la existencia deuna relacin entre la forma terrorista y esa suer-te de desestabilizacin, de desestructuracin dela primera potencia mundial a la que me referaanteriormente, pudiera ayudarnos a compren-der un poco ms: el terrorismo slo es posibleporque en el corazn de la primera potenciamundial hay una fractura, una fragilidad, unasituacin que es, ms que problemtica, casicatastrfica. Una catstrofe en filigrana, latente,a la que correspondera, desde el exterior, elterrorismo. Porque el terrorismo slo es la for-ma espectacular de la disociacin que afecta a la

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    primera potencia mundial, del enfrentamientode esa potencia consigo misma. El terrorismo esuna manifestacin violenta que, en cualquiercaso, no se resuelve mediante la guerra, niluchando contra el eje del mal. El terrorismo noes un asunto de derechas o de izquierdas dis-tincin que, por otra parte, ya fue hace muchotiempo solventada en Estados Unidos y cuya fic-cin intentamos mantener a duras penas enEuropa sino un elemento no integrable, desin-tegrado, que aporta a nuestras sociedades pues,aunque sea duro decirlo, s hay una aportacin,slo superficial y falsamente integradas, un elec-troshock capaz de crear una situacin original.

    En cualquier caso, es preciso terminar conesa falsa oposicin entre derecha e izquierdaque ya no es ms que una ilusin ptica. Noshallamos ante una situacin completamentenueva a la que slo podemos hacer frente des-de su originalidad, desde su radicalidad, en vezde reconducirla a nuestros viejos conceptos yvalores. Es evidente que uno puede estar indi-vidualmente convencido de esto o de aquello,estar contra la derecha o contra Le Pen. Y tam-bin cabe negar y rechazar el terror como poderantidemocrtico. Pero todo esto es insuficien-te si pretendemos entenderlo de verdad. Nopodemos olvidar que estamos ante una nueva

    situacin y que, para afrontarla, tenemos quebuscar nuevas perspectivas, nuevas formas deanlisis. Tiene que quedar claro, en cualquiercaso, que no estoy hablando de la violencia pol-tica que puede revestir formas de terrorismo,sino del terrorismo internacional como recha-zo violento de esta estructura globalizada.

    PODER Y CORRUPCIN

    El poder poltico nace de la corrupcin: si lascosas fueran claras, transparentes y democr-ticas, el poder no existira. En el grado en que laconocemos, la discriminacin hoy extendidaa todos los mbitos y a todos los lugares slo

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  • puede ser producto de la corrupcin. Y no setrata slo de una cuestin de dinero o de flujosfinancieros: en la actualidad, los pactos se esta-blecen entre castas polticas y las negociacionesno se ajustan a unas reglas del juego transpa-rentes y democrticas, sino a unas estrategiasperfectamente cerradas y exclusivas. Esto es lacorrupcin. Los grandes negocios comercialesparecen visibilizarla, pero la corrupcin queestos sacan a la luz es slo la corrupcin aparen-te, la secundaria, que oculta la corrupcin de laestructura en su conjunto, la bsica.

    En La fbula de las abejas, Mandeville yahablaba de la corrupcin como energa vital queest en el origen de cualquier forma de sociedady de cualquier forma de poder. No pretendo jus-tificar nada, por supuesto, pero s sera precisodejar de soar con eliminar la corrupcin. Siem-pre existir. Cabe imaginar un principio depoder que sea transparente, racional? Se puedecreer en ello como ideal, como modelo. Pero, enla prctica, lo poltico, como ya dijera Maquia-velo, es producto de las intrigas, de las corrup-ciones y de las manipulaciones. Pensemos en elejemplo contrario: imaginemos el fantasma deuna sociedad completamente limpia en la queslo existiese el bien, en la que el mal hubierasido erradicado. Sera el infierno. De hecho, esla sociedad hacia la que tendemos, una socie-dad completamente controlada que funcionasin verdaderos responsables. La que tal vez sfuera posible erradicar es la corrupcin secun-daria, la especulacin financiera internacional,por ejemplo. Pero si nuestro sueo consiste enerradicar el mal como parece soar Bush, nosveremos abocados a un estado de cosas todavams totalitario e insoportable que el actual.

    REALIDAD Y REPRESENTACIN

    Conocemos lo que la pantalla de nuestros tele-visores nos muestra y el eco meditico, perio-dstico de la miseria, la muerte o la guerra. Todolo que percibimos es informacin reflejada enuna pantalla. Pero la pantalla es una barrera. Lasimgenes que vemos en ella no nos afectan ver-daderamente porque no se trata de una verda-dera representacin, sino de informacin. Atravs de las imgenes no se produce una sensi-bilizacin, como algunos creen, sino que, pese adisponer de toda la informacin del mundo,como nos es imposible hacernos cargo de ella, alfinal lo nico que vemos son imgenes y las tra-tamos como tales: un elemento superficial sobreel que no tenemos responsabilidad alguna.

    Los comportamientos se habran vuelto inclusomenos solidarios que antes porque, aunque sepa-mos todo de todos, los sufrimientos acaban neu-tralizndose entre s y la irresponsabilidad sobrelos mismos se vuelve total. Participamos de todolo que ocurre pero slo de forma abstracta, demanera virtual. Susan Sontag sostiene y as loexpuso en un debate en torno a esta problemti-ca en el que ambos participamos, sobre todo ensu ltimo libro acerca de la Guerra de Irak, quelas fotografas y los reportajes periodsticos sonmuy necesarios, que ayudan a sensibilizar, amovilizar. No estoy de acuerdo en absoluto. A mimodo de ver, este juicio, aunque cargado de bue-nas intenciones, es un error. La misma SusanSontag contaba en otro libro una historia bastan-te sintomtica: en cierta ocasin estuvo viendocon otra gente la retransmisin televisiva de lallegada de los cosmonautas a la Luna. Sus acom-paantes comentaban que no se crean muchoaquella historia de naves espaciales y que pensa-ban que, en el fondo, nada de lo que vean esta-ba sucediendo de verdad. Cuando ella les pre-gunt qu era entonces lo que pensaban queestaban viendo, le contestaron: Nosotros? Latelevisin. Es decir, no estaban observando loreal, sino la pantalla del televisor. Como quienseala la Luna con el dedo y mira el dedo en vezde ver la Luna. Es preciso tener en cuenta todoesto. Entre una realidad que se ha vuelto prcti-camente inaccesible y nuestra realidad se hainterpuesto una especie de mediasfera o comose la quiera denominar, de suerte que ya no nosocupamos de la realidad, sino de la informacin.La deontologa de los medios de comunicacindice que la informacin da cuenta de la realidad,lo cual es completamente falso. Se trata de otraoperacin, que no es exactamente una manipu-lacin porque no se trata de algo deliberado,sino una mutacin,una conmutacin que es la

    fuente de todos los poderes: porque esta infor-macin, esas pantallas, los medios de comunica-cin, nos mantienen definitivamente alejados dela realidad. Nos hacen permanecer en el reino delo virtual, donde somos los reyes todopoderososy sabemos todo cuanto queramos saber pero,mientras tanto, la realidad se evapora, desapare-ce por el horizonte de la pantalla.

    En trminos un poco ms filosficos, cabradecir que ya no estamos en el sistema de la repre-sentacin, en el estadio del espejo. Porque larepresentacin permite una verdadera percep-cin de las cosas y, as, la emisin de un juiciosobre las mismas y, por ende, la accin. Perocuando ya no hay representacin, cuando el esta-dio de la pantalla ha sustituido al del espejo, ya nocabe la posibilidad de emitir juicios y, por con-siguiente, tampoco puede tener lugar una res-puesta frente a lo que nos transmite la informa-cin. Por lo tanto, nos volvemos irresponsables.

    Reconozco que este anlisis tambin es, a suvez, un tanto virtual y que he llevado las cosas alextremo, porque todava no hemos llegado a esepunto de entropa y an se puede reaccionar antelo que ocurre. Lo cierto es que es preciso no enga-arse con respecto a la informacin. sta no esuna mediacin, no es medium de nada, no trans-mite de verdad. Es algo inmediato, instantneo ysin consecuencias. Algo que pasa, que se contem-pla. Es, por supuesto, el espectculo. Y lo espec-tacular nos lleva a una suerte de esquizofrenia.

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    El sistema de los objetos, Mxico, Siglo XXI, 1977A la sombra de las mayoras silenciosas,Barcelona, Kairs, 1978Cultura y simulacro, Barcelona, Kairs, 1978Olvidar a Foucault, Valencia, Pre-Textos, 1978El espejo de la produccin, Barcelona, Gedisa, 1980El intercambio simblico y la muerte,Caracas, Monte Avila, 1980De la seduccin, Madrid, Ctedra, 1981Las estrategias fatales, Barcelona, Anagrama, 1984Amrica, Barcelona, Anagrama, 1987El otro por s mismo, Barcelona, Anagrama, 1988Cool memories, Barcelona, Anagrama, 1989La Guerra del Golfo no ha tenido lugar,Barcelona, Anagrama, 1991La ilusin del fin, Barcelona, Anagrama, 1993El crimen perfecto, Barcelona, Anagrama, 1996El paroxista indiferente, Barcelona, Anagrama, 1998El intercambio imposible, Madrid, Ctedra, 2000Pantalla total, Barcelona, Anagrama, 2000Contraseas, Barcelona, 2002La ilusin vital, Madrid, Siglo XXI, 2002Power inferno, Madrid, Arena Libros, 2004

    MEDALLA DE ORO DEL CBA A JEAN BAUDRILLARD23.11.05

    ORGANIZA CBA

    COLABORA EMBAJADA DE FRANCIA

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