aypate: ciudad inca-perú

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74 ciudades perdidas l l 75 ciudades perdidas l l La existencia de este sitio arqueológico, a unos 50 km de la ciudad de Ayabaca, era conocida desde hacía mucho tiempo por los lugareños. Sin embargo, todo lo referente al mismo, estaba envuelto en la transmisión de leyendas y supersticiones hasta que, en los años 70, los arqueólogos se acercaron a tan misterioso lugar. Aypate Una desconocida ciudad de los incas texto » Alex Guerra Terra Fotos » Andrés Carrión Cueva

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Revista Planeta Desconocido nº1 (Octubre 2013)

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Page 1: Aypate: Ciudad Inca-Perú

74 ciudades perdidasl l 75 ciudades perdidas l l

La existencia de este sitio arqueológico, a unos 50 km de la ciudad de

Ayabaca, era conocida desde hacía mucho tiempo por los lugareños. Sin

embargo, todo lo referente al mismo, estaba envuelto en la transmisión

de leyendas y supersticiones hasta que, en los años 70, los arqueólogos

se acercaron a tan misterioso lugar.

AypateUna desconocida

ciudad de los incas

texto » Alex Guerra Terra Fotos » Andrés Carrión Cueva

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E n la provincia de Ayabaca, en el centro de un triángulo formado por las locali-dades de Cujaca, Olleros y las ruinas de Ayabaca la Vieja, en el Perú, se encuen-tra el cerro de Aypate, un frondoso en-

torno regado de caudalosos ríos y quebradas, que escondía hasta hace poco tiempo los restos de una misteriosa y majestuosa ciudad de piedra construida por los incas. Fue Mario Polía, arqueó-logo italiano y ex-catedrático de la Universidad de Piura, el primero en realizar un estudio cientí-fico sobre el conjunto arqueológico. Cuando llegó por primera vez, los rebaños de los pequeños ga-naderos pastaban en las faldas del cerro, pero és-tos no se atrevían a escalarlo, sobre todo cuando llovía y la tempestad arreciaba sobre su cumbre en un concierto de rayos, truenos y relámpagos, ya que temían lo que contaban las leyendas so-bre hechos sobrenaturales que tenían lugar allí. La mente más científica de Polía le permitió, sin em-bargo, aventurarse a su descubrimiento y estudio, dejando interesantes informaciones sobre el sitio que no fueron totalmente aceptadas por sus co-legas del mundo académico, por lo que con el co-rrer de los años, el sitio fue nuevamente olvidado, y cubierto por la vegetación exuberante del bos-que de neblina típico de la zona.

Comenzando el recorridoEn diversos lugares de la provincia se encuentran importantes testimonios de la antigua cultura lo-cal, ya sea bajo la forma de petroglifos (El Toldo, Samanga), altares megalíticos (Chocán, Montero), o restos del antiguo camino inca, también conoci-do como Qhapaq Ñan, que podemos aprovechar para recorrer en nuestro viaje. Declarada Zona Arqueológica Intangible en 1989 y Capital Arqueológica de Piura en 1996, la Zona Arqueológica de Aypate resulta un muy intere-sante para recorrerla en unas tres o cuatro horas. Descubriremos un conjunto de imponentes cons-trucciones pétreas que se encuentran a lo largo del cerro del mismo nombre, frontera con Ecua-dor (que puede divisarse desde el punto más alto). Es un exponente típico de la arquitectura inca pero mucho menos conocido y visitado, lo que sin duda es de agradecer, considerando la cantidad de turismo que acude a los sitios arqueológicos pe-ruanos donde a veces hay que esperar meses para poder acceder a ellos. Temores locales aparte, debemos despojarnos de toda inclinación a las supersticiones y, como hi-ciera Polía hace ya casi cuarenta años, aventurar-nos al descubrimiento de este poco explorado si-tio que, por lo mismo, aún conserva la esencia de su palpable magia. Es un lugar impresionante, del que hasta hace poco no se había tomado verdade-ra conciencia de su importancia. Comenzamos el recorrido por el ancho Camino de Acceso a la for-taleza, el cual tiene 5 metros de ancho pavimen-tados de grandes losas planas de piedra en algu-nos tramos, y llegamos a la Portada Principal, que se halla flanqueada por dos imponentes muros. Por uno de sus lados, se accede a la Gran Plaza o

El cerro de Aypate escondía hasta hace poco tiempo los restos de una misteriosa y majestuosa ciudad de piedra construida por los incas

Muro izquierdo de la Portada Principal de la Zona Arqueológica de Aypate (sobre estas líneas)

Kallanca, gran edif icio alargado sin subdivisiones, (página siguiente) situado a un lado de la plaza, donde se alojaban los peregrinos, guerreros y colonos (mitimaes)

y centros de acopio o almacenamiento, asociados directamente a las terrazas de cultivo, además de edificios de control y accesos principales que con-ducen directamente a la concentración principal, al sudeste. Al este, a 100 metros del conjunto prin-cipal, en el mismo extremo de la terraza, se ubica un importante centro ceremonial, de forma tron-co piramidal, conocida actualmente como Ushnu o Templo de la Luna, también llamada pirámide, un importante centro ceremonial de base rectangu-lar irregular (tronco piramidal) y tres plataformas, que alcanza en su parte más alta los 6.70 metros. Aquí es donde se realizaban todas las actividades rituales.

El Baño del InkaUno de los últimos descubrimientos realizados gracias a las nuevas excavaciones, fue el Baño del Inka, detrás y a la izquierda del Templo de la Luna o Ushnu, desde el cual debemos bajar unos cinco minutos por una inclinada zona montañosa. Es la única parte del cerro donde hay agua, y constituye una bellísima estructura de aproximadamente 16 metros cuadrados y una altura de 2 metros, don-de se realizaban baños rituales y donde se obser-van, aquí también, formas muy parecidas a las de algunas estructuras de Machu Picchu. Cuando fue descubierta por Polía, se encontraba tal y como la dejaron sus antiguos constructores, con algunos deterioros menores ocasionados recientemente por el vandalismo. Se nota aquí la gran sabiduría en

Plaza Central, desde la que se puede llegar a las di-versas secciones del complejo. La abertura, ahora llamada Portada Principal, en su origen posiblemen-te se trataba de una puerta y que está realizada con grandes bloques pétreos. Observándolos, constato que son de inconfundible factura inca, muy pareci-dos a los que se hallan por otros sitios arqueológi-cos bien conocidos por todos. Sus grandes bloques de granito rosado, cuidadosamente labrados y colo-cados con absoluta precisión, son inconfundibles.

Un vistazo generalAtravesamos esta Portada Principal y, al fondo de la Plaza Central, de unos 500 x 300 metros, podemos divisar un promontorio formado por una pequeña estructura piramidal que visitaremos más tarde. Ubi-cados en tres plazas emplazadas armónicamente, se hallan también la Kallanca (gran edificio alargado sin subdivisiones donde se alojaban los peregrinos, gue-rreros y colonos o mitimaes), el Acllahuasi (conjun-to de viviendas de las aclla o mujeres preferidas del Inka), el Pozo de Ofrendas (de 0.60 m de profundi-dad, realizado con grandes bloques de granito rosa-do bien tallados), el Cuarto Principal del Inka, el Mi-rador, el Ushnu o Templo de la Luna y el Baño del Inka, que están perfectamente integrados en el en-torno, algo muy característico de la arquitectu-ra inca. Es un conjunto de edificaciones distribuidas dispersamente, en un área de un radio de aproxima-do de dos kilómetros de una diversidad constructiva y arquitectónica inigualables, y distribuidos en una concentración de edificaciones principales, que ocu-pan de forma evidente una posición hegemónica en el conjunto monumental y otras áreas periféricas. En esta última, se ubican las construcciones domésticas

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Todo el conjunto se encuentra rodeado por una muralla que se caracteriza por el descuidado labrado y la poca altura

La Zona Arqueológica de Aypate es una construcción mandada a construir por los incas dentro de un territorio ocupado por el pueblo ayahuaca

El impresionante muro del cuarto principal del inka (sobre estas líneas). Molino antiguo con inscripciones modernas (en la página siguiente, arriba).

Una piedra de moler pre-inca (en el recuadro).

y evolucionando en forma tal que cuando el Inka inició su reducción y conquista, ya habían logrado un alto grado de evolución cultural, igual, o quizá superior al que por la misma fecha tenían los ta-llanes. Al igual que los tallanes, los pobladores de la sierra en la época de las conquistas incaicas, constituían por sus rasgos culturales y lingüísti-cos, por su común origen y por sus usos y costum-bres, una nación, solo que no habían formado un estado unificado bajo una sola autoridad o man-do, sino que estaban formados por diversos seño-ríos, que formaban una confederación: la Confe-deración de los Guayacundos.

La leyenda de Aypa AtiqLos guayacundos ayahuacas tenían por apu (algo sagrado, un ser vivo) al cerro de Aypate, en memo-ria a su fundador, Aypa Atiq, "el que alcanza lo más alto", o “Señor de las Montañas”. Cuenta una le-yenda que en los inicios del poblamiento de estas tierras, eran sólo animales y hombres salvajes los que la habitaban, que se enfrentaban entre sí en las montañas, en una lucha encarnizada por la su-pervivencia. Los pleitos aumentaban en épocas de sequía, cuando los ríos dejaban de ofrecer el líqui-do vital, cuarteando las tierras y matando a los ni-ños. En las partes más altas, entre los pajonales y las lagunas, había un pueblo que vivía sembrando la tierra y criando su ganado, gobernado por un sa-bio anciano, que viéndose de avanzada edad, quiso dejar su mando a alguien más joven. El gobernante tenía una hija muy hermosa e inteligente llamada Pacha Sonqo (“corazón del mundo”) a quien pidió

la gestión del recurso hídrico que poseían los in-cas y además allí, en la soledad de esos hermosos parajes, no pude evitar imaginar que esos baños del Inka, quizá con sus doncellas favoritas, las ac-lla, en medio de esa vegetación frondosa, debían ser lo más cercano al Paraíso.

Los antiguos ayawaqasTodo el conjunto se encuentra rodeado por una muralla que se caracteriza por el descuidado la-brado y la poca altura, lo que a podría significar que la esta parte de la construcción no estuvo di-rectamente hecha por la mano inca, sino por su-bordinados del pueblo ayawaka o ayahuaca, que se hallaba asentado en el lugar antes de la llegada de los incas. Esta muralla alcanza una altura máxi-ma (por zonas) de tres metros y tiene un espesor de metro y medio. Respecto al patio, éste se en-cuentra paralelo a construcciones destinadas a ser andenes; ambos espacios se encuentran separa-dos por la presencia de una Escalinata Monumen-tal que tiene un promedio de 33 metros de lon-gitud y un ancho de cuatro metros como mínimo. La Zona Arqueológica de Aypate es una construc-ción de origen inca, o más bien mandada a cons-truir por los incas, dentro de un territorio que ya era ocupado por el pueblo ayahuaca o como tam-bién se le conoce, guayacundo o wayakuntu. Se trata de un centro político-religioso, fortaleza y centro ceremonial a la vez, posiblemente man-dando a edificar, como ya he dicho, para garanti-zar el control incaico en el área y evitar invasiones enemigas. Los ayahuacas fueron desarrollándose

la piedra del chivo

Si no estamos muy cansados, es recomenda-ble caminar 6 km desde la Zona Arqueoló-

gica de Aypate, hasta el cerro del Granadillo, que cuenta con varias ruinas, tanto en sus faldas como en la cumbre. En el camino iremos acompañados de infinidad de mariposas y colibríes multicolores, increíblemente abundantes. Llegando a la cima, varias habitaciones construidas con piedras toscas, dispuestas en largos y anchos andenes, y un enor-me monolito de cuarenta metros de alto, al cual los habitantes del lugar llaman “piedra del chi-vo“ por sus formas, son los principales atractivos. Se considera que también se usó esta piedra como mirador, e incluso tal vez como huaca o estructu-ra sepulcral, ya que en su base se han descubier-to pequeñas cavernas naturales con huesos huma-nos, cuya antigüedad no se ha llegado a establecer, pero que se presume pre-incaica. Actualmente, al-gunas de estas cuevas albergan en las noches a pu-mas y gatos salvajes de la región.

que buscara a uno de los habitantes de la comarca y se casara, para así poder dejar esta tierra con la tranquilidad de asegurar su descendencia.

Pacha Sonqo y el venadoElla comprendió la preocupación de su padre, pero al ver que los hombres que poblaban esas tierras eran fieros guerreros que se mataban entre ellos llenando de sangre la tierra, comunicó que se casaría con el hombre que fuera capaz de atra-par un venado sin hacerle daño. El gobernante co-municó lo acordado con su hija y no demoraron en llegar los aspirantes con sus enormes venados atados con toscas sogas. Pero que al ser revisados, todos los animales presentaban alguna herida. Cuando todo parecía perdido, a lo lejos de la pla-za, se divisó a un joven vestido de blanco acom-pañado por un gran venado que caminaba tranqui-lamente a su lado llevando una carga de cuerdas y lazos sobre el lomo. De los cuernos del vena-do, como del rostro del joven, irradiaba una bri-llante luz como el sol. El único lazo que sujeta-ba al venado era un cordón muy delgado. El joven transitaba de casualidad por esos lugares, pero el gobernante lo llamó y lo consideró como el ga-nador, a lo que los competidores se opusieron, di-ciendo que él no estaba en la competencia y que seguro había criado al venado desde pequeño.

Pacha Sonqo y Aypa AtiqPacha Sonqo se acercó al joven, y le preguntó si deseaba tomarla como esposa y ser el gobernan-te de su pueblo, a lo que el joven respondió que

SabíaS que...

Aypa Atiq o “Señor de las Montañas”, lite-ralmente “el que alcanza lo más alto”, era el jefe de la comunidad pre-inca instalada en Aypate, y su nombre se relaciona con la nece-sidad del hombre de comprender y controlar la naturaleza sin des-truirla. Así, la nominación del si-tio es en honor a su nombre y sa-biduría. Su reinado legendario, hasta hoy representa un mode-lo vigente de respeto a los cerros

apus considerados seres vivos, de paz, justicia y prosperidad.

En el complejo se han excavado al-gunos enterramientos, en los que se observa que colocaban pesadas pie-dras sobre la cabeza, pecho y pier-nas del fallecido, probablemente para evitar que éste saliera por las noches de su sepulcro a molestar a los vivos. Este tipo de historias, ha hecho que el lugar haya siempre es-tado envuelto en un halo de miste-rio y miedo.

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Según información manejada hasta 2012, Aypate había sido un lugar estratégico de paso del Inka, para evitar las invasiones del enemigo

Sólo ha sido explorado un 20% del conjunto. Desde este año, cinco arqueólogos y dos antropólogos comenzaron nuevas investigaciones

Los arqueólogos trabajan bajo la dirección de César Astuhuamán en la zona de excavación. (página anterior).

La Portada principal de la Zona Arqueológica de Aypate (debajo).

El UshnU o Templo de la Luna, compuesto de tres plataformas escalonadas, situadas a un lado de la plaza, donde se realizaban actividades rituales (bajo estas líneas).

Cómo llegar Desde Piura a Ayabaca podemos viajar en bus interprovincial, con salidas en la mañana y la tarde. Desde Ayabaca hasta Aypate (unos 50 km) se alquila un bus particular y, desde el pueblo, hay un tramo de unos 2 km hasta el complejo arqueológico. A unos 11 km está Samanga, un importante conjunto rupestre que se puede aprovechar a visitar.

Horarios y preciosNo hay horarios fijos (recomendamos de 9:00 a 17:00h.) Aunque puede ser visitado por libre hay guías locales que por un módico precio nos ayudarán a realizar un recorrido más completo. Para evitar las lluvias viajar de enero a marzo.

Más informaciónProvincia de Ayabacawww.muniayabaca.gob.pe/tour2.php

viSitar aypate

aunque se sentía muy agradecido, él no era un guerrero ni estaba acostumbrado a gobernarse ni a sí mismo. En ese momento, el sabio gobernan-te tomó la palabra y con voz quebrada dijo: “el do-minio de uno mismo es el más difícil de todos los gobiernos", frase con la cual expresó su aproba-ción al matrimonio. Los feroces guerreros y caza-dores vestidos con pieles de puma y osos, cintu-rones de serpientes, plumas de cóndor y cabezas trofeo, protestaron enérgicamente y tras unos gri-tos de inconformidad, soltaron a sus venados para dejarlos ir, pero el joven, al ver que los venados se iban heridos emitió un alto sonido como un canto, e hizo que los venados se detuvieran, que mirán-dole, respondieron con un suave balido, acercán-dose e inclinándose a su lado. El joven los entregó a sus dueños y los feroces guerreros se despoja-ron de sus armas arrodillándose ante él. En ese momento hasta la naturaleza se alegró brindan-do un beso de lluvia a la tierra. Los jóvenes se ca-saron y organizaron un gobierno sabio y justo, de-jando muchas enseñanzas. Así fue como comenzó una larga época de paz y felicidad en la tierra de los guayacundos ayahuacas, con su fundador, co-nocido como Aypa Atiq o Aypate, que con gran sa-biduría se gobernó a sí mismo y dominó la natura-leza en perfecta armonía con el hombre.

El Señor Cautivo de AyabacaHacia Aypate solían peregrinar los pobladores de las regiones vecinas, pero a partir de la llegada de los incas, se implantó el culto estatal Inca, con-trolado por una gran autoridad que se asentó en el centro. Con los años, ese culto prehispánico se

fue transformando en toda la región en el culto al Señor Cautivo de Ayabaca, al cual hoy en día pere-grinan miles de personas. Según la leyenda, el año 1751, el sacerdote español García Guerrero quiso dar a su pueblo una imagen del Señor, para lo cual decidió utilizar un tronco de cedro del que había brotado sangre luego que un labrador le diera un hachazo. Tres talladores vestidos con impecables ponchos blancos de lana, montados en tres briosos caballos albinos, llegaron al pueblo de Ayabaca, y se comprometieron a esculpir la imagen del Señor Cautivo del tronco a condición de que el pueblo guardara absoluta reserva sobre su presencia. Na-die, además, debía interrumpirlos durante sus la-bores y los alimentos les serían servidos solamen-te al amanecer. Pasó el tiempo y la curiosidad de los ayabaquinos pudo más que su paciencia, así que se acercaron a la casa, llamaron insistentemente y, al no obtener respuesta, creyeron que se habían burlado de ellos. Entonces forzaron la puerta y en el interior la comida estaba intacta, no había perso-na alguna. Levantaron la vista y ante ellos se alza-ba, imponente y majestuosa, la escultura de un Na-zareno con las manos serenamente cruzadas. Sólo entonces se dieron cuenta de que los autores eran ángeles vestidos de chalanes que al concluir la es-cultura alzaron vuelo y se perdieron en su mundo.

El Qhapaq ÑanSegún información manejada hasta 2012, Aypate había sido un lugar estratégico de paso del Inka, para evitar las invasiones del enemigo. Pero sólo había sido explorado un 20% del conjunto. Ha sido este año, cuando un grupo de cinco arqueólogos

y dos antropólogos han iniciado nuevas inves-tigaciones sistemáticas en las que se identifica-ron nuevas áreas (de las que ya hablamos y ac-tualmente pueden visitarse) que responden a una completa ciudad inca en excelente esta-do de conservación. Han elaborado además, un completo plan para su adecuado uso turís-tico de forma sostenible. A través del Proyec-to Qhapaq Ñan (Camino del Inka), que ejecuta desde el año 2012 el Proyecto Integral Aypate, los especialistas trabajaron a principios de 2013 en la investigación y diagnóstico en su contexto territorial y paisajístico, para conseguir también la mejora de la calidad de vida de la población de la zona, a través de un adecuado uso del pa-trimonio cultural asociado al Camino Inca. Una de las prioridades del proyecto es la revalori-zación de Aypate como medio del desarrollo ambiental, educativo y económico de las po-blaciones aledañas, y su declaración como Pa-trimonio Cultural de la Humanidad, por formar parte de un tramo nominado para este recono-cimiento internacional. El sitio está asociado al Qhapaq Ñan que conecta Ecuador y Perú, en la ruta rumbo a Cusco. n

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