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Mayo de 2016 Edición # 10 Provincia Colombo Venezolana EDITORIAL Contenido HE COMPRENDIDO LA TERNURA Y LA MISERICORDIA DE ÉL PARA MÍ Y PARA LOS QUE ME RODEAN Historia de vocación Por: Hna. Dioselina Franco "CON AMOR ETERNO TE HE AMADO" (Jr 31,3) Historia de vocación Por: Hna. Dulce María Pérez DEMOS GRACIAS JUNTAS AL PADRE, QUE NOS HA LLAMADO A SEGUIR A JESÚS EN PLENA ADHESIÓN A SU EVANGELIO Historia de vocación Por: Hna. María Leticia Giraldo T. A ÉL QUERÍA PERTENECERLE Historia de vocación Por: Hna. María Luisa Tafur QUERÍA HACERME RELIGIOSA DE EL BUEN PASTOR Historia de vocación Por: Hna. María Elena Mejía Mejía EL AMOR A LAS PERSONAS FUERON MI FUENTE PARA VIVIR EL CARISMA DEL BUEN PASTOR Historia de vocación Por: Hna. María Ofelia Ruiz Ruiz DOY INFINITAS GRACIAS A DIOS POR PERMITIRME LLEGAR HASTA ESTA ETAPA DE MI VIDA. Por: Hna. Rosa Nelly Restrepo Historia de vocación Por: Hna. Martha Uriela Villegas Hoy, toda la Provincia Colombo-Venezolana eleva plegarias al cielo en acción de gracias por la vocación a la que un día el Señor Jesús con amor infinito, invitó a un grupo de Hermanas, y las envió a trabajar en su viña. Destacamos en primer lugar la vocación de la Hermana María Luisa Tafur Morales, con más de 99 años tras las huellas de Jesús Buen Pastor. Luego nos deleitaremos con las narraciones de las Hermanas Dioselina Franco, Dulce María Pérez, Rosa Nelly Restrepo, María Ofelia Ruiz, María Elena Mejía, María Leticia Giraldo, Angelina Santana, Rosana González; a quienes ha sostenido, guiado y mimado “como a las niñas de sus ojos”, con inmenso amor, en estos años de consagración. El amor del Padre, se ha derramado en ternura y así se expresa en el Cantar de los Cantares. ”Ven amada mía, esposa mía…” Las Religiosas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, haciendo un haz de corazones, se unen a la alegría de la Iglesia que canta con júbilo: Tu fidelidad es grande, tu fidelidad incomparable, nadie como tú Bendito Dios, grande es tu fidelidad. Historia de vocación Por: Hna. Angelina Santana MI LEMA PRINCIPAL ES EL MAGNÍFICAT Historia de vocación Por: Hna. Rosana González EL LLAMADO QUE DIOS ME HIZO POR PURA MISERICORDIA ”Ven amada mía, esposa mía…” Las Religiosas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, haciendo un haz de corazones, se unen a la alegría de la Iglesia que canta con júbilo: Tu fidelidad es grande, tu fidelidad incomparable, nadie como tú Bendito Dios, grande es tu fidelidad.

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Mayo de 2016 Edición # 10

Provincia Colombo Venezolana

EDITORIAL

Contenido

HE COMPRENDIDO LA TERNURA Y

LA MISERICORDIA DE ÉL PARA MÍ Y

PARA LOS QUE ME RODEAN

Historia de vocación

Por: Hna. Dioselina Franco

"CON AMOR ETERNO TE HE AMADO" (Jr 31,3)

Historia de vocación

Por: Hna. Dulce María Pérez

DEMOS GRACIAS JUNTAS AL PADRE, QUE NOS HA LLAMADO A SEGUIR A JESÚS EN PLENA ADHESIÓN A SU EVANGELIO

Historia de vocaciónPor: Hna. María Leticia Giraldo T.

A ÉL QUERÍA PERTENECERLE

Historia de vocaciónPor: Hna. María Luisa Tafur

QUERÍA HACERME RELIGIOSA DE EL BUEN PASTORHistoria de vocación

Por: Hna. María Elena Mejía Mejía

EL AMOR A LAS PERSONAS FUERON MI FUENTE

PARA VIVIR EL CARISMA DEL BUEN PASTOR

Historia de vocación

Por: Hna. María Ofelia Ruiz Ruiz

DOY INFINITAS GRACIAS A DIOS POR PERMITIRME

LLEGAR HASTA ESTA ETAPA DE MI VIDA.

Por: Hna. Rosa Nelly RestrepoHistoria de vocación

Por: Hna. Martha Uriela Villegas

Hoy, toda la Provincia Colombo-Venezolana eleva plegarias al cielo en acción de gracias por la vocación a la que un día el Señor Jesús con amor infinito, invitó a un grupo de Hermanas, y las envió a trabajar en su viña.

Destacamos en primer lugar la vocación de la Hermana María Luisa Tafur Morales, con más de 99 años tras las huellas de Jesús Buen Pastor.

Luego nos deleitaremos con las narraciones de las Hermanas Diose l ina Franco, Dulce María P é r e z , Ro s a N e l l y Restrepo, María Ofelia Ruiz, María Elena Mejía, María Leticia Giraldo, A n g e l i n a S a n t a n a , Rosana González; a quienes ha sostenido, guiado y mimado “como a las niñas de sus ojos”, con inmenso amor, en estos años de consagración.

El amor del Padre, se ha derramado en ternura y así se expresa en el Cantar de los Cantares.

”Ven amada mía, esposa mía…”

Las Religiosas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, haciendo un haz de corazones, se unen a la alegría de

la Iglesia que canta con júbilo: Tu fidelidad es grande, tu fidelidad incomparable,

nadie como tú Bendito Dios, grande es tu fidelidad.

Historia de vocación

Por: Hna. Angelina Santana

MI LEMA PRINCIPAL ES EL MAGNÍFICAT

Historia de vocaciónPor: Hna. Rosana González

EL LLAMADO QUE DIOS ME HIZO POR

PURA MISERICORDIA

”Ven amada mía, esposa mía…”

Las Religiosas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, haciendo un haz de corazones, se unen a la alegría de

la Iglesia que canta con júbilo: Tu fidelidad es grande, tu fidelidad incomparable,

nadie como tú Bendito Dios, grande es tu fidelidad.

Por: Hna. María Luisa Tafur

A ÉL QUERÍA PERTENECERLE

Nací en un hogar cristiano. Mis padres: F r a n c i s c o Ta f u r Arciniegas y María Luisa Morales Rubio. Fuimos once hijos: cuando yo nací tenía ya cinco hermanos mayores y después de mí llegaron otros cinco; quedé en el centro. En el curso de mi

infancia feliz una enfermedad muy seria me amenazó de muerte; pero gracias a la oración de mamá después de un año de padecerla, volví a la vida.

Pasados unos años en el Colegio de las Hermanas de la Presentación y al finalizar un Retiro, sentí la primera llamada del Señor. Comprendí que debía ser Religiosa, aunque me hablaban tan desfavorablemente de esa vida. Pasaron los años de Colegio. Estudié Contabilidad con profesor en casa y al terminar el año, muere de corta enfermedad Papá.

La alegría que vivíamos se nubló. La vida nos exigía pensar en serio para apoyar a mamá y sacar adelante a hermanos pequeños. Ella me pidió que fuera a trabajar al Colegio donde iban a hacerlo dos de mis hermanas. Me costó aceptarle pero no podía contrariarla. Yo no había estudiado para maestra y allí en ese Colegio usaban un método que no conocía y tuve que estudiarlo y al mismo tiempo enseñarlo.

Pasa un año y mamá viene muy delicada de salud; un año, el Señor se la lleva, también en diciembre. Dónde está mi vocación en estas circunstancias? La guardaba en el corazón. No había desistido

pero había que esperar… Entre tanto la sostenía con la Comunión que me era facilitada por los Padres Eudistas que tenían la Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias vecina a mi casa. En la tarde también hacía un ratico de adoración.

A propósito de esta presencia del Señor. El grupo de mis discípulas era “intachable” y los profesores y los directores se preguntaban: ¿Por qué? – Así pasaron cinco años de espera. La situación económica había mejorado, pero ninguno de mis hermanos quería romper el hogar, aunque tenían listo el matrimonio. Entonces les dije: “Si nadie lo hace, lo haré yo”

En estos años se presentaron como era natural otros caminos, pero ya mi conocimiento y amor por Jesús había crecido y a Él quería pertenecerle, gracias a la ayuda espiritual de los Padres Andrés Basset y otros Eudistas franceses.

El 29 de enero de 1940 volé a Medellín (no había Noviciado en Bogotá). Ninguno de mis hermanos y hermanas fueron capaces de acompañarme; se quedaron llorando en el aeropuerto. Sólo un tío, hermano de mamá se vino a Medellín para entregarme.

Fui gentilmente recibida por la Madre María del Divino Corazón Cock y la Madre María Nuestra Señora, Maestra de Novicias. No pedí el hábito a los seis meses, como mis compañeras para asegurarme en mi decisión. Lo recibí en 1941 y profesé el 3 de Abril de 1943, ya en Bogotá, a donde había vuelto el noviciado. Allí trabajé con las jóvenes que llamábamos “Penitentes”, pero se presentó una epidemia de tifo, que nos cogió a muchas. Cuatro murieron y yo, que sufrí un mes de inconciencia por la fiebre tan alta, volví a la vida. Después de difícil recuperación trabajé en Bogotá “El Aserrío” con niñas pequeñas y un año en Manizales, también con ellas.

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En 1946 me trasladaron a Cali donde estuve encargada de adolescentes, luego de ecónoma y cuando se abrió la Clase de “Penitentes” me las confiaron. A los seis años de estar allí el clima me había debilitado y me llamaron a recuperarme en la Sede Provincial. Una vez mejor, pasé a Cartagena para ayudar en la Comunidad y responsable de las niñas. Estábamos en una casa del gobierno, pero la Comunidad había comprado terreno y estaba construyendo. Se enferma la Super iora y fa l lece. Me encargan la responsabilidad de la Casa, y nos pasamos a la que está en construcción, pero en esta tarea atiende la Hermana Blanca González.

Llega 1960! Nace la nueva Provincia y nos llaman a Medellín: Retiro y nombramientos: me encargan del Noviciado y las vocaciones llegan. Estuve con ellas hasta 1969. El Señor y ellas perdonarán mis errores!

Otra vez mi salud se resintió y fue algo serio: cirugía de la columna; la ciencia falló y diez días después la repitieron, no una sino varias veces, porque la columna quedó débil y sufría de nuevo hernias… Por estos meses la Superiora General llama a la Hermana María Matilde Álvarez para Consejera General y me pidió encargarme de la Provincia, mientras se nombraba una nueva Provincial. No podía negarme a ese favor, aunque mi salud era débil y dolorosa.

Una vez ausente ella, se debía reunir el Capítulo para nombrar la nueva Provincial, y aquí fue el error porque el nuevo Capítulo (sin comprender ni medir mi situación física) me nombró. Procuré hacer algo, pero imposible! Agradezco a las que me ayudaron! Presenté mi renuncia y el nuevo Capítulo nombra a Hna. María Marta Giraldo.

Luego pasé un año en Barranquilla en tratamiento. Algo me ayudó. Estuve luego en el “Amparo Juvenil”, volví a Cali, de allí a La Ceja, y de nuevo al “Amparo Juvenil”. Me fracturé el fémur, creo que en 2004, y de la Clínica a esta bella Casa.

Para la Comunidad todo mi agradecimiento, tantos años de caridad conmigo.

Llego a mis 99 años dando testimonio que la vida es bella!, esperando el juicio y abrazo misericordioso de mi Padre Dios.

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Por: Hna. Rosana González

EL LLAMADO QUE DIOS ME HIZO POR

PURA MISERICORDIA

Desde las selvas del Guav iare, sent í e l llamado, siendo muy pequeña, cuando hice mi primera comunión a la edad de seis años; la cual fue el regalo más precioso de mis padres y demás familiares. Desde ahí me consagré a Dios.

A los 18 años me fui de misionera, a la pura selva, a los tres años me retiré, y duré 7 años, siempre haciendo el bien sirviendo a los demás, sin ningún compromiso, lo hacía solo para Dios.

En el año 1986 sentí el llamado nuevamente de Dios, cuando en medio de un atardecer, sentí necesidad de llorar… locamente lloraba… y no sabía por qué.

Mi vocación es una odisea y una locura, por eso estoy en la vida contemplativa. Conocí la congregación por medio de las páginas amarillas y no por ninguna monja o cartelera.

Todo me lo profetizó el Padre Rafael García Herreros y así me salió, tal como él me lo indicó.

El plan de Dios, y su proyecto de mi vocación, es toda una locura del amor de Dios.

En cuanto a mi familia, ellos se opusieron al principio, sobre todo cuando por cuenta de la parroquia, fui invitada a un curso de catequesis a Tunja a la edad de 14 años, toda la familia se opuso; mis padres, una hermana, primos; menos mi hermano mayor y mis padrinos de Bautismo, quienes me dijeron que me apoyaban y me ayudaban con dinero para lo, que yo necesitara,

viendo esto resolvieron reunirnos en familia, dialogar y tomar parecer de todos.

Se tomó la decisión de que yo fuera al curso, fueron seis semanas. En esa ocasión fue cuando conocí a las Hermanas de la Anunciación Cristiana. Ellas me hablaron del carisma, me gustó, pero les dije que estaba muy joven para ello y que debía pensarlo bien y terminar mis estudios.

Solo tomé nota del teléfono y no más. Regresé a la casa a cumplir mis compromisos de parroquia y de familia. Cada mes venía al pueblo a las reuniones.

Aprovechaba para llamar a las hermanas y hablaba con la encargada del seguimiento vocacional. Ella me visitaba, yo también las visitaba. Cuando cumplí los 18 años, dejé organizado todo: catequesis, equipo de deporte, y grupo juvenil: líderes para las veredas e ingresé a la Comunidad de las Hermanas de la Anunciación.

Para ello vine con mis padres a Bogotá a hacer vueltas de exámenes, ellos tomaron la decisión de entregarme al servicio de Dios y de la Iglesia, como santa Ana con Samuel. Tuve tres años de formación.

Durante ese tiempo murió mi querida madre, no me avisaron sino después de un mes. Me faltaban dos meses para profesar. Tomé la decisión de no pronunciar los Votos, y me salí del noviciado. Fui a casa y volví a tomar la misma misión de antes. Después me pidieron colaborar en las Obras misionales, serví dos años; muy feliz en todo.

En el 86 estaba prestándole un servicio a una hermana Misionera Teresita, y por medio de ella conocí al Padre Rafael García Herreros. Me confesé con él, le conté lo que yo sentía por mi vocación, y él me dijo: “Hija usted va a ingresar a una comunidad, que ni conoce ni la ha oído mencionar, y yo sólo le

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dije que cual sería, y me contestó que el Señor se encargaría de ello, y así fue.

Me siento muy feliz con mi vocación, lo mismo en la misión de Venezuela, y le digo al Señor que prefiero la muerte antes que ser infiel, no tengo miedo, sólo Dios me basta y la Virgen Santísima. También mi fundadora y San Juan Eudes.

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Por: Hna. Angelina Santana

MI LEMA PRINCIPAL ES EL MAGNÍFICAT

El 8 de Febrero celebré mis Bodas de Plata con mucha alegría interior, paz, renovación espiritual, acción de gracias por todas las gracias recibidas durante estos 25 años.

Doy gracias a Dios por medio de la Santísima Virgen que me llamó a un

Congregación tan linda donde si mil veces naciera mil veces volvería a responder a este llamado.

Doy gracias a mi familia, sacerdotes, a mis provinciales, animadoras y maestras de formación y a todas mis hermanas que me acompañaron en el transcurso de estos años para permanecer fiel en medio de luchas y alegrías.

Los 25 años son motivo de mucha alegría. Le pedí a Dios por mi Congregación, que nos regalara muchas vocaciones, por la Iglesia y la Salvación de las personas.

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Por: Hna. Dioselina Franco

HE COMPRENDIDO LA TERNURA Y LA MISERICORDIA

DE ÉL PARA MÍ Y PARA LOS QUE ME RODEAN

En el año 1960 la Hermana María del Santísimo Sacramento Medina, visitó Jericó, yo estudiaba en el colegio Santa Rosa de Lima, d i r i g i d o p o r l a s Hermanas Capuchinas: la Hermana María del Santísimo Sacramento nos habló muy bonito de

la vocación religiosa y en especial de la religiosa del Buen Pastor. En este momento empecé a sentir la llamada, pero no me decidía porque era la menor de mi familia y cuando mi hermana mayor se fue como Misionera de la Madre Laura, me dio mucho sentimiento y yo les había prometido a mis padres que no los dejaría solos porque todos mis hermanos ya estaban casados.

Cuando al fin, tomé la decisión de irme para el “Aspirantado” a terminar mis estudios, a mi papá le dio muy duro porque me quería mucho, pero mi mamá dijo: “Se la he de entregar a un hombre, ¿no se la voy a entregar a Dios!? Así el 29 de enero de 1961 salí para Medellín con mi mamá. Me recibió la Hermana María Matilde Álvarez, la Provincial. Estuve un año en el Aspirantado y luego pasé al “Postulantado”, en Medellín.

Mi primera experiencia apostólica como novicia fue con un grupo de niñas en el “Amparo juvenil”, Medellín. Mi profesión la hice el 29 de enero de 1968. Como juniora mi experiencia apostólica fue en Popayán. Mis Votos Perpetuos fueron el 8 de febrero de

1971 en la Casa Provincial ubicada en ese entonces en la vereda “Media Luna” de Medellín.

A los pocos días fui enviada a Cali donde estuve 5 años con jóvenes muy difíciles, pero sentí la presencia de santa María Eufrasia, mi misión como religiosa del Buen Pastor, la he realizado en: Cali con niñas, niños y mujeres vulnerables, Florida, Barranquilla, la Ceja, Medellín barrio San Javier la Loma, Prado Centro y Manizales .

A pesar de mis limitaciones y de mis fallas me he sentido muy feliz en mi vida religiosa no he dudado ni un momento de mi vocación. La experiencia más bonita fue con las niñas y luego cuando empecé a trabajar más de lleno con las familias, mi fortaleza es la oración, a través de ella he podido ayudar a las personas más necesitadas.

Doy gracias al Señor por haberme llamado a ser religiosa del Buen Pastor donde he comprendido la ternura y la misericordia de Él para mí y para los que me rodean.

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Por: Hna. Dulce María Pérez

"CON AMOR ETERNO TE HE AMADO"

Mi vocación tiene sus raíces en el hogar que Dios me dio, por lo cual alabo y doy gracias al Señor. Era un hogar sencillo y campesino, ya que mi pueblo está ubicado en los últimos confines del sur de Mérida, Aricagua, y concretamente Campo

Elías, donde yo viví en la época en que no había otro medio de comunicación que los caballos y mulas, utilizábamos 3 días de viaje para llegar hasta la ciudad de Mérida, a donde mi padre venía al menos 3 veces por año a cambiar la cosecha de café por arroz, pastas, sardinas y algún dinero para proveernos de vestidos y zapatos. No obstante éramos un hogar feliz y numeroso, ya que hubo 6 hijas y 4 varones en un ambiente de mucha paz, alegría y amor.

Mi papá tenía varias fincas y trabajaba la tierra, sobre todo cosechaba el café que era de donde sacábamos el sustento para vivir, mi mamá siempre en casa se ocupaba de alimentarnos, educarnos y estimularnos para el estudio, pero los dos hacían un equipo muy bueno para mantener un hogar cálido donde había bondad y exigencia al mismo tiempo.

Por la noche al regresar mi padre y antes de ir a dormir todos rezábamos el rosario. Para participar en las misas teníamos que esperar varios meses porque era sólo 3 veces por año que teníamos un sacerdote, pero no nos perdíamos ninguna celebración y para los bautizos, primera Comunión y confirmación nos tenían que llevar al pueblo de Aricagua, a medio día de camino.

Fue mi mamá la que me preparó para la primera comunión, haciéndome aprender a los 8 años todo el catecismo de memoria y luego me dijo ahora tú le enseñas el catecismo a tu hermana para que la hagan juntas y así fue.

Con mis hermanos pasé una infancia muy alegre corriendo por los campos detrás de los animales y subida en los árboles buscando guamas y naranjas.El problema es que en mi pueblo no había estudios sino hasta tercero de primaria lo que obligaba a mis padres, para poder continuar, a enviarnos a Ejido, Estado Mérida, donde una tía. Para mí representó este el primer y más grande sacrificio, tener que salir a los 11 años de mi hogar, lejos de mis padres y hermanos, me costó muchas lágrimas.

A los 14 años, al terminar el año escolar mis padres fueron a Mérida para llevarme de vacaciones y para esperar a mi hermana que estaba en el aspirantado en Caracas y tuve la oportunidad de conocer las Hermanas del Buen Pastor en Mérida. Era una casa enorme, con grandes pasillos, zona verde y unos dormitorios muy grandes llenos de niñas, me llamaba la atención ver a las Hermanas todas vestidas de blanco al lado de esas niñas y como estaba también con nosotros mi hermana mayor, las hermanas la invitaron para que ingresara como aspirante, ella dijo que si se iría, en septiembre, pero al regresar a casa cambió de parecer, en cambio yo le dije a la hermana que yo si me quería ir, tenía 14 años y era muy delgadita que aparentaba 11, la Hermana me dijo: “tienes que volver, porque no está la superiora”.

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Al terminar las vacaciones mi hermana y yo nos fuimos al aspirantado a Mérida, y al presentarme ante la superiora cuando me vio, le dijo a mi papá, llévese a esa niña, acábela de criar y después si la trae, yo aunque era muy tímida le dije: yo no me vuelvo, yo vine para quedarme y apelé a las lágrimas, hasta que la Hermana Rosa Rovira me dijo, quédese 3 meses en prueba y ya veremos, y jamás me dijeron de volverme, allí pasé 3 años como aspirante, con otro grupo como de 15 jóvenes, de las cuales sólo perseveramos Fidelia y yo, por la misericordia de Dios.

En el Juvenado, aprendí muchas cosas, como bordar, orar, un gran fervor reinaba entre las Hermanas que nos lo contagiaban, nuestra maestra era Blanca Sánchez; nosotros asistíamos a la Liturgia de las horas los días de fiesta y esos momentos lo pasábamos embelesadas de oír los cantos de las Hermanas, íbamos todos los días a Misa, y sentía mucho fervor.

El evento más doloroso en mi proceso vocacional, fue que seis meses después de haber salido de mi hogar, recibí la triste noticia de la partida al cielo de mi mamá, fue un dolor indescriptible ni mi hermana ni yo pudimos ir al entierro, debido a la distancia.

En vista de la muerte de mi mamá y con la realidad de tantos hermanitos pequeños casi solos, la más grande que quedó tenía 12 años, mi hermana, mayor que yo, se fue a apoyar la familia, aunque siempre ha seguido comprometida como laica asociada del Buen Pastor.

Mi etapa de formación inicial, se desarrolló dentro de lo normal, tuve la suerte de tener dos formadoras muy ejemplares y santas, Margarita González y Rosa Betancourt, personas con un gran celo apostólico y de vida de oración intensa y se puede decir que partieron para el cielo en olor de santidad. Mi noviciado fue un tiempo muy bonito, éramos como 16 novicias, el segundo año de noviciado, era la emoción comenzar a estar en medio del rebaño de ovejitas del internado, ya que nuestros apostolados eran con niñas y jóvenes, eran muy tremendas pero nos querían mucho y

nos llamaban las “madres novicias”, las acompañábamos en el comedor, en los recreos, en las horas de estudio.

Como novicias teníamos unas alegres recreaciones, y paseos al Ávila casi todas las semanas, podíamos correr, y danzar por las alturas ya que todas casi éramos unas adolescentes y la Hna. Margarita era muy alegre y comprensiva.

Al profesar los votos religiosos ejercí mi apostolado en Caracas, colaborando en los internados y estudiando, también tuve mucho tiempo la responsabilidad de la Iglesia y sacristía. Realicé mis estudios religiosos básicos durante dos años intensivos en el Centro de Estudios Religiosos, estos conocimientos me abrieron nuevos horizontes para la comprensión de mi vida religiosa y a partir de aquí, puedo decir que yo he sido una buscadora de Dios, participando en toda clase de cursos, talleres y retiros y les aseguro que todos me dejaron algo bueno, los que eran moda pasaron, pero aquellos que representan un medio para el crecimiento y encuentro con Cristo y con el hermano, aún persisten y siguen alimentando mi vida espiritual y celo apostólico.

Cuento también con experiencias que para mi han sido muy ricas, como la labor de la catequesis, tuve la oportunidad de hacer un Curso de Catequesis y Pastoral en el INPAS (Instituto Nacional de Pastoral), ya que mi mayor deseo era el de evangelizar y de hecho lo hice por varios años en El Buen Pastor Los Chorros, con las niñas de la escuela Buen Pastor y para la preparación de los sacramentos de ellas y los niños de grupos de las escuelas vecinas.

También viví experiencias muy bellas en las misiones, que hacíamos con Hermanas de la comunidad y recorríamos pueblos de Barinas y de Mérida, El Táchira, en las Semanas Santas y los campesinos se motivaban mucho y sobre todo se encontraban con Cristo y con su Palabra. Otro regalo de Dios fue la experiencia misionera en compañía de los Padres Eudistas en los pueblos de Macaira Estado Miranda, en Semana Santa y Navidad, donde nosotros nos organizábamos en

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pequeños grupos de Hermanas y jóvenes para vivir y celebrar esos días con el pueblo, ellos eran los primeros misioneros que se disponían a no hacer otra cosa que vivir el misterio cristiano que estábamos celebrando.

En San Cristóbal tuve mi primera responsabilidad como Animadora de una obra, a la vez fue lindo vivir la experiencia de un contacto muy directo con esas jóvenes que venían al internado, con grandes problemas pero deseosas de estudiar y de aprender cómo ser personas dignas y responsables, teníamos hasta cincuenta jóvenes, venían de los pueblos o de ambientes de alto riesgo.

También junto con otras hermanas me tocó fundar y trabajar en comunidades de inserción en El Bario La Lucha de Caracas, en Guarenas, viviendo en un apartamento en una zona muy peligrosa, formada por grandes edificios de invasión, nosotras habitábamos en la planta Baja y evangelizábamos en las escuelas de Menca y Trapichito llevando el Evangelio y la catequesis en dos Parroquias que estaban a cargo de los Padres Jesuitas y en las escuelas básicas del Sector.

Saliendo a los alrededores de Guarenas nos dimos cuenta que había barrios donde no había ningún tipo de presencia de Iglesia, como eran Colina Feliz, Comunidad y Zumba, la Congregación decidió dejar el trabajo en las dos Parroquias y nos fuimos a fundar una comunidad en el Barrio Colina Feliz, nos tocó a Fidelia, a cinco aspirantes y a mí persona. Colina Feliz fue constituida como Vicaría Parroquial a cargo de las Hermanas del Buen Pastor y nos tocaba evangelizar y celebrar y vivir los tiempos litúrgicos y los domingos el pueblo acudía para celebrar la Palabra.

El Párroco Monseñor Alberto Perdomo nos acogió con mucha alegría fue siempre un gran apoyo para la comunidad y la obra. El principio fue difícil pues comenzamos con mucha pobreza y no había ni agua. Esta obra de Colina y Comunidad, duró más de veinte años en manos de las Hermanas del Buen Pastor, cuando se dejó, siguió siendo asistida por laicos comprometidos que habían surgido del

mismo barrio. Desde allí y gracias al empeño las Hermanas, Martha Villegas, Pilar Montes y otras, se evangelizó también el Barrio de Zumba donde dio formación a los laicos, se fundó una escuela para los niños que no tenían acceso al estudio.

Después también fui Animadora de la Comunidad de Los Chorros, comunidad sobre todo de Hermanas mayores y enfermas, y esta casa tan grande para la administración me hizo consumir muchas energías, y con las fuerzas físicas también disminuyeron las reservas espirituales y perdí un poco el rumbo de mi vida, y hasta el sentido de mi vocación, en una palabra entré en una crisis vocacional.

Como el Hijo Pródigo me alejé de la casa paterna, pedí un permiso de salida de la comunidad y estuve casi un año en casa de mi familia, que me acogió con mucho amor y generosidad, las Hermanas me seguían acompañando. En ese mundo yo me sentía como pez fuera del agua, oraba y le suplicaba a Dios me ayudara a salir de esa oscuridad. Dios me inspiró la idea de irme a la Comunidad de la "Familia Fuente Real" un Centro de espiritualidad carismático católico, que es una casa de oración y retiros, en Otopún, Estado Barinas, el Padre Esteban me ayudó espiritualmente y su comunidad me acogió con mucho amor, permanecí allí unos meses. Fue un tiempo de trabajar duro, de oración, y de penitencia, ya que ese era el estilo de vida de la comunidad y era también lo que Dios había preparado para mí, hice algunas experiencias como la Lectio Divina y un curso sobre oración, herramientas que me ayudaron mucho.

De allí salí con la motivación suficiente para emprender el regreso a mi Congregación en Caracas. Es la etapa de mi vida que con mayor intensidad he experimentado la misericordia de Jesús Buen Pastor y de mis Hermanas de Congregación, la misma Animadora General habló conmigo y me animó a regresar. Pasé la Navidad en Fuente Real y en Enero retorné a la Congregación. Fui destinada para la misión de Colina Feliz.

Cuando fue nombrada la nueva Provincial, María Janina Ponte, fui designada Ecónoma y Consejera

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de la provincia por lo tanto cambié a la comunidad de la Sede Provincial, realicé mi nueva misión con mucha entrega y dedicación. Yo siempre había tenido en mi corazón el deseo de ir a una misión Ad Gentes y en ese momento yo quería hacer esto como una ofrenda al Señor que ha sido tan bueno y misericordioso conmigo, por eso me empeñé en hacer todos los contactos y buscar todos los permisos que requería de manera que cuando la provincial terminó su periodo yo ya tenía todo listo para partir. La preparación fue en Canadá donde pasé un año en un curso de Formación integral, fue una rica y maravillosa experiencia, también tuve la oportunidad de conocer nuestras Hermanas de Montreal que son muy acogedoras, generosas y un testimonio de vida. Desde Canadá recibí la obediencia de la Hermana General, Liliane Tauvette, para ir a la misión en Senegal, Suroeste de África, y me fui en Octubre de 2004. Fue un regalo maravilloso, donde pude estar cerca de las personas africanas, tan calurosas, receptivas y religiosas, y podemos decir también que pobres materialmente pero ricas en el espíritu y cualidades humanas, tienen gran sentido de solidaridad y de familia. Esta fue ocasión para una experiencia comunitaria internacional, ya que allí éramos 10 hermanas y 9 nacionalidades, de América, Europa, Asia y África.

También recibí mucho amor y aprendí de cada una de mis hermanas de comunidad, que se destacan por su alegría y fervor. El contacto con los árabes es muy frecuente en ese ambiente y la cercanía con los musulmanes una riqueza, entre ellos dejé buenos amigos, por cierto que los de Senegal son muy tolerantes con las otras religiones y con los católicos tienen mucho respeto y consideración. No voy a hablar de los apostolados que hice en Senegal, porque eso necesita un capítulo aparte.

A causa de problemas de salud me vi en la obligación de regresar a Venezuela, después de 5 años de misión, pero aunque me costó dejar esta bella gente, considero que era la voluntad de Dios, y yo quiero también mucho mi provincia y a todas mis Hermanas de Venezuela que también supieron acompañarme en esta misión por medio de sus mensajes y oraciones.

Actualmente en Barquisimeto sigo disponible para colaborar en la misión primero viviendo la vida fraterna y de oración en comunidad que es la fortaleza de nuestro ser de consagrada, y viviendo nuestro carisma congregacional de Amor Misericordioso del Buen Pastor a través de un servicio eclesial y evangelizador, más este año jubilar, que lo tenemos como envío del Papa Francisco y como una urgencia de nuestro país Venezuela, donde tenemos que rescatar valores esenciales como la unión, la fe y esperanza.

Mi labor sigue siendo de evangelización desde un trabajo parroquial, en el Barrio La Cuesta, en colaboración con el Padre Luis de la Parroquia La Milagrosa y de otros laicos comprometidos, para tratar de formar comunidades cristianas que vivamos la caridad y oremos con la Palabra de Dios y dando asistencia espiritual a las personas mayores y enfermas. También con los laicos asociados del Buen Pastor que hacen parte de nuestra Congregación, se catequiza a niños y jóvenes, y personas privadas de libertad, en red con otras instituciones.

Hoy puedo decir, Señor: Eterna es su misericordia! que me ha permitido llegar a mis 50 años de Consagración religiosa, también le doy gracias porque soy una religiosa feliz, y Dios siempre se ha hecho sentir en mi vida y en la vida de mi familia que siempre ha sido un gran apoyo en todo momento.

Quiero decir con mi amada madre la Virgen María, quien ha sido mi compañera en todas las etapas de mi vida: "El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! (Lc 1,49)

CONSTRUYENDO PROVINCIA CONSTRUYENDO PROVINCIA

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Por: Hna. María Leticia Giraldo Tamayo

DEMOS GRACIAS JUNTAS AL PADRE, QUE NOS HA LLAMADO A SEGUIR A JESÚS EN PLENA ADHESIÓN A SU EVANGELIO

Nací el 26 de septiembre de 1939, hija de Tulio de Jesús Giraldo Zuluaga y Ana Eva Tamayo Gómez en Granada fui la sexta de 13 hijos, mi infancia transcurrió entre la vereda y el pueblo porque pasaba mucho tiempo con mi abuela María del Carmen Gómez madre de mi mamá, quien vivía en el pueblo; por eso allí hice la primaria.

Desde muy niña sentía algo especial por la vida religiosa, a medida que iba pasando el tiempo yo me ponía a aprender una cosa y otra, todos los cursos y capacitaciones que ofrecían; pasaba ratos sola, tratando de descubrir que era lo que quería: leía algunos libros santos como la vida San Juan de Dios, que me habían dado de premio en la escuela. (Aquí quiero resaltar algo curioso: en la Toma de Hábito me pusieron este nombre, por qué? Además el novio que dejé, también se llamaba así…

Me matriculé en la escuela dominical y allí nos explicaban los diferentes estados en que puede servirse a Dios. Yo me emocionaba cuando hablaban de la vida religiosa, pero no me atrevía a manifestarlo. Cuando iban promotoras vocacionales y terminaban las reuniones, me ponía a llorar porque me daba miedo hablar de esto; de pronto comentaba mi deseo de vida religiosa con las tías, pero me desanimaban; al fin

me resolví y se lo dije al Padre Antonio Gallo que era el Párroco.

El organizó un grupo de jóvenes y nos ofreció estudiar modistería, creo que para sondear un poco nuestra vocación. Al terminar el curso me propuso trabajar donde las Hermanas de la Presentación en el Patronato y ellas verían si servía o no para la vida religiosa. Mi papá estaba listo para traerme a Medellín pero yo estaba muy inquieta, me fui al Santísimo y le dije me aclarara si Él quería me viniera o no, y sentí como respuesta, que no. (En mi casa ya todo estaba listo para madrugar) Después de salir de la Iglesia tenía la decisión de quitarme y ni modo de avisarle a mi papá. Tenía que dejar que llegara porque no tenía forma de informarle. Cuando llegó le dije: “papacito yo no me voy nada mañana” y él me respondió: “Bueno hija usted decide” y enviaron a decirle al Padre.

A los pocos días me encontré con el sacerdote quien me preguntó si no me había pesado desistir. Le dije que sí, pero que no me iba para allá. A los pocos días me sugirió viajar con otra joven, que yo no conocía y nos envió para el Aspirantado de la Comunidad del Buen Pastor en La Ceja, con una señorita llamada Luz López a quien tenía confianza para acompañar las jóvenes a las comunidades religiosas. Yo no sabía dónde era ese Aspirantado, ni más detalles. Ya mi papá no podía acompañarnos, porque tenía fiebre muy alta, pero se destapó la cabeza para darme la bendición.

En La Ceja nos recibieron las Hnas. Susanita Robledo Superiora y María de San José así como el grupo de jóvenes aspirantes (35) que rebosaban de alegría, nos hicieron mucha fiesta y se ofrecían para orientarnos. Este tiempo fue hermoso y exigente al mismo tiempo, nos prepararon muy bien para el Noviciado a donde me mandaron al año siguiente, en Medellín.

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Demos gracias juntas al Padre, que nos ha llamado a seguir a Jesús en plena adhesión a su Evangelio y en el servicio de la Iglesia, y que ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos da a l e g r í a y n o s h a c e testimoniar al mundo su Amor y su Misericordia.

Al llegar al Postulantado veníamos acostumbradas a valorar y guardar silencio, a la oración y muchas cosas para poder asimilar mejor las exigencias de esta etapa de formación. Después de 6 meses fui admitida a tomar el hábito (vestido) religioso. En el segundo año empezamos la experiencia apostólica en La Casa de la América con menores infractoras. Luego en el Hogar San Juan Eudes con niñas internas que requerían protección. Fueron experiencias muy enriquecedoras y exigentes en todo sentido.

Luego de 2 años de Juniorado fui enviada a La Ceja como acompañante de Las Aspirantes. Fue una experiencia muy bonita volver donde había empezado mi vida religiosa, pero ya para acompañar el proceso de las que inician su vida de seguimiento a Jesús Buen Pastor. Fue un momento de gran riqueza e s p i r i t u a l y apostólica.

Env iada a l a ciudad de Pasto, otra experiencia de es tud io y apostolado con l a s m e n o r e s infractoras. Otro a m b i e n t e t o t a l m e n t e d i s t i n t o pe ro m a r a v i l l o s o donde se empieza a c o n o c e r y compartir con otras culturas De aquí pasé a Cali a estudiar Enfermería y algún apostolado. Fue un tiempo duro de mucha exigencia el combinar estudio, y la práctica y vida de comunidad.

Al terminar estudios debíamos hacer un año de práctica hospitalaria. Pero antes, vine a Medellín a prepararme para emitir los Votos Perpetuos y luego regresé a Pasto para dicho período de práctica.

Fui luego enviada a Medellín a trabajar como Enfermera en la Cárcel de Mujeres donde permanecí casi 10 años, experiencia especialísima porque atendía a todas las mujeres y además era directamente responsable como Educadora de los grupos: Recepción, y luego del grupo de quienes llegan por primera vez. Fue una experiencia maravillosa. Allí se sentía la presencia de Jesús el Buen Pastor y de Santa María Eufrasia quienes estuvieron en todo momento con nosotras.

En el año 1988 me enviaron a trabajar con la mujer en vulnerabilidad estando la segunda vez en Cali, experiencia maravillosa. Abrimos “trocha apostólica” en prevención de la prostitución, en el Barrio Obrero, lugar de contacto: el Centro de Salud donde fuimos muy bien aceptadas tanto por la directora como por el personal médico, paramédico,

de enfermería y l a s m i s m a s usuarias. Allí las orientábamos y les colocábamos videos, charlas de f o r m a c i ó n , c o n s e j e r í a y v i s i t a s domiciliarias; les ayudábamos a u b i c a r s e e n a l g u n a s instituciones a ellas y sus niños. En la escuela P o l i c a r p a Salavarrieta nos p r e s t a r o n u n

salón para dar alfabetización y algunas capacitaciones por las religiosas del Buen Pastor y por el SENA.

En determinado momento la familia Betancur Betancur nos donó una casa en el barrio San Bosco para poder dar la capacitación a mujeres y sus hijos. Allí trabajamos con 120 niños, niñas y sus madres, donde además se hizo formación de líderes con las mujeres del sector.

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Los años siguientes estuve en Barranquilla, La Ceja, Cali, Medellín y de nuevo Cali con diferentes experiencias apostólicas y comunitarias. La mayor parte del tiempo he servido en Cali.

Hace cuatro años estoy en Medellín Comunidad Santa Eufrasia para Hermanas enfermas. Ha sido como un volver a empezar después de tantos años de apostolado directo. Es una experiencia riquísima en todo sentido tanto espiritual como comunitario, hay un interés grandísimo de cada una de acuerdo a lo que puede servir, según su limitación.

Solo me queda dar infinitas gracias a Dios Padre, a mi familia, mi gran apoyo, a mi Provincia y a cada Hermana quienes siempre han estado listas a ayudarme y a las diferentes comunidades por donde he pasado todos estos años que el Buen Pastor me ha regalado, Gracias, Gracias…

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Por: Hna. María Elena Mejía Mejía

QUERÍA HACERME RELIGIOSA DE EL BUEN PASTOR

M i e x p e r i e n c i a vocacional nació en mi h o g a r , c o n l a s enseñanzas de mis padres y convivencia en la familia. Desde muy temprana edad y en c ompañ í a de m i s h e r m a n o s n o s enseñaron a rezar el Padrenuestro, la señal

de la cruz, persignarnos, el Ave María, el acto de contrición, el credo y otras oraciones para comunicarnos con Dios. El día de la Santa Cruz nos reuníamos después de comida para rezar los “Mil Jesús”; igualmente hacíamos la novena de la Inmaculada Concepción y del nacimiento de Jesús; en ocasiones hacíamos la novena de San Cayetano y otras para pedir por las necesidades de la familia, o plegarias para pedir la lluvia. Ya en la adolescencia acompañaba frecuentemente a mi papá a la Parroquia de San Benito para hacer la Hora Santa y sentía mucha emoción, frente a la Sagrada Eucaristía y a veces se me venían las lágrimas. Mi papá estudió un tiempo en el Seminario Mayor, pero se salió para cuidar a su mamá ya de edad avanzada; tenía un primo sacerdote, que ejerció un tiempo en la iglesia de la Candelaria, en Medellín.

También tuve dos tías religiosas en la Comunidad La Enseñanza. Una Hermana llamada Ana Tilde, que tenía vocación religiosa, pidió ingresar en la Comunidad La Enseñanza, pero no la recibieron, por enferma. Ella era muy fervorosa y colaboradora, les ayudaba y le permitían estar con ellas por tiempos. A ella le debemos muchas enseñanzas, ya que por temporadas pasaba con mi familia, era muy alegre y amena en sus

conversaciones las cuales nos dejaban muchas enseñanzas ,era muy artista, elaboraba muñecas de trapo con vestidos típicos de diferentes países, y hacía muchas manualidades.

Por el lado de la familia de mi mamá, teníamos a la Hna. Margarita Garcés Betancur que era prima hermana de mi mamá, religiosa de El Buen Pastor, la cual murió el tres de noviembre del año pasado, a los 105 años de edad. Ella fue para mí como promotora vocacional ya que cuando estábamos niñas y ella venía a Medellín a retiros o reuniones, mi mamá nos llevaba a saludarla y ella nos preguntaba: ¿quién de ustedes me va a reemplazar en la Comunidad? Yo levantaba la mano y decía que yo.

Cuando yo tenía veinte años, a fines de julio, fui con mi mamá al Amparo Juvenil a visitarla, me preguntó qué había pensado de mi vocación ¿Le dije que sí, que quería hacerme religiosa de El Buen Pastor, se alegró mucho y me llevó a conversar con la Hermana María Inmaculada (María Luisa Tafur). Le expresé mis deseos, dialogamos un buen tiempo y me preguntó si había estado lejos de mi hogar alguna vez. Le dije que no, entonces me recomendó hacer la primera experiencia en la Ceja-Antioquia (En el Aspirantado).

Acepté y fuimos a hablar con mi mamá y dialogando con ella le explicó en qué consistía el Aspirantado, la dirección y lo que debía llevar de documentos y de vestuario. Regresamos a la casa, mis padres aceptaron muy bien mi decisión y se empezó a conseguir el ajuar y los documentos. Llegué a mediados de agosto; me acompañaron mis padres y un hermano, me siguieron visitando cada mes.

En mi vida religiosa he prestado sido destinada a diversas misiones, así: en El Amparo Juvenil Medellín, barrio Belén para niñas en protección

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colaboré en la portería, y realicé un curso de Orientación familiar con las Hnas. Capuchinas; luego un Curso de Auxiliar de Trabajo Social, en la Universidad Pontificia Bolivariana. En el año 1.972 me enviaron a trabajar a Cali, A la cárcel, como Trabajadora social; estuve más o menos seis años; luego pasé a Barranquilla como Directora de la Escuela Hogar de la Joven, durante diez años interrumpidos. Fui trasladada al Hogar San Juan Eudes en Medellín, para niñas en protección, con las internas como docente hasta febrero de 2.005 en que me enviaron a Pasto como Animadora de la comunidad, pero también a dirigir los talleres de las mujeres en vulnerabilidad.

A los tres años pasé a La Ceja (Ant.) por la enfermedad de mi mamá, para estar más cerca. En el 2009 me mandaron a Palmira como Animadora y encargada de las niñas en protección. En el 2012 fui enviada a Popayán como apoyo a la Comunidad, y apoyo a la Fundación El Buen Pastor. El 30 de septiembre de 2015 Traslado a Medellín por motivos de salud.

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Por: Hna. María Ofelia Ruiz Ruiz

EL AMOR A LAS PERSONAS FUERON MI FUENTE PARA VIVIR EL CARISMA DEL BUEN PASTOR

Mis padres: Pompilio de Jesús Ruiz, María Otilia R u i z , d e o r i g e n campesino.

Nacimiento: 23 de marzo de 1938 en Andes (Antioquia) y bautizada el 26 de marzo del mismo año.

Soy la mayor de cinco hermanos. Mi mamá fue profesora y estudió con las Hermanas Salesianas, pero después que se casó no ejerció, para dedicarse totalmente al hogar. Ella misma nos enseñaba a leer y al ir a la escuela pasábamos de inmediato a segundo de primaria.

La formación espiritual, en virtudes y valores fueron fundamentales para el desarrollo de nuestra personalidad, además el rosario, que nunca faltó. Nos inculcaban el valor del amor a los pobres y la acogida al que llegaba en busca de ayuda y nunca se dejaban partir sin darles comida o posada para que pasaran la noche.

Para participar en la Eucaristía eran dos horas de camino hasta el pueblo, pero no importaban los obstáculos.

Lo que más me gustaba era toda clase de lecturas, compartir con las amigas. Era muy llevada de mi parecer y me gustaba llevar la contraria en todo.

Tenía varios admiradores que me proponían matrimonio, pero no me llamaban la atención y los dejaba.

Por medio de una tía religiosa que me invitaba a seguir el llamado de Dios, mi respuesta fue: no, porque nunca gustaba de las “monjas”, no las quería para nada. Pero el Señor se valió de un Encuentro de Jóvenes, al que nos invitaron de la Parroquia. Fui por curiosidad, nada más, pero el sacerdote Gustavo Bohórquez, enamorado del Buen Pastor, expuso el carisma y la obra de las Hermanas del Buen Pastor y esto tocó muy fuerte mi corazón y me dejó muy cuestionada. Empecé la lucha: ¿sí o no?

Ya pensé en serio y tomé la decisión de entrar en la comunidad de El Buen Pastor. Luego les dije a mis padres, y cuál no fue mi sorpresa: mamá dijo que sí, pero papá se opuso rotundamente y esto fue muy duro para mí, pero no me importó. Seguí para adelante, pero más tarde, él aceptó.

Hice el noviciado en el “Amparo Juvenil” de Medellín. La Primera Profesión el 29 de enero de

1966. El trabajo apostólico lo desempeñé en Pasto, Popayán, Medellín, (Amparo Juvenil), Barranquilla,

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Cartagena, de nuevo en Medellín (Hogar San Juan Eudes y Comunidad Santa Eufrasia).

Mi labor siempre era con las niñas, el servicio, el amor a las personas fueron mi fuente para vivir el carisma del Buen Pastor y Santa María Eufrasia, con alegría.

El testimonio de las Hermanas de Comunidad ha sido un apoyo espiritual en momentos difíciles.A 50 años de vida religiosa solo digo: “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?”. Vale la pena seguir a Cristo. Gracias María por el sí generoso.

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Por: Hna. Rosa Nelly Restrepo

DOY INFINITAS GRACIAS A DIOS POR PERMITIRME LLEGAR HASTA ESTA ETAPA DE MI VIDA.

Cómo se d io ese l lamado a la vida Religiosa?. Esta es mi historia vocacional:Estudiaba en el colegio de la presentación en Envigado. Al terminar el año se daban 3 días de retiro espiritual: El primer día se hablaba de l a g r a n d e z a d e l

matrimonio, la familia y la gran responsabilidad frente a la Iglesia y a la sociedad. El segundo día se hablaba de la persona soltera que se dedicaba a servir a los demás con amor y alegría. El tercer día se dedicaba a la vida religiosa y de como Dios llamaba a servirle en la iglesia, a través de una comunidad religiosa con determinado carisma.

Aquel día sentí que Dios me llamaba a la vida religiosa, pero, en qué comunidad? Estudiaba con las hermanas de la Presentación y no me visualizaba como profesora enseñando en un colegio, ni como enfermera en un hospital o clínica. Entonces, dónde? Salimos a vacaciones y mi inquietud vocacional era cada día más grande. Dios no se hizo esperar.

Una amiga me invitó a visitar una prima de ella que había llegado de Chile, era religiosa del Buen Pastor y hacía mucho tiempo que la familia no la veía. Acepté la invitación y fuimos a verla al convento del Buen Pastor de Belén San Bernardo. Me llamó profundamente la atención, el ver hermanas jóvenes y ancianas con una alegría indescriptible, muy atentas y serviciales. De pronto escuché que cantaban, pregunte: ¿Quién canta y dónde? Son las postulantes, novicias, junioras y hermanas de la comunidad, cantan en la

capilla, están rezando Vísperas. Quiere verlas? si, si cuanto antes.

La capilla tenía cinco naves, yo entré por una lateral las vi, las escuche cómo cantaban y rezaban. Algo muy profundo sucedió en mí, era maravilloso y estaba muy feliz. Regresé a mi casa; toda la semana pensaba en ese hermoso momento. Mi amiga me invitó de nuevo, esta vez oí que cantaban rondas, quienes eran y dónde estaban? Me llevaron a verlas. Eran grupos de niñas y jóvenes que cogidas de la mano y saltando cantaban dirigidas por jóvenes novicias, se les veía muy alegres.

Pregunté a la hermana ¿De dónde eran las niñas y por qué estaban internas? Eran de diferentes barrios de la ciudad de Medellín con una edad de entre los 8 y 16 años. Estaban por jueces de menores, eran infractoras, otras, por rebeldía con sus padres las demás las traían de la calle. Yo quedé muy sorprendida.

Ocho días después viajé con papá, en tren, de Fredonia a Medellín, llegamos a la estación del ferrocarril, allí había que atravesar una plaza llamada Cisneros colindante con el sector de Guayaquil donde atracaban, robaban y se veía mucha gente alcoholizada, cuál fue mi sorpresa cuando vi niñas y jóvenes mal vestidas ebrias tiradas en el suelo. Yo seguí de largo pero en mi mente y en mi corazón, esas imágenes me cuestionaban bastante.

Ocho días más tarde mi amiga me invitó para ir por última vez a visitar a su prima que viajaba de nuevo a Chile. Aproveché la oportunidad para hablar con una religiosa sobre esas niñas. Fue entonces cuando descubrí que muchas de las que estaban allí eran de las que había visto en el sector de Guayaquil Ya no me quedaba duda. Fui a la capilla, oré al Señor y le pregunté: ¿Es aquí donde me quieres?

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Sentí una profunda alegría, hablé con la religiosa para que me explicara bien todo, me dijo: Somos religiosas del Buen Pastor, dirigimos las cárceles de mujeres del país, tenemos internados con diferentes clases de niñas todas necesitadas de amor, cariño y comprensión.

La hermana me preguntó que si quería ser religiosa, yo le dije que sí. Ella me sonrió y me dijo que me conseguiría una cita con la hermana provincial y así sucedió.

Entré a la Congregación del Buen Pastor a la edad de 18 años. Hoy a los 50 años de servicio al Señor en las personas más necesitadas me siento muy feliz." EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME FALTA". Hay muchos testimonios que contar en estos dolorosos 50 años de vida religiosa, donde la MISERICORDIA DE DIOS PADRE se manifestó dándome a entender que en el cielo hay más alegría por un pecador que se convierte que por noventa y nueve que no tienen necesidad de conversión.

Destaco dos testimonios: Uno fue el trabajo realizado en el Norte del Valle del Cauca durante 7 años, visitando todos los colegios de los diferentes municipios en momentos cruciales donde el narcotráfico azotaba la región involucrando los jóvenes en sicariato y droga. La charla era sobre el amor a la vida y por amor a la vida decirle NO a todo lo que hiere, daña y quita la vida, como la violencia intrafamiliar, el alcoholismo, la droga, el sicariato, el aborto y el narcotráfico. Era realmente confortante escuchar a varios jóvenes decir: "Hermanita gracias, muchas gracias por su charla, Dios la envió como un ángel para hacernos caer en la cuenta del problema en que nos metíamos si decíamos SÍ a las propuestas que nos hacían. Pero también era muy doloroso escuchar a otros que decían: hermanita si hubiera venido 8 días antes no me hubiera metido en esto. Ya he matado 35........ y mire la lista que tengo para matar estos y si no lo hago me matan toda la familia y luego a mí!

Segundo testimonio.Paramilitares Reinsertados

Por la época de Diciembre llegaron al barrio 60 paramilitares reinsertados 6 mujeres 4 niños y 50 jóvenes entre 16 y 30 años.

Fuimos a visitarlos. Hablamos con el coordinador si nos permitían hacer la novena de Navidad, pero se mostró muy preocupado pues no quería correr riesgos con nosotras, porque el grupo era muy difícil. Después de insistirle accedió y nos dijo: Hermanas ustedes asumen las consecuencias de lo que suceda. Nos fuimos y empezamos a orar en la comunidad y con el grupo de oración conformado por las vecinas del barrio.

El día 16 en horas de la mañana fuimos a decorarles la casa donde vivían ellos. Subimos al segundo piso. Todos estaban sentados en el suelo viendo la televisión con películas de violencia. Saludamos pero nadie respondió, se sentía un ambiente pesado.

Comenzamos a colocar los adornos en la pared, como no alcanzábamos pedimos ayuda: "Muchachos nos pueden ayudar, es que el problema de estatura es grave”. Inmediatamente se pararon 3 de los más altos y nos colaboraron colocando los adornos más altos e invitando a los otros para que ayudaran. Se rompió el hielo y todos se nos acercaron a preguntar cómo iba a ser la novena. Uno de ellos nos llevó aparte y nos dijo:" Hermanita no me coloque a leer porque yo soy analfabeta". Llegó el director y nos dijo: "Hermanitas dejen las novenas yo distribuyo las lecturas porque hay unos que son analfabetas, otros tienen primaria, otros bachillerato y otros universitarios. Ellos ensayarán las lecturas, las esperamos a las dos y media”.

Las personas del grupo de oración nos dijeron que no nos acompañarían, pero que nos colaborarían con un refrigerio para todos los días.

Llegamos para la novena. El tiempo, dos horas se distribuyó así. Charla navideña, dinámicas, novena y juegos didácticos, al final el refrigerio.

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El 24 realizamos la novena en horas de la mañana terminamos escondiendo el Niño Dios, tenían media hora para encontrarlo no podían salir del salón, diez minutos, quince minutos veinte minutos y no lo encontraban, se dieron por vencidos.

La hermana que dirigía la dinámica les dijo, están calientes pero muy calientes, ánimo. Un joven pidió permiso y le dijo al coordinador que le prestara una varita larga y cinta de enmascarar envolvió la punta con cinta de enmascarar y empezó a chuzar las sillas tubulares, a la tercera silla metió un grito y sustrajo la varita con el paquete que decía busca y encontrarás premio, el cogió el paquete y empezó a desenvolver, los demás le gritaban reclame premio, reclame premio, pero él con sumo cuidado continuaba destapando y al final encontró el pequeño regalo, el Niño Jesús, lo colocó en la palma de la mano y empezó a llorar y a sudar. Luego me dijo Hermanita venga, venga le cuento y temblando, sudando y llorando me dijo:" Hermanita como es posible que yo tan pecador ÉL, se deje encontrar por mí. Yo he matado, he cortado cabezas y jugado con ellas, he hecho mucho, pero mucho daño, he hecho muchas masacres he violado muchas niñas y ¿Cómo es que Él se deja encontrar por mí?... Hermanita yo quiero que me prepare para hacer una buena confesión.

Todos le gritaban reclame premio, se le dieron los cien mil pesos que habían donado las señoras del grupo de oración. Se les repartieron a todos, regalos dados por el mismo grupo de oración.

El día 26 se le consiguió la cita con un sacerdote Franciscano a las 2 de la tarde, le comenté al sacerdote de quien se trataba y que lo tratara con mucha misericordia y ternura. El me preguntó de qué comunidad era yo, le dije del Buen Pastor, él me contestó: “Trataré a la oveja con mucha ternura y misericordia como usted lo ordena”. A las 2 en punto lo atendió, mientras tanto yo, oraba en el oratorio de la casa cural. A las cuatro de la tarde el joven entró al oratorio y me dijo: hermanita ayúdeme a rezar 3 salves a la Virgen María que a mí se me olvidó.

Cuando terminamos entró la secretaria y me dijo: "Hermanita que el Padre la necesita con el joven en el comedor de la casa cural. Entramos y el Padre le dijo escuche esta canción:" “Cansado del camino sediento de ti, un desierto he cruzado sin fuerzas he quedado vuelvo a ti.....” La mesa estaba con mantel blanco, rosas de colores una torta y champaña. Cuando terminó el canto el sacerdote le dijo: " Venga hermano le doy el abrazo de Dios Padre, porque en el cielo hay rumba, hay fiesta por este hijo que ha vuelto a la casa paterna, lo abrazó y todos lloramos. Este joven se convirtió en evangelizador de todo el grupo, consiguiendo que la gran mayoría de ellos se confesara.

LA MISERICORDIA DE DIOS ES GRANDE Y MUESTRA SU PREDILECCIÓN POR LOS PECADORES.

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