autorregulación y medios de servicio público * · miércoles

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20 · Miércoles 19 de Septiembre de 2007 · omo directora de un medio de larga trayectoria, como Radio Educa- ción, me complace enormemente parti- cipar en un Seminario como el que hoy nos convoca. Sus propósitos no podrían ser más oportunos en un contexto so- cial y político donde se está reiniciando la discusión de una nueva Ley de Radio, Te- levisión y Telecomunicacio- nes y de una nueva Reforma Electoral. En esta coyuntura la au- torregulación en radio y te- levisión constituye no sólo un importante tema de orden académico sino un compro- miso fáctico para quienes en- cabezamos instituciones que aspiran a constituirse como verdaderos medios de servicio público. La autorregulación, en- tendida como el sistema de normas éticas destinadas a promover la responsabilidad en la difusión de todo tipo de contenidos programáticos y a estimular la profesionaliza- ción en la materia, representa el otro polo de nuestro que- hacer; aquél que tiene que ver con nuestro compromiso con la sociedad a la que pretende- mos servir. Hoy sabemos que, aunque la primera tarea de la autorre- gulación mediática es asumir normas éticas, resulta priori- tario generar las condiciones que posibiliten el cumpli- miento de las mismas, esta- bleciendo mecanismos para examinar su proceder y valo- rar su eficacia de cara siempre a la sociedad. Entre esos mecanismos es- tán los códigos deontológicos, los estatutos de redacción, los libros de estilo, los defenso- res del público, los consejos editoriales y los consejos de prensa. Pero de poco sirven los códigos de ética sin la im- plantación de organismos -- llámense Consejos, Comités o Comisiones-- que validen y evalúen su aplicación. Si bien sabemos que las propuestas autorregulatorias más sólidas emergieron hace casi dos décadas en algunos países desarrollados, lo cierto es que las primeras experien- cias se remontan a inicios del Siglo XX. Destaca, en 1916, el Co- mité de Deontología del Pe- riodista en Suecia, el Credo de los Periodistas de Walter William, en Missouri, Es- tados Unidos en 1908, y el Código de Ética Periodística de la Asociación de Editores de Kansas, en 1910. Pero no es sino hasta 1969 que se crea, también en Suecia, el primer Ombudsman de Prensa, con el objeto de hacer valer los de- rechos del ciudadano. Desde entonces a la fecha en Estados Unidos, Inglate- rra y varios países europeos, en especial España, tanto medios por separado como instituciones internacionales han propuesto documentos autorregulatorios que a su vez han servi- do de re- ferentes en otras par- tes del mundo. Baste recor- dar, por ejem- plo, el Código de Ética de la BBC de Lon- dres, el Estatuto de Redacción del diario El País y los prin- cipios de ética profesional del periodismo de la UNESCO. Así, pues, la autorregulación informativa no es un tema nue- vo en el mundo pero sí lo es re- lativamente en nuestro país. Si bien algunas de tales vías auto- rregulatorias se han experimen- tado en México, en realidad no han ganado fuerza por diversas inercias. Los primeros pasos deonto- lógicos se presentaron en 1992 con la propuesta del Defensor del Lector por parte del dia- rio Unomásuno. Pero fue El Economista, al año siguiente, el que instituyó un Ombuds- man y dio a conocer un primer esbozo de código de ética. En los años subsiguientes, El Norte, El Nacional, Noveda- des, El Financiero, Reforma, El Universal, La Crónica de Hoy y el semanario Proceso, entro otros, publicarían su respectivo código. Sin embargo, los medios de servicio público de todo el país, con sus cerca de 350 frecuencias, hasta el presente año seguíamos a la zaga en ese terreno. Recientemente, Canal 22 y Canal 11 han tomado una iniciativa destacable al dar a conocer las primeras herra- mientas que afianzan el com- promiso ético en su quehacer. La incorporación de la figura del “Defensor del televidente” en la programación del Canal 22 y próximamente en la de Canal 11 constituyen una ini- ciativa inédita en la televisión mexicana. Ahora Canal 22 ha convo- cado a los medios públicos a sumarse a la reflexión, al aná- lisis, al debate, a la propuesta y al accionar en materia de la autorregulación a través de este Seminario itinerante, cu- yos frutos seguramente abri- rán nuevos cauces a todos los medios públicos. Tenemos claro que auto- rregulación y credibilidad son hoy un binomio inseparable, porque implica una respon- sabilidad social y ética con las audiencias. Además, la autorregulación supone una garantía de credi- bilidad, aspiración universal de las instituciones cuya razón de ser es el servicio social, al garantizar a la ciudadanía su derecho a la información y a la participación en las ofertas programáticas de los medios públicos. Lo anterior nos pone en el camino de convertirnos en auténticos medios de servicio público, al exigir elevar la ca- lidad de nuestros contenidos informativos, educativos y culturales. Radio Educación es la pri- Autorregulación y medios de servicio público * Virginia Bello Méndez

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omo directora de un medio de larga trayectoria, como Radio Educa-ción, me complace

enormemente parti-cipar en un Seminario como el que hoy nos convoca. Sus propósitos no podrían ser más oportunos en un contexto so-cial y político donde se está reiniciando la discusión de una nueva Ley de Radio, Te-levisión y Telecomunicacio-nes y de una nueva Reforma Electoral.

En esta coyuntura la au-torregulación en radio y te-levisión constituye no sólo un importante tema de orden académico sino un compro-miso fáctico para quienes en-cabezamos instituciones que aspiran a constituirse como verdaderos medios de servicio público.

La autorregulación, en-tendida como el sistema de normas éticas destinadas a promover la responsabilidad en la difusión de todo tipo de contenidos programáticos y a estimular la profesionaliza-ción en la materia, representa el otro polo de nuestro que-hacer; aquél que tiene que ver con nuestro compromiso con la sociedad a la que pretende-mos servir.

Hoy sabemos que, aunque la primera tarea de la autorre-gulación mediática es asumir normas éticas, resulta priori-tario generar las condiciones que posibiliten el cumpli-miento de las mismas, esta-

bleciendo mecanismos para examinar su proceder y valo-rar su eficacia de cara siempre a la sociedad.

Entre esos mecanismos es-tán los códigos deontológicos, los estatutos de redacción, los libros de estilo, los defenso-res del público, los consejos editoriales y los consejos de prensa. Pero de poco sirven los códigos de ética sin la im-plantación de organismos --llámense Consejos, Comités o Comisiones-- que validen y evalúen su aplicación.

Si bien sabemos que las propuestas autorregulatorias más sólidas emergieron hace casi dos décadas en algunos países desarrollados, lo cierto es que las primeras experien-cias se remontan a inicios del Siglo XX.

Destaca, en 1916, el Co-mité de Deontología del Pe-riodista en Suecia, el Credo de los Periodistas de Walter William, en Missouri, Es-tados Unidos en 1908, y el Código de Ética Periodística de la Asociación de Editores de Kansas, en 1910. Pero no es sino hasta 1969 que se crea, también en Suecia, el primer Ombudsman de Prensa, con el objeto de hacer valer los de-rechos del ciudadano.

Desde entonces a la fecha en Estados Unidos, Inglate-rra y varios países europeos, en especial España, tanto medios por separado como instituciones internacionales han propuesto documentos autorregulatorios que a su vez

han servi-do de re-ferentes en otras par-tes del mundo. Baste recor-dar, por ejem-plo, el Código

de Ética de la BBC de Lon-dres, el Estatuto de Redacción del diario El País y los prin-cipios de ética profesional del periodismo de la UNESCO.

Así, pues, la autorregulación informativa no es un tema nue-vo en el mundo pero sí lo es re-lativamente en nuestro país. Si bien algunas de tales vías auto-rregulatorias se han experimen-tado en México, en realidad no han ganado fuerza por diversas inercias.

Los primeros pasos deonto-lógicos se presentaron en 1992 con la propuesta del Defensor del Lector por parte del dia-rio Unomásuno. Pero fue El Economista, al año siguiente, el que instituyó un Ombuds-man y dio a conocer un primer esbozo de código de ética. En los años subsiguientes, El Norte, El Nacional, Noveda-des, El Financiero, Reforma, El Universal, La Crónica de Hoy y el semanario Proceso, entro otros, publicarían su respectivo código.

Sin embargo, los medios de servicio público de todo el país, con sus cerca de 350 frecuencias, hasta el presente año seguíamos a la zaga en ese terreno.

Recientemente, Canal 22 y Canal 11 han tomado una iniciativa destacable al dar a conocer las primeras herra-mientas que afianzan el com-promiso ético en su quehacer. La incorporación de la figura del “Defensor del televidente” en la programación del Canal 22 y próximamente en la de Canal 11 constituyen una ini-

ciativa inédita en la televisión mexicana.

Ahora Canal 22 ha convo-cado a los medios públicos a sumarse a la reflexión, al aná-lisis, al debate, a la propuesta y al accionar en materia de la autorregulación a través de este Seminario itinerante, cu-yos frutos seguramente abri-rán nuevos cauces a todos los medios públicos.

Tenemos claro que auto-rregulación y credibilidad son hoy un binomio inseparable, porque implica una respon-sabilidad social y ética con las audiencias.

Además, la autorregulación supone una garantía de credi-bilidad, aspiración universal de las instituciones cuya razón de ser es el servicio social, al garantizar a la ciudadanía su derecho a la información y a la participación en las ofertas programáticas de los medios públicos.

Lo anterior nos pone en el camino de convertirnos en auténticos medios de servicio público, al exigir elevar la ca-lidad de nuestros contenidos informativos, educativos y culturales.

Radio Educación es la pri-

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mera radiodifusora educativa y cultural de México. Nacida bajo las siglas CYE en 1924 a iniciativa del gran reformador José Vasconcelos, se ha signi-ficado desde entonces por su aporte en la definición de una propuesta radiofónica de ser-vicio social en sus contenidos y formatos.

A la vanguardia en mu-chos momentos de su histo-ria, Radio Educación creó hace catorce años un comité de evaluación de la progra-mación que, con carácter consultivo procura el equili-brio en la carta programática y en el contenido y orienta-ción de su oferta.

Esta herramienta junto con otras que comprenden los procesos y norman el queha-cer de los productores, locuto-res, programadores musicales, reporteros y redactores, están actualmente en revisión con el propósito de modernizarlas y reinsertarlas en los procesos radiofónicos cotidianos.

En los próximos meses habremos de concluir esta revisión crítica y diseñado

oy se dará a conocer el veredicto del Tribunal Pe-nal de Casablanca al encuentro del director y una

colaboradora de la revista Nichane , Driss Ksikes y Sanâa Al Aji, por «atentar contra la religión islá-mica» y por «publicación y distribución de escri-

tos contrarios a la moral y a las buenas costumbres». Ksikes y Al Aji se arriesgan a penas que oscilan entre los 3 y los 5 años de prisión, una multa de hasta 100.000 dirhams (unos 9.200 euros) y la inhabilitación de por vida para ejercer el periodismo, tras la publicación, el pasado 9 de diciembre, de un dossier titu-lado «Chistes: así se ríen los marroquíes de la religión, del sexo y de la política». En lo que muchos han califi-cado de «intole-rable ingerencia del Ejecutivo en los asuntos de la justicia», el Gobierno prohibió la distribución de la revista el pasado 20 de diciembre, tras las presiones ejercidas por amplios sectores del islamismo marroquí y de varios estados islámicos, con Arabia Saudí y Kuwait a la cabeza. «Después de la reacción oficial con-denatoria en el asunto de las caricaturas del profeta Mahoma y con la coacciones de fondo que ha habido, el régimen no ha tenido otra salida», confiesa un periodista de un diario próximo a palacio. Sin embargo, si nos atenemos al desarrollo del juicio, el Islam ocupa un segundo plano en este caso, ya que han sido las supuestas críticas vertidas contra la institución monárquica las que han centrado buena parte de las sesiones. «El objetivo del dossier era analizar los chistes consagrados a algunos de los temas tabú de nuestra sociedad», afirma Ahmed Reda Benche-msi, propietario de Nichane y director del semanario francó-fono TelQuel . Para Driss Ksikes, «atacándonos el Gobierno ataca a toda un pueblo que es, en definitiva, quien ha inventado y vehiculado estas historias que nosotros simplemente recoge-mos». «La amplitud dada a esta situación es desmesurada y esta decisión nos expone a las iras de los extremistas», denuncia el director del semanario. Por si acaso, la dirección de Nichane ha presentado sus disculpas, señalando que en ningún momento pretendían herir ningún tipo de susceptibilidad.

Las muestras de solidaridad para con la publicación han sido múltiples y variadas, tanto a nivel internacional como en el interior del reino alauí. En Marruecos, si bien todos coinciden en condenar los delitos de prensa, no han sido pocos los que consideran que Nichane se ha pasado de la raya. «La libertad de expresión no puede ser absoluta en un contexto cultural, social y religioso como el marroquí», advierte Fadel Agoumi, director del semana-rio La Vie Eco . Y es que, como asegura el ministro de Comunicación, Nabil Benabdellah, «el periodismo aquí solo puede ejercerse dentro del necesario respeto de las reglas éticas y de los valores fundamentales que atraviesan a nuestra socie-dad, sabiendo que hay sujetos que no se pueden tocar».

Juzgan a dos periodistas en Rabat por ofender

al islám con chistes

Portada de la publicación que ha sido clausurada por unos chistesLa revista, «Nichane» en la que trabajaban fue cerrada por presiones El director y una colaboradora se juegan la inhabilitación profesional de

por vida Mahoma y una cámara oculta Hasán II y el paraíso

David Alvarado · servicio especial | rabat

nuevos instrumentos de au-torregulación que nos per-mitan asumir el compromi-so que el contexto mediático actual nos demanda.

Como actores sociales que somos hoy en día resul-ta ineludible que los medios públicos nos miremos crí-ticamente desde dentro, sin autocomplacencias, con ho-nestidad, para examinar qué estamos realizando, qué no hemos hecho y qué estamos dispuestos a construir. En esa revisión, sin duda, emer-ge el compromiso con la au-torregulación mediática.

En el caso de la radio, el avance de la tecnología, la convergencia digital, la seg-mentación de audiencias y la creciente exigencia de una so-ciedad en transformación de-mocrática hacen inaplazable el compromiso para autorregu-larse para comprometerse con la credibilidad y por lo tanto para sobrevivir.

Hoy, la consolidación de los medios públicos pasa necesariamente por la auto-rregulación.

Bello Méndez, Virginia, 2007, “Autorregula-ción y medios de servicio público”, en Revista Mexicana de Comunicación en línea, Num. 106, México, septiembre. Disponible en: http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/rmxc/autorregulacion.htm.

Fecha de consulta: 13 de septiembre de 2007.

• Ponencia leída en la inauguración del Semi-nario Itinerante de autoregulación y medios de servicio público, realizado por Canal 22, TV UNAM, Canal de Televisión del Congreso de la Unión, Instituto Mexicano de la Radio, Canal Judicial, ILCE , Edusat, DGTVE, Radio Edu-cación, Universidad Iberoamericana, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

http://www.diariodeleon.es/se_internacional/noticia.jsp?CAT=103&TEXTO=5454514