atención a la discapacidad vs. atención a las necesidades educativas especiales
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IFDC
Especialización en Educación en Contexto de Encierro
Materia: El Docente y su Práctica
Prof. Lucía Juárez
Ensayo
¿Atención a la Discapacidad
vs. Atención a las Necesidades Educativas Especiales?
Profesora: Andrea Verónica Vargas
“Intuí que el problema de las deficiencias de los menores era
menos de orden médico que pedagógico”.
María Montessori
Introducción
Cuando era pequeña y me preguntaban ¿Qué vas a ser cuando seas grande? Siempre
respondí…”Maestra de niños discapacitados”. Pensaba que yo podía hacer que “esos niños”
aprendieran cosas nuevas, que les sirviera para vivir en un mundo difícil en el que ellos
pudieran desenvolverse.
Nunca pensé que este objetivo me llevaría a que cada día sea un desafío, desde mi
lugar de educadora. Esta labor exige primeramente ser un docente metodológicamente
inquieto, ser paciente y empático acciones que hacen que esta función no caiga en una
rutina, porque los niños y niñas exigen de nuestra atención y capacidad.
Es en este punto en el que como docente de Educación Especial me encuentro con
mi grupo, planificando la clase, trabajando entre: la discapacidad (atravesado por modelos
médicos por historicidad) y los nuevos enfoques que se basan en los derechos de los niños
y niñas con discapacidad a la educación, a la atención a la diversidad… a ser sujetos de
derechos. Es cuando me pregunto ¿Atención a la discapacidad o atención a las necesidades
educativas especiales?
¿Atención a la discapacidad vs. Atención a las necesidades educativas especiales?
Uno de los puntos de inicio, es el de la definición que ha atravesado la persona con
discapacidad a través de la historia. El significado de la discapacidad varía en los diferentes
niveles de nuestra sociedad; las narraciones sobre ella están llenas de juicios sobre lo bueno
y lo malo, lo normal y lo anormal, lo justo y lo injusto, el yo y el otro; la discapacidad tiene
un significado simbólico.
Allí aparecen entonces palabras como anormales (en los inicios), inocentes (Siglo
XV), sordos (del siglo XVI al XVII), sordos/ ciegos (siglo XVIII), sordos/ ciegos/
deficientes mentales (siglo XIX), idiotas, retardados, minusválidos, necesidades educativas
especiales, capacidades diferentes, discapacitados, personas con discapacidad
(http://www.slideshare.net). Se parte de un modelo médico, para pasar por uno educativo,
se va dando un corrimiento de la problemática desde las características del sujeto a las
condiciones del medio. Los términos han alcanzado desde las definiciones peyorativas
(utilizadas, por momentos, como insulto) a la aparición del término “personas” en donde
aparece la mirada en el sujeto, en la subjetividad.
El camino de la atención de personas con discapacidad ha sido largo:
• En 1807, Jean Itard (médico pedagógico francés) publicó un trabajo que llevaba
por título: "Los primeros desarrollos físicos y morales del joven salvaje del
Aveyron". (http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Itard, 2013)
• Philippe Pinel (Psiquiatra) concluyó que Víctor del Aveyron (el trabajo de Itard)
padecía una "imbecilidad constitucional", razón por la cual debería recluírsele en
una institución para su custodia. (http://es.wikipedia.org/wiki/Philippe_Pinel,
2013)
• Se crea la Société des Observateurs de l'Homme, el Hospicio de Bicêtre y la
Escuela para la Reeducación de Niños Sordomudos de París. Fue desdibujándose
la perspectiva educativa hasta llegar a conformarse, por oposición, un par de
modelos de tipo dogmático, excluyente y segregacionista, como lo llegaron a ser
los modelos de atención (si es que pudiera llamárseles de esta manera) asistencial
y, más tarde, el de naturaleza terapéutica.
• Jean Étienne Dominique Esquirol (Psiquiatra francés) estableció una maison de
santé (manicomio) para realizar las investigaciones con seguridad en 1801. La
maison de Esquirol fue un éxito, siendo calificada en 1810, como una de las diez
mejores instituciones de París. Esquirol, creía que el origen de las enfermedades
mentales residía en las pasiones del alma y estaba convencido de que la locura no
afectaba total e irremediablemente la razón del paciente.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_%C3%89tienne_Dominique_Esquirol, 2013).
• En 1846, Edward Sèguin (Médico) da forma a los modelos terapéuticos, ya que al
editar su trabajo, "Tratamiento moral, higiene y educación de los idiotas y de otros
niños limitados".
• En 1901, Ovide Decroly (pedagogo, psicólogo, médico y docente belga) se dedicó
a la reeducación de niños con retraso mental. En el 1901 fundó en su propia casa
en Bruselas el centro educativo École d'Enseignement Spécial pour Enfants
Irreguliers. Reeducación de niños “irregulares”.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Ovide_Decroly, 2013).
• En 1907, María Montessori (educadora, científica, médica, psiquiatra, filósofa,
psicóloga, devota católica, feminista y humanista italiana) creó ejercicios y
materiales para ayudar al niño a desarrollar sus facultades.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Maria_Montessori, 2013).
• En 1960, en Suecia y Dinamarca fueron los primeros que enunciaron el principio
de normalización y, como aplicación del mismo, propugnaron la integración de las
personas con deficiencias en el centro ordinario, para atenderlo según sus
necesidades.
En 1975 la ONU formuló la Declaración de derechos de las personas con
discapacidad, en la que se cita como derecho fundamental la dignidad de la persona, de lo
que se derivarán el resto de los derechos.
En 1978 la Secretaría de Educación del Reino Unido publica el Informe Warnock. En
él se populariza el término NEE, que tendría primacía en lugar de EE. Asimismo, este
informe distingue 3 tipos de integración: social, física, funcional. Como se puede ver en
este recorrido los inicios de la atención de personas con discapacidad se han basado en
modelos médicos. Naturalmente que las actitudes asistencialistas o terapéuticas,
generalmente asumidas hacia las personas que adolecen de algún síndrome, enfermedad o
secuela y, consecuentemente, que por ello tienen un conjunto de necesidades especiales,
pudiendo presentar entre ellas las educativas, ha llevado a la toma de posturas extremas,
encontrando entre éstas la segregación absoluta del niño o su adoración, cual si fuese santo
o dios.
La OMS define como discapacidad:
“Discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones
de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que
afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son
dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones de la participación son
problemas para participar en situaciones vitales.
Por consiguiente, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una
interacción entre las características del organismo humano y las características de la
sociedad en la que vive.” (http://www.who.int/topics/disabilities/es/, 2013)
En virtud de lo hasta este momento señalado, se puede considerar que las
concepciones y prácticas que sustentaron la atención brindada a estas personas fueron
matizadas por las actitudes en cuestión. O bien, por una parte, se les segregaba en centros
de reclusión psiquiátrica o asistencial, sobreprotegiéndolos y, por ende, negándolos, o lisa y
llanamente se les abandonaba a su suerte sin mayor apoyo que el que les pudiesen brindar
sus padres, si estos no asumían exactamente las mismas actitudes de abandono y reclusión,
o bien, por la otra, en un afán de atender algunas de sus necesidades más evidentes y
colosales, como la de ofrecer apoyo a la naturaleza anatómica o fisiológica del problema, se
suplantó la necesidad de brindar atención educativa sistemática y básica para cumplir una
de las obligaciones ético morales fundamentales del hombre y de la sociedad moderna y
contemporánea:
Ante lo expuesto se quiere señalar que las personas que se encuentran en
condiciones favorables, promovidas tanto por los familiares de los niños y niñas así como
por las instituciones sociales creadas para tal fin, tienen la posibilidad de insertarse
cognitiva, afectiva, emocional y, desde luego, laboralmente, a la dinámica de relaciones
sociales de su contexto. Es decir, se sostiene que si las condiciones sociales hacen a los
hombres, debemos hacer que éstas se humanicen.
De este modo es importante destacar que desde sus orígenes las escuelas de
educación especial han sido consideradas como uno de los instrumentos primordiales en la
asistencia y tratamiento indispensables para dar satisfacción a todas las necesidades
especiales que presenten los alumnos. No se le concibe como un instrumento para brindar
atención educativa, ofreciendo servicios que apoyen el proceso del aprendizaje de los
alumnos que presenten necesidades educativas especiales.
Es así que, como puede quedar perfectamente claro a partir de lo que se ha
expuesto, desde el siglo XIX se muestran dos maneras de concebir la atención a los
menores que adolecen de una serie de condiciones que pueden tornarse discapacitantes; por
una parte, la concepción de que tales menores deben recibir una atención de tipo asistencial
o terapéutica, evidenciándose con ello una actitud segregacionista y excluyente, o por la
otra parte una actitud incluyente e integradora, como lo muestra la postura que sostiene que
es necesario brindar atención educativa a tales menores.
Desde luego es necesario considerar que la segunda postura quedó únicamente
esbozada, de modo que la primera posición fue la dominante hasta no hace más de dos
décadas.
Desde la primera postura se enmascaró la práctica que se brindó, en sus orígenes, en
los sistemas paralelos de educación, conocidos ampliamente como la educación especial;
por tal razón fue necesario no sólo asumir una postura desde la educación pública, laica
obligatoria y gratuita, sino que además se requirió que la visión educativa fuese asumida
desde los servicios educativos, dejando de lado la concepción clínico médica taxonómica
que sustentó durante más de un siglo la práctica de la educación especial. Como hubiera
señalado el psicólogo soviético, Lev Semionovich Vigotsky, a este respecto:
"...Nuestra escuelas especiales siguen distinguiéndose por el defecto fundamental de que
ellas encierran a su educando en el estrecho círculo colectivo escolar, creando un mundo
pequeño, separado y aislado, en el cual todo está adaptado y acomodado al defecto del niño,
todo fija su atención en la deficiencia y no lo incorpora a la verdadera vida. En lugar de
sacar al niño del mundo aislado, desarrolla generalmente en éste hábitos que lo llevan a un
aislamiento aun mayor, e intensifica su separación. Debido a estos defectos, (...el sistema
de educación especial...) no sólo paraliza la educación general del niño, sino que también su
aprendizaje a veces se reduce a cero, porque el mundo encerrado en el cual vive no forma
necesidades".
Como se esbozó al concluir el apartado precedente, las ideas expuestas de una
manera particularmente sencilla y clara por el psicólogo soviético Lev Semiónovich
Vigotsky hacia la segunda y tercera décadas del siglo XX, permitirían introducirnos a una
primera valoración de la gama de acciones alternativas que hoy, más de media centuria
después de haber sido planteadas, podemos impulsar para brindar la atención educativa a
los menores que presenten necesidades educativas especiales, tengan o no discapacidad.
En las últimas décadas las políticas que se dieron en favor de la integración
educativa de los alumnos con necesidades educativas especiales fueron expresándose de
manera paralela a la evolución de la neuropsicología infantil o del desarrollo; de la misma
manera, en el terreno teórico se ha realizado una revisión profunda de los esquemas
conceptuales que hasta la fecha ha orientado la atención de los alumnos en cuestión. Así, se
ha reconocido una serie de conceptos innovadores, que si bien son referidos originalmente
y de manera directa a la educación especial como campo estructurado sociohistóricamente,
tienen significación y trascendencia para todo el sistema de educación básica. Tal es el
caso, por ejemplo y en principio, del concepto de necesidades educativas especiales. Con
dicho concepto se representa el hecho de que:
“Un alumno/a presenta Necesidades Educativas Especiales, presente o no
alguna discapacidad, cuando en relación con sus compañeros de grupo, edad y
contexto sociocultural y económico ante situaciones escolares similares (tanto en el
aula como en la escuela), enfrenta dificultades, especificas o generales, para el
aprendizaje, adquisición o apropiación de los contenidos consignados en el currículo
escolar, requiriendo que a su proceso educativo se incorporen mayores recursos y/o
recursos diferentes, a fin de lograr los propósitos y objetivos educativos consignados
curricularmente.”
Hablar de la presencia de necesidades educativas especiales no remite a la
representación de alguna dificultad, alteración, secuela o síndrome en particular, sino a las
situaciones enfrentadas tanto por el alumno/a durante su proceso de aprendizaje, como por
el docente en el desarrollo del proceso de enseñanza de los contenidos escolares.
El trabajo con niños y niñas con discapacidad posee carácter interactivo y dinámico;
es importante dejar sentado que la problemática que un alumno/a puede manifestar durante
su proceso de aprendizaje no es atribuible única y exclusivamente a las características del
alumno/a, sino que también las condiciones del contexto escolar (sean éstas en el aula o en
la escuela, contexto en el cual se encuentra el alumno), o las de la dinámica familiar, o
ambas dinámicas, confluyen en el proceso de estructuración de los aprendizajes.
Uno de los interrogantes del docente de Educación Especial es ¿Cómo puedo
garantizar el cumplimiento de que los alumnos/as con discapacidad puedan acceder a una
educación de calidad? es en este punto en donde como docentes es necesario “reflexionar”
sobre nuestras prácticas. Es decir, planificar, aplicar y evaluar un currículo adecuado
(flexible) a la diversidad de capacidades, intereses y motivaciones de todos y cada uno de
los alumnos y alumnas es una de las vías fundamentales para mejorar la calidad de los
aprendizajes y de la enseñanza.
El quehacer docente es una actividad que requiere preparación constante, carácter,
actitud, tenacidad, creatividad, vocación y mucha paciencia para sobrellevar
adecuadamente la misión asignada. Todo maestro que se precie de serlo sabe perfectamente
esto: “educar no es tarea fácil”, como dice Paulo Freire en Pedagogía de la Esperanza “el
educador es también artista: él rehace el mundo, él redibuja el mundo, repinta el mundo,
recanta el mundo, redanza el mundo” y ese mundo no es tan solo el aula si no todos los
espacios que involucren la educación.
En el proyecto ¨ Formación Docente por el Derecho a la Educación 2008 ¨ de la
Fundación SES, encontramos la siguiente idea que refleja nuestra intención (Formación
Docente por el Derecho a la Educación 2008):
¨ El trabajo de reconstrucción del pensamiento pedagógico no se logra con la
práctica por sí misma. Para desmontar rutinas y rituales se hace necesario poner la práctica
bajo reflexión, promover la pluralidad de teorías, trabajar sobre las representaciones de los
actores, tomar lo cotidiano y aparentemente natural como objeto de análisis: esto es
preguntarse porque hago lo que hago, si podría hacerlo de otro modo, en que me baso para
hacerlo, o sea desnaturalizar las acciones cotidianas, experimentar otros modos de hacer y
debatir para justificar esas otras acciones. En síntesis permitirse la experimentación
reflexiva”
Ya adentrados en conceptos más humanizantes de las personas con discapacidad es
que es necesario retomar la pregunta inicial ¿Atención a la discapacidad vs. Atención a las
Necesidades Educativas Especiales? Antes que nada el docente debe ser propiciador de
humanidad, generando un espacio de apertura que invite a crear he involucrarse, a darse. Si
el profesor, o docente no es capaz de entregarse por sus estudiantes, no podemos esperar
formar personas dispuestas a darse por los demás, si no hay quien se haya dado por ellos
primero. En una sociedad donde los padres se dan por sus hijos pero de una manera
indirecta, es decir dándose, pero a la vez entregándolos a ellos a la formación por parte de
establecimientos educacionales y también a la contra-educación de la televisión, que
trasmite personalismos y egoísmos, se requiere con urgencia en la persona del profesor, el
rol de educador, entendiéndolo como humanizador. (Freire, 2005). Las personas con
discapacidad son primeramente “PERSONAS”, esa es nuestra prioridad educar a la
persona, la etiqueta de la discapacidad que posea solo puede llegar a encuadrar un modo de
abordaje, pero no es un limitante para educar ni para colocarle un tope a nuestros alumnos y
alumnas.
El educador debe tomar conciencia de su rol y su responsabilidad en todo momento,
desde el minuto en que se despierta en la mañana al minuto en que se acuesta en la noche,
debo ser un agente de edificación, omitiendo todo aquello que no edifique, que no eduque,
que no sea por el buen desarrollo de los niños y niñas. Por eso el rol del docente es un rol
de entrega. No hay posibilidad de que eduque si su discurso y su acción son incoherentes.
Por lo que no puede pedir a sus estudiantes más de lo que sus propias fuerzas pueden
soportar, en un esfuerzo constante de honestidad, que a la vez debe apuntar a mejorar él
mismo como persona de la misma forma que espera sus estudiantes mejoren. “Es preciso
que él crezca y yo disminuya...” Estas palabras de boca de San Juan Bautista, ante Jesús,
deben marcar una dinámica de humildad del docente, como profesores no esperamos
formar personas como nosotros, sino mejores a nosotros, dejando un espacio para que los
mismos encuentren una manera de estar y desarrollarse en el mundo.
Ser docente de Educación Especial no es tarea fácil, se requiere de preparación,
vocación, disponibilidad de tiempo y de pensamiento, pues la labor docente no se encierra
en un aula, va mucho más allá de lo que se pueda imaginar.
Todo docente debe ser responsable de retomar el papel de investigador educativo
para comprender mejor la tarea que esté realizando, qué tipo de individuos está formando,
qué problemáticas existen, cuáles son las causas, cómo se resolverán; qué debe cambiar;
qué se debe anular; cómo transformar la práctica educativa, de tal forma que sea un
ambiente favorecedor de aprendizajes, en el que todos los elementos participen, se ayuden
y se sientan a gusto, para lograr así la constitución autónoma en el presente y para el futuro.
Conclusión:
Puede parecer abrumador escuchar conceptos tales como discapacidad, minusvalía,
atipicidad, handicap, deficiencia, déficit, disfunción, problemas o dificultades de
aprendizaje, retardo escolar, fracaso escolar, necesidades especiales, necesidades educativas
especiales, integración, integración escolar, integración educativa, normalización,
individualización, diagnóstico, tratamiento, terapia, educación especial, psicopedagogía,
etc., por no enunciar una larga lista de términos que unas veces se expresan con una función
sustantiva, otras adjetiva o, en algunas más, verbal… pero detrás de cada uno de éstos
conceptos hay una persona.
Uno de los aspectos más importantes en la educación de los niños y niñas con
necesidades especiales es conseguir que logren una autonomía personal que les permita con
el paso del tiempo alcanzar el mayor grado de independencia posible para que consigan una
participación cada vez mayor y puedan luchar por lo suyo.
Parece claro que si la educación es importante en personas sin ningún tipo de
dificultad añadida, en el caso de los niños con necesidades especiales cobra especial
relevancia. Todos los expertos coinciden en que su desarrollo personal está vinculado a las
oportunidades que la sociedad les quiera brindar, para que puedan hacer valer todas sus
cualidades.
Lo fundamental reside en que más allá del potencial de cada niño, es que a su
alrededor encuentren el respaldo, el estímulo y los medios necesarios para construir su
plenitud. Es imprescindible que cada integrante de la sociedad construya una mirada
individualizadora y comprometida que permita rescatar al individuo de la masa impersonal
que el ideario colectivo desinteresado o desinformado edifica de las personas con
discapacidad.
Finalmente, la discapacidad no puede ser definida por un elemento único.
Comprende un conjunto de condiciones que la van conformando hasta expresarse en un
individuo determinado. Algunas de estas condiciones son inherentes a la persona, son sus
puntos fuertes y sus puntos débiles, que es preciso descubrir para poder intervenir
adecuadamente. Pero otras son inherentes a su entorno y a los recursos de que dispone o de
que deja de disponer.
Algunas palabras importantes para dar cierre al presente ensayo:
Amo mi profesión, amo mis alumnos, amo el tiempo que paso con ellos, amo aprender de
ellos, amo compartir con ellos la mágica aventura de aprender. Creo que sin esa pasión que
se vive día a día no se podría sostener la educación, la discapacidad es una manera de estar
en este mundo, atender las necesidades educativas especiales es un desafío día a día
atravesado por el amor, que les devuelve el valor de la persona a mis alumnos y me
devuelve la razón del porque elegí ser maestra de Educación Especial.
Andrea Vargas
FRASE DE PAULO FREIRE EN PEDAGOGÍA DE LA ESPERANZA
“SIN UN MÍNIMO DE ESPERANZA NO PODEMOS NI SIQUIERA
COMENZAR EL COMBATE”
(HTTPS://WWW.YOUTUBE.COM/WATCH?V=GJKWOP6UV2O)
Esta obra está bajo una licencia:
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Bibliografía
• http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Itard, 2013 • http://es.wikipedia.org/wiki/Philippe_Pinel, 2013 • http://www.slideshare.net/pandorasrequiemmozart/historia-de-la-educacion-especial • http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_%C3%89tienne_Dominique_Esquirol • http://es.wikipedia.org/wiki/Ovide_Decroly, • http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Montessori • http://www.monografias.com/trabajos15/educacion-especial/educacion-
especial.shtml • http://www.who.int/topics/disabilities/es/ • Formación Docente por el Derecho a la Educación 2008 • https://www.youtube.com/watch?v=GjKWoP6uV2o • Video “Pedagogía de la Esperanza” Paulo Freire. • “Pedagogía del Oprimido” Paulo Freire, 2005.