artículos en el país semanal (1)

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Fotografía de Getty Images intro PERSONAJE Con estudios en Oxford y alma egipcia, este diplomático se convirtió en instructor del rey Faruk y fue un legendario explorador. ‘El príncipe de los oasis’, el nuevo libro de Fernando Schwartz, novela su aventura por el Gran Mar de Arena en 1923. Por Carmen G. Frigolet. HASSANEIN BEY, UN eduino HEROICO 18 EL PAÍS SEMANAL sin embargo, otro viaje por el Gran Mar de Arena. Una árida extensión del Sáhara, desde el noroeste de Egipto hasta sus fronteras con Libia y Sudán. Feudo de los temidos guerreros senussi. El escritor Fernando Schwartz (Gine- bra, 1937) desmenuza estas dos expediciones en su nuevo libro, El príncipe de los oasis (Espasa Calpe). Conserva, con algunos toques de cción, las peculiaridades del aventurero. Le descubrió a través de un viejo amigo y egip- tólogo llamado Farid Kioumji, un cairota cris- tiano, ancado en Mallorca, que se dedica a E l beduino ve venir la muerte. Perdido en el desierto. Con la sed arañándole por dentro. No halla la salvación. Y se encomienda a la divina providen- cia. Sin respuestas. En ese instante envuelve su cuerpo en una pesada manta, de pelo de camello, y decide aguardar lo inevitable. Ahmed Hassanein Bey (1889-1946) sintió ese desamparo antes de alcanzar el oasis de Kufra en el invierno de 1921. Se juró que si salía con vida no volvería a pisar tan despia- dado lugar. Dos años más tarde emprendió, MIL Y UNA AVENTURAS. Ahmed Hassanein Bey, en una imagen tomada en enero de 1930, cuando se disponía a emprender el vuelo en solitario desde Middlesex, en Gran Bretaña, hasta Egipto. Ésta y otras muchas expedicio- nes le convirtieron en un auténtico héroe en su país.

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Con estudios en Oxford y alma egipcia, este diplomático se convirtió en instructor del rey Faruk y fue un legendario explorador. ‘El príncipe de los oasis’, el nuevo libro de Fernando Schwartz, novela su aventura por el Gran Mar de Arena en 1923. Por Carmen G. Frigolet.

HASSANEIN BEY,

UN Beduino HEROICO

18 EL PAÍS SEMANAL

sin embargo, otro viaje por el Gran Mar de Arena. Una árida extensión del Sáhara, desde el noroeste de Egipto hasta sus fronteras con Libia y Sudán. Feudo de los temidos guerreros senussi. El escritor Fernando Schwartz (Gine-bra, 1937) desmenuza estas dos expediciones en su nuevo libro, El príncipe de los oasis (Espasa Calpe). Conserva, con algunos toques de # cción, las peculiaridades del aventurero. Le descubrió a través de un viejo amigo y egip-tólogo llamado Farid Kioumji, un cairota cris-tiano, a# ncado en Mallorca, que se dedica a

El beduino ve venir la muerte. Perdido en el desierto. Con la sed arañándole por dentro. No halla la salvación. Y se encomienda a la divina providen-

cia. Sin respuestas. En ese instante envuelve su cuerpo en una pesada manta, de pelo de camello, y decide aguardar lo inevitable.

Ahmed Hassanein Bey (1889-1946) sintió ese desamparo antes de alcanzar el oasis de Kufra en el invierno de 1921. Se juró que si salía con vida no volvería a pisar tan despia-dado lugar. Dos años más tarde emprendió,

19EL PAÍS SEMANAL

como un nacionalista egipcio. Quería una sociedad más beduina. Y esa mezcla de tra-dición y carácter me resultó muy seductora”.

Schwartz plasma en su relato cuán diferente podría resultar la vida en el Nilo de la vida a la orilla del Támesis. Buceó durante año y medio, tiempo que invirtió en escri-bir su novela, en infinitos

documentos. Entre ellos, el libro " e lost oases (1925), las memorias en las que el propio Has-sanein narró cómo descubrió los oasis perdi-dos de Arkenu y Uweinat en 1923. Después de 2.200 millas y ocho meses de dura travesía que subrayó con asfixiantes descripciones como éstas:

“Las rachas llegaban de tres en tres o de cua-tro en cuatro. Entre cada oleada había un momento de respiro en el que todo se quedaba en calma. Hasta que el viento volvía de nuevo con más fuerza. Entonces era preciso apartar la cara y hacer de la ku# yya una pantalla sujeta con las dos manos. Sólo así se podía respirar. La arena lo ocupa todo, lo invade todo. Llena la ropa, la comida, los pertrechos; la arena se percibe, se respira, se come, se bebe, se odia”.

Para entender la crudeza del paisaje, el escritor Fernando Schwartz partió hacia el Gran Mar de Arena. “Quería trasladar a mi libro la resistencia de un hombre como Hassa-nein frente a la adversidad más hostil”, explica. Y, salvando las distancias, reconoce haber sen-tido los privilegios e incomodidades del desierto, “restringiendo el agua hasta un uso mínimo. Durmiendo las noches a trozos en campamentos al raso. Disfrutando en silencio

rescatar manuscritos islámicos y subastarlos en Londres.

“Me fascinó de Hassanein su corazón be -duino”, reseña el autor. Este hombre del desierto, hijo de un erudito profesor de la uni-versidad islámica de Al-Azhar y nieto de un almirante de la marina egipcia, estudió leyes en Oxford. Hablaba inglés como un nativo. Trabajó como diplomático en la Embajada de Washington y de Londres. Era, en apariencia, la encarnación de un país árabe que avanzaba. Con trazas de ese recién extinto dominio britá-nico. De vuelta a ese Egipto independiente ocupó un cargo de secretario en el Ministerio de Interior. “Pero sus maneras occidentales no engañaban a otros diplomáticos de El Cairo. Cuando le rascan un poco, decían, se descubre

“Sus maneras occidentales no ocultaban a un hombre que aspiraba a una sociedad más beduina”

MIL Y UNA AVENTURAS.Ahmed Hassanein Bey, en una imagen tomada en enero de 1930, cuando se disponía a emprender el vuelo en solitario desde Middlesex, en Gran Bretaña, hasta Egipto. Ésta y otras muchas expedicio-nes le convirtieron en un auténtico héroe en su país.

Y diplomáticoAdemás de su faceta de

explorador, Hassanein es hoy recordado como un gran diplomático. Llegó a ser

nombrado asesor por el rey Fuad de Egipto (fotografía de abajo),

y cuando él murió se encargó de la educación del príncipe Faruk.

También cosechó éxitos entre las féminas, por ejemplo, con la británica Rosita Forbes (arriba).

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Con estudios en Oxford y alma egipcia, este diplomático se convirtió en instructor del rey Faruk y fue un legendario explorador. ‘El príncipe de los oasis’, el nuevo libro de Fernando Schwartz, novela su aventura por el Gran Mar de Arena en 1923. Por Carmen G. Frigolet.

HASSANEIN BEY,

UN Beduino HEROICO

18 EL PAÍS SEMANAL

sin embargo, otro viaje por el Gran Mar de Arena. Una árida extensión del Sáhara, desde el noroeste de Egipto hasta sus fronteras con Libia y Sudán. Feudo de los temidos guerreros senussi. El escritor Fernando Schwartz (Gine-bra, 1937) desmenuza estas dos expediciones en su nuevo libro, El príncipe de los oasis (Espasa Calpe). Conserva, con algunos toques de # cción, las peculiaridades del aventurero. Le descubrió a través de un viejo amigo y egip-tólogo llamado Farid Kioumji, un cairota cris-tiano, a# ncado en Mallorca, que se dedica a

El beduino ve venir la muerte. Perdido en el desierto. Con la sed arañándole por dentro. No halla la salvación. Y se encomienda a la divina providen-

cia. Sin respuestas. En ese instante envuelve su cuerpo en una pesada manta, de pelo de camello, y decide aguardar lo inevitable.

Ahmed Hassanein Bey (1889-1946) sintió ese desamparo antes de alcanzar el oasis de Kufra en el invierno de 1921. Se juró que si salía con vida no volvería a pisar tan despia-dado lugar. Dos años más tarde emprendió,

19EL PAÍS SEMANAL

como un nacionalista egipcio. Quería una sociedad más beduina. Y esa mezcla de tra-dición y carácter me resultó muy seductora”.

Schwartz plasma en su relato cuán diferente podría resultar la vida en el Nilo de la vida a la orilla del Támesis. Buceó durante año y medio, tiempo que invirtió en escri-bir su novela, en infinitos

documentos. Entre ellos, el libro " e lost oases (1925), las memorias en las que el propio Has-sanein narró cómo descubrió los oasis perdi-dos de Arkenu y Uweinat en 1923. Después de 2.200 millas y ocho meses de dura travesía que subrayó con asfixiantes descripciones como éstas:

“Las rachas llegaban de tres en tres o de cua-tro en cuatro. Entre cada oleada había un momento de respiro en el que todo se quedaba en calma. Hasta que el viento volvía de nuevo con más fuerza. Entonces era preciso apartar la cara y hacer de la ku# yya una pantalla sujeta con las dos manos. Sólo así se podía respirar. La arena lo ocupa todo, lo invade todo. Llena la ropa, la comida, los pertrechos; la arena se percibe, se respira, se come, se bebe, se odia”.

Para entender la crudeza del paisaje, el escritor Fernando Schwartz partió hacia el Gran Mar de Arena. “Quería trasladar a mi libro la resistencia de un hombre como Hassa-nein frente a la adversidad más hostil”, explica. Y, salvando las distancias, reconoce haber sen-tido los privilegios e incomodidades del desierto, “restringiendo el agua hasta un uso mínimo. Durmiendo las noches a trozos en campamentos al raso. Disfrutando en silencio

rescatar manuscritos islámicos y subastarlos en Londres.

“Me fascinó de Hassanein su corazón be -duino”, reseña el autor. Este hombre del desierto, hijo de un erudito profesor de la uni-versidad islámica de Al-Azhar y nieto de un almirante de la marina egipcia, estudió leyes en Oxford. Hablaba inglés como un nativo. Trabajó como diplomático en la Embajada de Washington y de Londres. Era, en apariencia, la encarnación de un país árabe que avanzaba. Con trazas de ese recién extinto dominio britá-nico. De vuelta a ese Egipto independiente ocupó un cargo de secretario en el Ministerio de Interior. “Pero sus maneras occidentales no engañaban a otros diplomáticos de El Cairo. Cuando le rascan un poco, decían, se descubre

“Sus maneras occidentales no ocultaban a un hombre que aspiraba a una sociedad más beduina”

MIL Y UNA AVENTURAS.Ahmed Hassanein Bey, en una imagen tomada en enero de 1930, cuando se disponía a emprender el vuelo en solitario desde Middlesex, en Gran Bretaña, hasta Egipto. Ésta y otras muchas expedicio-nes le convirtieron en un auténtico héroe en su país.

Y diplomáticoAdemás de su faceta de

explorador, Hassanein es hoy recordado como un gran diplomático. Llegó a ser

nombrado asesor por el rey Fuad de Egipto (fotografía de abajo),

y cuando él murió se encargó de la educación del príncipe Faruk.

También cosechó éxitos entre las féminas, por ejemplo, con la británica Rosita Forbes (arriba).

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de un espectáculo”. Su esposa y cuatro amigos le acompañaron en el safari, de un mes de duración, en noviembre de 2008.

Esos caminos de arena y sed condujeron a Hassanein a un gran hallazgo en unas rocas del monte Uweinat. Razón por la que después pasaría a la historia. Unas pinturas rupestres con leones, jirafas y gacelas que evidenciaban la existencia de una civilización prehistórica en medio del desierto. El historiador Michael Haag, prologuista de la reedición de The lost oases (American University in Cairo Press, 2006), ase-gura que el impacto de este descubrimiento no fue inmediato. “Hassanein, al igual que otros exploradores, contó que existió una época en la que el Sáhara líbico se cubrió de verde. Aunque la cronología no es todavía clara. Pero el arqueólogo Michael A. Ho& man ya apunta en su obra Egipto antes de los faraones (1979) que

la tierra roja (el desierto) fue fértil varios siglos, si no un milenio, antes del éxodo al valle y al delta del Nilo. La solu-ción a este misterio depende ahora de nuestros estudios”.

Ante tal logro, Hassanein se convirtió en héroe nacional. El rey Fuad I le nombró asesor y le confirió el título honorí-' co de Bey. National Geogra-phic publicó en septiembre de 1924 artículos suyos, con ilus-traciones y fotografías, sobre la naturaleza geográ' ca y geo-lógica de sus viajes. En Esta-dos Unidos pretendían que diese conferencias acerca del

desierto, vestido con la galabiya, la túnica tra-dicional bereber, y bajo pago de 20.000 dólares. Pero él se negó a ser una atracción de feria.

Enjuto, de piel cetrina, mirada penetrante, los rasgos exóticos de Hassanein Bey irradiaban magnetismo. Recordaba a Rodolfo Valentino en el taquillazo de El Caíd (1921), donde un jeque árabe se enamora de una dama inglesa. El Bey se cruzó también con una bella británica divorciada, Rosita Forbes. Su ansia de aventura, romance con el Bey incluido, llevó al fracaso la primera expedición del explorador, quien la de' nió como una mujer “con poca habilidad para leer una brújula”. Madame Forbes alteró las incidencias del viaje en un libro, El secreto del Sáhara: Kufara (1921). Se autorretrató como

“la fuerza motriz” de la expedición y relegó a Hassanein Bey a un segundo plano. El resenti-miento era mutuo.

Pero el Bey no anduvo escaso de amores. Se casó en 1926 con Lout' a Yusri, hija de la riquísima princesa Shevekiar. La pareja tuvo cuatro hijos, dos chicos y dos chicas, según reseña Zeinobia, autora del blog Egyptian chronicles. Pero la historia acabó en divorcio escandaloso con líos de faldas de por medio. El Bey era una persona in+ uyente y nunca se alejó del círculo monárquico. A la muerte del rey Fuad ascendió a Pasha y se encargó de la educación del príncipe Faruk, quien accedió al trono con 16 años. Y en 1943 se unió, en segundas nupcias y en secreto, con la reina Nazli, la viuda de Fuad. Aunque se dijo que por aquel entonces Hassanein se veía a escondi-das con una popular cantante siria llamada Asmahan.

La muerte le sobrevino a los 56 años. Lejos del desierto. Atropellado por un camión militar inglés en Qasr al-Nil. Sus restos descansan en un mausoleo construido por su cuñado, Hassan Fathy, el célebre “arquitecto de los pobres”. “A Hassanein se le recuerda como diplomático y explorador”, afirma el historiador Michael Haag, pese a que destacó en otros ámbitos. Fue ducho en el arte de batirse con el + orete y formó parte del equipo egipcio de esgrima en los Jue-gos Olímpicos de Amberes en 1920. Y una década más tarde quiso establecer la primera línea aérea directa Londres-El Cairo, sin éxito, después de tres vuelos funestos. Todos esos detalles han sido recogidos en una teleserie de gran audiencia sobre el rey Faruk emitida recientemente por el canal egipcio MBC. Las nuevas generaciones de egipcios contemplan ahora a Hassanein, concluye Haag, “con interés, como un político humano, de principios, importante durante la II Guerra Mundial; un hombre lleno de sabiduría”. P

20 EL PAÍS SEMANAL

“Sus descubrimientos le convirtieron en un héroe nacional. Él se negó a ser una atracción de feria”

AMO DEL DESIERTO.Arriba, una calle típica de El Cairo en la época que conoció las hazañas de Hassanein. Abajo, el Desierto Blanco, situado a menos de 40 kilómetros del oasis de Farafra. Un maravilloso paisaje de rocas calcáreas que surgen de la arena, algunas moldeadas con capricho-sas formas por la erosión.

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intro CÓMIC

12 EL PAÍS SEMANAL 13EL PAÍS SEMANAL

No les cabe tanto estupor en la mi -rada. Son jóvenes y, sin embargo, visten de luto riguroso. Ellas no olvidan taparse con la túnica tradi-

cional. Levantan los puños. El fuego enemigo les pisa los talones. Teherán arde. La iraní Marjane Satrapi dibujó esta secuencia para la novela grá& ca Persepolis (Norma, 2002-2004), en cuyo primer tomo narra su infancia y la revolución islámica de 1979. Una demoledora autobiografía llevada al cine con nominación a los Oscar incluida. Cinco años después, esas mismas viñetas han servido para contar lo que

está pasando en Irán a partir de las elecciones del pasado 12 de junio. Unos comicios gana-dos, según la versión o& cial, por el actual pre-sidente Mahmud Ahmadineyad. El candidato opositor Mir Hosein Musaví denunció irregu-laridades en el recuento. Y miles de sus parti-darios se han echado a la calle desde entonces para protestar contra los resultados.

Dos exiliados iraníes, Sina y Payman, han relatado esta crisis política con las imágenes de Persepolis. El resultado se llama Persepolis 2.0. Y puede descargarse gratis en www.sprea-dpersepolis.com. Un cómic en inglés de diez

Voces de papelLas viñetas de ‘Persepolis 2.0’ narran, en inglés, la llamada a las urnas en Irán. Participa un 85% de los ciudadanos con dere-cho a voto. Hay un entusiasmo inicial por la supuesta victoria del reformista Musaví. Pero el conservador Mahmud Ahmadine-yad se proclama ganador el 13 de junio. Muchos se rebelan contra los resultados. Gritan que ha habido fraude. “¿Dónde están nuestros votos? Hoy lucharemos por nuestros derechos”, claman los personajes del cómic. A la derecha, partidarias de la oposición se concentran en Teherán. Exigen la repetición de las elecciones presidenciales.

Irán vive en constante agitación desde las elecciones del 12 de junio. Dos exiliados iraníes han colgado en Internet el cómic ‘Persepolis 2.0’, basado en la famosa obra de Marjane Satrapi. Se unen así a las protestas ‘verdes’ contra el régimen. Por Carmen G. Frigolet.

LA Marea Verde,EN BLANCO Y NEGRO

páginas al que ya han accedido más de 100.000 personas en 169 países. Antes de su publica-ción digital, los autores lograron la autoriza-ción legal de Marjane Satrapi. Aun así, algunos les reprochan “haber robado” su trabajo.

“Queríamos explicar por qué Irán merece aparecer en las portadas de los periódicos de todo el mundo”, cuenta Sina, uno de los artí& -ces de Persepolis 2.0, que ronda la treintena. Pre& ere no revelar su nombre completo. Tam-poco quiere que se sepa dónde vive. Creció en California. “No sé qué hubiera sido de mí de haberme quedado en mi país”, re* exiona por correo electrónico. “Quizá ni siquiera hubiese sobrevivido a la guerra entre Irán e Irak de los ochenta”. Hoy es el responsable de marketing en una empresa. Conoció a Payman, el otro autor del cómic, hace cuatro años. Los dos aca-baban de instalarse en una nueva ciudad.

A pesar del exilio, no han tomado distancia de la política iraní. “Durante las votaciones fraudulentas nos sentíamos en una montaña Fo

togr

afía

de

AP

“Queríamos explicar por qué Irán merece salir en la portada de periódicos de todo el mundo”, dice uno de los autores

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12 EL PAÍS SEMANAL 13EL PAÍS SEMANAL

No les cabe tanto estupor en la mi -rada. Son jóvenes y, sin embargo, visten de luto riguroso. Ellas no olvidan taparse con la túnica tradi-

cional. Levantan los puños. El fuego enemigo les pisa los talones. Teherán arde. La iraní Marjane Satrapi dibujó esta secuencia para la novela grá& ca Persepolis (Norma, 2002-2004), en cuyo primer tomo narra su infancia y la revolución islámica de 1979. Una demoledora autobiografía llevada al cine con nominación a los Oscar incluida. Cinco años después, esas mismas viñetas han servido para contar lo que

está pasando en Irán a partir de las elecciones del pasado 12 de junio. Unos comicios gana-dos, según la versión o& cial, por el actual pre-sidente Mahmud Ahmadineyad. El candidato opositor Mir Hosein Musaví denunció irregu-laridades en el recuento. Y miles de sus parti-darios se han echado a la calle desde entonces para protestar contra los resultados.

Dos exiliados iraníes, Sina y Payman, han relatado esta crisis política con las imágenes de Persepolis. El resultado se llama Persepolis 2.0. Y puede descargarse gratis en www.sprea-dpersepolis.com. Un cómic en inglés de diez

Voces de papelLas viñetas de ‘Persepolis 2.0’ narran, en inglés, la llamada a las urnas en Irán. Participa un 85% de los ciudadanos con dere-cho a voto. Hay un entusiasmo inicial por la supuesta victoria del reformista Musaví. Pero el conservador Mahmud Ahmadine-yad se proclama ganador el 13 de junio. Muchos se rebelan contra los resultados. Gritan que ha habido fraude. “¿Dónde están nuestros votos? Hoy lucharemos por nuestros derechos”, claman los personajes del cómic. A la derecha, partidarias de la oposición se concentran en Teherán. Exigen la repetición de las elecciones presidenciales.

Irán vive en constante agitación desde las elecciones del 12 de junio. Dos exiliados iraníes han colgado en Internet el cómic ‘Persepolis 2.0’, basado en la famosa obra de Marjane Satrapi. Se unen así a las protestas ‘verdes’ contra el régimen. Por Carmen G. Frigolet.

LA Marea Verde,EN BLANCO Y NEGRO

páginas al que ya han accedido más de 100.000 personas en 169 países. Antes de su publica-ción digital, los autores lograron la autoriza-ción legal de Marjane Satrapi. Aun así, algunos les reprochan “haber robado” su trabajo.

“Queríamos explicar por qué Irán merece aparecer en las portadas de los periódicos de todo el mundo”, cuenta Sina, uno de los artí& -ces de Persepolis 2.0, que ronda la treintena. Pre& ere no revelar su nombre completo. Tam-poco quiere que se sepa dónde vive. Creció en California. “No sé qué hubiera sido de mí de haberme quedado en mi país”, re* exiona por correo electrónico. “Quizá ni siquiera hubiese sobrevivido a la guerra entre Irán e Irak de los ochenta”. Hoy es el responsable de marketing en una empresa. Conoció a Payman, el otro autor del cómic, hace cuatro años. Los dos aca-baban de instalarse en una nueva ciudad.

A pesar del exilio, no han tomado distancia de la política iraní. “Durante las votaciones fraudulentas nos sentíamos en una montaña Fo

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AP

“Queríamos explicar por qué Irán merece salir en la portada de periódicos de todo el mundo”, dice uno de los autores

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EPÍGRAFE DE PASE

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rusa emocional”, explica Sina. Entre el desasosiego y las ansias de cambio. Tras la represión de las protestas del 21 de junio pensaron que debían hacer algo. “Musaví representaba un revulsivo político. Creemos en la evolución del régimen y no en la revuelta contra éste”.

‘Persepolis 2.0’ no ha sido el primer cómic polémico en Oriente Próximo por satirizar el poder. En 2008, el caricaturista egipcio Magdy el Sha$ e fue censurado por Metro, la primera novela grá$ ca escrita en árabe. Con-

tenía desnudos y un lenguaje malsonante. Un escándalo. El álbum aguantó en las estanterías de El Cairo unos meses. La policía asaltó la edi-torial Malameh para hacerse con los originales de Metro. El Sha$ e permanece a la espera de juicio por presuntas ofensas contra el Estado.

Hace mucho que los tebeos dejaron de ser cosas de niños y van mucho más allá, hasta con-vertirse a veces en mordaces críticas. Por ejem-plo, dos personajes de Persepolis 2.0 debaten:

–¿Cómo han contado a mano 40 millones de votos en 24 horas?

–Muy sencillo… Ya sabían el resultado.El tebeo refleja la sociedad. Y el mundo

árabe cada vez es más recurrente. Aunque allí no haya lectores adultos de novela grá$ ca. El

experto en cómics Álvaro Pons revela nuevas vertientes narrativas. “Los dibujantes analizan la problemática política de Oriente Próximo. Son historietas que se acercan al género del

reportaje”. Una transición al periodismo novelado llevada a

cabo, entre otros, por Joe Sacco en Palestina: en la franja de Gaza

(Planeta DeAgostini, 2002) y por Guibert y Lefévre en El fotógrafo

(Glénat, 2003), sobre Afganistán. El apagón informativo es otro blanco

de las denuncias en Persepolis 2.0. Javier Martín, periodista y autor del libro Suníes y chiíes, los dos brazos de

Alá, hace un inciso al respecto. “No podíamos ser testigos directos, pero tampoco se nos impidió trabajar”. El

Gobierno restringió Internet y bloqueó el envío de SMS; pero las redes sociales,

opina el arabista, “actuaron como agen-tes movilizadores de la oposición”.

En ese movimiento reformista, conocido como la marea verde por el color de la campaña de Musaví, las mujeres han sido protagonistas. Entre ellas, Neda Agha-Soltan, una estudiante de $ losofía de 26 años, homenajeada en Perse-polis 2.0. El 20 de junio, Neda se encontraba en medio de una protesta en el centro de Teherán. Una bala, disparada por un miliciano basiyi, acabó con su vida en apenas un minuto. La cámara de un móvil exportó la escena al resto del mun do: ese último segundo en el que su mira da se detiene sobre el asfalto teñido con su propia sangre. La misma sangre que mancha sus deportivas blancas y los vaqueros que cubren sus piernas bajo el chador negro. Es una de las 20 víctimas que han reconocido las auto-ridades como resultado de las revueltas.

“Tu muerte no será en vano”, proclama Per-sepolis 2.0. ¿Por qué Neda –que signi$ ca “la voz” en farsi– se ha convertido en un símbolo? Sina señala: “El pueblo le honra como mártir. En car- na esa juventud que desea de mostrar su po ten -cial”. Dos terceras partes de la población iraní tienen menos de 32 años. Muchos confían en que el cambio llegará pron to. Los autores de Per sepolis 2.0 concluyen: “Los dirigentes con-servadores tendrán que asumir que la su per -vivencia de la República Islámica pasa por crear oportunidades para las nuevas generaciones y no en la represión de sus libertades”. P

EnfrentamientoArriba, la policía iraní apalea a un simpatizante de Musaví durante una protesta tras las votaciones. El régimen endureció la represión de las manifestaciones con la intervención de la milicia ‘basiyí’. Sina y Payman representan la marcha opositora en su tebeo

‘Persepolis 2.0’. La violencia en las calles se salda con una veintena de muertes civiles, según cifras ofi ciales. La joven Neda se convierte en un símbolo.

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