apuntes. nicolás maquiavelo. antonio miñón

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Nicolás de Maquiavelo (1469-1527) El primer autor perteneciente al pensamiento político moderno que vamos a estudiar no es otro Nicolás de Maquiavelo, que para muchos pensadores es todo un clásico de la disciplina, e incluso lo califican con el título de verdadero padre de la teoría política moderna. Este político florentino pertenece a un periodo histórico de Italia brillante y creativo: el Renacimiento. El concepto de Renacimiento, Rinascità, se aplicaba propiamente a las artes plásticas y en este sentido ya fue utilizado a mediados del XVI por Giorgio Vasari. Giotto, Bruneleschi, Massaccio, Da Vinci, Rafael y Miguel Ángel son algunos de los artistas más renombrados de este periodo. El término Renacimiento se ha aplicado con acierto a los siglos XIV, XV y XVI, aunque depende su mayor o menor extensión temporal de países a los que lo refiramos. La dimensión social que más sobresale del Renacimiento es la cultural debido a la aparición de una serie de valores relativamente novedosos que en se ha venido a denominar el Humanismo. Éste fue un movimiento cultural de vuelta a los clásicos griegos y romanos. En efecto, el humanista era un estudioso que busca un saber sobre el hombre desde el hombre, frente a la tarea teológica tradicional que era, grosso modo, un saber sobre Dios desde Dios (desde la Revelación). El Humanismo no es, en todo 1

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Pensamiento Político. Maqiaverlo. Miñón

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Page 1: Apuntes. Nicolás Maquiavelo. Antonio Miñón

Nicolás de Maquiavelo

(1469-1527)

El primer autor perteneciente al pensamiento político moderno que vamos a estudiar no es otro Nicolás de Maquiavelo, que para muchos pensadores es todo un clásico de la disciplina, e incluso lo califican con el título de verdadero padre de la teoría política moderna. Este político florentino pertenece a un periodo histórico de Italia brillante y creativo: el Renacimiento. El concepto de Renacimiento, Rinascità, se aplicaba propiamente a las artes plásticas y en este sentido ya fue utilizado a mediados del XVI por Giorgio Vasari. Giotto, Bruneleschi, Massaccio, Da Vinci, Rafael y Miguel Ángel son algunos de los artistas más renombrados de este periodo. El término Renacimiento se ha aplicado con acierto a los siglos XIV, XV y XVI, aunque depende su mayor o menor extensión temporal de países a los que lo refiramos.

La dimensión social que más sobresale del Renacimiento es la cultural debido a la aparición de una serie de valores relativamente novedosos que en se ha venido a denominar el Humanismo. Éste fue un movimiento cultural de vuelta a los clásicos griegos y romanos. En efecto, el humanista era un estudioso que busca un saber sobre el hombre desde el hombre, frente a la tarea teológica tradicional que era, grosso modo, un saber sobre Dios desde Dios (desde la Revelación). El Humanismo no es, en todo caso, un saber sistemático como lo fue la escolástica. Además, los personajes que lo llevaron a cabo fueron laicos intelectuales a diferencia de los intelectuales de la escolástica medieval que eran clérigos y personas consagradas.

A esto podemos añadir que el Renacimiento se caracteriza en su conjunto por una vida más urbana, una economía basada en el mercantilismo, perfeccionándose el uso del dinero y la banca moderna. Domina un espíritu más racionalista e individualista en

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casi todas las facetas de la vida. Durante el Renacimiento se configura en algunas partes de Europa de manera definitiva los reinos nacionales que dará lugar al Estado moderno. Estado moderno se empieza a configurar con la disolución del mundo medieval. Tres grandes Estado se van configurando: España con los Reyes Católicos, Inglaterra con Enrique VII y Francia con Luis XI. En efecto, Francia, superada la Guerra de los Cien Años contra los ingleses, se constituye una potencia unida por un Monarca siendo más tarde el paradigma de Estado-nación. Podemos destacar a los reyes franceses: Luis XI (1461-1483) y Carlos VII (1483-1498) que ocupó la Bretaña. En efecto, el Estado Moderno lo podemos entender como una comunidad política que posee una frontera nacional, con unidad lingüística y cultural. Podemos utilizar esta definición de nación que aparece en el manual de Fernando Prieto:

“La nación termina designando la comunidad misma en la que se supone el individuo se integra. Esta integración se produce porque el individuo se identifica con la comunidad mediante su interiorización, concibiendo respecto a la nación deberes de lealtad.”1

A esto se debe añadir la noción de Estado como organización del poder. El Estado moderno tiene una unidad política entorno al poder del rey que se enfrenta al Emperador. Hay una negación expresa de las pretensiones de universalidad de la idea de Europa o la Cristiandad; Rex est imperator in regno suo.

En definitiva, el Estado moderno se presenta como un agente político soberano. El término de soberanía en un primer momento fue aplicado a Dios. Así, Juan Ginés de Sepúlveda menciona, antes que lo hiciera Bodino, que el rey es quién detenta el mando perpetuo con el poder supremo sobre una ciudad o un pueblo en orden al bien público. El rey está definido por encima de las relaciones feudales. El rey moderno buscó la unidad religiosa y la supremacía sobre éstas;

1 Prieto, F., Historia de las Ideas y de las Formas Políticas, Vol. III-1. Madrid, Unión Editorial, 1993.

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se formaron las Iglesias nacionales. El caso más significativo es Inglaterra con el cisma de Enrique VIII. La Inquisición se consolida como un tribunal del rey. Además, el rey consigue de Roma el nombramiento de obispos y las licencias para predicar. El rey es ahora como ante había sido el Emperador: Vicarius Christi.

Por último, y como consecuencia de las pretensiones de soberanía del rey, se forman unos ejércitos, más o menos permanentes, que dependen directamente del soberano. En España, por ejemplo, va ser la Santa Hermandad. Además, se estructura una administración del rey, una diplomacia y del recurso a la guerra para dirimir cuestiones. Las relaciones internacionales se entienden como una búsqueda del equilibrio entre las naciones.

En este contexto cultural y político vivió nuestro autor. Maquiavelo o como se llamaba en italiano Niccolio Machiavelli (1469-1527). La Italia de la época estaba dividida en cinco estados más o menos grandes: el reino de Nápoles, el ducado de Milán, la república aristocrática de Viena, la república de Florencia y los Estados Pontificios por el Papa gobernados como príncipe temporal. La vieja ambición del sucesor de Pedro de ser árbitro entre las disputas de los reyes cristianos se había convertido en una política de poca altura y gran ambición: conservar el poder sobre su territorio. Maquiavelo pensaba como buena parte de los italianos de la época que la Iglesia era la responsable de la división y las sucesivas luchas entre los diferentes Estados italianos. El Papa era demasiado débil para unificar la península italiana pero era lo suficientemente influyente a nivel internacional para impedir que otro gobernante lo lograra.2

Sabemos que Maquiavelo pertenecía a una antigua familia de la pequeña burguesa de Florencia. Entra muy joven al servicio de la república florentina. Con la caída de la república y relacionado con una conjura contra los Medici, los amos de Florencia, es encarcelado y torturado. Cuando Juan Medici es nombrado Papa hay una amnistía 2 Maquiavelo, N., Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Alianza, Madrid, pp. 73-74.

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que le afecta directamente. Se reconcilia con los Medici y recibe cargos políticos en la ciudad. Se abre para él un período de producción literaria (1514-1527). Maquiavelo está vinculado al círculo humanista de Cósimo Rucellai. Con el saco de Roma en 1527 se produjo en Florencia una sublevación contra los Medici. La Florencia republicana castiga a Maquiavelo postergándolo políticamente pero ese mismo año fallece nuestro autor.

Entre sus obras más importantes podemos citar: Recuerdos de su viaje a Alemania y a Francia, que realizó cuando fue funcionario de la República de Florencia, Una provisión para la infantería, El príncipe (1513) que lo escribe en San Casiano, La mandrágora, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Arte de la guerra, Vida de Castrucio Castracani e Historias florentinas. Muchas de estas obras son típicos escritos diplomáticos que tienden a exagerar una visión de la actividad política basada en un juego de intereses perdiendo de vista una finalidad más alta de la política. Todas estas obras dan por supuesto que la política es una realidad en sí misma.3

En primer lugar vamos a exponer las ideas políticas de fondo de Maquiavelo y a continuación analizaremos sus dos obras políticas más relevantes: El príncipe y los Discursos. Lo que se debe destacar desde un principio es que Maquiavelo va a ensayar en su obra un método propio de su estudio de lo político. Por lo pronto, Maquiavelo no va a buscar un Estado ideal construido a priori, un Estado que busque el bien común y la justicia. Nuestro autor, por el contrario, está interesado en alcanzar una verdad operativa, útil, para resolver los problemas políticos de su tiempo. En efecto, tanto en El príncipe como en los Discursos, Maquiavelo intenta descubrir las causas del auge y decadencia de los Estados, y los medios por los cuales los estadistas logren que se mantengan en le tiempo. La verdad ideal, lugar común de la filosofía política hasta el momento, no le interesa. Desde este horizonte de comprensión Maquiavelo va a tratar en El príncipe de las monarquías y los gobiernos absolutos y en los

3 Sabine, G., Historia de la Teoría política, FCE, Madrid, p. 270.

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Discursos de la expansión de la república romana. Como dice claramente:

“Pero siendo mi intención escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente buscar la verdadera realidad de las cosas que la imaginación de las mismas. Y muchos han imaginado repúblicas y principados que nunca han visto ni se ha sabido que existieran realmente.”4

Lo que Maquiavelo cree saber sobre la política está sacado de la experiencia, la suya propia o la de otros, asimilada esta última a través de las lecturas. Maquiavelo rechazó, por lo tanto, los argumentos dogmáticos y religiosos. Su objeto de estudio va a ser el hecho político. Plantea un naturalismo político aunque la mayor parte de su obra no pretende ser inmoral sino amoral. Se limita a abstraer de la reflexión política cualquier otra consideración. Escribe sobre la política como si fuera un fin en sí mismo. Como afirma Fernando Prieto Maquivelo quiere reflexionar sobre el fenómeno político, la estructura y el funcionamiento del poder, analizado en sí mismo, sin acudir a ningún sustrato metafísico. En efecto, la auténtica finalidad de la política es adquirir, conservar y aumentar el poder en un mundo inestable. El poder se concreta en el Estado, aparato de poder distinto de la sociedad.”5

El secularismo de Maquiavelo va más lejos que el de Marsilio de Padua ya que éste defendía la autonomía de la razón haciendo de la moral cristiana algo ultramundano. Maquiavelo, sin embargo, condena la moral cristiana precisamente por este aspecto ultramundano: las virtudes cristianas producían un servilismo de carácter. La religión cristiana pone el bien en el Cielo y desprecia la vida activa. Así dice en los Discursos:

4 Maquiavelo, N., El príncipe. La mandrágora, Cátedra, Madrid, 2003, p. 129.5 Prieto, F., o. c., p. 100.

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“Nuestra religión ha glorificado más a los hombres contemplativos que a los activos. A esto se añade que ha puesto el mayor bien en la humildad, la abyección y el desprecio de las cosas humanas, mientras que la otra (la religión romana) lo ponía en la grandeza de ánimo, en la fortaleza corporal y en todas las cosas adecuadas para hacer fuertes a los hombres. Y cuando nuestra religión te pide que tengas fortaleza, quiere decir que seas capaz de soportar, no de hacer, un acto de fuerza. Este modo de vivir parece que ha debilitado al mundo, convirtiéndolo en presa de los hombres malvados, los cuales lo pueden manejar con plena seguridad, viendo que la totalidad de los hombres, con tal de ir al Paraíso, prefiere soportar sus opresiones que vengarse de ellas. Y aunque parece que se ha afeminado el mundo y desarmado el Cielo, esto procede sin duda de la vileza de los hombres, que han interpretado nuestra religión según el ocio, y no según la virtud.”6

Desde mi punto de vista, Maquiavelo no es el fundador de la ciencia política. Este título debe recibirlo con mayor merecimiento Aristóteles. E incluso no está claro que la obra de Maquiavelo vaya más allá de observaciones empíricas y medidas prudenciales ya que no desarrolló un saber político de forma sistemática. Su juicio se forma desde la observación empírica de su mundo y de la lectura de libros históricos, pero dominado tan sólo por el sentido común o la astucia. No proporciona criterio científico de observación ni método alguno de comprobación empírica de sus teorías. Ahora bien, el nuevo saber político de Maquiavelo es un cuerpo de conocimiento adaptado a un mundo en movimiento y no destinado a paralizarlo.7

Esto ya es de por sí destacable. En efecto, el pensamiento político desde Platón había prestado más atención a los elementos estáticos de la comunidad política.

Otra peculiaridad de Maquiavelo es que su pensamiento presenta aunque de manera larvada toda una concepción de la naturaleza del 6 Maquiavelo, N., o. c., pp. 198-199. Maquiavelo admiraba las virtudes cívicas y familiares de los romanos, su simplicidad y frugalidad de costumbres. Un pueblo corrompido moralmente era imposible de gobernar. Sin embargo, parece abogar por una doble moral: la de los ciudadanos por un lado y la del gobernante por otro.7 Wolin, S., Política y perspectiva, Amorroutu, p. 230.

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Cosmos y del ser humano. El Cosmos según Maquiavelo está ordenado de manera global, especialmente las estrellas, pero en la tierra se dan un sin fin de combinaciones. Esto afecta al hombre y a las comunidades políticas; el ser humano vive en un mundo cambiante.

A esto se le debe añadir una concepción secularizada del ser humano. En efecto, la realización del hombre está dentro de la existencia mundana. Esta concepción también tiene un carácter pesimista: “Porque los hombres, en general, se pude decir esto: que son ingratos, volubles, hipócritas, falsos, temerosos del peligro y ávidos de ganancias.”8 Asimismo afirma: “(…) porque los hombres siempre te saldrían malos a menos que la necesidad lo haga buenos.”9

El hombre estará siempre envuelto por unas circunstancias tanto sociales como naturales que no alcanza a dominar. En esta limitación el ser humano experimenta la necessità. La necessità impone un determinado curso a la acción del hombre. Como estas circunstancias pertenecen a la categoría de lo fáctico, de lo que es, Maquiavelo justifica que pueden conculcarse normas morales con el fin de lograr el éxito de una empresa. Maquiavelo habla de la fortuna, la buena o mala fortuna. En la clave secularizada que sigue su pensamiento la fortuna parece un concepto cerrado en sí mismo, no abierto a la Providencia. Frente a esto Maquiavelo no le queda más secularizar y dramatizar el concepto de virtù. La vida humana tiene que habérselas tanto con la necesidad como con la fortuna. No puede más que confiar en su ingenio y en su voluntad. En efecto, en un mundo conflictivo e inestable, el hombre necesita una gran dosis de resolución, valor, coraje, unido a una gran capacidad de intuición, de apreciación rápida de por donde van las cosas, para llevar a cabo los proyectos que le dicta su ambición, es decir, para triunfar en la vida, para conseguir honor y fama.10

8 Maquiavelo, N., o. c., p. 135.9 Maquiavelo, N., o. c., p. 167.10 Prieto, F., o. c., p. 104.

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La vida humana es la síntesis de la lucha entre fortuna y virtù. Pese al dominio inexorable de la fortuna hay que luchar. Esta postura puede parecernos heroica pero también pude ser interpretada como una salida irracional. Cuando la explicación racional confiesa sus deficiencias se extravía en la magia y en lo esotérico. Wolin afirma que en Maquiavelo el pensamiento se ha emancipado de la antigua cosmología, pero desespera de integrar los fenómenos políticos en un universo descristianizado.11 Así nos dice el político italiano:

“Y la comparo a uno de eso ríos impetuosos que cuando se enfurecen inundan las llanuras, destrozan los árboles y los edificios, se llevan tierra de aquí para dejarla allá; todos les huyen, todos ceden a su furia sin poder oponerles resistencia alguna. Y aunque sea así nada impide que los hombres en tiempos de bonanza, puedan tomar precauciones, o con dique o con márgenes, de manera que en crecidas posteriores o bien por un canal o por su ímpetu no fuera ya ni tan desenfrenado ni tan peligroso.”12

Todos somos conscientes de que las situaciones políticas por naturaleza presentan inestabilidad. La fuerza y la violencia se presentan a Maquiavelo como recursos necesarios para conseguir el poder y mantenerlo. Hay que buscar la violencia que construye. El poder básico y fundamental es el poder de las armas para Maquiavelo. Las ideas sin la fuerza no sirven, el derecho sin la fuerza no interesa.

La Historia no es más que la serie de variaciones de esa masa dinámica en lo que afecta a los seres humanos. No hay propiamente progreso de la Humanidad. Se suceden los Imperios; y cuando uno triunfa, el resto fracasa. El hombre ha sido y será siempre el mismo. Lo que ocurrió en Roma puede ocurrir en Florencia. La Historia aparece como un gran depósito de experiencias que debemos estudiar y del cual podemos extraer conclusiones para nuestra 11 Wolin, S., o. c., p. 227.12 Maquiavelo, N., o. c., p. 171.

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conducta presente. Podemos afirmar que Maquiavelo presupone una idea de tiempo diferente de la cristiana. La Historia es un proceso incesante de deterioro y renovación mientras que la Historia según los cristianos presenta una dimensión acumulativa guiada por la providencia hacia una realización culminante.13

Estas son las ideas de base de Maquiavelo. Ahora es el momento de estudiar las obras más importantes del florentino.

En primer lugar tenemos su obra más conocida El príncipe. Este librito fue escrito durante su exilio en San Casiano hacia 1513. No es un tratado sino un pequeño volumen con el que pretendía congraciarse con los nuevos dueños de Florencia, los Medici.

Maquiavelo, en este libro, trata de proponer a la vista del los monarca las reglas específicas que le han de ayudar a conseguir el éxito en su papel social Es una obra tradicional de espejo de príncipes.

“Y, sobre todo, un príncipe se las ha de ingeniar, por encima de todas las cosas, para que cada una de sus acciones le proporcione fama de hombre grande y de ingenio excelente.”14

Sin embargo, para que el príncipe tenga éxito debe tener de su parte a la fortuna.

No todas las virtudes son buenas para el príncipe puesto que pueden llevarle a la ruina. Está bajo la condición de la necessità.

“(…) porque un hombre que quiera en todo hacer profesión de bueno fracasará necesariamente entre tantos que no lo son. De donde le es necesario al príncipe, que quisiera seguir siéndolo aprender a poder no bueno y utilizar o no usar este conocimiento según lo necesite.” 15

13 Wolin, S., o. c., p. 232.14 Maquiavelo, N., o. c., p. 161.15 Maquiavelo, N., o. c., p. 130.

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Según la necesidad a la que se ve sometido, el buen príncipe debe usar la razón, la moral o el comportamiento de las bestias. El príncipe a menudo debe actuar de mala fe, contra la caridad y la religión. En efecto, el príncipe debe guiarse por el principio técnico de éxito sin consideraciones morales respecto a los medios.

“Procure pues el príncipe ganar y conservar el Estado: los medios serán siempre juzgados honorables y alabados por todos, ya que el vulgo se deja cautivar por la apariencia y el éxito, y en el mundo no hay más que vulgo, y los pocos no tienen sitio cuando la mayoría tiene dónde apoyarse” 16

Maquiavelo no da en esta obra una definición de principado ni postula un deber ser en el comportamiento político, Maquiavelo pretende más bien interpretar la actividad del gobernante como un hecho. En todo caso, esta actividad se trata como un poder personal. Su elemento más básico es ser líder de un ejército; sin poder militar no hay principado. En este sentido, estaríamos, según la concepción de Max Weber, ante un tipo de poder carismático.

El principado puede adquirirlo por herencia. La posesión del poder, en este caso suele ser fácil. En este sentido el gobernante hereditario representa a un tipo de gobernarte acorde con unos tiempos políticos pasados asentados sobre la estabilidad. Sin embargo, Maquiavelo tiene en su mente una concepción de la realidad política de carácter inestable.17 El principado de nueva adquisición tiene problemas. Las posibilidades de adquisición sería cuatro: por las armas y la virtù personal; por las armas ajenas y la fortuna; por la perfidia y los crímenes; y por la llamada de los súbditos. Maquiavelo se centra en las dos primeras. Las dos segundas, que son las más importantes moral y democráticamente, le prestan poca atención en esta obrita. La astucia es la clave de la llamada del pueblo aunque aquí hay entender por pueblo a los

16 Maquiavelo, N., o. c., p. 141.17 Wolin, S., o. c., p 216.

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notables. Pero, como en el florentino existe una relación dialéctica entre virtù y fortuna, podemos concluir que las dos primeras tampoco son muy importantes. En última instancia, la fortuna es la causante del éxito.

El príncipe debe estar atento al peligro que no es otro que la perdida del principado. El peligro está tanto en el interior de la república como en el exterior. Sin embargo, es más peligroso el exterior por su falta de control. Así como la necessità es la clave profunda para realizar un diagnóstico de la situación, el derecho no es el que el gobierna sino la fuerza. Ni hay posibilidad de un derecho internacional ni de una guerra justa. La ley fundamental que debe orientar la política exterior de un Estado es el principio de la cantidad relativa de poder. Si el poder de un príncipe se acrecienta, otro ha de resultar debilitado, al menos comparativamente. En un universo hostil cualquier debilidad se paga. Por esta razón Maquiavelo estaba obsesionado con el ejército. Frente a las milicias mercenarias se debían formar milicias nacionales. Sólo cuando la ciudadanía está dispuesta a defender con su vida al Estado dentro de una organización militar permanente, el Estado es nacional y la nación se ha hecho Estado de verdad.

Maquiavelo subraya a relación entre el pueblo y el príncipe. Esta relación tiene que basarse en la lealtad. Sin embargo, temor es más importante que el amor. Maquiavelo distingue entre temor y odio. “(…) porque por muchas fortalezas que tengas, no te salvarán si el pueblo te odia.”18 Para que no te odien no debe atacar los bienes o las mujeres en cambio puede ejecutar a los enemigos.

“(…) que se abstenga de tocar los bienes y sus mujeres de sus ciudadanos y de sus súbditos. Y si alguna vez tuviera que proceder contra la familia de alguno de ellos, ha de hacerlo con causa manifiesta y conveniente justificación, pero sobre todo, debe respetar la hacienda

18 Maquiavelo, N., o. c., p. 158.

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ajena, porque los hombres olvidan antes la muerte del padre de los la pérdida del patrimonio.”19

Maquiavelo proporciona otras consignas astutas para gobernar las repúblicas. El príncipe, recomienda, debe ser austero y no liberal. Ahora bien, cuando se es un pretendiente al principado es preferible ser liberal. El príncipe debe ser cruel pero que no provoque el odio de los ciudadanos.

La gloria es otra categoría fundamental en la política de Maquiavelo. La gloria depende de la opinión pública. La gloria del príncipe promueve la adhesión y la obediencia de los súbditos. De esta manera se consolida el poder del príncipe. Es necesaria una auténtica propaganda. Así, los consejos de Maquiavelo sobre la moralidad del príncipe se pueden resumir en tres posibilidades de éxito: éxito con conducta moral; éxito con apariencia de moralidad; éxito ante todo.

El pueblo, tal y como lo concibe Maquiavelo, es una realidad pasiva y amorfa. El príncipe se convierte en causa efectiva de su forma. En el mundo no hay más que vulgo. El pueblo no tiene virtù. La sociedad civil no es importante, el Estado es la clave y está en manos del príncipe, entendido éste como un legislador omnipotente. Puede rasgar de arriba abajo los viejos Estados y construir otros nuevos, cambiar las formas de gobierno, trasplantar las poblaciones y edificar nuevas virtudes en las almas de los súbditos.20

Maquiavelo tiene en general la visión de una Italia unida políticamente y no como un conglomerado de las ciudades. En este sentido, parece que Maquiavelo está en una utopía. Propone a los Medici como salvadores de Italia. Maquiavelo se presenta como adulador.

Pasemos a continuación a los Discursos sobre la primera década de Tito Livio. El tema de los Discursos fue concebido para ser leído por un círculo de amigos. En este libro parece sincerarse el autor. En

19 Maquiavelo, N., o. c., p. 136.20 Sabine, G. o. c., p. 274.

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comparación con esta obra, hay autores que pretenden que debemos interpretar que El príncipe es una caricatura del gobernante astuto para lección del pueblo. Destaca a quién tienen que odiar. Autores de esta opinión son Bacon, Spinoza y Rousseau.

Ahora bien hay una cierta relación entre El príncipe (Monarquía) y los Discursos (República). En ambas obras se trata sobre el poder en sentido puro sin implicaciones éticas. El gobierno, en última instancia, se identifica con la fuerza. También, sigue siendo la estabilidad el gran problema político. La gloria en los Discursos se la achaca más a la virtud que a la fortuna.

Maquiavelo critica que los príncipes de su momento no busquen en Roma la inspiración para su gobierno. Por el contrario, lo buscan en el fomento de las artes y las letras. Maquiavelo conocía la forma mixta de gobierno que se proponía en la cultura clásica. El florentino menciona los tradicionales elementos del gobierno. El elemento monárquico, que puede ser despótico –un rey sin limitaciones como en Persia– o limitado por los nobles y las leyes –la monarquía en Francia–. El elemento aristocrático: los miembros de las grandes familias; son parásitos para Maquiavelo. El elemento popular: no es partidario del gobierno popular: falta de conocimiento y preparación política. El pueblo ignorante quiere frecuentemente su propia ruina. El igualitarismo mal entendido se concreta en la envidia del pueblo hacia los hombres sobresalientes.

Tal y como Maquiavelo lo entiende, la forma mixta de gobierno la describe como sigue. La función de gobierno de una república debe estar en manos de una élite capaz, pero evitando que se transforme en cuerpo cerrado al formarse linajes de reyes o nobles. La fuente de poder estará en el pueblo. Hay un equilibrio entre clases como en Polibio. No es un equilibrio organizativo entre poderes asignados a instituciones diversas.

Maquiavelo no busca un equilibrio estático sino dinámico. Piensa que este es el resultado de una auténtica tensión y oposición entre los tres elementos que la forman. En Roma fue el resultado de la

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relación entre el Senado y el Pueblo. La libertad tiene que ser permanentemente lograda. Los agentes sociales deben tener una continua actitud de lucha. Sin embargo, la república siempre se puede ir a la ruina. La solución que propone es la austeridad, que elimina la envidia. También está a favor de las guerras exteriores, pero sin excesos. No es partidario del deseo insaciable de conquista.

Maquiavelo reflexiona sobre la manera de instaurar la república. Menciona dos medios fundamentales: la revolución y la reforma y presupone la existencia de un legislador, fundador de la república, que reúne en sí los rasgos del príncipe de Maquiavelo. Volvemos vislumbrar la importancia que tiene en Maquiavelo el poder personal carismático. Una vez fundado el Estado su permanencia a lo largo del tiempo solo puede encomendarse al pueblo. En efecto, el príncipe debe permitir que el pueblo intervenga en alguna medida en el gobierno del Estado y llevar el gobierno de acuerdo con la ley. La medicina despótica es una fuerte medicina política, necesaria en los Estados corrompidos y, en circunstancias especiales, en todos los Estados, pero es un veneno que precisa emplearse con la máxima precaución.21

Por último diremos algo sobre la relación que en este autor se pede establecer entre política y religión. Las creencias religiosas producen un tipo de mentalidad. El cristianismo es la fundamental diferencia entre nosotros y los antiguos. La religión pagana producía un ethos centrado en la consecución de la gloria humana. El cristianismo está más centrado en la humildad y el desprecio de sí. La Iglesia ha arrancado del corazón italiano la auténtica religión al dedicarse a la política. Sin embargo, la religión es muy importante para la acción política del príncipe. Fernando el Católico actuó siempre usando la religión. Se debe favorecer la religión aunque se considere falsa. La religión cristiana es algo extraña: no se deja convertir en instrumentum regni y pretende hacer del mundo un

21 Sabine, G., o. c., p. 276.

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instrumentum religionis. Ha creado la Iglesia un Estado pero no lo suficientemente fuerte avocando a Italia a la división y a la debilidad.

Hemos visto que Maquiavelo concibe la política como una realidad que pertenece al rango de las acciones teleológicas; acciones que se definen por su relación medio-fin. Maquiavelo opera con la noción de razón de Estado pero no lo formula de forma explícita. Ahora bien, el político busca el éxito pero es muy conveniente que en su república reine la moral y la religión. Maquiavelo aconseja que se obre en consecuencia. “La moralidad de las personas privadas es uno de los objetivos de la inmoralidad de las personas públicas.”22 Los Discursos (1531) y El Príncipe (1532) fueron publicados con licencia del Papa Clemente VII. En el primer Índice que se realizó se colocaron estas obras por orden del Papa Paulo IV (1559). Un pensador que atacó a Maquiavelo fue el jesuita Ribadeneyra en su libro contra lo que Nicolás Maquiavelo y los políticos de este tiempo enseñaron. Hasta Shakespeare lo menciona en le tercera parte Enrique VI. A favor de Maquiavelo estuvieron Fichte, Hegel y Mussolini, que no eran unos amantes de la democracia tal y como la entendemos en la actualidad.

22 Prieto, F, o. c., p. 127.

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