“la duda despierta mi corazón cuando despierto y amo. amo ... file¡la estrategia está servida!...
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“La duda despierta mi corazón cuando despiertoy amo. Amo porque no sé.” Vicente Alexandre
Cuaderno trimestral de poesía y relato Octubre - Diciembre 2013
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sN
º 68
Formas Difusaspoesía y relatocuaderno de la Ciudad de VigoX aniversario
X Aniversario
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Cuaderno de Poesía y Relato
Formas Difusas
Publicación trimestral de poesía y Relato
de la Ciudad de Vigo
X Aniversario
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P r e s e n t a c i ó n
Busqué una definición de cultura en Google, había demasiadas. La
Unesco, por ejemplo, la define como la capacidad de reflexión sobre sí mismo: a través de ella, el hombre discierne valores y busca nuevas significaciones. Decidí entonces pensar en algo que defina nuestro tiempo. Sí, el texto está escrito al revés, porque es así como vemos la mayoría de nuestro paisaje urbano; a través de los escaparates. Casi somos capaces de leer los anuncios que se reflejan en la indiferencia de los cristales. La experimentación es también signo de nuestro tiempo; si hallamos algo, luego lo sustentaremos intelectualmente. Leonardo escribía al revés, no se sabe exactamente para qué. No creo que fuese para ocultar sus elucubraciones. Pero yo ya he encontrado un nexo histórico-cultural con este disparate. Hacemos lo que no se ha hecho para ver qué pasa. La experiencia se puede prever o calcular, pero sólo si se lleva a cabo se constata. A veces los resultados pueden ser catastróficos, pero incluso de esos casos se alimenta la cultura. Que es donde iba yo. El disparate, el absurdo y la ocurrencia también forman parte de nuestra valija cultural.
En el arte, por ejemplo, se sobrevalora la ocurrencia. La industria de la cultura la alienta: Alguien expone la chaqueta de su padre. El crítico-comisario resume que se trata del pasado que oprime al individuo y lo encajona en una realidad opresiva que es su herencia en forma de concepto-objeto, realidad esquiva y fantasmal. El artista-individuo toma prestado un elemento de su pasado e intenta exorcizarlo dotándolo de una identidad diferente de la original y se las ingenia para hacer copias del objeto en un intento ingenuo de reducir, más si cabe, su poder. ¡La estrategia está servida! La humanidad ha concluido que las posibilidades son infinitas, y es cierto.
Los indígenas americanos tienen una leyenda que dice que el ciervo interrogaba a la araña sobre su tela. “Parecen símbolos”, le dice. “Pero ciervo”, le contesta, “ha llegado el tiempo de que los hijos de la tierra aprendan a hacer registros de sus progresos en su caminar. Los hijos de la tierra se están volviendo más complejos y no es suficiente con los símbolos; las futuras generaciones necesitarán saber mucho más”. Así la araña tejió el primer alfabeto primordial, como había tejido el sueño del mundo que se había manifestado.
David del Río
Las personas cuyos textos sostienes ahora en tus manos, querido lector, nos reuníamos hasta hace bien poco los lunes a las diez de la noche en un garito de paredes de piedra y luz tenue llamado el Golem. Para llegar allí bastaba con estar en Vigo, deslizarse por las calles viejas del centro, esas que cuelgan de la estación (la que aún está por hacer) como hilos fosilizados de una tela de araña, detenerse en una esquina de la Rúa Irmandiños y levantar la persiana metálica a medio echar.
En las inmediaciones de la barra solía estar el bueno de Óscar, un cuarentón de rostro adolescente y palabra fácil que nos prestaba el local por amor al arte. A un lado había una mesa con libros de quinta o sexta mano; en las paredes, carteles de películas consagradas o estrafalarias; y en un rincón, sentados alrededor de una mesa larga, nos habrías visto a nosotros, quizá charlando, quizá escuchando lo que alguien quisiera leer en ese momento con los ojos pegados al papel bajo la luz desgastada. Tú sólo habrías tenido que decir “hola” y sentarte. Lo demás no era obligatorio. Dependía únicamente de tu generosidad o valentía.
Óscar tuvo que traspasar su negocio y nosotros le agradecemos su larga generosidad. Ahora nos reunimos donde podemos o donde nos dejan. Nos hemos vuelto itinerantes, pero continuamos, y en breve es probable que volvamos al Golem con su reapertura. Formas Difusas sigue siendo un grupo indeterminado en el número, imprevisible en los gustos, variopinto en la extracción de sus miembros y difuso en las líneas de su perfil. Por encima de diferencias y vaguedades, o a lo mejor gracias a ellas, nos une el gusto común por la palabra elaborada. No somos literatos, pero hacemos literatura. Y en ese sentido, como la estación inacabada de esta inacabable ciudad, todos estamos por hacer, que es una magnífica forma de estar.
Cada cierto tiempo publicamos un cuaderno. Este es el número sesenta y ocho. Contiene versos y relatos que una vez sonaron entre los muros del Golem y cuya música nos gustó. Te los ofrecemos ahora con la esperanza de que disfrutes con ellos y te animes a visitarnos en el rincón de Vigo que nos acoja de ahora en adelante.
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BALLENA
Vive la ballena la tierra
como a una invención
patriótica.
Ballena franca austral,
gran animal
del planeta, barbada, marinero
de puerto, dolmen, baile académico.
La ballena se sumerge, provoca
ruidos en el agua.
La ballena es instrumento, dormita,
se equivoca.
Tus sueños me colman, ballena, completas
el círculo. Ballena sofocada sin iniciativa
y con demora.
Ballena diapasón, carestía, ballena
con flores amarillas en las
antípodas.
Esclavizada, barroca,
ballenero.
Cantas, te pronuncias.
Zopilote nocturno, creas, disputas,
circunnavegas.
A ello te entregas con denodada
pasión.
Eres creación, desatino,
discernimiento.
Ballena, haces brillar las candilejas,
océanos conjuntos,
variedad del trébol.
Jonás en la penumbra. C
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os V
ázq
uez
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Oli
va
Los versos son verdades compartidas
que atan… y esclavizan
devorando mis palabras
confunden la madrugada
La alondra abre mi memoria
vistiendo de luz mi cuerpo
con versos que azoran el placer con el dolor
y se agarran…
y se necesitan…
y me llevan lejos
convencen y me gritan
acercando apresurados mi olvido
se cuelgan de una obscura nube
que rompe en llanto
Los versos me despiertan
e inquietan profundamente…
separándome de los sueños
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No puedo ser tan distinto
al fuego libre que me abraza,
a las diminutas ascuas
colmadas de presencia en mi alma.
He detenido el coche
como quien detiene un sueño
donde uno puede llevar cuanto ama.
Sufro el anhelo
como si todas las nubes fueran una.
A mi forma
el sueño se ha convertido en una película
donde duermen las tormentas
surgidas de los últimos cuerpos agradecidos,
donde me corresponde exponer
una mínima esencia de sudor corrosivo.
He llegado a la ciudad,
el coche mojado
rueda encima de hojas de afeitar abandonadas.
Sé que todos deseáis apartar el “portátil”,
y tocar cuerpo a cuerpo;
sin embargo, ese dibujo de cuerpo silencioso y sin ecos,
ya lo ha dibujado Renoir.
Jua
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LA SOLEDAD ES...
La soledad es el punto misterio
en donde puedes desaparecer...
el deseo, la conciencia y el cuerpo,
abrazar la nada o el cierto ser.
La soledad es un trozo de cosmos,
grado cero de exacta identidad;
la soledad es la nada y el todo,
sueño transparente o mar de ansiedad.
Une y fortifica si es voluntaria,
lograda con denuedo; mas disgrega,
padeciendo la llovizna del alma,
asfixia al ser, cuando es una condena.
Es difícil alcanzar la armonía
de uno, la solitaria alegría.
(De Sonetos asonantes)
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Era tu imagen en el fondo
de pantalla, acodada en el muelle,
y el sol sumergiéndose
en un mar de píxeles profundos.
Tu cabeza inclinada
hacia el icono de Word
donde yo custodiaba mis poemas. Tu cabello rozando
mi deseo (en fuente Times New Roman); tu cuerpo,
mis archivos. Tu boca besando
mis palabras, tu boca dejándose besar
por mi lenguaje.
Da
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Pér
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ANAGNÓRISIS
Bebí un vino fuerte, como
sólo los audaces beben el placer.
K. Kavafis
Fui ese vino, ese placer; otro fui.
En mí se encarnaron
dorados viñedos ensangrentados.
Marea a lo intocado,
una luz inasible e imparable
me congració con el azogue.
Espada cristalina que traspasa
y nos devuelve al otro, negado.
El vino fuerte busca al audaz,
pues éste no rehúye la sombra.
Presente siempre el peligro insoslayable
de ser por ella devorado.
Ma
r Pi
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o
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Los pájaros cantan sobre el vapor de las locomotoras
Mientras
Los bosques guardan secretos de amor debajo de los rieles
Los habitantes de las casitas ladrirojizas carecen de nombre
En la mañana de color plateado
Entre los espejos de mar alguien saluda
Es el reflejo de un ser invisible
Col
in B
ald
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EL BOSQUE
Algún lugar donde la tierra se adormece al sol de mediodía,
los senderos persisten en discurrir cerca del mar,
refugio de corsarios,trochas de contrabandistas,
vericuetos para huidos de justicias diversas.
Barcas somnolientas secan su panza de salitres nocturnas
y con infinita laxitud se bambolean;
guijarros olvidados por el vaivén de las mareas
relumbran basálticos, rosados, marmóreos,
cómo pétreas perlas sobre la arena ardiente
de escondidas calas.
Un ostentoso yate faena amarre mientras izan
cestas de espléndidos mújeles plateados,
anunciada comida con un hilo de aceite limonado.
Silencio solar apenas roto por lánguidos chasquidos
de olas deshilachadas en peñascos y espigones.
Erguidos pinos peinados por los vientos salobres,
vigías perennes,compañeros del anónimo crucero
que extiende brazos de valedor de vidas
allí donde la senda se aleja de la mar.
La vuelta del camino nos lleva al corazón del bosque,
embalsamado el aire de laureles y resina.
A nuestro paso cruje la pinada, pardo tapiz del suelo,
nos anuncian avisados gorjeos en la fronda,
bisbiseos a ras de tierra: un reptil escapa sinuoso.
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Lola
Ta
boa
da
Maizales imprevistos clarean la espesura,
empenachados soldados de verde savia
con pan en su equipaje.
Los tojos se engalanan de la inconsútil tela
que alguna insomne araña tejió de madrugada,
y sobre la fértil humedad del vasto prado,
un roble corpulento, guardián de iniciáticos misterios,
brinda sombra arcaica a nuestros cuerpos cansados,
trasudados, ebrios de aromas matriciales.
Sofocados, bajo el árbol druídico,yacemos.
(Del poemario Insolaciones)
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También hoy era lunes,
y el mundo era tan reciente que cuando desperté
ya no era ni mamífera.
También mañana y pasado sería lunes
y en el reflejo se me habían vaciado los pechos,
y los huesos, empapados en lluvia,
empezaran a llenarse de ruidos.
25-02-2013
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P U R O C U E N T O
Jesús Presa El Círculo
El grupo le acogió y ese sentimiento de pertenencia colectiva reforzó su ego, sintiéndose parte de un exclusivo elenco. Cuando esa entidad grupal creció en número y sus miembros formaron una masa anónima, su determinación se fundió en notas al unísono como un acordeón gigante interpretando una terca sinfonía o pudiera ser que como una voluntad-oruga, avanzando repelente y devorando cualquier brote que, disidente, no creciera hacia la luz que les iluminaba.
Una vez oí contar una historia plagada de supersticiones que hablaba de la Santa Compaña. La funesta comitiva deambulaba en medio de la noche, oscura y ominosa, llenando el silencio con el roce causado por los pliegues de su siniestro hábito e iluminando los caminos con el mortecino resplandor de las palmatorias. El caminante ocasional tenía una única prerrogativa. Ante su presencia -una presencia requisitoria y agorera como preludio de la propia muerte- tenía que dibujar con una vara verde de avellano un círculo en el suelo y, al amparo de su inmune redondez, verlos pasar con la expresión muda y aterrorizada de los vivos.
Mi escepticismo por todo lo esotérico me aleja de ciertas supercherías y me lleva a pensar como argumento más creíble en la perfección del círculo. No lo hago para conjurar las distorsiones del subconsciente colectivo, la Santa Compaña por ejemplo, sino como una aproximación racional a una geometría variante de las matemáticas. Las matemáticas, desde Euclides hasta la fecha, se han prodigado en exactitudes, de lo cual el griego se sentiría orgulloso; todo lo contrario a Jesucristo, que puso una piedra un día y la iglesia resultante inventó procesionarios fúnebres y otras inquisiciones. Definitivamente el círculo debe ser usado de manera conveniente, porque, aun incluso como geometría vital, es sabido que las vidas centrípetas nos conducen a la indiferencia por los demás.
Nahir escucha anonadada mi disertación y por fin se decide a interrumpirme.
-Me cuentas esta historia llena de sutiles redondeces y guiños al PI y después te marcas un soliloquio porque no te han aceptado en el Círculo Recreativo Poético por no alcanzar el baremo académico, ¿no es cierto?
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-No, Nahir, no es la negativa como la causante de una sensación frustrante de no pertenencia, es algo más… ¿Cómo te diría? Tiene que ver con los fundamentos de una decisión, con aquellos principios ferozmente clasistas que sostienen un veredicto y que debieran ser ecuánimes.
-No lo conviertas todo en cuestiones de un profundo calado filosófico. -Que sí. Se puede entender que un club de surf deniegue la entrada en su
disciplina de un negro porque surfea mal, pero no porque su cabello sea crespo y rizado. ¿Qué culpa tiene el hombre de no lucir una densa melena rubia y algún tatuaje prominente de los Beach Boys? Me siento un poco afro por lo de mis méritos académicos.
-Bueno, pues haber pasado por la universidad y de paso algún máster. Ya sabes que eso da mucho caché curricular.
Una pesada desgana me invade y no quiero continuar en esta porfía con Nahir. Pienso en sociedades secretas como el club Bilderberg y enseguida abandono el pensamiento y veo en una dimensión más doméstica a los chicos del Círculo Deportivo de la villa posando en una foto edulcorada, uniformados y de rostros sonrientes. Si existe la felicidad de una manera gráfica debe ser esta; todos tan sanos y pletóricos. Y en el fondo pienso, anacrónico y desvariado, que tal vez entre los misteriosos componentes del Bilderberg y estos muchachos exista algún nexo más allá del poder, que establece el grupo como un ser colectivo y atribulante.
Después de todo mi interés por ingresar en el Círculo Recreativo no era más que un repentino y pasajero interés por evaluarme con referencias ajenas. ¿Cómo puedes deducir sin comparar, cómo si no, concluir sin experimentar? El ego quiere ser comparado y reconocido y, de una manera paradójica, se disipa en la contextualidad del grupo y se pliega a él y lo acata. No es malo que el tamaño de un ego sea contenido siempre y cuando esa merma sea proporcionada y no repercuta en la consistencia individual.
-Oye, y esos de la Santa Compaña ¿quién se supone que eran? -me grita Nahir desde la otra habitación.
-Creo recordar que eran un grupo de estantiguas. -¿Estant qué? -Vale, eran zombis sin el marchamo actual que le da el cine y la
escenografía de algunas series de éxito. Eran los zombis de nuestros bisabuelos. -A ver si te entiendo. Me quieres decir con circunloquios y ambages de
todo tipo que el grupo te convierte en zombi. -No soy tan radical, Nahir. Ningún grupo, tal vez solo los armados y
algunas sectas innombrables te matan. Incluso los hay que ejercen una labor solidaria y terapéutica. Pero no estoy muy seguro de que no te dirijan hacia algún lugar señalado en el plan de ruta, o que la independencia de tus decisiones se vea,
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la palabra no es coartada, pero hasta cierto punto imbuida en lo que concierne a lo creativo.
-Pues yo siempre he pensado que el grupo refuerza la personalidad y colabora en su desarrollo.
-Oh, claro, no hay más que ver a los talibanes de algunas formaciones políticas que practican corporativismo de conciencia y embuste colectivo, o la impronta oveja Dolly de grupos de prensa. ¿Sabías que incluso entre las parejas, después de años de convivencia, se produce un cierto mimetismo en la opinión y en las preferencias?
-Entonces, según tu brillante teoría, hay que ser un ermitaño ideológico, ir por libre, ser alérgico a las afiliaciones y todo tipo de sinergias. O sea, convertirse en una especie de Harper Lee, escribió Matar un ruiseñor y nunca más se le vio el pelo. Según tú eso le hace especial.
-Uhmm¡…, no es mi libro de cabecera, pero nace de lo más hondo de la experiencia personal y probablemente hubiera sido igual de bueno aunque no hubiera pasado por las manos de correctores editores y demás plastilinas.
-¿Sabes que te digo? Olvídate del tema. Si vas de outsider en vez de reforzar tu identidad lo único que consigues es desaparecer. Cuanto más diferente más invisible. Y nadie quiere ser invisible. Secuestrar colores, anonimar la opinión…, bueno, el topicazo de Hamlet.
Para cuando Nahir finaliza su reflexión y enciende distraída la televisión, yo emborrono el dorso de la solicitud denegada del liceo. Lo hago con los primeros renglones de un desbarre pseudofilosófico sobre los inconvenientes de la adscripción a un grupo.
Tecleo en Google Santa Compaña y aparecen entre brumosos paisajes nocturnos encapuchadas alegorías de la muerte. En realidad, no me asustan más que la posibilidad para decidir cuál es el lado idóneo de ciertas geometrías.
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Para formar parte de la Graciosa Peña de los Resentidos hay que
cumplir al menos cuatro preceptos muy importantes: el primero, haber nacido el día 15-02-1946, la hora exacta no importa demasiado, pero si el acontecimiento fue por la mañana temprano, mucho mejor; el segundo, ser buena persona, y poder demostrarlo -un certificado de buena conducta expedido por el Ministerio del Interior se agradece, pero resulta mucho más efectivo presentar la firma de al menos doscientos cincuenta padres/madres de familia con hijos ya independizados-; el tercero, haber sufrido muchas injusticias en esta vida, y no haberse quejado nunca; y el cuatro, ser muy simpático y educado y asistir puntualmente a todas las reuniones.
Hoy, la Graciosa Peña de los Resentidos se reúne de urgencia porque en tan solo un mes seis de sus más destacados miembros han fallecido en fatales circunstancias. Don Rafael Alondras ha muerto devorado por una jauría de perros salvajes. El buen hombre salió a pasear por la montaña, y ya ven ustedes. Doña Pécora Quintanilla se cayó por una ventana mientras tendía la ropa en su ático de verano. Rodolfo Amargo, el frutero, se atragantó con un hueso de melocotón y se quedó sin aliento para siempre. Don Arnaldo Prisas se fue a esquiar a Baqueira Beret, se salió de pista, y se despeñó. Doña Injusta Almas murió ahogada en las turbias aguas del Nilo, intentando rescatar a un pobre negrito de las fauces de un enorme cocodrilo, y Doña Ernestina Puercas, la despechada viuda de don Adoquín Torres, un afamado ex-inspector de Hacienda que en su tiempo, dicen, llegó a despachar ni más ni menos que con el propio Fidel Castro, sucumbió al cuarto empujón de un muchachote alemán, al que había contratado unos placeres totalmente impropios para su avanzada edad.
Ni que les echasen un mal de ojo, maldita sea. Hoy, los catorce supervivientes de esta gloriosa tribu se reúnen en torno a un suculento cocido gallego. Don Frasquito Algas atiende a los pucheros, mientras don Sabino Manzana aprovecha para rezar una corta plegaria por los difuntos.
-Que Dios todopoderoso valore en justa medida sus innumerables honestidades, gracias y sufrimientos.
Y una vez terminada la oración, aclara: -Les digo que yo algo sabía de esto; desde niño siempre he tenido
duendes a mi alrededor que de vez en cuando me susurran cosas al oído, pero este pasado mes es que no han parado de darme la lata. Quizás si yo les hubiese prestado un poquito más de atención..., pero claro, los extraños tipos esos tan solo me dicen que va a ocurrir alguna desgracia, pero el cuándo, el cómo, y el a
José Simal La graciosa peña de
los resent idos
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quién…, esto es algo que los muy cabrones siempre se callan. -No se martirice usted más, don Sabino, las cosas suceden porque sí, y
ya está. Doña Indalecia Prieto paladea con sumo deleite su imperdonable copita
de anís, y al tiempo que castañetea la lengua, recuerda bien en alto a todos los que faltan con sufridas y sentidas lágrimas en los ojos.
-Eran todos tan buenos, tan sufridos, tan graciosos…., tan amigos… Faustino Trompas se ha incorporado recientemente a la peña. El
hombre cumple sobradamente con los cuatro preceptos, e incluso aporta alguno más.
Faustino Trompas es un músico fenomenal al que la vida ha tratado con una rabia desmedida. Sus desgracias son tantas y tan duras de contar que sobrepasan con creces la imaginación humana. Faustino Trompas habla poco, lo suyo es tocar. Estás sentado tranquilamente a su lado, hablando del tiempo, o de cualquier otra cosa, y de repente, sin que venga a cuento, el hombre se levanta, se agarra a su acordeón y entona una polca, por cierto, muy bien ejecutada.
La señora Muerte debería pedir serias disculpas a la Graciosa Peña de los Resentidos por habérselos llevado de una forma tan injusta e inesperada. Pero ya sabemos todos que la señora Muerte carece de remordimientos, y además, ella tiene totalmente prohibido hablar en público; mucho menos, acudir a las reuniones de los hombres.
Es muy duro el decirlo, pero no hay más realidad que esta. En tan solo un mes, seis destacados miembros de la Graciosa Peña de los Resentidos se han ido de repente y para siempre, uno tras otro, como si de una plaga bíblica se tratase. Hace apenas treinta días eran veinte, y hoy tan solo quedan catorce. Fíjense ustedes bien, la semana que viene, estas catorce almas cumplirán setenta y cinco años, ni uno más, ni uno menos. Qué edad más impropia para morirse, qué edad más improductiva para quedarse..., qué falsa y qué puta es la vida a los setenta y cinco años.
Federico Balbuena se levanta y expone sus argumentos: -¿Y si decidimos morirnos todos hoy mismo, y ya está? -¿Qué quieres decir? -Que podríamos inmolarnos en nombre de la razón. -¿De qué razón hablas? -Pues de la nuestra, ¿de cuál va a ser? -Ya, y ¿qué muerte nos propones? -Monóxido de carbono; me han dicho que te quedas dormidito como
un pájaro, y listo. -Vamos, vamos, señores, tranquilicémonos todos un poco y no dejemos
que se nos enfríe el cocido. Anda, Rogelio, echa mano de los utensilios y reparte la comida, y tú, Faustino, amigo y ya por siempre compañero nuestro, deja el
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acordeón a un lado y siéntate a la mesa, hombre de Dios. Y Faustino Trompas, el nuevo miembro, el que habla poco, el que posee
en su haber las desgracias más grandes de este mundo, deja a un lado su acordeón, se sienta y se enfrenta cara a cara con el tocino, los grelos y la cacheira. Faustino Trompas es un hombre muy discreto, educado y obediente. Un hombre sencillo que hace siempre lo que le piden. Él ha sido siempre así. Quizás por eso sus desgracias han sido tantas y tan colosales.
El cocido está exquisito, y el pan, de horno de leña, de pueblo, de esos de buena miga y mejor corteza…, vamos, de los de antes, y el vino, tinto, de raza, bravo…, untón, como la pegajosa sangre de un toro.
-Oye, tú..., Balbuena, lo del monóxido de carbono..., no iba en serio… ¿ no ?
-Pues claro que no, hombre; era para romper un poco el hielo, y nada más. Oye, por cierto, lo de salir a pasear por el monte y acabar devorado por una jauría de perros…, no me jodas..., ya hay que tener mala suerte...
-Pues mira que subir a tender la ropa y caerse por una ventana, qué me dices…
-Lo que yo no termino de entender es lo del amigo Rodolfo. -Bueno, piensa que el Rodolfo siempre fue un tragón. ¿Recuerdas hace
un año, cuando se mandó para el estómago la dentadura postiza?; eso sí que fue genial.
-Pues yo no paro de pensar en don Arnaldo. Me lo imagino bajando a toda hostia por la pista de esquí; daría lo que fuese por verle la cara cuando se le acabó el terreno…
-Mirad, la muerte lo espera a uno en cualquier sitio y llega de cualquier manera. Ahora bien, nacer en Río Torto de Abajo, vivir toda tu vida en Madrid, y terminar ahogada en el Nilo por intentar salvar a un pobre negrito de las temerarias fauces de un cocodrilo, joder, eso sí que es rizar el rizo.
-Ay, ay, y de doña Ernestina, que me decís. No sé yo si los severos empujones del muchachote alemán ese le habrán valido la pena. Sería la hostia que ella misma nos lo pudiese aclarar aquí y ahora, ¿no creéis ? A ver, por intentarlo que no sea. ¡Oiga, Doña Ernestina!, ¿todavía anda usted por estas tierras? Díganos, ¿cómo fue la cosa?; ¿le llegó primero el orgasmo, y después el infarto, o fue al revés?, y…, por último, ¿nos puede contar qué cara puso el de la raza aria cuando a usted se le enfriaron los labios? Vamos, vamos, mujer, no sea tan tímida, ¡díganos algo!
No desvelaremos en que ciudad española se desarrolla este gracioso
acontecimiento, pero si diremos que el cocido, el pan y el vino están llegando a su fin. Sí diremos que estos catorce supervivientes comen, ríen, beben y finalmente brindan con champaña por el alma de los que ya no están. Sí diremos que el local
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social de la Peña de los Resentidos está situada en una gran ciudad, mucho mas céntrica que el mismísimo edificio de la Seguridad Social, mas céntrica incluso que el Museo de las Artes Modernas, y goza, cómo no, de cocina, barra, salón, aseo de señoras y caballeros, muro de las lamentaciones, aire acondicionado, y calefacción central.
-Oye, Balbuena, ¿ tú crees en Dios? -Sí, claro, como todo el mundo. -Entonces compartirás conmigo que, ¡a cojones!, nuestros amigos
tienen que estar ahora mismo en el cielo. -Pues claro, ¿en dónde si no? -Bien, eso está bien. Anda, acércame el jarrete, y de paso dile al
Faustino que se despiste un rato del tinto y nos toque algo. -¿Te vale una polca? Te aseguro que las borda. -Venga.
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LETRAS DESDE LA DISTANCIA
Luis Cernuda Quizá mis lentos ojos no verán más el sur de ligeros paisajes dormidos en el aire, con cuerpos a la sombra de ramas como flores o huyendo en un galope de caballos furiosos. El sur es un desierto que llora mientras canta, y esa voz no se extingue como pájaro muerto; hacia el mar encamina sus deseos amargos abriendo un eco débil que vive lentamente. En el sur tan distante quiero estar confundido. La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta; su niebla misma ríe, risa blanca en el viento. Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.
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J o t a b é C o n h i e l o
Excelso barman, ¿sabe cuál es el día más triste de la vida? ¡Déjelo! Ayer fue ineludible mi presencia en uno de esos actos que el transcurrir del tiempo nos depara, de forma inevitable. Nunca creí sentirme solo…, ¡tan solo!... Es la más profunda sin-soledad, a lo irretornable… Hasta de eso me he quedado huérfano en este mundo. Te traen..., y por ley de la naturaleza te abandonan. Es mi noche -a la cual queda ud. invitado-. Soy el pasajero solitario, en esta honrosa travesía. Hoy deje sobre mi mesa la botella de JB, que yo me serviré, y serviré a esta soledad que me abandona.
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índice
Presentación David del Río 3
Poesía Carlos Vázquez 4
Oliva 5
Juan Seoane 6
Peter Baldwin 7
David Pérez 8
Mar Piñeiro 9
Colin Baldwin 10
Lola Taboada 11
Patricia Meira 13
Relatos Jesús Presa 14
José Simal 17
Letras desde la distancia Luis Cernuda 21
Jotabé con hielo 22
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X Aniversario
Cuaderno Nº 68: Octubre – Diciembre 2013
Diseño de portada: Isaac Posada y Javi Giráldez
Ilustración de portada: Javi Giráldez
Ilustraciones interiores: Ilustraciones variadas
Montaje y diagramación: Colin Baldwin y Javi Giráldez
Correción ortográfica: David Pérez Álvarez
Colaboradores especiales: Mercedes del Río
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Os invitamos a colaborar en este proyecto, bien mandando poemas,
dibujos u opiniones o participando en nuestras tertulias semanales en
el café Gólem (Calle Irmandiños).
Si estás interesado envíanos un correo a [email protected]
Puedes recibir el cuaderno impreso (por correo ordinario) durante un
año en tu casa (4 números por 15 €) o gratuitamente descargar el
archivo pdf desde nuestro blog.
CARLOS PEREIRA
DAVID DEL RÍO OTERO
JESÚS PRESA
JOSÉ SIMAL
JUAN SEOANE
MAR PIÑEIRO
PATRICIA LÓPEZ
DAVID PÉREZ ÁLVAREZ
KIQUE SÁNCHEZ
CARLOS VÁZQUEZ IGLESIAS
26
COLIN BALDWIN
EDSON FERNÁNDEZ
ANTONIO SÁNCHEZ
OLIVA MARTÍNEZ
ISAAC POSADA
PETER BALDWIN
BELEM CHOREN
FRANCISCO FERNÁNDEZ
formasdifusasdbate.wordpress.com
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