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Antrum 12. Enero 2001 Boletín del Grupo de Actividades Espeleológicas de Madrid

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AntrumN° 12. Enero 2001

Boletín del Grupo de ActividadesEspeleológicas de Madrid

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S U M A R ][ O

Pag.: 2. La climatología de las cuevasPor Carlos FierroLa utilidad de saber el clima

Pag.: 6. Un día en las carrerasPor Miguel Ángel VelaX-TREME MARATHÓN

Pag.: 9. El Sumidero del Embalsador:La mayor cavidad de la provincia de CuencaPor Roberto Cano y Carlos FierroPrima Dona de Cuenca

Pag.: 17. El KarstPor José Manuel Gil NavasExtracto de una publicación del Instituto Tecnológico Geominero de España

Pag.: 19. El frío, enemigo silenciosoPor Enrique García Castellón

Pag.: 21. Sistema Cueto-CoventosaPor Enrique García CastellónUna travesía corta y tranquila

Edita: G.A.E.M. Coordinación y realización: Ma Angeles Vallejo y José Antonio Olivo. Porta-da: Torca de San Pedro. Oliete (Teruel). Foto: Carlinguis. Página de cobertura: Diseño y fotos:Carlos Fierro. El Sumidero del Embalsador: La mayor cavidad de la provincia de Cuenca:Fotos de Roberto Cano y Carlos Fierro. Tras el oro de los romanos: Fotos de José María Gómez.

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La climatología de las cuevas

¿Qué diferencia existe entre clima y el tiempometeorológico? Está claro, que se hacen prediccio-nes del tiempo, no del clima: ya que este, es la re-presentación de las condiciones atmosféricas de undeterminado lugar de la tierra generalizadas a lolargo del año, con sus estaciones, y medidas a lolargo de varios años. Estamos en un clima medite-rráneo: con inviernos húmedos y fríos, y veranoscalurosos y secos. Las condiciones atmosféricasdiarias sufren grandes variaciones, a pesar de estarsujetas a este patrón climático, y de estas si que sepuede hacer un intento de predicción. Los espeleó-logos tenemos suerte de estar a salvo de dichaspredicciones, si exceptuamos la marcha de aproxi-mación, o, si la cavidad tiene parte activa, las posi-bles crecidas interiores. Las condiciones climáticasde una cavidad son muy estables, dicha estabilidaddependerá de cómo de aislado esté el lugar subte-rráneo: espesor de paredes de roca, de las caracte-rísticas geométricas de la galería, comunicaciónmediante corrientes de agua, o de aire, con el exte-rior y muchos otros factores. Pero, mientras en al-gunos puntos de España puede haber unas diferen-cias de 50°C entre las máximas y mínimas anuales,para esos mismos lugares, dentro de una cueva, lasdiferencias serían de 2-3°C como mucho.

La utilidad de saber el clima

La climatología de una cavidad es fundamentalpara conocer las condiciones biológicas: las colo-nias de murciélagos sólo se asentarán en cavidadescon unas determinadas condiciones climáticas, di-ferentes si es de cría o de hibernación. La conser-vación de grabados y pinturas parietales dependeráde que no se formen condensaciones de agua car-gada de CO2. La destrucción o formación de espe-leotemas, así como de que tipología, dependerá porentero de las condiciones climáticas. Además esuna guía para descubrir nuevas galerías o entradascon el exterior.

Pero, cuales son los elementos que configuranla climatología de una cavidad: La humedad, tem-peratura, presión, contenido en CO2, viento yventilación con el exterior. Parece ser, según losentendidos, que la pluviometría interior tienemuy poco interés.

Temperaturas

La temperatura es una magnitud física que fijael sentido de la transferencia neta de calor entredos cuerpos: siempre fluirá del de mayor al demenor. Si tienen la misma temperatura no habrátransferencia neta de calor, ambos ceden y reci-ben el mismo. Cuando dos cuerpos con distintastemperaturas son puestos en contacto tienden alequilibrio igualando sus temperaturas. ¿Por quéentonces la cueva no tiene la temperatura del ex-terior?, pues ese equilibrio requiere su tiempo,además la T°C del exterior no se está quieta paraesperar a ese equilibrio, está cambiando tanto a lolargo del día (mayor calor a medio día que por lanoche), como su media a largo del año: variacio-nes a lo largo de las estaciones. Se sabe, por lateoría de la conductividad térmica, que las ampli-tudes de las variaciones térmicas del exterior,tanto para las diurnas como para las del año, seamortiguan exponencialmente, al profundizardentro del terreno. No es que el calor del sol nopenetre en el terreno, sino que los cambios diur-nos y estacionales no se perciben, sólo un flujomedio de calor sin altibajos. Como la tempera-tura de la cueva no aumenta, ni disminuye, se su-pone que existe un flujo desde la cueva al exte-rior igual. Para las variaciones diurnas a tan sólo2 m, de espesor de roca, los cambios diurnos de-jarían de percibirse. Trombe (1952) cita que para

Altitud en hectómetros

TemperaturasTemperaturas medias de las grutas en relación con la altitud para regio-nes de latitudes diferentes (esquema según R. Jeannel).

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un espesor de roca de 30 m estaríamos ya en lazona de amortiguación total para la variaciónanual.

Se suele aceptar que esta T°C estable, para undeterminado punto de la cueva, es la media de laexterna anual para la misma altitud Sin geotér-mico, que como media es un gradiente de 3° Ccada 100 m. En algunos puntos del globo el efectogeotérmico puede ser mucho mayor: La Cueva delas Fumarolas (Eraso et al., 1975).

Menos espectacular, pero mucho más corriente,son los intercambios energéticos con el exteriorproducidos por los intercambios de masas de aire yespecialmente de agua, cuando el punto de lacueva tiene comunicación por grietas o galeríascon el exterior: En La For del Bou el agua del sifónsufre unas variaciones de 5°C a lo largo del año(Garza, 1986); En las partes bajas de simas profun-das de alta montaña, las temperaturas tan frías quesuelen registrarse, sólo se explican por la circu-lación rápida del agua por acción de gravedad yque debido a su gran capacidad calorífica trans-fiere los fríos nivales (origen del agua) a las cotasmás bajas (trampas para el aire frío). Dichas simasdeberían dar unas temperaturas mucho más altaspor el gradiente térmico por altitud a razón de0,6°Ccada lOOm.

Si la ladera donde está la cueva tiene unabuena exposición solar, se puede crear un micro-clima con temperatura más alta a nivel del suelo.Jeannel en 1926 registro diferencias mediasdesde los 10,4°C a los 12°C para cavidades a800 m de altitud en los Pirineos según fueran ver-tiente francesa o española más expuesta al sol ydesprovista de vegetación, sólo las leves diferen-cias de latitudes no podrían dar cuenta de esta di-ferencia. En estudios realizados por la Comisiónde Conservación de Cavidades de FME, en lacueva del Reguerillo, se detectó una anomalía de2°C, sólo atribuible a la buena exposi-ción solar de la ladera donde se ubica lacavidad.

¿Qué influencia tiene, en la tempera-tura, la entrada de personas?. Altamira(Villar et al., 1984) tomaron datos para 2grupos de 10 con estancias de 20 min. sóloaumento 0,54° C con un tiempo de recupe-ración de 12 min.

La humedad

¿Qué es la humedad relativa (HR)?: Entre 0°Cy 100°C el agua tiene su estado natural como unlíquido, sin embargo una pequeña porción cogeenergía suficiente como para pasar al aire enforma de vapor-gaseoso inv i s ib l e . No hay queconfundir, las nubes atmosféricas y el vapor visi-ble que sale del agua hirviendo, son pequeñas go-titas de agua en estado líquido, condensadas so-bre motas de polvo: núcleos de condensación.Existe una proporción máxima (saturación) devapor que puede pasar al aire, el cociente entredel vapor y vapor de saturación es la HR. Nota,como a mayor temperatura, hay más energía, lasaturación de vapor será mayor (más moléculasde agua tienen suficiente energía como para eva-porarse), así pues una cueva cubana con 95% deHR y una T°C alta, puede tener más humedad ab-soluta (masa total de agua en forma de vapor) queotra española, con T°C baja aunque tenga HR del99%. ¿Entonces para qué púnelas sirve la HR?Pues es la HR, y no la absoluta, la que va a con-trolar si de dará o no condensaciones. Condensa-ciones que se producirán cuando la HR alcance el100%. En el exterior, cuando las masas de airehúmedo son arrastradas ladera arriba se enfrían,si la temperatura sigue bajando llegará un mo-mento en que la humedad absoluta de este aireserá de saturación (HR 100%), si sigue subiendo,léase bajando en temperatura (el gradiente tér-mico por altitud a razón de 0,6° C cada 100 m)entonces la humedad que exceda a la de satura-ción se condensará en forma de nubes, niebla orocío. En el interior de una cueva son raras lasnieblas, pero se dan: en invierno en Cul la lvera(Ramales), y otras cuevas grandes con fuertes co-rrientes de aire frío del exterior, las nubes de con-densación son todo un espectáculo. Sin embargo,lo más habitual son condensaciones sobre las pa-redes, la relativa quietud del aire de las cuevas no

i

Fig. 2: Un recinto cerrado alcanzará HR=100%, si tienesuficiente agua para ello.

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l'avorece la suspensión de partículas microscópi-cas: núcleos de condensación del agua, para laformación de niebla.

Cualquier recinto cerrado con suficiente agualíquida que supere la humedad absoluta de satura-ción alcanzará una HR = 100 %. En un karst activolas cuevas son los recolectores del agua, algo «ce-rradas» al «secador» aire exterior, por lo es fácilque alcancen el 100 % de HR.

Cuando el karst empieza a secarse o una co-rriente fuerte tiende a evaporar y exhalar más aguaque la que penetra, la humedad relativa será muyinferior.

En cualquier karst activo las partes bajas delmismo tienen más humedad, y las zonas cercanas aríos subterráneos o lagos aún más. Hay que teneren cuenta que aunque la HR del aire exterior queentra casi siempre es más baja que la HR de lacueva, en algunos casos al descender la tempera-tura para equilibrase con la de la cueva, puede al-

canza una humedad relativa igual a la de cueva(cercana al 100%) y sobrarle agua para una con-densación.

EIC02

Su importancia dentro de los equi l ibr ios queocurren dentro de un karst es fundamental. Su ma-yor o menor contenido desplazaría el equilibrio ha-cia una corrosión o hacia una precipitación.

Las cavidades tienen normalmente un conte-nido en CO, mucho más alto que la atmósfera ex-terior, donde el porcentaje del CO, no es más queel 0,03 %. El suelo vegetal que cubre los karsts de-bido a la actividad respiratoria de las raíces, la des-composición de materia orgánica y respiración mi-crobiana carga de CO, las porosidades del suelo, elagua de l luvia disuelve dicho gas, que es muchomás soluble que el resto de los gases atmosféricos

Verano

Saco de aireascendente

Saco de airehorizontal

Saco de airedescendente

Tubo deviento

Invierno

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(es 29 veces más soluble que el O-, a I5°C). Al en-trar las gotas de aguas a las salas de las cuevas des-pués de percolarse ceden el CO2 a la atmósfera dela cueva, con lo cual una sala sin ventilar alcanza-ría una concentración de CO? semejante a la delsuelo. Sin embargo, si la sala está ventilada la con-centración de CO2 será menor. Razón por la que sepuede medir el CO2 para estudiar el grado de ven-tilación, de ser semejante al exterior podría delataruna apertura nueva.

Corrientes de aire La velocidad mínima delaire, en la mayor parte En la mayoría de los ane-mómetros convencionales ha ce se la lectura se en-mascare en la propio umbral del aparato. Andrieux(1970) propone el uso de unos globos libres conflotabilidad neutra en el aire de la cueva, su evolu-ción nos permitirá calcular la corriente.

Las causas de las circulaciones del aire de lacueva son diferencias de densidades que se tradu-cen en fuerzas impulsadoras. Dichas densidadesdependerán de sus temperaturas, sus HR y sus con-tenidos en CO2. De los tres factores es la tempera-tura el más importante. Así pues, en un tubo deviento (cueva con dos aperturas situadas a distintasalturas):

• En invierno la cueva se encuentra con unatemperatura mayor que el exterior, habrápues una circulación ascendente de este airemás ligero. El vapor que exhalan ciertas bo-cas superiores de sistemas cavernarios no esmás que la salida, al exterior, de esa circu-lación ascendente, que al salir con una HRalta, y al contacto con un exterior más frío,:se condensa en vapor.

• En verano, el exterior está más cálido, o sea,el aire de la cueva más pesado, saldrá por laboca inferior y forzará una circulación des-cendente.

Las trampas térmicas

Lo contrario a un tubo de viento son las cavida-des de saco ascendentes: Auténticas trampas térmi-cas, donde se conserva masas de aire cálido que nopueden escapar. En Cuba existe una, Cueva de Si-naloa que tiene una temperatura de 38°, Son autén-

Fig. 4: Trampas térmicas

ticos refugios para la fauna. En España la mayorparte de las grandes colonias de murciélagos se en-cuentran en trampas térmicas.

Bibliografía

ANDRIEUX, 1970. Contribución a Vétude du dimatdes caviles naturales des massifs karatiques.Annales Spéléologie.

ERASO, et al., 1975 . Estudio de la Sima termal delas Enmarólas. Annales Spéléologie, 30, 2:287-302.

ERASO, A., 1965. Tentativa de Monograma para elcálculo del clima en cuevas. Problems of theSpeleological Research (Praga).

ERASO, A., 1969. La corrosión climática en las ca-vernas. Bol. Geol. y Minnero Tomo LXXXn°6.

GÉZE, B., 1968. La Espeleología Científica. 192pp. Ed. Martínez Roca

GARZA, X.,1986. Sifón del Fon de Bor. Explora-cions n° 10.

JEANNEL, R., 1926. Faune cavernicole de laFrance. (Citado por Trombe, 1952: 126-127.)

TROMBE, F., 1952. Traite de Spéléogie. chap. IV:92-127. Ed.Payot.

VILLAR et al., 1983 y 1984. Cueva de Altamira;monografías n° 9 y n° 11. Ed Ministerio de Cul-tura.

Carlos Fierro

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Un día en las carreras

Como veo que no entregáis artículos para la re-vista del Grupo, os voy a castigar con el relato deuna de mis aventuras atléticas, que como transcurriópor una zona de caliza donde vi una sima, podemosconsiderarla como la salida más espeleológica quehe realizado desde hace bastante tiempo. Os ad-vierto que si no escribís más artículos, sobre temasrelacionados con el G.A.E.M., os seguiré fustigandocon nuevas batallitas.

Este año me he inscrito, entre otras competicio-nes, en el «X-TREME MARATHÓN», que se dis-putó en el Valle de Aran el día 25 de junio de 2(XX),sobre una distancia de 42 kilómetros y con un desni-vel de 2.560 metros (aunque yo creo que no eranmás de 2.400).

Ese fin de semana empezó para mí el jueves 22,cuando tuve que llevar a los chavales al pueblo paradejarlos con los abuelos, total 360 kilómetros paraabrir boca. El viernes al salir del trabajo, viajecitohasta Viella (550 kilómetros). El sábado fue más re-posado, por la mañana me di un paseo por el pueblo,leí el periódico tranquilamente mientras me tomabauna cervecita y un «bocata» y después me fui a re-coger «la bolsa del corredor», con el dorsal y los re-galos que entrega la organización -que pobre, solodan un «Bluff» , un sobrecito de crema y un mapadel recorrido, por no dar, no dan ni bolsa-. Ya con elplano del recorrido en la mano, me acerqué hasta laboca norte del túnel de Viella, para echar un vistazoa la ruta y de paso aproximarme hasta el refugio fo-restal d'Horno (1.460 m), donde a las 15 horas, sedaba la salida de la «ALPINE RUNIG»; carrera que

se disputa sobre 21 kilómetros a lo largo del Valledel río Nere, hasta subir a 2.410 metros, punto enque se da la vuelta para descender a Viella.

Después de ver la salida y lo que nos esperaba alos corredores al día siguiente, me fui a comer unosspaghettis, que son lo mejor para cargar los depósi-tos energéticos.

Por la tarde decidí hacer una excursión a los«Uelhs de Joéu» en el valle de la Artiga de Lin, quees la surgencia de las aguas que bajan de los vallesde Barrancs y de L'Escaleta, en el macizo de La Ma-ladeta y que se sumen en el «Forau de Aigualluts» a2.000 m de altitud en terreno aragonés.

Ni que decir tiene que en esta época del año enque el deshielo esta en plena ebul l ic ión, el espec-táculo era impresionante, un torrente estruendoso ydesbocado surgiendo de la nada; el domingo el Ma-ratón y viaje de vuelta a Madrid (otros 550 kilóme-tros), para el lunes ir a trabajar, «total na». En fin,sarna con gusto...

Volviendo al Maratón, os diré que el recorridoparte del palacio de hielo de Viella (978 m) y tras re-correr unos 1.800 metros por las calles del pueblo seadentra en la pista forestal de la Tuca, entre la es-pesa vegetación del bosque de Betrén; siempre as-cendiendo, cruza varios barrancos hasta 1.585 m dealtura. A partir de aquí la pista desciende durantealgo más de dos kilómesros, pasa por encima de laboca norte del túnel de Viella y 400 metros despuésse convierte en sendero; cruza el río Nere (1.380 m),en donde comienza nuevamente a ascender; alcanza

X-Treme Marathón cu km +2.560™. -256om.)

DesnivelSalidaVielha (980m)

ceTuc de Molieres

(3010m)

Pista forestal 25.900 m.Sendero 9.100 m.Sendero rocoso 5.200 m.Nieve (aprox) 1.800 m.

LlegadaVielha (980m)

C7 - Av (liq.l(2 410m ]

C9 - AV (LiqJSol )Refugi Foresldl d'Hcwno (1 460m )

C11 • Avlllq)(I HMm¡

5 km 10 km 15 km 20 km 25 km 30 km 35 km 40 km

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otro tramo de pista forestal de ki lómetro y medioaproximadamente (donde se encuentra el refugio fo-restal d'Horno) y ya por el valle de dicho río, subehasta el lago de Toro (2.060 m); lago de Mulleres(2.248 m) y por fuerte pendiente, pasa por el collado(2.759 m) que forman la Tuc de la Gerbosa y el CapDe Toro; llega al collado de Mulleres (2.935 m) ypor la arista hasta su cima a (3.010 m); desde dondevuelve por el mismo camino, al punto de partida.

El «campo base» de mis operaciones loestablecí en el refugio que el C.E.C.tiene en Salurdú, a 9 kilómetros de Vie-lla, en donde tenía una reserva. Aquípase dos noches de meditación y prepa-ración de la competición. La noche delsábado puse el despertador a las 6,00 ho-ras, con mucho pesar y me acosté.

Mala suerte, la participante queduerme a mi lado, lo había puestoa las 5,45 horas. En f in , ya querne ha despertado, no queda másremedio que levantarse. ,|

Y ¿dónde vamos a desayu-nar a estas horas?, si está todocerrado. Pues venga, una ba-rrita energética con agua,¡ummmm que rica!

Me dirijo al punto de salida,me pongo la ropa de faena y trasun breve calentamiento, decido pasar elcontrol de salida, donde verifican el mate-rial que hay que llevar obligatoriamente du-rante toda la carrera: guantes, gorra o cintatapa orejas, gafas de sol, chaquetilla corta-viento; entro en el recinto cerrado con los de-más corredores. Estamos rodeados por vallas,la gente nos observa, ya no podemos escapar. Elspeaker nos da los últimos datos del recorrido, laclimatología que se espera, -buen tiempo dice,con viento suave y unos consejos para soportar elesfuerzo -correr con cabeza, de menos a más, quees una carrera muy larga, reservar fuerzas para el fi-nal . Por fin, a las 8,00 horas dan la salida. No haymucha animación en el pueblo, cruzamos entre suscalles y entramos en la pista forestal, llevamos 2 ki-lómetros y el pelotón ya va muy estirado. Vamos as-cendiendo suavemente hasta el kilómetro 8, dondeempieza un descenso de dos kilómetros, que seagradece lo suyo. Lo peor será a la vuelta, cuandosea cuesta arriba. Llegamos al punto kilométrico 13,tercer punto de av i tua l lamiento y primero sólido

(1.460 m), con plátanos, membrillo, naranjas, barri-tas energéticas. Seguimos corriendo, pero menos.La cosa se empieza a empinar (la pendiente). Ahorase empina más, «cono que cuesta». Estamos en elqu in to punto de av i tua l l amien to (2.410 m de alti-tud), en donde los corredores de la carrera corta danla vuelta para regresar a Viella, que suerte. Empeza-mos a pisar nieve. Saco el bastón telescópico quellevo en la mochila (ayuda lo suyo). Treparnos porsitios donde hay que ayudarse con las manos (queengorro de bastón). ¡Ya baja el primero!, gritan pordelante. Pasa por nuestro lado corriendo por lanieve, «¡oder va sin frenos», «vamos campeón» lejadeamos (sí, lo he escrito bien, de jadear no de ja-lear). Un poco más arriba a uno de los corredores

que me preceden, se le ocurre preguntar a unode los que bajan que si desde el collado

que vemos más arriba queda pocohasta la cumbre «no, no, todavía

queda, y un huevo además, para!S! que te voy a ment i r» , le res-

ponde, noto que se desmora-liza un poco y aprovecho paraatacarle. En las ú l t imas palas

de nieve, me veo en la obliga-ción de adelantar a varios corre-

dores, ya que chupando rueda, elaroma a atleta se me hace un po-

quito duro (que sano el aire de mon-taña). Estamos llegando al collado deMulleres, ya se ven las cuerdas fijas quehan instalado para facilitar la subida a lacresta; hay un poco de atasco, alcanzo lacresta y por bloques llego a la cima

(3.010 m) en 4,30 horas, (cuando llegue ala meta y vea la clasificación, comprobaré

que el primer corredor ya había llegado a lameta, cuando yo todavía estaba en la cumbre

de la Tuc de Mulleres), anotan mi dorsal en lahoja de control «un avituallamiento teníais quehaber puesto aquí», les comento con la boca re-seca.

Una mirada alrededor para disfrutar del es-pectáculo que se divisa desde la cumbre y para

abajo.

Esto es más divertido, voy de bloqueen bloque cual cabrilla desbocada, des-

ciendo por las cuerdas fijas y me in t ro -duzco en el tobogán que se ha formado enla nieve por el paso de los corredores. Culo

al suelo y a toda velocidad. Tengo que ami-norar la marcha, pues de lo contrario voy a cho-

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A mt 1*1.1. un

car con la corredora que va delante. Freno de golpeclavando los talones y una masa incontrolada denieve (tal que para hacer 3.000 daiquiris) se aba-lanza sobre ella -gritos ¡ay que frío!, «pues haberpedido muerte». En ese momento, vemos un fardoincontrolado dando saltos por el tobogán «¡anda!,pero si es un corredor que no sabe controlar el des-censo», cuando por fin logra parar, se levanta y nosdice con cara de pánico: «joder que susto, creía queme mataba» (y nosotros).

Bajo a media ladera ayudándome con el bastón amodo de piolet, para no dar patinazos. Cogemos va-rios toboganes más, en uno de ellos me dejo mediomuslo contra un saliente, al fi-nal de otro, me levanto rápida-mente para que la chávala queviene detrás no me entierre,como hice yo antes. Malditasea, no me entierra pero me ba-rre las piernas y caemos ro-dando los dos entre risas (yopensé que lo de darse un revol-cón era otra cosa). En un «pispas» hemos descendido 500metros. Llegamos al punto deavituallamiento, (que sed), «amí cuatro vasos por favor». Seacaba la nieve y toca ponerse acorrer, el sendero es bastanteirregular, con unas zonas depiedras, otras de hierba, en lasque es fácil resbalar.

Bajamos, bajamos, segui-mos bajando. Vamos juntossiete participantes, cuatro chi-cos y tres chicas «¿tanto hemossubido antes, no estaremosdando vuel tas al mismo si-tio?», seguimos bajando. Empiezo a sentir un levedolor de cabeza (debe ser del esfuerzo). Por fin lle-gamos a la pista forestal, hemos bajado 1.500 me-tros de desnivel. Estamos en el punto de avitualla-mien to líquido/sólido, aquí me quedo solocomiendo, los demás beben un poco y siguen. «Dostrocitos más de naranja y me pongo nuevamente enmarcha», la pista se hace pesada y para colmo vie-nen los dos kilómetros de subida, no hay «tu tía», sisubo corriendo voy a reventar.

Alcanzo a otro corredor que va con la rodilla es-coñada y subimos andando, hablando de nuestrascarreras. Cuándo la pista se suaviza, echo a correr yenfilo la bajada, quedan ocho kilómetros para la

meta y me siento muerto, ¿o no me siento? Mientrasdesciendo por la pista donde el bosque oculta miagonía, mis pensamientos se dan la vuelta. Lo queantes de iniciar la carrera era una faena (pensar enque después de la carrera tenía que coger el cochepara volver a Madrid), ahora es una motivación yuna sensación de alegría (que bien, sentadito 6 horassin mover un músculo hasta Madrid).

Cuando faltan cuatro kilómetros, ya oigo alspeaker dando la enhorabuena a los héroes que vanllegando a meta. Me ataca el temido flato «hombredespués de más de 7 horas corriendo, vienesahora». Creo que no debí comer tanto en el avitua-

llamiento, tengo que dejar decorrer varias veces, para quese me pase. Veo Viel la ahímismo «venga que ya llegas»me digo, enfilo la calle para-lela al río Nere y me dirijo alpalacio de hielo, cruzo el ríoCarona; me faltan 500 metrosen suave ascenso, la gente meanima. Se me ponen los pelosde punta cuando una personadel publ ico me dice que mequedan doscientos metros (¡nopueden ser tantos!). Ya dis-tingo la línea de meta. Escu-cho los aplausos. Veo al fotó-grafo en la llegada (y yo conesto pelos), y el cronómetrosumando segundos. Victoriahe llegado, siete horas y cua-renta minutos, -¡ahgg! estoymuerto, no sé si irme a la du-cha o al tanatorio- bueno, meiré a la ducha. Estoy tan can-sado que no veo; al entrar en

los vestuarios, oigo una voz que me dice «este es elvestuario de señoras».

Total, he terminado en el puesto 181, a más de 3horas del ganador (no creo que tenga que esperar ala entrega de trofeos, es más, creo que ya ha sido).

Como debido al esfuerzo no tengo mucha ham-bre, voy a aprovechar para volver a Madrid sin co-mer, así no me da el muermo.

En fin compañeros, quise ser el primero en llegarpero no lo logré. Pero no me rindo, el año que vieneintentaré ser el primero en llegar, con el traje de laprimera comunión y escuchando a Georgie Dann.

Miguel Ángel Vela (Migui)

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El Sumidero del Embalsador: La mayor cavidadde la provincia de Cuenca

El Sumidero del Embalsador es una las cavida-des que más alegrías a dado al GAEM, fue la pri-mera cavidad que el GAEM colocó en el catálogonacional de grandes cavidades, donde sólo figuranlas que superan los 3 km de desarrollo. En la pre-sente campaña del 2000 la cavidad nos da unanueva alegría al colocarse como la cavidad de ma-yor desarrollo en la provincia de Cuenca. Si el Em-balsador es nuestra Prima Dona, la provincia deCuenca es nuestra Tierra Prometida. Primero fueValsalobre donde el GAEM creció y maduró comogrupo mientras descubría simas y más simas. Enlos orígenes del grupo de espeleobuceo del GAEMse escribieron bellas páginas de exploración puntamadrileña en el Becerro, provincia de Cuenca (es-peramos que Mere y Migui nos inviten a unas ca-ñas por escribir la frase). En el 93 el GAEM descu-bre y explora una cavidad en sal de gema: LaCueva del Hundido, situándola ni más ni menoscomo la segunda cavidad más larga en este tipo demateriales en la península, su ubicación Minglani-lla, y como no podía ser de otra forma: provinciade Cuenca. Asimismo es curioso que la otra PrimaDona (Fuentenavina), no entra dentro de la provin-cia de Cuenca por escasos kilómetros.

¿Qué es Sumidero del Embalsador?

La respuesta a esta pregunta va dirigida espe-cialmente a los nuevos socios del GAEM, o algu-

Primeras exploraciones en El Embalsador, año ¡993.

nos de los antiguos, que en un inexplicable fenó-meno, digno de un Expediente X, no han sido, aún,seducidos por los pesados autores del artículo paraque vayan de visita «turística» a la cavidad y depaso, carguen con un par de botellitas.

Su ubicación está en una alta y bella muela con-quense: la muela de El Rebollar. Limitada por elrío Escabas al oeste, por el río Cuervo al norte y lacarretera de Poyatos a Santa María del Val por elsur y este. Posee una a l t i t ud media de 1300 m ycon 300 m de potencia al nivel base. El Embalsa-dor es un magnífico ejemplo de sumidero deembudo, está al final de unos de los valles ciegosmás largos de la muela: el vallejo de los Chilancoscon 10 km de recorrido. El Embalsador no es elúnico sumidero de la zona, ya que la muela del Re-bollar posee gran cantidad de sumideros-ponors si-tuados al final de unos valles ciegos. Algunos sonpenetrables y constituyen notables cavidades acti-vas de unos centenares de metros como la Simulay El Labio de la Tía Coja.

En pocos sitios de la península hay tal concen-tración de sumideros activos, la pregunta esta ser-vida: ¿Dónde va a parar toda el agua que sesume? Pues tiene su emisión en el cañón del ríoCuervo, en el Chorrontón como trop-plein y enunas pequeñas surgencias permanentes situadasmás bajas, aportando las aguas de la denominadarambla del Chorrontón, afluente en ladera del ríoCuervo (bueno vale, ya sabemos que algunos delos nuevos no sabéis qué significa trop-plein, in-tentaremos explicarlo con un ejemplo: Imaginarosque tragarais cerveza con tanta ansia por la bocaque literalmente no cupiera por la tráquea, por en-tonces parte se vería obligada a salir por nariz,pues bien la nariz estaría actuando como un trop-plein del acuífero cervecero, de todas maneras siaún no lo entendéis, mejor que no hagáis el experi-mento propuesto y consultéis un diccionario geoló-gico). Es curioso que 200 m de desnivel más abajodel Chorrontón, está la emisión de otras aguas enuna caudalosa fuente: Solán de Cabras. A pesar dela cercanía del Balneario de Solán de Cabras con elChorrontón y las fuentes asociadas a él, de hechola rambla del Chorrontón se une al río Cuervo justoen el balneario, no existe ninguna conexión entre

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los dos acuíferos. Cómo nos sentiríamos si nofuese así cuando alguien en un restaurante pidieseuna botella de Solán de Cabras. La total indepen-dencia de los dos acuíferos ha sido fundamentalpara la salud de los consumidores de tan medicinalagua; de hecho estas aguas salen a una temperaturatemplada, algo que sugiere un origen profundo (sialgún mal pensado cree que el lanzamiento al mer-cado del Bio-Solán, con su característico tinteamarillento, tiene una relación directa con nuestrasincursiones al Embalsador, se equivoca: ha sidouna pura casualidad).

El GAEM lleva desde la primavera de 1993 tra-bajando en la zona, intentando unir el Sumiderodel Embalsador con El Chorrontón, aguas abajo, yaguas arriba, con El Labio de la Tía Coja.

La Campaña del 2000

En la presente campaña se ha logrado situar alEmbalsador como la mayor cavidad de Cuenca,con 5.974 m de desarrollo. Los nuevos metrosaportados están tanto aguas abajo: 244 m más delinfernal «Quinto Meandro» del año anterior, hastael Sifón Guías, como aguas arriba: 859 m, con laparticularidad que para ambos tramos nuevos losexploradores han tenido que superar dos sifonescon botellas, y sin apoyo en los tramos entre si-fones.

En el primer ataque el objetivo fue aguas abajo,la ilusión hacia la unión con el Chorrontón no per-mitía otra opción. El mes de junio, como es sabido,es la época del año donde los acuíferos están másllenos, sin embargo el carácter colgado del acuí-fero del Embalsador hacía prever una cierta indife-rencia ante los llenos de la «tubería». Sin embargoel Embalsador no deja de sorprendernos. Ya en lacampaña del 98, igualmente primaveral tempra-nera, nos encontramos en la primara gatera, nor-malmente más seca que ojo de un ciego, con elagua al cuello y con un juguetón tronco flotanteque no atendía a razones. En la presente campañael agua hizo acto de presencia en el Meandro SinFin, algo nunca visto y que a nadie molestó pueslos cuatro que habíamos superado el Sifón IIAguas Abajo tuvimos que portear el equipo debuceo hasta el Sifón III Aguas Abajo. La existenciade agua profunda en una parte del largo recorrido

Un momento de descanso tras el Sifón III Aguas Arriba.

aliviaba, por Arquímedes, nuestros ateridos múscu-los, sin embargo, una vez superado el Sifón IIIAguas Abajo, el agua no fue una bendición, másbien un bautismo en cada resalte, y aún siendo cris-tiano con uno hubiera bastado. A todos se nos enco-gió, no sé el qué, al contemplar trozos de espumamarrón con pequeños trozos de vegetación trituradapor encima de nuestras cabezas, la datación de la es-puma era evidentemente muy reciente: nuestra tesisde que el acuífero colgado del Embalsador nuncaentraba en carga al poder ser rápidamente desalo-jado por los conductos del Chorrontón era equivo-cada. Por si quedaba alguna duda, en el primer re-salte, no destrepable, donde se dejó el año anterioruna cuerda, esta se encontraba hecha añicos por ac-ción del agua.

El meandro siguió con las mismas cualidadesque nos había deparado en el 1999, estrecho conmil cambios de rumbo, con una roca traicioneraque se empeñaba en querer irse con nosotros, losresaltes se sucedían uno tras otro, por fortuna quecargamos con un arsenal de cuerdas y el freno nofue por falta de ellas sino por el tropiezo con unnuevo sifón, el décimo de la cavidad. En honor delgrupo que ha colaborado con nosotros en esta cavi-dad se le puso el nombre de Sifón GUIAS.

El segundo ataque fue hacia el interior de lamuela. Frustrado nuestro avance hacia la unióncon el Chorrontón, nuestro punto de mira apuntóaguas arriba. Nuevamente íbamos a ser cuatro, ytodos del GAEM. Como la prudencia en espeleo-buceo y en cualquier actividad, es la mejor conse-jera, uno de nosotros decidió retirarse por moles-tias de salud. A diferencia del Sifón II AguasAbajo, con una molestísima manía de enturbiarse,los Sifones II y III de la Resurgencia parecen tener

Ud)

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Instalación del cortado para la bajada del material debuceo.

las cosas más claras, aunque no así la galería entreambos que siendo corta resulta una de las más mo-lestas de toda la cavidad ya que al ser baja tienesque recorrerla de rodillas, como un penitente, y sinquitarte el equipo de buceo. Sin embargo despuésde la penitencia uno se redime en el Sifón III de laResurgencia de 50 m (-5 m), sin duda el más bellodel Embalsador, con guijarros primero y dunas dearena después, que tapizan el fondo de la ampliagalería sumergida y con un agua, que por ir contracorriente, permite mantener una aceptable visibili-dad. Sin embargo el comienzo del sifón tiene unpaso muy muy estrecho, allí donde una bandera es-talagtítica cierra el paso, por fortuna haciendo unpoco el topo sobre el fondo de guijarros permiteescurrirse y pasar.

En la presente campaña, la dureza de un resaltesin saüda, que por un pequeño despiste se confun-dió con una de las escaladas de la anterior cam-paña, trajo como consecuencia la reducción delequipo de tres a dos, además de jugarse el tipo enel destrepe del equívoco para no abandonar unacuerda, que era la úl t ima, pues una riada había lim-piado una partida de cuerdas almacenadas en la an-terior campaña en este sector, a 3 m sobre el lecho.

Llegamos a la sala circular fin de la exploraciónanterior (La Rotonda), el cañón sigue y sigue, sumorfología no cambia, cada cierto tiempo una for-mación cierra el paso, paso que bien se salva conuna trepada o con por algún resquicio por entre elagua y la formación. Vamos dejando a izquierda yderecha varias galerías secundarias de aportes deafluentes. Llegó un momento que un ruido de cas-

cada, unido al descenso del techo, que hasta esemomento se mantenía sobre los 5-6 m, hizo temerlo peor: el agua, y la posible continuidad de un pe-queño tubo impenetrable, ¿fin del camino?. Porfortuna un pequeño resalte a la izquierda nos per-mite acceder a un tramo fósil por el que consegui-mos cortocircuitar el paso de «La Cascadilla» rui-dosa. Nuestra in tenc ión era seguir hasta que unpaso nos cerrara el camino: y el paso llegó. Hastaahora sólo habíamos explorado, no topografiado,sólo podíamos conjeturar sobre los nuevos metrosaportados. Nuestro secreto anhelo era que fuesensuficientes como para colocar al EMBALSADOR,nuestra Prima Dona, como la Prima Dona deCuenca. Dieciocho horas de curro de todo elequipo dieron con 859 m topografiados y el obje-tivo cumplido.

Las Campañas del Siglo XXI:El desenlace final

Uno de los más importantes elementos quenunca debe faltar en una exploración es la imagi-nación. Hay quien dice que sin ella las grandes ex-ploraciones no hubieran sido posibles. Y puestos aimaginar, imaginemos La Travesía Labio de la TíaCoja-Embalsador-Chorrontón. ¿Oigo risas?. Estecomplejo cárstico único, tendría un desarrollo demás de 11 km y cerca de 160 m de desnivel. Seríala mayor cavidad y travesía con sifones de la zonacentro, una auténtica Dona, la Prima Dona deCuenca. Para nosotros, en privado, la Joya delGAEM. (Aunque alguien pueda pensar que la ex-ploración del Embalsador ha vuelto loco a quienesescriben estas líneas y que su imaginación raya eldelirio, pues lo cierto es que ... sí, verdadera-mente, así es). Pero quizás no del todo.

Rumbo al Chorrontón. Aguas abajo

Dentro del Embalsador y dejándonos llevar nopor la imaginación, sino por la corriente, encon-tramos aguas abajo, tres posibles puntos de unióncon el Chorrontón, como ya sabéis el trop-pleinpor donde sale la cerveza. Estos puntos, todosterminados en sifón, son el SifónV, el Sifón Secjay el Sifón Guías. (Ver Plano). Dado que la topo-grafía no tiene un alto grado de precisión, el error

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A n ti-nm 12

Cortado de 80 in sobre El Chorrontón.

es muy grande como para saber exactamentecuanto distan estos tres puntos del Chorrontón. Apesar de ello calculamos que pueden haber, segúnde que punto de trate, de 350 a 500 m en línearecta hasta el Chorrrontón. Con respecto al desni-vel debemos de estar aproximadamente ya almismo nivel . Por otro lado es importante destacarque de los tres meandros que anteceden estos tres«sifones terminales» sólo el Meandro Ruidoso espor el que de manera permanentemente c i rcu lanlas aguas del Embalsador. El Quinto Meandro yel que le precede, el Sin Fin, sólo son activos, se-gún hemos comprobado por primera vez este año,tras in tensas precipi taciones. El que queda, ElMeandro de la Esperanza es fósil o eso creemosporque en el Embalsador uno no sabe ya que pen-sar puesto que nada es lo que parece. De lo ante-rior podemos «imaginar» que la unión será o porel Sifón V o por el Sifón Guías, esto a pesar deque el Sifón Secja parece ser el que más se apro-x ima al Chorrontón. Quedándonos con uno de losdos, la in tu ic ión y otras consideraciones señala elSifón Guías, a pesar de ser el más alejado, comoel enlace con el Chorrontón. Además está pen-

diente volver aquí en época de aguas bajas ya queeste s i fón parecía tener menos de un metro delongitud.

Como un ataque a este sifón está, por el mo-mento, fuera de toda lógica por el esfuerzo quesupondría acarrear material de buceo hasta a l l í ,pondremos nuestra vista en el trop-plein: El Cho-rrontón. Esta pequeña cavidad de 50 m de desa-rrollo y -21 de desnivel, está situada en la base deun espectacular cortado de 80 m (imprescindiblevisitarlo) con vistas al Cañón del Río Cuervo y alBalneario de Solán de Cabras. La cavidad sor-prende por su enorme porche de entrada (25 x3 m) que muy pronto reduce sus dimensioneshasta un resalte de -2 m casi taponado por un blo-que. La continuación es una rampa muy pronun-ciada que termina en un sifón muy ancho pero demuy poca a l tura . Hay dos posibilidades (la ter-cera no debemos ni planteárnosla) ; 1.- Que setrate de un único sifón que conecte con el puntode unión elegido (Sifón Guías) o uno de los otrosdos, ¿quién sabe?. 2.- Que entre ambos puntosexistan galerías aéreas, es decir, que haya más deun sifón. De las dos opciones la menos deseada,aunque no por ello menos probable, es la de unúnico sifón, pues la longitud no sería pequeña yademás cabe la posibilidad de que pueda ser pro-fundo. Tendríamos pues en esta zona, por deciralgo y dar alguna cifra, un desarrollo de entre 600y 900 metros.

En cualquier caso lo que sí que no está sujeto aconjeturas es qué tipo de sifón es el del Chorron-tón pues ya se ha buceado en él y además consusto incluido. Su sección de 7 m de ancho y unaa l tu ra que varía entre lo impasable y los 60 cm-al menos en los primeros metros- obliga a f i j a rmuy bien el hilo guía para asegurar la vuelta. Si aesto añadimos la poca o nula vis ibi l idad y el he-cho de que se trata de una rampa muy empinadacon un fondo formado por un grueso acumulo desedimentos de arcilla y gravilla que se deslizan altocarlos, podemos conc lu i r que es éste un sifónpeligroso.

Rumbo al Labio de la Tía Coja. Aguas arriba

Por otro lado y avanzando contra corriente,hacia el in te r ior de la Muela , encontramos un

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sólo punto de unión o de con t inuac ión -de mo-mento- hacia nuestro otro objetivo: Hl Sumiderodel Labio de la Tía Coja. De este punto (final dela Campaña 2000, pasada La Ruta Clástica) hastael final del Labio de la Tía Coja hay algo más de2,6 km en línea recta. Si la suerte nos acompa-ñase al igual que lo hizo en la ú l t i m a campaña ypudiésemos avanzar aguas arriba sin obstáculoshasta el Labio de La Tía Coja, es lógico pensarque se descubrirían alrededor de 4 km más de ga-lerías hasta un sifón: el mismo que marca el finde las galerías del Labio de la Tía Coja y del queluego hablaremos. Esto evidentemente es echarlemucha imaginación o delirar, lo que se quiera, yaque lo más probable es que El Embalsador nos loponga un poco más difícil que eso. Así, lo lógicoes que nos topemos con algún sifón más o bienun obstáculo tipo estrechez, o derrumbe etc. quehabría que sortear. La posibi l idad de a lgún es-carpe, en este caso ascendente, en pr inc ip io noparece probable -a no ser que luego haya quedestreparlo- dado el perfil de equil ibrio alcan-zado, de hecho el gradiente entre ambos puntosmínimo.

Nuestro principal objetivo aguas arriba es porlo tanto atacar por este flanco en lugar de por elLabio de la Tía Coja. Y hablando de la Tía Coja, esésta una cavidad de una singular belleza -a pesardel nombre- con un desarrollo de 525 m y un des-nivel de -62 m, curiosamente casi la misma espe-leometría que El Quinto Meandro. Muy recomen-dable su visita, este sumidero termina en dospuntos: uno inferior por el que el agua se pierdeentre bloques -elmismo agua queluego circula por elEmbalsador- y otrosuperior con elsuelo cubierto decantos rodados yque paulatinamentese convierte en unancho laminador(6 m) hasta que ter-mina por sifonarse.Habiendo inspec-cionado este sifóncon equipo ligero(requisi to funda-mental para podertener la opción deimaginar) se hacomprobado quecomo siempre nos Entrada al Sifón 11'Idéla Resurgencia.

sobra anchura pero nos fal la a l tura : Entrando bocaarriba y con los pies por delante se consiguió a v a n -zar hasta donde la nariz, comenzaba a locar el agua.Tan sólo dos pies, pues así se midió, separan el te-cho del suelo: ¡¡Hay continuación!! De nuevousando la lógica, no nos plantearíamos atacar estesifón hasta no llegar a él desde el otro lado, es de-cir, desde el Embalsador; Quizás hasta sea posiblevaciarlo como se hizo con el Sifón I.

El Embalsador: Una fábrica de hacer metros.

Por si fueran pocas las posibilidades de conti-nuación que tiene el Embalsador hacia uno y otrolado, existen además en el tramo intermedio variasgalerías aun por mirar y que podrían dar más deuna sorpresa. A esto hay que añadir las que todavíapuedan existir y que se han ocultado a nuestro ol-fato, pues en estas exploraciones en las que haycontinuación, y a lo grande, se avanza hacia lo evi-dente no reparando demasiado en lo demás: De he-cho la pequeña entrada al Meandro de la Esperanzase descubrió por casualidad topografiando tras unacolumna de roca. Igualmente no debemos descar-tar la posibilidad de encontrar en exteriores -y mássobre el tramo de aguas arriba- una posible simaque «pinche» con las Galerías del Embalsador: Ha-berla, seguro que hayla, sólo resta encontrarla porlo que se recomiendan agradables paseos por elbosque con la topografía en la mano.

Por último mencionar también la importante po-sibilidad de continuación que tiene El Labio de la

Tía Coja, aguasarriba, hacia la Si-mula, además tene-mos previsto reha-cer la topografía deesta cavidad enbreve: ¡¡¡Aleluya,hay algo más quehacer en el Rebollarademás de cargar«botellitas»!!! Paraterminar, decir quede todo lo arribaimaginado a la rea-lidad sólo hay pues,el esfuerzo y la i lu-sión de todo ungrupo de espeleolo-gía: El GAEM.

Roberto Cano yCarlos Fierro

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Tras el oro de los romanos

Rn la comarca leonesa de la Maragatería (aligual que en todo el Noroeste peninsular) entre lossiglos I y II a de C. se llevó a cabo una explotaciónintensiva del oro en las entrañas de la tierra.

Corno reliquias de esta actividad, se encuentraninnumerables obras de la ingeniería romana: cana-les, «arrugias» (explotaciones a cielo abierto), mi-nas, pozos, aglomeraciones de estériles... en fin, aveces hasta trozos grandes de montaña se ven remo-vidos.

Varias actividades (se podría llamar de espe-leo-minería ?) se han llevado a cabo en este territo-rio, preguntando a pastores y estudiosos en la mate-ria, se ha recopilado un listado de sitios con minas,unas cegadas, otras ilocalizables con el paso de losaños, pero otras con un prometedor futuro de gratasexploraciones. Como introducción de lo hecho hastala fecha, reproduciremos el método de minería enpalabras de Plinio el Viejo y resumiremos los traba-jos en una de estas explotaciones.

Lo que nos cuenta Plinio

Esta es la traducción mas fiel al original que heconseguido, traducida de la lengua inglesa:

«. . .El tercer método es una obra de gigantes.Mediante galerías taladradas muy largas las monta-ñas son minadas a la luz de lámparas -los turnos detrabajo son también medidos mediante lámparas-, ylos mineros no ven la luz durante muchos meses.

El nombre de esta clase de minas es «arrugiae»;también los hundimientos aparecen de repenteaplastando a los hombres que están trabajando, detal manera que actualmente parece menos peligrosocoger perlas y peces púrpura del fondo del mar: tanpeligroso hemos hecho la tierra! Consecuentementearcos son dejados en cortos intervalos para soportarel peso de la tierra que esta por encima. En amboscasos de minería guijarros de pedernal son encontra-dos, los cuales son reventados con fuego y vinagre,la mayoría de las veces, u si que este método sofocalos túneles con calor y humo, sino se tri turan conmaquinas rompedoras que pesan 50 kg, y el hombrelleva la materia sobre sus hombros, trabajando no-

che y día, cada hombre se lo pasa al siguiente en laoscuridad, mientras que solo los que están a lo ul-timo ven la luz del di.. Si el lecho de pedernal pa-rece demasiado largo, el minero sigue a lo largo deél y lo rodea. Así el pedernal es considerado fácil detrabajar, hay un tipo de tierra consistente en una es-pecie de arcilla de alfarero mezclada con grava, lla-mada «gangadia», casi inexpugnable. Los mineroslo atacan con cuñas de hierro y maquinas-martilloantes mencionadas; y se piensa que es la cosa masdura que existe excepto el ansia de oro, la cual es lamas terca de las cosas. Cuando el trabajo esta com-pletamente finalizado, empezando por lo ult imo,ellos cortan a través, a lo alto, los soportes de los ar-cos. Un chasquido avisa de un posible hundimiento,y la única persona que lo nota es el centinela en loalto de la montaña. El, mediante gritos y gesticula-ciones da la orden para que los hombres que traba-jan sean llamados, y él mismo en ese momentovuela hacia abajo de su pináculo. La montaña frac-turada cae abriéndose una ancha grieta, con un fra-gor que es imposible que la imaginación humanapueda concebir, y con gran movimiento de aire. Losmineros contemplan el colapso de la naturaleza. Ynunca incluso ahora hay oro tan lejos, aunque si sesabe que hay oro antes de comenzar la explotación.La mera satisfacción de obtener lo que se busca essuficiente razón para afrontar tales peligros.

Otra igualmente laboriosa actividad, que invo-lucra incluso mas gasto, es la incidental operaciónde traer canales a lo largo de cumbres montañosas,frecuentemente distantes 180 kilómetros, para elpropósito de lavar los materiales del hundimiento;los canales hechos para este propósito son llama-dos «corrugi», yo creo que el termino deriva de«conrivatio», una contracción de caminos de agua.Esto también involucra un mi l la r de oficios; de-bido a la inclinación deben comenzar a mucha al-tura. Barrancos y grietas son salvados con acue-ductos, hechos de albañilería. En otros sitios rocasen el camino de la pendiente son labradas y obliga-das a proporcionar una posición para los canalesahuecados de madera. Los trabajadores labran laroca colgados con cuerdas, de tal manera que losespectadores de la operación no creen ver una ma-nada de extraños animales sino un vuelo de pája-ros. En la mayoría de los casos se mantienen col-gados mientras sostienen los niveles y marcan el

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trazado para la ruta del agua, así los ríos son lleva-dos por la mano del hombre a donde un hombre notiene sitio para colocar sus pies. Las operacionesde lavado se resienten si la corriente de agua traebarro: un sedimento de tierra de este tipo es lla-mado urium. Como consecuencia es mejor guiarlos canales sobre roca madre o guijarros, asi seevita el urium. En la cabecera del frente de explo-tación almacenes son excavados midiendo 70 por 3metros de profundidad. Se colocan compuertaspara, cuando están llenas, abrir y que el torrentepueda estallar barriendo los materiales. Todavíahay una tarea mas que hacer al nivel del suelo. Seexcavan trincheras para que corra el agua -el nom-bre griego para esto es «guías», y estas, descen-diendo en escalones, tienen el fondo recubierto debrezo- esta es una planta que se parece al romero,la cual es áspera y retiene el oro. Los laterales es-tán cerrados con planchas, y los canales son lleva-dos con arcos sobre los pozos. Así que la tierra, lle-vada con la corriente, se desliza hacia el mar, y lamontaña hecha añicos es lavada mas abajo, hoy díala tierra de España ha invadido un gran parte de sucamino hacia el mar. El material sacado de unamanera tan trabajosa, descrita anteriormente no ne-cesita llenar los pozos en el ultimo proceso de la-vado. El oro obtenido a través de una arrugia nonecesita fundirse, ya que es oro tal cual. En este ul-timo proceso se encuentran pepitas, también en lospozos, algunas pesan incluso diez libras. Se lesllama «palagae» o «palacurnae», al oro en granofino se le llama «baluce». El brezo es secado yquemado, las cenizas son lavadas en un recipientecon césped de manera que el oro se deposita en él.De acuerdo a la estadística, Asturia, Gallaecia yLusitania producen por este procedimiento 20.000libras anuales, Asturia produce la mayor cantidad.No existe en ninguna parte del mundo una conti-nua producción durante tantos siglos...».

El pozo de Prada

En uno de los numerosos pueblos abandonadosdesde hace décadas, ocupado hoy día exclusiva-mente por vacas lecheras y un pastor, había oídohablar de la existencia de un pozo vertical pertene-ciente a una explotación aurífera, bastante llama-tivo por estar excavado en roca, mantenerse intactohasta la fecha y por la existencia de escaleras y vi-gas. .. Tenía la certeza de su existencia real, ya quehabía hablado con un señor nacido en este pueblo,el cual me contó como habían tratado de secar elpozo sin éxito. El motivo de este intento de deseca-ción es simple: encontrar a lgún tesoro («.. .y nohay nada mas terco, excepto el ansia de oro...»),pues que en este lugar, cosas como esa ya habíansucedido. Para este propósito, habían colocado lasescaleras de madera que se conservan, y que nopodían datar de época romana, todo parecía enca-jar. Llevado por la probabilidad de encontrar al-guna galería en el fondo (como decía la habladuríapopular), no visible, decido buscar el pozo.

Siguiendo las explicaciones del pastor, llegohasta allí con Javier. Es un pozo cuadrado, de dosmetros de lado, la primera impresión es de inacce-sibilidad, ya que a partir de los 5 metros esta llenode agua, sería necesario bucear... Asombrados porla visión del pozo, bastante espectacular, nos vol-vemos a Madrid, planificando mentalmente una in-mersión en este sitio tan sobrecogedor. Un mesmas tarde, vuelvo, esta vez con Jorge, el cualqueda impactado por la magnitud de la «arrugia»llevada a cabo por los romanos y por la que es ne-cesario pasar para llegar a nuestro objetivo. Comopiojos en un hipotético cabello nos abrimos pasopor entre los robles, preparamos el material y bajopor la cuerda instalada a tal efecto, junto con la bo-tella y chaleco. Dejando descolgar una piedra, ins-

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talamos un cabo hasta el fondo que hará de h i l oguía, me sumerjo, la visión de troncos por debajode la superficie (entre los que es obligatorio pasar)incrementa el desasosiego que produce este pozonegro, frío, y lleno de agua podrida. Entre la multi-tud de hojas de roble y troncos me abro paso hastael fondo, en el que compruebo que no existe n in-guna galería (como nos imaginábamos), a la pe-

queña decepción in ic ia l sigue un sentimiento detranquilidad pues de otra manera sabíamos seguroque tendríamos que volver a este agujero, atraídospor una especie de obligación irrenunciable de fis-gar en lo desconocido, ya que este pozo parece he-cho para provocar al que lo contemple.

José María Gómez

Pozo tallado en roca.Prada de la Sierra (León)

5 m

-6 m

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Aratrvim 12

El Karst(Extracto de una publicación del Instituto Tecnológico Geominero de España)

El karst es una forma de relieve característicade las rocas susceptibles de ser d isuel tas por elagua. Es preciso que se presenten ciertas condicio-nes que determinan la formación y caracterizan lapresencia de un karst, como son:

— Ausencia de redes fluviales de drenaje (a ex-cepción de cañones muy encajados). De he-cho los terrenos kársticos suelen ser áridos,incluso en zonas de alta pluviosidad, porqueel agua drena en redes hidrológicas subterrá-neas (red de drenaje endorréico).

— Existencia de depresiones más o menos ce-rradas que indican infil tración de agua y dre-naje endorréico.

— Presencia de simas, cavernas, sumideros ysurgencias que indican la existencia de cir-culación subterránea de agua.

— Presencia de formas específicas en el terrenoprovocadas por la disolución del agua, comoson los lapiaces.

Terminología característica del karst

Todos sabemos lo que es una cueva o una sima,pero hay términos que en algunas ocasiones oímosy que es conveniente definir . Entre ellos los másusuales son:

— Dolina. Depresión circular cerrada en formade embudo con un diámetro que puede estarentre varios metros y algunos hectómetros.

— Uwala, Depresión cerrada de mayores pro-porciones (varios centenares de metros dediámetro) que puede a su vez contener doli-nas en su interior.

— Polje. Es también una depresión de muchamayor entidad, varios kilómetros. Su fondoestá formado por sedimentos, incluso puedeestar recorrido por alguna corriente fluvialproveniente de una surgencia, y que desapa-rece aguas abajo en un sumidero. Pueden su-frir inundaciones periódicas ya que el nivelpiezométrico de sus aguas subterráneas está

próximo a la superficie del terreno, luí susbordes suele haber estavelas que son pozosque conectan el acuífero con la superf ic iedel terreno, pudiendo por tanto actuar comosumidero o como surgencia, según la a l turadel nivel piezométrico.

Lapiaz. Es una forma de disolución de laroca superficial por acción de la l luvia, ca-racterística del paisaje kárstico.

Bogaz. Son pasillos con una longitud de va-rias decenas, incluso centenares de metros, ycon varios metros de anchura y altura, gene-rados por disolución a partir de fisuras de laroca caliza. Es un ejemplo característico,«La Ciudad Encantada» de Cuenca, o «LosCallejones» de las Majadas.

El proceso de karstificación

La superf ic ie de la roca está sometida a laacción del agua, que irá disolviéndola y abriendopasos en función del gradiente hidráulico y de lamayor o menor resistencia de la roca a su diso-luc ión , formándose así vías preferentes de dre-naje, dando lugar a las primeras grietas o fisurasabiertas.

Estas vías preferentes encauzan el agua y se vanensanchando a medida que transita por ellas lamisma, dando lugar a una red subterránea de dre-naje que a su vez va haciéndose más amplia y com-pleja hasta el punto de salida o surgencia.

La hidrogeología del karst

La hidrogeología del acuífero kárstico podemosanalizarla desde su distribución vertical, o desde sudistribución horizontal.

— Distribución vertical. Distinguimos en uncorte vertical del karst varias zonas (ver Fi-gura 1):

Zona de aireación.Zona de fluctuación.

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Zona freática.Zona freática profunda.

En la zona de aireación el agua de l luvia se in-f i l t ra a través de las fisuras y grietas de la rocahasta llegar al acuífero, disolviendo a su paso laroca caliza, ensanchando esas grietas y fisuras. Asíse generan las cavidades.

La zona freática es una zona saturada de agua,donde existe circulación hacia la surgencia.

Entre estas dos zonas se localiza la zona defluctuación (o zona epifreática), comprendida en-tre el nivel máximo y el mínimo del agua.

En ocasiones existe una zona freática pro-funda, situada bajo la zona freática, y cuya circu-lación es independiente a la de la zona freática.Esta situación se pone de manifiesto en las Po-nikvas, éstas son pozos naturales anchos y muyprofundos que intersectan el n ive l freático delacuífero y penetran en él varios centenares de me-tros. Es realmente una ventana kárstica que per-mite observar el nivel del acuífero, y en las que se

han podido detectar circulaciones profundas inde-pendientes de la circulación superficial.

— Distribución horizontal. Diferenciamostres zonas muy definidas:

Zona de alimentaciónZona de circulaciónZona de descarga

En la zona de alimentación se produce la cap-tación del agua, bien por infi l t ración del agua delluvia a través de fisuras y grietas de la roca (karstautóctono), o a través de un sumidero que traga lacorriente de agua proveniente de zonas no kársti-cas (karst alóctono).

La zona de circulación está formada por la redde conductos que llevan el agua a las surgencias omanantiales desde la zona de alimentación.

La zona de descarga está en el lugar donde selocalizan las surgencias.

José Manuel Gil Navas (Fariña)

ZONA DE AIREACIÓN

ZONA DE FLUCTUACIÓN

ZONA FREÁTICA

ZONA FREÁTICA PROFUNDA

Figura I

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El frío enemigo silencioso

Ari.tiruLirri. 12

Cuando nos sumergimos en el aguatanto en el mar como en una cueva,para realizar una inmersión, hemos detener en cuenta que su temperatura essiempre muy inferior a la nuestra, loque nos conducirá a una pérdida decalor corporal que será más o menosimportante dependiendo, lógicamente,de la temperatura del agua, el tiempo deinmersión, el ejercicio realizado durantela misma, la profundidad alcanzada y eltraje utilizado, entre otras variables.

En contacto con el agua la pérdida de tempera-tura corporal es 25 veces mayor que en contactocon el aire; por este motivo, cuando un submari-nista empieza a tener frío, debería ir pensando endar por finalizada su inmersión antes de que la fa-tiga y las tiritonas aparezcan ya que, aunque estossíntomas por sí solos no parecen tener demasiadaimportancia, pueden ser el inicio de un cuadro dehipotermia.

Este artículo no pretende ser una clase magis-tral sobre la hipotermia ni un manual de primerosauxilios, sino más bien concienciar al buceador deque se trata de una situación potencialmente gravepuesto que puede conducir a la muerte. Cada añofallecen a causa de la hipotermia 56 de cada millónde bañistas, sin embargo, no le damos la importan-cia que requiere y solemos tildar de friolero alcompañero que sale prácticamente helado delagua, pálido y tembloroso, ya sea porque su tem-peratura basal es inferior a la de la mayoría o por-que pierde más calor que los demás con la respira-ción y el ejercicio.

Si bien es cierto que podríamos paliar o inclusosolucionar este problema utilizando un equipo quese adecué a nuestras necesidades, y para ello dis-ponemos en el mercado de trajes semisecos, secose incluso con calefacción activa, sería convenienteque los buceadores supiéramos reconocer cuándoel frío de un compañero de inmersión empieza aser preocupante, y cómo actuar ante esta situación.

Hablamos de hipotermia cuando la temperaturacorporal es igual o inferior a los 35°C. Como noso-

tros no contamos con termóme-tros y menos aún con termóme-tros capaces de medir tempera-turas inferiores a los 35°Cdeberemosbasarnos en laevidencia y en la osintomatología para0 °detectar la aparición de lahipotermia leve, y deesta manera poder to-mar medidas para evitarque se llegue a instaurarun cuadro de hipotermiagrave.

Deberán alertarnos síntomascomo la sensación de frío in-tenso, la aparición de escalofríos ( intento delcuerpo de generar calor mediante el aumento de laactividad motora), la palidez de la piel, la d i f icu l -tad en el uso de las manos y el aumento de la fre-cuencia cardiaca y respiratoria. En este momentoes cuando nosotros deberíamos actuar, puesto quesi el cuadro avanza y se instaura una hipotermia demoderada a severa, los daños físicos e incluso en elpeor de los casos, una parada cardiorrespiratoria,pueden presentarse en los 90 minutos siguientes. Amedida que el cuadro de hipotermia se va instau-rando, el organismo intentará preservar los órganosvitales, como consecuencia, la frecuencia cardiacairá disminuyendo hasta hacerse difícil la palpaciónde pulsos, la circulación cerebral también se re-duce disminuyendo el nivel de conciencia, el pa-ciente también puede presentar dificultad en el ha-bla y su respiración se hará más lenta y superficial.

Nuestra actuación dependerá lógicamente delestado de nuestro compañero. Si se trata de una hi-potermia leve, deberá sacarse cuanto antes el trajemojado y vestirse con ropa seca y de abrigo, refu-giarse en un ambiente cálido, y si puede tragar sindificultad, debería tomar alguna bebida templada ocaliente para recalentar el cuerpo, y con azúcarpara aportarle calorías.

Evitaremos las bebidas alcohólicas ya que pue-den aumentar la confusión y, por tanto, el peligro.

Si estas medidas no son suficientes deberíamos

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intentar el recalentamiento del cuerpo a base deabrigo, así conseguiremos un coeficiente de reca-lentamiento de 0,5°/h. Otro método más rápido sonlos baños de agua caliente, si el agua está entre38-45°C, obtendremos un coeficiente de recalenta-miento de 3-47H. La ducha con agua caliente tam-bién es un buen método, siempre y cuando sea unaducha prolongada, si la suspendemos en cuantoaparece la sensación de bienestar, habremos obte-nido un recalentamiento superficial del cuerpo queno será suficiente para aumentar la temperaturacentral del mismo. Si sospechamos que estamosfrente a una hipotermia de moderada a severa,abrigaremos a nuestro compañero y le trasladare-mos a un centro hospitalario. No es convenienteestimularle, ya que en estos casos el cuerpo se en-lentece (frecuencia cardiaca, frecuencia respirato-ria y nivel de conciencia) en un intento de econo-mizar energía.

Con la hipotermia también podemos aplicaraquello de que más vale prevenir y entre los méto-dos de prevención destacaremos un equipo ade-

cuado y una alimentación adecuada. Es aconseja-ble consumir hidratos de carbono en el desayuno.Los de rápida absorción (azúcares refinados, bolle-ría y la mayoría de las frutas) nos darán energía deuna manera casi inmediata, mientras que los delenta absorción (pan, cereales, pasta y alguna frutacomo el plátano) nos irán generando energía a lolargo de la mañana. La combinación de ambos ti-pos resulta lo más idóneo.

Enrique García Castellón

SÍNTOMAS DE ALERTA EN LA HIPOTERMIA

1. Sensación de frío intenso.2. Escalofríos.3. Palidez.4. Dificultad de los movimientos de las manos.5. Aumento de la frecuencia cardiaca.6. Aumento de las respiraciones.

ACTUACIÓN ANTE UNA HIPOTERMIA LEVE

1. Sacar el traje mojado.2. Colocar ropa seca y de abrigo.3. Instalar en ambiente cálido.4. Administrar bebidas templadas-calientes muy azucaradas.5. NO ADMINISTRAR BEBIDAS ALCOHÓLICAS.

ACTUACIÓN ANTE UNA HIPOTERMIA MODERADA/SEVERA

1. Baño caliente a 38-45° o ducha prolongada.2. Las mismas indicaciones de la hipotermia leve.3. Si existe trastorno de conciencia no administrar alimentos.4. Valorar la posibilidad de bebidas calientes si no se atraganta.5. Traslado a centro hospitalario.6. Evitar estímulos.

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Sistema Cueto-Conventosa

El fin de semana del 23/24 de septiembre era lafecha señalada para realizar la travesía de Cueto-Coventosa. Tras no pocos intentos y cancelacionesanteriores, por fin teníamos todo preparado paraponernos en marcha.

El viernes, fuimos llegando a Arredondo, en di-ferentes grupos. Entre los nervios de los preparati-vos y que cada vez que alguien entraba en el refu-gio, nos despertaba, poco pudimos dormir. Así quea las seis de la mañana nos levantamos, aunque al-guno le costo alguna que otra patada para que sepusiera en pie. Tras un rápido desayuno y los pre-parativos de úl t ima hora, salimos disparados haciaSocueva donde comienza la subida hasta la entradade Cueto.

Hacia las siete y media, tres «espeleolocos»(Juan Carlos, Alejandro y Enrique), empezamos lasubida. Nos sorprendió el calor que hacía a esahora de la mañana, con lo que al poco, estábamossudando como condenados, además el camino alprincipio supera un gran desnivel, para más tardesuavizarse. La senda te conduce por unos paisajesincreíbles y una zona de lapiaz donde hay unas im-presionantes torcas.

Cuando llegamos a la entrada de Cueto, nosvestimos para la «faena» y nos pusimos todo el«aparataje» necesario para la aventura. Una vez enla entrada sorprende que la cabecera del pozo deJuhué, es relativamente estrecha. Este pozo de303 m es realmente increíble, ya que unido a suprofundidad, impresiona las medidas del mismo yque es prácticamente de paredes rectilíneas hastacasi el final. Alrededor de las 10 h, empezamos abajar los pozos. El primer rapel es el que más im-presiona, ya que empiezas a bajar muy separado dela pared, prácticamente en mitad del pozo y buenopensar que tienes 300 m de caída..., hace que lasemociones sean intensas. Una vez que llegas a laprimera reunión, y miras de donde te tienes quecolgar, apenas de una cadena, asegurada con unacinta, empiezan otra vez las «emociones» y ade-más, vienen otros dos por detrás que se tienen quecolgar del mismo sitio. Tras no pocos esfuerzosconseguimos colocarnos los tres, un poco apreta-dos y más o menos seguros. Al caer la cuerda querecogíamos, de la cabecera del pozo, nos sobreco-gió el fuerte chasquido que dio la cuerda al dar

contra la pared y que a su vez se vio ampliado elsonido por las paredes del pozo. Poco a poco fui-mos bajando. Cada reunión era una odisea, ya queunido a los problemas de espacio anteriormentedescrito, había que sumar el cuidado con las cuer-das para que no se engancharan (solo de pensarque podríamos perder las cuerdas y tener que pasarvarias horas colgados, hacía que se te pusiera lacarne de gallina), volver a instalar las cuerdas,comprobar que todo esta correcto, que por lacuerda por donde bajas es la correcta... etc, ¡va-mos un stress!

A unos -200 m hay una pequeña repisa, dondepuedes ponerte de pie. A partir de este punto hasta elfinal del pozo, las reuniones son más cómodas, conresaltes donde al menos puedes apoyar los pies.

Una vez llegado al final de pozo, hay una pe-queña ventana, que da acceso al pozo del algodón,en el que hay que tener bastante precaución al re-coger las cuerdas, ya que por ser bastante tortuoso,es fácil que la cuerda se enganche en algún resalte.Para evitar problemas, decidimos recoger la cuerdaa la mitad del pozo y descolgarnos desde un an-claje natural.

A partir del pozo del algodón, se suceden lospozos: Pozo de la Muleta, Juana de Arco, delOso,..., uno tras otros, cada uno diferente, unos es-trechos, otros con cabeceras de acceso incómodas,péndulos, instalaciones más o menos dudosas, va-mos que no tienes un minuto de descanso.

Finalmente llegamos por un pozo de 20 m a lasgrandes galerías de Cueto. Tras un pequeño refri-gerio, comenzamos a andar por las galerías mara-villándonos de las dimensiones de las mismas. Enla sala de las Once Horas tuvimos un pequeño des-piste, en la conexión con la Gran Pedrera, (rampade 60 m de desnivel, con piedras y bastante resba-ladiza), pero por lo general en toda la travesía estábastante bien indicado el camino a seguir, con hi-tos y reflectantes, inclusive en algunos puntos alexistir diferentes señales te crea algo de confusióna la hora de elegir el camino adecuado.

Progresamos por la Galería del Chicharrón, éstaestá surcada por grandes bloques lo que hace queestés continuamente subiendo y bajando por ellos,

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por lo que el avance es bastante lento. Es curiosover, la gran cantidad de cuerdas abandonadas quehay a partir de la unión de los pozos de Cueto conlas grandes galerías. Algunas prácticamente nue-vas, dan ganas de cogerlas y llevárselas. Claro quese te olvida rápido, ya que si te pones a pensar quete quedan mínimo 10 horas andando y además yavas cargado con las tuyas...

Al poco llegamos al Oasis, lugar donde cae unaabundante «lluvia», desde el techo. En este puntonos aprovisionamos de agua, puesto que hay muypocos sitios, en todo el recorrido donde puedas co-ger agua. Seguidamente llegamos al Pozo de Navi-dad, este nos comunica con la red intermedia deCueto. A partir de este punto abandonamos lasgrandes galerías, comenzando, estrechas diaclasas,galerías más pequeñas, continuas subidas y baja-das entre los diferentes niveles. Sin embargo lasgalerías ganan en belleza, con formaciones increí-bles y paredes tapizadas en blanco, que da la sen-sación de estar en una cueva de hielo.

Continuamos por la Galería de la Navidad, sal-vando varios desfondamientos (estos pasos estáninstalados con cuerdas, pero estas cuerdas son másbien un «seguro» psicológico, que real, ya que suinstalación deja bastante que desear). Seguimosdescendiendo hasta llegar a la Sala Blanca, a la quellegamos tras bajar un pozo de 16 m. Tras conti-nuar por una pequeña galería más o menos rectilí-nea, nos situamos en la cabecera del pozo de 31 mque antecede al Espeleodromo. Tras continuar poruna galería por la que hay que realizar varios des-trepes mas o menos expuestos, llegamos al Pozode la Unión.

El Pozo de la Unión, consiste en una subida de5 m, que evita un pozo que hay bordear por una ga-lería superior, es el único punto del recorrido dondehay que utilizar los aparatos de ascenso (sí excep-tuamos el po?.o de entrada a Coventosa). Tras supe-rar el pozo (bastante incómodo de subir) nos toma-mos un pequeño descanso para reponer fuerzas ycomer algo, ya que desde el desayuno no habíamosingerido apenas alimento y llevábamos unas 8 horasde actividad. Al poco oímos unas voces que se ibanacercando y para nuestra sorpresa eran dos espeleó-logos del grupo de Ramales que también estabanhaciendo la travesía. Tras los saludos de rigor, conti-nuaron su camino y aunque les vimos en algún queotro punto, ya no coincidimos en toda la travesíaporque la venjad, iban a un ritmo...

Continuamos nuestro camino, por una serie degalenas, que cada vez se hacían más estrechas, conun sinfín de gateras y continuas subidas para luegobajar por otros tantos pozos. No hay un momentode descanso, cuando no tienes un pozo, tienes quesubir por un escarpe, (por supuesto sin instalar)volver a bajar, pasar por zonas estrechas, así hastallegar al agujero soplador, por una galería que cadavez se va estrechando más hasta que se convierteen una interminable gatera bastante incómoda. ElAgujero Soplador es el pozo que da acceso a lasgalerías de Coventosa, realmente no es un pozo sino una estrecha fisura vertical de 17 m y de unos40 cm de ancho, por la que hay que tomar el ca-mino correcto de bajada, para evitar quedarse em-potrado, en la fisura, cosa que le ocurrió a uno denosotros, aunque no diré quien fue.

Una vez en las galerías de Coventosa, el ta-maño de las mismas es considerablemente mayor,con lo que el avance es bastante más cómodo. Alpoco aparecen unas largas rampas, muy resbaladi-zas, por lo que hay que utilizar cuerda para poderbajar. Aunque hay cuerda instalada que te facilitael descenso, ésta está en bastante mal estado, coninnumerables nudos. Tras superar una zona degrandes bloques, llegamos a una gran marmita ins-talada con un largo pasamanos. En este punto hayque tener cuidado en época de grandes lluvias, yaque el nivel de la marmita sube considerablemente,cubriendo el pasamanos instalado, lo que hace queno puedas continuar, hasta que no baje el nivel deagua y no seríamos los primeros que se han pasadotres días esperando a poder pasar.

Afortunadamente en la fecha que fuimos no ha-bía problemas con el agua. Comenzamos a cruzarel pasamanos y vimos con horror que de la cuerdainstalada apenas quedaban dos hilos, lo que hizoque nos agarráramos como lapas a la roca y mirá-ramos de reojo el agua que teníamos a nuestrospies. Cruzamos sin mayores contratiempos el «pa-samanos»y llegamos al pozo de 15 m, que te deja apie de los lagos de Coventosa.

AI llegar vimos las sacas con nuestros neopre-nos, lo que hizo que nos acordáramos y agradeciéra-mos la ayuda de nuestros compañeros que nos lleva-ron hasta este punto todo el material, carburo ycomida (ese bocadillo...). Repusimos fuerzas, queya empezaban a escasear y nos pusimos los neo-prenos con más o menos esfuerzos. Nos introduci-mos poco a poco en el agua y según íbamos profun-

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dizando sentíamos el frío que se colaba por todaspartes en nuestro cuerpo, lo que hacía que gritára-mos para poder entrar en calor, afortunadamentehay una cuerda que hace que pases más rápida-mente. Este primer lago, es el más largo (150 m) yprofundo de los tres que hay que cruzar. Tras salirdel primer lago resoplábamos de frío y dábamos sal-tos para poder entrar en calor. Por suerte los otrosdos lagos (120 m y 100 m) son más cortos, ademásuna gran parte los cruzas con el agua a la altura de lacadera. Continuamos por el Gran Cañón, galería conmás de 70 m de altura. En algunos sitios de nuevohay que nadar para poder avanzar, aunque son cor-tos tramos y cada vez más espaciados.

Tras algún que otro despiste, ya que no cono-cíamos las galerías de Coventosa, por fin llegamosa la zona de los grandes gours, ya cerca de la sa-lida. Para evitarlos hay que subir por una cuerdainstalada de unos 5 m que accede a un pasamanoscon cable de acero. Su estado deja bastante que de-sear, supongo que por ello hay instalada unacuerda alternativa... Tras una rampa y subir unapedrera, de nuevo hay que subir un resalte de 6 m,que igualmente al anterior, accede a un pasamanos,este en mejores condiciones. Por una ancha galería(Galería de Vivac) se accede a un punto por el quehay que subir por una alta y larga rampa de arena,hasta el mismo techo de la sala (Sala Declive). Poruna serie de gateras (hay que encontrar la ade-cuada) se llega a la galería de entrada, que a los po-cos metros de andar por ella llegas a la cuerda ins-talada en el resalte de la entrada. La cuerda marcael fin de la travesía y tras unas 16 horas de duro ca-minar sin apenas descanso, se agradece salir almundo «real». Comprobamos que la cuerda estababien instalada y que nos habían dejado algo más dematerial y no sabíamos como íbamos a poder car-gar con todo (Fito, Farma esa saca y bidona...),pero como pudimos nos repartimos el peso no sinsoltar alguna que otra maldición. Subimos comopudimos la rampa con las fuerzas ya justitas.

Cuando empezamos a recoger la cuerda de su-bida, vimos con desesperación, como una de lassacas, empezó a rodar hasta caer por el pozo de en-trada, con lo que de nuevo a poner la cuerda y a ba-jar. Tras este pequeño incidente y refunfuñando,salimos por la enorme boca de entrada a Coven-tosa. Una vez fuera nos mirábamos satisfechos porla actividad realizada, los comentarios eran paratodos los gustos:

—Pues no ha sido para tanto, yo esperaba quefuera más dura.

—Me ha parecido muy poco.—Pues yo no siento las piernas.—No puedo dar un paso más.—Yo la recordaba peor.—Pues para mi es más dura que...—Etcétera, etcétera.

Según el plano de situación que disponíamos yla información facili tada por otros espeleólogosque habían hecho la travesía anteriormente, existeun camino, que sin perder altura te lleva directa-mente a Socueva. Así que decidimos continuar porél, (aunque alguno no estuviera muy de acuerdo).Para no perder ni un minuto pues ya teníamos ga-nas de llegar al coche, no nos quitamos el neo-preno, aparte de que caía una ligera l luvia . El ca-mino al principio no estaba mal, pero a medida queavanzábamos cada vez se tapaba más con una grancantidad de heléchos y enredaderas, que hacía muydifícil el avance, así como encontrar el caminoadecuado. En algunos tramos teníamos que literal-mente tirarnos sobre las enredaderas para poderavanzar ya que no había manera de poder despejarel camino. Tras dos horas de lucha y cuando la si-tuación empezaba a ponerse «tensa», pues veíamoscon desesperación que poco adelantábamos y ade-más el cansancio era cada vez mayor, por fin en-contramos una pequeña senda por la que podíamosandar cómodamente. Pasamos por varios prados,espantando a las vacas que estaban durmiendotranquilamente, a las que mirábamos de reojo, porsi alguna se lanzaba contra nosotros, aunque pocohubiéramos podido correr.

Finalmente llegamos arrastrándonos, mas queandando, donde habíamos dejado el coche. Nos«arrancamos» con grandes esfuerzos el neopreno,que se nos había pegado al cuerpo como una se-gunda piel y por fin pudimos «respirar», pues ya sehabían acabado todos nuestros «sufrimientos».

Ante todo queremos agradecer la colaboraciónde Adolfo Rodríguez (Fito) y José Manuel Gil(Farma), que fueron a dejarnos los neoprenos enCoventosa para que pudiéramos cruzar los lagos.Sin su ayuda no hubiéramos podido realizar la tra-vesía.

Enrique García Castellón

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RED DE ENTRADA DE LA CUEVA COVENTOSA

El Metro Estrechez ENTRADA QIFVA COVENTOSA

Carero

SALADECLIVE

GALERÍA DELVIVAC

SALA DE LOS FANTASMAS

CUEVA

LA CUVERA

3H(9

O 20 100 m

Fuente: «Grandes Travesías» 40 Integrales EspañolasAutor: Isidoro Ortiz Revuelta

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del EmbalSQdpr La mayor cavidad de CuencaMuela del Rebollar (Poyatos-St° María del Val: Cuenca)

Exploración GAEM 1993- 2000

Cascada 30m

Sifón lUft

Embalsador

Cepa¡Q efe/ Panadero

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Sifones Aguas ArribaAguas ambaíireccióñ Aguas arriba, remonte del cañón

con dirección al Labio de la Tía CojaEmbalsacksr

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