antología s.xx juan ramón jiménez

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Somnolienta Va cayendo la tarde con triste misterio... inundados de llanto mis ojos dormidos, al recuerdo doliente de Amores perdidos, en la bruma diviso fatal cementerio... El Sol muerto derrama morados fulgores inundando de nieblas la verde espesura... Dulce ritmo harmonioso de vaga amargura me despierta... A mi lado se duermen las flores... Taciturno prosigo mi senda de abrojos y mis ojos contemplan la azul Lejanía... Alá lejos... muy lejos... está mi Alegría, en los míos clavando sus lívidos ojos... ¡Ah! ¡delirio! ¡delirio...! Al través de una rama una Sombra adorada ligera se mueve: una Sombra con cara de lirios y nieve, que sus labios me ofrece y gimiendo me llama... Y se aleja llorando con triste misterio. Inundados de llanto mis ojos dormidos, al recuerdo doliente de Amores perdidos, tras la sombra camino al fatal cementerio... (De Ninfeas) Los sauces me llamaron... Los sauces me llamaron, y no quise decir que no a las voces de los muertos: abrí la verja y penetré tranquilo en el abandonado cementerio. Lucía por Oriente la mañana su celeste dulcísimo y sereno, y los rayos de un sol de primavera doraban la campiña con sus besos. Dentro del campo santo, entre las zarzas y los agrios rosales, unos huesos carcomidos y oscuros se escondían en la tierra mojada, y por el seco y crujiente ramaje, los lagartos se entraban en los ojos siempre abiertos con que las calaveras, bajo lirios, miraban melancólicas el cielo. A lo lejos cantaban las alondras; mi corazón alzó su sentimiento. Un sepulcro caído, desde el fondo del patio, me llamó con su misterio: su losa de alabastro estaba rota sobre la yerba exuberante, y dentro, con espantosa mueca, sonreía, cuajado de rocío, un esqueleto. (De Rimas) Mi alma es hermana del cielo Mi alma es hermana del cielo gris y de las hojas secas; sol enfermo del otoño, ¡mátame con tu tristeza! Los árboles del jardín están cargados de niebla: mi corazón busca en elos esa novia que no encuentra; y en el suelo frío y húmedo me esperan las hojas secas: ¡si mi alma fuera una hoja y se perdiera entre ellas! El sol ha mandado un rayo de oro viejo a la arboleda, un rayo flotante, dulce luz para las cosas muertas. ¡Qué ternura tiene el pobre sol para las hojas secas! Una tristeza infinita vaga por todas las sendas, lenta, antogua sinfonía de músicas y de esencias, algo que dora el jardín de ensueño de primavera. Y esa luz de ensueño y oro que muere en las hojas secas alumbra en mi corazón no sé qué vagas tristezas. (De Arias tristes) Hay un oro dulce y triste Hay un oro dulce y triste en la malva de la tarde, que da realeza a la bella suntuosidad de los parques. Y bajo el malva y el oro se han recogido los árboles verdes, rosados y verdes de brotes primaverales. En el cáliz de la fuente solloza el agua fragante, agua de música y lágrima, nacida bajo la hierba entre rosas y cristales... ...Ya el corazón se olvidaba de la vida...; por los parques todo era cosa de ensueño, luz de estrellas, alas de ángeles... Sólo había que esperar a los luceros; la carne se hacía incienso y penumbra por las sendas de los rosales... Y, de repente, una voz melancólica y distante, ha temblado sobre el agua en el silencio del aire. Es una voz de mujer y de piano, es un suave bienestar para las rosas soñolientas de la tarde; Una voz que me va haciendo llorar por nadie y por alguien en esta triste y dorada suntuosidad de los parques. (De Jardines Lejanos) Primavera amarilla ¡Abril galán venía, todo lleno de flores amarillas... amarillo el arroyo, Antología de poesía del siglo XX 1

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Antología poética de Juan Ramón Jiménez

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Page 1: Antología s.xx Juan Ramón Jiménez

JUAN RAMÓN JIMÉNEZSomnolientaVa cayendo la tarde con triste misterio...inundados de llanto mis ojos dormidos,al recuerdo doliente de Amores perdidos,en la bruma diviso fatal cementerio...El Sol muerto derrama morados fulgoresinundando de nieblas la verde espesura...Dulce ritmo harmonioso de vaga amargurame despierta... A mi lado se duermen las flores...Taciturno prosigo mi senda de abrojosy mis ojos contemplan la azul Lejanía...Alá lejos... muy lejos... está mi Alegría,en los míos clavando sus lívidos ojos...¡Ah! ¡delirio! ¡delirio...! Al través de una ramauna Sombra adorada ligera se mueve:una Sombra con cara de lirios y nieve,que sus labios me ofrece y gimiendo me llama...Y se aleja llorando con triste misterio.Inundados de llanto mis ojos dormidos,al recuerdo doliente de Amores perdidos,tras la sombra camino al fatal cementerio...

(De Ninfeas)Los sauces me llamaron...Los sauces me llamaron, y no quisedecir que no a las voces de los muertos:abrí la verja y penetré tranquiloen el abandonado cementerio.Lucía por Oriente la mañanasu celeste dulcísimo y sereno,y los rayos de un sol de primaveradoraban la campiña con sus besos.Dentro del campo santo, entre las zarzasy los agrios rosales, unos huesoscarcomidos y oscuros se escondíanen la tierra mojada, y por el secoy crujiente ramaje, los lagartosse entraban en los ojos siempre abiertoscon que las calaveras, bajo lirios,miraban melancólicas el cielo.A lo lejos cantaban las alondras;mi corazón alzó su sentimiento.Un sepulcro caído, desde el fondodel patio, me llamó con su misterio:su losa de alabastro estaba rotasobre la yerba exuberante, y dentro,con espantosa mueca, sonreía,cuajado de rocío, un esqueleto.

(De Rimas)Mi alma es hermana del cieloMi alma es hermana del cielogris y de las hojas secas;sol enfermo del otoño,¡mátame con tu tristeza!Los árboles del jardínestán cargados de niebla:mi corazón busca en elosesa novia que no encuentra;y en el suelo frío y húmedo

me esperan las hojas secas:¡si mi alma fuera una hojay se perdiera entre ellas!El sol ha mandado un rayode oro viejo a la arboleda,un rayo flotante, dulceluz para las cosas muertas.¡Qué ternura tiene el pobresol para las hojas secas!Una tristeza infinitavaga por todas las sendas,lenta, antogua sinfoníade músicas y de esencias,algo que dora el jardínde ensueño de primavera.Y esa luz de ensueño y oroque muere en las hojas secasalumbra en mi corazónno sé qué vagas tristezas.

(De Arias tristes)Hay un oro dulce y tristeHay un oro dulce y tristeen la malva de la tarde,que da realeza a la bellasuntuosidad de los parques.Y bajo el malva y el orose han recogido los árbolesverdes, rosados y verdesde brotes primaverales.En el cáliz de la fuentesolloza el agua fragante,agua de música y lágrima,nacida bajo la hierbaentre rosas y cristales......Ya el corazón se olvidabade la vida...; por los parquestodo era cosa de ensueño,luz de estrellas, alas de ángeles...Sólo había que esperara los luceros; la carnese hacía incienso y penumbrapor las sendas de los rosales...Y, de repente, una vozmelancólica y distante,ha temblado sobre el aguaen el silencio del aire.Es una voz de mujery de piano, es un suavebienestar para las rosassoñolientas de la tarde;Una voz que me va haciendollorar por nadie y por alguienen esta triste y doradasuntuosidad de los parques.

(De Jardines Lejanos)Primavera amarilla¡Abril galán venía, todolleno de flores amarillas...amarillo el arroyo,

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amarilla la senda, la colina,el cementerio de los niños,el huerto aquel donde el amor vivía!El sol ungía el mundo de amarillocon sus luces caídas;¡oh por los liros áureos,el agua clara, tibia!,¡las amarillas mariposassobre las rosas amarillas!Guirnaldas amarillas escalabanlos árboles: el díaera una gracia perfumada de oroen un dorado despertar de vida...Entre los huesos de los muertos,abría Dios sus manos amarillas.

(De Poemas mágicos y dolientes)SoledadEn tí estás todo, mar, y sin embargo,¡qué sinti estás, qué solo,qué lejos, siempre, de ti mismo!Abierto en mil heridas, cada instante,cual mi frente,tus olas van, como mis pensamientos,y vienen, van y vienen,besándose, apartándose,con un eterno conocerse,mar, y desconocerse.Eres tú, y no lo sabes,tu corazón te late y no lo sientes...¡Qué plenitud de soledad, mar solo!.

(De Diario de un poeta recién casado)IntelijenciaIntelijencia, dameel nombre esacto de las cosas!Que mi palabra seala cosa misma,creada por mi alma nuevamente.Que por mí vayan todoslos que no las conocen, a las cosas;que por mí vayan todoslos que ya las olvidan, a las cosas;que por mí vayan todoslos mismos que las aman, a las cosas...¡Intelijencia, dameel nombre esacto, y tuyo,y suyo, y mío, de as cosas!

(de Eternidades)Vino primero pura…Vino, primero, pura,Vestida de inocencia.Y la amé como un niño.Luego se fue vistiendoDe no sé qué ropajes.Y la fui odiando, sin saberlo.Llegó a ser una reina,Fastuosa de tesoros...¡Qué iracundia de yel y sin sentido!...Mas se fue desnudando.Y yo le sonreía.

Se quedó con la túnicaDe su inocencia antigua.Creí de nuevo en ella.Y se quitó la túnica,Y apareció desnuda toda...¡Oh pasión de mi vida, poesíadesnuda, mía para siempre!

(De Eternidades)Inteligencia, dame…¡Intelijencia, dameel nombre exacto de las cosas!… Que mi palabra seala cosa misma,creada por mi alma nuevamente. Que por mí vayan todoslos que no las conocen, a las cosas;que por mí vayan todoslos que ya las olvidan, a las cosas;que por mí vayan todos los mismos que las aman, a las cosas…¡Intelijencia, dameel nombre exacto, y tuyo,y suyo, y mío, de las cosas!

(De Eternidades)SueñoImajen alta y tierna del consuelo,aurora de mis mares de tristeza,lis de paz con olores de pureza,¡premio divino de mi largo duelo!Igual que el tallo de la flor del cielo,tu alteza se perdía en tu belleza...Cuando hacia mí volviste la cabeza,creí que me elevaban desde el cuelo.Ahora en el alba casta de tus brazos,acogido a tu pecho transparente,¡cuán claras a mí tornan mis prisiones!¡Cómo mi corazón hecho pedazosagradece el dolor, al beso ardientecon que tú, sonriendo, lo compones!

(De Sonetos espirituales)Cuando, dormida tú, me echo en tu alma...Cuando, dormida tú, me echo en tu almay escucho, con mi oídoen tu pecho desnudo,tu corazón tranquilo, me pareceque, en su latir hondo, sorprendoel secreto del centrodel mundo. Me pareceque legiones de ángeles,en caballos celestes-como cuando, en la altanoche escuchamos, sin alientoy el oído en la tierra,trotes distantes que no llegan nunca-,que legiones de ángeles,vienen por ti, de lejos-como los Reyes Magosal nacimiento eternode nuestro amor-,

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vienen por ti, de lejos,a traerme, en tu ensueño,el secreto del centrodel cielo.

(De Diario de un poeta recién casado)Donador (fragmentos)Sé bien que soy troncodel árbol de lo eterno.Sé bien que las estrellascon mi sangre alimento.Que son pájaros míostodos los claros sueños…Sé bien que, cuando el hachade la muerte me tale,se vendrá abajo el firmamento.

Yo no soy yo.Soy esteque va a mi lado sin yo verlo;que, a veces, voy a ver,y que, a veces, olvido.El que calla, sereno, cuando hablo,el que perdona, dulce, cuando odio,el que pasea por donde no estoy,el que quedará en pie cuando yo muera.

(De Eternidades)Mujer, perfúmame el campoMujer, perfúmame el campo; da a mi malestar tu aroma, y que se pongan tus manos entre el tedio de mis rosas.

Olor a carne y romero, traje blanco y verdes hojas, ojos negros entre todo lo que azula y lo que dora!

Y tu risa de amor, y tus concesiones de novia, y el bien que siempre me has hecho con el clavel de tu boca!

Ay, corazón, que mal lates! oh, mujer, cómo me llora el alma entre tu fragancia, cazadora blanca y rosa!

Pero mátame de carne, que me asesine tu boca, dardo que huela a tu sangre, lengua, espada dulce y roja!

Mujer, perfúmame el campo; da a mi malestar tu aroma, y que se pongan tus manos entre el tedio de mis rosas.

(De Pastorales)¿Te acuerdas?

¿Te acuerdas? Fue en el cuarto de los niños. La tardede estío alzaba, limpia, por entre la arboledasuavemente mecida, últimas glorias puras,tristes en el cristal de la ventana abierta.

El maniquí de mimbre y las telas cortadas,eran los confidentes de mil cosas secretas,una majia ideal de deshojadas rosasque el amor renovaba con audacia perversa...

¡Oh, qué encanto de ojos, de besos, de rubores;qué desarreglo rápido, qué confianza ciega,mientras, en la suave soledad, desde el suelo,miraban, asustadas, nuestro amor las muñecas!

(De Libros de amor)El viaje definitivoY yo me iré. Y se quedarán los pájaroscantando;y se quedará mi huerto, con su verde árbol,y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;y el pueblo se hará nuevo cada año;y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbolverde, sin pozo blanco,sin cielo azul y plácido…Y se quedarán los pájaros cantando.

(De Poemas agrestes)La negra y la rosaLa negra va dormida, con una rosa blanca en la mano. -La rosa y el sueño apartan, en una superposición mágica, todo el triste atavío de la muchacha: las medias rosas caladas, la blusa verde y transparente, el sombrero de paja de oro con amapolas moradas.- Indefensa con el sueño, se sonríe, la rosa blanca en la mano negra.¡Cómo la lleva! Parece que va soñando con llevarla bien. Inconsciente, la cuida -con la seguridad de una sonámbula- y es su delicadeza como si esta mañana la hubiera dado ella a luz, como si ella se sintiera, en sueños, madre del alma de una rosa blanca. - A veces se le rinde sobre el pecho, o sobre un hombro, la pobre cabeza de humo rizado, que irisa el sol cual si fuese de oro, pero la mano en que tiene la rosa mantiene su honor, abanderada de la primavera.-Una realidad invisible anda por todo el subterráneo, cuyo estrepitoso negror rechinante, sucio y cálido, apenas se siente. Todos han dejado sus periódicos, sus gomas y sus gritos; están absortos, como en una pesadilla de cansancio y de tristeza, en esta rosa blanca que la negra exalta y que es como la conciencia del subterráneo. Y la rosa emana, en el silencio atento, una delicada esencia y eleva como una bella presencia inmaterial que se va adueñando de todo, hasta que el

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hierro, el carbón, los periódicos, todo, huele un poco a rosa blanca, a primavera mejor, a eternidad...

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