antologÍa poesía española del siglo xx poemas

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POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX LECTURAS PRESCRIPTIVAS PAU 2015 _____________________________________________________________________ 1. Rubén Darío, “Canción de otoño en primavera”, de Cantos de vida y esperanza (1905) 2. Antonio Machado, “Campos de Soria”, de Campos de Castilla (1912), “Proverbios y cantares”, XXIX, XLIV, de Campos de Castilla (1917) 3. Juan Ramón Jiménez, “Álamo blanco”, de Canción (1936), “Si yo, por ti, he creado un mundo para ti” (El nombre conseguido de los nombres), de Dios deseado y deseante (1949) 4. Pedro Salinas, “El alma tenías”, de Presagios (1924) 5. Jorge Guillén, “Más allá”, de Cántico (1928) 6. Gerardo Diego, “Río Duero, río Duero”, de Soria (1923) 7. Federico García Lorca, “La luna vino a la fragua”, de Romancero gitano (1927), “Ciudad sin sueño”, de Poeta en Nueva York (1929-1930, publicado en 1940) 8. Dámaso Alonso, “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)”, de Hijos de la ira (1944) 9. Vicente Aleixandre, “Se querían”, de La destrucción o el amor (1935) 10. Rafael Alberti, “Si mi voz muriera en tierra”, de Marinero en tierra (1924) 11. Luis Cernuda, “Donde habite el olvido”, de Donde habite el olvido (1933) 12. Miguel Hernández, “Yo quiero ser, llorando, el hortelano”, de El rayo que no cesa (1936) 13. Gabriel Celaya, “La poesía es un arma cargada de futuro”, de Cantos iberos (1955) 14. Blas de Otero, “En el principio”, de Pido la paz y la palabra (1955) 15. Ángel González, “Para que yo me llame Ángel González”, de Áspero mundo (1956) 16. José María Valverde, “En el principio”, de Ser de palabra (1976) 17. José Ángel Valente, “Si no creamos un objeto metálico”, de El inocente (1970) 18. Jaime Gil de Biedma, “Intento formular mi experiencia de la guerra”, de Moralidades (1966)

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Antología de poemas del siglo XX (PAU)

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POESA ESPAOLA DEL SIGLO XX LECTURAS PRESCRIPTIVAS PAU 2015_____________________________________________________________________

1. Rubn Daro, Cancin de otoo en primavera, de Cantos de vida y esperanza (1905) 2. Antonio Machado, Campos de Soria, de Campos de Castilla (1912), Proverbios ycantares, XXIX, XLIV, de Campos de Castilla (1917) 3. Juan Ramn Jimnez, lamo blanco, de Cancin (1936), Si yo, por ti, he creado unmundo para ti (El nombre conseguido de los nombres), de Dios deseado y deseante(1949)4. Pedro Salinas, El alma tenas, de Presagios (1924) 5. Jorge Guilln, Ms all, de Cntico (1928) 6. Gerardo Diego, Ro Duero, ro Duero, de Soria (1923) 7. Federico Garca Lorca, La luna vino a la fragua, de Romancero gitano (1927), Ciudadsin sueo, de Poeta en Nueva York (1929-1930, publicado en 1940) 8. Dmaso Alonso, Madrid es una ciudad de ms de un milln de cadveres (segn lasltimas estadsticas), de Hijos de la ira (1944) 9. Vicente Aleixandre, Se queran, de La destruccin o el amor (1935) 10. Rafael Alberti, Si mi voz muriera en tierra, de Marinero en tierra (1924) 11. Luis Cernuda, Donde habite el olvido, de Donde habite el olvido (1933) 12. Miguel Hernndez, Yo quiero ser, llorando, el hortelano, de El rayo que no cesa (1936) 13. Gabriel Celaya, La poesa es un arma cargada de futuro, de Cantos iberos (1955) 14. Blas de Otero, En el principio, de Pido la paz y la palabra (1955) 15. ngel Gonzlez, Para que yo me llame ngel Gonzlez, de spero mundo (1956) 16. Jos Mara Valverde, En el principio, de Ser de palabra (1976) 17. Jos ngel Valente, Si no creamos un objeto metlico, de El inocente (1970) 18. Jaime Gil de Biedma, Intento formular mi experiencia de la guerra, de Moralidades(1966) 19. Mara Victoria Atencia, Placeta de San Marcos, de El coleccionista (1979)

1. Rubn Daro Cancin de otoo en primavera (Cantos de vida y esperanza, 1905)A Gregorio Martnez SierraJuventud, divino tesoro, ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Plural ha sido la celeste historia de mi corazn. Era una dulce nia, en este mundo de duelo y de afliccin. Miraba como el alba pura; sonrea como una flor. Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor. Yo era tmido como un nio. Ella, naturalmente, fue, para mi amor hecho de armio, [footnoteRef:1]Herodas y Salom... [footnoteRef:2] [1: Mamfero de piel muy suave y delicada, muy blanca y confortable en invierno.] [2: Herodas (7 a. C.- 39) fue una princesa idumea, casada primero con Herodes Filipo, su to, y despus con el hermano de ste, Herodes Antipas; se le acus de cometer adulterio e incesto. Fue madre de Salom y, segn los relatos evanglicos, particip en la intriga que condujo a la ejecucin por decapitacin de Juan el Bautista.]

Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Y ms consoladora y ms halagadora y expresiva, la otra fue ms sensitiva cual no pens encontrar jams. Pues a su continua ternura una pasin violenta una. En un peplo[footnoteRef:3] de gasa pura una bacante[footnoteRef:4] se envolva... [3: Vestidura exterior, amplia y suelta, sin mangas, que bajaba de los hombros formando cadas en punta por delante, usada por las mujeres en la Grecia antigua.] [4: Mujer que celebraba las fiestas bacanales, es decir, mujer ebria y lbrica.]

En sus brazos tom mi ensueo y lo arrull como a un beb... Y te mat, triste y pequeo, falto de luz, falto de fe... Juventud, divino tesoro, te fuiste para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Otra juzg que era mi boca el estuche de su pasin; y que me roera, loca, con sus dientes el corazn. Poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad, mientras eran abrazo y beso sntesis de la eternidad; y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edn, sin pensar que la Primavera y la carne acaban tambin... Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer. Y las dems! En tantos climas, en tantas tierras siempre son, si no pretextos de mis rimas fantasmas[footnoteRef:5] de mi corazn. [5: Fantasa, imaginacin.]

En vano busqu a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. Ya no hay princesa que cantar! Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardn... Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Mas es ma el Alba de oro!

2. Antonio MachadoCampos de Soria (Campos de Castilla, 1912)I Es la tierra de Soria rida y fra. Por las colinas y las sierras calvas[footnoteRef:6], verdes pradillos, cerros cenicientos, la primavera pasa dejando entre las hierbas olorosas sus diminutas margaritas blancas. [6: Sin vegetacin en su cima.]

La tierra no revive, el campo suea. Al empezar abril est nevada la espalda del Moncayo[footnoteRef:7]; el caminante lleva en su bufanda envueltos cuello y boca, y los pastores pasan cubiertos con sus luengas[footnoteRef:8] capas. [7: Ncleo montaoso que se encuentra entre las provincias de Zaragoza y Soria.] [8: Largas.]

II Las tierras labrantas, como retazos de estameas[footnoteRef:9] pardas, el huertecillo, el abejar, los trozos de verde obscuro en que el merino[footnoteRef:10] pasta, entre plomizos peascales, siembran el sueo alegre de infantil Arcadia. [footnoteRef:11] [9: Tela basta de lana, empleada generalmente para hbitos.] [10: Oveja de esta raza que da una lana muy fina.] [11: La Arcadia es una regin montaosa griega poblada de bosques y pastos que en la tradicin literaria se asocia con la vida idealizada de pastores que se entregan al amor y a la poesa.]

En los chopos lejanos del camino, parecen humear las yertas[footnoteRef:12] ramas como un glauco[footnoteRef:13] vapor las nuevas hojas y en las quiebras de valles y barrancas blanquean los zarzales florecidos, y brotan las violetas perfumadas. [12: Rgidas y sin actividad.] [13: Verde claro o grisceo.]

III Es el campo undulado[footnoteRef:14], y los caminos ya ocultan los viajeros que cabalgan en pardos borriquillos, ya al fondo de la tarde arrebolada[footnoteRef:15] elevan las plebeyas[footnoteRef:16] figurillas, que el lienzo de oro del ocaso manchan. [14: Transcripcin culta y potica de ondulado.] [15: Color rojo provocado por los rayos de sol que atraviesan las nubes.] [16: Del pueblo, popular.]

Mas si trepis a un cerro y veis el campo desde los picos donde habita el guila, son tornasoles de carmn y acero, llanos plomizos, lomas plateadas, circuidos[footnoteRef:17] por montes de violeta, con las cumbres de nieve sonrosado. [17: Rodeado, cercado.]

IV Las figuras del campo sobre el cielo! Dos lentos bueyes aran en un alcor[footnoteRef:18], cuando el otoo empieza, y entre las negras testas[footnoteRef:19] doblegadas bajo el pesado yugo, pende un cesto de juncos y retama,[footnoteRef:20] que es la cuna de un nio; [18: Colina, monte pequeo.] [19: Cabeza.] [20: Arbusto con muchas ramas delgadas y flexibles.]

y tras la yunta marcha un hombre que se inclina hacia la tierra, y una mujer que en las abiertas zanjas arroja la semilla. Bajo una nube de carmn y llama, en el oro fluido y verdinoso del poniente, las sombras se agigantan.

V La nieve. En el mesn al campo abierto se ve el hogar donde la lea humea y la olla al hervir borbollonea.[footnoteRef:21] [21: Que hierve con burbujas.]

El cierzo[footnoteRef:22] corre por el campo yerto, alborotando en blancos torbellinos la nieve silenciosa. [22: Viento del nordeste, de la direccin del Moncayo, que baja fuerte y seco por el valle del Ebro.]

La nieve sobre el campo y los caminos, cayendo est como sobre una fosa. Un viejo acurrucado tiembla y tose cerca del fuego; su mechn de lana la vieja hila, y una nia cose verde ribete[footnoteRef:23] a su estamea grana.[footnoteRef:24] [23: Cinta con que se adorna la orilla de una prenda.] [24: Color granate.]

Padres los viejos son de un arriero[footnoteRef:25] que camin sobre la blanca tierra, y una noche perdi ruta y sendero, y se enterr en las nieves de la sierra. [25: Persona que conduca las bestias de carga.]

En torno al fuego hay un lugar vaco y en la frente del viejo, de hosco ceo,[footnoteRef:26] como un tachn sombro tal el golpe de un hacha sobre un leo. [26: Con un gesto poco amable o de enfado en el entrecejo.]

La vieja mira al campo, cual si oyera pasos sobre la nieve. Nadie pasa. Desierta la vecina carretera, desierto el campo en torno de la casa. La nia piensa que en los verdes prados ha de correr con otras doncellitas en los das azules y dorados, cuando crecen las blancas margaritas.

VI Soria fra, Soria pura, cabeza de Extremadura,[footnoteRef:27] con su castillo guerrero arruinado, sobre el Duero; con sus murallas rodas y sus casas denegridas! [27: Soria pura, cabeza de Extremadura: es la leyenda que lleva el escudo de la ciudad que fue durante la Edad Media el territorio lmite que alcanzaban los grandes trashumantes en busca de los pastos del verano y que lindaba con otros reinos medievales.]

Muerta ciudad de seores soldados o cazadores; de portales con escudos de cien linajes hidalgos,[footnoteRef:28] y de famlicos galgos, de galgos flacos y agudos, que pululan[footnoteRef:29] por las srdidas[footnoteRef:30] callejas, y a la medianoche ululan,[footnoteRef:31] cuando graznan las cornejas! [28: Nobleza castellana baja de poca medieval.] [29: Abundar y moverse por un sitio.] [30: Miserables y sucias.] [31: Aullar.]

Soria fra! La campana de la Audiencia da la una. Soria, ciudad castellana tan bella! bajo la luna.

VII Colinas plateadas, grises alcores, crdenas[footnoteRef:32] roquedas por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, obscuros encinares, ariscos pedregales, calvas sierras, caminos blancos y lamos del ro, tardes de Soria, mstica y guerrera, hoy siento por vosotros, en el fondo del corazn, tristeza, tristeza que es amor! Campos de Soria donde parece que las rocas suean, conmigo vais! Colinas plateadas, grises alcores, crdenas roquedas!... [32: Rojizas, moradas.]

VIII He vuelto a ver los lamos dorados, lamos del camino en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio,[footnoteRef:33] tras las murallas viejas de Soria barbacana[footnoteRef:34] hacia Aragn, en castellana tierra. [33: Las ermitas de san Polo y san Saturio, ste ltimo patrn de Soria, estn prximas a la ribera del Duero y constituan el camino de paseo habitual de Antonio Machado.] [34: Boquete abierto en un muro por donde se disparaba para defender una posicin fortificada.]

Estos chopos[footnoteRef:35] del ro, que acompaan con el sonido de sus hojas secas [35: lamos.]

el son del agua, cuando el viento sopla, tienen en sus cortezas grabadas iniciales que son nombres de enamorados, cifras que son fechas. lamos del amor que ayer tuvisteis de ruiseores vuestras ramas llenas; lamos que seris maana liras del viento perfumado en primavera; lamos del amor cerca del agua que corre y pasa y suea, lamos de las mrgenes del Duero, conmigo vais, mi corazn os lleva!

IX Oh, s! Conmigo vais, campos de Soria, tardes tranquilas, montes de violeta, alamedas del ro, verde sueo del suelo gris y de la parda tierra, agria melancola de la ciudad decrpita. [footnoteRef:36] [36: Que posee una gran decadencia fsica y espiritual.]

Me habis llegado al alma, o acaso estabais en el fondo de ella? Gentes del alto llano numantino [footnoteRef:37]que a Dios guardis como cristianas viejas, que el sol de Espaa os llene de alegra, de luz y de riqueza! [37: Aqu se alude a la antigua ciudad celtibrica de Numancia, situada en un cerro a siete quilmetros de Soria. La poblacin resisti durante veinte aos los ataques de las tropas romanas, hasta que, tras ser sometida en el ao 123 a.C. a un implacable asedio de trece meses, sus habitantes prefirieron incendiar la ciudad e inmolarse antes que perder su libertad]

Proverbios y cantares (Campos de Castilla, 1917)XXIX Caminante, son tus huellas el camino y nada ms; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrs se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas[footnoteRef:38] en la mar. [38: Huella que deja en la superficie del agua un barco en movimiento.]

XLIVTodo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.

3. Juan Ramn JimnezCancin (lamo blanco)Arriba canta el pjaro y abajo canta el agua. (Arriba y abajo, se me abre el alma). Entre dos melodas, la columna de plata! Hoja, pjaro, estrella; baja flor, raz, agua. Entre dos conmociones, la columna de plata! (Y t, tronco ideal, entre mi alma y mi alma!) Mece a la estrella el trino, la onda a la flor baja. (Abajo y arriba, me tiembla el alma).El nombre conseguido de los nombresSi yo, por ti, he creado un mundo para ti,dios, t tenas seguro que venir a l,y t has venido a l, a m seguro,porque mi mundo todo era mi esperanza.

Yo he acumulado mi esperanzaen lengua, en nombre hablado, en nombre escrito;a todo yo le haba puesto nombrey t has tomado el puestode toda esta nombrada.

Ahora puedo yo detener ya mi movimiento,como la llama se detiene en ascua rojacon resplandor de aire inflamado azul,en el ascua de mi perpetuo estar y ser;ahora yo soy ya mi mar paralizado,el mar que yo deca, mas no duro,paralizado en olas de conciencia en luzy vivas hacia arriba todas, hacia arriba.

Todos los nombres que yo puseal universo que por ti me recreaba yo,se me estn convirtiendo en uno y en undios.

El dios que es siempre al fin,el dios creado y recreado y recreadopor gracia y sin esfuerzo.El Dios. El nombre conseguido de los nombres.

4. Pedro Salinas El alma tenas.

El alma tenastan clara y abierta,que yo nunca pudeentrarme en tu alma.Busqu los atajosangostos[footnoteRef:39], los pasos [39: Estrecho.]

altos y difciles...A tu alma se ibapor caminos anchos.Prepar alta escala[footnoteRef:40] [40: Escalera de mano.]

soaba altos murosguardndote el almapero el alma tuyaestaba sin guardade tapial ni cerca.Te busqu la puertaestrecha del alma,pero no tena,de franca[footnoteRef:41] que era, [41: Libre, no cerrada. Sincera.]

entradas tu alma.En dnde empezaba?Acababa, en dnde?Me qued por siempresentado en las vagaslindes de tu alma.

5. Jorge Guilln Ms all (Cntico, 1928)I

(El alma vuelve al cuerpo, Se dirige a los ojosY choca.) Luz! Me invade Todo mi ser. Asombro!

Intacto an, enorme, Rodea el tiempo. Ruidos Irrumpen. Cmo saltan Sobre los amarillos

Todava no agudos De un sol hecho ternura De rayo alboreado Para estancia difusa,

Mientras van presentndose Todas las consistencias Que al disponerse en cosas Me limitan, me centran!

Hubo un caos? Muy lejos De su origen, me brinda Por entre hervor de luz Frescura en chispas. Da!

Una seguridad Se extiende, cunde[footnoteRef:42], manda. El esplendor aploma[footnoteRef:43] La insinuada maana.

Y la maana pesa. Vibra sobre mis ojos, Que volvern a verLo extraordinario: todo

Todo est concentrado Por siglos de raz Dentro de este minuto, Eterno y para m.

Y sobre los instantes Que pasan de continuo Voy salvando el presente, Eternidad en vilo.

Corre la sangre, corre Con fatal avidez. A ciegas acumulo Destino: quiero ser.

Ser, nada ms. Y basta. Es la absoluta dicha. Con la esencia en silencio Tanto se identifica!

Al azar de las suertes nicas de un tropel Surgir entre los siglos, Alzarse con el ser,

Y a la fuerza fundirse Con la sonoridad Ms tenaz: s, s, s, La palabra del mar!

Todo me comunica, Vencedor, hecho mundo, Su bro para serDe veras real, en triunfo.

Soy, ms, estoy. Respiro. Lo profundo es el aire. La realidad me inventa, Soy su leyenda. Salve!

II

No, no sueo. Vigor De creacin concluye Su paraso aqu: Penumbra de costumbre.

Y este ser implacable Que se me impone ahoraDe nuevo vaguedad Resolvindose en forma

De variacin de almohada, En blancura de lienzo, En mano sobre embozo, En el tendido cuerpo

Que aun recuerda los astros Y gravita bien este Ser, avasallador Universal, mantiene

Tambin su plenitud En lo desconocido: Un ms all de veras Misterioso, realsimo.

III

Ms all! Cerca a veces, Muy cerca, familiar, Alude a unos enigmas. Corteses, ah estn.

Irreductibles, pero Largos, anchos, profundos Enigmas en sus masas. Yo los toco, los uso.

Hacia mi compaa La habitacin converge. Qu de objetos! Nombrados, Se allanan a la mente.

Enigmas son y aqu Viven para mi ayuda, Amables a travs De cuanto me circunda

Sin cesar con la mvil Trabazn de unos vnculos Que a cada instante acaban De cerrar su equilibrio.

IV

El balcn, los cristales Unos libros, la mesa. Nada ms esto? S, Maravillas concretas.

Material jubiloso Convierte en superficie Manifiesta a sus tomos Tristes, siempre invisibles.

Y por un filo escueto, O al amor de una curva De asa, la energaDe plenitud acta.

Energa o su gloria! En mi dominio luce Sin escndalo dentro De lo tan real, hoy lunes.

Y gil, humildemente, La materia apercibe Gracia de Aparicin: Esto es cal, esto es mimbre.

V

Por aquella pared, Bajo un sol que derrama, Dora y sombrea claros Caldeados, la calma

Soleada vara. Sonredo va el sol Por la pared. Gozosa Materia en relacin!

Y mientras, lo ms alto De un rbol hoja a hoja Solendose, dndose,Todo actual me enamora.

Errante en el verdorUn aroma presiento,Que me regalarSu calidad: lo ajeno,

Lo tan ajeno que esAll en s mismo. DdivaDe un mundo irremplazable:Voy por l a mi alma.

VI

Oh perfeccin! DependoDel total ms all,Dependo de las cosas.Sin m son y ya estn

Proponiendo un volumenQue ni so la mano,Feliz de resolverUna sorpresa en acto.

Dependo en alegraDe un cristal de balcn,De ese lustre que ofreceLo ansiado a su raptor,

Y es de versa atmsferaDifana de maana,Un alero, tejados,Nubes all, distancias.

Suena a orilla de abrilEl gorjeo esparcidoPor entre los follajesFrgiles. (Hay roco.)

Pero el da al fin lograRotundidad humana De edificio y refiereSu fuerza a mi morada.

As va concertando,Trayendo lejanas,Que al balcn por pasesDe trnsito deslizan.

Nunca separa el cielo.Ese cielo de ahoraAire que yo respiroDe planeta me colma.

Dnde extraviarse, dnde?Mi centro es este punto:Cualquiera. Tan plenarioSiempre me aguarda el mundo!

Una tranquilidad De afirmacin constanteGua a todos los seres,Que entre tantos enlaces

Universales, presosEn la jornada eterna,Bajo el sol quieren serY a su querer se entregan

Fatalmente, dichososCon la tierra y el marDe alzarse a lo infinito:Un rayo de sol ms.

Es la luz del primerVergel, y aun fulge aquAnte mi faz, sobre esaFlor, en ese jardn.

Y con empuje henchidoDe afluencias amantesSe ahnca en el sagradoPresente perdurable.

Toda la creacin,Que al despertarse un hombreLanza la soledadA un tumulto de acordes. [42: Extenderse, propagarse.] [43: Aumenta el peso.]

6. Gerardo DiegoRomance del Duero (Soria, 1923)Ro Duero, ro Duero, nadie a acompaarte baja; nadie se detiene a or tu eterna estrofa de agua. Indiferente o cobarde, la ciudad vuelve la espalda. No quiere ver en tu espejo su muralla desdentada.[footnoteRef:44] [44: El poeta describe aqu la ciudad de Soria y su muralla desdentada, esto es, de almenas rotas.]

T, viejo Duero, sonres entre tus barbas de plata, moliendo con tus romances las cosechas mal logradas. Y entre los santos de piedra[footnoteRef:45] y los lamos de magia pasas llevando en tus ondas palabras de amor, palabras. [45: Refiere el poeta las imgenes de las ermitas de san Polo y de san Saturio, sta ltimo, santo patrn de la ciudad, cuyas capillas se encuentran prximas a la ribera del Duero.]

Quin pudiera como t, a la vez quieto y en marcha, cantar siempre el mismo verso pero con distinta agua. Ro Duero, ro Duero, nadie a estar contigo baja, ya nadie quiere atender tu eterna estrofa olvidada, sino los enamorados que preguntan por sus almas y siembran en tus espumas palabras de amor, palabras.

7. Federico Garca LorcaRomance de la luna, luna (Romancero gitano, 1927)A Conchita Garca LorcaLa luna vino a la fragua[footnoteRef:46] [46: ]

con su polisn[footnoteRef:47] de nardos.[footnoteRef:48] El nio la mira mira. El nio la est mirando. [47: ] [48: ]

En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y ensea, lbrica[footnoteRef:49] y pura, sus senos[footnoteRef:50] de duro estao.[footnoteRef:51] [49: ] [50: ] [51: ]

Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, haran con tu corazn collares y anillos blancos. Nio djame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarn sobre el yunque[footnoteRef:52] con los ojillos cerrados.[footnoteRef:53] [52: ] [53: ]

Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Nio djame, no pises, mi blancor almidonado.[footnoteRef:54] [54: ]

El jinete se acercaba tocando el tambor del llano. [footnoteRef:55]Dentro de la fragua el nio, tiene los ojos cerrados. [55: ]

Por el olivar venan, bronce y sueo, los gitanos.[footnoteRef:56] Las cabezas levantadas y los ojos entornados. [56: ]

Cmo canta la zumaya,[footnoteRef:57] ay como canta en el rbol! Por el cielo va la luna con el nio de la mano. [57: ]

Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. El aire la vela, vela. el aire la est velando.46 Taller donde se trabajan los metales mediante el uso controlado del fuego. 47 Armazn que, atado en la cintura, llevaban las mujeres para abultar los vestidos por detrs. 48 Planta herbcea de flores blancas y olorosas dispuestas en espiga. 49 Que demuestra lujuria. 50 Pechos. 51 Metal brillante como la plata. 52 Pieza de hierro sobre la que se golpean los metales para moldearlos. 53 Esto es, muerto. 54 El almidn es una sustancia que, antiguamente, se empleaba para blanquear y endurecer la ropa. Aqu viene a significar la luz de la luna, el vestido blanco de la luna. 55 El llano es comparado a un tambor al que golpean los cascos del caballo al galopar. 56 Los gitanos, morenos como el bronce, regresan cansados. 57 Autillo, ave rapaz nocturna parecida a la lechuza, tambin conocida como chotacabras. Su canto suele ser anuncio de mal agero. 58 Cuidar con atencin, aunque tambin significa que sopla el viento durante toda la noche.Ciudad sin sueo [Nocturno de Brooklyn Bridge] (Poeta en Nueva York, 1929-1930)

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabaas. Vendrn las iguanas vivas a morder a los hombres que no suean y el que huye con el corazn roto encontrar por las esquinas al increble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Hay un muerto en el cementerio ms lejano que se queja tres aos porque tiene un paisaje seco en la rodilla; y el nio que enterraron esta maana lloraba tanto que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase. No es sueo la vida. Alerta! Alerta! Alerta! Nos caemos por las escaleras para comer la tierra hmeda o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas. Pero no hay olvido, ni sueo: carne viva. Los besos atan las bocas en una maraa de venas recientes y al que le duele su dolor le doler sin descanso y al que teme la muerte la llevar sobre sus hombros. Un da los caballos vivirn en las tabernas y las hormigas furiosas atacarn los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas. Otro da veremos la resurreccin de las mariposas disecadas y an andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua. Alerta! Alerta! Alerta! A los que guardan todava huellas de zarpa y aguacero, a aquel muchacho que llora porque no sabe la invencin del puente o a aquel muerto que ya no tiene ms que la cabeza y un zapato, hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan, donde espera la dentadura del oso, donde espera la mano momificada del nio y la piel del camello se eriza con un violento escalofro azul. No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Pero si alguien cierra los ojos, azotadlo, hijos mos, azotadlo! Haya un panorama de ojos abiertos y amargas llagas encendidas. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. Ya lo he dicho. No duerme nadie. Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, abrid los escotillones para que vea bajo la luna las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.59 El poeta niega la famosa sentencia del dramaturgo barroco Pedro Caldern de la Barca quien presenta la vida como algo ilusorio y pasajero (ver su obra La vida es sueo), un sueo del que slo despertamos con la muerte y el renacer a la vida eterna. Pero la noche neoyorkina despierta en Lorca unos sentimientos muy distintos a esa vida cristiana: para el poeta, la vida en la gran urbe no es sueo (en el doble sentido de descanso fsico y mental y de ensoacin, ilusin, fantasa), sino un estado permanente de vigilia que se convierte en una maldicin y una pesadilla. Las iguanas y los cocodrilos amenazan a quienes no duermen o huyen con el corazn roto, y los muertos no descansan y continan sufriendo, pues no se renace a otra vida (ver vv. 4-11).60 Muy afectado por un desengao amoroso, Lorca realiza un viaje a los Estados Unidos en 1929 y proyecta su profundo dolor en la ciudad de Nueva York, que es, para el poeta, smbolo pattico del sufrimiento, una ciudad dominada por la muerte porque de ella ha desaparecido el amor pero donde, paradjicamente, no es posible la muerte y el olvido (ver vv. 17-21).61 En las dos ltimas estrofas Lorca se refiere probablemente a la resurreccin de los muertos previa al Juicio Final (Apocalipsis 20, 11-15). La metrpoli deshumanizada lorquiana aniquila todo lo que es natural, como el cielo, los astros, las mariposas, las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.63el paisaje, las dalias, las vacas,.

8. Dmaso Alonso Insomio, de Hijos de la ira (1944)

Madrid es una ciudad de ms de un milln de cadveres (segn las ltimas estadsticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 aos que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracn, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el huracn, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntndole a Dios, preguntndole por qu se pudre lentamente mi alma, por qu se pudren ms de un milln de cadveres en esta ciudad de Madrid, por qu mil millones de cadveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, qu huerto quieres abonar con nuestra podredumbre ? Temes que se te sequen los grandes rosales del da, las tristes azucenas letales de tus noches ?

64 Un milln de habitantes era la poblacin que tena Madrid en 1940, fecha en la que se compuso este poema. 65 Mama de la hembra de los mamferos. 66 La imagen de la gran vaca amarilla, quizs inspirada en otras semejantes de Lorca, debe interpretarse como la visin de una existencia enfermiza y falta de vitalidad, la de una sociedad atenazada, alienada y determinada por la muerte y el dolor.67 Mortal. 68 La invocacin a Dios y la extensin de la podredumbre al mundo entero imprime un tono sombro, existencial y metafsico al poema, cuyo ttulo nos desvela la pesadilla terrible que es la existencia para el poeta.

9. Vicente Aleixandre Se queran (La destruccin o el amor, 1935)Se queran. Sufran por la luz, labios azules en la madrugada, labios saliendo de la noche dura, labios partidos, sangre, sangre dnde? Se queran en un lecho navo, mitad noche, mitad luz. Se queran como las flores a las espinas hondas, a esa amorosa gema del amarillo nuevo, cuando los rostros giran melanclicamente, giralunas que brillan recibiendo aquel beso. Se queran de noche, cuando los perros hondos laten bajo la tierra y los valles se estiran como lomos arcaicos que se sienten repasados: caricia, seda, mano, luna que llega y toca. Se queran de amor entre la madrugada, entre las duras piedras cerradas de la noche, duras como los cuerpos helados por las horas, duras como los besos de diente a diente solo. Se queran de da, playa que va creciendo, ondas que por los pies acarician los muslos, cuerpos que se levantan de la tierra y flotando... Se queran de da, sobre el mar, bajo el cielo. Medioda perfecto, se queran tan ntimos, mar altsimo y joven, intimidad extensa, soledad de lo vivo, horizontes remotos ligados como cuerpos en soledad cantando. Amando. Se queran como la luna lcida, como ese mar redondo que se aplica a ese rostro, dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida, donde los peces rojos van y vienen sin msica. Da, noche, ponientes, madrugadas, espacios, ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas, mar o tierra, navo, lecho, pluma, cristal, metal, msica, labio, silencio, vegetal, mundo, quietud, su forma. Se queran, sabedlo.

69 En trminos a menudo irracionales, el poema describe la relacin amorosa de unos amantes cuya identidad no se precisa. 70 Para el poeta, el amor es una fuerza que funde a todos los seres en la naturaleza y une a los contrarios en una pasin destructiva que iguala el placer y el dolor, la vida y la muerte.71 El lecho que acoge a los amantes es un gran barco que, en su movimiento, simboliza la unin de opuestos que es el amor, la fusin de la noche y la luz. 72 Yema, capullo de una flor completamente cerrado. 73 Neologismo creado a partir de girasoles y con el que se refiere a los rostros que se iluminan al ser besados.74 El poeta describe la relacin amorosa con imgenes que implican y funden a toda la creacin: personas, animales y naturaleza. As, mientras que los perros hondos aluden a la pasin amorosa, los cuerpos humanos son descritos mediante una animalizacin de la naturaleza: los valles se estiran / como lomos arcaicos.75 El poeta asocia de nuevo la noche a imgenes negativas. Esa connotacin puede aludir a la impenetrabilidad del inconsciente, que contrasta con las perspectivas que en las estrofas siguientes abre la luz del da. No obstante, esa cualidad de la noche slo es negativa en apariencia, pues la mxima aspiracin del poeta es alcanzar la unidad de todo lo creado. 76 La suspensin del verso parece invitar al lector a que participe de la concepcin telrica del amor del poeta. 77 La luna es un mar redondo y ste, a su vez, el rostro del amante, que se oscurece como un eclipse lunar y por el que nadan los peces rojos de la pasin amorosa. 78 La ruptura de la lgica y el irracionalismo de raz surrealista culminan en la enumeracin catica de sustantivos y adjetivos algunos de ellos dispersos por el poema asociados a la unin de los amantes.La composicin concluye con su motivo reiterado (Se queran) e invocando al lector (sabedlo), quizs para implicarlo.

10. Rafael Alberti

Si mi voz muriera en tierra... (Marinero en tierra, 1924)

Si mi voz muriera en tierra llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera. Llevadla al nivel del mar y nombardla capitana de un blanco bajel de guerra. Oh mi voz condecorada con la insignia marinera: sobre el corazn un ancla y sobre el ancla una estrella y sobre la estrella el viento y sobre el viento la vela!

79 Barco.

11. Luis Cernuda Donde habite el olvido... (Donde habite el olvido, 1933)

Donde habite el olvido,En los vastos jardines sin aurora;Donde yo solo seaMemoria de una piedra sepultada entre ortigasSobre la cual el viento escapa a sus insomnios.Donde mi nombre dejeAl cuerpo que designa en brazos de los siglos,Donde el deseo no exista.En esa gran regin donde el amor, ngel terrible,No esconda como aceroEn mi pecho su ala,Sonriendo lleno de gracia area mientras crece el tormento.All donde termine ese afn que exige un dueo a imagen suya,Sometiendo a otra vida su vida,Sin ms horizonte que otros ojos frente a frente.Donde penas y dichas no sean ms que nombres,Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,Disuelto en niebla, ausencia,Ausencia leve como carne de nio.All, all lejos;Donde habite el olvido.

80 La condicin ambivalente del amor que describe Cernuda se refleja en la anttesis de estos versos.

12. Miguel Hernndez Elega (El rayo que no cesa, 1936)(En Orihuela, su pueblo y el mo, se me ha muerto como del rayo Ramn Sij, con quien tanto quera).

Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compaero del alma, tan temprano. Alimentando lluvias, caracolas y rganos mi dolor sin instrumento. a las desalentadas amapolas dar tu corazn por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujn brutal te ha derribado. No hay extensin ms grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento ms tu muerte que mi vida. Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazn a mis asuntos. Temprano levant la muerte el vuelo, temprano madrug la madrugada, temprano ests rodando por el suelo. No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada. En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catstrofes y hambrienta. Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.

81 Ramn Sij, seudnimo del escritor Jos Ramn Marn Gutirrez, fue amigo ntimo de Miguel Hernndez, a quien orient y ayud en sus primeros pasos poticos. Muri en 1935, a los veintids aos de edad. Miguel, que por entonces se haba distanciado de las ideas religiosas y literarias de su amigo, vuelca todo su dolor en esta sincera y profunda elega.82 El destino del hombre debe ser, para Hernndez, integrarse de nuevo a la naturaleza de la que procede, servir de estircol a la tierra. Hay en estos versos un eco de lo que pronuncia Nemoroso en la gloga I de Garcilaso: Yo hago con mis ojos / crecer, lloviendo, el fruto miserable. 83 El inmenso dolor del poeta le har derramar lgrimas que caern como una lluvia sobre la tierra, se expresar tambin a travs de todos los rganos de su cuerpo y se difundir con el sonido grave de las caracolas.84 Partes bajas de los tallos de las mies, que quedan al ser segada sta. El trmino se utiliza metafricamente. 85 Sonido agudo, fuerte y desagradable.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte. Volvers a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajarear tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volvers al arrullo de las rejas de los enamorados labradores. Alegrars la sombra de mis cejas, y tu sangre se irn a cada lado disputando tu novia y las abejas. Tu corazn, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado. A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compaero del alma, compaero.10 de enero de 1936

86 Abrir minas en un terreno, excavar. 87 Quitar la mordaza. 88 Arrullarse: acariciarse, decirse palabras cariosas. 89 Era costumbre antigua que los enamorados se cortejaran a travs de las rejas de las ventanas de las plantas bajas de las casas. 90 Viejo, estropeado, deslucido.

13. Gabriel Celaya

La poesa es un arma cargada de futuro (Cantos iberos, 1955)Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, mas se palpita y se sigue ms ac de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmado, como un pulso que golpea las tinieblas, cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las brbaras, terribles, amorosas crueldades. Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo. Con la velocidad del instinto, con el rayo del prodigio, como mgica evidencia, lo real se nos convierte en lo idntico a s mismo. Poesa para el pobre, poesa necesaria como el pan de cada da, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un s que glorifica. Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo. Maldigo la poesa concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavndose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesa de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mas las faltas. Siento en m a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando ms all de mis penas personales, me ensancho. Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso con tcnica qu puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a Espaa en sus aceros. Tal es mi poesa: poesa-herramienta a la vez que latido de lo unnime y ciego. Tal es, arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al pecho. No es una poesa gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. 91 Para Celaya, el poeta debe trascender los problemas personales, integrarse en el pueblo y solidarizarse con su sufrimiento, y esa actitud le har ser mejor persona y poeta. 92 Celaya describe el ideal de perfeccin de la poesa pura.

Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos. Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son ms que lo mentado. Son lo ms necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

93 Nombrado.

14. Blas de Otero En el principio (Pido la paz y la palabra, 1955) Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tir, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mo y result ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abr los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abr los labios hasta desgarrrmelos, me queda la palabra.

15. ngel Gonzlez Para que yo me llame ngel Gonzlez... (spero mundo, 1956)Para que yo me llame ngel Gonzlez, para que mi ser pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo el mar y toda tierra, frtiles vientres de mujer, y cuerpos y ms cuerpos, fundindose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios alumbraron con su cambiante luz, su vario cielo, el viaje milenario de mi carne trepando por los siglos y los huesos. De su pasaje lento y doloroso de su huida hasta el fin, sobreviviendo naufragios, aferrndose al ltimo suspiro de los muertos, yo no soy ms que el resultado, el fruto, lo que queda, podrido, entre los restos; esto que veis aqu, tan slo esto: un escombro tenaz, que se resiste a su ruina, que lucha contra el viento, que avanza por caminos que no llevan a ningn sitio. El xito de todos los fracasos. La enloquecida fuerza del desaliento...

94 Los solsticios de verano (22 de junio) y de invierno (21 de diciembre) son los das, respectivamente, ms largo y ms corto del ao. Los equinoccios de primavera (21 de marzo) y de otoo (22 de septiembre) son los das del ao en que el da y la noche tienen la misma duracin. El poeta alude con ello al transcurso de los aos a travs de los siglos.95 La idea de que el hombre es el resultado de una larga historia de encuentros amorosos mediante los cuales se prolonga la especie, unas relaciones amorosas que le vinculan a travs de vientres frtiles, huesos y muertos con sus antepasados, parece tomada de Miguel Hernndez. 96 El poeta, al retratarse como el fruto de generaciones de hombres y mujeres que durante siglos han luchado por sobrevivir, enraza, por una parte, en un largo tiempo de amor, lucha y sufrimiento, y, por otra, afirma su desvalimiento actual y su visin agnica de la existencia. Es necesario fijarse en los trminos que emplea para referirse a s mismo: fruto podrido, escombro tenaz, ruina, fracaso, desaliento,... Su temprana orfandad, el fusilamiento de un hermano y el exilio de otro en la guerra civil, y la enfermedad de la tuberculosis, dejaron sin duda una impronta en su carcter.

16. Jos Mara Valverde En el principio (Ser de palabra, 1976)De pronto arranca la memoria, sin fondos de origen perdido;muy nio vindome una tardeen el espejo de un armariocon doble luz enajenadapor el iris de sus biseles,decid que aquello lo haba de recordar, y lo aferr,y desde ah empieza mi mundo,con un piso destartaado,las vagas personas mayoresy los miedos en el pasillo.Aos y aos pasaron luegoy al mirar atrs, all estabala escena en que, hombrecito audaz,desembarqu en m, conquistndome.Hasta que un da, bruscamente,vi que esa estampa inauguralno se fund porque una tardese hizo mgica en un espejo,sino por un toque, ms leve,pero que era todo mi ser:el haberme puesto a m mismoen el espejo del lenguajedoblando sobre s el hablar,dicindome que lo diria,para siempre vuelto palabra,ma y ya extraa, aquel momento.Pero cuando lo comprendera ya mayor, hombre de libros,y acaso fue porque en algunole la gran perogrullada:que no hay ms mente que el lenguaje,y pensamos solo al hablar,y no queda ms mundo vivotras las tierras de la palabra.Hasta entonces, nio y muchacho,cre que hablar era un juguete,algo aadido, una herramienta,un ropaje sobre las cosas,un caballo con que correrpor el mundo, terrible y rico,o un estorbo en que se aludaa lo lejos, a ideas vagas:ahora, de pronto, lo era todo,igual que el ser de carne y hueso,nuestra racin de realidad,el mismo ser hombre, poco o mucho.

97 La luz se descompone en mltiples colores (iris) al reflejarse en los cortes oblicuos de los bordes del espejo (biseles) y parecer que est como fuera de s, loca (enajenada). 98 Aferrar, agarrar con fuerza. 99 Para el poeta, es una verdad evidente (perogrullada) que el pensamiento no existe al margen del lenguaje, esto es, que pensamos con palabras, tal y como opinaban el pensador y escritor alemn Wilhelm Humboldt o el filsofo austriaco Ludwig Wittgenstein; ste ltimo lleg a afirmar que los lmites de nuestro pensamiento son los lmites de nuestro lenguaje.17. Jos ngel Valente

El poema (El inocente, 1970)

Si no creamos un objeto metlico de dura luz, de pas aceradas, de crueles aristas, donde el que va a vendernos, a entregarnos, de pronto reconozca o presencie metdica su muerte, cundo podremos poseer la tierra. Si no depositamos a mitad del vaco un objeto incruento capaz de percutir en la noche terrible como un pecho sin trmino, si en el centro no est invulnerable el odio, tentacular, enorme, no visible, cundo podremos poseer la tierra. Y si no est el amor petrificado y el residuo del fuego no pudiera hacerlo arder, correr desde s mismo, como semen o lava, para arrasar el mundo, para entrar como un ro de vengativa luz por las puertas vedadas, cundo podremos poseer la tierra. Si no creamos un objeto duro, resistente a la vista, odioso al tacto, incmodo al oficio del injusto, interpuesto entre el llanto y la palabra, entre el brazo del ngel y el cuerpo de la vctima, entre el hombre y su rostro, entre el nombre del dios y su vaco, entre el filo y la espada, entre la muerte y su naciente sombra, cundo podremos poseer la tierra, cundo podremos poseer la tierra, cundo podremos poseer la tierra.

100 Que no derrama sangre. 101 Golpear. 102 Que no puede ser herido ni daado. 103 Prohibidas.

18. Jaime Gil de Biedma

Intento formular mi experiencia de la guerra (Moralidades, 1966)

Fueron, posiblemente,los aos ms felices de mi vida,y no es extrao, puesto que a fin de cuentasno tena los diez.Las vctimas ms tristes de la guerralos nios son, se dice.Pero tambin es cierto que es una bestia el nio:si le perdona la brutalidadde los mayores, l sabe aprovecharla,y vive ms que nadieen ese mundo demasiado simple,tan parecido al suyo.Para empezar, la guerrafue conocer los pramos con viento,los sembrados de gleba pegajosay las tardes de azul, celestes y algo plidas,con los montes de nieve sonrosada a lo lejos.Mi amor por los inviernos mesetarioses una consecuenciade que hubiera en Espaa casi un milln de muertos. A salvo en los pinares-pinares de la Mesa, del Rosal, del Jinete!-,el miedo y el desorden de los primeros daseran algo borroso, con esa irrealidadde los momentos demasiado intensos.Y Segovia pareca remotacomo una gran ciudad, era ya casi el frente-o por lo menos un lugar heroico,un sitio con tenientes de brazo en cabestrilloque nos emocionaba visitar: la guerraquedaba all al alcance de los niostal y como la quieren.A la vuelta, de paso por el puente Us,buscbamos la arena removidadonde estaban, sabamos, los cinco fusilados.Luego la lluvia los desenterr,los llev ro abajo. Y me acuerdo tambin de una excursin a Coca,que era el pueblo de al lado,una de esas maanas que la luzes an, en el aire, relmpago de escarcha,pero que anuncian ya la primavera.Mi recuerdo, muy vago, es slo una imagen,una ntida imagen de la felicidadretratada en un cielo

104 Terreno sin cultivar, inhspito y fro. 105 Tierra. 106 El poeta se refiere a los inviernos de Castilla, pues pas los tres aos de la guerra civil espaola (1936-1939) en el pueblo segoviano de Nava de la Asuncin, donde su familia tena diversas propiedades. 107 Brazo sujeto por una banda o aparato al hombre debido a una herida, en este caso, de guerra.hacia el que se apresura la torre de la iglesia,entre un nimbo de pjaros.Y los mismos discursos, los gritos, las cancioneseran como promesas de otro tiempo mejor,nos ofrecanun billete de vuelta al siglo diez y seis.Qu nio no lo acepta? Cuando por fin volvimosa Barcelona, me qued unos mesesla nostalgia de aquello, pero me acostumbr.Quien me conoce ahoradir que mi experiencianada tiene que ver con mis ideas,y es verdad. Mis ideas de la guerra cambiarondespus, mucho despusde que hubiera empezado la postguerra.

108 Crculo. 109 El franquismo prometa devolverle a Espaa la grandeza imperial que tuvo en el siglo XVI, y las hazaas y conquistas de las tropas espaolas en esa poca podan seducir a cualquier nio como el poeta. Su experiencia de la guerra, por tanto, fue la de un tiempo heroico vivido en un hermoso entorno que le dej una ntida imagen de felicidad.

19.Mara Victoria Atencia Placeta de San Marcos (El coleccionista, 1979)

Placeta de San Marcos, Mara Victoria Atencia, El coleccionista (1979) Amrrate, alma ma; sujtate a este mrmol,Sebastin de tu tronco, con cuantas cintas puedaofrecerte en Venecia la lluvia que te empapa.

Amrrate a este palo, alma Ulises, y escucha-desde donde la plaza proclama su equilibrio-el rugido de bronce que la piedra sostiene.