anónimo - antología de poetas mexicanos publicada por la academia mexicana

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  • ANTOLO(}IA

    J'I';

    POETi~S MEXICANOS J' l 'B L Il'.-\ DA

    POR LA ACAD EMIA MEXIC AN A,

    CORRESPONDIENTE D E LA RE; .

    Segunda Edicin .

    MEXICO OFICIN A TIP. DE LA SECRETARA DE FO;\IENTU

    Call e de i> a o ,Ind rs n m . 15. ( A \'~ nida Orie n te 51.)

    1894

  • ON motivo de la celebracin del 49 Centenario del descubrimiento de Amrica, la Real Aca-demia Espaola invit las Correspondien-

    tes Americanas, para que remitiesen una Antologa y una resea histrica de la poesa castellana cultivada en sus respectivos pases, desde la Conquista hasta nuestros das. La Academia Mexicana, obsequiando la invitacin de la Espaola nombr los Sres. D. Ca-simro del Collado y D. Jos ~Iara Roa Brcena para que formasen la Antologa, y D. Jos Mara Vigil para que escribiese la resea, trabajos que fueron le-dos en varias sesiones, habindose acordado en seguida su impresin en nmero muy reducido de ejemplares, con objeto de que no circularan antes de que la Real Academia eligiera las composiciones que determinase incluir en su propia Antologa.

    Deseosa ahora la Academia Mexicana ele que esos Antologfa.-*

  • VI

    trabajos sean conocidos por lo que pueda importar para nuestra historia literaria, acord hacer esta segunda edicin, reproduccin exacta de l~ primera, siendo de advertir que conforIne la invitacin referida, se in-cluyeron en la Antologa composiciones de autores

    muerto~ y viyos, as mexicanos, como extraos que hubiesen residido escrito en Mxico.

  • -, ,

    RESENA HISTORICA DE LA POESIA MEXICANA. ,.

    LA ocupacin de la ciudad de Mxico por Hernn . Corts y sus aliados indgenas, puso trmino la monarqua azteca, y consum virtualmente la conquista de los vastos dominios que en el Nuevo Mundo se in-corporaron la Corona de Espaa~ Suceso de tal mag-nitud tena que envolver fecundas consecuencias; pues no slo se trataba de las creces y podero que en el or-den poltico lograba la nacin espaola, sino, lo que

    .era ms importante, de los grmenes de civilizacin cristiana arrojados en estas remotas regiones; de la expansin de una de las razas ms nobles y vigorosas de Europa; de la creacin de sociedades que ms tarde vendran convertirse en naciones soberanas, infor-madas por el mismo espritu de libertad y de progre-so que tantas maravillas ha -realizado y sigue realizan-do en el Viejo Mundo. Parece que el gobierno espaol co.noci intuitivamente la alteza de los deberes que ha-ba contrado, pues procedi desde luego la organi. zacin de la colonia por medio de minuciosos regla-

    Antologa. -1

  • 2

    mentos, encaminados asimilarla la metrpoli, sin olvidar como objeto principal de sus desvelos, to~o lo relativo la conversin de los pueblos conquistados, entendindose por tal conversin no slo su entrada en el seno d la Iglesia, sino el inculcarles los princi-pios de la civilizacin nuevamente planteada, y ase-gurar el patrocinio que, en cuanto fuera posible, los pusiese salvo de la fuerza y tirana de los conquis-tadores.

    A realizar tan elevados p~~opsitos fueron parte im-portantsima los evanglicos varones que la Nueva Espaa llegaron cuando t'odava hunle~ban los restos de la ciudad debelada, y que en medio del desorden y la confusin consiguientes , dieron principio con ejem-plar paciencia sus lneritorios trabajos, sin arredrar-los las dificultades Y obstculos de todo linaje con que tenan que tropezar en aquella situacin catica, do-minada por la violencia y el desenfreno de las pasio-nes. Cul haya sido la actividad asombrosa con' que as pn lo poltico conlO en lo material se desenvolviera la sociedad naciente, cuyo seno abrigaba tan hetero-gneos elementos, no es de este lugar el narrarlo, y slo mencionaremos en lo que nuestro asunto con-cierne, que la instruccin en sus diversos grados im- ' partida los indios y los hijos de los donlinadores, fu objeto de especial atencin, como lo prueban los varios establecimientos tal fin destinados y que se crearon raz de la conquista;, la tempra,na introduc-cin de la nprenta, y la creacin de la Universidad de Mxico.

  • 3

    -constitudo por los estudios oficiales de la poca, se asociaron -muy luego trabajos de elevada y peculiar trascendencia, pues junto la Teologa, la Filosofa y la Jurisprudencia, aparecieron el cultivo de las lenguas indgenas, la exploracin de los monumentos, las in-dagaciones histricas, que fornlan el caudal lus pre-ciado de fillogos y anticuarios, la vez que enrique-can con valioso contingente la Geografa, las ciencias naturales y mdicas, etc" frutos opimos que sugieren alta idea de la actividad intelectual desplegada en aquellos das', Era natural que la bella literatura vi-niese esmaltar con sus primores las arideces cient-ficas, no slo porque constituye un producto espont-neo de toda sociedad humana, en que el sentimiento y la imaginacin buscan formas adecuadas para ma-nifestarse, sino porque las dotes estticas de los nue-vos pobladores y las felices aptitudes de sus hijos, muy temprano reconocidas y admiradas,l no podan permanecer ociosas cuanclo menudeaban ocasiones pa-ra ensayarse bajo la direccin de hbiles humanistas . que echaron los cimientos de la educacin literaria, La poesa fu cultivada principalmente en tres distin-tas lenguas: latina, mexicana y castellana; y siendo esta ltima el objeto especial de la presente Resea, nos limitaremos indicar que en la primera aparecen nombres tan ilustres conlO Abad, Alegre y Landvar, y que los po.cos documentos que nos quedan de la se-gunda, como cantares antiguos y obras dramticas con asuntos de la historia eclesistica, compuestos para instruccin de los indios, son bastantes para tener idea acerca de la importancia de ese ramo de la literatura

  • patria, que ofrece poderoso incentivo la erudicin lnoderna.

    En cuanto al ardor con que era cultivada la poesa castellana en el primer siglo de la Colonia, hallamos un dato curioso en lo dicho por Balbuena, quien afir-ma que en fines de dicho siglo se haban celebrado tres justas literarias, y que en alguna" han entrado trescientos aventureros, todos en la facultad potica ingenios delicadsimos y que pudieran con1petir con l0s ms floridos del mundo." Indudablemente que es-to ltimo envuelve una exageracin; IDas el solo hecho de competir un nmero t:-ul crecido de versificadores, muestra con evidencia la grande aficin que entre noso-tros se tena este gnero de estudios. Por de'sgra-cia, de aquella copiosa labor potica nos ha llegado muy poco, y aun cuando no sea tenlerario asentar que una ' crtica exigente hallara de escaso valor 1::i mayor par-te de tan exuberante mies, no es fuera de razn el su-poner que en tal nlunero de ingenios existieran .algu-nos que haber vivido en un n1eclio ms favorable sus facultades, habran producido obras que hoy se-ran gloria legtima de nuestra literatura; pero un des- . tino adverso ahog su inspiracin antes de que pudier~ abrir las alas, y sepult en el olvido con sus obras pre-maturas los nombres 111ismos de los malaventurados autores ..

    A corroborar esta hiptesis 'vienen los dos ejelnplos que en seguida citamos. Quin no conoce el altsimo ptlesto que en el Parnaso Espaol ocupa el eminente dramaturgo Don Juan Ruiz de Alarcn y Mendoza? Quin no estudia y admira La verdad sospechosa, Las

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    paredes oyen, Ganar amigos; que valieron su inmortal autor el ser colocado al igual de un Lope de Vega, de un Tirso de Molina, de un Caldern y de un Rojas? Pues bien; qu hubiera sido del ilustre poeta mexi-cano si su buena estrella no le hubiera conducido la metrpoli de la monarqua, donde un propicio ambien-te literario fecund su numen, haciendo que acreciese con verdaderas joyas el riqu~simo tesoro dramtico de que con justicia se enorgullece la patria de Cervantes? Fcil es decirlo: el mundo carecera de la obra maes-tra que ~nspir la primera comedia francesa; el poeta filsofo habra malgastado su genio en frusleras in-substanciales, y en unin de ellas' su . nombre habra alcanzado tal vez el mismo rigoroso destino que la ma-yor parte de sus conterrneos. De mucha menos tras-

    cendencia,~ si no de inferior significaciDn, es el segundo ejemplo que aludimos. Fernn Gonzlez de Eslava fu un escritor fecundo, cuyas poesas pertenecen en gran parte al gnero -dramtico bajo la forma de autos sacramentales. Estas obras, que fueron el encanto de

    , nuestros a~tepasados, y 'que se leen todava con gusto, pues poseen un mrito efectivo, habran sin remedio desaparecido, si la mano piadosa de un amigo no las hubiese colegido y dado la estampa, como un home-naje pstumo al autor, siendo slo ,de sentirse que no se cumpliese la promesa de sacar luz "las obras lo humano." Al travs de dos siglos y medio su bue-na fortuna ha seguido Gonzlez Eslava: el libro de

    su~ versos haba llegado ser muy raro desde hace ms de cien aos; pero por una feliz casualidad, el ejem-plar, {lnico tal vez que existe en Mxico, cay en manos

  • G

    del Sr. Don Joaqun Garca Icazbalceta, quien con el primor y esmero que acostlunbra public una segunda . edicin, salvando as esas composiciones que por la circunstancia indicada esta~an prximas desaparecer enteramente.

    Bien poco es, eomo antes dijimos, lo que del siglo XVI nos ha llegado; pero por esas raras n1uestras, mu-tiladas algunas, vemos que la naciente literatura colo-nial era un fiel reflej o de la es.cuela y del gusto domi-nantes en la pennsula. Documento de valor inestima-ble, por ser el ms antiguo que hasta ahora poseemos, es la descripcin del Tmulo lInperial erigido en M-. xico para celebrar los fun~rales de Carlos V el 30 de N 0-viembre ele 1559. 2 En esa obra curiossna, debida la pluma del Dr. Francisco Cf'rvantes Salazar, figuran en gran cantidad las composiciones poticas, as lati-nas con10 castellanas que adornaron el Tmulo, y aun~ que no se n1encionan los nombres de los respectivos autores, que debieron ser varios, fcil es adivinar que por su cultura literaria no eran ciertamente inferiores sus colegas de allende los mares. Otra de las obras que merecen citarse, es la tragedia intitulada. Triunfr> de los santos, representada el ao de 1578 en la coloc-cin de las reliquias enviadas por el Papa Gregorio. XIII. La pieza, conforme su ttulo, "representa la persecucin de Diocleciano y .la prosperidad que se si-gui con el imperio de Constantino." Fuera de los per ... sonajes histricos que en ella hablan, aparecen segn el estilo de la poca otros alegricos, tales como la Igle-sia, la Fe, la Esperanza, la Gentilidad, la Caridad, la Idolatra y la Crueldad. El argull1ento, bien desarro--

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    lIado, lllantiene el inters del principio al fin, y ofrece trozos de entonacin potica dignos del asunto. Quin fu el autor de esa obra? Lo ignoramos; pero quien-quiera que haya sido, preciso es reconocer sus buenas dotes dramticas, sin que merezca censura por haber incurrido en los defectos que en su tielnpo afeaban esta clase de composiciones. 3

    Hija de la poesa castellana, la mexicana desconoci esa poca de ensayos y tanteos que caracterizan la in-fancia de las artes; naci adulta, por decirlo as, con las galas y madurez que la fuente de donde proceda haba alcanzado en la corte de los monarcas espaoles. Los gneros cultivados aqu correspondan en un todo los modelos que de all nos llegaban; nuestros inge-nios se inspiraban en los mismos ideales, y sus produc-ciones ofrecan idntico aire de familia, como una de las ramas que se sustentan con la savia del mismo tron-co. Por lo dems, los poetas de laN ueva Espaa no contenan su actividad en el crculo de composiciones fugitivas que sirven de solaz al literato, sino que alza-ban el vuelo ms altas esferas, no arredrndolos el peso de la carga que se echaban cuestas. Si fueron no felices en su desempeo, no es de este lugar el de-cirlo, pero la historia exige que apuntemos los trabajos de que tenemos noticias, por raras incompletas que stas sean.

    De no escaso valor debi ser Francisco de Terrazas, cuando mereci ser elogiado. por Cervantes Saavedra en su Oanto de Oaliope. 4 Problema es todava no re-suelto, de cmo lleg el autor del Quijote tener cono-cimiento del poeta mexicano, pues no se sabe que ste

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    haya impreso ninguna de las obras que hasta hace po-co eran ignorada~ por cOlnpleto. Dejando, mnpero, esta cuestin, que tal vez se aclarar ms tarde, diremos que en el Ensayo de ~tna Biblioteca Espafiola de Libros Raros y Ottriosos, salieron luz tres sonetos de Terra-zas, y que en un antiguo nla,nuscrito que posee el Sr. Garca Icazbalceta, se encuentran varios fragmentos de un poema pico intitulado Nuevo Mundo y Conquis-ta, que qued sin concluir. Ahora bien, por esas cortas muestras se ve que Terrazas' versificaba con soltura, que manejaba con facilida;d la lengua castellana, y que saba dar inters y colorido :su narracin, COlno lo prueba, entre otros, el bello , opisodi ~s9bre el saque del pueblo de N aucol. En ,el"ulanllscrito nlenciol1a:do se encuentran, aclenls, oh~os ft',agulentOs annimos con asunto semejante, que el Sr. 'G:irca tcazbalceta conje-tura que pertenezcan Arrzola Simn de Cuenca, poetas que vivieron en aquella poca.

    Contemporneo de los referidos autores fu Don n-,tonio de Saavedra Guzmn, quien escribi un poema en veinte cantos, con el nombre de El Peregrino India-no, publicado en 1599 y reilupreso en 1880. El autor obtuvo los elogios de varios ingenios espaoles, entl'e ellos el clebre Lope de Vega, quien le llam" elLu-cano de Corts," pues Saavedra Guzmn se propuso narrar en su obra las hazaa~ del conquistador de M-xico, aj ustndose la verdad histrica. La crtica li-teraria no ha sido favorable . El Peregrino Indiano, si bien en su descargo puede alegarse ,el haber sido com-puesto poema tan extenso dur~nte los setenta das de navegacin que hizo el autor al dirigirse Espaa

  • en fines del siglo XVI; circunstancia por la cual pue-de considerarse esa obta COl110 una verdadera inlpro-. . , VlsaClOn. La predileccin con que fu vista la Nueva Espaa

    por los reyes catlicos entre los dOlninios agregados su corona aquende los nlares, contribuy sin duda la importancia de esta Colonia, cuyo adelantalniento ra-pidsno nos consta de pruebas fehacientes. Entre ellas, por lo que dicho queda, es elocuente testnonio el 'fervoroso cu ,. -.; '~ueron objeto las bellas le-tras en la m. ;... ~-i~~\~~~l~aba orgullosa sobre las ruinas de ~~I .. ~li~ T~~.9i~~t~n , siendo parte digna de recuerh~ 1 ~~~eiroi:~~:~~l~~\'es ingenios espaoles ;;~~:~:~~~~~1;~~:!a ~:~~i~:;~o;:~ tre ellos me'i:.?~, e~.f?n~J;mn el clebre autor de El Bernardo. "t:&~io~ .rhrty.:::j6;r en, hizo su carrera lite-

    ~ .. - "" .--

    raria en un colegio de j\!(xic

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    y corteses' entre todas las del mundo: los delicados-ingenios de su florida juventug., ocup~dos en tanta di-versidad de loables estudios, donde sobre todo la di-vina alteza de la poesa ms que en otra parte resplan-dece."5

    Eugenio de Salazar fu otro poeta espaol que nos ha dejado valioso testimonio sobre el entusiasmo con que la bella literatura era cultivada en la capital de la N lleva Espaa. Nacido en Madrid hacia 1530, hizo sus estudios en las universidades de Alcal y Salamanca t y se gradu de licenciado en leyes en la de Sigenza.~ En 1557 cas con D~ Catalina Carrillo, de quien tuvo

    ~

    dos hijos, y despus de desempear alguna.s comisio- . nes en Espaa, se encarg en 1567 del gobierno p'e Palma y Tenerife en las isl s Canarias. Pa.s de all con el enlpleo de oidor Santo Domingo, y luego con el de fiscal la Audiencia de Guatemala. Con igual ~arcter se traslad Mxico por los aos de 1581; fun-giendo ms adelante con el de oidor. Fu autor de los emblemas y poesas para los funerales de Felipe II. En 1591 obtuvo el grado de doctor en la Universidad de Mxico, y por ltimo, Felipe 111 le nombr minis-tro del Consejo de Indias, plaza que serva en 1601: ignrase, la fecha de su muerte. El mismo Salazal' compendia en un soneto los principales sucesos de su vida:6 en cuanto las obras de que f autor, mencio-naremos el Argumento y recomendacin, en 34 octavas reales, los IJilogos militares del Dr. Diego Garca de Palacio, impresos en Mxico el ao de 1583; varias car-tas publicadas por la Sociedad de Biblifilos Espaolesr algunas. de las cuales se encuentran en el Epistolario

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    espaol de ,Rivadeneira, y un grueso volumen de ver-sos y pros~ que se conserva manuscrito en la Bibliote-ca de la Real Academia de la Historia de Madrid. En el Ensayo de una Biblioteca espaola de libros raros y curiosos, se insertaron varias poesas de este autor: de ellas ofrecen especial inters para nosotros una ])es-cripcin ele la Laguna de Mxico, composicin buclica, y una extensa Epstola al insigne Hernando de Herrera. La pintura que Eugenio de Salazar hace de Mxico en esta ltima produccin es tan acabada y brillante co-mo la ideada por Bernardo de Balbuena, y slo nos fijaremos, por lo que nuestro asunto concierne, sobre el pasaje relativo al cultivo de la poesa. De l resulta, en efecto, que los ingenios mexicanos se ensayaban en todos los gneros, desde el lrico hasta el heroico, des-de el epigrama, la elega y la stira, hasta la comedia y la tragedia .. 7 .

    Ahora bien; cnlo explicar la prdida de aquella riqueza literaria, de que slo nos han llegado pocos y mutilados residuos? He aqu las juiciosas observacio-nes que sobre, el particular hace uno de nuestros ms distinguidos escritores: "Al juzgar del movimiento li-terario en Mxico durante el siglo XVI debe tenerse en cuenta que de los frutos del ingenio se malograron mu-chos. Unos quedaron manuscrltos y se perd~eron sin dejar memoria; otros, a:unque impresos, corrieron igual suerte, y ni sus ttulos conocemos: de algunos hay noti-cia, pero~no se hallan: poqusimos han resistido las ca-lamidades de que han sido vctimas nuestros depsi-tos literarios. Las rdenes religiosas tuvieron desde el principio bibliotecas, y con ellas podan suplir los estu-

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    diantes la falta de la que debi tener la Universidad y no abri sino lllUy tarde. Esas bibliotecas sufrieron contin ua destruccin por la polilla, las inundaciones, los robos, la incuria de sus poseedores, y ms que to-do por las frecuentes escaseces de papel, que provoca-ban destruir libros viejos para venderlos lllercade-res y polvoristas: lllllCho pas tierras extraas. As ha perecido grancls'ilna parte del tesoro que nos lega-ron los siglos pasados: as hemos dej ado eclipsar glo-rias de nuestra patria, y nos vell10S reducido$ trazar bosquejos lnperfectos, en vez' de pintar cuadros aca-bados y bellos." 8

    ~1ayor nn1ero de obras y llls cabales noticias de autores han llegado hasta nosotros, referentes al siglo XVII, durante el cual la po(~sa mexicana continu c

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    duccin dice Beristain: "Esta obra, dedicada al Obis-po de Michoacn, D. Fray Baltasar de Cov.arrubias"es una fbula pastoral, parecida la Galatea de Cervan-tes. Y por ser ya poco usada la palabra "Sirgueros," quiero decir que significa" Cantos," de la voz griega Sir, y esta es la etimologa de la voz vulgar castellana Jilguero Xilguero."

    Matas Bocanegra, originario de Puebla, jesuita, muy estimado de virreyes y obispos por su ingenio instruccin. Fu autor de una Cancin la vista de un desengao, composicin que alcanz gran popularidad en el pas, que se imprimi muchas veces y que imita-ron varios poetas de los siglos XVII Y XVIII. Com-puso, adems, JJescripcin del viaje que hizo el Marqus de Villena por mar y tierra Mxico (1640).

    Luis Sandoval y Zapata, mexicano de ilustre: fami-lia, escribi Poesas varias Nuestra Seora de Guada-lupe de Mxico. Dej, adems, otras varias obras que quedaron inditas.

    Juan de Guevara, natural de Mxico y capelln del convento de Santa Ins. Goz en su tiempo de gran reputacin 'como poeta, lo cual le vali el honroso en-cargo de ser elegido secretario del certamen potico que en 1654 celebr la Universidad de Mxico en loor de la Virgen Mara. Fu autor de las siguientes obras: segunda jornad~ de Amor es ms laberinto, comedia de Sor Juana Ins ~e la Cruz; FaustsiTlia entrada en Mxico del Virrey JJuque de Alburquerque (1653); Oer-tamen potico en elogio de la Ooncepcin Mariana (1654); Oentn de versos para solemnizar la dedicacin del tem,-plo del Hospital de Jess, fundado por Corts; Poesas

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    sagradas, prenliadas por la Universidad de Mxico en 1683 inse:r:tas en el Triunfo Partnico.

    Br. Jos Lpez A vilez, de quien hace Sigenza el si-guiente elogio: "Destrsimo en la COln posicin lrica, de que nos ha dado impresas insignes obras, puede po-nerse en parangn con el poeta venusino, lnereciendo por ello ser tenido por gran padre de las musas y hon-ra de los certmenes acadmicos." Fu capelln y nlaestro de pajes del Virrey D. Fr. Payo Enrquez de Rivera, y profesor de letras -humanas. Adems de un tomo en folio de versos latinos en alabanza de la Vir-gen de Guadalupe y publicado en 1669, escribi las

    siguientes~ obras: Cauto pastoril en cien fojas, impreso en Mxico; Versos latinos y castellanos la Sant-isna Virgenj el Sr. Pimelltel opina que estos versos, impre~ sos segn Beristain en 1682, son los que aparecen _en el Triunfo Partnico, publicado en 1683; lJescripcin en verso de la calzada que va de Mxico al Sant'ttario de GuadalulJej Elogio San Francisco de Borja;' el misnlo Sr. Pimentel cree que es el mismo elogio (un epigrama latino premiado por la Universidad) que se halla en la obra intitulada: "Festivo aparato con que la Compa-a de Jess celebr en l\1:xico San Francisco de :5or-j a;" y por ltimo, la biografa en verso de Fr. Payo Enrquez publicada en 1685 con el siguiente ttulo: lJebido recuerdo de agradec1!~iento leal.

    Lic. Francisco Ayerra y Santa Mara, clrigo secu-lar originario de Puerto Rico, pero que floreci en M-xico, donde desempe los cargos de capelln de Jess Mara, primer rector del Senlinario y visitador del

    Ar~obispado. Muri en 1708, los 78 aos de edad,

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    y dej las ~iguientes obras: Poesas sag1'adas, insertas en el Triunfo Partnicoj Versos premiads en el certa-lnen potico por la canonizacin de San Juan de Dios; Inscripciones y poesas en la recepcin del Virrey Du-

    . .

    que de Alburquerque. He aqu cmo se expresa Si-genza y Gngora acerca de este autor: "El Lic. D. Francisco deAyerra y Santa ~1ara, aunque es el ani-Jnce dimidtm mece, que de su querido Virgilio deca Horacio, ninguno que lo conozca me censurar de apa-sionado si digo que .es elegante latino, poeta admirable, agudo filsofo, excelentsimo jurisconsulto, profundo telogo, orador grande y cortesano poltico, realzn-dose todas estas perfecciones con ser una erudita en-ciclopedia de las floridas letras."

    Er. Pedro Muoz de Castro, presbtero mexicano, de quien se conocen varias poesas insertas en el Triunfo Partnicoj Elogio de San Jos (1696); Exaltacin n~agnijica de la. Betlem.tica rosa de la mejor americana Je-n:c (1697); Poesas en honor de San Juan de lJios, pre-miadas en las fiestas de su canonizacin (1702); Ecos de las Cncavas del Monte Cm' me lo por la muerte del Vi-rrey D. Fernando de Lencastre Noroa y Silva (1717).

    Gaspar de Villagra, capitn de infantera en la con-quista de Nuevo Mxico y que sirvi en todas las ex-pediciones de Oate y Saldvar, escribi un poeina in-titulado La. historia de Nuevo Mxico (Alcal, 1660).

    Arias Villalobos, sacerdote espaol, natural de J e-rez, que se estableci en Mxico principios del siglo XVII. Fu autor de las composiciones que se men-cionan en seguida: Historia de Mxico en verso castella-no desde la venida de los acolhuas hasta el presente (1623);

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    Canto descriptivo de la Ciudad de Nlxico, y adems varios epitafios castellanos y latinos para el cenotafio de la Virreina Marquesa de Guadalczar (1619).

    Francisco Corchero Carreo, espaol, avecindado . "

    desde joven en JYlxico, donde hizo su carr~ra litera-ria. Fu capelln de la Crcel de Cort.es durante trein-ta aos, y al n10rir (1668) dej todos sus bienes para los presos y otros objetos de beneficencia. Escribi ~ln poema religioso intitulado: lJesagravio de Oristo en el triunfo de su Cruz contra eljudas7Jw (1649).

    Antonio :Nlorales Pa~trnna, natural de la ciudad de Mxico, empleado fiscal y versado en las letras huma-nas y con algunos conocimientos en las divinas, com.-puso una Cancin histrica de la m.ilagrosa imagen de Guadalupe, y segn parece, algunas otras poesas dedi-cas al mismo asunto. En 1671 public una descripgin de las fiestas con que se celebr la beatificacin de Santa Rosa, y en 1694 un poema los Dolores de ~Ia-

    ,

    rla. Carlos de Sigenza y Gngora, mexicano distingui-

    dsimo, que adems de sus obras histricas y cientfi-cas escribi en verso: Prilnavera indiana, poema sacro-histrico sobre la Virgen de Glladalupe (1662-68.83); Poema. (pstU1110) en elogio de San Francisco J aver (1700); Y Poesas sagradas i nc] udas "en el Triunfo Par-tnico.

    Dr. Jos IV[ora, juez eclesistico en Quertaro y dean de la Catedral de Vallaclolid, escribi: Vida de Santa Gertrudis en verso endecaslabo y Poesas sagradas inser-tas en el Trtnfo Partnico.

    Dr. Miguel Iteina Zeballos, natural de Puebla y ca-

  • 17

    nnigo ele Valladolid, fu autor de La elocuencia del si-lencio. Poema heroico, vida y 7nartirio de San Juan Ne-

    :pomuceno. (Madrid, 1738). Pbro. Diego Ribera, mexicano, entre cuyas obras

    mencionaremos las siguientes: lJescripcin potica de las honras j1.nebres que hizo Mx'ico al Sr. lJ. Felipe IV, y de las .fiestas con que celebr la proclamacin del Sr. lJ. Carlos II (1666). Relacin en verso castellano de la so-lemnidad con que se dedic el templo de San Felipe de Je-ss (1673). Eplogo en verso castellano de las obras que ha 'techo en Mxico el Excmo. Sr. lJ. Fr. Payo Enrquez de Rivera (1676). Novena venida de .la prodigiosa ima-gen de Nuestra Sefiora ele los Remedios de JI xico, en verso (1673) . .

    Felipe Santoyo, natural de Toledo y portero de. la Audiencia de Mxico, public en verso: ]).escripcin del templo de Santa Isabel (1681). lJescripcin panegri-ca del templo de Santa Teresa la antigua (1684). Poe-sas varias, sagradas y pro.fanas (1690). Oe.tavas reales en loor de San Juan de Dios, premiadas en el certamen potico con motivo ele la ca~onizacin de dicho santo.

    Alonso Ramrez de Vargas, mexicano, capitn, al-calde mayor de Mixquiahuala, compuso una lJescrip-cin potica de las fiestas q'lte se celebraron en Mxico por el nac1niei-to del prncipe lJ. Carlos (1662); Y adems algunas poesas que se hallan en el Triunjo Partnico y otras en el Festivo aparato con que se celebr la ca-nonizacin de San Francisco de Borja. Sigenza y Gngora califica este autor de "poeta excelentsimo, que ha posedo desde su niez la llave dorada de los retretes de Apolo, donde le han sugerido las ~usas

    Antolog1"a.-2

  • 18 _

    cuantos versos suaves, cuantos pOeInas heroicos, cuan-tas consumadas obras han sido empleo gratsimo de los comunes aplausos."

    El mismo Sigenza y Gngora habla con ;aplauso de un auto conlpuesto por Ramrez de Vargas con el ttu-lo de El Triunfo de IJiana.

    Agustn Salazar y Torres, espaol, que la edad de cinco aos vino Mxico, en donde recibi su educa-cin literaria. De este autor existe una . coleccin de poesas publicada en Madrid con el ttulo de Gtara de Apolo (1694); Y una lJescrip cin en verso castellano de la entrada del IJuq'le de Alburquerq?te (Mxico, 1653), fuera de algunas piezas dralnticas que dej inditas.

    Eusebio Vela, mexicano, escribi la:s siguientes co-m.eelias, que en su mayor parte fueron impresas: El men01" mxi1no San Francisco. El .Astur iano en las_ In-dias. Por ongaar, engaarse. Amar su semejante. Las constantes espaolas. Con agravios loco y con celos cuerdo. Por los peligros de a1nor conseguir la mayor di-chao El a1nor excede al arte. Si el amor excede al arte, ni arte ni amor prudencia. La conq'ltista de Mxico en tres partes. El Apostolado en Indias: El hroe 1nayor del mundo,' La prdida de Espaa por una n~ujer: El amO?" ,ms bien prerniado entre traicin y ca'tttela. De este autor dranltico dice Beristain que" si no es igual los Lope y Caldern, es seguramente superior los Montalva-nes y los Moretas en la decencia de las jocosidades."

    Pbro. Vicente Torija, natural del obispado de Puebla, tradujo en verso castellano. las obras de Yirgilio, cuyo manuscrito fu llevado ' Espaa para imprimirse, sin que. se haya vuelto saber de l.

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    D~ :Nlara Estrada Nledinilla, mexicana, public una Relacin en ovillejos castellanos de la entrada del Virrey Villena en Mxico (1640); Y otra lJescripGn en octavas reales de las jif!stas con que obsequi Mxico al mismo Vi-rrey (1641). '

    Sor Teresa de Cristo, religiosa de la Concepcin, compuso un Elogio en verso castellano, premiado en el certamen que se. abri para celebrar la canonizacin de San Juan de Dios, - impreso en Mxico (1702).

    Cerrarenlos esta larga lista con la figura ms cons-picua del siglo XVII y tal vez de todo el 'perodo de la literatura colonial en ~1:xico: nos referimos Sor J ua-na Ins de la Cruz, monja de San Jernimo, cuyo mrito excepcional nos empea entrar en algunos pormeno-res sobre el carcter y las obras de aquella mujer ex-traordinaria. El 12 de Noviembre de 1651 naci Sor Juana Ins en San Miguel de N epantla, jurisdiccin de Amecameca. La claridad de su talento y la pasin por el estudio se revelaron desde su ms tierna edad, pues los cinco aos haba adquirido todos los conoci-mientos que formabanensupoca la educacin del bello sexo, y los ocho com,puso para la festividad del Corpus, una loa, en que segn el testimonio contemporneo, se haban reuni.do las cualidades exigidas en esa clase de composiciones. Abstenase ya entonces de algunos ali-mentos que podan entorpecer su inteligencia, yal saber que haba en Mxico una Universidad donde se ensea-ban las ciencias que deseaba aprender, instaba con fre-cuencia sus padres para que la vistiesen de hombre y la enviasen cursar las aulas.

    Ya que no era posible satisfacer esta rara exigencia,

  • 20

    fu enviada la ed~d de ocho aos casa de su abuelo,_ que resida en la ciudad de Mxico. All recibi veinte lecciones de gramtica latina, que fueron bastantes para que llegase conocer fondo aquella l~ngua, como se revela por la clsica erudiCin de sus escritos, siendo de advertir que el copioso caudal de conochnientos que ad-quiri fu debido su solo esfuerzo, y para esto, cuando deseaba aprender alguna cosa, recur~a al singular ex-pediente de fijarse un plazo cortndose el cabello, y si ste creca sin haber logrado su objeto, repeta la ope-racin, pues segn sus propias palabras, no le pareca razn "que estuviese vestida de cabello cabeza que es-taba tan desnuda de noticias, que era lns apetecble adorno." ,

    El brillo de su talento realzado por su hermosura fsica, que juzgar por los retratos que nos quedan debi ser notable, decidi los parientes de la joven poetisa, temerosos de los riesgos que pudiera correr, colocarla en el palacio del virrey, marqus de Man-cera, en calidad de dama de la virreina. Parece que esta seora le profes un cario' especialsimo, que fu ardientemente correspondido por parte de su bella dama, juzgar por las muchas composiciones que/sta le dedic, considerndola con el doble carcter de ami-ga y protectora. El variado y profundo saber de la poe-tisa llaln luego la atencin de la Corte, y deseando ave-riguar el virrey la extensin de aquellos conocimientos, los que lleg atribuirse con el candor propio de la poca un .origen sobrenatural, reuni para que la exa-minaran todos los profesores de la Universidad y dems personas notables por su instruccin que haba

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    entonces en Mxico, juntnq.ose cosa de cuarenta entre telogos, escritura"rios, filsofos, matemticos, historia-dores, poetas, humanistas, etc. El resultado de aquel examen se ve cOlupendiado en las siguientes palabras del virrey, que textualmente traslada el Padre Calleja: " la manera que un galen real se defendiera de po-cas chalupas que le embistieran, as se desenlbarazaba Juana Ins de las preguntas, argumentos y rplicas, que tantos, cada uno en su clase,.1e propusieran."

    En medio de los justos aplausos con que era feste-jada, que deban lisonjear su amor propio de mujer y de escritora, y cuando apenas hab~ llegado la edad de 17 aos, tom la extraa resolucin de aban-donar el mundo y encerrarse en un monasterio. El mo-tivo que la haya impulsado dar semejante paso, est bien indicado por ella misma. En la posicin que guar-daba tena que escoger forzosalnente entre l matrimo-nio y el claustro: el primero le impona obligaciones incompatibles con la libertad que soaba para ~ntregarse al estudio; el segundo, no obstante hallar en l cosas que repugnaban su genio, le otorgaba esa libertad: la eleccin no era,- pues, el udosa ; trat base de optar entre lo que ofreca menores inconvenientes. He aqu sus palabras: "Entrme religiosa, porque aunque conoca que tena el estado cosas (de las acce-sorias hablo, no de las formales) que repugnaban mi genio; con todo, para la total negacin que tena al Ina-trimonio, era lo menos desproporcionado y lo llls de-cente que poda elegir" en materia de la seguridad que deseaba ele mi salvacin, cuyo primer respeto, como el ms importante, cedieron y sujetaron la cerviz todas

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    las npertinencias de lni genio, que eran de querer vi-vir sola, de no tener ocupacin alguna obligatoria que embarazase la libertad de n1i estudio, ni run10r de comunidad que in1pidiese el sosegado silencio de n1is libros."

    Ahora bien, encontr Sor J nana en el convento lo que tanto anhelaba? Pudo satisfacer en el silencio y soledad del claustro la ardiente sed de saber que consuma su aha? N o se necesita discurrir lnucho, aun cuando ella no nos lo dijera, para comprender la profunda desilusin de que fu vctinut y las graves contradicciones que sufri en el estrecho crculo en que se vi condenada pasar 27 aos de su vida, y qu.e en tan o abierta oposicin se hallaba con sus altas y gene-rosas aspiraciones. El comf~rcio con los libros, nico refugio que le quedaba contra realidades harto peno-sas, no pod dejar satisfecho el instinto de sociabilidad tan poderoso en su corazn naturalmente expansivo. "Ya se ve, deca, cun duro es estudiar en

    o

    aquellos caracteres sin ahna, careciendo de la voz vil/a yexpli-cacin del 111aestro .... es sumo trabajo no slo carecer de maestro, sino de condiscpulos con quienes conferir y ejercitar lo estudiado, teniendo slo por 111aestro, un libro muelo y por condiscpulo un tintero insensible."

    Pero aun de ese n1ezquino alivio no le fu lcito go-zar enteralnente. Desde luego una prelada" lnuy santa y muy cndida" segn se expresa la n1isma Sor Juana, crey que el estudio era cosa peligrosa, y le Inand que se abstuviera de s eln ej ante ocupacin; ella obedeci du-rante tres meses en que no abri un solo libro, sin que por esto dislninuyese su actividad intelectual, que en

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    todas partes vea objetos dignos de observacin. Otra vez 10s mdicos le ordenaron que no estudiara, por 'el mal estado de su salud, pero ella los convenci de que las meditaciones que se entregaba le causaban mayor dao, y le concedieron que leyera. Sin embargo, dos aos antes de morir vise sometida la prueba lns dura que poda imaginarse, puesto que iba herirla en la parte ms sensible de su alma. En mala hora ocurrisele Sor Juana impugnar un sermn del Pa-dre Vieyra, 'predicador de gran fama en aquellos tiem-pos, y con este motivo D. ~1anuel Fernndez de Santa Cruz, obispo de Puebla, que deba.poseer en alto grado las dotes de santidad y candidez que adornaban la pre-lada jernima, le dirigi bajo el nombre de Sor Filotea una carta, que se puede calificar de impertinente, en que despus de alabar la impugnacin referida, la exhor-taba que abandonase las letras profanas, que se con-sagrase ltnicamente la religin, formulando el si-guiente mandato: "Mucho tiempo ha gastado usted en el estudio de los filsofos y poetas; ya ser razn que se perfeccionen los empleos y se mejoren los libros."

    Sor Juana contest al obisP9 de Puebla con una larga y erudita carta que contiene datos curiossimos sobre su propia vida, sobre sus inclinaciones literarias y so-bre las amarguras y contrariedades que esas iilclina-ciones le haban ocasionado. Defiende con energa la conveniencia de que la mujer se instruya, y al hablar de su impugnacin al sermn del Padre Vieyra, mani-fiesta con toda franqueza que su entendimiento es tan libre como el del referido Padre, pues viene del mismo solar. N o obstante, aquella entereza tuvo que doble-

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    garse ante exigencias que por todas partes la cerca~ ban, y haciendo el ltimo y ms grande sacrificio que poda imponrsele, mand vender ls cuatr mil vl-menes que cmp.onan su bibliteca; ls mapas, instru-ments cientfics y msic.os que psea, repartiend entre ls pbl~es el prduct de la venta. En seguida hiz c.onfesin general; escribi cn su prpia sangre dos prtestas de fe; n.o dej en su celda ms que al-guns librs mstic.os, y se entreg penit~ncias rigu-rsas que slo pudier.on moderar los mandats de su cnfesr. D.os a.os dur esta nueva fase de su vida; una epidemia de fiebres malignas que apareci en M-xic penetr enel c.onvent ele San Jernim'; 'SorJ'uana entnces se dedic asistir cn ardiente caridad ' las mnjas enfermas, y cntagiada la vez, muri en 1695, la edad de 44 as.

    La fama que alcanz S.or Juana durante su vida, la ha seg~id despus de su muerte, bteniend mereci-dos elgis de ilustres escritres tant mexicans cm extranjers. "Puede asegurarse, dice D. J an Nicasi

    . .

    Galleg, que las primeras .obras p.oticas (de mujer) que p.or su variedad, extensin y crdit merecen el ttul de tales, sn las de Sr Juana Ins de la Cruz, mnja de Mxico, en cuyo elgi.o se escribieron tmos enters, mereciend sus cetne.os el n.onlbre de la lJcima 2lfusa, y cntand entre sus panegiristas al eru-dit Feyj.o." Y el distinguido acadmic D. Lepld August de Cuet, afirmap.or su parte, que" la mnja de Mxic es, entre est.os poetas (sus c.ontemp.ornes), la que recibi del ciel estr ms pur y sensibilidad ms delicada." En efect, si algunas veces la religiosa

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    de San Jernimo pag tributo al mal gusto que domi-naba en su poca, fcil es notar la elegante sobriedad de su diccin potica cuando dejaba correr la pluma impulsos de la noble inspiracin que llenaba su alma. La gracia y la frescura se desbor~an con deliciosa es-pontaneidad, revistiendo de bellas formas la profun-didad de la idea y las pudorosas vibraciones de una sensibilidad exquisita.

    El estado de decadencia que haba llegado la poesa espaola y que sigui en progresin creciente hasta ms all de la mitad del siglo XVIII, ejerci, como era na-tural, una psima influencia en la literatura mexicana, que beba en las mismas fuentes que aqulla; sin em-bargo, los poetas que pasamos mencionar manifiestan por su nmero 'y algunas cualidades literarias, que no disminuy en ese tiempo el entusiasmo por los estudios humanistas, que se emprendieron obras de erudioin y largo aliento, si bien deslucidas con los falsos atavos de una escuela extravagante. Hechas estas observaciones, veamos los escritores ms notables y las noticias que acerca de ellos nos proporciona la obra del Sr. Pimentel que hemos hecho referencia .

    . Pbro. Manuel Zunlaya, mexicano, tradujo varias peras italianas, entre ellas una intitulada Partnope, r~presentada en el Palacio Nacional para celebrar l natalicio de Felipe V. En la Biblioteca Nacional exis-teunejemplar de esta pieza, sin el nombre del traductor ni la fecha de su npresin; pero segn indica el Sr. Pi-mentel, fupublicada en 1711. Zumaya escribi ade-ms, una comedia original intitulada El Rodrigo, que se represent en el mismo Palacio con motivo del naci-miento del Prncipe Luis Fernando.

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    Jos Luis Velasco Arellano, natural de :Nlxico, es-cribi: DesengaFo en silva libre (1711); Estmulo C'ris-tiano, canto 1Jwral (dem); Trinnfo de Felipe V, pomna lteroico (1713); Llanto por la muerte del Delfn de Pran-cia (dem).

    Pbro. Juan Arriola, oriundo de Guanajuato, fu autor de las siguientes obras: Poema lrico sobre la vida de Santa Rosa.la, que se conserva indito; una glosa en catorce sonetos del atribudo Santa Teresa, que co-mienza: No nw m,neve, mi Dios, para quererte; Cancin de un desen.qaJio, intacin (~e l[l, que con igual ttulo escri-bi el P. Bocanegra; y una cOlnedia intitulada No ltay (mayor 1nal que los coloso

    Pbro. Cayetano Cabrera y Quintero, fecundo escritor que tradujo del latn en verso castellano, trescientos epigramas y varias obras e H oracio y J uvenal, _as~ como algunos epigramas del griego al latn: compuso adems, una vida de San Francisco en verso castellano; otra de Santa Rosa en verso latino, y un poenla Santa Cristina; algunas inscTipciones que se pusieTon en ar-cos triunfales, y dos cOlnedias intituladas: La espe--l'anza l1~alograda y El Iris de Salamanca. De sus obras en prosa 11lellciol1aremos el Escndo de armas de Mhr:ico, que es una historia de la epidelnia llamada ffiIatlaz a-ltuatl; art~s de la lengua hebrea, de la griega. y de la mexicana; dos tomos ele disertaciones y oraciones aca-dmicas y tres de sermoneH.

    D~ Anna Ziga, natural de Nlxico, obtuvo pl'emios en los tres certmenes literarios que se celebraron con motivo ele la exaltacin de Luis 1 al trono de Espaa; de la canonizacin de San Juan de la Cruz, y ele la co-l"onacin de Fernando VI.

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    Antonio Joaqun ele Rivadeneyra y Barrientos, ori-ginario de Puebla, escribi un poema intitulado El Pasatiempo, que comienza con la creacin del mundo y llega hasta Fernando VI, y un lJiario, que es la re-lacin en verso del viaje que hizo de Cdiz Mxico la Marquesa de las ' Amarillas, Virreina de Nueva Es-paa. Sobre la primera obra dice el Sr. Pimen tel: "Es de gran trabajo; vasta erudicin, generalmente de lenguaje correcto y buena versificacin, y con regula-Tes descripciones; pero de color prosaico y de lectura pesada, especialmente por la multitud de notas. En una palabra, la obra de Rivadeneyra es de aquellas donde se suple lo bello con lo difcil."

    Pbro. Jos Lucas Anaya, poblano, public en M-xico (1769), bajo el nombre de Lic. Jos Jimnez Fras, un poema en octavas reales sobre la pasin de Jesu-cristo. Escribi, a

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    en verso castellano todas las obras de Virgilio, habien-do sido el primero que en nuestra lengua emprendi esta difcil labor. "Larraaga, dice el Sr .. Pimentel, se ayud consultando, con notable erudicin, todo lo que hasta su poca se haba escrito sobre Virgilio, y con-siguiendo que su trabajo se distinga por estas cualida-des: lenguaje correcto, estilo natural, versos fciles, y sobre todo, exactitud en la versin."

    Pbro. Francisco Javier Alegre, . veracruzano. Este sabio jesuita, conocido por sus traducciones en verso latino ele la Iliada y de , la Batriaclwmimnaclla de Ho-mero; por su Histo1"1:a de la GmnpaFia de Jess en Nue-va Espaa; por su curso de Teologa; por su pOeIua latino Alexandriada y por otras poesas escritas en el mislno idionla; tradujo en yerso castellano la Potica de Boileau y algunas stiras de Horacio, trabajos ~ue haban perluanecido inditos, p.asta que en nuestros das los di la estampa el infatigable erudito Garca Icazbalceta. La traduccin ele Boileau es notabilsi~ ma, pues Alegre la ajust la poesa espaola, aCOlll-pandola de notas en que se muestra la vasta erudi-cin del jesuita veracruzano.

    J os Agustn de Castro, con el ttulo de Miscelnea de poesas sagradas y humanas public un volunlen en Puebla (1797). Aumentada considerablemente dicha M1'scelnea, se rehnprilni ~n tres volmenes (Mxi-co, 1809).

    Francisco Ruiz de Len, . natural de Tehuacn de las Granadas, escribi los siguientesp0eInas: Hernan-dia (Madrid, 1755); La Tebaida Indiana, que es una descripcin del Desierto de los Carmelitas; Mirra dul-

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    ce para aliento de pecadores (Bogot, 1790), Y varios tomos de poesas, algunos de los cuales ~e publica~on sin el nombre del autor.

    Hasta aqu la poesa mexicana presenta ciertos ca-racteres generales que procuraremos sealar breve-mente. Hija legtima de la espaola, sigui el movi-miento evolucionista q~e sta efectu del siglo XVI al XVIII, reproduciendo sus buenas cualidades y de-fectos. N o quiere decir esto que los poetas de la Nue-va Espaa fuesen serviles imitadores de los peninsu-lares, sin que se atreviesen desviarse un solo paso de sus modelos. Conlo observa exactamente el Sr. Pi-mentel, hay en la literatura mexicana muchas veces originalidad en cuanto al objeto, en cuanto los argu-mentos y aun en el tono y la expresin: el descubri-miento elel Nuevo Mundo y la Conquista de Mxico, fueron asuntos que ya en el siglo XVI ocuparon la pluma de algunos ele nuestros poetas, y Eslava ofrece en sus Coloquios "un color local, mexicano, en arIno-na con el nuevo pueblo, con las nuevas costumbres, con los nuevos idiOlllas que frecuentemente se refie-re." Por lo dems, pocos y de escasa significacin eran los acontecimientos que provocaban la actividad de aquellos poet.as, y que venan interrumpir la mono-tona de la vida colonial, como la exaltacin la muer-te de un monarca, la canonizacin ele un santo, el es-treno de un templo, la muerte ele un arzobispo las fiestas con que se celebraba la llegada de un virrey. Deja. entenderse que tales acontecin1entos no eran los

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    ms adecuados .para in:fl~mar la fantasa potica, y la.s composiciones ellos relativas pueden considerarse como ej ercicios retricos en que luca , ms menos el ingenio, pero los que faltaba el fuego de una inspi-racin espontnea. Esta observG'tcin se hace extensiva los certmenes que se estilaban en aquellos tiempos, pues aun cuando tuviesen por lo cOlnn objeto de ma- ' yor. trascendencia, como una tesis teolgica, los auto-res .iban movidos por el deseo. de alcanzar un premio que halagase su vanidad literaria: eran produc~iones ele circunstancias, con l,as que nada tena que ver la necesidad de expresar sentimientos inspirados por la naturaleza, la sociedad las propias pasiones.

    La pedantesca educacin literaria de aquellos auto-res les impeda aprovechar en pro del arte la vasta erudicin clsica que posean, prefiriendo la severa sencillez de los antiguos, las galas postizas y los relulu-brones con que el mal gusto inn.cion las letras espa-olas. As venlOS en su conj unto una literatur.a arti-ficial, sin calor, sin trascendencia, travs de la cual difcilnlente puede colulubrarse la vida psicolgica de la sociedad en que se produjo.

    Injusto sera atribuir tan singular fenmeno inca-pacidad de los III uchos ingenios que brillaron en la Nueva Espaa: las condiciones sociales en que vivan, el crculo estrechshno en que giraba su inteligencia no deban' dar otro resultado. Ni puede suponerse que

    aq~ellos autores dejasen de conocer los' vicios de que adoleca la Colonia/o que dejasen ele sentir esas luchas internas de que es teatro el corazn humano, y que se tornan lus agudas y dolorosas en los hombres

  • :n

    superiores; In as era tan recia la matriz en que su es-pritu se haba fundido, que tal vez no tuvieron siquie-ra la tentacin de metamorfosearlo. Un sistema de doctrinas y de costumbres perfectamente uniforme or-ganizaba todos los elementos de la vida individual y colectiva: laH lecciones religiosas y Inorales que el ni-o reciba en el hogar dom~stico, hallbalas desen-vueltas y confirmadas en la instruccin que se le daba en las escuelas: la Filosofa, la Historia, la Literatura, todas las ciencias vivan en pacfico consorcio la som-bra de la Teologa: el Estado y la Iglesia, ligados es-trechamente, formaban un solo poder pronto sofocar cualquiera veleidad que turbase la relacin unsona entre la ciencia Y.la creencia; y de esta manera la ac-tividad potica no tuvo ms 'alimento que un objeti-vismo convencional y abstruso, pues el vigor del pen-samiento acaba por atrofiarse cuando falta el uso libre de la palabra. ' '

    Todo concurra, por otra parte, mantener aquella situacin: la lejana, el aislamiento de la Colonia, im-pedan que llegasen hasta ella los aires de Tevolucin 'que agitaban al Viejo Mundo, y que estrellndose en los muros de la Inquisicin de Madrid, apenas si los perciba el odo siempre atento de su correspondiente mexicana. LOS intereses yuxtapuestos y contrarios hasta cierto punto, de los diversos pobladores del vi-rreinato, imposibilitaban toda accin mancomunada que obligase al Estado aflojar en el ejercicio de su poder: la obra persistente de la conquista, las expedi-ciones de (lescubriniiento, el desarrollo de una socie-dad enva de formacin, daban suficiente empleo la

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    actividad fsica y lnoral para que se preocupase con cuestiones que poco afectaban la nlultitud, pues slo pueden surgir cuando los pueblos tocan esos perodos crticos en que necesidades nuevas entran en conflicto con instituciones arraigadas.

    Entre las grandes fuentes de inspiracin potica figuran el sentimiento religioso y el sentimiento pa-tritico. El primero doinin de preferencia en la lite-ratura colonial, como tena qu~ suceder en una socie-dad .profundamente creyente: asonlbra-, empero, que de vena tan rica y fecunda no hubiese brotado algu-na de esas concepciones majestuosas, impregnadas

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    tas partes del perodo colonial, sino bajo la forma de aspiracin vaga que s alimentaba de esperanzas re-motas. En efeqto, qu recuerdos, qu t,radiciones, y so-bre todo, qu incenfi,ros podan despertarlo en lo que respecta la raza indgena? La civilizacin superior planteada por la conquista, 111s' que la fuerza mate-ria~, haba sellado defini~.ivan1ente el ciclo pi'ecolom-biano: las creencias cristianas, si bien alteradas con los restos de aiejas supersticiones, oponan obstculo insuperable una reaccin plenamente idoltrica, yel goce de ventajas antes desconocidas amortiguaba has-ta cierto punto las penalidades de su nueva situacin, y alejaba el deseo de restablec~r antiguos cacicazgos en que 10s.macehuales eran presa del ms desenfrena-do despotismo. En cuanto los hijos de los espaoles que formaban un elelnento extrao aJ indgena con cuyas tendencias no podan identificarse, pronto aso-ln entre ellos y los peninsulares un antagonismo pro-fundo que les haca imposible entusiasmarse con las glorias de la madre patr:1Y Los descendientes de los

    cOl~quista.dors especialmente, se consideraban vcti-lnas de atro.z injusticia, y prorrun1pan en amargas quejas al verse reducidos una condicin que forma-ba doloroso contraste con el medr de afortunados ad-

    . .

    venedizos. Orgullosos de ~u ilustre linaje, creanse con el derecho de constituir una verdadera aristocra-cia; y fuerza es reconocer que no carecan de razn, si en la 'Conquista radica el origen lns respetado de la nobleza. Atribuan unas veces su adverso destino ingratitud de Corts; 12 otras la Providencia Divina como un castigo de los crmenes cometidos por sus an-

    Antologfa.-3

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    tepasados/3 sin reflexionar que la verdadera causase-hallaba en la poltica del gobierno espaol, quien no convena se crease en la Colonia una cla.se privilegia-da que llegara con el tiempo 'ser altalnente peli-grosa.

    En fines del siglo XVIII la Nueva Espaa haba llegado 'un alto grado de desarrollo, por el cual po~a conjeturarse la proximidad de graves acontecimientos. La independencia de las posesiones britnicas era pa-ra ella' un seductor ejen1plo, y el influjo de las ideas francesas que se insinup desde luego bajo la forma-re-galista, concret en necesidades positivas las aspira- . ciones latentes q.ue has~a entonces haban flotado en la esfera de lo indefinido. Esa evolucin social trajo consigo la renovacin literaria correspondiente la efectuada en Espaa por lTr. Diego Gonzlez, Cienfue-gos, Melndez Valds, . J ovellanos, Quintana, cuy~s huellas siguieron Fr. :l\fan uel N a.varrete, D. Manuel Snchez de Tagle, D. Francisco Ortega, ' D. An,astasio de Ochoa, D. Andrs Quintana R,oo, etc., etc. Aqu tambin tuvin10s odas del gnero ~lnpalagoso en que el poeta se 'extasiaba con La pollita de Clori y El fal-derito de Silvia)' pero en cambio la imaginacin se re-lnontaba ya encurnl?radas regiones, se inspiraba en asuntos de alta trascendencia, empleando un lenguaje natural, sencillo, el solo con1patible con la dignidad potica.

    Aqu debemos abrir un parntesis que por insigni-ficante que parezca no puede omitirse en la historia literaria de Mxico, pues es la primera manifestacin de nuestra poesa patritica. Conocidos son los hechos

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    verificados en Espaa el ao de 1808 con motivo de la invasin de Napolen ~l Grande: tales sucesos cau-saron en Mx{co hondsima impresin que pro,~oc todo gnero de manifestaciones en favor de Fernando VII, figurando entre ellas un verdadero alud de ver-sos encomisticos de la familia destronada, acompaa-dos de acres invectivas contra el audaz usurpador. Muchos de los autores tuvieron por conveniente ocul-tar sus nombres; pero otros menos modestos no qui-sieron privar la posteridad de tan interesante dato, como D. J oseph Agustn de Castro, D. J os ~fara de Madariaga, D. Rafael Ximeno, D. Carlos Caldern de la Barca, D. J osef Valds, el Capitn Conde de Co-lombini, D. Manuel Gonzlez, D. Mariano Barazbal, D. Luis Montaa, D. Manuel PiIizn, etc., etc. Entre todas aquellas composiciones no aparece una sola que merezca siquiera el calificativo de mediana: la hipr-bole llevada hasta la extravagancia; la adulacin en descomunales proporciones; el odio que caa en el ri-dculo fuerza de exageracin, y todo en un lenguaj e prosaico, duro, rastrero la vez que altisonant~ Y.pe-dantesco; tal es, en conjunto, esa literatura de forzado patrioterismo, abortada al calor de estriles esfuerzos. Pero si poticamente hablando su valor es nulo, no sucede lo mismo si se la considera desde el punto de vista histrico. Efectivamente, al travs de aquellos arranques de entusiasmo ficticio, no es difcil descu-brir la intencin poltica con que se proluovieron. Los sucesos de Espaa orillaron una crisis peligrossima, de donde s~r.gira no muy tarde la guerra de insurrec-cin, que tendra por final desenlace la independencia

  • de la Colonia. A conjurar. tal evento se dirigieron las miras del partido espaol, c.reyendo que podran rea-' lizarse si se unai1 en un solo sentimiento de adhesin la metrpoli, borrando toda diferencia de origen, los diversos pobladores de la Nueva Espaa. Qu resor-te ms eficaz para conseguir sen1ejante objeto que el embriagar la opinin pblica con las grandes palabras de religin y patria, de unin y fraterIiiclad, revesti-das con. el ropaje seductor de la rima? Viva Fernando

    . -

    VII es .el ncabezado de la dcima que copIamos en seguida tal con10' se public:

    "Nobles compatriotas mos todos juremos al Rey, y la Religin, ' y Ley sigamos fuertes y pos:

    Dexemos los desvaros de antipata reprensible todo el Reyno, si e"s posible piense como esta Ciudad que ......... "LA UNIN y LA HERMANDAD HACEJIi LA FUERZA INVENCIBLE:" .

    y luego se aada por va de cOD1entari.o: Si todos somos hermanos,

    y todos vamos un fin, ya no hay Criollo, Gachupn todos, sean Americanos.

    Es intil recordal' lo infructuoso de lnaniobras in-Inensamente desproporcionadas con los intereses yas-piraciones reales que se agitaban en la Colonia; pero no debe olvidarse que aquella llamarada sl~perficial y transitoria de furor 'versificante, seala una evolacn

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    de trascendencia enla poesa 11lexicana, que pronto re-vestira con digno ropaje las nobles y levantadas id~as que por entonces apenas asomaban entre el frrago in-forme de lucubraciones absurdas. .

    La ereccin de Mxico en Estado independiente fu uno de esos hechos histricos inevitables, pero cuya consumacin no lleg sino despus de lucha tenaz y .prolongada. Ya entonces la musa patritica tuvo un asunto digno en que inspirarse, y Quintana Roo, Sn-chez de Tagle, Ortega y otros poetas coetneos de aquel memorable acontecimiento, dieron luz composicio-nes en que se saludaba con entusiasmo pindrico la nueva era de libertad que tantas dichas anunciaba, y se lanzaban terribles anatemas. contrn, el poder cuya sombra haba nacido y cre~ido la Colonia, pues vease en l no slo al mantenedor de un rgimen incOlnpa-tibIe con la autonoma nacional, sino al representante del sistema absolutista, enemigo nato de esas grandes reformas qu constituyen el ideal .de Jos pueblos mo-dernos. Esta sencilla consideracin basta para explicar un fenmeno literario en que prime!a vista parece olvidada la verdad histrica y la~timado el sentimien-to filial de un pueblo .que se enorgullec~ de sus orge-nes tnicos;

    La nueva fase en que haba entrado la existencia nacional tena que ser, como lo fu en efecto, fecunda para el genio mexicano. Rotos los moldes que impri-man al pensamiento uniformidad inalterable; echadas por tierra las barr'as que aislapan Mxico del resto del mundo; suprimidas .las trabas mltiples que coar-taban el uso de la palabra, pudo ya cada cual seguir

  • 38 -

    su inspiracin propia; beber en las fuentes ms con~ fQrmes con sus naturales tendencias; aspirar, en suma, una individualidad ms menos defhiida segn la fuerza y vigor de su numen. As, decir podemos que todas las escuelas literarias, todas las ideas religiosas y polticas, todas las doctrinas filosficas han tenido -sus representantes en la poesa mexicana. Considera-da sta en el conj unto de su desarrollo, no es dificil distinguir dos grandes grupos: el que ha seguido de cerc las huellas de los clsicos espaoles, respetando escrupulosamente la for.ma y el lenguaje, y teniendo siempre la vista los modelos bblicos y greco-lati- nos, y el que, obedeciendo inspiracin ms espont-nea, ha echado por los senderos que al espritu humano han abierto las literaturas lnodernas, especialmente la francesa, influda por los genios poderosos de Shaks-peare, de ~yron y de Goothe. El uno ha conservado el tono tranquilo, la correccin atildada, la pulcritud retrica que' pa:rece huir el contacto de hlS realidades ordinarias: el otro, estremecindose con las agitacio-nes d~l da; prestando odo los rumores que produ~e el movimiento de los pueblos; constituyndose en in-trprete de los odios y de las esperanzas sociales,' ha tomado todas las formas, que considera buenas sieIn-pre que traduzcan el ideal c,on que suea. En el 'pri-mero han ido refugiarse como en templo gtico las antiguas creencias, cuya luz se !:ta buscado el senti-do de la miema historia; mIentras que el segundo, accesible todos los, vientos de la contradiccin; ha aquilatado su sensibilidad saludando cqn regocijo los albores de un porvenir fantstico, falto de aliento al

  • 39 ,

    percibir la sombra de la duda, se ha abandonado en brazos de un desesperante pesimismo.

    La rpida ,transfornlacin verificada en nuestra so-ciedad y la serie de acontecimientos que la vinieron preparando, as como el espritu eminentemente inno-vador del presente siglo, explican los diversos aspec-tos de la poesa mexicana que acabamos de bosquejar. Los literatos nacidos y formados bajo el rginlen vi-rreinal, que vivan al consumarse la independencia, llevaban en su ahna las profundas Impresiones que dejaron los once aos de guerra que precedieron aquel acontecimiento, sin que pueda desconocerse la inflencia que en su carcter haban ejeooido las teo-ras filosficas deja pasada centuria. La musa patri-tica, vivamente excitada al ver que Mxico figuraba por fin entre las naciones soberanas, inspir cantos entusiastas la libertad, palabra que sintetizaba todos los bienes que un pueblo es capaz de obtener, y que se crean definitivamente conquistados. Las discordias civiles hicieron sentir pronto que aquellos bienes es-taban todava lejos, y la reaccin producida por tal desencanto hall expresin adecuada en el romanticis-mo que extenda )a sazn su .influencia por todo, el orbe literario. Las desgracias polticas que sobrevinie-ron, la anal~qua (~esencadenada y la desmoralizacin consiguiente dieron pbulo una poesa enfermiza, que bajo la forma generalmente subjetiva expresaba sufrimientos 'individuales y cuya causa real era el des-equilibrio producido poi- la pugna de opuestos intere-ses y tendencias que luchaban 1)or sobreponerse.Hu-bo enlperoun mOlnento en que el fuego revolucionario

  • comprnido por la,
  • 41

    dole muy distinta, debido tal vez la diferencia de sus-respectivas posiciones sociales. Alnbos ensayaron ~on buen xito en nuestro teatro las atrevidas innovacio-nes dra~ticas introducidas por dicha- escuela, for-mando contraste con ellos D. Ianuel Eduardo Goros-tiza, cuyas comedias son un modelo de correccin y buen gusto. D. Juan Valle fu el cantor lus enrgico de la revolucin refornlista, siendo dignas de notarse la exactitud y originalidad de sus descripciones, no obs-tante haber perdido la vista desle los primeros aos de su _vida. D. Ignacio Ranlrez y el joven D. Manuel Acua se _ distinguen por el carcter materialista de sus producciones: la muerte voluntaria del segundo ha sido considerada como una gran prdida para las le-tras -mexicanas, pues mucho haba qe aguardar de su preclarzt inteligencia. En el grupo que llamaremos tradicionalista figuran dignamente D. J os Joaqun Pesado, D.-Ianuel Carpio, D. Alejandro Arango y Escandn, que se remonta las serenas y luminosas regiones de Fr. Luis de Len,_ y D. Francisco de P. Guzmn, que por el suave misticismo de su poesa re-cuerda el alma apasionada de San Juan de la Cruz.

    Por carac.teres especiales deQemos todava citar los autores siguientes: D. Jos Rosas Ioreno, notable por la fluidez y ternura de sus versos, que dej varias obras dedicadas "la instruccin y educacin de la ni-ez, dando as nobilsimo empleo su privilegiado ta-lento. D~ Isabel Prieto de Landzuri, poetisa ~e ele-vado ingenio que puede calificarse de la cantora: por excelencia del amor maternal, de los lnisteriosos y tranquilos placeres del hogar domstico. D: Manuel

  • 42

    Flores, inspiradsinlo poeta ertico, y D. Manuel Pe-redo, notable por la gracia y el dona~re de su llltlSa juguetona.

    Muchos son los poetas que viven an y cuyas pro-,ducciones son joyas valiosas con que diariamente se enriquece nuestra literatura. Faltndonos espacio pa-ra nombrar todos ellos, nos linlitarelnos algunas indicaciones necesarias para conlpletar el cuadro de la presente Resea. Citaremos en primer lugar al deca-no y lns popular de lbs poetas lnexicanos; D. Guiller-nlO Prieto, que una edad avanzada conserva l~ fe-~undidacl y lozana de su juventud. El ROJnancero nacional y La 1JHtSa callejera son las obras que mejor -caracterizan el genio de este escritor: en la primera se celebran los episodios ms gloriosos de la guerra de independencia, y la segunda es una serie de yua-dros copiados del natural, reproduccin excta y ani-:1nada de los hbitos, tendencia.s, cualidades buenas y malas que fOl'nlan la idiosincrasia de nuestro pueblo. D. Casilniro del Colla;do, de origen . espaol, -que h~ pasado la nlayor liarte de su vida en ~ixico, en don-de se di conocer desde hace nlllChos aos por sus poesas, que han alcanzado el aplauso de crticos. tan enlinentes C01110 D. ~iarcelino lVlenndez Pelayo. D. Ignacio ~1. Altamirano, que aunque ha figurado llls -conlO orador y COlllO crtico y polemista, ha escrito buen nmero de composiciones que le colocan entre nuestros lnejores poetas lricos. D. Jos lVlara Roa Brcena., que ha sabido unir las buenas tradiciones literarias el arranque y la espontaneidad de una ins-piracin vigorosa. D. Vicente Riva Palacio, que con

  • 43

    flexibilidad extraordinaria y feliz xito ha cultivado t,odos los gneros, desde el lrico ha~ta el dramtiGo, desde el epigran1a hasta la elega y la leyenda. D. Ig-nacio Montes de Oca, clistinguidsimo literato, que ha conquistado justo renombre con sus traducciones en verso castellano de los buclicos griegos y de lag odas {le Pnd~ro. D. Luis Gonzaga Ortiz, que en el gne-ro an1atorio ha adqirido envidiable reputacin. D . Joaqun Arcadio Pagaza, que por el conocimiento pro-

    ~undo del idioma, por la belleza art.stica de sus ver-sos, ha conseguido presentar la mus clsica con sus naturales atavos sin caer en el pedantismo, de que difcilmente escapan los poetas eruditos. D: Jos Pen y Contreras, que ha obtenido en la escena merecidos y

    ~alurosos triunfos, y , quien su patria, ~1rida de Yucatn, ha: cons~grdo un teatro. D. Justo Sierra, que se ha distinguido especialmente p~r la lozana y brillantez 'de su imaginacin. D. Juan de Dios Peza, de fecunda fantasa, que ha lograclo expresar con va-ronil ternura el amor paternal, y ha dado luz varios IP-onlogos llenos de inters y de originalidad.D. Por-firio Parra, cuya ocla las Matemticas es por s sola un ttulo de gloria literaria. Con llave d-e oro cerrare-mos esta larga aunque incompleta lista, mencionando la Sra. D~ Esther Tapia de Castellanos, la dulce y delicada poet~sa, para quien, como -lo hen10s dicho otra vez, es ' tan fcil ha.cer una buena obra COlno escribir un buen verso. .

    A los autores mencionados, que representan la edad lnaclura de la actual generacin, . debemos agregar al-gUl-lOS nombres ele esa juventud inteligente que viene

  • infundir nueva. vida en las letras patrias con el c,a,-101' y el entuStS1110 que rebosan de su ahna. Esta cir-cunstancia dificulta precisar su respectivo carcter, qe slo puede llegar fijarse tras una larga evolu-cin de ideas y sentilnientos, fruto de la experiencia y del tiempo. Nadie puede desconocer, sin embargo, la nerviosa valenta de D. Salvador Daz 1firn; la ori-ginalidad descriptiva ele D. Manuel Jos Othn; la profunda sensibilidad de D. Luis G. Urbilia,; la ele-gante vaguedad de D. ~fanuel Gutirrez Njera; la filosfica nlelancola de,D. Antonio Zaragoza; la correc-ta y apasionada i,nspiracin de D. Adalberto Esteva; las bien dIrigidas tendencias clsicas de D. Enrique Fernndez Granados; ' la soadora fa11tasa de D. Jos Bustillos; la fresca y gn1ana inlaginacin de D. Ma-nuel M. Gonzlez; y en fin, las elotes privilegiadas de otros muchos jvenes, que inspirndose en la historia, en la naturaleza, en las realidades fsi.ca y ' moral del medio en que viviInos, . han iniciado un ' lllovimiento que pl~omete ser de fecundas y favorables ' consecuen-cias para las letras mexicanas.

    Lo expuesto es suficiente para tener u!l concepto ge-neral del origen y desenvolvimiento de la poes'a en nuestro pas, y podemos ya tocar una cuestin que no carece de inters, y con Ta cual daremos fin al presen-te trabajo, emitiendo nuestro juicio sin ~letenernos en examin'ar las opiniones que sobre ella se han formado. La cuestin ~s la . siguiente: Existe en ~xico una literatura nacional? Debemos advertir, ante todo, que en lo que valnos decir nos colocmuos en el punto restringido de la poesa, que constituye el tema ele

  • 45

    nuestro estudio. Ahora bien, para proceder con: el de-bido orden, nlenester es fijar el sentido de la palabra nacionalj porque si se la hace sinninla de original, es evidente que tendrenl0s que llegar una solucin ne- ' gativa.

    En efecto, una literatura , especialnlellte en lo que concierne la poesa, que es el producto nls natural y espontneo de la vida psicolgica de un pueblo, ex-cluye todo pensamiento preconcebido, todo plan terico anticipado que determinen su espritu y su carcter, pues de lo contrario no sera ell'eflejo vivo de la so-ciedad en que aparece. De aqu se sigue que la poesa, sin perder la ndole de espontaneidad queJa caracte-riza, y precisamente por esta. razn; llevar un sello de extranjerism,o siempre que la 'sociedad, cuyos senti-mientos expresa, no corresponda al desarrollo hornlal y progresivo"de s vida autctona. Ahora, que la Co-lonia fundada por la conquista, y la cua;l quedaron

    subor~nados los pobladores aborgenes, se compuso de elementos que nada tenan ele comn con estos l-timos, y que contena los gnnenes de una civilizacin inlpuesta y peregrina, ~s un hecho histrico de verdad palmaria. La lengua, la religin, las costunlbres, todo

    difer~ radicalmente del orden de cosas antes existente; y cuando Jas creencias, los sentimientos, las aspiraciones individuales y comunes obedecan al impulso poderoso que de fuer.a les vena, su expresin correspondiente no pudo ser otra que la que fu, es decir, esencialment.e es-paola en su espritu y en su letra.

    Verdad es que los poetas, como lo hemos indica.do ya, cediendo influencias locales, de que les era imposible

  • 4ti

    substrael'se, COlllenZal'On por alterar el habla castellana con la introduccin ele neologis111os tomados de las 1e11-' guas indgenas; pero estas modificaciones no fueron tantas ni tan profundas, que nt)l'inliesen n.sollOlua pro'pia en las produccio'nes mexicanas, dndoles, por consiguiente, verdadero carcter de originalidad. En el largo perodo colonial, ~Ixico, estrechalnente liga-do con Espalla, aislado del resto del 11lundo, sigui de cerca las diversas fases delll1ovimiento literario de la lnetrpoli; y si bien el crculo de su ~ctividad intelec-tual se ensanch llnenscunente despus de la indepen-den,cia, fcil es ver que los rasgos esenciales se ha!l man-tenido, y que nuest.ra literatura contina obedeciendo ,los cnones que la formularon en el siglo XVI. Lau-dables han sido, sin duda, los esfuerzos plra despojar

    n~l1estro lenguaje potico de todas aquellas alus~ones y figuras conyencionales, adornos pegadizos que nada decan la i~naginacin y que eran efecto del servilismo con que se andaba sobre las huellas de los 11lodelos' pe-ninsulares. Nuestra naturaleza es bastante rica; nues'7 tra historia abunda en brillantes episodios; nuestra sociedad ofrece hbitos, problemas y tipos dignos de ser estudiados: todo ello compone un venero ina.gota-ble de inspiracin para el poeta y para el artista. As se ha comprendido, como puede adiyjnarse por el mo-vimiento iniciado hace algn tiempo; pero esa eVlu-ein importante, sobre la cllal se pueden fundar las 11ls lisonjeras esperanzas, no lograr borrar el sello genui-no de nuestra literatura, que seguir siendo hispano-alnericana, es decir, derivacin legtima de la que tra-jeron los fundadores de esta sociedad de que formamos

  • 4i

    parte, y con cuya conseryacin se identifica de tallua--llera, que su prdida acarreara la ruina de la nacio-nalidad mexicana.

    No tenemos, pues, una poesa original en la acepcin estricta de la palabra; pero la cuestin de nacionaFdad debe considerarse desde un punto de vista ms elevado. No es la comunidad de raza, de civilizacin;-de costum-bres y de lengua lo que confunde de tal suerte los pue-blos que acabe por identificarlos en una personalidad indivisible, sobre todo, cuando entre ellos median cir-cunstancias que los diferencian nat~lralmente. Si ~f xico, lo nlismo que las dems posesiones de Espaa en Amrica, lleg constituir un estado independiente, fu en tantD que posea las condiciones necesarias para realizar empresa de tal magnitud; es decir, que el hecho no fu ms que la manifestacin concreta de necesida-des fatales ineludibles. Podemos, pues, establecer esta verdad enteramente clara y sencilla: ~r:xico, sin desco-nocer la noble procedencia de su civilizacin, representa una nacionalidad perfecta, en cuanto que vive de su pro-pia vida social y poltica. Siendo esto as, no es ya difcil fijar la verdadera connotacin de la palabra nacional, en la cual se envuelven y subordinan los elementos tnicos y morales que informan la sociedad presente, puesto que todo 10 que pertenece ~Ixico es nacional, es"me-xicano, y por consiguien~, la poesa, nacida y desarro-llada en su seno, puede y debe llevar aquella denqmi-nacin. Nada tiene que ver aqu la cuestin de origen; nadie ha ocurrido, por ejemplo, negar el carcter de nacionales los ferrocarril~s que en un pas se constru-yen; slo porque all no tuvo su cuna ese maravilloso

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    invento; lo nlslllo puede decirse de toda idea insti-tucin que en el orden fsico nloral tOlna de otros n pueblo para su utilidad ~ provecho. Y en esto no hay equvoco ni npropiedad, porque sea cual fuere ~afuente de donde se deriva la institucin la idea, el so16 esfuerzo que para asimilrselas enlplea una sociedad, basta p~ra lnprimirles el sello que llevan los produc-tos de su propia energa.

    La literatura, la poesa espciahnente, constituyen una de las grandes manifestaciones de las necesidades intelectuales y est~icas de las agrupaciones humanas. Si esas manifestaciones se verifican por medio .de un instrunlento prestado, llalnlnosle aS, como la lengua l)erteneciente otro pueblo, tal circunstancia en nada disminuye "lo genuino de la necesidad expresada, por-que sta es en s 1nisma independiente de la forlna. que reviste. Des"de su primera aparicin en el siglo XVI, nuestra poesa, 110 obstante los lmites que la circuns-criban, y tal vez por esos misrnos lmites, "expres con fidelidad el espritu del l1ledio ambiente en que vi la luz, pudiendo decirse que su estudio. es el 111ejor camino " para penetrar en los secretos de la vida nl0ral de la Co-lonia, destinada ser una de las principales nacionali-chides del N uevo ~iundo. Por dependiente que en lo poltico estuviese del gobierno espaol; por estrecha-mente ligada en costulllbres, creencias y lenguaje con lo que se llaln la Inadre patria, la Colonia, como todo organisnlo yiviente, tuvo una existencia individual, individuales tuvieron que ser sus diversos nlodos de existencia. Creyente hasta los candores de la supers-ticin; slllilsa hasta los alanibicanlientos de la lison a;

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    ligera veces hasta descender la puerilidad, nuestra poesa atraves los siglos coloniales con las modifica-

    . . .

    ciones de forma y de fondo consiguientes al desenvolvi-miento social. Sucesos extraordinarios vinieron cam-biar profundamente la situacin de estos pueblos, que libres de toda tutela, se sintieron dueos de sus pro-pios destinos. El conflicto de hbitos antiguos yaspi-raciones nuevas, de intereses arraigados y ambiciones trascendentales, produjo ese estado de desquiciamiento que se llama revolucin, y entonces la poesa, intrprete de dolores y esperanzas, de ilusiones y desengaos, de dudas y de cleras, ha seguido el impulso vertiginoso de nuestra poca, ms que ninguna otra inquieta yagi-tada. As, pues, si en nuestro pas no han faltado nunca voces que revelen inflamen las misteriosas vibracio-nes del sentimiento, 'en armona con las tendencias ge-nerales, decirse puede que poseemos una poesa propia, una historia literaria nacional, pobre si se quiere, pero harto conlprensiva para el filsofo, cuyos ojos no hay fenmeno social indiferente ni evolucin insignificante en la marcha providencial del progreso humano.

    Mxico, Diciembre de 1891.

    J. M. Vigilo

    Antologfa.-4

  • NOTAS.

    1. Vase en la obra del Dr. Juan de Crdenas, intitulada: Pri-mera parte de los problemas y secretos maravillosos de las Indias (Mxico, 1591), el cap. II, lib. III "Cul sea la causa de ser todos los espaoles que nacen en las Indias, por la mayor parte, de in-genio vivo, tracendido y delicado."

    2. Esta obra rarsima ha sido inserta por el Sr. Garca Icaz-balceta en su Bibliografa rneXl:cana del siglo XVL El dibujo del tmulo, por desgracia mutilado, que acompaa al original, es se-guramente la muestra ms antigua que existe del grabado en Mxico.

    3. En las adiciones la BibUografa mexicana se halla un ex-tenso anlisis de esta tragedia.

    4. El elogio que se hace referencia es el sigiente:

    "De la regin 'antrtica podra Eternizar ingenios soberanos, Que si riquezas hoy sustenta y cra Tambin entendimientos sobrehumanos.

  • 52

    Mostrarlo puedo en muchos este da, y en dos os quiero dar llenas las manos: Uno de Nueva Espaa y nuevo Apolo, Del Per el otro, un sol nico y solo.

    11 F1'ancisco el uno de 'l'errazas tiene El nombre ac y all tan conocido Cuya vena caudal nueva Hipocrene Ha dado al patrio venturoso nido: La mesma gloria al otro igual le viene, Pues su divino ingenio ha producido En Arequipa eterna primavera, Que ste es Diego Mal'tnez de Rivera. "

    5. Siglo de oro en las selvas de Erfile, gloga sexta.

    6. "Nac y cas en Madrid; crime estudiando La Escuela Complutense y Salmantina, La licencia me di la Saguntina, La Mexicana de doctor el mando.

    Las Salinas Reales fu juzgando Puertos de raya Portugal vecina, Juez pesquisidor fu la contina, y estuve en las Canarias gobernando.

    Oidor fu en la Espaola; Guatemala Me tuvo por .fiscal, y de all un salto D en Mxico .fiscal, y oidor luego:

    De all d otro al tribunal ms alto De Indias, que me puso Dios la escala: All me abrase su di vino fuego. "

    7. El pasaje de la Epstola que se hace referencia, es-el si-guiente:

    "Ya nos enva nuestra madre Espaa De su copiosa lengua mil riquezas, Que hacen rica aquesta tierra extraa.

    Tambin Toscana enva las lindezas De su lenguaje dulce aqueste puesto, Que en breve estar lleno de proezas.

    y ya acudiendo la Proencia aquesto, Bu gracioso parlar le comunica, y presta de su haber un grande resto.

  • 53

    Tambin lleg la Griega Lengua rica A aquestas partes tan remotas della, y en ellas se seala y amplifica

    La Nueva Espaa: ya resuena en ella El canto de las musas deleitosas Que vienen con gran gusto ennoblecella.

    Yen las ms clnras fuentes sonor08as, y en los ms altos montes florecidos Piden veneracin las dulces Diosas,

    Cantando versos dulces y medidos, Diversas rimas con primor compuestas, Que de armona llenan los odos.

    Ya por los prados y por verdes cuestas La ruda Musa dulcemente suena. A las ovejas, la sombra puestas,

    Y su zampoa, de malicia ajena, Y del ornato de ciudad, curiosa, Con cuerda sencillez su sn ordena.

    Ya. la. Elega tierna. y dolorosa A tiempos triste movimimto hace, En los sucesos tristes muy llorosa .

    . Ya. el Epigrama breve nos aplace Con su agudeza y lpido conceto Que nos quita el enfado, y le deshace.

    Ya el preguntar y responder perfeto Las Musas en dilogo se atreven Oon gusto del oyente i.os discreto.

    N o faltan ya. Poetas que reprueben Con Stira mordaz y airado celo A los que iniquidad y vicios beben.

    El Lrico cantor que en alto vuelo Se eleva con mesura. y dulce acento,

    . Tambin recrea. aqueste extrao suelo. y del Heroico canto el henchimiento,

    La. variedad copiosa, ilustre y grave, Ya comienza tomar aqu su asiento. . Y el Cmico que bien lo bueno alabe En representacin sabrosamente, y las costumbres malas desalabe,

    El bien y el mal nos pone all presente Siguiendo el caso hasta el buen suceso, Con que el atento pueblo gusto siente.

  • y el Trgico al revs muda el proceso Parando en caso triste y desastrado Para recuerdo y bien del pueblo avi~so."

    8. D. Joaqun Gara Icazbalceta. La nstruccin pblica en Mxico durante el siglo dcimosexto.-Memorias de la Academia JEexicana. Tomo 11.

    9. Historia crtica de la Literatura y de las Ciencias en ffIxico._ Poetas.-Mxico, 1883.

    10. Pocas pero enrgicas muestra.s nos han llegado de la poe-sa satrica en el perodo colon'ia]; de ellas citaremos el siguiente soneto annimo del siglo XVI.

    Minas sin plata, sin verdad mineros, Mercaderes por ella codiciosos,

    Caballeros d~ SE-rlo deseosos, Con mucha presuncin bodegoner08:

    Mujeres que se venden por dineros Dejando los mejores ms quejosos; Calles, casas, caballos muy hermosos, ltluehos amigos, pocos verdaderos:

    N egros que no obedecen sus secres, . Seores que no mandan en su casa, Jugando sus mujeres noche y da:

    ColgadoR del virrey mil pretensores; Tinguez, almoneda, behetra, Aquesto en suma en esta ciudud pasa.

    11. En el siguiente soneto se ve bien manifiesta la oje;iza con que los criollos vean - Jos peninsu lares.

    V iene ,de Espaa por el mar salobre A nuestro rnexican:o domjci1io Un hombre tosco sin algn auxilio, De salud falto y de

  • 55

    y el otro que agujetas y alfileres Venda por las calles, ya es un conde En calidad, y en cantidad un Fcar:

    y abomina despus el lugar donde Adquiri estimacin, gusto y haberes, y tiraba la jbega en Sanlcar.

    12. En, uno de los fragmen~os del poema de Terrazas, al ha-blar de los conquistadores, se encuentran estas octavas dirigidas Corts:

    Pues con vidas y sangre os ayudaron, Magnnimo Corts, estos varones, y vuestro nombre y fama eternizaron Que vuela de naeiones en naciones, y estados permanentes os ganaron A costa de sus mismos corazones, y de Marqus el nclito renombre Dellos tuvo principio y claro nombre:

    y pues los caros compaeros fueron Vivo instrumento para el bien que os vino, Regando con la sangre que vertieron De vuestra suerte prspera el camino, Con nimo del cielo que tuvieron Para tan alta empresa cual convino', Bien fuera que quedaran satisfechos Tan milagrosos y tan altos hechos.

    Do est la fe de serles que pusistes N o seor sino padre verdadero,

    . Cuando en Cuba al partir les ofrecistes Por premio cada cual un reino entero? Riquezas, honra y gloria prometistes Para el felice tiempo venidero, y slo han ido siempre en tantos aos Siguindose unos daos otros daos.

    13. Dorantes, en el Cdice que dejamos citado, no hallando c-mo explicarse la suerte desgraciada que toc los conquistado-

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    res, dice que "la causa y secreto Dios lo sabe, -que aunque fueron los fines buenos, con tan grandes efectos, los medios se pudieron errar, porque predicar Evangelio con la espada en la mano y de-rramando sangre, es cosa temerosa, y que parece ac al juicio humano, que sus descendientes van haciendo penitencia desta soltura; porque apenas se hal1ar hombre desta cepa que no ande mendigando, y aun por ventura por puertas agenas." Y 1)one en seguida estas dos octavas: .

    Mi Dios, al juicio humano qu apartadas Van las secretas sendas que caminas: Las del hombre ignorante qu trilladas, Qu incgnitas y ocultas las divinas: y cuando van las cosas -dedicadas A t Y por t cun bien las encaminas: Que estorbar el camino al virtuoso Ningn trabajo humano es poderoso.

    Secretos son, Seor, que no alcanzamos, Conceptos tuyos son que no entendemos, Trazas y ocultas vas que ignoramos, Estilos son que no comprehendemos. Cuando ms cerca dellos nos juzgllmos Menos de sus caminos conocemos, y as, siendo impo~ible investigarlo Es opinin prudente no intentarlo.

  • POETAS MUERTOS.

  • FRAGMENTOS DE rOESIA MEXICANA DEL SIGLO XVI. 1 (DE AUTOR ANNUro.)

    1 (HABLA LA IGLESIA.)

    i Oh nueva rigurosa Tanto por mi temida y tal sazn y tiempo publicada! i Oh suerte pe1igrosa Donde perder la vida Es prdida menor y casi nada! Lloro que mi manada Ha de ser esparcida Por lobos carniceros, y por llanos y oteros La veo derramada y perseguida: Temo el supremo dao, No se me vaya alguno del rebao.

    1. En 1578 hubo en Mxico, para celebrar la colocacin de reliquias de santos enviadas por S. ,S. Gregorio XIII, la representacin de una pieza dra-

    o mtica intitulada "Triunfo de los santos." En la tal pieza alegrica en quc figuraban la persecucin de Diocleciano y. la prosperidad bajo el reinado de Constantiqo, hay, en boca de la Iglesia y de San Silvestre, los tres monlo-gos aqu insertos, y que estn tomados de la "Bibliografa Mexicana del siglo XVI " por Don Joaqun Garca Icazbalceta.

  • 60 ,

    i Ay Dios! i Cun poco dura El gozo en esta tierra, Con gran razn de lgrifi?as llamada; .cun poco se asegura, Cun presto se destierra La cosa ms alegre y ms amada! Estaba sosegada, y al tiempo que creca El culto de mi Esposo, Turbse mi reposo y vnome el dolor -que yo tema. i Ay, hijos muy queridos, Lleguen al altO' cielo mis gemidos!

    Espritu divino Que Dios me (ji por prenda, Consolador que velas y me riges , Dame favor cantina y mis hijos enmienda, Pues que slo por esto los afliges . . j Oh Santo Amor! que eliges Al pueblo justo y santo y tanto lo enriqueces, Rugote muchas veces Inclines las orejas mi llanto, Que es de Madre afligida Que dar por sus hijos alma y vida.

    Si gravemente siento Las penas y dolores De tus fieles, Seor, y sus querellas, Mucho mayor tormento Me causan los clamores De nios tiernecitos y. doncellas. Muvante, mi Dios, ellas,

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    Y si nuestros pecados Mueven tu justa ira, Con piedad nos mira y de otra suerte sean castigados, y no disminuyendo El nmero que va su Dios siguiendo.

    Consentirs que sean Tus templos profanados, Quemada y destruda tu Escritura? Permitirs que vean Mis ojos ocupados Tus templos con diablica figura? Virgen hermosa y pura, Volved m esos ojos Tan llenos de clemencia: Revoque la sentencia Mi amado Dios y aplaque sus enojos, y si esto es de provecho, Yo lavar con lgrimas mi lecho.

    II

    HABLA LA IGLESIA.)

    Quin me dar que en fuentes de agua viva Se pueda-n conyertir mis tristes oj os y que con sangre mi dolor escriba?

    Aun no son aplacados los enojos De mi Dios y mi Rey con sangre tanta, Con tantas penas, muertes y despojos.

    El impo pueblo infiel se alegra y canta Triunfando de tus templos y tu gente y con erueza extraa nos espanta.

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    j Ay Dios! qu lengua habr que diga y cuente La crueldad, las penas y el estrago, Cuanto menos llorarlas dignamente?

    De llanto me sustento y satisfago, Ceniza es pan, y lgrimas bebidat Ni de otra cosa alguna caso hago.

    La gente ms cruel, endurecida, Oyendo nuestra pena y destrucciones A lstima y lloro es conmovida ..

    Pues qu har en los blandos corazones Ver los mansos nios ~omo ovejas, y encarnizarse en ellos los leones?

    Al sumo cielo subirn mis quejas Diciendo: Dios eterno, hasta cundo De tu querida Esposa ans te alejas?

    Aqu prendiendo' estn, alH matando, Embriagado est el cuchillo fiero, Tus siervos esparcidos y temblando.

    No fu tan duro nunca el crudo Nero, Ni tanto se holg eon nuestra muerte Como este cruel tirano carnicero.

    N o lloro la dichosa y rica suerte De aquellos capitanes valerosos Que por las penas han subido verte:

    Lloro los desdichados temerosos Que con flaqueza grande y de vil pecho Siguieron los dolos daosos.

    Lloro los que perdieron el derecho De ser contigo bienaventurados Con tan indigno y miser"able hecho.

    Lloro tus sanctos templos profanados Hechos establo vil, sin sacrificio, Muertos los sacerdotes y prelados.

    Cesaron mis canciones y ej ercicio De venerar tu nombre en voz sonora: El lamentar me queda por oficio.

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    Si alguno sacrifica, si te adora, Metido en criptas, cuevas y cavernas, N o tiene all sosiego sola una hora.

    De esto me nacen lgrimas eternas Viendo tan afligidos y -angustiados Aquellos que t amas y gobiernas.

    Desnudos y hambrientos, destrozados, Aquellos que este mundo no merece, Andan por riscos, breas y collados ..... .

    III

    (HABLA SAN SILVESTRE.)

    i_Oh vida triste, larga y enojosa! Dime, porqu

  • tl4 ,

    Por mi ser tu Iglesia gobernada, Pues es tu voluntad hasta que acabe Conforme mi esperanza la jornada.

    Procurar que el mundo siempre alabe, Ensalce y glorifique el sancto Nombre En quien todo el amor y gloria cahe.

    Procurar tambin que nadie asombre De los perseguidores el tormento, Pues permanece Dios y muere el homhre.

    Con esperanza sola me sustento Teniendo en mi chqzue]a mal pulida Mi Cristo en admirable Sacramento.

    Aqu tienen refugio, aqu manida Los que del fi ero l11Ltl y caso duro Han sido conservados en la vicia.

    y hasb que 'del lodo est. seguro De la persecucin tu pueblo san to , Aqu celebro sacrificio puro. ,

    y aunque el cruel rigor ces algn L\nto~ Segn que ru terrible su fiereza, A muchos lodavia pone espanto.

    Por tu bondad, Seor, por tu gran leza, Cese la tempestad, venga bonanza, Acbense los males con presteza.

    Mas no pierdo del todo la esper::mza De darle en sacrificio yo la vida Por vida tan ajena de mudanza.

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    FRANCISCO DE TERRAZAS,l

    SONETO.

    Dejad las hebras de oro ensortijado Que el nima me tienen enlazada, y volved la nieve no pisada Lo blanco de esas rosas matizado.

    Dejad las perlas y el coral preciado De que esa boca est tan adornada; y al cielo, de quien sois tan envidiada, Volved los soles que le habis robado.

    La gracia y discrecin que muestra ha sido Del gran saber del celestial maestro Volvdselo la anglica natura;

    y todo aquesto as restitudo, Veris que lo que os queda es propio vuestro: Ser spera, cruel, ingrata y dura.

    1. Hijo de uno de los conquistadores que vinieron con Corts. }j'alleci en Mxico antes de 1604.

    Antologfa .. -5

  • FERNAN GONZALEZ DE ESLAVA.1

    RIQUEZA Y POBREZA.

    La Riqueza que regala Huyan todos de tenella: A la buena poseella, Que la riqueza no es mala Sino slo usar . mal della.

    Viva cualquier recatado Que es Riqueza encantadora Flor que la vista enamora, Vaso de hierro dorado Que la muerte lo desdora.

    Es pared vieja encalada Que no tiene fundamento, Es una torre de vienlo y una red con tino armada Para nuestro perdimiento.

    Saul, del reino terreno Dios le di el mando y el palo: Ved si le da el regalo, Porque pobre fu muy bueno y en siendo rico fu malo.

    y lo propio ru David Que pobre al Seor serva, y