seccion de publ tiojas divulgadoras
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MINISTERIO DE AG^RICULTURASECCION DE PUBL ► CACIONES, PRENSA Y PROPAGANDA,^^„^„^^^^,.^^^^^^^^^^ ^^^^„^.,^^^„^^„^„^^,,,^^^ ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^,,,^^^^^^^^^^^,^^^^^^^^^^ ^ ^^^ ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^„^^^„^^„^^.^„^^^,^„^„^^^^^^.^^^^^^^^^^^
tIOJAS DIVULGADORASAÑO XXXV ► UNIO, 194^ NUM. 21
. ................................,...................,.......................................,...........,...........,.,..............,.,,............................................_...............
, EL CULTIVO DEL MANZANOPor JOSÉ DE PICAZA,
Arquifecto. Expresidente de laSuc^edan Nacional de Honi-
cultores de España
PRIMEF^A PARTE
I
,
CONSIDERACIONES GENERALES
La manzana es una de las frutas más conocidas y apre-
ciadas, pues aparte de su preferencia por el gusto y bello
aspecto, se presta a ser consumida, con verdadera frui-ción, en la forma asada, muy asimilable, convertida en su-
culentas modalidades azucaradas, y en agradable y espu-mosa bebida, al ser recogido su jugo, prensado y transfor-
mado en sidi°u. También se va eYtendiendo mucho su apro-
vechamiento como orejón, seccionada en lajas normales
al eje y desecada artificial o naturalmente, con lo que seconsigue una gran conservación y facilidad en el transporte.
No vamos a hacer historia de ^este fruto, pues tendría-
mos que descender al desagradable momento en que Eva
ofrece a Adán el fruto del árbol de la ci^encia del vien y
del mal, cuya comida causó la muerte de nuestros prime-
ros padres, y por ellos a todos sus descendientes, pues sibien en el Can. VIII, 5, se alude a un manzano como el
productor del fruto prohibido, en el Gén., III, 7, parece
ser que se dice fué una higuera la encar^ada de propor-
cionar a la Humanidad el mayor disgusto queimag^inarse pued^e.
Nos bastará saber, como curiosidad, que más
_ ......................._.............................................. ................................................................_............ .....-:.-: ^Esta, Ho^^s se remiten gratie a quien lab pida a la Sección dePublicaciones, Prensa ^ Propaganda, del blinieterio de Agriculture
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^de mil años antes de Jesucristo se conocían algunas variedades demanzanas. Plinio, el célebre panegirista y naturalista romano, nosdescribe 16 variedades de manzanas. Ch. Etienne menciona, en1530, solamente cinco variedades. Ya en 1600 el célebre naturalistafrancés Olivier cita 32 distintas manzanas; y más tarde, Dom Clau-de llega a la cifra de 153 variedades.
Entre los horticultoxAes ^modernos más notables no puede me-nos de citarse a Andrés Leroy, con sus siete volúmenes del Dic-cionario de Pomología, en el que aparecen 526 variedades demanzanas. Nosotros nos contentaremos con bastantes menos, ^-haremos en lugar adecuado un estudio de la Pomología de estaespecie frutal, con las variedades más conocidas y apropiadas alsuelo español.
Nos resta añadir a lo que antecede que el consumo de las fr^u-tas, en general, y ésta en particular, es cada día más recomen-dado por los higienistas para la buena conservación de la salud.
II
IMPORTANCIA DEL CULTIVO DE LA MANZANA
Empezaremos por advertir que solamente vamos a tratar en
nuestro ^modesto trabajo del cultivo del manzano para fruto co-
mido en verde, o sea el llamado de mesa, en sus numerosas apli-
caciones, como hemos visto, y no de la dedicada a la obtenciónde la sidra, que debe ser, a nuestro entender, tratada en forma
separada a la manzana de mesa, pero siempre con vistas a la ma-
nipulación y obtención de esta agradable bebida, que, dicho sea
de paso, tiene una importancia grande, principalmente en Astu-
rias (aunque también en Guipúzcoa se produce mucha), en donde
se fabrican 45 millones de litros de sidra natural y champaniza-
da, vendida, mucha de ella, en los países americanos, incluso Nor-teamérica, y valorizada en unos dos millones de dólares oro al
año. El producto total de la manzana en todas sus aplicaciomes
supone, para esa provincia, un ingreso de más de 100 millones depesetas. Pero, según referencias, todavía es exigua la producción
de esbe fruto en relación a la gran demanda que se deja sin ser-wix•, lo que quiere decir que es preciso intensificar el cultivo de
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pomaradas, pues hay, como se ve, desequilibrio^entre la oferta yla demanda, sobrepasando ésta a aquélla.
En España se le ha dado poca importancia al cultivo del man-zano, salvo el ejemplo de A.sturias; por lo menos, la poca exten-sión de su cultivo, el descuido en el mismo y la falta de selecciónde variedades así lo atestigua, y no hay, para convencerse, másque examinar las plantaciones regulares y las diseminadas paraver la densidad perjudicial en que están colocados los árboles, sudeplorable aspecto en cuanto a su formación, raquíticos y descui-dados, y, por últi^mo, acercarse a los mercados para deplorar elsinnúmero de frutos mal seleccionados, desfigurados por las hue-llas de enfermedades criptogámicas y bastantes agusana.dos, sinque falten los comenzados a pudrirse por los ^;olpes recib:dos enun primitivo sistema de recolección, mala conservación, defectuo-so embalaje y poco cuidado transporte.
Según e] Ana^a^°io Estadístico de las Proda^•cciones A^rícolas
ciel año 1931, pues no disponemos de otro más reciente, aunquepara el caso es casi lo mismo, el manzano ocupa ^en España tma
superficie de 4.488 hectáreas en plantaciones regulares, con un
ntímero de árboles por hectárea de 215, y un total de discmina-
dos de 2.264.227. El valor de esta producción se supone asciende<•^. 48 millones de pesetas, en números redondos.
Si comparamos estas cifras, o parte de ellas, con las cort•es-pondientes al cultivo del naran,jo, vemos que la superficie culti-
vada de este ag•rio alcanza a 72.476 hectáreas; con 347 pies porhectárea y 25.138.167 árboles en plantaciones reg•ulares, siendo
el de diseminados 639.217. El valor de su producción sube a la
respetable cifra de 307 millones de pesetas.Esta enorme diferencia entre las cifras citadas de ambos cul-
tivos tiene su explicación, a favor de la naranja, por hallarse
ésta favorecida por su gran demanda exportadora, lo que, signi-
ficando un amplio negocio pecuniario, ha motivado la ampliaciónconstante de plantas de naranjo y la mayor perfección en su cul-
tivo, así como todo ]o necesario para un cuidadoso embala3e, con-servación y recolección escalonadas, y cuanto en lo social ,y mer-
cantil tra^e consigo un negocio importante.En cambio, la manzana no puede expot•tarse a las naciones
que nos rodean sino en pequeñas cantidades, pues son producto-ras, todas ellas, de este mismo fruto, lo que no sucede con la na-
- 4 -
ranja, carentes de ella esas mismas naciones, o con producciónpequeña en relación de su necesario racionamiento.
La única defensa de la manzana en cuanto a su exportaciónes la del caldo dorado que se produce con ella, que ese sí es ex-portable y pedido por muchas naciones, aun del Nuevo Mundo,como hemos visto en el caso de Asturias; pero, repet^mos, quenos vamos a referir, en este trabajo, solamente a la produccióny cultivo de la manzana llamada de mesa.
Por lo demás, creemos sinceramente que el manzano puede ydebe ser más cultivado en España, por las condic:ones especialesde su fruto, algunas de las cuales he^mos enumerado, y porque,además, el área de su cultivo posible es más extensa que ]a deInaranjo y otros similares, más delicados; por disponerse de máslugares apropiados en nuestro territorio, dada la rusticidad deeste árbol, nada exigente en terreno y clima, como que son aptaspara él la mayor parte de las regiones españolas, a excepción deaquellas en que los terrenos sean algo secos. Por otra parte, encomparación con la mayoría de los frutos cultivados en España,tiene la ventaja de florecer tardíamente, por lo que escapa a Iaacción perjudicial de las heladas primaverales tardías, verdaderoazote de la fructificación, que aminora extraordinariamente lacosecha de muchas especies frutales.
Como final a este a manera de exordio, vamos a resumir losmotivos más principales por los que, a nuestro juicio, el cultivc
del manzano no s•e encuentra en España más ext^ndido y mejorcuidado, lo que nos dirá algo sobre lo que podría hacerse para
evitar tamaño perjuicio.1.° Se observa en el labrador español una falta de cultura
apropiada al cultivo de los árboles frutales en general, ya quedesconoce casi en absoluto el motivo o razón teórica en la que sefundan las distintas operaciones que se deben aplicar a los mismos en su plantación, elección de variedades, poda, injertos, re-colección, conservación, defensa, etc., etc., para que sus planta•ciones produzcan gran número de frutos sanos y hermosos.
' Nos guardaremos muy bien de motejar al campesino español
por esta ignorancia que padece, precisamente en lo que más ne-cesita saber para aliviar en algo su duro vivir. A los dirigentes
corresponde el contrarrestar esta falta de cultura con enseñanzaspertinentes, uniendo algo d•e teoría a la deficiente práctica de que
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hoy dispone el labrador, la que, al hallarse aislada, es productorade rutina, por medio de cursillos teórico-prácticos en su mismoagro; fundando escuelas de capataces podadores o injertador:scapacitados para extender entre sus convecinos la necesaria ins-trucción ; practicando, a la vez, el competentísi^mo personal deIngenieros Agrónomos la enseñanza frutícola por medio de lácátedra ambulante, las proyecciones, el cine y los medios másadecuados de que hoy día puede disponerse.
E1 establecimiento de Escuelas de Horticultura, ^en sus tresramas, y con el indispensable Jarciín-Frutero-Escuela, en las capi-tales de provincia y pueblos importantes sei ía un gran beneficiopara el progreso de la fruticultura, pues en ellas la enseñanza,más bien práctica, entra por los ojos a poco que se le ayud^ censencillas explicaciones teóricas, a cargo de la alta instrucción de]os ingenieros del ramo.
La implantación de becas para los jóvenes de familias campe-sinas que desearan ingresar o acudir a esas escuelas oficiales se-ría un medio hábil y seguro para difundir la tan necesitada ins-trucción de la fruticultura entre los labradores del agro español.
Las exposiciones nacionales y regionales de frutos y árboles
formados y transplantados son otro medio de vulgar^zación de la
cultura, pues enseñan y estimulan a la vez, y más si van acam-
pañadas de conferencias explicativas de lo que se expone y de lo
que conviene saber sobre variedades de frutos, su presentación,
recolección, la conservación en fruteros y frigoríficos, venta ,y
marcas, transportes, extinción d^e plagas y demás concerniente ala moderna explotación frutera. Los gráficos murales no deben
faltar en todas estas manifestaciones instructivas, pues ayudan
mucho a una rápida asimilación.2.e Hay que confesar que los precios de venta de las frutas
han sido bajos antes del Movimiento de nuestra liberación, por
lo que no interesaba a los labradores su cultivo y venta; y aun-
que ahora son, por el contrario, excesivam^nte altos, ya se sab^el motivo, y es de esperar que, pasado el mismo, quedará un pre-
cio m^edio remunerador para el campesino y suficiente para que el
consumidor pueda disponer de fruta abundante y sana.
Si el labrador no percibe por su trabajo una cierta gananciaque le permita vivir mejor, a lo que tiene der^cho como cualquieiotro gremio social, no será posible encontrar en el mercado fruta
-s-
suficiente en cantidad y sanidad; en cambio, alcanzado ese bien-estar, procurará mejorar su hacienda y cultivo, y sentirá la ape-tencia de una mayor cultura, pues sus medios económicos se lopermitirán, aparte de que los gobernantes actuales si^enten unverdadero deseo de favorecer al que trabaja la tierra.
3.° Falta en España una cataiogación oficial o nacional defrutos, por lo que, ai no conocers•e las condiciones de las numero-ŝas especies y variedades capaces de plantarse y prosperar en el
agro peninsular, se extiende poco su cultivo, con el consiguienteperjuicio para el cultivador ,y el consumidor.
Los catálogos confeccionados por las Casas de Horticultura es-tablecidas en España, que van siendo cada vez más numerosos ymejor presentados, detallan poco las variedades más aptas parael cultivo en nuestro país, o sea las que pudiéra^mos llamar nacio-nal^es, y cuando acude uno a ellos, en cualquier especie frutal,para rebuscar la que más le pueda convenir, se encuentra con quetodas las variedades son de primera o superior calidad, funden-tes y azucaradas; y después de leída y x^epasada minuciosamentela inacabable relación de dichas variedades apuntadas, no se sabecuál de ellas elegir, y se acaba por abandonar la empresa o seguir el cons•ejo, no siempre acertado, del primer amigo que secree versado en estas cuestiones.
Hay un verdadero prurito entre los vendedol•es de plántas de^
presentar una interminabl^e lista de variedar^es frutales, con 1^.
que se establece una confusión lamentable para los compradores,
sobre todo si éstos son fruticultores primerizos o aficionados, con
escasos conocimientos en la materia. Mejor sería señalar un corto
número de variedades nacionales, con reseña específica de las cua-
lidades del fruto en cuanto a su tamaño, color, forma, gusto, ma-
duración, rusticidad y demás qu^e convenga saber, y' referenciasdel árbol por lo que atañe a su forma, desarrollo, fertilidad, ve-
cería, portain•jerto más conveniente, resistencia a las enfermeda-
des y plagas, polinización, etc., etc. Y sin que esto implicara la
prohibición de poderse ofrecer otras variedades, con menos deta-
lles, para coleccionistas y aficionados, amigos de poseer varieda-
des y tipos poco conocidos.
Las anteriores consideraciones y una mayor conveniencia para
la fruticultura nacional vienen a pedir la catalogación de frutos
adoptados en España, como la hay en Francia, Suiza, Alemania,
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y multitud de ellas en las Américas, que ilustre, no sólo al pro-
ductox• que tiene motivo para poseer alguna cultura, sino al afi-
cionado fruticultor o al que quiere establecer una modesta huerta
con frutales para el abastecimiento familiar, pues de esta clase
de productores-propietarios hay legión establecidos en los pueblos,
coxi sus predios, más o menos grandes, cercados de paredes, y que
necesitan ayuda espiritual en conocimientos frutícolas.
Y ya que hablamos de esto, no podemos menos de referirnosal esfuerzo, verdaderamente digno de alabanza, que está haciendo
Asturias pax•a formar el estudio, catalogación y tipificación d^ las
variedades de manzanas que se cultivan en aquella provincia. La-
bor que se comenzó en el año 1934 por iniciativa del excelentísi-mo Sr. D. Ignacio Chacón, Presidente de la Diputación Provin-^cial, en vista del cultivo anárquico que se venía desarrollando.
Este trabajo culminó en el año 1940 con la primera ExposiciónPomológica celebrada en Oviedo, con un éxito verdaderamente
5orprendente por el número de expositores qu•e acudieron y las
numerosas y magníficas variedades de manzanas que se presen-
taron.
Esto está muy bien y^merec•e, como hemos dicho, la mayor ala-banza; pero creemos que, en primer término, la catalogac•ión debe^er nacional, sin perjuicio de que se estudien y cataloguen lasvariedade^ regionales, y aun, en nuestro sentir, algunas con clnombre de mundiales, por ser conocidas y cultivadas en todos los^^.mbitos de la tierra.
Pero como hemos de volver a hablar de este inciso, al tratai•del importante capítulo sobre la Pomología del manzano, hace-mos punto final en este asunto hasta que llegue ese momento.
4.° Muchos labradores se abstienen de establecer en sus pre-^lios m^n^a^aares o pomaradas por no disponer de medios econó-micos suficientes para la compra del gran número de plantas quenecesitan dichos cultivos y los demás gastos inherentes a su es-tablecimiento. Otros también cultivarían el manzano en escala nu-mérica correspondiente al manzanar si tuvieran el terreno relati-vamente extenso que hace falta para ello.
A unos y otros es preciso prestarlés la ayuda pecuniaria ne-cesaria para el logro de estos deseos, teniendo en cuenta que esteapoyo particular también ha de redundar en beneficio general.Y no sólo se deben conceder préstamos para la campra de los
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árboles y lo demás que pida el cultivo, sino también para eIarriendo de tierras, y hasta para la compra de ellas para elque las labra. Esta operación económico-social parece que debeser llevada a cabo por el Estado, mediante la intervención de lasentidades ^más llamadas a hacerlo, pues si se le deja solo al la-brantín éste se cruzará de brazos o caerá en manos de la usura,que se llevará el fruto del trabajo ajeno.
Felizmente, este punto tan interesante y los demás que hemosexaminado anteriormente tendrán una solución favorable en lanueva España que se está incubando, ya que se muestra d_cididaa apoyar a la clase labradora, en primer lugar porque lo necesita,y además porque lo merecen como reparación a la injusticia in-veterada que se ha venido cometiendo con los que, al fin de cuen-tas, nos proporcionan a todos el sustento diario.
Y dando por terminada esta primera parte de consideracionesgenerales, vamos a entrar de lleno en el tema elegido del Maluscommunis; pero como nos he^mos alargado ^un poco en estos pre-
liminares, comenzaremos la segunda parte en otra de las Ho.TAsDIWLGADORAS.
GRÁFICAS UGUINA - MELÉNDE2 VALDÉS, %- MADRID
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MIN[STERIO DE AGRICULTURA ^3i SECCION DE PUBLICACIONES, VRENS,A Y VROVAOANDA I
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HOJAS DIVULCADORAS^It^^AÑO XXXV ^^ JULIO, 194^ :VUM. 27
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Arquitecfo. Expresidente de la Sociedad Na- '•cional de tiorticultores de Espafia. ^
III
EL ARSOL Y SUS CARACTERISTICAS GENERALES
E1 manzano, conocido por l^os botánicos con distintos
nombres : Mal^a^s com^zu^^zis, P^rzcs nur^l^us, Malus cGCerba, es
indígena y crece espon-
táneamente en ]os bos-
ques de Europa. Perte-
nece a la familia de las
Posáceczs, y es árbol de
segunda magnitud, con
copa redondeada, ancha
y algo comprimida o
achatada. A1 principio
crece ex•ecto ; pero l^uego,
con los años, van cayen-
do sus ramas y acercán,-
dose a la horizontal, y
hasta curvándose hacia
abajo.
No es exigente el '
manzano en cuanto al
suelo, pues prospera en terrenos de medianacalidad y hasta fuertes, siempre que no sean
(1) Véase la Hoan Divu,r.^^oa.a níim. 21 de 1943.
s
Eetas HoJes ee remiteu gratie a quien lae pida a la SecciLu dePublicacionee, Prenea ^ Propaganda, del Minieterio de Agricu]tnro.•
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secos; porque en éstos degenera y pex•ece. La excesiva humedad
tampoco le es conveniente, ya que en ella las raíces desaparecen y
se pudren. Hay algunas variedades de manzano que viven bien y
prosperan en las mayores alturas cultivables de Suiza, hasta en
altitudes de 1.450 metros sobre el nivel del mar, como la Transpa-
rente blanca o de Zurich, que 1a incluiremos en el estudio pomo-
lógico de las diversas variedades.
Puede soportar, más fácilmente que el peral, los terrenos cal-
cáreos, así como el clima frío y húmedo, aunque este último, para
algunas variedades sensibles al cha^ncro, puede ser un inconve-
niente; por consiguiente, el clima puede ser fresco, pero con si-
tuación aireada y soleada. Las vertientes suaves de montes y co-
linas le convienen particularmente, mirando al sur y sudeste, me-
jor que las planicies bajas de los valles, en las que se acu^mulan
las nieblas y hiela más. Tampoco le van mal los parajes cercanos
al mar, pox• su clima igual y más bien atemperado.
El manzano se cultiva principalmente en formas altas o de
todo vie^zto, con lo que se hacen las agrupaciones regulares de
árboles llamadas mc^nzanares o pomaradas. Y exclusivamente en
este sistema de forma, para obtención de la manzana de sidra,
de la que nosotros ^io nos vamos a ocupar; pero también para la
manzana de mesa se usa la poman-ada en variedades carrientes de
manzana de tamaño regular y rústica, pues para el cultivo de la
manzana delicada, de tamaño grande, o sea para la obtención del
fruto seleccionado de primor, se emplean las formas bajas o po-
dadas, de todo lo cual nos ocuparemos en un capítulo especial,
dada la importancia que tiene esta materia.
El conocido fruto, de pepita de este árbol es carnoso, de for-
ma sensiblemente esférica, achatada por los polos, en los que
se encuentran dos cavidades; en una aparece el ojo, que x•e-
cuerda la flor exi miniatura, o sea la parte superior de los sé-
palos, con sus cinco cerradas y finas puntas. En la otra cavidad,
general^mente más pronunciada, se inserta el pedúnculo o rabillo
de la manzana. E.s mucho más impartante de lo que parece el sa-
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ber conocer la mayor o menor profundidad de estas cavidades,
color de la piel, tamaño del ojo y rabillo, etc., pues de ello depen-
de con frecuencia la diferenciación de unas variedades a otras, y
en ese conocimiento se guía muchas veces el pomólogo para sus
clasificaciones.
Claro es que para la tipificación se fija también el pomólogo en
otros signos interiores y exteriores del fruto, como su forma, co-
lor de la piel y su naturaleza, gusto, época de maduración, cons-
titución interna del fruto y demás datos que pudieran conducirle
a la averiguación del nombre o grupo a que pertenezca una fruta
examinada; pero como al hablar de las variedades hemos de tocar
esta cuestión, lo dejamos para esa ocasión.
. En cuanto a su color, no hay una fruta que tenga una gama
de colores y combinaciones más extensa que la manzana : verde
claro, amarillo claro, paja y oro, leonado sólo en los polos o en
toda su superficie, rosadas, roja por el lado del sol o tada ella, dé-
bil o fuertemente barreada de rojo y rosa, con pecas naturales,
verrugas, puntos y manchas, producidas muchas de ellas por las
enfermedades criptogámicas. En fin, hemos conocido una manza-
na americana, de color sangx•e de toro, que a completa madura-
ción era casi negra.
Su pi^el o epicamdio es en unas áspera al tacto, y en otras fina
y untuosa, como la cera, cuando no con veladura acirolada. La
bxillantez de su pellejo es intensa en algunas clases al ser frotada
con un paño.
EI agradable aroma que exhalan aIg^unas variedades a su ma-
duración fué aprovechado por las antiguas amas de casa para per-
fumar la ropa blanca de sus armarias.
La parte comestible o mesocarpio, que lo es en su mayor parte,
se apre ,ia por su sabor agradable, aunque menos fund^ente que la
pera; en unas clases más ácida que en otras, y con un agridulce
especial en las llamadas ^reinetas, muy apreciadas y buscadas. Su
carn^e es, por otra parte, según los higienistas, n^utritiva y muy
- 4 -
saludable. En cuanto a la densidad, su carne es más ligera que la
de la pera.
En el interior, y ocupando la parte central del fruto, desde el
ojo al pedúnculo, se encuentra el endocarpio, formado de una
materia coriácea y compuesta de cinco celdillas, en cada una de
^
Fig. 1.-Manzana Bella de Boskoop (corte meridional). a, ojo; b, epicarpio;c, endocarpio; d, mesocarpio; e, pedúnculo.
las que se alojan dos semillas planas y puntiagudas, por un lado;
de color claro al principio y negras o color caoba a su madura-
ción; como que éste es un signo para saber apreciar el grado de
madurez de los fnutos para proceder a su recolección. A estos
cinco estuches interiares d^e semillas corresponden en algunas va-
x^iedades los cinco bultos que se aprecian al exterior y alrededor
del ojo de la ananzana.
^IV
ELEMENTOS DE QUE SE COMPONE EL ARBOL
Un manzano, como las demás especies frutales, se compone de
una parte aérea y otra subterránea. La primera es la encargada
-5-
de dar el fruto, y la segunda es la que, en su mayor parte, pro-
porciona el alimento al árbol y sus frutos.
La primera consta de tronco, ramas gx•uesas de armazón, ra-
millas frutales o de madera, hojas caducas y frutos.
La raíz es la que se dirige al centro de la tierra, y tiene la
misión de sujetar el árbol al suelo contra los agentes exteriores
y absorber los jugos de la tierra para la alimentación y creci-
miento del conjunto.
E1 punto de unión del tronco y la raíz se llama cuc>llo.
E1 tronco y las ramas exteriores son de color variado gris
^^erdoso, que se va oscureciendo con el desarrollo, pues al principio
los brotes nuevos son de color más claro y hasta rojizo acaobado,
con lcTntícztlas claras, de forma y color distintos, según las varie-
dades, por lo que a veces sirven para averiguar la variedad co-
rrespondiente.
Las ramillas lleva^i yenzas u ojos dispuestos según el ciclo 2/5.
Son estas yemas, en el manzano, aplastadas, puntiagudas y vello-
sas, con dos ye^nzitas u ojos estipiclares en su base, que fácilmente
se anulan; sin embargo, juegan un papel importante en la forma-
ción de los árboles, como en otro lugar veremos.
Estas insignificantes yemas, que nacen en ]a axila de la hoja,
son el origen del árbol, por lo que su importancia no está en re-
lación con su tamaño.
Además de las yemas que hemos dicho hay otras que no se
ven, o que apenas se advierten en la corteza, por lo que se llaman
y^emas advcnti^cias, y que brotan en puntos no previstos, debido
muclxas veces a cortes o amputaciones verificados en los troncos y
ra^mas con distintos objetos. Son de gran ^utilidad en algunas oca-
siones, pues proporcionan brotes nuevos aplicables a la restaura-
ción y otras operaciones practicadas en los árboles frutales.
Las yemas, de que hemos hablado antes, se desarrollan o en-
gordan por la afluencia de la savia, que llega a ella con cierta
ientitud, cuandu se detiene la misma intencionadamente podando
encima la ramilla en la que se hallan, o cuando se la lnclina y
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curva, o se le ata fuertemente al armazón; esto cuando se trata.
de espalderas sometidas a formas adosadas, y también en los bra-
zos o ramas, que toman, o se les da, la posición horizantal ; en
una palabra, en todos los casos en que la savia se detiene, la yema
puede conv^er-tirse, engordando, en botó^t de flor, pues si 1}egara
a ella la savia en abundancia y con cierta fuerza o velocidad, lo
más probable es que parti,era a m.adera, constituyendo un brote
infructífero.
El botórz de f lor del manzano es grueso, redondeado, cubie^~to
de un escamado de color, a veces roj.izo, y en el centro blanqu!e-
cino algodonoso. Para el final del verano son aparentes ; pero son
más difíciles d•e reconocerse que los botones de peral.
-7-
De ellos nace la flor, que con el fruto son los dos órganos de
la reproducción.Las flores del manzano son generalmente abundantes, y su
contemplación no hay duda de que es bella, ya que inf^unde en
nosotros deleite espiritual.
La floración del manzano es tardía, de fin de abril a fin de
mayo, por lo que escapa frecuentemente a las heladas primave-
rales.
Estas flores son de un color blanco y rosado, algunas perfu-
madas, con sépalos y pétalos en número de cinco, su correspon-
diente cáliz y los estambres y pistilos, órganos masculino y feme-
nino, respectivamente. En la base del pistilo está el ovario, que
se desarrolla por la fecundación del pólen que cae sobre los órga-
nos femeninos.
Para que una flor dé fruto es preciso que el pólen de los estam-
bres haya fecundado el pistilo, pues si durante la floración un
obstáculo, como, por ejemplo, una lluvia fría y prolongada, se
opone a esta influencia del polvillo fecundante, la operación no
tiene lugar, y se dice que la flor se corre y el fruto no se des-
arrolla, para lo cual basta que una gota de agua venga a caer so-
bre el estigma para lavar o barrer el pólen, impidiendo la fecun-
dación.
Por eso durante la floración se precisa, además de una cierta
temperatura agradable, un ambiente en cal^ma para que se p^ueda
obtener una fructificación abundante.
Después de la fecunda^ción, la parte inferior del pistilo, es de-cir, el ovario, aumenta de volumen y forma el fruto, que contiene
el grano o semillas. Se dice entonces que el fruto ha anu^ado.
La polinización, que es el transporte del pólen del estambre ale^stigma, parece que se debe verificar más rápidamente en las flo-
res hermafroditas; pero sucede que los órganos machos y hem-
bras no maduran a ^un tiempo, y de aquí, muchas veces, se pro-
ducen esas estex•ilidades que nos sorprenden.
La polinización cruzada se verifica por medio del aire, que
-8-
lleva el pól^en de unas plantas a otras, y también por los insectos,
que transportan, en las patas y cabeza, el pólen de unas flares a
otras al ser visitadas por los mismos. Algunos horticultores 7n-
gleses aconsejan por eso el empleo de las colmenas d^e abejas co-
locadas entre los grupos d^e árboles frutales, pues las abejas sal-
vajes, por sí solas, no bastan para cumplir este inconsciente co-
metido que realizan los insectos. También es conveniente, según
algunos horticultores, el plantar variedades con fama de polini-
zadoras entre otras tildadas d^e autoestériles ; pero éste es un es-
tudio q^ue está aún en embrión, pues se ha probado hartas veces
que frutales considerados como autoestéráles han florecido sin te-
ner en las cercanías otras variedades con fama, de buenos poli-
nizadores.
Y como final de lo que decimos sobre la floració^, p^odemos
añadir que hoy día preocupa a los harticultores el estudio de las
épocas de la floración, sobre todo en la manzana, para determinar
aquellas que, poseyendo otras buenas cualidades, lo hacen tardía-
mente, y capaces, por tanto, de escapar, con mayores probabili-
dades, a la n^efasta influencia de las heladas tardías.
Tenemos a la vista un amplio cuadro, en el q^ue aparecen va-
rias columnas con los nombres de diversos horticultores que han
señalado las fechas de la floración de muchas variedades de man-
zano, con lo que puede saberse las más tardías. Desde luego que
no interesa más que aquellas que florecen, por lo menos, quince
días más tarde que la época normal.
Para terminar el examen de los distintos elementos de que se
compone el manzano, vamos a decir algo sobre las hojas, que son
esencialmente importantes en la vida del árbol.
^ Las hojas del manzano son caducas, y empiezan a cumplir su
alta misión desde q^ue, en la primavera, el empuje de la savia les
ha.ce brotar de las ^e^mas r^e m,ctider,a, y caen cuando, en el oto-
ño, cesa de actuar la circulación de esa misma savia. Son, en ge-
neral, grandes, ovales, r•ugosas, bordes denticulados, peciolo me-
dio, con estípulas adherentes. Su color es verde ; pero con diferen-
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cias en sus tonalidades, en las muchas variedades existentes. Las
hay ásperas al tacto, con envés afelpado, más claro que la parte
superior. El p2ciolo se ramifica en el limbo y forma las celdillas
o estomatos, que ^luego veremos j uegan un papel interesante en 1a
nutrición y transformación de la savia.
Sin las hojas no puede v,ivir el árbol, y, sin embargo, el hor-
ticultor quita parte de ellas, o las secciona, para obtener algunas
ventajas para el fnuto; y si por verse obligado a ello tiene que
ar•rancar ^un árbol, para transplantarlo, operación casi mortal du-
rante la vegetación, empieza por quitarle las hojas, pues de lo
contrario, en un momento, las hojas absorberían toda la savia que
conservara el árbol, y la secaría y mataría. Por eso también, cuan-
do se cortan ramillas para hacer esquejes para injertar, lo pri-
mero que se hace es cortar las hojas, dejando sólo él peciolo, para
que no se lleven 1as hojas, por evaporación, la poca savia que con-
tiene la ra^milla cortada.
Volvamos a las raíces : son también ramificadas y tienen una
parte central, más robusta y penetrante, napiforme, que a veces
conviene acortar, como operación previa a la plantación, para pro-
curar el desarrollo de la llamada cabellera, compuesta de raici-
llas, en cuyos extremos se hallan los pelos o espangiolas, q^ue son
los encargados de la importante misión de absorber las sustan-
cias minerales diluídas en el agua y mandarlas a la parte aérea
para la alimentación y desarrollo del árbol. La raíz es de color
blanquecino más o menos rosado, amarillento o negruzco, pues le
falta la clorofila, sustancia que da el color verde a los vegetales
expuestos a la luz solar.
Los pelos hemos dicho que se hallan en la parte tenue de la
ca.belle^ra, y que extraen o chupan del suelo el agua cargada de
ele^mentos fertilizantes solubles, con los que se forma la saviab^ruta, que asciende por endósmosis y se extiende en toda la parte
aérea, con una intensidad mayor en las ramas verticales, y aumen-
to también de actividad por la gran acción del aire, luz y calor, y
de una importante superficie foliácea.
A1 llegar esta savia bruta a las hojas, y también bajo la acción
de las partes verdes, pierde, por transpiración, una parte del If-
quido que contiene, sufriendo una verdadera traxxsformación y
r^ecibiendo, en cambio, los elementos ca,x•bonados absorbidos del
aire por los estomatos de las hojas, bajo la influencia de la luz y
del calor.
La savia así transformada en el misterioso laboratorio de ]a
hoja pierde parte de su agua, se espesa y toma el nombre de cam-
bium o savia elaborada; desciende hacia las raíces circulando a
través de las capas del liber, y es la que sirve para nutrir al ve-
getal y contribuir a su asimilación, crecimiento y ensanchamiento.
Cada año el cambium forma una capa de alb2vra y otra de
liber; ésta, extremadamente delgada, es menos aparente que ]a
otra.
Más podríamos decir sobre la manera cómo vive este árbol,
detallando también, más aún, los elementos de que se compone, y
a los que hemos pasado breve revista; pero la extensión dada nos
ha parecfdo suficiente para sacar de ello la enseñanza necesaria
para aplicarla a las distintas operaciones a practicar en el buen
cultivo del manzano, y de las que nos vamos a ocupar. Los que
deseen ampliar estos conocimientos pueden estudiarlos en los tra-
tados de Botánica,, para conocer más a fondo estas Guestiones.
En el siguiente artículo empezaremos ya a tratar de la multi-
plicación, para seguir con las demás operaciones importantes de
este cultivo frutal.
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