alfonso vi, rey del cid, conquistador de toledo de gonzalo martínez díez

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Alfonso VI, Rey del Cid

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Alfonso VI (1065-1109) no fue elanti-Cid que dibujó el maestroMenéndez Pidal, sino un monarcaresponsable que tuvo susdesencuentros con un genialguerrero de difícil carácter. De estarelación entre el señor y su vasallo,pero sobre todo del importantepapel que jugó el rey de Castilla yLeón en la Reconquista, nos hablaGonzalo Martínez Díez, autor de ElCid histórico, en las brillantespáginas de este libro.

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Gonzalo Martínez Díez

Alfonso VIRey del Cid, conquistador de

Toledo

ePub r1.0

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liete 09.11.14

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Título original: Alfonso VI. Rey del Cid,conquistador de ToledoGonzalo Martínez Díez, 2003Diseño de cubierta: liete

Editor digital: lieteePub base r1.2

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Introducción

Entre los grandes monarcas denuestra Edad Media, que marcaron conhuella indeleble la génesis de nuestranación, un puesto de honor correspondesin duda a Alfonso VI (1065-1109).Durante su largo reinado de cuarenta ytres años y medio, dos fueron lasaportaciones más notables de este reyleonés a la configuración de España: laprimera de ellas es la de haber hechoprogresar la frontera meridional de sureino desde el río Duero hasta el ríoTajo, avance simbolizado en laconquista de Toledo; la segunda, la de

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haber roto un aislamiento cultural de tressiglos y medio y habernos incorporadoplenamente a la cristiandad europea, quees lo mismo que decir a Europa.

La conquista y toma de posesión deToledo el 25 de mayo del año 1085constituyó no sólo un hito decisivo en elavance de la Reconquista, sino sobretodo fue un símbolo, un presagio de quealgo había cambiado definitivamente enla Península Ibérica para el Islam. Lapérdida de la ciudad imperial del Tajo,de la antigua capital de la Españavisigoda, tuvo una inmensa resonancia,tanto en el mundo islámico como en elcristiano, y yo diría que más en elprimero que en el segundo.

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En toda la comunidad de losseguidores de Mahoma, la noticia de queToledo había vuelto a manos cristianasresonó como si se hubiera perdido todoal-Ándalus, o al menos como unpresagio de que esa pérdida estaba yapróxima y era inevitable. Así hubierasido si, ante la noticia de que la cruz sealzaba de nuevo en la ciudad que eraconsiderada como el centro de todaEspaña, no hubieran reaccionado losalmorávides del norte de África,quienes, atravesando el estrecho deGibraltar, depusieron a todos los reyesde taifas, tomaron el poder en la Españamusulmana y, con él, la responsabilidadde poner freno a la osadía del

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conquistador de Toledo.Con la llegada de los africanos, los

últimos veinte años del reinado deAlfonso VI se convertirán en un terribleduelo entre el poder almorávide y elmonarca cristiano, y aunque en elbalance de este no falten terriblesderrotas como Zalaca (1086), Consuegra(1097) o Uclés (1108), al final el reyleonés logrará mantener sustancialmentesus avances hasta Toledo y Talavera,que nunca más volverían a ver desfilarpor sus calles las enseñas del Islam.

Mantener lo ganado costó ríos desangre y el propio Alfonso VI vertió lasuya en Zalaca, seriamente herido en elmuslo; en Consuegra, en 1097, caería en

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combate junto a su rey Diego Rodríguez,el único hijo varón del Cid Campeador,y en Uclés, el año 1108, perderíaAlfonso VI al príncipe Sancho, sutambién hijo único varón y heredero detodos sus reinos.

Los dos mayores personajes de suépoca: por una parte, el reyconquistador de Toledo, que se hacíallamar Magnífico Emperador Toledano(magnus imperator toletanus), que segloriaba de gobernar a creyentes de lastres religiones al titularse también«emperador de las tres religiones», puesen Toledo, tras la conquista cristiana,continuó habitando la mayor parte de supoblación musulmana y la totalidad de

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su colonia judía; por otra parte, elvasallo fiel, el desterrado que con susola espada supo conquistarse otro reinoen Valencia, el genial guerrero que noconoció ni una sola vez el sabor amargode la derrota, quiso la Providencia quetuvieran que pagar por su gloria unmismo precio, la pérdida de sus únicoshijos varones, que estaban llamados aheredar todo el fruto de los esfuerzos desus padres.

Estos dos hombres extraordinarios—el rey prudente de amplia visiónpolítica y el vasallo siempre fiel, genialguerrero— no se entendieron todo lobien que podíamos haber deseado; hubosí, graves desencuentros, pues el uno

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contemplaba el paisaje desde las alturasdel trono y el otro desde la inmediatezde la trinchera de combate, pero los dosfueron grandes figuras históricas, aunqueen planos distintos, y cada uno de ellos,desde el puesto que el destino le habíaasignado, prestó inmensos servicios a lacristiandad. En los años finales de lavida del Cid supo el rey Alfonsoapreciar los servicios sin par queRodrigo Díaz de Vivar le había rendidoy rendía cada día desde su señoríovalenciano, y a la lealtad del vasallocorrespondió la estima del monarca.

Hasta ahora hemos hablado defragor de armas, de conquistas y deavances territoriales, pero el reinado de

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Alfonso VI sería igualmentetrascendental porque durante él seprodujo nuestra incorporación a lacultura común europea, incorporaciónfavorecida por un rey que no cesó nuncaen su empeño por integrar a su reino deCastilla y de León en las corrientes,usos y modos culturales dominantes enEuropa.

La invasión musulmana del año 711había reducido la resistencia cristiana aun pequeño rincón en las montañas de lacornisa cantábrica, donde no existía niuna sede episcopal, donde el nivelcultural era mínimo y la carencia delibros casi absoluta; el reino astur de lossiglos VIII y IX tuvo que concentrar todas

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sus energías en poder sobrevivir frente alos feroces ataques de los ejércitosislámicos. Cuando ya en el siglo X lasfronteras cristianas se expandierontambién por la cuenca del Duero, lallegada de numerosos mozárabes con susmonjes y sus libros hizo posible uncierto renacimiento cultural, muy ligadocon la cultura mozárabe, que a su vez,salvo en lo religioso, no era más que unfiel reflejo de la cultura de al-Ándalusmusulmán, irradiada sobre todo desdeCórdoba.

Cuando Alfonso VI inicia su reinadoen 1065, la cultura de los territorios dela monarquía leonesa se movían dentrode los moldes culturales de la mozarabía

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y del mundo musulmán español. AlfonsoVI, con suave energía e insistentedecisión, no va a ahorrar esfuerzos paraconducir al monacato, a las diócesis y ala totalidad de la Iglesia leonesa aasumir los modos, formas y reformasvigentes en Europa, con renuncia inclusode sus más antiguas y venerablestradiciones.

Ganados los ámbitos eclesiásticospara la cultura europea, desde esosámbitos el resto de los elementosculturales predominantes en Europapenetrarán también en el reino deAlfonso, lo mismo en el terreno de losgustos literarios que en el campo de laarquitectura, de la liturgia, de la

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escritura o de derecho. Todo cambia conAlfonso VI para acomodarnos a mundocultural europeo.

Agentes de ese cambio serán losmonjes de Cluny, cuya regla ycostumbres se extendieron a importantesmonasterios leoneses o castellanos, losobispos y clérigos franceses que fueronatraídos hacia España y van a ocuparuna gran parte de las sedes episcopales.Vehículos de esa penetración seríantambién las decenas o centenas demillares de peregrinos que llegabancada año desde todos los puntos deEuropa a venerar el sepulcro del apóstolSantiago. De este modo, el reino deAlfonso VI: Galicia, León, Castilla y las

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nuevas tierras ganadas a los muslimes,pasará a integrarse como un miembromás de esa gran comunidad cultural queera la cristiandad europea o Europa.

La doble aventura, militar y cultural,emprendida y coronada por el máscompleto de los éxitos por ese granmonarca medieval que fue Alfonso VI,es la que queremos narrar en las páginassiguientes.

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Primera parte:En lucha por la

ampliación y defensadel reino

(1065-1109)

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Capítulo I. El infanteAlfonso (1047-1065)

Un infante leonés con sangre navarra ycastellana

El gobierno de Alfonso VI sobre elreducido reino de León, que su padre lehabía asignado, había durado seis años yunos pocos días. Nacido como segundónen la familia real, sus esperanzas deceñir un día una corona eran muyescasas y siempre subordinadas aldestino de su hermano mayor, Sancho,pero la buena estrella de Alfonso brillópor primera vez cuando su padre

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decidió dividir el reino leonés en tres yle asignó a él la parte más extensa,valiosa y emblemática: la que conteníalas ciudades de Oviedo y León, cunas dela monarquía astur-leonesa.

El futuro Alfonso VI era uno de loscinco hijos nacidos del matrimonioregio de Fernando I y Sancha, reyes deLeón entre los años 1038 y 1065. Comoes frecuente en los monarcas de la AltaEdad Media, no consta en ninguna parteni el lugar ni el día, ni tan siquiera elaño, de su nacimiento, pero sí sabemosque era el cuarto de los hermanos y elsegundo de los varones.

El orden de los cinco hermanos,según lo han conservado las crónicas y

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las fuentes documentales, fue elsiguiente: Urraca, Sancho, Elvira,Alfonso y García. Únicamente de Urracasabemos que había nacido antes de quesus padres ocupasen el trono leonés,esto es, entre los años 1033 y 1038. AAlfonso se le ha venido asignando unafecha de nacimiento en torno al año1040 o 1041, sobre la base de la copiade un documento, con graves indicios dehaber sido manipulado.

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No obstante, un testigo como el autorde la Primera crónica de Sahagún, queasistió personalmente a la muerte deAlfonso VI en Toledo, nos diceexpresamente que en ese momento el

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monarca difunto hacía los «sesenta y dosannos de su hedad» y que estaba «en elquarenta y quatro annos de su reino», loque se traduce en que nuestro monarcahabía nacido en el segundo semestre delaño 1047 o en el primero del 1048. Esesta la fecha que nosotros preferimos, yque mejor cuadra con los datos de subiografía, como su matrimonio en 1074y su relación casi maternal con suhermana Urraca.

Si hubiera nacido en 1040 o 1041resultaría algo totalmente insólito queesperara hasta cumplir los treinta y doso treinta y tres años para contraermatrimonio, cuando una de lasobligaciones más sentidas por los

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monarcas responsables era la de tenersucesión que garantizara la estabilidaddel reino y de la dinastía. En cambio, silo suponemos nacido en 1047 o 1048habría contraído matrimonio en torno alos veinticinco años, una edad tambiéntardía para los usos de la época en lasfamilias nobles, pero más verosímil queuna espera hasta los treinta y dos otreinta y tres años.

Además, la Historia silense nosindica que la infanta doña Urraca amabacon especial predilección a su hermanodesde la más tierna infancia de este, yque siendo mayor de edad lo alimentabay lo vestía como lo pudiera hacer sumadre. Si Alfonso VI hubiera nacido en

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torno al 1040, su hermana Urraca habríatenido para esa fecha todo lo más unosseis años. De ella sabemos que era laúnica de los hijos de Fernando y Sanchanacida antes de 1038. Seis añosrepresentaban una edad totalmenteinsuficiente para adoptar una actitudmaternal; más verosímil resultaría esaactitud si Alfonso hubiera nacido en1047 o 1048, cuando Urraca podía tenertrece o catorce años de edad.

No son muchos los datos quetenemos acerca de la educación delinfante Alfonso. Únicamente nos constael interés que su padre, el rey Fernando,puso en que sus hijos fueran formados einstruidos primeramente en las

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disciplinas humanas de la época, que seagrupaban en el trivium y quatrivium.En el trivium se estudiaba gramática,retórica y dialéctica ampliamenteentendidas, pues en ellas se incluíantambién nociones de literatura, historia,moral, derecho y rudimentos defilosofía. El quatrivium comprendíaaritmética, música, geometría yastronomía.

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Además del trivium y delquatrivium, los varones, llegada la edadoportuna, debían ejercitarse en el arte decabalgar, en el manejo de las armas y enel deporte de la caza, mientras las

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mujeres eran instruidas en la direcciónde una casa-palacio y del servicio de lamisma, así como en las prácticasreligiosas y de caridad.

Respecto del futuro Alfonso VIsabemos que tuvo como maestro para laenseñanza de las letras a un clérigo denombre Raimundo, al que más tarde,siendo ya rey, pondría al frente de ladiócesis de Palencia. Para su educacióncomo caballero parece que fue confiadopor su padre a Ansur Díaz, magnate queregía las tierras de Carrión y Saldaña.En estas tierras palentinas creceríaAlfonso al lado de los hijos de la casa,entre los que se contaba Pedro Ansúrez,que sería su íntimo y confidente durante

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muchos años de su vida.Nacido infante de León por su madre

doña Sancha, recibía la herenciagenética de la larga dinastía de reyesleoneses; su abuelo Alfonso V seremontaba por línea varonil hasta elduque Pedro de Cantabria, que junto conPelayo creó el bastión de resistenciacántabro-astur contra los musulmanes aprincipios del siglo VIII. Antepasadosdirectos suyos eran insignes monarcasde Oviedo o de León como Ramiro I,Ordoño I, Alfonso III, Ordoño II,Ramiro II, Ordoño III, Vermudo II oAlfonso V, que venían encabezando elreino desde hacía más de doscientosaños.

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Sin embargo, junto con la herencialeonesa no menos ilustre era la prosapianavarro-castellana de su padre FernandoI, rey de León por su matrimonio con lainfanta doña Sancha. Fernando I era hijodel gran rey llamado Sancho el Mayorde Navarra (1005-1035), que gobernó elreino de Pamplona y Nájera, junto conlos condados de Aragón, Sobrarbe yRibagorza fusionados con el viejo reinopirenaico. Era descendiente, tambiénpor línea varonil ininterrumpida, de losGarcía y de los Sancho, que desde losprimeros años del siglo X habíanluchado al frente de los vascones contrael poder del califato cordobés.

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Fernando I era navarro por su padre,pero por su madre la condesa doñaMayor o doña Muniadonna, que con losdos nombres era conocida, no sólo habíarecibido los genes de los condes deCastilla, sino que había heredado elmismo condado de Castilla, el cualhabía recaído en doña Mayor al serasesinado en 1029 el conde castellanoGarcía Sánchez. Doña Mayor cedióinmediatamente el condado castellano asu hijo. Fernando, que así, antes de sercoronado como rey de León, habíaostentado durante nueve años, de 1029 a1038, el tíulo de conde de Castilla.

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Abuelo suyo había sido el conde SanchoGarcía, el más poderoso de los condescastellanos, hijo de García Fernández ynieto de Fernán González.

Poco más podemos añadir acerca dela infancia y juventud de Alfonso VI, yaque sólo lo encontramos ocasionalmenteal lado de su padre a partir de los ochoo nueve años, siendo testigo en algunode los documentos de su progenitor. Asítenemos noticia de la presencia deAlfonso el año 1056 en Celanova; en1058 en Llantada (Palencia); de nuevoen Celanova en 1061; en Arlanza en1062; en León, con ocasión de ladedicación de la basílica de san Isidoro,en 1063; y en Santiago de Compostela

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en 1065 casi las mismas veces y en lasmismas ocasiones en que tambiénaparecen sus hermanos Sancho y García,índice notable de la igualdad con queeran educados y tratados los tresinfantes.

Fernando I, restaurador del reino de León

El futuro Alfonso VI, antes deacceder al trono leonés, vivirá unosdieciocho años a la sombra de su padre;este será su educador político y sumaestro en el arte de reinar. Fernando Ifue ante todo un monarca inteligente,sagaz y hábil político, dotado de unnotable sentido de la oportunidad y de loposible en cada momento, cualidades en

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las que también destacaría su hijo,Alfonso VI.

El hijo no sólo tendrá ocasión decontemplar y meditar en su interior laobra y los métodos del gobiernopaterno, sino que también heredará elresultado y los frutos de los veintisieteaños y medio que su padre consagró a larestauración territorial y a lareorganización interior del reino leonés,y en muchos aspectos será elcontinuador de la obra de su padre. Porestos motivos no creemos que resultesuperflua una breve contemplación de lafigura de Fernando I al frente de losdestinos leoneses.

Cuando el 22 de junio de 1038

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Fernando I era coronado como rey en laciudad de León, el reino todavía no sehabía repuesto de los terribles zarpazosy de las extensas pérdidas territorialesque le había producido primeramenteAlmanzor, el gran caudillo musulmán, alo largo de más de veinticinco años deasoladoras campañas (976-1002), yluego el hijo y sucesor de este, Abd al-Malik (1002-1008).

Las fronteras del reino habíanretrocedido por todas partes en el cursodel río Duero, perdiendo la totalidad delas tierras sitas al sur de este cursofluvial, las cuales habían sido ganadas yrepobladas durante la segunda mitad delsiglo IX y los tres primeros cuartos del

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X. Los cristianos se habían vistodesalojados y forzados a huir yabandonar en la meseta todo el territoriosito entre el gran río castellano-leonés yla Cordillera Central; en Portugal, dondela progresión repobladora había sido enel siglo anterior mucho mayor que en lasllanuras de la meseta, hasta alcanzar lasorillas del río Mondego y ocuparCoímbra, también se vieron sushabitantes cristianos obligados aregresar al norte del río.

Además, una gran parte de las tierrasal norte del mismo río Duero habíanquedado asoladas por el paso o laocupación de los soldados musulmanes,que en ellas se habían establecido

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durante un tiempo más o menosprolongado; las ruinas, las mortandadesy las destrucciones eran especialmentenotables en las comarcas de Zamora,León y Tierra de Campos.

Los terribles golpes sufridos por losmonarcas leoneses en los años deAlmanzor habían también favorecido elmenoscabo y aun la pérdida de laautoridad regia, propiciando lasrevueltas internas de los magnates y elque estos procedieran en sus territorioscomo si se tratara de autoridadessoberanas, olvidando de hecho lasumisión debida a sus monarcas.

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Esta era la situación con que tuvoque enfrentarse Fernando I. Hombrecerebral, calculador y plenamenteequilibrado, no dudó en trazarse desdeun principio un plan progresivo de

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afianzamiento de la autoridad real, derestauración de la normalidad y de laactividad económica en las zonasarruinadas y asoladas y de recuperacióndel territorio perdido, plan quedesarrollará fielmente a lo largo de sureinado.

En primer lugar se trataba derobustecer el poder regio, reprimiendosin vacilar cualquier rebeldía, ysometiendo a condes y magnates a suautoridad superior; como garantía contrafuturas veleidades de rebelión irásustituyendo en el ejercicio del poderterritorial a los condes y magnates, en lamedida de lo posible, por merinos ytenentes, funcionarios de menor rango

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nobiliario y más dóciles a los mandatosregios. Donde no juzgó prudente sustituira los condes por merinos, procuróacabar con el carácter hereditario queaquellos se habían arrogado otrasladarlos a otros lugares donde suarraigo fuera menor. Esta será la tareaque desarrollará en los primeros añosde su reinado.

Otro problema con el que tendrá queenfrentarse Fernando I será elcontencioso con Navarra por el dominiodel condado de Castilla. Este territorioque él había gobernado anteriormentecomo conde y que ahora continuabagobernando como rey estaba casidimidiado territorialmente a favor del

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rey de Pamplona, que había situado sufrontera a once kilómetros al norte y estede Burgos, además de ocupar la Bureba,las merindades de Castilla la Vieja, losalfoces de Arreba y Bricia, toda laTrasmiera hasta la bahía de Santander ytambién todo el condado de Álava, quecomprendía, además de Álava, todaVizcaya y la mayor parte de Guipúzcoa.

La amenaza exterior que significabasu hermano García, rey de Pamplona,Nájera, Álava y Castilla la Vieja, y queaspiraba a hacerse también con el restodel condado, quedará disipada en labatalla de Atapuerca el 1 de septiembrede 1054 con el triunfo de Fernando y lamuerte de su hermano.

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La amenaza interior de que un condede Castilla pudiera en el futuro reunirtanto poder como había acumulado yejercido él mismo y sus antepasados,capaces de enfrentarse de igual a igualcon los reyes leoneses y de actuar comosi fueran independientes de hecho, loconjuró no volviendo a designar ningúnnuevo conde que como tal gobernaratodo el condado, y dividiendo este envarios distritos menores a cuyo frentepuso merinos y tenentes.

Es ahora cuando Fernando I,fortalecida ya su autoridad yreorganizada la administración delreino, pasa a ocuparse de larecuperación de las tierras perdidas y

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ocupadas por el Islam, especialmente delas tierras portuguesas entre el Duero yel Mondego. Primeramente dirige susarmas contra Lamego, que conquista el29 de noviembre de 1057; más tarde, el25 de julio de 1058, asedia y rindeViseo y hacia el final de su reinado, el25 de julio de 1064, también Coímbra.En medio de estas campañas se ocupaigualmente de ampliar su territorio porel Duero soriano con la conquista deGormaz, Vadorrey, Aguilera y Berlanga.

En los años finales de su reinadoFernando I dirigirá también las armascontra cuatro de las más importantestaifas musulmanas, que habían sustituidoal desintegrado califato, obteniendo la

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sumisión de los reyes de Zaragoza,Toledo, Badajoz y Sevilla, los cualesquedaron obligados a pagar un censo oparias, anualmente los tres primeros yocasionalmente el cuarto, a cambio de laprotección y seguridad que les ofrecía elmonarca leonés.

Estos son los acontecimientoshistóricos vividos por el infante Alfonsoal lado de su padre y que sirvieron paraformar al futuro monarca leonés.Carecemos de noticias acerca de si envida del rey Fernando intervino enalgunos asuntos políticos o de gobiernopor delegación de su padre, como sí fueel caso de su hermano mayor, Sancho,enviado a Zaragoza para prestar ayuda a

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su rey taifa, al-Muqtadir, atacado porRamiro de Aragón en la primavera de1064.

El reparto del reino

El 22 de diciembre del año 1063reunía Fernando I en la ciudad regia deLeón a numerosos magnates y obispospara asistir a la consagración solemnede la basílica que acababa de construir.En ella depositó los restos de sanIsidoro, que habían llegado desdeSevilla. Fue tras el traslado del cuerpodel santo, muy probablemente ese mismodía 22, cuando Fernando I, ante laasamblea de magnates y obispos,anunciaría su decisión de que después

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de su muerte, con el fin de evitardiscordias entre sus hijos, el reino sedividiera entre los tres: Sancho, Alfonsoy García.

Era una decisión que chocaba conlos usos góticos de la tradición leonesa,y que sólo podía invocar en su favorcomo antecedentes remotos el repartoque hicieron hacia el 910 los hijos deAlfonso III y pocos años después, entorno al 925, los de Ordoño II, peroestos efímeros repartos habían venidodictados más bien por determinadascoyunturas históricas que por una libredeterminación y voluntad de dividir orepartir el reino leonés.

Otra era la tradición navarra, a la

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que quizás obedecía más bien FernandoI al tomar la decisión que troceaba elreino leonés en tres reinos distintos eindependientes entre sí; ya su padreSancho el Mayor había distribuido susdominios entre sus cuatro hijos:Pamplona, Nájera y una parte deCastilla al primogénito García; el restode Castilla a Fernando; Aragón aRamiro; y Sobrarbe y Ribagorza aGonzalo. No obstante, los antecedentesde la partición de Sancho el Mayor deNavarra eran muy distintos, ya que todasesas tierras nunca habían constituido unúnico reino, sino que habían sidoagregadas por el monarca navarromediante títulos muy diversos; en

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cambio Galicia, León y Castillaintegraban un reino de larga tradiciónunitaria.

También pudo inspirarse Fernando Ien el modelo de la Francia carolingia,donde siguiendo una tradiciónpatrimonial de la monarquía, que seremontaba a la anterior épocamerovingia, la división del reino entrelos diversos hijos se había convertidoen un hecho habitual.

Ante la gran asamblea de magnates yobispos Fernando I asignó a Sancho unreino en Castilla, con su fronteraoccidental en el Pisuerga, al quedestinaba también el vasallaje dePamplona y Nájera y las parias del reino

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moro de Zaragoza; a Alfonso le daba elreino de León, comprendiendo Asturias,León, Astorga, El Bierzo y Zamora contoda la Tierra de Campos y las parias dela taifa toledana; y a García legaba todaGalicia, elevada a categoría de reino,señalando sus límites en el río Eo y enel monte Cebrero, y que comprendíaademás Portugal hasta el río Mondegomás las parias del rey taifa de Badajoz.A las dos hijas, Urraca y Elvira, lesatribuía el infantazgo, esto es, elpatronato y las rentas de todos losmonasterios pertenecientes alpatrimonio regio. El reparto sólo seharía efectivo tras la muerte delmonarca.

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Llama un tanto la atención el hechode que el hijo mayor, el infante donSancho, recibiera territorialmente laparte menor, una Castilla muy mutilada,y que León, a la que estaba vinculado el

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título real, con las tierras más extensas,fuera asignado al segundo de loshermanos, al infante don Alfonso, comosi fuera el predilecto. Incluso el tercerode los hermanos, el infante don García,recibía un territorio mucho más extensoque el mayor de los hermanos.

Nada sabemos sobre las razones quemovieron a Fernando I para hacer estasasignaciones. ¿Quiso dejar comoherencia a cada uno de sus hijosaquellas tierras con las que podíasentirse más vinculado, por haber sidoeducado y haber residido en ellasdurante su niñez y juventud? ¿AtribuyóCastilla al primogénito por ser esta latierra patrimonial u originaria de

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Fernando, el condado que habíagobernado como propio antes de sercoronado como rey en León, y que comotal debía recaer en el primogénito?¿Creyó en la mayor potencialidad ycapacidad militar de Castilla paraextenderse en un futuro próximo portierras de Soria, Segovia, Ávila y portodo el reino de Toledo? Carecemos deuna respuesta cierta a este interrogante.

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Capítulo II. Hacia lareunificación de los

tres reinos

Alfonso, rey de León. 27 de diciembre de1065

En el otoño de 1065 iniciabaFernando I una expedición o campañamilitar dirigida contra al-Muqtadir, reytaifa de Zaragoza, que se había negado aabonar las parias pactadasanteriormente. Una vez obtenida lasumisión de al-Muqtadir, el rey leonésdirigió sus armas contra el rey taifa de

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Valencia buscando no tanto la conquistade la ciudad, como que este reinoengrosara también el elenco de los quereconocían su superioridad y pagabancada año las parias correspondientes.

Cuando Fernando insistía en elasedio de la ciudad, que ofrecía unaresistencia denodada, el monarca leonésse sintió seriamente enfermo y ordenó elregreso a León, adonde llegó el 24 dediciembre con las fuerzas agotadas, yaque tan sólo tres días después, el 27 dediciembre de 1065, hacia la hora delmediodía entregaría su alma a Diosentre muestras de profunda piedadreligiosa.

El acceso de sus tres hijos a los tres

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reinos que les había delimitado su padreparece que se hizo inicialmente sindificultades, máxime cuando todo apuntaa que desde dos años antes, cuando sehizo pública la división, cada uno de loshermanos se había trasladado a la parteque le había correspondido, para desdeallí colaborar en el gobierno con el rey,su padre.

Así, Alfonso se vio reconocido ycoronado a sus veinticinco años, pocomás o menos, como soberano del nuevoreino de León, que comprendía lasactuales provincias de Asturias, León yPalencia completas y la parte de Zamoray Valladolid al norte del río Duero, estoes, unos 46.000 kilómetros cuadrados,

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extensión muy parecida a la que le habíasido asignada a su hermano García, peromuy superior a la que le habíacorrespondido al primogénito Sancho,que no rebasaría, en el mejor de loscasos, unos 25.000 kilómetroscuadrados.

La paz entre los hermanos no fuemucho más allá del tiempo que todavíasobreviviría la reina doña Sancha a suesposo Fernando. La madre de los tresreyes moriría el 7 de noviembre de1067. A partir de este momento, larivalidad latente entre los hermanos sepondrá de manifiesto y muy pronto setransformará en conflicto armado.

Es muy posible que desde el primer

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momento de la partición del reino elinfante Sancho se sintiera no sólodefraudado en sus derechos deprimogenitura como heredero de todo elreino, sino también preterido al recibirun territorio mucho más pequeño que elatribuido a su hermano Alfonso, en elque además residía la simbólicasuperioridad que históricamente parecíaestar vinculada al título regio de León.

El choque de Llantada. 16 de julio de 1068

La muerte de la reina doña Sanchahabía despejado el camino para queSancho, el más perjudicado en el repartodel reino, planteara exigenciasrevisionistas a su hermano Alfonso, que

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lógicamente no se mostró dispuesto aceder y allanarse ante las demandasfraternas.

La tensión entre ambos hermanosdesembocó en un encuentro armado quetuvo lugar en Llantada, hoy undespoblado sito en el término deLlantadilla, 1.600 metros al sudeste deesta villa y a unos 400 metros a laderecha de las aguas del Pisuerga,donde hoy todavía se alza la ermita de laVirgen de Llantada. El hecho de que elencuentro armado tuviera lugar en laorilla del Pisuerga, en territorio deAlfonso, nos indica que la iniciativaofensiva correspondió al rey castellano.

Los Anales castellanos segundos

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consignan como fecha de la batalla deLlantada el «miércoles 19 de julio de1068»; como ese año tal fecha no cayóen miércoles, sino en sábado, se imponeuna corrección en la data del mes.Creemos más probable que el choquearmado tuviera lugar el 16 de julio, queese año cayó efectivamente enmiércoles.[1]

La batalla de Llantada no tuvoconsecuencias mucho más allá de laderrota del ejército leonés, ya queAlfonso pudo retirarse a su capital ycontinuar al frente de su reino; tampocose siguió ningún cambio territorial.Entre los participantes en la batalladentro del ejército castellano la

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Historia Roderici señala la presenciade Rodrigo Díaz de Vivar, el futuro CidCampeador, entonces un joven caballeroque gozaba de toda la confianza y hastade la predilección del rey Sancho:

«El rey Sanchodistinguía a Rodrigo Díazcon tan inmenso amor ynotable predilección, que lepuso al frente de toda sumesnada, pues Rodrigocreció y se convirtió en unfortísimo guerrero y “campidoctus” [experimentado enel combate] en la corte delrey Sancho. En todos los

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combates que Sanchomantuvo con su hermanoAlfonso, en Llantada y enVolpejera, venciéndolo, enestas ocasiones RodrigoDíaz era el portador de labandera regia y destacó ysobresalió entre todos loscaballeros del ejército delrey».

No parece que la paz entre amboshermanos se alterara después de labatalla de Llantada, en el verano del1068; incluso cabe hablar de una ciertacolaboración posterior entre Sancho yAlfonso. Esta colaboración se hará

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patente tres años más tarde, cuando elrey castellano intervenga en los asuntosinternos de Galicia.

En la segunda quincena de febrerode 1071 el rey García de Galicia tuvoque enfrentarse con el conde NuñoMendes, al que venció y dio muerte enel combate de Pedroso. Las alteracionesque siguieron a este suceso provocaronla intervención armada de Sancho II enGalicia, intervención que no habría sidoposible sin la anuencia o colaboraciónde Alfonso, ya que su reino leonés seinterponía entre los de sus doshermanos.

Puestos de acuerdo ambos hermanos,Sancho y Alfonso, en la primavera de

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1071 deciden la invasión de Galicia. Noconocemos los detalles y circunstanciasde la doble intervención en tierrasgallegas, pero antes de finales de año,en el mes de noviembre, un diploma nosdice que Sancho reinaba en Castilla yGalicia mientras Alfonso es mencionadocomo reinando en León y en Galicia. Almismo tiempo es muy posible queGarcía hubiera logrado mantenersetodavía en tierras portuguesas.

La batalla de Golpejera. Enero de 1072

La colaboración interesada de losdos hermanos en la invasión y reparto deGalicia no va a prolongarse mucho.Antes de que acabara el año 1071 ya

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habían brotado las diferencias, y ladiscordia entre Sancho y Alfonso erauna realidad. De nuevo es Sancho elque, acompañado de su ejército, penetrahostilmente en el reino leonés que yahabía atravesado anteriormente en sonde paz camino de Galicia.

Alfonso, a su vez, con toda su huestetrata de hacer frente al ejércitocastellano en Golpejera o Volpejera, aunos quince kilómetros al sudoeste deCarrión de los Condes. Hoy un lugar,Cardeñosa de Volpejera, y un caserío,Villaverde de Golpejera, despoblado enel término de Villamuera de la Cuezahan conservado el antiguo topónimo dellugar de la batalla.

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La fecha de la batalla de Golpejera,en la que el rey Alfonso perdió el reinoleonés, resulta un tanto incierta, aunquetodos los datos confluyen en situarla enlos primeros días del mes de enero de1072, ya que un cómputo de los días queel rey Sancho reinó en León, ocho mesesy veinticinco días, situaría el comienzode ese reinado en el 12 de enero, fechaque muy bien pudiera corresponder aldía de su coronación tras su entrada enla ciudad de León.

Alfonso no sólo sufrió unaimportante derrota militar en Golpejera,sino que como consecuencia de ellaperdería la libertad y también el reino.Su caída como prisionero tuvo lugar en

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el mismo, campo de batalla, no, comoalgunos autores han venido repitiendo,en Carrión de los Condes, ni en ningunade las iglesias de esta ciudad, entoncesllamada Santa María de Carrión.

Mientras Sancho remitía a suprisionero al castillo de Burgos, élemprendía el camino de León parahacerse coronar y tomar posesión delreino que había conquistado en el campode Golpejera.

Ahora, prisionero en el castillo deBurgos, lo había perdido todo; sudestino estaba en manos de su hermano.Lo mismo podía esperarle una prontamuerte que una larga prisión. La razónde estado podía sugerir a Sancho

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cualquiera de las dos soluciones, muyconvenientes para evitar maquinacionesdel rey depuesto y facilitar el controlsobre los nuevos territorios y los nuevosmagnates que el triunfo de Golpejerahabía colocado bajo su autoridad, yentre los cuales, como era lógico, nofaltarían los partidarios del rey vencidoy despojado de la corona.

Sancho reconstruye el reino leonés de supadre. 1072

Coronado Sancho II rey de León,sólo le faltaba para reunificar bajo sucetro todas las tierras que un día habíanconstituido el reino de León gobernadopor su padre, Fernando I, hacerse

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reconocer también como soberano en laparte de Galicia que todavía obedecía asu hermano García, así como en elcondado portucalense y en la comarcade Coímbra, donde parece que estehabía buscado y encontrado refugio.

Sancho entendía que su coronaciónen León le otorgaba derecho a extendersu gobierno a la totalidad de lo que undía había sido el reino leonés. Por eso,inmediatamente partió el nuevo monarcahacia las tierras gallegas, y para dirimirla cuestión de raíz marchó en busca desu hermano García. Este habíaretrocedido hasta los extremos másmeridionales de lo que había sido sureino, pero Sancho prosiguió incansable

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su búsqueda hasta darle alcance en lasproximidades de Santarem, donde sehabía refugiado entre musulmanesfronterizos de la taifa de Badajoz, concuyo reyezuelo había mantenidorelaciones con ocasión de las parias queFernando le había asignado.

Incapaz de hacer frente a la huesteque acompañaba a Sancho, el hastaentonces rey de Galicia fue derrotado yhecho prisionero, pero su hermano, noconsiderándolo un grave peligro para laseguridad del nuevo reino que estabaconformando, le permitió sin más que semarchase a Sevilla y buscase refugio enla corte de otro de los reyes taifas queun día habían abonado también parias a

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su padre y quizás al mismo García.Todos estos sucesos acontecieron antesdel 25 de mayo de 1072, fecha en la queun documento redactado en la diócesisde Braga reconocía la soberanía deSancho en esa tierra.

Sería después de esta expediciónpor tierras portuguesas cuando pudoSancho regresar a Burgos y ocuparse delprisionero que guardaba en el castillo dela ciudad. Allí acudió su hermanaUrraca para solicitar la libertad deAlfonso. También parece que desde queeste había sido hecho prisionero habíatranscurrido el tiempo suficiente paraque el abad Hugo de Cluny se uniera alos ruegos de la infanta.

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Sancho accedió a estas peticiones declemencia, llegando a un acuerdo con suhermano Alfonso para que se marchase aun cómodo confinamiento en Toledo, enla corte del rey taifa Abu al-HasanYahya al-Mamun, que había sidotributario del mismo Alfonso cuando erarey de León, y con el que le unía unabuena relación. Sancho exigió tambiénde su hermano el compromiso de noabandonar el destierro ni regresar alreino cristiano sin su permiso expreso.

El destronado rey leonés pudo asípartir para Toledo con una dignacomitiva que le proporcionó suhermano, acompañado por PedroAnsúrez, vástago de la familia condal de

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Saldaña y Carrión, que había sidoíntimo amigo suyo en la juventud y luegocolaborador y consejero cuando regía elreino leonés; con Alfonso y PedroAnsúrez, autorizados por el rey Sancho,marcharon también dos hermanos de esteúltimo, de nombre Gonzalo y Fernando.

La aceptación de Sancho como reyen las tierras leonesas no había sidonada entusiasta y muchas reticencias sedejaban sentir entre los magnates laicosy eclesiásticos, pero en ningún momentollegaron a plasmarse en resistenciaarmada. Por su parte, la infanta Urraca,tras la visita a Burgos para intercederpor Alfonso, se había retirado a Zamora,ciudad cuyo señorío y gobierno le había

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otorgado anteriormente el mismo reyAlfonso.

El nuevo rey quiso tomar entoncesbajo su control directo la plaza fuerte deZamora, clave para la futura expansiónal sur del Duero. Con este objeto ofrecióa su hermana canjear Zamora por otrasciudades o villas en tierra llana nofortificada. La infanta rehusó de plano laoferta de Sancho, pensando que en talescondiciones podría su hermanodesposeerla de su señorío cuando lotuviera a bien.

Irritado Sancho por la negativa de suhermana y la desconfianza que mostraba,habiendo reunido un fuerte ejército, afinales de verano se puso en marcha

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hacia Zamora con el propósito de acabarcuanto antes con ese conato dedesobediencia, antes de que pudieracundir el ejemplo entre otros magnates otenentes de plazas fuertes.

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Capítulo III. Alfonso,mimado de la

fortuna. Rey de ungran reino

La muerte del rey Sancho ante Zamora. 7de octubre de 1072

La desobediencia de una ciudadaislada no significaba ningún problemagrave para un monarca tan animoso ydecidido como Sancho II, que en unosmeses había ocupado los dos reinos desus hermanos. Pero al llegar el rey antela ciudad, en cuyo interior se encontraba

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la infanta Urraca, esta se negó a entregarla plaza y Sancho se vio obligado aformalizar un asedio, que se presentabaprolongado por la fortaleza de los murosy porque la hueste regia, que noesperaba encontrar una resistenciaenconada, no traía consigo máquinas deasalto.

Mientras proseguía el asediorutinario de la plaza, un caballero de laciudad llamado Bellido Dolfo (Ataúlfo),que fingía haber desertado, se ofreció aenseñar un punto flaco en la muralla pordonde se podría asaltar la plaza. Sanchodio crédito al supuesto desertor y loacogió entre su hueste. Bellido Dolfoesperó el momento oportuno para

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sorprender al excesivamente confiadoSancho II y, llegada la ocasión, le diomuerte ante los muros de Zamora,corriendo a refugiarse en la ciudadsitiada. Era el domingo 7 de octubre de1072.

Las fuentes literarias atribuyeron lamaquinación de la muerte del rey donSancho a su hermana Urraca, peroninguna de las crónicas históricas máspróximas a los hechos recoge talesinsinuaciones. Desde luego, no hayevidencia alguna ni testimonios fiablesque permitan cargar sobre la infantaUrraca la sangre de su hermano Sancho,y mucho menos sobre el desterradoAlfonso, que muy alejado de los hechos

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no podía ni prever ni planear una muertetan fuera de todo lo usual y que sólo esatribuible a la excesiva confianza delrey muerto.

En el ejército del rey Sancho seencontraba el que era su portaestandartey hombre de confianza, Rodrigo Díaz deVivar. La verdadera historia nada nosdice de la actuación del Cid Campeadordurante el sitio de Zamora y la muerte desu rey, pero los juglares y el romancerorellenaron este vacío con hermosascreaciones literarias desprovistas decualquier realidad histórica.

Sin duda Rodrigo participaría, y deuna manera especial por los lazosafectivos que le unían con el rey difunto,

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en el profundo dolor de toda la huestepor la pérdida de su soberano ycaudillo, que durante siete años loshabía llevado de triunfo en triunfo.Cumpliría como buen vasalloacompañando los restos de aquel que lehabía criado, alimentado, armadocaballero y honrado con su confianza,hasta el lugar de su último reposo, elmonasterio de Oña.

La elección de Oña como lugar desepultura ratificaba para siempre elcarácter castellano de Sancho II, porqueasí como san Isidoro era el panteón realde León, Oña lo había sido de losúltimos condes de Castilla. Allíreposaban los cuerpos de los abuelos

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paternos de Sancho II, el rey Sancho elMayor de Navarra y su esposa lacastellana Muniadonna; el del conde deCastilla García Sánchez, su tío abuelo,que también había muerto asesinado; yel de su bisabuelo Sancho Garcés, elmás poderoso de los condes castellanos.

El cortejo fúnebre con los restos delrey asesinado en plena madurez, cuandocontaba unos treinta y tres años de edad,se pondría en marcha hacia Burgos yOña. Unos 275 kilómetros de distanciaseparan Zamora de esta últimapoblación, lo que entonces exigía dediez a doce días de camino.

Con el cuerpo del rey Sancho seenterraban también muchas ilusiones del

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pueblo castellano y los proyectos demuchos de sus magnates y caballeros,porque el rey difunto había muerto sinsucesión. Sancho había contraídomatrimonio hacía menos de dos añoscon una dama del norte de los Pirineosde nombre Alberta, pero esta no le habíadado descendencia.

La Divina Providencia dejaba asíabierto el camino hacia el trono a suhermano Alfonso.

Alfonso VI recoge en León la herencia desu hermano Sancho

Muerto Sancho II ante los muros deZamora, la infanta Urraca reaccionó alinstante enviando un mensajero a Toledo

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con la noticia e instando a Alfonso aregresar sin demora para tomar posesiónde la herencia de su hermano. Menos deuna semana tardaría la noticia enrecorrer los 240 kilómetros que separanambas ciudades.

Las fuentes literarias y las crónicashistóricas posteriores, siguiendo lospasos de aquellas, han adornado condiversas versiones la llegada de lanoticia a Toledo y la despedida deAlfonso de su anfitrión, el rey taifa al-Mamun. Según unas fuentes Alfonsopactó amistad con el rey musulmánmientras el propio al-Mamun o su hijoprimogénito rigieran Toledo. Segúnotras, Alfonso salió de Toledo a

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escondidas para evitar interferencias deal-Mamun.

Desde Toledo, Alfonso se dirigió enprimer lugar a Zamora, donde loesperaba la infanta Urraca, para conocerdetalles y escuchar el consejo de suhermana, mejor informada de lainesperada situación que el regicidiohabía creado. Ante todo había queapresurarse en llegar a León, dondeAlfonso tenía muchos partidarios, ytomar de nuevo posesión de la ciudadregia, y con ella recuperar el que habíasido su reino, asignado por su padre,durante algo más de seis años.

Sin embargo, no acababan susperspectivas y aspiraciones con la sola

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recuperación del reino leonés. La muertede su hermano Sancho había dejadovacantes otros dos tronos: Castilla yGalicia. Por derecho de sangre a él lecorrespondía la herencia de su hermano,muerto sin descendencia, pero en sucamino podían alzarse algunosobstáculos: en Castilla, la viejarivalidad con León y la sensación deperder el protagonismo y el papeldecisorio que le había otorgado lapolítica del difunto monarca; en Galicia,los derechos del hermano menor,García, que aspiraría a ser reintegradoen la Corona que le había asignado supadre y arrebatado su hermano Sancho.

Ningún otro medio pareció mejor a

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Alfonso para superar estas posiblesdificultades que convocar a losmagnates y obispos con rapidez yaudacia a una gran curia extraordinariade los tres reinos, Castilla, León yGalicia, en la ciudad regia de León. Allípodría Alfonso evocar la unidad másque centenaria de las tres tierras en lasecular monarquía astur-leonesa yreconstruir el gran reino que su padrehabía fragmentado, continuando así y,paradójicamente, consolidando en supersona el proyecto y la obra política desu hermano Sancho.

Esa curia de los tres reinos secelebró lo más tarde el 17 denoviembre, esto es, a los cuarenta días

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de la muerte de Sancho, el tiempo justopara llegar León, enviar los mensajeroscon la convocatoria hasta Galicia yCastilla y permitir que los convocadosse pusieran en camino y alcanzaran laciudad regia.

El éxito de Alfonso fue total; en undiploma otorgado ese 17 de noviembreaparece ya como «Rey de León, hijo delrey magnífico Fernando y de la reinaSancha, a quien Dios le había restituidode repente, cuando menos lo esperaba,el reino que había perdido, y esto habíasucedido sin derramar sangre, sin dañosen el país y sin disturbios nicontradicción de nadie».

El diploma está confirmado por los

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obispos de León, Astorga, Palencia yOviedo, entre los de su antiguo reinoleonés; igualmente por los prelados deBraga, Mondoñedo, Lugo, Iria y Orense,de entre los galaico-portugueses, lo querefleja la plena aceptación de Alfonsoen Galicia y Portugal; y, finalmente,también por el obispo Jimeno, de Oca-Burgos. Prácticamente el episcopadoentero del gran reino de Fernando Ireconocía a Alfonso como herederoúnico.

También prestaron su asenso aldocumento seis magnates con títulocondal: Vermudo Ordóñez, PedroAnsúrez, Pedro Peláez, Martín Alfonso,Munio González y Gonzalo Salvadórez.

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Precisamente estos dos últimos eran losúnicos condes existentes en el reino deCastilla, cuyos títulos fueron creadospor Sancho II. La presencia en León, allado de Alfonso VI, del obispo y de losdos condes castellanos es signosuficiente de que también Castillaaceptaba al nuevo monarca leonés.

Una estrofa del cántico cidianoCarmen Campidoctoris, escrito entre1082 y 1093, de diez a veinte añosdespués del regicidio, atribuye lapacífica aceptación de Alfonso comorey de Castilla a los deseos del propioSancho:

«Tras su muerte alevosa

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[la de Sancho] el reyAlfonso obtuvo el reino, yasí, conforme a los deseosde su hermano, [Rodrigo] leentregó toda Castilla».

Esta voluntad del rey Sancho a favorde su hermano pudo haber sidoexpresada bien por escrito en algúntestamento, ya que no teníadescendencia, o bien oralmente, inclusoen el propio campo de Zamora, si nohabía muerto en el mismo instante derecibir la herida.

Tan generosa decisión reflejaría losnobles sentimientos del primer reycastellano, que quiso evitar a Castilla

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toda división y discordia acerca de supropia sucesión. Por otra parte no podíaSancho tener ningún motivo de queja oagravio frente a su hermano como paraexcluirlo de sus derechos sucesorios, yaque no era Alfonso el que habíadespojado a Sancho del reino atribuidopor el padre, sino al contrario.

Alfonso VI afirma su realeza en Castilla yen Galicia

No le bastaba a Alfonso VI con laproclamación en la curia general deLeón de su realeza también sobreCastilla y Galicia. Desde un punto devista político era muy aconsejable y aunnecesario reforzar el reconocimiento del

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nuevo monarca con una visita a esosterritorios. Especialmente urgente era lapresencia del nuevo rey en Castilla paratranquilizar a los magnates y a losinfanzones castellanos, que habían sidolos grandes perdedores y podían ser losgrandes postergados por la tragedia deZamora.

Los relatos literarios posteriores ylas crónicas basadas en ellos hanplasmado literariamente esteapaciguamiento de los castellanos porparte de Alfonso VI en la «Jura de SantaGadea», exigida por tres veces al reypor el Cid. Se trata de una bellísima ypoética escenificación carente decualquier base histórica o documental.

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No precisaba Alfonso VI de ningúnjuramento solemne ni de ninguna nuevaproclamación en Burgos; en cambio, loque sí consta documentalmente es lainmediata visita que Alfonso VI efectuóa las tierras castellanas.

El 8 de diciembre de 1072 ya habíallegado a Castilla. Lo acompañaban enesta ocasión los obispos de León,Palencia, Astorga, Iria y Lugo, ademásde los dos castellanos: Jimeno, deBurgos-Oca, y Munio, obispo deCastella-Vetula o de Valpuesta. Esteúltimo no había asistido a la curia deLeón. Además, al lado del rey seencontraban los abades de Cardeña,Silos, Arlanza, San Millán, Valbanera y

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Santillana del Mar. Entre los laicos,además de tres condes, figuraban otrosdiez magnates sin dignidad condal entrelos que se encontraba Rodrigo Díaz deVivar.

La positiva acogida que Alfonsoofreció a Rodrigo después de la muertedel rey Sancho está expresamenteatestiguada por la Historia Roderici:

«Después de la muertede su señor el rey Sancho,que le había criado y que lohabía amado sobremanera,el rey Alfonso lo recibió contodo honor como vasallo ylo mantuvo junto a sí con

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gran amor y reverencia».

Lo mismo había escrito el CarmenCampidoctoris compuesto en vida delhéroe y del rey:

«Comenzó [Alfonso] asentir por él no menorafecto, queriendodistinguirlo por encima delos demás, hasta que suscolegas en la cortecomenzaron a envidiarlo».

La razón política aconsejaba aAlfonso VI esta generosa conducta hacia

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Rodrigo, como íntimo entre los íntimosde Sancho II, y hacia el resto de losmagnates de Castilla a los que había queintegrar en el nuevo reino leonés, conolvido de los pasados enfrentamientos.

Cumplida su misión en Castilla,Alfonso regresó muy pronto a León paraatender desde allí la situación enPortugal. Es cierto que la curia de Leónlo había reconocido también como reyde Galicia con la presencia de lamayoría de los obispos de la región. Undocumento, expedido en Burgos el 7 dediciembre, en que los abades deCardeña y San Millán permutan ciertaspropiedades, consigna que Alfonsoreinaba ya en Castilla, en León y

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también en Galicia, pero eraconveniente acercarse a las tierras, quehabían sido del rey García, para hacerfrente a las aspiraciones de este.

García, al conocer la muerte de suhermano también había partido deSevilla hacia su antiguo reino con laidea de recuperar el trono, que habíaperdido hacía unos meses, pero nocontaba en Portugal, y mucho menos enGalicia, con los mismos apoyos que enLeón habían devuelto la corona aAlfonso. Ante el relativo vacío con quese encontró, García se dirigióingenuamente en busca de su hermano.Este, siguiendo el consejo de hermanaUrraca, le hizo apresar el 13 de febrero

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de 1073. Permanecería en el castillo deLuna durante diecisiete años, hasta eldía de su muerte, el 22 de marzo de1090. Su entierro en León se celebrócon pompa regia, con la presencia deAlfonso, las infantas Urraca y Elvira, ellegado pontificio y muchos obispos yabades, que se habían reunido paracelebrar un concilio general del reino deAlfonso VI.

Resulta chocante tanta severidad conun hermano, prolongada además durantetantos años. Esta conducta pudo teneralguna explicación en un principio paraevitar disturbios en el reino, pero unavez afirmado Alfonso en el trono, cuestacreer que su hermano García pudiera

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constituir una amenaza que justificaramedida tan extrema. Además contrastacon la benignidad de Sancho II, que encondiciones mucho más difíciles sehabía limitado a enviar a sus hermanos aun cómodo destierro.

Anexión de La Rioja, Álava, Vizcaya, partede Guipúzcoa y Navarra

La inesperada muerte de Sancho IIhabía puesto en manos de su hermanoAlfonso todo el territorio que un díahabía sido del padre de ambos,Fernando I. No pasarán cuatro añoscuando otra muerte igualmenteimprevista, puesto que se trata de otrodeceso violento, la de Sancho García de

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Navarra, dio ocasión a Alfonso VI paraextender las fronteras del reino leonésmás allá de donde nunca habíanalcanzado.

El 4 de junio de 1076 el rey navarroSancho era asesinado en Peñalén[2],víctima de una conjura política en la queparticiparon sus hermanos Ramón yErmesinda. La muerte del rey navarrocreó una crisis sucesoria. Es cierto queel difunto dejaba descendencia, pero porsu corta edad nadie la tomó enconsideración para suceder a su padreen el trono en unos momentos deemergencia.

También tenía dos hermanoslegítimos, hijos, como el fallecido, del

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rey García de Nájera, quien murió en labatalla de Atapuerca, y de la reinaEstefanía. Uno de ellos, de nombreRamón, había participado en elfratricidio, por lo que fue rechazado ytuvo que huir y refugiarse en la corte delrey taifa de Zaragoza. El otro hermano,llamado Ramiro, considerando que notenía fuerzas ni partidarios suficientespara hacerse con el trono, prefirióacogerse a la protección de su primo elrey leonés.

El caso es que ante el vacío y lainseguridad política que la muerte deSancho había dejado tras de sí, junto conla incertidumbre de la cuestiónsucesoria, los dos reyes vecinos,

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Alfonso VI de León y Sancho Ramírezde Aragón (que eran primos carnales delmuerto en Peñalén y entre sí, comonietos que eran los tres de Sancho elMayor de Navarra), se lanzaronrápidamente a una intervención militar.

El rey aragonés ocupó sinresistencia la mayor parte del territorionavarro, con su capital, Pamplona,mientras Alfonso VI a su vez hacía suyatoda La Rioja, desde Nájera hastaCalahorra, así como Álava, Vizcaya, lamayor parte de Guipúzcoa y al otro ladodel Ebro el territorio navarro sito a laderecha del río Ega, hasta Dicastillo, ytambién las tierras ubicadas al sur deuna línea que iba de Dicastillo a

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Marañón, en Álava.Para este avance pacífico Alfonso

VI contó con la colaboración de DiegoÁlvarez, señor de Oca, y de su yernoLope Iñiguez, que regía la tenencia deNájera en nombre de su padre IñigoLópez, señor de Vizcaya. Ambos seinclinaron decididamente desde elprimer momento por la causa del reyleonés, como este expresamente lopondera en el preámbulo del fuero deNájera:

«Después que el reySancho, mi primo, fueasesinado por su hermanoRamón, se me presentaron a

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mí en Nájera Diego Álvarezcon su yerno el conde donLope en reconocimiento demi autoridad, ocupándosede mi servicio, honor y amorme juraron ambos delantede todos mis magnatesque…».

La decisión de ambos magnates,suegro y yerno, de reconocer lasoberanía de Alfonso VI arrastrótambién a la misma causa al ancianoIñigo López, señor de Vizcaya, quesiguió en todo los mismos pasos de suhijo y de su consuegro, optando porincorporarse al reino de Alfonso VI.

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De este modo Alfonso pudopresentarse muy rápidamente en Nájera,donde confirmaba los fueros de laciudad y abolía las modificacionesintroducidas por el último monarcanavarro. Luego siguió hasta Calahorra,donde ya se encontraba el 10 de julio,sólo treinta y cinco días después delregicidio de Peñalén, para ratificartodas las donaciones hechasanteriormente a su obispo e iglesia. Laentrada en sus nuevos territorios habíasido absolutamente pacífica, hasta elpunto que en su acompañamientollegaban también a Calahorra la reinaInés y el obispo gallego de Iria.

Tras esta notable ampliación de sus

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territorios, Alfonso VI modificará lostítulos con que encabezaba susdiplomas, declarando con frecuenciaque reinaba «en León, Castilla, Galiciay Nájera». Más tarde añadirá la menciónde «en Toledo» y a veces también la de«en Asturias». Son las seis grandestierras o porciones del reino que élgobierna, y que aparecen en la titulacióndel monarca.

Sin embargo, a partir de laincorporación del reino de Nájera a lacorona leonesa comenzará Alfonso VI autilizar un título que eliminaba lamención de cada uno de sus reinos otierras y las englobaba bajo la fórmula,que las comprendía a todas, de «Rex

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totius Hispaniae», esto es, «rey de todaEspaña», fórmula que ya encontramos apartir de 1077 y que ningún otromonarca había usado antes de él, ni supadre ni su abuelo. Antes de la fechaindicada, sólo una única vez, el 17 denoviembre de 1072, con ocasión de sureconocimiento como rey de León, deCastilla y de Galicia, en un momento deexultación se había titulado «EgoAdefonsus, presenti tempore princeps etrex Spaniae». O sea, «Yo, Alfonso, en elmomento presente príncipe y rey deEspaña».

También será al año siguiente de queLa Rioja entrara a formar parte de sureino cuando Alfonso comienza a usar

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en sus titulaciones en primera persona eltítulo de imperator, cuando el 17 deoctubre de 1077 firme un documentocomo «Ego Adefonsus, diuinamisericordia imperator totiusHispaniae»: emperador de toda España.

Estas observaciones nos permitenvislumbrar la importancia que tuvo laincorporación de La Rioja y de lastierras vascas al reino de Alfonso VI enla configuración del pensamientopolítico expresado por el monarca conesos títulos de «emperador» y «de todaEspaña», que naturalmente sepotenciarán mucho más cuando el año1085 el reino de Toledo entre a formarparte de sus dominios.

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Capítulo IV. AlfonsoVI y el sistema de

parias

Los reinos de Granada y Sevilla,tributarios de Alfonso VI

Cuando Alfonso VI, en noviembre de1072, fue reconocido en la magna curialeonesa como monarca de los tresreinos, no hizo otra cosa que heredar laobra reunificadora de su hermanoSancho y volver a la misma situaciónpolítica y a las mismas fronteras en lasque había gobernado su padre, Fernando

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I.A la muerte de este en 1065 la

frontera meridional del reino leonés enla meseta del Duero no sobrepasabatodavía el curso de ese río, aunque lascircunstancias se presentaban ya muypropicias para continuar las tareasrepobladoras al otro lado del mismo.Sin embargo, los seis años quesiguieron, con los tres reinos separadosy debilitados, resultaron frustrantes. Lostres hermanos reinantes constituían laversión cristiana de los reinos de taifas,que habían fragmentado el poder de laEspaña musulmana forzándolos acomprar su tranquilidad y su pazpagando parias a Fernando I.

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Durante esos seis años la debilidadde cada uno de los tres reinos y lasrencillas y rivalidades entre ellos loscondujeron a malgastar sus escasasfuerzas en luchas internas y a renunciar acualquier intento de proyección exterioro de ampliación de sus fronteras a costadel mundo islámico.

Incluso las parias se habían vistomermadas o habían desaparecido.Únicamente Sancho II, parece ser quehacia 1067, había intervenido enZaragoza para evitar que las parias deeste reino dejaran de abonarse. Delmismo modo también Alfonso habíadirigido alguna expedición contra elreino musulmán de Badajoz para exigir

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unas parias que su hermano García habíadejado de percibir.

Después de noviembre de 1072, conel reino de León nuevamentereconstituido en toda su amplitud y bajoel gobierno indiscutido de Alfonso VI,un monarca en la plena madurez de susveinticinco años de edad, es cuando va adar comienzo el verdadero y fructuosoreinado de este rey, que duraría otrostreinta y siete años, hasta 1109.

Su exilio de ocho meses en la cortedel rey al-Mamun de Toledo le resultaráde una enorme utilidad para instruirse enla complejidad del mundo musulmánpeninsular y también para anudar ciertasrelaciones de amistad y colaboración

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con el emir que tan generosamente lohabía acogido en su corte.

Muy pronto, al año siguiente de surestauración en León, inicia Alfonso VIsu intervención en los reinosmusulmanes a fin de reinstaurar yampliar el sistema de parias de quehabía gozado su padre hacia el fin delreinado. Y así, el año 1074 enviará aPedro Ansúrez como emisario suyo aGranada, exigiendo el pago de 20.000dinares o mizcales de oro. Esta unidad,el mizcal o metical, equivalía a un pesode unos cuatro gramos y cuarto.

El rey de Granada, Abd Allah ibnBuluggin al-Ziri, confiando en que entresus territorios y los de León se

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interponía el reino musulmán de Toledoregido por Yahya ibn Ismail ibn Di-l-Nun al-Mamun, no se amedrentó ydespachó a Pedro Ansúrez con unaresuelta negativa. No sabía, ni podíaimaginar el granadino, que el reycristiano y el rey de Toledo habíansuscrito un pacto de amistad y de mutuaayuda, valedero para todo el tiempo desus vidas y la de Ismail ibn Yahya, hijoprimogénito del toledano.

Alfonso no podía dejar pasar eldesaire sin la oportuna respuesta, sopena de perder su autoridad y suprestigio para el futuro, y así, al fin delverano o principios del otoño de esemismo año, 1074, reunía su ejército y

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contando con la ayuda de al-Mamunpenetraba en el reino de Granada. Ya enal-Ándalus encontraba Alfonso lacolaboración de Ibn Ammar, visir delrey al-Mutamid de Sevilla, que le animóa apoderarse de la ciudad de Granada,de modo que el botín, que calculabaninmenso, fuera para el rey leonés y laciudad para el visir sevillano.

Para lograr ambos sus propósitosIbn Ammar señaló el castillo de Belilloscomo el lugar más idóneo para desdeallí hostigar la vega de Granada hastaforzar a esta ciudad a la capitulación.Apoderado Alfonso de la fortaleza deBelillos, esta fue reforzada y ampliadapara acoger en ella una importante

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guarnición. Tras haber dejado en dichafortaleza un destacamento que llevaraadelante el plan acordado con el visir deSevilla, Alfonso regresó a su reino.

Todos los intentos de Ibn Bulugginpara expulsar a la guarnición de Belillosfracasaron, por lo que el emir granadinocambió de táctica y decidió buscar laprotección de Alfonso VI allanándose asus demandas y ofreciéndole el pago deltributo reclamado de 20.000 monedas deoro. Actuó como mediador entre losreyes de León y de Granada el emir deToledo, amigo de Alfonso, que esperabatambién ampliar las fronteras de su taifaa costa de las de Granada y Sevilla. Lasaspiraciones de al-Mamun se vieron

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muy pronto colmadas, cuando acomienzos del año 1075 logróapoderarse por sorpresa de la ciudad deCórdoba con la connivencia de algunosde sus habitantes, incorporando toda sucomarca o kora al reino toledano.

El desastre sufrido por el emir deSevilla, al-Mutamid, que perdió toda laregión de Córdoba y tuvo que evacuar elcastillo de Belillos, fue aprovechadopor el rey Alfonso para urgir también enSevilla las cantidades que le habíaprometido su visir a cambio de la ayudaprestada en su campaña contra Granada.

De este modo, ya en los años 1074 y1075 lograba Alfonso, además de laamistad y alianza del rey de Toledo,

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convertir en tributarios de León a losreinos de Granada y Sevilla, de los quecobraría las parias oportunas.

El protectorado y el influjodeterminante que Alfonso VI ejercíasobre los reinos de taifas no selimitaban a Sevilla, Granada y Toledo.Tenemos pruebas y hechos determinantesde que en el año 1075 se extendíantambién a los reinos de Valencia yZaragoza.

Al morir el emir de Toledo, al-Mamun, el 28 de junio de 1075, AbuBakr ibn Abd al-Aziz en Valencia seapresuró a declararse independiente y asepararse del reino toledano. El nuevoprincipado, situado entre Tortosa y

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Denia, dos territorios dependientes de lataifa de Zaragoza, era tambiénambicionado por al-Muqtadir, soberanode este último reino.

Sin embargo, y a pesar de esta suvehemente ambición, el emir deZaragoza no se atrevía a incorporarse elreino de Valencia por la fuerza ante eltemor a disgustar al rey cristiano, y noideó otro camino más eficaz y másseguro para cumplir su deseo que acudira Alfonso VI y ofrecerle unaconsiderable suma de dinero a cambiode que le permitiese la deseada anexión.Con esta suma comprometía al-Muqtadiral leonés para que no se opusiera a laanexión de Valencia al reino de

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Zaragoza, y al mismo tiempo compraba,en algún modo, no sólo el reinovalenciano sino también la amistad ybenevolencia de Alfonso VI.

La política del rey cristiano vista por elemir de Granada

Ibn Buluggin, emir de Granada, dejóescritas en primera persona una especiede memorias que han llegado hastanosotros. En ellas hace un clarividenteanálisis de la política, de los métodos yde los objetivos de Alfonso VI. Se tratade unas páginas únicas en toda lahistoriografía medieval, que creemosmerecen ser transcritas en su propialiteralidad según la traducción del

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profesor y académico Emilio GarcíaGómez:

«Por segunda vez [IbnAmmar, visir de Sevilla] fuea visitar al cristiano Alfonsoy a presentarle como fácil elnegocio de Granada,pintándome a sus ojos comoun ser incapaz para todopor mi flaqueza y por miscortos años. Le garantizó,además, que con la toma deGranada todos los tesorosde esta ciudad pasarían a supoder a cambio de que elcristiano le asegurase que,

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una vez hecho dueño de laplaza, la pondría bajo susoberanía y le dejaríaaprovecharse de mi peculiopersonal.

»No dejó paso por darpara decidir a Alfonso a ircontra Granada, y no sólo leentregó considerablessumas con ese propósito,sino que incluso le prometióque, una vez acabado elnegocio, le daría 50.000meticales, a más de lo queencontrase en la ciudad,para animarle a ponerse alpunto en camino.

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»Tales proposicionesexcitaron la codicia delcristiano. “Es este unnegocio —se decía— en elque de todos modos he desacar ventaja, incluso si nose toma la ciudad, porque¿qué ganaré yo conquitársela a uno paraentregársela a otro, sino dara este último refuerzoscontra mí mismo? Cuantosmás revoltosos haya ycuanta más rivalidad existaentre ellos, tanto mejor paramí”.

»Se decidió, pues, a

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sacar dinero de ambaspartes, y hacer que unosadversarios se estrellarancontra los otros, sin queentrase en sus propósitosadquirir tierras por símismo. “Yo no soy de sureligión —se decía echandosus cuentas—, y todos medetestan. ¿Qué razón haypara que desee tomarGranada? Que se someta sincombatir es cosa imposible,y si ha de ser por guerra,teniendo en cuenta aquellosde mis hombres que han demorir y el dinero que he de

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gastar, las pérdidas seránmucho mayores que lo queesperaría obtener, caso deganarla. Por otra parte, sila ganase, no podríaconservarla más quecontando con la fidelidad desus pobladores, que nohabrían de prestármela,como tampoco seríahacedero que yo matase atodos los habitantes de laciudad para poblarla congentes de mi religión. Porconsiguiente, no hay enabsoluto otra línea deconducta que encizañar

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unos contra otros a lospríncipes musulmanes ysacarles continuamentedinero, para que se quedensin recursos y se debiliten.Cuando a eso lleguemos,Granada, incapaz deresistir, se me entregaráespontáneamente y sesometerá de grado, comoestá pasando con Toledo,que a causa de la miseria ydesmigamiento de supoblación y de la huida desu rey se me viene a lasmanos sin el menoresfuerzo”».

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El emir de Granada nos declara acontinuación que estos planes deAlfonso VI los conocía por los ministrosdel rey cristiano y por lo que con másdetalle le contó el mozárabe Sisnando.Este Sisnando Davídiz había nacido enTentugal (al oeste de Coímbra) cuandoesta región se encontraba todavía bajo ladominación musulmana. Cautivado enuna incursión del rey taifa de SevillaAbbad ibn Muhammad ibn Ismail al-Mutadid, llegó a convertirse en hombrede confianza y ministro de este monarca,ejerciendo como conde de losmozárabes sevillanos. Habiendo pasadomás tarde al servicio de Fernando I, aquien aconsejó la conquista de Coímbra,

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fue nombrado gobernador o alwazir delas nuevas tierras cristianas que seextendían entre el Duero y el Mondego,al frente de las cuales siguió bajo losreyes García de Galicia y Alfonso VIhasta el año 1091, en que falleció. Gozóde toda la confianza de este último rey,que le encomendó muchas misionesimportantes para con los reyes taifas.

Aquí nos narra Ibn Buluggin laconversación que tuvo con Sisnando conocasión del viaje que este hizo aGranada y que demuestra lo viva queestaba entre los cristianos la idea dereconquista o recuperación de losterritorios que un día habían sido suyos:

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«Al-Ándalus —me dijode viva voz— era enprincipio de los cristianos,hasta que los árabes losvencieron y losarrinconaron en Galicia,que es la región menosfavorecida por lanaturaleza. Por eso ahoraque pueden desean recobrarlo que les fue arrebatado,cosa que no lograrán sinodebilitándoos y con eltranscurso del tiempo, pues,cuando no tengáis dinero nisoldados, nos apoderaremosdel país sin ningún

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esfuerzo».

Por segunda vez se acercó aGranada el rey Alfonso. Cuando sehallaba en sus proximidades reclamó lapresencia de Ibn Buluggin, el cual dudómucho en acudir a la llamada delcristiano, pero siguiendo el parecer desus consejeros se presentó ante el reyleonés. Este le pidió a cambio deofrecerle seguridad y protección laentrega de 50.000 mizcales, que tras unduro regateo quedaron reducidos a25.000 en la primera e inmediataentrega, y a otros 5.000 más antes de quese retirara.

A continuación Alfonso VI hizo de

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juez árbitro en las diferenciasterritoriales que enfrentaban a los reyestaifas de Granada y Sevilla. Elgranadino tuvo que entregar a su rival elcastillo de Estepa, recibiendo a cambioel de Alcalá la Real. A continuación seabordó la asignación de los castillos deCastro y Martos, considerados llavepara el dominio de Jaén. El visirsevillano Ibn Ammar ofreció una gransuma a Alfonso para que le atribuyeseMartos, y el granadino tuvo queentregárselo a su enemigo. En cuanto aCastro, también se lo asignó alsevillano, pero a cambio le prometió aIbn Buluggin la fortaleza de al-Matmar,que estaba en la frontera entre Toledo y

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Granada, en manos del emir toledano,dándole su palabra y garantía de que seharía efectivo el trueque.

Acabada esta negociación, seconcluyó en presencia de Alfonso la pazentre los príncipes islámicos, de modoque ninguno debía atacar a su vecino. Acontinuación el rey leonés impuso acada uno la suma que debía pagaranualmente, que en el caso de IbnBuluggin de Granada fueron 10.000mizcales. Al final se dirigió al emirgranadino en estos términos:

«Quédate, pues, en laseguridad de que no teobligaré a otra cosa que al

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tributo, que habrás demandarme todos los añossin ninguna dilación, puescaso de retrasarte, teenviaré mi embajador areclamártelo, y esto teobligará a nuevos gastos.Date, pues, prisa enpagarlo».

Ibn Buluggin comenta así susituación:

«Yo acepté cuanto dijo,pensando que quedar acubierto de su maldad,

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aunque pagando diez milmeticales por año, eramejor que el que perecieranlos musulmanes y quedaraasolado el país, puesto queno podía hacerle frente nimedirme con él y tampocoencontraba entre lospríncipes de al-Ándalusquien me ayudase contra él,sino, al revés, quien leimpulsaba a venir a mí paraperderme. En fin, las cosasquedaron en paz, sosegadasy pacíficas durante algúntiempo en el que no se oyóhablar de guerra».

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Este episodio narrado de primeramano por uno de sus protagonistas nospinta el dominio o superioridadindiscutible que Alfonso ejercía en esemomento sobre los tres reinos taifas,Granada, Sevilla y Toledo, y cómo en elencuentro con los gobernantes de los dosprimeros había señalado el importe delas parias que debían pagarlepuntualmente cada año.

Parece que Alfonso VI, antes deestas expediciones contra Granada quedieron como resultado la imposición deparias sobre los dos reinos deAndalucía, había comenzado por hacertributario suyo e imponer parias al reymusulmán de Badajoz. Nos lo narra así

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Ibn Hayyan, el príncipe de loshistoriadores hispano-musulmanes, condetalles incluso sobre las negociacionespara fijar el importe de las tales parias:

«El tirano Alfonso, hijode Fernando, que llegó adominar a los reyes detaifas en al-Ándalus,estimuló el fuego de laguerra civil entre ellos porodio a los musulmanes yempezó con Yahya, señor deBadajoz, regateando con éla propósito del aumento deldinero que debía entregarcomo parias respecto a las

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que ya pagaba su padre,gracias a la mediación deal-Mamun ibn Di-l-Nunentre ellos… Yahya semostró incapaz de aumentarlas parias, y hubo entreellos un intercambio decartas».

De nuevo en estas negociacionesentre Alfonso y el rey taifa de Badajozaparece el toledano al-Mamun, el amigode Alfonso, como mediador yfavorecedor de los intereses del reyleonés.

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El Cid enviado por Alfonso a cobrar lasparias de Sevilla. 1079

Ya le había advertido personalmenteel propio Alfonso a Ibn Buluggin deGranada que, si se retrasaba en el pago,le enviaría un embajador a reclamar lasparias, lo que le ocasionaría más gastos.Por lo visto el año 1079 se retrasaron enel pago tanto el rey de Granada como elde Sevilla, por lo que Alfonso despachódos embajadas, una a cada uno de losemires musulmanes, tal como nos lonarra la Historia Roderici:

«Pues en aquel tiempo él[el Cid] fue enviado por el

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rey Alfonso como embajadorcerca del rey de Sevilla ycerca del rey de Córdoba[3]

para que cobrara susparias.

»En aquel entonces al-Mutamid, rey de Sevilla, eIbn Buluggin al-Mudaffar,rey de Granada, estabanenfrentados. Se encontrabancon el rey de GranadaGarcía Ordóñez, FortúnSánchez, yerno de García,rey de Pamplona, LopeSánchez, hermano de FortúnSánchez y Diego Pérez, unode los más notables de

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Castilla, los cuales, cadauno de ellos con su propiamesnada, salieron acombatir al rey de Sevilla.

»Cuando Rodrigo Díazse encontraba con al-Mutamid le dieron noticiade que el rey de Granada,con auxilio de fuerzascristianas, venía contra al-Mutamid y contra el reinode este. Entonces enviómisivas al rey de Granada ya los cristianos que estabancon él, pidiéndoles que porreverencia para con el reyAlfonso, su señor, no

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avanzaran en son de guerracontra el rey de Sevilla niinvadieran su reino.

»Pero ellos, confiandoen la superioridad numéricade sus fuerzas, no sólo noquisieron escuchar enmanera alguna sus ruegos,sino que incluso losrechazaron con el másabsoluto desprecio. Y asícontinuaron su avance,saqueando toda la tierra,hasta la fortaleza llamadaCabra».

Según esta narración parece que al

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mismo tiempo que Rodrigo llegaba aSevilla a cobrar las parias por encargode su rey Alfonso, otra misión de estemismo monarca se encontraba enGranada para cobrar los diez milmizcales de oro que cada año debíaabonar el rey de esa taifa musulmana alleonés, según habían pactado pocotiempo atrás.

El rey de Granada, que se hallabafuertemente enemistado con el deSevilla, aprovechó la presencia de lamisión de Alfonso VI para pedir a losembajadores su cooperación en eseenfrentamiento. Los embajadores deAlfonso accedieron a los deseos delsoberano granadino, y acompañados

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cada uno de ellos por su propiamesnada, con la que se habíanpresentado en Granada, se pusieron enmarcha contra el rey de Sevilla.

Este, como era lógico, da cuenta alCid del ataque de que era objeto,reclamando de Rodrigo la defensa yprotección que estaba obligado aprestarle el beneficiario de las pariascomo contraprestación por las mismas.Por eso Rodrigo avisó a los atacantes deque se abstuvieran de seguir adelantepor la reverencia y respeto que debíanal rey Alfonso, bajo cuya protección seencontraba el rey de Sevilla, al pagarpuntualmente las parias convenidas.

El aviso del Campeador sólo

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provocó la burla y la befa del rey deGranada y de sus aliados cristianos que,confiando en la superioridad numéricade sus cuatro mesnadas, siguieronadelante invadiendo el reino sevillano yllegando hasta Cabra.

Ante estos hechos, Rodrigo Díaz deVivar consideró que las parias queacababa de cobrar en nombre de su reyle obligaban a no diferir el auxilio quedebía a su protegido, al-Mutamid. Por lotanto, Rodrigo, con la mesnada que conél había venido desde Castilla y lasfuerzas que pudo poner a su disposiciónel rey al-Mutamid, salió al encuentro delejército del rey de Granada y de susauxiliares cristianos.

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Los dos ejércitos se encontraron enCabra. No se trató de una simpleescaramuza, sino de una durísima batallaque duró casi tres horas, y en la cual lastropas granadinas llevaron la peor partecon gran número de bajas, según nosnarra la Historia Roderici:

«Oyendo Rodrigo quelos granadinos habíanllegado a Cabra y teniendonoticia de la situación saliórápidamente al encuentro delos atacantes con todo suejército, Y llegado allí inicióun duro combate con losgranadinos; la lucha entre

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ambos ejércitosentremezclados duró desdemediada la mañana hasta lahora de mediodía. Elejército del rey de Granadasufrió una tremendamatanza tanto demahometanos como decristianos hasta quevencidos todos yavergonzados huyeron anteRodrigo Díaz.

»En esta batalla fuecapturado el conde GarcíaOrdóñez, Lope Sánchez yDiego Pérez con muchos desus soldados. Una vez

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obtenida la victoria,Rodrigo Díaz los mantuvocautivos durante tres días,luego los despojó de sustiendas y demáspertenencias y les permitiómarchar totalmente libres».

La Historia Roderici prosiguenarrándonos el regreso triunfal deRodrigo a Sevilla, los obsequios quepara su rey recibió de al-Mutamid y losresentimientos y envidias que la victoriade Cabra acarrearía al infanzón deVivar:

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«Rodrigo victoriosoregresó a Sevilla, donde al-Mutamid le entregó lasparias para el rey Alfonso alas que añadió muchosregalos y obsequios que elCampeador llevó a su rey.Habiendo recibido losantedichos tributos yregalos y firmada la pazentre al-Mutamid y el reyAlfonso, Rodrigo regresócon todo honor a Castilla ya su rey Alfonso.

»A causa de estavictoria que Dios le habíaotorgado, muchos

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envidiosos, tanto de entrelos próximos como de entrelos extraños, acusaron alCampeador ante el rey demuchas falsedades».

Hemos transcrito este episodiocidiano porque es la narración exacta decómo procedía Alfonso VI en laexigencia y en el cobro de las parias.

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Capítulo V.Ganancias

territoriales:Extremadura

castellana y Toledo

Las primeras villas al sur del Duero

Cuando Alfonso VI se hizo cargo ennoviembre de 1072 de la totalidad delreino que había sido de su padre, noconsta que este, fuera de las tierrasportuguesas, donde Fernando I habíaextendido sus fronteras hasta las orillas

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del río Mondego, hubiera rebasado elcurso del Duero.

No tenemos noticias exactas del añoen que Alfonso inició la repoblación yla organización de las tierras lindantescon el Duero en su ribera izquierda a supaso por la meseta castellano-leonesa.Es muy posible que la ocupación de esastierras y el establecimiento en lasmismas de una serie de villas, cabeceracada una de ellas de un territorioimportante, se iniciaran muy pronto, yaque dadas sus relaciones de amistad yalianza con al-Mamun no tenía que temerninguna algara o ataque por parte de losmuslimes de Toledo.

Estas primeras villas más cercanas a

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las aguas del Duero, con las que seiniciaban las ganancias territoriales paraaproximarse a la Cordillera Central,fueron Medina del Campo, Olmedo,Portillo, Íscar, Coca, Cuéllar, Peñafiel,Fuentidueña, Aza, Montejo, Maderuelo,Sepúlveda, Ayllón y Osma. En esta zona,si la repoblación no avanzaba con mayorceleridad era ante todo porque faltabanhombres suficientes para poblar yasegurar los nuevos asentamientos, nopor temor a sorpresas o a ataquesdepredadores musulmanes.

El sistema de repoblación que seutiliza en estas tierras al sur del Dueroes el consistente en emplazar en ellasuna villa, situada en un alto o en un otero

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que facilita su defensa, y a la queinmediatamente se tratará de dotar deuna muralla o cerca. A esta villa se leasigna un término municipal de varioscientos de kilómetros cuadrados, quetendrán la consideración de propiedadcolectiva de la villa. Los pobladoresque acudan a la villa se constituirán enconcejo, al que se dota de una ampliaautonomía, ya que serán los vecinos losque designarán democráticamente a lasautoridades.

El concejo y sus autoridades seránlos encargados de atraer pobladores quese instalen en el amplio términoasignado a la villa y de repartir entreellos tierras para el cultivo. Así, en

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torno de cada villa surgirán decenas dealdeas, que junto con la villaconstituirán una unidad, una comunidadde villa y tierra. Al concejo de la villase le concede un amplio autogobierno,no sólo en lo económico, basado en laexplotación de su extenso término, sinotambién en lo administrativo y en lojudicial, eligiendo sus propios jueces, yaun en lo militar, para poder organizarsu propia milicia a las órdenes de lasautoridades concejiles.

Esta tierra así repoblada,especialmente la situada entre el ríoDuero y la Cordillera Central, recibiráel nombre de «Extremadura», o «tierrade los extremos», esto es, la frontera del

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reino. Los concejos en ella organizados,dada la gran amplitud de sus términos,tendrán inicialmente un fuerte carácterpastoril y militar, destacando muy prontosus milicias no sólo en la defensa de sutierra, sino también en las algaras yexpediciones ofensivas.

La amistad y alianza que unían aAlfonso y al-Mamun permitían poner enmarcha la creación o fundación de estasvillas al sur del río en el alto y medioDuero, entre Gormaz y Simancas, conrelativa seguridad. Distinta era lasituación aguas abajo de Toro, donde losrepobladores tenían enfrente la taifa deBadajoz, que no ofrecía las mismasgarantías de paz y amistad que la de

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Toledo.Cierto que las tierras al sur del

Duero podían ser socorridas desde lalínea de fortalezas que se alzaban en laribera derecha del río, pero estossocorros podían llegar demasiado tardecuando se trataba de rápidasexpediciones enemigas de rapiña y porsorpresa. En estas tareas repobladoras yorganizadoras del territorio seencontraría ocupado el rey leonés el año1076 cuando, sorprendido por elregicidio de Peñalén, tuvo que acudirrápidamente a Nájera para acrecer sureino con La Rioja, Álava, Vizcaya,Guipúzcoa y parte de Navarra.

Después de haber tomado posesión

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de sus nuevos territorios, volveremos aencontrar al rey Alfonso, en noviembrede ese mismo año, 1076, otorgando elfuero de Sepúlveda, que servirá deparadigma o modelo para laorganización del régimen jurídico detodas las villas del sur del Duero, de lallamada Extremadura castellana. En estaocasión Alfonso VI apareceacompañado por un séquito de noblescastellanos entre los que figura RodrigoDíaz de Vivar, el futuro Cid Campeador.

Es tal la satisfacción que en esosmomentos embarga a Alfonso VI por elinesperado regalo territorial con que lafortuna le acaba de agraciar, que noduda en firmar el aludido fuero de

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Sepúlveda como rey de toda España:«Regnante rege Adefonso in Castellasive Legione et in omni Hispania».

La taifa toledana bajo al-Qadir. 1075-1081

La expedición de Alfonso VI atierras de Andalucía, donde impuso elpago de parias a los emires de Granaday Sevilla, había tenido lugar pocodespués de la muerte del rey de Toledo,Yahya ibn Di-l-Nun al Mamun, el emiramigo del rey Alfonso. Al-Mamun habíafallecido a los pocos meses de haberlogrado el mayor de sus éxitos alincorporar a su reino la ciudad y elterritorio de Córdoba y entrartriunfalmente en la antigua capital del

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califato el 15 de febrero de 1075. Estehecho conmocionó a todo al-Ándalus.

Durante los meses siguientes al-Mamun fijó su residencia en su nuevaciudad, donde murió, parece queenvenenado, el 28 de junio de 1075. Sucadáver fue llevado a hombros hastaToledo para darle tierra junto a lamezquita mayor (en el emplazamiento dela actual catedral). Con él desaparecíael hábil y poderoso monarca musulmánque tanto había favorecido a Alfonso VI.

Por la muerte de al-Mamun no seperdió inmediatamente Córdoba para elemirato de Toledo, al que continuóprestando obediencia hasta su ocupacióndefinitiva por Sevilla dos años después.

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Sin embargo, con la desaparición de al-Mamun perdió Toledo todo el esplendorque tuvo durante el reinado de este granemir. Bajo su sucesor se convirtió en unreino débil e impotente frente a todossus vecinos y sobre todo frente al reycristiano.

La muerte de al-Mamun significabapara Alfonso el final del compromisoque había adquirido con el reymusulmán y con el hijo primogénito deeste: el pacto de amistad y mutua ayudaque ambas partes se habían jurado elaño 1072 a la misma hora en queAlfonso VI se despedía del rey toledanopara regresar a León y recuperar eltrono. El pacto se limitaba estrictamente

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a las partes contrayentes: a al-Mamun ya su hijo primogénito de una parte y aAlfonso de la otra, pero no se extendía alos demás hijos de al-Mamun ni a susotros descendientes.

Sucedió a Yahya al-Mamun su nietoYahya ibn Yahya al-Qadir, cuyo padre,Hisham, había muerto con anterioridad,aunque existe algún indicio de que llegóa suceder a al-Mamun durante un muycorto espacio de tiempo, ya que sólo lehabría sobrevivido unas pocas semanas.Comenzaría su reinado al-Qadir con unamedida tan poco prudente como laeliminación del que había sido el granvisir de su abuelo. El 25 de agosto de1075, antes de que hubiesen transcurrido

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dos meses desde la muerte de su abuelo,era asesinado Ibn Hadidi, lo que atizólas disensiones y el descontento interior.

Privado del que había sido el granapoyo de su dinastía, la incapacidad deal-Qadir para regir la taifa toledana sehizo patente a todos y muy prontoempezó a perder porciones de su reinoacosado por todos sus vecinos, primeropor al-Muqtadir de Zaragoza, queapoyado por Sancho Ramírez de Aragóninvadió su reino por la zona deMedinaceli; luego por Abu Bakr ibnAbd al-Aziz de Valencia, que le retiró laobediencia que había prestado a suabuelo al-Mamun; más tarde por al-Mutamid de Sevilla, que recuperaba

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Córdoba y se anexionaba gran parte dela cuenca del Guadiana; y finalmente porel rey taifa de Badajoz, que de acuerdocon algunos rebeldes del interior learrebató incluso la ciudad de Toledo,obligándole a buscar refugio en la zonade Cuenca.

Ya no existía ningún pacto deamistad o de mutua ayuda que obligase aAlfonso VI a abstenerse de cualquieracto hostil contra el nuevo monarca deToledo, pero es el caso que, en razón dela buena amistad que había unido al reyleonés con el abuelo y antecesor de al-Qadir, no consta que Alfonso VImoviera un solo dedo contra el acosadorey toledano ni que le presentara ninguna

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demanda. Parece que desde un principioAlfonso VI asumió respecto de al-Qadirun papel de protector, aunque pudieratratarse de una protección interesada.

Además, colmadas tras el fratricidiode Peñalén las aspiraciones territorialesde Alfonso VI en su frontera orientalmás allá de todo lo que hubiera podidoimaginar, sus miras políticas podíanahora orientarse hacia una futuraexpansión hacia el sur, por tierras delIslam, cuya meta sería la ganancia de laciudad imperial de Toledo, la antiguacapital del reino visigodo.

Es muy posible que desde muypronto, el año 1078 o 1079, comenzaranlas injerencias activas de Alfonso VI en

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la vida de la taifa toledana, dando asíinicio a los siete años de duración quetanto fuentes históricas cristianas comomusulmanas atribuyen a lasintervenciones de Alfonso en tierrastoledanas, antes de ver coronados susesfuerzos con la capitulación y entregade la ciudad.

Carecemos de noticias de cuálesfueron las acciones concretas deAlfonso entre los años 1076 y 1080respecto a las vicisitudes y reveses queestaba sufriendo el reino de al-Qadir. Esmuy posible que este se limitara acomprar la paz y la benevolencia deAlfonso VI enviándole valiosos regaloso abonándole ciertas parias. Sin

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embargo, el mantenimiento de estaespecie de protectorado sobre el reinode Toledo requería a veces la presenciadel monarca leonés. Así, tenemostestimoniado cómo el 7 de abril de 1079Alfonso VI se encontraba en campañaacampado a orillas del río Guadarrama.

Otras fuerzas cristianas, al frente delas cuales no nos consta que fuerapersonalmente el rey Alfonso, lanzaronuna incursión contra la taifa de Badajozy, atravesando la sierra, ocuparon y seinstalaron ese mismo año, 1079, en laciudad de Coria, que se convirtió así enla base avanzada cristiana en laTrasierra extremeña.

Será en junio del año 1080 cuando

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se produzca en Toledo un hechodecisivo que obligará a Alfonso aintensificar su presencia o la de sushombres en el territorio de al-Qadir.Una sublevación toledana deponía yexpulsaba de la ciudad al emir al-Qadir,que tuvo que buscar refugio junto algobernador o caíd de Cuenca, mientraslos nuevos dueños del poder reclamabanla presencia del rey de Badajoz, al-Mutawakkil, y le hacían entrega de laciudad imperial. Es ahora cuando eldepuesto monarca se dirige al amigo desu abuelo y solicita su ayuda eintervención directa.

No lo duda un instante Alfonso VI,ya que la reunión de las dos taifas,

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Badajoz y Toledo, bajo una mismasoberanía constituía un grave peligropara su frontera meridional. Por lo tanto,congregando su ejército a comienzos dela primavera de 1081, se pone enmarcha hacia las tierras del Tajo. Laproximidad del ejército cristianoprovocó la retirada inmediata de al-Mutawakkil, que abandonó Toledo,donde se había instalado, y regresó aBadajoz ese mismo mes de abril.

Al-Qadir, gracias a la intervenciónmilitar de Alfonso, pudo recobrar laciudad de Toledo y continuar al frente desu reino muy recortado por el sur, pueshabía perdido ya antes toda la cuencadel Guadiana a manos del rey de

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Sevilla, que entretanto se habíaextendido también hacia Levanteapoderándose igualmente del reino deMurcia.

Repuesto al-Qadir en el tronotoledano por la acción militar deAlfonso, a partir de este momento seconvertirá todavía más en un clientemanejado totalmente por aquel a quiendebía su reposición.

Al mismo tiempo que Alfonsoreponía a al-Qadir en el trono toledano,aprovecharía su enfrentamiento militarcon al-Mutawakkil para ampliar supenetración en la taifa de Badajoz yenlazar la base militar ya establecida enCoria con las tierras del rey de Toledo.

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Este enlace de vital importanciaestratégica se lograría con la ocupaciónde la fortaleza de Albalate[4], la másoriental del reino de Badajoz, lindandoya con el reino de Toledo. De este modoestablecía hacia 1081 Alfonso uncorredor que comunicaba Coria conToledo.

Guarniciones cristianas en la taifatoledana. 1081-1085

Fue la campaña que tuvo que poneren marcha el año 1081 para reponer enel trono toledano a su cliente al-Qadir,la que le hizo reflexionar al rey AlfonsoVI y sentir más agudamente laconveniencia y aun la necesidad de

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acrecentar su reino con la conquista deToledo. La incapacidad de al-Qadir parahacer frente y controlar a sus enemigosconvenció al rey leonés de la imperiosanecesidad de una mayor intervencióndirecta en el territorio toledano.

Conforme a esta nueva políticaadoptada en 1081, al reponer a al-Qadiren el trono, ambos monarcassuscribieron el llamado Pacto deCuenca, en virtud del cual al-Qadirconfiaba a Alfonso la defensa de sureino, cediéndole en el interior delmismo dos importantes fortalezas quesirvieran de bases militares permanentesa las fuerzas cristianas. Estas fuerzaseran la mejor garantía que al-Qadir

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podía obtener contra los ataques de losotros reyes taifas, aunque por ellatuviera que abonar cuantiosas parias.

La primera de esas fortalezas fue lade Zorita (Guadalajara), hoy Zorita delos Canes. Sita a 110 kilómetros alnordeste de Toledo, había sido elegidapara poder cerrar el paso a cualquierfuerza enemiga que procedente deZaragoza o de Valencia intentara llegar ala ciudad del Tajo. La segunda fue la deCanturías, sita en tierra de Talavera dela Reina, hoy un despoblado en eltérmino de Belvís de la Jara, 75kilómetros al oeste de Toledo y 20 al surde Talavera de la Reina, que cumplía lamisma función respecto a cualquier otro

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ejército que viniera desde Badajoz.Además, desde su base de Coria lasmesnadas del rey leonés constituían unaamenaza permanente para esa taifaextremeña.

Para el sostenimiento de estasguarniciones Alfonso VI requirió a al-Qadir la entrega de grandes cantidadesde grano y de dinero en metálico, cargasque naturalmente resultaban muygravosas para la población del reinotoledano, con lo que la popularidad desu monarca se veía muy menoscabada, yesto a su vez le obligaba a apoyarse ydepender cada día más de sus auxiliarescristianos.

Muy pronto al-Qadir, con su mala

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administración, tropezó con dificultadespara recaudar las sumas necesarias parasostener a las guarniciones cristianas.Como se retrasara en los pagos ysuministros debidos a las guarnicionesde Zorita y Canturías, el rey Alfonsoexigió como garantía de las sumasadeudadas la entrega de una tercerafortaleza, la de Canales, hoy tambiéndespoblada, sita en el término municipalde Recas, 20 kilómetros al norte deToledo a unos 600 metros de la orillaizquierda del río Guadarrama. Estatercera base militar servía de apoyo a lapenetración de los ejércitos leoneses através del puerto de Guadarrama haciaToledo.

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Con el pacto de Cuenca se puededecir que Alfonso había tomado elcontrol militar del reino de Toledo,aunque al-Qadir continuara apareciendocomo el monarca nominal y tuviera ensus manos la administración.Prácticamente Toledo estaba ya amerced del rey leonés, y suincorporación al reino cristiano sólo eracuestión de tiempo, de que llegara elmomento en que Alfonso creyera quecontaba con los elementos humanosprecisos para poblar y asegurar lavinculación de las nuevas tierras delreino toledano con los territorios delnorte del Duero, sede primera de sureino.

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Rodrigo Díaz de Vivar es enviado aldestierro. 1081

Esta debilidad e insuficiencias delrey toledano al-Qadir, así como laexistencia de tres bases militarespermanentes cristianas en el interior delmismo, requerían una continua atenciónde Alfonso e incluso visitas periódicasdel monarca leonés a las tierrastoledanas. Fue sin duda durante una deestas visitas cuando tuvo lugar elepisodio que motivó el disgusto del reycon el infanzón castellano, castigándolocon la pena de destierro.

Parece que al iniciarse la primaverade 1081 Alfonso VI se disponía a salir

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hacia Toledo, invitando a sus caballerosa acompañarle e incorporarse a lahueste regia. Rodrigo en esta ocasión nopudo aceptar la invitación del rey, y sequedó en Castilla alegando que seencontraba seriamente enfermo. Esta esla primera noticia que tenemos de la nobuena salud que acompañó alCampeador durante todos los días de suvida.

He aquí cómo nos narra la HistoriaRoderici este episodio decisivo en lavida del Cid Campeador y en lasrelaciones del mismo con su rey:

«Después del regreso deRodrigo a Castilla con la

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honra ganada en la victoriade Cabra, el rey Alfonso sedispuso a salir con suejército hacia la tierra delos sarracenos, que se habíarebelado, para someterla yamplificar y pacificar sureino. En esta ocasiónRodrigo permanecióenfermo en Castilla».

Sucedió que mientras el Cid seencontraba en Castilla, sin participar enla expedición del rey, un grupo demusulmanes lanzó una algara contraterritorio castellano atacando lafortaleza de Gormaz, en los extremos

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fronterizos del reino leonés, yretirándose tras haber capturado un granbotín.

Incluso la relación de la HistoriaRoderici indica que tomaron la mismafortaleza, lo que sólo pudo suceder,dada la reciedumbre de esta, en unataque por sorpresa:

«Mientras esto sucedíavinieron los sarracenos,irrumpiendo en ciertocastillo llamado Gormaz yapresando en él un granbotín».

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No conocemos la cuantía de estebotín y si de él formaban parte algunos omuchos hombres y mujeres cristianos,pero es evidente que el ataquesorprendió y causó una gran indignaciónen Castilla.

La noticia del golpe de mano deGormaz llegó hasta Rodrigo, que seencontraría en Vivar o en Burgos,provocando en él la misma ira y dolorque en el resto de la población:

«Oyendo esto, Rodrigo,movido por el gran dolor eirritación, exclamó: “Saldrétras esos bandidos y acasologre atraparlos”».

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No esperó mucho Rodrigo paraponerse en campaña y, congregando a sumesnada, entró por tierras del reino deToledo:

«Habiendo congregadosu mesnada y bien armadatoda ella, entróanimosamente en el reino deToledo saqueando yasolando las tierrasmusulmanas; cautivóhombres y mujeres ennúmero de siete mil y lesarrebató todas sus riquezas

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y bienes, regresando coneste botín a su casa».

No nos indica la Historia Rodericiquiénes fueron o pudieron ser los morosatacantes; por la posición geográfica deGormaz, podían proceder de tierras deMedinaceli, Atienza o Sigüenza, dondecoincidían los límites del rey al-Muqtadir de Zaragoza y los del reino deToledo. La plaza de Medinaceli cambióde manos más de una vez entre los reyesde Toledo y Zaragoza.

Los atacantes tanto pudieron sermusulmanes de uno como de otro reino,ya que los toledanos se hallabanprofundamente divididos en dos

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partidos, los que apoyaban a al-Qadir yaceptaban como mal menor laintervención castellana y los que seoponían con todas sus fuerzas a AlfonsoVI y a su protegido, el débil al-Qadir.

Lo cierto es que la dura represaliade Rodrigo se ejerció sobre las tierrasdel reino de Toledo, y como no hay quepensar sin datos en una desinformaciónde Rodrigo, hemos de suponer que elataque vino de parte de los musulmanestoledanos contrarios o ajenos a laautoridad de al-Qadir.

La cabalgada de Rodrigo por tierrastoledanas distó mucho de complacer alrey Alfonso y a los magnates que loacompañaban en su expedición a la

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ciudad del Tajo, ya que la devastadoraincursión podía resultar bastanteinoportuna e incluso llegar a interferirseriamente en los planteamientospolíticos del rey y crearle algunosproblemas.

La Historia Roderici atribuye eldesvío regio a las maquinaciones yenvidias de los enemigos delCampeador en la corte del rey:

«Cuando el rey Alfonso ylos primeros magnates de sucuria tuvieron noticias de lohecho por Rodrigo lorecibieron con dureza ydesagrado, y los cortesanos

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contrarios y enemigos delCampeador se expresaronasí unánimes ante el rey:“Señor rey, vuestraexcelencia sepa sin dudaalguna que Rodrigo hizo loque hizo por esta razón:para que todos nosotros quenos hallábamos en tierramusulmana saqueándolafuésemos asesinados ymuriéramos allí”. El rey,injustamente conmovido yairado por esta sugerenciamalvada y envidiosa, lodesterró de su reino».

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Dada la fuerte personalidad deAlfonso VI, esta explicación nos pareceexcesivamente simple; no es de creerque un paso tan extraordinario como eldestierro de uno de los primerosmagnates castellanos lo diera el reyleonés movido únicamente por lasinsinuaciones de unos cortesanos, pormalévolas y tendenciosas que fueren.

Con mayor verosimilitud tanto laCrónica de 1344 como la Crónicaparticular del Cid atribuyen el destierrodel Cid a las quejas presentadas anteAlfonso VI por el rey al-Qadir contraRodrigo:

«… el rey de Toledo

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veyendo el gran dapno quedél rescibiera enbióse délquerellar al Rey donAlfonso».

Nunca sabremos las verdaderasrazones que movieron al rey Alfonso; laliteratura épica posterior insistió enpresentar al rey como envidioso yvengativo, pero con sólo los testimoniosliterarios, más preocupados de labelleza y de la tensión épica que de laverdad histórica, no podemos juzgar alrey Alfonso ni adivinar si al pronunciarla sentencia de destierro lo hizo movidopor la ira o más bien por razonespolíticas y con gran dolor por la pérdida

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de un vasallo cuyo valor y periciaconocía muy bien.

En el verano del año 1081 RodrigoDíaz, acompañado de sus vasallos yservidores, se puso en marcha hacia undestierro que lo alzaría a la máximagloria épica.

La traición de Rueda. 6 de enero de 1083

La atención preferente que prestabaAlfonso VI a los asuntos toledanos no leimpedía igualmente atender a cualquierotra posibilidad que surgiera de ampliaro asegurar su territorio en sus fronterascon otros reinos de taifas.

En el verano de 1082 el gobernadormusulmán de la poderosa fortaleza de

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Rueda, sita en Aragón a unos 32kilómetros de Zaragoza, junto al ríoJalón, se sublevó contra el emirzaragozano al-Mutamin y, de acuerdocon un hermano del emir, que había sidorey de Lérida y fue depuesto por suhermano, solicitó el auxilio de AlfonsoVI.

Este, que podía estar interesado endebilitar la poderosa taifa de Zaragozafomentando las divisiones y discordiasinternas, respondió positivamenteenviando en su auxilio un ejército bajola dirección del infante Ramiro deNavarra, señor de Calahorra y hermanode Sancho IV, el rey muerto en Peñalén,y primo carnal, por lo tanto, de Alfonso

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VI. También formaban parte de la huesteel conde Gonzalo Salvadórez, quegobernaba la Bureba y las merindadesde Castilla la Vieja, y otros muchosmagnates castellanos.

Llegado este ejército cristiano desocorro a Rueda, sus jefes seentrevistaron con el gobernadormusulmán de la plaza, que los habíallamado, y ante las expectativas creadasy la complejidad de la situaciónacordaron solicitar la presenciapersonal de Alfonso VI. El monarcaaccedió a la demanda de sus magnates yen la segunda quincena de diciembre de1082 se presentó en el campo de Rueda,donde acampó durante varios días.

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Entre tanto, la muerte de al-Muzaffar, el antiguo rey de Lérida, vinoa trastocar todos los planes tejidos porel gobernador de Rueda y dio un vuelcoa la situación. Ante las nuevascircunstancias el gobernador musulmánconvenció al infante Ramiro, quemandaba la primera hueste, acerca de laconveniencia de entregar la fortaleza alrey leonés.

Inmediatamente el alcaide de Rueda,Albofalac, corrió en busca de Alfonso,al que con palabras engañosasconvenció para que personalmenteviniera a Rueda y, entrando en elcastillo, tomara posesión de la fortaleza.

Se trataba de una trampa mortal,

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pues Albofalac, habiendo muerto elpríncipe en cuyo nombre se había alzadocontra el emir y sin perspectivas detriunfo, sólo trataba de reconciliarse consu rey, y para ello le quería ofrecer unasonada carnicería de cristianos y a serposible la propia cabeza del monarcaleonés.

Sin embargo, antes de que llegaraAlfonso VI a la fortaleza, cuando este seencontraba ya en las inmediaciones deella, alguna circunstancia que habíacambiado o el temor de que con elretraso se descubriera la traición, es elcaso que el gobernador de Ruedapermitió que los magnates cristianos seadelantaran a su rey y entraran en el

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castillo.Una vez en el interior de la fortaleza

estos magnates, el gobernador,descubriendo la trampa y engaño quehabía preparado, ordenó a loscaballeros e infantes musulmanes queguarnecían el castillo que masacraran alos magnates castellanos que ya habíanentrado en la fortaleza.

Allí fueron aplastados con cantos ypiedras, entre otros muchos, los infantesnavarros Ramiro y su hermano Sancho,el conde Gonzalo Salvadórez, y otrosmuchos notables. Era el día de Reyesdel año 1083. Las pérdidas fueronterribles por la notoriedad y rangosocial de las víctimas, pero su objetivo

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principal, la muerte del rey de León,había fracasado.

Aunque Alfonso bramara de ira ydolor ante la traición y el engaño de quehabía sido objeto, no se encontraba encondiciones de tomar una venganzainmediata, pues no estaba preparadopara un asalto o un asedio con éxito dela fortaleza de Rueda. No tuvo otrasolución que ordenar la retirada y elregreso a Castilla.

La noticia del desastre de Ruedaalcanzó al Cid Campeador cuando sehallaba en Tudela, al servicio del emirde Zaragoza. Sin vacilar un instante, almomento se puso en marcha con sumesnada en auxilio de su rey. Así lo

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narra la Historia Roderici:

«Oída la noticia,Rodrigo, que se encontrabaen Tudela, se vino junto alEmperador. Este lo recibiócon toda honra; al instantele mandó que lo siguiera aCastilla, y Rodrigo por suparte lo acompañó».

La reconciliación entre el monarca ysu vasallo se había producido tras pocomás de un año y medio de destierro, ycon ella el ansiado regreso a la patria.Las puertas de su tierra castellana y

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burgalesa se abrían de nuevo anteRodrigo. Pero mientras caminaba allado del rey pudo Rodrigo caer en lacuenta de que todavía seguían vivos losrecelos y sospechas en el ánimo delmonarca, por lo que espontáneamenterenunció a regresar a su tierra y sevolvió a Zaragoza, donde el emir al-Mutamin lo acogió de nuevo al instante.

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Capítulo VI. Toledo,la ciudad imperial,

vuelve a laCristiandad

Expedición de Alfonso VI hasta el mar deTarifa

La traición de Rueda había sido unepisodio triste y lamentable, pero al finy al cabo sin consecuencias en la marchageneral del reino. Alfonso VI habíafracasado en su tentativa de asentar unaguarnición en Rueda, al estilo de las quehabía establecido en el reino de Toledo

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o de la avanzada de Coria en el reino deBadajoz, que le permitiera presionar alrey taifa de Zaragoza.

El año 1082, como de costumbre,una embajada de Alfonso VI dirigidapor el judío Ibn Shalib llegaba a Sevillapara proceder a cobrar las pariasanuales. Los embajadores levantaron sustiendas en las afueras de la ciudad. Allí,los enviados del emir sevillanopresentaron el importe de las parias aIbn Shalib, parte de ellas en moneda debaja ley. El suceso nos es asíescenificado por el historiadormusulmán al-Maqqari:

«El judío exclamó al

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verla: “Me creéis lobastante tonto para tomaresta moneda falsa. Yo notomo más que oro puro, y elaño que viene necesitaréciudades. Devolvedle esedinero”.

»Cuando refirieron estaspalabras a Mutamid, seencolerizó en gran manera.“Que me traigan a ese judíoy a sus compañeros”, gritó asus soldados. Ejecutóse laorden, y cuando llegaron losembajadores a palacio, dijoMutamid: “Que metan aesos cristianos en la cárcel

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y que se crucifique a esemaldito judío”. Este le dijo:“No lo hagas y te daré pormi rescate mi peso en oro”.Pero al-Mutamid respondió:“Vive Dios, que aunque medieses el país de la otraorilla de Estrecho junto conal-Ándalus, no te loaceptaría”».

La orden fue cumplida al pie de laletra, las parias dejaron de abonarseaquel año, produciéndose una peligrosaruptura entre al-Mutamid y el rey leonés.

Al-Mutamid, consciente de lagravedad de lo sucedido y previendo las

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graves consecuencias que podíaacarrearle, escribió a Yusuf ibn Texufinpidiéndole ayuda e invitándole a laguerra santa en al-Ándalus, pero el emiralmorávide remitió esa ayuda a un futurocondicionado por la ocupación deCeuta: «Si Dios me concede ganar aCeuta, me reuniré con vosotros y meesforzaré en atacar al enemigo contoda mi alma».

Alfonso VI no podía dejar sinrespuesta tal ofensiva y desafío. Alsaber lo ocurrido juró por la Trinidad ypor todos los santos del paraíso quetomaría una venganza sonada: «Iré —dijo— a devastar el reino de ese infielcon guerreros tan innumerables como

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los cabellos de mi cabeza, y no he dedetenerme hasta llegar al estrecho deGibraltar».

No obstante, como quería salvar alos caballeros apresados en Sevillaentabló antes negociaciones paraalcanzar su libertad. El precio que pagófue la entrega de Almodóvar del Campo,situado unos cuarenta kilómetros alsudoeste de Ciudad Real. Esta noticianos revela que Alfonso VI habría yalogrado establecer una base militardentro de los límites más meridionalesdel reino de al-Qadir, para desde ellaobstaculizar o interceptar cualquierfuerza que quisiera alcanzar Toledodesde Andalucía.

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Otro acontecimiento del año 1082nos refleja la precaria situación de al-Qadir en Toledo: el 12 de mayo seprodujo en la ciudad una segundarebelión. En este caso el alzamientofracasó y muchos de los alzadoslograron huir a Madrid donde, sitiadospor el rey toledano, se vieron obligadosa rendirse, aunque algunos lograron huirhasta Zaragoza.

Obtenida la liberación de losmiembros de la embajada, Alfonso VIcumplió las amenazas que había dirigidocontra al-Mutamid. Con dos columnasinvadió el reino sevillano: una avanzódesde Coímbra hacia Beja y de aquí aSevilla hasta acampar en Triana. La

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otra, bajo su mando personal, marchódirectamente sobre Sevilla saqueando yquemando cuanto encontraba a su paso.Reunidas las dos columnas a orillas delGuadalquivir, Alfonso se mantuvo tresdías ante Sevilla, estragando susalrededores y las aldeas del Aljarafe,antes de proseguir su camino porMedina Sidonia hasta las playas deTarifa, donde, entrando con su caballoen las olas, pronunció la famosa fraseque los autores musulmanes le atribuyen:«Este es el límite de al-Ándalus, yo lohe pisado».

Con esta expedición habíademostrado Alfonso VI palmariamenteque podía alcanzar con sus ejércitos

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cualquier punto de la Península, y quepor lo tanto cualquier negativa al pagode las parias podía provocar laconsiguiente represalia. Había puesto demanifiesto que nadie debía considerarsefuera de su alcance. Alfonso VI aparecíaasí ante los príncipes de las taifas comoel rey indiscutible de toda España,provocando en todos ellos unmovimiento de pánico que les hacíavolver sus ojos hacia los almorávides,que poco después comenzarían el asediode la ciudad de Ceuta.

El segundo objetivo de laexpedición alfonsina consistió en infligirun duro castigo a al-Mutamid de Sevillaen represalia por el retraso e impago de

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las parias y más aún por la violación dela inmunidad y la muerte de suembajador.

Los últimos meses de al-Qadir en Toledo

La nueva rebelión del año 1082contra al-Qadir, aunque sofocadarápidamente, y la actitud desafiante deal-Mutamid de Sevilla, atreviéndose adar muerte al embajador, llevaron alconvencimiento a Alfonso VI de que ladefensa y mantenimiento delprotectorado cristiano sobre la taifatoledana no podía mantenerse muchomás tiempo en las circunstancias en queestaba planteado, y que era preciso darun paso adelante y pensar ya en la

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ocupación militar y la anexión delterritorio de la taifa al reino leonés.

La conquista del reino de Toledosignificaba un gigantesco salto haciadelante, cuando todavía entre laCordillera Central y las villas másmeridionales, recientemente repobladasen el valle del Duero, existía un vacíohumano de 60 a 80 kilómetros deprofundidad. El intento de anexionar losmás de 60.000 kilómetros cuadrados porlos que se extendía la taifa de al-Qadir,con numerosa población musulmana ymozárabe y con una populosa capital,Toledo, de unos 28.000 habitantes,cuando León, Burgos, Oviedo o Santiagono alcanzarían por aquel entonces las

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2.000 almas, representaba toda unaaventura.

La campaña de Alfonso VI en el año1083 por Andalucía había representadoun paso previo pero necesario pararestablecer su prestigio y apartar a losotros reyes taifas de cualquier veleidadintervencionista en Toledo. Sólo en elaño 1084 iniciaría el rey leonés losprimeros movimientos militaresdestinados a la inmediata ocupación deToledo.

Al comienzo del verano se puso enmarcha con su ejército hacia el sur. El17 de junio se encontraba ya enValladolid, y continuando su avance porlas tierras del sur del Duero remontó las

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alturas de la Cordillera Central y entróen la taifa toledana, donde trató de haceracopio de los víveres y demásmantenimientos necesarios para poderimplantar en el otoño un campamento obase militar con carácter permanente enlas inmediaciones de la ciudad, al sur dela misma. Desde allí dirigiría lasoperaciones que debían conducir a lacapitulación de la urbe y de todo elreino a ella sujeto.

Instalado y avituallado estecampamento, que testimoniaba a lostoledanos el decidido propósito delmonarca cristiano de permanecer junto ala ciudad hasta conseguir su capitulacióny entrega, Alfonso VI regresó a León,

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adonde llegó el 5 de diciembre de 1084.No hay noticias de grandes

combates, ni tampoco de cómo AlfonsoVI hizo saber a al-Qadir su decisión deexigir la entrega de Toledo, ni de lareacción de este. Lo más probable esque, aunque no de muy buena gana, elrey musulmán estuviera de acuerdo consu protector leonés. No obstante, teníaque salvar la cara y cubrir lasapariencias ante sus súbditos, que comobuenos musulmanes no podían consentiren pasar a vivir bajo la soberanía de unmonarca no musulmán sin que buenasrazones les convencieran de que noexistía ninguna otra salida al acoso delrey leonés.

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Esas buenas razones eran las quetrataban de llevar al ánimo de lostoledanos las fuerzas asentadas en elcampamento junto a la ciudad y lasinstaladas al menos en las otras tresbases: Zorita, Canturías y Canales. Setrataba de presionar y fatigar aladversario hasta obligarle a ceder, másque de entablar grandes combates. Estafue la misión de los cristianos quepermanecieron en tierras toledanasdurante aquel invierno del año 1084 al1085.

Estos planes de absorción del reinode Toledo por Alfonso VI causaron lalógica alarma en el resto de los reyestaifas y provocaron algunos

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movimientos de aproximación y alianzaentre ellos. Así, a finales del otoño sehabía negociado la boda del hijo de al-Mutamin, emir de Zaragoza, con la hijade Abu Bakr, emir de Valencia. Sinembargo, la alianza no se limitaba aestos dos emires, sino que con ocasiónde la boda, celebrada el 26 o el 27 deenero de 1085 en Zaragoza, y a la quefueron invitados todos los emires de al-Ándalus, se llegó a una más ampliaalianza de casi todo el Islam hispánico.

Esta alianza trataba de neutralizarlos planes de Alfonso VI sobre Toledo,pero una cosa era llegar a un acuerdo eincluso concertar una alianza, y otra muydistinta mover los recursos y los

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hombres necesarios para desbaratar losproyectos del rey leonés. Al-Qadir,hacia el que los demás emires no sentíanninguna simpatía por su pasadacolaboración con Alfonso VI, siguió enla práctica abandonado a su suerte, yAlfonso pudo seguir sus proyectos sinque nadie moviese un dedo paraestorbarlo.

Durante el invierno de 1084 a 1085el rey leonés estuvo reuniendo losmedios necesarios en hombres y dineropara volver a tierras toledanas confuerzas suficientes para resolver lasituación de manera definitiva. Muyprobablemente tras la celebración deuna curia general en Sahagún y tras la

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permanencia en esta ciudad durante losmeses de enero y febrero, Alfonso VI,con su ejército, se puso en marcha haciaToledo, donde llegaría a finales demarzo.

Ya antes de que Alfonso llegara a laciudad al-Qadir había iniciado lasnegociaciones para la rendición con losjefes del campamento cristiano. Lapresencia del rey con el nuevo ejércitono hizo sino acelerar las negociacionesya iniciadas y proporcionar nuevosargumentos a al-Qadir para convencer alos más refractarios de sus súbditos paraque aceptasen lo que ya parecíairremediable.

Como era usual en la época cuando

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se trataba de rendir una plaza, al-Qadirsolicitaría un plazo para pedir ayuda atodos aquellos reyes o emires queestuvieran dispuestos a acudir ensocorro de los sitiados. Sólotranscurrido ese plazo sin recibir unaayuda eficaz, se entregaba la plaza. Elmás interesado en solicitar y obtener eseplazo era al-Qadir, necesitado dedemostrar ante sus súbditos y ante losdemás musulmanes que había hecho yhacía todo lo posible para defender ysalvar Toledo.

Ninguno de los reyes de taifasacudió en auxilio de Toledo y así al-Qadir pudo aceptar las condiciones deAlfonso VI, bajo las cuales capitularía y

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rendiría la ciudad y con ella el reino. Lafecha de este último acuerdo fue el 6 demayo de 1085, aunque la entrega oficialde la ciudad no tuvo lugar hasta veintedías más tarde: el 25 de mayo, domingo,festividad de san Urbano.

La conquista de Toledo. 25 de mayo de1085

Día grande en la historia de Españaaquel día de mayo en que Alfonso hizosu solemne entrada en la ciudad, quecomo capital de la España visigoda erael símbolo del poder imperial sobretoda España. Ese día podemos decir quela capital de España había salido delmundo islámico para retornar a la

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cristiandad, de donde había sidoarrancada por los bereberes de Tarikhacía 374 años exactamente.

Más allá de la importancia militarde Toledo, y de que con su conquistaAlfonso VI avanzaba de un envite lafrontera de su reino desde el Duerohasta el Tajo y se afirmaba comomonarca hegemónico de la Península, elsimbolismo que encerraba Toledo hizoque al difundirse la noticia de supérdida entre la comunidad islámicaesta sintiera una profunda conmoción,como si toda España o todo al-Ándalusse hubiera desgajado de golpe de la fede Mahoma. La pérdida de Toledo vinoa causar en el mundo islámico una

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impresión parecida a la que produciríaen el mundo cristiano la caída deConstantinopla en manos de los turcos elaño 1453.

Podemos recrear la escena de esamañana del 25 de mayo de 1085 cuandoabierta la puerta de Bisagra para darentrada al rey Alfonso VI y a lo másgranado del ejército cristiano, lacomitiva, ante la ausencia de la mayorparte de los musulmanes y los rostrostristes de los más curiosos, ascenderíacuesta arriba hasta la plaza deZocodover para, desde allí, seguir alalcázar, que según las capitulacionespasaba a poder del rey cristiano. No sedirigieron a la mezquita mayor para

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convertirla en catedral y dar en ellagracias a Dios, porque se había pactadoque continuaría dedicada al cultoislámico.

El mismo día que Toledo volvía aser cristiana, en Italia, en Salerno, moríael sumo pontífice Gregorio VII, del quetomó su nombre la gran reforma eclesialque luchó por la independencia y purezade la Iglesia, reforma que tan cordialacogida había encontrado en el reinoleonés gracias a la activa colaboraciónde Alfonso VI.

Con la conquista de Toledo y sustierras prácticamente por primera vez seincorporaban a un reino cristiano masasde súbditos musulmanes, que con

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arreglo a las capitulaciones acordadaspodían permanecer en sus casas y en susocupaciones, respetados en la profesióny en la práctica de su fe religiosa.

Las fuentes cristianas sólo nos dancuenta del hecho escueto de la rendiciónde Toledo; las musulmanas, por elcontrario, más interesadas en hacerconstar esas capitulaciones quegarantizaban sus derechos y forma devida, precisan las condiciones bajo lascuales se había procedido a la entregade la ciudad.

En primer lugar figuraba el destinode al-Qadir, que naturalmente transferíatoda su autoridad al rey cristiano, el cuala su vez se comprometía a colocarlo al

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frente del reino de Valencia, que pocoantes se había segregado de Toledo almorir su abuelo al-Mamun y sucederleel propio al-Qadir. Aunque era untrueque desigual, el emir toledanocontinuaría al frente de otro reino.

En segundo lugar figuraban lascondiciones otorgadas a los habitantesdel reino toledano que decidierencontinuar su vida bajo la soberaníacristiana. A todos, lo mismo musulmanesque judíos, se les garantizaba su vida, sulibertad, la posesión y disfrute de todossus bienes, tanto muebles comoinmuebles, y la más completa libertadpara continuar practicando su religión.Es obvio que todo ello era igualmente

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aplicable a los cristianos mozárabes,que con el cambio de situación, de serdhimmíes o sometidos, simplementetolerados con muchas limitaciones, lomismo económicas que personales, enuna comunidad de otra fe religiosa,pasaban a convertirse en ciudadanos depleno derecho como miembros del gruporeligioso que ejercía el poder político.

También se preveía el caso de losmusulmanes que no quisierenpermanecer fuera de la comunidadislámica bajo el poder cristiano. A estosse les concedía plena y total libertad deemigración en cualquier momento queellos así lo decidieren, llevando consigotodos sus bienes. Incluso se concedía a

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estos emigrantes que si después de haberabandonado el reino cristiano searrepentían de ello, pudieran regresar encualquier momento.

Se dejaba la mezquita mayor, que sealzaba en el solar donde se encuentra lahoy catedral, en poder de losmusulmanes para que en ella pudierancontinuar su culto. Nada se indica en lasnoticias que han llegado a nosotros deldestino de las otras mezquitas de laciudad y de las del campo. Lo másprobable es que en este primer momentopensara Alfonso VI que con las al menosseis iglesias mozárabes existentes enToledo bastaría para que los cristianospudieran celebrar su culto.

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Las posesiones de al-Qadir, suspalacios y sus fincas, consideradastodas ellas como bienes públicos, juntocon las fortalezas y demás edificios deuso público, pasaron a formar parte delfisco del rey Alfonso. Especialreferencia se hacía al alcázar real deToledo y a la Huerta del Rey quequedaban a disposición del vencedorpara su uso y disfrute.

Musulmanes y judíos debían abonarcada año únicamente los tributosacostumbrados en la época taifa, enproporción al número de individuos queintegrasen la familia. Estos tributos eranlos mismos que según su antiguoderecho abonaban a las autoridades

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musulmanas.Según una referencia musulmana,

Alfonso VI, después de otorgar suconsentimiento a estas capitulaciones,bajo las cuales se entregaba la ciudad,juró observarlas puntualmente poniendoen contacto su mano derecha con elpergamino donde se habían consignado.

Toledo después de la ocupación cristiana

A pesar de las generosascondiciones otorgadas a la poblaciónmusulmana y judía de Toledo consta queuna buena parte de la primera prefirióhacer uso de la posibilidad de emigrarcon todos sus bienes, abandonando susmoradas y dirigiéndose a los territorios

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gobernados por hombres de su religión.Lo mismo debió de ocurrir en el campo,donde muchas alquerías quedarondesiertas.

Este hecho, que en principio dabalugar a una peligrosa debilidad delpotencial demográfico, facilitaba lallegada y asentamiento de cristianosprocedentes de Galicia, Asturias, Leóny, sobre todo, de Castilla. Tambiénllegaron a Toledo habitantes del norte delos Pirineos, los llamados «francos», demodo que en el Toledo cristiano ademásde musulmanes y judíos pronto pudierondistinguirse otros tres grupos diversoscon sus propias peculiaridadesjurídicas: mozárabes, castellanos y

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francos.Los mozárabes, tras 374 años de

dominación musulmana, no eran muchos.Se habían visto mermados con lasemigraciones hacia los estadoscristianos y mucho más por lasconversiones al Islam. Gozaron durantetodo el reinado de la firme predilecciónde Alfonso, que procuró incrementar sunúmero con inmigraciones procedentesde Guadix en 1094, de Valencia en 1102o de Málaga en 1104.

Los castellanos formaron muy prontoel grupo más numeroso de la poblacióndel nuevo Toledo. Sólo unos pocosprocedían de Galicia, algunos más deLeón, pero la mayor parte habían salido

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de la cuenca del Pisuerga y de Castilla.Muy pronto en la ciudad el número desus iglesias cuadruplicaría a las de losmozárabes. En el campo más del sesentapor ciento de los pobladoresidentificados eran castellanos, en elamplio sentido con que este vocablo erautilizado en Toledo.

El grupo de francos era todavíamenor numéricamente que el demozárabes. Su dedicación preferente erael comercio y la artesanía. El grupomayor se concentraba en torno a lacatedral con sus negocios.

Los judíos contaban ya con un barriopropio en la ciudad antes de la conquistacristiana. No hay noticias ni es de creer

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que pensaran en emigrar, ni pocos nimuchos, ya que su situación bajo elpoder cristiano podía resultar al menostan cómoda como bajo los reyes detaifas. Desde el primer momentogozaron de todo el favor de Alfonso VI,que incluso llegó a recibir por ello unaamonestación del papa. Los judíos eranmuy numerosos en Toledo. Se hacalculado que alcanzaban la cifra deunos 4.000, en torno al quince por cientode la población.

No nos consta expresamente elámbito geográfico a que se referían lascapitulaciones, pero no parece que hayaduda razonable de que estas afectabanno sólo a la ciudad, sino también a todas

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las comarcas del reino que se entregasena Alfonso VI. De hecho no todo el reinosiguió la misma suerte de la capital:algunos distritos más periféricos sesegregaron de Toledo y continuaron bajoel poder musulmán.

En primer término parece quequedaron fuera de la capitulación lascomarcas de Belinchón, Uclés, Huete,Santaver, Zorita, Cuenca y Alarcón, estoes, una gran parte de la actual provinciade Cuenca y algo de la de Guadalajara,que al-Qadir se reservó como tierraspatrimoniales de la familia para sergobernadas por él con independencia dela ciudad del Tajo. Tampoco siguió lasuerte de la capital la cuenca del

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Guadiana que había sido o seríaocupada en su mayor parte por el reytaifa de Sevilla. En sus manos tenía elcastillo de Calatrava la Vieja, a orillasdel Guadiana.

Las tierras que siguieron la mismasuerte que la capital y que seincorporaron inmediatamente al reinoleonés se concentraban en la parte sita alnorte de los montes de Toledo. A ellasse añadirían, según fuentes musulmanas,algunas tierras manchegas orientadashacia Albacete, que se sumaron a lacapitulación.

Fuera de las inmediaciones de lacapital del Tajo, no se conocen accionesmilitares de conquista por las armas de

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Alfonso VI. Es lógico que después de lacapitulación algún alcaide musulmán semostrara reacio o dilatara la entrega delcastillo que estaba en su poder. Pareceque alguno de esos alcaides se atrevió aofrecer incluso cierta resistencia, puesIbn al-Kardabus nos asegura que el reycristiano, después de su entrada enToledo, dirigió algunas incursiones paradominar los territorios que habían sidode al-Qadir entre Guadalajara yTalavera, esto es, entre la taifa deBadajoz, la de Zaragoza y los territoriospatrimoniales de la familia de al-Qadir.

Más frecuente que estas esporádicasresistencias, de las que no nos haquedado constancia específica, fue el

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caso de los alcaides y de la poblaciónmusulmana que prefirió abandonar suslugares de residencia y refugiarse en laspróximas taifas de Badajoz, Sevilla yZaragoza. Esto dio lugar a ciertadespoblación que en algunas zonas delterritorio toledano alcanzaría en losaños siguientes una gran intensidad,especialmente entre el Tajo y los montesde Toledo y entre estos montes y SierraMorena.

En conjunto podemos calcular entreunos 30.000 y 40.000 los kilómetroscuadrados anexionados a su reino porAlfonso VI, territorio que debía serreforzado en su población, organizado ydefendido en los años siguientes. Con

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ellos el reino de Alfonso VI alcanzaríasu máxima amplitud: una extensión totalde unos 200.000 kilómetros cuadrados.

Las nuevas tierras y la nuevapoblación recientemente anexionadas asícomo los nuevos pobladores que habíaque instalar para asegurar la asimilacióny defensa del territorio exigíanestructuras apropiadas y normasjurídicas adecuadas a la nueva situación.Para dirigir esta acomodación AlfonsoVI escogió al hombre más apropiado deque disponía, el mozárabe SisnandoDavídiz, con gran experiencia en la vidade los reinos taifas musulmanes, y queya antes había conducido en la región deCoímbra el tránsito de la dominación

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musulmana a la cristiana, cuando en1065 fue arrebatada al poder islámicopor Fernando I.

Paralela a la organización civil delterritorio debía acometerse laestructuración eclesiástica del mismo.Años atrás, hacia 1080, cuando AlfonsoVI, aunque fuera a largo plazo, planeabaya la anexión del reino de Toledo,ofreció el arzobispado de Toledo alobispo de Jaca, don García, hermano delrey de Aragón, Sancho Ramírez,propuesta que no fue aprobada por elpapa Gregorio VII. Más adelante, hacia1083 o 1084, fue Bernardo, obispo dePalencia, el designado para la sedearzobispal, pero habiendo fallecido a

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principios de 1086, una nueva elecciónrecayó en la persona del abad deSahagún, Bernardo de Sauvetat, antiguomonje de Cluny, que retrasó laaceptación de la nueva dignidad hastaque obtuvo la aprobación de san Hugode Semur, abad de la gran abadíaborgoñona. La solemne entronización dedon Bernardo en la iglesia de Toledo secelebró el 18 de diciembre de 1086,iniciando así una fecunda y trascendentalactividad patronal, de la que trataremosmás adelante.

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Capítulo VII. Losalmorávides invaden

al-Ándalus

Los almorávides llegan hasta el Estrecho

La conquista de Toledo por Alfonsocausó auténtico pánico entre el resto delos reyes de taifas de al-Ándalus, quetemieron que aquello fuera sólo elcomienzo del fin, y que muy pronto susreinos siguieran el mismo camino que laciudad del Tajo. Hasta el momento, malque bien, habían consentido en pagarparias al rey cristiano, pero ahora la

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conquista de la antigua capital visigodadejaba bien patente que por mucho queAlfonso VI les tranquilizase,declarándose satisfecho con cobrar lasparias y afirmando que no aspiraba anuevas anexiones territoriales, nopodían confiar en estas promesas.

Este sentimiento de angustia ante laamenaza que se cernía sobre la totalidadde al-Ándalus lo expresabapoéticamente el alfaquí toledano Ibn al-Gassal:

«Aparejad vuestroscaballos, oh, gentes de al-Ándalus, pues quedarse aquíes una locura. La ropa suele

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comenzar a deshilacharsepor los bordes, pero elvestido de nuestraPenínsula se ha desgajadopor el medio. Nosotrosestamos entre un enemigoque no se nos aparta; ¿cómovivir con la serpiente en elcesto?».

En los meses siguientes a laconquista de Toledo, la amenaza deAlfonso VI se dejaba sentir sobre todoslos reyes de taifa. Al-Mutamid deSevilla temía la inmediata recuperaciónpor Alfonso de la parte del reinotoledano de la que se había apoderado, a

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saber, las comarcas de Almodóvar delCampo y de Calatrava sobre elGuadiana; Abd Allah de Granada relatacómo una fuerza cristiana llegó hastaNívar, a nueve kilómetros de Granada,donde tuvo que enfrentarse con ella.

Otras fuerzas de Alfonso VI seestablecían el año 1086 en Aledo, entreMurcia y Lorca, y desde allí en susalgaras llegaban a la vista de Almería.El rey taifa de Badajoz sentía ahora susfronteras amenazadas desde Talavera,Albalate y Coria. Incluso al-Mustain deZaragoza tuvo que sufrir una expediciónmilitar de Alfonso VI en la primavera-verano de 1086, que llegó a sentar susreales junto al Ebro para iniciar un

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asedio de la misma ciudad de Zaragoza.No es imaginable que el rey leonés

aspirara en esa ocasión a conquistar laciudad del Ebro, dadas lasinsuficiencias demográficas de su reino,que apenas podía hacer frente a lanecesidad de asegurar con poblacióncristiana las nuevas tierras toledanas ylas casi desérticas comarcas entre elDuero y la Cordillera Central. Elobjetivo de la expedición contraZaragoza sería más bien asegurar elpago de las parias por parte del nuevorey al-Mustain y apartar a este decualquier intento de anexionarseValencia, donde había sido entronizadoal-Qadir, el rey musulmán cliente de

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Alfonso.Debatiéndose en medio de estos

agobiantes temores y tristes presagios,que la caída de Toledo había suscitadoen todo el Islam hispánico, los reyes detaifas de al-Ándalus volvieron sus ojoshacia el Magreb y buscaron la soluciónde su angustioso problema en la posibleayuda de sus hermanos en la fe, losalmorávides, que acababan deimponerse sobre todo el Magreb trasalcanzar Ceuta un par de años antes.

El movimiento almorávide habíadado comienzo hacia el año 1039,cuando el alfaquí magrebí Abd Allah ibnYasin iniciaba su predicación del Coránentre las tribus nómadas del Sáhara. Sus

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primeros devotos o morabitos sellamaron así, al-morabetin, en romance«almorávides», derivando su nombredel voto que hacían de servir durantealgún tiempo en la guerra santa desdeuna rábita o rábida, designación querecibían los monasterios-castillosfronterizos musulmanes.

El año 1042 Abd Allah y susdiscípulos dan comienzo a la guerrasanta contra todos aquellos que noaceptaban su predicación. El fundador yjefe religioso de la comunidadalmorávide muere en combate en elverano de 1059. A su muerte el mandomilitar del ya importante ejército deseguidores del desaparecido Abd Allah

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ibn Yasin recae sobre un miembro de lacabila de los Lamtuna, la gran tribubereber de los Sanhaya, de nombre AbuBakr ibn Umar, que toma el título deemir y en poco tiempo logra dominar elSáhara y buena parte del Sudán.

Movidos por su celo y rigorismoreligioso, los almorávides habíaniniciado ya hacia 1055, bajo ladirección de Abu Bakr, la conquista delas ciudades del Magreb, imponiendo enellas el cumplimiento más exacto de lasnormas religiosas. Hacia 1061 el primeremir se retiró al Sáhara, nombrandocomo gobernador de los nuevosterritorios a Yusuf ibn Texufin, queprosiguió su avance por el Magreb,

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fundando la ciudad de Marrakech yconquistando Fez.

Como segundo emir de losalmorávides, Yusuf fue conquistando,una tras otra, todas las ciudades delMagreb: Tánger cayó el 1077; luego seexpandirán por todo el Rif hasta Melilla;Orán y Túnez sucumbieron entre 1081 y1082; finalmente Ceuta caía en su poderen agosto de 1084, dando así ya vista aal-Ándalus.

Cuando al año siguiente Alfonso VIconquistaba Toledo, reforzaba supresión sobre todos los reyes de taifas yno quedaba ya ninguna tierra en todo al-Ándalus donde no alcanzase la longamanus del rey leonés. Es lógico que los

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ojos de los reyes taifas se volvieran enbusca de socorro hacia el nuevo poderemergente que acababa de asomarse alestrecho de Gibraltar.

El primer contacto de un príncipetaifa con el emir almorávide tuvo lugarel año 1082, cuando el bereber quegobernaba Málaga, hermano de IbnBuluggin de Granada, solicitaba laayuda del emir africano contra suhermano el emir de Granada. Yusuf noprestó en ese momento la menoratención a la petición del malagueño. Lesiguió ese mismo año al-Mutamid deSevilla que, temiendo lo peor por suruptura con Alfonso VI, solicitabatambién la intervención del emir Yusuf

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ibn Texufin, pero ahora contra loscristianos.

Obtenida la promesa de conducir asus almorávides a la guerra santa en al-Ándalus después que hubiera ganadoCeuta, al-Mutamid envió su escuadra acolaborar con las tropas almorávides,que a las órdenes de al-Muizz, hijo deYusuf, habían puesto sitio a la plazaafricana. Ceuta fue tomada al asalto undía, que no podemos precisar, entre el18 de agosto y el 15 de septiembre de1084. Ya toda la orilla sur del Estrechoera almorávide.

Los almorávides desembarcan enAlgeciras

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La conquista de Toledo va a acelerarel paso de los almorávides a al-Ándalus, que ya venía fraguándosedesde hacía algún tiempo. El emir deSevilla logra que los emires de Badajozy Granada, venciendo todos los temoresque el celo y la intolerancia de losalmorávides les inspiraban, se unan a ély envíen una embajada conjunta al emirYusuf, planteándole la imperiosanecesidad que tenían de su ayuda parafrenar a Alfonso e impedir que todas lastierras de al-Ándalus cayesen en poderde los cristianos.

La embajada enviada a Marrakechera una misión del más alto nivel, puesestaba integrada nada menos que por los

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cadíes o jueces principales de lasciudades de Córdoba, Badajoz yGranada y presidida por el visir de al-Mutamid. Gozaba además de los másamplios poderes para concertar losacuerdos necesarios. El éxito de laembajada fue total y se firmó elconvenio oportuno.

Yusuf se comprometía a pasar aEspaña para llevar la guerra santacontra los cristianos; a él se unirían losejércitos de los tres reyes taifas queaportarían todos los medios necesariospara combatir al enemigo. También seobligaba Yusuf a respetar la soberaníade los reyes de taifas y a no inmiscuirseen los asuntos internos de su gobierno y

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a no dar oídos a los descontentos quetrataran de crear problemas.

Al-Mutamid, por su parte, ratificabasu decisión de ceder la plaza deAlgeciras a Yusuf, para que así tuvieracomo propia la base de desembarco yconcentración de sus fuerzas. La plaza lesería entregada desocupada de supoblación y en óptimas condiciones dehabitabilidad. Además los tres reyestaifas, pero sobre todo al-Mutamid, seobligaron a avituallar a las tropasalmorávides en la Península.

Yusuf, que no desconocía lacapacidad de doble juego de al-Mutamid, temiendo que utilizara laamenaza de invasión para entenderse

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con Alfonso en las mejores condiciones,sin esperar que se cumpliera el plazoacordado para la entrega de Algeciras,hizo pasar una noche un destacamentoescogido de quinientos hombres que porsorpresa ocuparon el arsenal de laciudad. Al amanecer del día siguientedesembarcaban nuevos contingentes quetomaban completa posesión deAlgeciras y sus contornos.

Con este hecho, que sucedía el 30 dejunio de 1086, mostraba el emiralmorávide su firme decisión de llevaradelante los planes convenidos e inclusosu implicación personal, ya que cuatrodías después, el 3 de julio, sepresentaba él mismo en Algeciras para

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una rápida visita de inspección. Regresóa Ceuta a los pocos días para impulsarel embarque del gran ejército quepensaba comprometer en la ofensivamilitar.

El ejército africano fue acogido porla población de al-Ándalus con granentusiasmo, pues veían en él a loshermanos que llegaban para salvarlos dela amenaza cristiana. Esperaban quevolvieran a reverdecer los tiemposgloriosos del califato, cuando era elIslam el que hacía temblar a los reyescristianos. Las cautelas, los resabios olos temores anidarían en los emires, quesólo habían llamado a los africanoscomo mal menor para impedir otro

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mayor y que no ignoraban cómo habíansido depuestos y acabado en el norte deÁfrica todos los poderes locales. Peropor el momento ocultaron todos sustemores y colmaron a porfía de valiososobsequios al emir almorávide y a suscadíes.

Completado el desembarco,organizadas las unidades militares,después de haberse procurado losvíveres y armas precisos y almacenadaslas reservas en la plaza de Algeciras,ordenó Yusuf reforzar las fortificacionesde la ciudad y dejando una escogidaguarnición en septiembre se puso ya encamino hacia Sevilla, donde desfilaronante la admiración de la población, que

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nunca había contemplado el paso por suscalles de los jinetes velados.

[m3]

A primeros de octubre Yusuf, consus almorávides, se puso en marchahacia Badajoz acompañado del ejército

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sevillano. En Jerez de los Caballeros seunieron las fuerzas de Ibn Buluggin deGranada y también se incorporaron lasde Málaga, con su príncipe Tamim. Elemir de Almería se excusó por la graveamenaza que sobre él se cernía por partede los cristianos fortificados en Aledo.El emir de Badajoz salió al encuentro deYusuf, y todos los ejércitos aliados sedieron un pequeño descanso de variosdías en los alrededores de la ciudad.

La noticia del desembarco de losalmorávides en Algeciras le llegó aAlfonso cuando se encontrabahostigando o asediando a la ciudad deZaragoza.

Abu Bakr, el emir de Valencia,

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fallecía en junio de 1085.Inmediatamente los valencianosreconocieron a Utmán, hijo del difunto,como su soberano. Pronto, desde surefugio de Cuenca, presentaba al-Qadirsus aspiraciones a ocupar el emirato deValencia. En la ciudad y en el reino seformaron dos partidos opuestos: uno loformaban los partidarios de aceptar a al-Qadir, lo que significaba la paz conAlfonso VI; el otro, reconociendo lagran debilidad de Utmán, incapaz deresistir a las presumibles presionescristianas, se inclinaron por acogersebajo la autoridad de al-Mustain, emir dela importante taifa de Zaragoza, paraevitar así que el trono pasara al anterior

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emir toledano.Ante esta situación valenciana

Alfonso ordenó a Alvar Fáñez que conlas fuerzas precisas acompañase a al-Qadir hasta colocarlo en el trono. Bastóla sola comparecencia de al-Qadir y delas fuerzas de Alvar Fáñez ante lasmurallas de Valencia para que la ciudadles abriera las puertas y se pusiera ensus manos. Esto sucedería a principiosde marzo de 1086. Fuera de la ciudad elgobernador de Játiva se negó areconocer la autoridad de al-Qadir. Estesólo reinaba en Valencia por el temorque inspiraban las cuatrocientas lanzasdel destacamento de Alvar Fáñez.

El rey al-Mustain no sólo se había

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enfrentado con los planes políticos delrey cristiano, sino que incluso se negó apagar las parias correspondientes al año1085. Era preciso responder a estedesafío, y Alfonso, al comenzar elverano del año 1086, se presentó antelas murallas de la ciudad del Ebro conel fin de doblegar la resistencia de suemir y forzarlo a cambiar de posición.El 6 de julio visitaba al rey leonés en sucampamento el rey de Aragón, SanchoRamírez.

En ese campamento frente aZaragoza le llegaría al rey Alfonso lanoticia del desembarco de losalmorávides. Sin perder tiempo sedispuso a preparar las fuerzas de su

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reino para hacer frente a la amenazaafricana. Además reforzó su ejército conlas fuerzas que le envió el soberano deAragón, dirigidas por el infanteheredero, el futuro rey Pedro I, y con lamesnada desplazada a Valencia a lasórdenes de Alvar Fáñez.

En cambio no hay ninguna constanciade que Alfonso VI llamara alCampeador y a su bien entrenada hueste.Quizás no valoró en toda su importanciala capacidad combativa de losalmorávides, acostumbrado como estabaa que los musulmanes españoles fueranincapaces de oponerle la menorresistencia, aunque sus fuerzas fueranvarias veces superiores en número, y

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creyó que los almorávides no seríanmejores combatientes.

El desastre de Zalaca o Sagrajas. 23 deoctubre de 1086

Lo más probable es que laconcentración de las fuerzas cristianasse hiciera en la ciudad de Toledo, desdedonde podrían hacer frente a un ejércitoque viniera de Sevilla, por Córdoba,Despeñaperros y Calatrava la Vieja o,como fue el caso, que eligiera la vía deMérida o Badajoz.

Cuando Alfonso estuvo cierto porlos informadores o espías, que no faltanen ningún conflicto bélico, de que elcamino elegido por Yusuf había sido el

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de Mérida-Badajoz, no se limitó elleonés a esperar a su adversarioparapetado en Talavera, en Canturías, enCoria o en otras fortalezas, sino que sindudar un instante se internó en el paísmusulmán en busca del enemigo, queseguía acampado, sin cruzar elGuadiana, en las afueras de Badajoz, alamparo de la poderosa alcazaba de estaciudad.

A la vista de Badajoz, a unos diezkilómetros al norte de la ciudad, en laribera derecha del río Guadiana, plantósus tiendas el ejército cristiano en elllano que los musulmanes conocían conel nombre de al-Zallaka, y que mástarde los cristianos designarían como

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Sagrajas[5].Como es lógico, Alfonso VI evitó

aproximarse al ejército islámico,dejando a sus espaldas el foso delGuadiana, por lo que fueron losalmorávides los que tuvieron que moverel campamento y trasladarse al llano deZalaca.

El martes, 20 de octubre, por lanoche, los exploradores musulmanesalertaron a su ejército con la noticia deque a la mañana siguiente atacarían loscristianos. Al amanecer del miércoleslos musulmanes formaron para elcombate, pero las tropas de Alfonso VIno se movieron. Tampoco el juevesninguno de los dos ejércitos pasó al

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ataque. Sólo el viernes, 23 de octubre,las fuerzas cristianas avanzarondecididas hacia las posiciones de lastropas de Yusuf, que se hallaban alerta ydispuestas al gran combate, a pesar deque era el día de descanso semanal desu religión.

Todas las versiones de la batalla semuestran acordes tanto en que lainiciativa partió de las filas cristianascomo en el resultado de la batalla, peroal tratar de las incidencias del mismocombate los diversos relatos nocoinciden, adornados muchos de ellospor episodios legendarios.

El emir de Granada, Abd Allah ibnBuluggin, que tomó parte activa en la

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batalla, atribuye la derrota de loscristianos a que estos, mal informadosdel número de sus enemigos, cruzaron ala carrera y pesadamente armados lastres millas que los separaban de losmusulmanes y, al atacar fatigados, fueronrechazados y vencidos, viéndoseobligados a retirarse en desordenabandonando a sus muertos en el campo.

Ibn Bassam, coetáneo de los hechos,nos dice que al-Mutamid sufrió unaligera herida en la mano y que suejército y los demás reyes de taifasfueron puestos en fuga, mientras el emirsevillano resistía valientemente. Aunqueno lo diga expresamente, hay quededucir que fueron los soldados

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africanos los que finalmente derrotarona los cristianos, cambiando el signo delcombate.

Entre las fuentes cristianas la únicanarración del combate es la que apareceen el llamado Cronicón lusitano. Segúnesta fuente, el rey Alfonso fue herido delanza, y como tuviese gran sed por lahemorragia de la herida, le dieron abeber vino porque carecían de agua, ytras sufrir un desmayo volvió con lossuyos a Coria. Fuentes musulmanastambién se hacen eco de esta herida deAlfonso: según el Hulal almawsiyya elrey fue herido por un puñal curvo; parael Kitab al-Rawd al-Mitar el rey fueherido, alcanzado por una lanza en la

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rodilla, lo que le forzó a huir; finalmenteIbn Jallikan en su obra Wafayat al-Ayanpuntualiza que el que hirió a Alfonso fueun soldado de la guardia negra de Yusuf,que habiendo agotado sus jabalinas,cuando el rey intentó herirlo con suespada, se pegó a él, le cogió lasriendas del caballo, desenvainó un puñalque llevaba al cinto y se lo clavó en elmuslo, rompiéndole los anillos de laloriga y cosiéndole el muslo a la silla.Nada hay de inverosímil en estanarración, pero el hecho indubitable esque el rey leonés recibió una seriaherida en la pierna.

Como resumen de las variasversiones que nos han llegado de la

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batalla creemos, con Huici Miranda, quese puede reconstruir así el desarrollo dela misma:

«Las tropas de Alfonso,acostumbradas a atacar y aromper en un empujedecidido toda resistencia delos débiles y acobardadosreyes de taifas, recorrieronpesadamente armadas lastres millas que lasseparaban del enemigo yparece que tuvieron un éxitoinicial al caer sobre loscontingentes andaluces, queno debían estar mezclados

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con los magrebíes; pero suempuje quedó luegofrenado, no sólo por elcansancio de la carrera y elpeso de las armas, sinotambién por las defensas delcampamento musulmán, lacombatividad de losalmorávides y el número delos enemigos. La línea dedefensa almorávide debió demantenerse firme luchandoen filas: la primera conlanzas y la segunda convenablos.

»Como Yusuf disponía demuchas más fuerzas que los

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cristianos, una vez paradoel primer golpe y mientrasse seguía luchando ante suslíneas, ejecutó el clásicomovimiento envolvente yasaltó el campamento deAlfonso. Esta maniobra fuedecisiva: cedieron lossoldados cristianos, queluchaban con gran valor, yAlfonso fue herido en elfragor de la batalla o alabrirse paso para laretirada».

La batalla de Zalaca tuvo unaimportancia decisiva en el reinado de

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Alfonso VI, no por lo que fue en símisma, sin resultados decisivos, sinoporque marcó un antes y un después. EnZalaca, para su gran sorpresa, AlfonsoVI se había encontrado con unas tropasque no retrocedían ni se desbandabanfácilmente. Se acabaron para el resto desu vida las fáciles victorias y los paseospor las tierras del Islam sin que nadie seatreviese a hacerle frente. No fue elresonar de los tambores, como sinfundamento se ha dicho, el que dio eltriunfo a los almorávides, sino lasuperioridad numérica y lacombatividad de los africanos, algo conlo que no había contado el rey cristiano.

La batalla de Zalaca divide en dos

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partes el largo reinado de Alfonso VI:hasta esa fecha Alfonso VI había podidopasear su superioridad por toda España,ampliando sin cesar las fronteras de sureino; a partir de Zalaca, el resto de sureinado será un duelo titánico entre elimperio almorávide y el reino leonés,sin ninguna ganancia territorial, ysufriendo numerosas y sangrientasderrotas, pero manteniendo incólume lalínea defensiva del río Tajo.

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Capítulo VIII.Segunda travesía deYusuf: el castillo de

Aledo

Los cristianos a la defensiva en la línea delTajo

El encuentro de Zalaca cambió porcompleto el panorama de las relacionesentre los cristianos y los musulmanes enlos años finales del siglo XI.

En primer lugar, la introducción denuevas tácticas militares como elempleo de masas compactas de

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combatientes que recibían sus órdenesmediante redobles de tambores y lacapacidad maniobrera de la caballeríaalmorávide para envolver a losescuadrones cristianos, rebasándolospor las alas, acabó con la superioridad,hasta entonces indiscutible, de lasmesnadas cristianas.

El desastre de Zalaca no sólo frenala expansión territorial del reino leonés,sino que incluso provoca gravesretrocesos en las tierras recién ganadasdel reino de Toledo. Se pierden variascomarcas al sur del Tajo así como otrassitas al norte de ese río. Prácticamenteuna parte del río Tajo se convierte en laprimera línea defensiva del reino

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cristiano, con dos plazas fuertes queconstituyen la vanguardia de Castilla yLeón: Toledo y Talavera.

Tras la rota de Zalaca se podíatemer lo peor para el reino de Toledo.Los almorávides victoriosos podíanhaber alcanzado las riberas del Tajo y,avanzando aguas arriba por tierrasamigas del rey taifa de Badajoz, llegarhasta Talavera y Toledo, donde lasescasas fuerzas de guarnicióndifícilmente habrían podido hacer frenteal gran ejército reunido en Zalaca.

Mientras, Alfonso VI, seriamenteherido y con su ejército disperso yfugitivo en dirección a Coria, necesitabaun plazo de tiempo, del que no disponía,

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para reunir una nueva hueste y dirigirsecon ella a reforzar la guarnición deToledo y salvar la plaza si era posible.

Pero he aquí que, para sorpresa ydicha de Alfonso VI, Yusuf ibn Texufinen vez de continuar rápidamente lacampaña y explotar a fondo la victoria,interrumpe su avance, regresa aBadajoz, de aquí a Sevilla y luego aAlgeciras, para embarcarse con urgenciade regreso hacia el Magreb. ¿Qué fue loque motivó al emir almorávide ainterrumpir tan bruscamente suexpedición y regresar apresuradamente asu capital, Marrakech?

En el mismo campo de batalla habíarecibido la noticia de la muerte de su

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hijo, el príncipe heredero Abu Bakr, alque había dejado enfermo en Ceuta. Elproblema sucesorio que esta defunciónplanteaba parece que requería lapresencia urgente del emir en el Magreb.Con el emir regresó el grueso delejército, pero Yusuf dejó tras de sí, alservicio de al-Mutamid, tres milcaballeros, los suficientes para que losreyes taifas dejaran de temer a AlfonsoVI y de pagarle las parias, que conalgunas interrupciones venían abonandodesde los días de Fernando I.

A fines de 1086, Yusuf ya seencontraba de regreso en el Magreb.Celebradas las exequias de su hijo, sedirigió a Marrakech, donde estuvo

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ocupado con los asuntos de gobiernohasta que a mediados de 1087 comenzóun recorrido por todas las regiones yciudades de su reino, disponiendo lospreparativos para la campaña quepensaba llevar a cabo al año siguiente,1088.

Si las consecuencias militaresinmediatas de la batalla de Zalacafueron prácticamente nulas, no así elpanorama político. Tras esta batallatodos los reyes taifas dejaron de pagarparias y se alinearon tras el emiralmorávide al que prometían su amistady su colaboración en la futura yihad oguerra santa.

Incluso el mismo al-Qadir, que había

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quedado abandonado a sus propiasfuerzas, al retirarse Alvar Fáñez y suscuatrocientas lanzas, llamadas paratomar parte en la batalla de Zalaca,buscó su salvación escribiendo a Yusufuna carta de sumisión y reconocimientode su superior autoridad, como habíanhecho todos los demás reyes taifas.

Por primera vez desde hacía trescuartos de siglo, desde los días deAlmanzor y de sus hijos, todo el Islamhispánico ofrecía un frente único, aliadoademás al imperio almorávide, quecontrolaba todo el norte de África.Quizás la única excepción, que semantuvo al margen, fue la taifa deZaragoza. Y aunque por el apresurado

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regreso de Yusuf a Marrakech el reinoleonés se había ahorrado lasconsecuencias inmediatas de la rota deZalaca, el más serio peligro se cerníapara un futuro próximo.

Valorando esta amenaza, no dudóAlfonso VI en lanzar una urgentepetición de auxilio a los cristianos delotro lado de los Pirineos. Esta demandade socorro, la primera que lanzaba a lacristiandad el reino astur-leonés en susya casi cuatro siglos de existencia,encontró una entusiasta acogida entremuchos nobles y caballeros de todos losestados ultrapirenaicos.

En los primeros meses del 1087 unejército se puso en camino desde

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Francia hacia el reino de Alfonso.Venían borgoñones, como el duqueEudes I, sobrino de la reina Constanza,la esposa borgoñona del rey leonés;languedocianos y provenzales, como elconde de Tolosa, Raimundo de SaintGilles; normandos como el vizcondeGuillermo de Melun; y también muchoscaballeros lemosinos y del Poitou.También se ha venido afirmando queformaban parte de este ejército Enriquede Borgoña, hermano del duque Eudes, yRaimundo de Borgoña, primo hermanodel anterior, pero no existe ningúntestimonio coetáneo que acredite laparticipación de estos noblesborgoñones en la hueste expedicionaria,

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ni mucho menos hay seguridad de supresencia en el reino de León en el año1087, acabada la campaña militar.

Cuando esta hueste se dirigía haciael reino leonés, Alfonso, que se habíaprecipitado en reclamar su auxilio, leshizo saber que ahora ya no era necesariasu ayuda, puesto que regresado elejército almorávide a África el peligroinmediato había desaparecido. Entonceslos expedicionarios volvieron sus ojoshacia el reino de Sancho Ramírez, acuyo servicio se pusieron, iniciando elasedio de Tudela, que levantaron enabril de 1087 sin haber obtenido ningúnresultado positivo.

Por esas mismas fechas, primavera

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de 1087, se firmó un acuerdo entreAlfonso VI y Sancho Ramírez, por elque este se comprometía a colaborar enla defensa de Toledo, si fuere necesario,y se regularon unas relaciones casivasalláticas entre ambos monarcas porel territorio navarro que el rey leonésotorgaba al de Aragón. A cambio de estevasallaje, Alfonso VI dejaba campolibre a Sancho Ramírez para ampliar elterritorio de su reino a costa de la taifade Zaragoza.

El Cid vuelve al servicio de Alfonso VI

Desde que el Cid marchó aldestierro en 1081, había permanecidosiempre al servicio de los reyes taifas

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de la ciudad del Ebro, a las órdenes entan corto espacio de tiempo de tresgeneraciones de emires Banu Hud: al-Muqtadir, el abuelo; al-Mutamin, el hijo;y al-Mustain, el nieto, asegurando lasfronteras del reino taifa de Zaragozafrente a las presiones que sobre ellasejercían el rey de Aragón y el conde deBarcelona, y manteniendo a raya lasapetencias del emir de Lérida rival delzaragozano.

Es lo más probable que la condenade destierro que pesaba sobre RodrigoDíaz de Vivar le había sido ya levantadaen enero de 1083, cuando tras eldesastre de Rueda el Cid se presentóante su rey y este lo acogió

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benévolamente y le invitó a regresar aCastilla. No obstante, Rodrigo no aceptóla invitación por no renunciar a lasituación privilegiada de que gozabaentre los musulmanes de Zaragoza.

Si el rey Alfonso había prescindidodel Cid cuando en 1086 reunía su huestepara marchar al encuentro de Yusuf,aunque había reclamado laincorporación de Alvar Fáñezdesplazado en Valencia, ahora, tras laderrota de Zalaca la situación eracompletamente distinta. Se entiende muypoco que cuando ante el grave peligroAlfonso solicitaba el auxilio de losnobles francos, prescindiera de unamesnada y de un jefe militar tan

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experimentado como Rodrigo Díaz deVivar.

Bien fuera respondiendo a unainvitación del rey o bien previa peticiónde Rodrigo de sumarse a la defensa delreino, el caso es que en los primerosdías de 1086 el Cid Campeadorabandona el reino taifa de Zaragoza yregresa a Castilla con su mesnada adisposición del rey Alfonso. He aquícómo nos narra la Historia Rodericiesta reincorporación de Rodrigo aCastilla tras cinco años y medio dedesterrado o emigrado en Zaragoza:

«Tras los hechosanteriores regresó a

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Castilla, su patria, donde lorecibió el rey Alfonso contodos los honores y conmuestras de alegría. Pocodespués le otorgó lafortaleza llamada Dueñascon todos sus habitantes, elcastillo de Gormaz, Ibia,Campos, Iguña, Briviesca yLanga, que se halla en elextremo del reino, con todossus alfoces y habitantes».

La acogida que le tributó el reyAlfonso no pudo ser más calurosa, pueslo designa gobernador o tenente de sietefortalezas con sus respectivos alfoces,

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desde la montaña cantábrica hasta elDuero. La asignación de este conjuntode gobiernos recolocaba a Rodrigo Díazde Vivar entre la primera docena demagnates de Castilla, y constituía laprueba más palpable del renovadoafecto con que lo recibía el rey.

Mientras Rodrigo residía todo elprimer semestre de 1087 en Castilla oen Toledo acompañando al rey, llegó aAlfonso VI la petición de auxilio que ledirigía al-Qadir, que se encontraba enValencia asediado por el rey musulmánde Lérida, Tortosa y Denia, que habíacomprado los servicios de mercenarioscatalanes. También había dirigido elapurado rey de Valencia la misma

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petición a al-Mustain de Zaragoza.La súplica de al-Qadir fue bien

acogida por Alfonso VI, que vio en ellala ocasión de recuperar el protectoradoque venía ejerciendo sobre al-Qadir y sureino. No podía el rey cristianodesprenderse de fuerzas militares, perosí podía enviar un jefe militarexperimentado como el Cid, capaz dereclutar una importante mesnada en elpropio territorio musulmán.

Esta será la misión recibida de surey y por la que Rodrigo abandonaráCastilla en el verano de 1087: asegurara al-Qadir en el trono y restaurar elprotectorado castellano en los territoriosde Levante. Con algunas fuerzas

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procedentes de Castilla, y con otras,mucho más numerosas, reclutadas enZaragoza, Rodrigo cumplirá con todoéxito la misión que le habíaencomendado su rey, reforzando yasegurando así las fronteras orientalesdel reino cristiano.

Mientras tanto Yusuf, en África,acababa sus preparativos para volver ala Península: el objetivo de esta susegunda campaña en España iba a ser elenclave o espolón que Alfonso VImantenía clavado en medio del territoriomusulmán de al-Ándalus: Aledo.

La campaña de Aledo. 1088

La fortaleza de Aledo, en territorio

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murciano, había sido conquistada,ocupada y guarnecida por un noblecastellano, de nombre García Jiménez,el año 1086, antes de la batalla deZalaca. Desde esta posicióninexpugnable los soldados de GarcíaJiménez se dedicaban a lanzarincursiones y devastar las huertas deMurcia y Orihuela, llegando a veces ensu audacia hasta los alrededores deAlmería.

Los éxitos del Cid en Valencia y lasincursiones de García Jiménez desdeAledo venían a enturbiar los felices díasque los musulmanes de al-Ándalus seprometían después de la jornada deZalaca. De aquí su insistencia cerca de

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Yusuf para que no retrasara su segundavenida. Incluso el propio al-Mutamid deSevilla pasó a África para urgir estavenida, logrando firmar un pacto conYusuf por el que este se comprometía aasediar Aledo con la única condición deque los reyes de taifas colaborasen conél proporcionándole tropas y pertrechos.

Atravesando el Estrecho porsegunda vez, Yusuf desembarcaba entreel 25 de mayo y el 23 de junio de 1088en Algeciras, desde donde se puso enmarcha con todo su ejército haciaAledo. Había convocado y dado cita endicha plaza a los cuatro reyes taifas quese habían encontrado a su lado enZalaca, a saber, los de Badajoz, Sevilla,

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Málaga y Granada; también fueronllamados los de Almería y Murcia.Todos concurrieron con sus fuerzas enesta ocasión, salvo el de Badajoz.

Ya con la sola noticia deldesembarco de Yusuf cursaría AlfonsoVI las primeras órdenes para reunir oreforzar la hueste regia. No tardaríamucho el monarca leonés en conocer lasintenciones de Yusuf, bien por ladirección de la marcha, bien por laconvocatoria que hizo a los reyes detaifas para reunirse en Aledo con elejército almorávide.

Aclarado el objetivo de Yusuf,decidió Alfonso acudir con todas susfuerzas en socorro de la fortaleza

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amenazada. Además escribió al Cid, quese encontraba en tierras valencianas,para que tuviera dispuesta su mesnadapara incorporarse a la hueste regiacuando esta pasara frente a Valenciacamino de Aledo.

Entretanto las fuerzas de Yusufhabían ya iniciado el asedio de lafortaleza combatiéndola día y noche yestrechando el cerco cada día, pero lossitiados resistían valerosamente y elcerco se iba prolongando hasta alcanzaruna duración de casi cuatro meses, loque dio lugar a la llegada del invierno.

Esta prolongación totalmenteinesperada de la resistencia dio tiempoa que surgieran disgustos y

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desavenencias en las heterogéneasfuerzas de los reyes taifas,especialmente entre los emires deSevilla y Murcia. Intervino en ladiscordia Yusuf, que hizo apresar al reyde Murcia. Este hecho provocó ladesorientación de los caídes y soldadosmurcianos, que huyeron del campamentoy además cortaron el aprovisionamientodel ejército sitiador, que comenzó apasar hambre.

Mientras de manera tan catastróficatranscurría el asedio de Aledo, AlfonsoVI se estaba aproximando a la enhiestafortaleza donde tan valerosa yeficazmente resistían García Jiménez ysus hombres. La sola aproximación del

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ejército regio, unida a la falta deprovisiones y al aumento del desánimoentre los sitiadores, hizo que Yusufordenara, sin ofrecer combate a lahueste de Alfonso VI, el levantamientodel asedio y la retirada de sus tropas porGuadix hacia Granada y luego aAlgeciras, para reembarcarse, mientrasél se dirigía a Lorca y de allí a Almería,donde tomó una nave que le condujo alMagreb.

Las causas de este fracaso y de estarápida retirada las narra así Abd Allah,rey taifa de Granada, que se encontrabaentre los sitiadores:

«El emir de los

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musulmanes pensó que lomejor sería desistir delasedio y dar media vuelta,no sólo por la fatiga y elcansancio de los soldados,sino también por la granmultitud de cristianos quevenían y por la rebelión deMurcia, ya que loscristianos podíanaprovisionarse yavituallarse en dichaciudad, que en el momentode su rebeldía no habíadejado de enviarlesembajadores. Enconsecuencia emprendió sin

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más el regreso».

El fracaso de los almorávides enesta segunda travesía del Estrecho nohabía podido ser mayor: no habíanconseguido ocupar ni tan siquiera laúnica fortaleza que habían combatidojunto con los ejércitos de los cinco reyesde taifas que habían acudido a sullamamiento. Presa de la más profundairritación se volvió Yusuf a África, perohabía aprendido una dura lección: quelos reyes de taifas sólo servían paraestorbar y crear problemas.

Mientras tanto, Alfonso lograbaganar un tiempo preciso para repoblarcon cristianos la ciudad y las tierras

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toledanas, reforzar sus defensas ydisponerse en mejores condiciones aresistir las futuras acometidasalmorávides.

Con este objetivo, de mejor soldarlas nuevas tierras de Toledo con el viejosolar del reino, este mismo año 1088daba Alfonso VI un nuevo impulso a larepoblación de las regiones todavíadesiertas sitas entre las comunidades devilla y tierra del Duero y la CordilleraCentral. Los Anales toledanos primerosseñalan este año como el de larepoblación de la ciudad de Segovia,aunque no faltaran ya asentamientoshumanos dispersos por la comarca: «Lacibdad de Segovia fue muchos tiempos

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hierma, e después pobláronla, eraMCXXVI [año 1088]».[6]

Esta restauración se realizará pormedio de la creación o fundación de tresnuevas villas: Salamanca, Ávila ySegovia, a cuyos concejos se les asignóuna enorme extensión territorial quealcanzaba desde los límites de lasúltimas villas próximas al Duero hastalas sierras de Guadarrama y Gredos.Todavía Ávila y Segovia desbordabanestas sierras y sus términos municipalesse extendían incluso al sur de lacordillera, enlazando con las tierras delreino de Toledo. Las milicias de estosconcejos desempeñarían unprotagonismo muchas veces decisivo en

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la defensa de la línea del Tajo y en lasfuturas batallas contra el Islam.

Hemos indicado cómo Alfonso VIhabía ordenado a Rodrigo Díaz de Vivarque se incorporase con su mesnada alejército regio cuando este pasase frentea las tierras valencianas camino deAledo. Esta incorporación del Cid y lossuyos a la hueste del rey no tuvo lugar.Hubo una falta de información o unadescoordinación, de modo que Rodrigoseguía esperando con los suyos, cuandoya había pasado delante de él la huestede Alfonso VI.

El rey, azuzado de nuevo pormagnates enemigos de Rodrigo,interpretó esta ausencia como un gesto

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de desobediencia y de mala voluntadpara poner en peligro al rey, yprofundamente airado procedió no sóloa desterrarlo por segunda vez, sino quelo declaró traidor apoderándose detodos sus bienes e incluso apresando asu esposa doña Jimena y a sus hijos.

Este desencuentro empujará alinfanzón castellano a volverse al para élya muy conocido escenario valenciano,donde comenzaría a actuar por cuentapropia y con total independencia decualquier otro poder. En este segundodestierro el Cid no serviría ya a ningúnotro rey o señor, como en el primerdestierro lo había hecho a los emires deZaragoza: ahora se erigiría en único

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señor de sí mismo.

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Capítulo IX. Losalmorávides seinstalan en al-

Ándalus

Yusuf atraviesa el Estrecho por terceravez. 1090

El gran fiasco sufrido por Yusuf ibnTexufin ante los muros de Aledo no lehizo desistir de su idea de intervenirdecisivamente en la vida de al-Ándalusy de consagrar sus fuerzas a la yihad oguerra santa contra los cristianos deEspaña, especialmente contra Alfonso

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VI; lo que sí le enseñó la tremendalección de Aledo fue que debía cambiarde método y prescindir y eliminar a losreyes de taifas.

También tras Aledo los reyes taifassolicitaron de Yusuf, antes de suembarque, que dejara en la Penínsulaalgunos miles de sus almorávides paraseguridad de al-Ándalus, como habíahecho dos años antes. Sin embargo,ahora, profundamente irritado el emir,no quiso saber nada de tales peticiones yles dejó abandonados a su suerte amerced de la reacción del rey Alfonso.

Este volvió a reclamar el pago deparias, pero no sólo las del año encurso, sino también los atrasos. Abd

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Allah de Granada, a pesar de suangustiosa situación económica, tuvoque ceder a las demandas de Alfonso ypagarle la suma de 30.000 mizcales,importe de tres anualidades, suma queno se atrevió a solicitar de sus súbditosy que pagó de su propio tesoro personal.También al-Mutamid de Sevilla tuvo queplegarse a las exigencias del leonés,volver a pagar y reconocer lasupremacía del cristiano. Entre tanto,Ibn Rasik al-Mutasim, señor de Murcia,alcanzaba un entendimiento con GarcíaJiménez y su guarnición de Aledo y leproporcionaba el avituallamientopreciso a cambio de que sus correrías sedirigieran más bien a las tierras de

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Almería y a las del reino de Sevilla.Mientras tanto, en Levante el Cid

había logrado imponerse sobre losseñoríos musulmanes de Denia,Valencia, Alpuente, Albarracín,Murviedro, Segorbe, Jérica y Liria,todos los cuales debían abonarle unacantidad convenida. Todos, desde Deniaa Tortosa, pagaban parias al Cid, querecaudaba cada año la elevadísima cifrade 104.000 mizcales o dinares de oro.

Estos tratos de los reyes y señoresmusulmanes con los cristianosindignaron todavía más al emir conaquellos reyes de taifas que aparecían asus ojos como incapaces, traidores ymalos musulmanes que habían vuelto a

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pactar con el enemigo cristiano.La población musulmana, que era la

que finalmente pagaba, por unprocedimiento u otro, a sus reyes yseñores las sumas que estos abonaban aAlfonso VI, también estaba descontentae irritada y volvía sus ojos hacia el emirYusuf ibn Texufin, al que considerabancomo su salvador, el único que podíaliberarlos de la pesada carga que lesagobiaba. Este sentimiento era alentadoy fomentado por los alfaquíes de al-Ándalus que, por motivos religiosos,simpatizaban en su inmensa mayoría conel emir almorávide. A este comenzaron allegarle reclamaciones de las gentes deal-Ándalus contra los impuestos extra-

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legales y la ilegitimidad de sus reyestaifas.

La situación era explosiva y nopodía prolongarse, pero antes deintervenir por tercera vez en al-Ándalusla conciencia religiosa del emir quisoasegurarse con dictámenes jurídico-religiosos o fatwas emitidos por los másnotables y piadosos ulemas quecondenaran a los reyes de taifas comomalos musulmanes y legitimaran a Yusufibn Texufin, como buen musulmán ysalvador del Islam en al-Ándalus, paraapresar y deponer a esos emires. Así lodeclaraba al-Gazali dirigiéndose aYusuf ibn Texufin: «Todo rebelde a laverdad, con la espada debe ser llevado

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a la verdad».Movido por este imperativo

religioso y reclamado por la poblaciónde al-Ándalus, que veía en el emiralmorávide el enviado de Alá paraacabar con los reyes de taifas y rescatarla ortodoxia y la legalidad islámica,desembarcaba en junio de 1090 portercera vez en Algeciras. En estaocasión no lo había llamado ningúnpríncipe ni señor musulmán, sino elclamor del pueblo y las fatwas de losulemas.

Venía dispuesto, en primer lugar, aacabar con los reyes de taifas, a los quereprochaba su vida muelle, su entrega alos placeres y su incapacidad para

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defender a sus súbditos, descuidando losdeberes de su cargo y la solidaridad conlos demás creyentes muslimes. Noobstante, lo que más irritaba a Yusuf ibnTexufin en los reyes taifas eran suscomponendas con los cristianos yespecialmente con Alfonso VI.

Desde Algeciras, Yusuf, con suejército, se dirigió a Córdoba, adondellegó en el mes de julio. Alguna crónicaárabe afirma que en primer lugar el emiralmorávide se dirigió contra Toledo. Esmás que dudosa esta marcha sobre laciudad del Tajo, ya que ninguna fuentecristiana menciona para nada esaofensiva. Lo único cierto es que allí seencontraba Alfonso VI bien preparado

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para rechazar cualquier ataque y que leacompañaba el rey de Aragón, SanchoRamírez, hecho que registra la Crónicade san Juan de la Peña con estaspalabras: «El año 1090 acudió [SanchoRamírez] en auxilio de Alfonso, rey deCastilla, a Toledo contra los moros».

En un documento leonés de agostode 1090 el donante nos indica tambiéncómo estaba a punto de partir con elejército. Parece que fue en este mescuando Alfonso VI concentró sus fuerzasen Toledo. Por otra parte sabemos que elemir almorávide hizo su entrada enGranada el 8 de septiembre, luegoparece evidente que las fuerzasafricanas no realizaron ninguna

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aproximación ni tentativa contra Toledo.Por el contrario, todo apunta a que el

primer objetivo del sultán almorávidefue la deposición del emir de Granada yde su hermano Tamim, gobernador deMálaga. A este efecto comenzó Yusufenviando unos emisarios a Granada, queconminaron a Abd Allah ibn Buluggin apresentarse ante él inmediatamente conestas palabras: «Ven a mi encuentro sinretrasarte ni un instante».

El granadino trató de ganar tiempomientras buscaba una vez más acogersea la protección de Alfonso VI o a la deÁlvar Fáñez, que actuaba en nombre delrey cristiano por la zona de Almería yGranada, pero el almorávide no le dio

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tiempo a que pudiera obtener unarespuesta efectiva de los cristianos.También se dirigió Abd Allah a losotros reyes de taifas en demanda desocorro. Estos le respondieron conbuenas palabras, animándole a resistircon todas sus fuerzas, pero sin contribuirni con un soldado ni con un diñar a ladefensa de Granada.

Reducido Abd Allah a sus solasfuerzas y abandonado por todos, aunquese temía lo peor por parte de Yusuf, noencontró mejor solución que salir alencuentro del almorávide, humillarseante él y, reconociendo sus errores,suplicar humildemente el perdón.

Yusuf ibn Texufin, sin prestarle

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demasiada atención, siguió su avance yel 8 de septiembre entraba en la ciudadentre el entusiasmo delirante de lapoblación. En la alcazaba encontróabundantes joyas, piedras preciosas yobjetos diversos de gran valorpertenecientes al emir granadino, partede lo cual distribuyó entre susacompañantes más próximos. Eldepuesto Abd Allah, con toda su familia,fue enviado al Magreb. Residió primeroen Mequinez en espera del regreso deYusuf, hasta que más tarde, a la vueltade este, se le asignó como lugar deresidencia Agmat, unos setentakilómetros al sur de Marrakech, dondeapartado de toda función pública vivió

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el resto de su vida disfrutando de lapensión vitalicia que Yusuf le concedió.

Poco después, probablemente en elmes de octubre, pasó Yusuf a ocuparsede Tamim, gobernador de Málaga yhermano de Abd Allah. Acusado por sussúbditos ante el emir almorávide, fueapresado por sorpresa y, cargado dehierros, remitido a la región magrebí delSus, confiado a la hospitalidad yvigilancia de los gobernadores de esacomarca.

Estando todavía en Granada recibióYusuf la visita de al-Mutamid de Sevillay de al-Mutawakkil de Badajoz, que,temerosos de seguir la misma suerte quelos emires de Granada y Málaga,

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acudieron a rendir su homenaje al sultánalmorávide y a felicitarle por suactuación. La recepción fue muy fría,pues Yusuf estaba convencido de ladoblez de su conducta y de la falsedadde sus palabras. Antes de retirarsetuvieron que oír la insistenterecomendación de abolir los impuestosanticoránicos y de emplearse con másdedicación en la lucha contra loscristianos.

Algunos de sus consejerosrecomendaban a Yusuf ibn Texufin queprendiese sin más a al-Mutamid, comohabía hecho con los señores de Granaday Málaga, pero el emir se negó siemprea ello mientras no le constase un delito

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por el que pudiera castigarlo. Luegoparece que Yusuf ibn Texufin regresó asu base de Algeciras, permaneciendo enella algún tiempo.

Desde Algeciras, donde sereembarcó en noviembre de ese año1090, o desde Ceuta, según otrasfuentes, Yusuf ibn Texufin designó comogobernador de las tierras de al-Ándalus,a las que había extendido su autoridad, asu primo el emir Sir ibn Abu Bakr, aquien además puso al frente de lasnumerosas tropas almorávides que sequedaron en al-Ándalus,encomendándole llevar adelante lapolítica que había planeado y que debíaconducir a la incorporación de todo al-

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Ándalus al imperio almorávide.

Deposición del rey taifa de Sevilla, al-Mutamid. 1091

Unas fatwas de los ulemas yalfaquíes habían servido para deponer alos príncipes bereberes de Granada yMálaga; nuevas fatwas justificaríanahora el destronamiento de los reyes deSevilla y de Badajoz. Al-Mutamid no seengañaba: preveía con toda claridad elfinal que más pronto o más tarde lereservaba el emir almorávide, y noquiso doblegarse ni rendirse a lasexigencias del invasor africano sinluchar y resistir con todas sus fuerzas.

Por eso cuando, poco después, a la

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vuelta de su encuentro de Granada, elemir almorávide reclamó la presenciadel sevillano por medio de un enviado,que le alcanzó diciendo: «El emirnecesita hablar contigo de un asunto»,al-Mutamid, desconfiando ya delalmorávide, se negó a volver atrás ycontinuó su camino hacia Córdoba,ahora a marchas forzadas. Al emir deBadajoz, Ibn al-Aftas, que regresaba conél, le dijo: «Ponte a salvo, porque yaves lo que le ha ocurrido al señor deGranada y lo que mañana me ocurrirá amí».

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[m4]

La negativa de al-Mutamid aobedecer a Yusuf fue la señal de laruptura y el inicio de la confrontación.En esta coyuntura, ya sin vacilaciones,se vuelve hacia Alfonso VI solicitandosu ayuda y ofreciéndole a cambio de ese

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auxilio algunos territorios, ya que sureino taifa sevillano colindaba con el deToledo, anexionado por el cristianocinco años antes.

Sin embargo, Sir ibn Abu Bakr,como gobernador y general en jefe delos ejércitos almorávides en al-Ándalus,reaccionó con toda rapidez y energía. Endiciembre de 1090 ocupaba Tarifa,ampliando así su base de Algeciras, einiciaba la aproximación hacia Sevilla.Al mismo tiempo ordenaba a Abu AbdAllah ibn al-Hayy que se dirigiesecontra Córdoba, donde se hallaba elpríncipe Fath ibn Abbad al-Mamun, hijodel emir de Sevilla. Todavía un tercercuerpo de tropas era enviado contra

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Almería y otro marchaba contra Ronda,gobernada por el hijo mayor del mismoemir.

La ayuda de Alfonso VI no aparecíapor ninguna parte, y en los primerosmeses de 1091 fortalezas y castillos delreino de Sevilla, uno tras otro, ibancayendo en manos de los ejércitosalmorávides, que encontraban por todaspartes la simpatía y apoyo de lapoblación. En Córdoba, con unapoblación desunida, el hijo de al-Mutamid, juzgando inviable unaresistencia exitosa o al menosprolongada, envió a toda su familia consus joyas y objetos preciosos aAlmodóvar del Río, quedándose él al

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frente de la guarnición. La ciudad fuetomada al asalto el 27 de marzo de1091, muriendo en la defensa el príncipesevillano.

A fines de abril seguían resistiendoSevilla, Carmona y Ronda. Prontotambién esta última se rindió previacapitulación. Carmona sucumbía alasalto el 9 de mayo: sólo quedaba en pieSevilla. Es en este momento cuandoAlfonso VI envía un fuerte ejército a lasórdenes de Alvar Fáñez en socorro deSevilla, pero esta tropa fue interceptaday derrotada por los almorávides en lascercanías de Almodóvar del Río.

La ciudad de Sevilla, sin esperanzaya de socorro, siguió resistiendo los

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asaltos hasta que el 7 o 9 de septiembresucumbió al último ataque. Entre losprisioneros se contaba el emir al-Mutamid, al que por orden personal deYusuf se le respetó la vida. Fuetrasladado al Magreb y obligado aresidir en Agmat, donde moriría cuatroaños más tarde.

El ejército que marchó contraAlmería avanzó sin resistencia. Todoslos lugares y castillos se entregaban alos africanos, que así llegaron ante losmuros de Almería por las mismas fechasen que desaparecía el emir de estaciudad, fallecido el 12 de junio de 1091.Le sucedió en el reino su hijo Muizz al-Dawla, a quien su padre había

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recomendado que resistiese mientras elemir de Sevilla hiciera frente al emirafricano, pero que si este sucumbía, nolo dudase un instante y se embarcase contodas sus riquezas rumbo a Al-Qala, enla frontera entre Argelia y Túnez, dondesería bien acogido. El nuevo emir deAlmería resistió en su alcazaba bastaque le llegaron noticias de que Sevillatambién había caído en manos de losafricanos. En octubre o noviembreMuizz al-Dawla puso en práctica elconsejo de su padre y Almería,abandonada por su emir, se incorporótambién a los dominios almorávides enal-Ándalus.

Al mismo tiempo que Alfonso VI

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enviaba a Alvar Fáñez en socorro delal-Mutamid, en la primavera de ese año,1091, el rey leonés personalmente seponía al frente de otra hueste que sedirigió a combatir a los almorávides quehabían quedado de guarnición enGranada. Esperaba quizá encontrar lacolaboración de una parte de lapoblación granadina. La reina Constanzacomunicó la organización de esta huestea Rodrigo Díaz de Vivar y le invitó aincorporarse a la misma con laesperanza de que este hecho conduciríaa la reconciliación entre el rey y sudifícil súbdito.

La hueste regia y la mesnada cidianallegaron hasta la vega de Granada, pero

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no hallaron la colaboración esperada ytuvieron que iniciar el regreso sin lograrsu objetivo, que era apoderarse de laciudad del Darro y aliviar la presiónalmorávide sobre Sevilla. Al iniciar elregreso, quizás por el mal humor delfracaso, de nuevo surgieron lasdiferencias entre rey y vasallo, hasta elpunto de que Alfonso VI intentó apresaral Cid. Este logró esquivar la prisión ypudo retirarse con parte de los suyoshacia su señorío de Levante.

Antes de que acabara el año 1091toda Andalucía había sido anexionada alimperio almorávide, y los reyes deGranada, Málaga, Sevilla y Almeríadepuestos. Los almorávides también se

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extendieron por las tierras de LaMancha que habían sido primero delreino de Toledo y luego ocupadas enparte por al-Mutamid de Sevilla,estableciéndose así contacto directoterritorial entre el imperio de Yusuf ibnTexufin y el reino de Alfonso VI.

Al castillo de Almodóvar del Ríohabía enviado al-Mamun ibn Abbad, eldefensor de Córdoba frente a losalmorávides e hijo de al-Mutamid deSevilla, a su familia y sus bienesmuebles, mientras él permanecía firmeen su puesto hasta dar la vida,defendiendo la ciudad de los califas, el27 de mayo de 1091. Su cabeza, clavadaen una lanza, fue paseada en triunfo por

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el campo de los vencedores.Antes de que los almorávides

llegaran a Almodóvar, la esposa de al-Mamun huyó de la plaza y corrió arefugiarse en Toledo al amparo deAlfonso VI. Se trataba de la famosamora Zaida. Llegada a Toledo y acogidapor el monarca, la viuda de al-Mamunibn Abbad, no sabemos si antes odespués de la muerte de la reinaConstanza, se convirtió en amante delrey que la había acogido y al que daríaun hijo de nombre Sancho.

Años después, el 1100, esta moraZaida, habiendo abrazado elcristianismo y siendo bautizada con elnombre de Isabel, contraería matrimonio

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con el rey Alfonso, convirtiéndose asíen la reina Isabel. Su hijo Sancho,legitimado por este matrimonio, pasó aser príncipe heredero del reinocristiano.

Tras la conquista de Almería por losalmorávides en octubre o noviembre de1091, la hueste que había asediado laplaza se puso en marcha hacia el norte alas órdenes del emir Muhammad AbuAbd Allah ibn Aisa, siguiendo la líneade la costa levantina. Ocuparon Murciaentre el 16 de noviembre y el 14 dediciembre.

Poco después, en fecha noprecisada, sucumbía la plaza de Aledoante la hueste almorávide, la misma que

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había resistido cuatro meses el añoanterior a Yusuf ibn Texufin. En estaocasión los socorros prometidos porAlvar Fáñez no consiguieron retrasar elavance de los soldados africanos.

La noticia de la presencia de IbnAisa y sus almorávides en Murcia yAledo levantó el ánimo y las esperanzasde todos los musulmanes de la costalevantina, especialmente de losvalencianos, que contemplaban a estossoldados africanos como los campeonesdel Islam que venían a liberarlos del reyal-Qadir que les había sido impuestopor Alfonso VI, y del mesnadero que lomantenía en el trono, el Cid Campeador.

Varios señores y tenentes

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musulmanes de castillos y fortalezashacían llegar mensajes a Ibn Aisaanimándole a avanzar sobre Valencia.Por fin, en el verano de 1092 las fuerzasde Ibn Aisa se pusieron en marcha haciael norte y fueron desfilandosucesivamente por Orihuela, Alicante,Denia, Játiva y Alcira hacia la Valenciade al-Qadir y el Cid.

Casi al mismo tiempo, Alfonso VI,considerando que el protectoradoestablecido por el Cid en Levante habíadesplazado el influjo del reino leonés enesa área, decidió acabar de una vez portodas con la presencia cidiana enLevante y, aliado con las fuerzas navalesde Pisa y Génova, lanzó una operación

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para adueñarse de la ciudad del Turia.Rodrigo rehuyó el enfrentamiento y,

trasladándose hacia Borja y el reinomusulmán de Zaragoza, desde esta basehizo una entrada por tierras de La Rioja,gobernadas por el que consideraba suenemigo, el conde García Ordóñez,causando enormes estragos. Laexpedición de Alfonso VI contraValencia no obtuvo ningún resultadopositivo, y es en este momento cuandose muestra toda la grandeza política deAlfonso VI.

El fracaso de la expedición regiacontra Valencia y la campaña del Cidpor La Rioja, que demostraban lasuperioridad militar del infanzón de

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Vivar sobre cualquier magnate del reino,abrieron definitivamente los ojos delmonarca. Había llegado para Alfonso lahora de rendirse a la realidad, y comogran monarca y gran hombre de estadoque era, no lo dudó un instante. Dejandoa un lado, si no olvidando, los pasadosconflictos con el Campeador, lo mismoel destierro de 1081 que la sentencia detraidor del año 1088, decidió enviar aRodrigo el perdón más absoluto y laacogida en su gracia más amplia ygenerosa.

A partir del otoño de 1092 lareconciliación entre el rey y su vasallofue ya total y definitiva; en el futuro,aunque Rodrigo siguió gozando de una

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gran autonomía en sus actuaciones, todasellas se hacían en nombre y bajo laautoridad superior del rey Alfonso.

Sin embargo, ausente el Cid y sushombres de la ciudad de Valenciadurante varios meses, los partidarios delos almorávides decidieron aprovecharesta ausencia y dar entrada en la ciudada estos soldados africanos, que ya seencontraban en Alcira. La noche del 27de octubre de 1092 abrieron las puertasa un destacamento de los hombres de IbnAisa; al-Qadir fue asesinado al díasiguiente y Valencia integrada tambiénen la órbita del imperio almorávide.

A los pocos días de estosacontecimientos, primeros días de

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noviembre, regresaba el Cid a las tierrasvalencianas e iniciaba primero larestauración de su protectorado yseñorío sobre el campo levantino yluego el asedio de la misma ciudad deValencia, en la que entraría victorioso el16 de junio de 1094.

Un firme poder se instalaba enValencia para frenar definitivamente elavance de los soldados de Yusuf. Estepoder serviría de escudo protector paralas taifas de Zaragoza y Lérida, y contraél se estrellarían en tres ocasiones losejércitos almorávides: la primera, enenero de 1094, dirigido el ejércitomusulmán por el general Lantana AbuBakr, en Almusafes; la segunda, el 21 de

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octubre de 1094, mandando las tropasAbu Abd Allah Muhammad ibn Ibrahimibn Texufin, sobrino del emir Yusuf, enCuarte; y la tercera, en enero de 1097,con el mismo protagonista, en Bairén, enel campo de Gandía.

El año 1091 había sido el de laconquista de toda Andalucía, desdeAlmería hasta el Algarve, por losalmorávides; el año 1092 sería el de suavance por todo Levante hasta lograrsituar un destacamento en la ciudad deValencia. Al acabar el año 1092 sólo semantenían fuera del imperio almorávidelas taifas de Lérida y Zaragoza con losseñoríos musulmanes clientes del Cid enel Levante y la taifa de Badajoz en el

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Occidente.En estas campañas de los

almorávides por el sur de al-Ándalus ypor el Levante actuaban con ciertaindependencia hasta cinco distintosejércitos de los soldados del velo. Unode estos ejércitos, quizás el másimportante, a las órdenes de Sir ibn AbuBakr, el gobernador nombrado para todoal-Ándalus por Yusuf, se movía por laspartes más occidentales; otros dosactuaban en el centro del dispositivo alas órdenes inmediatas de Garrur y deAbu Abd Allah ibn al-Hayy; finalmentelos dos restantes tenían como teatro desus operaciones el Levante y estabanmandados uno por Abu Zakariyya ibn

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Wasinu y el más importante y fuerte porMuhammad ibn Aisa. Se trataba de unimponente despliegue militar, que reflejatoda la importancia que el emiralmorávide daba a al-Ándalus y sudecisiva apuesta por la guerra santa.

La taifa de Badajoz había logradocapear la tempestad al haberse sometidototalmente a las exigencias de Yusuf eincluso haberle ayudado contra al-Mutamid el año 1091. Parece que al-Mutawakkil había llegado a subscribirun acuerdo con Sir ibn Abu Bakr por elque a cambio de proporcionar alalmorávide hombres, material yvituallas para su ejército, aquel secomprometía a respetar el territorio de

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Badajoz.Parece que el pacto funcionó

bastante bien durante los años 1091,1092 y parte de 1093, pero hacia abrilde este último año alguna asechanza ograve amenaza de parte de losalmorávides debió de descubrir al-Mutawakkil, pues de repente se volvióhacia los cristianos buscando el auxilioy la protección de Alfonso VIofreciéndole a cambio la entrega deLisboa, Cintra y Santarem.

La cesión de estas tres plazas al reycristiano hubo que disfrazarla, para noherir la sensibilidad de la poblaciónmusulmana, como operaciones deconquista. Así, el 30 de abril se rendía

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Santarem a las fuerzas de Alfonso VI, el5 de mayo lo hacía Lisboa, y Cintraseguía el mismo camino tres días mástarde. Con estas tres plazasprácticamente todo el territorio del reinode Badajoz al norte del río Tajo fuepuesto en manos del leonés. DesdeToledo a Lisboa, en grandes líneas, elrío Tajo se había convertido en lafrontera de los dominios de Alfonso.

La reacción almorávide llegódurante el invierno de ese mismo año de1093. El emir Sir ibn Abu Bakr,aprovechando las ventajas que le ofrecíala estación invernal, en la que no eraprobable que alguna fuerza de socorrollegara desde el norte cristiano, movió

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su ejército hacia Badajoz, y con elauxilio de parte de la población ylanzando un vigoroso asalto, en losprimeros meses de 1094 se apoderó dela ciudad y de las personas de al-Mutawakkil y sus hijos. Meses mástarde, enviados los prisioneros haciaSevilla, en el camino fueronbárbaramente asesinados por lossoldados almorávides tanto el rey deBadajoz como sus hijos Fadl y Abbas.

También recuperaría el gobernadorSir ibn Abu Bakr las plazas cedidas poral-Mutawakkil a Alfonso VI. Nos constaque Lisboa volvió a manos de losalmorávides en el mes de noviembre de1094, y Santarem algunos años después,

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en mayo de 1111, ya fallecido AlfonsoVI. Respecto de la vuelta de Cintra almundo islámico no tenemos noticiasconcretas, pero suponemos que seríarecuperada por los almorávides en fechapróxima a la de Lisboa.

Otro de los hijos de al-Mutawakkil,el llamado al-Mansur, nombradoheredero por su padre, continuóresistiendo durante algún tiempo enMontánchez, pero acabó por refugiarseen el reino de Alfonso VI,convirtiéndose incluso al cristianismo.

Con la caída de Badajoz elgobernador almorávide Sir ibn AbuBakr, hombre enérgico y efectivo, queera primo carnal de Yusuf ibn Texufin y

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gozaba de la total confianza de este,había cumplido el encargo recibido delemir de los almorávides y eliminado atodos los reyes de taifas, salvo aaquellos que en el Levante de al-Ándalus se cobijaban detrás del escudoprotector de las mesnadas cidianas.

Unificado al-Ándalus bajo un poderúnico con la excepción indicada, eintegrado en el imperio almorávide, quese extendía desde el Níger y el Senegalhasta las proximidades del Tajo, habíallegado ya la hora de losenfrentamientos directos, del gran dueloentre el emir de los creyentes y el reycristiano, entre Yusuf ibn Texufin yAlfonso VI.

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Capítulo X. Yusuf ibnTexufin frente a

Alfonso VI de León

El límite meridional del reino de Toledo

Cuando en el año 1085 cedía al-Qadir al rey Alfonso VI el reino deToledo, este se estaba desmoronandoterritorialmente y los reyes de las taifasvecinas le iban arrancando jirones queanexionaban a sus propios reinos.

Iniciaba este desmembramiento, en1077, a los dos años de la muerte de al-Mamun de Toledo, el rey taifa de

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Sevilla, al-Mutamid, apoderándose deCórdoba y haciendo retroceder lafrontera toledana hasta las cumbres deSierra Morena. No satisfecho con esteprimer asalto, el mismo rey de Sevillalanzaba un segundo asalto, ahora al nortede la divisoria bética, y se apoderaba delas tierras más occidentales, ocupandoGafek (Belalcázar) y Talavera, aunqueesta última plaza volviera pronto a laobediencia de al-Qadir. En 1079 al-Muqtadir ibn Hud de Zaragozareclamaba también su parte y seapoderaba de las fortalezas de Molina yMedinaceli, aunque esta segunda seríarecuperada no tardando por al-Qadir.

Al capitular la ciudad de Toledo no

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todas las tierras y comarcas del reinodel mismo nombre pasaron a poder delrey leonés. Podemos señalar que elreino se dividió en cuatro porcionesdesiguales:

1. La zona más próxima alreino de Valencia,integrada además por lastierras patrimoniales deal-Qadir, formada por lascomarcas de Uclés,Huete, Santaver, Cuencay Alarcón, quedóreservada para estepríncipe, y como base de

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partida para desde ellaentrar y ganar el reino deValencia que se le habíaprometido.

2. Alguna fortaleza lindantecon el reino taifa deZaragoza prefirióentregarse a este emirmusulmán, que ya habíaintentado poco antesincorporarlas a su reino.Es el caso de Medinaceliy su tierra, que pasaron amanos de la taifa deZaragoza.

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3. Una parte de la cuencadel Guadiana fueinvadida por al-Mutamide incorporada al reino deSevilla. Esta es la suerteque siguieron las tierrasdependientes de lafortaleza de Calatrava.

4. La parte más extensa conmucho del reino toledanosiguió la misma suerteque la capital; suocupación se hizo sinluchas conocidas, pues suentrega se hacíasiguiendo órdenes de al-

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Qadir y mediantepersonas de su confianza.Las distintas fuentesenumeran un elencobastante amplio de lasfortalezas que con susrespectivas comarcaspasaron a manos deAlfonso VI:

Al nortedel Tajo:Talavera,Canturías,SantaOlalla,Maqueda,

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Escalona,ElAlamín,Canales,Olmos,Calatalifa,Madrid,Buitrago,Uceda,Talamanca,Atienza,Riba deSantiuste,Guadalajara,Zorita,Hita,

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BrihuegayAlmoguera.

Entre elTajo y losmontes deToledo:Mora yConsuegra.

Al sur delosmontes deToledo, yaen lacuenca

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delGuadiana,sólo seenumerantresfortalezas:AlmodóvardelCampo,Caracuely Alarcos.Lo másprobablees queestasfortalezas

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sitas enplenaManchano sesometierana AlfonsoVI el año1085, sinoque,ocupadasen unprimermomentopor al-Mutamidde

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Sevilla, lefueranentregadasal reyleonés elaño 1091,cuandoreclamóla ayudadeAlfonsoVIofreciéndolea cambioterritorios.

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Acerca de los incrementosterritoriales del reino de Alfonso VI, elarzobispo de Toledo don RodrigoJiménez de Rada es el único cronista enrecoger en su obra De rebus Hispaniaecierta noticia que no dudamos encalificar de reelaboración juglaresca.He aquí esta noticia tal como laconsigna el arzobispo:

«Habiendo fallecido sussucesivas esposas, a saber:Inés, Constancia, Berta eIsabel, Alfonso VI se casócon Zaida, hija de IbnAbbad, el príncipe sevillano,que después de bautizarla

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fue llamada María. Esta,habiendo oído lasexcelencias de Alfonso,aunque no le conocíapersonalmente, lo amó hastatal punto que se hizocristiana, y puso bajoautoridad de Alfonso loscastillos que su padre lehabía asignado. Lasfortalezas que entregó a suesposo fueron estas:Caracuel, Alarcos,Consuegra, Mora, Ocaña,Oreja, Uclés, Huete,Amasatrigo[7] y Cuenca. Elrey tuvo en ella un hijo, a

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quien llamó Sancho, y quefue entregado para sueducación al conde GarcíaOrdóñez, el de Cabra».

No cabe dar el menor crédito a lacreación juglaresca de esa doteintegrada por unos territorios que lamora Zaida había recibido de su padre yque ella aportó a Alfonso VI al casarsecon él, ya que ni era hija del rey deSevilla, sino nuera, como esposa delheroico defensor de Córdoba, Fath ibnAbbad al-Mamun, hijo del rey deSevilla, ni existió jamás entre losmusulmanes la costumbre de dotar a lashijas con una parte del reino. Tampoco,

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cuando Zaida pudo escapar del cercoalmorávide de Almodóvar del Río yrefugiarse entre los cristianos, estaba encondiciones de que la obedecieraninguna fortaleza.

Además, los castillos enumeradospor el arzobispo, salvo quizás Caracuely Alarcos, nunca estuvieron bajo laautoridad del rey de Sevilla, luego malpodía entregárselos a su supuesta hija, yalgunos otros de esos castillos comoUclés, Huete, Amasatrigo y Cuencapertenecían al patrimonio familiar de al-Qadir y siempre estuvieron bajo elcontrol de la familia de este rey de taifa,antes y después de la conquista deToledo.

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Estamos ante una leyenda querecuerda muy vagamente tres hechosreales: primero, que una princesasevillana buscó y encontró refugio en lacorte de Alfonso VI; segundo, que elemir sevillano al-Mutamid hizo ciertaoferta de territorios al rey cristiano acambio de su ayuda; y tercero, que esaprincesa fugitiva dio un hijo a AlfonsoVI, el futuro infante Sancho Alfónsez, yque convertida al cristianismo se casócon el monarca leonés.

De este matrimonio de Zaida con elrey Alfonso hablaremos más adelante enel lugar oportuno; ahora sólo queríamosdesechar la leyenda de la dote aportadapor la pretendida hija del rey de Sevilla.

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Prescindiendo de la supuestaaportación territorial de la mora Zaida,los territorios del reino toledanoanexionados al leonés por Alfonso VIpueden describirse así: la totalidad de latierra sita al norte del río Tajo, desdelos últimos confines de Talavera hastalas tierras conquenses, que formabanparte del patrimonio de al-Qadir.También se incorporaron al reino deAlfonso VI las comarcas entre el Tajo ylos montes de Toledo, aunque laimplantación cristiana en los primerosaños fue muy escasa y pocas las plazasfortificadas. En cambio no parece que laautoridad de Alfonso VI, salvo en algunafortaleza aislada, alcanzara a imponerse

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sobre la zona de La Mancha, donde loscaídes musulmanes locales pudieronbuscar el apoyo primero de al-Mutamidde Sevilla y más tarde de losalmorávides, ya enseñoreados de al-Ándalus, para rechazar la autoridad delrey cristiano.

Yusuf ibn Texufin pasa por cuarta vez a al-Ándalus

El año 1097 cruzará Yusuf ibnTexufin el Estrecho por cuarta vez. Laprimera, en 1086, había sido la réplica ala conquista de Toledo y habíaconducido al enfrentamiento de Zalaca;la segunda, a los dos años, había tenidocomo objetivo la conquista de Aledo, y

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había acabado en un fracaso por ladesunión y rencillas de los reyes detaifas; la tercera, el año 1090, tuvocomo fin iniciar la deposición de losreyes de taifas, e incorporar al-Ándalusal imperio africano almorávide.

Esta última tarea, muy avanzada en1094 con la conquista de Badajoz y lamuerte de su rey taifa, había quedadoinconclusa por el triple fracaso sufridopor los ejércitos almorávides ante elCid Campeador. Las victorias cidianashabían servido de escudo protector paraque pudiesen sobrevivir las taifas deZaragoza, Lérida y Albarracín.

En Marruecos había conseguidoimponerse la paz almorávide y todo el

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territorio permanecía en relativo sosiegoviviendo su renovada vida religiosa,política y social bajo la nuevaadministración, ya sin encontrarresistencia apreciable. En cambio, enEspaña, aunque sometido ya casi todoal-Ándalus a la autoridad de Yusuf, semantenía viva la tensión y el peligro porla proximidad de los cristianos. Aquíera donde se ofrecía al emir almorávideun campo propicio para entregarse confervor religioso a la yihad.

A principios de mayo de 1097Alfonso VI partía de León al frente de unimportante ejército en dirección aZaragoza. Sin duda le guiaba el objetivode intervenir con autoridad y fuerza en

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la nueva situación creada en Aragón porla conquista de Huesca, el 27 denoviembre anterior, por el rey Pedro Ide Aragón. Durante la marcha lesorprendió la nueva del paso delEstrecho por el emir almorávide. Era lacuarta vez, al mando como era lógico deun nutrido ejército.

Ante una nueva de tal importanciaabandonó los planes anteriores y sedirigió rápidamente a Toledo. Una vezen la ciudad del Tajo se pondría alfrente de las defensas para desde allímovilizar y convocar otras fuerzasmilitares que no habían participado en laexpedición a Zaragoza.

Ya vimos cómo Alfonso, ante la

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noticia del anterior desembarco, eltercero, de Yusuf el año 1090, habíaacudido a Toledo, movilizado lasfuerzas del reino e incluso solicitado yobtenido la ayuda del rey de Aragón,Sancho Ramírez, que envió algúncontingente de caballeros al mando desu hijo y heredero, el mismo que ahora,en 1097, era ya el rey Pedro I. Hemosindicado anteriormente cómo a nuestrojuicio Yusuf, que no traía el objetivo deatacar Toledo, sino el de deponer a losreyes taifas, no se acercó en aquellaocasión para nada al reino de AlfonsoVI, a pesar de la noticia contraria dealguna fuente árabe tardía.

Ahora, en cambio, el objetivo

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prioritario sería la guerra santa contra elinfiel y en especial contra Alfonso VI.Para ello Yusuf ibn Texufin instaló sucuartel general en Córdoba, que se habíaconvertido en la capital de sus dominiosen España. Desde allí pretendía dirigirlas diversas operaciones militares, yenvió un numeroso ejército compuestode almorávides y andalusíes, mandadopor Muhammad ibn al-Hayy, contra laciudad del Tajo.

Alfonso VI, al frente personalmente,como había hecho siempre, de susfuerzas, a pesar de sus cincuenta años deedad, no quiso esperar al enemigo traslos muros de la ciudad, sino que salió asu encuentro hasta los confines de sus

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dominios. El sábado 15 de agosto de1097, en las cercanías de Consuegra, setrabó la batalla campal, que nunca habíarehuido Alfonso. El combate acabó conla clara victoria de los musulmanes; unaparte de los cristianos fugitivos, juntocon su rey, buscaron refugio dentro delos muros de Consuegra, dondepermanecieron sitiados por el ejércitoalmorávide durante ocho días, al cabode los cuales Muhammad ibn al-Hayylevantó el asedio y retrocedió con susfuerzas hacia Calatrava.

Entre las víctimas mortales delcombate del 15 de agosto se contaba unjoven de unos veinte años de edadllamado Diego Rodríguez, hijo único

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varón del Cid Campeador. Sólo nos hallegado la noticia escueta de la muertede este joven en el que sin duda estabanpuestas todas las ilusiones de su padre,el gran Rodrigo Díaz de Vivar, el señorcristiano más poderoso de Españadespués de Alfonso VI.

Se ha elucubrado que la presencia enla hueste regia del joven DiegoRodríguez era debida a que su padre lehabía enviado al frente de una parte dela mesnada cidiana, que había acudido areforzar el ejército de Alfonso VI.Nosotros no juzgamos nada probableque el Cid se desprendiera de una partede sus soldados en un momento tambiéncrítico para él, cuando otro ejército

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almorávide iba a marchar contraValencia.

Juzgamos más verosímil el hecho deque el hijo del Cid se encontrara en elséquito del rey desde que en el año 1092se había producido la reconciliaciónentre monarca y vasallo. Un signo desumisión por parte del vasallo era elenviar a su único vástago a acabar suformación de caballero al lado del rey, yuna muestra de amor de parte delmonarca el aceptar al joven en suséquito más próximo. En una palabra, lapresencia de Diego junto a Alfonso VIera la prueba más sólida de la totalreconciliación entre este y su difícil ygenial vasallo.

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Ataques de otros ejércitos almorávides.1097

El ejército que marchó contraToledo, y que de algún modo fuedetenido en Consuegra a pesar deldescalabro sufrido por la hueste deAlfonso, no era el único que habíamovilizado y lanzado a la ofensiva elemir almorávide.

Otro segundo ejército a las órdenesde un hijo de Yusuf ibn Texufin, a quiensu padre había colocado comogobernador de Murcia, de nombreMuhammad ibn Aisa, se puso en marchacasi por las mismas fechas contra lastierras del norte de la provincia de

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Cuenca. Era el territorio de Alarcón,Cuenca, Huete, Uclés y Santaver, quehabían continuado bajo el poder de al-Qadir, el aliado de Alfonso VI.

A la muerte del régulo valenciano elaño 1092 esas tierras habían caído en laórbita del reino de Alfonso VI, aunquecontinuaran habitadas por su poblaciónmusulmana. Para su gobierno y defensadesignó Alfonso VI al capitán másinsigne con que contaba, Alvar Fáñez, aquien hemos visto mandar las fuerzasexpedicionarias que entronizaron a al-Qadir en Valencia y luego dirigir otrocuerpo expedicionario que durantealgunos años actuó con gran autonomíapor tierras murcianas. Ahora había

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recibido otra misión especial, como erala de gobernar y defender esas tierrasque habían sido de al-Qadir y que ahorarecibirán el nombre de «tierras de AlvarFáñez».

Según nos consta documentalmente,Alvar Fáñez era sobrino del CidCampeador, pero no acompañó nunca asu tío en su destierro y hazañas portierras de Aragón y Levante, sino quepermaneció siempre muy próximo aAlfonso VI, que le honró conimportantes mandos militares.

El segundo ejército almorávide,remontando el Júcar desde el territoriolevantino controlado por losalmorávides, atacaba esas tierras de

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Alvar Fáñez, que comprendían desde lasfronteras de la taifa de Albarracín hastaSantaver y Zorita inclusive. La suerte delas armas también fue contraria a loscristianos, y aunque Alvar Fáñez fuederrotado, no parece que perdieraninguna plaza, ya que los almorávides,tras haber saqueado el territorio queatravesaban, dieron media vuelta yvolvieron a sus puntos de origen. Asínos narra este episodio al-Kardabus ensu Kitab al-Iktifa:

«Antes de partir paraÁfrica, Yusuf envió otroejército al mando deMuhammad ibn Aisa a

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guerrear contra los infielesen la comarca de Cuenca.Muhammad se encontró allícon Alvar Fáñez, que salió asu encuentro; el cristianofue derrotado y su tierrasaqueada y destruida,después de lo cual losalmorávides retornaron asus lugares de origenvictoriosos, recibiendo entodos los lugares del caminolas felicitaciones yaclamaciones de lapoblación».

No acabaron aquí los éxitos de las

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fuerzas almorávides en 1097, antes deque Yusuf regresara a África. Lasmismas fuerzas almorávides de Levante,al mando del mismo gobernador deMurcia, Muhammad ibn Aisa, despuésde su expedición victoriosa contra AlvarFáñez salieron en una segundaexpedición contra las tierras valencianascontroladas por el Cid.

Nuestras noticias procedenigualmente de la misma fuentemusulmana:

«La siguiente expediciónde Muhammad marchóhacia Alcira, que había sidoatacada algún tiempo antes.

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Allí tropezó con una divisióndel ejército del Campeador,que fue casi exterminada, detal modo que muy pocoslograron escapar de lasespadas de los almorávidesen aquella memorablejornada. Cuando lasnoticias de este desastrellegaron al Campeador, lecausaron tal pesar quemurió al poco tiempo deldisgusto. Que Alá no leperdone jamás».

Las fuentes cristianas no aluden enabsoluto a este combate que habría que

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datar en el otoño muy avanzado de 1097.Sin embargo, el hecho de no hallarse enél el propio Rodrigo Díaz de Vivar, asícomo el que la iniciativa hubiera partidode las fuerzas cristianas y se limitara auna operación contra Alcira, nos hacemás bien vislumbrar en este éxitoalmorávide un combate fronterizo entrelas fuerzas cidianas de guarnición dePeña Cadiella y los soldados del Islam.

La afirmación de que el Campeadormurió de pesar por esta derrota de unaparte de su mesnada resulta una visibleexageración, pues la muerte tardaría enllegar a Rodrigo todavía más de un añoy medio. Durante este periodo que vadesde el otoño de 1097 al verano de

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1099, todavía tendría el Campeadorocasión de cosechar grandes éxitos.

Con este par de victorias, nadadecisivas, se dio por contento Yusuf ibnTexufin, y después de haberreorganizado el gobierno de al-Ándalusy reforzado las fuerzas almorávidestomó el camino de vuelta al Magreb afines de 1097 o en los primeros mesesde 1098. El balance de esta ofensivaalmorávide de 1097 no pudo ser máspobre. En ninguna parte habíanretrocedido las posiciones cristianas, nihabían cedido al enemigo una solaciudad o un solo castillo.

La muerte del Cid. 10 de julio de 1099

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Ya hemos rechazado todavinculación de la muerte del Cid con lacampaña del almorávide Muhammad ibnAisa en el año 1097 por tierras deValencia. No nos consta que a lo largodel año siguiente ni el gobernadoralmorávide de Córdoba ni el de Murciaemprendieran ninguna campaña contralas tierras toledanas de Alfonso VI ocontra las cidianas de Valencia.

En cambio será Rodrigo el que, trassu actitud defensiva del año 1097, tomela iniciativa bélica al año siguiente,deseoso sin duda de sacarse la espinaque le había dejado clavada el percancesufrido por una de sus unidades en lacomarca de Alcira.

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Tanto Alcira como Játiva eran plazasque no habían seguido la suerte deValencia, sino que habían permanecidodesde 1092 bajo la autoridad delgobernador almorávide de Murcia,aunque el Cid mantuviera al sur deJátiva la posición avanzada de PeñaCadiella.

Cierto día que el Campeador habíasalido de Valencia en misión devigilancia y exploración de losmovimientos de las fuerzas enemigas,descubrió que el alcaide almorávide deJátiva había salido de esta ciudad conalgunas tropas y entrado en Murviedro(Sagunto).

Probablemente los musulmanes de

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Sagunto, para escapar a la presióncristiana ejercida por los aragonesesdesde Castellón y por el Cid desdeValencia, e impresionados por losúltimos éxitos almorávides, solicitaronla protección de estos, que considerabanmucho más efectiva y útil que la teóricasoberanía del rey taifa de Albarracín.

El Cid, considerando una amenazapara Valencia la presencia en Murviedroy en Játiva de los duros soldadosafricanos, reaccionó inmediatamente y,reunida su mesnada, se puso tras lospasos del alcaide de Játiva haciaMurviedro. Abu-l-Fath, que este era elnombre del alcaide de Játiva, al veracercarse a las tropas de Rodrigo

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abandonó Murviedro y corrió aencerrarse en el castillo de Almenara,unos diez kilómetros más al norte.

Rodrigo, sin vacilar un instanteprocedió a cercar esta fortaleza, antesde que los vecinos de Almenarapudieran hacer acopio de víveres ypertrechos. El asedio duró tres mesesentre duros combates, al cabo de loscuales los sitiados se rindieron. Laentrega de Almenara debió de efectuarsemediante una capitulación, pues el Cidpermitió que todos los que estabandentro de la plaza pudieran abandonarlay volver libres e indemnes a sus lugaresde origen.

A continuación, sin tomarse un

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descanso, el Cid procedió a establecerun duro y férreo cerco en torno aMurviedro, de modo que cortó cualquierentrada o salida del castillo. Sintiéndosemuy apretados los del interior,solicitaron, como era usual, establecerun plazo para la rendición. Si duranteese plazo no les llegaban refuerzos queobligaran a levantar el asedio,entregarían la plaza como estabaconvenido.

El Cid accedió a lo solicitado y lesotorgó primero treinta días y luego docemás, sin que nadie se acercara asocorrer a los sitiados. En consecuencia,el día 24 de junio de 1098 losmusulmanes de Murviedro hicieron

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entrega a Rodrigo de la fortaleza y de laciudad de Murviedro, la actual Sagunto.

Con la ocupación de Almenara yMurviedro, toda la costa valenciana, alo largo de más de cien kilómetros,desde Oropesa hasta la desembocaduradel Júcar, se encontraba bajo el señoríodel Campeador, salvo el enclavecastellonés del rey don Pedro I deAragón.

En julio de 1098 regresaba aValencia Rodrigo Díaz. Ningún peligroinmediato lo inquietaba, en buenasrelaciones y gozando de la paz y graciade su señor el rey Alfonso;estrechamente aliado con Pedro I, rey deNavarra y Aragón; con un conde de

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Barcelona deseoso tan sólo de evitarcualquier conflicto con el Campeador; ycon un rey musulmán en Zaragoza atentosólo a su propia supervivencia.

La única amenaza preocupante quepodía aparecer en tierras de Valenciaera la de los almorávides, que ya sehabían enfrentado cuatro veces con elCid o con sus hombres, pero estaamenaza parecía igualmente habersedesinflado con el regreso del emir Yusufa Marruecos. Todo permitía augurar queel Campeador podría disfrutar en paz deun bien merecido periodo de descansoen su amada Valencia.

Sin embargo, he aquí la paradoja dela vida y del destino del hombre:

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Rodrigo Díaz de Vivar, que desde suadolescencia no había hecho casi otracosa que guerrear, exponiendo su vidaen continuos combates durante más detreinta y dos años, va a entregar esamisma vida a su Creador el 10 de juliode 1099, en el año más tranquilo ypacífico de su agitada existencia, cuandorondaba los cincuenta años de edad.

A su muerte todos sus bienes,íntegramente con el señorío yjurisdicción sobre las tierras por élconquistadas en Valencia, fueronheredados por su esposa, doña Jimena, aquien debían pertenecer hasta la hora dela muerte. Sólo cuando doña Jimenafaltara, pasarían esos mismos bienes a

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las hijas del matrimonio, Cristina yMaría.

El señorío cidiano, desde lareconciliación entre el monarca leonés ysu vasallo, jurídicamente formaba partedel reino de Alfonso VI, lo mismo bajola autoridad de Rodrigo, que después desu muerte, bajo el gobierno de doñaJimena.

De momento, a pesar de ladesaparición del Campeador, nadacambió durante tres años en el señoríocidiano, que pudo gozar de un periodode relativa tranquilidad, manteniendo laintegridad del territorio del señorío deValencia bajo el gobierno de doñaJimena. Esta tarea pudo llevarla a cabo

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contando, cómo no, con laexperimentada mesnada que había sidode su marido.

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Capítulo XI. Losalmorávides

recuperan Valencia

Los almorávides en los arrabales deToledo. 1099

El año 1098, con el emir Yusuf en elMagreb, no parece que los ejércitos delos gobernadores almorávides de al-Ándalus organizaran ninguna expedicióncontra las tierras cristianas. No sólo elCid, como hemos visto, tuvo las manoslibres para llevar a cabo sus campañasde Almenara y Murviedro; tampoco las

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tierras de Alfonso VI se vieronhostilizadas ese año.

La única actividad militar queconocemos es una expedición otoñal delrey leonés por tierras de Guadalajara,probablemente de camino hacia la tierrade Alvar Fáñez, cuya vinculación con elreino cristiano trataría de reforzar yestructurar Alfonso VI. No se sabe quese produjeran encuentros armados niasedios de villas o fortalezas.

No fue tan pacífico el año siguiente,pues en 1099 envió Yusuf ibn Texufindesde el Magreb a su nieto Yahya ibnTexufin con el fin de que reavivara laguerra santa. Habiendo reunido lasfuerzas que traía de África con los

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ejércitos de los gobernadores Sir ibnAbu Bakr y Muhammad ibn al-Hayy,todos juntos se dirigieron contra Toledo.Creemos que fue esta la primera vez quelos ejércitos musulmanes volvían, alcabo de catorce años, a aproximarse alas puertas de esta ciudad desde quecayera en 1085 en manos cristianas.

El ejército almorávide levantó sucampamento junto al monasterio de sanServando, y aunque nada pudieroncontra las poderosas defensas de laciudad bien guarnecida, realizaronnumerosas incursiones por las comarcasvecinas, tomando algunas fortalezas,haciendo un buen número de cautivos yapoderándose de un muy considerable

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botín. Al retirarse el ejército almorávideconsiguió rendir la fortaleza deConsuegra, que le había resistido dosaños atrás. Este hecho lo registran losAnales toledanos primeros con estaspalabras.

[m5]

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«Pasó Almoravet Yaya,nieto de Jucaf, filio deTexefín, en Sant Servandosobre Toledo, en su tornadapriso a Consuegra en el mesde junio, era MCXXXVII[año 1099].»

La pérdida de Consuegra significabapara Alfonso VI tener que abandonartodos o la mayor parte de los territoriossitos entre el río Tajo y los montes deToledo, y que la ciudad imperial pasaraa ocupar la vanguardia de la resistencia,quedando expuesta a recibir losprimeros zarpazos de cualquier futuroataque musulmán.

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Todo apunta a que fue Alfonso VI elque dirigió personalmente la defensa deToledo, lo mismo que dos años antesmandaba el ejército que fue batido enlas cercanías de Consuegra. A pesar desu edad todavía no cedía a nadie elmonarca leonés el primer puesto en ladefensa del reino.

A partir de este momento sereforzará la presión almorávide sobreToledo; el año 1100 volvieron lossoldados del velo a recorrer los campostoledanos, aunque no parece quecombatieran los muros de Toledo, perosí saquearon las tierras al sur del río. Enesta ocasión Alfonso VI envió a su yernodon Enrique de Borgoña, esposo de la

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infanta doña Teresa, para que al frentede las tropas de la frontera respondieraa las razias musulmanas. En el mes deseptiembre penetró en territorios de LaMancha, donde fue alcanzado yderrotado por fuerzas enemigas en lascercanías de Malagón:

«Arrancada sobre elconde don Enric enMalagón en 16 deseptiembre, era MCXXXVIII[año 1100].»

Así lo escribirán los Analestoledanos segundos.

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Ante tan repetidos y peligrososataques contra la ciudad de Toledo, elrey don Alfonso juzgó necesario reforzarla muralla protectora de la urbe, segúncuentan los Anales toledanos primeros:

«El rey don Alfonsomandó facer el muro deToledo desde la taxada, queva al río de yuso de la puentde piedra hasta la otrataxada, que va al río enderecho de San Estevan, eraMCXXXIX [año 1101].»

Alfonso VI acude en ayuda de Valencia.Marzo de 1102

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Mientras los años 1099 y 1100 elesfuerzo almorávide se volcaba contraToledo, no tenemos noticias expresas deque Valencia fuera objeto de ningúnataque. Pronto se iba a acabar estarelativa paz que gozaba Valencia, pues amediados del año 1101 el emir LamtuníMazdali pasaba el estrecho de Gibraltarcon tropas de refresco. Desde Algecirasse dirigía directamente hacia Valencia,ante cuyos muros se presentaba a finalesde agosto o primeros de septiembre conun gran ejército, formalizandoinmediatamente el asedio de la ciudad.

La hueste cidiana, cuyos capitanes seencontraban bajo el señorío de doñaJimena, resistió con firmeza todos los

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ataques protegida tras los muros de laciudad. Sin embargo, ahora losalmorávides parecían decididos a nosoltar la presa. El tiempo pasaba y llegóel invierno y el ejército sitiador nolevantaba el asedio.

Ante la decisión del emir musulmánde no cejar en el asedio hasta obtener larendición de la plaza, llegado el mes demarzo de 1102 doña Jimena envió al reyAlfonso una embajada presidida por elobispo don Jerónimo solicitando suauxilio.

Alfonso VI no demoró su respuesta,y reuniendo con la mayor presteza suejército, se puso en marcha haciaValencia. Cuando el ejército del rey

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leonés daba vista a las murallas y torresvalencianas, hacía ya siete meses quelas tropas de Mazdali tenían sitiada laciudad en la que los soldados de doñaJimena resistían con éxito la embestidaalmorávide.

La llegada de la hueste del reyleonés a las proximidades de la capital,acampando a dos pasarangas[8] o leguasde distancia de la misma, provocó ellevantamiento del asedio y la retiradacautelosa del emir Mazdali, queretrocedió hasta Cullera.

El rey Alfonso VI con su ejércitoentró en la ciudad de Valencia; doñaJimena lo acogió con muestras de granalegría, besando los pies de su rey y

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agradeciendo la ayuda que le prestaba aella y a todos los cristianos de Valencia,al mismo tiempo que ponía la defensa dela plaza en sus manos.

Los cristianos de Valencia pedían alrey que retuviese la ciudad en su poder,lo incitaban a ello una y otra vez,minusvalorando quizás la fuerza de losejércitos almorávides. El monarcaofreció la tenencia valenciana a losmagnates que le acompañaban, pero nohubo ninguno que quisiera asumir estaresponsabilidad y defender una plaza tanalejada de las tierras leonesas.

Alfonso VI permaneció durante elmes de abril en Valencia; luego saliócon su ejército en dirección a Cullera,

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aparentando ir a recoger las cosechas ya devastar la comarca, pero en realidadlo que deseaba era explorar y valorarlas fuerzas y la disposición de la huestede Mazdali.

El emir almorávide, al conocer lainmediatez de las fuerzas cristianas,envió contra ellas a los escuadrones desu caballería, que trabaron un durocombate que se prolongó todo el día. Ala puesta del sol, Alfonso VI con suejército regresaba a Valencia, habiendotomado la decisión de abandonar laciudad y ordenar la retirada haciaCastilla.

Alfonso había comprobado elnúmero, el poder y decisión de

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recuperar la ciudad de Valencia de lasnumerosas tropas almorávides que seencontraban en Cullera y Alcira. Ante ladificultad manifiesta de defender porlargo tiempo una ciudad como Valencia,tan alejada de las bases cristianas,dispuso su inmediata evacuación.

Así iban a finalizar diecisiete añosde protectorado o señorío castellanosobre las tierras del reino musulmán deValencia, desde el año 1085, cuando laslanzas de Alvar Fáñez entronizaron a al-Qadir, hasta este mayo de 1102. AlfonsoVI renunciaba al principado creado porel Cid en Levante; con ello venía areconocer que la obra de Rodrigo era lacreación de un gigante, que sólo ese

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gigante podía sostener.

Evacuación e incendio de Valencia. 5 demayo de 1102

Dispuesta la evacuación, todos loscristianos de Valencia salieron de laciudad en dirección a Toledo llevandoconsigo todos sus bienes muebles. Antesde partir prendieron fuego a la mezquitamayor, convertida en iglesia de SantaMaría, al alcázar y a algunas casas. Elemir Mazdali, atento a lo que sucedía, ycomprobada la partida de Alfonso VI, sedirigió rápidamente a la ciudadlevantina, entrando en ella el día 5 demayo de 1102. El señorío de Rodrigo ydoña Jimena había durado ocho años

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escasos.En su lugar se instalaba en Valencia

como nuevo gobernador el propioMazdali, que permaneció allí durantemás de un año. Bajo su gobierno losvalencianos y demás andalusíes fueronexcluidos de cualquier cargo importanteen la ciudad, que fueron confiados a losmagrebíes.

La conquista de Valencia asegurabaa los almorávides no sólo el dominio detodo el Levante, sino que les abríatambién el camino para presionar oacometer a los últimos reyes taifasindependientes, a los de Zaragoza,Lérida y Albarracín.

El relato que de la evacuación de

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Valencia nos ha transmitido ibn Idariexcluye la destrucción total de Valencia,pues limita los incendios a la mezquita,al alcázar y a algunas casas. En cambio,la Historia Roderici, más cerca de laverdad, amplía esta destrucciónafirmando que «una vez salidos de laciudad, el rey ordenó poner fuego a todala ciudad», coincidiendo así con IbnTahir, testigo presencial, que afirma queel incendio alcanzó a la mayor parte delas moradas de Valencia.

El rey Alfonso llegaría a Toledo amediados de mayo de 1102 con suejército, acompañado por doña Jimena,por el obispo don Jerónimo y por toda lamesnada cidiana, así como por los

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cristianos mozárabes que vivían enValencia.

Al abandonar esta ciudad, doñaJimena y los soldados del Cid tomaronconsigo los restos mortales delCampeador y los condujeron hasta elmonasterio de San Pedro de Cardeña,donde les dieron honrosa sepultura,acompañada de no pequeñas donacionesen favor del cenobio como sufragio porel alma del difunto.

A los pocos meses de su llegada aToledo, el rey Alfonso colocaba alobispo don Jerónimo, exiliado deValencia, al frente de la diócesis deSalamanca, a la que estaban agregadasla de Zamora y la de Ávila,

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permaneciendo en el gobierno de lostres territorios hasta la hora de sumuerte, que tuvo lugar el año 1120.

Los últimos años de Yusuf, su muerte. 4 deseptiembre de 1106

Después de la conquista de Valenciael interés de Yusuf ibn Texufin por al-Ándalus crecería todavía más, y a pesarde haber llegado a una edad casicentenaria no dudaría en atravesar acomienzos de 1103 una vez más, laquinta, el estrecho de Gibraltar, pararecorrer sus dominios e inspeccionarpersonalmente sobre el terreno el estadode la administración de esta parte tanimportante del imperio almorávide, que

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él había construido. Le acompañaban eneste viaje dos de sus hijos, Abu-l-TahirTamim y Abu-l-Hasan Alí.

Este último había sido ya nombradopríncipe heredero el año anterior en elMagreb; ahora se trataba de presentarloante todos los musulmanes de al-Ándalus y hacerlo jurar como tal. Laproclamación del heredero y su juratuvieron lugar en Córdoba, con todasolemnidad, un día de septiembre de1103 ante todos los notables de laciudad y representaciones llegadas detoda la geografía del Islam hispánico.

Hasta el rey taifa de Zaragoza, al-Mustain, que hasta este momento sehabía mantenido siempre alejado del

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poder almorávide, tras la conquista deValencia por Mazdali, sintiendo ya elaliento de los soldados del velo en susfronteras, juzgó necesario acomodarse ala nueva situación e iniciar una nuevapolítica de acercamiento y aun desometimiento al poder imperial africano.

A este fin al-Mustain envió aCórdoba a su hijo y heredero Abd al-Malik, cargado de regalos para el emirYusuf y para su hijo, el príncipeheredero Alí. Entre esos regalos secontaban hasta catorce arrobas deobjetos de plata repujada, muchos deellos procedentes (y con el nombregrabado) del abuelo de al-Mustain, elgran al-Muqtadir. Yusuf, siempre

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consecuente con su ascetismo y sudesinterés, mandó fundir esa plata y,convertida en monedas, repartirla entreel pueblo.

La figura de Mazdali, elconquistador de Valencia, aparecíaengrandecida entre todos losgobernadores almorávides de al-Ándalus a los ojos del anciano emir.Nada tiene de particular que fueraascendido y enviado al norte de África,a Tremecén, como gobernador. En sulugar fue designado a fines de 1103 oprincipios de 1104 el qaid Abu AbdAllah Muhammad ibn Fátima, que iniciósu gobierno deponiendo al rey taifa deAlbarracín e incorporando también este

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reino al imperio almorávide.Con esta anexión el reino cristiano

de Alfonso VI ya se enfrentaba con elimperio almorávide a lo largo de unainmensa frontera que se extendía desdeSantarem, en Portugal, hasta las tierrasconquenses que lindaban con la tierra deAlbarracín. Al-Ándalus, con la únicaexcepción de la taifa de Zaragoza, noera más que una serie de provinciasgobernadas por qaides o gobernadoresalmorávides residentes en Sevilla,Córdoba, Murcia y Valencia, de eseimperio que Yusuf ibn Texufin habíaconstruido a lo largo de más de cuarentaaños de duro batallar.

La nueva política de acercamiento a

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los almorávides, iniciada por la taifa deZaragoza tras la conquista de Valencia yla anexión de Albarracín por el nuevogobernador de Valencia, que tuvo lugarel 6 de abril de 1104, dejaron aldescubierto y en peligro las comarcasdel alto Júcar y también las del Jiloca.

Alfonso VI reaccionó con prontitud ysu respuesta fue la conquista deMedinaceli y su comarca, parasalvaguardar así el reino de Toledo porel sector más accesible desde Zaragozay proteger también las tierras del altoDuero; la campaña de Medinaceli tuvolugar durante el mes de julio según losAnales toledanos primeros:

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«El rey don Alfonsopriso a Medinacelim en elmes de julio, era MCXLII[año 1104].»

Estando en Valencia el qaidalmorávide de Granada, Alí ibn Hayy,con su ejército, llegó la noticia delasedio de Medinaceli. Desde Calatayudsolicitó la ayuda del qaid de Valencia,que envió también sus fuerzas ensocorro de Medinaceli. Parece que esesocorro consistió más bien en maniobrasde diversión y hostigamiento, y que nollegaron a enfrentarse con la hueste deAlfonso VI, ya que las fuerzas islámicasmarcharon a saquear las tierras de

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Toledo, llegando incluso a la comarcade Talavera de la Reina, donde lareacción cristiana provocó el choquecon los invasores, en el que resultómuerto el gobernador almorávide deGranada.

El 4 de septiembre de 1106, tras unalarga enfermedad, fallecía el granconquistador almorávide Yusuf ibnTexufin y le sucedía pacíficamente,como estaba previsto, su hijo Abu-l-Hasan Alí ibn Yusuf, entonces deveintidós años de edad, que iba acontinuar la obra de su padre.

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Capítulo XII. Añospreocupantes

El nuevo emir almorávide Alt ibn Yusufpasa a al-Ándalus. 1107

En julio o agosto de 1107, trasrecorrer sus estados africanos, cruzabael estrecho de Gibraltar por primera vezel emir proclamado un año antes. Veníaa recibir el homenaje de sus súbditos deal-Ándalus, pero también a preparar,junto con sus gobernadores peninsulares,las futuras campañas militares que iba adesencadenar contra Alfonso VI. Laguerra santa era su objetivo, como lo

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había sido de su padre, el emir Yusuf.Bajo el nuevo emirato alcanzaría elimperio almorávide su cénit o máximaexpansión.

Desaparecido el Cid Campeador yrecuperada Valencia, el único enemigodigno de ese nombre para el emir era elrey Alfonso, pues los otros príncipescristianos, como el rey de Navarra yAragón, que sólo había logrado hacersuya Huesca el 27 de noviembre de1096, estaban protegidos por el reinotaifa de Zaragoza, que se interponíaentre Aragón y los almorávides. Losdemás eran demasiado insignificantes oseñoreaban comarcas demasiadoalejadas, como los condados catalanes,

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que todavía no habían rebasado lafrontera del río Llobregat, para inquietaro molestar al gran emir del imperioalmorávide.

En cambio, el reino de Alfonso VIofrecía una frontera meridional de casiun millar de kilómetros en contacto conterritorios del imperio almorávide,desde Santarem en la costa atlánticahasta la serranía de Cuenca, con Coria,Albalate, Talavera y Toledo comobastiones avanzados. Este era elenemigo a batir, y a ello dedicará todossus esfuerzos el recién entronizado emir.

La relativa inactividad de las tropasalmorávides y de sus generales duranteel verano del año 1107 estaba motivada

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por la expectación con que esperaban lainmediata llegada del emir Alí y lasposteriores decisiones de este. Fue elrey Alfonso VI el que asumió de nuevola iniciativa lanzando algunasexpediciones al sur del Tajo e inclusopor Andalucía. Fruto de estasexpediciones fue la emigración degrupos de mozárabes, especialmenteprocedentes de Valencia y Málaga, quefueron asentados en las tierras del nortedel Tajo, sedientas de hombres.

Estamos ya acercándonos a losúltimos días del rey Alfonso; habíacomenzado su grave declive fisiológico,pues suponiendo exacta la noticia quenos transmite el obispo don Pelayo,

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coetáneo de los hechos, el rey estuvoenfermo antes de su muerte durante unaño completo y siete meses,levantándose cada día para cabalgar unrato por consejo de los médicos. Por lotanto, el comienzo de la enfermedadregia hay que colocarlo a finales denoviembre de 1107.

Sin embargo, un año antes de sumuerte, a los sesenta y un años de edad,aún le esperaba a Alfonso el que quizássería el trance más doloroso de su vida,o al menos desde el año 1072, en quehabía recobrado el trono real. Se tratade la pérdida de Uclés, de la derrotasufrida en el campo de esta villa y de lamuerte en medio de la batalla de su

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único hijo varón, heredero del granreino que con tantos desvelos y trabajoshabía sabido reunir y mantener.

La batalla de Uclés. 30 de mayo de 1108

La expedición almorávide contra elreino de Toledo quedó decidida y auncoordinada durante la visita del emir Alíibn Texufin a al-Ándalus en la reunióncon sus gobernadores. La dirección dela operación y el mando supremo fueronconfiados a Tamim ibn Yusuf,gobernador de Granada y hermano delemir, que para llevar adelante laexpedición pudo contar con las fuerzasreunidas de Granada, Córdoba, Murcia yValencia.

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Para seguir el desarrollo de lacampaña, prescindiendo de lasnarraciones legendarias recogidas endiversas crónicas, contamos desde elaño 1108 con dos fuentes más fiables,que son el Nazm al-Yuman y la Cartaoficial que el jefe militar de las fuerzasalmorávides, Tamim ibn Yusuf ibnTexufin, remitió a su hermano el emir.Ambas nos ofrecen narraciones muchomás verosímiles que las fabulacionesanteriores.

La estrategia escogida no había sidoel ataque frontal a las grandes plazasfortificadas de la línea del Tajo, comoToledo o Talavera, sino la penetraciónpor la línea más blanda del flanco

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izquierdo cristiano, el que conectaba lastierras toledanas con la taifa zaragozana,tierras que no habían sido intensamentepobladas y fortificadas por los súbditosde Alfonso VI.

Tamim, con las fuerzas de sugobierno de Granada, partió de estaciudad en la primera decena de mayo,dirigiéndose a Jaén y Baeza.Perfectamente coordinado con los otrosgobernadores, en el camino, másconcretamente en Jaén, se le unieron lastropas de Córdoba con su gobernador,Ibn Abi Ranq, y luego, probablemente enChinchilla, confluyeron también las deMurcia, al mando de su gobernador AbáAbd Allah Muhammad ibn Aysa[9],

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hermano del emir Alí y de Tamim.Finalmente, en el mismo Chinchilla seunieron las fuerzas de Valencia con sugobernador, Abu Muhammad Abd Allahibn Fátima.

Desde Chinchilla marcharonrápidamente sobre Uclés, que era lameta elegida, llegando a la vista de laplaza el miércoles 27 de mayo.Sorprendieron a sus moradores yprocedieron a cercar la villa al instantecon un rápido galope de su caballería.Sin dejar pasar ni tan siquiera una fecha,aquel mismo día penetraron en el recintode la ciudad arrollando a la población,que no fue capaz o no quiso ofrecerresistencia apreciable, ya que buena

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parte de los habitantes eran mudéjares,esto es, musulmanes de religión quehabitaban entre los cristianos.

Los almorávides, desparramados yapor entre las casas, apresaron un buennúmero de cristianos. Los que pudieronescapar a la matanza o al cautiveriobuscaron refugio en el castillo oalcazaba, que dada su fortaleza ni tansiquiera sufrió un intento de asalto. Loshombres de Tamim incendiaron lasiglesias y saquearon todas las viviendas.El jueves 28 de mayo los musulmanescontinuaron el asedio de la alcazaba.

La expedición almorávide no podíasorprender ni sorprendió a las fuerzascristianas, que por sus informadores

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tendrían noticia de los preparativosbélicos de los gobernadoresalmorávides, y de la salida de sustropas; otra cosa muy distinta eraconocer o adivinar cuál era el objetivoconcreto de los expedicionarios, aunquese fueran recibiendo noticias de lamarcha y progresión del enemigo.

Mientras no se conociera el objetivoconcreto, la primera concentración delos refuerzos se haría en Toledo y en suentorno. En esta ocasión no acudió allípersonalmente, por primera vez en másde veinte años de lucha contra losalmorávides, el rey Alfonso que, comohemos dicho, se encontraba en León,muy seriamente enfermo. La jefatura de

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este ejército de primera líneacorrespondía al joven Sancho Alfonso,hijo y heredero del rey leonés, a quiensu padre había confiado ya el gobiernode Toledo.

Al conocer la dirección de lamarcha y los posibles objetivos delejército almorávide, el príncipe Sancho,con las fuerzas reunidas en Toledo, salióhacia Uclés al encuentro de las tropasatacantes, al mismo tiempo quesolicitaba refuerzos con la movilizaciónde las milicias de Alcalá y Calatañazor.

Los asaltantes de Uclés recibieronen su campamento junto a la ciudad,mientras sitiaban la alcazaba, la noticiade que un ejército de socorro se

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aproximaba ya a la plaza. Tamimdecidió no esperar allí al ejército delinfante Sancho, sino salir a su encuentroal amanecer.

Según la Carta de Tamim, aunqueexpresamente no lo dice, parece que fueal tercer día, esto es, el 29 de mayo,cuando tuvo lugar el encuentro entre losdos ejércitos; según los Analestoledanos primeros fue el día 30 cuandodieron muerte al infante don Sancho:

«Mataron al infant donSancho e al conde donGarcía cerca de Uclés, IIIdía kal. de junio, eraMCXLVI [30 de mayo, año

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1108].»

La solución a esta discordanciapuede encontrarse en que durante el día29 tuvieron lugar los combates, y fue aldía siguiente cuando los mudéjares deBelinchón dieron muerte al infante donSancho y a sus acompañantes, que sehabían refugiado entre ellos paraocultarse. Seguiremos esta cronología,aunque, como hemos dicho, no seatotalmente segura.

El viernes 29 de mayo, a cortadistancia de Uclés, se encontraronambos ejércitos: los que venían deToledo dirigidos por el infante y los quehabían partido del campamento de Uclés

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para hacerles frente. En la huestealmorávide formaban los cordobeses lavanguardia, las alas correspondían a losgobernadores de Murcia y Valencia conlos suyos, mientras el centro y la zaga laocupaba Tamim con las fuerzas salidasde Granada.

En el ejército cristiano, al lado delinfante Sancho se encontraba el condeGarcía Ordóñez con otros condes omagnates, así como Alvar Fáñez y losalcaides de Alcalá y Calatañazor.Iniciaron el combate los cristianos conuna furiosa carga que hizo retroceder alos escuadrones cordobeses que serefugiaron al amparo del centro y de lazaga formada por los granadinos. Sin

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embargo, los contingentes de Murcia yValencia que no habían retrocedidoaprovecharon el avance cristiano paradesbordar a las fuerzas atacantes yenvolverlas por las alas, al mismotiempo que Tamim con sus granadinos ylos cordobeses, que entre ellos sehabían refugiado, cargaban contra los yaenvueltos cristianos, les obligaban aretroceder, a ceder el terreno yfinalmente a desbandarse.

Alvar Fáñez y el grueso del ejércitose retiró en relativo orden en dirección aAlcalá y Madrid, mientras que el infanteSancho, con un reducido número de suséquito, huía en dirección de Belinchón,buscando el refugio del próximo castillo

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de esta villa, sito a unos quincekilómetros del lugar de la batalla, dondelos mudéjares que allí vivían les dieronmuerte.

Esta versión de la muerte del infantedon Sancho procede de la crónica de Ibnal-Qatan, que tiene como título Nazm al-Yuman, escrita poco después de labatalla:

«… se refiere que el hijode Alfonso huyó con ochocristianos y se refugió en elcastillo de Belinchón, en elque había súbditosmusulmanes. Se ocultaronentre ellos, esperando

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salvarse de la muerte, perolos mataron y fue muertoentre ellos el hijo deAlfonso».

En la Carta oficial de Tamimdirigida a su hermano, el emir Alí,dándole cuenta de la batalla, alenumerar las bajas cristianas lecomunica que «fue su suma de cerca detres mil; entre ellos García Ordóñez, elconde, y los capitanes de la región deToledo y sus personajes; no se hacompletado aún la búsqueda de ellos».Llama la atención que mencione por sunombre a García Ordóñez y no tenga niun recuerdo para la muerte del infante

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mucho más trascendente, aunqueadvierta que todavía no se habíacompletado la búsqueda de los muertos.

La Carta oficial de Tamim viene aconfirmar indirectamente la versión deIbn al-Qatan, en su Nazm al-Yuman, deque el infante Sancho había muerto fueradel mismo campo de batalla. Cuando elgobernador Tamim escribía su cartatodavía no sabía que en Uclés habíamuerto el príncipe heredero del reino deAlfonso VI.

Estos datos vienen a poner enevidencia el nulo valor histórico de laversión juglaresca recogida por donRodrigo Jiménez de Rada sobre lamuerte del infante don Sancho y los

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supuestos diálogos entre el príncipe y elconde. El mismo don Rodrigo insiste enpresentarnos al infante don Sancho comosi se tratara de un niño de corta edad,calificándolo de «párvulo, parvo,puer», mientras designa al conde GarcíaOrdóñez como «padre, padre». Se tratade nuevo de datos que no merecenningún crédito, cuando sabemos porfuentes coetáneas que el rey Alfonso«había encomendado a la guarda de suhijo el dominio de Toledo», lo queparece requerir para cumplir esta misiónuna edad mínima de quince años, y quefue el infante el que reunió en su torno alos nobles y movilizó las fuerzas deToledo para acudir con ellas a Uclés.

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Tras la batalla de Uclés, el último año deAlfonso VI. 1108-1109

Tras la batalla de Uclés, Tamim,general en jefe de todo el ejército, conlos contingentes procedentes de losgobiernos de Granada y Córdoba, iniciórápidamente el regreso hacia el sur,dejando sobre el terreno para explotar lavictoria a los gobernadores de Murcia yValencia con sus hombres. Ante ladificultad que ofrecía la alcazaba deUclés para un asalto frontal, fingieron unlevantamiento del asedio, y cuando laguarnición de la alcazaba salió de lafortaleza para hostigar al enemigo enretirada, cayó en una celada donde fue

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aniquilada, pudiendo así las fuerzasalmorávides ocupar la alcazaba sinnecesidad de asalto ni de combatir enella.

A continuación fueron limpiando depobladores y destacamentos cristianostoda la zona al sur del Tajo entre Oreja yZorita. Para ello sin duda contaron conla simpatía y colaboración de lapoblación musulmana que nunca habíaabandonado esta región, tierraspatrimoniales de la familia de al-Qadir.Entre las plazas que cayeron en manosde los almorávides parece que hay queincluir también a Amasatrigo, Huete y,por descontado, Cuenca.

De este modo el poder almorávide

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iba envolviendo cada vez más al reinotaifa de Zaragoza, tomando posicionespara la campaña que dos años mástarde, el 1110, conduciría a ladeposición del último rey taifa de al-Ándalus y a la absorción de este reinoen el gran imperio de Alí ibn Yusuf.

Si duras eran las pérdidasterritoriales, aunque el sector de Toledoa Talavera se mantuviera firme, mástrágicas eran las pérdidas personales,sobre todo la muerte del infante Sancho,que venía a trastocar todos los planessucesorios trazados por el ya anciano ymuy gastado rey Alfonso, máximecuando no hacía todavía un año habíafallecido, el 20 de septiembre de 1107,

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su yerno, el conde borgoñón donRaimundo, esposo de la infanta Urraca.

La noticia del desastre de Uclés, conla muerte del infante don Sancho y devarios condes y magnates con él,provocó una reacción en el reino leonésque, siguiendo sin duda órdenes delanciano rey, movilizó sus fuerzas enauxilio de Toledo. Sabemos que estamovilización alcanzó hasta Santiago deCompostela inclusive, donde su obispoDiego Gelmírez, reuniendo a susvasallos y caballeros, partióacompañado por la infanta viuda,Urraca, hacia Toledo, donde elarzobispo cayó enfermo. Habiéndoserecobrado de su dolencia y sabiendo que

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el rey había llegado a Segovia, Gelmírezretrocedió hacia esta ciudad paraentrevistarse con su monarca, que allí seencontraba acompañado de la reinaBeatriz.

El vacío dejado en Toledo por lamuerte del heredero era tan grande queel propio rey Alfonso, a pesar de suenfermedad, no dudó en ponerse tambiénen camino hacia la ciudad imperial,aunque no con la misma rapidez que lasfuerzas que había movilizado y enviadopor delante con carácter de urgenciapara proteger la línea del Tajo.Estabilizadas las defensas del reinotoledano, Alfonso regresó de nuevo alfin del verano a León.

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La caída de Uclés, Belinchón,Ocaña, Huete y Zorita había abierto elflanco oriental del reino de Toledo apeligrosas penetraciones del enemigomusulmán, algo que fue bienaprovechado por los almorávides afinales de 1108 o principios de 1109para penetrar en profundidad y alcanzary ocupar la plaza de Alcalá de Henares.

Para el año 1109, en Toledo seesperaba todavía un ataque almorávidemás violento y peligroso que el del añoanterior. El rey Alfonso juzgó que supresencia en la ciudad eraimprescindible, y en medio de su estadodoliente se puso en camino en la últimadecena de mayo para organizar y dirigir

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personalmente la defensa.Casi al mismo tiempo, en la

primavera de 1109, su rival, el emiralmorávide Alí ibn Yusuf, se presentabaen al-Ándalus por segunda vez paradirigir una gran aceifa, ya no contraalgunos de los flancos de las defensasdel Tajo, sino sobre sus posicionesclaves centrales: Toledo y Talavera.

No sabemos cómo habría dirigidoAlfonso el gran choque que se dibujabaentre ambos rivales, si se hubiera puestouna vez más al frente de su hueste ysalido al encuentro del emir almorávide,ya que durante los veintitrés años deenfrentamiento con los invasoresafricanos, sólo en una ocasión, en Uclés,

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y por hallarse enfermo, había faltado ala cita de las armas. No conocemos loque habría hecho Alfonso porque lamuerte sorprendió al anciano rey alamanecer del jueves 1 de julio de 1109,en primera línea, en Toledo, esperandouna vez más en la ciudad que habíaconquistado hacía veinticuatro años, lallegada de los ejércitos islámicos.

A la muerte de Alfonso VIestuvieron presentes su hija doñaUrraca, el arzobispo de Toledo, donBernardo, el obispo de Palencia, donPedro, y muchos nobles y magnates delreino. El mismo enfermo rogó a su hijaque hiciera trasladar sus restos aSahagún para darles sepultura junto a su

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esposa la reina doña Constanza, madrede Urraca. Así se hizo, partiendo el 9 dejulio la comitiva fúnebre de Toledo aSahagún, donde tras la celebración desolemnes exequias, fue sepultado el reyel 12 de agosto.

La conquista y defensa de Toledo sepuede decir que llenan los cinco últimosquinquenios de la vida del rey Alfonso.Fue un durísimo batallar por mantenerincólume la frontera de su reino, que el25 de mayo de 1085 había adelantadohasta el Tajo.

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Capítulo XIII.Familia y sucesión

En el seno de una familia de cincohermanos

Nacido Alfonso en el hogar de losreyes de León, Fernando y Sancha, sunombre lo encontramos frecuentementeen la documentación junto con el dealgunos de sus otros cuatro hermanos, ocon el de todos ellos. Ningúndocumento, ni anterior ni posterior,consigna el nombre de algún otrohermano más. Si existió ese hipotéticohermano o hermana, debió de morir,

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como era frecuente entonces, en la mástierna infancia, sin dejar ninguna huella.

El orden de nacimiento de los cincohermanos nos consta con toda seguridad,pues en la decena de documentosindubitados, de 1056 a 1065, en queaparecen, el orden siempre es el mismo:si preceden los varones, el orden esSancho, Alfonso, García, Urraca yElvira; si van mezclados varones yhembras, el orden es Urraca, Sancho,Elvira, Alfonso y García.

Este mismo orden de nacimiento noslo confirma expresamente la Crónicasilense, que todavía destaca un dato deimportancia: que Fernando y Sanchaengendraron a Urraca, la primogénita,

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antes de que ascendieran al trono regio.Como Fernando y Sancha fueroncoronados reyes de León el 22 de juniode 1038, este dato constituye unimportante hito cronológico. En lanarración de la Crónica silense seenumera el nacimiento de los otros hijosdespués de mencionar dicha coronación:

«En este tiempo la reinaSancha concibió y dio a luzal hijo llamado Sancho;después, de nuevo en estado,nació Elvira; concibió otravez y nació un hijo, a quiencon el agrado de ambospadres llamaron Alfonso;

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finalmente fue engendradoel menor de todos y fuellamado García. Urraca,doncella nobilísima por subelleza y sus costumbres,había sido engendradaantes de que sus padresalcanzasen la dignidadreal».

El obispo don Pelayo en su Crónicadice que Alfonso murió a los setenta ynueve años, lo cual le haría nacer el año1030, algo absolutamente imposiblepues sus padres ni siquiera habíancontraído matrimonio y sabemos concerteza que fue el tercero de los

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hermanos nacidos después de 1038.Creemos que la verdadera fecha nos laofrece, como ya hemos indicado, elautor de la Primera crónica anónima deSahagún, que estuvo presente a sumuerte y nos dice que murió a los«sesenta y dos annos de su hedad»,luego habría nacido en 1047. Unsupuesto diploma del año 1043, en quese menciona ya a los cinco hermanos,está mal datado, y no puede ser utilizadopara fijar la fecha de nacimiento deAlfonso.

De las relaciones con sus doshermanos varones, Sancho y García,nada más sabemos, fuera de lo que sederiva de la actuación política de los

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mismos al frente de sus reinosrespectivos: Castilla, León y Galicia, apartir de la muerte de su padre, y que yahemos descrito al tratar de lareunificación de los mencionadosreinos, primero por obra de Sancho yluego por Alfonso.

Las dos hermanas de Alfonso,Urraca y Elvira, las dos mayores enedad que él, no contraerán matrimonioen toda su vida ni tampoco profesarán enningún monasterio. Dotadas por suspadres con el infantazgo y más tarde porAlfonso con el señorío de alguna ciudado villa como Zamora o Toro, viviránmuy unidas a su hermano, participandocon frecuencia en solemnidades y

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asambleas de la curia regia,especialmente Urraca, de la que donRodrigo Jiménez de Rada nos dirá queera inteligente y precavida y que secomportaba en todo con Alfonso comosi fuera su madre y que este seacomodaba en todo a sus consejos.

Parece que Alfonso fue siempre elpredilecto o el favorito de su hermana.Vimos cómo en la disputa entre Sancho yAlfonso, que acaba con la prisión deeste, Urraca acude presurosa a Burgospara suplicar y obtener de Sancho lalibertad del hermano y su envío a undestierro, relativamente dorado, aToledo. Poco después se niega aentregar el señorío de Zamora a Sancho,

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y cuando este se decide a tomar la plazapor la fuerza, es la causa, al menosindirecta, de su muerte.

A continuación será la primera enavisar a Alfonso de la muerte delhermano y solicitar su regreso; eseregreso se hace por Zamora y en ZamoraAlfonso y Urraca planean laconvocatoria de la curia extraordinariade León, donde Alfonso fue reconocidocomo soberano de los tres reinos: León,Castilla y Galicia.

Más tarde, cuando el rey García deGalicia regrese de su destierrosevillano, donde lo había enviado suhermano Sancho, y trate de recuperar eltrono que había perdido, será también

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Urraca la que aconsejará a Alfonso queproponga a García una entrevista y quedurante la misma se apodere de él.Vemos el papel decisivo que en todosestos sucesos desempeña Urraca,siempre apasionada a favor de sufavorito Alfonso.

Una predilección tan excesiva, muypatente para todo el reino, hizo que,según nos informa algún historiadorárabe del siglo XII, tanto entre cristianoscomo entre musulmanes circularanrumores y maledicencias que calificabande incestuosa esta inclinación de Urracapor Alfonso. Tal rumor, nuncaconfirmado, fue también recogido en1282 por fray Juan Gil de Zamora en un

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relato legendario. Sin embargo, lahistoria no se construye sobre insidiososrumores y sospechas sin prueba alguna.

El obispo Lucas de Tuy tambiénescribirá en su Crónica que «Alfonsootorgó el título de reina a Urraca», peroningún documento confirma estaaseveración del tudense.

En cambio, el autor de la Crónicasilense, que presume de saberlo por supropia experiencia, nos presenta a lainfanta Urraca, con su predilección porAlfonso y, al mismo tiempo, como

«insigne por suhonradez y don de consejo,que habiendo rechazado la

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vida conyugal, vivíaexternamente con vestidosseglares, pero guardandopor dentro la observanciamonacal, que se había unidoal verdadero esposo Cristo yque ocupó todo el tiempo desu vida en adornar losaltares y las vestidurassacerdotales con oro, platay piedras preciosas».

Murió la infanta Urraca ocho añosantes que su hermano; la fecha laconsignan los Anales toledanosprimeros en el año 1101.

Mucho menos relieve tiene en la

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vida de Alfonso VI su hermana Elvira,menor en edad que Urraca, pero mayorque Alfonso. En la documentaciónaparece menos veces que su hermanaUrraca confirmando diplomas, lo que noquiere decir que esté enteramenteausente. Tampoco se le atribuye ningunaactuación política relevante, como es elcaso de su hermana mayor. Los Analestoledanos primeros también registran sumuerte el año 1099: «Murió la infantGeloira era MCXXXVII».

Las esposas de Alfonso VI

El obispo don Pelayo, en suCrónica, nos informa de que Alfonso VIcontrajo cinco matrimonios y que

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además se unió con dos concubinas:

«Este tuvo cinco mujereslegítimas: Inés, la primera;la reina Constanza, lasegunda, de la que nació lareina Urraca, la esposa delconde Raimundo, que fueronlos padres de Sancha y delrey Alfonso; la tercera,Berta, natural de Toscana;la cuarta, Isabel, en la queengendró a Sancha, laesposa del conde Rodrigo, ya Elvira, que casó conRoger, duque de Sicilia; laquinta, Beatriz, que una vez

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viuda regresó a su patria.Tuvo también dos amantes,sin embargo, nobilísimas: laprimera Jimena Muñoz, enla que engendró a Elvira, laesposa del conde de Tolosa,Raimundo, padres deAlfonso Jordán, y a Teresa,la mujer del conde Enrique,padres de Urraca, Elvira yAlfonso; la última, llamadaZaida, hija de Aben Abeth,rey de Sevilla, la cual, unavez bautizada, recibió elnombre de Isabel; en ellaengendró a Sancho, quemurió en la batalla de

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Uclés».

[g5]

Dejando a un lado un primer acuerdomatrimonial negociado el año 1067 conuna princesa inglesa, Ágata, hija deGuillermo el Conquistador, rey de

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Inglaterra y duque de Normandía, y de lamujer de este, Matilde de Flandes, cuyaboda no llegó a celebrarse por haberfallecido la esposa antes de que viajasehacia España, la primera esposa del reyleonés fue Inés de Aquitania, hija delduque Guido Guillermo VIII y de laduquesa Matilde la Marche.

El matrimonio parece que se negocióen los años en que Alfonso era sólo reyde León, y sus hermanos soberanos deCastilla y de Galicia, y que lanegociación acabó en un acuerdo deesponsales, pues según una noticia delaño 1069, del Chronicon malleacense,ese año se celebró un contrato dematrimonio futuro entre Alfonso, rey de

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España, e Inés, hija del duque Guido,cuando esta sólo podía tener, a lo más,diez años de edad.

Inés aparecerá en la documentacióncastellana, ya como reina, al lado deAlfonso el 16 de junio de 1074, cuandoescasamente habría cumplido los quinceaños; su matrimonio apenas llegó a loscuatro años de duración, pues su últimamención como reina no va más allá del22 de mayo de 1077. Falleció el 6 dejunio de 1078, quizás, como erafrecuente en la época, con ocasión de unmal parto.

Viudo Alfonso de su primera esposa,mientras negociaba un nuevo matrimonioal norte de los Pirineos estableció una

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relación íntima con una joven de lanobleza berciana, de nombre JimenaMuñoz, que en el tiempo que con ellaconvivió le dio dos hijas: Elvira, quecasó con el conde Raimundo IV deTolosa, y Teresa, la futura reina dePortugal. Tras el matrimonio de Alfonsocon Constanza desaparece de la corteJimena Muñoz, retirada a sus posesionesde El Bierzo, donde debió de morirhacia el año 1128.

Al año siguiente de la muerte deInés, a finales de 1079, apareceráAlfonso habiendo contraído ya segundasnupcias con Constanza de Borgoña, hijade Roberto el Viejo, duque de Borgoña(1032-1076), y tía de Eudes I (1076-

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1078) y Hugo I (1078-1102), igualmenteduques de Borgoña. El gran abad deCluny, san Hugo el Grande, era tíocarnal de la reina Constanza como hijade la duquesa Helie, segunda mujer delduque Roberto y hermana del abadcluniaciense.

Aunque muy joven todavía, cuandollegó a España doña Constanza era yaviuda de Hugo II, conde de Chalon-sur-Saone, que había muerto en España en1078. Este fue el matrimonio más largodel rey leonés, ya que duró casi catorceaños, en los que Constanza dio al reyhasta seis hijos, de los que cuatromurieron antes que su madre, y el quinto,de nombre desconocido, también murió

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en la niñez. Sólo sobrevivió a doñaConstanza una hija, la futura reinaUrraca, que parece que vino al mundohacia finales del año 1080.

La última vez que su nombre apareceen los diplomas como reina es el 2 deseptiembre de 1093. Probablementefalleció entre ese día y el 25 de octubresiguiente, en que encontramos ya al reysolo.

Es en este momento cuando apareceen la vida de Alfonso VI la llamadamora Zaida. Ya hemos indicado que estanoble musulmana era la esposa de al-Mamun, hijo del rey taifa de Sevilla.Este príncipe fue el defensor deCórdoba frente a los almorávides, y

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murió en la defensa de la plaza el 27 demarzo de 1091. Antes había enviado,para librarla del peligro, a toda sufamilia al castillo de Almodóvar delRío. También esta fortaleza fue cercaday ocupada por los almorávides, peroantes Zaida había logrado huir y buscarrefugio entre los hombres de Alfonso VIo, como dicen otras fuentes, había sidoenviada por su suegro a solicitar laayuda del rey cristiano.

No consta que viviendo la reinaConstanza la recién llegada Zaida seconvirtiera en amiga íntima de AlfonsoVI, pero desaparecida la reinaConstanza es cierto que fue sustituidapor la refugiada musulmana en el lecho

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regio, al menos mientras el rey buscabauna nueva esposa, como las dosanteriores, al otro lado de los Pirineos.

La tercera reina aparece por primeravez en los diplomas el 28 de abril de1095, año y medio después de la muertede la reina Constanza, aunque su llegadaa España pudiera datarse en diciembrede 1094. Sabemos que era de origenitaliano, bien toscana bien lombarda,donde era frecuente el nombre de Bertaentre las familias nobles, pero noconocemos con certeza susvinculaciones familiares. Según elestudioso Szabolcs de Vajay, la reinaBerta sería hija de Amadeo II, conde deSaboya, y nieta de Odón, marqués de

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Italia. Su matrimonio vino a durar algomás de cuatro años y medio; la últimavez que figura su nombre en losdiplomas es el 17 de noviembre de1099. Fallecería poco después, pues el15 de enero de 1100 ya no se mencionaa la reina. No dejó tras de sídescendencia.

Apenas cinco meses después de sutercera viudez, aparece Alfonso el 14 demayo de 1100 con su cuarta esposa, denombre Isabel. No ha habido tiempo debuscarla en el extranjero, luego todoapunta a que se trata de alguien que seencontraba en España. Recientemente,una valiosa aportación de Salazar yAcha ha probado con sólidos

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argumentos la identidad de esta Isabel,que no era otra que la mora Zaida, yabautizada con un nuevo nombre.

Las razones que pudieron mover alrey Alfonso a adoptar una decisión queno dejaría de chocar a la opiniónpública cristiana radicaban en la urgentenecesidad de un heredero varón. Tresmatrimonios y más de cincuenta años deedad no le habían concedido unheredero legítimo varón, y tenía sólo unahija, Urraca. Ahora su matrimonio con lanueva cristiana Isabel le solucionaba degolpe el urgente problema, pues de suanterior cohabitación con Zaida habíanacido un varón, bautizado con elnombre de Sancho. El matrimonio

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subsiguiente, conforme a las leyescanónicas, legitimaba al fruto anterior yconvertía a Sancho en hijo legítimo ypor lo tanto daba a Alfonso el ansiadoheredero del trono.

Más de siete años duró el cuartomatrimonio de Alfonso VI con la reinaIsabel. La última mención conocida esdel 14 de mayo de 1107. Durante estetiempo al lado del rey y de la reinasubscribirá los diplomas como hijo delrey el infante Sancho, y a partir de 1105por delante de los yernos del rey y decualquier conde o magnate. Serían añosde esperanza para el anciano rey viendocrecer sano y fuerte a un heredero varóny esperando además que la nueva reina

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le diera algún otro heredero.Sin embargo, de nuevo la desgracia

se cebará sobre esta cuarta esposa,antigua musulmana, ahora bautizadacomo Isabel, pues el 12 de septiembrede 1107 moriría de sobreparto, quizáscomo las otras tres esposas anteriores,habiendo dado al rey dos infantas, denombres Sancha y Elvira. Fue sepultadaprimero en San Isidoro de León paramás tarde ser trasladada a Sahagún.

Las hijas de Alfonso y de Isabelalcanzarían la edad adulta: Sanchacasaría con el conde don RodrigoGonzález de Lara, hermano del tambiénconde Pedro González de Lara; lasegunda, Elvira, contraería matrimonio

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en Sicilia con Roger II.El consuelo que le quedaba al ya

valetudinario monarca era su hijo varóny heredero, el infante Sancho, quecontaría con unos catorce o quince años,y a quien su padre quiso empezar ainstruir en el arte de gobernar y dedefender las fronteras del reinoencomendándole la guarda del reino deToledo.

Existía ya un heredero, por lo tanto,pero ante la previsión de cualquiercontingencia, el rey Alfonso quisotodavía proceder a un quintomatrimonio. La elegida fue Beatriz, hijade Guillermo IX, duque de Aquitania,que aparece ya como esposa del rey

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leonés el 28 de mayo de 1108, sólo dosdías antes del desastre de Uclés, en queperdería la vida el infante don Sancho.

Un año más tarde, el 1 de julio de1109, quedaría viuda la reina Beatriz,sin duda en edad muy joven. Regresaríaa Francia, donde el año 1110 contraeríanuevas nupcias con Elias de la Fleche,conde del Maine. No le duraría estesegundo matrimonio más que el primero,ya que el conde del Maine moría al añosiguiente 1111, también sin sucesión.

El problema sucesorio

La preocupación sucesoria pareceque planeó desde los primeros años dereinado sobre Alfonso, y no se puede

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decir que descuidara o retrasaraindebidamente sus deberes hacia ladinastía difiriendo el contraermatrimonio más allá de lo razonable.

Ya hemos visto cómo esta búsquedade una esposa que asegurara lacontinuidad dinástica comienza el año1067, a los dos de haber subido al tronoreducido de León, cuando sus hermanosreinaban en Castilla y Galicia. El enlacese frustró por la prematura muerte de laelegida, Ágata de Normandía.

Todavía Alfonso rey de León, sinCastilla ni Galicia, volverá a buscaresposa y el año 1069 cerrará unosesponsales con Inés de Poitiers. Laexcesiva juventud de la prometida

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obligará a diferir la unión matrimonialen espera de que alcanzara la plenapubertad. Entre tanto Alfonso esdestronado, muere su hermano Sancho,recupera el trono y apresa y depone a suhermano García. Alfonso es el único reyde León, Castilla y Galicia; como notiene herederos, en espera de la llegadade ese sucesor no tiene inconveniente enreconocer como heredero a su hermanoGarcía, alejado y retenido en el castillode Luna. Existe un heredero, pues, perono el deseado por Alfonso.

Llega la primera esposa, Inés dePoitiers; el matrimonio dura unos cincoaños, de 1074 a 1079, y muere la reinasin haberle dado sucesión, ni masculina

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ni femenina. El único heredero continúasiendo su hermano García, a quienAlfonso no niega este derecho.

En 1079 Alfonso contrae el segundomatrimonio con Constanza de Borgoña.Catorce años de matrimonio hasta 1093;seis hijos, de los cuales cinco mueren enedad infantil; sólo sobrevive la hijaUrraca, nacida hacia el año 1080,probablemente la primogénita. Alfonsosigue echando en falta el heredero varónque tanto desea, pues por el momentosólo cuenta con su hermano cautivo ocon una hija en edad infantil.

El 22 de marzo de 1090 fallecía ensu prisión de Luna el hermano, el otrorarey don García de Galicia, con lo que

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desaparece el heredero legal, ya que enla tradición sucesoria del reino astur-leonés nunca había sucedido una hijahabiendo hermanos del rey difunto. Elúnico caso de sucesión en la corona deuna mujer había sido el de la reina doñaSancha, la madre de Alfonso VI, quehabía sido admitida como reina cuandoel rey Vermudo III había muerto sin hijosni hermanos que le sucedieran.

Muerto el en otro tiempo rey deGalicia, las esperanzas sucesoriasquedan reducidas a la infanta Urraca, laúnica hija legítima del monarca. Losesponsales de Urraca con Raimundo deBorgoña hacia 1091 constituían unaespecie de designación del nuevo yerno

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regio como posible sucesor junto con suesposa, si el rey continuase sin herederovarón, posibilidad esta que seguíaabierta.

En estos años el entorno del reyleonés había sido copado por personajesprocedentes todos de Borgoña: la reinaConstanza de Borgoña, un yerno, unprimado de las Españas y arzobispo deToledo salido del monasterio borgoñónde Cluny y un abad de Sahagúnprocedente del mismo monasterio.

Mientras la jovencísima infantaalcanzaba la edad núbil fue confiada a lacustodia y educación del amigo y enalgún modo favorito de Alfonso, elconde Pedro Ansúrez. Entre tanto al

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yerno del rey le era entregado elgobierno de Galicia al norte del Miño yel de Portugal entre el Miño y Coímbra;también le era encomendada ladirección de la repoblación de lastierras entre el Duero y la CordilleraCentral con cabecera en Salamanca,Ávila y Segovia.

Las expectativas del conde donRaimundo estaban siempre pendientesde que la reina doña Constanza no diesea su esposo un hijo varón; pero el año1093 fallecía la reina Constanza sinhaberle dado a su esposo ese hijo tandeseado. Las esperanzas de Urraca yRaimundo se afirmaban y aumentabancon esta muerte. Al mismo tiempo el rey

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ponía en manos de Raimundo deBorgoña la defensa de Santarem, Cintray Lisboa, y con ellas el gobierno de lastierras del reino entre Coímbra y elTajo. El poder del yerno borgoñónseguía aumentando, pero siempre bajo elcontrol de Alfonso VI.

Muerta la reina Constanza, lamusulmana Zaida refugiada en la cortehabía dado al rey un hijo varón que,como ilegítimo nacido fuera dematrimonio, no podía aspirar a sucedera su padre. Sin embargo, aunque estofuera muy claro según la ley, con todo nodejaba de constituir un escollo y unpeligro para las previsiones sucesoriasde Urraca y Raimundo.

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De momento el rey Alfonso nodesesperaba de obtener el ansiado hijovarón por la única vía legítima,mediante un nuevo matrimonio, y así endiciembre de 1094 el rey presentaba enla corte a la reina Berta, italiana deorigen y por lo tanto alejada del influjoborgoñón. Todo apunta a que Alfonso VIseguía soñando con el ansiado herederoy buscó en este matrimonio una mayorlibertad de movimientos contrapesandola agobiante asfixia en que se habíaconvertido la corriente borgoñona.

También el conde don Raimundodebió de sentir la disminución de suinflujo cerca del rey Alfonso y buscóblindarse contra una posible reacción de

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este mediante un pacto con su primo donEnrique de Borgoña, hermano del duqueEudo de Borgoña. No conocemos lafecha exacta en que este pacto fueacordado entre ambos primosborgoñones; por las circunstancias delmismo parece que fue negociadodespués de su boda con la infanta doñaTeresa en el primer trimestre de 1096 yantes de que don Enrique hubierarecibido el gobierno de Portugal, afinales del año 1097. Este pacto fuecerrado contando con el apoyo de abadde Cluny, que quería con él asegurar lafuerte influencia que la abadía francesaejercía en todos los asuntoseclesiásticos del reino de Alfonso VI y

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también la recepción del censo anual de2.000 monedas de oro, que Alfonsohabía dejado de pagar cuando losmusulmanes se negaron a abonar lasparias acostumbradas.

Por este pacto sucesorio Raimundode Borgoña prometía bajo juramento asu primo Enrique entregarle el reino deToledo y un tercio del tesoro regiocuando muriera Alfonso VI; en caso deque no pudiera realizar la entrega delreino toledano le daría en su lugar elreino de Galicia. A cambio Enrique secomprometía igualmente bajo juramentoa ayudar con todas sus fuerzas aRaimundo a obtener todos los dominiosdel rey Alfonso y los dos tercios del

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tesoro.Al pacto, que no escaparía a la

sagacidad de Alfonso, respondió el reycon una maniobra política, designando adon Enrique como gobernador de todaslas tierras desde el Miño hasta Santaremen el Tajo, que hasta entonces veníansiendo regidas por su yerno Raimundode Borgoña, y reduciendo el gobierno deeste a sólo Galicia. De este modo losdos primos en vez de aliados seconvirtieron en rivales con interesescontrapuestos; su pacto sucesoriosaltaba por los aires, y a partir deentonces cada uno de ellos trataría deganarse el favor de Alfonso.

El cuarto matrimonio del rey, el año

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1100, con la antigua musulmana Zaida,ahora cristiana Isabel, tuvo comopropósito legitimar al hijo de ambos,que así a sus seis o siete años seconvertiría en infante Sancho. Aunque elmatrimonio de su padre con su madreera el que proporcionaba a Sancho estanueva situación legal, su aparición enlos documentos no tiene lugar hasta elaño 1103, y aun hasta 1105 no constaque estuviera decidida y reconocida sucalidad de heredero, ya que suconfirmación figura siempre detrás de lade sus dos hermanas y de sus doscuñados, Raimundo y Enrique.

En cambio, a partir del 22 deseptiembre de 1105, de los cinco

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diplomas regios que conocemos, encuatro pasa el infante Sancho aconfirmar a continuación del rey y de lareina, antecediendo a sus hermanas y asus cuñados. Creemos que este nuevoorden en el seno de la familia regia fuedebido a que en el verano de 1105 elinfante don Sancho fue declaradooficialmente heredero.

No parece que el conde Raimundode Borgoña ni su esposa la infantaUrraca reaccionasen airadamente ante ladecisión de Alfonso de proclamarheredero al infante Sancho. La infantahabía alumbrado el 1 de marzo de 1105a un varón, al que impusieron el nombrede su abuelo, Alfonso, y que había

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reforzado las expectativas sucesorias desu padre el conde Raimundo. Es muyprobable que fuera este nacimiento deAlfonso Raimúndez el que hizo queAlfonso VI oficializara la declaraciónde heredero a favor del infante Sancho,proyecto que vendría acariciando desdeque se había casado con la madre deeste.

Todavía un nuevo fallecimientovendría a alterar el panorama de lasucesión: en el verano de 1107 caíaenfermo el conde Raimundo de Borgoñaen su castillo de Grajal, próximo aSahagún; allí le visitaba su suegro elrey, falleciendo el 20 de septiembre de1107, y dejando a su viuda Urraca con

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dos hijos: Sancha y Alfonso Raimúndez.Con la muerte del conde Raimundo

de Borgoña todas las expectativassucesorias se polarizaban ya sin ningúnobstáculo en la persona del joven infanteSancho, pero de nuevo la muerte seinterpondrá el 30 de mayo de 1108, eldía del desastre de Uclés, para hacerañicos los planes tan laboriosamentediseñados por Alfonso VI.

En busca de un esposo-rey para la infantaUrraca

Con sesenta años de edadcumplidos, cinco matrimonios, sindescendiente varón y enfermo ya crónicotuvo que encararse una vez más Alfonso

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VI con el problema sucesorio, que veníaarrastrando toda su vida, cuando lefaltaban meses para la hora de sumuerte. Se trataba del destino del granreino cristiano de la Península que habíacreado y defendido. Ya sin tiempo paratentar nuevas soluciones, sus ojos sevolvieron a su única hija legítima mayorde edad, a la infanta Urraca, viuda delconde Raimundo de Borgoña, y madrede dos hijos, uno de ellos varón.

A la muerte de su esposo Raimundoen Grajal, el rey Alfonso había puesto asu hija al frente del gobierno de todaGalicia, en el mismo oficio que veníadesempeñando su difunto marido.Cuando la noticia del desastre de Uclés

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llegó a Galicia, la infanta Urraca sepuso sin demora en camino hacia Toledocon la hueste del arzobispo Gelmírez.Desde Toledo, arzobispo e infantavolvieron sobre sus pasos a Segovia,donde se encontraba el rey, y allí tendríalugar la primera deliberación entrepadre e hija sobre la sucesión inminente,en la que ya habría meditado largamenteAlfonso, y es muy posible que enSegovia comunicara el rey a su hija supropósito de designarla heredera.

Algún historiador ha supuesto quefue durante este viaje del rey, en laciudad de Toledo, donde se celebró unacuria general o reunión de obispos ymagnates del reino que proclamó

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heredera del reino a Urraca y decidió sumatrimonio con Alfonso, el rey deAragón y Navarra, pero no hay pruebaalguna ni es probable que se celebraraesta curia.

No parece que existieran muchasdudas acerca de la designación deUrraca como heredera de su padre, perolas circunstancias del reino y la amenazarenovada almorávide requerían lapresencia de un varón, experto guerrero,capaz de dirigir y capitanear la hueste yenfrentarse con el enemigo. Ladesignación de Urraca como herederaplanteaba inmediatamente otro problemade solución urgente: la búsqueda delmarido más apto y capaz para mantener

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en paz el reino y defender sus fronteras.El rey regresaba a Sahagún en

septiembre de 1108; sería entonces,durante el invierno, cuando se llevaríana cabo las deliberaciones y lasnegociaciones conducentes a la elecciónde ese esposo ideal. Dos fueron lascandidaturas que se manejaron: una, lade un magnate del reino, el condecastellano don Gómez González; otra, lade un rey vecino, el de Navarra yAragón, Alfonso Sánchez, al que lahistoria bautizaría con el sobrenombrede El Batallador, futuro conquistador deZaragoza en el año 1118.

Como no se podía predecir el futuro,sólo cabe hoy considerar en abstracto

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los pros y los contras de cada solución.Es inútil contemplar la elección desdelos resultados, que nosotros yaconocemos.

La elección de un candidato delinterior del reino venía a contradecirtoda la política matrimonial mantenidadurante sus cuarenta y tres años dereinado por Alfonso VI: la de mantenerel trono alejado de cualquiera de lasfamilias magnaticias del reino, sin dudapara evitar que los vínculos de sangrecon un determinado clan nobiliariopudieran provocar el alejamiento deotros grupos de la nobleza. Estepensamiento guió la política de AlfonsoVI en la elección de sus cinco esposas,

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ajenas las cinco a cualquier gran familiadel reino, y el mismo espírituprevalecería en el pensamiento deAlfonso al descartar la candidatura delconde Gómez González.

Cierto que esa elección teníaevidentes riesgos, pues podría inclinarel reino hacia su vertiente castellana,provocando que la nobleza de las otrasgrandes regiones, como Galicia o León,se sintiese postergada y se alejase de laCorona. Por estos motivos laspreferencias de Alfonso se inclinaronpor buscar al esposo de su hija Urraca yfuturo rey fuera de las fronteras delreino leonés.

No sabemos si se barajó alguna otra

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candidatura; el caso es que el elegidofue el rey aragonés. Al decidirse por elmatrimonio de Urraca con este no estabaAlfonso VI pensando en la unidad deEspaña, o en la unidad peninsular ensentido nacionalista. Esta es una ideaanacrónica para los inicios del siglo XII.Sin embargo, sí pasaría por la mente deAlfonso la idea de constituir un reinomás poderoso, capaz de enfrentarse alimperio almorávide, que también habíaen ese momento unificado todos losreinos taifas, con la única excepción deZaragoza.

Además pesaría en el ánimo delanciano rey la fama que tenía el monarcaaragonés como guerrero infatigable y

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experto militar, que no había hecho otracosa en su vida que batallar contra elenemigo islámico, primero a las órdenesde su hermano Sancho Ramírez, y apartir del 28 de septiembre de 1104, yacomo rey de Navarra y Aragón,dirigiendo las huestes de estos reinos ensu progresión desde Huesca hasta lasinmediaciones de Zaragoza. Alfonso erael guerrero capaz de enfrentarse con lacada año creciente amenaza almorávide,que planeaba sobre Toledo y la línea delTajo y más aún sobre todo el flancooriental al norte de ese mismo río.Además, el aragonés Alfonso llegaría aCastilla aureolado ya con la dignidadreal, y ungido por la realeza se alzaría

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sobre sus pares por un matrimonioafortunado.

También el matrimonio de Urracacon el aragonés era una ocasión deevitar cualquier roce en la todavía noasentada frontera entre Navarra yCastilla en el valle del alto Ebro.Convenía asegurar la paz en la zona parapoder concentrar todas las fuerzascontra el único enemigo que llevabavarios años mostrándose imbatible.

Nadie podía prever que elmatrimonio, a pesar de años deconvivencia, resultara estéril; tampocoera previsible que la incompatibilidadde caracteres entre ambos cónyugesalcanzara las proporciones que más

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tarde llegó a adquirir hasta hacerimposible esa convivencia; comotampoco calculó Alfonso VI laimportancia del impedimento deconsanguinidad entre los contrayentes,cuyos abuelos, Fernando y Ramiro,habían sido hermanos, esto es, Urraca yAlfonso eran hijos de primos hermanos.Tampoco se consideró el uso partidistaque de este impedimento harían ciertoseclesiásticos para combatir elmatrimonio. Estas eran elucubracionesde futuro que nadie previo ni podíaprever, sólo la experiencia las podíaponer de relieve.

Valedor de Alfonso el aragonés seríael conde Pedro Ansúrez, que como tutor-

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gerente del conde de Urgel ya llevabamás de cuatro años cooperandomilitarmente con el Batallador. Pudo asíponer de relieve ante su viejo amigo elrey leonés las grandes cualidadesmilitares del candidato a la mano de lafutura reina Urraca, demostradas en lasconquistas de Ejea, de Tauste o deTamarite.

En la primavera de 1109 Alfonso VIse puso en camino hacia Toledoacompañado de su hija Urraca; es muyposible que le guiara el propósito deproclamar a Urraca como su heredera ysucesora, escogiendo para esta solemneproclamación la sede primacial yantigua capital del reino visigótico de

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España.No hubo ninguna proclamación

solemne, pues el fatal desenlace delmonarca se adelantó y sólo pudoAlfonso VI en el lecho de muertedeclarar ante los obispos presentes y lamayor parte de los condes y magnatesque dejaba todo el señorío de su reino asu hija doña Urraca, que allí seencontraba presente al lado de su padre.Esta escena nos ha sido narrada por untestigo, que asegura conocer muy bien loque pasó, porque estaba allí presente.

Alfonso I de Navarra y Aragón, rey deLeón

Tras el traslado de los restos

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mortales de Alfonso VI a Sahagún ycelebradas las exequias que terminaroncon la deposición del cuerpo en lasepultura el 12 de agosto, se reunió unasolemne asamblea de los nobles ycondes del reino que hizo suya la que sinduda había sido una decisión del reydifunto, aconsejando a la reina quetomase como esposo al rey de Aragón enestos términos:

«Tú non podrásgovernar, nin retener elreino de tu padre e anosotros regir, si nontomares marido. Por lo qualte damos por consejo que

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tomes por marido al rei deAragón, al qual ninguno denosotros podrá contrastar nicontradesçir, mas todos leobedesçeremos por quantoél viene de generaciónreal».

Había que pasar a la ejecución delacuerdo y negociar la dote de la esposay el pacto político entre los futuroscónyuges. No nos ha llegado el díaexacto de la boda que se celebró en elcastillo de Muñó, hoy derruido ydespoblado, a unos veinte kilómetros alsudoeste de Burgos un día del mes deoctubre o de noviembre anterior al 27 de

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este último mes. Sabemos que era laépoca de la vendimia y que aquel díacayó una intensa helada en las tierrasburgalesas.

Después del enlace, ya comenzadoel mes de diciembre se redactó la cartade dote de Alfonso a Urraca y la cartade donación de Urraca a Alfonso. Por lacarta de arras el rey aragonés hacíapartícipe a su esposa de todos losderechos regios que él tenía en lastierras de su reino y de todas laspreeminencias feudales de que gozabasobre todos sus nobles y vasallos.También designaba como heredero detodos sus derechos al hijo que pudieranacer de ambos, y en caso de falta de

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descendencia, doña Urraca sería laheredera de los reinos con libre poderpara disponer de ellos cuando a ella lellegare también la hora de la muerte.

Como única contrapartida, en lacarta de arras se establecía que siUrraca se separaba de su marido sin lavoluntad de este, todos los vasallos,tanto de los reinos de Alfonso como delos de Urraca, abandonarían a esta paraservir a Alfonso con todos los honores ytenencias que habían recibido decualquiera de los reyes.

En la carta de donación de doñaUrraca a su esposo se hacía entrega aeste de toda la tierra que había sido deAlfonso VI. Si falleciere doña Urraca

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antes que su esposo, todos los reinos dela esposa serían para Alfonso y el hijoque naciere de ambos, y si faltare esehijo todos serían para Alfonso. Mástarde, después de los días de este, todopasaría al hijo de la reina, esto es, aAlfonso Raimúndez. También seestablecía en la carta de donación quetodos los dominios heredados porUrraca de su padre y todas las demásposesiones y derechos de Urraca seríanpor igual de su esposo para disponer deellos a su libre voluntad.

Todo ello se subordinaba a que elesposo guardara a Urraca en la honraque todo buen marido debe guardar a sumujer, sin abandonarla por parentesco,

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por razón de excomunión ni porcualquier otra causa. Era claro queUrraca era consciente del parentesco deconsanguinidad que les unía, y del usopartidista que podía hacerse del mismo,y procuraba blindarse frente a esahipótesis al exigir a Alfonso:

«Y no me abandonaréispor razón ni de parentesconi de excomunicación ni porninguna otra causa.

»Y si vos me faltareis enla honra que un buen esposodebe tener respecto de unabuena esposa, que yo no osobedezca y que todos los

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hombres de los reinos, detus reinos y de los míos, teabandonen y me obedezcana mí, hasta que me diereissatisfacción.

»Y si me abandonarais,que todos los hombres de tusreinos y de los míos meobedezcan a mí con todassus tenencias y me sirvancon toda fidelidad y sinengaño alguno, y todocuanto os he concedido eneste convenio quedederogado y sin efecto.Viceversa, si yo osabandonare y os dejare

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contra vuestra voluntad, quetodos los hombres devuestros reinos y de los míoscon todas sus tenencias meabandonen y te sirvan a tifielmente y sin engañoalguno».

Unos pactos muy complejos ytotales, que sólo podían ser efectivos yfuncionar, del mismo modo que elmatrimonio, si los cónyuges hubieransido capaces de entenderse, al menosmínimamente, pero ese entendimiento ytolerancia mutua faltaron desde muypronto.

Además, la lectura de los pactos

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matrimoniales ya nos deja entrever losdos escollos en que iba a naufragar elmatrimonio: el primero, laconsanguinidad que unía a los esposos,hijos de primos carnales, muy lejanapara nuestros tiempos, en los que bastasolicitar la dispensa para que la Iglesiala otorgue en todos los casos, pero queentonces era muy urgida por la doctrinacanónica y por los papas.

Ya preveían los esposos en suspactos esta dificultad, pero consideraronque existían razones suficientes parapasar por encima de la misma y unirsematrimonialmente, excluyendo laposibilidad de romper el enlace por esemotivo, ni por sentencia de excomunión

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que se dictare contra los contrayentespor haber contraído un matrimonioprohibido. Algunos prelados invocaránel parentesco de los cónyuges paracombatir el enlace y exigir suseparación.

El otro escollo previsible es elhaber pasado por alto los derechos aheredar el reino de su madre, que yatenía Alfonso Raimúndez como hijolegítimo primogénito de Urraca, paraanteponer a él como sucesor del trono acualquier vástago que pudiera nacer delnuevo matrimonio. Más aún, aunque nohubiera hijos de Urraca y Alfonso, simoría Urraca antes que su marido, elreino no pasaba a Alfonso Raimúndez,

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sino que sería heredado con caráctervitalicio por el aragonés Alfonso. Sóloal fallecimiento de este se tendrían encuenta los derechos del hijo de Urraca yRaimundo de Borgoña. Es obvio queesta preterición podía dar paso a laformación de un partido legitimista entorno a Alfonso Raimúndez, comoocurrió de hecho, que turbaría la paz delreino.

El no dejar tras de sí un hijo varónque le sucediera en el trono fue el granfracaso que nubló toda la vida deAlfonso VI. El nulo éxito de la soluciónsucesoria adoptada por el mismomonarca, el matrimonio de su hijaUrraca con Alfonso de Navarra y

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Aragón, constituiría el gran fracaso deAlfonso VI después de su muerte.

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Segunda parte:Política exterior ygobierno del reino

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Capítulo XIV.Apertura hacia

Europa

Del ámbito cultural visigótico-mozárabeal europeo

Dos son las realizaciones que dan unrealce especial al reinado de AlfonsoVI. La primera de ellas se encuadra enel orden de la actividad militar y laampliación del territorio del reino quese simboliza en la conquista de Toledo.En ese largo proceso de recuperacióndel territorio nacional, que ha sido

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llamado «Reconquista», tres fueron losgrandes monarcas a los quecorrespondieron los avances o saltosmás decisivos: Alfonso VI, Fernando IIIy los Reyes Católicos. El primero, conla indicada conquista de Toledo, llevarálos límites del reino castellano-leonésdesde el valle del Duero a la cuenca delTajo; Fernando III, con la conquista deSevilla hará que la frontera salte de lacuenca del Tajo al valle delGuadalquivir; los terceros rematarán laobra con la conquista de Granada.

Pues bien, si Alfonso VI se ganó unpuesto de honor entre nuestros reyesmedievales por la conquista de Toledo,creemos que no fueron menos

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trascendentes sus decisiones orientandoy favoreciendo la más total asimilacióne integración de la cultura de su reino enlas corrientes, usos y modos dominantesen Europa. Con Alfonso VI se produceel cambio decisivo: se abandona elreducido ámbito cultural peninsular enel que con escasas excepcioneshabíamos vivido encerrados desde lainvasión musulmana para integrarnos enla gran familia cultural europea, comoun miembro más, para el resto de laEdad Media.

El reino astur nacido en lasmontañas cantábricas, convertidas en unbaluarte de resistencia frente a lainvasión islámica que había anegado

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toda la Península, emparedado entre elmar y el mundo musulmán, quedóaislado del mundo europeo al carecer deuna flota y de aficiones marítimas. Suvida cultural, lo mismo que la religiosa,fue continuidad del reino visigodo, conlas carencias y limitaciones propias deuna sociedad política primitiva y muylimitada territorialmente. El únicomundo exterior con el que serelacionaba era el de sus vecinosmozárabes, y también, a pesar de lasfrecuentes hostilidades, el de laCórdoba emiral y califal.

Ese reino astur, trasladada ya sucapital a León a partir del año 910, yconvertido en reino leonés extendido

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por toda Galicia y la mayor parte delDuero, a pesar de su enfrentamiento casicontinuo con el Islam, desde el punto devista cultural vivirá más bien dentro dela órbita de la Córdoba califal y deespaldas, en cambio, casi totalmente alas nuevas manifestaciones culturalesaparecidas y desarrolladas en Europa apartir de Carlomagno.

Es lo contrario de lo que acontecíaen los condados catalanes que, nacidosdentro del imperio carolingio,participarán de esta cultura desde susmismos orígenes y en no menor gradoque cualquiera otra de las naciones yregiones integradas en el gran conjuntoimperial formado por Carlomagno y

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continuado bajo sus sucesores.El aislamiento cultural en el que

vivía el reino astur primero y el leonésmás tarde se extendía también al ámbitoreligioso, incluso en su relación con lacabeza del catolicismo, con el obispo deRoma y Sumo Pontífice de la Iglesia.Desde el año 711 hasta bien entrado elsiglo XI, no nos consta ninguna cartaauténtica, de una intervención, de algúnmensajero o legado, de algún contactode cualquier clase entre los papas y laIglesia astur o astur-leonesa. La fe, quealimentaba lo más profundo de aquellasociedad cristiana en lucha contra elIslam, se nutría de la doctrina, de loslibros y escritos procedentes de la

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época visigoda.Los reyes de la dinastía de Sancho el

Mayor de Navarra serán los que abriránlas puertas de los reinos peninsulares alas corrientes culturales del norte de losPirineos. Comenzando por el propioSancho el Mayor (1004-1035), que dioentrada en sus dominios, que en losúltimos años de reinado englobaban dehecho también al condado de Castilla ya buena parte de las tierras leonesas, alas ideas reformistas eclesiásticas quealcanzaron a diócesis como Oviedo yPalencia, a cuyo frente colocará alobispo catalán Poncio de Tavérnoles.

Esta tímida apertura se trocará ya enuna estrecha colaboración de Fernando I

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(1038-1065) con la abadía benedictinade Cluny para introducir en el reinoleonés las reformas eclesiásticas quecomenzaban a aplicarse en la Iglesiaeuropea. Sin embargo, será con AlfonsoVI cuando desde el trono leonés no seahorre ningún esfuerzo para conducir almonacato, a las diócesis y a la totalidadde la Iglesia leonesa a asumir losmodos, formas y reformas vigentes enEuropa, y a renunciar a sus más antiguasy venerables tradiciones.

Y a través de la Iglesia, en unaépoca en que la cultura estaba en sumayor parte en manos de clérigos, y delmutuo intercambio con lasmuchedumbres de todos los pueblos de

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Europa que atravesaban el reino leonéspor el Camino de Santiago para venerarla tumba del apóstol en Compostela, seprodujo la más completa incorporaciónde Galicia, León y Castilla a lacomunidad cultural europea. Esta será laconquista incruenta de Alfonso VI y desu reinado: nuestra plena incorporacióny asimilación a la cristiandad y almundo europeo.

Vinculación del reino leonés con Cluny

El 11 de septiembre del año 910,Guillermo el Piadoso, duque deAquitania y conde de Macón, funda enplena Borgoña, en Cluny, lugar hoy delarrondissement de Macón y

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departamento de Saóne-et-Loire, unmonasterio dedicado a san Pedroapóstol. Fue donado a la Santa Sede ypuesto bajo la inmediata sujeción yúnica jurisdicción de la SedeApostólica, adoptando la más estrictaobservancia de la regla de san Benito,restaurada por san Benito de Aniano,según los estatutos del concilioconvocado por Ludovico Pío enAquisgrán el año 817, estatutosredactados bajo la inspiración delmismo san Benito de Aniano, que en losdecenios anteriores había restablecidola disciplina monástica en muchosmonasterios de Francia.

El modo de vida de los monjes de

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Cluny se convirtió en un modelo y unejemplo para otros muchos monasteriosque adoptaron la misma observancia, losmismos usos y costumbres que regían enla abadía borgoñona. Fueron gobernadosdurante los siglos X al XII por seisabades santos y de larga duración: sanBernón (910-926), san Odón (926-942),san Aymaro (942-954), san Mayolo(954-994), san Odilón (994-1048) y sanHugo (1048-1109), mientras en la sedede Pedro desfilaban, en ese mismoespacio de tiempo, hasta cuarenta papas.Los abades hicieron de Cluny la cabezade una congregación de cientos demonasterios subordinados a ella ydesparramados por toda la cristiandad.

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Era tal la fama y la devoción conque la abadía de Cluny atraía lasvocaciones que, aunque de ella salíangrupos de monjes a fundar en otroslugares y extender la observanciamonástica vigente entre sus muros porotras muchas docenas de casasreligiosas, todavía llegó a contar conuna comunidad de varios centenares demonjes.

Sin embargo, la obra de Cluny fuemucho más allá de un movimiento derestauración monástica. Sus íntimoslazos con el pontificado romano y losmuchos hombres notables por susabiduría y virtud que, salidos de lasfilas de la abadía, se pusieron a

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disposición de los papas, hicieron delos cluniacenses los más activospropagadores por todos los países de lareforma de la Iglesia iniciada en lasegunda mitad del siglo XI, y quetomaría su nombre del papa GregorioVII.

Fue Sancho el Mayor de Navarra elprimero de los reyes peninsulares quedio acogida en sus dominios albenedictismo postcarolingio. El 21 deabril de 1028 el rey navarro investía alfrente la abadía de San Juan de la Peñaal monje Paterno, que con algunoscompañeros había vivido en Clunydurante algún tiempo. Con el nuevo abadse introducía en el cenobio aragonés,

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con fines reformadores, la regla de sanBenito «según la ley y los usos delmonasterio cluniacense».

El mismo abad Paterno, segúndocumento de Oña claramente amañadoen fechas muy posteriores, tras algúntiempo en San Juan de la Peña fuetrasladado por el mismo rey Sancho almonasterio de San Salvador de Oña conalgunos otros monjes para introducir eneste cenobio burgalés la mismaobservancia benedictina, según los usosde Cluny. El episodio narrado es de muydudosa historicidad.

A la muerte de Sancho el Mayor sussucesores, tanto en Navarra como enCastilla y Aragón, prosiguieron las

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relaciones que su padre había mantenidocon Cluny. Con Fernando I, ya rey deLeón, llegarán los monjes cluniacenses aeste reino, donde encontramos alprimero de ellos el año 1053 en SanIsidro de Dueñas. Personalmente elmonarca leonés se vincula con la abadíaborgoñona entrando en la coniunctio oconfraternidad de esta y concediéndoleun censo anual de mil mizcales para elsustento y vestimenta de los monjes dela abadía de Cluny. No sabemos si elcenso era sólo personal o vitalicio paralos años de Fernando o vinculabatambién a sus sucesores; esta segundahipótesis es la más probable.

No obstante, será con su hijo y

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sucesor de Alfonso VI cuandocomenzará la donación e incorporacióna Cluny de casas y monasterios en elreino leonés. El primero de todos será elde San Isidro de Dueñas en 1073,donación del propio monarca, al queseguirá en 1075 San Salvador deVillafría en Lugo y en 1076 San Zoilo deCarrión, que pronto se convertirá en lacámara o principal dependencia deCluny en España. Inmediatamentedespués de la anexión de La Rioja alreino leonés-castellano, ese mismo año,1076, Alfonso VI incorporará a Cluny lagran casa de Santa María de Nájera,iglesia panteón de la dinastía navarra.

En los años siguientes a estas casas

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filiales o subordinadas de Cluny,convertidas en celle o prioratos de lagran abadía borgoñona, se unirán otrasmás como Santa Coloma (Burgos), SanSalvador de Valverde (Astorga), SanVicente de Pombeiro (Lugo), SantaMaría de Villafranca (Bierzo), SanSalvador de Bondino (Tuy), San Martínde Luina (Mondoñedo), San Miguel(Zamora), San Boal del Pinar (Segovia),San Vicente (Salamanca) o SantaÁgueda (Ciudad Rodrigo).

Estas donaciones patrimoniales,estos prioratos o dependencias directas,dominios de Cluny, eran lo menossignificativo en la implantación e influjode la abadía borgoñona en el reino de

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Alfonso VI. Lo verdaderamentetrascendente y renovador fue laaceptación de la observancia de la reglade san Benito al modo de los usos ycostumbres de Cluny por las abadíasmás significativas y por la mayor partede los monasterios del reino, aunquemantuvieran su autonomía y no sesometieran a la autoridad directa delabad borgoñón. Este es el caso de lasgrandes abadías castellanas comoArlanza, Cardeña, Oña, Silos y sobretodo la gran abadía leonesa, que será lapreferida de Alfonso VI, la de losdomnos santos Facundo y Primitivo,vulgarmente conocida como Sahagún,tantas veces convertida por Alfonso en

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residencia regia y elegida por el mismomonarca como panteón para el eternodescanso de los restos mortales de susesposas y finalmente de su propiocadáver.

La devoción de Alfonso VI porCluny le conducirá a doblar, en 1077, elcenso anual prometido por su padreFernando I y elevarlo a la suma de 2.000mizcales de oro y a convertirse en lamisma fecha en socius de su admiradaabadía borgoñona. Este censo y elespecial donativo de 10.000 mizcalesmás otorgado por Alfonso VI a peticióndel abad el año 1090 hicieron delmonarca leonés el gran benefactor deCluny y el principal contribuyente en la

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construcción de la gran iglesia abacial.A cambio de tanta generosidad no le

faltó nunca la protección, el consejo, elauxilio y la cooperación de san Hugo elGrande, abad por esos años de la abadíaborgoñona, en todos los grandes asuntosreligiosos y monásticos del reino y ensus relaciones con los sumos pontífices,grandes amigos y admiradores todosellos del santo abad cluniacense.

Las relaciones entre Alfonso, rey deLeón, y san Hugo de Semur, abad deCluny, de la familia ducal de Borgoña,irán más allá del ámbito político,religioso y público: ambos llegarán aenlazarse familiarmente cuando en elaño 1079 Alfonso contraiga matrimonio

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con una sobrina del abad, Constanza deBorgoña, reina leonesa hasta su muerteen 1093, y de cuyo matrimonio nacerá lainfanta Urraca. Constanza fue la esposamás querida de Alfonso, recordada porsu esposo especialmente veintiséis añosmás tarde a la hora de su muerte enToledo, cuando dispuso que sus restosmortales fueran trasladados a Sahagún ysepultados al lado de ella.

Legados pontificios en los reinos deEspaña

No sólo a través de los monjes deCluny llegaron las reformas religiosas;también fueron vehículo de las mismaslos diversos legados pontificios que a lo

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largo del reinado de Alfonso VI fueronenviados por los papas a España, y másespecialmente al reino leonés. Estoslegados a latere fueron los instrumentosutilizados por los papas para infundir enlas iglesias gallegas, leonesas ycastellanas los nuevos aires de lareforma gregoriana.

Prescindiendo de la legación del año917 del presbítero Zanello, enviado porel papa Juan X (914-925) a España paraexaminar la ortodoxia de los libroslitúrgicos hispanos, no consta que nuncaotro legado pontificio hubiera visitadoel reino astur o leonés antes de quellegara a la Península el cardenalpresbítero Hugo Cándido en los días de

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Alfonso VI, enviado por el papaAlejandro II (1061-1073).

La fecha de esta primera legación deHugo Cándido ha sido puesta en dudapor algunos investigadores, pero unanota escrita entre los años 1067 y 1078,muy poco posterior a los hechos, nosdice que tuvo lugar «reinando el reyFernando sobre parte de España».Creemos, pues, que hay que extenderladesde el año 1065 al 1068. La misiónencomendada al legado era el examen delos libros litúrgicos de la Iglesiaespañola, cuya ortodoxia comenzaba ainquietar en Roma, así como lainvestigación acerca de la simonía, estoes, la compra del oficio episcopal

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mediante dinero.Sabemos que el legado convocó

durante los tres años de su legaciónhasta tres concilios, que han sidocalificados como «legadnos» porque nocorrespondían a una provinciaeclesiástica o archidiócesis ni a unanación, sino que se extendían al ámbitoque dentro de su legación quería darlesel legado.

Los concilios convocados por HugoCándido fueron el de Nájera de 1065, elde Llantada de 1067 y el de Cataluña de1068.

Al primero de esos concilios, el deNájera, en el que estuvo presente el reySancho García, el de Peñalén,

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asistieron, entre otros obispos, Munio deCalahorra, Juan de Pamplona y Simeónde Burgos. Además de otras cuestiones,como si los dominios monásticos debíanpagar censos y tercias a los obispos, seabordó el tema de la liturgia hispano-mozárabe.

La reacción de los obisposespañoles fue el envío a Roma de unacomisión compuesta por tres obispos:Munio de Calahorra, Jimeno o Simeón Ide Burgos-Oca y Fortún de Álava, paraque presentaran al papa Alejandro II loslibros litúrgicos en uso en la Iglesiaespañola. A este fin se eligieron códicesde tres monasterios del reino dePamplona-Nájera, a saber, el Líber

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Ordinum de Albelda, el LiberAntiphonarum de Irache y el LiberMissarum de Santa Gema, monasteriocercano a Estella.

El hecho de que la elección de loslibros se hiciera en un área geográficatan restringida nos persuade de que lacomisión se puso en marchainmediatamente después del concilio deNájera. Los libros llevados a Romamerecieron la aprobación de la SantaSede, habiendo sido examinados elLiber Ordinum personalmente por elpapa y el Liber Orationum de Irachepor un abad benedictino. Diecinuevedías duró su exhaustivo examen enRoma.

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Dos años más tarde, el 1067, elmismo legado Hugo convocaba unsegundo concilio en Llantada, lugar hoydespoblado cercano a Llantadilla(Palencia). En este concilio estuvopresente el rey de Castilla, Sancho II, ysu hermana la infanta Elvira, con otrosobispos entre los que se nombra aMunio de Calahorra, Blasco dePamplona, Simeón II de Burgos y Muniode Valpuesta o Castella Vetula. Lapresencia del rey Sancho de Castilla, yla ausencia de Alfonso, rey de León, nosindica que en ese momento Llantadapertenecía al reino de Sancho y que elrío Pisuerga no era el límite entre losdos territorios.

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Suponemos que el legado HugoCándido celebraría concilios parecidosen el reino de León bajo Alfonso, y en elde Galicia en manos de García, aunqueno tengamos testimonios de la reuniónde esas asambleas. Únicamente laHistoria Compostelana nos narra cómoantes de que se aboliera la liturgiahispano-mozárabe llegaba a Compostelaun cardenal legado pontificio que loshistoriadores han identificado con HugoCándido.

Asambleas eclesiásticas

Una novedad del reinado de AlfonsoVI será la celebración de concilios denaturaleza claramente eclesiástica,

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donde el influjo de la reformagregoriana ha conducido a una netadiferenciación entre las asambleasmixtas de carácter civil, como pudo serel llamado concilio de Coyanzaconvocado por Fernando I el año 1055,y los concilios ya inequívocamenteeclesiales en que los legados pontificiosvan a citar a los obispos, presidir ydirigir a partir de 1080.

A partir de esta fecha, con laintervención directa del pontífice en losasuntos de la Iglesia española, losconcilios celebrados en el reino deAlfonso VI se ajustan ya a las normascanónicas, que la reforma gregoriana hahecho prevalecer en toda Europa, y se

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diferenciarán netamente de las curiasextraordinarias convocadas por elmonarca.

El primero de estos concilioscalificados de legadnos, por serconvocados por un legado pontificio,aunque contara con la anuencia del rey,es el que se celebra en Burgos en 1080.Presidido por el cardenal Ricardo, seocupará de la crisis surgida por laactitud del cluniacense Roberto. Elconcilio decidió la sustitución deRoberto al frente del monasterio deSahagún por Bernardo, también monjede Cluny y futuro arzobispo de Toledo.Por un diploma redactado el 8 de mayosabemos que a este concilio de Burgos

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asistieron trece obispos, prácticamentetodos los del reino. Se contó tambiéncon la presencia de nada menos queveinte condes, lo que nos hace suponerque en este primer concilio legatino sepermitió la presencia de los magnatesdel reino.

El segundo concilio del reinado deAlfonso VI se celebró en Husillos en1088 bajo la presidencia de Ricardo deMilhaud, abad de San Víctor. En él seprocedió a la deposición del obispo deCompostela, don Diego Peláez, y susustitución por don Pedro, abad deCardeña. Otro tema abordado en elconcilio será el trazado de la líneadivisoria entre la diócesis de Burgos y

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la recientemente restaurada Osma,aunque esta última permaneciera bajo laadministración del arzobispo toledano.También en este concilio intervienen enalgún modo el rey subscribiendo lasactas y al afirmar que la demarcaciónoxomense se ha realizado por mandatoreal. Estamos todavía en una fase detransición desde las costumbrespregregorianas.

El tercer concilio se celebrará dosaños más tarde, en 1090, en la ciudad deLeón, y estuvo presidido por el cardenalRainiero. En él se trató de la remociónde don Pedro de Compostela y elregreso de don Diego Peláez a la mismasede, por exigencias del papa Urbano II.

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Don Pedro fue retirado, pero Alfonso VIno accedió al regreso del depuesto donDiego. También el obispo de Bragareclamó sin éxito en este concilio ladevolución a su sede del rangometropolitano, que había ostentadodurante varios siglos.

A este concilio se ha atribuido lasustitución de la letra visigótica por lagalicana o carolingia. Más que de unadecisión general para toda la sociedadse trataría de la letra de los libroslitúrgicos, que en ese momento estaríancopiándose en notables cantidades pararesponder a las necesidades que elcambio de rito imponía. Asistieron juntoal rey los magnates del reino, y su

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celebración vino a coincidir con lamuerte del rey García de Galicia, quefue sepultado con el acompañamiento deobispos y magnates.

Diez años pasarán hasta lacelebración del siguiente concilio enPalencia, en el año 1100. Estuvopresidido por el mismo cardenalRicardo, abad de San Víctor deMarsella, que había presidido tambiénel concilio de Husillos de 1088. Fue elprimer concilio en el que ya noestuvieron presentes ni el rey ni susmagnates. En él le fue reconocido alarzobispo de Braga Giraldo su rango demetropolitano.

El año 1103 se celebrará en Carrión

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de los Condes el quinto concilio delreinado de Alfonso VI, presidido en estecaso por el arzobispo don Bernardo deToledo, que había sido nombrado legadopontificio para España el año 1093. Enél se trató de la reforma de lascostumbres del clero secular y regular,la situación jurídica de los hijos de loseclesiásticos casados antes de lasnormas gregorianas, la supresión de losmonasterios dúplices y sobre todo elenredado pleito por cuestión de límitesentre los obispados de Compostela yMondoñedo.

También presidido por don Bernardose celebró en León el año 1107 el sextoy último de los concilios del reinado de

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Alfonso VI. Reunido para resolverdefinitivamente el pleito entreCompostela y Mondoñedo por losarciprestazgos de Bisancos, Trasancos ySalagia, el concilio falló a favor deCompostela. Con él se cierra la serie deconcilios legatinos celebrados duranteel reinado de Alfonso VI.

Supresión del rito mozárabe y recepcióndel romano

Tras la sentencia favorable a laortodoxia del rito mozárabe emitida porel papa Alejandro II parecía que lacuestión de la liturgia hispano-mozárabeno volvería a suscitarse, pero el 30 dejunio de 1073 era entronizado como

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sumo pontífice el cardenal Hildebrando,antiguo monje de Cluny, que tomaría elnombre de Gregorio VII Este papa,convencido de que a la unidad de la fedebía acompañar la unidad en el orar yen el modo de celebrar la liturgia, nodudó en resucitar la cuestión, que supredecesor parecía haber zanjado.

En los condados catalanes, por susorígenes carolingios, la liturgia galicanacoincidente con la romana había sido yaaceptada a lo largo del siglo IX. EnAragón, deseoso Sancho Ramírez deestrechar sus lazos con la Santa Sede, nosólo se declaró vasallo de San Pedro enun viaje a Roma en 1068, sino que tresaños después, el 22 de marzo de 1071,

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imponía en San Juan de la Peña laliturgia romana. Desde San Juan de laPeña la liturgia romana se extendería aotros monasterios aragoneses y desdeAragón el mismo rito pasaría a Navarra,cuando Sancho Ramírez asumieratambién esta corona. Quedaba tan sóloel reino leonés de Alfonso VI, donde laaceptación de la nueva liturgiatropezaría con mayores resistencias.

Antes de que transcurriese un año desu pontificado, el 19 de marzo de 1074,Gregorio VII se dirigía a Alfonso VI y aSancho Ramírez planteándolesdiáfanamente la necesidad de aceptar laliturgia romana:

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«… como hijos de laIglesia Romana, vuestramadre, no de la toledana nide cualquier otra; de elladebéis recibir el oficio y elrito. Ella, fundada sobre labase pétrea y paulina, estágarantizada contra todaadulteración. Aparte de quehaciéndolo así, seréis unanota discordante en elunísono de Occidente ySeptentrión… Es necesarioque, de donde recibisteis elprincipio de la fe, se oscomunique también lanorma eclesiástica del

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Oficio Divino».

He aquí el programa del papaGregorio VII: acabar con la que éldesigna como superstitio toletana.

Nada más comenzar el pontificadohizo pasar a España como legado alcardenal Giraldo, obispo de Mantua,que venía desempeñando la legación enFrancia. Una vez en la Penínsulaprocedió a condenar y deponer comosimoníaco al obispo Munio deCalahorra. Personado en Roma elobispo Munio, acompañado de otrosprelados, obtuvo el perdón del papa enel sínodo cuaresmal del año 1074, acambio de que Munio y los otros

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obispos que le acompañabanprometiesen introducir en sus diócesis elrito romano. Entre estos obispos secontaba el de Burgos, Simeón II, quesería a partir de este momento unfervoroso partidario de la nueva liturgia.También Alfonso VI, ganado por lasexhortaciones del papa y los ruegos desu esposa, la aquitana Inés, se inclinórápidamente por el cambio de rito.

A principios de 1075 el rey Alfonso,durante su estancia en Oviedo,celebrando los oficios cuaresmales seencontró con clérigos partidarios de unoy de otro rito, cada uno de ellosdefendiendo con argumentos sus propiospuntos de vista. En el reino leonés los

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ánimos estaban muy divididos: el rey, lareina, los cluniacenses y algunosobispos comprometidos con el papaeran partidarios del rito romano, pero lamayoría del clero y del pueblo estabanpor el contrario inclinados a lapersistencia del rito tradicional hispano-mozárabe.

Esta división de opiniones fuesimbolizada en un episodio legendariorecogido en la Crónica najerense, queda también cabida en sus páginas a otrosepisodios de los cantares épicos. Segúnesta leyenda, el 9 de abril de 1077,domingo de Ramos, en Burgos doscaballeros, campeones cada uno de ellosde una de las dos liturgias en disputa,

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lucharon en un juicio de Dios, saliendovencedor el defensor de la liturgiatoledana, de nombre Lope Martínez deMatanza, frente a su adversario, que eraun toledano, vasallo del rey Alfonso,que defendía la liturgia romana.

A continuación un segundo juicio deDios tuvo lugar en la plaza mediante elfuego: se lanzarían a la hoguera un librode cada rito; el que resultara indemnesería declarado triunfador. El libroromano se quemó mientras el toledanosaltaba fuera del fuego intacto, pero alinstante, el rey, airado, lo devolvió alfuego con el pie diciendo: «Allá vanleyes, do quieren reyes».

Ante, la persistente resistencia a la

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aceptación del rito romano, Alfonso VIsolicitó la intervención directa del papa,el cual envió a España como legado alcardenal Ricardo, hijo de los vizcondesde Milhau en Languedoc, posteriormenteabad de San Víctor de Marsella. Ellegado llegó al reino de Alfonso enmayo de 1078, justo para asistir a lamuerte de la reina Inés, que fallecía el 7de junio siguiente. El legado debió detener algunos éxitos iniciales, pues tantoel Cronicón burgense como el Cronicónde Cardeña consignan: «Año 1078 entróla ley romana en España».

Sin embargo, la resistencia no habíasido vencida, sobre todo cuandoinesperadamente encontró el apoyo de

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Roberto, abad de Sahagún y antes monjede Cluny, que ese mismo año habíallegado a España, enviado por el abadsan Hugo a petición de Alfonso VI paraintroducir la observancia y usos de laabadía borgoñona en el monasterioleonés. No sabemos las razonesprofundas de esta actitud del abad deSahagún, quizá convencido de lasinjustas acusaciones de herejía vertidascontra la liturgia toledana, quizás paraganarse el apoyo del clero indígena. Elcaso es que no sólo se alineó en defensade la liturgia hispano-mozárabe, sinoque convenció al rey Alfonso VI paraque modificara su posición anterior y seuniera a su postura.

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Todos los logros de tantos años deesfuerzos de Gregorio VII y los éxitosde ese mismo año del cardenal Ricardoparecían peligrar. El papa tardó algúntanto en reaccionar ante esta marchaatrás, pero al fin el 15 de octubre de1079 despachaba en Roma como legadopara España al mismo cardenal Ricardocon una carta para Alfonso VIexhortándole a llevar a buen puerto lasustitución del rito toledano por elromano.

El legado no llegó a España hastacomenzado el año 1080. La situación sehabía complicado todavía más con lallegada de la nueva reina Constanza, quemuy pronto fue ganada por las

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obsequiosidades de Roberto. Ante lasnoticias enviadas por el legado el 27 dejunio de 1080, el papa Gregorio VII sedecidió a intervenir con dos cartas: unadirigida al rey reprochándole habersedejado envolver por las intrigas deRoberto, y otra para el abad de Cluny,san Hugo, comunicándole la excomuniónde Roberto y su reclusión en Cluny porhaberse rebelado contra la autoridadpapal.

Sin embargo, ya antes de que lascartas fueran despachadas en Roma,Alfonso VI había decidido cambiar deactitud y, de acuerdo con el legado,ordenó la celebración de un concilio enBurgos a principios del mes de mayo.

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Bajo la presidencia del cardenal legadoy la asistencia de trece obispos se tomóel acuerdo de celebrar la misa y losoficios divinos en todas las iglesias delreino del rey Alfonso conforme al ritoromano. Ya en esa fecha Roberto habíasido depuesto; en su lugar los monjes, enpresencia del legado Ricardo, habíanelegido a Bernardo como nuevo abad, loque significa que el rey se había rendidoa las exigencias del legado pontificio.

Así, tras un forcejeo de más de seisaños, conseguía Gregorio VII introduciren los reinos de Castilla, León y Galiciael rito romano y suprimir el viejo ritovisigodo-mozárabe de la Iglesia deEspaña.

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La letra carotina sustituye a la visigoda

La supresión del rito mozárabe concarácter universal en todo el reino deAlfonso VI fue adoptada en el conciliode Burgos de mayo de 1080, pero unacosa era la decisión y otra muy distintasu ejecución. Esta requería tiempo,varios años y quizás algún decenio,hasta que a la última parroquia, alúltimo monasterio, llegasen los libros dela nueva liturgia. Debemos tener muy encuenta que su transmisión era puramentemanuscrita y que los librosabsolutamente necesarios debían sercopiados, uno por uno, por amanuensesespecializados, no muy numerosos,

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millares y millares de veces.A la dificultad de la copia de un

libro, y al número de copias que serequerían, se venía a añadir unadificultad complementaria: los libros dela liturgia toledana estaban todosescritos en letra visigótica, que era laúnica utilizada en el reino de AlfonsoVI. Los libros de la nueva liturgiaromana estaban escritos como era lógicoen letra carolina.

Esta duplicidad de letras, aunquefueran muchos los que sabían leer ypodían interpretar ambas letras,constituía con todo una graveincomodidad, y planteaba laconveniencia de unificar también el uso

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de una sola letra. Incluso no resultabafácil a los que habían aprendido ypracticado la escritura en una letraacostumbrarse al uso de otra escrituradiferente, y así sabemos que en unprincipio los primeros ejemplares de laliturgia romana fueron copiados en letravisigótica. Si esto ocurrió en Silos, unmonasterio de cierto relieve cultural,qué sucedería en las pequeñasparroquias rurales.

Con la liturgia nueva llegarontambién de Francia los primeros libros.La necesidad de leer esos textos y otros,que llegaban con los monjescluniacenses, extendía cada día más lanecesidad de utilizar y habituarse a la

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nueva forma de letra usada por esosaños en Francia, que podemos calificarde carolina un tanto tardía.

No es pues de extrañar que pararesolver esta situación un tanto confusalos obispos del reino de Alfonso VI,reunidos en concilio el año 1090 enLeón, concilio que coincidió con losfunerales del rey García de Galicia,ordenasen que «en adelante todos losescritores en los libros litúrgicosutilizasen únicamente la letra francesaomitiendo la toledana».

Aunque la decisión conciliar sóloafectaba a los libros litúrgicos su efectose extendió en general a toda clase delibros y también a la redacción de

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documentos particulares, de forma quecada día fueron siendo más numerososlos escritos en minúscula carolina.

Con todo, como no es fácildesarraigar un hábito o modo deescritura, la introducción en el reinoleonés de la escritura carolina con elparalelo abandono de la visigótica fueun proceso muy lento y de variosdecenios de duración, que dio comienzocon la adopción primero a partir de1080 del sistema abreviativo carolino.Sólo a partir del 1100 comenzaremos aencontrar documentos escritos yaenteramente en letra francesa, cada vezmás numerosos, mientras vandisminuyendo gradualmente los que

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emplean la letra visigótica, hastadesaparecer totalmente a mediados delsiglo XII.

No se puede ponderarsuficientemente la enorme trascendenciade este cambio de letra. Todos los librosexistentes hasta entonces quedaronilegibles para la casi totalidad de lospocos que sabían leer y escribir. Hubonecesidad de volver a escribir los librosantiguos en letra visigótica: algunos lofueron, pero la mayor parte quedaronarrinconados en las bibliotecas deiglesias y monasterios.

En cambio, con la nueva letracomenzaron a llegar y a copiarse otroslibros en letra carolina que difundían

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entre los clérigos, los monjes y lasociedad del reino leonés la culturacomún europea en todos los ámbitos delsaber. El cambio de letra fue unelemento, y no de los menosimportantes, en la incorporación delreino leonés a la Europa de la reformagregoriana.

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Capítulo XV.Gregorio VII y la

Iglesia del reino deAlfonso VI

Pretensiones políticas de Gregorio VII

Gregorio VII inaugura casi supontificado, a los ocho días de suelección como sucesor del apóstolPedro, dirigiendo una carta o epístola asus dos legados pontificios en Francia:Giraldo, obispo de Ostia, y Rainbaldo.En ella les anuncia su propósito deponer en marcha una cruzada contra los

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musulmanes de España dirigida por elconde francés Ébulo de Roucy, hermanode la reina Felicia de Aragón, segundaesposa de Sancho Ramírez.

Este proyecto de cruzada deGregorio VII estaba íntimamente ligadoa los pretendidos derechos de soberaníasobre las tierras de España que estepapa atribuía a la Santa Sede. Con talcruzada el papa, además de los finesreligiosos, aspiraba a vindicar losderechos patrimoniales que, según élmismo indica, pertenecían a la sederomana, ya que el reino de España habíapertenecido antiguamente de derecho asan Pedro, y en esos momentos, todavía,aunque estuviese ocupado por paganos,

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tal derecho seguía siendoimprescriptible.

Es evidente que Gregorio VIIfundaba su derecho en una falsaconstitución del emperador Constantino,recogida en una colección de decretalesque los hombres del siglo XI tenían porauténtica. Por estos papeles esteemperador romano de principios delsiglo IV donaba al papa Silvestre laciudad de Roma y todas las provincias,lugares y villas de Italia, así como todaslas regiones de Occidente, expresiónesta última con la que se designaba,entre otros lugares, a España entera.

Fundado en esta donación, de cuyafalsedad no era consciente Gregorio VII,

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no dudó en exigir sus derechossoberanos sobre España, no porquepensara en ejercer el gobierno directode ningún territorio, sino para hacer quelos reyes y príncipes de estas tierras sesometieran como vasallos a la SantaSede. Según estos principios concederáa Ebulo de Roucy el señorío enpropiedad de todas las tierras que él enpersona o por medio de sus aliadosarrebatase a los musulmanes de España,siempre que prestase vasallaje por ellasal papa. Esta misma concesión seextendía a otros señores franceses quecon sus mesnadas acudiesen a estacruzada: por las tierras que conquistasendebían prestar vasallaje a la Santa Sede.

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Ya el año 1068 el rey de Aragón,Sancho Ramírez, había aceptado estasituación de vasallaje respecto al papa.Ese año había peregrinado a Roma paraallí encomendarse, prestar homenaje defidelidad y someter su persona y sureino al vasallaje de san Pedro. Esta erala situación jurídica que Gregorio VIIequivocadamente pretendía extender alresto de las tierras de España.

La pretendida cruzada de 1073constituyó un sonado fracaso porque nollegó ni tan siquiera a ponerse enmarcha, y así los derechos alegados porel papa carecieron de toda aplicación.Sin embargo, el 28 de junio de 1077volverá Gregorio VII a invocar esos

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derechos al recordar el papa a los reyesy príncipes de España, a todos sinexcepción, que todo el reino de Españaera desde la antigüedad propiedad desan Pedro, y que a pesar de la invasiónmusulmana este derecho del apóstol nopodía prescribir, y que sólo a él lepertenecía toda España.

Esta era la firme creencia deGregorio VII y para convertirla enrealidad envía a España como legadossuyos a Amado de Olerón y FrotardoSaint-Pons de Thomiéres, a los queadvierte que sólo las desgracias de lasépocas pasadas, la negligencia de lospapas y, sobre todo, la invasiónmusulmana, habían interrumpido la

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percepción del censo debido por esedominio de la Santa Sede y hasta casiborrado su memoria. Hoy, cuando sehabía arrebatado a los infieles grandesporciones del territorio español, habíallegado ya la hora para el papa, so penade incurrir en negligencia culpable, derecordar a los reyes cristianos deEspaña sus obligaciones con respecto dela Santa Sede. Y dirigiéndose a losreyes de España les dice directamente:«Qué es lo que os corresponde avosotros hacer, decididlo vosotros,atendiendo a vuestra fe y devocióncristiana».

Es de suponer la sorpresa quecausarían en Alfonso VI estas exigencias

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del papa Gregorio VII. Sin duda que leresultarían menos gratas que todas laspeticiones de cambio de rito. Parece queel rey leonés, además de hacer oídossordos a las pretensiones pontificias,comenzó o intensificó el usoprotocolario del título de «emperador»,como afirmación de su independencia ysoberanía. Desde luego lo que no hizo,como sí habían hecho antes el rey deAragón y en diciembre de 1077 el condede Besalú, fue reconocerse vasallo de laSanta Sede y obligarse a pagar por sí ypor sus sucesores un censo anual enseñal de ese vasallaje.

Es muy probable que lasvacilaciones de Alfonso VI respecto de

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la aceptación del rito romano e inclusosu cambio de posición favorable a estarecepción por la contraria de rechazofueran debidas a estas exigenciaspontificias, con el fin de robustecer susposiciones en cualquier futuranegociación con el papado.

Lo cierto es que los dos legadosenviados por el papa con esaspretensiones no llegaron a entrar en elreino de Alfonso VI, y un año después,el 7 de mayo de 1078, Gregorio VII semostrará dispuesto a enviar un nuevolegado en la persona de Ricardo de SanVíctor de Marsella, según lo habíasolicitado Alfonso VI por consejo delabad de Cluny.

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El nuevo legado fue bien acogidopor Alfonso VI sin que se volviera ahablar ya en adelante de esospretendidos derechos de soberaníasobre los reinos de España por parte deGregorio VII, que parece haberrenunciado definitivamente a cualquierderecho temporal en el reino de AlfonsoVI.

Reorganización del mapa diocesano

La invasión musulmana, que durabaya más de trescientos cincuenta años,había provocado la desaparición demuchas sedes episcopales y elnacimiento de otras en los reinoscristianos del norte, allí donde nunca

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había habido obispos. Ahora losextensos avances territoriales deAlfonso VI y la intervención pontificia yde sus legados en los asuntoseclesiásticos van a dar ocasión a unareestructuración del mapa diocesano deloccidente y centro de España, queperdurará a través de los siglos.

En Galicia, donde ni la invasiónmusulmana fue más allá de algún escasodecenio, ni se produjo ninguna intensadespoblación, todas las sedes se vieronafectadas por el derrumbamiento delreino visigodo: Orense y Tuy quedaríansin obispo durante algún tiempo. Laprimera, restaurada por Alfonso IIIhacia el año 877, volvería a quedar sin

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prelado e incorporada a Lugo tras sudestrucción por los normandos y porAlmanzor. Sólo en los años del reyGarcía (1065-1072) se reinstalaría enOrense definitivamente un obispo. Ladiócesis de Tuy sufriría una suerteparecida: restaurada por Alfonso IIIdespués del año 881, conocería nuevavacación episcopal en el siglo XI,siendo regida desde Iria, hasta surestauración igualmente definitiva en1072.

Por otra parte el descubrimiento dela tumba del apóstol a principios delsiglo IX en Compostela y la importanciareligiosa que muy pronto alcanzará elsepulcro como lugar venerado y meta de

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peregrinaciones conducirán a que elsiguiente obispo de Iria Flaviatrasladase su sede y se asentase enCompostela junto a la venerada tumba.A su vez, avanzado ya el siglo XI, serestaurará la sede metropolitana deBraga y se segregará de Lugo.

De este modo las cinco sedesvisigodas, Lugo, Orense, Tuy, Iria yBretoña, se convertirán en los años deAlfonso VI en las cinco sedes de Lugo,Orense, Tuy, Santiago y Mondoñedo,que han llegado hasta nuestros días.

En el norte de Portugal la invasiónmusulmana y la parcial despoblaciónharán que queden desiertas algún tiempolas sedes de Braga, Dumio, Oporto,

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Lamego, Viseo y Coímbra, que, salvoDumio, serán restauradas de nuevo.Aquí también sigue vigente casi elmismo mapa episcopal de la épocavisigoda.

En el resto del reino de Alfonso VI,al norte del río Duero, la geografíadiocesana con que se encuentra estemonarca ha roto con el mundo visigodo:en las dos ciudades regias, Oviedo yLeón, se han erigido dos obispadoscarentes de antecedentes históricos, y seha restaurado Astorga. En Palencia,Sancho el Mayor restaurará el obispadoexistente en época visigoda.

En las tierras condales de Castilla ladispersión episcopal es todavía mayor,

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pues han nacido en ella tres obispados:uno que se asienta sucesivamente enAmaya, Sasamón y Muñó, otro segundoen Oca y un tercero en Valpuesta. Aestos tres obispos todavía se añadiráotro sin tradición visigoda en Álava.Todos estos obispados desde Oviedo aÁlava responden a las nuevassituaciones políticas.

Con la conquista de Toledo y ladesignación de don Bernardo, monje deCluny, como arzobispo de la antiguacivitas regia visigoda, se tratará deajustar en la medida de lo posible elmapa diocesano a las antiguastradiciones. En el área galaico-portuguesa el nuevo mapa diocesano

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casi coincide con el de la épocapremusulmana. Se respetarán, porqueexisten grandes vacíos territoriales, lasdiócesis de Oviedo y León, pero las tresdiócesis castellanas se reducirán a unasola, la de Oca, que será trasladada aBurgos, y que perdurará como únicadiócesis de la Castilla condal. Ladiócesis de Álava se fusionará conNájera primero y luego con Calahorra,para quedar esta como única sedeepiscopal de La Rioja y de gran partedel País Vasco.

El nuevo arzobispo de Toledo, donBernardo, no sólo recibirá laadministración de la sede toledana, sinotambién la de todas las sedes de su

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arzobispado que han sido liberadas dedominio musulmán en espera de surestauración. Este es el caso de Osma,Sigüenza y Segovia, que sólo conoceránsus primeros obispos tras surestauración en 1101, 1121 y 1123respectivamente.

Al regresar Alfonso VI de suexpedición a Valencia en 1102,acompañado de doña Jimena, la esposadel Cid Campeador, y de don Jerónimo,el obispo cidiano de Valencia, AlfonsoVI encomendará a este don Jerónimo larestauración de la diócesis deSalamanca, y también de las de Ávila yZamora, diócesis esta última erigidadurante la repoblación del Duero, y que

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había quedado de nuevo sin pastor traslos ataques de Almanzor. Mientras vivadon Jerónimo regirá desde Salamancalos tres territorios que, a su muerte en1120, se convertirán en tres diócesisindependientes.

Podemos afirmar que durante elreinado de Alfonso VI en el territoriopor él regido se configura el mapadiocesano que va a llegar hasta casinuestros días, en el que ya frente alcriterio de adaptación a lascircunstancias políticas predominará elde restauración historicista, el de lavuelta a la distribución de los obispadosen las mismas sedes que ya habíanocupado en la época del reino godo de

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Toledo.

La primacía de Toledo y la legaciónpontificia de don Bernardo

Ya en el diploma de dotación de lacatedral de Toledo, expedido el 18 dediciembre de 1086, al año siguiente dela conquista de la ciudad, el rey AlfonsoVI declara su propósito de colocar alarzobispo de esta sede por encima detodos los obispos, abades y clérigos desu reino, de tal manera que sea el juezde todos ellos, primacía y rango que elmetropolitano toledano ya habíaostentado en el reino visigodo.

Sin embargo, había que obtener laoportuna disposición pontificia que

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restaurase en la persona de donBernardo de Toledo la dignidadprimacial. La petición de Alfonso VI yla recomendación del gran abad Hugo deCluny alcanzaron para Toledo la graciasolicitada. Por la solemne bula Cunctissanctorum, expedida en Anagni el 15 deoctubre de 1088, el papa Urbano VIinstituía al arzobispo de Toledo,precisamente por ser metropolitano dedicha diócesis, como primado de todoslos obispos de España.

En la misma fecha el papa expedíaotras tres cartas pontificias comunicandola dignidad y los poderes otorgados a lasede toledana: la primera de ellasdirigida al rey Alfonso VI, que había

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solicitado la gracia; la segunda al abadde Cluny, que la había recomendado; yla tercera al arzobispo de Tarragona y alos demás arzobispos de España, que apartir de ese momento quedabansometidos a la jurisdicción primacial deToledo.

Al arzobispo de Tarragona, cuyasede se estaba restaurando por esosdías, le decía el papa:

«Hemos dispuesto que elarzobispo de Toledo sea elprimado en todos los reinosde España, y que enconsecuencia cualquierasunto grave que surja entre

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vosotros lo sometáis a élcomo a primado de todosvosotros y con su sentenciajudicial pondréis término avuestros litigios».

Desde el punto de vista geográfico,la autoridad del arzobispo de Toledo nose limita al reino de León y Castilla,sino que se extiende por igual a todoslos reinos de España, incluyendo lomismo Cataluña que Portugal. En cuantoal contenido de las facultades que seotorgan al primado, estas se limitan alorden judicial, esto es, a la resoluciónde los litigios que pudieran surgir entrelos obispos.

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El primado que el papa ha otorgadoa la sede toledana era mucho más que unsimple primado honorífico; estabadotado de unos poderes jurisdiccionalestan importantes que un investigador delpapado no dudará en calificar estadignidad conseguida por Alfonso VIpara el arzobispo de Toledo como elmayor y más decisivo acontecimiento dela historia eclesiástica peninsular delsiglo XI.

La institución primacial otorgadapor Urbano II a Toledo no era la primeraconcedida por un pontífice; ya GregorioVII en 1079 había designado en lasGalias como primado de las provinciaseclesiásticas de Lyon, Rouen, Tours y

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Sens al arzobispo de Lyon, imponiendoa los otros tres arzobispos y a losobispos de esas provincias el deber deobediencia a su primado, del mismomodo que años después lo ordenará atodos los obispos de España respectodel arzobispo de Toledo.

Durante todo el reinado de AlfonsoVI, e incluso hasta el año 1143, ningúnarzobispo u obispo discutirá laautoridad del primado; sus decisiones ysentencias serán acatadas y obedecidassin resistencia. Será después de la fechaindicada cuando surjan los primerosbrotes de insumisión e insubordinaciónpor parte de los arzobispos deTarragona, Braga y Compostela.

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Todavía una bula del mismo UrbanoII datada el 25 de abril de 1093 venía areforzar y aumentar aún más la autoridaddel arzobispo don Bernardo. Por esabula anuncia el papa a todos los obisposde España y de la provincia eclesiásticade Narbona que, no pudiendo visitarlospersonalmente ni enviar como legado aninguno de los que se encuentran a sulado, «hemos delegado nuestra autoridaden el carísimo hermano de Toledo,Bernardo, asociándole a nuestrapreocupación».

La autoridad de don Bernardo,primado por razón de la sede, y legadopontificio permanente a título personalpor nombramiento de Urbano II, será

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ahora doble como primado y comolegado pontificio, y como tal legadorebasaba las fronteras de la Penínsulapara incluir también los ocho obispadosde la provincia narbonense en lasGalias. Además, como legado pontificiotampoco se limitaba a la resolución delos negocios litigiosos entre los obispos,sino que sus poderes delegados por laautoridad apostólica le facultaban paraconvocar concilios y ordenar todo loreferente a la disciplina canónica,quedando siempre a salvo los derechossuperiores de la Iglesia Romana.

Clérigos francos al frente de los obispadosdel reino de Alfonso VI

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Desde la segunda mitad de 1095hasta el verano de 1096, don Bernardoempleó ese año largo en una visita alpapa Urbano II y a sus tierras francesasde origen, de donde regresó con unapléyade de clérigos, unos ya formados yotros jóvenes, muchos de los cuales seintegraron en el cabildo de la Iglesiatoledana.

Entre ese grupo de clérigos queacompañaron a don Bernardo en suregreso a Toledo, don Rodrigo Jiménezde Rada enumera a los que alcanzaron ladignidad episcopal: san Giraldo,originario de Moissac (Tarn-et-Garonne), al que primero nombróchantre (cantor) de la Iglesia toledana y

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luego arzobispo de Braga; san Pedro,natural de Bourges, arcediano de Toledoprimeramente y luego obispo de Osma;don Bernardo, originario de Agen (Lot-et-Garonne), que de chantre en Toledopasó a obispo de Sigüenza y más tarde aarzobispo de Santiago de Compostela;don Pedro, natural de Agen como elanterior, educado en la Iglesia deToledo, luego chantre en la misma, yfinalmente obispo de Palencia; donRaimundo, natural de La Sauvetat deBlancafort (Lot-et-Garonne), cerca deAgen, como el arzobispo don Bernardo,que sucedió a don Pedro como obispode Osma y a don Bernardo comoarzobispo de Toledo; don Jerónimo de

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Perigord (Dordogne), obispo deValencia con el Cid Campeador y apartir de 1102 obispo de Salamancarigiendo también Zamora y Ávila; donBernardo, también llegado con elarzobispo de Toledo, al que este puso alfrente de la Iglesia de Zamora al morirdon Jerónimo. También trajo de lasGalias don Bernardo a MauricioBurdino, originario de Limoges (Haute-Vienne), al que primero puso al frentedel obispado de Coímbra y luego delarzobispado de Braga.

Este impresionante elenco nosmuestra hasta qué punto muchas de lassedes leonesas, castellanas yportuguesas fueron ocupadas por

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hechuras del arzobispo de Toledo donBernardo. En cambio no encontramos aningún discípulo de don Bernardo en lassedes gallegas, ni en Astorga, muyrelacionada con ellas, ni en las diócesisexentas de Oviedo, León y Burgos.

Más allá de esta noticia de Jiménezde Rada sabemos que ya antes de esteviaje de don Bernardo a Francia, en losaños 1095 y 1096, había comenzado lallegada de clérigos franceses a Toledo,que luego eran designados obispos delas diócesis que iban quedandovacantes. Así, san Giraldo era yaarzobispo de Braga antes de abril de1096, después de haber pasado algúntiempo como chantre de la Iglesia de

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Toledo.En Santiago de Compostela, el año

1100 ocupará la sede episcopal laextraordinaria personalidad de DiegoGelmírez, el mismo año que el cardenalRicardo, legado pontificio, en elconcilio de Palencia restauraba a Bragaen su calidad de sede metropolitana.Pronto pretendió Gelmírez el traslado deesa dignidad metropolitana desde Bragaa Santiago de Compostela, pero ante laresistencia de los papas, que noaccedían a despojar a Braga de suantiquísimo rango arzobispal, a partir de1112 las aspiraciones de DiegoGelmírez se orientaron a queCompostela sustituyera a Mérida,

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todavía en manos del Islam, en sudignidad arzobispal. Sus deseos severían por fin cumplidos el año 1120.

La colonización francesa de muchassedes del reino de Alfonso VI fue uno delos instrumentos que más contribuyó a laasimilación de la Iglesia castellano-leonesa con la cristiandad europea. Estaasimilación facilitó la difusión másrápida de la reforma gregoriana, de laliturgia romana, de la disciplinacanónica, de la escritura carolina, en unapalabra, de todos los elementos de lacultura y de la vida eclesiástica delnorte de los Pirineos.

Entre estos elementos también tuvogran importancia la recepción por la

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Iglesia hispana de la nueva legislacióncanónica que estaba produciendo lareforma gregoriana, que vino a sustituiren la Iglesia del reino de Alfonso VI alas viejas colecciones canónicas. Elreino absoluto de la disciplinaeclesiástica basada en las tradiciones yusos de la Iglesia visigoda y de suColección canónica hispana comienza aser compartido con las colecciones deorigen gregoriano compuestas en Italia yFrancia. Un nuevo derecho canónicocomienza a abrirse paso en España enlos años de Alfonso VI.

Entre las novedades canónicas quecomienzan a implantarse en estosdecenios está la obligatoriedad del

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diezmo eclesiástico, de tradiciónveterotestamentaria como prácticapiadosa. La entrega voluntaria deldiezmo de los frutos para elsostenimiento del clero y de la Iglesiaaparece ya recomendada desde la épocavisigoda, pero no hay ninguna noticia deque fuera considerada obligatoria ni porla legislación canónica ni mucho menospor la civil.

Será Carlomagno, el año 778, el quedecrete la obligatoriedad para todos sussúbditos cristianos de contribuir con eldiezmo de sus productos alsostenimiento de la Iglesia,encomendando la administración delmismo a los obispos diocesanos. Desde

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el mundo carolingio, junto con lareforma gregoriana, la obligatoriedaddel diezmo se extenderá al resto de lacristiandad occidental, penetrandotambién en el reino leonés durante elreinado de Alfonso VI y convirtiéndoseesta aportación económica en elprincipal ingreso de las diócesis yparroquias.

La peregrinación europea a Santiago deCompostela

Aunque la peregrinación constituyafundamentalmente un acto de piedadreligiosa orientado a venerar lasreliquias o la memoria de un apóstol ode un santo y a solicitar su favor e

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intercesión ante la Divinidad, cuando seconvierte en un movimiento de masasesa misma peregrinación se transformatambién en un fenómeno social,económico y cultural de máximaimportancia. Esto es lo que ocurrió conla peregrinación a Compostela duranteel reinado de Alfonso VI.

Descubierta la tumba del apóstol aprincipios del siglo IX, los primerostestimonios históricos de peregrinosnorpirenaicos a Compostela datan demediados del siglo X, pero comomovimiento de masas sólo son datables,una vez que el peligro musulmán sealejara de la cuenca del Duero con ladesaparición del califato, en los

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primeros decenios del siglo XI.Sancho el Mayor de Navarra

(muerto en 1035), abuelo de Alfonso VI,consciente de la importancia de laperegrinación y del alejamiento de laamenaza islámica, es el que modificaráel trayecto del Camino de Santiago,desviándolo de Álava y haciéndolodiscurrir por Estella, Logroño, Nájera yVillafranca-Montes de Oca. Con ellotratará de facilitar la llegada de losperegrinos europeos. Sin embargo,todavía en los años de este monarca(1005-1035) no se puede hablar degrandes masas de peregrinos, aunque yase registren entre los romeros nombrestan notables como el de Guillermo V,

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duque de Aquitania y conde de Poitou.Será con su hijo Fernando I (1038-

1065) y sobre todo con su nieto AlfonsoVI (1065-1109) cuando la peregrinacióna Santiago adquiera un volumencuantitativamente importante ycomiencen a instalarse todo a lo largodel camino los «francos», esto es,hombres llegados del otro lado de losPirineos que tratarán de responder a lasnecesidades de los peregrinosofreciéndoles los productos de susactividades artesanales, el cambionecesario de monedas y también elhospedaje a los más pudientes.

Concentrados estos francos enalgunos puntos del camino, como

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Villafranca-Montes de Oca, Burgos,Castrojeriz, Carrión, Sahagún, León,Astorga, Villafranca del Bierzo, Arzúa yen el mismo Santiago, darán lugar alnacimiento de burgos o barrios francos,dotados de un nuevo derecho y denuevos fueros orientados a fomentar yproteger las actividades económicas quelos caracterizaban y que rebasaban laorientación agropecuaria del resto de lapoblación que les rodeaba. Típica villade francos es Sahagún, el lugar favoritode Alfonso VI, donde residía largastemporadas. Fue el lugar por él elegidopara que reposaran sus restos mortales yel de las cuatro esposas que leprecedieron en el tránsito final.

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La Primera crónica anónima deSahagún, escrita hacia el año 1120, nosdescribe así el poblamiento franco de lavilla por orden de Alfonso VI:

«Pues agora como elsobredicho rei ordenase eestableciese que aí sefiniese villa, ayuntáronse detodas partes del unibersoburgueses de muchos ediversos oficios. Conbiene asaber: herreros, carpinteros,xastres, pelliteros,zapateros, escutarios e omesenseñados en muchas edibersas artes e oficios. E

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otrosí personas de diversase estrañas provincias ereinos, conbiene a saber:gascones, bretones,alemanes, yngleses,borgoñones, normandos,tolosanos, provinciales,lombardos, e muchos otrosnegociadores de diversasnaciones e estrannaslenguas. E así pobló e figola villa non pequenna».

La ruta de la peregrinación quedaráconvertida a partir del reinado deAlfonso VI en la gran vía comercial delnorte de España con el resto de Europa,

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pero también penetrarán por ella enCastilla, León y Galicia nuevasdevociones, fiestas religiosas yadvocaciones de santos. Del mismomodo por el Camino de Santiagollegarán al reino de Alfonso VI lascorrientes literarias, tanto épicas comolíricas, imperantes en Europa, así comonumerosas canciones de peregrinos.

La arquitectura y la esculturarománicas entrarán también en el reinode León, desde Nájera a Santiago, por lavía de los peregrinos. Con las nuevasformas artísticas se une también laIglesia castellano-leonesa con laeuropea, rompiendo gradualmente con elarte mozárabe y con las demás

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manifestaciones de la culturamusulmana, de las que en gran partehabía sido hasta entonces deudora.

Podemos afirmar que el Camino deSantiago se convirtió en el reinado deAlfonso en la gran vía abierta a laeuropeización de España y en elementoesencial de nuestra vinculación y unióncon el resto de la cristiandad.

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Capítulo XVI. LaCuria Regia y las

asambleas regnícolas

El Palatium regis o la Curia Regia

En la monarquía astur-leonesa elinstrumento esencial que los monarcasutilizaban para el gobierno del reinohabía sido el llamado Palatium regis.Lo mismo sucederá en el reinado deAlfonso VI y en el de sus sucesoreshasta Alfonso X. En el reinado de esteúltimo monarca la llamada Curia Regiahabrá adquirido ya tal densidad y

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complejidad funcional y organizativaque se hará preciso el desdoblamientodefinitivo en varias instituciones biendiferenciadas. El cambio de nombre dePalatium regis a Curia Regia se inicióen el reinado de Alfonso VI por influjoborgoñón, tan extendido en la familia yen la corte de este monarca.

La composición de la Curia Regiaera un tanto variable y no todos suscomponentes participaban en todas lastareas de la misma. Además, el carácteritinerante de la monarquía leonesacontribuía a la presencia de unosmiembros y al alejamiento de otros,según el lugar donde se encontraba elmonarca, lo que incrementaba la

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movilidad de los miembros de la curiaordinaria que asesoraban al rey en elgobierno cotidiano del reino.

Otro era el caso de las curiasextraordinarias o asambleas a las que elrey convocaba a las dignidadesseculares o eclesiásticas de una comarcao de todo el reino para tratar asuntos decarácter general que podían afectar auna parte o a la totalidad del reino, opara tratar temas de gran trascendencia yrelevancia. Del desarrollo de estascurias extraordinarias nacerán másadelante las Cortes.

También aparecen en ladocumentación del reinado otra clase deasambleas de carácter judicial, que se

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reunían en torno del rey o de losdelegados del monarca para dirigir yfallar un litigio particular. En estasasambleas judiciales participaban desdegrandes magnates en los asuntos demayor importancia, hasta simplesvecinos de algún lugar en pleitos demenor cuantía.

Integraban la Curia Regia en primerlugar los miembros de la familia realque por su edad eran capaces departicipar en las reuniones de la misma,esto es, la reina, las hermanas del rey,las hijas del rey con sus espososborgoñones y, cuando tuvo edad,precediendo a todos, el hijo y herederode Alfonso VI, el infante don Sancho.

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Tras los miembros de la familia realsubscribían los diplomas otorgados porel rey como miembros de la Curia Regialas dignidades eclesiásticas, esto es, losobispos todos del reino y los másdestacados de los abades. Algunos deestos obispos figuran en el entornohabitual del rey, pero esto no permitehablar de obispos palatinos o áulicos,como si no tuvieran diócesis propia.Otra cosa es que al gozar de la plenaconfianza del monarca, este no retuviesea alguno de ellos a su lado durantelargas temporadas. Esto no sucedía conlos abades. La presencia de los mismosvenía condicionada por el territoriodonde se hallaba Alfonso VI en cada

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momento.Seguían a los obispos los magnates

que habían recibido el título de comitesregis, esto es, de compañeros del rey ocondes. Este era un título personal noligado a ningún territorio ni tampocohereditario, aunque con frecuenciaalguna de las grandes familias lograseser honrada con este título en algunos desus miembros durante variasgeneraciones. A veces cuando unvástago de un conde no había recibidoaún el título, subscribía gloriándose deser filius comitis, hijo de conde.

Próximos a los condes o comitesintegraban también la Curia Regia otrosmagnates que no habían alcanzado el

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rango condal, pero que aparecen concierta continuidad al lado del monarcainterviniendo al igual que los condes enlos asuntos de gobierno y asesorando almonarca. En los diplomas suelen figurara continuación de los condes, a vecesdivididos territorialmente bajo lasrúbricas de Kastella, de legionenseprovintia, de Toledana militia.

Además de esta doble clase demagnates integraban a un nivel inferiorla curia la llamada Schola regis, queeran oficiales de alto o medio rango queejercían diversas funciones en la vida dela corte y en el despacho de losnegocios. Finalmente, a veces en losdocumentos regios aparecen también los

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llamados fideles regis, que eraninfanzones o caballeros al servicioinmediato del monarca y ligados a élcon un vínculo especial de fidelidad ovasallaje. Estos caballeros, si prestabanservicio en palacio, se integraban en laSchola regis.

La domus regia o mensa regalis

Dentro del Palatium o Curia Regiacabía distinguir la llamada domus regiao mensa regalis, nombre con que sedesignaba al conjunto de los oficialespalatinos que ejercían algún oficiodeterminado dentro de las actividadesde la administración o en la dirección delos servicios de la casa del rey.

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Al frente de esta casa y dirigiendo alos demás oficiales se encontraba elmaiordomus, que algunas veces sepresenta como el maior in domo regis omaior super mensam regalem, quetambién era llamado equonomus yraramente dispensator y architriclimus.Era, sin duda alguna, el oficial másimportante de toda la administracióndespués del rey, y al que encontramos,según los diplomas, en la mayorproximidad del monarca. A él lecorrespondía toda la responsabilidad dela administración económica de la casadel rey, que no se distinguía de laeconomía del reino. Ningún mayordomoejerciente gozaba del título de conde, y

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sólo uno, Pedro Ansúrez, recibió esadignidad al cesar como mayordomo.

Bajo la autoridad del mayordomoaparece un maiordomus minor, queparece desempeñar un oficiosubordinado que otro diploma designacomo ciber dispensator, esto es, elencargado de los víveres o vituallas.Otros oficiales menores que registra ladocumentación son el stabularius ocaballerizo; el repostarius odespensero; el possatarius oaposentador, cargo de granresponsabilidad dado el carácteritinerante de los monarcas leoneses; elpincerna regis o copero; elquoquinarius regis o jefe de la cocina; y

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el prepositus vini, responsable delsuministro del vino para la casa del rey.

Además de estos oficios de carácterdoméstico encontramos en el palacio deAlfonso VI, que fue el primer monarcaastur-leonés que acuñó monedas, eloficio de prepositus omnium mearummonetarum o jefe de moneda del rey;también destacaba entre los oficiales elerarius regis, al que suponemosencargado de la administracióneconómica de la casa del rey a lasórdenes del mayordomo. Más modestoera el oficio de portarius o portariiregis, que eran los mensajeros oencargados de transmitir las órdenesreales.

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La dirección de la capilla real fueostentada, al menos durante algúntiempo, por don Raimundo, obispo dePalencia, pero lógicamente, aunque estecargo estuviera atribuido a un obispo,tenía que tener un delegado permanentejunto al rey, que a partir de este reinadorecibirá la denominación de capellándel rey. Bajo sus órdenes colaborabanvarios clérigos con el nombre depresbiteri regis o clerici regis. Estosclérigos no se limitaban al servicio de lacapilla, sino que también eran losencargados o responsables de laredacción de los documentos queemanaban del rey.

Todavía en los años de Alfonso VI

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no existía un canciller con este nombreque dirigiera la secretaría del rey;muchos documentos los redactaban losmismos destinatarios de los favores ydonaciones regias, pero tambiénaparecen al lado del rey algunosclérigos que cada vez con másfrecuencia son los que dan forma a losdiplomas emanados de la voluntad real.Estos clérigos usan unas veces ladenominación de notarius o notariusregis, otras simplemente la de scriba oscriba regis, aunque parece que cabedistinguir una doble función en laexpedición de los diplomas: el notariusera el responsable de redactar eldocumento y el scriba el que ponía por

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escrito lo redactado por el notario. Erael principio de una estructuración parala futura cancillería real.

También correría a cargo de estos ode otros clérigos los aspectos culturalesde la casa del rey. Se registra laexistencia de un gramaticus, miembrode esa casa del rey, a quien este designacomo juez en un pleito de ciertaimportancia; otro gramaticus regis, denombre Alo, aparece en ladocumentación privada. Tambiénconocemos el año 1107 el nombre depedagogus et maiordomus del infantedon Sancho, llamado Pelayo Fernández,que subscribe un documento en lugardestacado tras el mayordomo y el

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alférez del rey.El otro gran oficio del Palatium o

de la casa del rey era el alférez oarmiger regis, que era el jefe de laguardia y portaestandarte del rey,llamado siempre con este nombre dearmiger; sólo en dos ocasiones essustituido el nombre de armiger por laperícope descriptiva arma gerens postregem, o sea, el que lleva las armas trasel rey. Del mismo modo que elmayordomo, ninguno de los armigerregis estaba en posesión del título deconde en el momento que ejercía elmencionado oficio, aunque tres de ellossobre unos quince alcanzarán esadignidad después de cesar en el cargo.

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Asambleas regnícolas: curias ordinarias yextraordinarias

A la hora de tratar de presentar uncuadro lo más exacto posible y unaclasificación de las reuniones yasambleas que el rey celebraba con suscolaboradores y consejeros tropezamoscon la indeterminación de las fuentesque reflejan la inexistencia de unadelimitación rígida entre ellas. De aquíque los diferentes autores hayanpropuesto diversas clasificaciones.

A las reuniones más sencillas, quenosotros hemos designado con elnombre de curia ordinaria, junto al reyque la presidía y dirigía, asistían los

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miembros de la familia real, los altosoficiales de la casa del rey, los condes ymagnates presentes en ese momento enla corte y también los obispos y losgrandes oficiales territoriales que sehallasen en el lugar de la reunión.

No podemos asignar ningunaperiodicidad a las mismas, dado queapenas se han conservado noticiasprecisas de su convocatoria ycelebración; únicamente la abundanciade confirmantes en un diploma regioparece indicar que el tema fue acordadoen una curia que reunió a esosconfirmantes. Esta circunstancia sólonos es expresamente señalada en unúnico diploma de Alfonso VI, al afirmar

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que el acuerdo se tomó en una reuniónen la que estuvieron presentes todosaquellos cuyo nombre se consigna másabajo.

Esta misma curia ordinaria es la queasesoraba al monarca cuando se sentabaen la primera fase de un litigio a oír losalegatos de las partes y a fijar las pautasque debía seguir el proceso, o en unmomento posterior, cuando ya la curia sereunía con el rey para pronunciar elfallo. Son muchos los diplomasjudiciales que, conteniendo un litigio ysu solución, han llegado hasta nosotros.Ellos nos permiten reconstruir condetalle las fases del proceso y el valorconcedido a las pruebas; estos diplomas

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reciben el nombre de plácitos.Estas curias judiciales se distinguían

de las ordinarias porque en ellas ademásde la presencia e intervención del rey yde su séquito solían participar otroselementos más populares, socialmenteajenos al círculo magnaticio.

Las curias extraordinarias suponíanuna convocatoria del rey a los magnateseclesiásticos y laicos, que permanecíanalejados de la corte. En ellas seencuentra el germen de las futurasCortes, cuando además de los obispos ynobles sean también llamados losrepresentantes de los concejos, que entretanto han llegado a constituir un tercerpoder en el reino por su desarrollo

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económico y valor militar.La divisoria entre ambas clases de

curias, las ordinarias y lasextraordinarias, no era tan neta comopudiera creerse a primera vista, puesentre unas y otras hallamos ciertascurias en las que participan, además delos miembros de la ordinaria, otrosnobles o prelados de una determinadaregión o comarca. Como era el monarcael que convocaba a la curia a quiencreía debía participar en ella, es lógicoque el alcance y la conformación puedanvariar de una a otra siguiendo lavoluntad regia.

El caso más típico de curiaextraordinaria lo representa la

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convocada en Toledo el 18 de diciembrede 1086, en la que se procedió a ladesignación de don Bernardo comoprimer arzobispo de la ciudadreconquistada, a la consagraciónsolemne de la que fuera mezquita mayoren la época musulmana, convertida encatedral de Santa María, y a otorgar unaopulenta dote a la nueva Iglesiatoledana. A esta asamblea nos dice elrey que ha llamado a los obispos,abades y magnates de su imperio.

Otra curia extraordinaria, y muyamplia en su convocatoria, es la quetuvo lugar en septiembre de 1089 enVillalpando. En un plácito que fueexpedido en esa ocasión al rey Alfonso

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VI, nos declara que lo ha aprobado conel parecer y consejo de sus condes, desus barones y de los más distinguidos desu schola y de los más destacados de sutierra, todos ellos convocados a sucuria.

Sin embargo, quizás la curiaextraordinaria más importante, que hadejado su huella en dos diplomas, es lacelebrada a partir de la segundaquincena de 1072, que tuvo por objeto larestauración de Alfonso VI en León y suinstauración como rey en Castilla yGalicia, y a la que asistieron obispos,condes y magnates de los tres reinos.

La Historia compostelana nos dacuenta de otra curia extraordinaria

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celebrada el año 1109 en León, donde elrey reunió «a todos los nobles, condes ypríncipes de Galicia». Se trataba dedeclarar por voluntad de Alfonso VI a sunieto Alfonso Raimúndez heredero enGalicia de su padre, y que como talfuera jurado por los magnates gallegos.

La familia del rey

Ya hemos señalado cómo eran losmiembros de la familia del rey, los queacompañan a este más de cerca en elotorgamiento y en la confirmación de losactos regios tal como estos nos sondocumentados. En primer lugar, al ladode Alfonso VI figuran las cinco esposascon las que sucesivamente estuvo unido

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por el lazo del matrimonio, cuyo nombrefigura en más de setenta diplomasreales, sobre todo a partir del año 1090,en que se hace regla el consignar entodos ellos el nombre de la reina: Inés(1074-1078), Constanza (1079-1093),Berta (1094-1099), Zaida-Isabel (1100-1107) y Beatriz (1108-1109).

Como es lógico, la documentaciónregia ignora la existencia de las dosamantes del rey. Ni Jimena Muñoz niZaida (Isabel), antes de su matrimoniocon el rey, forman parte de la familia delmismo, aunque le hubieran dado doshijas y un hijo, y por lo mismo sunombre no aparece para nada en esadocumentación.

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Tras el rey y la reina el lugar másdestacado en la diplomática regia lecorrespondió, durante los ocho años enque por el matrimonio de su padre sevio elevado a la categoría de herederodel reino, al infante don Sancho, nacidoprobablemente hacia 1094 y muerto enUclés el 30 de mayo de 1108. Lascrónicas posteriores señalan como ayodel infante al conde García Ordóñez, elespecial enemigo de Rodrigo Díaz deVivar, el Cid Campeador, y adornan lamuerte del infante con una serie dedetalles legendarios. Un año antes, el 8de mayo de 1107, era su mayordomo ypedagogo, como hemos dicho, donPelayo Fernández; no sabemos cómo se

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compaginaban estos oficios cerca delinfante con el carácter de ayo que lascrónicas atribuyen al conde GarcíaOrdóñez.

Cuando el infante murió en la rota deUclés, según las crónicas era todavía unpárvulo, aunque capaz de cabalgar, loque muy bien se compagina con la edadde catorce o quince años que leatribuimos. Con ocasión de un diplomasubscrito el año 1107, la Historiacompostelana nos da la noticia de quesu padre le había ya colocado al frentedel gobierno de Toledo. El infanteSancho confirma los diplomas paternosde los años 1103 a 1107, que lodesignan como puer, infans, regis filius

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o Toletani imperatoris filius. Sólo undiploma regio alude a su carácter deheredero presentándolo como regnumelectus patrifactum, esto es, «elegidopara el reino construido por su padre».

El nombre de las hermanas del rey,las infantas doña Urraca y doña Elvira,figura en la nómina de los confirmantesde los diplomas de su hermano casitantas veces como el de las reinas. Supresencia en la curia y en el quehacerpúblico del gobierno del reino, al nohaber contraído matrimonio, revistiócierta continuidad y relevancia quevienen a confirmar el influjo que loscronistas atribuyeron a Urraca en lasdecisiones de su hermano.

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Sobre todo es notable el relievepolítico de Urraca. Ya las crónicasrecogieron sus intervenciones decisivas,siempre a favor de Alfonso, en lasrivalidades que enfrentaron a los doshermanos. Luego de muerto Sancho, enalgunos diplomas, los primeros emitidospor Alfonso tras su regreso deldestierro, el nombre de Urraca figura allado de su hermano lo mismo comootorgante que como corroborante ennegocios que nada tenían que ver con elinfantazgo, del que era titular junto consu hermana, ni con otros bienes propiosde ella.

Su posición en la diplomática delaño 1072 era la de una correina con su

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hermano Alfonso. En los años sucesivosla documentación sigue reflejando elpoderoso influjo de la infanta Urraca enel gobierno del reino, aunque másmitigado. Sólo con la llegada de la reinaConstanza la presencia de Urraca en losdiplomas de Alfonso VI adoptará tonosmás discretos. La infanta doña Elvirasabemos que fue la encargada de lacrianza de su sobrina nieta, la infantadoña Sancha, hija de la futura reinaUrraca y de don Raimundo de Borgoña,y hermana del futuro emperador AlfonsoVII.

Las dos infantas van a morir conescasa diferencia de tiempo. Los Analescastellanos segundos registran la

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muerte de la infanta doña Elvira el año1099, y los Anales toledanos primeros asu vez consignan la muerte de doñaUrraca el año 1101. Un diplomaexpedido por la infanta Elvirasupuestamente datado el 13 denoviembre de 1100 y en que dice que seencuentra próxima a la muerte esanterior al 16 de enero de 1100, y sucontenido ya es citado por el reyAlfonso VI. Probablemente la verdaderafecha del tal diploma es el 13 denoviembre de 1099. En este caso lainfanta habría muerto en noviembre odiciembre de 1099.

Después de la anexión de La Rioja,del País Vasco y de parte de Navarra al

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reino de Alfonso VI, varios diplomas deeste, casi todos referentes a La Rioja,darán cabida entre los confirmantesdestacados a varios hermanos e hijosdel rey navarro asesinado en Peñalén.Estos miembros de la familia realnavarra acogidos por Alfonso VI sontres hermanos legítimos del rey navarrollamados Urraca, Ermesinda y Ramiro,dos hijos legítimos del mismo monarca,de nombre García y Estefanía, y tambiénotro hermano llamado Sancho, pero deorigen ilegítimo, cuyo hijo se casaríacon una hija del Cid Campeador. Todosestos príncipes navarros viviránacogidos por Alfonso VI y bajo suprotección.

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Urraca, hija de Alfonso VI, y sumatrimonio con Raimundo de Borgoña

Alfonso VI tuvo a lo largo de su vidacinco hijas, tres de ellas nacidas enlegítimo matrimonio, y dos más fruto desu relación extramatrimonial con lanoble dama berciana Jimena Muñoz. Laprimera de sus hijas fue la infantaUrraca, hija del monarca y de la reinadoña Constanza, y que será la heredera ysucesora de su padre al frente del reinoleonés. Su presencia en los diplomas deAlfonso VI irá unida a la de su primeresposo, el conde don Raimundo deBorgoña.

Raimundo era hijo de Guillermo el

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Grande, conde de Borgoña, que habíamuerto en 1087, y nieto de Renato,igualmente conde de Borgoña. Confrecuencia se le ha presentado comosobrino de la reina Constanza deBorgoña, cuando en verdad no le uníacon ella ningún parentesco de sangre, yaque Constanza procedía de la casa ducalde Borgoña y Raimundo de la casacondal del mismo nombre, que erantotalmente diversas. El único lazo que elárbol genealógico de ambos revela es elde afinidad, a saber, un hermano deConstanza había casado con una tía,hermana del padre de Raimundo, o seaque Raimundo era sobrino carnal de unacuñada de la reina Constanza.

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Las otras dos hijas legítimastuvieron como madre a la reina Isabel,antes de su bautismo Zaida, y recibieronlos nombres de Sancha y Elvira.Nacidas entre el año 1101 y 1107, porsu corta edad no alcanzaron a figurar enlos diplomas de su padre Alfonso VI.Sancha contrajo matrimonio con elconde don Rodrigo González de Lara, yviuda del mismo, la encontraremos en ladocumentación designada como lacondesa doña Sancha; Elvira casó conRoger II de Sicilia y marchó al reino desu esposo.

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[g6]

Las dos ilegítimas, hijas de la damaberciana doña Jimena Muñoz, llevaronlos nombres de Elvira y Teresa. Elvirafue dada en matrimonio al conde

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Raimundo IV de Tolosa, trasladándosejunto a su marido. En cambio, Teresa,casada con otro de los vástagosborgoñones llegados a España,desempeñará un gran papel en la historiapeninsular y con su esposo, don Enriquede Borgoña, será protagonista delnacimiento del reino de Portugal.

La fecha de la llegada al reino deLeón del conde don Raimundo deBorgoña ha sido objeto de minuciosasinvestigaciones entre las que destacanlas del profesor portugués Paulo Meréa.No existe ningún documento fidedignoque testimonie directa o indirectamentela presencia en España de Raimundo deBorgoña con anterioridad al año 1092.

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Todo lo que algunos investigadores hanaducido a este respecto han sidodiplomas falsos, apócrifos o maldatados. Un diploma de la fecha citadaes el primero en consignar el nombre delconde Raimundo, pero sin hacer constartodavía su matrimonio con la infantaUrraca.

El profesor Reilly cita como primertestimonio de la presencia del condeRaimundo en España «un documentoprivado con fecha de 27 de febrero de1091 (AHN, Clero, Carpeta 1325B, n.°18)». Sin embargo, examinado elmencionado diploma, perteneciente a lacatedral de Lugo en relación con el cotode Santa Comba, resulta estar datado en

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fecha muy distinta, el 29 de mayo de1101:

«Facta series testamentihuius in era Mª.CXXXVIIIIª.et quot. IIIº kalendasmagias. Regnante regeAdefonso in Toletula etcomes Raimondo enGallecia. Presidentes domnoPetro IIº aepiscopo inlucense ecclesia».

Que se trata del año 1101 y no del1091 lo confirma la datación por elobispo don Pedro, que comenzó su

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episcopado hacia el año 1098. En todocaso, su antecesor don Amor gobernó laiglesia lucense del año 1088 al 1096.

Así pues, el documento más antiguoconocido que menciona al conde donRaimundo es del año 1092. Se trata deun documento de la catedral de Burgos,sin indicación del mes ni del día,expedido en Nájera por el condeRodrigo Ordóñez. Es datado por el «reyAlfonso reinando en Toledo, León yCastilla y bajo su autoridad su yerno elconde Raimundo en Galicia». El mismoconde borgoñón, al confirmar añosdespués una carta de Sisnando, elgobernador de Coímbra, datada el 11 defebrero de 1088, nos declara que él

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había recibido el gobierno de dichatierra después de la muerte de Sisnando,el cual sabemos había fallecido el 15 deagosto de 1091. Basados en estos datoscronológicos datamos la llegada de donRaimundo de Borgoña al reino leonés,su matrimonio y su nombramiento comogobernador de Galicia y Portugal, en elaño 1091 o a lo sumo en 1092.

Otros muchos diplomas nospresentan a don Raimundo como tenentede varios gobiernos, además de Galicia.Entre estas tenencias se enumeranexpresamente las de Zamora, Coria yGrajal. Las dos primeras constituían unaampliación de su gobierno de Galicia yPortugal; la de Grajal era el lugar de

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residencia del conde en la llanuraleonesa, cerca de la ciudad regia deLeón y de Sahagún, la villa favorita deAlfonso VI. A Grajal se retiró enfermodon Raimundo de Borgoña el año 1107.Allí recibió la visita de su suegro,falleciendo poco después, el 20 deseptiembre de ese mismo año. DiegoGelmírez trasladó su cadáver a Galicia,dándole sepultura en la catedral deSantiago de Compostela.

La supuesta participación del condeRaimundo en el ejército, que dirigidopor el duque de Eudes de Borgoña, elsobrino de la reina Constanza, entró enEspaña en el otoño del año 1086, y en lavisita que este pudo hacer meses

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después a su hermana, en la cual ocasióncelebraría esponsales o promesa dematrimonio con la infantita de seis añosde edad, carecen de toda pruebacronística o documental y no pasan deconjeturas sin ningún fundamento sólido.

Lo más probable es que donRaimundo llegara al reino de Alfonso VIllamado por los reyes en 1091, comohemos dicho. Los esponsales con lainfanta doña Urraca se celebrarían pocodespués, bajo los auspicios de la reinadoña Constanza, cuando la infanta, a laque se supone nacida hacia 1080,tendría unos once años de edad.

En esos momentos la infanta era laúnica hija legítima de Alfonso VI. Que

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sucediera a su padre era tan sólo unaexpectativa, ya que, no habiendo estecumplido los cuarenta años, en cualquiermomento podía tener un hijo varón de lamisma doña Constanza, que ya habíadado a su esposo, además de Urraca,otros cinco hijos malogrados en edadinfantil.

Las expectativas de don Raimundode alcanzar la sucesión de su suegro secomplicarían a partir del fallecimientode la reina doña Constanza el 25 deoctubre de 1093. En primer lugar, elnacimiento de un hijo ilegítimo varóndel rey Alfonso y de la mora Zaidapodía representar un obstáculo a pesarde este oscuro origen. En segundo

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término, el nuevo matrimonio del rey en1094 con la saboyana Berta en cualquiermomento podía dar al monarca unvástago varón.

El gobierno de Galicia y Portugal,una excelente dote, pudo recibirlotodavía en vida de la reina doñaConstanza, en 1093, la cual pudo serquien le preparara su venida a España,el matrimonio con la infanta Urraca ymuy probablemente el nombramientopara este gobierno, que hacía de donRaimundo el personaje más importantedel reino después del propio AlfonsoVI.

En 1094, el mismo año en queRodrigo Díaz de Vivar, el Cid

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Campeador, conquistaba en el este de laPenínsula la ciudad de Valencia traslargo asedio y deshacía a los ejércitosalmorávides en Cuart de Poblet, en eloeste de España Raimundo de Borgoñaal frente de las fuerzas gallegas yportuguesas cosechaba una sonoraderrota en las cercanías de Lisboa,donde su ejército fue sorprendido ydiezmado por otra hueste almorávide,perdiendo esta ciudad que había sidoconquistada el año anterior por AlfonsoVI.

Este mismo año ya nos aparece elconde Raimundo rodeado de una corteen la que ejerce como mayordomo elconde Froila Díaz. Como armiger, al

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que designará con el término devexilifer comitis, estará FernandoRaimúndez. También confirma eldiploma un presbítero de nombre Pedro,que se dice «maestro de la sobredichahija del rey»; del mismo modo se refiereque el diploma había sido escrito,confirmado y corroborado con su signopor Diego Gelmírez, canónigo deSantiago y notario del conde Raimundo,que acompañaba a su conde en Coímbrael 13 de noviembre de 1094.

La infanta Teresa y don Enrique deBorgoña

Del mismo modo que en el caso desu hermana Urraca, el nombre de la

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infanta Teresa, hija de la amiga del rey,Jimena Muñoz, aparece siempre junto alde su marido don Enrique de Borgoña,hermano menor de los duques deBorgoña, Eudes (1076-1078) y Hugo(1078-1102), como hijos los tres de otroEnrique, hermano de la reina Constanza.Enrique y Constanza, a su vez, eran hijosdel duque de Borgoña, Roberto I elViejo, al que por habérsele muerto suhijo Enrique le sucedió su nieto Eudes,que, tras cuatro años de duque, se retirócomo monje al monasterio de Cluny ydejó el ducado a su hermano Hugo.Enrique de Borgoña, el que vino aEspaña, era también primo carnal deRaimundo de Borgoña, ya que el padre

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de este, Guillermo el Grande, conde deBorgoña, era hermano de la madre deEnrique de Borgoña, llamada Sibila.

Tampoco están documentadas lascircunstancias y la fecha de la llegada aEspaña de este noble borgoñón. De él seha afirmado, sin poder aducir ningunaprueba, que llegó con la expedición delaño 1087. Sin embargo, la primera vezque encontramos testimoniada lapresencia de Enrique de Borgoña en laPenínsula es en el año 1096, en laconcesión de los fueros de Guimaráes yde Constantim de Panoias, los dosdatados el año 1096 sin ulteriorprecisión.

El año anterior, el 25 de febrero de

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1095, todavía se encontraba el condeRaimundo al frente de Coímbra, lo quesignifica que aún no había recibido donEnrique el gobierno del condadoportucalense. Otro documento de agostode 1096 está datado por el «príncipeAlfonso reinando en Galicia y enEspaña y el conde Raimundo enCoímbra». Según este diploma, todavíaen agosto de 1096 dirigía Coímbra donRaimundo, luego su primo Enrique sólohabría recibido el gobierno de Portugalen los últimos meses del año 1096; perohe aquí que el profesor Meréa haformulado ciertas dudas acerca de laposible interpolación de este dato en eldocumento aludido, por lo que no

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excluimos la posibilidad de que ya en elaño 1095 hubiera sido designadogobernador de Coímbra don Enrique deBorgoña.

Conforme a estos datos hay quefechar la llegada a España de Enriquede Borgoña, su matrimonio con doñaTeresa y su designación como condeportucalense en los años 1095 o 1096,más probablemente en los últimos mesesde la segunda de estas fechas. Encualquier caso, todos estosacontecimientos tuvieron lugar despuésde la muerte de la reina doña Constanza,del nacimiento del infante Sancho ydurante los años en que la reina doñaBerta compartía el trono con Alfonso VI.

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Dado el estrecho parentesco de donEnrique de Borgoña con la reinaConstanza y con el duque Eudes, queregía por esos años el ducado deBorgoña, y con don Raimundo deBorgoña, su llegada a España sólopodía responder al deseo de estrecharmás los lazos que unían al rey leonéscon la casa de Borgoña e indirectamentetambién con la abadía de Cluny.

Es en estos años, en una fecha nodeterminada hacia 1096 o 1097, cuandohay que colocar el célebre pactosucesorio subscrito por ambos primosborgoñones para apoyarse mutuamente yrepartirse la esperada sucesión deAlfonso VI. El texto sin fecha, que ha

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llegado hasta nosotros a través de Cluny,consiste en una breve nota remitida alabad san Hugo por medio de un monjemensajero llamado Dalmacio Geret, queincluye una copia de los juramentos quelos dos primos se han prestadomutuamente a instancias de dicho abad.

Por su juramento, Enrique secompromete a prestar todo su apoyo aRaimundo y a ayudarle con todas susfuerzas y, fielmente, a obtener todo elreino de Alfonso VI a la muerte de este;además se obliga a entregar a su primodos tercios del tesoro real, que secustodia en Toledo, si él lograreapoderarse del mismo en primer lugar.

A su vez Raimundo jura a Enrique

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prestarle todo su apoyo y hacerleentrega a la muerte de Alfonso VI deToledo y de todas las tierras de esereino en las condiciones acostumbradas.Por ello Enrique tendría que poner enmanos de Raimundo todas las tierras deLeón y de Castilla. Para el caso de queRaimundo no pudiera ceder a su primoToledo y su tierra le entregaría Galicia yun tercio del tesoro custodiado enToledo, siempre que Enrique le ayudaraa conseguir todo el territorio de Castillay León.

La muerte de la reina Berta el año1099 y el rápido matrimonio de AlfonsoVI a los pocos meses con la conversaIsabel, con la consiguiente legitimación

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del infante Sancho y su declaracióncomo heredero del trono, provocaron ellógico desencanto en las esperanzas eilusiones de sucesión que abrigabaRaimundo de Borgoña.

Por otra parte, tres acontecimientos,a saber, el nacimiento el 1 de marzo de1105 de Alfonso Raimúndez, hijo deRaimundo de Borgoña y de la infantaUrraca, la muerte del propio Raimundoel 20 de septiembre de 1107 y la muerteen Uclés del heredero Sancho el 30 demayo de 1108, vinieron a crear unasituación enteramente nueva, muy lejosde la imaginada en el llamado pactosucesorio de Raimundo y Enrique deBorgoña.

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Don Enrique de Borgoña y doñaTeresa, hija de Alfonso VI, continuaronal frente de la tierra portucalense yconimbrigense hasta la muerte delconquistador de Toledo. Después del 30de junio de 1109, ya bajo el reinado dedoña Urraca y su marido, el reyaragonés Alfonso I, continuarán delmismo modo al frente del gobierno queles había asignado el rey difunto en1097 al sur del Miño; incluso loincrementarán en diciembre de 1111 conla tenencia de Zamora, pero estaampliación ya cae fuera del ámbito de labiografía de Alfonso VI. Don Enrique deBorgoña fallecerá el 1 de mayo de 1114.

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Capítulo XVII.Organización

territorial del reino

La nobleza condal

Hemos visto cómo algunosmiembros de la familia regiaparticipaban no sólo en las tareas delgobierno central de la monarquíaintegrados en la Curia Regia, sinotambién en el gobierno y administraciónde algunos territorios en particular. Es elcaso de los dos condes, yernos del rey, alos que este encomendó el gobierno de

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toda Galicia y las tenencias de Zamora,Coria y Grajal a don Raimundo deBorgoña, y el de los territorios dePortugal y de Coímbra a don Enrique.

Los poderes de ambos yernos eransuperiores a los de cualquier conde delreino, y el área donde ejercieron sugobierno rebasaba con mucho a laextensión de cualquier distrito condal.Más que condes, título con el que deordinario aparecen en los documentos,eran auténticos delegados regios conpoderes especiales, algo que podríamosdesignar como virreyes.

Este carácter casi virreinal de losyernos borgoñones en sus gobiernos deGalicia y Portugal queda bien de

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manifiesto en la corte que rodea a donRaimundo de Borgoña, en la quefiguraba nada menos que un conde,Froila Díaz, como «conde y mayordomode dicho conde». Otro conde, SanchoPérez, formará en la comitiva palatinadel yerno del rey, y otro tercer conde,Fernando Raimúndez, ostentará al ladode don Raimundo el oficio deportaestandarte del conde, elequivalente al alférez del rey.

En algunas ocasiones estasdelegaciones o poderes especiales enlos dos primos borgoñones hacen queaparezcan designados como «cónsules»,título que anteriormente había servidopara caracterizar al mozárabe Sisnando

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Davídiz, nombrado por Fernando en1063 como cónsul de Coímbra y suterritorio, recuperados de losmusulmanes.

También a los demás magnatesdistinguidos con la dignidad condal,además de su participación mayor omenor en las tareas de la Curia Regia,les estaba encomendada alguna ciudad,alguna villa con su alfoz, algún territoriopara que lo gobernaran en concepto detenencia en nombre del rey, en algunoscasos con carácter muy prolongado ocasi permanente, en otros de manera máso menos temporal.

La mayor parte de las veces estastenencias o gobiernos encomendados a

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los magnates con dignidad condal erandistintas de las tierras o comarcas dondeestos tenían sus bienes patrimoniales,siguiendo en esto Alfonso VI unapolítica muy consciente de disociar eldominio o posesión de la tierra delejercicio de la jurisdicción. Se tratabade un modo indirecto de ir debilitandopoco a poco el poder de las grandesfamilias magnaticias.

Todos los personajes del reino, quefueron portadores de la dignidad condal,aparecen, al menos en alguna ocasión,como confirmantes o como testigos enlos diplomas expedidos por Alfonso VI,con la excepción de algún magnatecondal de Galicia o Portugal que se

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mantiene alejado de la corte. Estalejanía de algún sector aristocráticogalaico-portugués respecto de la CuriaRegia sería la razón que movió aAlfonso VI a designar a sus dos yernosborgoñones como una especie devirreyes suyos con los más ampliospoderes en esas regiones.

En la primera fase del reinado deAlfonso VI como monarca del reducidoreino de León, desde la muerte de supadre en 1065 hasta su destronamientopor su hermano Sancho, son tres loscondes que figuran al lado de Alfonso,pertenecientes a dos grandes familiasmagnaticias de Tierra de Campos: losAnsúrez y los Alfonso. A la primera

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pertenecen los hermanos Pedro y DiegoAnsúrez, asentados desde las montañaspalentinas, pasando por Saldaña yCarrión, hasta Valladolid y Cuéllar; lasegunda es la familia de los Alfonso,representada por Martín Alfonso, que setitula primeramente conde en Cea yGrajal y más tarde en Simancas.

Tras el destronamiento del reyGarcía de Galicia en 1071, tres son loscondes de esta tierra que se suman a lacorte de Alfonso VI. Dos de ellos, denombre Rodrigo y Vela, pertenecen a lafamilia de los Ovéquiz, con grandesposesiones en tierras lucenses; el tercerconde gallego que confirma diplomasdel rey es Rodrigo Muñoz, también

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lucense, que será a veces designadocomo conde en Galicia. Es evidente queAlfonso VI encuentra en Galicia, entrelos magnates lucenses, sus más próximoscolaboradores.

En tierras asturianas la figuracondal, que destaca al lado de AlfonsoVI entre los años 1061 y 1094,interviniendo especialmente en asuntosjudiciales, es la de Pedro Peláez. Susconfirmaciones en los diplomas regiosson esporádicas, lo que parece indicarsu frecuente ausencia de la corte,alejado de ella y morando en sus tierrasasturianas.

Restaurado en el trono leonés en1072 y reconocido Alfonso VI también

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como rey en Galicia y Castilla,encontrará así mismo en este últimoreino valiosos colaboradores a los quedistinguirá con la dignidad condal. Soncuatro los condes que destacan en elárea castellana. El primero de ellosGonzalo Salvadórez, especialmenterelacionado con La Bureba y Ubierna, ycuyo hijo, el conde Gómez González,designado como comes castellanorum ocomo comes in Castella Vetula, moriráel año 1111 en Candespina defendiendola causa de la reina Urraca. Estoscondes serán el tronco de dondeprocederá la casa de Manzanedo.

El conde Munio González, con susraíces en las Asturias de Santillana, será

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designado en varios diplomas comocomes Asturie o comes asturiensis. Eltercer gran conde de esta área será LopeIñiguez, que gobierna en nombre deAlfonso VI Vizcaya, Álava y Guipúzcoa.De él procederán los señores deVizcaya. El cuarto de estos condes seráhechura del propio Alfonso VI. Se tratade García Ordóñez, a quien en 1076 elmonarca encomienda como comes inNazara el gobierno de La Rioja y casacon Urraca, hermana del rey navarroasesinado en Peñalén.

Esta breve y condensada panorámicacondal de los primeros quinquenios delreinado de Alfonso VI nos permitecontemplar la existencia de una red de

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familias magnaticias que cubrían latotalidad del territorio del reino y que,ya en la corte, ya desde las tierras dondeestaban patrimonialmente arraigados,colaboraban con el rey en el gobierno dela monarquía.

En el largo reinado de Alfonso VI seproducirá, como es lógico, un relevogeneracional en estas familias condales.En Asturias esta dignidad les fueotorgada a los dos hermanos Fernando yRodrigo Díaz, cuya hermana, de nombreJimena, será la esposa del CidCampeador; en tierra de Astorga, desde1084 hasta el final del reinado,sobresale la figura del conde FroilaDíaz, que nada tiene que ver con los

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anteriores y en la misma ciudad regia ysu territorio la familia condalestablecida era la de los Laínez,representada en los años de Alfonso VIpor el conde Martín Laínez, hijo deligualmente conde Laín Fernández, que sehabía rebelado contra Fernando I.

Todavía cabría citar una quincenamás de personajes pertenecientes a lasfamilias magnaticias y a los que el reyotorgó el título personal de conde, quepor vivir lejos de la corte o por otrasrazones aparecen menos en los diplomasregios. Entre estos cabría destacar a donPedro Fróilaz, conde en Traba, que seríael ayo o nutritius de AlfonsoRaimúndez, el hijo de la reina Urraca y

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de don Raimundo de Borgoña, y futuroAlfonso VII.

Además de estos magnates condales,que en el largo reinado de Alfonso VIapenas superarían en número latreintena, otros nobles distinguidoscolaboraban con el rey tanto en tareas dela Curia Regia, como podían ser las demayordomo y armiger u otras dealcance administrativo o judicial, comoen oficios de gobierno de carácter nogeneral, circunscritos a un territoriodeterminado.

Los oficiales territoriales: imperantes,tenentes y merinos

El reinado de Alfonso VI, en lo que

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atañe a la administración territorial,representará una época de transición,transición ya iniciada por su padreFernando I, cuando de conde de Castillase convierta en rey de León el año 1038.Esa transición consistirá en la paulatinasustitución de las familias condalesligadas al gobierno de un determinadoterritorio de un modo que parecíahereditario, por oficiales del rey demenor rango personal nombrados pararegir en nombre del monarca distritos demenor extensión.

El régimen de las grandes familiascondales, con extensos patrimonios,aunque dispersos, en determinadascomarcas donde el título de conde en la

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práctica pasaba de padres a hijos juntoal gobierno, había puesto en peligro enalgunos momentos la misma unidad delreino y aun llegado a condicionar lamisma autoridad del rey. Este había sidoel caso de los descendientes de FernánGonzález en Álava y Castilla, de lafamilia Ansúrez en tierras de Monzón,Peñafiel y Valladolid, de los BeniGómez en la montaña palentina, Saldañay Carrión, de los descendientes deFernando Núñez en tierras del Cea, delos Laínez en tierras leonesas, y de losgrandes condes gallegos y portuguesesen el oeste del reino.

Esto lo sabía mejor que nadie elpropio Fernando, hijo de Sancho el

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Mayor de Navarra, que antes dealcanzar el trono leonés el año 1038había ostentado durante nueve años, apartir de 1029, el título de conde deCastilla. Desde el año 931 en queFernán González uniría a la dignidadcondal el gobierno de Álava y de todaCastilla desde el mar Cantábrico alDuero, al frente de los condados unidosse sucedieron su hijo García Fernández(970-995), su nieto Sancho Garcés(995-1017) y su biznieto García Sánchez(1017-1029), los cuales, aunque nuncase declararon independientes,funcionaron de hecho como un poderautónomo, desconociendo en muchasocasiones a sus reyes de León. Algo

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parecido había ocurrido en el otroextremo del reino con los condesgallegos de la familia de GonzaloMenéndez, nunca independientes deiure, pero funcionando de hecho comopoderes autónomos capaces de pactarcon los musulmanes.

Estas son las situaciones que trataríade evitar en un futuro Fernando I. Paraello una vez coronado rey de León nadiele sucederá al frente del condadocastellano; tampoco otorgará el título deconde a ningún noble radicado en esemismo territorio, ni encomendará a unasola persona el gobierno de las antiguastierras del condado que él había regido.Por el contrario, dividirá el condado en

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varios distritos, colocando al frente delgobierno de cada uno de ellos a uninfanzón o noble de rango inferior con eltítulo de «merino».

La política de Fernando I en estocomo en otros muchos aspectos serácontinuada por Alfonso VI. Durante elreinado de este, entre los confirmantesde los diplomas aumentará la presenciade los maiorini regis, funcionarios deámbito territorial que, procedentes de laintendencia regia, habían adquirido a lolargo del siglo X y primeros deceniosdel XI competencias ejecutivas yjudiciales en las tierras realengas. Losmerinos, con Alfonso VI, adquirirán unrelieve extraordinario en la nueva planta

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del gobierno territorial, que comienza adibujarse en este reinado y llegará a sumadurez en el siglo XIII.

El nombre de merino deriva delvocablo, exclusivo del latín medievalhispano, maiorinus, un peculiardiminutivo de maior, nombre con el quese designaba al jefe de unaadministración, bien de una casa, biende una finca, bien de un señor. El maiorde la casa de los reyes merovingios,llamado maior domus en el latín bajomedieval, dio lugar en castellano anuestro mayordomo. Otro término quealgunas veces sustituye al de merino yque es empleado con absolutaequivalencia es el de «vicarius», que

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venía a resaltar el carácter vicario odelegado de los poderes del merino.Todavía del término ya plenamenteromanceado de merino se derivará en laBaja Edad Media la palabra«merindad», con la que a partir del sigloXIII se designará el territorio gobernadopor un merino.

Solamente en tres regionesperiféricas de la monarquía, País Vasco,La Rioja y Asturias, las dos primerasrecientemente incorporadas al reino deAlfonso VI, en 1076, aparece sugobierno encomendado a otros tantoscondes. Al frente de Álava, Vizcaya yGuipúzcoa fue designado el conde LopeIñiguez, sin que se constate la presencia

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de ningún merino del rey; el gobierno deLa Rioja fue encomendado a GarcíaOrdóñez, promocionado a la dignidadcondal y políticamente potenciado porsu matrimonio con la infanta Urraca,hermana del soberano navarro, quehabía gobernado esa tierra hasta el año1076, aunque a veces encontramostambién un merino de Nájera, Logroño yCalahorra, sin duda subordinado alconde García Ordóñez.

El gobierno de Asturias parece quedesde 1081 hasta fecha muy cercana a lamuerte del rey estuvo confiado a doscondes hermanos; primero al condeRodrigo Díaz, que el año 1081subscribía como «Ouetensis comes»,

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esto es, conde en Oviedo, queconsideramos equivalente a conde enAsturias; luego, a partir de 1085,encontramos al conde Fernando Díaz,que como «comes in Asturiis» subscribevarios documentos. Antes, en 1079,habíamos encontrado en Asturias a unpersonaje, Juan Ordóñez, que se titula«maiorinum et uigarium regis» ytambién «potestate in Asturias», lo queprueba que el sistema de merinostambién se había implantado enAsturias, al menos temporalmente.

Otros condes desempeñaron tambiéngobiernos o tenencias en comarcas másreducidas del reino. Así, el conde PedroAnsúrez figurará al frente de Carrión y

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también de Saldaña; el conde MunioGonzález ostenta las tenencias de Pozade la Sal y de Pancorbo; el condeGómez González, el hijo de GonzaloSalvadórez, gobernará las tierras deCastilla la Vieja, que se identifica conlas merindades del norte de Burgos, ytambién La Bureba burgalesa. Otroconde, Rodrigo Ovéquiz, confirmará undiploma el año 1081 como «comesGallezie», que creemos sea una merareferencia geográfica, ya que noencontramos confirmado ese gobierno enninguna otra fuente.

En el reinado de Alfonso VI, junto amerinos de ámbito local que sóloejercían sus poderes en territorios muy

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restringidos, aparecen otros que ejercíansus facultades en grandesdemarcaciones. Entre estos van adestacar dos merinos, los llamados«merino de Castilla» y «merino deLeón». El merino de Castilla sedesignará a veces como «maiorinus inBurgis», indicando su origen o el lugarde su residencia, «maiorinus de totaCastella» o «maiorinus in Burgos et inCerezo», señalando la amplitud de sujurisdicción. El merino de León esdesignado como «maiorinusLegionensis ciuitatis» o «maiorinusurbis Legionis», con referencia a susorígenes, y también como «maiorinus intérra Legione» o «maiordomno in

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Legione et in Campos», consignando asíla ampliación del territorio adonde seextendía su autoridad.

Al lado de estos dos grandesmerinos principales de Castilla y deLeón aparecen también bajo Alfonso VIotros tres merinos territoriales, aunqueno del mismo rango que los dosanteriores. Son los llamados merinos deAstorga, los merinos de Campo de Toroy los merinos de Carrión y Monzón deCampos. Eran merinos de carácterterritorial, no meramente locales, peroque no alcanzaban el rango de los dosanteriores.

De estos cinco merinos, los dos másimportantes, el de Castilla y el de León,

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y los otros tres, el de Carrión y Monzón,el de Campo de Toro y el de Astorga,ejercen ahora su jurisdicción sobreterritorios que antes estaban sujetos algobierno y administración de lasfamilias condales. Este es el grancambio administrativo que haintroducido en el reino Alfonso VI.

Además de estos merinosterritoriales la documentación nosseñala la existencia de otros muchosmerinos de carácter más local, pero sinformar una red administrativahomogénea y racional como la de losEstados modernos, sino respondiendomás bien a situaciones coyunturales,muchas de las cuales no estamos en

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condiciones de penetrar.

El gobierno de la Extremadura castellanay leonesa

Esta organización territorial dirigidapor merinos sólo fue implantada en lastierras sitas al norte del río Duero, queeran también aquellas mismas en que lasgrandes familias condales se habíanlabrado sus importantes patrimoniosterritoriales. Sin embargo, al sur delDuero era otra muy distinta laorganización territorial que habíasurgido por iniciativa de Fernando I y,sobre todo, por obra de Alfonso VI. Enestas tierras se había evitadocuidadosamente la implantación de la

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aristocracia condal, y en cambio sehabía dado lugar al nacimiento de losconcejos ciudadanos de villa y tierracon un novedoso régimen jurídico, delque el concejo de Sepúlveda seríapionero y arquetipo.

La conquista de Toledo en 1085, ysobre todo la amenaza almorávide bienvisible en Zalaca al año siguiente, vinoa acelerar y a extender rápidamente elpoblamiento y la estructuración de todoel territorio comprendido entre el Dueroy la Cordillera Central conforme alnuevo modelo territorial que se había yaimplantado en Sepúlveda. Tres grandesconcejos, a saber, Segovia, Ávila ySalamanca, vendrán a llenar el vacío

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organizativo entre los pequeños ymedianos concejos próximos al Duero yla mencionada Cordillera Central.

Así surge y se afirma lapersonalidad jurídica de la llamadaExtremadura, castellana en las tierras deSoria, Segovia y Ávila, leonesa en lascomarcas salmantinas. Se ha afirmadoincesantemente y aún en nuestros días seviene repitiendo reiteradamente que elvocablo «Extremadura» deriva de«Extrema Dorii», esto es, «los Extremosdel Duero». Nada hay que reprochar aque los no especialistas en lingüísticahistórica hayan seguido estainterpretación que, por otra parte, habíasido ya popularizada en el siglo XIII por

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don Rodrigo Jiménez de Rada, al hablarde los Extrema Dorii no menos de diezveces.

Sin embargo, nada más lejos de laverdad. La palabra Extremadura surgeen el siglo IX para referirse a tierras delrío Ebro como Pancorbo; sigue en elsiglo X designando a lugares del Arlanzao del Esgueva, todavía sin inmediatareferencia al río Duero ni a susproximidades, pero con un significadoevidente de comarcas sitas en la fronterade Castilla, en la tierra que en cadamomento constituía el «extremo» deCastilla.

Más evidente es todavía estesignificado de Extremadura como tierra

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última de los extremos o de la fronteracuando en el año 1068 es utilizado eltérmino por el rey de Aragón, Sancho, elde Peñalén, y el rey taifa de Zaragoza,al-Muqtadir, para referirse ambos a susfronteras respectivas, o a las tierras delAlto Aragón donde ambos monarcasentraban en contacto. Antes undocumento navarro del siglo XI habíadesignado como «Extremadura navarra»a las tierras últimas del reino, a lacomarca de Valdonsella, en la fronteramás alejada de Pamplona.

Con estos datos resulta evidente queel nombre Extremadura hasta el siglo XIIera utilizado para designar la tierra delextremo o de los extremos. Su

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significado sería equivalente al deextremitas. Con este significado sepodrá hablar y se hablará de unaExtremadura castellana, de otra leonesa,de otra tercera portuguesa en torno aEstremoz y finalmente otra en Aragónrepresentada por la tierra turolense.

En la Extremadura castellanainiciará su andadura histórica una nuevaordenación territorial que se asienta enla autoridad de los concejos. El concejolo formaba el conjunto de todos losvecinos de una villa, y esta era un centrode población de cierta entidad, quesuperaba o aspiraba a superar a laspequeñas aldeas que constituían lamayor parte del poblamiento al norte del

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Duero. Para adquirir ese carácter devilla era preciso que construyese unacerca o una muralla en todo su contorno.Los concejos de la Extremadura siemprese asentaban en una villa murada.

En el concejo o conjunto de losvecinos de la villa depositaba el rey,que era el único señor propietario yjurisdiccional del territorio desertizadorecuperado para la cristiandad eincorporado al reino, la delegación desu autoridad al mismo tiempo que leotorgaba la propiedad de toda la tierrade una extensa comarca en torno de lavilla, que iba desde algunos centenaresde kilómetros cuadrados hasta los variosmillares que comprendían los concejos

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más importantes como Sepúlveda,Segovia, Ávila, Plasencia, Béjar,Salamanca o Ciudad Rodrigo.

Dentro de estos términos el concejo,siempre por delegación del rey, era eltitular de poderes dominicales yjurisdiccionales, pero como el colectivode los vecinos, aunque fuera el titular,no era apto para la actuación cotidianade esos poderes, era preciso queeligiese en su seno las autoridades opersonas concretas a través de lascuales debía ejercer sus poderes sobrela villa y el término.

Estas autoridades elegidas por todoel concejo abierto lo eran por un plazogeneralmente anual y solían ser el iudex,

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que era la primera autoridad y presidíaal alcalde o alcaldes, que eran lasautoridades judiciales encargadas dejuzgar los pleitos civiles y criminales, yel sayón, que era agente ejecutivo deliudex y de los alcaldes. Todas estasautoridades no sólo eran anuales, sinoque en algunas villas la elección debíarecaer cada año en un vecino de unadeterminada colación, siguiendo unturno. Su jurisdicción se ejercía tanto enla villa y todos sus vecinos como en eltérmino y sus habitantes.

El ámbito de la autonomía de quegozaban estos concejos de laExtremadura era muy amplio y cubríatanto el campo económico de la villa y

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de su término como el campogubernativo y el judicial. También seextendía a las cuestiones militares, pueslos hombres del concejo acudían a laguerra a llamamiento del rey, pero bajola enseña del concejo y a las órdenesinmediatas de un adalid, que era el jefede la milicia concejil.

Prácticamente el rey había delegadoen cada concejo de la Extremadura unaamplísima autonomía y autoridad, quevenía a sustituir con creces a la que loscondes o los merinos ejercían en lasdiversas circunscripciones territorialesdel norte del Duero.

El rey, aparte de su autoridadsuperior, capaz de enviar al concejo sus

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mandatos y sus decisiones en paz y enguerra, al principio designaba en cadavilla un representante suyo, que en losfueros es conocido como «dominusvillae», con poderes limitados casiúnicamente a lo económico, esto es, arecaudar las contribuciones y losderechos que en la villa correspondíanal monarca, pero aun este representanteo delegado desapareció muy pronto dela mayor parte de las villas de laExtremadura. Excepcionalmente enalgunas villas en vez del dominus el reydesignó un tenente, cuyas funciones selimitaban casi únicamente a la tenenciadel castillo y a los aspectos militares yque derivará, andando el tiempo, en el

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oficio de alcaide que apreciamos enalgunas de ellas.

Esta es la organización territorial,tan distinta de la vigente al norte delDuero, con la que Alfonso VI organizarálas tierras ubicadas entre el Duero y laCordillera Central, y que, como un áreadiferenciada de la más vieja Castilla,será designada con el nombre deExtremadura. En la Extremaduracastellana se organizarán más decuarenta concejos de villa y tierra, y enla Extremadura leonesa y su Trasierraotros quince concejos más.

Estructuración territorial del reino deToledo

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En 1085 Alfonso VI conseguía nosólo la rendición de la ciudad deToledo, sino también la entrega delterritorio gobernado desde esta ciudad,con la única excepción de las tierraspatrimoniales conquenses de al-Qadir,que habían quedado reservadas paraeste último monarca de la taifa toledana.No resulta fácil delimitar el territorio dela taifa que en un primer momento siguióa la capital en su sumisión al reycristiano, pero tras la intervenciónalmorávide del año 1086 ese territoriono rebasaba en modo alguno los montesde Toledo por el sur, apenas alcanzaba aTalavera por el oeste y no mucho másallá de Guadalajara por el este. Si en un

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principio algunas tierras más ampliashabían seguido la suerte de la capital, lapermanencia de la población musulmanay la incapacidad de ocuparlas conpobladores cristianos habían provocadola continuidad o la vuelta del poderislámico.

Porque la anexión de Toledointrodujo una novedad que nunca hastaentonces habían tenido los avances delos reinos cristianos, como fue laincorporación de una ciudad y de unospueblos y aldeas habitados porpoblación musulmana que en virtud delas capitulaciones podía permanecerlibremente en sus casas y haciendas.Ciertamente los que lo deseaban podrían

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marcharse vendiendo sus bienes yheredades o llevándose consigo todoslos bienes muebles que pudiesentransportar.

Los territorios en los que consolidóla presencia cristiana, tal como cabededucir de las crónicas y de ladocumentación, fueron, además de lapropia ciudad de Toledo, los deTalavera, Santa Olalla, Maqueda,Montalbán, Alamín, Olmos, Canales,Madrid, Talamanca, Buitrago, Uceda,Atienza, Cogolludo, Guadalajara, Hita,Alcalá, Riba de Santiuste, Consuegra yMora, con sus respectivos términos yjurisdicciones. Aunque los sucesivosataques almorávides a partir de 1086

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crearán graves dificultades e infligiránincluso duras derrotas a Alfonso VI,como Zalaca o Uclés, la verdad es queeste ámbito territorial incorporado conla ciudad de Toledo se mantuvoconstantemente en manos cristianas,salvo la pasajera ocupación de Alcalápor las fuerzas musulmanas en 1109.

La presencia inicial de poblaciónmusulmana, la escasez de pobladorescristianos y el carácter de marcafronteriza condicionaron la organizaciónterritorial de las nuevas tierrasincorporadas, que en su conjuntorecibieron el nombre de reino deToledo. En primer lugar el régimenjurídico del nuevo reino tenía que

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reflejar una diversidad de población;aunque tras la entrada de los cristianosla mayor parte de los habitantes dereligión musulmana prefirieronabandonar la ciudad de Toledo y el restodel territorio ocupado por estos, todavíaquedaba la población mozárabe, esto es,los cristianos que habían vividotrescientos setenta y cuatro años bajo ladominación islámica.

A los mozárabes se unieron lospobladores cristianos llegados de lastierras del norte del Duero y que enToledo recibieron el nombre genérico de«castellanos», aunque no faltarantampoco algunos leoneses. A loscastellanos se añadían los francos, que

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eran en general los llegados del otrolado de los Pirineos y formaban unacomunidad diferenciada en la ciudad.

Desde luego, Alfonso VI excluirá lainstalación en el reino de Toledo de lasfamilias condales, del mismo modo quehabía evitado su arraigo en laExtremadura. Sólo recibirán donacionesreducidas consistentes en alguna fincarústica o urbana, que en ningún casoconstituían un patrimonio relevante.Tampoco tendrá que crear aquí una redde villas de nueva planta como habíahecho en las zonas desérticas de laExtremadura; aquí le bastará utilizar lasviejas ciudades o villas importantesrecibidas de la época musulmana para

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crear en torno de ellas unos concejos, nomuy distintos en su organización internade los concejos de villa y tierra de laExtremadura.

Una diferencia apreciable será quealgunos de estos concejos toledanos, notodos, poseerán un término de unaextensión bastante menor a la mediausual en la Extremadura, con lo quenaturalmente su importancia y su relievepolítico serán bastante inferiores a losde los concejos extremaduranos. Otranota distintiva la encontramos en sumayor orientación artesanal y urbana,quizás transmitida por la poblaciónmozárabe, menos orientada hacia alcampo, la ganadería y la guerra que sus

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hermanos del norte. Consecuentemente,su repoblación no se hará con underecho de frontera como el deSepúlveda, sino que en el fuero yderecho de Toledo se recogerá laregulación de esas ocupaciones einclinaciones de la población.

Durante más de cien años el reino deToledo constituirá la marca fronterizadel reino de León y de Castilla frente alIslam, que primero con los almorávidesy luego con los almohades no dejó desufrir una amenaza casi constante, tantocontra las tierras del reino como contrala misma ciudad de Toledo. La defensaexigía la presencia en el reino y másconcretamente en su capital de un jefe,

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de una autoridad militar capaz decoordinar todos los esfuerzos defensivosy que supliera las ausencias de un reymuchas veces lejano en León o enBurgos. Ese oficio, que nunca existió enla Extremadura, de un jefe militar porencima de todos los concejos, lodesempeñó por delegación del rey,Alvar Fáñez, el sobrino del Cid, hastasu muerte en 1114.

Otros dos poderes destacarán en elreino de Toledo, los dos asentados en laciudad: el primero el del concejo deToledo, que por la extensión de sutérmino, por su milicia y por sus medioseconómicos sobresaldrá por encima detodo el resto de los concejos del reino;

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el segundo, los arzobispos de Toledo,administradores de las grandespropiedades de su Iglesia, extendidaspor todo el arzobispado, y señores dealgunas villas importantes como Alcaláde Henares o Brihuega y sus respectivostérminos.

Más adelante, cuando el reino deToledo amplíe sus fronteras hasta SierraMorena, la mayor parte de las tierrasentre esta cordillera y los Montes deToledo serán entregadas a tres órdenesmilitares como señorío propio. Lasórdenes las repoblarán y pondrán enexplotación y en ellas organizarán losllamados Campo de San Juan, Campo deSantiago y Campo de Calatrava.

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El reino de Toledo, del mismo modoque la Extremadura, y al contrario quelos reinos de León y de Castilla, nuncase organizó en forma de merindades conun merino mayor a su frente.

Privilegios de inmunidad y señoríosjurisdiccionales

Las estructuras de gobiernoterritorial que hemos descrito tanto enGalicia, León o Castilla como enExtremadura o en el reino de Toledo sereferían a las tierras realengas, esto es, aaquellas en las que el rey ejercía lajurisdicción bien directamente bien pormedio de sus oficiales o delegados o através de los concejos. Además de los

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territorios donde los oficiales del reyejercían el poder jurisdiccional, tantogubernativo como judicial, había otroscotos o espacios en los que ese poderjurisdiccional había sido cedido alpropietario o dueño del lugar, que podíaser una institución religiosa o un noblesecular, en ambos casos con carácterhereditario. En el caso de la institución:monasterio o iglesia, porque lainstitución nunca muere; en el caso de unnoble, porque se transmitía sobre todopor herencia de padres a hijos, perotambién a extraños, por donación oventa.

En las propiedades su dueño ejercíatodos los derechos derivados del

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dominio. En el caso de los señoríos aestos derechos dominicales se añadía osuperponía la jurisdicción pública. Estaresidía en el monarca como cabeza de lacomunidad política, que de ordinarioejercía mediante sus oficiales y agentesterritoriales. Pues bien, en los señoríosel rey delegaba esas funcionesgubernativas o judiciales en el que yaera propietario o dueño del lugar o delas heredades. Así, en una mismapersona se acumulaban las cualidadesde señor dominical y de señorjurisdiccional, y el propietario pasaba aconvertirse también en el delegado uoficial del rey en esas propiedades concarácter perpetuo.

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Estas concesiones o privilegios, porlas que el rey cedía la jurisdicción enfavor de una institución eclesiástica o deun noble, solían otorgarse mediantecartas o diplomas llamados deinmunidad. Ya en las primeras de estascartas que han llegado hasta nosotros,datadas a principios del siglo X, apareceun doble elemento: uno positivo, que eraun nombramiento ad imperandum sobreuna villa, unas propiedades, unasheredades, con parecida fórmula con laque se designaban a los imperantes omandantes cuando se les nombraba paragobernar una mandatio o condado:

«Os nombramos a

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vosotros para mandar sobretodos los hombres quehabitan en tal lugar y sobrecualquier otros que allívinieren a habitar, de talmodo que todos obedezcanvuestras órdenes y cumplancualquier cosa queentendieren que vosotros leshabéis ordenado, todo sinexcusas lo cumplan y loejecuten».

Esta era la parte positiva de losnombramientos ad imperandumexpedidos a favor de un conde, de unoficial del rey o de una institución

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religiosa; el mismo tenor se utilizaba enlas concesiones del poder jurisdiccionala algún propietario sobre algunas de suspropiedades. Sin embargo, en estassegundas concesiones solía acompañarun elemento negativo, que era laprohibición dirigida al conde, merino oimperante del lugar y al sayón de queentrara o se entrometiera en los asuntosde aquel territorio, que de este modo eradeclarado exento:

«Pero tú N. N. no tengasla osadía de entrar ointervenir bajo ningúnpretexto y por ningunacausa».

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El señorío era en primer lugar unaconcesión o delegación de lajurisdicción por parte del rey a favor deun noble o de una institución, y ensegundo término una declaración deexención de las autoridades ordinarias,que eran sustituidas a todos los efectospor el titular, que ya venía ostentando lapropiedad.

En los privilegios de inmunidadposteriores esta prohibición de entradadel sayón se desglosará y seespecificará. Una fórmula bastantehabitual en los privilegios de inmunidadde Alfonso VI será:

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«Y que no entre en eselugar susodicho el sayón nipor causa de homicidio, nide rapto, ni para cobrarfonsadera, anubda, mañeríao luctuosa ni por cualquierotro supuesto».

Hemos descrito el nacimiento de losprimeros señoríos, que fundían en lamisma persona los derechos privadosdominicales y las facultades públicas dela jurisdicción. Las primerasconcesiones que conocemos apenas ibanmás allá de una villa, de un cotoredondo o de unas determinadasheredades, pero es evidente que ante la

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debilidad de los reyes y los problemasque tuvo que atravesar la monarquía enel siglo X y primeros decenios del XI,muchos magnates condales y nocondales y también monasterios y otrasinstituciones eclesiásticas comenzaron aejercer las facultades jurisdiccionales ode gobierno sobre todas las villas de supropiedad y sobre todos los hombresque vivían en sus dominios; de estemodo pudo llegar incluso a producirsecierta contusión entre la propiedad y lajurisdicción.

El resultado de todo este proceso fuela implantación gradual y arraigo de estasituación, conocida con el nombre deseñorío, sobre buena parte de las tierras

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sitas al norte del río Duero. Cierto queno existían grandes señoríos compactos,esto es, formando una amplia extensiónterritorial continuada, pero sí existíanimportantes señoríos formados porpropiedades dispersas, en manos biende laicos poderosos, bien deinstituciones eclesiásticas. El primeroserá designado como señorío a secas o«señorío laical», mientras el segundoera más conocido comúnmente como«abadengo».

Con el reforzamiento del podermonárquico con Fernando I y más conAlfonso VI se frenaron las usurpacionesdel poder jurisdiccional, pero ya lamayor parte de los magnates y

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monasterios habían asumido, o si sequiere usurpado, el ejercicio del poderjurisdiccional sobre todas o sobre buenaparte de sus propiedades.

También conocemos concesionesgenerales de inmunidad a favor de todaslas heredades de institucioneseclesiásticas, como la otorgada porAlfonso VI el 5 de diciembre de 1084 ala iglesia Astorga, por la que

«en todas las villas,monasterios o heredades dela iglesia de Astorga, lasque ahora tiene y las que enel futuro pudiere ganar, noose entrar ningún sayón a

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imponer ninguna pena nipor ningún delitoperpetuamente… ypermanezcan losmonasterios y heredades deSanta María [de Astorga]ingenuas de cualquiermancha de servidumbre, asaber, de las penas porhomicidio y rapto, del pagode fonsadera y de cualquierotra pena».

Una ingenuidad o exención tanamplia que se extendía a todas laspropiedades presentes y futuras de ladiócesis.

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Más conciso, pero con el mismocontenido de total inmunidad y cesión dela jurisdicción, ahora a favor de unmonasterio, es otro diploma del 19 demayo de 1097, por el que Alfonso VIdeclara a la abadía de Silos y a todassus heredades y dependencias, presentesy futuras, exentas de la jurisdicción delos sayones del rey y del pago detributos y penas pecuniarias por losdelitos:

«Retiro mi sayón de todoel monasterio, de todas susheredades y de todas susdependencias, las que ahoraposee y las que poseerá en

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el futuro, de modo que noentre en ellas para imponero cobrar ninguna penaregia».

Hemos de suponer en buena lógicaque exención o inmunidad como estagozarían, antes o después de Astorga,las posesiones de todas las iglesiasepiscopales, esto es, de obispos ycabildos del reino, y que el monasteriode Silos no sería ninguna excepción yque de parecida situación jurídicadisfrutarían otros muchos, como SanPedro de Arlanza, San Pedro deCardeña o San Salvador de Oña, demucha mayor raigambre e importancia

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en Castilla que Santo Domingo de Silos.Estos dos ejemplos nos pueden dar

una idea muy aproximada de laextensión del privilegio de inmunidad oexención, base del señoríojurisdiccional, entre las propiedadeseclesiásticas. En cambio, en el ámbitode las propiedades de los magnateslaicos carecemos hoy de diplomassemejantes a los otorgados a la iglesiade Astorga y al monasterio de Silos porAlfonso VI, no porque no hayan existido,sino por la mala conservación, o mejordicho, la práctica total destrucción delos archivos nobiliarios de la Alta EdadMedia. A juzgar por los resultados y porla extensión posterior del señorío en las

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tierras del norte del Duero noerraríamos al suponer que algunos ovarios magnates, condales y nocondales, obtuvieron parecidosprivilegios de exención o inmunidadpara sus tierras.

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Capítulo XVIII.Economía y sociedad

La propiedad de la tierra

En una sociedad donde la prácticatotalidad de la producción procedía dela actividad agrícola y ganadera o de losservicios elementales para la misma eralógico que la propiedad o el dominio dela tierra condicionase todas lasrelaciones de las personas, y que en granparte la situación jurídica de las mismaspersonas derivase de su relación con latierra.

Las relaciones de los hombres con la

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tierra en el reino de Alfonso VI eranmuy distintas en las regiones donde lavida y las instituciones siguieron suevolución normal sin sufrir la bruscainterrupción de la invasión islámica,como es el caso de toda la cornisacantábrica y norte de Galicia, deaquellas otras tierras que sumergidasinicialmente por la marea musulmanafueron luego desoladas y desertizadas ytuvieron que ser repobladas,colonizadas y devueltas a la vida desdela nada.

En las más viejas tierras del reinode Asturias es donde encontramosinicialmente a los grandes possessores opropietarios de muchas villas dispersas

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en varias comarcas y dueños denumerosas familias de siervos. La casitotalidad de las familias que nos sonconocidas se hallaban enclavadas en lazona galaico-portuguesa. Además, estospossessores solían coincidir en lasmismas personas que ostentaban laautoridad pública investidas con ladignidad condal o relacionadas conellas.

Esta simultaneidad de la propiedad yde la autoridad en las mismas manospermitió a estos possessores mantener,rehacer si habían sufrido menoscabo porla división de la herencia entre los hijos,y aun aumentar esas extensaspropiedades que venían cultivando

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desde tiempos inmemoriales con sussiervos, libertos y campesinos libres,pero dependientes económicamente, enlas mismas familias durante muchasgeneraciones. Dada la orografíamontañosa de esas tierras con valles ylugares semiaislados o con difícilescomunicaciones, la gran propiedad noocupó nunca la totalidad del territorio.Tampoco faltaron pequeñospropietarios, pero aun estos vivían enalguna manera subordinados de hecho alpoder y a la autoridad de esas grandesfamilias.

La generosidad de los monarcas y deesas grandes familias hacia las iglesiasy monasterios hizo que en torno de

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algunos de estos últimos y de las sedesepiscopales se constituyeran tambiénmuy importantes y extensos patrimoniosque todavía redujeron más el número deesos propietarios independientes.Prototipo de esos grandes señoreseclesiásticos en los años de Alfonso VIsería la sede compostelana y susobispos, entre las iglesias diocesanas, yel monasterio de Celanova, entre losmonasterios que habían adoptado laregía benedictina.

En contraste con las viejas tierras,en las nuevas comarcas ganadas aldesierto y a la despoblación, donde poraplicación del derecho romano queatribuía todas las cosas abandonadas al

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fisco o al rey, toda la tierra quedó adisposición del monarca sin quearraigaran esos grandes possessores.Había que atraer pobladores y por esoel rey mediante repartos oficialesasentaba a los recién llegados endiversas villas o aldeas o permitía y aunalentaba la presura o apropiación de latierra inculta mediante la roturación ypuesta en cultivo de la misma, según loselementos de que cada cual disponíapara poder labrar la tierra. La presuraera luego ratificada por los reyesexpresa o tácitamente.

De este modo la propiedad serepartió entre los muchos que acudían alas llamadas repobladoras, buscando

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una mejora de su situación. Entre losrecién llegados, fueran cristianos de lasmontañas del norte o mozárabes, nohabía hondas diferencias económicas oquedaron reducidas a proporciones muylimitadas; entre los habitantes o vecinosde una aldea o una villa la situacióneconómica de todos era muy parecida.

Las familias condales, quedirigieron bajo la autoridad de los reyeslos avances repobladores, no disponíande las masas de siervos o dependientespara poder apropiarse de grandesextensiones, significativas en el conjuntode la repoblación, de modo que elconjunto de la población entre lacordillera cantábrica y el río Duero

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estaba representada ante todo por lasmasas de campesinos libres,propietarios de las heredades quecultivaban, que únicamente dependíanpor razón de la tierra del rey, que en elproceso de poblamiento y presura sehabía reservado para sí casi siempre lapropiedad eminente de la tierra,permitiendo al repoblador libre lapresura de la propiedad útil o inferior.

Una buena parte del patrimonio queacumularon las familias condales en estaparte de la cuenca del Duero en ningúncaso provenía de iniciales presuras o dedonaciones regias, sino más bien delejercicio del poder público ojurisdicción tanto civil o criminal,

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cuando por su iudicato o función dejueces tenían derecho a percibir un tantopor ciento de la suma en litigio en lospleitos civiles o las multas y penaspecuniarias o caloñas impuestas en losdelitos que juzgaban.

Las multas o penas pecuniarias eranlas que enriquecieron y contribuyeronsobre todo a la formación de las fortunasterritoriales de los condes, imperantes ypotestates o gobernadores de lasmandationes o distritos, ya que dada suelevada cuantía y la escasez denumerario eran satisfechas la mayorparte de las veces mediante la cesión deuna o varias heredades y aun de latotalidad de los bienes del condenado

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como culpable.También aquí en la cuenca del Duero

iglesias y monasterios pudieron labrarserespetables patrimonios, siempre muydispersos, fruto de la generosidad y dela piedad de los reyes, de los magnates ytambién de los campesinos libres quegozaban de la plena disposición de susheredades. Entre estos monasterios queya en los años de Alfonso VI habíanreunido un importante patrimoniomerece citarse a San Pedro de Cardeña,a San Pedro de Arlanza y a SanSalvador de Oña en Castilla, los treselegidos por los condes castellanoscomo panteones para sus restosmortales, y el cenobio de Sahagún en

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León, que será también el escogido porAlfonso VI para dar sepultura en suiglesia a sus diversas esposas y a símismo.

Todavía en el reinado de Alfonso nose puede afirmar que en las merindadesde Castilla o de León la gran propiedadde la tierra fuera la predominante. Alcontrario, el proceso de concentraciónde la tierra ya iniciado no había logradocambiar el panorama de una poblaciónde campesinos libres asentada enpequeñas aldeas viviendo en tierrasrealengas, que eran al mismo tiemposuyas, por cuanto a cambio de uninsignificante censo o martiniegapodían disponer libremente de ellas

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permutándolas, vendiéndolas,dejándolas en herencia o donándolas envida.

Todavía eran mayores los aires delibertad que se respiraban en laExtremadura, tanto castellana comoleonesa, y en el reino de Toledo, dondela ausencia de las grandes propiedadesera casi total, ya que todo el término delos concejos extremaduranos y toledanoshabía sido cedido a estos y los criteriosde poblamiento se habían esforzado poratraer habitantes a través de laasignación de lotes de tierra enpropiedad que hicieran arraigar a losrecién llegados.

Los mecanismos a través de los

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cuales se habían acumulado las distintasposesiones bajo el dominio de un señoreran la causa por la que rara vez estosdominios llegaron a constituir grandescotos redondos, unidades geográficascerradas. Las grandes propiedades sehallaban integradas por tierras dispersasen comarcas o mandationes diferentes, ya veces lejanas, aunque resulta lógicoque a través de compras o permutas,tanto los propietarios laicos en torno asu residencia como los abades alrededorde sus monasterios tratasen deconcentrar una buena parte de susheredades.

Esta dispersión de las propiedades,generalizada en la monarquía leonesa,

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llevará a una forma de explotación delos grandes dominios muy distinta a lausual en el resto de Europa,especialmente en las Galias, donde losgrandes dominios estaban constituidospor extensas fincas o latifundios enmedio de los cuales residía el señor, queprocedía a la explotación directa de sufundo con sus siervos o esclavos de lagleba.

En el caso de la propiedad dispersaresultaba imposible a sus dueños laexplotación directa mediante sussiervos, y sólo utilizaban este sistema enuna mínima parte de su patrimonio. En lazona galaico-portuguesa, donderadicaban las mayores propiedades,

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parte de las tierras estaba cedida asiervos adscriptos a la tierra y acolonos, que recibían el nombre detributarios o iuniores de capite. Otraparte era explotada por homines demandationis o iuniores de hereditate,que eran los descendientes de losantiguos privati de la época visigoda.Finalmente, otra parte era entregada ahombres libres mediante diversoscontratos de explotación oarrendamiento.

En la meseta, donde los siervosapenas existían, la explotación de latierra se realizaba mediante contratos dediversa naturaleza, desde el puroarrendamiento a la cesión de la tierra en

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contratos de aparcería, generalmente delarga duración y aun perpetuos, quepodían transmitirse a través degeneraciones a cambio de algunasprestaciones o sernas o de parte de lacosecha o de una combinación deambas.

A mediados del siglo XI aparecen enlas tierras de la meseta norte del Duerolas primeras concesiones de tierras enprestimonio otorgadas por el rey en elrealengo o por los magnates en suspropiedades. Los campesinos libres querecibían unas heredades en concepto deprestimonio conservaban su plenacualidad de hombres libres e ingenuos ytambién la libertad de movimiento,

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aunque esta dentro de ciertos límites,que si eran transgredidos se penaban conla pérdida del fundo cultivado y elabono de una indemnización alabandonarlo. Tampoco les podía serarrebatado el fundo recibido enprestimonio mientras cumpliesen suobligación de pagar el censo establecidoy no enajenasen el prestimonio fuera delos límites y condiciones biendeterminados. El sistema deprestimoniarios campesinos, cuyaexistencia es atestiguada por primeravez en el reinado de Fernando I,arraigará en los tiempos de Alfonso VIpara generalizarse en los reinadosposteriores.

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Situación jurídica de las personas

En la segunda mitad del siglo XI losantiguos siervos, que con tantafrecuencia encontrábamos en lasposesiones de los magnates del primermilenio, han desaparecido casitotalmente como resultado de las cartasde emancipación o ingenuidad otorgadaspor sus dueños y dueñas en los últimossiglos en cualquiera de las dos fórmulasmás usuales, per cartam en vida o pertestamentum a la hora de la muerte.Durante el reinado de Alfonso VI ya nose registra la existencia de los siervos omancipia de los siglos VIII al X.

Sí que existe todavía una

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servidumbre residual, que durará toda laEdad Media, producto de la guerra,donde el siervo o esclavo se identificacon el maurus o maura, enemigocautivado en las expediciones militares.Esta situación de servidumbre ocautividad no tendía a perpetuarse através de generaciones, pues bien laconversión a la fe cristiana podía iracompañada de la manumisión, o podíanser redimidos por sus hermanos en la feislámica o intercambiados por otroscautivos cristianos en poder musulmán.

La mayor parte de las manumisionesque se otorgaban graciosamente a lossiervos, aunque les convertían enpersonas libres, no lo hacían sin

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imponerles alguna obligación económicani sin limitar en alguna manera susderechos civiles, bien fueratemporalmente mientras viviere elmanumisor u otra tercera persona, bienperpetuamente. El lazo que unía alliberto con su señor era calificado depatrocinio por la parte del señor y deobsequio por parte del siervo. Estevínculo imponía al liberto ciertosdeberes de obediencia a su patrono ytambién muchas veces la prestación deciertas oblaciones al que había sido suseñor, a sus descendientes o a ciertaiglesia bajo cuyo patrocinio habían sidocolocados al ser manumitidos.

Aunque la práctica totalidad de la

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población en el reino leonés habíaalcanzado la categoría de hombreslibres, sin siervos ni mancipia, seguíanexistiendo diversos lazos dedependencia heredados de situacionesanteriores, que hacían que no todos loshombres libres lo fueran en el mismogrado, lo que nos permite hablar dehombres libres dependientes.

No es fácil el análisis de estos lazosde dependencia que limitaban la libertadde estos hombres libres por tratarse delazos heredados, que los documentosdan por supuestos o conocidos y que nose detienen a describir, y porque dado elcarácter tradicional de esos vínculospodían variar de una zona a otra.

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Encontramos en primer lugar losantiguamente llamados tributarii, en elsiglo XI más bien iuniores a capite,descendientes de los antiguos colonosromanos, que no se hallaban adscritos auna heredad determinada. El señorpodía establecerlos en un territorio, enuna heredad concreta o trasladarlos aotro lugar para el cultivo de otrastierras, aunque estuvieran un tantodistantes. También era facultad del señoro casi dueño el encomendarles otraclase de trabajos y aun el enajenarlos aotro señor, del mismo modo que podíaromper esos lazos que los unían a él ydeclararlos totalmente libres o ingenuos.Los iuniores de capite no eran siervos,

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pero su situación de dependenciapersonal era muy onerosa y próxima a laservidumbre.

Hombres libres dependientes erantambién los llamados hominesmandationis o también iuniores dehereditate, muy presentes en el fuero deLeón del año 1017. Según el profesorSánchez-Albornoz, que ha estudiadoespecialmente este tema, los iuniores dehereditate eran descendientes de losantiguos privati o possessores romanosque en un proceso gradual de pérdida desu libertad de movimientos habíanquedado ligados o adscritos a un distritoo circunscripción administrativallamada en el reino astur-leonés

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mandatio.Algunas de estas mandationes

habían sido cedidas con carácterhereditario por los reyes a algunainstitución eclesiástica, iglesia omonasterio, por lo que su primeravinculación con el distritoadministrativo había sido sustituida porun lazo de dependencia con lainstitución titular de la respectivamandatio.

Los hombres sujetos a esta clase dedependencia debían entregar mientrasresidieran en la mandatio o en elseñorío eclesiástico al que se habíacedido la mandatio una cantidad fijacada año, no variable en relación con la

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cosecha, de grano, vino o ganado menoro aves de corral.

Como un resto o recuerdo de suprimera ingenuidad, los hominesmandationis o iuniores de hereditatehabían conservado su libertad demovimiento. Podían abandonar lasheredades que cultivaban sin poder serreclamados ni por los oficiales reales nitampoco por sus señores. Cierto queesta libertad de movimiento sufríaalgunas limitaciones en lo que se referíaa los lugares donde iban a establecerse,y que además al marchar debían entregaral oficial regio de la mandatio o alseñor la mitad de todos sus bienes.

Los homines mandationis de las

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tierras galaico-portuguesas seríannormalmente sucedidos en sus tierraspor el hijo mayor, mientras los másjóvenes o iuniores de los hermanosemigraban hacia las nuevas tierras quese estaban poblando en los llanosleoneses, donde los presores de primerahora, que se habían apoderado de tierraabundante, y las institucioneseclesiásticas les ofrecían la ocasión deasentarse en las mismas condiciones enque se hallaban sus padres y hermanosen los lugares de su procedencia, por loque en tierras leonesas pasaron adesignarse como iuniores de hereditate.

Además de las dos categoríasanteriores de hombres libres

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dependientes, iuniores de capite yiuniores de hereditate, había otra dehombres que se habían ligado a un señoro propietario más importante con unvínculo de dependencia librementeadquirido o pactado. Entre estoshombres que habían escogido ladependencia, buscando en ella unaseguridad o una defensa, se encontrabanen primer término los llamadoscommendati o encomendados, gentes sinrecursos suficientes, que entrabanvoluntariamente en la órbita de unpoderoso encargándose del cultivo deuna heredad, aceptando a cambio elcompromiso de no abandonar las tierrasdel señor sin la previa autorización de

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este. Su situación jurídica y lasprestaciones con que debían acudir a suseñor tenderían a asimilarse con las delos iuniores de capite.

Otro grupo de estos hombres quehabían buscado la dependencia yprotección de un poderoso eran losllamados incommuniati, que por mediode un pacto llamado incommuniatiohabían cedido la mitad o todas susheredades a ese poderoso, cuyaprotección buscaban, pero que seguíancultivando como antes la totalidad desus bienes, entregando al señor quehabían elegido la parte de la rentadebida por las tierras que le habíanentregado.

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Finalmente, durante este reinadoencontramos ya los llamados pactos debenefactoría, por los que se buscabaigualmente la protección de unpoderoso, no entregándole todas o partede las heredades, sino conservando lapropiedad en toda integridad, perocomprometiéndose a abonar al señorelegido un canon o censo en especie, endinero o en prestación personal.

Sin embargo, el gran desarrollo delas benefactorías o behetríascorresponderá a una época posterior, alos siglos XII y XIII, cuando una granparte de las aldeas y villas de lasmerindades de León y mucho más deCastilla entren colectivamente en este

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modo de dependencia, formandodiversas clases de behetrías que seextenderán desde el mar Cantábricohasta el río Duero.

Además de todas estas clases dehombres que vivían en alguna de estasvariadas situaciones de dependencia,bien fueren heredadas o voluntariamenteadquiridas, existían los pequeñospropietarios independientes en todo elreino, pero más abundantes en las tierrasde repoblación al norte del Duero. Aellos se sumarán muy pronto loshombres no menos libres o francos,como se designará a los que vendrán ahabitar en las villas creadas todo a lolargo del Camino de Santiago. Su

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libertad era distinta de la de loscampesinos libres propietarios de tierra,pues estaba garantizada por los fuerosllamados de francos, el primero detodos, en el reino de Alfonso VI, fue elotorgado a Logroño por este monarca elaño 1093.

También eran tierra de libertad todoslos concejos de la Extremadura, tantocastellana como leonesa. Sus habitantes,asentados en las tierras realengas que elmonarca había asignado a cada uno deesos concejos en concepto de término,no conocían ningún otro lazo dedependencia que no fuera con el reycomo único señor. De esta mismalibertad e independencia gozaron

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igualmente los hombres del reciénincorporado reino de Toledo en los añosdel reinado de Alfonso VI, vivieran enla ciudad del Tajo o en los diversosconcejos que en esas tierras fueronorganizándose.

Infanzonía y tributación

Además de los magnates o nobles deprimera clase, grandes propietarios, alos que el monarca solía confiar todoslos puestos de gobierno yresponsabilidad, tanto en la corte opalacio del rey como en laadministración territorial, en ladocumentación de la época aparecenotra clase de hombres libres

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distinguidos, que son los infanzones.Sobre su origen se han escrito

muchas páginas no siempre con acierto,y todavía es un tema abierto en el que esmucho más lo que ignoramos que lo quesabemos. Contamos desde lavoluntariosa teoría de Américo Castroque hacía derivar a los hidalgos,sucesores de los infanzones, abundantesprecisamente en las tierras del norte deEspaña, de los ibn-al-jums ocultivadores del quinto reservado alcalifa como botín de guerra, hasta laspáginas de Sánchez-Albornoz quevinculaban a los infanzones de losreinos cristianos del norte con los filiiprimatum de las postreras décadas

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visigodas. No obstante, como hemosdicho, todavía persisten excesivasoscuridades y dudas.

Un documento del año 1093 nosdefine claramente a los infanzones como«caballeros, nobles tanto por su origencomo por su poder, nacidos de padresde no baja alcurnia», lo que vieneclaramente a colocar a los infanzonesentre los miembros de la noblezaheredada por la sangre y prestigiadospor su poder. En síntesis se trata denobles, aunque de un rango inferior al delos magnates o alta nobleza.

El patrimonio de los infanzonespodía ser mayor o menor, podíaaumentar o disminuir según los avatares

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de los tiempos, pero había una doblecualidad jurídica que los distinguía delresto de los demás hombresindependientes, que era el no pagartributos o censos y el gozar de unamayor protección penal. Los delitoscometidos contra ellos estaban penadoscon la caloña o pena pecuniaria de 500sueldos, mientras para el resto de loshombres libres por los mismos motivosla caloña era tan sólo de 300 sueldos.

En el fuero de Castrojeriz es en elque mejor encontramos delineado elestatuto jurídico privilegiado delinfanzón. Además de los dos privilegiosya citados, los más notables de todosgozaban de ciertos favores en el orden

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judicial, como el hecho de que nopodían testificar contra ellos losvillanos y el poder defendersejudicialmente mediante el juramentoexpurgatorio. En el orden del serviciomilitar se supone que lo prestaban comojinetes o caballeros en función delprestimonio o conjunto de tierras y otrosbienes que recibían de los condes porese servicio.

Esta nota distintiva de la infanzoníanos lleva a plantearnos el problema delos ingresos, censos o rentas con las quese alimentaba el fisco regio. También eneste campo fiscal durante el reinado deAlfonso VI se van a introducir algunasimportantes novedades.

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La invasión de la España musulmanapor los almorávides cerró un periodo dela historia fiscal del reino de León yCastilla: se acabaron las pariasmusulmanas con las que Fernando I yAlfonso VI habían vivido hasta esemomento y obligaron a este a buscarnuevas fuentes de financiación parahacer frente a la amenaza africana quepresionaba en la línea del Tajo.

Un tributo de carácter territorial deorigen romano, la capitatio-iugatio,logrará sobrevivir incluso a través delos siglos de dominación visigoda ycontinuar vigente durante los tresprimeros siglos de la monarquía astur-leonesa. Se trata del llamado tributum

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quadragesimale, porque solía serpagado a principios del mes de marzo,coincidiendo con la cuaresma.

El tributum quadragesimale era elcenso que abonaban al fisco regio loshombres libres que vivían en el noroestede España, limitado a las mandationesde Galicia y Portugal. La mayor parte deesas rentas fueron privatizadas, esto es,cedidas por los reyes en el transcurso deesos tres siglos a las sedes episcopaleso a otras instituciones eclesiásticas ytambién a determinados magnates eimperantes, que gobernaban esasmandationes, por lo que al comenzar elreinado de Alfonso VI el importe del taltributum quadragesimale había perdido

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toda relevancia económica, cualquieraque esta hubiera sido en los reinadosanteriores.

Los principales ingresos de losreyes hasta Fernando I provenían de lasrentas del patrimonio familiar de losmonarcas y de las heredades delrealengo, que podían considerarsebienes de la Corona, aunque durantetoda la Edad Media no se distinguíaentre ambas clases de bienes. En estosbienes el rey ejercía los mismos poderesy cobraba las mismas rentas que unseñor en su señorío. Esta clase de rentasnunca llegó a revestir una especialimportancia económica, pues endiversos condados y mandationes los

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bienes del realengo quedaban adisposición de los titulares de esosgobiernos como medio de retribuciónpor el oficio que desempeñaban.

Fuera del tributum quadragesimale,el único ingreso del que tenemosconstancia que fuera percibido por elrey como titular del supremo poder en elreino era el procedente del ejercicio dela jurisdicción penal, esto es, elproducto de confiscaciones por delitosde alta traición, y las caloñas o penaspecuniarias, a veces muy importantes,que acarreaban la mayor parte de lasinfracciones penales y que eranatribuidas al juez que había dictado lasentencia, el iudicatum o tanto por

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ciento que correspondía al juez en lospleitos civiles. Aunque es verdad queeran los oficiales del rey los quejuzgaban la mayor parte de los pleitos ylitigios de toda clase, también esigualmente cierto que los conflictos másimportantes en los que interveníanobispos o magnates solían reservarse altribunal del rey.

En tierras llanas leonesas ycastellanas, donde predominaba elrealengo, parece que se había impuestoel pago de un pequeño censo a losmuchos propietarios libres quedisfrutaban de la propiedad útil, pero enlas que el rey por formar parte delrealengo se había reservado la

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propiedad eminente. Esta propiedademinente será más adelante elfundamento de la infurción o censo, quelos propietarios de unas tierraspresentaban al titular de la propiedademinente en señal de reconocimiento desu superior derecho.

El nacimiento, extensión ydesarrollo de este impuesto conocidocon el nombre de infurción no ha sidoestudiado todavía en profundidad. Ladocumentación de la época no nospermite afirmar la práctica de lainfurción en el reino de Alfonso VI, ymucho menos que en esa épocaconstituyera un ingreso relevante delfisco regio.

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Durante su reinado, Fernando Iencontró para sus mermadas arcas uningreso extraordinario, las parias o pagacon que los reyes de taifas musulmanescompraban la seguridad de no seratacados por las fuerzas leonesas ocastellanas y también su protección oauxilio en caso de ser atacados por otrosmusulmanes e incluso por otroscristianos. Parias abonaron con mayor omenor regularidad los reyes taifas deZaragoza, Toledo, Sevilla, Granada yBadajoz al rey Fernando I. El oro de lasparias se convirtió en el ingreso mássaneado de este monarca.

Alfonso VI, primero como rey deLeón, heredó el derecho de cobrar las

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parias del reino de Toledo. Más tarde,ya como rey único de León, Castilla yGalicia, el ámbito geográfico dondecobraba estos suculentos ingresos fue elmismo que el de su padre. Quizás laimpresión que parece deducirse de lascrónicas árabes es que la presión deAlfonso se hizo más agobiante que entiempos de Fernando I.

Precisamente este agobio o presiónasfixiante que los reyes taifas sentían altener que abonar cada año las pariasconvenidas, con el consiguiente disgustode sus pueblos, fue lo que provocó lallamada o petición de socorro de lospríncipes musulmanes hispanos a losalmorávides africanos.

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El desastre de Zalaca no puso puntofinal a la percepción de las parias;todavía después de 1086 sabemos queAlfonso VI siguió cobrando del rey deGranada las mismas parias, y es muyprobable que las percibiera también delrey de Sevilla. Sin embargo, después delaño 1090, cuando se produce la terceravenida del emir Yusuf ibn Texufin aEspaña y la invasión almorávide conánimo de permanencia, el sistema deparias se derrumba completamente yAlfonso VI se verá totalmente privadode estos ingresos. Únicamente el Cid enLevante logra continuar con el sistemaen beneficio propio, cobrando de ochopríncipes o señores musulmanes un

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importe de 104.000 mizcales o monedasde oro.

Privado del principal de susingresos, y teniendo que hacer frente alos ejércitos almorávides que iban apresionar sobre las fronteras del reinode Toledo a partir de ese momento,Alfonso VI tenía que discurrir nuevosmétodos que le procurasen los recursosnecesarios.

El primero fue la acuñación demoneda. Hoy la mayoría de losinvestigadores atribuyen a Alfonso VIlas primeras producciones monetarias enel reino de León, tras casi cuatro siglossin que ninguno de los monarcas asturesni leoneses, desde comienzos del siglo

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VIII hasta casi finales del XI, labraseninguna clase de moneda, viviendo delos restos de las viejas monedasvisigodas o de acuñaciones extrañasllegadas del mundo carolingio y másabundantemente del emirato, del califatoo de los reinos de taifas de al-Ándalus.

La conquista de Toledo puso enmanos de Alfonso VI una ceca en plenofuncionamiento que tras la entrada de loscristianos continuó produciendonumerario, al menos de vellón, concaracteres y leyendas arábigas y conindicación del año de su acuñación,años 478 y 479 de la Hégira. Sinembargo, a partir de 1087 cesan lasacuñaciones de tipo arábigo y se

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inaugura un nuevo sistema monetario contipos ya enteramente cristianos. En esteaspecto de la vida económica, como enotros, Alfonso VI será un rey totalmenteinnovador que abrirá nuevos horizontesal futuro de su reino.

No obstante, las gananciasproducidas por la acuñación denumerario no eran suficientes paraatender los extraordinarios gastosmilitares provocados por las reiteradasinvasiones almorávides, y así el 31 demarzo de 1091 puso en marcha unanueva fuente para obtener recursos. Enuna curia extraordinaria convino con sussúbditos de tierras de León que acambio de un nuevo fuero relativo a los

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juicios con los judíos le abonarían poruna sola vez el año corriente un tributoextraordinario de dos sueldos por cadahogar, tanto de nobles como de villanos.

Con este primer petitum o pedidoinauguraba Alfonso VI un nuevo sistemade obtener dinero para hacer frente a losgastos bélicos: solicitarlo a todo elreino o a parte de él y obtener suconsentimiento para poder cobrar unasuma fija en un plazo determinado decada uno de los hogares. Lasmodalidades del petitum podrán variaren el futuro, pero la nueva tributación sehabía puesto en marcha.

En este primer petitum también losinfanzones fueron incluidos entre los

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contribuyentes, pero muy prontoalcanzaron de los reyes posteriores elser excluidos de los petitum, quevinieron a recaer sobre los villanos o nonobles exclusivamente.

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Epílogo. Alfonso VI yel Cid: el monarca y

el héroe

Las relaciones entre el rey y su vasallo

A lo largo de esta biografía hemoscitado reiteradamente, como no podíaser menos, al caballero Rodrigo Díaz deVivar, el Cid Campeador, y es queambos, Alfonso y Rodrigo, fueron casirigurosamente coetáneos. En páginasinteriores señalábamos como fecha másprobable del nacimiento de Alfonso VIel año 1047 o 1048, y ya en nuestra

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biografía del Cid Campeadorrazonábamos como año natalicio másprobable del héroe uno comprendidoentre 1048 y 1050.

En los cinco decenios que sus vidascoincidieron sus destinos se cruzaronmuchas veces. Hubo entre ellosentendidos y desentendidos, muchosacuerdos y graves desacuerdos, aunqueambos se movieran en categoríassociales muy diversas: Alfonso siemprefue infante o rey, y su grandeza fueronsus aciertos en los más graves asuntosde estado que se le plantearon; Rodrigofue el combatiente, el campeador, elcaudillo siempre victorioso en todos loscombates y frente a todos los enemigos

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con los que tuvo que cruzar sus armas.Alfonso se ganó el respeto y la

veneración de sus súbditos y de suscoetáneos como monarca; Rodrigo seconquistó la admiración de los hombresde su época, tanto de amigos como deenemigos, por sus siempre venturosashazañas militares, primero comocampeador o combatiente triunfador enel campo de los juicios de Dios, y luegocaudillo y conductor de una mesnada,siempre vencedora en las más adversascircunstancias.

Los historiadores siempre han vistoen Alfonso un monarca, mimado de lafortuna o de la providencia, a quien dosoportunas muertes le brindaron, primero,

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los tres reinos, Castilla, León y Galicia,que su hermano Sancho había sabidoreunificar, y luego la extensión de susdominios por La Rioja, Álava, Vizcaya,la mayor parte de Guipúzcoa y buenaparte de Navarra. Sin embargo, si lafortuna lo mimó y le regaló extensosterritorios, también supo Alfonso VIampliar su reino desde las orillas delDuero hasta más allá del río Tajo yresistir las acometidas almorávides,consolidando ese avance. La conquistade la imperial Toledo, la capital de lamonarquía visigoda, hizo del reinocastellano-leonés el más poderoso de laPenínsula, superior a sus hermanoscristianos y a los musulmanes

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peninsulares.En esta lucha frente al Islam,

Rodrigo fue de hecho el genialcolaborador de Alfonso. El Campeador,sin disponer de los medios militares yeconómicos de Alfonso, sólo con suespada supo apoderarse de la ciudad deValencia y crearse un auténtico reino entierras levantinas. En él resistió en tresocasiones, siempre con éxito, a otrostantos grandes ejércitos almorávides. Laprodigiosa resistencia del Cid enValencia constituyó la mayorcontribución a la seguridad del Toledode Alfonso.

Alfonso VI fue también el monarcaque tomó la clarividente decisión de

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insertar espiritualmente su reino en lacristiandad europea. Con él cayerontodas las barreras culturales que habíanmantenido casi cuatrocientos años alreino astur-leonés de espaldas a laevolución de Europa. A partir deAlfonso, Castilla y León fueron unosreinos más dentro de la comunidadcultural europea. A su modo también elCid, como jefe militar que era, participóde esta apertura a otras culturas: en sumesnada reunía hombres de todos losreinos cristianos de España ymusulmanes de Zaragoza; suadministrador era un musulmán; ycuando tuvo que elegir un obispo para suciudad de Valencia entregó el cargo a

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don Jerónimo, un clérigo francés delséquito del cluniacense borgoñón donBernardo, arzobispo de Toledo.

Algún historiador ha queridoensalzar la figura del Cid Campeadorcontraponiéndola a un rey Alfonsoenvidioso y rencoroso con el mejor desus vasallos, que no supo aprovechar lasextraordinarias cualidades del geniomilitar que el destino puso a sudisposición. Creemos que estos rasgosalfonsinos no responden para nada a larealidad; desde su posición regia,Alfonso no tenía por qué envidiar a unode sus vasallos, que si no era un simpleinfanzón, tampoco pertenecía a ningunafamilia condal o magnaticia. La

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distancia social entre soberano y vasalloera demasiado grande para que cupieraen el monarca ese ruin sentimiento.

En cuanto a rencor, todo locontrario: el rey Alfonso supo honrar alCid con un matrimonio casi regio, lepuso al frente de hasta siete tenencias ogobiernos simultáneos y, olvidando ladesolación de La Rioja, le restituyó ensu gracia hasta el fin de sus días.También supo Alfonso utilizar, llegadala ocasión después del desastre deZalaca, las eximias cualidades deRodrigo al encomendarle la restauracióndel protectorado castellano en Levante;no cabe olvidar que fue precisamente elrey Alfonso el que envió al Cid a

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Valencia, al teatro de su gloria. Sinembargo, antes de emitir ninguna otravaloración vamos a presentar la vida denuestros dos personajes tejida en torno asus relaciones personales.

Rodrigo goza de todo el aprecio yconfianza de Sancho II y de Alfonso VI

Parece que Rodrigo Díaz de Vivarrecibió su formación caballeresca en lacorte de Fernando I, como paje del hijoprimogénito del monarca, el futuroSancho II. Allí conocería al infanteAlfonso, que tendría también su propioséquito de pajes e hijos de nobles comosu hermano mayor.

Muerto en 1065 el rey Fernando,

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Sancho convertido en rey de Castilla yAlfonso en rey de León, Rodrigo, alservicio como castellano del reySancho, tuvo que enfrentarse al lado desu rey en dos ocasiones con las fuerzasleonesas mandadas por Alfonso. Enambas la victoria fue castellana.Rodrigo se distinguió comoportaestandarte de Sancho, pero no hayninguna constancia de que en ninguna delas dos ocasiones entrara en contactosingular con el rey Alfonso.

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[g7]

Asesinado Sancho en 1072 ante losmuros de Zamora y aceptado Alfonsocomo sucesor de su hermano en el reinocastellano, el nuevo rey acogióbenévolamente desde el primer instantea Rodrigo en su séquito de magnatescastellanos. Dos años después cumple elrey con su deber de proporcionarhonroso matrimonio a su vasallo ynegocia su enlace matrimonial conJimena Díaz, hija del conde de Asturiasy emparentada con el propio rey, pues lamadre de doña Jimena era prima carnaldel rey Alfonso.

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[g8]

Cuando después de su matrimonio elCid visita Asturias con su esposa, en elaño 1075, Alfonso VI designa a Rodrigocomo juez junto con el obispo dePalencia y el gobernador de la región de

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Coímbra en un litigio en el que laspartes enfrentadas eran nada menos queel obispo de Oviedo y el conde VelaOvéquiz. Designación que honra alCampeador y reconoce su periciajurídica y su prudencia. Durante estavisita a Asturias, Rodrigo acompaña alrey, y junto con el monarca confirma algobernador Sisnando y otros magnates lasolución dada al litigio que losinfanzones de Langreo mantenían con elpropio monarca.

Todavía serán más patentes lasmuestras de aprecio y confianza con queel rey distingue al infanzón castellanocuando en el otoño del año 1079 leponga al frente de la embajada que se

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dirige a Sevilla para hacer efectivo elcobro de las parias que su rey taifa, al-Mutamid, debía abonar cada año aAlfonso VI. La presidencia de estasembajadas sólo era confiada a grandesmagnates del reino que gozaban de todoel favor del soberano, como queda demanifiesto en la otra embajada que hasalido al mismo tiempo a cobrar lasparias que debía abonar el rey deGranada, al-Mudaffar, que iba presididapor el conde García Ordóñez, elgobernador de La Rioja.

Por las parias los reyes de taifas nosólo compraban la seguridad de no seratacados por el monarca cristiano quelas cobraba, sino también una protección

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frente a los ataques o exigencias deterceros. Conforme a este principio,durante la estancia de Rodrigo enSevilla, el rey moro de Granada,apoyado por García Ordóñez y losnobles que le acompañan, entra en sonde guerra en tierra del rey de Sevilla;entonces al-Mutamid reclama delCampeador que detenga o rechace lainvasión, conforme a la obligación quele imponen las parias que está cobrando.

El Campeador en un principio envíasus cartas a los atacantes rogándoles quepor la reverencia y respeto a queestaban obligados con el rey Alfonso, suseñor, no avanzasen en son de guerracontra un protegido del rey cristiano,

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como era al-Mutamid de Sevilla. Lastales cartas sólo merecieron la befa y eldesprecio de los invasores, queconfiaban en la clara superioridad desus fuerzas.

En esta coyuntura Rodrigo no vacila:con la mesnada que le acompañabadesde Castilla y con los hombres que al-Mutamid puso a su disposición salió alencuentro de los atacantes con los quetopó cerca de Cabra. Allí, en undurísimo combate que duró varias horas,acabó deshaciendo y poniendo en fuga alejército enemigo; entre los prisionerosse contaba el conde García Ordóñez ylos nobles que le acompañaban, a losque el triunfador retuvo durante tres días

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como cautivos, poniéndolos en libertadtras despojarlos de sus tiendas y demáspertenencias.

Esta sería una triste victoria paraRodrigo, pues el conde García Ordóñezgozaba no ya del favor del rey, sinohasta de su predilección. En Cabra sehabía ganado un terrible enemigo, que apartir de ese día no dejaría de verter enel oído del rey todos los informes einterpretaciones desfavorables para elCampeador.

Es probable que la violenciadesplegada en Cabra por el Campeadorle pareciera excesiva al rey Alfonso,sobre todo la prisión durante tres díasdel conde García Ordóñez y demás

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magnates y el haber tomado como botínsus tiendas y pertenencias. Es tambiénposible que le acusasen de haberprovocado que parte de los regalosdestinados al rey Alfonso le hubieransido concedidos a Rodrigo por el rey deSevilla, como agradecimiento porhaberle protegido de los granadinos.

Si este episodio de la derrota yprisión de García Ordóñez en Cabraabrió la primera brecha en la confianzasin fisuras que hasta ese momento veníademostrando Alfonso VI hacia suvasallo de Vivar, no nos consta; pero síquedaría claro que se había ganado enGarcía Ordóñez un enemigo terrible eirreconciliable en las cercanías del

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monarca.Si Alfonso abrigaba alguna duda o

recelo respecto de su vasallo, no dioninguna muestra de ello, pues dos añosdespués, en el verano de 1081, cuandoel rey se disponía a marchar haciaToledo en auxilio de al-Qadir, que habíatenido que abandonar su capital yrefugiarse en tierras conquenses,Rodrigo fue expresamente invitado aincorporarse a la hueste regia, pero elinfanzón castellano no pudo unirse a laexpedición por encontrarse seriamenteenfermo. No parece pues que eldesencuentro entre el rey y su vasallofuera todavía una realidad manifiesta.

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El destierro de Rodrigo

Mientras el rey se encontraba enToledo y Rodrigo en sus casas de Vivaro de Burgos, un grupo de musulmanesrealizó una algara contra territoriocastellano sorprendiendo la fortalezafronteriza de Gormaz y retirándose conun gran botín. La noticia de este golpede mano llegó hasta Rodrigo, que sehabía ya repuesto de su dolencia, yafectado e irritado decidió partirrápidamente hacia la frontera paracastigar a los asaltantes.

La campaña de Rodrigo fue rápida ynos la narra así la Historia Roderici:

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«Habiendo congregadosu mesnada y bien armadatoda ella, entróanimosamente en el reino deToledo saqueando yasolando las tierrasmusulmanas, cautivóhombres y mujeres ennúmero de siete mil y lesarrebató sus riquezas ybienes, regresando con esebotín a su casa».

La cabalgada de Rodrigo por tierrasmusulmanas distó mucho de complaceral rey Alfonso, porque la devastadoraincursión podía resultar bastante

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inoportuna e incluso llegar a interferirseriamente en los planteamientospolíticos del rey y crearle seriosproblemas. Cierto que la misma crónicaatribuye el desvío regio a lasmaquinaciones y envidias de losenemigos del Campeador, pero dada lafuerte personalidad de Alfonso VI estaexplicación nos parece excesivamentesimple.

No es de creer que un paso tan gravecomo el destierro de uno de losprimeros magnates castellanos lo dierael rey movido únicamente por lasinsinuaciones de unos cortesanos, pormalévolas y tendenciosas que fueran.

No podían faltar las razones

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políticas, y tanto la Crónica de 1344como la Crónica particular del Cidatribuyen el destierro a las quejaspresentadas ante Alfonso VI por el reyal-Qadir contra Rodrigo. Nuncasabremos las verdaderas razones quemovieron al rey Alfonso; la literaturaépica posterior insistió en presentar alrey como envidioso y vengativo, perocon sólo los testimonios literarios, máspreocupados de la belleza y de latensión épica que de la verdad histórica,no podemos juzgar al rey Alfonso niadivinar si al pronunciar la sentencia dedestierro lo hizo movido por la ira omás bien por razones políticas y congran dolor por la pérdida de un vasallo

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cuyo valor y pericia conocía mejor quenadie.

Rodrigo parte para el destierro. Paraganarse el pan, después de ofrecer susservicios al conde de Barcelona, que losrehúsa, es acogido por al-Muqtadir, reytaifa de Zaragoza, que acepta al Cid y ala mesnada que le acompaña y lo poneal frente de todas las fuerzas militaresdel reino. En defensa de las fronteras deal-Muqtadir va a luchar siempre conéxito contra el rey de Aragón, contra loscondes de Barcelona y contra el rey taifade Lérida, pero nunca enfrentará susarmas con las de su rey y señor, AlfonsoVI.

En torno de año y medio llevaría

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Rodrigo en su destierro de Zaragozacuando tuvo lugar la traición de Rueda(Zaragoza) que estuvo a punto de costarla vida al rey Alfonso. Sublevado enesta importante fortaleza musulmana sualcaide Albofalac contra su rey taifa deZaragoza, ofreció la entrega de lafortaleza a Alfonso, pidiéndole queviniera personalmente a hacerse cargode la misma. Acudió a Rueda el reycristiano para ocupar la fortaleza, peroen el momento de tomar posesión de lamisma se retrasó algún tanto. En elmomento que las primeras fuerzascristianas entraban en la plaza, undiluvio de cantos y piedras cayó sobreellas causando la muerte de varios

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nobles tan destacados como el condecastellano Gonzalo Salvadórez, losinfantes navarros Ramiro y Sancho,primos carnales de Alfonso VI, el seniorVermudo Gutiérrez y los hermanosnobles Munio y Vela Téllez. Laspérdidas fueron terribles por lanotoriedad y rango social de lasvíctimas, pero su objetivo principal, lamuerte del rey de León y Castilla, habíafracasado.

El Cid, que por esas fechas seencontraba en la región de Tudela, altener noticia voló con su mesnada enauxilio de su rey Alfonso temiendo quela traición del alcaide de Rueda y lasbajas sufridas pudieran ponerlo en

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graves dificultades e incluso hacerpeligrar su vida. Alfonso le recibió conlos brazos abiertos y le mandó quevolviera con él a Castilla.

Sin embargo, mientras caminaba allado del rey pudo Rodrigo darse cuentade cómo, pasados los primerosmomentos del encuentro y conforme ibanquedando atrás las emociones deldesastre de Rueda, los viejos recelos ysospechas volvían a adueñarse delánimo del rey, que incluso parecíaarrepentirse del perdón otorgado alCampeador en el primer momento delencuentro.

A nuestro juicio, con la invitacióndel rey a Rodrigo a regresar a Castilla

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la sentencia de destierro había quedadocondonada o revocada y no consta queel rey pronunciase una segunda sentenciade destierro o renovase la primera. Apartir de este momento el Cid no era undesterrado, sino un vasallo que se habíadespedido de su señor para ir a servir aotro señor fuera de las fronteras delreino, caso no raro en la época.

El Cid en Levante al servicio de AlfonsoVI

El Cid regresa a Zaragoza, dondecontinúa al servicio de su rey taifa (a al-Muqtadir le ha sucedido en el año 1081su hijo al-Mutamín) con los mismos omayores éxitos que anteriormente, lo que

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dio lugar a que, tras alguna de susvictorias, fuera acogido en Zaragozatriunfalmente, saliendo a esperarle aFuentes, a veinticinco kilómetros de laciudad, el rey taifa con nobles y pueblopara acompañar entre aclamaciones altriunfador durante todo el trayecto.Desde el reino taifa de Zaragozaseguiría con alegría el Cid losacontecimientos de esos años queconducirían a la conquista de Toledo porAlfonso VI el 25 de mayo de 1085.

Sin embargo, al año siguiente, en1086, la invasión de los almorávides yla grave derrota de Zalaca han dado unvuelco a la situación. Toledo y toda lalínea defensiva del Tajo corre peligro.

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El Cid, cristiano y vasallo leal antetodo, cree que su presencia en Castillapuede ser necesaria y conveniente, y enconsecuencia a principios de 1087 sepresenta con toda su mesnada en Toledo,poniéndose a las órdenes de su rey.

La acogida que Alfonso VI tributó asu vasallo no pudo ser más calurosa,pues lo designa tenente o gobernador desiete fortalezas con sus respectivosalfoces, desde la vertiente cantábricahasta orillas del Duero, a saber: Iguña(alto Besaya), Campoo, Ibia (norte dePalencia), Ordejón (montaña deBurgos), Briviesca, Langa y Dueñas. Laasignación de este conjunto de gobiernoscolocaba a Rodrigo Díaz de Vivar entre

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la primera docena de magnates deCastilla y constituía la prueba máspalpable del renovado afecto con que lorecibía el rey Alfonso y la altavaloración que asignaba al regreso de suvasallo.

Parece que en el verano de 1087 elrey Alfonso partió en campaña haciaAndalucía, ordenando al Cid quequedase en Castilla guardando la tierra,y saliese hacia Aragón si fuerenecesario. Parece que poco despuésllegaron desde Valencia a Castillapeticiones de ayuda de al-Qadir, y elCid creyó que se encontraba ante loprevisto por su rey y que su presenciaera necesaria a fin de restaurar la

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especie de protectorado que Castillavenía ejerciendo sobre las tierraslevantinas tras la conquista de Valencia.

Porque Alfonso VI en sus pactos conel último rey musulmán de Toledo, al-Qadir, le había prometido el reino deValencia a cambio de la rendición de laciudad. Los valencianos no aceptaban aal-Qadir como soberano y Alfonso, paracumplir su compromiso, envió haciaValencia a Alvar Fáñez concuatrocientos caballeros que impusieroncomo rey de la capital de Levante a al-Qadir. Alvar Fáñez se había quedado enValencia con sus lanzas como garantíadel trono de al-Qadir, hasta que eldesembarco de los almorávides hizo que

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fuera reclamado por Alfonso VI paraintegrarse en el ejército derrotado enZalaca.

Como consecuencia de la retirada deAlvar Fáñez, Valencia se había perdido.Al-Qadir había escrito cartas, aunqueinsinceras, de sumisión al califaalmorávide, y sobre Valenciarivalizaban las apetencias de al-Mustainde Zaragoza, que el año 1085 habíasucedido a su padre, al-Mutamin, lasaspiraciones de Berenguer Ramón II deBarcelona y las ansias territoriales delrey taifa de Lérida. Rodrigo salió deCastilla avanzado el verano de 1087hacia Valencia, y su presencia hizoretirarse al rey de Lérida, que sitiaba la

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ciudad. Al-Qadir salió a recibir aRodrigo y a someterse en la persona deeste a Alfonso VI; el rey de Zaragoza,que había llegado junto con el Cid,quedó disgustado porque vio frustradossus deseos de apoderarse de Valencia.Rodrigo sólo obedecía órdenes deAlfonso VI, y todo cuanto hizo fueobteniendo él mismo los recursos parasostener sus tropas.

Un indicio de que el rey Alfonso ysu vasallo Rodrigo marchaban deacuerdo y planificaban una intervenciónun tanto autónoma del Campeador en losterritorios levantinos es la concesiónque le hace Alfonso VI de señorío einmunidad con carácter hereditario

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sobre cualquier tierra que Rodrigoconquistare. Esta concesión era tanextraordinaria que no ha llegado hastanosotros ninguna otra semejante. Losnuevos territorios que Rodrigoconquistara quedaban, como era obvio,incorporados al reino de Castilla, perosobre ellos se reconocía al Campeadorun derecho de señorío subordinado alpoderío real.

En los primeros meses de 1088 elCid volvió a Castilla, probablemente aconsultar con su rey la complejasituación en Levante. La identificaciónentre ambos era completa. Al regresaren primavera a Valencia encontróRodrigo que su ausencia había sido

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aprovechada por el conde de Barcelona,Berenguer Ramón II, para asediar laciudad. La sola presencia del Cid obligóa levantar el cerco y forzar el regreso aBarcelona. El Cid, en nombre deAlfonso VI, era de hecho el dueño deValencia.

Ese verano atravesaba el emiralmorávide Yusuf con su ejército elestrecho de Gibraltar por segunda vez.Respondía a las peticiones de losmusulmanes de Alicante, Murcia yAlmería que reclamaban su auxilio paraacabar con la guarnición castellana que,mandada por García Jiménez, desde elcastillo roquero de Aledo asolaba todasaquellas regiones.

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Alfonso VI, noticioso de los planesenemigos, no dudó en acudir en socorrode la guarnición amenazada, pero delmismo modo que al ejército almorávidese habían sumado las tropas de los reyestaifas de Sevilla, Granada, Málaga,Almería y Murcia, también él transmitióórdenes escritas al Cid para que uniesesu mesnada a la hueste regia donde ycuando le indicara el monarca. Mástarde el propio Alfonso fijó el punto deconcurrencia en Villena.

Rodrigo movió sus fuerzasaproximándose a Villena y envióexploradores que le avisasen de laaproximación del rey Alfonso, pero nosabemos en realidad lo que sucedió. El

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caso es que Alfonso VI llegó solo con suejército a Aledo, sin que hubiera tenidolugar la unión con las fuerzas cidianas,que seguían esperando en vano el pasodel rey.

La campaña de Alfonso VI fue unrotundo éxito, pues bastó suaproximación a Aledo para que el granejército comandado por Yusuf,carcomido por las rencillas y lasdiscordias de los reyes de taifas,levantase el asedio de la plaza, quehabía resistido durante varios meses, yse retirase rápidamente.

El Cid había fallado, no habíallegado a tiempo; es fácil comprender larabia y el disgusto que embargaron el

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ánimo de Rodrigo, deseoso de servircomo el mejor de los vasallos a su rey.No sabemos lo que pasó, perosuponemos que no hubo cambio de rutapor parte del rey, pues en este caso elresponsable del desencuentro habríasido el propio monarca.

Nosotros pensamos que lo que hubofue un gravísimo error de cálculo porparte de Rodrigo acerca de la velocidadde marcha de la hueste real, y que,entretenido Rodrigo más de la cuenta enOnteniente, cuando movió su ejércitohacia Hellín ya era demasiado tarde. Unerror, sí, un fallo injustificable también,pero en ningún momento unadesobediencia intencionada, una

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deserción y mucho menos una traición.Sin embargo, las consecuencias de

este fallo fueron terribles; Alfonso,irritado en grado máximo con Rodrigo,considerando que el éxito de toda lacampaña había sido puesto en peligropor el fallo de Rodrigo, no dudo endeclararle traidor, sin querer oír ningunade sus disculpas ni sus juramentosexculpatorios ni su remisión al juicio deDios, para dilucidar la verdad y lajusticia, con cualquiera que quisierebatallar en duelo singular con él o conalguno de los suyos.

Era la segunda ruptura entre el rey yvasallo, mucho más grave que laprimera, porque en la primera Rodrigo

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marchaba simplemente al destierroporque el rey le había retirado su gracia;ahora tenía que escapar como un vasallodeshonrado que había incurrido en elmayor de los delitos para un caballero,el de traición. Las consecuenciasjurídicas eran también diversas: ahoratodos sus bienes le eran confiscados ycualquiera podía darle muerte,prestando un servicio al rey. Inclusodoña Jimena y sus hijos, que habíanquedado en Castilla, en una de lasfortalezas de las siete tenenciascidianas, en Ordejón, fueron apresadospor órdenes de Alfonso VI, aunquefueran liberados al poco tiempo.

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El Cid en Levante sin rey ni señor

Este es el momento más terrible enla vida de Rodrigo Díaz de Vivar:perdido en tierra musulmana, declaradotraidor por su rey, abandonado pormuchos de sus hombres que no seatreven a incurrir en la ira de Alfonso,no quiso ya ofrecer su espada a ningúnpríncipe, ni cristiano ni musulmán, comohabía hecho tras el primer destierro. Apartir de este momento no serviría aningún otro rey ni señor, sino a su reyAlfonso, si algún día le volvía a admitira su gracia.

Su más urgente necesidad era eldinero para poder pagar a los hombres

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que habían preferido continuar a su ladoy seguir su misma suerte, confiando en élabsolutamente. En busca de ese dineromovió Rodrigo sus cuarteles sobrePolop, donde el rey musulmán de Deniaguardaba su tesoro, y en un audaz golpede mano se apoderó del castillo dePolop y del tesoro en él custodiado.

Cubiertas las más urgentesnecesidades de su mesnada, el Cid pudodirigirse al territorio que mejor conocía,y en el verano del año 1089 sepresentaba ante los muros de Valencia.Al-Qadir, que conocía muy bien lacapacidad militar de Rodrigo, no quisomedirse con él y le envióinmediatamente sus embajadores

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cargados de numerosos y ricos regalos,así como de importantes sumas dedinero. De este modo al-Qadir venía asometerse a Rodrigo y este se asegurabaun sumiso aliado.

Desde esta base de operaciones elCid fue sometiendo al pago de parias,uno tras otro, a todos los reyes de taifasdel contorno y a los tenentesmusulmanes semiautónomos de lasfortalezas levantinas, desde Tortosahasta Denia. En este protectorado que elCid levantó a punta de espada en menosde un año, percibía las siguientes sumasen concepto de parias anuales: los treshermanos, reyes de taifas de Lérida,Tortosa y Denia, pagaban en conjunto

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50.000 mizcales; al-Qadir de Valenciapagaba 12.000; Ibn Razin, señor deAlbarracín, 10.000; Ibn Qasim, señor deAlpuente, 10.000; el señor deMurviedro, 8.000; el alcaide del castillode Segorbe, 6.000; el de la fortaleza deAlmenara, 3.000; el del castillo deJérica, 3.000; y el de Liria, 2.000. Entotal percibía el Cid en su protectoradolevantino 104.000 mizcales cada año(siendo el mizcal una moneda de oro deunos cuatro gramos y cuarto), una rentamuy superior a la de muchos monarcas.

Estando el Campeador sitiando Liriaen la primavera del año 1091 le llegaroncartas de la reina Constanza y de otrosamigos en la corte animándole a partir

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hacia Granada, a donde se dirigíaAlfonso VI con el ánimo de ocupar laciudad con el apoyo de los mozárabesde la región. Seguir ese consejo eraabandonar en el mejor momento todo loconseguido en los territorios de Levante,un brillante porvenir frente al cual no sealzaba ya ningún obstáculo, ningúnenemigo de importancia, si no eran lostodavía lejanos almorávides.

Sin embargo, a pesar de lo muchoconseguido y de las todavía brillantesperspectivas de un mayor ascensopolítico y económico, eran tales losdeseos del Campeador de alcanzar elperdón o la reconciliación con su reyAlfonso, que no dudó en seguir los

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consejos de la reina y de los amigos quele habían escrito.

Abandonando el asedio de Liria, elCampeador se puso encamino con elgrueso de su mesnada hasta alcanzar a lahueste regia en Martos (Jaén). Alconocer la llegada de Rodrigo, en elacto el rey salió a su encuentro,recibiéndolo en su paz y con todos loshonores, y así juntos ambos avanzaronhasta las cercanías de Granada.

No obstante, sólo se trataba de unaaparente reconciliación, pues en elcorazón de Alfonso anidaba todavía ladesconfianza hacia un vasallo al quevaloraba, pero al que considerabaexcesivamente independiente. Una serie

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de hechos de Rodrigo, queacostumbrado a vivir entre enemigosplantaba sus tiendas en parajes menosprotegidos, mientras el rey, máscauteloso, acampaba en lugares másseguros, fue interpretado por Alfonsocomo ostentación o baladronada porparte de Rodrigo, y quizás también elmal humor del rey por el fracaso de laexpedición dio lugar a un fuertealtercado entre ambos, llegando Alfonsoa proferir expresiones airadas y nadasuaves y vertiendo sobre su vasallomuchas y graves acusaciones, todasellas falsas en opinión de la HistoriaRoderici, que es la que nos narra elepisodio:

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«Hasta tal punto llególas indignación e irritacióndel rey contra el Campeadorque decidió prenderlo yquiso llevarlo a la práctica,lo cual adivinado y sabidocon seguridad por Rodrigosegún muchos indicios,aguantó pacientementetodos los insultos del rey.Llegada ya la noche, no sintemor, Rodrigo se separó delrey regresando en el acto asu campamento».

Las relaciones entre el monarca y elvasallo llegaron hasta este encontronazo

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personal. El rey, enconado por ciertasexcusas proferidas por Rodrigo durantela disputa, furioso con el Campeador,prosiguió con su ejército hasta Toledo,mientras Rodrigo, molesto y entristecidopor el resultado de su encuentro con elrey, marchó directamente hacia Valencia.Todavía no había llegado la hora de lareconciliación, que la reina Constanzahabía intentado con un resultado tandesastroso.

Regresado el Cid a su campamentojunto a Valencia y alejada por elmomento cualquier posiblereconciliación con Alfonso VI, no teníaante sí otra perspectiva que elestablecimiento con carácter indefinido

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en las tierras valencianas. Como lugarpara su cuartel general eligió el castillode Peña Cadiella, en lo alto de unamontaña al sur de Játiva.

A continuación, actuando como unpríncipe soberano, cerró tratados dealianza con el rey musulmán de Zaragozay con el rey Sancho Ramírez de Aragón.

Alfonso VI intenta expulsar al Cid deValencia: represalia de Rodrigo en LaRioja

La primavera y verano de 1092 va aser el momento más agudo en lastempestuosas relaciones entre AlfonsoVI y Rodrigo Díaz de Vivar. Ambosacudirán a las armas, aunque el Cid

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evitará el enfrentamiento directo con surey, a lo que por cierto estaba autorizadosegún el derecho nobiliario de la época,y combatirá únicamente en la tierragobernada por su declarado enemigo, elconde García Ordóñez.

Mientras el Cid se encontraba enZaragoza, cerrando las alianzas quehemos indicado, y cuando parecía que elúnico enemigo con el que tenía queenfrentarse, él y sus aliados, eran losinvasores africanos, he aquí queRodrigo se encuentra con un peligroinesperado e inmediato, que amenazabacon destruir toda su obra.

La nueva amenaza le viene ahora departe del rey Alfonso, que considerando

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que Valencia pertenecía a la zona deinfluencia castellana, decide organizaruna expedición para imponer eseprotectorado y eliminar el que su antiguovasallo había instaurado con totalindependencia del monarca leonés.

Para asegurarse el éxito, el reybuscó la colaboración militar del rey deAragón y del conde de Barcelona portierra, y el concurso de las dos mayoresflotas del Mediterráneo, las de lasciudades de Génova y Pisa, por mar. Lasnaves de estas dos ciudades debíanatacar primero Tortosa y luego Valencia;las tropas del rey de Aragón y del condede Barcelona sólo combatirían por tierraa Tortosa, guardando así sus pactos de

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paz y amistad con el Cid, mientrasAlfonso VI con todo su ejército caeríasobre Valencia.

El plan se puso en marcha en elverano de 1092, pero todo él constituyóun tremendo fracaso, pues faltó lasuficiente coordinación entre loscoyunturales aliados. Las fuerzas deAlfonso se presentaron ante Valenciaexigiendo el pago de unas pariasequivalentes a cinco anualidades de lasque venían pagando al Cid, lo queendureció la resistencia de la ciudad yde las fortalezas de la comarca; por otraparte las flotas de Génova y Pisatardaron en llegar más de lo previsto ylas provisiones comenzaron a faltar en

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la hueste del rey leonés, sin queValencia se mostrara dispuesta a abrirlesus puertas.

El ejército expedicionario tuvo quelevantar el campo y ya iniciaba elregreso cuando llegó la flota de Génova.Esta, abandonando el objetivo deValencia, puso velas hacia Tortosa, perotambién esta ciudad pudo resistir eldoble ataque por tierra y por mar. Lasfuerzas aliadas no alcanzaron ni unosolo de sus objetivos.

Mientras tanto, el Cid, que habíadejado Valencia confiada a laresistencia de su aliado al-Qadir, seretiró de las tierras levantinas para notener que chocar con Alfonso VI y se

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dirigió a Zaragoza. En esta ciudadreforzaba su mesnada con caballeros ypeones musulmanes y, mientras AlfonsoVI se encontraba todavía frente aValencia, él entraba en La Rioja, tierragobernada por el conde García Ordóñez.

A pesar de todas las precauciones ymedidas de alerta que el rey habíaordenado, el Cid pudo cruzar toda LaRioja, en viaje de ida y vuelta, desdeAlfaro a Haro y desde Haro a Alfaro,sin encontrar resistencia, causandoenormes estragos que vamos a narrardando la palabra a la propia HistoriaRoderici, favorable siempre a subiografiado:

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«Partiendo finalmentede Zaragoza con un ingentee incontable ejército, entrópor tierras de Calahorra yNájera, que eran del reinodel rey Alfonso y sujetas asu autoridad. En estaocasión, luchando con todaenergía conquistó Alberite yLogroño, apoderándose deuna ingente, lamentable yaflictiva presa y provocandoinmisericorde y ferozmenteun cruel, impío e inmensoincendio de inextinguiblesllamas por todas aquellastierras. Devastó e destruyó

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la susodicha tierra consañudas e impíasdepredaciones y arrebatótotalmente todas susriquezas y dineros y todoslos demás bienesacumulando todo en subotín».

La acumulación incansable por partedel autor de la Historia Roderici de losmás duros epítetos para narrar aquí lasrepresalias que el Campeador ejerciócontra García Ordóñez a través de todaLa Rioja es un indicador de lo terribleque debió de ser la campaña del Cid ylos dolores y sufrimientos que ocasionó

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a una población que directamente nadatenía que ver ni con las decisiones deAlfonso VI ni con las posibles intrigasdel conde García Ordóñez.

Reconciliación definitiva con el reyAlfonso

Cuando podía esperarse que el reyAlfonso VI, despechado por su fracasoante Valencia y Tortosa, aumentara en susaña contra el Cid por el terrible saqueoy devastación de toda una rica comarcacomo La Rioja y por la tremendahumillación infligida a un hombre de sumáxima confianza, como era el condeGarcía Ordóñez, a quien había confiadoel gobierno de La Rioja y que estaba

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casado con una hermana del reydespeñado en Peñalén, he aquí que lareacción de Alfonso VI va a ser laopuesta diametralmente a la que contoda lógica era de esperar.

Y es que Alfonso VI, aunque fuerahombre con sus sentimientos, sus filias ysus fobias, antes que hombre era rey, ysu campaña por tierras levantinas y lasnoticias recibidas de La Rioja leabrieron definitivamente los ojos.

En primer lugar había podidocomprobar personalmente lascomplicaciones y las ingentesdificultades que el control de la comarcalevantina suponía y que sin la presenciadel Campeador toda la región resultaba

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incontrolable para el rey leonés.En segundo término, la campaña de

La Rioja había puesto de manifiesto unavez más hasta qué punto Rodrigo Díazde Vivar sobresalía sobre todos losmagnates del reino tanto por su valor ypor la capacidad de reclutar unamesnada como por su habilidadestratégica.

Había llegado para Alfonso la horade rendirse ante la realidad y, como granmonarca y gran hombre de estado queera, no dudó un instante. Dejando a unlado, si no olvidando, los pasadosconflictos con el Campeador, lo mismoel destierro de 1081 que la sentencia detraidor del año 1089, decidió enviar a

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Rodrigo el perdón y la acogida en sugracia más amplia y generosa.

He aquí cómo nos narra el episodiola crónica redactada bajo la inspiraciónde Alfonso X, aunque apoyada enfuentes más antiguas:

«Ueyendo el rey donAlfonso que los sus ricosomnes non se osaronenbaratar [luchar] con elÇid, entendió que fuera malconsejado en se perder conel Çid, que quando con élbiuía era temido dechristianos e de moros, epor esto le enbió luego su

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recabdo en que le enbiauadezir que le perdonaua todoel mal que en su tierrafiziera, e que lo non auíapor culpado en ningunacosa, mas que él conosçíabien la culpa deste fecho sersuya; e quando se quisiesetornar para Castilla, que leplazería ende mucho, e quefallaría libre e quita toda sutierra e lo suyodesenbargado. E el Çid,quando le este recabdollegó, fue muy ledo [alegre]con él, e enbióle surespuesta de grandes

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mesuras, e tóuolo en grandmerced, diziéndole que deallí adelante non creyesemalos consejeros, quélsiempre sería en suseruicio».

Esta reconciliación definitiva deAlfonso con Rodrigo Díaz de Vivar, quecomportaba la devolución de todos losbienes que el rey le había confiscado,tuvo lugar hacia el final del verano o enel otoño de 1092, pues la HistoriaRoderici nos indica que el Cid había yaregresado a Zaragoza, donde todavía seencontraba en la época de vendimia, decuyos frutos participó abundantemente.

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Todavía le esperaban a Rodrigo los díasmás gloriosos de su ya larga carreramilitar, pero ahora ya en totalinteligencia, nunca ya más turbada, consu rey y señor, Alfonso VI.

La ausencia obligada de Rodrigo detierras levantinas había sidoaprovechada por el cadí de Valencia,Yafar Ibn Yahhaf, para asesinar a al-Qadir, el fiel amigo de Rodrigo, hacersecon el gobierno de la ciudad y llamar alos almorávides, que le enviaron unaguarnición.

Vuelto Rodrigo a tierras valencianascomenzará por sitiar la fortaleza deYubayla, el actual Puig. Tras rendir yfortificar la fortaleza asediada,

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trasladará su campamento a Mestalla.Desde aquí iniciará el largo asedio deValencia que conducirá a la rendición dela ciudad y de toda la comarca el 16 dejunio de 1094. Desde su regreso, con elinicio del cerco de Yubayla y las algarascotidianas contra Valencia, el asediohabía durado casi veinte meses; duranteesos meses no sólo tuvo que doblegar lavoluntad de resistencia de losvalencianos, sino también rechazar elintento, en enero de 1094, de socorrer aValencia de un ejército almorávide, quellegó hasta Almusafes, casi a la vista dela ciudad.

Señor de Valencia, el Cid tendríatodavía que destruir en batalla campal

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en dos ocasiones a sendos ingentesejércitos almorávides, que norenunciaban a apoderarse de la ciudad.La primera vez en Cuarte, ante losmismos muros valencianos, en octubrede 1094, a los cuatro meses de suentrada en Valencia; la segunda enBairén, dos años más tarde, en enero de1097. En esta segunda ocasión contó conla preciosa ayuda de Pedro I, rey deAragón. Después de la victoria deBairén, el Cid se dedicó a ampliar suseñorío levantino que llegó a extendersedesde Peñacadiella, al sur de Játiva,hasta Burriana al norte, incluyendo entresus conquistas Almenara y Sagunto oMurviedro.

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Desde que en 1092 Alfonso VI habíaenviado su perdón al Cid y este habíaaceptado volver a convertirse en vasallodel rey leonés, Valencia y las nuevastierras que Rodrigo estaba conquistandoen torno a la ciudad quedabanincorporadas al reino leonés, y susoberano no era otro que Alfonso VI; elCid sólo ostentaba en ellas el poderseñorial conforme al privilegio que elmismo monarca le había otorgado en elaño 1087, cuando le autorizó a marcharhacia Zaragoza y le concedió enconcepto de señorío hereditario cuantastierras pudiera arrebatar a losmusulmanes.

La reconciliación entre el rey y el

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mejor de sus vasallos ya no se veríaturbada y ensombrecida en el resto delos días de Rodrigo; la mejor señal deesta profunda armonía la constituye lapresencia del único hijo varón deRodrigo, de nombre Diego, al lado delrey, combatiendo en la batalla deConsuegra, en agosto de 1097, dondeencontró la muerte.

Dolorosa pérdida para el Cid, queveía desaparecer así, un año antes de supropia muerte, la esperanza de sucesiónmasculina. Y, paradojas del destino, porel mismo trance tendría que pasar el reyAlfonso, exactamente también un añoantes de su muerte, cuando en la batallade Uclés, en el año 1108, perdió al

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infante don Sancho, su único hijo varóny heredero.

[g9]

El año 1099, probablemente el 10 dejulio, moría el Cid, cinco días antes deque los cruzados tomaran al asalto las

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murallas y la ciudad de Jerusalén. A sumuerte el señorío de Valencia y todossus derechos, conforme al testamentomutuo otorgado por Rodrigo y suesposa, pasaban al cónyugesobreviviente, en este caso a doñaJimena, en la que recaían todos losderechos del señorío.

A mediados del año 1101 el emirLamtuní Mazdali pasaba el estrecho deGibraltar con tropas almorávides derefresco. Desde Algeciras marchabadirectamente contra Valencia, ante cuyosmuros llegaba a finales de agosto oprincipios de septiembre, formalizandoinmediatamente el asedio de la ciudad.

La hueste cidiana, ahora bajo el

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señorío de doña Jimena, resiste confirmeza todos los ataques protegida traslos muros de la ciudad, pero losalmorávides persisten en el cerco. Llegóel invierno y el ejército sitiador no dioseñales de levantar el asedio. Ante estasituación doña Jimena se dirige a su reyen petición de auxilio.

Alfonso VI no demora la respuesta y,reuniendo con la mayor premura unejército, se pone en marcha haciaValencia. Llegado ante la ciudad,levanta su campamento a unas dosleguas de distancia. Bastó la presenciadel ejército castellano para que Mazdalilevantara el sitio y retrocediera hastaCullera, con lo que Alfonso VI y su

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hueste pudieron entrar en Valencia.Durante todo el mes de abril

permaneció Alfonso VI en la ciudadanalizando la situación; luego salióhacia Cullera para probar y valorar lafuerza del enemigo. El emir almorávideenvió contra los cristianos a susescuadrones de caballería, que trabaronduro combate de un día de duración. Ala puesta del sol Alfonso regresaba conlos suyos a Valencia, habiendo tomadola decisión de abandonar la ciudad yordenar la retirada hacia Castilla.

Resolución dolorosa para loscristianos de Valencia y para la huestecidiana, pero Alfonso habíacomprobado el número, el poder y la

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decisión almorávide de recuperarValencia. Ante la dificultad manifiestade defender por largo tiempo una ciudadcomo Valencia, tan alejada de las basescristianas, el rey adoptó la resoluciónque creyó más responsable y dispuso suinmediata evacuación. De este modoAlfonso VI renunciaba al principado queel Cid había creado y regalado, porencima de todas las diferencias, a su rey.Con este acto Alfonso venía a rendirhomenaje a Rodrigo y reconocer que laobra del Cid era la obra de un gigante,que sólo ese gigante podía sostener.

Los juglares y cantores populares,impresionados por las victorias y lashazañas de Rodrigo Díaz de Vivar,

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hicieron del héroe castellano elprototipo del caballero cristiano,defensor de la fe y de su tierra, y sufigura eclipsó a la del gran monarca quefue Alfonso VI. Las hazañas del Ciddejaron una huella más profunda en lasgeneraciones que le siguieron que lasacertadas decisiones políticas y lacreación del reino más poderoso de laPenínsula, que fue la obra del reyAlfonso. Sin embargo, la obra deAlfonso, a la que también contribuyóRodrigo, frenando una y otra vez en secocon su sola mesnada a los ejércitosalmorávides, permaneció inconmovibley sobre ella edificaron sus sucesores lagran corona de Castilla y de León,

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miembro importante en la grancomunidad de la cristiandad europea,mientras el señorío de Valenciaconstituyó la hazaña personal de un titán,que sólo pudo sobrevivir tres años algigante que lo había creado y sostenido.

Rodrigo de Vivar fue el héroesiempre victorioso y el fiel vasallo a suseñor Alfonso, pero también el hombrede carácter difícil e independiente, queencontró, a pesar de su lealtad yfidelidad nunca desmentidas hacia surey, dificultades para amoldarse a losplanes más sutiles y políticos de quientenía la responsabilidad de todo elreino.

Alfonso, el monarca siempre

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cauteloso y prudente, que aunque lodesterrara una vez, lo declarara traidorotra e intentara acabar militarmente conRodrigo y su obra, supo siemprereconocer la valía y las cualidades deldifícil vasallo que la Providencia lehabía regalado. Supo igualmenteconllevar muchas veces las iniciativasde su vasallo y finalmente perdonargenerosamente y acoger en su gracia almesnadero siempre victorioso, que sehabía creado un reino. Estas son lasrelaciones que hemos querido describiren honra y prez de los dos grandeshombres a los que la Providencia unióen una misma empresa: servir de dique ala marea almorávide.

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Cronología

Fernando y Sancha, padres deAlfonso VI

1029, ene.-mar. El conde deCastilla García Sánchez,asesinado en León.

1029, jun. Fernando Sánchez,conde de Castilla.

1032, finales. Matrimonio delconde Fernando y de lainfanta Sancha.

1033-1037. Nace la infantaUrraca.

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1035, oct. 18. Muere Sanchoel Mayor de Navarra.

1035-1037. El condeFernando al frente deCastilla.

1037, sept. 4. Muere encombate en Tamarón elrey Vermudo de León.

1038, jun. 22. Fernando ySancho, coronados reyesde León.

1038-1046. Nacen los infantesSancho y Elvira.

Infancia y juventud de AlfonsoVI.

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1047-1048. Nacimiento delfuturo Alfonso VI.

1048-1050. Nacimiento delinfante García, futuro reyde Galicia.

1048-1050. Nacimiento deRodrigo Díaz de Vivar.

1054, sep. 1. Muerte del reyGarcía en Atapuerca.

1057, nov. 29. Fernando Iconquista la ciudad deLamego.

1058, jul. 25. Fernando I rindela plaza fuerte de Viseo.

1063, dic. 23. Fernando Ianuncia la futura división

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del reino entre sus hijos.1064, jul. 25. Conquista de

Coímbra por Fernando I.1065, dic. 27. Muere en León

el rey Fernando.1065, dic. 27. Alfonso, rey de

León.

Alfonso VI, rey de León1065-1068. Legación de Hugo

Cándido a los reinos deEspaña.

1067, nov. 7. Muerte de lareina Sancha.

1068, jul. 16. Batalla deLlantada entre los reyes

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Sancho y Alfonso.1071, feb. Batalla de Pedroso

entre el rey García yalgunos nobles.

1071, jun. El rey García esdepuesto por sushermanos.

1072, ene. 12. Batalla deGolpejera y prisión deAlfonso.

1072, may. Alfonso enviado aldestierro a Toledo.

1072, oct. 7. El rey Sancho IIes asesinado ante losmuros de Zamora.

1072, nov. 17-19. Alfonso

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reconocido como rey deLeón, Castilla y Galicia.

Alfonso, rey de León, deCastilla y de Galicia

1072, dic. Alfonso VI enCastilla; el Cid en elséquito regio.

1073, feb. 13. El rey Garcíade Galicia, apresado porAlfonso VI.

1073, jun. 30. Coronación delmonje Hildebrando comoGregorio VII.

1074, jun. Primer matrimoniode Alfonso VI con Inés

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de Aquitania.1074, jul. 19. Carta de arras y

matrimonio de RodrigoDíaz con Jimena.

1075, jun. 28. Muere al-Mamun, el rey taifa deToledo amigo deAlfonso.

1076, jun. 4. Asesinato del reySancho de Navarra enPeñalén.

1076, verano. Anexión de LaRioja, el País Vasco yparte de Navarra.

1078, jun. 6. Fallece la reinaInés.

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1079, oct. 15. Legación delcardenal Ricardo en elreino de Alfonso VI.

1079, finales. Segundomatrimonio de Alfonsocon la reina Constanza.

1079. Embajada de Rodrigo aSevilla para cobrar lasparias.

1080. El concilio de Burgosadopta la liturgia romana.

1080. El cluniacense Roberto,abad de Sahagún.

Hacia la conquista del reinode Toledo

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1081. Alfonso VI repone a al-Qadir en el tronotoledano.

1081, verano. Alfonsocondena al destierro aRodrigo Díaz de Vivar.

1083, ene. 6. La traición deRueda; la vida deAlfonso VI en peligro.

1083. Expedición militar deAlfonso VI a Andalucía.

1084, verano. Alfonso VIinicia las operaciones deasedio a Toledo.

1085, may. 25. Conquista deToledo.

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1086, mar. Al-Qadirentronizado en Valencia.

1086, dic. 18. Bernardo deSauvetat, arzobispo deToledo.

Reacción almorávide1086, jun. 30. Los

almorávides pasan elEstrecho.

1086, oct. 23. Desastre deSagrajas o Zalaca.

1087, inicio. El Cid regresa aCastilla.

1087, verano. El Cid entierras de Valencia.

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1088, primavera. Concilio deHusillos.

1088, may.-jun. Yusuf ibnTexufin en España.Campaña contra Aledo.

1088, oct. 15. El papa nombraal arzobispo Bernardoprimado de España.

1088, otoño. El Cid declaradotraidor, segundodestierro.

1089, verano. Legación delcardenal Raniero en elreino leonés.

1090. El Concilio de León yel uso de la letra

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visigótica.1090, mar. Fallece en Luna el

rey García de Galicia.

Ocupación almorávide de al-Ándalus

1090, verano. Yusuf ibnTexufin, por tercera vezen la Península.

1090, otoño. Son depuestoslos reyes de taifas deGranada y Málaga.

1091-1092. Don Raimundo deBorgoña llega al reinoleonés.

1091, mar. 27. Los

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almorávides rindenCórdoba.

1091, sept. 9. Losalmorávides ocupanSevilla y destronan a al-Mutamid.

1091, otoño. Almería yMurcia caen en manos delos almorávides.

1092, primavera. Orihuela ytodo Levante hasta Alciraen poder almorávide.

1092, verano. Expedición deAlfonso VI contraValencia.

1092, otoño. Airada

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represalia del Cid contraLa Rioja.

1092, oct. 27. Guarniciónalmorávide en Valencia.

1092, otoño. Alfonso admiteen su gracia al CidCampeador.

1093, antes de abr.Matrimonio de la infantaUrraca y Raimundo deBorgoña.

1093. Don Raimundo recibe elgobierno de Galicia yPortugal.

1093, abr. 25. Don Bernardo,primado de España y

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legado pontificio.1093, abr.-may. 1. El rey de

Badajoz rinde a AlfonsoLisboa, Santarém yCintra.

1093, oct. 25. Fallece la reinaConstanza.

1094, ene. En Almusafes unahueste almorávideretrocede ante el Cid.

1094, feb.-abr. Losalmorávides ocupanBadajoz y deponen a surey.

1094, nov. Grave derrota delconde don Raimundo

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junto a Lisboa.1094, nov. Los almorávides

recuperan Lisboa yCintra.

Duelo a muerte entre AlfonsoVI y los almorávides

1094, jun. 16. El Cid rinde aValencia.

1094, dic. 21. El Cid derrota alos almorávides enCuarte.

1094, dic. Matrimonio deAlfonso VI con la reinaBerta.

1096. Llegada al reino de

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León de don Enrique deBorgoña.

1097, ene.-mar. Matrimoniode la infanta Teresa conEnrique de Borgoña.

1097, ene. Los almorávidesson deshechos en Bairénpor el Cid.

1097, abr. Enrique deBorgoña, conde dePortugal.

1097, primavera. El emiralmorávide Yusuf cruzapor cuarta vez elEstrecho.

1097, ago. 15. Victoria

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almorávide enConsuegra. Muere el hijodel Cid.

1097, sep. Victoriaalmorávide sobre ÁlvarFáñez en tierraconquense.

1098, primavera. El Cidconquista Almenara ySagunto.

1099, jul. 10. Muerte del Ciden Valencia.

1099, jul. 15. La PrimeraCruzada conquistaJerusalén.

1099, verano. Los

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almorávides acampan enlos arrabales de Toledo.

1099, finales. Fallece la reinaBerta, tercera esposa deAlfonso VI.

1099, nov.-dic. Fallece lainfanta Elvira.

Los años finales1100. Concilio de Palencia.1100, may. Matrimonio de

Alfonso con Zaida,convertida Isabel.

1100, verano. Nueva ofensivaalmorávide contraToledo.

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1100, sep. 16. Derrota de donEnrique de Borgoña enMalagón.

1100, dic. Concilio dePalencia: Gelmírez,obispo de Compostela.

1101, ago. Los almorávidesponen sitio a Valencia.

1101. Fallece la infantaUrraca, hermana deAlfonso VI.

1102, abr. Alfonso VI llega ensocorro de Valencia.

1102, may. 5. Alfonso ordenala evacuación deValencia.

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1103, ene. Concilio deCarrión de los Condes.

1104, jul. Medinaceli se rindea Alfonso tras un año deasedio.

1105, mar. 1. Nace AlfonsoRaimúndez, futuroemperador leonés.

1106, sep. 4. Fallece el emiralmorávide Yusuf.

1107. Concilio de León.1107, verano. Fallece Zaida-

Isabel, cuarta esposa deAlfonso VI.

1107, sep. 20. Muere enGrajal el conde

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Raimundo de Borgoña.1108, abr. Quinto matrimonio

de Alfonso con laaquitana Beatriz.

1108, may. 29. Batalla deUclés; muere el infanteheredero don Sancho.

1109, jun. 30. Muere el reyAlfonso VI.

1109, jul. 9. Su cadáver salede Toledo hacia Sahagún.

1109, ago. 12. Sus restosmortales recibensepultura en Sahagún.

1109, oct.-nov. Matrimonio enMuñó de la reina Urraca

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y Alfonso I.1110, may. 31. Cae Zaragoza:

dominio almorávide en latotalidad de al-Ándalus.

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MAPAS

España en 1050 en la infancia deAlfonso VI[m1]

España en 1065 a la muerte deFernando I[m2]

Las taifas en 1086 después de latoma de Toledo[m3]

España en 1091[m4]

España en 1099[m5]

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CUADROSGENEALÓGICOS

Reyes astures antepasados deAlfonso VI[g1]

Ascendencia leonesa de AlfonsoVI[g2]

Ascendencia navarra de AlfonsoVI[g3]

Ascendencia castellana de AlfonsoVI[g4]

Esposas y descendencia de AlfonsoVI[g5]

Algunos datos genealógicos deRaimundo y de Enrique de Borgoña[g6]

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Genealogía paterna de Rodrigo Díazde Vivar[g7]

Genealogía de doña Jimena[g8]

Descendencia del Campeador[g9]

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Gonzalo Martínez Díez (Quintanar de laSierra, Burgos, 20 de mayo de 1924) esun medievalista y sacerdote jesuitaespañol, especialista en Historia delDerecho y miembro de la Compañía deJesús desde 1942.

Es licenciado en Filosofía por la

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Universidad Pontificia Comillas, enTeología por la de Universidad deInnsbruck, en Derecho Canónico por lade Estrasburgo, en Derecho por la deValladolid y en Filosofía y Letras por laCentral de Madrid, doctor en Derechopor la misma y en Derecho Canónicopor la de Comillas.

Ha sido profesor desde 1958 en lasuniversidades de Comillas yComplutense de Madrid, en la de SanSebastián y en la de Valladolid,catedrático de Historia del DerechoEspañol desde 1968 en la Facultad deDerecho de San Sebastián, comodocente entre 1970 y 1973, y entre 1973

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y 1989 en Valladolid, donde continuócomo catedrático emérito hasta 1994.Fue docente en la Universidad Rey JuanCarlos de Madrid.

Es académico correspondiente de laReal Academia de la Historia yacadémico numerario de la InstituciónFernán González.

Recibió el Premio Castilla y León deCiencias Sociales y Humanidades en2005.

Ha sido miembro fundador de la AlianzaRegional de Castilla y León y uno de lospromotores del PANCAL.

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Notas

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[1] El 16 de julio se expresa en elcalendario romano como «XIII de laskalendas de agosto»; ahora bien, en laescritura visigótica era frecuente laconfusión de leer «II» donde se escribía«V». Si admitimos este error, elmanuscrito escribiría más bien «XVI delas calendas de agosto», o sea 16 dejulio, que sí era miércoles. <<

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[2] Peñalén se halla sito en el término deFunes, a la orilla del río Aragón en suconfluencia con el Arga, frente aVillafranca. Allí fue lanzado por unprecipicio el rey Sancho IV de Navarra.<<

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[3] Al-Mutamid, además de rey deSevilla, era también rey de Córdoba,recuperada un par de años antes. <<

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[4] Castillo sito en lugar hoy despoblado,en el término de Romangordo, en laorilla izquierda del río Tajo, a unos 6kilómetros al sudoeste de Almaraz. <<

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[5] Hoy el lugar está ocupado por unadehesa que lleva el nombre de Sagrajas;en ella se señala un despoblado, que enel siglo XIII o XIV era conocido como«Torre de Sagrajas». <<

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[6] Como es sabido, en los reinos deLeón Y Castilla se utilizó para elcómputo del tiempo hasta finales delsiglo XIV no el «Año del Señor», sino la«era» que añadía 38 unidades al «Añodel Señor» de nuestro calendario. <<

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[7] Hoy despoblado, junto a Olmedilladel Campo, entre Uclés y Huete. <<

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[8] La pasaranga venía a equivaler a unalegua, esto es, a 5.572,7 metros. <<

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[9] Muhammad era llamado Ibn Aisa porel nombre de su madre, una de lasesposas de Yusuf ibn Texufin. <<