afro descendientes y la minería en el virreinato del perú

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IDSTORICA. Vol. XIX No 1 Julio de 1995 LA MANO DE OBRA NEGRA EN LAS MINAS DEL PERU COLONIAL (FINES DEL S. XVI-COMIENZOS DEL S. XVII): DE LOS PRINCIPIOS MORALES AL OPORTUNISMO Jean Pierre Tardieu Universidad de la Reunión Por ser dependientes del oro africano, las dos potencias ibéricas inten- taron en la segunda mitad del siglo XV librarse de la mediación árabe. Des- pués de lanzar sus carabelas hacia las costas del oeste africano, no tardaron en interesarse por otro comercio, el de las "piezas de ébano". Fue también la sed de oro y después de plata la que favoreció la colo- nización del Nuevo Mundo. Cuando, por motivos muy conocidos, ya no fue suficiente la mano de obra para la explotación de las minas, se pensó muy pronto en utilizar al esclavo negro procedente de la lejana Africa. En el Perú, sin embargo, las cosas no pasaron exactamente igual como en el Caribe, en Tierra Firme o en el Nuevo Reino de Granada. Las condi- ciones climáticas de estas tierras cálidas no tenían nada que ver con las de los Andes. Tampoco era parecida la situación demográfica. ¿Se podía recurrir al negro para explotar las riquezas del subsuelo, acatando así las instrucciones de la Corona española,· deseosa de proteger a la población indígena? 119

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  • IDSTORICA. Vol. XIX No 1 Julio de 1995

    LA MANO DE OBRA NEGRA EN LAS MINAS DEL PERU COLONIAL (FINES DEL S. XVI-COMIENZOS DEL S. XVII):

    DE LOS PRINCIPIOS MORALES AL OPORTUNISMO

    Jean Pierre Tardieu Universidad de la Reunin

    Por ser dependientes del oro africano, las dos potencias ibricas inten-taron en la segunda mitad del siglo XV librarse de la mediacin rabe. Des-pus de lanzar sus carabelas hacia las costas del oeste africano, no tardaron en interesarse por otro comercio, el de las "piezas de bano".

    Fue tambin la sed de oro y despus de plata la que favoreci la colo-nizacin del Nuevo Mundo. Cuando, por motivos muy conocidos, ya no fue suficiente la mano de obra para la explotacin de las minas, se pens muy pronto en utilizar al esclavo negro procedente de la lejana Africa.

    En el Per, sin embargo, las cosas no pasaron exactamente igual como en el Caribe, en Tierra Firme o en el Nuevo Reino de Granada. Las condi-ciones climticas de estas tierras clidas no tenan nada que ver con las de los Andes. Tampoco era parecida la situacin demogrfica.

    Se poda recurrir al negro para explotar las riquezas del subsuelo, acatando as las instrucciones de la Corona espaola, deseosa de proteger a la poblacin indgena?

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  • l. DE LOS INDIOS A LOS NEGROS: ASPECfOS LEGISLATIVOS

    Contexto demogrfico y moral del desarrollo

    Es sobradamente conocido que la explotacin de los metales se afrent con la cada de la poblacin india. El padre Bartolom de las Casas luch por la defensa de los naturales, proponiendo el recurso a los Negros para las minas. En el memorial dirigido al cardenal Cisneros, hizo hincapi en las ventajas de tal medida:

    "y ser muy mayor servicio para S.A. y ganancia, porque se coger mucho ms oro que se coger teniendo doblados indios de los que haba de tener en ellas (las minas)".

    Pero los trabajadores no sern exclusivamente negros. Tambin se uti-lizar a "otros esclavos". No se confi los Indios a los Espaoles para que se les explotase hasta la muerte, sino para que se les educase en la verdadera fe, a cambio de servicios moderados. Sera preciso sustituirles por esclavos negros y blancos procedentes de Castilla. (Casas 1958, V: 9, 16 y 17).

    Las Casas reanud con esta proposicin en una carta dirigida al Con-sejo de Indias el da 20 de enero de l53l. Cada isla necesitara entre 500 y 600 Negros.

    "e tem poblada su tierra, e habrn crescido sus rentas, as por el oro que se sacar de las minas, como por las aduanas e almojarifazgos e otros intereses que mucho crescern" (Casas 1958, V: 54)

    Ms tarde, el obispo de Chiapas lament amargamente el haber hecho tales proposiciones, comprobando que la esclavitud de los Negros no era ms "justa" que la servidumbre de los Indios (Casas 1958, V: 417). Sin embargo extrem su culpabilidad: No haba sido el nico en pensar en los Negros para asentar el desarrollo econmico de las islas. Los jernimos mandados por Cisneros a la Espaola en 1516 haban elaborado sugestiones ms audaces en 1518, en la medida en que evocaban el establecimiento directo de la trata con las islas de Caboverde o con "Guinea" (Coleccin 1864-84 I: 290-291).

    El informe del 31 de marzo de 1528, enviado a la Corona por los miembros de la Real Audiencia de Santo Domingo, solicit una ayuda a favor de los mineros, bajo forma de mil Negros "bozales", en procedencia de Africa. Repoblaran los pueblos ubicados cerca de las ricas minas de la isla. Para Espinosa y Zuazo, los dos firmantes del documento, la manejabilidad de 120

  • estos seres haca de ellos los trabajadores ms idneos para satisfacer a los explotadores (Coleccin 1864-84, XI: 358).

    Despus de la conquista de la Nueva Espaa, unos informes parecidos llegaron al Consejo de Indias. De modo que la Corona orden el 25 de mayo de 1535 al virrey Antonio de Mendoza que efectuase una informacin con la ayuda de los oidores y de los principales oficiales reales para saber si se haba de mandar de Espaa o de otros lugares cierta cantidad de esclavos. Se poda incrementar los beneficios sacados de las riqusimas minas de oro, de plata y de otros metales.

    "si nuestros oficiales en nombre y por nos tuviesen en las minas alguna buena cantidad de esclavos negros o de los indios que justamente son habidos y tenidos por esclav~s" (en Hanke ed. 1976: 27)

    Estos Indios "justamente" reducidos a las tareas penosas de la mina seran los nativos que se opusieran a la presencia espaola.

    As pues, los Negros vinieron a ser tan imprescindibles para el auge econmico del Nuevo Mundo que el Consejo de Indias juzg oportuno en 1540 prohibir el embargo de los esclavos que pertenecan a mineros endeu-dados, cualquiera que fuera la importancia de las deudas (BNM. ms. 3017-208, fol. 205). Tal medida pone de realce el papel atribuido por la Corona a la mano de obra servil en la explotacin de las riquezas mineras de las Indias.

    La legislacin a favor de los Indios Las "Nuevas Leyes"

    La defensa de los Indios acarre las guerras civiles que asolaron al Per. Los encomenderos se levantaron contra las "Nuevas Leyes" de 1542 originadas por la actuacin del padre Las Casas. Segn la nueva legislacin, de ningn modo se poda esclavizar a los Indios. Adems se adoptaron drs-ticas medidas en contra de los "repartimientos".

    La revocacin por Carlos V en 1545 de las leyes que ataan a la "encomienda" no consigui atajar la rebelin. Despus de reprimirla, el pre-sidente La Gasea conden el uso abusivo de Indios en las minas, particular-mente en Potos. Lo hizo en una carta dirigida el 28 de septiembre de 1549 al corregidor Juan de Saavedra y al cabildo del Cuzco, levantndose contra los malos tratos que padecan los Indios.

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  • "cuanto ms que es cosa fuera de toda critiandad a trueco de vidas de hombres querer allegar dineros ... " (Vargas Ugarte 1966, 1: 272).

    Las decisiones de La Gasea al respecto fueron papel mojado: fue de-sarrollndose la "mita" para el mayor provecho de los mineros.

    La abolicin del servicio personal de los Indios

    Una cdula real mandada a la Audiencia de Lima el 22 de febrero de 1549 reprob la transformacin del tributo pagado por los Indios en servicio personal, especialmente en las minas. Pero, una vez ms, el inters de los mineros e, indirectamente, el del tesoro real pasaron antes de las considera-ciones morales.

    El da 1 o de julio de 1550, Fray Domingo de Santo Toms, uno de los primeros dominicos llegados al Per y profesor de teologa en la universidad, describi as la situacin de las minas de Potos:

    "Avr cuatro aos que para acabarse de perder esta tierra se descubri una boca de ynfiemo por la qual entran cada ao desde el tiempo que digo grand cantidad de gente que la cobdicia de los espaoles sacrifica a su dios y es vuestras minas de plata que llaman de Potos.. .. ".

    Despus de pintar la triste vida de los Indios en esos lugares, recuerda el fraile que

    " ... echar a minas por fuerza es condicin de esclavos o de hombres condenados a tan gran pena por graves delitos y no ley de libres, como V.Al. en sus provisiones y hordenanzas dice ser esta pobre gente" (AGI, Cartas y expedientes de personas eclesisticas, cit en Vargas Ugarte 1966, 2: 30-31).

    Francisco de Toledo, encargado de reglamentar la mita, solicit el parecer de una junta que no se opuso al mantenimiento de dicho servicio. Luego, sin embargo, ciertos miembros no dejaron de protestar. El arzobispo Loayza asegur el 17 de marzo de 1575 que "no ay enmienda sino ms codicia que es ocasin de los mayores males'"." Los franciscanos Fray Jernimo de Villacarrillo y Fray Juan del Campo ya haban protestado el 11 de marzo de 1575. Los dominicos Fray Gaspar de Carvajal, Fray Alonso de la Cerda y Fray Miguel Adrin denunciaron los excesos sufridos por los Indios.

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  • "siendo como es tan contraria al derecho divino y natural que hombres libres sean forzados y compelidos a travajos tan excesivos y perjudicia-les a su salud y vidas e impeditivos de la predicacin evanglica y f que se pretende persuadirles ... " (vase Vargas Ugarte 1966,11: 202-203).

    Estas protestas por supuesto se encaraban con los poderosos intereses de los mineros, quienes no estaban dispuestos a prescindir de una mano de obra barata. No dejaron sin embargo de conmover a la Corona que intent solucionar este problema acuciante con el desarrollo de la trata negrera. Esto queda muy claro por ejemplo en una cdula dirigida el 13 de octubre de 1593 al presidente y a los funcionarios de la Casa de Contratacin de Sevilla:

    " ... saued que, auiendo considerado lo mucho que ymporta y combiene procurar que la labor y beneficio de las minas de oro y plata y azogue de las nuestras yndias occidentales se contine con grande cuydado y deligencia y por consistir la grosedad, riqueza y acrecentamiento de aquellos Reynos y dstos, y que para ello y la labran;a de las tierras y crian;a de los ganados y otros aprovechamientos aya mucha gente de servicio, deseando relebar en quanto se pueda deste travajo a los yndios naturales que se ban consumiendo muy apriessa cuya consecuacin es tan necesaria como se saue, aunque los aos pasados, en virtud de las licencias que para ello abemos mandado dar, se an navegado y llevado como savys de los Ros de Guinea, Santom y cauoberde y angola alguna cantidad de esclauos negros, por auernos ynformado que no a sido en nmero suficente y que combiene se lleben mucho ms, auemos dado comisin y facultad a Fernando de porras nuestro veinte y quatro de esa ciudad para que en nuestro nombre pueda conceder y dar licen-cias a todas personas naturales de estos reynos y del de portugal para navegar esclavos a las dichas yndias ... " (AGI, contratacin 2924, Nl, Tomo 2).

    No faltan declaraciones parecidas. Era pues la trata de los Negros la panacea universal para aliviar a los Indios y favorecer la explotacin de las minas? La situacin difera mucho segn su ubicacin. Veamos tres ejemplos caractersticos.

    2. EL ORO DE ZARUMA Y LOS NEGROS

    Situacin de las minas

    Para realizar los esfuerzos requeridos, necesitaban los Negros un clima que no fuese demasiado diferente del suyo. Fray Pedro Simn evoc en sus

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  • OCANO

    PACIFICO

    RUTA DE LA TRATA HACIA ZARUMA. Proposiciones de los mineros (1592-1593).

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  • Noticias Historiales la abundante poblacin negra del Nuevo Reino de Gra-nada desde los principios del siglo XVI

    "porque toda la labor de minas desta ciudad (Zaragoza) ha sido con negros esclavos que luego fueron metiendo all'' (Vol. VI, Noticia V, Cap. XXXV: 217-218, citado en Jaramillo 1963: 4)

    Jaime Jaramillo Uribe y Aquiles Escalante mostraron que el clima tro-pical de esta regin permiti la explotacin de las minas merced a la mano de obra negra (Escalante 1964).

    En lo que se refiere al Per, James Lockhart, en Spanish Peru 1532-1560, seal que el uso ms frecuente de grupos de esclavos sin especializa-cin alguna tena lugar en las minas de oro, situadas en los valles clidos.

    En las minas de la regin de Quito, la mayor parte de los trabajos en 1545 y 1546 la hacan los Indios. En Carabaya, cerca del Cuzco, la fuerte mortandad de los trabajadores autctonos llev como consecuencia un mayor recurso a los Negros. Las cuadrillas se componan de diez a quince esclavos, a los que se aada una mujer encargada de cocinar. En 1540 Francisco de Barrionuevo empleaba a 45 Negros en sus minas del centro y del sur peruano (Lockhart, [1968] 1976: 185).

    Desde 1543, la Corona recibi solicitudes para acelerar el envo de esclavos al Per. Se les consideraba como imprescindibles para la explota-cin de las minas de oro, a la cual no se adaptaban los Indios:

    "y en lo de dar licencia para pasar negros al Per, paresce que converna ass por relebar los yndios como por el crescimiento de los quintos especialmente lo del oro donde los yndios tienen ms peligro por ser en parte ms caliente" 1

    Segn el ttulo del documento de que se extraen estas lneas, se trata del parecer de responsables muy al tanto de la situacin.

    Con fecha del da 8 de diciembre de 1557, una carta del marqus de Caete pone de nuevo el tea sobre el tapete. Alude a un memorial en que

    "Lo que resulta que consultar a V.M. de la comunicacin que se ha tenido sobre lo del Per es lo siguiente" BRAHM Coleccin Juan Baustista Muoz, T A/110 (9/4845).

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  • propuso a la Corona el envo al Per de 3000 esclavos, entre los cuales habra una tercera parte de mujeres, as como de las herramientas necesarias. El virrey expone de nuevo sus argumentos:

    "sera cosa de gran prouecho porque ay mucha noti'ria de minas de oro en partes calientes que no las labren yndios por ser ellos de diferente tierra y con negros sera cosa muy buena y que aumentaran".

    Se repartira a estos Negros entre los Espaoles que se hiciesen cargo de la explotacin de las minas. Al parecer de Caete, tal operacin resultara sumamente provechosa para el tesoro real, debido en particular al aumento del quinto (AGI, Lima 28 A, No 9, fol. Ir).

    Por cierto, el plan del marqus no careca de fundamentos. En el trans-curso de la dcada siguiente, varias demandas al respecto llegaron al Consejo de Indias. Se empez a explotar numerosas minas de oro y de plata, preci-samente en el sur de la provincia de Quito. La grave escasez de esclavos y de herramientas trajo aparejada un alza notable de sus precios.

    El 15 de enero de 1567, el rey se reclar informado de la situacin apurada de las minas de Zamora, situadas no muy lejos de la frontera actual entre el Per y Ecuador, y de Bueza, ms al norte (AGI, Lima 1569, Regis-tros de oficios).

    Las minas de Zaruma

    Siempre en la regin sur de la provincia de Quito, llama nuestra aten-cin la zona minera de Zaruma, pueblo vecino de Loja.

    Las proposiciones de los mineros.

    En las Relaciones geogrficas de Indias, publicadas por Jimnez de la Espada, aparecen varias "relaciones" acerca del "cerro" de Zaruma mandadas a la Corona en 1592 y 1593 por vecinos importantes. Para ellos, la valoriza-cin de las minas de oro requiere una abundante mano de obra compuesta de esclavos negros a los cuales les sienta bien el clima:

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    "y para stos es la tierra sana y buena como se requiere para la salud y conservacin y aumento de los negros, que se cran ellos en tierra caliente ... " (Jimnez de la Espada 1965, II: 313; tambin 318 y 332).

  • De ella depende no slo la prosperidad de Quito y de los pueblos vecinos, sino tambin el auge del quinto real. En cuanto a los Indios, " ... an-darn aliviados de trabajo".

    Habra que mandar pues a Zaruma 500 o 600 esclavos. Los mineros les compraran a plazos, escalonando el pago por un perodo razonable ("fiados a un tiempo moderado"). Sin embargo se prohibira ocuparles en otras tareas, porque los dueos de ingenios de azcar, quienes disfrutan de un caudal de 30 o 40 000 pesos, son capaces de adquirir esclavos al contado.

    A los esclavos procedentes de nombre de Dios, se les embarcara en Panam para uno de los puertos de la costa: Manta, Pun o Guayaquil. De all, se les encaminara hacia Cuenca por va terrestre en menos de seis das. Los Negros no padeceran sobremanera del viaje que se verificara a travs de tierras clidas por caminos ya trazados. Estos esclavos cuya tercera parte se compondra de mujeres, no tendran ms de 20 aos de edad.

    Los autores de este proyecto no se ilusionan sobre la benevolencia de la Corona. Por si acaso, presentan un segundo plan. Esta vez ya no se tratara de crdito, sino de licencias de importacin concedidas a los mineros, quienes se encargaran de abastecerse y de costear la compra de los esclavos. Sin embargo no dejan de insistir en el provecho que sacara el tesoro de una venta a crdito por valer cada esclavo de 400 a 500 pesos de oro.

    Otra "relacin" es ms prudente en sus estimaciones: bastara con 250 Negros, entre los cuales habra tan slo 50 mujeres. No suministra precisin alguna respecto al costeo y al encaminamiento de los esclavos.

    Un tercer proyecto, presentado por Pedro Gonzlez de Mendoza, no deja nada al azar. El tambin cree que la mejor cifra sera de 500 esclavos, con una tercera parte de mujeres. Tendran entre catorce y treinta aos de edad y el crdito correra por cinco aos. Pero a los vecinos de Zaruma les correspondera desarrollar su pueblo. En l se instalaran de nuevo unos fun-cionarios reales, una caja del tesoro y una fundicin2.

    2 Segn R. Vargas U garte, el virrey haba encargado al corregidor de Loja la fundacin oficial de San Antonio del Cerro rico de Zaruma el 8 de diciembre de 1595.

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  • Para facilitar las cosas, se "asentara" en Sevilla el envo de Negros. As, el Consejo de Indias podra informarse de las disponibilidades, de los precios y de las condiciones de pago.

    El mismo personaje hace proposiciones idnticas para la gobernacin de Popayn.

    "que es la ms rica de minas de oro que con todo lo descubierto de las Indias se sabe" (Jimnez de la Espada 1965, 11: 333-34).

    Se estiman las necesidades a 700 negros, reclutados con las mismas condiciones. Sin embargo Gonzlez de Mendoza llama la atencin del poder sobre la ventaja de diversificar el abastecimiento tnico para prevenir toda alianza contra los dueos. Esto ha permitido hasta ahora, segn l, evitar la extensin de rebeliones fcilmente reprimidas.

    Con fin de evitar unos inconvenientes irremediables, probable alusin a los malos tratos impuestos por los Negros a los Indios, se prohibira termi-nantemente el casamiento de Negros con Indias. Esto no ira en contra de la libertad de casarse, ya que no se les negara la facultad de desposarse con mujeres de su raza. Pedro Gonzlez de Mendoza no era el nico en sostener este argumento especioso (Vese Tardieu 1987: 183-198)

    Las reacciones de la Corona

    Un documento de 1608 permite deducir cmo acogi dichas proposi-ciones el Consejo de Indias. Se trata de una carta dirigida el 2 de marzo al licenciado Miguel de !barra, presidente de la Audiencia de Quito, en contes-tacin a una demanda suya del 9 de mayo de 1607.

    Segn este alto funcionario, las minas de Zaruma conocen una nueva prosperidad debido a la intervencin de un tal Pedro de Beraza. Su gestin, cuyos procedimientos no se revelan, haba alcanzado unos resultados muy positivos. Con el mismo personal y el mismo coste, se haba multiplicado la produccin por 7,5 y los beneficios anuales haban pasado de 90 000 a 400 000 pesos.

    El presidente se haba aprovechado de esta coyuntura favorable para presentar de nuevo su peticin de envo de Negros, sea por mediacin directa de la Corona, sea por intermedio particular. Para paliar la escasez de traba-jadores, se haba recurrido a los autctonos, consagrando a las minas la 128

  • quinta parte de los Indios destinados al servicio de los Espaoles. Pero esto distaba de ser suficiente. No le agrad esta medida al Consejo que prohibi usar de Indios en la extraccin del metal, salvo si se contrataban libremente a cambio de un justo salario.

    En lo referente a la demanda de esclavos, el Consejo no consinti en atenderla. Ni la Corona ni ningn particular estaban dispuestos a suministrar Negros a crdito. La nica solucin posible consista en acudir al "asiento sobre la provisin general de negros para las Indias". Sera menester pedir al beneficiario del monopolio que mandase Negros a Portobelo, donde los mi-neros podran comprarlos al contado. Para ello, bastara a Miguel de !barra informar precisamente al Consejo de las necesidades y de los plazos que se habran de respetar.

    A la sazn, el asentista era Vaz Coutio (Vase Scelle 1906:11). Los asentistas solan comprometerse en mandar cierto nmero de esclavos cada ao hacia lugares indicados por la administracin para abastecer las minas. Fue el caso por ejemplo de Pedro Gmez Reynel, el 30 de enero de 1595 (Vase Encinas [1596] 1946, 1: 401).

    As pues se desairaban las reivindicaciones de los mineros de Zaruma. No slo la Corona les llamaba al orden acerca de la mano de obra india, a pesar de las precauciones tomadas o, por lo menos, alegadas, sino que les negaba cualquier ayuda directa fuera del marco jurdico del asiento. Slo podran contar con sus propias fuerzas para adquirir a los negros necesarios a sus explotaciones. Bien es verdad que la prosperidad conyuntural de las minas de Zaruma perjudicaba sus gestiones. Pese a ello, la administracin no se olvid de recomendar al presidente de la Audiencia, cuyas sugestiones acababa de rechazar, que hiciese cuanto fuese posible para mejorar an la produccin de las minas y por lo tanto los ingresos de la Corona.

    Esta instruccin es caractersticas de la actitud del poder: fiel a sus compromisos, de los cuales espera una sustancial ganancia, no puede atender la splica de los mineros. Pero tampoco acepta por ello derogar ciertas dis-posiciones de las leyes sobre el servicio personal de los Indios. Por resultar muy limitada su libertad de maniobra, no le queda ms que remitirse a la iniciativa personal.

    Qu era pues de las minas situadas en regiones cuyo clima haca ms aleatoria la intervencin de los Negros?

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  • 3. LA PLATA DE POTOSI Y LOS INDIOS

    Situacin de las minas

    Fuera de los valles clidos, el trabajo de las minas se volva an ms duro. A las penosas condiciones de extraccin del metal3 se aada el rigor del clima.

    Volvamos a la carta de Fray Domingo de Santo Toms acerca de Potos:

    "Es un cerro en un despoblado frigidsimo, en cuya comarca en espacio de 6 leguas no se cra aun yerva que coman las bestias ni lea para quemar, las comidas tranlas a cuesta yndios y en carneros los que los tienen ... lo ms cercano donde lo traen es de 12 y 15 leguas y a 30 y 50 leguas y de ms lexos de 100 leguas que es donde el Collao ... " (Vase AGI. Cartas y expedientes de personas eclesisticas, cit. en Vargas Ugarte 1966, 11. 202-203).

    No faltaban los que pensaban imponer a los esclavos negros estas di-ficultades, extremadamente perjudiciales para los propios indios de la sierra.

    Ventura Espino, minero peruano, present en 1580 un primer proyecto de utilizacin de la mano de obra negra, estudiado detalladamente por el historiador estadounidense Frederick P. Bowser (1977: 156-57). Espino ofre-ci hacerse cargo de todas las minas del Per, reservando al tesoro real un 40% del metal extrado. Se le reconocera el derecho de importar 1000 escla-vos: 400 en el primer ao del contrato y luego 100 cada ao durante los seis aos siguientes. Llegado a Lima en 1583, Espino no consigui concretar su proyecto que se encaraba con la envidia de los mineros y la hostilidad de la administracin territorial.

    En la misma poca, someti otro plan un vecino de Potos, Pedro Cornejo. A diferencia del precedente, presentaba un aspecto mucho ms tc-nico. Pretenda solucionar el problema de la ventilacin que estorbaba la extraccin del mineral de oro o de plata en numerosas minas del Per. Pro-

    3 Vase lo que dice ms tarde el conde de Lemos: "Hacen trabajar a los indios de da y de noche metidos 600 estados debajo de la tierra con una barreta entre manos ... entrando el lunes en la mina, en que estn sin ver la luz del sol hasta el domingo que salen. De modo que ignoran cuando e; ~k da y cuando de noche en toda la semana". Texto citado en Vargas Ugarte 1966, 1: lmina XXVII r.

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  • puso pues Cornejo hacer una experiencia en las minas de oro de Cajabaya, cuyo trabajo resultaba hondamente daino para los Indios. Para llevarla a cabo, necesitara 150 licencias de esclavos y la exclusiva de su procedimiento durante doce aos.

    Una junta nombrada por el Consejo de Indias estudi el proyecto, por el cual abog un miembro a quien Cornejo haba revelado el secreto de su invencin. Convencida de su utilidad, se decidi a sostener al inventor, quien insisti para que se le concediese a los esclavos necesarios. Otro miembro examin el plan de Cornejo, acabando por declararse tambin persuadido de sus ventajas. A esto se aada la buena fama del inventor, hijo del cronista real honradamente conocido, Cristbal Calvete de Estrella.

    La junta tuvo a bien recomendar la concesin de 50 licencias de escla-vos "libres de todos derechos" y de otras 50 sometidas a las tasas acostum-bradas que se abonaran al cabo de cuatro aos. No se podra utilizar a los dichos negros fuera de las minas de oro. Tales fueron sus conclusiones el da 11 de febrero de 1583 (AGI, Lima 1, doc. 86, fol. 1 a 5).

    En 1592, Pedro Cornejo todava no haba logrado dar realidad a su proyecto. Regresado al Per, la muerte le impidi materializarlo (Vase Bowser 1977: 158). No se sabe pues si este vecino de Potos descubri de veras una nueva tcnica. Pero lo que si notaremos es que, como a Espino, le pareca imprescindible la introduccin de esclavos en las minas, fueran de oro o de plata. En adelante, las proposiciones haban de girar alrededor de este espi-noso problema de mano de obra.

    Las dif~rentes proposiciones

    La intervencin del marqus de Caete

    Unos vecinos de la Plata y de Potos ejercieron presiones sobre el virrey Don Garca Hurtado de Mendoza para que permitiera la importacin de Negros del Brasil por el ro de la Plata. Se pretextaba desde luego el desarrollo de las minas y de la agricultura. El marqus tom la iniciativa de otorgar algunas licencias por treinta pesos de derecho, sin perjuicio de las otras tasas.

    Se lo reproch el Consejo de Indias el 9 de octubre de 1591, alegando que se estudiaba precisamente el proyecto de introducir negros procedentes

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  • del Brasil, de Angola o de otra parte por el ro de la Plata. Dados los nume-rosos inconvenientes que no dejara de acarrear dicho plan, todava no se haba tomado ninguna decisin.

    Eran primero de carcter econmico. La apertura de una nueva ruta para el abastecimiento en negros del alto Per favorecea el contrabando. Adems se establecera una rivalidad peligrosa para el comercio de Tierra Firme por donde pasaban las mercancas con destinacin al Per va el mar del sur, lo que amenguara las tasas cobradas en esta regin por el tesoro real.

    Desde un punto de vista meramente tcnico, el proyecto no pareca a priori digno de mucho inters. Claro, los negros seran tiles en el campo para los cultivos o la ganadea. En cambio, el rigor climtico de Potos ("la frialdad y destemplanza"), amn de la falta de cualificacin de los recin llegados, les hara incapaces de trabajar en las minas.

    Adems, estaba convencido el Consejo de que la caresta de los escla-vos trados de esta manera a Potos sea disuasiva para los mineros.

    Tambin se tema la cohabitacin de los esclavos y de los Indios. Segn probaba la experiencia, muy pronto conseguan los negros dominar a los nativos, lo que ocasionaba los consabidos excesos.

    As pues los argumentos de los detractores del proyecto no carecan de peso para la Corona, atenta a proteger a los Indios y tambin sus intereses financieros. Hechos estos presupuestos, el Consejo de Indias prefiri contem-porizar pidiendo al virrey que realizase una encuesta en colaboracin con la Audiencia y los funcionarios de la Plata, el corregidor y los funcionarios de Potos. El tema principal sera la conveniencia de abrir el ro de la Plata a la trata, tomando en cuenta las sobredichas desventajas. El informe habra de presentar conclusiones sobre el coste y el precio de los esclavos introducidos as, el nmero necesario cada ao y las tareas que se les confiaran (AGI, Lima 570, Lib. 15, fol. 107-108a).

    En su respuesta, el marqus de Caete se defendi recalcando los motivos que le haban movido a atender la splica. Sin embargo efectuara la encuesta exigida por la Corona. El 29 de diciembre de 1593, el Consejo de Indias le record su prohibicin de conceder tales licencias hasta que se decidiese algo. (Ibidem, fol. 151-152a).

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  • Intervencin de Don Luis de Ve/asco

    Recibi el infonne el Consejo? Lo que s se puede decir es que dio largas al asunto. Don Luis de Velasco, el hijo, puso de nuevo el tema sobre el tapete. Expuso su opinin en una carta del 10 de mayo de 1604, algn tiempo antes de abandonar su puesto. Era muy diferente el contexto.

    Primero, el 1 O de abril de 1597, el virrey haba infonnado a la Corona de su desaprobacin frente a los sufrimientos impuestos a los Indios por la mita minera de Potos, esbozando una pintura sumamente oscura del sistema:

    "carga todo sobre los miserables y los espaoles no vienen ac a tra-bajar sino a servirse de ellos y de sus haciendillas y van 30, 50, 100 y 200 leguas, ms o menos, de sus pueblos a las mitas de Potos y otras minas donde los tienen dos, cuatro, seis meses y un ao, en que con la ausencia de su tierra, trabajo insufrible y malos tratamientos, muchos se mueren o se huyen y no buelven a sus reducciones, dejando perdi-das, casa, tierras, mujer y hijuelos, por el temor de bolver, quando les cupiere por turno, a los mismos trabajos y aflicciones. Y por los malos tratamientos y agravios que les hazen los corregidores y Doctrinantes con sus tratos y grangeras, que es otra tan grande servidumbre que les est aparejada quando vienen a descansar de la primera. Y as soy infonnado que desde el Cuzco para Potos estn los pueblos despobla-dos que casi no se ven indios sino como por maravilla ... " (BNM. No 3636, Cartas del virrey Velasco, en Vargas Ugarte 1966, III: 46). El 24 de noviembre de 1601, una cdula real dio fin al "repartimiento"

    de Indios. En adelante cualquier contrata habra de ser voluntaria y justamen-te retribuida. Ahora bien resultaba difcil la aplicacin de semejante resolu-cin, particulannente en Potos. Luis de Velasco se vio obligado de sealarlo a la Corona el o de mayo de 1603. Este repliegue lo dictaban las contingen-cias econmicas. (Vase Vargas Ugarte 1966, III: 49, 50 y 51). Por ello no renunci el virrey a mejorar la situacin de los Indios. Un ao despus pre-sent el proyecto referido ms arriba.

    Insistiendo en la obligacin de tenninar con los males que procedan de la explotacin de las minas, Velasco propona recurrir a los Negros. Se les utilizara "en algunos ministerios del beneficio de metales y cosas anexas a ello", aunque no podran sustituirse del todo a los Indios. El encaminamiento a las minas se hara por el puerto de Buenos Aires. Para evitar cualquier riesgo, se diversificara su procedencia. Adems se propondran unas condi-ciones de venta que facilitasen el abastecimiento de los mineros.

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  • Frente a esta argumentacin no desaparecieron los reparos de la Corona en abrir el puerto de Buenos Aires a la trata. Ms de quatro aos despus de la intervencin de Velasco, el Consejo de Indias adopt de nuevo los proce-dimientos dilatorios usados en 1591. El 26 de julio de 1608, se encarg al presidente y a los oidores de la Audiencia de la Plata establecer un informe sobre lo bien fundado de las sugestiones del antiguo virrey (BNM. No 2927-IX-121, fols 317 a 318).

    Al gobierno central no le apremiaba el tiempo. Esper el 26 de mayo de 1609 para pedir al marqus de Montesclaros que estudiase la cuestin, cuidadosamente delimitada. Slo se efectuara una vez al ao el abasteci-miento regular por Buenos Aires. Esto pona de manifiesto el temor a los efectos del contrabando ocasionado por la trata. En cuanto a los otros puntos sometidos a la reflexin del virrey son idnticos a los que se expusieron al marqus de Caete (AGI, Lima 570, lib. 17, fol. 17a).

    El poder central tambin imagin unas soluciones de recambio. Como la reforma de los "repartimientos" pasaba no slo por el trabajo voluntario de los Indios, sino tambin por el empleo de una mano de obra servil, se habra de incitar a los mineros a la compra de los esclavos necesarios. A este res-pecto, se le sugera a Montesclaros una actuacin hbil y prudente. En cam-bio se pas por alto el modo de encaminar a los Negros, lo que daba a entender que seguiran la ruta clsica.

    Pero tambin se pondra al trabajo a toda clase de gente, sin distincin de raza:

    "yris reduciendo al trabajo y ocupacin de las minas, y las otras labo-res, sin hazer distincin de Indios, Espaoles, Negros, y mestizos, y las dems naciones, porque todas conuiene que se vayan introduciendo en estos exercicios ... " (BNM. R 17270 libro de papeles curiosos de las Indias (siglo XVII).

    Esta instruccin al virrey con fecha del 26 de mayo de 1609 se aadi a una carta dirigida el 1 O de abril del mismo ao al licenciado Alonso Maldonado de Torres, presidente de la Audiencia de la Plata. Se contemplaba en ella la eventualidad de hacer trabajar en Potos, exactamente como a los Indios ("que son ms libres que ellos"), al gran nmero de Mulatos, Zambos, Negros libres y Mestizos que se encontraba en la provincia de los Charcas y en la del Per. No se podra organizar "repartimientos" con esta gente para destinarlos a las minas? Sera una manera eficaz de resolver el problema

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  • RUTA DE LA TRATA HACIA POTOS La ruta del ro de la Plata.

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  • planteado por su abundancia en los centros urbanos. Al presidente le tocara analizar los efectos de esta medida (BNM., W 2927 - IX-110).

    En resumidas cuentas, se prefera examinar todas las posibilidades antes de permitir la apertura de Buenos Aires a la trata, debido al miedo del Con-sejo de Indias a las implicaciones financieras del proyecto. Queda por saber cul era el peso de las presiones del gremio mercantil de Portobelo, de Pa-nam y de Lima para quien el trfco negrero por el Pacfico era una fuente de pinges beneficios. Estaba dispuesto a aceptar de buen grado la disminu-cin de sus ingresos? Cul era su influencia sobre Montesclaros?

    El informe de Montesclaros

    El parecer del virrey

    El 3 de abril de 1611, sac el virrey las conclusiones de la encuesta pedida por el Consejo. Su postura fue categrica. Si los Negros eran tiles para la agricultura y la ganadera, no pasaba igual para las minas por dos razones. Primero no les sentaba nada bien el clima de las regiones mineras. Luego, los esclavos maltrataran mucho ms a los Indios en las minas que en las fincas agrcolas porque sera imposible vigilarles con tanto cuidado. Por cierto dichos argumentos no eran ninguna novedad: ya los haba esgrimido el Consejo de Indias el 9 de octubre de 1591.

    Dicho esto, Montesclaros no estaba del todo opuesto a la apertura del puerto de Buenos Aires a la trata. Sera positiva para los Indios con tal que se destinase los Negros a otros puestos de trabajo. Existan en la regin de Potos ciertos valles cuyo clima no era favorable para los Indios. Unos pro-pietarios as como la propia Corona posean en ellas numerosas fincas. Ofre-cindoles esclavos a crdito y por precios moderados, se les podra convencer que procediesen a la sustitucin de los nativos. Se mandara a Espaa con un ao de antelacin la cantidad necesaria, reunida por los servicios del virrey. Para evaluar las necesidades, se efectuaran encuestas en nombre del rey4.

    4. AGI. Lima 36, n"l, lib. IV, fols. 98-IOir. Alberto Crespo se refiere a la respuesta de la Audiencia de La Plata a la encuesta pedida por la Corona el 26 de julio de 1601 (vase BNM, ms-2927-IX-121, fols- 317 a-r, 318). Los oidores, sin ser unnimes, no eran favorables a la introduccin de Negros no slo en las minas, sino tambin en los talleres de fundicin. Algunos opinaban incluso que si los Indios fuesen esclavos mereceran un trato ms humano

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  • La influencia de los "doctos personajes"

    Esta postura hostil al crecimiento de la mano de obra negra en las minas de Potos tena en cuenta las reflexiones de varios religiosos acerca del servicio personal de los Indios. Se les haba sometido las proposiciones del Consejo de Indias sobre las soluciones de recambio.

    Al padre Alonso Mesa Venegas, segn un memorial del ao 1603, se le haca peligroso estimular a los propietarios de explotaciones agrcolas y mineras a la compra de negros:

    " ... tngolo por peligrossimo al reino, pues esta gente es de suyo atruida y libre, poca temerosa de dios y de su Rey ... " (Vargas Ugarte 1953).

    Para el franciscano Fray Miguel de Agia, era utpico el proyecto de recurrir a esclavos para sustituir a los Indios. Estimaba a ms de 80 000 Negros la mano de obra que requeriran las minas de oro de plata, de azogue y de cobre esparcidas por todas las Indias.

    Adems, segn constaba por la experiencia, no eran de ningn prove-cho para el trabajo en tierras fras, como las de Potos, donde se situaban las minas de plata y de mercurio. Su muerte arruinara a los dueos, lo que provocara gastos suplementarios de parte de la Corona para ayudarles (Agia 1946-67).

    Los diferentes anlisis, tcnico, econmico, social y moral, desemboca-ban en la misma conclusin: no era rentable la introduccin masiva de Ne-gros por el ro de la Plata en las minas de Potos y en las regiones fras de un modo general. Pero los procedimientos dilatorios adoptados por la Corona dan a entender que ya haba fijado su poltica desde los principios de la controversia.

    As pues la ruta del ro de la Plata no llegara a ser una va legal de la trata. En 1595, al negrero Reynel le haba costado harto trabajo lograr el permiso de comerciar con Buenos Aires, excepcin que la Corona se reser-vaba el derecho de suprimir (Acerca de la trata con Buenos Aires, vase Scelle 1906, I: 349).

    de parte de Jos dueos obligados a comprarles. La conclusin de Crespo es que "sin tergiversaciones tal criterio equivale a decir que la mita era ms dura que la esclavitud", vase Crespo 1977: 105.

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  • 4. EL AZOGUE Y LAS "CASTAS": HUANCAVELICA

    Situacin de las minas

    El descubrimiento de las minas de azogue de Huancavelica entre 1557 y 1560 haba contribuido al auge de las minas de plata, facilitando el mer-curio la fundicin del metal precioso. Huancavelica, cuyo azogue se expor-taba hasta la Nueva Espaa, alcanz su apogeo por los aos 1590. En aquella poca la extraccin empleaba a 3000 Indios de mita (Vase Vargas Ugarte 1966, ll: 333-36).

    El trabajo en las galeras resultaba muy arduo. El 5 de mayo de 1600, Luis de Velasco llam la atencin de la Corona sobre las consecuencias funestas de la explotacin:

    "Los indios que trabajan en las minas de Huancavelica padecen grave dao en la salud ... , y as que de estos metales ... cuando se cavan en las minas, sale un polvillo que se les entra a los indios por la respiracin y asienta en el pecho, de tan mala calidad, que les causa una tos seca y calenturienta y al cabo muerte sin reparo, porque los mdicos lo tienen por mal incurable" (Vargas Ugarte 1966, III: 48).

    El padre Miguel de Agia, a pesar de ser partidario del servicio personal de los Indios, admiti una excepcin para la mita de estas minas despus de enterarse de las condiciones de trabajo en Huancavelica (Vargas Ugarte 1966, III: 112).

    Por cierto se haba pensado adoptar la explotacin a cielo abierto. Pero los mineros no tomaban en cuenta lo establecido por la administracin.

    El 21 de enero de 1625, el obispo de Huamanga, Don Francisco Ver-dugo, despus de visitar estos lugares, dio parte al virrey de sus amargas comprobaciones:

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    "Desto y de no poner en ello el remedio conveniente se han seguido los daos pasados de irse disminuyendo estos indios, ans como sus muer-tes, por las ausencias que han hecho y que cada da ser ms, porque cesa su procreacin con las ausencias de sus mujeres y pueblos y na-turalezas y tambin empobrecen mucho, como lo estn y a de resultar en dao de todo el Reyno, porque no labran ni cultivan sus tierras y as los frutos y sus ganados van en la misma disminucin, como las per-sonas" (Vargas Ugarte, 1966, III: 182).

  • Se planteaba, en trminos aun ms acuciantes, el mismo problema que en Potos.

    Las proposiciones

    La intervencin de la Corona

    Los informes que llegaban del Per preocupaban mucho al Consejo de Indias, quien el 13 de noviembre de 1626, pidi al marqus de Guadalczar que tomara medidas, porque

    "una de las cosas ms importantes que ay para la grossedad y riqueza de essas provincias es la labor y beneficio de azogue de guancavelica por labrarse con este metal toda la plata que se saca del cerro de Potoss y dems minas de plata de essa tierra".

    Los efectos de la mita de Huancavelica sobre toda la regin eran catas-trficos:

    " ... esto es de manera que tienen cassi acauadas algunas prouincias que solan estar muy pobladas y que en todos los yndios que se reparten para aquel seruicio ay notable diminucin y esta va siendo siempre mayor".

    Como se haba renunciado a la contratacin intensiva de mano de obra negra para las minas, era menester estudiar otras soluciones. La Corona volvi a examinar una posibilidad presentada por la cdula real del 24 de noviembre de 160, sobre el servicio personal de los Indios. En efecto se haba pensado mandar a las minas a quienes no tenan ocupaciones regulares, es decir no slo a los Negros y Mulatos libres, sino tambin a los Mestizos y Espaoles "ociosos". Esta idea, como lo hemos visto, la haba puesto de nuevo al orden del da la instruccin del 26 de mayo de 1609, dirigida a Montesclaros.

    Sin embargo, se la modific de una manera sustancial. Ya no se refera el documento a los ociosos y a los vagabundos, sino a los verdaderos mal-hechores que pululaban por el Per. La justicia podra condenarles al servicio de las minas de Huancavelica. De este modo los sufrimientos que padeciesen se convertiran en castigos ejemplares:

    "se podra atajar los dichos daos con que todas mis justicias de essas prouincias condenassen al seruicio de aquellas minas a los negros,

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  • mulatos y mestizos delinquentes y a los espaoles cuya calidad no les impidiesse y fuessen dignos de pena semejante, y que a los sobredichos como a sierbos de la pena a que ellos mesmos se sujetaron se les obligue a que trabajen en lo ms profundo y peligroso de la mina; pues reciuan detrimento en la salud, ser por sus culpas, dems de que pue-den resistir ms que los yndios, por ser ms fuerte su complessin".

    Pero se interpona un grave obstculo. Esta gente estara en contacto directo con los Indios, lo que ira en contra de las ordenanzas sobre el ser-vicio personal. Por ello se pidi a Montesclaros que estudiase el proyecto en colaboracin con la Audiencia de Lima.

    Si se sacasen conclusiones favorables, se tomaran sin dilacin las medidas adecuadas para su cumplimiento. Sin embargo no se pondra a los condenados negros, mulatos, mestizos y espaoles en los mismos puestos de trabajo que los Indios (AGI, Lima 571, lib. 19, fol. 260 a-5).

    Las reacciones

    Segn una cdula del 1 o de abril de 1630 enviada al conde de Chinchn, de este examen procedi un parecer negativo. Por razn de rentabilidad, ms vala condenar a los malhechores a las galeras del Callao primero que a las minas de Huancavelica. Efectivamente si se les encadenase, su trabajo no resultara muy provechoso. Pero si gozasen de la libertad de movimiento, no dejaran de huir. As que la Corona decidi aplazar la decisin definitiva (AGI, Lima 572, lib. 20, fol. 175a-r).

    No se esper demasiado. El 18 de febrero de 1631, se record al conde de Chinchn que urga aliviar a los Indios "por todas las vas posibles". Se habra pues de condenar al servicio de las minas a los delincuentes negros, mulatos y mestizos que lo mereciesen. Sin embargo ya no se trataba de imponer este cruel castigo a los Espaoles. En lo referente a las relaciones entre los condenados y los Indios, se tomaran las medidas de seguridad necesarias a la buena evolucin del trabajo.

    "con que vendr a ser menor el nmero de los indios que se repartieren". (Koneztke, ed. 1958, vol. 1, t. 1: 328).

    Frente a las consideraciones socio-econmicas, fueron de poco peso las razones alegadas por Montesclaros.

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  • Entre los inspiradores del proyecto se destacaba Don Juan de Solrzano y Pereyra. El autor de Poltica indiana conoca sobradamente la situacin. Preocupado por los informes que llegaban de Huancavelica, el prncipe de Esquilache le haba confiado una misin de inspeccin de la mina. A partir de octubre de 1617 y durante dos aos, Solrzano se dedic a mejorar la seguridad de la explotacin (Vase Vargas Ugarte, 1966, 11: 179-180).

    En su obra se declar partidario de mandar a las minas a los delincuen-tes cuando sus delitos mereciesen semejante castigo. Como defensor de las leyes ~obre el servicio personal de los Indios y refirindose a las cdulas reales de 1601 y del 26 de mayo de 1609, pensaba que no se habra de perdonar a nadie, fuera Espaol o esclavo negro. Adems aprovech la opor-tunidad para denunciar la escasa aficin de los Espaoles por las tareas manuales.

    "porque todas (las naciones) conviene que se vayan introduciendo en estos ejercicios, como se ha hecho en las dems Repblicas del mundo, a que tienen tanta aversin unos por flojedad, y otros porque desdean el trabajo, como si fuese cosa vil, no advirtiendo que la ociosidad en la gente vagabunda es digna de ser reputada por infamia".

    Como jurista, fundamentaba su posicin en el derecho romano que preconizaba los trabajos forzosos en las minas o en las canteras para castigar los delitos de cierta gravedad, y en Toms Moro que los aprobaba en su Utopa

    "diziendo es el mejor i ms til modo que puede hallarse para castigar delitos" (Solrzano 1972, 1: 179-180)

    El mejor, afirmaba el pensador ingls, por su ejemplaridad, y el ms til por el provecho que sababa el estado (Vase Mora. 1974: 86 y 165).

    A la Corona le sedujo el razonamiento, aunque, frente a las fuerzas contrincantes, no pudo adoptarlo integralmente. Cualquier aportacin de mano de obra suplementaria contribuira al mejor rendimiento de las minas. Los riesgos que surgiran de la convivencia de los Indios y de las "castas", a pesar de que se los haba denunciado varias veces, pasaban ya al segundo plano. Bastara con incitar a los explotadores al respeto de una cuantas precauciones elementales para acallar los escrpulos y no dar la impresin de renunciar con demasiada prisa a una postura sostenida con tesn hasta haca poco.

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  • Aparentemente no cambi la actitud de la administracin espaola fren-te a los Indios en lo que se refera al intricado problema de la mano de obra minera. Actu a favor suyo tanto para las minas de oro de los valles clidos, de clima daino para los naturales, como para las de plata y de azogue de las altas tierras, cuya explotacin resultaba funesta para los nativos.

    Sin embargo el compromiso de la Corona se afrontaba con preocupa-ciones financieras y econmicas. De ah sus reparos frente a cualquier pro-yecto de ayuda para los mineros destinada a favorecer el desarrollo de las minas de oro merced a la compra de esclavos. Numerosos factores le llevaban tambin a rechazar la apertura legal a la trata de la ruta del ro de la Plata.

    Sin abandonar tericamente los principios ticos, se vio obligada a adoptar una actitud pragmtica. Lleg pues a proponer la integracin de las diferentes "castas" de delincuentes en la mano de obra minera, lo que poda constituir una nueva forma de esclavitud menos costosa y ms satisfactoria desde el punto de vista moral. Y a no le molestaban las contradicciones. As, despus de juzgar a los Negros como incapaces de resistir al fro de Potos, les declar ms resistentes que los Indios para las minas de Huancavelica cuyo clima no difera mucho y cuyas condiciones de trabajo eran peores aun.

    Frente a las realidades apremiantes, andando el tiempo, la poltica minera espaola en el Per se hizo cada vez ms oportunista.

    ABREVIATURAS

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