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  • Paids Bsica John R. Searle

    ltimos ttulos publicados38. H. M. Feinstein - La formacin de William Jantes39. H. Gardner - Arte, mente y cerebro40. W. H. Newton-Smith - La racionalidad de la ciencia41. C. Lvi-Strauss - Antropologa estructural42. L. Festinger y D. Katz - Los mtodos de investigacin en las ciencias sociales43. R. Arrillaga Torrens - La naturaleza del conocer44. M. Mead - Experiencias personales y cientficas de una antroploga45. C. Lvi-Strauss - Tristes trpicos46. G. Deleuze - Lgica del sentido47. R. Wuthnow - Anlisis cultural48. G. Deleuze - El pliegue. Leibniz y el barroco49. R. Rorty, J. B. Schneewind y Q. Skinner - La filosofa en la historia50. J. Le Goff - Pensar la historia51. J. Le Goff - El orden de la memoria52. S. Toulmin y J. Goodfield - El descubrimiento de! tiempo53. P. Bourdieu - La ontologa poltica de Martin Heidegger54. R. Rorty - Contingencia, irona y solidaridad55. M. Cruz - Filosofa en la historia56. M. Blanchot - El espacio literario57. T. Todorov - Crtica de la crtica58. H. White - El contenido de la forma59. F. Relia - El silencio y las palabras60. T. Todorov - Las morales de la historia61. R. Koselleck - Futuro pasado62. A. Gehlen - Antropologa fsica63. R. Rorty - Objetividad, relativismo y verdad64. R. Rorty - Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporneos65. D. Gilmore - Hacerse hombre66. C. Geertz - Conocimiento local67. A. Schtz - La construccin significativa del mundo social68. G. E. Lenski - Poder y privilegio69. M. Hammersley y P. Atkinson - Etnografa. Mtodos de investigacin70. C. Sols - Razones e intereses71. H. T. Engelhardt - Los fundamentos de la biotica72. E. Rabossi y otros - Filosofa de la mente y ciencia cognitiva73. J. Derrida - Dar (el) tiempo I. La moneda falsa74. R. Nozick - La naturaleza de la racionalidad75. B. Morris - Introduccin al estudio antropolgico de la religin76. D. Dennett - La conciencia explicada. Una teora interdisciplinar77. J. L. Nancy - La experiencia de la libertad78. C. Geertz - Tras los hechos79. R. R. Aramayo, J. Murguerza y A. Valdecantos - El individuo y la historia80. M. Auge - El sentido de los otros81. C. Taylor - Argumentos filosficos82. T. Luckmann - Teora de la accin social83. H. Joas - Tcnica, medicina y tica84. K. J. Gergen - Realidades y relaciones85. J. R. Searle - La construccin de la realidad social86. M. Cruz (comp.) - Tiempo de subjetividad87. C. Taylor - Fuentes del yo88. T. Nagel - Igualdad y parcialidad89. V. Beck - La sociedad del riesgo90. O. Nudler - La racionalidad91. K. R. Popper - El mito del marco comn92. M. Leenhardt - Do kamo

    La construccinde la realidad social

    Prlogo de Antoni Domnech

  • Cubierta de Mario Eskenazi

    Medicin, 1997

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright,bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra porcualquier mtodo o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, yla distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    1995 by John R. Searle de todas las ediciones en castellano,

    Ediciones Paids Ibrica, S.A.,Mariano Cub, 92 - 08021 Barcelonay Editorial Paids, SAICF,Defensa, 599 - Buenos Aires

    ISBN: 84-493-0421-0Depsito legal: B-25.708/1997

    Impreso en Hurope, S.L.,Recaredo, 2 - 08005 Barcelona

    Impreso en Espaa - Printed in Spain

    SUMARIO

    PRLOGO, Antoni Domnech 11AGRADECIMIENTOS 17INTRODUCCIN 19

    1. Las piedras angulares de la realidad social 21

    2. La creacin de hechos institucionales 49

    3. Lenguaje y realidad social 754. La teora general de los hechos institucionales

    Primera parte: iteracin, interaccin y estructura lgica ... 93

    5. La teora general de los hechos institucionalesSegunda parte: su creacin, su mantenimiento, su jerarqua 125

    6. Las capacidades del trasfondo y la explicacin de los fen-menos sociales 139

    7. Existe el mundo real?Primera parte: los ataques al realismo 159

    8. Existe el mundo real?

    Segunda parte: se puede probar el realismo externo? 185

    9. Verdad y correspondencia 203

    CONCLUSIN 231NDICE ANALTICO Y DE NOMBRES 233

  • Para Dagmar

  • PRLOGO

    John Searle es uno de los filsofos vivos ms conocidos y -fun-dadamente- reconocidos del mundo. Sus importantes contribucio-nes a la filosofa del lenguaje y a la filosofa de la mente no necesi-tan presentacin alguna, tampoco al lector de habla hispana. Perola publicacin del presente libro, La construccin de la realidad so-cial, apunta a un desplazamiento en los intereses intelectuales delfilsofo norteamericano, un giro que acaso valga la pena contex-tualizar, especialmente para el lector de nuestro universo cultural.

    El desplazamiento lo es, por lo pronto, de mbito de investiga-cin. En el primer captulo, Searle se declara obsesionado conciertos rasgos estructurales generales de la cultura humana -des-pus de su obsesin con el lenguaje-. Podra decirse, pues, quelos intereses del filsofo giran ahora de la filosofa del lenguaje (yde la mente) a la filosofa de las ciencias sociales. Pero aunque hayexcelentes motivos para afirmar que el presente libro es una pe-quea obra maestra de filosofa de la sociologa,1 tambin loshay para decir que es ms que eso y menos que eso.

    Que es menos que un ensayo de filosofa de la sociologa puedeapreciarse inmediatamente en la falta de referencia al trabajo delos socilogos: en el libro apenas se invoca, espordicamente, a al-gunos nombres clsicos (Durkheim, Weber, Simmel y Marx) y s-lo se cita -polmicamente, y de pasada- a un socilogo en activo,Giddens. La poca atencin prestada al trabajo de la comunidadsociolgica no es, desde luego, un descuido. En todo caso, pareceineludible la conclusin de que se trata de un descuido premedi-tado: pues el ttulo del libro, La construccin de la realidad social,es un remedo del -y una enmienda al- ttulo del famoso libro de

    1. El inters filosfico por las ciencias sociales se ha disparado tanto en los ltimos aos quehablar genricamente de filosofa de las ciencias sociales ha dejado de ser preciso. En los ltimosdiez aos ha crecido espectacularmente la filosofa de la economa, afanada en la aclaracinconceptual de problemas tpicos de la teora econmica (racionalidad, interaccin causal de agentesracionales, asimetras informativas, individualismo metodolgico, etc., etc.). No hay una disciplinaacadmicamente reconocida de filosofa de la sociologa que se ocupe conceptualmente de pro-blemas cientfico-sociales tpicamente sociolgicos excluidos por el anlisis econmico estndar(institucionalizacin de la accin, interaccin simblica, formacin social de las creencias y laspreferencias, integracin social, poder y dominacin de clase, asignacin colectiva de funciones,etc., etc.). El libro de Searle podra ser en este respecto una obra seminal.

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    los socilogos Luckmann y Berger, La construccin social de la re-alidad,2 siendo as que Luckmann y Berger no aparecen citadosuna sola vez en todo el volumen.

    Puesto que en la introduccin Searle sostiene que los padresfundacionales de la sociologa carecan de las herramientas inte-lectuales necesarias para enfrentarse a los problemas que a l leinteresan, y dado que los ejemplos aducidos de esas herramientasproceden precisamente del arsenal filosfico sobre el que ha cons-truido su carrera acadmica nuestro filsofo (una teora adecua-da de los actos de habla, de los performativos, de la intencionali-dad, de la intencionalidad colectiva, de la conducta gobernada porreglas, etc.), el olvido del trabajo de los socilogos revela incon-fundiblemente la pretensin sobre todo propedutica del autor:aclarar filosficamente las bases conceptuales de la teorizacin so-ciolgica, en el sobreentendido de que, buenas intuiciones y buenasintenciones aparte, aqulla no ha hecho hasta ahora sino boxear consombras. Esa pretensin, y el cumplido modo de realizarla, es loque hace que La construccin de la realidad social sea ms -muchoms- que un ensayo de filosofa de la sociologa.

    El ncleo argumentativo de La construccin de la realidad socialconsiste en partir de una distincin entre hechos brutos y he-chos institucionales, para a continuacin elaborar una refinadateora sobre la estructura lgica de la construccin social de estosltimos.

    Supongamos que alguien no aceptara la criba de partida, es de-cir, la distincin entre hechos brutos, completamente independien-tes de los deseos, creencias y necesidades cognitivas de los huma-nos, y hechos institucionales, de uno u otro modo dependientes delacuerdo humano. Hay dos formas bsicas de negar esa distincin.

    De acuerdo con la primera, todo seran hechos brutos; los he-chos institucionales podran reducirse en ltima instancia a hechosfsicos brutos. Por qu habra de ser problemtica esa reduccin?El que algo sea un billete de 5.000 pesetas es un hecho institucionalen el sentido de que depende del acuerdo humano (el que algo seaun billete de 5.000 pesetas depende crucialmente de que [casi] to-dos estemos de acuerdo en que es un billete de 5.000 pesetas). Ob-viamente, cada uno de los billetes de 5.000 pesetas puede descri-birse en trminos puramente fsicos o brutos (un trozo de fibras de

    2. Peter L. Berger y Thomas Luckmann, The Social Construction ofReality, Londres, Penguin,1967 (hay traduccin castellana).

    PRLOGO 13

    celulosa coloreadas con varias tintas de determinada composicinqumica). Pero el hecho de que algo sea considerado como un bi-llete de 5.000 pesetas es un hecho que rebasa, trasciende o sobre-viene a la naturaleza bruta de los elementos fsicos que lo compo-nen. Si alguien se empeara en reducir la nocin de billete de5.000 pesetas (o la de dinero) al soporte fsico de todos susejemplares, la reduccin resultante carecera de toda capacidad in-formativa. La cosa es tan clara que Searle ni siquiera se toma lamolestia de polemizar con la variante reduccionista de la nega-cin de la distincin hecho bruto/hecho institucional.3

    El segundo modo de negar la distincin hecho bruto/hecho ins-titucional es propiamente el blanco de los ataques de Searle. Esesegundo modo consiste en sostener que todos los hechos, tambinlos brutos, son institucionales, o, por decirlo con la expresin demoda, que toda realidad es realidad socialmente construida.Searle confuta esa vagarosa moda al menos por tres vas. Primeromuestra que confunde la descripcin lingstica de un hecho bruto(descripcin lingstica que obviamente es un hecho institucionalo construido, porque el lenguaje lo es) con el hecho bruto mismo,es decir, que confunde el enunciado El Cad est nevado con elhecho bruto de que el Cad est nevado. Segundo, Searle reduce alabsurdo la pretensin de que todos los hechos sean institucionales,mostrando -y se es el meollo de su teora de la construccin de larealidad social- que la construccin de hechos institucionales yde realidad social procede de acuerdo con una lgica de atribucincolectiva de funciones en orden ascendente, cuyo basamento ltimotiene que ser necesariamente algn hecho bruto. Es verdad que laexistencia de dinero es un hecho institucional, socialmente cons-truido e irreductible a los ejemplares fsicos en que se instancia. Pe-ro ese hecho se construye atribuyendo colectivamente una funcin(la funcin de hacer de medio de intercambio, por ejemplo) a algntrozo de materia bruta (oro, fibras de celulosa o huellas magnti-

    dinero. EsoAhora bien,

    3. Imaginemos que quisiramos proceder a una reduccin fsica de la nocin de sera lo mismo que intentar una descripcin del dinero en trminos puramente fsicoshay una infinidad de objetos materiales que han servido, sirven o pueden concebiblemente servircomo dinero. Una descripcin puramente fsica del dinero consistira entonces en una disyuncinlgica infinita de descripciones fsicas de todos los objetos materiales que han servido, sirven opueden servir como dinero (conchas, perlas, lingotes de oro, un sinfn de fibras de celulosa, tirasmagnticas de toda laya, etc.). Pero cuando, para describir algo, necesitamos emplear tantos bitsde informacin como tiene lo descrito, entonces decimos que la descripcin es incompresible(que no se puede comprimir) y que tiene un valor informativo cero, es decir, que no sirve para na-da cientficamente. Vase Gregory Chaitin, Randomness and Mathematical Proof, ScientijicAmerican (1975), pgs. 47-52.

  • 14 ANTONI DOMNECH

    cas, pongamos por caso). La idea misma de que podemos construirrealidades institucionales presupone, pues, la distincin entre he-chos brutos y hechos institucionales.

    La tercera va (explicada en los tres ltimos captulos) consisteen mostrar con un detalle primoroso, pero acaso excesivo para unpblico no estrictamente filosfico, que el uso mismo del lenguajepresupone la existencia de un mundo exterior independiente de lasnecesidades cognitivas humanas. Este ltimo trecho del libro es,por lo dems, el menos olmpico, y en l se revelar al lector el ver-dadero afn polmico del autor y sus destinatarios:

    Yo creo realmente que las teoras filosficas tienen un tremendoimpacto en todos los aspectos de nuestras vidas. En mi opinin, elrechazo del realismo, la negacin de la objetividad ontolgica, es uncomponente esencial de los ataques a la objetividad epistmica, a laracionalidad, a la verdad y a la inteligencia en la vida intelectual con-tempornea. No es por casualidad que las varias teoras del lengua-je, de la literatura e incluso de la educacin que tratan de socavar lasconcepciones tradicionales de la verdad, de la objetividad epistmi-ca y de la racionalidad se hinquen en argumentos contra el realismoexterno. El primer paso en el combate contra el irracionalismo -noel nico paso, pero s el primer paso- es una refutacin de los argu-mentos contra el realismo externo y una defensa del realismo exter-no como un presupuesto de vastas reas del discurso.

    Al lector familiarizado con los mbitos de las ciencias humanasy sociales no har falta recordarle el tremendo impacto acadmicoque han tenido en los ltimos lustros el relativismo tico y cultural,el nihilismo epistemolgico y el desapoderado asalto a los valoresde objetividad epistmica, claridad y probidad conceptuales y rigoremprico. En el mejor de los casos, el vendaval posmodernista enlas disciplinas humansticas significa slo un despilfarro de parte delos recursos pblicos destinados a alimentar estudios superioresde humanidades y ciencias sociales. En el peor, el desbaratamiento detalentos jvenes y la esterilizacin obscurantista de la investigacinsocial.4 Lo cierto es que buena parte de la responsabilidad no recae

    4. Un estudiante de sociologa me relat el siguiente dilogo entre l mismo y un profesor dela carrera:

    Profesor. En sociologa todas las opiniones valen lo mismo, y todos llevamos un socilogo den-tro, porque todo es subjetivo. La pretensin de convertir a la sociologa en una ciencia objetiva esuna tentacin cientificista totalitaria que hay que combatir.

    Alumno: El que todas las opiniones valgan lo mismo en sociologa me parece muy democrti-co y a m personalmente me resulta muy gratificante. Tambin me parece muy simptico y muy

    PRLOGO 15

    sobre los incautos cientficos sociales y humanistas consumidoresde pseudoproductos filosficos,5 sino sobre los pseudofilsofos ge-neradores de esos productos.

    John Searle no es un pseudofilsofo, ni un amateur, sino uncompetentsimo filsofo profesional que, harto de basura, se hapropuesto llevar a cabo una tarea de aseo domstico. Y, puesto aese ingrato e importante empeo, no queda sino augurarle un granxito en el reclutamiento de lectores entre los estudiosos de lasciencias humanas.

    ANTONI DOMNECHUniversidad de Barcelona

    original que usted no prepare ninguna clase magistral y convierta todas las clases en dilogos en-tre los alumnos. Pero tengo mis dudas: si todas las opiniones sociolgicas valen lo mismo, si todoes subjetivo, cmo se convirti usted en funcionario pblico? Quiero decir: en las oposiciones aprofesor titular, con qu criterios le juzg a usted el tribunal? Cmo le pudo preferir a usted fren-te a otro opositando? No vala su ejercicio lo mismo que cualquier otro? Y cuando usted mismonos juzga a nosotros, no merecemos todos, por lo mismo, un excelente?

    Segn me ha sido referido, las preguntas del alumno quedaron sin respuesta. Pero me constaque, a diferencia de casi todos sus condiscpulos, l no consigui un excelente.

    5. Incautos en dos sentidos. Incautos filosficamente; consumidores incipientes e ingenuosde mala literatura filosfica. Pero tambin incautos histricamente, nacidos ayer. El relativismoextremo y el todo vale no es un invento posmodernista de los fast thinkers mediticos de nuestrosdas; fue una de las bases culturales del fascismo europeo del primer tercio del siglo veinte:

    Todo lo que he dicho y hecho en estos ltimos aos es relativismo por intuicin. Si el relativismo sig-nifica el fin de la fe en la ciencia, la decadencia de ese mito, la ciencia, concebido como el descubri-miento de la verdad absoluta, puedo alabarme de haber aplicado el relativismo [...] Si el relativismo sig-nifica desprecio por las categoras fijas y por los hombres que aseguran poseer una verdad objetivaexterna, entonces no hay nada ms relativista que las actitudes y la actividad fascistas... Nosotros los fas-cistas hemos manifestado siempre una indiferencia absoluta por todas las teoras. [...] El relativismo mo-derno deduce que todo el mundo tiene libertad para crearse su ideologa y para intentar ponerla en prc-tica con toda la energa posible, y lo deduce del hecho de que todas las ideologas tienen el mismo valorque todas las ideologas son simples ficciones. (Este texto de Benito Mussolini est citado en Franz Neu-mann, Behemolh. Pensamiento v accin en el nacionalsocialismo, trad. V. Herrero y J. Mrquez, Mxico,F.C.E., 1983, pgs. 510-511.)

    Una interesante explicacin politolgica y sociolgica de por qu este tipo de burda retricaarchirreaccionaria resulta atractiva a cierta izquierda acadmica en los Estados Unidos de hoypuede encontrarse en P.R. Gross y N. Levitt, Higher Superslition. The Academic Left and Is Quarrehwith Science, Baltimore, John Hopkins University Press, 1994. (Anna Estany me llam la atencinsobre el inters de ese libro.)

  • AGRADECIMIENTOS

    La primera versin de estas ideas se expuso en las ConferenciasImmanuel Kant en Stanford en 1992. Ulteriores versiones fuerondesarrolladas en las Conferencias Thalheimer de la UniversidadJohn Hopkins, en las Conferencias Hempel de Princeton y, comoserie de conferencias, en el Collge de France de Pars. Tambin heexpuesto este material en diversos seminarios en Berkeley y en laUniversidad austraca de Graz. Varios colegas leyeron partes delmanuscrito y me hicieron llegar valiosas crticas. Guardo un agra-decimiento especial para Kent Bach, Martin Jones, Lisa Lloyd,Brian McLaughlin, Stephen Neale y Neil Smelser.

    Adems de las conferencias y los seminarios acadmicos men-cionados, tambin he tenido la oportunidad de avanzar algunasde estas ideas en varias universidades norteamericanas y europe-as. A menudo se oyen quejas sobre lo repugnante de la vida inte-lectual contempornea, pero, por mi propia experiencia, tengoque decir que uno de los grandes placeres de nuestro tiempo esque se puede ir como conferenciante, en ingls, a cualquier partedel mundo y encontrar audiencias receptivas, inteligentes, cons-tructivas y refinadamente entrenadas en el estilo de la filosofaanaltica. No podra exagerar la medida en que me he beneficiadode los comentarios de estudiantes, amigos, colegas y personasque me son completamente extraas. Realmente no puedo expre-sar mi agradecimiento a todos los que me han hecho comentariosconstructivos, sencillamente porque no los recuerdo a todos. En-tre los que recuerdo, estoy especialmente agradecido a PierreBourdieu, Hermn Capellen, Hubert Dreyfus, Gilbert Harman,Robert Harnish, Meleana Isaacs, Sal Kripke, Francois Recanati,David Sosa y Charles Spinosa.

    Por su excepcional hospitalidad en el transcurso de la redaccinde este libro, estoy en deuda con Ann y Gordon Getty y con DrueHeinz. Tambin se debe agradecimiento a la lista completa de pa-sajeros del Midnight Saga y del Rosenkavalier por tolerar con tan-ta gracia mi implacable martilleo sobre el ordenador.

    Vaya un agradecimiento especial para mi ayudante de investiga-cin, Jennifer Hudin, que fue til en cada etapa del camino, desde

  • 18 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    la ms temprana formulacin de las ideas bsicas hasta la prepara-cin final del ndice. Como siempre, mis mayores deudas estncontradas con mi esposa, Dagmar Searle, a quien est dedicado es-te libro. INTRODUCCIN

    Vivimos exactamente en un mundo, no en dos, o en tres, o endiecisiete. Hasta donde sabemos, los rasgos ms fundamentales deese mundo estn descritos por la fsica, la qumica y el resto deciencias naturales. Pero la existencia de fenmenos que no son fsi-co o qumicos en ningn sentido obvio da lugar a la perplejidad.Cmo, por ejemplo, puede haber estados de consciencia o actos dehabla significativos como partes del mundo fsico? Muchos de losproblemas filosficos que ms me interesan tienen que ver con elmodo en que las varias partes del mundo se relacionan entre s-cmo se interrelaciona todo?-, y buena parte de mi trabajo filo-sfico se ha centrado en estas cuestiones. La teora de los actos dehabla es, en parte, un intento de dar respuesta a la cuestin: cmopasamos de la fsica de las manifestaciones a actos significativosdel habla ejecutados por hablantes y escritores? La teora de lamente que he tratado de desarrollar es en buena medida un inten-to de responder a la cuestin: cmo casa una realidad mental, unmundo de consciencia, intencionalidad y otros fenmenos menta-les, con un mundo que consiste exclusivamente en partculas fsi-cas en campos de fuerza, y en el que algunas de esas partculas estnorganizadas en sistemas que, como nosotros, son bestias biolgicasconscientes?

    Puesto que esas cuestiones tienen que ver con lo que podranconsiderarse problemas de fundamentacin de las ciencias socia-les, podra suponerse que habran sido planteadas y resueltas ya enlas varias ciencias sociales, y en particular por los grandes funda-dores de las ciencias sociales en el siglo diecinueve y comienzos delveinte. Ciertamente no soy un experto en esa bibliografa, pero has-ta donde alcanzo a decir, las cuestiones a las que me enfrento en es-te libro no han hallado una respuesta satisfactoria en las cienciassociales. Tenemos una gran deuda con los grandes filsofos-soci-logos del siglo diecinueve y comienzos del veinte -pienso especial-mente en Weber, Simmel y Durkheim-; mas de cierta familiaridadque he acabado teniendo con sus obras, he llegado a la conclusinde que ellos no estaban en condiciones de responder a las cuestio-nes que a m me intrigan porque carecan de las herramientas ne-

  • 20 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    cesarias. Aun sin falta alguna de su parte, carecan de una teoraadecuada de los actos de habla, de los performativos, de la inten-cionalidad, de la intencionalidad colectiva, de la conducta gober-nada por reglas, etc. Este libro es un intento de dar respuesta a unconjunto de cuestiones tradicionales sirvindose de recursos queyo mismo y otros han ido desarrollando cuando trabajaban enotras cuestiones relacionadas.

    Unas palabras sobre la organizacin del libro. El argumentoprincipal se desarrolla en la primera parte, entre los captulos 1 y 5.Trato de desarrollar en esos captulos una teora general de la on-tologa de los hechos sociales y de las instituciones sociales. Lacuestin principal es: cmo construimos una realidad social obje-tiva? Me excuso de cierta repeticin en que caen esos captulos, pe-ro, dada la naturaleza del problema, me vi forzado a volver una yotra vez sobre el mismo fundamento para asegurarme de que losentaba correctamente. En el captulo 6 trato de identificar la fuer-za explicativa de las reglas constitutivas de las instituciones huma-nas, dado el intrigante hecho de que los agentes en cuestin no sonnormalmente conscientes de las reglas. Para conseguirlo, tengoque explicar mi nocin del trasfondo de las capacidades y habili-dades no conscientes y no representacionales que nos permiten li-diar con el mundo. En los primeros borradores del libro, dedicabaun captulo inicial a defender el realismo, la idea de que hay unmundo real independiente de nuestro pensamiento y de nuestrodiscurso, y a defender la concepcin de la verdad como correspon-dencia, la idea de que nuestros enunciados verdaderos son conver-tidos en verdaderos por el modo en que las cosas son en un mundoreal que existe independientemente de los enunciados. Creo que elrealismo y la concepcin de la verdad como correspondencia sonpresupuestos esenciales de cualquier filosofa sana, por no decirnada de la ciencia, de cualquier ciencia, y quera dejar claras algu-nas de mis razones para pensar de este modo. Mas lo que origina-riamente estaba pensado como un breve material introductorioacab cobrando vida propia, como frecuentemente ocurre con es-tas magnas cuestiones filosficas. Cuando el primer captulo llega convertirse en tres, me resolv a desplazar todo ese material has-ta el final del libro, no fuera que descompensara mi argumentoprincipal. Los captulos 7 y 8 son discusiones del realismo; el cap-tulo 9 es una defensa de una versin de Ja concepcin de la verdadcomo correspondencia.

    CAPTULO 1

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL

    LA CARGA METAFSICA DE LA REALIDAD SOCIAL

    Este libro est dedicado a un problema que me ha intrigado du-rante mucho tiempo: hay porciones del mundo real, hechos objeti-vos en el mundo, que son hechos slo merced al acuerdo humano.En un sentido, hay cosas que existen slo porque creemos que exis-ten. Estoy pensando en cosas como el dinero, la propiedad, los go-biernos y los matrimonios. Sin embargo, muchos hechos que tienenque ver con estas cosas son hechos objetivos en el sentido de queno son cuestin de mis preferencias o de las de ustedes, ni de mis va-loraciones (o de las de ustedes), ni de mis actitudes morales (o de lasde ustedes). Pienso en hechos tales como que yo soy un ciudadanode los Estados Unidos, que el pedazo de papel que hay en mi bolsilloes un billete de cinco dlares, que mi hija menor se cas el 14 de di-ciembre, que soy propietario de una propiedad inmobiliaria en Ber-keley y que los Gigantes de Nueva York ganaron en 1991 la Superco-pa. Esos hechos contrastan con hechos tales como que el Everesttiene nieve y hielo cerca de su cspide o que los tomos de hidrge-no tienen un electrn, hechos que son completamente independien-tes de cualquier opinin humana. Hace aos bautic a algunos de loshechos que dependen del acuerdo humano como hechos institu-cionales, para distinguirlos de los hechos no institucionales o bru-tos.1 Llamo a los hechos institucionales as porque, para su existen-cia, requieren instituciones humanas. Para que este pedazo de papelsea un billete de cinco dlares, por ejemplo, tiene que haber la insti-tucin humana del dinero. Los hechos brutos no requieren, para suexistencia, instituciones humanas. Evidentemente, para poder enun-ciar un hecho bruto necesitamos la institucin del lenguaje, pero elhecho enunciado debe ser distinguido del enunciado del mismo.

    1. J.R. Searle, What Is a Speech Act, en Black, Max (comp.), Philosophy in America, Ithaca,Nueva York, Cornell University Press, Londres, Alien & Unwin, 1965; y J.R. Searle, Speech Acls, AnEssay in the Philosophy of Language, Nueva York, Cambridge University Press, 1969. La nocin dehecho bruto en este sentido se debe a G.E.M. Anscombe, On Brute Facts, Analysis 18, n. 3 (1958).

  • 22 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    La cuestin que a m me ha venido intrigando es: cmo son posi-bles los hechos institucionales? Y cul es exactamente la estructurade esos hechos? Pero en los ltimos aos han ocurrido algunas cosascuriosas. Algunos, incluidos unos pocos cuyas opiniones respeto, hansostenido que toda la realidad es algo as como una creacin huma-na, que no hay hechos brutos, sino slo hechos dependientes de lamente humana. Adems, muchos han argumentado en contra de laidea de sentido comn, segn la cual hay hechos en el mundo queconvierten en verdaderos a nuestros enunciados y que los enuncia-dos son verdaderos porque se corresponden con los hechos. As pues,tras responder a mi cuestin originaria (cmo es posible la realidadsocialmente construida?), quiero defender tambin la distincin enla que descansa esa cuestin. Quiero defender la idea de que hay unarealidad totalmente independiente de nosotros (caps. 7 y 8). Por lodems, puesto que mi mtodo de investigacin consiste en examinarla estructura de los hechos que convierten a nuestros enunciados enverdaderos y a los que estos ltimos corresponden cuando son ver-daderos, tambin quiero defender (una versin de) la teora de la ver-dad como correspondencia (cap. 9). De modo que los ltimos tres ca-ptulos se ocupan de defender determinados supuestos generalesacerca de la realidad, la representacin, el conocimiento y la verdad.

    Algunas de las cuestiones a las que el argumento principal del li-bro trata de dar respuesta (caps. 1-6) son: cmo puede haber unarealidad objetiva que existe, en parte, por acuerdo humano? Porejemplo, cmo puede ser un hecho completamente objetivo quelos trocitos de papel que hay en mi bolsillo sean dinero si algo es di-nero slo porque creemos que es dinero? Y cul es el papel del len-guaje en la constitucin de esos hechos?

    Para transmitirle al lector alguna sensacin de la complejidad delproblema, comenzar con la metafsica de las relaciones sociales co-tidianas. Considrese una escena tan sencilla como la siguiente. En-tro en una cafetera en Pars y me siento en una silla junto a una me-sa. Aparece el camarero y yo emito un fragmento de una sentenciafrancesa. Digo: un demi, Munich, pression, s'ilvous plait. El ca-marero trae la caa de cerveza y yo me la bebo. Dejo unos dineros enla mesa y me voy. Una escena inocente, pero cuya complejidad meta-fsica da tal vrtigo que habra dejado sin aliento al mismsimo Kantsi hubiera llegado a darle pensamiento a estas cosas.* Obsrvese que

    * Kant no dio pensamiento a estas cosas porque en su poca los filsofos estaban obsesiona-dos con el conocimiento. Mucho despus, por un breve pero glorioso momento, los filsofos se ob-

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL 23

    no podemos captar los rasgos de la descripcin que acabo de dar enel lenguaje de la fsica y de la qumica. No hay ninguna descripcinfsico-qumica adecuada que sirva para definir restaurante, ca-marero, sentencia francesa, dinero, ni siquiera silla y me-sa, aun cuando todos los restaurantes, camareros, sentencias fran-cesas, dineros, sillas y mesas son fenmenos fsicos. Obsrvese,adems, que la escena, tal como se describe, tiene una ontologa co-losal e invisible: el camarero no posee realmente la cerveza que mesirve, sino que es un empleado del restaurante que la posee. El res-taurante est obligado a exhibir una lista con los precios de todas lasboissons, y aun si yo no llego a ver jams esa lista, slo se me reque-rir para pagar segn los precios que estn en la lista. El propietariodel restaurante tiene una licencia, otorgada por el Estado francs,para mantenerlo abierto. Como tal, est sujeto a miles de reglas y re-gulaciones que yo desconozco por completo. Yo estoy, por lo pronto,habilitado para estar aqu por mi condicin de ciudadano de los Es-tados Unidos, portador de un pasaporte vlido, que ha entrado legal-mente en Francia.

    Represe, adems, en que, aun si mi descripcin pretenda ser loms neutral posible, el lxico introduce automticamente criteriosnormativos de evaluacin. Los camareros pueden ser competenteso incompetentes, honestos o deshonestos, groseros o atentos. Lacerveza puede ser amarga, inspida, sabrosa, fina, vulgar o pasadade punto de gas, y algo parecido vale para las sillas y las mesas, eldinero y las sentencias francesas.

    Si, tras salir del restaurante, me voy a escuchar una conferenciao acudo a una fiesta, las proporciones de la carga metafsica quesobrellevo no hacen sino aumentar; y a veces uno se admira de c-mo podemos soportarla.

    LA ESTRUCTURA INVISIBLE DE LA REALIDAD SOCIAL

    Una razn por la que podemos soportar esa carga es que la com-pleja estructura de la realidad social resulta, por as decirlo, ingr-vida e invisible. El nio crece en una cultura en la que la realidadsocial le es, sencillamente, dada. Aprendemos a percibir y a usarautomviles, baeras, casas, dinero, restaurantes y escuelas sin pa-

    sesionaron con el lenguaje. Ahora, este filsofo al menos est obsesionado con ciertos rasgos es-tructurales generales de la cultura humana.

  • 24 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    rarnos a pensar en los rasgos especiales de su ontologa y sin tomarconsciencia de que tienen una ontologa especial. Nos resultan tannaturales como las piedras, el agua y los rboles. La verdad es quesuele resultar ms difcil ver a los objetos como fenmenos pura-mente naturales, despojados de sus papeles funcionales, que en-tender nuestro entorno en trminos de sus funciones socialmentedefinidas. As, los nios aprenden a ver automviles circulando, bi-lletes de dlar y baeras rebosantes; y slo por la fuerza de la abs-traccin pueden verlos como masas de metal en trayectorias linea-les, como fibras de celulosa con hebras verdes y grises, o comoconcavidades de hierro esmaltado que contienen agua.

    La ontologa compleja parece simple; la ontologa simple parececompleja. Ocurre esto porque la realidad social es creada por noso-tros para nuestros propsitos, y nos parece tan prestamente inteli-gible como los propsitos mismos. Los automviles son para serconducidos; los dlares, para cobrar, gastar y ahorrar; las baeraspara tomar un bao. Pero en cuanto desaparece la funcin, en cuan-to deja de haber respuesta a la cuestin: para qu sirve?, quedamosexpuestos a una tarea intelectual ms difcil, a saber, identificar co-sas en trminos de sus rasgos intrnsecos, sin hacer referencia anuestros intereses, a nuestros propsitos y a nuestros objetivos.

    La invisibilidad de la estructura de la realidad social crea un pro-blema tambin para el analista. No podemos limitarnos a describircmo se nos aparece desde un punto de vista fenomenolgico in-terno, porque el dinero, la propiedad, los matrimonios, los abogadosy las baeras no parecen tener una estructura compleja. Slo son loque son, o al menos eso es lo que parece. Tampoco podemos descri-birlos desde un punto de vista conductista externo, porque la des-cripcin de la conducta manifiesta de las personas que trafican condinero, propiedades, etc., pasa por alto las estructuras que hacen po-sible la conducta. Tampoco, al revs, podemos describir esas estruc-turas como conjuntos de reglas computacionales inconscientes,segn es hoy comn en la ciencia cognitiva y en la lingstica con-temporneas, porque resulta incoherente postular una observanciainconsciente de reglas que resulta en principio inaccesible a la cons-ciencia. Por lo dems, la computacin es uno de esos fenmenos re-lativos al observador, funcionales, que estamos tratando de explicar.2

    2. Para un argumento en favor de las dos ltimas tesis, es decir, que la nocin de observar re-glas de un modo profundamente inconsciente es incoherente y que la computacin es relativa alobservador, vase John R. Searle, The Rediscovery ofthe Mind, Cambridge, Mass., Londres, MITPress, 1992, caps. 7 y 9, respectivamente.

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL 25

    Si ni el punto de vista fenomenolgico interno, ni el punto devista conductista externo resultan adecuados, cul es entonces laperspectiva correcta, la metodologa correcta que permite describirla estructura de la realidad social? Por lo pronto, en este captulo yen el siguiente, me servir de un lxico intencional en primera per-sona para tratar de poner de manifiesto ciertos rasgos elementalesde la ontologa social. Posteriormente, en el captulo 6, mostrarcmo una parte de -no todo- aparato intencional puede explicarseen trminos de -y finalmente eliminado en favor de- lo que en otrolugar he llamado trasfondo de capacidades, habilidades, tenden-cias y disposiciones.

    ONTOLOGA FUNDAMENTAL

    Puesto que nuestra investigacin es ontolgica, esto es, versa so-bre el modo en que los hechos sociales existen, necesitamos unaimagen del modo en que la realidad social casa con nuestra ontolo-ga general, del modo en que la existencia de hechos sociales se re-laciona con otras cosas que existen. Tendremos que hacer algunossupuestos substantivos acerca del modo en que el mundo es de hechosi queremos siquiera plantear las cuestiones que estamos tratandode responder. Hablaremos del modo en que la realidad social enca-ja en una ontologa ms amplia, pero, para hacerlo, tendremos quedescribir algunos de los rasgos de esa ontologa ms amplia.

    La verdad es que, para nosotros, el grueso de nuestra metafsicaderiva de la fsica (incluyendo en ella a otras ciencias naturales).Muchos rasgos de la concepcin de la realidad caracterstica de laciencia natural contempornea estn an abiertos a disputa y re-sultan problemticos. Por ejemplo, uno podra pensar que la teoradel Big Bang sobre el origen del universo no es en modo alguno fir-me. Pero dos rasgos de nuestra concepcin de la realidad no admi-ten dudas. Como ciudadanos del final del siglo veinte y del inci-piente siglo veintiuno no podemos, por as decirlo, elegirlos.Condicin necesaria de que ustedes sean personas instruidas ennuestra poca es que tengan nociones de estas dos teoras: la teoraatmica de la materia y la teora biolgica evolucionara.

    La imagen de la realidad que deriva de esas dos teoras, puestamuy crudamente, es la siguiente: el mundo consiste exclusivamen-te en entidades que, por comodidad y conveniencia, aunque no seaexacto, describimos como partculas. Esas partculas existen en

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    campos de fuerza, y estn organizadas en sistemas. Las fronterasde esos sistemas estn fijadas por relaciones causales. Ejemplos desistemas son montaas, planetas, molculas de H2O, ros, cristalesy bebs. Algunos de esos sistemas son sistemas vivos; y sobre nues-tra pequea Tierra, los sistemas vivos contienen una buena canti-dad de molculas basadas en el carbono y hacen abundante uso delhidrgeno, del nitrgeno y del oxgeno. Tipos de sistemas vivos evo-lucionan a travs de la seleccin natural, y algunos de ellos han lle-gado a generar evolucionariamente ciertas clases de estructuras ce-lulares -especficamente: sistemas nerviosos- capaces de causar ysostener la consciencia. La consciencia es un rasgo biolgico, y porconsecuencia, fsico, pero, evidentemente, tambin mental de cier-tos sistemas nerviosos de nivel superior, tales como los cerebros hu-manos y un buen nmero de diferentes tipos de cerebros animales.

    De la mano de la consciencia viene la intencionalidad, la capa-cidad de la mente para representar objetos y estados de cosasmundanos distintos de uno mismo.*No toda la consciencia es inten-cional, y no toda la intencionalidad es consciente. Hay, por ejem-plo, formas de consciencia, como la ansiedad indiscriminada, queno representan nada; y hay muchas formas de intencionalidad in-consciente, como mi creencia de que Bill Clinton es presidente, lacual la mantengo aun cuando no est pensando en ella. Con todo,aun no habiendo un vnculo necesario entre ser un estado inten-cional en un momento dado y ser consciente aqu y ahora, hay unimportante vnculo necesario entre ambas cosas en la medida enque cualquier estado intencional que es inconsciente es al menosaccesible a la consciencia. Es la clase de cosa que podra llegar a serconsciente. Un estado intencional inconsciente tiene que ser enprincipio accesible a la consciencia.

    He aqu, pues, el esqueleto de nuestra ontologa; vivimos en unmundo compuesto enteramente de partculas fsicas en campos defuerza. Algunas de ellas estn organizadas en sistemas. Algunosde esos sistemas son sistemas vivos, y algunos de esos sistemas vi-vos han adquirido evolucionariamente consciencia. Con la cons-ciencia viene la intencionalidad, la capacidad del organismo para

    * Uso intencionalidad como un trmino tcnico que refiere a aquel rasgo de la representacinen virtud del cual esas representaciones son acerca de algo, estn dirigidas a algo. Creencias y deseosson intencionales en este sentido, porque para tener una creencia o un deseo tenemos que creer quetal y tal cosa es el caso o desear que tal y tal otra lo sea. As definida, la intencionalidad no tiene nin-guna conexin especial con pretender algo. Pretender, por ejemplo, ir al cine es slo un tipo de in-tencionalidad entre otros. Para una nocin ms completa de intencionalidad, vase J.R. Searle, In-tentionality: An Essay in the Philosophy of'Mind, Cambridge. Cambridge University Press, 1983.

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL 27

    representarse objetos y estados de cosas mundanos. La cuestin esahora: cmo podemos dar cuenta de la existencia de hechos so-ciales dentro de esta ontologa?

    LA OBJETIVIDAD Y NUESTRA VISIN CONTEMPORNEA DEL MUNDO

    Buena parte de nuestra visin del mundo depende de nuestroconcepto de objetividad y de la distincin entre lo objetivo y lo sub-jetivo. Como es harto sabido, la distincin es una cuestin de grado,pero menos frecuentemente se dice que tanto objetivo como sub-jetivo tienen varios sentidos diferentes. Para nuestra presente dis-cusin, dos sentidos resultan cruciales: un sentido epistmico de ladistincin objetivo-subjetivo y un sentido ontolgico. Epistmica-mente hablando, objetivo y subjetivo son bsicamente predica-dos de juicios. A menudo hablamos de juicios que nos resultan sub-jetivos cuando queremos decir que su verdad o falsedad no puedefijarse objetivamente porque la verdad o falsedad no es una simplecuestin de hecho, sino que depende de ciertas actitudes, sentimien-tos y puntos de vista de los proferidores o de los oyentes del juicio encuestin. Ejemplo de tal tipo de juicios podra ser: Rembrandt esmejor artista que Rubens. En este sentido de subjetivo, contras-tamos esos juicios subjetivos con juicios objetivos tales como:Rembrandt vivi en Amsterdam en el transcurso del ao 1632. Enel caso de juicios objetivos de este tipo, los hechos en el mundo quelos convierten en verdaderos o falsos son independientes de las acti-tudes o de los sentimientos que cualquiera puede albergar respectode ellos. En este sentido epistmico, no slo podemos hablar de jui-cios objetivos, sino de hechos objetivos. En correspondencia conjuicios objetivamente verdaderos hay hechos objetivos. De esosejemplos debera resultar obvio que la distincin entre la objetividady la subjetividad epistmicas es un asunto de grado.

    Adems del sentido epistmico de la distincin objetivo-subjeti-vo, hay tambin un sentido ontolgico relacionado. En el sentidoontolgico, objetivo y subjetivo son predicados de entidades ytipos de entidades, e imputan modos de existencia. En sentido on-tolgico, los dolores son entidades subjetivas, porque su modo deexistencia depende de que sean sentidos por los sujetos. Pero lasmontaas, por ejemplo, a diferencia de los dolores, son ontolgica-mente objetivas porque su modo de existencia es independiente decualesquiera perceptores o de cualquier estado mental.

  • 28 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    Podemos ver claramente la distincin entre distinciones si refle-xionamos sobre el hecho de que podemos formular enunciadosepistmicamente subjetivos sobre entidades que son ontolgica-mente objetivas y, anlogamente, podemos formular enunciadosepistmicamente objetivos sobre entidades que son ontolgica-mente subjetivas. Por ejemplo, el enunciado El monte Everest esms bello que el monte Whitney es un enunciado acerca de enti-dades ontolgicamente objetivas, pero hace un juicio subjetivo so-bre ellas. Por otro lado, el enunciado Ahora tengo dolor en la es-palda informa acerca de un hecho epistmicamente objetivo en elsentido de que lo convierte en verdadero la existencia de un hechoreal que no depende de ninguna perspectiva, actitud y opinin porparte de los observadores. Sin embargo, el fenmeno mismo, el do-lor real, tiene un modo subjetivo de existencia.

    LA DISTINCIN ENTRE RASGOS DEL MUNDO INTRNSECOSY RASGOS DEL MUNDO RELATIVOS AL OBSERVADOR

    Histricamente, en nuestra tradicin intelectual, hemos hechograndes distinciones entre mente y cuerpo, entre naturaleza y cul-tura. En la seccin sobre ontologa fundamental he abandonadotcitamente la concepcin tradicionalmente dualista de la relacinentre mente y cuerpo, sugiriendo la idea de que la mente no es sinoun conjunto de rasgos de nivel superior del cerebro, un conjunto derasgos que son a la vez mentales y fsicos. Usaremos lo men-tal, as construido, para mostrar cmo la cultura es construidaa partir de la naturaleza. El primer paso es introducir una distin-cin ms fundamental que las mencionadas hasta ahora. Se tratade la distincin entre aquellos rasgos del mundo que existen inde-pendientemente de nosotros y aquellos que, para su existencia,dependen de nosotros.

    Los rasgos del mundo que he descrito al caracterizar nuestra on-tologa fundamental, verbigracia, montaas y molculas, existenindependientemente de nuestras representaciones de ellos. Sin em-bargo, cuando empezamos a determinar ulteriores rasgos del mun-do, descubrimos que hay una distincin entre aquellos rasgos quepodramos llamar intrnsecos a la naturaleza y aquellos rasgosque existen en relacin con la intencionalidad de los observadores,usuarios, etc. Es, por ejemplo, un rasgo intrnseco del objeto queest frente a m que tiene una determinada masa y una determina-

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    da composicin qumica. Est en parte compuesto de madera, lasclulas de la cual consisten en fibras de celulosa, y en parte com-puesto de metal, que consiste a su vez en una aleacin metlica demolculas. Todos esos rasgos son intrnsecos. Pero tambin se pue-de decir con verdad del mismo objeto que es un destornillador.Cuando lo describo como un destornillador, estoy determinandoun rasgo del objeto que es relativo al observador o al usuario. Es undestornillador slo porque la gente lo usa como (o lo ha hecho pa-ra el propsito de servir como, o lo ve como) un destornillador. Laexistencia de rasgos del mundo que son relativos al observador noaade nuevos objetos materiales a la realidad, pero puede aadirrasgos epistmicamente objetivos a la realidad cuando los rasgos encuestin existen en relacin con los observadores y los usuarios.Es, por ejemplo, un rasgo epistmicamente objetivo de esta cosa elque sea un destornillador, pero ese rasgo existe slo en relacin conlos observadores y los usuarios, de modo que el rasgo es ontolgi-camente subjetivo. Entiendo incluidos en los observadores y usua-rios a los fabricantes, diseadores, propietarios, compradores,vendedores y a cualquiera cuya intencionalidad hacia el objeto seatal que lo contemple como un destornillador.

    Puesto que estos asuntos son importantes y el ejemplo es sim-ple, vale la pena elaborarlos un poco ms:

    1. La mera existencia del objeto fsico que est frente a m no de-pende de ninguna actitud que podamos tener respecto de l.

    2. Posee varios rasgos que son intrnsecos, en el sentido de que nodependen de ninguna actitud de los observadores o usuarios.Por ejemplo, tiene una determinada masa y una determinadacomposicin qumica.

    3. Posee otros rasgos que existen exclusivamente en relacin conla intencionalidad de los agentes. Por ejemplo, es un destorni-llador. Para trabajar con un trmino general, llamar a esos ras-gos relativos al observador. Los rasgos relativos al observadorson ontolgicamente subjetivos.

    4. Algunos de esos rasgos ontolgicamente subjetivos son epist-micamente objetivos. Por ejemplo, no es slo mi opinin, ni esmi mera evaluacin, el que esto sea un destornillador; es unacuestin de hecho, de un hecho objetivamente apreciable.

    5. Aun cuando el rasgo de ser un destornillador sea relativo al ob-servador, el rasgo de pensar que algo es un destornillador (detratarlo como un destornillador, de usarlo como un destornilla-

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    dor, etc.) es intrnseco a los que as piensan (tratan, usan, etc.).Ser un destornillador es relativo al observador, pero los rasgosde los observadores que les permiten crear tales rasgos delmundo relativos al observador son rasgos intrnsecos a los ob-servadores. Explicar esto un poco ms.

    No siempre es inmediatamente obvio si un rasgo es intrnseco orelativo al observador. Los colores son un buen ejemplo. Antes deldesarrollo de la fsica en el siglo diecisiete, la gente pensaba en loscolores como en rasgos intrnsecos al mundo. Desde entonces mu-cha gente ha llegado a concebirlos como propiedades que existenslo en relacin con los observadores. Es intrnseco el que la luz serefracte diferencialmente cuando se refleja sobre las superficies, yes intrnseco a la gente el que tengan experiencias cromticas sub-jetivas causadas por el impacto de la luz en sus sistemas visuales.Pero la ulterior atribucin de propiedades cromticas a los objetosdel mundo es relativa al observador, porque slo puede hacerse enrelacin con las experiencias de los observadores causadas por elimpacto de la luz. o trato aqu de dirimir esta cuestin de los co-lores; me limito a llamar la atencin sobre el hecho de que el que al-go sea un rasgo intrnseco o ms bien relativo al observador est le-jos de ser siempre obvio.

    Una manera fcil y aproximada de proceder a esta distincinconsiste en preguntarse uno mismo: podra el rasgo existir si nohubiera habido nunca seres humanos u otras clases de seres sin-tientes? Los rasgos relativos al observador existen slo en relacincon las actitudes de los observadores. A los rasgos intrnsecos lesimportan un higo los observadores y existen independientementede ellos. A esta prueba debe aadirse sin dilacin el matiz recogidoen el punto 5 antes consignado, a saber: que las acciones de obser-var y usar son ellas mismas intrnsecas. De manera que, para de-cirlo crudamente, algo es un destornillador slo en relacin con elhecho de que los agentes conscientes lo ven como un destornilla-dor; pero el hecho de que los agentes conscientes tengan esa actitudes l mismo un rasgo intrnseco de los agentes conscientes. Puestoque los estados mentales, tanto los conscientes como los incons-cientes, son ellos mismos rasgos intrnsecos del mundo, no resulta,estrictamente hablando, correcto decir que la manera de descubrirlos rasgos intrnsecos del mundo consiste en substraer de l todos losestados mentales. Necesitamos reformular nuestra explicacin dela distincin para dar cuenta de esa excepcin como sigue: los ras-

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL 31

    gos intrnsecos de la realidad son aquellos que existen indepen-dientemente de todos los estados mentales, salvo los estados men-tales mismos, que son tambin rasgos intrnsecos de la realidad.

    Desde el punto de vista de Dios, externo al mundo, todos los ras-gos del mundo seran intrnsecos, incluidos rasgos relacionales in-trnsecos tales como el rasgo consistente en que las personas denuestra cultura vean tales y tales objetos como destornilladores.Dios no podra ver destornilladores, automviles, baeras, etc., por-que, intrnsecamente hablando, no existen cosas as. En cambio,Dios nos vera a nosotros tratando a ciertos objetos como destorni-lladores, automviles, baeras, etc. Pero, desde nuestro punto devista, el punto de vista de seres que no son dioses, sino que estn in-mersos en el mundo que nos incluye como agente activos, es impe-rioso distinguir entre aquellos enunciados verdaderos que formula-mos para atribuir al mundo rasgos que existen con independenciade cualquier actitud o perspectiva que podamos tener y aquellosenunciados que atribuyen rasgos que existen slo en relacin connuestros intereses, actitudes, perspectivas, propsitos, etc.

    En cada uno de los siguientes pares, el primer trmino enunciaun hecho intrnseco acerca de un objeto y el segundo trmino enun-cia un hecho relativo al observador acerca del mismo objeto.

    la. intrnseco: Este objeto es una piedra.Ib. relativo al observador: Este objeto es un pisapapeles.2a. intrnseco: La Luna causa las mareas.2b. relativo al observador: La Luna est bella esta noche.3a. intrnseco: Los terremotos suelen ocurrir cuando chocan las

    placas tectnicas.3b. relativo al observador: Los terremotos son malos para las

    fincas.

    Pretendo que esta distincin parezca bastante obvia, porque re-sulta que la realidad social, en general, puede entenderse slo a la luzde ella. Los rasgos relativos al observador son siempre creados porlos fenmenos mentales intrnsecos a los usuarios, observadores,etc., de los objetos en cuestin. Aquellos fenmenos mentales son,como todos los fenmenos mentales, ontolgicamente subjetivos; ylos rasgos relativos al observador heredan esta subjetividad ontol-gica. Mas esa subjetividad ontolgica no impide que los asertos acer-ca de rasgos relativos al observador sean epistmicamente objetivos.Represe en que en Ib y en 3b el enunciado relativo al observador es

  • 32 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    epistmicamente objetivo, mientras que en 2b es subjetivo. Todo esoilustra los modos en que las tres distinciones se cruzan entre s: ladistincin entre lo intrnseco y lo relativo al observador, la distincinentre la objetividad y la subjetividad ontolgicas y la distincin entrela objetividad y la subjetividad epistmicas.

    Una consecuencia lgica de la manera en que he presentadohasta ahora la distincin es que, para cualquier rasgo F relativo alobservador, el parecer F tiene primaca lgica sobre ser F, porque-correctamente entendido- el parecer F es una condicin necesariade ser F. Si comprendemos esto estamos ya en camino de com-prender la ontologa de la realidad socialmente creada.

    LA ASIGNACIN DE FUNCIN

    Mi objetivo principal en este captulo es componer el aparato ne-cesario para dar cuenta de la realidad social en el marco de nuestraontologa cientfica global. Para eso se requieren exactamente treselementos. La asignacin de funcin, la intencionalidad colectiva ylas reglas constitutivas. (Ms adelante, en el captulo 6, para explicarel funcionamiento causal de las estructuras institucionales, intro-duciremos un cuarto elemento: el trasfondo de capacidades que loshumanos tienen para lidiar con su entorno.) A la hora de explicaresas nociones me nuevo necesariamente en una suerte de crculohermenutico. Tengo que usar hechos institucionales para explicarhechos institucionales; tengo que usar reglas para explicar reglas, ylenguaje para explicar lenguaje. Pero el problema es expositivo, nolgico. A la hora de exponer la teora me apoyo en la comprensinque tiene el lector de los fenmenos que deben ser explicados. Peroen la explicacin real que se ofrece, no hay circularidad.

    La primera pieza del aparato terico que necesito es la que lla-mo asignacin (o imposicin) de funcin. Para explicarla, empe-zar por observar la notable capacidad que los humanos y otrosanimales tienen para imponer funciones a los objetos, tanto a losobjetos naturales, cuanto a aquellos especialmente creados paraejecutar las funciones asignadas.

    En lo atinente a nuestras experiencias normales de las partesinanimadas del mundo, hay que decir que no experimentamos lascosas como objetos materiales, y mucho menos como coleccionesde molculas. Ocurre ms bien que experimentamos un mundo desillas y mesas, de casas y automviles, de salas de lectura, de pintu-

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    ras, calles, jardines, fincas, etc. Todos los trminos que se acabande usar entraan criterios de evaluacin que, bajo esas descripcio-nes, son internos a los fenmenos en cuestin, pero no internos alas entidades bajo su descripcin como objetos materiales. Sepuede incluso asignar funciones a fenmenos naturales, como rosy rboles, y evaluarlos as como buenos o malos segn las funcio-nes que decidamos asignarles y la virtuosidad con que ellos las sir-van. Tal es el rasgo de la intencionalidad al que llamo asignacin-o imposicin- de funcin. En el caso de algunos artefactos, cons-truimos el objeto para que sirva a una funcin. Sillas, baeras y or-denadores son ejemplos obvios. En el caso de muchos objetos quese dan naturalmente, como los ros y los rboles, asignamos unafuncin -esttica, prctica, o del tipo que fuere- a un objeto pree-xistente. Decimos: este ro es bueno para nadar, o ste es el tipode rbol del que se puede sacar madera.

    Llegados a este punto, es importante darse cuenta de que lasfunciones nunca son intrnsecas a la fsica de ningn fenmeno, si-no que son externamente asignadas por observadores y usuariosconscientes. En una palabra: las funciones nunca son intrnsecas si-no relativas al observador.

    Nos obnubila respecto de ese hecho la prctica, muy comn enbiologa, de hablar de funciones como si fueran intrnsecas a la na-turaleza. Pero, salvo en aquellas partes de la naturaleza que sonconscientes, la naturaleza ignora por completo a las funciones. Es,por ejemplo, intrnseco a la naturaleza el que el corazn bombeesangre y cause su circulacin por el cuerpo. Tambin es un hechointrnseco a la naturaleza el que el movimiento de la sangre est re-lacionado con un conjunto global de procesos causales que tienenque ver con la supervivencia del organismo. Cuando, empero, sobredecir que el corazn bombea sangre, decimos que la funcin delcorazn es bombear sangre, estamos haciendo algo ms que re-gistrar esos hechos intrnsecos. Estamos disponiendo esos hechosen relacin con un sistema de valores albergados por nosotros. In-trnseco a nosotros es que alberguemos esos valores, pero la atri-bucin de ellos a la naturaleza independientemente de nosotros esrelativa al observador. Incluso cuando descubrimos una funcin enla naturaleza, como cuando descubrimos la funcin del corazn, eldescubrimiento consiste en el descubrimiento de los procesos cau-sales junto con la asignacin de una teleologa a esos procesos. Lorevela el hecho de que todo un lxico de xitos y fracasos que es ina-decuado para los simples hechos brutos de la naturaleza resulte

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    ahora adecuado. As podemos hablar de disfunciones, cardio-patas y corazones mejores y peores. No hablamos de piedras me-jores y peores, a no ser, obvio es decirlo, que hayamos asignado pre-viamente una funcin a la piedra. Si usamos la piedra como arma,o como pisapapeles, o como objet d'art trouv, por ejemplo, pode-mos evaluar su adecuacin partiendo de esas descripciones funcio-nales.

    Hay que entender este punto con precisin. Descubrimos, enefecto, funciones en la naturaleza. Mas el descubrimiento de unafuncin natural puede tener lugar slo en el marco de un conjuntode asignaciones previas de valor (incluyendo propsitos, teleologay otras funciones). As, dado que aceptamos ya que la superviven-cia y la reproduccin tienen valor para los organismos, y que laexistencia continuada tiene valor para las especies, podemos des-cubrir que la funcin del corazn es bombear sangre. Si pensra-mos que el valor ms importante del mundo fuera glorificar a Diosmediante la emisin de ruidos pesados, entonces la funcin del co-razn sera hacer ruidos pesados, y cuanto ms ruidoso el corazn,tanto ms valioso. Si estimramos la muerte y la extincin por en-cima de todo, entonces diramos que la funcin del cncer es ace-lerar la muerte. La funcin de envejecer sera apresurar la muerte,y la funcin de la seleccin natural sera la extincin. Ninguna deesas asignaciones funcionales entraa hecho intrnseco nuevo al-guno. En lo que atae a la naturaleza, intrnsecamente considera-da, no hay hechos funcionales ms all de los hechos causales. Elaadido de la asignacin de funcin es relativo al observador.

    Uno de los mayores logros de Darwin fue eliminar la teleologaen la explicacin del origen de las especies. De acuerdo con la ex-plicacin darwiniana, la evolucin acontece merced a fuerzas cie-gas, brutas, naturales. No hay propsito intrnseco de ningn tipoen el origen y en la supervivencia de las especies. Podemos -arbi-trariamente- definir las funciones de los procesos biolgicos enrelacin con la supervivencia de los organismos, pero la idea de queuna asignacin de funcin de este tipo consiste en descubrir una te-leologa intrnseca a la naturaleza y de que, por consiguiente, lasfunciones son intrnsecas se presta siempre a una variante del ar-gumento de la cuestin abierta de Moore: qu es lo que resulta tanfuncional en las funciones as definidas? O bien las funciones se de-finen en trminos de causas, en cuyo caso no hay nada intrnseca-mente funcional en las funciones, son meras causas como tantasotras; o bien se define a las funciones en trminos de la promocin

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL 35

    de un conjunto de valores que albergamos -vida, supervivencia, re-produccin, salud-, en cuyo caso son relativas al observador.

    No ignoro que muchos bilogos y filsofos de la biologa estarnen desacuerdo. En el transcurso de las ltimas dcadas ha ido cre-ciendo una amplia bibliografa sobre las funciones y las explicacio-nes funcionales. Buena parte de ella est influida por un artculo deLarry Wright3 en el que se defina la funcin como sigue:

    La funcin de X es Z significa:1. X existe porque existe Z.2. Z es una consecuencia (o un resultado) de la existencia de X.

    Si este anlisis fuera correcto, eliminara el carcter relativo al ob-servador de la funcin. Intuitivamente, la idea consiste en definirfuncin en trminos de causacin: X ejecuta la funcin F slo en elcaso de que X cause F, y al menos parte de la explicacin de la exis-tencia de X es que causa F. As, por ejemplo, el corazn tiene la fun-cin de bombear sangre porque bombea sangre y la explicacin de laexistencia de corazones en la historia evolucionara es que, de hecho,bombean sangre. Esto parece proporcionar una definicin naturalis-ta de funcin, haciendo as intrnsecas a las funciones. Con su no-cin de una funcin propia, Ruth Millikan ha avanzado una idea si-milar, pero ms compleja, aunque ella insiste en que no se proponeanalizar el uso ordinario de la nocin de funcin, sino introducir unanueva expresin tcnica, definida en trminos de reproduccin ycausacin.* As construida, nada hay que objetarle. Todo el mundo eslibre de acuar los trminos tcnicos nuevos que quiera. Sin embar-go, hay que observar que este tipo de definiciones son incapaces decaptar ciertos rasgos esenciales de la nocin ordinaria de funcin, y

    3. L. Wright, Functions, en The Philosophical Review 82, n. 2 (abril de 1973), 137-168. Vasetambin P. Achinstein, Functional Explanation, en The Nature of Explanation, Nueva York, Ox-ford University Press, 1983, pgs. 263-290.

    * R.G. Millikan, Language, Thought, and Other Biolgica! Categories: New Foundations for Real-ism, Cambridge, Mass., MIT Press, 1984. En R.G. Millikan, In Defense of Proper Functions, enThe Philosophy of Science 56 (1989), 288-302, escribe:

    La definicin de una funcin propia es recursiva. Puesto muy crudamente: para que un tem Atenga una funcin F como funcin propia, es necesario (y casi suficiente) que una de las dos si-guientes condiciones rijan: 1. A se origin como una reproduccin (por poner un ejemplo: comouna copia, o como una copia de una copia) de algn o algunos tems anteriores que, debido en partea la posesin de las propiedades reproducidas, cumplieron realmente la funcin F en el pasado, y Aexiste porque (un porqu histrico-causal) esa funcin se cumpli: 2. A se origin como el productode algn mecanismo anterior que, dadas sus circunstancias, tiene como funcin propia el cumplir Fy que, en esas circunstancias, causa normalmente el que F sea ejecutada mediante la produccin deun tem como A. Los tems que caen bajo la condicin 2 tienen funciones propias derivadas, estoes, funciones derivadas de las funciones de los mecanismos que los producen (pg. 228).

  • 36 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    son incapaces por al menos tres razones. En primer lugar, en el casode Millikan, la definicin de la funcin se hace depender de una teorahistrica causal particular sobre la reproduccin. De hecho, yo creoque mi corazn funciona para bombear sangre y tambin creo en unanocin darwiniana del modo en que la reproduccin ofrece unaaclaracin histrico-causal de la evolucin de los corazones. Mas, aunsi ninguna nocin de reproduccin, darwiniana o de otro tipo, resul-tara ser verdadera, mi corazn seguira funcionando para bombearsangre. De acuerdo con la definicin de Millikan, lo que en realidadsignifica la tesis de que el corazn tiene la funcin (propia) de bom-bear sangre slo puede explicarse en trminos de una nocin histri-co-causal del modo en que los corazones se reproducen, lo que resul-ta incorrecto en lo que hace a nuestra nocin ordinaria de funcin. Ensegundo lugar, si tomamos esas definiciones como intentos de captarlos rasgos esenciales de nuestra nocin ordinaria, nos encontramoscon numerosos contraejemplos. En la descripcin de Wright -y apa-rentemente, tambin en la de Millikan-, estaramos obligados a decirque la funcin (propia, o de otro tipo) de los resfriados es difundir losgrmenes de los resfriados. Pues, en efecto, difunden los grmenes, ysi no los difundieran, no existiran. Pero en nuestra nocin ordinarialos resfriados no tienen funcin alguna, y si la tienen, no es desde lue-go la de difundir los resfriados. En tercer lugar, el componente nor-mativo de las funciones queda sin explicacin. Aun si anlisis comolos de Millikan pueden dar cuenta del hecho de que algunas entidadesque tienen una funcin tambin la ejecutan, la reduccin de la fun-cin a nociones causales deja fuera el componente normativo. Porqu hablamos de disfunciones cardacas, de cardiopatas, de corazo-nes mejores o peores? Reaparece el dilema de costumbre; o bien esta-mos hablando de relaciones brutas, ciegamente causales, en cuyo ca-so los corazones que bombean sangre y los grmenes que difundenresfriados estn en el mismo costal, o bien pensamos que hay aqu al-go realmente funcional en las funciones, caso en el cual este tipo dedefiniciones dejara fuera el rasgo relativo al observador.

    Otra pista, y acaso decisiva, de que las funciones, a diferenciade las causas, son relativas al observador es que las atribuciones defunciones, a diferencia de las atribuciones de causas, son intensio-nales-con-una-s.* La substitucin de trminos correferenciales encontextos funcionales no consigue preservar los valores de verdad.

    * La intensionalidad-con-una-s no debe confundirse con la intencionalidad-con-una-c. La in-tencionalidad es una propiedad de la mente, una propiedad que la dirige hacia objetos y estados de

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL 37

    As, La funcin de A es hacer X y Hacer X es idntico a hacer Yno implica La funcin de A es hacer Y. Por ejemplo, es trivial-mente verdadero que la funcin de los remos es bogar, y bogar con-siste en ejercer presin sobre el agua desde un fulcro fijo; pero noes el caso que la funcin de los remos sea ejercer presin sobre elagua desde un fulcro fijo.

    Recapitulando: el primer rasgo que es menester observar ennuestra discusin sobre la capacidad de los agentes conscientes pa-ra crear hechos sociales es la asignacin de funciones a objetos y aotros fenmenos. Las funciones nunca son intrnsecas; se asignansegn los intereses de los usuarios y los observadores.

    No he pretendido realizar un anlisis de la forma proposicionalLa funcin de X es hacer Y en trminos de condiciones lgica-mente necesarias y suficientes. Lo que trato es de llamar la aten-cin sobre ciertas condiciones centrales.

    1. Siempre que la funcin X es hacer Y, X e Y son partes de un sis-tema, de un sistema definido generalmente en parte por prop-sitos, objetivos y valores. De aqu que haya funciones cumpliblespor humanos como tales -a menos que pensemos en los huma-nos como parte de un sistema ms amplio cuya funcin fuera,pongamos por caso, servir a Dios.

    2. Siempre que la funcin de X es hacer Y, entonces se supone quecausa o, de algn otro modo, resulta en Y. Este componentenormativo de las funciones no puede reducirse exclusivamentea causacin, a lo que de hecho acontece como resultado de X,porque X puede tener la funcin de hacer Y aun en casos en losque X fracasa siempre o casi siempre en la produccin de Y. As,la funcin de las vlvulas de seguridad es prevenir explosiones,y eso es verdad incluso de las vlvulas que estn tan chapucera-mente construidas que no consiguen prevenir las explosiones,es decir, que malfuncionan.

    cosas presentes en el mundo. La intensionalidad es aquella propiedad de las sentencias y de otrasrepresentaciones que est en la raz de que stas no consigan pasar algunas pruebas de extensio-nalidad. Una de las ms famosas pruebas de extensionalidad es la Ley de Leibniz: si dos expresio-nes se refieren al mismo objeto pueden substituirse una por otra en una sentencia sin que varenlos valores de verdad de la sentencia. Las sentencias que no pasan esta prueba se llaman ntensio-nales respecto de la substituibilidad. Otra expresin que se usa para distinguir a este tipo de inten-cionalidad es opacidad referencial. Es tpico que las sentencias que versan sobre estados in-tencionales-con-c sean sentencias intensionales-con-s, porque en esas sentencias el modo dereferirse a un objeto afecta al valor de verdad de la sentencia. Para una detallada discusin de es-tos asuntos, vase Searle, Intentionality, An Essay in the Philosophy of'Mind.

  • 38LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    Los ejemplos considerados hasta ahora sugieren una ulterior dis-tincin entre funciones agentivas y no agentivas. A veces, la asigna-cin de funciones tiene que ver con nuestros propsitos inmediatos,ya sean prcticos, gastronmicos, estticos, didcticos, o cualesquie-ra otros. Cuando decimos Esta piedra es un pisapapeles, Este ob-jeto es un destornillador, o Esto es una silla, las tres nociones fun-cionales sealan usos que damos a los objetos, funciones que nodescubrimos y que no ocurren naturalmente, sino que son asignadasen relacin con los intereses prcticos de agentes conscientes. No to-dos esos intereses son prcticos en algn sentido cotidiano, puestambin asignamos esas funciones cuando decimos Esto es unapintura horrible. Puesto que todas estas funciones constituyen ca-sos de usos que los agentes dan intencionalmente a objetos, las lla-mar funciones agentivas. Algunos de los objetos a los que asigna-mos funciones agentivas se dan de un modo natural, como la piedraque usamos a modo de pisapapeles; algunos son artefactos construi-dos especficamente para cumplir esas funciones, como las sillas, losdestornilladores y las pinturas al leo. Un objeto fabricado para cum-plir una funcin agentiva puede usarse para cumplir otra, como seapunta cuando se dice, por ejemplo, Este martillo es mi pisapape-les. Lo mismo que en el caso del corazn, la funcin no es intrnsecaal objeto, como un aadido a sus relaciones causales, pero, a diferen-cia de la adscripcin de funcin al corazn, en estos casos la funcinasigna el uso que intencionalmente reservamos para estos objetos.

    Algunas funciones no se imponen a objetos con propsitos prc-ticos, sino que se asignan a objetos y procesos que se dan natural-mente como parte de una explicacin terica del fenmeno encuestin. As, decimos El corazn funciona para bombear sangrecuando tratamos de dar cuenta del modo en que los organismos vi-ven y sobreviven. En relacin con una teleologa que valora la su-pervivencia y la reproduccin, podemos descubrir la ocurrencianatural de tales funciones independientemente de las intencionesprcticas y de las actividades de los agentes humanos; llamemos,pues, a esas funciones funciones no agentivas.4

    No hay una lnea divisoria clara entre ambos tipos de funciones,y a veces una funcin agentiva puede reemplazar a una no agentiva,como, por ejemplo, cuando construimos un corazn artificial. Engeneral, pero de ninguna manera siempre, ocurre que las funciones

    4. El uso de estos trminos en la descripcin de la distincin me fue sugerido en su da por Jen-nifer Hudin.

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    agentivas necesitan para mantenerse el concurso de una continua-da intencionalidad por parte de los usuarios, mientras que las fun-ciones no agentivas siguen cumpliendo su funcin sin requerir pa-ra ello el menor esfuerzo de nuestra parte. As, las baeras, lasmonedas y los destornilladores necesitan de nuestro uso continua-do para seguir funcionando como baeras, monedas y destornilla-dores, pero los corazones y los hgados siguen funcionando comocorazones y como hgados aunque nadie les preste atencin. Por lodems, la persona que usa realmente algn objeto para una funcinagentiva puede no ser el agente que realmente asign la funcin aeste objeto y puede incluso pasarle desapercibido el hecho de que elobjeto posee esa funcin. As, la mayora de los conductores de au-tomviles probablemente ignora que la funcin del rbol de suautomvil es trasladar energa de la transmisin a los ejes; sin em-bargo, se trata de una funcin agentiva.

    Una distincin ms: dentro de las funciones agentivas, necesita-mos identificar una clase especial. A veces, la funcin agentivaasignada a un objeto es la de valer por o representar alguna otra co-sa. As, cuando dibujo un diagrama de un partido de ftbol ameri-cano, hago que determinados crculos valgan por el quaterback, elrunningback, las lneas ofensivas, etc. En tal caso, la funcin agen-tiva asignada a las marcas sobre el papel es la de representar o va-ler por; pero, puesto que representar o valer por no son sinootros nombres de la intencionalidad, en este caso tendremos inten-cionalidad impuesta intencionalmente sobre objetos y estados decosas que no son intrnsecamente intencionales. Hay palabras cas-tellanas que expresan el resultado de este tipo de imposicin defuncin: significado o simbolismo. Las marcas sobre el papeltienen ahora significado, mientras que un destornillador, por ejem-plo, no lo tiene, porque las marcas sobre el papel representan o va-len por objetos o estados de cosas independientes de ellas. Los tiposde significado ms famosos se hallan, evidentemente, en el lengua-je. Haciendo uso del lenguaje imponemos una funcin especfica (asaber: la de representar) a marcas y sonidos.

    Ya queda dicho que la capacidad para imponer funciones a fen-menos naturales es una capacidad muy notable, pero igualmente no-table es el hecho de que las funciones puedan imponerse de un modoharto inconsciente, y de que, una vez impuestas, las funciones sean amenudo -por as decirlo- invisibles. Es posible, por ejemplo, que eldinero haya ido evolucionando sin que nadie haya pensado jamsEstamos imponiendo ahora una nueva funcin a estos objetos; y

  • 40 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    una vez cristalizado evolutivamente el dinero, la gente pueda usarlopara comprar y vender sin reparar en la estructura lgica de la fun-cin impuesta. Ello no obstante, en todos los casos de funcionesagentivas, alguien debe ser capaz de entender para qu sirve la cosa;en caso contrario no podra serle asignada la funcin. Al menos al-gunos de los participantes en el sistema de intercambio tienen queentender, consciente o inconscientemente, que el dinero sirve paracomprar cosas, que los destornilladores sirven para poner y sacar tor-nillos, etc. Si asignamos una funcin que se mantiene completamen-te aparte de las intenciones humanas, tendra que caer del lado de lasfunciones no agentivas. Supongamos, por ejemplo, que alguien diceque la funcin agentiva pretendida con el dinero es servir como me-dio de intercambio y como depsito de valor, pero que el dinero sirvetambin a la funcin oculta, secreta y no pretendida de mantener elsistema de relaciones de poder en la sociedad. La primera tesis versasobre la intencionalidad de la funcin agentiva; la segunda, acerca dela funcin no agentiva. Para verlo, basta con preguntarse qu hechosen el mundo haran verdaderas a las dos tesis. La primera tesis que-da verificada por la intencionalidad con que los agentes usan objetoscomo dinero. Los usan para el propsito de comprar, vender y alma-cenar valor. La segunda tesis, lo mismo que la tesis de que la funcindel corazn es bombear sangre, sera verdadera si y slo si hubieraun conjunto de relaciones causales no pretendidas, y stas sirvierana alguna teleologa (aunque no fuera una teleologa compartida porel proferidor de la tesis). Algunos cientficos sociales distinguen entrefunciones manifiestas y latentes. Si esa distincin es anloga a la queyo acabo de realizar, entonces las funciones manifiestas son funcio-nes agentivas y las funciones latentes, no agentivas.

    Recapitulando: hemos descubierto tres distintas categoras deasignacin de funciones. En primer lugar, funciones no agentivas:por ejemplo, la funcin del corazn es bombear sangre. En general,esas funciones agentivas se dan de manera natural. En segundolugar: funciones agentivas: por ejemplo, la funcin de un destorni-llador es poner y sacar tornillos. En tercer lugar, una subclase es-pecial de las funciones agentivas, en las que la funcin asignada esla de la intencionalidad: por ejemplo, la funcin del enunciado Lanieve es blanca es representar, veraz o falazmente, el estado de co-sas de que la nieve es blanca.5

    5. Para una explicacin del tipo de imposicin de intencionalidad que est en juego en el sig-nificado, vase Searle, Intentionality, An Essay in the Philosophy ofMind, especialmente el cap. 6.

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL 41

    Con el mero nimo de fijar terminologa, adoptar las siguientesconvenciones:1. Puesto que todas las funciones son relativas al observador, dir

    que todas las funciones son asignadas o, lo que viene a ser lomismo, impuestas.

    2. Dentro de la categora de las funciones asignadas, algunas sonfunciones agentivas, porque tienen que ver con el uso que losagentes dan a las entidades, verbigracia, la funcin de las bae-ras es servir para tomar baos.

    3. Dentro de la categora de las funciones asignadas, algunas sonfunciones no agentivas, porque se trata de procesos causales na-turales a los cuales hemos asignado un propsito, verbigracia,la funcin del corazn es bombear sangre.

    4. Una categora especial, dentro de las funciones agentivas, es lade aquellas entidades cuya funcin agentiva es simbolizar, re-presentar, valer por, o -en general- significar una u otra cosa.

    INTENCIONALIDAD COLECTIVA

    Muchas especies animales, la nuestra sealadamente, poseenuna capacidad para la intencionalidad colectiva. Lo que quierodecir con esto es que no slo se comprometen en una conducta co-operativa, sino que comparten tambin estados tales como creen-cias, deseos e intenciones. Adems de la intencionalidad indivi-dual, hay tambin intencionalidad colectiva. Ejemplos obvios losconstituyen casos en los que yo hago algo slo en tanto que parte denuestro hacer algo. As, si soy un jugador de lnea ofensivo en unpartido de ftbol americano, puedo bloquear la terminal defensiva,pero la bloqueo slo en tanto que parte de nuestra ejecucin de unajugada de pase. Si soy un violinista en una orquesta, toco mi parteen nuestra ejecucin de la sinfona.

    Hasta la mayora de las formas del conflicto humano requierenla intencionalidad colectiva. Para que dos hombres puedan librarsea un combate de competicin, por ejemplo, tiene que haber inten-cionalidad colectiva a un nivel superior. Tienen que cooperar paraconseguir un combate en el que uno de ellos pueda batir al otro. Eneste respecto, un combate competitivo es algo distinto de golpear aalguien en plena calle. El hombre que se acerca furtivamente a otroy le asalta en la va pblica no est inmerso en una conducta coope-rativa. Pero dos luchadores que pelean por un ttulo, lo mismo que

  • 42 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    dos litigantes ante un tribunal de justicia, y hasta dos profesoresuniversitarios que intercambian insultos en una fiesta de sociedad,estn inmersos en una conducta cooperativa colectiva a un nivel su-perior, conducta en el marco de la cual pueden desarrollarse las hos-tilidades antagnicas. Si se quieren comprenderlos hechos sociales,resulta esencial comprender la intencionalidad colectiva.

    Qu relacin guardan la intencionalidad individual y la colec-tiva, qu relacin hay, por ejemplo, entre los hechos descritos porYo intento y Nosotros intentamos? La mayor parte de los es-fuerzos que conozco por responder a esta cuestin tratan de redu-cir la Nosotros-intencionalidad a la Yo-intencionalidad ms al-gn aadido, normalmente creencias compartidas. La idea es quesi intentamos hacer algo juntos, eso consiste en el hecho de que yolo intento hacer en la creencia de que t lo intentars tambin; y t lointentas en la creencia de que yo lo intentar. Y todos creen que elotro tiene esas creencias, y tiene esas creencias sobre esas creen-cias, y esas creencias sobre esas creencias sobre esas creencias,etc., en una jerarqua potencialmente infinita de creencias. Yocreo que t crees que yo creo que t crees que yo creo..., y as su-cesivamente. Desde mi punto de vista, todos esos esfuerzos para re-ducir la intencionalidad colectiva a intencionalidad individual es-tn condenados al fracaso. La intencionalidad colectiva es unfenmeno biolgico primitivo que no puede ser reducido a, o eli-minado en favor de, otra cosa. Todos los intentos que yo he visto dereducir la Nosotros-intencionalidad a la Yo-intencionalidadestn plagados de contraejemplos.6

    Hay una razn profunda que explica por qu la intencionalidadcolectiva no puede ser reducida a la intencionalidad individual. Elproblema que hay con la frmula de creer que t crees que yo creo,etc., y creer que yo creo que t crees, etc., es que no consigue unaagregacin suficiente para un sentido de colectividad. Ningn con-junto de Yo-consciencias, aun suplementado con creencias, re-sulta, agregado, en una Nosotros-consciencia. El elemento cru-cial en la intencionalidad colectiva es un sentido del hacer (desear,creer, etc.) algo juntos, y la intencionalidad individual que cada unade las personas tiene deriva de la intencionalidad colectiva que to-dos comparten. As, para volver al ejemplo anterior del partido deftbol americano, yo tengo en efecto una intencin singular de blo-

    6. Algunos de ellos los discuto en John R. Searle, Collective Intentions and Actions, en Inlen-tions in Communication, P. Cohn, J. Morgan y M.E. Pollack (comps.), Cambridge, Mass., BradfordBooks, MIT Press, 1990.

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    quear la terminal defensiva, pero tengo tal intencin slo comoparte de nuestra intencin colectiva de ejecutar un pase.

    Podemos resaltar esas diferencias notablemente si contrasta-mos el caso en el que se da una conducta genuinamente cooperati-va con casos en los que, por as decirlo, dos personas se encuentrancon que sus conductas andan accidentalmente sincronizadas. Hayuna gran diferencia entre dos violinistas que tocan en una orques-ta, por un lado, y descubrir, por el otro, que yo toco mi parte, quealguien en la habitacin contigua toca la suya y que, por puro azar,ambos estamos tocando la misma pieza de un modo sincronizado.

    Por qu tantos filsofos estn convencidos de que la intencionali-dad colectiva ha de reducirse a intencionalidad individual? Por quson tan reacios a reconocer en la intencionalidad colectiva un fen-meno primitivo? Creo que la razn radica en que aceptan un argu-mento que parece seductor pero que es falaz. El argumento dice que,puesto que toda intencionalidad existe en las cabezas de los sereshumanos individuales, la forma de esa intencionalidad slo puede re-ferirse a los individuos en cuyas cabezas existe. Parece, as, que cual-quiera que reconozca el carcter primitivo de la racionalidad colecti-va quede comprometido 'con la idea de que existe algo as como unespritu hegeliano del mundo, una consciencia colectiva, o algo im-plausible por el estilo. Las exigencias del individualismo metodolgicoparecen forzarnos a reducir la intencionalidad colectiva a intenciona-lidad individual. En una palabra; parece que tenemos que elegir entre,de un lado, el reduccionismo, y de otro, una supermente flotante porencima de las mentes de los individuos. Lo que yo, en cambio, preten-do sostener es que el argumento contiene una falacia, y que se trata deun falso dilema. Es verdad que toda mi vida mental est dentro de micerebro, y que toda la vida mental de ustedes est dentro de su cere-bro, y lo mismo vale para todo el mundo. Pero de aqu no se sigue quetoda mi vida mental tenga que ser expresada en la forma de una frasenominal singular referida a m. La forma que mi intencionalidad co-lectiva puede tomar es simplemente sta: nosotros intentamos, oestamos haciendo esto y lo otro, etc. En esos casos, yo intento slocomo parte de nuestro intento. La intencionalidad que existe en cadacabeza individual tiene la forma nosotros intentamos.7

    7. No quisiera dar la impresin de que mis puntos de vista estn libres de crtica o de contro-versia. Hay varias concepciones potentes de la intencionalidad colectiva distintas de la ma. Vaseespecialmente M. Gilbert, On Social Facts, Londres, Routledge, 1989; M. Bratman, Shared Coo-perative Activity, en Philosophical Review 101, n. 2 (1992), 327-341; y R. Tuomela y K. Miller, We-intentions, Philosophical Studies 53 (1988), 367-389.

  • 44 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    Por estipulacin, de aqu en adelante usar la expresin hechosocial para referirme a cualquier hecho que entraa intencionali-dad colectiva. As, por ejemplo, el hecho de que dos personas sal-gan juntas de paseo es un hecho social. Una subclase especial dehechos sociales son los hechos institucionales, hechos que tienenque ver con instituciones humanas. As, por ejemplo, el hecho deque este pedazo de papel sea un billete de veinte dlares es un hechoinstitucional. Los hechos institucionales nos darn an mucho quehablar.

    LAS REGLAS CONSTITUTIVAS Y LA DISTINCIN ENTRE HECHOS BRUTOSY HECHOS INSTITUCIONALES

    En mis trabajos de filosofa del lenguaje8 he venido sugiriendoel principio de una respuesta a la cuestin de las relaciones entreaquellos rasgos del mundo que son puros y brutos asuntos fsicos

    8. Searle, Speech Acts.

    LAS PIEDRAS ANGULARES DE LA REALIDAD SOCIAL 45

    y biolgicos, de un lado, y aquellos rasgos del mundo que sonasuntos culturales y sociales, del otro. Sin implicar que sos seanlos nicos tipos de hechos que existen en el mundo, necesitamosdistinguir entre hechos brutos, tales como el hecho de que el Solest a 150 millones de kilmetros de la Tierra, y hechos instituciona-les, como el hecho de que Clinton sea presidente. Los hechos bru-tos existen con independencia de cualquier institucin humana;los hechos institucionales slo pueden existir dentro de las insti-tuciones humanas. Los hechos brutos necesitan de la institucindel lenguaje para que podamos enunciarlos, pero los hechos bru-tos mismos existen independientemente del lenguaje o de cual-quier otra institucin. As, el enunciado de que el Sol est a 150millones de kilmetros de la Tierra necesita una institucin dellenguaje y una institucin de medida de las distancias en kilme-tros, pero el hecho enunciado, el hecho de que hay una cierta dis-tancia entre la Tierra y el Sol, existe con independencia de cual-quier institucin. Por otra parte, los hechos institucionalesnecesitan de instituciones humanas especiales para su mismaexistencia. El lenguaje es una de esas instituciones; en realidad, esel conjunto entero de esas instituciones.

    Pero qu son las instituciones? Para responder a esa cuestinhe introducido otra distincin, la distincin entre lo que llamo re-glas constitutivas y reglas regulativas.9 Algunas reglas regulanactividades previamente existentes. As, la regla conduzca por lamano derecha de la calzada regula la conduccin; pero la conduc-cin puede existir antes de la existencia de esa regla. Sin embargo,algunas reglas no slo regulan, sino que crean la posibilidad mismade ciertas actividades. Las reglas del ajedrez, pongamos por caso,no regulan una actividad previamente existente. No es verdad queantes hubiera montones de gente desplazando pedacitos de made-ra sobre tableros y que, para prevenir colisiones continuas y embo-tellamientos de trfico, tuviramos que regular esa actividad. Ocu-rre ms bien que las reglas del ajedrez crean la posibilidad mismade jugar al ajedrez. Las reglas son constitutivas del ajedrez en elsentido de que lo que sea jugar al ajedrez queda en parte constitui-do por la actuacin segn esas reglas. Si ustedes no siguen al me-nos una buena parte de esas reglas, ustedes no estn jugando al aje-drez. Las reglas vienen en sistemas, y cada una de las reglas por

    9. Una distincin emparentada fue introducida por J. Rawls, Two Concepts of Rules, Philo-sophical Review 64 (1955).

  • 46 LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD SOCIAL

    separado, o a veces el sistema de ellas en su conjunto, tienen la for-ma siguiente, que le es caracterstica:

    X cuenta como Y, o X cuenta como Y en el contexto C.

    As, tal y cual cuenta como un jaque mate, tal y tal como movi-miento del pen, etc.

    Mi tesis es que los hechos institucionales existen slo dentrode sistemas de reglas constitutivas. Los sistemas de reglas creanla posibilidad de hechos de este tipo; y ocasiones especficas dehechos institucionales, tales como el hecho de que yo gane al aje-drez o el hecho de que Clinton sea presidente, son c