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TEMA 8.
LA REVOLUCIÓN RUSA.
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1. EL OCASO DE LA RUSIA ZARISTA.
1.1. EL OCASO DE LA RUSIA ZARISTA.
Desde las últimas décadas del siglo XIX, los gobernantes impulsaron cambios y reformas con el objetivo de
recortar el atraso de Rusia frente a las naciones industriales de occidente. Pero se caracterizaron por ser
limitadas y no cuestionar el sistema político dictatorial de los zares. Los principales cambios fueron:
• La abolición de la servidumbre en 1861.
• El comienzo de la industrialización, muy dependiente del capital extranjero y concentrada en núcleos
determinados del país (Ucrania, Bakú, orilla oeste del Mar Caspio, Moscú y San Petersburgo).
• Un crecimiento notable de la población. En 1900, había 132 millones de habitantes en todo el Imperio.
A pesar de todo, a comienzos del siglo XX, Rusia seguía siendo un país atrasado económica y socialmente. La
inmensa mayoría de la población estaba constituida por campesinos
pobres y en los localizados centros industrializados los obreros
vivían en penosas condiciones. Le seguía una clase media de
propietarios rurales (kulaks) y profesiones liberales. Y en la cúspide
del sistema social, una burguesía enriquecida por la explotación
minera e industrial y una minoría de aristócratas latifundistas.
El sistema político seguía siendo autocrático. El poder lo ocupaba el
zar Nicolás II, de la dinastía Romanov, hombre de personalidad
débil. Para facilitar el dominio sobre un país tan extenso y con un
sistema social tan injusto, la Iglesia ortodoxa predicaba la sumisión
al zar y la resignación. El zar gobernaba por decreto y se valía de una
policía política (la Ochrana) para perseguir a los enemigos del
sistema.
A pesar del inmovilismo político y del atraso social, varios
acontecimientos serán el germen de los movimientos
revolucionarios de 1917.
1.1. ANTECEDENTES REVOLUCIONARIOS.
Para
comprender
el
complejo
proceso
de
la
revolución
rusa
de
1917
debemos
partir
de
sus
antecedentes.
En
concreto, hay dos circunstancias que pueden ser consideradas como detonantes de los sucesos posteriores:
• La crisis económica de 1901‐1903.
Que si bien tiene un carácter internacional, en el caso ruso presenta una serie de peculiaridades por el
incipiente desarrollo industrial que se está llevando a cabo.
• La guerra ruso‐ japonesa de 1904‐1905.
Fruto de las aspiraciones expansionistas de ambos países y que se saldó con la derrota del ejército
zarista.
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1.2. LA REVOLUCIÓN DE 1905.
A comienzos del siglo XX el imperio ruso presentaba claros síntomas de crisis política, económica y social. La
declaración de
guerra
de
Rusia
a Japón
en
1904
por
disputas
territoriales,
y su
derrota,
agravó
los
problemas.
El
gobierno se mostró incapaz de hacerles frente, favoreciendo así el desarrollo de movimientos de protesta
entre la población y la oposición política.
Los sucesos revolucionarios empezaron el domingo 9 de enero de 1905 (según el calendario ruso). Alrededor
de 200.000 personas se manifestaron pacíficamente en San Petersburgo, dirigiéndose al Palacio de Invierno
para reclamarle al zar reformas políticas y mejoras en sus condiciones laborales. La represión fue brutal. El
ejército disparó sobre la multitud y ocasionó centenares de muertos y heridos. La jornada fue conocida como el
Domingo sangriento.
Huelgas, motines y revueltas se desarrollan a partir de entonces por los campos y las ciudades rusas. En la
Marina, se
sublevó
la
tripulación
del
acorazado
Potemkin,
en
el
puerto
de
Odessa.
Muy
importante
fue
la
creación por parte de las organizaciones obreras del Soviet (consejo) de San Petersburgo, ejemplo seguido
después por muchas ciudades. Se trataba del primer órgano revolucionario formado y elegido por los propios
trabajadores, que dirigió las huelgas y llegó a paralizar la capital.
La respuesta del zar ‐el Manifiesto de octubre‐ consistió en anunciar una reforma política y la creación de una
asamblea representativa, la Duma. También se realizaron algunas mejoras en las condiciones de vida y
laborales de obreros y campesinos.
Pero las reformas se quedaron en la superficie, ya que no cuestionaban a fondo el carácter antidemocrático del
zarismo.
1.3. EL SISTEMA ZARISTA EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN.
En vísperas del proceso revolucionario de 1917 el Imperio ruso podía ser definido política, social y
económicamente por las siguientes características:
• Gobernado por una monarquía autocrática e inmovilista.
• Gran influencia y poder de una sólida burocracia, una nobleza terrateniente, una policía todopoderosa
y la Iglesia ortodoxa. Todos ellos fieles apoyos de la monarquía zarista.
• Limitación de las libertades civiles y políticas.
• Su economía se basaba en buena parte en la agricultura, con una industria incipiente, concentrada, y
muy dependiente
de
capitales
extranjeros.
• Su sociedad era mayoritariamente rural. La estructura social estaba polarizada entre una minoría
poderosa y con recursos, y una mayoría de campesinos y obreros pobres, sin apenas clases medias.
• Régimen incapaz de resolver los problemas surgidos a raíz del crecimiento industrial del país y sus
transformaciones sociales.
• Desde hacía tres años sufría las consecuencias desastrosas de su participación en la I Guerra Mundial.
• El descontento popular se concretó protestas, iniciadas en febrero (abdicación del zar) y culminadas
en octubre (conquista del poder por los bolcheviques). Este proceso se conoce como la Revolución
rusa.
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2. LA REVOLUCIÓN RUSA.
Para comprender la Revolución rusa debemos partir de varias premisas:
• Proceso revolucionario amplio desde el punto de vista cronológico.
• La situación sociopolítica de Rusia en comparación a otros países europeos a comienzos del siglo XX.
• El movimiento revolucionario de 1905, entendido como un ensayo para los acontecimientos de 1917.
• Los efectos negativos de la participación rusa en la I Guerra Mundial.
• El papel especialmente relevante de un partido político, el Bolchevique, y de un dirigente
revolucionario, Vladimir Ilich Ulianov, conocido como Lenin.
2.1. LA CAÍDA DEL ZARISMO.
La participación de Rusia en la I Guerra Mundial fue catastrófica. El hundimiento del zarismo hay que
entenderlo en ese contexto: continuas derrotas,
incompetencia militar, pérdidas territoriales, dos
millones de muertos, desmoralización de las tropas,
desabastecimiento, subida de los precios y hambre de
la población. El malestar consiguiente favoreció la
aparición de focos de protesta entre el conjunto del
pueblo y los grupos de oposición política.
En febrero de 1917 estallaron en la capital
manifestaciones espontáneas de mujeres en demanda
de
pan
y
paz.
A
estas
quejas
pronto
se
sumaron
los
obreros en huelga y otros grupos sociales. La represión
fue contundente: el ejército sacó sus tropas a la calle, detuvo manifestantes y la Duma fue clausurada.
Pero las protestas continuaron y llegó un momento en que los soldados, desobedeciendo a sus superiores, se
negaron a disparar sobre los manifestantes. Era el final del zarismo. Nicolás II tuvo que abdicar y Rusia se
convirtió en una república dirigida por un Gobierno provisional de carácter liberal‐democrático.
En paralelo, resurgió el Soviet de Petrogrado (como había pasado a llamarse San Petersburgo). Y siguiendo su
ejemplo, proliferaron los soviets de obreros, campesinos y soldados por las ciudades más importantes del país.
El Gobierno provisional fue incapaz de imponer el orden y resolver las exigencias sociales cada vez más
extendidas: el
fin
de
la
guerra,
el
abastecimiento
de
la
población
y el
reparto
de
tierras
entre
los
campesinos.
2.2. OCTUBRE DE 1917.
El Gobierno provisional –presidido en su última etapa por Kerenski‐ fue muy impopular. Se negó sacar a Rusia
de la guerra, no pudo poner orden en el país y veía cómo los soldados desertaban del frente para volver a sus
tierras.
En esas condiciones de desorganización total, se produjo el regreso de Lenin a Rusia. Como máximo líder del
Partido Bolchevique, planteó en sus Tesis de abril el programa revolucionario. Se resumía en el eslogan: “Paz,
tierra y todo el poder a los soviets”.
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El 25 de octubre (según el calendario ruso), los bolcheviques desataron la conquista del poder. Apoyados por
los obreros de Petrogrado, tomaron el control de los soviets y de los centros más importantes de la capital y
asaltaron el Palacio de Invierno, sede del Gobierno provisional.
El poder pasó a un Consejo de los Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin y con destacados militantes
bolcheviques como Trotski y Stalin. Sus primeras medidas fueron:
• Las negociaciones de paz con Alemania, que llevaron a la firma del tratado de Brest‐Litovsk (marzo de
1918).
• La legalización de la entrega de la tierra a los campesinos: era necesario ganarse a éstos para que la
revolución pudiese triunfar.
• Medidas de control de las fábricas por parte de los obreros.
El Partido Bolchevique pasó a llamarse Partido Comunista y se creó la III Internacional (el Komintern) para
coordinar
el
movimiento
comunista
mundial.
Los
grupos
opositores,
tanto
de
derecha
como
de
izquierda
(mencheviques, socialrevolucionarios) fueron gradualmente eliminados. Se creó una temible policía política: la
Cheka.
2.3. EL NUEVO MODELO POLÍTICO.
El nuevo modelo político establecido por Lenin se basaba en:
• Gobierno bajo el poder y control absoluto del Partido Comunista, con prohibición de los demás
partidos políticos.
• Control de la industria por parte del Estado: producción y beneficios.
•
Agrupación obligatoria
del
campesinado
en
explotaciones
colectivas
(koljós).
• Control del comercio. La distribución se realizaba mediante una red de grandes almacenes.
• Todos los ciudadanos soviéticos son trabajadores a quien el Estado les aseguraba un sueldo mínimo,
vivienda y servicios asistenciales médicos y educativos (instrucción gratuita hasta los 14 años).
2.4. LA GUERRA CIVIL.
La firma del tratado de Brest‐Litovsk con Alemania en 1918 no trajo la paz a Rusia. Por el contrario, se
desarrolló una cruenta guerra civil con implicaciones internacionales. Los anteriores aliados de Rusia
(británicos, franceses, estadounidenses y japoneses), contrarios a las medidas adoptadas por los bolcheviques,
ocuparon parte del territorio ruso y apoyaron a los ejércitos blancos, organizados por generales zaristas.
Para hacerles frente, los bolcheviques crearon el Ejército rojo. En su creación tuvo una intervención muy
destacada de Trotski. Además implantaron las medidas del comunismo de guerra: nacionalización de sectores
económicos claves, militarización del trabajo, requisa de cosechas...
Los comunistas, finalmente, obtuvieron la victoria en 1920.
Para explicar ese resultado ‐además de razones puramente militares o estratégicas‐ deben considerarse
factores políticos y sociales. Los contrarrevolucionarios o “blancos” fueron incapaces de conseguir apoyos
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importantes en la sociedad rusa. Sobre todo entre los campesinos, temerosos de perder las tierras que habían
conseguido con el triunfo de la Revolución.
El
país
quedó
gravemente
devastado.
Su
capacidad
productiva
estaba
muy
por
debajo
de
la
que
tenía
antes
de
la I Guerra Mundial.
3. LA CREACIÓN DE LA URSS.
En 1917, los bolcheviques habían conquistado el poder. En 1920 consiguieron vencer en la guerra civil. A partir
de entonces los dirigentes revolucionarios rusos se dispusieron a la construcción de un nuevo sistema político,
social y económico. El primero de carácter socialista en la Historia Universal.
3.1. LA NUEVA POLÍTICA ECONÓMICA (NEP).
El balance de la guerra civil fue catastrófico. Al elevado número de pérdidas humanas y la destrucción de
ciudades, debe añadirse la caída de producción agraria y el descenso de la industrial. Esta crítica situación
provocó malestar social, iniciándose numerosas protestas y manifestaciones contra los bolcheviques.
Los nuevos
dirigentes
‐y especialmente
Lenin
‐propusieron
en
1921
la
Nueva
Política
Económica
(NEP)
con
el
objetivo de mejorar los niveles de producción industrial y agraria.
Se trataba de una política económica de tipo mixto, oscilante entre el control estatal y la iniciativa privada:
Determinados sectores productivos claves (transportes, industrias básicas, finanzas, comercio exterior) eran
intervenidos por el Estado.
Se permitió una limitada iniciativa privada en las industrias de consumo, en la producción agraria y precios
libres en el mercado interior.
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La NEP suponía una vuelta parcial al capitalismo, y no podía durar mucho tiempo si el objetivo de la revolución
consistía en implantar un modelo socialista. Muy discutida en el seno del Partido, se mantuvo hasta el año
1927, en que fue sustituida por los planes quinquenales.
3.2. UN NUEVO ESTADO.
En el año 1922 nació la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), como federación de los distintos
territorios que formaban el antiguo imperio zarista.
El Estado soviético se va a fundamentar en:
• Estructura federal.
• Sufragio indirecto.
• Soviets.
Tres órganos regulaban el Estado soviético:
En el año 1918 se aprobó la Constitución de la República Rusa, la primera de carácter socialista de la historia
del mundo. En la historia de la URSS, hubo otras tres.
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3.3. LA DICTADURA DE STALIN.
Al morir Lenin en 1924 comenzó una lucha de poder entre los principales dirigentes comunistas, disfrazada de
argumentos ideológicos.
El
enfrentamiento
fundamental
se
produjo
entre:
Stalin y sus seguidores defendían el socialismo en un solo país como la única vía para consolidar el régimen
comunista en la URSS.
Trotski y sus correligionarios eran partidarios de la revolución permanente.
Stalin resultó finalmente vencedor, al concentrar en sus manos todo el poder y eliminar cualquier resistencia u
oposición. Comenzó así una nueva etapa en la historia de la URSS que durará hasta la muerte del líder soviético
en 1953.
En la
práctica,
la
dictadura
de
Stalin
se
basó
en
tres
pilares:
1. Planificación económica centralizada: los planes quinquenales. El primero, que duró hasta 1932, tuvo
como objetivo central el desarrollo de la industria pesada, necesaria para que la URSS fuese una gran
potencia en medio de un mundo hostil.
2. Colectivización de la agricultura: se suprimió la propiedad privada del campo (empezando por la
eliminación de los kulaks) y la producción agrícola se organizó de forma colectiva.
3. Política represiva: las purgas eliminaron a disidentes del Partido y el Ejército. Y el terror masivo afectó
sobre todo a los campesinos que se resistían a la colectivización y fueron deportados a campos de
concentración y trabajos forzados.
3.4. BALANCE
DEL
ESTALINISMO.
A costa de grandes sacrificios de la población, bajo el dominio de Stalin la URSS se convirtió desde finales de los
años treinta en una auténtica potencia:
Creció la producción, se construyeron grandes obras públicas (centrales eléctricas, el metro de Moscú,...) y un
potente ejército. Todo ello mientras el mundo occidental vivía la crisis del capitalismo de 1929.
Gran crecimiento numérico del Partido Comunista y proceso de burocratización. Los puestos de dirección
política y económica estaban ocupados exclusivamente por militantes del Partido.
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En el campo artístico, se puso fin a la experimentación vanguardista. Se impuso como arte oficial el “realismo
socialista”, con su carácter propagandístico y de fácil comprensión para las masas.
La
URSS
fue
el
foco
de
la
revolución
socialista
internacional,
mediante
el
control
de
los
partidos
comunistas
de
todos los países a través del Komintern. Después del final de la II Guerra Mundial, su modelo y su poder se
extendieron a otros países.
4.
BALANCE
HISTÓRICO
DE
LA
REVOLUCIÓN
RUSA.
El balance histórico de la Revolución rusa queda definido en los siguientes puntos:
• Fue uno de los grades acontecimientos del siglo XX.
• Transformó los modelos de la sociedad y de la política de la época.
• Se trata del primer triunfo del movimiento obrero organizado en un país.
•
Se constituye el primer Estado anticapitalista.
• Servirá de modelo para otros partidos políticos y organizaciones políticas a partir de entonces.
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TEMA
09.
LA
ECONOMÍA
EN
EL
PERÍODO
DE
ENTREGUERRAS.
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1. LA POSGUERRA.
1.1. EL COSTO DE LAS REPARACIONES DE LA GRAN GUERRA.
La guerra del 14 finalizó el11 de noviembre de 1918, pero sus efectos económicos se prolongaron varios años,
sumiendo a la economía europea en un estado de parálisis.
No se trataba sin más de reparar los destrozos de la contienda, de la reconstrucción; el factor más perturbador
vino señalado por las reparaciones de guerra. Al declarar el Tratado de VersaIles la responsabilidad exclusiva de
Alemania, se sentaba la base jurídica para indemnizar a los vencedores. Fue la cuestión polémica por
excelencia, aunque existían precedentes.
En 1871, Alemania había obtenido de Francia cinco mil millones de marcos en concepto de reparación tras la
guerra franco‐prusiana. Con todo, parecía un contrasentido obligar a Alemania a afrontar una compensación
elevada mientras
se
le
reducía
su
aparato
productivo
con
las
sanciones.
Como
primera
cuestión
surgió
la
cuantía de los pagos.
En Versalles se creó un comité de reparaciones, el cual fijó en abril de 1921, tras dos años de trabajo, un monto
de 132.000 millones de marcos oro. Esta cantidad pareció excesiva a los alemanes. Pero, otra partida complicó
la contabilidad. El comité evaluó en cerca de 8.000 millones de marcos oro lo satisfecho por Berlín con barcos y
mercancías, en tanto que los alemanes calculaban sus pagos de posguerra en un mínimo de 20.000 millones.
Para poder cobrar era indispensable contabilizar la capacidad de pago de Alemania. Los franceses, los más
interesados en el debilitamiento definitivo del país vecino, la estimaron en 800.000 millones de marcos oro; los
británicos, en 480.000 millones; los expertos estadounidenses lo redujeron a 120.000 millones, pagaderos en
un plazo
muy
largo,
35
años.
El historiador francés Mantoux estudió el tema y señaló discrepancias considerables con respecto al trabajo
elaborado por los técnicos germanos; por ejemplo, criticó la inclusión del valor de los barcos hundidos
voluntariamente por los alemanes para impedir su entrega a los aliados, lo cual difícilmente podía ser
considerado como reparación.
Al margen de las diferentes contabilidades, es indudable que Alemania se enfrentaba a problemas casi
insolubles para ejecutar las entregas en especie que se le exigieron, sobre todo en carbón.
En 1922, se vio obligada a reducir los pagos a Francia. En respuesta, el gobierno de París ordenó la ocupación
del
Ruhr.
Esto agravó hasta límites insoportables la situación de Alemania porque su moneda se hundió, pasando de un
tipo de cambio de 275 marcos por dólar en mayo de 1922 a 16.667 marcos en junio de 1923. No sin
fundamento se ha considerado la ocupación francesa del Ruhr como la causa más efectiva del ascenso de
Hitler.
Hundida Alemania, sin beneficio perceptible para Francia, comenzó a gestarse la idea de una comisión, que
presidiría el vicepresidente norteamericano Dawes, para aliviar la presión de las reparaciones sobre la
economía alemana.
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En ese momento empezaron a ser respetadas las tesis del economista inglés Keynes en su libro Las
consecuencias económicas de la paz (1919), libro que en 1924 había sido traducido a once idiomas. Sus tesis
centrales: "se reduce a Alemania a la servidumbre", "se perpetúa la ruina de su economía", no podían ser
consideradas disquisiciones
académicas.
1.2. LAS DEUDAS DE GUERRA.
Con la paz, otra partida diferente habría de ser contabilizada, las deudas de guerra. Washington no exigía
reparaciones a Alemania, pero no tenía intención de renunciar a la recuperación de los suministros de trigo,
algodón y otros artículos, facilitados durante la contienda.
A los Estados Unidos le debían casi 12.000 millones de dólares: 4.700 millones Gran Bretaña, 4.000 millones
Francia, 3.200 los restantes países deudores. Por si fuera poco Francia había asumido una deuda con Gran
Bretaña y otros países, hasta un total de 10.500 millones, que la atenazaba para ser generosa con Alemania.
En la guerra los aliados habían permanecido unidos. En la paz no se ponían de acuerdo en torno a los temas
financieros derivados de la contienda. Los franceses atornillaban a Alemania para poder, a su vez, pagar sus
deudas; los norteamericanos se mostraban severos a la hora de cobrar. Sólo los políticos británicos, más
realistas, se manifestaban dispuestos a ceder para que Europa saliera del marasmo económico. En la nota
Balfour (1 de agosto de 1922) el gobierno de Londres sugirió la cancelación total de las deudas.
1.3. DEL PLAN DAWES AL PLAN YOUNG.
El fracaso económico de la ocupación del Ruhr influyó en la formación de la comisión especial presidida por el
vicepresidente estadounidense Dawes con la finalidad de estudiar la capacidad real de pago de Alemania y, a
partir de
ella,
formular
propuestas
sobre
plazos
y monto
global
de
las
reparaciones.
Con larga experiencia como hombre le empresa, Dawes se sentía impresionado por la pobreza de Alemania en
contraste con el potencial de su aparato productivo y sus riquezas naturales; por tanto, resultaba
imprescindible la recuperación de la capacidad industrial germana por medio de un empréstito internacional.
El llamado Plan Dawes (1924), aceptado por Alemania y Francia; se resumía en la reducción de la deuda
alemana a un tercio, junto con la ampliación de los plazos, de manera que Alemania pagaría 1.000 millones de
marcos oro anuales durante cuatro años y 2.500 millones a partir del quinto, tras la recuperación de su
economía.
La
situación
económica
general
se
volvió
más
fluida
gracias
al
inicio
de
la
recuperación
alemana.
No
obstante,
Berlín tuvo que posponer algún pago. Incluso los franceses aceptaban que la cantidad le 2.500 millones de
marcos oro resultaba excesivamente onerosa para la economía germana. En consecuencia, una Segunda
comisión, presidida por el norteamericano Young, presidente de la General Electric, volvió a estudiar el
problema.
A diferencia del Plan Dawes, el documento no se impuso sino que se condicionó a la libre aceptación de
Alemania. Entre las medidas de distensión proponía la retirada de las tropas francesas del Ruhr.
El Plan Young (1929) ampliaba el plazo para el saldo de las indemnizaciones, reduciendo así las anualidades, y
escalonaba los pagos de forma que se iniciarían con la cifra más baja y se elevarían progresivamente. Cada
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pago anual se dividía en una partida obligatoria y otra condicional, que se podría posponer. Finalmente, un
crédito para acreedores y deudor facilitaría la puesta en marcha del mecanismo.
El
Plan
Young
suponía
un
trato
más
benévolo
hacia
el
vencido
y
ponía
fin
a
la
espiral
de
sanciones
y
deudas.
1.4. LA EXPANSIÓN DE LOS AÑOS VEINTE.
A partir de 1925 se produjo la expansión continua de la economía internacional. Todos los indicadores
demuestran el aumento de la producción. Finalizaba el marasmo de posguerra y se iniciaban años de euforia.
1.4.1. RECUPERACIÓN DE LA INDUSTRIA.
Los países industriales exhibieron la expansión en el aumento de la producción de acero, sector básico de la
siderurgia. Los Estados Unidos y el Reino Unido casi triplicaron su producción, Japón la cuadruplicó. Incluso
Alemania, a pesar
de
su
postración,
la
incrementó
en
un
60%,
signo
de
que
la
recuperación
iba
por
buen
camino.
El carbón y el petróleo se vieron relanzados. El consumo mundial de carbón pasó de mil millones a mil
trescientos millones de toneladas métricas, cifra discreta pero en todo caso perceptible en un sector
teóricamente en recesión.
En contraste, resultó espectacular el crecimiento del consumo y producción de petróleo, primero por el tirón
del automóvil, más tarde por su empleo en la aviación. La producción mundial se multiplicó por tres entre 1919
y 1929.
La
electricidad
configuró
otro
sector
en
alza
en
los
grandes
países
industriales.
Estados
Unidos,
Alemania,
Gran
Bretaña y la Unión Soviética aplicaron esta energía en su industria y su red de transporte; además, había
sonado la hora de la iluminación suntuosa de las ciudades. Asimismo, llegó el turno del aluminio, con un
incremento espectacular en los Estados Unidos, que cuadruplicó en pocos años su consumo (de 25 a 100
millones de toneladas).
Basándonos en el crecimiento de la producción y el consumo, dos notas resultaban indiscutibles: la supremacía
de los Estados Unidos y la recuperación de Alemania, a pesar del peso de las reparaciones.
1.4.2. PRODUCCIÓN EN CADENA.
La expansión
se
basó
en
nuevos
métodos
de
trabajo,
que
caracterizaron
por
antonomasia
la
fabricación
de
automóviles. Con la estandarización se lanzaron modelos que se repetían hasta la saciedad y con el trabajo en
cadena ‐ideado por Ford‐ se aceleró el ritmo de la producción. El automóvil alimentó el desarrollo de otros
sectores, primero en la propia industria ‐camiones, tractores agrícolas, etc.‐ y más tarde al solicitar la
fabricación de neumáticos o la construcción de carreteras.
Con el progreso tecnológico aparecieron nuevos artículos en los mercados: aparatos eléctricos, receptores de
radio, aspiradoras, refrigeradores. La propaganda se encargarla de convertirlos en imprescindibles.
En este periodo de consumo se vivió la fiebre de la concentración de empresas, de los carteles, que dictaban
las reglas del mercado, ya en el sector del automóvil ‐Ford, General Motors‐, ya en la química ‐la IG Farben
germana,
las
Imperial
Chemical
lndustries
británicas‐
o
la
siderurgia ‐
United
States
Steel‐
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2. LA GRAN DEPRESIÓN.
2.1. LAS SEÑALES PRECURSORAS DE LA GRAN DEPRESIÓN.
Hemos señalado anteriormente que el desarrollo del capitalismo industrial se veía sacudido periódicamente
por crisis.
Recordemos la secuencia expansión‐depresión como algo casi fatal, cuando la producción excedía al consumo.
Pero la que se inició en el otoño de 1929 alcanzó una envergadura nunca vista hasta entonces.
El hundimiento de los valores de la Bolsa de Nueva York se convirtió en una onda gigantesca, a manera de
maremoto, que trastornó los centros bursátiles y afectó a todo el mundo industrializado ya bastantes países de
monocultivo agrario,
provocando
millones
de
víctimas
en
todos
los
sectores
de
la
sociedad.
Tan gigantesca convulsión produjo el lógico desconcierto de la ruina que sigue a la prosperidad, pero, además,
arrojó interrogantes sobre el modelo de desarrollo y aun sobre el futuro del sistema capitalista. A pesar de la
sorpresa no se trató de un fenómeno súbito, porque algunos indicios anunciaban que la fácil expansión de los
años veinte carecía de bases sólidas y tocaría pronto a su fin.
Tres señales anunciaban la tormenta: sobreproducción industrial, especulación, excedentes agrarios.
• Sobreproducción industrial. Digámoslo de forma sencilla: se producía más de lo que se consumía. ¿Por
qué motivo no ajustaron las empresas su actividad? Hoy conocemos bien el proceso; no dependía de
decisiones de cada empresa. Durante la guerra los beligerantes concentraron su industria en
suministros bélicos. Consiguientemente, bastantes países de ultramar tuvieron que fabricar artículos
de consumo que antes importaban. De este modo, la producción, a escala planetaria, creció de
manera desmesurada.
Terminada la contienda, Europa se reincorporó a los circuitos comerciales. Ya no era posible absorber
los excedentes. Tal exceso de producción se detectaba en 1925 en los sectores que más se habían
expansionado, como el petróleo o los aparatos eléctricos.
• Especulación. Fue el segundo explosivo. En 1925 y 1926, se desató una fiebre de construcciones en
Florida, donde los compradores adquirían inmuebles mediante préstamos. El dinero no fluía hacia la
industria sino hacia actividades especulativas. Con la construcción se relacionaba una variedad
enorme de empresas, que recibían préstamos y repartían beneficios aunque no vendieran. Pero no se
podía sostener eternamente una economía que se apoyaba en una realidad falsa, la de que las
empresas obtenían beneficios; la verdad era que recibían dinero fácil y se endeudaban.
• Excedentes agrarios. A partir de 1925, las cosechas superaban las necesidades, y se formaron stocks
de alimentos. Para varios economistas el excedente se debía a descenso del consumo, pero el efecto
sería el mismo. El descenso de la inmigración en los Estados Unidos repercutió en el descenso de la
demanda. Cuando estalló la crisis, el presidente Hoover señaló como causa de la ruina la especulación
y la sobreproducción mundial de trigo, caucho, café, azúcar, plata, zinc y, hasta cierto punto, algodón.
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2.2. SE INICIA LA CRISIS: PÁNICO EN WALL STRET.
El día 24 de octubre de 1929 se hundieron los valores de la Bolsa de Nueva York. Trece millones de títulos se
vendieron ese
día,
denominado
"jueves
negro".
Todo
el
mundo
deseaba
desprenderse
de
unos
valores
que
días
antes se consideraban seguros y rentables. Y no era un ataque de pánico. El día 29 se vendieron otros dieciséis
millones de acciones a cotizaciones cada hora más bajas.
Se ha reprochado a los responsables del Sistema Federal de Reserva, que debía vigilar la Bolsa, que no hubieran
intervenido antes, para frenar la especulación. Utilizando el símil del automóvil, puede decirse que un año
antes hubiera sido posible frenarlo con leves desperfectos, pero en el otoño de 1929 iba a velocidad excesiva y
el resultado fue el accidente y las víctimas. Inmediatamente se desataría una reacción en cadena, porque la
baja llamó a la baja. Se multiplicaron las órdenes de venta, que hundían las cotizaciones. Las acciones, como
cualquier mercancía, bajan si se ofertan y no encuentran comprador. Todos los beneficios de los años
anteriores se esfumaron como por encanto.
Anotemos tres efectos inmediatos: 1. Ruina de empresas. 2. Bajadas de precios; nadie compraba y se vendía
por debajo de coste. 3. Paro. Un millón y medio de trabajadores perdieron su puesto en 1929 en los Estados
Unidos; en 1933, se acercaban a los 13 millones. El cine (películas de Frank Capra) captó el drama de
empresarios y trabajadores: suicidios y mendicidad.
2.3. UNA CRISIS MUNDIAL.
2.3.1. CRISIS EN LOS PAÍSES INDUSTRIALES Y AGRARIOS.
El pánico
se
extendió
a otras
naciones,
porque
los
bancos
y empresas
norteamericanos
tenían
inversiones
en
los países industriales. De esta manera se convertiría en una crisis universal.
Las pérdidas se concentraron sobre todo en cuatro potencias: Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y
Francia, es decir, las potencias industriales por excelencia.
Pero, también se hundieron los precios agrícolas, con lo cual los países que vivían de la agricultura de
exportación, y con mayor intensidad los de monocultivo, se vieron en condiciones de indefensión. Al menos las
industrias podían reducir plantillas, pero la economía agraria no disponía de estos recursos.
La situación en que se vieron sumidos los países de América Latina y algunos de Europa central y oriental fue
desesperada. De los países industriales la crisis afectó, además de a los Estados Unidos, con especial intensidad
a Alemania.
Francia
resistió
algún
tiempo
pero
a la
larga
sufrió
los
mismos
desajustes
en
su
economía.
Sólo Gran Bretaña y los Estados Unidos habilitarían respuestas eficaces a una crisis que perduró tres años
interminables.
Veamos primero las ondas en Alemania y Francia.
2.3.2. SITUACIÓN DRAMÁTICA EN ALEMANIA.
El factor determinante de la crisis alemana estribó en su dependencia financiera de los Estados Unidos. Las
empresas se habían habituado a reclamar inversiones extranjeras para modernizar sus instalaciones y veían
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ahora cegado ese recurso. En 1931, la masa de los créditos exteriores alcanzaba la cifra exorbitante de 20,6
billones de marcos. Al repatriar los bancos estadounidenses fondos para hacer frente a su crisis se inició la
quiebra en cadena de bancos alemanes y austriacos.
La producción industrial cayó a la mitad. El paro alcanzó una dimensión espectacular: 2 millones de
trabajadores se encontraron sin empleo en 1929, y en 1932 ya eran 6 millones. Una masa desesperada, sin
posibilidades de recibir ayuda de supervivencia a cargo de un Estado debilitado, configuró un grupo social
presto a escuchar el evangelio revanchista del hipenacionalismo. Hitler sería aupado al poder en 1933 por el
apoyo de esta masa de parados.
2.3.3. CRISIS DE ONDA LENTA EN FRANCIA.
A diferencia del carácter fulgurante de la crisis en los Estados Unidos, Francia resistió un tiempo, pero a plazo
medio, todos los sectores quedaron gravemente tocados. En las exportaciones resultó negativa la caída del
precio del
vino.
Después de pagar su tributo a las ruinas de empresas y al paro, algunos sectores se recuperaron. Tal fue el caso
del aluminio. Y, sobre todo, el del automóvil; la Renault se reactivó a partir de 1931, al poner en el mercado un
modelo barato que desplazó a los más caros de Citroën.
2.4. RESPUESTAS A LA DEPRESIÓN.
Dos países reaccionaron con imaginación al desafío: Gran Bretaña y los Estados Unidos. Con su patrocinio se
intentaría una salida global en la Conferencia de Londres de 1933.
2.4.1. SITUACIÓN VENTAJOSA DE GRAN BRETAÑA.
En la Isla los efectos de la Gran Depresión tuvieron un alcance limitado. Aunque no consiguió librarse del paro,
la bancarrota de sus industrias antiguas y el descenso de las exportaciones, Londres disfrutó de tres ventajas:
• El abaratamiento de los productos del campo, con el consiguiente ahorro para una nación
importadora de alimentos.
• El mantenimiento del comercio exterior, gracias a su condición de cabeza de un imperio colonial.
• La posesión de reservas de oro.
Que amortiguara los efectos no equivale a que los soslayara. El paro, reducido a 1 millón en 1929, al comienzo
de la
crisis,
en
una
trayectoria
oscilante
aumentó
hasta
los
3 millones
de
1933.
Las
antiguas
industrias,
sobre
todo el carbón, se encontraron en situación crítica.
No obstante, el gobierno británico actuó con sabiduría, manteniendo elevados los salarios. Comprendía que
para salir de la crisis necesitaba aumentar el poder adquisitivo de los asalariados. Se trataba de ideas de
Keynes.
2.4.2. ESTADOS UNIDOS: ROOSEVELT Y EL NEW DEAL.
En su condición de epicentro, la convulsión golpeó con especial fuerza a los Estados Unidos. En 1932, trece
millones de parados y un millón de homeless, personas que habían perdido su hogar, vagaban errantes por las
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carreteras, de ciudad en ciudad, en busca de alimento. Schlesinger describe en La era de Roosevelt la
reaparición de formas de pobreza arcaicas, con numerosas personas que se alimentaban de detritus.
La
crisis
consumió
el
capital
político
de
los
republicanos
y
en
las
elecciones
de
1932
el
electorado
entregó
el
testigo a los demócratas, llevando a la presidencia a Franklin Delano Roosevelt, quizás el más grande estadista
del siglo XX. Roosevelt formó un equipo de crisis integrado por banqueros, periodistas, empresarios,
universitarios, para diseñar un programa económico denominado New Deal (Nuevo Reparto). Rompiendo la
inhibición tradicional de los gobiernos norteamericanos, que dejan el mercado al juego de las empresas,
Roosevelt encabezó una etapa de intervencionismo gubernamental. En primer lugar se luchó contra el paro por
medio de grandes inversiones en obras públicas: reconstrucción de barrios degradados, construcción de vías
férreas y carreteras. Además la administración rooseveltiana fijó salarios mínimos y estimuló su aumento, para
incrementar la demanda.
Poco a poco, el paro se situó en los niveles de precrisis y la actividad se reanudó. El New Deal constituyó un
paréntesis en
los
Estados
Unidos,
el
momento
en
que
el
Estado
se
volvió
beligerante,
con
su
intervención
en
la
economía, para frenar los efectos de la depresión.
2.4.3. LA CONFERENCIA DE LONDRES.
Conscientes los gobiernos de que se enfrentaban a un desafío planetario, comprendieron que la salida habría
de buscarse en soluciones internacionales. La Conferencia de Londres se inició el 12 de junio de 1933.
Washington pedía la supresión temporal de las aduanas para reactivar el comercio; y la estabilización de las
monedas.
Los delegados norteamericanos esperaban la solidaridad de todos los gobiernos para salir
mancomunadamente de
la
depresión,
pero
los
franceses
y los
ingleses
no
les
siguieron
y tras
el
fracaso
de
la
Conferencia cada país buscó sus propias recetas.
2.5. REPERCUSIONES DE LA GRAN DEPRESIÓN.
2.5.1. REPERCUSIONES SOCIALES.
En el terreno demográfico, la extensión del paro y el descenso en el nivel de vida reforzaron las tendencias
antinatalistas, en tanto que la alimentación insuficiente empujó al alza los índices de mortalidad y, sobre todo,
los de mortalidad infantil.
En Francia, caso extremo, la población descendió en los años treinta. En esta época únicamente las potencias
fascistas promovieron, por razones ideológicas, una natalidad alta.
Otra consecuencia de gran alcance fue la interrupción de las migraciones continentales. En los Estados Unidos,
entre 1932 y 1935, se produjo el fenómeno insólito de que las salidas superaran a las entradas.
La crisis afectó a la mayoría de los grupos. Los pequeños accionistas vieron esfumarse sus ahorros a la primera
embestida de la Bolsa. Las profesiones liberales ‐abogados, médicos‐ vivieron momentos difíciles por el
empobrecimiento de sus clientelas. Los agricultores se arruinaron por la caída del precio de los alimentos. Los
obreros padecieron la angustia del paro y la precariedad de los empleos.
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2.5.2. REPERCUSIONES POLÍTICAS.
En la esfera de la política interna se contempló la crisis de la democracia parlamentaria, a la que se consideraba
incapaz de
encontrar
respuestas.
Al
mismo
tiempo
se
reforzaban
las
dictaduras
fascistas,
que
esgrimían
argumentos contra la democracia. Es paradigmática la trayectoria de Hitler, aupado al poder por un ejército de
seis millones de parados.
En el orden internacional, al fracasar la búsqueda de soluciones multinacionales en la Conferencia de Londres,
se abrió un periodo de recelos y tensiones. El camino hacia la Segunda Guerra Mundial fue abierto por la
política exterior agresiva de las potencias fascistas, pero éstas no hubieran encontrado el campo abonado sin
las fricciones que desató en las relaciones internacionales la Gran Depresión.
2.5.3. REPERCUSIONES INTELECTUALES.
Los problemas
sociales
impactaron,
no
podía
ser
de
otra
forma,
en
las
posturas
y creaciones
de
los
escritores.
Una corriente de pensamiento empezó a formularse interrogantes sobre el modelo de desarrollo occidental.
Romaní Ronand anotó en su Diario en 1931: "el mantenimiento de la situación social existente en todo el
Occidente (...) es imposible".
Testigos de la crisis fueron los novelistas estadounidenses que integraron la "generación perdida". Su novela
emblemática, Las uvas de la ira, de I. Steinbeck, denunciaba en tono dramático la desesperación de las gentes
del sur.
Lógicamente la depresión alteró profundamente las doctrinas económicas. ¿Cómo explicar que la salida de la
prosperidad podría ser la ruina? Keynes en Teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936) dejaba claro
que el
meollo
de
la
catástrofe
consistía
en
el
descenso
de
la
demanda
y que
a los
gobiernos
correspondía
favorecer la recuperación mediante el aumento de gastos. Se identificaba claramente con las soluciones del
New Deal de Roosevelt.
En definitiva, 1929 significó una gran lección, la de que la economía no puede sostenerse indefinidamente
apoyada en la especulación. A partir de entonces, los gobiernos asumieron que debían actuar en el campo
económico, con medidas precisas en el momento oportuno para prevenir otro cataclismo.
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TEMA
10.
LAS
DEMOCRACIAS
Y
EL
ASCENSO
DE
LOS
TOTALITARISMOS
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1. LA CRISIS DE LAS DEMOCRACIAS LIBERALES.
En el continente europeo, el período de entreguerras (1919‐1939) fue una etapa muy inestable políticamente.
La fragilidad
de
las
democracias;
el
éxito
del
comunismo
en
Rusia
y su
influencia
en
el
movimiento
obrero
europeo; la difícil recuperación posbélica, agravada por la depresión económica de los años treinta,
configuraron el contexto en el que surgieron y triunfaron movimientos totalitarios de base conservadora,
nacionalista y racista.
1.1. ESTADOS LIBERALES Y ESTADOS TOTALITARIOS.
La mayoría de los Estados surgidos de la desintegración de los grandes imperios tras la Primera Guerra Mundial
instauraron repúblicas y adoptaron sistemas democráticos como forma de gobierno. Por otra parte, en los
Estados con tradición democrática se ampliaron los derechos individuales y se extendió el sufragio universal. A
pesar de ello, este sistema se vio debilitado por diferentes factores.
Por una parte, surgieron partidos, tanto de izquierdas como de derechas1, que defendían sistemas de gobierno
autoritarios. El triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, que defendía la dictadura del proletariado,
supuso el auge del comunismo como forma de gobierno alternativa a la democracia liberal burguesa. Pero
también se formaron agrupaciones antidemocráticas desde posiciones conservadoras y nacionalistas. Esta
postura se dio principalmente entre ex combatientes y miembros de la clase media que, más afectados por los
resultados de la guerra, consideraban a la democracia la responsable de la debilidad de la propia nación.
Por otra parte, se agravaron los problemas internos del sistema. En muchos casos, se rompió el equilibrio de los
poderes, lo que ocasionó un mal funcionamiento de las instituciones representativas. En unos casos, el poder
legislativo predominó sobre el ejecutivo, generando continuas crisis ministeriales que impedían la estabilidad
de los gobiernos. En otros, el gobierno, mediante la promulgación de decretos ley, asumió funciones
legislativas propias del Parlamento, sobre todo en materia económica y social.
La inestabilidad política también provino del gran peso que estaban adquiriendo las organizaciones sindicales y
patronales, que conformaron grupos de presión para reivindicar sus intereses sociales y económicos al margen
de la vía parlamentaria, propia de las democracias. Además, la adopción del sufragio universal, generalizado
después de la guerra, amplió las bases sociales de la representación parlamentaria y dio paso al pluripartidismo
y los partidos de masas. Esto provocó el recelo de las clases dominantes, que vieron en las posturas autoritarias
una forma de preservar sus privilegios.
En los países de larga tradición democrática, los regímenes parlamentarios sobrevivieron durante todo el
período, aunque
no
estuvieron
exentos
de
inestabilidad
y confusionismo
político.
En el Reino Unido, la irrupción política del Partido Laborista, de tendencia socialista, rompió con el tradicional
bipartidismo, lo que provocó una cierta inestabilidad de los gobiernos y la escisión del Partido Liberal, que
representaba las esencias del liberalismo clásico antiintervencionista.
1 Esta terminología de “derechas” e “izquierdas” tiene su origen en la Revolución Francesa. En los EstadosGenerales los grupos privilegiados se sentaban a la derecha del rey, mientras que los representantes del Tercer
Estado lo hacían a la izquierda.
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En Francia, la inestabilidad política fue más acusada, debido a la gravedad de los problemas monetarios y
financieros y a la violencia de las fuerzas de extrema derecha, que radicalizaron el panorama político. Los
grupos de izquierdas formaron una coalición, el Frente Popular, para enfrentarse al totalitarismo y luchar
contra los
efectos
de
la
crisis
económica.
Consiguieron
llegar
al
gobierno
en
1936.
En la Europa nórdica, Bélgica, Países Bajos, Suiza, Checoslovaquia y Estados Unidos, los regímenes
democráticos se caracterizaban por el pluripartidismo, el sistema parlamentario y las libertades individuales.
En cambio, en la mayor parte de Europa, durante los años veinte y treinta se fueron instaurando regímenes
totalitarios.
Italia, que no había conseguido sus aspiraciones territoriales después de la guerra, y que sufría graves
desequilibrios económicos, fue el primer Estado liberal en el que la democracia dio los primeros síntomas de
debilidad. La crisis política y económica empujó a las clases medias y a un sector de las clases obreras y del
campesinado a apoyar la implantación de un régimen totalitario en 1922, creando un nuevo sistema político, el
fascismo.
Los nuevos Estados surgidos de la descomposición de los grandes imperios austro‐húngaro, ruso y turco no
tenían tradición democrática, y sus estructuras socioeconómicas no permitían el funcionamiento correcto de
un régimen parlamentario. A ello se unieron las rivalidades étnicas, como en Yugoslavia, y la dificultad de
organizar económica y administrativamente territorios poco uniformes.
Desde mediados de los años veinte, se fueron produciendo golpes de Estado que sustituyeron la democracia
por regímenes autoritarios de derechas, bajo un poder personal y militar, e influidos, en mayor o menor grado,
por la ideología fascista.
En Polonia,
el
general
Pilsudski
(1926)
impuso
una
larga
dictadura;
del
mismo
modo,
Gombos,
en
Hungría
(1932), y Dollfuss, en Austria (1933), instauraron gobiernos de tendencia fascista. En países como Yugoslavia,
Rumania o Bulgaria se restauraron monarquías autoritarias a lo largo de los años treinta. También en Grecia,
Portugal y España, cuyas estructuras sociales eran semejantes y sus democracias, poco consolidadas, se
impusieron dictaduras conservadoras.
En Alemania, la república democrática instaurada después de la guerra tampoco consiguió estabilizar el
panorama político y económico de un país que tenía que enfrentarse a las duras condiciones establecidas en
los tratados de paz. Las dificultades por superar la crisis política y económica facilitaron el establecimiento de
un régimen totalitario en 1933, apoyado por la mayor parte de la sociedad.
1.2. EL
FASCISMO.
Los acuerdos de paz posteriores a la Gran Guerra no satisficieron las aspiraciones territoriales italianas, lo que
creó un fuerte sentimiento nacionalista reivindicativo. Por otra parte, la incidencia de la crisis económica
originó numerosos conflictos sociales que el gobierno democrático liberal no era capaz de solucionar,
agravados por las cada vez mayores reivindicaciones por parte de la clase obrera.
Esta situación favoreció que B. Mussolini fundara los fasci di combattimento o escuadras de combate en 1919.
Eran grupos paramilitares destinados a frenar las reivindicaciones de socialistas y comunistas y, a la vez,
expulsarlos de los gobiernos locales y las fábricas. Por ello, fueron financiados por la burguesía que, ante la
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crisis social, temía el estallido de una revolución bolchevique. Este apoyo facilitó la creación del Partido
Nacional Fascista, en 1921, dirigido por Mussolini y en el que se integraron los grupos paramilitares.
1.2.1. LOS
FUNDAMENTOS
TEÓRICOS
DEL
FASCISMO.
Aunque fascismo, en sentido estricto, se refiere a un fenómeno político específicamente italiano surgido en los
años veinte, bajo esta denominación se engloban genéricamente los movimientos totalitarios que no respetan
las libertades y los derechos individuales, sociales y políticos.
El fascismo se caracterizó por:
• La desigualdad entre los individuos, por lo que se rechazaba el gobierno representativo de la
democracia y se justificaban las actitudes discriminatorias.
• La subordinación de los individuos al Estado, que se convirtió en el órgano de control de toda la
sociedad. Por
ello
Mussolini
definió
el
Estado
fascista
como
un
Estado
totalitario
(doc.
1).
• La existencia de una elite, competente y preparada, y de un líder carismático, capaz de crear una
voluntad general a la que las masas se debían someter.
• El rechazo de la tradición racionalista de la cultura occidental, y la exaltación de los elementos
irracionales de la conducta y de los sentimientos, que llevan a la intolerancia y el fanatismo.
• La justificación de una política expansionista, como respuesta a un nacionalismo radical que
consideraba la adquisición de nuevos territorios como la única forma de fortalecer a la nación
(nacionalismo de pueblos vencidos).
El fascismo se definió también por su antiparlamentarismo, su antimarxismo y su anticapitalismo. Se culpaba a
la democracia liberal de todos los males de la sociedad. Se criticaba al socialismo marxista e internacionalista, a
la vez
que
se
predicaba
una
ideología
de
carácter
nacionalista
que
pretendía
ciertas
reformas
sociales,
para
atraerse a las clases medias, al proletariado y al campesinado, amenazados por el paro y los bajos salarios. El
anticapitalismo inicial se vio suavizado por el apoyo financiero que los grandes empresarios proporcionaron al
fascismo, ya que lo consideraron una vía para frenar el movimiento obrero que ponía en peligro el orden
burgués capitalista.
La utilización de fuerzas paramilitares tenía como objetivo crear un clima de violencia y desorden que
propiciara el ascenso al poder del Partido Fascista y, una vez en él, ejercer el monopolio de la acción política.
El Partido Fascista era el único permitido y, una vez en el poder, su organización se confundió con la estructura
del Estado. Éste controlaba la propaganda, los medios de comunicación y la educación, con el fin de unir a las
masas en
la
exaltación
del
régimen
político
impuesto.
Dicha
exaltación
se
plasmaba
en
la
utilización
de
una
gran escenografía (paradas militares, discursos ante enormes masas de población, saludos militares...), para
reforzar la adhesión al líder y al partido.
1.2.2. LA ITALIA FASCISTA.
En 1922, una huelga general, promovida por los grupos de izquierda, sirvió de pretexto a Mussolini para
preparar su subida al poder. Mussolini lanzó un ultimátum al gobierno, con una marcha sobre Roma, para
convencer al rey de que sólo el fascismo podía estabilizar la situación política italiana. Víctor Manuel III,
contando con el apoyo del ejército, le nombró jefe del gobierno en octubre de 1922. Así, el rey, el ejército y la
mayoría de los políticos contribuyeron a dar apariencia legal a esta ocupación del poder.
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En los momentos iniciales, Mussolini respetó aparentemente las formas democráticas. Pero en las elecciones
de 1924, los fascistas obtuvieron la mayoría absoluta gracias al fraude y la violencia ejercidos contra la
oposición. Las denuncias fueron silenciadas con el asesinato del diputado socialista Matteoti, que desató un
gran escándalo
y marcó
el
inicio
de
la
dictadura
fascista.
A partir de entonces, se inició la organización de un Estado totalitario según los ideales fascistas, al frente del
que estaba Mussolini, el Duce, como caudillo absoluto. Progresivamente, los órganos del Partido Fascista se
convirtieron en órganos supremos del Estado, y también de la administración local. Se prohibieron los
sindicatos y los partidos políticos y se creó una policía política, para controlar la oposición al régimen; se
prohibieron las libertades individuales y se depuró el ejército, la administración y la enseñanza.
La construcción de un Estado totalitario fue previa al establecimiento y definición del fascismo y el
totalitarismo, que Mussolini llevó a cabo en su obra La doctrina del fascismo en 1932.
En el terreno económico, el régimen buscó la autosuficiencia, poniendo en práctica una política económica
autárquica. Para que ésta triunfara, era necesario atraer y movilizar a la población en torno al partido y al Duce,
por lo que se iniciaron las llamadas batallas económicas, que tenían como objetivo incrementar la producción
para autoabastecerse, evitando recurrir a las importaciones, a la vez que configuraban un escaparate para
prestigiar el régimen. Por otra parte, también se intentó absorber el paro, con la construcción de numerosas
infraestructuras, como autopistas, presas, grandes edificios...
La crisis de los años treinta acentuó el dirigismo político del Estado. Se reforzó una economía autárquica y se
tomaron iniciativas en la mayoría de las actividades productivas, como la creación de un organismo para
potenciar la industria (Instituto para la Reconstrucción Industrial o IRI). A pesar de ello, se mantuvo la
propiedad privada en los sectores más rentables de la economía.
La política social se caracterizó por el corporativismo. El Estado obligó a que empresarios y trabajadores se
integraran en una misma organización, y actuó como mediador en los conflictos. En realidad, esta organización
corporativa privaba a los trabajadores de sindicatos y, por tanto, el Estado podía controlar las reivindicaciones
sociales y los enfrentamientos.
El control social también se llevó a cabo mediante la creación de distintas organizaciones que educaban al
individuo en la doctrina fascista, desde los cuatro años hasta el final de su vida. Por ejemplo, el Consejo
Nacional de Corporaciones agrupaba a las veintidós corporaciones de trabajadores y patronos; diferentes
organizaciones agrupaban por edades y sexos a los niños y los jóvenes, entre las que destaca la Ópera Nacional
Balilla para niños de 4 a 14 años, e incluso, se crearon instituciones recreativas y de ocio para los trabajadores,
como la Ópera Nazionale Dopo Lavoro. Las organizaciones dedicadas al ocio y la creación de un sistema de
seguridad social fueron utilizadas por el Estado para dar popularidad al régimen.
1.3. LA REPÚBLICA DE WEIMAR.
La República Democrática fue proclamada en Alemania el 9 de noviembre de 1918, por iniciativa del Partido
Socialdemócrata. La llamada República de Weimar; por ser en esta ciudad donde se redactó la constitución del
nuevo régimen político, perduró hasta 1933. La fuerte oposición a la que tuvo que enfrentarse constantemente
no permitió consolidar un sistema democrático.
El gobierno se vio obligado a hacer frente a los comunistas, también llamados espartaquistas, que intentaron
llevar a cabo una revolución bolchevique. También se enfrentó a la oposición de los partidos conservadores,
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que acusaron al gobierno socialdemócrata de ceder ante las duras condiciones de la paz impuestas en
Versalles, que impedían la recuperación social y económica de Alemania.
La
clase
media,
afectada
profundamente
por
la
crisis
de
posguerra,
recelaba
también
de
los
partidos
conservadores tradicionales y se alineaba con posturas antidemocráticas y propias del nacionalismo radical. En
consecuencia, la inestabilidad de la República de Weimar fue permanente.
En este marco de crisis política, económica y de descontento social, Anton Drexler, un herrero empleado en los
talleres ferroviarios, fundó el Partido Obrero Alemán (DAP) en 1919, con una ideología de extrema derecha
contraria al sistema democrático, anticapitalista y antimarxista, que defendía un nacionalismo xenófobo y
racista. Pronto fue controlado por Adolf Hitler, un pequeño burgués de origen austriaco, y desde 1920 la
organización pasó a llamarse Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP) o Partido Nazi.
La inestabilidad política del régimen democrático y la crisis económica de los años treinta favorecieron el
triunfo electoral del partido en 1933. Fue apoyado, sobre todo, por las clases medias, afectadas
profundamente por el paro y la depresión económica, y, después de la crisis de 1929, también por la alta
burguesía. Así pues, la llegada al poder del nazismo se realizó desde la legalidad democrática y significó el fin de
la República de Weimar y la instauración de un régimen totalitario.
2.
LA
ALEMANIA
NAZI.
La década de los años veinte fue un período de relativa estabilidad para la República alemana de Weimar
gracias al apoyo financiero norteamericano, a través del Plan Dawes. Durante estos años, el Partido Nazi,
liderado
por
A.
Hitler,
había
conseguido
un
elevado
número
de
afiliados,
aunque
no
tenía
una
numerosa
representación parlamentaria.
En este período, el partido se estructuró basándose en una fuerte jerarquización y en la creación de secciones
paramilitares como medio de presión. En 1921, se fundaron las Sturmabteilungen (S.A.) o tropas de asalto y, en
1928, las Schutzstaffeln (S.S.) o brigadas de protección, como guardia personal de Hitler, convertido en jefe
único y carismático, que había sentado las bases de la ideología nazi en un libro titulado Mein Kampf. Por otra
parte, también se fundaron otras organizaciones, como las Juventudes Hitlerianas, para integrar al individuo en
el partido desde edades tempranas y en todos los sectores de la sociedad.
2.1. LA LLEGADA AL PODER.
El Partido Nazi empezó a obtener resultados favorables en las elecciones al Parlamento a raíz de la crisis
económica de los años treinta, cuando las bases sociales que apoyaban la República se desestabilizaron y el
gobierno democrático no supo dar una respuesta eficaz. Ante este panorama, el Partido Nazi consiguió el
apoyo, por una parte, de las clases medias y de los obreros y campesinos en paro, buscando culpables en los
marxistas y los judíos y, por otra, de los sectores financieros y militares, que veían en Hitler al único defensor
del orden social amenazado y el único capaz de mantener la estabilidad política (doc. 2).
En medio de un fuerte clima de violencia y desórdenes provocado por grupos paramilitares, el Partido Nazi
obtuvo su primer éxito electoral en 1930, fecha en que consiguió 107 escaños en el Parlamento, frente a los 12
que había obtenido en mayo de 1928.
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En las elecciones posteriores, el número de escaños fue aumentando, aunque sin llegar a la mayoría absoluta,
que consiguieron en 1933 gracias al apoyo de los partidos conservadores y nacionalistas ante el temor del
ascenso comunista.
En 1933, el presidente Hindenburg nombró canciller de la República a Hitler, con lo que el Partido Nazi había
conseguido el gobierno de Alemania por la vía democrática.
Entre 1933 y 1934, el partido se fue afianzando en el poder, aprovechando la inestabilidad política y la crisis
económica, y alejándose cada vez más de la legalidad democrática. Se creó la Geheime Staatspolizei (Gestapo),
un cuerpo de policía secreta destinado a controlar y eliminar la oposición política; se gobernó mediante
decretos; se prohibieron los partidos políticos; se limitó el derecho de reunión y la libertad de prensa y se
multiplicó el clima de violencia. Esto impidió que la oposición pudiera enfrentarse libremente a los nazis, que se
convirtieron en partido único, cuya estructura fue transferida a la administración del Estado. Por otra parte,
Hitler reforzó su poder en el partido, eliminando a los elementos más izquierdistas, representados por los
dirigentes de
las
S.A.,
que
fueron
asesinados
en
la
llamada
noche
de
los
cuchillos
largos
(30
de
junio
de
1934).
El 2 de agosto de 1934, tras la muerte del presidente Hindenburg, acumuló todas las funciones presidenciales,
proclamándose führer (caudillo) e instaurando el III Reich (III Imperio), una dictadura.
2.2. EL ESTADO NAZI.
El Partido Nazi controlaba el Estado, con Hitler como líder indiscutible, eliminando toda oposición en la
administración y el ejército a través de una política de terror indiscriminado protagonizada por la Gestapo y las
S.S. (policía militarizada que ocupaba las funciones de las antiguas S.A.), cuerpos policiales dirigidos por H.
Himmler.
También se
intensificó
la
política
antisemita,
ya
que
el
nazismo
consideraba
que
el
pueblo
alemán
era
una
raza
superior y sólo la depuración racial permitiría agrupar a una nación que tenía como misión histórica dominar el
mundo. En 1935, se dictaron las leyes de Nuremberg, que desposeyeron de derechos a los judíos, incluido el de
la nacionalidad alemana. A finales de 1938, en la llamada noche de cristal, se produjo un gran ataque contra los
judíos, que marcó el inicio de una persecución sistemática contra ellos, que durante la Segunda Guerra Mundial
dio lugar a lo que se ha llamado holocausto judío.
Para conseguir la sumisión del pueblo alemán a la ideología nazi, además de la política de terror llevada a cabo
por la policía, se utilizó la propaganda y se controlaron los medios de comunicación, la educación y la cultura,
con una eficaz política dirigida por J. Goebbels.
Además,
el
régimen
consiguió
numerosos
partidarios
gracias
a
su
política
económica
intervencionista
y
autárquica, llevada a cabo por H. Goering. La construcción de grandes obras públicas y la potenciación de la
industria pesada, química y armamentística, significaron la recuperación económica y el descenso del paro, a la
vez que permitían a Alemania prepararse para la guerra. El intervencionismo estatal también significó la
prohibición del sindicalismo y la creación de organismos en los que se integraba a patronos y obreros.
La política exterior se caracterizó por el expansionismo, que el Estado nazi justificaba por la necesidad de
buscar el espacio vital que la nación alemana necesitaba para desarrollarse demográfica y económicamente.
Esto explica que se buscara la anexión de los territorios de Europa oriental, rompiendo los acuerdos
establecidos en el Tratado de Versalles y estableciendo un clima propicio para el estallido de la Segunda Guerra
Mundial, cuya causa inmediata fue la invasión de Polonia, en 1939.
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TEMA 11.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y SUS
CONSECUENCIAS
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1. INTRODUCCIÓN.
Los nuevos problemas internacionales desembocaron, en apenas veinte años, en otro enfrentamiento bélico
de dimensiones
mundiales.
Durante seis largos años 1939‐1945, se escribieron las páginas más lamentables en la historia de la humanidad:
terribles enfrentamientos bélicos, aterradores bombardeos aéreos sobre poblaciones civiles, lanzamiento de
bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, holocausto judío, etc.
Hablamos de la II Guerra Mundial, en singular, pero en realidad hubo dos guerras diferenciadas por su
localización geográfica:
• La desarrollada en Europa y el norte de África.
• La guerra en el Extremo Oriente o guerra del Pacífico.
2. PAÍSES BELIGERANTES Y PAÍSES NEUTRALES.
Países Aliados Potencias del Eje Países Neutrales
Reino Unido Alemania España
Estados Unidos Italia Irlanda
Unión Soviética Japón Turquía
Francia (libre) Hungría Suecia
China Eslovaquia Suiza
Commonwealth Finlandia Portugal
América Latina Croacia
Rumanía
Bulgaria
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