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La impotencia de la amistad

Soplaba un viento interior que arrasaba sus relaciones. Tendría que gemirlo al son de dos tubos nasales.

De morado otoño madura mi sentimiento de amigos olvidados del calor.

Qué callados. Qué inexistentes, hoy. Cómo se os oía, aquellos días de cambios.

Un respiro

Te quemas. Se secan las semillas. Se estropean los días. Un poco de aire reaviva las semillas de días nuevos.

¿Cómo se revive? ¿Cuántas veces? Salir a la calle con el mismo pie es un gesto tan distinto.

No sé construir castillos en el aire, porque caen como aguaceros al mirarlos. Prefiero dejar que en el aire sigan los deseos.

De un mundo suspendido entre flores a un continuo salto entre manecillas. Quería quedarse en el que

dejaba y en el que le recibía.

Soñar que vuelve, volver a la vigilia temiendo su regreso porque no sabes si tu sueño es el punto de partida.

Pedid, y se os dará. Y ahora estoy aquí, y me dan, y tengo que salir de su círculo, porque me dan y parece suficiente.

Te ruego señor que me concedas tiempo. Necesito saber si quiero hacer muchas cosas o si necesito vivir ocupada para matar el tiempo.

Las lecciones aprendidas

Si me enfado con la vida, pierdo. Si me resigno, más todavía. Si lucho, malgasto energía. Si me dejo llevar, me detengo.

Entré como niña para no recibir como adulta. Como adulta sobreviví, como niña fui de nuevo herida. Me la llevo conmigo para consolarla.

Él ha sido la sombra resignada de mí misma. Oscureció. No tengo sombra ni amor. Me palpo a mí

no estuviste, tantas veces? El amor es sentimiento. El amado es muy concreto.

Elllen murió de un ataque al corazón. -Te amo, pídeme lo que quieras, le dijo antes de morir. - Quiero que no

Deshistoria de amor − versión 1María Cera (texto) @idelfonsa http://www.escrituraprofesional.com/Mariví Arróspide (ilustración) @viviarrospide http://itemvissavi.com/

Barcelona, septiembre de 2011

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El dolor

Sesenta palabras hacia ti. Las recibirás con tu hábito acomodado. Sesenta palabras en la atmósfera.

Es tanto el dolor de mi pecho que se derramó y se desborda desde entonces por mis ojos.

¿Por qué aprendimos a llorar en silencio? ¿Se llora hacia dentro? Lágrimas saladas que secan la alegría.

La rabia

No creo ya en la realidad. Me coloco una camelia en el pecho y me corono reina de la mirada glaseada.

Quiero la luna. Quiero otra vida donde los sentimientos reverberen en la inanición. Te quiero allí.

Me alegra saber, señor, que no va usted a volver. Abriré los ojos para no verle. Los cerraré a su recuerdo. Lo desexistencializaré.

Era hora de parar. Los acontecimientos se habían amontonado y no distinguía unos de otros. Ahora eran una montaña de escombros.

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La presencia de la ausencia

Es una tibieza que nunca se enfría para empujarte al cobijo. Es un zumbido persistente, eco continuo en un espacio de presencias ausentes.

Pesa más tu ausencia que mis responsabilidades. Mis días se reducen a sentir que ya no estás.

Cuatro paredes la hicieron callada. Tan macizas que pudo asomarse a su mundo interior.

Vive en ninguna parte y lleva su no lugar como una caracola vacía que caracolea hasta topar con la incógnita de cuándo perdió su lugar.

Hacía y hacía y hacía y hacía y hacía. ¿Y? Nada.

La soledad le desconcentra de la realidad. Le oxida por falta de uso. Deja que el mar te lama con sus olas hasta cierto punto.

Si me adentro en mí me alejo de los otros. Me gusta mi silencio, mi ritmo, mi compañía, pero os echo de menos.

misma.

He tratado de esconderme en un amor mediocre. Me encontré a mí misma y a la vida de frente.

Qué gilipollez que se abra una ventana. Eres tú la que tienes que salir por la puerta.

Hay un momento en que lo sabes. Un pequeño parpadeo a lo que te dice el cuerpo acaba en un gran dolor del alma.

Quiso conocerlo. Consiguió el encuentro. Quedaron una y más veces, incluso muchas. Pero nunca lo conoció.

Acabas acusándolo de tu propia traición. Con tu ceguera, lo paralizas. Hay algo ahí que no existe, que no puede cambiar.

Recibes la visita inesperada cuando sabes que vendrá. Las de larga estela también asoman a lo lejos a los ojos de quien gusta de mirar.

La vida en rosa. Te cansas. Al poco deseas descomedirte en el sofá, anasearte por un día, dos,

enfadarte groseramente. La vida es arco iris.

El amor

Te quiero. Te quiero porque me has dado. Te quiero porque te he conocido. Te quiero porque me has visto.

Ha soñado con el amor perfecto: un amigo que le quiere. ¿Cómo se mira veinte años de amistad desde un beso?

Se conocían. Sus conversaciones aumentaban la fantasía que toda persona se hace de otra. Se recreaban.

No le beses, porque desaparecerá de tu esperanza, que se alimentará de negativas.

Eligió como amante al amigo. Muchos años de risas juntos. Demasiados sin responsabilidades ni compromisos. No supieron rebasar la mano.

Unos empiezan y otros rompen la conspiración que crea la humanidad contra los enamorados. La mayoría permanecen, todavía, entre rejas.

Dame ese amor que me negaste. Te amé. ¿Y por qué