2. almost broken

193
Página1

Upload: lizbeth-carrazco

Post on 22-Jan-2018

98 views

Category:

Art & Photos


0 download

TRANSCRIPT

P

ágin

a1

P

ágin

a2

P

ágin

a3

P

ágin

a4

Steffanie

Dabria Rose

mayelie

Meli Eli

Molly Bloom

Neige

Olivia_

Osma

Neige

Jane’

P

ágin

a5

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Próximo Libro

Sobre el Autor

P

ágin

a6

Lauren Brooks se enamoró de Cal Scott a los veintiuno, se casó con él a los veintidós y le rompieron el corazón a los veintitrés cuando él abandonó su matrimonio. A los veinticinco, pese a estar criando sola a su hija, Lauren finalmente

estaba siguiendo con su vida. Hasta que, al saber la razón del abandono de Cal, las paredes que había construido a su alrededor colapsaron.

El día en que conoció a Chris, todos esos sentimientos que pensó haber encerrado se desbordaron. No puede darse el lujo de ceder ante los deseos de su corazón de nuevo. El amor casi la rompió una vez, y su hija no necesita dos padres

rotos.

Christopher Scott está enamorado, recientemente comprometido con Jenna, quien estuvo con él a través de una enfermedad a la que no pensó poder sobrevivir. Finalmente está acomodándose en la vida que siempre ha querido, haciendo planes de

los que antes solo se atrevía a soñar. Hasta que, una mujer llamada Lauren llega a su puerta. Ella es intrigante, hermosa y, sin importar cuánto lo intente, no puede alejarse

de ella. Entre más se acerca a ella, más se derrumban su planes tan sólidos como una roca. Todo lo que sabe es que Lauren es la pieza que le faltaba de un rompecabezas

que debe resolver. Para poder poner todas las piezas en su lugar, tendrá que seguir su corazón, y eso le puede costar todo...

P

ágin

a7

ómo mierda terminé aquí?, es la misma pregunta que me he hecho mil

veces. Por dos años, me imaginaba cómo sería esto. Ahora, solo estoy aterrada de él. Mi corazón late como si fuera un tambor. Estoy

confundida, estoy enojada, y con una sensación de culpa que trepa

en mí. Pensé que había madurado, que él no podría hacerme sentir esto, ya no más. Ahora siento como si hubiera sido transportada en el tiempo, y todo

comenzara de nuevo. Estoy al comienzo de un partido para el que no he entrenado o esperado.

—Puedo hacer esto —murmuro.

Bueno, si tan solo lo creyera…

¿C

P

ágin

a8

uedo hacer esto —me digo por millonésima vez, exhalando una limpia respiración. Mis nervios están completamente disparados. Un pequeño soplo y me haré mil pedazos—. Esto es

por Caylen —me digo de nuevo mientras examino mi reflejo en el baño de los Scott.

Sigo siendo yo. Me veo igual, me escucho igual, pero estando aquí, siento que soy

alguien más. Salpico con agua helada mi rostro, suspiro a la chica que me regresa la mirada. Ella sonríe, pero no es real. Con la práctica, está cerca de ser perfecta, y completamente artificial. Si puedo lucir contenta y feliz, realmente puedo comenzar a

sentirme feliz y contenta. Me veo bien, genial, si se me permite decirlo. Desafortunadamente, me siento como si estuviera asfixiándome. El cuarto del baño es

grande, pero juro que siento que las paredes se encogen a mi alrededor.

Todo esto.

He estado tratando de convencerme de que puedo hacer esto hoy. He estado en este cuarto de baño por diez minutos, y siento como si me estuviera ahogando.

Ahogándome rápidamente.

Miro mi teléfono notando todo el tiempo que ha pasado. No puedo ocultarme aquí como un gato asustado. Mi hija está ahí afuera. Con ellos. Bueno no con ellos, con

su padre y sus abuelos. Abuelos que han sido todo mimos con ella desde el momento

en que la señora Scott salió de la casa y la tomó en sus brazos y antes que subiéramos por los escalones. La fría mirada que el señor Scott me dio se derritió por completo

cuando puso sus ojos en Caylen. La sala de los Scotts está tan llena de juguetes y animales de peluches que pensé que era Toys R Us1, ellos la aman.

Debería estar entusiasmada.

Realmente debería.

Estoy entusiasmada. De alguna manera…

Esperaba que esto fuera incómodo. Me preparé para el hecho de que no se adaptaran bien a la hija de Cal. No hay ninguna incomodidad. La adoran. Estoy feliz,

tan feliz por ella, pero tengo que admitir que me siento aislada.

Ella encaja a la perfección.

Yo no.

—Todo está bien —me digo en voz alta, pasando mis manos por mi cabello, humedezco mis labios, y practico mi falsa sonrisa una vez más.

1Juguetería muy popular

—P

P

ágin

a9

Todo es fenomenal, excepto que estoy enamorada de un hombre que realmente no tiene idea de quién soy y está comprometido con otra mujer. A parte de eso, las cosas son geniales. Cuando finalmente salgo del baño, me parece que han abierto la

mitad de los juguetes. El señor Scott y Chris están tratando de armar una casa de muñecas gigante mientras la señora Scott está jugando con Caylen y el animal de

peluche que Chris le compró. Esto se ve como algo que podría estar en una tarjeta de Hallmark.

Aun así, quiero largarme. Quiero decirles que pueden pasar unas horas con

Caylen mientras vuelvo a mi habitación del hotel a llorar. Tal vez tomar una copa. ¿A quién estoy engañando? Esta sería una noche de botella entera. No, ¡NO! ¡Alto! Soy

demasiado mayor para esto. Soy una mamá. Solo sonríe y aguántatelo. Mis ojos se

desvían hacia Chris. He estado tratando de evitar mirarlo.

No he estado aquí tanto tiempo, pero me dije que no debería observarlo durante más de cinco segundos. Mis ojos no estuvieron de acuerdo conmigo antes. De hecho

todavía no lo están. Siguen cada uno de sus movimientos, esperando otro vislumbre de lo que vi antes.

Cal.

Fue él. Tiene que serlo. O tal vez solo lo imaginé. Yo y mi maldita imaginación. Me estoy volviendo loca. Era solo cuestión de tiempo antes de que Cal me volviera loca, y ahora finalmente sucedió.

—¿Está todo bien, Lauren? —La voz de la señora Scott me recuerda que no estoy aquí sentada sola con mis pensamientos y que necesito interactuar con otras personas en este cuarto para no parecer un maldito zombi.

—Sí. Sí. Su casa es hermosa —le digo entusiasmada.

Estoy un poquito demasiado entusiasmada. No he visto ninguna otra habitación de la casa, además de la sala y el baño. Ugh, ahora probablemente pensaran que he estado husmeando alrededor de la casa en vez de ir al baño, que es donde dije que iba.

Oh ni modo, me acomodo en mi silla marrón y doblo mis manos. Caylen camina hacia Chris y el señor Scott, como si fuera Godzila en la casa de muñecas que estaban

construyendo.

—Caylen déjalos terminar. —Río.

—Así que te gusta romper cosas, ¿eh? —se burla Chris mientras la levanta y la sostiene en el aire. Ella ríe cuando la levanta de arriba abajo.

Él no es Cal. Él no es Cal. Él no es Cal…

—Esto es más difícil que arreglar un motor —murmura el señor Scott, mirando las instrucciones de la casa de muñecas como si estuvieran escritas en un idioma diferente.

—¿Lauren, te importaría ayudarme en la cocina? —La voz de la señora Scott interrumpe mi mantra.

—Seguro —digo, me pongo de pie y la sigo. Siento que mi cuerpo se mueve en cámara lenta. Chris me da una sonrisa tranquilizadora, y mi corazón salta

P

ágin

a10

prácticamente de mi pecho. Miro por encima de mi hombro, él y su padre juegan con

Caylen cuando volteo y entro en la cocina.

Su cocina es grande, separada del comedor, pero todavía lo suficientemente grande para ajustar una mesa redonda con cuatro sillas fácilmente. Hay mucho espacio

en el mostrador y al menos una docena de gabinetes, un gran refrigerador blanco y una cocina de doble quemador. Espero que no me pida ayudarla a cocinar nada.

Me dirijo al fregadero y lavo mis manos después de ella. Al mirar por la ventana, veo un caballo a la distancia. Dos caballos en realidad.

—¿Tienen caballos? —pregunto sorprendida.

—Caballos, vacas, algunos cerdos —dice con una sonrisa.

Bueno, ¡duh!, es una granja. Los abuelos de mi hija tienen una granja.

—¿Montas? —pregunta ella, sacando tres recipientes plásticos del refrigerador. Les quita las tapas a todos ellos, dejando al descubierto el jamón de pavo, queso y lechuga.

—No realmente. Bueno, no soy profesional ni nada que se le parezca. Solo un

poco aquí y allá cuando estaba en la escuela secundaria —dije nerviosa.

—Chris monta. Bueno, solía hacerlo. Estoy segura que te enseñara o puede ayudarte a mejorar tus habilidades —dice, y casi me río ante la idea de Cal en un

caballo con un gran sombrero de vaquero—. ¿De carne está bien? —interrumpe mis pensamientos.

—Oh sí, está bien.

Me pidió ayuda, pero armó todos estos sándwiches como si hubiera sido una

empleada de Subway.

—La comida en el zoológico es tan cara, y me han dicho que mis sándwiches son muy buenos —dice con un guiño, y río al separar las hojas de lechuga, que fue lo que

me asignó.

Es raro, pero estar aquí con ella me hace sentir más calmada. No tan rara, nerviosa o ansiosa.

—Caylen ama el zoológico. Está obsesionada con los animales —le digo,

poniendo una rodaja de tomate en cada una de los pedazos de pan que ella puso en el mostrador.

—Chris también. Pensarías que ya que tenemos una granja habría sido suficiente

para su obsesión con los animales, pero nos pedía que lo lleváramos todo el tiempo. —Me entrega bolsas de Ziploc para poner los sándwiches en ellas—. Quiero darte las gracias por traerla —dice, apoyada en el mostrador y volviendo su atención a mí.

Sonrío nerviosa e inquieta.

—Está bien.

—Después de todo, sé que podrías haber… habrías tenido todo el derecho hacer esto difícil, solo quiero darte las gracias por... gracias, Lauren. —Su sonrisa es sincera

y una pequeña parte de mí quiere abrazarla.

P

ágin

a11

Ella emite esta aurora maternal que te hace desear ser abrazada por ella. Decirle exactamente cómo te sientes. Si yo fuera a decirle cómo me siento ahora, le diría: Estoy desesperadamente enamorada de su hijo, y daría casi cualquier cosa para que hacerle recordar que

me amaba. Podría preguntarle: ¿Cómo hago para dejar de sentirme así?

No lo hice, por supuesto, pero podría tal vez verme algún día abrazándola. Si no estaba confundiendo toda la situación. Después de los sándwiches empacamos jugos,

papas fritas y fruta, cuando regresamos a la sala, donde no se veía que hubieran hecho un progreso con la casa de muñecas.

—Todo está empacado —anuncia su madre cuando entramos en la sala.

—¿Estás lista para ir al zoológico con los mejores animales del mundo? —pregunta Chris entusiasmado, levantando a Caylen con él. No puedo evitar sonreír. Se ve genuinamente emocionado.

—Esperemos que en el momento que vuelvas, tenga hecho esto. —Ríe su padre,

y nos acompañan a la puerta.

—Diviértete mucho pequeña —dice ella, besando la mejilla de Caylen.

—Voy a armarte esa casa de muñecas aunque sea lo último que haga —promete el señor Scott, apretando sus mejillas.

—Los llamaré cuando estemos en el camino de regreso —dice Chris mientras caminamos por las escaleras.

—Que la pasen bien —nos dice la señora Scott.

—Así que, ¿qué auto estamos llevando? —Sujeta a Caylen en su brazo. Todavía es surrealista que él la abrace. Se adaptan, como si nunca hubiera perdido un día en la

vida de ella.

—El asiento de seguridad está en el mío, pero podríamos cambiarlo si así lo deseas.

—¿Quieres conducir? —me pregunta. Odio manejar sobre todo cuando no conozco al lugar donde voy.

—No en realidad. ¿Quieres manejar mi auto? —ofrezco. Él ve mi auto por encima y veo una sonrisa dibujarse en su rostro.

—Claro —dice. Cuando nos dirigimos al auto, cambio las bolsas de la comida por Caylen con él, abro la puerta y coloco a Caylen en su asiento.

—¿Puedo intentarlo? —pregunta.

—Sí. —Doy un paso atrás, y le lleva un par de minutos conseguir ajustar las

correas y cerrarlas de golpe, pero Caylen coopera, con la mano en su boca y una sonrisa en su rostro.

—Soy un principiante que aprende rápido —le dice a ella, luego me sonríe.

Me río e ignoro las mariposas volando en mi estómago. Entramos al auto y él

ajusta mucho su asiento. Ha sido un largo tiempo desde que alguien de su estatura se ha sentado en el asiento del conductor.

P

ágin

a12

—Eres muy bajita —dice con una sonrisa, y soy atrapada con la guardia baja. El

no solo me llamo bajita sino que muy bajita. Pienso que Jenna mide al menos un metro

setenta.

—Umm, sí —digo, poniéndome mi cinturón de seguridad. Si las cosas no eran torpes, seguro que ahora sí. La sonrisa juguetona en su rostro desapareció—. Dice el gigante —bromeo para aliviar la tensión. Él comienza a reír y me le uno.

—Esa es buena —bromea de regreso.

Le doy un vistazo a través del espejo retrovisor. Tranquilamente dejo escapar un suspiro. Cuando la radio se enciende, sonando con una de mis operas italianas. Nunca las escuché cuando Cal y yo estuvimos juntos, pero después que nació Caylen, Ángela

me pasó algunos cuantas, y resultaron ser sorprendentemente calmantes. Era como si solamente el lamento de un cantante pudiera expresar el dolor en el que me

encontraba. Pero al mirar el rostro de Chris, puedo mirar cualquier cosa menos tranquilidad.

—Puedo cambiarlo si no te gusta —digo, un poco apenada.

—Eso es un poco depresivo —responde con una sonrisa nerviosa mientras da la vuelta a la carretera en la entrada de su casa. Supongo que cuando estás realmente deprimido es tranquilizador.

—Algo así —admito, mientras la opera continua sonando—. ¿Top 40 está bien? —pregunto, cambiando la radio.

—Un poco mejor —dice en broma.

El viaje al zoológico fue tranquilo. Conduce como una persona normal, no como un conductor de la Nascar, como lo hacía Cal. Pero si hubiéramos tenido a Caylen

cuando Cal y yo estuvimos juntos estoy segura que no hubiera conducido posiblemente como un maniático. El zoológico era un poco impresionante para estar

cerca de un pueblo tan pequeño. Solo pasaron dos horas antes que Caylen se quedara dormida. Estos dos son muy entretenidos juntos.

—Se quedó dormida antes de que viéramos a los osos —dice con una genuina

decepción.

Me río.

—Ha tenido un buen recorrido. Vamos a tomar un descanso para comer. Podría despertar en una media hora o menos —le aseguro. Caminamos hacia el área de

picnic, y saco los sándwiches que su mamá nos hizo.

—Gracias. —Toma uno de mi mano. Y le paso las toallas, y toma una, divertido.

Realmente soy ahora una mamá.

Desenvuelvo mi sándwich y lo muerdo. Mis papilas gustativas han muerto he ido al cielo.

—Oh Dios mío —gimo.

Hay un brillo en sus ojos.

—¿Son buenos, cierto? —dice, saboreando el suyo.

P

ágin

a13

—Este puede ser el mejor sándwich que he probado —le digo, mordiéndolo de nuevo.

—Mi mamá hace los mejores sándwiches —dice, terminando el suyo en tiempo record.

Ahora sé por qué su madre hizo cinco para nosotros tres. Y sonrío mientras le doy otro. Él sonríe. Luce como Cal, se escucha como Cal, pero...

—¿Así que, aparte de venir al zoológico? ¿Qué te gustaría hacer? —pregunta entre bocados, sus ojos verdes fijos en los míos y la solitaria mariposa en mi estómago

obtiene una amiga.

Es como si estuviéramos en nuestra primera cita. Bueno, excepto por nuestra hija de un año de edad que está dormida entre nosotros en su cochecito. En realidad, me

siento como si estuviera tocando el playdate de Caylen. Agarro uno de los jugos que su mamá nos empaqueto y le doy un sorbo.

—La mayor parte de mi tiempo gira en torno a Caylen. —Encojo los hombros—. Pero cuando me doy un respiro y no lo uso en la siesta, trato de sacar lo mejor en algún dibujo —digo, descansando mi cabeza en mi mano.

—Dibujo, ¿eh? ¿Eres buena en ello? —pregunta curioso. Y ahora creo que estoy teniendo un déjà vu.

—¿Qué quieres decir? —bromeo.

Ríe.

—Bueno están las figuras de palitos —pregunta, arrugando el plástico en que sus sándwiches estaban envueltos y lanza un tiro al cubo de basura más cercano.

—Impresionante —bromeo.

—Ese es mi talento, lanzar tiros a la basura.

—Puedo hacer un poco más que figuras de palitos. —Río—. ¿Qué hay de ti? ¿Hacer bolas de basura es realmente tu talento? —pregunto, haciendo uso de la excusa

para mirarlo. Luce como Cal, tiene su voz pero no suena precisamente como él. Este hombre, que usa camiseta y jeans, juega con los niños, y hace bromas, es muy diferente. Y hoy a diferencia del día que hablamos en mi habitación del hotel, se ve sin

preocupaciones, sin cargas y eso es nuevo.

—Bueno, toco la guitarra —dice, apoyándose en sus codos—. Pero eso probablemente ya lo sabes. —Cuando pasa su mano por su desordenado cabello

entiendo lo que me dijo.

Un momento, ¿qué?

—¿Tú… tocas la guitarra? —pregunto incrédulamente, y levanta sus cejas.

—Sí… yo nunca… ummm, ¿Cal nunca…? —pregunta torpemente.

—¡No!

—Solía estar en una banda —dice encogiéndose de hombros, y mi boca cae abierta.

—¿Estás bromeando? —No puedo creerlo.

P

ágin

a14

Asiente tímidamente.

—Hemos tocado algunos conciertos por aquí y allá, no es que estuviera cobrando por los conciertos o algo parecido —dice modestamente.

—¿Estás en una banda? —Estoy completamente sorprendida.

Sonríe, luego suspira.

—Solía estar —añade—. Bueno, es un poco difícil permanecer en una banda cuando nunca se sabe si vas a estar disponible. —Su sonrisa juguetona desaparece por completo. Asiento pensando en cada momento que Cal estuvo conmigo fue una

interrupción de su vida. No puedo evitar sentirme un poquito culpable—. ¿Puedo hacerte una pregunta? —Se inclina en la mesa.

Me muerdo el labio. Usualmente, eso significa que hay una pregunta incomoda

que le sigue.

—Claro —digo preparándome.

—Bien —dice, pasando su mano de nuevo por su cabello. Cal lo usaba para coquetear; pero creo que Chris lo hace cuando está nervioso—. ¿Vienes de familia

adinerada o algo por el estilo?

No pude evitarlo y suelto un grito ahogado divertida.

—Umm, no. ¿Por qué piensas eso? —pregunto vacilante.

—Es solo que el auto que conduces no es exactamente un modelo básico y luego, umm… el anillo que me lanzaste el otro día parece bastante caro, y Chicago no es

precisamente el lugar más barato para vivir, y nunca has mencionado tener un trabajo… —dice, dejando escapar una risita nerviosa y frotando la parte posterior de su

cabeza.

—Oh, no. Bien… —Trato de pensar en cómo explicarlo—. Tú… eh, Cal hizo dinero trabajando para los Crestfields. —Veo su mano apretar su bebida.

—¿Sabes exactamente lo que hacía ahí? —pregunta apretando los dientes. Sé que

su padre no les tiene un evidente afecto. Parece que la opinión de Chris sobre ellos no debe ser mucho mejor.

—No sé mucho. Los detalles de su trabajo eran en su mayoría confidenciales —

digo, aclarando mi garganta. Ahora me pregunto cuál era su trabajo. No me puedo imaginar confiándole una posición valiosa sabiendo que se podía convertir en Chris en cualquier momento.

Deja escapar un suspiro furioso y niega.

—Lo único que me dijo es que era un enlace de Relaciones Públicas e Investigación de Desarrollo —digo encogiendo los hombros. Hay otro silencio. Abro la bolsa de la señora Scott y le entrego una cajita de jugo. Sonríe agradecido y lo

toma—. Un trago de Tequila sería un poco mejor, pero el jugo de uvas es bueno —bromeo. Él asiente y mientras abre la cajita y succiona por la pajilla. He estado

tratando de contenerme todo este tiempo, pero hay tantas cosas que quiero saber y sé que él quiere saber sobre mí. Somos dos extraños amables con un bebé. Cualquier cosa

demasiado personal sería ir a un ambiente más íntimo o tal vez esa sea mi propia

P

ágin

a15

paranoia—. ¿Ahora es mi turno de hacer una pregunta? —digo en voz baja, jugando

con la bolsa vacía de mi sándwich.

—Adelante, hazla.

—¿No recuerdas nada? —pregunto, juntando mis manos. Su cabeza se inclina un poco hacia a un lado—. No es solo sobre mí o nuestra… mi vida con Cal, pero antes

de, ¿mí...? —pregunto, esperando sin soltar el aliento. Si él pudiera recordar algo acerca de nosotros, sobre mí, nuestra vida juntos. Es patético, lo sé, pero me daría un

poco de consuelo. Si Cal me amaba y él es parte de Chris, debe sentir algo. Incluso si está encerrado en otra parte de su mente, debería recordar algo… Sus ojos miran los

míos, y por un segundo es como lo hace Cal, con una intensidad que me abruma, que solía consumirme. Esta vez me arroja al vacío.

—Lo siento, Lauren, pero no recuerdo absolutamente nada —se disculpa y mira

fijamente la mesa. Trato de fingir que sus palabras no son cuchillos que atraviesan mi corazón. No puedo hacer esto. No puedo llorar y sentir lástima de mí misma cada vez que estoy con él y las cosas no van a mi manera. No se trata de mí o de él. Se trata de

Caylen.

—No, está bien. No hay nada que lamentar. —Plasmo mi sonrisa práctica en mi rostro. Espero que me la compre. ¿Y eso qué? Incluso si recordara algo, no importaría

de todos modos. Ello simplemente haría que la única hebra de esperanza permaneciera por más tiempo para que agarrara fuego, sería el soplar una llama que necesito apagar

rápidamente.

—Parece que va a llover —dice entre dientes, y al principio, creo que es un intento de llenar este silencio cada vez más incómodo que ha seguido a nuestra

discusión. Cuando levanto mi mirada hacia el cielo antes soleado ahora eclipsado por oscuras nubes, sé que no lo es.

—Lloverá. —Suspiro. Por lo menos la madre naturaleza nos está haciendo un favor, nos da una excusa para nuestra pequeña e incómoda excursión. Agarramos nuestras cosas y las tiramos a la basura. Empujo el cochecito mientras caminamos hacia el estacionamiento, y terminamos con la salida al zoológico. Gracias a Dios,

Caylen sigue dormida antes que su mami acabe con toda la diversión.

P

ágin

a16

uando tenía seis años, mi tía se quedó con nosotros por un par de días. Es una pésima cocinera, pero siempre insiste en hacerlo. Me dijo una mañana que cuando regresara de la escuela me estaría esperando con mi

pastel favorito. Como cualquier niño, el pastel era una de mis cosas favoritas. ¿A quién

engaño? Aún lo es. Les dije a todos mis amigos sobre él, pensé en ello todo el día en la

escuela, y cuando llegué a casa, fui directamente a la cocina. Allí estaba en el mostrador. Un pastel de dos pisos con glaseado azul. Mi color favorito. Ella estaba tan emocionada para que lo probara que corto un enorme pedazo, pero antes de que

pudiera probar bocado, mi mamá la envió a buscar algo fuera de la cocina. En el momento que probé un bocado, lo escupí. Solo puedo imaginar el rostro que debí

haber puesto. Le dije a mi mamá que sabía mal y que no quería más.

Mi madre se sentó a mi lado y me dijo que cuando mi tía me preguntara si me gusto, le tenía que decir que estaba muy bueno. Estaba confundido. No era bueno. Era

horrible, y se lo dije a mamá. Luego me explicó que mi tía trabajó muy duro para hacer el pastel para mí, que sería hacerla sentir triste si le decía que no me gustaba.

Como todo niño de seis años, recordé que le estaría mintiendo y que ella me había dicho

que mentir estaba mal. Me sentó en su regazo y me dijo que a veces mentir estaba bien siempre que fuera por una buena razón. Me dijo que era una pequeña mentira blanca y

haría a mi tía feliz. Cuando mi tía volvió a la cocina y me preguntó qué tal estuvo el pastel, le dije que estaba bueno y que me lo había terminado todo. Ella estaba tan feliz.

Me sentí bien haciéndola feliz, incluso si no me había gustado el pastel. Había dicho mi primera mentira blanca. A veces me pregunto, si le hubiera dicho la verdad a mi tía

hace tantos años, que ella no sabía cocinar, tal vez ahora hubiera aprendido a hacerlo, y no apestar siempre.

Si una mentira blanca hace a las personas sentirse bien, incluso si no es de ayuda, lo que acabo de decir a Lauren sería una mentira. No lo hice por herirla, pero en última instancia fue por su bien. Le dije a Lauren lo que necesitaba escuchar. A los

veintiocho, había dicho mi primera mentira. Una mentira que hizo lo opuesto a hacerla sentir bien. Cuando Lauren me preguntó si recordaba algo, me paralizó. No sería bueno para ella, para nosotros, si le decía que había comenzado a recordar cosas de

mi vida como Cal. Ni siquiera estaba seguro si eran verdaderos recuerdos.

¿Recuerdas algo? Desearía que ella me lo hubiera preguntado la última vez que la

vi, así no hubiera tenido que mentirle, pero por supuesto lo preguntó hoy.

Técnicamente, no sé si estoy recordando. Podría ser simplemente una imaginación hiperactiva. Sueños extremadamente vividos que no se sienten como

C

P

ágin

a17

cualquier sueño que hubiera tenido. La única manera de confirmar si realmente no

eran sueños era preguntándole, y no lo voy hacer.

No por ahora. No quiero hacer toda esta situación más confusa de lo que ya es. Sería injusto darle falsas esperanzas. Pensé que pude haber visto la esperanza en sus

ojos y eso sería muy peligroso. Su esperanza es para ellos, su esperanza es para Cal, y no le puedo dar eso. Al igual que una persona que se aferra a un ventilador después

que los médicos le han dicho que se han ido.

Cal.

Cal es un cabrón egoísta. En los últimos seis años, nunca he recordado nada. Ni una cosa y ahora de repente comienzo a recordar.

Es él. Sé que es él. Él los está compartiendo y si está decidido a hacerlo, no es para

mi beneficio. Es por el suyo. Él quiere que le diga a Lauren que estoy recordando. Él no quiere que ella se dé por vencida sobre ellos, y no voy a mantenerla como un rehén

para este tipo, a su recuerdo, una esperanza por un futuro que no existe.

Quiero ser su amigo. Quiero una relación sin complicaciones y amigable por nuestra hija. Pienso de nuevo en mi conversación de esta mañana con Dexter.

“Solo regresa a su vida, Chris. A Cal no le gustará que te cases con Jenna, Chris. Solo deja

atrás todo por lo que has trabajo y solo haz lo que hace feliz a Cal, Chris”.

Nunca pensé que Dexter sería el portavoz de alguien. Sé que tiene que haber algo que lo beneficie, y eso es lo que me asusta. Dexter no se molesta por nada que no sea por su propio beneficio. Y por regla general lo que es mejor para un Crestfield es lo

opuesto para mí.

¿Por qué todos los acertijos, por qué es Dexter y no Cal el que sugiere que pruebe su vida? ¿Qué quiere decir eso? A Cal no le gustaría si yo quiero a Lauren, ¿si me

mudara a Chicago? Si ese es el caso, él es aún más egocéntrico y egoísta de lo que pensé. Ya he ocupado el rol que dejó vacío, la única cosa buena que algún día hizo.

No he tenido tanta diversión como la que tuve hoy en bastante tiempo. No he ido al zoológico en años por todo lo que ha estado ocurriendo y hasta el almuerzo todo estaba yendo de maravilla. Por un momento, la pesadez de la situación se había

marchado. Éramos normales como todos los demás. Dos padres con su pequeña niña sin más drama y bagaje emocional. Antes de esta conversación con Lauren, tenía una página en blanco. Nada más que honestidad y cooperación entre nosotros.

Ahora hay una mentira, una mentira que cambió las cosas entre nosotros, una

que nos convirtió en oponentes en lugar de estar en el mismo equipo. Sé que solo es paranoia. Es solo que no estoy acostumbrado a mentirles a las personas. ¿Cómo

diablos es que las personas lo hacen tan fácilmente? Solo he dicho una oración y me siento tan culpable, la peor parte es que ella no cree que estoy mintiendo, me sentiría

mejor si hubiera un ápice de escepticismo o desconfianza pero ella me cree. Tomó todo lo que dije como la verdad y eso me está carcomiendo.

Ahora es diferente. Algo en su expresión cambió justo después de que le dije. Algo la dejó. Puede que sea aquella cosa que quería que se fuera, su esperanza y la energía que salía de mí el día que hablé con ella en la habitación de su hotel está

P

ágin

a18

goteando nuevamente en mi interior. No nos hemos dicho una palabra desde que

dejamos la mesa de picnic, ahora ni siquiera me ve. Antes la atraparía dándome un vistazo de vez en cuando, pero ya no. No sé por qué es que casi duele que ya no lo

haga.

¡Mataste su esperanza, imbécil! Está lamentando la pérdida, ¡maldito idiota!

Esas palabras golpean en mi cerebro. Un pensamiento tan claro que es como si me hubiera sido dicho.

—¿Estás bien, Chris? —pregunta Lauren. Noto que me he detenido. Está más que varios pasos delante de mí. Dándose la vuelta sus ojos se estrechan fijos en los míos.

—Sí, estoy bien —digo fuertemente y la alcanzo. Segunda mentira. Estoy lejos de

estar bien. Estoy perdiendo la razón porque aun cuando mis pensamientos deberían ser míos, estoy comenzando a pensar que el pensamiento que acabo de tener no lo era. Mi teléfono comienza a sonar. Es el tono para los mensajes de Jenna que ella programó. Y

mi corazón palpita al doble y veo un mensaje de una sola palabra.

Oye.

Pero es lo suficiente para hacer que el sentimiento que acabo de tener se disipe.

Rápidamente escribo:

Te extraño.

Y meto el teléfono devuelta en mi bolsillo. Lauren saca a Caylen de su cochecito. Vuelve a sonar un mensaje y saco el teléfono.

Solo es una carita sonriente, pero hace que sonría. Levanto la mirada y veo que Lauren termino de colocar a Caylen en su silla. Cla camina alrededor del auto y sus grandes ojos color avellana miran directamente dentro de los míos. Puedo ver las

lágrimas dentro de sus ojos y comienzo a preguntarle qué sucede. Meto el cochecito en el baúl. Cuando lo cierro veo que Lauren se ha metido en el asiento trasero. Suspiro profundamente. No sé lo que acaba de pasar. Pero lo que sea que fuera la afecto peor

que la mentira que le dije. Me meto en el asiento del conductor y ella me da las llaves del auto, sus ojos se mantienen en su regazo.

—¿Está todo bien? —pregunto, mirándola por el retrovisor.

Asiente.

—Caylen puede despertarse. Me sentaré con ella en caso que lo haga —dice suavemente sin levantar la mirada ni una vez.

—Está bien —digo y enciendo el auto.

¡No está bien! Eres un maldito idiota.

Esta vez, sé que no fue solo un pensamiento. El tono de los mensajes vuelve a sonar. Volteo a ver a Lauren cuyos ojos están cerrados, mientras que su cabeza descansa contra la ventana. Es el tono de Jenna. ¿Es eso lo que la está molestando? Es parte de la canción favorita de Jenna… una canción de amor. Pongo mi teléfono en

vibración y suspiro profundamente. Este va a ser un largo día.

P

ágin

a19

abía que era ella. Antes de escuchar el acaramelado timbre, lo supe por su expresión. Por cómo se derretía lo que fuese que le estuviera molestando en el instante en que ella le contactó. No hubiera sido tan malo si no luciera

tan feliz. Si no tuviera esa sonrisa que solía ver cuando Cal me miraba. No he visto esa

sonrisa en años, y él se la da por un estúpido mensaje. Ella ni siquiera puede verla. No

estoy molesta. En serio, no lo estoy. Ni siquiera estoy irritada.

¿Cómo pudo alardear tan flagrantemente que la ama en frente de mí? Le dije que intentaría lidiar con esto pero que cosas como esas sucedan no es parte del trato. ¡Ugh!

Sé que estoy siendo completamente ridícula pero no puedo evitarlo. Ni siquiera quiero estar cerca de él en este momento. Así es como terminé en el asiento trasero de mi propio auto. No me sentí como una gran tonta hasta que Chris me miro como si fuera

un bicho raro. Pero no me importa, es mejor de esta manera. Si fuera Cal, ya lo habría golpeado.

Pensé que podía superar esto. Siento como si los dos años anteriores no hubieran ocurrido y mis emociones hubiesen tomado el control de mi sentido común otra vez. Esto es demasiado. Todo esto va a ser demasiado. Ahora me doy cuenta, y se supone

que pase todo el día con él y con su familia. ¿Qué si ella se aparece? No pensé en preguntarle sobre ella. ¿Qué si va a la cena? No voy a ser capaz de hacerlo. No seré

capaz de manejar que él se roce con ella, o que ella pase sus manos por su cabello. Me dan ganas de vomitar el solo pensarlo. ¿Qué demonios estaba pensando?

Escucho bostezar a Caylen y que se mueve en su asiento, me recuerdo por qué

estoy aquí y por qué tengo que hacer esto. Por qué no puedo hacer rabietas, cruzarme de brazos y hacer pucheros. Tomo su pequeña mano en la mía y suspiro. Atrapo a Chris viéndome por el retrovisor. Rápidamente voltea cuando se da cuenta que lo han

atrapado. Tal vez no me estaba viendo a mí. Tiene que ver el espejo retrovisor para manejar, pero ya que prácticamente no hay vehículos en el camino, supongo que es

seguro asumir que me estaba mirando.

Él no me conoce. He entendido eso. Solo soy una mujer con la que tiene una hija. Nada más. No recuerda una sola cosa de mí. No siente nada hacia mí. Mientras

estuvimos en el Zoológico, por un momento, dejé de pensar en la situación en la que nos encontrábamos. Solo éramos nosotros. Fue agradable. Es agradable, gracioso, y es

divertido estar cerca de él. Pude imaginarme que las cosas eran fáciles estando con él. Jenna tiene lo fácil. Yo tengo lo complicado, lo arrogante, egoísta y secreto. No es

difícil estar con alguien tan sencillo. Probablemente ellos nunca discuten o pelean.

Chris no parece ser de ese tipo. No es difícil amar a alguien así. No desaparece por

S

P

ágin

a20

varios días a la vez, no usa el sexo para jugar con su cabeza. Ella no tiene que lidiar

con cambios de humor, actitudes condescendientes, y pasar sola todo un embarazo.

Pero ella consigue la sonrisa.

Ella obtiene la parte fácil. Las cosas nunca serán fáciles entre Chris y yo, nuestra,

bueno, la de Cal y mía, historia nunca dejara que tengamos lo que ellos tienen

Suspiro e intento enfocarme en todo, cualquier cosa, menos en la situación en la

que nos encontramos. Comienzo a prestarle atención a la manera en la que conduce,

usando la señal de giro cuando va a cambiar de carril, aun cuando no hay nadie detrás de nosotros, y manteniéndose dentro del límite de velocidad. Cuando lleguemos al punto de que este con Caylen sin mí, al menos no tendré que preocuparme por como

conduce. Mi estómago se aprieta. Eventualmente serán Chris y Caylen. No, no Chris y Caylen, eso no es cierto. Serán Chris, Jenna, y Caylen.

Ni Cal.

Ni yo.

Finalmente nos estacionamos frente a la casa de los Scott, y apaga el auto.

—Creo que me saltaré la cena. —Mis palabras escapan de mi boca antes de que mi cerebro pueda filtrarlas.

Volteo a ver a Chris esperando verlo aliviado, pero no es así. Creo que luce

decepcionado, pero no puede ser eso. ¿Por qué querer tener alrededor a una mujer que solo es un problema? Ya vio a Caylen, la han pasado bien. Cualquier pensaría que debería estar alegre de que me quiera ir.

—Estoy realmente cansada —explico. Bueno no cansada. Más bien emocionalmente exhausta. Es mucho más difícil de lo que pensé que sería, el fingir ser indiferente y no estar enamorada con una persona que está sentada a unos cuantos

centímetros y aún más difícil cuando observas de primera mano que ama a alguien más. Se queda quieto por un minuto y luego se da la vuelta hacia mí, con el brazo

descansando al otro lado del reposacabezas del auto.

—Tu tendrás que ser la que le diga a mi madre que vas a recortar la visita de su nieta a la cual ha estado esperando ansiosamente desde que nos fuimos —dice

inclinando su cabeza y con una sonrisa que hace que ya no quiera estar en el asiento trasero. Bueno, en realidad sí quisiera, pero bajo distintas circunstancias. Me trago el

bulto en mi garganta y sacudo los pensamientos que comienzan a surgir en mi mente.

—Estoy segura que entenderá, ¿cierto? —No hace mucho que conozco a esta

mujer pero creo que ya sé la respuesta a eso.

Él muestra una sonrisa traviesa y sacando su teléfono me lo entrega.

—Hola, corazón —dice su voz a través del teléfono

—Hola señora Scott. Soy Lauren. —Volteo a ver a Chris quien está sonriendo.

—Oh, Lauren, ¿está todo bien? —pregunta, pasando su tono de preocupado a alegre.

—Sí, Chris está aquí. De hecho estamos afuera —confirmo.

P

ágin

a21

—¡Oh grandioso! William terminó la casa de muñecas, y ya comencé a hacer la cena. ¿Te gusta la lasaña? Si no, puedo preparar algo más —dice excitadamente.

—De hecho yo iba a… yo… yo… —Me acobardo—. La lasaña es mi favorita. —Suspiro y le doy una palmada al brazo de Chris quien se está riendo de mí. Chris me

hace señas para que le dé el teléfono. Lo toma, y así como así, mi tensión se ha ido.

—¿Mamá, podrías venir por Caylen? —pregunta y ella acepta, porque sale rápidamente. Noto su expresión cuando me ve en el asiento trasero, pero se recupera

rápidamente y nos saluda.

—¿Cansaron al pequeño ángel? —Se ríe.

—Nos divertimos muchísimo —dice Chris mientras sale del auto. Hago lo mismo.

—Es un hermoso auto.

—Gracias —digo, envolviendo los brazos a mi alrededor mientras camino detrás de ellos

—Nosotros nos vamos por aquí —dice Chris, indicando hacia la parte trasera de

la casa. Volteo a ver a la señora Scott quien sostiene a Caylen. Ella asiente tranquilizándome. Suspiro profundamente y cambio de dirección. Observo que se dirige al patio donde vi antes los caballos a través de su ventana. Me pregunto si su

madre le dijo algo. Cuando llegamos a la verja que lo rodea, él se detiene y se inclina. Hago lo mismo. Los caballos son hermosos. Uno es del color del dulce de leche con

una raya blanca que baja por su espalda y el otro es de un hermoso color chocolate.

—Ese es Butterfinger y trocitos de Reese —dice, indicando a cada uno. Lo miro para ver si está bromeando, y se ríe.

—¿En serio? —pregunto

—Mis padres me dejaron ponerles el nombre, y cuando era un niño, estaba obsesionado con los dulces. —Saca algo de su bolsillo. Extiende la mano hacia mí y revela dos bolsitas de galletitas con M&M.

Me río.

—Cuando eras un niño, ¿eh? —digo después de meter unas cuantas a mi boca. Él sonríe antes de vaciar toda la bolsa en su boca—. Solía cabalgar —digo, apoyando más de mi peso en la verja.

Se da la vuelta y apoya su espalda en ella para quedar mirándome.

—¿En serio? —pregunta con tono de incredulidad

—Síp —digo, terminándome la bolsa de caramelos—. ¿Es tan difícil de creer? —pregunto bromeando, y él encoje los hombros.

—No, para nada —dice, cubriendo su sorpresa, y le frunzo el ceño—. Oye, luzco

tan sorprendido como tú lo hiciste cuando te dije que tocaba la guitarra. —Es solo que es sorprendente que Cal pudiera hacer algo que fácilmente le conseguiría sexo y no lo usara a su favor. Quiero decirle eso pero puedo que sea un poco inapropiado en este

momento.

P

ágin

a22

Hay brisa, pero el sol es cálido. Cierro los ojos y disfruto del pequeño instante donde no me siento sofocada por la ansiedad. En este segundo las cosas son simplemente fáciles.

—¿Quieres ir a dar un paseo? —pregunta

Mis ojos de abren de golpe

—¿Ahora? —pregunto algo sorprendida

—Síp. Eso claro, si es que realmente sabes cómo —dice molestándome.

—Eso suena un poco como a un reto. —Cruzo los brazos sobre mi pecho y él encoje los hombros

—No un reto. Más bien una invitación —dice, sus ojos se entrecerraron fijos en los míos y mi corazón se aceleró. ¿Está coqueteándome? No, eso no puede ser. Si este

fuera Cal, eso definitivamente sería un flirteo, pero no es así, no puedo ponerle mucho

significado a esto. Está siendo amigable. Solo porque está siendo amable conmigo no

significa que esté flirteando. Necesito que esté coqueteándome, lo cual es la razón por

la que necesito entrar a esa casa donde no esté sola con él antes de que haga algo que va a volver esto realmente incomodo por el resto del día.

—¿Esta invitación tiene fecha de vencimiento? —pregunto, con mis ojos encontrándose con los suyos brevemente. Sonríe y menea la cabeza.

—Para nada —dice, cruzando sus brazos sobre su pecho y cerrando la distancia entre nosotros. No tanto como para que sienta que está invadiendo mi espacio, pero sí lo suficiente como para que mi corazón se me suba a la garganta. Dejo salir un suspiro

profundo porque está requiriendo todo de mí para mantener mis hormonas y emociones atadas en un pequeño y nítido paquete.

—Te tomaré la palabra cuando no haya estado caminando por el Zoológico todo el día —digo ligeramente y me doy la vuelta para caminar de vuelta a la casa

—Umm, con respecto a lo de antes —dice, apresurando su paso para caminar a mi lado. Ha estado caminando a la par mía todo el día, pero ahora está haciendo que

mi piel se estremezca y se sienta caliente aun cuando esta helada y húmeda por la lluvia.

—¿Sí? —pregunto, manteniendo mis ojos en el húmedo césped que está siendo aplastado bajo nuestros pies.

—No lo hacía. Cuando me preguntaste si recordaba algo…

Mi corazón casi se detiene y yo también, justo donde estoy. Me doy la vuelta hacia él y levanto la mirada, esperando que mi expresión no muestre cómo me siento

por dentro. Veo dentro de sus ojos. Evitan los míos por unos segundos, y después mira dentro de los míos brevemente.

—Quiero recordar —dice suavemente. Siento que tiene más que decir pero desearía que no lo hiciera porque esto, lo que acaba de decir, es suficiente para ayudarme a aguantar el resto del día.

—Quiero que recuerdes —digo con demasiado entusiasmo y una sonrisa tan grande que tengo que morderme la mejilla para contenerla. Le miro bajar la vista

P

ágin

a23

nerviosamente. Muy bien, cálmate un poco—. Digo, quiero que lo hagas porque si

comienzas a recordar eso sería algo bueno. ¿Cierto? —digo, intentando darle la vuelta y que no sea sobre nosotros o sobre mí

—Después que Cal se fue —dice, empujando profundamente sus manos en los bolsillos—. Que te hizo no… tú no, tú… —Se calla, y deja salir un profundo suspiro

—¿Me divorcié? —digo, intentando ayudarlo y asiente.

Intento pensar qué sería lo mejor que pudiera decirle. Aquello que lo pondría menos incomodo, eso que haría esto lo menos complicado, pero no sé cómo decirlo de

manera que no lo haga. Siempre intenté esconder mis sentimientos de Cal, aun antes de que las cosas comenzaran a ir mal. Cuando primero nos conocimos, no quería que

supiera lo mucho que me gustaba. No quería que supiera que había comenzado a enamorarme porque pensé que eso lo asustaría y se alejaría. Ahora eso es ridículo

porque él sabía todo antes que yo, incluso sobre mí misma. Con Chris, tomaré una ruta diferente. Sinceridad completa, bueno, cuando la pida.

—Porque lo amaba, aún tenía esperanzas. —Mis ojos no abandonaron su pecho.

Tengo miedo de ver en sus ojos. No quiero ver lo que hay en ellos, pero desearía que no tuviera puesto ese gran abrigo caqui. Quiero saber si su pecho está agitado, o si su corazón está latiendo tan rápido como el mío lo hace en este momento.

Está apoyándose de un pie al otro. Levanto la mirada y veo que sus ojos están en el suelo, un escalofrío pasa por el aire y otro se desliza por mi columna mientras espero por su respuesta.

A que diga algo.

Le escucho dejar salir un largo suspiro y pasa sus manos por su cabello.

—¿Y ahora? —pregunta suavemente, cierro los ojos y pienso cuidadosamente en cómo contestarle. Levanto la mirada para encontrarme con la suya, y tan pronto como

veo sus ojos, aun cuando ellos no son el gris al que estoy acostumbrada, los amo igual. Miro al cielo y siento cómo me muerdo el labio. Ugh. La verdad. Quiero decir la verdad, pero la verdad podría realmente complicar las cosas entre nosotros y

ensombrecer la razón por la que debo estar aquí.

Caylen.

—No tienes que responder eso —dice suavemente. Hay calidez en su voz, y cuando soy lo suficientemente valiente para verle, lleva una sonrisa compasiva, una

que es peor que si me estuviera frunciendo el ceño

Siente lastima de mí. Grandioso. Eso es simplemente grandioso.

Nos dirigimos a la casa, y Chris inmediatamente se dirige a la cocina. Tiene el

apetito de un adolecente. No recuerdo que Cal alguna vez comiese tanto como Chris lo ha hecho en las últimas horas. No solo se comió dos sándwiches, tres snickers, y un helado, se compró unas palomitas y se comió la mitad antes de decidir guardar el resto

para después. Me pregunto si el six pack de Cal se ha convertido en un barril debajo de ese gran abrigo caqui.

Como lo prometió, el señor Scott ha armado la casa de muñecas, y Caylen está fascinada con ella. Regreso a la silla color café en la que me senté antes, casi me traga,

P

ágin

a24

pero es una de las cosas más cómodas en las que me he sentado. El señor Scott ha

puesto un partido universitario de fútbol americano, con su atención entre el juego y Caylen, quien le está pegando con una muñeca que le compraron. Supongo que

cansancio emocional se convierte en verdadero cansancio ya que mis parpados se sienten tan pesados como si fueran ladrillos.

—Lauren. —Volteo a ver y observo a la señora Scott sonriéndome—. ¿Quieres recostarte antes de la cena?

—Oh, estoy bien —digo, con un bostezo escapándose de mi boca, y ella sonríe.

—Mamá, algo se está quemando —dice Chris, volviendo a aparecer. Los ojos de la señora Scott se ensanchan.

—Chris, muéstrale a Lauren dónde está tu habitación para que pueda tomar una

siesta antes de la cena —dice ella, apresurándose a la cocina.

—Realmente estoy bien —digo, luchando contra otro bostezo. Él inclina la cabeza a un lado incrédulo—. Muy bien, tal vez solo una siesta corta. —Me levanto de

mi cómoda silla y me estiro. Volteo a ver a Caylen y al señor Scott.

—Yo me encargo de ella —gruñe, mirándome brevemente. Su actitud de hielo se ha derretido con Caylen pero conmigo, no mucho. Esto está completamente bien ya

que tampoco estoy muy entusiasmada con él tampoco. Sigo a Chris por el pasillo y por las escaleras, la luz del sol se derrama por toda la casa. Una vez que estamos arriba,

indica un cuarto a la izquierda más hacia adelante en el pasillo.

—Ahí está el baño, en caso de que lo necesites. Ese es el cuarto de mis padres. —Indica hacia otra habitación cerca del baño, y doblamos a la derecha. Abre la puerta y

espera a que entre. Envuelvo los brazos a mi alrededor y pienso en la primera vez que entré al apartamento de Cal. Entonces, llevaba puesta una minúscula prenda que apenas cubría mi trasero. Ahora llevo un enorme suéter y jeans con los que apenas se

puede decir que tengo trasero.

La habitación de Chris es bastante grande, sorprendentemente es solo un poco más pequeña que la habitación que tenemos Cal y yo… que mi habitación. Intento

resistir el deseo de explorarla, en busca de pistas de quién es esta persona a mi lado.

Mis intentos fallan.

Tiene una cama tamaño Queen con un edredón azul naval que la cubre. Hay un escritorio en una esquina con una computadora portátil encima. Y posters. Muchos

posters que revisten las paredes, la mayoría son de bandas y unos cuantos equipos

deportivos.

—No he decorado mucho desde la secundaria —bromea. Está parado ahí con sus brazos cruzados sobre su pecho, el contorno de sus músculos se ciñen a través de su camiseta azul, la chaqueta caqui se ha ido. Miro rápidamente hacia su estómago pero

no puedo decir si mi anterior teoría sobre su estómago convirtiéndose en un balón es correcta. Camino hacia la repisa que contiene al menos treinta trofeos. Baloncesto,

hockey, fútbol, todos de años distintos. Hay dos fotografías cerca de ellos. Una es de él y sus padres usando jersey de los leones, y la otra es de él solo. Luce realmente joven. Su cabello es mucho más corto y es más pequeño. No puedo evitar sonreír. Nunca he

P

ágin

a25

visto fotografías de él tan joven. Está parado al lado de una chica de su edad con

cabello rubio rojizo. Ellos están sosteniendo lo que parece ser un proyecto de ciencias.

—Esa es mi mejor amiga Lisa. Vendrá para la cena de esta noche —dice, y sé que se encuentra detrás de mí porque cada terminación nerviosa en mi cuerpo,

comenzando desde mi cuello hacia abajo, despierta.

—¿Q… qué edad tenías aquí? —le pregunto, con mi voz un poco chillona.

—Diecisiete —contesta.

Miro a mi derecha y veo más fotografías en su pared.

—¿Puedo? —pregunto. Espero que no piense que es invasivo, ¿pero a quién engaño? Puedo hacerlo mientras él esté aquí y lidiar con un poco de incomodidad o revisar sus cosas después que se vaya y lidiar con aún más incomodidad si me atrapa.

—Sí —dice suavemente. Camino a la pared de Christopher. Hay una fotografía

de cuándo tenía aproximadamente seis años en el uniforme de las ligas infantiles. Es adorable, sus rizos chocolate le salen debajo de la gorra. Hay una de él cerca de un lago donde parece andar por los doce o los trece. Apuesto a que es la misma chica de

la foto de la feria de ciencias, pero esta vez con un chico rubio con profundos ojos azules.

—¿Qué edad tienes aquí? —pregunto. Está apoyado en la silla detrás del escritorio con sus ojos sobre mí, y solo por un momento me siento incómodamente excitada.

—Trece. Esa es Lisa nuevamente y mi otro mejor amigo Aidan. Él está en Iraq. Ha sido uno de mis mejores amigos desde que se mudó aquí de Chicago en segundo grado. Su padre estaba en el ejército, y ellos siempre se mudaban mucho. Pero su

abuela nunca se fue, él volvía a visitarla todos los años. Ella tiene que andar por sus ochenta años ahora. Y, obviamente, él ya no es tan flacucho. —Se ríe y sonrío.

—Todos ustedes crecieron juntos, ¿eh? —pregunto curiosa

—Síp, he conocido a Lisa desde el preescolar. Conocí a Aidan cuando tenía como siete años. Lisa fue a visitar a su padre cuando los padres de Aidan se mudaron con su abuela. Cuando regresó, fue incómodo. Básicamente fue una lucha respecto a

quién era mi mejor amigo. Resulto con que Aidan y Lisa tienen mucho más en común que yo con cualquiera de ellos. A ellos les gustaba pelear. Hacían berrinches si perdían en cualquier cosa y básicamente se metían en tantos problemas como fuera posible.

Cuando se dieron cuenta que eran más parecidos que yo, implementaron el voto para

todo, lo que significaba dos contra uno desde entonces.

Sonrío ante el hecho de que es tan abierto conmigo sobre su pasado. Eso definitivamente no es algo a lo que esté acostumbrada.

—¿Así que todos eran pequeños alborotadores? —pregunto con una risita

Menea la cabeza.

—Ellos eran alborotadores. Yo estaba atrapado en el medio. —Se ríe.

Hay otra fotografía con su padre, sentados en el porche. Luce de diecinueve, con los mismos ojos verdes, y con su cabello color chocolate más largo, su cuerpo un poco

P

ágin

a26

más definido que su última versión adolecente. Después está el infame concurso de

comer pasteles con su padre. La claridad de esta es mucho mejor desde luego. Comienzo a darme la vuelta, pero antes de hacerlo, hay una última fotografía que

llama mi atención. Es él y la rubia que conocí el otro día. ¿A quién engaño? Sé su nombre; está marcado con fuego en mi cerebro.

Jenna.

Él está a su lado, vestido con traje negro y un corbatín. A Cal ni muerto lo verían con un corbatín y su cabello obviamente esta peinado hacia atrás. Luce casi sofocado en ese traje. Está sonriendo y tal vez solo estoy celosa, pero esta fotografía no me

recuerda a Cal o al Chris que se encuentra a mi lado...

—Su padre es un reconocido doctor. Gana muchos premios, así que hay muchas ocasiones con trajes incómodos —contesta como si estuviese leyendo mi mente o tal

vez solo es mi expresión. Creo que he visto suficientes fotografías por el día de hoy.

—¿Vendrá a la cena esta noche? —pregunto, el mero pensamiento casi me marea. Su mejor amiga va a venir. Quién sabe quién más vendrá.

—No creo —dice, presionando los labios juntos. No puedo imaginarme que ella querría sentarse y compartir el pan con la esposa del hombre del que está enamorada, al igual que yo no quiero verla—. Te dejaré para que tomes tu siesta —dice, dejando la habitación.

Asiento antes de que cierre la puerta y dejo salir un suspiro. Miro la cama una vez más antes de sentarme en ella. Realmente es suave. Dejo caer mi espalda sobre ella, miro al techo, y me pregunto si esto será mi nueva realidad. Estoy condenada a

intentar ser cordial, a no parecer indiscreta y andar con pie de plomo, temerosa de preguntar lo que quiero saber, ¿o de saber mucho? Porque entre más llego a conocerlo,

más culpable me siento por desear, más que nada, ver a Cal. Y Dios, ya tengo suficientes cosas de las que soy culpable.

P

ágin

a27

e estado aguantando la respiración por una eternidad. Todo el día ha sido como estar en una montaña rusa, con mi estómago subiendo y bajando, el corazón yendo más rápido y más lento. Cuando estuvimos

en el corral de los caballos, quería disculparme por lo del timbre del teléfono para

Jenna. Y preguntarle qué podía hacer para que las cosas fueran más fáciles para ella,

pero estar parado ahí con ella, por primera vez, fue tan sencillo. No quería arruinarlo. Quería que las cosas se mantuvieran como estaban, pero una parte de mí quería presionar ese límite invisible, esa amplia línea dibujada que está manteniendo la

distancia apropiada entre nosotros. Quería ver qué tan cerca podía llegar sin cruzar. Quería acercarme a ella. Y ver si notaba que estaba cruzando la línea. Creo que lo

hizo, y retrocedió. Quería compensarle por lo de antes, por la mentira que le dije. Quería intentar hacerla sentir mejor, y eso también salió mal.

No creo que la haya hecho sentir mejor en absoluto al decirle que quiero recordar, y después preguntándole, bueno, técnicamente no pregunté. Quería hacerlo, pero en el fondo, intenté evitar que las palabras salieran. Pero ella lo sabía, y no tenía

miedo de contestar. Tenía miedo de escuchar la respuesta, pero su contestación fue tan clara como nada que haya escuchado antes, y fue aterrador. Quiero respuestas pero no las que ella dará. Quiero las respuestas fáciles, las que harán esto menos complicado,

las que significan que no estoy hiriendo a nadie. Todas sus respuestas no harán las cosas fáciles. Solo provocaran más preguntas, preguntas difíciles, y ya he tenido

suficiente de esas.

Lo más desconcertante es cómo parece que noto cosas sobre ella, pequeñas idiosincrasias, que usualmente no noto sobre otras chicas tan rápido. En cómo ella

agarra su muñeca cuando está nerviosa. En cómo mira al cielo cuando está pensando. Cómo se muerde el labio inferior cuando esta fascinada por algo. Cómo se lo mordió

durante todo el tiempo que estuvo viendo la pared de, básicamente, toda mi vida.

Después que destruí mi habitación, mi madre se dio a la tarea de crear un collage de todas las fotografías que encontró. Creo que ella sabía algo que yo no. Lauren

probablemente nunca ha visto ninguna de estas. Cal no parece ser del tipo sentimental como para habérselas mostrado, dada la forma en que su expresión cambiaba con cada una, como si estuviera absorbiendo pequeñas partes de mí mientras miraba cada una

de ellas, aun cuando parecía que iba a vomitar cuando vio en la que estábamos Jenna y yo. Odio ir a los banquetes y conferencias de su padre. Todas son aburridas, y estoy

bastante seguro que no le agrado. Si le dice sobre esto, estoy seguro de que la campaña de deshacerse de Chris tendrá bastante apoyo. No es que Jenna necesite un empujón

muy grande, pero me mandó un mensaje. Necesito llamarla. Bajo las escaleras y

H

P

ágin

a28

escucho risas y un alboroto. Lisa ya está aquí, y está sosteniendo a Caylen. Parado a su

lado se encuentra mi otro mejor amigo, Aidan. Ambos están viendo a Caylen asombrados.

—Scott, tienes una put… bendita niña. ¡Y parece tu gemela! —dice.

—Amigo, ¿qué estás haciendo aquí? —pregunto animadamente

—Quería sorprenderte, pero tú nos ganaste. —Ríe Lisa—. ¿No eres una hermosa niñita? —dice, jugando con Caylen.

—La tomaré mientras se ponen al día chicos —dice mi madre, tomando a Caylen

de las manos de Lisa—. Es tan bueno verte, Aidan —dice, dándole una palmada antes de irse a la cocina.

—Chris, eres padre. Sabes, cuando me dijiste la otra noche, realmente no lo

creía, ¡pero vaya mierda! —dice Lisa, empujándome en el pecho.

—Síp. Escuché que comenzaron a emborracharse sin mí. ¿Es esa forma de tratar a un soldado que regresa a casa? —dice, golpeándome en el brazo. El equipo doble ha comenzado ya—. ¿Está aquí su madre? —susurra Aidan mirando alrededor

—¿Está Jenna aquí? —Ríe Lisa.

—Su madre está arriba tomando una siesta, y Jenna, no he hablado con ella en una semana, a excepción del ocasional mensaje de texto. Hoy me entro uno, así que

esa es una buena señal —digo con esperanza

—¿No crees que la reina del hielo vaya a casarse contigo? —Aidan se ríe incrédulo.

—Ella aún se casara con él y lo manipulará emocionalmente toda su vida —le

dice Lisa a Aidan.

—¿Quieres apostar? —contesta Aidan.

—Dime qué apostamos. —Y por un minuto, es como si ni siquiera estuviera en la habitación.

—Eh, es mi vida sobre la que están apostando —les interrumpo.

Aidan se voltea hacia la cocina y grita:

—¡Señora Scott, lo que sea que está cocinando huele delicioso!

—Es tu favorita. Lasagna —dice ella desde la cocina.

—¡No puedo esperar! —dice, ignorándome por completo.

—Espera. No te vas a quedar para la cena. —Río, pero hablo en serio.

—Ustedes apestan dándome la bienvenida a casa. ¿Desde cuándo no puedo quedarme a cenar? —pregunta, entretenido.

—Desde que aquí hay una chica enfrente de la cual no quiere que lo avergüences —dice Lisa, tocándolo con el codo.

—Esposa, si somos exactos, ¿cierto? —Aidan la toca con el codo antes de cruzar los brazos

P

ágin

a29

—Me alegra que piensen que es tan gracioso. —Me siento algo ofendido, pero esperaba esto de su parte.

—Es mejor reír que llorar amigo —dice, colocando su brazo a mi alrededor.

—Así que realmente, ¿qué demonios está ocurriendo? —dice Aidan, lanzando uno de los cubos de alfabeto de Caylen.

—¿Lisa no te dijo? —Suspiro.

—Lo hice, solo que no me cree —dice ella.

—Tuviste tu conversación uno-a-uno con él. ¿No podemos tener un poco de tiempo solo de hombres? —dice tensamente Aidan.

—Quieres decir tiempo estúpido —responde Lisa, poniendo los ojos en blanco.

—Veras esta chica me la estaba chupando y su boca es... —comienza Aidan animadamente.

—¡Eww! ¡Me marcho! —dice Lisa, marchándose con un juguetón resoplido

—Vamos a la parte de atrás —dice Aidan, y atravesamos el comedor, directo al porche, y nos sentamos en las escaleras.

—Es bueno que regresaras. Me alegra que hayas vuelto a salvo a casa —digo sinceramente. Aidan siempre ha sido del tipo de los que viven al filo pero nunca fue de los que aguantaran que los mandaran aun cuando su padre estaba en la armada.

Nunca vimos que fuera lo suficiente disciplinado como para entrar en la armada, pero cuando diagnosticaron a su padre con Lupus, es como si Aidan hubiese ido por él.

—No te pongas como un bebé llorón conmigo —dice, sacando un paquete de chicles de sus jeans.

—¿Cómo era allá? —digo, tomando un chicle. Aún es un tipo al que le gustan los Big Red. No sabía que aún los vendían.

—Estoy en casa —dice, con una amplia sonrisa en su rostro—. Los detalles no son tan importantes, ¿cierto? —dice, descansando sus codos sobre sus rodillas—. Además, mientras que yo me hundo en la locura, es como si tú estuvieras flotando en

ella —dice, dándome con el codo. Suspiro—. ¡Eres un puto padre, amigo! —Su emoción es superficial, suspiro pero no puedo evitar sonreír—. ¿Cómo se siente? Sé

que siempre has querido suficientes hijos como para llenar un estadio —dice, frunciendo el ceño ante tal idea

Me río.

—No sentí nada hasta que la vi. Ahora es real, tengo esta pequeña persona con mi ADN de la que soy responsable.

—Cuando Lisa me dijo, pensé a la mierda. Necesitas una prueba de paternidad. Pero es obvio que es tuya. Como una versión en niña de ti… es algo escalofriante de

hecho —bromea. Creo—. Así que TID, eso es bastante jodido —dice con un suspiro.

—Tú crees —digo, tomando otro chicle.

—En serio, todas las señales estaban ahí. —Se levanta y se estira—. Como las piezas de un rompecabezas pero sin la caja para guiarte.

P

ágin

a30

—En serio, doctor Grunnel —digo, poniendo los ojos en blanco ante su supuesta experticia psiquiátrica

—El TID no es una preocupación tan rara cuando vuelves a casa del combate —dice en tono serio—. Junto con todas las demás gloriosas ventajas —dice, su tono

volviendo a la normalidad

—Lo que no entiendo, es que por lo que he investigado, la causa es un evento traumático. Así que entiendo por qué los soldados tienen alto riesgo, pero no me ha

pasado nada que cause esto. Es como si este tipo hubiera salido de la nada —digo, parándome también.

—O tal vez tú no lo recuerdas —dice solemnemente Aidan. Ese pensamiento me ha cruzado por la cabeza. No sé si quisiera recordar algo tan traumático que causara que mi personalidad se rompiera.

—Si algo pasó, este tipo Cal lo sabe. Él sabe mucho más que yo —digo, notando la ira en mi propia voz.

—Eso es lo que tiene sobre ti. Él sabe todo lo que tú no —dice Aidan. Pienso en la conversación que tuve con Dex y sus insinuaciones del daño que Cal le puede hacer

a mi vida.

—Necesito saber lo que él sabe —digo casi para mí—. Si supiera por qué existe, y si soy capaz de lidiar con eso, no lo necesitaría —digo inflexible, y Aidan levanta las

manos.

—No vayamos tan lejos, no soy un psiquiatra o algo así, pero lo que sé es que los alter egos tienen un propósito o un uso, si no fuera necesario no existiría. —Aidan

encoje los hombros.

—No necesito a este tipo.

—Bueno algún lugar ahí dentro —punta a mi cabeza—, no está de acuerdo —dice, y le quito la mano con la mía—. Y… la madre de la niña —dice, inclinándose

sobre la baranda con una sonrisa pícara en su rostro. Por esto es por lo que me trajo aquí.

—Esto es por lo que no te vas a quedar para la cena.

—Tu madre preparo mi comida favorita en el mundo entero. No he tenido una comida casera en meses. Me quedo a cenar, solo acéptalo de una vez. —Se ríe—. ¿Del uno al diez, que calificación tiene? —dice, poniéndose de pie frente a mí. Lo empujo, y

él me devuelve el empujón—. ¡Vamos! —Se ríe, y le agarro la cabeza en una llave de lucha, y en menos de un minuto tenemos lucha libre en el porche—. Ella es un uno o es un diez. Estás dando mucha pelea —dice, sin aliento.

—¿Vaya, volvimos a tener doce? —Escucho decir a Lisa, entretenida.

—Uno o diez —dice Aidan de nuevo, agarrando mi cuello con más fuerza. Logro darle un codazo en el estómago, y me suelta.

—Tu madre dice que paren —dice Lisa antes de poner los ojos en blanco.

—¿De quién es el Audi blanco de allá afuera? —pregunta y suspiro.

—Tiene que ser de la madre de Caylen —añade Lisa como si nada.

P

ágin

a31

—Si es un uno, a quién le importa con un auto como ese —dice mientras regresamos dentro de la casa—. Señora Red, Chris dice que no me puedo quedar para la cena —dice con un gimoteo que me recuerda a cuando éramos niños.

—Por supuesto que te puedes quedar. Chris, ¿Por qué Aidan no puede quedarse a cenar? Hice su comida favorita —dice mi madre, frunciéndome el ceño

—Es solo que… sabes que esta es la primera cena de Lauren con nosotros. Aidan puede ser demasiado para ella —digo, intentando darle una pista a mi madre

—¡Pero Lisa sí se va a quedar! —dice Aidan defensivamente

—Eso es porque no soy un burro —bromea Lisa.

—Síp, eres un animal de una especie completamente diferente —dice.

—¡Cuidado! —Lo empuja Lisa

—¡Mi madre está aquí! —digo, dándoles una mirada de enojo para que se callen.

—Perdón señora Red —dice Aidan.

—Yo también. Él saca lo peor de mí —dice Lisa culpablemente.

—Creo que Lauren querría llegar a conocer a las personas que son importantes

en tu vida. —Me sonríe mi madre, y suspiro—. Aidan, por favor intenta portarte lo mejor posible —dice mi madre, dándole unas palmadas antes de regresar a la olla. Todos nos dirijamos a la sala y no sentamos.

—En serio Aidan. No seas un patán. Ella ha pasado por mucho —digo seriamente.

—Conduce un Audi. Dudo que haya pasado por tanto. —Ríe Aidan.

—No bromeo —digo, dándole una mirada de advertencia

—¿Podríamos solo ver el juego? —Me ondea la mano para callarme, subiéndole el volumen al televisor. Me desparramo en el sofá y volteo mi atención al juego en la tv. Mi equipo esta dieciocho puntos abajo.

¡¿Ves mis maletas en la puerta y la que estoy sosteniendo?! ¡¿No lo entiendes?!

Inmediatamente me siento y veo detrás de mí. No hay nadie ahí. Miro a Lisa, quien esta recostada en el sofá al otro lado.

—¿Qué? —preguntó. Ella me mira confundida.

—¿Qué? —pregunta.

—¿No dijiste algo?

Niega.

Muy bien sé que dijo algo.

Alguien lo hizo

Tal vez no escuché nada.

Me vuelvo a acomodar en mi asiento, manteniendo mis ojos en ella. Lisa tiene muchos talentos, pero la ventriloquia no es uno de ellos. Necesito dormir más.

P

ágin

a32

Me largo, Cal. ¡Vete a la mierda tú y tus mensajes de texto!

¡¿Que mierdas fue eso?! Volteo a ver a Lisa quien tiene su atención en su teléfono. Miro detrás de mí, y no hay nadie ahí. Ahora sé que no fue ella, y se dé quien era la voz

Es de Lauren.

—Amigo, ¿estás bien? —me pregunta Aidan con la ceja levantada.

—¿No escuchaste eso? —digo dudando.

—¿Escuchar qué? —pregunta Aidan, sentándose. Él no lo escuchó. Lo que significa que solo yo lo escuché. ¿Cómo es eso posible? Fue como si fuese justo frente a mí. Me levanto del sofá. Camino al pasillo y subo por las escaleras, y un momento

después todo se vuelve borroso a mi alrededor. Estoy en otro lugar, y me veo.

Estoy sosteniendo a Lauren. Ella lucha mientras la cargo por las escaleras. Tan rápido como lo vi, así desapareció, ¿o no lo habré visto?

Claro que lo vi. ¡Me estaba pasando a mí!

—¿Estás bien, hijo? —Mi madre está al final de las escaleras, mirándome sospechosamente.

—Sí, creí escuchar que Lauren me llamaba —murmuró. Es lo más cercano a la

verdad que se me ocurrió.

Ella baja y me da una palmada en el hombro.

—Luces como si hubieras visto un fantasma. —Se ríe antes de pasar a mi lado. Me río nerviosamente. No un fantasma, pero parece que alguien definitivamente está

intentando asustarme.

Es fácil asustar a un cobarde.

P

ágin

a33

l olor a pasta me despierta de mi siesta. Aspiro el aroma de la almohada donde me dormí. Huele a suavizante y una pizca de algo más. Sea lo que sea huele fantástico. La cama de Chris tiene el balance perfecto entre

firmeza y suavidad. No estoy segura de cuánto tiempo he dormido pero mi estómago

está gruñendo. Pensé que no sería capaz de dormir en casa de otra persona, pero esa

teoría resultó estar equivocada.

Me siento en la cama, el sol ya no ilumina la habitación. Saco mi celular. Y son las cinco y quince minutos. Me dirijo al baño que Chris me había mostrado. Mi cola

de caballo es un desastre. Así que la deshago y paso mi mano por el cabello, y me humedezco el rostro, tratando de quitar la apariencia de recién levantada.

Me dirijo a las escaleras y escucho a Bubble Guppies, uno de los programas

favoritos de Caylen en el sistema de sonido de los Scott. Ella ya personalizó esta casa.

Caylen está sentada en medio del suelo en una gran manta rosa comiendo galletas integrales. El señor Scott está dormido en un sofá marrón que hace juego con

la silla y cómoda en las que me senté antes y frente a él está la chica de la foto anterior, pero sus largos rizos han sido sustituidos por un bob asimétrico. Ella está sentada cómodamente pero cuando me ve se sienta recta.

—¡Hola! —dice alegremente, levantándose.

—Hola. —Me arrodillo a la altura de Caylen y le beso la mejilla.

—Debes ser Lauren. —Le extiendo mi temblorosa mano, pero ella me hala para un abrazo.

—Lisa, ¿cierto? —digo mientras me libera.

—Sí. ¡Espero que mi reputación no me preceda! —dice dándome un codazo.

—Umm. Estaba mirando las fotos en la habitación de Chris y estabas en algunas. ¡Nada malo! —le aseguro con una sonrisa.

—Bueno. —Cruza los brazos en su pecho.

Veo por qué me está hablando. Después de todo soy la mujer que está casada con

un alter ego de su mejor amigo… o algo por el estilo.

—Tu hija es adorable —dice ella, mirando a Caylen.

—Gracias.

Es algo incómodo entre nosotras por unos segundos.

E

P

ágin

a34

—Chris y Aidan fueron a comprar algo a la tienda. —Pasa su mano por el cabello y noto un tatuaje encima de la muñeca. Es una palabra escrita en letras cursivas—. Destino. —Señala, al notar mi escrutinio. Entonces me muestra el lado

opuesto de su muñeca con la palabra Esperanza—. Si crees en el destino, más te vale

que esperes que no te joda. —Ríe.

—El destino no me gusta mucho —murmuro, y ríe.

—El destino no le gusta a muchas personas —dice con una sonrisa—. Si fuera tú, no sé cómo haría para lidiar con todo esto. Digo, literalmente me estaría halando el cabello, el de él y de cualquiera que estuviera cerca —dice y doy una sonrisa forzada—

. Pero definitivamente estas actuando de forma madura. En mi caso, me han dicho que no soy muy madura. Por eso trabajo con niños —bromea.

—Oh. ¿A qué te dedicas? —pregunto, tratando de apartar la atención de mí.

—Soy maestra de preescolar —me dice con una sonrisa.

Estoy un poco sorprendida. Está usando jeans hasta la cadera con un suéter que le llega al estómago, tiene un mechón rosa en su bob asimétrico y un pequeño piercing en la nariz. Luce más como una estrella de rock o una camarera que una profesora,

pero Caylen está halando sus jeans y levantando sus brazos para que la cargue, así que los niños la aman.

—Hola, hermosa —dice, levantándola.

—Estoy celosa —bromeo.

—Los niños me aman. —Encoge los hombros.

—La cena está casi lista —dice la señora Scott desde la cocina. El anteriormente dormido señor Scott se levanta.

—Disculpen señoritas —dice, pasando junto a nosotras con una amplia y casi encantadora sonrisa. La primera que le he visto desde que lo conocí.

—Puedo tomarla —le digo a Lisa. Me dice que no con la mano.

—Estamos bien —dice con un guiño antes de seguir al señor Scott al comedor. Voy a agarrar mi bolso cuando escucho abrirse la puerta.

—Adelante entra. —Un tipo alto mantiene la puerta abierta para que Chris entre sosteniendo una gran caja blanca. Una vez adentro la muestra, veo que es una silla para que coman los bebés.

—¿Fuiste por una silla para comer de bebé? —Río.

—Ella es la invitada de honor. Tiene que tener su propia silla —dice.

—¿Tú debes ser Lauren? —me pregunta el tipo rubio con una sonrisa en su voz. Por la forma en que lo dice no estoy segura de si quiero responder a su pregunta.

—Tengo que ser yo —digo, vacilantemente. Él mira a Christopher y luego ríe.

—Doce —dice con su mirada recorriendo mi cuerpo.

—¿Disculpa? —pregunto, confundida.

P

ágin

a35

—Disculpa su estallido numérico. Un efecto secundario de su estrés post-traumático de combate —dice Chris con los dientes apretados, y no estoy segura si está bromeando o no.

—Está bromeando —dice el tipo rubio, al ver que no estoy del todo sonriente—. Christopher puede ser muy grosero —bromea mientras me extiende su mano—. Soy Aidan. Creí que era el mejor amigo de Chris. —Miro a Chris instintivamente y veo que

está mirando muy severo a Aidan.

—Encantada de conocerte —contesto. Tiene la altura y el físico de Chris pero tiene un corte buzz2 pero con suficiente cabello para mostrar su color rubio. Tiene los

ojos color azul océano y una sonrisa que revela unos dientes perfectos. Sí que saben cómo crecer en Michigan.

—¡Bienvenido a casa! —digo, al darme cuenta que Chris me había dicho que está

de visita.

—La mejor bienvenida que he tenido en todo el día —dice, con el movimiento aún persistente de nuestras manos. ¿Este tipo realmente está coqueteando conmigo

justo enfrente de mi marido?

Bueno, no estoy muy segura de cómo debo referirme a Chris. Suelto su mano, pero él continúa sonriéndome con sus ojos fijos en mí. Cruzo mis brazos para cubrirme.

¿Este tipo es de verdad?

—¿Puedes llevar esto al comedor? —dice Chris, empujando la silla para comer en el pecho de Aidan.

—Seguro amigo —dice Aidan en voz alta caminado hacia el comedor.

—No le hagas caso. Actúa como un idiota alrededor de una mujer hermosa —dice Chris.

Una enorme sonrisa cruza todo mi rostro. Chris mira sus pies apenado quizás por haberme hecho un cumplido.

Piensa que soy hermosa.

Chris piensa que soy hermosa.

Eso hace que me las arregle el resto de la noche. Hace que no me importe tanto que su mejor amigo, Aidan, me mire como si estuviera sentada únicamente con un

sujetador y una tanga y el señor Scott esté ignorando mi presencia. La señora Scott está tratando de mantener una conversación agradable en la cena y la controversialidad ha sido difícil porque Lisa le encanta hablar de política y religión y

cada vez se vuelve más incómodo entre ellas. Me las arreglo para estar al margen de la contienda pretendiendo estar ocupada con Caylen.

La comida está excitantemente deliciosa. La señora Scott hace que cocinar sea tan fácil como respirar. La pasta estaba para morirse, y estoy comiéndome las migajas que quedaron de mi pastel de chocolate. Los hombres están enfocados en su propio

debate sobre la próxima temporada de fútbol. Lisa comienza a parecer aburrida.

2Corte Buzz: Un tipo de corte militar, la cabeza casi rapada.

P

ágin

a36

Es bueno verlo con ellos. Despreocupado, relajado y no como si una nube oscura lo siguiera. Es bueno verlo siendo tan Chris supongo, no manteniendo a raya su comportamiento, con miedo a decir algo malo. Viéndolo así me recuerda más a mi

primer encuentro con Cal. La señora Scott está comenzando limpiar la mesa y Lisa vuelve su atención hacia mí.

—Así que Lauren, ¿cómo se conocieron tú y Cal? —Y la habitación queda en silencio. Excepto por Caylen, que está golpeando su plato con la cuchara. Mis ojos encuentran los de Chris, ellos están completamente abiertos. Se está mordiendo la

esquina de su labio.

Creí que a Lisa le agradaba, pero es evidente que me odia, habiendo sacado un tema tan complicado, que Chris y yo hemos girado a su alrededor y con mucho cuidado. Ella acaba de arrojarlo a la mesa para que todos puedan verlo.

—¿En serio, Lisa? —dice Chris fuertemente.

—¿Qué? Quiero saberlo. ¿No te gustaría saberlo? —pregunta inocentemente, mirando a Aidan,

—Lo hace —dice Aidan metiéndose en la conversación. Recuerdo cuando Chris dijo que a ellos les gustaba hacer un equipo de dos contra uno. Parece que la táctica creció con ellos. Espero que uno de los Scott intervenga y diga que no es apropiado, pero el señor Scott solo se sienta en silencio con un ceño fruncido en su rostro y la

señora Scott sigue limpiando la mesa, sin hacer contacto visual con alguien. Realmente deseo haber tomado esa copa de vino que me ofreció antes.

—Trabajé en un club muy popular cuando estaba en la universidad y nos conocimos ahí —digo con una respiración rápida.

—¿Qué clase de club? —dice Aidan con su voz llena de insinuaciones.

—No ese tipo de club —digo deliberadamente con un tono agudo en mi voz.

—¿Fue entonces amor a primera vista? —dice Lisa excitada.

—Basta —dice Chris, exasperado.

—¿Qué? ¡Es romántico! —dice Lisa, arrastrando las palabras un poco, y me pregunto cuántas copas de vino se tomó ya.

—¿No son estas las cosas que todos deseamos saber? —pregunta, mirando alrededor de la habitación para que alguien esté de acuerdo con ella.

—En realidad prefiero no escuchar nada de ello después de que he comido. —El

señor Scott suena molesto.

Algo en mí comienza a crecer, pensando en cómo me mintió, su odio por Cal y cómo está más o menos pretendiendo que yo no existo desde que llegué aquí.

—No, no era amor. Solamente lujuria, lujuria pura sin adulterar —digo con una sonrisa tensa. El señor Scott se queda con la boca un poco abierta. Cuando mis ojos encuentran a los de Chris su rostro se volvió completamente rojo.

—Oh, mierda —dice Aidan, cubriéndose la boca para evitar reír.

P

ágin

a37

No debería haberlo dicho. No debería haberlo dejado llegar a mí de esa manera, pero no pude evitarlo.

—¿Pero no es eso lo que es todo el amor a primera vista? ¿Solo lujuria? —pregunta Lisa, como si estuviera a punto de convertirlo en un tema de conversación.

Debería ser una profesora de psicología en vez de una maestra de preescolar.

—Hablando de eso, todos pasen buenas noches —dice Chris cortantemente y se levanta de la mesa.

—Vamos, Chris, solo nos estamos divirtiendo —dice Aidan, levantando sus manos inocentemente. Él no mira nadie más que a mí.

—Para de comportarte como un bebé, Chris. —Ríe Lisa.

—¿Estás lista, Lauren? —pregunta Chris, ignorando el codazo de Lisa y Aidan.

—Sí —digo, sin estar segura de lo que está pasando, pero contenta de ser

rescatada de esta pesadilla. Levanto a Caylen de su silla para comer.

—¿A dónde vas? —pregunta el señor Scott severamente.

—No me gustaría terminar de arruinar tu apetito, papá —dice. Sonrío y rápidamente lo sigo hasta la puerta.

—Gracias por la cena, señora Scott —le digo rápidamente mientras agarro la pañalera de Caylen y mi bolso, gracias a Dios están a mi alcance.

—Puedo llevarlas devuelta a su hotel —dice su papá, siguiéndonos afuera de la casa. Ni mierda que eso va a suceder. Tengo mi propio auto, y conduciré antes de que

eso suceda.

—Sí, estoy seguro que a Lauren le encantaría debido a que has sido maravilloso con ella desde que llegó —dice sarcásticamente. El señor Scott mira sus pies,

sintiéndose culpable. Sigo a Chris, que está dando pasos gigantes debido a su enojo a lo que asumo es su camioneta. Es una gran Suburban roja. Sonrió al ver una silla para bebé morada instalada en su asiento trasero.

—La recogí, cuando fui por la silla para comer —dice, mirándome fijamente, su enojo menguando.

—Es linda. —Sonrío poniendo a Caylen en su sillita. A ella le gusta. Unos

segundos más tarde cuando ya casi arranca, la señora Scott aparece al lado del asiento del conductor junto a Chris.

—Quería darle a mi nieta un beso de despedida si se puede —dice con una cálida

sonrisa en su rostro, aparentemente imperturbable por el fiasco anterior. Le sonrío. Ella abre la puerta trasera y le da a Caylen un beso en la frente—. Nos vemos pronto, princesa —dice antes de darle un abrazo lo mejor que puede con Caylen instalada en

su asiento. Luego cierra la puerta—. Ten cuidado, ¿de acuerdo? —dice, dando una palmada a la puerta del auto.

—Te amo, mamá —dice Chris, su severa actitud ablandándose, y ella sonríe.

Arranca, y hacemos el viaje en silencio por un rato. Quiero preguntarle cómo regresaré por mi auto, pero supongo que lo traerá mañana. Será agradable dejar que Caylen lo vea de nuevo antes de irnos. El cielo está hermoso con un color morado

P

ágin

a38

mientras el sol se oculta a mi derecha y la noche se hace cargo. No han pasado ni tres

minutos desde que nos fuimos, y Caylen se ha quedado dormida. Miro a Chris a través del espejo retrovisor. Parece estar reflexionando profundamente. Me pregunto si está

molesto por el comentario que hice antes. Pude ver que fue un poco vergonzoso pero solo quería que su padre se callara.

—Siento lo de antes —digo mirándolo—. No debería haber dicho eso. —Suspiro—. Tengo la tendencia de hablar primero y luego pensar. —No dice nada, pero veo una pequeña sonrisa en su rostro—. Quiero ser mejor por Caylen, pero lo de hoy

fue un pequeño desliz —digo, jugando con mis dedos.

—Creo que lo has manejado muy bien. —Sonríe, y luego ríe. Y también lo hago—. Callaste a mi papá. La mayoría de las personas son incapaces de hacerlo —dice, volviendo su mirada hacia mí—. Sabes, realmente no entiendo por qué siente

tanta hostilidad hacia ti. Me molesta porque de todos los involucrados en esto, eres la única inocente —dice, frunciendo el ceño. Él se molestó con su papá por mí. Se siente

un poco mal que esté un poco feliz por ello, pero esa ha sido la parte que más disfruté de la riña.

—No creo que sea conmigo con quien está enojado. Está enojado con Cal. Y estoy asociada con él. Represento, o soy el recordatorio de que él es real y lo que ha hecho. No puede desquitarse con Caylen, no va a desquitarse contigo así que soy su

chivo expiatorio —razono. Siempre que hablo de Cal con Chris, me siento culpable. No estoy segura del porqué, pero tal vez Chris se sienta de la misma manera que su padre. Tiene que serlo. Solo que no es muy bueno ocultándolo.

—Es tan fácil para ellos separarnos a nosotros dos. Pienso que están haciendo un mejor trabajo que yo —dice mientras hace un giro que conduce al Ritter Inn.

—¿Qué quieres decir? —pregunto curiosa.

—Sigo tratando de... —Se calla y suspira. Me mira por un momento y puedo leer

todas las emociones en su rostro. Está frustrado y un poco triste. Es casi refrescante poder ser capaz de decir lo que está mal con él tan fácilmente. Estaba un poco desorientada en cuanto lo que pensaba Cal o lo que sentía.

—Sería más fácil para mí solo pensar en este tipo como otra persona. ¿Verdad? —dice y asiento. Pensé que eso era lo que estábamos haciendo, incluso si no hace las cosas más fáciles para mí—. Mis padres, mis amigos, Jenna, bueno tal vez no tanto

Jenna… ellos nos han separado en dos. Cal hizo esto, yo hice esto. Cal se casó contigo, yo me le propuse a Jenna. —Suspira—. Pero Caylen desacredita todo eso —dice,

mirándome por una respuesta. No estoy segura de qué decir.

Ahora nos hemos detenido en una pequeña zona de estacionamiento del Ritter Inn. Chris apaga el auto, pero ninguno de los dos se mueve para salir.

—¿Cómo haces para separarnos? —pregunta, y temo mirarlo pero aun así lo hago. Nuestros ojos se encuentran, pero está oscureciendo lo que hace que se sienta como una barrera.

—Eres tan diferente —digo, forzando las palabras en mi garganta—. No he tenido mucho tiempo para conocerte, pero pensando en el tiempo que pasé con Cal, había momentos que… que me recordaba a ti —digo, y siento que mi corazón late con

P

ágin

a39

fuerza—. Al menos cómo te comportaste ahora —aclaro—. Verte en esas fotos,

cuando eras un niño, en la escuela secundaria, tu vida antes de, antes de Cal, estoy adivinando. —Tomo una respiración profunda. No voy a llorar—. Tuve la

oportunidad de entender un poco más que en los momentos en que Cal estaba conmigo, tu vida era interrumpida. Que tienes una vida. —Tomo otra respiración

profunda—. Así que aprecio que no reacciones conmigo igual que tu padre. —Sonrío y aparto la mirada.

—Umm, yo… yo creo que deberías escuchar algo —dice. Él maniobra en su

asiento y saca su teléfono. Unos pocos segundos más tarde, el correo de voz indica que tiene un mensaje guardado. En el momento que comienza a sonar me congelo y dejo de respirar. Tengo que reaccionar. Quiero mostrarle a Chris que no estoy afectada por

esto, pero lo estoy.

Ese fue Cal.

Ese era él, molesto al máximo y actuando como un completo idiota.

Pero ese es Cal.

Mi Cal.

Me voy a enfermar. Después que la euforia por oír su voz desaparece, me siento traicionada. Total y completamente traicionada. Estoy furiosa. Por primera vez me impacta que haya guardado todo esto de mí. Que no confió en mí para contarme esto,

que Dexter lo supo desde el principio. He estado pensando en Cal como víctima, pero él no es la víctima, podría haberlo dicho en cualquier momento pero no lo hizo, y ahora, después de todo le exige a Chris que lo haga bien. Estoy apretando el asiento

tan fuerte que mis dedos se sienten calientes. Cuando él regresó, por el poco tiempo que tenía, no lo utilizó para hablar conmigo, para avisarme de lo que estaba

sucediendo, para decirme que me amaba. ¡¿Lo utilizó para burlarse de Chris?!

—No hice que lo escucharas para que te molestes —dice en voz baja, y asiento pero no puedo mirarlo. Ahora él tiene el rostro de Cal. Y deseo darle una bofetada.

—Él es un imbécil, tu padre tiene razón. Un jodido imbécil —dije, golpeando con ira el salpicadero. Siento que mi garganta comienza a arder. Miro atrás a Caylen y espero que no oiga las palabras que salieron de mi boca.

—Pero lo amas —dice Chris en voz baja, mirando su regazo. Río y limpio las lágrimas que se han escapado, y me siento como una completa idiota por tener que admitirlo.

—Sí. —Me río de mí porque soy un completo y absoluto chiste. Empiezo a sentir claustrofobia en el auto. Abro un poco mi ventana para que entre un poco de aire fresco.

—¿Estás bien? —pregunta Chris, cada vez más preocupado. No he estado bien en mucho tiempo pero he estado peor desde la semana pasada.

—Sí, estoy bien —digo, pensando que si lo digo lo suficiente tal vez lo voy a estar. Dejo escapar una respiración profunda y aparto mis manos de mi regazo. Miro a

Chris, que luce igual que un cachorro perdido—. Lo estoy, Chris. Gracias por dejarme

P

ágin

a40

escucharlo —digo, plasmando mi falsa sonrisa en mi rostro y limpiando las lágrimas

de mis ojos. Agarro la bolsa de pañales de Caylen del suelo y abro la puerta para salir.

—Te ayudaré, Lauren —dice saliendo de la camioneta. Estoy un poco sorprendida de lo rápido que sale del auto. No es la gran cosa. Estoy acostumbrada a

hacer malabares con Caylen y su bolsa de pañales, pero es lindo. Es ahora mucho más hábil levantándola de su asiento, pero está dormida, eso hace que sea un poco más

fácil. Me dirijo a la puerta del Inn pero da un paso adelante para abrirme la puerta. Eso también es lindo.

—¡Señor Scott!

Vuelvo a ver a un sorprendido Chris.

—Amanda, hola. ¿Es un poco tarde para que estés trabajando, no es así? —dice.

Su voz ha cambiado; es más profunda y un poco más autoritaria. Su postura incluso se ha enderezado. La chica de la recepción ríe y hace girar un mechón de su cabello. No

puede tener más de diecisiete años y por la forma en que su rostro se ha teñido de un tono rosa, creo que está enamorada. No es que pueda culparla.

—Ni siquiera son las 9:30, y no soy una niña —dice con un encogimiento de hombros y una sonrisa coqueta, y por primera vez me nota y a la bebé en su hombro—. Oh mi Dios, es tan bonita —dice, mirando a Caylen. Ella está dormida con su rostro apoyado en el hombro de Chris. Él camina cerca del mostrador para que pueda verla

mejor—. Es adorable —chilla—. ¿Es su sobrina? —pregunta, tocando la mano de Caylen. Mi estómago cae. Por supuesto, ella no pensaría que es su hija. Nadie sabe de

ella o de mí. Siento que mi pecho se aprieta, preguntándose qué va a decir. Si va a estar avergonzado o apenado. No creo que vaya a ser capaz de soportarlo si lo está.

—Es mi hija —responde orgulloso. Los ojos de la chica se abren y dejo salir el aliento que estaba conteniendo. No esperaba que lo dijera de forma tan sencilla.

—Oh. —Es todo lo que ella logra decir.

—Esta es su madre. Lauren —dice, se gira a verme, y su boca cae abierta. Definitivamente no esperaba que me añadiera.

—Hola —dice en un leve susurro.

—Nos conocimos antes cuando me registré —digo. Se ve tan sorprendida así como me siento aliviada. De repente siento que he salido a la luz pública, y eso hace que haya una alegría recorriéndome. En realidad no ha hecho nada, pero al oírle decir

eso se siente bien. Aunque no estoy muy segura de quién es para él, o si ella es

importante. Se siente bien saber que no somos su pequeño y sucio secreto.

—Cierto. Cuarto cinco —dice, recuperándose de su reacción inicial.

—Sí —asiento.

—¿Necesitas algo? —masculla.

—No, estoy bien —respondo y me dirijo a las escaleras hacia mi habitación.

—Buenas noches, Amanda —le dice Chris y me sigue a mi habitación.

P

ágin

a41

—Nos vemos, señor Scott —dice en voz alta detrás de nosotros. Es mucho más fácil quitarle el seguro con la llave a la habitación si no estoy haciendo malabarismos con Caylen. Abro la puerta y enciendo las luces.

—La habitación es más grande que la de la vez pasada —dice mientras entra detrás de mí. Él lo notó. La habitación que tuve la última vez que vine era bien pequeña.

—Es solo un extra de treinta dólares —digo, cerrando la puerta detrás de él. Camina con un poco de cuidado. Hay juguetes esparcidos pero la cama está ordenada y la habitación está limpia, al menos. Se acerca y la acuesta en el sofá. Le saca con

mucho cuidado el abrigo para no despertarla y luego le quita sus zapatos—. Eres muy bueno en esto —digo, un poco sorprendida mientras me quito mi abrigo y los zapatos.

—¿En serio? —pregunta, con una amplia sonrisa en su rostro que hace que olvide

lo que le acabo de decir—. Nunca he estado cerca de niños tan pequeños —dice honestamente.

—Bueno, lo estás haciendo bien —le digo, mientras arreglo el espacio en la cama

para ella y la pone ahí, entonces la besa en la mejilla. Es en momentos como estos que hacen que todo el drama por el que pasé hoy valga la pena—. Así que en tu primer día como papá. ¿Cómo te sentiste? —bromeo con él. Mientras mete las manos en su jean y

sonríe.

Se ríe.

—No estuvo tan mal. —Hace un gesto señalando al sofá.

—Seguro —digo. Se sienta y estira sus largas piernas. Debería haberle ofrecido

sentarse. Lleva un par de botas Timberland café, y jeans, su gran chaqueta color caqui está de regreso—. Así que, ¿señor Scott? —le pregunto curiosa recordando a la chica en la recepción.

—Oh, Amanda. Es una estudiante de la escuela donde enseño —dice sencillamente, y mi boca cae abierta.

—¿Eres un profesor? —pregunto sorprendida.

—Bueno. Un sustituto —dice modestamente.

—Eso es genial. ¿Tienes título de licenciado? —le pregunto y asiente.

Vaya.

Cal no tenía ningún respeto o interés en la educación universitaria.

—Así que Amanda es una de tus estudiantes —supongo.

—Sí, creo que tiene un enamoramiento conmigo. —Ríe. ¿Eso piensas? Estoy

segura que ella y cada chica en su escuela.

—Sí, y creo que rompiste su corazón cuando le dijiste que tenías una hija. —Río, y encoge los hombros.

—Entonces, ¿cómo vamos hacer funcionar esto? —pregunta, ajustando su posición de modo que está mirándome. Su cambio de actitud es tan brusco, que me

tomó por sorpresa—. Me refiero a Caylen. Tengo muchas ganas de involucrarme. Mis

P

ágin

a42

padres la aman. ¿Sé que vivimos muy lejos pero podemos hacer que esto funcione? —

pregunta por mi aprobación y asiento.

—Sí. Caylen realmente les ha tomado cariño a ustedes. Haré lo que esté en mis manos para facilitar las cosas —digo honestamente. Y veo que la preocupación en su

rostro desaparece.

—Bien —dice, con los ojos brillantes y hace que mi estómago de una voltereta.

P

ágin

a43

ué tú qué? —Raven ni siquiera intentó eliminar lo cortante en su voz.

—Solo van a ser tres semanas. No es la gran cosa —

digo calmadamente mientras me cepillo el cabello. La verdad

es que, estoy muy lejos de estar calmada al respecto. Estoy nerviosa, un poco asustada y ansiosa. Pero no puedo dejar que Raven vea que no estoy segura de esto. Cuando

hablé con Chris de regresar por tres semanas fue tan fácil decir que sí, mirando dentro de esos cálidos ojos verdes. Son persuasivos e intoxicantes. Él tiene una manera de

convencerte de que hagas lo que quiere, con una tímida sonrisa y ojos brillantes. Le hubiera dicho que usaría un traje de payaso y tacones con tal de estar cerca de él, no parecía complicado en ese momento o que fuera una estúpida idea en absoluto. En ese

momento ni siquiera parecía la gran cosa, pero conforme se acerca la hora comienzo a ver el problema. Es un gran problema, y es un muy gran problema para Raven. Ella

está golpeando con su pie, con los brazos cruzados sobre su pecho, mientras esta parada en mi habitación.

—No me gusta esto, Lauren. Realmente no me gusta —dice, meneando la cabeza. No debí haber dicho nada, pero no me quiero sentir como un niño que tiene que escabullirse y esconderse, especialmente porque ella luce como si estuviera a punto

de castigarme.

—No es necesario que te guste. No se trata de ti, Raven. Esto es lo que creo que es lo mejor para Caylen —digo adulantemente.

—¿Crees que no quiero lo mejor para Caylen? —pregunta incrédula.

—¿Tú crees que no quiero lo mejor para ella? —pregunto apenas enmascarando el sarcasmo.

—Creo que tu juicio está un poco nublado.

Y aquí vamos.

—Creo que deberías abstenerte de involucrarla tanto con Cal…

—Chris. Su nombre es Chris —la interrumpo, y ella rueda los ojos.

—Involucrarla con Chris hasta que tenga un poco de control de su estado mental.

Sabía que esto iba a pasar. Se me acerca para que pueda ver su rostro en el espejo.

—Él no es peligroso, Raven. ¡No me preocupa que la pueda herir! —le digo puntualmente.

—¿Q

P

ágin

a44

—¿Y qué hay de él hiriéndote a ti? —dice firmemente, y dejo salir un suspiro

alejando la mirada de la suya.

—Tampoco estoy preocupada por eso —contesto—. No puedes romper algo que ya está roto —murmuro suavemente mientras termino mi trenza y la ato en la punta.

Me pongo de pie, y ella me agarra del hombro—. Casi roto. —Ruedo los ojos y me

levanto para ponerme los zapatos del gimnasio.

—Aún no estás rota. Puedo verlo en tus ojos. Te conozco, Lauren. Aún no has renunciado a la esperanza.

—¿Qué es tan malo sobre el hecho que aún tenga un poco de esperanza, Raven? ¿Es eso tan malo? —le pregunto, pero sé la respuesta. Solo desearía que alguien me

pudiera hacer sentir un poco mejor al respecto. Raven deja salir un suspiro profundo, y sé que ella no será la que lo haga.

Ángela. Le debí haber dicho a Ángela primero.

—Cariño. Has pasado tanto con Cal… con este hombre. Él te ha hecho pasar por tanto —dice solemnemente, pero tal vez sería mejor si gritara. Cualquier cosa es mejor que su pesimismo. Me hace sentir patética—. Sabes, yo era de las que más los apoyaba

a ustedes dos, pero él es mercancía dañada. Está enamorado de otra mujer.

El primer puñal que atraviesa mi corazón.

—Le has dado el permiso para que siga con su vida.

Segundo puñal.

—Dices que él no es Cal y si eso es cierto, él no te ama de esa manera…

A la mierda el puñal. Ella me arrancó el corazón y lo pisoteó.

Toma mi mano como si eso hiciera que sus palabras duelan menos. Me muerdo el labio, me rehúso a llorar. Estas son cosas que ya sé y que me he dicho miles de

veces.

—No quiero verte salir herida. Necesitas dejarlo ir —dice, acentuando la última parte.

Dejarlo ir.

No es la primera en decirlo. No es como si no hubiera pensado al respecto. Tiene razón en cada una de las cosas que dijo. Solo desearía que fuera tan fácil de hacer como las demás personas piensan que es.

—Dices que Chris quiere ser parte de su vida, y cariño, eso es grandioso. Pero

solo porque él vaya a ser una gran parte de la vida de Caylen no significa que tiene que ser una gran parte en la tuya.

Quito mi mano de la suya.

—Han hablado sobre el estado de su matrimonio, sobre conseguir un di...

La corto cuando le lanzo una mirada de advertencia.

—¡¿Por favor, podrías detenerte?! —le ruego y dejo salir un profundo suspiro. Ella nunca sabe cuándo dejar las cosas. Simplemente sigue y sigue y con cada oración se siente un ladrillo puesto sobre mi pecho.

P

ágin

a45

—Quiero lo mejor para ti, Lauren. Mereces ser feliz —dice suavemente antes de recoger a Caylen y dejar la habitación. Me tiro a la cama. Me dirigía al gimnasio, pero ahora me siento con ganas de arrastrarme debajo de las cobijas y dormir todo el día

pero no lo haré. Bien podría prepararme para esto. Le dije a Raven primero sobre ir a Madison para que ella pasara tiempo con los Scott y su padre. Aún tengo a dos

personas más a quien decirles. Estoy cansada de defenderme y a mis decisiones sobre mi hija. Al final del día cualquier decisión que tome voy a tener que lidiar con las consecuencias.

Bueno, eso no es completamente cierto. Si realmente termino rota ellas van a tener que lidiar con las consecuencias de eso.

Me empujo para levantarme de la cama. Y me dirijo a la sala. Raven está sentada

en el sofá leyendo un libro mientras Caylen está en el suelo jugando con sus juguetes. Le doy un pequeño beso y antes de salir por la puerta me regreso y le doy un beso a Raven en la mejilla. Ella me mira sorprendida.

—Te amo. Entiendo que solo quieres lo mejor para mí. —Me sonríe cálidamente y aprieta mi hombro—. Solo voy a estar alrededor de una hora —digo mientras me dirijo a la puerta.

***

Después del gimnasio, una larga ducha y comida China, Raven y Caylen están dormidas. Son solo las siete y cuarenta y cinco de la noche. Creo que podemos atribuirle a lo que ordenamos la temprana siesta de Raven. Caylen usualmente está

dormida a esta hora. Recojo el último de sus juguetes esparcidos en el suelo, y mi corazón da un salto cuando escucho sonar mi teléfono. Es mi ringtone favorito.

Su ringtone.

Rápidamente termino de poner los juguetes de Caylen en el contenedor y apago la televisión. Tomo el teléfono, y me dirijo a mi habitación y me tiro en mi cama. No lo miro hasta que estoy cómoda y confortable.

¿Cómo están?

Es muy incorrecto que sus mensajes sean algo que espero. Han pasado dos semanas desde que estuvimos con él. Los envía en la mañana y usualmente como a las cuatro. Comenzamos hablar por Skype el día después que volví a casa. Creo que ha

ayudado a aligerar la incomodidad de la situación. Nunca es por mucho tiempo, solo

de cinco a diez minutos. Usualmente se trata de él hablando con Caylen y contándole

sobre su día.

Hablamos a través de Caylen.

Pero los mensajes son lo que espero más que hablar por Skype. Ellos son específicamente para mí. Bueno no realmente. Cosas como estas me hacen sentir

patética. El no dijo “cómo están mis chicas” o preguntó específicamente sobre mí, pero aun así alegra mi día.

Pienso en la conversación que tuve antes con Raven. Ella tiene razón. Dios, ella

tiene razón. Pero aun así no puedo quitarme esa sensación de hormigueo que sube por

P

ágin

a46

mi cuello. O la forma en que mi día parece comenzar a sentirse mejor cuando recibo

estos simples mensajes. ¿Cómo terminé así? Sé que hay muchas razones por las que no debería sentirme de esta manera, razones por las que no debería permitirme sentir esto

sobre ellos pero ninguna de esas razones detiene los sentimientos que se envuelven alrededor como cadenas. Cadenas de las que no me quiero deshacer. Pero de las que

necesito deshacerme. Suspiro profundamente y rápidamente le escribo:

Caylen se encuentra magníficamente

Corto, directo y al punto. Bueno la carita sonriente era para hacerle saber que no estaba siendo una perra. Quiero preguntarle cómo estuvo su día. Qué hizo, si pensó en mí, pero claro que no hago ninguna de esas preguntas. Tomo mi almohada y la halo

cerca de mí. Pienso en cómo Cal y yo solíamos mandarnos mensajes cuando nos juntamos por primera vez. Aunque no eran como estos, Cal comenzaría lo

suficientemente cordial y terminaría con lo bueno que es usando su lengua y diciéndome todos los lugares en los que le gustaría ponerla. No mucho después se encontraría en mi puerta para demostrármelo. Después cuando las cosas se pusieron

mal sus mensajes hacían que quisiera romper mi teléfono como sustituto de su rostro. La alarma de mi teléfono vuelve a sonar. Hay una palabra.

Bueno.

Ruedo los ojos. Me regaño por estar decepcionada, no sé qué esperaba que dijera, pero la respuesta de una sola palabra era molesta cuando Cal la daba, y con Chris, no mejora, pero Chris debería estarme enviando únicamente respuestas de una

palabra. Tiene una prometida a quien le da las respuestas largas. Que consigue la sonrisa cuando ella le envía un mensaje. Eso no es para mí. Yo solo soy su esposa,

después de todo. Una pequeña voz dentro de mí me dice que el título tiene el tiempo contado. Me muevo a través de la cama buscando el control del televisor. Cuando Cal

estaba aquí no había televisión en la habitación. Decía que el cuarto era para dos cosas, dormir o que te pongan a dormir. Ahora la única cosa que me pone a dormir usualmente es el maratón de Property Brothers o una temporada de Real Housewives.

Miro como media hora de un episodio antes de caer dormida, y la alerta vuelve a sonar. Tomo el teléfono y una sonrisa se mueve a través de mi rostro una vez que veo lo que dice.

¿Cómo estás?

Escribo pensando en ti e inmediatamente lo borro. Él quiere saber cómo me

encuentro. Es la primera vez que pasa. Buena señal, ¿cierto? O tal vez solo está siendo

educado.

Tuve un buen día. Nick Jr., gimnasio, buena comida china. Qué más puede

pedir una chica ;)

Lo envío y pienso que fue demasiado. Ugh. Siento como si estuviera en la secundaria, sobre analizando una simple oración. En ese momento la alarma vuelve a sonar.

Del uno al diez. ¿Qué tan buena estaba la comida china?

P

ágin

a47

Me río de eso, recordando lo mucho que comió mientras estaba con él. Rápidamente tipeo:

¿Seguro que quieres saber?

UGH así de BUENA, ¿eh?

LOL. Sí. Así de Buena.

Nuestra comida china de aquí apesta.

Ruedo sobre mi estómago y volteo a ver el espejo donde observo la ridícula sonrisa que tengo en el rostro. No he visto esa sonrisa en un tiempo. Siento mariposas

en el estómago cuando la alarma vuelve a sonar.

¿Estás ocupada?

¿Me pregunto por qué pregunta eso?

Probablemente va a llamar.

No, no va a llamarme. Sabe que Caylen está dormida. O tal vez no. Antes de ponerme irremediablemente optimista, decido evitar la decepción.

Caylen está dormida en este momento

Pasan unos cuantos minutos, y me siento decepcionada cuando la alarma no vuelve a sonar. Estaba escribiendo tan rápido antes. Coloco la cabeza sobre la

almohada haciendo un puchero cuando mi puerta se abre. Casi salto fuera de mi piel.

—¡Qué onda, amiga! —Es Hillary. Claro que lo es. Pasa por puertas cerradas como nadie más puede—. ¿Qué ocurre? Luces como si hubieras perdido a tu mejor amiga. —Se ríe antes de tirarse sobre mi cama frente a mí—. Y eso no puede ser cierto

porque estoy justo aquí —dice, dándome una nalgada.

—¿Esperando a Garret otra vez? —la molesto

—Por supuesto. Sabes que necesito mi cardio de la tarde. —Se ríe. Hillary es una

de las únicas mujeres que conozco que logra encontrar un chico con quien salir a donde

quiera que vaya. He estado yendo a mi gimnasio cuatro veces a la semana por un año y

nunca vi a Garret. El día que ella va, resulta que es un nuevo entrenador, alto,

atractivo, musculoso y atlético. Hillary lo vio al momento que entró—. Dios, tu cama es tan increíble —dice con tono exagerado.

—Lo van a despedir si los atrapan. —Río.

—No me odies, Lauren. Te dije, lo puedes tomar prestado cuando quieras —

dice, dándome un codazo

—No gracias. —Ruedo los ojos

—No puedo creer que esta cama no vea acción. Deberías prestárnosla —dice,

rodando sobre su estómago y levantando su contoneante trasero en el aire

—Eww, Hillary eres asquerosa —digo, intentando empujarla fuera de mi cama, y mi teléfono suena. Mi corazón da un salto cuando veo que es Chris. ¡Está llamando!

Volteo a ver a Hillary, quien me está mirando con sospecha

P

ágin

a48

—¿Vas a contestar? —Se ríe. No puedo contestar mientras Hillary este aquí. Mientras me mira con sospecha—. Oh, tengo que ver quién está llamando que hace que pongas esa cara —bromea. Ambas tratamos de tomar el teléfono, pero ella llega

primero. Inmediatamente frunce el ceño—. Oh, Lauren. NOO —dice. Salto de la cama para tomar el teléfono, y lo esconde detrás de su espalda

—Hillary dame el teléfono y algo de privacidad —ordeno.

—¿Qué no sigue con esa tipa? —dice puntualmente.

—Es el padre de Caylen. ¿Eso que tiene que ver?

—¿Te está llamando para hablar de Caylen? —dice sarcásticamente.

—No lo sé por qué no he contestado el teléfono. Dámelo. —Tomo su brazo y a la fuerza le quito el teléfono de la mano. Ha dejado de sonar.

—No te hagas esto, Lauren —dice, gimiendo.

—¡¿Hacer qué?! ¡¿Qué estoy haciendo?! —digo, alzando las manos al aire, exasperada. Ella menea la cabeza y cruza los brazos, escalofriantemente similar a Raven esta mañana.

—Sabes muy bien de lo que hablo. ¿Qué pasó con seguir adelante, dejando el pasado atrás? ¿Solo tendrás una relación por Caylen?

—¡¿Quién dice que no estoy haciendo eso?! —Me río incrédula. Sé que no es así. Pero ellas no lo saben.

—¡Tu rostro lo dice todo! —No puedo ser tan fácil de leer—. Cariño. No hagas esto. Veo esto terminando muy mal, y sabes que si alguien sabe de los desastres que ocurrirán, soy yo —dice, señalándose. Ruedo los ojos.

—Solo quiero ser su amiga. ¿Al menos puedo ser su amiga? —digo defensivamente. Hillary suspira.

—Amigos, Lauren. ¿En serio? ¿Qué vas a hacer, ser la madrina en su boda después de que se divorcie de ti y se case con otra tipa? —Siento que el aire queda

atrapado en mi garganta y Hillary baja la mirada sintiéndose culpable—. De acuerdo eso fue duro —dice acercándose y retrocedo. Siento lágrimas en mis ojos y mi mandíbula se endurece

—Sabes qué, Hillary, tú te follas a muchos tipos, a demasiados tipos. ¿Y sabes lo que creo? ¡Creo que es estúpido y peligroso, y que mereces algo mejor! —le espeto. Sus ojos se estrechan sobre los míos.

—Di lo que quieras, pero estoy feliz con mi vida. Sé exactamente lo que quiero de los hombres con los que escojo lidiar. No tengo planes secretos o expectativas irreales. Cuando las cosas no funcionan para mí eso no me rompe. Esa es la diferencia

entre nosotras. Si me follo a cinco tipos esta noche, y no me llaman, me vale una mierda. No me voy a apagar. Eso no me va a inmovilizar. ¿Si esto sale mal, puedes

decir lo mismo? —Camina hacia la puerta y se da la vuelta antes de irse—. Y para tu información, lo que te digo es porque me importas. Porque eres mi mejor amiga, no

porque quiera ser una perra porque estás diciendo algo que no quiero escuchar —dice suavemente antes de salir del cuarto y cerrar la puerta tras ella.

P

ágin

a49

Me siento en la cama y veo la llamada perdida. La alarma de mensajes vuelve a sonar, es Chris. Repentinamente no me siento tan animada como lo estaba por sus mensajes.

P

ágin

a50

o ha respondido. Tampoco contestó cuando la llamé. Siempre responde de inmediato cuando le mando un mensaje. Usualmente es para preguntar sobre Caylen o para ver si está bien la hora para nuestra

llamada de Skype. Pero esto era diferente. Esta vez quería hablar con ella. Realmente

no hemos hablado estas dos últimas semanas desde que se fue. Bueno, por Skype

hablamos pero es básicamente sobre Caylen, aun así, la observo y veo cómo es con Caylen. Lo mucho que la ama. Noto la manera en la que sonríe, como su cabello cae sobre su rostro y la risita que tiene. Aunque usualmente lleva una cola de caballo y

anda en suéter o una camiseta, es hermosa.

Intento empujar pensamientos como ese fuera de mi cabeza. Cada vez que se aparecen, me digo lo hermosa que es mi prometida, lo mucho que amo a Jenna. Me

digo que esto es solo curiosidad o solo una infatuación con Lauren, que es superficial, artificial y podría arruinar todo si se malinterpreta, si yo la mal interpreto.

Me recuerdo esa línea que está entre Lauren y yo. La que se encuentra ahí por una razón. Aun así eso no me detuvo de mandarle mensajes cuando sabía que Caylen estaba dormida. O llamarla para escuchar su voz, no sé el por qué o de dónde viene

esto pero necesito que se detenga.

Se supone que voy a ver a Jenna mañana por primera vez desde que esto ocurrió. Ella se quedó en Lansing por los exámenes. Pero vendrá el fin de semana. Me envió un

mensaje para que le envíe un mensaje y quiere reunirse cuando regrese mañana. Espero que el verla aclare mi cabeza de toda esta confusión y me encamine.

Lauren no me ha devuelto la llamada. Sé que hay muchas razones para ello. Tal

vez se durmió, o Caylen despertó, o no quiere hablar conmigo. La vuelvo a llamar para asegurarme de que esté bien. Me levanto y suspiro. No debería llamarla, no tenemos nada de qué hablar que no sea sobre Caylen.

Pero realmente, tenemos todo de que hablar, ya que realmente no sabemos nada

el uno del otro. Como padres, deberíamos llegar a conocernos. Deberíamos ser amigos. El ser amigo de la madre de mi hija está bien, es perfectamente aceptable.

Síp, estoy llamando.

Marco su nombre en mi teléfono y escucho el tono de llamada otra vez. Suena como cuatro veces y estoy a punto de colgar cuando se detiene.

—Hola. —Su voz apenas más audible que un susurro y sin ánimo. Suena

cansada o triste, no es lo que esperaba por como iban nuestros últimos mensajes.

—¿Está todo bien? —pregunto preocupado.

N

P

ágin

a51

—Sí, todo está bien —dice dejando salir un pequeño suspiro.

—¿La comida china no te revolvió el estómago o sí? —Decido bromear y se ríe.

—Eso me hace sonreír. Odio decírtelo pero mi estómago es la parte más satisfecha de mí —bromea. Es graciosa.

—¿Caylen te cansó? —pregunto, sintiéndome un poco más relajado ya que parece sentirse mejor. Me siento en la cama y descanso los codos sobre mis rodillas.

—No realmente. Mi tía Raven está aquí hoy. Logré tener algo de descanso y recuperación —dice, y por su tono puedo decir que algo la está molestando.

—¿Entonces qué pasa? —le pregunto, y se calla.

—¿Qué te hace pensar que algo sucede? —pregunta luego de un segundo, y me encojo de hombros aunque no puede verlo.

—No se necesita ser un genio. —Me río para bajar la tensión.

—Me peleé con mi mejor amiga —dice dudando.

—¿Fue malo? —Supongo.

—Sí. Dije algo que realmente no debería haber dicho, y me siento como una grandísima patea perritos. —Suspira y me río—. ¿Te estás riendo de mí? —pregunta, sorprendida.

—¿Patea perritos? —Río y se detiene y después ríe tontamente.

Es lindo.

—Oh sí. Lo lamento. Algunas veces me voy a las palabras claves que me entrené

para usar alrededor de Caylen. Antes de ella, solía ser muy malcriada —explica, su voz es ligera y casi ha vuelto a ser la misma de siempre.

—¿Cuál es el significado para “patea perritos”? —pregunto, acostándome sobre

la cama.

—Perra. —Se ríe.

—¿En serio? ¿Qué otras palabras claves tienes? —digo, encontrándome interesado en esto.

—Umm. Bueno veamos, pu, por supuesto es para mierda. Boca de botón es para pendejo. Daiper para imbécil. J para joder. —Se detiene en esa última parte y un momento de incomodidad se desliza entre nosotros.

—Bueno, patea perritos es la más creativa. —La molesto, y sé que está sonriendo.

—¿Crees que lo podrías hacer mejor? —dice en tono de reto.

—Umm veamos. Lame pisos para besa traseros, abono para mierda, el clásico rayos para demonios, y para joder, pizza —digo nerviosamente.

—¿Se te acaba de ocurrir esto, o tienes secretamente una lista o algo parecido? —dice, entre risas.

P

ágin

a52

—Bueno solo digamos que ya que trabajo con chicos de secundaria y las malcriadeces no las ven bien, esta no es la primera vez que discuto sobre palabras claves.

—¿Solo usas pizza porque amas la pizza?

—Por supuesto —digo.

Eso debería ser obvio.

—¡Eres todo un amante de la comida!

—¿Es esa la palabra clave para gordito? —pregunto sarcásticamente.

—Sin comentarios —dice, cubriendo su risa.

Hablamos de nuestras comidas favoritas. La suya es cualquier tipo de pasta. Le digo que soy fácil. Bistec y papas. Me dice sobre sus mejores amigas. Ángela y Hillary.

En como siempre quiso ir a la escuela en la ciudad, ama los gatos pero es alérgica a ellos. Y si tuviera que vivir en cualquier otro lugar del mundo sería París aun cuando nunca ha ido. Le cuento que cuando era más joven quería ser piloto. Encuentra irónico

que le tenga miedo a las alturas. Bromeo, que es más trágico que irónico. Le digo que aun cuando Aidan puede ser un lame pisos algunas veces en realidad es un amigo leal.

Hablamos de muchas cosas menos lo obvio, como su vida con Cal, cómo fue que conocí a Jenna, qué pasará de ahora en adelante, pero es lindo y es fácil, y ni siquiera

me doy cuenta que han pasado dos horas hasta que Aidan me manda un mensaje y pregunta por qué aún no he bajado.

Se suponía que me iba a ver con él para ir a correr. No me había dado cuenta de lo tarde que se había hecho y tampoco ella. No quiero cortar la llamada. Y al parecer ella tampoco quiere hacerlo. Pero probablemente es una buena idea ya que son casi las

diez. Le digo buenas noches, y ella me dice que no coma mucho antes de acostarme. Le digo que no como tanto y finalmente colgamos. Me siento bien por nuestra charla. No se cruzó ninguna línea, y me encuentro mucho más cerca de ser su amigo de lo que

estaba antes de la conversación. Me pongo un pantalón corto, zapatos para el gimnasio, y bajo las escaleras corriendo para encontrarme con Aidan. Es como un

viejo cuando se trata de estar a la hora.

—¿Amigo, qué mierda? Se suponía que te verías conmigo aquí hace veinte minutos —dice, alzando los brazos al aire.

—Perdí la noción del tiempo —digo simplemente.

—Y qué hay con la estúpida sonrisa en tu rostro —dice, dándome con el codo.

Lo empujo.

—Estoy pensando cómo voy hacer que el imitador del capitán América se trague mi polvo —digo antes de salir corriendo delante de él.

—¿Así que ahora haces trampa? —grita.

—¿Quién dijo que estábamos en una carrera? —grito antes de apurar el paso y agrandar la distancia entre nosotros—. ¡Todo ese entrenamiento y sigues siendo más lento que tu abuela! —me burlo. Cuando llegamos a la mitad del camino, ambos nos

detenemos para recobrar el aliento.

P

ágin

a53

—Parece que hoy estas de aquel humor de “acabo de tirármela” —bromea. Y frunzo el ceño—. ¿Te arreglaste con Jenna? —dice tratando de adivinar.

—No, aunque ella va a llegar a casa —le informo.

—¿Entonces te estuviste masturbando? —Se ríe. Y desestimo eso ondeando la mano—. Te tardaste en bajar para que fuéramos a correr, nunca llegas tarde, y tienes

esa sonrisa de acabo de follar en tu rostro. —Se ríe.

—Eres un idiota —digo, sentándome en el suelo.

—Oye, algunas veces la mano de un hombre puede ser lo mejor —dice, tirándose

a mi lado.

—No me estaba masturbando. Estaba al teléfono y perdí la noción del tiempo —digo para callarlo. Me mira incrédulo—. Estaba hablando con Lauren —digo, y una

sonrisa engreída se extiende a través de su rostro.

—¿Cuánto tiempo estuvieron al teléfono? —pregunta pícaramente.

—No tanto. —Me encojo de hombros. Me da una mirada incrédula—. Como dos horas —admito finalmente.

—¡No jodas! —dice, dándome una palmada en la espalda—. Amigo, la única razón por la que estoy al teléfono por una chica por tanto tiempo es si aún no me la he tirado y eso mejorará mis posibilidades, o si ella que puede hablar sucio. —Se ríe.

—Dos horas no es tanto tiempo. —Encojo los hombros.

—De acuerdo, tienes razón. Ustedes tienen mucho de qué hablar. ¿De qué te enteraste?

—Bueno, no hablamos de cosas importantes. Pensé que sería mejor si esperábamos hasta que estuviera aquí, sabes —digo, sacando mi barra de caramelo y

abriéndola.

—Espera. ¿Así que estuviste al teléfono por dos horas solo hablando mierdas? —dice a sabiendas.

—No lo llamaría exactamente así —explico vacilantemente y comienza a menear la cabeza, riéndose—. ¿Qué? —digo mientras se pone de pie.

—¿Te gusta? —Pero es más bien una aseveración.

—Sí, es grandiosa, y tuvo a mi hija —me defiendo

—Sabes a lo que me refiero.

—No se trata de eso. Quiero ser su amigo y los amigos deben tener cosas de las

que hablar.

—Tú y yo hemos sido amigos toda la vida, y nunca hemos hablado así por teléfono —dice mientras comenzamos a caminar de vuelta a mi casa.

—Awww, ¿qué? ¿Estás celoso? —bromeo, a lo que él ríe.

—¿Qué hay de ti y Lisa? ¿Hablan tanto? —pregunta, cruzando los brazos, y la única respuesta que tengo es una que fortalecerá su caso.

P

ágin

a54

—No planeaba hablar tanto tiempo con ella —admito. Comenzamos apurar el paso.

—Más vale que te cuides, Scott. —Ríe mientras corre delante de mí. Terminamos corriendo dos kilómetros ida y vuelta. Aidan gana por casi media cuadra. Supongo que

sí le enseñaron algo en la armada—. Me muero de hambre —dice mientras recupera el aliento.

—Yo también —contesto mientras camino la distancia entre nosotros, inhalando tanto aire como puedo.

—Vamos por unas hamburguesas —dice tomando la botella de agua de mi porche y tomándosela.

—Quiero desayuno.

—Siempre quieres desayuno, son casi las once de la noche —dice lloriqueando como un niño de cuatro años—. Podemos ir por algunas hamburguesas y puedo dejarte e irme a mi siguiente plan de entrenamiento para esta noche —dice con un

guiño.

—Voy a freír algo de tocino —digo, dirigiéndome a la casa.

—Al diablo. Hazme unos huevos —cede, siguiéndome.

—¿Cuál es su nombre? —pregunto mientras abro la puerta.

—Rachel, y el cuerpo… —Se detiene a media oración cuando vemos a Jenna

sentada en la mesa de la cocina con sus manos entrelazadas.

—Jenna —digo felizmente.

—Imaginé que habías ido a correr —contesta suavemente, con una sonrisa que apenas está ahí—. Hola Aidan —dice, dando un vistazo rápido en su dirección.

—¿Qué onda, Jenna? —responde secamente. Los dos realmente nunca han congeniado. Jenna piensa que es un cerdo chovinista. Aidan piensa que es demasiado tensa y aburrida así que nosotros no salimos mucho juntos. La veo y veo a Aidan.

—Dejamos el desayuno para otra ocasión —digo, y asiente rápidamente saliendo por la puerta. Echo llave tras él y veo que Jenna se ha levantado. Me apoyo contra la puerta, y nos quedamos viendo por un par de segundos. Quiero halarla y abrazarla

pero su expresión es estoica y no estoy seguro de cómo acercármele—. ¿Cuándo volviste? —pregunto vacilantemente. Busco el anillo en su dedo y no lo encuentro, y mi corazón cae.

—Esta tarde. ¿Quieres sentarte? —pregunta, indicando hacia el asiento frente a ella. Asiento y saco la silla. Ella está frotando sus manos, y tomando la oportunidad las tomo entre las mías. Deja salir un suspiro.

—¿Dónde está tu anillo? —pregunto suavemente. Sus ojos observan como mis manos toman las suyas.

—Aún lo tengo. Solo que aún no he decido dónde ponerlo todavía —contesta y sus manos se deslizan de las mías—. ¿Cómo están las cosas? —pregunta mientras sus

ojos azules me inspeccionan. Cuando mi madre estaba enferma. Ellos eran las únicas cosas que me hacían sentir mejor. Eran penetrantes, y severos. No me permitía

P

ágin

a55

revolcarme en mi lástima. Su mirada puede ser intimidante, una que será realmente

útil cuando sea abogada. Ya estoy acostumbrado pero esta vez hace que el cabello detrás de mi cuello se erice.

Me muevo en el asiento intento escoger mis palabras con cuidado. No esperaba verla esta noche. Pensé que tenía tiempo para prepararme, ahora todos mis pensamientos parecen un revoltijo y se apilan uno sobre otro, si fuera hablar en este

instante solo estupideces saldrían. Ella está esperando a que conteste. A pasado al menos un minuto y su mirada está penetrando dentro de mí. Me siento como si

estuviera en el banquillo de los acusados.

—¿Me escuchaste? —pregunta, la irritación evidente en su tono.

—Bueno… —Eso es todo lo que sale de mi boca, y ella se muerde el labio.

—Cómo estuvo tu visita con… —deja salir un profundo suspiro y sonríe tensamente—… tu hija. —Obliga las palabras a salir como si estuviera mascando

vidrio roto. Poniéndose de pie se da la vuelta lejos de mí. Y alisa su cabello con sus manos mientras se ríe nerviosamente—. He estado practicando todo el día como decir

eso sin sonar como una completa perra.

Me río, no de ella sino porque no me puedo sacar la palabra patea perritos de mi

cabeza.

—Eso no es gracioso, Chris. —De golpe me regresa al presente, sus ojos están mirando hacia abajo.

—No tenemos que hablar de eso en este momento —digo, acercándome y esta vez no retrocede. Coloco mis manos en su cintura y ahí es donde ella retrocede. Me

rasco la cabeza.

—No. ¿Es importante, cierto? —dice puntualmente.

—Sí. —Asiento.

—Sé que estás entusiasmado. Sé lo mucho que quieres hijos —dice suavemente la última parte.

—Ella es lo bueno de todo esto. —Me encojo los hombros, y ella no dice nada por un minuto.

—¿Se parece a ti? —pregunta, y vuelve a sentarse. Sé que hablar de esto no es fácil para ella, pero es buena en esconder lo que siente. Quiere que piense que está de

acuerdo con todo esto, y realmente, si hay una oportunidad para nosotros, tiene que aceptar a Caylen. Así que me da algo de esperanza que lo está intentando. Saco mi

teléfono y paso por las fotografías que Lauren me envió de ella y escojo mi favorita. Cautelosamente le paso el teléfono a Jenna. Respira antes de tomarlo, y cuando ve la

fotografía, cierra los ojos luego de solo un segundo. Descansando su cabeza en la palma de su mano mira fijamente la fotografía nuevamente antes de devolverme el teléfono—. Es hermosa —dice suavemente. Tomo el teléfono y pienso en si decir

gracias o no—. Es igual a ti —añade, luego suspira—. ¿Podrías traerme agua? —logra decir.

P

ágin

a56

Abro el refrigerador y tomo una botella de agua y se la entrego. Noto que sus manos están temblando un poco. Toma un sorbo y baja el vaso mientras dejar salir otro suspiro profundo

—Q-quiero que la conozcas. Cuando estés lista —digo vacilantemente

Sus ojos se ensanchan.

—No estoy lista —contesta rápidamente, y levanta la cabeza—. ¿Qué no viven en Chicago? —pregunta y asiento. Luce algo aliviada cuando le digo eso, pero igual debería sacar todo a la luz de una vez.

—Volverá este fin de semana —le digo, y el alivio que tenía hace unos cuantos segundo desapareció.

—¿Vas a ir a recogerla? —dice las palabras tan rápido que tengo que recordar

cómo contestar su pregunta.

—No, Lauren la va a traer.

Sus ojos inmediatamente se estrechan mirando los míos.

—¿Por qué? ¿Por qué simplemente no puedes ir a recogerla y traerla acá? —dice sin rodeos.

—Bueno, solo tiene un año, y nunca ha estado lejos de Lauren por tanto tiempo. Aún está conociéndonos —digo como si fuera obvio, y sus ojos se ensanchan

—¿Cuánto tiempo van a estar aquí? —dice cortantemente

—Solo por dos o tres semanas —digo rápidamente.

Ella pasa sus manos sobre su rostro.

—¿Le has preguntado sobre el divorcio? —pregunta abruptamente. Eso me tomó

desprevenido. Supongo que no debería ser así. Sé que es algo, una de las primeras cosas, que probablemente debería haber hablado con ella. A Jenna no le va a gustar que no lo haya hecho. Es solo que con tantas cosas…

—Lo haré —digo firmemente

—¡Eso quiere decir que no lo has hecho! —habla, subiendo el tono de voz.

—Es solo que han pasado tantas cosas —intento explicar. Puedo ver su ira elevándose exponencialmente.

—¿Que ha estado ocurriendo como para evitar que hicieras eso una prioridad? ¿Siquiera has buscando un nuevo doctor? —pregunta rápidamente, interrumpiéndome

y solo puedo mirar hacia otro lado.

—He estado buscando uno, pero resulta que la doctora Lyce es una de las mejores —digo, ignorando su ardiente mirada

—¿Has hecho cita para verla? —pregunta enojada. Ya había tomado el ritmo, y cuando está así no se detiene.

—No, no sé si quiero verla después de todo lo que pasó.

—¿Entonces qué demonios estás haciendo? —me grita.

—¡Estoy intentando entenderlo todo! —le contesto.

P

ágin

a57

—¿Qué hay que entender? Si quieres un divorcio, pídeselo. Si quieres un nuevo doctor, encuentra uno. —Sus manos están apretadas en puños, y está temblando—. ¿Cómo carajos te atreves a preguntarme dónde está mi anillo, si aún no le has pedido a

tu “esposa” el divorcio? —dice, tocándome en el pecho con su dedo puntualizando

cada palabra. Sus ojos están muy abiertos llenos de lágrimas de ira, y me doy cuenta de

que tiene razón.

—¿Está todo bien? —Aparece mi madre en la cocina de pie con su bata. Los ojos de Jenna se estrechan sobre mí antes de volverse hacia mi madre.

—Lamento haber sido tan ruidosa, señora Scott —se disculpa suavemente.

—Está bien Jenna, ¿necesitan algo? —pregunta, mirándome y sonrío apretando los labios.

—No. Chris estaba por acompañarme hasta mi auto —dice, caminando hacia la puerta—. Que pase buenas noches señora Scott —dice antes de irse. Dejo salir un

suspiro. Mi madre me mira con lástima antes de irme siguiendo a Jenna.

Ya está en el auto, con los brazos cruzados sobre su pecho. No está dentro, así que eso significa que aún no ha terminado.

Camino hacia ella y me paro a un brazo de distancia.

—Tienes razón. Solo estoy intentando arreglar las cosas para todos. —Está oscuro afuera así que realmente no puedo ver sus expresiones faciales pero si tuviera que adivinar, diría que está rodando los ojos.

—Te gusta que las cosas sean fáciles, Chris. Intentas que todo sea fácil para todos, y esta no es una situación en que las cosas vayan a ser así —dice, cerrando el espacio entre nosotros. La tomo en mis brazos y apoya su cabeza en mi pecho

—Voy a pedírselo. Es solo que no quiero que le caiga de sorpresa. Ella sabe que va a pasar. Solo quiero que nuestra relación y la relación con Caylen esté en un mejor lugar, y entonces partimos de ahí.

—¡No es caerle de sorpresa! —Retrocede y deja salir un profundo y frustrado suspiro—. Tú dijiste que estaba dejando ir el pasado. Sabe que estás comprometido, no

te puedes casar conmigo mientras aún estás casado con ella. Así que o ella te está

dejando ir o está esperando por algo diferente. ¡No puedes permitir que se siga aferrando, eso empeorará las cosas! —dice frenéticamente—. No puedes dejar que esté

tipo controle tu vida. Comienza a tomar tus propias decisiones —dice alarmantemente, y tiene razón. Mientras esté casado con Lauren, él, Cal, aún tiene control sobre mí. Sus acciones suplantan las mías.

Seré su amigo, y ella verá que podemos ser amigos y tener una relación con Caylen.

—Le diré antes de que regrese a Chicago —digo más que todo para mí, ignorando lo apretado que se siente mi pecho y la creciente presión en mi cabeza.

—Y creo que debería conocer a Caylen mientras están aquí —dice, mirándome con una pequeña sonrisa esperanzadora. Me siento bien por eso, ignoro el sentimiento que le presidió.

P

ágin

a58

ime lo que quieres… Todo… Odio este sentimiento. El nerviosismo, la ansiedad que comienza

en mi estómago y se extiende por todas partes. Quiero que se vayan. Quiero sentirme bien, sobre todo esto, pero algo tira de mis pensamientos, lo que me sugiere que voy a

caer en un agujero de conejo.

Tuve otro sueño con Cal anoche, fue sobre la primera noche que dormimos juntos. Todo sucedió igual que esa noche, excepto que después de que me preguntó

qué quería, cuando le dije todo, me respondió que no podía tenerlo todo.

No podía tenerlo todo y no podía hacerme ilusiones. Me desperté después de eso, antes de que incluso llegara a la parte buena… no he

tenido ninguna parte buena desde…. ni siquiera quiero pensar cuánto tiempo ha

pasado.

Sobre lo que estuve pensando es sobre la última vez que hablé con Chris. Cómo hablamos por casi dos horas y pasaron como minutos. Fue la primera vez que las

mariposas se asentaron en mi estómago, donde no había ni nerviosismo ni ansiedad. Me habló como a una amiga. No creo que Cal y yo nunca habláramos como amigos.

Solo amigos.

He estado tratando de no pensar en Cal desde que todo esto sucedió. Sé que si me centro en él, es lo peor que puede suceder, pero no puedo evitarlo. Lo extraño, pero estoy tan enojada con él, por dejar que esto pasara, porque nunca me dijo la verdad.

Pero por otra parte, todo esto es bastante increíble. Si me hubiera dicho cuando nos conocimos, probablemente hubiera salido corriendo hacia las colinas, pero una vez me enamoré de él, no me habría importado. Hubiera sido mucho más fácil si me lo

hubiera dicho. No habría pasado largas noches en vela preocupada y, donde estuviera, lo habría sabido.

Por otro lado, Chris ni siquiera sabía lo que estaba pasando. Me pregunto cómo

todo esto habría funcionado, pero no sirve de nada pensar en ello ahora. Duele demasiado. Pensé que sería más difícil para mí no pensar en él cuando estoy alrededor de Chris, pero no es tan difícil. Cal y él son tan diferentes que me es más fácil creerlo

cuando puedo ver la diferencia. Es cuando no estoy alrededor de Chris que me pongo a analizar todo. Pensando en lo que significa cuando no está. Si alguna vez va a volver,

si fue él quien me guiñó un ojo y me llamó hermosa, si es que sucedió.

D

P

ágin

a59

Comencé a buscar información sobre la condición y para ver cuántas personas viven esto todos los días. Algunas tienen hasta diez o veinte alter egos. La palabra alter

ego sin embargo hace que tiemble. Condensar una persona dentro de un “alter ego”,

toda su vida, sus esperanzas y sus amores, supongo que es porque me enamoré de uno.

Chris no ha hablado conmigo acerca de ver a alguien sobre su condición. Mencionó que ya no confiaba en su doctora de antes, y no lo culpo. Quiero

preguntarle cuándo va a hacerlo, pero supongo que como Cal no ha intentado resurgir, no es una de sus prioridades en este momento. Ni siquiera sé si piensa si debería ser mi

preocupación. Es cuando comienzo a pensar en estas cosas que la ansiedad en la boca de mi estómago empieza y no va a desaparecer.

Trato de pensar que estas tres semanas van a ser tranquilas, y que Caylen y los

Scott van a pasar mucho tiempo juntos, y que Chris y yo vamos a tener una mejor

comprensión el uno del otro, y todo será sol y rosas, pero por alguna razón mientras me acerco a su puerta, no creo que vaya a ser tan fácil.

En estas tres semanas, muchas preguntas van a tener que ser respondidas. Eso no puede ser fácil. Vamos a tener que llegar a soluciones, que no son tan fáciles de lograr, pero para que esto funcione, vamos a tener que enfrentarnos a ello.

Es la una de la tarde, y a Chris lo llamaron para que trabajara. Me preguntó si quería que no fuera, pero no creí que fuera necesario. Debería estar en casa pronto, de todas maneras. Lo que no esperaba era que la señora Scott me pidiera que viniera lo

más pronto posible, y así lo hice. Estoy a mitad del camino por las escaleras cuando abre la puerta con una amplia sonrisa en su rostro.

—¡Hola, princesa! —dice mientras se precipita hacia mí y toma a Caylen de mis brazos—. Estoy tan contenta que vinieran sanas y salvo, ¿cómo estuvo el viaje? —dice, dándome un rápido vistazo y una cálida sonrisa.

Nunca quita su atención de Caylen por mucho tiempo. Si fuera cualquier otra persona me ofendería, pero con la señora Scott sé que tiene buenas intenciones.

—Estuvo bien. Durmió casi todo el camino —digo, siguiéndola a la casa. —Es una buena niña. —La arrulla mientras nos dirigimos hacia la cocina. El olor

a galletas de chocolate nos recibe—. Horneé todas estas para ti —le dice a Caylen. Espero que al menos pueda tomar una. —¿No te importa, verdad Lauren? —pregunta vacilante. —Solo si puedo obtener una —bromeo, y ríe. —Por favor, especialmente antes de que Chris regrese a casa. Se puede comer el

lote él solo —dice mientras le da a Caylen la mitad de una galleta y me entrega el

plato. Como todo lo que ella cocina, están deliciosas—. Estoy tan contenta de que estén aquí, y tengo una sorpresa que mostrarles. —Toma a Caylen del mostrador y

hace un gesto para que la siga. Me lleva a una habitación con la puerta cerrada—.

Espero que te guste —dice abriéndola.

Cuando lo hace, revela una habitación de niña muy bien decorada. Hay una cama grande con un hermoso edredón de color blanco con rosa, cortinas a juego y las

paredes son de color rosa con calcomanías de flores. Hay una cómoda blanca, y junto

P

ágin

a60

a ella, una estantería surtida con libros infantiles y una mecedora con un oso de

peluche tan grande como yo. Pone a Caylen abajo y ella inmediatamente camina hacia el oso. Estoy literalmente sin habla. No puedo creer que hizo esto en dos semanas.

—¿Te gusta? —pregunta con una sonrisa nerviosa, siento las lágrimas en mis ojos. Estoy parpadeando rápidamente.

—No puedo creer que hayas hecho todo esto —digo de alguna manera.

Es la habitación perfecta para una niña. Caylen tiene una hermosa habitación en casa, pero la atención en los detalles que la señora Scott puso para una niña con la que

se encontró una sola vez, mi niña, me deja saber que fue aceptada en sus corazones. —¿Eso significa que te gusta? —Ríe. Asiento.

—¿Espero que esto no sea un gran inconveniente? —pregunto sin poder hablar de

ello.

—Bueno, esta solía ser mi habitación de manualidades. Cada vez que hago artesanías, normalmente termino en la sala o en la mesa de la cocina, por lo que realmente era más una habitación de almacenamiento y en el momento que me

enseñaste la foto de Caylen sabía lo que iba a hacer con ella. ¿En serio te gusta? —pregunta genuinamente.

—Me encanta. —Me río. Caylen está tratando de darle de comer su galleta al oso—. Oh Caylen, vas a ensuciarlo. —Suspiro, tomando la galleta de su mano.

—Puedes ensuciarlo como quieras. Esto es para ti y tu mami —dice, sentándose al lado de Caylen, que ha comenzado a sacar los libros de los estantes.

Un momento. ¿Qué fue lo que acaba de decir? —¿Disculpa? —le pregunto, asegurándome de que la escuché bien. —Bueno por eso fue que compré una cama grande —dice la señora Scott, sin

quitarle los ojos a Caylen—. Estaba pensando que sería un poco tonto que te quedaras

en el hotel por tres semanas completas, por no hablar de lo caro que es, cuando tenemos una perfecta habitación para ti —dice, y mi estómago se siente como si estuviera a punto de lanzarme de un edificio de gran altura. Mi boca está seca.

Estoy tratando de usar mis palabras. Ellas no quieren salir y no puedo hacer nada.

No puede estar hablando en serio, no puedo quedarme aquí. Estoy apenas acostumbrándome al hecho que Chris no es Cal, y cuando estoy con él, me acuerdo

más de ello, pero aún tiene su rostro y su voz, y no sé si pueda tomarlo todos los días de la semana.

—Realmente aprecio todo esto pero… yo… yo no sé si sería una buena idea señora Scott. —Río, recorriendo con mis manos mi cabello nerviosamente.

—Es una gran idea, ¿no es así Caylen? —dice feliz, y suspiro. Cuando finalmente me mira, su amplia sonrisa se suaviza—. Bueno durante el día, solo yo estoy aquí,

William está haciendo las cosas de la granja, y Chris está dando clases o en el centro comunitario. No voy a ser una gran molestia para ti, lo prometo —dice, dándome una

sonrisa tranquilizadora. Sacudo la cabeza—. Y cómo vas a estar solo tres semanas, me

P

ágin

a61

encantaría pasar tanto tiempo con ella como sea posible, y lo mismo pasa con Chris y

William. Somos un pueblo pequeño, pero me sentiría mal saber que ustedes estén en un hotel, comiendo comida rápida o comida chatarra, cuando podrían estar cenando

con nosotros —continúa, y me pregunto si realmente no lo comprende ¿No se da cuenta de que estoy enamorada de su hijo? ¿Qué estoy tratando con todas mis fuerzas

de no estarlo y que estar tan cerca no ayuda en nada?—. Y pensando en la cantidad de gasolina que tú y Chris estarían desperdiciando en ir y venir, simplemente me parece lógico —continúa.

Es gracioso que su argumento sea lo más lógico. Si solo la lógica estuviera implicada, tendría sentido, pero hay muchas otras cosas involucradas aquí además de la lógica. Mi mente está diciendo que decline lógicamente, que me quede en el Ritter

Inn, y le dé las gracias de nuevo por la encantadora habitación que creó para Caylen.

Pero la otra parte de mí, la emocional y la esperanza, me dicen que le diga “gracias”, le

dé un abrazo y finja que no es la gran cosa.

—Son solo tres semanas Lauren —dice con una cálida sonrisa que me hace sentir que esto es una gran idea y que todo va estar bien. Luego está mi lado nervioso,

amargo y pesimista que usa sus palabras en su contra.

Son solo tres semanas. Eso es todo lo que tienes.

—¿Qué dice Chris sobre esto? —pregunto, comenzando a abrazarme a mí misma.

Si está bien con esto, entonces me voy a quedar, si duda por un segundo su respuesta soy libre para irme al Ritter Inn.

—Chris piensa que es una fantástica idea —dice de manera fluida mientras levanta en el aire a Caylen.

Fantástica idea… Bueno, parece que me voy a quedar.

P

ágin

a62

e dijiste qué?

Mi madre sonríe tímidamente. Debería haber sabido que algo estaba pasando cuando la vi prácticamente correr de la

casa cuando llegué. —Bueno cariño, cuando piensas en ello, no tiene sentido que se queden allí solas,

cuando podrían estar aquí con nosotros —explica simplemente y dejo escapar un profundo suspiro, agarrándome la cabeza.

Jenna me va a matar. Me va a matar.

—No me mencionaste esto cuando terminamos la habitación de Caylen. No me lo preguntaste en lo absoluto, ¿y le mentiste cuando le dijiste que fue mi idea? —digo con fuerza, y ella suspira.

—No dije que fuera tu idea. Dije que pensabas que era una idea fantástica —aclara, y comienzo a caminar de un lado a otro.

—Mamá, no es una buena idea —digo con una risa nerviosa—. ¿Qué dice papá? —Sé que no pudo acceder a esto.

—Tu padre no lo sabe y no te preocupes por él. Verá lo lógico que es también, una vez que se lo explique. ―Oh, genial. Papá no lo sabe. Esto se está poniendo

bueno—. Chris, ¿cuál es el problema con que se quede aquí? —pregunta como si no lo

entendiera.

Realmente no tengo un problema con Lauren quedándose aquí, y tiene sentido que se quede, pero sé con certeza que para Jenna no lo tiene y que sin duda no va a ver

su estancia aquí como una decisión puramente lógica. —¿Mamá, te has olvidado de Jenna? Las cosas son bastantes inestables en este

momento y solo estoy empezando a que ella vea el lado bueno. Esto no va a ayudarme en lo absoluto —digo, mirándola a los ojos.

—Christopher, no se está quedando en la misma habitación contigo. Y va estar en un piso completamente diferente. Caylen va a ser tu hija por más tiempo que esta pequeña visita. Jenna tendrá que ser capaz de confiar en ti alrededor de su madre —

dice, y dejo escapar un gemido.

¿Cómo no ve la posición de Jenna en todo esto o no le importa? No es como si mi madre estuviera de un solo lado… a no ser que... Me vuelvo a mirarla y estudio su

expresión.

—¿L

P

ágin

a63

—¿No te gusta Jenna, mamá? —le pregunto serio, y por un segundo su expresión está en blanco—. No te gusta —declaro incrédulamente y niega.

—No he dicho eso, cariño —afirma rotundamente, pero solo con esa mirada lo puedo ver. Grandioso. A mi mamá no le gusta la mujer con la que quiero casarme y

nunca se molestó en decime algo sobre ello. —No importa si te gusta o no, tienes que admitir que esto no es justo para ella.

¿Cómo voy a explicarle esto? —le pregunto, y deja escapar un pequeño resoplido. —Cúlpame. Dile que fue mi idea. No voy a permitir que mi única nieta pase tres

semanas en un hotel cuando podría estar aquí conmigo. No lo permitiré, Christopher —dice severamente.

—Va a pensar que no te gusta, y no puede pensar eso, no ahora, mamá —Esto es

malo, realmente malo. —Cariño, le dije a Lauren que le traerías sus maletas del auto, y esa era la razón

por la que vine aquí. —Interrumpe mis pensamientos y me entrega las llaves de

Lauren. Voy a tener que pensar en algo. No puedo decirle a Lauren que se vaya y tiene sentido que se quede aquí.

Jenna es razonable. Estará bien. Todo estará bien. Mi mamá tiene razón. Después de estas tres semanas, Lauren

no va a desaparecer. Va a haber momentos en que estemos juntos, incluso solos, y va a ser genial, porque durante estas tres semanas, vamos a convertirnos en amigos. Voy a

poder decir sinceramente, a cualquiera que me pregunte por ella, que es solo una amiga. Tomo una respiración profunda y tomo las dos maletas y una bolsa de lona de

la parte trasera del auto de Lauren. No puedo ignorar este sentimiento de emoción, sabiendo que van a estar aquí por casi un mes. Estoy nervioso, y sé que las cosas van a ser difíciles, por lo que necesitaremos hacerle frente, pero no todo va a ser difícil, malo

o incómodo.

Todo va estar bien.

—Todo va a estar bien —murmuro para mí mismo cuando entro a la casa por la cocina.

Las cosas están mejorando. Mi mamá tiene un plato de galletas de chocolate que esperan por mí. Camino rumbo a la habitación de Caylen, y la veo jugar con la casa de muñecas que mi papá armó para ella.

—Hola ahí —digo y pongo las maletas en el suelo. Tiene una muñeca en su

mano y en la otra una galleta. Comienza a reír. Y la levanto—. ¿Podemos compartir tu galleta? —le pregunto, y comienza a ponerla en mi boca. Lástima que esta empapada

con saliva. —Hola. —Me doy la vuelta y veo a Lauren de pie en la puerta. Está usando un

gran suéter blanco y jeans, su cabello recogido en una cola de caballo, y siento la

misma emoción que tuve la primera vez, pero esta vez, tiene una gran sonrisa, una cálida sonrisa en su rostro. Dios mío, es hermosa. Pero también lo es Jenna.

Jenna es hermosa, y amas a Jenna.

P

ágin

a64

—¿Cómo estuvo tu viaje? —le pregunto, sentándome en la mecedora que mi madre eligió para la habitación

—Bien. —Asiente, y su amplia sonrisa cambia. Ve rápidamente por encima de su hombro y cierra la puerta detrás de ella—. Sé que tu mamá dijo que esta era una idea

fantástica, solo quería asegurarme que, ¿esto está bien para ti? —pregunta

vacilantemente, su mano agarrando su muñeca.

Se ve nerviosa y aunque solo se ha encontrado con mi madre un par de veces, ve claramente que esto es la maquinación de una abuela desesperada.

Aun así, en el momento que entró en la habitación mientras cargaba a Caylen, mis sentimientos cambiaron.

—No puedo pensar en ningún otro lugar que prefiera para ustedes que estar aquí

—le digo, y sus ojos se abren un poco y deja escapar un suspiro. Tal vez no debería haber utilizado exactamente esas palabras, pero eso era lo que estaba pensando, y solo

las dejé salir—. ¿Te gustó la habitación? —digo rápidamente, con ganas de cambiar de tema.

—Me encanta. Fue muy dulce de su parte —dice con un poco de timidez.

No puedo creer que la hago sentirse tímida, pero lo hago. Me pregunto si la hago sentir tan nerviosa como ella me hace sentir.

—Mi mamá eligió todo. Mi papá y yo solo lo armamos y lo instalamos. —Me río

—¿Tu papá está bien con que me quede aquí? —Me pregunta en voz baja, como si alguien fuera a entrar en esta habitación cerrada.

—Nadie le pregunta sobre algo por aquí —bromeo, y se ríe inclinado su cabeza hacia atrás y mostrando sus grandes hoyuelos. Trato de mantener quietos mis latidos para evitar que se aceleren. Hay un golpe en la puerta que la sobresalta. Supongo que

olvidó que la cerró. La abre, y mi mamá está ahí, parada con una sonrisa nerviosa.

—¿Qué sucede mamá? —pregunto. La expresión en su rostro me preocupa.

—¿Chris, puedo robarte por un momento? —pregunta. Lauren me mira preocupada.

—Está bien —digo calmadamente y le doy a Lauren una sonrisa tranquilizadora. Dejo a Caylen sobre el oso de peluche que está golpeando. Cuando estoy fuera de la habitación la cierra detrás de mí.

—Jenna acaba de estacionarse afuera. —Me informa nerviosa. Oh mierda—. ¿Le

dijiste que viniera hoy? —pregunta tímidamente.

Asiento. Le dije que viniera hoy, pero no pensé que llegaría en este momento.

—¿Le dijiste a Lauren que Jenna venía hoy? —pregunta severamente.

Nop.

Mi mamá deja escapar un suspiro nervioso.

—Chris, con todas estas mujeres en tu vida, vas aprender a comunicarte un poco mejor. —Suspira.

P

ágin

a65

No creo que sea un problema de comunicación, más bien como un problema de postergación.

—Creo que deberías decirle a Lauren que Jenna estaba a punto de venir —dice, y me señala de nuevo la habitación—. Voy a ir a dejar que Jenna entre a la casa. —

Niega antes de dejarme ahí parado junto a la puerta, luciendo como un idiota.

Soy un idiota.

Debería haber hablado con Lauren sobre esto hace rato, pero no puede hacer gran cosa. Sabe sobre Jenna y que con el tiempo va a tener que encontrarse con

Caylen.

Esto irá bien.

Dejo escapar un profundo suspiro antes de entrar. Y cuando entro, está

desempacando su maleta. Me mira curiosa.

—¿Qué sucede? —pregunta. Tengo que mostrarle cómo me siento.

—Quería tener la oportunidad de hablar contigo de esto en un principio, pero… bueno, Jenna está aquí para conocer a Caylen —digo y trago el nudo en mi garganta.

Deja caer la camisa que estaba doblando, y puedo decir por su respiración que algo ha cambiado. No me está mirando. Mantiene sus ojos fijos en la camisa que estaba doblando. Si no me sentía como un imbécil antes, definitivamente lo hago ahora. Su rostro está enrojecido, y sé que no es por vergüenza, o tal vez lo es. La

primera vez que vi su rostro enrojecido con este color, Cal fue la razón. Esta vez no se lo puede culpar a él. Esto es estrictamente mi culpa.

—¿Ella se encuentra aquí? —Su oración es rápida pero entrecortada.

—Sí. —Asiento.

Los siguientes segundos son más que incómodos. Tengo el presentimiento de que Lauren está abriendo hoyos con su mirada a la camisa que está mirando fijamente para no abrir hoyos en mi rostro. Hay un escalofriante silencio hasta que Caylen comienza

a golpear uno de sus libros en el piso. Eso parece romper el trance de Lauren.

—Solo dame unos minutos para limpiarla —contesta recogiendo a Caylen y tomando la aguada galleta de chocolate de su mano. Antes de dirigirme a la puerta me

doy la vuelta para estar cara a cara.

—Gracias, Lauren. —Me mira con una sonrisa de labios apretados mientras comienza a limpiar la boca de Caylen. Cuando cierro la puerta dejo salir un profundo

suspiro y rezo para que esto vaya lo mejor posible. No puede ser peor que la última vez que se vieron.

Eso espero.

P

ágin

a66

oy una idiota. No puedo creer que haya sido tan estúpida. No sé por qué, probablemente porque soy una idiota, pero una parte de mí como que pensaba que las cosas estaban por cambiar. Inicialmente, pensé que el que

nos quedásemos aquí era un ardid que usó su madre para tener más tiempo con

Caylen, pero cuando me dijo que no había otro lugar en el que prefiriera que

estuviéramos, pensé que había una oportunidad. Una oportunidad para que Chris me viera como lo hacía Cal. Ahora sé que no

hay oportunidad de que eso pase. Ni siquiera pude desempacar una maleta antes de

que la ilusión se viniera abajo frente a mí. Debí haber esperado esto, realmente debí hacerlo.

Como dijo Raven, le dije a él que estaba dejando el pasado atrás, y está

comprometido con otra mujer, una mujer que eventualmente tendría que conocer a Caylen. Su vida no ha dejado de avanzar.

Aún soy la chica tonta que Cal dejó esperándolo, y aún sigo esperando, aparentemente soy la única. Jenna ya no será la extraña mujer que vi una vez, será

parte de todo esto. No está esperando nada ya que va a conocer a Caylen de una vez, y

si va a conocer a Caylen, no tiene intenciones de irse a ningún lado. En algún lugar

dentro de mí, estaba esperando que la loca situación hiciera que saliera corriendo en dirección contraria, pero aparentemente es tan estúpida como yo y está en esto a largo

plazo.

¿Cómo se supone que la enfrente? ¿Cómo te comportas amable y pretendes ser cordial con la mujer que tiene al hombre del que estás enamorada? Ya he sonreído y

pretendido bastante, pero no soy tan buena actriz como para que me crean en esto. Pero tengo que intentarlo porque no hay forma de que se lleven a Caylen a algún lugar,

solos.

Llámame egoísta o sobre protectora, pero hasta que llegue a conocer a esta

mujer, eso no va a ocurrir. Lo que significa que tengo que llegar a conocer a esta mujer.

—¡Poo! ¡Poo! ¡Poo! —murmuro.

Caylen no tiene idea de nada de esto, gracias a Dios. Limpié su rostro que estaba lleno de chocolate y migajas de galleta, y la vestí en un lindo enterito amarillo.

Nuevamente luce adorable. Terminé de arreglarla hace cinco minutos, pero estoy pegada a la cama. ¿Cómo voy a salir ahí afuera y dejar que esta mujer vea que estoy enamorada de ese hombre? Va a notarlo. Chris es el único que no se da cuenta, o

simplemente no le importa. Recojo a Caylen y me recuerdo por qué estoy aquí. No

S

P

ágin

a67

estoy aquí por mí, realmente no estoy aquí por Chris o por Cal. Estoy aquí para que mi

hija pueda tener una relación con su padre tan normal como sea posible, y si él quiere que esta mujer, la mujer con la que piensa pasar el resto de su vida, la conozca…

Entre más intento convencerme de hacer esto, más me encuentro siendo empujada profundamente dentro de un agujero negro. Le sonrío a Caylen y beso su mejilla antes de abrir la puerta. Puedo escucharlos en el comedor. Ella está hablando

de la universidad. Dice algo sobre su profesor de leyes, y me trago el nudo en la garganta y práctico mi sonrisa falsa que parece transformarse en una débil cuando

entro en la habitación.

Chris luce aliviado, como si alguien hubiese levantado el peso del mundo de sus hombros. Tal vez pensó que no iba a salir. La señora Scott me da una sonrisa reconfortante, y entonces veo a Jenna. No hay sonrisa en su rostro, pero sus ojos se

estrechan sobre los míos y se sienta recta en su silla. Su mirada está sobre mí. Ni siquiera ha intentado mirar a Caylen. Me está estudiando, y no trata de esconderlo. La

sonrisa practicada que estaba usando se ha caído completamente. Realmente me estoy esforzando por no terminar frunciendo el ceño.

Somos completamente diferentes, ella tiene cabello rubio platino cayendo cuidadosamente sobre sus hombros, y penetrantes ojos azules. Sus pestañas son largas y sus cejas son del mismo color que su cabello así que definitivamente es rubia. Tiene

puesto un suéter de casimir marrón con un largo y elaborado prendedor de oro. Cuando mis ojos llegan a su mano ahí está el anillo de compromiso. No sé si nota donde aterrizaron mis ojos, pero juro que sus labios se curvan en una sonrisa y el frío

que la cubría desaparece cuando se pone de pie.

—¿Puedo sostenerla? —dice con dulzura chorreando de su voz.

Mis ojos se mueven hacia Chris quien parece algo sorprendido. Mi respuesta inmediata es “diablos, no” pero gracias a Dios mi filtro está funcionando.

Desafortunadamente, me encuentro congelada. Mi boca no se abre, y mis miembros no se mueven.

—¿Estás de acuerdo, Lauren? —pregunta Chris, limpiándose la garganta.

Finalmente logro caminar hasta Chris y entregarle a Caylen. La sienta en su regazo, y ella inmediatamente comienza a intentar tomar las galletas que están sobre la mesa. Chris mira a Caylen con adoración.

—Definitivamente es tuya —dice Jenna con una risa y dejo salir una risa muy seca.

¿Se supone que eso sea un chiste?

—Hola. Soy Jenna —dice, inclinándose hacia adelante mientras observa a Caylen comer su galleta. Quiero vomitar—. Es hermosa, Chris —dice, tocando una de

sus coletas, y me pregunto cuánto debería estar aquí de pie antes de que reconozca que estoy en la habitación.

—Lauren, siempre la viste adorablemente. —La señora Scott dice e intenta forzar una sonrisa pero no sale—. ¿No lo crees, Jenna? —dice, obviamente intentando darle una pista a Jenna.

P

ágin

a68

—Es muy bonita —dice monótonamente, manteniendo sus ojos en Chris y en Caylen, y siento que mis mejillas comienzan a arder.

Está haciendo esto a propósito, no reconocer que estoy aquí. De la misma manera que lo hizo el señor Scott. Caylen es parte del paquete con Chris, pero no estoy

incluida.

—Sabes, Katie estaba diciendo que nuestra boda debería ser en amarillo y blanco, pero pensé que era demasiado simple. Estoy pensando en algo más chic como

marrón. —Ella voltea a verme. El rostro de Chris se sonroja, y siento que mi garganta comienza a arder.

—Creo que el amarillo es un hermoso color —dice la señora Scott, intento ignorar la creciente presión en mi cabeza.

—Llevamos a Caylen al zoológico la última vez que vino. Ama los animales tanto como yo —interrumpe Chris, intentando aligerar la tensión en la habitación.

—¿Y alguien de un año siquiera sabría lo que está pasando en el zoológico? —pregunta en tono juguetón, pero para mí salió condescendiente.

¿Realmente está intentando ofenderme?

—Creo que todos la pasamos bien —digo.

No me doy cuenta del filo en mi voz hasta que todos voltean en mi dirección. Chris luce nervioso, la señora Scott me sonríe cálidamente, mientras que Jenna me da

una sonrisa sin alegría detrás de ella.

—No quise decir nada con ello —dice inocentemente, pero su tono está lejos de ser de arrepentimiento.

—A Jenna realmente no le gustan los niños. —Se ríe Chris nerviosamente, y ella le da una mirada ofendida.

—¿Qué significa eso? —pregunta cortantemente.

—Solo quiero decir que no pasas mucho tiempo cerca de los niños. —Levanta

sus manos defensivamente.

—Solo porque no quiero tener cien no significa que no le agrade a los niños —dice, rodando sus ojos, y en ese momento queda asentado, no me agrada Jenna. Su

actitud me hace sentir mucho mejor sobre el hecho de que quiero a mi esposo, su prometido—. Estoy segura de que Caylen y yo nos llevaremos bien —dice, alargando la mano hacia Caylen, quien va con ella con bastante facilidad, aunque odie decirlo—.

Ves —le dice a Chris, y sus ojos se mueven hacia mí como si supiera de la secreta apuesta que hice sobre que Caylen no iría con ella—. ¿Y Lauren, eres de Chicago? —

pregunta, finalmente admitiendo que me encuentro en la habitación.

—Sí. —Decido no corregirla con que soy de Michigan.

—Creció en Saginaw —añade Chris, y no parece complacida de que añadiese la información.

—Es un mundo tan pequeño, ¿no es así? —añade la señora Scott.

P

ágin

a69

—Debió haber sido inconveniente el dejarlo todo para venir aquí, me imagino, ¿y te vas a quedar tres semanas? —pregunta mientras Caylen comienza a menearse en sus brazos. Va por sus galletas.

—No, no realmente. Soy una editora independiente así que básicamente puedo trabajar desde cualquier lugar —contesto mientras observo a Caylen tomar con éxito una galleta.

—También es una artista —añade Chris, y la mirada de odio que le da hace que baje la mirada.

—Estoy segura que puede hablar por sí misma, Christopher —dice molesta.

Camino hacia la mesa y tomo asiento ya que parece que estoy siendo entrevistada. Ella es la que va a estar cerca de mi hija.

—¿Qué tipo de trabajo haces? —pregunta mientras Caylen comienza a chupar su galleta.

—No he hecho nada en un tiempo —digo—. ¿Qué haces tú? —pregunto y veo a Chris pasarse las manos nerviosamente por su cabello.

—Estoy en la escuela de leyes. Es mi último semestre —dice orgullosamente.

Eso lo explica.

—Felicidades —digo, haciendo mi mejor esfuerzo por ser amigable.

—Jenna viene de una familia de abogados —interrumpe Chris, y sonrío pretendiendo estar interesada y me pregunto cuánto tiempo pasará antes de que las

migajas y el chocolate de la galleta de Caylen estén por todo ese hermoso suéter que Jenna lleva puesto. La parte malvada de mí quiere ver cómo va a reaccionar, pero al

ver lo nervioso que Chris está, decido darle un respiro.

—¿Quieres que la tome? —ofrezco.

—Se encuentra bien —dice rotundamente. De acuerdo—. Una de las firmas de mi

madre está en Chicago. ¿Klaron y Franklin? —pregunta como si hubiese escuchado

sobre ellos.

—Lo tendré en cuenta si alguna vez necesito uno —contesto, y abre su boca para decir algo más, pero Chris toma su mano y la aprieta. Y siento que mi corazón se

hunde. No luzcas afectada. No luzcas afectada. Ayuda el hecho de que Jenna parezca más

irritada por el gesto que complacida. Entonces voltea a ver su suéter de casimir, el cual

ahora tiene una gran mancha de chocolate acompañada de saliva y luce completamente asqueada.

—Oh, Caylen. Mira lo que hiciste —digo con un falso tono de regaño.

—Oh, tengo una toalla. —La señora Scott viene con un trapo.

—Solo es chocolate —dice Chris, y ella lo calla con la mirada. Alargo la mano para tomar a Caylen, y esta vez no duda en dármela.

—Ven, déjame ayudarte —dice la señora Scott.

P

ágin

a70

—No, no. Solo se va a correr. El suéter solo se lava en seco —contesta bruscamente—. De todas maneras probablemente no debería haber estado comiendo eso. ¿Que no es malo para sus dientes? —pregunta con sarcasmo.

—Creo que Lauren hizo una excepción porque yo las hice. —Me sonríe la señora Scott.

—Su primer lote de galletas de la abuela es una ocasión especial —digo simplemente y le devuelvo la sonrisa a la señora Scott.

¿Realmente está dándome concejos nutricionales sobre mi propia hija?

—Te daré una de mis camisas para que uses en la cena —dice Chris.

—De hecho, no me voy a quedar —contesta, y le doy gracias a Dios.

Chris luce sorprendido, yo, por otro lado, estoy entusiasmada.

—Tenemos la cena de recaudación de fondos de mi padre —contesta suavemente.

—Oh, se me olvidó eso —dice Chris suavemente.

Ella suspira.

—Claro que sí. Lauren, ¿te importa si hablamos afuera un rato? —pregunta y tanto Chris como la señora Scott lucen tan impactados como me siento.

—Claro —digo.

—Yo me haré cargo de ella —ofrece la señora Scott, y le entrego a Caylen. Chris

mira a Jenna, y ella sonríe.

—No nos tardaremos —dice antes de darle un rápido beso en los labios. Luego se voltea hacia mí—. ¿Lista? —pregunta, y refreno el suspiro de disgusto que está

rogando por salir.

No conozco a Jenna, pero de lo que me di cuenta en el corto tiempo que he pasado cerca de ella, es que le gusta tener el control. Pienso en Chris y me pregunto si él es fácil de controlar. Él y Cal son casi completamente lo opuesto del otro. Ya que

Cal era completamente incontrolable y Chris debe ser completamente controlable, y lo que hace con Chris nunca en la puta vida funcionaría con Cal.

—Iré directo al punto —dice, mirándome directo a los ojos.

Desde ya puedo decir que esta conversación será divertida.

—Chris es un hombre simple. Esa es una de las cosas que amo de él. Quiere

hacer lo que es mejor para todos. Si hace eso, es feliz y eso me hace feliz —dice

irónicamente. Entonces se me acerca—. Las cosas entre nosotras pueden ser fáciles o difíciles. Chris quiere que sean fáciles, así que también quiero lo mismo —dice, y puedo escuchar la autoridad en su voz, lo que es risible porque Chris es un adulto, y

ella definitivamente no tiene autoridad sobre mí.

—Bueno, el que sean fáciles o no para ti no es asunto mío, Jenna. Estoy aquí por Caylen. Esa es mi prioridad —digo sin rodeos, y sus ojos se ensanchan. No creo que

esté acostumbrada a que alguien sea tan directa como ella lo es con los demás.

P

ágin

a71

—Es gracioso que digas eso porque tengo la sospecha de que ese no es el único

motivo por el que estás aquí —dice, bajando su posición sobre la baranda—. Creo que quieres a mi prometido —dice abiertamente, y dejo salir una risa.

La cosa madura de decirle a Jenna es que esta conversación se acabó, pero hoy no me siento muy madura.

—Quieres decir mi esposo —contesto y su sonrisa desaparece.

—Mira. No sé cómo era tu relación con “Cal”. Realmente no me importa. Voy a

ser la esposa de Chris muy pronto, y realmente apreciaría que no usaras a tu hija como un peón —dice.

Mis mejillas se sonrojan y me muerdo el labio. Tiene que estar provocándome, queriendo que pierda los estribos y que sea la loca mujer de la última vez. Entonces

podrá mostrarle a Chris que soy una lunática sobre emocional. Pero no voy a hacer eso.

—No voy a ningún lado, Lauren. Chris es demasiado amable para decirte esto, pero estábamos enamorados antes de que supiéramos que existías. No es justo, pero estoy aquí para quedarme. Entre más rápido lo aceptes, más rápido las cosas serán

mejores para todos. Incluyendo a Caylen.

—Bueno, hasta que seas su esposa, creo que las conversaciones sobre crianza se quedaran entre Chris y yo. Pero, igual gracias —digo, usando mi sonrisa falsa como

toda una campeona.

En ese momento, el señor Scott se acerca. Mira entre nosotras, la tensión es obviamente densa.

—Señoritas —dice, asintiendo hacia mí. No puedo evitar notar que Jenna obtiene una verdadera sonrisa.

—Señor Scott, ¿le diría a Chris que salga? Lauren, creo que ya terminamos —dice la última parte con desdén.

—Eso haré —dice.

Sigo al señor Scott a la casa, volteando a verla detrás de mí antes de que la puerta se cierre.

—¿Está todo bien? —Más o menos gruñe, mirándome momentáneamente mientras revisa su correo.

—Maravilloso —digo molesta.

Sonríe antes de irse a dar el mensaje de Jenna y me deja de pie en la sala. Es un gran imbécil. Simplemente me voy al baño, evadiendo a la señora Scott y a Chris, a

quienes escucho en la cocina aún hablando. Intento evitar pasear de un lado al otro en el pequeño espacio, pero estoy tratando de bajar el enojo varios grados. No puedo creer que a Chris le importe alguien así. ¡Es toda una perra arrogante! Y tuvo la

audacia de hablarme de esa manera luego de que no me dijo ni una palabra cuando entré a la habitación. Y después se regodea de ser la prometida de Chris antes de que

estemos divorciados.

P

ágin

a72

Y pensar que tengo que lidiar con una mujer así por el resto de mi vida me hace querer gritar. Aun si Chris no quiere estar conmigo, puede encontrar a alguien con mejor actitud que ella. Me siento en la orilla de la bañera para arreglarme la cola de

caballo. Me río. ¿Quién demonios soy para decirle a Chris que no debe tener sentimientos por una perra? Cal podía ser un completo imbécil la mayoría del tiempo.

Supongo que Chris y yo tenemos más en común de lo que pensé.

P

ágin

a73

uando salgo al porche para encontrarme con Jenna, inmediatamente me empuja y me besa en los labios. Es extraño porque entendiblemente ha estado distante desde que Lauren llegó a mi puerta. No tuve oportunidad

de ver a Lauren cuando iba saliendo. Creo que la conversación salió bien porque Jenna

está de buen humor.

—¿A qué viene eso? —pregunto, sosteniendo su cintura mientras me sonríe. —¿El beso? —ronronea. —Tu conversación privada con Lauren. —Río. —Solo pensé que deberíamos aclarar algunas cosas. Entendernos mejor —dice

dulcemente, y puedo sentir como arqueo la ceja.

Conozco a Jenna y solo por la forma en que se comportó con Lauren en la

cocina, puedo adivinar qué ocurrió afuera, especialmente ya que está de tan buen humor.

—¿Qué le dijiste? —pregunto vacilantemente.

—No mucho. Solo me aseguré de que fuera consciente del contexto de nuestra relación y dónde entra ella —dice inocentemente.

Oh, no.

—Jenna —digo, soltándola y ella frunce el ceño—. ¿Qué le dijiste? —le pregunto nuevamente, y rueda los ojos.

—Lo que es más importante es lo que ella dijo —contesta, y cubro mi rostro y

suspiro.

—Solo quiero que se lleven bien —digo frustrado porque sé que lo que sea que se hayan dicho no las acercó.

—Mira, somos adultos. Nunca vamos a ser amigos, lo que importa es que conoce

su lugar —dice.

—Déjame adivinar. ¿Tú la pusiste en su lugar? —gruño.

—Tenía que hacerlo. No te gusta hacer las cosas difíciles Chris, lo cual está bien.

Nos balanceamos el uno al otro. Eso es lo que hace que funcionemos —dice inocentemente.

—¡Jenna, te dije que me encargaría de esto! —digo enojado.

C

P

ágin

a74

—Hay muchas cosas de las que aún tienes que encargarte Chris, pero ambos sabemos cómo eres, y quería saber lo antes posible cómo iba a terminar esto —dice testarudamente.

—¡Esa es la cosa, esto no terminará! Estará en nuestras vidas permanentemente. Sería mucho más fácil tratar con ella de forma cordial que alterarla y enojarla. Las cosas no tienen que ser así —digo.

—¡No puedo creer que estés enojado conmigo por hacer lo que tú debiste hacer

desde el principio! —se burla—. Tienes que sacarte la idea de la cabeza de todos siendo amigos, cenando y saliendo juntos. Eso nunca va a suceder. ¿Te acuerdas cómo nos

conocimos y por qué ella está aquí? —me escupe.

—No te estoy pidiendo que seas su mejor amiga. Lo que te estoy pidiendo es que seas cordial, educada, y que no la trates como, como… —Me trabo buscando la

palabra correcta.

—Como la pesadilla de mi vida. —Se ríe.

—Sí, eso sería bueno —digo sarcásticamente.

—Pero lo es —dice francamente, y dejo salir un suspiro.

—Solo va a estar aquí tres semanas máximo, Jenna. Realmente espero que puedas comenzar a verla de forma diferente. Cuando nos casemos, probablemente

habrá ocasiones en las que tendrás que hablar con ella cuando no esté…

—¿En la ciudad? —pregunta, interrumpiéndome.

—¿Qué? —pregunto.

—Dijiste que estaría aquí tres semanas máximo. ¿Te refieres a en la ciudad? —

pregunta con sospecha, y alejo la mirada, sabiendo que está a punto de llevar la conversación en la dirección opuesta a la que quería—. ¿Se va a quedar aquí? —Jenna

me escupe mis palabras de regreso.

No debí haber dicho nada, pero no sabía si Lauren lo había mencionado. Estoy intentando no añadir mentiroso a mi currículum de prometido, junto con mentalmente

inestable, pero reacciones como estas, aun si son entendibles, me hacen querer mentir.

—¿Creíste que iba a estar de acuerdo con esto? —pregunta molesta.

—Va a estar en una planta completamente distinta de la casa. No tiene sentido que se queden en un hotel y paguen tanto dinero, además de tener que ir y venir —

digo, imitando el argumento de mi madre. Puedo decir por la expresión en su rostro que no lo cree.

—¿Por qué demonios tiene que quedarse contigo, Chris? —me contesta enojada.

—No solo se está quedando conmigo. ¡Mis padres están aquí! —Esto no está funcionando en lo absoluto.

—¡Caylen también es tu hija! No necesita estar aquí. No me digas que no confía en ti con ella —dice con incredulidad.

—Solo tiene un año, Jenna. Tal vez no se siente cómoda dejándola con personas que acaba de conocer —digo, algo irritado.

P

ágin

a75

—NO eres un desconocido para ella —dice enojada—. No puedes ser tan ciego. Está enamorada de ti, ¡Christopher! —dice, golpeándome en el pecho con su dedo.

—¡No de mí, Jenna! De Cal, no de quien soy —digo enojado. Si necesito que alguien entienda esto, es ella. Si no lo entiende, ¿cómo puedo esperar que alguien más

lo haga?

—¡¿A quién crees que ve cuando te mira?! —dice enojada.

—¡Exactamente! Va a llegar a conocerme mientras esté aquí y verá que no soy él —le grito, y luce sorprendida—. Jenna no quiero discutir sobre esto cada vez que estoy

contigo —le ruego, tomando sus manos, y ella me las quita y la coloca en sus caderas.

—Ya no habrá más peleas —dice calmadamente, y me toma por sorpresa su cambio de humor—. Voy a hacer que la firma de abogados de mi madre haga los

papeles de tu divorcio —dice simplemente. Mis ojos se ensanchan.

—No, no vas a hacer eso. ¡No quiero que tus padres sepan de esto!

—Christopher, ya lo saben. Aparentemente la mayoría de las personas en el pueblo saben que tienes una hija ahora. Tuve que explicarles antes de que se enteraran

y llegaran a una conclusión mucho peor. —Encoje los hombros, y me rasco la cabeza.

¿Qué podría ser peor que esto?

—¿Qué dijeron? —pregunto vacilantemente.

Sonríe.

—¿Qué crees que dijeron? —dice, dejando salir un suspiro. Eso es fantástico—.

¿Te has detenido a pensar en cómo me hace lucir todo esto, Chris? —pregunta, y bajo la mirada, culpablemente.

No lo he hecho.

He estado tan ocupado intentando resolver esto que no pensé en lo que pensarían las personas de ella.

—Mira, no me importa lo que las personas piensen de mí, especialmente aquí. Solo quiero que me tengas consideración, la otra mujer envuelta en esto —dice,

mirándome con lágrimas en sus ojos. La empujo hacia mí, y me deja abrazarla. Le acaricio el cabello—. Quiero que este lío se acabe. Quiero que comencemos nuestra

vida juntos y que agite su matrimonio enfrente de mí es mil veces peor. Me siento completamente ridícula usando mi anillo cuando ella es la que lleva tu apellido —gimotea.

—Todo saldrá bien. Lo prometo. ¿De acuerdo? —Retrocedo, levanto su barbilla y me sonríe.

La abrazo con fuerza. Las últimas conversaciones que hemos tenido han

terminado con ella llorando en mis brazos. Me digo que todo saldrá bien pero siempre se siente como una mentira. Al final de las tres semanas, alguien saldrá herido.

¿Cómo hieres a alguien de la manera más amable?

***

P

ágin

a76

Después de nuestra pelea, Jenna me hizo sentir tan mal sobre Lauren quedándose en casa, que acordé ir a la recaudación de fondos de su padre que había olvidado. No es algo por lo que esté ansioso, pero tengo la esperanza de mezclarme

con la multitud o encontrarme con alguien con quien pueda hablar del partido de anoche.

Cuando le dije a Lauren que iba a ir no dijo mucho. Solo me dio una pequeña sonrisa y siguió viendo el programa que estaban pasando en la televisión. Mi madre reaccionó más que Lauren, diciéndome cómo podía salir la primera noche que Caylen

pasaba en casa, pero Lauren salió en mi defensa, diciendo que la pequeña estaría dormida a la media hora de que me hubiese ido. Mi padre desapareció en su cueva. Lo escuché a él y a mamá discutiendo sobre el hecho de que Lauren se quedara con

nosotros.

No me quedé a escuchar los detalles, ya he tenido suficientes discusiones para el resto de mi vida.

Solo tengo tres trajes. Uno gris, que hace que me sienta como si fuera a un funeral; uno azul, que me compró Jenna y que me hace sentir como un vendedor de autos; y uno negro, que hace que me sienta como si fuera parte de la mafia. Si tuviera

que escoger entre ellos, el de la mafia parece ser el más emocionante, pero tomo el que me compró Jenna.

Me baño y me pongo el traje con una camisa blanca por dentro y una corbata negra. Me miro en el espejo y me siento como si estuviera jugando a disfrazarme con la ropa de alguien más. No sé nada de ropa ni qué está de moda, pero no puedo evitar

sentir que hay algo malo con mi apariencia. Jenna tendrá que darme un respiro al respecto.

Me dirijo a la habitación de mi madre y veo que ya se encuentra dormida. Iba a

pedirle que me ayudara, pero ha tenido un largo día. Se levantó antes de lo usual para prepararse para la llegada de Caylen. Me dirijo abajo por las escaleras y noto que está oscuro, excepto por la luz que brilla bajo la puerta de la nueva habitación de Caylen.

Puedo escuchar música. Camino hasta la puerta para tocar, pero no lo hago, Lauren estuvo muy callada desde su conversación con Jenna, no es que la culpe. No dijo

mucho en la cena y parecía algo aturdida. No sé qué se dijeron, pero lo que haya sido, hizo que se volviera distante conmigo. Supongo que eso es algo bueno. De todas

maneras, sé que debemos mantener una cierta distancia. Me alejo de la puerta y me dirijo a la cocina para salir por la puerta trasera.

—Chris —dice suavemente.

Me doy la vuelta y la veo ahí de pie, en una enorme camisa que se traga su pequeña figura, sobre un pantalón para correr gris, tiene puesto unos lentes para leer con montura negra, pero aun así luce increíble. Sacudo esos pensamientos de mi cabeza.

—Hola —contesto. Me mira curiosa, sus ojos me escanean, y me doy cuenta de que estoy vestido como un cruce entre un pingüino y un valet—. No sabía que usabas lentes —digo, alejándome de ser el centro de atención.

Se los quita enseguida que lo digo. Parece avergonzada.

P

ágin

a77

—Solo para leer —contesta, cerrando la puerta tras de sí—. Estoy un poco sedienta —dice, indicando el refrigerador.

—Oh, claro —digo mientras pasa a mi lado de camino al refrigerador.

La observo mientras se acerca y saca el contenedor de jugo de naranja. No sé por qué mis pies se sienten pegados al suelo, por qué estoy tan fascinado con lo que está

haciendo, y por qué aún no me he marchado. Ya tengo diez minutos de retraso. Después de que sirve su bebida, cierra el refrigerador y comienza a dirigirse de vuelta a

su habitación.

—Que lo pases bien, Chris —dice.

Suficiente, ni siquiera me mira, y no sé por qué me importa tanto, pero así es.

—Lauren —digo con más urgencia de la que pretendía. Se voltea, un poco

sorprendida. Sus ojos se vuelven hacia mí, y sonríe—. No sé qué te dijo Jenna, pero…

en su nombre, me disculpo.

Asiente pero no dice nada más. Ambos estamos ahí parados, un poco incómodos. No porque no haya qué decir. Creo que hay demasiadas cosas que decir.

Desearía que hubiese dicho algo, cualquier cosa. Desearía que pudiéramos hablar como lo hicimos esa noche. Pero al menos aún está aquí. No se ha ido a su habitación,

cerrando la puerta en mi rostro. Nuestros ojos se encuentran y se me acelera el corazón.

—No hiciste nada malo —dice luego de unos minutos, su dedo se mueve sobre el vaso—. ¿Cómo la conociste? —pregunta, sus ojos siguen su dedo.

Camino hasta la mesa pequeña y me siento. Se supone que ya me iba, ya voy tarde, pero cómo puedo dejar sin responder su pregunta. Tal vez eso hará lucir mejor a

Jenna de cómo se mostró a sí misma antes.

—Cuando mi madre se enfermó —comienzo y dejo salir un suspiro. Aún es difícil hablar al respecto. Camina hacia mí y toma asiento a mi lado—. Fue como si la

vida se hubiese cagado sobre mí. Después de lo de mi condición, las cuentas médicas, y el estrés de todo. Mi madre se enfermó.

Asiente como si entendiese. Supongo que se lo imagina.

—Nuestra casa era como un funeral. Mi madre es la que mantiene unida a la familia. El pensar en no tenerla me mataba, y a mi padre —digo sinceramente—. Él era más fuerte que yo, pero sé que le dolió, y no sabía cómo lidiar con ello. No podía

llorar porque me sentía vacío y perdido, completamente perdido. Nadie podía sacarme de lo que solo podría describir como apenas viviendo. El único momento en que dejaba la casa era para ver a mi mamá en el hospital de la universidad. Jenna va a la

universidad en esa ciudad —le explico vacilante. Asiente, animándome a continuar. Suspiro—. Fuimos a la secundaria juntos, pero realmente no nos conocimos, ¿sabes?

Me vio y me habló, pero no le contesté. Creo que estaba ido o algo así, y pensó que estaba siendo grosero y comenzó a gritarme —explico. Lauren me mira, un poco

confundida—. Antes de eso, dejé de ver a las personas que me rodeaban. Estaba como en una niebla de la que no podía librarme, y comencé a reírme de ella. A ese punto no me había reído en meses.

P

ágin

a78

Lauren asiente. Con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Me alegra que tuvieras a alguien —dice suavemente.

—Fuimos amigos por todo un año. No pude estar con nadie mientras mi madre estuvo enferma. —Encojo los hombros.

—¿Cuándo comenzaron a salir? —pregunta curiosa.

—Hace como cinco meses, cuando los doctores dijeron que mi madre estaba en remisión —digo, aun odiando el siquiera decir la palabra “cáncer” en voz alta—. Jenna me empujó para no quedarme sentado sintiéndome miserable. Volví a la

universidad y terminé mi licenciatura, y comencé a trabajar de nuevo. Si no fuera porque no me dejó quedarme sintiendo lástima por mí mismo, y pensando que el mundo se acababa, no sé qué hubiera sucedido —digo sinceramente.

La mirada de Lauren vuelve a su vaso.

—Jenna puede dar una impresión distinta a cómo en realidad es. No sé lo que dijo ahí afuera pero, solo se siente… amenazada —digo con un suspiro.

Toma el vaso y se termina la mitad.

—¿Estás entusiasmado por esta noche? —dice, cambiando el tema.

—No. Odio estas cosas —admito.

—Tu corbata —dice suavemente, señalándola. Me río.

—Me siento como un valet.

Ahí hay una sonrisa, una pequeña, pero está ahí. La tomo.

—Es demasiado oscura para tu traje. ¿Tienes algún otro color? —pregunta.

—Síp, no muchos, pero elegí la que combinaba —digo sinceramente. Se ríe, y mi corazón da un salto.

—Puedo ayudarte, si quieres —dice con duda.

—¡Por favor! —ruego.

Deja salir una ligera risa.

—Muy bien. —Se ríe.

Subo las escaleras, y me sigue. Una vez que entramos a mi habitación, enciendo la luz y camino hasta mi cajón donde tengo como siete u ocho corbatas que me

compró mi mamá. La siento detrás de mí y me quito del camino para que las inspeccione.

—Lo lamento, no tienes mucho para elegir —digo y me sonríe.

—¿Tienes otros trajes? —pregunta.

Realmente no le debe de gustar este. Asiento y camino al ropero para mostrarle las otras opciones.

—Creo que el negro —dice encogiendo los hombros.

Vuelve a mi cajón de corbatas y escoge una de color rojo. Mi madre me la compró en navidad el año pasado.

P

ágin

a79

—¿Segura? —pregunto escéptico.

—Confía en mí —dice con una sonrisa.

—De acuerdo. En seguida vuelvo —le digo.

Me dirijo al baño, me pongo el traje negro, y después vuelvo. Está sentada en mi cama, apoyada en una almohada. Luce tan cómoda, como si perteneciera ahí.

—De hecho, ¿tienes otra camisa? El cuello de esta luce algo raro —dice con una sonrisa.

Me río, camino hasta mi ropero donde están mis camisas de manga larga, y se pone de pie a mi lado. Las revisa todas, saca una y la inspecciona.

—¿Puedo ver otra vez la corbata?

Se la entrego. Poniéndola cerca de la camisa, asiente en aprobación.

—Muy bien —digo escéptico.

Comienzo a desabotonar mi camisa, y hay un instante en que me pregunto si debería darme la vuelta o si ella saldrá de la habitación.

No lo hace. En realidad, cruza los brazos como esperando a que me cambie.

Así que lo hago.

Mira alrededor de la habitación para no quedárseme mirando. Rápidamente me quito la camisa y tomo la que escogió. Está mirando fijamente sus pies, pero la atrapo dándome un vistazo antes de voltear rápidamente a otro lado.

Eso me hace sonreír. Tengo que morderme la lengua para detenerme.

No sé cuánto éxito tengo. Después de abrochar mi camisa, tiro la corbata alrededor del cuello y le hago el nudo.

—¿Qué tal ahora? —digo, haciendo mi mejor pose de GQ3, y se echa a reír.

—Te la ataste completamente mal —dice acercándose a mí.

Entre más cerca está de mí, más difícil parece volverse el respirar, como si la temperatura hubiese subido repentinamente. Mantiene sus ojos en mi corbata. Quiero

que me mire, pero ruego que no lo haga.

Esa línea entre nosotros, esa que se supone que es gruesa y amplia, se está haciendo un poco más delgada. Probablemente hizo esto por él unas mil veces, pero

eso no explica por qué sus mejillas están sonrojadas. Cada vez que sus dedos rozan mi pecho me siento ansioso, calmado, nervioso y excitado, todo al mismo tiempo.

Se necesita todo de mí para mantener los brazos a los costados. Cada gramo de determinación está siendo empleada en someter la necesidad de envolver mis brazos a su alrededor, hasta su espalada baja, empujarla hacia mí y besar sus labios que están

apenas abiertos, pero que me ruegan que los pruebe.

Esto no es bueno…

3 GQ: llamada originalmente Gentlemen's Quarterly, es una revista mensual para hombres que se

enfoca en la moda, el estilo y la cultura masculina.

P

ágin

a80

Cuando termina, se aleja de mí y dejo salir un suspiro, esperando no ser tan obvio. Toma mi chaqueta y me la da.

—Para el efecto completo —dice ligeramente.

Me río para liberar algo de los nervios. Está cambiando su peso de un pie al otro. Una vez que me veo en el espejo, tengo que decir que me veo mucho mejor arreglado,

más cómodo, y por un minuto me pregunto si luzco como él.

—Mucho mejor —dice mientras ve mi reflejo en el espejo.

—Gracias —digo, y asiente antes de dirigirse afuera—. Lauren.

Se da la vuelta hacia mí.

—¿Haces esto muy seguido por mi? —Luce sorprendida, estoy sorprendido.

Se detiene y una sonrisa nostálgica se extiende sobre su rostro.

—Él no me dejaba acercarme a sus corbatas. —Se ríe antes de salir de la habitación.

No puedo evitar sonreír. Eso significa que esto es una primera vez entre nosotros.

Mi primera vez con Lauren, que Cal no tiene.

***

La recaudación de fondos es justo como pensé que sería. Aburridos y largos discursos, mala comida, conversaciones sosas, y viejos chistes. Quiero arrastrarme fuera de mi traje y colgarme con mi propia corbata. Al menos el traje fue un éxito,

Jenna incluso me felicitó. Mi estómago está gruñendo, mi madre no me dejó servirme por segunda vez su pastel de carne ya que iba a venir aquí. Y el plato principal de esta noche es salmón. El pescado es lo único que no me gusta, especialmente cuando

parece como que le falta cocción. —Podrías intentar parecer un poco interesado —susurra Jenna en mi oído.

Le doy una sonrisa culpable. Este es el segundo, quizás el tercer, largo discurso que han dado en los últimos veinte minutos, y estoy haciendo mi mejor esfuerzo por

no quedarme dormido.

—Ve a tomar aire —dice ella, apretándome el hombro antes de darme un beso en la mejilla.

Evito mirar a uno de los mejores amigos de su padre. Me ha estado dando

miradas de odio toda la noche. Su padre probablemente le dio la tarea de asegurarse de que me sintiera como que sobraba, debido a que no pudo estar él mismo para hacerlo.

Me levanto y camino atravesando el salón de baile que rentaron. Le doy una mirada a mi teléfono para ver la hora.

9:20 p.m.

Solo he estado aquí cuarenta minutos, pero se sienten como horas. Esta cosa probablemente va a durar por lo menos hasta las once., casi estoy en la puerta cuando una de las meseras casi choca conmigo.

P

ágin

a81

—Disculpe —dice rápidamente antes de evadirme con una bandeja llena de copas de champagne. Repentinamente mi visión se vuelve borrosa, y hay un repiqueteo en mis oídos.

Cuando las cosas se vuelven a enfocar no estoy en el mismo salón de tamaño mediano, a mitad de una recaudación de fondos. Aún hay personas por todos lados, pero hay una banda en vivo en el escenario y un enorme cartel que dice “Crestfield

Cares” con globos plateados y negros por todos lados.

Está sucediendo de nuevo. Lo estoy recordando y viendo. Entra a una habitación

privada. Es una gran oficina que da hacia el salón de baile debajo. Dexter está aquí,

con una bebida en su mano.

—¿De qué quieres hablar Dex? —pregunta él, entretenido, caminando hacia la

ventana donde se puede ver todo el piso de abajo.

—Nunca pensé que te vería así, Cal. Loco por alguien —dice Dexter con una petulante sonrisa en su rostro.

—Realmente no soy el tipo de sujeto que se “enloquece” —bromea Cal mientras mira hacia la fiesta debajo. Su mirada inmediatamente encuentra a Lauren. Lleva

puesto un corto vestido gris que le queda como un guante, su largo cabello se encuentra sobre su hombro—. ¿Te gusta el vestido? Yo lo escogí —contesta, sus ojos

lascivos sobre ella mientras conversa con un grupo de mujeres. Ella voltea a verlo y él le guiña el ojo, ella le sopla un beso.

—Nunca discutí eso. —Se ríe—. Tienes un gusto excelente —añade Dexter—.

Sin embargo, estoy comenzando a preocuparme de que ya no es solo un enamoramiento —dice firmemente.

—Es porque no lo es. Te lo dije, Dex —dice, su irritación es aparente.

—No creí que hablaras en serio. —Se ríe—. Has pasado por más mujeres que por

semáforos en rojo. —El tono de Dexter es juguetón, pero su expresión es rígida. Cal se voltea desde la ventana y se apoya en ella, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Le pediré que se case conmigo —dice sin rodeos.

El rostro de Dexter es inexpresivo. Permanece callado mientras camina hacia el gran escritorio en la oficina y se sienta detrás. Junta las manos y deja salir un profundo suspiro.

—No puedo permitírtelo Cal —dice suavemente, y comienzo a reírme.

La respuesta de Cal es cortante.

—Creo que necitas recordar con quién estás hablando antes de decirme mierda como esa.

—Cal, el matrimonio es un animal completamente diferente. No es algo que puedas esconder o retractarte —dice, mirándome a los ojos.

—No soy estúpido. Sé cómo funciona el matrimonio. Lo haré. La amo —dice simplemente. Dexter menea la cabeza y toma un gran sorbo de su bebida—. Voy a necesitar que me apoyes en esto. Quiero que sea legal —dice seriamente y Dexter se

P

ágin

a82

ríe. Se acerca a él, y lo mira directamente a los ojos—. Hablo en serio, Dexter —dice

enfáticamente.

—¿Así que planeas decirle la verdad? —contrarresta Dexter. Cal frunce el ceño—. Por supuesto que no lo harás. —Se ríe burlonamente—. Has sido capaz de sacar

adelante alguna versión de una relación seria. Realmente estoy impresionado. Lo reconozco. Pero un matrimonio, hacer que funcione con tu condición, y sin decirle la

verdad, tendrías que ser Houdini4 —escupe amargamente, parado detrás de su escritorio, sirviéndose otra bebida.

Cal camina hacia él.

—Tienes razón —dice y le da una palmada en la espalda—. Solo es mi juguete. Voy a jugar con ella ahora —dice sarcásticamente—. No nos preocupemos por nada de esto ahora. Es una fiesta. ¡Comamos, bebamos, y seamos felices! —dice

escandalosamente. Dexter frunce el ceño—. Tal vez no me case con ella. Me conoces, siempre bromeando, ¡ya que mi vida es un puto chiste!

—Cal, sabes que no me refería a eso. Estoy intentando mantener las cosas justas

—dice Dexter firmemente.

—Por qué no dejas de hacer de puto árbitro por un minuto y, ¡ves que necesito esto! —le grita—. La necesito. —Apenas puedo creerlo, pero la expresión de Dexter

muestra un deje de compasión.

Cal se da la vuelta, y camina hacia la salida de la oficina. Comienza a abrir la puerta pero se da la vuelta antes de hacerlo.

—No olvidemos, que de los dos, soy el que te guarda los secretos. No él. No te

pongas de mi lado malo, Dex. No es un buen lugar para estar —advierte antes de cerrar la puerta de golpe.

Camina por un largo pasillo donde las personas están bebiendo y bailando.

Parece pasar una eternidad antes de que llegue con Lauren, quien está caminando por la fiesta, intentando parecer interesada, con una copa casi vacía de champagne en la mano. Él desliza su brazo alrededor de su cintura. Ella lo mira con una sonrisa

seductora en su rostro.

—Vámonos —dice, ella se ríe tontamente y desliza su brazo alrededor del cuello de Cal—. ¿Cuántas copas de champagne bebiste? —le pregunta y ella levanta la mirada

como si estuviera pensando

—Adivina —dice, haciéndole un mohín.

—Voy a divertirme contigo esta noche —dice, dirigiéndola hacia la salida.

—Te diviertes conmigo todas las noches —le coquetea, sus manos subiéndole por

la espalda.

Salen de la fiesta hacia donde una docena de personas están esperando que les traigan su vehículo.

4 Houdini: ilusionista y escapista húngaro de origen judío.

P

ágin

a83

—Le traeremos su auto en un momento, señor Scott —dice uno de los valets al darles un vistazo. Un instante después un Porsche negro se detiene, y él la dirige hacia el auto.

Lauren le agradece al valet cuando le abre la puerta. Conducen por unos quince minutos con Lauren cantando a la par de la radio.

—Nena, voy a tener que pagarte clases de canto o algo así. Que cantes desentonada no es sexy —bromea y ella le pega en el pecho.

Unos minutos después, han estacionado frente a un gran cuerpo de agua. Él sale del auto y camina hasta el lado del auto donde está Lauren para abrirle la puerta. Toma su mano y la ayuda a salir.

—Frente a un lago. Mírate, portándote todo romántico —bromea, y él se ríe.

La música suena desde el auto con suficiente volumen para que ellos la escuchen. Él deja salir un profundo suspiro, y siento a mi corazón acelerarse.

—¿Alguna vez has querido una vida distinta? —le pregunta solemnemente.

—Algunas veces. ¿No lo hacen todos? —dice, acurrucándosele.

—Si pudieras tener exactamente la vida que siempre deseaste, ¿qué harías para obtenerla? —le pregunta, y ella parece desconcertada.

—Te refieres a robar un banco, ¿o algo así? —bromea.

—No, eso no. —Se ríe—. Qué si a otras personas no les gustara la vida que escogiste —pregunta.

—¿Desde cuándo te importa lo que las demás personas piensen? —pregunta, mirándolo con curiosidad.

—No se trata de mí. Se trata de ti —dice suavemente.

—Es difícil contestar esa pregunta. Me gusta mi vida. No soy rica o famosa, o algo por el estilo, pero soy feliz —dice seriamente. Mira fijamente al lago y su mirada

la sigue—. Tú me haces feliz —dice ella suavemente tomando su mano. Siento una sonrisa extenderse por mi rostro.

—Si alguna vez las cosas se vuelven difíciles, ¿el solo estar conmigo te haría feliz? —le pregunta y ella frunce el ceño.

—No estoy aquí por los restaurantes caros o para viajar en tus autos lujosos —bromea antes de besarlo en la mejilla, y él se ríe—. Si perdieras tu trabajo y te volvieras

un vagabundo que pide dinero en la esquina, aun así te amaría —dice, apretándole la

mano.

Él se ríe.

—¿Vivirías en una caja de cartón conmigo?

—No, pero estoy segura que después de que me gradué, podría pagar un lugar con dos habitaciones para nosotros —bromea.

—¿Qué si estuviese enfermo? ¿Me cuidarías? —le pregunta.

—¿Estás enfermo, Cal? —le pregunta seriamente

P

ágin

a84

—No. Solo son preguntas hipotéticas —le digo, y el alivio la inunda.

—Sería la mejor enfermera que podrías tener —dice.

—¿No me dejarías si las cosas se ponen difíciles o duras? —le pregunta, y ella comienza a reírse.

—¿Es esta tu forma de decirme que vamos a tener sexo rudo sobre el capó de tu

auto? —Se ríe.

—¿Es eso todo lo que quiere de mí, señorita Brooks? Estoy profundamente ofendido. —Se ríe y se da cuenta de que ella está un poquito pasada de copas como

para tener una conversación como esta.

Ella se desliza del capó del auto para pararse frente a él. El ambiente es cálido, y la brisa del lago sopla su cabello. Quitándose los zapatos, los tira lejos de ella, y

después, mete la mano debajo de su vestido y se quita las bragas. Camina

tranquilamente de regreso al auto y se sube en su regazo, le quita el pañuelo de su bolsillo y lo reemplaza por sus bragas.

—Voy a tener que averiguar qué champagne era esa —dice mientras le desabrocha el pantalón…

—Christopher —la voz de Jenna me regresa a la realidad.

Esta es uno, al menos.

—¿Estás bien? —pregunta, con su mano en mi mejilla.

Asiento.

—¿Estuve aquí mucho tiempo? —pregunto, preocupado de haber estado aquí como un zombi por no sé cuánto tiempo.

—Como diez minutos —dice—. ¿Pasa algo malo? —pregunta nerviosamente.

—¿Luzco como si algo malo pasara? —respondo.

—No te lo preguntaría si pareciera que estás bien —dice, tomando mi mano y llevándome hacia el auto.

Me siento culpable por tomarnos de la mano, las mismas manos que estuvieron por todo el cuerpo de Lauren, no literalmente, pero juro que aún puedo sentir el calor de su piel.

Nos metemos en el auto. Estoy callado. Hay tantos pensamientos pasándome por la cabeza. Lo que Cal le dijo a Dex sobre guardarle secretos, desearía saber cuáles son esos secretos. Con Dexter, podrían ir desde algo pequeño hasta algo enorme. Intento

olvidar las emociones que pasaron por mí cuando él estaba con Lauren. Siento lo sincero que fue cuando dijo que la necesitaba.

Pienso en cuando mi madre estaba enferma y en lo desanimado que estaba, en lo muerto que me sentía por dentro, como si estuviera lamentando una perdida. Ahora, no puedo evitar pensar que una parte de ello era porque él había perdido a Lauren.

Ambos estábamos de duelo, perdidos y muriendo por dentro. Me sacudo ese pensamiento, porque eso lo vuelve a él demasiado real. Eso hace que lo vea como a

una persona y no como a un bastardo egoísta, algo más que el villano.

P

ágin

a85

Le doy un vistazo a Jenna, quien está observándome por el espejo.

—Te ves cansado —dice suavemente y asiento—. ¿Te ayudó ella a escoger qué ponerte esta noche? —Sus palabras cuelgan incómodamente en el aire.

—Sí —admito, y deja salir un suspiro, sus manos aprietan con fuerza el volante—. Mi madre estaba dormida... —comienzo a explicar.

—Se veía bien, pero no eres tú —interrumpe.

Aflojo la corbata y me la quito.

No hablamos mucho por el resto del viaje. Cuando se estaciona frente a mi casa, me inclino para besarla, y me da un rápido beso en los labios antes de alejarse.

—¡Para tu información, no quiero que escoja tus corbatas, o tu camisa, lo que comes o el nombre de nuestros futuros hijos! —dice, su ira incrementándose con cada silaba.

—Tienes razón. Lo lamento, Jenna —digo, y mira para otro lado.

—¿Dios, como puedes ser tan insensible?

—No creí que fuera la gran cosa. ¡Quería verme bien en la fiesta para ti! —Mi excusa suena patética, incluso para mí.

—¡No eres mi trofeo! No me hubiera importado si te aparecías vestido con lunares y rayas. Nada que hagas con ella me hará feliz, a no ser que me digas que va a

firmar los papeles del divorcio. —Golpea el botón para abrir el cerrojo de la puerta, es mi señal para irme―. Esta es la última pelea que quiero tener con respecto a ella,

Chris. Hablo muy en serio —dice mientras salgo del auto. No digo que lo siento por que solo empeoraría las cosas, lo mejor que puedo hacer es darle tiempo.

Sé que me equivoqué. Lo que me hace sentir peor es que quería la ayuda de

Lauren.

Planeaba hablar con Jenna sobre lo que recordaba, pero esa es una muy mala idea. No puedo hablar con mis padres. Y no confió en ninguno de los doctores a los

que visité. Quiero hablar con Lauren al respecto, pero esa no parece ser la mejor idea.

Decido enviarle un mensaje de texto a Lisa pidiéndole que nos veamos mañana. Camino a la casa. Mi padre se encuentra en la mesa con una taza de café y el periódico.

—¿Cómo estuvo la recaudación de fondos? —pregunta, y dejo salir un gruñido. Decido revisar el refrigerador para ver si aún hay sobras que pueda llevarme arriba para acabármelas antes de irme a la cama—. ¿Quieres sentarte, hijo? —dice en un tono

que implica que no voy a disfrutar de esta conversación. A regañadientes tomo asiento—. Estoy seguro que eres consciente de que tu madre y yo estamos en

desacuerdo con que Lauren se quede aquí —dice suavemente, y asiento. Los escuché antes, fue mucho más que un desacuerdo—. Creo que sería lo mejor si establecieras

algún tipo de línea entre ustedes —dice sinceramente, y tengo que de detenerme de reírme. Algunas veces juro que piensa que soy un niño.

—¿No hablas en serio, cierto? —No voy a tener esta conversación con él esta

noche.

P

ágin

a86

—Hablo muy en serio, Chris. Cuando comenzaste la terapia, tus doctores nos dijeron sobre ciertas cosas que posiblemente podrían causar… —suspira.

—¿Causar qué? —pregunto con más fuerza.

—Que Cal regrese —dice sin rodeos—. La palabra oficial es detonante. —Suspira, y siento mi rostro endurecerse—. Ciertas cosas que, por alguna razón, hacen

que resurja. —Deja salir un profundo suspiro.

Meneo la cabeza.

Realmente necesito encontrar un doctor lo antes posible porque hay demasiadas

cosas que no sé sobre esto. Detonantes. Pienso en las ocasiones en las que comencé a recordar, cosas de cuando él tenía el control, y me pregunto qué las ocasiona. Lo bueno es que no hicieron que volviera. Solo los recuerdos. Miro a mi padre e intento

enterrar mi enojo y frustración para con él. Cada vez se está volviendo más y más difícil de hacerlo, y no sé por qué. Lo he perdonado por todo lo que ocurrió, pero cada

vez que empieza a hablarme instantáneamente me siento amargo, y lo detesto. Mi padre es mi mejor amigo, o lo era. Ahora es difícil tolerar que esté en mi presencia por

más de un par de minutos.

—Papá, si Lauren fuera un detonante para que Cal regrese, él ya lo habría hecho. —Me levanto de la mesa y me dirijo a las escaleras.

—Chris, no creo que estés tomando esto con la seriedad con que deberías hacerlo

—dice severamente. Me detengo y me doy la vuelta.

—Creo que te lo estás tomando lo suficientemente serio por ambos —digo, y él está estupefacto.

Estoy estupefacto.

Es lo que quería decir, pero usualmente hay un filtro entre las cosas que quiero decir y las que digo. Subo las escaleras. Debería sentirme mal o culpable, pero no es así.

Me siento bien.

P

ágin

a87

ntes de llegar aquí, pensé que Chris era simple, discreto y transparente, algo como “lo que ves es lo que hay”, ese tipo de hombre. Que no tenía motivos ulteriores u ocultos, y, que por esta razón, sería fácil de leer. Lo

pensaba hasta ayer. No solo es difícil de leer, sino que, paradójicamente, deja pistas

por todos lados. Por un minuto, creo que quiere que me quede lo más lejos posible. Al

siguiente, es como si ni siquiera quisiera que me vaya de la misma habitación. La diferencia con Cal era que él solo me dejaba ver lo que quería que viera; era frustrante, pero más fácil de tratar. Solo tenía dos direcciones para ir: las suyas o las mías. Chris

no es bueno en ocultar ninguna de sus emociones; están por todos lados, enviando múltiples señales en varias direcciones a la vez.

Es tan confuso. En el minuto en que estoy lista para renunciar a él, o a Cal, hace algo que me hace querer aferrarme a lo que podría ser. Me da esperanza. Pero la opresiva realidad es que no sabe lo que quiere. Lo cual es bueno y malo, y ya estoy

confundida por el equivalente a diez personas. Su confusión es algo con lo que no puedo lidiar. Es demasiado fácil de ver y demasiado difícil de comprender. Después

del desastre de la presentación con Jenna, estaba dispuesta a darme por vencida. No porque lo que me dijo realmente me hubiera afectado, sino por esa pequeña verdad en sus palabras que sigue dando vueltas en mis pensamientos.

Casi me había convencido de que todos tenían razón, pero entonces, me dejó enderezarle la corbata. Parece tonto y estúpido que sean esos pequeños momentos los que puedan cambiar mi forma de pensar, pero lo hacían. Me daba una pequeña pizca

de esperanza. Me dejó entrar, Chris lo hizo, y eso era todo lo que necesitaba. Podría aprender a amar a Chris. Ya amo a Cal. Jenna nunca podría amar a Cal. Si él regresa,

ella saldría corriendo. Ese control que le gusta ejercer, hablándole a Chris como si fuera un niño de seis años nunca pasaría con Cal. Anoche comencé a investigar más

sobre el DDI, y la integración es la única alternativa para su condición. Eso significa que Cal y Chris tendrán que ser uno solo, y si Cal está en algún lado por ahí, no lo voy

a entregar, especialmente a alguien como Jenna. Lo que es un peso para mí es la

promesa que le hice a Chris, sobre dejar ir a Cal y dejar el pasado tras de mí, pero, ¿qué pasa con mi promesa a Cal?

A través de la enfermedad y la salud, hasta que la muerte nos separe. Aún más que eso, la última noche que pasé con él me dijo: “No te rindas conmigo”. No tenía sentido entonces, pero ahora lo tiene. Me gustaría saber que Cal también está peleando

por nosotros. Que está en algún lugar dentro de Chris, ayudándome y manteniendo la promesa que me hizo. Tal vez lo está. Tal vez es por ello que Chris es tan jodidamente

confuso. Me pregunto si será como un gran campo de batalla en su mente, con Cal

A

P

ágin

a88

peleando por salir. No sé si Chris ha hecho planes para ver a alguien. Mi plan es hablar

con él hoy, porque creo que debería ver a alguien. Hay tanto que quiero saber sobre esta condición. Necesito hablar con alguien imparcial sobre lo que estoy sintiendo y

que comprenda todo esto. Nunca he visto un terapeuta o un psiquiatra antes, pero no puedo pensar en un mejor momento que hoy.

He estado tratando de pensar en la mejor manera de plantearle a Chris todo. Ayer fue mi primera noche aquí, y no quiero parecer como si lo estuviera regañando pero ha tenido tres semanas para hacer algo. Tal vez lo ha hecho, pero no me lo ha

mencionado.

Son las seis de la mañana, y he estado escuchando movimiento en la cocina por los últimos treinta minutos. Y ahora el olor a tocino y huevos me están persuadiendo a salir de mi habitación. Caylen sigue dormida. Agarro mi cepillo de dientes y voy

directamente al baño. Me lavo los dientes y me salpico con agua el rostro antes de ir a la cocina. El desayuno huele delicioso, hay música acompañándolo y la casa parece

estar viva a pesar de ser tan temprano.

En casa estoy acostumbrada a entrar a una cocina tranquila y al olor del desodorante Febreeze. Entro a la cocina de los Scott y veo a Chris. Oh Dios mío, ¡está

sin camisa!

―Buenos días ―dice, su tono es optimista mientras coloca dos platos con tocino,

huevos y papas junto a dos vasos en la mesa.

―Buenos días ―digo cubriendo mi risa al ver el pequeño baile que hace al ritmo

de la música. Se sonroja mientras saca una jarra con jugo del refrigerador. ¿Dónde están sus padres? Definitivamente no debería estar en la cocina a solas conmigo mientras no lleva camisa.

―No te molesta, ¿no? ―pregunta, genuinamente preocupado. ¿Está bromeando?

¿Estará hablando acerca de no tener camisa?

―Eh ―digo sin hablar.

―La música. No puedo escucharla cuando mis padres andan por aquí. ―Toma

asiento frente a mí. Por supuesto, no está hablando de la camisa, no está preocupado

por ella. Soy la única que está preocupada porque no la tenga puesta, muy preocupada por ello. Ayer, tuve la oportunidad de echar un vistazo rápido cuando se cambió la camisa, pero no fui capaz de verlo bien. Ahora estoy en primera fila viendo el

espectáculo. No voy a ser capaz de comer o pensar. Dios, el trabajo agrícola hace muy buen cuerpo. Cal siempre tuvo buen cuerpo, cincelado y definido, pero supongo que

hacer fardos de paja y enseñar gimnasia ha ayudado al máximo porque está más definido de lo que alguna vez lo he visto. Veo una camiseta blanca con una enorme

mancha arrojada sobre una de las sillas que explica la falta de camisa.

―En realidad me gusta. ―Tomo un sorbo de mi jugo, no hay forma de que

pueda tragar la comida en estos momentos.

Su plato tiene casi tres veces más que el mío. ¿Cómo puede comer tanto y tener

un estómago que luzca tan bien? Tengo que parar de pensar en su estómago.

P

ágin

a89

―¿Dónde están tus padres? ―pregunto cuando mi cerebro, finalmente, sale de la

neblina de hormonas y feromonas a la que había sido inducido.

―Fueron por algunos suministros esta mañana. Volverán a la tarde ―contesta

entre bocados. Finalmente, agarro una salchicha y le doy una mordida. Está muy

buena―. ¿Caylen suele dormir a estas horas? ―pregunta.

―Tenemos una hora menos en Chicago. Se despertará en una hora más o menos

―digo, revolviendo mis huevos en mi plato.

Están fritos de ambos lados. A Cal le gustaban revueltos…

―¿Cocinas mucho? ―pregunto curiosa, pensando en el día que Cal me hizo mi

primer desayuno. Era tan bueno como éste, pero se lo acabo antes de hacerme acabar a

mí. Qué mal que eso no vaya a pasar hoy.

―Mi mamá cocina casi la mayor parte del tiempo ―contesta con una alegre

sonrisa.

Es adorable; él es adorable

Me pregunto si Jenna le cocina. Se aclara la garganta.

―Cuando mi mamá estuvo enferma, comencé a cocinar más debido a que ella

no era capaz de hacerlo. De alguna manera fue terapéutico ―dice solemnemente.

Es tan surrealista que su madre hubiera estado enferma recientemente y ahora estuviera mucho mejor. A pesar de que nuestra presentación fue terrible, he llegado a pensar en ella como una mujer muy dulce. No puede haber alguien a quien no le guste,

una vez que llegas a conocerla. Creo que Cal incluso se preocupaba por ella, sino no se habría hecho a un lado para que Chris volviera.

Vuelvo a pensar en la conversación que tuvimos acerca de Jenna. La conversación que yo empecé. Me había estado molestando mucho, preguntándome cómo lo conoció, cómo fue capaz de llegar a su corazón. Ahora sé que estaba

vulnerable. Así es como lo hizo y atacó. Estoy segura que no sucedió exactamente de esa manera. Después de todo, ella no es un lobo y Chris, definitivamente, no es una

pequeña oveja; pero me hace sentir mejor ver las cosas de esta manera. No puedo creer que solo hayan estado saliendo un par de meses. Incluso aunque fueran amigos antes, no podría verme casándome con Steven tan rápido si hubiéramos salido.

―¿Cocinas? ―pregunta y yo suspiro con una sonrisa.

―No realmente ―digo avergonzada. Todavía no he aprendido a cocinar.

Después de que Cal desapareció, no comí mucho y, después de unos meses embarazada de Caylen, no podía retener nada, así que cocinar era lo último en lo que

pensaba. Una vez que nació Caylen, lo que menos me importó era aprender.

―¿No te gusta? ―pregunta genuinamente. Me pregunto si alguna vez ha

conocido a una mujer que simplemente no supiera hacerlo. Bueno Jenna no parece

estar interesada en algo que no sea interrogar e intimidar a las personas.

―Realmente no sé cómo hacerlo ―admito. Inclina la cabeza a un lado como si

estuviera tratando de ver si estoy bromeando o no.

P

ágin

a90

―Podría enseñarte ―dice encogiendo los hombros, como si no fuera la gran

cosa y como si fuera lo más fácil del mundo. Trato de leerlo como lo he hecho otras cien veces, pero estoy atascada. A veces, cuando me mira, puedo ver algo allí. Otras

veces, me pregunto si esos profundos sentimientos están solo en mi cabeza y lo único que quiere es ser mi amigo. ¿Cuán deprimente es eso?

―Eso sería demasiado. No tienes que hacerlo ―digo con modestia, negando.

―Como que sí tengo que hacerlo si quiero que Caylen coma algo más que solo

comida para llevar o comida rápida. ―Su tono es jovial, y la sonrisa que me da

despierta la banda de mariposas dormidas en mi estómago. Trato de no estar emocionada por tenerlo todo para mí, pero lo estoy. Me lo imagino usando nada más

que un delantal y me regaño a mí misma.

―Te lo advierto, cuando digo que no sé cocinar, es que en realmente no sé

cocinar. He quemado hasta el agua antes, literalmente ―le digo y se cubre el rostro

para ocultar su risa e incredulidad.

―Podemos comenzar con cosas fáciles ―me asegura.

―Está bien, estoy dispuesta ―digo un poco excitada mientras termino mis

huevos―. Esto es realmente bueno ―digo.

―Los huevos no son difíciles. El desayuno es lo más fácil para empezar.

Podemos comenzar esta noche ―sugiere, terminando el resto de la comida de su plato.

―¿Con qué comenzaríamos? ―pregunto curiosa.

―Tal vez con agua hervida ―bromea y me río―. Al cabo de tres semanas, vas a

tirar todos tus menús de comidas para llevar ―dice confiado.

No estoy segura.

Termino el resto de mi comida mientras él comienza a limpiar la cocina. No puedo dejar de mirarlo mientras se mueve alrededor. Cada cierto tiempo, se me mete en la mente ese pensamiento de que está jugando conmigo. Que todo este asunto de

Chris es una mierda; pero esos pensamientos no duran mucho. Aunque me dan el valor para preguntarle lo que he estado queriendo.

―He estado pensando en ver a alguien. ―Me aclaro la garganta, y se da vuelta

para mirarme con los ojos abiertos y su boca hecha una línea muy fina. Asiente y se

aclara la garganta.

―Oh, eso es… es bueno para ti ―dice tímidamente―. Sería bueno para todos

―murmura en voz baja mientras comienza a lavar un sartén que quedó sobre la

cocina.

No esperaba esta reacción.

Parece un poco enojado. Nunca he visto a Chris enojado antes y es muy difícil darse cuenta. Cuando Cal estaba enojado, no había manera de adivinarlo.

―Pensé que sería algo bueno. En realidad, nadie entiende cómo funciona esto

para nosotros ―digo, jugando con el último pedazo de tostada en mi plato.

―¿Qué quieres decir? ―Da la vuelta hacia mí. Luce confundido.

P

ágin

a91

―Bueno, pensé que me haría bien hablar con un profesional sobre todo… esto.

―Casi tengo miedo de decir el nombre de la enfermedad en voz alta. Espero que se

muestre irritado o confuso, pero sonríe y deja escapar un suspiro como si estuviera aliviado.

―Oh sí, si piensas que necesitas hablar con alguien, deberías hacerlo ―dice

alentador. Bien esa estuvo fácil.

―¿Qué hay de ti? Sé que no quedaste en los mejores términos con tus doctores.

¿Has pensado en ver a alguien más? ―pregunto y se vuelve a sentar en la mesa

conmigo.

―Aidan. Mi amigo con el que te encontraste la última vez que viniste… un

amigo suyo vio alguien que trata a algunos soldados con problemas en su unidad. Me dio su número. No lo he llamado todavía ―admite.

―Es un poco escalofriante todo esto, ¿no es así? ―le pregunto y se ríe.

―Sé que Cal es una parte de mí ―dice en voz baja.

Todavía me resulta raro escucharlo decir su nombre. Cuando estaba en la escuela secundaria, era popular referirse a uno mismo en tercera persona. Lo odiaba, pero sé que no es un capricho en el caso de Chris.

―Pero realmente me está costando entender cómo es una parte de mí. La parte

más aterradora es el por qué. ―Me mira y sus ojos revelan su miedo. Quiero atravesar

la mesa y sostener su mano y hacerle saber que todo estará bien, pero no sé si eso sería apropiado. Paso la mayor parte del tiempo estos días preguntándome qué es lo

apropiado para nosotros.

―Si alguna vez hay algo de lo que necesites hablar conmigo, incluso si es….

incómodo o si crees que sería difícil para mí ―dejo escapar un suspiro―. Estoy aquí.

Estamos juntos en esto. ―Espero pueda ver que soy sincera. Lo digo en serio. Sus ojos

miran fijos los míos por primera vez desde que lo conocí. No me evaden o me miran solo un momento. Son profundos, claros, verdes como los océanos y me están

mostrando su alma. Su vulnerabilidad y miedo. Nunca he dejado de pensar en lo terrible que esto es para él. Tener una parte de ti mismo que toma el control y de la

cual no eres consciente, a la que no le tienes miedo y no tienes idea del porqué... O cuándo pasará de nuevo. Sonríe, y espero que lo que he dicho le haya ayudado. No me puedo dar cuenta de si está sonriendo porque se siente mejor o para hacerme sentir

mejor a mí.

―A veces pienso en este tipo como el coco o algo por el estilo. ―Se ríe.

―Bueno, no tengo miedo de él ―digo alegremente.

***

El resto del día transcurre sin problemas e incidentes. Caylen y Chris miran dibujos animados juntos mientras me ducho y limpio nuestra habitación. Llamaron a Chris para que fuera a dar clases hoy, así que durante las últimas tres horas, Caylen y

yo estamos solas en la casa. Toma un poco de tiempo acostumbrarse a estar en una casa sin nadie que viva aquí de verdad. Chris y la señora Scott me han dicho que haga

P

ágin

a92

de cuenta que es mi propia casa tantas veces que perdí la cuenta. Cuando vine por

primera vez, me hizo recordar a la casa de Raven, pero ésta es mucho más grande. Dispone de cuatro habitaciones, dos baños, y un ático. Nunca he visto un sótano en el

que no haya curioseado. Aun así, es reconfortante estar en la casa en la que creció Cal. Es un lugar que siempre anhelé conocer. No estoy segura de cuándo regresarán los

Scott. Comienzo a ponerme un poco inquieta después de acostar a Caylen para su siesta. Acabo de terminar de editar el último manuscrito que tenía en cola. Llame a Raven quien me dio un poquito de la ley del hielo durante la llamada, más que todo se

enfocó en hacerle cariñitos a Caylen. Todavía no está muy emocionada porque haya decidido quedarme aquí un par de semanas. Probablemente conduciría hasta aquí si le

hubiera dicho que me estoy quedando en la casa de ellos. He intentado llamar a Ángela, pero no me ha devuelto la llamada desde la última vez que traté hace unas

horas. Está hasta las rodillas escribiendo su tesis y no quiero cargarla con mi creciente

lista de dramas.

Hilary aparece en mis pensamientos un par de veces, pero la alejo. Todavía me

siento mal por la forma en que terminó nuestra última conversación. Ella tenía razón. No le dije lo que le dije por su propio bien o porque necesitara oírlo. Lo hice por perra. Bueno, no a propósito, pero estaba tan cansada de que me dijera qué es lo mejor para

mi vida o lo estúpidas que son las decisiones que tomo cuando las suyas parecen completamente irracionales. Al final termino en el sofá de los Scott en la sala, viendo

un maratón de Property Brothers como lo hago casi todos los días en mi casa, cuando,

de pronto, escucho un golpe en la puerta. Es un poco débil y me doy cuenta de que

viene de la cocina. No estoy muy segura de qué hacer. No sé quién estaría aquí buscando a los Scott, y realmente no estoy segura de a quiénes les han informado sobre la naturaleza de mi estancia. No sería nada divertido explicarle todo a alguien que ni

siquiera conozco. Intento abrir discretamente la cortina y veo a una mujer joven con pantalones azules y un suéter rosado. Cuando veo su rostro, me doy cuenta de que es

Lisa y abro la puerta para que entre.

―¡Hola! Es bueno verte ―dice, dándome un abrazo. Después de unos segundos,

se lo devuelvo. Tengo que acostumbrarme al hecho de que suela abrazar a la gente.

Definitivamente no estoy acostumbrada a verla luciendo así. Está vestida de manera conservadora como nunca imaginé, el aro en la nariz no está y el maquillaje en sus ojos está atenuado drásticamente―. Luzco como una verdadera maestra ahora, ¿no es

así? La casa está abierta hoy. ―Se ríe, leyendo mi mente. Camina hacia la mesa de la

cocina y se deja caer en una de las sillas―. ¿Cómo estás? ―pregunta mientras rebusca

en su bolso y saca un par de Chuck Taylors y un par de calcetines.

―Estoy bien. Solo aquí viendo la televisión hasta que todos regresen a casa

―digo.

―Frescura ―dice después que se quita los zapatos de anciana y se pone los

calcetines, dejando escapar un suspiro de alivio―. Todavía están en Denton, ¿cierto?

―Se levanta de la mesa y toma un jugo de manzana del refrigerador. Se siente mucho

más en casa de lo que yo alguna vez lo haré.

―Por suministros y a Chris lo llamaron del trabajo hoy ―le digo.

P

ágin

a93

―¿Caylen está dormida? ―pregunta, sacándose el suéter. Justo ahí en la cocina.

Saca una camiseta negra con algún tipo de emblema estampado y se la pone.

―Síp ―digo, intentado evitar mirarla mientras se cambia. Por el rabillo del ojo

la veo sacar unos jeans ajustados blancos. Si se baja los pantalones, me voy a

desmayar.

Y lo hace, justo en el medio de la cocina de los Scott frente a mí, prácticamente una extraña, se ha cambiado toda la ropa.

Ésta es la mejor amiga de Chris.

―¿Y cómo va todo? ―pregunta una vez que está completamente vestida.

―Bien. ―Asiento, sin elaborar más. No estoy segura de qué tanto ha compartido

Chris con ella respecto a todo lo ocurrido, pero no voy a entrar en detalles. Parece genial y despreocupada, pero lo que hizo en la última cena me hace pensármela dos veces. Aun así, sigue mirándome como si esperara que dijera algo más―. Los Scotts

son realmente agradables. ―Bueno eso es parcialmente cierto. La señora Scott es

realmente agradable.

―Sí, son grandiosos. Son como mi segunda familia. Están acostumbrados a mí,

tal como puedes ver. Tú también te acostumbrarás ―bromea, tomando un trago de su

jugo de manzana.

―¿Qué es ese nombre en tu camisa? ―pregunto, esperando cambiar el tema.

―Ardeby’s. Es el bar donde trabajo. Es muy popular. Para Madison, es muy

popular. Allá me dirijo cuando salga de aquí. Deberías venir antes de irte. ¿Cuánto

tiempo te vas a quedar? ―pregunta animadamente.

―El plan es quedarme tres semanas.

―¡Es el lugar más excitante aquí, pero la comida apesta! He estado intentado que

Chris venga y toque un par de canciones desde hace un año entero ―dice, sacando su

maquillaje de la cartera. Olvidé que Chris dijo que tocaba la guitarra.

―¿Toca bien? ―pregunto curiosa y me sonríe.

―¿Nunca lo has escuchado tocar a... bueno, Cal? ―Se corrige a sí misma.

―No. Nunca ―digo, y por alguna razón, me siento avergonzada. Sé que no

debería, pero el saber que existe esta gran parte de su vida de la que no sé nada aún se

siente como si fuera una patada en el trasero.

―Sígueme al baño, dulzura. Necesito arreglar esto rapidito ―dice mientras sale

de la cocina―. Chris es realmente bueno y no lo estoy diciendo solo porque es mi

mejor amigo. Si apestara te lo diría ―bromea mientras la sigo al baño. Me inclino en

el marco de la puerta.

―Eso es bastante grandioso.

―Estuvo en una banda por un tiempo hasta que comenzó a comportarse todo

loco y ese tipo de cosas. Bueno, pensamos que simplemente estaba siendo un imbécil

en ese momento, pero ahora creo que era su condición ―dice mientras se aplica un

labial rojo rubí sobre sus labios delgados y rosados―. ¿Cómo es Cal? ―pregunta como

P

ágin

a94

si fuera la cosa más natural del mundo. Su pregunta me toma un poco desprevenida.

No debería estarlo, ya que básicamente mostró su cuerpo desnudo enfrente de mí como si hubiéramos sido amigas desde hace años.

―Yo… realmente no me siento cómoda hablando sobre Cal ―digo

honestamente. No sé por qué, pero me parece raro. Se da la vuelta y me frunce el ceño, luego agita su mano.

―Vamos. Voy a ser tu nueva mejor amiga y todo eso. Estoy segura de que

necesitas a alguien con quien hablar acerca de ello. No juzgo. Déjalo salir, cariño. ―Se

ríe y me hace reír―. Creo que lo he conocido antes ―dice despreocupadamente, pero

me impacta hasta la mierda―. Nunca le dije nada a Chris. Medio que pensé que era

una broma, que estaba pasando por una fase o algo por el estilo ―dice como si nada.

―¿Cuándo? ―pregunto, tratando de contener mi interés.

―Fue hace años. Cuando estábamos en la escuela secundaria ―dice

simplemente―. Tú sabes. Sobre su condición se dice, o sea, me refiero a cuando lo

busqué en Google, se dice que puede surgir de algo realmente malo que le haya pasado a la persona ―dice y su expresión jovial y despreocupada se pierde, su tono es más

solemne.

―Sí. ―Suspiro también. He leído acerca de que la mayoría de las condiciones

derivan de abusos terribles―. O un evento traumático ―agrego y asiente.

―Si Chris comienza terapia, va a empezar a recordar cosas, ¿cierto? ¿Va a

recordar lo que causó que esto pasara? ―pregunta ella, mirándome tentativamente.

―Creo que ese el objetivo. ―En realidad no me he detenido a pensar qué pudo

ser lo que hizo que esto pasara.

―¿De verdad crees que es lo mejor, si él está bien y anda bien? ¿Quién querría

recordar algo tan terrible? ―dice ella encogiendo los hombros―. ¿Qué si le hace más

daño que bien? ―Ahora sus ojos están fijos en los míos.

―Bueno, eso no depende de mí. Yo solo... lo quiero completo. Para Caylen

―declaro y ella sonríe tensa, su expresión se anima y vuelve a terminar el delineado de

sus ojos―. Dijiste que conociste a Cal ―le digo, poniendo el tema en el camino de

nuevo. Se ríe.

―Sí. Fue el verano antes de nuestro último año ―dice rápidamente. Es curioso

porque esta chica parece dar más detalles sobre casi todo pero con este tema, habla rápido―. Tú lo conoces mucho mejor que yo. ¿Cómo era contigo? ―pregunta. Giro

las puntas de mi cabello y pienso por un largo rato y arduamente antes de contestarle.

No sé si debo confiar en Lisa. Confiar en la gente no ha sido muy bueno para mí, tal vez si le digo más sobre Cal, ella me diga lo que sabe.

―Te lo digo si lo haces tú primero ―razono con ella.

Se vuelve hacia mí y pone su mano contra el tocador y asiente.

―Está bien, fue solo una vez. Bueno, al menos de la que estoy segura. Se hacía

llamar Cal. Trató de dormir conmigo. ―Se ríe y mi sonrisa cae inmediatamente―.

Oh, no, confía en mí, no fue la gran cosa. Chris y yo somos como hermanos. Por eso

fue tan atípico de él, no era como Chris. Quiero decir era él y no lo era. Él era todo un

P

ágin

a95

imbécil y agresivo, una versión “No me importa una mierda” de Chris. Eso era sexy,

pero tenía el rostro de Chris. No me malinterpretes, sé que Chris es ardiente, pero era demasiado raro. Y cuando empezó a decirme que no era Chris y que su nombre era

Cal, pensé que estaba drogado o algo por el estilo. ―No pude evitarlo y me río en esa

última parte―. Si se hubiera quedado alrededor un poco más de tiempo, sin embargo,

creo que nos hubiéramos divertido. ―Ella se ríe y yo sonrió nerviosa―. No ese tipo de

diversión ―asegura rápidamente―. Hubiéramos causado un montón de problemas.

Un Chris intenso, Aidan y yo. Esta ciudad no habría estado preparada para nosotros ―dice, dando los últimos toques a su maquillaje.

Definitivamente había pasado de ser una profesora de pre-jardín a una mesera estrella de rock en tan solo diez minutos.

―Chris siempre ha sido el ancla moral entre Aidan y yo ―añade y cierra su

bolso de maquillaje. Se lo pone debajo de su brazo y luego con el otro, agarra el mío,

halándome desde el baño hasta conducirnos a la sala; pero se detiene cuando la habitación de Caylen le llama la atención―. ¡Oh mi Dios! Es tan adorable, ¡joder!

―susurra, mirándolo, debió notar mis maletas―. ¿Te estás quedando aquí?

―pregunta incrédula.

Asiento. Una sonrisa culpable y amplia se propaga a través de su rostro antes de que se ponga a reír. La callo lo mejor que puedo y la empujo alejándola de la habitación donde está dormida mi bebé.

―No me digas. Apuesto que Jenna explotó por eso.

―Ella y yo no tuvimos el mejor de los comienzos ―murmuro.

―¿La bruja no trato de golpearte con su escoba? ―Se ríe, yo trato de ocultar mi

sonrisa―. No me mientas. No puedo soportarla y el sentimiento es mutuo ―dice,

entrando a la sala y sentándose en el sofá.

―¿Por qué no le agradas a Jenna? ―pregunto, pero creo que ya sé la respuesta.

Lisa es simplemente así de franca y es lo opuesto a ser conservadora. Es una chica realmente atractiva. No puedo culparla por sentirse incómoda respecto a su amistad.

―Piensa que estoy enamorada de Chris en secreto. O que quiero tirármelo, lo

cual es completamente ridículo. Trató de evitar que fuéramos amigos. Quejándose y

lloriqueándole a Chris luego de que formalizaron y estoy agradecida de que Chris retuvo sus bolas en esa época y la paró en seco, sino hubiera tenido que patearles el

trasero a los dos ―resopla―. Si tan solo supiera…. Chris y yo, seríamos como un mal

episodio de Jerry Springer ―murmura. ¿Qué acaso no todos sus episodios son

malos?―. Tu turno ―dice chillando. Su ánimo es contagioso. Me hala para que me

siente en el sofá de la sala, a su lado. Dejo salir un suspiro. Puedo sentir que me sonrojo.

―Cal. He estado intentado no pensar en él. ―Suspiro, y me da palmaditas en la

rodilla.

―No entiendo cómo lo haces. Digo, más o menos puedo porque el hombre que

conocí actuaba tan diferente que es difícil pensar que eran la misma persona.

P

ágin

a96

―¿Por qué nunca le contaste a Chris sobre Cal? ¿O siquiera lo mencionaste? ―le

pregunto y se encoje de hombros.

―Simplemente fue una de esas cosas que nunca se dicen, sin mencionar que era

súper vergonzoso. Solo tenía diecisiete años y en esa época no sabía que él realmente

no sabía qué mierda estaba haciendo. Toda esa situación de casi tener sexo hacía todo incómodo como para traerlo a cuenta, y al día siguiente había vuelto a ser el mismo como si nada hubiera sucedido. Pensé que simplemente estaba avergonzado de que lo

hubiera rechazado. ―Se ríe en eso último.

―¿Y ahora? ―le pregunto y sus ojos se abren ampliamente.

―¡No puedes decirle, Lauren! ―dice con urgencia, y me agarra un poco

desprevenida.

―Yo… no lo haré ―le digo. No creo que me corresponda, pero no puedo evitar

preguntarme por qué no quiere que se sepa después de todo lo que ha ocurrido.

―Bien ―dice en un tono aliviado. Justo en ese momento, la señora y el señor

Scott entran por la puerta con bolsas en las manos. Ambas nos levantamos para ayudarlos. Lisa y yo nunca terminamos nuestra conversación y parece no importarle

en absoluto. Solo a mí parece molestarme más de lo que debería.

P

ágin

a97

as horas de trabajo pasaron rápido. Odié dejar a Lauren y a Caylen solas en la casa, pero me prometió que estarían bien. Supongo que hasta este momento solo han estado ellas dos solas. Le pedí a Lisa que pasara

cuando saliera del trabajo para ver cómo estaban. Jenna y Lisa se odian, pero puedo

ver a Lauren llevándose mejor con ella. Lauren es más tranquila y no se puso como

loca cuando Lisa gritó todo eso de cómo se conoció ella con Cal. Aparte de ver cómo estaban, quería hablar con Lisa sobre lo que me ha estado ocurriendo. Era un cincuenta-cincuenta entre ella y Aidan, pero Lisa ha sido más comprensiva. Cuando se

trata de mi condición, Aidan piensa que burlarse de eso, como si fuera una gran broma, ayuda.

No lo hace

Lisa sería más adulta que él respecto a todo, espero. Cuando conduzco hasta casa, veo que mis padres han regresado y que el auto de Lisa está estacionado al lado del de ellos. Entro a la cocina y veo a Caylen en su silla mientras mi madre está

picando unos vegetales.

―Hola, cariño, ¿cómo estuvo el trabajo? ―pregunta alegremente. No la he visto

tan feliz en un largo tiempo y sé que la razón es Caylen.

―Bien ―digo alegre. Voy hacia Caylen y la beso en la mejilla―. ¿Cómo se ha

portado? ―pregunto, robándome una de las zanahorias de Caylen. Mi madre me da

una mirada de desaprobación.

―Como un pequeño ángel, por supuesto ―dice, reemplazando la zanahoria que

tomé del plato de Caylen pese a que aún tiene otros cinco pedazos en su plato―.

Lauren y Lisa están en la sala ―dice mientras me dirijo ahí. Lauren está sentada

erguida en la silla marrón. Irónicamente, es la favorita de mi padre. Me sonríe cuando me ve y el corazón se me acelera.

―¿Qué tal? ―dice Lisa, su tono es entre cantado y rapeado.

Lauren se ríe.

―Hola. ¿Cómo te fue hoy? Lisa no te ha arrastrado a ningún problema, ¿cierto?

―pregunto, sentándome en el sofá al lado de Lisa y frente a Lauren.

―Ay, por favor. Si estuviera buscando problemas, no estaríamos aquí ―dice

Lisa, golpeándome con un pequeño cojín del sofá―. Así que… Lauren y yo hemos

estado hablando ―comienza, y Lauren asiente inocentemente.

Tal vez mandar a Lisa fue una mala idea

L

P

ágin

a98

―A Lauren realmente le gustaría escucharte tocar, y ya que has estado

prometiendo tocar en Ardeby´s desde hace mucho, todos podríamos aprovechar la noche. El sábado es noche de micrófono abierto ―dice animadamente y le frunzo el

ceño.

―Nunca te he prometido tocar en Aredeby´s y, ¿este sábado? No he agarrado

una guitarra en casi un año. No va a pasar ―digo rotundamente. Lisa metió a Lauren

en esto pero sé que este plan es solo de ella viendo la expresión incómoda en el rostro

de Lauren.

―Deja de ser tan bebé. Será grandioso, y Aredeby´s es el único lugar en este

pueblo que es algo divertido. Lauren no ha salido desde que ha quedo atascada en villa mamá. Le vendría bien soltarse un poco ―continúa. Veo a Lauren moverse incómoda

en la silla.

―¿No vas a llegar tarde al trabajo? ―le recuerdo. Resopla en derrota

―Esta conversación no se ha terminado, señorito ―dice, levantándose, con su

bolso en el hombro y dirigiéndose a la puerta. Ahí se da la vuelta―. ¿No necesitabas

hablar conmigo de algo? ―dice, recordando su otro motivo por el que estaba aquí.

―Sí. Te acompañaré al auto ―digo de mala gana. Lauren nos sonríe,

entretenida. Probablemente piensa que tenemos seis años―. Enseguida regreso ―digo,

levantándome del sofá y siguiendo a Lisa afuera.

―Hasta luego, señora Scott ―le dice a mi mamá mientras pasamos por la cocina

y salimos por la puerta

―Adiós, Lisa ―dice mi mamá antes de que hayamos salido completamente.

―¿Qué pasa, Chuck? ―pregunta Lisa mientras caminamos rodeando su auto

―¿Por qué hiciste eso, Lisa? ―inquiero, irritado. Pone los ojos en blanco.

―¿Qué hice? ―pregunta como si no tuviera idea

―Ponerme en un aprieto frente a Lauren. Sabes que ya no toco.

Ella ondea la mano despreocupadamente.

―Crece, Chris. En serio, ¿qué eres? ¿Un niño de doce con un enamoramiento?

―dice, burlándose de mí

―Olvídalo. Hablaré contigo después ―digo molesto, alejándome caminando.

―Ugh, Chris, vamos. No pensé que fuera la gran cosa. Te encantaba tocar. Ella

quiere escucharte. Y mientras tanto, conseguimos tomar algo y salir una noche. La

mayoría de las personas en Ardeby´s están tan borrachas los sábados que podrías usar un gato muerto para tocar y aun así aplaudirían al ritmo de la música ―dice,

bloqueando mi camino. Frunzo el ceño―. Vamos. Querías hablarme de algo. ¿Qué es?

―dice sinceramente.

―Puedes ser la Lisa normal y no la completamente exagerada Lisa ―le advierto

y ella sonríe.

―La Lisa normal será ―dice, poniendo los ojos en blanco.

―Muy bien. Vamos a tu auto.

P

ágin

a99

P

ágin

a10

0

uiero ser feliz.

Eso es todo lo que en realidad he querido. Pienso que eso es realmente todo lo que la gente quiere en la vida: ser feliz. ¿Qué nos hace

felices? Bueno, eso es diferente para cada uno. Para algunos es el dinero,

otros la fama, algunos necesitan un hijo, mientras que a otros los satisfacen sus carreras. Al final, todos estamos buscando algo que nos ayude a dormir bien por la

noche. Nos dé paz incluso cuando no todo es perfecto. Cuando era más joven soñaba con algunas de esas cosas. ¿Quién no quiere ser rico o famoso hasta que te das cuenta

de todos los problemas que vienen con ello?

Nunca me di cuenta de los problemas que venían con Cal. Ahora, cuando miro a Chris, me pregunto si es feliz. No puedo darme cuenta. Cuanto más conozco a Chris,

es más difícil de leer. Al principio pensé que era un libro abierto, pero eso no tiene ningún sentido. Es mucho más complicado de lo que parece. Su confusión y frustración tiene nombre y vida propia

Mientras más tiempo pasó con Chris, más comienza, genuinamente, a gustarme y no solo porque se parece a Cal y suena como él, como pensé que era originalmente. De hecho, me gusta por la persona que es, el que estoy conociendo. Cuando estaba con

Cal siempre veía algo cálido y amable en él… eso es cuando me dejaba entrar. Estoy comenzando a pensar que ese era Chris. Quiero bajar la guardia con él, en serio, pero

tengo miedo. Suena tonto e infantil, pero estar enamorada de Cal parece mucho más diferente que dejarme tener sentimientos por Chris. Tan salvaje e impredecible como era Cal, lo conocía. Al menos creía que lo hacía. Estaba cómoda con la tormenta que

era nuestra vida juntos. Chris es una historia totalmente diferente. Enamorarme de él es peligroso, luchar por él es muy arriesgado. Un rechazo por su parte es más que eso,

porque si no me puede amar no hay esperanza para Cal y yo, ellos son la misma persona.

A veces lo sorprendo mirándome de una forma que me hace pensar que tiene sentimientos por mí, pero creo que no los quiere tener. Quiere ser mi amigo y la idea me hace temblar. No puedo, nunca, realmente ser su amiga. ¿Cómo puedes ser amiga

de alguien que quieres que te ame? ¿Cómo puedes fingir que tus sentimientos no existen o no importan? No soy tan fuerte. Si resulta que Cal nunca regresa y está flotando en algún tipo de prisión mental… ¿cómo puede Chris dejarme entrar si

encierra a Cal? Si nunca puede dejarme entrar, voy a ser cordial, voy a ser amable, voy a ser la mejor co-padre que pueda, pero no puedo ser su amiga, al menos no ahora.

En el momento en que me vaya, voy a saber si Chris me dejará entrar. Ese es el tiempo que tenemos. Voy hacer mi mejor esfuerzo por mantener mi armadura y mi

Q

P

ágin

a10

1

guardia al tratar de acercarme lo más que pueda. Da miedo, es aterrador en serio, pero

es un riesgo que debo tomar. Eso es lo que me digo a mí misma. Eso es lo que al menos mi corazón me está diciendo. Mi mente me dice que siga adelante con mi puta

vida y rápido. Mi corazón y mi mente nunca se han puesto de acuerdo en nada, pero parece que las frecuentes disputas se ha convertido en una completa batalla desde mi

llegada aquí.

Miro el reloj. Son las cinco y media de la mañana, pero en Chicago serían las seis y media de la mañana. Ya huelo el desayuno que la señora Scott está cocinando.

Caylen todavía está durmiendo y lo estará por lo menos una hora más. Usualmente, me da el tiempo suficiente para desayunar y ducharme. Me deslizo en mi bata y agarro mi cepillo de dientes para prepararme. La señora Scott me dijo que puedo dejarlo en el

espacio adicional, pero no me siento cómoda usándolo, así que ando con él de arriba a

abajo.

Abro la puerta y me dirijo al baño, pero me detengo cuando oigo susurros. Me asomo a la sala y veo a Jenna y al señor Scott hablando. Comienzo a dar media vuelta y a regresar a mi habitación, pero algo me detiene donde estoy.

―¿Te lo dijo anoche? ―pregunta el señor Scott, su tono es tranquilo y

preocupado.

―Chris nunca me ha hablado de esa manera ―dice Jenna, su tono es más fuerte

que el del señor Scott―. Estaba preocupada de que esto pudiera pasar con Lauren

quedándose aquí ―dice amargamente y siento que mi corazón se acelera. ¿Qué ha

pasado?

―No estoy segura si es Cal porque nunca me he encontrado con él, pero por la

manera en la que lo describiste… Chris no es como quien era ayer ―dice y mi corazón

está latiendo a mil kilómetros por minuto.

―Si Cal ha vuelto lo único bueno es que Lauren esté aquí ―dice tímidamente―.

No se irá con ella estando aquí. Voy a tener que hablar con ella ―continúa y, de

puntillas, regreso a mi habitación y cierro la puerta. Mis pensamientos están en todas partes. Cal no puede estar de vuelta. No habría vuelto sin venir a verme. ¿Qué

demonios está pasando y qué me tendría que decir el señor Scott si regresó? No voy hablar con él y, si Cal volvió, ¿por qué mierda iría a la casa de Jenna?

Siento tantas diferentes emociones en este momento: ansiosa, enojada, abrumada y… bueno no, no voy a permitir ponerme contenta. No soy capaz de pensar mucho antes de que alguien toque a la puerta. Trato de moderar y calmar mi corazón

acelerado. Ni siquiera saben si Cal está aquí. Tocan de nuevo. Sé que es el señor Scott. Entreabro la puerta de modo que apenas pueda verme.

―Buenos días ―digo fingiendo un bostezo.

Asiente, con una mueca en su rostro.

―Buenos días ―contesta y hay una pausa incómoda.

―¿Está todo bien? ―le pregunto rápidamente.

―Tenía la esperanza de poder hablar contigo ―dice, tratando de cambiar su

tono de desdén a agradable.

P

ágin

a10

2

Su intento es pésimo.

―¿Ahora?

―Si no hay problema ―dice, con un poco de sarcasmo en su voz.

―Bueno, Caylen aún está dormida ―contesto.

―Gwen comenzó a hacer el desayuno. Subió por un momento. ¿Podemos hablar

cuando vuelva? ―pregunta y yo dejo salir un pequeño suspiro.

No quiero hablar con el señor Scott, especialmente sobre Cal. No quiero hablar de nada con él. Ni siquiera sé por qué quiere hablar conmigo. Apenas si me ha dicho

diez palabras desde que llegué. Me sentiría mejor si la señora Scott estuviera involucrada, pero sería grosero si dijera que no mientras soy una invitada en su casa.

―¿Es importante?

―Sí ―responde de inmediato y asiento.

―Seguro ―digo brevemente.

―Gracias ―dice, alejándose de mi puerta. Sé una sola cosa: mejor que Jenna se

haya ido. Ambos están locos si piensan que voy hablar con los dos sobre Cal. Eso sería

saltar a un estanque de tiburones con pescado crudo pegado a mi espalda. Espero unos segundos antes de ir al baño a lavarme los dientes y lanzar agua en mi rostro. ¿Por qué

quiere hablar conmigo de repente? ¿Por qué no ha hablado con Chris?… Si es Cal, estoy segura de que no quiere, corrección, de que no va a hablar con él; pero si sí fuera

Cal, no lo ocultaría. No tiene absolutamente ninguna razón ya. Respiro hondo y salgo y veo a la señora Scott bajando las escaleras.

―Buenos días, Lauren ―dice alegremente. No tiene ni una sola preocupación en

el mundo ahora mismo. No hay señales de preocupación o ansiedad en su cara, a

diferencia de la del señor Scott.

―Buenos días ―contesto.

―¿Caylen ya se despertó? ―pregunta, dirigiéndose a la habitación. Hace un

gesto antes de entrar, una amplia sonrisa en su rostro. Todavía parece una niña en la

mañana de navidad cuando habla de Caylen.

―No lo creo. Sin embargo, puedes mirar. ―Mientras entra a la habitación, la

sigo.

―Es como un pequeño ángel ―me dice mientras la mira. Apenas puede

contener la emoción―. Pero no te preocupes, la dejaré dormir ―termina―. ¿Cómo

estás esta mañana? ¿Quieres café o té? ―pregunta a medida que dejamos la habitación

juntas.

―No, estoy bien ―le digo, siguiéndola. Una vez que llegamos a la cocina, el

señor Scott no está a la vista. Juzgando por su alegre ánimo, la señora Scott no debe

tener idea de lo que está pasando.

―Hoy están dando horas de lectura para niños en la biblioteca, el Dr. Seuss,

cuentos de hadas, ese tipo de cosas. ¿Te molestaría que lleve a Caylen? ―pregunta

P

ágin

a10

3

tentativamente. Solo me toma un segundo pensarlo. La señora Scott adora a Caylen y

me siento bastante segura dejándolas a las dos solas.

―Por supuesto ―respondo con una sonrisa.

―¡Genial! Solo será una hora y media y regresaremos directamente ―asegura

mientras revisa algo en el horno. Huele delicioso.

El señor Scott entra a la casa por la puerta de la cocina y besa a la señora Scott en la mejilla.

―Cariño ―responde con dulzura. Él le da una sonrisa que me hace recordar que

no es un bastardo malvado con todo el mundo, solo conmigo… y Cal, aparentemente.

―¿Lauren, podrías salir conmigo por un momento? ―pregunta. La señora Scott

lo mira de manera rara. Ésta es la primera vez que me habla directamente desde que estoy aquí.

―¿Está todo bien, William? ―pregunta con un poco de sospecha.

―Está todo bien. Lauren ha estado aquí por un tiempo y no hemos tenido la

oportunidad de conocernos. Pensé en mostrarle los alrededores de la granja ―le

asegura a su esposa. Ella me vuelve a mirar y yo intento sonreír lo más que puedo.

―Voy por mi chaqueta ―digo, dando la vuelta para salir de la habitación. No

sabía que iba a querer hablar conmigo a solas. Supuse que estaba esperando a la señora

Scott. Le doy un vistazo a Caylen, quien todavía está dormida y agarro mi chaqueta. Al acercarme a la cocina, puedo escuchar a la señora Scott diciéndole algo a él. Pero no estoy segura de qué. Y se calla cuando me acerco.

―¿Vamos, Lauren? ―Abre la puerta para que salga. Trato de actuar como si no

estuviera caminando hacia la guarida del león. Dependiendo de cómo vaya esta conversación, éste puede ser el último día que me quede en su casa, porque si me dice

algo inapropiado o me falta el respecto, lo dejo aquí. Le sonrío a la señora Scott antes de salir y me da una sonrisa nerviosa.

Hay una tensión incómoda en el aire mientras el señor Scott camina detrás de

mí. Una vez que estamos en el porche empiezo a preguntarme a dónde vamos. Mis ojos analizan rápidamente el terreno. No hay más autos, eso significa que Jenna se fue. El auto de Chris se ha ido también. Si tomó una clase temprano tendría sentido, no es

nada fuera de lo normal.

―¿Así que realmente me darás un tour o quieres hablarme de Cal? ―pregunto.

Se detiene y deja escapar un suspiro exasperado.

―Vamos por aquí ―dice, señalando el establo de los caballos antes de contestar

mi pregunta. Empezamos a caminar hacia ahí, la tensión volviéndose una montaña a cada paso. Cuando llegamos a la puerta se vuelve hacia mí y ríe.

―Supongo que nos escuchaste a Jenna y a mí hablar esta mañana ―pregunta y

yo asiento.

―¿Cuánto escuchaste? ―pregunta

―Lo suficiente para saber qué crees que Cal volvió.

P

ágin

a10

4

―No creo que Cal haya vuelto. Jenna sí y no está del todo segura ―dice,

dejando escapar una respiración profunda―. Creo que si Cal estuviera de vuelta todos

ustedes ya se habrían ido ―afirma audazmente. Niego. No sé realmente lo que este

hombre piensa de mí, pero no puede ser muy bueno si piensa que si Cal vuelve me iría

sin decir nada conociendo su condición. Siento que mis ojos se ponen en blanco.

―Le dije a Gwen y a Chris que no creo que sea una buena idea que te quedes

aquí ―dice.

Bueno esa es la noticia del siglo.

―Desde que apareciste por esa puerta todo lo que estaba en su lugar y era bueno

para esta familia ha comenzado a desmoronarse. ―Me está hablando a mí, pero no se

molesta en mirarme.

―Eso es porque eliges que tu hijo viva una mentira ―interrumpo.

―Quiero lo mejor para mi hijo ―dice, ahora prestándome atención.

―Creo que quieres lo mejor para ti ―afirmo claramente y él se ríe, como si

estuviera bromeando.

―Que Cal regrese, exista, resurja, como tú quieras llamarlo, va a destruir nuestra

familia. ―He escuchado todo eso antes. El señor Scott considera a Cal el anticristo―.

Eso puede no importarte, pero, eventualmente, destruirá tu familia ―dice, dando un

paso hacia mí. Mantengo mis ojos fijos en los suyos. Quiero que sepa que su pequeño

discurso solo sirve para enfadarme. Sus palabras no me afectan o me asustan, ni mucho menos me intimidan.

―Tú sí entiendes que para que Chris esté bien, él y Cal se tienen que integrar.

Hay una razón por la cual existe, ¡y no va a desaparecer! ―digo valientemente a pesar

de no estar segura.

El señor Scott se burla.

―Cal no quiere integrarse, ¡quiere tomar el control! Habría creído que ya te

habías dado cuenta. ¡Te casaste con él después de todo! Ese es el verdadero problema.

Él es la rabia de Christopher, su impulsividad, su amargura y su ira ―afirma con

burla.

Niego con la cabeza, furiosa

―¡Cal no es solo eso! ―le espeto.

―Oh, pequeña muchachita, ¡despierta! La bondad que has visto en Cal era

Christopher. Pensé que lo sabrías ahora. Si Cal regresa, será para asumir el control, ¡y la amabilidad y autocontrol que se las arregla para exhibir, todo eso que era Chris, se habrá ido! Va a ser como un tornado, destruyendo todo y a todos a su paso. No puede

evitarlo, esa es la razón de su existencia ―continúa amargamente y comienzo a pensar

que el señor anti-psicología ha hablado más con los doctores de Chris que él.

―¿Cómo sabes cuál es su razón de existir? ¿Por qué lo odias tanto? ―La

sospecha y la amargura en mi tono es evidente. Tiene que haber más de lo que está diciendo. ¿Por qué iba a pensar que Cal destruiría su familia? Sé que Cal se hizo a un lado para que volviera Chris cuando su madre estuvo enferma―. O tal vez la pregunta

P

ágin

a10

5

sea, ¿por qué Cal te odia a ti? ―le pregunto con ira, y por un momento se ve

sorprendido.

―Las cosas nunca son blanco o negro. Cal solo puede ver en blanco y negro, no

entiende que hay áreas grises ―responde y lo miro extrañada. No esperaba ese tipo de

respuesta de su parte.

―¿Qué se supone que significa eso? ―Ahora estoy confundida.

―Si Cal no ha regresado y Chris ha empezado a tener esos arrebatos… ―dice

rápidamente.

―¿Qué quieres decir con “arrebatos”? ―lo interrumpo.

―Cuando comienza a decir cosas completamente diferentes de su personalidad

―dice hablándome de frente.

―Solo porque dijo algo que pudo haber molestado a Jenna no significa que sea

Cal ―digo, riendo de cuán ridícula es su hipótesis.

―Si todavía es Chris. Creo que es mejor que te vayas al Ritter Inn. Yo lo pagaré

―dice, su tono es menos agresivo pero sus palabras son cortantes. Niego con la

cabeza.

―No ―digo lo más fríamente que puedo. Gruñe y se cruza de brazos, como si

estuviera pensando por un minuto. No es capaz de decir algo, así que comienza a

alejarse, pero se detiene y se voltea hacia mí.

―No eres buena para él, Lauren ―dice, su tono es bajo, casi un gruñido antes de

que comience a caminar de nuevo. Estoy tan enojada. Quiero golpear algo.

―¿Buena para quién? ―pregunto sarcásticamente. La única persona para quien

parezco no ser buena es para él y para la mentira en la que quiere que viva su familia. Se da vuelta y me da una mirada que me da escalofríos en la espalda.

―Para ninguno de ellos ―declara antes de irse pisando fuertemente con ira hacia

su camioneta, dejándome aquí afuera y sola. Camino de vuelta a la casa, repitiendo todo lo que me dijo. Algo no está bien. Estoy comenzando a pensar que hay otra razón por la que no quiere que Cal regrese. Si sabe tanto acerca de su condición como creo

que sabe, basándome en la conversación, tiene que saber que lograr la integración es el objetivo. ¿Por qué no quiere que suceda? Trato de apartar la adrenalina, la ira y la

confusión de mí antes de volver a la casa. Estamos lo suficiente lejos como para que nadie supiera que nos gritamos. No trajo a la señora Scott y no sé la razón, pero no

quiero preocuparla. Es una mujer muy dulce y si supiera lo que acaba de suceder, se

preocuparía. Y no hay necesidad de ello porque, independientemente de lo que su marido piense, no va intimidarme o a alejarme.

No me voy a ninguna parte.

P

ágin

a10

6

No he dormido tan bien en semanas. Por primera vez, no me levanto antes de que suene mi alarma. Cuando comienza a sonar aprieto el botón de apagado, a pesar que me quedé hasta tarde anoche. Después de cocinar con Lauren fui a ver a Jenna

y… realmente no recuerdo qué pasó después. Debería sentirme nervioso o preocupado

por ello, pero no lo estoy. Sé que no me desmayé porque recuerdo besarla y manejar a

casa y luego ir a la cama. Me siento en la cama y pienso, recuerdo que fui a su casa y luego comenzamos a discutir sobre algo, pero no estoy seguro de qué. Todo lo demás es borroso. No sé cómo terminó la discusión, pero me siento bien por ello. Debimos

habernos arreglado después porque me siento bien. No, me siento genial. No estoy cansado o estresado. Solo me siento bien.

Agarro mi teléfono y busco el nombre de Jenna y le mando un mensaje de texto.

Buenos días, hermosa.

Tomo mi ropa y me dirijo al baño, saltando a la ducha. Solo tengo una clase hoy. Lo bueno de ser un sustituto es que, incluso si tienes una clase o cuatro, te pagan el

mismo salario. Después de cambiarme, me dirijo a la cocina. Ya puedo oler el jamón y los huevos. Bajo a la cocina donde veo a Lauren y a mi mamá en la mesa y a Caylen en su silla para comer.

―Buenos días, destructora ―le digo, dándole un beso a Caylen en la frente. Es el

apodo que le he dado ya que destruye todo lo que tiene cerca en la casa, pero es tan linda que se sale con la suya. Mi mamá pone una jarra de jugo de naranja en la mesa y

la agarro para darle un abrazo y un beso.

―Alguien está de buen humor ―dice ella alegremente.

―¿Qué tal, Lauren? ¿Ayudaste a mi mamá a hacer el desayuno esta mañana?

―le digo en broma antes de sentarme en la silla frente a ella. Le sonrío, mirando esos

grandes ojos color avellana. Agarro un plato y empiezo a servirme los huevos. Estoy

hambriento.

Lauren aún me está mirando, y no de la forma que lo hace normalmente cuando hay otras personas presentes. No hay miradas rápidas o sonrisas tímidas. El día de hoy

es como si me estuviera examinando. Me hace moverme inquieto en mi asiento porque es un poco raro y no ha respondido a mi pregunta. ¿Todavía tengo champú en mi

cabello o algo así? Na, mi mamá me lo hubiera dicho. Tal vez es porque me veo excepcionalmente bien hoy dado que me siento excepcionalmente bien.

―Lauren me dijo que eras un buen profesor. ―Mi mamá me toma el pelo

cuando se nos une en la mesa. Inclina la cabeza y Lauren finalmente deja de mirarme

P

ágin

a10

7

y hace lo mismo que mi mamá mientras dice una oración. Cuando termina, Lauren

me empieza a examinar de nuevo. Dos pueden jugar este juego así que comienzo a mirarla directamente a los ojos. Esperaba que mirara hacia otro lado, pero no lo hace.

Si ella quiere mantener esos hermosos ojos en mí, es más que bienvenida. Mi mamá habla de algo, pero realmente no la estoy escuchando. Lauren tampoco la escucha.

Creo que vamos a tener un concurso de miradas.

―¿Alguien me está escuchando? ―Se ríe mi mamá, supongo que se dio cuenta

de lo que está pasando. Me río, pero Lauren no. Sus ojos se estrechan en los míos antes de darse la vuelta y mirar a mi mamá y sonreírle. ¿Está enojada conmigo o algo

así?

―Dije que iba a llevar a Caylen a la biblioteca para que le cuenten cuentos hoy

―dice mi mamá.

―Oh, qué bueno. Recuerdo lo mucho que me encantaba que me contaran

cuentos ―digo mientras mastico un bocado de huevos.

―A mí también. Sé que es un poco joven, pero pensé que sería bueno para las

dos hacer algo juntas ―dice mi mamá, alegremente. Juro que está enamorada de

Caylen.

―Eso es genial, mamá ―digo y sonríe orgullosa.

―Así que, ¿qué harás hoy, Lauren? ―le pregunto, esperando que el estado de

ánimo en el que está cambie. No la he visto así desde que nos conocimos.

―No estoy segura ―dice vacilante.

―¿Quieres hacer algo más tarde? ―pregunto, y sus ojos se agrandan

sorprendidos―. No es como una cita o algo parecido. Solo pasar el rato ―digo con

una sonrisa.

―Creo que sería genial que salieras de la casa, Lauren, y vieras algo de Madison

―dice mi mamá alegremente.

Amo a mi mamá.

―Eh, yo. Sí ―finalmente se las arregla para decir. Me río. Si no la conociera

mejor, pensaría que estaba nerviosa. Para nada como ayer.

Me gusta ponerla nerviosa.

―Genial. Lisa estará trabajando esta noche en el Ardeby´s. Llamaré a Aidan,

incluso arrastraré a Jenna fuera de la Cueva de estudios ―digo, bebiendo de mi vaso

de jugo de naranja.

―¿Vas a tocar? ―pregunta, su mirada de vuelta sobre mí. Eso me agarra con la

guardia baja. Encojo los hombros. ¿Quién sabe?

―Tal vez te sorprenda. ―Le guiño un ojo y su voz se entrecorta. Tal vez el

guiño fue demasiado. Un tipo de coqueteo. Cruzando la línea de amigos. Nunca he sido del tipo de guiñar el ojo de todos modos. Ni siquiera estoy seguro de por qué lo hice.

―¿Lauren, estás bien? ―le pregunta mi mamá. Noto que su rostro está un poco

carente de color.

P

ágin

a10

8

―Sí, estás un poco pálida ―digo un poco preocupado y suena el sonido de alerta

de mi teléfono. Es un mensaje de texto de Jenna.

Mierda, ¿estás hablando en serio?

Comienzo a responderle, preguntando qué quiere decir o cuál es su problema, pero no lo hago. No voy a dejar que nadie arruine mi estado de ánimo el día de hoy.

Voy a pasar por su casa después del trabajo y ver qué le pasa. Tal vez nuestra pelea no terminó tan bien como pensé.

―Me voy, damas ―les digo, levantándome de la mesa. Por alguna razón,

Lauren se levanta conmigo. Observo a mi madre que mira entre nosotros. Entonces, entra mi padre. Me da la misma mirada extraña que Lauren me ha estado dando toda

la mañana.

―¿Por qué me están mirando de esa manera? ―pregunto, incapaz de ignorar sus

miradas enigmáticas.

―¿Mirando cómo? ―pregunta mi papá vacilantemente.

―Como si fuera un proyecto de ciencias. ―Ahora estoy irritado.

―Nadie te está mirando así, hijo ―interviene mi mamá.

―Tú no, pero papá sí. Y Lauren también ―digo mirándola de frente.

―¿Ves algo que quieras compartirnos, Lauren? ―le pregunta mi papá, y me

pregunto desde cuándo Lauren y mi papá comenzaron a hablar.

―¿Qué está pasando? ―pregunto, exasperado.

―No es nada. Pensé que era algo, pero no es nada, lo lamento, Chris ―dice

Lauren antes de levantarse de la mesa, pero no antes de que mi padre le dé una mirada enojada. Suspira antes de sentarse en la mesa. Miro a mi madre, quien parece no tener idea, como yo.

―Es “La dimensión desconocida” ―murmuro para mí mismo antes de salir de

la casa. Cuando estoy fuera miro a mi alrededor y falta algo.

¿Dónde está mi auto?

***

Estuvieron tan raros el día de hoy. Lauren y mi papá. Y mi auto. Estaba estacionado en el camino en vez de detrás de la casa. Recuerdo haberlo estacionado

donde lo hago siempre. Me desperté de muy buen estado de ánimo y me lo sacaron todo, tan inquietamente familiar.

―Ya ni ganas de salir tengo, para ser honesto ―le digo a Aidan que está sentado

en mi cama lanzado hacia arriba y a abajo mi vieja pelota de fútbol.

―Bueno, jódete, pero igual vamos a salir. Tengo mi mejor camisa y estoy listo

para emborracharme. Lo vamos hacer. ¡Esta noche! ―dice inflexiblemente.

No puedo echarme para atrás. Lauren se está cambiando abajo. No he hablado con ella desde el desayuno excepto por mensajes de texto. Todavía no he hablado con

P

ágin

a10

9

Jenna, pero sé que está estudiando y que está enojada. Todavía no sé qué significaba

su mensaje de texto de esta mañana, estoy seguro que oiré sobre ello cuando vaya a hablar con ella.

―Tu estado de ánimo apesta, amigo. ¿Qué paso con el Chris de esta mañana? Te

drenaron. Ahora luces como una chica que acaban de dejar ―dice irritado.

―Está bien, tengo malas noticias ―dice Lisa entrando a mi habitación.

―¿Quién eres? ¿Snookie? ―dice Aidan, riéndose de lo alto que lleva el cabello en

su cabeza.

―Vete a la mierda ―dice irónicamente, volviendo su atención a mí―. Me

suspendieron en Aderby´s. ―Suspira.

―¿Qué? ―le pregunto, no porque no le creyera sino porque estaba enfadado.

Ésta no es la primera vez que sucede.

―Así que no podemos ir esta noche ―dice encogiéndose de hombros.

―Ugh, a la mierda con eso. Tú no puedes ir, ¡pero nosotros sí vamos! ―ruge

Aidan.

―Bueno, yo ni tenía ganas de ir de todas maneras ―admito.

―Solo porque no podamos ir allí no significa que no podamos ir a otro lado

―añade ella, alegremente.

―No, no vamos a ir a ningún otro lado. Vamos a Aderby´s ―interviene Aidan.

―Sabes que no hemos ido a la pista en mucho tiempo. ¡Será súper divertido!

―dice entusiasmadamente, ignorando a Aidan.

―En la pista solo tienen cerveza rancia ―gruñe Aidan.

―Voy a necesitar que vayas a alcohólicos anónimos ―le dice Lisa a Aidan.

―Tal vez deberíamos posponer esto. Ni siquiera he hablado con Jenna hoy

―suspiro.

―Chris, sácate el palo del culo. Esto fue tu idea, completamente. Te puedes

quedar aquí si quieres, pero Lauren y el señor “necesito una bebida” aquí presente

vamos a salir ―dice Lisa, cruzando sus brazos sobre su pecho.

―Sí hombre, ni siquiera hemos celebrado desde que reg… ―Aidan se queda en

silencio, y hay un pequeño golpe en la puerta. Es Lauren, de pie allí. Lleva puesto un suéter negro que se desliza bajo sus hombros. Su cabello no está liso como siempre, en

cambio, cae en ondas. Desde el momento que la vi, pensé que era hermosa, pero ésta es la primera vez que pienso que es sexy.

―Hola ―dice, empujando su cabello detrás de su oreja.

―¡Luces ardiente! ―dice Lisa emocionada.

―Creo que deberías quedarte si estás cansado, Chris ―dice Aidan

entusiasmadamente―. Yo me puedo encargar de las chicas esta noche ―dice,

levantándose de mi cama. La sonrisa de Lauren se desvanece.

―¿No irás? ―suena decepcionada.

P

ágin

a11

0

―No, sí voy ―digo rápidamente.

―Estoy seguro de que ahora sí ―murmura Aidan y le doy un codazo.

―Es solo que los planes cambiaron. Vamos a ir a patinar ―dice Lisa

emocionada. Pero Lauren luce bastante escéptica.

―Oh. Entonces iré a cambiarme ―dice, envolviendo los brazos a su alrededor

como si repentinamente se sintiera incómoda.

―No, no, así estás bien. Yo no me cambio ―dice Lisa, quien también está

arreglada―. Además, si vamos a recoger a Jenna necesitamos salir ahora. La pista no

va a estar abierta hasta tan tarde como hubiera estado el bar ―dice mirando su reloj―.

¿Quién conduce? ―pregunta.

―Voto por Lauren. ¡No he estado en el nuevo Audi! ―dice Aidan rápidamente.

―No vamos a caber todos en un Audi ―le recuerdo.

―Bueno, yo podría irme con Lauren y ustedes pueden ir a recoger a Jenna y nos

encontramos ahí ―dice Lisa, simplemente.

―Yo no voy con ellos ―interviene Aidan y le frunzo el ceño.

―Bien, vente con nosotras entonces. ―Lisa rueda los ojos.

―Simplemente podríamos irnos todos en mi camioneta ―sugiero, pero Lauren

tampoco luce tan animada por mi sugerencia.

―No, está bien. Yo puedo conducir y tú puedes ir por Jenna. Probablemente así

funcione mejor ―dice en voz baja.

―Grandioso, está acordado. Vámonos. ―Lisa enlaza su brazo con el de Lauren,

sacándola de la habitación. Aidan rápidamente las sigue con una enorme sonrisa.

Por supuesto que Lauren no va a querer ir en el mismo auto con Jenna.

Tomo mis llaves y billetera y le mando un mensaje a Jenna de camino a su casa. Quiero pensar que esta noche será muy divertida, pero tengo la sensación de que tiene el potencial de ser un desastre. ¿Qué mierda estaba pensando esta mañana?

***

He tocado el timbre casi cinco veces antes de que Jenna aparezca por la ventana y me dé un vistazo desde detrás de la cortina. Veo que ya está frunciendo el ceño.

Oh, esto será genial.

Un segundo después, abre la puerta. Está de pie ahí, ella y sus brazos cruzados.

―¿Qué pasa? ―pregunto con un suspiro.

―¿Hablas en serio? ¿No puedes hablar en serio ahora? ―dice

condescendientemente. Inclino la cabeza hacia atrás y respiro profundo.

―¿Puedo entrar? ―Hago gestos hacia la puerta.

―¿Para que puedas insultarme y ser un completo imbécil como ayer? ¿Quién

eres, Chris? ―espeta rápidamente.

P

ágin

a11

1

―¿Qué? ¿De qué estás hablando? ―Estoy completamente confundido.

―Oh, déjame adivinar. No te acuerdas ―dice sarcásticamente.

―No, me acuerdo…. Recuerdo que estuve aquí ayer. Las cosas iban bien y

discutimos sobre algo y después me fui. Recuerdo que nos besamos. Todo estuvo bien, ¿no? ―pregunto esperanzado. Aparentemente, las cosas no estaban para nada bien.

Comienza a reírse.

―No. No, las cosas no estuvieron bien. Las cosas no están bien en absoluto,

Chris. Fuiste malo y extremadamente irrespetuoso. Ni siquiera creí que eras tú.

Necesitas ayuda, Chris y la necesitas rápido ―dice bruscamente, regresando dentro de

la casa e intentando cerrar la puerta. Meto el pie en la puerta para detenerla.

―Rebobinemos. ¿Qué está pasando? ¿Qué sucedió? ―pregunto y rueda los ojos.

―¿Tu padre no ha hablado contigo hoy? ―pregunta y yo niego―. Claro que no.

Tus padres te permiten todo. Son Completa y absolutamente facilitadores ―se dice a sí

misma.

―¿De qué estás hablando?

―Creo que conocí a Cal ayer ―dice enfáticamente.

―¡¿Qué?! ―pregunto incrédulamente―. Eso no es posible. ―Él se ha ido.

―¡Es muy posible! Te vi cambiar justo enfrente de mis ojos ―dice

rotundamente.

―No. Recuerdo haber estado aquí, hablado contigo. Estábamos en el sofá y

discutimos sobre algo ―digo intentado conectar todos mis pensamientos.

―Bueno, o fue él quien me dijo que no se iba a mudar aquí y que básicamente

me fuera a la mierda o tú. Dime, ¿quién fue? ―pregunta enojada y mi boca se abre. No

hay forma de que le dijera a Jenna que se fuera a la mierda. Nunca le he dicho eso a

nadie.

―Espera. ¿Qué nos mudemos juntos? ―Me doy cuenta de lo que acaba de

decir―. ¿De dónde salió eso? ―pregunto.

―No vamos a tener esa conversación de nuevo ―dice, entrando a su casa. Deja

la puerta abierta así que la sigo. Me siento en el sofá y coloco la cabeza entre las

manos.

―Me sentí distinto esta mañana. Me sentí extraño, pero bien. Nunca me he

sentido así antes ―digo en voz alta, pero ni siquiera sé si Jenna está escuchando―.

¿Hablaste con mi padre sobre esto? ―le pregunto levantando la mirada. Está de pie

frente a mí con las manos en la cintura e irradiando ira. No parece compasiva o preocupada, sino enojada. No puedo culparla, realmente.

―Pase esta mañana, antes de irme a la universidad. Ni siquiera pude dormir.

Estaba tan enojada, no me parecía lógico hasta que te fuiste y pensé que probablemente había sido él. Simplemente estaba impactada ―dice tensamente. Me lo

puedo imaginar. Entonces me doy cuenta. Por eso era que mi padre y Lauren me

estaban mirando como si me estuvieran saliendo cuernos de la cabeza esta mañana. Mi

P

ágin

a11

2

padre debió haber hablado con Lauren. Dejo salir un gruñido. No me puedo imaginar

lo duro que habrá sido para ella pensar que yo era Cal y luego darse cuenta de que no.

―No perdí la conciencia. No diría que es lo mismo porque no recuerdo lo que

ocurre cuando eso pasa. Pero recuerdo estar aquí ayer y hablar contigo e irme a casa,

es solo que… todo está confuso ―le admito. Ella se acerca y se sienta a mi lado.

―Tienes que buscar ayuda, Chris. Ya no puedes seguir posponiéndolo. Sé que

tienes una enfermedad y que todo esto ya pasó, pero es diferente cuando la tienes cara a cara. Este tipo es un maldito imbécil. Si hubiera sabido que era él, le hubiera dado

una patada en la entrepierna ―dice y me río. Lo único de lo que no estoy seguro es

que fuera él. Lo más probable es que sí, pero ayer fue diferente de lo que ha ocurrido

antes.

―Voy arreglar una cita mañana. Lo prometo ―le digo, sintiendo que su ira

comienza a disminuir.

―Tienes que hacerlo. Esto es demasiado estresante para que estemos lidiando

con ello sin ayuda profesional. Tienes que aprender a controlarlo y a mantenerlo lejos.

A la mierda con la integración o lo que sea que los expertos te digan que tienes que hacer. Él se tiene que ir ―dice inflexiblemente.

Asiento, no es algo que no haya escuchado de mi padre unas mil veces.

―Gracias por no patearme en la entrepierna ―bromeo, tomando su mano en la

mía. Ella la aprieta. No sonríe, pero tampoco está frunciendo el ceño. Repentinamente recuerdo la razón por la que se supone que estoy aquí en primer lugar―. Hagamos

algo divertido esta noche ―le digo animadamente. Lo único que hemos estado

haciendo es discutir, pelear y estresarnos o una combinación de los tres durante todo el último mes. No nos hemos divertido en una eternidad.

―¿Como qué? ―pregunta curiosa.

―Patinar. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste? ―Se encoge de hombros con

una pequeña sonrisa en su rostro.

―Probablemente a los catorce años. ―Se ríe.

―Ve a vestirte. Vámonos ―digo entusiastamente.

―¿Ahora? Son casi las nueve ―dice vacilantemente.

―Vamos Jenna. No tiene que ser por mucho tiempo. Una hora, u hora y media

lo máximo ―digo.

Está pensando.

―Siempre y cuando regresemos antes de las once ―dice riendo, se levanta y se

va a su habitación―. Dame diez minutos para cambiarme ―admite con una sonrisa.

Mientras se cambia, intento sacar el hecho que Cal le dijo a mi prometida que se fuera

a la mierda.

Si es que era Cal.

P

ágin

a11

3

ensé que era él. Lo juro por Dios que lo creí.

Parecía diferente. Realmente pensé que era él. Cuando me guiñó el ojo, casi me desmayé, pero después desapareció. Tiene suerte de haberse

largado, porque al instante en que mencionó a Jenna, tuve que

inmovilizarme a mí misma para no saltar sobre la mesa y golpearlo.

Me alegra no haber hecho eso porque uno o dos minutos después, me di cuenta que no era Cal. Esto es lo más cercano que Chris ha estado de parecerse a él. Si no

estaba confundida antes, tan cierto como el infierno que ahora sí lo estoy. Realmente esperaba que fuéramos a un bar, pero como suspendieron a Lisa, terminamos en una

pista de patinaje. No me emociona esto PARA NADA. Cuando veo a Jenna y Chris caminando tomados de la mano, quiero vomitar. Cuando ella nos ve en el mostrador

de los patines esperando por los nuestros, su sonrisa rápidamente desaparece y es reemplazada por el ceño fruncido.

Esto va a ser muy divertido.

La peor parte es que no tengo idea de cómo patinar. Así que voy a terminar

sentada en una mesa comiendo salchichas, palomitas de maíz y bebiendo cerveza barata porque, enfrentémoslo, definitivamente necesito un trago. Realmente me vendría bien una bebida cargada, pero tengo el presentimiento de que no van a tener

licor tan fuerte como el que necesito esta noche.

―¿Chicos, ya pidieron nuestros patines? ―pregunta Chris con una sonrisa

nerviosa en su rostro al notar el gesto de Jenna.

―Pedimos los tuyos. No me acordaba la talla de Jenna ―dice Aidan

encogiéndose de hombros―. ¿Qué tal, Jenna? ―El saludo de Aidan es apenas un

murmullo.

―Hola, Jenna, Me alegra que pudieras salir esta noche. ―Lisa suena más

entusiasta, pero le sale más bien como sarcasmo. ¿Cómo terminó Chris comprometido

con alguien a quien ninguno de sus mejores amigos soporta?

―Chris no me dijo que estarían aquí ―dice con una sonrisa tensa en su rostro

antes de lanzarle dagas a Chris con la mirada.

―Oh, con que no lo hizo, ¿eh? ―pregunta Lisa mientras le da a Chris sus patines

―Bueno, ustedes, chicas, están terriblemente demasiado arregladas para estar en

una pista de patinaje ―le dice Jenna a Lisa, pero se voltea a verme con desdén―. No

todos nos podemos vestir como una abue…

P

P

ágin

a11

4

―Originalmente íbamos a ir a Ardeby´s ―interrumpe rápidamente Chris―. ¿Por

qué no toman una mesa? ―dice, indicándonos a Lisa y a mí.

―Es una gran idea ―dice Lisa y ambas nos dirigimos a buscar una mesa lo

suficientemente grande para que quepamos todos.

―¿No te dan ganas de simplemente romperle la cara? ―bromea Lisa, dejando

salir un suspiro de frustración. Volteo a verlos. Parece que lo está regañando―.

Imagino que no le dijo que se encontrarían con nosotros ―bromea, mirando también

hacia ellos. Eso solo vuelve esto aún más incómodo. Me siento tonta. No me he arreglado en tanto tiempo. En realidad, esto ni se parece a como me arreglaba cuando

salía con Cal, pero aun así me siento demasiado arreglada.

La mitad de las personas aquí parecen ser estudiantes de secundaria y yo ni puedo patinar.

―Esto será divertido, Lauren. Vas a pasarla muy bien. ―Lisa obviamente está

leyendo mi humor. Intento pegarme una sonrisa falsa―. Bueno pongámonos en

marcha ―canta, colocándose los patines. Aflojo un poco los míos antes de meter los

pies. Aidan ya se puso los suyos y patina hacia nosotros como un profesional.

―Todavía soy bueno ―dice, inclinándose en la mesa.

―¿Quién quiere ir primero? ―dice, estirando las manos hacia Lisa y hacia mí.

Lisa resopla.

―Sabes que patino sola ―dice, sacándole la lengua antes de dirigirse a la pista.

No puedo evitar fruncir el ceño. Planeaba que ella fuera mi apoyo para dar mis pasitos

de bebé en patinaje esta noche, lo poco que planeaba patinar. Por la manera que está moviéndose en la pista, no creo que eso vaya a suceder.

―Muy bien, solo somos tú y yo Lauren. ―Se estira para darme la mano.

Meneo la cabeza.

―No, solo voy a quedarme sentada aquí y a pedir algo de comer ―digo

tímidamente

―Comer en una pista de patinaje. Nah, confía en mí, no quieres hacer eso.

―Arruga el rostro antes de darme una sonrisa Colgate.

―¿La comida es mala? ―adivino y asiente

―Vamos, rompámonos una pierna ―dice, indicando con la cabeza a la pista

principal de patinaje. Dejo salir una risita.

―Puede que realmente me rompa la pierna ahí ―digo tímidamente. Me mira

escéptico, sus ojos claros azul océano se estrechan sobre los míos cuando finalmente lo comprende.

―¿No sabes patinar? ―pregunta, disimulando la risa; volteo la mirada a otro

lado, avergonzada―. ¿Por qué no dijiste nada? Pudimos haber ido a otro lugar ―dice

seriamente y me encojo de hombros

―Soy la que se les pegó. No quería arruinarles los planes. ―Me encojo de

hombros

P

ágin

a11

5

―No eres la que se nos pegó ―dice, sentándose enfrente de mí. Volteo a ver a

Chris y a Jenna quienes aún parecen tener algún tipo de desacuerdo―. En todo caso,

esa es Lisa. ―Juguetonamente, me da con el codo en el brazo y me río. Es diferente de

lo que pensé que era en un principio. No sé si había estado bebiendo la primera noche

en que lo conocí, pero parecía todo un perro en celo por la forma en que me miraba esa noche. No es que no le haya dado un vistazo a mi escote esta noche, pero no más

de lo que lo han hecho la mayoría de los demás tipos―. Vamos. Te enseñaré ―dice,

tomándome la mano y ayudándome a levantarme de la mesa.

―No lo sé. Todos ahí parecen saber lo que están haciendo. Solo voy a estorbar

―digo vacilantemente, moviéndome rápidamente de vuelta a la mesa.

―Todos tienen que aprender en algún momento. Lo admito, la mayoría aprende

cuando son niños, pero haremos una excepción porque eres sexy ―dice

juguetonamente, pero siento que me sonrojo por el cumplido, aun cuando ruedo los ojos.

Me levanto y estabilizo mi equilibrio. Intento caminar en los patines, pero termino agarrando su brazo para no caer sobre mi trasero.

―Te tengo ―dice, envolviendo uno de sus brazos en mi espalda para que no nos

tome un año llegar a la pista. Nos toma un minuto, pero finalmente llegamos. Hay una

buena cantidad de personas patinando. Nadie más parece no haber hecho jamás esto antes. Aidan suelta mi espalda y se para enfrente de mí alargando las manos.

―Sostén mis manos y actúa como si estuvieras caminando… sobre ruedas

―añade, y doy un paso de bebé hacia él. Inmediatamente casi me caigo nuevamente y

él me agarra. Se ríe―. Intenta ir de lado a lado mientras caminas ―dice y lo

intentamos nuevamente. Logro llegar un poco más lejos antes de terminar sobre mi

trasero―. Ooh, simplemente podrías agarrarte de mí ―dice luego de que tomo su

brazo y me sostengo con todas mis fuerzas.

P

ágin

a11

6

o debí haber venido. Y definitivamente, no debí haber traído a Jenna esta noche. No estaba para nada contenta cuando se dio cuenta que Aidan y Lisa están aquí.

Y se puso furiosa cuando vio a Lauren.

De acuerdo, debí haberle dicho algo o mencionarle que esto era algo que todos nosotros ya habíamos planeado, pero si lo hubiera hecho, no habría venido. Quería que viniera para que se divirtiera y se olvidara de todos los problemas que estábamos

teniendo y simplemente disfrutáramos de estar juntos. Ninguno está haciendo eso, pero aparentemente todos los demás la están pasando de maravilla. A Lisa siempre le

encantó patinar, al punto que podría ser la única en la pista e igual se divertiría. En realidad, es una buena patinadora y le gusta alardear, pero lo que me molesta es lo

mucho que se están divirtiendo Aidan y Lauren.

Juntos.

Comenzó como algo molesto. Aparentemente, Lauren no sabe patinar y Aidan apesta como instructor porque durante la última media hora o algo así ella ha tenido que aferrarse a él en toda la pista. Están hablando y riéndose tanto que Lisa dejó el

número que estaba haciendo sola para unírseles en la diversión. Es bueno que se estén divirtiendo. Es irritante verlos juntos, pero parece que tampoco puedo dejar de verlos.

―¡Vaya! ―dice Lisa cuando casi me doy con ella. Afortunadamente, los dos

somos buenos y logramos evitar darnos de frente―. ¡Chris! ¡Qué demonios! ―dice

enojada una vez que está estable en sus patines nuevamente

―Lo lamento, Lisa. Realmente no te vi ―me disculpo. Verdaderamente no

estaba prestando atención.

―Estoy segura de que no, teniendo en cuenta lo concentradamente que has

estado mirando a Aidan y a Lauren desde que estás en la pista ―dice―. Vamos.

Tengamos una charla, compadre. ―Enlaza nuestros brazos y patinamos hasta la mesa.

Jenna se fue a los juegos después que terminó de gritarme.

―No he estado mirando. ―No es una gran mentira―. Pero han estado

patinando casi una hora y él no le ha enseñado lo suficiente como para que ella pueda patinar sin estarse agarrando de él ―digo a la defensiva y Lisa menea la cabeza.

―Si no lo supiera, diría que estás celoso. ―Se ríe.

―¿Celoso? ¿Por qué estaría celoso?

N

P

ágin

a11

7

―Por supuesto, sería completamente ridículo que estuvieras celoso. No es como

si en el fondo tuvieras sentimientos por esa mujer ―dice sarcásticamente y me

detengo. Ella hace lo mismo. Le frunzo el ceño. Se inclina hacia adelante y suspira―.

Chris, está bien si sientes algo por ella. Creo que sería extraño que no fuera así. Sí,

“Cal” es el que la conoció y el que la amó, pero al final del día, Cal es parte de ti ―dice, mirándome directamente a los ojos―. Necesitas ser sincero contigo mismo.

Sus sentimientos son tus sentimientos ―dice comprensivamente.

―No es exactamente así ―le digo en confianza, pero estos días se siente como si

pudiera tener razón.

―Oh, por favor, Chris. No ha estado aquí ni dos semanas, pero la manera en la

que miras a esta chica no es la de alguien a quien acabas de conocer. Es algo más

profundo que eso ―dice firmemente.

―Amo a Jenna ―digo.

―¿Y a Lauren? ―pregunta sin rodeos

―Yo… no voy a mentir y decir que no siento nada ―confieso sinceramente.

Volteo a verla con Aidan, cómo se ríe y el hoyuelo en su mejilla cuando sonríe, la manera en que mi corazón se acelera cuando está cerca, pero es confuso. Realmente

no la conozco, pero…

―No puedo creer que nadie haya sugerido esto. Que tú ni siquiera lo hayas

considerado, pero tal vez deberías detener las cosas con Jenna hasta que hayas resuelto

esto.

―No… no le puedo hacer eso. Jenna, estuvo conmigo durante lo de mi madre.

Me conoce. Me ama ―le digo a ella y a mí mismo―. Sé que Cal ama a Lauren. No

era solo algo físico como pensaba, sino que Cal la ama. Esos son sus sentimientos

―digo, evadiendo la mirada conocedora de Lisa.

―Bueno, Cal no es quien ha estado mirando fijamente a Lauren toda la noche

―dice sarcásticamente―. Sé que quieres ser justo con Jenna, pero esto, como te

sientes en este momento, eso no es justo para ti, para ella o para Lauren.

Dejo caer mi cabeza

―Confía en mí, no es divertido estar enamorada de un hombre cuyo amor le

pertenece a alguien más ―dice solemnemente. Estoy a punto de preguntarle a qué se

refiere cuando veo a Jenna caminando hacia la mesa. Hace tiempo que dejó sus

patines. Se sienta sin mirar a ninguno de nosotros y sin decir una palabra. Luego de un momento de incómodo silencio, resopla.

―¿Cuánto tiempo más vamos a estar aquí? Ya casi son las 10:30. Tengo clases

mañana.

Suspiro

―Iré a ver si Lauren y Aidan están listos para irnos ―dice Lisa―. Bueno, de

hecho, parece que se están divirtiendo ―dice ligeramente. Lisa voltea a verme en el

momento en que me doy la vuelta para mirarlos. Se están divirtiendo… demasiado.

Lisa suspira y se pone de pie

P

ágin

a11

8

―Bueno, Chris y yo vinimos juntos en el auto. No hay razón para que se vayan

solo por mí ―dice Jenna inocentemente―. Vámonos, Chris, dejémoslos solos ―dice,

poniéndose en pie y tomando mi mano. Lisa nos mira incomoda.

―La verdad es que no quiero irme todavía. ―Las palabras dejan mi boca antes

que pueda detenerlas.

―¿No te quieres ir? ―pregunta cortantemente―. Claro, como te estás

divirtiendo tanto ―dice sarcásticamente.

―Creo que ellos ya están listos para irse ―interrumpe Lisa―. Voy a ir por ellos

―dice y se va patinando.

Jenna deja salir un suspiro y coloca su cabeza en sus manos.

―¿Crees que soy estúpida, Chris? ―dice suavemente.

―No, no creo que seas estúpida ―digo sinceramente

―Realmente, realmente estás pasándote ―dice severamente―. ¿Por qué me

trajiste aquí si solo te la ibas a pasar mirándolos fijamente toda la noche? ―pregunta

enojada.

―Quería venir aquí para pasarla bien contigo, y desde que llegamos has actuado

como si no quisieras estar aquí ―protesto.

―¡No quería estar aquí con ellos! Pensé que esto nos daría una oportunidad de

pasar tiempo juntos. No me dijiste que esto iba a ser una excursión con tu esposa

incluida ―escupe.

―Vienen para acá, por favor, ¿podrías ser amable?

Cuando llegan a la mesa, Lisa tiene el ceño fruncido nerviosamente. Lauren y Aidan son puras sonrisas y se están riendo mientras se dejan caer en los asientos.

―¿Ya están listos para irse? ―pregunta Aidan, recobrando el aliento.

―De todas maneras, cerrarán en un rato ―contesto. No sé por qué estoy irritado

con Aidan. Bueno, no, sé por qué lo estoy, pero no quería sonar así.

―Le dije a Chris que si aún no querían irse, no tenían por qué hacerlo. Por

alguna razón Chris ha confundido a Lauren con Caylen y piensa que tiene que cuidarla ―dice Jenna, añadiendo una risa. La incomodidad se asienta ni bien lo dice.

Veo cómo se estrechan los ojos de Lauren sobre Jenna

―Bueno creo que soy un buen niñero ―bromea Aidan, lanzando su brazo sobre

el hombro de Lauren. Ella le sonríe. ¡Le sonríe a él! No se aleja incómoda o me da una

mirada para que la ayude. Solo sonríe. Puedo sentir que se calienta mi rostro.

―Me muero de hambre. ¿Quieren ir a comer algo? ―interrumpe Lisa.

―¿La comida de aquí es mala? ―Se ríe Lauren.

―Terrible ―dice Aidan, volteando su cuerpo hacia ella.

―No sabía que no sabías patinar, Lauren ―declaro y se encoge de hombros.

¿A Aidan le sonríe y a mí me encoge los hombros indiferentemente?

P

ágin

a11

9

―Síp, no quería arruinarle la noche a nadie diciendo algo al respecto. ―Se ríe.

Puedo sentir a Jenna moviéndose en su asiento.

―Chris, ¿nos vamos o tengo que llamar un taxi? ―me pregunta ásperamente.

Veo a Lauren suspirar profundamente. Estoy intentando mantener el mío.

―Oh, Chris, quería pedirte algo. ¿Podrías darle un vistazo a mi auto? Estaba

haciendo un ruido extraño cuando iba conduciendo hacia tu casa ―pregunta Lisa,

abruptamente

―Sí, claro Lisa ―digo preguntándome por qué escogería este momento para

pedírmelo.

―Grandioso. ¿Qué tal si me llevo tu auto? Puedo dejar a Jenna y volver mañana

por él ―dice y no puedo evitar sentir que estoy a punto de sonreír.

―Sí, eso sería genial ―digo intentando contener mi sonrisa. Lisa definitivamente

se gana el premio a la mejor amiga de la noche

―Vamos, Lauren. Te acompaño a dejar tus patines ―dice Aidan levantándose y

Lauren toma su mano para pararse. Creo que mi ojo literalmente sufre de un tic

nervioso mientras van juntos al mostrador.

―¿Ves? Todo sale bien ―dice Lisa alegremente. Puedo ver a Jenna mirándome

con odio como si quisiera descabezarme―. Voy a devolver mis patines. ―Lisa me

deja solo en la mesa con Jenna.

―Ni siquiera sé por qué estoy aquí, Chris ―dice en voz baja. Esperaba que su

tono fuera mortífero y rencoroso, pero es bajo y me hace sentir avergonzado.

―Porque quería que salieras y te divirtieras. Las cosas simplemente no parecen ir

por ese camino. Nada ha estado saliendo como quería, Jenna. Lo estoy intentando. Si

tan solo me encontraras en la mitad del camino. ―Tomo su mano en la mía y ella la

quita.

―Buenas noches, Chris ―dice, moviéndose hasta el otro lado de la mesa y

dejándome reflexionando sobre el desastre que terminó siendo esta noche.

***

Esta mañana, nunca me hubiera imaginado que las cosas transcurrirían de esta manera. Estaba optimista, un poco confiado en que hoy sería un día grandioso. Terminó siendo cualquier cosa menos eso. Lauren y yo apenas nos hemos dicho cinco

palabras. Eso es gracias a Aidan que ha estado comportándose como un niño de cinco años y como si Lauren fuera su juguete favorito, haciéndole preguntas, bromeando con

ella, mirándola a los ojos y no a sus pechos como normalmente hace con las chicas. Si no lo supiera, pensaría que realmente le gusta, pero es Aidan. A él no le gustan las chicas. Le gusta lo que les puede hacer y primero lo mato antes de que logre que

Lauren haga lo que a él le gusta.

He estado intentando mantener la compostura porque es mi mejor amigo y le gusta jugar con la mente de las personas. Probablemente, solo ha hecho esto para

P

ágin

a12

0

joderme, y si lo está haciendo solo por esa razón, eso hace que me enoje aún más. No

puede envolver a Lauren en sus pequeñas competencias de a ver quién orina más lejos.

Después de la pista, fuimos a un lugar donde preparan hamburguesas y yo muy bien pude no estar ahí por la forma en que él seguía y seguía hablando como si

intentara impresionarla. Ella está siendo educada, sonriendo, asintiendo, y riéndose cuando dice una broma, pero cada cierto tiempo la veo volteándose a observarme. Si

no lo supiera, pensaría que está intentando ponerme celoso. Pero bien, puede que esté reaccionando de más. Es como si mis emociones estuvieran al límite. Me pregunto si

así es como se sienten las chicas con síndrome pre-menstrual.

―Bien, tengo que ir al baño, pero cuando regrese, te contaré cómo este perdedor

me rompió la muñeca cuando éramos pequeños ―dice Aidan alegremente mientras

salta de su asiento y si dirige al baño, déjanos solos a mí y a Lauren en la mesa.

Estoy jugando con la comida. Todavía me queda la mitad de un emparedado de pollo y un puñado de papas fritas en el plato. No se me antoja nada de eso.

―Aidan es todo un personaje. ―Se ríe y hago lo posible por sonreír. Un

incómodo silencio se asienta, el primero desde que llevamos a Caylen al zoológico. De

hecho, este es diferente. Es más bien tensión.

―Ciertamente, es algo ―digo, sonando más amargo de lo que esperaba.

―¿Estás bien? ―pregunta, partiendo una papa frita a la mitad.

―Sí, ¿por qué preguntas? ―inquiero secamente. Es la primera vez que me

pregunta algo desde que llegamos aquí.

―Bueno, apenas has comido algo de lo de tu plato… ―dice, señalándolo.

Encojo los hombros. Sé que estoy actuando como un niño de seis años, pero no puedo

evitarlo―. Es la primera vez que hemos comido juntos que mi plato tiene menos

comida que el tuyo. ―Se ríe e ignoré cómo su sonrisa hace que ya no quiera estar

molesto con ella.

―Realmente, no tengo ganas de comer ―murmuro, alejando mi plato e

inclinándome hacia atrás en la silla.

―¿Aidan está soltero?

Siento una ola de ira pasar por mí. ¿Está bromeando? Realmente no me está preguntando eso.

―¿Por qué? ―le digo bruscamente. Parece estupefacta. Me sorprendí a mí

mismo.

―Solo pensé que él y mi mejor amiga, Hillary, se llevarían realmente bien ―dice

aprensivamente. Tan pronto como lo dice, se va la tensión de mi estómago y mi pecho

se siente más ligero.

―Oh ―digo estúpidamente. Ella me da una media sonrisa, que luego se

convierte en una completa sonrisa, y así de simple se va la tensión. Bueno esa tensión

se va. Aprovecho la oportunidad de mirarla, la forma de sus labios, cómo sus grandes

ojos cafés me sonríen, y es como si algo en el aire hubiera cambiado.

P

ágin

a12

1

―Sabes. Cal y yo tuvimos nuestra primera cita en un lugar como éste ―dice, con

sus ojos aún en los míos. Puedo sentir que se me acelera el corazón―. Acabábamos de

hacer salto en caída libre, aunque no lo creas. ―Se ríe, mirando alrededor del

restaurante―. ¿Sabes?, en ese momento, cuando lo conocí, pensé que era extraño que

le gustaran los lugares así. ―Su sonrisa se convierte en una que va de oreja a oreja―.

Parecía de los que van solo a restaurants de cinco estrellas y que tienen chef privados, cosa que sí era cierto, pero, de vez en cuando, íbamos a lugares como éste ―dice, sin

que sus ojos dejaran los míos―. Lo recuerdo como si fuera ayer. Él se sentó frente a

mí, más o menos como estás ahora y me sonreía como si pudiera leer todos mis pensamientos. Parece como si hubiera sido hace una eternidad ―dice, meneando la

cabeza y entonces sus ojos se encuentran nuevamente con los míos―. Estábamos en

una mesa justo así. ―Deja salir un ligero suspiro y se muerde ligeramente el labio

inferior. Se para y ahora se encuentra sentada a mi lado, con solo unos pocos

centímetros entre nosotros, tan cerca que puedo sentir un dejo del perfume que está usando. Puedo escuchar su respiración entrecortada y mi corazón comienza a correr a

mil por hora. Es como si todo a nuestro alrededor hubiera desaparecido y solo estuviéramos nosotros

Ella y yo.

―Quería que me besara ―dice casi sin aliento, como si le hubiera costado cada

gramo del aire que tenía solo para decir eso. Sus ojos están fijos en los míos, grandes y brillantes, sus labios ligeramente entreabiertos. Quiere que la bese. Es como si me lo estuviera suplicando silenciosamente. No lo ha dicho, pero no es necesario que lo

haga, porque puedo sentirlo. Quiero besarla más de lo que he querido besar a alguien alguna vez.

Necesito besarla.

Nunca me he sentido como si necesitara hacer algo más en mi vida… pero, ¿soy yo quien quiere que la bese? Es la necesidad que siento mía, propia, o de él. Si hago esto, no habrá marcha atrás. Esa línea que tenemos entre nosotros se habrá borrado.

Cambiará todo. Después de lo que pasó ayer con Cal, que posiblemente haya salido, todo es confuso. No puedo tomar una decisión como ésta ahora. Tendrá demasiadas

consecuencias.

―Aidan volverá en cualquier minuto ―digo, rompiendo nuestro trance. Veo

caer su expresión, la decepción es palpable. Su rostro se pinta de carmesí como si estuviera avergonzada. Aleja la mirada y, rápidamente, se levanta y regresa a su

asiento.

Me siento como un idiota

Probablemente soy un idiota

Un puto perdedor. Un idiota confundido.

Aidan regresa pronto a la mesa. Comienza una de sus locas historias pero nota

que nadie se está riendo. Frunce el ceño y nos mira a ambos.

―¿Me perdí de algo? ―pregunta, extrañado. Lauren ya no habla, ya no sonríe ni

se ríe, parece que ni siquiera está ahí.

P

ágin

a12

2

Esto es lo que quería, ¿cierto?

―No te perdiste de nada. Solo estoy cansada ―dice, invocando lo mejor que

puede una sonrisa.

Nos marchamos. El viaje en auto es callado e incómodo, incluso Aidan no puede aligerar el humor. Cuando frenamos frente a mi casa ella le sonríe a Aidan.

―Gracias por todo. Me divertí. ―Está intentando parecer animada, parece estar

al borde de las lágrimas, pero ninguna se deja ver.

Ella es fuerte.

Tú eres tan débil, joder.

―De nada ―dice Aidan. Ella ni siquiera me mira.

―Aquí están las llaves, Lauren ―le digo. Está en el asiento trasero de su propio

auto. Le estoy rogando que me mire, que me deje saber que está bien, que nosotros

estaremos bien. Lo que sea que signifique nosotros.

Pero no me mira ni una vez y no lo ha hecho desde el restaurante. Toma las llaves de mi mano, manteniendo los ojos en su regazo y, rápidamente, sale del auto.

Cuando ha salido y entra a la casa, Aidan me mira enojado.

―¿Qué mierda le hiciste?

―No lo sé ―murmuro. Es mentira.

Creo que acabo de romperla.

P

ágin

a12

3

unca antes he estado tan avergonzada en toda mi vida. Pensé que lo estaba leyendo bien, pero obviamente estaba equivocada. Pensé que solo necesitaba el empuje correcto, que le diera la señal correcta. Me siento

tan estúpida, desesperada y completamente confundida. Toda la noche en la pista de

patinaje, se quedó viéndome fijamente. Le vi no solo dando un vistazo, sino

completamente mirándonos fijamente a Aidan y a mí.

Creí que estaba celoso. Cuando terminó yéndose conmigo y Aidan en vez de ir con Jenna, pensé que era una señal. De aprovechar mi oportunidad. Me

estaba muriendo de los nervios durante la cena. Aidan fue grandioso, diciendo chistes y contando viejas historias sobre Chris y él. Al final no terminó siendo el perro en celo que pensé que era al principio. Me sentí halagada por toda la

atención que me daba y un poco sorprendida de que ignorara el ceño fruncido de Chris. Mientras veía a Aidan reír, bromear y pasarla bien, Chris estaba sentado

enojado, deprimido e irritado… pensé que lo estaba, pero me equivoqué completamente. Cuando Aidan dejó la mesa, ya no pude quedarme ahí sentada.

Él estaba ahí encorvado en su silla, frunciendo el ceño, con el cabello desarreglado pero increíblemente sexy, y sus ojos de un verde más oscuro del que los había visto. Intento no ver a Chris. He estado intentando no verlo de esa

manera, pero es tan malditamente apuesto, y una vez fue mío. No pude evitarlo. Intenté detenerme, pero no pude, y por un instante, creí que él tampoco podría

detenerse a sí mismo.

Creí que solo necesitaba un empujón. Se necesitó todo de mí para sentarme a su lado y no subírmele encima, justo ahí en el restaurante, pero no lo hice. Hice

todo lo que pude para hacer que me besara. Tal vez lo hice todo mal, o lo hice

todo bien y no importó. Él simplemente no quería besarme

Pensé que me estaba enviando señales, pero tal vez me estoy imaginando todo esto, y vi lo que desesperadamente quiero ver. Siento como si estuviera perdiendo la razón. Ahora me encuentro demasiado avergonzada para siquiera

verlo. Apenas y quiero verme en el espejo. Acaba de confirmar que no me quiere. Que yo era estrictamente de Cal. Chris simplemente no me ve de esa manera, y duele mucho más de lo que pensé que dolería. Solo me quedan dos semanas. Es

lo que me queda por aguantar. Anoche, sentí que se rompía una parte de mí, y no puedo dejar que eso suceda. No puedo pasar por lo mismo que pasé con Cal en

los últimos dos años nuevamente. Ahora soy madre. Si Cal no me rompió no dejaré que Chris lo haga.

N

P

ágin

a12

4

Creo que es tiempo de seguir adelante. Lo más importante es que Caylen tenga una familia, lo más normal como pueda ser el equipo disfuncional que tenemos. Ya no habrá más complicaciones de mi lado, no dejaré que las haya. Si Chris quiere estar

confundido, lo puede hacer por sí solo, o tal vez no está confundido y simplemente no soy lo que quiere, y no quiere herir mis sentimientos. Sea lo que sea, ya no importa.

Voy a dejar atrás a Chris y a Cal, junto con cualquier otro que esté ahí dentro.

P

ágin

a12

5

as cosas están grandiosas.

Caylen se ha adaptado a mi familia como si hubiera estado con nosotros desde siempre. Mi padre y yo estamos nuevamente en

buenos términos. La ira y amargura que se me venían cuando lo

veía se ha ido, y lo más sorprendente es que Jenna y yo estamos en buenos términos. Ya no hay más miradas de enojo o comentarios condescendientes.

Puedo tocarla sin que se aleje de mí, y hemos sido capaces de pasar tiempo juntos sin pelear. La constante pelea halándome en diferentes direcciones. Lo que sea

que haya estado sucediendo, como los estallidos que venían sin que fuera capaz de detenerlos, se ha ido. Los cambios de humor tampoco han regresado, y nuevamente me siento como yo. Todo es grandioso, debería estar eufórico.

Debería estar feliz.

Pero no lo estoy

Lauren ha cambiado. Las cosas han cambiado entre nosotros. Desde esa estúpida noche en el restaurante, nada ha sido lo mismo. No debería querer que

fueran diferentes. Somos cordiales y eso debería ser todo lo que debería querer, pero quiero más. No es que las cosas estén mal entre nosotros. Cuando la veo en

la mañana, me habla. En la cena, es cordial conmigo al igual que con todos los demás. Cuando voy por Caylen para que tome un receso, me sonríe, pero parece

forzada. Ella es diferente. Casi como una cascara de sí misma.

Nuestras lecciones de cocina se detuvieron. La primera vez que toqué en su puerta después de la cena, dijo que estaba cansada y que lo pospusiéramos. La

segunda noche que llamé a su puerta, dijo que no se sentía bien. La tercera noche, contestó la puerta pero evadió mis ojos. Evadió mirarme por completo. Ahora apenas y me voltea a ver. Dijo que había hablado con mi madre para que

ella le diera lecciones y no me fuera una molestia.

Ella nunca ha sido una molestia. Nunca lo ha sido. Quería enseñarle porque quería pasar tiempo con ella, llegar a conocerla, y que me llegara a

conocer. Parecía una causa perdida el discutirlo, ¿y cómo podía hacerlo? Sé por qué se alejó. Solo que odio que sea tan fácil para ella hacerlo. No ha sido nada

fácil para mí. Entiendo que es lo que necesita hacer. Dejé claro que había una línea que no debía cruzarse, y obviamente ahora ni siquiera se le acercará. Es

egoísta de mi parte querer caminar sobre la línea, y que ella camine conmigo, pero no puedo evitarlo. Busco excusas para estar a su alrededor, pero no dura mucho. Ella siempre logra encontrar una razón para dejar la habitación

rápidamente después que entro. Estoy celoso del tiempo que pasa con mi madre,

L

P

ágin

a12

6

cuando sonríe genuinamente y luce como si el peso del mundo no estuviera sobre sus

hombros. Es diferente con todos los demás. Es sólo conmigo que parece que una parte de ella ha desaparecido.

Debería dejar las cosas como están, pero me siento fuera de balance, como si algo dentro de mí se hubiera perdido. Finalmente hice una cita con la doctora que el amigo de Aidan ve. No tiene cupo por un mes, pero estoy en la lista de espera en caso

de que alguien cancele. Lo malo es que la doctora está hasta Chicago así que si se abre un cupo, no va a ser fácil llegar hasta ahí. Jenna está contenta de que haya hecho una

cita. No he hablado con Lauren al respecto. Estoy bastante seguro que ya se lavó las manos de mí, pero sé que es algo que quería que hiciera.

Sé que es algo que necesito hacer porque realmente necesito que alguien me diga por qué robo vistazos de una chica a la que no he conocido por mucho tiempo. Por

qué estos sentimientos están aquí, y cuándo se irán. Porque, en el fondo, no creo que quiera que se vayan. No he tenido más recuerdos la última semana. Puede que mi

padre haya tenido razón. Lauren posiblemente sea un detonador, y el motivo por el cual Cal me da vistazos de mi otra vida. Fue extraño. Me asustaba, pero nunca me

había sentido mejor

—Dulzura, ¿está todo bien? —pregunta mi madre cuando nos encontramos sentados en la sala, mirando su programa favorito del canal de cocina mientras Caylen

juega con sus juguetes. Ya cenamos y Lauren regresó a su habitación. No estoy seguro de lo que hace ahí. No hay ni televisión ni otra cosa. Supongo que podría estar en su computadora. Me pregunto si yo no estuviera aquí, ella estaría aquí con mi madre y

Caylen. Aunque sé la respuesta a eso.

Ella estaría aquí.

—Sí, solo ha sido un día largo —digo con un suspiro.

—Creo que con Lauren intentaremos esta receta —dice, grabando el programa y

volteándose hacia mí.

—¿Cómo se encuentra? —le pregunto casualmente.

—Está bastante bien. No es tan mal cocinera como lo hace parecer. —Se ríe mi madre.

—Realmente no me refería a lo de cocinar, mamá —digo vacilantemente.

—Tal vez deberías preguntarle, Chris —dice simplemente.

—No es tan fácil. Realmente no quiere estar cerca de mí —admito.

—¿Por qué? —pregunta mi madre genuinamente.

Porque apestas a la hora de vivir. Eres un patán que ni se da cuenta que lo es. Y un gran

cobarde.

—Probablemente piensa que las cosas son mejores de esta manera —le digo suavemente. Mi madre pasa la televisión a Nick Jr. y se sienta justo a mi lado en el

sofá.

P

ágin

a12

7

—¿Cómo te sientes al respecto? —Sus ojos verdes parecen ver a través de mí. Coloca su mano en la mía, y digo lo que he querido decir desde la noche en que la alejé.

—Terrible —admito.

—Hijo, sé que estás en una situación muy difícil. ¿Estás seguro que no quieres hablar con la doctora Lyce? Sé que no te agrada que te haya ocultado tu condición, pero es una muy buena doctora —dice mi madre, y ruedo los ojos.

—No. Ya no voy a tratar con ella —digo firmemente, y ella asiente.

—No tengo las respuestas que necesitas. No puedo explicar lo que estás sintiendo o por qué —suspira—. Pero no creo que sea sabio tomar una decisión que te cambiara la vida sobre la cual te sientes tan en conflicto —dice

suavemente.

—¿A qué te refieres? —pregunto. ¿Está diciendo lo que creo que está diciendo?

—Tal vez tú y Jenna deberían darse un tiempo —dice mamá, mirándome con cautela.

—Y-yo no puedo hacer eso. Jenna no lo tomará como un tiempo, especialmente después que le propuse matrimonio.

—Christopher, cuando te casas con alguien, no deben haber dudas ni titubeos. —Su suave tono es severo―. Cuando me casé con tu padre, sabía que

podía pasar el resto de mi vida con él sin pensármelo dos veces. No había otra

persona a quien quisiera o con la que me imaginaba estar —dice, con una cálida sonrisa expandiéndose sobre su rostro. Luego de todos estos años, ella aún lo

ama—. Si no puedes decir lo mismo, entonces hay un gran problema —dice firmemente—. Sé que Jenna estuvo ahí para ti, que fue una gran amiga mientras estuve enferma. La amo por eso y me alegra que alguien fuera capaz de sacarte

de tu depresión y ayudarte a enfrentar las cosas.

Puedo escuchar el “pero” acercándose

—… pero había tantas cosas que estaban sucediendo en ese momento, y apenas estabas acomodándote en tu vida, la cual había sido interrumpida

frecuentemente. Sé que la amas. —Toma mi mano —. ¿Estás enamorado de ella, corazón? ¿Estás en este momento con Jenna porque la amas y no te puedes

imaginar tu vida sin ella?

Comienzo a pensar sobre lo que acaba de decir. Amo a Jenna, en serio. Estoy enamorado de ella... puedo sentir mi corazón palpitar con cada palabra

que dice. Nunca pensé sobre estar enamorado de alguien. Las películas lo vuelven

todo romántico. Ellos hacen que el estar enamorado parezca algo cubierto de

azúcar, una montaña rusa, algo irreal. Creo que amor es sacrificio. El verdadero amor es estar con alguien en los momentos duros, en enfermedad y en pobreza. Mis padres enfrentaron todo eso. Sé que se aman. Sé que podría hacer eso con

Jenna. Sé que Jenna haría eso por mí. Aun así, hay momentos como ahora cuando mi madre habla sobre mi padre en que sus ojos se iluminan. Los

P

ágin

a12

8

momentos que tienen juntos cuando nadie más mira, cuando sus acciones no son para

que las vean, en los que creo que tal vez estar enamorado no es un cuento de hadas… y cuando Cal miró a Lauren, cuando yo miré a Lauren. Repentinamente, mi corazón

comienza a sonar en mis oídos. Me siento nervioso, mi piel está caliente, y se hace más difícil respirar. Como si mi cuerpo hubiese olvidado cómo. Mi pecho se comprime

cada vez más y más.

—Christopher, ¿estás bien? —Mi visión se vuelve borrosa.

—N-no puedo respirar. —Me ahogo—. Mi pecho —digo, parando e intentando recobrar el aliento, pero no funciona. Veo los ojos de mi madre ensancharse de horror.

—¡William! ¡William!

Sus gritos se vuelven alaridos mientras escucho pasos dejando la habitación.

Todo mi cuerpo está temblando. Se vuelve cada vez más difícil respirar.

—Voy a llamar al 911. —Escucho decir a alguien, pero todo comienza a oírse ahogado.

No sé quién dice eso.

Entonces…

Siento una cálida mano en mi brazo y me empujan en el sofá.

—Creo que está teniendo un ataque cardiaco —dice una voz.

—Él no está teniendo un ataque cardiaco —dice otra voz.

Un momento después, alguien está sentado encima de mí, cálidas manos toman mi mentón y me levantan la cabeza.

Es Lauren, sentada encima de mí, sobre mi regazo. Sus manos tiemblan pero sostiene mi cabeza obligándome a verla.

—Chris, tienes que respirar. —Su voz es temblorosa pero firme—. Todo está bien. Sólo tienes que respirar —dice nuevamente, asiento mientras intento hacer lo que

dice. Mi madre tiene a Caylen en sus brazos, pero aún está al teléfono—. Respira profundamente, Chris. Todo está bien —dice, acariciando mi cabeza y sosteniendo mi

mejilla cerca de su pecho, mientras que el mío se descomprime y el aire comienza a llenar mis pulmones nuevamente.

Siento mi temperatura bajar, y mi corazón ya no late tan rápido.

—Estará bien. Respira por la nariz ahora. —Sigue acariciando mi cabeza. Su voz ya no tiembla y es calmada, dulce como una canción de cuna, lentamente todos mis sentidos vuelven a la normalidad.

—¿Qué acaba de pasar? —pregunta frenéticamente mi madre. Levanto la mirada hacia ella, el color de su rostro casi ha desaparecido. Está temblando con Caylen en una mano y el teléfono en la otra—. Oh, sí señorita, no importa. Todo está bien. Él

estará bien —dice al teléfono.

—Solo tuvo un ataque de pánico —explica Lauren, aún manteniéndome cerca de ella. Noto que mis brazos la rodean. No recuerdo haber hecho eso, pero se siente

natural, y todavía no la voy a soltar—. Mi amiga solía tenerlos —dice suavemente. La

P

ágin

a12

9

siento haciéndose hacia atrás. Pierdo el agarre que tengo de ella. Estoy

demasiado avergonzado para mirarla. Ella me levanta la barbilla para que tenga que mirarla y sonríe. La sonrisa más dulce que le he visto, la sonrisa más

hermosa que he visto en mi vida. Es como un ángel.

—Me salvaste —le digo, mirando dentro de esos grandes ojos avellana. No me había dado cuenta cuánto los extrañaba hasta ahora

Ella niega con la cabeza.

—No estabas muriendo. —Se ríe.

—¡Yo casi morí! —dice mamá, dejando salir un suspiro de alivio. Tiene una

mano sobre su pecho.

—¿Qué está sucediendo? —La voz de mi padre es cortante y enojada, y la

atención de todos en la habitación se dirige a él. Lauren inmediatamente se desliza de mi regazo.

—Chris, tuvo algún tipo de ataque de pánico —explica mi mamá.

—Pensé que estaba teniendo un ataque cardiaco —agrego, extrañando la

calidez del cuerpo de Lauren. Mi padre frunce el ceño.

Lauren regresa con un vaso de agua. Lo tomo de sus manos.

—Gracias —digo agradecido.

—De nada —dice simplemente, con una pequeña sonrisa en su rostro.

Ha vuelto a mirarme.

—Realmente pensé que estaba muriendo —dice mi mamá, su voz se entrecorta. Lauren toma a Caylen de los brazos de mi madre y tan pronto como

lo hace, ella corre a abrazarme.

—Lo lamentó, mamá —digo. Ella luce más asustada de lo que yo estaba.

—No hagas eso otra vez —habla severamente, y me río después de que me

besa en la cabeza como si tuviera cinco años—. Gracias, Lauren —dice, y después va hacia ella y la abraza apretadamente—. Estaba tan asustada, William —anuncia, aliviada, y después golpea a mi padre en el hombro—. ¿Qué te tomó

tanto tiempo? —pregunta enojadamente.

—Vine tan pronto como pude —dice defensivamente.

Primero DDI, ¿y ahora ataques de pánico? Qué gran partido soy, pero al

menos fue mejor que perder la conciencia.

—¿Qué ocurrió? —pregunta bruscamente mi padre.

—Solo sucedió de repente. Estábamos hablando y se puso pálido. Estaba temblando y después dijo que no podía respirar —contesta mi madre por mí.

Lauren me mira con sospecha.

—¿De qué estaban hablando? —pregunta mi padre

—De nada en particular —responde nuevamente mi madre.

P

ágin

a13

0

—Gracias a Dios que Lauren estaba aquí. Esa hubiera sido otra factura médica que no necesitamos —digo, parándome del sofá y estirando los brazos.

—Sí, gracias a Dios —murmura mi padre antes de dejar la habitación. Ahora siento calor en mi rostro y todo comienza a empañarse a mi alrededor, ya no me

encuentro en la casa de mis padres sino en un pequeño apartamento con cajas apiladas.

—Gracias a Dios esa es la última caja. No creí que tanta ropa pudiera caber en este apartamento —dice Lauren, dejándose caer en un pequeño sofá blanco en un pequeño apartamento.

Su cabello está amarrado en una cola de caballo, y tiene puesta una pequeña camiseta blanca, revelando su estómago mientras su chándal queda por debajo de su cintura.

—Bueno, no todos los armarios pueden ser jodidamente grandes como una sala, señor Scott —bromea, caminando hacia mí. Él hala de su mano para sentarla en su

regazo.

—El tuyo ahora lo será —replica mientras sus labios encontraron su cuello.

—Lo será. —Ella se ríe, moviéndose en su regazo.

—No despiertes al monstruo a menos que quieras jugar con él —murmura en su oído.

—Tal vez quiero que salga a jugar —dice seductoramente, sus manos frotándose contra su entrepierna, y en un segundo él rodó encima de ella en el sofá—. ¡Sólo estaba

bromeando! —Se ríe en su cara, y él le hace cosquillas hasta que ella se sonroja—. Detente. Cal. Por favor —dice entre carcajadas. Él se detiene para besarla en el cuello

y ella envuelve sus brazos en su cuello—. ¿Esto siempre va a ser así de grandioso? —pregunta sinceramente.

—Va a ser mucho mejor —responde él con seguridad, y ella se muerde el labio y suspira.

—No puedo creer que el próximo mes nos vamos a casar —chilla, y luego su expresión se cae—. ¿Estás seguro de querer casarte conmigo? ¿Para estar conmigo y

sólo conmigo por el resto de tu vida? ¿Cuando esté vieja, con el cabello gris, y mis pechos caigan hasta el suelo? —pregunta, con los ojos brillantes.

—No me anoté en lo de pechos caídos —dice con una mueca, sacudiendo su

cabeza. Frunce el ceño y luego rompe en una sonrisa. Ella lo aparta—. No he tenido ninguna duda sobre nosotros desde el momento que dijiste que sí —afirma con seguridad—. Tú ves algo bueno en mí. Me miras como si no fuera un problema o un

villano —dice, frotando la piel de su espalda, y se ve preocupado.

—¿Quién puede mirarte así? ¿Las personas que trabajan contigo? —supone ella.

—No, no importa. Lo que importa es que tú no lo haces —contesta encogiendo los hombros.

—Nunca podría mirarte así —promete con una sonrisa tan amplia que sus dos hoyuelos se están mostrando—. ¿Qué ves cuando me miras? —pregunta en voz baja.

P

ágin

a13

1

—Alguien amable, leal, cariñosa, que quiere dar tanto amor como ella recibe —dice mirándola a los ojos.

—¿Así que mi apariencia no importa en absoluto? —bromea ella.

—Oh no, lo hace. Eres ardiente como el infierno —responde, dándole un apretón en el trasero y ella ríe.

—Nunca te miraré así —murmura en voz baja—, tú nunca serás mi villano. Siempre serás mi príncipe encantado —dice en forma tranquilizante, exactamente como lo hizo sentada en mi regazo en medio de un ataque de

pánico.

—¿Lo prometes? —le pregunta, su tono casi vulnerable.

—Lo prometo —dice ella antes de besarlo.

***

Dicen que las experiencias cercanas a la muerte tienden a despertarte y hacerte ver las cosas con una luz diferente. Yo no lo llamaría necesariamente un ataque de pánico como una experiencia cercana a la muerte, pero me despertó.

Me sentí como si estuviera sonámbulo durante la última semana y media, respirando pero sin vivir, oyendo pero no escuchando, y ahora quiero ver, quiero escuchar, y quiero sentir.

Nunca voluntariamente hubiera buscado un ataque de pánico, pero lo preferiría a cualquier día por sobre perder la conciencia. Me pregunto dónde está, si Cal se ha dado por vencido. Cualquiera pensaría que un ataque de pánico sería

la apertura por la cual pasaría ante la señal de problemas, pero no lo hizo… y mi cuerpo casi se apagó por completo porque él no lo hizo, pero estoy ignorando

eso. Salí adelante. Salí adelante gracias a Lauren, su sonrisa me despertó del

desierto emocional en el que me encontraba. Su toque me trajo de vuelta, su voz

calmante me dejó saber que todo estaría bien. Ella era lo que me faltaba, no la cáscara de ella, sino su verdadero ser.

La extrañé y su ausencia me hizo sentir que una parte de mí estaba

faltando. La cosa es que la parte de mí que faltaba podría ser la parte que quiero que se vaya… el momento después que sentí que se abría a mí otra vez, ni un minuto más tarde, tuve otro recuerdo viniendo con fuerza. Ahora sé que ella es

un detonante. Eso es algo en lo que mi papá tenía razón, pero no estoy seguro

que sea algo malo. Lo que necesito ahora es saber qué haré al respecto.

Ella es fuerte, pero también frágil. Pone una pared dura alrededor de sí misma, pero es vulnerable y sé que mis acciones la afectan más que las de cualquier otro. Bueno, casi las de cualquier otro, y ese es el problema. Lo que me

asusta más que cualquier cosa es que los recuerdos me hacen sentir más cerca de ella, me hacen parecer más a él. Este vínculo que veo entre ellos es entre ella y él.

Cal.

Ella lo ama, y pienso en Caylen más que nada. ¿Cómo puedo competir con eso? Cómo podría mirarme y no desear que yo fuera él, pero hoy no me voy a

P

ágin

a13

2

preocupar por eso. Si ellos tienen recuerdos, entonces necesitamos crear los nuestros.

Esto es lo que me he estado diciendo a mí mismo mientras estoy en su puerta con esta caja en la mano. Me siento como un desgraciado. Pongo la caja en el suelo, mis

nervios obteniendo lo mejor de mí. Si ella me rechaza, me tomará un par de días recobrarme, pero tal vez necesito ser rechazado. No he hablado con Jenna hoy, y sé

que necesito hacerlo, pero en este momento estoy intentando tomar una cosa a la vez. Decido solo hacerlo. Llamo a su puerta, y entonces pienso por qué no le envié un mensaje. Su habitación está tranquila, no hay sonido de música o voces. Son las nueve

y media así que podría estar dormida. Antes de que pueda sobre analizar más, abre la puerta y me mira con curiosidad. Lo gracioso es que está usando una camiseta de

tirantes blancos y un chándal como en el último recuerdo que tuve de ella, pero esta vez un suéter blanco la cubre.

—¿Cómo te sientes? —pregunta, mirándome y no evitando mi mirada. No puedo explicar lo bien que se siente.

—Estoy bien, muy bien de hecho —le digo honestamente, y una sonrisa se extiende por todo su rostro—. Y, quiero darte algo aparte de las gracias —añado, y me

mira curiosa.

—¿De verdad? —pregunta, su voz emocionándose. Ella está emocionada.

—Sí —respondo, mi propia voz con creciente emoción.

—No tenías que hacerlo —dice, casi recordándose a sí misma que no debería aceptarlo.

—Quería hacerlo —digo sinceramente—. Si quieres ponte una chaqueta. Quiero mostrarte algo afuera. Le diré a mi mamá que cuide a Caylen. —Me mira sospechosamente, pero con un brillo en sus ojos.

—Umm. Está bien. Solo dame un minuto —dice, y asiento.

Me dirijo arriba y le pido a mi mamá que cuide a Caylen, ella está de acuerdo. Agarro la caja y me encuentro con Lauren de nuevo en su habitación.

—¿Para mí? —adivina con ojos brillantes y asiento. Hago un gesto para que venga conmigo. Una vez que estamos afuera, puedo decir que está ansiosa. La caja es

un poco grande, así que se la sostengo.

—¿Ahora puedo abrirla? —pregunta entusiasmada. Asiento y levanta rápidamente la parte superior y revela un par de patines nuevos blancos y de marca, y

comienza a reír—. No tenías que hacerlo —dice, agarrando uno y examinándolo de

cerca.

—¿No te gustan? —pregunto, tratando de ocultar mi decepción, y ella sacude rápidamente su cabeza.

—No, son hermosos. Es solo, bueno, me has visto en la pista. Es lo único que hago peor que cocinar. —Ríe Lauren.

—Mi mamá dice que has conseguido mejorar con ella —le aseguro y encoge los hombros—. ¿Vas a probarlos? —le pregunto, y ella luce un poco escéptica.

P

ágin

a13

3

—Estuve tan mal la última vez —dice nerviosa, metiendo un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Aidan apesta como profesor —me burlo.

Ella me mira con escepticismo, pero luego cede. Se sienta en el porche, se quita sus zapatos, y con cuidado se pone ambos patines.

—Está bien, dame tus manos —digo, y lentamente me las da. Las tomo y la halo hacia mí. Excepto que es un poco rápido y su pecho se estrella contra el mío. Ella me mira disculpándose.

—Lo lamento, te dije que apestaba —murmura en voz baja. Bajo la mirada y tengo que luchar contra las ganas de besarla. Es difícil, pero lo hago. Le muestro cómo detenerse con los patines, que es mejor si trata de deslizar sus pies

que caminar ansiosa como estaba haciendo con Aidan. Después de alrededor de una media hora, está lo suficientemente confiada para tratar de sostenerse sin mis

manos y cuando patina un poco por sí misma, pensarías que ganó la lotería—. ¡No lo puedo creer! —chilla, pero cuidadosamente se vuelve alrededor y

comienza a patinar hacia mí.

No va tan rápido, pero sus movimientos son mucho más fluidos que antes.

—Tú eres mucho mejor profesor de lo que es Aidan —bromea una vez que llega hacia mí.

—En su defensa, pienso que le gustaba que cayeras encima de él —le digo, y se aleja de mí tímidamente. Se aclara la garganta y pasa su mano por su cabello.

—¿Puedes ayudarme hacia las escaleras? —Ríe, estirando su mano. Me río y la tomo. Su mano se siente tan pequeña junto a la mía, pero encajamos. Se sienta en las escaleras y empieza a desatarse los patines—. Sobre aquella noche —comienza en voz baja, y siento a mi estómago caer—. Lamento lo que hice —

dice mirando sus patines.

—No me debes una disculpa.

—No. Te la debo. No estaba pensando —dice rápidamente—. Lo estaba,

pero no con la cabeza. —Ríe—. Es solo que esto es más difícil para mí de lo que creí que sería —continúa—. Creí que lo estaba haciendo bien. Dios, si esto hubiera pasado hace tres años. —Se ríe, moviendo su cabeza—. Eso no es excusa

para la posición en la que te puse. Sé que tú quieres que seamos amigos, y al

principio no creí que pudiera estar de acuerdo con ello —dice, levantando la

mirada para verme—. Pero el día de hoy, cuando tuviste el ataque de pánico, me di cuenta lo mucho que te necesito. Y, a pesar de que tu vida no estaba en

peligro, me di cuenta que te necesito en mi vida. —Sus ojos fijos en los míos, la sinceridad en su voz envía un escalofrió por mi columna vertebral—. Y no sólo por Caylen —agrega rápidamente—, así que si tiene que ser como amiga, puedo

aprender a serlo. Puede haber un momento por aquí y por allá donde voy a necesitar un poco de espacio para recordarme que soy tu amiga. —Ríe—. Pero

puedo hacer esto. No quiero perderte. Me gustaría conocerte. Es solo que a veces

P

ágin

a13

4

es difícil para mí, porque cuanto más te conozco, más me… —Se detiene y me da una

débil sonrisa.

—¿Qué? —le pregunto, caminando cerca de ella. Solo necesito que lo diga. La miro a los ojos, mi corazón latiendo tan rápido, y me mira de regreso como si me

estuviera contemplando. Si ella solo lo dijera.

—Chris. —Nos damos vuelta para ver a mi papá acercarse a nosotros.

—Gracias por los patines, fue muy amable de tu parte —dice Lauren en voz baja, antes de volver a ver a mi papá—. Señor Scott —dice, reconociéndolo antes de entrar a

la casa. Una vez que entra, la dura mirada de mi padre es dirigida hacia mí.

—¿Qué fue eso? —pregunta y encojo los hombros.

—Fuimos a patinar, y Lauren no sabía cómo hacerlo así que le estoy enseñando

—contesto simplemente.

—¿Piensas que es una buena idea? —pregunta sarcásticamente.

—No veo nada malo en ello, eso es lo que importa —digo antes de subir por las escaleras.

—Chris… —Mi visión comienza a borrarse de nuevo, y me veo saltando los escalones de mi casa. Mi rostro de color rojo, hay lágrimas en mis ojos, y me veo furioso. Mi papá corre por la casa detrás de mí.

—Chris. Solo déjame explicarte. Por favor —grita tratando de alcanzarme.

—Ni mierda que hablarás conmigo. ¡Vete a la mierda lejos de mí! —le grito de vuelta—. Todos estos años, todas estas mentiras. Tu código moral, tus reglas y sermones, eres un mentiroso, un jodido hipócrita —continúo gritándole. Mi papá

parece que ha visto un fantasma cuando lo miro—. ¡Te odio! —le gruño.

—No quieres decir eso, hijo. Estás enojado, molesto. —Mi papá tartamudea y me doy la vuelta para irme, pero me detengo y lo vuelvo a ver. En una fracción de segundo toda mi furia se disipa y una sonrisa satisfecha se propaga por todo mi rostro.

—Debería darte las gracias, papá. Acabas de crear el mayor problema de tu vida

—digo con una sonrisa maliciosa en mi rostro. Es él.

Mi papá vuelve a verme, con la boca abierta. Está congelado en su lugar. No creo que se haya dado cuenta que he saltado a su camioneta hasta que me voy. Está llamándome detrás de mí, corriendo detrás de la camioneta, y doy la vuelta alejándolo

de la ventana.

—¡Christopher! —dice mi papá, y me doy cuenta que regresé al presente. Trato de sacudirme lo que acaba de suceder en mis pensamientos. Eso tuvo que haber sido hace años por el corte de cabello que tenía, y la forma en que mi padre se veía, yo

todavía estaba en la escuela secundaria. Creo que al principio del recuerdo era yo, pero al final ese era Cal—. ¿Qué ocurre, hijo? —pregunta, mirándome con cuidado.

—Y-yo creo que acabo de recordar algo sobre nosotros. ¿Te acuerdas de nosotros teniendo una gran pelea aquí? —le pregunto y él se estremece un poco y entonces me frunce el ceño.

—Hemos tenido varios desacuerdos —afirma rotundamente.

P

ágin

a13

5

—Esta era una realmente mala, tomé tu camioneta —digo, con tono afilado.

—¿Cómo así? —pregunta, mirándome sospechosamente.

—No lo sé. Acabo de recordarlo. Aquí de pie. ¿Tú recuerdas qué fue lo que pasó? —pregunto de nuevo.

—No recuerdo nada de eso —responde estoicamente.

—¿No recuerdas? —le pregunto una vez más.

—No. Nada como eso que estás diciendo —replica nuevamente—. Creo que ambos necesitamos dormir un poco —dice dándome una palmada en el

hombre antes de entrar a la casa.

Este es el primer recuerdo que no involucra a Lauren, y la única persona que puede confirmármelo, en quien solía confiar, acaba de mentirme en la cara.

¿Por qué?

Un secreto. Piensa, piensa, piensa, imbécil. No te tomes mucho tiempo. Hay mucho

más por venir…

Trato de ignorar la sarcástica voz en mi cabeza y la risa condescendiente que la acompaña.

Pienso que las cosas han llegado a un punto mucho peor y toda esta mierda es mucho más complicada.

P

ágin

a13

6

uería decirle que me gusta, por infantil que suene. Sentí que debía decírselo. Si hubo un momento para hacerlo, ya pasó, pero obviamente mi capacidad para encontrar un buen momento con Chris está

completamente apagada. Sus señales son tan mezcladas, que me vuelven loca. Creo

que está tan confundido como yo. Otras veces es como si él supiera lo que realmente

quiere.

La manera en la que me mira ha cambiado, y no estoy segura si es algo bueno o no. Cuando él solía mirarme, parecía curioso, confundido y nervioso. Ahora, cuando

me mira, el nerviosismo más o menos se ha ido, la confusión sigue ahí, pero hay interés, y algo más que no puedo descifrar.

Solo voy a estar aquí otra semana más, y el tiempo ha parecido ir tan rápido.

Caylen se ha vuelto cercana a Chris y su familia que estoy casi preguntándome cómo va a hacer cuando al despertar no los vea a él y a la señora Scott todos los días. Incluso al señor Scott, aunque no es tan cercano ni amable conmigo. De hecho, creo que

puedo sentirlo incluso más frio. No sé por qué me odia tanto. Al principio, pensé que estaba sólo irritado y molesto. Mi presencia le recuerda que su familia no es perfecta.

Pero a veces, cuando lo atrapo mirándome, creo que me odia. La cosa es que no es así con nadie más. Ni con Aidan, ni con Lisa, o incluso con los vendedores por teléfono

que llaman a la casa, y si me odia a mí por mi asociación con Cal, puedo imaginarme cómo lo trató a él.

Él es una de las únicas dudas que he tenido acerca de lo que estoy planeando, o reflexionando. Reflexionando es probablemente la mejor palabra. En realidad esta es

una afirmación errónea. La otra duda es Jenna. No he tenido que lidiar con ella desde la desastrosa noche de la pista de patinaje, pero es como un latente virus que sabes que

en cualquier momento reventará. Me recuerda que mis decisiones no pueden centrarse en lo que Jenna piense o lo que le afecte, sino lo que es mejor para Caylen porque ese

es mi trabajo, ver la salud y bienestar de mi hija. Jenna no se preocupa por ello.

La cosa es, que si el zapato estuviera en el otro pie y yo estuviera comprometida con Cal, en aquel momento hace ya tantos años, y ella apareciera diciendo que estaba

enamorada de Chris y que tenía una hija con él, me habría hecho a un lado. No me aferraría y le pediría que abandonara a su hijo para mantener la vida que teníamos, pero si no hubiera un hijo de por medio, tal vez no lo habría entendido, y jugaría el

juego que ella está jugando. Bueno, nada de esto es un juego, pero a veces me siento como si todo el mundo fuera un tablero de ajedrez, moviendo piezas para su propia

agenda. Todos las tenemos, incluso Chris. Sin embargo no puedo entender cuál es la suya.

Q

P

ágin

a13

7

Si se tratara de un juego de ajedrez, supongo que el movimiento que estoy a punto de hacer sería uno grande. He estado teniendo un montón de pensamientos. Eso es todo para lo que he tenido tiempo para pensar, lo cual es bueno, pero también puede

conducir a una persona a la locura. Comenzó como un simple pensamiento, lo bonito que sería no ir y venir cada fin de semana o un mes para traer a Caylen a ver a su

familia. Especialmente con una renta tan barata como aquí. Entonces vi una linda casita en alquiler con dos dormitorios. Los padres de Lisa la están alquilando por menos de seiscientos dólares al mes, y esta sólo a diez minutos de los Scott. Resulta

que la linda casita con dos dormitorios viene con la opción de compra por unos setenta mil dólares. Lo que la haría más barata si la compro. Simplemente no tendría sentido

no hacerlo. Especialmente con Lisa diciéndome que en la escuela donde trabaja están buscando un maestro de arte para el próximo año.

La paga no es extraordinaria, pero los dividendos de las acciones de cuando Cal trabajó en Corporación Crestfield mantienen mi cuenta bancaria inflada. Todo lo que

tendría que hacer es complementar algunos requisitos previos de enseñanza y puedo

solicitar mi licencia como profesora. Desde que tuve a Caylen, la idea de enseñar a los estudiantes de primaria no era tan aterradora como pensé que sería. Pero sería saltar al vacío. No he firmado ni hecho una oferta verbal o mostrado interés. Quiero hablar con

Chris sobre ello antes de ir tan lejos. Aunque no puedo verlo estar en contra de esa idea. Sé que a la señora Scott le encantaría, cualquier cosa que le dé un mayor acceso a

Caylen estaría extasiada, incluso Raven no estaría más enojada. Solo estaría como a una hora y media de distancia, versus las cuatro o cinco horas de conducir que

tenemos ahora. ¿Quién no estaría feliz? Mis amigas Hillary y Ángela. Pero con Hillary ni siquiera he estado hablando de todos modos, y Ángela está a punto de completar su maestría. Ella va tener mucho por hacer y al final del día, tengo que pensar en lo mejor

para Caylen, que esté más cerca de su padre. Además, todavía tendría el apartamento de Chicago, está pagado y me encanta.

O podría alquilarlo. Los espacios en nuestro edificio son codiciados, y puedo pedirle a Helen que le diga a su agente de bienes raíces que lo ponga en el mercado. A pesar que no ha respondido a ninguna de mis llamadas desde que todo esto sucedió.

Eso sería saltar al vacío de nuevo. Esta noche, sin embargo, tengo la intención de hablar con Chris acerca de todo esto y espero que piense que es una gran idea.

Todo va a ser genial.

¡Oh mierda!

Estoy a punto de desmayarme cuando veo un Kia azul estacionado a la par de la

camioneta del señor Scott. Trato de decirme a mí misma que no puede ser ella hasta que salgo y leo la matrícula meb4u, y sé que es Hillary. ¿Qué demonios está haciendo

aquí? Siento un nudo en mi estómago cuando me acerco al porche de atrás en la entrada de la cocina y las escucho charlar.

Me acerco para ver a Hillary y Raven sentadas una a la par de la otra en la mesa

de la cocina de los Scott, mientras la señora Scott les sirve limonada.

—¡Mira quién está ahí! —exclama mi tía Raven, sus ojos estrechándose sobre los míos. De acuerdo, un par de cosas. Desde que estoy aquí no he hablado con Raven. Después de los primeros días, ella era tan negativa sobre todas las cosas, que recurrí a

P

ágin

a13

8

enviarle las actualizaciones por mensajes de texto diarios, por lo que la mirada que me

está dando no es de una cariñosa tía, y Hillary, bueno, ahí no se necesita explicación.

—¿Qué están haciendo aquí? —pregunto, tratando de sonar entusiasta y no completamente impactada.

—Bueno, no contestas mis llamadas telefónicas, mi querida sobrina, y después de tantos textos, tuve que venir aquí y asegurarme de que no te han cortado en mil pedacitos —dice bromeando, pero sé que Raven probablemente lo pensó. Ella mira

mucho Lifetime y Forensic Files.

—Le dije que estabas en una pieza. —La señora Scott sonríe forzadamente.

—Yo sólo estoy aquí para ver a Caylen —dice Hillary rotundamente. Todavía está enojada. Genial.

Esto va a ser divertido.

—Umm. ¿Está Chris aquí? —le pregunto a la señora Scott. Dios por favor, no dejes que él esté entrando en este desastre sin una advertencia.

—No, todavía no —responde, dándome una sonrisa tranquilizadora y me guía a

la mesa para que me siente—. Es muy agradable conocer a tu familia, Lauren. Hemos estado hablando por un maravilloso rato —me asegura, posiblemente leyendo mi expresión de sorpresa que tiene mi rostro, especialmente cuando Lisa entra en la

habitación.

—¿Así que, cómo te fue? —pregunta entusiasmada. Oh Dios mío. No, Lisa no digas nada.

—¿Qué pasa? —digo severamente tratando de decirle que NO toque el tema mientras que Hillary y Raven estén aquí.

—Oh. No te preocupes. Lisa nos contó a todas rápidamente sobre la casa que fuiste a inspeccionar para alquilársela a sus padres y tu genial idea sobre la posibilidad

de volver a la universidad —anuncia Hillary con falso entusiasmo.

—Creo que es una maravillosa idea —interviene la señora Scott.

—Me encantaría saber cuándo tomaste esa decisión —espeta Raven, cruzando los brazos sobre su pecho.

Dios, ¡Lisa! ¡Qué demonios!

—Nada está escrito en piedra. Era algo que estaba pensando y tenía la esperanza de poder hablarlo con Chris primero. No he tomado ninguna decisión todavía —digo,

tratando de alcanzar el vaso enfrente de mí, y lo tiro sin querer. Y ni siquiera mi

importa de quién era—. ¿Dónde está Caylen? —Estoy buscando una excusa para escapar de las miradas asesinas que me están quemando, de mis encantadoras

invitadas sorpresa.

—Está dormida. La hemos extrañado. Las hemos extrañado a las dos —dice Raven, con expresión preocupada. Oigo el dolor en su voz, y mi sentimiento de culpa

me hace mirar a otro lado.

P

ágin

a13

9

—También las he extrañado —añado sinceramente. Lo he hecho, es solo que no he querido hablar con ellas hasta que hubiera pensado bien las cosas. Solo Dios sabe lo que ellas están pensando de mí.

—Lisa, ¿por qué no les damos un poco de privacidad? —La señora Scott puede sentir que este encuentro está llegando a su punto crítico. Cuando escuchamos la puerta cerrarse sin hacer ruido, la tensa sonrisa del rostro de Raven desaparece.

—No puedo creer que se presenten aquí sin siquiera avisarme —digo en un susurro.

—Oh, por favor, Lauren. ¡Tú eres la única que está mal en todo esto! —responde Hillary defensivamente.

—¿Cómo puedes considerar mudarte aquí sin siquiera hablarlo conmigo? —

añade Raven.

—¿Desde cuándo dejas que los extraños te ayuden a tomar decisiones que cambian tu vida? Es como si esa chica Lisa fuera tu nueva mejor amiga —continúa

Hillary.

—¡Alto aquí! Nadie me está ayudando a tomar decisiones aquí. Ni Lisa, ni los Scott, nadie, sólo yo. Esta es mi vida —respondo enojada—. Ni siquiera sé si

realmente voy hacerlo —digo bajando la voz, notando que ha ido subiendo el volumen en el transcurso de la conversación.

—Todo se está moviendo demasiado rápido, Lauren. Ni siquiera has estado un mes aquí y ya estás pensando en mudarte —dice Raven también en susurros.

—La habilidad de Chris en la cama debe de estar fuera de todo cálculo. —Hillary se ríe burlándose de mí.

—Oh mi Dios —digo, cubriéndome el rostro de vergüenza e ira.

—Hola. —Cuando escucho su voz, quiero arrastrarme debajo de la mesa. ¿Cuánto escucho? Escogió absolutamente el peor momento para aparecer—. ¿Estamos interrumpiendo? —Cuando escucho su voz quiero vomitar. Ahora no. Ahora no. Me

doy la vuelta para ver a Chris mirándonos incómodamente mientras Jenna se encuentra a su lado, con el mismo ceño fruncido sobre su rostro al cual ya me he

acostumbrado.

—Umm. Esta es mi tía Raven y mi mejor amiga Hillary. Vinieron a ver cómo estaba. —Sonrío débilmente. Miro a Raven, quien parece estar inspeccionando a

Chris. Ambas parecen estarlo observando. Probablemente intentando ver si realmente es Cal. Es la misma cosa que hice las primeras veces que estuve cerca de él. Chris camina hacia ellas vacilantemente y alarga la mano. Hillary lo mira fijamente antes de

darle una pequeña sonrisa. Entendió que su saludo con la mano no era exactamente bienvenido por allí y se movió hacia Raven, quien luego de unos segundos con duda la

aceptó.

—Mucho gusto —dice Raven, estrechando su mano torpemente.

—Soy Jenna, la prometida de Chris... —Y es entonces cuando quiero morirme ahí mismo. Cubro mi rostro con mis manos. Hay un silencio incómodo hasta que

Hillary comienza a reír.

P

ágin

a14

0

—Oh, Lauren. —Escucho a Raven murmurar en voz baja.

Es correcto.

Oh, Lauren.

Piensa en el peor día de tu vida. Ahora vamos a multiplicarlo por cien. No obstante, no alcanza el nivel de incomodidad que experimenté el día de hoy. Como si no fuera suficientemente malo para Chris entrar en medio de la conversación sobre lo

bueno que era en la cama, de todos los días, Jenna decide visitarnos hoy. Para rematar esta ridícula tarde, aquí estoy sentada, rodeada de toda mi adorable y no tan amorosa

familia y amigos.

Toda la pandilla está aquí. Hillary, Raven, Chris, Jenna, la señora Scott, Lisa, y Aidan. Lo único bueno es que la señora Scott no ha servido vino. Por mucho que me

encantaría una copa, no creo que la bebida mejore la situación para cualquiera de los presentes o hubiera hecho la diferencia. Todo el mundo está tranquilo por el momento. El único momento incómodo fue cuando ambas, Raven y la señora Scott, trataron de

agarrar a Caylen y ésta se fue con la señora Scott. Raven está muy molesta a juzgar por la expresión en su rostro desde que ocurrió, incluso cuando la señora Scott trato de

darle a Caylen de vuelta. Ella se negó en ese momento, con sus sentimientos heridos y por supuesto yo soy la única culpable de ello. Oh, y el glorioso momento cuando la

señora Scott comenzó a orar por la comida y Hillary anunció que prefería no participar en vez de simplemente mantener la boca cerrada. Aparte de esos dos pequeños momentos, todo ha sido torpemente maravilloso. Lo bueno de todo es la comida de la

señora Scott, es tan deliciosa que una vez que todos comenzaron a comer, el mal humor se aligeró un poco. Jenna todavía lanza miradas enojadas hacia mí, pero me he

acostumbrado a ello.

—¿Cuál demonios es su problema? —susurra Hillary en mi oído. Ella no está acostumbrada a esto.

—Solo déjalo pasar —murmuro en voz baja.

—Esta cazuela está absolutamente deliciosa —dice Raven entusiasmada. Casi ha terminado su comida.

—Oh, Gracias. Puedo darte la receta —responde la señora Scott alegremente.

—A Raven no le gusta mucho cocinar. —Me río, y ella me da un codazo en el

estómago.

—Yo cocino. Cocino muy bien —dice a la defensiva, y la miro como si le

hubiera crecido un cuerno en su cabeza. Tal vez tiene un nuevo pasatiempo—. Gracias por ser tan servicial con nosotras a último minuto —añade mirando a los Scotts.

—De ninguna manera. Somos familia ahora —replica cálidamente la señora Scott. Y no puedo evitar notar como Jenna rueda los ojos.

—Entonces. ¿Cómo vas adaptándote a la paternidad Ca… Christopher? —dice

rápidamente corrigiéndose. Aidan se ríe y veo a Lisa darle un codazo.

—Es diferente, pero agradable, Lauren y mi familia han hecho que me sea más fácil de lo que pensé que sería. Todo el mundo me ha estado ayudando a lo grande. Y

P

ágin

a14

1

por supuesto es tan adorable que es fácil enamorarse de ella. —Cuando los ojos de

Chris encuentran los míos mi corazón casi salta de mi pecho.

Tengo que estarlo leyendo mal.

—Me he ajustado bastante rápido a ser tío —interviene Aidan, lo que provoca las risas alrededor de la mesa. Incluso yo me río de eso. Hasta le compró un jersey del

tamaño de un bebe de su equipo de fútbol favorito y se la puse, lo que pasó fue que es el rival del equipo favorito de Chris.

—Todos le hemos tomado cariño. No sé lo que vamos hacer cuando ella se haya ido —dice la señora Scott tristemente.

—Te entiendo. Extraño todo de ella —contesta Raven, mirándome.

—¿Cómo planean trabajar lo de la programación de visitas si Lauren decide que

mudarse aquí no resulta ser la mejor idea? —Raven suelta de repente, y le doy una

mirada sorprendida.

—¿Piensas mudarte aquí, Lauren? —pregunta Chris, con la excitación apareciendo en su voz. Los ojos de Jenna lucen como si estuvieran a punto de salir de

su cabeza y rodar por la mesa.

—Es solo una idea en la que he estado pensando. Quería hablar contigo sobre ello —digo rápidamente.

—¿No crees que deberías pensarlo por más tiempo antes de mudarte aquí? —interrumpe el señor Scott.

—Estoy de acuerdo —dice Jenna bruscamente. Chris le da una mirada de advertencia. Siento que mi paciencia se vuelve más y más delgada con cada minuto

que pasa—. Todas estas secretas y privadas conversaciones realmente me están afectando, Chris. ¿No crees que esto es algo que deberías habérmelo mencionado? —

continúa, volviéndose hacia Chris.

—¿Has estado escuchando, Jenna? Ella no ha hablado conmigo sobre esto —dice Chris a la defensiva.

—Todo el mundo. Creo que deberíamos calmarnos y terminar de cenar. Más tarde Chris y Lauren hablaran sobre ello, pero hasta entonces, no hay razón para que nadie se moleste —suplica la señora Scott.

—No, esto no es algo que ellos deban hablar. Yo voy a ser la esposa de Chris. ¡Esto me involucra! —dice enfáticamente a la señora Scott—. ¿Entiendes eso, Lauren? Lo de ustedes dos se acabó. Debes empezar a aceptarlo. No más pláticas entre tú y

Chris. Cualquier cosa que le digas a él me la dices a mí también. —Su tono es acido.

—Jenna, este no es el momento —interviene Chris.

—¿Estás bromeando? —le pregunto incrédulamente.

—No, no estoy bromeando y ya que estamos hablando del tema, ¿cuándo le vas a firmar los papeles del divorcio?

—¿Qué papeles del divorcio? —pregunto, sintiendo a mi corazón en la garganta. Ella lo voltea a ver rápidamente, quien baja la mirada culpable. Todos en la mesa están en completo silencio.

P

ágin

a14

2

—¿No le has dado los papeles del divorcio? —le pregunta Jenna a Chris deliberadamente.

¿Él va a darme los papeles del divorcio? ¿Es por eso que ha sido tan amable conmigo? ¿Ha estado preparándome para conseguir que le firme los papeles del

divorcio?

—Este no es el momento, Jenna —dice Chris con voz severa. Lo vuelvo a ver, sus ojos evitando los míos.

—No, ¡este es exactamente el momento! —grita.

—O la callas tú o la callo yo. —Escucho a Hillary decir bruscamente.

Estoy congelada, como si estuviera en una pesadilla y todo estuviera en cámara lenta.

P

ágin

a14

3

arece como si todo el aire hubiera sido expulsado de ella. Todo el color drenado de su rostro, pero esta vez sus ojos no dejan los míos. Se ve avergonzada, herida y sobre todo traicionada y eso es lo que más me

duele.

—¿Quién demonios eres tú para amenazarme? —Escucho a Jenna chillar—. ¿Y tú vas a dejar que esta basura me amenace? —Siento cuando me da un golpe en mi

hombro.

—¡¿Basura?! —Me doy la vuelta cuando veo el agua venir hacia nosotros. La mejor amiga de Lauren acaba de lanzarle agua en el rostro a Jenna.

—¡Vaya! —exclama Aidan. Jenna está a punto de devolver el favor pero la amiga de Lauren casi ha saltado sobre la mesa lista para pelear. Agarro rápidamente a Jenna y la arrastro y la levanto para salir por la puerta. Es hora de dejar atrás esta

conmoción.

—¿Qué fue eso de ahí? —digo, apenas capaz de contener mi ira.

—¿Me estás gritando? ¿Después de que básicamente me atacaron? —grita.

—De alguna manera te lo merecías. —Su boca cae abierta—. ¿Por qué sacarías eso a cuenta aquí? —le pregunto, y me mira con incredulidad.

—¡Porque debía ser dicho! —grita nuevamente.

—Lo hiciste para avergonzarla, para herirla —replico deliberadamente.

—Esto no es mi culpa, Chris. ¡Si tú le hubieras dicho, cuando se suponía que lo hicieras esto no habría pasado! ¿Cómo piensas que me siento con todo esto?

—Nunca habías actuado así, Jenna. Ya casi no te reconozco —digo

honestamente. Su ceño se endurece.

—¿No reconoces quién soy? —responde con una risa sin alegría—. ¡Si esa no es

la alegación más irónica del año no sé qué es! —Y con eso se va enojada a su auto.

Últimamente hace eso mucho. Es como mi propio huracán, en estos momentos tengo demasiados de esos en mi vida. Estoy cansado de limpiar tras ellos. Mi padre aparece en el porche, su rostro rojo y luce conmocionado.

—¿Dónde está Jenna? —pregunta exasperado.

—Se fue —le digo, dejando salir un suspiro profundo.

—¿Acabas de dejarla ir? —Ahora mi papá luce enojado conmigo, y para ser francos no quiero escucharlo.

P

P

ágin

a14

4

—¿Qué se supone que haga? La equivocada aquí es ella. No debió hablarle así a Lauren o a mamá —respondo y gime.

—Esa chica sólo ha traído problemas desde el día que llegó. Ella y su loca familia.

—Oh, esa es buena papá —le espeto de regreso—. Porque somos la fotografía de la familia perfecta —digo sarcásticamente y paso junto a él. Cuando me agarra del hombro, me aparto de él y vuelvo a la casa.

La cocina está vacía, excepto por mi madre que está limpiando las consecuencias de lo que acaba de suceder. Me mira, cansada y avergonzada.

—Lo siento, mamá —me disculpo y ella encoje los hombros.

—No es tu culpa, Chris. Cosas como estas son de esperarse, creo. Todos estamos

conociendo nuestras personalidades y demás. Esto mejorará —dice, dándome un

tranquilizante apretón antes de terminar de barrer el suelo. Entro en la sala y veo a la amiga de Lauren, Hillary, sentada en el sofá junto a Lisa y Aidan, que están sentados

en frente de ella.

—Ella es una jodida perra —escupe airadamente, con las piernas cruzadas y sus brazos de la misma manera.

Está todavía furiosa. Su cabello es rubio hasta las raíces, pero por las sombras se vuelve rojo. Lleva botas de cuero hasta la rodilla y una chaqueta de cuero blanca. Pareciera que todavía quiere pelear. Si no estuviera tan furiosa, estoy seguro que sería

una chica linda. Ella y Lauren son tan diferentes. En realidad me recuerda a una versión más impulsiva de Lisa. Ella levanta la vista hacia mí cuando entro en la

habitación y rueda los ojos.

—Mira, lamento la falta de respeto hacia tu casa. Se lo dije a tu madre, por lo que ahora te lo digo. Por ello, pido disculpas —dice, lanzando sus manos al aire—. Pero no voy a dejar que nadie le hable a mi mejor amiga de esa manera, especialmente

cuando está tratando de ser agradable. No sé si has visto a Lauren encabronada, pero puede ponerse así muy rápido. Ella realmente estaba intentando estar calmada ahí

dentro.

—¿Cuánto tiempo han sido amigas? —pregunta Lisa con cautela.

—Desde la universidad. No estamos en los mejores términos, pero que me condenen si dejo que alguien le hable de esa manera. —Se da la vuelta poniéndome

atención—. Al principio pensé que estabas mintiendo. No sabía si creerte todo esto o

no, pero ahora que te conozco sé que tú no eres Cal —dice, mirándome amargamente.

Suspiro.

—¿Por qué lo dices? —pregunto.

—Cal nunca dejaría que alguien le hable así a Lauren —finaliza antes de levantarse y pasar junto a mí. Pienso que esta es la primera vez en mi vida que me avergüenzo de quien soy.

—Amigo, creo que estoy enamorado —dice Aidan, siguiéndola.

P

ágin

a14

5

—Chris. Lo lamento. Le dije a Lauren que lo siento. Si yo no hubiera sacado el tema, esto nunca habría pasado. —Lisa camina hacia mí.

—Eso iba a suceder tarde o temprano. —Suspiro.

—¿Qué dijo Jenna? —pregunta.

—Está enojada y se fue. —Encojo los hombros con un suspiro.

—¿No fuiste tras ella? —Suena sorprendida.

—No. ¿Crees que debería haberlo hecho? —pregunto, un poco sorprendido.

—No. Solo me sorprendió que no lo hicieras. —Encoge los hombros.

—¿Dónde está Lauren? —pregunto.

—En su habitación con su tía. Pienso que está tratando de convencer a Lauren

para que regrese con ella —susurra.

—¿Hoy?

—Mira, ¿puedes culparla después del desastre que paso allí?

Asiento. Tiene razón.

—¿Qué tan seria era Lauren sobre mudarse aquí? —pregunto.

—Parecía estar considerándolo. Ahora ya no sé nada… —Se calla cuando la tía de Lauren sale de la habitación. No luce feliz.

—Christopher. ¿Podemos hablar? —dice mirándome. Tiene casi la altura de mi mamá, pero la expresión en su rostro no podría ser más intimidante.

—Claro —contesto. Lisa sonríe forzadamente antes de retirarse.

—Voy a ser franca contigo. He tratado de convencer a mi sobrina que regrese a casa con nosotras.

—Entiendo —digo, asintiendo con la cabeza.

—Se negó. No estoy sorprendida. Estoy enojada pero no sorprendida. Está siendo terca con todo esto. Pero por supuesto ya lo sabes. —Me mira fijamente—. O tal vez no. —Suspira frotándose la cabeza—. Quiero que mi Lauren regrese a casa en

una pieza, Christopher. No soy una persona severa, pero quiero recalcarte la importancia de lo que te estoy diciendo.

—Entiendo —le digo sinceramente.

—No creo que lo hagas. La mayoría de las personas no quiere herir a nadie,

simplemente sucede. Ella ha pasado por demasiadas cosas. Si estás confundido acerca de esto, y estás enamorado de la otra chica, sólo déjala ir. No juegues con ella, no la

tengas esperando. Vamos a estar atascados juntos por lo menos unos diecisiete años, incluso más que eso. Tú no quieres estar de mi lado malo. —Y con eso se va dejándome solo en la habitación.

P

ágin

a14

6

llas ya se fueron. No fue fácil hacer que se fueran sin mí, pero lo conseguí. La única razón por la que hasta este punto me voy a quedar es por lo que le prometí a la señora Scott. Me prometí que me quedaría hasta que

consiga algún tipo de cierre. Lo cerca que esta el momento en el que se supone que

tengo que dejar ir estos sentimientos y decir adiós, adiós a mi pasado, al hombre que

amo. Ha habido instantes a lo largo del camino que llegué a pensar que conseguiría mi final feliz. Pero, tan pronto como se presentan, cosas horribles pasan, y siento que mi final feliz me es arrebatado. Pero esto era un verdadero problema: los papeles del

divorcio.

Ha tenido los papeles del divorcio todo este tiempo. Todas las veces que hemos reído y bromeado, el tiempo que hemos pasado juntos, probablemente ha estado

pensando en cómo darme los papales del divorcio y tener un corte limpio. Desearía que lo hubiera mencionado antes. Tal vez no habría sido tan ciega, tan avergonzada

delante de sus amigos, su familia y la mía. Sé que esta no es una buena forma de decir “oye, quiero el divorcio” pero tan terrible como pudo haber sido, hubiera sido mucho

mejor que viniera de él en vez de Jenna.

No entiendo por qué está con ella. No me voy a mentir, es una chica bonita cuando no está con el ceño fruncido, estoy segura que podría considerarse hermosa,

pero su actitud es absolutamente repugnante. Por otra parte, me odia intensamente. En realidad no puedo culparla, pero si los papeles se invirtieran, nunca hubiera tratado a alguien como me trató. Tiene que haber algo tierno y amable en ella pero… ¿quién soy

yo para juzgarla? Muchas personas no entendían como Cal y yo estábamos juntos. No pudieron ver la bondad en él, como su padre. Afortunadamente no he sido capaz de

obsesionarme con lo que ocurrió hoy.

Caylen ha estado llorando toda la noche. Le está saliendo un pequeño diente. He caminado con ella alrededor de la habitación, le di leche tibia y calmante de bebé para

el dolor, pero todo ha sido inútil. Ahora está comenzado a darme un pequeño zumbido en mis oídos por el llanto, pero lo prefiero a escuchar mis propios

pensamientos.

—Lo sé, bebé, lo sé —digo, caminando por la habitación, sacudiéndola hacia arriba y abajo. Escucho un golpe en la puerta. Es probablemente la señora Scott que viene de nuevo a ofrecer su ayuda. Lo ha hecho varias veces, pero le he dicho que

necesita descansar. Se levanta tan temprano en las mañanas para la granja y yo no tengo otro lugar al que tenga que ir.

Abro la puerta y veo a Chris de pie. No he hablado con él desde la cena. No he querido hablar con él.

E

P

ágin

a14

7

En realidad no estoy preparada para hablar con él.

—Te envié un texto. No lo respondiste —dice tímidamente.

—Un poco difícil escuchar una alerta con un bebé llorando —bromeo, pero mi tono es seco.

—¿Qué le pasa? —pregunta, extendiendo su mano para alcanzarla.

—Está dentando —digo, con mucho gusto de entregársela.

—Aww vamos, gran Cay, ese pequeño diente no es nada —le dice. Es un apodo que le dio. La mueve de arriba abajo, la abraza y le hace muecas, pero sigue llorando—. ¿Ella está bien? ¿Hay que llevarla al doctor? —Después de cinco minutos

está preocupado. Eh, es un novato.

—Está bien, no tiene calentura solo sus encías irritadas y está peleando por dormirse —le digo rotundamente. La verdad es que estaría igual de preocupada si no

la hubiera llevado a emergencias la primera vez que su diente salió. Se ve aliviado al escucharlo. Luego voltea a verme.

—Quería hablarte sobre lo de antes —dice, mientras sigue tratando de consolarla.

—Este no es el mejor momento —digo, contenta de tener una excusa. Él es un hombre, y estoy segura que sus oídos soportaran un poco antes de disculparse y salirse de la habitación.

—Si consigo que deje de llorar, ¿hablarías conmigo? —pregunta seriamente. Eso

no va a pasar.

—Claro —digo con una risa incrédula.

Asiente y me la entrega.

—Vuelvo en cinco minutos —dice y sale de la habitación. Si viene con títeres o algo por el estilo, va ser completamente adorable pero no le ayudará mucho. Continúo

caminando con Caylen, su llanto al nivel que ya me acostumbre. Pronto, Chris está de vuelta, esta vez con una hermosa guitarra negra en su mano. Puedo sentir que mis ojos

se abren. Él sonríe tímidamente.

—No lo he hecho por un largo tiempo —dice nervioso—. ¿Puedo sentarme aquí? —pregunta, señalando la cama. Asiento, sintiendo los nudos en mi estómago. Se

sienta en la cama y toca unos acordes. Dios, luce malditamente sexy y ni siquiera ha tocado una canción. No tengo que pensar que es sexy. Se supone que tengo que estar enojada e irritada por la equivocación que cometió al ocultarme que quería que firmara

esos papeles.

Toma una respiración profunda y comienza a tocar un poco más fluido y reconozco lo que está tocando, London Bridges, pero una versión más lenta. Es

hermosa. Miro sus manos y cuán intenso observa el instrumento. Me perdí mientras lo observé tocar y ni siquiera me doy cuenta de que Caylen dejó de llorar. Una vez que

termina esa canción, comienza otra. Me toma un minuto darme cuenta que esa canción está en mi lista de reproducción del iPod para Caylen.

Oh, Señor. Sol.

Lindo.

P

ágin

a14

8

Toca rápido y luego con un ritmo más lento y comienza a cantar.

Y, oh mi Dios, puede cantar y no como cantan en los karaoke, sino como si estuviera en un concurso de talentos, donde todas las chicas adolescentes lloran después de verlo tocar. Lo gracioso es, comenzó nervioso y un poco inseguro, pero

conforme va tocando los nervios se han dispersado, y está completamente seguro de lo que está haciendo. Es bueno y lo sabe. Me mira un par de veces con una pequeña

sonrisa. El tocar es como si fuera terapia para él. Caylen se quedó dormida así que la puse en su cama. Me siento en la mecedora para observarlo y escucharlo. Cierro los

ojos, sintiendo todo el estrés del día dispersándose. Su voz es una mezcla entre Ed Sheeran y Connor Maynard. No puedo creer que nunca lo había escuchado cantar antes de hoy.

Si él fuera Cal, estaría segura que está tratando de seducirme, pero este es Chris y no sé si se da cuenta del efecto que está teniendo en mí, pero si toca una canción más, lo saco de la habitación y voy a ser acusada de asalto sexual.

—Lauren. —Su voz, la normal, me despierta del trance.

—No puedo creer que han pasado tantos años, y apenas te acabo de escuchar cantar —digo suavemente.

—Eso es porque no estuviste conmigo todos esos años —dice, con una sonrisa entretenida en su rostro, paso mis manos por el cabello. Realmente no sé qué decir

ante eso, pero el brillo en sus ojos hace que mi piel se caliente—. Y… quería hablarte respecto de lo que sucedió antes —dice, aclarándose la garganta.

Él no puede mostrarme esos papeles de divorcio ahora. Sería demasiado cruel, no después de lo que acaba de hacer.

—Jenna hizo que los hicieran... me los entregó y le dije que hablaría contigo al respecto —dice y ya no puedo seguir mirándolo. Volteo a ver a Caylen. Mantengo mi

concentración en ella, después de todo de eso es lo que se supone se trata todo esto.

—Está bien, Chris —digo con cada gramo de fuerza en mi cuerpo mientras miro a Caylen. No puedo verlo y decir esto—. Si eso es lo que quieres —digo, intentando

obligar a que salgan mis palabras sin que mi voz se quiebre.

—No te los iba a dar —dice, enfocando sus ojos verdes en los míos y siento que mi corazón se detiene.

—¿Qué? —le pregunto, confundida. Estoy intentando leerlo, pero su expresión no deja entre ver nada. Ni una sola cosa.

—Solo quiero que las cosas vayan un poco más lento. Quiero pensar sobre el futuro. Quiero estar seguro que no estoy tomando la decisión incorrecta —dice

simplemente pero sus palabras son todo menos simples. ¿Está diciendo lo que creo que está diciendo?

—¿Qué quieres decir, Chris? —pregunto, escuchando los nervios en mi voz.

—Solo que ya no quiero seguir a este paso tan rápido. Hay muchas cosas que quiero resolver.

Grandioso está confundido y eso nos deja en un limbo, pero lo tomaré.

P

ágin

a14

9

—El doctor con el que hice una cita, tiene una vacante mañana —dice, cambiando el tema. Quiero seguir con este tema, pero que vea un doctor son buenas noticias.

—Eso es grandioso, Chris —digo y asiente.

—Está en Chicago —dice—. Estoy un poco nervioso por ir —admite sentándose en la cama.

—¿Quieres que vaya contigo? —le pregunto. Por favor que diga que sí.

—Por favor —dice simplemente.

—De acuerdo —contesto. Es todo lo que logro decir porque mis pensamientos están corriendo, mis emociones están sobre cargadas y mi cuerpo… ni siquiera vayamos por ahí.

—Hablaré con mi madre para que se quede con Caylen. Mi cita es a las tres. Calculo que deberíamos irnos a las diez y media —dice, levantándose de la cama y caminando hacia la puerta, aumentando la distancia entre nosotros. La distancia es buena. La distancia me hace sentir con menos probabilidades de hacer algo estúpido.

—Grandioso. —Siento una sonrisa extenderse por mi rostro. Toma su guitarra y se detiene en la puerta como si no quisiera irse, nuestros ojos fijos en los del otro.

—Buenas noches, Lauren —dice finalmente.

—Buenas noches, Chris —contesto y cierra la puerta detrás de sí. Dejo salir un profundo suspiro. Aun cuando esa conversación casi me deja sin aliento. Realmente no sé dónde estoy parada con él, no sé qué significa todo esto, pero siento esa única llama de esperanza arder en este momento, no quiero pensar en nada que la pueda

apagar.

P

ágin

a15

0

inalmente llegamos a Chicago, de una extraña manera el hogar lejos del hogar. El GPS dice que estamos a diez minutos de la oficina de la doctora. Haré esto. Le diré a una completa extraña mis más profundos y oscuros

secretos, solo que no tengo idea de cuáles son. Solo mi madre sabe lo que estoy

haciendo. No le dije a Aidan, ni a Lisa, ni a Jenna ni a mi padre. Es algo que quería

hacer por mi cuenta sin malas vibras. Mi confianza en los doctores está destrozada por la última experiencia que tuve con uno, pero esta es una nueva página. Ella no me conoce, o a Cal, o a mis padres, o mi afiliación con los Crestfields así que no tiene una

agenda oculta.

Lauren se ofreció a conducir, pero sentí que el conducir me ayudaría a calmar los nervios y estoy más nervioso por esto de lo que pensé que estaría. No sé qué esperar o

qué va a ocurrir. Detesto poner tanta confianza en las manos de alguien más, dejando que alguien manipule mis pensamientos y que, básicamente juegue con mi cerebro.

Una parte de mí quiere olvidarse de todo el asunto. He estado bien hasta este punto y mi padre siempre dijo que si no estaba roto no había que arreglarlo. La cosa es que

creo que estoy roto, al menos casi roto.

Funciono, como un auto que puede llevarte donde necesitas ir, pero no sabes cuándo ese repiqueteo hará que se averíe por completo. No puedo ser como un auto

poco fiable. Soy padre y Lauren confía en mí. Volteo a verla. Ha estado muy callada. Pasó dormida la mayor parte del camino y despertó hace solo unos pocos minutos.

—Andamos por tus lares —bromeo, alegre de que esté despierta. El hablar libera algo de esa energía que dan los nervios

—Síp. La gran ciudad. —Una amplia sonrisa se extiende por su rostro cuando entramos al centro. Este se ha iluminado.

Ama este lugar. Extraña esto…

—Solo he estado aquí una vez, por un viaje escolar —digo y entonces me doy

cuenta de lo ridículo que eso suena—. Bueno, eso, lo recuerdo —añado suavemente.

Supongo que ese es un motivo por el que veré a esta mujer.

—Bueno, si está en este distrito, le va bastante bien —contesta Lauren.

—Esperemos que eso signifique que sabe lo que está haciendo. —Dejo salir una

risa nerviosa.

—Todo estará bien. —Su sonrisa es reconfortante, aun cuando noto que suspira. Cuando llegamos al edificio, nos toma otros diez minutos encontrar dónde estacionar. Quería seguir buscando, pero terminamos en un estacionamiento donde nos costó

F

P

ágin

a15

1

veinticinco dólares las tres horas. ¡Qué robo! Lauren no se inmutó. Le muestro a

Lauren la dirección y confirma que hemos estacionado a tres cuadras del edificio. Mientras caminamos por la concurrida calle, observo todo a mi alrededor.

Hay tantas personas, hombres, mujeres, jóvenes, todos de diferentes nacionalidades y etnias. Hay tres tipos bailando frente a un restaurant de comida rápida y las personas colocan dinero en un balde frente a ellos. En otra cuadra, hay un

hombre con traje y corbata diciéndoles a las personas que irán al infierno, literalmente todos vamos al infierno según este tipo.

Lauren me mira entretenida por mi asombro. Cuando desliza su mano en la mía, me sorprendo, pero no dudo en darle un gentil apretón. Me sorprendo de cómo su mano parece caber perfectamente en la mía, casi como si estuviera hecha para mí. Rápidamente me hala entre la multitud y caminamos hasta el alto edificio negro y

dorado con la dirección al frente. Una vez dentro, la atmosfera es silenciosa, todo lo opuesto al ajetreo y bullicio de afuera.

—Debería haber un directorio cerca del elevador —dice Lauren, soltando mi mano.

Desearía que no lo hubiese hecho, pero me recuerdo que soy un adulto y no un pequeño niño asustado. Llegamos al elevador y como era de esperarse, el nombre del

consultorio está en el directorio. Lo bueno es que está en el quinto piso. El viaje en el elevador es más rápido de lo que desearía.

—Todo estará bien, Chris —asegura nuevamente. Debo verme tan nervioso como me siento. Al menos somos los únicos en el elevador. Cuando las puertas se abren, nos encontramos con grandes letras talladas con el nombre del consultorio a la

vista. Pasamos por la puerta y nos dirigimos al escritorio de la recepcionista.

—Buenas tardes, bienvenidos a Nuevos Horizontes. —La recepcionista parece alegre y entusiasta, pero profesional.

—Hola. Tengo una cita con la doctora Clemons a las tres —digo, aclarándome la garganta.

—Excelente. ¿Su nombre por favor?

—Christopher Scott. —Estoy tamborileando los dedos en el escritorio

—Las citas con la doctora Clemons usualmente se hacen con meses de antelación. Realmente tienen suerte de conseguir el lugar de una cancelación —dice

con una brillante sonrisa, también sonrío.

Debieron haber contratado a esta chica por su voz, porque me siento un poco mejor. Lauren toca mi hombro y me sonríe antes de dirigirse a lo que parece el área de

espera. La recepcionista toma mi identificación y la tarjeta del seguro. Volteo a ver a Lauren y veo que está pasando las páginas de una revista. Está sentada con las piernas

cruzadas, pero una pierna se mueve de atrás hacia adelante. No soy el único que está nervioso.

—Muy bien, Christopher, hay un par de formularios. Los primeros son el estándar, acuerdo de confidencialidad, el formulario de la LPCSS (Ley de Portabilidad y Contabilidad de Seguros de Salud) y la autorización para enviarle el recibo a la

P

ágin

a15

2

aseguradora. Después que esos estén terminados, pasará a que se le haga una

evaluación inicial. Algunas de las preguntas puede que no sean aplicables a los motivos de su visita y puede sentirse libre de no contestarlas —explica, entregándome el iPad y

un lápiz óptico.

—Grandioso —digo un poco impresionado

—Se le alertará a la doctora Clemons una vez que todo haya sido completado y ella estará inmediatamente con usted. Si hay algo que necesite, por favor no dude en

llamar. Si se sentiría más cómodo en un ambiente privado tenemos un cuarto que está disponible —ofrece.

—No, estoy bien —digo agradecido y me dirijo hasta un asiento cerca de Lauren.

—¿IPad? —bromea.

—Elegante. —Me río, sintiéndome un poco más calmado. Me desplazo por los documentos y firmo. Todo comienza lo suficientemente sencillo hasta que llego al cuestionario de salud. Ahí es donde mi cabeza comienza a doler.

1 ¿Se marea con frecuencia?

2 ¿Tiene sentimientos de preocupación que quiere comunicar, pero tiene miedo de hacerlo?

8 ¿Sufre de ataques de pánico con frecuencia?

42. ¿Se siente aislado en reuniones sociales?

79. ¿Tiene adicciones (drogas, tabaco, comida, o sexo) que parece no poder dejar?

104. ¿Parece que escucha voces cuando no hay nadie más alrededor?

136. ¿Tiene incontrolables sentimientos que desea comunicar, pero tiene miedo de hacerlo?

Para cuando termino, espero ver brillando a través de la pantalla: Llegaron sus

resultados y usted está loco como una cabra. Suspiro y paso las manos por mi rostro.

—¿Fue tan malo? —pregunta Lauren con una sonrisa.

—Peor —bromeo. Luego de contestar todas esas preguntas, la doctora debería tener listo un completo plan para el tratamiento cuando me llame.

—¿Parecían relevantes las preguntas? —pregunta con curiosidad. Eso es la parte mala.

—Casi todas ellas. —Asiento antes de levantarme y devolverle el iPad a la secretaria.

—La doctora Clemons estará inmediatamente con usted —dice, tomándola de mis manos “Inmediatamente” se ha convertido en casi cuarenta minutos. No me había dado cuenta de lo hambriento que estaba hasta que mi estómago comienza a gruñir.

Dejé todos mis dulces en el auto.

—¿Quieres que vaya rápido y te compre algo? —pregunta Lauren, al escuchar el sonido monstruoso que acabo de hacer.

P

ágin

a15

3

—No. Con esperanza esto terminará pronto —digo, aunque el optimismo que tenía al principio de la visita se está desvaneciendo rápido.

—Señor Scott. La doctora Clemons lo verá ahora —me dice la recepcionista. Miro a Lauren, y ella me da una palmada en la pierna antes de que me levante. Una

vez de pie, veo que una puerta cerca de donde la recepcionista está abierta. De pie en la puerta veo a una mujer mayor con una larga trenza en su cabello, lleva puesto un

suéter blanco y una larga falda gris.

—¿Doctora Clemons? —pregunto para estar seguro

—Esa soy yo. —Luce cálida y agradable, como la recepcionista—. Gracias por tener paciencia. Me disculpo por la espera. Por aquí por favor —dice, indicando hacia

su oficina. Volteo para ver a Lauren quien tiene una amplia sonrisa en su rostro y me ha levantado los dos pulgares como si fuera mi turno al bate en un juego solo de

estrellas.

Cuando entramos a su oficina, mis nervios se tranquilizan un poco. La atmosfera en su oficina es diferente que en el área de espera. La sala de espera es moderna y fría,

pero su oficina parece cálida y amigable. Bueno tanto como lo puede ser una oficina. Las paredes son de color canela con sillas cafés, dos frente a su escritorio y a la derecha está el proverbial sofá que se ve en las películas. La pared detrás de su escritorio tiene

los obligatorios diplomas colgando, pero su oficina no da la sensación de ser pretenciosa o imponente, es cómoda y hogareña.

—Puede tomar asiento aquí —dice, indicando a una de las sillas frente a su escritorio. Supongo que no es hora de acostarme en el sofá y decirle qué tan jodido estoy—. ¿Está cómodo? ¿Le gustaría algo de beber? ¿Café? ¿Agua? —pregunta y mis

ojos se mueven al tazón de caramelos en su escritorio.

—Solo tomaré unos de estos —digo, tomando cuatro mini Snickers.

—¿Son adictivos no es así? —Se ríe mientras se coloca un par de lentes con marco cuadrado negro—. Bueno, me gustaría empezar diciendo que todo lo que me

diga en esta habitación será estrictamente confidencial. A menos, por supuesto que me pida hablar de ello con alguien por usted. También grabo todas las sesiones en caso

que necesite revisarlas después —dice.

—Entiendo —digo, metiendo las manos en los bolsillos de mi abrigo—. ¿Ha trabajado con muchos pacientes con mi condición? —pregunto, mirando la fotografía

de ella con dos niños.

—Sí. Estás en buenas manos —dice tranquilizadoramente—. En su cuestionario,

indicó que ha estado viendo a la doctora Lyce. Ella es muy reconocida, ¿hay alguna razón por la que decidió terminar su relación con ella?

—Conflicto de intereses. —Encojo los hombros—. Me gustaría comenzar de cero. No fui con ella por DDI así que me gustaría comenzar de la misma forma en la que usted lo haría con cualquier paciente nuevo. —Mis nervios están comenzando a

afectarme.

—Entiendo. Bueno, hay diferentes exámenes que me gustaría que completáramos —comienza.

P

ágin

a15

4

—¿Qué tipo de exámenes?

—Bueno el primero se llama Entrevista Clínica Estructurada para los Trastornos Dispositivos. SCID-D en corto. Son exámenes donde te hago una serie de preguntas, algunas de las cuales ya contestó en la Evaluación de Salud que hizo hoy. Después

haríamos la Escala de Experiencias Disociativas, o EED, lo que me ayudará a detectar si existe la posibilidad de que puedas tener otro desorden, el cual pudo haber sido mal

diagnosticado. También me da una idea del nivel de disociación que tiene.

—¿Vamos a hacer todo eso hoy? —pregunto, sintiéndome un poco sobrecogido.

—Podemos. Sin embargo, basados en el cuestionario, parece que nuestro tiempo puede ser mejor utilizado discutiendo algunas de las preocupaciones que tiene. Podría

hacer que le programen estos exámenes para la próxima semana.

—Sí, realmente no creo que exista alguna posibilidad que me hayan diagnosticado mal —digo sinceramente—. El motivo principal para estar aquí es… —

Me callo, intentando escoger mis palabras con cuidado.

—Y recuerde, Christopher, estoy aquí para ser su guía. No tengo agenda propia ni nociones preconcebidas. Estoy aquí para ayudarlo a poner las cosas en orden de la

manera más objetiva. Me gustaría que fuera capaz de hablar libremente y con sinceridad. —Se inclina hacia adelante sobre su escritorio, dándome toda su atención y una cálida sonrisa.

Asiento.

—¿Cómo se dio cuenta de su condición? —pregunta, sacando una libreta de cuero. Esto será divertido… respiro profundamente y le cuento que se apareció Lauren

en mi puerta y se desato el infierno. Al principio dudo un poco, pero mientras continúo, se siente mejor el sacarme todo del pecho y puedo hablar más libremente. Le digo de los recuerdos que tengo, de como a veces tengo pensamientos que no parecen

ser realmente míos y de mi ataque de pánico. Escucha atentamente haciendo contacto visual frecuentemente mientras escribe en su libreta.

—… Me siento perdido y confundido. Antes de que todo esto ocurriera creí saber lo que quería para mi vida. Sabía lo que quería hacer, con quien quería casarme, ahora ya no sé nada —murmuro.

—Tus sentimientos son completamente normales. Tu vida ha cambiado significativamente en un corto periodo de tiempo. Esos cambios serían estresantes para cualquiera. Te has vuelto consciente de que eres padre, te comprometiste y que

también te dieras cuenta de tu desorden… estoy sorprendida de que la presión que has

soportado no haya hecho que surja tu alter ego —dice la última parte impresionada—. Además del hecho de que Cal se haya comunicado contigo, los alter egos prefieren

permanecer escondidos —dice, aún escribiendo en su librera—. Dices que te daban dolores de cabeza en la época en que creías que tus cambios de personalidad eran

desmayos. ¿Y mencionaste que cuándo descubriste que tus padres estaban escondiéndote tu condición sentiste que te iba a dar uno? —pregunta, pero parece más

una aseveración.

—Sí —confirmo.

P

ágin

a15

5

—¿Sin embargo no hubo un espacio de tiempo perdido que recuerdes, o que perdieras la conciencia en ese momento?

—No.

—¿La última vez que cambiaste y que recuerdes fue el día antes de que Lauren llegara? —pregunta y asiento—. ¿Y los recuerdos comenzaron una vez que ella llegó?

Me refiero a Lauren —pregunta y asiento nuevamente

—¿Eso significa algo? —le pregunto, sintiéndome un poco ansioso

—¿Posiblemente? ¿Qué sientes por Lauren? —Eso fue un poco directo.

Realmente no estaba listo para esa pregunta.

—Umm. —Siento que comienzo a moverme en la silla.

—Recuerda, Chris, puedes hablar libremente aquí. No hay necesidad de sentirse nervioso. Nuestra sesión solo será de beneficio si eres completamente sincero —dice,

juntando las manos.

—Nunca me he sentido de esa manera. Es como si tuviéramos una conexión pero eso sería una locura porque no tengo mucho de tratarla. No la conozco como a

Jenna. Siento como si no debería sentirme de esta manera, y tengo miedo que los sentimientos no sean míos. —Se siente bien decirlo en voz alta

—Creo que una de las cosas más duras para los pacientes con disociación es darse cuenta que sus alter egos…

—El alter ego —interrumpo. Dios, que solo sea uno.

—El alter ego, es una parte de ti. Compartes los mismos sentimientos que él. Cal

fue creado por una razón. Mi trabajo será encontrar cuál es. Nuestra meta es integrar

esa porción de tu personalidad, la porción creada para ayudarte a lidiar con las cosas, de regreso al rebaño por así decirlo. —Su voz es tersa y calmante, pero la palabra “integrar” hace que se me erice la piel

—No quiero integrarme con él. Quiero que se marche —digo suavemente como si Lauren pudiera escucharme. Cuando las palabras dejan mi boca siento una ráfaga de alivio. Entonces, veo el rostro de Lauren en mi mente, y siento una gran cantidad de

culpa.

—Es normal que te sientas en disputa con tu alter ego. Sin embargo, él es una parte de ti. Solo puedo compararlo con que te cortes tu propio pie.

—Me consigo una prótesis.

Ella sonríe.

—Bueno, pareces llevarte bien con Lauren y tienes una niñita de la que te has encariñado, según dijiste. Él no puede ser tan malo —dice, y ruedo los ojos. Fue pura

suerte que no embarazara a alguna loca llena de enfermedades sexuales.

—Uno de mis conocidos que me conoció como Cal dijo que a él no le agradaría mi prometida. Si somos uno, como puede él odiar a alguien a quien yo amo— replico.

—Por lo que he escuchado Cal puede ser la parte de tu personalidad que es

inhibida, inédita, que hace y dice las cosas que tú no. Él es la personificación de las

P

ágin

a15

6

emociones que tú encierras. Si hay una parte de ti a la que no le gustan cosas de ella no

es inusual que esos sentimientos sean magnificados —dice, cerrando su libreta de cuero y sacando otra libreta. Miro el reloj en la oficina y veo que nuestra sesión ha

terminado.

Escribe en el papel, lo arranca y me lo entrega.

—¿Medicación? —pregunto

—No. No hay medicamentos hechos específicamente para DDI pero algunos tratan los síntomas que puede causar como la depresión, el insomnio y algunas veces

enfermedades físicas, pero aparte de tu ataque de pánico, parece que no sufres de nada que tenga que ver conmigo. Esto es solo un poco de tarea.

Tomo el pedazo de papel y lo leo.

Encuentra tres cosas que te agraden de Cal

¿Habla en serio?

—Es muy importante que reconozcas el hecho de que él es parte de ti y que

aceptes esa parte de ti. Él no es tu enemigo —dice, levantándose de su asiento. Él tampoco es exactamente mi amigo—. Tienes la ventaja. Tienes una fuente directa para llegar a él —dice mientras caminamos hacia la puerta. Esa es mi preocupación, no

quiero llegar a él ni contactarlo o entenderlo. Quiero que desaparezca. Quiero que se largue, como si nunca hubiera existido.

P

ágin

a15

7

hris dijo que todo salió bien en su sesión con la doctora, pero no puedo evitar notar que su humor ha cambiado. Antes estaba nervioso, pero ahora es casi como si estuviera irritado. No sé qué le dijo la doctora, pero

lo que haya sido, no le gustó mucho. Puedo ver que está intentando esconderlo, pero

por primera vez, está siendo muy transparente. Esta callado durante nuestro viaje de

regreso al auto. Quiero preguntarle qué sucedió y obtener más que un “todo salió bien”. Pagaría lo que fuera por saber qué sucedió ahí dentro y ya que no parece que él quiera profundizar, he decidido no seguirlo presionando.

Afuera es absolutamente hermoso, era muy cálido para ser un día de abril en Chicago y había mucha gente aprovechándolo. Comienzo a pensar en las veces en las que Cal y yo caminábamos por el centro a altas horas de la noche mientras todo estaba

tranquilo. Pero alejo ese recuerdo tan rápido como puedo. No puedo pensar en Cal. Intento mantener todos mis recuerdos de Cal bajo llave, porque el pensar en él me

consume. Es como una pendiente resbaladiza y una cosa lleva a la otra. Primero es algo que solíamos hacer juntos, poco después me encuentro pensando en la forma en

que solía sonreír, la manera en que se reía, en cómo se sentía cuando me abrazaba. Y, cuando pienso en cómo se sentía estar entre sus brazos, comienzo a pensar en cómo se sentían otras caricias y mi cuerpo se enciende con su recuerdo. Algunas veces logro

pasar esos instantes durmiendo y me despierto sintiéndome ligeramente satisfecha. Otras veces, necesito una ducha fría. Ahora me encuentro caminando al lado de Chris

y ninguna de esas dos opciones está disponible.

Desearía que Chris dijera algo. Cuando estamos juntos en silencio y las cosas se comienzan a sentir incomodas entre nosotros, ahí es cuando más pienso en Cal.

Él no dice nada, pero me doy cuenta que hay un millón de pensamientos cruzando por su cabeza. Aun así está observando todo a su alrededor. El ruido, las luces, la energía de la ciudad, ellos hacen que me sienta viva. No estoy segura que

tengan el mismo efecto en Chris. Está atento, pero no estoy segura que esto lo entusiasme.

Cuando volvemos al auto, comienzo a preguntarle si quiere conducir. Tengo que admitir que su forma de manejar me asustó un poco una vez que llegamos al centro de la ciudad. Es ridículamente aparente que no está acostumbrado a conducir en un área tan congestionada, pero ni siquiera dudo en regresar al asiento del conductor.

—Tengo otra cita con la doctora Clemons la próxima semana —dice antes de encender el auto.

C

P

ágin

a15

8

—Eso es bueno. ¿Te sientes cómodo con ella? —pregunto, agradecida de que finalmente esté siendo abierto sobre su consulta.

—Para ser una extraña, eso creo. —Se ríe con la mirada en su regazo—. Quiere hacer unas pruebas en nuestra próxima cita —continúa.

—¿Qué tipo de pruebas?

—Una es para confirmar que en realidad tengo DDI. ¿Quién lo hubiera imaginado, cierto? —Sonríe y no puedo evitar reírme de eso—. La otra es para probar el nivel de disociación. Creo —continúa. Por eso es por lo que me debió haber pedido

que entrara y hablara con ella. Después de escucharme no habría necesidad alguna de esos exámenes. Puedo atestiguar que el nivel de él es bastante alto. Suspira—. Me dejo

algo de tarea —dice sarcásticamente, sacando un pedazo de papel de su bolsillo. Le da un vistazo y después me lo da. Lo desdoblo y tengo que morderme la mejilla por

dentro para que mi sonrisa no se extienda por todo mi rostro. Así que por esto es por lo que anda enojado.

—No es tan malo —digo y frunce el ceño. Bueno claro que es malo. No quiere

que le agrade Cal.

—Quiere que conecte con él. —Otra vez con el sarcasmo. Supongo que es mejor que al caso haga un puchero.

—¿Es eso algo tan malo?

Me mira, completamente perplejo. Es gracioso que Chris nunca haya dicho cómo se siente respecto a Cal. Digo, sé que no está feliz al respecto, pero nunca me dio la

impresión de tener el mismo desdén hacia Cal que tiene su padre. De alguna manera pensé que había aceptado el hecho de que Cal es él mismo, pero por la manera en la que

está actuando ahora, tal vez no piensa de Cal como sí mismo.

—Nope. Es grandioso —dice aún más sarcásticamente que antes. Siento que me estoy poniendo a la defensiva y realmente estoy intentando no hacerlo. Ambos nos

sentamos en silencio entre la incomodidad que llena el auto.

—Bueno, ¿vas a hacerlo? —pregunto intentando con mucho esfuerzo restringir mi irritación.

—Más bien tengo qué. —Suena amargo. En este momento me doy cuenta de cuánto filtro cuando se trata de Chris.

Lo he estado haciendo desde que lo conocí

Luego de nuestra desastrosa introducción he estado intentando mantener

encerrados mis ataques emocionales. Pero, en la realidad, mi lengua se ha vuelto muy

cortante cuando me molesto. Gracias a Cal usualmente digo cosas sin pensarlas. Intento ser la Lauren pre-Cal. Quería que viera que no era una psicótica. Tal vez en el

fondo de mi cabeza quería, quería mostrarle lo que imaginé que él quería que fuera. No he mentido respecto a quién soy pero ciertamente no me ha visto en toda mi gloria

lo cual es para reírse considerando que su prometida es una completa… ni siquiera me acercaré ahí pero lo que acaba de decir toca un punto dentro de mí que hace que la tensa cuerda que he estado evitando deje salir a la vieja Lauren, la Lauren de Cal, se

suelte un poco. No sé si es la ciudad, o el hecho que tengo hambre y estoy cansada de

P

ágin

a15

9

estar sentada en la sala de espera por tres horas o el hecho de que lo que acaba de decir

no va con el carácter del hombre que solía conocer pero los guantes de seda se van.

—No tienes que hacer nada Chris. —La franqueza con la que hablo lo toma desprevenido—. En la vida siempre se tienen opciones. No tienes que hacer eso si no

quieres. Podrías hacer bola el papel y tirarlo por la ventana en este momento. Podrías regresar y decirle que no vas a hacer lo que te dijo; podrías largarte de aquí y nunca

mirar atrás —digo mirándolo directamente a los ojos. Espero que me dé algún tipo de respuesta pero no lo hace, solo encoje los hombros y se ríe. Ahora ya me encabroné.

—¿Quieres algo de comer antes de que lleguemos a la carretera o esperamos hasta llegar a casa? —pregunta mientras un suave bostezo escapa de su boca. En el instante siguiente descansa la cabeza sobre sus brazos mientras ellos cubren el volante. Sus adormilados ojos miran hacia abajo y una sonrisa se extiende sobre su rostro; y, así

de simple, mi enojo desaparece. Él no quiere discutir, pelear o enojarme, solo quiere paz y siento una cálida calma extendiéndose por mi cuerpo.

—Puedo esperar —digo. Es gracioso lo ridícula que puedo ser. Realmente estaba enojada por nada—. Pero luces cansado. ¿Estás seguro que estas en condiciones para conducir sin haber descansado? —le pregunto

—Estoy bien —dice bostezando nuevamente y esta vez me río en voz alta.

—Tengo una idea y no estás obligado a aceptar si no quieres —comienzo quitándole culpa alguna. Me mira aprensivo, pero sé que le he despertado la curiosidad—. Nuestra… mi casa está a menos de quince minutos —continúo. Su

rostro permanece imperturbable y tomo eso como una buena señal—. Podríamos pedir comida y dormir un par de horas antes de volver a la carretera —termino dándole mi

más inocente sonrisa—. Puede que incluso seas capaz de hacer tu tarea en un día —digo dándole un pequeño codazo.

—¿Por qué no? —dice simplemente. Eso fue más fácil de lo que pensé que sería.

Algunas veces sí que me sorprende.

P

ágin

a16

0

Chris

Solo he estado en Chicago una vez, cuando estuve en secundaria para un viaje

de la clase de ciencias antes de que todo esto ocurriera, al menos que recuerde. Así que

fue un poco inquietante el haber podido conducir hasta la casa de Lauren sin que me dijera cómo llegar. Quería pensar que solo era una casualidad, pero sinceramente era

más bien como si me encontrara en piloto automático. La visita con la doctora realmente me dejó exhausto, y solo conduje sin pensar.

Lauren me dijo que me detuviera en el edificio número 304. Sigo sus instrucciones, y cuando lo miro, quedo asombrado. Tiene por lo menos treinta pisos, y parece más un hotel caro que un edificio de apartamentos.

—¿Es este? —Estoy seguro que notó mi aprensión, asiente y me da una hermosa sonrisa—. ¿Dónde estaciono? —pregunto. Pero antes de que pueda responder ya hay un tipo de traje cerca de la puerta.

—Él lo estacionará —dice y me hace señas para que baje la ventana—. Hola

James, podrías estacionarlo por favor —dice.

—Por supuesto señora Scott. Buenas tardes señor —dice abriéndome la puerta

—¿Cómo está? —Realmente no estoy seguro de cómo actuar.

—Maravillosamente, ¿y usted? —dice.

—Grandioso —contesto mirando a Lauren con incredulidad.

—Puedes salir, está en buenas manos. —El tono de Lauren es juguetón y noto

que el hombre le devuelve la sonrisa. Siento que me han excluido del chiste.

—¿Necesita ayuda para subir? —pregunta.

—Yo me encargo —le digo a James mientras salgo del auto.

—Que tengas una grandiosa noche James —dice mientras nos dirigimos a la entrada del edificio.

—¿Y las llaves? —pregunto

—Él las subirá. —A ella le divierte lo inseguro que estoy. La sigo dentro del edificio y nos dirigimos al elevador. Este no puede ser un edificio de apartamentos.

Siento como si debería pagar para poder entrar.

—Es bonito —susurro sintiéndome como si estuviera en un museo.

—Tienes buen gusto. —Y me guiña el ojo mientras las puertas del elevador se cierran.

—¿Yo escogí este lugar? —No puedo creer que escogiera un lugar como este. Cuando presiona el botón para el piso treinta respiro hondo. Creo que me voy a

enfermar.

P

ágin

a16

1

—Ya habías estado viviendo aquí unos cuantos meses antes de conocernos. —Me sonríe. Es un poco raro que se refiere a mí en lugar de Cal. Mientras el ascensor sube, coloco una de mis manos en la pared y respiro hondo unas cuantas veces más—.

¿Estás bien? —pregunta nerviosa y asiento.

—Sí, es solo que realmente no me gustan los lugares altos —digo tragándome las ganas de vomitar que tiene mi estómago. Sus ojos se ensanchan por la sorpresa.

—Se me olvidó que le temes a las alturas —dice escondiendo una risa

—No diría necesariamente miedo, más bien las odio —digo riéndome. Pero si subimos más voy a vomitar.

—Bueno, entonces puede que necesite conseguir cortinas o algo así —dice saliendo del ascensor una vez que se detiene.

—¿Por qué?

—Ya verás —dice con una ligera risita. Cuando abre la puerta del apartamento mi mandíbula golpea el piso en el momento que enciende la luz—. Aquí es —dice cerrando la puerta.

Me está observando en espera de una respuesta. Si antes no me sentí como si entrase en la vida de alguien más, definitivamente ahora sí. Todo en este lugar grita costoso. Para comenzar es enorme e incluso yo sé que en la ciudad el tamaño quiere

decir dinero. Hay un televisor de setenta pulgadas, y muebles de cuero que parecen importados, una cocina donde todo es de acero inoxidable y moderno. Luce como un

estudio o como un apartamento de soltero excepto por el corralito y los juguetes esparcidos alrededor…

—¡Estoy molesta! ¡Solo déjame en paz Cal! —dice Lauren soltándose pero la vuelvo a sujetar y la empujo contra la ventana con nuestros cuerpos presionados.

—No creo que eso sea lo que quieres —digo mientras mis manos se meten debajo de su

vestido y mis dedos se deslizan dentro de ella. La oigo gemir cuando lo hago—. Ahora sé que eso no es lo que quieres —le susurro. Ella baja su mano para intentar quitar la mía pero simplemente

la aparto con la otra mano y entro aún más profundo en ella. Después de un minuto cede abriendo más sus piernas.

—No te he visto en dos semanas. ¡Me enfermas! No voy a follar contigo esta noche —dice amargamente entre suaves gemidos.

—Ese no es un problema. Porque yo a ti sí.

—¿Qué piensas? —Su voz me saca de… no sé cómo llamarlo, un trance, fantasía o, ¡mierda! La miro intentando mantener mi expresión calmada y como que no me ha afectado lo que acabo de ver. Miro hacia la ventana en el mismo punto contra el que la sostuve. Ha pasado un tiempo desde la última vez que vi cosas de esta

manera. Últimamente cuando veo las cosas, es como si fueran recuerdos de segunda mano, esta vez era como si estuviera ahí… haciendo esas cosas.

—¿Podrías traerme un vaso de agua o de algo más? —pido con voz temblorosa. Solo me mira con curiosidad por un minuto pero después asiente.

P

ágin

a16

2

—Claro —dice mientras se dirige a la cocina. Intento olvidarme de lo que acabo de ver, de lo cálida que era su piel, lo bien que olía y lo bien que se sentía.

—Gatitos, abuela, Bob esponja, ratas, matemática —murmuro intentando pensar en todas las cosas en las que puedo que me quitan las ganas. Cuando levanto la

mirada la veo dirigiéndose hacia el lugar donde me encuentro de pie junto a la ventana, el lugar contra el cual la acabo de ver inmovilizada. Me muevo hacia el sofá.

Parece que la tomé un poco desprevenida porque se detiene a medio camino.

—¿Estás bien? —pregunta un poco nerviosa.

—Estoy bien —digo juntando las manos. Ella sonríe forzadamente y me entrega el vaso de agua. Me lo bebo en tiempo record.

—¿Esto debe ser extraño, verdad? —pregunta, su voz es ligera pero un poco

inestable. No tiene idea, pero por otro lado puede que si la tenga.

—Un poco —contesto agarrando con más fuerza el vaso en mi mano.

—Supongo que tengo que mostrarte el lugar. —Sonríe y se quita un mechón de cabello de su rostro.

—Grandioso —digo.

—Bueno esto se explica por sí mismo —dice indicando la sala y la cocina—. Hay un baño justo ahí —dice apuntando a lo que pensé que era un armario en la esquina lejana. Sube por las escaleras y la sigo. Ahora su trasero está al nivel de mis

ojos e intento no mirarlo fijamente. Mientras sigo cada uno de sus movimientos me encuentro luchando contra las ganas de agarrarlo.

¿Qué demonios me pasa?

Gracias a Dios terminamos de subir las escaleras así que ya no estoy justo detrás de ella. Caminamos por el pasillo a la derecha y abre la puerta.

—La habitación de Caylen —dice. Se hace a un lado para que pueda entrar. Lo hago pero solo un poco. Es rosado. Hay una silla mecedora, un estante lleno de libros

para niños y hay estrellas brillando en las paredes y en el techo.

—Lindo. —Río y ella sonríe. La próxima parada es un pequeño baño y después se detiene frente a dos puertas. Duda, y deja salir un suspiro para después abrir las

puertas.

—Esta es mi habitación —dice suavemente. Se coloca a un lado para que entre. Es realmente grande, más grande que el mío. Hay ventanas que van desde el piso hasta

el techo cubriendo todo el lado izquierdo y también hay una puerta que da a un patio. En el centro de la habitación hay una cama gigante. Reconozco el ventilador del techo por ese… sueño o tal vez no era tanto un sueño. En el lado derecho de la habitación se

encuentran puertas dobles que imagino que es donde está el armario y otra puerta que presumo es el baño.

—Este es realmente un lindo lugar —admito metiendo las manos en mis bolsillos.

P

ágin

a16

3

—Sí, gracias. —Medio se ríe y menea la cabeza—. Tú escogiste todo en este apartamento, bueno, casi… incluyéndome. —Ríe pero después su expresión se rompe—. Ese fue un mal chiste, un chiste realmente malo —dice cubriéndose el rostro.

—No, no fue tan malo, tal vez solo deberías trabajar un poco en el momento —bromeo tocando sus manos y moviéndolas para que no cubran su rostro.

Nunca vuelvas a esconder ese hermoso rostro de mí.

El momento es breve pero la vi, sentada a una mesa en una cena con sus manos sobre su rostro igual que como las tenía en este momento, pero él era el que le removía

las manos.

—¿Vas a soltarme? —susurra, y me pregunto cuánto tiempo he estado sosteniendo sus manos

—Lo siento —digo sintiéndome como un idiota alejándome de ella.

—¿Qué acaba de suceder, Chris? —pregunta aprensivamente.

—Nada, yo solo… —Me trabo con las palabras y obviamente no me cree. Solo suspira un poco.

—¿Pido algo para que comamos? ¿Está bien comida china? —pregunta moviéndose del espacio que compartíamos hacia la puerta.

—Sí, eso sería grandioso. —Antes de que siquiera pueda terminar la oración ya se encuentra bajando las escaleras.

Ugh, eso no fue extraño en absoluto

Se suponía que este viaje iba a ayudarme a encontrar algo que me agradara de

él y hasta el momento está teniendo el efecto contrario, sé que es él quien está haciendo esto, arruinándolo todo al darme porciones y pedazos de sus recuerdos en el momento más inoportuno posible.

No es necesario que yo intervenga. Tú solo estas arruinando todo esto.

¡Ahí está de nuevo! Cierro la puerta detrás de mí y camino hasta el innecesariamente largo espejo y lo miro fijamente.

—¡Eres un idiota! —le digo—. ¡Y no puedo esperar a deshacerme de ti!

Vaya vocabulario Chris. Lamento decírtelo, pero el espejo no te va a contestar. Nosotros

no sufrimos de alucinaciones.

—¡Lárgate! ¡En este instante! —Mi ira me sobrepasa.

Pero si aún no nos hemos divertido.

—¿Esto es divertido para ti? ¿Hacer que hable solo, volverme loco, y destruir la vida de Lauren es diversión para ti?

—¿Chris con quién estás hablando? —dice Lauren levantando un poco su voz. ¿Cuánto escuchó?

Realmente me estoy volviendo loco

—Con mis padres —digo sacando el teléfono de mi bolsillo—. Les estaba informando que estamos tomando un descanso antes de volver —digo rápidamente.

P

ágin

a16

4

Me mira escéptica pero unos segundos más tarde su expresión de preocupación desaparece. Me dice que la comida estará aquí en media hora, pero antes de irse me pregunta si quiero que cierre la puerta. Ella cree que estoy loco. Le digo que bajaré en

un minuto, luego me doy la vuelta hacia el baño. Solo me mira y se va. Sabe que estoy loco.

Gran idea el venir aquí.

P

ágin

a16

5

lgo le pasa. No sé qué es, pero parece nervioso y un poco tímido. Me dirigía a la habitación a preguntarle qué tipo de comida china quería que pidiera para él y lo escuché hablando o mejor dicho discutiendo.

No escuché exactamente lo que estaba ocurriendo pero lo que fuera, estaba furioso.

Nunca antes lo he escuchado tan enojado. Dijo que estaba hablando con sus padres

pero no veo como podría haber sido eso a menos de que terminara de colgar al momento que entré a la habitación.

Me pregunto si fue una buena idea venir aquí, traerlo aquí y dejar que vea

nuestra vida. Acaba de ver a su doctora, tal vez esto fue demasiado, demasiado pronto, pero se veía tan cansado en el auto. Ahora no se ve cansado sino molesto, tal vez incluso un poco paranoico. Aunque su apetito es normal porque se comió dos platos

de comida china, pero ha estado tan callado que no sé qué pensar. Ni bromas, ni chistes, ni pequeñas historias, parece como si estuviera pensando profundamente y eso

está haciendo que la tensión en el aire sea pesada.

—¿Te gusta la comida? —le pregunto, pese a que la ha estado devorando. Quiero que diga algo, quiero romper el ensimismamiento en el que se encuentra. Es

casi como si hubiera vuelto a ser el hombre que apareció en mi cuarto de hotel luego de que exploté frente a su porche. Definitivamente no quiero que regresemos a esa

época.

—Está realmente buena. Estoy lleno —dice tragándose el último bocado con un vaso de soda de naranja.

—Me alegra que te gustara —digo empezando a limpiar la mesa.

—No necesito una siesta si quieres salir en unos minutos —dice levantándose y estirándose. Lo miro sorprendida mientras tiro los contenedores de la comida. Usualmente cuando la gente come tanto como él lo hizo, duerme un buen rato. ¿Y él

está listo para conducir? Una vez que me he dado toda la vuelta tengo que admitir que

se ve alerta, la expresión ansiosa y preocupada se ha ido de su rostro. Tal vez el estar aquí es lo que lo pone incómodo. Intento hacer como que eso no me molesta. Cal y yo

tuvimos muchas peleas y pasamos tiempos difíciles en esta casa pero también muchos buenos momentos. Que el estar aquí ponga a Chris tan consternado, no es buena señal

y me pregunto si podrá encontrar algo bueno sobre Cal.

—¿Qué hiciste con sus cosas? —pregunta mientras se pone a mi lado para botar su plato. Desearía que no se colocara tan cerca de mí. De hecho desearía que lo hiciera

aún más cerca, pero estoy intentando ignorar el hecho de que cada vez que está cerca de mí, mi cuerpo cobra vida. Cada terminal nerviosa despierta y ruega por ser tocada.

A

P

ágin

a16

6

Estoy aprendiendo a ignorarlas, cada día se vuelve un poco más fácil. Pero hoy es un

poco más difícil. Especialmente cuando está tan cerca mirándome en el mismísimo cuarto donde hizo tantas cosas que mi cuerpo recuerda y extraña.

¡Détente Lauren!

—¿Qué dijiste? —pregunto. Estaba tan metida en mis pensamientos que no puedo recordar lo que me acaba de preguntar.

—Sus cosas, cuando estuve explorando arriba, no entré en tu armario o nada por el estilo, pero parece como si solo tú y Caylen vivieran aquí. ¿Aún tienes sus cosas?

—pregunta metiéndose las manos en los bolsillos. Oh eso es lo que estaba diciendo.

—Están en la bodega —digo alejándome un poco de él, la distancia es algo bueno entre Chris y yo. Cuando me acerco mucho parece como si su energía me

hiciera querer hacer cosas locas como tomar su rostro entre mis manos, besar sus labios y sentir todo ese cuerpo que tanto he extrañado.

—¿Puedo verlas? —pregunta, interrumpiendo la línea de pensamiento que no

debería seguir, porque termino sonrojada y sin aliento—. Podría ayudar con la tarea —contesta obviamente notando la sorpresa en mi rostro.

—Claro. No sé por qué no pensé en preguntarte. —Admito con una risa

nerviosa. Me da una sonrisa que hace que me derrita. Chris tiene una manera de hacerme sentir como si todo estuviera bien con un simple gesto. Tomo mis llaves, una navaja snap-off y más cinta adhesiva de una gaveta de la cocina antes de dirigirme a la

puerta. Me sigue fuera del apartamento. Cuando estamos en el ascensor y la puerta se cierra lo veo tragar saliva y cerrar los ojos.

Marco el piso quince y después el nivel del sótano. Si va directo hasta abajo no estoy segura que no vaya a vomitar.

—¿Estás bien? —Le doy un vistazo mientras intento cubrir una sonrisa

—Síp —dice forzadamente con las manos agarradas. Lo bueno para Chris es que el viaje es rápido, las puertas se abren ante un pasillo que lleva al área de nuestra

bodega—. Este es un muy bonito sótano —comenta Chris mientras me sigue, no se salta ningún detalle. Dije lo mismo cuando lo vi. Luce más como el espacio de una

oficina tipo galería que el área de una bodega pero creo que este no es un ordinario edificio de apartamentos.

Cuando llegamos a la puerta del espacio que nos corresponde dejo salir un suspiro. La última vez que estuve aquí fue cuando estaba guardando las cosas de Cal.

Nunca me imaginé que cuando volviera a recogerlas sería de esta manera.

—Sería más fácil si te quedaras, pero si no quieres lo entiendo. —Sus ojos son

compasivos y su voz es cálida. Me planto la sonrisa que tanto he practicado, no la he usado en un tiempo, espero que aún sea efectiva.

—No, está bien, hay demasiadas cosas —digo con una risa mientras abro la

puerta. Al menos hay como veinte cajas aquí.

—Vaya —dice cuando entra. Envuelvo los brazos a mi alrededor

P

ágin

a16

7

—Por allá está la ropa que usaba para ir al trabajo, sus zapatos, y su ropa interior. —Me volteo hacia la otra pared—. Esas son sus vestimentas más casuales, probablemente te sentirías más cómodo en ellas —digo. Comencé a referirme a él y a

Cal como la misma persona cuando llegamos aquí, es lo que he estado queriendo hacer por tanto tiempo, pero como comenzó a actuar raro, pensé que podía ser mejor si

dejara de hacerlo.

—Estas son muchas cosas —dice colocándose las manos en la cabeza y dejando salir un sobrecogedor suspiro.

—Le gustaba tener muchas cosas. —Me río asintiendo.

—¿Podemos comenzar aquí? —pregunta apuntando hacia las cajas con cosas que no creo que sean de su gusto en absoluto.

—Claro —digo encogiendo los hombros.

Él comienza a bajar cajas de las partes más altas. Abriendo la primera caja revela la variedad de camisetas de botones de Cal, las cuales valen más de doscientos

dólares cada una. Veo que su ceño se frunce mientras pasa por una variedad sin fin de ellas. Abre otra caja revelando sus chaquetas, y chalecos. La caja número tres está

llena de corbatas sin fin

—¿Qué piensas? —pregunto suavemente observándolo mientras las revisa una a una.

Me mira como si hubiera olvidado que estaba ahí. Menea la cabeza. Mientras se levanta suspira.

—Nada de esto es realmente como yo. —Encoje los hombros. Después toma una caja más pequeña que estaba metida dentro de otra más grande que ya había

sacado. Ya sé lo que contiene, los relojes de Cal. Cuando Chris abre la caja sus ojos se ensanchan. Toma uno y lo mira para después voltear a verme—. Rolex, Cartier. Por lo menos hay como veinte —dice incrédulamente.

—Le gustaban los relojes. —Encojo los hombros y me río.

Chris no encuentra esto gracioso.

—Hay suficiente dinero en esta caja como para comprarle a alguien un auto —dice con desdén—. Supongo que solo come caviar y caracoles —bromea y me siento

un poco ofendida.

—Umm, no —digo cruzando los brazos

—Solo es un poco fantoche. —Se ríe rascándose la cabeza y siento como suben mis defensas.

—A él le gustaban las cosas buenas pero está lejos de ser un esnob si a eso es a lo que te refieres.

—Es difícil saberlo al ver estas cajas. Pensé que me reconocería en alguna parte de esto. Hasta ahora no veo nada que sea acorde conmigo. Este edificio, su ropa, todas

estas cosas no van conmigo —dice mirándome mientras saca otra caja de una pila de ellas. Sus palabras golpean un nervio y siento como me muerdo el labio. Comienzo a

pensar que si su gusto es tan diferente del de Cal probablemente yo tampoco voy “con

P

ágin

a16

8

él”—. La escuela hace una colecta de ropa cada año5. El vender estas cosas podría

generar mucho dinero para la recaudación de fondos —dice y escucho como se me traba la respiración

—¿Quieres venderlo, todo? —pregunto abruptamente. Su mirada se encuentra con la mía.

—Digo, si estás de acuerdo. Es solo que creo que la mayoría de estas cosas son innecesarias, definitivamente no es mi estilo. —Me trago el nudo en la garganta

Él quiere venderlo.

Todo.

Mi rostro se pone caliente y mi corazón se acelera. Al diablo con la tarea y la visita a la doctora. Pensé que esto sería un progreso. Que el hecho que él viera a su

doctora y viniera aquí de alguna manera lo conectaría con Cal, que esas cosas le

ayudarían a no odiar esa parte de sí. Pero después de todo lo que ha pasado estoy comenzando a pensar que no vino aquí para conectar con Cal. Vino aquí para barrerlo

debajo de la alfombra, y atar los cabos sueltos. La próxima vez que venga probablemente venderá esta casa y cerrará las cuentas.

—Voy a regresar arriba —digo tan calmada como puedo

—¿Lauren, no estás molesta o sí? —pregunta bajando la caja y fijando sus ojos en los míos. Claro que estoy molesta pero no lo puedo decir.

Alejo la mirada y arreglo la sonrisa falsa.

—No estoy molesta, son tus cosas. Puedes hacer lo que quieras con ellas —digo, intentando neutralizar la amargura en mi voz mientras me muevo hacia la

salida—. Piso treinta, suite B —le digo antes de salir de la bodega. Mientras me dirijo al ascensor, una sola lágrima cae. No sé por qué estoy tan alterada. Son sus cosas las

que quiere vender. Lo que está haciendo no está mal. Ni siquiera son mis cosas, y si lo quiere usar para la beneficencia, por amor de Dios, está bien.

Aun así se siente como una daga en mi corazón. Solo otro gran recordatorio que él no es Cal, él es Chris y Chris odia a Cal.

—Oye, espera, Lauren —me llama. Me detengo pero no puedo voltear a verlo—. Lo siento —dice. Puedo oír la sinceridad en su voz—. Realmente aprecio que

vinieras conmigo. No solo aquí, sino también a Chicago y a ver a la doctora. Sé que nada de esto es fácil para ti —dice y lo siento colocarse cerca de mi espalda. Cierro los

ojos y deseo que sus brazos me envuelvan, que me hale hacia él y me diga que todo estará bien, pero sé que no sucederá.

Mientras entro al ascensor me doy la vuelta para verlo.

—Lo sé, Chris —digo respirando profundamente. Cuando las puertas se cierran

dejo caer otra lágrima.

***

5En Estados Unidos se organizan para recoger ropa y juguetes los cuales venden a organizaciones que

les pagan según el peso total de la colecta.

P

ágin

a16

9

Cuando entra me encuentro sentada en el sofá mirando la televisión en un canal que puse al azar y al que no le estoy prestando atención. Solo está para distraerme. Él estuvo allá abajo como por veinte minutos más después de que me fui, probablemente

organizando de qué se va a deshacer primero.

Lo lamenta, lo cual es grandioso pero no ayuda. De hecho el que lo lamente lo hace peor. Casi no hay nada peor en el mundo que alguien que me tenga lástima. No

quiero su lástima. Eso significa que cree que la necesito, que mi situación es completamente una causa perdida. Ugh, tal vez lo sea, y si alguien sabría eso, es Chris.

—Hablé con tu madre y le dije que llegaríamos después de lo que habíamos pensado —le digo cuando entra a la habitación.

—¿Caylen está bien? —pregunta y asiento.

—Tu madre dijo que se acababa de dormir. —Siento moverse el sofá con su peso cuando se sienta a mi lado. No lo miro. No puedo, algunas veces es mejor que no

lo haga.

—Eso es bueno —contesta, quiero preguntarle si preguntó por ella cuando supuestamente estaba hablando con sus padres pero no lo hago.

Ambos nos sentamos en silencio y después de un minuto él se levanta del sofá. Camina hasta nuestra mesa consola y toma una de las fotografías y la examina. Regreso mi atención a Hermanos a la obra, aun cuando he visto este episodio cientos de

veces.

—He visto esta fotografía antes —dice y se vuelve a sentar a mi lado. Volteo a ver a la fotografía de Caylen de cuando apenas tenía unos cuantos meses de edad.

—¿Dónde la viste? —pregunto curiosa. Él no dice nada por unos cuantos segundos mientras la mira fijamente.

—No lo sé —murmura mientras la sigue viendo como si fuera un rompecabezas. Luego de unos cuantos instantes me volteo hacia él.

—Cal volvió la noche del cumpleaños de Caylen —le digo suavemente. Recuerdo la noche cuando escuché su voz y como puso de cabeza el pequeño mundo que había creado—. Tal vez la viste entonces —sugiero viendo el esfuerzo que está

poniendo al ver esa fotografía.

—La última vez que perdí la conciencia —dice meneando la cabeza—. ¿No te habló? —pregunta, la confusión es evidente en su rostro. Solo niego.

—No, no habló conmigo. Lo escuché hablar con Caylen por medio del monitor de bebés. Le dio un brazalete. Tal vez lo viste cuando estuviste aquí —sugiero nuevamente. Él niega.

—No, si la hubiera visto entonces recordaría todo esto. Mis recuerdos son muy vividos —dice. Esa es una sorpresa para mí ya que había dicho que solo veía porciones y pedazos de las cosas.

—Pero creí q… —Estoy a punto de preguntar cuando chasquea sus dedos y en su rostro se muestra que ya recordó.

P

ágin

a17

0

—La oficina de mi doctora —dice animadamente. Lo veo extrañada

—¿Tu doctora tiene una foto de Caylen en su oficina? —pregunto escépticamente.

—No la que vi hoy. La doctora Lyce. No la he visto en un largo tiempo, dejé de ir porque… bueno es una larga historia pero ahí fue donde vi esto —dice

entusiasmado. Supongo que un misterio que pueda resolverse se siente bien cuando la vida se siente tan fuera de control.

Pero eso no tiene sentido. Los Scott dijeron que no sabían sobre Caylen, a menos que estuvieran mintiendo.

—Eso no puede ser, Chris. Tus padres dijeron que no sabían sobre Caylen. Ellos sabían de mí, pero no de Caylen —digo meneando la cabeza

Si mintieron al respecto y todo el tiempo supieron de Caylen nunca los perdonaré. Él me mira dándose cuenta de lo mismo. Su sonrisa desaparece completamente de su rostro y se sienta un poco más atrás en el sofá.

—¿Estás seguro que es esta fotografía y no la de otra niña? —le pregunto sintiendo un nudo comenzando a formarse en mi estómago. Espero por Dios que esté equivocado. Realmente me he encariñado con la señora Scott, pero si ella sabía de la

existencia de Caylen y mantuvo a Chris alejado de ella y mintió al respecto, no habrá vuelta atrás. Realmente no puedo imaginarla logrando mantenerse lejos de Caylen.

Pero qué otra explicación puede haber del como una de sus doctores puede tener esa fotografía.

—Sé que ésta es la que vi —dice bajando la fotografía y colocando la cabeza

entre sus manos—. ¿Cómo pudieron hacer eso? Como pudieron mentir sobre algo así —dice con la ira penetrando su voz.

—Si tenía la fotografía tuvo que haber llegado de algún lado. No se las di. Las únicas personas que la tenían eran Raven, Hillary, Ángela, Helen, Michael —digo en

voz alta.

—¿Quién es Michael? —pregunta volteando su cabeza rápidamente hacia mí.

—Solo un amigo —digo rápidamente—. Supongo que Helen se la pudo haber

dado a Dexter y él se la dio a tu doctora sin que tus padres se enteraran —digo intentando resolver esto.

—Helen es el primer nombre de la doctora Lyce —dice Chris, y frunzo el ceño

—¿Qué?

—La doctora Lyce. Su primer nombre es Helen creo.

¿Me estás jodiendo? No. De ninguna manera.

Me levanto de golpe del sofá y saco mi iPad de la cartera.

—¿Lauren, qué pasa? —Chris sigue haciéndome preguntas, pero mis manos están temblando, estoy tan tensa. Rápidamente abro el álbum y me desplazo por él hasta encontrar una fotografía de Helen y se la muestro—. Sí, esa es la doctora Lyce —

dice vacilantemente y tiro con fuerza el iPad en el sofá.

P

ágin

a17

1

—¡Increíble! ¡Malditamente increíble! —Estoy caminando de un lado al otro en el piso. HELEN era su doctora, mi amiga Helen. Helen quien estuvo frente a mí cuando me enteré de él y pretendió no tener idea de lo que estaba sucediendo. Cubro

mi rostro con las manos. Me siento enferma, la sensación de traición me recorre el cuerpo. Todo este tiempo pensé que tenía una aliada, que ella estaba en la oscuridad

tanto como yo.

Helen nunca ha estado en la oscuridad como yo. ¿Cómo me pudo hacer eso y a

Caylen? Siento lágrimas de ira forzando su salida de mis ojos. Chris se para frente a mí

perplejo.

—¡Ella era mi amiga! —digo enojada. Estoy enojada conmigo misma por ser tan estúpida—. Ella lo supo todo el tiempo. ¿Ella era tu maldita doctora?

Siento que me pongo cada vez más y más enojada. Pienso al respecto.

Recuerdo cuando Cal me dijo lo manipuladora que era y como no se debía confiar en ella. Él es un imbécil y ella es una puta mentirosa. Recuerdo nuestra primera conversación; probablemente estaba analizándome, viendo si psicológicamente podía

manejar toda la mierda por la que me harían pasar. Recuerdo cuando me estaba halando los pelos de la cabeza después de que Cal se fue, pagándoles a detectives miles

de dólares, y ella pretendía no saber nada. Sonriéndome a la cara y consolándome cuando toda la vida supo lo que estaba ocurriendo. Ya no aguanto quedarme sentada

aquí. Tomo mi cartera y las llaves y me dirijo hacia la puerta.

—¿Adónde vas? —pregunta Chris siguiéndome apresuradamente. Por un segundo olvidé que siquiera estaba aquí.

—Voy a verla —le digo.

—Vamos a verla —me corrige. Probablemente tengo más oportunidad de entrar

si voy con Chris. Él parece reacio, ¡pero al demonio! Haré esto con o sin él.

Ahora todo tiene sentido. Ella ha estado evadiendo mis llamadas.

Bueno no va a evadir esto.

P

ágin

a17

2

enir aquí fue una mala idea. Nunca he visto a Lauren tan enojada desde el día que apareció enfrente de mi porche. Quiero decirle que necesita consultarlo con la almohada. Eso de venir aquí cuando está tan enojada

no va ayudar a los asuntos de nadie. Sé que está molesta y tiene todo el derecho de

estarlo pero no puede actuar primero y pensar después. Pero ella dice que solo quiere

hablar con Helen, y pienso que hablar le ayudaría.

Hablar estaría bien, creo que la doctora Lyce y Dexter pueden arrojar un poco de luz a la situación. Tengo mis propias preguntas sobre algunos recuerdos que he tenido.

Pero, lo que me preocupa es la mirada en blanco que Lauren ha tenido en su rostro en todo el camino hacia aquí. Su expresión me hizo desear que los de seguridad no nos dejaran pasar. Desafortunadamente eso no paso y estamos adentro. Este edificio es

más lujoso que en donde Lauren vive y cuando aprieta el botón 86 que es el tope de todos me siento completamente enfermo. Ellos viven en el ático, por supuesto. ¿Donde

más podrían vivir?

—Lo siento, Chris —murmura y segundos más tarde estamos subiendo, subir está bien. Bajar es el problema. Trato de concentrarme en las decoraciones colocadas

en las puertas doradas del ascensor, probablemente cuestan más que la casa completa de mis padres—. ¿Estás bien, Chris? —pregunta tensamente. Asiento mientras el

ascensor sube más y más alto. No ayuda que todo sea de vidrio y pueda ver qué tan alto estamos subiendo.

—Pienso que esto es una buena idea —digo, hablando en voz alta para distraerme.

—Genial idea —responde con fuerza.

—Hay tanto que ella puede decirnos. Dexter también podría decirnos algunas cosas —digo observando su expresión permanecer impasible, ella asiente, pero es

bastante obvio que no me está escuchando—. Solo tenemos que tener la cabeza fría —

digo.

—Por supuesto. La cabeza fría —repite. Cuando las puertas se abren, una mujer

mayor vestida toda de negro nos saluda con una pequeña sonrisa.

—El señor y la señora Scott. Qué bueno verlos. Los Crestfields los están esperando. —Es lo más que logra decir antes que Lauren pase a su lado a toda prisa.

—Lo siento —le digo a la mujer rápidamente siguiendo a Lauren quien está

caminando tan rápido por el largo pasillo que debe haber viento detrás de ella. No se detiene hasta que llegamos a una puerta que deja ver a Dexter sentado en el sofá con

V

P

ágin

a17

3

una copa en su mano y Helen sentada junto a él. Lauren se detiene tan pronto los ve,

pareciera congelada. Helen se levanta.

—Christopher —dice ella reconociéndome, sus ojos fijos antes de dirigirse a Lauren. Noto que sus manos se juntan—. Lauren. He estado esperando este día desde

hace mucho tiempo —dice la doctora Lyce con suavidad pero su voz revela su tensión. Lauren no dice nada, todavía tiene la misma mirada inexpresiva que tenía en el auto.

—Sabemos que tienen un montón de preguntas que deseas que te contestemos —dice Dexter fríamente cambiando su bebida de una mano a la otra.

—Las hay —digo cruzando los brazos sobre mi pecho. Lauren está de pie como una estatua pero puedo ver su angustiada respiración por la forma en que su pecho se

agita de arriba hacia abajo.

—Si gustan podemos pasar al comedor —dice la doctora Lyce gesticulando hacia una habitación.

—Lauren —digo en voz baja, ella todavía no se ha movido o dicho una palabra. Creo que esto va a ser realmente malo.

—Entiendo lo que puedes estar sintiendo —dice la doctora Lyce en tono calmado.

—¡Tú no entiendes! —dice Lauren amargamente—. Pensé que eras mi amiga —añade en voz baja.

—Soy tu amiga Lauren —dice acercándose a Lauren pidiendo su perdón. Mis ojos ven a la mano de Lauren apenas moverse y no soy lo suficientemente rápido

cuando esta se hace para atrás y después hacia adelante con mucha fuerza en el rostro de la doctora Lyce, tanto que ella tropieza hacia atrás y Lauren se le tira encima. Le

quito a Lauren de encima mientras Dexter rápidamente va a ayudar a su esposa.

—¡¿Qué demonios pasa contigo, Lauren?! —grita Dexter.

—Está bien. —Escucho a la doctora Lyce decir mientras se levanta del piso.

—¡¿Qué me pasa?! ¡Qué les pasa a ustedes! Piensan que pueden jugar a ser Dios, y manipular la vida de las personas, mentir y engañarlos y después tener el valor de

decir, ¡que de verdad piensan que son nuestros amigos! —grita histéricamente mientras se retuerce y lucha por salir de mis brazos.

—¡Largo! —grita enojado Dexter apuntando hacia la puerta.

—¡Con gusto! —contesta Lauren mientras la saco de la habitación.

Logramos salir del edificio antes de que Dexter cambie de opinión y haga que los de seguridad nos detengan. Y no me siento completamente aliviado hasta que estamos de vuelta en el auto y saliendo por la puerta donde están los de seguridad.

—No puedo creerlo —murmura Lauren enojadamente. No digo nada. Desearía que hubiera mantenido la cabeza fría ahí dentro. Realmente pienso que estaban a punto de decirnos algo que pudo haber lanzado un tipo de luz a toda esta situación

nadie sabe más sobre mí como Cal que Dexter y la doctora Lyce, y Lauren ha efectivamente incendiado ese puente—. ¿Puedes creerlo? —pregunta finalmente

mirándome—. Cómo pudieron estar sentados ahí todo solemnes, y santurrones, ¿cómo

P

ágin

a17

4

ella puede decir que es mi amiga con todo lo que ha hecho? ¡Esto es un insulto! —Está

enfurecida.

—No tenías que golpearla —intervengo.

—¿Qué? —pregunta incrédula.

—No tenías que golpearla. También estoy enojado, ella era mi doctora, y me

oculto la verdad. Dexter no es inocente en esto pero no lo voy a noquear.

—No puedo creer esto —resopla.

—No puedo creerlo Lauren. ¿Esa es la forma como manejas las cosas, perdiendo completamente los estribos? —pregunto honestamente. Echo un vistazo al espejo y ella

se dirige hacia mí, mirándome como si estuviera hablando un idioma extranjero.

—¿Te estás poniendo de su lado?

—No me estoy poniendo de su lado pero no tenías que hacer lo que hiciste ahí. Podrías haber sido arrestada por agresión —digo. No la entiendo. ¿Cómo no puede ver

lo equivocada que está?

—Te estás poniendo de su parte —dice enojada.

—No, no lo estoy. Pero, ¿mira que conseguimos? Nada, nos fuimos sin saber nada de la misma manera en que llegamos. Y, ahora enojaste a las únicas dos personas

que podrían dar una pequeña guía.

—No confiaría en nada que alguno de ellos dijera si no viene como declaración notariada —dice a la defensiva. Niego con la cabeza. Ella no lo entiende. Nunca he

visto ese lado de ella, bueno sí lo he visto pero no creí que era uno que apareciera seguido. Hay un incómodo silencio en el auto. Ella está enojada y yo también.

—Sabes algo Chris, algunas personas no piensan, solo actúan. Sienten y no piensan en las consecuencias. Lo lamento pero soy humana y no soy un perfecto santo estoico. Algunas veces deberías intentarlo —dice amargamente.

¡Ahora ella está enojada conmigo! Eso es grandioso.

—Te acuerdas de lo que me dijiste antes sobre tener una opción —le doy un vistazo. Ella no me está mirando—. Tienes razón. Siempre tienes opciones, pero cuando uno crece, aprendes que tus decisiones tienen consecuencias, y no todas son

buenas. Hago las opciones que son más responsables, y que tengan sentido. Trato de pensar racionalmente porque soy un adulto y no soy un imbécil egoísta. —Estoy tratando de hacerle ver mi punto como si estuviera bromeando. Probablemente a ella

le gusta ese tipo de cosas, se casó con Cal, un imbécil egoísta, hecho y derecho. Ella me mira por un largo tiempo antes de alejarse, veo la sorpresa, el enojo, y la decepción

todas rodando en su rostro. Este viaje sin duda no fue de la forma en que imaginaba sería.

***

El siguiente día fue uno largo. Tenía planeado tomarme el día libre, pero tras el

fiasco de ayer aproveché la oportunidad de ir a enseñar cuando me llamaron. Cualquier cosa para evitar quedarme pensando y hacer algo más de dinero. La tensión

P

ágin

a17

5

en la casa es alta. Mi papá no está emocionado con Lauren posiblemente mudándose a

la ciudad, y después de anoche no sé si ella aún sigue considerándolo. Mi mamá está triste, faltan solo tres días para que Caylen se vaya a su casa.

No sé qué fue lo que enojo a Lauren y ella más que enojada está encabronada. En el desayuno apenas me dijo una palabra aparte de un breve “buenos días” y no creo que me lo hubiera dicho si no es porque mi madre estaba en la mesa. Es diferente de

cuando dejó de hablarme la semana pasada, esta vez siento que sus ojos me disparan dagas cuando los encuentro. Me siento como si tuviera que disculparme con ella por

algo que dije. Le dije lo que sentía, que es exactamente lo que ella me dijo que hiciera. Supongo que tenía algo diferente en mente y eso no era lo que quería oír.

Los molestos comentarios de Cal se han callado, esta es la primera vez que desearía que compartiera cómo volver a sus buenas gracias. Estoy casi en casa cuando

recibo un texto de Jenna y me dice que quiere verme. No he hablado con ella desde el fiasco de la cena. Cuando llego a su casa son casi las seis ya que tuve que reemplazar a

uno de los entrenadores el día de hoy para toda la práctica. Me detuve en Olive Garden y compré algo para cenar esperando pasar una tranquila tarde en paz como

solíamos hacerlo. Toco el timbre y escucho decir que está abierto. Cuando la veo en el sofá mi corazón comienza a latir más rápido. Su cabello está amontonado desordenadamente sobre su cabeza y tiene lágrimas corriendo por sus mejillas. Pongo

la comida en la mesa junto a la puerta y voy hacia ella.

—Jenna, ¿qué pasa? —pregunto poniéndome de rodillas frente a ella. Ella sigue llorando y me entrega su Tablet. Cuando veo lo que hay en ella siento un vacío en el

estómago. Miro fotografías mías pero rápidamente sé que no lo son. Son de Cal y Lauren del día de su boda. Hay un montón de ellas.

—¿Dónde encontraste estás? —le pregunto con cuidado.

—En internet. Resulta que aparentemente su boda fue un gran evento —dice limpiándose los ojos—. Sigue bajando hay más —dice ella, quitándome la Tablet pasando docenas de fotos de Cal y Lauren. Se ven normales, felices y lo peor de todo,

lucen enamorados. Tomo la Tablet de sus manos y ella la suelta sin darme pelea antes de cubrir su rostro con una almohada. Intento pensar en algo que pueda decir para

consolarla pero nunca he sido bueno con las palabras. Le froto la espalda. Me siento enfermo. Soy la razón por la que está así, llorando y herida.

—No quería que fuera real —dice gimiendo—. No quería que lo que ellos tenían fuera real. Una cosa es que tengan una niña. Las personas tienen hijos todo el tiempo y no están enamoradas. Pero esto… esto hace que sea real —balbucea—. Dime —dice sentándose.

—¿Qué te diga qué? Te diré lo que sea, solo deja de llorar —digo colocando mi brazo a su alrededor.

—Dime que no la amas —dice mirándome directamente a los ojos y creo que mi

corazón casi se detuvo.

—Esas fotografías no son mías, Jenna. No recuerdo nada de eso —le digo tomando sus manos.

P

ágin

a17

6

—Eso no es lo que te pedí. No estoy hablando de Cal. Dime que tú no la amas. Tú, Christopher. Dime que no sientes nada por esta mujer —Miro sus ojos azules llenos de lágrimas y quiero decirle lo que necesita escuchar. Quiero decirle lo que sea

necesario para hacer que se vaya el dolor que está sintiendo. Quiero decirle que los sentimientos que tengo son de Cal y no míos. Pero si lo hiciera eso sería una mentira

piadosa. Hay muchas razones por las que tengo sentimientos por la mujer en esas fotografías.

Y Cal no es una de ellas.

—Y-yo no puedo.

P

ágin

a17

7

uiero estar enojada con Chris. Realmente lo hago pero es difícil estar enojada con alguien cuando estás reproduciendo sus palabras en tu cabeza y tienen sentido. Eso y el hecho que cuando le frunzo el ceño sus ojos me

sonríen como si nunca hubiera estado enojado conmigo en primer lugar. Sé que está

enojado. Es la primera vez que veo a Chris enojado y lo está conmigo por lo que hice.

Él tenía razón por supuesto. Probablemente no debí haberme ido contra Helen como lo hice. Pero esa es la Lauren que mantengo bien atada, la cual se había soltado, y se mostró en toda su infame gloria. No he sido esa persona en mucho tiempo no

estaba segura que ella todavía existía. No creo que a Chris le haya gustado lo que vio. Me miro muy decepcionado. Es la única forma en la que podría describirlo, pero para el siguiente día ya había desaparecido esa mirada, como si nunca hubiera ocurrido. Cal

podía mantener el resentimiento tanto tiempo como yo. Y nuestras peleas no terminaban fácilmente, la mayoría del tiempo terminaba con sexo salvaje.

Pero creo que esa no es una posibilidad para Chris y para mí.

Ahora me siento mal. Realmente arruine una oportunidad que tenía Chris para poder hablar con Helen y Dexter. No quiero saber nada de ninguno de ellos. No confío en ellos y pasará un largo tiempo hasta que pueda perdonarlos. Pero Chris, sé que

quiere toda la información que pueda obtener. No me puedo imaginar viendo las piezas del rompecabezas que es su vida. Eso es lo que me hizo tragarme el

resentimiento y disculparme con Helen.

Ella rápidamente aceptó, supongo que al ser psiquiatra entiende por qué lo hice. Dexter por el contrario parece que quiere que me echen a la calle.

Ella accedió a reunirse conmigo, en mi casa. No creo que vaya a ser bienvenida en la de ellos por un rato, pero no planeo hacer visitas sociales por un tiempo. Le pedí disculpas, pero no me arrepiento en lo más mínimo de lo que hice. Solo lamento haber

interferido con lo que Chris quería obtener. Estoy dirigiéndome de vuelta a Chicago,

ella se va encontrar conmigo mañana por la tarde. Dice que cree que sería bueno para nosotras hablar. Que tiene mucho que decirme y que necesito escuchar. No quiero

saber nada de ella, solo iré y me sentaré hasta que esté de acuerdo en decirle a Chris lo que necesita saber y obtener de Dexter lo mismo.

La señora Scott se alegró de obtener un tiempo extra con Caylen ya que pronto regresaremos a Chicago. Chris y yo no hemos tenido la oportunidad de hablar sobre buscar una casa aquí. Todo estaba moviéndose demasiado rápido por mi parte y volver

a casa me hizo darme cuenta de lo mucho que amo la ciudad y lo que la extrañé. Ajusto mi bolso en mi hombro mientras camino hacia mi auto. Levanto la mirada y

Q

P

ágin

a17

8

veo a Chris estacionando su camioneta. Dejo escapar una respiración profunda cuando

se acerca.

—Hola —me saluda con una pequeña sonrisa—. ¿Por qué la bolsa?

—Regreso a Chicago, hay unas cosas que necesito hacer y no pensé que fuera mala idea llevarme algunas cosas conmigo. Regreso mañana en la noche —respondo.

—¿Conduciendo sola, son casi las siete de la tarde? —Parece molesto.

—En el Audi voy a llegar antes de la medianoche. He conducido de esta manera cientos de veces a casa de mi tía —le aseguro. Hay una ligera brisa que sopla a nuestro

alrededor cuando huelo el perfume caro y sé que él ha estado con Jenna, y de repente siento que esta conversación es una pérdida de mi tiempo—. Nos vemos, Chris —digo entrando en mi auto dejándolo de pie ahí afuera. Pongo la llave en el contacto y él toca

en la ventana.

—Iré contigo —dice. Es curioso que él no pregunte, sino que solo lo dice.

—¿Por qué? —pregunto curiosa.

—Porque no puedes estar conduciendo hasta tan lejos, tan tarde y sola —dice

como si fuera obvio.

—Soy una chica grande, Chris. —Río y sus ojos encuentran los míos y me sonríe con ellos.

—Lo sé —dice—. Déjame decirle a mi mamá y decirle adiós a Caylen. Ya

regreso. —Y con eso se dirige a la casa. Empiezo a sentirme un poco emocionada pero luego pienso en como olía al perfume de Jenna y mi emoción se evapora con la decepción apenas velada.

***

—¿De dónde ha salido esta tormenta? —pregunto, está lloviendo tan fuerte que casi no puedo ver por dónde voy. Solo hemos estado en la carretera como una hora y media y comenzó a llover acompañado con un gran trueno y relámpago.

—Necesitamos salir de la carretera —dice Chris—. No vamos a llegar así a Chicago. —Agarro mi teléfono y pregunto a mi buscador dónde puedo encontrar el hotel más cercano.

La lista es extensa. El de Detroit Marriott suena como el ganador. Cambio la opción de búsqueda por la ruta que nos lleve ahí.

—El Marriott es un poco caro para dos habitaciones —dice.

—Por supuesto necesitamos dos habitaciones —murmuro en voz baja. Lo miro fijamente y suspiro.

El viaje de veinte minutos termina volviéndose de cuarenta. Cuando finalmente estacionamos en el hotel, los valet están a toda máquina con grandes abrigos para la lluvia y llevando enormes paraguas.

—Muchas gracias —digo en voz alta sobre la lluvia.

P

ágin

a17

9

—No hay problema —dice el valet, Chris y yo caminamos hacia la entrada del hotel dónde pagamos y nos da un boleto. Estamos prácticamente secos a medida que caminamos por el enorme y lujoso hotel. No he estado en uno de estos desde Cal.

Entramos y parece relativamente vacío, aparte de unos cuantos empresarios esparcidos en el vestíbulo, es hermoso, pero para desgracia de Chris, es un edificio alto.

—Voy a buscar las habitaciones —dice Chris. Lo detengo y le extiendo mi tarjeta de crédito—. No voy a tomar tu dinero Lauren —Ríe y no puedo evitar reírme con él.

—Mi dinero de alguna manera es tu dinero. —Río. Él frunce el ceño aún sin tomar la tarjeta de mis manos. Supongo que piensa que es el dinero de Cal y por

supuesto no quiere nada de Cal lo cual me deja con pocas esperanzas. Este va a ser un largo viaje.

***

Chris se encargó de conseguirnos dos habitaciones. Entramos primero a la mía. Es de buen tamaño con una cama matrimonial estándar y con un edredón y televisión

pantalla plana. Espero que no estemos aquí más que un par de horas, por lo que no entiendo por qué no podíamos compartir habitación. Aunque supongo seria una falta

de respeto hacia Jenna, y no queremos eso.

Ugh. No puedo sacarme el olor de su perfume de mi cabeza y me siento molesta y la agitación se filtra por mis poros. Trato de no pensar en ellos juntos, pero para que

el olor de ella se impregnara en él tenían que haber esta tan cerca como cuando... Ugh. No quiero pensar en eso.

No lo haré.

—¿Esta es muy bonita, eh? —dice alegremente. Puedo sentir mi expresión volverse una mueca—. ¿Qué sucede? —pregunta al notarlo.

—Nada —le digo en un parpadeo poniendo mi falsa sonrisa cuando me siento en la cama y enciendo la televisión. Lo estoy cambiando hasta encontrar un nuevo canal.

El reportero del clima está advirtiendo de severas tormentas en el área.

Un poco tarde para eso.

Veo a Chris sacando su cargador de teléfono y conectándolo.

—No he estado recibiendo llamadas antes. Todos estos mensajes vinieron a la vez —dice en voz alta mientras se sienta en un pequeño escritorio. Pone su teléfono en

su oreja y frunce el ceño—. Mi volumen es realmente bajo. ¿Te importa si escucho mis

mensajes en alta voz? —pregunta y yo me pregunto si tienen algo bueno en el mini bar.

Asiento dándole el visto bueno.

“Hola Christopher, es mamá. Estoy preocupada por ti y Lauren por ahí. Hay una

advertencia de una tormenta. Por favor llámame y hazme saber que estás a salvo así tu padre y yo no nos preocuparemos”.

Chris sonríe y yo también.

Su madre es tan adorable. No puedo creer que por un segundo pensé que ella le había ocultado que tenía una hija.

P

ágin

a18

0

“Chris soy yo. Realmente necesito hablar contigo. Es importante, así que cuando tengas oportunidad puedes hacerme saber si es un buen momento para que nos reunamos. Que sea pronto, ¿de acuerdo?, y en mi casa”.

Miro hacia él. Esa es Lisa y suena angustiada y un poco achispada también.

—¿Piensas que está bien? —pregunto y él me sonríe mientras rueda los ojos.

—Ella está bien, suena como si hubiera estado bebiendo. —Se ríe, y asiento, ella lo está—. Le enviaré un mensaje a Aidan para que vaya a verla solo por las dudas —dice casualmente. El siguiente mensaje que pasa hace que los vellos del cuello se me

ericen.

“Christopher, te amo tanto, y no dije en serio lo de antes. No quiero que este sea el final de nosotros”.

Inmediatamente me siento en la cama. Chris rápidamente quita el mensaje del altavoz. Lo miro cuestionándolo. ¿Tuvieron una pelea? De ser así, ¿sobre qué? Parece

ser bastante serio.

—Voy a revisar mi habitación —dice llevándose su cargador y su teléfono con él.

—De acuerdo —digo simplemente pero realmente quiero saber qué demonios fue lo que pasó. ¿Terminaron? Mi corazón comienza a latir salvajemente en mi pecho pero

entonces mi lado pesimista nota lo rápido que se fue a la otra habitación para llamarla, si se habían peleado, probablemente estaban por reconciliarse. Tomo el control y

apago la televisión. Me tiro hacia atrás sobre la cama dejando que mi cabeza caiga

fuertemente sobre el colchón―. ¿Qué estoy haciendo? ―murmuro en voz alta para mí

misma mientras me cubro el rostro con la mano. Soy patética. Camino hasta el espejo en la habitación y me miro.

¿Por qué no me quiere?

—Porque la quiere a ella, por eso —murmuro para mí. Y como la genia que soy, le he dejado pensar que estoy de acuerdo con eso porque es lo mejor para Caylen. Eso es lo que me digo, pero la verdad es que es porque soy una cobarde. Una cobarde que

tiene demasiado miedo de poner sus cartas sobre la mesa y decir cómo se siente realmente porque está asustada de que le rompan el corazón en un millón de pedazos.

Me muerdo las uñas, tengo que saber lo que le está diciendo. Camino hasta la puerta doble y la abro ligeramente.

—Sí te amo, Jenna. —Escucho decir a Chris y rápidamente la vuelvo a cerrar. Por supuesto que la ama. ¿Cuándo me daré por vencida? Necesito un trago.

Me dirijo al mini bar y estoy completamente decepcionada con su contenido. La única cosa que se ve ligeramente buena es una mini cerveza Heineken y realmente

nunca he sido de las que beben cerveza. Volteo a ver a la puerta y espero que eso no me ponga de un humor donde no vaya a llorar o pierda los estribos completamente. Unos cuantos minutos después escucho que llaman a la puerta. Es Chris queriendo

asegurarse que estoy vestida antes de entrar.

—Entra —digo, volteo a verlo. Parece aliviado. Como si le hubieran quitado una carga pesada, feliz. Apuesto que está feliz porque él y su amorcito están otra vez en

buenos términos.

P

ágin

a18

1

—¿Hay más de esas? —pregunta animadamente y no puedo evitar verlo sorprendida. Él no bebe.

—Tú no bebes… —Las palabras salen más cortantes de lo que quería. Sus ojos se estrechan sobre los míos y frunce el ceño.

—Déjame adivinar, ¿Cal no bebe? —dice con sarcasmo arrastrándose en su voz—. No soy Cal, Lauren.

¿Habla en serio? Me levanto y tomo mi bolso.

—Estoy más que consciente de eso, en caso que no lo supieras —digo molesta.

Estoy harta de él y sus maliciosos comentarios sobre Cal, como si él fuera la peor persona en el mundo. Últimas noticias su novia tampoco gana el premio en el departamento de la personalidad.

—¿Adónde vas? —pregunta sorprendido.

—Necesito un verdadero trago —digo antes de dejarlo de pie en mi habitación.

***

—¿Qué le sirvo? —me pregunta la cantinera cuando me siento en la silla lujosa de cuero en la barra. Al principio iba a pedir una copa de vino pero eso es lo que la vieja Lauren habría ordenado. Necesito ser una nueva Lauren. Una Lauren que es

atrevida y que consigue lo que quiere.

—Vodka en las rocas —digo con una sonrisa. No hay muchas personas en el bar y me sirve inmediatamente sin tener que esperar. Tomo un popote y le doy un sorbo,

Dios, esto es asqueroso. Pero el beber Vodka en las rocas luce mejor que beber tragos

como si todavía estuviera comenzando mis veinte años. Estoy a mitad de mi vaso y ya

me estoy comenzando a sentir mejor. La música que en un primer momento me estaba poniendo a dormir no suena tan mal y me comienzo a sentir ligera, cálida y agitada.

Termino dejando de lado el popote y me tomo el resto, le digo a la cantinera que quiero otro.

—Lauren Brooks. —Escucho decir a una voz conocida. Levanto la mirada y veo

a un rubio hombre alto con un traje azul que luce costoso. No lo reconozco pero se ve como alguien importante, tal vez es el jefe de los de seguridad en el hotel. ¿Oh Dios, qué hice ahora?

—Lo lamento. ¿Nos conocemos? —pregunto vacilantemente. Es muy lindo y cuando me sonríe me siento sonrojar.

—Oh, no me rompas el corazón. ¿Soy tan fácil de olvidar? —pregunta flirteando mientras toma asiento a mi lado. ¿Quién es este tipo?—. Cantinera, ron y soda para mí y

un Long Island para la dama —dice volteando su cuerpo hacia mí. Estudio su rostro de cerca y entonces me acuerdo.

—¡Jason Daniels! —digo cuando caí en cuenta de quién era—. Vaya, luces genial —digo dándole un empujón con el codo. Él siempre fue atractivo pero definitivamente se volvió más apuesto.

P

ágin

a18

2

—Gracias. Tú sigues tan deslumbrante como la primera vez que te vi —dice antes de tomar un sorbo de su bebida

—Recordaste mi bebida —digo sorprendida antes de tomar un sorbo

—Claro que sí —dice riéndose.

—¿Cómo estás? ¿Qué estás haciendo en Detroit? —pregunto. Me cuenta que

tiene una posición más prominente y que está en la ciudad por una historia. Me dice que ahora es un reportero investigador, muy lejos de su sección de entretenimiento. Habla de los casos en los que ha trabajado y de los lugares a los que ha ido. Recuerdo

que ha Jason siempre le gusto hablar de sí mismo, y no sé si es solo el vodka o el té helado Long Island pero parece muchísimo más interesante de lo que era.

—Que hay de ti. ¿Aún sigues en Chicago? —pregunta y asiento—. Yo también,

¿no es toda una coincidencia? —dice inclinándose dentro de mi espacio personal—. Me encantaría sacarte a pasear cuando volvamos a la ciudad —dice y me río

tontamente. Síp, me acabo de reír tontamente.

—Umm. Eso no sería tan buena idea. —Suspiro y me frunce el ceño juguetonamente.

—Oh, por que no. ¿Estás casada ahora? —pregunta.

Paso mi mano por el cabello.

—Sí lo estoy, pero no exactamente.

—¿Comprometida? —dice como si estuviera intentando ayudarme.

—Separada —digo, separada suena perfecto y sorprendentemente acertado.

—Eso significa que estaría bien que, como tu amigo, te llevara a cenar —dice mientras una sonrisa se extiende por su rostro. Ha pasado tanto tiempo desde la última

vez que un hombre estuvo tan descaradamente interesado en mí. Luego de estar sola por dos años y que el único hombre del que estoy atraída me mire la mayoría del tiempo como si fuera su cuñada, se siente bien sentirse atractiva. Yo también le sonrío.

—Mi vida es muy complicada… las cosas están realmente complicadas —confieso.

—¿Con tu separadito? —bromea y no puedo evitar reírme—. Lauren, eres una de

las mujeres más hermosas que he visto. Eres dulce, graciosa e inteligente. Un hombre tendría que estar loco para necesitar estar alejado de ti o para hacer que sientas que necesitas tu espacio. —Es gracioso que use esas palabras, y me sorprendo cuando

siento mariposas comenzar a revolotear en mi estómago. Jason es atractivo pero nunca tuve esta reacción con nadie más que con Cal… bueno, Chris. Tal vez es el licor.

—Es hora de irse Lauren. —Una mano firme me toma el brazo y me levanta del asiento. Volteo y veo a Chris ayudándome a levantarme, y para mi sorpresa parece… encabronado, tal vez incluso celoso. Veo a Jason dejar salir un suspiro mientras mueve

su mirada de mí hacia Chris.

—Cal Scott —dice Jason monótonamente. Mis cejas se levantan, Dios si dice que

no es Cal… Recobro el balance y me coloco al lado de Chris cuya mirada impávida luce

un poco familiar mientras le frunce el ceño a Jason—. Me encantaría que comentaras

P

ágin

a18

3

sobre la reciente adquisición de Maratech que acaba de completar Corporación

Crestfield —dice Jason.

—Ponte en la cola —dice fríamente mientras me saca del lugar. Volteo a ver a Jason quien me da una sonrisa flirtearte.

—¿No crees que eso fue algo mal educado? —pregunto cubriendo el hipo que sale de mi boca mientras nos dirigimos al elevador.

—No deberías beber de esa manera estando sola en un hotel desconocido. ¿Qué si ese tipo te hubiera puesto algo en la bebida? —dice acusadoramente.

—La cantinera hizo la bebida enfrente de mí, no fue como si él simplemente caminara hasta mí y me la diera. Y, además lo conozco —digo defensivamente. El viaje en el ascensor es corto pero no dulce. Afortunadamente para Chris nuestras

habitaciones están en el quinto piso. Espera a que salga primero y lo hago rápidamente al principio hasta que me siento un poco fuera de balance y tengo que aminorar el

paso. Saco la llave de mi habitación y volteo a ver a Chris quién está meneando la cabeza en desaprobación.

—La otra —dice apuntando a la puerta a la par de la que me encuentro ahora. Lo sabía. Escucho a Chris suspirar detrás de mí, cierra la puerta una vez que estamos dentro y se sienta en el sillón que está frente a la televisión. Ruedo los ojos, ¿por qué está aquí? Por qué simplemente no me deja sola, no quiero ser su maldita amiga.

Si alguien debería estar suspirando esa debería ser yo. Pongo mi trasero de golpe en la cama para que vea lo enojada que estoy. No puedo creer su audacia. No bajo para rescatarme del hombre aterrador sino que estaba celoso de que un hombre

atractivo estuviera realmente interesado en mí. No tiene derecho a estar celoso. Si yo no puedo demostrar que estoy celosa, y que me muero por dentro cada vez que Jenna

está cerca de él, o que cuando lo escucho hablar siento como si mi interior se derrumbara, entonces él tampoco tiene derecho a estar celoso. Cómo se atreve a no

comprenderlo, no quiero otro hombre. Solo lo quiero a él, y por Dios, este estúpido alcohol me está haciendo llorar.

P

ágin

a18

4

auren definitivamente es todo un espectáculo cuando bebe. Se comporta como una malcriada niña de diez años. Rueda los ojos, da pisotones y hace pucheros. Tuve que fruncir el ceño para no dejar que me vea reír.

Bueno cuando fruncí el ceño al entrar al restaurante y verla con ese tipo prácticamente

a punto de saltarle encima fue real. Se necesitó todo de mí para no bajarlo del asiento

de un puñetazo. Ella no me dio guerra, cuando me moví para sacarla de ahí, lo cual fue algo bueno. No quería hacer una escena pero iba a venir conmigo le gustara o no. Era graciosa luego de los tragos que se tomó, fue lindo. Hasta que comenzó a llorar y

ahora ha estado en el baño por los últimos diez minutos. El verla llorar me hace sentir como el ser más vil en toda la tierra, porque sé que tiene algo que ver conmigo, o con

él, pero esta vez creo que fui yo. Dejo salir un profundo suspiro y finalmente llamo a la puerta.

—Lauren —digo suavemente. Ella no dice nada. Así es que vuelvo a tocar.

—Solo déjame en paz, Chris.

—¿Podrías salir por favor? —le pido

—No quieres que salga. Confía en mí. Soy un desastre emocional, y tú no estás preparado para lidiar con esta versión mía.

—Me encantaría que saliera cualquier versión tuya que esté ahí dentro. —Siento

una sonrisa extenderse por mi rostro. Pienso en la forma en la que sonríe, en cómo se muerde el labio, cómo me da vistazos cuando cree que no la estoy mirando. En la forma en que cuida a Caylen, en cómo aun cuando está enojada y haciendo pucheros

tiene los ojos más angelicales y los labios más besables, labios que yo no he tenido la oportunidad de besar—. Vas a hacer que te cante si no sales —la amenazo. Recuerdo

la forma en la que me miro cuando toqué la guitarra luego que Caylen se fue a dormir, en que me miró como si fuera la primera vez. A mí y no a Cal, y cómo me miró de la

misma manera en la que mi madre mira a mi padre.

No quise admitirlo entonces pero Jenna nunca me ha mirado de esa manera.

—Esa no es una buena amenaza. Eres un cantante increíble, Chris. —Escucho una pequeña risa.

—Eres extremadamente generosa cuando bebes —digo riéndome mientras me siento en el suelo al lado de la puerta—. Confía en mí, no sonaré tan bien sin la guitarra —le digo. Puedo ver que ya no está llorando y ese era mi objetivo—. ¿Podrías

salir por favor? —le pido nuevamente, ella está callada. Espero que lo esté pensando—. Te diré un secreto si sales —le prometo.

L

P

ágin

a18

5

—¿Uno bueno o uno aburrido? —pregunta y me río.

—Bueno si es aburrido me quedaré en el baño el resto de la noche —le digo. Escucho correr el agua y luego de unos segundos abre la puerta y sale. Luego de pensarlo un poco se sienta en el suelo a mi lado.

—Muy bien. Cuál es tu secreto —dice su voz suena ligera y etérea. Suspiro y volteo a verla, esos ojos llenos de curiosidad están tan cerca que es como si pudiera ver dentro de mi alma. Siento como si estuviese listo para borrar esa línea que existe entre

nosotros pero me siento reacio a hacerlo. Sé que una vez que ya no esté, no habrá vuelta atrás.

—He recordado cosas —le digo y sus ojos se ensanchan. Mi corazón da un salto.

—¿Tienes más recuerdos? —pregunta animada y me siento terrible que hasta

ahora los voy a compartir con ella. Asiento—. ¿Qué es lo que has recordado? —pregunta.

Dejo salir un suspiro.

—Recuerdo la primera vez que Cal te dijo que te amaba —digo y escucho cómo su aliento queda atrapado en su garganta—. Recuerdo cuando te estabas mudando y que dijiste que no lo veías como el villano —continúo tragándome el nudo en mi

garganta, y veo sus ojos llenarse de lágrimas—. Lo recuerdo a él diciéndole a Dexter que te amaba —digo y respiro profundamente—. R-recuerdo lo mucho que te ama —

digo finalmente y la miro. Ella deja salir un suspiro que parece haber estado guardando por años.

Deja caer su cabeza hacia atrás apoyándola en la pared y la más hermosa sonrisa

que alguna vez he visto se extiende por su rostro, mientras que una variedad de emociones pasan a través de su rostro, esperanza, felicidad, y alivio.

—Y, terminé mi tarea. Las tres cosas que me agradan de Cal son: te conoció, hizo a Caylen y las trajo a mi vida —digo sintiendo a mi corazón latir más rápido.

Escucho que su respiración comienza a acelerarse. Se levanta. Comienza a caminar de un lado al otro en la habitación. Y menea la cabeza.

—No me puedes decir cosas como esas Chris y pensar que puedo hacer esto contigo —dice como si fuera doloroso. La miro confundido. Me pongo de pie y camino hasta ella, los centímetros que nos separan se van reduciendo hasta que

nuestros pechos se tocan.

—¿Hacer el qué? —pregunto y ella me mira a los ojos como si estuviese

intentando leer mis pensamientos.

—Pretender que puedo ser tu amiga. Que no estoy enamorada de ti —dice desesperadamente.

—¿Me amas Lauren?

—¿Qué quieres decir? —pregunta suavemente.

—Necesito saber si me amas —le pregunto sinceramente. Ella me mira fijamente,

el tiempo que pasa entre nosotros parece una eternidad.

P

ágin

a18

6

—Estás justo aquí. Estoy enamorada de ti, Chris —dice poniéndose de puntillas y llevando sus labios hasta los míos. Me besa suevamente pero con tanta pasión reprimida que me deja sin aliento. La levanto y la acerco lo más posible a mí. Antes de

darme cuenta estamos en la cama conmigo encima de ella, y ella se ve tan hermosa—. Te deseo a ti, Chris —dice rogándome antes de halarme hacia abajo con ella.

P

ágin

a18

7

an pasado dos años desde que sentí el toque de un hombre, por lo que he extrañado esto tanto. Me lo imaginé durante muchas noches pero nada se compara a la realidad de sentirlo a él. Sus caricias liberan el anhelo

desesperanzado y las emociones restringidas salen de mí en ondas de éxtasis. Cada

beso y caricia es diferente pero similar. Sus dedos se entrelazan con los míos antes de

levantar mis manos sobre mi cabeza. Él me mira como si fuera su todo, absorbiendo cada centímetro de mí. Lentamente me levanta la camisa sobre el estómago sus dedos sobre mi piel me hacen sentir viva. No puedo respirar. Tengo miedo de respirar. Si me

muevo demasiado rápido, puede que despierte de este sueño, porque si es un sueño, quiero quedarme en él para siempre. Me levanta hacia él mientras me saca la camisa

por la cabeza y hago lo mismo con la suya.

Me tomo el tiempo para mirar de cerca su cuerpo, un cuerpo que he conocido de tantas maneras. Paso mis manos sobre su pecho hasta su estómago y cuando mis ojos

llegan hasta sus labios le beso una y otra vez, primero pacientemente y después frenéticamente. Él sabe tan bien, había olvidado lo suaves que son sus labios, lo bien

que se sienten sus manos sobre mi cuerpo. Este cuerpo le pertenece. Cómo pude haber olvidado algo con lo que he soñado tan seguido.

Él me toma por la cintura halándome encima de él. Sus manos van a mis jeans

bajándole la cremallera. Cuando se meten en ellos para apretar mi trasero, dejo salir un gemido. Todo está pasando tan rápido y tan lento. Me recuesto en la cama mientras remueve la ropa que me queda. Le agradezco a Dios que tengo puesta buena ropa

interior. No es nada elaborada pero es nueva. Se detiene por un momento y su mirada baja a mi cuerpo, ahora nada lo cubre más que una tanga de algodón. Sus ojos me

devoran. Cuando se levanta de la cama dejo de respirar. Si se detiene ahora, moriré. Pero no está deteniéndose, se quita el pantalón y su ropa interior y siento todos mis

músculos contraerse cuando lo miro. Es perfecto, sus muslos son gruesos y musculosos y aquello que extrañaba y que conozco como la palma de mi mano listo para la acción.

Se acuesta encima de mí besando cada parte de mí y es una dulce tortura. Sus labios

besan mi clavícula, mi cuello y bajan por mi estómago mientras sus dedos se deslizan debajo de la sencilla tela blanca de la tanga y la remueve. Vuelve a observar todo mi

cuerpo nuevamente, nunca he estado tan excitada porque alguien simplemente me mire de la manera en que lo está haciendo. Levanta mi pierna derecha y comienza a

besarla bajando por mi muslo. Voy a morir si no entra en mí pronto.

Mi respiración es corta y no la puedo controlar. Estoy tan excitada que tan pronto como sus labios me tocan ahí, siento que comienzo a sucumbir. Halo su cabello

entre mis dedos, agarrándolo, mientras su lengua se desliza dentro de mí, grito. Su

H

P

ágin

a18

8

mano libre se mueve hasta mi seno y no ha pasado mucho antes de que sienta

despedazarme bajo su asalto. Me alejo y él levanta la mirada confundido pero con una sonrisa en su rostro.

—Te necesito dentro de mí. —Se requiere de toda mi energía para apenas susurrar eso, y así de simple lo está y siento como si una parte de mí que había desaparecido ha vuelto. Me siento completa.

***

Anoche lo fue todo.

Fue el inicio y el fin. Siento como si hubiera entregado una parte de mí pero al mismo tiempo me fue entregado mucho a cambio.

Chris, ni siquiera puedo describirlo. Pensé que se portaría algo tímido y nervioso pero fue como si ya tuviese un mapa de mi cuerpo, solo que tomo otra ruta. Fue

increíble, como si estuviéramos conectados. Y todo lo que necesitaba después de dos años de soledad, de vacío y de desesperación me fuese devuelto. Me estiro en la cama

y me doy cuenta de que Chris no está en ella. Me pregunto si fue por el desayuno. Voy y doy un vistazo en su lado del cuarto pero tampoco está ahí. Tomo mi teléfono y veo que tengo dos llamadas perdidas. Ambas son de Lisa. Recuerdo el mensaje que le dejó

a Chris ayer. La llamo y ella contesta en el segundo repiqueteo.

—Hola, Lauren. ¿Está Chris contigo? —pregunta nerviosa.

—No, creo que salió a hacer un mandado o algo así. ¿Está todo bien? —le pregunto preocupada por el tono de su voz.

—Sí, pero realmente necesito hablar con él. Podrías decirle que es realmente importante que me llame —dice suplicante.

—De acuerdo. Tan pronto como regrese me aseguraré de que te llame —le

prometo.

—¿Cómo te va? —pregunta ligeramente y no puedo evitar sentir una sonrisa en mi rostro.

—Fantástico. —Me río viéndome sonrojar en el espejo.

—Así suenas. —Se ríe—. Debo irme, mi descanso casi termina pero no lo olvides Lauren, por favor.

—No lo haré —digo colgando el teléfono. Son las once de la mañana. Pasé el desayuno dormida. Llamo al servicio a la habitación y pido dos desayunos y enciendo

la televisión. Me siento absolutamente refrescada. Me acuesto y llamo a la señora Scott para saber cómo esta Caylen, ella me confirma que está bien. Admito que me siento alborotada sabiendo que nuestra familia volverá a estar completa otra vez. Chris

finalmente volvió.

Todo es como debería ser.

El servicio a la habitación finalmente viene veinte minutos después. Espero a

Chris unos minutos pero me muero de hambre y comienzo a comer sin él. Termino el desayuno y aún no ha vuelto. Tomo mi celular y le envió un mensaje de texto

P

ágin

a18

9

preguntándole dónde está con una carita sonriente y decido meterme a la ducha,

desearía que estuviera aquí para que entrara conmigo. Luego de que termino, reviso mi teléfono y veo que aún no ha contestado. Lo llamo y va directo al buzón de voz. Para

este momento ya estoy algo molesta, después de lo que sucedió por qué decidió hacer mandados o lo que sea que esté haciendo en lugar de estar aquí.

Las tres. Lo he llamado cuatro veces y su celular sigue enviándome al buzón de voz. He llamado al conserje para ver si me ha dejado algún mensaje

Pero nada

Bajé al vestíbulo e incluso revisé el área del gimnasio. No está por ningún lado. Comienzo a revisar la habitación destrozándola por completo para ver si ha dejado

alguna nota que pudo haber colocado en otro lado donde me dice a dónde se fue.

Cuatro y media. Me estoy asustando. Quiero llamar a los Scotts pero no los quiero preocupar por algo que puede no ser nada. Hay una explicación razonable para

esto, tiene que haberla. Un escalofrío me recorre y me regaño por pensar que volvió con Jenna. Para cuando dan las seis estoy en modo de pánico. Ni siquiera puedo

estarme quieta sentada, mi corazón está a punto de salírseme del pecho.

Estoy loca de la preocupación. Y como a tres minutos de llamar a la policía y mentir sobre el tiempo que ha estado desaparecido, recibo la alerta de un mensaje en mi teléfono, es de él. Casi me caigo de la cama por tomarlo. Recojo el teléfono y veo

que es solo una palabra.

Qué.

¿Qué? ¿Está bromeando? Siento que me empieza a hervir la sangre. Voy a

matarlo. ¿Habla en serio? Comienzo a escribirle todos mis pensamientos pero con un montón de malcriadeces y entonces me doy cuenta que eso sería estúpido. Lo llamo y contesta al segundo repiqueteo.

—Hola —saluda cortamente.

—Hola… —digo igual de corto—. ¿D-dónde estás? ¿Por qué no has contestado en todo el día? Me estaba volviendo completamente loca —digo frenéticamente.

—Ático suite A. Te veré pronto —dice y se corta la llamada. Siento mi respiración acelerarse y mi corazón comenzar a latir rápidamente. Toda mi ira parece haberse derretido, siendo reemplazada por un repentino escalofrío.

Bajo al vestíbulo para ver si han dejado una llave para mí para la suite del ático.

Sí la han dejado

Camino de regreso al ascensor, mis pensamientos están nublados. Con cada piso que sube el ascensor, mi corazón baja cada vez más hasta mi estómago. Cuando se detiene y las puertas se abren tengo que obligar a mis piernas a moverse.

¿Cómo mierda terminé aquí? Por dos años me imaginé cómo sería esto. Ahora estoy

aterrorizada. Mi corazón ha estado latiendo como un tambor. Estoy confundida, enojada y una sensación de culpa comienza a arrastrarse sobre mí. Creí que había madurado, que él ya no podía hacerme sentir de esta manera. Ahora siento como si me

P

ágin

a19

0

hubieran transportado en el tiempo, y todo es un juego otra vez. Estoy al comienzo de

un partido para el que no he entrenado o que siquiera me esperaba.

—Puedo hacer esto —murmuro para mí. Ahora, si tan solo pudiera creerlo.

Respiro profundamente antes de abrir la puerta. Solo estoy esperando a que mi cerebro confirme lo que mis sentidos, mi intuición, o lo que quieras llamarlo, sabe. Mis

ojos permanecen en el suelo por unos segundos.

—No me digas que estás asustada. Eso no hará esto muy divertido. —Sus palabras vibran a través de mí. No puedo ignorar mi piel erizándose. Levanto la

mirada y le veo vestido con una camiseta negra pegada al cuerpo, jeans lavados oscuros, un brillante Rolex en su muñeca y sus brazos cruzados sobre su pecho. La

única cosa que falta es la sonrisa engreída en su rostro. En vez de ella, se encuentra una expresión enojada con el ceño fruncido—. Hola, hermosa. ¿Estás feliz de verme?

P

ágin

a19

1

La conclusión de la saga If I Break.

Cal está de regreso y su llegada lo cambia todo.

Lauren sabía lo que sucedería pero no pensó que lo que traería con él sería un ultimátum.

Una decisión.

Una bajo la cual Lauren se siente atrapada. Una

decisión de la que no está segura que haga una diferencia pero que posiblemente podría cambiarlo

todo.

El ultimátum no es la única cosa que Cal tiene consigo sino también respuestas. Las que Lauren

desea tan desesperadamente. Pero la verdad no solo afectará la vida de Lauren y la de él, sino la de todos a su alrededor… y no todos quieren que se sepa la

verdad.

Lo bueno es que a Cal eso le vale verg…

… Hay dos lados en cada historia. En esta hay tres.

P

ágin

a19

2

Estoy obsesionada con lanzar besos. Supongo que eso me convierte en una romántica. Amo los libros y los chicos lindos sobre todo libros de chicos lindos. Estoy encaprichada con el

glamur de las autoras pasadas como: Audrey, Dorthy, Marilyn, Elizabeth.

Confieso que soy una chica muy femenina. Una nerd de los libros. Una comedora entusiasta, y fan de los comics). Una rara combinación eh, que no tienes idea...

P

ágin

a19

3