1998_dupuy_el urbanismo de las redes. teorías y métodos

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.• .. .,; '1' Redes y Territorios Colección dirigida por: Albert Sc:rntosa Rafael Capdevila : Esta colección es una iniciativa conjunla del lnstitut Caiall pcr al Desenvolupament del Transpon y Oikos-Tau Títulos publicados: l. Gabriel DUPUY: El urbanimw de las redes. Teorías y mitodos. (ediciones en español y catalán) Títulos en prep:iración: 2. Jau me FONT i GAROLERA: L 'evo/ució de les xarxes de transpon a Catalunya. 3. Jcan HOURCADE: ¿Qué mDl'ilidad paro mañana? Otra mirada a ÚJs transpones. ', .1 1 ,. .1 I• l l ·1 1 • Gabriel Dupuy El urbanismo de las redes Teorías y métodos Traducción de Rafael Giméncz Capdevila Prólogo y supervisión de la traducción de Albert Scrratosa Oikos-Tau APARTADO 5347 - 08080 BARCELONA VILASSAR DE MAR - BARCELONA Colegio de Ingenieros de Caminos, can.les y Pucttos

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El Urbanismo de Las Redes. Teorías y Métodos

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Page 1: 1998_Dupuy_El Urbanismo de Las Redes. Teorías y Métodos

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Redes y Territorios Colección dirigida por: Albert Sc:rntosa Rafael Gimc!ne~ Capdevila

:

Esta colección es una iniciativa conjunla del lnstitut Caiall pcr al Desenvolupament del Transpon y Oikos-Tau

Títulos publicados:

l. Gabriel DUPUY: El urbanimw de las redes. Teorías y mitodos. (ediciones en español y catalán)

Títulos en prep:iración:

2. Jau me FONT i GAROLERA: L 'evo/ució de les xarxes de transpon a Catalunya.

3. Jcan HOURCADE: ¿Qué mDl'ilidad paro mañana? Otra mirada a ÚJs transpones.

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Gabriel Dupuy

El urbanismo de las redes Teorías y métodos

Traducción de Rafael Giméncz Capdevila

Prólogo y supervisión de la traducción de Albert Scrratosa

Oikos-Tau APARTADO 5347 - 08080 BARCELONA VILASSAR DE MAR - BARCELONA

Colegio de Ingenieros de Caminos, can.les y Pucttos

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Pril!IC:r3 edición en cspaAol. llWZD de t 99&

nculo origj¡W: L'~ da rúttJJa. Tllhria ~I raltM/u o AnNnd Colin t.ditcur, hrls 1992

Dix4o de b cobiert:I: R:ibe1 Argclich Fotog1'31"'.a de b c:ubicna: Albcn Scmllls:l

ISBN 84-281-0937~ Depósito Lcpl: B·l4.4S4-\998

e oikos-tau

DeRchos rcsav.idol p:u:i IOdos los piíscs

Nti se pcmúrc la rqiroduccldn llll:IJ o p:ucbl de este libro, oi b compibci6a en 1111 sislcm:a illforaWico. ni b tr.msmisida Cll ~- fonm. o por c:mlquiet medio. 'P SC:I dcar(lnic:o. mcdnic:o. por foloc:opin. por~ o por otros incdios, presenrcs y !UhlnlS, ni d pr&i=oo. :ilquiler o cu:ilquier Din fonm de ccsi6n del uso del cjcmpbs". SÍll d pemuso pl'C\'ÍO y por csaito de los ci!Ub:cs del CopyripL

Printed in Sp:lltl • lll>pn:so en &pzlb

Oilcos·Tau. Sl.. - hldusum ~y cdliorbl

M01US1:1r.11 12·14 • 01340 Vsbss:lr ele Mar (Banxlon:a)

Indice

lndicc ...................................................................................... 5 Prólogo .................. ............................ ................... : .................. 7 Prefacio para la edición española ........................ .............................. 11

Inb'Oducción ................................................................................. 17

1. las dificultades del urbanismo CODICDlpor.ineo ..................................... .23 1.1. La confusión de los urbanistas .................................................. .23 l .2. Un urbanismo que ya no entiende la ciudad. .................................. .29

2. E desaaollo de las redes en la ciudad ............................................... .35 2.1. Multiplicación y extensión de las redes ........................................ .35 2.2 De la pedestrian cily a la networlcl!d cily ........................................ 44

3. El alcance social de las redes ....... ........... ............... : ............ ............ .55 3.1. Los usuarios de las redes ........................................................ .55 3.2. Ea>nom!a y rcrri!Orio de las redes urbanas ..................................... 62

4. La resp"uesta del urbanismo clásico .................................................... 71 4.1. Contrasentido del mallado tcnitorial ............................................ 71 4.2 z.oaificar y canalizar ............................................................... 82

5. Rehabilitación de las doctrinas urbanísticas favorables a las redes ................ 93 5.1. De CcrdA a V'lrilio: Ja topología de las redes. ................................... 94 5.2 Circulación y comunicación: la cinétic:i de las redes ........................ 101 5.3. Redes adaptativas: la visión sistémica. ........................................ 103 5.4. l. Cerdi, el urbanismo y las redes. ............................................ 105 55. F .L. Wñgbt: Broadocre Cl!J' ................................................... 110 5.6. Un urb~ta francés incomprendido: M.-F. Rouge y las redes ........... 115

6. Las redes para un nuevo urbanismo: etemcnios de tcoña. ........................ 121 6. l. Red virtual, red real ............................................................. 121 6.2. ¿La ciudad de los operadores de rcdcs? ....................................... 129

7. M~todos y hcmunicntas para un urbanismo de redes ............................. 143 7.1. Análisis diacrónico de las redes ................................................ 143 1.2. Reprcscotación de las redes .................................................... 150 7.3. Evaluación de las redes ......................................................... 158 7.4. Ayuda a la concepción de rcdes ................................................ 169 1.S. Semiología de las n:des ......................................................... 174

8. Urbanismo de redes: estudios de casos ............................................. I 81 8. J. Vía y ciudad ...................................................................... 182 8.2 Red suburbana ....... .................................................. .......... 186 8.3. Ciudad y comunicaciones ............................. ~ ........................ 191

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6 El urbanismo tk 1a.r redes

Conclusión ....•. : .......................................................................... 195

Bibliognifia ................................................................................ 201 Indice onomástico ..................................................................... 207. Indice de figuras y labias ............................................................. 213 Vocabulario y acrónimos ............................................................. 215

Prólogo

A lo largo del tiempo se ha escrito mucho sobre urbanismo, aunque no tnnto como correspondería a este sector de la actividad humana cstrech:imente ligado a la calidad de vida de miles de millones de personas. No obstante. la mayoría de textos tienen que ver con aspectos sectoriales y sólo un número reducido de pcawdores se ha atrevido a abordar tratamientos globales. Muy pocos libros en la segunda mitad del siglo XX, cuando la complejidad urbana ha resu1t.ado más conflictiva, pueden considerarse vcrdaderamcnle innovadores y de amplio espectro. Pues bien, entre estos ~ ejemplares, el lector tiene en sus manos uno de los libros má.i; destncados escritos en los últimos cincuenta años.

Pese a las numerosas referencias a casos franceses, el análisis de ejemplos de fonnación de redes en todo el mundo y a través de los siglos, aporta una dosis notable de universalidad y le pemútc extraer conclusiones que han de transformar los métodos y los instrumentos de la planificación wbana y tcrritorinl. Tres aportaciones son especialmente relevantes: • De acuenlo con la Teoria General de Sistemas, los diversos componentes de un

simple conjunto necesitan el complemento de unas relaciona para constituir un sistema. Toda ciudad, toda aglomcr.ición urbana, metropolitana, regional o continental es por esencia wt sistema y por lo tnnto las rcfacioncs no pueden ser obviadas como se ha hecho y se hace en la mayoría de planes, obsesionados por la forma y los elementos estáticos.

• Las relaciones comportan intercambio de flujos de materia, de cncrgfa y de información y las redes de transportes y de servicios son los espacios-canales que hacen posible la cüt:ulación de aquellos flujos. Entender Ja finalid:id pñmmia de l3S redes y los procesos de formación es una cuestión fundamental de la ordenación del territorio.

• Las redes, que ocupan espacio, mucho espacio, han sido menospreciadas en los planes urbanísticos, pese a que además de c:malizadoras de flujos, son los principales estructuradores del !Cnitorio y de la ciudad. De .ellas dependerá Ja eficiencia del sistema y su capacidnd de adaptación a una realidad tecnológica y socialmente cambiante.

El gráfico de evolución de las redes en r-rancia (figura 0.1) es una aporuición capital y constituye un paradigma de valor universal. La forma de rcprcscnUJ.ción, tol.3.l.mente innovadora, con el tiempo en las abcisas y el porcentaje de usuarios reales sobre usuarios potenciales en las ordenadas, permite extraer lecciones definitivas: a) todas las redes siguen un proceso de evolución según una curva logística, con un primer periodo de crecimiento lenlO (sólo los "marqueses" y los grandes potcnt.ados son usuarios reales), un segundo peñodo con una fuerte aceleración (la masílicación del servicio), y un fmal lento hacia la salUr.lción (el 95% de los usuarios polcncilllcs acaba haciendo uso del servicio); b) el inicio y el fmal son siempre iguales y l:ls curvas sólo difieren en el tiempo necesario p:ua conseguir la extensión masiva del

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Usuarios reales I Usuarios potenciales

100%

80%

6Q%

40%

20%

Oº/o, 1 1 1 ' t 1 1 r 1 1 1 1 1 t ' ltJ 1850 60 70 80

• Agua

90 1900 10 20 30 40 50 60 70 80 1990

e Transporte pdbllco { 1 Elcclricldad e Teléfono

Vinrin

e Saneamiento fJ) Gas 8 Automóviles e Televisión

Figura 0.1. Evolución de las redes en Francia (1850-1990). (f uente: Oabrlcl Dupuy: L'urbanisme des rtseau.r, figura 7)

~ ........ - ·----·-

· fcrro\'lnrin rnéclrica (!ns Abaslccimh!nto de :ipua Saneamiento

Figura 0.2. Redes básicas del Area Metropolitana de Barcelona en 1992. (Fuente: Pla Tcnltorllll Me1ropolltl de Barcelona, Gcncralltat de Catalunya)

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servicio; e) continuamente aparecen nuevos servicios con desfases de 20 a 30 años, en un proceso del que no se conoce cl final, que pide corredores específicos e integrados para no deteriorar el territorio. Para iluslt:lr este propósito con un ejemplo más cercano, csie prólogo se acompaña con un m~ del Area Mctropoliuna de Bnrcclonn en el que se mues1ra el caos resultante de la simple yuxtapOsición dcscoordinada de redes básicas a través del tiempo (figura 0.2).

Un segundo aspecto destacable, entre muchos otros que hacen del libro una incitación constante, es la consccucncia de la extensión de las redes en h distribución del poder. La historia nos ha enseñado cómo aquélla ha tenido desde siempre una base territorial (areolar, la llama Gabriel Dupuy). Parroquias, municipios., condados, reinos, vegueries, corregimientos, provincias, comarcas,

•· comunidades autónomas, estados o uniones pluriestitalcs son diversas maneras de delimitar el rep:irt.o del poder. Las redes rompen esta relativa clañdad y las responsabilidades se reparten entre una multitud de agentes con potestad de grado y de ámbito confusos. Hoy un alcnlde, por poner un ejemplo, observa impotente cómo una línea eléctrica estatal, un tren de alta velocidad contincnta1, un gasoducto intcrcontinenlal o una red telemática mundiaI atraviesan su municipio. Más profundo todavía, las grandes ciudades, los grandes estados, los grandes centros contemplan con destempl:iDZa una nueva revolución copcmic:ann. Ya no hay centros o, dicho de otra manera, cualquier lugar es centraI desde el momento en que las autopistas, la aviación y, por encima de todo, la lclcmática (telefonía móvil, lntcmeL .• ) permiten rel:icioncs de todos con todos y además, en muchos c¡¡sos, instantáneas.

Hay que resaltar finnlmcntc en este prólogo· a la versión española de E1 urbanismo de las redes, el papel dcst:ICado que se otorga al ingeniero de caminos c:itruán Ildcfons Cenfü, cuya obra es la más ciuida por Dupuy. No sólo considera a Ccnla como el más completo tratadista del tema de las redes, sino el único en la historia mundial del urbanismo y de los servicios técnicos que entendió la ncccsid<ld de prever corredores de servicios. Dupuy también reconoce el valor de Ccnla al asociar el objetivo social de Ja ciud:td igualitaria a la previsión ineludible desde el principio de esquemas compleros de redes, puesto que al final éstas serán utilizadas por todos los ciudru.lanos, tanto en el cenlro como en las periferias. Así, se propone una calid:u.I homogénea para todos los espacios urbanos, como lo demuestra cl Ensanche de Barcelona, que lodavfa hoy, 150 años después de ser proyectado, es una isla de orden en un caos mclropolitano de redes improvisadus y yuxtapuestas sin coordinación ni objetivos sociales a largo plazo.

Este libro, producto de la pcn;picacia de Gabriel Dupuy y de un notable esfuerzo de investigación y análisis de una multiplicidad de casos para apoyar Ja teoría, debe convenirse en una guía indispcn.~ble para los planificadores tcrrilorialcs y urbanísticos, y una herramienta esencial para la mejora de los procesos de ocupación y organización del sucio.

Albert Scrraiosa

Darcelona, 25 de julio de 1996

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Prefacio para la edición española .. Han pasado cinco años desde la publicación en francés de El urbanismo de las

redes. No es tiempo suficiente para que Jos análisis, l~ posiciones y las ideas expuestas en este libro hayan envejecido. En todo caso, las mantengo. Los nwnerosos comentarios, a veces críticos, suscitados por la edición francesa, me hnn convencido de que el libro había acertado. Espero que la edición española tendrá la misma repercusión. ·

El libro termina con un conjunto de propuestas. El urbanismo de las redes me parece, en efecto, una vía posible (quizás la única) y deseable ~ una renovación de la acción urbanística. Sin embargo, para internarse más en esta vía, me parecía entonces que debían ser desarrollados diferentes temas. He tenido la satisfacción de constatar, durante los cinco años transcurridos; progresos evidentes en Jos diversos temas, no sólo en Francia sino también en otros paises. Me limilaré a señalarlos brevemente, con remisión a las principales publicaciones a que han dado lugar. Sólo citare los libros, porque los artículos son demasiado numerosos:

De entrada me parecía necesario un desarrollo de la investigación histórica sobre las redes. Recientemente, en Francia y en otros Jugares, se han llevado a cabo diferentes trabajos de investigación sobre este tema. En Francia dcst.aca la llOU!ble tesJs doctoral del historiador Alain Beltran sobre la red eléctrica de París (1878-1946), que debería 5cr publicada. En Estados Unidos, sobresale la importante obra de Clay MacShane sobre las redes viañas urbanas (MacShanc, 1994). En España se han publicado diversos estudios sobre la evolución de las redes, por ejemplo telefónicas {Cape!, 1994a), eléctricas (Capcl, 1994b), de gas (Anoyo, 1996). Los "urbanistas de las redes" har.Jn bien en leer estos libros.

· La representación gráfica, la informática y la modelización de las redes planteaban problemas delicados a finales de Jos años 80. De hecho, la hcmunienta básica expuesta en El urbanisnw de las redes es un modelo basado en la tcoña de grafos. Aunque este método es adecuado por lo que respecta a la propia red, es insuficiente para tomar en consideración su relación con el espacio urbano "ordinario" al que sirve. Por suerte, desde hace unos años se dispone de otro método a partir de la geometría fractal, método que parece muy prometedor p:ira c1· urbanismo de las redes (Frankhauscr, 1994; Bauy y l...ongley, 1994). La concepción de las redes podña beneficiarse de ello en un futuro inmediato.

La evaluación de las redes plantea al urbanismo, lo escribía en I 991, olro problema. Se observan progresos principalmente por el lado de la geografía, de la economía y de la gestión. De hecho, se· dominan las herramientas de evaluación

• ecooómica sobre lodo para las redes de telecomunic:acio~ Los resultados obtenidos en este sector pcmúten hllccr un balance de las econonuas de escala (o de envergadura), importantes para la oferta cuando una red se desrurolla, y los efectos de club o de red (directos o indirectos) favorables por el lado de Ja demanda. Pero los trabajos relacionados con las redes de telecomunicaciones han inspirado o

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12 El urbanist110 de üu rrtlu

estimulado las invcstig:icioncs en otros ámbitos: red eléctrica, correos, transporte colectivo, etc. (Cuñen. 1992; I.'lin, 1994). Hay que citar tambi~n. para una evaluación más urb:mística, el intcrcs:uuc estudio de J:ine Suntmcrton sobre !:is redes de calefacción urban:i en Suecia (Sununcrton, 1992).

La semiología de las redes es indispcns:iblc p:ira el urb:inismo. Pese a la dificult.:id de los métodos en este campo, hay que reconocer los valiosos esfuerzos de arquitectos it:ili:mos (Pucci, 1996), fr.ulccscs (Devillcrs y Riboulct. 1994), y otros.

Pero el urb:tnismo de las redes es tamt>ién un:i practica scctori:il, profcsion:il. En 1991, mc lamcnt:ib:i del "olvido" de las doctrinas y de los proyectos de grandes pcrsoruilidades que en su tiempo practiCll'On el urbanismo de las redes. Es

•. indispcns:iblc conocer fas obr:is de estos urb:inistas, como se conocen l:i C:lrt:l de Atenas y los proyectos de Le Corbusicr. Se h!l hecho mucho h:ist.a ahora, y nos fclicil.3mOS de ello, p:ira rch:ibilit:ir y otorgar a aquellas obr:IS el lug:ir que les corresponde. La edición rcdcntc del cns:iyo de Mclvin Wcbbcr escrito en 1964 y cdit.:ido graci:is :i r:~oisc 01o:iy es un testimonio de ello (Wcbbcr, 1996).

En 1991, cvoc:ib:i sobre todo b extraordinaria pcr.;onalid:id de Ildefons Ccnfll que, en mi opinión, puede considerarse como el fund:idor del urbanismo de las redes. Pero C1'3 ncccs:iño b:iccr l:l lüstori:i precisa y rigurosa de 1:1 obra de Cerda, para comprender b parte esencial de los principios que, tod:ivfa hoy, continúan siendo la b:isc del urbanismo de J:is rctles. Dcspu~ de la edición fr:mccs:i de mi libro, cl admir:iblc lt:lb:ijo re:iliz:ido por Albert Scrr:itos:i y su equipo, n p:irtir de nuevos dcscubriuüentos archivístkos, aporta elementos originales (Magrinya y T:irragó, 1994; Scm1tos:i, 1995; Sori:i y Puig, 1996).

Desde 1991, l:i ncccsid:ul del urbanismo de l:is redes aparece cada vez más cl:iramcntc en todo el mundo. La ciudad ncccsil:i Wl3 nueva dcflllición (Rtmy y Voyc, 1992): mundi:iliz:ición y mctropolitanizxióo son términos que participan de esta definición. La extensión mundi:il de 11 tel:iraifa de lnlcmcl refuerza el interrogante sobre 13.S n:l:icioncs entre las rctlL'S tle tclccomunk:icioncs y b ciudad (Grah:uu y l\farvin, 1996). Pero el fom1idable dcs:umllo del automóvil, no desmentido hoy en los países induslrializ:iJos y muy prob:iblc en muchos países en desarrollo, afecta tmnbién en profundidad ;iJ csp:icio urb:ino. El :iutomóvil, como el teléfono, y m:ís tod:ivfa que el ordenador, permite a c:ufa individuo dibuj:ir sus rctlcs y, más all:í, su territorio (Dupuy, 1995). Pn:cis:uncntc para responder a este gr.in

reto, presc1!!!-.!:> por Cenfü, el urb:u1ist:i dc las redes tiene su lugar en !:is ciud:ulcs de hoy. Espcrcr.~ que este libro, y toe.los los que oc:ib:unos de cit:ir (entre muchos más), pucd:?..'1 contribuir a su consofül:ición.

París, 8 e.Je septiembre de 1996

AgradecinUenlos

Este libro es el resultado de dos componentes de ini actividad universitaria: investigación y enseñanza. Debe mucho al medio en el que ejerzo mis actividades de investigación. En primer lugar al Laboratoire TeClu1iques, Terriloires et Socillb en conjumo, y más parti~tc a Vivi:in Claude y a Jcan-Matc Offncr, que leyeron y aiticaron el manusaito. Mis colegas de la agrup:ición de investigación Réseaux del CNRS (Conseil National_pour la Recl~rcl~ Sckn1i[u¡ue) también me han inspirado mucho. En este libro enconlr.lr_án algunas de n~ reflexiones colectivas. .

a contenido de la obra recoge algunos de mis cursos. La ~ón se ha enriquecido con las reacciones de mis estudiantes del Instituto de µrbanismo de París en cursos de doctorado, de mis alumnos de la Eco/e Na1(011al~. des Ponls et Cliaussies, y también de los estudiantes de lia:nciatura del Instilllto de Urbanismo de la Universidad de Mootreal, donde fui profesor cuando.redactiba la parte esencial de este libro durante el invierno de 1990. ·

La Universidad de París XII-Val éie Mame me aportó en un momcnlO decisivo una ayuda material que aprecié mucho. ·

Finalmente, tengo un recuerdo especial para Fran~isc Choay y Philippe Pinchcmcl que supieron dar, en un clima de gran confianza. sus consejos y su ánimo.

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.··' En este espacio-red, cuyas mallas están fonnadas por el conjunto de las vías de comunicación -terrestres, marítimaS, aéreas, carrctcras, así como cables clédricos o telefónicos, · e incluso ondas hertzianas-, transportando personas, bienes (cnlrc los que está la energía) e infonn:lCiones, se inscribe nuestra realidad urbana. Ya no representa una unidad autónoma. un centro encastado en el campo circundante. sino una zona de condensación específica alrededor de puntos de auoe - "enlaces"- de las ciradas vías de comunicación. ''Habitar" ya no designa aquí residir, sino -virtualmcnlC o actualmente- comwücar (de lo que la circulación es el aspecto mejor conocido). a ciudadano-residente es un "abonado" a estos pwitos nodales del espacio-red; su residencia, una "conexión .. a esta red.

Georgcs-Hubert de Radkowski, "Le Crépuscule des sédcntaircs"

in L'Homme de la Vi/le, JANUS, 1967.

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1 ~

J Introducción

¿Todavía es necesario discutir acerca de la crisis del urbanismo? ¿Se debe, una vez más, diagnosticar el malesbr de los urbanistas?

En una antigua publicación sobre los '1uegos urbanos", esta especie de simulaciones lúdicns inventadas por los urbati plmurers americanos de los años 60,

. expliqué como la profesión de urbanista necesitaba una ideología propia que enmascarase su desorden 1• Ahora bien, lo que era cierto en aquellos momentos para los urbanistas de Esuidos Unidos, no lo era todavía para los franceses. En Francia, el urbanismo cstab:i. en perfectas condiciones.

Desde enlonces, en la mayoría de los países occidcnlales, los análisis convergen. Se ponen en duda el urbanismo y la planificación urbana. La crisis es crónica, el malestar pennnnente. Pero el urbanismo resiste. La crisis no es aún tan profwida como para impedir la public:leión de revis~ manuales y diccionarios que se anuncian decididamente de "urbanismo"l, Así pues, el urbanismo todavía es sólido. Los consejos que se le prodigan pueden parecer curiosos: la orientación hacia la prou:cción del patrimonio o del medio :imbicntc, la huida hacia 1:1 arquit.cctura y la monumcnt:ilidad, el hincapié puesto sobre la participación del público en lns decisiones, ¿pueden todos juntos llegar a reconstruir un cuerpo de doctrin:ls y prácticas coherente ante los desafíos de la ciud3d modcma?

~e puede dudar de ello, sobre lodo porque, desde hoce poco, se ha plantcai.Jo otro tema. Es evidente que nuestra socic<lad se dirige h:icia una evolución que da a Ja comunic:ición y a sus técnicas un p:ipcl clave. A pesar de su imprecisión, el lérmino nuevas 1ec'1ologías de comu11icaci611 (NTC) aparece con fuerza. Sugiere el lcléfono moderno y sus múltiples dcrivndos, el ordenador y su c:ip:icid:ld de 1n1Ulrnicn1a

1 Dupuy G., Planiflc:ation rrrbainc et icflologic 1cdU10Cratiq1r: le cas tks jcux urbaim, lcsis doctol':ll de 3• ciclo, Pw, Univcr.iilé Rcné Dcsc:ir1cs, 1973.

l Sólo por cil!!.r 13 rccícnic :u:tu:tliibd fr.inc:ófon:i.: l:i n:vist.:1 Urbanirmc, los m:inu:ilcs di! urb3nismo de ~ J ,.p ~ A1111!nagu sa v/Uc, les clrolt: c/11 main: cn matien: tf'urbanumc, P .iris, Edilions du Moniicur, 1988; Les Mll11oács de f'urbanisme, P3tis. PUF, 1990, y di: Guay P.·Y., Introduction o l'urbanismc: approd1cs t/léoriquc:r, irutrw1ic111s el criterr:r, Modulo !!d., Montn!.11. 1987: Mcrlin P .• Cblay F .. DictioMain: de l'urbanisme ct ck l'amlnagemcnt, París, !'Uf. 1988; Tribillon J .• f., l'Urbani11111:. P:irís, 1..:1Dérouvcrtc,1991; Mcrlin l' .. L'11rbanin111:, París, PUF, 1991.

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instantáneo de la información, las tclca>mwücacioacs y sus enonncs caudales1, la panl.alla clccuúnica y su función intem:lacionadora. Las NrC afcctlln a nuestra relación con el tiempo, con el espacio, con los dem5s. Se pudo afirmar que creaban un universo particular, un espacio-tiempo propio, a punto de lleg:ir a ser el único significanle del mundo moderno. La cx:igeración no es el menor defecto del discurso actunl. No obstante, es evídentc que la explosión de las NTC afecta a las relaciones del hombre con el espacio, con el territorio. Las b3SCS sobre las que se fundaba d urbanismo se h:in. si no han sido socavadas, al menos se han sacudido. ¿Las NrC no significan pues el fin de la ciudad, o por lo menos el fin de una cierta ciudad, justamente la que los urbanistas pretendían donúnar con sus planes?

Ahora bien, a estos interrogantes, a estas provocaciones, el urbanismo no •· responde. No tiene nada que decir. ¿Incapacidad de comprender el hecho

tecnológico? Aunque existen algunos casos de miopía carnctcrizOOa, particubnnente la dificullad de percibir la verdadera mcditlll del fenómeno automovilístico, no se puede decir que el urbanismo haya sido re:icio hacia las evoluciones tecnológicas. Por no citar más que dos grandes nombres, Tony Gnrnicr y más tarde Le Corbusicr, comprendieron pcñcclllmCntc la naturaleza profunda de las trnnsformacioncs tecnológicas que afcc:Lal>mi a la industria, la sociedad y las ciudades que conccbíilil. Las innovaciones en materia de medios de locomoción, de energía, de comunicación, fueron pcrt:ibidas muy pronto por los Cerda, Howard, Hénard, Chamblcss o Wright.

La cuestión parece pues m5s fundamental: ¿no es el urbanismo, por su nalur:Ücm. incapaz de crear y de apropiarse de las hcrr.unicntas intelectuales que le permitiñmi pcn5'lí la ciudad tal como es hoy, tnl como proviene de evoluciones pasadas y tal como se tr;insforma pnra el futuro?

El concepto de red pcmlÍte centrar la cuestión al máximo.. La red, como concepto y no como objeto, emerge progresivamente en la histoña reciente porque plantea una nueva_Qrganización del espacia'. Traduce bien nlgunos tipos de relaciones cspaciolúempol infoanaci6n/territorio car.ictcrísticos de las sociedades modcmass. ·

Curiosamente, el urbanismo se ha mantenido al margen de esta evolución epistemológica.. La paradoja reside en su definición mismn. Si hubiera pcrm:inccido un arte urbano que defmiera la forma urb:ina en referencia a cánones estéticos un poco fuera del tiempo, se podría comprender que el urbanismo se contcntlra bordeando una int.crprcl:lción espacial demasiado alejada de sus criterios. Pero después de más de un siglo, según las mismas palabras de Fran~oisc Choay, el urbanismo pretende conseguir un enfoque global y científico, aítico y reflexivo de

3 C.Wcbles que en pocos 3iios 1e han ina'cmcnl.1Clo en propon:ioncs considcr.!blcs: del onka di: 1 :i. 1000 =do se (XIS:l di:l tclllíono eUsia> :i. b fibt:i. óp(jr:;i.

• Guillcnne A~ Cenbe da concept de rúeou: territoire et gtnie en &rope di! l'Ouest, J7(j().J81S, fostltut f~ d"wb:mismc, L:i.bor.ltD~ de lbéoric des Mulll1ions urb:i.incs. infonnc p:21:1 el Pl:in wb:ún. P:lris, enero de 1988.

s Dupuy G. et al., Rl.staux territoriau.r, C3n. P:i.r:idi&me. 1988.

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lnll'Odact:ilJn 19

la ciudad6• ¿Cómo explicar que, salvo en raras excepciones, el pensamiento urbanístico no consiga apropiarse (ni tan sólo anicularse) de la visión reticular que, poco a poco, se impone tanto entre economistas, sociólogos, filósofos, como entre ingenieros, arquilcctos, e incluso el hombre de la calle? Con un estilo polémico, Paul Vuilio constata y define su campo: "Hoy, es oros que probable que lo esencial de lo que se persiste en llamar urbanismo se compone/descompone por los sistemas de uansfcrcncia, de tránsito y de transmisiones, estas redes de transporte y de transnúgración cuya configuración inmalcrial renueva la de la organización catastral, la e.dificación de monumcntos"1.

Alain Sarfat.i, arquitecto y planificador de las periferias urbanas, percibe los cambios necesarios para el urbanismo: "Las periferias nos obligarán a pensar oros en ténninos de redes, circuitos, enlaces de m:incra oros lineal y encabesuada, a escalas muy düerentcs. No podemos continuar ignorando los grandes cambios de la distnoución, la comwücación, la informática, y son las periferias las que absorberán esta modernidad, de hecho ya sufren sus mayores efectos"'. ./

No obstant.c, se trata de excepciones. En general, el urbanismo es dcscsperndamente mudo con relación al 1ema9. Kcvin Lynch lo expresa de esta manera: "Sys~m01ic 01ten1ion to tlie entire ron ge of tlie din1e1tsü:m is /ackir1g "'º·

La incomprensión de la red por parte del urbanismo no es una cosa nueva. E aliento utópico de los inicios del urbanismo habña podido predisponerlo a introducir las visiones reticubl:s de un Graham Dell (p:ira las tclccomunic¡¡cloncs)ll o de un Hcruy fürd (p:ira la electricidad)12• Pero no hay nada de eso.

Y a lo largo de la historia, los contados urbanistas que se refirieron al concepto moderno de red para repensar la ciudad, como l. Cerd3., O. Wagncr, F.L. Wright o M.-F. Rouge, han sido, ill menos por lo que respecta a esta paru: de su obra,

C5 ~y F1 L'Urbanlsme: uropie.r er rial.irb, une ontholosil!, PW, Le Scuil. 196S. 1 V"uilio P ~ L'Espact c:ririqut, PW. Cbrisli:111 Dourgois, 1984. 1 Sarf:lti A., lu:tul, n• cspcci;il, Alm:m:u:b D:1111icuc, 1985. 9 Conununic:ation et tlyMmique urbalne. ADELS. iníormc p:1r:1 et Pbn wbllin. 1986. 10 Lyncb K.. Good c:ity fom1, MIT Press. Cimbridgc. M:iss1 1987. 11 "Se puede concebir que Jos C3blcs telefónicos pucd:m ir enlcn':ldos. o bien suspcodidos c:n el ~

canunic.wlo por conexiones con !:is vivicnd:u, !:is c:is:i.s de c:unpo, J:is licnd:is, l:is f:lbñcu, etc., uniéodol;is por el c:i.blc princip;al :a un:i. ofici11:1 ccntr:ll dollde el hilo podrí:a a>nc:CtltSc :i. 13 dcm:in<b, y csbblccci' un:i. comunicx:i6n cnln: das lug:ares cu:ilquicr:l de b ciud:xl. Un pl:an como -~ :woque :icwmnen1e es impr:i.clic:lblc. dcriv.ii:i. csroy sc&uto dc ello. de b inln>ducción del leléfOllO eatii: el p6blico. Creo incluso que en el fuluro, un conjunlO de hilos unir.in l;is oficin:i.s princip:ilcs de b comp:iiil':i. del tcl.!íono en difcreaies ciud:idcs y un bombn: en una región ckl p:iís podrá comunic;r mcdi:intc lenguaje babbdo con otro en un lug:ar difercotc". Tcxio de Gr:iMn &llde 1878, in Kingsburg J.E.. T1IL Ttkpltont! andTelt!photu! E.Ja:hanges, Ncw Yorlc, 1972, cit:ldo por Oc Soll:a Pool L (&!.). T1IL Social. lmpael of lite Telephone, MIT Prcss, C:mbridgc. M:iss., 1977.

12 Cf. Hugucs T.P •• "V"isions of Elcclrif1C:1tion :ni SocW Cb:in¡;c", in 1880-1980, un Si~dt d°ll«lricitl dans le monde, Acld du pmnicr CaUoquc inlcrn:ltion:al d'bistoüe de f&ctric:ité, París. PUF, 1987.

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20

ignorados, olvidados o margin:idos. ¿Quién podía imaginar que estos precursores serian hoy por hoy los modelos a seguir por wt urbanismo moderno?

Sin embargo, ¿no h:i llegado ya el momento en que el urbanismo se dote de los medios intelectuales que permitan pensar la ciudad no sólo cómo es, sino cómo puede y cómo dcb.-ria ser? ¿No convendría alribuir.ie los instrumentos necesnrios para actuar sobre un espacio que los geógrafos más perspicaces ven profundamente r.ransíonn:ido por la organización reticular de las aclivid:idcs humanas?n

La explicación de la resistencia del urbanismo a 1.encr en cuenta ta red. tas rawncs de hl exclusión de la visión rclicular por el enfoque urbanístico clásico, ¿hay que buscarlas sólo en el pasado, en los orígenes del urbanismo? ¿No convcndóa interrogarse también por las condiciones presentes de la práctica de los urbanist.as?

•· En el pasado encontramos las circunstancias en las que nació un pensamiento urbanístico: utopía salvadora para las ciudades industriales totalmente dominadas por las relaciones de producción fabril Actualmente, el urbanismo es el operador de un cierto tipo de tcrritorimidad arcol:ir, la de la propicd:id im.lividu:i.I o colectiva, pública o privada, pero también 1:1 de todos los límites, de Codas las fronteras naturales o. institucionales donde anidan múltiples poderes, pcqucJios y grandes, que las redes podrían subvertir.

Pero el urbanismo no puede ignorar durante más tiempo las redes como objetos ni la red como concepto. Ya no se trata sólo de curar un m:ilcstar huidizo. Habría peligro de muerte p:ira el urbanismo si continuase negando los únicos enfoques que le pueden dcvol vcr una legitimid:ul conforme a su vocación inicial.

Por encima de todo, las ciudades son las protagonist.as. ¿Se podní :iccpt:lr lodavín que los que tienen responsabilidades en m:lleria de legislación, reglamentación, planificación, gestión y que, por eso mismo, actúan sobre el espacio urb:ino, descuiden, porque no las pueden entender, las r.ransfonnaclones esenciales de las actividades y de la vida urbana'!

No se tra1.a de una discusión académica. Las consecuencias en ténninos de poder. de dcs.urollo económico. de exclusión social, son reales. Gérard Prcmel, al analizar las incidcncins urbanísticas de la gestión de l::ls redes de agua y de s:meamicnto de los municipios pertenecientes a los departamentos franceses del Gard, Val-d'Oisc e Yvelincs, llega a la siguiente conclusión: "mcdi:ml.C la implantación, las transformaciones, los modos de gestión de lns redes de agua ¿no se instauran "nuevas banalidadc.:s,. (es decir, oblig3cioncs hacia los monopolios de soberanías locales) haciéndose o dcsh:iciéndose según las relaciones de fuerza?"!' Emmanucl :-Jégricr, en su estudio sobre la implan!aCión de l:ls redes de cables, extrae l:ls mismas conclusioncs's.

13 Pincbc:rnc:I P. y G_ La Face de la Tem, P:irú, A. Colín. 1988. :uC como Cl:iV31 P .• "Li\venir de la métropolisarion•, Ann:ilcs de Googr:iphie. n• SSO. nov.-dic. 1989.

'" Prcmcl G .• "M:iitrisc des n!sc:lux el domin~tion fonc~--,:·, Eludes foru:ieres, n• 3S. junio d: 1987.

U N~¡;rier E.. "Thc politic:; oí Tcrri!OO:ll Nctworlc Pulicics: Thc l!x:unplc oí V'idcocom­munic::IUoiu !l:ctworks tn Fr:incc". Flux. n• 1. pñm:ivcr:i de 1990. ' \

21

Figura l. Computtr Cily: ciudad concebida para optimizar ek:ctrónicamentc; "en tiempo real", tos diversos cambios de actividades de los individuos de una comunidad

de 100.000 personas. La utopía no transcendió las columnas del diario Arclrigram. (Fuente: Archigram, Londres, otollo de 1964)

En el fondo, y hablando de territorios, parece que hay dos concepciones opuestas. El urbanismo siempre ha privilegl3do una territorialidad areolar, definida por zonas, limites y fronteras, en cuyo seno se ejcn:cn los poderes. A esta concepción parece oponé~le la de una tcrriloñolidod reticular, que va más allá de las wnificaciones y las barreras, y en la que se ejercen otros poderes.

No se trata de negar poderes ni tipos de territorialidad Brcolar legítimos, sino de reconocer la existencia de otros poderes y de tcnitorialid:idcs reticulares. Por esto hay que dotarse de los medios para pensar y analizar la5 redes en y para un nuevo urbanismo. Se deben promover las herramientas que pcnnilall la :icción eficaz sobre lo que ha llegado a ser lo urbano.

Rehabilitar Ja<> grandes utopías reticulares; sacar el pensamiento urbanístico reticular de su marginalidad; fundamentar mejor, de manera más ICórica, Ja noción territorial de red; favorecer en el debale urbanístico moderno una discusión contradictoria sobro la territorialidad; p,rescntar, explicar, desarrollar las hcmunient.as que permitan tener en cuenta la "reticulística" dentro de la "urbanística": este es el programa ambicioso pero necesario que orienta este libro.

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1. Las dificultades del urbanismo contemporáneo

1.1. La confusión de los urbanistas

"Confusión", "imagen difusa", "crisis de identidad", "pérdida de la cultura urbanística": en un trabajo reciente sobre la fonnación en urbanismo, 1.-C. Jaser establece un juicio sin concesiones sobre el estado de la profesión de urbanista en Francia!. Seña necesario que los profesionales, continúa fager, se cntiendicran al menos sobre lo que, más allá de las ideologías y dcl mercado, encuadra toda inlerVención sobre Ja ordcn:ición de Ja ciudad y del territorio. Pero hoy por hoy falla este "núcleo" reflexivo que el autor del infonne define como "la comprensión de los procesos de formación, de reestructuración y de mutación del espacio". ·

Poco tiempo antes. un investigador especializado en sociología de las instituciones y de las profesiones de la ordcruición del territorio y del urb:misrno publicaba un artículo con el tirulo: "El desorden de los planificadores'':?. Para Peraldi, los planificadores de las ciudades han perdido desde 1975 su ideal planificador. Hasta esta fecha, el Estado había conseguido legitimar el principio de inlerVención pública en materia de programación urbana. La progresiva retirada del Estado en provecho de los agentes privados (sobre lodo en las ZAC') y los entes locales (desde principios de los años 80), ha provocado un vacío. Los urbanistas buscan un nuevo p:irndigma. pero viven la situllción actual como una crisis del urbanismo.

Confusión de Ja profesión, ausencia de n:cooocimiento del oficio: todavía h:iy otros hechos sintomñticos. El urbanismo casi no atrne a los jóvenes aunque l:is

1 Jager J.-C~ informe SQbrc L'Eml!ignzment de l'urbanisme. p:n el minislcrio dr.? rEquipc111cnl. du I.ogcqicnl, des Tr:insports et de 1:i Mcr, dic. 1989. El m:iyor inlelés de csle infonnc reside en que: b;i. sido ~ después de nwnc:rosos c11CUC11lros con profosion:ilcs, políticos. univcrsitmos, y d:t un:i im:igcn b:ist:inlc íicl de l:i opinión domin:inlc en l:i m:itaria.

:! Pmldi M~ ºLe Dé.=roi des amén;igcUJS", Dia&onal, n• 74, oct. 1988. • N. del T. 'Zone d'Amlna&ett~nl Concml (ZAC), opcr:ici6n urb:infstic:i con p:irt.icip3Ción d!

:igenlcS priv:idos.

Estado de la profesión de urbanista en Francia: falta de comprensión de procesos

Vacío provocado por la progresiva retirada del Estado: crisis del urbanismo

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24 E1 urbanismo de las retlu

oportunidades de tr:lbajo exislCll. Las fonruiciones en urbanismo y planificición. iniciadas en el periodo 1960-1970, entran ahora en compercncia para reclutar estudian1cs en un mercado encogido. El urb:inismo era antigu:imcntc para los jóvenes, no la vía de una técnic:i especial, sino la de toc.W las generosidades. Esta imagen lambién se ha borrado y los jóvenes que hoy se introducen en la profesión exigen técnica. Pero, ¿qué léaüca? El infonnc de J.-C. Jager, a continuación de mcwa docena de otros estudios, muestra las grandes dificullades que se presentan a la hora de definir una verdadera fonruición profesional, en ausencia de un pcnsamienlO urbanístico contcmporñnco, de una comprensión del hecho urbano y de una definición teórica del lugar que ocupa el wbanismo práctico.

01ro síntoma. quizá IOdavía más impresionante: la ausencia de grandes •· nombres, de personalidades fuertes que m:irqucn la profesión. Cuando se trata de

urbanismo en f-r.mcia no viene a la memoria ningún nombre. Para el gran público, inmcdilllamentc se establece la confusión entre urbanis\41 y arquitcclo, y en una encucsla Ricardo Dofill probablemente recogería numerosos votos. A pesar de esto, el macs1ro del Taller de Arquúectura tendóa ciertas dificull:ldes para haa:rse reconocer entre los urbanistas franceses.

A pesar de las apariencias, estaría equivocado quien creyera que esta especie de di:cadcncia del urbanismo es muy reciente y pcculliinncnte francesa.

En Francia. el matcsur viene de lejos. Es vcnla<l que ha sido enmascarado por la fuLna intervencionista del Estado después de la Segunda Guerra Mundial. Pero el análisis histórico muestra las dificulladcs halladas mucho antes para acrcdit:ir el urbanismo 3lltc el público. /

Jean-Piem: Gaudin dcsr.ac:i que el ténnino "urbanismo" conoció una singular fortuna cuando fue introducido en Franda a principios de siglol. Sin embargo, el notable vnlor con el que fue acreditado se vio erosionado r.ípldamente en el período que scp:ira las dos guerras mundiales. Se dieron cucnlA de que la pal:ibra podía "cubñr tanlO la exprcsiún de una idealidad como el deUllh: técnico de diferentes modos operaLivos de intervención". La confusión ha podido fomentar dW'llJltc cierto tiempo los juegos corporativistas, pero, a la larga, según J.-P. Gaudin, ha llevado "al agouunienlO de cualquier cn:dibilid:id".

En L'Histoire de la Fm11ce urbaú1e, Maro:! Roncayolo prolonga esta reflexión criticando el propio método del urbanismo francés de mediados de siglo4. Si bien los urbanistas se benefician de cnlr.lda de un juicio favorable, ya que el urbanismo surge inicialmcmc de principios de orden, de claridad, de bcllcz:i, y se opone a los desórdenes del pasado, pronto serán incapaces de convencer. "No sólo el hormigón o el dispositivo marginan a la Cité ntdieuse, sino algo mucho más esencial: que toma partido por el futuro; una anticipación sobre las conductas sociales, que el h:ibil.1nlc no confirma. Sobre lodo cuando se cambia de clientela". No se puede ser más claro.

l Gaudin J,. P •• T~c/111opolis, crüu urbaiMs ~l innovations municipales, P:1tÍ:I, PUF. 1989. 4 Ronc:iyolo M~ L'Histoire de la Frrmu urbaine (conclusión, Tomo V). b:ijo 1:1 dira:c:ión de Duby

G .• P3tis, Le Scuil, 19~5.

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Las di)ICJÚlalks MI urbanismo c:ontempordneo

Figura 2. Urbanismo de zonificación y urbanismo de redes: dos concepciones opucsias que el plan no puede conciliar (CEUMT n• 109, junio de 1989, Barcelona).

25

Lo que csti en juego es el principio mismo de la planificnción cu:indo ésta ya no puede basarse en una comprcnsi<ín rc:il y nclual de la vida urbana.

La situación pn:scntc del urbanismo francés es sin duda particulanncnte critica, porque se ha beneficiado en el período prcccdcntc de un aumento de lcgitimidnd debido al apoyo del Estndo. Por eso, hoy conserva la pretensión de un intervencionismo omnipotcnic, pretensión manifiestamente alejnda de sus posibilidades reales de acción, pero sobre todo de análisis de los problemas urbanos.

Aunque la crisis sea actualmente menos visible, el urbanismo conoce también en otras partcs el mismo tipo de: dificultades. El urbanismo, o el Urbc111 Plcuu1ú1gs, es aiticado. Se le acusa a veces di.: perderse en los det.allcs de un tecnicismo sobrecstimado, en lugar de promover un ideal. O incluso se le recrimina que sirva de ideología. de coartada. a una sociedoo que no hace n:llJa por reducir las desigualdades sociales.

Recurrir a estas critlc;is es frecuente, aunque la argumcnr.aci6n se modifica. El ejemplo de Estados .unidos es particularmente aclaratorio. En 1973, un urbanista "radical", Murray Bookchin, dedica un largo artículo a la dcsmitificaciún del Ci1y Plallning. Sobre bases marxistas, aitica primero un plmu1iug que no tiene el poder de planificar porque el csp:icio está cstructurndo fwulamcnlillmcntc por la burguesía

S No c:xisCe identidad. ni siqWcr.I equiv;ilcnc:U cnlre el ti!nnino •urtimismo" y el término Udxtn Plannint. En c:ida p:ús, b bislOri:i b:i dc:fuudo los cunpos donde es legítima l;i mletVl:nción d: los poderes públicos sobn: la c:iucbd. Adc:nW. en algunos p;iiffs. los lllcnicos c:jcn:cn en el lll3l"CCl de: org:uuzxlonc:s proí.:sion:dcs muy fuc111:1. en olJOs no. El ll:ctor c:ompn:nclcr;í que :iquí no se profundia: en el wlisi$ de csl:ls diferencias que no son cscnc:i:ilcs p31:1 el propósilO de 13 obra.

Confusión de la profesión: dificutades para definir la formación profesional en urbanismo

Falta de reconocimiento del oficio

Ambiguedad del termino urbanismo: entre la idealidad y un detalle técnico.(desde el período entreguerras)

Principio de la planificación está en juego: Comprensión real y actual de la vida urbana. y analisis de los problemas urbanos.

Críticas: entre el tecnicismo y la ideología.

Crítica al City Planning: nada tiene que ver las ciudades anteriores con las mteropolis y megalopolis norteamericanas.

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'· 26

y las fuerzas económicas. Pero rehuye l3mbién el lénnino city, oponiendo la megalúpolis amcric:ina actual a la ciudad griega, a la ciudad de la c:d;id media, a todas las ciudades de la historia. en las que se inspiraría Ja ci1y del Cily Plam1ing, pero de las que las metrópolis americanas no han conscrvooo ruJda6. Quince años más tMde, un historiador del urbanismo, Robcrt Fishman, h:ice la misma aítica sobre bases completamente difercntes7• "No planHic:ida, no investigada e imprevista., la nueva ciudad es actualmente una rcalid:ld". R. Fishman constata que los wbanisus h:ln dejado que se hiciera una ciudOO bastante distinta de lo que se pensabaª. La vieja metrópolis con su centro y su periferia ha sido lanzada a los márgenes de la economía y de la sociednd americana, y todo esto con la inconscicnci:l de una ayuda pública masiva, ¡acompañada de medios inauditos de

. · planificación urbana! R. FIShman precisa el contenido de las aíticas del urbanismo en Estados

Unidos. Subraya que las ciudlldcs ideales de los "p:ldres" del urbanismo, Howard, Le Corbusier y Wright', tienen "su lugar en la práctica(:¡ cl inconsciente colectivo) dcl urbanismo". Pero las críticas amcricnnns han atncado a los mismos principios de este urbanismo. Autores como Jnne J:icobs en los años 60 o como Richanl Scncll (1970), se han opuesto a los principios urbllJlfsticos por encontrarlos demasiado dependientes de presupuestos antropológicos estrechamente ligados a la acción üsica sobre la fonna urbana. Han mostrado que la realidad sociológica y la experiencia vivida por los ciudadanos se acomodab¡¡n mal a esquemas a la vez simplistas y limit.adon:s.

Finalmente, hay que scñaJM las palabras de M:uccl Roncayolo a propósito del urbanismo francés: ''Fracasa el sueño orgulloso y tot.:llitario de lml.nr la sociedad a través de l:is fonnas espaciales. El gran vuelco de los años 70 es la conciencia de este límite, el fin de la reprcscnl61Ción proyccuida"1º.

Según Howcll Baum, los urbcm púvuius también tienen una crisis conceptual 11•

Se ha superado la visión exclusivamente íisica de la pl:mificación urbana. Algunos se han comprometido con un urbruiismo más social, fonnulando en el man:o urbano los objetivos de igualdad de oportunid:idcs (para las minorías étnicas, las mujeres .•. ) en difcrcnlCS sectores (educativo, sruiil.ario, cultural ... ). Aparentemente, no han tenido mucho éxito. Por un looo, han abandonado el fondo esencia! del urbanismo y renunciado a una acción sobre el marco espacia! de Ja ciudad. Pero por el otro, los pltumers no han conseguido convencer a los pobres, que siguen siendo los

6 Bookcbin M., "Thc Mydl ofCity Pl:innin¡;", Ublrution. scl.-oc:t. 1973. 7 Fishm:m R- "Thc Post-W:ir Americ:111 Subwb: :i Ncw r-onn. 11 Ncw City", in Sc!Wfer D. (Ed.),

Two Cenruries o/ An~rican Plannini. Londn:s, M;uuell, 1988. a Se b:ir.l un:i rcfcrcncQ más cxlens:a sobre csu "nL>Cva c:iud:id" y los :in51isis de F'isbm:ln en el

c:ipftulo 6. 9 A los que b:i dalicido un:i obra: Fisbm:ln R., L'Cltopie urix:ine au X:Xe si~cle, Brmcllcs.

M:inbg:i.1977. 10 Rouc;iyolo M., op. cit. 11 B:ium lt.S_ "Pn>blcms oí Govem:ina: :i.nd 111C Profcssion of Pl:mncn: thc Pl:innin¡: Proícssion

in thc l 9SO"s". in Scb:iffer D- op. t:iL

ÚJS difu:uhades del urbanisrnoainuniponfneo 27

perdedores del juego urbano. Tampoco hnn sabido g:inarse la simpatía de las clases medias asustadas por las tendencias redistributivas de la pl:uúficación.

En Eswdos Unidos, como en Francia y un poco por doquier en Europa occidental, el urbanismo es víctima de una aitica ideológica general que pone en tela de juicio la intervención pública en sus diferentes avatares. Sin embargo, esta explicación gencraliz.:ldora encuentra pronto sus limilCS. En Francia, por ejemplo, la descentralización ha coincidido con una valoración de la acción municipal. Es más, el gesto arquitectónico o monumenl:ll, autoñz.ado por los nuevos poderes de los entes locales parece encontrar en los ciudadanos un eco particufarmente favorable. Así pues, habría wia intervención pública buena y otra mala. .. y el wbanismo estaña del lado malo •

Ante estas delicadas cuestiones para el urbanismo que, como se ha subrayado, no son recientes, se han buscado rcspuestaS en diferentes vías. Dcl advocar:y plamting americano al ambicnl:llismo escnndinavo, de la protccclón hisl.6rica a las diferentes formas de implicación de los ~itantcs en los procesos de decisión, el abanico de doctrinas y practicas profesion:ilcs es bastante extenso. Los result:idos son poco convincentes. Sin examinar todas las cxpcricnci:is, todas ellas muy interesantes, se insistirá en la oricnt:lción participativa. Defendida en r-rancia con constancia por J .• P. Lacaze, ha cnconlr.ldo iguaJmcntc seguidores en numerosos paíscs•2. Partiendo de las criticas formulooas en contra del urbnnismo, la voluntad participativa consiste en reemplazar los principios generales y más o menos dogmáticos, que guían habitualmente la acción urb¡¡nístíca, por la expresión de las voluntades de los habil.31llCS o de los futuros habitantes. Sin ~lar de las opcraciones-co:irtada, las experiencias de participación demlJCStr.ln los límites de esla ocicnuci6n. Un escaso número de personas implicntlas, dificull:ldcs por dominar un lenguaje dcm:isfado tét.'11ico, imposibilidnd de conseguir tiempo p:ira estudiar los expedientes en profundidad, tendencias hacia el nprovcch:imiento político, cae.: son algunos de los numerosos obstáculos y dllicult:ldes para los urbanistas que quieren promover la participación. •

Si se va un poco más lejos en el análisis, pan:cc que los problemas halllldos provienen del hecho de que los habitanl.CS se sienten cxtralios en el campo del urbanismo. La misma manera de pl:intcar los temas, de delimitar el campo de acción, parece excluir una participación numerosa y activa.

La elaboración de un plnn de ocupación del sucio (POS) es un caso interesante. porque la legislnción ha buscado favorecer la participación del ciud:ldano. Algunos municipios hnn tomado el n:levo y hnn orgruiizado alrededor de la elaboración conjunta Estado/Ente local una verdadera concertación con los habitnnlCS. Es bastante significativo que en el medio urbano la elaboración de los POS sólo movilice a los propiclarios, directamcnl.C int.ercsados por los derechos de construir en los 1.errenos o edificios que poseen. La participación se reduce a menudo a una negociación entre los poderes públicos y los propietarios sobre los derechos de uso

1:? Se podrí:in ciur Jos nombres de Tumcr, Al~cr y de muchos urlwüst:is iblfanos.

Otras críticas americanas al urbanismo: Jacobs y Senett: atacan a los mismos principios del urbanismo

Lo que fracasa del urbanismo

Primeras voluntades de los urban planners.

Orientación participativa

Problemas de la participación

Limitaciones de la participación en el elaboración de los planes de ocupación del suelo.

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28 El urbanismo di! las reda

del suelo. ¿Y el ciudadano? El ciudadano no puede implicarse como tal en la fabric:ición de un documento de urbanismo, que si bien es cierto que le interesa, en cambio no tiene la dimc.nsit~ tcrritori:tl :uJccuru.Ja. La vida del ciudadano ya no está básicamente configurada por el uso del suelo sobre una prul:Cla situllda en la zona U2. El empleo, los empleos de la familia no están situados en el mismo municipiotJ: como tampoco lo estrui la universidad, los institutos, ni quizá fas escuelas pñmarias frecuenUldas por los niños. El centro comercial, el hipcnncn:ado visil:ido semanalmente c:stán en otro lugar. El POS no trata de los transportes, del aparcamiento. La electricidad, el alumbrado público, el gas, el agua, la recogida de basuras, el sancanticnlo, el teléfono, la televisión. todo lo que. junto al trabajo, h.u:e la vida cotidiana de las familias de hoy, son prácticamente ignorados por el POS, ya

·· sea porque se trata de servicios de nivel supra-municipal (este es a menudo el ~ del transporte colectivo), ya sea porque se traJ.a de servicios cuya "huella" sobre el sucio es insignificante (televisión, alumbrado público, recogida de basuras), ya sea porque se trala de scrvicios municipales, pero deliberadamente ol vid'1dos por el POS que los envía a hipo~ticos "anexos"••, ya sea por dos o tres de estas razones a la vez, sin hablar, evidentemente, de los servicios privados, COQ}crcios, médicos, farm:icéuticos. que el POS no tiene vocación de pl:tn.ificar y que sólo. trata muy indirectamente a través del uso del sucio.

¿Cómo soqm:ndcrsc entonces de las dificulbdcs de b;tccr p:uticip:ir :il ciudadano en la el;iboración de los phines de ocupación del sucio y más aún en las decisiones llama~ de urbanismo?

El fracaso relativo de la oñentación, pese a todo inteligente y generosa, del urb:tn.ismo tmcia la participación debe hacer reflexionar.

La crisis del urbanismo es seña y sin duda más profunda de lo que p:irccc a simple vista. En efecto, no se trata de conslalllr y criticar su pal.Cntc ineficacia a corto plazo, en un conlexto donde la intervención del Estado se pone en duda por corrientes ideológicas liberales o neolibcralcs. No se tralll de hacer el bal:ince de los fracasos del urbanismo ante los grupos de intereses diversos. Y todavía menos de condenar la incapacidad del urbanismo para organizar la "gran ciud'1d" en los países en desarrollo sometidos a lógicas nacionales e internacionales que la intervención pública no puede realmente lllllear. Todo eslo es trut antiguo como el mismo urbanismo, pero está bien aceptado y atJrnitido por los urbanistas y por la opinión pública. El urbanismo siempre ha compactado una parte de idealismo. La práctica enseñaba a componerse con la realidad p:lr.l ob!CnCr algunos resultados sobre cl terreno.

El problema radica no tanto en el hecho de que la ciudad se desarrolle C911tra el urbanismo, como en cl sentimiento de que la ciudad se desarrolla al margen; y que el urbanismo no sólo no domina sino que no entien<lc, no n:pccscnlll y no explica com:ct.:uncntc esta evolución.

13 cr. Lc:ry A.., Tcni<.T C~ ·un Aclif sur dcux tr.iv:iillc bors de );a communc oil ¡¡ n!sidc", &onomie et staJistique. n• 180. 1985.

14 Cf. por ejemplo los Anexos s;inibrios p:n el 3~U3 y el s:anemiicnlo.

Las dific1ÚllltÚS dd 11rbanis1110 t:ontempordnt!o 29

1.2. Un urbanismo que ya no entiende la ciudad

Esta incapacidad p:ira comprender l:is evolucioaes en curso tanlpOCO es totalmente nueva. En un artículo particularmente bñllante, M:lrk Fostcr da un ejemplo de enots. Se trata de un estudio lüst6ñco de las comunicaciones de los urb:tn.istas amcricruios a difcrcnles congresos y a órganos de prens:i dcSde principios de siglo b;tsta la Scgund::i Guerra Mundial. ¿Cómo y porqué el alcance del fenómeno automovilístico, que tenía que mnrcar definitivamente l:ls ciudades amcric:lll:lS a p:irtir de Jos años 30, no fue previsto, ni siquiera percibido por aqucllos que precisamente lo tcnfan que hacer? Esta es In pregunta a la que responde Mark f-ostcr.

Como siempre, la realidad dificilmcnte se dcj:i encerrar en un esquema de explicación unidimensional. Fosrer recoge algunas dc~aracioncs más o men~s profélicas, o simplemente ilumin:idas, sobre el lug:ir que tb:i ocupando el automóvil en la vida urban::i de los aftos 30. Mis interesante es la tendencia general, rnzooable, que tcch:wl escuchar a los profet:is o a los marginales. Mientras la industria americana del automóvil \'cndía ya, justo antes de l:i crisis de 1929, más de 5 millones de coches ni atío, los urb:mistas, según füstcr, "sólo tenían una débil conciencia, ya sea de l;i e\'Olución prccari:i del tranvía o bien del conjunto de las implicociones del triunfo del automóvil sobre el desarrollo urbano futuro". El autor establece dos rai.ones que cxplic:in esta miopía, cuyas consecuencias ser.in evidentcmenlc muy perjudiciales para las ciudades amcñcanas.

Por un lado, J:i profesión dc urba11 plarmer es-yn- vktima de las dif1CUllat.lcs de CSID.tus, de reconocimiento. Los urbcm plnrm~rs cst:ín tentados por la reflexión a largo plazo sobre la evolución urban:i (¿se debe favorecer una descentralización de las ciudades'!), pero son arrastrados por quienes los empican, los entes locnles, hacia la resolución de problemas a cono plazo, como la concepción de pequeñas ac!Uaciones viales. Durante los años 20, 1:1 comunidad de urb:tn.islas no es capaz de escoger enlrc la vía de los "visionarios inspirados" y la de !ns "ruspucstas pragmáticas a los probleffi:ts reales". Las preguntas pl:intc.ldas por el desarrollo del automóvil supondñan un esfuerzo intelectual para analizar com:ctamcntc el problema, huir tic afirm:iciones simplistas y responder a los visioruirios. En los años 30, prevalecía la idea tic que el :mtomóvil sólo constituiría un clemcnlo de ocio p:irn. los ricos, mientras que el tranvía seria el único nll.'tlio de transpone del domicilio m trab:ijo para la gran mayoría de 13 población. Era corriente considerar que un urbanismo que insiSticra sobre el automóvil seña elitista porque ignoraría !:is necesidades dc las masas. Poner en duda estas premisas habría rcqucñdo estudios serios para los que los urbanistas de aquel tiempo no tenían medios p:irn. afrontar. Los visionarios de la profesión no ayudaban a progrcs:ir en esta dirección. Al proponer ciudades de ciencia ficción, ::idaptat.las al automóvil TIK.'ilian!c la rccstructut:1Ción IOOll de los centros graci:is :i cnu-amados de autopistas de seis

15 fostc:r M., "Cily Phumers ::llld Urb:ln Tr.msport3tlon: lhc l\mcric:in Respocuc. 1900· 1940". Joumal of Urban History, vol. S. m:iyo de 1979.

El fracaso de la participación

El problema radica en que la ciudad se desarrolla al margen del urbanismo.

Ejemplo (no nuevo)de la incomprensión de las evoluciones: imprevisibilidad del alcance del automóvil.

razón 1: los urbanistas son sometidos a resolver problemas a corto plazo.

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c;irrilcs evcntulllmcntc cubicrt:lS por otras autopistas, pedían la supresión inmcdi:ita de los autobuses y tranvías. Lewis Mumford sabrá encontrar los argumentos para condenar a estos extremistas, pero el urbanista ameñc:mo ordin:irio sólo podía reclulzar brulnlmente estos nroyectos apelando simplemenle a su irrcalismo.

Otra causa de la miopía de los urbanistas sobre el fenómeno automóvil radica en su focaliz:Jción pronunciada sobre el tema del 1r.1nvía. Muy atentos a organizar mejor los sistemas de ltanspOrtc colectivo, de atticul:ir las nacientes líneas de autobús con las del tranvía, de saber si la mejora del transporte colcclivo ayud:iría a favorecer o retrasar la descentralización, los planificadores sólo tenían ojos para el tranvía. Seguramente 1Cnian relaciones estrechas con los operadores de las redes. Estaban claramente influenciados por las únicas es~ticas fácilmente disponibles en la

•· época en rruitcria de desplazamientos urbanos, es decir las que proporcionaban fas compañías de lr.lnvías. Ahora bien, el discurso de los responsables del tranvía es, hasta 1935, tranquilizador. Deseando conservar sus rcot.as de situnción, se esfuerzan en hacer creer que su lr'.üico continúa creciendo y que crcccrá todavía más en el futuro. Hay que esperar hasta 1935 y un cambio de orientación destinado a obtcnee la fmanciaclón de los podcrcs públicos para que se reconozca la crisis. Mientras, en 1930, un responsllble proclanuiba aJto y fucnc: "el transpOctC colectivo se conviene en una fuerza cada día más importante p:ica la configuración de la ciudad del futuro".

Se comprende que, en este clima, los urbanist.as hayan tenido :ilguna dificultad pi!ta conseguir una perspectiva suficiente para dctcnninac las evoluciones respectivas del tranvía y del :iutomóvil el uno respecto del olto, sobre la base de d:ltos convenientes. /

Lo que vino después es suficicntcmcnrc conocido. El rápido declive del transporte público en las ciud:ldcs americanas ha tenido consecuencias que repcrculen duramente hasta nuestros días. Según Mark Fostcr, las condiciones de este declive existían ya antes de la Segunda Guerra Mundial, y se tendrían que haber analizado. Así se habrían podido tomar algunas medidas a tiempo. Errorcs de este tipo sólo llevan a cuestionar el urbanismo, en la medida en que la ciudad se formó ¡¡J

margen de sus preocupaciones de entonces. No obstante, el caso cstudi:ido por M:irk Fostcr, a pesar de su importancia

histórica, aparece como un caso particular y rclativruncntc aislado. Por otro lado, el autor señala los esfuerzos realizados por los urbw1 pltumers desde los inicios del tranvía para razonar en ténninos de sistema de transpone público integrado. La profesión había entendido rápidamente que "en una ciudad moderna. los tranvías son tan esenciales como las viviendas y los edificios donde la gente trabaja. En todas sus octividndcs sociillcs, y cconónúcas, la gente depende del servicio de tranvía"ld.

El problema plantClldo actualmente no es la incapacid:id pcrmancnlC y general del wbanismo para comprender las modificaciones que afectan a la organiznciún y a la actividad urbana. La ciudad moderna ha acumulado un conjunto de transfonnadoncs tales que sin duda se puede hablar de una mutación. Por lo que

t6 Twncr D~ "Tbc Funcbmcnbls oCTmisil Pbnning íor Citiu*. Pi:occcdin&s o( lbe 141b N:Won:il Conícn:llC4: on City Pl:innin¡; (Spñngficld, Junc 5.7, 1922), cil:ldo por Fmtcr M~ ;irt. cit.

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respecta a la importancia de esta muUlción, parece que el urbanismo es~ pero a otra escala. en la situación descrita por Mark Fostcr.

Esta es la situación que algunos empiezan a denunciar, a partir de aspectos particulares, pero que desemboca en una crítica más global.

Será suficiente evocar algunos de estos críticos actuales17•

Un infonnc ilaliano propone una nueva concepción de la pl:inificación urbana basada en los desam>llos recientes y previstos de la tclenui1ica11• Lo importante aquí radica más en la argumentación que en las propuestas concretas, sobre las que se volverá en el capítulo 8.

El hincapié se pone deliberadamente en . la abolición del tiempo de comunicación, la anulación del sentido de la distancia, realizadas por la telemática. No se trata, según los autores, de un simple avatar técnico o de un problema de medida. Para ellos, la percepción del tiempo influye dircclamcnle en la concepción del espacio y por lo tanto orienta su organización. La ciudad sólo puede reflej:ir esta nueva ronfiguración del espacio-tiempo tal como sus habitantes la perciben cada vez más. Deberla producirse pues "una transform:tción profunda en la manera de concebir, y por lo l:ulto de traducir terriwriaJmcntc, los sistcnw de referencia espacio-temporales utilizados hasta ahora. El análisis de la ciudad histórica nos puede ayudar a entender los parámetros de la correlación y sugiere así las indicaciones a nivel de los proyectos". Se ve la naturaleza del desafio propuesto al urbanismo a partir de innovaciones tecnológicas que hoy ¡casi no parecen implicar a los urbanistas!

Scgtin Howkins, los tow11-pla1uiers del Reino Unido deben hacer freni.c a un desafio parecido: "El urbanista a la antigua hablaba de zonificación f'tsica, de balance de las ocupaciones, de las viviendas y los espacios libres, del flujo de lr'Jfico. El urbanista nouveau-style [ •.. ] debe tomnr en considcrnción l:i configuración de los sistemas clccuónicos y las redes locales así como el sunünistro de bandas de frecuencia para cada área urbana. El antiguo urbanista tratlba de stocks y de flujos de vehículos. ¡Los poderes públicos de hoy en día deben hacer frente a los stocks y a los flujos de infonnación!"19

La crítica de FIShman desemboca en otro de.salio, bien conocido del urbanismo, el de laccnr.ralid:MP'. Fishm:in avanza que, para la gran mayoría de los americ:inos, Jos centros-ciudades de hecho han des<l(lan:cido de su vida cotidiana y de sus experiencias. El verdadero centro de la ciud:id, para ellos, ya no está en algún DowtUown, algún Mairutreet o :ilgún Ce11trul Business District, sino en cada unidad de residencia: "A partir de este punto de s:ilid:i central, los miembros de la familia

17 Otros autores v:i.n en l:i. mism:i. dircc:ci6n. Por ejemplo M:ic:Doug:ill G" "Pl:uming Thcory. Construclin& :i.n A¡;cncb for 1992", 1binl Annu:i.1 Corúcn:nce of lhc A:ssoci:nion oí Europc:211 Scbools of Phuining, Toun, nov. 1989.

IS ·r.a Ci~ D:illo ~ storico :illo spJZi.o tclcm~tico". Convcgno lntemmon:ilc. Bologna, fcb. 1989.

19 Howlcins J., *Putling \Vires in lhcir S«ióll Plxc", in Duuon W. ti al~ Wirrd Citi~s. G.K. H:ill, Boslon, 1987.

20 FishllWI R~ :ut. ciL

razón 2: focalización sobre el tranvía.

Declive del transporte público

Mutación de la ciudad moderna

desafíos: nuevasconcepciones espacio-tiempo

desafíos: centralidad

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crc:in su propia ciud:id sobre Ja b:isc de los múltiples destinos donde pueden llcgar en aulomóvil. Uno de los cónyugues puede trabajar en una zona residencial a dos salid:is por la autopista; el otro trabaja en un complejo de oficinas a cinco salidas en oara dirección. Los hijos toman el autobús para ir a diferenlCS escuelas de su distrito o bien toman su propio coche para ir al local anexo de In univcrsid:id. Y la fiunilia realiza sus compras en diversos centros comerciales situ:idos a lo largo de !as diferentes autopisw. Todo lo que necesitan, desde los servicios médicos más complejos, hasta las fruw y legumbres, se puede encontrar a lo_ largo de las autopisw. Una vez al año, quizá por Navidad, v:m al centro, pero no están allí mucho rato". fishman extiende su razonamiento a las industrias m:inufacturerns y a las cmprcsns de servicios.

-· Hace hincapié en el automóvil y en la red de autopistas más que en las telecomunicaciones y la telemática. Pero el mensaje existe porque afecta a la población urbana en su conjunto y en su vida cotidinna.

Ante esta imagen de un espacio-tiempo trastom:ulo, de una centralidad que ha estnll:ulo, de una información omnipresente, de una ciudad compuesta al gusto de cada cual, ¿qué puede responder el urbanista?

Para M.C. Gibc:lli, se pone en duda simultánc<lJncntc la actitud gcncral del urb:inismo y su particular utopía, "al mismo tiempo que su ética y su lcnguagc técnico codificalo y n:ductor tal y como ilustr:in claramente los documentos que tratan de las escalas de los planos, de normas, de zonificación y no son cnpaccs de asumir la complejidad de las nuevas p:llologías"21.

Un gr.in cspcci:tlista americano de la planificación urbana, que desde hncc tiempo ha sabido tomar la medida de las lranSfonnacioncs inducidas por los medios de transporte pero también por las redes de telecomunicaciones, hace notar por su lado: "El modelo lle la ciudw.J clásica no p:in.-ce haber pcnlido casi nada de su atractivo para los urbanisw, los ingenieros de transporte y los responsables políticos, incluso en aquellos casos en que menos se corresponde con las formas de la wbaniz:ición real. •• El modelo conceptual se ha vuelto [no obstante] obsoleto .•. Sólo la imngcn pcnnanecc intacta. [Pero) el poder de esta imagen es tan fucrtc que cuaJquicr otra no la ha substituido .. .''!!

Decir que no se dispone de las herramientas intclcctu:tlcs para comprender y dominar el hecho urbano, o que no son adecuadas, es sin duda una aítica radical del urbanismo. Si se refiere nsu vocación histórica, tendría que ser una "disciplina[ ..• ] que se pretende ciencia y teoría de la ciudad, con car.íctcr reflexivo y crítico''23. No

:?I Gilic:lli M.C., "Ur~ Pl:mning Str:llc¡;ics :md Tools to Cope wilh Tcchnolo¡:ic:il :md Socio­Economlc Cb:ingc in Mctropolit:in /Vl:Z", in OECO, Urban Di:vt:lopmi:nt atld /111pacts of Ti:clrnDlot:ical Ecorwmic ami Socio·Dt11wgraphic Clumses, Rcport of :in Expcrt Meeting. París. junio de 191!8.

:?:? WcbbLT M., "Tbc Emerging Mctropolis: Trc:nds :uid Trcpi<btions·. in Mobility /or Major Mt:trapolitan Grawlh Ci:nlt:rs: A Ni:w Challt:nge/or Public.PrfraJe Caoperotion. Procccdings of :1 Workshop Confcrcncc. nov. 1985. U.S. D.:p:irtmenl of Tr.ins~tion. W:ishington D.C .• 1985.

ll Cho:iy F .• op. r.il.

Las áijlOlballes dd urbanismo con1011pordnt:o 33

lo es o ya no lo es hoy. Menos, como h:icc now F. Cboay, porque ha sido trabajado en su historia por las corrientes ideológicas (culturalista, progresista. etc.) que por aparecer hoy fwulnmenlalmcnte inc:ipaz, dentro del cuerpo leórico y metodológico que Je es propio, para comprender y actuar sobre lo que ha llegado a ser la ciudad contemporánea. A través de aíticas muy recientes como las de .Qihclli, Howkins, Webbc:r o Fishmnn, pero también a partir de errores o experiencias más antiguas, como Jos que recuenta Fosler, o de los esfuerzos tealiz:idos en el campo de la participación del público, se deduce que el urbanismo razona al margen de lo que realmente es la ciudad moderna para Ja gran mayoría de nuestros contemporáneos. Manifiestamente el urbanismo todavía no ha tomado la medida del cambio que ha afect3do a la ciud:id y la ha convertido, para la mayoría de sus habitantes y de sus actividades, en la vida de cada día, en la ciudad de las redes.

desafíos: centralidad

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