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Hª de la Filosofía. Nietzsche. Tema 4 Tema 4. Nietzsche 1. Contexto Histórico 2. Contexto Filosófico 2.0. La Filosofía en el siglo XIX La gran corriente filosófica de esta época es el idealismo alemán, que hace su aparición en escena a finales del siglo XVIII y dominará el pensamiento de la primera mitad del XIX. El idealismo alemán aparece en cada uno de sus representantes como un intento de superar la filosofía kantiana. A finales de siglo, a caballo entre el siglo XIX y el XX, surgen una serie de importantes corrientes filosóficas: el pragmatismo, el evolucionismo materialista, el historicismo, el vitalismo y la fenomenología. 2.1. El idealismo alemán El idealismo es un sistema filosófico que sostiene que el ser de las cosas se establece en la conciencia, de modo que no conocemos de modo inmediato las cosas tal como son en sí, sino a través del tamiz de la conciencia. En este sentido el padre del idealismo es Descartes, e idealistas son los filósofos racionalistas, empiristas, y Kant. Para el idealismo más extremo, la realidad no consistirá en aquello que está frente al sujeto como algo dado que existe por sí mismo, sino en aquello que está en el sujeto como un contenido de su conciencia. El idealismo alemán se desarrolla en Alemania hacia finales del siglo XVIII y parte del XIX, y sus máximos representantes son: Fichte, Schelling y Hegel. Se caracteriza por radicalizar los presupuestos del idealismo eliminado toda referencia a algo en sí que permaneciese al margen de la conciencia. El idealismo de Hegel suele denominarse idealismo absoluto, en tanto concibe a todo lo real como sujeto, como espíritu. Hegel tiene también una concepción histórica de la razón, pues la razón se despliega a lo largo de la historia. Tras Hegel -el más importante de los miembros de esta corriente- surgen una serie de pensadores que podemos clasificar en dos grupos, atendiendo a su posición con respecto a la filosofía hegeliana: 1

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Page 1: 1. Contexto Histórico 2. Contexto Filosófico · 2.0. La Filosofía en el siglo XIX La gran corriente filosófica de esta época es el idealismo alemán, que hace su aparición en

Hª de la Filosofía. Nietzsche. Tema 4

Tema 4. Nietzsche

1. Contexto Histórico

2. Contexto Filosófico

2.0. La Filosofía en el siglo XIX

La gran corriente filosófica de esta época es el idealismo alemán, que hace su

aparición en escena a finales del siglo XVIII y dominará el pensamiento de la primera

mitad del XIX. El idealismo alemán aparece en cada uno de sus representantes como

un intento de superar la filosofía kantiana.

A finales de siglo, a caballo entre el siglo XIX y el XX, surgen una serie de

importantes corrientes filosóficas: el pragmatismo, el evolucionismo materialista, el

historicismo, el vitalismo y la fenomenología.

2.1. El idealismo alemán

El idealismo es un sistema filosófico que sostiene que el ser de las cosas se

establece en la conciencia, de modo que no conocemos de modo inmediato las cosas

tal como son en sí, sino a través del tamiz de la conciencia. En este sentido el padre del

idealismo es Descartes, e idealistas son los filósofos racionalistas, empiristas, y Kant.

Para el idealismo más extremo, la realidad no consistirá en aquello que está frente al

sujeto como algo dado que existe por sí mismo, sino en aquello que está en el sujeto

como un contenido de su conciencia.

El idealismo alemán se desarrolla en Alemania hacia finales del siglo XVIII y

parte del XIX, y sus máximos representantes son: Fichte, Schelling y Hegel. Se

caracteriza por radicalizar los presupuestos del idealismo eliminado toda referencia a

algo en sí que permaneciese al margen de la conciencia.

El idealismo de Hegel suele denominarse idealismo absoluto, en tanto concibe

a todo lo real como sujeto, como espíritu. Hegel tiene también una concepción histórica

de la razón, pues la razón se despliega a lo largo de la historia.

Tras Hegel -el más importante de los miembros de esta corriente- surgen una

serie de pensadores que podemos clasificar en dos grupos, atendiendo a su posición

con respecto a la filosofía hegeliana:

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• Los hegelianos: Bruno Bauer, etc.

• Los antihegelianos:

• Schopenhauer, Comte, Kierkegaard y Nietzsche

• Feurbach y Marx, que aun siendo críticos con Hegel, lo siguen en

algún aspecto de su filosofía.

2.2. Antihegelianos

Arturo Schopenhauer. Alemán. 1820-1861.

Tomó como base de su propio sistema el criticismo de Kant. Sin embargo,

mientras el Kant de la primera crítica negaba radicalmente la posibilidad de conocer el

noúmeno o cosa en sí, Schopenhauer sostuvo que mediante la introspección era

posible acceder al conocimiento esencial del yo. Identificó a este con un principio

metafísico al que denominó "voluntad" o "voluntad de vivir".

Augusto Comte. Francés. 1798-1856. El Positivismo.

La filosofía de Comte entronca con la revuelta moderna contra los antiguos que

inició Francis Bacon y extendió L’Encyclopédie francesa y que consistió, a grandes

rasgos, en la asunción de la razón y la ciencia como únicas guías de la humanidad

capaces de instaurar el orden social sin apelar a oscurantismos teológicos o

metafísicos.

El positivismo considera que la ciencia y la filosofía deben limitarse al análisis de

los hechos de experiencia, estableciendo entre ellos relaciones y leyes. Esto implica

una renuncia a saber qué es la realidad, qué son en esencia las cosas. Si entendemos

la metafísica como un saber que trata del ser de las cosas, el positivismo implica una

actitud antimetafísica. Según la filosofía positivista, la ciencia debe limitarse a describir

y explicar los fenómenos, sin entrar en su naturaleza

Comte afirma que únicamente la ciencia positiva o positivismo podrá hallar las

leyes que gobiernan no sólo la naturaleza, sino nuestra propia historia social, entendida

como la sucesión y el progreso de determinados momentos históricos llamados estados

sociales. Este planteamiento lo refleja en la “Ley de los tres estados”, según la cual la

humanidad en su conjunto y el individuo como parte constitutiva, está determinado a

pasar por tres estados sociales diferentes que se corresponden con distintos grados de

desarrollo intelectual:

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el estado teológico o ficticio: los seres humanos buscan las causas últimas y

explicativas de la naturaleza en fuerzas sobrenaturales o divinas, primero a

través del fetichismo y, más tarde, del politeísmo y el monoteísmo. A este tipo de

conocimientos le corresponde una sociedad de tipo militar sustentada en las

ideas de autoridad y jerarquía.

el estado metafísico o abstracto: se cuestiona la racionalidad teológica y lo

sobrenatural es reemplazado por entidades abstractas radicadas en las cosas

mismas (formas, esencias, etc.) que explican su por qué y determinan su

naturaleza. La sociedad de los legistas es propia de este estado que es

considerado por Comte como una época de tránsito entre la infancia del espíritu

y su madurez, correspondiente ya al estado positivo

el estado científico o positivo. En este estado los seres humanos no buscan

saber qué son las cosas, sino que mediante la experiencia y la observación

tratan de explicar cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e

intentando deducir sus leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar la

naturaleza (y la sociedad) en provecho de la humanidad. A este estado de

conocimientos le corresponde la sociedad industrial, capitaneada por científicos y

sabios expertos que asegurarán el orden social.

Søren A. Kierkegaard. Danés. 1813 – 1855

Precursor del existencialismo

2.1. Antihegelianos (seguidores de Hegel en algún aspecto)

Karl Marx. Alemán. 1818- 1883

Filósofo, historiador, sociólogo, economista, escritor y pensador socialista

alemán. Padre teórico del socialismo científico y del comunismo.

Se ha convertido ya en un tópico tradicional presentar la obra de Marx como el

resultado de una triple influencia: de la filosofía hegeliana, del socialismo francés, y de

la economía política inglesa. A partir de ellas, Marx desarrollará un nuevo marco

conceptual sobre el que acabará construyendo su pensamiento: un pensamiento

original, creativo, que ejercerá una influencia considerable en el desarrollo del

pensamiento, (no sólo político y social), de la segunda mitad del siglo XIX y de todo el

siglo XX.

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Marx rechazará la concepción hegeliana de la realidad, al considerar que la

filosofía de Hegel suponía la afirmación de que todo lo real no era más que

manifestación del Espíritu Absoluto, de la Idea, por lo que toda la realidad era reducida

a idea, en última instancia. Marx rechazará esta concepción de la realidad como

Espíritu Absoluto, al considerar que no es la conciencia, (el pensamiento), la esencia o

elemento revelador y productor de la realidad, sino, por el contrario la actividad material

el agente productor de la conciencia. No obstante, Marx conservará de la filosofía

hegeliana la idea de que la realidad es dialéctica, es decir, que no puede concebirse

como un conjunto de objetos, sino como un conjunto de procesos.

Un concepto fundamental de la filosofía marxista es el concepto de alienación,

que recoge del concepto de alienación religiosa de Feuerbach. Marx la extenderá a

todas las esferas de la actividad humana, empezando por la actividad esencial del ser

humano: la producción de bienes para la satisfacción de sus necesidades. El producto

debería ser la objetivación de su trabajo, pero al convertirse en capital de otros (de los

propietarios de los medios de producción), aparece ante el trabajador como algo ajeno

a él. La última fase de la alienación es la alienación ideológica. En ésta el trabajador

cree que es legítima la apropiación de la plusvalía por parte del capitalista. El trabajador

cree que, como el capitalista posee legítimamente los medios de producción (talleres,

maquinaria, fábricas...), tiene una pretensión o un derecho fundado para apropiarse una

parte de su trabajo, de una parte de su actividad, de una parte de su vida. Así se

termina legitimando la propia explotación. La eficacia de la explotación capitalista

descansa sobre la noción de legitimidad a través de la ideología: presentarse ante las

conciencias de los explotados como moralmente justificables. La ideología es una

forma de ver el mundo que satisface los intereses de los explotadores. La ideología es

una falsa conciencia, una representación inadecuada de la realidad a fin de que los

explotados consideren naturales y por tanto justificables e inevitables sus condiciones

de vida: “siempre ha habido ricos”, “es natural que el amo se lleve una parte de la

cosecha: es el dueño de la tierra, al fin y al cabo”, son expresiones que manifiestan la

aceptación de la ideología dominante por parte de los dominados. La ideología se

constituye en la culminación del proceso de alienación.

El materialismo dialéctico se opone al idealismo, en el sentido en que

considera que no existe más realidad fundamental que la materia; pero la materia no es

una realidad inerte, sino dinámica, que contiene en sí la capacidad de su propio

movimiento, como resultado de la lucha de los elementos contrarios. El materialismo

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dialéctico nos propone, pues, una interpretación de la realidad concebida como un

proceso material en el que se suceden una variedad infinita de fenómenos, a partir de

otros anteriormente existentes. Esta sucesión, no obstante, no se produce al azar o

arbitrariamente, ni se encamina hacia la nada o el absurdo: todo el proceso está

regulado por leyes que determinan su evolución desde las formas más simples a las

más complejas, y que afectan a toda la realidad, natural y humana (histórica). Las leyes

según las cuales la materia se mueve y se transforma son leyes dialécticas

Si el materialismo dialéctico se ha considerado tradicionalmente como la

expresión "filosófica" del pensamiento de Marx y Engels, el materialismo histórico, la

explicación materialista de la formación y desarrollo de la sociedad, ha sido presentado

como la expresión científica de su pensamiento. La sociedad y su historia, al ser

concebidas como el resultado de la actividad productiva, práctica, del ser humano,

encuentran en tal actividad un elemento objetivo, material, mensurable, del que se

pueden extraer leyes tan objetivas como las que puede aspirar a formular cualquier otra

ciencia.

Según Marx, a lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido varios

modos de producción que, de acuerdo con las tesis del materialismo histórico, son los

auténticos determinantes de la evolución histórica de la humanidad, por lo que la

historia debería ser explicada en función de ellos, y no de acontecimientos externos,

como la sucesión de dinastías o los dramatizados en el culto a los "héroes". Esa

evolución histórica, de la que son protagonistas los seres humanos en su actividad

cotidiana, partiría del comunismo tribal primitivo y, pasando por el modo de producción

antiguo y el feudal, llegaría al modo de producción capitalista, (en plena expansión en

la segunda mitad del siglo XIX), por lo que respecta a la historia de Occidente; y al

modo de producción asiático, respecto a la historia de Oriente.

2.3. Otras corrientes filosóficas

El pragmatismo. Peirce, W. James y J. Dewey. EEUU.

Para los pragmatistas la verdad y la bondad deben ser medidas de acuerdo con

el éxito que tengan en la práctica. En otras palabras, el pragmatismo se basa en la

utilidad, siendo la utilidad la base de todo significado.

El evolucionismo materialista. Herbert Spencer.

El historicismo. W. Dilthey

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El vitalismo. H. Bergson

Es una corriente filosófica que plantea la existencia de una fuerza o impulso vital

sin la que la vida no podría ser explicada. Se trataría de una fuerza específica, distinta

de la energía estudiada por la física y otras ciencias naturales, que actuando sobre la

materia organizada daría por resultado la vida. Esta postura se opone a las

explicaciones mecanicistas que presentan la vida como fruto de la organización de los

sistemas materiales que le sirven de base.

El filósofo Henri Bergson (1859-1941) concibió un élan vital o "impulso vital",

fuente inagotable de la que fluyen perennemente todas las cosas.

La fenomenología. E. Husserl

La fenomenología (del griego: φαινόμενoν: "apariencia", lογος: "estudio, tratado")

es una corriente filosófica que estudia los fenómenos lanzados a la conciencia, es

decir, las esencias de las cosas. Dicho de otro modo, la fenomenología es la ciencia

que estudia la relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito en que se

hace presente esta realidad (psiquismo, la conciencia).

Edmund Husserl (alemán, 1859- 1938), considerado el padre de la

fenomenología, propone ir a las cosas mismas, mediante un proceso denominado

“epojé” (poner entre paréntesis).

3. Vida. Obras. Influencias más cercanas.

Federico Guillermo Nietzsche nació en Turingia en 1844, hijo de un pastor

protestante. Estudió filología clásica. En 1869, con solo 25 años fue nombrado

catedrático de filología clásica en la universidad de Basilea.

En sus años de estudiante había descubierto a Schopenhauer y se había

apasionado por la música de Wagner, de que fue amigo.

Sus constantes dolores de cabeza le obligan a dejar su cátedra de filología, lo

que le facilita, sin embargo, dedicarse de lleno a la construcción de su obra filosófica.

Escribe Así habló Zaratustra, que es, según su propio juicio, su obra fundamental. En

1889 sufre un colapso y es internado en una clínica psiquiátrica. A partir de entonces lo

cuida su madre, y cuando ésta muere, su hermana. Fallece en 1990.

Obras más destacadas:

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El nacimiento de la tragedia a partir del espíritu de la música. 1872Humano, demasiado humano: un libro de espíritus libres. 1878Así habló Zaratustra: un libro para todos y para nadie. 1885Más allá del bien y del mal: preludio de un filosofía del porvenir. 1885La genealogía de la moral. 1887El crepúsculo de los ídolos. 1889Ecce Homo: cómo se llega a se lo que se esTras su muerte se publicaron bajo el título La voluntad de poder una serie de fragmentos de un libro que Nietzsche estaba elaborando y que a juicio de algunos estudiosos, es su obra más importante.

Las influencias más importantes en el pensamiento de Nietzsche fueron:

• El pesimismo cósmico de Schopenhauer: Nietzsche comienza su andadura

filosófica influido por Schopenhauer, y en concreto por su obra El mundo como

voluntad y representación.

• La obra de arte total de Richard Wagner: Wagner fue un compositor y

dramaturgo alemán contemporáneo de N. Fue un lector apasionado de la filosofía de

Schopenhauer. Participó en movimientos revolucionarios de la época y escribió una

serie de artículos sobre teoría del arte: El arte y la revolución, La obra de arte del

porvenir, etc. Pretendió renovar la estética teatral de su tiempo con su concepción de la

«obra de arte total», que había de mezclar música, poesía, escenografía y recitado.

Compuso, entre otras obras, Lohengrin, El anillo del nibelungo, Tristán e Isolda,

Sigfrido, El crepúsculo de los dioses, Parsifal, etc. El joven Nietzsche, admirador de

Wagner y amigo personal suyo y de su mujer Cósima (hija del también compositor

Liszt), se dejó influir por los Wagner hasta el punto (más tarde se lamentaría de ello) de

que acabó presentando su primer libro El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la

música, como una fundamentación filosófica de la obra del compositor.

• La Grecia antigua y la Italia del Renacimiento: ya desde el Renacimiento se

había comenzado a revalorizar la cultura griega antigua. El Renacimiento mismo

pretende ser un resurgir de aquella cultura. Pues bien, a partir de Goethe, y en gran

medida por influencia suya, se va a producir en Alemania una nueva revalorización de

la cultura clásica (especialmente de la cultura griega antigua y la cultura del

renacimiento italiano). Esta revalorización del mundo clásico propicia el surgimiento de

una generación de estudiosos (historiadores y filólogos) de este mundo clásico.

Algunos de ellos fueron decisivos en la fascinación de Nietzsche por el mundo clásico.

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4. El “nuevo” pensamiento trágico: el vitalismo nietzscheano

4.1. Nietzsche frente a Schopenhauer

Siendo muy joven Nietzsche, se había sentido muy impresionado por la obra de

Schopenhauer El mundo como voluntad y representación, y desde el inicio del

desarrollo de su pensamiento filosófico polemiza con ese pensador.

Una de las ideas más importantes de la filosofía de Schopenhauer es “la

voluntad de vivir”. Según Schopenhauer, la voluntad de vivir no tiene razón externa: no

desea vivir para algo, sino solo para seguir disfrutando de la vida. Por tanto, no es un

azar que todos los seres vivos se sientan inclinados a mantenerse en la existencia. Al

hacerlo, obedecen a la estructura misma de la vida. Ahora bien, ¿por qué los seres

luchan por seguir existiendo bajo la forma exclusiva de este individuo?

Aquí, Schopenhauer rompe con toda la metafísica moderna y su certeza de un

Yo que se habla a sí mismo en la soledad de la reflexión. Para Schopenhauer, esta

forma del Yo, dominada por el principio de individuación, es solo una ilusión. Con ello,

Schopenhauer confiesa la influencia del pensamiento hindú. La vida aspira a vivir,

cierto. Pero no tiene por qué hacerlo bajo la forma de este individuo único y

violentamente opuesto a todos los demás.

Para Schopenhauer, cada uno de los individuos es víctima desde su nacimiento

de un error innato (así se opone a Descartes, que había hablado de una verdad innata).

Ese error innato, que domina de una manera invencible a casi todos los individuos, les

exige que concentren la voluntad de vivir, que en sí misma es ciega, en la forma de su

individualidad.

Nietzsche inicia su obra filosófica en polémica con el optimismo metafísico y el

pesimismo schopenhaueriano: el hombre metafísico mantiene una actitud optimista

ante la existencia, pero esto sólo lo consigue tras negar los aspectos trágicos de la

existencia, refugiándose en un trasmundo ilusorio. Schopenhauer, por el contrario,

descubre el carácter trágico de la existencia; descubre que el dolor, las contradicciones,

son un componente esencial del mundo, pero ello le lleva al intento de negar todo

impulso vital, predicando el ascetismo y una moral de la compasión. En ambos casos

se condena a la vida desde una instancia superior. Pero Nietzsche pone a la vida como

fundamento de todo. De ahí que ésta no pueda ser juzgada, porque ella es la instancia

desde la que se debe juzgar todo. En esto radica el vitalismo de Nietzsche.

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Nietzsche recurre a los dioses griegos Dionisos1 y Apolo2 como metáforas

afirmativas de la vida. La vida, simbolizada por Dionisos (recordemos que Dionisos es

el dios griego de las pasiones tumultuosas, de la música, de la danza, de la

embriaguez, de la sexualidad, etc.), es lo primero, lo más originario, y, por lo tanto, no

puede ser juzgada ni desde la moral ni desde la filosofía, ni desde ninguna otra

instancia. La vida es lo primero y por lo tanto no admite nada sobre ella desde donde

pueda ser juzgada. Es un valor por sí misma y si conlleva necesariamente el dolor

habrá que asumirlo. De esta asunción alegre de la vida, incluido el dolor, nace la noción

nietzscheana de «fuerza» y su crítica a la moral cristiana y a la moral socialista

(morales de rebaño), a las que considera morales de esclavo, de individuos débiles.

Con el dios Apolo simboliza algo similar a lo que entendía Schopenhauer por

representación. Apolo es el dios de la razón, de la claridad, del arte figurativo, del orden

social, y, en definitiva, de todo lo determinado y delimitado. Pero éste, siempre tiene a

su base una vitalidad irracional no aprehensible en conceptos (de ahí que se acuse con

frecuencia a la filosofía de Nietzsche de implicar una defensa de la irracionalidad).

Por otro lado, Nietzsche pretendía que esta visión trágica del mundo, que tiene

como polos fundamentales a Apolo y Dionisos, es la que predominó en la Grecia

1 Dionisíaco. Concepción del mundo griego anterior a la aparición de la filosofía. Representa los valores de la vida. El dios griego Dionisos (Baco para los romanos) era el dios de la vida vegetal y del vino, y fue muy importante para este pueblo. Nietzsche hace una interpretación de este dios que va más allá de su significado ordinario, considerando que con esta figura mítica los griegos representaban una dimensión fundamental de la existencia, que expresaron en la tragedia y que quedó relegado en la cultura occidental: la vida en sus aspectos oscuros, instintivos, irracionales, biológicos. Aunque Nietzsche explica este término en su obra juvenil “El nacimiento de la tragedia”, nunca lo abandonó, y lo podemos utilizar como metáfora de lo que más tarde llamó “voluntad de poder”. 2 Apolíneo. Apolo era uno de los dioses más venerados por los griegos, le erigieron muchos templos y a su oráculo acudían cuando deseaban conocer el futuro o aspectos oscuros de su existencia. Los griegos lo consideraron como el dios de la juventud, la belleza, la poesía, y las artes en general. Pero, según Nietzsche, expresaba para ellos mucho más, un modo de estar ante el mundo: era el dios de la luz, la claridad y la armonía, frente al mundo de las fuerzas primarias e instintivas. Representaba también la individuación, el equilibrio, la medida y la forma, la racionalidad. Para la interpretación tradicional toda la cultura griega era apolínea, y el pueblo griego el primero en presentar una visión luminosa, bella y racional de la realidad. Nietzsche es contrario a esta interpretación pues afirma que es correcta para el mundo griego a partir de Sócrates, pero no para el mundo griego anterior, considerado por nuestro filósofo como el momento más característico del espíritu griego. Frente a lo apolíneo los griegos opusieron lo dionisíaco (la embriaguez, la música y la pasión; pero, según Nietzsche, con este dios representaban también el mundo de la confusión, la deformidad, el caos, la noche, el mundo instintivo, la disolución de la individualidad y, en definitiva, la irracionalidad). La auténtica grandeza del mundo griego arcaico estribaba en no ocultar esta dimensión de la realidad, en armonizar ambos principios, en considerar incluso que lo dionisíaco era la auténtica verdad. Sólo con el inicio de la decadencia occidental, ya con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad (un mundo puramente apolíneo, como el que fomenta el platonismo). Sócrates inaugura el desprecio al mundo de lo corporal y la fe en la razón, identificando lo dionisíaco con el no ser, con la irrealidad.

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antigua3, anteriormente a Sócrates, que fue, a juicio de Nietzsche, el corruptor del

pensamiento griego: Sócrates fue el que inició la sobrevaloración de lo racional, de lo

conceptual frente a la vivencia inmediata, a la pasión. (Recordemos que con Sócrates

nace la concepción del conocimiento según la cual el conocimiento lo es de lo

universal, y con él nace también la intelectualización de la virtud.)

Platón a su vez consumaría esta destrucción de la cultura trágica griega al

introducir en la filosofía la división entre «mundo sensible» y «mundo suprasensible» y

al poner el ser, el valor, y la verdad, en éste último. Tal división del mundo sería

asumida y vulgarizada por el cristianismo que, al imponerse en el mundo occidental,

corrompería de raíz toda la cultura.

4.2. Frente al racionalismo de origen socrático y a la dialéctica

La explicación del mundo a partir de dos principios irreconciliables es lo que se

conoce como concepción trágica del mundo. La concepción «trágica», asume que la

vida es una permanente lucha de contrarios sin reconciliación posible. Suprimir los

contrarios sería suprimir la vida (idea que ya hemos visto expresada en los pensadores

presocráticos, sobre todo en Anaximandro y Heráclito). Nietzsche enfrenta esta

concepción, por un lado, al racionalismo y a toda forma de «positivismo», que ve en la

contradicción, en la antítesis, una falla que la razón no se puede permitir y que, por lo

tanto, hay que subsanar; y, por otro, a la «dialéctica», que asume las contradicciones

como dinamizadoras del espíritu (Hegel), o de la realidad histórica (Marx), pero que, al

final, han de desaparecer en una síntesis donde se reconcilien los contrarios (espíritu

absoluto en Hegel, sociedad comunista en Marx).

Además esta lucha puede ser vista negativamente, y, como consecuencia, se

condena a la vida (éste es el caso de Schopenhauer), o, por el contrario, la vida es

puesta en primer término y por lo tanto se acepta con alegría la permanente lucha de

contrarios; éste es el caso de Nietzsche, y, por ello, podemos calificar a su filosofía de

«optimismo trágico» como hace el propio Nietzsche alguna vez (frente a la cual, la

filosofía de Schopenhauer sería manifestación de un «pesimismo trágico»).

5. La crítica a la epistemología tradicional

3 La Grecia a la que se refiere Nietzsche, la de los valores aristocráticos que luego veremos, es la Grecia anterior a la filosofía presocrática.

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La creencia en la validez del uso de la razón para conocer el mundo incluye tres

tesis básicas: la validez de los conceptos, la legitimidad de la lógica y la objetividad del

conocimiento. Nietzsche critica estas tres tesis.

5.1. Validez de los conceptos

El nivel más elemental de la utilización de la razón es el de los conceptos: son

los depositarios de los significados mediante los que describimos las propiedades de

las cosas. La filosofía ha considerado siempre que la realidad puede representarse

correctamente mediante conceptos, que éstos reflejan la realidad, y que las relaciones

entre los conceptos son capaces de representar las relaciones entre las cosas. Para

ello, y de modo más o menos explícito, aspiró a la definición precisa de cada término, al

rigor en el uso de las palabras y a su aplicación unívoca y no metafórica. Consideraba

que entender una realidad es subsumirla en un concepto, es disponer de un concepto

para comprenderla. Cuando utilizamos la palabra “árbol” en un sentido no metafórico

(por ejemplo, para hablar tanto de los pinos como de los manzanos) suponemos que en

lo que llamamos pino están presentes también las cualidades fundamentales descritas

con dicha palabra, y que en lo que llamamos manzano están presentes también las

mismas cualidades. Pero si son dos cosas distintas esto que llamo manzano y esto que

llamo pino ¿cómo es posible que también sean iguales? La tradición filosófica resolvía

este problema indicando que en ambos, el manzano y el pino, encontramos dos formas

de ser: la esencia o conjunto de propiedades básicas, presentes también en otras

entidades individuales (en este caso, en todas que reciben el nombre de árbol), y los

rasgos accidentales que dan lugar a las diferencias entre individuos de un mismo

género. Pero, ¿qué podríamos pensar si considerásemos que no existen las esencias,

si creyésemos que en la realidad no hay nada que sea absolutamente idéntico entre

dos objetos?; y más aún, ¿qué podríamos pensar si considerásemos que ni siquiera un

objeto es idéntico a sí mismo puesto que cambia, aunque tal vez de forma

imperceptible, a lo largo del tiempo? Ésta es precisamente la tesis de Nietzsche: en el

mundo no existen esencias, no existe un rasgo (o varios rasgos) que se encuentre en

todos y cada uno de los individuos; ni siquiera existen los objetos, pues la identidad que

nosotros les atribuimos, su ser los mismos con el paso del tiempo, es una consecuencia

de nuestro modo substancialista de representarnos la realidad. Como dice en “Sobre

verdad y mentira en sentido extramoral”, formamos los conceptos de las cosas al

abandonar las diferencias individuales, las notas distintivas. Dada esta creencia, que el

propio Nietzsche reconoce heracliteana, no es extraño que para este filósofo el

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Hª de la Filosofía. Nietzsche. Tema 4

pensamiento conceptual no sea un buen recurso para expresar la realidad. No es

posible que la misma palabra sirva para referirnos adecuadamente a dos cosas

distintas, porque si cubre adecuadamente la realidad de una de ellas no puede cubrir

también la de la segunda, ya que la primera es inevitablemente distinta de la segunda

(puesto que no existen las esencias o las realidades universales presentes en varios

objetos). Recordemos las diferencias entre el uso unívoco, equívoco y análogo de una

palabra: una palabra se usa de forma unívoca para referirse a dos objetos cuando la

utilizamos exactamente con el mismo significado en los dos casos, cuando los

significados fundamentales que se incluyen en ella se los atribuimos a los dos objetos,

como cuando decimos que la figura que llamamos isósceles es un triángulo y la que

llamamos equilátero es un triángulo; la usamos de modo equívoco cuando la utilizamos

con significados distintos, cuando la predicamos de dos cosas sin que tengan un

significado común (gato como animal y gato como una máquina para levantar pesos a

poca altura); finalmente, una palabra se usa de un modo análogo o metafórico cuando

no la utilizamos con su significado propio sino en parte distinto y en parte igual, como

cuando Descartes utiliza la metáfora del árbol para referirse a la totalidad de los

saberes humanos y a sus relaciones. Los significados de las palabras describen las

propiedades de las cosas; de este modo, el uso unívoco de las palabras supone que

dos cosas distintas deben tener las mismas propiedades, el uso análogo o metafórico

en parte las mismas y en parte distintas, y el equívoco ninguna propiedad en común. La

idea de la realidad que tiene Nietzsche induce a pensar que no podemos utilizar las

palabras de un modo unívoco; lo más que concede Nietzsche es el uso análogo o

metafórico del lenguaje: la metáfora es mejor modo de captar la realidad que el

concepto preciso pues la metáfora implica desigualdad entre los objetos, no presenta

significados sino que los sugiere, deja abierta la posibilidad al oyente o lector de que él

mismo complete el significado a partir de su propia experiencia del mundo. Por esta

razón, es perfectamente comprensible el estilo que emplea Nietzsche para expresar

sus ideas filosóficas: no demuestra ni argumenta pues no cree en la demostración, no

expone sistemáticamente su filosofía pues no cree que el mundo sea un sistema o

totalidad ordenada, no emplea con precisión ni rigor los conceptos, emplea la

sugerencia, la metáfora, el aforismo. Para Nietzsche, el arte es un medio más

adecuado de expresar el mundo que la filosofía.

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5. 2. Objetividad de la lógica: las leyes de la razón son también leyes delmundo.

Este principio, común a toda la filosofía tradicional, afirma la racionalidad de lo

real, la no contradicción de lo real (dos proposiciones contradictorias no pueden ser

ambas verdaderas). Frente a este punto de vista, Nietzsche afirma el carácter irracional

del mundo: la lógica, la razón son invenciones humanas. Las cosas no se someten a

regularidad alguna, el mundo es la totalidad de realidades cambiantes, esencialmente

distintas unas a otras, y acogen en su interior la contradicción.

5.3. Objetividad del conocimiento

Gran parte de la tradición filosófica creyó posible alcanzar un conocimiento

verdadero de la realidad, un conocimiento objetivo del mundo. Nietzsche considera que

la confianza en la posibilidad de este tipo de conocimiento descansa en una creencia

aún más básica, la creencia en algún tipo de realidad absoluta (el Mundo de las Ideas

de Platón o el Dios cristiano); sin embargo esta realidad absoluta es una construcción

de la fantasía humana. Si aún queremos hablar de conocimiento, concluye Nietzsche,

debemos aceptar su carácter relativo, subjetivo; todo el conocimiento humano es mera

interpretación del mundo, depende de la perspectiva vital en la que se encuentra el

individuo que lo crea.

Los planteamientos filosóficos que se derivan de esta crítica son:

1. Niega validez al «concepto» para conocer la realidad; y en su lugar, pretende

poner la metáfora como más adecuada para referirse a aquella. Esta negación del

valor del concepto en favor de la metáfora implica también el poner al arte por

encima de la ciencia. Nietzsche dice expresamente que él pretende desarrollar una

«metafísica del artista».

2. Junto con el concepto, critica la matematización de la realidad (que nace, como

hemos visto de manos de la ciencia y la filosofía modernas, con Galileo y

Descartes), ya que con ella se deja fuera de la ciencia, del saber, de lo real,

aquellos valores de la vida que no son susceptibles de matematización, de

reducción a cantidades. Tales como las pasiones, el amor creador, etc.

3. Niega todo valor a la verdad en sí. La verdad debe estar, como el conocimiento, al

servicio de la vida. Una forma de conocer que niegue la intensificación de la vida ha

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de ser rechazada. El engaño y la mentira pueden ser un valor positivo. Así, el arte

es una forma de disfrazar la vida, pero con ello la intensifica (como vemos Nietzsche

tiene una concepción del arte antitética con la de Schopenhauer, pues según éste,

de modo similar a lo ya sostenido por Aristóteles, el arte es una especie de

«calmante»), y por lo tanto es la forma más valorada por Nietzsche de expresión

humana.

4. Crítica a Comte y los positivistas: no hay puros hechos, todo hecho es siempre

fruto de una interpretación. Es decir, los hechos se dan siempre dentro de una

previa concepción del mundo, de una teoría, o una manera afectiva de relacionarse

con el mundo. La psicología del propio observador también cuenta. Crítica a la

ciencia positiva y mecanicista. La ciencia no interpreta la verdadera realidad, nace

de un sentimiento de repugnancia que siente la inteligencia ante la imposibilidad de

considerar al mundo como un orden, cuando es un caos.

5. Critica igualmente la usurpación de la ciencia por el Estado: el Estado es una

máquina que todo lo nivela y que desprovee de vida a cuanto toca. Niega,

asimismo, valor a la noción científica de progreso. El progreso sería, según

Nietzsche, otro mito moderno con el que el hombre pretende huir de sí mismo,

subordinando su vida a un quimérico futuro.

6. La crítica de la metafísica

6.1. ¿Qué entiende Nietzsche por metafísica?

Nietzsche denomina con el término metafísica a toda concepción que postula la

división del mundo en un «mundo sensible» y un «mundo suprasensible», colocando la

verdad y el ser, en éste último. Esta división dual del mundo es introducida en el

pensamiento occidental por Platón, y sostenida por la tradición cristiana. La metafísica

concibe el ser como lo fijo, lo eterno, lo inmutable.

Según la interpretación nietzscheana, la metafísica nacería como consecuencia

de una moral de esclavos; es decir, como consecuencia de una moral que, incapaz de

asumir el sentido trágico del mundo, necesitaría un supramundo, un mundo

suprasensible, en el que colocar a verdad, el bien, la vida (futura), etc.

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Nietzsche considera que el error fundamental de toda la metafísica desde

Sócrates está en la invención de un mundo racional y en la desvalorización de lo

opuesto a ese mundo racional, el que se ofrece a los sentidos, el mundo del devenir.

La crítica de Nietzsche a la metafísica occidental se centra en dos aspectos: el

relativo a la aparición de la metafísica occidental y el relativo a sus conceptos

fundamentales:

6.2. Conceptos básicos de la metafísica tradicional

La filosofía presenta una idea del mundo totalmente inadecuada: en primer lugar

y de modo fundamental por considerar al mundo como un cosmos y no como un caos,

por creer en la racionalidad intrínseca de la realidad. La invención del Mundo Racional

trae consigo la invención de los conceptos básicos de toda la metafísica tradicional:

entidades “racionales” como esencia, substancia, unidad, alma, Dios, permanencia...;

estas entidades son puras ficciones, nada nos garantiza su existencia, como no sea el

prejuicio y el poder fascinador del ejercicio de la razón. Los filósofos acaban postulando

la existencia de dos mundos, el mundo de los sentidos, pura apariencia, irrealidad, y el

Mundo Verdadero, el Ser, dado a la razón, y horizonte último de nuestra existencia.

Esto es precisamente lo que Nietzsche llama “platonismo”. La filosofía posterior

acepta este esquema mental básico, aunque lo exprese con distintas palabras.

6.3. El nacimiento de la metafísica occidental

Cuando se explica la aparición de la filosofía en el mundo griego es común

señalar que los primeros filósofos descubren el mundo como una totalidad ordenada,

descubren que es un cosmos y no un caos. El punto de vista de nuestro autor es

radicalmente contrario a esta interpretación: los griegos inventan la racionalidad y el

supuesto carácter ordenado del mundo. Nietzsche considera que en la aparición de la

metafísica occidental encontramos dos elementos básicos: uno de índole psicológico, y

otro, la fe en el lenguaje.

origen psicológico de la metafísica : la metafísica es un signo de determinadas

tendencias antivitales, de tendencias guiadas por un instinto de vida decadente y

contrario al espíritu griego anterior. Sólo la falta de instinto, permitió la

exageración del papel de la razón, de la vida consciente, y la aparición de las

fantasías metafísicas consecuencia de esta hipertrofia de la razón: el Mundo

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Verdadero, Eterno, Inmutable. La raíz moral (inmoral, dirá Nietzsche) que motivó

la aparición de la filosofía platónica fue el temor a la mutación, la muerte y la

vejez, lo que le condujo a inventarse un mundo en donde no estén presentes

dichas categorías. Las categorías metafísicas como substancia, ser, esencia,

unidad, son puras invenciones para en ellas encontrar el reposo, la regularidad y

calma. La metafísica platónica –y en el fondo, toda la occidental– es un síntoma

de resentimiento ante el único mundo existente, miedo al caos.

influencia de la gramática . Para Nietzsche el lenguaje da lugar a una visión

errónea de la realidad: la estructura sujeto-predicado, el uso del verbo ser, etc.

Nos conduce a una interpretación substancialista de la realidad. Además, con el

lenguaje hablamos de distintas cosas mediante las mismas palabras, lo cual

parece suponer que existen semejanzas entre ellas, cuando no identidad. El

lenguaje favorece también la creencia en la existencia de esencias, de

naturalezas universales.

Si nuestra gramática fuese distinta, nuestra forma de entender el mundo sería

también distinta.

6. 4. La crítica a la metafísica

La ontología (= ciencia del ser) tradicional, considera el ser como lo fijo, lo

inmutable, eterno, etc. Nietzsche defiende una concepción del ser basada en las

categorías opuestas, en lo dinámico, en el devenir. Para esta reinterpretación del ser

introduce en la filosofía dos nuevas categorías: (1) la voluntad de poder, y (2) El

Eterno Retorno de lo Mismo.

Ambos conceptos (que desarrollaremos más adelante) son conceptos dinámicos

compatibles por lo tanto con una concepción del ser como devenir.

Las cuatro tesis sobre el error de la filosofía las podríamos resumir en:

1. El mundo calificado de aparente es el real y el que consideramos real es

absolutamente indemostrable.

2. Las características que se le atribuyen al ser verdadero no son otras que la

negación del mundo sensible, único mundo real.

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3. Inventar fábulas de otros mundos no tiene sentido, lo que hacemos es tomar

venganza con fantasmagorías de otra vida mejor que ésta.

4. Dividir el mundo –mundo verdadero, mundo aparente- es un síntoma de

decadencia. La división la realiza el cristianismo y Kant.

6.5. Las consecuencias de la metafísica y de la moral occidental: la «muerte de Dios» y el «nihilismo»

Si Dionisos representaba todo lo vital, con la llegada del platonismo a Grecia y

su reinterpretación cristiana posterior, los valores se invierten y todo lo vital es

condenado en beneficio del mundo suprasensible. Esta desvaloración del mundo

sensible, ha de conducir, a través de dos milenios de dominio cristiano, al nihilismo. Por

nihilismo (de nihil = nada) entiende Nietzsche la incapacidad para querer, para valorar

afirmativamente. Es la negación de la voluntad.

6.5.1. La «muerte de Dios»

La consumación del nihilismo se produce en la modernidad cuando Dios mismo

y el mundo suprasensible pierden su valor. Esto lo simboliza Nietzsche con la expresión

«Dios ha muerto». Con el término «Dios» se refiere a toda forma de realidad

suprasensible (tanto el Dios cristiano, como el mundo de las Ideas platónico, o

cualquier orden conceptual inteligible del mundo); y con la expresión «ha muerto» da un

paso más allá del simple ateísmo para considerar a Dios como un valor que rige

durante los dos últimos milenios y que finalmente se ha desvanecido.

6.5.2. El «nihilismo»

El nihilismo, al ser una actitud vital y filosófica que niega todo valor a la vida y a

la existencia, hace que la existencia gire alrededor de algo inexistente.

Ahora bien, Nietzsche encuentra dos aspectos distintos de nihilismo:

Nihilismo en su aspecto negativo : constituye la esencia de la tradición platónica-

cristiana, que es una voluntad de nada. En la medida en que, según nuestro autor,

dicho mundo “superior” es una pura nada, la cultura cristiana, y en definitiva toda

la cultura occidental, es nihilista pues dirige toda su pasión y esperanzas a algo

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inexistente (el Dios cristiano, el Mundo Ideal y Racional de los filósofos),

despreciando de modo indirecto la única realidad existente, la realidad del mundo

que se ofrece a los sentidos, la realidad de la vida. En “Así habló Zaratustra”

representa Nietzsche este modo de mostrarse el espíritu con la figura del camello,

símbolo de la aceptación resignada de las mayores cargas.

Nihilismo en su aspecto positivo : la filosofía nietzscheana es nihilista en este

sentido pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su

sustitución por otros radicalmente nuevos (propone la “transmutación de todos los

valores”). Este nihilismo es una fase necesaria para la aparición de un nuevo

momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con el “sentido de la

tierra”, la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre, el superhombre.

En “Así habló Zaratustra” representa esta figura del espíritu con la metáfora del

león (por su agresividad, su capacidad destructiva).

6.6. La genealogía de la moral

Nietzsche considera decadentes los valores morales que triunfan con el

cristianismo y antitéticos del ideal aristocrático antiguo. La cuestión, ahora es explicar

por qué estos valores decadentes, valores de débiles, de esclavos, se han impuesto en

el mundo occidental sobre los valores aristocráticos, de los fuertes.

Para el aristócrata antiguo, es bueno todo lo que refuerza el poder, la salud, la

satisfacción. El cristianismo, sin embargo condena todo lo perteneciente al mundo

sensible: el placer, la satisfacción, la ambición, la riqueza, etc., mientras ensalza la

compasión, el ascetismo, la piedad, etc. Pues bien, el triunfo de los valores decadentes

del cristianismo sobre los valores antiguos se produce por una inversión llevada a cabo

por los sacerdotes 4 .

El sacerdote es una casta híbrida de aristócrata y esclavo. Como aristócrata

tiene un espíritu creador, quiere dominar y dar un orden al mundo. Pero es incapaz de

una creación afirmativa, su única forma de crear es negar lo que hay; es, por lo tanto,

un ser «reactivo», un «resentido», un esclavo. Y como esclavo condena todo lo que

constituye la esencia del mundo sensible (ya que como tal, se siente a disgusto en él,

es incapaz de asumir el carácter trágico de la existencia). Mediante un ejercicio de

astucia consigue que se declaren como buenos los sentimientos condenados como

4 En un principio, “bueno” significaba noble y aristocrático, y “malo” significaba plebeyo y vulgar. Posteriormente estos conceptos adquieren carácter moral y cambian de significado.

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malos por el aristócrata. Con ello consigue un doble fin, destruir el mundo antiguo, y

hacerse con el poder.

Al poner como buenos los sentimientos tristes, la compasión, el ascetismo, etc.,

debilitan a los hombres para dominarlos mejor.

El prototipo del sacerdote es el judío y como heredero suyo el cristiano.

7. La crítica de la moral occidental

El dogmatismo moral occidental presenta las dos características siguientes:

consideración de los valores morales como valores objetivos y universalidad de los

valores morales:

crítica a la consideración objetiva de la moral : Platón situó los valores en el mundo

eterno e inmutable de las Ideas, y el cristianismo los sitúa en el ámbito eterno e

inmutable de la mente de Dios. Pero la moral tradicional, dice Nietzsche, se

equivoca totalmente: los valores morales no tienen una existencia objetiva, no

existe un ámbito en el que se encuentren los valores como realidades

independientes de las personas. Los valores los crean las personas.

universalidad de los valores : como consecuencia de la creencia en el carácter

independiente de los valores, la moral tradicional creyó también que las leyes

morales valen para todos los hombres: si algo es bueno es bueno para todos, si

algo no se debe hacer no es correcto que lo haga nadie. Pero al criticar Nietzsche

el fundamento absoluto que sirve de soporte a la validez de la moral, cuestiona su

universalidad.

7.1. ¿Qué entiende Nietzsche por moral?

Leyendo a Nietzsche nos encontramos con que éste insiste página tras página

en criticar la moral (de donde parece deducirse que su crítica va contra toda forma de

moral). Pero, al mismo tiempo, pretende establecer una nueva moral, nuevos valores,

etc. Debemos aclarar, entonces, a qué se refiere Nietzsche cuando critica esa moral

que, según él, tiene tan nefastas consecuencias sobre la cultura occidental.

Nietzsche engloba bajo el término «moral» a la moral cristiana, a la moral

kantiana del deber por el deber, a la moral socialista, etc.; en definitiva, a toda moral

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que enajene la acción del individuo en virtud de un mandato divino, de la sociedad, de

la conciencia, etc. A este tipo de moral la denomina moral de esclavos, de los débiles.

Tal como dijimos, según la terminología nietzscheana, son «débiles» los

incapaces de asumir el carácter trágico de la vida; y que, como consecuencia,

necesitan de un trasmundo (el «mundo de las Ideas» platónico, el «cielo» cristiano, el

«deber puramente formal» kantiano, la «sociedad igualitaria y feliz, del futuro»

socialista, etc.), en el que refugiarse. «Esclavo» es, para Nietzsche, todo el que no es capaz de darse libremente su propia norma de actuación, todo el que sigue sistemas gregarios de moral (la moral de las iglesias, de los partidos, de la patria, o

del Estado); por esta razón, a la moral de esclavos la denomina, también, moral de rebaño.

Considera, además, que toda la metafísica occidental es un producto de diversos

tipos de moral.

7.2. La crítica a la moral

Según Nietzsche, la moral tradicional es antivital. Aunque nos podría parecer

que desde su punto de vista todos los planteamientos morales valen lo mismo –nada-,

esto no es así, pues hay algunos mejores que otros. El criterio utilizado para esta

apreciación es el de la fidelidad a la vida: los valores de la moral tradicional son valores

contrarios a la vida, contrarios a la categorías básicas que parecen estar involucradas

en la vida. La moral tradicional (la moral cristiana) es “antinatural” pues presenta leyes

que van en contra de las tendencias primordiales de la vida, es una moral de

resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural. Esto se ve claramente

en la obsesión de la moral occidental por limitar el papel del cuerpo y la sexualidad.

El dogmatismo moral tiene varias implicaciones (para Nietzsche “patológicas”): la

idea de pecado y de culpa, y la de la libertad. La idea de pecado es una de las ideas

más enfermizas inventadas por la cultura occidental: con ella el sujeto sufre y se

aniquila a partir de algo ficticio; no existe ningún Dios al que tengamos que rendir

cuentas por nuestra conducta. Sin embargo el cristiano se siente culpable ante los ojos

de Dios. El cristianismo (y todo el moralismo occidental) tiene necesidad de la noción

de libertad: para poder hacer culpables a las personas es necesario antes hacerlas

responsables de sus acciones. El cristianismo cree en la libertad de las personas para

poder castigarlas. “No puede negarse que el error más grave, más pertinaz y peligroso,

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que jamás fue cometido, ha sido un error dogmático, es decir, la invención de un

espíritu puro y del bien en sí de parte de Platón” (“Más allá del bien y del mal”).

Los valores tradicionales son los de la moral de esclavos y frente a ellos

Nietzsche propone la moral de los señores, los valores del superhombre y de

afirmación de la vida.

Lo que Nietzsche crítica fundamentalmente en la moral, es que ésta lleva a la

decadencia, a la aniquilación de la voluntad del hombre cristiano occidental, al

nihilismo.

Nietzsche critica, asimismo, la moral de la compasión, base de la moral cristiana

(que es asumida igualmente por Schopenhauer pese a su declarado anticristianismo).

Una de las ideas que ha defendido con mayor interés, es que los valores

tradicionales representados por el cristianismo someten a las personas más débiles a

una "moralidad esclava", de conformismo y resignación. Para él, esos valores tienen

que desaparecer para que aparezcan otros nuevos que surjan desde lo más profundo

de las personas, que representen su prototipo de hombre ideal, al que él mismo llamó

superhombre.

8. La transvaloración de todos los valores

8.1. El nuevo orden categorial: las «categorías» de la vida

Si los valores dominantes hasta ahora conducían al colapso o a la debilitación de

la cultura occidental, Nietzsche se va a echar sobre sus espaldas la tarea de organizar

un nuevo sistema conceptual que no implique una desvalorización del mundo sensible

ni de la voluntad de acción del hombre, y que, por lo tanto, ha de superar el nihilismo

actual. Para superar este nihilismo, primero hay que radicalizarlo hasta que se agote

por sí mismo. Luego iniciará con su filosofía positiva o afirmativa, el intento de constituir

todo un nuevo sistema de valores y de describir el tipo humano capaz de asumirlos: el

«superhombre».

Porque Nietzsche no propone vivir sin valores (llega a considerar incluso que

esto es imposible); propone más bien invertir la tabla de valores: superar la moral

occidental y sustituirla po valores que supongan un sí radical a la vida.

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Con una expresión excesivamente retórica Nietzsche llama “rebelión de los

esclavos” a la situación que se crea con el triunfo del cristianismo: el cristianismo y el

judaísmo sustituyen la moral aristocrática por la moral de los esclavos. Nietzsche nos

dice que los judíos invirtieron el código moral aristocrático:

“Han sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora, se han atrevido a invertir la

identificación aristocrática de los valores (bueno = noble = poderoso = bello = feliz = amado de

Dios) y han mantenido con los dientes del odio más abismal (el odio de la impotencia) esa

inversión, a saber, “los miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, los bajos son los

únicos buenos; los que sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes, son también los únicos

piadosos, los únicos benditos de Dios, únicamente para ellos existe la bienaventuranza.” La

genealogía de la moral.

MORAL DE SEÑORES MORAL DE ESCLAVOS

voluntad de jerarquía, de excelencia voluntad de igualdad

ama lo que eleva, lo noble resentimiento contra la vida superior

quiere la diferencia iguala, censura la excepción

es la moral del héroe, del guerrero, del que

no teme el dolor ni el sufrimiento

glorifica lo que hace soportable la vida a los pobres, los

enfermos y débiles de espíritu, la concordia

altruismo, hermandad entre los hombres

es la moral de la persona que crea valores se encuentra con los valores dados

ama la muerte de Dios ama y teme a Dios

La transmutación de los valores es la superación de esta moral de esclavos para

recuperar de nuevo la moral aristócrata, y permite el triunfo del código moral del

superhombre.

Categorías fundamentales en su intento de organizar este nuevo sistema de

valores son las de “voluntad de poder” y “eterno retorno de lo mismo”.

8.2. La voluntad del poder

Nietzsche cree que en todas las cosas encontramos un afán por la existencia,

desde el mundo inorgánico hasta el mundo humano, pasando por todos los distintos

niveles de seres vivos. Todas las cosas son expresión de un fondo primordial que

pugna por existir y por existir siendo más.

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Con la palabra “voluntad” Nietzsche no está pensando en lo que habitualmente

designamos con este término. La tradición aristotélico-tomista la consideraba una

facultad del alma, la psicología actual una capacidad de la mente. Para Nietzsche esta

voluntad es una manifestación superficial de una fuerza que está más en lo profundo de

nuestro ser. Su desconfianza respecto de la voluntad como capacidad psicológica se

debe a que considera que los teólogos y sacerdotes nos piden que creamos en ella

para de este modo hacernos responsables de nuestros actos e inculcar en nosotros la

noción de pecado y culpa. La voluntad de poder no es la voluntad que se descubre con

el conocimiento de uno mismo, que se conoce por introspección. Esta voluntad es una

simplificación de un complejo juego de causas y efectos. No hay un deseo único, hay

una pluralidad de instintos, pulsiones, inclinaciones diversas, que se enfrentan unas a

otras; a la consciencia sólo llegan los resultados de dicho enfrentamiento, como dice

Nietzsche, la voluntad como facultad psicológica “es el lejano eco de un combate ya disputado en lo profundo”.

La voluntad de poder no es voluntad de existir, sino de ser más. Es el fondo

primordial de la existencia y de la vida. Nietzsche entiende la voluntad de poder como el

carácter más esencial de la vida, vida es voluntad de poder.

Nietzsche usa esta expresión, en primer lugar, contra el sentido que tiene la

expresión schopenhaueriana «voluntad de vivir». Según Nietzsche lo que ya está vivo

no quiere vivir, como pretendía Schopenhauer, sino que quiere más, quiere lo que aún

no es, quiere poder. Se puede decir, en este sentido que la vida es voluntad de poder.

Emplea la expresión voluntad de poder en segundo lugar, contra la supuesta

«voluntad de verdad» . Tal voluntad de verdad no existe, ya que lo que importa no es la

verdad, sino aquello que refuerza a la vida, que la intensifica, y si la mentira, el engaño,

la apariencia, sirven mejor a la vida que la verdad (como en el caso del arte) entonces

peor para la verdad.

No se debe entender que voluntad de poder significa aspirar al poder instituido.

Tal voluntad seguiría siendo la de un esclavo que sigue rigiendo su vida por lo ya

establecido. Hay que entenderla mejor como «voluntad afirmativa de crear» o

simplemente «voluntad de crear». Hay que tener en cuenta que, con frecuencia, el

modelo de hombre superior es para Nietzsche el artista, y, aunque a veces habla de

Napoleón, Alejandro Magno, o Cesar Borgia, como de grandes hombres, lo que tienen

de grandes estos hombres no es el que tengan poder político o militar sino lo que

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tienen de artistas, es decir, el que hayan hecho de la política o de la guerra un arte, el

que las hayan empleado para dar forma a la sociedad.

8.3. El eterno retorno de lo mismo

El eterno retorno de lo mismo es, junto con la idea de Voluntad de poder, otro

término central y oscuro de la «filosofía positiva» de Nietzsche.

Una forma de explicarlo es separando su formulación ontológica de su

formulación ética o axiológica.

8.3.1. Su formulación ontológicaSe trataría de lo siguiente: eliminada toda hipótesis de una «creación» del

mundo, éste es eterno, no tiene principio ni fin temporal. No tiene principio porque no

hay un creador, y no tiene fin porque, de tenerlo, en toda la eternidad que ha pasado ya

se hubiera, inevitablemente, alcanzado. Sin embargo, el mundo es finito, luego llegará

un momento en que todos los estados de cosas posibles ya se habrán dado y volverán

a repetirse y no sólo una vez sino infinitas veces (pues el tiempo es eterno).

Con esto, se introduciría una concepción del ser dinámica. Se sintetizaría, por

así decirlo, ser y devenir.

No obstante, esta hipótesis es confusa, y creemos que el interés primordial de

Nietzsche al elaborarla, era el sentido axiológico del Eterno Retorno de lo Mismo; es

decir, asumir esta hipótesis obliga a adoptar una nueva actitud a la hora de hacer

valoraciones (sobre todo, a la hora de valorar el mundo sensible y nuestras propias

acciones).

“¿Qué sucedería si un demonio... te dijese: esta vida, tal como tú la vives actualmente, tal como

la has vivido, tendrás que revivirla... una serie infinita de veces; nada nuevo habrá en ella; al

contrario, es preciso que cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro... vuelvas a

pasarlo con la misma secuencia y orden... y también este instante y yo mismo... Si este

pensamiento tomase fuerza en ti... te transformaría quizá, pero quizá te anonadaría

también...¡Cuánto tendrías entonces que amar la vida y amarte a ti mismo para no desear otra

cosa sino eta suprema y eterna confirmación!” La gaya ciencia

8.3.2. Su formulación axiológica: la moral nietzscheana5

Se trata de decidir cuál es el valor del mundo. Sólo quien asume totalmente la

vida en este mundo sensible, quien lo ama sin tapujos, es capaz de soportar la idea del 5 La axiología o filosofía de los valores es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos.

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Eterno Retorno de lo Mismo. Nietzsche considera que éste es su pensamiento central,

pues la idea del Eterno Retorno de lo Mismo divide en dos a la humanidad:

1. Por un lado, aquellos capaces de decir sí a la vida se sentirán transportados a

un mundo más pleno. Obviamente, si cada instante es eterno, el valor de nuestras

vidas (de nuestras vidas aquí en la tierra) es inconmensurable, y no hay ningún

supramundo que pueda adquirir un valor superior.

2. Por otro, aquellos para los que este mundo no es más que fuente de dolor,

algo despreciable, sentirán caer sobre sí mismos «la carga más pesada», la vida se les

volverá intolerable.

Por esta razón, el Eterno Retorno de lo Mismo selecciona a los hombres en dos

grandes grupos: 1) por un lado el hombre superior, el hombre trágico; 2) por otro, el

esclavo, que no podrá seguir soportando la vida en esta tierra, ya que la promesa de

cualquier cielo futuro carecerá de valor.

La idea del Eterno Retorno de lo Mismo, es el eje central de la «nueva moral»

propugnada por Nietzsche: «Puedes hacer lo que quieras, pero lo que hagas has de

quererlo de verdad». Es decir, lo que hagas, sea lo que sea, retornará infinitas veces,

luego, todo querer a medias es imposible. El valor de tu acción será siempre infinito. No

podrás excusar cualquier bajeza con el pretexto de «una vez y no más».

8.4. El superhombre

Lo que Nietzsche entiende por superhombre no es una evolución biológica del

hombre. Por superhombre entiende el individuo que ha dejado atrás la miseria humana,

el nihilismo, el resentimiento, la mezquindad, capaz de asumir la idea del Eterno

Retorno de lo Mismo, que vive la vida de modo absolutamente afirmativo. Y que ha

superado, por tanto, toda visión moral del mundo (entendiendo por moral lo que y

hemos explicado: la moral de la renuncia, del sometimiento a valores extramundanos,

etc.).

El superhombre no se puede identificar con una clase social, ni con un grupo

definido biológicamente (con una raza) pues los genes no son una garantía de

excelencia. Pero lo podemos reconocer a partir de su conducta moral:

Rechaza la moral de esclavos : la humildad, la mansedumbre, la prudencia que

esconde cobardía, la castidad, la obediencia, el rencor, el servilismo, etc.

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Rechaza la conducta gregaria : detesta la moral del rebaño, la conducta de los

que siguen a la mayoría, de los que siguen normas morales ya establecidas.

Crea valores : inventa las normas morales a las que él mismo se somete. Crea

valores que sean fieles al mundo de la vida y que le permitan expresar

adecuadamente su peculiaridad, su propia personalidad y riqueza.

Vive en la finitud : no cree en ninguna realidad trascendente, no cree que la vida

tenga un sentido, como no sea el que él mismo le ha dado; acepta la vida en su

limitación, no se oculta las dimensiones terribles de la existencia (el sufrimiento,

la enfermedad, la muerte), es dionisíaco.

Le gusta el riesgo , las nuevas experiencias, el enfrentamiento, las pruebas

difíciles; es valiente, no huye del dolor ni del sufrimiento: sabe que de estas

experiencias puede salir enriquecido, puede crecer.

Es contrario al igualitarismo : ama la exuberancia de la vida; no tiene miedo a la

diferencia.

Ama la intensidad de la vida : la alegría, el entusiasmo, la salud, el amor sexual,

la belleza corporal y espiritual; puede ser magnánimo, generoso, como una

muestra de la riqueza de su voluntad.

En conclusión: el superhombre es la afirmación enérgica de la vida y el creador y

dueño de sí mismo y de su vida, es un espíritu libre.

“Escuchad y os diré lo que es el superhombre. El superhombre es el sentido de la tierra. Que

vuestra voluntad diga: sea el superhombre el sentido de la tierra. ¡Yo os conjuro, hermanos míos,

a que permanezcáis fieles al sentido de la tierra y no prestéis fe a los que os hablan de

esperanzas ultraterrenas! Son destiladores de veneno, conscientes o inconscientes. Son

despreciadores de la vida; llevan dentro de sí el germen de la muerte y están ellos mismos

envenenados. La Tierra, está cansada de ellos: ¡muéranse pues de una vez!” “Así habló

Zaratustra”

En “Así habló Zaratustra” nos cuenta tres transformaciones del espíritu: cómo el

espíritu se transforma en camello, el camello en león y, finalmente, el león en niño. El

camello representa el momento de la humanidad que sobreviene con el platonismo y

que llega hasta finales de la modernidad; su característica básica es la humildad, el

sometimiento, la paciencia, la renuncia, el saber soportar con paciencia las pesadas

cargas, la carga de la moral del resentimiento hacia la vida. El león representa al

hombre como crítico, como nihilista activo que destruye los valores establecidos, toda la

cultura y estilo vital occidental. Y el niño representa al hombre que sabe de la inocencia 26

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del devenir, que inventa valores, que toma la vida como juego, como afirmación, es el sí

radical al mundo dionisíaco. Es la metáfora del hombre del futuro, del superhombre.

Algunos intérpretes consideran que hay cierto paralelismo entre el superhombre

de Nietzsche y el hombre desalienado de Marx.

Resumen de las ideas fundamentales:

1. Nietzsche comienza oponiendo a Schopenhauer, y a la metafísica en general, el

optimismo trágico propio del mundo griego presocrático. En el mundo griego anterior

al siglo V a.C., la vida es concebida como lucha, tensión permanente, pero el tipo de

hombre trágico griego es lo suficiente «fuerte» y «sano» como para asumir

alegremente ese carácter terrible de la existencia.

2. Nietzsche encuentra que la importancia que adquirieron en la Grecia arcaica los

cultos de Dionisos y Apolo, expresan maravillosamente este carácter trágico.

Dionisos representa la voluntad irracional de vivir, la pasión, la embriaguez con la

existencia. Apolo simboliza la claridad, el orden, que impide que ese impulso

dionisíaco se desborde hasta el punto de hacer imposible la existencia.

3. Nietzsche califica de metafísica a toda postura que divide el mundo en mundo

sensible y mundo suprasensible, poniendo el valor, el bien, el ser y la verdad del lado

de este último. Así entendida, la metafísica es un invento de Platón, vulgarizado por

el cristianismo. La metafísica surge como consecuencia de una moral de esclavos. Es

decir, una moral guiada por el resentimiento frente a la vida, frente al mundo sensible,

propia de individuos «débiles», incapaces de asumir por ello el carácter trágico de la

existencia.

4. esta desvaloración del mundo real no es ajena la ciencia, y toda forma de saber que

hipervalora la razón de tipo lógico-matemático y el concepto. Frente a este tipo de

razón pone Nietzsche al arte, y frente al concepto pone la vivencia inmediata

expresada a través de la metáfora. Es decir, frente al saber de tipo matemático

considera que la poesía y el arte son los instrumentos más adecuados para penetrar

en la raíz del mundo.

5. La desvaloración del mundo sensible llevada a cabo por Platón y el cristianismo

conduce al nihilismo, a generar en el hombre un desprecio por la existencia, a una

voluntad de nada. Finalmente, en el mundo moderno, el mundo suprasensible mismo

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deja de tener valor (“Dios ha muerto”), con lo que se produce el triunfo radical del

nihilismo: todo carece de sentido.

6. En su intento de superar el nihilismo y la metafísica Nietzsche elabora una serie de

categorías que permitan expresar el ser del mundo sin condenar lo sensible: estas

son la de voluntad de poder y eterno retorno de lo mismo.

7. La voluntad de poder expresa la esencia misma de la vida. La vida es voluntad

permanente de crear nuevas formas (de ejercer poder en el sentido que le da

Nietzsche a esta expresión).

8. Por otro lado, la totalidad del mundo es concebida como eterno retorno de lo mismo.

Esto significa: 1) que el ser es concebido como algo dinámico, vivo, ser y devenir

coinciden; y 2) esto significa, también, que cada instante retorna eternamente, con lo

que cada instante de nuestra vida es eterno, tiene un valor infinito, y por lo tanto no

hay nada que pueda considerarse de un valor superior y a lo cual debamos

subordinarlo.

9. En el momento en que el hombre pueda asumir que cada instante de nuestra

existencia tiene un valor infinito, tendrá que desechar toda mezquindad, todo

resentimiento, y todo querer a medias, ello provoca una transformación que ha de

llevarlo más allá de lo que ha sido el hombre históricamente dado hasta ahora. A ese

hombre situado más allá del resentimiento, de la mezquindad, que no subordina su

vida a ningún trasmundo porque concibe cada instante de su vida como el valor en sí,

es a lo que llama Nietzsche superhombre.

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