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Fernando Iwasaki nació en Lima en 1961 y es historiador y escritor. Entre sus libros —a caballo entre las memorias, el ensayo y la creación literaria— destacan El libro del mal amor, Inquisiciones peruanas, Tres noches de corbata o El descubrimiento de España. Ha sido colaborador de diversos periódicos, fue director del área de cultu- ra de la Fundación San Telmo de Sevilla. Desde 1989 reside en Sevilla, donde es di- rector de la revista literaria Renacimiento, director de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco y columnista del diario ABC. José Edmundo Paz Soldán nació en Co- chabamba, Bolivia, en 1967. Es profesor de Lengua y Literatura Hispana en la Uni- versidad de Cornell, Estados Unidos. Ha sido ganador de varios premios literarios por sus novelas Días de papel, Cochera y Río fugitivo y con el Nacional de Novela de Bolivia, por la obra El delirio de Turing. Formó parte de la antología McOndo (1996), señalada, junto al manifiesto del grupo mexicano del «Crack», como clave para entender la propuesta estética de la nueva generación de narradores. Su última novela, Palacio Quemado, se editó en el 2007.

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Page 1: 03 MANO A MANO 20:0 - El Boomeran(g) | Blog … · zo palabras como jeens, que es como llaman los latinoamericanos a los pantalones vaque-ros. F. I.— Sí, en España dicen vaqueros,

Fernando Iwasaki nació en Lima en 1961y es historiador y escritor. Entre sus libros—a caballo entre las memorias, el ensayoy la creación literaria— destacan El librodel mal amor, Inquisiciones peruanas, Tresnoches de corbata o El descubrimiento deEspaña. Ha sido colaborador de diversosperiódicos, fue director del área de cultu-ra de la Fundación San Telmo de Sevilla.Desde 1989 reside en Sevilla, donde es di-rector de la revista literaria Renacimiento,director de la Fundación Cristina Heerende Arte Flamenco y columnista del diarioABC.

José Edmundo Paz Soldán nació en Co-chabamba, Bolivia, en 1967. Es profesorde Lengua y Literatura Hispana en la Uni-versidad de Cornell, Estados Unidos. Hasido ganador de varios premios literariospor sus novelas Días de papel, Cochera yRío fugitivo y con el Nacional de Novela deBolivia, por la obra El delirio de Turing.Formó parte de la antología McOndo(1996), señalada, junto al manifiesto delgrupo mexicano del «Crack», como clavepara entender la propuesta estética de lanueva generación de narradores. Su últimanovela, Palacio Quemado, se editó en el2007.

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CARIDAD PLAZA.—Fernando, usted lle-va mucho tiempo en España, es casi un an-daluz y Edmundo acaba de llegar a nuestropaís, después de pasar en Estados Unidos losúltimos 20 años. Los dos dejaron sus paísesmuy jóvenes, ¿tal vez porque era más fácil serescritor en otros lugares?

FERNANDO IWASAKI.—Estoy seguro deque a Edmundo le pasó lo mismo que a mí.Yo no me fui del Perú para poder escribir yconozco a pocos que digan que se van de supaís porque quieren ser escritores. Me fui conla carrera terminada, para ampliar mis estu-dios en un medio universitario más exigentey para investigar en el Archivo de Indias. Yahabía publicado algunos relatos y un libro decuentos, pero mi objetivo no era convertirmeen escritor sino hacer una investigación his-tórica. En esa época quería enseñar historia.Y, por otra parte, tenía un proyecto familiar,porque mi esposa es sevillana y era razona-ble que viviéramos en Sevilla.

EDMUNDO PAZ SOLDÁN.—Yo me fuia Estados Unidos con una beca de fútbol,que me pagaba todos los estudios, pero no

para dedicarme a escribir. Entonces lo de serescritor era más un pasatiempo que una vo-cación. En Estados Unidos descubrí su sis-tema de becas y comprobé que en el mundoacadémico podía desarrollar una vida dedica-da a los libros. Hice un doctorado en litera-tura latinoamericana, después de haber termi-nado un B. A. en Ciencias Políticas. Me fuimuy joven, en el año 1988, y he estado allácasi 20 años. Pero empezaba a extrañar el es-pañol que se habla en la calle, a echar de me-nos la posibilidad de comprar un periódicoen mi lengua y leerlo a un café. José Dono-so, que enseñaba en Princeton, decía que lle-gó un punto en su vida en que necesitó el es-pañol de la calle para su escritura y decidióregresar a Santiago de Chile.

F. I.—Porque se nos queda viejo el españolque se habla en nuestros países. Los escena-rios casi siempre son del país de origen, perolos personajes hablan un lenguaje de los añosen los que dejamos el país...

E. P. S.—Sí y si te das cuenta, el mismo Var-gas Llosa, utiliza coloquialismos peruanos dela época en que él vivía en Lima.

Diálogo de la LenguaMano a mano entre el escritor peruano, Fernando Iwasaki y el novelistaboliviano Edmundo Paz Soldán sobre el español, los escritores de ladiáspora y el futuro de la literatura hispana

caridad plazaPeriodista

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F. I.—Pero, además de la lejanía, todos absor-bemos el habla popular, el habla de la calle,hasta cierta edad. No veo a ningún españolde más de 40 años que diga «guay» o «tron-co» o «colega». Es cierto que utilizamos elhabla de Bolivia y del Perú de la época enque salimos, pero porque ya estaba consoli-dada, porque se habían cerrado nuestros uni-versos, nuestros códigos. En Sevilla hay mu-chas chicas peruanas, de veinte y pocos años,que estudian flamenco en la Fundación queyo dirijo y, cuando me escuchan hablar, medicen que hablo como sus mamás. Eso quie-re decir que sus mamás utilizan el mismo len-guaje que tenía yo cuando salí. Con la mú-sica pasa igual. Yo llego hasta Police y, a partirde ahí, aunque sé que existen otros grupos, nome dicen nada.

E. P. S.—Mi caso es paradójico. Como vivíaen Estados Unidos, era mucho más conscien-te de que si utilizaba cualquier anglicismoiban a pensar que era un agringado y recuer-do que, en mis primeros cuentos, mi espa-ñol era lo más neutro y lo más castizo posi-ble. Con los años me fui soltando porque medi cuenta que un español tan puro no era au-téntico y empecé a utilizar otro español másinfluido por el inglés, que es el que se hablaen Latinoamérica. Eso, claro, es diferente delspanglish. Cuando dicen «te llamo para atrás»—I call you back— a mí me suena rarísimo,tal vez porque llegué con más de 20 años a Es-tados Unidos. Si hubiera vivido desde niño enun barrio latino sería distinto. Pero sí, utili-zo palabras como jeens, que es como llamanlos latinoamericanos a los pantalones vaque-ros.

F. I.—Sí, en España dicen vaqueros, pero hayotras contaminaciones como, por ejemplo,sponsor. A veces aquí se ve el cornflake en elojo ajeno y no en el propio.

C. P.—Edmundo, comentaba usted antesque su intención es vivir en España...

E. P. S.—He vivido un año en Sevilla, aho-ra estoy en Madrid y me encanta, pero por lopronto volveré a los Estados Unidos en agos-to. En cuanto al futuro…

F. I.—Edmundo no lo va a decir, pero yo sí.Sería estupendo que alguna universidad espa-ñola, algún departamento de literatura hispa-noamericana, pudiera llegar a un acuerdo conla Cornell University para que Edmundo paseun semestre en España y otro allá. Saldría-mos ganando todos.

Fernando Iwasaki: «En AméricaLatina se tiene la falsa percepciónde que estamos montados en elgrand slam literario, pero yo, parapoder escribir, tengo que hurtarletiempo al descanso.»

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C. P.—Es que en Estados unidos, la mayoríade los escritores latinoamericanos están vin-culados a Universidades. En España es más di-fícil porque nuestra Universidad es muchosmás cerrada. Hay que pasar por el escalafónde funcionario.

F. I.—Y no sólo ocurre con los escritores.Paco de Lucía, por ejemplo, sería rechazadopor los Conservatorios españoles porque notiene título. Enseguida saldría el guitarristaclásico, con su título, a decir «pero: ¿quiénes éste?, ¿cómo va a dar clases de guitarra fla-menca en un conservatorio?, ¿qué prepara-ción tiene?». Eso ocurre con la literatura ycon casi todas las expresiones artísticas, por-que nuestro metabolismo funciona en claveburocrática.

C. P.—Los dos tienen vocación de escrito-res, aunque Edmundo se haya dedicado mása la novela y Fernando esté a caballo entre elcuento, el ensayo, la narración...

F. I.—Yo vivo más a caballo porque no estoyen el mundo académico. Lo dejé por el año90, cuando empecé a colaborar en prensa, enel Diario 16, y a dedicarme a la gestión cul-tural. Desde comienzo de los 90, vivo de di-rigir fundaciones, no de la literatura. A veces,en América Latina se tiene la falsa percep-ción de que estamos montados en el grandslam literario y no es así. Yo, para poder es-cribir, tengo que hurtarle tiempo al descan-so, a mi familia, a las vacaciones... Duranteaños he publicando en editoriales muy pe-queñas, casi inexistentes y he ido rescatandolos libros que habían aparecido en esas edito-riales y las obras que he escrito durante aque-llos años. Y parece que no he dejado de escri-

bir... Pero no es tan fácil porque tengo «fami-lia a plazo fijo» e «hipoteca numerosa». Ten-go una hija que estudia en Madrid, otra queva a entrar en la Universidad y todo eso cons-pira contra esa idea romántica del escritora tiempo completo. Y respecto a que estoy acaballo entre el cuento y el ensayo, tal vez seaasí porque he estudiado Historia y utilizo al-gunos recursos. Fernando Savater dice en elprólogo de su Apología del sofista y otros sofis-mas que la filosofía es un género literario, es-toy de acuerdo. ¿Por qué no pueden ser unavariante de la ficción los ensayos, las memo-rias o los artículos? No me gusta escribir res-petando los cánones o los géneros y hago míolo que decía Guillermo Cabrera Infante: «yono publico novelas, publico libros y luego loseditores ya verán cómo lo venden». Me en-

Edmundo Paz Soldán: «El mundoacadémico de Estados Unidos medio la posibilidad de escribir. Yvivo de la literatura, pero comoprofesor».

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cuentro muy cómodo escribiendo algo quepuede parecer un ensayo, una novela, uncuento y que tiene mezcla de todo.

E. P. S.—El mundo académico de EstadosUnidos me dio la posibilidad de escribir sintener que estar pendiente de si los libros sevenden o no. Y vivo de los libros, de la lite-ratura, pero como profesor, aunque esa dedi-cación me deje tiempo para escribir, que es lomás difícil de encontrar. Soy afortunado, por-que puedo desarrollar una carrera literaria,de una manera relativamente tranquila. Ypienso en los escritores bolivianos, que tienenque dedicar la mayor parte de su energía alas «labores alimenticias» porque no tienenmás remedio que hacer muchas cosas parallegar a fin de mes y claro, así es muy difícilentregarse a la literatura. Pero todo tiene sussacrificios. Yo vivo en un pueblo de 60.000habitantes, en la frontera con Canadá, coninviernos de 6 meses… Y aunque bromeo,cuando les digo a mis amigos que algunosviernes por la noche me pongo a escribir por-que no tengo otra cosa que hacer, es un pocotriste. Es tal el aislamiento...

F. I.—Tu obra corre peligro si te vienes a vi-vir a España, porque aquí es difícil aislarse.

E. P. S.—En cuatro meses que llevo en Ma-drid de sabático —quería comenzar una nue-va novela— he escrito 30 páginas.

F. I.—Esa es una de las razones por las que nome he movido de Sevilla, porque he sidoconsciente de que en Madrid o en Barcelona,la vida literaria es un sarao ininterrumpido.Pero también aquí hay que trabajar. Mis ami-gos me dicen que me he ido del Perú y sigo

trabajando como un peruano. Y es verdad,pero la diferencia está en que en el Perú loque ganaba sólo me daba para tapar huecosy lo que gano aquí me permite alguna holgu-ra.

E. P. S.—Sí, he podido comprobar que enMadrid, como capital cultural de nuestromundo, el que no cae, resbala. Por aquí pasatodo el mundo y, ¿cómo no los vas a ver? Hayuna actividad constante.

F. I.—En un congreso en el que estuvimosEdmundo y yo que, por cierto, fue el últimoacto en el que participó Roberto Bolaño, mepidieron que escribiera un artículo sobre la re-cepción en España de la literatura latinoa-mericana y yo dije, jugando con las palabras,que la recepción era un coctelito y esa es la ver-dad.

C. P.—Volpi, desde el grupo Crack y usted,dentro de la antología McOndo, se han con-vertido un poco en los parricidas de la gene-ración de los 60...

F. I.—Yo no creo que Edmundo... Los me-xicanos tenían a quién matar, pero en la lite-ratura boliviana el «boom» es Edmundo...

E. P. S.—McOndo fue una antología más vis-ceral que meditada. Fue como dar un porta-zo para demostrar que nos habíamos satura-do del realismo mágico. Pero visto con ciertaperspectiva —han pasado diez años y se hanpublicado muchas antologías— McOndo seha convertido en un referente de nuestra ge-neración. De hecho, de los 17 autores que lacomponen 8 o 10 tienen hoy carreras litera-rias muy sólidas. Es verdad que fue poco re-

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flexiva, pero su fuerza reside ahí, porque sien el prólogo Alberto Fuguet y Sergio Gó-mez se hubieran puesto a matizar, habría per-dido su capacidad de irritar a la gente. Hayque recordar que, en 1996, cuando salió la an-tología, algunos de los escritores que figura-ban en ella se desmarcaron por la ferocidaddel ataque, porque el prólogo no fue consul-tado con los autores y porque las críticas fue-ron durísimas. Nos llamaron «chiquillos ven-didos a la cultura popular norteamericana»y «alienados». Durante años decir «McOn-do» o «crack» era como decir una mala pala-bra. Y justo en Sevilla, en 2003, siete añosdespués, lo que era una mala palabra se con-virtió en un referente de nuestra generación...

F. I.—Una lanza a favor de los autores del«boom». Yo no sería escritor ni tendría la for-mación que tengo si no hubiera leído a esosescritores y creo que comparten mi opinióntodos los que están en esa antología. ¿Quésería de mí si no hubiera leído a Vargas Llo-sa, a García Márquez, a Carlos Fuentes, a Ca-brera Infante, a Donoso y, por supuesto, aBorges y a otros más? Así que yo no tengoninguna cuenta que ajustar. Naturalmente,hay libros que me gustan más y otros que megustan menos y uno tiene que encontrar suestilo y su poética, al margen de sus lecturas.

C. P.—¿Hay diferencias entre los escritores dedentro y fuera del país? Recuerdo un congre-so de escritores peruanos que se celebró enMadrid y en el que hubo algunos problemas.

F. I.—La polémica más que en el congreso,surgió en el Perú y yo, además, la viví a dis-tancia porque eso de ser japonés es bueno —no soy ni andino ni criollo—. Pero quie-

ro creer que hubo un malentendido que eltiempo ha ido apaciguando. En el Perú hayescritores que no han tenido necesidad deirse para tener prestigio literario. Aunque esmuy reciente, hoy se puede tener estatusde escritor sin moverse del país. Nadie duda dela calidad de escritores como Miguel Gutié-rrez, Oswaldo Reynoso, Alonso Cueto y dealgunos chicos muy jóvenes que, desde suprimer libro, reivindican su condición de es-critores. Se acabó esa historia de que para en-contrar buenos escritores peruanos había quebuscarlos en el extranjero. En el Perú hay queescribir en los ratos libres, igual que en Bo-livia, eso no ha cambiado, pero al menos seha avanzado en el reconocimiento social. Loque puede ser diferente entre los de dentro ylos de fuera es el mercado, los lectores y lasventas, pero esa es otra cuestión.

Fernando Iwasaki: «¿Qué sería demí si no hubiera leído a VargasLlosa, a García Márquez, a CarlosFuentes, a Cabrera Infante, aDonoso y, por supuesto, a Borges?Así que yo no tengo ningunacuenta que ajustar con el “Boom”»

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C. P.—En un Diálogo de la Lengua entreJorge Volpi y Mario Bellatín, este último, quehabía vivido muchos años en el Perú, me co-mentaba que México es un país infinitamen-te más fácil para un escritor...

E. P. S.—Es que el sistema mexicano es ce-lebre por la institucionalización de las becas.Todos los escritores mexicanos amigos tie-nen o han tenido algún tipo de beca y, ade-más, becas buenas.

F. I.—Nada que ver con el Perú. Tampocohay una Universidad comparable al Colegiode México, ni una editorial como el Fondode Cultura Económica. Y, por supuesto, nohay ningún sistema de becas ni de ayudas,pero hay buenos escritores porque, a pesarde la adversidad, la gente quiere crecerse yhoy el Perú está viviendo una especie de bur-buja. Claro que Alonso Cueto siempre estu-

vo ahí y que su libro La batalla del pasado,fue publicado por Alfaguara España hace mu-chísimos años. Fernando Ampuero tambiénestaba, aunque el lector español no lo cono-ciera. Y Jaime Bayly viene publicándose des-de hace muchos años. Estamos en un buenmomento, porque soy de los que creen queun escritor latinoamericano que lograr ser re-conocido en España o en Estados Unidos,como es el caso de Roberto Bolaño ahora,abre camino a más gente de su país. Hay per-sonas que piensan que no, que cuando uncolombiano o un peruano triunfa, le está ce-rrando el camino a otro colombiano y a otroperuano...

E. P. S.—Esa es una forma de pensar muylatinoamericana.

F. I.—Sí y hay que cambiarla. Hay que rei-vindicar la generosidad y el elogio como algopositivo. En América Latina y también enEspaña, muchas veces se elogia a alguien conla intención de ofender a otro, para que elotro se pique. Hay que dar un paso al frentey dejar muy claro cuáles son tus sinceras ad-miraciones.

E. P. S.—Pero volvamos a las ayudas que re-ciben los escritores. En América Latina haydos modelos de apoyo al escritor: el mexica-no, que es un apoyo estatal y el chileno, conmás influencia de Estados Unidos, en el quees la empresa privada la que da becas a jóve-nes escritores y artistas. En Bolivia, como su-pongo que pasará en Paraguay, en Ecuador yen los países pequeños, no hay apoyos ni delGobierno ni de las empresas. Estás huérfanoy, desde el principio, tienes que arreglártelassólo y con el añadido de que estás fuera de los

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Fernando Iwasaki: «Cuando unescritor latinoamericano logra serreconocido en España o en EstadosUnidos abre camino a otros»

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circuitos literarios latinoamericanos. No haycongresos ni actividades culturales importan-tes, de nivel continental, y las editoriales gran-des, que publican a escritores latinoamerica-nos se enfocan en México, Argentina o Cuba,que son países con tradición literaria. En Bo-livia estás, como decimos allá, «a la de Dios»,estás a la intemperie.

C. P.—Y, a pesar de eso, surgen algunos...

E. P. S.—Lo impresionante es que aparezcanobras de primer nivel en ese medio, como lade Juan Claudio Lechín, que fue finalista en2005 del Rómulo Gallegos o la de los jóve-nes, como Rodrígo Hasbún, que formó par-te del Congreso de Jóvenes Escritores Bogo-tá 39, con 25 o 26 años. Y están tambiénMaximiliano Barrientos, un escritor que pron-to será publicado en España por la editorialPeriférica, y Giovanna Rivero, una cuentistade primer nivel, todavía poco conocida, queestudia en los Estados Unidos. En la genera-ción nueva, la de los escritores de 25 a 30años, hay 5 o 6 de un alto nivel, pero es im-posible saber si seguirán escribiendo dentrode diez años. Muchos se quedan en el cami-no por las dificultades económicas de Bolivia,donde las ediciones son de 500 o 1.000 ejem-plares y en el que la mayoría de los libros quese compran son piratas...

C. P.—Tal vez las editoriales grandes debe ríanser más generosas y tratar de publicar y dis-tribuir mejor a los jóvenes talentos.

F. I.—Pero eso es muy difícil. Una multina-cional editorial cualquiera, sobre todo si tie-ne delegaciones en América Latina, tiene quedividirse en lo que llaman los tecnócratas,

«unidades de negocio». Las editoriales tienensu sede central en España y sus «unidades denegocio» en Chile, Perú, Colombia, Bolivia,etc. y cada una de esas unidades ofrece susautores a otra unidad de la misma corpora-ción. Tú puedes estar publicado en España,pero si la delegación mexicana no compra tunovela, entonces tu novela no llega a Méxi-co. Si eres un valor seguro —como Fuentes,Vargas Llosa o Javier Marías— te compran entodas partes, pero si no, tu novela no sale delpaís que la editó. Y no es cierta aquella ideatan extendida de que si publicas en Madridtu obra se distribuirá por toda América La-tina, porque eso siempre depende de las de-legaciones o «unidades de negocio» de cadapaís. Sin embargo, puede ocurrir que publi-cando en una delegación argentina del mis-mo grupo editorial, se interesen por tus li-bros desde Chile o Colombia. Por lo tanto,

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Edmundo Paz Soldán: «En elADN de los latinoamericano estámuy metida la idea de que tieneque publicar en España y luegollegar a otros países»

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publicar en España no te asegura que tus li-bros se distribuyan desde México hasta la Pa-tagonia.

C. P.—¿La distribución no está centralizada?

F. I.—No, no y depende mucho, además, delos delegados y de los gestores de cada lugar.Pero, desde luego, no es radial, no pasa todopor Madrid.

E. P. S.—Sin embargo en el ADN de todo es-critor latinoamericano está muy metida laidea de que tienes que publicar en España.Un escritor boliviano no está interesado enpublicar en Argentina o en México. Quiere

publicar en España y luego llegar a otros países.

F. I.—Y no en España, en general. Quierenpublicar en editoriales con un cartel atracti-vo y eso depende de las revistas que lea o delos blogs a los que entre. Eso tú lo sabes, Ed-mundo. Hay autores que publican en unadeterminada editorial, que ganan dinero por-que tienen buenos contratos y, sin embargo,sueñan con pasarse a otra, sólo porque en sucatálogo hay un grupo de escritores con pres-tigio literario. Es como si creyeran que se pue-den impregnar, que se les puede pegar algo deltalento del otro por estar en el mismo catá-logo. Hay una sobremitificación de lo espa-ñol y no se sabe que en España no te cono-ce nadie si no publicas en Madrid o enBarcelona. Hay publicaciones de Ayunta-mientos y de Diputaciones desconocidas. Yotengo un libro publicado por la Diputaciónde Huelva —Tres noches de corbata— que noexiste.

E. P. S.—Yo tengo una antología de cuentospublicada por Algaida, que prácticamentesólo circuló en Andalucía.

C. P.—¿Cómo está la distribución de los li-bros en español en Estados Unidos?

E. P. S.—Ha mejorado muchísimo. Cuan-do yo llegué, tenía que pedir a los amigos queme enviaran libros de México y de España.Ahora ya no, ahora al menos está lo básico y,además, por Internet, se puede conseguir casitodo. Pero, claro, si vas a una de las grandescadenas, Barnes & Noble por ejemplo, en-cuentras muy poco. Lo que me llama la aten-ción es que, para el año 2020, se calcula que

Edmundo Paz Soldán: «Para el año2020, uno de cada cuatronorteamericanos tendráascendiente latino y, sin embargo,los profesores que enseñamosespañol en las Universidades,pertenecemos a los departamentosde Lenguas Extranjeras»

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uno de cada cuatro norteamericanos tendráascendiente latino y, sin embargo, los profe-sores que enseñamos español en las Univer-sidades en los Estados Unidos, pertenecemosa los departamentos de Foreign Lenguages, deLenguas Extranjeras. Yo me pregunto, ¿has-ta cuándo el español va a ser considerado unalengua extranjera?

F. I.—En noviembre de 2006, en la feria deMiami —¿te acuerdas, Edmundo?—, fuimosa escuchar a Barak Obama y se disculpó porno hablar español. Pero yo, que soy latinoa-mericano y puedo invocar mi condición demarciano en España, no me preocupa lo queocurre con el español en Estados Unidos, ¡mepreocupa lo que está pasando con el españolen España! Con esa gente qué te dice que noquiere hablar español. Ejemplos hay a mon-tones y a mí eso me inquieta.

E. P. S.—Estados Unidos es una rara combi-nación porque, por un lado, es un país-con-tinente y, por otro, es provinciano, en el malsentido de la palabra. Como es tan grande yse publica tanto, su literatura es autónoma ysólo el 2,5 por ciento de los libros que estánen el mercado son de autores extranjeros. EnAlemania creo que es el 45 por ciento y en Es-paña está en el 20 y ¡es tan saludable tradu-cir autores de otros países! Allá bromeamosdiciendo que, cada cinco años, un autor ex-tranjero «gana la beca» de ser consideradoimportante. El penúltimo fue Sebald y aho-ra le ha tocado a Roberto Bolaño. Pero sonexcepciones que confirman la regla. Los nor-teamericanos no leen traducciones, ni del es-pañol, ni del alemán, ni del francés. Hacepoco tiempo salió un artículo en la revistaTimes sobre la decadencia de la cultura fran-

cesa y yo creo que se basó en que, de una lis-ta de los diez escritores franceses más impor-tantes, sólo uno o dos habían sido traducidosal inglés.

F. I.—En España se traduce mucho, pero yodigo, bromeando, que tiene que ver con elfútbol. El «boom» de los escritores latinoa-mericanos coincidió con la llegada de los«oriundos». Más tarde se publicó a Kunderay empezó el interés por los autores eslavos,inmediatamente después de la entrada de ju-gadores eslavos en equipos importantes. Es-tamos a punto de conocer la literatura africa-na porque ya están aquí sus jugadores y, comoChina triunfe en el fútbol, vamos a empezar

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Edmundo Paz Soldán: «Mi últimanovela, Palacio Quemado y creoque forma parte de esa tendenciaactual entre los escritores de lasnuevas generaciones —Benavides,Roncagliolo— de volver a laspreocupaciones sociales, políticas».

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a leer a los autores chinos. Cuando llegue Ja-pón será mi turno. Ya conocemos a HarukiMurakami, pero tiene que triunfar el fútboljaponés para que la literatura japonesa pase aprimer plano. Primero llega el fútbol y des-pués los escritores.

C. P.—¿Cuáles son sus próximos proyectos li-terarios?

E. P. S.—Mis futuros proyectos tienen que vermás con los Estados Unidos: novelas sobrela patología de la violencia en la sociedadcontemporánea, y sobre la forma en la que lainmigración latina está cambiando a los Es-tados Unidos. En mis últimas novelas me hepreocupado por narrar acerca del impacto delas nuevas tecnologías en la vida cotidiana.Eso aparece en Sueños digitales, La materiadel deseo y El delirio de Turing. En esas nove-las también me interesaba, tomando la crisisactual de Bolivia como punto de partida, ex-plorar acerca de la naturaleza del poder en laAmérica Latina, acerca de la relación entreel poder y la violencia, entre la democracia dehoy y las dictaduras de nuestro pasado más re-ciente. En la última novela, Palacio Quema-do, he añadido a esa reflexión un intentopor situar al intelectual cortesano, ver cómo, pordecirlo de alguna manera, la letra ha sidocómplice de las armas en el continente. Has-ta ahora, todas mis novelas las he ambienta-do en Bolivia, tal vez porque los escritoressomos lentos y tardamos mucho en procesarlas experiencias. Palacio Quemado, está am-bientado en La Paz y tiene que ver con la ca-ída del presidente Sánchez de Losada y el findel modelo neoliberal en Bolivia. Es una no-vela muy política, y creo que es parte de unatendencia actual entre los escritores de las

nuevas generaciones —Benavides, Ronca-gliolo— de volver a las preocupaciones so-ciales, políticas. Y ahora, después de llevar 20años en Estados Unidos, me ha dado por am-bientar mi próxima historia en ese país y es-toy escribiendo una novela sobre el mundoadolescente de Estados Unidos, sobre la vio-lencia en un high school: la psicopatología dela violencia en la vida cotidiana, los asesinosen serie, el chico que coge una pistola y de-cide matar a sus compañeros. Y la novelaquiere explorar por qué ocurren esas cosas.Alguien me dijo que había similitudes conPalacio Quemado pero creo que no, porque enesa historia se hablaba de la violencia de Es-tado y ahora quiero tratar la violencia al mar-gen del Estado.

F. I.—Estoy escuchando a Edmundo y estoypensando que la violencia está presente enmuchos países del mundo, aunque tenga me-nos prensa que en Estados Unidos. Yo traba-jo con gente del flamenco y un día estaba tra-tando de explicar a mis alumnos —casi todoschicos gitanos de una barriada muy violentay casi sin Ley— eso del duende, esa cosa enla que todo el mundo cree en el flamenco yque, en realidad, es una metáfora utilizadapor Lorca, que viene de Nietzsche y que nacede la tragedia. ¿Ustedes conocen alguna tra-gedia griega?, les pregunté. Los chicos no co-nocían ninguna y les expliqué Edipo, un per-sonaje mitológico, que mata a su padre y seacuesta con su madre. Y, entonces, me diceuno de los niños: «Anda, si eso ha pasao enmi bloque». ¿Qué les iba a seguir explicando?Esas cosas en Estados Unidos salen en los pe-riódicos porque su lente es más potente y en-foca sus problemas. Ahí están las obras deFaulkner, ¿habrá iniquidades más grandes,

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Page 12: 03 MANO A MANO 20:0 - El Boomeran(g) | Blog … · zo palabras como jeens, que es como llaman los latinoamericanos a los pantalones vaque-ros. F. I.— Sí, en España dicen vaqueros,

crímenes más sórdidos, abyecciones más te-rribles que las que podemos encontrar dise-minadas por la obra de Faulkner? Y, sin em-bargo, mucha gente se estremece con A sangrefría de Truman Capote y no se impresionacon Faulkner.

C. P.—¿Qué está escribiendo en los ratos li-bres que le deja su actividad como director dela Fundación Cristina Heeren de Arte Fla-menco?

F. I.—Ahora mismo no estoy escribiendomucho. Comencé una novela en septiembrede 2006, donde me gustaría ridiculizar el cau-dillaje militar del siglo XIX y los nacionalis-mos del siglo XX. Escribí de un tirón 40 pá-ginas y ahí se quedó porque no he tenidotiempo de retomarla. Necesito tomarme unmes de vacaciones y dos meses sin sueldo parapoder hacer algo. Y calculo tres meses de tra-bajo a razón de 16 horas diarias para termi-narla, porque tengo que sentarme, leer lo queestá escrito, pensar y trabajar de acuerdo aun plan. Yo no hago borradores y escribo di-rectamente, pero no me vale disponer de sólocuatro horas diarias. No puedo.

E. P. S.—Sin embargo, para mí, cuatro ho-ras es mucho. Yo no escribo más de dos ho-ras.

C. P.—¿Por qué momento creen ustedes quepasa la literatura en español?

F. I.—Me gusta eso de literatura en españoly hay que reivindicarla como tal, porque no-sotros nos leemos mutuamente, con inde-pendencia de que uno sea argentino, el otropuertorriqueño y el otro de Albacete. Desde

que vivo aquí, para mí ha sido importantísi-mo leer literatura española y he descubiertolo que vale Jardiel Poncela o Sender y, porsupuesto, los contemporáneos: Belén Gope-gui, Javier Cercas, Vila-Matas, Javier Marías,Muñoz Molina... que ya forman parte de micanon, de mi universo. Yo creo que hoy, másque una literatura española y otra latinoame-ricana, hay una literatura en español.

E. P. S.—Estoy de acuerdo. Las próximas ge-neraciones van a estar más mezcladas y van adesaparecer los compartimentos estancos en-tre la literatura española y la latinoamerica-na. En cuanto al momento actual, creo queestamos atravesando un muy buen momen-to y que el listón está muy alto.

F. I.—Como Eduardo Jordá un escritor deMallorca, que acaba de ganar el premio Má-laga de novela y que es extraordinario. Es po-eta, es autor de libros de viajes, es traductor

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Fernando Iwasaki: «Yo creo quehoy, más que una literaturaespañola y otra latinoamericana,hay una literatura en español».

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y es un gran escritor, al que todavía no se co-noce lo suficiente.

E. P. S.—Yo pienso en Juan Gabriel Vásquezy sus dos novelas últimas, Los informantes yLa historia secreta de Costaguana, con las quese está consolidando como un referente fun-damental, o Rodrigo Fresán, o Jorge Benavi-des.

F. I.—Y sumaría a Jorge Volpi y a muchasmujeres. Hay una escritora chilena, que meparece maravillosa y de la que no se hablamucho en España, Andrea Maturana. May-ra Santos Febres es una puertorriqueña ex-traordinaria y la salvadoreña Jacinta Escudos,

que vive en Costa Rica, también es muy bue-na. Y está la argentina María Fasce y la ecua-toriana Gabriela Alemán.

E. P. S.—Y la boliviana de la que hablé, Gio-vanna Rivero y otra chilena, Lina Meruane...

F. I.—No sé si la literatura en español va a te-ner presencia en el mundo, pero yo me sien-to muy bien acompañado.

C. P.—Cambiando de tema, ¿cómo ven elfenómeno Bolaño? Volpi asegura que lo úni-co que une, en estos momentos, a los escri-tores latinoamericanos es su admiración porél.

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Edmundo Paz Soldán: «Las próximas generaciones van a estar másmezcladas y van a desaparecer los compartimentos estancos entre laliteratura española y la latinoamericana».

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F. I.—Es un héroe trágico y eso no ha pasa-do desapercibido.

E. P. S.—Y, en los últimos diez años, ha es-crito una obra contra el tiempo, desespera -damente. Su muerte ha provocado una miti-ficación rápida. Detrás, por supuesto, hayuna obra de primerísimo nivel, pero su re-cepción habría sido más pausada, más lenta,si siguiera vivo.

F. I.—Sería interesante, en estos momentosde tanto elogio, leer las opiniones de hace al-gunos años para poder discernir las oportu-nistas y las que sentían fascinación por la fi-gura de Roberto. Yo tenía cierta relación conBolaño —nos escribíamos, nos llamábamospor teléfono—, pero no sabía que estaba en-fermo hasta que le conocí personalmente enSevilla. Había reseñado casi todos sus librosy escrito textos expresando mi mejor consi-deración sobre Los detectives salvajes porqueme parecía una novela portentosa. Y hoy hayescritores que quieren ser como él y hay quedecirles que, para ser Bolaño, no sólo hacefalta escribir como él, sino que hay que ha-ber sufrido como él. Sentir que se te acaba eltiempo, ver a tus hijos todas las noches y sa-ber que los vas a perder y, sin embargo, vol-ver a tu ordenador y seguir trabajando. Bo-laño se ponía el mundo por montera porqueestaba viviendo en la prórroga y se lo estabajugando todo a los penaltis. Por eso iba a Chi-le y decía lo que le daba la gana porque esta-

ba mirando la muerte a los ojos. Que no ven-gan ahora diciendo que quieren ser Bolaño.

E. P. S.—Estoy coeditando un libro de ensa-yos sobre Bolaño, con el crítico Gustavo Fa-verón. Se llama Bolaño Salvaje y será publi-cado en marzo por Candaya. Incluirá, entreotros, ensayos del mismo Iwasaki, de Fresán,Villoro, Vila-Matas, Carmen Boullosa, Vol-pi, Ignacio Echeverría, Alan Pauls, Franz,Masoliver Rodenas, Jordi Carrión…

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Fernando Iwasaki: «Para serBolaño, no sólo hace falta escribircomo él, sino que hay que habersufrido como él. Sentir que se teacaba el tiempo, ver a tus hijostodas las noches y saber que los vasa perder y seguir trabajando».

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