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REMANENTE DE INVIERNO Rafael Spregelburd

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REMANENTE DE INVIERNORafael Spregelburd

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 19 pag 1

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Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 19

REMANENTE DE INVIERNORafael Spregelburd

PERSONAJES

MeyerZuldaSilvitaPlomeroElectricistaEl locutor, Miranda del CepoLa locutora, Virginia la MantecosaMenina

REMANENTE DEINVIERNO

de Rafael Spregelburd

La presente versión de la pieza fue estre-nada el 18 de mayo de 1995 en la SalaETC (Espacio Teatral del Centro) del Cen-tro Cultural General San Martín de Bue-nos Aires. Producción del C.C.G.S.M deBuenos Aires. Subsidio a la creación ar-tística del Fondo Nacional de las Artes.

La misma puesta fue luego reestrenada enla Sala del Centro Cultural Ricardo Ro-jas, en abril de 1996.

La obra obtuvo los siguientes reconocimien-tos:

· Mención Honorífica en el Concursode dramaturgia organizado por el Fon-do Nacional de las Artes (1993).

· Mención Especial en el Concurso“Comisión Encuentro de Escritores

Dramática Latinoamericana d

Patagónicos” (1994).

· Premio ARGENTORES “Nueva Dra-maturgia” (1995).

FICHA TÉCNICA:

MEYER: Máximo LazzeriZULDA: Mónica RaiolaSILVITA: Andrea GarrotePLOMERO: Gabriel LevyELECTRICISTA: Néstor LosadaEL LOCUTOR, MIRANDA DEL CEPO:Alfredo Martín / Javier LorenzoLA LOCUTORA, VIRGINIA LA MANTECO-SA: María Inés SancerniMENINA: Silvia HilarioTRADUCCIÓN DE TEXTOS AL LATÍN:Constanza BurucúaMÚSICA ORIGINAL EN CINTA Y DISEÑODE INSTRUMENTOS INDUSTRIALES ENVIVO; FOTOGRAFÍA: Federico ZypceDISEÑO DE ESCENOGRAFÍA Y LUCES:Federico Zypce y Rafael SpregelburdREALIZACIÓN DE OBJETOS, UTILERÍA,Y DISEÑO GRÁFICO: IsolFOTOGRAFÍA: Patricia Di PietroPRODUCCIÓN ARTÍSTICA: Corina CrucianiASISTENTE DE DIRECCIÓN: EugeniaCapizzanoDIRECCIÓN GENERAL: Rafael Spregel-

burd

LAS VÍSCERAS DEL LENGUAJE

Algunas reflexiones a partir de Remanentede invierno,

el último estreno de Rafael Spregelburd

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Si una de las posibilidades de abordar untexto es preguntarle desde dónde se es-cribe, en la textualidad de Rafael Spre-gelburd esa pregunta parece ineludibley fundante. En este sentido, no arrojansino pistas equívocas los prólogos –en losque Spregelburd abunda sobre cuestio-nes tan diversas como la producción desentido de su propia obra, indicacionespara la puesta en escena, o la apropia-ción de estructuras matemáticas comoprocedimiento escritural-, si bien unalectura desde los prólogos configuraríauna travesía oblicua pero posible a tra-vés de su teatro. Aunque puede ubicar-se la textualidad de Spregelburd en rela-ción al “significante imperial” de la tra-dición dramatúrgica de Occidente en tér-minos de diálogo, personajes y acción,parece escribirse desde un deslizamien-to de ese sistema hacia un territorio quetiene que ver con la estructura mismadel lenguaje y sus mecanismos de cons-trucción y deconstrucción de la nociónde sujeto, del montaje y desmontaje delos procesos de enunciación y la disolu-ción del principio de verdad, de modo queopera simultáneamente en dos niveles:por un lado, aparenta mantener el siste-ma tradicional y, en un primer nivel delectura, no parece plantear problemasnuevos desde el punto de vista de la re-cepción; pero por otro lado, ese sistemaconocido y aceptado por el receptor esdesmontado ante sus ojos a través de la“mostración” de los mecanismos del len-guaje, que pueden dar por tierra la ilu-sión de sujeto-personaje que, cómoda-mente, se había aceptado (como en Latiniebla), o licuar la noción de verdad queya se había instituido (como en Entretan-to las grandes urbes). En esta ecuaciónse sostiene la profunda renovación esté-tica que propone el teatro de Spregelburd,que no necesita de complejas caracteri-zaciones psicológicas, ni de elaboradasescenas en las que esos caracteres en-tren en conflicto, ni mucho menos degrandes frases para dar cuenta, por ejem-plo, como en Remanente de invierno, dela absoluta incomunicación que rige losvínculos familiares: le bastará mostrar aSILVITA usando de manera arbitraria laspreposiciones, ante la impotencia de suspadres, para poner en acto esa incomu-nicación justamente a través de aquelloque usamos para comunicarnos. Y todoello por medio de juegos verbales, pródi-gos en humor y eficacia teatral que pro-porcionan el goce del mismo modo quela puesta en crisis de ciertas “verdades”

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adquiridas. Este “deslizamiento episte-mológico” desde donde parece escribirseel teatro de Spregelburd resulta fundantea la hora de preguntarse sobre los pro-cesos de construcción del receptor idealque esta textualidad promueve. Spregel-burd pone en cuestión la preceptiva dra-matúrgica; plantea una renovación esté-tica desde un lugar que le es propio, yúnico; se interna en las profundidadesde aquello que nos constituye –el lengua-je- a través de un juego teatral zumbón ,y a un tiempo ingenuo y crudo, querehúsa de las imágenes ampulosas paraponer en una dimensión otra toda unaimaginería prosaica en la que se amon-tonan electrodomésticos, arbolitos de Na-vidad, muñecas Barbie, menudencias depollo, pan dulce y Naranja Fanta. Pero,sobre todas las cosas, propicia la cons-trucción de un lector-espectador dis-puesto a entrever, en los pliegues de sufluida teatralidad, las vísceras de aque-llo que hablamos, y a través de lo cualsomos hablados.

Patricia Zangaro (Dramaturga)

Lo que caracteriza al lenguaje actual es ladesaparición del sujeto.

Aunque la estructura gramatical de super-ficie permanezca igual, en lo profundo elsujeto ha sido reemplazado por actantes(ni siquiera actuantes), es decir, sustan-tivos absolutamente subordinados al ver-bo.

Esta situación alcanza su límite, en parti-cular, en las ficciones culturales llama-das artes, cuando se pronuncia el enun-ciado terminal: “Hablo”, “Pinto”, “Escri-bo”, etc. [...] Nuestro enunciado contie-ne, en su única palabra, dos proposicio-nes: “hablo” y “digo que hablo”, o bienen un ámbito no verbal: “pinto” y actúomanchando la tela con un solo golpe decolor. [...] “Hablo” es una grieta por don-de el lenguaje puede expandirse al infi-nito, mientras el “yo” que habla se frag-menta hasta desaparecer. No hay comu-nicación de sentido sino la exposición deun habla en su condición original. El quehabla no es el sujeto de un discurso, sinouna inexistencia en cuyo vacío resuenaun lenguaje indefinido.

Se caracteriza al arte moderno por un des-doblamiento que le permite designarse así mismo. No ser más que el enunciadode sí mismo. [...]

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El arte no es un lenguaje, es el lenguaje pues-to fuera de sí. [...] Sólo Nietzsche intuye laexterioridad del lenguaje cuando descubreque la metafísica está ligada a la gramáti-ca, o Mallarmé cuando afirma que el len-guaje es el ocio de lo que nombra. [...]

El sujeto, el yo, es un espacio vacío, el yoes EL AFUERA DE LAS PALABRAS. Estehombre ya no escucha lo que se pronun-cia en su interior, sino al espacio que cir-cula entre sus palabras; sólo oye hablaral lenguaje, un lenguaje que no pertene-ce a nadie, que no es hablado por nadie.

El sujeto es un pliegue en una superficiegramatical que tiende a alisarse.

LA PALABRA ES LA INEXISTENCIA MANI-FIESTA DE AQUELLO QUE DESIGNA.

EL SER ÚLTIMO DEL LENGUAJE ES LADESAPARICIÓN DEL QUE HABLA.

Cada palabra evoca contenidos que le sonpropios, pero su esencia misma comuni-ca una espera, la espera absurda que seespera a sí misma al término de su pro-pio pasado. Lo que hace posible, enton-ces, esa tensa espera del lenguaje no esla memoria sino el olvido.

Un olvido que no es disipación ni negligen-cia. Un olvido que no es sueño, por locontrario: es una vigilia feroz.

Un olvido que es la atención más extrema,pues únicamente en el olvido puede que-brarse toda continuidad y acontecer lonunca dicho que espera en el lenguaje.

Todo acto de nuestra cultura, desde el usoinstrumental del habla hasta las artes,está de pie sobre la inminencia del olvido.

El lenguaje ya no es el lugar de la verdad,ni el regulador del tiempo, ni la “casa delser” según Heidegger, ahora las palabrasson la FORMA INABARCABLE DE LA IN-TEMPERIE.

EL LENGUAJE NO HA PERDIDO SU DIS-CURSO NI SU SENTIDO, PORQUE NUN-CA LO HA TENIDO.

EL HABLA PERSISTE, NOSOTROS HEMOSDESAPARECIDO.

Eduardo del Estal

Bocetos para La palabra exterior, 1994.

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REMANENTE DEINVIERNO

Al fondo del escenario, una pirámide irre-gular de televisores con sus pantallasdirigidas hacia el espectador. Varioselectrodomésticos indefinibles en dis-tintos lugares. Prolijos pedazos de mo-tores. El sofá está armado con partesde carritos de supermercado. En ge-neral, los objetos escénicos demues-tran una utilidad y un confort dudo-sos. Y qué decir entonces de los per-sonajes de esta historia. Se supone queSILVITA ha de tener algo así como sie-te años, sin embargo –ya que la histo-ria se ubica en el recuerdo de SILVITA-el personaje no debe ser aniñado. Lapieza transcurre en el clima enrareci-do del recuerdo. SILVITA entra y salelibremente de las situaciones del pa-sado para “narrar” al espectador. To-dos los personajes visten ropas oscu-ras, de invierno. Predomina el mono-cromo: todo es blanco o negro.

PRÓLOGO

En la oscuridad se escucha, deforme, elJingle del Topo Menéndez. Los acto-res aparecen junto con la luz y asu-men sus posiciones. Derrumbe de losactores. Aparición del silencio. EntraSilvita, y pasa sobre los cuerpos de-rrumbados.

SILVITA: Hola, un gusto. Mucho ruidoinútil, con cosas inútiles. Mi familia,años para atrás, y yo, ese verano hó-rrido... ¿Se entiende «mi»? Cuando dije:mi familia. Es decir: dije otras cosas,pero también dije «mi»... como en «mi»mano -que está unida a mí (a otro mí)pero que no es yo, «mi» tórax, «mi» pe-rro... ¿Se entiende «mi»? (Desazón. Al-gunos actores desparramados ya hanempezado a abandonar el lugar. Silvita,a uno de ellos:) Perdoná, ¿tenés fue-go? Gracias. (Súbitamente, al público:)Sí, yo tengo un problema. Bueno, perovéanlo. Ya que vinieron. (Sólo queda-ron en el piso Meyer y Zulda.) Cualquiercosa allí tienen unos programas quehice yo como pude, donde están «mi»,y otras... (Los programas son ilegibles).Bueno, un gusto. (Va a salir. Vuelve)Ah, esto es importante: nos van a vervestidos de invierno, pero era verano,y yo lo dije...

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I

CHAU CIEN VECES CHAU

Luz sobre el altar: se trata de una pila deveinte televisores, en cuya cima reina pe-nosamente el muñeco del Topo Menén-dez.

ZULDA: A veces me digo que en toda des-pedida hay un aire de muerte.

SILVITA: No estés mal, mamá.

ZULDA: Cuando den las tres van a venir allevárselo, Silvita.

SILVITA: Mejor. No sé para qué lo hicierontraer.

MEYER: Tratamos de ser buenos padres.

SILVITA: Intervino papá.

MEYER: Todos los chicos del mundo sal-tan de alegría cuando les llega la sema-na del Topo Menéndez.

SILVITA: Soy objetiva, nada más.

MEYER: Sos fría, Silvita, sos muy dura. Porlo menos despedíte bien de él.

ZULDA: Si no, después vas a soñar.

MEYER: ¿No te gustó pasar una semanaentera con el Topo Menéndez? ¿Qué eslo que estuvo mal? ¿Por qué no te entre-tuviste?

ZULDA: Vení, vamos a hablarle juntas,¿querés? (Zulda lee unasoraciones de unpequeño folletín.) Querido Topo: ahora escuando tenemos que decirnos chau cienveces chau. Gracias por haber parado encasa esta semana, y espero que el añoque viene vuelvas a traerme tu fraterni-dad y tu picardía.

SILVITA: ¿Otra vez el año que viene?

MEYER: ¿Será que habrás crecido, Silvita?¿Es eso? Vamos a tener que decírselo ala psicopedagoga.

ZULDA: Se va a sentir muy abrumada. Elaño pasado también se nos abrumó paranoviembre. (Suena el timbre.) Ya está. Esla hora. (Entra Menina; más atrás el Elec-tricista y el Plomero, que permaneceránlargo rato sin ser percibidos..)

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MENINA: Zulda, ya son las tres. Vengo abuscarlo.

ZULDA: Pasá, Menina. Silvita se estabadespidiendo.

MENINA: ¿Dónde está? ¿Vino con el mis-mo traje del año pasado? ¿El canesucito?¿Las lentejuelitas? Mis chicos están en-loquecidos. Estos dos últimos días huboque doparlos. (Gira hacia Zulda y ve altopo.) Es una preciosura, una divinura...¿Es él?

MEYER: ¿Vamos firmando los papeles,Menina?

MENINA: Sí, cuanto antes mejor... Es quelo veo al topo Meléndez y me pongo comoboluda. Los tengo encerrados en el bañoy no los quiero hacer esperar muchotiempo porque se toman el shampoo. (PorSilvita) ¿Pero qué le pasa a esta criatu-ra? Silvita, preciosa, no te pongas así...Va a estar en casa, en el piso de abajo...Podés venir a verlo cuando quieras. Porlo menos durante una semana. No seaspobrecita.

MEYER: Basta. Llevátelo de una vez. (Leda el topo.)

MENINA: Entiendo que se ponga mal. Mischicos cada vez que se les va el TopoMeléndez hacen un cuadro de constipa-ción. La psicopedagoga dice que es todopsicológico. (A Zulda, en secreto.) Si sepone muy mal denle estas pastillas.

ZULDA: ¿Son de las que te van durmiendode a poquito?

MENINA: ¿Eh?

ZULDA: ¿De las que te van durmiendo de apoquito?

MENINA: ¿Mh?

ZULDA: ¿Esas que las tomás y te van dur-miendo de...?

MENINA: Se quedan quietitos como made-ros. Y hablando de la psicopedagoga, tecuento que con las otras mamás pensá-bamos comprarle unas medias de lycra.Vi unas abrigaditas.

ZULDA: Me parece bien. Todos los añosacepta el mismo regalo y no parece ra-biar.

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SILVITA: Miente sorpresa.

MENINA: Un talle súper-grande. ¿Te pare-ce bien que le mandemos las medias porSilvita? El día de la Psicopedagoga es ma-ñana.

ZULDA: Suerte que siempre te acordás detodas esas fechas. Yo no doy abasto.Tomá, no te olvides el librito con losrecitativos del Topo.

MENINA: ¡Ay, qué cabeza! Acá les dejo alos service. Después de una semana selos pasan a la familia Francini. Estosseñores son encantadores, muchísimomás que los del año pasado.

ELECTRICISTA: (Besando la mano de Me-nina.) Encantadora es su sopa, mezclade arroz y de abnegación fronteriza.

MENINA: Usted siempre tan ocurrente ytalentoso. Éste es el electricista.

PLOMERO: (A la familia:) Yo soy el plomero,de profesión. Aunque me hubiera gustadomás trabajar en oficinas impositivas. Micompañero aquí presente ejerce como elec-tricista, pero escribe endemoniadamentebien. Ya tendrán oportunidad de verlo.

MEYER: Encantados. (A Zulda) Encanta-dores. Saludá Silvita.

SILVITA: ¿Cuánto van a estar metidos enmi casa?

ZULDA: No seas maleducada, nena. ¿Cuán-to... tiempo... van a estar... acá?

ELECTRICISTA: Vamos a estar una sema-na, y después... no vamos a estar más.El tiempo es una rueda dentada, dondecada diente se desgasta al morder la cin-ta de los años, y todo torna a ser nueva-mente y en cada vuelta, pero algo se pier-de y lo único que se repiten son mutila-ciones y ausencias. (Zulda, Meyer, Silvitay Menina ríen a carcajadas).

MENINA: ¡Cómo dice las cosas simples!Hace que todo parezca digno e impor-tante.

ELECTRICISTA: Un lenguaje puro y respe-tuoso de las normas es un testigo asala-riado de la diafanidad de nuestra moral.

MEYER: (Todavía riendo, a Silvita.) Apren-déte eso, nena.

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ZULDA: A ver si algún día sorprendés a lapobre psicopedagoga y conseguís que teponga un poroto de oro. Todos los chi-cos del edificio tienen por lo menos unporoto y medio.

MENINA: ¡Los míos no! Andresito teníamedio poroto... ¿cambiaste el Flexiplás?...pero la gorda se lo sacó aquella vez quela mordió en el pubis.

PLOMERO: Sus chicos son juguetones. Mehacen acordar a mi infancia, a una anti-gua psicopedagoga que tuve... despuésse hizo revendedora de lencería... nuncala volví a ver.

MENINA: Tengo que irme. ¡Los voy a extra-ñar! Mis chiquitos se enganchan tantocon el Topo... Después te mando la cajade medias de lycra. (Sale.)

PLOMERO: Y no la volví a ver a mipsicopedagoga... A veces pienso que conun poco de suerte, algún día me toca unasemana en su casa.

ZULDA: ¡Y por qué no! Un plomero es unhombre de mundo, con inquietudes ycontactos.

PLOMERO: ¿Lo dice por quedar bien?

ZULDA: Sí.

Eterna pausa. Incomodidad. Nadie habla.«Bueno». «En fin.» Apagones inútiles enlos que nada se modifica. El Electricistacrece en nerviosismo, parece ser el úni-co testigo de que el tiempo pasa inexora-blemente. Finalmente, con absoluta nor-malidad, habla:

ELECTRICISTA: Nosotros vamos a poner-nos a trabajar ya mismo, así a latardecita, si no les molesta, nos echamosuna siestecita.

ZULDA: Pero claro que no nos molesta. Lasiesta de los service es sagrada.

PLOMERO: Gracias. Hay muchas familiasque no tienen la misma gratitud, la mis-ma vocación solidaria. Pero no es nues-tra la culpa. Vamos a estar hasta el jue-ves que viene a las tres. Y juro que revi-saremos todo lo que no funcione, y queno habrá motivo de queja.

ELECTRICISTA: Porque la queja es el en-vejecimiento prematuro del alma.

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ZULDA: (Ríe) Qué bien habla. Es como siimitara a escritores de renombre.

ELECTRICISTA: Tome. Trajimos unasmasitas para el té.

ZULDA: No tenían por que molestarse.

PLOMERO: No es ninguna molestia. Es másuna vieja costumbre. Recuerdo el patiode tía Antonia. Cuando yo era chico. Vi-vía en Banfield, la tía Antonia.

ZULDA: Ah... para el lado del oeste.

MEYER: Para el sur.

ZULDA: No, me parece que te equivocás.

MEYER: La línea del Roca. Yrigoyen,Avellaneda...

ZULDA: ¿Por qué no escuchás al señor?¿Ves que nunca escuchas cuando hablanlos demás? Si se toma el 55, tenés JuanB. Justo, La Lucila, Puente 12, Ciudade-la...

MEYER: Es al sur. Calláte. Al sur.

PLOMERO y ELECTRICISTA intentan ex-plicar. ELECTRICISTA se cansa. SILVITAes un tópico: la hija de padres que dis-cuten.

PLOMERO: Claro, antes cambiaba ahí desección... Mamá me llevaba muy de vezen cuando porque decía que el tranvíasalía muy caro. Pero siempre que íbamosle llevábamos masitas. La tía Antoniasaltaba de alegría como una perra.

ELECTRICISTA: Nunca me hablaste de tutía Antonia. En términos de la retóricaclásica podría decir que la ocultaste conpermanentes circunlocuciones.

PLOMERO: La familia no habla mucho deella ahora. Pero yo igual me acuerdo deese patio, yo iba de puntita en blanco,las patas de la tía Antonia que me que-daban marcadas en la camisa nueva...¿Y quién es esta nena tan linda yfunfurruñona?

SILVITA: Era yo.

MEYER: Silvita, no te lo repito más, saludáa los tipos éstos.

SILVITA: Hola.

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MEYER: ¿Hola qué más?

SILVITA: Hola cien veces hola. Siempre medicen que no tengo que hablar adentrode extraños.

ZULDA: Se dice “con extraños”, nena. ¿Quéte enseñó la psicopedagoga, eh?

ELECTRICISTA: ¿Tiene problemas con laspreposiciones?

ZULDA: Y con otras cosas también. Perolas preposiciones no las quiere aprender.

SILVITA: No me sirven.

ELECTRICISTA: Bueno, bueno, bueno...Las preposiciones son mi especialidad.¡Y es un tema tanto o más placentero quelos enchufes, que siempre me produje-ron fascinación y pavor!

PLOMERO: Parece que ya tenemos por don-de empezar a trabajar. (Toman entre losdos a Silvita y se la llevan para el cuar-to.) En una semana su hija va a conse-guir ese poroto dorado.

MEYER: Simpáticos señores. Parecen efi-cientes. Y limpios.

ZULDA: (Sopesando las masitas.) Podríanhaber traído una tarta de manzanas envez de masitas.

MEYER: No empieces.

ZULDA: Va a haber que tenderles las ca-mas en el sofá y bordarles sus inicialesen dos toallones nuevos. Voy a buscarsábanas limpias.

II

REMANENTE DE INVIERNO

LA LOCUTORA: (Encantadora, le habla aMiranda del Cepo, que está dentro deun carrito de supermercado.) ¿Por quéte pusiste ese saco de verano? No va-mos a terminar nunca de vender estaropa, y queda todo el remanente de in-vierno.

EL LOCUTOR: Sin embargo, este saco esde media estación...

LA LOCUTORA: No, no digas nada. Voy atraerte un sobretodo. Me angustio: estoes una empresa, una empresa.

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EL LOCUTOR: Pero... cuando te levantás ala mañana... ¿no notás que... que hace...un poco de calor? Hace calor, Virginia.Calor de verano.

LA LOCUTORA: (Lo ataca, desquiciada, gol-peándolo con el sobretodo y empuja el ca-rrito fuera de la escena. Intenta recompo-nerse, ve a Zulda. Al público:) La lavan-derita hacendosa, qué rica es.

III

CALOR DE HOGAR

ZULDA: ¡Va a empezar el programa deMiranda del Cepo! Va a dar las noticiasde electrodomésticos perdidos.

MEYER: No te hagas esperanzas. Ya hacemucho que se fue la heladera. Despuéste ponés peor.

ZULDA: ¿Ves cómo sos? El único momen-to del día en el que me ilusiono un pocoy vos me lo tenés que arruinar.

MEYER: No discutamos otra vez por lo mis-mo. Silvita nos va a escuchar pelear.

SILVITA: Yo estoy jugando entre la Barbie.Imagino que se escapa delante de un taxis-ta, y viajan a Cacheuta, donde nunca másllegará el invierno después del invierno.Hagan de cuenta que no los oigo.

ZULDA: ¡Mirá en las cosas que piensa! ¡Esculpa tuya, que la llevás tan poco al zoo-lógico a ver al ñandú nuevo! Silvita, me-jor jugá a ponerle vestiditos de inviernoa Barbie.

SILVITA: No. Barbie tiene calor. Sabe todo,y tiene calor.

MEYER: Hacéle caso a tu madre. Y noandés tan desabrigada.

PLOMERO: ¿Qué pasa?

MEYER: No sé qué vamos a hacer con estachica.

ELECTRICISTA: Vení nena. Vamos a repa-sar preposiciones.

SILVITA: ¡No quiero! ¡No me interesa esaforma de hablar que tienen ustedes! ¡Va-yan a arreglar los caños!

MEYER: ¡Silvita! ¡No seas animal de pastoreo!

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PLOMERO: Dejelá, señor. Cuanto más tra-tan de ofendernos así, mayor es la devo-ción que ponemos en nuestro trabajo.Terminan dándonos las gracias. (Se lallevan para la pieza).

SILVITA: ¡Yo no agradezco! ¡No agradezco!

ZULDA: ¿Por qué no la llevás el domingo aver el ñandú nuevo? Todos los chicosdel edificio ya lo vieron... A lo mejor eseso...

EL LOCUTOR: (Radiante, abrigadísimo.)Nos sentimos unidos a ustedes. Unidospor la necesidad y la amistad. Unidos porel cordón umbilical de la tecnología mássimpática. Nos queremos. Nosotros es-tamos porque ustedes están.

ZULDA: Qué gran verdad es ésa. Qué re-flexión.

EL LOCUTOR: Hoy tenemos la rara, la ex-travagante suerte de contar con una in-vitada especial.

ZULDA: (Sigue con su razonamiento.) Por-que si nosotros no estuviéramos, ellos nopodrían hacer los programas.

EL LOCUTOR: Ustedes la han visto, la co-nocen, y la quieren entrañablemente. Su-fren cuando ella sufre, gimen cuando ellagime, respetan cuando ella decide res-petar. Con infinito agrado y superlativaexcitación presentamos a Virginia, lamantecosa conductora del programa an-terior... Ahora, pasá.

(Zulda y Meyer aplauden. El locutor y Lalocutora atraviesan la pantalla y pasanal living de la familia.)

MEYER: Mirá vos... la invitaron a Virginia.

LA LOCUTORA: Bueno, te agradezco lo de«la mantecosa»... (Al locutor, le dice con tododesparpajo lo que éste debe decirle:) “Nome agradezcas a mí... Ya es patrimonio...”

EL LOCUTOR: No me agradezcas a mí. Yaes patrimonio de todos tus oyentes.

LA LOCUTORA: Igual. Creo que se ha exa-gerado un poco en torno a mi frágil per-sona. (Le sopla) ¿No te gusta sentirteexpues...?

EL LOCUTOR: ¿No te gusta sentirte expues-ta, Virginia?

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ZULDA: ¿Se dará al revés, también?

MEYER: ¿Qué cosa?

ZULDA: La relación. Ellos - nosotros.

LA LOCUTORA: Mirá, entre nosotros, ahoraque no nos escucha nadie, yo soy terrible-mente tímida. Contaban mis padres que deniña gustaba ir a los supermercados paraenterrarme bajo las latas de conservas.

EL LOCUTOR: Fijáte vos. Revelaciones ex-clusivas para el programa de Miranda delCepo, que continuarán en unos instan-tes, luego de leer la lista de electrodo-mésticos que se han presentado a nues-tra producción.

ZULDA: ¡Dios, Dios, Virgencita de Yeso,escucha mis ruegos!

OFF: EL LOCUTOR: (Mientras se lee la lis-ta, La locutora y él comentan cosas por lobajo. Zulda eleva sus ojos al techo, ex-pectante.) Una licuadora chiquita. Res-ponde al nombre de Lidia Bermejo, y dicehaberse fugado de su casa el pasado lu-nes. Número dos: un microondas sensi-ble y marrón, fugado durante una dis-cusión violenta. Responde al nombre deTito. Y número tres: (Pausa tensa) unsecador de pelo, tipo peluquería, aban-donado en la vía pública luego de un in-tento de violación. Parece llamarse Mar-cos Antonio Luna, y no puede dar mu-chos más datos. Eso es todo.

ZULDA: ¡Puta, puta! ¿Y mi heladera confreezer, Dios? ¿Por dónde andará lapobrecita?

OFF: EL LOCUTOR: Virginia, nos encanta-ría volver a tus sencillas y jugosas decla-raciones sobre tus experiencias de vida,pero desafortunadamente... vos sabésque el tiempo en TV es...

OFF: EL LOCUTOR Y LA LOCUTORA: ...»ti-rano».

OFF: EL LOCUTOR: ...¡Y poco dúctil! ¡Claroque lo sabés! Bueno, nosotros ahora...

LA LOCUTORA: (Seca, mirándolo en secre-to reproche, superpuesta al OFF) ¿No mepreguntás nada de la ropa?

EL LOCUTOR: (Bajo.) Me olvidé. (Normal.)Qué linda te has vestido, haciendo usode tu libre albedrío, qué invernal.

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LA LOCUTORA: (Encantadora.) Sí. Es lalínea que conviene a este inesperado in-vierno que vivimos. Vean estas pieles,estas telas gruesas y apretadas, estoscolores apagados y fuertes... Y para losque no se han animado a comprar un TVcolor, en mi historieta gráfica noveladano autorizada van a encontrar dibujoscon algunos modelos que el tiempo de laTV no permite mostrar tranquilos. Fí-jense, en todo caso, en la aventura lla-mada «Virginia y el Ñandú nuevo» en eseconjuntito macramé que luzco en la es-cena en la que tratan de rescatarme delas fauces lubricadas del ñandú.

MEYER: Tendríamos que comprar esa his-torieta, ¿no?

ZULDA: Sí. Te digo que no doy abasto contodo esto.

EL LOCUTOR: Bueno, Virginia. No te quie-ro agotar demasiado... así que quedáscomprometida para volver al programa yseguir desentrañando la realidad de tumundo, tan lleno de encanto.

LA LOCUTORA: Uy, no sé si la productorame dejara venir.

EL LOCUTOR: Bueno, eso es algo sobre loque yo no puedo expedirme.

LA LOCUTORA: Es que como sos el con-ductor del programa...

EL LOCUTOR: Sí, eso sí, pero.

ZULDA: Ojalá la dejen.

LA LOCUTORA: (A la presunta Produccióndel programa) ¿Puedo? No, como había-mos quedado que yo mañana... ¿Pue-do?

MEYER: Siempre la dejan.

LA LOCUTORA: (Le hacen señas de que sí.)Acá dicen que sí, pero yo no sé...

ZULDA: Hacen una pareja tan linda. ¿Porqué no se casarán, digo yo?

IV

BARBIE

MENINA: ¡Zulda!

ZULDA: Pasá, Menina.

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MENINA: Las medias de lycra para el regaliz.Las rescaté justo cuando Andresito trata-ba de estrangular al menor. ¿Qué hacían?

(EL ELECTRICISTA y El PLOMERO se vana dormir la siesta, por lo cual se desvis-ten delante de ellos y toman su lugar enel sofá.)

EL LOCUTOR: Y ahora nos vamos. (El mun-do se derrumba.)

LA LOCUTORA: Gracias por recibirnos ensu casa.

EL LOCUTOR: A la que ya consideramoscomo nuestra.

LA LOCUTORA: Y codiciamos como ajena.

EL LOCUTOR: Y decoraríamos a nuestroantojo.

LA LOCUTORA: Chau, cien veces chau.

EL LOCUTOR: ¡Chau, cien veces chau!

LA LOCUTORA: ¡Cuídense del frío! Esteinvierno no perdonará a nadie.

ZULDA, MEYER Y MENINA: ¡Chau, cienveces chau!

(MEYER sale, abatido. ZULDA y MENINAquedan frente al televisor).

LA LOCUTORA: Y aquí empieza mi progra-ma de la tarde. Un lugar de reflexión, deesparcimiento, de duda. ¿Estaremos so-las, amigas? No, no, no. ¿Quién nosacompañará hoy? ¿Quién será?

EL LOCUTOR: Yo.

LA LOCUTORA: Sí... La presencia vibrantede Miranda, de Miranda del Cepo,Mirandita y su nombre cálido y femeni-no. Y hacia el jueves, sedosos televiden-tes, será la fecha de máximo esplendoren nuestro país del «Víctor Hugo».

EL LOCUTOR: Ataca principalmente a laslicuadoras, pero se han conocido casosen radios obsoletas.

MENINA: ¡A mí me agarró un turbo! Decíque estaba viejo. Y sí, ya había vivido losuficiente, ¿no?

LA LOCUTORA: Este virus, como se sabe,ha recibido también...

Dramática Latinoamericana de

EL LOCUTOR: ...el nombre de «Virus de laMelancolía». Las licuadoras...

LA LOCUTORA: ...se niegan a funcionar, yse entregan a la inútil tarea de...

EL LOCUTOR: ...rememorar tiempos mejo-res.

LA LOCUTORA: Suele encarnarse en loselectrodomésticos más viejos, más pro-pensos a la...

EL LOCUTOR: ...reflexión taciturna. Se re-comienda no dejar solas en ningún mo-mento a las máquinas infectadas, por-que casi...

LA LOCUTORA: ...siempre el cuadro tieneun desenlace fatal.

MENINA: Se tiran por la ventana.

EL LOCUTOR: La licuadora melancólicanecesita mucho afecto. Quédese a su ladoy háblele...

LA LOCUTORA: ...de temas alegres, seño-ra. Toda la familia puede...

EL LOCUTOR: ...y debe...

LA LOCUTORA: ...colaborar en la tarea desalvataje, porque, como se sabe, el «VíctorHugo»...

EL LOCUTOR: ...es curable... (Aplausos)

LA LOCUTORA: ...si...

EL LOCUTOR: ...se...

LA LOCUTORA: ...agarra...

EL LOCUTOR: ...a...

LA LOCUTORA: ...tiempo.

EL LOCUTOR: Y si no...

LA LOCUTORA: Los service pasarán al ins-tante para llevarse su artefacto dejándo-le a cambio un simpático señalador he-cho con las manos de los niños huérfa-nos de países limítrofes. Que son...

ZULDA: El Paraguay... La Bolivia... eh...

MENINA: Sí, el Paraguay...

LA LOCUTORA: Los niños de la casa pue-

Teatro/CELCIT N° 19 pag 10

Page 11: 019. Remanente de invierno.pdf

den organizar corrillos donde se cantenlos jingles de esta programación.

EL LOCUTOR: Es sabido que esto produceun efecto óptimo en los seres melancóli-cos. (LA LOCUTORA se va.)

MENINA: Mis chiquilines lo intentaron, ainstancias mías. ¡Pero cómo desafinaAndresito, no te das una idea, una vozde borracho!

ZULDA: Voy a comprar la banda grabada.

MENINA: Fijáte que diga «Dolby». La otraes una porquería. A mí no me...

ZULDA: ...sirvió...

MENINA: ...para...

ZULDA: ...nada. Yo, hasta que no se vayael Víctor Hugo, ¡adiós licuado de bana-na! ¡adiós gazpacho en licuadora!

MENINA: ¡Si lo sabré yo! Nosotros no qui-simos creer que era invierno otra vez ypusimos el turbo. Una tragedia. Lo vie-ras cómo quedó desfigurado cuando lorescatamos del pozo de aire.

ZULDA: Ustedes fueron imprudentes.

MENINA: Sí, pero es que ya no podíamosmás del calor. El olor a transpirado deAndresito me mató todos los potus.

ZULDA: ¡Pero si está fresquito! ¿No viste elprograma de Miranda del Cepo?

MENINA: Entrecortado. Andresito queríamorder el cable del televisor porque lesprohibí que usaran al Topo Menéndezcomo fetiche erotizado. ¡Ay, pero acá nose ve nada! ¿Te prendo la luz?

ZULDA: ¡Ni lo intentes! (La ataca e inter-cepta salvajemente. Menina cae.)

MENINA: No tenés que ponerte así...

ZULDA: Perdonáme, querida, pero yo no mepuedo arriesgar... Con todas las cosasque pasan en tu casa...

MENINA: ¡Pero si viene todo por los cables!

PLOMERO: (Despertando) ¿Qué pasa?

ZULDA: Nada, nada... Yo lo único que tepido es que no toques mis interruptores.

Dramática Latinoamericana de

Puede sonar duro, pero yo tengo que de-fender a lo que amo.

PLOMERO: Me despertaron. (Se levanta encalzoncillos, a exigir explicaciones.)

MENINA: Sos una mujer sensible, Zulda.Eso está bien, aunque te haga daño y teendurezca la expresión del rostro. Aun-que te agregue años. Silvita, ¿me ayudása incorporarme? Juro que no voy a tocarnada.

SILVITA: (Entrando.) Sí. (No lo hace.)Mamá... ¿cómo se escribe «almohada»?

ZULDA: ¿En cursiva?

SILVITA: Siempre será una almohada, usela letra que use.

PLOMERO: Por mí no hay problema, peromiren si en vez de a mí hubieran desper-tado aquí al pobre de mi compañero. (Salea tomar un baño)

MENINA: ¡No me digas que ya escribís,Silvita!

ZULDA: (Deletrea.) A - ol - em - o - hach - a- dd - a.

PLOMERO: Cuando duerme se le ocurrenimágenes bellísimas. (Sale)

MENINA: ¡No me digas que ya escribís,Silvita!

EL LOCUTOR: (Superpuesto a los parlamen-tos anteriores) Más electrodomésticosperdidos y mistongos. Uno: una radio consaquito de cuero, sin nombre ni marcasreconocibles, a no ser por un chicle pe-gado en el sintonizador.

ZULDA: ¡Qué atrocidad! ¡Dejáme oír, Silvita!

SILVITA: (A Menina) Un poquito. La maes-tra comunal dice que escribo cosas inco-nexas. Es por la cursiva. ¿Por qué te creésque me hacen ver con una psicopedagogaque me fuerza al latín? ¿La «a» tiene lacolita para afuera?

EL LOCUTOR: Número dos: un Scalectrixcompleto. Los autitos sin paragolpes, unosin techo, y una calcomanía semi-arran-cada de la Virgen de Yeso.

MENINA: Éstas son las medias para lagordi. Espero que el talle haya estado

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bien, aunque no se las ponga. ¿Y qué eslo que escribís?

ZULDA: Nunca se las pone.

MENINA: Dale... leéme un poquito, Silvi.Dale, ¿sí?

ZULDA: Bueno, a lo mejor está cansada.

MENINA: Un poquito, ¿eh?

(El PLOMERO entra, desnudo, y atraviesala escena. Silencio. Va a despertar a sucompañero)

PLOMERO: Andá que está calentita. (Aho-ra es el ELECTRICISTA el que atraviesala escena. Las mujeres lo siguen con lavista, alarmadas.)

SILVITA: (Recita, ganando entusiasmo)

«Barbie medita en un cuarto de hotel.

Sus muslos de plastico duermen

mientras sus ojos esperan el agua de mar.

Silva la pava y la sorprende

llorando. Se hace un mate adentro de suslágrimas,

toma un hacha

y destaja la almohada entre palazos.»

MENINA: ¡Es una preciosura, Silvita! ¡Unapreciosura!

SILVITA: Pse... No sé... Me parece que lefalta un poco de cuerpo, todavía.

ZULDA: Algunas preposiciones siguen es-tando mal. ¿Para que te compró tu pa-dre el Sopena?

SILVITA: (Mientras sale.) Un libro inútil. La«a» con la colita para afuera...

MENINA: ¡Qué inteligente que es esta nena!

ZULDA: Sí, por intuición.

MENINA: Tiene tanta imaginación.

ZULDA: Demasiada, vecina. A veces inven-ta. La maestra legal ya me lo dijo.

MENINA: ¿Quién?

Dramática Latinoamericana de

ZULDA: Antes. Escribía sobre personajesinventados. El cru-crú, el pitri, lapsicopedagoga...

MENINA: Ah, sí.

ZULDA: ...estuvo más precisa y profesio-nal. Nos recomendó que le compráramosla Barbie...

MENINA: ¿Qué?

ZULDA: ...para que escriba sobre ella.

MENINA: Es claro. ¿Y el cru-crú?

ZULDA: Les manda cartas a los fabrican-tes para que le editen un libro...

MENINA: ¿Cuándo?

ZULDA: ...un libro con las memorias deBarbie.

MENINA: ¡Qué ricura! Ojalá mis chicosfueran tan cándidos... Al Topo Menén-dez ya tuve que coserle este ojo tres ve-ces. ¡Ya les dije que si lo rompen otravez les arranco los ojos y se los implan-to al topo!

ZULDA: ¡Qué se le va a hacer! Son los chi-cos... Una a veces necesitaría más queme ayudara acá cuidando los artefactos,pero bueno...

MENINA: Vive en su mundito de fantasía.

ZULDA: Total... no hace mal a nadie.

MENINA: Que aproveche ahora, ¿no? Des-pués, cuando tenga que formar una fa-milia... ¿no?

ZULDA: Es lo que yo digo.

MENINA: Que aproveche ahora.

V

SEÑORES FABRICANTES

SILVITA: (Silvita congrega a la multitud ima-ginaria con un megáfono.)

Señores fabricantes:

Conservo intacta la ambigüedad de misonrisa de Barbie. Les mandé cartascon mis memorias y ustedes no las pu-blicaron.

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Creo que me he hartado contra mi peloanaranjado. Me han fabricado en serie.Un día desde estos voy a teñírmelo.

¡Quiero ser yo misma, señores fabrican-tes! Quiero aparecer en la tele. Tengocosas para decir, yo también. Puedohacer propagandas y vender jabones, siquiero.

Pero ustedes no publican mis memorias.Puede ser que finalmente tome esa ha-cha y destaje la almohada a palazos. Grandesorden sobre la Barbie House.

(Ya queda sentada para empezar la escenasiguiente.)

VI

FECHAS TRADICIONALES

ELECTRICISTA: Dale.

SILVITA: A, ante, bajo...

(El PLOMERO prende el televisor, en el quemonologa EL LOCUTOR.)

EL LOCUTOR: ¡Qué sería de nuestras tra-diciones si no hubiera un lenguaje!

ELECTRICISTA: Otra vez.

SILVITA: A, ante, bajo, con, contra...

ELECTRICISTA: «Cabe», con. Repetí eso:«cabe», con.

SILVITA: Cabe, con, contra, de, desde, en,entre, hacia, hasta, para, por, según, sin,sobre, tras.

ELECTRICISTA: ¡Sin, «so», sobre, tras! ¡Todomal! ¡Cabrona!

EL LOCUTOR: ¿Cómo cantaríamos temasalegres, todos juntos, si no existiera elsilabeo? No queremos ponernos senti-mentales, pero es necesario reflexionarsobre esta fecha tan especial.

MEYER: (Entrando) ¿Cómo va eso?

ELECTRICISTA: Mal...

EL LOCUTOR: En el día de la psicopedago-ga, el programa de hoy sobre uso de pro-posiciones subordinadas, cede su espa-cio para que leamos cartas de algunasgorditas amigas.

Dramática Latinoamericana de

ELECTRICISTA: ¡Qué bien! Eh... Muy mal.Es difícil aceptarlo...

PLOMERO: ...pero usted es el padre, ellaes su hija, y tenemos un problema másserio de lo que pensábamos.

MEYER: ¿Seguís inventando palabras ycosas raras?

ELECTRICISTA: ¡No sólo eso! Piensa sinvalerse de los nexos lógicos del lengua-je.

EL LOCUTOR: Estas diosas caballunas dela gramática -si se me permite el eufe-mismo- nos cuentan en breves epístolassus experiencias educativas, en el mar-co de divertidas anécdotas.

MEYER: Eh... Yo estuve pensando...

EL LOCUTOR: Pero antes de escuchar lasvoces en off de nuestro equipo artísticoemulando a las psicopedagogas másobesitas que nos han escrito gentilmente,vaya a todos ustedes una advertenciaamorosa.

MEYER: Mirá, Silvi... El domingo vamos air a ver al ñandú, ¿querés?

SILVITA: Supongo que habrá que tirarleesas galletitas apestosas con forma detuercas y ver al ballet armenio que loacompaña.

EL LOCUTOR: Esta noche es la noche delSan Bartolomé, virus horroroso quesodomiza a los aires acondicionados.

PLOMERO: ¡Cómo! ¡Hoy es la noche de SanBartolomé!

MEYER: ¿Te gusta la idea, mi amor?

ELECTRICISTA: No deberían premiarla. ¿Nose los dijo la psicopedagoga?

PLOMERO: Nosotros no vamos. Es un es-pectáculo fantástico, pero ya vimos alñandú nuevo con siete familias.

SILVITA: Estoy cansada de tus extorsiones,papá. Harta según preposiciones estú-pidas.

ELECTRICISTA: ¿No le dije!

PLOMERO: ¡Acábela de un golpe! ¡Queaprenda a hablar!

Teatro/CELCIT N° 19 pag 13

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MEYER: Tu madre tiene la culpa. No te sabeponer límites.

EL LOCUTOR: La precaución es, en todoslos casos, superior al amor, así que ¡¡¡cui-dado!!! Que suenen los violines místi-cos...

SILVITA: ¡Cuánta gordura! ¡Hartada haciatoda esta ropa de invierno!

MEYER: ¡No quiero oírte repetir una solapreposición mal puesta más! ¡O más malpuesta más...! Mal más puesta... (Setraba. El Electricista y el Plomero lo mi-ran alarmados, graves.) ¡Ah, maldición!Ya me hiciste olvidar lo que tenía quedecir.

EL LOCUTOR: ...para escuchar esas car-tas deliciosas. (Comienza la música y lostextos, que se superponen entre sí. Silvitaaprovecha la ocasión para salir inadver-tida. Meyer se sienta en su sitio. Los ser-vicios lo escoltan, estupidizados por la TV.No hacen nada durante un largo rato, enel que la atención es ganada por el Offque sale del televisor.)

OFF: PSICOPEDAGOGA PRIMERA: SoyAna María, de Paso del Rey, hija de pa-dres con dos divorcios. Quería mandar-les esta pequeña carta con una anécdo-ta singular que me sucedió años ha, unahuella imborrable en mi acerbo de expe-riencias. Resulta que yo administraba losporotos de oro entre los chicos más des-piertos de mi clase, y resulta que mu-chos de ellos laceraban a golpes a uncompañerito de fina ironía y delicada fo-nética que se empecinaba en hacerse contodos los porotos. Leandro Vacinovich,le decíamos Lundrín. [EMPIEZA PSICO-PEDAGOGA SEGUNDA] Una tarde comola de hoy encontré sus deditos ensan-grentados recortados en una caja demedias de lycra. Los compañeritos ha-bían actuado por celos, más que por sen-tido común, y él ya nunca volvió a ser elde antes, así, tullidito. Desarrolló ideasterribles, elaboró conclusiones quizásapresuradas acerca del bien y del mal, yacabó por encerrarse en un mutismo demuerte. Tenía 8 años.

OFF: PSICOPEDAGOGA SEGUNDA: Lesescribe Hebe, de Villa Bosch, para su-marme humildemente a este homenajetelevisivo con una anécdota tan tristecomo edificante. Es bien sabido que losvaroncitos en edad primaria no pueden

Dramática Latinoamericana de

acceder al pensamiento en voz pasivahasta tanto no experimenten alguna hu-millación definitiva en el ámbito de suprecaria sexualidad. Yo solía tener poralumnos a dos jovencitos muy enfáticos.Una tarde logré convencer a un primomío de Caseros para que los sodomizaraen la mesita del living. [EMPIEZAPSICOPEDAGOGA TERCERA] Lloraroncomo marranos y les quedó de por vidauna afección psicosomática. Nunca sa-bré si he hecho bien. El exceso linda aveces con la vocación.

OFF: PSICOPEDAGOGA TERCERA: SoyNaanim Timoyko, de Caballito. Me deci-dí por una anécdota jugosa que demues-tra que en el equilibrio estático del latínhay un movimiento de gran belleza en símismo. La anécdota es ésta.

(APAGÓN)

VII

SAN BARTOLOMÉ

(La familia en pleno reunida en torno al aireacondicionado.)

MEYER: ¿Y si se lo desenchufa?

PLOMERO: No alcanza.

ELECTRICISTA: No es preventivo. Hay quetocarle el alma.

PLOMERO: La noche de San Bartolomé esimplacable con estos aparatos.

ZULDA: Vamos a arrodillarnos todos.

SILVITA: No quiero.

ELECTRICISTA: Escuchá a tu madre.

ZULDA: Viejo, hablále vos.

MEYER: ¿Yo? ¿Por qué yo? ¿Qué le voy adecir?

PLOMERO: Yo tenia una tía mía, a quienyo estimaba misteriosamente. Nunca megusta hablar de ella.

SILVITA: No hable.

PLOMERO: La tía Antonia. Vivía enBanfield. Ella sabría qué decir.

ZULDA: Silvita, vos que sos tan inteligente...

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SILVITA: No quiero.

MEYER: Te extorsionamos, Silvita...

SILVITA: ¿Con qué?

MEYER: Te consigo postales de Cacheuta.

SILVITA: (Con desgano.) Extorsiones depadre.

ZULDA: No son extorsiones. Son regalitosque papá te hace para que le hagas otrosregalitos.

SILVITA: Está bien.

(Silvita avanza hacia el aire acondiciona-do. Detrás suyo, todos permanecen arro-dillados formando una especie de coro.)

SILVITA: (Al público) Bueno, yo no creo ennada de esto. Toqué un par de cables delaire acondicionado, porque tras lo defi-nitivo no me convenía perderlo. Aun asíla enseñanza ante todo esto es: si tenésuna tostadora, y la tostadora te quita treshoras de sueño, amén del secador urgi-do por nostalgias de mierda, el lavapla-tos débil y traumatizado, la heladera quese te va el día menos pensado, entoncesno tengás tostadora. (De vuelta al tiempode la escena) Ya está.

(Silvita da media vuelta y se va. El aire acon-dicionado comienza a girar. Zulda y Meyercomo quien ve resucitar un muerto. )

PLOMERO: Le habló todo mal. No creo quepase la noche.

ELECTRICISTA: Todo desordenado y sinestilo. Yo iría pensando en comprar unonuevo.

VIII

YEGUA

EL LOCUTOR: Hemos pasado una nochede perros y ácaros, ¿ustedes no, queri-dos amigos? Anoche fue la noche de SanBartolomé, y la mayoría de los aires acon-dicionados amanecieron crucificados. ¡Yeso que estamos en un segundo invier-no!

ZULDA: Acá estuvo fresco.

EL LOCUTOR: ¿No les tocó el San Bartolo-mé?

Dramática Latinoamericana de

ZULDA: No. Mi nena, Silvita, lo mantuvo araya.

EL LOCUTOR: Vamos a meternos en sucasa, porque somos amigos. Especia-les.

ZULDA: Claro, venga. Los estábamos es-perando. Bueno, en realidad estoy yosola. ¿Se toma un cafecito?

EL LOCUTOR: Doble. Acá se está muchomejor.

ZULDA: ¿No viene Virginia, hoy?

EL LOCUTOR: ¿La mantecosa?

ZULDA: Claro. A veces me digo: ¿por quéno se casarán? Usted es tan seduc-tor.

EL LOCUTOR: Todas lo dicen. ¡Ay, qué pocosabe la gente del mundo chiquito yenceguecido de la tevé!

ZULDA: ¡Si es tan mona! Yo ahora tengoque leer la historieta gráfica no auto-rizada que le escribieron. Que es a co-lor.

EL LOCUTOR: Es escandalosa. Ardiente.

ZULDA: ¡Qué bueno! ¿Por qué no vino hoy?

EL LOCUTOR: ¿Alicia?

ZULDA: Virginia.

EL LOCUTOR: ¿La mantecosa?

ZULDA: Claro.

EL LOCUTOR: Está toda transpirada,como una yegua brutal; las bridasensalivadas, la piel encendida yquejumbrosa azotada por mil SanBartolomés.

ZULDA: Es tan mona. Con mi marido siem-pre pensamos que se tendrían que ca-sar. ¡Tan buen mozo!

EL LOCUTOR: (La toma por el cráneo y labesa salvajemente en la boca. Le muerdela nariz. La irá violando precipitadamen-te hasta el apagón.) ¡He venido a sedu-cirte! ¡A hacerte ver la Osa Mayor! ¡A de-jarte la piel marcada! Porque nos ama-mos; siempre nos hemos deseado, pan-talla mediante.

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ZULDA: El otro día le decía a mi marido.Si nosotros no estuviéramos, ustedes noestarían. O creo que al revés, no sé. Ten-dría que haberlo anotado, porque era unrazonamiento complejo.

EL LOCUTOR: Sí, habláme así, guacha...para dar rienda suelta a nuestros alien-tos, para enloquecer, para hacer de lasgalaxias de fuego nuestra cuna satelitaldonde el pecado nos estruje.

ZULDA: Qué bien habla... pero no tan fuer-te. Tengo al service en casa esta sema-na, duermen una siesta liviana. Mi fami-lia no sabe nada de lo nuestro... entrelas cuatro y las cinco.

EL LOCUTOR: Te puedo amordazar paramorderte con calma, para que nadie seentere del ardor de tus gritos.

ZULDA: Así sí... si es así, sí. (El locutor seva.) ¡Si es así, sí!

IX

QUE TE RESPETE

MEYER: ¡Llegué!

ZULDA: (La nariz vendada.) Cariño. Se teve cansado. Demacrado.

MEYER: ¿Qué te pasó?

ZULDA: Podría decirte que tropecé con unpliegue del camisón y me lastimé las bru-ces al chocar contra la ducha. Pero seríamentira. Me lo hizo Miranda del Cepo.

MEYER: Yo no te entiendo.

ZULDA: Ya sé. Ya sé perfectamente. No tehagás el que no sabés. Yo no lo hago. Yosí que sé.

MEYER: Tenés que decirle que te respete.

ZULDA: No fue culpa mía. Es un seductor.

MEYER: No te confundas. Yo soy tu marido.

ZULDA: Ya sé. Y te hice carbonada.

PLOMERO: ¡Qué bueno!

ZULDA: ¿Vemos el programa de Virginiadespués de comer?

MEYER: Le pone algo de vida a la noche.

Dramática Latinoamericana de

X

GUISITO

(Los técnicos están sentados a la mesa.Hojean unos libros con instrucciones deplomería y arreglos en general.)

PLOMERO: ¿Qué será? (Miran que nadievenga) ¿Que será lo que se propone elautor cuando usa esa antonomasia parareferirse al coso?

ELECTRICISTA: Es una propuesta de esti-lo. Yo prefiero la sobriedad de las insta-laciones eléctricas.

PLOMERO: (Lee en voz alta.) «Es un osoembravecido que avanza por las cañerías.Los cueritos se dilatan de espanto.»

ELECTRICISTA: ¿Oso embravecido?

PLOMERO: Claro. «Los cueritos se dilatande espanto.»

ELECTRICISTA: Yo prefiero el estilo mássobrio de las instalaciones eléctricas.

PLOMERO: Hace alusión a las bolas de peloque se juntan a la altura del sifón.

ELECTRICISTA: Ya sé.

PLOMERO: El oso embravecido no existe.¿Entendés?

ELECTRICISTA: Ya sé.

PLOMERO: Es todo cashmillon. Nadie creeque haya un animal en las cañerías.

Es un supongamos.

ELECTRICISTA: Una metáfora. Ya sé.

PLOMERO: Un supongamos.

ELECTRICISTA: Una metáfora.

PLOMERO: Es un supongamos. ¿Metáforao supongamos? ¿Qué diferencia hay?

ELECTRICISTA: Ya sé. El estilo. La metáfo-ra.

PLOMERO: ¡No hay tal oso! Es una combi-nación no lícita, y el lenguaje mismo ladelata. ¡A comer!

ELECTRICISTA: Los manuales de electri-

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cidad son mucho más clásicos. Podría pa-recer que esto está reñido con lo moder-no, y sin embargo no es así. ¡No es así!

SILVITA: (Entrando.) ¿Están disimulando?

PLOMERO: No. ¿Cómo vamos a disimular?Hablamos de trabajo. Sentáte que ya vaa estar la comida. Es muy posible quehoy aprendas algo. ¿Cuántos añitostenés? (...) ¿Usás dos colitas? (...) ¿Tenésnovio?

SILVITA: No.

PLOMERO: ¿Cómo se llama tu novio?

MEYER: ¡La familia instalada! Se sienteuno como si con el deber cumplido...Como si tuviera con el deber cumplido...Con si como tuviera... (El electricista yel plomero se miran. Meyer calla, confun-dido.)

SILVITA: Yo te entendí, papá.

MEYER: Usted se calla, que no sabe lo queyo iba a decir.

PLOMERO: ¡Perdón! ¡Mil perdones! (Se le-vanta de un impulso.) No me di cuenta...Le ocupé la cabecera...

MEYER: Está bien, no es nada.

PLOMERO: Discúlpeme... Siéntese, por fa-vor... No sé cómo pude confundirme.

MEYER: Bueno, hombre, no es para tanto.

PLOMERO: Es que acá uno se siente tanbien... Dan ganas de ponerse a hacerfloreritos... Uno se siente tan como ensu casa.

ELECTRICISTA: Vos no tenés casa.

PLOMERO: Ni televisor. Es cierto. ¿Pero quiénpuede quitarme los recuerdos? Yo recuer-do modelos de casas... Equis casa... La casade mi tía Antonia, por ejemplo, en Banfield.Tenía una mesa con una cabecera de ho-nor... La pobre de mi tía me dejaba usarlacuando íbamos con mamá... ¿Nunca lesconté de mi tía Antonia, verdad?

ELECTRICISTA: No. Nunca. (A Meyer) Estábueno.

PLOMERO: Claro. Es que la familia no ha-bla mucho de ella. La tapó. La familia la

Dramática Latinoamericana d

tapó, la sepultó.

SILVITA: Papá, no encuentro con Barbie.

ELECTRICISTA: A lo mejor no había sidobuena con la familia.

SILVITA: ¿Vos no la viste?

PLOMERO: Puede ser.

SILVITA: Pa...

MEYER: ¿Qué, nena?... No, no la vi... Nointerrumpas cuando hablan los mayores.

SILVITA: ¿Qué vamos a comer?

PLOMERO: (Reprime una risita.) Una vezme acuerdo que era un cumpleaños y latía Antonia no venía. Se había creadoun ambiente de incertidumbre en tornoa su ausencia.

ZULDA: (Entra trayendo una cacerola hu-meante.) ¡Acá llega el guisito! A ver si mehacen un lugar.

PLOMERO: Acá, Zulda. Apoye acá. (Le haceun lugar muy cerca del plato de Silvita.)Mmh... qué bien huele esta carbonada,¿no nena?

SILVITA: ¿Qué tiene?

(Zulda levanta la tapa y mete una espuma-dera. Cuando la retira, vemos que Barbieha sido hervida junto con el zapallo. Losservicios empiezan a reír, francamente di-vertidos.)

ZULDA: ¡Ay, pero qué situación tanembarazosa!

SILVITA: ¡Lo hicieron tras propósito! Van aacabar con mis nervios... ¡Con todo lomío! ¿Me esperan un momento? (Cortede narración: a público, tranquila. Pero nodice nada.)

PLOMERO: ¡A mí el muslo!

ELECTRICISTA: ¡Muslos! ¡Muslos y pechu-ga! (Se retuercen de la risa.)

MEYER: Es la muñeca de Silvita. (Silvitavuelve a ingresar en el momento del pa-sado. Llora escandalosamente y sale enbusca de su bolso.)

ZULDA: ¿No les parece que esto ya ha ido

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un poco lejos?

PLOMERO: Perdón. Queríamos poner unpoco de color a la cena.

ELECTRICISTA: Sí. Yo había pensado enrecitar unos versos pero se me ocurríanimágenes demasiado trágicas.

PLOMERO: Así que decidimos hervir a lamuñeca...

ELECTRICISTA: Como imagen poética,sinestesia de sabores, olores y cromas, ycomo situación didáctica para esta nenatan rústica.

MEYER: Bueno. Se separa y listo. A mídame zapallo.

ZULDA: ¡Toda la tarde cocinando paraesto...! Es como una burla.

ELECTRICISTA: (Serio.) No... pretendimosofender a nadie.

ZULDA: ¿Y ahora? Con todas las pestesque andan por ahí... esa muñeca roñosaen la carbonada... (Silvita vuelve con suvalija, y es testigo de cuanto se dice).

PLOMERO: No. La lavamos bien antes.

MEYER: ¿Ves que hablás sin saber?

ZULDA: ¿Con la esponjita?

ELECTRICISTA: Sí. Le pasamos la esponjita.

PLOMERO: Primero la desvestimos. Lepasamos bien la esponjita sobre la pieldesnuda, la parte no tramadita. Usamosun jabón neutro. Y en un descuido...¡Pluf! A la olla.

ZULDA: ¿Seguro que usaron jabón neutro,no?

ELECTRICISTA: Neutro.

MEYER: ¡Silvita! ¡Vení a comer!

SILVITA: (Niega y sale asustada, llevándo-se por delante parte de la escenografía.)

PLOMERO: Cómo se puso cabrera la nena.

ZULDA: Es la edad. ¿Pechuga o muslo?

PLOMERO: Muslo... ¡No, pechuga! O me-jor, ¿sabe qué?... Un muslín.

Dramática Latinoamericana de

XI

DIFÍCIL ES PARTIR

(Zulda, Meyer, Menina y Electricista sen-tados cual espectadores. Plomero recitaen el centro.)

PLOMERO:

Correremos alegremente con mi amada

por los desniveles inflexibles de los patios

y guiñaran los ojos del espacio

los satélites que transmiten en manadas.

Así será, mi amor, cuando tu vuelvas

con el motor rebobinado en otros barrios.

Te besaré en las huellas de otras manos

que en mis caricias pasarán por manosmuertas.

Ahora te espero, dispuesta, silenciosa,

barriendo el lugar de tus andanzas

llorando con los ojos de esperanza

ese sabor a hielo de las cosas.

(Ha terminado. Un instante de silencio.Zulda llora, profundamente conmovida.Un segundo después irrumpe en aplau-sos, junto con Electricista y Menina.Meyer también aplaude, un poco menosconmovido.)

PLOMERO: Gracias. Quiero aclarar que laletra no es mía. (Cabecea al Electricista.)La escribió aquí mi compañero, inspirán-dose en la soledad del ama de casa aban-donada por su heladera con freezar.

ZULDA: No tenían por qué molestarse tan-to.

ELECTRICISTA: No fue casi nada. La com-puse anoche, cuando revisábamos los en-chufes que sobraban.

ZULDA: ¡Su interpretación me llegó tanto!

ELECTRICISTA: Es que el tema es terrible.

PLOMERO: Es tan bueno sentirse querido.Aquí uno hace las cosas porque las sien-

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te. Nosotros somos de encariñarnos muyprontito con las personas, porque siem-pre tenemos que terminar yéndonos.Estoy hablando a borbotones. Muchas demis imágenes me son dictadas por lamemoria de una tía que tuve. La tíaAntonia. Nunca hablo de ella, salvo a tra-vés de las imágenes de la poesía ajena.

MENINA: Felicitaciones, señores. Han de-mostrado profesionalidad y sensibilidad,que son dos cosas difíciles de conjugar.

PLOMERO: Como el verbo «yacer muerto»,que es tan irregular.

ELECTRICISTA: Gracias. Gracias en seriopor haber venido. Muchas gracias a to-dos.

MENINA: ¿Dónde está Silvita? ¿Por qué nola llamás y lo hacen de nuevo?

SILVITA: No, dejen. Ya lo escuché. Yo yazgo,tú yaces, él otro tanto. Mamá, papá... mevoy desde casa.

MEYER: Es tarde, Silvita.

SILVITA: Decido necesitar corrí, corrí, co-rrí. Las memorias... rejuvenecidas. Ro-dar tras las calles. Yo misma. ¿Sabéis?

MEYER: ¿En la calle?

ZULDA: No nos hagas más daño, Silvita.

PLOMERO: ¡Un momento! ¿De qué se estáhablando?

ELECTRICISTA: No es posible que se en-tiendan en esos términos tan burdos.

MEYER: ¿Es que no la escucharon? Quie-re encontrar su propio rumbo.

ELECTRICISTA: ¡No es lo que ella dijo!

ZULDA: Nosotros entendimos así.

SILVITA: Ya lo decidí.

ZULDA: ¡Ay, Dios! ¡Primero la heladera yahora vos!

PLOMERO: Escuchá a tus padres, nena. Yhablá dentro de los límites de lo estricta-mente factible.

MEYER: No sabrías ni dónde tomar un taxi,ni cómo sobornar al taxista.

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SILVITA: Todo el mundo sabe cómo sobor-nar a un taxista.

PLOMERO: Si tus padres no te autorizanno te podés ir.

SILVITA: Permiso nunca nadie pidiendocontra taxista. No se metan.

ELECTRICISTA: Creo que nos debés unaexplicación. Estamos viviendo bajo unmismo techo.

SILVITA: Circunstancialidades.

MENINA: Silvita... entrá en razón. Siem-pre dije que eras tan inteligente.

MEYER: No tanto.

SILVITA: Lamento que todo haya tenido queterminar así. (Se dispone a salir, pero esdetenida por los Servicios, que la cargande regreso a la pieza.)

MENINA: ¿Tenés filtraciones?

MEYER: ¡Qué vergüenza!

ZULDA: Tendríamos que volver a comprarlela Barbie. Quedó muy resentida.

MENINA: Es la edad.

ZULDA: La edad, y la dificultad.

MENINA: A Andresito lo vamos a hospitali-zar por unos días.

ZULDA: ¿No te digo? Es la edad.

XII

SEXO

(Virginia cruza la pantalla.)

LA LOCUTORA: Ahí estabas, pichón.

MEYER: Sí. Pasaba y prendí... Tenemospoco tiempo. Mi mujer está en lo de unavecina.

LA LOCUTORA: Está bien. Te escucho, tesiento.

MEYER: ¿Por qué? ¿Tengo que decirte co-sas?

LA LOCUTORA: Sí, vamos, contále a Virgi-nia.

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MEYER: Me quiero perder en la inmensi-dad de tus pliegues,

fingirte un orgasmo hasta que te sangre lanuca,

pasarte un destornillador entre los senos.

LA LOCUTORA: (Halagada) ¡Mmh, quéchanchito! (Corte brusco.) Dame algo paratomar.

MEYER: ¿Alcohol?

LA LOCUTORA: No. Vos sabés qué.

MEYER: Está bien... pasa que mi mujerpregunta, no quiere... ella sigue guardan-do el querosén para la heladera, por sise encuentra... (Saca una damajuana quetenía oculta bajo el sobretodo. Sirve unvaso.)

LA LOCUTORA: Mi cerdo revoltoso... vosme hacés arder... sólo vos. (Se baja el vasode querosén.)

MEYER: Quiero hacerte una réplica en ja-bón de tocador,

frotarte con una lima hasta que me babeesel parquet,

apretarte las nalgas hasta moldear la caradel Topo Menéndez...

LA LOCUTORA: Guachito... Ahora abrigátebien, que tengo que irme, bichi. ¡Chau,cien veces chau! (Lo sienta de underechazo en el ojo cuando el contacto lle-ga a ser demasiado enfático. Salegateando por la pantalla.)

XIII

VIRGEN DE YESO

ZULDA: (Entrando de la calle.) Otra vez sien-to ese olor.

MEYER: ¿Olor de qué?

ZULDA: Olor con querosén.

MEYER: Qué fijación.

ZULDA: ¿Qué te pasó en la cara?

MEYER: Cuando me afeitaba.

ZULDA: No finjas. Yo no lo hago.

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MEYER: No trates de educarme. Mejor ha-rías en educar a tu hija, ver qué le hacefalta... bombachas... esos algodoncitosque tienen...

ZULDA: Sí. (Toma la damajuana de quero-sén y la sopesa.) Esto es lo que va que-dando del amor que nos dijimos. Ni si-quiera puedo guardar el querosén por sivuelve la heladera. No respetás nada delo que hubo entre nosotros.

MEYER: Se compra más, carajo.

ZULDA: Es el hecho. (Muestra una virgende yeso.) Nos toca esto, ahora. (La ponesobre un altarcito, el mismo que ocuparaotrora el querido Topo.) Había en otroscolores... en verde. Con el halo rojo, deItatí. Pero a nosotros nos dieron ésta. ¿Eslinda, no? Va a estar hasta el otro lunes.Hay que rezarle todo en rima. Hablále, siquerés. (Sale.)

XIV

ZOO

(Zulda y Silvita en el zoológico.)

ZULDA: ¿Estás contenta, Silvita? ¿Viste quéanimales más abrigaditos?

SILVITA: Sufren el verano.

ZULDA: No insistas con esas cosas. Ponéteel saquito de corderoy.

SILVITA: Bajo el corderoy. No quiero recon-ciliarme contra papá.

ZULDA: Te trajo a ver al ñandú nuevo.

SILVITA: Que se vayan esos técnicos. Esoes lo que quiero.

MEYER: (Entrando) Estamos de suerte.Compré los bizcochitos tuerca, Silvita. Yme dieron esta tarjeta para el sorteo.

ZULDA: Yo no voy.

MEYER: Yo pensé que era la posibilidad dedivertirnos como en los buenos tiempos.

ZULDA: ¡Ah, los buenos tiempos! ¡Cómo seviene todo abajo!

MEYER: Sortean un calefón, parece.

ZULDA: Está bien. No es ahora que debe-

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ría dudar. ¿Con serpentina? Si ya no lopensé dos veces antes de casarme...

MEYER: Esperános acá, Silvita. Quedátecon el ñandú recién parido.

ZULDA: Hablále, si querés.

MEYER: Ya volvemos. (Salen.)

SILVITA: Sos débil y absurdo. La imagina-ción popular te equipara ya hasta el TopoMenéndez. (Corte) Acá se complica todo.Porque, yo digo... ¿hay verdad? Es decir,las versiones, ¿no? Todo esto que yo pen-sé esa tarde desde el zoológico, lo digo,porque sino haría como que pienso envoz alta para que vean lo que pienso, yme parece que entonces mejor se los digo.

MENINA: (Habla a sus pequeñuelos, a quie-nes ha reunido en torno suyo) Vengan,chicos. ¡Dejá ese topo en paz, Andrés! ¡Nolevantés el piso! Siéntense acá que mamitiene algo que decirles a los tres...

SILVITA: Es un recurso. Los chicos no es-tán.

MENINA: ¡No te comas la fórmica, Andresi-to! Bueno. Pasó algo que... si ven queestoy llorando, no... ustedes ya son gran-decitos. Se murió el ñandú nuevo.

SILVITA: ¿Hay verdad en las palabras? ¿Opor fuera? Para mucha gente el ñandúfalleció como muchas cosas. Yo no mevoy a poner a blablar de ética, señores.Yo sé que no murió y que no estaba vivo.De resultas, me acerco a la jaula, aso-cio inmediatamente con el Topo Menén-dez y entonces me dice mi propia voz:¡Es un muñeco! ¡Una taxidermia! LaBarbie tiene una articulación muchomás sofisticada. El ñandú habrá muer-to en el ’73.

MENINA: Nacimos para ser muertos, somospolvo y de polvo lo que no tenemos se lolleva el Pampero, como dice Virginia.

(...) Sí, todo el mundo lloraba. Es como laabuelita, que ya no está pero sigue es-tando.

(...) Y sí, puede ser que esté y no esté al mis-mo tiempo. ¿Se acuerdan de las escaleri-tas al cielo, y que hay una para los... ani-malitos y una para los... abuelitos, y quecuando llegaban los saludaban de abajo,y cantaban jingles todo el día...?

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(...) ¡Reencarnación, estoy hablando dereencarnación, monstruo!

SILVITA: Pero estaba embalsamado, ¿seentiende? Es decir, hay oraciones que...carteles específicos: «Vea al ñandú nue-vo y su banda armenia»; «Visite el sectorfantasía»; «Coma Popirock». La gente co-menta: «El ñandú nuevo es equis, es y,es zeta». Y entonces ven un ñandú, noun embalsamamiento. Y yo lo digo. Yohe tenido la suerte, años después de todoesto, de ver en La Pampa un ñandú libe-rado Y yo lo digo.

MENINA: El está cercano a la gloria.

SILVITA: Se han dicho tantas cosas.

MENINA: Es como estar en el agüita, y notener calorcito, y estar con el TopoMeléndez todo el año.

(...) No vamos a ir más al zoológico.

(...) No, Dios es otra cosa... bueno, porque...

(...) Sacáte los dedos de ahí

(...) Por lo menos por un tiempo.

(...) Porque el ñandú es otra cosa, no escomo Dios. Es más espiritual.

(...) No te toques.

(...) Es un ave. Y Dios vuela, pero...

(...) ¿Qué querés ver, la jaula vacía?¿Cagarte de angustia, querés?

(...) ¡Bueno, sí! ¡Dios es lo mismo! Es comoel ñandú, y es igual, sin diferencias, ¿in-diferente... se dice?

(...) A ver... ¿Se imaginan un lugar feliz?Uno, dos, tres: ¿se imaginaron?

(...) ¿Eso es la felicidad? Imaginen más.

(...) ¿Qué, no hay más? A ver si probamosde imaginar todo lo feliz que se pueda.

(...) Bueno, es más felicidad, y más y más ymás... eso, así de feliz, eso es el cielo,carajo.

ZULDA: Nos vamos, nena.

MEYER: ¡Hubieras elegido vos, que tantote enojás!

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ZULDA: Imbécil. Ponéte el corderoy, nena.(Sale con Silvita)

MEYER: ¡Todo es siempre culpable de misactos...! Digo que siempre el culpa soyyo... ya me hacés decir culpas que nodigo... (Salió tras ellas.)

(La banda armenia toca una tonada triste ydeforme. La luz se va cerrando sobre Me-nina, hecha un nudo de angustia.)

XV

PLANTEO

(Meyer, Zulda y Silvita vuelven del zoológi-co. El Plomero y el Electricista tiendenunas sábanas sobre el sofá.)

ELECTRICISTA: Ah, buenas noches.

ZULDA: Buenas. ¿Ya tan temprano se vana ir a dormir?

PLOMERO: No exactamente.

MEYER: Me lo imaginaba... Es domingo...¡Ustedes son dos muchachones jóvenes!Tendrán ganas de salir de juerga. No hayningún problema.

ELECTRICISTA: Nunca salimos de juergahasta no terminar nuestro trabajo.

PLOMERO: Nuestro trabajo es nuestrajuerga.

ELECTRICISTA: Nuestra faena nos acalo-ra. Así vivimos nosotros.

ZULDA: Hubieran esperado, que yo les ha-cía la cama.

PLOMERO: Ése es el punto. No necesita-mos que nos haga la cama...

ZULDA: ...pero si son tan gentiles...

PLOMERO: ...porque nos pareció justo quenos cedieran su dormitorio. (Los dos sa-len sin dar más explicaciones.)

ZULDA: (A Meyer) ¿Pueden hacer eso?

MEYER: No sé. Nunca antes nos había pa-sado.

SILVITA: ¡Nos van a matar a todos!

MEYER: No hacés más que empeorar las

Dramática Latinoamericana de

cosas con tus chiquilinadas.

SILVITA: ¡Voy a irme detrás de los golpes, yvan a quedarse solos y hablando de más!

MEYER: No podemos permitir que sigasinventando, que mientas. ¿Por qué decísque van a matarnos?

ZULDA: (Cuadro de violencia familiar. Algodantesco. Meyer intenta estrangular aSilvita. Zulda se interpone.) ¡Dejála!... To-dos estamos cansados. (Las mujeres ter-minan en el suelo.)

MEYER: Bueno... tendrán sus razones. Elsofá es muy cómodo. Muy cálido.

ZULDA: ¿Este sofá?... Lo único que lamen-to es que es más chico y voy a tenertemás cerca.

MEYER: Soy tu marido.

ZULDA: Sí. Ya no doy más. (A Silvita) ¿Tehiciste daño?

SILVITA: ¿Puedo ver televisión? ¿Puedo?

XVI

VERSOS Y FUEGO

MEYER: (Reza ante la Virgen de yeso,enmarcada por dos velas encendidas.)Rima asonante en los versos pares, con-sonante en los impares. Si los versos sonAlejandrinos el hemistiquio es en la sép-tima sílaba. (Se decide a hablarle. El res-to del elenco, amparado por las sombrasde la escena, propone rimas estúpidas acada verso. Meyer se confunde. El rezofracasa.)

Virgen de Yeso,

patroncita de los hombres libres:

ojalá pudieras hacer algo por mí.

Soy demasiado torpe para rezarte en rima,

pero recurro a ti como la bestia desespera-da

que se hunde en el golfo recurre al salvavi-das del topo Menéndez.

Ella hizo de mí un harapo...

LA LOCUTORA: (Ha entrado sigilosamen-

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te.) ¡Ah, macho cabrío! ¡Rumiándole a laseñorita!

MEYER: ¡Virginia!

LA LOCUTORA: Vengo ebria de vos... ¿Mepermitís? (Toma del pico de la damajua-na.)

MEYER: ¡Cuidado con la vela! Es inflama-ble... Te va a hacer mal.

LA LOCUTORA: ¿Qué pasa? ¿Otra vez tuseñora te hizo preguntas de sí-no?

MEYER: Sí.

LA LOCUTORA: ¡No! (Ríe.) ¡Soy un tonel!¡Mi vientre flota en el líquido viscoso dedonde emana el fuego! ¡Haga un lugar!(Lo empuja para quedar frente a la Vir-gen.)

MEYER: Yegua, calesita desbocada delibido... ¿Vas a rezarle? ¡Pedíle por mí,sólo escucha los ruegos que van lubrica-dos por la rima! Si los versos son verda-deros dicen que su corazón de yeso seenciende hasta estallar.

LA LOCUTORA:

Si nos conoceremos, virgencita...

Tu alma es la llama,

mi cuerpo es dinamita...

(Siente ganas de estornudar. Queda ensuspenso.)

MEYER: Siempre escucha las plegarias enrima.

(El resto de los actores, previendo la situa-ción, huyen cobardemente. La Locutoraestornuda sobre las velas. Lógicamente,Virginia es inflamable de primera y re-vienta en llamas como un pozo de petró-leo crudo. Apagón.)

XVII

FUGARSE A CACHEUTA

ELECTRICISTA: No queda margen para lapoesía en ese mundo en el que usted,señorita, ha decidido vivir.

PLOMERO: Sus errores lingüísticos se ex-panden con asombrosa facilidad.

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ELECTRICISTA: ¡Va a terminar contagián-donos hacia nosotros!

PLOMERO: (Aterrado.) ¡Hasta a nosotros!

ELECTRICISTA: Eso dije.

PLOMERO: No dijiste eso.

ELECTRICISTA: ¿Y qué dije?

PLOMERO: Hacia.

ELECTRICISTA: No dije eso.

PLOMERO: ¿Qué dijiste?

ELECTRICISTA: Hasta.

PLOMERO: No, no dijiste eso.

ELECTRICISTA: Dije eso.

PLOMERO: (A Silvita) ¿Qué dijo?

SILVITA: Hacia.

PLOMERO: Dijo hacia.

ELECTRICISTA: (A Silvita) ¿Qué dijiste quedije?

PLOMERO: (A Silvita) ¿Qué dijiste que dijo?

SILVITA: Hasta.

PLOMERO: Claro. (...) No, no dijiste eso.

ELECTRICISTA: Sí, eso dije.

PLOMERO: ¿Cómo eso?

SILVITA: Hacia.

ELECTRICISTA: Dije eso.

PLOMERO: ¡Basta! (Didáctico) Menos ha-blar y más accionar sobre el problema.

ELECTRICISTA: No somos más crueles tanque lo que parece.

PLOMERO: ¿Ves? ¡No comparar así! ¡Ha-ber error de comprender!

ELECTRICISTA: ¡Ya está! Perdiste la facul-tad de conjugar los verbos. No podríasdecir cosas como «tuve una tía Antonia».

PLOMERO: «Tener una Tía Antonia». «Te-ner una Tía Antonia».

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ELECTRICISTA: Tuve. Decí «tuve».

PLOMERO: (A Silvita.) ¡Me condenar alinfinitivo!

ELECTRICISTA: ¡Preso del infinitivo másque un ñandú que apresado -¿eh?- con-tra una jaula de verboides!

PLOMERO: ¡Tener! ¡Tener! ¡Latín! ¡Volver allatín! ¡Todo curar, todo sanar! (Huyen losdos en busca del diccionario de latín, idio-ma incorruptible que hablarán hasta el fi-nal de la obra. Las lenguas perfectas sonlas que están muertas. Antes de salir, eli-gen un televisor de la pila y lo incrustanen la cabeza de Silvita, quien recibe unasobredosis de zapping. Se escucha en offuna cadena de voces familiares, propagan-das, frases célebres, jingles pegadizos.Condensación del pensamiento de unaépoca en quince segundos. Silvita, toda-vía munida e tan singular casco, toma suvalija y pide un taxi. Apagón.)

XVIII

LA GASA

MEYER: Tenés que tranquilizarte. A lo me-jor aparece entre el informe de los elec-trodomésticos perdidos.

ZULDA: ¡Todo esto es culpa tuya, tuya!

EL LOCUTOR: (Penosamente vestido de Vir-ginia) Amigos confianzudos, perros ami-gos y amiguísimos en general. Es día deluto y de desgracias inenarrables. La tra-gedia quiso ayer hacerse carne. Lasamargas nuevas se dan sin rodeos. Yo,Virginia, la mantecosa conductora delprograma anterior, tiene algo que decir-les. Ayer tuvo lugar una desaparición...un deceso... lamentable. Funestas ma-nos enguantadas abrieron las jaulas delñandú recién nacido quien se dio a laalocada fuga, correteando un poco, ale-teando otro poco, para terminar pordevorarse a un violinista armenio.

ZULDA: ¡No es Virginia! Pusieron a otra.

EL LOCUTOR: Sus compañeros, ensimis-mados y consumidos por lo trágica queha sido siempre la historia del puebloarmenio, no atinaron a nada bueno.

ZULDA: Parece pero no es. Mirále las manos.

EL LOCUTOR: El feroz instinto de la bestia

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frente a la aturdida inacción del ser hu-mano. Maia Rostoievna, la bailarina pop...

ZULDA Y MEYER: ¡Qué rica!

EL LOCUTOR: ...en un acto de caucásicoarrojo, ahorcó al ñandú con los cordonesde su zapatilla de baile que desde hoy seexhibe para todos los niños en el Museode los Derechos Civiles. Nada más.

ZULDA: ¡Cuánto pesar!

MEYER: ¡Cómo es posible!

ZULDA: ¡Silvita lo quería tanto, tantísimo!

(Entra Virginia, eterna y resurrecta, envuel-ta en vendas, apoyándose en un bastónortopédico.)

EL LOCUTOR: Vamos a un corte. (Inacción.El tiempo que pasa.) Y volvemos.

LA LOCUTORA: ¿Por qué no cambiamos eltenor de nuestra pena, y les muestro loque se usa? La gasa. La clásica. La eter-na. La gasa invernal, que nos abriga eneste segundo invierno y nos esteriliza deldolor de este mundo a veces simpático,a veces pérfidamente cruel.

ZULDA: Es tan mona... ¡La mirás como unalombriz babosa! ¡Nunca me comprás ga-sas, ni cueros! ¡A veces me digo que es elfin, el final de todo! ¡Estoy tan sola! ¡Voya salir a buscarla! (Se queda donde está.)

LA LOCUTORA: (A Meyer, mientras El locu-tor la mira entristecido.) ¿Ves cómo no meolvido de vos?

MEYER: Me alegro que ya estés mejor.

LA LOCUTORA: ¡Mejor! Nunca me sentí máspizpireta y sudorosa... ¡Dame algo de to-mar, chauchón! Vos sabés qué. (Apagón.)

XIX

VOLVISTE

(Zulda y Meyer duermen en el sofá. En laoscuridad de la noche, se escucha unmotorcito. Podría sonar como el de unauto que se detiene. Zulda se despiertasobresaltada.)

ZULDA: ¿Escuchaste eso?

MEYER: ¿Qué?

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ZULDA: Ese ruido... Me pareció que era...

MEYER: (Se da vuelta en la cama.) Yo no oínada.

ZULDA: ¿No ves? Siempre desatento, des-aliñado, insensible... Maldigo el día quete conocí.

MEYER: Es tarde.

ZULDA: Sí, ya sé que es tarde. Y te voy adar dos ejemplos: Primero: Mi hija meabandonó por tu culpa; y el segundo lotenía pero no lo recuerdo.

MEYER: Por tu culpa. Vos con las ideasestúpidas en la cabeza le metiste ideasen la cabeza. Estúpida.

ZULDA: ¿Yo?

MEYER: Yo no puedo haber sido; trabajotodo el día afuera.

(Se repite el ruido: es como un tractor queestaciona.)

ZULDA: ¿Ahora escuchaste?

MEYER: Debe ser el ascensor.

ZULDA: Los ascensores nunca hicieron eseruido. Pasáme el catálogo. Dos de no-viembre, fijáte qué tenemos hoy.

MEYER: (Buscando) Ascensores... ascen-sores... Ascención de la virgen...

ZULDA: ¿Hoy no es lo de la Fiesta de laVendimia?

MEYER: ¿Cuál?

ZULDA: Ésa que los ascensores corren ca-rreras, emborrachados y lúgubres.

MEYER: Ésa no figura.

ZULDA: Me la comentó anteayer el locutor.Pasaron imágenes de los viñedos en flor.Una nota colorida.

MEYER: Te dije que tenés que exigirle quete respete.

ZULDA: ¿Y que querés que haga? Cadaquien a lo suyo...

MEYER: No tengo ganas de escuchar losmismos planteos de siempre. (Se da vuel-

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ta y se hace el dormido.)

ZULDA: Estamos en el medio de la discu-sión. (El ruido vuelve a escucharse.) Aho-ra sí, seguro. No puede ser la Fiesta dela Vendimia. (Se levanta. Lleva una velaen un platito.) Cada uno debe enfren-tarse con su destino. Voy a abrir la puer-ta. (Repara en la Virgen de Yeso, enne-grecida por la explosión, sus tripas dealambre esparcidas como rayos de luz.)Mirá cómo quedaste. Mochita. (Abre. Laescena está muy oscura y no se distin-gue quién es.) ¡¡¡Volviste!!! (Luz violenta.Es la heladera con freezer. Se abraza des-esperadamente a ella.) ¡Cielo mío, pra-do de verduras, volviste! Algo de quero-sén te podría dar, pero... (Escucha elruido del motorcito.) ¡Tu ruidito de trac-tor cansado! A veces me pregunto: ¿porqué nos llenará de tanta paz escucharel ruido de la heladera en las noches deterror? Voy a llenarte de cositas... (Sacabolsitas para freezar) ...para que me lascuides, las detengas en el tiempo, lassalves de la muerte... Yo estoy tan can-sada, mi cielo polar. Tan abandonada.Tan insensible. No doy abasto... ¡Si pu-diera!... (Mira sabrosamente las bolsitasde nylon y toma la decisión.) Todavía hayuna forma de salvarme... Voy a estaren paz... (Se empieza a envolver en elnylon.) La carne se duerme dulcementey ya no puede sufrir más... Como ha-cen los churrascos. (Entra en la helade-ra. Apagón.)

XX

FINALE

CUADRO 1

SILVITA: (La luz la descubre vistiendo untraje de baño con coloridas margaritas.Meyer, en la soledad del sofá, lee unaslíneas en un papel.) Mamá, papá: Estoymás tranquila. Más madura. Ni yo, niBlasco -mi taxista- encontramos todavíala sinuosa ruta de Cacheuta. Pero esta-mos bien porque conocimos General Pico,adentro de La Pampa. Ahí vimos por pri-mera vez un ñandú liberado. Supongoque la ecología nos concierne; sobre ve-ces canto solfeo, es poroso ver cómo elviento se lleva la voz de una, y esa unasoy yo y Blasco... Blasco y yo... todavíaseguimos viaje todavía. (Corte) Bueno,éste fue mi último texto. ¿No saludo niagradezco? ¿Se entendió «mi»? Me pare-ce que no se entendió nada.

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CUADRO 2

El electricista adoctrina al espectador. Elplomero traduce simultáneamente. La luzsobre ellos y Zulda –envuelta en nylon-que se descongela en la heladera.

ELECTRICISTA: Ubi finis saeculi fortunaecommutationes supersunt, in ellipse est.

PLOMERO: Es en la elipsis donde sobre-vienen las catástrofes del fin de siglo.

ELECTRICISTA: «Christi Nativitas» per«Christi Nativitatis Festum». Et sic.

PLOMERO: «La Navidad», por «la fiesta deNavidad». Y así.

ELECTRICISTA: Factum est subter-intellegerein sermonis loco certo, signum quod in con-texto antecedente ut sequente figurare.«Mihi sunt duo fili, unus quadrimus et al-ter trimus», subter-intellectur: illis habenttres at quattuor annos.

PLOMERO: Es el hecho de sobreentenderen un lugar determinado del discurso unsigno que figura en un contexto prece-dente o siguiente. «Tengo dos pibes, unode cuatro años y otro de tres», se sobre-entiende, de tres años.

ELECTRICISTA: Non continuatio ellpsis est,ellipsis hominibus in daemonis mutat.Hoc exemplum spectate: aliquid in suicogitati fluere interrumpitur, aliquidmonstruose ellipticus prosilire versusstulti fortis facinoris gestum eum facit.

PLOMERO: La discontinuidad es la elipsis,la elipsis transforma a los hombres en de-monios. Vean aquí este ejemplo: algo seinterrumpe en el fluir de su pensamiento,algo elípticamente monstruoso lo hace sal-tar hacia un acto de estúpido heroísmo.

(Apagón sobre la heladera.)

CUADRO 3

(Luz sobre Meyer, Virginia y Miranda.Meyer, revólver en mano, ha tomado aVirginia de rehén.)

EL LOCUTOR: Más informes sobre electro-domésticos perdidos. Una calculadora dealmacén, agredida y despreciada...

MEYER: ¡Nunca es tarde! ¡Voy a acabardesde todo esto!

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EL LOCUTOR: ¡Un loco armado!

LA LOCUTORA: Así es como más te come-ría en bocanadas, bichi.

MEYER: ¡Ramera chamuscada! ¡Vas pormorir! ¡El carrito, dame el carrito!(Forcejea para huir con ella por la panta-lla de TV.)

EL LOCUTOR: En este momento le hagoentrega del carrito.

MEYER: Las llaves.

LA LOCUTORA: Las llaves, las llaves, oh,las llaves, Miranda, las llaves del maldi-to fucking carro, que me mata. ¡Que memata! (Se refriega contra él.)

MEYER: ¡Todos atrás o Virginia muereacogotada como el ñandú!

EL LOCUTOR: ¡No sea idiota! ¡Virginia nopuede morir! ¡Virginia, Virginia, todo elmundo la llama Vir...!

LA LOCUTORA: ¡Ay, que se me estrangula!¡En cámara uno veo que se acerca mi pa-tético fin!

EL LOCUTOR: Basta, es hora de decirl...

MEYER: (Dispara al aire. Un foco estalla.Semipenumbra. Confundido, a Miranda).¡Quietos!. Estaba seguro: el rating es unporcentaje.

LA LOCUTORA: Sí, claro, algo de eso creoque hay.

EL LOCUTOR: Sí, si se quiere, de algunamanera, el rating ES un porcentaje.

MEYER: Ahora te voy a matar. A ella. (Pone aVirginia contra el paredón de televisores, quese encienden dibujando una enorme cruz, yVirginia asume la postura de Cristo).

EL LOCUTOR: Finalmente se hará justicia.He sido sometido a un sinfín de vejámenes.

LA LOCUTORA: (Su voz resuena por losparlantes, engrandecida por su propiaexistencia mítica. Se escuchan diversoscanales de televisión. En algunas panta-llas se ven los programas aleatorios deesa noche) Sí, y es mi última emisión.¡Pero no me lloren! Soy como Jesús, quese despidió para siempre de su queridopúblico, pagando con la delicadeza de su

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martirio la necedad de los espectadores.¡Adiós, Miranda, Mirandita, laváte bienlas manos!

EL LOCUTOR: ¡Basta! Está haciendo unapuesta en escena. Todo es mentira. Pri-mero: Virginia no es como Jesús. Se-gundo: Virginia no existe. Y tercero: ¡Sellama Alicia Soldi y es la sobrina delanunciante! (Pausa. El mundo se ha des-moronado) Tenía que decirlo, guacha,adicta. He aquí una prueba contunden-te. Tengo una foto de ella con su abuelaen un jardín de Lomas del Mirador. Es lade las trenzas, la dientuda. (La locutoraintenta interceptar la foto). ¡Exhíbala,Meyer! ¡Es hora de acabar con todo! (Mi-randa cae bajo el peso arrasador de Vir-ginia, transformada en un ángel de furiay de venganza.)

Meyer avanza en falso con la foto en lamano, la observa, incrédulo, y levanta elbrazo muy lentamente para exhibir la fotoen público.

Apagón violento. La luz de los televisoresdesaparece. El ensordecedor audio se es-fuma. Una única luz sobre el Plomero,que acaba de desenchufar todos los ca-bles de la sala.

CUADRO 4

PLOMERO: Sinécdoque: tropo que respondeal esquema «pars pro totum» o «totum proparte». a) Género a especie: los mortales =los hombres. b) Parte a todo y viceversa:10 cabezas = 10 reses. c) Singular a pluraly viceversa: el hombre que no habla essobrio = los hombres que no hablan...

CUADRO 5

Luz: el Electricista manipula un alicate in-clinado sobre la boca de Meyer.

ELECTRICISTA: Pasó el peligro.

PLOMERO: Imposible que se confunda aho-ra.

ELECTRICISTA: Un arreglo definitivo.

PLOMERO: Garantido.

ELECTRICISTA: Sus cuerdas vocales.

PLOMERO: Ahora el trabajo está todo bien.(Pausa interminable. El Plomero sollozaen silencio. El Electricista recorre la casa

Dramática Latinoamericana de

sombría y solitaria. Junta sus cosas. Di-rige una última mirada a Zulda, que sedeescongela en la heladera.)

PLOMERO: A mí. Miráme a mí. (Tiene lascuerdas vocales de Meyer en la mano, yse las pone detrás de las orejas. Su vozestá quebrada) Me hice dos divertidastrenzas.

ELECTRICISTA: Podemos ir con la familiaFrancini. ¿Masitas estará bien?

PLOMERO: Sí, va a estar bien. Adiós,Meyer... (Mientras se preparan para salir,el Locutor –que había quedado tendido dela escena anterior- se levanta y corre eltelón de fondo. Se ve a la actriz que hahecho de Silvita que junta sus cosas parairse del teatro. Un poco después, Meninaentra allevarse a Zulda, quien se cubrepudorosamente el pecho con un tapado.Los service presienten que la escena seestá desarmando antes de que terminela obra. El Electricista mantiene la con-versación pero finalmente opta por huir,cobardemente.) ¿Francini, dijiste? Vossabés qué curioso... yo tuve una tía deapellido italiano. La tía Antonia, con suolor a radiografía. Vivía en Banfield.

ELECTRICISTA: ¿Sí? Nunca me hablaste detu tía Antonia. Y hay que hablar, hay quehablar tanto... Habiendo tanta cosa lin-da y poética para decir... Hay que hablar...

PLOMERO: Conversar.

ELECTRICISTA: Hablar.

PLOMERO: ¿Qué diferencia hay entre ha-blar y conversar?

ELECTRICISTA: Hablar.

PLOMERO: Lo del oso embravecido, aque-lla vez... Era... Es un supongamos.

ELECTRICISTA: Una metáfora. (Sale.)

(Se oye una música muy triste. Durante unlargo rato, el Plomero y Meyer –que sonlos únicos que quedan en escena- du-dan sobre qué hacer. Todo ha fracasado.Se murmuran cosas al oído. Bajan lasluces. Sólo se ve a la actriz que ha hechode Silvita en la puerta de los camarines,iluminada por la luz del exterior. La obratermina cuando Silvita se va, cerrandola puerta para sumir al escenario en laoscuridad absoluta. Y en el silencio.)

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Octubre de 1992Versión estrenada en mayo de 1995Rafael Spregelburd(Buenos Aires, 1970)Dramaturgo, actor y directorhttp://www.autores.org.ar/spreFormado en los talleres de dramaturgia de MauricioKartun y José Sanchis Sinisterra y de actuación deRicardo Bartis, la posición de Spregelburd dentro deteatro porteño es múltiple y representa una de lastendencias más peculiares del quehacer teatral ennuestro medio: la de autores que escriben sus propiadramaturgias o que devienen directores de sus textointegrando así la dramaturgia, la actuación y la puesen escena como aspectos de un mismo problemaestético.Obtuvo numerosos premios de dramaturgia, entre loque se cuentan el Premio Municipal (1992) por «Cuchade almas», el Premio Argentores (1995) por«Remanente de invierno», el Premio NacionalIniciación por «Destino de dos cosas o de tres», Premiodel Fondo Nacional de las Artes por «Cuadro deasfixia», Premio Buenos Artes Joven por el montajeintegral de «Dos personas diferentes dicen hace buentiempo» (en coautoría con Andrea Garrote), Premio la facultad de Psicología de la UBA por «La tiniebla»,Ternas de los premios Trinidad Guevara y MaríaGuerrero 1999 por “La modestia”, etc.Integrante del disuelto grupo de autores CARAJA-JÍpublicado y estrenado, entre otras: «Raspando la cruz»,«La inapetencia», «La extravagancia» y «Lamodestia», esta última en cartel dentro del marco deFestival Internacional de Buenos Aires y el Festival d

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Otoño de Madrid 1999.Fundador junto a Andrea Garrote del grupo «ELPATRÓN VÁZQUEZ», algunas de sus obras se hanpresentado en numerosos festivales del mundo: EspColombia, Brasil, Portugal, Uruguay.Ha sido traducido al inglés, francés, italiano, alemánportugués y holandés y estrenado en diversos puntointerior del país y del extranjero.Es además traductor del inglés y responsable de latraducción de obras de Steven Berkoff («Decadencia»,«Greek») y de Harold Pinter.Como docente, trabajó dictando clases de dramaturgy actuación en el Sportivo Teatral (que dirige RicardoBartis), en el Centro Cultural Ricardo Rojas de BuenoAires, en el Festival de Bogotá (Colombia), a través dInstituto Nacional del Teatro en Salta, y con gruposindependientes de Río Gallegos, General Roca y BaBlanca. Para este año, ha sido invitado a dictar unseminario en Casa de América de Madrid y a hacerscargo de la materia «Taller de dramaturgia» en elposgrado de la Universidad de Medellín, Colombia.Rafael Spregelburd. Correo electrónico:[email protected] los derechos reservadosBuenos Aires, Argentina. Abril de 2000

CELCIT. Centro Latinoamericano de Creación eInvestigación TeatralDirector: Carlos IanniBolívar 825. (1066) Buenos Aires. ArgentinaTeléfono/fax: (5411) 4361-8348. e-mail:[email protected]: http://argen-guia.com/celcit

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