01 la amenaza fantasma

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    Darth Sidious invade el planeta Naboo para llevar a cabo su plan de

    exterminar a todos los caballeros Jedi existentes. Amidala, la joven reina de

    Naboo, manda a su doncella Padm en busca de ayuda con Obi-Wan y el

    Maestro Qui-Gon Jinn. A ellos se unir un jovencsimo Anakin Skywalker, el

    muchacho que aos ms tarde se convertir en el temido Darth Vader.

    Cuatro hroes y una misin imposible: devolver a Amidala el mundo que le

    pertenece.

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    Terry Brooks

    La amenaza fantasmaStar Wars Episodio I

    ePUB v1.0

    LittleAngel11.10.11

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    Tatooine.Los soles ardan en un cielo azul y sin nubes, baando las inmensas llanuras

    desrticas del planeta con una intensa luz blanca. Los resplandores que arrancaban aldesierto se elevaban de la lisa superficie arenosa en un hmedo rielar de calorabrasador para temblar entre los gigantescos acantilados y los promontorios solitariosde las montaas que constituan el nico accidente geogrfico del planeta.Ntidamente definidos, los monolitos se alzaban como centinelas que montaranguardia entre una calima acuosa.

    Cuando los mdulos de carreras pasaban junto a ellos con un fragor de motores,el calor y la luz parecan hacerse aicos, y se hubiese dicho que hasta las mismas

    montaas temblaban.Anakin Skywalker lleg a la curva del circuito detrs de la que se alzaba el arco

    de piedra que marcaba la entrada al Can del Mendigo, en la primera vuelta de lacarrera, y empuj las palancas impulsoras, transmitiendo un poco ms de energa alos motores. Los cohetes en forma de cua vibraron con un nuevo estallido deimpulsin: el derecho se estremeci con mayor violencia que el izquierdo, con lo queel mdulo en el que iba sentado Anakin se inclin hacia la izquierda pues de otraforma habra sido imposible superar la curva. Anakin se apresur a corregir el rumbo

    para enderezar el vehculo, dio un poco ms de energa a los motores y atraves elarco. Una estela de arena acompa su llegada, llenando el aire con relucientes nubesde partculas que giraron y danzaron a travs del calor. Anakin entr en el can, lapalanca de control firmemente empuada en una mano mientras los dedos de la otrarevoloteaban sobre los controles.

    Todo era increblemente rpido. Un solo error, una sola decisin equivocada, yAnakin quedara fuera de la carrera y tendra mucha suerte si no mora. Yprecisamente en ello resida la emocin. Tanta energa y tanta velocidad pendientes

    de las rdenes de sus dedos, y ningn margen para el error! Dos enormes turbinasimpulsaban un frgil mdulo y a su conductor sobre llanuras arenosas, alrededor deescarpadas montaas, en vertiginosos descensos por caadas llenas de sombras y porencima de abismos aterradores en una serie de mareantes curvas y saltos ejecutados ala mayor velocidad posible. El mdulo estaba unido a los motores por una serie decables de control, y hebras de energa corran de un motor al otro. Si cualquier partede los tres chocaba contra algo slido, toda la estructura se desintegrara en unaerupcin de fragmentos metlicos y una llamarada de combustible para cohetes. Si

    una sola parte se desprenda, todo habra terminado.Una sonrisa ilumin el rostro del joven Anakin, que transmiti ms energa a los

    impulsores.

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    Delante de l, el desfiladero se estrechaba y las sombras se volvan ms oscuras.Anakin se lanz sobre la ranura de claridad que conduca a las llanuras,mantenindose pegado al suelo all donde haba ms espacio. Si volaba alto, corra elriesgo de chocar contra las paredes del desfiladero. Eso era lo que le haba ocurrido aRegga el mes anterior en una carrera y an estaban buscando los trozos.

    A l no le ocurrira.Anakin volvi a empujar las palancas impulsoras y sali de la brecha para entrar

    en las llanuras con un aullido de motores.Sentado en el mdulo con las manos sobre los controles, Anakin poda sentir

    cmo la vibracin de los motores se deslizaba a lo largo de los cables de control parallenarlo con su msica. Envuelto en su improvisado mono de vuelo, con su casco decarreras, sus anteojos y sus guantes, se hallaba tan incrustado en su asiento que podasentir el tirn del viento en la piel del mdulo debajo del l. Cuando volaba a tales

    velocidades, Anakin nunca se limitaba a ser el conductor de un mdulo de carreras oun mero implemento de ste, sino que se funda con el todo, y motores, mdulo y lquedaban unidos de una manera que era incapaz de explicar. Anakin perciba cadapequea palpitacin, cada bamboleo, cada tirn y temblor de los remaches y lashebras, y siempre saba qu le estaba ocurriendo a su vehculo de carreras en cadamomento. El mdulo le hablaba en su propio lenguaje con una mezcla de sonidos ysensaciones, y aunque no usaba palabras, Anakin poda entender lo que le deca.

    Y a veces, o eso le pareca a l, incluso saba lo que iba a decir antes de que

    hubiera hablado.Un destello de metal anaranjado adelant a su mdulo por la derecha, y Anakin

    vio llamear ante l la inconfundible X partida de los motores de Sebulba mientras sumdulo le despojaba la delantera que haba logrado obtener gracias a una salida msrpida de lo habitual. Anakin frunci el ceo, disgustado consigo mismo por aquellamomentnea prdida de concentracin y sin poder evitar la aversin que le inspirabael otro corredor. Sebulba, larguirucho y patizambo, era un ser tan retorcido por dentrocomo por fuera, un peligroso adversario que venca con frecuencia y disfrutabaobteniendo victorias humillantes sobre los dems. Slo durante el ltimo ao aqueldug haba causado ms de una docena de colisiones, y sus ojos relucan con unperverso placer cuando contaba esas historias a otros corredores en las callespolvorientas de Mos Espa. Anakin conoca muy bien a Sebulba, y saba que debatener mucho cuidado con l.

    Volvi a empujar las palancas impulsoras, proporcionando todava ms energa alos motores, y sali disparado hacia delante.

    Mientras vea reducirse la distancia que los separaba, Anakin pens que tampocoayudaba en nada el hecho de que l fuera humano o, lo que era todava ms grave,que fuese el nico humano que haba llegado a tomar parte en las carreras de

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    mdulos. Se supona que estas, la mxima prueba de valor y habilidad de Tatooine yel espectculo deportivo favorito de los ciudadanos de Mos Espa, superaba lacapacidad de cualquier ser humano. Tener muchos brazos y articulacionesmultisegmentadas, zarcillos oculares, cabezas capaces de girar ciento ochenta grados,y cuerpos que se retorcan como si carecieran de huesos proporcionaba unas ventajas

    que los humanos nunca podran soar en superar. Los corredores ms famosos, losmejores de una rara estirpe, eran seres de formas y constituciones extrasimasacostumbrados a correr riesgos que rozaban la locura.

    Pero Anakin Skywalker, aunque no se pareciese en nada a esas criaturas, poseatal comprensin intuitiva de las habilidades exigidas por aquel deporte y encontrabatan naturales sus exigencias, que el que careciese de esos otros atributos no parecaimportar en absoluto. Aquello era un misterio para todos, y una fuente de disgusto ycreciente irritacin para Sebulba en particular.

    El mes anterior, en otra carrera, el astuto dug haba intentado empujar a Anakinhacia la pared de un acantilado. Si no lo consigui fue nicamente porque Anakinnot que Sebulba le estaba aproximando por detrs y desde abajo, con unasierranavaja ilegal extendida para cortar el cable de control derecho de su mdulo, yse elev antes de que la sierra pudiera causar algn dao. Su huida le haba costado lacarrera, pero le permiti seguir con vida. Anakin an no haba superado la irritacinque le produjo tener que cambiar una cosa por la otra.

    Los corredores se deslizaron por entre antiguas columnas y entraron en el suelo

    del estadio erigido junto a Mos Espa. Pasaron bajo el arco del vencedor, dejando atrshilera tras hilera de gradas llenas de espectadores que los vitoreaban, androides demantenimiento, centros de reparaciones y los palcos desde los que los huttscontemplaban el espectculo en aislado esplendor por encima de la plebe. Desde supuesto de observacin en una torre centrada sobre el arco, el troig de dos cabezas quedesempeaba las funciones de anunciador estara gritando sus nombres y posiciones ala multitud. Anakin lanz una rpida ojeada a las siluetas y entrevi figuras borrosasque se esfumaban detrs de l tan deprisa como si fueran un espejismo. Shmi, sumadre, estara entre ellas, preocupada siempre. No soportaba que su hijo tomara parteen las carreras, pero nunca poda resistir la tentacin de ir a verle correr. Shmi jamslo deca, pero Anakin sospechaba que su madre crea que el mero hecho de queestuviera all evitara que se hiciera dao. Hasta el momento, el truco haba dadoresultado. Anakin haba sufrido dos accidentes y en una ocasin no logr llegar a lameta, pero segua ileso despus de ms de media docena de carreras. Y, adems, alchico le gustaba que su madre estuviera all. La presencia de Shmi le proporcionabauna extraa confianza en s mismo a la que prefera no prestar demasiada atencin.

    Por otra parte, tampoco tenan eleccin. Anakin corra porque era un grancorredor y porque Watto era perfectamente consciente de ello, y Anakin hara todo lo

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    que Watto le pidiera que hiciese. Ese era el precio que pagaban los esclavos, yAnakin Skywalker llevaba toda la vida sindolo.

    El Can del Arco alzaba su enorme boca ante l, una masa de rocas que llevabaa la Garganta de los Riscos, un tortuoso canal que los corredores deban atravesar decamino a las llanuras que haba al otro lado. Sebulba se encontraba justo delante de

    l, manteniendo su mdulo pegado al suelo mientras intentaba interponer un poco dedistancia entre su vehculo y el de Anakin. Detrs de ste, y siguindole de cerca,haba tres corredores ms desplegados sobre el horizonte. Un rpido vistazo revel aMawhonic y Gasgano, con Rimkar persiguindolos en su extrao mdulo-burbuja.Los tres estaban ganando terreno. Anakin se dispuso a dar ms potencia a losimpulsores, pero no lleg a hacerlo. Estaban demasiado cerca de la garganta. Unexceso de impulsin all, y tendra problemas. Dentro del canal el tiempo de reaccinquedaba comprimido hasta casi desaparecer. Era mejor esperar.

    Mawhonic y Gasgano parecan opinar lo mismo, y se limitaron a colocar susmdulos detrs del de Anakin mientras se aproximaban a la fisura entre las rocas.Pero Rimkar no quera esperar y rebas a Anakin con un rugido de motores unafraccin de segundo antes de que entraran en el desfiladero, y desapareci en laoscuridad.

    Anakin nivel su mdulo, elevndose un par de metros por encima del suelo llenode rocas de canal, y permiti que su memoria y sus instintos guiaran su travesa.Cuando corra, todo lo que le rodeaba pareca ir ms despacio en vez de acelerarse.

    Por mucho que uno intentara imaginrselo, enseguida descubra que la realidad no separeca en nada a lo que haba esperado encontrar. La roca, la arena y las sombrasdesfilaban a toda velocidad en una loca confusin de formas, y aun as Anakin podaverlo todo con absoluta claridad. Todos los detalles parecan volverse ms ntidos,como si estuvieran siendo iluminados por aquello mismo que debera haber hechoque resultaran tan difciles de distinguir. Anakin pens que casi habra podidoconducir con los ojos cerrados, tan elevado era su nivel de sintona con cuanto lerodeaba y su conciencia del lugar en el que estaba.

    Recorri el canal a toda velocidad, entreviendo los fugaces destellos carmesescon que las toberas de Rimkar iluminaban las tinieblas. Muy por encima de ellos, elcielo era una brillante franja azul desplegada sobre el centro de la montaa, con ladelgada cinta de claridad que brotaba de l volvindose un poco ms tenue a cadametro que descenda, de tal manera que cuando llegaba hasta Anakin y los otroscorredores apenas si consegua disipar la oscuridad. Y aun as Anakin se senta enpaz, absorto en s mismo mientras conduca su mdulo, con cuyos motores formabaun nico ser entregado al zumbido y el palpitar de su vehculo y a la cariciaaterciopelada de los pliegues de oscuridad que lo envolvan.

    Cuando emergieron nuevamente a la luz, Anakin empuj las palancas impulsoras

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    y se lanz en pos de Sebulba. Mawhonic y Gasgano le seguan muy de cerca. Rimkarhaba alcanzado a Sebulba y estaba intentando rebasarlo. El flaco dug elevligeramente sus motores para araar el mdulo de Rimkar con ellos, pero la carcasacurvada del vehculo de ste resisti el empujn sin verse afectada. Los doscorredores atravesaron las llanuras a toda velocidad, dirigindose hacia el Abismo de

    Metta. Anakin sigui reduciendo la distancia, alejndose de Mawhonic y Gasgano.La gente poda decir lo que quisiera de Watto y haba muchas cosas malas quedecir de l, pero tena muy buen ojo para los corredores. Los enormes motoresaceleraron obedientemente cuando Anakin aument el aflujo de combustible a lastoberas, y unos segundos despus ya se haba puesto a la altura de la X partida deSebulba.

    Lo que uno deba hacer en los abismos, como saban todos los corredores, era iracumulando velocidad durante el descenso para sacar ventaja a sus oponentes, pero

    no hasta el extremo de que despus no pudiera salir del picado y volver a nivelar elmdulo antes de que se incrustara en las rocas que esperaban abajo. Por eso Anakinse sorprendi cuando vio que Sebulba interrumpa el descenso antes de lo habitual.Un instante despus sinti que los gases expulsados por los motores de la X partidachocaban contra su mdulo. El traicionero dug slo haba fingido frenar y despus sehaba elevado deliberadamente hasta colocarse por encima de Anakin y Rimkar,usando su estela para lanzarlos contra la cara del risco.

    Rimkar, pillado totalmente por sorpresa, empuj las palancas impulsoras en una

    reaccin automtica que lo llev directamente hacia la montaa. Fragmentosmetlicos del mdulo y los motores salieron despedidos de las rocas en una lluvia defuego, dejando una larga cicatriz negra sobre la superficie azotada por las tormentasde arena.

    Anakin podra haber seguido el mismo destino de no ser por sus instintos. Antesde que atinara a darse cuenta de lo que estaba haciendo, en el instante mismo en quesenta el impacto de los gases expulsados por los motores de Sebulba, Anakininterrumpi su descenso y se alej de la montaa, y a punto estuvo de chocar contraun sorprendido Sebulba, que se apresur a virar para ponerse a salvo. La repentinamaniobra de Anakin hizo que su mdulo se saliera de su trayectoria y quedara fuerade control. Anakin tir de la palanca de control, redujo la impulsin, cort elsuministro de combustible de los motores y contempl cmo el suelo ascenda hacial para recibirle con un sbito estallido de arena y luz.

    Anakin tom tierra con un terrible impacto que parti los cables de control, y losmotores salieron despedidos en dos direcciones distintas mientras el mduloresbalaba sobre el terreno, primero hacia la izquierda y luego hacia la derecha, paraacabar dando varias vueltas de campana. Anakin se agarr como pudo a la palanca decontrol, girando locamente en un torbellino de arena y calor mientras rezaba para no

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    acabar chocando contra una roca. El metal dej escapar un estridente chillido deprotesta, y el mdulo se llen de polvo. En algn lugar a su derecha, un motor estallcon un rugido que hizo temblar la tierra. Los brazos de Anakin, rgidamenteextendidos hacia los lados, lo mantuvieron en el asiento durante la serie de sacudidasy golpes que experiment el mdulo mientras segua rodando por el suelo y daba

    unas cuantas vueltas de campana ms.El mdulo por fin se detuvo escorado hacia un lado. Anakin esper unos

    momentos, y despus se quit el cinturn de seguridad y abandon el vehculo. Elcalor del desierto se elev del suelo para recibirle, y la cegadora luz de los soles caysobre sus anteojos. El ltimo mdulo surcaba el cielo, alejndose hacia el horizonteazul entre un retumbar de motores. Un profundo silencio sigui a su desaparicin.

    Anakin mir a izquierda y derecha para evaluar los daos y averiguar ququedaba de sus motores, calculando las reparaciones que necesitaran para volver a

    funcionar. Despus contempl su mdulo y torci el gesto. Watto se pondra furioso.Pero, despus de todo, Watto casi siempre estaba furioso.Anakin Skywalker se sent y apoy la espalda contra el mdulo destrozado,

    aprovechando al mximo su escasa sombra para protegerse del resplandor de lossoles gemelos de Tatooine. Un deslizador de superficie aparecera en unos minutospara recogerle. Watto y su madre lo estaran esperando; l para gritarle e insultarle;ella para darle un abrazo y llevarlo a casa. Las cosas no haban salido como esperaba,pero tampoco se senta excesivamente abatido. Si Sebulba hubiera jugado limpio,

    Anakin habra ganado la carrera sin dificultad.Suspir y se ech el casco hacia atrs.Algn da ganara un montn de carreras, y ese da no tardara mucho en llegar.

    Quiz el prximo ao, cuando hubiera celebrado su dcimo aniversario...

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    Tienes alguna idea de lo que me va a costar esto, chico? Tienes idea, eh? Obachee ka!

    Watto, suspendido ante l, pas al hutts sin enterarse siquiera de que lo haca,escogiendo un lenguaje que le ofreca un vasto surtido de adjetivos insultantes.Anakin permaneci estoicamente inmvil, con el rostro inexpresivo y los ojosclavados en el gordo cuerpo azulado del toydariano que flotaba ante l. Las alas deWatto, convertidas en una borrosa mancha de movimientos, suban y bajaban con talfrenes que pareca inevitable que en cualquier momento salieran despedidas de sucuerpecillo regordete. Anakin contuvo el impulso de echarse a rer mientras se loimaginaba. No era el momento ms adecuado para rerse.

    No ha sido culpa ma dijo en cuanto Watto hizo una pausa para recuperar elaliento. Sebulba me empuj con la estela de sus toberas en el Abismo de Metta ycasi consigui que me estrellara. Hizo trampa.

    Watto movi la boca como si estuviera masticando algo, y su hocico se fruncisbitamente sobre los dientes que sobresalan de ella.

    Pues claro que hizo trampa, chico! Sebulba siempre hace trampa! As escomo gana! Quiz deberas empezar a hacer algunas trampas de vez en cuando! Asquiz no estrellaras tu mdulo en cada carrera y no me costaras tanto dinero!

    Estaban en el taller de Watto, en el distrito de los comerciantes de Mos Espa; erauna cabaa de barro y arena delante de la que haba un recinto lleno de componentesde cohete y piezas de motor recuperadas de viejas naves inservibles. El interior estabaoscuro y fresco gracias a los gruesos muros que lo protegan del calor del planeta,pero incluso all el polvo flotaba en el aire, formando hilachas neblinosas en las quese reflejaba la luz, que proyectaban las lmparas. La carrera haba terminado hacarato, y los soles del planeta haban comenzado a descender hacia el horizonte con lalenta aproximacin del ocaso. Los androides mecnicos se haban ocupado de

    transportar el mdulo accidentado y sus motores desde las llanuras hasta la parte deatrs del taller. Anakin tambin haba sido llevado hasta all, aunque con un pocomenos de entusiasmo.

    Rassa dwee cuppa, peedunkel!aull Watto, disponindose a bombardear aAnakin con otro chorro de hutts.

    El cuerpecillo regordete se desplazaba unos cuantos centmetros hacia delante concada epteto, lo que oblig a Anakin a retroceder pese a su firme decisin depermanecer inmvil. Los huesudos brazos y piernas de Watto se bamboleaban con

    cada movimiento de su cabeza y su cuerpo, confirindole una apariencia muy cmica.El toydariano estaba furioso, pero Anakin ya le haba visto furioso antes y elespectculo no tena nada de nuevo para l. No se encogi ni inclin la cabeza en

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    seal de sumisin, sino que se qued quieto y aguant la reprimenda sin pestaar. Eraun esclavo y Watto era su amo. Las reprimendas formaban parte de su vida. Adems,Watto no tardara en calmarse despus de haber desahogado su furia de una formaque satisfaca su necesidad de echarle la culpa de lo ocurrido a alguien que no fueral, y entonces todo volvera a la normalidad.

    Watto seal al chico con los tres dedos de su mano derecha.No debera permitir que volvieras a conducir para m! Eso es lo que debera

    hacer! Debera buscarme otro conductor!Creo que es una idea magnfica dijo Shmi.La madre de Anakin haba permanecido callada en un rincn durante toda la

    diatriba de Watto, pero se apresur a sacar provecho de una sugerencia que ellamisma habra hecho, en el caso de que le hubiera pedido su opinin.

    Watto se volvi hacia ella, girando bruscamente en el aire con un zumbido de

    alas, y se le plant delante con un veloz revoloteo. Pero la mirada impasible ytranquila de la mujer le detuvo, dejndolo paralizado en el aire, entre la madre y elhijo.

    Y en cualquier caso es demasiado peligroso prosigui Shmi en su tono msuicioso. No es ms que un chico.

    Watto enseguida se puso a la defensiva.Es mi chico, mi propiedad, y har todo lo que yo quiera que haga!Exactamente. Los oscuros ojos de Shmi contemplaron a Watto con tranquila

    determinacin desde su rostro cansado y surcado de arrugas. Y por eso no volvera correr si t no quieres que lo haga. No es eso lo que acabas de decir?

    Su rplica pareci dejar bastante confuso a Watto. La boca y la nariz en forma detrompa del dueo del taller temblaron como si Watto olisquease el aire en busca deraces, pero ni una palabra sali de ellas. Anakin le dio las gracias a su madre con unarpida mirada. Los oscuros y lacios cabellos de Shmi estaban comenzando aencanecer, y los antes grciles movimientos de sta se haban vuelto un poco mslentos, pero su hijo la consideraba tan hermosa y valiente como siempre. Anakin creaque Shmi era perfecta.

    Watto avanz unos cuantos centmetros ms hacia ella y volvi a detenerse. Shmise mantena erguida de la misma manera en que lo haca Anakin, negndose a dejarsehumillar por su condicin. Watto la contempl con amargura durante unos segundos,y despus gir sobre s mismo y fue hacia el muchacho.

    Arreglars todo lo que has destrozado, chico! orden speramente, agitandoun dedo ante Anakin. Reparars los motores y el mdulo, y los dejars comonuevos! Mejor que nuevos, de hecho! Y comenzars ahora mismo! Ahora mismo,entendido? Sal de aqu y ponte a trabajar!

    Volvi a encararse con Shmi.

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    Todava hay luz de sobras para que un chico pueda trabajar! El tiempo esdinero! Agit la mano en el aire, sealando primero a la madre y luego a su hijo.A trabajar, a trabajar!

    Shmi mir a Anakin y le sonri afectuosamente.Ve, Anakin dijo con dulzura. La cena te estar esperando.

    Gir sobre sus talones y se encamin hacia la puerta. Watto la sigui despus dehaber fulminado a Anakin con una ltima mirada asesina. Anakin, con los ojos fijosen el vaco, se qued unos instantes ms en la habitacin en sombras. Estabapensando que no debera haber perdido la carrera. La prxima vez y conociendo aWatto, habra una prxima vez no la perdera.

    Con un suspiro de frustracin, se volvi y sali al patio. Anakin, de constitucinms bien robusta y no muy alto para sus nueve aos, tena los cabellos rubios, losojos azules, una nariz respingona y una mirada despierta y vivaz. Era rpido y fuerte

    para su edad, y posea un sinfn de habilidades que siempre estaban sorprendiendo alos dems. Ya se haba convertido en un excelente conductor de mdulos, algo queningn humano de su edad haba conseguido hasta entonces. Sus increbles dotes parala mecnica le permitan montar prcticamente cualquier aparato. Era muy til aWatto en ambas reas, y Watto no era la clase de amo que desperdicia los talentos desus esclavos.

    Pero lo que slo su madre saba acerca de l era la forma en que Anakin presentalas cosas. El chico sola presentir lo que ocurrira antes de que nadie supiera que iba a

    suceder. Era como una repentina agitacin en el aire, un susurro de aviso o unasugerencia que slo l poda percibir. Eso le haba sido de gran utilidad en lascarreras de mdulos, pero tambin resultaba til en otros momentos. Anakin posea lacapacidad de percibir cmo eran las cosas, o como deban ser. Slo tena nueve aos,y ya poda ver el mundo de forma que la mayora de adultos jams llegaran adominar.

    Aunque de momento eso no le estaba sirviendo de mucho, claro est.Anakin pate la arena del patio mientras iba hacia los motores y el mdulo que

    los androides haban dejado all haca un rato. Su mente ya estaba calculando lasreparaciones que debera efectuar antes de que volvieran a encontrarse en condicionesde operar. El motor derecho se hallaba casi intacto, siempre que le pasaran por altolos araazos y desgarrones en la piel metlica. Pero el izquierdo estaba prcticamenteinservible, y el mdulo lleno de abolladuras, por no hablar del panel de control, quehaba quedado casi totalmente destruido.

    Reparaciones murmur. Unas cuantas reparaciones!Los androides mecnicos obedecieron su seal y comenzaron a separar las partes

    daadas del vehculo de carreras. Unos minutos despus de haber empezado aclasificar la chatarra Anakin ya se haba dado cuenta de que necesitara varias piezas

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    de las que Watto no dispona, varistatos trmicos y difusores de impulsin entre ellas.Tendra que obtenerlas de alguno de los otros talleres antes de poder hincar la fase dereconstruccin, y eso no le iba a gustar nada a Watto. Su dueo odiaba tener que pedirpiezas a otros talleres, y a menos que procediera de otro mundo, siempre insista enque ya tena absolutamente todo lo que haba que tener. El que estuviera satisfaciendo

    sus necesidades mediante el trueque no pareca calmar la furia que le produca elverse obligado a tratar con los otros comerciantes. Watto hubiese preferido ganar loque necesitaba en una carrera de mdulos, o sencillamente robarlo.

    Anakin alz la mirada hacia el cielo, donde los ltimos vestigios de la claridaddiurna comenzaban a desvanecerse. Las primeras estrellas ya eran visibles, ysemejaban minsculos alfilerazos esparcidos sobre la negrura que se iba adueandodel cielo nocturno. Mundos que nunca haba visto y con los que slo poda soar leesperaban ah fuera, y algn da los visitara. Anakin no iba a pasar toda su vida en

    Tatooine.Pssst! Anakin!Una voz le estaba hablando en un cauteloso susurro desde las oscuras sombras del

    fondo del patio, y un par de pequeas siluetas se deslizaron por el estrecho hueco dela esquina de la valla en el que se haban soltado los alambres. Eran Kitster, su mejoramigo, que entraba por el hueco con Wald, otro amigo, pegado a l. Kitster, bajito yde piel muy oscura, llevaba los cabellos castaos muy cortos formando un cuencoalrededor de su cabeza, y vesta prendas holgadas y de colores neutros diseadas para

    conservar la humedad y rechazar el calor y la arena. Wald, que apenas parecaatreverse a entrar en el patio, haba nacido en el planeta Rodia y todava no llevabamucho tiempo en Tatooine. Varios aos ms joven que sus amigos, ya era losuficientemente atrevido para que stos permitieran que los acompaase en casi todassus correras.

    Eh, Annie, qu ests haciendo? pregunt Kitster, mirando recelosamentealrededor para ver si Watto andaba por all.

    Anakin se encogi de hombros.Watto dice que he de arreglar el mdulo. Tengo que dejarlo como nuevo.S, pero no hoy le aconsej Kitster solemnemente. Hoy ya casi se ha

    acabado. Venga. Ya tendrs tiempo de repararlo maana. Vamos a tomar un bliel derub.

    Era su bebida favorita. Anakin sinti que se le haca la boca agua.No puedo. Debo quedarme aqu y trabajar en esto hasta que...Dej la frase sin concluir. Hasta que oscurezca, iba a decir, pero ya casi haba

    oscurecido, de modo que...Con qu los pagaremos? pregunt, no muy convencido.l tiene cinco druggats que, segn dice, ha encontrado no s dnde repuso,

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    clavando los ojos en Wald.Los tengo aqu mismo. Wald inclin la extraa cabeza escamosa en un gesto

    de asentimiento, y sus ojos saltones parpadearon rpidamente. No me creis? pregunt en hutts, tirndose de una oreja verde.

    S, s, te creemos. Kitster le gui un ojo a Anakin. Venga, largumonos

    de aqu antes de que vuelva el viejo alas ruidosas.Salieron por el hueco en la valla y se metieron por el camino de atrs, torcieron a

    la izquierda y cruzaron a toda prisa la plaza atestada en direccin a las tiendas decomida que haba justo enfrente de ella. Las calles an estaban llenas, pero todo elmundo volva a su casa o iba a las madrigueras de placer de los hutts. Los chicos seescurrieron por entre grupos de gente y carretas, adelantaron deslizadoressuspendidos a unos centmetros del suelo, bajaron por callejuelas de las que ya seestaban recogiendo los toldos, y dejaron atrs montones de artculos que esperaban

    ser guardados bajo llave en los comercios.Unos instantes despus ya estaban en la tienda que venda los bliels de rub y se

    haban abierto paso hasta el mostrador.Wald hizo honor a su palabra extrayendo de un bolsillo los druggats que tuvo que

    entregar a cambio de los tres refrescos. Tras dar uno a Anakin y otro a Kitster, loschicos se los llevaron fuera, sorbiendo el pegajoso brebaje a travs de pajitas yavanzaron sin prisas por la calle, charlando entre ellos sobre corredores, vehculos desuperficie y naves espaciales, cruceros de combate, cazas estelares y los pilotos que

    los capitaneaban. Se prometieron que algn da todos llegaran a ser pilotos, unuramento que sellaron con saliva mientras hacan chocar las palmas de las manos.

    Acababan de enzarzarse en una apasionada discusin sobre los mritos de losdistintos tipos de cazas espaciales, cuando una voz dijo muy cerca de ellos:

    Si me dejaran elegir, yo siempre me quedara con el Z-95 Cazador de Cabezas(Headhunter).

    Los tres chicos se volvieron al mismo tiempo. Un viejo piloto apoyado contra unremolcador de deslizadores los estaba observando. Los chicos enseguida supieron queera un piloto por su ropa, sus armas y la pequea y bastante arrugada insignia delcuerpo de cazas cosida a su chaqueta. Era una insignia de la Repblica, y en Tatooineno se vean muchas.

    Hoy te vi correr le dijo el viejo piloto a Anakin. Era alto, flaco y fibroso, elrostro curtido por la intemperie y bronceado por el sol y los ojos de una extraavariedad del gris. Llevaba el pelo tan corto que pareca erizrsele sobre el cuerocabelludo, y su sonrisa era afable e irnica al mismo tiempo. Cmo te llamas?

    Anakin Skywalker respondi Anakin tras titubear por un instante y stosson mis amigos Kitster y Wald.

    El viejo piloto dirigi una silenciosa inclinacin de la cabeza a los otros dos

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    chicos sin apartar los ojos de Anakin.Skywalker, eh? Sabes hacer honor a tu nombre, Anakin, porque ya he

    observado que cuando vuelas andas por el cielo como si te perteneciera. Prometes. Se incorpor, desplazando su peso con la agilidad fruto de una larga prctica mientrassu mirada iba de un chico a otro. As que queris pilotar las grandes naves, eh?

    Los tres muchachos asintieron a la vez. El viejo piloto sonri.No hay nada comparable. Nada. Cuando era ms joven pilot todos los pesos

    pesados, todo lo que poda volar, tanto dentro del cuerpo como fuera. Reconocis lainsignia, chicos?

    Los tres volvieron a asentir, llenos de inters y fascinados por el prodigio quesupona conocer a un verdadero piloto; aquel hombre no era un mero corredor demdulos, sino que haba pilotado cazas, cruceros y cargueros comerciales.

    Ya hace mucho tiempo de eso prosigui el piloto con voz repentinamente

    distante y ensimismada. Dej el cuerpo hace seis aos. Demasiado viejo. El tiempopasa de largo y te deja atrs, y entonces tienes que encontrar otra cosa a la quededicar lo que te queda de vida. Apret los labios. Qu tal estn esos bliels derub? Todava son tan buenos? Hace aos que no tomo uno. Quiz ahora sea un buenmomento. Os apetece tomar una ronda conmigo, chicos? Queris beber un bliel derub con un viejo piloto de la Repblica?

    No tuvo que preguntarlo dos veces. El piloto los llev hasta la tienda de la queacababan de salir y pag un segundo bliel para cada chico y uno para l. Despus

    buscaron un lugar tranquilo en la plaza y fueron sorbiendo la bebida mientrascontemplaban el cielo. Los ltimos resplandores de los soles ya se haban disipado yel firmamento ennegrecido estaba lleno de estrellas, como si alguien hubieraesparcido una pincelada de motitas plateadas sobre la negrura.

    Me he pasado toda la vida volando explic solemnemente el viejo piloto, conla mirada fija en el cielo. Acept todas las misiones que me caan en las manos, ysabis una cosa?, no he conseguido visitar ni una centsima parte de todos los sitiosque hay ah fuera. Una centsima parte, he dicho? Qu va, ni una millonsimaparte! Pero intentarlo fue muy divertido. Oh, s, divertidsimo. Volvi a posar susojos en los chicos. Llev un crucero lleno de soldados de la Repblica a Makem Tedurante su rebelin. Pas mucho miedo, creedme. Y en una ocasin tambin pilot lanave de unos Caballeros Jedi.

    Jedi! exclam Kitster. Jo!De veras? Realmente pilotaste una nave de los Jedi? quiso saber Anakin,

    con los ojos como platos.El piloto ri ante su asombro.Os lo juro por mis muertos, y si estoy mintiendo podis llamarme alimento de

    banthas. Hace mucho tiempo de eso, pero llev a cuatros Caballeros Jedi a un sitio

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    del que se supone que no debo hablar ni siquiera ahora. Ya os dije que he estado entodos los sitios que un hombre puede visitar en el curso de una vida. He estado entodas partes.

    Yo quiero pilotar naves e ir a esos mundos algn da murmur Anakin.Wald solt un bufido, dubitativo.

    Eres un esclavo, Annie. No puedes ir a ningn sitio.El viejo piloto baj los ojos hacia Anakin, y el muchacho descubri que no poda

    sostenerle la mirada.Bueno, en esta vida sueles nacer siendo una cosa y mueres siendo otra dijo el

    piloto con voz queda. No tienes por qu resignarte a aceptar que lo que recibescuando entras en ella vaya a ser todo lo que tengas cuando la abandones. De prontose ech a rer. Eso me recuerda algo. Una vez, y ya hace mucho tiempo de eso,pilot una nave por la ruta de Kessel. Todos me decan que no podra hacerlo y que

    no me molestara en intentarlo, que lo olvidara y que me dedicara a otra cosa, pero yoquera pasar por esa experiencia, as que segu adelante y encontr una forma dedemostrarles que estaban equivocados. Baj la mirada hacia Anakin. Y t tal veztendrs que hacer exactamente lo mismo en el futuro, joven Skywalker. Ya he vistocmo manejas un mdulo de carreras. Tienes todo lo que hace falta, chico. Eresmejor que yo cuando tena el doble de tu edad. Asinti solemnemente. Mir almuchacho, y Anakin le devolvi la mirada. El viejo piloto sonri y asinti lentamente. S, Anakin Skywalker: me parece que algn da quiz lo hagas.

    ***

    Anakin lleg a casa pasada la hora de cenar y recibi su segunda reprimenda delda. Podra haber tratado de excusarse inventndose que Watto le haba obligado aseguir trabajando hasta despus de que anocheciera, pero Anakin Skywalker nunca lehaba mentido a su madre por ningn motivo. Le dijo la verdad, y le cont que sehaba escapado con Kitster y Wald, que haban estado bebiendo bliels de rub y que

    compartieron historias con el viejo piloto. Shmi no pareci muy impresionada.Aunque comprenda cmo eran los chicos y saba que Anakin era perfectamentecapaz de cuidar de s mismo, no le gustaba que su hijo fuera por ah con personas alas que no conoca.

    Si crees que debes negarte a hacer el trabajo que te ha encargado Watto,entonces ven a verme y hablaremos de todo lo que hay por hacer aqu en casa leri severamente.

    Anakin no discuti con ella, porque a esas alturas ya era lo suficientemente

    inteligente para saber que en aquellas situaciones hacerlo rara vez serva de algo.Guard silencio y cen con la cabeza gacha, asintiendo cuando haba que asentirmientras pensaba que su madre le quera y estaba preocupada por l, y que eso

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    ustificaba toda su ira y su frustracin.Despus se sentaron en unos taburetes delante de su casa para disfrutar del fresco

    aire nocturno y contemplar las estrellas. A Anakin le encantaba pasar un rato sentadodelante de casa por la noche antes de acostarse. Fuera no se senta tan atrapado comoen el interior de la casa, y all poda respirar. Su casa era pequea y vieja y se

    encontraba rodeada por docenas de casas igual de pequeas y de viejas, y sus gruesasparedes estaban hechas con una mezcla de barro y arena. La vivienda era el tpicoalojamiento que se les proporcionaba a los esclavos en aquella parte de Mos Espa,una especie de cabaa con una habitacin central y uno o dos catres para dormir. Perosu madre la mantena muy limpia y Anakin dispona de su propio cuarto, que era unpoco ms grande de lo habitual en aquellas casas y donde guardaba sus cosas. Ungran banco de trabajo y las herramientas ocupaban la mayor parte del espaciodisponible. Anakin estaba construyendo un androide de protocolo para que ayudara a

    su madre. Iba aadiendo los componentes necesarios uno a uno, recuperndolos dedonde poda y restaurando el resto. El androide ya poda moverse, hablar y hacerunas cuantas cosas. Anakin no tardara en terminarlo.

    Ests cansado, Annie? le pregunt su madre despus de un largo silencio.Anakin neg con la cabeza.No mucho dijo.Sigues pensando en la carrera?S.

    Y estaba pensando en ella, pero sobre todo pensaba en el viejo piloto, y en sushistorias de cmo haba pilotado grandes naves que iban a mundos lejanos, de cmohaba combatido por la Repblica y haba conocido a unos Caballeros Jedi.

    No quiero que vuelvas a tomar parte en las carreras, Annie dijo su madre.No quiero que le pidas a Watto que te deje participar en ellas. Promteme que no se lopedirs.

    Anakin asinti de mala gana.Lo prometo respondi, y despus reflexion durante unos momentos. Pero

    y si Watto me dice que he de tomar parte en ellas, mam? Qu se supone que debohacer entonces? He de obedecerlo en todo, de modo que si me dice que corra, nopodr negarme.

    Shmi le puso la mano en el brazo y le dio unas palmaditas.Me parece que despus de lo que ha ocurrido hoy quiz no vuelva a pedirte que

    corras. Encontrar a algn otro.Anakin no lo dijo, pero saba que su madre estaba equivocada. No haba nadie

    que fuese mejor que l. Ni siquiera Sebulba, si no poda hacer trampas. Y adems,Watto nunca pagara a otro para que condujera su mdulo cuando poda obligar aAnakin a pilotarlo sin cobrar. Watto seguira furioso durante uno o dos das, y

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    despus comenzara a pensar de nuevo en ganar. Antes de que terminara el mes, suesclavo volvera a participar en las carreras de mdulos.

    Anakin alz los ojos hacia el cielo la mano de su madre segua suavementeposada sobre su brazo, y pens en qu se sentira al estar all arriba, pilotandocazas y cruceros de combate, yendo a mundos lejanos y lugares extraos. Wald poda

    decir lo que quisiera, pero Anakin no sera un esclavo toda su vida. Algn da dejarade ser un nio. Encontrara el modo de salir de Tatooine. Los sueos danzaronlocamente en su cabeza en un caleidoscopio de imgenes resplandecientes mientrascontemplaba las estrellas. Se imagin cmo sera estar all arriba. Poda verlo contoda claridad en su mente, y eso le hizo sonrer.

    Algn da har todo lo que t has hecho, pens, viendo el rostro del viejo pilotosuspendido en la oscuridad delante de l, la sonrisa burlona y los extraos ojos grises.Todo.

    Respir hondo y contuvo el aliento.Incluso volar con los Caballeros Jedi, se dijo.Despus exhal lentamente, y la promesa qued sellada.

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    El pequeo crucero espacial de la Repblica, cuyo color rojo era el smbolo de laneutralidad propia de una embajada, henda la negrura estrellada como un cuchillo

    mientras avanzaba hacia el planeta verde esmeralda de Naboo y la nube de naves dela flota de la Federacin Comercial que lo rodeaba. Las naves eran enormesfortalezas de formas tubular, voluminosas estructuras con un extremo abierto queenvolvan la esfera del puente, el centro de comunicaciones y el hiperimpulsor.Sistemas de armamento brotaban de cada hangar y escotilla, y los cazas de laFederacin Comercial describan crculos alrededor de las enormes bestias,revoloteando en torno a ellas como enjambres de mosquitos. El crucero de laRepblica, de forma ms tradicional con sus tres motores, cuerpo achatado y cabina

    cuadrada, qued reducido a la insignificancia apenas entr en la zona de sombraproyectada por los navos de combate de la Federacin Comercial, pero siguiavanzando impertrrito hacia ellos.

    La capitana del crucero y su copiloto ocupaban asientos contiguos en la consoladelantera, y sus manos se movan rpidamente sobre los controles mientras ibanaproximndose a la nave sobre cuyo puente reluca la insignia del virrey de laFederacin Comercial. La nerviosa energa que impregnaba sus movimientos saltabaa la vista. De vez en cuando intercambiaban una mirada llena de nerviosismo, y

    despus volvan la cabeza para contemplar a la figura que permaneca inmvil entrelas sombras, detrs de sus asientos.

    Desde la pantalla visora que tenan delante, su imagen transmitida por la antenadel puente del navo de combate hacia el que se dirigan, los ojos entre anaranjados yrojizos del virrey de la Federacin Comercial, Nute Gunray, les diriga miradasexpectantes. El neimoidiano luca su expresin hosca de costumbre; las comisuras delos labios inclinadas hacia abajo y la frente huesuda subrayaban su descontento. Supiel verde griscea reflejaba la claridad de las luces ambientales de la nave, que

    pareca todava ms plida y fra debido al contraste con los tonos oscurospredominantes en la tnica, el cuello y el tocado de tres picos que llevaba.

    Capitana.La capitana del crucero se volvi en su asiento para contemplar a la figura oculta

    en las sombras, detrs de ella.S, seor?Dgales que deseamos subir a bordo de inmediato.La voz era tranquila y melodiosa, pero la firme determinacin que contena no

    poda estar ms clara.S, seor repuso la capitana, lanzando una disimulada mirada de soslayo a su

    copiloto, que se la devolvi. La capitana se encar con la imagen de Nute Gunray que

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    le estaba mostrando la pantalla. Con el debido respeto, virrey, los embajadores delcanciller supremo han solicitado que se les permita subir a bordo de inmediato.

    En neimoidiano se apresur a asentir.S, s, capitana, por supuesto. Nos encantar recibir a los embajadores en el

    momento que ellos consideren ms oportuno. Ser un placer, capitana.

    La pantalla se oscureci. La capitana titube y despus volvi la cabeza hacia lasilenciosa presencia que aguardaba a su espalda.

    Seor?Proceda, capitana dijo Qui-Gon Jinn.El maestro Jedi contempl en silencio cmo el navo de combate de la Federacin

    Comercial se iba elevando ante ellos hasta llenar todo el visor con su masa reluciente.Qui-Gon era un hombre alto y robusto de rasgos prominentes y leoninos. Su barba ysu bigote estaban pulcramente recortados, y llevaba los cabellos largos y recogidos en

    la nuca. Vesta chaqueta, pantalones y tnica con capucha holgada y cmoda comoera habitual entre los Jedi; una banda la cea a su cintura, de donde colgaba suespada de luz, oculta pero siempre al alcance de la mano.

    Los penetrantes ojos azules de Qui-Gon permanecieron fijos en el navo decombate como si quisieran ver qu les aguardaba dentro de l. Los impuestos sobrelas rutas comerciales entre los sistemas estelares decretados por la Repblica nohaban dejado de ser discutidos desde que fueron promulgados, pero hasta elmomento lo nico que haba hecho la Federacin Comercial fue quejarse. El bloqueo

    de Naboo era el primer acto de abierto desafo, y aunque el disponer de una flota deguerra y un ejrcito de androides propios converta a la Federacin en toda unapotencia, la accin que haba emprendido en Naboo no resultaba muy tpica de ella.Los neimoidianos era comerciantes, no guerreros. Carecan del valor necesario paradesafiar a la Repblica, pero de alguna manera haban logrado encontrar ese valor.Qui-Gon no atinaba a explicarse cmo lo haban conseguido, y eso le preocupaba.

    Qui-Gon desplaz su peso de un pie al otro mientras el crucero se introducalentamente por la abertura de la rueda exterior del navo insignia de la FederacinComercial para poner rumbo hacia el hangar. Haces tractores envolvieron al crucero ylo guiaron hacia el interior, donde abrazaderas magnticas aseguraron la nave. Elbloqueo llevaba casi un mes en vigor. El Senado de la Repblica segua discutiendolas acciones a seguir, e intentaba encontrar una manera amistosa de solucionar ladisputa; pero todava no se haba hecho ningn progreso, y el canciller supremoacab informando en secreto al Consejo Jedi de que haba pedido a dos Jedi queestablecieran contacto con los neimoidianos, los iniciadores ostensibles del bloqueo,en un esfuerzo por resolver el problema de la manera ms directa posible. La medidaera bastante osada, desde luego. En teora, los Caballeros Jedi servan al cancillersupremo y, siguiendo sus instrucciones slo intervenan cuando haba vidas en

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    peligro. Sin embargo, cualquier interferencia en la poltica interna del Senado,especialmente cuando haba un conflicto armado entre planetas de por medio, debacontar con la aprobacin de ste. El canciller supremo estaba peligrosamente cerca derebasar los lmites de su autoridad. En el mejor de los casos, se trataba de una accinencubierta que acabara suscitando encendidos debates en el Senado cuando fuera

    hecha pblica.El maestro Jedi suspir. Aunque ese asunto no fuera de su incumbencia, tampoco

    poda ignorar las implicaciones que traera consigo el que fracasara. Los CaballerosJedi mantenan la paz: sa era la naturaleza de su orden y el dictado de su credo.Llevaban millares de aos sirviendo a la Repblica y siendo una fuente constante deestabilidad y orden en un universo cambiante. Fundados como un grupo de estudiosteolgicos y filosficos en una fecha tan remota que sus orgenes haban acabadovolvindose mticos, los Jedi tardaron mucho tiempo en comenzar a ser conscientes

    de la presencia de la Fuerza. Tras dedicar largos aos a su estudio, la contemplacinde su significado y el dominio de su poder, la orden evolucion lentamente,abandonando su creencia en una vida de meditacin aislada y la prctica de esa formade vida a favor de un compromiso con la responsabilidad social ms abierto alexterior. Comprender la Fuerza en la medida suficiente para utilizar su poder requeraalgo ms que el estudio en soledad. Requera servir a la comunidad y la aplicacin deun sistema de leyes que garantizara una justicia igual para todos. Aquella batalla anno haba sido ganada, y probablemente nunca lo sera, pero nadie podra acusar a los

    Caballeros Jedi de no haber intentado vencer por todos los medios a su alcance.En tiempos de Qui-Gon Jinn, diez mil Caballeros Jedi al servicio de la Repblica

    seguan librando esa batalla cada da de sus vidas en cien mil mundos distintosesparcidos a travs de una galaxia tan vasta que apenas poda abarcarse.

    Qui-Gon se volvi cuando su compaero en la misin actual entr en el puente yse detuvo junto a l.

    Vamos a subir a bordo? pregunt Obi-Wan Kenobi.Qui-Gon Jinn asinti.El virrey nos recibir.Volvi los ojos hacia su protegido por un instante, evalundolo con la mirada.

    Obi-Wan, de veintipocos aos, tena treinta menos que l y todava estabaaprendiendo. An no era un Jedi de pleno derecho, pero ya le faltaba muy poco paraserlo. Aunque un poco ms bajo que Qui-Gon, Obi-Wan era robusto y muy rpido dereflejos. Su rostro de muchacho sugera una inmadurez de la que en realidad ya sehaba librado haca mucho tiempo. Vesta el mismo tipo de prendas que Qui-Gon,pero se cortaba el cabello al estilo de los estudiosos padawanos, muy corto salvo porla coleta minuciosamente trenzada que colgaba sobre su hombro derecho. Cuandovolvi a hablar, Qui-Gon estaba observando el interior del navo de combate de la

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    Federacin Comercial por la pantalla visora.Por qu Naboo, mi joven discpulo? Por qu bloquear este planeta en

    particular, cuando hay tantos entre los que escoger, la mayora ms grandes y con msprobabilidades de notar los efectos de semejante accin?

    Obi-Wan no dijo nada. Naboo, un planeta situado en los confines de la galaxia y

    que no tena nada que lo hiciera especialmente importante, realmente era una eleccinmuy extraa para aquella clase de accin. Amidala, su gobernante, era una incgnita.Acababa de acceder al trono y slo llevaba unos meses reinando cuando comenz elbloqueo. Era joven, pero se rumoreaba que tena un talento prodigioso y que habasido extremadamente bien instruida. Se deca que era capaz de plantar cara acualquier adversario dentro de la arena poltica, que poda ser circunspecta u osadasegn las circunstancias, y que era mucho ms sabia de lo que poda esperarse enalguien de su edad.

    Los Jedi tuvieron ocasin de examinar un holograma de Amidala antes deabandonar Coruscant. La reina sola recurrir a las pinturas faciales y los trajescomplicados, envolvindose en maquillaje y atuendos que disimulaban su verdaderaapariencia al tiempo que le conferan un aura de esplendor y belleza. Era una especiede camalen que trataba de ocultarse a los ojos del mundo y cuyas relaciones con losdems se reducan casi exclusivamente a una comitiva de doncellas que nunca seseparaban de ella.

    Qui-Gon dedic unos momentos ms a reflexionar sobre el asunto, y despus se

    volvi hacia Obi-Wan.Bien, vamos all.Descendieron a travs de las entraas de la nave hasta llegar a la escotilla

    principal, esperaron a que las luces pasaran al verde y desactivaron la barra debloqueo para permitir el descenso de la rampa. Subindose las capuchas para ocultarsus caras, los dos Jedi emergieron a la luz.

    Un androide de protocolo llamado TC-14 estaba esperndolos para llevarlos allugar en que se celebrara la reunin. El androide los condujo por una serie depasillos hasta una sala de conferencias vaca y les invit a entrar en ella.

    Espero que sus honorables seoras estn cmodos aqu. Su vocecitaestridente reverberaba dentro del caparazn metlico. Mi amo enseguida se reunircon ustedes.

    El androide gir sobre sus talones y sali de la sala, cerrando la puerta sin hacerruido detrs de l. Qui-Gon lo vio marchar, lanz una rpida mirada a las exticascriaturas parecidas a pjaros enjauladas junto a la puerta, y despus fue a reunirse conObi-Wan delante de un ventanal que, ms all del laberinto de navos de combate dela Federacin, permita contemplar la resplandeciente esfera verde de Naboosuspendida sobre las tinieblas del cielo.

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    Tengo un mal presentimiento dijo Obi-Wan despus de haber contemplado elplaneta durante unos momentos.

    Qui-Gon mene la cabeza.No percibo nada.Obi-Wan asinti.

    No es nada relacionado con este lugar o con la misin, maestro. Es algo que...est en otro sitio. Algo escurridizo...

    El Maestro Jedi puso la mano sobre el hombro del joven.No te concentres en tu ansiedad, Obi-Wan. Dirige tu concentracin hacia el

    aqu y el ahora, que es donde debe estar.El Maestro Yoda dice que debo prestar atencin al futuro...Pero no a expensas del presente. Qui-Gon esper hasta que su joven

    discpulo volvi la mirada hacia l. S consciente de la Fuerza viva, mi joven

    padawano.Obi-Wan esboz una sonrisa.S, maestro. Mir nuevamente ms all del ventanal con expresin distante y

    absorta. Cmo crees que reaccionar el virrey en cuanto le hayamos comunicadolas exigencias del canciller supremo?

    Qui-Gon se encogi de hombros despreocupadamente.Los neimoidianos son unos cobardes. No ser difcil persuadirlos. Las

    negociaciones no durarn mucho.

    En el puente del navo de combate de la Federacin Comercial, el virreyneimoidiano Nute Gunray y su lugarteniente, Daultay Dofine, contemplaban con ojosllenos de horror al androide de protocolo que haban enviado a recibir a losembajadores del canciller supremo.

    Qu has dicho? sise furiosamente Gunray.TC-14 sostuvo sin inmutarse la mirada que le estaba lanzando el neimoidiano.

    Los embajadores son Caballeros Jedi. Uno de ellos es un Maestro Jedi. Estoytotalmente seguro de ello.

    Dofine, que tena el rostro muy chato y se pona nervioso por cualquier cosa,pareca consternado.

    Lo saba! exclam, volvindose hacia el virrey. Los han enviado paraobligarnos a aceptar un acuerdo! La partida ha terminado! Que me cieguen, estamosperdidos!

    No pierdas la calma! dijo Gunray, intentando tranquilizarlo. Apostara a

    que el canciller supremo no ha informado al Senado de sus movimientos en lo queconcierne a este asunto. Ve y entretn a los embajadores mientras contacto a LordSidious.

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    El otro neimoidiano lo mir boquiabierto.Se te ha podrido el cerebro? No pienso encerrarme en una sala de

    conferencias con dos Caballeros Jedi! Enva al androide!Le hizo una rpida sea a TC-14, que se inclin, emiti un tenue graznido a modo

    de respuesta y se fue.

    Cuando el androide de protocolo se hubo marchado, Dofine hizo venir a RuneHaako, el tercer miembro de la delegacin, llev a sus dos compatriotas a una zonareservada del puente en la que no podran ser vistos ni odos por nadie ms, y activun comunicador hologrfico.

    El holograma tard unos momentos en aparecer. Cuando lo hizo, una silueta dehombros encorvados vestida de negro y envuelta en una capa cuya capucha ocultabatodo su rostro cobr forma dentro de l.

    Qu sucede? pregunt una voz con impaciencia.

    Nute Gunray descubri que tena la garganta tan reseca que por un instante fueincapaz de hablar.

    Los embajadores de la Repblica son Caballeros Jedi.Jedi? Darth Sidious pronunci la palabra en un tono casi reverencial, y

    pareci aceptar la noticia con inmensa calma. Ests seguro?Nute Gunray descubri que el escaso valor que haba logrado reunir para

    enfrenarse a aquel momento se desvaneca rpidamente, y contempl la negra formade Seor del Sith con fascinado terror.

    Han sido identificados, mi seor.Como si fuera incapaz de soportar el silencio que sigui a aquellas palabras,

    Daultay Dofine se apresur a irrumpir en l con los ojos desorbitados por ladesesperacin.

    Vuestro plan ha fracasado, lord Sidious! El bloqueo ha terminado! Nopodemos enfrentarnos a los Caballeros Jedi!

    La oscura silueta del holograma se volvi unos centmetros hacia l.Me ests diciendo que preferiras enfrentarte a m, Dofine? Eso s que es

    gracioso. La capucha se inclin hacia Gunray. Virrey!Nute dio un rpido paso adelante.S, mi seor?La voz de Darth Sidious cambi de repente para hacerse lenta y silbante.No quiero volver a ver a este montn de viscosidad contrahecha. Me has

    entendido?Nute advirti que le temblaban las manos y se apresur a estrechrselas para

    controlarse.S, mi seor.Mir hacia Dofine, pero su lugarteniente ya estaba saliendo del puente, con

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    expresin de terror y la tnica ondulando detrs de l igual que un sudario.En cuanto Dofine se hubo marchado, Darth Sidious dijo:Es un contratiempo, desde luego, pero no tiene por qu ser fatal. Debemos

    acelerar nuestros planes, virrey. Comienza a desembarcar tus tropas. De inmediato.Nute lanz una rpida mirada a Rune Haako, que estaba haciendo todo lo posible

    por desaparecer en el ter.Ah. Por supuesto, mi seor, pero... esa accin es legal?Yo har que lo sea, virrey.S, claro. Nute hizo una rpida inspiracin de aire. Y los Jedi?Darth Sidious pareci volverse todava ms oscuro dentro de su tnica, y su rostro

    descendi hacia las sombras.El canciller supremo nunca debera haber involucrado a los Jedi en este asunto.

    Mtalos sin prdida de tiempo.

    S, mi seor repuso Nute Gunray, pero el holograma del Seor del Sith ya sehaba desvanecido. El virrey contempl durante unos momentos el vaco que habadejado tras de s y despus se volvi hacia Haako. Destruye su nave. Enviar unpelotn de androides de combate para que acabe con ellos.

    En la sala de conferencias a la que haban sido conducidos, Qui-Gon y Obi-Wanse miraban mutuamente desde los extremos de una larga mesa.

    Es costumbre de los neimoidianos hacer esperar a sus invitados durante tantotiempo? pregunt el Jedi ms joven.

    Antes de que Qui-Gon pudiera responder, la puerta se abri para dar entrada alandroide de protocolo, que traa una bandeja de refrescos y comida. TC-14 fue hastala mesa de los Jedi, dej la bandeja delante de ellos y le entreg un refresco a cadauno. Despus retrocedi, esperando. Qui-Gon le hizo una sea a su joven compaero,y los dos cogieron los refrescos y los probaron.

    Qui-Gon dirigi una inclinacin de la cabeza al androide y despus mir a Obi-

    Wan.Percibo un nivel de actividad inusualmente elevado para algo tan nimio como

    esta disputa comercial. Tambin percibo miedo.Obi-Wan dej su refresco encima de la mesa.Quiz...Una explosin hizo vibrar la sala, derramando los refrescos y haciendo que la

    bandeja de la comida resbalara hacia el borde de la mesa. Los Jedi se levantaron deun salto, las espadas de luz empuadas y activadas. El androide de protocolo se

    apresur a retroceder, alzando los brazos y murmurando disculpas mientras intentabamirar en todas las direcciones a la vez.

    Qu ha ocurrido? pregunt Obi-Wan.

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    Qui-Gon titube; despus cerr los ojos y se sumi en s mismo. Abri los ojos derepente y dijo:

    Han destruido nuestra nave. Mir rpidamente alrededor, y slo necesit uninstante para detectar un dbil silbido procedente de los respiraderos que haban juntoa la entrada. Gas aadi, previniendo a Obi-Wan.

    En la jaula que colgaba junto a la puerta, las criaturas con aspecto de pjaroscomenzaron a caer como piedras.

    En el puente, Nute Gunray y Rune Haako contemplaban a travs de una pantallavisora cmo un pelotn de androides de combate avanzaba por el pasillo queconduca a la sala de conferencias en la que estaban atrapados los Jedi. Movindoserpidamente sobre sus largas piernas metlicas, los androides siguieron las

    instrucciones del holograma de Nute, que los diriga desde atrs, y fueron hacia lapuerta con los desintegradores preparados para abrir fuego.

    Ya deben de estar muertos, pero aseguraos de todas maneras les ordenNute, y desconect el holograma.

    Los neimoidianos vieron que el primer androide de combate abra la puerta yretroceda. Una nube verdosa de gas txico brot de la sala, y una figura que agitabalos brazos sali de ella.

    Disclpeme, seores, lo siento muchsimo balbuce TC-14 mientras se

    escurra por entre los androides de combate con la bandeja de refrescos derramados ycomida dispersa sostenida en un precario equilibrio ante l.

    Al instante siguiente los Jedi salieron de la sala llena de gas y se lanzaron a lacarga con las espadas de luz activadas. El arma de Qui-Gon hizo que un par deandroides estallaran en una erupcin de chispas y componentes metlicos que seesparcieron por todas partes. La espada de luz de Obi-Wan intercept los hacesdesintegradores disparados contra l, desvindolos hacia los androides ms cercanos.El joven Jedi alz la mano con la palma vuelta hacia delante, y otro androide vol por

    los aires y se estrell contra una pared.Qu novas est pasando ah abajo? logr balbucear Nute Gunray mientras

    se volva hacia su socio.Rune Haako sacudi la cabeza como si no supiera qu responder. Haba miedo en

    sus ojos rojos anaranjados.Nunca habas tenido que enfrentarte a unos Caballeros Jedi, verdad?Bueno, no exactamente, pero no entiendo... Las alarmas seguan sonando, y

    de repente el pnico ms absoluto se adue de Nute Gunray. Sellad el puente!

    grit frenticamente.Rune Haako retrocedi mientras las puertas del puente comenzaban a cerrarse.Eso no ser suficiente se dijo a s mismo con un hilo de voz, pero nadie lo

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    oy.Unos segundos despus los Jedi ya estaban en el pasillo del puente y eliminaban

    al ltimo androide de combate que se interpona en su camino. Como una fuerzaincontenible, los dos hombres luchaban codo con codo contra sus adversarios, yparecan ser capaces de anticiparse a cada forma de ataque antes de que se produjese.

    Las espadas de luz relucan y giraban en deslumbrantes estallidos de color, yandroides y desintegradores quedaban hechos pedazos ante ellas.

    Quiero androides destructores aqu arriba de inmediato! chill Nute Gunrayal ver que uno de los Jedi comenzaba a abrirse paso por la puerta del puente con suespada de luz. Un escalofro recorri su piel, y sinti que se le haca un nudo en lagarganta. Cerrad las puertas blindadas!

    Una tras otra, las puertas blindadas se cerraron y fueron selladas entre sonidossibilantes. La tripulacin, paralizada, contempl por la pantalla visora cmo los Jedi

    proseguan su ataque: las espadas de luz caan una y otra vez sobre las enormespuertas, derritiendo el acerocreto como si fuese mantequilla. Se oyeron unos cuantosmurmullos de incredulidad, y Nute les grit que se callaran. De la puerta blindada,que estaba siendo atacada por los Jedi, volaban chispas, y un punto rojo apareci ensu centro cuando el Jedi ms alto hundi casi hasta la empuadura su espada de Luzen el metal.

    La pantalla se oscureci de repente. En el centro de la puerta, el metal comenz aderretirse y gote sobre el suelo.

    Siguen viniendo murmur Rune Haako, envolvindose en su tnica mientrasretroceda unos centmetros ms.

    El virrey Nute Gunray no dijo nada. Imposible!, estaba pensando. Imposible!

    Qui-Gon golpeaba la puerta blindada con todas sus fuerzas, decidido a abrirsepaso hasta los traicioneros neimoidianos, cuando sus instintos le advirtieron de unnuevo peligro.

    Obi-Wan! le grit a su compaero, quien se volvi inmediatamente hacia l. Androides destructores!

    El joven Jedi sonri y asinti.Por cierto, yo dira que esta misin ha superado la fase de negociaciones.Diez androides destructores entraron en el pasillo y avanzaron hacia el rea en

    que estaban luchando los Jedi. Cuando doblaron una esquina parecan relucientesruedas metlicas, veloces y silenciosas. Despus los androides comenzaron adesplegarse uno a uno, liberando trpodes de patas tan delgadas como las de una

    araa y brazos cortos rematados en caones lser. Sus largas columnas vertebralessegmentadas adoptaron la posicin vertical y los androides fueron irguindose hastaquedar de pie, con las cabezas blindadas estiradas hacia delante. Su aspecto era tan

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    amenazador como mortfero, y haban sido construidos para un nico propsito.Doblando la ltima esquina antes de la entrada del puente con un veloz correteo,

    los androides activaron sus caones lser y llenaron toda la zona con un letal fuegocruzado. Cuando los caones lser volvieron a guardar silencio, los androidesdestructores avanzaron en busca de su presa.

    Pero la antesala estaba vaca, y los Caballeros Jedi haban desaparecido.

    En el puente, Nute Gunray y Rune Haako vieron que la pantalla visora volva acobrar vida con un parpadeo. Los androides destructores adoptaron otra vez su formarodante y se alejaban de la entrada para lanzarse pasillo abajo en persecucin de losJedi.

    Los hemos hecho huir jade Rune Haako, que apenas poda creer en su

    buena fortuna.Nute Gunray, pensando que se haban salvado por los pelos, no dijo nada. Y en

    cualquier caso, toda aquella batalla con un par de Caballeros Jedi era francamenteridcula. La Federacin Comercial estaba en su derecho de resistirse a la insensatadecisin de cobrar un impuesto sobre las rutas comerciales adoptada por el Senado dela Repblica cuando no exista ninguna base legal para hacerlo. El que losneimoidianos hubieran encontrado un aliado dispuesto a apoyarlos, y el que dichoaliado les hubiera aconsejado que impusieran un bloqueo y obligaran a retirar las

    sanciones, no era ninguna razn para llamar a los Jedi.El virrey encorv los hombros y se apresur a alisarse la tnica para ocultar sus

    temblores, pero unos instantes despus una llamada del centro de comunicacioneshizo que se olvidara de su aspecto.

    Una transmisin de la ciudad de Theed en Naboo, seor.La pantalla visora del planeta cobr vida con un parpadeo, y un rostro de mujer

    apareci en ella. Era joven, hermosa y serena. Una marca cosmtica de colorescarlata divida su labio superior, y un tocado dorado enmarcaba su rostro

    empolvado de blanco. La mujer contempl al virrey y a su socio desde la pantallacomo si se encontrara tan por encima de los neimoidianos que cualquier clase decontacto entre ella y los comerciantes fuera prcticamente inconcebible.

    Es la reina Amidala en persona susurr Rune Haako, mantenindose fueradel campo visual de la holocmara.

    El virrey asinti y se acerc un poco ms a la pantalla.Por fin estamos obteniendo resultados murmur.Nute Gunray entr en el campo de transmisin para que la reina pudiera verle.

    Envuelta en sus ropajes ceremoniales, Amidala estaba sentada en su trono, un sillntallado colocado sobre un estrado delante del que se alzaba una pequea mampara desuperficie plana. Las cinco doncellas que rodeaban a la reina llevaban largas capas de

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    color escarlata cuyas capuchas ocultaban sus facciones. Amidala escrut el arrugadorostro del virrey con una mirada tan impasible como directa.

    La Federacin Comercial se alegra de que hayis decidido comparecer antenosotros, alteza, ya que... comenz a decir Nute Gunray.

    No os alegraris tanto cuando oigis lo que tengo que deciros, virrey le

    interrumpi speramente la reina. Vuestro boicot comercial ha terminado.Nute, muy sorprendido, logr recuperar la compostura y dirigi una sonrisita

    burlona a Rune.De veras, alteza? No saba que...He sido informada de que el Senado por fin ha sometido el asunto a votacin

    prosigui Amidala sin prestarle la menor atencin.En ese caso, supongo que ya conoceris el resultado de la votacin dijo

    Nute, quien ya no se senta tan seguro de s mismo como lo haba estado haca unos

    momentos. Me pregunto por qu se han molestado en votar.Amidala se inclin ligeramente hacia delante, y el neimoidiano pudo ver el fuego

    que arda en sus ojos pardos.Basta de mentiras, virrey. S que los embajadores del canciller supremo se

    encuentran a bordo de vuestra nave en estos momentos, y tambin s que os hanordenado que lleguis a un acuerdo. En qu va a consistir dicho acuerdo?

    Nute Gunray sinti abrirse un profundo agujero en su ya muy debilitadaconfianza.

    No s nada sobre ningn embajador. Deben de haberos informado mal.La reina estudi atentamente al virrey disimulando apenas una expresin de

    sorpresa.Cuidado, virrey dijo en voz baja. Esta vez la Federacin ha ido demasiado

    lejos.Nute se apresur a menear la cabeza y se irgui, adoptando una postura defensiva.Alteza, nunca osaremos desafiar la voluntad del Senado. Cmo podis

    creernos capaces de hacer algo semejante?Amidala permaneci inmvil, con los ojos fijos en l, como si Nute estuviera

    hecho de cristal y revelara con toda claridad la verdad que estaba intentandoocultarle.

    Ya veremos murmur.La pantalla visora se oscureci. Nute Gunray respir hondo e intent olvidar lo

    nervioso que haba conseguido ponerle aquella mujer.Tiene razn dijo Rune Haako junto a l. El Senado nunca consentir...Nute alz una mano para interrumpirle.Ya es demasiado tarde. La invasin acaba de comenzar.Rune Haako guard silencio durante unos momentos.

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    Crees que sospecha que estamos a punto de atacar?El virrey le dio la espalda.No lo s, pero no quiero correr ningn riesgo. Debemos actuar rpidamente

    para interferir todas las comunicaciones hasta que hayamos terminado!

    En el hangar principal de la nave, Qui-Gon Jinn y Obi-Wan Kenobi se agazaparonsin hacer ruido en la entrada de un gran conducto de ventilacin situado justo encimade los enormes cascos de seis naves de desembarco de ala doble rodeadas por un grannmero de transportes de la Federacin, grandes vehculos con forma de botarematados por una proa bulbosa. Las puertas que formaban las proas se abrieron,largas rampas surgieron de ellas y miles de esbeltas siluetas plateadas comenzaron aavanzar en perfecta formacin para ser estibadas a bordo.

    Androides de combate anunci Qui-Gon, y en su voz haba tanto sorpresacomo consternacin.

    Es un ejrcito de invasin dijo Obi-Wan.Siguieron observando el hangar durante un rato, contando transportes y androides

    mientras stos iban llenando la media docena de navos de desembarco para hacerseuna idea de las dimensiones del ejrcito.

    La Federacin nunca haba actuado de esta manera anteriormente observQui-Gon. Debemos advertir a Naboo y ponernos en contacto con el canciller

    Valorum.Obi-Wan asinti.Y ser mejor que vayamos a otro sitio para hacerlo.Su mentor le mir.Bueno, siempre podemos pedir a nuestros amigos de ah abajo que nos lleven.Es lo mnimo que pueden hacer despus de la forma en que nos han tratado

    hasta ahora. Obi-Wan apret los labios. Tenas razn en una cosa, maestro: lasnegociaciones han sido muy cortas.

    Qui-Gon Jinn sonri y le hizo una sea de que le siguiera.

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    Un crepsculo neblinoso que pareca perpetuo haba comenzado a desplegarsesobre el frondoso verdor de Naboo formando capas de un gris plateado, cuando las

    naves de desembarco de la Federacin surgieron de la negrura infinita del espaciopara iniciar una lenta trayectoria de aproximacin a la superficie. Tres naves sesepararon de las dems y descendieron silenciosamente a travs de nubesinterminables suspendidas por encima de la superficie esmeralda del planeta.Convertidas en fantasmas mientras atravesaban la calima, y con las alas doblesdispuestas de tal manera que formaban una I gigante, las naves se materializaron unadetrs de la otra en las inmediaciones de un vasto pantano cenagoso.

    Mientras se posaban con suavidad junto a las oscuras aguas y los macizos de

    rboles y matorrales, sus cuerpos metlicos se abrieron para permitir que lostransportes de proa bulbosa bajaran a la superficie y comenzaran a disponerse enformacin.

    La cabeza de Obi-Wan Kenobi emergi de las aguas del pantano a una distanciaprudencial de la nave ms cercana. Una rpida aspiracin de aire, y Obi-Wan volvi asumergirse. Despus emergi de nuevo, ahora un poco ms lejos, y esta vez sepermiti lanzar una rpida mirada a la fuerza de invasin. Docenas de transportesrepletos de tanques y androides de combate estaban desplegndose delante de las

    naves de desembarco. Algunas flotaban sobre las aguas del pantano, en tanto queotras haban encontrado un suelo sobre el que desplazarse. Lejos y a su izquierda,Obi-Wan entrevi una silueta que corra a travs de la niebla y los rboles. Qui-Gon.Obi-Wan volvi a tragar aire, se sumergi rpidamente y comenz a nadar.

    Qui-Gon Jinn avanzaba como un espectro a travs del pantano, escuchando elestrpito de ramas rotas y pesados movimientos que reson de repente detrs de lcuando los transportes de la Federacin Comercial empezaron a avanzar. Mezcladocon el gemido quejumbroso de los motores de los transportes se oa el zumbido ms

    agudo y estridente de las PAM plataformas areas monoplaza, pequeasunidades mviles artilladas pilotadas individualmente utilizadas para transportarandroides de batalla que serviran de avanzadilla exploratoria al contingenteprincipal. Las PAM se elevaron sobre el terreno acuoso de Naboo, como sombrashuidizas que, avanzando velozmente, precedan a los transportes pesados.

    Animales de todas las formas y tamaos comenzaron a salir de sus escondites yecharon a correr, dejando atrs a Qui-Gon en busca de un lugar seguro. Ikopis,fulumpasets, motts, peko pekos... Los nombres aprendidos mientras se preparaba para

    aquel viaje acudieron de inmediato a la memoria del Maestro Jedi. Esquivando a lasasustadas criaturas que se mostraban espantadas alrededor de l, Qui-Gon busc aObi-Wan con la mirada y despus apret el paso cuando la oscura silueta de un

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    transporte surgi de la niebla directamente a sus espaldas.Haba comenzado a quedarse sin tierra firme y estaba buscando una forma de

    rodear un gran lago cuando vio a una extraa criatura parecida a una rana inmvildelante de l. La criatura, cuyo cuerpo era de aspecto gomoso, estaba encogida sobreun molusco que acababa de abrir, y lama el interior de las valvas con veloces y

    grandes lametazos mientras tragaba convulsivamente. Tras arrojar a un lado lasvalvas vacas, la criatura se incorpor y se volvi hacia Qui-Gon. Sus largas orejasplanas colgaban de su cabeza de anfibio como gruesos faldones carnosos mientras suhocico de pato se estremeca lentamente en torno al manjar que acababa de extraer delas valvas. Los ojos que sobresalan de la parte superior de su cabeza parpadearon,escrutando a Qui-Gon y los animales que corran en torno a l y, despus de unosmomentos de confusin inicial, detectaron la gigantesca sombra de la que estabanhuyendo.

    Oh, oh murmur la criatura; las slabas sonaron algo deformadas, peroreconocibles.

    Qui-Gon pas junto a ella, ansioso por salir de la ruta del transporte que seaproximaba. La criatura, los ojos muy abiertos y llenos de terror, le agarr de latnica.

    Aydame, aydame! chill en tono quejumbroso y el rostro contorsionadopor una mueca de sorpresa y desesperacin.

    Sultame! repuso Qui-Gon, haciendo vanos intentos de liberarse.

    El transporte vena hacia ellos a gran velocidad, flotando sobre la superficie delpantano mientras dejaba tras de s una estela de hierba aplastada y lanzaba chorros deagua hacia el cielo. Se precipit sobre Qui-Gon mientras el Maestro Jedi intentabaquitarse de encima a la criatura que se aferraba a l y acababa arrastrndola consigoen un intil esfuerzo para huir.

    Finalmente, con el transporte a escasos metros de distancia y alzndose sobre lcomo un edificio a punto de derrumbarse, el Maestro Jedi arroj a la criatura a lasaguas del pantano y se zambull encima de ella. El transporte de la FederacinComercial pas sobre ellos, sacudiendo sus cuerpos echados boca abajo con unaoleada de vibraciones que los incrust en el barro.

    Cuando el transporte los hubo dejado atrs, Qui-Gon emergi del barro, respirhondo y dej escapar un suspiro de gratitud. La extraa criatura, de cuya cara y supico de pato goteaba agua fangosa y todava se aferraba a su brazo, se levant con l.Lanz una rpida mirada al transporte que se alejaba y despus salt sobre Qui-Gonpara envolverlo en un abrazo extasiado.

    Oh chico, oh chico! jade con una especie de suspiro estridente ytembloroso . Yo te amo, te amo y por siempre te amo!

    La criatura comenz a besarle.

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    Sultame! resoll Qui-Gon. Eres idiota o qu? Casi consigues que nosmaten!

    La criatura puso cara de ofendida.Idiota? Yo hablo!El que puedas hablar no significa que seas inteligente! replic Qui-Gon, que

    slo quera librarse de ella. Y ahora sultame y vete de aqu!Se quit de encima a la criatura y ech a andar, mirando nerviosamente alrededor

    cuando el estridente zumbido de las PAM reson en la lejana.La criatura titube y despus ech a andar detrs de l.No, no, yo quedo contigo! Yo quedo! Jar Jar ser leal, humilde sirviente

    gungano. Ser tu amigo, yo.El Maestro Jedi, que estaba muy ocupado escrutando las sombras en busca de

    Obi-Wan, apenas si le mir.

    Gracias, pero no es necesario. Y ahora ser mejor que te vayas.Jar Jar, el gungano, le sigui, chapoteando ruidosamente en las aguas del pantano

    mientras agitaba los brazos y abra y cerraba la boca.Oh, pero es que esto ser necesario! Esto exigido por los dioses. Esto deuda de

    vida. Yo saber esto tan seguro como que yo llamarme Jar Jar Binks!El pantano retumb con el sonido de los motores de las PAM y un instante

    despus dos plataformas artilladas surgieron de la niebla, iniciando un rpido picadosobre Obi-Wan Kenobi, que trataba de huir mientras los androides conductores hacan

    girar sus vehculos para lanzarse al ataque.Qui-Gon empu su espada de luz e intent apartar a Jar Jar con la mano libre.Ahora no tengo tiempo para esto...Pero tienes que llevarme contigo, cuidarme y... Jar Jar se call, al or a las

    PAM. Se volvi para ver a las plataformas descendiendo hacia ellos, y abri los ojoscomo platos

    Oh, oh, vamos a...Qui-Gon agarr al gungano y lo sumergi nuevamente en las aguas del pantano.No te muevas de ah dijo, activando la espada de luz y tensando sus

    msculos mientras Obi-Wan y las PAM que lo perseguan se aproximaban a ellos.Jar Jar alz la cabeza.Vamos a morir! grit.Los androides de combate abrieron fuego con sus caones lser desde las

    plataformas artilladas en el mismo instante en que Obi-Wan se reuna con su amigo.Qui-Gon detuvo los haces con su espada de luz y se los devolvi a los vehculosatacantes. Las PAM estallaron en fragmentos de metal recalentado que llovieronsobre el pantano.

    Obi-Wan, agotado, se limpi la frente llena de barro mientras jadeaba intentando

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    recuperar el aliento.Lo siento, maestro. El pantano ha fredo mi espada de luz dijo el joven Jedi,

    empuando su arma.El orificio del que brotaba el haz de energa estaba ennegrecido y quemado. Qui-

    Gon cogi la espada de luz y la examin. Detrs de l, Jar Jar Binks emergi de las

    fangosas aguas del pantano para contemplar con ojos parpadeantes y llenos decuriosidad al Jedi recin llegado.

    Olvidaste desconectarla despus de haberla activado, verdad, Obi-Wan? pregunt su amigo maliciosamente.

    Obi-Wan asinti, muy avergonzado.Eso parece, maestro.Pronto estar recargada, pero se necesitar un tiempo para limpiarla. Confo en

    que por fin habrs aprendido la leccin, mi joven padawano.

    S, maestro repuso Obi-Wan, aceptando con expresin apenada la espada deluz que le ofreca Qui-Gon.

    Jar Jar fue hacia ellos; sus pies de anfibio chapoteaban en el agua, sus orejas sebamboleaban de un lado a otro y sus largos y desgarbados miembros parecan estartratando de decidir en qu direccin llevaran a su propietario.

    T has vuelto a salvarme, eh? le pregunt a Qui-Gon, como si necesitaraque el Maestro Jedi le confirmara que eso era exactamente lo que acababa de hacer.

    Obi-Wan mir a la criatura.

    Qu es?Es un gungano, uno de los nativos. Se llama Jar Jar Binks contest Qui-Gon,

    cuya atencin volvi a concentrarse en el pantano. Venga, salgamos de aqu antesde que aparezcan ms PAM.

    Ms? dijo Jar Jar, muy preocupado. T haber dicho ms?Qui-Gon ya se haba puesto en movimiento y avanzaba con un rpido trote a

    travs del cenegal. Obi-Wan segua a su maestro a un paso de distancia y Jar Jar,volviendo los ojos de un lado a otro mientras sus largas piernas suban y bajabanfrenticamente, necesit unos momentos para alcanzar a los Jedi.

    Perdn, pero el sitio ms seguro es Otoh Gunga jade, intentando atraer suatencin.

    Alrededor de ellos, invisibles entre la neblina, las PAM hacan vibrar el aire consu estridente zumbido. Otoh Gunga repiti Jar Jar. All es donde crecer yo.Esta ciudad ser segura!

    Qui-Gon se detuvo y mir fijamente al gungano.Qu has dicho? Una ciudad? Al ver que Jar Jar asenta, pregunt.

    Puedes llevarnos hasta ella?El gungano pareci ponerse bastante nervioso.

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    Ah, oh, oh... Quiz yo realmente no llevaros No realmente, no.Qui-Gon se inclin sobre l, los ojos repentinamente ensombrecidos.No?Jar Jar pareca estar deseando desaparecer en el pantano sin dejar rastro. Trag

    con dificultad, y su pico se abri y cerr como la boca de un pez.

    Esto ser embarazoso, pero... Yo temer que yo haber sido expulsado. Despedido.Echado, eso. Yo olvidar que jefe Nass hacer terrible dao a m si yo volver. Terribledao.

    Una especie de palpitar ahogado se abri paso a travs del zumbido de las PAM,elevndose por entre la niebla y la penumbra para volverse un poco ms intenso acada momento que pasaba. Jar Jar mir nerviosamente alrededor.

    Oh, oh.Oyes eso? pregunt Qui-Gon en voz baja y suave, poniendo un dedo sobre

    el flaco pecho del gungano. Jar Jar asinti a regaadientes. Mil cosas terriblesvienen hacia aqu, mi amigo gungano...

    Y cuando te encuentren, pasarn por encima de ti, te harn pedacitos y tedesintegrarn seal Obi-Wan con maliciosa alegra.

    Jar Jar puso los ojos en blanco y trag saliva.Oh, oh. Mucha razn tener t. Por aqu! Por aqu! dijo, agitando los brazos

    frenticamente. Rpido y deprisa!Los tres echaron a correr y desaparecieron entre la neblina crepuscular.

    Despus de haber atravesado masas de matorrales, juncos y hierbas del pantano,los Jedi y el gungano salieron de la espesura para encontrarse con un lago de aguastan fangosas que no haba forma de distinguirlas entre los reflejos del crepsculosobre la superficie. Jar Jar se dobl sobre s mismo, apoyando sus manos de tresdedos en las huesudas rodillas mientras intentaba recuperar el aliento. Su cuerpoviscoso se retorci como si fuera de goma cuando volvi la cabeza para mirar en la

    direccin en que haban venido, y el movimiento hizo bailar sus largas orejas. Obi-Wan mir a Qui-Gon Jinn y sacudi la cabeza con gesto de desaprobacin. Elmaestro Jedi pareca decidido a hacerse acompaar por aquella criatura de ridculoaspecto, pero el joven Obi-Wan no estaba muy seguro de que eso fuese una buenaidea.

    El palpitar de los motores de los transportes de la Federacin segua resonando enla lejana.

    Cunto falta? pregunt Qui-Gon a su ms bien reacio gua gungano.

    Jar Jar seal el lago.Vamos por debajo del agua, bien, s?Los Jedi se miraron y luego extrajeron de entre los pliegues de sus ropajes unos

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    pequeos contenedores de los que sacaron dos respiradores porttiles del tamao delas palmas de sus manos.

    Yo advierto a vosotros. Los ojos de Jar Jar fueron de un Jedi al otro. Agunganos no gustar gentes de fuera. Vosotros no recibir clida bienvenida.

    Obi-Wan se encogi de hombros.

    No te preocupes. Hoy no es nuestro da de ser bienvenidos.Vamos dijo Qui-Gon, introduciendo el aparato entre sus dientes.El gungano se encogi de hombros, como declinando cualquier responsabilidad

    por lo que pudiera ocurrir a partir de aquel momento, se volvi hacia el lago y, dandoun vertiginoso salto mortal, desapareci en la penumbra.

    Los Jedi le siguieron.Descendieron a travs de las sucias aguas, siguiendo la delgada forma del

    gungano, que pareca sentirse mucho ms a gusto en aquel elemento que en la tierra.

    Jar Jar nadaba con grcil elegancia, los largos miembros extendidos y el cuerpomovindose con agilidad que daba una larga prctica. Nadaron durante largo rato,descendiendo cada vez ms y ms mientras la claridad de la superficie ibadisipndose poco a poco detrs de ellos. La escasa luz que exista en aquel lugarproceda de fuentes situadas debajo de la superficie, y no todas ellas eran visibles.Los minutos pasaban y Obi-Wan comenz a ponerse un poco nervioso.

    De repente apareci un resplandor procedente de algn lugar situado delante deellos y, poco a poco, Otoh Gunga fue hacindose visible ante los nadadores. La

    ciudad consista en un conjunto de burbujas, unidas unas a otras igual que globos yancladas a varias enormes columnas de piedra. Una por una, las burbujas fueronadquiriendo nitidez a medida que se aproximaban a ellas, y no tardaron en poderdistinguir los detalles de las estructuras que contenan y las siluetas de los gunganosocupados en sus quehaceres cotidianos.

    Jar Jar nad hacia una de las burbujas de mayores dimensiones, con los Jedipegados a sus talones. Cuando lleg a la burbuja, el gungano la empuj con lasmanos y sta cedi ante l, aceptando sus brazos primero, su cabeza y su cuerpodespus y sus piernas en ltimo lugar, engullendo a Jar Jar y cerrndose detrs de lsin haber estallado. Los asombrados Jedi siguieron a Jar Jar a travs de la extraamembrana y entraron en la burbuja sin que sta opusiera resistencia alguna.

    Una vez dentro, se encontraron en una plataforma que descenda hacia una plazarodeada de edificios. Las paredes de la burbuja emanaban un intenso resplandor queiluminaba el espacio interno, y los Jedi descubrieron que el aire era respirable. Encuanto comenzaron a bajar hacia la plaza, con las ropas goteando agua, los gunganosles vieron y se apresuraron a dispersarse entre chillidos de alarma.

    Unos instantes despus un pelotn de soldados gunganos uniformados lleg algalope sobre bestias de dos patas cuyo rostro, terminado en un gran pico de

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    palmpedo, era bastante parecido al de sus jinetes. Eran kaadus, record Qui-Gon,animales de los pantanos dotados de robustas patas, agudos sentidos y una granresistencia fsica. Los gunganos enarbolaban largas electrovaras de aspecto mortferocon las que hicieron retroceder a los asustados habitantes de la ciudad al mismotiempo que avanzaban hacia los intrusos.

    Buenos das se tengan, capitn Tarplas! dijo Jar Jar, saludando alegrementeal oficial que mandaba el pelotn. Yo he vuelto!

    Otra vez no, Jar Jar Binks! repuso el capitn, visiblemente irritado.Tienes que ir a ver al jefe Nass, y l dir. Esta vez t quiz metido en grandesproblemas.

    Haciendo caso omiso de los Jedi, el capitn roz a Jar Jar con el extremo de suelectrovara, asestndole una descarga tan potente que el cuerpo del infortunadogungano se levant medio metro del suelo. Jar Jar, mascullando entre dientes, se frot

    el trasero con expresin apenada.Los soldados gunganos los condujeron por los edificios de la ciudad, a lo largo de

    varios pasadizos de conexin y, finalmente, al interior de lo que Jar Jar explic ensusurros a sus compaeros era la Sala de Reuniones de la Gran Torre. Todas lasparedes de la estancia eran transparentes, y pequeos peces luminosos nadaban alotro lado de la membrana, semejantes a minsculas estrellas sobre un teln de fondo,ms oscuro. Un largo banco circular con una seccin situada por encima del restodominaba un extremo de la estancia. Todos los asientos estaban ocupados por lderes

    gunganos ataviados con su vestimenta oficial, y los gunganos ya presentes en laestancia que haban acudido all para atender otros asuntos se apresuraron a abrir pasoa los recin llegados.

    El corpulento y achaparrado ejemplar de gungano que ocupaba el asiento superiorhaba quedado tan comprimido por la edad y el peso que resultaba imposibleimaginar que hubiera podido ser tan esbelto como Jar Jar Binks. Pliegues de pielcolgaban de su cuerpo formando flcidas capas, el cuello quedaba comprimido entresus hombros, y su expresin era tan sombra y amenazadora que incluso el mismo JarJar pareci encogerse so