zizek sobre charlie hebdo

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resumen de las opinion de zizek sobre el atentado en Francia

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MAPA del SITIO S.O.Online FILOSOFA PSICOTERAPIAS LUGARES MSICASlavoj iek, sobre la matanza en Charlie HebdoReferencia: Newstatesman.com , 10 enero de 2015, por Slavoj iekSlavoj iek on the Charlie Hebdo massacre: Are the worst really full of passionate intensity?Traducido por Max Hernndez Calvo en The Tusk of the Translator, 12 enero de 2015* * * *Cun frgil debe ser la creencia de un islamista si siente que puede ser amenazada por una estpida caricatura en un semanario satrico, argumenta el filsofo esloveno.- Slavoj iek -Ahora, cuando todos estamos en estado de shock luego de la matanza en las oficinas de Charlie Hebdo, es el momento adecuado para reunir el coraje de pensar. Debemos, por supuesto, condenar sin ambigedades los asesinatos como un ataque a la propia esencia de nuestras libertades, y condenarlos sin salvedades ocultas (del estilo sin embargo, Charlie Hebdo estaba provocando y humillando a los musulmanes demasiado). Pero tal sentimiento de solidaridad universal no es suficientedebemos pensar ms all.Tal pensamiento no tiene nada que ver con la relativizacin barata del crimen (el mantra de quines somos nosotros en Occidente, autores de terribles masacres en el Tercer Mundo, para condenar estos actos?). Tiene an menos que ver con el miedo patolgico de muchos izquierdistas liberales de Occidente a ser culpables de islamofobia. Para estos falsos izquierdistas, cualquier crtica al Islam es denunciada como una expresin de la islamofobia occidental; Salman Rushdie fue denunciado por provocar innecesariamente a los musulmanes y por lo tanto de ser responsable (en parte, por lo menos) de la fatwa que lo condenaba a muerte, etc. El resultado de tal posicin es el que se podra esperar en estos casos: mientras los izquierdistas liberales occidentales ms sondean su culpa, ms son acusados por los fundamentalistas musulmanes de ser hipcritas que tratan de ocultar su odio al Islam. Esta constelacin reproduce perfectamente la paradoja del supery: mientras ms obedeces lo que el Otro demanda de ti, ms culpable eres. Es como si mientas ms toleres el Islam, ms fuerte ser su presin sobre ti Es por esto que tambin me parecen insuficientes los llamados a la moderacin en la lnea de la afirmacin de Simon Jenkins (en The Guardian el 7 de enero) de que nuestra tarea es no sobre-reaccionar, no promocionar exageradamente las consecuencias. Es tratar cada instancia como un accidente pasajero del horrorel ataque a Charlie Hebdo no era un mero accidente pasajero de horror. Sigui una agenda religiosa y poltica precisa y, como tal, era claramente parte de un patrn mucho ms grande. Por supuesto que no debemos sobre-reaccionar, si por ello se entiende sucumbir a la islamofobia ciegapero debemos analizar despiadadamente este patrn.Lo que es mucho ms necesario que la demonizacin de los terroristas como fanticos suicidas heroicos es una refutacin de este mito demonaco. Hace mucho tiempo Friedrich Nietzsche percibi cmo la civilizacin occidental se estaba moviendo en la direccin del ltimo Hombre, una criatura aptica sin ninguna gran pasin o compromiso. Incapaz de soar, cansado de la vida, no toma riesgos, buscando slo el confort y la seguridad, una expresin de la tolerancia de unos con otros: Un poco de veneno de vez en cuando: ello da lugar a sueos agradables. Y mucho veneno al final, para una muerte agradable. Ellos tienen sus pequeos placeres para el da, y sus pequeos placeres para la noche, pero tienen respeto por la salud. Hemos descubierto la felicidad,dicen los ltimos Hombres, y parpadean.Efectivamente puede parecer que la divisin entre el permisivo Primer Mundo y la reaccin fundamentalista a l va cada vez ms en la lnea de la oposicin entre llevar una larga vida satisfactoria llena de riquezas materiales y culturales, y dedicar la propia vida a una causa trascendente. No es este antagonismo aquel que existe entre lo que Nietzsche llama nihilismo pasivo y activo? Nosotros en Occidente somos los ltimos Hombres nietzscheanos, inmersos en estpidos placeres cotidianos, mientras que los radicales musulmanes estn dispuestos a arriesgarlo todo, comprometidos en la lucha hasta su autodestruccin. El poema Segundo Advenimiento de William Butler Yeats parece retratar perfectamente nuestra situacin actual: Los mejores carecen de toda conviccin, mientras que los peores rebosan apasionada intensidad. Esta es una excelente descripcin de la actual divisin entre liberales anmicos y fundamentalistas apasionados. Los mejores ya no son capaces de involucrarse plenamente, mientras que los peores se entregan al fanatismo racista, sexista, religioso.Sin embargo, los terroristas fundamentalistas realmente encajan en esta descripcin? Lo que obviamente carecen es de una caracterstica que es fcil de discernir en todos los fundamentalistas autnticos, desde los budistas tibetanos hasta los Amish en los EE.UU.: la ausencia de resentimiento y de envidia, la profunda indiferencia hacia el modo de vida de los no-creyentes. Si los llamados fundamentalistas de hoy realmente creen que han encontrado su camino a la Verdad, por qu deberan sentirse amenazados por los no-creyentes, por qu deberan envidiarlos? Cuando un budista se encuentra con un hedonista occidental, difcilmente lo censura. l slo seala benevolentemente que la bsqueda de la felicidad del hedonista es contraproducente. En contraste con los verdaderos fundamentalistas, los terroristas pseudo-fundamentalistas estn profundamente molestos, intrigados, fascinados, por la vida pecaminosa de los no-creyentes. Uno puede sentir que, en la lucha contra el otro pecador, estn luchando contra su propia tentacin.Es aqu donde el diagnstico de Yeats se queda corto frente al predicamento actual: la apasionada intensidad de los terroristas da cuenta de una falta de verdadera conviccin. Cun frgil ha de ser la creencia de un musulmn si se siente amenazado por una estpida caricatura en un peridico satrico semanal? El terror fundamentalista islmico no se basa en la conviccin de los terroristas de su superioridad y en su deseo de salvaguardar su identidad cultural y religiosa de la embestida de la civilizacin consumista global. El problema con los fundamentalistas no es que los consideramos inferiores a nosotros, sino, ms bien, que ellos mismos secretamente se consideran inferiores. Es por esto que nuestras garantas condescendientes y polticamente correctas de que no sentimos superioridad alguna frente a ellos slo los hace sentirse ms furiosos y alimenta su resentimiento. El problema no es la diferencia cultural (su esfuerzo por preservar su identidad), sino el hecho contrario de que los fundamentalistas ya son como nosotros, de que, en secreto, ya tienen interiorizados nuestros estndares y se miden a s mismos por ellos. Paradjicamente, de lo que realmente carecen los fundamentalistas es precisamente de una dosis de esa verdadera conviccin racista de su propia superioridad.Las recientes vicisitudes del fundamentalismo musulmn confirman la vieja intuicin de Walter Benjamin de que cada ascenso del fascismo es testigo de una revolucin fracasada: el auge del fascismo es el fracaso de la izquierda, pero a la vez una prueba de que haba un potencial revolucionario, una insatisfaccin que la Izquierda no fue capaz de movilizar. Y acaso lo mismo no aplica hoy para el llamado islamo-fascismo? El ascenso del islamismo radical no es exactamente correlativo a la desaparicin de la izquierda secular en los pases musulmanes? Cuando, all por la primavera de 2009, los talibanes tomaron el valle de Swat en Pakistn, el New York Times inform que disearon una revuelta de clase que explota profundas fisuras entre un pequeo grupo de ricos terratenientes y sus arrendatarios sin tierra. Sin embargo, si por aprovecharse de la difcil situacin de los agricultores, los talibanes estaban sonando la alarma sobre los riesgos para Pakistn, que sigue siendo en gran medida feudal, que impide a los demcratas liberales en Pakistn, as como en los EE.UU. a aprovechar similarmente esta situacin y tratar de ayudar a los campesinos sin tierra? La triste implicacin de este hecho es que las fuerzas feudales en Pakistn son el aliado natural de la democracia liberalEntonces, qu hay acerca de los valores fundamentales del liberalismo: la libertad, la igualdad, etc.? La paradoja es que el liberalismo en s no es lo suficientemente fuerte como para salvarlos de la embestida fundamentalista. El fundamentalismo es una reaccinuna reaccin falsa, desconcertante, por supuestoen contra de un fallo real del liberalismo, y es por eso que una y otra vez es generado por el liberalismo. Por su cuenta, el liberalismo lentamente se socavar a s mismolo nico que puede salvar sus valores fundamentales es una izquierda renovada. Para que este legado clave sobreviva, el liberalismo necesita la ayuda fraterna de la izquierda radical. Esta es la nica manera de derrotar al fundamentalismo, de barrer el suelo bajo sus pies.Pensar en respuesta a los asesinatos de Pars significa abandonar la presuntuosa autosatisfaccin de un liberal permisivo y aceptar que el conflicto entre la permisividad liberal y el fundamentalismo es en ltima instancia un falso conflictoun crculo vicioso de dos polos que se generan y se presuponen mutuamente. Lo que Max Horkheimer haba dicho sobre el fascismo y el capitalismo en la dcada de 1930los que no quieren hablar crticamente sobre el capitalismo tambin deberan guardar silencio sobre el fascismodebera aplicarse tambin al fundamentalismo de hoy: los que no quieren hablar crticamente sobre la democracia liberal tambin deberan guardar silencio sobre el fundamentalismo religioso- See more at: http://bitnavegante.blogspot.com/2015/01/slavoj-zizek-sobre-la-charlie-hebdo.html#sthash.SiXV5vrv.dpuf Slavoj iek sobre la masacre de Charlie Hebdo: estn los malos llenos de apasionada intensidad?Qu frgil debe ser la creencia de un islamista si se siente amenazado por una caricatura estpida en un peridico semanario satrico, dice el filsofo esloveno.Ahora, cuando todos estamos en un estado de shock despus de la matanza en las oficinas de Charlie Hebdo, es el momento adecuado para reunir el coraje de pensar. Debemos, por supuesto, condenar sin ambigedades los asesinatos como un ataque a la propia esencia de nuestras libertades, y condenarlos sin salvedades ocultas (del estilo de "Charlie Hebdo, sin embargo, provoc y humill demasiado a los musulmanes"). Pero tal patetismo de la solidaridad universal no es suficiente - debemos pensar ms all.Tal pensamiento no tiene nada que ver con la relativizacin barata del crimen (el mantra de "quines somos nosotros, los occidentales, autores de terribles masacres en el Tercer Mundo, para condenar estos actos?"). Tiene an menos que ver con el miedo patolgico de muchos izquierdistas liberales occidentales de sentirse culpables de islamofobia. Para estos falsos izquierdistas, cualquier crtica del Islam es denunciado como una expresin de la islamofobia occidental; Salman Rushdie fue denunciado por provocar innecesariamente a los musulmanes y por lo tanto (en parte, por lo menos) responsable de la fatwa que lo condenaba a muerte, etc. El resultado de tal actitud es lo que uno puede esperar en estos casos: mientras ms se abisman los izquierdistas liberales occidentales en su culpabilidad, ms son acusados por los fundamentalistas musulmanes de ser hipcritas que tratan de ocultar su odio al Islam. Esta constelacin reproduce perfectamente la paradoja del supery: cuanto ms obedeces lo que el Otro te exige, ms culpable eres. Como si cuanto ms tolerante fueras con el Islam, ms fuerte habr de ser su presin sobre ti. . .Es por esto por lo que me parecen tambin insuficientes las llamadas a la moderacin, en la lnea de la afirmacin de Simon Jenkins (en The Guardian, 7 de enero) de que nuestra tarea es "no reaccionar de forma exagerada, no sobre-publicitar las consecuencias. Hay que tratar cada caso como un horrible accidente pasajero"- el ataque a Charlie Hebdo no era un mero "horrible accidente pasajero". Sigui una agenda religiosa y poltica precisa y, como tal, era claramente parte de un patrn mucho mayor. Por supuesto que no debemos reaccionar de forma exagerada, si por tal se entiende sucumbir a una ciega islamofobia - pero debemos analizar despiadadamente este patrn.Lo que es mucho ms necesario que la demonizacin de los terroristas en fanticos suicidas heroicos es una refutacin de este mito demonaco. Hace mucho tiempo Friedrich Nietzsche percibi cmo la civilizacin occidental se estaba moviendo en la direccin del ltimo hombre, una criatura aptica, sin gran pasin o compromiso. Incapaz de soar, cansado de la vida, que no toma riesgos, buscando slo el confort y la seguridad, una expresin de la tolerancia hacia el otro: "Un poco de veneno de vez en cuando: esto hace los sueos ms agradables. Y mucho veneno al final, para una muerte agradable. Ellos tienen sus pequeos placeres para el da a da, y sus pequeos placeres de la noche, pero tienen un sentido para la salud. "Hemos descubierto la felicidad," - dicen los ltimos hombres, y parpadean".Efectivamente, puede parecer que la divisin entre el permisivo Primer Mundo y la reaccin fundamentalista hacia ste pasa cada vez ms por una la lnea que opone llevar una vida satisfactoria llena de riquezas materiales y culturales, frente a dedicar la vida a una causa trascendente. No es este antagonismo el que existe entre lo que Nietzsche llama nihilismo "pasivo" y "activo"? Nosotros, en Occidente, somos los nietzscheanos ltimos hombres, inmersos en placeres cotidianos estpidos, mientras que los radicales musulmanes estn dispuestos a arriesgarlo todo, comprometidos en la lucha hasta su autodestruccin. La "Segunda Venida" de William Butler Yeats refleja perfectamente nuestra difcil situacin actual: "Los buenos carecen de toda conviccin, mientras que los malos estn llenos de apasionada intensidad." Esta es una excelente descripcin de la actual divisin entre liberales anmicos y fundamentalistas apasionadas. "Los buenos" ya no son capaces de participar plenamente, mientras que "los malos" participan de un fanatismo religioso racista y sexista.No obstante, lo que hacen los fundamentalistas terroristas encaja realmente con esta descripcin? Aquello de lo que obviamente carecen es de una caracterstica que es fcil de discernir en todos los fundamentalistas autnticos, de los budistas tibetanos a los Amish en los EE.UU.: la ausencia de resentimiento y la envidia, la profunda indiferencia hacia modo de vida de los no creyentes. Si los llamados fundamentalistas de hoy creen realmente que han encontrado su camino a la verdad, por qu deberan sentirse amenazados por los no creyentes?, por qu deberan envidiarlos? Cuando un budista se encuentra con un hedonista occidental, difcilmente lo condena. l slo seala con benevolencia que la bsqueda de la felicidad hedonista es contraproducente. En contraste con los verdaderos fundamentalistas, los terroristas pseudo-fundamentalistas estn profundamente molestos, intrigados, fascinados, por la vida pecaminosa de los no creyentes. Uno puede sentir que, en la lucha contra el pecado de los otros, estn luchando contra su propia tentacin.Es aqu donde el diagnstico de Yeats se queda corto ante la difcil situacin actual: la intensidad apasionada de los terroristas es prueba de una falta de verdadera conviccin. Cun frgil debe ser la creencia de un musulmn si se siente amenazada por una caricatura estpida en un peridico satrico semanal? El terrorismo fundamentalista islmico no est basado en la conviccin por los terroristas de su propia superioridad y en su deseo de salvaguardar su identidad cultural y religiosa de la embestida de la civilizacin global de consumo. El problema de los fundamentalistas no es que los consideremos inferiores a nosotros, sino ms bien que secretamente ellos mismos se consideran inferiores. Por eso nuestra condescendiente y polticamente correcta aseveracin que no sentimos superioridad respecto de ellos slo los pone ms furioso y alimenta su resentimiento. El problema no es la diferencia cultural (su esfuerzo por preservar su identidad), sino el hecho opuesto de que los fundamentalistas ya son como nosotros, pues han interiorizado secretamente nuestros hbitos y miden por ellos. La paradoja subyacente en todo esto es que en realidad carecen precismente de una dosis de esa conviccin "racista" en la propia superioridad.Las recientes vicisitudes del fundamentalismo musulmn confirman la vieja visin de Walter Benjamin de que "cada ascenso del fascismo es testigo de una revolucin fracasada": el auge del fascismo es el fracaso de la izquierda, pero a la vez una prueba de que haba un potencial revolucionario, una insatisfaccin, que la Izquierda no fue capaz de movilizar. Y no es lo mismo que sostiene hoy el llamado "islamo-fascismo"? No es el ascenso del islamismo radical exactamente correlativo a la desaparicin de la izquierda secular en los pases musulmanes? Cuando, all por la primavera de 2009, los talibanes se apoderaron del valle de Swat en Pakistn, el New York Times inform que disearon "una revuelta de clases que hizo estallar profundas fisuras entre un pequeo grupo de ricos terratenientes y sus arrendatarios sin tierra". Sin embargo, si al "aprovecharse" de la difcil situacin de los agricultores, los talibanes estn "haciendo saltar la alarma sobre los riesgos para Pakistn, que sigue siendo en gran medida feudal", qu impide que los demcratas liberales en Pakistn, as como los de EE.UU., "aprovechen" de forma semejante esta difcil situacin y traten de ayudar a los campesinos sin tierra? La triste consecuencia de este hecho es que las fuerzas feudales en Pakistn son el "aliado natural" de la democracia liberal...Entonces, qu decir acerca de los valores fundamentales del liberalismo: la libertad, la igualdad, etc.? La paradoja es que el liberalismo en s no es lo suficientemente fuerte como para salvarlos a la embestida fundamentalista. El fundamentalismo es una reaccin -una falsa, desconcertante, reaccin, por supuesto- en contra de un fallo real del liberalismo, y es por ello por lo que una y otra vez es generado por el liberalismo. Abandonado a s mismo, el liberalismo lentamente se hunde - lo nico que puede salvar a sus valores fundamentales es una izquierda renovada. La clave para que este legado sobreviva es que el liberalismo necesita la ayuda fraterna de la izquierda radical. Esta es la nica manera de derrotar el fundamentalismo, barrer el suelo bajo sus pies.Pensar en respuesta a los asesinatos de Pars significa desprenderse de la autosatisfaccin de suficiencia de un liberal permisivo y aceptar que el conflicto entre la permisividad liberal y el fundamentalismo es en ltima instancia un conflicto falso -un crculo vicioso de dos polos que se generan y se presuponen mutuamente. Lo que Max Horkheimer haba dicho sobre el fascismo y el capitalismo ya en 1930 -los que no quieren hablar de manera crtica sobre el capitalismo tambin deberan guardar silencio sobre el fascismo- habra de aplicarse tambin al fundamentalismo de hoy: los que no quieren hablar crticamente sobre la democracia liberal tambin deben guardar silencio sobre el fundamentalismo religioso.Slavoj iek