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Yo, Médium 1

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Page 1: Yomedium

Yo, Médium

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Page 2: Yomedium

Indice

Prólogo

Capítulo I El Don

La cosas que han estado pasando ……………………….. 4

Primera vez.

El abuelo de Flavia

La madre de Vilma

Ana y su nieta Paula

No estoy solo.

Salir del Armario

En un bar de Santiago

El don: ……………………………………………..…….. 36

Cómo veo lo que veo (corregido)

El aura

Testigos

Pruebas

La Búsqueda: …………………………………..…….. 52

El origen del don

Caminar el camino

El tarot

El deber ser del médium

Misticismo

El sentido del don ……………………………………… 76

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Page 3: Yomedium

Hace unos años descubrí que tengo un don,

puedo sentir y comunicarme con personas que han fallecido.

Aquí describo mis experiencias como Medium,

de la forma más agnóstica y empírica posible.

Mi nombre es Sebastián, soy una persona común y corriente

a la que le pasan cosas extraordinarias.

Siento la necesidad de contarlas aquí.

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Page 4: Yomedium

A los catorce años caminaba cada mañana unas cuatro cuadras

desde mi casa hasta la parada del colectivo que me llevaba al colegio.

Eran cuadras por las que me cruzaba con muy poca gente. Apenas unas

cuatro personas cada mañana. Era muy temprano, iba casi dormido. Me

empezó a llamar la atención que cuando me cruzaba con alguien veía

unas líneas transparentes alrededor, como cuando uno ve en esos

televisores viejos la doble imagen de las personas. Cuando me quise dar

cuenta veía eso también rodeando los árboles.

Se lo comenté a mis padres y mi papá me llevó al oftalmólogo. No

tenía nada malo con mi vista, veía por encima de la media. Leía las letras

chiquitas de la última línea. ¿Y las líneas en el contorno de la gente? La

respuesta del oftalmólogo fue que me lavara mejor la cara al salir de mi

casa por la mañana.

Con el tiempo fui descubriendo que esos contornos que rodeaban a

la gente y que se irían haciendo cada vez más definidos y se llenarían de

densidad, colores y movimiento, era el aura.

Quería empezar con esta anécdota porque creo que resume

bastante lo que ha sido la percepción extrasensorial en mi vida. La forma

accidental en la que siempre se ha presentado, lo poco formado que

estaba yo en esos temas, y con una mente, unos padres y un mundo

exterior que buscaría siempre explicaciones racionales a lo que me

pasaba.

Hasta que mi percepción extrasensorial se hizo tan evidente que

tuve que ir cediendo y entendiendo que había algo más allá de lo que

consideraba normal y evidente, hasta ese momento.

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Page 5: Yomedium

Capítulo 1

Las cosas que han estado pasando.

Hace unos años iba arriba de un avión cruzando la cordillera, era

una época en que viajaba mucho entre Santiago de Chile y Buenos Aires,

así que iba más o menos relajado, entregado al viaje, y mientras me

servían el desayuno me imaginé, podría decir que me imaginé, o eso es lo

que pensé en ese momento, que había una mujer parada al lado mío, una

mujer mayor. Supe, junto con eso, que esta mujer se llamaba María Julia,

que había sufrido de cáncer de huesos durante dos años del que había

fallecido hacía un año. La situación no me sorprendió porque fue como

que me lo imaginé.

Acá tendría que hacer un paréntesis en la historia para contar que

vengo de una familia atea y escéptica, mi madre es psicoanalista y mi

padre industrial, nunca se dudó en mi familia que uno se muere y se

muere. No hay más. Ateos militantes. Así que la experiencia del avión me

pasó completamente desapercibida. Que un muerto realmente me hablara

no era una opción.

Una semana después, ya de vuela de mi viaje, conozco a Vilma.

Yendo hacia la casa de una amiga a cenar tengo la certeza, la absoluta

certeza, y no se de qué otra manera describir el sentimiento, de que la hija

de esa mujer, la que imaginé en el avión, iba a estar esa noche en la casa

de mi amiga. Tuve la certeza unas cuadras antes de llegar. Pero cuando

llegué, cuando estacioné el auto; temblaba. Cuando entré a la casa y la vi,

me emocioné muchísimo, casi no podía hablar. Era una mujer que nunca

había visto antes pero era al mismo tiempo como encontrarme con

alguien a quién conocía de toda mi vida. No me aguanté mucho rato y en

cuanto estuvimos sentados a la mesa le pregunté: ¿Tu mamá falleció? Si,

me dijo. ¿Falleció hace como un año, de cáncer de huesos? Si, me

contesto, y se le llenaron los ojos de lágrimas. ¿Tu mamá se llama María

Julia? Y cuando dijo que si, explotó todo, ella se puso a llorar, y los demás

me miraron como si estuviera loco. Nadie, ni siquiera yo, entendía lo que

estaba pasando. La mujer se puso a llorar y yo volvía sentir a la señora

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Page 6: Yomedium

del avión parada al lado mío. Todo lo que pasó después fue una locura,

una revolución, hasta ahora, hasta ahora mismo sigue siendo una

revolución.

Soy ateo. Suena raro, un médium ateo, suena absolutamente raro.

Pero es así. Curiosamente lo que más me incomoda, casi me atormenta

de todo esto, es la necesidad de creer. Con la cantidad de cosas de las

que he sido testigo y protagonista, sigo sintiendo un impulso innato a

descreer. La pregunta, o la respuesta, sobre la supervivencia de la

conciencia después de la muerte nos la hemos hecho todos. Para mi

hasta ya adulto era un rotundo “te mueres y te mueres”. Bueno, los

milagros son para los que no creen, los creyentes no necesitan pruebas.

Bueno, yo necesito muchas pruebas, montones de pruebas.

En mi familia la palabra religión se asociaba a ignorancia. En casa

no estaba prohibido hablar de creencias, simplemente no se hablaba. Y si

se tocaba el tema era desde un trasfondo intelectual y filosófico. Mi padre,

industrial, proviene de una familia italiana de creencias cristianas y mi

madre, psicoanalista, de una familia judía de origen ruso. Pero ambos son

ateos. Jamás se dudo en mi casa que somos el resultado de la evolución,

de la necesidad de supervivencia de las especies. Nacemos y morimos y

eso es todo.

Relato esto porque siento que mi camino hoy no está puesto en lo

fenomenológico ni en la explicación de por qué me pasa lo que me pasa

sino más bien en esa duda permanente: en qué creer, y cómo hacer para

creer. Cuando alguien dice que cree en la sobrevida de la conciencia.

¿Qué grado de certeza o de duda tiene?¿En qué parte del cuerpo lo

siente? ¿Lo siente como algo familiar, de herencia, algo que lo conecta

con su aprendizaje de la vida, con sus enseñanzas, con la moral, con su

futuro? ¿Qué es creer y cómo se siente, cómo se piensa, cómo se actúa

internamente y externamente cuando se cree? ¿Cuándo se tiene la

certeza, aunque no sea absoluta, pero certeza al fin, de que hay algo

más, que está por encima de nosotros y más allá de lo evidente? Eso,

más que un misterio, lo siento como una frustración. Casi como una

discapacidad. Como si no tuviera la capacidad de creer. Incluso siendo

testigo de la cantidad de cosas extraordinarias que a esta altura he sido

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Page 7: Yomedium

testigo.

No siempre fui escéptico. Cuando tuve mis primeras experiencias

extrasensoriales, como a los diecinueve años, creí ver detrás un sistema

de creencias que tenía algo que ver con el new age, que en esa época

estaba muy de moda entre gente de una edad mayor que la mía, diría un

par de generaciones por encima. Tengo algún recuerdo de haber creído

en la reencarnación, pero es tan tenue y tan poco convincente esa época

de mi vida, estaba tan deslumbrado por las percepciones que tenía que

estaba dispuesto a encontrar un marco en el que meter todo lo que me

estaba pasando. Y de cierta forma me tranquilizó.

Atrás en el tiempo sólo recuerdo dos cosas.

La primera, yo tenía cuatro o cinco años y una excelente relación

con mi bisabuelo Samuel, recuerdo ir caminando por la calle de la mano

de mi madre y haber tenido la visión de mi bisabuelo. Samuel estaba

parado en un cuarto mirando por la ventana. Estaba vestido con una

camisola blanca. Todo el cuarto era blanco. Muy arquetípico. Me detuve y

le dije a mi mamá que me daba pena el bisabuelo Samuel, le conté lo que

había visto. Yo no sabía que estaba internado y mi madre supo al llegar a

casa que en ese momento mi bisabuelo había muerto. Fue algo

comentado en la familia, mi “visión”. Pero como ya dije antes esos temas

no eran propios de mi familia y la cosa quedó ahí.

Lo otro que recuerdo de pequeño es que una noche, como a los

seis o siete años mientras estábamos en el cuarto que compartíamos con

mi hermano. Dormíamos en camas cuchetas, yo arriba. Mi hermano no

podía dormir y mi papa se acostó en un colchón en el suelo para hacerle

compañía. Yo me había quedado dormido y el llanto de mi hermano me

despertó. Me asomé a ver a mi papa y lo que vi fue como una luz que

salía de su estómago. Una luz azul muy fuerte que iluminaba la

habitación. Estaba tan dormido que podía ser parte de un sueño. Y no

contaría si después no hubiera vuelto a ver esa luz, muchos años más

tarde, como a los diecinueve, en mis prácticas del arte marcial Aikido.

Durante el resto de mi infancia y pubertad no paso mucho al

respecto. Nada que pudiera presuponer lo que vendría. Como todo niño

soñaba con tener superpoderes y le temía a los fantasmas. Respecto a

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Dios, nunca me hice demasiadas preguntas. Asistía a primeras

comuniones y bar mitsua de amigos sin interesarme demasiado por la

liturgia ni las creencias. Si hubiera habido el más mínimo indicio estoy

seguro que mis padres me hubieran preparado de otra forma. Igualmente

agradezco profundamente (no se a quién) no haber visto cosas de niño,

hubiera sido catastrófico para mi estabilidad mental. Hoy estoy muy atento

a las cosas que dice ver mi hijo, separando la imaginación de la

percepción real. Me imagino lo que pudiera pasarle a un niño de cuatro

años si pudiera hablar con los muertos.

Entonces estábamos en que nada me había preparado para lo que

iba a venir. Y especialmente la primera vez, ocurrió en una época

especialmente atea y escéptica de mi vida.

Primera vez.

Febrero de 1989, yo tenía 19 años y estaba de vacaciones con mi

padre en Pinamar, un balneario tradicional de la costa Argentina. Una

amiga de una amiga, Fernanda, mi misma edad, gordita, con problemas

de bulimia. Nos conocimos al pasar. Ella era gordita, no muy gordita pero

caderona. Se la veía triste, aunque se reía bastante seguido. No fue como

que la conociera de antes ni nada, no hubo química, nada por el estilo.

Cruzamos unas palabras, yo sabía que ella era bulímica, me lo habían

contado sus amigas, que estaban bastante molestas con el tema,

Fernanda se desmayaba seguido. De repente sin quererlo estábamos

hablando de su bulimia con mucha confianza. Yo algo le dije, no se qué,

no recuerdo ni tuve mucha conciencia en el momento, pero

evidentemente la sorprendí. Se me quedó mirando por un rato. Un rato

largo. Incluso temí que gustara de mi. Quedamos en volver a vernos en

algún momento. En volver a hablar. Yo no estaba interesado, la verdad.

Durante los siguientes días yo le huí, literalmente. Nos cruzábamos

porque era un balneario chico y porque sus amigas eran mis amigas y

porque nos cruzábamos. Le huí como una semana. Hasta que un día la

lluvia me sorprendió en la playa. Volví empapado a la casa de mi padre a

cambiarme y ahí estaban mis amigas, en un café frente a la casa.

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Fernanda salió corriendo, gritándome. Llovía a cántaros. La invité a mi

casa. ¿De qué íbamos a hablar? Entramos, ella se quedó sentada en la

cocina y yo fui a cambiarme la ropa mojada.

Cuando volví ella se sentía mal, estaba mareada y casi se

desmaya sobre la mesa. Yo la sostuve un poco y le dije que se calmara.

En ese momento hicimos contacto de ojos y pasó la cosa más increíble

que me pasó en la vida: entre nuestros ojos se formó como un túnel y

sentí que me iba para adentro, literalmente. No sólo me quedé

hipnotizado, sino que tuve una ensoñación de que volaba adentro del

túnel. Talvez duró poco tiempo, pero a mi me pareció eterno. Pasé como

a través de su ojo y entré como a un gran galpón oscuro. Allí había como

una biblioteca, como unos ficheros con fichas. La sensación general era

que me lo imaginaba, pero al mismo tiempo, como que estaba haciendo

algo que sabía perfectamente a dónde iba a llevarme: estaba leyéndole

los archivos de la cabeza.

Ella se echó para atrás repentinamente, se había quedado

hipnotizada también. No sé lo que sintió ni lo que vio, no se lo pregunté.

Me dijo: ¿Qué haces, qué estás haciendo? Y nos quedamos los dos

sorprendidos mirándonos.

Inmediatamente vi una imagen muy nítida. Otra vez: es como una

ensoñación, como imaginarse algo muy precisamente. Vi que yo era una

niña como de cuatro, cinco años, estaba acostada sobre una mesa y

había un señor alto, de bigotes que me estaba manoseando. Recuerdo

muy bien la mesa, el lugar y la cara del señor. Se lo dije. Se sorprendió,

hubo un silencio.

Era yo, me dijo, me violaron cuando tenía cuatro años…

Silencio total. Pero total. En ese momento ella se dio cuenta, antes

que yo, que yo estaba teniendo una videncia. Algo que en el mundo de la

percepción extrasensorial se llama retrocognición: conocer el pasado de

otra persona.

Hace poco tiempo, me dijo, nos pidieron en el colegio que

hiciéramos nuestra biografía de adelante hacia atrás, hasta lo primero que

recordáramos en nuestra vida. Y yo recordé eso, que era algo que mi

familia me tenía oculto. Le pregunté a mi mamá y me contó que había

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sido un pintor que hizo un trabajo en mi casa cuando yo era chica. Lo

recordé hace poco y es algo que estuvo dando vueltas por mi cabeza todo

este tiempo.

No se qué pasó exactamente después. Creo que estuvimos

callados por un tiempo. Llegó mi padre a la casa y le pedí el auto. Todavía

llovía y nos estacionamos en la playa. Nos miramos y volvimos a hacerlo.

Me metí a través de su ojo, se formó el túnel y entré en este galpón

oscuro con ficheros. Sentía que sabía lo que estaba haciendo, que lo

había hecho antes. La siguiente imagen que vino a mi cabeza fue su

familia. Su mama, su papá y sus dos hermanos, todos con nombre y

descripción de cada uno. Que sus padres se habían separado y que su

padre había dejado a su madre y se había casado con su secretaria de

toda la vida, que habían tenido una hija y que ella apenas veia a su padre.

Todo eso de un tirón, en una sola frase. No era como si lo viese, era como

si lo supiera de toda la vida, era como si compartiéramos esos recuerdos.

No me acuerdo de todo, no tomamos nota, estábamos demasiado

sorprendidos como para estar atentos a recordar todo. Le dije que casi se

había ahogado cuando tenía como siete años y me aparecía

recurrentemente una prima de ella. Era como si yo viese muchas de esas

cosas a través de los ojos de la prima. Le dije cosas tan inusuales como

que en un zoológico de animales sueltos un rinoceronte les había

chocado el auto, que el auto era un Ford Falcon blanco, los números de

las casas donde había vivido y muchos etcéteras. Estuvimos como tres

horas dentro del auto. Conectando a través de los ojos una y otra vez. Era

impresionante. Llegué a pensar que me estaba tomando el pelo. Pero se

la veía tan sorprendida como a mi.

Esa fue la primera experiencia. Realmente impactante. Después de

eso nada iba a volver a ser igual. Me llevó mucho tiempo, años, recuperar

la normalidad. Y creo que nunca lo hice, sólo fueron años de espera,

hasta la próxima vez. Después de eso vinieron muchas más cosas. En

primer lugar me costó quedarme dormido todo el resto de mis vacaciones.

Apenas cerraba los ojos sentía a alguien parado al lado de mi cama. O a

mis espaldas. Como un fantasma, como una densidad del aire.

Una noche de esas, todavía en Pinamar de vacaciones, junté a un

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grupo grande de amigos, seríamos unos diez chicos y chicas de mi misma

edad. Amigos de toda la vida. Se había corrido el rumor entre todos. Yo

estaba tan sorprendido que se lo había contado a un par de ellos, y corrió

la voz. Al par de días estaban todos en mi casa haciéndome pruebas. La

primera fue que yo salía de la habitación y entre todos se ponían de

acuerdo para pensar en un objeto. Cuando volvía tenía que adivinar en

qué estaban pensando. Bueno, lo adiviné tres veces seguidas. Sin

dudarlo, sin fallar ni un centímetro. A la tercera vez dos chicas del grupo

se pusieron a gritar histéricas y se fueron de mi casa. El resto ya no quiso

seguir haciéndolo. Al rato entró viento en la habitación y volaron las

cortinas y todo el mundo huyó despavorido.

Los días siguientes continué adivinando cosas entre mis amigos.

Intente contárselo a mi padre y su esposa pero los vi demasiado

escépticos y preferí guardarme en secreto lo que me pasaba. Tenía

diecinueve años, había ido de vacaciones pensando en chicas y me volvía

con un tremendo nudo en la cabeza. Fue lo más impresionante que me

pasó en la vida. Después vinieron cosas mucho más fuertes desde el

punto de lo fenomenológico. Pero esa experiencia, al ser la primera y al

ser a los diecinueve años fue lo que me marcó para siempre.

Un rumbo, un camino en la vida, una duda, un misterio. Todos

debiéramos tener un misterio en la vida. Este es definitivamente el mío.

Este es mi camino, aunque trate de seducirme permanentemente con

otras cosas más terrenales. Este es mi camino, mal que me pese, mi

karma, mi destino. No me quejo, creo que es muy interesante. Por algo

me tocó a mi, tan ateo, tan de este mundo. Vamos a ver qué pasa.

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El abuelo de Flavia

No me considero una persona común y corriente. No conozco a

nadie que se considere común y corriente. La mayoría de la gente que me

conoce, aún no sabiendo nada de mi capacidad clarividente me

consideraría un tipo fuera de lo común, por no decir extraño. Tengo una

mente bastante torturada, muy psicoanalizada, compleja, inestable. Puedo

ser tremendamente comunicativo y hablar hasta por los codos y puedo

quedarme cayado por horas. Necesito que la gente se sienta cómoda a mi

lado y me desvivo por hacerla sentir cómoda, feliz, contenta. Diría que ese

es uno de los aspectos más neuróticos de mi personalidad. Soy un

anfitrión casi pegajoso, lo se, lo lamento. Tengo amigos de lo más freaks y

de lo más conservadores. Pero absolutamente ningún aspecto de mi

personalidad puede hacer pensar que soy clarividente, o psíquico, o

médium o como quiera llamarle. Soy publicista de profesión, trabaje en el

departamento creativo de agencias de publicidad por casi diez años,

antes de hartarme, como la mayoría. Tuve una carrera meteórica, fui

director creativo a los 25 años. Nunca estuve conforme, pero eso ya paso

a ser un rasgo de mi personalidad. Eso y la incapacidad de quedarme

quieto demasiado tiempo. La búsqueda de lo espiritual no estuvo en mi

agenda demasiado seguido, debo confesar. A los 25 años me ofrecieron

irme a Santiago de Chile por un tiempo a trabajar en una agencia de

publicidad. Me gustó. Conocí a mi esposa. A los 29 años me harté de

todo, renuncié a la publicidad y me tomé un año sabático que terminó

siendo un año y medio. Me fui a la Universidad de California en Berkeley,

Estados Unidos. Entre otras cosas quería dedicarme a escribir y a hacer

televisión. Volví a Santiago y fundé mi propia productora de televisión.

Hice documentales con bastante repercusión y buena suerte. Fui director

creativo de un canal de televisión. Todo sucedió bastante rápidamente

pero también con bastante esfuerzo y dedicación. Hice cosas que me

gustaron y otras que no. Pero siempre me persiguió la necesidad de más,

la sensación de desasosiego, de falta de algo.

De chico tenía problemas en la escuela. Tenía lo que hoy se llama

déficit atencional y que en esa época se llamaba volado, o colgado, o

directamente, estaba todo el día en las nubes. Aún padezco de eso. Mi

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mente trabaja en cien cosas a la vez y mi nivel de atención es escaso.

Tal vez fue por eso que no presté la verdadera atención a lo que

me pasó a los 20 años y que, de estar atento, hubiera sido una buena

alerta a lo que vendría más tarde.

A los 20 años conocí a Flavia y empezamos a salir. A la segunda

salida me invitó a su casa. Subimos por una escalera sin pasar más que

por la cocina hacia su escritorio, en un altillo de la casa. Mientras me

mostraba unas fotos suyas que habían salido en una revista yo sentí que

alguien me apoyaba la mano en el hombro. Cuando me di vuelta

dispuesto a saludar me encontré que detrás de mí no había nadie. Casi

me hago pis encima. Se me pararon los pelitos de la espalda y empecé a

temblar. La sensación había sido real, sentí una mano que se apoyaba

muy suavemente, como de un anciano muy respetuoso, una presión

suave sobre la ropa. No le dije nada a Flavia, pero sentía a alguien detrás

mío. Había pasado un año y medio de mi experiencia en Pinamar. Pero

no pensé en eso. No pensé en nada, pensé en concentrarme para no

hacerme pis encima. Bien. A los dos minutos volví a sentir la mano sobre

mi hombro. Muy claramente, sentí el peso de una mano masculina. Le dije

a Flavia, me miró como si estuviera loco. Yo hubiera hecho lo mismo. No

se por qué pero decidí darme vuelta con los ojos cerrados. Había un

viejito, muy flaquito y vestido con pantalones grises y camisa a cuadros

rojos y blancos. Entendí que era el abuelo de Flavia. La habitación era

más ancha y más corta que la actual, pero era la misma. Había una cama

de una plaza, un baúl verde, un jarrón con unos dibujos tipo ramas y

adentro una rama de duraznero con algunas flores blancas.

Flavia lloraba.

Entendí que el hombre quería saludar a su nieta y decirle que sabía

que ella ya estaba bien, que estaba con ella siempre.

Aquí de nuevo tuve la sensación de que era algo que yo ya había

hecho antes, que sabía hacer, que no me sorprendía del todo.

El señor se despidió, Flavia se había tomado de mi mano y ambos

sentimos mucho calor en la mano que teníamos tomada, como si hubiera

tomado nuestras manos entre las suyas.

Cuando abrí los ojos Flavia lloraba. Me contó que el señor era su

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bisabuelo, que había fallecido de un infarto al enterarse que ella había

tenido un accidente en la playa. Siempre le había dado mucha pena que

su abuelo muriera pensando que ella estaba mal. La habitación había sido

cambiada, efectivamente cuando su bisabuelo vivía dormía en esa pieza,

que era más corta y más ancha. Habían hecho una refacción y movieron

las paredes. Bajamos a la casa y me mostró el baúl que yo había

nombrado. No había pasado por esa parte de la casa. Yo no lo había visto

antes.

Si bien fue algo que nos conmovió a ambos, con el tiempo yo fui

poniéndolo en mi cajón de cosas extrañas y digamos que lo olvidé, o le

puse anestesia. Por alguna extraña razón la palabra médium no apareció

en mi cabeza hasta muchos años después. Fue como que le eché la

culpa al lugar y a la situación y no pensé que eso tenía algo que ver

conmigo, con mis capacidades. Terminé con Flavia poco tiempo después

y ese “accidente” quedó dentro de mis recuerdos de la relación, nada

más. Conviví con eso hasta ahora sin cuestionarme, estaba frente a mí,

en mis narices, pero no fui capaz de verlo. Muchas veces siento que eso

nos pasa a todos, tenemos un montón de cosas frente a nosotros y no las

notamos. Como la ley de la gravedad antes de Newton y su manzana.

Caían manzanas todo el tiempo, vamos, cómo nadie escribió la ley de la

gravedad antes. Eso y miles de ejemplos, miles.

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Page 15: Yomedium

La madre de Vilma

Muchos años después del encuentro con el abuelo de Flavia, unos

quince años después, a mis 34 años, yo ya estaba viviendo en Chile,

abocado a mi trabajo como realizador de televisión, muy muy lejos de

cualquier esoterismo. Lo que voy a contar ahora es la complementación

del relato que conté al principio y es lo que yo considero realmente mi

primera vez y tiene una cronología extraña, casi mágica. Empieza una

semana y dos días antes de que realmente sucediera.

Nueve días antes, un día jueves, yo viajaba de Santiago a Buenos

Aires en un vuelo casi vacío de Aerolíneas Argentinas. El viaje dura dos

horas, era muy temprano y como que me imaginé la historia de una mujer

que había muerto después de un largo cáncer de huesos que la había

tenido postrada en una cama durante dos años y que se llamaba María

Julia, así, todo junto, de corrido, como lo estoy contando y a miles de

metros de altura sobre la cordillera de los andes. Punto, fin de la historia.

Después sirvieron el desayuno y fue una más de las historias que me

imagino durante el día.

Nueve días después, de vuelta en Chile, yendo hacia una reunión

en la casa de mi amiga Paulina, tengo la certeza, la absoluta certeza, y no

se de qué otra manera describir el sentimiento, de que la hija de esa

mujer, la que imaginé en el avión, estaba esa noche en la casa de mi

amiga.

Tuve la certeza unas cuadras antes de llegar. Pero cuando llegué,

cuando estacioné el auto, juro que temblaba. Cuando entré a la casa y la

vi, me emocioné muchísimo, casi no podía hablar. Era una mujer que

nunca había visto antes pero era al mismo tiempo como si me encontrase

con alguien que conocía de toda la vida y que había dejado de ver por un

tiempo.

Casi no abrí la boca hasta que me encontré sentado con ella en la

mesa y no pude aguantarme de decirle: “¿Tu mamá murió hace poco no

es cierto?” y ella me miró como se mira a alguien que empieza una

conversación así, y me dijo “sí, murió hace menos de un año.” Y ahí me

largué a hablar, ya estaba jugado, las otras tres personas en la mesa me

miraban sorprendidos, y le dije “¿Tu mamá murió de cáncer de huesos?”;

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Page 16: Yomedium

“si”, “¿Tu mamá se llamaba María Julia?” y ahí explotó todo, cuando me

dijo que sí y se le llenaron los ojos de lágrimas, explotó todo.

Yo sentí que veía como una película, una cámara que avanzaba dentro de

una casa y describí lo que veía, lo que sentía y lo que sabía, esas tres

cosas podrían resumir mi sensación: Tu mamá murió después de estar

mucho tiempo en cama, como dos o tres años, cambiaron su cama a la

planta baja de la casa para poder moverla con facilidad por si le venía una

crisis. Compraron una cama de hospital y un tubo de oxígeno. La

habitación está a la izquierda de la escalera. En la habitación hay una

ventana que da al frente de la casa, a un pequeño antejardín. En la casa

de al lado vive tu hermano, hizo una pasada directa por el antejardín, una

puertita.

Vilma lloraba y los demás no paraban de asombrarse con cada

confirmación.

Yo estaba totalmente subido al relato, no sentía que nadie me hablaba ni

nada por el estilo, no estaba en transe, simplemente veía esto en mi

cabeza y entendía algunas otras cosas y las decía: “Tu mama murió de

cáncer de huesos. Estuvo dos años en muy mal estado. Y quiere que

olviden esa parte, quiere que la recuerden por lo que era antes de la

enfermedad. Tienes una hermana y dos hermanos, tu hermana tiene fotos

de tu madre enferma. Y alguna ropa. Quiere que tiren todo.

Vilma asentía, lloraba y fumaba.

Yo sentía que la mujer estaba parada a mi lado, y también lo sintió

Cecilia, una amiga. Era como si me estuviera hablando. Sentía que tenía

una personalidad muy fuerte, mandona.

Y seguí diciéndole lo que me pasaba por la cabeza: “Hay una niñita, la

veo como de unos 12 años, pero podría ser más grande, o, no… es una

nieta que crió tu madre, o que tu madre tenía muy cercana?, ella está muy

preocupada por ella, me llegan dos iniciales de nombre AJ”

Vilma: “Si , es la hija de mi hermana, está muy apegada a ella, fue como

sus segunda madre, mi madre la crió hasta que enfermó.”

Yo seguía, no me importaban sus confirmaciones, estaba seguro de lo

que estaba diciendo: “Cantabas tan bien…te arruinaste la voz por

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Page 17: Yomedium

fumar…” y tuve un sentimiento de reproche, que le pertenecía la madre de

Vilma, en general mis emociones eran como ajenas, como si no me

pertenecieran, eran ráfagas de diferentes emociones. Y en general, con

mis propias emociones más atenuadas, María Julia estaba tan

sorprendida de poder comunicarse con su hija como yo.

El “encuentro” siguió por dos horas más, no recuerdo muchos más

detalles. Algunos mensajes no fueron correctos pero la mayoría de lo que

dije era de una exactitud que daba miedo. Quedamos todos muy

impresionados. Muy excitados, seguimos hablando como por dos horas,

le conté al grupo mis experiencias anteriores.

Me fui a la casa repasando lo que había pasado. Los días

siguientes son confusos, yo empecé a sentir otra vez gente a mi

alrededor. Como presencias físicas. Estaba excitado, temeroso, alegre,

triste. Me ayudó mucho que mi mujer tuviera una educación católica. Esto

a ella le fascinaba tanto como a mí, pero le despertaba menos dudas en

cuanto a lo religioso, a la existencia de vida después de la muerte.

Una semana después estábamos yendo nuevamente a la casa de

mi amiga Paulina, iba a ir otra persona para ver si yo podía conectarlo con

su pariente muerto. Era obvio que la expectativa de que yo tuviera otra

vez videncias eran altas. Durante el viaje de ida en auto me vino

recurrentemente a la cabeza la historia de un amigo que se había ido de

viaje en velero a Isla de Pascua, se había quedado más de lo planificado

y al volver descubrió que su mujer lo había engañado con otro. La verdad

es que esto había pasado hacía mucho tiempo, la historia se me repetía

en la cabeza una y otra vez. Cuando llegamos a la casa, ya estaba una

persona esperando a que le leyéramos. No se parecía a mi amigo, pero la

sensación al verlo era que la historia que estaba dándome vueltas por la

cabeza era en realidad la suya, empecé a hablarle en el momento que lo

vi. “¿Tu te fuiste de viaje, junto con otra gente, un grupo de gente, como

en una expedición, o viaje de estudios, o por trabajo y te quedaste más

tiempo del que tenías planeado. Cuando llegaste tu mujer te echo de la

casa, te tenía las valijas hechas, cambió la cerradura. Fue como que te

cambiaron la mujer. Ella nunca fue fácil, tiene un temperamento fuerte,

pelea con todo el mundo.”

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El hombre no podía creerlo. “si, tal cual, me fui a Colombia con una

compañía de teatro, me quede más tiempo, cuando volví mi mujer me tiró,

literalmente, las cosas por la ventana.”

Ahora sentí o visualice, me imaginé como una película que me

mostraba una casa. Era la casa de su padre. Se la describí. Estaba toda

desordenada, con cosas por todos lados. Me llamaba mucho la atención

una chimenea. Veía como un fuego desproporcionado dentro. Y veía una

máquina de escribir antigua que era arrojada dentro de la chimenea.

El hombre me contó que su padre había muerto y él se fue a vivir a

su casa. Su padre y él no habían tenido una buena relación. Cuando llegó

a la casa encontró cartas que le escribía su padre. Eran cartas escritas a

máquina, llenas de resentimiento, muy fuertes. Y él decidió quemarlas,

justamente, en la chimenea. Junto con una enorme cantidad de cosas que

su padre guardaba sin mucho sentido, finalmente terminó tirando al fuego

la maquina de escribir.

¿Qué era todo esto? Yo estaba teniendo clarividencias de su vida,

pero no veía a su padre, ¿Esto me lo estaba transmitiendo su padre o

quién? La sensación era diferente a la primera vez. Esto no era

mediumnidad, aunque se sentía muy parecido. En todo caso, la sensación

era nuevamente como que yo me sabía manejar en este tema y que no

sentía demasiado asombro, como si ya lo hubiera hecho antes.

Yo creo que ese fue el primer día que sentí que esto podía ser

efectivamente algo que se iba a quedar conmigo. Era la primera vez que

no me tomaba por sorpresa, que no era un “accidente”.

A partir de ahí cada semana esperaba volver a la casa de mi amiga

Paulina, con mi mujer y Cecilia formamos un círculo alrededor de esto.

Empezó a desfilar gente para pequeñas y grandes videncias. Empecé a

entender los patrones de las cosas que veía.

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Page 19: Yomedium

Ana y su nieta Paula

Conocía a Paula desde hacía un tiempo. Yo era amigo de compañeros

suyos de trabajo y habíamos cruzado algunas pocas palabras.

Era el cumpleaños de mi amigo, hicieron un asado y allí me encontré

con Paula. Yo había tomado whisky y me sentía un poco borracho, pero casi al

final de la noche me encontré hablando con ella y otra amiga, sabiendo,

sintiendo que tenía algo que decirle de parte de alguien.

En un momento veo una silueta parada cerca de ella, y me llega la

imagen de una abuelita, regordeta, vestida con un delantal de cocina, y me

aparece el nombre Anita. Era su abuela. Tomé aire y le dije, así, en una línea:

“Tu tienes una abuela que murió, que se llama Anita?” Fue muy conmovedora

la reacción de ambas. De Paula, de este lado, y de su abuela, del otro. Fue

como si ambas al mismo tiempo se dieran cuenta que se podían comunicar.

Paula, obviamente, me preguntó que cómo yo podía saber eso. Allí es donde

siempre tengo que desenmascararme rápidamente y decir las palabras

mágicas. Es que yo “soy médium”. Silencio, silencio por unos minutos, hasta

que la situación se reacomoda.

Allí la abuela empezó a darme claves para que su nieta supiera que era

ella. Paula entre que lloraba y entre que estaba impactada no me decía nada,

no me confirmaba nada, asentía con la cabeza, tapándose la boca para no

llorar. Dos horas después, los cuatro muy emocionados, Paula, su amiga, yo y

su abuela, nos despedimos.

Al día siguiente Paula llamó a su mama para contarle y pedirle algunos

datos de cosas que nos había dicho su abuela. Y me escribió un e-mail con el

siguiente texto. Las partes en paréntesis son los comentarios posteriores de

ella.

Texto escrito por Paula:

Sebastián: Tu tenías una abuela que su nombre empezaba con A, Ana? Anita?,

dice que está aquí, como siempre al lado tuyo.

Paula: Mi abuela Anita!

Sebastián: Qué tiene que ver una F con el nombre o el apellido?

Paula: (se llamaba Ana Florencia, supongo que será eso)

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Page 20: Yomedium

Sebastián: Veo una casa, su pieza estaba al fondo de un pasillo donde había

dormitorios, ella guardaba muchas cosas que no eran importantes.

Paula: (En este departamento murió, estaba lleno de cosas sin valor que

guardaba).

Sebastián: Ella lo había pasado mal con su marido, el se iba por tiempos

largos, que también tenía problemas con el alcohol, que ella no fue feliz

aquí, que fue difícil, pero que fue lo que le tocó vivir. Dice todas estas

cosas para que sepas que es ella.

Paula: si, es exactamente como era ella.

Sebastián : Están ambas ligadas por sangre, muy fuerte, ella siempre estaba

contigo, vivías con ella, te crió… porque tu mamá era muy inmadura, como

muy chica, ella no podía hacerse cargo de ti, fue una sorpresa quedar

embarazada de ti, no fue planificado.

Paula: si, ella me crió, mi mama era muy chica…

Sebastián: Ella esta bien, muy bien, acompañada por A, Alberto? puede ser?

hay varios Alberto, uno está enfermo

Paula: (si, es su hijo, y está enfermo, no saben que es y de esto me enteré el

sábado pasado).

Sebastián: ¿Quién es costurera? con un nombre con M

Paula:(será mi mamá, es su entretención coser y se llama María Paz)

Sebastián: y tu mamá? tu mamá organiza cosas, está a cargo de algo?

Paula: (es jefa de las voluntarias)

Sebastián: ¿Qué tiene que ver un nombre con C, como Cesar? ¿ Un hermano

de tu abuela que no conociste? ¿Un primo?

Paula: César, su hermano, yo no lo conocí.

Sebastián: Alguien tiene o se quebró un dedo del pié, o un dedo montado.

Paula: (esta no era mi abuela, es mi mamá se operó de los pies en diciembre,

tenía los dedos montados)

Sebastián: Tu abuela, estaba muy corvada?

Paula (si, esto es correcto)

Sebastián: vestía como vestido morados? largos? como de tules? esta con

unas sandalias que se amarran arriba, que le regaló tu mamá, que tienen

como un cinta, no se amarran

Paula: (esto no sé)

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Page 21: Yomedium

Sebastián: Está acompañada por un perro, blanco, con negro, chico, que juega

en sus pies, es muy difícil saber el nombre de los perros

Paula: (este perro era su adoración, yo no lo conocí)

Sebastián: Que tiene que ver la música? hay un músico en la familia? un

músico que no estuvo dispuesto hacerlo por plata? a hacer música por

plata?

Paula: (mi papá)

Sebastián: Viene a darte algo, algo que te había prometido cuando murió,

hace un gesto de dar con la mano, cuando se murió no pudo darte lo que te

había prometido, porque estaba muy débil, pero siempre ha estado contigo.

Paula: (le pedí cuando estaba enferma, que volviera a contarme qué había

después de morirse, que buscara la forma de contarme sin que me

asustara, fue un acuerdo, ella murió hace 20 años)

Sebastián: También me dice que tienes que tener paciencia, que a eso viniste,

cuando eras chica siempre querías todo rápido, cuando ella estaba en la

cocina y tu corrías alrededor de ella, que no te preocupes, que siempre ha

sido difícil, cuando estabas en el colegio también, que lo has pasado muy

mal en la vida, que ha sido muy duro, no te rindas, nunca te va a pasar que

te falte, como a tu mamá, no repetirás la historia si ese es tu miedo.

Paula: (se relaciona mucho con cómo me he sentido el último tiempo)

Sebastián: Alguien se quedó con un baúl que tenía ella en su velador de patas

finitas, nada de valor, en su pieza, con cosas que eran para ti, lo tiene una

tía, o una amiga de tu abuela…

Paula: (esto no sé, no le encuentro relación aún)

Nota mía: atención con esto, el baúl reaparece en una lectura que hago dos

días después y cierra perfectamente, creo que era una lectura adelantada,

a veces me pasan cosas así, es de lo más enigmático.

Sebastián: Por estos días esta más cerca, mas abajo, más fácil de encontrarse

con ella porque viene buscar a alguien de la familia que está enfermo

Paula: (no sé quién puede ser)

Sebastián: está con más gente, pero están más atrás… dormías con ella?

Paula: (si)

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Page 22: Yomedium

Sebastián: algo te pasó muy importante a los 12 años

Paula: (si)

Sebastián: fue muy fuerte, ella estaba ahí, algo te compró, te compró un

vestido, fue algo importante, un casamiento, una fiesta, ella se acuerda.

Paula: (A los 12 mi madre volvió a casarse, fue muy fuerte para mi)

Sebastián: Antes de irse quiere que le des saludos a M, hay una niñita con M?

Magdalena puede ser? cuando arma los puzzles ella está siempre con ella,

es ella quién le indica los colores que debe juntar, es la más parecida a

ella, pero las conoce a las dos, siempre está contigo

Paula: (esta es mi hija menor, es extraordinaria para armar puzzles y siempre

encontré que se parecía mucho a ella y a mí)

Sebastián: Hay un uniformado con ella, había un hombre de uniforme en la

familia?

Paula: (su papá fue marino)

Sebastián: Te manda mucho amor, Mijita, te decía Mijita?

Paula: (sí).

Nos despedimos con un gran abrazo. Me daba pena que Paula hubiera

llorado todo el tiempo, la voz se le quebraba cuando intentaba hablar, no

estaba acostumbrado a eso, a ver llorar a alguien tanto, imagino que la

confirmación de una persona muy querida no está muerta llena la vida de otro

sentido.

No estoy solo.

Llevaba ya unos seis meses desde aquella “segunda primera vez”

con Vilma y su madre fallecida. Ya había tenido unas seis o siete

“sesiones” y se hacía más fuerte la idea de que finalmente yo era médium.

Mi cabeza era un caos, veía siluetas por todas partes, gente del

otro lado que parecía querer comunicarse conmigo. Me costaba pensar en

otra cosa. Una mezcla de miedo, excitación e intriga. Me acostaba y me

levantaba pensando en eso. Me bañaba y pensaba en eso, viajaba en

auto y charlaba con acompañantes del “otro lado”, estaba con gente y

veía siluetas a su alrededor. Mi capacidad de ver el aura se había

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Page 23: Yomedium

afianzado. Estaba todo el tiempo “conectado”. Sin embargo mi vida laboral

continuaba, aunque se me hacía cada vez más difícil concentrarme en

mis tareas diarias, no tenía otra opción. Describiría esa época como de

mucha ansiedad, tristeza, felicidad. Se me estaba yendo de las manos.

Tener que trabajar y mi proyecto de volver a vivir a mi país, Argentina me

mantenían más o menos con los pies en la tierra. Más o menos.

Un día mi hermano me llama y me dice que en la televisión había

un tipo que hacía lo mismo que yo. John Edward es un médium

norteamericano que se ha hecho muy famoso desde que hace su

programa. En otra época yo no hubiera dudado mucho en calificarlo de

chanta. Tiene un programa de televisión en Estados Unidos en el que se

para frente a una tribuna de unas cincuenta personas y empieza a

conectarse con sus parientes muertos. Me sorprendieron mucho dos

cosas. La primera, las reacciones de la gente. Trabajo con actores

regularmente y se que es imposible lograr esas reacciones de sorpresa,

llanto y alegría que tiene el público al escuchar mensajes de sus seres

queridos. Son absolutamente espontáneas. Lo que dice John Edward es

muy, muy, muy preciso. Da nombres, da fechas y habla de las causas de

muerte. Trabajo en televisión y se cuando algo se puede mentir (la

mayoría de las cosas, lo siento, tenía que decirlo) y se lo que no se puede

mentir ni montar ni armar. Las reacciones de ese público son reales.

La segunda cosa que me impacto gratamente es que John recibe la

información de la misma manera que yo. Ve imágenes que tienen que ver

con su vida, sus recuerdos, su historia, son cosas que están en su

biblioteca de recuerdos y las relaciona con lo que tiene que decir a las

personas. Igual que yo, exacto. Ve y siente cosas.

Eso me tranquilizó un poco. No soy el único, no estoy solo, ni

aunque el otro delirante esté a miles de kilómetros. No soy el único

delirante.

Me hice adicto al programa, cada sábado por la noche suspendía

todo para verlo en vivo y en directo. Busque en Internet. Todo parecía

coincidir con lo que me pasaba. Al mismo tiempo ver el programa me

daba más seguridad, estaba más tranquilo, tenía menos miedo y las

videncias se hacían más constantes y empezaba a imaginarme de que iba

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Page 24: Yomedium

la cosa.

Salir del Armario

Necesitaba contarle esto a mis amigos, no podía tenerlo guardado

con gente cercana. En verdad quería contárselo a todo el mundo. La

mayoría de mis amigos es gente escéptica y mayormente atea. Iban a

creerme porque somos amigos, pero la verdad que, decidí que lo mejor

para un par de amigos era intentar generar una “sesión” en la que no

quedaran dudas.

Definitivamente Hernán es mi amigo más escéptico. De esa gente

que pone esa sonrisa sarcástica ante el más mínimo atisbo de creencia

en nada. Cada vez que me escuchaba hablar de que estaba estudiando

tarot se me reía en la cara. A pesar de eso estaba definitivamente

decidido a contarle lo que me pasaba. Quizá no todo, quizás no lo de la

mediumnidad. Pero si de que creía en el tarot y si de que veía cosas que

no estaban en el tarot y si, finalmente, que podía recibir información del

otro lado.

La cena era en casa de mi amiga Carola. Estaban mis amigos

publicistas. Gente que me conocía de mi época más “fashion”.

Que yo sacara el tarot en medio del postre fue, para ellos, una más de mis

excentricidades habituales. Todos estaban muy divertidos con el tema. Me

hicieron algunas preguntas, tire el tarot un par de veces con bastante

acertividad y eso ya los puso más atentos. Por supuesto Hernán se

resistió y se mantuvo como espectador. Llegado el momento me desafió a

que le dijera que era lo que le estaba pasando últimamente. Si le acertaba

me creía. Sus padres habían muerto hacia poco y yo sabía que era un

tema complicado. Era bastante obvio lo que le estaba pasando, no

necesitaba el tarot para decírselo. Ambos habían muerto de un infarto

cerebral, los habían encontrado en el mismo lugar de la casa, el living y el

se preguntaba por esa tremenda herencia médica que le dejaban. Le tire

el tarot y obviamente salió el tema de los padres. Cuando terminé con el

tarot empecé a ver siluetas alrededor suyo. Pero trate de contenerme,

hasta que se me hizo imposible quedarme callado.

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Page 25: Yomedium

Sebastián: Decime, en el living de tus padres hay una chimenea de

piedra, con un estante de madera oscura, con portarretratos?

Hernán: Si!

Sebastián: Arriba de la chimenea hay un portarretrato con la foto de tu

mama con dos de sus hermanos.

Hernán: Si! Mi mama tenía muchos hermanos…

Sebastián: no hables, no hables… en la foto está abrazada a sus

hermanos ella esta al medio y el marco es dorado y está apoyado

sobre una tela verde, un paño verde…

Cuando dije lo de la tela verde Hernán salto de su asiento, como si se

hubiera despertado de una borrachera. Me miró perplejo y empezó a

repetir “no lo puedo creer”. Se lo decía a cada uno de los presentes. No

se porque el dato del paño verde le llamó tanto la atención…

Sebastián: Es una foto muy antigua, el hermano que aparece en la foto

era el más querido, ella lo adoraba, murió un tiempo después de esa

foto, muy joven, de …como una parálisis, algo con sus piernas…. Vos

no lo conociste… se llamaba con R…Raúl, Roberto…

Hernán; Raúl, Raúl! – casi gritaba, y le repetía a todos que no lo podía

creer.

Sebastián: Y la hermana se llamaba Antonia.

Hernán: Si!! No puede ser…

Y los otros, viendo la cara de espanto de Hernán, dejaron de creer

definitivamente, que esto estaba armado entre Hernán y yo. Que era una

broma. Fue como una segunda ola de fervor y excitación. La primera de

Hernán con el paño verde y la segunda de los presentes. Todos se

conmovieron mucho, y empezaron a hablar al mismo tiempo.

Javier: Alto, alto, no puede ser, esto no puede ser, explícanos qué está

pasando, ¿Ves todo eso en el Tarot?

Sebastián: …No, no lo veo en el tarot, pero si hojeo el tarot me vienen

imágenes a la cabeza, pero además, yo veo como unas siluetas,

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Page 26: Yomedium

como unos contornos, ahora los que estoy viendo son las siluetas de

los hermanos de la mama de Hernán, que me transmiten imágenes,

cosas…al menos eso es la forma en la que los veo, como si hubiera

un televisor que me transmite imágenes..y sensaciones, es como

tener una corazonada, una intuición…(okay, lo tuve que decir)… soy

médium

Todos se me quedaron mirando sorprendidos, tratando de encajar en la

realidad lo que les acababa de decir. Fue un momento de silencio mágico.

Las caras congeladas, mirándome, algunos se miraron entre ellos. Como

había dicho mi amiga Jimena “es demasiado Irreal”. Entonces decidí

seguir, creo que una prueba es mejor que si hubiera respondido todas las

preguntas que querían hacerme.

Sebastián: por ejemplo el hermano de tu mama me muestra que esta

vestido con un uniforme militar pero muy simple, como de gendarme,

azul grisáceo.

Hernán: si, era de la guardia civil.

Sebastián: atrás tuyo hay un pariente, como un bisabuelo o algo, alto,

muy flaco, se llama con E.. un nombre con E,

Hernán: No, no recuerdo ninguno.

Sebastián: es alguien alto y flaco, como desgarbado…

Hernán: mmmm…

Sebastián: Un abuelo, se llamaba con E…puede que tuviera una hache

antes de la E… No tenías un bisabuelo, o un abuelo que se llamaba

Ezequiel?

Hernán: Si! El nono, se llamaba Ezequiel, es cierto!.

Y todos gritaron otra vez, y querían hacerme preguntas.

Sebastián: esperen, esperen…después les cuento todo, pero no hablen,

escuchen lo que digo, dejen escuchar a Hernán, que sólo diga si o no,

pero déjenme hablar a mi.

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Page 27: Yomedium

Sebastián: Hernán, tu abuelo te manda saludos y te envía un regalo que

es como un caramelo con mucho olor. A vos no te gustaban mucho

pero como te los regalaba tu abuelo… tiene un envoltorio con mucho

olor…

Hernán: Si, me regalaba unos caramelos que se le derretían en los

bolsillos y me los daba calientes, siempre me traía los mismos, tenía

un olor fuerte como a limón con lavanda, o con eucaliptus.

Hernán estaba muy emocionado. Y el resto muy excitado. El abuelo lo

tomaba por los hombros, era una imagen muy bonita, yo era el único que

la estaba viendo. El abuelo lo llamó por el sobrenombre, como no logro oír

lo que dicen sino que lo que me llega es una sensación más visual y de

certeza interna, no lograba entender como lo llamaba, y le pedía

mentalmente que fuéramos a otra cosa, a otra prueba para su nieto. Pero

no había caso, el señor era un poco cabeza dura…Me llegó la sensación

de dos sílabas que se repetían sonoramente, pero que variaban d alguna

manera.

Sebastián: El te llamaba nano?

Hernán: No, me llamaba Nino, estuvo cerca.. me llamaba nino, es cierto.

Y la emoción lo acarició por dentro. Se le llenaron los ojos de lágrimas.

Fue muy hermoso ese momento. Hubo un silencio y deje de ver las

siluetas. Era el momento de enfrentarlos y de contarles un poco.

Sebastián: hace un año empecé a estudiar tarot y hace unos nueve

meses descubrí que veía más de lo que el tarot mostraba. Como que

empezaba a leer el tarot y me venían imágenes….Principalmente

transmitidas por personas que murieron y que le quieren mandar

cariños a las personas que están consultando. Ya lo hice unas 30

veces y a veces es mas claro y a veces me llega menos información.

Soy médium. No veo siempre cosas y cuando veo no es siempre con

la misma intensidad. La sensación es parecida a imaginarse algo,

muy visual. Pero va acompañado como de una sensación de certeza.

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Page 28: Yomedium

Como una intuición.

La noche terminó mucho después. Seguimos charlando hasta tardísimo.

Creo que quedaron todos un poco asustados, sorprendidos, sin saber

dónde encajaba esto en sus vidas.

En un bar de Santiago

Me decidí a contarle a Hugo las cosas que me pasaban. Somos

muy amigos, yo se lo escéptico que puede ser Hugo, lo racional. Tarde en

contárselo por eso. Pero teníamos muchos amigos en común que sabían

y que incluso habían sido testigos y ya no podía esperar más tiempo.

Empecé contándole que tenía clarividencias cuando leía el tarot. La

mayoría de las veces no cuento en un principio que soy médium porque

eso es muy fuerte y además significa aceptar la vida después de la

muerte, no es solamente percepción extrasensorial.

Hugo se sonrió un rato, pensando en que era otra de mis

excentricidades. Trató de convencerme de que en realidad yo era muy

inteligente y podía darme cuenta de lo que a la gente le pasaba.

No, Hugo, las cosas que digo no son deducción ni un truco.

Me miró en silencio, serio.

Esa noche fue un desastre. Salimos, fuimos a casa de otro amigo,

intenté leerle el tarot a una persona y no me vino nada a la cabeza, nada.

Dos días después volvimos a salir, junto con Rodrigo, un amigo en

común, fuimos a un bar. No era el lugar indicado, era muy de noche, la

música electrónica estaba fuerte, había humo, pero yo sentía la seguridad

del don. Estaba conectado.

Le pedí que pensara en un amigo suyo de la infancia, nada más,

que no me dijera ni el nombre. Es algo que me sale. Describir vidas de

gente a la que no conozco. Hugo comenzó a sorprenderse. Había detalles

muy precisos de la casa. Le describí profesiones de los padres del amigo,

hasta aspecto físico. Y le describí que ambos estaban detrás de una

misma chica, una chica gordita y bajita que después había fallecido. Eso

le pegó. Dijo “no puede ser” un par de veces y me miró sorprendido,

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esperando a que le contase el truco.

Fuimos a llamar a la chica que nos atendía. Cuando vio el tarot se

sentó curiosa. Lo barajó mientras yo empezaba a recibir imágenes de su

padre. Empecé a hablarle de su papá. Que vivía en otro país, que se

veían poco, que trabajaba en una empresa muy prestigiosa, que era

pelado, que ella vivía con su mamá, que su habitación quedaba subiendo

unas escaleras, era como una guardilla, un cubrecama blanco, que había

una foto de su exnovio en una pared que su ex se llamaba… ¿Mariela? …

No puede ser, veo la foto de un hombre, ¿cuál es el masculino de

Mariela?.

Ya venía sorprendente, cada vez que Daniela, la moza, confirmaba

lo que yo decía Rodrigo y Hugo le preguntaban ¿de verdad tu papá vive

en otro país, de verdad es pelado, de verdad tu habitación es así? Y de

repente Daniela salta en el aire y dice. Se llama Mario!!!

Y todos saltamos, Rodrigo, Hugo y hasta yo. Y eso me hizo ganar

confianza y seguí… Vas a un colegio al que fue tu mamá de chica, si, dijo

Daniela, y se llama con M, si dijo Daniela…que curioso, incluso la que fue

maestra de tu mamá ahora es directora, y también se llama con M.

Mónica!!!

Y Daniela volvió a saltar en el aire y gritó Sí, se llama Mónica!!!

Hugo ahora se tiró para atrás, se recostó en el sillón, mirándome

con una sonrisa. Es increíble, dijo, y se levantó y se fue al baño, junto con

Rodrigo.

Me quedé solo con Daniela, que me miraba como si pudiera leerle

la cabeza y le dije Buh! Se sonrió, pero no dejó de mirarme raro. Me

acerqué y le dije: soy clarividente, estaba mostrándoselo a mis amigos.

Ah!, me dijo, como si eso lo explicara todo.

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Page 30: Yomedium

Mi abuela, mi bisabuela y todo lo que vino después.

Hacía mucho tiempo que quería que mi mamá fuera testigo de lo que

me estaba pasando. No hace falta ni hablar de la diferencia entre que te lo

cuenten y ser testigo. Quería a mi mamá de testigo. Había intentado leerle

el tarot, pero francamente no había resultado. Un día de esos me llama al

celular y mientras hablamos empecé a sentir preocupación por mi pelo,

miedo a quedarme pelado. Era un sentimiento leve, superficial, no era

mío, yo no tenía problemas con mi pelo, era un sentimiento ajeno. Le

pregunté si su último paciente se estaba quedando pelado.

Eso precipitó todo. Mi mamá había estado toda la última hora hablando

con su último paciente sobre cómo lo afectaba quedarse pelado.

Esa pequeña clarividencia la sorprendió muchísimo, y se la contó a mi

hermano y a mi abuela que me llamó, también sorprendida, para

comentarlo.

Acá necesito hacer un paréntesis y explicar que mi familia materna es

de origen judío. Mi abuela es una abuela judía y mi madre es una madre

judía. Eso significa que cuando digo que ambas se sorprendieron

muchísimo, estoy diciendo muchísimo. Cierro paréntesis.

A pesar de todas las cosas cien veces más increíbles que yo ya les

había contado, era evidente el impacto que causa ser testigo directo,

aunque fuera de algo chiquitito, casi de una coincidencia. Ahí entendí que

la distancia entre lo que mi madre, mi abuela y mi hermano entendían

sobre lo que me estaba pasando y lo que realmente me estaba pasando,

era enorme y que sí o si, tenía que hacerlos participar en una sesión

como testigos.

A los dos días fui a la casa de mi abuela y le llevé impreso lo que había

escrito de este libro hasta ese momento. Nos pusimos a hablar, terminé

contándole el libro yo mismo y una cosa llevó a la otra y de repente sentí

a alguien parado al lado mió. Una mujer bajita: mi bisabuela. Falleció

cuando mi abuela tenía diecisiete años. Todo lo que sabía de ella hasta

ese momento era que había sido la primera farmacéutica argentina. No se

si alguna vez vi alguna foto, es posible. Ahí estaba mi bisabuela de un

lado, mi abuela del otro y yo en el medio. Ninguno sabía si empezar a

hablar o callarse la boca. Mi bisabuela comenzó a mostrarme una imagen:

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Page 31: Yomedium

era mi abuela encontrándose con la hija de un conocido. En un negocio

donde hacía mucho calor y sentí que eso había pasado hacía poco

tiempo, un par de días.

Mi abuela se sorprendió, efectivamente el día anterior se había

encontrado con la hija de un conocido, en una pileta cubierta.

Después sentí que mi bisabuela me llevaba a la que había sido su

casa, y la casa de infancia de mi abuela. Le describí a mi abuela la casa,

cómo era la distribución, cómo era la cocina, la mesa familiar y algunos

rituales familiares, le hablé de otros parientes, tíos, tías, asistentes de la

farmacia de la madre que vivían con ellos. Le dije algunos nombres, mi

abuela ya se había sentado y agarrado el pecho como tres veces. Se

paraba entusiasmada con cada recuerdo, me contaba de qué se trataba

cada cosa, se sorprendía y me sorprendía con cada detalle que se

acordaba. Cuando me fui se quedó leyendo el libro hasta la madrugada. Y

al día siguiente me llamó y comentamos algunas partes.

A la semana siguiente mi abuela ya tenía una lista de amigas que me

querían conocer. Me dio pánico escénico y estiré y estiré la decisión que

parecía inevitable y accedí finalmente a que armase una reunión con tres

amigas que querían conocerme y hacerme preguntas. Fue la oportunidad

de invitar a mi mamá y que fuera testigo. Las cosas empezaron como

empieza todo con mi mamá. Como tenía entradas para el teatro y había

llegado una amiga que vivía afuera iba a tener que irse a las nueve de la

noche, y la gente estaba citada para las ocho, iba a poder estar sólo una

hora presente, uf, como si no me sintiera ya presionado, claro. Pero mi

madre se las ingenio para citar a las otras tres mujeres a las siete y me

aviso a mi último, claro. Cuando me llamó ya estaban todos

comprometidos a las siete. Hice un esfuerzo para no enojarme, respiré,

conté de diez hasta uno y accedí. Eran las cinco de la tarde, yo estaba a

una hora de Buenos Aires y como siempre iba a llegar con la lengua

afuera.

Ese viernes hacía mucho calor y me había tomado el día. Pasé unas

cinco horas dentro de la pileta. No exagero ni un poco. Nade, floté, me

adormecí. Cada vez que salía el calor me metía de vuelta al agua a los

cinco minutos. Pensé mucho en la reunión de la noche en casa de mi

31

Page 32: Yomedium

abuela. No espiritualmente, no, más bien con pánico escénico. No estaba

seguro de que no fuera a resultar un fracaso. Me sumergí, aguanté la

respiración en el fondo.

John Edward, el médium norteamericano, dice que los espíritus,

cuando se conectan con un médium hacen un esfuerzo como sumergirse

en una pileta y aguantar la respiración bajo el agua. Por eso las

comunicaciones son tan cortas, débiles y difusas.

Y me encanta esa metáfora, ingresar en un elemento ajeno, bajo el

agua pareciera que aplican otras reglas de la física. Aguanté la

respiración bajo el agua y mientras pensaba todo esto veía el sol repartido

en pedacitos sobre la superficie, ya no tenía aire y mi cuerpo no intentaba

flotar, entonces sentí , sólo por un segundo, que era un espíritu y que mi

cuerpo era el agua de la piscina y que podía expandirme. Yo mismo era

líquido, un cuerpo líquido, una mente líquida. Fue un segundo, después

vino la sensación, el grito de mi cuerpo por aire, y me fui para la

superficie. Volví a repetir la experiencia un montón de veces. Flotando en

el agua, supe que esa noche iba a estar todo bien y creo que esa

confianza, como resultado de una experiencia casi mística debajo del

agua, fue lo que definitivamente me empujó a la siguente etapa. Navegar

el don, sumarle millas de viaje. Había sido una experiencia mística, o un

pensamiento revelador, o hacer conciencia, o iluminarse. Todo un poco. A

partir de ese día comenzaba a navegar el don.

Después sonó mi celular y mi madre me “aviso” que todo empezaba

una hora antes y que tenía que apurarme porque después ella tenía

entradas para el teatro. Los testigos también exigen, son jueces antes que

los jueces.

Llegué un poco tarde. Antes de salir ya sentía el cuerpo con hormigas,

la sensación es difícil de describir porque no es algo que haya sentido

antes. Es como mucha adrenalina, mis manos, no puedo dejar de

moverlas, como si me molestaran. Como a punto de entrar en un trance.

Claro que no podía mostrarme como loquito con mi abuela y sus amigas.

Allí estaban, mi abuela, mi madre y tres mujeres de unos setenta a

ochenta años, mirándome con ansiedad, nerviosas. Igual que yo.

Lo que pasó fue que antes de que pudiera hacer mucho preámbulo ya

32

Page 33: Yomedium

estaba recibiendo imágenes, antes que pudiera explicarles cómo íbamos

a hacer las cosas ya había un hombre joven hablándome. Se dirigía Tita,

una de las amigas de mi abuela. Lo veía vestido de doctor, y veía su

consulta, con una máquina grande que era como de dentista o de

oftalmólogo.

El diálogo fue esta:

Tita: Creo que es el esposo de mi hija..

Yo :Se llama con R… Ricardo?

Si, dijo Tita, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Yo: Me habla de una flor grande, enorme.

Tita: si es una flor que el sabe que a mi me gusta especialmente, me la

regalaba cada tanto. El era oftalmólogo, tenía una máquina de

oftalmología..

Yo: tenía dos socios más, uno es de aspecto turco, con nariz y cejas

grandes.

Tita: Si, ese era el más amigo.

A partir de ahí el diálogo se extiende por media hora con detalles tan

increíbles como el nombre de la hija viuda, la dirección de la casa y

muchos etcéteras que lograron tener a mi madre y mi abuelas calladas

toda esa hora, sin moverse. Mi madre, literalmente con la boca abierta y

mi abuela sentándose y parándose, amenazando con ir a buscar más pan

para el tecito y al mismo tiempo sin poder despegarse de la mesa.

Después le tocó el turno a otra amiga de mi abuela. Apareció su

esposo, Roberto. Cuando yo digo apareció quiero decir que empecé a

sentir que había un hombre parado cerca mío, que su nombre era

Roberto, que había sido el esposo de esta mujer, que había fallecido

hacía solo dos meses y que la había visto a ella sentada en la cocina en

un momento de introspección, tomando una decisión importante. Después

me mostró una imagen de una viña, que yo supe, no me preguntes como,

que quedaba en Mendoza, en el que el esposo había trabajado cuando

joven y me decía que ahora él estaba en un lugar así.

La mujer no podía hablar porque se le quebraba la voz, sólo movía

afirmativamente la cabeza ante el silencio de todos nosotros. Juntando

aire y diciendo algunas palabras nos contó que su esposo siempre se

33

Page 34: Yomedium

refería a ese lugar donde había trabajado cuando joven como el lugar más

lindo en el que había estado nunca.

No se si todas entendieron que era una metáfora, para mi era una

metáfora sobre el cielo, me estaba diciendo que el cielo era como el lugar

más hermoso de la tierra. Roberto ni ningún alma es capaz de mostrarme

un lugar donde yo no haya estado antes. Cuando yo vi una viña fue una

imagen arquetípica de las decenas de viñas que vi en las carreteras de

Chile.

Roberto había muerto hacía sólo dos meses. Cuando lo supe me

sobresalté. Por Roberto y por su mujer, que estaba sentada frente mío,

muy compuesta, afirmando cada cosa que yo decía y bullendo por dentro

de sensaciones, emociones y sorpresa.

Roberto habló de su hijo, y de cómo la enfermedad de él los reconectó.

Vi a Roberto y a su hijo acostados juntos en una cama de hospital, flacos

y altos los dos. Y ahí me pregunto a mi mismo: si esa no es una imagen

de mi biblioteca de imágenes mentales, ¿Cómo es posible que me

transmitiera la imagen real? Y ¿Por qué cuando me habla del cielo

necesita usar una metáfora?

Si yo tuviera que pintar un cuadro de la habitación, se me vería a mi

parado, moviéndome sin parar en medio de un grupo de mujeres

absolutamente inmóviles, agradecidas, sorprendidas, pensativas,

profundamente conmovidas.

Para mi que esa noche empezó algo.

34

Page 35: Yomedium

El Don

Como veo lo que veo

La imagen que retengo es esta: Yo parado en medio de un living

frente a Paula, me cuesta dejar de moverme. Camino, me siento, me

paro. No paro de hablar. Es cierto que soy yo, que el histrionismo puede

ser una parte de mi personalidad, no estoy diciendo que me siento

“poseído” Estoy diciendo que estoy en el máximo de mi personalidad. La

sensación, de cómo me siento, y como se me ve, es como si me hubiese

inyectado adrenalina. Estoy alegre, hablo rápido, no dejo de hablar ni

cuando Paula llora. La situación es real, ya la conté a través del relato de

Paula y su abuela, ahora quiero contarla desde lo que yo sentí y vi esa

noche. Desde mi relato.

Estoy frente a Paula, ella está muy sensible, está pasando por un

momento de especial tristeza en su vida. Junto a ella esta su amiga Maca.

A Paula casi no la conozco, es compañera de trabajo de un amigo mío y

estamos en su cumpleaños. Es tarde, las 2 de la mañana. A pesar de la

hora estamos muy despiertos. Lo que le leo del Tarot la moviliza mucho,

le salen algunas lágrimas. Cuando la tirada está llegando a su fin, con el

rabillo del ojo percibo, veo, una silueta, como si fuera la típica imagen de

un fantasma. Sólo veo la silueta, como una línea de mayor densidad del

aire, muy sutil , como un aura sin persona adentro y digo veo porque

efectivamente lo veo, con los ojos. Me asusto un poco, me pongo

nervioso, pero ya estoy arriba de la ola y me agarro de la primer imagen

que viene a mi cabeza: la enfermera de mi suegro, que se llama Anita. Y

al mismo tiempo, siento, o presiento, o intuyo que el nombre de Anita es

también el de esa persona o silueta que esta a mi derecha, recortándose

contra la pared. La silueta entonces es de una mujer, una abuela, al

mismo tiempo, sé que es su abuela, que se llama Anita.

Ahí es cuando le digo: tu abuela se llamaba Anita? Y ella abre los

ojos, pega un salto, hay un momento de confusión. Paula siente como un

shock emocional, se pone a llorar, Y yo empiezo a recibir imágenes de

Paula a los doce años, que vive con su abuela, una abuela típica, no veo

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Page 36: Yomedium

a su abuela sino la imagen estereotipada de lo que para mi significa

“Abuela”, están paradas dentro de la casa de mi abuela Helena. Que es

una casa que me sirve como referencia, como escenografía de lo que

veo. Es curioso es que no fui demasiadas veces a esa casa, ni tiene para

mi una connotación emotiva.

Veo a Paula a los doce años y junto con verla “se” cosas, como si

fuera un conocimiento mío desde antes y le empiezo a decir lo que se:

que ella se crió con su abuela, que a los doce años le paso una de las

cosas más tristes de su vida: La veo vestida con un vestido especial,

como de fiesta, como de bautizo y entra a una iglesia, y al mismo tiempo

“se” que se está casando su madre y que ella no lo sabía sino hasta esa

misma mañana, se lo habían ocultado. Es uno de los recuerdos más

fuertes de su vida. Paula llora y asiente.

Se parece mucho a soñar despierto, a imaginarse algo. Pero la

sensación es distinta. La sensación es que “alguien” me está

transmitiendo esas imágenes. No es la abuela de Paula en forma directa

la que me transmite estas imágenes. Puedo sentir al mismo tiempo, que

en la habitación hay alguien más. La sensación la describiría como una

densidad del aire, un peso, lo siento parado a mi espalda, cargado sobre

mi hombro derecho. Es como si estuviera apoyado alguien sobre mi

hombro o algo así. No lo veo, lo siento, si tuviera que elegir un órgano

diría que es la piel. Como cuando uno siente viento en la parte de atrás de

los brazos, sobre los tríceps. Por momentos se me eriza la piel pero

podría decir que eso es de nervios, un poco de miedo y mucha ansiedad.

Sigo muy energizado. Siento que esta persona o entidad es como un

amigo mío, como alguien cercano emocionalmente, un viejo conocido. Es

un hombre, definitivamente. No se si esta conmigo siempre o si aparece

solamente durante estos episodios. No quiero llamarlo de ninguna

manera, le digo Nicolás, el nombre que elegí es una vieja historia. Un

amigo imaginario mío se llamaba así cuando era chico. No se si se llama

Nicolás o es un nombre que yo elegí al azar. La sensación general es que

es alguien. No podría decir espíritu guía, ni maestro, ni ángel, ni pariente

desencarnado mío. No podría catalogarlo, no podría decir que es humano,

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Page 37: Yomedium

ni siquiera que es un espíritu. Y definitivamente, como nadie más lo ve, no

podría decir siquiera si existe de verdad. Si no es una construcción

inconsciente mía, un ego exteriorizado. Sea lo que sea, está ahí. Lo siento

y siento que este “sueño” me lo transmite él. Como si fuésemos cada uno

la mitad de un puente entre la abuela Anita fallecida y la nieta Paula. No

se, es una idea, pero es bastante coherente con lo que siento. Como dos

intérpretes trabajando juntos.

Finalmente podría definir el proceso como telepatía entre Nicolás y

yo. De esa manera recibo imágenes mentales, recibo nombres, fechas,

recuerdos y mensajes. Siempre corroborados por la persona a la que van

dirigidas, que para mi ocupa el lugar fundamental del testigo. Testigo de

que lo que digo no es imaginación mía, de que no soy un esquizo que

habla con los muertos.

Respecto a lo que veo con los ojos, las siluetas y el aura creo que

es algo diferente. Ahí no actúa la telepatía con Nicolás. Ahí es como si

fuera un sentido más, un sexto sentido.

La definición de sexto sentido es una gran definición. Efectivamente

es un sentido. Es un sentido sin un órgano claro, pero lo percibo como un

sentido. Un sentido atrofiado, como las personas con vista reducida. La

información que me llega y lo que veo en imágenes mentales tiene muy

poca duración y me veo obligado a interpretar muy rápidamente porque

sino, se me va. Es un sentido que en su etapa mental funciona igual que

otros sentidos: con imágenes mentales. Cuando uno escucha mugir a una

vaca, en la cabeza se aparece la imagen de una vaca. Como sólo la

estamos escuchando, la imagen que aparece es la que tenemos en

nuestra memoria, ese proceso se llama “memoria relacional”. Con el sexto

sentido, se me aparece una imagen de una vaca, pero no escucho mugir

una vaca. Frente a una “prueba de vida” donde un papá me quiere hablar

de un recuerdo, “de las vacaciones en las que fueron a un lago y se cayó

la máquina de fotos en el agua y se arruinó” sucede lo mismo, no escucho

la historia, pero si veo una secuencia de imágenes mentales, de mi

memorial relacional. Suena fácil, pero hay que estar ahí.

Veo el aura en forma regular, sin embargo no me llega información

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Page 38: Yomedium

desde ella, no se lo que significa, no estudié nada sobre eso tampoco,

simplemente la veo, no he sentido la necesidad de desarrollar más eso.

Por otro lado lo que siento es una mezcla de un sentido con una

sensación. Me llega información en forma de certeza, intuición, cierta

seguridad que uno siente cuando hace algo por enésima vez. Es la parte

mental del proceso, la que me costaría más explicar si no fuera porque

todos hemos tenido una corazonada a lo largo de la vida. Parece que

llegáramos a intuir algo a través de razonarlo, pero en el fondo no es así.

Aunque finalmente sentimos que todo tiene una lógica no llegamos a esa

conclusión a través de la lógica sino a través de una corazonada. Incluso

muchas veces estoy hablando y digo cosas que no llegué a pensar antes,

es como si algunas palabras, muy claves salieran de mi boca. Como

cuando uno tiene un lapsus y dice cosas y se da cuenta de lo que dijo

cuando ya es tarde. Pero no soy médium parlante, de esos que entran en

trance y hablan. No.

Sin embargo, sí entro en un estado especial. Como en un trance

muy activo, de hiperactividad. A menos que me conozcan mucho, la gente

no se da cuenta. Si pueden ver que me ilumino, que no paro de hablar,

que me paro, que camino. Pero sólo yo me doy cuenta que no soy

exactamente yo, o que soy yo pero como si fuera otro. Otro yo. Es un

trance. Suave, pero es un estado alterado de conciencia. Como una

borrachera de whisky. Tal vez las películas de Hollywood han llevado el

trance a estereotipos imposibles. Tal vez el trance sea en realidad eso.

Cuando tenía diecinueve años mi madre hizo un curso de hipnosis y era

común que practicara conmigo, que entre paréntesis, soy muy

hipnotizable. Recuerdo la sensación de estar conciente, de escuchar la

voz de mi madre, pero de estar en un segundo plano. Como si el

muñequito imaginario que somos todos dentro de nuestra cabeza pudiera

oír las voces a través del cráneo, lejanamente. Mientras tanto, afuera, yo

parecía dormido y mis manos flotaban en el aire. Bueno, es una

sensación parecida, no estoy a cargo. Soy un puente, un medio, un

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traductor. Estoy parado ahí y recibo imágenes y sensaciones que

claramente me transmite otro. ¿Quién es ese otro? Uf. No sé, por ahora

no sé exactamente. Las cosas que digo o siento se desvanecen

rápidamente en mi libro de recuerdos. No soy capaz de retener la

información. He sentido una tremenda tristeza en un momento y al

segundo no quedan rastros de ese sentimiento. Puedo sentir dolor

profundo y real en lugares del cuerpo. Como cuando me conecte con un

padre que había perdido un oído y que tenía un implante de titanio en el

cuello. Efectivamente perdí la audición del oído, sentía como un zumbido

permanente y un tremendo dolor en el cuello, sentí una placa metálica en

el fondo de mi garganta. Fue la forma de ese padre de presentarse. Para

que su hija supiera con certeza que era él. Al minuto ya no me dolía el

cuello y a los dos o tres recuperé el oído. Otras veces he sentido una

costilla rota, un golpe en la cabeza con un bate de béisbol. No es un dolor

real, está atenuado. Con las costillas rotas, me costaba efectivamente

respirar, me dolía. Muchas veces, cuando estoy con alguien que tiene

artritis me duelen los huesos, o si me acerco a alguien con dolor de

cabeza me duele la cabeza. La literatura esotérica llama a eso empatía.

Es algo desagradable y si pudiera bloquearlo sin que afectara mi

capacidad global de percibir cosas, seguramente trabajaría en eso.

Intento no pisar los hospitales y no juntarme con gente con dolencias. Por

lo menos no hasta que pueda manejarlo mejor.

El sentido que definitivamente no uso para esto es el del oído. No

escucho voces como otros médium que he conocido. Si he escuchado

músicas o ruido ambiente, pero no escucho voces y la verdad que no me

gustaría hacerlo. Me daría miedo. Me sentiría invadido. Tengo una historia

al respecto. Como un año antes que se manifestara por segunda primera

vez la mediumnidad, con la madre de Vilma, yo estaba en un momento de

mucha presión laboral, de mucho estrés, usaba como modo de

descomprimir el salir a dar vueltas a la manzana para pensar en cómo

resolver situaciones. Y por supuesto que todo eran diálogos internos. De

repente esos diálogos se me hicieron muy difíciles de manejar. Estoy

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Page 40: Yomedium

hablando de un proceso neurótico solamente, pero el diálogo, digamos ya

no dependía de mi. Las voces dentro de mi cabeza competían por darme

consejos. Decidí empezar terapia Psicológica. Creo que fue fundamental

el apoyo que me dio Marta, mi terapeuta, en todo lo que vino después.

Porque todo el inicio del proceso, de como un año de duración, fue

acompañado por una terapia psicológica en la que si bien no hablábamos

directamente de la mi mediumnidad, si era un lugar en el que podía hablar

con total escepticismo y control psicológico. No hace falta que diga que

uno cree que se está volviendo loco cuando empieza a hablar con

muertos. Entonces realmente trabajamos mucho en aquietar las voces

internas. Cosa que logramos en un par de meses. Escuchar ruidos y

voces para mí es conectarme con esa época de estrés insoportable, así

que he reprimido cada voz, cada diálogo interno que he podido. Sería

realmente una gran ayuda escuchar voces, que Nicolás pudiera hablarme.

Dejar de jugar al dígalo con mímica. Pero por ahora no me la puedo.

Pero hay algo más. Si bien la traducción de lo que veo y siento es

correcta hay algo más, que no consigo terminar de explicar; Hay como

una sensación corporal, como si mi cuerpo se expandiera hacia mi

contorno, como si pudiera sentir con mi espalda todo el aire que la

circunda, y aún más, como si ese aire que me circunda fuera yo mismo. Y

al mismo tiempo es una sensación de un nivel de sutileza tan profundo

que es como cuando uno tiene un pie dormido y lo toca. Es una sensación

lejana, tardía, vaga, inexacta. Realmente suena a ciencia ficción, no se

me ocurre otra forma de relatar lo que me pasa. Es el proceso interno, un

sentido, un sexto sentido, que utiliza los órganos de otros sentidos, y algo

más, un sexto sentido, indescriptible, sutil, poco desarrollado. Que podría

pertenecer perfectamente a mi materia, a mi fisiología, ¿por qué no?

Hablando exclusivamente de la mediumnidad sólo como sentido,

olvidándonos de que me conecto con personas fallecidas. Pensando sólo

en el sentido. Sabiendo, o suponiendo que lo herede de la familia de mi

padre. De quienes no heredé ninguna creencia, sino sólo la capacidad, el

don. Podría ser un sentido más. Hasta hace poco resultaba un misterio

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Page 41: Yomedium

cómo funcionaba el sentido del olfato.

Convengamos que es un sentido. No importa tanto cuál es el

órgano que lo rige. Pueden ser varios, puede ser el cerebro, puede ser

hasta incorpóreo. Es un sentido. Un sexto sentido. Me parece lo más

cuerdo hasta ahora, lo que mejor lo explica. Resulta confuso explicarlo

para mi. Pero creo que también me llevaría un similar número de páginas

explicar el sentido del oído a un sordo.

El aura

Hoy en día uno dice aura y todos saben de lo que está hablando. El

movimiento new age ha introducido una serie de conceptos metafísicos

que ya están incorporados a nuestro conjunto de creencias y es algo

mucho más cotidiano de lo que era en los ochenta. Hemos incorporado a

nuestra biblioteca mental de cosas que creemos que sabemos, las

enseñanzas de maestros espirituales orientales y occidentales. Las

hemos aceptado tanto en su apertura de paradigma como en sus formas y

restricciones. Como con el resto de mis experiencias extrasensoriales, voy

a intentar limitarme a lo que veo y evitar incorporar demasiados

conocimientos ajenos sobre el tema.

A los catorce años, yo no sabía lo que era el aura. No sabía lo que

eran muchas cosas. En algún momento de los años que siguieron, las

líneas que contorneaban a la gente y las cosas se empezó a llenar de una

especie de nubosidad y movimiento, como una vibración, como una

densidad del aire. A los dieciocho años pasaron dos cosas que influyeron

mucho en mi visión del aura. La primera es que empecé la universidad, la

UBA, la carrera de Ciencias de la Comunicación. Iba a clases

multitudinarias, entre cien y ciento cincuenta alumnos asistíamos a cada

clase. Delante de todo estaba el profesor y detrás suyo, enormes

pizarrones blancos. Su aura se expandía como entre un metro y un metro

y medio en su contorno. Por alguna razón para la que no tengo

explicación, cuando una persona está frente a muchas, dando una clase o

una conferencia, su aura se expande ostensiblemente. En realidad no se

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Page 42: Yomedium

si su aura se expande o yo soy capaz de verla más grande. La cuestión

es que, cuando ya me había acostumbrado a ver el aura de las personas,

al punto de hacerse tan cotidianas como invisibles, aparecían esta auras

enormes con forma de huevo, que ondulaban y tenían colores y chispazos

de luz.

La segunda cosa que me pasó, incluso al mismo tiempo que la

experiencia de la facultad, fue que empecé a tomar clases de aikido. El

famoso arte marcial japonés en el que se utiliza la fuerza del otro para

voltearlo. Me volví fanático. Fui todos los días durante casi dos años. En

las clases las auras de mis compañeros se iluminaban, danzaban, se

llenaban de azul y violeta. Se expandían y contraían. Por supuesto que

para mis compañeros yo era un freak total. Mi profesor me creía, pero me

decía que tenía que tener cuidado con esas cosas.

El aura, tal como yo la veo, es una especie de densidad del aire

alrededor de las personas. Puedo distinguir algo así como tres capas. La

primera, desde el cuerpo hacia fuera, es la que veo más definida, es casi

como un contorno, envuelve la cabeza, desaparece en el cuello y vuelve a

aparecer alrededor de los hombros. Es una luminosidad muy fuerte, como

un resplandor. Las líneas que veía a los catorce años es esa parte, el

contorno de esa primera capa. La literatura esotérica la llama el etéreo.

Hay muchas teorías al respecto. La que más me cierra es que es un

campo magnético producido naturalmente por la materia. Veo el etéreo

alrededor de casi todo. Cosas vivas e inanimadas. Alrededor de las

personas es más luminoso, radiante. Alrededor de los objetos es más

difuso. Da perfectamente para pensar que es un defecto de la vista. Es

probable que mucha gente que lo ve naturalmente lo anule con los años

como un defecto y el cerebro lo corrija automáticamente, no sé, es una

teoría mía.

La segunda capa es la que veo más claramente, normalmente es

de color azul claro, o verde pero también la he visto violeta, naranja, café

y amarilla. Los colores cambian más según la situación que según la

persona. Una misma persona puede tener un día un color y otro día otro.

En el noventa por ciento de los casos la veo azul claro. Es algo muy claro,

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transparente casi. Es también como una densidad del aire. La imagen que

más se parece es la de la lluvia rebotando contra el capo del auto. Cerca

de la chapa hay una mayor concentración de lluvia, son las gotas que

caen sumadas con las gotas que rebotan y vuelven a caer. Si uno observa

esa capa de gotitas de lluvia en movimiento hay como una vibración

constante, como un movimiento de miles de gotitas que finalmente parece

como que tuvieran un ritmo. El aura se parece mucho a eso, es una

densidad del aire que tiene un movimiento vibratorio. A diferencia del

etéreo, que tiene un movimiento ondulante, como si lo afectase alguna

clase de viento, el aura se mueve dentro de sí misma, vibra, está

compuesta por muchos puntitos minúsculos en movimiento. Una vez

estábamos con mi mujer observando una tormenta eléctrica al borde del

Río de la Plata, sobre un espigón. La tormenta se veía a lo lejos, pero no

llovía donde estábamos nosotros. Cada tanto los rayos cruzaban el cielo

en esas típicas tormentas de Buenos Aires. Cerca nuestro, sobre el agua,

había unos hierros viejos. Un tremendo rayo cayó sobre ellos, como a

unos tres metros de nosotros. Nos tomó por sorpresa, el susto fue

tremendo, un baldazo de luz junto con un chasquido y un vacío que

sentimos en los oídos. Cuando miré el rayo, que duró algo así como uno o

dos segundos, vi que en realidad estaba compuesto por miles de esferitas

incandescentes, que se dispersaron por el aire segundos después, hasta

desaparecer. Eran esferas del tamaño de un dedo gordo. A pesar del

susto y de la toma de conciencia del peligro al que nos habíamos

expuesto, quedé fascinado con esas esferitas. De alguna manera, la

segunda capa del aura está formada por esferitas parecidas. Menos

incandescentes, talvez más parecidas a esos gusanitos que uno ve

cuando se marea, pero definitivamente cargadas de una energía similar.

La tercera capa la veo más como un borde de la segunda. Y la he

visto unas pocas veces. No podría decir si es el comienzo de otra capa o

el final de la segunda. Lo que me convence más de definirla como una

tercer capa es que tiene una densidad y un movimiento diferente. Para

empezar es mucho más densa. Tiene colores más oscuros, verde,

amarillo y hasta negro. Los colores no son parejos sino más bien

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manchas, pelotas de diferentes tamaños y como salpicaduras, todas estas

formas flotan con un movimiento más espeso, más lento. Normalmente

alejándose del cuerpo, como si se desprendieran de la segunda capa. La

sensación visual es como cuando una gota de tinta cae en un vaso con

agua. Las formas son menos dispersivas que eso, no se disuelven sino

por el contrario, como que se forman y se alejan del cuerpo. He visto el

fenómeno pocas veces y en general tiene relación con sintomatologías

físicas de las personas. Un ejemplo. En la facultad yo tenía muy buena

onda con una profesora, Beatriz, un día, mientras nos daba clases, pude

ver que su segunda capa estaba azul y que en los bordes estaba amarilla,

con unas esferitas del tamaño de un puño que se alejaban hacia la tercera

capa. Las esferas eran color verde muy oscuro, casi negro. La sensación

que me dio fue como de un desequilibrio hormonal, no me pregunten por

qué, pero sentí que estaba embarazada. Cuando terminó la clase me

acerque y la felicité por que estaba embarazada. Se me quedó mirando

raro. No… al menos no debiera. Fue una vergüenza, encima había otra

gente presente y todos me miraron raro. Al empezar la clase siguiente dijo

literalmente frente a todo el mundo: “Les quiero decir que tenemos un

vidente en la clase.” Por suerte no dijo nada más, sino que sólo me miró y

me sonrió. Estaba efectivamente embarazada. Volvió a pasarme otra vez

con otra persona, lo mismo, el mismo aura, sólo que esta persona ya lo

sabía.

Normalmente no se interpretar el aura, parece que hay gente que si

sabe. No he leído ningún libro al respecto. El único al que tuve acceso fue

un best seller que se llama Manos que Curan. Me impresionó muchísimo.

Los dibujos del aura son exactos a como yo la veo. Ella describe los

mismos colores predominantes y los tirabuzones que yo veía en mis

clases de aikido. En general trato de no leer libros sobre lo que me pasa

para no condicionarme. He visto fotos kirlian publicadas en revistas y si

puedo decir que lo que yo veo no tiene nada que ver. No son esos

chispazos de colores ni esa intensidad. No puedo ni negar ni asegurar

que sea una foto del aura, pero no es como yo la veo.

Si el aura es algo que se produce desde nuestro cuerpo hacia

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fuera, o si por el contrario, es algo de afuera que “choca” contra nuestro

cuerpo, es algo que no se realmente. Si es una fuerza magnética

producida por nuestra materia o humedad o si es la carga eléctrica del

aire cuando lo rozamos, si tiene algo que ver con el alma, o con el cuerpo

astral o es simplemente un fenómeno físico que aún no hemos podido

medir con instrumentos es algo sobre lo que no voy a especular porque

no tengo las herramientas necesarias. Simplemente veo lo que veo, está

ahí.

No veo los colores todo el tiempo, es decir, puedo ver el aura como

densidad alrededor de las personas pero no necesariamente el color. Y si

bien puedo ver el aura todo el tiempo, no es algo que tenga todo el tiempo

presente, así como uno no se fija todo el tiempo en el peinado de la gente.

Así mismo no veo el aura en fotografías ni en material de video. Y cosa

bastante extraña, no soy capaz de verme el aura a mi mismo al espejo,

aunque si puedo verme claramente el etéreo.

Creo que todos tenemos la capacidad de ver el aura, o aunque sea

el etéreo. Un ejercicio que hago regularmente me lo confirma cada vez

que lo hago y casi nunca me falla. Es una experiencia bonita y es bueno

practicarla en casa: hay que ponerse a una distancia de por lo menos tres

metros uno de otro. Es importante que la pared del fondo sea blanca, sin

cuadros ni nada que pueda confundir. La iluminación tiene que estar

normal, ojala no directa y no puede ser de tubo. Si alguien quiere prender

incienso, velas, poner música hindú y vestirse con tules puede hacerlo, no

afecta la experiencia, cada cual es dueño de verse ridículo como quiera.

La persona a la que se le va a ver el aura se para a unos cuarenta

centímetros de la pared.

El ejercicio comienza así: Se fija la vista en un punto de la cara. La

frente, la pera, no los ojos ni la boca porque tiende a distraer. Se enfoca ahí la

vista y no se saca de ahí durante todo el experimento. Se comienza a abrir los

ojos, de manera que aparezca una diferencia focal importante entre ese foco

central y el foco periférico. Ahora tenemos dos focos, uno central sobre la cara

del otro y un segundo foco en el que va a empezar a aparecer una

luminiscencia alrededor de la cabeza de la persona. Lo primero que se ve es el

contorno del etéreo. No hay que buscar los colores sino la densidad del aire. La

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Page 46: Yomedium

forma que aparece tiene un movimiento propio, diferente a la del cuerpo. Oscila

generalmente más hacia un lado. Es bueno que observe más de una persona

para poder comparar lo que se ve. Generalmente coincide cien por ciento. El

etéreo debe aparecer enseguida, si no aparece hay que desconcentrarse,

descansar un rato y volver a empezar. No se si esto funciona cuando no estoy,

pero me ha pasado con mucha frecuencia que la gente se da cuenta que en

general ve esa silueta rodeando a la gente en forma cotidiana y no le presta

atención.

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Page 47: Yomedium

Testigos y pruebas

¿Y si en realidad lo que sucede es que le leo la cabeza a la gente?

Alguna forma de conectarme con su subconsciente y sacar información de

ahí. Después lo que viene es inventado por mi mismo, mi “ángel de la

guarda” Nicolás, las siluetas, las intuiciones. Claramente es más fácil de

aceptar esa mezcla de percepción extrasensorial y esquizofrenia. Primero

uno empieza a dudar de lo que percibe y después empieza a dudar de

uno mismo. Y contra eso, contra la duda, lo único que queda es creer en

los otros, en los testigos y en las pruebas.

No voy a empezar ahora con que mucha gente diagnosticada con

esquizofrenia tiene en realidad los sentidos más desarrollados. No, no le

veo ninguna poesía a la locura. Mi madre es psiquiatra y psicoanalista y

he sentido la angustia de algunos de sus pacientes. Llamadas tarde en la

noche, turnos de urgencia. No, estar loco no está bueno ni es místico.

Si cuando veo las cosas que veo no hubiese alguien en frente para

decirme sí, la persona a la que estás describiendo es mi padre,

simplemente todo tambalearía. Dos cosas me han salvado del diagnóstico

equivocado. Los testigos y las pruebas. Y claro, también la imaginación.

Estoy acostumbrado a jugar con mi mente. Trabajo con mi cabeza,

imaginando cosas, soñando historias. Yo era el chico que se perdía en la

playa porque empezaba a caminar y caminar y me imaginaba que estaba

charlando con alguien y me iba y me iba. Volvía en hombros de un

desconocido a los brazos de mis padres desesperados. Yo era el del

amigo imaginario y el que hablaba sólo. Nunca me ha asustado mi

cabeza, más bien me fascina.

Pero si hay un señor “imaginario” que me dice que es el hermano

fallecido de la persona que está delante mío y esa persona me dice que

no tiene ni tuvo un hermano, entonces está todo mal.

Sin embargo, cuando los testigos, parientes, amigos de la gente

fallecida que veo me confirman las cosas que veo, siento y digo, todo

adquiere un tamaño maravilloso.

Creo que por el tema de los testigos empecé justamente a grabar

en video las sesiones, para tener pruebas de que no estaba loco, empecé

a grabarlos para mí mismo.

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Page 48: Yomedium

Al principio, los primeros años, la mitad de las cosas que vía las vía

cuando no tenía testigos para avalarlas. Siluetas, me llegaban historias,

tenía sueños, a veces hasta cuatro noches seguidas. Y a esta altura no

me pasa, sólo me conecto durante las sesiones, no dejo que esto invada

mi día. Puedo diferenciar bien la imaginación y los sueños de la

mediumnidad, es algo diferente. La mayoría de las veces no le doy

importancia, otras veces tomo nota porque se que son espíritus que se

adelantan a la presencia de sus parientes, a veces días, a veces

semanas. Incluso muchas veces llegan espíritus a verme antes que yo no

sólo conozca a sus parientes vivos, sino antes que yo sepa que voy a

encontrarme con ellos. Freak. Y ahí se da algo muy curioso. Los mismos

espíritus y sus apariciones prematuras terminan transformándose en

pruebas de algo fundamental: No leo la cabeza.

Es una duda razonable y es algo que me pregunto todo el tiempo.

La hipótesis de que en realidad no hay espíritus que me transmiten sino

que es un fenómeno más fisiológico sería más tranquilizador para la

pregunta sobre la supervivencia de la conciencia. No dejaría de ser

fascinante la idea de leerle la cabeza a alguien.

Pero ya a esta altura hay un montón de pruebas que apoyan la idea

de la mediumnidad. Ya la primera vez con Vilma la historia de su madre

se me presentó una semana antes de conocer a Vilma. Tengo muchas de

esas. Una noche, cuando ya estaba a punto de dormirme, apareció un

chico de unos veinte años volando encima de mi cabeza. La imagen era

extraña porque cuando veo a los espíritus los veo parados o caminado o

hasta levitando, pero nunca había visto a uno volando. Este flotaba sobre

mi cabeza. Pero en realidad lo más perturbador era que su tono era gris

oscuro, y eso, no me pregunten por qué, significaba para mí que se había

suicidado. Ya había visto a otros suicidas de esa manera, con ese color.

Lo único que alcancé a entender era que le mandaba saludos a David, un

amigo chileno de visita en Buenos Aires con quién me iba a encontrar al

día siguiente. Efectivamente al día siguiente David me confirmó que su

mejor amigo se había suicidado tirándose del balcón cuando tenían veinte

años.

Otra vez estaba manejando distraídamente hacia mi trabajo y

48

Page 49: Yomedium

equivoqué el camino. Fui a dar a la entrada de un cementerio pequeño.

Decidí estacionar el auto y entrar. No sentí ningún espíritu, sólo una

punción a caminar por cierto camino. Sentí que tenía que caminar dos

pasillos, doblar a la izquierda y después a la derecha, hasta la tercera

tumba. Era de esos cementerios de mausoleos, con pasillos angostos,

altos y laberínticos. Sentí miedo, no voy a decir que no. Pero estaba tan

intrigado que seguí caminando. Frente al mausoleo estaba atada una

bicicleta de carrera. Evidentemente estaba ahí por que pertenecía al

dueño de la tumba. Estaba oxidada. Sentí que esa bicicleta era el

mensaje. Dos semanas después, frente a una mujer que quería

conectarse con su novio muerto, la imagen de la bicicleta me vino a la

cabeza. Le dije: antes de decirte nada quiero saber si lo que querés

saber tiene que ver con una bicicleta. La mujer se puso pálida. Me dijo

que eso era exactamente lo que venía a preguntar. La historia es esta: El

hijo de su novio, un niño de diez años, había comenzado a salir de la

depresión por la muerte de su padre gracias a que daba paseos en

bicicleta. Con ella había empezado a ir a las charlas para tomar la primera

comunión. Se estaba conectando con la religión y eso lo hacía conectarse

con la idea de que su padre estaba vivo en otro lado. Un día la bicicleta se

rompió y la madre del niño no hacía nada por arreglársela. La mujer que

me consultaba estaba muy dubitativa si intervenir. Por un lado sabía que

la bicicleta era muy importante para el niño, pero al mismo tiempo no era

su madre y no quería meterse en problemas con la madre del niño. Era

una pregunta superficial vista desde afuera pero para ella era importante.

El mensaje llegó justo. Después si establecí contacto y un diálogo con su

novio fallecido. Y ella se fue muy conmovida. Todo puede haber sido fruto

de la casualidad, pero tengo muchas de estas situaciones donde me

encuentro con parientes fallecidos mucho antes de juntarme con sus

parientes vivos, incluso antes de saber que me voy a juntar.

Otra de las pruebas de que no leo la cabeza es cuando desde el

otro lado me dicen cosas que el pariente vivo no sabe y después

corrobora preguntándole a alguien más. Incluso en casos policiales en los

que he participado me ha llegado información que ninguno de los

presentes manejaba. Hablaré de esos casos más adelante.

49

Page 50: Yomedium

A pesar de la cantidad de testigos y pruebas no logro convertirme

en un creyente ciento por ciento. Siempre voy a seguir pensando que

tiene que haber otra explicación y ese va a seguir siendo el motor de mi

búsqueda.

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Page 51: Yomedium

La búsqueda.

El origen de todo

Mi vida de civil continuaba en Chile y mi idea de volver a vivir en

Argentina seguía en pie. Viajaba mucho a Buenos Aires por reuniones de

trabajo. En uno de mis viajes me tocó coincidir en casa de mi padre con

mi abuela Elena. Nunca hubo una relación muy cercana con la familia de

mi padre. Veía a mis abuelos una o dos veces al año, normalmente para

las fiestas de fin de año. Dentro de mi búsqueda de explicaciones recordé

que mi padre me había contado que mi abuela hacía “espiritismo”,

siempre me había imaginado a mi abuela y sus amigas jugando a la Ouija,

pero ahora, con estos nuevos antecedentes sobre el espiritismo, era una

buena ocasión para averiguar más. Cuando me crucé con ella en ese

almuerzo, lo primero que hice fue preguntarle. No le gustó mucho que le

preguntara si hacía espiritismo. “No, espiritismo jamás, eso está

prohibido” “Yo soy miembro de la Escuela Científica Basilio desde hace

sesenta años.” La Escuela Científica Basilio, descubriría después por

Internet, es un movimiento religioso fundado en Argentina a mediados del

siglo pasado que enseña a sus discípulos a ser médium. “Yo fui médium

parlante durante cuarenta años en la escuela” me dijo.

Momento, paren todo. ¿Mi abuela era médium? ¿Cómo mi papa

nunca me lo había contado? Tal vez, siendo él tan escéptico, tan racional,

eso le daba vergüenza… no sé, tal vez me lo había dicho y yo traduje que

hacía espiritismo. En casa de mi abuela había un busto de Jesús con

espinas y eso para mi mente atea era cristianismo y listo, no más

preguntas, mis abuelos era católicos.

¿Resulta que ahora tenía una abuela médium? ¿Mi abuela? ¿Eso

se hereda? ¿médium parlante? ¿De los que entran en trance y se ponen

a hablar como si fueran las personas muertas? No me podía imaginar a

mi abuela, con quien no había tenido nunca la más mínima cercanía

heredándome algo así. No pude reaccionar. La mesa estaba llena de tíos

y tías y no pude abrir la boca. Cuando volví en mí, ella estaba hablando

de Jesús y de ser generoso y de dar y de un montón de cosas que no era

51

Page 52: Yomedium

lo que me interesaba saber. Después cerró la boca y no habló más. Y yo

tampoco pude preguntar. Sabía que tenía que hablar con mi abuela a

solas, que tenía que contarle y preguntarle un montón de cosas.

Memoricé mentalmente lo de la escuela científica basilio para buscarlo en

Internet.

¿Mi abuela médium, cómo era posible?

Volví a ver a mi abuela seis meses después, en la cama del

hospital. Mi padre llamó la noche anterior, me dijo que estaba mal, que si

quería hablar con ella, era el momento. Cuando íbamos para allá le pedí a

mi papá que me apartar a los tíos o tías para que pudiera hablar a solas

con ella. Estaba muy viejita, conectada con tubos por la nariz, pálida. Me

acerqué, la salude, me sonrió. Y se lo solté.

“Abuela, quería hablar con vos… quería contarte que hace algún

tiempo descubrí que soy médium…” Se iluminó, se le abrieron los ojos tan

grande que pensé en llamar a la enfermera. “Es una bendición” me dijo.

Me tomó la mano, se incorporó, la ayudé con las almohadas y por primera

vez en nuestras vidas tuvimos un diálogo. El diálogo más sorprendente

que tuve con alguien.

“Lo que te pasa es una bendición, yo fui médium durante cuarenta

años. Un día una prima mía que iba a la escuelita (científica basilio) me

llevó para que fuera a ver y me desmayé. Ahí me llevaron para detrás del

atrio, me despertaron y me dijeron que yo tenía la capacidad de ser

médium. Y ahí me enseñaron… aprendí a ser médium parlante…en la

familia hay seis médium, todos pertenecemos a la escuelita, son todos

tíos abuelos y algunos primos de tu padre…” Mantuve silencio, no podía

creer lo que me estaba diciendo, entonces significaba que había un plan

familiar. Me sentía el protagonista de una película como “buscando a

Buda” o algo por el estilo. No podía ser. Sólo quería volver a casa y

contárselo a mi mujer. Puse todo mi esfuerzo en captar cada una de las

palabras. “Tenés que ir a la escuelita, ahí ellos te van a orientar…no

hagas esto en tu casa… hacerlo afuera de un templo es brujería…no te

lleves esto a casa porque va a empezar a invadir tu vida, tenés un hijo

chiquito, tenés que cuidarlo.” Y era cierto, yo había empezado a sentirme

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Page 53: Yomedium

acosado por “gente” en mi casa, en mis sueños, estaba todo el día

cansado…pero, un templo? Mi abuela siguió hablando: “Yo estuve en

coma y me morí, todos pensaron que no volvía, eso fue como hace dos

años. Vi el túnel y todas esas cosas de las que se habla… no le tengo

miedo a la muerte…haceme caso a lo que te digo, anda a la escuelita y

contales lo que te pasa, ellos te van a guiar…” Entró en la habitación una

tía, y mi abuela le contó todo, para mi vergüenza. Mi Tía no ser sorprendió

en absoluto, volvió a nombrar a los parientes que habían sido médium.

Estaban todos muertos salvo mi abuela y un primo de mi padre. De

verdad parecía una película. Trataba de asimilar todo lo que me contaban.

Me fui del hospital muy energizado.

Para agregarle verdadero misterio al tema, mi abuela falleció esa

misma noche.

Caminando el camino:

No hubo un camino que me trajera hasta acá. No peregriné a

ningún lado, no medité mirando al norte ni prendí inciensos, ni leí libros de

Osho, no fui a misa, no fui un sacerdote en otra vida, no pacte con el

diablo, a los veintinueve leí por primera vez la Biblia, no hice yoga, ni

acupuntura, jugué a la Huija! Dos o tres veces, no creí en ovnis, ni me

expuse a radiación ni fui picado por una araña. No hubo un camino hacia

atrás que justifique lo que me pasa ahora. No hubo un camino religioso,

místico o esotérico, no hubo una búsqueda. Ni formal ni informal. No hubo

un camino del héroe, una iluminación después de años de meditar, no.

Las cosas me pasaron. El camino es ahora en el sentido inverso, al revés

que la lógica, la búsqueda surgió después del don. La búsqueda de

explicación y la búsqueda de la repetición del don. A los quince años,

asombrado por mis visiones del aura me inscribí en un curso de

meditación trascendental. Muy interesante. Duró poco, fui poco constante.

Pero me quedó la técnica, y practico meditación en forma esporádica a lo

largo de mi vida. A los diecinueve años, después de esa experiencia en

las vacaciones con Fernanda, traté de repetir la clarividencia con amigos y

por supuesto no pasó nada. Fue muy frustrante. A su vez, seguí viendo y

53

Page 54: Yomedium

sintiendo estas siluetas cerca y percibiendo el aura.

En medio de la excitación y el caos mental de esa época, mi madre

me contactó con Betty, una mujer con una clarividencia notable y

permanente. Fui a su casa lleno de soberbia y salí con los pies más en la

tierra. Lo que me dijo fue fundamental para mi cordura, y para mi ego.

Con muchísimo tino me dijo que era muy joven para manejar algo así.

Que hasta que no entendiera qué había detrás, no podía hacer circo entre

mis amigos. Brillante. Yo estaba haciendo circo, estaba alimentando el

ego. Me pronosticó que la capacidad volvería catorce años más adelante

y me aconsejó que viviera mi vida y me olvidara de esto por un tiempo.

En su momento no estuve de acuerdo, estaba emocionalmente

comprometido con lo que había pasado y conmovido por las figuras que

veía. Pero meses después las figuras se desvanecieron. No vi más el

aura, nada.

Mi interés se fue diluyendo. Tenía diecinueve años. Estaba

estudiando para ser publicista. Terminaba un noviazgo de dos años y

medio. Empezaba a conocer gente interesante. Estaba en otra.

La duda, podría decir, más que la búsqueda, se centró en ir a un

astrólogo cada tanto, hacer meditación por períodos reducidos, leer los

libros sobre vidas pasadas de Brian Weiss , creer en la reencarnación sin

demasiado entusiasmo y hablar del tema un par de veces al año cuando

surgiera en medio de la charla con amigos. La débil búsqueda se

interrumpió por la universidad y después por mi carrera.

Guardé el episodio con Fernanda como algo privado y apenas se lo

conté a gente muy cercana.

En otras épocas, en otros países, en otras culturas seguramente

hubiera sido diferente. Me hubiera internado en un monasterio, hubiera

sido cura, o monje tibetano, o quemado en la hoguera, entrenado para

chaman y hasta conejillo de indias de científicos soviéticos.

Después del encuentro con el abuelo de Flavia, de los diecinueve a

los treinta y cuatro años pasaron pocas cosas en términos de fenómenos

y en términos de búsqueda. Un par de cosas memorables. Una de ellas,

la más linda de contar sucedió cuando trabajaba en Chile como Director

Creativo de Pepsi. Un día de febrero me toca viajar de improviso a una

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Page 55: Yomedium

reunión en Miami. Mi madre estaba de vacaciones en México y yo sabía

que iba a estar dos días en Miami Beach. No sabía qué días, pero llamé a

mi hermano a ver si sabía algo: Mi madre había pasado por Miami y ya

debía estar en México. Me resigne a no verla.

Llegué a Miami por la mañana, la reunión se suspendió para la

tarde, entonces alquilé un auto para ir a desayunar a Fort Lauderdale, a

40 millas de Miami. En el camino equivoqué la entrada y terminé en un

shopping center. Aproveché para entrar, aunque no pretendía comprarme

nada. Cuando entré empecé a visualizar la vidriera de un local de Banana

Republic. Como si estuviera parado frente a la vidriera. Tengo una

sensación de certeza, siento que mi madre está en el local. Tengo la

corazonada. Empiezo a caminar rápido, buscando el local. Pregunto en

informaciones, voy corriendo por los pasillos. Cuando encuentro el

negocio, efectivamente mi mamá estaba parada afuera mirando la

vidriera. “Le dije: la puedo ayudar en algo, señora?” Por supuesto que la

vendedora salió a ver de qué eran los gritos. Fue realmente asombroso.

Ambos estábamos a 40 millas de nuestros hoteles, en un shopping que no

era ni por lejos el más importante ni atractivo, a ocho horas de avión de

distancia de nuestros respectivos hogares. Fue una nueva y sorprendente

anécdota.

Y como corresponde, apenas termino de escribir este último

párrafo, apenas pongo el punto final, ahora, diez años más tarde, suena

mi celular y quién es…mi madre, por supuesto. Y le cuento que estoy

escribiendo la anécdota y la recordamos juntos nuevamente. No se qué

son estas cosas. La literatura new age las llama sincronismos, y hay un

montón de libros escritos sobre el tema. Vivo muchos sincronismos en mi

día a día. Mucha gente los vive. Pensamos en alguien y nos lo cruzamos,

o nos suena el teléfono. Está más allá de toda lógica, pero pasa, somos

todos testigos de algo así cada tanto. Es la manzana de Newton, caen

todo el tiempo.

Como a los veintinueve años me convertí al catolicismo. Más para

afuera que para adentro. Es decir, totalmente para afuera. Ibamos a

casarnos y decidimos hacer un casamiento mixto. Mi mujer viene de una

familia católica creyente y ella misma es creyente. Yo vengo de una

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Page 56: Yomedium

familia mixta, mi padre de una familia cristiana y mi madre de una familia

judía no creyente. Nos casó un cura jesuita, con el rito tradicional cristiano

y mi abuela materna, con el rito tradicional judío. El escollo fue el cura que

estaba a cargo de la iglesia. No le pareció divertido que yo no estuviera

bautizado y expresó su oposición a que nos casáramos en su iglesia a

menos que… si, decidí, a los veintinueve años, tomar la primera

comunión. Leí fascinado la Biblia en apenas cuatro meses. Leía todo el

tiempo, me quedaba despierto hasta cualquier hora, me la llevaba al

trabajo, anotaba cosas, era una experiencia rarísima para mí. Me resultó

fascinante, nunca la había leído, ni siquiera un párrafo. Me llenó

intelectualmente, pero emocionalmente seguí inalterable. Seguía muy

lejos de tener fe. La charla final con el cura, en la que se suponía tenía

que confesarme fue un rotundo fracaso. Me sentí invadido. Hasta ahí me

duró el encanto. Recé un par de padres nuestro y alguna ave maría y

hasta ahí llegué. No fui a misa nunca más ni comulgé más que esa vez.

Entonces no lo catalogaría como búsqueda desde el punto de vista

místico, de revelación del misterio de la creación, de la búsqueda de Dios,

de sentido

A los 35 años, cuando empecé a estudiar tarot, trabajaba como

director creativo de un canal de televisión en Chile. Mi cabeza estaba en

otra. El nacimiento de mi hijo me había conectado nuevamente con los

misterios de la creación, con la maravilla de la naturaleza. Acepté estudiar

tarot, como ya conté, sólo por la presión de mi mujer.

Sin embargo, cuando me senté frente a Vilma y empecé a hacer de

puente entre ella y su madre fallecida, me manejé como si supiera hacerlo

de memoria, como si lo hubiera hecho siempre. ¿Cuál puede ser la

explicación? No lo sé. No tengo idea. Me niego a considerar como seria la

opción de que en otra vida fui esto o lo otro. Me niego a considerar que

exista otra vida. Aunque a veces tenga mis dudas. A esta altura, las dudas

lo son todo.

Después del episodio con Vilma y su madre la búsqueda se activó.

El fenómeno se hizo repetible. Estaba casi todo el tiempo barajando el

tarot. La gente en mi trabajo empezó a perseguirme para que se lo leyera.

No hacía mediumnidad en cualquier lado ni con cualquiera, tenía que

56

Page 57: Yomedium

preservar mi doble identidad, tenía que seguir trabajando y aplicar careta

de Clark Kent. Pero claramente las cosas que leía en la baraja iban

mucho más allá. Cada jueves nos juntábamos en la casa de Paulina, la

profesora de tarot y experimentábamos. Iba gente desconocida y le

leíamos el tarot. Casi siempre tenía clarividencia leyéndolo y cada tanto

conectaba con un pariente fallecido. Cosas fantásticas pasaban en esa

casa, cada jueves me despertaba sabiendo que en la noche iba a ser

testigo de otro milagro. Intentaba sumar la mayor cantidad de horas de

vuelo. Experimentaba, estaba atento a las corazonadas, me conectaba

con el don. Me tropezaba, me caía, se me inflaba el ego, se me pinchaba.

De alguna manera la búsqueda y el don recorrían el mismo camino al

mismo tiempo. Cuando el don estaba de humor, porque no funcionaba

cuando yo quería, pero podía sentir los días que me despertaba más

sensible. Experimentaba intentando lograr la mayor cantidad de lecturas

por semana como fuera posible. Esto, teniendo en cuenta que trabajaba

de Clark Kent de lunes a viernes de 9 a 20, tenía esposa e hijo. Por

supuesto sólo podía pensar en el tarot. Estaba todo el tiempo con el mazo

en la mano. Le tiraba el tarot a unas ocho personas por semana. Amigos,

amigos de amigos, compañeros de trabajo, fiestas, reuniones, mozos y

mozas de bares y restaurantes. No es muy difícil, basta sacar el tarot para

que enseguida alguien quiera leerse la “suerte”. El tarot me conectó con

los desconocidos en un nivel de intimidad tan profundo, como sólo tengo

con mis mejores amigos. Algo verdaderamente enriquecedor. Las

historias detrás de cada uno son increíbles.

Entonces la búsqueda fue casi grupal. Mis compañeras del curso

de tarot, mi mujer, mis amigos y hasta extraños, fueron testigos,

compartieron, aportaron, y analizaron conmigo. Cada uno encuadrándolo

en sus propias creencias o modificándolas para hacer encajar esto en

algún lado. Empecé a tomar notas y a grabar para poder aprender del don

como búsqueda espiritual en sí misma. Con una liturgia como la del tarot

que es muy simple, muy mística en una vida urbana muy urbana, muy

atea, muy acética voy armando un camino espiritual posmoderno,

tambaleante, empírico.

Al mismo tiempo, visitaba videntes que me recomendaban y

57

Page 58: Yomedium

buscaba en internet.

La posibilidad de unirme a un movimiento espirita, al estilo de la

Escuela Científica Basilio o de movimientos que siguen las enseñanzas

de Allan Kardec estaban descartadas desde el inicio. Sus doctrinas

incluyen a Jesús y concepciones sobre el bien y el mal de diferentes

maneras que me resultan religiosas. Allan Kardec fue un académico

francés que es considerado el padre de el espiritismo. Hacia 1857

documentó en su libro El libro de los Espíritus y en varios posteriores,

numerosos casos de espiritismo y análisis muy lúcidos, morales, barrocos

y metódicos. Esos libros pasaron a ser considerados doctrinarios por los

movimientos espíritas que surgieron a partir de entonces. La verdad es

que describe muchas de las cosas que a mi me pasan con una exactitud

sorprendente. Sus libros describen sesiones hechas hace unos ciento

cincuenta años en las que suceden cosas tan exactas con las mías que

me produce una autoafirmación deliciosa cuando las leo. Y al mismo

tiempo, siento una enorme distancia con las conclusiones y el sistema de

creencias que se entreteje alrededor.

Sin embargo, debía a mi abuela Elena por lo menos una visita a la

Escuela Científica Basilio.

Se lo debía a mi abuela.

La escuela científica basilio es un movimiento sorprendente. Con

esa capacidad que tenemos los argentinos para crear movimientos sin

mucha relación con otros del mundo, es una agrupación religiosa que

basa sus enseñanzas en lo observado en sesiones mediúmnicas. La

escuela fue fundada en 1917, tiene actualmente 343 filiales, está presente

en 13 países y una enorme cantidad de seguidores.

Por esas vueltas de la vida, la sede más cercana a mi casa, a unas

quince cuadras, tiene como guía espiritual, desde el otro lado, a una

hermana de mi abuelo paterno. Rosa, quien falleció hace mucho tiempo

cuando era una de los miembros fundadores del movimiento. Así que si

iba a ir a la escuela, en parte porque tenía que completar el círculo con lo

que me había dicho mi abuela, en parte porque era un camino al que

58

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tenía que asomarme al menos por curiosidad, esa era una buena puerta

de entrada.

Llegué a la sede lleno de prejuicios, dudas y miedo. Era una

casona venida a menos en el elegante barrio de San Isidro. La señora que

me atendió tenía una mirada muy dulce y maternal. Había pactado una

entrevista con ella y por teléfono su voz sonaba joven. Cuando llegué me

encontré con una persona apenas más joven que mi abuela. Cuando le

conté las cosas que me pasaban se sorprendió como cualquiera, como si

no fuera la directora de un movimiento cuyos miembros se entrenan para

ser médium. Su sencillez me gustó. Desde las paredes me miraban

cuadros de Jesús y una enorme foto con aspecto familiar, mi tía abuela

Rosa. La charla derivó en lo difícil que resultaba sostener la sede

económicamente. Pagar las cuentas de luz y sobre todo, atraer nuevos

miembros. Hacia atrás de la casa había una enorme sala con forma de

capilla, despojada de elementos litúrgicos salvo por una imagen de Jesús

y bancos de iglesia. Allí había unas tres personas rezando, vestidos con

delantales grises. Las personas eran bastante mayores y me miraron con

curiosidad. Pensé en huir. Me mantuve parado en la puerta pensando

rápidamente en una excusa para irme, pero no se me ocurrió nada. Se me

acercó otra mujer, me indicó que me sentara y comenzó a hacer un rezo

parada a mis espaldas. No entendía exactamente qué decía, repetía en

forma de mantra la palabra Jesús. Cuando me puso las manos sobre los

hombros di un salto en el aire. No puedo describir lo que sentí

exactamente, fue como cuando uno se queda dormido y el cuerpo da un

salto en la cama. Ahí perdí toda elegancia, me paré asustado, me quería

ir, eso no me gustaba, me estaba asustando. La directora me tomo del

brazo y sentí nuevamente toda su dulzura y maternidad y me calmé un

poco. El resto de la gente ahora me miraba como si estuviera loco y la

otra mujer, la que había puesto sus manos sobre mis hombros vaticinó: es

médium.

¿Dónde estaba la cámara? Tenía que registrar todo esto, era

realmente una película. Quería acordarme de todo para contárselo a mi

mujer. El lugar, la gente, mi tía abuela en la foto. Yo sólo quería ser un

buen productor de televisión, quería una linda casa, hijos, hipoteca, auto

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deportivo, viajar por el mundo. Sólo mi maldita obsesión por caerle bien a

la gente evitaba que saliera por la puerta en ese momento, sin saludar. La

voz de la directora era tan comprensiva que volví a sentarme. La mujer

volvió a los rezos detrás mío y yo saltaba por el aire, tal cual esos

espasmos antes de dormirse. No podía relajarme por completo, me

hubiera gustado. Me avergonzaban los espasmos, pero no podía evitarlo.

No se exactamente qué hizo esa mujer, pero salí del lugar energizado y

una buena sensación corporal que me duró como una semana. La

directora me invitó a un encuentro para la semana siguiente. Me preguntó

muchas veces si iba a asistir y la verdad que yo también lo dudaba.

A la semana siguiente llegué con mi mujer. Si no hubiera sido por

ella no habría ido. Llegamos y en la capilla había unas veinte personas,

todas mayores, entre sesenta y setenta años, y vestidas con delantales

grises gastados. Claramente desentonábamos y llamábamos la atención.

Nos recibió la directora y nos sentó en la primera fila. Con mi mujer no nos

animábamos a mirarnos. Deje escapar una risita nerviosa y al instante me

avergoncé. La mujer que había puesto sus manos sobre mis hombros

estaba al frente leyendo un pasaje de un libro. Hablaba de una de las

mujeres fundadoras del movimiento quien supuestamente había sido la

hermana de Jesús en una vida anterior. Leyó durante unos cuarenta

minutos. Yo necesitaba ir al baño, pero no me animaba a levantarme. La

vejiga me estaba explotando, pero al estar en la primera fila no quería

interrumpir la liturgia. Y al mismo tiempo trataba de concentrarme en el

texto y en si efectivamente había siluetas en las paredes. No lograba ni lo

uno ni lo otro. No veía siluetas por ningún lado, ni veía nada especial en el

aura de la mujer, ni podía entender lo que estaba leyendo. Me parecía

irrespetuoso levantarme para ir al baño pero al mismo tiempo mi vejiga

me estaba haciendo perder de la experiencia. Cuando terminó de leer,

unos cuarenta minutos después, salté como resorte y caminando rápido y

con la vista al suelo, salí de la capilla.

Cuando volví del baño me crucé con mi mujer en el camino. Nos

miramos un instante, ya estábamos ahí, teníamos que quedarnos hasta el

final.

Dos mujeres se pararon al frente y el resto de los presentes

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Page 61: Yomedium

comenzaron a describir a dos espíritus que se iban a manifestar a través

de ellas. Lo curioso aquí era que todos describían lo mismo, al mismo

tiempo y con las mismas palabras. “Tiene un abrigo de piel”, “nariz

aguileña”, “tez blanca”. Mi mente racional cuestionó todo el episodio, para

ser sincero. Me sorprendió que todos describieran a los espíritus de la

misma manera, pero sobre todo, me produjo distancia que usaran las

mismas palabras. Pero lo que finalmente me puso más incrédulo es que

yo no veía nada.

Las mujeres comenzaron a hablar. Eran médium parlantes. Las

voces eran normales y el ritmo pausado. Pero hablaban usando el tú,

siendo que en argentina se usa hablar de vos. Uno de los espíritus

encarnados era el de mi tía abuela Rosa, y yo hubiera esperado que me

reconociera o que dijera alguna palabra para mí. En cambio dio consejos

sobre el uso del don y sobre la moral que debía estar detrás. Juro que

hice el esfuerzo de creer, a pesar de mi prejuicio, del lugar, de los

delantales grises, de la liturgia, de que una de las fundadoras había sido

hermana de Jesús, lo intenté, me concentré, medité con los ojos abiertos,

escuché cada una de las palabras y hasta traté de convencerme que eran

para mí. Pero no, la experiencia fue una gran desilusión. No se qué

hubiera pasado si efectivamente yo hubiera visto los espíritus o si hubiera

reconocido en las palabras de la médium algo único y personal. Tal vez

era mejor así. Mi camino continuaría por otro lado en el que tuviera que

pelear menos con la liturgia y con las creencias y con los delantales

grises. Sentí que había cumplido con mi abuela y que ahora tenía que

seguir buscando por mi propio camino.

61

Page 62: Yomedium

El camino propio

Mientras tanto seguía viendo en televisión a John Edward, el

médium norteamericano. Era increíble, yo sentía las cosas de la misma

manera. Es más, mientras lo veía sentía que mi capacidad se ampliaba.

Era como seguir un curso por correspondencia. Mientras él hablaba ante

cien personas, haciendo el contacto entre algunas de ellas y sus parientes

fallecidos, yo podía ver cómo se comunicaba, que cosas simbólicas

significaban qué. Al final de cada programa contestaba preguntas del

público. Las respuestas eran exactamente lo que yo hubiera respondido.

La forma en que recibe la información, los simbolismos, la utilización de

imágenes de su vida privada para mostrar otras cosas, las referencias,

todo. Igual a lo que a mi me pasaba. Era una búsqueda espiritual a través

de la televisión. Muy ad hoc a los tiempos y a mi profesión.

Me di cuenta que funcionaba mejor por las noches, cuando ya

estaba cansado, incluso si había tomado un baso de Whisky para

relajarme. La principal barrera era yo mismo. Yo y mis prejuicios, mi

inseguridad y temor. El principal obstáculo era mi inseguridad. El miedo

tanto a que se descontrolara como a que en ese momento no pudiera ver

nada. Había algo de ego también, y de querer satisfacer al otro. Que cada

manifestación del don fuera más memorable. Empecé a meditar

nuevamente, cada mañana. Meditación trascendental. Consiste en repetir

un mantra durante veinte minutos cada día. Siento que durante las épocas

que hago meditación me conecto mejor. La meditación me ayuda a

concentrarme y a tener más silencio mental, controlar los pensamientos.

Volví a la idea de que la búsqueda es paralela al camino. La

búsqueda va a estar basada en mi experiencia directa. Cuantas más

veces haga mediumnidad más voy a aprender. Y a comprender.

Hice conciencia sobre lo que me pasaba, sobre las cosas que veía

y sentía. Empecé a escribir. Publique un blog. De pronto había gente

leyendo lo que me pasaba casi en tiempo real. Público, qué susto.

Empecé a grabar en audio cuando podía. Supongo que el próximo paso

sea grabar en video.

Sentí que tenía que establecer algunas pautas para la

comunicación con gente fallecida. Primero el tarot tenía que estar

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presente. Casi como un dogma. No sólo era una herramienta, sino un

templo. Lo que mi abuela me había dicho de conseguirme un templo, de

hacer esto en un templo. El tarot era mi templo. Y su misterio era parte del

misterio. Su liturgia, sacar las cartas, extenderlas, tocarlas, era la religión.

Era el inicio y la salvaguarda. Guardaba el tarot y ya no vería nada. Esto

era una propuesta para mi mismo, no era algo que se diera sólo. Aún me

cuesta cumplirlo. Pero de a poco se va dando. Trato de no leer nada si no

está el tarot aunque sea en mi bolsillo. Una especie de talismán.

El Tarot.

A los 25 años fui por primera vez a una astróloga. El tema no me

era ajeno porque mi madre ya había empezado con la astrología unos

años antes. Volvía alucinada de las lecturas de carta astral y revolución

solar y nos contaba a mi hermano y a mi unas tres o cuatro veces lo

mismo. O sea que le entusiasmaba el tema. Después empezó a estudiar

astrología en forma apasionada y por supuesto yo ya no era explosivo

sino que no sabía manejar mi energía escorpiana. Y mi hermano iba a un

colegio bilingüe porque era sagitariano. Ese era el escenario en mi casa, y

no sólo respecto a la astrología. El mundo mágico y las medicinas

alternativas empezaron a rondar algunos temas de conversación. Creo

que todo empezó unos años antes. Como a mis dieciséis años la

desgracia rondó nuestra familia. A mi madre le descubrieron un cáncer

linfático. Mis padres se habían divorciado unos años antes y la noticia nos

pego ya estando debilitados. Fue un año duro. Como parte del

tratamiento, mi madre había comenzado una dieta macrobiótica. Con mi

hermano decidimos acompañarla. La seguimos durante tres años. Los

tres años más saludables de mi vida. En el transcurso a mi madre le

dieron el alta definitiva, adelgazamos, nos pusimos fibrosos, sanos. Las

fotos de esa época son las más bonitas. Después fuimos abandonando la

macrobiótica por diferentes motivos prácticos. Pero de una manera

extraña, esa fue la semilla del acceso a cosas alternativas en mi casa. La

enfermedad y el proceso de sanación nos abrieron la primera puerta a

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Page 64: Yomedium

sentir que tenía que haber algo más. El acercamiento fue desde el

psicoanálisis, la profesión de mi madre. A partir de la enfermedad ella

evolucionó profesionalmente hacia una visión más amplia. En casa siguió

sin aparecer Dios. Y como en astrología no se habla de Dios, se incorporó

sin conflicto a nuestras vidas. Cuando fui a los veintiséis años por primera

vez a una astróloga, estaba medianamente preparado.

Pero no estaba preparado. ¿Cómo podía, esa señora que no me

conocía saber tantas cosas sobre mí? Debo aclarar que la mujer no era

clarividente, sencillamente leía de un papel cosas que me pegaban en lo

más profundo, cosas que escucho hoy, diez años después y todavía me

sorprenden. Eso me abrió otra puerta, la del destino. Decidí

concientemente que la astrología era la única cosa en la que iba a creer.

Mi ritual durante los últimos diez años ha sido hacerme leer la revolución

solar. Cambio regularmente de astrólogo y algunas veces lo que me dicen

es sorprendentemente cierto y otras, las menos, es casi lo contrario.

Así estaba yo cuando mi mujer me “invita amablemente” a

sumarme a su curso de tarot. Me lo habían tirado dos veces y no le tenía

respeto. Es la verdad. El resto es historia que ya conté. En realidad quiero

apenas hablar de mi relación especial con el tarot.

Al igual que la astrología, el tarot no involucra la figura de dios. No

hay contradicción entre ser religioso o ateo y tirar el tarot. La historia del

tarot esta llena de versiones distintas. Las barajas más antiguas parecen

haber surgido en Europa, durante el medio evo, como al 1400 dc. Aunque

hay otras opiniones. Yo creo que es muy probable que el primer tarot

haya sido el de Marsella. Después surgen cientos, miles de versiones.

Algunas muy fieles y parecidas y algunas deliradas y locas. En una

librería de Internet encontré ochocientos cincuenta y dos tipos de Tarot a

la venta. Hay tarot egipcio, gitano, de Osho, vikingo, de los druidas, de

Dalí, de las sirenas, y hasta de las amas de casa, que lo tengo y es muy

divertido, todos son variaciones del mismo: el de Marsella. Con mi mujer

coleccionamos algunos, pero básicamente tiramos el tarot de Waitte, que

es una reinterpretación del tarot marsellés.

Básicamente es un conjunto de cartas con imágenes que representan

diferentes cosas muy claves de todos nosotros. Hay muchos libros muy

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Page 65: Yomedium

interesantes y está lleno de cursos, así que no voy a escribir mucho más

sobre el tarot. Básicamente creo que entre el tarot y el tarotista la relación

debe ser como la del futbolista con la pelota. Yo paso muchas horas con

el tarot en la mano. Aunque no lo lea. Lo barajo todo el tiempo. He llegado

a ponerle alma, sentir que está vivo y que conversamos. Tengo que

cambiar de baraja cada tanto porque las gasto, las destruyo. Cuando voy

a leer, lo saco bastante antes y lo mezclo, lo toco, lo espío, y el tarot

empieza a decirme cosas. Realmente ya no hago casi tiradas de tarot,

simplemente lo barajo y voy abriéndolo en diferentes lados e interpretando

las cartas que salen como un cuentito. Y a las tres o cuatro cartas ya

empiezo a ver imágenes y el don empieza a navegar, cuando dejo de

recibir, barajo y empiezo a mirar las cartas de nuevo. Casi no necesito

que el otro toque las cartas, ni siquiera que esté presente. Muchas veces

me dice cosas antes de que esté la persona frente mío. Y son muy

acertadas.

No sólo se lo que significa cada carta, sino que se qué significa para

mí. Que fibra especial me toca y que significó otras veces que ha salido.

Creo que cada uno tiene que relacionarse personalmente con cada carta,

buscarle el significado. Es una ciencia oculta, que no significa solamente

que este vedada a la masa, si no que es una ciencia misteriosa, no

directa, enroscada, que va a llegar a conclusiones a través de metáforas,

que se va a conectar con el tarotista en forma inconciente. De hecho las

cartas se llaman arcanos, hay arcanos mayores y menores, en latín

arcanus significa secreto, algo recondito. Los arcanos no son sólo

metáforas gráficas, representan fuerzas arquetípicas, conceptos globales.

Lo otro es que después del pedido de mi abuela de que tuviera un

templo, un lugar donde tener las videncias y la mediumnidad, me refugié

en el tarot. El tarot es mi templo. Sólo leo mi mazo de tarot.

Claramente el tarot es un disparador, una herramienta de una

sensibilidad que tengo y no todas las personas que leen el tarot tienen

videncias, a pesar que ambas palabras aparecen juntas con frecuencia en

los anuncios de los diarios. Creo que es muy posible que alguien que no

sabe del tarot pueda creer que el tarotista tiene videncias cuando en

realidad solo está leyendo las cartas. Lo otro es que la gente cree que el

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tarot sirve para leer la suerte y el futuro. Yo no creo mucho que se pueda

predecir el futuro, salvo el inmediato que ya tiene una raíz probabilística

en el presente. Rehúso leer el tarot cuando la gente quiere que le hable

del futuro.

Es muy satisfactorio estudiar tarot, recomiendo especialmente hacerlo.

No buscando tener percepción extrasensorial, sino dar un espacio a lo

esotérico en la vida y por la riqueza que puede dar el estudio de cualquier

lenguaje o visión diferente sobre la realidad. Es sorprendente cómo en

esas setenta y ocho cartas pueden estar condensadas casi todas las

cosas que nos pasan. Independientemente del descubrimiento accidental

del don a través del tarot, creo que me enriquecí intelectualmente

estudiándolo.

Deber ser

Estoy sentado en el living de una casa de clase media. Son las

cinco de la tarde. Las cortinas están cerradas, el living está en penumbra.

Tardé mucho en acostumbrar la vista cuando entré, afuera es un día

soleado. Me atiende una mujer joven y me invita a sentarme. Hay muchas

velas prendidas, de todos los tamaños y formas. Hay música new age

bastante desagradable. Fuera de eso, no hay más esoterismo. Estoy

esperando mi turno para que me atienda René, un clarividente con el que

pedí turno hace dos meses. Rene viaja y ve gente en cuatro países. Chile,

Argentina, Perú y Estados Unidos. Es de Mendoza, pero ahora estamos

en Santiago de Chile. Trato de abrir bien los ojos. Además de conocer a

René y contarle lo que me pasa, quiero tomar nota de cómo es visitar a un

clarividente. Qué se siente. ¿Me leerá la cabeza? ¿Me avergonzará

sacando del baúl de mis cosas olvidables el peor de mis pecados? Estoy

sentado en el living y no me siento cómodo. Me siento como si estuviera a

punto de desnudarme delante de alguien. Llegué diez minutos antes y me

quedé en el auto meditando, esperando que el don se manifieste y poder

mostrárselo a René. Cuando entro a la casa ya estoy nervioso, y muy

ansioso. Llega otra mujer. René da turnos de quince minutos. La consulta

no es muy cara pero debe hacer una suma importante si ve a tanta gente

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Page 67: Yomedium

por día. Pienso que yo nunca podría hacer eso. Nunca podría trabajar de

clarividente, ni aunque tuviera el don en forma permanente. Me daría

vergüenza, no me sentiría cómodo. La mujer me llama por mi nombre. La

acompaño hasta una habitación fuera de la casa.. Aquí sí hay decenas de

velas prendidas. Cuando no es la consulta de René, es un taller de velas

de la dueña de casa. Hay una mesa y un par de bancos de madera

rústicos. Me quiero ir, creo que me equivoqué. Para peor tengo que

esperar como otros diez minutos. Mientras estoy sentado ahí, mirando las

velas, empiezo a sentir a tres personas paradas a mi espalda. Siento que

vinieron conmigo, que no son del lugar ni parientes de René. Uno de ellos

podría ser Nicolás.

Cuando entra René me sorprendo. Tiene mi edad, está muy bien

vestido, muy moderno. Esperaba otra cosa. No me desilusiona, me

descoloca. No se cómo me lo imaginaba, pero no imaginaba a alguien

como yo. Imaginaba a alguien vestido descuidadamente, con barba, con

unos ojos penetrantes, definitivamente los videntes tienen ojos

penetrantes, o no? René usaba anteojos sin marco. Yo esperaba a

alguien viejo, medio hippie, que usara palabras como energía, karma,

maestros guía, mal de ojo, envidia, camino, uf, miles de palabras. Pero

René habla como cualquiera de mis amigos. Empieza a hablar apenas me

saluda, empieza a describir mi vida. Es bastante acertado. Habla rápido.

Cada palabra empuja a la otra. Igual trato de ocultar mi desconfianza.

El peso social, lo que se espera de cada uno de nosotros, la forma

en que debemos comportarnos, cuáles debieran ser nuestros valores,

cómo nos relacionamos. Hay un plan armado por la sociedad para

sostenernos dentro. Cada uno de nosotros, en cada uno de nuestros

roles, como hijos, padres, madres, bomberos, tiene prefijado el conjunto

de valores que lo debieran regir. Estoy explorando en el deber ser que le

toca a los médium. Que nos toca a los médium. Sabemos lo que se

espera de un médium incluso sin haber conocido nunca a ninguno.

Sabemos cómo debe lucir, con qué palabras se expresa y hasta cómo son

los lugares en los que practica. Hay un deber ser incluso para las

personas que asisten a un médium. Para los clientes. Este mandato social

está muy pegado a los comienzos del espiritismo, los relatos de Allan

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Page 68: Yomedium

Kardec, del 1850 en Francia. Fundador del espiritismo. También

Hollywood, por supuesto, los médium de las películas y de las series de

televisión.

Según la sabiduría popular, si uno es médium debe dejar todo y

dedicar su vida al don, o por el contrario, enterrar todo en el jardín y no

meterse con eso porque puede ser peligroso. El mal está todo el tiempo

tentándolo para que se pase al “lado oscuro”. La noche, las velas y las

casas viejas, las clases bajas, los ermitaños, el tarot, el medioevo, el

paganismo y la locura forman parte del mundo del médium. No estoy

hablando de mitos, estoy hablando de peso social. Cuando yo me siento

frente a René con todos mi prejuicios sobre los clarividentes, aunque yo

mismo sea uno, y me encuentro con que él no cumple con casi ninguno,

me pasan dos cosas.

La primera es que me doy cuenta que las cosas que pienso de los

médium y clarividentes no viene de experiencias directas mías sino de mi

“inteligencia intelectual” una serie de conocimientos adquiridos sin

experiencia. Mi idea estaba formada por lo que espera la sociedad de un

clarividente. El deber ser.

La segunda es que me identifico con René, me horizontalizo con él.

Siento que podría ser mi amigo. Que podría sostener una conversación de

dos horas con él de cualquier otra cosa. Un tipo no más sabio que

cualquiera. Que podría ser yo. Yo el de ahora, el real yo no el yo

iluminado en el que por “deber ser” debo convertirme.

Eso me libera, me saca la carga de tener que modelar el camino de

mi vida según el camino trazado por la sociedad para los clarividentes. Y

aún más, a menos que yo quiera, no tengo ninguna obligación para con el

don. Y ese es el peso social más grande de todos. El don es considerado

socialmente un poder. Y como dice el hombre araña, un gran poder

conlleva una gran responsabilidad. El uso mal intencionado de un poder

aterroriza tanto a la sociedad que una de sus leyes fundamentales es que

un poder debe ser usado para hacer el bien. Ni siquiera tengo la

posibilidad de no usarlo, no. No usar el don también es malo. Es

despreciable. Es una de esas cosas que uno siente antes y razona

después. Uno desprecia con el pecho y le pone palabras con la cabeza.

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Page 69: Yomedium

Es no usar el don, es enterrarlo en el jardín. Es despreciable no usar el

don y es despreciable tener el don y no usarlo para curar. Es algo que

está enquistado en el deber ser, el don, cualquier don se debe usar para

curar.

Otra ley no escrita sobre el don, es que debo agradecerlo, nunca

maldecidlo y sobre todo, que si lo uso mal o no lo uso, alguien, sea Dios o

los ángeles, me lo van a quitar.

Estaba ahí sentado ante René que no paraba de hablar. Muy

rápido. Mientras hablaba vi dos siluetas al lado de él. No recibía

información pero sabía que en cuanto yo pudiera hablar iban a decirme

cosas. Cuando llegó mi turno para preguntarle algo, empecé a hablarle.

Le conté que veía siluetas detrás suyo. Por su cara creo que lo primero

que pensó fue que le estaba haciendo una broma, o incluso que era una

cámara oculta para televisión. Esa es otra imagen de los médium, es

esperable que un médium esté siempre acechado por escépticos,

dispuestos a tenderles una trampa, a no dejarlos “ejercer” a acusarlos de

chantas o supersticiosos. Periodistas, religiosos, laicos, científicos,

conspiran contra el clarividente.

Entendió, o más bien aceptó que yo era médium cuando le dije que

la mujer que tenía detrás era su abuela, y le describí su infancia. Había

sido muy solitaria, había estado en internados, en instituciones, a los

cuatro años se le despertó el don de la clarividencia. Abruptamente.

Empezó como temores y viendo gente fallecida. Sus padres tardaron en

saber qué hacer. Estuvo en instituciones mentales, fue diagnosticado

como esquizofrénico. Veía gente al estilo de la película sexto sentido.

Cada tanto decía cosas sorprendentes. La abuela fue interrumpida por

otro señor mayor. Me decía que era un primo, pero no de René, sino de

una mujer con un nombre que no terminaba de entender, era con una A y

una L y lo traduje como Alicia. Era una mujer que aún vivía, pero que

estaba por morir. El mensaje era que su primo del alma, ya fallecido, la

estaba esperando del otro lado. René entendió perfectamente de quién

hablaba. Por mi lado empecé a sentir dolor en las articulaciones, en las

muñecas y en los tobillos. Y le dije que ese dolor era el que sentía la

mujer. Ahí René se sorprendió como si él mismo no fuera clarividente. De

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eso exactamente había hablado con ella esa mañana. La mujer se

llamaba Angela era muy querida por René, casi una madre me dijo, y

estaba enferma de una enfermedad Terminal. El primo dio su nombre y no

lo vi más.

Todo se transformó en un momento Kodak. Dos médium sentados

frente a frente, comparando cómo veíamos las cosas y en qué creíamos.

Le conté que me costaba creer en algo y eso a él le pareció maravilloso.

Me dijo que ese era mi fuerte. Que siguiera siendo empírico, que el

ateísmo en mi caso era muestra de pureza, de la inexistencia de

preconceptos. Estaba absolutamente en línea con lo que yo pensaba,

pero le quitaba esa culpa por no creer. Me contó que hacía veinticinco

años que hacía esto, viajaba por todos lados. Sólo se había cruzado con

cinco personas que tenían un don. Y yo era la quinta. Me sentí solo. Cinco

personas en veinticinco años era muy poco. La sensación de que hay

mucha gente con dones entre la gente también era algo que daba por

echo. Todos tenemos la capacidad, a algunos se les desarrolla por

casualidad, a otros por trabajar en eso. Algunos lo cuentan y hasta lo

publican y otros lo mantienen en un círculo íntimo. Esa sensación también

es un deber ser, no es un conocimiento adquirido por la experiencia sino

aprendido intelectualmente. Si bien lo he intentado, no he logrado conocer

hasta ahora muchos psíquicos en persona. Y he explorado mucho.

Llegado el momento René volvió a tratarme como a un cliente más,

me dijo que era la hora, me entregó un paquete de velas de colores para

que prendiera cada día de la semana. Fue como si no hubiera pasado

nada. Volví a la casa donde la mujer me cobró. Salí a la calle y el sol

brillaba. Fue todo muy rápido. Con los días vino mi mudanza de país y

perdí su dirección de web y su teléfono. No volví a saber de René, al

menos hasta ahora.

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Page 71: Yomedium

Misticismo

Vamos a ponerlo en una sola frase. Si todo esto no me hubiera

pasado a mi en persona, jamás habría creído en la vida después de la

muerte. Ni un poco. Menos que menos en los médium. Una especie de

conspiración del mas allá para que sólo unos pocos pudieran comunicarse

con ellos.

Si uno lo piensa con lógica es bien poco serio. ¿Cuál es el sentido

de morir si al final uno no se muere? Cuál es el sentido de dejar de ver a

los seres queridos si uno en realidad esta a la vuelta de la esquina. ¿Qué

necesidad de misticismo hay en las vidas de los seres humanos para que

la gente que querés se muera, pero en realidad esté esperándote al fondo

del túnel? Nada cierra demasiado ni tiene mucho sentido. Si yo me

muriese y pudiera ver que mis seres queridos sufren por mi ausencia,

haría todo lo posible por avisarles. ¿Qué ley de la naturaleza es la que

prohíbe eso? Cómo es que no hay más médium, y más fallecidos

presionando a los médium. No cierra, no cierra por ningún lado. No tiene

lógica.

Y sin embargo sucede. Sucede cada vez más seguido. Contra toda

lógica. A esta altura ya no puedo decir que son episodios que me pasan.

Soy médium. Hay suficientes testigos, no hay vuelta atrás, no hay forma

de negarlo. Ahora ya es evidente que “hay algo”.

Una vez superada la fascinación que produce el uso del don, de

navegar en él, me obligo a olvidarme y a enfrentar el tema principal: hay

vida después de la muerte. La conciencia sobrevive.

Empecé a leer. Hay muchos marcos teóricos, teológicos, filosóficos

y religiosos para enmarcar las cosas que yo veo. Hay muchas líneas de

pensamiento sobre la vida después de la muerte, hay muchos libros,

mucho conocimiento, muchas horas invertidas de gente muy inteligente,

inspirada, iluminada, etc. Ninguna me enamora.

No soy capaz de llegar a creer por la lógica. Puedo aceptar que las

cosas que dicen las religiones encajan o se acomodan perfectamente con

lo que veo con el don. Pero no logro creer. La contradicción entre ser

médium y ateo me ha mantenido despierto muchas noches y ocupa un

espacio permanente en mi cabeza. La dinámica de pensamiento que

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surge de una contradicción semejante es profunda. Si la contradicción

tiene en sí misma un sentido, ese sentido es hacerme pensar. Pero el

objetivo no es llegar a creer por la lógica, eso no va a pasar.

La contradicción y la falta de fe se ha manifestado a lo largo de mi

vida en otros rubros. He trabajado nueve años en publicidad y lo hice en

nueve agencias diferentes. Me cambiaba todo el tiempo. Una carrera

meteórica empujada por mi inconformismo permanente. Después, no

conforme con la publicidad, me pasé a trabajar en televisión y el resultado

fue muy parecido. No voy a ponerme a hablar de mi vida como Clark Kent,

pero el ejemplo es bueno para entender que el inconformismo y el

descreimiento forman parte de mi personalidad ya desde antes. Toda mi

vida he buscado algo en que creer. Haberme criado en una familia judeo-

cristiana-freudiana hizo que mi campo de batalla sea la mente. Enfrentado

ahora a la contradicción de ser médium y ateo, un desafío más potente

que ser publicista y feliz, mi cabeza utiliza los mismos mecanismos de

inconformismo impulsor de la búsqueda. Esta vez la búsqueda no es de

felicidad. Ni siquiera es una búsqueda de fe, no. Es una búsqueda en si

misma. Si la contradicción tiene en si misma un sentido es impulsar la

búsqueda.

La búsqueda de qué? No sé, si supiera talvez no buscaría. Si

aceptara alguno de los dogmas que se me ofrecen desde cada una de las

religiones, no podría buscar realmente.

Ya no busco una explicación al don. La capacidad está, la heredé

de mi abuela, hay otros con la misma capacidad. Hay explicaciones

espirituales y evolutivas para el don.

La búsqueda es espiritual. Con la herramienta imprescindible del

don, una búsqueda espiritual empírica, un verdadero privilegio. Una

búsqueda experimental, sin muchos marcos regulatorios más que los que

me tocan por herencia cultural judeo-cristiana. Pero también con una

rebelión contra los dogmas religiosos occidentales. Soy conciente que

aunque no sea religioso, si tengo incorporado dentro de mi mandato social

un esquema occidental judeo-cristiano-new age y freudiano. Uf! Qué lío. Y

todo lo que vea con el don llegara filtrado por esos conceptos. Sobre todo

porque las cosas que veo son de un lenguaje tan simbólico que es muy

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difícil que no se contaminen con mi mirada.

Y al mismo tiempo, el que sea ateo no invalida que pueda ser una

persona ética, con un firme compromiso con hacer el bien y con la verdad.

Me prometí no mentirme ni un centímetro. No tendría ningún sentido. Si la

búsqueda espiritual va a ser empírica también va a ser veraz. Y si va a ser

tan racional como parece, voy a aceptar los límites de la racionalidad.

Porque en el fondo el don se transmite a través de mis emociones y de mi

fantasía, de mi capacidad de no cuestionarme nada en el momento, de no

detenerme a pensar y sobre todo de dejarme llevar, de ser un puente, un

observador. La búsqueda es también una búsqueda inmóvil, a la deriva.

Tengo claro que cuando hago mediumnidad no estoy yo a cargo. Las

cosas me llegan.

Para atrás podría encontrar momentos de acercamiento a la

verdad. Momentos de auténtica iluminación, aunque el término me suene

muy oriental para mi búsqueda. Momentos en los que sentí una gran

apertura de conciencia, en que comprendí cosas importantes. A veces

como resultado de un recuento de las cosas que pasaron, juntando las

piezas del puzzle y otras veces directamente durante la videncia misma.

Es muy difícil traducir la sensación. Iluminación, despertar, epifanía. El

momento exacto en que soy conciente de algo a lo que no he llegado por

la razón ni el cálculo ni el conocimiento. Si tuviera que describirlo como

sensación, porque no es una acción sino una sensación, la del minuto

siguiente a haber adquirido un conocimiento sobre el mundo que nos

rodea, que sólo podría tener alguien que estuviera por fuera del mundo

que nos rodea. Una visión, un conocimiento trascendental, que nos

trasciende a nosotros y al plano en el que vivimos.

Pero básicamente es tomar conciencia profunda de algo: Hablo con

gente que murió. Existe la vida después de la muerte. La gente muere

pero mantiene su personalidad. La emoción predominante durante las

sesiones es el amor y la felicidad. No son dogmas, son conclusiones de la

experiencia. Y las razones o el orden que rige todo eso, todo el más allá,

es, simplemente un misterio. Sólo cuando acepto que todo esto es un

misterio y que todo lo que vendrá o no después es un misterio, empiezo a

sentirme cómodo.

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Page 74: Yomedium

El misticismo, esa capacidad de aceptar con asombro que hay algo

más sea talvez un lugar cómodo en el que apoyarme hasta que

aparezcan más pruebas que inclinen la balanza para un lado u otro.

Mientras tanto, investigar, improvisar, navegar el don, se transforma en un

camino místico. Es probable que no llegue nunca a una conclusión

definitiva. Acepto que hay algo más. Puedo aceptarlo. Eso es suficiente.

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El sentido del Don

El don es la clarividencia: ver claro. Es la definición que mejor me

cierra. La más aceptable. Engloba todo lo que me pasa: la mediumnidad,

videncias, sueños y ver el aura. Todavía creo que no está desarrollado,

que me falta mucha práctica, estudiarlo, ejercitarlo. Es como si estuviera

todavía inmaduro. Desordenado, confuso. Va a ir creciendo, siento un

avance, un desarrollo, cada vez veo más claro. No es un desarrollo lineal,

no es un día mejor que el anterior. A veces en una reunión funciona

increíble y a la siguiente apenas brilla. Pero todo parece indicar que va a

crecer, a perfeccionarse, a sensibilizarse.

Y va a necesitar ir acompañado por un sentido. Una dirección, un

compromiso ético, una ideología, una creencia, una moral. El crecimiento

del don va a ser de esas dos partes en conjunto. La clarividencia y el

sentido. Me pregunto mucho del sentido de todo esto. La razón. Me

pregunto sobre el destino, sobre si hay un plan superior, sea de un dios o

de la naturaleza. O si es en realidad un accidente, algo que no debería

estar ahí, que no debiera pasar. A veces también pienso que no tiene

ningún sentido. Que es una cuestión evolutiva, como cuando los primeros

humanos empezaron a pronunciar palabras. La posibilidad de transmitir

pensamientos, emociones y deseos en forma oral debe haber sido una

revolución. Algo mágico, impensable. Empezamos a hablar y a

conceptualizar oralmente muchísimo después de la formación de las

cuerdas vocales.

No se si es relevante que me haya tocado a mí ser médium. En

términos de destino, de mi formación atea y escéptica. Tal vez no tenga

necesariamente una razón. En una de esas sólo es una capacidad que se

herede o que se desarrolle sin necesariamente un sentido místico, sino

simplemente fisiológico. Eso no significa que la mediumnidad no tenga

una moral en sí misma, que no sea responsable con el uso del don. Pero

como algo personal más que una exigencia, un deber ser, un mandato

social, por llevar el don. Cuando la gente me dice “lo que haría si fuera yo”

se me hace un nudo en el estómago. El mandato social es especialmente

exigente con los clarividentes. En primer lugar porque existe la postura de

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que el don es un regalo, de hecho en inglés se traduce como gift. Algo

que no nos pertenece, que nos lo dio Dios y que debemos agradecer

haciendo el bien o retirándonos al estudio en catacumbas, irse a vivir a la

india, dejar casa, mujer, hijo y perro y dedicarse al don. Ser un ermitaño.

Transmitir buenos pensamientos, convertirse en algo así como un santo.

Un gurú new age. Hay una idea de que el don se termina comiendo a la

persona que lo lleva.

Por otro lado está el tema del poder, un gran poder conlleva una

gran responsabilidad, hombre araña, así que haz el bien, sálvanos o

convertite en un freak de circo. No hay mucho punto medio. O la

consagración a la causa o la condena a leer el tarot en plazas públicas.

Hay muchísima gente con algún don que lo usa para consultas frívolas.

Ponen avisos en los diarios y son consultados por cosas superficiales. No

creo que eso genere mala energía para el clarividente. Es su elección. No

lo hace más o menos oscuro que otra persona. Y no por eso pierde el

don. La necesidad que este don de la mediumnidad tenga un sentido es

mía. La búsqueda, la ética, el camino, se me hace necesario a mí y no es

una exigencia del don.

En paralelo, la supervivencia de la conciencia, la existencia

después de la muerte, es para mí una tremenda novedad, mientras que

hace miles de años que millones creen sin dudar en la vida después de la

muerte. Si embargo para mi es un shock. Algo que me deja la casa dada

vuelta. Tanto que me sigue costando. Analizar el don junto con lo que

significa la supervivencia de la conciencia me resulta especialmente

engorroso. No soy capaz de analizar la existencia de la vida después de

la muerte. Todas mis creencias, o más bien, mis no creencias se han

desvanecido, aunque no totalmente. Enfrentado a este conocimiento, a

esta evidencia, simplemente colapso. Prefiero aceptarlo como misterio,

saber que no tengo la información suficiente, ni el valor ni los elementos

científicos ni racionales suficientes para entenderlo. Aceptar que estoy en

un camino que recién empieza y que lo más fácil, para mi mente racional,

occidental y bla bla bla, es tomar al don como un objetivo en si mismo.

Antes de pensar en el sentido del don, tengo que simplificarlo,

ordenarlo, saber sus límites, entenderlo, manejarlo, definirlo, ponerle

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forma. Entonces es simple: es una capacidad biológica, fisiológica, que he

heredado de mi abuela paterna, que no es el resultado de una búsqueda

mística sino un fenómeno espontáneo, que es repetible pero no a

voluntad, que tiene testigos, y que sirve para saber cosas de la gente y

conectarme con personas que han fallecido.

Pero también, y más cerca de la búsqueda de un sentido espiritual,

otra forma de simplificarlo es que soy un puente, entre personas de este

mundo y sus parientes en el más allá. Soy un puente. Un instrumento, un

traductor, estoy en el medio, no retengo, no retengo mucha información

de lo que veo. Generalmente me cuesta recordar. Como si mi memoria

ram se vaciara después de cada evento. Muchas veces recuerdo más las

caras, las reacciones. Hay un momento en cada encuentro en que el

pariente vivo tiene un shock. Le cae la ficha. Recuerdo las caras de

sorpresa, las lágrimas, los gritos, los saltos. La gente se agarra el pecho,

o la cabeza, o se tapa la cara. Recuerdo una chica que se cayó de la silla.

Me miran con sorpresa, a veces gritando a veces sin habla. En ese

momento hay un clic, un golpe. Un momento mágico. Darse cuenta de

algo. Una epifanía, un despertar, una iluminación. Hey, estoy hablando

con mi mamá fallecida! Entonces existe la vida después de la muerte! Y al

mismo tiempo se resiste: ¿cómo hace para saber esto? Lo que sigue al

shock es la duda, algunos creen que los engaño. Otros tratan de

acomodar en sus cabezas lo que está pasando. O lo niegan hasta que se

desborda. Esto no es un engaño. Entonces viene una especie de

liberación, de excitación, de momento místico y de “ahora creo”. Es

literalmente un milagro. Cada vez que sucede es un milagro.

Y sin embargo sucede.

También me ha pasado de sentir esa misma sorpresa del otro lado,

como si los parientes del más allá también se sorprendieran. La sensación

que tengo de vuelta, después del shock, es de alegría, de felicidad, de

plenitud. Veo a la gente iluminarse delante de mí. Hacerse concientes.

Vivir el presente exacto. Siento el tiempo que se detiene. Y ahí empiezan

las chispas de sentido. El sentido del don.

El sentido del don es despertar.

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Capítulo II

78

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El Laboratorio

“Algún día la historia dirá:

Desde un rectángulo de paredes poco pretencioso,

salió una voz que dijo: tengo la respuesta a la pregunta.”

Conocí a Luís por mi trabajo de director creativo, hicimos juntos un

mega recital para la fundación Alas, de Shakira, Alejandro Sanz y otros.

Luís es un gran director de transmisión de conciertos y yo era director

creativo del evento. En todo el trabajo previo del recital pasé a convivir

muchos días y muchas noches con Luís, fue una experiencia amistosa

dentro de ese caos, en ese rubro sólo resisten los hiperactivos o los

inamovibles, y Luís es un inamovible, mantiene el temple, se calza.

Terminó el trabajo, todo un éxito, dos mega recitales al mismo

tiempo en Buenos Aires y Ciudad de México, en total 600 mil asistentes y

transmisión en simultáneo a 30 países. Nos dimos un abrazo, quedamos

en hablarnos, nos fuimos, paso el tiempo. Me lo encuentro. Nos

saludamos, nos contamos en que estábamos, y Luis me cuenta que

estaba por grabar para un documental a un cura que hacía imposición de

manos, y me empezó a hablar de cómo grabar sin perturbarlo, desde

lejos... y en esa época yo ya estaba muy ansioso por empezar a grabar

en video las sesiones, así que empecé a preguntar y preguntar, hasta que

no dio más y se lo conté. Y entonces Luis me miró, con la cara con la que

me miran todos cuando se los cuento. Y en medio de la calle le pasé los

tres videos de sesiones que tenía en el i-phone. En medio del tránsito de

Palermo. Con unos auriculares, viendo en un celular, una sesión donde un

tipo que creía que conocía, resultaba que era medium. Quedó fascinado.

Me dijo: ¿Entonces es verdad? ¿Es verdad que no nos morimos?

Al principio pensamos en hacer un documental, y nos juntamos un

par de veces a almorzar y a tirar ideas, y por supuesto que hablamos de

creencias y religión y muerte y todas esas cosas de las que uno no habla

nunca, a pesar de haber compartido un mes con sus días y noches.

79

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Un par de pizzas más tarde dejamos de vernos por un rato hasta

que volvimos a cruzarnos por trabajo. Yo en esa época hacía sesiones en

casa de mi madre o de mi abuela y necesitaba un lugar urgente. Luís me

ofreció un estupendo lugar. Debajo de su casa tenía un espacio de doble

altura, como un garaje. Allí, en medio de la nada con apenas un sillón, sin

ni una vela, sin un saumerio comprado en la calle, sin nada, nació el

laboratorio.

Laboratorio no es en realidad la palabra apropiada, porque tiene

aspiraciones cientificistas y la verdad que éramos un par de agnósticos

experimentales, nada más, nos juntábamos a ver que pasaba esa noche.

Si tuviera un papel a mano escribiría: un tipo de clase media

descubre una capacidad sorprendente y decide repetirlo y garbarlo en

video cuantas veces se pueda. Eso era el laboratorio.

Un proceso mecánico, sistemático, experimental, sin más reglas que

intentar hacerlo la mayor cantidad de veces posible. El que se pueda es

parte del laboratorio. A veces podemos y a veces no y a veces podemos y

el don aparece y otras no. Digamos que un laboratorio medio

sudamerican style. Pero no era vagancia, básicamente nuestros trabajos

formales, con los que juntábamos el dinero para mantener a nuestras

familias y al laboratorio mismo, intercedían regularmente, pero yo creo

que llegamos a hacer unas 40 sesiones en un año y medio. De las cuales

grabamos 27. Pero bueno, intentábamos hacer reuniones una vez por

semana y evitabamos la palabra sesiones porque es un nombre que

suena a Espiritismo y eso es a lo último que queremos que suene, pero a

nadie se le ocurre otro nombre y cuando decimos reuniones o juntarnos o

encuentros la gente no termina de entender que en realidad lo que

hacemos ahí son sesiones de mediumnidad.

Luís tenía una de esas cámaras ultra hiper super pro, que usaba

para trabajar, y luces profesionales y micrófono inalámbrico pro, pero la

cámara era verdaderamente impresionante, llena de botones, casi como

comprarse un súper poder. Una súper cámara. Cada vez que estando en

una sesión, me apuntaba, yo me desconcentraba, me entraba el pudor, el

pánico escénico y se me iba el don! Y cada vez que la cámara dejaba de

apuntarme, me volvía.

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Page 81: Yomedium

Armamos las primeras sesiones con unas seis a ocho personas y yo

me paraba adelante de todos y Luis me grababa. Para mi era un

tormento, una angustia, pararme delante de todos, delante de la cámara.

No sé porque me exponía a eso, me torturaba tratando de sacar pruebas,

de que funcionara, de satisfacer a todos. Y a la cámara. Cada vez que me

apuntaba, me ponía a hablar como conductor de televisión. Me paraba

mejor, sonreía más, me convertía en lo que no quería ser, la cámara me

convertía en un show. Entonces Luis bajaba la cámara y yo empezaba a

decir esas cosas sorprendentes, esos cinco minutos de oro, esas pruebas

irrefutables, con nombres, direcciones. Y entonces Luis prendía la cámara

y yo tomaba aire para verme más delgado y ya no me salía nada de nada.

Luis creía que los espíritus no querían ser grabados y yo sabía que el

problema era yo. Era una tortura pararme frente a una cámara. Era muy

loco, porque en mi carrera como productor ejecutivo de televisión me tocó

muchas veces dirigir actores y conductores. Siempre estuve rodeado de

cámaras. Pero no lograba pararme frente a una. Y el propósito del

laboratorio era justamente grabar, documentar, lo que pasaba en las

sesiones. Así que tuve que confesarle a Luis que el problema no era el

más allá sino el muy acá, me sentía gordo, tonto, lento, frente a una

cámara. Lo resolvimos con horas de sesiones grabadas a medias,

sacando las luces, el micrófono corbatero, y compramos dos cámaras

minúsculas, invitamos como camarógrafos a distintos amigos y voluntarios

y cada viernes a la noche volvíamos a buscar el milagro, a encontrarnos

con un milagro y a tratar de grabarlo. Durante un año y medio. No debió

llamarse laboratorio, Ni Luis, ni yo, ni Marina, su esposa, era lo

suficientemente estructurado, dedicado, obsesivo, ordenado, constante,

fue un año de sesiones interrumpidas, desordenadas, sin mística. Yo

llegaba a último minuto, después de hacer dormir a mi hijo de un año,

mirándo el reloj para llegar justo. Iba en el auto unos 20 minutos tratando

de pensar en conectarme y sacarme de la cabeza todas las cosas que

uno normalmente lleva en la cabeza. No había ni una preparación, ni

siquiera meditaba, ni hablaba con Nicolás, ni rezaba ni nada. Sin

embargo, los días que tenía sesión me levantaba sintiéndome de otra

manera, y digamos que sintiendo la presencia de alguien alrededor, creo

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Page 82: Yomedium

que de Nicolás. Esa sensación de que alguien te está mirando. Pero

también, pararme frente a la gente y empezar a hablar era algo que desde

la mañana me tenía tenso. Gente que vencía sus prejuicios como para

sentarse frente a un medium, con todo lo tabú que es eso.

La primera sesión llegué un rato antes y estaba tan nervioso que me

tomé dos whisky, uno tras otro. Y me emborraché. Así que cuando

empezó a llegar la gente, en ese momento incómodo en que nadie se

mira mucho y trata de encontrar su lugar en ese único sillón, yo estaba

preocupado de ocultar mi borrachera. Recuerdo que hablé y hablé y

hablé, cuando parecía que nada de lo que había dicho tenía sentido,

había alguien que levantaba la mano y decía todo eso es para mi, te lo

está contando mi padre, así que ahí retomaba valor y volvía a hablar de

las imágenes que venían a mi cabeza, armando una historia con eso.

Con la práctica y la necesidad de un mínimo orden, método, hizo

que tuviéramos cierto ritual, finalmente. Yo llegaba cuando ya habían

llegado todos, para evitar ese momento incómodo antes que todo

empezase y para llegar concentrado, me presentaba y les decía: “Hace

cuatro años descubrí que tenía un don: La capacidad de comunicarme

con gente que ha fallecido. Soy un puente, un traductor entre las

personas que fallecieron y ustedes. Hoy practico este don, que se llama

mediumnidad. Y hoy estamos acá para comunicarnos con gente querida.

No se dejen llevar por la fascinación que provoca el don, no malgasten el

tiempo ahora en descubrir cómo funciona, cómo lo hago y concéntrense

en sacar todo lo posible de la experiencia. Si todo sale bien van a

acordarse de esta noche por el resto de sus vidas.”

Y a veces era exactamente así. Me acuerdo de algunas de esas

caras, sorprendidas, congeladas, me acuerdo las emociones chocando, y

sentir ese impacto también en mi, y en la gente desde ambos lados.

Porque la reunión en la casa de Luis era sólo una mitad de la reunión. Yo

me paraba de espaldas a una pared, y me imaginaba que del otro lado

había una habitación espejo de la que tenía en frente, con el mismo sofá y

los mismos puff, pero otra gente sentada. A veces entraba a una reunión

de seis personas y podía sentir hasta nueve personas del otro lado.

Mi percepción de ese “lugar” es parcial y muy escasa, es como un

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ciego contaría cómo es una habitación, reconstruyendo todo a través de

otros sentidos, pero con la salvedad que hay un sentido que pareciera

fundamental para terminar de describirlo. Y primero que nada porque era

más una “situación” que un lugar. Un lugar pertenece al mundo físico. Los

lugares del mundo no-material son más bien no-lugares. Así que todo esto

de la habitación del otro lado era algo que me imaginaba yo para poner un

marco de referencia a la situación, para no distraerme en entender dónde.

En realidad creo que estaban más bien por ahí alrededor.

Del otro lado la reunión era claramente más organizada, era

evidente, había cierto orden en quién “hablaba” primero, generalmente no

se superponían ni “hablaban” todos juntos. Y nunca era casual quién se

me acercaba primero. También la comunicación era más fácil con unos

que con otros. Mi percepción era que así como yo organizaba la reunión

de este lado y les explicaba cómo funcionaba y qué íbamos a ir a buscar,

del otro lado, quien organizaba la reunión era Nicolás y a veces se

organizaba bien y otras mal, había también un laboratorio y un

experimento del otro lado.

Qué íbamos a buscar.

Lo que íbamos a ir a buscar eran pruebas de vida, como se hace

cuando alguien está secuestrado y piden una prueba que sólo esa

persona sabe y eso es, recuerdos en común entre la persona de este lado

y la del otro. Nombres de quién se presentaba, o de parientes en común,

lugares, vacaciones, situaciones, sobrenombres, recuerdos en común de

la infancia, cosas muy particulares, información que sólo pudieran conocer

ambos. Eso íbamos a buscar primero, pruebas. A veces funcionaba

increíble, lineal, espontáneo y a veces había que estar una hora hasta que

salía lo primero y dudoso.

Lo segundo que iba a buscar, y a veces aparecía eso primero, era

una prueba de que están a nuestro alrededor, que saben de nosotros y

que siguieron presentes después de su muerte, entonces las historias que

salen son cosas del presente, desde cosas superficiales como “se te

inundó la cocina ayer” “qué bueno el nuevo tapizado del sofá” hasta:”

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Page 84: Yomedium

estás pensando en dejar tu profesión o sé de tu nueva pareja.” También

se nombra mucho el momento post muerte o el funeral, una vez un padre

me habló de la almohada, de que su hija, que era la que estaba frente a

mí, había tomado la almohada en el momento que se llevaron su cuerpo

de la cama, la había abrazado, la había olido y se la había llevado a su

casa. Es muy común relatos de esos, como que la persona que se muere

se queda alrededor del cuerpo primero y después de sus seres queridos,

otra ves un hijo adolescente le dijo a su papá que sabía que el domingo

había querido ir al cementerio y llegó tarde y que no importaba, que no se

preocupara. Y un papá que confirmaba que acompañaba a su hija en el

auto, en el asiento del acompañante en esas charlas que ella imaginaba,

un abuelo que hablaba de un lunar de su biznieto a quién no había

conocido. Esas eran pruebas de que están cerca nuestro y saben lo que

nos pasa. Y en realidad incluso no sólo eso, la verdad que es como si

supieran nuestros sentimientos de ese momento, una historia muy linda

del laboratorio fue una vez que vino Carlos. Carlos es amigo de un amigo.

Escuchó de mi y quiso venir para contactar con su padre, que había

muerto cuando él tenía diez y seis años, hacía como treinta. Yo tenía un

día muy pesimista, me había puesto tremendamente exigente y pretendía

mucho de cada sesión, así que me frustraba en medio, me iba a caminar,

volvía, me frustraba. Pero en el medio de eso salían cosas sorprendentes

que fuera por el estado de trance o mi mal humor, no era capaz de ver.

Como cuando los niños aprenden a leer, que pueden leer una frase sin

entenderla. A Carlos le tocó venir en un grupo de seis personas, no

conocía a nadie y guardó silencio casi hasta el final.

En un momento reconoció la descripción de su padre, el nombre, la

descripción física y que usaba unos bigotes largos que se peinaba todo el

tiempo. Su papá, a quien siento parado al lado mío, me muestra o más

bien, me pone en la cabeza la imagen de un dedo gordo del pie con una

uña poco cuidada, siento asco, es decir, me hace sentir asco de esa

imagen, y entonces lo cuento al grupo “veo un dedo gordo del pie con la

uña mal cuidada y siento asco”. Ahí Carlos salta en su asiento, y se le

llenan los ojos de lágrimas. Es para él. Y nos cuenta: cuando su padre

murió él tenía 16 años. El cuerpo de su padre estaba en la cama, cuando

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llegaron a buscarlo de la casa mortuoria. Llegó un solo camillero y le pidió

ayuda a Carlos para subir a su padre a la camilla. Claramente un recuerdo

traumático que iba a acompañarlo durante el resto de su vida. El

camillero, por respeto, cubrió una muñeca y el pie con la sábana, para no

tocar el cuerpo, Carlos tomó a su padre de la muñeca y seguramente

sintió la piel fría y suave, pero cuando fue a agarrar el tobillo de su padre

notó que la uña del dedo gordo la tenía mal aseada, en mal estado de

higiene, estaba blanca, tenía hongos y sintió asco e hizo lo mismo: cubrió

el pie con la sábana y ayudó a subir a su padre a la camilla. Cuando

terminó de hacerlo sintió tanta vergüenza de sentir asco por su padre que

le quitó la sábana y tomó el pié con todas sus fuerzas. No se lo contó

nunca a nadie, le daba vergüenza, se lo guardo los siguientes treinta

años, hasta esta noche en que se encuentra conmigo, y con su padre.

Eso fue muy emocionante para Carlos. Mi lectura es que su padre siguió

alrededor del cuerpo y no sólo pudo ver esta situación sino que incluso

pudo sentir lo que sintió Carlos. Es decir: El padre de Carlos, una vez

muerto, tiene la capacidad de saber lo que Carlos siente. Sorprendente.

Lo que me transmitió a continuación fue que estaba todo bien, una

sensación de muchísima paz, que no se preocupara ni se sintiera

culpable, que lo adoraba y que estaba muy orgulloso de hacia dónde

Carlos había llevado su vida. Carlos se sacó un tremendo peso de

encima, el último tiempo había tenido muchos problemas de estómago y a

partir de esa noche no volvió a tenerlos, fue como una liberación. Volví a

ver a Carlos en un par de ocasiones más, la vez siguiente que nos vimos

fue en un asado en casa de nuestro amigo en común, se me acercó y me

agradeció de una manera tremendamente cariñosa, yo esa noche, la del

encuentro con su padre, me había sentido muy frustrado y realmente no

me había dado cuenta de lo significativa que había sido para él. Y empecé

a darme cuenta de lo curativo que estaba siendo esto. A los días

posteriores a una sesión recibía e-mails que parecían estar dirigidos para

alguna especie de santo, o gurú espiritual, guía religioso, la gente me

agradecía, me decía que gracias a mí habían logrado tener una visión

más espiritual de la vida, que ahora creían con mayor certeza que sus

seres queridos estaban aún vivos. ¿Qué era todo esto? ¿En qué lugar de

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Page 86: Yomedium

mi vida iba a acomodarlo? No estaba dispuesto a convertirme en un gurú,

no sentía que me estuvieran escribiendo a mí. Le estaban escribiendo al

Don, porque es cierto que yo los trataba amablemente, los recibía con una

sonrisa, me esforzaba durante dos eternas horas, no les cobraba ni un

peso, hasta les invitaba la cena, pero definitivamente lo que agradecían

era el don, esa capacidad extraordinaria que de tan extraordinaria yo no

sentía mía. Entonces busqué distancia y me reafirme como un puente, un

mensajero, al menos así sentía cierta inmunidad, yo era apenas un

intermediario, mi misión era ejercitarme en la percepción extrasensorial,

ya era bastante tener que asumir tener el don y negociar con mis

creencias para tener que asumir una posición de gurú.

Pero por supuesto que comencé a entender que lo que hacía era

curativo, terapéutico, sanador. Lo dejé a un costado respecto a la misión

del laboratorio, pero no lo olvidé y comencé a perdonarme los desaciertos,

a ser menos exigente y a darme cuenta que por cada cosa increíblemente

acertada y reveladora que decía podía decir un par que no tuvieran

ningún sentido para nadie.

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El laboratorio contó con varios voluntarios. Personas que se

encargaron de organizar las reuniones o de hacer de camarógrafos,

amigos míos o de Luis, conocidos, personas que conocíamos en el

camino, del trabajo, de otras reuniones. Mi propuesta siempre era que yo

estaba recorriendo un camino espiritual, bastante empírico y que

compartía, por el tiempo que durara ser voluntariado, con la gente que

invitaba. Por supuesto que no había dinero de por medio ni promesas de

continuidad, sencillamente colaborar con la experiencia. El pedido

específico era no entrar a las reuniones con preconceptos religiosos ni

volcar en las charlas previas o posteriores ningún tipo de creencia, ir

como observador, como una mosca en la pared.

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Page 87: Yomedium

Después de las reuniones, cuando todos se habían ido,

apagábamos las cámaras, bajábamos las luces y nos quedábamos

charlando, sobre las cosas que habían pasado, sobre la gente que había

venido, sobre sus emociones, sobre nuestras propias emociones y sobre

conclusiones que sacábamos de cada una de esas noches donde ahí

mismo, unos minutos antes, había sucedido un milagro, o algo tan

inexplicable que directamente no nos deteníamos en intentar entender.

Las cosas que la gente del otro lado elige como prueba de vida, sea

como recuerdos o como prueba de que están alrededor nuestro hoy día,

es la que ellos elegirían en vida: “Veo una mujer que como a los quince

años gana un concurso de belleza en un lugar muy pequeño, como un

pueblo como un concurso de belleza en un lugar de vacaciones” y su hija

de este lado: “Esa es mi mamá, cuando era adolescente se fue de

vacaciones y participó de casualidad en un concurso de belleza y lo ganó.

Jajaja! era de lo único que te hablaba, cada vez que podía contárselo a

alguien, le brillaban los ojos”

Y si nombraban a alguien, generalmente es en el orden en que los

nombrarían en vida, y si hablan de un lugar, es un lugar preferido por

ellos, o una situación que para ellos es importante, es decir, hay una

personalidad fuertemente expresada. La gente muy inteligente en vida, se

muestra muy inteligente, la tonta, tonta, los avaros, los parcos para hablar,

los religiosos, los desordenados, los ateos, incluso con cierta

exacerbación de la personalidad. Todos están felices, muy felices. Y las

pruebas de vida que eligen son en general buenos recuerdos, momentos

cariñosos, hitos familiares, festejos, nacimientos, fechas importantes,

lugares de vacaciones, regalos importantes, eligen hablar de las cosas

buenas de la vida, así que las sesiones son alegres, es como juntarse con

un familiar a recordar buenos tiempos. Traer a los propios muertos a

través de los buenos recuerdos que tuvimos con ellos, “La vez que fueron

juntos a remontar un barrilete que el tío había traído de Estados Unidos y

que al final no pudieron” “la bicicleta carísima regalada por los abuelos

pobres, el maletín del colegio que era del abuelo, la olla a presión que

explotó, la vez que incendiaron el árbol de la puerta de casa” recuerdos

que tienen un cariño alrededor único. Los que eran tremendamente éticos

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y justos hablan de pagar deudas o de pedir perdón por dejar una mala

situación económica. Los que eran frívolos hablarán de liviandades como

“cambiaste de corte de pelo” que a la hora de transformarse en prueba de

vida es igualmente relevante y profundo.

La gente no adquiere virtudes angélicas ni conocimientos que los

vuelven sabios. No cambia radicalmente.

La personalidad se mantiene.

Parecen jóvenes de nuevo, el que tuvo alzheimer, o cualquier

enfermedad invalidante, ya no la tiene. Están llenos de energía, son

claramente mucho más rápidos que nosotros para pensar y por lo tanto

piensan más rápido que cuando estaban acá. Pero no son “otros” no son

la versión “espíritu de ellos”, están contentos, si, muy, pero las “abuelas

quejonas” siguen siendo quejonas y se quejaran de que no la enterraron

donde ella quería o que distribuyeron mal sus pertenencias. La

personalidad permanece.

La pregunta de porqué tenemos personalidades diferentes tiene

respuestas desde varias ciencias y pseudociencias y hasta religiones, me

quedo con todas, sólo estoy razonando sobre ese hecho. Seguimos

siendo nosotros.

La personalidad según la biología evolutiva surge de la necesidad de

la especie de asegurarse la adaptación al medio, así una persona muy

curiosa tendrá más riesgo de ser picado al asomarse a un panal de abejas

y pero también más posibilidades de descubrir la miel. Y así con todo. La

personalidad obedece a la evolución de la especie, es la última de sus

diversificaciones en busca de adaptarse lo mejor posible al medio. En mi

casa la personalidad estaba apoyada en las reglas del psicoanálisis,

mezcla de genética, infancia y traumas lo es todo en lo formativo de

personalidad y por suerte eran los padres los culpables de que uno tuviera

una personalidad neurótica. Y es verdad que el DIT (desarrollo infantil

temprano) es formativo de la personalidad, la inteligencia y la forma en

que nos enfrentamos a la vida.

Pero también es increíble cuando uno va a un buen astrólogo y te

cuenta sobre tu personalidad cosas tan particulares que eso también es

una buena teoría sobre la personalidad, y ahí ya no es culpa de Darwin ni

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de tus padres sino del planeta Plutón que está justo ahí en tu ascendente

y te hace comportarte de manera explosiva. Y también está la

numerología, y el tarot y el marketing y el Umbanda y dentro del

psicoanálisis incluso hay varias teorías. Y por supuesto, la genética, y la

sociología. Hay tanto escrito sobre la personalidad, no voy a agregar nada

sobre de dónde o para qué viene la personalidad, lo que está clarísimo en

las experiencias del laboratorio, es que definitivamente nos vamos con

ella. La personalidad es lo primero que siento de una persona del otro

lado, es como aquí el cuerpo, que es lo primero que ves, y junto con el

cuerpo la cara, los ojos y los gestos y finalmente, la personalidad, aquí

también la personalidad del otro se revela rápidamente. Del otro lado la

personalidad es el cuerpo, la contención, el afuera de la mente, la piel.

Nos morimos y somos mente. O al menos, la personalidad, la memoria,

las emociones, la inteligencia. Nos morimos y pasamos a ser sólo mente.

La mente es una abstracción médica. La mente no existe en forma

física, la mente no son las neuronas, ni los impulsos eléctricos entre las

neuronas. La mente no es el cerebro, ni la química, ni los

neurotransmisores. La mente no existe. Ni anatómica ni energéticamente.

Llamamos mente a una serie de procesos tan diversos que es como si

tuviésemos la misma palabra para todas las frutas.

Entonces la palabra mente es un genérico, es un conjunto de cosas.

Pensamientos, memoria, valores, conciencia, conciente, inconciente,

emociones, la maquinita de calcular, y todas esas cosas que no sabemos

muy bien de dónde vienen, de cómo se insertan en nuestra carne y

entonces las ponemos acá, todas juntas y las amontonamos en el

conjunto del que menos sabemos. Sabemos del conjunto huesos y

cartílagos, del conjunto músculos, del conjunto nervios, del conjunto

órganos, del conjunto enfermedades, pero del conjunto mente sabemos

poco.

A medida que los neurólogos desmenuzan neuronas en una

búsqueda del conjunto mente va quedando claro que la búsqueda de la

mente a través del pensamiento ha resultado más exitosa. La filosofía, el

psicoanálisis, el budismo, el misticismo y decenas de escuelas y

disciplinas han sido más exitosas a la hora de poder definir la mente.

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Desde el punto de vista físico, neurológico, la mente no está. Si la

mente era parte de ese robot cuerpo, computadora cerebro, cuando se la

busca la mente se evapora, la mente como unidad no existe.

Y sin embargo la mente somos nosotros. Nosotros mismos.

La sensación siempre es que me conecto con espíritus bastante

mentales. Si bien el tipo de comunicación es metafórica, claramente del

otro lado hay alguien pensante. Alguien con mente. O sencillamente, una

mente. Los espíritus tienen personalidad, tienen recuerdos, tienen valores,

tienen apegos, tienen el conjunto de lo que llamamos mente. Tienen

mente. Son mente. Cuando morimos, lo que queda de nosotros es la

mente.

Sólo en esta parte de mi vida puedo sentir la mente. Mi mente.

Examinarla como si fuera de otro. Hacer conciencia. Lo que siento cuando

estoy conectado en esta especie de transe es que una buena parte de mi

mente funciona para otro, mis recuerdos, mis emociones, las mueve otro,

mis sentidos, la mente conciente, parece estar de observadora, soy yo el

que habla, pero también soy el que me observa hablando.

Por momentos, durante las sesiones, puedo darme cuenta como soy

simplemente un observador de lo que está pasando. Sigo estando parado

en medio de todos hablando y traduciendo, interpretando, haciendo hip

hop, pero al mismo tiempo, por períodos cortos, puedo observarme a mi

mismo desde un lugar lejano. Esta visión va acompañada por un

sentimiento de profundo bienestar y placer. Es tan placentero que siento

que floto, aunque no estoy flotando. Es como una desconexión del

cuerpo, es la mente liberándose del cuerpo. No se si esa será la

sensación de las experiencias de cuasi muerte. Verse desde un punto

lejano, sentir bienestar.

La pregunta es si la mente se queda con el cuerpo o se va con el

alma. O si en realidad la mente somos nosotros, al igual que el alma. Si lo

que llamamos mente y lo que llamamos alma fueran en realidad conjuntos

de cosas que tienen elementos en común, como la personalidad, las

emociones, los recuerdos y el cerebro, que como órgano de la mente, es

su antena. El cerebro es una antena.

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Capítulo III

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9800 kilómetros de distancia.

La primera reacción que tuve fue escribir todo lo que estaba

pasando. Escribir me ayudó a ordenarlo, me llevó reagrupar en mi

cabeza, todas las cosas mágicas no sólo del último tiempo, de toda mi

vida. Una recopilación de mi “percepción de lo paralelo” antes de que se

instalara frente a mi más cotidianamente. Me acordé sobre la anécdota

familiar de mis cuatro años, cuando contacte a mi bisabuelo Samuel en el

momento en que fallecía, escribí aquella sorprendente videncia de

retrocognición con Fernanda, en la playa, a los diecinueve años, escribí

sobre el abuelo de Flavia, mi novia a los veinte años, y empecé a subirlo a

un blog. Una experiencia en sí misma. Sólo con el boca a boca el blog

comenzó a registrar hasta cien entradas por semana. Paula me contacto

por el blog:

“Hola sebastian mi nombre es Paula...soy de Buenos Aires y

quisiera ver de contactarme con vos... leí que puede ser vía telefónica...

te parece que podríamos quedar un día y hora?.

Las reuniones me interesan y mucho, lo que sucede es que al no

conocernos ... bueno ya sabes, esto es Argentina jeje... así que primero

me gustaría probar telefónicamente... Gracias y me parece maravilloso

que tengas este Don... un abrazo”

Le contesté que ya no lo intentaba por teléfono y que entendía su

prejuicio, ella leyó un poco más del blog y se animó, así que unas tres

semanas después tenía a Paula, su esposo y su hermana sentados frente

a mi con cara de desconfianza. Pero digamos que así comienzan muchas

reuniones y me paré frente a ellos y empecé a hablar.

Veía imágenes Gauchezcas, de caballos, de rodeo, saltar a caballo

y esas cosas, y lo miraba al esposo, jóven, de unos 30 años y pensaba

“es para él” pero no movía un músculo de la cara. Y de repente se me

ocurre decir “es para alguien que tiene un sobrenombre que es como

mejillas o cachetes” y ahí saltaron los tres, un poquito, reprimiendo,

atajados, sin descruzarse los brazos por el frente y Paula dice que a su

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esposo le dicen cachetes de sobrenombre. Y él dice si, pero en otro grupo

de gente, no lo de los caballos. Ah! ¿Entonces lo de los caballos si es

tuyo? le pregunto y el dice que si, pero no aclara nada más. Y ahí me

entra la duda si no estoy haciendo el loco y empiezo a hablar un montón

de cosas que no reconoce nadie, hablo de un hombre que falleció y de

una farmacia que compraron después de su muerte, siguiendo su

consejo, de que ese hombre nació un día patrio, el día de la bandera, de

alguien muy patriota que hacía parar a los hijos para cantar el himno, de

dos personas que se llamaban igual, un nombre con M y festejan el

cumpleaños juntos.

Nada.

Y yo estaba tan seguro, y trataba de darle vueltas al asunto. Dije

algunas cosas más, cada vez más desanimado, me venía la imagen de un

discurso que dieron post-morten en su nombre, como un homenaje, y que

quien lo escribió lo hizo en unas tarjetitas. El mensaje era que él había

estado en ese lugar, entre la gente, escuchando su homenaje.

Pero nada. Nada de nada. Paula y los suyos me tenían buena onda

porque veían mi esfuerzo sincero, pero nada de lo que decía les hacía

sentido. Paula, como buena abogada, tomaba nota meticulosamente de

todo.

Entonces les pedí salir a caminar, hago eso normalmente en medio

de una sesión, cuando me siento trabado, entonces salgo y camino rápido

y trato de pensar en cualquier otra cosa. Esta vez me enojé con Nicolás,

le dije que no iba a volver a hacer estas payasadas, que estaba ya sin el

don, que era mejor cancelar todo y suspender por un largo tiempo. Y

decidí volver para suspender todo, pedir perdón y salir del asunto lo antes

posible.

Entonces llegué, les pregunté si habían recordado algo, me dijeron

que no y cuando estaba por decir, bueno, lleguemos hasta acá, se me

aparecieron en la cabeza las imágenes de dos personas que conozco,

una se llama Claudia y la otra se apellida Flores, no me acordaba ni el

apellido de la primera ni el nombre de la otra, entonces pregunté, ¿alguno

conoce a Claudia Flores?

Y Paula un poco más y se desmaya, gritó yo! Es una amiga mía!

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Y bajó automáticamente la vista hacia sus anotaciones y me explicó

brevemente que sabía que el padre de Claudia Flores había fallecido, que

Claudia era mexicana y que vivía en California, que se habían hecho

amigas por internet, en un foro de ayuda al duelo, pero que en realidad no

sabía mucho del padre de Claudia.

Silencio.

La sesión sigue, pero la voy a interrumpir acá y adelantarme a la

primera parte del mail que me mandó Paula al día siguiente:

“Hola Sebastian!!!

Primero que nada agradecerte porque el viernes pasamos en

compañía de ustedes una noche suuuper agradable... y por sobre todo

especial... y segundo te quiero contar que la mayoría de las cosas que en

ese momento no tenían sentido me fueron validadas posteriormente.

Paso a explicarte: No sé si recordaras que durante la primera parte

parecía que nada de lo que decías tenida certeza respecto a nosotros... y

es porque era todo para Claudia Flores (cuyo nombre dijiste exacto)!!!

Te cuento como es la historia: si tiene sentido que en mi presencia

salga un mensaje taaaan largo para ella y es porque ella es mi amiga en

el dolor, a Claudia la conocí a través de un foro de duelo a raíz del

fallecimiento de mi papá (mi papa falleció este año a los 52 años de un

infarto)...a ella también le había fallecido su papa hace 4 años y le

significo una perdida tremenda como a mi y resulto ser que nos hicimos

súper amigas cibernéticas (ella vive en Estados Unidos pero es

mexicana)...bueno te cuento sus respuestas a los datos que le envie:

a)Dijiste que veías a su papa, ya fallecido que la ayudaba a armar

tarjetitas para un discurso sobre su papá y la historia de su editorial...

bueno ella me valido esto, porque dice que no se le ocurría mucho qué

escribir y entonces le pidió su ayuda para inspirarse y parece que así fue.

b) Hablaste de alguien que nació el día de la bandera: su papá

nació el día de la bandera de México.

c) Veías a alguien que se paraba para cantar el himno: y ella me

cuenta que su papa era suuuper nacionalista y cada vez que sonaba el

himno los hacia pararse...!!!

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Page 96: Yomedium

d) Viste a una viejita de nombre bequita o algo similar: su abuela

tiene 90 años y se llama lupita

e) Viste a dos personas que festejan el cumpleaños juntos: el hijo

de Claudia y el esposo festejan siempre el cumpleaños juntos y además

se llaman Moi (vos viste a un nombre de hombre con "M" similar a

"Mario"...)

f)Y por ultimo la Farmacia que apareció tanto.... ella es dueña de

una farmacia en Mexico!!! jaja.... y es lo que le esta ayudando ahora a no

tener tantos problemas económicos con la recesión que tienen en EE

UU ... me contó también que cuando la compro no sabía dónde invertir y

entonces le pidió ayuda a su papá.

Creo que lo que estabas confundido era a quién iban dirigidas las

cosas...pero no el contenido en si mismo...eso era correcto.

Hay un antes y un después de esta sesión, cuando recibí el e-mail

se lo reenvié a Luis, a Marina y a mi mujer y comenzó una seguidilla de e-

mails para intentar explicarlo: ¿Cómo era posible que el padre de una

mujer que vive a 9.800 kilómetros de distancia viniera a una sesión?

siendo incluso que Claudia Flores no sabía que su amiga Paula iba a

visitar a un medium.¿Cómo hizo el padre de Claudia para saber que yo

estaría con Paula, quién le avisó, cómo se enteró? Ellas se conocían a

través de un foro en internet, es decir: ¿El padre de Claudia sabe de

Paula porque es capaz de leer los chat que mantienen ambas?¿Porque

lee en la cabeza de su hija sobre Paula? ¿Por un ejercicio de meditación

guiada que hacen el en foro a través de Skype? Empecemos por el foro,

porque eso tiene también algo mágico: unas dos semanas antes de que

Paula viniera a la sesión a mi se me instaló en la cabeza una idea

bastante simple, estaba escribiendo y comencé a pensar en la típica

metáfora de la oruga y la mariposa, aquello de que somos orugas y nos

transformamos en mariposas cuando morimos. La metáfora era

demasiado simple y hasta cursi para mi, para el tipo de cosas que escribo,

pero la verdad que comencé a buscar en internet sobre el tema y

efectivamente varias personas habían utilizado esa metáfora con fines

espirituales. No me gustaba, pero aún así seguía buscando. En ningún

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Page 97: Yomedium

momento me puse a pensar que podía ser una idea que “alguien” me

estaba poniendo en la cabeza, desde el principio lo tomé como una

ocurrencia mía. Me preparaba para escribir sobre la oruga y la mariposa y

ahi vino Paula a una reunión. Bien. Resulta que Paula y Claudia Flores se

conocen y relacionan a través de un foro en Internet de ayuda a personas

en situación de duelo que se llama... El vuelo de la Mariposa. Yes!. Y su

nombre sale justamente de eso, de la mariposa como la continuidad de

nuestra vida como orugas. “El vuelo de la Mariposa” es un método

sorprendente que busca la comunicación con seres queridos que han

fallecido, guiados por una especie de ensueño dirigido. Es un viaje mental

del que surgen datos increíbles y que da para todo un libro, yo sólo puedo

decir que en el camino, mi camino, de búsqueda, es la cosa más

interesante que he presenciado.

Entonces tenemos que Claudia y Paula se conocían de allí, y que

en uno de estos vuelos de la Mariposa, habían visto que sus respectivos

padres... se conocían.

Me surgen dos posibles caminos: uno: El padre de Claudia conoce

al padre de Paula en el cielo, a través de sus hijas y así se entera que

Paula va a ir a un medium. Segundo camino: esto ya ha adquirido un nivel

de comprensión tan grande que sencillamente no me alcanza, no me da la

cabeza para entenderlo.

Y lo otro loco es que días después recibo el e-mail de Claudia

Flores y descubro que su padre me había contado también cosas que

actualmente le estaban pasando a ella, es decir, el padre de Claudia

puede estar alrededor de su hija, verla, saber de su vida, y viajar a una

sesión conmigo, a 9.800 kilómetros de distancia.

Este es su e-mail:

Mi nombre es Claudia Flores, pero bueno creo que ya lo habías

escuchado sin saber nada de mí. Soy amiga de Paula, y me ha pasado

tu mensaje el cual recibí muy gustosa y llego en muy buen momento, es

uno de esos mensajes que nunca te esperas y cuando lo recibes es como

un milagro.

He entrado a tu pagina y no sabes el gusto que me daría poder

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Page 98: Yomedium

asistir a una de tus sesiones, pero bueno la distancia no ayuda mucho. Si

algún día haces lecturas por internet y me das la oportunidad te lo

agradecería muchísimo, aunque gracias a lo que le dijiste a Paula puedo

sentir que mi padre escucha mis peticiones y está cerca de mí.

Me comento Paula que mencionaste las Flores de Bach y los

goteros, ella no sabía que estaba buscando una alternativa natural para

ayudar a mi hijo con su "Déficit de Atención por Hiperactividad" y que

había ido ese fin de semana a comprar los remedios y los había

preparado, tenía varios frascos en casa y las prepare y se las estoy

dando, no sé si entender con tu mensaje que es lo correcto, pues su

doctor lo quiere medicar y yo me he enterado de las consecuencias de

estas medicinas, por eso busque otra opción y bueno no quiero abusar de

ti, pero quisiera ayudar a mi hijo pues la está llevando pesada en la

escuela y crea mucha frustración en el.

En cuanto a los demás datos, si efectivamente tengo que ver con

una farmacia, el nombre de mi madre comienza con una J, tengo

problemitas con una construcción, mi vecina "medianera" es algo molesta,

mi padre nació el día de la bandera, el nombre de mi esposo e hijo

comienza con una "M" y les celebro su cumpleaños el mismo día pues

son del mismo mes y bueno en verdad espero que un día pueda conocer

a mi amiga Pau y poder compartir esa torta juntas. Lo que le comentaste

del escrito también es correcto pues hace un par de meses escribí algo

acerca de lo que había hecho mi papa, y bueno algunos datos no los

recordaba así que le pedí ayuda, después me acorde y creo que quedo

bonito lo que le escribí, pues ahora con lo que me dices estoy segura que

no solo fue asunto de buena memoria…

Gracias Sebastián y sobretodo te felicito por la labor de amor que

estás haciendo pues a muchas personas nos ayuda mucho saber que

nuestros seres de luz no nos dejan solos.

Un abrazo desde California,

Claudia

Pero después de haber hablado en la sesión de Claudia, lo que me

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Page 99: Yomedium

empezó a venir fue información para Paula y su hermana de su Abuela y

de su papá.

Cuando apareció su papá, no sólo lo sentí parado al lado mío, sino

incluso por momentos “me sentí” su papá. Sin dejar de ser yo, sin que

sintiera eso físicamente, era más bien como si pudiera conectarme con la

cabeza del papá de una manera no de emisor y receptor sino como de

estar dentro de un mismo lugar con alguien, y pensar lo mismo. Uf, que

difícil de explicar, pero de alguna manera la personalidad de su papá, se

me contagió, su manera de hablar, sus gestos. Además de las cosas que

dije, me acuerdo de un gran tobogán, como un parque de diversiones de

estos que están a la entrada de la playa y los más chicos van a tirarse en

traje de baño, de sobrenombres graciosos, de chsites, su papa estaba

lleno de felicidad, y recurría a los recuerdos que a él le hacían gracia en

particular, se transformó el lugar en una fiesta, yo estaba contento, las

chicas estaban contentas, el padre hablaba de sobrenombres graciosos

de los novios de ellas, se burlaba de que el esposo de una de las hijas

tenía que comprar una marca especial de ketchup que no tenía un

componente específico que le hacía mal, cosas de ese nivel de precisión,

increíbles y cuando me quise dar cuenta estaba moviéndome como él, de

un pie al otro, haciendo como pasitos de algún tipo de baile imaginario.

Era yo el que estaba hablándole a las chicas, pero también era él. Y en

medio de esa alegría, empecé a hablar de lo feliz que era y de lo poco

seria que había que tomarse la vida y los problemas porque en verdad lo

que importaba era lo que venía detrás de la muerte y cosas así.

Esta es la segunda parte del e-mail que Paula me envió al día

siguiente:

De mi abuela...el juego de mesa (nombraste un domino) si es

información suuuper valida ya que teniamos con ella una relacion de

mucho amor y siempre los fines de semana nos quedabamos a dormir alli

y jugabamos al domino (con dibujos de animalitos). Esto yo no lo sabia

pero si su bisnieta Bianca (vos dijiste Blanca) juega a la plastilina y hace

cositas muy lindas segun dicen... asi que informacion exacta tambien

(aunque yo no la conociera)... ah.... y viste una comida que ella nos hacia

dijiste: "dificil de pelar, como pelar arroz"... eran berberechos!!!! jaja es

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Page 100: Yomedium

que siempre venia con nosotros de vacaciones y juntabamos berberechos

en el mar y ella nos los hacia con arroz.... y son suuuuuuuuuper

pequeñitos asi que suuuuuuuuper dificiles de pelar efectivamente!!!...

y cuando apareció mi viejo.... que decirte!!! si hasta los gestos que

hacías parecían de él.... bueno de él todo todo era exactamente como fue

en vida terrenal... efectivamente era "un personaje" pero un personaje

hermoso, super jovial, super jodon... una gran persona y el mejor padre

del mundo...

Dijiste que "tenia un silbidito para llamar a alguien" y si... era una

característica de él llamar así con un silbidito particular al perro...y

hablaste de "un perro con nombre famoso" jeje la perra se llama Dalma

(por la hija de Maradona).

Dijiste que tenía una frasesita boluda como una rima o

trabalenguas que a nosotras nos daba verguenza... jaja y es exacto!!! lo

unico que no es una sino miles.... se la pasaba inventado pavadas para

hacernos reir... cosas como "que frescolari, tangari" y tangari era un

vecino de mi abuela y demás cosas así...

Hablaste de "un auto grande como un chevy"... si tuvo

muchiiiisimos años un auto grande pero no un chevy sino un falcon....

Hablaste de una anécdota con un "Parque de diversiones donde la

gente se resbala o se cae... como un tobogan" y si fuimos dueños de un

tobogán de agua en la costa atlántica y fueron los mejores 4 años de

nuestras vidas... lo pasamos suuuuper...jeje

Nombraste a mi sobrino y ahi me emocione porque pienso que es

una lastima que mi papa no lo vea crecer pero ahora me dijíste que

estuvo en su último cumple y me diste una felicidad inmensa.... gracias!!

Dijiste que a mi hermana la cargaba porque usaba anteojos (y el

viernes no los tenia puestos así que no hubo modo que lo puedas

deducir) y eso es tal cual!!! jaja mi hermana lloraba siempre y usaba

lentes grandes cuando era chiquita porque tenia estrabismo y mi papa le

decía "bizcocho caraculico" jeje

y lo mas importante... todo este tiempo que él no está es muy difícil

para nosotras pero seguimos adelante porque cuando pienso en que me

diría el... siento que desearía que sea feliz y disfrute la vida porque así

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Page 101: Yomedium

vivió el cada segundo que estuvo en la tierra... y vos dijiste que decía:

disfruten que lo que yo creía que era joda... ES JODA!!! que esto es como

la preparación para lo verdadero... y eso, para mi es algo que no tiene

precio... escucharlo a través tuyo decirnos eso... es lo mejor de toda la

noche... GRACIAS SEBASTIAN!!!!

PAU.

Seguí en contacto con Paula via e-mail, y la volví a ver junto a sus

dos hermanas y su madre dos veces más. El papá de Paula apareció

siempre con una personalidad muy marcada, muy divertido, acordándose

de anécdotas graciosas. Evidentemente la personalidad no sólo prevalece

sino que se afirma, como un contenedor de nuestra alma, de nosotros

mismos, de lo indivisible. Cuando morimos la personalidad pasa a ser el

cuerpo del individuo. Lo primero que siento cuando conecto con alguien

es su personalidad, muy fuerte, es como si definiera y simplificara, la

gente alegre se presenta como alegre, la distante como distante, eso no

parece cambiar. Por supuesto todos están en un estado de mucha

emoción, están tratando de conectarse con sus seres queridos, y creo que

ese estado de emoción reafirma la personalidad. Alguien tímido se puede

poner más tímido, alguien ansioso más ansioso, como pasa de este

mismo lado con la gente que viene a las sesiones. El padre de Paula es

muy divertido y en las sesiones trae cosas divertidas, y entre ellas, una

que fue bien curiosa y divertida. Llevábamos como una hora de sesión

con ellas y salí a dar una vuelta a la manzana con Luis y mientras íbamos

caminando yo empecé a cantar: salta, salta, salta, pequeña langosta...

una canción infantil de un par de décadas atrás. Volvimos al lugar y les

dije: es medio raro, pero no puedo sacarme esta canción de la cabeza

desde que salí de acá. Y Paula se murió de la risa, era exactamente lo

que quería oir, había estado acordándose de esa canción el último

tiempo, su padre tenía un taller y cuando ella iba a visitarlo le pedía que le

pusiera ese tema una y otra vez. Antes de venir pidió mentalmente a su

papá que hablara de ese recuerdo, de esa canción.

En esa sesión me apareció el recuerdo de una compañera de

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Page 102: Yomedium

clases de secundaria que era tremendamente tacaña con prestar cosas y

me acuerdo que le había pedido prestado un lápiz y me dijo que no. Me

vino eso a la cabeza y sentí que tenía que hablar de los lápices y

después, pegado me vinieron dos recuerdos más, uno de una película

belga, “Toto le hero” una parte en la que el protagonista cuenta que su

padre llegaba muy tarde del trabajo y le traía caramelos. Y pegado me

vino un recuerdo de una vez que mi padre se fue de viaje a Europa y me

trajo un tren Lima, que era asi como un tremendo regalo.

Entonces dije, intuyendo que era eso: “Tengo que hablar de un

papá que llega tarde del trabajo y que trae unos marcadores importados,

europeos que son preciosos de regalo para su hija y ella no se los presta

a nadie y los conserva por muchísimos años.”

Y entonces vuelvo a sentir ese pequeño shock disimulado, esa

sorpresa contenida, esta vez de la madre de Paula, que me dice: “antes

de venir acá, pensé en qué recuerdo era importante para mi de mi padre y

era, justamente ese, una vez que llegó muy tarde del trabajo, y me había

prometido que iba a llegar temprano y me trajo, como disculpas unos

marcadores italianos, preciosos que los tuve mucho tiempo, que los

cuidaba mucho y que no prestaba a nadie. Cuac!

Por esa época le pedíamos a la gente que antes de venir pensara

en qué prueba querían que apareciera, lo hacíamos y efectivamente

funcionaba muy bien. Lo hacíamos para averiguar si nuestros muertos

pueden oír lo que pensamos. No era lo único que aparecía, ni lo primero,

ni siquiera lo más importante, pero cuando efectivamente aparecía ese

recuerdo específico, se generaba un momento de mucha emoción.

Asi que efectivamente nos escuchan cuando les hablamos, se

presentan cuando los pensamos, cuando creemos que hablamos con

ellos, efectivamente hablamos con ellos. Me acuerdo de una nieta

fallecida, una niña de cuatro años que me dijo para su abuela que cuando

le hablaba ella la escuchaba. Y me mostró un lugar en un ventanal entre

la cocina y el lavadero, donde había colgado como unos vidriecitos de

colores, como un móvil que giraba. La abuela me contó que efectivamente

en estos dos años que habían pasado desde que su nieta falleció, le

hablaba en voz alta y que comúnmente lo hacía en ese lugar que yo había

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Page 103: Yomedium

descrito, un ventanal entre la cocina y el lavadero, donde ella solía

sentarse a jugar y donde efectivamente hay un móvil que a ella le gustaba

mirar. Recogimos muchos de esos testimonios, no sólo a mi por ser

medium me escuchan desde el otro lado, nos escuchan a todos. Y no sólo

nos escuchan, nos sienten, no sólo yo puedo convocarlos, se los llama

con el pensamiento, cuando pensamos en alguien es porque lo

convocamos o porque esa persona está cerca nuestro y nos lo hace

saber.

¿Pero cómo pudo el padre de Claudia, quién vive en California,

saber que la amiga asistiría a un medium en Buenos Aires? La respuesta

vino por el lado de “el vuelo de la mariposa.”

Paula participaba activamente en dos grupos de duelo en internet,

uno es “El Vuelo de la Mariposa” y el otro “Renacerás a la vida”.

Los del vuelo de la mariposa hacen algo sorprendente. De partida

ya es sorprendente que se junten a través de Skype, entre diez y quince

personas y José Luis, la persona que desarrolló el método del vuelo los

guía a través de un ensueño dirigido. En ese viaje, llegan a un cielo

imaginado, un lugar, una campiña, un bosque u estereotipo de lugar

mágico, todos lo saben, saben que es como un sueño, que no están

viendo una lugar real. Algunos de los participantes hacen contacto con

sus seres queridos. Los ven en su imaginación, los imaginan e

intercambian conversaciones simples y amorosas. La mayoría de los

mensajes no son pruebas sino mensajes de amor, de que están bien. La

gente sale un poco más confortada, algunos creen más que otros, se

forma una comunidad única, entre gente de diferentes partes del mundo

que se conectan, se conocen, intercambian cariño y apoyo. Hablan de su

dolor, de sus seres queridos y finalmente salen de la experiencia más

reconfortados. Pero algunos de esos mensajes, pocos pero muy

contundentes, dan información exacta: pruebas. Esa información

convalida todos los vuelos anteriores. Paula llegó a la página del vuelo

buscando en Internet. Buscando “algo”, alguna respuesta tras la muerte

repentina de su padre. Hizo su primer vuelo y efectivamente pudo ver a su

padre y al lado de este... si, al padre de Claudia. Claudia no estaba en la

conferencia de Skype en ese momento, y Paula no supo que era el padre

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de Claudia, hasta que en ese momento exacto, se conectó Claudia a la

conference y lo convalidó. Es decir, El padre de Paula y el de Claudia se

conocieron allí. ¿Es eso posible? A esta altura todo es posible, a esta

altura me relajo y dejo que las cosas sucedan.

Conocer a Paula y a su padre Roberto me llevó a un mundo que

me era absolutamente desconocido, a pesar de lo cerca que estaba. El de

los deudos, los que quedan de este lado sobreviviendo al dolor de la

pérdida. Hasta ese momento yo había puesto el foco en la conexión con

“los otros” y a investigar el don primero y el mundo del otro lado después.

No había puesto atención al duelo y a la mediumnidad como una

herramienta de alivio para quienes estaban desesperados por saber si sus

seres queridos, sin quienes no podían llevar la existencia, seguían vivos.

A través de Paula el don adquirió un nuevo sentido. Una nueva causa,

una obligación moral. Ser un puente para que personas que sufren

puedan saber que sus parientes están bien, son felices, que

sobrevivieron, que su existencia tuvo un sentido, que existen, que no se

desaparecieron junto con el cuerpo. Que pueden seguir viviendo con la

esperanza de que van a volver a encontrarse, que están alrededor y

saben lo que les pasa, lo que los aqueja, lo mucho que los extrañan.

El sentido del Don es dar alivio.

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Page 105: Yomedium

El duelo y yo.

Son las 21:24 del domingo, estoy a media hora de que suene el teléfono y

sea una mujer desde México. No he dejado de pensar en eso. Desde que me levanté

miro el teléfono y pienso en eso, no se por qué acepté. No hago sesiones por

teléfono, pero esta vez acepté. Yo no estoy preparado para esto. Estudie

comunicaciones y publicidad. No se cómo lidiar con alguien inmerso en tanto dolor,

tampoco cómo lidiar con el dolor que eso me provoca. Cuando tenía unos 24 años el

padre de mi novia tubo un infarto. Seguimos la ambulancia sin hablar una palabra,

nos bajamos en el hospital y acompañamos corriendo al lado de la camilla. Desde

lejos podía oírse una canción de cumpleaños cantada por un grupo de adultos.

Cuando la camilla entró a terapia intensiva, la canción venía desde adentro, con el

vaivén de las puertas pudimos ver a una enfermera soplando unas velitas sobre una

torta sostenida por un médico mayor sonriente, festejando, ahí, en medio de todo.

Mi novia se puso a llorar.

Yo que soy un papel carbónico de las emociones de los otros, yo que puedo

llorar más que el que está llorando. ¿Cómo logran los médicos que se les formen

esos cayos? Yo no puedo crear una capa invisible de insensibilidad. Menos cuando

tengo que ser hipersensible. Sonó el teléfono y era la mujer de México. Le dije, le

pedí, si podía llamarme en diez minutos. Era incapaz de enfrentarme a ella, aunque

fuera por teléfono, pero me hubiera gustado decirle mañana, o nunca, no me llames

nunca.

Me la imaginaba a ella despertándose esa mañana sabiendo que hablaría

conmigo por la noche. Y todo el día sosteniendo esa expectativa. Del otro lado yo

esperaba ese llamado desde México y no sabía qué hacer, daba vueltas por los

rincones.

Me había llegado un mail, entre tantos, pidiéndome una sesión por teléfono.

No hago sesiones por teléfono, pero el mail estaba tan correcto, tan respetuoso, que

terminé accediendo. Era de su cuñado, no me contaba nada, sólo me hablaba del

dolor de esta mujer, sofocante, intenso, imposible.

Y a los diez minutos volvió a sonar. Y hablamos. Me cuenta que ha perdido

a sus tres hijas en un accidente de auto hace tres meses. Es como si me pegaran con

un bate de béisbol en el pecho. Esa información me arrasa. No estoy preparado, no

estoy preparado, no puedo sacarme de la cabeza ese dolor. Si fuera ella me subiría a

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la Torre Eiffel y me tiraría de cabeza. Las niñas fallecieron en un accidente de auto

donde también habían muerto su ex-esposo, su ex-cuñada y un sobrino. Tragedia

total. La mujer me habla y me digo cómo sobrevives, como te despiertas, como

comes. No come, no logra dormir, no logra despertar, dopada, desconcertada,

insomne.

Ha hablado con otro medium. Un fraude. Y automáticamente yo me siento

un fraude también, me siento que tengo que escalar el Himalaya e ir a buscar a sus

hijas. Y me apuro y le digo un nombre, el nombre de una mujer, y no lo reconoce,

no es el nombre de nadie. Y le digo que siento que es una vecina, de la infancia, una

vecina mayor, de cuando ella era niña. Y no, nada. Y le digo que el perro no murió,

que está de este lado y me dice que en el auto viajaba el perro, pero nunca lo

encontraron y ella se preguntaba si acaso murió en el accidente o quedó en el lugar.

Lo buscaron , pero nada. Y me pregunta que raza. Y yo no veo las cosas así, no veo

su perro, veo lo perros que alguna vez conocí. Y trato de decirle más cosas y no me

sale nada. Y el silencio por teléfono es más largo que el silencio en persona y por

larga distancia el silencio es eterno. Y trato de concentrarme y salgo al jardín y

camino y estoy a punto de decirle llámame mañana, o pasado, no me llames más, y

sólo quisiera emborracharme y le digo a Nicolás que me diga algo, trato de

negociar, primero lo amenazo, con que no voy a volver a hacer mediumnidad, pero

ya lo he amenazado tantas veces con eso. Y mientras tanto puedo sentir el silencio

del otro lado de la línea, en México y me la imagino sentada en una habitación,

junto a su hermano y su cuñado. Es una mujer joven, las niñas eran pequeñas. Yo

desearía un cáncer fulminante, desearía no levantarme. No veo a sus niñas, no las

siento, no siento nada y a nadie, sólo a la mujer en México, a la que le escucho el

silencio. Me pregunto si está rezando, me vendría bien rezar. Y le hablo de una foto,

las tres vestida de colegio, paradas en una escalera, en la puerta de la casa de un tío,

es una foto importante, que está en la entrada de la casa. Y no, nada que ver, nada

de nada. ¿Ellas están bien? Me pregunta y me dice que este medium le dijo que la

más chica estaba perdida. Y me dan ganas de llorar, y de tomarme un avión y

abrazarla y de ir a ver a ese medium y pegarle un martillazo en la cabeza. Y le hablo

de que todos cuando morimos somos recibidos por alguien. Y que las niñas deben

estar con su ex-esposo y ella me dice que antes de llevarse a las niñas tuvo una

discusión con su ex y que este le dijo que algún día se iba a llevar a las niñas. Que

le iba a quitar la tenencia. Y me lo dice con rencor, y siento además de la pena el

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odio. Me dice: se las llevó. Odiar a alguien muerto debe ser una sensación

extrañísima. Ella cree en la sobre vida del ex esposo pero le cuesta creer en la sobre

vida de sus hijas. Ella cree que su ex-esposo le quitó a sus hijas. Y así es también,

su ex-esposos era quién iba manejando. Y ya no puedo soportarlo, le prometo a la

mujer volver a intentarlo. No logro conectar ahora, pero le prometo intentarlo.

Quedamos para el siguiente domingo. A la misma hora. Diez de la noche. Nos

despedimos. No volvió a llamarme.

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Page 108: Yomedium

Hay un antes y un después.

Estoy en la habitación de un hotel en el centro de Buenos Aires, tres mujeres

chilenas pidieron reunirse conmigo, no vinieron desde Santiago para verme,

vinieron las tres, amigas de la infancia y del alma, a un viaje de amigas, a pasear,

charlar, comprar y si, a verme a mí . Una de ellas tiene un cáncer terminal, es un

viaje de despedida. Y yo estoy ahí parado, frente a las tres. Susana está sentada en

medio de sus dos amigas, está flaca, un poco pálida pero tiene pelo, no podría decir

que vaya a morir pronto. Las amigas le toman la mano de una forma que si parece

que estuviera a punto. Ella me dice, yo no me quiero morir, no me importa si hay

algo más allá o no, yo quiero poder ver crecer a mi nieta, poder estar más con mis

hijos. No creo en nada, nunca creí en nada y no me voy a poner a creer en algo

ahora. De repente siento el peso de una sotana sobre mi, como si yo estuviera ahí

para convencerla de lo contrario. Claro que está malo morirse, claro que ver crecer a

tu nieta, si a todo, me rindo. No voy a argumentarte en lo contrario, no voy a

convencerte de nada, de nada, sólo voy a decirte que veo un señor que peina una

crin de caballo, que hace algo con el pelo del caballo, es un señor muy mayor,

podría ser tu abuelo o tu padre si es que era muy mayor cuando te tuvo. Y Susana,

ante la sorpresa y el silencio de todos dice, mi padre era muy mayor, falleció

cuando yo era muy chiquita, no tengo recuerdos de él. Y de repente abre los ojos, y

le aprieta las manos a las amigas, que de nerviosas ya habían empezado a hablar las

dos juntas mientras Susana me miraba a los ojos, en el momento en que se dio

cuenta de una casualidad increíble. Su padre tenía una fábrica de pinceles de crin de

caballo. Y yo creo que esa habitación de hotel, con todas sus historias no tuvo un

segundo más bonito que el que se dio entre los que estábamos ahí. Su padre, que era

muy mayor cuando ella nació, tenía una fabrica de pinceles que confeccionaba

cortándole la crin a los caballos. Y toda la intelectualidad del antes se redujo a

pensamientos en el aire. Esto era lo más concreto, lo más aterrizado que Susana

había escuchado sobre la muerte desde el momento en que le diagnosticaron que,

justamente, la muerte, era una de las posibilidades. Y después vi a una mujer gorda,

una abuela, una abuela que se llamaba Olga. Y ahí las amigas la miraron, yo lo vi

casi en cámara lenta y hasta ensayado, parecía sincronizado, las amigas la miraron y

Susana dijo, dos puntos, mi abuela se llamaba Olga...

Y las otras dos chilenas se pusieron a hablar juntas, nerviosas, diciendo lo

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impresionadas que estaban, y Susana se hundió en el sofá, y se soltó de las manos

de las amigas y me miró. Sorprendida. Yo me preocupe de no hacer un sólo gesto.

Y de no quitarle la mirada. Y alrededor de ese silencio el ruido era ensordecedor,

sus amigas hablaban sobre lo increíble que era todo eso. Susana dijo, chicas, chicas,

hay un antes y un después de esta noche.

Y entonces sus amigas se callaron.

Yo miré a Matías, un amigo que me estaba grabando con una cámara. Lo

mire para que dejara de grabara y escuchara lo que acababa de decir Susana.

“Hay un antes y un después de esta noche.”

Y escuché eso y dije, Señor, se que he sido y sigo siendo ateo, no nos

debemos nada, pero please, quiero acordarme de esa frase por siempre. Susana, en

su viaje de despedida junto a sus amigas, poco tiempo antes de fallecer, me había

mirado a los ojos y me había dicho: hay un antes y un después de esta noche.

A los dos meses volvimos a vernos.Yo caminaba por mi barrio de noche y la

sentí alrededor. Sentí como una ola de felicidad, me vino como una emoción, como

un viento de alegría. Pude sentir su agradecimiento. Sentí que estaba feliz.

Al día siguiente llamé para averiguar. Si, había fallecido el día anterior.

109

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Regalo de Navidad:

Decidimos contarle a mi suegra. Contarle significaba que toda la familia

se enterase tarde o temprano. Pero eso era irremediable. Le contamos y

sorprendentemente lo entendió y asimiló más rápido que otros. Y no hizo

demasiadas preguntas. Ese año pasamos la navidad en Santiago de Chile. A

las dos de la tarde del 24 de diciembre fuimos a saludarla, no pasaríamos

noche buena con ellos sino con un grupo de primos de mi mujer. Le dijimos que

cuando ella quisiera, lo intentábamos. Nos respondió que le gustaría saber de

su hermano Carlos. En ese momento, se me vino a la cabeza la imagen de una

tetera.

Al tío Carlos había llegado a conocerlo muy poco, lo había cruzado unas

cinco veces. Había fallecido hacía un año y algo en forma repentina pero a una

edad ya adulta, se descompuso mientras estaba en la fila del banco y falleció

ahí, fue muy triste para todos. El tío Carlos vivía en el sur de Chile, visitaba

cada tanto Santiago, compartimos algún almuerzo o té familiar

En el momento en que mi suegra lo nombra, a mi se me aparece en la

cabeza la imagen de la tetera, y se lo digo: chiquita, muy usada, gastada,

golpeada y tengo la sensación de que es un objeto muy querido, cotidiano,

para calentar el agua todos los días. Pero mi suegra no sabe, no compartía el

día a día con su hermano y no la recordó, no recordó ninguna tetera. Seguimos

hablando como si eso no hubiera pasado y quedamos en hacer una sesión

algún día. Pero yo seguí el resto de la tarde con la tetera en la cabeza, no me

la podía sacar. Salí a caminar un momento, tenía que hacer unas compras para

la cena de noche buena de esa noche y la tetera siguió ahí, insistente.

Esa misma noche, noche buena, la pasamos, entre primos de mi mujer,

entre ellos la hija del Tío Carlos: Loreto y la nieta: Francisca

En un momento de la noche mi mujer le pregunta a Loreto si sabía si su

padre tenía una tetera especial. A Loreto se le llenan los ojos de lágrimas y la

empieza a interrogar sobre cómo era posible que supiera de esa tetera. Era

una tetera que el Tío Carlos amaba, en la que se calentaba el agua para el té y

con la que viajaba de un lado para otro. Pero eso no era lo mejor, lo mejor, lo

más alucinante, era que la loreto había tomado esa tetera, esa misma tarde, y

la había embuelto para regalarsela esa noche a francisca, su hija y nieta del tío

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Page 111: Yomedium

Carlos, y dicho esto, se fue hasta el auto, abrió el baúl, sacó un paquete, lo

desenvolvió y ahí estaba la tetera.

Este es el momento en que a mi me cruje la cabeza. ¿cómo es posible?

De sólo pensarlo se me enredan las neuronas. Ahí fue cuando mi mujer tuvo

que contar, a todos en la fiesta, que miraban a Loreto llorando, con una tetera

en la mano, que yo, si yo, aquel personaje delirante, creativo, loco, era,

además: médium. Todos se giraron para verme y yo sólo pude hacer un gesto,

levanté los hombros, afirme con la cabeza y empecé a contar mi historia.

Ahora: ¿cómo es posible que el Tío Carlos, me hubiera transmitido seis horas

antes cual iba a ser el regalo que Loreto le estaba envolviendo, en ese

momento a su nieta querida. La tetera había venido desde el sur en una valija

con el resto de las pertenencias del tío. Entre todas la Loreto eligió eso. ¿el tío

Carlos había influido? ¿El tío Carlos le había transmitido a su hermana, mi

suegra, que pidiera comunicarse con él, cuando mi suegra tiene un hijo que ha

fallecido y que yo imaginaría primero en la lista de deseos de contacto?

Claramente él me había puesto la tetera en la cabeza a mi, pero ¿y al resto?

¿O era que él podía ver que en ese momento, más o menos, Loreto había

elegido la tetera? Ahí tenemos una linda historia de navidad, llena de lágrimas.

Tome la tetera entre mis manos y sentí que alguna vez, había sido mía.

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