yo tengo un sueño: educar

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Ensayo para la asignatura de Diseño, Desarrollo, Evaluación e Innovación de Programas y Actividades de Intervención Socioeducativas. Grado en Educación Social. Universidad de Málaga

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Page 1: Yo tengo un sueño: Educar

Juan Manuel Corral Maldonado

Diseño, Desarrollo, Evaluación e Innovación de Programas y Actividades de Intervención Socioeducativas

-Grado en Educación Social-Universidad de Málaga

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Yo tengo un sueño: Educar Juan Manuel Corral Maldonado

Yo tengo un sueño: educar.

Este documento nace desde el intento de escribir una cuestión compleja pero extraordinariamente

maravillosa. Lo encantador de relatar un trabajo como este es que nace de lo imprevisible y desde lo

más singular. Aquello que me identifica y que sin darme cuenta quedará plasmado en estas hojas. La

imprevisibilidad nace de la acción.

Como bien comenta Hannah Arendt (2000), la acción es la actividad a través de la cual revelamos

nuestra única y singular identidad por medio del discurso y la palabra ante los demás en el seno de

una esfera pública asentada en la pluralidad. Es aquí donde surge lo imprevisible, construir algo

único y singular que me identifique como tal. En lo referente a la educación es nuestra acción lo que

arroja a la luz quienes somos y construye nuestra identidad. No somos distintos, sino

extraordinariamente únicos.

El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ellos, los hombres se diferencian

en vez de ser meramente distintos. Arendt, Hannah. Educación y Natalidad. Bárcena, Fernando y Mèlich,

Joan-Carles (2000) La educación como acontecimiento ético. Barcelona, Paidós. Pág. 63-90

El acto de educar, al cual nos hemos adentrado para formarnos, es una cuestión compleja y difícil.

Tal y como comenta Violeta Núñez (2003), educar es un acto valiente, de coraje, porque hoy más

bien nadie quiere educar: todos queremos gestionar, planificar, identificar necesidades, cualquier

cosa menos educar.

Una cuestión que complementa y que sustenta a cuestiones anteriormente mencionadas es la

transmisión de la herencia cultural. Ello es una temática muy enriquecedora la cual conmemora

mucho mi relación con mi abuelo. Asemejo esta acción como aquello que me ha regalado el padre

de mi madre. Es algo quizás indescriptible pero extraordinariamente enriquecedor. No será la

formación académica lo que destaque en esta transmisión, sino la intencionalidad de la misma.

La educación debería ocuparse de transmitir las primeras palabras, las palabras de los antiguos, porque

volver a los antiguos, es darle al niño el tiempo de la esperanza y del porvenir. SÁEZ Carreras, Juan.

Entrevista a la profesora Violeta Núñez. Pedagogía social. Revista interuniversitaria. Nº 10, Segunda

época. 2003, Pág 349-380.

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Yo tengo un sueño: Educar Juan Manuel Corral Maldonado

Muchas son las personas que parten de una idea equívoca y pretenden hacer de la educación un

montaje que construye autómatas de este sistema en el que estamos envueltos. Cuando se produce

esta cuestión estaríamos hablando de la educación como fabricación. Este modo de proceder en

definitiva establece limites y toma modelos a seguir para así reproducir en cada una de las personas

el mismo proceso y estableciendo los mismos fines.

La fabricación funciona según la lógica de la racionalidad instrumental, esto es, a partir de la relación

medios/fines. SÁEZ Carreras, Juan. Entrevista a la profesora Violeta Núñez. Pedagogía social. Revista

interuniversitaria. Nº 10, Segunda época. 2003, Pág 349-380..

La educación debe ser un espacio que tambalee las mentes y posibilite el desarrollo de una

conciencia crítica. Cuando se produce esta acción “reproductora” de la educación, se produce una

mercantilización. La persona en este mismo instante se desviste desponjándose de su esencia que es

el ser. Produciéndose este modo de visionar la educación, los educandos dejan de ser “alguien”

para empezar a ser “algo”.

Atender las necesidades de las personas con las que se produce el acto educativo desde la

singularidad, atiende a la cuestión anteriormente citada, trabajar con alguien. Cuando esta acción

educativa la llevamos a cabo sin centrar nuestra atención en quienes tenemos delante, sin apreciar

ninguna especificidad de esa persona y aquello que le caracteriza, simplemente estamos abordando

la educación como si tuviéramos delante a algo. Esta situación puede darse cuando el educador

muestra una posición u otra frente al educando.

Hablando en primera persona, si me postulo frente a mis jóvenes ante una posición de superioridad

y autoridad, se esta produciendo un distanciamiento de la realidad y no voy a enriquecerme de

aquello que ellos me pueden transmitir.

Hablar de relación educativa es hablar de sujetos. Aunque a veces, el cómo hablamos del otro o de la otra le

situá en un plano que no es el del sujeto. ARBIOL, Clara. Hacer del barrio un espacio educativo, la

educación de calle.

Tal y como comenta José Contreras (2002), de lo que se trata es que cada uno y cada una pueda ser

quien es con completa dignidad: para que pueda desarrollar una vida digna y sentir como digno su

vivir.

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Yo tengo un sueño: Educar Juan Manuel Corral Maldonado

Como educador no debo proyectar las finalidades a alcanzar, ni considerar que mis prioridades son

las mismas que las que pueda tener las personas con las que este desarrollando mi labor. Como

comentábamos antes, en la singularidad esta la riqueza de la persona, por tanto debemos personas

que propiciemos esa libertad y ese espacio de desarrollo. La mayor capacidad generadora de la

acción educativa es la palabra.

A través de la palabra se puede llegar a conferir infinidad de cuestiones entre ellas la creación de

vínculos afectivos. Tejiendo lazos emocionales y de afecto se crea una base sólida sobre la que

construir cualquier acción educativa. Dentro de esta relación cabe la posibilidad de que se produzca

la contradicción, el encuentro, la transformación, etc., pero todo ello desde la amistad es posible

puesto que se genera un espacio de comprensión y aceptación. Tal y como comenta Nieves Blanco

(2002), lo que se trata es de crear un espacio abierto, un espacio para crear, sujeto a

transformaciones y también a contradicciones y conflictos, a la incomprensión e incluso al fracaso.

Elegir una forma de actuar u otra es fruto de una construcción de principios de acción que hemos

ido desarrollando a lo largo de nuestras vidas en base a nuestras vivencias. De lo que sí estoy seguro

es que esta casa, la universidad, no va a decirnos o quizás si aquello que debemos de hacer ante una

situación u otra. Digo quizás si, pero aquello ni siquiera se aproximará a la realidad. No podemos

olvidar que a fin de cuentas esto no deja de ser una institución como tal la cual también tendrá unas

finalidades u otras, a veces muy distintas a la del alumnado.

Todavía no existen suficientes sinergias entre la universidad y el mundo laboral. Creo que más que preparados

para reivindicar mejoras profesionales se les inoculan escenarios de trabajo de difícil comprensión,

escenarios que creo sinceramente que ni siquiera los propios profesores tenemos claro cómo articular.

LEDESMA, Nieves. La educación social y la formación universitaria de las/os educadoras/es sociales

Cabe destacar una temática muy interesante que tratamos como lo es la resiliencia. Este concepto es

adquirido concretamente de la palabra resilio, que es la capacidad de los metales de volver a su

estado natural. Extrapolado a nuestro ámbito, la resiliencia es la capacidad del ser humano para

hacer frente a las adversidades de la vida e inclusive salir reconfortadas de las mismas.

Pudimos ver en clase la vivencia de Yolande Mukagasana, una mujer que sobrevivió al genocidio

de Ruanda (África). Ella comenta que no tiene miedo de morir, sino de no decir toda la verdad y de

no obrar con dignidad ante los africanos.

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Yo tengo un sueño: Educar Juan Manuel Corral Maldonado

Estos aspectos son muy interesantes y en el que podemos encontrar latente esa mentalidad que le

permite seguir caminado.

Vincularnos frente a una persona y ser capaz hacer descubrir esa capacidad a ella tiene que ser algo

encantador. Sería llevar la educación al extremo más enriquecedor de la persona puesto que vamos a

generar la herramienta para sobreponerse a grandes adversidades en sus vidas.

Una crisis se convierte en un desastre sólo cuando respondemos a ella con juicios preestablecidos, es decir,

con prejuicios. Tal actitud agudiza la crisis y , ademas, nos impide experimentar la realidad y nos quita la

ocasión de reflexionar que esa realidad brinda. ARENDT, Hannah. La crisis en la educación, en Entre el

pasado y el futuro, Península, Barcelona, 1996, Pág 186.

Cuando escribí por titulo “Tengo un sueño: educar” me di cuenta de lo complejo que engloba tan

solo una palabra de este titulo. Educar es una responsabilidad pero a la misma vez un regalo. No me

gusta hablar de cuando yo sea educador, los educadores no se hacen, todos lo somos. Comento esto

porque en nuestra interacción es cuando educamos y estamos todos constantemente haciéndolo.

Otra cuestión diferente es en el contexto en el que lo desempeñemos y la responsabilidad que se nos

atribuya. Unos gestionarían esa responsabilidad, e incluso otros entenderán como autoridad, de un

modo u otro.

De ello sera fruto un trato singular y para una persona “quien” o un trato generalizo y para una cosa

“que”.

Tal y como comenta Hannah Arendt (1993) “Mediante la acción y el discurso, los hombres

muestran quiénes son, revelan activamente su única y personal identidad y hacen su aparición en el

mundo humano, mientras que su identidad física se presenta bajo la forma única del cuerpo y el

sonido de la voz, sin necesidad de ninguna actividad propia. El descubrimiento de “quién” en

contradistinción al “qué” es alguien -sus cualidades, dotes, talento y defectos que exhibe u oculta-

está implícito en todo lo que ese alguien dice y hace”.

No se pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero. SÁBATO, Ernesto. Cita de María

Zambrano recogida en Antes del fin, 1999 .

Cuando hablo de un sueño, no es porque se pueda hacer realidad o no, me refiero a que pueda

hacerlo de la manera más digna y que beneficie aún más tanto a mi como a las personas con la que

comparta esos momentos. Es obvio que no puedo pretender que lo que yo quiero sea lo mismo que

los demás quieran.

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Yo tengo un sueño: Educar Juan Manuel Corral Maldonado

Al producirse el acto educativo se debe palpar en el ambiente una imprevisibilidad e incluso una

inseguridad, la de no saber que va a suceder.

Educar es invitar a mirar desde una ventana pero sin decir que se va a ver a través de ella. No

podemos juzgar si es bello o no el paisaje, ni adelantarnos en decir que vamos a ver, simplemente

debemos regalar ese hecho y que sea la persona quien observe y hable.

Tan solo hay algo cierto que es la verdad. Tal y como dice Nieves Blanco (2002), hay que decir la

verdad para apoyar, para crear, para entender, para llegar tan alto y tan lejos como cada una/o desea

y puede.

Laura Latorre en su publicación Dejar sitio a las emociones en la educación, introduce un párrafo

con el cual me siento muy identificado y del que se puede extraer grandes conclusiones a modo de

terminar este trabajo. Las palabras son las siguientes: Al final del día me marcho agotada, a veces

tengo la sensación de haber perdido el tiempo y otras de haberla ganado, y algunas veces me

invade el miedo a que lo que he dicho quede "a la deriva", que no haya servido para nada y siento

una extraña sensación de vacío que me lleva a pensar que mis palabras en el momento que las

digo, se transforman para cada quién tomando significados propios. Entonces, siento que educar

es un acto de profunda generosidad.

Como bien dice, la acción de educar es un acto de profunda generosidad. En la misma ponemos

parte de lo que somos y también absorbemos parte de los que los demás son. La cuestión es que

fluyen los sentimientos y son los mismos lo que recolectamos y llevamos a casa. Son muchas las

veces que ni siquiera sabemos que hemos hecho y si esta bien. Habrá veces que no sepamos los

resultados y nos preguntemos ¿quien soy yo para hacer esto?, ¿que hago yo aquí?. En cambio en

otras ocasiones solo nos bastará una sonrisa para saber que lo realizado tiene su fruto.

En mi opinión considero que educar es algo enriquecedor que no otras labores te posibilitan. Quizás

las remuneraciones no son las más deseadas, pero hay algo que no se puede pagar que es el cariño

que te transmiten las personas.

Por tanto si hoy escribo estas palabras, consciente de que son muchas las cuestiones en las que debo

seguir mejorando y creciendo, también considero que tengo muchísimo que aportar y mucho cariño

por regalar. Y sí, sigo teniendo un sueño, EL SUEÑO DE EDUCAR.

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Yo tengo un sueño: Educar Juan Manuel Corral Maldonado

Referencias

• Arbiol, Clara. Hacer del barrio un espacio educativo, la educación de calle.

• Arendt, Hannah. Educación y Natalidad. Bárcena, Fernando y Mèlich, Joan-Carles (2000)

La educación como acontecimiento ético. Barcelona, Paidós. Pág. 63-90

• Arendt, Hannah. (1993). La Condición Humana. Ediciones Paidós, Barcelona, España.

• Arendt, Hannah. La crisis en la educación, en Entre el pasado y el futuro, Península,

Barcelona, 1996, Pág 186.

• Blanco, Nieves. Tratando de crear y sostener relaciones de autoridad en la educación.

Publicado en Sofias (2002) Escuela y educación. ¿Hacia donde va la libertad femenina?.

Edic. Al cuidado de Mª Milagros Montoya Ramos, Madrid: Horas y horas. Pág 113-124.

• Contreras, José. Educar la mirada...y el oído. Cuaderno de Pedagogía, Nº 311, 2002, Pág

61-65.

• Latorre Hernando, Laura. Dejar sitio a las emociones en la educación.

• Ledesma, Nieves. La educación social y la formación universitaria de las/os educadoras/es

sociales

• Riera Díaz, Pilar. El pensamiento de Hannah Arendt, una visión global. IN. Revista

Electrónica de investigación e Innovación Educativa y Socioeducativa, Vol 2. Nº 2, Pág 75-

94.

• Sáez Carreras, Juan. Entrevista a la profesora Violeta Núñez. Pedagogía social. Revista

interuniversitaria. Nº 10, Segunda época. 2003, Pág 349-380.

• Skole, Kofoed's. Ni pacientes, ni usuarios, ni excluidos: estudiantes. Cuadernos de

Pedagogía, Nº 413, 2011, Pág 16-21.