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Lic. Félix de la Rosa Noviembre 2014
Psicoanalista. Capital Federal – Argentina [email protected] Descargado de cuestionesenpsicoanalisis.wordpress.com
Título:
¿Por qué lo siniestro angustia?
(y no simplemente aterra) ‐adaptación de un trabajo presentado en Centro Dos‐
Palabras clave:
Siniestro, angustia, inconsciente, unheimlich, represión, compulsión de
repetición, goce.
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Introducción
Edvard Munch. “El grito”. Galería Nacional de Oslo.
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Goya. “Saturno devorando a un hijo”. Museo del Prado
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El doble. Sin datos.
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Lo siniestro
¿Por qué lo siniestro angustia? ¿Qué cualidad encierra esta sensación para que el
efecto subjetivo que produce sea la angustia, y no únicamente el miedo o terror?
Que lo siniestro angustia es una frase cliché entre los psicoanalistas, ahora bien, ¿por
qué tendría que hacerlo? Entre lo siniestro y el miedo hay una relación evidente, cualquier
película de terror lo ejemplifica. Ahora bien, ante la película o situación de terror más
terrorífica, se sufre de miedo, de un miedo atroz incluso, pero uno no se angustia. Sin
embargo, en alguna situación, no necesariamente terrorífica, puede que nada terrorífica, algo
se presenta (puede ser un detalle, una sutileza) que porta algo siniestro que trae al sujeto
angustia.
¿Diferentes?
Partimos por lo tanto de la hipótesis de que miedo y angustia son afectos diferentes,
que tienen tanto causas como efectos diferentes. Esta diferencia plantea algunos problemas.
Por ejemplo, el Diccionario de la Real Academia define miedo como “perturbación angustiosa
del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”, así como define la angustia como “temor
opresivo sin causa precisa”, definiciones en las que quedan hermanados miedo y angustia. Este
es el punto desde el que parte Freud en el texto “Lo ominoso”1, ya que en primer lugar hace un
rastreo del valor que ha dado el idioma alemán a este concepto, llegando a este primer
resultado: “lo ominoso es aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de
antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo.”
Freud hace un rastreo de los significados en alemán de heimlich y su supuesto
antónimo unheimlich, llegando a algunos resultados sorprendentes. Encuentra que heimlich,
que deriva de la palabra heim, literalmente casa, en el idioma tiene dos usos diferentes: tanto
lo familiar, agradable, confiable, como lo clandestino que se mantiene oculto. Es por esto que
heimlich tiene una ambivalencia que la lleva a coincidir con su opuesto unheimlich: es decir,
unheimlich no es su opuesto, sino una variedad de heimlich. Lo familiar es también lo siniestro.
Freud va a encontrar la explicación de este nexo a través de la represión, y esto dirige
hacia la angustia. Toma nota de una observación de Schelling, y escribe la famosa frase: “...
Schelling, quien enuncia acerca del concepto de lo unheimlich algo enteramente nuevo e
imprevisto. Nos dice que unheimlich es todo lo que estando destinado a permanecer en
secreto, en lo oculto, ha salido a la luz”. Y lo aclara utilizando el diccionario de los hermanos
Grimm: Heimlich es también el sitio libre de fantasmas. Fantasmas que no es que no estén,
sino que que están ocultos. Lo oculto de los fantasmas familiares, traducible como lo
reprimido del sujeto.
Por lo tanto encontramos la cualidad de lo siniestro que hace divergir la angustia y el
miedo: el miedo causado por un elemento externo ‐extra familiar‐, propio de la lógica de lo
1 En la traducción de Etcheverry, “siniestro” en la traducción de Ballesteros.
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universal, del para todos, también de lo necesario, y que por más que sea esperado o
predecible produce igualmente miedo. Y lo siniestro, singular (la familia como lo singular, lo no
general), encuentro imprevisto y contingente con un fantasma de la casa que se esperaba que
se mantuviera en el sótano.
En el Seminario 10 Lacan dice que el citado texto de Freud es indispensable para
entender la angustia. Lacan toma este texto para relacionar la angustia y eine anderer
schauplatz: la otra escena. Hay otra dirección que indica Roudinesco en su diccionario, al
traducir lo siniestro como la “extrañeza inquietante”, que surgiría en la vida cotidiana y en el
arte “cuando los complejos infantiles reprimidos son despertados brutalmente”.2
Inquietante inquietud
Al analizar extrañeza inquietante, extrañeza refiere a lo anteriormente nombrado
como el encuentro no deseado con algún elemento reprimido. ¿Cuál es el valor subjetivo de
inquietante? Palabra que remite al texto de Freud: “unheimlich: desasosegante, que provoca
horror angustioso”3, y “Cuando todo se vuelve heimlich y quedo”4 De manera que ya en Freud
lo siniestro refiere a quietud (e inquietud). ¿Hay una necesidad subjetiva de quietud? ¿Qué es
lo que tiene que mantenerse quieto, estable?
Retomando el seminario 10 de Lacan, entender el inconsciente como la otra escena,
indica que hay otra escena que la otra: la escena fantasmática, la escena estable con la que
enfrentar la vida cotidina, un modo de pasar de lo real del mundo a una escena en la que
afiliarse (entendiendo que lo familiar implica una forma de filiación), en la que hacer alguna
historización posible. Una escena que sirva de parapeto y amparo ante el deseo arrasador del
Otro. El fantasma da un marco, y una quietud.
Sin ir tan lejos, Freud propone, hasta la llegada del principio del placer, un aparato
psíquico basado económicamente en dos principios: el principio del placer y el principo de
constancia: el aparato trata de mantener constante la suma de excitaciones en su interior.
Para lograr esto debe evitar las excitaciones de estímulos exteriores, y defenderse y descargar
los aumentos de excitación de origen interno. Gracias al descubrimiento del más allá del
principio del placer, la quietud va a poder explicarse mediante la pulsión de muerte, que tiene
la función de buscar permanentemente la reducción absoluta de las tensiones en el aparato.
Con el costo para la vida de tender a sacrificar aquello que podría resultar excitante,
displacentero, por qué no, intenso. En “Más allá del principio del placer” Freud propone el
principio de Nirvana como el principio por el que se guía la pulsión de muerte. De manera que
quedan homologados el principio de constancia planteado años antes y el principio de
Nirvana: el nivel de excitación que busca mantener constante el aparato es el más bajo
posible. El aparato se defiende de lo que atenta contra la quietud. Se puede metaforizar:
mantener la casa, la escena, lo más quieta posible.
2 Roudinesco, Diccionario de psicoanálisis, pg 539.
3 Freud, Lo ominoso, pg 224.
4 Freud, Lo ominoso, pg 222.
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La compulsión de repetición es uno de los nexos posibles entre los textos “Lo
ominoso” (1919) y “Más allá del principio del placer” (1920). Esta forma de repetición, la
repetición no deliberada, es una de las formas que encuentra Freud de surgmiento de lo
siniestro (además del animismo, la magia, la omnipotencia de los pensamientos, el nexo con la
muerte, el complejo de castración, la confusión del límite entre fantasía y realidad, y la visión
de los genitales femeninos). Esta compulsión angustiosa, el “permanente retorno de lo igual”,
la repetición de situaciones displacenteras, que es una de las justificaciones de la pulsión de
muerte, va a ser ilustrada de forma diferente en ambos textos. Mientras que en el “Más allá”,
Freud recurre al For‐Da, en “Lo ominoso” se sirve de la turbadora figura del doble. En ella, hay
una forma de retorno no deliberado, que genera para Freud el mismo sentimiento de
desvalimiento y ominosidad. Esta repetición vuelve siniestro algo en sí mismo inofensivo. Dice
Freud: “como también lo ominoso del doble es de este género, será interesante averiguar el
efecto que nos produce toparnos con la imagen de nuestra propia persona sin haberla
invocado e insospechadamente.”5
“En lo inconciente anímico, en efecto, se discierne el imperio de una compulsión
de repetición que probablemente depende, a su vez, de la naturaleza más
íntima de las pulsiones; tiene suficiente poder para doblegar al principio de
placer, confiere carácter demoníaco a ciertos aspectos de la vida anímica, se
exterioriza todavía con mucha nitidez en las aspiraciones del niño pequeño y
gobierna el psicoanálisis de los neuróticos en una parte de su decurso. Todas las
elucidaciones anteriores nos hacen esperar que se sienta como ominoso
justamente aquello capaz de recordar a esa compulsión interior de repetición.”6
Quietud no es solo un beneficio
Por último, al haber articulado lo siniestro con la pulsión de muerte, se puede relacionar lo
siniestro con el concepto lacaniano de goce. Ya que tanto lo siniestro como el goce se oponen
al placer, ¿se puede plantear si ante la irrupción de lo siniestro hay alguna forma de goce en
juego? Si ante aquello que angustia en su encuentro inesperado con lo reprimido hay una
satisfacción pulsional, que si bien contraría el principio del placer, concierne al sujeto.
“[…] Y hasta no me asombraría llegar a saber que el
psicoanálisis, que se ocupa de poner en descubierto
tales fuerzas secretas, se ha vuelto ominoso para
muchas personas justamente por eso.”
Sigmund Freud
5 Freud, Lo ominoso, pg 247.
6 Freud, Lo ominoso, pg 238.
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Bibliografía:
‐ Freud, S.: “Lo ominoso”. En Obras Completas, tomo XVII. Amorrortu Editores.
o “Más allá del principio del placer”. Op. Cit., tomo XVIII. Amorrortu.
‐ Lacan, J.: El seminario de J. Lacan. Libro 10 La angustia. Ed. Paidós.
‐ Roudinesco, E.: Diccionario de psicoanálisis. Ed. Paidós.