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La Pobreza En México estamos muy acostumbrados a la pobreza y sin embargo, en México nadie se muere de hambre. Tanto que la hemos calificado o subdividido de muchas manera y por lo mismo, tenemos una enorme variedad de pobres. Tenemos el pobre simple o sea, el que simplemente es pobre. Tenemos el pobre pobre, es decir, el pobre que es pobre porque quiere o porque no tiene ni la actitud ni la escolaridad, ni la educación suficiente para salir de ese estado y quizá, ni quiere salir de ese estado porque así ya se ha acostumbrado y su cortedad de miras es tal que ni cuenta se da que hay otras formas de vivir. Tenemos al pobre amargado y resentido porque no siempre fue pobre pero al que por la ambición y codicia de las instituciones financieras, del gobierno o quizá algunos avatares de la vida han orillado a esa vida de pobreza de la cual no sabe o no puede salir. Tenemos al pobre marginado, al que siempre ha sido pobre y no tiene ni las oportunidades ni los conocimientos para cambiar su modo de vida. Tenemos al pobre en extremo que vive en comunidades alejadas de cualquier adelanto de la civilización, sin cultura, sin escolaridad, sin oportunidades, sin agua, sin trabajo, sin ninguna posibilidad de progreso olvidado y marginado por sus mismos compatriotas y ni que decir olvidado por el Gobierno que ‘tiene otros asuntos’ que atender. En fin, tenemos una enorme diversidad de pobres.

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La Pobreza

En México estamos muy acostumbrados a la pobreza y sin embargo, en México nadie se muere de hambre.

Tanto que la hemos calificado o subdividido de muchas manera y por lo mismo, tenemos una enorme variedad de pobres.

Tenemos el pobre simple o sea, el que simplemente es pobre.

Tenemos el pobre pobre, es decir, el pobre que es pobre porque quiere o porque no tiene ni la actitud ni la escolaridad, ni la educación suficiente para salir de ese estado y quizá, ni quiere salir de ese estado porque así ya se ha acostumbrado y su cortedad de miras es tal que ni cuenta se da que hay otras formas de vivir.

Tenemos al pobre amargado y resentido porque no siempre fue pobre pero al que por la ambición y codicia de las instituciones financieras, del gobierno o quizá algunos avatares de la vida han orillado a esa vida de pobreza de la cual no sabe o no puede salir.

Tenemos al pobre marginado, al que siempre ha sido pobre y no tiene ni las oportunidades ni los conocimientos para cambiar su modo de vida.

Tenemos al pobre en extremo que vive en comunidades alejadas de cualquier adelanto de la civilización, sin cultura, sin escolaridad, sin oportunidades, sin agua, sin trabajo, sin ninguna posibilidad de progreso olvidado y marginado por sus mismos compatriotas y ni que decir olvidado por el Gobierno que ‘tiene otros asuntos’ que atender.

En fin, tenemos una enorme diversidad de pobres.

Y eso que tan solo nos estamos refiriendo a la pobreza económica, a la pobreza material y no a la pobreza espiritual, o a otros tipos de pobreza.

México no es el único país que tiene pobres lo cual no es ningún consuelo ni causa para decir que ‘hay otros que están peor’ por muy cierto que sea.

Decirlo, expresarlo o exponerlo, no va a resolver el problema de la pobreza mexicana.

Gerónimo no lo sabe con certeza y duda mucho de que alguien lo sepa con seguridad, pero el número de pobres en nuestro país es elevado y muy, muy preocupante, pues en vez de que el país progrese y cada día haya menos pobres, lo que sucede es exactamente lo contrario, cada día hay más pobres y no crean que hay más ricos, no tampoco sucede así, son casi los mismos ricos de siempre pero con la peculiaridad que cada día se hacen más ricos.

Ni siquiera podemos decir que nos damos el lujo de ‘crear’ nuevos ricos, no, para nada, son los mismos de siempre, que, repite Gerónimo, cada vez se hacen más ricos y según los enterados esto se debe al modelo neo-liberal de economía que nuestros inefables gobiernos han adoptado, y del que dicen ‘es el adecuado’ lo que a Gerónimo le provoca muchas dudas.

Y sin embargo, tenemos el fenómeno a la inversa, personas que en algún momento ‘tenían algo’ (aunque no fueran calificadas como ricos) hoy ya no lo tienen, hoy ya son pobres como la mayoría de nuestros conciudadanos.

Por lo mismo, Gerónimo no deja de considerar que hay algo tremendamente subjetivo en las calificaciones mexicanas acerca de los ricos y de los pobres y quizá los críticos del modelo neo liberal tengan razón.

Y el asunto proviene por lo relativo de esos conceptos y de su aplicación.

La relatividad que tan brillantemente expuso Albert Einstein está presente en el devenir diario de los mexicanos.

En algún momento, alguien, en una súbita inspiración, expuso que “No es más rico quien más tiene, sino el que menos necesita”.

Y esa es una verdad tan grande que no merece comentario.

El punto es que ya nos hemos trasladado a la interpretación de la riqueza y/o la interpretación de la pobreza.

Sin embargo, la pobreza existe (y la riqueza también).

A Gerónimo no se le escapa que debe haber un punto en donde se diferencié una de otra.

Ambas tiene como común denominador los denominados bienes económicos, de entre los que sobresale el dinero como expresión de riqueza o pobreza pero tampoco se le escapa que hay otros indicativos de pobreza o de riqueza.

Consideremos la propiedad inmueble, sabemos que hay muchos pobres o muchos denominados pobres que son dueños de sus terrenos, o lugares de residencia y/o trabajo, y como ejemplo, citemos algunos campesinos a los que ‘el Gobierno ha hecho justicia’ y son dueños de sus tierra pero no por eso han dejado de ser pobres.

Por el contrario hay muchos otros que no poseen un pedazo de tierra, que no son dueños de las casas o departamentos en los que viven, pero que son ricos. Y aunque el Gobierno no les ha provisto de Certificados de Inafectabilidad sus propiedades están consignadas en el Registro Público de la Propiedad en donde no producen nada, pero tienen gruesos Expedientes y Escrituras que así demuestran esa inafectabilidad o sea, que

no se les afectará la propiedad de esos bienes hasta que el Gobierno decida lo contrario.

En un tiempo y durante muchos siglos se consideró que la propiedad de la tierra y/o de la casa habitación era necesario y hasta indispensable para ‘ser rico’.

Hoy, ese concepto esta en entredicho y su validez cuestionada más allá de la razón pues en este Estado de Derecho en el que vivimos todo sirve hasta que el Gobierno decida lo contrario.

En el transcurso del tiempo ha ido surgiendo una alternativa a la propiedad: el alquiler, instrumento por medio del cual se puede disfrutar de las ventajas del inmueble sin ser el propietario y aunque no es lo mismo, pues se carece de la propiedad, se tiene el uso y disfrute del inmueble y en algunos casos, ‘sacar’ al rentista por falta de pago es casi como dar por perdido el inmueble, pero esos son otros asuntos, de los que no nos ocuparemos ahora.

En el caso de algunos bienes muebles, es decir, bienes que se pueden mover, hay quienes jamás llegan a tener la propiedad de sus vehículos (como en el caso de los automóviles) pero los usan y disfrutan como si fueran suyos, de por vida ‘están pagando’ por ellos y la propiedad sigue siendo de la empresa financiera o automotriz que les concedió el crédito, y a la que a través de los años han pagado varias veces el valor de compra del mencionado vehículo, empero, así es el ‘sistema’ y tampoco es materia de este escrito.

Como comprenderán estimados lectores, esas ya son otras consideraciones; para nuestro caso, el hecho es que el individuo usa y disfruta del vehículo, como si fuera de su propiedad sin llegar a serlo.

Sin embargo, para Gerónimo esto solamente es un ‘espejismo económico’ porque no hay ‘creación’ o generación de riqueza sino transferencia de mercancía sin transferencia de la propiedad y el ‘endeudamiento perpetuo’ a que se ha condenado al mexicano que requiere el uso de algún automóvil que tampoco puede usar a voluntad, pues entre Verificación de Emisiones, Contingencias Ambientales, Hoy no Circula y demás instrumentos coercitivos y restrictivos que han inventado nuestros Gobiernos; el disfrute del vehículo particular ya es anecdótico y casi casi, un lujo impropio.

Curiosamente, cuando el bien mueble de nuestro ejemplo, el automóvil, se termina de pagar, su valor ya no es el mismo que se le asignó cuando se inició la compra a plazos, sino que por uno de esos fenómenos manipulados de la economía, se ha ‘depreciado’.

El punto es que la propiedad no es el único determinante de la riqueza, pues si bien se considera que una persona que tiene muchas propiedades, es decir, muchos bienes inmuebles es una persona rica, eso también tiene sus ’asegunes’ pues mientras esas propiedades no ’generen’ ingresos a su propietario por algún uso, son bienes improductivos, y como tales pueden ser ’expropiados’ por el Estado y puede tenerse

muchas propiedades pero hasta donde Gerónimo sabe, los terrenos no constituyen alimento que es la necesidad primordial del mexicano del Siglo XXI.

Llegamos entonces a un concepto que merece la pena analizar: el concepto de generación de riqueza.

Podríamos partir, según Gerónimo, de considerar que las personas tienen necesidades elementales y específicas que cubrir (alimentación, vestido, medicinas, vivienda, y otros más), y existen múltiples factores que influyen en la capacidad de generar recursos para satisfacer dichas necesidades, tales como trabajo, materia prima o capital.

Y aquí es donde comenzarían las dificultades pues lo único que estas personas pobres tienen o podrían tener sería ‘trabajo’.

Precisamente la carencia de capital o de materias primas es lo que las hace caer en la clasificación de pobreza aunque también puede influir la carencia de trabajo, pero esa si tiene solución, pues según el criterio nacional ‘algo es mejor que nada’, es decir, el conformismo y la mediocridad sustituyen con humor macabro el no tener para comer.

Y el aspecto trabajo tiene muchas pero muchísimas variantes.

Gerónimo opina que es aquí en donde está la verdadera clave del problema.

Tal vez aquí es donde Gerónimo ‘ya metió la pata’, pues unos cuantos párrafos atrás, dijo que: “Tenemos el pobre pobre, es decir, el pobre que es pobre porque quiere o porque no tiene ni la actitud ni la escolaridad, ni la educación suficiente para salir de ese estado y quizá, ni quiere salir de ese estado porque así ya se ha acostumbrado y su cortedad de miras es tal que ni cuenta se da que hay otras formas de vivir“.

Esa aseveración aunque tiene mucho de verdad tiene mucho de exageración también, pues quizá encontremos algunos de estos pobres que tengan la actitud correcta, pero no tienen ni la escolaridad ni la educación suficiente, y en realidad, son personas ‘que no saben hacer nada’ y entonces, como muchos mexicanos está destinado a ser empleado de segunda o de tercera en cualquier lugar o a ser parte integrante de las estadísticas que demuestran algunas de las lacerantes realidades de nuestro país.

Su misma condición de pobreza, le ha originado una serie de carencias que ahora están pasando factura a la nación.

Gerónimo no puede pasar por alto que el individuo en cuestión (que ha utilizado como ejemplo) ya se dio cuenta de que “hay otras formas de vivir” y ha tomado la decisión de cambiar de luchar por superar ese estado de pobreza por medio de su ‘trabajo’ (no se ha decidido a robar o a pedir limosna, a vivir de la caridad pública o gubernamental o algún otra actividad ‘prohibida’ o mala).

El problema es que México no está diseñado ni construido ni organizado para ofrecer ‘oportunidades’ a este tipo de personas, es más, está diseñado, construido y organizado para no ofrecer oportunidades lo que tampoco es materia de este escrito y por lo mismo, lo obviaremos.

Este individuo por una u otra razón, no pudo o no quiso ‘educarse’, no tiene ‘escolaridad’ y por lo mismo por más que se quisiera, es muy reducida la ayuda que la sociedad mexicana puede proporcionarle y que tiene más carácter de caridad que de ayuda y no podemos olvidar que la caridad generalmente es momentánea o en el mejor de los casos temporal.

Y en este ejemplo, podemos constatar el fracaso, el rotundo fracaso de la educación pública, gratuita, laica y obligatoria que nuestros Gobiernos han impuesto al país y que es un ‘cuello de botella’ gigantesco.

Ya se ha mencionado, que lo de gratuita es una ilusión porque todo cuesta y de una forma u otra, los ciudadanos mexicanos estamos pagando por ella, lo de laica es muy debatible también, pero no es el tema de este escrito, y lo de obligatoria es otra ilusión, algo que no ha pasado de un buen deseo, de buenos propósitos porque el nivel, la calidad de la escolaridad mexicana está muy por abajo, ya no digamos de otros países, sino simplemente de lo que México requiere.

En este punto es donde Gerónimo quiere recurrir a la muy mentada y famosa Solidaridad del mexicano, mostrada y demostrada en múltiples circunstancias, en ocasión o por causa de fenómenos naturales, como huracanes y/o terremotos en donde todo el mundo se volcó en ayuda de los necesitados.

Hoy es el momento en que el mexicano debe volcarse a favor del pobre, proporcionándole lo que le falta: escolaridad, enseñándole a leer, a escribir, aritmética, gramática, lo elemental.

Es decir, proporcionarle ayuda para que tenga la oportunidad de ingresar a los medios que le pueden ayudar a salir de la pobreza.

Aquí podrían utilizarse los servicios de muchos adultos mayores, hoy desplazados por la sociedad, hoy jubilados o relegados al olvido que podrían volver a ser útiles a la Patria y que estaría muy satisfechos de poder transmitir conocimientos y experiencias a estos marginados, sin las dificultades y trabas que pone el Gobierno y/o el Sindicato de Maestros.

Hay una enorme multitud de escuelas que solamente tienen un turno y que permanecen cerradas y sin utilizarse el resto del día.

Seguramente algunas podrían habilitarse para este propósito complementario.

Ese podría ser el primer paso, ya que el siguiente es capacitar a esta gente para que puede desarrollar trabajos que sean ’productivos’ que reporten una utilidad a quien lo desempeña y una utilidad a quienes lo requieren.

Por supuesto que esto requiere una revisión de los sueldos y salarios que se ’pagan’ en el País, y que en la mayoría de los casos son insuficientes, pues para nadie es un secreto que el trabajo en México está muy mal pagado y que tradicionalmente venimos cargando con una explotación del trabajador muy nociva para la nación (aunque resulte ventajosa para los empresarios, entre los que en una gran proporción se encuentra el propio Gobierno) (y en mucho, ‘por eso y por esos estamos como estamos‘).

Gerónimo quiere insistir que la escolaridad debe estar enfocada a las necesidades de la vida actual, incluyendo el manejo de dispositivos electrónicos que hoy por hoy representan el progreso y la forma de progresar.

Quizá en algún momento las condiciones de nuestras fuentes de energía nacionalizadas e improductivas cambien de manera que puedan dar el servicio necesario a 128,000,000 de habitantes y no tan solo a unos cuantos y que la calidad de esos servicios esté de acuerdo a los requerimientos mundiales no a estándares mediocres como los que se manejan hoy día, pero eso también es otro asunto y no podemos ocuparnos de ello.

Empero es indudable que estas personas, estos pobres pobres, a que no hemos estado refiriendo tienen ‘que poner de su parte’ porque de otra manera, nunca, jamás superaran esas condiciones de miseria, esa lacerante pobreza en la que están sumergidos.

Y ese es uno de los muchos cambios de actitud que Gerónimo expone como necesarios y hasta podría decir indispensables para el progreso del país y la única forma legítima y adecuada de redistribuir la riqueza.

Entre sus múltiples desacierto y errores, Don Francisco I. Madero tuvo un gran acierto al expresar que no es lo justo quitar a unos para dar a otros, y aunque lo dijo en otro contexto, la veracidad de su dicho es aplicable aquí.

No se pretende que se le quite a los ricos para darle a los pobres, los Robin Hood de este mundo son leyenda o mito, lo que se requiere es que se ‘cree riqueza’, no que se le quite a los que la tienen.

Lo que se requiere es verdadera Solidaridad, verdadera Justicia Social, no revoluciones, despojos o robos, ni mucho menos ‘triunfalismos gubernamentales’

En la vida económica, crear riqueza es una actividad fundamental.

Los recursos naturales con los que contamos tienen que ser transformados para satisfacer las necesidades humanas mediante el trabajo y el uso de los medios de producción.

Esos medios (útiles, herramientas, máquinas, instalaciones, tecnología y otros bienes o servicios que se destinan a la producción) multiplican el esfuerzo humano y constituyen, a juicio de Gerónimo, la verdadera riqueza material de las naciones y no el dinero que manejan como lo podemos ver con el caso de los Estados Unidos que supuestamente son los más ricos del mundo aunque se olvida con gran frecuencia que también son los más endeudados del mundo y este aspecto pronto, mucho más pronto de lo que podamos imaginarnos tendrá su efecto nocivo en ese país y en todos los demás que giran en la órbita económica de ellos.

La creación de la riqueza en la vida social es el resultado del trabajo de aquellos hombres y mujeres ingeniosos, que laboran asiduamente y que no consumen todo lo que producen sino que una buena parte de ello lo dedican a incrementar la capacidad de producir de ellos y de los demás.

Es decir, son quienes ahorran e invierten y hacen posible la formación de capital.

Y es aquí, precisamente en este punto en el que Gerónimo aprecia la gran falla o carencia del sistema económico mexicano, que no propicia ni premia el ahorro y por lo mismo, la inversión.

El dinero que se produce en el país, está destinado en una muy mayor parte al consumo, y la capacidad de ahorro es nula o casi nula, y por lo mismo, muy pocas son las personas que aunque quieran pueden ahorrar y menos aún las que puedan invertir.

Consideremos por un momento la tan traída y llevada Bolsa de Valores, que no es otra cosa que un instrumento de especulación financiera y quizá una opción más de financiamiento para las empresas, institución protegida a ultranza por los Gobiernos pero que al fin de cuentas solamente es un apéndice del sistema monetario internacional, sujeto a variaciones fuera de cualquier lógica y como ejemplo podríamos citar -sin conocer los tejes y manejes de esa institución- como cualquier declaración ya no digamos del Presidente, sino de alguno de los miembros del Gabinete tiene un impacto directo sobre las cotizaciones de la Bolsa, la que se derrumba o incrementa según el sentido en el que se interpretan esas declaraciones.

No es digno de creer que una Institución que maneja tanto dinero esté sujeta a los vaivenes de unas simples declaraciones inoportunas, y esa es una de las principales razones por lo que ‘el gran público’ no les tiene confianza y solamente es una actividad para ‘especialistas’ además de que de su funcionamiento y resultados únicamente son beneficiados-como de costumbre- algunas minorías, pero al público en general, le tiene muy sin cuidado y están muy lejos de su alcance.

¿Cómo van a ‘invertir’ en la Bolsa cuando apenas tienen lo necesario para subsistir?

Han de saber, estimados lectores, que según lo que enseñan los maestros de economía con el dinero solo se puede hacer dos cosas: guardarlo o gastarlo, y quizá -para

quienes los tienen-, contarlo.

Y ese es el principal obstáculo para la generación de riqueza.

Mientras sigamos inmersos en un sistema económico que no atiende el mercado interno, que no proporciona excedentes para ahorro, que depende de minorías y no de la mayoría de la población, el país no progresará, por más inversión extranjera que tengamos, por más deuda externa que se adquiera (aunque se pague).

Lo que se requiere son mexicanos que trabajen, ganen ’lo suficiente’ y ahorren, no mexicanos que solo trabajan, que son mal pagados y que no tienen capacidad de ahorro (y por lo mismo, tampoco tienen capacidad de inversión o de especulación en la Bolsa de Valores).

No se nos ha olvidado que cualquiera puede crear riqueza, y que tenemos muchos ejemplos de personas que lo han hecho y algunos mucho mejor que otros aunque la forma en que lo han logrado algunos deja mucho que desear.

Según Gerónimo, hay algunas reglas o consejos que deben considerarse siendo el primero y el más importante, que nadie más lo va a hacer por ti.

En segundo lugar, que aunque la mayoría de la gente quiere una manera fácil y rápida de hacerlo, esa es tan solo una falacia que tan solo enriquece a la persona que promueve o vende esos ‘sistemas fáciles y rápidos’.

Dicho de una vez por todas, no hay forma de crear riqueza de la noche a la mañana.

La forma más rápida y fácil de crear riqueza es tener un capital y ponerlo a buen uso, es decir, hacerlo crecer, en otras palabras, tener dinero que no se necesita gastar, dinero que puede guardarse o destinarse a otros usos que no sean el consumo.

La mejor forma de tener ese capital es el ahorro (o ser ‘hijo de Papi‘).

En seguida, debe buscar, identificar y encontrar la oportunidad de producir riqueza de manera que la recompensa justifique el riesgo sin perder de vista que son muy escasas (casi nulas o nulas de plano) las oportunidades de la noche a la mañana, la gran mayoría, digamos el 98% de las oportunidades, llevan tiempo, esfuerzo y trabajo requieren el equilibrio entre el riesgo y el beneficio.

Una forma tradicional mexicana ha sido la compra de tierras, y la espera a que los crecimientos urbanos añadan valor a las tierras adquiridas, pero, repite Gerónimo, además de que requiere tiempo, la compra de inmuebles ya no es lo que fue y de cualquiera de las maneras, requiere un capital y formar un capital, tampoco es cosa de la noche a la mañana.

Gerónimo ha mencionado en anteriores escritos y en este lo repite que para él es inadmisible que una minoría privilegiada despilfarre los recursos destinados a todos y aquellos que han creado esta realidad económica devastadora deben tomar alguna responsabilidad por lo que han forjado pero desafortunadamente no es así, ni ha sido así y por lo que se aprecia tampoco será así en el futuro cercano.

La razón es muy simple: nadie está dispuesto a ‘perder sus privilegios’ (merecidos o recibidos).

El gobierno mexicano no quiere reconocer que el modelo económico denominado neo-liberalismo es un modelo de protección económica gubernamental a los grandes negocios con la absurda pretensión de que algún día, de milagro o como consecuencia de nadie sabe qué, la riqueza de esas corporaciones goteará hacia los pobres.

Y por favor, obsérvese que se dice goteará, no chorreará o algún concepto similar que en este contexto represente abundancia.

Esto equivale a redefinir el bien común como el bien privado de algunos individuos que algún día puede filtrarse hacia los pobres y cuando menos para Gerónimo un sistema que se basa en probabilidades, no puede ser efectivo.

Gerónimo puede indicar algunas características nocivas de este modelo, siendo la primera cuando el derecho a la actividad económica personal es protegida y alimentada por el mismo gobierno violando los derechos de los demás, en segundo lugar, cuando las actividades económicas están sujetas a opresión gubernamental y tercero cuando las causas originarias de la riqueza están controladas por el mismo gobierno.

Veamos un pequeño ejemplo: Los países altamente industrializados, y aun más los negocios que dirigen en gran escala los medios de producción industrial (las compañías referidas como multinacionales o transnacionales), fijan los precios más altos posibles para sus productos, mientras que tratan al mismo tiempo de fijar los precios más bajos para las materias primas, la mano de obra o los bienes semi manufacturados.

En este ejemplo Gerónimo aprecia como esa ’forma de operar’ es una de las causas de una siempre creciente desproporción entre los ingresos nacionales y al mismo tiempo es una de las causas por las que los salarios en los países ‘subdesarrollados’ son tan bajos, pues siempre, en todos los casos, en todos los ejemplos, lo que reciben los trabajadores de los países pobres es con mucho, menor a lo que reciben los trabajadores de esas mismas compañías en los países ricos y todo bajo la protección de los Gobiernos de los países pobres que reciben altas cantidades por los rubros de ‘derechos e impuestos’, y supuestamente, el país se ve beneficiado por la inversión y apertura de nuevas instalaciones fabriles.

Y va un ejemplo: la compañía Nike que vendió miles y miles de zapatos (quizá millones) con la marca Nike bajo la publicidad de que eran los zapatos usados por Michel Jordan, pagaba a las mujeres que fabricaron esos zapatos (en alguna parte de Pacífico dominado por la economía estadounidense) el equivalente a 0.06 centavos de

dólar por par fabricado, mientra al famoso basquetbolista le pagaron más de 20,000,000 de dólares por ‘asociar su nombre a la marca comercial’.

Así es como se hacen los grandes negocios en el mundo globalizado y neoliberal que el Gobierno de México tanto defiende.

De esa manera ¿Cómo es que los trabajadores van a poder ahorrar? ¿Cuándo van a comenzar a ‘gotear’ los dineros de las empresas ricas?

¿Cuándo va a llegar al último rincón de nuestra patria?

A Gerónimo no le extraña que México tenga al 1er millonario del Mundo (Slim), ni tampoco al 7° (el Chapo Guzmán), pues somos un país Increíble y el mismo hecho de que los tengamos muestra y demuestra la falacia del sistema que permite o ha permitido que estos individuos se enriquezcan de tal manera, mientras 100 millones de mexicanos apenas tiene para poder subsistir.

Durante décadas se ha dicho y propagado que México es un país ‘de flojos’ que a la gente ‘no le gusta trabajar’ y quizá en algún momento ese dicho fue cierto, quizá -por cruel que parezca- hasta merecido, pero no deja de ser una exageración.

Como en cualquier parte, es indudable que hay flojos, es indudable que hay gente a quien no gusta trabajar, eso es indiscutible y ni la pena vale tratar de ponerle números, pero es sin duda aunque cierto, igualmente sin duda alguna es exagerado y quizá muy exagerado.

Por el otro lado, pretender que los mexicanos sean como los alemanes, o los japoneses, es otra fábula, Gerónimo ha estado en Alemania y ha visto, gente floja, gente a la que no gusta trabajar al igual que aquí, quizá no sea el mismo número, porque en Alemania tan solo hay 82,000,000 de habitantes mientras que en México hay 128,000,000. (36 % más que en Alemania) y en Japón, más o menos es el mismo número (127,800,000 habitantes), ¡¡ Pero qué diferencia entre países!!!

Como sea, como quiera que la vean, somos 128,000,000 millones de mexicanos y los índices de natalidad y mortalidad han estado más o menos constantes y proporcionales, es decir, a pesar de la pobreza, a pesar de los marginados y de los extremadamente pobres, el mexicano ‘no se muere de hambre’.

Afortunadamente, (en las circunstancias que podrían calificarse como normales) no se ha dado el caso de gente que ‘muera de hambre’ como sucede en otros países de Asia y/o África.

Por otra parte, cualquier día de la semana, en las primeras horas del día, la actividad que se aprecia en las Estaciones del Metro, en las mal llamadas Vías Rápidas, en el Anillo Periférico (o Túnel del Tiempo), es impresionante, no es posible pensar que toda esa gente, que todos esos millones de habitantes se trasladen a otra parte para no hacer nada, para flojear.

Esas personas son las que a pesar de todos los pesares, a pesar de todas las carencias, a pesar de todos los inconvenientes acuden a sus actividades si no con el gusto o el amor al trabajo que se dice caracteriza a otras culturas, si con la continuidad requerida y la cierta puntualidad necesaria.

En estas épocas, ninguna empresa por paternalista que sea o quiera ser, aguantará o soportará empleados que no lleguen a sus labores, empleados que ‘acumulen faltas’ sin tomar medidas al respecto y una de esas medidas es y será ‘el despido’ por mucho que la Legislación del Trabajo sea decididamente obrerista.

Malos, mal pagados, como quieran considerarlos, pero los trabajadores mexicanos si cumplen, el mito de que son flojos o de que no les gusta trabajar es un mal mito como lo es el que todos los mexicanos sean vistos con el calzón, camisa de manta y ancho sombrero de palma con el que se han inmortalizado en las mismas películas mexicanas del Siglo pasado.

México es un país de increíbles contrastes, y uno de ellos en el aspecto económico se puede apreciar alrededor de una actividad deportiva grupal: el futbol.

En México, podrá haber carencias, y muchas, pero todavía hay muchos mexicanos que hacen lo posible y hasta lo imposible por estar en el Estadio y ‘apoyar’ al equipo de su preferencia, aún y cuando -como sucede en todos los países del mundo- los revendedores tengan acaparados muchos boletos para ingresar al Estadio y exista la posibilidad de verlo por televisión.

No es disculpa ni deseo de desviar la atención del punto medular de este escrito, pobreza hay, y desafortunadamente mucha, en niveles que poco a poco van resultando inaceptables para la ciudadanía, pues junto a la pobreza hay otros fenómenos sociales que inciden en la calidad de vida del mexicano.

Ofende a Gerónimo la miopía y sordera del Gobierno que puede iniciar los cambios estructurales que son requeridos, pero que no lo hace ocupado o preocupado por otros aspectos, que de acuerdo a su criterio, tienen prioridad.

En forma especial y muy particular a Gerónimo ofende el miedo del Gobierno a abandonar esquemas que han probado ser obsoletos e inadecuados a las circunstancias que prevalecen en el Siglo XXI, y que tradicionalmente se ha visto obligado a implementar ‘remedios infectivos y temporales’ (aspirinas) para paliar los grandes problemas recurriendo a subsidios, dispensas, exenciones y demás instrumentos demagógicos sin atacar las verdaderas causas de la pobreza y sin reconocer que el mismo Gobierno es una de ellas.

El resultado es que los problemas nacionales se heredan cada seis años, y ningún Gobierno hace nada por resolverlos.

Tal parece que quieren seguir en el Siglo XIX, ni siquiera quieren hacer la transición al Siglo XX ni mucho menos ponerse en el Siglo XXI.

Ejemplo, muy claro y muy lamentable: la actuación del PRI durante 71 años.

Anquilosado, encerrado, sordo, (no miope) ciego a las necesidades del pueblo, dejó transcurrir su etapa histórica en la más absoluta y total mediocridad.

Aún sabiendo que tenían el control económico y político, jamás tuvieron los pantalones de iniciar obras a largo plazo, todos los gobernantes emanado de ese partido, todos, uno tras otro, buscaron su gloria personal, su beneficio (y el beneficio de sus allegados) con escasa o nula ocupación o preocupación por las obras a largo plazo.

Lo que no pudiera ser realizado en su periodo, no tenía cabida en los planes nacionales. Fuera lo que fuera tuviera la importancia o urgencia que fuera: todo se trata con ‘paliativos’, y debemos decir que para eso, el Gobierno mexicano se pinta solo, ha encontrado muchas formas de darle la vuelta al asunto, sin resolverlo apoyado en las minorías que lo siguen apoyando con total y absurdo descuido de la ciudadanía que lo sigue tolerando.

Mala pésima costumbre que nos ha llevado a las circunstancias actuales, a las condiciones absurdas en las que se lleva a cabo la actividad política nacional, con las negativas consecuencias económicas.

Desgraciadamente, el sistema que dejaron, lleno de lagunas y carencias, no ha podido ser superado por quienes les siguieron en la administración de los destinos del país, en 12 años no se va ni corregir ni a destruir los 71 años de errores consecutivos ni a establecer un nuevo sistema, y mucho menos cuando el Gobierno en turno, no tiene mayoría partidista en el Congreso.

¿No resulta absurdo?

El Presidente es Presidente porque se supone que tiene el apoyo de la mayoría de la población, pero como no tiene el apoyo de la mayoría del Congreso, (Poder Legislativo) no puede gobernar. Y el Poder Judicial se debate en medio de una mediocridad insultante para el ciudadano.

¿No es absurdo?

Si lo es, pero también es la realidad legal, política y económica que vivimos.

Estas consideraciones conducen a Gerónimo a afirmar que si bien el Gobierno de México es un Gobierno rico, no es un Gobierno fuerte.

Y no es fuerte porque las minorías, algunas ridículas minorías son las que tienen ‘la fuerza’ en el país.

Quizá la minoría más fuerte es la minoría que conforma los partidos políticos, y debemos dar gracias a Dios que están desunidos entre si y además con fuertes discrepancias internas, que si no estaríamos mucho peor de lo que estamos.

Otra minoría muy fuerte es la que (como derivación de la anterior) constituye los 500 Senadores y Diputados que solamente representan una erogación inconcebible y que son el obstáculo más grande y visible para el progreso del país.

Innecesarios 500 elementos que bien podrían reducirse a 32, pero, eso ya será otro asunto que merezca escribir al respecto.

Un común denominador de estas dos situaciones mencionadas anteriormente es que estos elementos representan un gasto a cargo del Erario Federal, gasto que igualmente es innecesario, y al decir Erario Federal en realidad estamos diciendo nuestros impuestos, impuestos ciudadanos mal aplicados.

Ejemplo, (uno más), el tan traído y llevado pero no resuelto asunto del ‘fuero’ constitucional.

Gerónimo tampoco va a entrar a analizar este asunto, como ciudadano le parece que el fuero debería ser derogado, no debería haber fuero, el fuero ha hecho, de echo, dos categorías de ciudadano cuando deberíamos ser democráticamente iguales.

Los ciudadanos de primera son los que gozan de fuero, los de segunda somos todos los demás.

Una vez más, se muestra y demuestra el dominio de las minorías en lo que debería ser el dominio de la mayoría.

El fuero es un privilegio concedido por la Constitución que en opinión de Gerónimo ya no tiene razón ni sustento para seguir siendo otorgado a nadie.

En su muy particular opinión, ni siquiera el Presidente de la República debería tener fuero.

El Presidente de la República es el primer mandatario de la nación, no su amo, ni su dueño, sino el primer servidor público y por lo mismo no debería tener fuero ni debería gozar de impunidad.