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La Familia en México Actual. Introducción
En este trabajo se pretende abordar algunos conceptos y recopilar argumentos y
estadísticas respecto a la organización y funcionalidad de las familias mexicanas,
analizando los aspectos que han llevado a la transformación de ellas en nuestro país,
las problemáticas que acontecen día a día en ellas y los retos que enfrenta por la lucha
de su propia supervivencia, en una cultura que tiende cada vez más al individualismo y
la ambición por el “querer hacer”, más que por el mismo “querer ser”.
Como país sin duda hemos evolucionado en diversos aspectos: económicos,
tecnológicos, ambientales, artísticos, sociales, etc, pues si bien es cierto que hemos
conseguido crecer y hacernos notar como una nación mucho más constructiva, capaz,
autosuficiente, igualitaria, creativa y rica en recursos, el propósito de este escrito es
cuestionar si estos avances de verdad se ven reflejados al interior de nuestros
hogares?
Somos un país que por mucho ha sido considerado como tradicionalista, de muchos
conceptos ambiguos y de principios conservadores, pero sin duda nos ha distinguido
también como una nación cálida, afectiva y hospitalaria con mucha riqueza humana, es
por eso que el principal objetivo será reflexionar si lo que estamos construyendo como
imagen con nuestra participación global en estos tiempos de modernidad y acelere
consumista no esta dejando de lado la esencia de los mexicanos?.
Para ello será indispensable hacer una introspección a nuestra sociedad y por ende a
lo que hemos considerado como la célula y base fundamental de ella; La Familia.
Desarrollo
Conceptos de Familia:
El término familia procede del latín famīlia, "grupo de siervos y esclavos patrimonio del
jefe de la gens", a su vez derivado de famŭlus, "siervo, esclavo", que a su vez deriva
del osco famel. El término abrió su campo semántico para incluir también a la esposa e
hijos del pater familias, a quien legalmente pertenecían, hasta que acabó reemplazando a gens. Tradicionalmente se ha vinculado la palabra famŭlus, y sus
términos asociados, a la raíz fames («hambre»), de forma que la voz se refiere, al
conjunto de personas que se alimentan juntas en la misma casa y a los que un pater fa-
milias tiene la obligación de alimentar a sus hijos.
Según la Real Academia Española tiene varios conceptos para este término, siendo
los principales para este tema los siguientes:
1. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas.
2. Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje.
3. Hijos o descendencia.
Para la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 16, es el
elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, tiene derecho a la protección
de la sociedad y del Estado.
Para nuestro Derecho Civil mexicano, en sentido amplio, familia es: conjunto de las
personas que descienden de un tronco común y que se relacionan entre sí por el matri-
monio y la filiación, en sentido estricto: grupo formado por los padres y sus
descendientes, o hasta más restringidamente todavía, por los padres y sus hijos
menores. Conjunto de personas que, descendiendo de un tronco común, se hallan
unidos por los lazos del parentesco.
Si se continúa con una búsqueda al respecto, encontraremos que derivado de la natural
evolución humana y los cambios que hemos experimentado a nivel mundial este
término ha tenido que adaptarse también según los cambios de vida y pensamiento que
hemos adoptado, surgiendo derivaciones e incluso la realización de una clasificación tal
como:
La familia nuclear, extensa, monoparental, ensamblada, homoparental, etc.
Estadísticas de la familia en México.
• La población mexicana se agrupa fundamentalmente en hogares familiares:
97.9 millones de personas, que representan 97.7% de la población total,
forman grupos donde los miembros tienen relaciones de parentesco con el
jefe del hogar.
• En promedio cada familia mexicana está conformada por 4.3 integrantes.
• De las familias mexicanas, 79.1% tiene como jefe a un varón y 20.9% a una mujer.
• La forma de agrupación predominante en México, es la familia integrada por el jefe,
la
cónyuge y los hijos (67.5%), le sigue la constituida por uno de los padres y sus hijos
(17.9%) y las parejas sin hijos, sea porque los hijos ya salieron del hogar de origen o
porque la pareja no ha tenido descendencia (11.1%).
• En las parejas conyugales donde ambos participan en el mercado laboral, los
varones dedican a esta actividad 51 horas con 42 minutos semanalmente y
las mujeres 37 horas con 18 minutos; mientras al trabajo doméstico las
mujeres destinan 54 horas y 24 minutos, y los hombres 15 horas y 18
minutos.
La familia es el ámbito primario en el que la población se agrupa y organiza. En ella las
personas nacen
y se desarrollan, comparten sus recursos y satisfacen sus necesidades esenciales,
también exhiben solidaridades afectivas así como problemas y conflictos.*
*FUENTE: INEGI. II Conteo de Población y Vivienda 2005. Base de datos.
PARA REFLEXIONAR.
Queda claro que cualquiera que sea el concepto o la estadística a analizar, la dinámica
de familia implica sin lugar a dudas el establecimiento de reglas de convivencia, siendo
el lugar de enseñanza-aprendizaje más sensible con que contamos y también se puede
notar que es muy amplio el debate que se puede generar entorno a dichas definiciones,
ya que en nuestros días y gracias a las libertades de las que gozamos podemos optar
por una ideología liberal y postmodernista, que proteja a la familia cualquiera que sea el
vínculo que los une con el sólo hecho de “vivir juntos” o bien seguir acogiendo los
conceptos tradicionales que apuestan y defienden el concepto clásico de la familia
constituida fundamentalmente a base de padres e hijos fruto del matrimonio.
Sin embargo, cualquiera que sea nuestra postura ideológica al respecto, no podemos
dejar de lado la trascendencia que tiene para un país, lo que en este núcleo se enseña;
y es que pareciera que avanzar en este mundo globalizado, mercante, industrializado y
moderno nos esta implicando la pérdida de conciencia respecto a lo que se inculca al
interior de cada familia, pues hemos dejado de protegerla y darle el lugar de prioridad
que debe ocupar al ser esta tan mencionada “célula”, que bien puede estar enferma de
un “cáncer terminal” y pareciera poco importar a la mayoría de nosotros.
Enferma por qué? Porque esta célula, reproducida y observada desde donde se vea, la
encontramos con múltiples síntomas que hacen evidente la desatención a la que hemos
llegado, síntomas tales como:
Desintegración, violencia, delincuencia, adicciones, suicidios, violaciones, abortos, hijos
abandonados, adolescentes embarazadas, paternidades no reconocidas ni
responsables, desordenes alimenticios, depresiones, rebeldías, insubordinaciones,
engaños, abuelos maltratados, hijos mal agradecidos, uniones sin compromisos,
deslealtades, etc.
Si bien es cierto que no es sólo uno el factor que afecta para desencadenar todos estos
problemas que enfrentamos, no podemos negar que es urgente voltear a ver lo que se
inculca y aprende desde el lugar en que nacemos, donde aprendemos esos principios
básicos que nos forman como seres humanos y que nos distinguen de cualquier ser
vivo que se mantiene unido a otro sólo por razón de conveniencia, sea para provisión o
protección para su propia supervivencia, sino para hacernos consientes y responsables
de que somos seres sociales y estamos llamados a crecer y evolucionar para entregar
una sociedad mejor de la que recibimos.
También es cierto que los ritmos de trabajo, las necesidades económicas y el cambio
de pensamientos, nos han llevado a dejar de lado los roles tradicionales de un padre
que provee recursos económicos y una madre que atiende solamente el hogar, pero no
podemos dejar de reconocer que éstos son elementos que por naturaleza requerimos
para la sana formación de nuestra personalidad, nuestra estabilidad económica y
emocional, con la adecuada autoestima, educados, formados y preparados para
enfrentar al mundo, ni tampoco puede ser ese el pretexto para dejar de contar con
alguien que se preocupe por proveer, pero no sólo los recursos materiales; sino
también el afecto, la seguridad, la comunicación, la protección, atención de la salud, los
valores sociales, culturales y laborales, que fomente y ejemplifique la práctica de la
verdad, el compromiso, la responsabilidad, honestidad, humildad, comprensión,
gratitud, empatía, amabilidad, etc; pues al contar con ello resultaría casi en una
operación de lógica que tendríamos ambientes mucho mas cálidos generados desde el
hogar, y que serían transmitidos y reproducidos en cualquiera de nuestros entornos, ya
sea escuelas, empresas, oficinas o vías públicas, necesitamos influir y formar
pensadores más humanos y menos automatizados, interesados en el querer hacer y
tener pero también en el ser.
Y es que la falta de conciencia de ello podría llevarnos a simplificar de tal manera a las
familias, reduciéndolas a simples uniones de personas que duermen bajo un mismo
techo, como si se tratara simplemente de una comunidad de gente que cohabita en un
albergue u hotel de lujo, según sea el caso, pues la desintegración de la familia y la
falta de formación para el bien común de las personas no distingue los niveles ni
potenciales económicos con que contemos.
Un factor fundamental en esta transformación de la dinámica de familia sin duda esta el
desapego aparente entre la mujer y la atención personal del hogar y los miembros de la
familia ya que ha sido incorporada al mundo laboral de manera abrumadora y la
igualdad de género por la que se ha luchado ha hecho que tengamos aparentemente
una sociedad mas igualitaria, sin embargo parece ser que más bien se traduce en una
sobrecarga de trabajo que bien pudiera estar contribuyendo más al colapso de una
sociedad que a su propia superación, según el punto de vista en que lo veamos pues
pese a que se ha vuelto sin duda más productiva, la realidad es que no ha contribuido
en mucho a moldear ni avanzar en la transformación de una verdadera mentalidad de
reciprocidad de género, tal como lo afirma en su escrito “ESTADÍSTICAS A
PROPÓSITO DEL DÍA DE LA FAMILIA MEXICANA” DATOS NACIONALES, el
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA, GEOGRAFÍA E INFORMÁTICA, con datos
de su Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo 2002, en el rubro sobre
PARTICIPACIÓN DE LAS PAREJAS CONYUGALES EN EL TRABAJO DOMÉSTICO Y
PARA EL MERCADO:
Debido a los papeles socialmente asignados a mujeres y hombres, ha correspondido a
las mujeres la realización del trabajo doméstico y a los hombres el trabajo para el
mercado. Sin embargo, estas dos labores se comparten cada vez más entre las
parejas aún cuando su distribución sea desigual.
En las parejas conyugales donde sólo el hombre labora para el mercado, éste dedica a
esa actividad casi 51 horas a la semana en promedio, y destina poco más de 12 horas
al trabajo para el hogar, lo que en conjunto suma 63 horas semanales.
En cambio, las mujeres de estas parejas destinan 73 horas y 42 minutos
semanalmente a las tareas domésticas. Comparativamente las mujeres en este tipo de
parejas trabajan arriba de 10 horas más que los hombres.
La participación de las mujeres de estas parejas en los trabajos domésticos es mayor
en actividades como la limpieza de la vivienda (99.3%), cocinar o preparar los
alimentos (96.8%) y en el aseo de la ropa y calzado de los miembros del hogar
(96.7%); además, son las actividades a las que destinan más tiempo semanal, 20
horas y 48 minutos, 15 horas y media y 10 horas, respectivamente.
El cuidado de los niños y familiares lo realiza 65% de las mujeres y de manera
exclusiva le dedican 16 horas con 18 minutos. En cambio, los varones de estas parejas
participan en menor proporción que las mujeres en casi todas las tareas domésticas y
les dedican menos tiempo; destacan el cuidado de niños o familiares, en el que
emplean 7 horas con 24 minutos, así como el aseo de la vivienda y el preparar los
alimentos, a los que destinan 3 horas y media por semana, para cada una.
En las parejas conyugales donde el hombre y la mujer participan en el mercado laboral,
los varones dedican a esta actividad 51 horas con 42 minutos semanalmente y las
mujeres 37 horas con 18 minutos; mientras que al trabajo doméstico las mujeres
destinan 54 horas y 24 minutos y los hombres 15 horas y 18 minutos, es decir, ellas
trabajan casi 37 horas más que los hombres. En consecuencia, para la realización
semanal de los trabajos domésticos y para el mercado las mujeres ocupan casi 92
horas, mientras los hombres destinan 67 horas.
Prácticamente todas las mujeres de este tipo de parejas realizan la limpieza de la
vivienda (98%), el aseo de la ropa y calzado (96.4%) y la preparación de alimentos
(92.8%), actividades a las que destinan en promedio 15 horas, 8 horas con 24 minutos
y 12 horas, respectivamente; asimismo 61.5% cuida a los niños y familiares del hogar
durante 12 horas con 24 minutos. Los varones tienen menor participación en casi todas
las tareas domésticas y les dedican menos tiempo que las mujeres, ocupando la
mayoría del mismo en el cuidado de niños (7 horas y 54 minutos), el aseo de la casa y
a cocinar (4 horas y 18 minutos en cada una).
Esto muestra que la mujer al participar en el mercado laboral aumenta la cantidad de
trabajo que realiza al día, asume el papel de proveedor del hogar pero continúa con la
responsabilidad del trabajo para los integrantes del hogar; en cambio el varón de este
tipo de parejas prácticamente no modifica su aportación de trabajo doméstico.
Por lo anterior es posible pensar que esta sobrecarga de trabajo que sin duda vivimos
hoy en día tanto hombres como mujeres pudiera estar produciendo consecuencias más
graves de lo que creemos ya que al dejar principalmente estas últimas un poco o
mucho desatendidas áreas que son estratégicas para la conservación y buen
funcionamiento de cualquier hogar compuesto de la manera que se prefiera con
actividades tales como la educación en valores, la disciplina a los hijos, el cuidado a los
enfermos, la preparación de alimentos, atención de necesidades emocionales y
solución de conflictos etc, se deja un vacío muy significativo en la formación de los
ciudadanos y no porque sean funciones que le competen de forma exclusiva a la mujer
o porque se encuentre incapacitada para desarrollarse y sobresalir en cualquier área
que se proponga, sino porque simplemente ha sido diseñada generalmente con ese
perfil y en realidad son los ámbitos donde mejor se desenvuelve y las funciones que
mejor realiza también en el ambiente laboral pero que paradógicamente son las que ha
dejado de ejercer en su propia casa, y por lo cual tampoco se hace difícil pensar en un
aumento de divorcios, infidelidades y rupturas emocionales como consecuencia del alto
stress que se experimenta dentro de un mismo núcleo familiar y con la cada vez menos
convivencia y comunicación armónica producida por un cansancio agotador fruto de las
largas rutinas motivadas por el ritmo consumista en el que nos hemos envuelto.
Conclusión
No podemos dejar de mirar el origen que nos sostiene por el afán de ambicionar una
vida más cómoda, placentera, globalizada y modernizada, pues es de vital importancia
afirmar las cualidades de carácter que nos definen como sociedad, podemos alcanzar
las metas propuestas dando un justo equilibrio en nuestras prioridades, teniendo
presente que lo único seguro es que nuestra existencia pasará y la huella más sólida
que sin duda dejaremos será la que quede en aquellos de quien nos rodeamos
primordialmente y a quienes debemos la gratitud del ser, nuestra familia, sea cual fuere
el contexto en el que nos hayamos formado, pues si existieren más tiempos de
pláticas, comidas compartidas, mentes relajadas, menos niños educados por la
televisión o el internet, creando más espacios para dialogar, reír, desintoxicarnos un
poco de la tecnología, apreciar las artes, etc, sin duda construiríamos ambientes más
tolerantes, mentes más creativas y líderes más diligentes y con mayor autoridad moral.
Por qué elegí este tema?
Estudié la carrera de Derecho y aunque no la ejercí siempre me ha interesado el tema
sobre derecho de familia, me inclino a pensar que como mujeres tenemos un papel
fundamental en la formación de mejores seres humanos y también he tenido mucha
carga respecto a las familias disfuncionales que cada vez existen más y me toca ser
testigo de las consecuencias que esto trae principalmente a los niños, además de que
me siento muy agradecida y afortunada por no haber sido nunca parte de esta
problemática que tanto lastima a nuestra sociedad.
De dónde partí para empezar?
Tuve recientemente que hablar con un sobrino al respecto de este tema, pues ha sido
muy lastimado a causa de muchas de las situaciones negativas que menciono en mi
escrito y se me ocurrió a partir de ello poder investigar respecto a la estructura de las
familias actuales y los diversos conceptos que pudieran estar influyendo para cada vez
más desintegración familiar, ese fue el punto para partir.