voluntariado y prisión

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    5.VOLUNTARIADO Y PRISIN

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    5.1. El voluntario

    5.1.1. Ser voluntario

    Un cuento

    Carta del 21 de enero:

    Hoy he encontrado, junto al muelle, a un hombre que pasa hambre...

    Carta del 8 de febrero: Recuerdas a aquel hombre del que te habl? Raquel y yo hemos decidido acercarnosal muelle una vez al da y darle algo de pescado que comer.

    Carta del 15 de febrero:...Continuamos visitndole (...) con la comida diaria. Tememos, al mismo tiempo, que

    llegue el da en que no podamos acercarnos hasta all y el hombre del muelle se quedesin su pez. l nos lo agradece. Sus mejillas empiezan a recuperar color. Le vemos algoms fuerte. Alguna noche le hemos invitado a casa a cenar con la familia. Es bastantetmido (...).

    Carta del 10 de marzo:

    Raquel y yo hemos decidido comprarle una caa de pescar. Le pensamos regalar unmanual, comprensivo y a todo detalle, sobre aparejos y tcnicas de pesca. Raquel erauna aficionada hace algunos aos y se ha comprometido a pasar unos das a la semanapara ensear al hombre del muelle a pescar. Dicen que el ro est lleno de peces. Noso-tros creemos que en poco tiempo sabr autoabastecerse de pescado. Podr conseguircomida por su cuenta y quiz algn dinerillo con la venta de la pesca sobrante.

    Carta del 23 de marzo:

    Surgen los problemas. Al hombre del muelle de nada le ha servido aprender a pescarpara prescindir de nosotros. Necesita una licencia y no s qu otros papeles para podercoger peces del ro. Los permisos cuestan un buen dinero y no tiene con qu pagar.Hemos sabido que la explotacin del ro es exclusiva del municipio y no se puede pescarall sin los dichosos papeles en regla.

    Carta del 25 de marzo:

    Ms problemas: la polica local pill al hombre del muelle pescando sin licencia y ahorase encuentra retenido. La fianza (o la multa, que no me he enterado muy bien de qu vala cosa) no es muy barata que se diga. Vamos a intentar costersela. La gente del pue-

    blo va diciendo de l que ha intentado aprovecharse de la comunidad, que es un ladrn yque le est bien merecido (...)

    Carta del 29 de abril:Otra complicacin, y esta parece grave. Te cont que el hombre del muelle sali deprisin y se hizo con los permisos de pesca necesarios? Pues de nada le sirven: la fbri-ca de plsticos del pueblo, ro arriba, ha contaminado las aguas y todos los peces del rose han muerto. No queda ni uno y la visin resulta desoladora. Dicen que no volver ahaber pesca hasta dentro de diez aos o as. La industria pagar una multa astronmica(de sobra se lo podr permitir), adquirir no s qu filtros para residuos y seguir produ-ciendo...

    Carta del 30 de abril: (...) El hombre del muelle vuelve a pasar hambre.

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    DOCUMENTO

    El trabajo social voluntario es un fenmeno social siempre presente en el devenir social, pero con numerables altibajos. En laltima dcada del siglo XX fue "un valor en alza". Se pas de un fenmeno desconocido en los aos 70 a un "hecho de mo-da" en los aos 90. Al comienzo del siglo XXI, la efervescencia del voluntariado va sufriendo los avatares de cualquier moday vuelve a ser un fenmeno valorado y tenido en cuenta, pero sin grandes pretensiones. Si nos preguntamos el por qu de estaevolucin en las dos ltimas dcadas, encontraremos fcilmente algunas razones:

    La actual situacin socio-econmica de muchos pases hace que las personas se encuentren con ms tiempo libre (jvenesque se incorporan cada vez ms tarde al mercado de trabajo; personas adultas con jubilaciones anticipadas, etc.). Hoy, lasnuevas tecnologas, al disminuir notablemente la duracin de la jornada laboral, han creado las condiciones materiales paraque pueda desarrollarse el voluntariado.

    El trabajo voluntario, desde una perspectiva econmica, representa una importante reduccin de los costos y, en consecuen-cia, hace posible que la mayor parte del presupuesto de una institucin revierta directamente sobre los grupos carenciales (locual, por desgracia, no siempre ocurre).

    No es, sin embargo, el aspecto econmico, el ms importante, sino el hecho de que el voluntario sea, en medio de nuestromundo competitivo y pragmtico, portador de una "cultura de la gratuidad". Lo normal es que los voluntarios sean ciudada-nos movidos por el desinters personal ms absoluto y, en este caso, equivalen a un grito a favor de la fraternidad en mediode nuestro mundo. Ellos deben ser un testimonio viviente de aquellas palabras del Seor Jess: "hay ms dicha en dar que enrecibir" (Hch 20, 35).

    La crisis del estado de bienestar. El Estado Protector, que proporcionaba a los ciudadanos todo lo que necesitaban para vivirdignamente, hoy se encuentracon presupuestos muy recortados para dispensar los Servicios Sociales.

    El despertar de la conciencia ciudadana a la participacin e implicacin en los problemas de la comunidad....

    De un modo general, podemos decir que el Voluntariado ha surgido all donde se han detectado necesidades sociales y dondelos propios afectados no han podido o no han sabido organizarse para pedir sus derechos o cambiar una realidad que era unobstculo a su crecimiento.

    Las Asociaciones Voluntarias han surgido a travs de los aos, no como elementos artificiales, sino como respuesta espont-nea a las demandas de los grupos menos odos. Estas Asociaciones han sido un factor de cambio en muchas ocasiones. Basterecordar que lo que hoy son servicios sociales en casi todos los pases occidentales fueron en un principio tareas de Volunta-rios. La realidad de hoy, tambin demanda la intervencin del Voluntariado:

    Dbil tejido social.Servicios sociales precarios.

    Crecimiento de la pobreza.Desempleo masivo.Sectores con necesidades especiales: ancianos, menores, jvenes. Extranjeros. Minoras tnicas. Minusvlidos. Presos. Dro-gadictos. Alcohlicos. Mujer marginada. Insensibilidad social

    5.1.2. Declogo para una bsqueda

    Tomado de Joaqun Garca Roca, Solidaridad y voluntariado, Ed. Sal Terrae, 1994.Garca Roca pretende en primer lugar realizar una visita guiadapor los territorios dela accin voluntaria y en este sentido posee un innegable inters sociolgico. Sitaal voluntario en un horizonte nuevo, abre ventanas y le da elementos crticos parapoder entrar en este mundo, tan a menudo desconocido. El libro resulta gua yacompaamiento; adems de alentar, da pautas para la reflexin y accin. Lo reco-mendamos y queremos transcribir el siguiente declogo con que termina el libro.

    1. El voluntariado necesita descubrir la complejidad de los procesos sociales; unaidea simple es una idea simplificada. Los problemas sociales tienen la forma de latela de araa: estn tejidos por multitud de factores. Saber estar en una sociedadcompleja disponiendo de una buena informacin es una cualidad esencial del vo-luntariado hoy.

    2. El voluntariado slo tiene sentido cuando no pierde de vista el horizonte de la

    emancipacin. Es necesario darle ternura a un enfermo terminal o acoger a unapersona que lucha contra su adiccin, pero ello slo merece la pena si es un pa-

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    5.2. El tren del voluntario

    Sin duda vivimos tiempos de fuertes cambios culturales y sociales que afectan al mundo del voluntariado. La

    cultura postmoderna, la legislacin sobre el voluntariado, la nueva moda solidaria afecta de lleno a las personase instituciones que andamos en esto del voluntariado. Y esa realidad cambiante hay que conocerla para mejorsituarse. Con todo, unos ignoran esa nueva realidad, otros se retiran, algn otro la niega...

    A travs de esta dinmica pretendemos situarnos en lo que est pasando a nuestro alrededor y en lo que nos estpasando a nosotros respecto a esa realidad que se mueve bajo nuestros pies, y que no la podemos controlar. Esuna dinmica que busca el dilogo abierto y el debate de ideas y posicionamientos personales.

    5.2.1. PARABOLA DEL TREN

    El tren avanza rpido. Sin detenerse, hacia su destino...En el tren se est viviendo un drama: el drama de la humanidad.

    Gente de toda raza. Gente que habla y gente que calla.Gente que trabaja y gente que dormita. Gente que come y gente que bebe.Gente que mira el paisaje. Gente que habla de negocios, preocupados.Gente que nace y gente que muere.Gente que ama y gente que odia sin querer revelarlo.Gente que discute la direccin que lleva el tren: "Este tren se equivoca".Gente que cree que el tren ha descarrilado.Gente que protesta contra el mismo tren: "No tendra que haber ms trenes".Gente que est pensando en trenes ms rpidos.Gente que no se hace problema del asunto: "Ya llegaremos, nos lleva el tren".Gente que corre angustiada hacia los vagones delanteros, como para llegar los primeros.Gente desconcertante que huye hacia el vagn de cola,

    como si quisiera escapar del mismo tren.Y el tren sigue corriendo, como si nada pasara.Los lleva a todos, a unos y a otros, sin distincin...

    L. Boff

    Primera

    Repartimos en una hoja "La parbola del tren". Como tal parbola tiene muchasaplicaciones; puede leerse pensando en la realidad global de nuestro mundo, en el"progreso econmico" que se alimenta desde el Norte del planeta, etc. Nosotros lovamos a referir al mundo del voluntariado.

    Podemos leer cada uno en silencio la parbola y, a continuacin, para fijar mejor la atencin, podemosleerlo en voz alta, repartindose el texto entre dos personas, por ejemplo:

    En un primer momento, el animador puede invitar al grupo a que exprese su identificacin inicial repi-tiendo en voz alta aquella frase del texto con la que ms est de acuerdo.

    Tras este momento inicial, sera oportuno realizar un primer dilogo sobre esasidentificaciones iniciales. En qu estamos de acuerdo; en qu no. Tenemos todos/asla misma valoracin sobre la marcha y la direccin del "tren" del voluntariado?Importa esclarecer al mximo las razones y argumentos que damos y en los quefundamentamos nuestras posiciones. Nos posicionamos desde argumentos slidos o a

    partir de experiencias espordicas que van en una determinada direccin

    Hay tres valoraciones fundamentales sobre la marcha del tren: "Este tren se equivoca"; "no tendra quehaber trenes"; "ya llegaremos, nos lleva el tren". Apuntamos alguna nueva valoracin global? Con qu

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    frase-valoracin nos quedaramos como animadores del voluntariado? Con qu frase creemos que sequedaran los/as voluntarios/as con los que estamos?

    Segunda

    Ahora estamos ya montados en el "tren del voluntariado"; seguimos charlando animadamente sobre este mundi-llo en el que nos encontramos. Nos imaginamos que, en un momento dado, pasa el revisor, y queda sorprendidopor la conversacin que tenemos. A l le interesa el tema y promete regresar en cada parada y realizarnos alguna

    pregunta que le interesa. Conversemos.1 estacin: el revisor nos pregunta: por qu empezis en esta cosa del voluntariado? Creis que otros volunta-rios tienen las mismas motivaciones?2 estacin: el revisor se incorpora de lleno al "tren del voluntariado": oye, y quin va en la locomotora de estetren?; estis de acuerdo con ello?3 estacin: de nuevo, el revisor insiste: y en el tren del voluntariado hay vagones de primera y vagones de se-gunda?4 estacin: se acerca el final del trayecto y el revisor nos busca preocupado: habis pensado cul es el punto dellegada del tren del voluntariado?, los voluntarios montan en este tren para pasearse un rato o para llegar a al-gn lugar?, y vosotros/as?

    5.3. El voluntario cristiano

    5.3.1. El secreto de la felicidad

    Nos vamos a servir en esta dinmica de un texto de Paulo Coelho. En l se nos va a invitar al doble ejercicio deaccin-contemplacin.

    Cuento

    Cierto mercader envi a su hijo a aprender el Secreto de la Felicidad junto al ms sabio de todos loshombres. El muchacho anduvo durante cuarenta das por el desierto, hasta llegar a un hermoso casti-

    llo, en lo alto de una montaa. All viva el Sabio que el muchacho buscaba.Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro hroe entr en una sala y vio una activi-

    dad inmensa; mercaderes que entraban y salan, personas que conversaban por los rincones, una pe-quea orquesta tocaba suaves melodas y haba una mesa cubierta con los platos ms deliciosos de

    aquella regin del mundo. El Sabio conversaba con todos, y el muchacho tuvo que esperar dos horashasta llegar a ser a su vez atendido.

    El Sabio escuch con atencin el motivo de la visita de muchacho, pero le dijo que en aquel momentono tena tiempo para explicarle el Secreto de la Felicidad. Sugiri que el muchacho se diese un paseo

    por su palacio y volviera al cabo de dos horas.Mientras tanto, quiero pedirte un favor concluy el Sabio, entregando al muchacho una cucharitaen la que dej caer dos gotas de aceite, mientras vas caminando, lleva esta cucharita sin dejar que sederrame el aceite.El muchacho comenz a subir y bajar las escalinatas del palacio, manteniendo siempre fijos los ojos enla cucharita. Al cabo de las dos horas, volvi a la presencia del Sabio.

    Entonces pregunt el sabio, viste las tapiceras de Persia que hay en mi comedor? Viste el jar-dn que el Maestro de los Jardineros tard diez aos en plantar? Reparaste en los bellos pergaminosde mi biblioteca?

    El muchacho, avergonzado, confes que no haba visto nada. Su nica preocupacin era no derramarlas gotas de aceite que el sabio le haba confiado.Vuelve, pues, y conoce las maravillas de mi mundo dijo el Sabio. No puedes confiar en un hom-

    bre si no conoces su casa.Ya ms tranquilo, el muchacho cogi la cucharita y volvi a pasear por el palacio, fijndose esta vez entodas las obras de arte que pendan del techo y de las paredes. Vio los jardines, las montaas en derre-dor, la delicadeza de las flores, la exquisitez con que cada obra de arte estaba colocada en su sitio. Alregresar al lado del Sabio, relat con pormenores todo lo que haba visto.Pero, dnde est, las dos gotas de aceite que te confi?- pregunt el Sabio.

    Mirando hacia la cucharita, el muchacho se dio cuenta que las haba derramado.Pues ste es el nico consejo que tengo para darte dijo el ms Sabio de los Sabios. El secreto dela felicidad est en mirar todas las maravillas y no olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cu-charita.

    (P. Coelho)

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    5.3.4. Peligros en los que caemos frecuentemente:

    Prdida de memoria histrica: el pensar que con todo el movimiento del voluntariado estamos inventando lasolidaridad.

    La aconfesionalidad y el carcter apoltico en el que ponen acento muchas ONGs es un rasgo postmodernoque no responde a la realidad. Nadie puede ser neutral, ni poltico, ni aconfesional.

    Desvincular el trabajo de la solidaridad. Existe una propuesta del voluntariado del tiempo libre. Hay quetrabajar para comer y tener tiempo libre para dedicarlo a la solidaridad, a jugar al ftbol o a tocar en un grupo demsica o a visitar centros comerciales. Qu ms da! El trabajo, por poco solidario que sea, se reviste as dedignidad porque nos va a permitir despus hacer voluntariado.

    Individualizacin del concepto de pobreza. La pobreza es fruto de las estructuras sociales, econmicas, polti-cas y religiosas que sirven slo al bien de unos pocos. Sin embargo, la mayora de las definiciones de pobrezaque nos encontramos hablan de un individuo pobre.

    Preocupacin por los problemas de otras partes del mundo y total desvinculacin de los problemas de nues-tro mundo.

    Prdida de utopa. Cmo enfrentarnos a un sistema si partimos de la base de que ya no se puede hacer nada,que gan el mercado, que llegamos al fin de la historia (Fukuyama)?

    Convertimos la accin en agitacin. No podemos movernos por la inercia de lo que nos dicten los medios demanipulacin social. Hoy toca Irak, maana vendr Kurdistn y el pasado... Para Mounier (hace ms de 60 aos)la urgencia de la realidad es una traicin misma a la accin.

    Suponemos demasiado... Que slo con buenas intenciones va a solucionarse el mundo, que todos somos estu-pendsimos...

    5.3.5. Y surgen preguntas:

    - Por qu se toma el sistema tantas molestias? No sera ms lgico esconder la pobreza y no mostrarla animan-do a la sensiblera?

    - Que hay detrs de todo esto para que se tomen tantas molestias en decirnos qu y cmo tenemos que actuar?

    Visto as, parece claro que el sistema neoliberal ha hecho una apuesta por un voluntariado que no cambie nada,deje las cosas como estn y anime a la gente a hacer algo que no moleste. Mientras la alternativa vengapropuesta por el sistema, est claro que no ser alternativa. Estamos dispuestos a hablar, soar, hacer... otrapropuesta? Delante de la realidad de los pobres vale poco la lgica del voluntariado. Y no porque menosprecie-mos el valor de lo pequeo, sino porque dentro de su lgica no tiene en cuenta la asignatura que tenemos pen-diente: transformar la sociedad.

    5.3.6. Es posible una visin positiva del voluntariado

    El voluntariado requiere una mstica, es decir un espritu que d sentido pleno y fuerza definitiva a las acciones

    voluntarias. El P. Jaramillo ve este espritu en la mstica de la gratuidad. Segn l, el voluntariado es la expre-sin de un modo nuevo de ser hombres y mujeres, as como la concrecin de un modo nuevo de hacer.

    Aunque se pueda discutir si es correcto hablar de un voluntariado cristiano, lo que s se puede afirmar conplena objetividad es la existencia de voluntarios cristianos. Muy brevemente recordamos aquellos factores de lafe que proporcionan apoyo a la opcin del voluntariado:

    La tradicin cristiana, y de modo especial la tradicin bblica, ofrece un lenguaje de compasin y de aperturaal otro que tiene un papel importante a la hora de dar sentido a la experiencia de la accin voluntaria.

    El privilegio epistemolgico de los pobres que est incluido en la definicin del voluntariado social, quedabien enmarcado y justificado en el principio cristiano de la opcin preferencial por el pobre.

    La pertenencia a una comunidad hace que el voluntariado creyente sienta y viva su accin solidaria con unfuerte sentido comunitario, venciendo as las tentaciones del individualismo que acechan a la opcin del volunta-riado.

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    El voluntariado autntico est alejado de concepciones benficas y paternalistas de la accin social, aunquea veces la opinin pblica tienda a entenderlo desde esos esquemas. Como dice claramente Juan Pablo II en suencclica Sollicitudo Rei Socialis (1987): La solidaridad no es un sentimiento superficial y vago por los malesque sufren tantas personas cercanas y lejanas. Al contrario, es la determinacin firme y perseverante de trabajarpor el bien comn, es decir, por el bien de todos y cada uno, porque todos somos de verdad responsables detodos. En nuestro mundo se necesitan cambios sociales, no slo superficiales, sino estructurales, cambios que,partiendo de lo ms profundo de nuestro ser, vayan transformando nuestra sociedad.

    5.3.7. El voluntariado ha de insistir en crear ciudadanos:

    Crticos ante el sistema y las estructuras de injusticia, de donde brotan las situaciones de desigualdadque requieren las acciones solidarias.

    Utpicos: siempre abiertos a la posibilidad de soluciones positivas.

    Radicales en la propuesta de un nuevo modo de ser y de hacer en la vida social. Un tipo de volun-

    tariado volcado hacia la promocin del cambio social.

    Y lo que es ms importante an, slo la utopa nos puede motivar: Ella est en el horizonte. Me acerco dospasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte queda diez pasos ms all. Por mucho que yocamine, nunca la alcanzar. Para que sirve la Utopa? Para eso sirve: para caminar (Eduardo Galeano).

    Para reflexionar y compartir

    1) Seala las tres afirmaciones que ms te han llamado la atencin. De ellas, buscad una que, por cualquiermotivo, os parezca ms discutible.

    2) Comenta brevemente la experiencia que tienes en la educacin en el compromiso de los muchachos a los queanimas y en tu propia experiencia de compromiso. Qu dificultades vas descubriendo y qu logros te animan?

    3) Destacad 2 3 ideas que os parezcan fundamentales para educar en la justicia de modo que consigamos cris-tianos crticos, utpicos y radicales.

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    5.4.El voluntario en tanto que discpulo

    La fe cristiana reclama una nueva identidad para aquellos que han "nacido del agua y del esp-ritu" (Jn 3,5). Cmo se relaciona esta nueva identidad con la identidad ciudadana que noscaracteriza como miembros de la sociedad secular? Qu relacin tiene esa "nueva identidad"cristiana con el voluntariado del que aqu hablamos? Mi respuesta es doble: por una parte, el

    voluntariado social es un modo (no el nico, pero s uno de los ms privilegiados) de vivir laidentidad cristiana en el mundo; por otra, el discipulado cristiano radicaliza el voluntariadosocial, y con l nuestra ciudadana, al dotarle de una narrativa de entrega radical al otro. Esuna respuesta al amor incondicional del Padre, es decir, la narrativa existencial de Jess de

    Nazareth.

    5.4.1. Discpulos que responden al "amor primero"

    La comunidad cristiana encuentra la motivacin para la "caridad" (amor fraterno, hecho de justicia y misericordia, al estilo de nuestro Dios) en el haber sido amados por Cristo. Es ese

    amor y no otra cosa (Ley, Tradicin, seguridad, etc.) lo que constituye la norma para nuestramoralidad. Por tanto, todas nuestras acciones altruistas, solidarias y compasivas nacen de lagratitud a un "amor primero", inmerecido e impagable.

    Esto que puede sonar a "perogrullada" es la clave de cuanto vamos a analizar seguidamente.La radicalidad que hemos planteado hasta ahora slo puede vivirse desde la respuesta agrade-cida a un amor que nos ha desbordado. Como afirma P. Jaramillo, "el voluntariado vendra aser la expresin prctica de entender la propia existencia como don recibido. Quien se entien-de a s mismo desde esa radicalidad creyente, necesariamente expresa ese reconocimiento enuna existencia vivida como don ofrecido. Somos don de Dios en orden a ser don para los de-ms".

    La tica cristiana no es un compendio de normas y deberes, sino una respuesta agradecida.Ahora bien, no podemos olvidar que Jess s formul un nico mandamiento, el del amor.Tampoco podemos separarlo de la narrativa (la historia) de Jess que define este amor y suimperativo para todos nosotros: "amaos como yo os he amado" (Jn 13,34-35). El lavatorio delos pies y la cruz son el modo de entender, contemplar y vivir este mandamiento.

    La palabra "cristiano", en su sentido ms propio, significa "seguidor de Cristo". En los Evan-gelios, cuando se habla de seguir a Jess, slo se usan dos trminos: mathetes (discpulo) yakoloutheo (siguiendo tras...). El sustantivo "discipulado" como concepto no aparece. Estorefleja la idea prctica que las primeras comunidades tenan del discipulado, como un "cami-no", un proceso, una prctica, no un status o concepto terico. Se trata de un proceso en mar-

    cha, dinmico, de adhesin y participacin con Jess, el Cristo.Una ltima consideracin. Slo una de cada diez veces que la palabra "discpulo" aparece enel Evangelio se refiere a los Apstoles. Se trata, por tanto, de un trmino referido a cuantosseguimos a Jess: no hay castas en la Iglesia cristiana, o al menos, no debiera haberlas.

    * Las caractersticas de este discipulado son:

    a) Una ruptura total con el pasado. Implica abandonar familia e intereses propios (Mc 1,16-20; 2,14; Lc 14,26), decir no a uno mismo (Lc 14,27), perder la autonoma econmica y rom-

    per con los valores imperantes (Cf. Mc 10, 41-45). La llamada de Jess pide y hace posibleromper con el pasado a la vez que ofrece al discpulo/a un nuevo futuro.

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    b) Entrar en una relacin de por vida con Jess. El texto de Mc 3,14, "para que estuvierancon El" nos da el sentido de discipulado. Esto incluye la participacin en la incierta vida deJess, en su sufrimiento y muerte (Cf. Mc 10,39; 8,34). No se trata de repetir las doctrinas delMaestro a modo de imitacin, ni de adherirse a l de una manera intimista. El discpulo cola-

    bora da a da con Jess en la venida del Reino.

    c) Ser enviado en misin. El elemento crucial es la inclusin en el ministerio de Jess. El dis-cpulo es tan pronto llamado como enviado. En l coinciden desde el inicio.

    La Iglesia es la "comunidad de los discpulos de Jess". Esto exige, en expresin de Schille- beeckx, escribir el "quinto evangelio", aadiendo con la propia historia los relatos de tantasvidas aparcadas fuera de la sociedad e, incluso, de la comunidad cristiana.

    5.4.2. Discpulos como ciudadanos

    Hemos visto cmo nuestra identidad cristiana es un regalo del que nos hacemos conscientespor Jess. De ah que slo podamos comprender esta identidad recibida mediante la actualiza-

    cin de la "historia" de Jess y de la comunidad creyente, en nuestras propias vidas. Esta his-toria nuestra ha de ser analizada en funcin de nuestra relacin con Dios, con nuestro prjimo,con el mundo y con nosotros mismos. Para ese anlisis contamos con tres grandes criterios:fe, esperanza y amor.

    Estas tres virtudes son el esquema bsico donde se enrazan otras virtudes ms especficas quenos dan el "perfil" del discipulado cristiano:

    - La apertura a escuchar y respondera la llamada de Dios.

    - Lagratitud, como caracterstica de nuestra relacin con Dios. Gratitud que debera afectar alresto de nuestras relaciones (con nosotros mismos, con los otros y con el entorno) y que se

    actualiza en la alabanza.- Compasin, perdn y justicia, como las virtudes bsicas de nuestra relacin con el prjimo.La misericordia y fidelidad de Dios, la justicia "parcial" de Dios en favor del hurfano y de laviuda, son el paradigma del modo cristiano de relacin con el otro. La relacin intratrinitariatambin nos ensea a basar nuestras relaciones en la reciprocidad, no en la necesidad o el do-minio. Por ltimo, la universalidad de la voluntad divina de salvacin empuja a romper lasfronteras sociolgicas de la Iglesia.

    -La solidaridad en el uso compartido de los recursos naturales, que son regalo de Dios paratoda la humanidad, la de hoy y la del futuro.

    - Un uso creativo de los recursos personales como modo de hacerse plenamente humano. Por

    ello, el discpulo lleva a su plenitud lo que significa ser humano.La formacin de una persona con estas caractersticas es la tarea de la comunidad cristiana.Para ello, sta se funda en la memoria viva de Jesucristo, a travs de palabras y hechos desalvacin. En este sentido, la narrativa de Jess se re-actualiza por medio de la comunidad y,al hacerlo, modela el carcter de los cristianos.

    La comunidad de discpulos de Jess tiene un doble objetivo: estar con El y predicar la BuenaNoticia. Restringir nuestra concepcin -personal y comunitaria- del discipulado al "estar conEl" (vida intraeclesial), lleva al aislamiento y rechazo sectario del mundo. Limitarse a la mi-sin conlleva la devaluacin de la mediacin comunitaria.

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    5.4.3. Discpulos: ciudadanos y forasteros

    Al analizar este tema, no podemos olvidar el trasfondo escatolgico que impregna todo elNT.: el final de un tiempo caduco y el inicio de un tiempo nuevo, el del Reinado de Dios.Desde esta perspectiva, lo mejor que se puede decir del poder del Estado y de la ciudadana es

    que, aunque son meramente provisionales, pueden ser considerados como un instrumento alservicio de la voluntad de Dios. La distancia crtica que se observa en los textos neotestamen-tarios responde a esta tensin entre el "ya" del tiempo de Dios, iniciado en Cristo, que relati-viza absolutamente la estructura social, y el "todava no" de la espera al triunfo definitivo deCristo.

    Las "estructuras" no son exaltadas, mucho menos legitimadas como reflejo del orden eternode Dios; el orden existente ha de ser reorientado. De este modo, la "nueva secta" de los cris-tianos que no tena un ethos cultural propio, fue capaz de asumir lo mejor de su cultura cir-cundante y subordinarlo al "Seor".

    Segn el telogo estadounidense Stanley Hauerwas, "la Iglesia no ha de preocuparse de si est

    o no en el mundo; la nica preocupacin es cmo estar en el mundo, de qu forma y con quobjetivo". Ese "cmo" de la presencia eclesial en el mundo se debate entre dos extremos: des-de el polo sectario, que reclama una mayor distancia crtica y aislamiento de las estructurassociales, hasta la inculturacin total, que deja lo cristiano reducido al mbito de lo privado(actitud muy presente en el ambiente secularizado del catolicismo "progre" espaol).

    Aunque un estilo de Iglesia "confesante", crtica radicalmente con los poderes y estructurasdel sistema, nos resulta muy atractiva, no podemos olvidar el papel que la razn y la culturadesempean en el desarrollo humano (y, por tanto, cristiano) de la persona. Si queremostransmitir la Buena Noticia al mundo, no podemos romper los canales de comunicacin quenos ligan con l. Tambin, hemos de reconocer que Dios trabaja no slo dentro de la comuni-

    dad eclesial sino en todo lugar.Se requiere, por tanto, una actitud humilde que sepa reconocer las contribuciones de la culturay la sociedad secular a la comprensin y praxis cristiana de la vida.

    La Iglesia ha defendido, histricamente, su derecho y obligacin a transformar el mundo y seha opuesto al abandono sectario del mismo. De ah, su lucha por la libertad de "ejercer su mi-sin entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentesal orden poltico cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona" (Gaudium etSpes, 76).

    La pregunta sobre el cmo de la relacin Iglesia-mundo sigue abierta; no hay una respuestasencilla y universal. La perspectiva escatolgica nos obliga a vivir en una perpetua tensinentre sectarismo y aculturacin (prdida de identidad en el proceso de inculturacin). Dehecho, silenciar la crtica que viene de los movimientos profticos podra llevar a la Iglesia aligarse excesivamente a los poderes polticos. Pero, subrayar en exceso la especificidad de lavida cristiana hara imposible la misin de evangelizar la cultura y el mundo. La tensin nosobliga a ser ciudadanos sin perder la distancia del que se sabe forastero (1 Pe 2, 11).

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    5.5.El voluntario cristiano en la crcel

    5.5.1. A. La crcel

    Para hablar de las crceles, conviene dejar de lado la poesa y utilizar la prosa en toda su cru-deza. Hay lugar para la poesa, y un lugar importante, pero no es lo primero que hay que ma-

    nejar. La crcel es una de las peores experiencias que pueda pasar un ser humano. Slo quienlo haya vivido o quien lo haya visto a diario de cerca puede hablar de ello, y de ah la impor-tancia de escuchar relatos autobiogrficos, a los que aludiremos ms adelante. El interno(hombre o mujer, joven o adulto) se encuentra apartado de su medio social, arrancado violen-tamente de su espacio vital, en la mayora de los casos sin esperanza de recuperar la libertaden mucho tiempo. Su mujer, su marido, sus hijos, su madre, sus amigos... estn fuera, extramuros. En la crcel, no son tratados como ciudadanos, sino como presos. Sus derechos civilesquedan en suspenso durante un largo perodo de su vida.

    Y no estamos pensando en malos tratos. Tenemos que congratularnos de que las crceles es-paolas estn en el grupo de las mejores del mundo. Nada que ver con las latinoamericanas,norteamericanas, africanas, asiticas. Esto es un paraso comparado con aquello, y lo dicen los

    reclusos que han estado en aqullas y en stas. Y, sin embargo, esto es un infierno. Simple-mente porque es una crcel, ms all de la higiene habitual, el orden, el respeto de los funcio-narios, el horario de visitas, las horas de patio, las actividades culturales, todo lo cual suele sercasi impecable en nuestra geografa penitenciaria.

    Los reclusos son basura social. Se les echa al vertedero penitenciario para que se pudran, paraque purguen por lo que han hecho, para que se lo piensen dos veces la prxima vez. Los ciu-dadanos no visitan la crcel como no visitan las cloacas. No hay relacin habitual entre calle ycrcel. Los presos slo ven a algunos de sus familiares, a sus escasos amigos y a los contadosfuncionarios y voluntarios que merodean por la galera. Nada de esto llega a sociedad. Todoesto es la negacin de la sociedad. Muchos no tienen ni eso: ni familia ni amigos. Sus familias

    estn a miles de kilmetros, o ms cerca pero no quieren saber nada de ellos. Curiosamenteson las reclusas las que sufren un mayor rechazo por parte de sus propias familias, como sifuera ms indignante ser reclusa que recluso. En cambio, los varones a veces son semihroesen ciertos ambientes sociales cargados de delincuencia y marginacin.

    5.5.2. Dios est en la crcel ms que en otros lugares

    Encontrar a Dios en la crcel es como un gran milagro, una sorpresa inesperada. Sentir elamor en aquel lugar de olvido es algo insospechado. Todo ello nos lleva a pensar que la cr-cel, como otros terrenos de marginacin social, quizs sea lugar teologal precisamente por serun no-lugar social, o un lugar de in-humanidad. All donde estn algunos de los grandes cri-minales, se dan gestos de enorme ternura; all donde se palpa el abandono y la soledad, se dala experiencia de un Dios que acompaa; all donde se da el vaco, Dios llena. Como deca elHermano Adriano, el vaso vaco permite que Dios entre. Y no se trata aqu de mitificar a los

    presos como si fueran excelentes personas (que de todo hay), sino de descubrir que Dios optapor los pequeos, por los que sufren, por los que lloran, por los dejados en la vida social (Bie-naventuranzas de Lc 6,20-23 y de Mt 5,1-12). Como dice Mara Luisa Pascual, Dios no amaa los pobres porque sean buenos, sino porque son pobres. Nadie se merece el amor de Dios,nadie lo obtiene por mritos propios, como tampoco nadie puede lograr que Dios le deje deamar. Su amor es gratuito y llega a todos, pero donde se hace ms patente es all donde el

    amor es negado, en el vaso vaco.

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    Amor, ternura, milagro, son palabras que pueden sonar a msica celestial cuando pen-samos en las crceles. Francesc Vicente expuso su trayectoria personal con una prosa realistay acentu la importancia del dilogo dentro de los muros de una crcel. Es muy importanteestar, y es muy importante hablar, pues estas dos cosas son el polo opuesto de lo que su-fren el recluso o la reclusa: abandono y silencio, o sea, no estar y no hablar. A travs delestar y del hablar va surgiendo la confianza, la presencia del otro, el saberse apreciado, el

    ser alguien. El amor se canaliza a travs del estar, del hablar y de mltiples gestos. Porejemplo, Francesc nos cont que l acab siendo amigo del hombre que aos atrs le habatomado como rehn en un motn carcelario, y hasta le acompa en su etapa final, antes demorir. Nada de eso lleg de golpe, sino que fue un proceso lento, como la brisa suave delactuar de Dios (1Re 19,12-13), como la mayor parte de los milagros de la crcel, que requie-ren tiempo.

    Tenemos que cambiar de mentalidad. Dios no se encuentra donde nosotros hemos decididoque est, sino all adonde l quiere que nos desplacemos para desbloquear nuestra vida social,que parece tener una enfermedad crnica. Si el ir a misa cotidiano, o el asistir al grupo cristia-no de siempre, o nuestra participacin activa en una ONG supuestamente humanitaria no nosremueve las entraas ni nos hace descubrir los hermanos y hermanas de humanidad que su-fren, entonces Dios se ausenta de esos lugares nuestros y se muestra en otros para que tenga-mos que desplazarnos, salir afuera, ms all de los mrgenes, para encontrarlo all, quizs enlugares socialmente y eclesialmente nada sagrados, como por ejemplo la galera de una cr-cel o la unidad de enfermos terminales del Sida. Esos lugares no sagrados son los lugares sa-grados de Dios. Para el Dios Padre de Jess, nada hay ms sagrado que el hombre, y de todoslos hombres, ninguno es ms sagrado que el que vive inhumanamente.

    5.5.3. Delincuencia y sociedad

    Ante un tema tan complejo, hemos de plantearnos, en primer lugar, por qu existe la delin-cuencia. De entrada, podemos decir que la delincuencia existe porque alguien transgrede al-guna norma que una sociedad se impone, y que, en principio, se impone en aras del bien co-mn de las personas que componen dicha sociedad. El conjunto de estas normas en forma deleyes procuran velar por la seguridad de la ciudadana por la de los individuos y por la de sus

    pertinencias; tambin pretenden, entre otras cosas, establecer un orden en la vida cotidiana yuna moral.

    Las razones por las que se da la delincuencia son muchas y variadas, pero, dentro de nuestrasociedad actual, podemos destacar las siguientes:

    o Lapobreza y la marginacin, que sufren personas cuyas condiciones de vida quedan muypor debajo de la media. Suele tratarse de colectivos afectados por los problemas de exclu-sin y de supervivencia que impone el sistema en el primer mundo: inmigrados, paradosde larga duracin, jvenes no integrados en el mercado laboral, inadaptados a la era tele-mtica o a la agresiva competitividad del sistema de trabajo.

    o La sociedad de consumo, generadora de ciertos sectores que delinquen, paradjicamente,por "apata existencial". A menudo son "hijos de pap" aburridos de conseguirlo todo sinesfuerzo y hastiados por la falta de sentido de sus vidas, que buscan nuevas experiencias acualquier precio. Para estas personas, las drogas resultan una tentacin capaz de arrastrar-las al mundo del delito.

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    o Lasadicciones (como el alcohol, las drogas o el juego) pueden cambiar la personalidad dealgunos individuos, anular su madurez, autocontrol y sentido de la responsabilidad, y lle-varlos a hacer lo que no desean. Normalmente, se hace hincapi en la peligrosidad de lasdrogas duras, pese a que otras adicciones socialmente aceptadas, como la que crea el alco-hol, pueden revelarse tan o ms nocivas.

    o Sin embargo, hay que tener en cuenta que, como apunta el psiclogo Jaume Funes, frentedeterminados problemas ligados a la delincuencia, a menudo podemos dar respuestas quecreen ms marginacin que la que pretenden evitar. Entre estas desviaciones podramosdestacar las siguientes:

    o La patologizacin, como tendencia dominante entre muchos profesionales, que consisteen considerar los problemas de marginacin social como problemas de patologa indivi-dual. En efecto, se tiende fcilmente a convertir en enfermedades individuales lo que enrealidad es un conflicto colectivo.

    o Lapenalizacin, que conduce a utilizar el cdigo penal como respuesta a todos los pro-blemas sociales, independientemente de su identidad. De este modo, la respuesta siemprea punto ante cualquier conflicto viene dada por la polica, los jueces o la prisin.

    o Laproteccin de les dbiles sin contar para nada con ellos, sin modificar las circunstan-cias que producen su desamparo. La tendencia a proteger no siempre resulta positiva entrminos absolutos, puesto que a veces, a largo plazo, lleva a agravar el problema. Cabra

    plantearse, por ejemplo, si, ante el aumento del nmero de menores internados, esta res-puesta se revela como la ms idnea y efectiva a largo plazo para que no se agudice sumarginacin.

    o Laburocratizacin, tendente a dar respuestas formales, complicadas, sin ningn posicio-namiento respecto a la realidad de sufrimiento de los dems. En ocasiones, por ejemplo, seretira a un menor de su familia porque sus padres no disponen de posibilidades econmi-cas para mantenerlo y, al tiempo, se les exige que acudan a repetidas visitas y entrevistasevaluadoras, obligndoles a gastar en transportes y en tiempo que podran dedicar a acti-vidades de supervivencia los recursos con los que ni tan siquiera pueden mantener al hijo.Da la impresin de que slo se consigue marearlos, sin confiar en absoluto en su posiblerecuperacin, sin esperanza alguna en la posibilidad del cambio.

    El mismo Jaume Fuster propone undeclogo para el diseo de intervenciones en el mbito dela marginacin:

    1) Partir de acciones destinadas a reducir el contexto social injusto que provoca y perpeta lamarginacin, as como actuar para controlar sus efectos.

    2) Actuar desde el derecho a ser persona y no desde la amenaza de convertirse en un proble-ma.

    3) Trabajar sobre las vivencias, las imgenes o las ideas colectivas que construyen y despla-zan el problema ms all de su realidad objetiva.

    4) Renunciar a las respuestas que generen ms marginacin, aunque ofrezcan una rentabili-dad poltica inmediata; es decir, sopesar la incidencia socializadora o desocializadora delas medidas susceptibles de ser tomadas.

    5) Recuperar la confianza en la intervencin global, diseando los mecanismos concretosque la hagan aplicable en las condiciones actuales.

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    6) Centrar las acciones en la atencin primaria socio-sanitaria, redefinida y actualizada. Re-cuperar a los profesionales "intiles". Evitar a los inhabilitadores.

    7) Buscar la dimensin colectiva y comunitaria de los conflictos sociales. Volver a valorar eltrabajo con la comunidad.

    8) Disear acciones especficas para los colectivos en proceso intenso de socializacin.

    9) Recuperar la dimensin territorial, el pueblo, el barrio, el polgono, etc., como contexto deintervencin diferenciada.

    10)Evitar los discursos innecesarios y buscar respuestas a los problemas de la gente. Plantear-se siempre el alivio de sus sufrimientos.

    Lo que tendra que quedar claro, a modo de sntesis, es que no existe ninguna persona concertificado de garanta, que nuestra condicin humana siempre nos empuja a atribuir a alguiennuestras faltas. Hemos de distinguir entre un preso o interno y un marginado el que no puedeaportar nada a la sociedad, porque un preso o interno no es necesariamente un marginado.A continuacin desarrollaremos someramente algunos apuntes sobre el papel que juegan lasociedad y la Iglesia ante la realidad de la prisin. Para ambas, la normalizacin de la prisin

    es una asignatura pendiente. En efecto, ni las parroquias ni las comunidades de base acaban deasumir esta realidad. Hoy en da slo se piensa en construir centros penitenciarios fuera delmbito urbano. La reivindicacin de trasladar las prisiones fuera de la ciudad lleva a pensarque, desgraciadamente, las prisiones tienden a convertirse en las leproseras de antao. Po-demos hablar de una gran ciudad sin universidad o sin hospitales? Parece ser que no. Pode-mos hablar de una ciudad sin prisiones? Parece ser que s. En efecto, la prisin no est norma-lizada, no la hemos asumido como parte de nuestra realidad.

    Otro dato significativo que da que pensar es la terminologa que empleamos desde hace tiem-po y que costar erradicar. Hablamos de pastoral de salud para referirnos a la pastoral de losenfermos; en cambio, hablamos de pastoral penitenciaria (y no de pastoral de justicia y liber-

    tad) para designar la pastoral de los presos. Entendemos que resulta difcil cambiar los hbitosen el uso de estas expresiones, sobre todo en un tiempo en el que la justicia y la libertad sonpalabras muy devaluadas. Aun as, no deberamos claudicar, sino recuperar estos trminos enclave evanglica, interpretando la libertad como amor y la justicia como misericordia. Es algoque debera sensibilizar a toda la comunidad cristiana, y no slo a las personas que tienen al-gn contacto con el mundo penitenciario.

    5.5.4. Declogo del voluntario en el mbito penitenciario

    1. El voluntariado necesita descubrir la complejidad de los procesos sociales; unaidea simple es una idea simplificada. Los problemas sociales adoptan la forma deuna telaraa: estn tejidos por multitud de factores. Saber estar en una sociedadcompleja disponiendo de una buena informacin es una cualidad esencial del vo-luntariado.

    2. El voluntariado slo tiene sentido cuando no pierde de vista el horizonte de laemancipacin. Es preciso transmitir cario a un enfermo terminal o acoger a una

    persona que lucha contra su adiccin, pero todo ello slo vale la pena si es un pasoms en el camino que conduce a eliminar las causas de la marginalidad y del su-frimiento innecesario.

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    3. La accin voluntaria nicamente reviste calidad tica cuando constituye la opcinlibre de un sujeto implicado en una triple aspiracin: la estima de s mismo, laso-lidaridadpara con los dems y elcompromiso a favor de una sociedad justa.

    4. La accin del voluntariado no puede convertirse enninguna coartada para que elEstado desatienda sus responsabilidades, sino, todo lo contrario, ha de conducir areclamar su cumplimiento. Hay que evitar el peligro de que las tareas del volunta-riado sean utilizadas como pretexto para que la Administracin reduzca sus esfuer-zos.

    5. El voluntariado ha llevar a cabo una accin orquestada. No importa que la flautasea de madera o de metal, lo que cuenta es que suene bien. Lo esencial para el

    buen funcionamiento de una orquesta es la coordinacin, la coherencia y la con-centracin de esfuerzos. El voluntariado es siempre un "co-equipier". La fragmen-tacin no lleva a ninguna parte; en el equipo cada cual juega en su lugar colabo-rando con los dems en funcin de la partida.

    6. La accin voluntaria ha de basarse en la competencia humana y en la calidad tc-nica. El amor no es suficiente: si, por ignorancia o por incompetencia, hiciramossufrir a una persona frgil, aun con la mejor intencin del mundo, solo consegui-ramos aumentar su impotencia y marginalidad.

    7. El voluntariado ha de ganar espacios entre las clases populares. No puede ser unainstitucin que no interese ms que a las clases medias o a las personas sobradas detiempo, sino que tiene que fundarse en el ejercicio de una ciudadana que se res-

    ponsabilice de los asuntos que afectan a todo el mundo.

    8. El voluntariado valora alprofesionalde la accin social y busca sucomplementa-riedad; no ha de convertirse en auxiliar ni en correa de transmisin, sino que ha dedefender el espacio de libertad que le es propio.

    9. El voluntariado necesita actualmente una accin disciplinada. Las mejores inicia-tivas pueden perderse por no haberlas sometido a un programa, a unos objetivos, aun mtodo, a unos plazos, a una dedicacin seria, a una evaluacin. La buena in-tencin es un camino viable cuando hay disciplina, si no puede desembocar en elfracaso. El voluntariado ha de huir de las palabras vanas y valorar losgestos efica-

    ces. Es importante emplear palabras justas y expresiones exactas, con significado ycontenido.

    10.La accin voluntaria reclamareciprocidad: no se orienta nicamente a la realidaddel otro, sino tambin al crecimiento conjunto, aunque las aportaciones de cadacual sean diferentes. La estima hacia el otro no se reduce al gesto de acogida, sino

    que espera una respuesta anloga.

    5.5.5. Lo que esperan los internos y las internas de nosotros

    "Que nos respeten. El que estn autorizados a entrar no significa que tengan derecho a meter-se en nuestras vidas."

    "La crcel es nuestra casa. Ms msera que una chabola. Pero es nuestra casa y nadie puedemeterse en ella para hacer lo que quiera sin contar con nosotros."

    "Sean personas normales, con las que se pueda hablar como amigos."

    "Que se nota cuando nos quieren. Y eso mola."

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    "No queremos salvadores puros y perfectos que nos den la mano a los presos... y acallen susconciencias."

    "Que no me den consejos. Qu saben ellos de mi vida?"

    "Que nos miren a los ojos. Si no nos miran as es porque nos desprecian o nos temen. Y as nopodemos hablar."

    "Nos gusta que vengan algunos mayores. Como si fueran nuestros abuelos. A ellos les cono-cimos tan poco..."

    "Que no nos pregunten por qu estamos aqu. Estamos hartos de interrogatorios, tests, pregun-tas morbosas..."

    "Que, si les contamos por qu estamos aqu, nos escuchen sin prisas y sin juzgarnos."

    "Que nos cuenten ellos algo tambin de sus vidas. Como amigos."

    "Que no nos traten como a gente perdida a la que hay que salvar. Nos jode el paternalismo."

    "Que nos hagan sentirnos tiles. Ellos tambin necesitan de nuestra ayuda."

    "Que nos hablen de cosas de fuera. Estamos hartos de hablar entre nosotros de temas talegue-ros."

    "Que no se queden siempre con los ms apaaos. Los que somos indigentes tambin tenemosderechos. Y los que somos ms bordes, ms desconfiados, ms mentirosos, ms enfermos, oms lo que sea, tambin."

    "Que esto no es el zoo. Si no estn dispuestos a venir asiduamente, y no espordicamente,porque tienen algo ms urgente que hacer, QUE NO VENGAN!