voces áureas. la prosa. problemas terminológicos y cuestiones de … · 2006-08-07 · en las...

14
CRITICÓN, 81-82, 2001, pp. 143-155. Voces áureas. La prosa. Problemas terminológicos y cuestiones de concepto Ana Vian Herrero Universidad Complutense Una nueva versión de los productivos encuentros de la Casa de Velázquez se adentra en las variables de la interlocución en la prosa de los Siglos de Oro. En lo que se me alcanza, nada similar, hasta ahora, se ha hecho de manera monográfica sobre este tema en ámbitos de la Filología Hispánica áurea. En la medida en que van a abordarse géneros distintos, parece procedente que nos pongamos de acuerdo en algunos puntos y sobre todo en algunos términos que faciliten nuestro entendimiento mutuo, pues bajo el rótulo amplio y convenientemente abarcador de «Voces áureas. La Prosa» o de «Interlocución en la prosa» pueden esconderse nociones muy distintas. El término "diálogo" es polisémico; sin mencionar ahora usos ajenos al análisis lingüístico y literario 1 , designa a la vez a un signo literario o técnica, a una figura retórica, y a un género literario de, por lo menos —y probablemente más—, veinticinco siglos de vida. Asimismo, se hace a menudo sinónimo de "conversación", de "interlocución" y de "interacción", y no pocas veces se mezcla con tecnicismos más recientes, como "dialogismo" o "polifonía". La distinción se impone para diferenciar en lo posible el campo de trabajo de cada participante. 1 Por ejemplo, la frecuencia con la que en nuestras sociedades prensa y políticos se refieren a "diálogo social" como sinónimo de negociación salarial, etc.

Upload: others

Post on 19-Apr-2020

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

CRITICÓN, 81-82, 2001, pp. 143-155.

Voces áureas. La prosa.Problemas terminológicosy cuestiones de concepto

Ana Vian HerreroUniversidad Complutense

Una nueva versión de los productivos encuentros de la Casa de Velázquez se adentraen las variables de la interlocución en la prosa de los Siglos de Oro. En lo que se mealcanza, nada similar, hasta ahora, se ha hecho de manera monográfica sobre este temaen ámbitos de la Filología Hispánica áurea. En la medida en que van a abordarsegéneros distintos, parece procedente que nos pongamos de acuerdo en algunos puntos ysobre todo en algunos términos que faciliten nuestro entendimiento mutuo, pues bajo elrótulo amplio y convenientemente abarcador de «Voces áureas. La Prosa» o de«Interlocución en la prosa» pueden esconderse nociones muy distintas.

El término "diálogo" es polisémico; sin mencionar ahora usos ajenos al análisislingüístico y literario1, designa a la vez a un signo literario o técnica, a una figuraretórica, y a un género literario de, por lo menos —y probablemente más—, veinticincosiglos de vida. Asimismo, se hace a menudo sinónimo de "conversación", de"interlocución" y de "interacción", y no pocas veces se mezcla con tecnicismos másrecientes, como "dialogismo" o "polifonía". La distinción se impone para diferenciaren lo posible el campo de trabajo de cada participante.

1 Por ejemplo, la frecuencia con la que en nuestras sociedades prensa y políticos se refieren a "diálogosocial" como sinónimo de negociación salarial, etc.

144 ANA VIAN HERRERO Criticón, 81-82,2001

I N T E R L O C U C I Ó N , I N T E R A C C I Ó N , C O N V E R S A C I Ó N

Suele entenderse por interlocución el intercambio de mensajes entre emisor yreceptor, locutor y alocutario, dos locutores físicamente distintos que se hablanalternativamente (permutan las voces) y crean así una figura de interacción en la que losunos influyen mutua y recíprocamente sobre los otros y todos dependen de losenunciados emitidos por cada cual2. Hay conversación cuando se ratificanrecíprocamente los participantes, porque a la vez se han declarado abiertos al otro parauna comunicación oral y para garantizar en cooperación y en competencia la fluenciade palabras3. El tú se convierte en yo y depende del enunciado de su compañero; unaaserción sin "acuse de recibo" está condenada al fracaso perlocutivo.

Aunque probablemente sin base científica, tiende a reservarse el término"conversación" para los intercambios ordinarios y el término "diálogo" para losliterarios o artificiales. Una de las explicaciones que J. Moeschler encuentra al atrasodel estudio lingüístico del diálogo y de la conversación descansa en la pervivencia de untópico crítico: la oposición radical, presentada como necesaria, entre interacción natural(conversación) e interacción artificial (diálogo), que explica que se hable más de"diálogo teatral" que de "conversación teatral", etc.; ello escondería el enfoque"empírico" en perjuicio de un estudio teórico-científico de la comunicación humana4.

Paralelamente y desde hace más o menos un par de décadas se ha criticado laconcepción "tradicional" de la comunicación lingüística considerada como unilateral ylineal, porque según ella las determinaciones son de sentido único, la emisión gobiernaunilateralmente la recepción5; porque, también según ella, emisión y recepción sedespliegan en un eje lineal y los sucesos observables en un momento primerocondicionan los sucesos observados en el momento segundo, pero no recíprocamente;porque, en fin, el mensaje circula entre un emisor "activo" y un receptor "pasivo", y elemisor es el que "codifica", en función de una clave, y el receptor el que "descodifica"con ayuda de la misma clave y reconstruye el contenido inicial. En cambio, en unaconcepción interactiva de la comunicación, las fases de emisión y recepción estánmutuamente determinadas; la recepción está gobernada por la emisión, pero también laemisión lo está por la recepción, o al menos es lo que supone el emisor, porquecomunicarse implica anticiparse en la interpretación y reacciones eventuales delinterlocutor, y construir hipótesis que modifican permanentemente las operaciones decodificación. Estas determinaciones mutuas se ejercen tanto de forma sucesiva comosimultánea, y el eje de la sucesividad incorpora también los mecanismos de anticipación

2 Más exactamente se ha explicado la interacción como el proceso de dos o más actores co-orientados(orientados cooperativamente) a un fin y transmitiéndose información mutuamente a través de signos"multicanales". Véase el aprovechamiento de la definición de Scherer que hace C. Kerbrat-Orecchioni (19952

rcv-: I, 150); también, como resumen divulgador del anterior, Kerbrat-Orecchioni (1996: 4). En adelante mereferiré siempre al primero de ellos.

3 E. Goffman (1974: 33).4 Jacques Moeschler (1989: 22). Como antídoto y en nuestro ámbito literario, puede verse, entre otros

trabajos del mismo autor, J. Jesús de Bustos Tovar (1995: 219-235), y para textos posteriores el trabajopresentado a este coloquio que se publica a continuación.

5 Tomo el razonamiento de C. Kerbrat-Orecchioni (19952 rev" I, 25-27 y 28), pero desde distintos ángulosy disciplinas se han expresado en términos análogos M. Bajtín, R. Jakobson, F. Jacques u O. Ducrot.

PROBLEMAS TERMINOLÓGICOS Y CUESTIONES DE CONCEPTO 145

y de retroacción. Es decir, lo que pasa en un primer tiempo depende en parte deprevisiones hechas sobre lo que debe pasar en un momento posterior, y viceversa, loocurrido en un tiempo ulterior puede transformar a posteriori la percepción de lossucesos desarrollados en un momento previo. En todas estas labores es esencial elsegundo locutor. El receptor (alternante) es también activo, aunque en menor medidaque el emisor, porque produce actividad cognitiva (trabajo interpretativo) y somática(actividad mímica o gestual). Es decir, el término receptor sería, desde este punto devista, discutible y revelador del verbocentrismo de la lingüística tradicional, cuando dosparticipantes están frente a frente, en un mismo tiempo, en situación virtual de emisióny recepción, y los dos emiten y reciben signos verbales y no verbales. El código quepermite codificar y descodificar se construye en parte en el proceso de interacción. Hayun conjunto de reglas lingüísticas relativamente estables que preexisten, pero que sonvariables y dependen del contexto.

En definitiva, adoptar una perspectiva interactiva sobre los hechos de discurso esconsiderar que el discurso está co-producido por los distintos participantes, y admitirque el receptor no es una instancia pasiva sino que participa indirecta o directamente enla construcción del discurso del emisor, que inflexiona las operaciones de codificación,que el tú ejerce un control permanente sobre la palabra del yo. Una conversación no essolo una sucesión de turnos de palabra, sino una jerarquía de unidades de diferenterango, encajadas las unas en las otras6. Se puede decir que, aunque las investigacionesestán aún en pleno desarrollo, la perspectiva de la pragmática lingüística se hadesplazado de una aproximación fundamentalmente monológica que caracterizaba asus primeras formulaciones (desde la lingüística de la enunciación, o también la teoríade los actos de habla) a un enfoque dialogal de los hechos discursivos, de la subjetividada la intersubjetividad, de la ilocución a la interlocución, de una perspectiva estructural einmanente a otra de tipo comunicativo. Además, el análisis del discurso ha pasado deun interés casi exclusivo por las producciones escritas a tomar en cuenta lasproducciones orales7.

Dejados al margen —es imposible analizarlos aquí en profundidad— los términos de"interacción", "interlocución" y "conversación", queda lo peor por desollar, porque en

6 Además de los estudios de los investigadores ya citados y de una lista interminable que se podría aducir,nos asisten los trabajos de S. C. Levinson sobre la coherencia, la pertinencia y la relevancia, y los de D.Wilson y D. Sperber sobre esta última, la relevancia; o diversos estudios norteamericanos sobre laorganización de turnos de palabra y los mecanismos de defensa del territorio conversacional; o de E. Roulet yla escuela de Ginebra sobre la estructuración de las conversaciones. Para Levinson, coherencia y pertinenciano se pueden percibir en una muestra de un discurso parcial; importa el concepto de relevancia —eficacia dela espera—, y no relevancia —decepción de la espera— (S. C. Levinson 1983: 208, 303-318); también D.Wilson y D. Sperber (1984: 30-32): todo éxito del principio de cooperación depende de la máxima derelevancia —una noción de dependencia del contexto—, toda hipótesis interpretativa se funda en lacomprensión de las implicaciones de los enunciados y de los implícitos del contexto. Sobre la regularidad dela conversación común, la organización de turnos de palabra y mecanismos de defensa del territorioconversacional, incluidos apertura y clausura, son clásicos los trabajos de H. Sacks, E. A. Schegloff y G.Jefferson (1974), J. Schenkein (ed.) (1978), E. A. Schegloff y H. Sacks (1973), y cap. III de M. Wolf (1979).Sobre la estructuración de las conversaciones son fundamentales los trabajos de Eddy Roulet y su escuela:Roulet (1981) y Roulet et al. (1985). Un resumen en J. Moeschler (1996) y, en ámbito hispánico, J. Jesús deBustos Tovar (1998:111-116).

7 Véase el volumen colectivo J. Cosnier y C. Kerbrat-Orecchioni (dirs.) (1987: 5).

146 ANA VIAN HERRERO Criticón, 81-82,2001

la crítica literaria topamos con una molesta homonimia —una más—: diferenciar eldiálogo como signo, formante literario o técnica, que puede emplearse en diversasespecies literarias (novela, drama, ensayo, poesía lírica, etc.), del diálogo como géneroliterario; y separar el género del diálogo del discurso directo en literatura y de la figuraretórica conocida desde la Antigüedad como dialogismo o sermocinatio.

D I Á L O G O - G É N E R O Y D I Á L O G O - T É C N I C A

Hay una primera diferencia básica: cuando el diálogo se emplea como técnica, porejemplo en el teatro, en la poesía lírica, en el ensayo o en la novela, necesita otrodiscurso de apoyo (el del dramaturgo, el del sujeto lírico, el del narrador expreso olatente) que lo explica, porque no es un texto autosuficiente8. Pero si el término diálogodesigna un género, estaremos ante un texto autónomo, que crea su propio espacioargumentativo y lúdico con recursos propios y técnicas específicas (una de las cualespor cierto —y lamento el trabalenguas y la obviedad— es el diálogo-técnica); un génerodonde se accede a conocer el pensamiento del otro o los otros a través de su propiapalabra, es decir en una relación horizontal, no presuponiendo sus reservas u objecionesdesde una verticalidad donde no hay más voz que la del emisor.

El diálogo-género es una forma de interacción verbal, un subconjunto —literario yescrito— dentro de un conjunto vasto de interacciones sociales. No es una conversacióncomún. El componente esencial de un diálogo es la argumentación, una argumentaciónretórica que no es monologal, sino interactiva, donde los locutores cooperan y compitenen un intercambio de razonamientos, conceptos, ideas, anécdotas, ejemplos, etc.,orientados a un fin. Un acto argumentativo transforma o refuerza la relación entrelocutores porque dependen mutuamente el uno del otro y son emisor y receptor porturno. Si el que recibe la enunciación no es activo, el sentido y la fuerza de suenunciación no se transmiten. Los interlocutores confrontan sus opiniones y tratan deinfluir sobre sus creencias respectivas por medio de sus declaraciones, preguntas,respuestas, objeciones, comentarios, etc. Es más, es la palabra del locutor B, dirigida asu vez a A, la que da sentido a la expresión de A; y lo mismo a la inversa9. Ese acto deconsentimiento mutuo, de reciprocidad, que es la interlocución, instala la obligacióncompartida, la libertad y la igualdad —no identidad—; se entiende, por supuesto, queno se habla de categorías morales10. La razón es que un interlocutor no obtiene suobjetivo de claridad y transparencia del sentido más que trabajando en compañía, encooperación. La reciprocidad de los interlocutores (cada uno actúa sobre el otro) es laque iguala la relación que parecía desigual cuando uno habla y otro escucha, o inclusocuando uno habla más que otro. En un diálogo hay que ver las operaciones que realizacada locutor según el papel que cada uno se atribuye a sí mismo y el que su compañero

8 Ma C. Bobes (1992: 151, 249, 271). El monólogo de un narrador siempre se dirige a un narratario,presente o latente en el texto; el monólogo dramático implica oyentes que escuchan sin intervenir. Algunos«diálogos virtuales» de la lírica son más monólogos dramáticos que verdaderos diálogos.

9 Para mayor facilidad no haremos intervenir más que dos interlocutores. El aumento del número es unenriquecimiento del esquema básico que dificulta ahora la explicación de los conceptos, pero no se me ocultaque, como toda simplificación, genera inexactitudes de las que ahora no tengo la ocasión de ocuparme.

10 F. Jacques (1979: 39-40, 57, 60-61, 103, 167, 385, etc.). «Oui, pour peu qu'on parle à un esclave, onparle à un égal» (ibid., p. 61).

PROBLEMAS TERMINOLÓGICOS Y CUESTIONES DE CONCEPTO 147

le permite adoptar. El estudio de las obras dialogadas demuestra que ese ajuste deposiciones recíprocas se hace sobre todo en los preliminares y al principio del encuentroentre los dos locutores. El mismo locutor modifica su actitud para adaptarse a un nuevocompañero, y eso condiciona la continuación de las relaciones durante el resto delencuentro.

La verdadera interacción del diálogo-género comienza cuando los locutores seencuentran cara a cara y el grupo se estructura alrededor de un "hogar dialógico"común —no necesariamente un lugar y un tiempo descritos retóricamente— donde laatención intelectual y visual se concentra y se mantiene entre todos; es necesaria la co-presencia en un mismo "lugar"11. Los interlocutores se esfuerzan por conseguir juntosel objetivo de su encuentro; gracias a un acuerdo mutuo luchan por el éxito de sucomunicación y para proscribir el ruido y la confusión. No basta con que hablen dos omás locutores alternativamente, sino que se hablen, que estén comprometidos en elintercambio y produzcan signos de ese compromiso mutuo que se extiende a reparar, siexisten, los fallos de escucha o de comprensión, a evitar la ruptura si es que sudesacuerdo es radical, a negociar permanentemente el sistema de derechos y deberesdesde que entran en contacto y su buena disposición para asegurar conjuntamente lamaduración del proceso argumentativo. Los dos interlocutores ajustan, coordinan yarmonizan sus comportamientos respectivos en lo que atañe a turnos de palabra,estados de ánimo, movimientos, gestos y comportamientos corporales —si los hay—,etc. El texto dialogado se produce, pues, colectivamente y hay que deducir las reglasque sostienen su organización; la argumentación presentada como una comunicacióncara a cara afecta, altera o mantiene, a la vez, las relaciones de uno mismo y de otro.Hay interlocución e intercambio de opiniones cuando permutan las funciones deemisor-receptor, incluso si numerosas prácticas dialógicas casi excluyen o al menosdificultan seriamente la posibilidad de respuesta y por tanto la riqueza del resultado noserá idéntica en todos los casos.

Cada uno de los participantes en una conversación de diálogo traza a su modo suestrategia argumentativa, se adecúa a las premisas iniciales y hace evolucionar su propiodiscurso contribuyendo de forma singular a la unidad de propósito y al orden de laobra que, por lo general, se han aceptado, de forma tácita o expresa, en las"condiciones previas" de la argumentación. En un diálogo hay un «pactoargumentativo» fundacional según el cual, entre otras cosas, toda intervención es"eficaz", complementaria de otras para lograr un fin; el proceso argumentativotranscurre, madura y progresa (por eso se lo puede llamar "proceso") porque losinterlocutores asumen o desechan lo que el otro o los otros dicen; cada intervenciónpresupone otras, ordenadas todas a un propósito unitario. En un diálogo-género nadiepuede atribuir ni dar por afirmación de otro lo que éste no ha dicho por sí mismo en elpresente de una conversación, como en cambio ocurre en las novelas o ensayos queconceden existencia al «lector» en forma de vocativo periódico.

En el interior de un diálogo-género la relación de magisterio no es la única posible,pero si existe ésa, no deja de ser una relación interactiva donde los locutores comparten

l1 Para esto y lo que sigue, por analogía, véase F. Jacques (1979: 225-226), y en las interacciones verbalesC. Kerbrat-Orecchioni (19952m-. I, 109, 17-18 y 20-22).

148 ANA VIAN HERRERO Criticón, 81-82,2001

a medias el objetivo, el trabajo para conseguirlo y el mérito de lograrlo. Si porargumentación se entiende, como es usual, el proceso por el cual se intenta modificar unestado de opinión dado y persuadir a alguien de algo, el diálogo es uno de los génerosmás propiamente llamados argumentativos, porque asigna al lector un papelprotagonista y diferente al de otros modos de argumentación. El tratado o el ensayopresentan al lector una masa de reflexiones, meditaciones y razonamientosartísticamente organizada que el lector acepta o rechaza, en tanto que un diálogo-género proyecta las reacciones del lector en el argumento mismo. El diálogo necesita lafigura activa del lector porque lo obliga a descodificar el texto a través de lospersonajes, a jerarquizar sus intervenciones, seleccionar las que le convencen más ymenos, etc.12. Como encuentro mimetizado, realizado en presencia, añade a menudootros signos literarios (marco, circunstancias de espacio y tiempo, dramatización de lasituación argumentativa, acotaciones implícitas en boca de los interlocutores o en 3a

persona del narrador13, entradas y salidas de personajes, gestos, tono de lasintervenciones, silencios, etc.); todos ellos tienen efecto argumentativo automático, y nopueden ignorarse sin empobrecer, o no interpretar, el sentido cabal del diálogo.

D I A L O G I S M O , FIGURA R E T Ó R I C A : LA SERM OCI N AT I O

Por contraste con el diálogo-género, las objeciones que a veces prevén el narrador, elpoeta lírico o el ensayista asemejan más su estructura a la de la figura retórica deldialogismo o al monólogo interior del drama, que a veces tienen fronteras difusas con elsigno literario del diálogo; en tales casos el narrador puede formular y contestarpreguntas, argumentar de forma polémica consigo mismo, plantear y resolver dudas,etc., como se definía en el Teeteto platónico. La figura retórica del dialogismo osermocinatio consiste en introducir un diálogo ficticio en el interior de un monólogo ode un discurso14; se funda sobre la polifonía enunciativa, es decir, un modo deenunciación retórica que introduce varias voces como manera de dar vivacidad a undiscurso que contiene ideas contradictorias. Así hay que entender los diálogos que losautores establecen con sus lectores, imaginando o previendo sus reacciones; o lospseudodiálogos que aparecen en los monólogos del teatro y de la novela paraexteriorizar conflictos e interrogaciones de los propios personajes formulados en Ia y 2a

personas, o con ayuda de otras formas de desdoblamiento; o los diálogos ficticios entreautor y lector en que no se oye al lector (polifonía implícita); o la figura de la sujeción(subiectio), donde, con fines de entretenimiento o de alivio de la carga del discurso, sepresenta una afirmación en forma de pregunta-respuesta como un simulacro de diálogoque toma a su cargo el orador o el narrador; o la pregunta retórica, que de puroevidente no espera respuesta y es sólo una manera de aumentar la adhesión del público.Todas estas formas de manifestarse la figura retórica del dialogismo no se confunden

12 Me ocupé de ello en (1994) y (2000).13 Esto ocurre en los diálogos que tienen narrador y verbos de habla (los que Diógenes Laercio o Plutarco

llamaban "referidos"), igual que en los que definían como "dramáticos o directos".14 H. Lausberg (1983-1984: II, §§ 820-825, especialmente 822. 2 y 823. 2).

PROBLEMAS TERMINOLÓGICOS Y CUESTIONES DE CONCEPTO 149

con otra figura clásica, la duda o dubitación (dubitatio), que formula preguntas sinintroducir diálogo ficticio, sin polifonía15.

En el ensayo o en él discurso lírico, el autor puede manifestarse sin intermediarios,en Ia persona y dirigiéndose a una 2a: hay un emisor, un yo, que se dirige a un túpresente o encubierto, pero que nunca contesta; la 2a persona no indica que hayamostrascendido el «reino del yo», porque las posibilidades de expresión son desiguales; losdiscursos podrán poseer lenguaje directo, pero no hay interlocución. El ensayista o elpoeta lírico no ceden la palabra a nadie ni dialogan con lector alguno. Si reproducenalguna vez palabras que existieron fuera de la obra como diálogo directo, éstas ingresanen el texto integradas por su propia y exclusiva voz. El lector es, aparte de «leyente», siacaso un «oyente», pero nunca un «interlocutor». Hay comunicación y recepción, nodiálogo, no interlocución.

El lector de ensayo o de tratado puede ser co-enunciador y construir interpretación,pero no texto16; tampoco es un personaje literario con su voz y sus propias ideas; es unaentidad abstracta, por mucho que el autor pueda tener un modelo preconcebido. Adiferencia del diálogo-género, la argumentación no se crea entre dos (como mínimo) nien el interior de la obra. El pacto argumentativo es exterior al texto y, si existe, serenueva en cada acto de lectura individual, porque la representación de las voces esdesigual. En el diálogo, el pacto argumentativo es inicial, interno y expreso entre losinterlocutores. Ensayos o tratados, incluso cuando conceden mucho protagonismo allector, clasifican la relación escritor-lector como de maestro-discípulo.

Algo análogo ocurre en algunas novelas. Por ejemplo: el lector tantas veces invocadoen el Guzmán de Alfarache o en el Quijote, no establece «diálogo» con Mateo Alemánni con Cervantes, sino con sus obras17. El caso más complejo es, probablemente, el delGuzmán de Alfarache, del que se ocupa aquí M. Cavillac; se enfrentan lenguajes y vocesen conflicto, muy condicionadas por el contexto en el que se emiten, y quedanintegradas en ese monólogo del narrador que Sobejano calificó de «abierto, solidario ypluriforme»18.

En suma, no todos los novelistas, ensayistas o tratadistas se dirigen al lectorexplícitamente o fingen conversar con él, pero, cuando lo hacen, ese «dialogismo» noequivale a la multivocidad inherente a la estructura del género diálogo: es una figura decomunión con el lector para solicitar una participación activa en la lectura, no en laconversación. Este lector no contribuye con su voz a crear la unidad de la obra, porqueésta se crea a través de la voz omnisciente del orador o del narrador, y el interpelado nocontesta nunca. Por muy rica que resultara la casuística, seguiría siendo comunicación yno interlocución. Esto puede implicar sin duda un grado mayor de riqueza literaria ennovelas o ensayos concretos: al pasar a ser representación de un acto de enunciaciónfigurada, la instancia del receptor puede alcanzar un énfasis y una complejidad muysuperiores a las habituales.

» H. Lausberg (1983-84), II, §§ 776-779, 785, 829, 857.16 Co-enunciador en el sentido que lo formula A. Culioli (1968).17 V. para las novelas picarescas el libro de F. Cabo Aseguinolaza (1992: en especial el cap. 2, «La

picaresca como modelo enunciativo») y las nociones de heterología, dialogismo como convivencia dialécticade lenguajes, etc., págs. 45-142, y sobre todo 83-94, 117-142.

!8 G. Sobejano (1977: II, 725).

150 ANA VIAN HERRERO Criticón, 81-82,2001

D l A L O G I S M O B A J T I N I A N O Y P O L I F O N Í A D E D U C R O T

Para entenderse en materia de términos y conceptos también conviene separar ladiscusión genérica de las nociones de «monologismo» y «dialogismo», que no sirvenpara definir géneros literarios. La noción de dialogismo apareció con los formalistasrusos, en especial con M. Bajtin, para quien las palabras que empleamos siempre están«habitadas por otras voces»; llamaba dialogismo a la relación que un enunciadomantiene siempre con otros19. El concepto bajtiniano de "dialogismo" es inherente a lalengua como sistema y a la literatura como proceso de comunicación, y por tanto, enprincipio, a cualquier obra literaria de cualquier género literario en la que coexistanestilos y lenguajes distintos, o donde pueda considerarse representado al lector comofigura latente, pues además de emisor(es) y receptor(es) interno(s) hay otros exterioresdistintos de ellos y generalmente desconocidos. Por ese motivo, en cualquiera de losgéneros aludidos no existe el diálogo directo autor-lector, ya que el tú al que el oradorse dirige como alocutario o que representa al lector en términos generales, nunca tomala palabra, y es ése el elemento esencial para poder hablar de la existencia de diálogo. Siese "dialogismo" y representación metafórica de las figuras de autor y lector en el textose da en un diálogo, en un ensayo, en una novela o en un drama, lo hará en cada génerode manera distinta y específica.

Hay más: la ausencia de "diálogo" en los distintos géneros literarios aludidos podríatambién revisarse, no para definir un género, sino en el análisis de obras concretas,desde los presupuestos de lo que O. Ducrot llama «polifonía de la enunciación»20. Enefecto, O. Ducrot, inspirado en el concepto bajtiniano de dialogismo, formula la nociónde polifonía para designar las diferentes voces que pueden escucharse en un mismodiscurso. Dicha noción puede ser útil para analizar la complejidad de cualquier discursoliterario, puesto que en una obra no tienen por qué coincidir sujeto hablante o sujetoempírico productor del enunciado, locutor y enunciador. En los discursos literariosconviene distinguir al escritor en tanto que persona social, del autor (la personaconcreta considerada solo desde su estricta actividad literaria), y del narrador (el yo delpersonaje que habla —en un diálogo, el locutor; en el caso específico del teatro, elsujeto hablante es el actor)21. Sólo en las autobiografías se mezclan estas tres instancias.

En definitiva, únicamente como figura retórica, en el sentido bajtiniano o desde lanoción de polifonía de Ducrot puede aceptarse el dialogismo de los enunciadosemanados de un interlocutor único hacia un auditorio indefinido al que no se permite laalternancia —el monólogo de un actor, el discurso de un orador, las reflexionessolitarias en alta voz, las interpelaciones al lector de un ensayista o un narrador, eincluso el curso de un profesor—: son monológicos por su forma exterior, pero puedentener estructura semántica y estilística esencialmente dialógica si incorporan vocesimputables a enunciadores distintos o hay un desdoblamiento efectivo del sujeto.

19 T.Todorov (1981: 88-93).2 0 V. por ejemplo entre otros trabajos (1986: 175-238) y (1988).2 1 La distinción puede y debe extenderse a los diálogos, como a las obras dramáticas: «Pour éclairer

simplement la distinction entre locuteurs et énonciateurs, comme —subsidiairement— la distinction entredialogue et conversation, prenons l'exemple du dialogue théâtral: l'auteur en est l'énonciateur, les acteurssont les locuteurs» (F. Rastier 1988: 302).

PROBLEMAS TERMINOLÓGICOS Y CUESTIONES DE CONCEPTO 151

D I Á L O G O F I C T I C I O v e r s u s D I Á L O G O O R A L C O M Ú N

Por último, la necesidad de distinguir entre las dos acepciones básicas de "diálogo"(género y técnica) crea una nueva obligación, la de comparar elementos iguales: nopodemos comparar diálogo (género) y diálogo (técnica) de la novela o el teatro, porqueestamos mezclando categorías distintas, pero sí podemos comparar cómo emplea elprocedimiento o técnica del diálogo cada uno de los tres géneros literarios mencionados(diálogo, teatro, novela). En líneas generales, además, la técnica empleada en estosgéneros tendrá una serie de rasgos en común, en tanto son diálogos ficticios, distintosdel diálogo "natural"22. Esa comunidad de rasgos, precisamente los hará comparablestanto en sus analogías como en sus diferencias.

G. Genette consideró el diálogo narrativo como la forma mimética más evidente detodas23. La mayor parte de los estudios sobre el diálogo en la novela insisten, pese a lamediación de la escritura, en el carácter de verdad, de reproducción de diálogosauténticos. Precisamente por eso parece conveniente poner de relieve la diferencia entreel diálogo oral común y el diálogo ficticio escrito24. La primera y gran diferencia resideen el tratamiento de los elementos vocales (prosodia, acentos, entonación) y nolingüísticos (aspectos mimogestuales o aspectos de contexto situacional), que en eldiálogo común están asociados y son simultáneos. Lo contrario ocurre en los diálogosescritos y ficticios, donde los elementos vocales y no lingüísticos pertenecen por enteroal universo lingüístico, todos se producen de la mano del escritor, en un acto disociadoy sucesivo, común al narrador y al dialoguista. Ello entraña un proceso denarrativización del diálogo, para hacer compatible narración y diálogo, en principiocuerpos extraños: el narrador comenta de forma sucesiva los distintos ingredientesasociados a la comunicación oral en forma simultánea, y los hace legibles y visibles25.En el diálogo-género existe esa narrativización cuando es un diálogo "referido" o converbos de habla; si el diálogo no tiene narrador, esos elementos se trasladan a lasintervenciones de los interlocutores, que informan, a base de acotaciones embebidas enlos parlamentos, de todas esas circunstancias de la enunciación26. De esos elementos noverbales que en el diálogo oral permiten participar en la interacción y estimularlaincluso sin ser interlocutor27, uno tan esencial como la entonación es imposible dereproducir en los diálogos ficticios a no ser que se representen. La entonación es

2 2 Nadine Gelas (1988: 323-333). El razonamiento básico, en cuanto textos ficticios, puede extenderse delos diálogos novelescos (= del género novela) a los diálogos dialógicos (= del género diálogo), tanto si sondiálogos sin verbos de habla (o "directos") como diálogos con narrador ("referidos").

23 «La forme la plus "mimétique" est évidemment celle que rejette Platon, où le narrateur feint de céderlittéralement la parole à son personnage...», G. Genette (1972: 192).

2 4 N . Gelas (1988: 332, n. 5) aclara oportunamente que los diálogos orales se tienen por auténticosporque son imitados por los ficticios, pero pueden existir diálogos auténticos escritos (carta, télex, etc.) ydiálogos orales ficticios (improvisaciones teatrales). Cuestiones de concepto y de conjunto que aclaran demanera muy convincente las relaciones entre lo oral y lo escrito pueden leerse en J. Jesús de Bustos Tovar(1996: 359-374) (junto a varios trabajos del mismo volumen), y J. Jesús de Bustos Tovar (1995: 11-28).

2 5 F. Berthet (1979) estudia esa convivencia de elementos en Proust.2 6 A. Vian Herrero (1988). Desde el análisis lingüístico, véanse a este respecto los trabajos citados de J.

Jesús de Bustos Tovar (1996) y (1998).2 7 Se puede ser co-locutor (o locutor "en eco", con actividad reactiva) sin ser interlocutor, como explica

Marie-Madeleine de Gaulmyn (1987).

152 ANA VÍAN HERRERO Criticón, 81-82,2001

particularmente importante como instrumento de sentido: por la entonación unhablante estructura su discurso ligando las diferentes partes, y subraya suargumentación; dirige la atención de su interlocutor hacia lo más importante; indica suactitud y sentimientos hacia el tema del discurso; hace saber cuándo no ha terminado loque necesita decir sobre un aspecto y cuándo sí acabó y está dispuesto a cederle lapalabra al otro; por su parte, el interlocutor, sin interrumpir al hablante, muestra queestá atento a su discurso, puede manifestar un interés concreto en un punto particular,sorpresa, aprobación o desacuerdo; indica si quiere que su compañero continúehablando o si, al contrario, desea tomar él la palabra; sugiere que es sensible a lasintenciones del hablante a este respecto; puede animarlo a continuar si no ha anunciadoclaramente su intención de hablar. Generalmente el que tiene el turno de palabra asociauna entonación alta al final de una afirmación, y señala el final de un tema bajando laentonación, con lo que indica que la palabra está disponible, disminuye la energíaarticulatoria o invita al otro a tomar la palabra; el mismo tono, conservando el turno depalabra, sirve para afirmar una opinión negativa o positiva o para expresar un juicio devalor28.

El componente propiamente lingüístico es también muy distinto desde el punto devista semántico, sintáctico y pragmático, en los dos tipos de diálogo, el ficticio y elcomún, porque en el escrito la lengua se recodifica. Desde hace mucho tiempo se handescrito las formas de lo oral por ciertos rasgos léxicos (voces familiares, ciertos giros yexpresiones fáticas), sintácticos (ciertos usos pronominales, rupturas de construcción,enunciados interrumpidos, formas particulares de interrogación y negación), y unmovimiento discursivo distinto29. A la vez, se ha estudiado la estructuración de lasconversaciones orales, sus diversos tipos, sus desarrollos, los conceptos de negociación,de reformulaciones30, de leyes conversacionales, de relaciones de poder, etc. que se handescubierto en su interior. Cuando se comparan los rasgos de lo oral con los diálogosficticios se observan reacciones distintas: unas veces no se encuentra ninguno de esosrasgos, los personajes no se diferencian en sustancia por su manera de hablar;independientemente de su edad, sexo, función y estatuto social, etc., su lenguajeuniforme y homogéneo no se distingue del del narrador; eso no obsta para que losautores declaren que reproducen conversaciones reales. Otras veces los diálogosnarrativos y los dialógicos sí tienen marcas de oralidad abundantes. Sin embargo, suelehaber ausencias significativas de ciertas estructuras o de otras formas orales(tartamudeos, vacilaciones, sintagmas o frases inacabadas, lapsus, reformulaciones,repeticiones inadvertidas, superposiciones de turnos de palabra, formas fáticas, etc.) quecumplen una función muy importante en la comunicación oral. La razón de esasausencias es, en primer lugar, garantizar la legibilidad del escrito, en contraste contantas transcripciones orales que al ser leídas resultan incomprensibles. El diálogo

2 8 Todo ello en L. Fontaney (1987: 263-64); en p. 225 explica la autora cómo la transcripción de unaconversación común puede dejarnos estupefactos y sin entender muchos razonamientos, lo que ocurre porquenos faltan las entonaciones, la expresión del rostro, movimientos de los ojos, gestos, etc., es decir, la parteviva original de lo que leemos.

2 9 Entre otros, D. François (1977); C. Kerbrat-Orecchioni (19952 rev': I, 40-46); J. Jesús de Bustos Tovar(1995), (1996), (1998).

3 0 Para las reformulaciones v. M.-M. de Gaulmyn (1987: 168).

PROBLEMAS TERMINOLÓGICOS Y CUESTIONES DE CONCEPTO 153

escrito y ficticio se concentra, condensa y densifica, frente a la dilatación, gratuidad ydispersión imprescindibles al diálogo oral. El diálogo escrito es estilizado, idealizado,una intensificación o una sistematización del diálogo común; mimetiza, muestra, poneen escena una conversación. Su densidad depende en buena medida de su sumisión a lanarración, a la voz del narrador, al marco narrativo o al interlocutivo. Los diálogosnovelescos (sobre todo ellos) son inseparables del resto de la obra y de su proyecto. Eldiálogo ficticio mimetiza, pues, el oral, pero es a la vez otra cosa, donde nada se deja alazar, todo está previsto y regulado en cierto modo, incluso en una comunicación nolograda por completo. El diálogo dramático tiene muchas analogías con lo dicho, perotambién diferencias, ya que en la mayoría de los casos se construye para la ocasiónespecífica del espectáculo, aunque no necesariamente así antes de la segunda mitad delsiglo xvi. Si se ha visto la conversación común como una estructura regular, el diálogodramático se ha analizado como una organización aún más regular precisamente por sucondición de realidad escénica31, donde se conduce al público a dar significado a cadasigno, previsto de antemano, incluso si hay fallos de funcionamiento, transgresiones,etc.32.

Las diferencias entre diálogos ficticios (de novela, de diálogo o de teatro) y diálogoscomunes nacen de las condiciones particulares del intercambio, donde todo estáprogramado por un autor o un narrador y depende estrechamente del género literario,de los temas y la intriga desarrollados, de los personajes, sus funciones y papeles. A lavez se muestra que la conversación literaria es también un modelo de la conversacióncomún, que hace visibles y legibles, intensifica y sistematiza, ciertos aspectos de formasy funcionamientos de los intercambios verbales naturales.

Bibliografía

BERTHET, Frédéric, «Éléments de conversation», Communications 30 (1979) , 109-163.

BOBES, M a Carmen, El diálogo, Madrid , Gredos, 1992.

BUSTOS T O V A R , J. Jesús de , «La presencia de la oral idad en los textos romances primitivos», en

M a T. Echenique et al. (eds.), Historia de la lengua española en América y España, Valencia,

Universidad, 1995 , 219-235 .

, «De la oralidad a la escritura», en El español coloquial. Actas del I Simposio sobre análisis

del discurso oral (Almería, 1994), Almería, Universidad, 1995 ,11 -28 .

, «La imbricación de la oralidad en la escritura como técnica del discurso narrat ivo», en

Thomas Kotschi, Wulf Osterreicher y Klaus Z immermann (eds.) (1996: 359-374) .

, «El análisis de textos coloquiales», en I. Ca r rasco y G. Fernández Ariza (eds.), El

comentario de textos, Málaga, Anejo XVII de Analecta Malacitana, 1998, 99-116.

C A B O A S E G U I N O L A Z A , Fernando , El concepto de género y la literatura picaresca, Santiago,

Universidad, 1992.

COSNIER, Jacques y Catherine K E R B R A T - O R E C C H I O N I (dirs.), Décrire la conversation, Paris-Lyon,

Université de Lyon, 1987.

31 G. Martella (1988: 336-337). Para el estudio específico de la técnica del diálogo en el teatro, véase C.Kerbrat-Orecchioni (1984).

32 Así ocurre en Esperando a Godot de S. Beckett; véase R. Spinalbelli (1988: 347-361).

154 ANA VIAN HERRERO Criticón, 81-82,2001

COSNIER, Jacques, Nadine GELAS y Catherine KERBRAT-ORECCHIONI (eds.), Échanges sur laconversation, Paris-Lyon, Éditions du CNRS, 1988.

CULIOLI, Antoine, «La formalisation en linguistique», Les Cahiers pour l'Analyse, 9 (1968), 106-117.

DUCROT, Oswald, «Esbozo de una teoría polifónica de la enunciación», en El decir y lo dicho[1984], Barcelona, Paidós, 1986, 175-238., Polifonía y argumentación. Conferencias del seminario «Teoría de la argumentación y

análisis del discurso», Cali, Universidad del Valle, 1988.FONTANEY, Louise, «L'intonation et la régulation de l'interaction», en Jacques Cosnier y

Catherine Kerbrat-Orecchioni (eds.) (1987: 225-267).FRANÇOIS, Denise, «Traits spécifiques de l'oralité», Pratiques 17 (oct. 1977), 13-53.GAULMYN, Marie-Madeleine de, «Reformulation et planification métadiscursives», en Jacques

Cosnier y Catherine Kerbrat-Orecchioni (dirs.) (1987: 167-198).GELAS, Nadine, «Dialogues authentiques et dialogues romanesques», en Jacques Cosnier, Nadine

Gelas y Catherine Kerbrat-Orecchioni (eds.) (1988: 323-333).GENETTE, Gérard, Figures III, Paris, Seuil, 1972.GOFFMAN, Erving, Les rites de l'interaction, Paris, Minuit, 1974.JACQUES, Francis, Dialogiques. Recherches logiques sur le dialogue, Paris, PUF, 1979.KERBRAT-ORECCHIONI, Catherine, «Pour une approche pragmatique du dialogue théâtral»,

Pratiques 41 (marzo 1984), 46-62., Les interactions verbales, Paris, Armand Colin, vol. I [1990], 2a éd. rev. (1995); vol. II

(1992).-, La conversation, Paris, Seuil, 1996.

KOTSCHI, Thomas, Wulf Ôsterreicher y Klaus Zimmermann (eds.) El español hablado y lacultura oral en España e Hispanoamérica, Frankfurt, Vervuert Iberoamericana, 1996.

LAUSBERG, Heinrich, Manual de retórica literaria. Fundamentos de una ciencia de la literatura,[1960], trad. esp. Madrid, Gredos, 1966-1969, 3 vols., 2a reimp. 1983-1984.

LEVINSON, Stephen C, Pragmatics, Cambridge, University Press, 1983.MARTELLA, Giuseppe, «Le dialogue dans le drame historique: le Roi Jean de W. Shakespeare», en

J. Cosnier, N. Gelas y C. Kerbrat-Orecchioni (eds.) (1988: 335-346).MOESCHLER, Jacques, Modélisation du dialogue. Représentation de l'inférence argumentative,

Paris, Hermès, 1989., Théorie pragmatique et pragmatique conversationelle, Paris, A. Colin, 1996.

RASTIER, François, «Sémantique de l'interaction verbale homme-machine», en Jacques Cosnier,Nadine Gelas, Catherine Kerbrat-Orecchioni (eds.) (1988: 299-321).

ROULET, Eddy, «Échanges, interventions et actes de langage dans la structure de laconversation», Études de linguistique appliquée, 44 (Oct.-Die. 1981), 7-39.

et al, L'articulation du discours en français contemporain, Berna, Lang, 1985.SACKS, Harvey, Emanuel A. SCHEGLOFF y Gail JEFFERSON, «A Simplest Systematics for the

Organization of Turn-taking in Conversation», Language 50 (1974), 696-735.SCHEGLOFF, Emanuel A. y Harvey Sacks, «Opening up Closing», Semiótica VIII (1973), 14-41.SCHENKEIN, Jim (éd.), Studies in the Organization of Conversational Interaction, Nueva York,

Académie Press, 1978.SOBEJANO, Gonzalo, «De Alemán a Cervantes: monólogo y diálogo», en Homenaje al profesor

Muñoz Cortés, Murcia, Universidad, 1977, vol. Il, 713-729.SPINALBELLI, Rosalba, «"Qu'est-ce qu'on joue?" Troubles interactionnels. Le cas de S. Beckett»,

en J. Cosnier, N. Gelas y C. Kerbrat-Orecchioni (eds.) (1988: 347-361).

PROBLEMAS TERMINOLÓGICOS Y CUESTIONES DE CONCEPTO 155

TODOROV, Tzvetan, Mikhaïl Bakhtine et le principe dialogique, París, Seuil, 1981.VIAN HERRERO, Ana, «La ficción conversacional en el diálogo renacentista», Edad de Oro VII

(1988), 173-186., «La más íntima ley del ensayo es la herejía. Sobre su condición dialógica», en El ensayo,

dir. A. Vian Herrero, Compás de Letras 5 (1994), 45-66., «La noción de ensayo y los monodiálogos de Unamuno: el ensayista como paradigma», en

Homenaje a Francisco Ynduráin, Pamplona, Príncipe de Viana, 2000, 415-434.WILSON, Deirdre y Dan SPERBER, «Pragmatics: An Overview», en S. George (éd.), From the

Linguistic to the Social Context, Bolonia, Clueb, 1984.WOLF, Mauro, Sociología della vita quotidiana [1979], trad. esp. Sociología de la vida cotidiana,

Madrid, Cátedra, 19882.

VIAN HERRERO, Ana. «Voces áureas. La prosa. Problemas terminológicos y cuestiones deconcepto». En Criticón (Toulouse), 81-82, 2001, pp. 143-155.

Resumen. Se proponen unos puntos de definición o acuerdo y un deslinde terminológico que facilite lacomprensión de los trabajos de este seminario. Se diferencian diálogo como sinónimo de 'conversación', de'interlocución' y de 'interacción', de la antigua figura retórica o de tecnicismos más recientes como'dialogismo' o 'polifonía'. Se separan también en el análisis literario el diálogo-signo o técnica, del diálogo-género literario, y los diálogos ficticios de los diálogos 'naturales'.

Résumé. Définitions communément admises et cadre terminologique destinés à faciliter la compréhensiondes travaux présentés lors de ce séminaire. Différences entre dialogue employé comme synonyme de"conversation", d'"interlocution" ou d'"interaction", d'une part, et, d'autre part, l'antique figure rhétoriqueou des termes techniques plus récents comme "dialogisme" ou "polyphonie". Distinctions, également, pource qui est de l'analyse littéraire, entre dialogue-signe ou technique et dialogue-genre littéraire, entre dialoguesde fiction et dialogues "naturels".

Summary. I propose some définition or délibération points and a terminology démarcation that could makeeasier the compréhension of thèse seminary papers. We make différence between dialogue like synonym of'conversation', of 'interlocution' and of 'interaction', from the antique rhetorical figure or from récenttechnical terms like 'dialogism' or 'polyphony'. I also sepárate in literary analysis the sign or technique ofdialogue from the dialogue like literary genre, and fictional dialogues from 'natural' dialogues.

Palabras clave. Conversación. Dialogismo. Diálogo. Interacción. Interlocución. Polifonía.

LOPE DE VEGA

La bella malmaridadao

la cortesanaEdición a cargo de

CHRISTIAN ANDRÉS

INTRODUCCIÓN 7

I. Biografía (breve) de Lope de Vega 7II. Lope de Vega dramaturgo 9

lu. La bella malmaridada: comedia de la primera época 12IV. El romance de La bella malmaridada

y su utilización por Lope 16V. Influencia de La Celestina 18

VI. El Madrid de La bella malmaridada 19

VERSIFICACIÓN DE LA BELLA MALMARIDADA (copia de Gálvez) 23

CRITERIOS DE ESTA EDICIÓN 25

BIBLIOGRAFÍA SELECTA 27

COMEDIA LA BELLA MALMARIDADA O LA CORTESANA (copia de Gálvez)... 31Personas que hablan en este Acto primero 32Acto primero 33Personas que hablan en el segundo Acto 72Acto segundo 73Personas que hablan en el Acto tercero 110Acto tercero 111

APÉNDICE I: La bella malmaridada (texto impreso de 1609) 151

APÉNDICE II: Romance de La bella malmaridada (versión de LorenzodeSepúlveda) 227

ÍNDICE DE LÁMINAS 231

3CEDITORIAL CASTALIA Comunidad de Madrid