vocación y orientación

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2. TEXTOS COMO PROPOSICIÓN PERSONAL ANTE UN PUNTO CENTRAL DE EDUCACIÓN 2.1 VOCACION Y ORIENTACION 1 "Si por vocación no se entendiese sólo, como es sólito, una forma genérica de la ocupación profesional y del currículum civil, sino que significase un programa íntegro e individual de existencia..." (“Goethe desde dentro” de Ortega y Gasset) "Quería tan sólo intentar vivir aquello que tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué tenía que serme tan difícil?" (“Demian” de H. Hesse) PROLOGO Han pasado ya casi treinta años de la primera edición de este libro. Y está vivo como en aquel entonces. Tal vez porque el objeto sobre el que recae, la razón de vivir de cada cual, no tiene término. Vocación y Orientación ha tenido una existencia muy particular. El autor lo escribió para desentenderse de él en 1 3º Edición chilena corregida, Santiago, Chile, 1997, Registro de Propiedad Intelectual. Inscripción Nº 100.119

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Page 1: Vocación y Orientación

2. TEXTOS COMO PROPOSICIÓN PERSONAL ANTE

UN PUNTO CENTRAL DE EDUCACIÓN

2.1 VOCACION Y ORIENTACION1

"Si por vocación no se entendiese sólo, como es sólito,

una forma genérica de la ocupación profesional y del

currículum civil, sino que significase un programa íntegro e

individual de existencia..." (“Goethe desde dentro” de

Ortega y Gasset)

"Quería tan sólo intentar vivir aquello que tendía a

brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué tenía que serme

tan difícil?" (“Demian” de H. Hesse)

PROLOGO

Han pasado ya casi treinta años de la primera edición de

este libro. Y está vivo como en aquel entonces. Tal vez

porque el objeto sobre el que recae, la razón de vivir de

cada cual, no tiene término.

Vocación y Orientación ha tenido una existencia muy

particular. El autor lo escribió para desentenderse de él en

1 3º Edición chilena corregida, Santiago, Chile, 1997, Registro de Propiedad Intelectual.

Inscripción Nº 100.119

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un momento en que creyó que el tema vocacional tenía que

ver con el desarrollo de las personas y que ya no le sería

tan útil pues iba a dedicarse al cambio de la institución

escolar.

No advirtió que buscaba la transformación de la

escuela justamente porque ésta se había apartado de su

misión de servicio de la vocación de las personas, porque

se centraba en ella misma y no en los alumnos que iban a

aprender; porque autonomizaba los saberes sacándolos de

su sentido, de su atadura al crecimiento humano; porque

elegía a los que iba a atender, diciéndole de esa manera a

los otros que los talentos y la vida que habían recibido eran

de escaso valor.

No reparó tampoco en que Pablo de Tarso, en su

Carta a los Romanos, señaló que todo lo que existe, no sólo

el hombre, sufre la ansiedad de encontrarse con la vocación

hermosa a que ha sido llamado.

Pero si el autor se equivocó, el texto escrito hace

treinta años siguió diciendo su palabra y, no sólo ha

sobrevivido por su cuenta, sino que, además, según

diversos lectores, se las ha arreglado para asomarse, de

alguna manera, a los títulos que el autor ha publicado

después.

Page 3: Vocación y Orientación

Su afán de persistencia ha tenido éxito y ha ganado la

oportunidad de ser editado de nuevo. La versión presente

es la misma de la edición primera con algunas enmiendas

en su redacción y diagramación.

Vocación y Orientación sale a cumplir la misión que lo

trajo a la existencia: afirmar que todo es vocación. Que

nadie ni nada existe sin un sentido. Y que dar con este

sentido es realmente vivir.

I. LA VOCACION

I.1 Concepto

Suele emplearse la palabra vocación con varios

sentidos. Se la emplea, en efecto, vinculada a la elección de

carrera profesional y se dice, por ejemplo, que muchos de

los alumnos que desean ingresar a la Universidad no tienen

clara su vocación. Se la utiliza también con el valor de

llamamiento a la vida religiosa y, con decir que alguien

tiene vocación, se está diciendo que ha sido objeto de un

llamamiento especial de Dios. Se la emplea otras veces con

el sentido genérico de inquietud, inclinación o interés por

algún tipo de actividad y suele decirse que tal o cual hecho

despertó en una persona su vocación social, su vocación

política, su vocación deportiva.

Page 4: Vocación y Orientación

Todas estas maneras de emplear la palabra "vocación"

con sentidos separables y distintos se refieren, sin

embargo, a la idea central de llamado, de necesidad

planteada a un hombre concreto por valores y fuerzas que

operan en él desde dentro y desde fuera de sí mismo.

La idea de vocación como llamado está en la

etimología de la palabra -vox, voz; vocatio, llamamiento;

vocare, llamar-. Está asimismo en el hablar común:

afirmamos que "nos sentimos llamados" a algo, aludimos a

"una voz" que nos pone alertas al tomar una decisión. Está

también la idea de vocación como llamado en el pensar de

los filósofos: Ortega, por ejemplo, nos dice en "Goethe

desde dentro" que la vida "posee siempre voz y que por

eso es vocación”; y Heidegger apunta en "Ser y tiempo"

que "la vocación llama desde la lejanía hacia la lejanía".

Lo que interesa, claro está, sobre todo, es averiguar el

grado en que ese llamado está comprometiendo nuestra

vida, lo que puede equivaler a preguntarnos en dónde ese

llamado tiene su origen y hacia dónde nos quiere llevar, a

qué destino tiende.

Los filósofos antes nombrados nos dirán que las voces

a las que llamamos vocaciones vienen desde el fondo de

nuestro propio y concreto existir y que el objetivo y la meta

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hacia donde nos quieren llevar es el vivir auténtico, es la

realización de lo que tenemos que ser.

Para Heidegger, el enfrentarse el hombre con su voca-

ción es como asistir al diálogo en que su existencia se

dirige la palabra a sí misma, es como sorprender al ser de

cada cual en el instante en que, perdido entre las cosas y

entre los hechos, oye una voz que lo llama a detenerse y a

buscar el sentido de su peculiar existir, el para qué de su

concreto ser en el mundo. "Por la vocación - nos dirá - es

alcanzado quien quiere que lo hagan retroceder en busca

de sí mismo.”

El "sí mismo" es quien toma el rostro y la voz de la

vocación y llama "desde la lejanía" hacia un tener que ser

escondido -"hacia la lejanía"- para que así el propio existir

cobre realidad, valor y sentido.

No está distante de la de Heidegger la visión que de la

vocación tiene Ortega.

Para el pensador español, la vocación es el tener que

ser que cada hombre lleva dentro de sí. Este tener que ser

posee el paradojal carácter de proyecto ya prefigurado y de

tarea por realizar, de destino por un lado inevitable y, por

otro, inagotable multiplicidad de vías de expresión.

Page 6: Vocación y Orientación

"Vida - dirá en "Goethe desde dentro" - significa la

inexorable forzosidad de realizar el proyecto de existencia

que cada cual es". Y en "En torno a Galileo" afirmará que

"en una de sus dimensiones esenciales la vida humana es

una obra de imaginación".

Este dramatismo vocacional - tener que ser algo ya

dado y tener que imaginar el cómo serlo - le propone como

meta al hombre el auténtico ser. El vigía de esa

autenticidad es la vocación. Así lo dirá expresamente en

"En torno a Galileo": "Y la voz que le llama - al hombre - a

ese auténtico ser, es lo que llamamos vocación".

La vocación, entonces, es para Heidegger y para

Ortega, la voz del sí mismo que llama hacia el sí mismo, la

voz del yo profundo que llama al yo de todos los días a

contemplar y realizar un yo que vive en la profundidad.

A ese yo de la profundidad se refiere expresamente

Ortega cuando, en "Goethe desde dentro", afirma que

"sería lo más claro decir que nuestro yo es nuestra

vocación".

A ese yo llama también "vocación" don Miguel de

Unamuno: En las primeras páginas de "Tres Novelas

Ejemplares y un Prólogo”, don Miguel menciona "aquella

ingeniosísima teoría de Oliver Wendell Holmes" sobre los

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tres Juanes y los tres Tomases, es decir, sobre los distintos

Juanes y los distintos Tomases que dialogan cuando Juan y

Tomás dialogan entre sí.

Habría, según Wendell Holmes, el "Juan real"

"conocido sólo para su Hacedor". Habría el "Juan ideal de

Juan", "nunca el real y a menudo muy desemejante de él";

y habría, finalmente, el "Juan ideal de Tomás", diferente a

su vez de los Juanes anteriores. Lo mismo, inversamente,

sucedería con Tomás.

"Pero yo tengo que tomarlo por otro camino", advierte

don Miguel.

"Y digo que, además del que uno es para Dios - si para

Dios es uno alguien - y del que es para los otros y del que

se cree ser, hay el que quisiera ser. Y este, el que uno

quiere ser, es en él, en su seno, el creador, y es el real de

verdad".

"El que uno quiere ser es el real de verdad" cree

Unamuno.

Y ello porque el que uno quiere ser es la voz

incansable que, desde el núcleo de la intimidad, se obstina

en un ser de cierta manera, más allá o a pesar de la

limitación histórica y concreta.

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Ahora bien, la vocación, cualesquiera que sean las

formas particulares que presente, no significa sólo una

fuerza interior que empuja y dinamiza al hombre en la

búsqueda y realización de un plan, de un proyecto de vida.

Significa, también, una fuerza exterior, un requerimiento de

la sociedad y de la época que presenta a ese proyecto vital

un marco de acción real, formas concretas, maneras

históricas de expresión.

En un lenguaje necesariamente inadecuado, porque

toda separación del hombre de su contexto social es

injusta, se puede decir que la vocación es, por una parte,

un idioma interior que se aprehende en el recogimiento y la

reflexión y, por otra parte, es una oportunidad, un llamado

de la realidad exterior que propone, o que tal vez impone,

una determinada misión.

Por un lado yo, que tengo que ser de alguna manera,

yo que tengo que desarrollar las fuerzas que pugnan en mí.

Por otro lado, mi grupo, mi entorno histórico, mi país, mi

época, que me proponen un sitio, un lugar, un camino

determinado. Conciliar esas dos fuerzas, aceptar su

sentido, asumir el destino personal y comunitario que en

ellas se ofrece, eso es descubrir, aceptar y seguir la

vocación

Page 9: Vocación y Orientación

Cada hombre está llamado, igual que los demás

integrantes de su especie, a ser hombre, es decir, a buscar

el sentido de su condición humana; y está llamado también

a ser varón o mujer y a buscar, por consiguiente, el valor y

el por qué de su varonía o de su feminidad. Pero, dentro de

estos llamados generales, dentro de estas vocaciones

comunes con otros hombres, está llamado, también, a ser

una experiencia de vida única e intransferible, a vivir su

condición humana y su condición de varón o de mujer, de

manera distinta e irremplazable. Este llamado a ser igual

que otros y ser, al mismo tiempo, original, este

compromiso simultáneo con la vida de los otros y con la

vida propia, esto que se llama "el yo", la vida de cada cual,

esto es la vocación.

Algunos autores, al parecer por claridad didáctica,

distinguen entre la vocación individual que sería ese

llamado al sí mismo, al tener que ser algo o alguien, y la

vocación social que sería el llamado de la comunidad, la

misión, la tarea histórica que ese hombre individual tendría

frente a su ser así.

Pero esta distinción, con ser esclarecedora, parcela la

realidad y perturba la visión del objeto que se quiere

aprehender. Parece, por tanto, preferible la referencia a la

vocación como una totalidad indivisible, integrada,

vinculada desde la entraña al hombre, por ende

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comprometida con su dramatismo y su complejidad,

apegada a su inseparabilidad personal, a la vez comunitaria

y original.

El hombre no existe para sí mismo. Tampoco existe

para la sociedad. El hombre-existe-en-comunidad. La

búsqueda de una misión, la búsqueda de un lugar de

servicio a la sociedad, lejos de ser una elección, que puede

o no agregar el hombre al desenvolvimiento íntimo, es una

tarea ligada a su naturaleza, es su modo de ser. El ser uno

mismo y el jugar la vida por el grupo social son el mismo e

inalienable trabajo de llevar a cabo la vocación de hombre.

"Humanidad significa co-humanidad - dice Karl Barth - y lo

que no es co-humanidad no es humano".

Vocación individual y vocación social son, por tanto,

sólo maneras inadecuadas de referirse a la vocación

humana singularizada, esto es, a la vocación personal o,

simplemente, a la vocación.

I.2 Vocación y profesión

Los seres humanos buscan actividades, oficios,

profesiones, formas de vida a las que se sienten llevados

por inclinaciones, tendencias, aptitudes, ideales. Así,

algunos quieren ser médicos, sacerdotes, mecánicos. Otros

sueñan con destacar en la política, el arte, la ciencia, el

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comercio. En un momento sienten esas actividades, oficios,

profesiones o formas de vida, como objetivos, como metas

de gran valor y las llaman vocaciones porque intuyen que

en ellas hay respuestas a necesidades fundamentales de su

ser. Sin embargo, hay muchos que no alcanzan esas metas

y que, no obstante, no se sienten llamados a renunciar ni a

sus proyectos ni a sus inquietudes ni a sus capacidades;

mucho menos a la imagen interior que tienen de su vida o a

las exigencias que les impone su realidad histórica.

Es frecuente también que muchos de los que alcanzan

las metas que pretendieron sientan que algo falta, que algo

más vivo e importante, que algo todavía más necesario, les

queda por conquistar. Todo esto se debe a que lo que

parecen metas y objetivos son más que nada caminos,

maneras, formas de vivir la vocación. La vocación se queda

siempre más adentro. Ella es algo que da sentido a esos

caminos, que pone la vida en ellos, que no se acaba cuando

ellos se acaban, que busca otros si ellos se cierran, que los

inventa si no los halla. En una palabra, la vocación es la

personalización, la interiorización de las formas de vida.

La profesión o el oficio pueden estar al servicio de la

vocación de un hombre y, en ese caso, hasta el gesto más

rutinario y cotidiano algo entraña de creación y de alegría.

Pueden, en cambio, no estar al servicio de la vocación y,

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entonces, se transforman en esfuerzo y fatiga, en simple

medio de figuración o de ganarse la vida.

La vocación es el destino de cada cual y, por eso, no

tolera ser constreñida por las fronteras de las profesiones,

simples casilleros o esquemas de trabajo, como tampoco

acepta que se la identifique con una actividad específica.

A esto se debe que un hombre que está realizando su

vocación a través de una profesión o un oficio experimente,

sin embargo, la nostalgia de otros oficios o de otras

actividades a las que advierte como formas de vida tan

posibles y tan enriquecedoras para él como las que en el

momento desempeña. Así, el escultor siente que pudo

haber sido monje, el médico piensa que pudo ser político o

maestro, el filósofo cree que bien pudo ser científico o

artesano.

Clara o vagamente, el hombre intuye que la vocación

es lo que él pone dentro de su oficio o carrera, que es el

sentido que le da a su desempeño; más que eso, que es la

manera determinada con que enfrenta su vida. No le

extraña, por tanto, que habite en él una fuerza troncal que

lo empuja hacia ciertas formas de actividad social, que lo

obliga a buscar y a romper esquemas profesionales, que lo

encamina hacia modos laborales ya existentes o que lo

incita a crear modos nuevos. O que, en definitiva, lo puede

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descaminar de los caminos más aceptados y seguros para,

desde el punto cualquiera en que se encuentre, incitarlo a

intentar la misión a la que siente ligada su existencia.

I.3 Descubrimiento de la vocación

Como la vocación es lo que el hombre tiene que ser, el

proyecto de vida que tiene que realizar, su tarea más

urgente será descubrir las líneas centrales de ese proyecto.

Deberá saber que esto no es fácil porque cuesta mucho

percibir el destino personal a través de la maraña de

solicitaciones, imposiciones y trabas que el vivir concreto

significa. A menudo, la vida de un hombre determinado

suele ser una copia borrosa de la imagen verdadera que

ese hombre lleva dentro de sí. "Somos tan extraños al yo

que ha vivido como si no se tratara de nosotros", dice en su

"Diario”, Amiel. Pero hay que saber también que no es tan

difícil poner oído a las voces interiores porque, aunque

confusas y entremezcladas, empujan al rechazo o a la

aceptación de hechos, de cosas, de personas. Son voces

que reclaman si no se las atiende y que, cuando una acción

las atropella o las reprime, parecen volverse de tal manera

contra quien no las sigue que la persona sufre y se

disminuye.

Un hombre puede autoengañarse y acometer una

empresa en la que se necesita un coraje que él no tiene, o

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una imaginación o capacidad que no posee y podrá hasta

conseguir un éxito externo; pero le será punto menos que

imposible encontrar la alegría pues ésta nace del desarrollo

de las fuerzas reales con que se cuenta y de cuyas

posibilidades y límites es muy difícil no tomar conciencia.

Igual cosa sucederá con aquel que, consciente de sus

talentos y requerido por ellos, se obstina en un quehacer

aislado y estrecho, sin producir los frutos que su comunidad

y su propia plenitud personal le están exigiendo.

Las voces de la intimidad existen y pesan. No hay

quien no sienta sus tirones, sus rebeldías, sus apoyos o sus

desdenes. Las voces de la intimidad tienen poder y, a

través de la satisfacción o de la ansiedad, alertan sobre la

necesidad de un vivir propio y verdadero.

No hay que olvidar, por otra parte, que junto a las

voces de la intimidad, están las voces del mundo exterior,

de la comunidad a que se pertenece.

El hombre, desde que nace, tiene un contorno que

enmarca su proyecto de vida, lo alimenta, lo configura.

Será en un comienzo sólo la madre y los espacios confusos

de la pieza en que se halla su cuna. Será después todo el

hogar y la familia. Se agregará luego la calle, la maestra y

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la escuela. Después el grupo, las instituciones, la localidad,

las personas. Luego el país, el mundo, los otros mundos.

Siempre habrá un alrededor, una circunstancia que va

determinando la acción de las fuerzas que operan en cada

cual, limitando esas fuerzas, provocándolas, oponiéndose,

desarrollándolas.

Las que se han llamado, en la vida de los países,

"generaciones" - generación del 98 en España, generación

del año 20 en Chile - no son sino enfatizaciones del poder

que el marco histórico ejerce sobre el destino de un grupo

de hombres.

En realidad siempre hay generaciones, siempre hay

masas de hombres enfrentadas a un destino común. Cada

época y cada pueblo proponen a los suyos lugares y tareas:

la lucha contra el hambre, la lucha contra la enfermedad;

contra la ignorancia; la conquista de la paz y la soberanía;

el desarrollo del arte, la tecnología y la ciencia; el progreso

hacia el vivir en común, el progreso hacia la libertad.

Por eso, la vocación llama también desde fuera del

hombre, desde su hogar, desde su grupo, desde su zona,

desde su país.

Page 16: Vocación y Orientación

¿Qué espero yo, por un lado, de los otros y de mi

pueblo para realizar mi proyecto interior? ¿Qué esperan,

por otra parte, los otros y mi pueblo de mí, para realizar

ellos su proyecto y su imagen? Ese destino de los otros y

mío, mío y de los otros, ese lugar mío, propio e

intransferible en la tarea común, eso es la vocación.

En síntesis, la vocación se encuentra en la conciliación

entre las necesidades individuales y las necesidades de la

sociedad, entre un destino que viene de la intimidad y un

destino que viene de la realidad histórica.

Y esto, no en un sentido grandioso, de héroe

caminando con su raza o con su nación por el desierto. No.

Esto dice del zapatero, del albañil, del maestro, del

estudiante, del ama de casa, que aceptan su misión como

aporte a su vida y a la vida de los otros. Esto dice de

cualquiera persona y de cualquiera misión, de cualquier ser

humano que acepta su destino, no porque sea grande o sea

pequeño, sino porque es el suyo, porque es el que le

solicita su ser íntimo, su familia, su grupo, su pueblo, su

tiempo.

I.4 El seguimiento o lealtad a la vocación.

El descubrimiento de la vocación, en todo caso, el

vislumbramiento de su bosquejo, la percepción primera de

Page 17: Vocación y Orientación

sus líneas centrales, trae consigo otra grave

responsabilidad. Ella es la fidelidad, la lealtad a esa

primaria toma de conciencia.

Doble es la urgencia del hombre frente a su vida: por

una parte buscarla, hallarla, reconocerla; por otra parte,

atreverse a guardarla, decidirse a no apartarse y a jugarse

por ella.

El hombre puede desertar de su vida, coger una

máscara e interpretar un personaje y falsificar a sabiendas

su real destino. El hombre puede suplantarse, ser el

impostor de sí mismo y tejer sobre la inautenticidad su

trama vital. Rara vez esto sucede como un escamoteo

deliberado, como una voluntad de eludir el imperativo

vocacional. Lo frecuente es que el hombre se altere, esto

es, sea otro - alter, otro - en un marco de renuncia

dolorosa a su programa existencial.

La alteración vocacional es ciertamente un gesto

irresponsable. Quien se altera no defiende su puesto, no

ocupa su sitio y trastorna y pone en riesgo la suerte de la

comunidad.

Nadie puede ser solo, nadie sin los otros puede

intentar un camino vocacional. Los desertores, por tanto,

no sólo detienen su propio andar. También, y por el acto

Page 18: Vocación y Orientación

mismo de su deserción, detienen el progreso y el

crecimiento de su grupo social.

Sin embargo, la alteración, más que un movimiento

irresponsable, suele ser el fruto de la debilidad de la

esperanza o del miedo invencible a la soledad.

El hombre tiene una vida breve y quiere vivirla a toda

costa. Toda espera le sabe a tiempo que se escabulle, a

vivir que se le escapa. En su afán de vivir a cualquier

precio, preferirá entonces una vida inauténtica pero

alcanzable a una vida en esperanza y sin fruto cierto.

Por otra parte, la lealtad a la vocación entrevista

requiere contemplación, requiere aceptar la soledad que

hay en toda profunda decisión; a veces requiere - y esto es

más frecuente de lo que se cree - pasarse la vida en

combate, en batalla contra la inhospitalidad de la

existencia; existencia que se porta con algunos como

madrastra intolerable. "La inhospitalidad es la forma

fundamental, si bien cotidianamente encubierta, de ser en

el mundo", dejó dicho Heidegger.

Es tal vez la debilidad de la esperanza y el miedo a la

soledad lo que explica, más que la torpeza, el que un

hombre que ha oído las voces que lo llaman "desde la

lejanía", y camina hacia ellas con decisión, al cabo de un

Page 19: Vocación y Orientación

caminar y caminar sin dar con nada, se descorazone y los

fantasmas que acechan en la soledad le llenen el alma de

temores. Quizás, para no estar solo, preste estima y oído a

voces que no son las suyas pero que, en todo caso, están

allí, están cerca de sus pasos y puede hablar con ellas.

Un hombre tiene que elegir: allá sus propias voces,

lejanas. Acá, las voces extranjeras en cercanía. Seguir

buscando es ciertamente hermoso; pero es también

incierto. Quedarse con lo cercano es renunciar a sí mismo,

pero es tener algo, algo visible que le pertenece y que

mata, de alguna manera su soledad. Ese hombre que no

esperó más sus voces podrá alcanzar un mayor desarrollo,

podrá instalarse con alguna seguridad en una forma de

vida; pero el no haber sido lo que tenía que ser, será un

dolor que le hostigará siempre como una herida no cerrada.

Suele ser la inhospitalidad, más que la

irresponsabilidad, lo que explica que un hombre que se

aferra tenazmente a su voz interior, viva, sin embargo, en

permanente combate con su centro íntimo. Hay una

realidad que, sin tregua, lo detiene, lo bloquea y le ciega

sus cauces de expresión. Las personas que experimentan

este como desatino vocacional hacen pensar en esos

peregrinos, dueños de valiosas monedas, que no

encuentran mercado en el país extraño por que han tenido

que atravesar y que miran desolados el tesoro que, al

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parecer, de nada les sirve y del que, sin embargo, no se

quieren desprender.

La lealtad a la vocación es, pues, una tarea dura y la

alegría que ella propone no se alcanza sin trabajo y, a

veces, no sin grave zozobra y decaimiento. Que en la

familia, que en la escuela, que en la salud, que en la

situación económica, siempre surge, en algún punto de la

historia de cada cual, una trampa o una barrera que

entraba peligrosamente el camino vocacional.

Y no es extraño que sea así. El hombre es, por

naturaleza, un ser de límites que están dentro de él y fuera

y que dan a su existencia ese carácter trágico, esa

condición de campo de batalla entre los sueños y los

hechos que han señalado algunos pensadores.

Pero la fidelidad a la vocación no sólo es difícil.

También es posible. Es cierto que requiere valentía,

esperanza, imaginación. Es cierto, sobre todo, que requiere

de apoyo y presencia de otra persona. Pero es, de hecho,

una posibilidad cierta y una realidad tan experimentable y

observable como la realidad de la alteración.

Todavía más. Lo más verdadero que tal vez pueda

decirse de la vocación es que su seguimiento, la lealtad a

Page 21: Vocación y Orientación

ella, es la única alegría permanente, es la única actitud que

produce crecimiento y desarrollo maduro de la intimidad.

Es la opinión frecuente de las personas que, con razón

o sin ella, se apartaron de la vocación que habían

reconocido como la suya, que lo que ganaron en seguridad,

en prestigio, en compañía, conquistáronlo a un precio que,

si pudieran ahora echar la vida atrás, no volverían a pagar.

Es dolorosa, ciertamente, la lealtad, pero la deslealtad

es triste y, no pocas veces, sórdida.

Por eso la autenticidad, el vivir de acuerdo con el

propio ser, no puede definirse solamente como una

responsabilidad, como un aporte de la persona a su

existencia propia y a la existencia de los demás. El vivir la

propia vocación es, más que nada, una necesidad, es una

obstinación de la intimidad, es una exigencia implacable del

ser.

Querer, por tanto, la fidelidad a la vocación y

esforzarse en ella no es una virtud o un valor especial del

que alguien se pueda vanagloriar. No es ese deseo y ese

intento una característica de gentes de alta selección

espiritual. Amar la propia vocación y aventurarse en ella es,

simplemente, buscar el crecimiento normal, es querer la

salud psicológica, es querer vivir con la mayor vida posible.

Page 22: Vocación y Orientación

Así como la infidelidad a la propia vida se siente como

un desasosiego y un creciente vacío y, bajo su sombra,

cualquier lugar en el mundo parece inhóspito, el

seguimiento de la vocación se experimenta como un estar

bien, como un florecimiento, como una no arrebatable

alegría y los lugares que la comunidad ofrece aparecen

deseables y enriquecedores.

Ser fiel a la vocación es el gran bien y el más alto gozo

posible dado que viene desde dentro del ser. "Suma delicia

de las creaturas sólo es la personalidad" - es decir uno

mismo - escribe Goethe.

Las mismas limitaciones con que combate el hombre

no tienen todas el mismo signo y no se oponen todas con la

misma fuerza al desenvolvimiento de la vocación.

Así, algunas pueden ser sólo una prueba circunstancial

y pasajera de la fidelidad; otras pueden ser un desafío

enconado y persistente; otras un muro infranqueable, un

no definitivo que obliga a abandonar un camino; otras, en

fin, un ataque frontal y despiadado al centro íntimo del ser

que pone en peligro no las formas de vida, sino la vida

misma.

Con la excepción de esta última, a la que aludiremos

más adelante, al referirnos a la frustración vocacional, las

Page 23: Vocación y Orientación

dificultades aparecen con algo de enriquecedor al mismo

tiempo que perturban y duelen.

Así hay niños pobres a quienes la miseria que a otros

abate a ellos los empuja y aguijonea.

Así también hay quienes, detenidos abruptamente en

su camino vocacional por una limitación insuperable, han

buscado, no obstante, otros caminos y, por ellos, su

vocación ha vuelto a expresarse con singular brío y fuerza

original.

Es de sobra conocido el caso de ese muchacho de

Alcalá de Henares que buscó en la milicia el mejor camino

para su vocación y que, tronchada su ilusión en Lepanto,

halló en las letras otra expresión de su destino. La

adversidad que marcó hasta extremos increíbles su

existencia no le impidió dejar, para los demás hombres,

una vida y una obra plena de bondad, de idealismo y de

plenitud de espíritu.

El caso particular de Cervantes, en toda su totalidad

de testimonio de vida, puede ser excepcional e irrepetible.

No lo es, en cambio, el hecho general de construcción de

una existencia propia y verdadera a partir de una grave

dificultad vocacional. En la vida de los hombres que nos

parecen comunes, el que busque podrá encontrar

Page 24: Vocación y Orientación

numerosos ejemplos de hallazgos y de construcción de una

vida valiosa a partir de una adversidad.

El dolor y el obstáculo, pues, no solamente hieren y

entraban. También pueden ser apoyo, fortalecimiento y

guía de la vocación. Están ahí no solo para cerrar caminos.

También, y al mismo tiempo, para mostrarlos.

Están, en última instancia, para que el hombre no

confunda profesión con vocación; para que no confunda

oficio, o empleo, o actividad con vocación. Para que no

amarre, a formas hechas o a tareas específicas, su destino

personal que es, por naturaleza, más trascendente, más

complejo, más rico en posibilidades y salidas.

Nada de esto queda claro cuando alguien está en

medio de la dificultad y el dolor se enseñorea de la realidad

y del ser. Pero para quien pueda tener esperanza y pueda

tener fe en el poder de su intimidad - aunque le demore un

tiempo - esto llegará a aceptarlo como verdadero y cierto.

Ahora bien. No están sólo en lo que se suele llamar

dolor, los posibles enemigos de la vocación. Hay un

enemigo a la lealtad de la vocación menos franco y más

sutil que la adversidad pues, cuando se enfrenta con la

vocación, parece ponerse de su lado y a su servicio. Este

Page 25: Vocación y Orientación

enemigo es la adaptación, el acomodamiento, el "saber

vivir".

Nuestro yo necesita de los otros para alcanzar más

plenitud. Necesita de los otros para conocerse mejor y para

desarrollarse. Sin los otros se acaba en el aislamiento y en

el egoísmo; en una palabra en el no ser, en la inercia

vocacional.

A veces, sin embargo, el yo sufre la tentación de no

ser, liberándose de responsabilidades y sometiéndose a la

voluntad de los otros.

Yo no tengo mi camino, yo no tengo mi respuesta, yo

no busco, yo no me comprometo, yo no tomo decisiones

por mí. El camino es el que llevan los otros, ellos dan la

respuesta, ellos fijan lo que se busca, ellos deciden y yo me

apego a ellos y si la vida no me resulta ni agradable ni

buena, al menos no me quedaré solo y tendré pertenencia

en un grupo. Es el miedo a la soledad, es la dictadura del

"se" - se lleva, se acostumbra, se dice - que analiza

Heidegger en su "Ser y Tiempo."

Lo más peligroso de esta traba vocacional es que se

presenta revestida de una máscara que se asemeja al

rostro verdadero de la integración social, que se asemeja al

rostro de la participación.

Page 26: Vocación y Orientación

Las personas sienten que tienen que adaptarse a la

dictadura del grupo social o a la dictadura de la costumbre

o de la doctrina y, como en el cuento popular, venden su

alma a la familia o al partido, o al gremio o a la iglesia, con

tal de ser felices y no poner en cuestión sus decisiones. Son

gentes que al decir de Pèguy, "tienen las manos limpias

pero no tienen manos”. Tienen la vida amparada, tal vez

tranquila, pero no tienen la vida de ellos, su vida, la que les

fue dada como carta de juego y como tarea intransferible.

Algunos tienen la sensación de ser sociables y

normales y llevan un vivir intrascendente y desvaído pero,

en todo caso, sin preocupación por el hoy y el mañana. Su

situación es difícil de modificar porque cuesta proponerles

un riesgo a cambio de su existencia protegida.

Similar a la anterior, pero con un claro matiz

diferencial, está la realidad del inseguro, del que no quiere

quedar mal, del temeroso que es consciente de su fuerza

íntima y que algo hay en él de distinto y singular; pero que

no se atreve a jugar su singularidad por miedo a estar sin

los otros o a estar contra los otros.

Donde estén - en una fiesta, con un grupo de estudio,

en una carrera profesional - los inseguros están contra su

voluntad, a pesar suyo. Pero están ahí porque de otra

manera tendrían que combatir, tendrían que oponerse, y no

Page 27: Vocación y Orientación

se encuentran ni con la fuerza ni con la decisión para

hacerlo.

Estos tienen ciertamente, más remedio que los

primeros. Están descontentos, son conscientes de su

debilidad, de su energía inexpresada, sienten el desajuste

entre la vida que llevan y su vocación. Les falta, no toma

de conciencia sino coraje, no deseo de lucha sino apoyo y

compañía.

Los primeros y éstos se han adaptado y han sometido

su vida a la aprobación del grupo. Pero, mientras aquellos

lo han hecho para no hacerse cuestión a sí mismos y

asegurarse de ese modo alguna forma de tranquilidad,

estos últimos lo han hecho así mientras se encuentran con

alguien que les muestre la raíz de su descontento, con

alguien que les muestre la cara desconocida de la soledad.

La vida de cada cual, pues, es la vocación, es una

misión por descubrir y por realizar. Descubrirla cuesta y

realizarla no se consigue sin dolor y trabajo.

Por eso es que hablar a otro de la vocación no es

hacer claridad en él, sino provocar su intimidad. Hablar a

otro de la vocación es ayudarle a aceptar la parte de

perplejidad que hay en su elección. Hablar a otro de la

vocación, sobre todo hablar sobre su vocación, no es tanto

Page 28: Vocación y Orientación

mostrarle maneras o alternativas, como despertar en él un

deseo inacabable de ser y de ser él, él mismo, en el seno

de una comunidad a la que debe su existencia y su

crecimiento y que le proponen un lugar y una tarea.

I.5 La frustración vocacional.

La frustración vocacional, entendida como el resultado

de una grave dificultad para ser, o como el fruto de un

obstáculo insuperable que paraliza nuestros anhelos y

nuestras potencialidades, es una experiencia que requiere

una aclaración.

Es un hecho innegable que el mundo de los hombres

está plagado de seres insatisfechos por el desacuerdo entre

la vida que han soñado y la vida que les tocó. Hay

príncipes en los arrabales, hay esposas en permanente

espera, hay madres sin hijos, hay maestras tras las

ventanillas de una oficina de correos, hay sacerdotes sin

iglesias, hay médicos que son correctores de pruebas.

En cada uno de estos casos está latente o expresa una

profunda sensación de ansiedad, una no aceptación de la

vida actual.

Page 29: Vocación y Orientación

Esta vivencia, esta angustia de no ser lo que se

quería, este desdoblamiento doloroso entre una vida

soñada y una vida real y concreta, se da, si no en todas las

personas, al menos en buena parte de ellas. Si no de un

modo permanente, al menos en momentos o etapas de su

desarrollo.

En algunos hombres, sin embargo, se produce en un

grado de profundidad tal, que el no poder ser lo que desean

se traduce en un no poder ser en la vida en general, en un

no poder tener una existencia elementalmente normal.

Las personas enfermas de frustración vocacional se

sienten como gravemente disminuidas, cargadas de

agresividad ante el éxito ajeno, desconfiadas ante la

posibilidad de la belleza o de la amistad. A menudo, o viven

en silencio una existencia opaca y sin destino, o se llevan a

golpes con la vida, en un combate anárquico, en que sólo la

vivencia de la lucha sin fin les da la sensación de subsistir,

de estar en vida.

Los motivos del por qué se llega a esta frustración son

múltiples y el impacto que esos motivos provocan varía de

una persona a otra. Así, algunos caen en ella por la pérdida

de un ser amado, otros por no alcanzar un determinado

cargo, éste por no haber ingresado a la universidad, el de

más allá por una baja calificación. Siempre habrá un hecho

Page 30: Vocación y Orientación

permanente o esporádico, que tiñe la vida entera de

fracaso o desesperanza.

Ahora bien. La posibilidad de enfrentamiento de esa

realidad que llamamos frustración vocacional puede

hallarse a partir de otra realidad tal clara como la existencia

de esa frustración.

Esa realidad es la que muestra que un mismo o

parecido tipo de frustración puede ser producido por muy

diversas causas y que, ante un mismo y similar motivo

frustrante, las personas suelen reaccionar de diferentes

maneras.

Si pudiera admitirse que la personalidad de cada ser

humano está expresada en varias capas desde dentro hacia

fuera, respondiendo cada una de ellas a un distinto

compromiso de las cosas con la intimidad. Si a partir de

esa imagen se admitiera que hay hechos, realidades

objetivas, que suelen afectar a la capa más íntima de la

persona, a su núcleo, a su raíz existencial, mientras hay

hechos y realidades objetivas que suelen afectar, en la

mayoría de los casos, sólo a las capas más exteriores; si se

admite, por ejemplo que, en general, no afecta de la misma

manera a las personas la pérdida del ser amado que la

pérdida de la oportunidad de un viaje o el fracaso de una

asignatura en la escuela; si se admite, en suma, que hay

Page 31: Vocación y Orientación

casos en que la frustración vocacional parece justa y

explicable, tal vez de obvia comprensión, mientras que en

otros casos parece desproporcionada ante la causa que la

ha provocado, estamos posiblemente cercanos a una vía de

enfrentamiento de la frustración vocacional.

En efecto, mientras una frustración no afecte

gravemente a la intimidad del ser y más bien se asiente en

capas menos interiores, no será tan difícil salir de ella si se

crean las condiciones necesarias.

No se trata, por cierto, de postular que los seres

humanos reaccionan o deban reaccionar ante los

acontecimientos de su vida según una ordenada y

jerárquica escala de valores. Las personas son mucho más

ricas, complejas e imprevisibles en su respuesta ante las

cosas, que lo que el más sabio hacedor de normas pueda

suponer.

De lo que se trata es de aceptar la hipótesis según la

cual, aunque, subjetivamente, un hombre, frente a un

obstáculo para él insuperable, sienta que su vida ha perdido

raíz y sentido, no obstante subsiste la posibilidad de que

haya en él zonas más profundas, aún no dañadas o no

gravemente heridas, tocando las cuales puedan de nuevo

surgir la esperanza y un nuevo deseo de vivir.

Page 32: Vocación y Orientación

Es riesgoso afirmar que para todo caso de frustración

vocacional, para toda forma de sinsentido que pueda

afectar a la historia de una persona concreta y

determinada, haya siempre salida.

Se puede hablar acerca del sentido de la vida o del

sentido del dolor, o del sentido del fracaso, y decir cosas

verdaderas y hermosas que pueden iluminar certeramente

la vida de las personas. Ello se ha hecho así y casi no hay

quien no pueda contar sobre el impacto que alguna

sentencia o frase relacionada con esos temas ha producido

en su conducta.

Pero no se puede hablar, con la misma

responsabilidad, del dolor o de la vida, a una persona

singular, a un ser humano histórico, real, que está

enfrentado a su adversidad.

Si cuesta hablar de soluciones a una persona cogida

por un dolor no estable o no profundo, esto se torna

particularmente penoso cuando la adversidad ha llegado

hasta el centro mismo del ser y las fuentes últimas de la

esperanza han sido dañadas.

Quien se acerca a un hombre gravemente herido en su

proyecto vocacional, en la imagen fundamental que él tiene

de sí, difícilmente puede eludir el sentimiento de oquedad,

Page 33: Vocación y Orientación

de torpeza, que tiñe su gesto y su lenguaje. El otro se ve

disminuido, abrumado, enfermo; uno está,

momentáneamente, al menos, sano; el otro está dentro de

su dolor, dentro de su problema, bajo una amenaza real a

su ser; uno se siente inevitablemente afuera, más acá, no

atacado. Entre el hombre frustrado y el hombre que trata

de darle apoyo está la enorme barrera de lo que uno y otro

están viviendo en la radical incomunicabilidad de la vivencia

personal.

No se trata, por cierto, de negar aquí el valor de la

comprensión y de la empatía; mucho menos el valor de la

amistad y la solidaridad. Menos todavía el valor del amor.

De lo que se trata es de tener presentes dos

componentes de la experiencia humana: el primero es que

el hombre es un ser inevitablemente solo y que no puede,

en lo esencial, comunicar a otro la intensidad y el carácter

de su soledad; el segundo, que no son la ideas o los

consejos los que sacan a una persona de un grave conflicto,

sino las condiciones reales de superación que ella se cree o

se le creen.

Se pueden, en efecto, escribir libros acerca del dolor y

acerca de la victoria sobre el dolor. Se puede, incluso,

aconsejar, con sabiduría a una persona concreta, sobre la

más alta, sobre la más posible manera de salir de su

Page 34: Vocación y Orientación

conflicto. Lo que es, sin embargo, abiertamente difícil es el

presentar caminos y soluciones sabiendo, al mismo tiempo,

que la salida a la frustración que experimenta una persona

determinada no depende tanto de las ideas que maneje

como de las condiciones, de las fuerzas reales con que

cuente al encontrarse con la adversidad.

No es que no pueda hablarse, por tanto, de salidas a

la frustración vocacional. Hablaremos de ellas; pero

importa prevenir sobre la esterilidad de las palabras, sobre

la vacuidad de los axiomas y las normas, cuando se los

emplea desde fuera hacia adentro, cuando se cree en ellos

como instrumentos que sirven por sí solos y que tocan por

igual a todas las personas.

El que habla a otro del sentido que tiene la vida, o del

valor permanente de la esperanza, dice la verdad y, por

consiguiente, puede hacer un gran bien. Pero si no quiere

herir innecesariamente, tiene que marcar su actitud con

una doble toma de conciencia. Una, la de que cada persona

necesita, no la verdad, sino la verdad para él; y otra, la de

que existe un abismo entre el ayudar a otro a descubrir su

posible verdad o su posible camino y el ayudarlo real y

profundamente a crear las condiciones por las cuales esa

verdad y ese camino descubiertos puedan transformarse en

verdad y camino conquistables y asibles.

Page 35: Vocación y Orientación

Sólo si se tienen presentes las anteriores considera-

ciones es posible hablar de salidas de la frustración voca-

cional.

En efecto, la frustración vocacional, de hecho, no

afecta siempre con gravedad extrema a la intimidad y, por

ende, no sólo desde la teoría sino desde el campo mismo

de la experiencia práctica, es posible extraer conclusiones

susceptibles de inspirar la conducta de una persona en

conflicto.

II. ALGUNAS FORMAS DE FRUSTRACION

VOCACIONAL

II.1 No personalización de la forma de vida.

Hay una frustración que se produce por una no

personalización de la forma de vida.

Puede ser un dentista que arrastra su profesión y su

trabajo como un fardo odioso. Gana bastante dinero, lleva

una situación confortable, goza de prestigio en su gremio,

tiene hijos sanos y normales; pero él se siente a disgusto y

está permanentemente tenso y agresivo.

Page 36: Vocación y Orientación

En el diálogo con él, se ha visto que el motivo más

relevante de su actual estado es la visión que él tiene de su

trabajo como una tarea monótona y despersonalizada, sin

influencia social.

"Ahí está el médico - dice - frente a un ser humano,

sentado, con tiempo, conversando como un hombre habla

con otro hombre. Ahí está el maestro en directa relación

con la vida y con el desarrollo de los niños. Ahí está el

ingeniero, abriendo caminos para que la gente comercie, se

movilice, aumente su riqueza; yo acá, en cambio, no tengo

acceso a toda la persona y paso el día trabajando en un

horizonte estrecho e invariable, mientras el país se

desarrolla, mientras otros leen, mientras otros influyen en

los cambios de las personas y en las transformaciones de

las cosas".

Es posible, modificar la vivencia de frustración

vocacional de este hombre, si se le ayuda a personalizar su

profesión. Si él se diera tiempo para ver a la persona que

sufre y no sólo se quedara con el malestar local del

paciente; si aceptara su influencia determinante en la salud

y , por ende, en el desarrollo normal y favorable de sus

enfermos; si advirtiera el poder casi mágico que guarda en

sus manos para curar el dolor; si entendiera que sus

palabras pueden intimidar o dar confianza, pueden

amedrentar a un niño tranquilo o pueden animar y hasta

Page 37: Vocación y Orientación

curar de su temor a un niño tímido; si, en una palabra,

jugara su sello personal y pusiera su condición humana y

su singularidad dentro de su trabajo, su tarea tomaría otro

giro y otro sentido.

Victor Frankl, en "Psicoanálisis y Existencialismo",

propone una salida a este tipo de frustración en la

conciencia del cumplimiento del deber. "Un hombre

corriente – dice - que cumpla realmente con los deberes

concretos que le plantean su familia y su profesión es, a

pesar de la "pequeñez" de su vida, más "grande" y ocupa

un lugar más alto que cualquier "gran" estadista que tenga

en sus manos la posibilidad de disponer de un plumazo de

la suerte de millones de hombres, pero que no gobierne sus

actos ni tome sus decisiones con arreglo a la conciencia del

deber".

Es posible que, en algunas personas, la sensación de

estar cumpliendo con su deber les preste un especial

sentido a lo que están haciendo y que, en ellos, la

afirmación de Frankl tenga un relieve particular. Sin

embargo, parece que un camino más profundo y más

seguro para superar una frustración producida por el

sinsentido de la vida profesional o del trabajo, está más

bien en la personalización de la forma de vida, es decir, en

la personalización del oficio, de la actividad, de la carrera

profesional, del empleo.

Page 38: Vocación y Orientación

Lo que da realmente sentido al quehacer del pequeño

funcionario, o del lechero, o del cirujano, es la conciencia

que ellos puedan tomar de la necesidad social de su tarea y

de las posibilidades de expresión original que esa tarea les

presente. El sentido de un oficio está en ser como ese

zapatero que propone Unamuno, el cual de tal modo hará el

calzado a sus parroquianos, que le echarán de menos

cuando se les muera. “Se les muera" y no sólo "se muera",

comenta certeramente don Miguel en su ensayo "Del

sentimiento trágico de la vida".

Así como el dentista a que antes aludíamos veía su

profesión como un obstáculo a su expresión y desarrollo

humano singular y consideraba con envidia las funciones

del médico o del maestro, así también hay médicos y

maestros que, aquejados a su vez de frustración

vocacional, querrían cambiar por otro el oficio que

desempeñan.

En el propio seno del magisterio, si no el más

enriquecedor de los oficios, al menos uno de los más ricos

en posibilidades de humanidad, de originalidad, de

creación, de decisiva influencia en el crecimiento de las

personas y en el cambio social, en el propio magisterio, hay

personas que ya no hallan destino a su trabajo, que han

perdido sentido, que han hecho de sus lecciones una larga

e inacabable página de aburrimiento y que esperan con

Page 39: Vocación y Orientación

impaciencia el día de la jubilación, el día del término de una

labor para ellos, cansadora y tediosa.

Hay, por tanto, trabajos más abastecidos que otros en

posibilidades de expresión personal, pero la riqueza central

y determinante la ponen siempre las personas que ejecutan

esas tareas y esos trabajos.

No es tanto lo que no posee lo que perturba a un

hombre como el no sentir suyo lo que en el momento tiene.

Puede sufrir el hombre por no tener un título profesional,

por no conquistar el empleo que pretendía, por no ser

admitido en determinado círculo de actividades; pero lo que

lo hunde verdaderamente y lo abaja es el no poder ser él

donde está, el no poder aportar sus fuerzas propias, el no

sentir su peso en las cosas que hace.

Por eso, si una persona no encuentra sentido en su

trabajo, tiene que buscar la manera de personalizarlo. Si,

pese a sus esfuerzos, esto le es imposible, no tiene más

remedio que abandonar la actividad que desempeña y que

se opone inevitablemente a su expresión personal.

Pues si la permanencia en una actividad o empleo

lleva a un hombre al límite extremo de la inadaptación y no

ya su estabilidad funcionaria, social o económica se ha

puesto en peligro, sino su propio desarrollo humano

Page 40: Vocación y Orientación

normal, es decir, su proyecto vocacional de vida, entonces

la separación del elemento traumatizante, en este caso la

ocupación profesional, es el único camino posible de la

salida de la frustración.

En estas circunstancias opera la enseñanza de Don

Juan Manuel, con su ejemplo acerca "de lo que aconteció

con un zorro que se hizo el muerto". Un zorro que no

alcanzó a huir oportunamente de una aldea hacia el campo,

en espera de la noche, se tendió como si estuviera muerto

en la calle y soportó estoicamente que los vecinos le

arrancaran dientes o partes de su pelaje; pero al querer un

hombre arrancarle el corazón, se puso bruscamente en pie

e intentó la fuga. En verdad, todos los esfuerzos caben para

mantenerse alguien donde está cuando no cabe otra cosa;

pero, cuando esa permanencia entraña una amenaza cierta

contra la propia vida o, lo que es lo mismo, contra la propia

vocación, entonces todo riesgo, aun el más grave, puede, y

debe ser corrido.

II.2 Subordinación de la vocación a la forma de vida.

La frustración vocacional puede también producirse

por una subordinación de la vocación a la forma de vida.

Esto sucede en personas que no tienen tanto interés

en realizar su vida, la que les es propia y esencial, como en

Page 41: Vocación y Orientación

alcanzar una meta profesional y permanecer en ella. Estas

personas, más que ser ellas mismas, se obstinan en ser

médicos, abogados, administradores. O, dicho tal vez de un

modo menos duro, estas personas no ven otra manera de

realizar su vocación sino a través de una determinada

actividad a la que no pueden renunciar. Afirman que, de no

tener tal oficio o tal profesión, o de no estar en tal o cual

tarea, su vida carecería de significación y no sabrían qué

hacer con ella.

Puede acontecer entonces que estas personas no

logran lo que han soñado, no alcanzan la meta única que

pretendieron y a la que han amarrado indisolublemente su

destino y todo el vivir de ahí en adelante pierde para ellos

sentido; todo les parece ingrato y ajeno.

Puede suceder también que estas personas alcancen la

meta que se fijaron y que, durante meses o años, gocen de

esa conquista. Pero, al cabo de un tiempo, las limitaciones

inherentes a todo esquema profesional, a las que hay que

agregar las limitaciones históricas de cualquier oficio,

pueden empezar a borrar la fascinación inicial y a destacar

las barreras que en un comienzo no vieron. Puede suceder

entonces que la vocación real, la vida verdadera que no

tolera impunemente el atropello de ser enclaustrada en una

sola y excluyente forma de vida, surge, irrumpe con sus

leyes y la persona entra en conflicto.

Page 42: Vocación y Orientación

Acontece en estos casos que la persona no advierte su

problema como una lucha entre su vida y la profesión,

como un desacuerdo entre su proyecto íntimo y la actividad

que ejerce sino que, obstinada como está, en el apego a su

forma de vida, experimenta su desazón actual como una

deslealtad a la propia vocación personal a la actividad o el

oficio, a los que identifica como su vocación.

A veces ocurre esto por circunstancias negativas que

rodean el trabajo elegido. Un hombre, por ejemplo, se

apega a una actividad o carrera cuyo bajo o precario

rendimiento económico no le permite elementalmente vivir.

Este hombre, si por esta situación sufre una crisis, para

permanecer en la profesión elegida, apelará, tal vez, un

tiempo, a su heroísmo, a su energía vocacional; pero, tarde

o temprano, las fuentes de su generosidad empezarán a

dar señales de agotamiento. Es posible que la escasez de

dinero determine que su propio sentido del honor se ponga

en peligro y que, por otra parte, se arriesguen las

condiciones que él considera básicas para resguardar la

salud y la educación de sus hijos. Entonces quizás

acontezca que no pueda obligar a los suyos, a su familia, a

su grupo, a un esfuerzo todavía más prolongado, sin

amenazar gravemente el crecimiento normal, la alegría

propia del vivir, de los que están con él. Si esto ocurre, él

mismo, su ser mismo, su último reducto ideal, puede ser

abatido por la contrariedad.

Page 43: Vocación y Orientación

Y si, finalmente, interpreta la derrota ante tanto

esfuerzo como la victoria de lo "económico" sobre lo

"espiritual", algo así como la victoria de una realidad

inferior sobre otra superior, un denso descontento consigo

mismo se instalará en él.

Si, pese a todo, decide mantenerse en el oficio que

ama y que lo asfixia, su estilo personal tomará un aire

entre heroico y amargo, que en ningún caso será alegre,

porque no provendrá desde dentro de sí. Si, por otra parte,

hace dejación del oficio, a donde vaya irá con la nostalgia

del bien perdido y ningún bienestar le hará olvidar "la voca-

ción" a la que no fue leal.

Una situación todavía más grave se produce cuando el

conflicto vocacional se genera, no en alguna circunstancia

más o menos susceptible de mudanza, más o menos

concomitante con la forma de vida, sino en la naturaleza

misma de la actividad, en componentes esenciales de la

profesión elegida.

Es la configuración estructural, entonces, de la tarea o

del oficio, la que se yergue contra el hombre y lo amenaza

y lo aprieta y parece quitarle la libertad.

Eso ha pasado, por ejemplo, con algunos sacerdotes

católicos del rito occidental que tuvieron que asumir

Page 44: Vocación y Orientación

simultáneamente dos formas de vida, el celibato y el

sacerdocio, y a quienes el tiempo les ha hecho intolerable

esa simultaneidad.

Ha sucedido así con algunos que sólo quisieron ser

célibes y que, al ver que en su grupo social el celibato no

era claramente aceptado y era más bien objeto de torcidas

interpretaciones, buscaron un oficio en que esa forma de

vida no fuese discutida. Encontraron entonces el sacerdocio

católico y lo tomaron. Un tiempo llegaron verdaderamente

a amar el trabajo pastoral inherente a ese oficio; pero un

día tuvieron que reconocer que esa labor se les hacía

penosa, que no sentían una inclinación decidida hacia ella y

que sólo querían apartarse del camino normal de los demás

hombres para dedicarse al estudio, a la ciencia, a la

reflexión.

Ha sucedido también con otros que llegaron a ese

ministerio porque simplemente quisieron ser sacerdotes,

porque quisieron esencialmente servir y presidir una

comunidad de fieles y que se encontraron, no obstante, con

que no podían llegar a esa meta si no aceptaban

simultáneamente ser célibes, forma ésta de vida que ellos

no buscaban. Fascinados como estaban por el sacerdocio,

asumieron el celibato pero, pasado un tiempo, su verdadero

proyecto personal, su vocación no célibe se les enfrentó

resueltamente y los puso en crisis.

Page 45: Vocación y Orientación

A unos y otros, algo que en el momento de la decisión

no vieron o no pesaron en profundidad, esto es, que los

oficios son estructuras ya hechas mientras las vocaciones

son estructuras por hacerse, se les vino de pronto encima

desconcertándolos y hostilizándolos.

Ahora bien, si el que sufre la experiencia de una

frustración profunda en razón de la actividad elegida ha

hecho un solo todo de su vocación y de su forma de vida y

se siente, por ende, estrechado a su oficio como a su propio

cuerpo, entonces la insatisfacción más honda toma

posesión de él, se instala en el centro de su intimidad y

cada hecho, cada signo que le pone implacable el problema

entre los ojos, él lo toma como una avanzada de la

infidelidad, de una infidelidad a la vocación, al propio ser.

Por lo que antes se ha dicho acerca de la relación

entre vocación y profesión, entre vocación y oficio o

actividad, podrá colegirse que uno de los caminos más

ciertos de salida de este tipo de frustración sea la puesta en

su sitio de la vocación, la toma de conciencia del real

destino personal.

Los oficios y las tareas, las formas de vida - médico,

vendedor, periodista - son expresiones concretas,

elecciones particulares de una vocación central y única.

Estas elecciones o vocaciones particulares exigen una

Page 46: Vocación y Orientación

lealtad, pero una lealtad que sólo coge su dimensión

auténtica de su arraigo real en la vocación básica, en la

vocación de cada hombre a jugar su vida singular más allá

y por encima de las formas y maneras. Ninguna forma es el

hombre mismo, ninguna manera agota el destino original.

Un hombre puede ser tan fiel a su vocación

abandonando una forma de vida como permaneciendo en

ella. Dicho de otra manera, ni en el permanecer en una

forma de vida ni en el abandonarla puede leer un hombre la

fidelidad o la infidelidad a su vocación. La fidelidad o

infidelidad a la vocación le será señalada solamente en las

razones profundas de lo que hace, en el por qué abandona

o permanece en una determinada forma de vida. En una

palabra, la lealtad se juega en el corazón, en la intimidad,

en un centro donde difícilmente llega la mirada de los

demás y en donde están siempre alertas las exigencia

profundas de la vida de cada cual.

Quien esto ignora y subordina su vocación a una

determinada forma de vida - llámese ésta oficio, carrera,

actividad, estado - o el que llama vocación a lo que no es

sino un cauce o una expresión parcial de ella, está en un

inminente riesgo de frustración.

A la tristeza de tener que abandonar una forma de

vida a la que se ha querido, y dentro de la cual, o a través

Page 47: Vocación y Orientación

de la cual, ha crecido una vocación, no vale la pena agregar

gratuitamente la tristeza de la infidelidad, de la deslealtad a

la vocación. Cuando esto último llega a suceder, sólo el

retorno a las fuentes, es decir, el retorno a una visión más

honda del por qué de la vocación y de la vida, y del cómo y

del para qué de ella, puede romper la frustración y permitir

un renacimiento.

Si dentro de una misma forma de vida, dentro de un

mismo quehacer o estado, hay hombres que están

contentos y otros que no lo están, unos en camino de

realización y otros en camino de aniquilamiento, es bueno

aceptar la posibilidad de que en la propia forma de vida

elegida esté el motivo del desarrollo o el motivo de la

perturbación.

De hecho hay quienes aciertan con una forma de vida

y, aunque atraviesan por duras dificultades, permanecen en

ella, porque las fuerzas de la plenitud y de la alegría que

ahí encuentran tienen más peso que la dificultad que esa

forma de vida trae consigo. Otros, en cambio, yerran y la

equivocación en la elección de la forma de vida les acarrea

una natural incapacidad para, a través de ella, encontrar

caminos de realización.

Lo que verdaderamente importa, por tanto, tener en

claro es que el quehacer que nos da crecimiento y el que

Page 48: Vocación y Orientación

nos causa opresión no son lo mismo que nuestra vocación,

sino datos sobre ella, medios, instrumentos y signos que, si

nos producen desazón o nos producen contentamiento, no

lo hacen por sí mismos sino por su capacidad de vinculación

con nuestra vida singular, con nuestra vocación primera y

original de ser nosotros mismos.

La vocación está siempre más allá de los esquemas

profesionales y está siempre más allá de las formas hechas

que se conocen con el nombre de oficios y actividades.

II.3 El bloqueo de las vías de la felicidad.

Hay una forma de frustración vocacional que nace más

adentro todavía de las anteriores y es aquella que deriva de

una tristeza básica, de un pesimismo radical, de una

especie de bloqueo permanente de las vías de la felicidad.

Las personas que experimentan esta vivencia se ven

amargadas, melancólicas, agresivas, como poseídas por un

descontento que les hubiera sido dado junto con la vida.

Hagan lo que hagan, estén en una actividad o en otra,

todo, a la larga, parece dolerles y estar en su contra. Nada

se da como ellos quisieran, ni en el amor, ni en la vida so-

cial, ni en el trabajo, y el tropiezo y el desencanto dan la

impresión de seguirles a todas partes.

Page 49: Vocación y Orientación

Quien de fuera las mira no puede eludir la tentación de

pensar que, más que toparse con las dificultades estas

personas parecen llevarlas, andar con ellas. Todo pasa

como si los problemas se generaran no tanto en su

circunstancia, en su mundo exterior, como en el seno de su

intimidad, en su ser así, en su disposición habitual para lo

que les presta la vida. Dan la impresión de que, cuando el

fracaso llega hasta ellas, ellas ya han llegado hasta el

fracaso.

No es difícil percatarse de que la imagen ingrata que

estas personas proyectan tiene su origen en un trastorno

profundo de la intimidad. Tal vez se ha producido en ellas

un bloqueo insuperable de las vías de la felicidad, es decir,

una parcelación constante de la percepción de su mundo

por lo cual, mientras lo lamentable y lo sombrío se reciben

magnificados, hay una perturbación, una incapacidad para

tomar lo hermoso y lo gratificante que otros recogen no

sólo en los sucesos amables sino hasta en los hechos más

grises, comunes y rutinarios.

Algo ha pasado en ellos, algo ha penetrado hasta su

centro y su interioridad y ha dañado la zona en que se

guarda la alegría y ha cortado los puentes por donde suele

penetrar la belleza.

Page 50: Vocación y Orientación

Ese algo, al que por usar una expresión genérica

hemos llamado el dolor, está ahí y no los deja ver. Tal vez

llegó un día de súbito y se instaló en ellos para no salir

más. O tal vez se vino lentamente, como la lluvia, y se fue

acumulando hasta cegar los cauces de comunicación.

El hecho es que estos hombres no ven sino lo que los

atormenta, no reciben más que lo cruel, lo desordenado y

lo incierto. Si antes tuvieron una vivencia de plenitud ya no

la recuerdan; si ahora tienen algún contacto con la alegría

no la ven, no les llega.

Paradojalmente, el hombre que tanto sueña con

palabras como lo verdadero, lo objetivo, lo real, se mueve

dentro de condicionamientos que lo enmarcan sin darle

tregua. Y no tan sólo no coge toda la realidad sino que,

además, ignora que no la ha cogido. Ignora, por ejemplo,

que lo que en un momento ve depende de lo que ha visto

antes y que el dolor o la alegría que ahora le llegan le

habían salido antes al paso y ya andaban con él.

El hombre no es consciente de su parcialidad y, por

eso olvida que es un ser inarmónico, un ser que selecciona,

un ser de límites y fronteras. El hombre tiene tendencia a

sobrestimar su capacidad perceptiva y a creer que lo que

ha experimentado y lo que ante sí tiene, no admite otro

lado, no puede tomar otro color; él no sabe que elige

Page 51: Vocación y Orientación

siempre por retazos y que siempre prefiere ya lo

anecdótico, o lo ideal, o lo intelectual o lo afectivo. O, a

veces, lo sombrío, lo triste. "Leemos mal el

mundo - escribe Tagore en "Los Pájaros Perdidos" - y

decimos luego que nos engaña".

Es muy difícil, por todo lo dicho, modificar en un

hombre con este tipo de frustración, su punto de vista. Por

un lado, se resistirá a mirar con otros ojos su propia vida.

No es asunto de visión - dirá él - sino de hechos, de cosas

que han pasado, de realidades que están ahí y que

porfiadamente se imponen a quien las mira. Por otra parte,

un cambio en el punto de vista no es sólo un cambio en el

punto de vista. Es un cambio en el hombre, es una

transformación en la raíces del aprehender y del sentir que

no se obtiene por consejos ni por doctrinas, sino en la

fuerza lenta del apoyo personal, en el juego del tiempo de

alguien en el tiempo de otro.

Pero tal vez es posible ayudar a una persona a salir de

la frustración producida por una percepción amarga de su

vivir, si se la lleva a la contemplación total de lo vivido.

Un hombre podría romper su estado habitual de

tristeza y de soledad si pudiera recibir su vida tal y como

realmente le ha sucedido.

Page 52: Vocación y Orientación

Las cosas que una persona concreta toma del mundo

no son de una sola tonalidad ni tienen un solo lado. Verlas

en su totalidad obliga a dar un rodeo, a detenerse, a

reflexionar.a abandonar un punto de vista único. Quien

mira una mesa desde abajo no ve lo que está encima de

ella; tampoco ve la mesa.

Así como el niño va aprendiendo progresivamente que

los objetos tienen más caras que las que se ven a primera

vista, así también un hombre puede ir aprendiendo que lo

que se llama la realidad es algo que tiene más caras que

las que se observan de un modo directo. Un hombre puede

llegar a aprender que los hechos y las cosas y las personas

tienen lados, aristas, volumen y configuración inagotables

para el que quiere desentrañar todo lo que encierran, todo

lo que significan.

Es posible que la misma mujer cuya amargura haya

sido generada por una dejación forzosa de la vida

profesional y por un confinamiento no deseado en el hogar,

guarde en una zona dormida de su intimidad la capacidad

de resonar o la capacidad de florecer ante la contemplación

de los hijos sanos y despiertos que, por su "confinamiento"

han crecido en alegría.

Es posible que el muchacho abrumado por los

continuos fracasos escolares disponga, sin saberlo, de la

Page 53: Vocación y Orientación

suficiente imaginación y audacia para salir adelante en su

empleo, o en un negocio, o en cualquiera actividad en que

juegue los valores que ha recibido y que están esperando

que él los acepte como dones, tanto o más poderosos que

los triunfos en la escuela.

Siempre la vida ha dado más a cada hombre de lo que

cada hombre admite como recibido de la vida. Aun el que

se siente más pobre y rechazado está en situación de llevar

su riqueza al vivir de otro; incluso, puede estar en situación

de rescatar a otro de la decepción.

Un hombre triste, en efecto, no es sólo un hombre

triste, ni un hombre desesperanzado. Un hombre triste es

un hombre bloqueado, un hombre adherido a la adversidad,

un hombre ciego a las maravillas que los demás reciben de

él, a las maravillas que él posee dentro de sí, pero que su

intimidad herida no ha registrado ni ha podido agradecer.

En el total de lo recibido, entonces, en el total de lo

que nos ha sucedido, hay una puerta clara de salida de esta

frustración vocacional.

No se trata, por tanto, de oponer la ilusión y la

fantasía a la realidad, sino de enfrentar esa realidad

determinada que duele, con esa otra realidad más

completa, más polifacética que es la realidad personal total.

Page 54: Vocación y Orientación

Se trata de aceptar la invitación a mirar esa parte de la

propia vida que no ha sido todavía vista. Se trata de

aceptar que, junto al sentir que arde ante los ojos hay otro

sentir que, calladamente, espera ser llamado a la

conciencia.

Los hombres que permanecen un largo tiempo en

prisión o en una cama de hospital no logran entender el

tiempo que perdieron sin gozar de lo que antes,

ligeramente, llamaron rutina, inercia o monotonía.

Apretados en la estrechez de su limitación actual, sueñan

con esas cosas rutinarias a las que antes no otorgaron valor

alguno, sean ellas el cruzar una calle o el subir a un

autobús o el abrir lentamente la puerta de su casa.

Así es la condición humana. Necesita perder lo que

posee para reparar en su valor y en su peso. Necesita

poner en riesgo una realidad definida como triste vida, para

descubrir que esa definición es demasiado estrecha y no

refleja la riqueza del objeto que intenta descubrir.

Por eso, ayudarle a un hombre a descubrir la

complejidad de los hechos, es darle un camino de

liberación, es abrirle una vía de acceso a su verdad.

Ayudar a un hombre a tener más completa

información sobre sí, es ensanchar el marco de referencia a

Page 55: Vocación y Orientación

su sí mismo, es darle otro contexto de percepción de su

vivir, una visión diferente de la que hasta entonces ha

reconocido como su imagen.

Y quien admite que su vida puede ser más compleja y

tal vez, de alguna manera diferente a la que ha percibido,

admite, sabiéndolo o no, una visión nueva, una revisión,

en última instancia admite un posible sentido, una posible

salida a su soledad y a su pesimismo.

II.4 La pérdida de la razón de vivir.

Hay, finalmente, una frustración vocacional que deriva

de la irrupción brutal de la adversidad en el centro íntimo

del ser. La persona que la experimenta pierde pie en su

interioridad, se desequilibra su raíz profunda y se pone en

riesgo de muerte: es la frustración producida por la pérdida

de la razón de vivir.

Se ha dicho ya, antes, que nada más aventurado que

hablar de salidas a la frustración vocacional cuando ésta

deriva de un daño grave de la intimidad; que una vocación

profundamente herida no tolera las palabras y no reacciona

con las verdades ni con las doctrinas.

Page 56: Vocación y Orientación

Quien ha sufrido un daño en el núcleo de la

interioridad, está recogido, replegado, encerrado con él, en

un gesto que aparta la comunicación y el diálogo.

Por esto es muy difícil y se hace casi odioso, el hablar

aquí, de nuevo, de la posibilidad de una salida.

Sin embargo, existen personas que han trascendido

esta terrible prueba. Ellas han dicho que sólo una fuerza en

que antes no habían reparado, una fuerza venida desde

una zona imprevista de la intimidad, puede explicar su

encuentro de una tarea nueva por hacer y su continuación

en una vida con sentido.

Esta fuerza es la esperanza.

En efecto, cuando Pèguy afirmó que no hay nada más

misterioso que la esperanza, no entregó solamente para los

demás hombres una frase hermosa, sino la más viva y la

más quemante de sus experiencia vitales. El descubrió por

sí mismo que la esperanza, que la posibilidad, existen, son

reales y que la duración de su poder y de su energía son

apenas comprensibles para el observador.

Es real y verdadera la violencia y la dificultad que

mutila una vocación y la quiebra hasta el punto de

convertirla en máscara, en semi ser, en vivir de prestado,

Page 57: Vocación y Orientación

sin sonido, sin médula; pero es igualmente real y es

igualmente verdadera la posibilidad de trascender y de

sobrepasar el absurdo y la desesperación.

Nadie podrá estar seguro, ni siquiera el más profunda-

mente decepcionado, de haber agotado los cauces de la

posibilidad y de haber tocado fondo en la capacidad de

esperar que guarda una vida.

Todo el mundo del hombre, el mundo físico, el mundo

psicológico, el mundo social, el mundo político, etc., le

habla al hombre de cambio, de sorpresa, de movimiento.

La liberación energética de la fisión atómica y la liberación

psíquica del análisis freudiano son el resultado del

presentimiento de que un dinamismo formidable se

ocultaba tras el rostro de la inercia, que una realidad

escondida y poderosa existía más allá de la mirada primera

de la conciencia.

La historia del hombre común está construida sobre la

posibilidad, sobre un pasado que pudo ser de otra manera y

de un futuro en cuya esencia está la pluralidad, lo diferente

y lo imprevisible. “El tiempo y las horas pasan, aun en el

día más difícil", comenta para sí mismo Macbeth, Y hay

historias y hay rostros de hombres comunes - no sucede

esto únicamente en la vida de un héroe o de un santo - en

que, por encima de la marca a fuego de un dolor inefable

Page 58: Vocación y Orientación

se vislumbra la señal inconfundible del que ha triunfado

sobre la adversidad. Es la increíble capacidad de reserva de

la intimidad, es la esperanza, es la vida escondida que pone

en fuga a la muerte y que reconstruye lentamente las

formas rotas.

Es útil citar aquí la experiencia que tuvo un profesor

con un grupo de sus alumnos, acerca de las salidas que

pueden aguardar después de lo que suele llamarse "lo

definitivo".

Asistían a la representación de una obra de teatro y

veían acongojados cómo el acontecer dramático se

encaminaba, contra su deseo, hacia un desenlace

lamentable y funesto. Cuando así sucedió y el acto llegó a

su fin, empezaron a abandonar la sala, dolidos, sin

intercambiar palabras. Quedaba todavía otro acto, pero, ¡a

qué sufrir más! Ya vendrían, pensaron, esos trillados

cuadros de apoteosis y de glorificación del sufrimiento, tan

similares a los gestos vacíos de las personas educadas ante

el dolor ajeno.

Ellos mismos no saben por qué volvieron a sus

asientos. Tal vez por inercia, por hábito. Ya estaban en eso

y se quedaron.

Page 59: Vocación y Orientación

Y no vino una apoteosis. Simplemente la trama siguió.

Siguió desde el punto en que la habían dejado; pero en una

dirección insólita, no prevista por ellos y, no obstante, tan

real y posible como las que hasta ese momento suponían

como las salidas normales.

Maravillados y sorprendidos observaron cómo la

historia tomaba un giro más feliz y diferente del que su

desconfianza había admitido como obvio e inevitable. Y lo

más aleccionador: observaron cómo la historia que ahora

se desarrollaba ante sus ojos no era el fruto de un vuelco

de la suerte y de la fantasía, sino la hilación natural y sin

saltos de la historia precedente. La alegría y la luz del

último acto no eran mero producto del arte y de la magia

poética, sino que eran lógica profunda, eran realidad pura,

eran sabiduría que descubre la conexión y el

encadenamiento interior de los hechos. Todo lo que antes

había sucedido preparaba lo que vendría después. Más aún.

Toda la luz de ahora teñía de un matiz nuevo la tristeza

anterior. Esa tristeza no desaparecía, no se empequeñecía,

pero no tenía ya la sordidez del absurdo, sino el dulce calor

de lo que guarda esperanza.

Al abandonar el teatro ya no sufrían. Estaban alegres.

Pero, otra vez, no hablaban.

Page 60: Vocación y Orientación

Cuando, pasado un tiempo, algún alumno de entonces

ha venido a ver al profesor para buscar juntos una

explicación a un obstinado y oscuro dolor suyo y cuando,

luego de buscar caminos, se detienen en un punto,

cansados y ciegos, más de una vez ha sucedido que un

mismo recuerdo les aligera de pronto el gesto. Uno de los

dos lo dirá, pero el otro ya lo ha oído: " Quizás no ha

terminado la representación, a lo mejor queda todavía un

acto".

La frustración profunda existe pues, es un hecho, es

una verdad; y toda derrota y toda muerte que le siga es

una realidad dolorosa que sobrecoge y, ante la cual, toda

crítica queda en suspenso. Todo el que alguna vez haya

tenido que estar junto a un ser humano destruido, sabe

que el hablarle de una posible salida, de una posible

resurrección, suena torpe, tiene algo de la irrespetuosidad

del que habla en un templo.

Que hay vocaciones truncadas, que hay destinos

detenidos, es un hecho innegable que cualquiera persona

está en situación de observar.

Y no obstante, la esperanza existe y es un hecho

también observable y es también una verdad. En todo

hombre, aun en el más gravemente herido, hay un ser

Page 61: Vocación y Orientación

trascendente, un rompedor de límites, "un animal de

fondo", como diría Juan Ramón Jiménez.

La esperanza es la virtud típicamente humana, es el

soporte natural de todo existir, es la fuerza que permanece

activa cuando toda otra fuerza se ha agotado. Por eso el

Dante puso en la puerta del infierno la terrible

frase - "ustedes, los que entran, dejen afuera toda

esperanza" - para con ello decir que el abandono de la

esperanza es el signo de que se ha cortado definitivamente

la relación con la vida y que se traspone el umbral del total

sinsentido y de la sinrazón absoluta.

Por eso el atormentado Miguel de Unamuno, a quien

tanto le dolía su existencia y su tiempo, declaró con

firmeza: "Como no llegue a perder la cabeza, o mejor aún

el corazón, yo no dimito de la vida; se me destituirá de

ella".

Conviene decir, finalmente, que al creer en la

limitación y en la poda que detienen, a veces sin remedio,

la vocación de una persona, y al creer, al mismo tiempo, en

la sorprendente posibilidad de resurrección y de nuevo

nacimiento que se oculta tras los repliegues últimos del

destino personal, no existe sólo una determinada

concepción de la vida. Existe más bien, el creer en lo que

se ha visto, en lo que se ha presentido o en lo que se ha

Page 62: Vocación y Orientación

tocado en hombres concretos, en niños y en adultos reales

y determinados.

Por ellos es posible saber que la razón de vivir puede

perderse; y por ellos es posible saber también que es muy

difícil que pueda perderse del todo.

No es imposible, en efecto, quedarse definitivamente

solo, pero no es imposible, tampoco que haya alguien que

venga hacia nosotros, y que sólo espere que luchemos un

día más para llegar a tiempo.

La posibilidad, el todavía, es un hecho, algo que se da

en la existencia, igual que las cosas que ya son. De lo que

es y de lo que puede ser está construida la realidad.

Tan sorpresiva y tan inesperadamente como suele

venir la muerte, se viene también la vida, y así como la

adversidad puede salirle al paso a un hombre, en la vuelta

de cualquier camino, en la vuelta de cualquier camino

puede salirle al paso, también, una razón nueva para amar

su vivir.

Page 63: Vocación y Orientación

III. EL MISTERIO DE LA VOCACION

Todo lo que se ha dicho de la vocación son esfuerzos

de acercamiento a su realidad. Ninguna de las palabras

expresadas pretende haber entrado hasta el fondo último

de la experiencia vocacional y haber salido desde ahí con

un manojo de ideas definitivamente claras y resueltas.

En las cuestiones más esenciales, la vocación sigue

escondida, envuelta en su secreto, como inasible a la

mirada del investigador.

Así como se compara el campo de lo consciente con

una isla y el del mundo inconsciente con un océano, la

misma imagen parece utilizable si quisiera compararse la

extensión de lo que se ha averiguado sobre la vocación y lo

que se ignora de ella. Sobre la vocación, las grandes

preguntas siguen sin respuesta y la pequeña verdad

averiguada en que se sostiene el hombre sólo son metros

que se han robado al mar de lo desconocido, con lentitud y

con incertidumbre.

Al decir esto, no se pretende replantear la vieja

controversia gnoseológica acerca de la posibilidad del

conocimiento. Tampoco se desea, conceptualmente, repetir

con Jaspers que "el hombre es siempre más de lo que sabe

y puede saber de sí mismo" o de traer al recuerdo lo que

Page 64: Vocación y Orientación

cuenta Martín Buber del rabino Bunam de Przysacha, quien

había dicho que pensaba escribir un libro cuyo título sería

Adán, que habría de tratar del hombre entero. Pero que

luego reflexionó y decidió no escribirlo.

No interesa aquí tocar el misterio del hombre en

general o invitar al lector a reflexionar acerca del hombre y

su naturaleza. Interesa, más bien, proponerle a cada

hombre concreto, histórico, que se detenga un instante en

la contemplación de un componente característico de su

realidad personal.

Cualquier ser humano que tome conciencia de que su

vida es una obra en la que él se encuentra de pronto

obligado a actuar, sentirá que el misterio no le será

extraño. No le será difícil advertir, por tanto, que el

misterio no es una noción teórica o una invención mítica,

sino una realidad tan cercana a su experiencia vital como

sus manos.

El misterio, de hecho, está en las pequeñas y en las

grandes decisiones del hombre. Así como no se ama con el

corazón ni se razona con la inteligencia, sino que se ama y

se razona con todo el ser, así nadie decide sobre una carre-

ra, o sobre un estado, o sobre una tarea. Se decide siempre

sobre toda la vida, y lo que ha pasado antes y lo que no ha

pasado, lo que se sabe sobre uno mismo y lo que sobre uno

Page 65: Vocación y Orientación

mismo se ignora, están presentes en toda decisión detrás

de los motivos que aparecen como inmediatos.

El hombre, aunque pueda conocer lo que desea, no

podrá tan fácilmente conocer qué lo mueve. "Tenemos la

ilusión de la libertad porque tenemos conciencia de

nuestros deseos, pero no la tenemos de nuestros motivos",

dice, en su "Etica”, Spinoza.

Toda la ciencia psicológica, ha llamado la atención del

hombre sobre sus secretos y le ha mostrado

experimentalmente la profunda e inédita raigambre de sus

motivaciones. Al hombre de nuestro tiempo no puede ya

parecerle extraño que, para ayudarle a descubrir el porqué

de su desazón en la vida profesional o en la familia, el

analista busque las mejores pistas de diagnóstico en los

primeros años de su infancia.

Por otra parte, al hombre que creía que su elección de

tipo de trabajo, o su elección de forma de vida, estaba

vinculada preferentemente a su libre albedrío, ha venido

oyendo desde hace tiempo que el condicionamiento social

en que él se mueve tiene fuerzas tan poderosas como las

que pueden suscitarse en su centro individual.

El hombre, pues, de nuestro tiempo, a cada instante

está recibiendo de las distintas ciencias que se ocupan de

Page 66: Vocación y Orientación

su existencia y de su mundo, informaciones sobre nuevas

fuerzas que condicionan su destino personal.

En qué grado y de qué manera esos condicionamientos

provenientes del medio o de las energías profundas de la

intimidad están determinando, desde el campo

inconmensurable de lo no consciente, las decisiones de un

acto humano específico, es algo que queda, de partida,

como un conocimiento remoto y hermético.

Pero sucede, además, que si se pudieran averiguar los

más diversos secretos de una vida personal, el misterio de

esa vida todavía podría permanecer intacto.

Dostoievsky, si no el que más, en todo caso uno de los

hombres que más profundamente ha penetrado en el

porqué de las decisiones humanas, ha dejado, sobre el

misterio vocacional, páginas admirables e iluminadoras.

Recordemos, por vía de ejemplo, las palabras de Aglae

al príncipe Mischkin. Es el príncipe Mischkin un hombre en

quien se dan las más altas condiciones de finura, de sensi-

bilidad y de intuición. Los que lo conocen no pueden menos

que amarlo o admirarlo. "He visto a un ser humano por

primera vez" dice de él Anastasia. Y Lebedev, refiriéndose a

Hipólito, señala que "el príncipe le ha penetrado con la

mirada hasta su más recóndito interior".

Page 67: Vocación y Orientación

Es este príncipe Mischkin el que explica a Aglae las

razones ocultas que han llevado a Hipólito a exasperarse

hasta el suicidio. El análisis del príncipe es preciso, fino y

penetrante, y pone claridad hasta en las zonas más opacas

y oscurecidas. La personalidad dramática y confusa de

Hipólito sale de sus manos como ordenada, comprensible,

sin velos. Mas, de pronto, ese análisis es detenido por una

frase tajante de Aglae: "Lo que Ud. señala no es más que

cierto, le dice, es, por lo tanto, injusto".

El príncipe tenía la razón; sus datos y análisis eran

verdaderos. Sus observaciones eran certeras y sus

conclusiones inobjetables. Había cometido, sin embargo, un

error. El lo sabía bien pero lo había olvidado: los hechos no

significan la verdad y, a menudo, la esconden al que,

encandilado por ellos, se despreviene y apresura la opinión.

Todo juicio sobre un hombre es, en esencia, incierto y sólo

el amor -la objetividad del amor, diría Binswanger- puede

liberarlo, en parte, de la injusticia.

Aglae, menos sagaz y menos penetrante, tal vez, que

el príncipe, pero, como mujer, más cercana al corazón y a

la tierra, sabía que el milagro florece todos los días y que la

naturaleza, desde las sales del suelo hasta el vientre del

mar, tiene una explicación que está más allá de las

explicaciones de los estudiosos.

Page 68: Vocación y Orientación

Aglae sabía también, porque en todo hombre maduro

una mujer no deja de ver al niño, que ese Hipólito

desesperado, debatiéndose ante la mirada aguda de los

demás, había tenido en alguna ocasión momentos largos de

anhelo y de ternura. ¿Por qué el niño que tanto espera

acaba a veces en un hombre sin esperanza? Esto Aglae no

lo sabía y creía que no era fácil saberlo.

"Yo quería ser un hombre de acción - les había

contado Hipólito - estaba en mi derecho". Y luego, con

nostalgia: "¡Oh, cuántas cosas quería!" Más adelante les

había participado lo que él había deseado como su tarea,

como su función primaria en el mundo. "Yo quería vivir - les

dijo - para la dicha de todos los hombres, para la

búsqueda, para la difusión de la verdad".

Y ese ser que hasta un determinado instante tanta

ventura había albergado, ahora, presa de una intolerable

angustia, les había lanzado una pregunta que nadie quiso

responder: "La naturaleza es torpe - les había dicho y,

como mostrándoles una de las raíces de su soledad, había

agregado: "Porque si no, ¿por qué crea a los seres

superiores para luego reírse de ellos?

La pregunta de Hipólito quedó sin respuesta.

Page 69: Vocación y Orientación

Si todos los niños que son llamados a la vida

traen inscrito en su ser un determinado destino, una

vocación personal, original, única e insustituible,

¿encuentran todos las posibilidades reales para alcanzar su

destino?

¿Es verdadero lo que afirma Unamuno sobre lo

que él llama "el terrible misterio del tiempo”? “Para cada

alma – dice - hay una idea que le corresponde y que es

como su fórmula. Y andan las almas y las ideas buscándose

las unas a las otras. Hay almas que atraviesan la vida sin

haber encontrado su idea propia y son las más y hay ideas

que, manifestándose en unas y otras almas no encuentran,

sin embargo, sus almas propias, las que las revelarían en

toda su perfección. Y aquí se nos presenta otra vez el

terrible misterio del tiempo, el más terrible de los misterios

todos, el padre de ellos. Y es que las almas y las ideas

llegan al mundo, o demasiado pronto o demasiado tarde, y

cuando un alma nace se fue ya su idea, o se muere aquélla

sin que ésta llegue”. (El secreto de la vida)

¿Es cierto lo que advierte Ortega de que, en

algunas personas, sin tener ellas culpa, "su yo no llegará a

realizarse"? "El lector es el que sólo sería capaz de amar a

una mujer que tuviese tales y cuales cualidades. Es inútil

que el contorno le presente figuras sustitutivas y que él

ponga su mejor voluntad para enamorarse: si aquélla

Page 70: Vocación y Orientación

peculiarísima no aparece en su horizonte, el lector habrá

fracasado en una de sus grandes dimensiones vitales.

Parejamente: el lector es el que tiene que ser hombre de

mundo. Pero ha nacido en una familia humilde, sin medios

de fortuna, no ha tenido suerte en los negocios y posee un

talle sobremanera desgarbado. El lector no podrá llegar a

vivir su vida. Su "yo", el que él es, no llegará a realizarse,

pero eso no quita que él siga siendo eso, el que tiene que

ser, hombre de mundo. Somos el que somos

indeleblemente y sólo podemos ser ese único personaje"

(No ser hombre de partido).

Podría alguien decir que la vida no se da para

nadie cerrada. Que las vocaciones podadas o mutiladas no

son el resultado de una sinrazón misteriosa, sino el fruto

amargo de un camino no seguido.

Y ciertamente hay casos en que esto puede ser

así. No es infrecuente, en efecto, encontrar personas que

admiten que la vida que soñaron y que no han conseguido

la perdieron ellos mismos, irresponsablemente, como se

pierden las uvas que se han cogido verdes o como se

pierden las naves que no se han esperado. No hubo

fidelidad, no hubo paciencia y la vocación pasó como el

Señor de la parábola y, sorprendió sin sus lámparas a las

vírgenes dormidas.

Page 71: Vocación y Orientación

Por otra parte, la vocación no es un camino único

que, de ser obstruido ya no hay otro paso, ni es una puerta

única que, de no ser abierta, ya no hay salida.

Victor Frankl cuenta en "Psicoanálisis y

Existencialismo”, la emocionante historia de un profesional

joven que, detenido bruscamente en su ruta vocacional por

una parálisis progresiva e incurable, no dejó hasta el mismo

día de su muerte, de encontrar maneras de expresar su

vocación desde la lectura de libros a los demás enfermos de

la sala del hospital hasta la actitud - no podía ya

moverse - de bondad y cuidado del bienestar de los que

estaban con él.

"La víspera del día en que había de morir, a

sabiendas de lo que le aguardaba, alguien le dijo que el

médico de guardia había recibido la orden de ponerle a su

debido tiempo una inyección de morfina. Pues bien, cuando

el médico se presentó a pasar la visita de la tarde, este

admirable enfermo le rogó que le pusiera la inyección antes

de acostarse, para que no se molestara en levantarse en

medio de la noche a causa de él".

Es de sobra conocido, además, el caso de Helen

Keller la que, a pesar de quedar en su primera infancia

ciega, sorda y muda, salió adelante con una vida que

Page 72: Vocación y Orientación

pasma por su capacidad de fe y de goce ante el prodigio de

la existencia.

Pero es justamente Helen Keller la que nos puede

traer de nuevo al misterio de la vocación.

Es cierto e indiscutible que, pese a haber sido

apartada violentamente de los demás hombres, fue capaz

de aceptar según cuenta en "Historia de mi Vida" que "ser

exiliado de Roma no es más que vivir fuera de Roma". Y

encontró un sentido en el "verse obligada a viajar a campo

traviesa", fuera del camino real del vivir humano; pero es

evidente, al mismo tiempo, que Helen Keller pudo

descubrir un camino afortunado hacia sí misma porque

contó con un recurso de excepción del que contadísimas

personas en una situación semejante podrían disponer.

Helen Keller tuvo el apoyo de Miss Sullivan.

Recordemos ese ciego animalito de 7 años,

desplazándose con torpeza en un mundo sin sonidos,

figurándose las cosas sólo por el tacto y el olfato y que,

como en los cuentos de hadas, recibe un día la visita de un

personaje prodigioso que, con sus artes, la libera del

maleficio y la lleva de súbita e inesperada manera a la

realidad que hasta entonces le estaba vedada.

Page 73: Vocación y Orientación

"Caminábamos por el sendero hasta el aljibe –

cuenta - atraídas por la fragancia de la madreselva que lo

cubría. Alguien sacaba agua y la maestra puso mi mano

bajo el chorro. Y en tanto que se bañaba mi mano en la fría

corriente, me deletreó sobre la otra la palabra a-g-u-a,

primera lenta y luego rápidamente. Permanecí quieta,

fijando toda mi atención en el movimiento de sus dedos.

Tuve de pronto y en forma confusa, la conciencia de algo

olvidado, el estremecimiento de la vida que regresa, y de

algún modo me fue revelado el misterio del lenguaje. Supe

entonces que a-g-u-a significaba el maravilloso algo fresco

que corría sobre mi mano. Esa palabra viviente despertó mi

alma, le dio luz, esperanza, alegría; la liberó".

El hecho del encuentro, el hecho de toparse a

boca de jarro con personas que están llamadas a tener una

influencia determinante en nuestro crecimiento vocacional,

es acontecimiento que se queda lejos de una inmediata

explicación. Lejos queda, asimismo, de una inmediata

explicación el que haya personas que están un tiempo

excesivo en espera y el que haya otras que se agotan

esperando en vano.

"El día más importante de mi vida que recuerdo

fue aquel en que vino mi maestra a mí", declarará en una

página de su historia, Helen Keller. Y la verdad es que, a

partir del día en que llegó hasta ella Miss Sullivan, la

Page 74: Vocación y Orientación

pequeña Helen inició la salida del túnel oscuro de su

sinsentido hasta el punto de llegar en la adultez a hacer

suya la alegría de los que no tuvieron sus limitaciones: "Así

trato – dice - de hacer de la luz que brilla en los ojos de los

demás mi propio sol".

Con todo, Helen Keller no se engañó a sí misma y

ha sido capaz de reconocer, junto al goce de su vida, la

fuerza terrible de la sinrazón que lleva dentro de sí.

“A veces me envuelve – dice - como un vaho

helado, una sensación de aislamiento total, y espero sola

ante las puertas cerradas de la vida. Allende se hallan la

luz, la música y la dulce compañía; pero yo no puedo

entrar. El hado silencioso y despiadado obstruye el camino.

De buena gana apelaría yo de su imperioso decreto,

porque reinan aún en mi corazón la indisciplina y la pasión.

Pero mi lengua no proferirá las palabras inútiles y amargas

que llegan hasta mis labios y volverán a mi corazón como

lágrimas no derramadas".

Y es tal vez la contemplación de su propia e

íntima experiencia confusa entre la gracia y el desconcierto,

lo que la lleva a rebelarse por las vidas oscuras de algunos

hombres y niños que ha conocido y de quienes dice no son

sino " un sórdido y frustrado intento de hacer algo". Y es

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posible que sea también la contemplación de su experiencia

íntima la que la hace sentir con inusitada fuerza el misterio

del mal en las cosas, mal que hiere la vida de muchos

hombres sin que nadie pueda explicarse su rigor y su

implacable finalidad. "Hay momentos – declara - en que

siento que los Shylocks, los Judas y el diablo no son sino

reyes rotos de la gran rueda del bien que, a su debido

tiempo, será reconstruida".

No hay un misterio vocacional, pues, en el hecho

de que algunas personas encuentren más o menos

expeditas las vías hacia su tener que ser y en otras no

acontezca así, sino en el hecho de que algunas personas

cuentan con los medios para alcanzar su destino y otras no

cuentan con ellos o, al menos, no los tienen en un grado

elementalmente exigible.

Está clara la historia de la siembra bíblica, según

la cual hubo semillas que cayeron en buena tierra y

produjeron su fruto, mientras hubo otras que cayeron a la

vera del camino y fueron comidas por los pájaros, o

cayeron entre las espinas y éstas las ahogaron, o cayeron

en la piedra dura, no echaron raíces y las quemó el sol.

Lo que no está claro, sin embargo, es por qué

tuvo que ser así. No está claro el por qué si esas semillas

guardaban todas en su seno una fuerza y un hambre

Page 76: Vocación y Orientación

imperiosa de existir, se encontraron tan sin remedio con la

muerte. No está claro, en último término por qué, si el

sembrador quería sus semillas y quería su fruto, no las

cuidó de los pájaros, o de las espinas, de las piedras o del

calor.

Así como Camus dice, por boca del Dr. Rieux, en

"La Peste”, que no aceptará jamás el hecho del dolor

inocente, se puede también decir que, mientras haya

hospitales infantiles, es decir mientras haya niños a quienes

un edicto insólito ha obligado a cambiar el regazo materno

y los juegos del jardín y los volantines de colores por una

camita distante y monótona, habrá siempre algo que

quedará inexplicable.

"No se abrirá la flor" - dice al presentir su muerte

el niño Jadav en el "Santiniketan" de Tagore.

"No se abrirá la flor" o, lo que es lo mismo, no

llegará a su ser, se pudo también decir del niño judío a

quien se ve en fotografías de la última gran guerra

ingresando, aterrado, al campo de concentración.

"No se abrirá la flor" parece leerse en la frente de

los hijos de los miserables, de los hijos de esos grises

prisioneros de la injusticia, de los hombres, estrechados en

las grandes ciudades tras las alambradas de su miseria, sin

Page 77: Vocación y Orientación

tener en sus casuchas oscuras y húmedas ni la luz ni el

aire, bienes que, según los libros, pertenecen a todos.

¿Y quién tiene la explicación de todo esto?

¿Quién les guarda la respuesta a los gestos inútiles, a las

voces perdidas?

Si cada hombre ha sido invitado al banquete de

la vida y se le ha asignado en él un puesto en que está

escrito su nombre, ¿por qué a algunos se les niega el

acceso a la mesa y se les deja en la calle sin pan y sin

explicación?

La vida y la vocación le son propuestas a cada

hombre con una sucesión de luces y de sombras que

solamente él vivencia y que no puede a otros hombres

comunicar. En qué grado predomina en él el caos o en qué

grado la belleza son, a menudo, datos de que no puede dar

cuenta. Cuanto en su existencia concreta ha puesto de su

parte y cuanto ha recibido es algo que ignora.

Por eso es que el misterio pertenece a su

historia. Por eso es que su destino y su búsqueda y su

lucha y su caída y su trascender y su límite guardan vastos

secretos tras su rostro visible.

Page 78: Vocación y Orientación

Victor Frankl estuvo prisionero en un campo de

concentración y, al volver, escribió un libro en que dejó su

visión de esa experiencia. Narra Frankl hechos y situaciones

en los que la ignominia y el heroísmo tocan los lindes más

inverosímiles. Quien los lee no puede menos de pensar que

sobre el hombre - y tal vez sobre sí mismo - sabe muy

pocas cosas.

Dentro de ese libro - "Un psicólogo en el campo

de concentración" - hay una página que particularmente

sobrecoge, pues en ella se toca, desde un ángulo peculiar,

el misterio del tener que ser. Cuenta Frankl: " De los presos

encerrados por espacio de muchos años en campos de

concentración, que habían sido trasladados de campo en

campo hasta conocer más de una docena, sólo pudieron

conservar su vida por lo general aquellos que no se dejaron

trabar por sus escrúpulos en esta lucha por la existencia y

que no retrocedían ante brutalidades, hurtos, ni siquiera

cuando las víctimas eran sus propios compañeros; aquellos,

en fin, que se servían de cualquier medio, por deshonesto

que fuera, para lograr la supervivencia. Todos los que,

gracias a miles y miles de casualidades o a milagros de

Dios - como quiera llamárselos - salvamos nuestras vidas,

lo sabemos bien y podemos decirlo tranquilamente: los

mejores no volvieron".

Page 79: Vocación y Orientación

Los mejores no volvieron. Es decir los mejores no

vivieron. Los que creyeron en el amor, los que no transaron

con su conciencia, los que siguieron las más puras voces de

la intimidad, ésos no volvieron, ésos no pudieron continuar

en la vida. Volvieron, en cambio, "aquellos que no se

dejaron trabar por sus escrúpulos", "los que se servían de

cualquier medio, por deshonesto que fuera, para lograr la

supervivencia". Estos salieron de la brutalidad y de la

sordidez y llegaron de nuevo a la casa de los suyos, al aire

limpio, al olor de los árboles. Estos pasaron la pesadilla y la

existencia les guardó su sitio. Los otros, "los mejores" se

quedaron en la pesadilla y sólo la muerte les brindó

acogida.

Por otra parte, cabe preguntarse: en la vida de

tiempo de paz, en la vida que llamamos normal, ¿se

produce para algunas personas similar situación?

En el vivir común, en el acontecer de todos los

días, uno se encuentra a veces, con personas para quienes

la lealtad a su vocación y la paz en la vida se les presentan

como alternativas. O se siguen a sí mismos y se quedan

solos o pasan por encima de sus llamados interiores y

adquieren seguridad y permanencia en el grupo social.

Hay mujeres, por ejemplo, a quienes una

vocación profunda las lleva a una lealtad a un amor único e

Page 80: Vocación y Orientación

insustituible. Lo entrevieron desde temprano y se

prepararon y se ataviaron para salirle al encuentro. Pero la

existencia, que no siempre coincide en su carrera con los

anhelos y con los sueños, no les dio lo que esperaron. El tú

para el que crecieron y al que aguardaron no estuvo para

ellas. Fueron fieles a su vocación íntima y están hoy frente

a un muro y se sienten vacías. A su vera, en cambio, pasan

otras mujeres en alegría. Tal vez, no esperaron a nadie, no

se prepararon, no buscaron entre miles el rostro del

amado; y sin embargo su casa está llena de luces y su

vientre florece.

¿Por qué, a veces, se da en antinomia

irreductible la vida que se llama normal y la lealtad a las

exigencias íntimas de la persona? ¿Por qué, si alguien sigue

sus voces más puras va a terminar, a veces, en calles sin

salida?

Entrar en negocio con las circunstancias de la

vida y transar con ellas hasta el punto de sentir traicionada

la propia vocación a costa de perder la normalidad de la

vida, fuerza al hombre a tomar posición ante el misterio del

mal irremediable.

Así, algunos lo sienten como un absurdo, como lo

absolutamente inaceptable, como un muro enorme que los

Page 81: Vocación y Orientación

enfrenta con su impotencia y desata su angustia. Ante él,

creen que hay una sola actitud humana, el combate.

La vocación es, entonces, una lucha sin fin por

ser algo, una lucha en que se caerá de todos modos

destrozado por un destino omnipotente; pero en la que, en

todo caso, se tendrá el orgullo de no haberse entregado, se

tendrá el goce dramático de haber luchado como Jacob con

el ángel, en una lucha imposible pero hermosa.

Otros sienten su misterio como lo todavía

incomprensible, como lo por ahora oculto, en espera del día

que será luminosamente descubierto. Su salida es la

ciencia, el conocimiento. Su confianza está en la propia

búsqueda desprejuiciada y sistemática y en la palabra de

los hombres que van adelante en la conquista científica.

Desplegar su vocación, llegar a ser, significa para

ellos buscar lealmente un camino original, y cada vez que

el misterio les salga al paso, mirar hacia la ciencia en busca

del signo tranquilizador.

Ellos son hombres que creen en los hombres y

que sueñan con una comunidad humana en que los que

saben con más profundidad y con más certeza darán ayuda

a los que saben confusamente y con debilidad.

Page 82: Vocación y Orientación

Otros, en cambio, se adentran en el misterio

hasta un punto y, de ahí, se ponen en manos de un Ser

superior, del dueño de la vida, del Señor de lo conocido y lo

desconocido.

Dios es para ellos la respuesta al misterio

impenetrable. Es el misterio la respuesta al misterio. El

misterio de Dios guarda la llave del misterio del hombre.

La vocación es, para el hombre religioso, un

gesto de Dios. Dios es quien llama a ser de esta o de tal

otra manera y ese su llamado, dulce o áspero, hermético o

claro es, por ser suyo, una noticia buena.

Hay otros, todavía, que toman el misterio y lo

llevan callados. Largas tardes, seguramente, lo han tenido

ante sí pero no se han hecho con él ni amigos ni enemigos.

Simplemente lo han puesto entre paréntesis, lo han dejado

estar o, si para su misión lo han creído útil, lo han tomado

consigo. Son los que no aceptan el mundo como lo

recibieron, los enfermos de impaciencia ante la miseria y el

dolor. El misterio les llega y no pueden hablar con él. Su

mirada está llena de la tarea por hacer y el amor de esa

tarea no los deja conversar con el misterio del mal. Una

densa pasión los empuja y los ciega y en nada pueden

detenerse que los aparte de su horizonte ardiente. Cada

uno de ellos repite, con el "Calígula" de Camus: "Es

Page 83: Vocación y Orientación

indiferente dormir o estar despierto si no logro influir sobre

el orden del mundo".

Ahora bien. El misterio vocacional no está sólo en

el mal no comprensible o en el dolor sin justificación. Está

también en el goce de la vida, en el cómo ella se genera,

en su permanencia escondida, en su inesperado brotar y en

su renacer nunca acabable.

¿Quién empuja la palabra que cae en el alma

cuando más falta hacía? ¿Quién dibuja la mirada o el gesto

imperceptible que encienden en secreto, la esperanza

agotada?

Cuando los seres humanos miran atrás lo vivido y

ponen el recuerdo en momentos felices, en que se sintieron

como crecer de súbito, o en que tuvieron el presentimiento

de que algo venturoso comenzaba para ellos, no pueden

dejar de intuir la puesta en escena de lo inabarcable, de lo

que no está sujeto a explicación.

Si se consulta a un grupo numeroso de personas

en relación con las circunstancias de su encuentro con el

ser amado, la mayor parte destacará lo inesperado y lo

gratuito de la situación y una porción considerable estará

llana a admitir que no bastan ni la lógica ni la casualidad

para hacer comprensible ese momento.

Page 84: Vocación y Orientación

Y lo que pasa en la experiencia amorosa sucede

igualmente con la aparición, dentro de la historia de cada

cual, de las personas -maestros condiscípulos, compañeros

de viaje, cuya presencia resulta después ser determinante

en el desarrollo personal y en el recibimiento de la alegría.

Bernanos termina su "Diario de un Cura de

Campo" asegurando que "todo es gracia", esto es, que

todo es recibido de un modo incomprensible y maravilloso.

Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con

Bernanos, pero es difícil que un hombre, al contemplar los

rostros y las palabras que otros hombres le han dejado en

el corazón y que perduran en él como generadores de

verdad y de reciedumbre, no esté dispuesto a aceptar que

la experiencia de la gracia, con lo que tiene de regalo y de

misterio, es un componente del mundo personal no inferior

al mal en su peso sobre el destino humano.

Además, como el hombre parece reparar más

fácilmente en lo que le falta que en lo que posee y como,

curiosamente, ha sacado el milagro de su sitio en las cosas

de todos los días y lo ha puesto solamente en los

fenómenos que él considera de anormalidad, el misterio de

sólo ser, el misterio de ver, de oír, el misterio de encontrar

un amigo o el misterio de pudrirse la semilla y de dar

Page 85: Vocación y Orientación

frutos, son realidades que él no puede entender como

prodigiosas.

Sin embargo, si el misterio es -al decir de

Marcel - "algo en que me encuentro metido, cuya esencia,

por consiguiente, es no estar entero ante mí" ("Filosofía

Concreta"), nos veremos forzados a afirmar que no hay

componente del vivir humano en que el misterio no ponga

su sello.

Más aún. Tendremos que señalar una verdad

demasiado obvia: que en nada el hombre se encuentra más

"metido" que en su sí mismo, en su llamado a ser.

Las personas se acercan a las personas con una

ingenuidad inevitable. La mayor parte, si no todos, no

suelen vivenciar en el encuentro con otro ser humano más

que los datos que a primera vista se ven. Se quedan con el

aire triste, o con la mirada inteligente, o con la nerviosidad

del gesto. Pero lo que ese ser humano es básicamente,

esto es, un ensayo irreemplazable y único, un llamado a

ser, alentando irrevocable desde la zona última de la

vitalidad, un animal histórico construido por el tiempo y por

la circunstancias, una red de sueños rota aquí y allá por los

límites y las frustraciones, un arca de sorpresas y de

hallazgos súbitos de donde una mano sabia puede sacar

tesoros increíbles, todo eso que está más adentro de los

Page 86: Vocación y Orientación

datos primeros, pero que es más real y de más peso que

ellos, todo se pierde por el poco hábito del hombre a mirar

el misterio.

Y la vocación más cercana al hombre que su

mismo vestido, y más suya en él que las cosas que

reconoce como propias, es, por su naturaleza y por su

modo de expresarse, una realidad sin fondo, sin extensión

terminable.

La vocación es tener que ser de cierta manera y,

no obstante, ser libre para serlo. Es nacer con una imagen

de sí mismo irrenunciable y tener, sin embargo, que salir

de sí para hallarse con ella. Es correr una aventura, llena

de lances y de riesgos, inserta empero y fijada en la necesi-

dad.

La vocación es un combate por los otros, una

lucha por poner a los demás hombres en el sitio que para

ellos su vocación ha buscado, y encontrarse en esa lucha,

dramáticamente, con el sitio propio que en el interior está

trazado.

La vocación es trabajar con el anhelo y con el

límite y obtener vida de ellos, como la naturaleza trabaja y

obtiene vida del verano que arde o del otoño cansado.

Page 87: Vocación y Orientación

La vocación es un yo que aparta de entre los

hombres, un tú, un alguien que ha estado desde siempre

aguardando ese apartamiento, y pone en sus manos su

soledad como si en todo el mundo no hubiera un mejor

don.

La vocación es un deseo y una voluntad de paz,

un afán de no chocarse con la intimidad y un esfuerzo por

no herirse en la barrera de los hechos adversos, un ansia

de seguridad y de tierra firme en donde la casa del destino

personal pueda ser levantada. Y, simultáneamente, y

paradójicamente quizás, la vocación es jugar con las cartas

que dio a cada cual quien repartía el juego, es negarse a la

trampa, es no tomar con fraude los dados cargados que

aseguren ganar.

Parece increíble que, buscando tanto los hombres

el camino de la felicidad y haciendo tantos esfuerzos por

llegar a ella, no estén, sin embargo, fácilmente dispuestos

a cambiar sus vidas penosas por otras más felices. Muchos

son los que prefieren su vivir dificultoso y tal vez triste,

pero, con todo, su vivir suyo, de ellos, en vez de un vivir

más tranquilo y más alegre que tendrían que conseguir de

prestado y ya hecho.

Page 88: Vocación y Orientación

"Hay algo peor que tener un alma mala y hasta

hacerse un alma mala - dice Pèguy - y es que le den a uno

el alma hecha". ("Nota conjunta sobre Descartes").

Y es que la vocación no es una búsqueda de la

felicidad, o de la libertad, o de la seguridad, o de la verdad.

La vocación es una búsqueda del sí mismo, es un deseo del

hombre de jugar con las cartas que le fueron dadas, es una

preferencia de lo suyo, es un encariñarse con las propias

manos y con la propia alma y sacar partido de ellas, es

poner en todas las cosas y en el buscar y en el sentir un

sello original. Es, para repetir a Spinoza, un afán por

perseverar en el propio ser.

Ahora bien, la búsqueda del propio ser no

consiste - como podría pensarse - en un reflexionar sobre

la propia intimidad, en un cavar incansable en procura del

bosquejo interior. Nada más lejos de la inquietud

vocacional que la imagen de un artífice inclinado, tenso y

paciente sobre una joya de su pertenencia. En efecto, por

una ley extraña de la existencia, el propio ser sólo aparece

si se lo busca fuera de la interioridad, si se quita la mirada

del yo y se la vuelca hacia el tú.

Indagar en uno mismo, ensimismarse, da datos

valiosos sobre la vocación, aporta elementos que son

necesarios. Pero esos datos y esos elementos no tienen

Page 89: Vocación y Orientación

coherencia, carecen de organicidad, son como piezas de

una máquina desconocida. Están ahí en espera de un

orden, en espera de un sentido.

Ese orden y ese sentido están fuera y en el

destino de un otro, que se llamará tú, y en el destino de

otros, a los que se llama amigos, o simplemente en el

destino de los otros, los demás hombres, hermanos o

compañeros en un destino común. Cómo puede ser esto

así es un misterio, pero hay realidades en la experiencia

humana que quien las ha vivido sabe que así sucede.

Cuando la mujer contempla su cuerpo y se

detiene en él, recibe una serie de datos e informaciones

sobre ese cuerpo suyo. Pero esa realidad, con su

intencionalidad profunda, con su vocación, la mujer podrá

encontrarla sólo a partir del día en que ese cuerpo suyo se

juegue por el cuerpo del hombre y el día en que su cuerpo

se juegue por el cuerpo del hijo.

Lo que se llama amor en la pareja humana es un

olvido que de su sí mismo experimentan un yo y un tú

encandilados y fascinados por el sí mismo del otro. Y como

esa experiencia de olvido y fascinación es recíproca, hay un

recíproco mostrarse y descubrirse, una súbita revelación del

destino de los dos, que se sienten y se viven como distintos

y que, no obstante, se sienten y se viven como un destino

Page 90: Vocación y Orientación

común. Son por eso, simultánea e inseparablemente, sí

mismos y los dos.

Cuando el yo descubre al tú, se sale de sí, no se

contiene más, no se puede mirar. El tú lo absorbe, lo tiene,

parece impedirle el propio ser.

El yo abandona entonces la preocupación de su sí

mismo y se pone al servicio del sí mismo del tú. Se siente

en compromiso con el destino del tú, y quiere que ese

destino surja y avance libremente. Toma sobre sus

hombros ese sí mismo que ama y combate por él y por él

se arriesga.

Y es en medio de ese combate cuando su sí

mismo olvidado, el sí mismo del yo aparece. "Que yo soy

yo mismo es algo de lo que jamás estoy tan seguro que

cuando estoy plenamente disponible para el otro - asegura

Jaspers en su "Filosofía" - de manera que llego a ser yo

mismo, porque el otro en el curso de una lucha reveladora,

llega a ser también él mismo".

¿Qué secreto resorte hace que así acontezca?

¿Será que al salir yo de mí, para luchar por otro, abro las

manos y me desarmo y permito que las voces que desde

fuera me buscaban penetren hasta mi intimidad y me la

rescaten para mí mismo?

Page 91: Vocación y Orientación

¿Será que la luz que yo arrojo sobre el sí mismo

del otro a quien amo, y el hallazgo de sus escondidas

potencialidades de valor, me devuelven a mi centro

personal con una revelación sobre el otro y sobre los otros,

con una idea del tú, del nosotros, del todos nosotros, ideas

en las cuales yo también aparezco?

¿Será que el otro y los otros, al ser por mí

amados, brotan y florecen y enriquecen con su florecer el

medio humano en que yo habito, de modo que, creciendo

ellos, crece mi medio humano, es decir, crece la tierra y el

aire de que yo me alimento?

Quizás sea así y de otras más profundas

maneras. Lo que importa saber es que se produce.

Lo dicho no tiene nada que ver con alguna

hipócrita moral burguesa que preconiza "la abnegación", el

"sacrificio" y "la renuncia", y se refiere a ellos como una

poda del yo, como una castración y un mutilamiento de las

tendencias personales para comprar, con la personalidad

truncada, la alegría de las personas a quienes se quiere

amar. Ese es un "dar" virtuoso, doloroso, que no tiene

parentesco con el dar necesario de que se habla aquí.

Quien haya tenido la experiencia del tú, sabe que

ella no acepta la renuncia, y que nada hay más intolerable

Page 92: Vocación y Orientación

en la relación amorosa que la privación que uno presenta

como un homenaje a la realización del otro.

En el dar auténtico no hay generosidad ni

gratitud y nada se da en él como sacrificio ni para ser de

alguna manera pagado. Todo dar que hiere al que "da"

hiere también al que "recibe" y en uno y otro constituye

una falta de respeto al ser que aguarda en la intimidad.

El dar, en el encuentro de un yo y un tú, no

consiste en un desprenderse alguien de algo, en la

subordinación generosa del interés propio por el interés del

otro, sino en la imposibilidad de guardarse, en la necesidad

intolerable de entregarse al otro y de ser recibido por él.

Dar y recibir son palabras que el afán de claridad

del hombre ha hecho antónimos, pero que el misterio del

destino personal no destruye ni aparta. Es ese afán de

claridad el que explica el ejercicio de la sexualidad como un

tomar del hombre y una entrega de la mujer, pese a que la

experiencia vieja del misterio de la pareja humana sabe

que ambos se dan, se toman o se entregan.

No es la claridad de la razón sino la densidad del

misterio la que señala que, en el amor, todo es dar y todo

recibir, y que sólo en la enajenación, en el salir de sí mismo

Page 93: Vocación y Orientación

para darse al tú y hacer brotar su vida, el yo se encuentra

con su sentido.

Lo que sucede en la pareja humana sucede

también, si bien en otro nivel, en toda relación de amor,

llámese ella amistad, simpatía, comprensión o

compañerismo. Siempre hay un tú, siempre hay un otro

que, al salir el yo del sí, deja del todo, o en parte, su

situación de objeto que hasta entonces tenía frente al yo, y

para ese yo pasa a ser un ser vivo, con vocación personal y

destino deseable. Y es ese objeto existencial que se

transforma en tú, esto es ese ente individual en quien se

descubre un destino amable, el que le muestra al yo el

valor de la condición humana y su propio valor.

En el momento en que un objeto humano, ajeno

a mí, pasa a ser, por un movimiento mío hacia él, un

amigo, un hombre, se produce en él una vivencia que

recrea para mí el medio humano en que me muevo, aligera

el peso de mi soledad y alienta en mi centro vital las

tendencias más puras de la originalidad.

Cuando me muevo hacia otro, cuando se produce

en mí lo que Spranger llama "la querencia de la vida

ajena", entonces y nada más que entonces, me pongo en

camino de descubrir el sentido último que me explica mi yo

mismo existiendo en el mundo.

Page 94: Vocación y Orientación

Quien se ocupa de los otros en razón de que se

enamora de las posibilidades de valor que en los otros

intuye, desarrolla de tal manera su sí mismo, de tal manera

expande sus originalidades y sus propias fuerzas

tendenciales, que se impone ante la mirada de los demás

como un ejemplar humano único y envidiable, como una

fuente de autenticidad no reemplazable, cuya subsistencia

pasa a ser preocupación, ya no sólo suya, sino de todos los

que por ella han progresado en su destino.

Comenta Hermann Nohl, en su "Teoría de la

Educación", el hecho de que las rebeldías juveniles, los

movimientos masivos de la juventud contra la autoridad de

los adultos, tienen el carácter de movimiento contra el

padre o contra las imágenes del padre, mientras la madre o

las imágenes maternales quedan a salvo. Ello se debe,

según cree Nohl, a que el padre simboliza la norma y la

exigencia objetiva, mientras la madre simboliza el ser y la

vida tal como desde dentro se desenvuelve. De esto

concluye Nohl, repitiendo a Pestalozzi, que "el fundamento

de todo trabajo pedagógico es el comportamiento

materno". Y describe ese comportamiento como "esta

alegría amorosa por el pequeño ser, la sumersión en sus

emociones hasta los estados físicos más ocultos... este

tomar en serio al niño..."

Page 95: Vocación y Orientación

La madre sería, pues, en la imaginación que cada

hombre hace de su destino, el ser que se interesa por ese

destino, el ser que ha salido de sí para asumir como suyo el

destino de ese otro a quien señala como su hijo.

Y la experiencia de toda madre es que ese

ocuparse del hijo no es un sacrificio, sino una forzosidad,

un imperativo de su proyecto existencial que, de no salir

de sí, se ahogaría. Y la experiencia del hijo es que la madre

es ella misma, es original, y su singularidad alcanza una

alta plenitud.

No hay un hacerse solo, no hay un

enriquecimiento individual procurado en el silencio y en el

pulimiento de la intimidad, con miras a una entrega

generosa de esa riqueza a los demás.

Hay, en cambio, un hacerse en nostridad, un

inseparable enriquecerse y enriquecer, un inseparable

hacer a otros y hacerse a sí mismo.

No nací para mi mismo como una tarea aislada,

ni nací para el sí mismo de los otros como una tarea

enajenante. Nací para ser yo y para que los otros fuesen

ellos, no en una subordinación de un objetivo a otro, sino

en la totalización dinámica del encuentro, en la

Page 96: Vocación y Orientación

construcción unitaria del destino del nosotros, del tú y del

yo.

En los distintos pueblos han existido y existen

seres humanos que, para muchos, son arquetipos

vocacionales. No porque hayan sido sólo exponentes de una

estructura personal rica y originalmente trazada, o porque

únicamente hayan sido ejecutores de una misión de

redención de la vida de otros, sino porque son testimonio

del florecer de la vocación personal en el combate por el

destino común, porque crecieron inseparables en ellos la

intimidad de la tarea, el darse y el ser.

El yo se da, esto es, se entrega, por un

movimiento ineludible de la intimidad, a la creación del

destino del nosotros y del destino del tú y, en esa tarea en

que, aparentemente, no es un ser sino un dar, el yo

encuentra el sí mismo que el tú y el nosotros le revelan.

Dar, salir de sí, detenerse en otro y alimentar su

destino, es el gran negocio del que busca su vocación.

Cristo sabía bien de este misterio. Puso en juego

su sí mismo, apostó su vida para que otros hombres

fueran; pero no fue su entrega ni un anonadamiento ni una

postergación de su ser individual. Fue un movimiento de

su proyecto vital que realizaba su sí mismo realizando el sí

Page 97: Vocación y Orientación

mismo de los demás. "Por esto me ama mi padre - dice en

el relato de Juan - porque yo doy mi vida para volverla a

tomar".

Volver a tomar la vida, ésa es la meta vocacional.

De ahí la cerrazón del que se cuida de los otros y no se

desarma. De ahí la alegría del que sale afuera, del que da

la mano, del que pone su pan en la mesa en que comen los

demás.

El dar preside el mundo y sin él no hay vocación,

ni hay personalidad, ni hay comunidad, ni hay destino.

Dar es salir afuera, es aventurarse. Es seguir el

llamado pertinaz del sí mismo que, desde el medio humano

y desde la interioridad, es decir, desde el afuera y desde el

adentro, quiere llevar, al afuera y al adentro, la noticia del

ser y el goce primero de la personalidad.

Quien, por un imperativo real de su ser, se haya

jugado alguna vez por el destino de otro, sabe que esto es

así.