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24/2/2015 Víctimas de la comida basura | Opinión | EL PAÍS
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EL PAÍS 24 FEB 2015 - 00:00 CET
OPINIÓN
EL ACENTO
Víctimas de la comida basuraMientras una parte de los habitantes del planeta siguen padeciendo hambre, otra, cada vez mayor, pierde salud por la
obesidad
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El mundo se vuelve cada vez más dual también en cuestiones de
alimentación. Mientras una parte de los habitantes del planeta siguen
padeciendo hambre, otra, cada vez mayor, pierde salud por exceso de
comida. Naciones Unidas ha puesto cifras a este fenómeno: 950 millones
de personas sufren desnutrición y cada año mueren cinco millones de
niños por ello. Al mismo tiempo hay 2.100 millones de personas con
sobrepeso; y tres millones mueren cada año por obesidad.
La revista científica The Lancet advierte en su último número de que el
problema se extiende y que ningún país ha sido capaz hasta ahora de
revertir una tendencia que tendrá enormes costes, no solo en términos
personales y de salud, sino también económicos. Sin medidas adicionales
no se podrá cumplir el objetivo de la OMS de que la tasa de obesidad esté
en 2030 en el nivel de 2010.
La principal causa es la comida basura, categoría en la que se sitúa una
gran cantidad de productos ricos en calorías y pobres en nutrientes.
Bollería industrial, bebidas azucaradas y aperitivos con alto contenido de
azúcar, grasas o sal son sus principales exponentes.
Se trata de productos que llegan al mercado arropados por grandes campañas de promoción. Son, en
general, más baratos y accesibles que la comida saludable; de ahí que la obesidad se esté convirtiendo
en un nuevo signo de pobreza. Y se extiende no solo en los países ricos, sino también en los pobres.
Los productos azucarados se benefician de la tendencia innata por razones de herencia evolutiva a
preferir los alimentos dulces. La bollería industrial añade la peor de las fórmulas: azúcares y grasas en
grandes cantidades.
La profusión de estos productos está cambiando hábitos y preferencias, de manera que cada vez son
más demandados. El resultado es una alteración metabólica que hace que aumente el sobrepeso
incluso cuando se reduce la ingesta de calorías.
La OMS señala varias formas de combatir la epidemia, pero todas ellas exigen grandes dosis de
voluntad política. Combinan la prevención con una regulación fiscal que penalice el consumo de
estos productos, y todas exigen el compromiso de la industria alimentaria. El camino está claro. El
problema es recorrerlo.
MARCOS BALFAGÓN
© EDICIONES EL PAÍS S.L.