via lucis en penumbra

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1 El "Vía Lucis"

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El "Vía Lucis"

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TEXTOS INTRODUCTORIOS

En diversos lugares y desde no hace mucho, se está difundiendo un ejercicio de piedad

denominado Vía Lucis. En él, como sucede en el Vía Crucis, los fieles, recorriendo un

camino, consideran las diversas apariciones en las que Jesús – desde la Resurrección a

la Ascensión, con la perspectiva de la Parusía – manifestó su gloria a los discípulos, en

espera del Espíritu prometido (cfr. Jn 14,26; 16,13-15; Lc 24,49), confortó su fe,

culminó las enseñanzas sobre el Reino y determinó aún más la estructura sacramental y

jerárquica de la Iglesia.

Mediante el ejercicio del Vía Lucis los fieles recuerdan el acontecimiento central de la

fe – la Resurrección de Cristo – y su condición de discípulos que en el Bautismo,

sacramento pascual, han pasado de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia (cfr. Col

1,13; Ef 5,8).

Durante siglos, el Vía Crucis ha mediado la participación de los fieles en el primer

momento del evento pascual – la Pasión – y ha contribuido a fijar sus contenidos en la

conciencia del pueblo. De modo análogo, en nuestros días, el Vía Lucis, siempre que se

realice con fidelidad al texto evangélico, puede ser un medio para que los fieles

comprendan vitalmente el segundo momento de la Pascua del Señor: la Resurrección.

El Vía Lucis, además, puede convertirse en una óptima pedagogía de la fe, porque,

como se suele decir, "per crucem ad lucem". Con la metáfora del camino, el Vía Lucis

lleva desde la constatación de la realidad del dolor, que en plan de Dios no constituye el

fin de la vida, a la esperanza de alcanzar la verdadera meta del hombre: la liberación, la

alegría, la paz, que son valores esencialmente pascuales.

El Vía lucis, finalmente, en una sociedad que con frecuencia está marcada por la

"cultura de la muerte", con sus expresiones de angustia y apatía, es un estímulo para

establecer una "cultura de la vida", una cultura abierta a las expectativas de la esperanza

y a las certezas de la fe.

El dominico Isidoro Crespo, presentó como surge y la pequeña historia del proyecto.

El recorrido del "Vía Lucis", es un intento de celebrar hoy al resucitado que VIVE

llenando de vida la historia de los hombres. Es el camino de la luz, que nos hace

situarnos alrededor del misterio, en un tiempo ya redimido. El proyecto del ―Vía

Lucis‖ surge en el verano de 1988 con un grupo de cristianos de la Parroquia, teniendo

como punto de referencia la celebración de la resurrección de los cristianos ortodoxos,

alegría, luz e ilusión, a partir de un viaje a Tierra Santa. El arte de los iconos es el

lenguaje de esta síntesis muerte-vida, de la vida a través de la muerte.

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Vía Lucis

Las estaciones de la Resurrección, también conocidas por su nombre latino, Via Lucis

("Camino de la Luz"), son una forma de devoción cristiana que fomenta la meditación

sobre la Resurrección de Jesucristo y algunas de las apariciones de Jesús resucitado y

otros episodios registrados en el Nuevo Testamento. El término también se puede

utilizar como un nombre para una serie de cuadros o esculturas que representan a los

distintos episodios.

Las estaciones de la Resurrección complementan las Estaciones de la Cruz, o Via Crucis

(el término Via Lucis intencionalmente lo recuerda), una tradicional devoción católica

que conmemora la Pasión de Jesús. A diferencia de la forma tradicional de las

Estaciones de la Cruz —aunque en común con la forma de revisión presentado por el

papa Juan Pablo II el Viernes Santo de 1991—, todas las estaciones de la Resurrección

se basan en hechos registrados en los cuatro evangelios y en los Hechos de los

Apóstoles.

Al igual que con las Estaciones de la Cruz, la devoción no tiene forma fija, pero

normalmente incluye para cada estación una lectura de la Escritura, una breve

meditación, y una oración. Donde se puede utilizar una o una serie de imágenes para

ayudar a la devoción, que tiene la forma de una procesión, con el paso de una estación a

la siguiente que a veces viene acompañada por el canto de uno o más versos de un

himno.

Historia

En el esquema tradicional de las Estaciones de la Cruz, la última es la sepultura de

Jesús. Aunque esto constituye una conclusión lógica para el Via Crucis, no ha sido

satisfactorio como un punto final de la meditación sobre el misterio pascual, que según

la doctrina cristiana culmina en, y es incompleta sin la Resurrección (véase, por

ejemplo, 1° Corintios 15,17-20). Por esta razón, la décimo quinta estación, que

representa la resurrección, a veces se añade a la Estaciones de la Cruz. Incluso esta

práctica, sin embargo, ha sido objeto de críticas como insuficiente representación de la

doble dinámica del misterio pascual: el sufrimiento y la muerte de Jesús, por un lado, y

por el otro su resurrección y glorificación.

En el verano de 1988, el Padre Sabino Palumbieri, Profesor de Antropología en la

Universidad Salesiana de Roma, propuso la creación de un nuevo conjunto de las

estaciones, centrado en la Resurrección y los acontecimientos posteriores de la misma, a

fin de hacer hincapié en lo positivo, la esperanza de la historia cristiana que, aunque no

ausentes de las Estaciones de la Cruz, está oculto por su énfasis en el sufrimiento. La

primera gran celebración pública de esta devoción fue en 1990, tras lo cual ganó un

mayor valor.

En diciembre de 2001, la Santa Sede promulgó un Directorio sobre la Piedad Popular y

la Liturgia, que elogió el Via Lucis de la siguiente manera:

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Un piadoso ejercicio del llamado vialucis se ha desarrollado y extendido a muchas

regiones en los últimos años. Siguiendo el modelo del VIA CRUCIS, los fieles meditan

sobre las diversas apariciones de Jesús - de su Resurrección a su Ascensión - en las que

muestra su gloria a los discípulos que esperaban la venida del Espíritu Santo (cf. Jn 14,

26, 16, 13-15; Lc 24, 49), el fortalecimiento de su fe, sometidos a la finalización de su

enseñanza sobre el Reino y definirse con mayor precisión la estructura sacramental y

jerárquica de la Iglesia.

A través del Vía Lucis, los fieles recuerdan el acontecimiento central de la fe - la

Resurrección de Cristo - y su discipulado en virtud del Bautismo, el sacramento pascual

por el que han pasado de las tinieblas del pecado a la brillante luminosidad de la luz de

la gracia (Cf. Col 1, 13; Ef. 5, 8).

Durante siglos, el viacrucis involucraba a los fieles en la Semana Santa, sobre todo en la

Pasión, y ayudó a fijar los aspectos más importantes en su mente. Análogamente, el Vía

Lucis, cuando se celebra con fidelidad al texto evangélico, puede transmitir eficazmente

a los fieles la comprensión del segundo momento del evento pascual, es decir, la

Resurrección del Señor.

El Vía Lucis es potencialmente una excelente pedagogía de la fe, ya que "per crucem ad

lucem" [a través de la cruz (uno viene) a la luz]. Usando la metáfora de un viaje, el Vía

Lucis pasa de la experiencia del sufrimiento, que en el plan de Dios es parte de la vida, a

la esperanza de llegar al verdadero fin del hombre: la liberación, la alegría y la paz que

son esencialmente valores de la Pascua.

El Vía Lucis es un estímulo potencial para la restauración de una "cultura de la vida",

que está abierta a la esperanza y la certeza que ofrece la fe, en una sociedad que a

menudo se caracteriza por una "cultura de la muerte", la desesperación y el nihilismo.

Estaciones

No hay ninguna lista universalmente acordada de las Estaciones de la Resurrección, ni

ninguna autoridad de la Iglesia trata de imponer una lista definitiva, como resultado

algunas iglesias han encargado una serie de esculturas de las estaciones de acuerdo con

sus propias normas que puede que no se sigan en otros lugares. (Esto es similar a la

historia de las Estaciones de la Cruz, que alcanzó su forma normativa sólo después de

muchos siglos de muy diversas prácticas locales.) En cuanto al número de las

estaciones, sin embargo, hay acuerdo general en que, a fin de hacer hincapié en la

complementariedad entre las Estaciones de la Cruz y la Resurrección de las estaciones

debe haber catorce estaciones de la Resurrección, como es tradicionalmente el caso de

la Estaciones de la Cruz. Tradicionalmente se utiliza estas estaciones:

Primera estación: Jesús resucita y conquista la vida verdadera (Mt 28: 5-6).

Segunda estación : dos mujeres seguidoras de Cristo encuentran su sepulcro

vacío. (Jn 20: 1-8)

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Tercera estación: Jesús resucitado se aparece a María Magdalena (Jn 20: 14-

18).

Cuarta estación: Jesús se aparece en el camino a Emmaus (Lc 24: 10-30).

Quinta estación: reconocen a Jesús resucitado al partir el pan (Lc 24: 30-35).

Sexta estación: Jesús resucitado se aparece a los discípulos en Jerusalén (Lc 24:

36-40).

Séptima estación: Jesús resucitado da su paz a los discípulos y el poder de

perdonar pecados (Jn 20: 19-23).

Octava estación: Jesús resucitado refuerza la fe de Tomás. (Jn 20: 24-29).

Novena estación: Jesús se aparece en el mar de Tiberíades (Jn 21: 1-12).

Décima estación: San Pedro le reitera su amor a Jesús. (Jn 21:15-19).

Undécima estación: Jesús resucitado envía a los discípulos (Mt 28: 19-20).

Duodécima estación: la Ascensión de Jesús (Lc. 24:50-53).

Decimotercera estación: María y los discípulos esperan en oración la venida

del Espíritu Santo (Hch 1: 12-14).

Decimocuarta estación: La venida del Espíritu Santo, llamada Pentecostés (Hc.

2: 1-13).

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DIBUJOS PARA UN VÍA LUCIS INFANTIL

RESURREXIT SICUT DIXIT

RESUCITÓ SEGÚN DIJO

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RESURREXIT SICUT DIXIT

RESUCITÓ SEGÚN DIJO

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Reflexiones sobre nuestro itinerario de luz.

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Introducción

1.-¿Qué es el Vía Lucis y qué no es?

2.-¿Qué dice la Iglesia sobre el mismo?

3.-Antecedentes

4.-Gestación

5.-Intromisiones y desvaríos

6.-Hacia dónde vamos

7.-Epílogo

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INTRODUCCIÓN.

Hace ya algunos años que miembros de la Directiva, Junta de Gobierno, Cabildo de

Oficiales o como quiera denominarse hoy en día a lo que siempre, en nuestra Cofradía,

ha sido la Junta Directiva se pusieron en contacto conmigo para que le explicase o

hablase de nuestro Vía Lucis. Tal vez, cuando recibieron negativa tras negativa, se

vieron defraudados en sus expectativas sobre mí. No estaba en mi ánimo ofender o

dejarlos en mal lugar, simplemente es que no me veo con la autoridad suficiente para

hablar de un proyecto del que tal vez, por atribuirme algo, fui difusor y que gracias a la

generosidad de algunas personas que creyeron en él se pudo llevar a cabo. Es a ellos a

los que deberían preguntar, pues para mí el mérito es suyo.

Pero como se ha seguido insistiendo, hoy, me atrevo a contar, por escrito, (aunque al

igual que el hermano Luis Sanjuán he decidido dejar, o mejor, cerrar esta página

cofrade en mi vida de colaboraciones escritas u orales con esta aportación) desde lo

que recuerdo fueron los prolegómenos de esa realidad que hoy camina los senderos

de nuestra Cofradía.

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1. QUÉ ES EL VÍA LUCIS Y QUÉ NO ES.

El Vía Lucis, es un ejercicio devoto en el que los fieles recordamos el acontecimiento

central de nuestra fe - la Resurrección de Cristo - y los discípulos en virtud del

Bautismo, el sacramento pascual por el que hemos pasado de la oscuridad del pecado a

la luz de la gracia (Cf. Col 1, 13; Ef. 5, 8).

Todos los esfuerzos que se orienten a conseguir recordar, reflexionar y agradecer la

piedra angular de nuestra fe y cómo conseguir vivir la luminosidad de la gracia nos

harán caminar en la correcta dirección, lo demás está fuera de lugar.

Por tanto me atrevo a decir que el Vía Lucis no puede ser otra procesión. Tiene que ser

una pedagógica clara de que por ―la cruz a la luz‖ y esa alegría vital es tan fuerte que

tiene que abarcar a toda una ciudad. Por tanto, algo diferente a una mera procesión, algo

abierto a todos y algo al que se invita y difunde por los diferentes lugares.

2.-QUÉ DICE LA IGLESIA SOBRE EL MISMO

El Vaticano se ha hizo eco, en su momento, de este ejercicio piadoso y en su página

web nos pone:

153. Recientemente, en diversos lugares, se está difundiendo un ejercicio de piedad

denominado Vía Lucis. En él, como sucede en el Vía Crucis, los fieles, recorriendo un

camino, consideran las diversas apariciones en las que Jesús – desde la Resurrección a

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la Ascensión, con la perspectiva de la Parusía – manifestó su gloria a los discípulos, en

espera del Espíritu prometido (cfr. Jn 14,26; 16,13-15; Lc 24,49), confortó su fe,

culminó las enseñanzas sobre el Reino y determinó aún más la estructura sacramental y

jerárquica de la Iglesia.

Mediante el ejercicio del Vía Lucis los fieles recuerdan el acontecimiento central de la

fe – la Resurrección de Cristo – y su condición de discípulos que en el Bautismo,

sacramento pascual, han pasado de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia (cfr.

Col 1,13; Ef 5,8).

Durante siglos, el Vía Crucis ha mediado la participación de los fieles en el primer

momento del evento pascual – la Pasión – y ha contribuido a fijar sus contenidos en la

conciencia del pueblo. De modo análogo, en nuestros días, el Vía Lucis, siempre que se

realice con fidelidad al texto evangélico, puede ser un medio para que los fieles

comprendan vitalmente el segundo momento de la Pascua del Señor: la Resurrección.

El Vía Lucis, además, puede convertirse en una óptima pedagogía de la fe, porque,

como se suele decir, "per crucem ad lucem". Con la metáfora del camino, el Vía Lucis

lleva desde la constatación de la realidad del dolor, que en plan de Dios no constituye

el fin de la vida, a la esperanza de alcanzar la verdadera meta del hombre: la

liberación, la alegría, la paz, que son valores esencialmente pascuales.

El Vía Lucis, finalmente, en una sociedad que con frecuencia está marcada por la

"cultura de la muerte", con sus expresiones de angustia y apatía, es un estímulo para

establecer una "cultura de la vida", una cultura abierta a las expectativas de la

esperanza y a las certezas de la fe.

Los párrafos finales son extraordinarios por su meridiana claridad y fundamentales para

que entendamos, perfectamente, qué debe ser un Vía Lucis y qué debemos hacer con el

mismo en nuestra Cofradía.

La hoja de ruta, por tanto, está marcada y cada año, a manera de autoevaluación, la

Junta de Gobierno o la Junta General, puede marcarse una reflexión seria sobre lo que

estamos haciendo o qué ejemplo estamos dando.

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3.-ANTECEDENTES

Toda moneda tiene dos caras. Esta idea, ya en la década de los ochenta, me daba

vueltas en la cabeza cada vez que veía nuestro magnífico Vía Crucis del Cristo de la

Noche Oscura en el martes santo. Para mí resultaba incomprensible como la devoción

andaluza se volcaba con la pasión y muerte de Cristo y el hecho capital de la

resurrección, pasaba poco menos que desapercibido.

Todos hemos oído, al finalizar la Procesión General, palabras parecidas a estas:

-Bueno esto ya se ha terminado, ya hasta el año que viene. Queda el Resucitado,

pero…,lo principal se ha terminado-.

No lo podía aceptar. Sí, nuestra ciudad se la conoce como “ciudad de Semana Santa”,

pero y nuestra fe ¿no tiene nada que objetar a eso?

Los mismos ortodoxos se entregan con mayor fervor a los ritos pascuales y nosotros

hasta la Vigilia Pascual nos pasaba un poco diluida.

Esas consideraciones tomaron, allá por los años noventa, forma cuando cayeron en

mis manos algunos artículos y algunas reseñas periodísticas en las que se hablaba de

algo que denominaban “Vía Lucis” “Camino de Luz”.

Ya tenía la otra cara de la moneda que me faltaba. El círculo se había completado. Era

cuestión de ponerse a trabajar sobre un proyecto ilusionante para la Cofradía.

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4.-GESTACIÓN

La primera intención era concienciar a mis hermanos cofrades para llevar a la práctica

ese proyecto.

Reconozco que como vendedor soy pésimo total. Para difundir la idea hice un

cuadernillo central que apareció en nuestra querida revista “Resurrexit”.

Resultado: silencio. Es más, algún cofrade me dijo que se habían equivocado en la imprenta

porque habían puesto Vía Lucis en lugar de Vía Crucis. Particularmente lo explicaba, pero creo

que el resultado era un poco o un mucho de escepticismo.

Más de una vez pensé: “Señor, yo creo que tú te has equivocado de persona”.

Después de ese cuadernillo en el que se trataba solamente el Vía Lucis, pensé en

insertarlo en algo más grande: La Semana Pascual.

El Vía Lucis sería el culmen de esa semana, en el que tendría varias partes: un quinario y

como colofón la salida por las calles reflexionando y orando sobre los misterios pascuales bien

con el estandarte –no me atrevía, en un principio, ni tan siquiera a mencionar sacar la imagen-

porque lo creía empresa muy ardua. Después conforme se iba concretando el proyecto, me

animaba y buscaba una razón fuerte para sacar la imagen. La encontré en querer volver a unir,

algo que para mí, siempre ha resultado doloroso: el abandono de la visita, el domingo de

Resurrección, de las hermanas clarisas. En mi opinión no estuvo bien y más aún haberlo

dejado. Estamos tratando con personas, hermanas que durante muchos años se han portado

muy bien con la Cofradía, que han orado por los cofrades y que han estado unidas a nosotros

por vínculos fraternales.

También pensaba en acercar la imagen al barrio, a los parroquianos de San Nicolás, pero

esto tenía de contraproducente alejar el Vía Lucis de la idea global. Si era la otra cara de la

moneda del Vía Crucis, lo lógico es que se acercase a la ciudad.

Todo esto traía no pocas dificultades, que yo, ante un papel, me veía impotente de

resolver. Cada vez que orientaba y plasmaba el Vía Lucis como algo más general, terminaba

desechándolo con un: si digo esto me corren.

Después, por desbloquear el punto muerto al que terminaba llegando siempre, opté por

algo que fuese más factible y que no echase para atrás a los directivos… Presenté un proyecto

en el que se me corrigieron cosas: como dejar el quinario primigenio en un triduo, ya que así

daba más tiempo en preparar los acontecimientos de la Semana Pascual y porque era mucho

más práctico. En eso he de darle la razón a Paco Charriel que fue el que hizo esa apreciación.

Pero si algo hay que agradecer y con esto conecto con las palabras de la introducción es que

el hombre adecuado para llevar el Vía Lucis a la práctica estaba en ese momento de Hermano

Mayor: Gaspar Anguís Saro. El hombre que es capaz de venderte una bicicleta sin ruedas y

sacar dinero de debajo de una piedra. Me supongo que su directiva también es digna de alabar

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pues esto es labor de equipo, pero Gaspar se puso al frente y tiró con tales ansias del mismo

que para mí hoy en día sigue siendo el verdadero artífice del Vía Lucis.

5.- INTROMISIONES Y DESVARÍOS

Una idea que para mí era clara era la de conseguir hacer del Vía Lucis un alter ego del Vía

Crucis. Me explico. Las reflexiones y oraciones deberían estar hechas por nosotros, y cuando

digo nosotros hablo de laicos, de los cofrades. Deberíamos trabajar de forma autónoma y

conseguir que fuese nuestra reflexión. Mejor o peor, pero nuestra. Así la primera salida estuvo

dirigida con esta premisa. Las reflexiones las hice con todo el cariño del mundo, pero cuál fue

mi sorpresa cuando en los siguientes vialucis, se repetía, con el beneplácito del párroco, las

mismas reflexiones hechas por mí. Eso no era, eso no me gustaba, eso no podía resultar bien.

Después, con el traslado del párroco, nos viene otro, aunque compartido, que se le invita a

hacer el primer Vía Lucis de su mandato y lo toma como suyo –no sé si por indicaciones de los

directivos o por su manera de ser- . El Vía Lucis termina dirigido por él y en Junta General,

advertí, que aunque con buena voluntad, esa forma de dirección no era la mejor ni la que

deberíamos tomar. No hubo ni respuesta ni reacción.

No es que un sacerdote no pueda hacer las reflexiones -me parece bien siempre que la

Cofradía no termine dependiendo exclusivamente de él- sino que hay que darle una dinámica y

una participación que al depender de una persona exclusivamente termina por quitar

crecimiento espiritual como cristianos a los cofrades y laicos.

El colmo es cuando este mismo sacerdote – seguramente presionado por otras instancias

superiores a él- nos comunica que se nos prohíbe salir por no sé qué normativa del Obispado

sobre las procesiones extraordinarias. Se nos metió en el mismo saco que a otras y con el

consiguiente disgusto me expresé en tal sentido en Junta General y de la conveniencia de que

el Vía Lucis estuviera en los Estatutos.

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Al año siguiente esa misma normativa diocesana parece que no fue obstáculo para salir.

Ahora, en este año dos mil diecisiete, se me presenta una propuesta de reforma de estatutos y

régimen interno y mi sorpresa es que el Vía Lucis se pone de forma tan tímida y ambigua que

me quedo nuevamente sorprendido. A esto presento unas modificaciones para hacerlo más

patente y no sé si terminarán aceptadas.

Otro desvarío, a mi entender, es hacer del Vía Lucis una procesión y terminar oyendo frases

como: ¡Animo valientes! , y otras lindezas que cuando uno las escucha, la mente te responde

sin vacilación: No ha entendido nada o como mucho de la misa la mitad.

Señores: seriedad, austeridad y recogimiento que no casan mal, en este acto, con el mensaje

de alegría que manifestamos.

6.-HACIA DÓNDE VAMOS

No soy adivino, pero creo que a nuestro Vía Lucis le hace falta un repensarse y un revulsivo

para que se abra y no termine cayendo en situaciones un tanto extrañas. Puede quedar en una

pequeña procesión de la Cofradía y si fuese así se terminaría perdiendo un extraordinario

instrumento pedagógico y religioso de los caminos pascuales.

Creo que la clave para una buena regeneración del Vía Lucis es abrirlo a Úbeda. Cuanto más

nos cerremos en nosotros peor nos irá.

Habría que tener en cuenta tres puntos:

Estructura

Indumentaria

Itinerario

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ESTRUCTURA

Una organización precisa, anticipada y sin improvisaciones de última hora.

Invitación a comunidades parroquiales.

Reflexión de las estaciones de luz hecha, cada año, por gente formada.

Mayor publicidad

Procesión con tiempos de silencio que inviten a la reflexión como hasta ahora y megafonía en condiciones.

Pensar e introducir cada cierto tiempo un Vía Lucis mariano en honor de María de la Paz como testigo de la resurrección y como mediadora de todas las gracias.

VIA LUCIS EN HONOR DE JESÚS RESUCITADO

VÍA LUCIS MARIANO EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ

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ITINERARIO

Se pueden barajar, a mí son las que se me ocurren, dos opciones:

1.- La expuesta en las aportaciones a la Propuesta de Régimen Interno. Es más sencilla para

nosotros y no tan gravosa para la Directiva.

Consistiría en hacer itinerarios alternos: años impares por el Barrio y pares desde Santa Clara.

La otra más complicada, (la que más se acerca a la idea primitiva como he expuesto antes)

pero que se puede llevar a cabo si se coordinan todos los implicados bien consistiría en salir de

las distintas parroquias para terminar en San Nicolás.

Por tanto cada año el sábado se celebraría el segundo día de triduo en la parroquia escogida y

ante el Cristo montado en el trono de portadores. Colaboraría la comunidad parroquial

correspondiente con algún coro si tiene o con lectores, ofrendas etc.

Se saldría de allí y se buscaría ir por un itinerario corto a San Nicolás donde el Cristo se pondría

en el altar al lado del altar de cultos de la Virgen y quedaría preparado para la Fiesta de la

Cofradía del día siguiente –si es que llega a aprobarse esta propuesta-.

Los itinerarios tendrían que ser cortos y diáfanos.- No buscar calles sin encanto y enrevesadas.

INDUMENTARIA

Los hermanos de luz irían de paisano – a regañadientes y como mal menor admitiría, con

muchas reticencias, ir vestidos con la túnica y una banda de raso rojo –como antiguamente (no

es precisamente la opción que más me agrade porque creo que el Vía Lucis debe ser del

pueblo y por tanto olvidarnos de atavíos). Portadores y banda uniformados.

Por la experiencia hemos visto a muchas personas que no tienen túnica de la Cofradía sumarse

de muy buena gana al recorrido: personas mayores, niños, mujeres y esa debe ser nuestra

riqueza.

Por supuesto se invitaría a los ubetenses a participar de ese acto de oración tras el guión, si es

que se coge la opción de ir uniformados, pero al final la mayoría de personas terminarían

siendo espectadores y nosotros haciendo una nueva procesión que carecería de sentido

habiendo realizado otra hace seis días.

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El Vía Lucis es un acto para la oración, la introspección y la reflexión. Es lo que le debe dar

sentido y hacer partícipes a todas la personas de fe de esa alegría porque Cristo ha resucitado

y si El no lo hubiese hecho vana sería nuestra fe y sin sentido todo lo que habíamos celebrado

la semana anterior.

Que queremos que la banda abra la comitiva y de con sus toques una llamada de atención.

Fenomenal, pero siempre llamando a lo que no me cansaré de repetir: seriedad, austeridad y

recogimiento que nos conduzca a orar.

Si hay personas que buscan otra cosa se las instruye y si no terminan de aceptarlo se les invita

a que no participen, para la procesión ya está la del Domingo de Resurrección.

La clave, como digo, está en abrirlo a Úbeda. El Vía Lucis tiene que ser para Úbeda y no el Vía

Lucis para la Cofradía. Úbeda lo tiene que sentir como algo suyo, como pasa con el Vía Crucis

del martes santo, y tiene que primar, sobre todo, la seriedad, la austeridad y el buen orden.

Vuelvo a repetir que Vía Crucis y Vía Lucis son las dos caras de una misma moneda.

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Cuanto más nos parezcamos al primero, en seriedad, orden, devoción y silencio, mejor nos irá.

Ahora está en nosotros tener las ideas muy claras y no contaminarse con ideas que quedan

fuera de la idiosincrasia de este acto.

Un abrazo en Cristo Resucitado.

P.G.L.

Bibliografía:

Wikipedia

Web del Vaticano

Información de varios blogs digitales

La Biblia de Jerusalén

Estatuto marco de la Diócesis de Jaén