valparaíso patrimonio de la humanidad: inclusión y exclusión de actores sociales

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1 Tesina de Egreso “Valparaíso Patrimonio de la Humanidad: inclusión y exclusión de actores sociales desde la prensa local” Marcos Moraga Lovera Carrera de Periodismo Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

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El siguiente trabajo arranca desde la denominación de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, para buscar cómo la prensa local reconfigura ese título -con requisitos y reconocimientos específicos y formalmente definidos- hacia un proyecto de ciudad que reparte privilegios y marginación dentro de los actores sociales de la ciudad. Al evaluar ese proyecto para Valparaíso en torno a los conceptos de inclusión y exclusión, se intentará abordar la capacidad de los medios locales de esta ciudad para plantearse frente a problemas de identidades y diversidad.

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Tesina de Egreso “Valparaíso Patrimonio de la Humanidad: inclusión y exclusión de actores sociales desde la prensa local”

Marcos Moraga Lovera

Carrera de Periodismo Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

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Índice de Tesina

1. Introducción………………………………………………………………….…………3 2. Problematización………………………………………………………….…………..5

Resumen……………………………………………………….…………5 Pregunta de investigación………………………………….………...…5 Objetivos…………………………………………………….…………….5

3. Marco teórico…………………………………………………………….…………….6 Inclusión y exclusión social……………………………….……………..6 Actores sociales…………………………………….…………………….9 Espacio público………………………………………….………..……..11 Ciudad y ciudadanía……………………………………….……………13 Patrimonio……………………………………………………….……….17

4. Diseño metodológico………………………………………………………………...22 Aplicando la matriz de análisis...………………………………………26

Concepto de patrimonio……………………………………….28 Temática de la noticia…………………………….28 Patrimonio como narrativa……………………….29 Mentalidad en el uso..….…………………………33

Reconocimiento de actores sociales……………………...…38 Actores sociales que participan en la nota..…...38 Tipo de reconocimiento identitario………………40 Validación de los actores descritos……………..40

Proyecto de ciudad…………………………………………….42 Estado…………………………………………...…42 Ciudadanos………………………………………..42 Diversidad……………………………………...….43 Lugar…………………………………………….....43

Segundo nivel de análisis……………………………………………...44 5. Análisis………………………………………………………………………………..46

Cuerpo conformado…………………………………………………….46 Preparativos: lectura y primeras marcas………………………….....46

5.3.1. Primera parte: concepto de Patrimonio……………………..47 5.3.2. Segunda parte: reconocimiento de actores sociales...…....51 5.3.3. Tercera parte: Proyecto de Ciudad………………………….55

6. Resultados y conclusiones…………………………………………………………62 6.1. Concepto de patrimonio

6.1.1. Temática y sección…….…………………………………………..62 6.1.2. Patrimonio como narrativa…….………………………………….67 6.1.3. Mentalidad………………………………………………………….72 6.1.3.1. Autoridad………………………………………………….74 6.1.3.2. Reducción………………………………………………...79

6.2. Reconocimiento de actores sociales……………………………………...86 6.2.1. Actores sociales que participan en la nota………………………87 6.2.2. Tipo de reconocimiento…………………………………………….89

6.2.3. Validación de los actores…………………………………………90 6.3. Proyecto de ciudad………………………………………………………...92 6.3.1. Estado……………………………………………………………….92 6.3.2. Ciudadanía………………………………………………………….99 6.3.3. Diversidad………………………………………………………….103 6.3.4. Lugar………………..……………………………………………..108

7. Sumario de los resultados………………………………………………………….116 8. Conclusiones sobre los resultados…………………………………………......…121 9. Reflexiones finales……………………………………………………………..……127 10. Bibliografía……………………………………………………………..….……..….134

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1. Introducción El 2 de julio del año 2003, el Comité Ejecutivo de la Organización de Naciones

Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia, UNESCO, resolvió declarar a

Valparaíso -una parte específica de la ciudad- como Patrimonio de la Humanidad. Sólo un

mes antes, la misma ciudad había sido reconocida en el Congreso Nacional como la

Capital Cultural de Chile. Junto con las exigencias y recompensas que tales

nombramientos determinan formalmente, el debate se abrió en una ciudad que veía como

era premiado, por ejemplo, su patrimonio arquitectónico, mientras convivía con serios

problemas, como un índice de cesantía que en ese mismo momento se empinaba sobre

los dos dígitos.

Durante el año 2005 una delegación de Icomos Chile (organización no

gubernamental internacional que asesora a UNESCO en materias de patrimonio mundial)

sostuvo una reunión con el alcalde de Valparaíso, Aldo Cornejo, para analizar la inversión

del préstamo otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La principal

crítica del organismo fue que el municipio pretendía utilizar el dinero para solucionar

problemas que tenían que ver con su gestión, y por lo tanto, sus dineros. La defensa de

Cornejo consistió en que tales problemas –perros vagos, basura, iluminación, seguridad-

eran inadmisibles en una “ciudad patrimonial”, y que la otra posible solución sería una

ayuda económica por parte del Estado.

En esas respuestas están contenidas partes fundamentales de lo que interesa

aquí investigar. Por un lado, hay un requerimiento de características que las autoridades

pretenden para el proceso de inserción global de la ciudad, lo cual nos lleva a

preguntarnos cómo recibe esas construcciones (simbólicas) la ciudadanía y cuáles

levanta frente, contra o junto a ellas.

Sin embargo, nuestro interés reposa principalmente sobre el periodismo y la

participación de la disciplina en el problema que nos proponemos. Consideramos que la

reflexión sobre el campo está lejos de agotarse, por el contrario: son constantes los

llamados desde el área académica hacia el estudio de esta actividad, principalmente

hacia las personas que efectivamente integran las empresas periodísticas. La lectura del

artículo El Periodismo: ese relegado objeto de estudio y de debate ciudadano (López de la

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Roche, 2003) fue determinante en esta motivación. Como futuros miembros de esta

profesión –y posiblemente de alguna de estas empresas- acusamos el golpe.

Por otro lado, nuestra inquietud sobre el campo se ve nuevamente acentuada

luego de revisar los resultados entregados este año por el estudio realizado por el

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) titulado El poder: ¿Para qué

o para quién? . Según el instrumento aplicado entre distintos grupos de élites, los más

poderosos de Chile (el grupo que ostenta la mayor capacidad de decisión e influencia)

son los medios de comunicación. Si bien el estudio está orientado a una percepción de

élites hacia las élites, no deja de ser estimulante indagar sobre los objetivos de este

grupo, el para qué que tales actores orientan hacia su territorio. Acá encontramos el

vínculo con el caso específico que nos convoca: el Patrimonio y Valparaíso.

Es por eso que acudimos a la prensa como institución para consultar el tema: no

encontraremos el espejo de los distintos actores que allí aparecen recogidos, sino

elementos de la propia construcción de realidad que los medios analizados pretenden

para la ciudad. Además, diversas reflexiones sobre el periodismo –serán tratadas durante

la discusión bibliográfica- nos advierten sobre las distintas voces tras las rutinas

periodísticas. Nuestro problema, por lo tanto, se proyecta también hacia la ideología que

circula en tales empresas que posibilitan tal construcción.

Sobre la elección de Valparaíso en el problema de investigación, habría que

mencionar –sin ningún afán de menosprecio- que el interés radica de manera

considerable en el afecto. Como plantea Jesús Martín-Barbero, “investigamos lo que nos

afecta y afectar viene de afecto” (Martín-Barbero, 1999). Teniendo presente esta primera

motivación, digamos también –siempre tomando en cuenta que estamos hablando de un

acercamiento- que Valparaíso interesa también por lo que consideramos un momento

histórico inmensamente rico para observar cómo la prensa se incorpora –he incorpora a

los demás integrantes de la ciudad- en la discusión de este hito de la articulación global-

local como aparente la denominación de Patrimonio.

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2. Problematización

2.1. Resumen (Abstract):

El siguiente trabajo arranca desde la denominación de Valparaíso como

Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, para buscar cómo la prensa local

reconfigura ese título -con requisitos y reconocimientos específicos y formalmente

definidos- hacia un proyecto de ciudad que reparte privilegios y marginación dentro de los

actores sociales de la ciudad. Al evaluar ese proyecto para Valparaíso en torno a los

conceptos de inclusión y exclusión, se intentará abordar la capacidad de los medios

locales de esta ciudad para plantearse frente a problemas de identidades y diversidad.

2.2. Pregunta de Investigación:

o ¿Cuál es el rendimiento inclusivo y excluyente para los actores sociales que

los medios de comunicación instalan desde la discusión sobre “Patrimonio”?

2.3. Objetivos: 2.3.1. Principal:

o Evaluar el rendimiento inclusivo y excluyente para los actores sociales que los

medios de comunicación instalan desde la discusión sobre “Patrimonio”.

2.3.2. Específicos:

o Descubrir las categorías de inclusión de actores sociales que los medios de

comunicación instalan en la discusión sobre Patrimonio.

o Identificar los momentos en que el medio acude a la palabra “Patrimonio”

como elemento identitario.

o Identificar el tipo de reconocimiento que el medio realiza para los actores

sociales desde la discusión sobre el concepto “Patrimonio.

o Descubrir el proyecto de ciudad que los actores identificados buscan instalar

en Valparaíso desde la discusión sobre “Patrimonio”.

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3. Marco Teórico

3.1. Inclusión y exclusión

Uno de los conceptos que hasta acá se ha repetido bastante –fundamental, por

cierto, en el planteamiento de la pregunta de investigación- es el de inclusión y exclusión

social. La terminología está recogida desde las investigaciones de Rossana Reguillo.

Ambos términos aparecen, por ejemplo, en su reflexión sobre la comunicación y derechos

humanos (Reguillo, 1998). En la introducción de este trabajo, cuando se tratan los

antecedentes que motivan la investigación, se mencionó el momento que representa este

nombramiento de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad, en cuanto una instancia

clara donde desde el discurso que accede a los medios masivos comienzan a operar

distintos proyectos de ciudad, luego, de sociedad. La lectura de Reguillo permite

interpretar este nombramiento como una oportunidad de análisis:

“La disputa entre los diferentes proyectos sociales que compiten en

condiciones diferenciales por la conquista de una nueva hegemonía planetaria que

habrá de decidir quiénes caben y quiénes no: se trata fundamentalmente de un

debate entre la inclusión y la exclusión” (Reguillo, 1998, sin página).

En la cita se mencionan proyectos sociales hacia "una hegemonía, planetaria",

pero esto no quiere decir que las disputas sobre proyectos sólo funcionen a esta escala

(ver apartado "Ciudad y ciudadanía").

Otro supuesto que luego estará presente en el marco metodológico se refiere a

pensar inclusión-exclusión como un solo concepto. Esto no equivale a fusionar dos

condiciones contrarias, sino a decir que una no es entendible sin la otra. Para entender el

por qué tal actor se encuentra excluido de pensar y proponer un orden sobre el territorio

debemos mirar hacia los incluidos. De hecho, en este trabajo, dada nuestra particular

aproximación, sólo podemos ver hacia los incluidos, en cuanto un trabajo sobre los

excluidos debería ser planteado en otros términos, como lo hace Reguillo por ejemplo,

quien parte de la determinación a priori de un caso de excluidos –jóvenes marginales, por

nombrar un grupo- y busca en los textos sus particulares mecanismos de exclusión. Un

acercamiento como el que propone este trabajo se vería forzado, entonces, a generar

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algo así una taxonomía de los excluidos, una lista que parece inabarcable (y de momento,

poco pertinente) cuando nos enfocamos en nuestros objetivos.

Así, desde los discursos que proponen los incluidos a través de la prensa

podemos extraer los obstáculos de participación en el proceso. Esto se condice con una

perspectiva sobre la distribución de las relaciones de poder, la cual vamos a asumir como

supuesto: la hegemonía, como fue presentada por Gramsci, una postura que ayudó a

“otro entendimiento de los juegos estratégicos que se desarrollan en el seno de la

sociedad civil (en lo cotidiano, se podría decir) y, consiguientemente, mostró las fisuras y

alternativas, los rechazos y las complicidades inter-clasistas, que hacían más adecuado

hablar de construcción de la hegemonía que de reproducción mecánica de la dominación”

(Torrico, 2000). Por lo tanto, aunque la investigación esté centrada en buscar las

categorías de inclusión, no podemos olvidar que ellas no se pueden entender sin tener en

cuenta que también juegan un rol en la definición de los excluidos, en cuanto ellos no

serían los portadores -o así al menos se les reconocería- de las características que

consignaremos con nuestro análisis hermenéutico.

Debemos considerar que la inclusión-exclusión, como la plantea Reguillo, recorre

un camino distinto al cual se está planteando acá. Ella parte de tres categorías

predefinidas desde su trabajo empírico, las cuáles luego son buscadas y analizadas en

los medios de comunicación (los jóvenes, las mujeres y los indígenas). Acá, sin embargo,

nos proponemos un problema distinto. Partimos de la temática, pero justamente lo que

nos interesa es encontrar esas categorías en condición de incluidos o excluidos, que ya

estaban claramente postuladas en Reguillo (1998), y posterior a su descubrimiento,

consignar cuáles son los atributos que los medios privilegian en esta discusión,

legitimando cierto tipo de participación en sus páginas.

Pese a las distancias (más manifiestas en el enfoque metodológico), desde el

trabajo de Reguillo sí podemos extrapolar una relación entre los proyectos sociales

pertinentes a un territorio y la búsqueda de marcas identitarias con distintas valoraciones

dentro de esos proyectos. Por ejemplo, durante la argumentación sobre el interés analítico

que revisten las culturas juveniles, Reguillo explica que “…resulta fundamental pensar la

crisis cultural de la modernidad latinoamericana, que se ha vuelto más evidente conforme

se vuelven visibles los actores, las prácticas y los procesos, que, en su afán de volverse

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moderna, América Latina ‘olvidó’, en tanto no cabían en un proyecto de signo

eurocéntrico, masculino, adulto y blanco. Indígenas, negros, mujeres, quedaron al margen

por su ‘inviabilidad’” (Reguillo, 2000:146). Tres factores, entonces, que pueden aplicarse

hacia este estudio:

- Primero, el proyecto: en Reguillo es la América Latina moderna, acá es el Valparaíso

Patrimonial,

- segundo: las marcas identitarias coherentes con el modelo "masculino, adulto y blanco",

- por último, las marcas identitarias que por oposición, demuestran su inviabilidad dentro

del proyecto ("indígenas, negros, mujeres").

Surge luego la pregunta: ¿inclusión o exclusión dónde? Este trabajo trata sobre los

medios de comunicación, pero eso no signifique que estas características se reduzcan

solamente a un tema de figuración en sus páginas. La misma Reguillo incluye ambos

conceptos en una problemática mayor:

“(…) una problemática que, desde mi perspectiva, rebasa la dimensión

jurídica e incluso a los propios medios de comunicación, que no son sino la

expresión más visible o un elemento más de una estructura de desigualdad que

tiene que ver no solo con indicadores económicos, sino fundamentalmente con las

maneras en que los seres humanos se construyen a sí mismos en su relación con

los otros (…)”. (Reguillo, 1998, sin página)

Por lo tanto, si estamos hablando de medios de comunicación, indudablemente

apuntamos a un concepto clave que en ellos se manifiesta. Así lo expresa Bourdieu:

(Es a través de las prácticas periodísticas que) “se regula el acceso de los

ciudadanos de a pie, así como los demás productores culturales (científicos,

artistas, escritores) a lo que a veces se llama espacio público, es decir, a la

difusión a gran escala”. (Tomado desde Castillo y Valderrama, 2001)

Sobre la puesta en práctica de los conceptos de inclusión y exclusión, Sonia

Hernández García es autora del estudio Un acercamiento a la nota roja: la inclusión y

exclusión de las clases vulnerables. El texto retoma los planteamientos de Reguillo sobre

el “discurso de exclusión de los medios”, el cual, mediante la lectura parcial de los

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acontecimientos muestra a los distintos actores como malos o buenos; la ciudadanía es

distribuida en categorías que no admiten matices intermedios, o que generan extremos

artificiales (Hernández, 2002). La investigación tienen un enfoque cuantitativo que busca

en tres periódicos de Oaxaca -El Imparcial, Noticias (los de mayor circulación en el estado

mexicano) y Rotativo- la presencia de ciertas categorías en el los textos de la crónica roja:

roles, causales, escenarios, observaciones, preferencia sexual, filiación, étnica,

circunstancia, tipo de asentamiento, lugar donde se desarrollan los acontecimientos y

discurso.

Un mérito del estudio de Hernández es entender la exclusión más allá del solo

acceso a los medios: “en la prensa escrita puede incluirse a las clases vulnerables, pero a

la vez se les excluye, ya que son presentados como 'la evidencia contundente e

irrefutable del mal'” (Hernández, 2002). Por lo tanto, un primer punto a considerar es que

no toda inclusión de facto en los medios significa una inclusión en la participación sobre

las decisiones del destino del lugar propio. Por ejemplo, en el mismo estudio se concluye

que “resulta importante que en más del 90 por ciento de los casos de la nota roja

oaxaqueña quienes aparecen son las clases sociales más bajas” (Hernández, 2002). De

esta objeción se encargará la segunda parte del esquema metodológico propuesto, donde

se realizará un análisis de discurso en los textos cuyos actores aparecen como los

incluidos más frecuentes.

3.2. Actores sociales.

Antes de profundizar en el marco metodológico sobre cómo vamos a clasificar a

los sujetos que aparezcan en los diarios para poder pensarlos como actores sociales, se

hacen necesarias algunas aclaraciones sobre esta denominación. Una temprana

definición por parte de Max Weber nos habla de los actores sociales como aquéllos que

atribuyen validez legítima a cierto orden determinado, es decir, lo realizan para justificar

enteramente sus acciones (Weber, en Internet). Nos interesa, sin embargo, actuar desde

una categoría más amplia. Para ello nos sirve más la definición de otro autor:

“Touraine define al actor por las relaciones sociales en las que está

ubicado. Al crear una relación con otro Sujeto, crea sociedad. Dicho de otro modo

el actor se define por su rol. Si el rol desarrollado es marginado o marginal, es un

actor marginal”. (Reyes y Salinas, en Internet).

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Las categorías que proponemos en el apartado de la metodología surgen de una

forma específica de pensar a los actores sociales. El sociólogo Manuel Garretón explica

que las categorías de actores con que la investigación social puede afrontar sus trabajos

emergen del “paso de una matriz configurativa de actores más ligados a los proyectos

histórico-estructurales y a la política, a otra de actores más centrados en los niveles de los

mundos de la vida y de las instrumentalidades de tipo organizacional e institucional, es

decir, más sociales y culturales” (Garretón, 2001, p.8). El autor entonces llega a definir el

concepto de actores sociales, aunque no con una intención enciclopédica, sino desde lo

que entiendo como una intención movilizadora de reflexión e investigación:

“…(Se trata de) los portadores, con base material o cultural, de acción

individual o colectiva que apelan a principios de estructuración, conservación o

cambio de la sociedad, que tienen una cierta densidad histórica, que se definen en

términos de identidad, alteridad y contexto, que se involucran en los proyectos y

contraproyectos, y en los que hay una tensión nunca resuelta entre el sujeto o

principio constitutivo o trascendente de una determinada acción histórica y la

particularidad y materialidad de el actor que lo invoca” (Garretón, 2001, p.13).

Creo que la anterior definición-explicación se acerca bastante a las pretensiones

de este estudio. Se trata de trabajar en el entendimiento de estos nuevos actores sociales

cuya importancia fue puesta en relieve por la irrupción de un nuevo paradigma societal,

impulsado principalmente desde los procesos de globalización. Estamos tratando de

entender cómo los actores sociales son entendidos desde los medios de comunicación, y

por ello es que nos interesa el proceso del Patrimonio, en su potencialidad como proyecto

de ciudad, y por lo tanto, en su potencialidad como convocatoria actores sociales hacia el

espacio público que constituyen los medios. Resulta obvio, entonces, que al plantearnos

la pregunta sobre los actores sociales nos interesa la dimensión política del sujeto, y

cómo esta es interpretada por el medio analizado (por lo tanto, no solamente incluye

aquellos actores con manifiesta posibilidad política de acuerdo al reconocimiento que

realiza el medio, sino también aquellos que en la forma que son interpretados por el

medio presentan una clausura absoluta de esa posibilidad).

En la última cita a Garretón, se menciona también que estos actores sociales

pueden ser definidos en términos de identidad, con lo cual se nos hace necesario hacer

una aclaración conceptual sobre la manera cómo se entenderá ese término en este texto.

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Si ya recurrimos a Reguillo para la explicación del eje inclusión-exclusión, también su

definición sobre identidad servirá: "la identidad es centralmente una categoría de carácter

relacional (identificación-diferenciación)" (Reguillo, 2000:41), a lo cual habría que agregar

que "las identidades sociales no son monocausales, por el contrario están compleja y

multidimensionalmente articuladas a un conjunto de elementos sociales, económicos,

políticos" (Reguillo, 2000:56). Sobre estas características hay una mayor profundización

en el apartado del Marco Metodológico, donde se aplican estas advertencias sobre las

amplias dimensiones de las marcas identitarias.

3.3. Espacio Público.

Espacio público, entonces, es nuestro siguiente concepto clave. Si retomamos la

anterior cita de Bourdieu (Tomado desde Castillo y Valderrama, 2001) es para resaltar la

incidencia de los medios de comunicación en la construcción de un espacio público,

aunque acá no lo traduzcamos directamente por “difusión a gran escala”. Espacio público

lo entenderemos como la reformulación del concepto de opinión pública propio del Estado

de Derecho Liberal, que la consideraba como el espacio donde personas privadas

debatían sobre el bien común. En texto de Habermas:

“Por espacio público entendemos un ámbito de nuestra vida social, en el

que se puede construir algo así como opinión pública. La entrada esta

fundamentalmente abierta a todos los ciudadanos. En cada conversación en la que

los individuos privados se reúnen como público se constituye una porción de

espacio público (…) Los ciudadanos se componen como público, cuando se

reúnen y conciertan libremente su opinión, sin presiones y con la garantía de

publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar según intereses

generales. En los casos de un público amplio, esta comunicación requiere medios

precisos de transferencia e influencia: periódicos y revistas, radios y televisión, son

hoy tales medios del espacio público”1 (en Boladeras, 2001, p.53)

Repensado el concepto, por ejemplo por Nancy Fraser (“… el público burgués

nunca fue el gran público. Por el contrario, prácticamente al mismo tiempo que el público

burgués, surgió un ejército de contra-públicos, entre ellos los públicos nacionalistas, los

1 Las cursivas son nuestras.

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públicos populares campesinos, públicos de mujeres de élite, públicos negros, y públicos

proletarios. Por consiguiente, hubo públicos en competencia desde el principio, no sólo a

partir de finales del siglo XIX y en el XX, como lo sugiere Habermas” [Fraser, 1997,

p.105]), surge la necesidad de hablar de espacios públicos –así, en plural- al reconocer la

serie de exclusiones que conllevaba el planteo de una esfera pública única, y las otras

formas de publicidad que se desarrollaban al margen de la esfera principal.

Los espacios públicos serían entonces el lugar donde se ponen en juego las

retóricas y estilísticas para un reconocimiento en sociedad. En este mismo espíritu

recogemos la propuesta de Fraser “que enfatiza la definición procedimental, por oposición

a la definición sustantiva de la esfera pública democrática: aquí, la esfera pública se

define como un espacio destinado a cierto tipo de interacción discursiva, no como un

espacio para tratar cierto tipo de tópicos y problemas. Por lo tanto, no hay restricciones

respecto a qué puede convertirse en un tópico de deliberación” (Fraser, 1997, p.125). Así

es como podemos pensar al espacio público como una dimensión dinámica, y como el

lugar de las inclusiones y exclusiones. La misma Fraser, si bien destaca los espacios

públicos como lugares de agrupamientos de diversos grupos, destaca la vocación de ellos

de proyectarse hacia la sociedad en su conjunto, de situarse en otra dimensión superior

del espacio público. Ahí estarían los medios, pero debemos entenderlos no como el lugar

que concede el acceso hacia un espacio público superior –actuando sólo como una

puerta previa a lo que verdaderamente constituiría tal espacio- sino a los medios como un

espacio público, en cuanto pueden operar como el lugar en que los distintos actores

sociales se reconocen –como antes anticipamos- en sus retóricas y estilísticas.

No estamos así desestimando las conexiones que puedan haber entre el espacio

público que constituyen los medios de comunicación, sino salvándolos de una directa

funcionalidad con una estructura superior, que puede luego entenderse como la

administración de un poder monolítico sólo con ruta de descenso. El campo del

periodismo y sus productos son el lugar clave de las sociedades contemporáneas para

conformar quizás el más grande –lo cual no significa el más inclusivo- de los espacios

públicos, heredero de una noción de esfera pública única.

“El Estado-Nación como estructura de orden social fue el que en definitiva

demandó el traslado del espacio público físico al mediático, frente a la constitución

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de las sociedades masivas donde la convocatoria simultánea de toda la

ciudadanía era imposible”. (Castillo y Valderrama, 2001)

3.4. Ciudad y ciudadanía.

Se hace necesaria también una reflexión sobre cómo pensar la ciudad, de tal

manera de ir más allá de su sola dimensión material (factor para nada despreciable) y

entenderla dentro de los procesos que me propongo analizar. Dice Manuel Delgado Ruiz:

“En la ciudad, todas las minorías culturales –y en la ciudad no hay otra

cosa que minorías culturales- sean tradicionales o nuevas, adoptan estrategias

que las hacen visibles. Cualquier grupo humano con cierta conciencia de su

particularidad necesita ‘ponerse en escena’, marcar de alguna manera su

diferencia”. (Citado por Castillo y Valderrama, 2001, p.78).

De inmediato, la ciudad se nos presenta como un lugar donde las identidades

pueden adquirir una visibilidad política. Para esto, será importante entender la ciudad en

su permanente dimensión de proyecto. El concepto de ciudad, entonces, será entendido

desde los aportes de Ángel Rama en su obra La ciudad letrada, quien conjuga dos

dimensiones para entender la fundación de las ciudades -una operación que no se remite

solamente a su momento original, sino en permanente actualización.

“Las ciudades americanas fueron remitidas desde sus inicios a esta doble

vida. Le correspondía un orden físico, que por ser sensible, material, está sometida

a los vaivenes de construcción, de instauración y de renovación, y sobre todo, a

los impulsos de la invención circunstancial de individuos y grupos según su

momento y situación. Por encima de ella, la correspondiente al orden de los signos

que actúan en el nivel simbólico, desde antes que cualquier realización, y también

durante y después, pues disponen de una inalterabilidad a la que poco conciernen

los avatares materiales. Antes de ser una realidad las calles, casas y plazas, las

que sólo pueden existir y aún así gradualmente, a lo largo del tiempo histórico, las

ciudades emergían ya completas por un parto de la inteligencia en las normas que

las teorizaban, en las actas fundacionales que las estatuían, en los planos que las

diseñaban idealmente, con esa fatal regularidad que acecha a los sueños de la

razón…” (Rama, 2004, p.45-46).

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Rama reconoce a un grupo social dotado de la capacidad para generar los

proyectos-ciudades (aquellos dotados de la capacidad de la letra, entre los cuales podría

incluirse a la prensa, presentes en esos momentos fundacionales), y desde ahí elabora su

modelo de la ciudad letrada. Considerando que Rama realiza de antemano cierta

dimensión de la operación que nosotros pretendemos en este trabajo -esto es, reconocer

la posición política de un grupo de actores sociales y su responsabilidad en la ciudad

como proyecto-, aprovecharemos sus propuestas teóricas, reapropiándolas hacia un

contexto específico. En relación a este grupo privilegiado en la génesis de las ciudades

americanas (“…una pléyade de religiosos, administradores, educadores, profesionales,

escritores y múltiples servidores intelectuales, todos esos que manejaban la pluma,

estaban estrechamente asociados al poder…” [Rama, 2004, p.57]), y de acuerdo a la

posición histórica y territorial que ha Rama le interesa, se plantean las siguientes

explicaciones en La ciudad letrada:

"...dentro de ellas (las ciudades americanas) siempre hubo otra ciudad, no

menos amurallada sino más agresiva y redentorista, que le rigió y condujo. Es la

que creo debemos llamar la ciudad letrada, porque su acción se cumplió en el

prioritario orden de los signos y porque su implícita calidad sacerdotal contribuyó a

dotarlos de un aspecto sagrado, liberándolos de cualquier servidumbre con las

circunstancias. Los signos aparecían como obra del Espíritu y los espíritus se

hablaban entre sí gracias a ellos. Obviamente se trataba de funciones culturales

de las estructuras de poder, cuyas bases reales podríamos elucidar, pero así no

fueron concebidas ni percibidas, ni así fueron vividas por sus integrantes”. (Rama,

2004, p.57)

Interesa recoger esta relación entre el "orden de los signos" y la ciudad como

realidad física. Sin embargo, sobre el carácter prioritario en la conducción del orden en las

ciudades, la bibliografía posterior nos invita flexibilizar la supremacía de esos grupos

letrados en la construcción simbólica de las ciudades, como propone, por ejemplo, Álvaro

Cuadra en De la ciudad letrada a la ciudad virtual:

"La ciudad letrada encontró en las burocracias estatales, los partidos

políticos y la gran prensa su hábitat natural, no es menos cierto que,

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paralelamente, comenzó la expansión de la radiotelefonía y el cine, como formas

de secularización de de modelos culturales diversos, enraizados esta vez en el

dominio de la parole, del habla cotidiana. Este hecho posee, a nuestro entender, la

mayor trascendencia, pues supone un cambio en el eje de la cultura que se

desplaza de la escritura como límite social y lingüístico hacia el habla. Lentamente,

nuestro universo simbólico comienza a alejarse de los códigos normativos y rígidos

de la cultura ilustrada hacia los códigos más flexibles de una cultura de masas"

(Cuadra, 2003, p.114-115)

Otros aportes, ahora desde la arquitectura, también nos sirven para hacer relativas

las conclusiones sobre la supremacía del núcleo letrado en la conducción de las ciudades

(relativos por su posición específica en el tiempo y el espacio: ciudades americanas en los

años inmediatos a la colonización). Por ejemplo, el concepto de "junkspace" acuñado por

Rem Koolhaas que sirve para referirse al residuo que la humanidad deja en el planeta

(donde las ciudades y sus construcciones tienen un papel protagónico), sitúa la atención

en el crecimiento sin planificación -hasta alcanzar niveles opresivos- del espacio de la

ciudad: "Junkspace is a Bermuda triangle of concepts, a petri dish abandoned: it cancels

distinctions, undermines resolve, confuses intention with realization. It replaces hierarchy

with accumulation, composition with addition. More and more, more is more"2 (tomado de

Jameson, 2003, p.75).

Si bien consideramos importante consignar estas dos últimas reflexiones a modo

de muestra sobre la discusión actual sobre el orden en la ciudades (la "Ciudad virtual" de

Cuadra y "the Future city" de Jameson), ninguno de los aportes citados desacreditan la

búsqueda de proyectos sociales en la prensa escrita, sino que pone atención sobre los

nuevos constructores de la ciudad como proyecto, algo perfectamente compatible con la

pervivencia de un orden propuesto desde la lengua escrita (lo que en la cita parece

proponerse cuando Cuadra describe la expansión de nuevas tecnologías “paralelamente”

al orden de la ciudad letrada). Por lo demás, si se habla de un desplazamiento hacia la

parole, no necesariamente se traduce esto en que lo escrito, está obsoleto de participar

en la construcción de ciudades: sería hermanar el formato a algo así como un modelo

cultural absoluto. Sabemos que existen implicancias, pero no son absolutas, y el mismo 2 “El Espacio-basura es un Triángulo de las Bermudas de conceptos, una placa de Petri abandonada. Cancela las distinciones, socava la determinación, confunde la intención con realización. Remplaza jerarquía con acumulación, composición con adición. Mas y más, más es más”. (La traducción es nuestra)

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modelo cultural puede operar de manera transversal a los formatos; ejemplos sobran de

modos de escritura y lectura cercanos a la parole a través de un formato escrito, con lo

cual no desacreditamos inmediatamente ningún soporte en la incidencia del proceso que

en este trabajo interesa investigar. Todo sigue justamente uno de los objetivos ya

planteados: buscar cuáles son esas voces (y cuáles quedan fuera) de acuerdo al trabajo

del periodismo en esta ciudad.

Entenderemos la ciudad -Valparaíso, específicamente- como un lugar3 donde las

identidades se ponen en disputa a través de los proyectos de ciudad. Sin embargo, no

podemos perder de vista que esos mismo proyectos remiten a un orden que ya opera,

uno que junto con asignar roles a los distintos grupos, plantea un orden simbólico por

donde todos los proyectos, incluso los que emergen desde la marginalidad, deben

transitar. Significa que la ciudad no está exenta de los límites y posibilidades que propone

cierta "mentalidad" operante, pensando el término "mentalidad" como lo presenta Roger

Chartier (1992): una condición social que hace pensable (o sea, posible de pensar)

cualquier proceso intelectual, en nuestro caso, un proyecto de ciudad. Ese orden es el

que nos interesa indagar (el orden en que también estarían operando los discursos del

medio de comunicación analizado), en la medida que regula la misma posibilidad -y pone

en perspectiva para el entendimiento- de los discursos sobre el Valparaíso Patrimonial. El

orden, por lo tanto, como ya advertía Rama, será clave para examinar el tema de la

inclusión y exclusión de actores sociales desde la prensa:

“El sueño del orden servía para perpetuar el poder y para conservar la

estructura socioeconómica y cultural que ese poder garantizaba. Y además, se

imponía a cualquier discurso opositor de ese poder, obligándolo a transitar,

previamente, por el sueño de otro orden”. (Rama, 2004, p.45)

La pregunta por el orden, es entonces, una pregunta por el poder. Y aunque ese

orden remita al orden físico, es indisociable de la dimensión simbólica de las ciudades,

sino, siguiendo con Rama, habría que interpretar ambas dimensiones, la física y simbólica

como redes superpuestas ("la física, que el visitante común recorre hasta perderse en la

multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena e interpreta, aunque sólo para 3 Un "lugar" en términos antropológicos, a la manera como lo define Marc Augé en su texto Los no lugares (2004). Pero considerando que esa terminología es un gran aporte en términos operacionales, hemos decido profundizar en esa definición y discusión en el apartado del "Diseño Metodológico".

17

aquéllos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más

que significantes sensibles para los demás, y, merced de esa lectura, reconstruir el orden.

Hay un laberinto en las calles que sólo la aventura personal puede penetrar y un laberinto

de los signos que sólo la inteligencia razonante puede descifrar, encontrando su orden”

[Rama, 2004, p.69]). La pregunta por el orden de las ciudades propone alcances claves

para la conformación de los actores incluidos y excluidos, situándolos en perspectiva de

ese orden ineludible que reparte rol y estatus en su tránsito.

3.5. Patrimonio.

El concepto de patrimonio que orienta este trabajo arranca desde una

denominación técnica -la denominación por parte de la Organización de las Naciones

Unidas para la Educación, Ciencia y Tecnología (UNESCO)- pero de ninguna manera

pretende actuar como un juicio frente a la distorsión de la definición formal que le otorgan

las instituciones que administran el título entregado a la ciudad de Valparaíso. Lo

interesante en esta tarea específica es la resignificación que se pretende para el concepto

como exigencia para una ciudad imaginada -una ciudad patrimonial- que no

necesariamente le debe coherencia a los requisitos presentados por la UNESCO.

Parece pertinente -reiterando la intención de una revisión conceptual, no de

clausurar la discusión desde una definición específica- una revisión sobre algunos

aspectos destacados por la UNESCO en sus normativas para el reconocimiento del

carácter patrimonial. El instrumento básico de la institucionalidad patrimonial para la

UNESCO es la "Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural"

(1972) donde se entrega la definición sobre "patrimonio" que luego será aplicada y citada

en instrumentos posteriores, como la "Guía Operativa para la Implementación de la

Convención del Patrimonio Mundial", periódicamente revisada por el Comité de

Patrimonio Mundial y considerada "la principal herramienta de trabajo en Patrimonio

Mundial"4. La Convención establece dos categorías, patrimonio cultural y natural, estando

Valparaíso incluido en la primera. Sobre esta categoría la Convención, en su primer

artículo, explica que "se considerará 'patrimonio cultural': los monumentos: obras

arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de

carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un

4 Extraído de "World Heritage Centre, the criteria for selection", en http://whc.unesco.org/en/criteria/

18

valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia;

los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e

integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de

la historia, del arte o de la ciencia; los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del

hombre y la naturaleza así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos que

tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético,

etnológico o antropológico." (UNESCO, 1972)

Llama la atención la insistente mención de un "valor universal excepcional", que no

aparece especificada en ninguna parte de la Convención. Podemos encontrar una

explicación en la "Guía Operativa para la Implementación de la Convención del Patrimonio

Mundial", donde se enumeran una serie de requisitos para aplicarse en cada una de las

publicaciones. En el caso de Valparaíso, pese a que la postulación proponía el

nombramiento en base a tres de estos requisitos (ii, iii y v)5, el Comité solamente acogió el

número iii, que dice: "es un testimonio único, o por lo menos excepcional, de una tradición

cultural o de una civilización viva o desaparecida"6. El reconocimiento, entonces, es hacia

una dimensión material en cuanto forma de evocar una tradición cultural o civilización

específica.

Habría que tener en cuenta la preferencia -sin duda de carácter práctico,

considerando los objetivos de la UNESCO y su división de Patrimonio Mundial orientada

hacia la preservación- por hermanar el concepto de "patrimonio cultural" con aspectos de

5 Considerando que al momento de la postulación de Valparaíso estaba vigente la "Guía Operativa para la Implementación de la Convención del Patrimonio Mundial" del año 2002 (el nombramiento ocurre el año 2003), hemos preferido recoger las citas a este documento desde la Inscripción de Valparaíso en la lista de patrimonio mundial de la UNESCO" (2003), debido a que la Guía operativa ahora disponible en el sitio web de la UNESCO corresponde a la del año 2005, inexistente en el período señalado. Dicha inscripción se encuentra disponible en el sitio web del Consejo de Monumentos Nacionales, en la dirección: http://www.monumentos.cl/patrimonio2003/valparaiso.htm#01 6 Los otros criterios de valor universal son: i) el bien representa una obra maestra del genio creador del hombre; ii) el bien testimonia un intercambio de influencias considerable, durante un período concreto o en un área cultural del mundo determinada, en los ámbitos de la arquitectura o la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana o la creación de paisajes; iv) es un excepcional ejemplo de un tipo de construcción o conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje, que ilustra uno o varios períodos significativos de la historia humana; v) es un ejemplo excepcional de formas tradicionales de asentamiento humano o de utilización de las tierras, representativas de una cultura (o de varias culturas), especialmente cuando son vulnerables debido a mutaciones irreversibles; vi) está directamente asociado con acontecimientos o tradiciones vivas, ideas, creencias u obras artísticas y literarias que tengan un significado universal excepcional (el Comité considera que este criterio debería justificar una inscripción en la Lista sólo en circunstancias excepcionales, y cuando se aplique de manera concomitante con otros criterios).

19

carácter material. Las categorías de la Convención, explícitamente aluden a

"monumentos", "conjuntos" y "lugares", apareciendo sólo en este último apartado una

mención al valor excepcional en relación al valor "histórico, estético, etnológico o

antropológico". Incluso en los fundamentos del valor universal (acá presentados en Nota

al pie número 4) son los testimonios materiales los que se protegen, independiente de los

atributos culturales que ellos remiten -y remiten explícitamente.

Pero la discusión sobre "Patrimonio" está lejos de zanjarse a través de los

instrumentos normativos de la UNESCO -entendiendo también que cada una de las

postulaciones se dirimen en un comité que discute a partir de esta normativa. Por lo

mismo hay que revisar el concepto de patrimonio y considerarlo en una dimensión amplia

-no tan amplia, tampoco, como para que sea igual a nada-, como proponen Mirta

Bialogorski y Fernando Fischman (2002). Los autores buscan una metodología para la

clasificación de los bienes patrimonializables, insatisfechos por la división entre la noción

histórica de patrimonio ("conjunto de soportes sociales con capacidad para representar

simbólicamente una identidad social") y el apellido intangible que muchas veces se

esgrime para rebatir las críticas frente a la predilección por los elementos materiales y así

abarcar también otras manifestaciones más difíciles de registrar.

Los autores dan cuenta de un persistencia de lo que identifican como "definición

histórica" de patrimonio, que sigue operando en varias esferas, incluida la académica,

asociada a "un conjunto de soportes materiales con capacidad para representar

simbólicamente una identidad social" (Bialogorski y Fischman, 2002:233). Es básicamente

lo que veníamos advirtiendo en las herramientas de la UNESCO, y ese es un dato

importante cuando analicemos la resignificación que se pretende para el título de ciudad

patrimonial dentro de la prensa de Valparaíso, donde muchos de los requisitos

históricamente requeridos para que un bien sea patrimonial pueden exigírsele a la ciudad.

Siguiendo con Bialogorski y Fischman, ellos introducen el concepto de actuación

para desarrollar alguna metodología que busque sistematizar las denominaciones de

patrimonio. Si bien en este trabajo no interesa saber si Valparaíso merece o no el título -el

reconocimiento es el punto de arranque y lo que se busca en los diarios no está motivado

por una revisión de la legitimidad del reconocimiento entregado- sí nos sirve este aporte

en cuanto invita a pensar el patrimonio como un concepto con varias dimensiones

20

implicadas. Bialogorski y Fischman identifican, por ejemplo, aspectos situacionales y

extrasituacionales que engloban circunstancias específicas tales como la ocasión, y/o el

ámbito y/o la cantidad e identidad de los participantes de la actuación.

Partimos buscando en las definiciones técnicas y cómo esos tratados técnicos no

son suficientes para contener la intención de este estudio. Néstor García Canclini discutió

sobre este tema durante una charla dictada en el país7. La discusión es competente y

García Canclini pone el acento en algunas de las tensiones que surgen desde la

definición operativa de la UNESCO:

“Las actividades destinadas a definir el patrimonio, preservarlo y difundirlo,

amparadas por el prestigio histórico y simbólico de ciertos bienes, incurren casi

siempre en una simulación: hacen como que la sociedad no estuviera dividida en

clases, etnias y grupos, o esas fracturas no importaran ante la grandiosidad y el

respeto acumulado por las obras patrimoniales”. (García Canclini)

La anterior es una de las conclusiones a las que llega al discutir la cualidad de

“valor universal”. Pese a atribuírsele al patrimonio un carácter universal, no pueden

ignorarse las condiciones sociales que le anteceden y preceden, y eso lo advierte el

antropólogo argentino, por ejemplo, en el eurocentrismo cuantitativo que presenta la

distribución de lugares reconocidos por la UNESCO como “Patrimonio de la Humanidad”.

Para este trabajo, rescatamos y nos interesa esa tensión: “Si bien a veces el patrimonio

cultural sirve para unificar a una nación, las desigualdades en su formación y apropiación

exigen estudiarlo también como espacio de disputa material y simbólica entre los sectores

que la componen”8.

En la oportunidad, Néstor García Canclini se mostró interesado en analizar tales

tensiones desde algunos trabajos del arte contemporáneo, pero también apuntó a los

medios de prensa como lugares para reflexionar sobre los problemas que motivan los

nombramientos. En los documentos oficiales que atañen a las denominaciones

7 La conferencia se realizó durante los días 22 y 23 de agosto de 2006, en la casa central de la Universidad de Chile (Santiago, Chile). Las ponencias llevaron como título “Ciudadanía y cultura” y “Geopolíticas de las artes”, respectivamente. 8 Ponencia de Néstor García Canclini: “Geopolíticas de las artes”, 23 de agosto de 2006, en la casa central de la Universidad de Chile (Santiago, Chile).

21

patrimoniales se habla de museos, obras y testimonios históricos. Y no hay que olvidar

que en el caso de Valparaíso es el casco histórico –un espacio delimitado

geográficamente- el depositario del nombramiento. Considerando esta materialidad a la

que alude siempre la discusión patrimonial, encontramos útil integrar en el marco

metodológico una reflexión sobre el “lugar”, mediante el cual podamos pensar en un

contexto urbano que excede al contrato técnico de la denominación patrimonial. Nos

quedamos con la siguiente reflexión, que junto con apuntar al interés central de este

trabajo -la reconfiguración del concepto y sus consecuencias para los actores sociales-,

pone atención a esa interacción con el espacio urbano:

“Las transformaciones urbanas modifican los monumentos y testimonios

históricos al cambiar su escala, en relación con los grandes edificios y con la

publicidad espectacular en las ciudades contemporáneas, en tanto los medios

masivos logran que millones de personas que nunca han ido a museos vean en

sus casos las obras que allí se exhiben en la televisión o en Internet. Pero el papel

de los medios no interesa sólo como difusores, sino por las operaciones de

reconceptualización y metaforización que realizan en conexión con otros campos

de la vida social”9

9 Ídem.

22

4. Diseño Metodológico El tipo de investigación en que desarrollará inicialmente este trabajo será de

carácter descriptiva, por cuanto este tipo de estudio se presenta como el más apto para

los objetivos aquí planteados: el análisis de un concepto determinado (inclusión social) en

un contexto específico. Si bien el concepto propuesto podría prestarse para una confusión

cuando se trata de categorizar, en cuanto puede ser considerado como dos variables

(inclusión-exclusión, según lo presenta el título de esta investigación y según aclararemos

en el Marco Teórico) en las cuales se puede asumir una correlación, no es el caso, dado

que ambas palabras aparecen contenidas dentro de un solo concepto –erigido desde una

dualidad, por cierto-, el de inclusión-exclusión (para un explicación más acabada sobre

este punto, revisar el apartado sobre las consideraciones teóricas).

De acuerdo con el libro Metodología de la Investigación (Baptista, Hernández y

Fernández, 1998), cualquier trabajo puede contener elementos de más de una de las

modalidades de investigación que propuestas (exploratorios, descriptivos, correlacionales

y explicativos). Así es como esta investigación también posee un rasgo exploratorio, en

cuanto a que si bien existen anteriores trabajos y mediciones sobre las modalidades de

inclusión y exclusión en la sociedad, ninguna se encontró sobre el contexto específico que

acá se va a analizar, la ciudad de Valparaíso, ni tampoco algún estudio que desde esta

perspectiva se ocupe del concepto de Patrimonio.

Tampoco es recomendable descartar de antemano cualquier modificación a esta

categoría –exploratoria-, entendiendo que tal elección se realiza desde las pretensiones

iniciales, pero que no debería actuar como una limitante absoluta.

El corpus desde el cual se extraerá la información requerida incluye una selección

de noticias extraídas desde El Mercurio de Valparaíso a partir del nombramiento de

Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad”, hecho ocurrido el 2 de julio del año 2003.

El inicio de este corpus fue seleccionado porque en esa fecha, cuando Valparaíso recibe

finalmente la denominación de la UNESCO, es cuando se podrá apreciar en los medios

las distintas posiciones frente a la certeza de un título que ya se posee, lo cual permite

hacer proyecciones posibles desde las recompensas que esa nueva condición promete.

23

Con motivo adecuar el corpus a un número de diarios plausibles de revisar en el

plazo del estudio (teniendo en consideración el sistema de recolección que se aplicará,

que implica la lectura íntegra del cuerpo informativo de las ediciones), se ha recurrido a la

identificación de hitos, es decir, fechas identificadas por el autor como puntos claves para

el estudio del problema.

El hito nos habla de un momento en que el normal flujo de la experiencia se

detiene, dando comienzo a un nuevo ciclo. Convenimos en una concepción social del

tiempo, que por tanto, es determinante en el reconocimiento de las acciones de los

sujetos y con las planificaciones que debaten: “La estructura temporal de la vida cotidiana

me enfrenta a una facticidad con la que debo contar, es decir, con la que debo tratar de

sincronizar mis propios proyectos” (Berger y Luckmann, 1989).

El criterio aquí aplicado para seleccionarlos se refiere a días cuando el problema

de la identidad (de la ciudad y quienes la habitan) es actualizado, cuando es posible

apreciar la evaluación del período anterior y los planes para el comienzo a un nuevo

ciclo. Junto con el día seleccionado, se estudiarán los dos días anteriores y dos días

siguientes (considerando que la edición que coincide con el día señalado corresponde a

un día anterior, conforme a la particularidad del formato prensa, siempre con un día de

retraso), tomando ejemplares de 3 años distintos, posteriores a la fecha del

nombramiento de la UNESCO (año 2003). A partir de los hitos seleccionados, los diarios

revisados fueron los siguientes:

24

Hito Justificación Ediciones revisadas

- 2 de julio

- Nombramiento de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO. En lo sucesivo se instaurará como la fecha de aniversario del nombramiento, momento de examen y reclamo para el proceso.

- 2003: martes 1, miércoles 2, jueves 3 y viernes 4 de julio. - 2004: jueves 1, viernes 2, sábado 3 y domingo 4 de julio. - 2005: viernes 1, sábado 2 domingo 3 y lunes 4 de julio.

- 18 de septiembre

- Fiestas Patrias. Momento en que la identidad chilena se actualiza, por lo tanto, la identidad del territorio en general es sometida examen en los medios de comunicación.

- 2003: miércoles 17, jueves 18, viernes 19 y sábado 20 de septiembre. - 2004: viernes 17, sábado 18, domingo 19 y lunes 20 de septiembre. - 2005: sábado 17, domingo 18, lunes 19 y martes 20 de septiembre.

- 31 de diciembre

- Año nuevo. El término del año es el momento en que la sociedad mira hacia atrás para evaluar y recordar lo que considera importante, realizando diagnósticos en busca de un proyecto de sociedad que desea. Para Valparaíso, en particular, la fecha está revestida de otra importancia identitaria: es el momento del tradicional Año Nuevo en el Mar y los últimos días del año se celebran los Carnavales Culturales, donde la ciudad invita10.

- 2003 - 2004: Lunes 29 de diciembre, martes 30 de diciembre, miércoles 31 de diciembre y viernes 2 de enero. - 2004 - 2005: Miércoles 29 de diciembre, jueves 30 de diciembre, viernes 31 de diciembre, y domingo 2 de enero. - 2005 - 2006: Jueves 29 de diciembre, viernes 30 de diciembre, sábado 31 de diciembre y lunes 2 de enero.

Total = 36 diarios

Figura 1: Hitos para la selección del Corpus.

La selección de la prensa para conformar el corpus de análisis responde a la

necesidad práctica de disponer de un registro amplio y permanente –en cuanto a la

invariabilidad de los datos ya consignados y la permanencia física en establecimientos de

10 Considerando que los diarios chilenos no aparecen el 1 de enero, las ediciones revisadas fueron acomodadas. Para coincidir con las 4 ediciones que se recolectan anualmente para cada hito, se revisaron los días 29, 30, 31 y 2 de enero, acomodando las ediciones hacia atrás con el objetivo de incluir el período de los Carnavales Culturales.

25

consulta- al cual poder factiblemente acudir y revisar en forma reiterada. Para explicar

otro aspecto de la elección del formato, valga la siguiente cita de Miquel Rodrigo Alsina:

“(La prensa) todavía es apreciada como un medio especializado en

informar los acontecimientos de nuestro entorno, a diferencia de la radio y la

televisión, que según Martín Serrano, ‘dan cuenta sólo de las tasas mínimas de

información necesaria para el manejo normal en la vida cotidiana’”. (Miquel

Rodrigo Alsina, La construcción de la noticia, tomado de Castillo y Valderrama,

2001, p.85).

Ahora, lo que interesa de los diarios para esta investigación son las noticias. Para

criterios de clasificación acordaremos acá con la división propia de la tradición

anglosajona, aquella que concibe los productos del periodismo en dos grandes

categorías: los comentarios (comments) y las historias (stories). Nuestro corpus se nutrirá

de la segunda categoría, dejando fuera las secciones del diario propias del género de

opinión, como son la editorial, el suelto el comentario, el artículo y la columna de opinión

(para una explicación sobre cada una de estas categorías, ver Vargas, 2001). Nos

quedamos así con las noticias de estructura informativa, los reportajes y las entrevistas

publicadas, incluyendo la ampliaciones de estas secciones que ofrece el diario en días

específicos: el cuerpo de reportajes del día domingo, y el suplemento deportivo los días

lunes (considerando que esa sección, ese día en particular, no aparece en el cuerpo

principal, sino que corresponde a la misma sección ausente, pero ampliada en forma de

suplemento. Fue uno de los criterios para dejar fuera otros suplementos, más específicos

y que no absorben ninguna sección, como es un inserto dedicado al mar o a la

agricultura).

Una de las perspectivas básicas que ya aparecen presentes en los antecedentes

de la investigación se refiere a considerar al periodismo como un constructor de realidad.

Es un supuesto clave para entender el problema que estamos planteando no sólo como

un simple pronóstico o declaración de intereses. Sobre este punto la bibliografía es

extensa, pero nos interesa centrarnos en los aportes de Lorenzo Gomis y Juan Pablo

Arancibia.

26

Del primer autor recogeremos su concepto de noticia (Gomis, 1991) que posiciona

a los medios como constructores del presente social, una realidad definida por el período

de circulación de los productos periodísticos y que tiene como función la puesta en común

de una realidad compartida en sociedad. Arancibia (1999), por esta misma senda,

identifica al periodismo como un constructor radical de realidad, no de una realidad

referencial. Este es uno de los objetivos que este trabajo se propone: si el periodismo es

este constructor radical de realidad, queremos ver cuál es la ciudad que estos medios

están construyendo, desde esta primera etapa de selección de los actores sociales

legítimos en la participación del proceso.

De lo anterior podemos extraer que cuando analicemos periodismo, no lo haremos

bajo criterios de verdad. Revelamos así nuestra postura ontológica, que luego deberá

considerarse para leer los resultados de esta investigación: la realidad es inaprensible de

forma positiva, tanto para el investigador social como para el mismo objeto que nos

convoca: el Periodismo, pese a que este último trate de demostrar lo contrario al

orientarse al desarrollo de una técnica capaz de traspasar al lector una realidad impoluta

(Arancibia, 1999).

El procedimiento de recolección que se realizará es el de una muestra

intencionada, en cuanto se revisarán todos los ejemplares dispuestos anteriormente,

seleccionando aquellos donde aparezca explícitamente el concepto de Patrimonio (o su

adjetivación: patrimonial). Si bien hablar de Patrimonio y Valparaíso en el mismo texto no

es garantía que la noticia esté referida al proceso de la UNESCO, no queremos descartar

de antemano las noticias donde esta relación no esté tan clara, pues precisamente uno de

nuestros objetivos es ver de qué forma el concepto es apropiado hacia otros sentidos.

4.1. Aplicando la matriz de análisis.

Cada uno de los puntos que serán analizados en las noticias recolectadas se

encuentran expresados en la Figura 1. A continuación procede la descripción de cada

una de las casillas (a entenderse, etapas del análisis), todas ellas relacionadas con la

discusión ya presente en el Marco Teórico.

27

Este es el camino que se propone recorrer para llegar a las categorías de inclusión

que operan en los medios periodísticos locales hacia el tema del Patrimonio. Nótese que

no se propone la búsqueda de las categorías de exclusión, que en este trabajo operarán

sólo por negatividad. En otras palabras, lo se nos es dado encontrar son los incluidos de

los medios, y luego, esas decisiones, las podemos operacional en cuanto nos otorguen

los atributos que no les permiten a los demás integrantes de la sociedad participar de este

proceso. El asunto acá es pasar de la sola visibilidad a la caracterización de esa

visibilidad.

Columna A Columna B Columna C

1. Concepto de “Patrimonio”

- Temática de la noticia.

- Sección noticiosa en que se invoca el término. ¿Qué es lo que el texto hace noticia?

- El patrimonio como narrativa.

- Tácitos y silencios, que describen la representación.

- Mentalidad en el uso.

Del sujeto al sentido común, tres dispositivos: 3. Reducción 4. Positividad 5. Autoridad

2. Reconocimiento de actores sociales

- Actores sociales que participan en la nota

- Trabajo y producción - Política. - Públicos no organizados. - Actores con densidad organizacional. - Actores identitarios. - Poderes fácticos.

- Tipo de reconocimiento identitario.

- Rol (distribución). - Reconocimiento identitario.

- Validación de los actores descritos.

- Actores de la acción. - Actores del discurso. - Objeto del discurso.

3. Proyecto de ciudad - Estado. - Rol del Estado.

28

- Ciudadanos. - Concepto de ciudadano (¿Cuál es su rol en el proyecto de ciudad?)

- Diversidad.

- Identidades que reconoce y el rol que se les asigna (potencial ciudadano). - Alteridades.

- Lugar. - Demarcación espacial y temporal que se resuelve como lugar del patrimonio.

Figura 2: Etapas del análisis en cada una de las noticias recolectadas.

4.1.1. Concepto de Patrimonio.

4.1.1.1. Temática de la noticia:

Primera etapa donde se establecerá una primera clasificación para identificar,

primero en forma cuantitativa, cuál es la sección del diario donde el mismo medio

considera más pertinente incluir la mención al patrimonio.

Pasando luego al análisis del texto seleccionado, nos interesa distinguir el rango

en donde es dispuesto el término para llevar al análisis algo que en un primer momento

motiva esta investigación: la resignificación del concepto "patrimonio" y la desviación del

postulado técnico. Algunas preguntas posibles de responder en esta parte: deberíamos

ser capaces de pensar si "Patrimonio" es un término legítimo sólo para Valparaíso

(considerando que el medio cubre toda la V Región); si dentro del mosaico de realidad

que propone el medio al reconocer secciones hay alguno que destaque como espacio

privilegiado para hablar de patrimonio; las implicaciones para la resignificación del

concepto; y así otras reflexiones que el mismo análisis alumbrará.

29

4.1.1.2. Patrimonio como narrativa:

El análisis, en su totalidad, será expuesto a un análisis hermenéutico, que el

método principal que en esta casilla utilizaremos. Se trata que a través de la lectura,

busquemos las marcas del lenguaje, las decisiones de lo explícito en el texto para poder

luego decir "por qué es posible decir lo que se dice".

No significa depositar toda la confianza interpretativa en el investigador (Geertz

[1992] es más elocuente al referirse a este problema: “Aprisionada en los inmediato de los

propios detalles, la interpretación es presentada como válida en sí misma o, lo que es

peor, como validada por la supuestamente desarrollada sensibilidad de la persona que la

presente; todo intento de formular la interpretación en términos que no sean los suyos

propios es considerado un parodia” [p.35]). Sino que se trata de que el investigador

comprenda que la comprensión se realiza desde sus expectativas del texto, a un texto

que desde ya se escribe desde las expectativas comunes –por eso que Gadamer sitúa en

el otro extremo la interpretación historicista: “El supuesto ingenuo del historicismo fue

creer que es posible trasladarse al espíritu de la época, pensar con sus conceptos y

representaciones y no con los propios, y forzar de ese modo la objetividad histórica. Se

trata en realidad de conocer la distancia del tiempo como una posibilidad positiva y

productiva de la comprensión”. (Gadamer, 2003, p.68)

Nombramos a Gadamer, y desde él es que arrancaremos para apropiarnos de lo

que es la hermenéutica, conceptualmente. La propuesta de Gadamer se sitúa en la

“comprensión hermenéutica”, que finalmente, será el enfoque que acá adoptaremos con

los textos. Dice el autor: “…la labor de la ‘hermenéutica’ es siempre esa transferencia

desde un mundo hacia otro, desde el mundo de los dioses al de los humanos, desde el

mundo de una lengua extraña al mundo de una lengua propia (los traductores humanos

sólo pueden traducir en su propia lengua)”. (Gadamer, 2003, p.95).

Gadamer retoma el concepto desde la filosofía clásica –de ahí la referencia a “los

dioses”-, pero la propone como una actitud positiva para la lectura de los textos, en ella

que el investigador se pregunta por el mundo, por el espacio de posibilidades, que queda

entre el autor y la escritura, y de nuevo, entre la escritura y el lector. Es el espacio de los

sobreentendidos, de los silencios, de las frases hechas y, al fin, de las expectativas.

30

“Esta labor analítica de la filosofía aquí sugerida, se puede calificar de

hermenéutica porque el punto de partida no es una estructura artificial de medios

de información ni una teoría de la información, ni una semiótica general para

construir desde ella la sintaxis del lenguaje y exponer su acción comunicativa. Aquí

se describe la conducta vital y lingüística, que crea sus propias reglas y formas

estructurales. En comparación con el polo opuesto, que es la teoría de la

información, la hermenéutica representa el otro punto de vista que intenta aclarar

el fenómeno lingüístico, no desde unos procesos elementales sino desde su propia

realidad vital” (Gadamer, 2003, p.367).

Insistimos sobre el concepto de la “comprensión hermenéutica”. “Si no podemos

definir la hermenéutica como la búsqueda de intenciones psicológicas de la otra persona

que está detrás del texto y si no queremos reducir la interpretación a un

desmantelamiento de estructuras, entonces, ¿qué queda de ser interpretado?”, se

pregunta Osorio (1998, en Internet). Para la respuesta acude a Ricouer, quien propone

que “interpretar es explicar el tipo de ser-en-el-mundo dado enfrente del texto. Esto se

denomina ‘el mundo del texto’” (Osorio, 1998, en Internet). No se trata, entonces, de

buscar las estructuras que nos hablen de lo velado, lo oculto, lo escondido tras las

intenciones del texto, sino que dar cuenta del mundo posible que se propone, que emerge

de la narratividad del texto al que nos enfrentamos. Precisamente, este objetivo de la

comprensión hermenéutica nos es muy adecuado cuando en este trabajo, lo que

pretendemos, es encontrar el proyecto de ciudad –el mundo posible- que emerge en los

textos.

Osorio se pregunta por el problema metodológico que establece la “comprensión

hermenéutica” y acá una sugerencia explicativa, también, del mismo concepto (está

ejemplificando con la película “El Paciente Inglés” como texto): “Si mi objetivo como

investigador es conocer el fenómeno del amor que se da entre dos personas en una

situación de guerra, entonces no pregunto por las motivaciones psicológicas

inconscientes de los sujetos, tampoco me remito a buscar el autor de la novela y le

pregunto qué es lo que quiso decir con esa parte del libro y tampoco entrevisto al director

de la película para conocer su interpretación de la manera en que hizo el montaje de la

31

escena. Lo que debo hacer es aceptar el distanciamiento que se produce entre la obra y

el autor y abrir un mundo con ello para comprender el fenómeno y a mí mismo”.

Hay varias opciones de abordar el desafío epistemológico que plantea la

“comprensión hermenéutica”. Una de ellas es la propuesta por Manuel Baeza (en

Cárcamo, 2005), a la que recurrimos para recuperar algunas propuestas metodológicas.

El autor propone un esquema que reserva distintos apartados para “1) Lograr un

conocimiento acabado del contexto en el cual es producido el discurso sometido a

análisis; 2) considerar la frase o la oración como unidad de análisis en el corpus; 3)

trabajar analíticamente apoyándose en la malla temática y sus codificantes respectivas; 4)

establecer un primer nivel de síntesis; 5) trabajar analíticamente por temas, desde la

perspectiva del entrevistado; 6) establecer un segundo nivel de análisis de contenido; 7)

trabajar analíticamente el conjunto de las entrevistas, desde las perspectivas de las

personas sometidas a entrevista; 8) revisar el análisis en sentido inverso, es decir

comenzando esta vez desde la perspectiva del entrevistado; 9) establecer conclusiones

finales según estrategia de análisis de contenido escogida (vertical u horizontal)”.

Como ya se habrá notado, este esquema está pensado para una metodología que

arma su corpus desde entrevistas. Sin perjuicio de ello, podemos adaptar la propuesta a

nuestro trabajo. Sobre el punto 1), el que alude al conocimiento acabado sobre el contexto

de producción del contexto, podemos llenarlo de varias maneras: este es un trabajo sobre

prensa, el investigador se desempeña laboralmente en el mismo contexto; es un trabajo

sobre Valparaíso, el entrevistador lo desarrolló en esa ciudad (sin mencionar una

experiencia habitándolo por 20 años), la recolección demandó la lectura total de 36 diarios

seleccionados de los días que nos interesan; todo el material es referencial al contexto en

que se desarrollan los discursos.

Siguiendo con los puntos, en las fichas transcribiremos para el análisis algunas de

las frases y oraciones, como evidencias de donde se sustenta el análisis (2), se recoge la

sugerencia de (3), cuando disponemos de temáticas en otro apartado de la ficha,

“Proyecto de ciudad”, y disponemos del primer nivel de análisis (4). No podemos

extendernos sobre la “perspectiva del entrevistado”, porque no realizamos entrevistas (5)

–con lo cual ya descartamos también el punto (8)-, y sí dispondremos de un segundo nivel

de análisis (6) (más abarcativo, una vez terminadas todas las fichas), que más abajo se

32

explica y que se funde con el siguiente punto (9), que propone trabajar el conjunto de las

entrevistas (acá estamos pensando en el conjunto de las fichas). Las conclusiones finales

tendrán su propio capítulo en este trabajo.

Buscaremos, entonces, las marcas textuales (como ejemplos operativos, sabemos

que no se reduce a eso) que nos hablan del “mundo posible” que se cierne como marco

donde esos textos pueden ser.

“El proceso hermenéutico de análisis de textos supone, desde una posición

esencial, dirigir o depositar nuestra conciencia hacia aquellos elementos que configuran

las estructuras profundas del autor, específicamente los esquemas mentales construidos

y a través de los cuales éste opera en su contexto particular de interpretación de la

realidad que está pretendiendo representar” (Cárcamo, 2005). Con esas bases,

acudiremos al texto en búsqueda, primero, de narrativas. Preferimos este concepto, el de

narrativas, frente a categorías de análisis de discurso, con el cual ha trabajado la

antropóloga mexicana Rosana Reguillo. Ya escribíamos en “Marco Teórico” que nos

ocuparemos de los actores sociales y de cómo ellos tienen un acceso privilegiado a lo

subjetivo. El actor social es capaz de convertir lo subjetivo en “‘práctica discursiva’ capaz

de revelar la presencia de estructuras, reglas, valores de una formación discursiva y, por

ende, de lo que en un espacio y un tiempo particular se afirma como un orden legítimo en

el que el hablante inscribe su decir” (Reguillo, 1999, en Internet). Así surgen las narrativas

como el momento y sustancia desde la cual podemos advertir ese acceso privilegiado, y

recobrarlo para el análisis. Su explicación para lo que son las narrativas, que es lo que

buscaremos las notas seleccionadas:

“Las distintas estrategias desplegadas por los actores son aprehensibles en

el plano de la expresión discursiva, proceso que denominaremos narrativas, para

hacer referencia a la concreción empírica del discurso. La narrativa es el "relato"

mediante el cual los actores articulan instituciones, valores, creencias, objetos, en

un tiempo y en un espacio, a través de códigos y de soportes materiales” (Reguillo,

1999, en Internet)

La advertencia es a no poner las narrativas en una relación causal con el entorno.

No son ellas las que determinan un contexto, ni un contexto histórico-social el que

33

restringe la totalidad de las narrativas pertinentes. “Resulta clave el análisis de los

discursos que desborda, como metodología, una perspectiva meramente de

procedimiento, y que no busca hacer ‘disecciones’ y taxonomías de lo nombrado, sino

entender la actividad de nombrar desde una subjetividad que devela no sólo sus procesos

de adscripción, sino los de resistencia e invención” (Reguillo, 1999, en Internet).

4.1.1.3. Mentalidad en el uso:

De acuerdo a esta herramienta –y sobretodo, al problema que nos propusimos-

esta segunda herramienta tendrá un carácter cualitativo, pues no pretende solamente

cuantificar frecuencia de las distintas categorías de actores que definamos y desde ahí

concluir, sino trabajar con los datos obtenidos hacia una comprensión de la mentalidad

subyacente que permite que tales inclusiones sean posibles.

La terminología que proponemos se nutre de varias fuentes. El concepto de

mentalidad lo recuperamos de la lectura de Roger Chartier. Una lectura atenta del autor,

sin embargo, nos habla de la poca confianza que tiene Chartier con el estudio de las

mentalidades. El término sería una evolución histórico-intelectual del concepto de utillaje

mental, planteado por Fevre, que significa tres cosas: "en primer lugar, después de la

Mentalité Primitive (1922) de Lévy-Bruhl, que las categorías del pensamiento no son

universales y por lo tanto, tampoco reducibles a las puestas en marcha por los hombres

del siglo XX; en segundo lugar, que las formas de pensar dependen, ante todo, de

instrumentos materiales (las técnicas) o conceptuales (las ciencias) que los hacen

posibles; por último, contra un evolucionismo ingenuo, sin progreso continuo y necesario

(definido como un paso de lo simple a lo complejo) en la sucesión de las diferentes

herramientas mentales" (Chartier, 1992, p.19).

Estos tres aportes son apreciados por Chartier, pero el producto conceptual que

emergió en ese momento tendrá otros vicios: " se abría el camino (una vez abandonado el

gusto particular de Febvre por la biografía) a una historia de los sistemas de creencias, de

valores y representaciones propios de una época o un grupo, designado en la

historiografía francesa por la expresión tanto más englobadora en cuanto que su

contenido permanece volátil, 'historia de las mentalidades'". (Chartier, 1992, p.22)

34

Englobadora y volátil, entonces. En adelante se afinará el estudio de las

mentalidades, teniendo en cuenta siempre la necesidad de contar con una herramienta

para el problema del encuentro entre la conciencia y el pensamiento, un problema "que

pone el acento sobre los esquemas o los contenidos del pensamiento que, aunque se

enuncien de modo individual, son en realidad los condicionamientos no conocidos en

interiorizados que hacen que un grupo o sociedad comparta, sin necesidad que sea

explícito, un sistema de representaciones y un sistema de valores". (Chartier, 1992, p.23)

De todas maneras nos parece valioso mencionar este pasaje histórico hasta la

depuración del enfoque, en cuanto demostrará una validez coherente a los objetivos que

acá nos planteamos, que es cómo estaría actuando esta mentalidad en área específica: el

medio de comunicación. El diario, para ser más específicos. En Chartier se explica de la

siguiente manera:

"En la actualidad, los historiadores de las mentalidades reencuentran la

validez de estos cuestionamientos, antes negados, sin duda, porque al renunciar al

proyecto de una historia total, colocan el problema de las articulaciones entre

elecciones intelectuales y posición social a la escala de segmentos sociales bien

delimitados, incluso a la del individuo. A esta escala reducida, y sin duda sólo a

esta escala, pueden comprenderse, sin reducción determinista, las relaciones

entre los sistemas de creencias, de valores y de representaciones por un lado y las

pertenencias sociales, por el otro" (Chartier, 1992, P.32).

No queremos ni pretendemos concluir sobre una mentalidad global -sociedad

chilena, occidental, mundo u otra escala disparada- sino la mentalidad a la "escala

reducida" del medio en análisis. En adelante, Chartier preferirá la propuesta de Marcel

Mauss y Emile Durkheim que habla de la representación colectiva -"sin duda mejor que el

de mentalidad" (Chartier, 1992, P.57)- que autoriza a articular tres modalidades de la

relación con el mundo social:

"(...) en primer lugar, el trabajo de clasificación y de desglose que produce

las configuraciones intelectuales múltiples por las cuales la realidad está

contradictoriamente construida por los distintos grupos que componen una

sociedad; en segundo, la prácticas que tienden a hacer reconocer una identidad

35

social, a exhibir una manera propia de ser en el mundo, significar en forma

simbólica un status y un rango; tercero, las formas institucionalizadas y objetivadas

gracias a las cuales los 'representantes' (instancias colectivas o individuos

singulares) marcan en forma visible y perpetuada la existencia del grupo, de la

comunidad o de la clase". (Chartier, 1992, P.57)

Nos quedamos así con las ventajas o actualizaciones que propone la

representación colectiva, en cuanto "fija su atención sobre las estrategias simbólicas que

determinan posiciones y relaciones que construyen, para cada clase, grupo o medio un

ser-percibido constitutivo de su identidad" (Chartier, 1992, P.57). Esto nos indica dónde es

que tenemos que fijarnos -y limitarnos- al momento de hacer la lectura de los textos y

establecer conclusiones.

Pero el concepto de representaciones sociales, que encontramos desarrollado en

el campo de la psicología social, nos aporta otras herramientas para hacer operativo lo

que ya nos advierte el término de representación colectiva. Según Serge Moscovici,

“desde una perspectiva esquemática, nos encontramos ante representaciones sociales

cuando los individuos debaten temas de mutuo interés -por otra parte, una gran cantidad

de conversaciones abordan temas metafísicos o existenciales- o cuando se hacen eco de

los acontecimientos seleccionados como significativos o dignos de interés por quienes

controlan los medios de comunicación" (Moscovici, 1984, P.496). El patrimonio es un

tema de interés de quienes controlan los medios de comunicación. Esto lo afirmamos

luego de ya tener recopilado el corpus de análisis, y al menos, tomando en cuenta la

cantidad de artículos recolectados, es un tema de interés, y justamente nos interesa el

debate que ahí se articula. Pero, específicamente, es otra de las características de las

representaciones sociales las que nos interesa más para este estudio: “(la teoría de las

representaciones sociales) al principio fue concebida para estudiar cómo el juego de la

ciencia se convierte en, en parte, en el juego del sentido común” (Moscovici, 1984, p.680).

Tenemos, primero, un concepto racionalizado hasta convertirse en interés

científico (el Patrimonio, con mayúscula, interés objetivo de la UNESCO, delegado en las

manos de distintas disciplinas capaces de otorgar verosimilitud científica al concepto,

aplicar rangos de verdad y definir sus fronteras). Y tenemos, por otro lado, ese

36

conocimiento -o esa objetivación del conocimiento- en los lectores-escritores de estos

medios. Nuestra definición sobre sentido común la obtenemos también de Moscovici:

“Lo que se denomina sentido común aparece en dos formas. Primero, en

tanto que cuerpo de conocimientos producido de forma espontánea por los

miembros de un grupo, basado en la tradición y consenso. Siendo un

conocimiento de primera mano, es en su terreno donde nace y prospera la ciencia.

Segundo, en tanto que suma de imágenes mentales y de lazos de origen científico,

consumidos y transformados para servir en la vida cotidiana. En este sentido, el

sentido común es penetrado por la razón y sometido a la autoridad legítima de la

ciencia. Este es un conocimiento de segunda mano que se extiende y establece

constantemente un nuevo consenso acerca de cada descubrimiento y cada teoría.

Añadamos que cada una de las formas tiene sus propios medios de comunicación.

En todas partes, el antiguo sentido común la vía oral, la de las conversaciones y

los rumores. Es un pensamiento mediante palabras. El nuevo sentido común,

situado a un lado de esa vía, se difunde a través de la imprenta y la película”

(1984, p.685 – 686)

Hasta acá, definiciones. Pero presentamos las “representaciones sociales” como

un término operativo. El trayecto desde la ciencia al sentido común nos interesa por la

apropiación que se realiza del criterio técnico “Patrimonio” hacia los lectores-escritores del

medio. Moscovici explica que las representaciones sociales inducen al prejuicio, y que el

acuerdo -dentro de un grupo determinado- no es visible. El desacuerdo hace emerger los

prejuicios. Postulamos que en el período analizado es justamente cuándo los criterios

técnicos comienzan a ubicarse en el sentido común, y ante la falta de acuerdo, seremos

capaces de ver cuáles son los prejuicios (visibles o leíbles ante la falta de acuerdo) que el

medio selecciona y dispone para el “Patrimonio” que propone. Ante las distintas visiones

de realidad que se encuentran, “…hay que suponer que existe un método, un proceso de

imputación de realidad para una parte de las palabras, de las imágenes e informaciones

que se recogen” (Moscovici, 1984, P.705).

Luego, Moscovici propone categorías para la “imputación de realidad”, y

estaremos atentos a ellas al momento de trabajar cada una de las unidades de análisis

recolectadas:

37

a) La autoridad: “de una persona, de un grupo o una obra que, en virtud de su

competencia, declara que una información traduce un estado de hecho y que a

una noción corresponde una cosa”. (Moscovici, 1984, p705 – 706)

b) La reducción: “a la matriz de las nociones e imágenes de una representación social

(…) debe poder ser reemplazada en una serie de otras informaciones que ya han

recibido esta carga (…). Nuestro sentido común anticipa la unimidad de las

experiencias (…), por consiguiente, en lugar de rechazar apresuradamente la nueva

información, o de modificar su juicio, la persona intenta diversas maniobras”

(Moscovici, 1984, P. 706) Para esto, se proponen tres operaciones:

1. “Establecer equivalencia entre esta información y un elemento de

representación que se haya convertido en parte del sentido común” (Moscovici,

1984, P.706).

2. “Minimizar las diferencias entre la versión de la información en la ciencia y su

versión en el sentido común”

3. “…cada representación posee un esquema de reducción que comprende varias

imágenes o nociones que se intenta aplicar a toda la información” (Moscovici,

1984, P.707)

c) La positividad: “significa la repetición en forma afirmativa de una afirmación,

minimizando sus aspectos negativos y sus calificaciones particulares. Esto es lo que

facilita especialmente su comunicación dentro de un grupo y permite emplearla con

muchas cosas, si no es que con todo y con nada. Ahora bien, esta misma circulación a

menudo la reafirma y crea en torno a ella una realidad lingüística, incluso si casi no es

comprendida, como sucede en términos como ‘carisma’, ‘líbido’, etc. Además, el

hecho de poder encontrarla en campos dispares de la vida social y en las relaciones

interpersonales termina por conferirle autonomía análoga a los fenómenos objetivos”

(Moscovici, 1984, P.707). Esa “autonomía análoga a los fenómenos objetivos” es uno

de los puntos que más nos importan, y la cantidad de “verdades” que acompañan a la

circulación del concepto “patrimonio” en el cuerpo de análisis extraído de El Mercurio

de Valparaíso.

38

4.1.2. Reconocimiento de actores sociales:

4.1.2.1. Actores sociales que participan en la nota.

Indagaremos, en una segunda, quién participa en las notas que incluyen el

concepto “patrimonio”. Este quién es clave. Será el incluido, y la forma en que luego lo

presentemos será determinante en el trabajo. Para estos propósitos conformaremos una

matriz donde podemos integrar a cada uno de esos participantes. Justamente de este

problema se ocupa Manuel Garretón en su texto Cambios sociales, actores y acción

colectiva en América Latina (2001), donde advierte de lo poco provechoso que significa

hacer algún tipo de investigación con categorías derivadas de un paradigma llamado

“clásico” en las ciencias sociales latinoamericanas, que orientó la clasificación de actores

en su referencia a una sociedad industrial de Estado Nacional. Esas categorías derivaban

desde “dos ejes fundamentales: uno era el eje trabajo y producción, el otro era el eje

Estado Nacional, es decir, la política”. Solamente obtendríamos así, por ejemplo,

categorías en referencia a clases sociales, y otras referidas a las clases políticas.

La propuesta, sin embargo, se completa cuando incluimos otras tipificaciones

propias de un tipo societal que el Garretón llama “post-industrial globalizado”, donde nos

vemos forzados a incluir nuevos ejes para otros actores sociales, que se añaden a los dos

anteriores. Tenemos así un primer eje de los “públicos y redes de diversa naturaleza, que

pueden ser más o menos estructurados, específicos o generales, pero tienen como

característica el no tener una fuerte y estable densidad organizacional” (Garretón, 2001,

p.20)

Otro eje correspondería a “actores con mayor densidad organizacional, como las

ONGs que constituyen también redes nacionales y transnacionales” (Garretón, 2001,

p.20). Un tercero referido a “los actores identitarios, sobre todo aquéllos en que el

principio fundamental de construcción de identidad tiende a ser adscriptivo y no

adquisitivo” (Garretón, 2001, p.20). Y por último, un eje destinado a “los poderes fácticos,

es decir, entidades o actores que procesan las decisiones propias a un régimen político, -

es decir, poder político, ciudadanía y demandas y conflictos-, al margen de las reglas del

juego democrático” (Garretón, 2001, p.20). Resumamos, entonces, la clasificación donde

39

vamos a ubicar a cado una de las entidades que participen en las notas donde esté

presente el concepto “patrimonio”.

Clasificación para los actores presentes en las noticias de los medios que

se refieren al concepto de Patrimonio (detalle de la casilla "Actores sociales que

usan la palabra 'patrimonio'").

1. Trabajo y producción. 2. Política. 3. Públicos no organizados. 4. Actores con densidad organizacional. 5. Actores identitarios. 6. Poderes fácticos.

Ponemos a cada uno de los actores que aparezcan mencionados en la nota que

incluye el concepto de “Patrimonio” en cada una de estas categorías, de acuerdo a la

referencia textual que el texto periodístico realice. Si dice, por ejemplo, “opinó el alcalde”,

ubicaremos al alcalde en la segunda categoría, “Política”. Cuando no haya ninguna

referencia aparte del nombre de quien aparece tratando el tema, lo incluiremos dentro de

los “Públicos no organizados”. No significa que asumamos inmediatamente que esa

persona no se desempeña en algún momento dentro de otra tipificación, sino que el

medio, en esa ocasión específica, no las tomó en cuenta. Recordemos que son las

inclusiones del medio las que nos interesan.

Esta primera etapa de la metodología tiene carácter cuantitativo, y nos permitirá

establecer un primer estadio de privilegio, que todavía, sin embargo, no completaría las

pretensiones de nuestro problema. Quizás acá ya podríamos concluir sobre la aparición

más frecuente, por lo tanto, preferida por los medios en el tratamiento de este tema, pero

todavía no nos entrega todo lo que necesitamos para ser coherentes el problema que nos

propusimos, consistente en la búsqueda de las categorías de inclusión que proponen los

medios de comunicación (debemos, para esto, revisar el concepto de inclusión con el que

estamos trabajando; para esto remitirse al Marco Teórico del trabajo).

40

4.1.2.2. Tipo de reconocimiento identitario.

Luego pasamos a la casilla siguiente: buscaremos cuáles son los atributos que los

medios perciben en estos actores que les permite reconocerlos como actores legítimos en

la discusión sobre el Patrimonio. Provistos de un enfoque hermenéutico, buscaremos las

categorías asociadas a esas primeras distinciones que realizamos en la primera etapa de

reconocimiento de actores.

Lo primero a distinguir es el rol atribuido a cada uno de los actores ya clasificados.

Extraemos también acá el concepto de "rol" desde la lectura de Berger y Luckmann (1989,

p.51): “La realidad social de la vida cotidiana es pues aprehendida en un continuum de

tipificaciones que se vuelven progresivamente anónimas a medida que se alejan del ‘aquí

y ahora’ de la situación ‘cara a cara’ (…) La estructura social es la suma total de estas

tipificaciones y de las pautas recurrentes de interacción establecidas por intermedio de

ellas”. Buscamos las "acciones" esperadas para los grupos distinguidos por el medio

teniendo cuando operan desde el modelo de patrimonio que anteriormente aislamos.

¿Cuál es la participación y responsabilidades que el actor distinguido tendrá con -o

contra- ese modelo? Lo que encontraremos son las tareas o espacios de acción dentro de

la vida cotidiana -institucionalizados- esperables de cada sujeto. Operarían naturalizados

y por lo tanto, requieren de distancia para identificarlos, y por lo mismo, intentarán

actualizarse cada vez que alguno de los sujetos o el contexto que los incluye

incidentalmente o de forma permanente rompe el flujo de la vida cotidiana.

Será esta un paso importante a los espacios en nuestro enfoque donde la

negatividad es lo que opera. Reconocemos historia dentro de esta actualización de roles

para componer el flujo de la vida cotidiana, y cuando uno de los actores no tenga una

tarea asignada, por lo tanto, no se les permita la misma categoría de actores, podremos

pensar en cuáles son las acciones asignadas para los excluidos del modelo.

4.1.2.3. Validación de los actores descritos. Recuperamos el tercer nivel de análisis del análisis que distingue entre actores de

la acción, actores del discurso y objeto del discurso. Estas categorías son una breve

41

variación de la clasificación ideada por Ortega y Pardo (2003). Acá exponemos su

propuesta:

“Las categorías del reconocimiento permiten clasificar a las fuentes de

acuerdo a su participación en las noticias: a) Reconocimiento 1: Corresponde a los

Actores, es decir, aquellas fuentes que tienen participación directa en la ejecución

o toma de decisiones tratadas en la noticia. B) Reconocimiento 2: Aquí se ubican

las fuentes Opinantes, aquellas que participan únicamente con su opinión en el

tema tratado en la noticia. C) Reconocimiento 3: Esta categoría diferencia a las

fuentes que se muestran como Objetos del Discurso, aquellos que resultan de las

citas a actores u opinantes que el medio utiliza para contextualizar” (Ortega y

Pardo, 2003, p.63).

Un actor se acusa explícitamente como actor de la acción cuando el texto atribuye

su responsabilidad como sujeto de la acción, en términos sintácticos: "el alcalde defendió

la reposición de los faroles en la subida XX". El texto-noticia lo nombra y lo presenta como

un depositaria de alguna acción directamente atribuible.

El actor del discurso es el que aparece en el texto-noticia como capaz de enunciar

un discurso. Es el autor de las citas que el texto presenta como evidencia de realidad. El

actor del discurso es una de las voces de las cuales el texto se apropia en su construcción

polifónica.

Por último, el objeto del discurso es el actor que no es parte de la acción -

hablamos siempre de lo que podemos encontrar en el texto- ni tampoco se le reconoce

capacidad para enunciar. Por ejemplo, los niños (esta categoría todavía no estaría pasada

por el cedazo de las anteriores casillas). Una noticia que se haga cargo del debate político

sobre la educación sexual raramente recurrirá a esa categoría etárea para participar del

texto, más que como objetos de la acción. La pelea entre el partido político A y el B

definen los sujetos de la acción, la consulta a psicólogos y sacerdotes añade sujetos del

discurso, y los niños aparecen como problemática, argumento, objetivo, obstáculo,

etcétera, siempre dentro de los límites que les confiere ser objetos del discurso.

42

4.1.3. Proyecto de ciudad.

4.1.3.1. Estado

Interesa advertir cuál es el rol que se le asigna al Estado en la ciudad ideal que se

está proponiendo desde el concepto de patrimonio. Documentada está la labor de los

funcionaros de gobierno que incidieron y buscaron el nombramiento, pero ese

nombramiento, en cuanto trasciende a los gobiernos, requerirá ciertas acciones-

posiciones del Estado. Estamos hablando de proyectos, así que acá nos sirve bastante el

modelo presentado por Habermas sobre el Estado liberal de derecho, cuando el autor se

refiere a las constituciones, a las expectativas que genera en la letra explícita: “Las

secciones dedicadas a inventariar los derechos fundamentales, son, en las primeras

constituciones modernas, una refiguración del modelo liberal de la publicidad burguesa;

garantizan a la sociedad como esfera de autonomía privada; frente a la sociedad, un

poder público limitado a unas pocas funciones, y –por así decirlo- entre ambos, el ámbito

de las personas privadas (…), si se mira la cosa desde el punto de vista sociológico, que

la constitución del Estado de derecho liberal no sólo quiso regular desde el comienzo al

Estado como tal en su relación con la sociedad, sino a la totalidad de la vida social”

(Habermas, 1994, p. 248, 249).

Para hacerlo operativo, nos ocuparemos en advertir ese rol en los juicios que se

recogen hacia sus acciones reprochables o deseables por parte de los distintos actores

identificados en el apartado anterior, y de acuerdo a la valoración de cada actor,

reconocer a cuáles el medio otorga mayor legitimidad. De ahí, el Estado que quieren.

4.1.3.2. Ciudadanos

El rol del ciudadano y su articulación hacia el Estado que anteriormente

reconocimos. Ya realizamos una discusión amplia sobre el concepto de ciudadanía en

Marco Teórico, pero para ponerlo en los términos en que hablábamos de Estado liberal de

derecho, “el ámbitos de las personas privadas reunidas en calidad de público, personas

que como ciudadanos, median entre el Estado y las necesidades de la sociedad para, así,

según se piensa, limitar a la autoridad política en el contexto de esa publicidad”

(Habermas, 1994, p.248). De nuevo, lo deseable y reprochable desde los juicios que el

43

medio recoge nos será útil para distinguir sus rasgos. Al momento de concluir sobre el

análisis, enfrentaremos estos resultados a la reflexión que ya consignamos en el marco

teórico sobre ciudadanía y espacio público. ¿De qué manera esos conceptos son

trastocados o reforzados desde las tensiones que motiva la discusión sobre patrimonio?

4.1.3.3. Diversidad.

Veremos cuál es la importancia que atribuye el medio a la diversidad en este

proyecto de sociedad que el medio construye desde su concepto de patrimonio.

Queremos saber si para la ciudad ideal con que trabaja es importante la inclusión de

actores diversos, o la discusión de patrimonio y la ciudad que se construirá en torno a ese

leit motiv será responsabilidad exclusiva de algún actor al cual se le distingue ese rol. Si

nos preguntábamos por la ciudadanía, acá trataremos de ver a los sujetos en sus

posibilidades políticas, en el rango de orden que el proyecto dispone para los distintos

actores. Esto, en un proyecto de ciudad contextualizado en el momento histórico en que

disponemos este estudio, nos parece urgente: “En un mundo atravesado por intercambios

culturales intensos, no hay democracia sin reconocimiento de la diversidad entre las

culturas y las relaciones de dominación existentes entre ellas. Estos dos elementos son

igual de importantes: hay que reconocer la diversidad de las culturas, pero también la

existencia de la dominación cultural” (Touraine, 1997. p.203)

4.1.3.4. Lugar

La reflexión sobre el lugar fue una de las últimas en incluirse en este trabajo, pero

nos parece pertinente aplicarla. El interés nace de la constatación del lugar como “lugar

antropológico”. Así, dejamos de pensar a Valparaíso y su casco histórico como una

materialidad exenta de correspondencias identitarias. Ya desde la lectura de “La ciudad

letrada” advertíamos esto: la ciudad siempre como un proyecto, y como tal, disputa de los

actores que enfrentan sus planes. Pero el concepto de “lugar antropológico” puede

aportarnos más luces, en cuanto es pensado desde tres vértices: “identificatorios,

relacionales e históricos” (Augé, 2004, p.58).

Es identificatorio porque “(los lugares antropológicos) corresponden para cada uno

a un conjunto de posibilidades, de prescripciones y de prohibiciones cuyo contenido es a

44

la vez espacial y social” (Augé, 2004, p.58); relacional porque –citando a Michel de

Certau- es “el orden según el cual los elementos son distribuidos en sus relaciones de

coexistencia” y una “configuración instantánea de posiciones” (Augé, 2003, p.173); e

histórico “en la exacta medida en que escapa a la historia como ciencia. Este lugar que

han construido los antepasados ('Más me gusta la morada que han construido mis

abuelos...'), que los muertos recientes pueblan de signos que es necesario saber conjurar

o interpretar, cuyas potencias tutelares un calendario ritual preciso despierta y reactiva a

intervalos regulares, está en las antípodas de los 'lugares de la memoria' que Pierre Nora

describe tan precisamente que en ellos podemos captar esencialmente nuestra diferencia,

la imagen del otro que ya no somos. El habitante del lugar antropológico vive en la

historia, no hace historia". (Augé, 2003, p.60).

Los no lugares de Augé son exactamente aquellos que escapan a las tres

características enunciadas. Pero como el antropólogo propone, no son definiciones

cerradas, “son más bien polaridades falsas: el primero no queda nunca completamente

borrado y el segundo no se cumple nunca totalmente" (Augé, 2003, P.84). Si bien el

interés de Augé en “Los no lugares” se centra justamente en la imposibilidad de esta

definición antropológica de lugar para comprender nuevas formas de lugar ligadas a la

sobremodernidad, sí recuperamos la reflexión que realiza sobre el lugar antropológico

para observar la presencia o ausencia de tales características en el discurso sobre

patrimonio que recrean los medios, la distinta importancia que proponen para cada ítem y,

luego del análisis, las consecuencias para el orden de ciudad que desde allí se articula.

4.2. Segundo Nivel de Análisis:

Ya decíamos en el apartado de “Concepto de Patrimonio” que luego de abrir el

mundo que se pone entre el autor y el texto, necesitaríamos un segundo nivel de análisis.

Lo sugiere también Baeza (Cárcamo, 2005), en su propuesta metodológica para la

comprensión hermenéutica. Sugiere “establecer un segundo nivel de análisis” como una

de las nueve etapas de su modelo para una praxis hermenéutica en el quehacer

investigativo social.

Operativamente, necesitamos sacar conclusiones que pongan en perspectiva los

datos recolectados en la elaboración de las fichas. En una segunda etapa, ya dispuestos

45

estos resultados y haciéndose necesaria una simplificación para trabajarlos y responder a

nuestros objetivos, recurriremos a un esquema propuesto por Teun Van Dijk en La noticia

como discurso. Comprensión, estructura y producción de la información (1990). Esta

modalidad nos invita a pensar la noticia como una forma de discurso público, donde

“pueden relacionarse explícitamente con las prácticas sociales y con las ideologías de la

producción de noticias e, indirectamente, con los contextos institucional y

macrosociológico de los medios periodísticos” (Van Dijk, 1990, p.9).

Sin embargo, no es en el trasfondo conceptual de Van Dijk -específicamente, en

su propuesta de análisis de discurso- en lo que nos apoyaremos. De él recuperamos sólo

una etapa en su propuesta analítica, por cuanto es precisamente la operación que

requieren nuestras fichas ya elaboradas. Resulta conveniente la propuesta de Van Dijk en

cuanto nos permite, en términos del autor, trabajar con macroestructuras semánticas, las

que en su propuesta analítica, constituyen un tercer nivel de análisis textual. “La

macroestructura de un texto es una representación abstracta del mismo que tiende a la

aprehensión global de su significado. Se fundamenta en las relaciones existentes entre

los diversos elementos que constituyen dicha macroestructura. Por una parte debe ser

coherente con el contexto de situación y por otra con el registro utilizado” (tomado de

Bueno, 2000)11. Pues bien, decíamos, nos interesa operativamente el tema de las

macroestructuras. Tiene que ver con la posibilidad de buscar ese texto –más práctico,

más utilizable, más propio a la tabulación de datos- que nos permita condensar las

categorías de las fichas, para luego compararlos con los demás textos-afirmaciones de la

misma categoría.

En ese nivel de comprensión y discusión, estaremos preparados para establecer

un cuerpo de conclusiones específicas, que primero en la especificad de cada apartado, y

más tarde, en el enfrentamiento general de sus resultados, serán dispuestas para

presentar las conclusiones de este trabajo.

11 No compartimos, por ejemplo, cuando la macroestructura se postula solamente como un texto que, a través del análisis de varias estructuras internas de la noticia, permite “entender el mensaje” de la nota (Bueno, 2000). Ya hemos discutido ampliamente que nuestro enfoque teórico no parte de la inmovilidad de un mensaje –con lo que sería posible dar con una única forma de comprender la noticia: su significado total- sino con la escritura como diálogo.

46

5. Análisis 5.1. Cuerpo conformado. Aplicado el procedimiento de recolección, quedó conformado nuestro corpus. De

las 36 ediciones leídas, 95 notas contenían el concepto “patrimonio”. Sobre ellas

aplicaremos la matriz de análisis y para efectos de presentación, explicaremos con una

ficha recuperada al azar12, cómo se elaboraron las fichas, que quedan en adelante

dispuestas en el CD de anexo digital, bajo la carpeta “Fichas de tesina”.

Procedemos ahora a “diseccionar” la ficha, abordando también la secuencia en

que fue resuelta, la misma que luego fue extendida a los 95 casos.

5.2. Preparativos: lectura general y primeras marcas.

Punto importante en la comprensión hermenéutica es que trabajamos con textos.

La recolección no cuenta como lectura, y esta la haremos ya desde una posición

“hermenéutica”: “el que quiere comprender un texto debería estar en principio dispuesto a

dejarse decir algo por él. Una conciencia formada hermenéuticamente tiene que

mostrarse receptiva desde el principio para la alteridad del texto” (Gadamer, 2003, p.336).

Durante la primera lectura a la nota, marcaremos cada vez que aparezca un actor (en

todas las ocasiones, para disponerlo en el punto 2 de la matriz de análisis más tarde) y

también marcaremos en qué ocasión aparece mencionado el concepto patrimonio,

además de hacer todas las anotaciones pertinentes que nos servirán para el desarrollo de

la matriz. Con la intención de dejar registro de este proceso, se conserva una fotocopia

intacta para cada una de las notas, utilizando una segunda para las marcas.

Cada uno de los apartados nos enfrentará de nuevo a la lectura de la nota, con la

inferencia hermenéutica centrada en el objetivo preciso del apartado, pero esta primera

revisión sirve también para una lectura general y primer apronte contextual, que luego

12 Para la elección aleatoria, utilizamos el software Microsoft Excel y su generador de números aleatorios. La función indicada para obtener un número al azar es: ALEATORIO()*95. En este caso, obtuvimos el siguiente resultado: 56. La ficha número 56 será nuestro ejemplo a describir.

47

importará al tomar cada una de las partes por separado. Procedemos a etiquetar la ficha

(en el ejemplo: 56) Sábado 18 de septiembre de 2004: “‘Chile está en deuda con Rapa

Nui’”).

5.3.1. Primera Parte: Concepto de Patrimonio:

De las tres etapas en que se divide la matriz, partimos por “Concepto de

Patrimonio”. Este punto estará centrado en encontrar el concepto de patrimonio en la

articulación de sentido común que propician las representaciones sociales que el medio

propone en sus páginas.

Ubicamos la sección en la parte superior de la página (1.i). En este caso. El

medio dispone de dos escalas: la primera, que denota la sección (“Ciudades”, en este

caso), y una segunda, al centro superior de la página, que denota una subsección (en el

caso de “Ciudades”, apunta una comuna específica en la Quinta Región; en el caso de

“Mundo”, una temática –Economía, Política…- ; y en este caso, “Ciudades” se especifica

en el “género periodístico”: “Entrevista”). Queda conformada la sección: “Ciudades,

Entrevista”.

Pasamos a identificar el concepto de patrimonio como narrativa (ya

explicábamos, aquellos extractos que nos permitan “abrir” un mundo posible entre el autor

y lo escrito). De la lectura de la nota, ponemos nuestra atención en los siguientes

extractos narrativos, en cuanto pensamos que describen el mundo que posibilita la

conversación sobre “patrimonio” que sostiene el entrevistado con el periodista -el texto en

56) Sábado 18 de septiembre de 2004: “‘Chile está en deuda con Rapa Nui’”.

1. Concepto de patrimonio

i. Temática de la noticia: Entrevista al arqueólogo José Miguel Ramírez, a propósito del Sexto Congreso Internacional Rapa Nui y el Pacífico. Sección: Ciudades, Entrevista.

(…)

48

que se convierte- y define la traslación del concepto hacia el papel, y pensando en el

tránsito de autor a texto, la propuesta que emerge:

- “está la ignorancia en Chile sobre la historia de Rapa Nui, cuando para el mundo

entero, Rapa Nui es un hito en la historia de la humanidad”

- “El potencial para Chile es gigantesco, porque el hecho de que exista una cultura

única en la historia de la humanidad con características monumentales y patrimoniales

increíbles, desarrolladas bajo un régimen aislado, tiene perspectivas importantísimas”

La propuesta de estas dos “narrativas” –el mundo que está narrando, el orden por el

cual tiene que transitar para proponer otro- convergen en las siguientes tramas: el

patrimonio se deriva de una condición impoluta de globalización (“una cultura única en la

historia de la humanidad” … “bajo un régimen aislado”); el patrimonio es algo que puede

poner en perspectiva la escala mundial, pero al territorio nacional le cuesta (el primer

extracto surge de una contrapregunta, luego que se dice que “los chilenos prefieren ir a

Punta Cana antes que a Isla de Pascua”); el patrimonio, para que interese, debe ser

traducido a un esquema de explotación (“el potencial para Chile es gigantesco” = hay que

hacer el territorio pragmático para el territorio nacional, las “perspectivas importantísimas”

son evaluadas en cómo pueden servir para Chile: de hecho, la pregunta es “¿Qué

potencialidad tiene?”, y el académico responde inmediatamente por Chile). Así va

quedando configurada nuestra ficha:

56) Sábado 18 de septiembre de 2004: “‘Chile está en deuda con Rapa Nui’”.

2. Concepto de patrimonio i. Temática de la noticia: Entrevista al arqueólogo José Miguel Ramírez, a propósito del

Sexto Congreso Internacional Rapa Nui y el Pacífico. Sección: Ciudades, Entrevista. ii. Patrimonio como narrativa: Dos extractos para enfrentar: “está la ignorancia en Chile

sobre la historia de Rapa Nui, cuando para el mundo entero, Rapa Nui es un hito en la historia de la humanidad” + “El potencial para Chile es gigantesco, porque el hecho de que exista una cultura única en la historia de la humanidad con características monumentales y patrimoniales increíbles, desarrolladas bajo un régimen aislado, tiene perspectivas importantísimas”. El que habla es un académico (director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua) y la perspectiva de patrimonio dice: el patrimonio se deriva de una condición impoluta de globalización; el patrimonio es algo que puede poner en perspectiva la escala mundial, pero al territorio nacional le cuesta; el patrimonio, para que interese, debe ser traducido a un esquema de explotación: “el potencial para Chile es gigantesco”, hay que hacer el territorio pragmático para el territorio nacional.

49

El tercer elemento que buscamos son las representaciones sociales (ya lo

habíamos comentado: la comprensión hermenéutica sigue activa, la diferencia es que

ahora estaremos focalizados en las tres categorías de representaciones que ya

describimos en el marco metodológico, en cuanto puerta hacia el tránsito del saber

subjetivo). Aclaramos que tanto estas categorías, como la anterior de “narrativas”, puede

que no estén claras o no tengan marcas concluyentes en el texto. Dejamos esa opción

abierta, pues de otra manera, sería forzar el análisis y forzar las categorías a que

aparezcan en cualquier lado, luego forzar las conclusiones. Para evitar es ejercicio

esotérico-numerológico, es que vamos a dejar abierta la opción de dejar casillas en

blanco cuando no tengamos elementos útiles para nuestro estudio y posibles de

enmarcarse en el enfoque hermenéutico.

En este caso, encontramos la figura de la “autoridad”. En el despliegue general del

texto, al académico se acude –se le define en el epígrafe- para definiciones desde la

experticia, y, sobre todo, para “traducir” el patrimonio y las “riquezas culturales” de Isla de

Pascua al contexto en que el medio se desarrolla, el continente. No apuntamos esto como

las supuestas intenciones del autor al invocar a su entrevistado (no nos interesan, como

ya apuntábamos cuando discutíamos sobre hermenéutica), sino el orden que invoca a

través de su entrevistado, y cuál es el mundo posible que propone desde la constatación,

escrita, de un orden sincrónico. En el texto por ejemplo, lo apreciamos la aplicación de

ese saber-técnico y su acercamiento en el siguiente extracto:

- “los habitantes de la Isla no son considerados, y por lo mismo, no adquieren interés

sobre esos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su

patrimonio histórico cultural”

-“el patrimonio de Rapa Nui está en riesgo, pero frente a eso se puede exponer la

experiencia y los logros alcanzados por el taller de arqueología para jóvenes … con

el convencimiento de que la protección efectiva de su patrimonio se logra al

involucrar a la gente rapanui”.

Los extractos seleccionados hablan de lo que el medio elige como “contingencia” en el

texto, que son un Congreso sobre Isla de Pascua, y en ellos, el entrevistado –la autoridad

académica- explica cómo su rango, su rol, participa en la conformación de un concepto

intersubjetivo de patrimonio. Se habla de “resultados” y de “mecanismos de

50

conservación”, pero no interesa su desglose, si no la acción, y cómo esta repercute –la

crítica, el juicio del interesado- en el contexto que dispone el medio, pero de inmediato se

reatribuyen una competencia en la “conservación” (ligada al concepto patrimonio, como

un ser compuesto: “patrimonio histórico cultural”). Después, el destaque sobre el trabajo

“efectivo”, o sea, que toma parte en una acción objetiva, concreta, una realidad física: “los

logros alcanzados por el taller de arqueología para jóvenes”. Podemos aislar tres puntos

sobre lo que involucra el concepto “patrimonio”, según la Academia: 1) riesgo a perder

algo, 2) conservación imperativa, 3) participación ciudadana. Todos ellos los podemos

agrupar en las competencias del accionar educativo, y la perspectiva iluminista: el saber –

educación, jóvenes- implicar reconocer el valor objetivo, por lo tanto, el compromiso de la

conservación.

En este caso, tales apuntes corresponden a la representación social apoyada en la

“autoridad”. No advertimos las categorías de “reducción” y “positividad”. Nuestra ficha

avanza, y queda, en el primer punto (“Concepto de patrimonio”):

1. Concepto de patrimonio

i. Temática de la noticia: Entrevista al arqueólogo José Miguel Ramírez, a propósito del Sexto Congreso Internacional Rapa Nui y el Pacífico. Sección: Ciudades, Entrevista.

ii. Patrimonio como recurso discursivo: Dos extractos para enfrentar: “está la ignorancia en Chile sobre la historia de Rapa Nui, cuando para el mundo entero, Rapa Nui es un hito en la historia de la humanidad” + “El potencial para Chile es gigantesco, porque el hecho de que exista una cultura única en la historia de la humanidad con características monumentales y patrimoniales increíbles, desarrolladas bajo un régimen aislado, tiene perspectivas importantísimas”. El que habla es un académico (director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua) y la perspectiva de patrimonio dice: el patrimonio se deriva de una condición impoluta de globalización; el patrimonio es algo que puede poner en perspectiva la escala mundial, pero al territorio nacional le cuesta; el patrimonio, para que interese, debe ser traducido a un esquema de explotación: “el potencial para Chile es gigantesco”, hay que hacer el territorio pragmático para el territorio nacional.

iii. Mentalidad en el uso 1. Autoridad: “los habitantes de la Isla no son considerados, y por lo mismo, no

adquieren interés sobre esos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico cultural”, dice Ramírez; en la descripción de la ponencia de Torres, se le atribuye la tesis que “el patrimonio de Rapa Nui está en riesgo, pero frente a eso se puede exponer la experiencia y los logros alcanzados por el taller de arqueología para jóvenes … con el convencimiento de que la protección efectiva de su patrimonio se logra al involucrar a la gente rapanui”. Ambos pueden aislar tres puntos sobre lo que involucra el concepto “patrimonio”, según la Academia: 1) riesgo a perder algo, 2) conservación imperativa, 3) participación ciudadana.

2. Reducción: - 3. Positividad: -

51

5.3.2. Segunda parte: Reconocimiento de actores sociales.

Decíamos que la primera parte del análisis de la ficha, que durante una primera

lectura marcaríamos cada vez que el medio nombrara a un actor en la nota.

Dispondremos de tres niveles para identificar a estos actores en su calidad de actores

sociales, y clasificarlos según los partes que definimos en el marco metodológico.

El primer nivel, corresponde a situar a los actores dentro de la matriz propuesta por

Garretón (2001), identificando en cuál de las categorías es invocado el actor por el medio.

A esta etapa, denominamos en las fichas “Actores sociales que participan en la nota”.

Por ejemplo, en la lectura de la Ficha Nº 56, el primer actor que aparece en la lectura es

“José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”. Marcamos,

entonces, su aparición, y proseguimos con la lectura. El mismo Ramírez aparecerá varias

veces más en el texto, y según la calidad en que se le invoque. Ramírez –el Ramírez que

trasciende el texto- podrá ser padre, punk, Demócrata Cristiano, altermundista, hincha del

Wanderers; todo esto no nos interesa en la medida en que no aparezca en el discurso

escrito. Así que luego -y ya marcados todos los otros actores que aparezcan, y el mismo

Ramírez en todas sus apariciones- procedemos a situarlos en alguna de las seis

categorías dispuestas. Al Ramírez “director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”

lo situaremos en la casilla “Trabajo y producción”. En las sucesivas ocasiones se le

invocará como “arqueólogo”, por su apellido, por su puesto de director. De todas maneras,

es el título académico y su trabajo como tal el que prevalece y lo define como actor en la

nota. (Esto, sin desmedro que otra clasificación pudiese aparecer, supongamos,

“Ramírez, que es presidente de la Asociación de Arqueólogos Internacional contra la

destrucción de Isla de Pascua”. En ese caso, también lo consignaríamos en el apartado

de “Actores con densidad organizacional”).

2. Reconocimiento de actores sociales: i. Actores sociales que participan en la nota:

1. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”)

52

Para mantener un orden en la enumeración y exponer lo más detalladamente

posible la clasificación y cómo ésta se apoya en el texto, decidimos consignar

textualmente cada una de las apariciones del actor en el texto, y cuando sean reiterativas

de la primera que consignamos o no aporten datos que merezcan situar esa nueva

aparición en otra categoría, procedemos a situar esas nuevas apariciones entre

paréntesis, para luego no confundirlas con otros actores del texto y dejar claro que es una

nueva referencia al mismo. Repetimos este procedimiento con todos los actores.

El punto “Reconocimientos de actores sociales” con todos los actores de la ficha

Nº 56 ya incluidos:

El siguiente y segundo nivel en la clasificación de actores sociales corresponde a

“Tipo de reconocimiento identitario”. Acá distinguimos entre una invocación

fundamentada en el “rol” del actor, o en un “reconocimiento identitario”. No se trata de

mirar solamente lo que anotamos en (2.i.) y concluir si es o no un reconocimiento por rol o

identidad. Tenemos que volver a la ficha, revisar el contexto de discurso en que aparece

2. Reconocimiento de actores sociales

i. Actores sociales que participan en la nota. 1. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y

director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”), “el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso” ( + “Centro de Estudios Rapa Nui”, “el centro”), “la Universidad de Valparaíso”, “el actual rector de Humanidades Carlos Verdugo” A “el rector de la UV, Jaime Riquelme”, “Charles M. Love de la Universidad de Wyoming” (+ “Charles Love”), “Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert” (+ “Torres”), “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano”

2. Política: - 3. Públicos no organizados: “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el

hombre”, “jóvenes” x2. 4. Actores con densidad organizacional: “Eastern Island Fundation”. 5. Actores identitarios: “los isleños” (+ “los propios isleños”, “los habitantes

originarios”, “los habitantes de Rapa Nui”, “los isleños” x3, “los habitantes de la Isla”, “una cultura única en la historia de la humanidad”, “la cultura rapanui”, “la gente rapanui”), “los chilenos” x2 (+ “los conti”, “nosotros”), “extranjeros”, “los maoríes”.

6. Poderes fácticos: “Juan Haoa, una persona importante en la isla” (+ “Haoa”), “John Fleming”, “los mayores expertos mundiales”, “Hotu Matua”.

53

invocado el actor -cómo participan en el relato- para concluir a cuál de las dos casillas

pertenecen.

Por una motivación práctica, y pensando en el manejo de las fichas para su

posterior puesta en relación, decidimos que no enumeraríamos los actores en cada una

de las casillas, sino que adjudicaremos una letra (podría ser cualquier otro signo) a las

categorías. “Rol” se identificará con “A”, y “Reconocimiento identitario” con “B”. Así, el

punto (2.i.) se modifica, agregando al final de cada actor, la letra correspondiente al

reconocimiento identitario. El punto con las modificaciones:

El tercer y último nivel en la clasificación de actores sociales es el llamado

“Validación de actores”. Acá distribuiremos los actores sociales que identificamos en

(2.i.) entre tres categorías: “actores de la acción”, “actores del discurso” y “objetos del

discurso”. Nuevamente, para la distribución de los actores tenemos que remitirnos al texto

original; no nos basta con el fichaje anterior en (2.i.), pero sí nos servirá esa clasificación

para disponer de los actores y referirnos a ella, una vez realizado el trabajo sobre el texto.

2. Reconocimiento de actores sociales iv. Actores sociales que participan en la nota.

4. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”) A, “el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso” A ( + “Centro de Estudios Rapa Nui”, “el centro”), “la Universidad de Valparaíso” A, “el actual rector de Humanidades Carlos Verdugo” A, “el rector de la UV, Jaime Riquelme” A, “Charles M. Love de la Universidad de Wyoming” A (+ “Charles Love”), “Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert” A (+ “Torres”), “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano” A,

5. Política: - 6. Públicos no organizados: “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el

hombre”, “jóvenes” x2 A. 7. Actores con densidad organizacional: “Eastern Island Fundation” A. 8. Actores identitarios: “los isleños” B (+ “los propios isleños”, “los habitantes

originarios”, “los habitantes de Rapa Nui”, “los isleños” x3, “los habitantes de la Isla”, “una cultura única en la historia de la humanidad”, “la cultura rapanui”, “la gente rapanui”), “los chilenos” x2 B (+ “los conti”, “nosotros”) , “extranjeros” B, “los maoríes” B.

9. Poderes fácticos: “Juan Haoa, una persona importante en la isla” (+ “Haoa”) B, “John Fleming” A, “los mayores expertos mundiales” A, “Hotu Matua” A.

54

Para estos efectos, sólo necesitamos consignar una de las apariciones del actor en el

texto, pues basta con un uso del discurso para que sea considerado “actor del discurso”,

por ejemplo. También está permitida la reiteración de un actor en más de una categoría.

Pero no será necesario consignarlo en este nivel cada vez que aparezca en el texto, y

para no ser reiterativos ni extender innecesariamente nuestra ficha, este punto puede

aludir (para no escribir nuevamente) a los actores ya dispuestos en las categorías de

“Actores sociales que participan en la nota”.

55

El punto dos de la ficha, incluyendo este tercer nivel:

5.3.3. Tercera parte: Proyecto de ciudad

La última parte de la ficha corresponde a la comprensión de un proyecto de ciudad

contenido en la nota, a partir de las lecturas que ya hemos hecho, y una nueva, ahora

pensando en lo que el texto nos dice sobre un mundo posible en los cuatro vértices que

2. Reconocimiento de actores sociales

i. Actores sociales que participan en la nota. 1. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y

director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”) A, “el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso” A ( + “Centro de Estudios Rapa Nui”, “el centro”), “la Universidad de Valparaíso” A, “el actual rector de Humanidades Carlos Verdugo” A, “el rector de la UV, Jaime Riquelme” A, “Charles M. Love de la Universidad de Wyoming” A (+ “Charles Love”), “Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert” A (+ “Torres”), “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano” A,

2. Política: - 3. Públicos no organizados: “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el

hombre”, “jóvenes” x2 A. 4. Actores con densidad organizacional: “Eastern Island Fundation” A. 5. Actores identitarios: “los isleños” B (+ “los propios isleños”, “los habitantes

originarios”, “los habitantes de Rapa Nui”, “los isleños” x3, “los habitantes de la Isla”, “una cultura única en la historia de la humanidad”, “la cultura rapanui”, “la gente rapanui”), “los chilenos” x2 B (+ “los conti”, “nosotros”) , “extranjeros” B, “los maoríes” B.

6. Poderes fácticos: “Juan Haoa, una persona importante en la isla” (+ “Haoa”) B, “John Fleming” A, “los mayores expertos mundiales” A, “Hotu Matua” A.

ii. Tipo de reconocimiento identitario

1. Rol: A 2. Reconocimiento identitario: B

iii. Validación de los actores 1. Actores de la acción: Ramírez; el Centro de Estudios de la Universidad de

Valparaíso; Charles M. Love de la Universidad de Wyoming; Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert; “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano”,

2. Actores del discurso: Ramírez. 3. Objetos del discurso: “los isleños”, “los chilenos”, “extranjeros”, “los maoríes”,

“los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”, “jóvenes”, “Juan Haoa, una persona importante en la isla”, “John Fleming”, “los mayores expertos mundiales”, “Hotu Matua”.

56

dispusimos en el marco metodológico sobre los cuales se traza el plan de ciudad.

Tenemos así: “Estado”, “Ciudadanía”, “Diversidad”, “Lugar”.

Nuevamente, recurrimos a un enfoque hermenéutico. Intentamos abrir el mundo

posible que propone el texto, ahora, específicamente en cuando se trate del Estado. Por

supuesto, contemplamos la posibilidad que no encontremos texto para este apartado. No

es el caso. En la nota 56, tenemos suficiente. Acá, por ejemplos tomaremos la siguiente

frase para ejemplificar una constante en el texto: “Chile impone algunas soluciones para

su sentimiento de culpa con la Isla”. Ya hablaremos de las implicancias que tiene esta

afirmación para un tema de diversidad, pero de momento nos interesan las siguientes

conclusiones que de acá se desprenden. Chile, primero, está homologado al Estado. Y

sabemos que el rol del Estado, en este proyecto de ciudad, es de supervigilar las

comunas, pero con reconocida inoperancia. Es capaz, sin embargo, de reconocer esa

inoperancia (“sentimiento de culpa”), y en la explicación “pedestre” que entrega el experto,

es necesario asociarlo a una actitud personal. El Estado se personifica para poder

explicarse en su ineptitud, y que sea comprensible las acciones que desde ahí toma.

Otra condición del Estado, en su trato con las comunas y también pensando en este

esquema de “inoperancia”, es la burocracia. Se le adjudica como característica intrínseca,

pero también implica que las comunas o sus habitantes son capaces de advertirlos: “hay

problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”. Sin embargo, para que un

problema burocrático sea absurdo –ya sabemos, por sentido común, que son absurdos-

hay que insistir: “… absurdos, increíblemente absurdos”.

Con estas anotaciones, el apartado “Estado” en la ficha queda conformado de la

siguiente forma:

2. Proyecto de ciudad

v. Estado: Es el encargado (por deber) de llevar a cabo políticas trascendentes, que involucran a todo el territorio nacional. Ineficaz y oportunista: beneficios populistas para Rapa Nui, mientras sostiene trabas burocráticas que no son superadas, sin embargo, es capaz de advertir el malestar de un territorio, reconocer su responsabilidad, pero ofrece soluciones (“Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”… “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”). Para comprenderlo en su acción, se le personifica.

57

La siguiente categoría a buscar en el texto es la que se refiere a ciudadanía.

Buscamos cuál es el rol ciudadano que se explica en el mundo posible del texto. (Como

en el punto anterior se explicó, concebimos la posibilidad de no encontrar texto. En ese

caso, no forzaremos un resultado en la categoría, y lo mismo corre para las siguientes).

Primero, debemos anotar algo sobre la generalidad del texto: la entrevista, para tratar el

tema de Isla de Pascua, recurre a la “excusa de actualidad” de un congreso de

especialistas, convocado desde la Academia, en este caso, la Universidad de Valparaíso.

Los problemas políticos son abordados desde la condición profesional. Remitiéndonos a

nuestro Marco Teórico, acá está la condición ciudadana: el acceso a ella -las estrategias

de visibilidad, como anotábamos antes- puede asegurarse desde la condición profesional,

y más específicamente, desde la dedicación académica.

Entendemos también como, desde ese lugar, se elabora una estrategia de

distinción: “en este tour incluimos un tour científico a la isla y de 40 personas, sólo 4 son

chilenos”. La condición “científico” –académico-, sin embargo, no es suficiente: hay una

queja por incluir a los otros, a los chilenos, que deberían ser mayoría. El territorio

nacional, entonces, debería ser de interés de los chilenos: la pertenencia al Estado-

Nación implica la preocupación por quienes están en esa igualdad de condiciones. Los

encargados de señalar las actitudes deseables de la ciudadanía –los deberes- están en la

Academia.

Sintetizando, el punto sobre “Proyecto de ciudad”, queda así hasta este punto:

4. Proyecto de ciudad

i. Estado: Es el encargado (por deber) de llevar a cabo políticas trascendentes, que involucran a todo el territorio nacional. Ineficaz y oportunista: beneficios populistas para Rapa Nui, mientras sostiene trabas burocráticas que no son superadas, sin embargo, es capaz de advertir el malestar de un territorio, reconocer su responsabilidad, pero ofrece soluciones (“Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”… “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”). Para comprenderlo en su acción, se le personifica.

ii. Ciudadanos: Son los encargados –a través de la actividad profesional determinada: la Academia- de acusar los problemas de los territorios nacionales, identificarlos, y proponer soluciones (“en este tour incluimos un tour científico a la isla y de 40 personas, sólo 4 son chilenos”).

58

La tercera categoría en el “Proyecto de ciudad” se refiere a diversidad. Acá

veremos cómo una ciudad, discutida desde el concepto de “patrimonio”, delinea un

potencial para la diversidad. Cuál es el lugar para la diversidad que resguarda en su

proyecto. Primero, cuando se discute sobre la comuna de Rapa Nui desde “patrimonio”,

prevalece una distinción: la que se realiza entre “la cultura rapa nui” y “los chilenos”,

ambos como grupos disociados. Sabemos, también, que esta disociación tiene de

delinear grupos homogéneos: “los chilenos somos los que conocemos menos la isla”,

dice, por ejemplo, el experto; “¿Qué errores cometimos los chilenos, los conti?”, pregunta

el periodista; y claro, el título -“Chile está en deuda con Rapa Nui”- que termina por

oponer estos dos grupos y proponer además una relación.

Para la pregunta por la diversidad, lo que más nos interesa es esa relación.

Primero, es una relación de oposición. De identidad y alteridad. Pero cuando habla de “la

cultura rapa nui”, junto con presentarla como una sola, se destaca en su perspectiva –por

no decir función- de le totalidad externa: “una cultura única en la historia de la

humanidad”, que puede servir como campo de estudio y aplicación de procesos sociales

ahí presentes en una muestra controlable. La comuna y “su patrimonio”, entonces, están

en función de la utilidad que pueda proyectar el territorio nacional y mundial sobre ella.

Sintetizamos estas conclusiones y las situamos en el área de la ficha sobre

diversidad. El punto sobre “Proyecto de ciudad va quedando así:

4. Proyecto de ciudad

i. Estado: Es el encargado (por deber) de llevar a cabo políticas trascendentes, que involucran a todo el territorio nacional. Ineficaz y oportunista: beneficios populistas para Rapa Nui, mientras sostiene trabas burocráticas que no son superadas, sin embargo, es capaz de advertir el malestar de un territorio, reconocer su responsabilidad, pero ofrece soluciones (“Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”… “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”). Para comprenderlo en su acción, se le personifica.

ii. Ciudadanos: Son los encargados –a través de la actividad profesional determinada: la Academia- de acusar los problemas de los territorios nacionales, identificarlos, y proponer soluciones (“en este tour incluimos un tour científico a la isla y de 40 personas, sólo 4 son chilenos”).

iii. Diversidad: “La cultura rapanui” es puesta en oposición a “los chilenos” (ambos como grupos homogéneos), y pese a que se acusan los problemas de esta distinción, la voz la tiene “un chileno”, desde su profesión competente. A la vez –y por su condición patrimonial- la importancia de los habitantes de Rapa Nui es sopesada en función del planeta (“una cultura única en la historia de la humanidad”)

59

Resta la última categoría, la de lugar. Acá nos fijaremos cuál es el lugar en que se

sitúa el patrimonio en la ciudad que el medio propone. Puede ocurrir que la nota diga, por

ejemplo, “…las autoridades visitaron las casonas patrimoniales del Cerro Alegre…”. Nos

interesa saber ese espacio explícito que la nota destaque como depositario de la

condición patrimonial, pero también estaremos atentos –para esto, la lectura

hermenéutica- a cómo ese lugar en específico indica características espaciales, que

serían las que el medio reconoce. Eso para lo que respecta a la ficha en particular.

Pero antes describíamos también el “lugar” en términos antropológicos –relacional,

histórico e identidad. No buscaremos cada una de esas categorías en cada una de las

fichas. Si bien muchas disponen de ellas, nos cuidaremos de forzar el esquema de

análisis. Sin embargo, será un punto básico en cuando juntemos todas las fichas y

analicemos este punto. Junto con consignar los lugares donde está el patrimonio, nos

interesa comprenderlos en su cualidad de lugar antropológicos, en cuanto definirían tres

categorías importantes en el proyecto de ciudad: qué tipo de relación dispone el lugar

para los sujetos, cómo puede la identidad de ellos estar en diálogo con ese lugar y, por

último, cuál es la potencia histórica que se reserva a él en esta ciudad que se propone13.

Vamos a la ficha 56. “Patrimonio”, a través de todo el texto, es asociado con Rapa

Nui. Rapa Nui, en su totalidad, posee la condición patrimonial. Pero la condición amplía el

territorio y la sitúa en una escala de pertenencia donde puede compararse, por ejemplo,

con “los maoríes”, y donde pueden darse cita –y casi es un imperativo moral para el

territorio nacional- expertos de todo el mundo.

Por lo demás, la categoría de “Patrimonio” y las características que lo justifican,

son compatibles con el desconocimiento de tales factores. Lo que queremos decir es que

“Patrimonio” no es una condición que exista en el territorio, sino en la constatación desde

el exterior, en la apreciación externa que separa forma de fondo: “…los habitantes de la

13 Las tres categoría que acá reseñamos las entendemos como están dispuestas por Marc Augé (2004), y como ya fueron explicadas en el marco teórico. Insistimos sobre uno de ellos, “histórico”, porque acá lo expresamos como “potencia” histórica. “Escapa a la historia como ciencia”, decía Augé (p.60, 2004), y acá lo consignaremos en la medida de la tutela que ejerce en los rituales de la ciudad. Insistimos, porque se puede confundir con alguna capacidad histórica que tengan los sujetos para hacer historia (una capacidad política, por decirlo de otra forma); sin embargo, consideramos que esa conclusión es más pertinente en el punto sobre “Actores sociales”.

60

isla no son considerados y, por lo mismo, no adquieren interés sobre estos resultados o

sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico”.

En el mismo punto insiste la siguiente secuencia. El periodista pregunta: “¿Qué

potencialidad tiene?”, luego que el entrevistado estuvo enumerando las tareas pendientes

del Estado chileno con la Isla. Y luego, el académico responde: “El potencial de Rapa Nui

para Chile es inmenso, es gigantesco…”, y prosigue enumerando potencialidades en

función de Chile, cuando la pregunta no llevaba ninguna especificación de ese tipo.

“Patrimonio” establece una relación de funcionalidad territorial de la comuna con el

continente, que se asume desde el silencio que responde el entrevistado.

Con el tercer punto listo, procedemos a exponer cómo queda conformada la ficha

en su totalidad. De estas, son 96 similares, las que incluiremos en el anexo “Fichas de

tesina”, para consultas necesarias:

56) Sábado 18 de septiembre de 2004: “‘Chile está en deuda con Rapa Nui’”.

1. Concepto de patrimonio i. Temática de la noticia: Entrevista al arqueólogo José Miguel Ramírez, a propósito del

Sexto Congreso Internacional Rapa Nui y el Pacífico. Sección: Ciudades, Entrevista. ii. Patrimonio como recurso discursivo: Dos extractos para enfrentar: “está la ignorancia

en Chile sobre la historia de Rapa Nui, cuando para el mundo entero, Rapa Nui es un hito en la historia de la humanidad” + “El potencial para Chile es gigantesco, porque el hecho de que exista una cultura única en la historia de la humanidad con características monumentales y patrimoniales increíbles, desarrolladas bajo un régimen aislado, tiene perspectivas importantísimas”. El que habla es un académico (director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua) y la perspectiva de patrimonio dice: el patrimonio se deriva de una condición impoluta de globalización; el patrimonio es algo que puede poner en perspectiva la escala mundial, pero al territorio nacional le cuesta; el patrimonio, para que interese, debe ser traducido a un esquema de explotación: “el potencial para Chile es gigantesco”, hay que hacer el territorio pragmático para el territorio nacional.

iii. Mentalidad en el uso 10. Autoridad: “los habitantes de la Isla no son considerados, y por lo mismo, no

adquieren interés sobre esos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico cultural”, dice Ramírez; en la descripción de la ponencia de Torres, se le atribuye la tesis que “el patrimonio de Rapa Nui está en riesgo, pero frente a eso se puede exponer la experiencia y los logros alcanzados por el taller de arqueología para jóvenes … con el convencimiento de que la protección efectiva de su patrimonio se logra al involucrar a la gente rapanui”. Ambos pueden aislar tres puntos sobre lo que involucra el concepto “patrimonio”, según la Academia: 1) riesgo a perder algo, 2) conservación imperativa, 3) participación ciudadana.

11. Reducción: - 12. Positividad: -

61

2. Reconocimiento de actores sociales i. Actores sociales que participan en la nota.

1. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”) A, “el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso” A ( + “Centro de Estudios Rapa Nui”, “el centro”), “la Universidad de Valparaíso” A, “el actual rector de Humanidades Carlos Verdugo” A, “el rector de la UV, Jaime Riquelme” A, “Charles M. Love de la Universidad de Wyoming” A (+ “Charles Love”), “Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert” A (+ “Torres”), “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano” A,

2. Política: - 3. Públicos no organizados: “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”,

“jóvenes” x2 A. 4. Actores con densidad organizacional: “Eastern Island Fundation” A. 5. Actores identitarios: “los isleños” B (+ “los propios isleños”, “los habitantes

originarios”, “los habitantes de Rapa Nui”, “los isleños” x3, “los habitantes de la Isla”, “una cultura única en la historia de la humanidad”, “la cultura rapanui”, “la gente rapanui”), “los chilenos” x2 B (+ “los conti”, “nosotros”) , “extranjeros” B, “los maoríes” B.

6. Poderes fácticos: “Juan Haoa, una persona importante en la isla” (+ “Haoa”) B, “John Fleming” A, “los mayores expertos mundiales” A, “Hotu Matua” A.

ii. Tipo de reconocimiento identitario 1. Rol: A 2. Reconocimiento identitario: B

iii. Validación de los actores 1. Actores de la acción: Ramírez; el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso;

Charles M. Love de la Universidad de Wyoming; Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert; “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano”,

2. Actores del discurso: Ramírez. 3. Objetos del discurso: “los isleños”, “los chilenos”, “extranjeros”, “los maoríes”, “los

invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”, “jóvenes”, “Juan Haoa, una persona importante en la isla”, “John Fleming”, “los mayores expertos mundiales”, “Hotu Matua”.

3. Proyecto de ciudad

i. Estado: Es el encargado (por deber) de llevar a cabo políticas trascendentes, que involucran a todo el territorio nacional. Ineficaz y oportunista: beneficios populistas para Rapa Nui, mientras sostiene trabas burocráticas que no son superadas, sin embargo, es capaz de advertir el malestar de un territorio, reconocer su responsabilidad, pero ofrece soluciones (“Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”… “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”). Para comprenderlo en su acción, se le personifica.

ii. Ciudadanos: Son los encargados –a través de la actividad profesional determinada: la Academia- de acusar los problemas de los territorios nacionales, identificarlos, y proponer soluciones (“en este tour incluimos un tour científico a la isla y de 40 personas, sólo 4 son chilenos”).

iii. Diversidad: “La cultura rapanui” es puesta en oposición a “los chilenos” (ambos como grupos homogéneos), y pese a que se acusan los problemas de esta distinción, la voz la tiene “un chileno”, desde su profesión competente. A la vez –y por su condición patrimonial- la importancia de los habitantes de Rapa Nui es sopesada en función del planeta (“una cultura única en la historia de la humanidad”)

iv. Lugar: Rapa Nui. La preocupación por el “patrimonio” diluye las fronteras nacionales. El examen del territorio Rapa Nui es siempre comparándolo con el extranjero (ej: “los maoríes”) e involucra congresos internacionales y profesionales de todo el mundo. “Patrimonio” es una designación impuesta, que de por sí no tiene potencia de identidad: esto hay que “aprenderlo” (“…los habitantes de la isla no son considerados y, por lo mismo, no adquieren interés sobre estos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico”). El valor histórico de la Isla es destacado en función de lo que los demás puedan aprender de ella (en la pregunta “¿Qué potencialidad tiene?”, sobre el programa de asistencias de la Isla, el experto responde de inmediato sobre la potencialidad en función de Chile: “El potencial de Rapa Nui para Chile es inmenso, es gigantesco…)

62

6. Resultados y conclusiones

Pasaremos, primero, revisando el conjunto de cada una de las categorías aisladas,

para consignar interpretaciones específicas de esos resultados. Luego, con todas las

categorías ya dispuestas, procederemos a realizar conclusiones generales del trabajo.

6.1. Concepto de Patrimonio. 6.1.1. Temática y sección.

En la recolección de las noticias, encontramos 25 secciones donde alguna vez se

publicó una noticia, separando subsecciones14. A continuación, el total de notas

publicadas en El Mercurio de Valparaíso en las fechas seleccionadas: entre 2003 y 2005

(ambos, inclusive), para tres hitos.

Sección Número de notas encontradas

Al Cierre: 1

Bomba política: 1

Ciudades: 10

Ciudades, Carta de la semana: 1

Ciudades, Caso Pinto: 1

Ciudades, Entrevista: 2

Ciudades, Esperando el año nuevo: 1

Ciudades, Mar: 1

Ciudades, Olmué: 1

Ciudades, Quillota: 2

Ciudades, Quilpue: 1

Ciudades, Valparaíso: 20

Ciudades, Viña del Mar: 7

Contratapa: 2

14 Significa que el diario dispone secciones (por ejemplo, “Ciudades”) y de su correspondiente desglose (ejemplo: “Ciudades, Olmué”). Consideremos ambas en las categorías dado que hay páginas que sólo se encabezan por el conjunto mayor (“Ciudades”, sin especificar a qué ciudad de la Quinta Región corresponde).

63

Deportes, Polideportivo: 1

Mundo: 3

Mundo, Economía: 2

Mundo, Nacional: 1

Política, Mundo: 5

Reportajes, Sociedad: 2

Un día histórico, Patrimonio: 14

Vía Libre, Carnavales Culturales: 3

Vía Libre, Espectáculos: 10

Vía Libre, Internet: 1

Total 95 Notas

El concepto “Patrimonio”, se distribuye en mayor cantidad (20 notas) en la sección

“Ciudades, Valparaíso”, y en la totalidad del esquema, las notas se distribuyen,

mayoritariamente en el apartado “Ciudades” (también, es un tema que ingresa a las otras

comunas).

La pregunta es la siguiente, ¿qué importancia tiene este dato? La misma que

podemos concluir desde la existencia de una sección “inventada” para la ocasión: “Un día

histórico, Patrimonio”: que la temática “patrimonial” no puede distribuirse adecuadamente

o categóricamente en alguno de los apartados predispuestos en el mosaico del diario

(Espectáculos, Economía, Internacional…), sino que debe situarse en un lugar de

aparente neutralidad. ¿Acaso los temas de “Vía Libre”, “Deportes”, o incluso “Mundo” no

ocurren también en Valparaíso? Primero, nos está sugiriendo cierta importancia jerárquica

atribuida por el medio con la decisión de situar el tema en la generalidad de la comuna, o

las comunas. Es tan importante, que no podemos cercarlo en una sección más específica.

Algo así como lo que sucede en los diarios nacionales y sus temas de portadas,

transversales a las secciones15.

15 Lo digo, en parte, por experiencia propia, trabajando en el diario La Nación. “La página 2” puede tocarle a cualquiera, y en la cotidianidad de la práctica, es el tema más importante, o al menos así lo determina la dirección de la edición. Desde la cobertura del paso de la obra “La pequeña gigante” por Santiago, hasta la votación de las platas para el sistema de locomoción colectiva Transantiago, los periodistas son “abducidos” de sus secciones hacia el lugar de neutralidad que supone la generalidad de las páginas nacionales. En este caso, con El Mercurio de Valparaíso, las páginas de Ciudad.

64

No podemos entonces afirmar que la correspondencia entre la ciudad y el título

aseguran su aparición en la sección, sino que es la falta de una sección clara la que

propone esta disposición de secciones. “Patrimonio” está en “Ciudades”, porque esa es la

sección que no es las otras secciones. Porque así, “Patrimonio” no se compromete con

una sección. Por eso mismo, la creación explícita de una sección para celebrar el hito,

“Patrimonio, Un día histórico”, y ese mismo título, tan amplio y de una convocatoria tan

incierta como general: es un día histórico. Dos días después del nombramiento, ya es un

día histórico.

Sin embargo, tampoco hay que desestimar el número de “Vía Libre, Espectáculos”.

Haciendo explícitas las expectativas del autor –ya insistimos bastante sobre este punto

cuando explicábamos nuestro enfoque hermenéutico- era la sección donde,

probablemente, el tema iba a ser tratado en mayor cantidad, por cuanto la lectura de los

artículos nos hablaba, muchas veces, de referencias a “patrimonio” desde una perspectiva

material. Nos guardaremos esta expectativa, y ese “muchas veces” que acabamos de

enunciar hasta que tengamos las otras categorías resueltas y dispuestas acá en este

trabajo. De esa manera, podemos cruzar estos datos obtenidos y ponerlos en función de

los objetivos que dejamos por escrito.

Para trabajar con la temática, realizamos un abstract de la noticia seleccionada.

Mediante un texto-oración, queremos saber de qué va la noticia. Necesitamos este dato

para llenar el vacío del que hablábamos recién: el vacío que sugiere la supuesta

generalidad de secciones como “Ciudades”, donde se recogen temas que parecen no

calzar con las secciones ya determinadas en el diario.

No vamos a transcribir aquí el listado de temáticas que recogimos en las fichas.

Son las mismas que se pueden encontrar en cada una de las fichas que adjuntamos en el

anexo. Sí vamos a extendernos un poco sobre las conclusiones que podemos extraer de

este listado.

El listado de temáticas por agrupación queda conformado así:

1. Actividades de la academia (5): Fichas 1, 56, 57, 80, 90

2. Celebraciones por designación patrimonial (6): Fichas 2, 15, 21, 26, 27, 41

65

3. Proyectos inmoviliarios (2): Fichas 4, 38

4. Entrevistas de reacciones frente a designación patrimonial (7): Fichas 6, 7, 11, 9, 23,

18, 10

5. ¿Qué significa la designación de UNESCO? (5): Fichas 8, 12, 16, 19, 17

6. Tribunales y resoluciones (4): Fichas 24, 37, 78, 93

7. Caso pinto / pedofilia (3): Fichas 25, 34, 35

8. Experticia patrimonial (6): Fichas 28, 30, 33, 54, 89, 20

9. Actividades artísticas (7): Fichas 29, 42, 47, 95, 53, 83, 68

10. Congreso (5): Fichas 31, 43, 63, 66, 49

11. Distinción a ciudadanos (3): Fichas 36, 44, 13

12. Balances en aniversario de la designación (2): Fichas 39, 40

13. Denuncias sobre el estado de Valparaíso (5): Fichas 46, 45, 85, 58, 60

14. Ramadas y tradiciones del 18 de septiembre (2): Fichas 51, 64

15. Te deum (2): Fichas 52, 65

16. Turismo y hotelería (5): Fichas 55, 75, 76, 81, 50

17. Armada y actividad naval (2): Fichas 59, 61

18. Protección territorial, conservación y museos (7): Fichas 62, 67, 22, 77, 5, 94, 48

19. Espectáculo pirotécnico de año nuevo (2): Fichas 69, 88

20. Carnavales culturales (7): Fichas 70, 71, 92, 72, 84, 86, 87

21. Balances fin de año por sectores (3): Fichas 73, 74, 91

22. Debate económico (1): Ficha 3

23. Actividad deportiva (1): Ficha 14

Antes teníamos una preponderancia de las notas agrupadas en la sección

“Ciudades”, y ahora con los datos de “temática”, podemos decir algo más. Tampoco en

este desglose hay una sección o temática que involucre “patrimonio” más que otras. Sin

embargo, nuevamente tenemos temáticas específicas que separan las notas que

involucran el concepto: tenemos una serie de notas explicativas, sobre qué significa

“patrimonio”, casi manualísticas que son las que conforman lo que antes nombrábamos

como secciones creadas para celebrar el hito, el nuevo hito, que corresponde con la

celebración de la designación de la UNESCO. Estas fichas las reunimos en el apartado

“¿Qué significa patrimonio?”: la sección tiene que ver con un examen de mundo (los

lectores, o en Valparaíso, no se sabe sobre patrimonio), un deseo de mundo (“patrimonio

es lo que dice UNESCO, necesitamos cerrar las interpretaciones posibles”), y una

66

intención pedagógica (hay que decir qué es patrimonio). A esto, habría que sumar las

notas que arriba agrupamos como “Entrevistas de reacciones frente a designación

patrimonial”, que también tienen esa vocación: desde distintas voces, el término

“Patrimonio”, o el suceso -la designación- debe ser explicado. De momento nos interesa

eso: el medio requiere eliminar toda negentropía desde dos flancos: anulándose como

autor y seleccionando voces para sus textos, y desde la acción editorial, en textos

explicativos con el formato de notas de prensa. En las categorías siguientes

(principalmente en “Actores sociales”), abordaremos el problema de esa selección en los

términos de exclusión-inclusión que nos interesan, pero de momento nos interesa esa

doble acción, esa insistencia en la instrucción.

Esto se vuelve interesante si lo contrastamos con lo siguiente: varias de las notas

agrupadas por temática coinciden en el tipo de texto que narra las celebraciones en la

ciudad. ¿Por qué el medio considera que es necesario explicar lo que significa

“patrimonio”, cuando en la calle, los habitantes de la ciudad ya resolvieron que es algo

para celebrar?, ¿qué están celebrando entonces?, y ¿por qué el medio realiza textos

instructivos y paralelamente concede su espacio visible a las celebraciones de los lectores

a los que pretende instruir? Eso es un vacío amplio –y en la medida que vamos

completando cada una de nuestras categorías, es un vacío para poner atención- y aunque

no es nuestro objetivo final llenarlo, podemos indicar afirmaciones que habitan ese vacío,

por ejemplo, que quienes están en la calle, no son quienes el medio y los periodistas,

pretenden que son sus lectores. Por otro lado, las manifestaciones callejeras y las

personas agrupadas en esa modalidad, no son personas con su dimensión racional

activada. Esto lo podemos apoyar en una interpretación de la realidad donde el grupo

espontáneo, “la masa”, no es una entidad pensante; por lo tanto, es sólo retratable en su

momento, no en su discurso. La cita es de Martín-Barbero:

“Pero lo masivo es también mediación histórica de lo popular porque no sólo

los contenidos y las expresiones populares, sino también las expectativas y los

sistemas de valoración, el ‘gusto’ popular, están siendo moldeados por lo masivo de

manera que, como lo ha dicho Dufrenne ‘es en esa cultura en la que hoy las masas

invierten deseo y de la que extraen placer’. Y mal que nos pese a los universitarios o

intelectuales que enmascaramos con demasiada frecuencia nuestros gustos de

clase tras etiquetas políticas que nos permiten rechazar la cultura masiva en nombre

67

de la alienación que ella produce, cuando en realidad ese rechazo es a la clase a la

que le ‘gusta’ esa cultura, a su experiencia vital otra, ‘vulgar’ y escandalosa a la que

va dirigido”. (Mattelart y Mattelart, 1991, sin página)

Algo significativo es cómo las notas que tratan específicamente sobre el “hito”

seleccionado, recogen el concepto de patrimonio en mayor cantidad. Esto quiere decir

que si tenemos la celebraciones patrias como uno de los “hitos”, el tema aparece

integrado en las operaciones tradicionales de ese momento, como muestra arriba “Te

Deum”, “Ramadas y tradiciones”; y también en otros “hitos”: a fin de año, las notas sobre

los Carnavales Culturales que se celebran antes del 31 de diciembre, integran también el

concepto (y en el caso específico de “Carnavales Culturales”, recordemos que también

tenían una sección específica, con menos menciones que las que luego constatamos por

temática). Tenemos otras temáticas –por ejemplo, lo que pasa en el Congreso, o “el Caso

Pinto”- que también recogen el concepto, pero claramente, no son lo que impera en la

lista de arriba. Y ahora que las secciones han sido desmanteladas (“Ciudades” por

ejemplo, no nos servía para advertir la diversidad de temas que podía reunir),

“Espectáculos” parece una temática más fuerte de lo que nos decía en la agrupación

propuesta por el diario. Estamos considerando ahí sólo actividades artísticas, y

“patrimonio” sí es un concepto que compete ahí.

6.1.2. Patrimonio como narrativa.

Ahora tenemos un apartado que, esencialmente, se construye a través de

oraciones a enunciar. Ya comentábamos en el marco metodológico qué era lo que acá

buscábamos, pero al construir las fichas, intencionalmente dejamos un margen.

Queríamos que las fichas se convirtieran, tras el análisis, en las herramientas para pensar

en las conclusiones o abordar los problemas que nos propusimos en este trabajo. Pero

hay varias narrativas -o elementos para construir una narrativa- que atraviesan cada una

de las notas recolectadas. Decidimos consignar esta información en las fichas, y por eso

que las incluimos como un anexo, pero llegado a este punto, necesitamos enfrentarlas, y

para ello, deberán ser operativos a la comparación y el cruce. Por ello, seguiremos lo que

hasta acá ya habíamos hecho en el apartado de “Temática y sección”, donde agrupamos

oraciones que nos hablaban de la temática de la nota. Para eso necesitamos oraciones, o

68

textos operativos, y ese será un primer procedimiento que realizaremos con todas las

fichas.

Después, procederemos a agrupar y reducir cada una de ellas. Necesitamos un

máximo de cinco narrativas. Esto es un máximo arbitrario, basado en un requerimiento

práctico que nos permita tener una perspectiva reducida -pero a la vez incluyente- que

conformaremos después de varios filtros, todos ellos a disposición del lector en el archivo

correspondiente16. En caso que todavía podamos seguir cerrando el número de

narrativas, procederemos a hacerlo.

En total, realizamos cuatro pasos. Procederemos a ejemplificarlos, para mostrar

cómo las hicimos el proceso inverso a la ramificación de narrativas. Tomamos al azar la

ficha número 55, “Falta inversión privada”. Primero, tenemos el texto que aparece en la

categoría “Patrimonio como narrativa”: “Para Hormazábal, debe respetarse el carácter

patrimonial de la ciudad, ‘el que está no sólo en su arquitectura, sino también en su

paisaje natural (los cerros) y en los restos de muelles y piezas antiguas que se han

encontrado’.” Cuando Hormazábal habla del “carácter patrimonial”, identifica, negándolo,

un lugar común de lo que significa el concepto: (“… el carácter patrimonial de la ciudad, ‘el

que está no sólo en su arquitectura sino también…’”) la arquitectura de Valparaíso es su

“patrimonio”, según dice el sentido común (para “mentalidad”). Y lo real, está revestido de

una fragilidad (ver “Lugar”).

La información que tenemos en cada una de las categorías, la expresamos como

narrativa, como explicamos arriba. Para la ficha 55, queda así: “’Patrimonio’ se refiere,

antes que todo, a la arquitectura de Valparaíso”. Tenemos 95 de estas oraciones.

Pasamos al segundo momento, que se refiere a buscar afirmaciones que traten de lo

mismo, muestren coincidencias, o puedan fundirse en una afirmación más compleja. La

narrativa de la ficha 55, la juntamos con cinco otras narrativas (los números indican las

fichas): 31) "Patrimonio" es una dimensión material de la ciudad, cuya venta merece

sanción política; 55) "Patrimonio" es, antes que todo, la arquitectura de Valparaíso; 54)

"Patrimonio" es, convenidamente, el sector del centro y plan de la ciudad; 66) El daño al

"Patrimonio" arquitectónico, implica una sanción social, 91) "Patrimonio" es urbanismo

16 En el CD que acompaña este trabajo, los archivos se encuentran en una carpeta llamada “Cuadros de tabulación”. En su interior, están los procesos de cada uno de los apartados, en planillas para Microsoft Excel.

69

cuando está dirigido a los sectores históricos de Valparaíso 92) Ya está claro que

"Patrimonio" corresponde a edificios antiguos; a eso hay que sumar personajes típicos;

24) Lo "patrimonial" es una dimensión complementaria a lo psicológico: completan una

dualidad; 81) El "Patrimonio" tiene que ver principalmente con posesión material en zonas

costeras.

Con todas esas narrativas, elaboramos la siguiente: “’Patrimonio’ es un

reconocimiento a la dimensión arquitectónica de la ciudad, como escenario de los

elementos folklóricos y tradicionales de Valparaíso”.

El tercer paso implica un segundo nivel de asociación, donde dejaremos

conformadas las cinco narrativas definitivas, que ya nos sirven como conclusiones de este

apartado. (Estos pasos quedan documentados. Las planillas de Excel con cada una de las

narrativas, su primera asociación y la segunda, están presentes en el archivo digital17).

Pasamos a enumerarlas:

1) La designación de "Patrimonio" es un hito de re-fundación: el pasado reciente de Valparaíso debe negarse, por una ciudad próspera.

La designación de la UNESCO es significada como un escenario de cambio, que

destaca la alteridad de una ciudad pasada. Tenemos, por ejemplo, una ciudad

desaseada, que en ese estado, no podría procurar su condición de “Patrimonio de la

Humanidad” (Ficha número 1: “¿Sabrá el consejo de esa organización internacional que

en la capital de la Quinta región, en este puerto considerado de relevancia histórica,

existen 150 microvertederos en cerros y quebradas?”), o que ve sus características

urbanas ahora como elementos atractivos para una nueva ciudad, por una cuestión de

perspectiva (Ficha 6: “…aspectos que transformarán a la capital de la V Región en una

joya del Pacífico y no en un área enmarañado (sic) de cerros, quebradas y ascensores

viejos”). En adelante, es otra historia la que se pretende escribir sobre Valparaíso (Ficha

76: (“Sin duda, un adelanto de un 2004 que comenzó prometedor y que podría marcar la

consolidación de la vocación turística y cultural del nuevo Valparaíso, ‘modelo

patrimonial’). Hablamos de un asunto de forma: sobre el contenido del “nuevo Valparaíso”

es poco lo que se menciona. Solamente está la seguridad que la sola posesión del título, 17 En el CD, carpeta “Cuadros de tabulación”, luego “Patrimonio como narrativa”.

70

aunque nada en la dimensión material de la ciudad cambie, propone una ciudad diferente.

Mejor, pensando en el pasado presente; cercana al pasado industrial glorioso, como

sugiere la comparación con “la Joya del Pacífico”.

2) Valparaíso amplía su funcionalidad a otros territorios, por lo que debe procurarse una élite para el manejo del título patrimonial: el Gobierno Comunal probó su capacidad al lograr el título, ahora la Academia y la industria turística deben participar.

Hay una línea de narrativas que se preocupa de atribuir la total responsabilidad en

la obtención del título en el gobierno comunal: lo importante de esto que sugiere, en

adelante, que ese logro -atribuido al Municipio- es señal extrapolable a todo el proceso

que requiere el título, del cual debería hacerse cargo, de nuevo, la Municipalidad (está,

por ejemplo, el “dictado” telefónico que realiza Pinto en la ficha 7 –el artículo es una

paráfrasis de la videoconferencia que el alcalde sostuvo desde París, iniciando cada

párrafo con una presentación a su diálogo: “explicó por primera vez”, “De allí, entonces,

recalcó”, “Al respecto, adelantó”, “En todo caso, el alcalde de Valparaíso recalcó”, “Dijo

que este es un asunto importantísimo”…-; o las indicaciones para la reunión de

celebración –es celebración, de antemano- en el Municipio tras la designación de

UNESCO: “…los representantes de distintos sectores de la ciudad puerto se darán cita en

el salón de honor de la Municipalidad para manifestar su alegría y compartir junto a las

autoridades las alternativas que será factible desarrollar a partir del nombramiento de

Patrimonio de la Humanidad”). A eso, hay que añadir casi una personificación del título en

el alcalde del período, Hernán Pinto (Ficha 25, sobre las acusaciones de pedofilia a Pinto:

“…aunque el alcalde declaró inocencia y puso su militancia y su postulación en manos del

PDC, su candidatura, a los ojos de su partido, al menos a nivel nacional, abre un incierto

escenario para las pretensiones alcaldicias en el Puerto y que coincide, dramáticamente,

con la celebración del primer año de la ciudad patrimonial”). Pero la tríada de

responsables del “Patrimonio” se completa con la Academia y cierta especialización sobre

“Patrimonio” que el medio comienza a recuperar de las aulas al diario (Ficha 41: “…la

arquitecta Milagros Aguirre leyó una carta de ocho principios que constituyen el

fundamento para el inicio de un proceso de diálogo entre la puesta en valor del patrimonio

y el desarrollo de la ciudad”; la existencia de un curso sobre patrimonio en la Universidad

de Valparaíso en la ficha 57); además de una funcionalización económica que opera

71

desde el rubro turístico, que añade una vocación pragmática –ahora sí, comprensible por

la población- cuando lo hace materialmente operativo (Ficha 50: “La nominación de

Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad será otro motivo para visitar esta zona y

para incrementar la cantidad de turistas este verano”).

3) El título de "Patrimonio" es propiedad de todos los habitantes de la ciudad, por lo cual es, en esencia, un espacio democrático, aunque no lo entiendan.

Esta narrativa tiene mucho que ver con las instancias técnicas que

mencionábamos en la segunda narrativa, pero quisimos apartarla porque incluye aportes

también desde otras acepciones de patrimonio. Por ejemplo, cuando nos encontramos

que se hablaba de “patrimonio” en un contexto legal, como en la definición de una ley

sobre genética (Ficha 78), el elemento que podemos recuperar tiene que ver con una

posesión que debe ser protegida por una instancia mayor; a eso tenemos que añadirle un

carácter colectivo, donde nadie puede reclamar total voluntad (se entiende, por ejemplo,

cuando en la ficha 65 se habla del Padre Alberto Hurtado: “se ha convertido en patrimonio

espiritual de la nación”, o sea, nadie puede reclamarlo para sí). Claro que ese elemento

tiene algo de pedagógico implícito. Ambos ejemplos que hemos nombrado son instancias

de un aprendizaje técnico -el marco legal y la religión-, y, al hablar de “patrimonio”, las

narrativas lo hacen notar (Ficha 15: “No todas las personas que estaban en la calle

Condell ayer comprendieron de inmediato a qué se debía tanto revuelo. Es que pese a

que con antelación se anunció que esta semana sería de marcada tendencia patrimonial,

la comunidad porteña debió asimilar rápidamente que Valparaíso ya se había convertido

en flamante Patrimonio de la Humanidad”). Lo que queda es la aclamación: es de todos,

todos lo celebran, pero como no lo entienden, ese es el límite de la potencia democrática.

Alguien, por conocimiento, debe dirigirlo.

4) El privilegio estético que adquiere Valparaíso con la denominación de "Patrimonio" obliga al país y al mundo a situarlo como prioridad.

Se insiste en la relación que directa que hay entre “patrimonio” y los méritos

arquitectónicos de la ciudad (hasta se niega, como silencio de común acuerdo, como pasa

en la ficha 92: “Valparaíso, en su calidad de Patrimonio de la Humanidad, es más que

edificios e historia, sus personajes típicos también forman parte de la peculiaridad del

72

puerto”). Y tanto se insiste, que esa dimensión respalda reclamos desde la comuna con

las responsabilidades de las autoridades nacionales (ya lo demostrábamos en la

elaboración de la ficha 56, sobre Rapa Nui) y una posición distinguida en el orden

internacional ((“Valparaíso pasa a integrar una lista de selectas ciudades que son

consideradas “Patrimonio de la Humanidad”. En Latinoamérica y el Caribe ya son 35”,

dice la ficha 19). Lo destacable en el caso de Rapa Nui y de Valparaíso, es que cuando se

reclama atención por parte del Estado, es fundamentándose en el interés internacional. La

preocupación realiza un doble tránsito: primero, hacia el extranjero, y una vez obtenida

esa visibilidad, hacia el Estado-Nación.

5) El título "Patrimonio" establece un deber de restauración y conservación: Valparaíso ya tenía gran valor, ahora con el título se ve amenazado por elementos exógenos.

Si en la narrativa que tenía que ver con especialistas y élites decíamos que nunca

queda muy explicitado qué es lo que hay que hacer, sino quiénes tienen que hacerlo, acá

aparece una narrativa que nos puede orientar sobre la propuesta del medio. Se trata de

restaurar y conservar. Hablábamos de la intención de retorno hacia ese pasado glorioso

de la “Joya del Pacífico”; acá esa intención se hace operativa: “si bien compartió su

interés por preservar el patrimonio natural, dijo que antes es preciso resolver la

negociación con Reconsa” dice la ficha 62, en una operación del lenguaje que primero

conviene en el acuerdo común (el interés por preservar el patrimonio es innegable,

independientemente de lo que sea que se argumente después); o los llamados comités de

Patrimonio, que aparecen en Viña del Mar (38) o en Quilpué (77), que se dedican al

rescate y conservación de lugares estropeados –y no cualquier lugar: pero eso es parte

de otro apartado. Y así, después de un acuerdo conservacionista, viene la voz de alarma.

El nuevo pedestal de visibilidad que otorga el título patrimonial –y que era celebrado en

las otras narrativas que enumeramos-, acá se torna peligroso. La fragilidad está asociada

al concepto, no solamente a las razones políticas que tengan que ver con Valparaíso y la

UNESCO. En Rapa Nui, por ejemplo: “lo que preocupa es que esta es una cultura y un

patrimonio arqueológico muy vulnerables, y desde ese punto de vista, creo que no es

conveniente que llegue el casino” (67); o derechamente, desde un enfoque folklórico:

“hemos perdido la identidad porque somos un país admirador de lo extranjero” (20). Acá

damos vuelta el círculo: ya sabemos qué es lo que se puede esperar de esa élite educada

73

que deberá hacerse cargo del proceso. Porque a los ciudadanos se les confiere una

dimensión sólo analógica-aclamativa.

6.1.3. Mentalidad. Mismo proceso que el anterior con las narrativas. Sólo que en el apartado

“Mentalidad”, tenemos categorías más específicas (“Autoridad”, “Reducción” y

“Positividad”), que no siempre encontraron en las notas –así pretendíamos que fuera. Así

que no explicaremos los procesos (están detallados en el tema de “Narrativas), solamente

nos dedicaremos a presentar las frases conclusivas.

Sí tenemos que explicar algo antes. El apartado de “Positividad” fue eliminado en

esta parte. Ya explicamos en el marco metodológico por qué nos quedamos con estas

tres categorías, a partir de la propuesta de Moscovici (1984). Pero no fue un concepto

aplicable a la muestra. Primero, porque tenía que ver con la reiteración de un concepto en

un texto, y desde ahí una conclusión sobre qué es lo que sugería el uso reiterativo de tal

concepto. Pero nos parecía que la variable estaba manipulada en cuanto pretendíamos

aplicarla a nuestro trabajo: de entrada, lo que hicimos fue recolectar a partir de la

presencia del concepto. No podemos concluir sobre la excepcionalidad presencia de

“patrimonio” en la muestra, porque la misma fue construida a partir de la presencia del

concepto. Sería una conclusión forzada, y por lo mismo, una variable espuria. Así que

omitimos sus resultados en este trabajo.

Tras los tres pasos (primero, un texto reducido que nos de cuenta de qué

conclusiones sobre “autoridad” y “reducción” tiene la ficha, un primer filtro de agrupación

que juntaba afirmaciones coincidentes, y un segundo filtro donde asociamos las

afirmaciones para dejar cinco afirmaciones definitivas sobre “autoridad), los resultados en

“Autoridad” y “Reducción”:

74

6.1.3.1. Autoridad18

1) La UNESCO define lo que es "Patrimonio": el reconocimiento al pasado industrial de Valparaíso como testimonio al mundo; la Academia coincide en la interpretación y está para hacer operativo ese proceso, integrando participación.

Son los textos recolectados en el medio que cierran el significado en el concepto

“Patrimonio” en lo que diga la UNESCO -el origen del “concepto”, en lo que podríamos

llamar un enfoque de enciclopedia-, y así, tras la designación de Valparaíso como

“Patrimonio de la Humanidad”, comienzan una serie de artículos-manuales sobre las

bondades de poseer el título y los deberes que implica (sin comillas, lo que parece un

parafraseo de documentos oficiales de UNESCO, en Ficha 16: Patrimonio “es entendido

como un título mediante el cual una localidad o sitio pierde su carácter nacional para

convertirse en propiedad del mundo”; o aplicado a otra noticia, en la ficha 22: el

reconocimiento entregado a los trolebuses confirma las categorías por las cuales

Valparaíso fue declarado Patrimonio de la Humanidad, y que se condice en representar

un testimonio único y excepcional, evocador de una cultura o una civilización”).

De esta manera, “Patrimonio” se encierra como un saber técnico, y desde esa

jerga se explica, lo cual no obstaculiza la réplica en cuanto se defiende como la letra

original. Pero también en nombre de la UNESCO, los juicios editoriales del medio son

justificados: el arreglo el conveniente, pues no lo dice el medio, lo dice la UNESCO, y ya

está claro que sobre “Patrimonio”, son el organismo vigilante (Ficha 1: “¿Sabrá el consejo

de esa organización internacional que en la capital de la Quinta región, en este puerto

considerado de relevancia histórica, existen 150 microvertederos en cerros y

quebradas?”). No es raro que el medio se apoye en la palabra de la UNESCO (después

de todo, yendo al origen se acomoda al ideal de neutralidad de la prensa escrita), pero sí

ocurre que esa palabra es esgrimida como argumento para los temas que ocurren en la

ciudad (lo mencionábamos, por ejemplo, en un párrafo introductorio a una nota sobre

vertederos). Ahora, “Patrimonio” y su designación comprende una doble operación:

primero, la “letra de molde”, que corresponde a UNESCO, y luego, su aplicación en la

ciudad. Para eso, recurre a la Universidad, que reconoce como un organismo técnico, 18 Como decíamos en el marco teórico, “Autoridad”, según Moscovici: “de una persona, de un grupo o una obra que, en virtud de su competencia, declara que una información traduce un estado de hecho y que a una noción corresponde una cosa”. (Moscovici, 1984, p.705 – 706)

75

para reforzar y localizar lo dicho por UNESCO (pasa en la ficha 5, donde dos académicos

–presentando otro tema- se vuelve instancias consultivas y orientadoras sobre el título. En

la propuesta de un museo para Valparaíso, el medio explica la motivación: “… con el

propósito de reforzar el carácter único que lo distingue de otras: su vinculación con el

auge de la navegación en el siglo XIX”). Claro que esta “consulta” tiene una condición y el

medio lo deja claro en la misma Ficha 5: “Armar un museo en la ciudad que condense la

historia y el legado de la comuna y su evolución, no es una tarea fácil. Para concretarla es

necesario identificar los aspectos que debiera priorizar la ciudad…”. Es un saber técnico,

y como tal, “no es tarea fácil” (Ficha 20: “este tipo de investigaciones se tiene que manejar

sólo con especialistas que estudien con sensibilidad y a conciencia”). Aunque justamente

se destaque a la Academia en su llamado a integrar “participación ciudadana” (también

sobre “patrimonio”, pero ahora en Rapa Nui: “los habitantes de la Isla no son

considerados, y por lo mismo, no adquieren interés sobre esos resultados o sobre los

mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico cultural”), el medio

privilegia la academia y con ello restringe el diálogo sobre “patrimonio”: el concepto se

hace común en su delicadeza, y más que aprendizaje técnico, se destaca también la

“sensibilidad” de estudioso.

2) El Estado reconoce la capacidad del Gobierno comunal para dirigir "Patrimonio" en un esquema de desarrollo: requiere de probidad para orientarse al arte, la

discusión académica y la arquitectura del pasado.

Si antes hablábamos de la Academia como el lugar que el medio reconoce como

capacitado para “aterrizar” el concepto de “patrimonio”, nada de eso sería posible sin el

Gobierno Comunal –aunque, sabemos, el Gobierno Central también haya jugado un rol en

la obtención del título. Es el alcalde Pinto quien explica las gestiones en Francia, y el

medio lo parafrasea (Ficha 2: “Valparaíso vive sus últimas horas antes de convertirse en

Patrimonio de la Humanidad, de acuerdo a las gestiones realizadas por el Gobierno

(sic)…”). Las autoridades políticas no son invocadas por una labor colaborativa, sino de

causa-efecto: es el Gobierno Comunal el responsable de que, en primera instancia,

estemos hablando de “patrimonio”. De hecho, las actividades de celebración no son tales

hasta que el Municipio lo dice, respaldando su cronograma con la presencia del gobierno

central (“La algarabía concentrada no fue más que la primera muestra de un completo

76

programa de actividades que comenzarán el 11 de julio con la ceremonia que oficial…a la

que asistirá el Presidente de la República”, dice en la ficha 15).

A las autoridades políticas de la comuna se les reconoce como artífices del título, y

eso les confiere, en adelante, un conocimiento del proceso que los capacita para decir

qué es “patrimonio”. Según Pinto, una combinación de “legado histórico y eje de actividad

marítima en el siglo XIX” con el “peso cultural y arquitectónico de sus construcciones”

(ficha 7). Y siguiendo con la jerarquía cronológica del título patrimonial, desde el Gobierno

comunal también se asocia el título a un esquema de desarrollo. La conclusión es clara.

Como ellos conocen la ruta, son capaces de situar sus acciones en el espacio de las

metas, y en un esquema de desarrollo tradicional, adelante están las acciones positivas e

irrefutables (Cornejo, en la ficha 50: “Se han generado avances. Son lentos, pero han

ocurrido ciertos hitos –íconos- que han generado cierta motivación. Lo que nosotros

hicimos en la Subida Carampangue [pintando fachadas] generó un efecto que yo he

podido percibir en otras juntas de vecinos”).

3) El título "Patrimonial" significa provecho económico y restauración: esto lo sabe un rubro con experiencia en los modelos extranjeros.

Otra instancia de “aterrizaje” para el concepto de patrimonio es el gremio del

turismo. Está lo obvio: es una oportunidad clara de negocios. Pero con ello, la ciudad

debe cambiar. “La algarabía por la declaratoria de Valparaíso como ciudad patrimonial

sumó a los empresarios, operadores y dirigentes del sector turístico. Todos coinciden en

que la decisión de la UNESCO abre innumerables perspectivas para que Valparaíso y

toda la Quinta Región puedan elaborar paquetes atractivos para el turista de larga

distancia”, relata la ficha 18, pero con ello entran las propuestas: (“…falta de limpieza en

las calles, mejorar la señalética por todo el casco histórico”. Aparece la figura del “nuevo

modelo” para estar a la altura que la nueva clase mundial requiere.

Junto a eso, está la afirmación de que el “patrimonio” es un concepto que

homologa la experiencia de la ciudad con otras partes del mundo que han vivido el

proceso –de nuevo, un modelo de desarrollo con planificación externa. Y eso no tiene que

ver solamente con turismo. Un extracto de la ficha 46, que trata sobre la falta de fondos

en la labor de bomberos: “…gestiones que realiza Cornejo en Alemania para conseguir

con el embajador de Chile en Alemania, vía donación, tecnología de punta en

77

implementos para el combate de incendios, sobre todo en edificios patrimoniales, como

espuma o pitones especiales”. ¿”Sobre todo en edificios patrimoniales”? Más bien es un

argumento. La negociación con el extranjero tiene más sentido si tiene que ver con

“patrimonio”, porque es un punto en común (y como estamos hablando de mentalidades,

los puntos en común también son con los lectores-escritores).

El turismo y la valoración del enfoque, como ya decíamos, siempre es una

propuesta, pese a que se presente como equivalencia. Teníamos aseo y señalética, pero

lo claro es que “patrimonio” es la promesa de la restauración de los llamados inmuebles

históricos. Como ya hemos discutido, el adjetivo “histórico” (que podríamos invertir y decir,

“patrimonial”) no se refiere solamente a antigüedad, sino al testimonio de un momento

definido: la arquitectura que es testimonial del período industrial de Valparaíso, del

período cuando la ciudad era un puerto gravitante del océano Pacífico. Hay una serie de

notas que tienen que ver con la visita de “expertos patrimoniales” a Valparaíso –al menos

así los cita el medio- y que antes que todo, se explican el premio desde los inmuebles: “el

valor más importante es su unidad urbanística y arquitectónica…” (Ficha 33).

4) "Patrimonio" es la oportunidad del regreso al origen bohemio, poético y soñador de Valparaíso: el rubro del arte defiende esa posibilidad.

Si el legado arquitectónico de Valparaíso se defiende en todos los frentes, acto

seguido, también se replica que no es la única dimensión de reconocimiento que encierra

el concepto de “patrimonio”. Sobre este punto, quizás será más elocuente la categoría de

“reducción”, que luego pasaremos a revisar. Pero de momento, es importante destacar

como el rubro artístico también define lo que es “patrimonio”. Porque para ese momento

histórico (de nuevo, la dualidad convenida), también hay un sustento espiritual: pese al

“patrimonio” –pero entendemos, destacado por su importancia-, los porteños son “siempre

imaginativos, poéticos, decentes” (Ficha 10); personificado en residentes insignes

(Neruda, por ejemplo, en la ficha 29, a quien se homologa con la ciudad para hablar de “la

bohemia” y objetos evocadores de mar, poesía, vida artística.

De todas formas, el regreso a ese origen poético, de nuevo, encuentra la urgencia

de una especialización. Lo dice el senador Andrés Zaldívar, cuando reclama que el

Congreso debería estar en Santiago porque ahí estuvo originalmente y para que no

78

queden dudas, “porque es un edificio patrimonial” (Ficha 49). O cuando el Ministerio de

Vivienda y Urbanismo propone, tras el título patrimonial, “recuperar el centro histórico de

Valparaíso” (Ficha 91): recuperar significa modificar el espacio físico actual para que se

parezca a un anterior; ya decíamos cuál ese es modelo anterior, y también sabemos que

cuando dice “centro histórico”, no solamente se refiere a una demarcación territorial

(sobre eso, nos extenderemos en el aparatado “Lugar”). O cuando un candidato a

diputado, Alex Avsolomovich, justifica sus rayados de propaganda política porque “no se

hicieron en el sector patrimonial” (Ficha 66). Todo esto habla de cómo “patrimonio” es un

justificativo de políticas públicas, que desde un apoyo “espiritual”, actúa en el trato –y ese

trato es a la vez, justificativo de otras acciones- de un sector demarcado por un organismo

internacional, pero antes, demarcado por un acuerdo que aparece en el “rescate” del

pasado.

5) "Patrimonio", antes que un título, también apunta a la propiedad privada, y por tanto, el cuidado de la ciudad es primero responsabilidad privada.

En el listado de fichas que incluimos en la operación de “Autoridad”

inmediatamente anterior, se incluye la Ficha 58, en que el director del Festival de Cine de

Valparaíso, Alfredo Barría, separaba el reconocimiento de la UNESCO, el “patrimonio” del

organismo internacional, de los problemas propios –entendemos, naturales- de una

sociedad de mercado: “…la ley de la selva impera en las calles…y en particular en una

ciudad patrimonio de la UNESCO, sujeta a la lógica de mercado, entra en radical

contradicción”. Es quizás una de las pocas alusiones explícitas y directas al valor

económico de “patrimonio”, que en ese caso, entra en incompatibilidad. Pero como

veíamos en el apartado que trataba del turismo, “patrimonio” tiene una cuota conceptual

en cuanto a valor de cambio en una sociedad de mercado. Y desde las otras acepciones

de “patrimonio”, así se induce también. Bastante más especializado –y por ello, según

estamos trabajando en este apartado de “Autoridad”, más duro a la réplica- es la

interpretación del concepto desde la jerga legal. En el contexto legal, queda bastante claro

que “patrimonio” es una forma para hablar de posesión, de propiedad privada (Ficha 93.

por ejemplo; o en la Ficha 37, titulada “Viña lidera delitos económicos”: con esos dos

elementos –“delitos” y “económicos”- además de la presencia de fiscales y Ministerio

Público, ya podemos hablar de “patrimonio” y no referirnos al proceso de la UNESCO).

Pero también tiene una cuota de colectividad. Podemos entender, quizás el uso de

79

“patrimonio” en las acepciones legales como una forma de estandarizar la propiedad

privada: cuando una posesión está puesta en una situación de escrutinio neutro (por

tanto, un dato intercambiable, aplicable a todo lo que esté en juego), puede expresarse

como “patrimonio”. Y así podemos leer también cuando las posesiones de una ciudad –

sabemos que no es de todos y cada uno de los habitantes de la ciudad, en rigor, pero es

una forma de ganar interés- son expresadas como “patrimonio”: “Todos y la mayor parte

de las empresas que quieren marcar presencia quieren estar en Viña. De ahí que

tengamos que cuidar este patrimonio. Especialmente en el tema del aseo…” (Ficha 79).

6.1.3.2. Reducción.19 1) Con el título de "Patrimonio", Valparaíso se asegura la entrada a una elite global, marcando un nuevo comienzo para la ciudad con la posibilidad de recursos que promete el nuevo turismo. “Patrimonio” es integrado en una división preexistente de países clases. Esto

puede apoyarse en modelos de desarrollo modernistas. Pero esa élite también es

presentada dentro de prejuicios de clase (en la ficha 1, por ejemplo, en esa nueva

categoría no cabe “la mugre”, “malas costumbres” y “la vergüenza”); a la vez que puede

ser tasada por indicadores estadísticos comunes, presentados en un ranking, como una

clasificatoria (en la ficha 19: “En Latinoamérica y el Caribe ya son 35”, “A México le sigue

Brasil con un total de siete ciudades”, “Con tres ciudades aparece Perú”, “En Sudamérica,

algunos países que sólo tienen una ciudad son Venezuela y Uruguay”). El acceso, de esta manera, se convierte en la opción concreta –concreta, porque

la respaldamos con estadísticas internacionales, porque un organismo neutro así lo

decide- de una refundación de la ciudad. Y la ciudad lo expresa en la manera en que

marca sus hitos de renacimiento. Por ejemplo, en la ficha 21, sobre las celebraciones por

el título de la UNESCO: “Uno de los puntos centrales anunciados para la ceremonia

tendrá lugar a las 21 horas cuando el alcalde de inicio al espectáculo pirotécnico que se 19 Para una explicación de este concepto, referirse al Marco Metodológico. Insistiremos en algo: “a la matriz de las nociones e imágenes de una representación social (…) debe poder ser reemplazada en una serie de otras informaciones que ya han recibido esta carga (…). Nuestro sentido común anticipa la unimidad de las experiencias (…), por consiguiente, en lugar de rechazar apresuradamente la nueva información, o de modificar su juicio, la persona intenta diversas maniobras” (Moscovici, 1984, p. 706).

80

desplegará en el Puerto”. El juego pirotécnico, reservado para el año nuevo, es adecuado

para explicar la recepción del título patrimonial, e individualmente, los actores de la ciudad

así lo respaldan, al elegir una terminología de cambio: “la vocación turística y cultural del

nuevo Valparaíso” (Ficha 76).

El nuevo comienzo y la clase mundial se funden en una de las cosas que

Valparaíso ya venía desarrollando como posibilidad productiva, y que abraza la

refundación y la categoría ganada: el turismo. Es el turismo, por excelencia, el que explica

el “modelo patrimonial” (ficha 76). Ya mencionábamos en “Autoridad” esta capacidad del

gremio para integrar el concepto, pero acá se hace muy patente. Es un nuevo turismo -

todo esto es parte de ser “patrimonio”- y, sin embargo, los empresarios hasta tenían listo

el nombre: “turismo de larga distancia” (ficha 18: “El turista de larga distancia, ese

visitante codiciado por los balnearios de elite por su alto nivel de gasto y gustos

refinados”; “el visitante de larga distancia, cuyos intereses son culturales”). Todas las

propuestas se basan sobre palabra común de que Valparaíso es una ciudad en

depresión. CORFO, incluso, llega a postular que en Valparaíso hay que desarrollar “la

industria del patrimonio” (ficha 73).

2) "Patrimonio" se funde con otros conceptos: monumento nacional, arte, o algunas frases hechas (tiempo pasado, gran responsabilidad, biblioteca universal).

En esta sección de “Reducción” decidimos incluir todos los conceptos que parecen

fundirse (o ser intercambiables) por el de “patrimonio”. Está el concepto de “monumento

nacional”: en una nota de julio de 2004, mientras en la misma página se anotan las

celebraciones por el primer aniversario desde la designación de Valparaíso como

“Patrimonio de la Humanidad”, una nota titula: “Nueva nominación” (Ficha 26). Se trata,

luego nos enteramos, de la postulación del Cerro Panteón a “Monumento Nacional”,

aunque en lo práctico, en el título, debemos integrar “Monumento Nacional” a “Patrimonio

de la Humanidad”. El vínculo lo hace explícita el medio: “estos campos santos que se han

transformado en un nuevo centro de atracción turística”. A la vez, “Patrimonio” no puede

someterse al lucro, y merece una protección merecida de su condición: “Es Valparaíso el

que tiene que sentirse tranquilo de que no se va hipotecar su patrimonio” (ficha 4); la cita

es sobre las protestas que hacen agrupaciones ciudadanas para evitar la venta de los

terrenos de la Ex Cárcel. Sabemos que el polvorín de ese edificio ha sido declarado

81

“Monumento Nacional”, pero más importante que la condición formal del edificio, es la

defensa, que al nombrarlo “patrimonio” (y no al revés) se puede entender que no se

puede vender. O al menos no por un lucro explícito. De la misma forma, “patrimonio” es

homologado a “cultura”, que a su vez es homologado a “arte”. El nombramiento se celebra

con arte (“durante la tarde de ayer se inauguró la exposición fotográfica…”, “la muestra

del escritor Jorge Amado”, “la participación del músico Horacio Salinas”; todas actividades

de los Carnavales Culturales, en el marco de jornadas “patrimoniales”), o, nuevamente,

los conceptos se funden en ofertas para visitantes foráneos: el Valparaíso patrimonial

ofrece “una amplia oferta cultural, clave para los inquietos estudiantes” (ficha 80).

Y así como una denominación técnica sirve para acercar el concepto de

“Patrimonio”, también lo hacen una serie de frases hechas, de mecanismos del saber

común. La más frecuente, y que ya hemos reseñado, es que “todo tiempo pasado fue

mejor”, y qué mejor que la canción-himno de la ciudad puerto: “(Patrimonio y sus

consecuencias)… transformarán a la capital de la V Región en una joya del Pacífico y no

en un área enmarañado (sic) de cerros, quebradas y ascensores viejos” (Ficha 6).

También, cuando hablábamos del ingreso a una clase mundial, tenemos que agregar

como el concepto de “patrimonio”, más allá del título de la UNESCO, se refiere a una

posesión universal, a una región material, pero también de saberes, que la Humanidad

debe proteger. Son los ideales iluministas -esos que describen “las maravillas del mundo”,

familiarizados con los viajes de descubrimiento y clasificación emprendidos por los

divulgadores naturalistas- los que ponen piso para el concepto de “patrimonio”: el premio,

en un concurso literario es integrar el “Patrimonio cultural escrito” del mundo (ficha 68).

Por último, una idea reiterada en las reacciones al nombramiento es que, siendo el la

designación como “Patrimonio de la Humanidad” un hecho innegablemente positivo, hay

que tener cuidado. Por algo bueno, viene algo peligroso, al menos. O en palabras del

asesor presidencial de cultura Agustín Squella –parafraseando, curiosamente, el leit motiv

de la película “Spiderman”: “un gran poder trae una gran responsabilidad”-: “lo que

Valparaíso ha conseguido es a la vez un bien y una responsabilidad” (ficha 23)

3) "Patrimonio" es un título global a la comuna, que se entiende en dos dimensiones: tangible (arquitectura y edificios) e intangible (lo mágico, las personas).

82

Aparte de las notas que definíamos como del estilo manual (esas noticias

explicativas, donde el parafraseo a la UNESCO dirigía todo el texto), nos encontramos

que las notas describen el título de “Patrimonio de la Humanidad para la totalidad de la

comuna. Pese a que también esté presente el reconocimiento al casco histórico o a los

“edificios históricos”, el logro –y más importante, los beneficios o deberes que se

adquieren con la nominación- son extensivos para la totalidad de la ciudad. Este punto lo

desarrollaremos más profundamente en el apartado de “Lugar”, pero de momento nos

interesa cómo el concepto se acomoda, sin problemas, a un espacio distinto (en la ficha

57, por ejemplo, un alumno del curso de “Patrimonio de la Universidad de Valparaíso” se

muestra entusiasmado por un viaje a Brasil, en el encuentro de dos instituciones “que

pertenecen a dos ciudades que son Patrimonio de la Humanidad”).

La totalidad de la que hablamos se entiende mejor con una apropiación de una

dualidad técnica –en una tradición sociológica que ya describíamos en el marco teórico-

que entiende el “patrimonio” como una dualidad tangible/intangible. Justamente, donde

esta categoría de “Reducción” es más provechosa, es en advertir como estos conceptos

científicos o propios de un saber restringido, son “bajados” al sentido común. Pues bien: la

dualidad tangible/intangible es de habla común en estas notas. “Entidades italianas y

españolas generarán un debate en torno a los elementos concretos e intangibles que la

dan la impronta patrimonial a Valparaíso” (ficha 5); “… se trata de una instancia que

reconoce el patrimonio tangible de las ciudades, en las que se engloban sus edificios,

espacios públicos y bellezas naturales, así como lo que se entiende como patrimonio

intangible, que considera el imaginario de la comunidad que vive en sus límites” (ficha 16);

una lectura de foto que dice “Es Patrimonio intangible de la Humanidad”, sobre bailes de

Colombia (ficha 87); “el patrimonio intangible es mucho más poderoso que el físico” (ficha

17), “la arquitectura es uno de los elementos que conforman esa condición patrimonial. El

resto obedece al patrimonio intangible” (ficha 20). Todas son formas de “traducir” el tema

de lo tangible/intangible, que, como presentábamos en el marco teórico, es más bien un

punto en discusión que un supuesto aprobado por la UNESCO, o el mundo académico en

general. La simplificación, sin embargo, la resuelve así: lo tangible es lo material, edificios

y arquitectura; lo intangible, la gente y las actividades que hagan, incluyendo lo que

piensen. Por supuesto, para la segunda parte, hay un campo de ambigüedad tremendo,

que se resuelve en los prejuicios de la localidad (los colombianos bailan, los brasileños y

sus mulatas, Valparaíso y sus personajes).

83

4) El proceso de obtención del título de "Patrimonio" es descrito como un triunfo

deportivo: cobertura minuto a minuto, contactos a la salida de la "cancha", celebración a las calles, himno patrio espontáneo, ranking de clasificados, triunfo del humilde.

Comentábamos la correspondencia del proceso con el sentido de pertenencia a

una élite patrimonial. Y si el listado de países, era presentado como un ranking,

postulamos que en la descripción del proceso de postulación, el medio lo explica a través

de la figura de la cobertura deportiva. Lo explica, decimos, pensando que el medio

conserva la vocación pedagógica que está en los fundamentos de la prensa escrita. El

tema técnico –una votación de un consejo de antropólogos, sociólogos, políticos, lobbistas

y demás presentes- es bajado en las figuras de un encuentro deportivo internacional. El

minuto a minuto (“el análisis de la candidatura porteña tomó más tiempo de lo esperado”,

“las categorías con las cuales se presentaba Valparaíso parecían escasas”, en ficha 7), el

himno patrio que estalla (en la misma ficha), hay sirenas, bocinas, expectación hacia un

hecho que pasa afuera (“en un asomo de lo que promete ser un carnaval”, ficha 8), y la

multitud que va a celebrar al Municipio (“demostraciones de alegría que espontáneamente

se juntaron a los gritos de porteños”, “un improvisado ‘chichichi lelelé’”, ficha 15). A todo

eso, una reacción que se queja del “chaqueteo” de adentro del país cuando afuera

estamos ganando (“’estamos a la espera de un reconocimiento que viene desde afuera,

como Patrimonio de la Humanidad, porque desde el propio país no nos dan nada’”, ficha

3). Y después, a la hora de los balances, las figuras permanecen: “Si bien a fines de 2004

Valparaíso se ganó una ‘tarjeta amarilla’…”, en la ficha 44. Si se puede pensar en un

reconocimiento del Estado sobre dimensiones populares con el fin de obtener legitimación

y construir “Nación” –como ocurrió en Latinoamérica y sus populismos-, también podemos

pensar en un segundo movimiento, en que el Estado y sus delegados pasen a

identificarse con la figura del deportista. Existen fuertes argumentos para entender este

giro: “Los héroes deportivos, en tanto íconos del concepto republicano de igualitarismo

propio de las sociedades modernas, interpelan a los ciudadanos en su condición de

simples mortales, a reconocerse en la idea de meritocracia que supone la igualdad formal

de oportunidades y de acceso a los recursos” (Alabarces, 1998)

84

5) "Patrimonio" se entiende en dos opuestos simples: "Patrimonio" es lo bueno en los balances del año, opuesto a lo malo, que es la carencia de la ciudad presente en

Valparaíso.

Una de las conclusiones que habíamos considerado de otros estudios que

trabajaban con el tema de inclusión y exclusión en los medios de prensa, era la que

constataba cómo la ciudadanía es distribuida en categorías que no admiten matices

intermedios, o que generan extremos artificiales (Hernández, 2002). En la discusión sobre

el concepto de “patrimonio”, no topamos con la misma estrategia. Si bien no nos queda

claro que la designación y sus aniversarios sean oportunidad para realizar “juicios de

residencia”20 (más bien parece lo contrario: ya mencionábamos la figura de la gesta

deportiva, y dicha operación requiere de triunfadores; las celebraciones, los bocinazos, y

la multitud se dirige a la Municipalidad a entregar su tributo, tal como los deportistas

celebran desde el balcón del Palacio de la Moneda), dos de los hitos seleccionados para

la recolección de noticias coinciden con un período de balances: Año Nuevo y el

aniversario de la designación como “Patrimonio de la Humanidad” en Valparaíso.

En este espectro, más que propicio para la estrategia de los opuestos simples,

“Patrimonio” ocupa el extremo de los logros. El balance siempre debe ser presentado

estos dos extremos y lo dice el asesor de Cultura, José Weinstein: “Como todo balance,

tiene de dulce y agraz”, en la ficha 27; pero tras la convención de normalidad, viene la

particularidad: “vamos a hacer un balance de lo que ha ocurrido este año, en el cual

Valparaíso se ha convertido en patrimonio que no sólo es de los porteños, sino de todos

los habitantes del planeta. Veremos cómo ha avanzado la ciudad para hacerse

merecedora de esta distinción”. Se trata de situar “Patrimonio” y la designación en el

extremo de éxito por el cual se evaluará, en adelante, la ciudad. Así, además, se

desproblematiza. No hay ninguna duda que “Patrimonio” es bueno porque de entrada ya

está en ese extremo, eliminando cualquier noción de proceso que conlleve. Y así,

además, lo que es “malo”, lo que se quiere atacar, se sitúa contra el “Patrimonio” (Ficha

35, Pinto, en su conato personal con una delegada para la postulación al título: “Si lo que

se quiere es obstaculizar la repostulación de esta ciudad, fue bueno que nombraran a

ella”). En la Ficha 39, lo bueno es ilustrado con una foto de la restaurada subida

20 En años de la Colonia, cada vez que un gobernador terminaba su período de mandato, era sometido a un juicio público donde se contrastaban sus promesas, se hacía revisión de las arcas, y se respondían acusaciones.

85

Carampangue, lo malo, hoyos y perros vagos; Cornejo en la Ficha 40 saca un “saldo

positivo” del proceso patrimonial, donde la resta es el compromiso estatal (“no siento que

haya un compromiso del Estado de Chile”); en la ceremonia del Te Deum (ficha 52), el

cura describe “Patrimonio” como “un nuevo espíritu de fuerza, confianza y optimismo”,

versus “el flagelo del desempleo” o las vidas “frívolas o superficiales” que se usan en la

ciudad; el medio lo sitúa en la casilla de “lo bueno” cuando elige, a fin de año, “lo bueno,

lo malo y lo feo” (Ficha 74: “un año que quedó marcado con los éxitos de la designación

de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad y como Capital de la Institucionalidad

Cultural”). Como vemos, distintos actores (Pinto, Cornejo, Monseñor Gonzalo Duarte, por

nombrar algunos ejemplos) atacan a sus rivales (un nuevo delegado político, un Estado

que no envía recursos, las vidas frívolas) poniéndose del lado de “Patrimonio”. Esta

operación nos dice algo significativo: el acercamiento intuitivo -y los que nos interesa, la

noción de sentido común que aplican cada uno de estos actores- asume de inmediato que

“Patrimonio” es algo bueno. Que no se toca, que no se cuestiona, y, por lo mismo, es

tremendamente maleable como argumento. Las intenciones de cada uno de los actores

no son el objeto de análisis de este trabajo, pero el concepto “patrimonio” sí. Y con esta

operación, que resuelve de inmediato, lo que tenemos es un concepto clausurado.

Cerrado en la aprobación, naturalizado en su bondad, separado de su proceso, y estático

en su definición de logro.

86

6.2. Reconocimiento de actores sociales

Para la sección que acá nos ocupa, teníamos dispuestos tres procesos: el listado

de actores que participan en la nota donde aparece el concepto de “patrimonio”, el tipo de

reconocimiento identitario (si corresponde al “rol” o efectivamente a un “reconocimiento

identitario”), y, por último, la validación de los actores. Elaborando las fichas -y pensando

en una posterior tabulación de los datos- convenimos que era más apropiado, por fines

prácticos, anotar inmediatamente, junto a la descripción de cada uno de los actores, el

tipo de reconocimiento. Este valor lo expresaremos situando una letra “A” o “B” al final del

actor descrito (donde “A” es para un reconocimiento por “rol” y “B” para un reconocimiento

por identidad). Por eso, en cada una de las fichas, dejamos en blanco el punto 2.ii, ya que

en ese sistema original, reiterábamos los actores de 2.i, quedando una ficha demasiado

cargada. Así, contenemos la misma información, pero expresada de una manera más

práctica y de mejor acceso para el trato que necesitamos darle en esta etapa de

conclusiones. Pensando luego en el análisis de los datos, decidimos integrar los tres

puntos en una sola tabla de Excel. Con esto nos comprometemos a una tabla muy grande

–finalmente, se extendió más allá de 300 filas-, pero también nos ahorramos la

elaboración de una segunda ficha, y una segunda etapa para comparar entre dos tablas

distintas. Ese tercer dato lo integramos en una tercera columna para cada categoría,

titulada “Valoración del actor”, donde AA es “Actor de la acción”, AD es “Actor del

discurso” y OD es “Objeto de discurso”21.

Elaborando las fichas propusimos anotar cada vez que aparecía un actor, y

cuando el mismo actor se repetía en la misma noticia, lo anotábamos entre paréntesis

junto a la primera vez que lo consignábamos. Para la tabulación, omitimos esa reiteración,

sólo acudiendo a ella para que el actor pudiese aparecer en la tabla mediante una

expresión que comprendiera la invocación del actor en el texto (si la primera es “Pinto”,

pero en el texto se aludo exclusivamente a “Pinto” en su rol de “alcalde” –y las siguientes

reiteraciones así lo explican, anotaremos en la tabla “el alcalde Pinto”).

21 Para revisar estos datos en la tabla, remitirse al anexo digital en el CD. La carpeta “Cuadros de Tabulación” y luego sobre “Reconocimiento de actores”.

87

Figura 3: Extracto sobre datos tabulados de Reconocimiento de Actores.

6.2.1. Actores sociales que participan en la nota.

Primero, despejemos algunos factores. Cuantitativamente, la categoría de actor

social que más se reiteró fue “Política”. Registró 401 actores anotados, contra 304 de

“Públicos no organizados”, 241 de “Trabajo y producción”, 143 de “Actores con densidad

organizacional”, 106 de “Actores identitarios y 43 de “Poderes fácticos”. Cuando nos

dispusimos a realizar esta clasificación, nuestro objetivo último nunca fue cuantificar cuál

sería la categoría que tendría más anotaciones (las categorías son medios de trabajo, no

realidades a validar), y por lo tanto, si en algo nos aporta este dato es en que el medio,

claramente, está prefiriendo –“viendo”- en un primer nivel de inclusión a los actores que

son identificados mediante un puesto formal de pertenencia a las estructuras de Estado

(por lo tanto, una de las categorías compatible con las estructuras propias de la

Modernidad). No necesariamente estamos afirmando que “patrimonio” sea un concepto

principalmente discutido desde la categoría política, aunque el cruce de datos ya lo

sugiera de alguna manera. Lo decían las narrativas extraídas de “Concepto de

88

Patrimonio” y “Mentalidad”: hay un reconocimiento de la autoridad comunal amplio, que ya

reseñamos en esos apartados (por destacar algunos ejemplos claros, la segunda

narrativa de “Concepto de Patrimonio” dice “Valparaíso amplía su funcionalidad a otros

territorios, por lo que debe procurarse una élite para el manejo del título patrimonial: el

Gobierno Comunal probó su capacidad al lograr el título, ahora la Academia y la industria

turística deben participar”; como también la segunda narrativa de “Mentalidad –

Reducción: “El Estado reconoce la capacidad del Gobierno comunal para dirigir

“Patrimonio” en un esquema de desarrollo: requiere de probidad para orientarse al arte, la

discusión académica y la arquitectura del pasado”). Es sin duda un aporte para confirmar

la importancia y preferencia que tiene la un puesto formal político para incluirse en la

discusión sobre “Patrimonio”. Pero de acá nos interesa también lo que pueden decir la

segunda y tercera columna, sobre el “Tipo de reconocimiento” y la “Valoración del actor”,

y también podremos discutir sobre cuál es esa inclusión. De entre todos los actores

anotados, van unos datos22:

Categoría de actores

Número de actores listados

Tipo de reconocimiento Validación de los actores

Rol Identidad Actores de la acción Actores del discurso Objeto de

discurso

1. Trabajo y producción 241 224 17 53 39 52

2. Política 401 239 2 30 43 63

3. Públicos no organizados 304 227 14 22 0 124

4. Actores con densidad organizacional 143 130 13 32 26 34

5. Actores identitarios 106 66 40 8 0 36

6. Poderes fácticos 43 34 8 4 3 11

22 Si en la tabla que se presenta, no coinciden los totales de “número de actores listas” con la suma de “Actores de la acción”, “Actores del discurso” y “Objeto de discurso”, es porque estas categorías pueden adicionarse: un actor determinado puede ser, simultáneamente, “Actor del discurso” y “Actor de la acción”, y así todas las variaciones entre las tres categorías.

89

6.2.2. Tipo de reconocimiento

Podemos concluir que el medio prefiere una identificación por medio del rol en

todas las categorías listadas: esto, desde una diferencia categórica. Si bien, al proponer

las categorías de actores de Garretón lo hicimos desde la necesidad metodológica de no

seguir proponiendo una matriz tradicional, el medio sí se vale de una concepción

tradicional –de las categorías propias de una matriz “moderna”- de los actores sociales

cuando los presenta, en su mayoría clara, desde el rol. Significa que la posición del sujeto

dentro del esquema de producción es la marca más presente en la descripción y

reconocimiento que el medio realiza en las notas donde la discusión sobre “patrimonio”

está presente. Pero también llega a explicar otro de los datos que nos entrega este

listado. En un esquema tradicional, como el que revisa Garretón, los dos grandes ejes en

los cuales se dispone el sujeto corresponden, uno, a su condición laboral, y el otro, a su

condición respecto al Estado: desde esos vectores es que se califica al sujeto. No deja de

ser relevante, entonces, que el actor que más menciones registra es el que corresponde –

ahora en la matriz propuesta por Garretón- a los actores de “Política”. Ya nos permite

decir que los actores que van a poder participar de la discusión sobre “patrimonio” en este

medio deben guardar cierta correspondencia con los ejes tradicionales de “trabajo” y

“Estado”.

No basta, entonces, que a través de los artículos, el medio llame la atención sobre

“la participación” ciudadana, que reclame sobre la necesidad de “respetar las identidades”

de la ciudad, o que destaque la relevancia de la diversidad de Valparaíso: todas esos

llamados corresponden, más bien, a afirmaciones permitidas dentro de la discusión, a la

mentalidad haciendo legítimo y posible un proceso patrimonial; por medio del

reconocimiento de actores que acá constatamos, el medio ya está cerrando las

posibilidades de inclusión a los actores que transiten por marcas identitarias que

sobrepasen este orden –la matriz moderna- de dos ejes. Los actores del discurso son

individualizados y su cargo es pase de entrada a la vocería pública: “el vocero de La

Moneda, Osvaldo Puccio”, “el director de ese organismo, Daniel Álvarez”, “Silvia Fajre,

subsecretaria de Patrimonio de Buenos Aires”, “Alex Avsolomovich (DC), candidato a

diputado”, “el vicerrector académico de la Universidad de Viña del Mar y miembro de la

comisión, Eduardo Testart”. Es el rol el que está hablando, es el rol el que encuentra su

justificación de contingencia –sea o no el actor de la acción- y luego es la voz directiva y

90

oficial de cada estamento de Estado o laboral la que entrega su discurso en las notas:

todo, reafirmación de las expectativas que el mismo rol sugiere.

Resuelto esto, tampoco sorprende que las categorías menos cercanas al eje

tradicional para la clasificación de actores sociales, hablamos de “Actores identitarios” y

“Poderes fácticos”, sean los menos presentes en la lista. Como tampoco que en esas

categorías, los actores identificados sean, mayoritariamente, objetos de discurso. Y al

contrario de lo que anotábamos sobre esos actores de “Política” o “Trabajo y producción”,

los actores listados responden a una generalidad nominativa: “La gente de Valparaíso los

que están y aquellos que han partido”, “autoridades, tanto comunales como regionales”,

“el chileno medio”, “los pobladores”; y a una individualidad más o menos indeterminada

que escapa a cualquier categorización, pero que muestra, de todas maneras, una alusión

organizativa, “al margen del juego democrático” (Garretón), que la incluye en el trazado

del orden discursivo como “poderes fácticos”: “Grupos económicos”, “La comunidad

internacional”, “El equipo de Lagos en La Moneda”, “buenos amigos en La Moneda”.23

6.2.3. Validación de los actores

Hay, sin embargo, una categoría que exhibe una generalidad incluso más inasible:

la de “Públicos no organizados”. Claro, el mismo título de la categoría nos expone a

actores “dispersos” en su individualidad o espontaneidad; pero en este caso, en este

trabajo, la categoría nos sirve más bien para dilucidar algunos actores que no calzan

dentro de las explicaciones –del mundo posible- que encuentra el medio para situar esta

discusión sobre “patrimonio”. Acá opera cierto filtro, algo que llamaremos “de exclusión

iluminista”, sobre todas las marcas de actores que aludan a generalidades. En esta

categoría, sumamos varios de ellos (“La gente”, “Los transeúntes”, “Una señora”, “El

público”, “curiosos”, “turistas”); todas formas de denominar una generalidad pasajera, una

pertenencia efímera que no tiene potencial político nominativo. Insistimos en nuestro

enfoque paradigmático sobre los medios –más bien, una precaución permanente-: lo que

en estas páginas aparece escrito, en las ediciones del diario analizado, no corresponde a

23 Una anotación sobre la recolección de datos: incluimos entre “poderes fácticos” también a los actores identificados desde su puesto en una institución religiosa. Aunque Garretón no especifica sobre tal institución –históricamente, podría confundirse y fundirse con el Estado-, acá la lo interpretamos de tal manera que la Iglesia, con su poder al margen del juego democrático –y esto no es ningún juicio-, corresponde a un poder fáctico.

91

un reflejo de realidad. Y es por eso que hablamos de una “exclusión iluminista”; cuando

nombramos a estos actores-generalidades no lo hacemos desde una indiferencia

descriptiva: aparecen para denominar aglomeraciones, celebraciones callejeras, públicos

espontáneos, “la voz del pueblo”, turbas que no se comportan por el orden. Todo va

conformando esa percepción irracional sobre lo masivo, cuando sabemos que “lo masivo”,

es también una manera de encerrar dentro de una denominación, lo que trasciende el

orden, lo que se denosta por intrascendente dentro del idealismo racionalista de una

sociedad funcional (incluso desde posiciones críticas de tal modelo: “la regresión de las

masas consiste hoy en la incapacidad de oír con los propios oídos aquello que aún no ha

sido oído, de tocar con las propias manos algo que aún no ha sido tocado, la nueva forma

de ceguera que sustituye a toda forma mítica vencida” [Adorno y Horkheimer, 1969, p.53).

Lo que queremos decir es que tras estas generalidades –“la gente”, “la turba”- hay

reducciones evidentes, y la omisión de una serie de actores que, bajo un rótulo irracional

y masivo, pierden potencial político en el silencio adjudicado. ¿Quiénes son los actores

omitidos tras los rótulos de “gente”, “público”, o “masa”? No lo podemos conocer

totalmente sólo refiriéndonos a nuestro corpus de análisis. Sí podemos ya aislar

características que escapan de las marcas de inclusión, para entender a los actores

excluidos: a) Cuando los sujetos no adhieren, incidental o permanentemente, al orden

trazado por una programación municipal: descripciones frecuentes cuando se habla de

discreciones en el funcionamiento, por ejemplo, de los Carnavales Culturales (en ficha 71:

“una turba que entró de forma desesperada al teatro (…), el desorden se produjo por…

muchas personas sin invitación”); b) cuando los sujetos se disponen como consumidores

–pasivos, en este esquema de denominaciones- y a la vez, ciudadanos requeridos, para

el correcto funcionamiento del servicio turismo (en la ficha 6, el consejero de Cultura

“llamó a la comunidad a conservar tan noble título”, pero luego “comunidad” es

intercambiable por “habitantes”, y finalmente, el llamado se centra en la funcionalidad que

puedan tener con el plan comercial del Estado: “que los habitantes asuman la ciudad

como de ellos”); cuando los sujetos son invocados como interlocutores ideales para las

condiciones que procuran los sujetos individualizados (significa hablar de “un actor del

actor”. Por ejemplo, pasa cuando una descripción del alcalde Pinto deviene en

generalidades dependiendentes de un actor: “sus detractores”, “sus partidarios”).

La discusión reitera cierta convicción: la única forma que tienen los actores

excluidos –omitidos- de granjearse publicidad en la esfera del patrimonio sigue siendo la

92

capacidad asociativa. Esto, sin embargo, puede ser resuelto de la peor manera: cuando la

contingencia o las naturalezas asumidas del problema se imponen a la capacidad de

reconocer sujetos –por ejemplo: la presunción de “patrimonio” como un tema mercantil

sólo permite ver “turistas” en las identidades que llegan desde el extranjero- resulta en

generalidades simples, que el medio resuelve desde el “asunto”. Es por eso que los

actores que listamos bajo la categoría “Actores con densidad organizacional” nos hablan

de cierta “oficialidad protocolar” al discutir patrimonio (muy presente la UNESCO, su

“comité de Patrimonio”, “sus delegados”, “la representante de Icomos”, “Comisión de

promoción turística”); como también de una terminología tradicional de asociatividad para

reconocer a los sujetos (gremios, sindicatos, asociaciones vecinales: “Juntas de vecinos”,

“Círculo de Escritores de Valparaíso”, “el Colegio de Arquitectos de la V Región”, “el club

deportivo Santiago Wanderers”, “Sindicato de Travestis ‘Afrodita’”); todas marcas de

identidad aplicadas desde una matriz previa, que acá demuestra su incapacidad para

reunir a la diversidad que la trasciende, así como tampoco es capaz de comprender a los

sujetos privilegiados –políticos, oficialidad patrimonial, profesionales de la restauración,

humanistas- en su potencial de convocatoria o representación.

6.3. Proyecto de ciudad

Para la interpretación de los datos obtenidos, seguimos un procedimiento similar al

que aplicamos en los apartados de “Concepto de patrimonio”. Se trata de extraer una

oración que sea capaz de comprender lo principal en cada apartado (Estado, Ciudadanía,

Diversidad, Lugar), para que sea así posible agrupar las 95 afirmaciones, hacer cruces y

relaciones, y realizar conjuntos que entre ellos estén hablando de lo mismo, aportando

detalles para una idea mayor. Luego, un grupo inicial –entre 10 y 20 oraciones- es

reagrupado por medio de una nueva operación de relaciones y asociaciones. Así, nos

quedamos con las cinco afirmaciones para cada apartado, que explican cuál es el papel

de estas cinco categorías en la proyección de una nueva ciudad a partir del nombramiento

como “Patrimonio de la humanidad”.

6.3.1. Estado:

93

1) A través de su condición de gestor, el Estado debe asumir un momento de refundación, desde la planificación técnica y orientada a objetivos materiales de

conservación.

Una primera afirmación que nos viene a confirmar que no hay dudas sobre la

asignación de responsabilidad en la designación patrimonial. Es el estado, “en su

condición de gestor”, el que permite tener el título. En ese sentido lo destacamos: insistir

en ese reconocimiento de responsabilidad. Aunque este apartado –“Proyecto de ciudad”-

está más orientado a las proyecciones que pueden realizarse desde las notas, de todas

maneras nos sirve esta confirmación: recordemos que acá consideramos, releyendo a

Rama, que el mismo trazado de las ciudades es un asunto de poder, de disposición del

orden: “Antes de ser una realidad las calles, casas y plazas, las que sólo pueden existir y

aún así gradualmente, a lo largo del tiempo histórico, las ciudades emergían ya completas

por un parto de la inteligencia en las normas que las teorizaban, en las actas

fundacionales que las estatuían, en los planos que las diseñaban idealmente, con esa

fatal regularidad que acecha a los sueños de la razón…” (Rama, 2004:45-46). Si la

fundación es aquél “parto de inteligencia”, nada nos impide pensar lo mismo de la

“refundación”, y en esa sucesión lógica, de un diseño ideal que traza cierta regularidad

por la cual todo deberá transitar, de un diseño que “se imponía a cualquier discurso

opositor de ese poder, obligándolo a transitar, previamente, por el sueño de otro orden”

(Rama, 2004:45).

En otras palabras, el Estado, situándose en el lugar de la fundación –y el medio,

reconociendo el alumbramiento- gana una posición de ventaja. Y justamente, en la misma

tradición de los mapas, planes y trazos de los que habla Rama, sólo que mediante una

actualización verosímil y propia de las ciudades sobre-modernas de las que habla Augé:

la técnica patrimonial. La experticia burocrática, académica y formalmente política que

habla de conservación (en ficha 48, “[una entidad privada] lo que se busca en conjunto

con la máxima autoridad comunal es implementar un sistema autografito en el resto de los

edificios patrimoniales”; nada sobre qué es un edificio patrimonial –ya discutimos sobre

ese punto en “Concepto de Patrimonio”-, pero sí mucho sobre la posición del Estado en el

proyecto de ciudad: qué es un edificio patrimonial y la demanda inmediata, sin

problematización, de su deber de conservarlo materialmente), dispone de organismos

políticos para el reconocimiento de “lo patrimonial” (por ejemplo en la ficha 92, premiando

94

el aporte al “Patrimonio” de la folclorista Margot Loyola “de manos del ministro de Cultura

José Weinstein, la medalla Pablo Neruda por su aporte en el desarrollo de la cultura”),

ornato y aseo (en la ficha 1, ante la queja por el Patrimonio descuidado, el Estado

responde que “lleva años tratando de erradicar estos sumideros ilegales” y hace gala de

una cooperación académica), y el sostenimiento de una burocracia que –con algunos

problemas-, debe ocuparse de ese manejo técnico (“el cuello de botella no corresponde

sólo a la burocracia estatal” [ficha 45], con “problemas burocráticos absurdos,

increíblemente absurdos” [ficha 56]).

2) La designación patrimonial es un asunto principalmente económico, en el cual el Estado se incluye como intermediario entre ciudadanía y privados, atendiendo los requerimientos de los primeros.

El riesgo que tiene la tecnificación del asunto patrimonial, es que el Estado, por

naturalizar sus funciones, termine borrándolas. Sabemos, que algo que es naturalizado,

pierde cualquier posibilidad de problematización: no es poco considerando que se está

hablando justamente de una burocracia a la que a la vez, se le considera la responsable

de administrar las posibilidades que abre el tema patrimonial. Las explicaciones desde el

Estado para las acciones a partir de la designación, van por este cauce: “vamos a

desarrollar con gran énfasis la industria del patrimonio y sin ninguna duda la alta

tecnología. Espero que el 2004 sea el año de esos dos temas” (ficha 73); significa que,

primero, patrimonio ya es un área industrial –esto es más que una correspondencia

económica, es la identificación de un sector profesionalizado-, y luego, es un área que

recibe una respuesta que busca adherencia desde la mención a la “alta tecnología” –

cerrando así cualquier especificación posterior.

Si ya apartarse del asunto porque es técnico o económico, el Estado se

desvincula. En los asuntos de propiedad, sólo puede arbitrar el conflicto común. En este

caso, debe situarse hacia el extremo de los ciudadanos, es una manera de decir que la

ventaja la lleva el privado: hay que proteger al rival más débil. O según la ficha 5 (quien

habla es la diputada Laura Soto): “Lo que más le molesta a la diputada es que estemos

‘amenazados… desde grupos económicos. Y mientras todo esto ocurre, nosotros

estamos a la espera de un reconocimiento que viene desde afuera, como Patrimonio de la

Humanidad, porque desde el propio país no nos dan nada’”. La última frase lo dice:

95

“porque desde el propio país no nos dan nada”. Estamos (la ciudad de Valparaíso) en una

situación de desventaja; asumimos que no es al Estado a quien debemos reclamar (el

mismo estado, a través de un delegado de la ciudadanía, integra la queja) porque –es

presentado como una obviedad, incluso- “no nos dan nada”; el Estado se excluye de la

relación con los privados: si no están en una condición de proveedores, no están

simplemente.

3) El Estado reclama su pertenencia sobre el título patrimonial y tras ello opera como difusor pedagógico de los requerimientos de la UNESCO.

El título patrimonial se entrega a una ciudad –el examen técnico, sabemos, explica

que se trata de una porción de ciudad- y la posición del Estado en esa relación entre la

institución global (UNESCO) y la ciudad de Valparaíso, es importante de especificar.

Sucede, en este caso, que el Estado se sitúa como dueño del título patrimonial. Ya

habíamos discutido sobre la condición de gesta personal con que posibilita la explicación

del título. Ahora nos interesa ver las condiciones políticas –el orden- que esa victoria

dispone. Acá debemos anticiparnos un poco a lo que profundizaremos cuando sea

“ciudadanía” el tópico a tratar. El que el Estado asuma un rol pedagógico está relacionado

a la concepción de un Estado Liberal: “El Estado es la ‘administración pública’. Debe el

atributo de la publicidad a su tarea: cuidar del bien común público, de todos los

ciudadanos” (Habermas, 1994, p.42). Sin embargo, los esfuerzos de difusión tienen

características específicas en este caso.

Sabíamos, cuando nos propusimos este trabajo, que la letra formal de la UNESCO

tras la designación patrimonial sería reacomodada –interpretada, significada, escrita; y

siempre con un carácter de visibilidad- en la pugna de los actores por las esferas públicas.

Acá confirmamos al actor que hace valer su “escritura” desde una posición privilegiada y

esto anclado en los deberes pedagógicos –ahora estamos hablando de mentalidades-

que se esperan del Estado: la educación de los ciudadanos. La ficha 61, por ejemplo,

trata sobre una actividad orientada a la difusión –entendida, en este ejemplo particular,

como “poner en fácil”-: “Esta importante actividad que mostrará la ruta patrimonial a través

de un juego multimedia…”; o en la ficha 54, donde las quejas dan cuenta de una situación

deseada: “la educación patrimonial no ha sido explotada en los colegios”; “en ciudades

96

que ya han sido declaradas de interés patrimonial, como La Habana en Cuba, cualquier

niño puede contar la historia de su ciudad”.

4) El Estado asegura neutralidad en el proceso que comienza la ciudad: por lo tanto, desde la objetividad, es capaz de reconocer actores distinguidos y diferenciar trato entre comunas.

El Estado especifica su posición supra-comunal desde un espacio de neutralidad.

La condición de neutralidad es construida desde el supuesto que las decisiones técnicas,

no son, de hecho, decisiones. La identificación positiva del Estado se reconoce en dos

afirmaciones: a) Cuando representantes del Estado invocan instrumentos técnicos para

clausurarse como sujetos, por ejemplo: cuando se discute el tema de los casinos en Isla

de Pascua en la ficha 67, consultado el alcalde, responde así: “Yo estoy a favor de todo

proyecto que lleve a mi pueblo, mi isla, al buen desarrollo”24. Otro ejemplo: cuando el

Estado se sitúa en la observancia de funciones sociales, cuando las demandas hacia él

hablan de restaurar una normalidad; en la ficha 60, la queja del sector económico se

enfoca a que el Estado distinga y elimine esas “trabas” que significa la creación cultural de

instituciones regulación económica, o sea, que sepa distinguir aquello que se aparta de la

neutralidad: “hay que ir destrabando muchas restricciones que impiden el dinamismo de la

actividad económica”).

b) La segunda manera de reconocer su espacio de neutralidad es al otorgarle la

capacidad de distinguir entre ciudades. Al que se le entrega la capacidad de distinción

(Estado), se le entrega la distinción moral sobre la capacidad de reconocer diferencias no

desde intereses, si no desde una competencia en la observación y un compromiso de

neutralidad, esto es, una capacidad de arbitraje reconocida en que el Estado tomará

buenas decisiones, porque está preocupado por el bien común. La “distinción de

distinguir” la podemos apreciar, por ejemplo, en la ficha 66, cuando el candidato a

diputado Alex Avsolomovich dice: “Respecto de Valparaíso, creo que esta ciudad requiere

24 Sabemos por Manfred Max-Neff que el desarrollo puede ser puesto en escena como una herramienta técnica para acelerar la llegada a un destino en determinado plano evolutivo. “Vivimos y trabamos modelos de sociedad que desconocen la complejidad creciente de la sociedad real en que estamos inmersos. De allí que observamos el quehacer febril y obsesionado de los tecnócratas, que diseñan soluciones antes de haber identificado el ámbito real de los problemas” (Max-Neff, 1986, p.34)

97

un trato especial en el corto plazo…”. O también cuando el Estado realiza distinciones

entre sujetos, como sucede en la ficha número 44, cuando el Gobierno Regional y el

Comunal designan “el nombramiento de nada menos que 100 embajadores de la ciudad”:

“nos interesa que todas estas personas, que de alguna u otra manera han construido

parte de su vida aquí, no a ayuden a construir el futuro de Valparaíso”.

Lo curioso en este punto es que junto con reconocerle esta neutralidad y arbitrio,

se le quita la responsabilidad de la falla. El Estado no es infalible en este espacio de

neutralidad, sin embargo, esos errores son integrados a la regla, sin afectar el sustrato

moral que en primer lugar, le otorgó esa capacidad.

5) El Estado personifica el hito como responsable de la designación, ordena el quiebre de normalidad y su presencia es obligatoria en cuanto proveedor de identidad.

El Estado es el administrador del orden, y como tal, sitúa la designación

patrimonial entre las instituciones existentes. Si antes hablábamos –en las narrativas- de

cómo una ciudad patrimonial hablaba desde la refundación, esa refundación es siempre

desde instituciones previas. Sobre Valparaíso patrimonial existe un acuerdo de un nuevo

orden y desde ese acuerdo opera en consenso el Estado, situándose siempre en los

lugares del hito. Por eso es que decimos que ordena el quiebre de la normalidad.

No nos extenderemos demasiado, considerando que en el segundo postulado de

“Patrimonio como narrativa”, ya reconocíamos al Estado como “responsable del título”. Sí

una salvedad: decíamos en ese apartado que es patente una “personificación del título”

en el alcalde Hernán Pinto (en la ficha número 6: “Valparaíso consiguió la nominación

gracias al trabajo emprendido por el alcalde Pinto y otras autoridades regionales…”);

ahora, cuando pensamos y hablamos de Estado, sabemos que la persona, el sujeto, no

es lo más importante cuando discutimos sobre Estado, en cuanto institución trascendente

a las personas en los cargos. El Estado, en este caso, absorbe esta responsabilidad

individual desde un nivel expresado emocionalmente –como aparece en la ficha 11: “Es

un honor para Chile que la UNESCO haya declarado a Valparaíso como Patrimonio de la

Humanidad”; “…un motivo de enorme satisfacción para nuestro país”. El país –y lo que

98

nos interesa, el Estado trascendente- se involucra en cuanto existe una vínculo emotivo,

casi carnal, entre la estructura permanente y la comuna contingente.

Sin embargo, el vínculo definitivo entre Estado, patrimonio y nuevo orden, se

extrapola desde la administración del hito. Desde la formalidad protocolar que demanda la

presencia del Estado Central y sus representantes en los aniversarios o actos

conmemorativos de la designación como Patrimonio de la Humanidad (ficha número 76:

“[en año nuevo]…la atención la captó la llegada de la ministra de relaciones exteriores…”;

ficha 71: el ministro de Cultura, José Weinstein, “destacó la importancia que tienen los

Carnavales como medio de unión cultural y hermandad entre los pueblos, además de

celebrar en esta nueva versión el nombramiento de la ciudad como Patrimonio de la

Humanidad”), hasta la autorización para el quiebre de la normalidad, la conversión al hito

que significa el carnaval, la suspensión del común flujo de la experiencia, permitiéndose la

instrucción de incluso cómo se debe vivir la fiesta (ficha 88, dice la alcaldesa de Viña del

Mar, Virginia Reginato: “queremos que nuestros vecinos disfruten de estas fiestas desde

sus casas, con sus familias, que no se desplacen innecesariamente al plan”).

El hito, sabemos, es la marca que ordena el ciclo, en una disposición temporal

que, sin embargo, interrumpe el flujo diacrónico del tiempo y lo conduce hacia el carácter

trascendente que una institución de orden –el Estado- reconoce. Por eso que la presencia

del Estado es sugerente, y que además, muchas veces se materialice en un reclamo de

identidad (ficha 57: en un encuentro entre ciudades patrimoniales, “20 viajeros que

representarán al país”, lo mismo en ficha 47; o en la dicha 69, cuando el hito del

Patrimonio cobra su fuerza contingente en cuanto va de la mano del nombramiento como

Capital Cultural de Chile: “Dos grandes hitos… y el reconocimiento nacional como sede

de la Institucionalidad cultural”). Si concluimos que una de las particularidades del hito

tiene que ver con la refundación de la ciudad y la inclusión en un eje global, esto pasa

siempre desde la pertenencia a un Estado-Nación que no cuestiona su propia

institucionalidad, sino que dispone a sus personas –los representantes comunales y

nacionales, por lo tanto, las personas visibles desde la condición ciudadana-, a sus

tiempos –el quiebre de normalidad en el carnaval- y su sustancia simbólica –la capacidad

de instalarse como referencia internacional- como tres pilares inmediatos.

99

6.3.2. Ciudadanía

1) La ciudadanía deriva de un reconocimiento político, que define límites y motivos de participación.

Cualquier concepto de ciudadanía que se proyecte en la ciudad patrimonial pasa

también por la institución que valida la autoridad en el uso. Sabemos que este concepto –

al correlacionarlo con la autoridad- no puede “derivarse” solamente de la autoridad (ya

decíamos que a “autoridad” la concebimos desde una perspectiva “gramsciana”, lo cual

implica que cualquier acción de la autoridad implica cierto consenso con el subordinado,

en un juego de recursos que evita el desgaste de la coerción, o al menos la asienta en

conceptos comunes para ello). A lo que nos referimos es que la autoridad, en el corpus

que revisamos, es la vocería más reiterada sobre qué es lo que implica ser ciudadano en

este escenario. Decimos esto cuando encontramos la reiteración de incentivos para

participar en la celebración por la designación (en ficha 32: “para todos los pasajeros que

aborden desde el interior de la región los trenes de Merval, existirá un 50 por ciento de

descuento en el valor del boleto, como una manera de estimular la presencia en los

visitantes de la zona interior hasta la ciudad puerto”); cuando las celebraciones

espontáneas y ambulantes adquieren densidad ciudadana en cuento cruzan el umbral de

la sede comuna u otros edificios estatales (ficha 28: “La cita internacional es hoy a las 9

horas en dependencias de la Empresa Portuaria de Valparaíso”); o cuando la

participación ciudadana se materializa en la observancia –como público, pero también

respetando el orden- de las actividades que dispone la autoridad (cuando algo falla –como

ocurrió en la presentación teatral que reseña la ficha 84-, no hay un cuestionamiento a la

ciudadanía, si no a la experiencia de los organizadores: “un carnaval que es muy joven,

que se está consolidando y transformando en una tradición”).

2) Patrimonio reactiva una concepción ciudadana tradicional: capacidad asociativa y formación pedagógico-letrada:

Si hablamos de una reformulación de la ciudad en cuanto proyecto, nos damos

cuenta que la fundación de un nuevo proyecto está también en deuda con los ideales

modernistas que están inscritos en aquella primera fundación de las ciudades

latinoamericanas. El ciudadano, primero, es forjado en la educación. La educación, como

100

reclamo básico y trascendente desde las actas fundacionales de las ciudades, es también

un requisito para la formación del ciudadano-patrimonial. La educación –en su concepción

iluminista- actúa como un filtro, como un factor de evaluación que permite al ciudadano –

se expresa en términos de acierto y error- involucrarse de manera “correcta” en el debate

racional y “ver” el patrimonio como se “debe” ver (permite hasta dimensiones represivas,

como en ficha 20, cuando el investigador “culto”, es capaz de evaluar la competencia

ciudadana de la ciudad: “este investigador estima que todavía falta una mayor educación

para resaltar lo nuestro”).

La segunda marca tradicional en el acceso a la ciudadanía tiene que ver con la

pertenencia asociativa. Nos referimos a la llamada “sociedad civil”: aquella red de

asociaciones ciudadanas a las cuales se les confirmó en el proyecto moderno, como

contraparte de los sujetos que pertenecían al Estado, y como sustancia política que

ordena las asociaciones adquisitivas –por ejemplo, la pertenencia laboral. Así es como la

ciudadanía también se hace visible desde lo que se conoce como ONG’s (los Amigos de

la Ex Cárcel, justamente tienen que negar su incidencia para proyectar lo que interpretan

como un logro en la ficha 4: “más que un triunfo de un movimiento, es Valparaíso el que

tiene que sentirse tranquilo…”) y las asociaciones gremiales (cuando se realiza un

“panorama” ciudadano de opiniones, “todos” son todos los gremios. Ocurre en la ficha 18,

donde se lee: “todos coinciden en que la decisión de la UNESCO abre innumerables

perspectivas para que Valparaíso…”, donde “todos” son “Comisión de Promoción

Turística”, “Cámara de turismo de Reñaca”, “Confederación Regional del Comercio” y

así), lo que además garantiza cierta “legalidad” (que está puesta en duda con los travestis

en la ficha 51, pero que el Intendente aclara: “me parece muy bien, ellos no sólo tienen la

posibilidad de hacerlo, sino que además se han sujetado a las normas que se les

pedían…”). En la ciudad patrimonial, el sujeto sin asociatividad tradicional es etiquetado

como “pasivo”, al contrario de quien sí las integra; o lo deja más claro el candidato a

diputado Alex Avsolomovich (ficha 66): “-Entonces, ¿cuál es su crítica?”, pregunta el

periodista, y Avsolomovich responde: “La pasividad de nuestra urbe. Una ciudad que tiene

400 clubes deportivos, 250 juntas de vecinos, decenas de sindicatos, y se hace lo que

quiere con Valparaíso y no se reacciona colectivamente como antes”.

101

3) La condición ciudadana se confirma en un compromiso con los planes de restauración, ornato y aseo de la ciudad.

Si hasta el momento no podemos hablar de una reconfiguración del ciudadano –

más bien un llamado a recuperar la noción industrial de él- los nuevos desafíos que se

hacen explícitos en la ciudad patrimonial, se hacen explícitos para el ciudadano en

términos aditivos. El ciudadano no cambia, gana (¿gana?) deberes con la ciudad. Por

eso, cuando el título se proyecta más allá de su obtención (concedida a las autoridades

políticas), es el ciudadano el que emerge como responsable de la conservación. Y no

sorprende que sea la misma autoridad política la que señale tal deber: el ministro de

Educación Bitar “llamó a la comunidad a conservar tan noble título” (ficha 6), o “el porteño

tiene puesta a prueba la imaginación con la proa hacia el futuro” –nuevamente

proyectando conservación- en ficha 10. Así mismo, un sujeto puede ser marginado de la

condición ciudadana cuando ransgredí los deberes de conservación`. En ficha 48 ocurre

para nombrar a los grafiteros: “los rayados que afean la ciudad”, “’guerra’ a los grafitos”,

“’ataque’ de parte de algún miembro de esta comunidad”.

¿Qué hace posible la propuesta de estos “nuevos deberes”? El medio nos

responde que es la nueva pertenencia de la ciudad a un conjunto mundial. Por lo tanto, si

podemos pensar esa “nueva vitrina” como una motivación de probidad, eficiencia, etc.,

para las autoridades, pero resulta que es la ciudadanía que la resiente la nueva

exposición. Así, el compromiso ciudadano sumará deberes “…en el sentido de la

protección, puesta en valor y transmisión de ese bien a futuras generaciones” (ficha 16); e

incluso, los problemas “internos” de la ciudad son mitigados a favor de la responsabilidad

con el exterior (ficha 27 : ‘(El presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de

Valparaíso, Óscar) Hormazábal dijo que a pesar del golpe anímico que provocó el ‘caso

Pinto’, la ciudad debe reponerse y poner la mejor de las caras a los turistas que llegarán

este fin de semana’.

4) La ciudadanía se explica en términos de consumo: deriva en clasificaciones comerciales en los sujetos y los mueve una recompensa.

Acabamos de mencionar la jerarquía que proponen los deberes con el exterior,

versus los problemas internos. Esto es casi recurrir a una máxima de política exterior: las

102

relaciones económicas y las relaciones políticas corren por carriles separados. Es decir, el

exterior no presenta un desafío político, si no un desafío comercial. El extranjero,

entonces, es dispuesto en un ordenamiento comercial –el turista- y el ciudadano, como el

prestador del servicio.

Esto plantea el deber de “aprender a ver” la ciudad en términos comerciales –ver

otra ciudad, sabemos, es finalmente crear otra ciudad- (lo sugiere la ficha 17: “es la

cultura que se desarrolla en cada uno de los rincones de Valparaíso la que dará la

impronta que esta ciudad la nueva ciudad necesita para elevar el ánimo de su gente y

llamar la atención de miles de turistas”); y la capacidad de advertir esta ciudad que ya fue

vista por un organismo internacional, plantea un nuevo futuro material (“es la cultura que

se desarrolla en cada uno de los rincones de Valparaíso la que dará la impronta que esta

ciudad necesita para elevar el ánimo de su gente y llamar la atención de miles de

turistas”, en ficha 17).

Pero acá también advertimos una dimensión del compromiso comercial: no se

sustenta en puro pragmatismo. El nuevo compromiso ciudadano –comercial, económico-

deriva de aspectos emotivos, y justifica su entrega en el agradecimiento. Por eso es que

la ciudadanía puede ser interpelada en términos viscerales: “… (la designación) plantea

una gran responsabilidad a los chilenos y a los porteños en especial a los porteños para

poder mostrar con orgullo que hay razones para que la ciudad de Valparaíso sea

patrimonio de la Humanidad” (ficha 9). Pensamos que es dado “explotar” el

agradecimiento en cuanto hay acuerdo que la situación actual, el diagnóstico de la

sociedad entregaba resultados tan malos que era imperativo revertir. 5) Ciudadanía y patrimonio plantean niveles de desigualdad: buenos ciudadanos, ciudadanos y marginales:

La ciudadanía, en la concepción de un Estado Liberal, está planteada en términos

de igualdad. Deberes y derechos distribuidos de manera equitativa, con la capacidad de

depositarlos de manera representativa en sujetos designados. La ciudadanía, también es

un lugar que define quién está afuera de este orden. Pero cuando leemos sobre

ciudadanía en este proceso de designación patrimonial, nos damos cuenta que los límites

ciudadanos –y por lo tanto, los límites de la marginalidad- se modifican. Primero, tenemos

103

una ciudadanía capacitada de vocería internacional, y esto implica una visibilidad interna

superior (en la ficha 36 se cubre la elección de supra-ciudadanos en Valparaíso,

embajadores del “espíritu de la ciudad”: “deberán reunirse una vez al año en Valparaíso

con el objetivo de discutir y analizar las actividades llevadas a cabo por cada uno de sus

miembros, visitar por lo menos una vez al año la ciudad…, promover Valparaíso y

gestionar acciones que se pueden concretar en la comuna; y… brindar por la ciudad en

cada evento social”); cuando al mismo tiempo se habla de “ciudadanos comunes” (por lo

tanto, hay otros que son “fuera de lo común”) en la ficha 43: “de qué forma el ciudadano

común recupera la confianza en el Chile de hoy”.

Hay un aspecto que insiste en la desigualdad de la ciudadanía: la manera en que

se expresa “el carnaval”. Cuando se cubre Carnavales Culturales, nos damos cuenta

cómo el medio advierte y destaca cómo la ciudadanía pudo ser igual por un día, se pudo

poner en una condición equitativa para la ocasión, disfrutó con las máscaras festivas que

borran jerarquías. Pero también llama la atención la insistencia, que no hace más que

decir que en el flujo común de la experiencia, en la vida cotidiana, la ciudadanía tiene

como característica definitiva la desigualdad. No se habla de igualdad, claro, pero se

evoca ese espacio simbólico folklórico que es expresable para todos quienes viven en

Valparaíso: la igualdad es explicitada como poesía (“En los tiempos del carnaval, se

trastoca la ciudad para dar paso a lo mágico”, ficha 87; “Con nuestra fiesta no hay

diferencias ni clases sociales”, ficha 86).

Y otro aspecto es la preferencia de los profesionales para operar como

ciudadanos. Se trata de ciertos profesionales, ahí donde encontramos un cruce con los

deberes de “ornato y aseo” que ya mencionábamos. Es gente ligada a la Academia,

arquitectos, científicos, sociólogos (ficha 41: “En la ocasión la arquitecta Milagros Aguirre

leyó una carta de ocho principios que constituyen el fundamento para el inicio de un

proceso de diálogo entre la puesta en valor del patrimonio y el desarrollo de la ciudad”).

6.3.3. Diversidad 1) El límite para la diversidad lo norman organismos académicos, profesionales, y asociaciones tradicionales.

104

Cuando nos preguntábamos por el espacio de la diversidad en el proyecto de

ciudad, hablábamos de la potencia política que pudiesen tener los actores reconocidos.

En este primer punto nos damos cuenta que el proyecto dispone de un sistema de

“porteros”: esto es, sujetos a los cuales se les distingue una diferencia y podemos

complementarlo con lo que hablábamos en el quinto apartado de “Ciudadanía”, sobre

aquéllos que son más ciudadanos que los ciudadanos. Proponemos que esta diferencia

radica del mismo esquema donde el ingreso es normado dentro de los límites

comprensibles por estos actores privilegiados, disponiendo de un círculo (los actores

norman la entrada, pero los actores deben comprender –y hacer explícita- esa entrada; no

estamos, claro, hablando de una sucesión, si no de un vínculo). Reconocemos acá a los

“académicos”, “profesionales” y “asociaciones tradicionales” (dispuesta en el eje trabajo-

Estado) como el microcosmos del debate –y los porteros- del debate sobre “Patrimonio”.

Como ejemplo, ficha 26: “…el periodista Atilio Macchiavelo cerrará este especial con un

foro debate en el que participarán el ministro de Cultura José Weinstein, la arquitecta Paz

Undurraga (integrante de Ciudadanos por Valparaíso) y el académico e historiador Abel

González”.

Reconocemos no solamente “académicos” como integrantes de las Universidades,

si no “académicos” en la medida que pueden clausurar el juicio a su saber por medio de la

experticia reconocida y los argumentos racionales (ficha 1, donde no es necesario decir

cuál es la propuesta “correcta”: “aunque algunos vecinos aseguran que la campaña de

limpieza realizada por el municipio “redujo a la mitad, a lo menos, los basurales

clandestinos”, por estos días un grupo de académicos diseña una cartografía digital que

fija los focos de contaminación originados por el hombre y que, a causa de los

desperdicios, contamina y afea el ambiente…”; ); así como tampoco apuntamos al obvio

orden burocrático del nombramiento cuando hablamos de políticos y asociaciones. Se

trata, por supuesto, de la activación del conflicto entre la racionalidad “moderna” versus la

racionalidad “popular”. Políticos y profesionales, desde sus roles ya reconocidos, pueden

operar de manera informal para hacer patente su capacidad normativa (ficha 21: “… a

primera hora de hoy se prevé la apertura de un ‘Libro de Oro’, catastro que será habilitado

por el municipio porteño para recoger las firmas e impresiones de quienes deseen

manifestar su opinión en torno al nuevo título que ostenta la ciudad”). En ese mismo

enfoque tradicional es que identificamos la capacidad asociativa como aliciente: los

colegios profesionales y otros ordenamientos gremiales favorecen en cuanto al lugar del

105

modelo (“Colegio de arquitectos”, en ficha 41; o incluso el ordenamiento dentro de los

gremios en ficha 55: “los grandes empresarios”, “los inversionistas”, “el sector financiero”,

“los pequeños empresarios”).

2) Patrimonio es un lugar de confrontación: ante una diversidad indeseable –por lo confrontacional- se recurre al ciudadano en rol de consumidor:

No queremos decir que el sujeto entendido como consumidor no contempla un

espacio político. Sobre lo que reflexionamos acá no es “qué implica conceptualmente ser

un consumidor-ciudadano”, si no qué espacio de la diversidad es posible proyectar

cuando se propone una perspectiva del consumidor-ciudadano. En todo momento nos ha

interesado la construcción conceptual, y es justamente eso lo que buscamos cuando nos

preguntamos acá por el consumidor. El consumidor en este caso, está ligado al conflicto.

Las comparaciones, aunque presentadas como positivas, son afirmaciones del deseo

(“Basta con comparar la cantidad de obras que se realizan entre Valparaíso y Viña del

Mar. En la ciudad puerto se realizan menos…”, en ficha 60).

La designación patrimonial, decíamos ya, establece una nueva “vitrina”

internacional, lo cual a la vez posibilita un encuentro de identidades que es resuelto desde

la posición del consumo, en cuanto el consumo –entendido sólo en su dimensión material-

puede establecer un valor positivo en común. No se recurre al consumo de manera

simplista: no es solamente dinero lo que se busca en el otro, aún cuando se le atribuya

casi siempre la condición de turista para reconocerlo (en la ficha 18, autoridades locales

discuten sobre la categoría de un visitante con “intereses culturales”, quien es luego

descrito así: “ese visitante codiciado por los balnearios de elite en todo el mundo por su

alto nivel de gasto y sus gustos refinados”). No; el consumo es más bien un piso sólido,

una manera de significar al otro-nuevo, de situarlo en tierra firme. No solamente cuando

nos enfrentamos a los visitantes, también se aplica cuando la clase política o los demás

dueños de la capacidad de proyecto, requieren comunicarse con los demás sujetos de la

comuna (ficha 5: “[los profesores del Instituto de Historia de la Universidad Católica de

Valparaíso, Nelson Vázquez y Francisca Gallegos, profundizaron que] la manera más

idónea de acercarse a la gente, ‘como un producto cultural que sea entendido porque de

otra manera no van a entender lo que representa el pasado en ellos”). La pregunta es la

siguiente: ¿es esta una decisión asumida desde el reconocimiento de un nuevo escenario

106

–el nuevo escenario, internacional, global, está asociado indefectiblemente con el

consumo- o simplemente, tras la designación es que surge recién la necesidad de incluir a

los ciudadanos en el proyecto, y por lo tal, se les asigna la marca contingente? Es una

pregunta que excede este estudio (nos remite a períodos anteriores), pero sí es necesario

mencionar cómo esta condición de “consumidor” es un espacio de desigualdad difusa: es

posible postular a extranjeros y ciudadanos en la misma categoría, luego sus deberes y

derechos son claramente distintos.

3) La potencia política de los sujetos radica en su capacidad consultiva con el Estado.

Otro nivel de participación se deriva de la capacidad de los sujetos de situarse en

una posición consultiva con el Estado. Ya situábamos al Estado entre estos “porteros” del

nuevo orden; sin embargo, tal labor no tiene sentido –ni sustento- sin ciudadanos que lo

reconozcan. Pues bien, tenemos un primer nivel, quizás más simple, de un

reconocimiento derivado de los políticos, cuando ellos definen actores al reconocerlos

como interlocutores. Pero también es destacable otro nivel, el que ocurre cuando el

alcalde Hernán Pinto habla de “su gente” (ficha 35), y esa “gente” es a la vez descrita por

el medio, revestida de cierta profundidad de acción; ya no es cualquier gente, aún cuando

nunca estará al nivel del político, respecto al trato que recibe desde el medio (es

impensable, por ejemplo, una biografía, como la que sí se le entrega a Pinto en la ficha

34). La adscripción política genera una distinción, aunque esa distinción remita a un sujeto

en particular. La consulta es una forma de adscripción visible y explícita, aunque siempre

celada por quien permite ese tránsito (la participación ciudadana es reservada para “los

aspectos básicos [ficha 38]; se pide “paciencia”, no acción [ficha 40], las autoridades se

hacen cargo del anuncio de los temas de participación [ficha 53]). Nuevamente, hablamos

de un nuevo orden y quienes deben transitar –aún con discursos marginales- por el sueño

de otro orden, sólo que acá no se trata de quién construye ese orden (sería un problema

de causa-efecto sin salida), si no de quién lo hace explícito, y a quién se le reconoce de

responder las consultas sobre tal trazado.

4) La diversidad no puede forzar los límites de una identidad original, la identidad porteña, anclada en el pasado y de frágil presente.

107

Retomamos. Todo nuevo orden debe transitar por el sueño de otro orden. O sea,

cualquiera sea el planteo de una nueva ciudad, debe estar enraizado en un plano

anterior. ¿Cómo incide esto en el problema de la diversidad? Primero, nos encontramos

con una diversidad plausible entre límites ya solidificados en Valparaíso. Primero, las

identidades son sometidas a un examen de corrección dentro de una identidad nostálgica,

que se postula como uniforme para todo el territorio comunal (acá, el error es condenable

hasta el patetismo: “‘Una señora me dijo que la ciudad necesitaba urgente ese diploma

del Papa’, recuerda entre risas (el investigador)”). Pero esto es más destacable cuando

los nuevos discursos, los extranjeros, deben pasar también la prueba de validez

nostálgica (ficha 11: “muchos de ellos (los representantes de los países en el Consejo de

la UNESCO) reconocieron posteriormente que en sus sueños de niños Valparaíso era un

lugar recurrente”). Luego, esa nostalgia es filtrada hacia terminología técnica. Hablamos

de “imaginario”, “restauración patrimonial”, “responsabilidad social”, y todo ello,

nuevamente, orientado hacia la enunciación de una identidad única (“… lo que se

entiende como patrimonio intangible, que se entiende como el imaginario de la comunidad

que vive en sus límites”, como se lee, sin atribución de fuente, en la ficha 16; o en la ficha

58, dice Alfredo Barría, director del Festival de Cine de Valparaíso: “Hay una dimensión

legendaria, mítica, un tanto fantástica, fantasmagórica y poética, de una ciudad que se

ubicó a fines del siglo XIX… Todo esto generó un imaginario… Vivimos un caso bastante

insólito, casi tarea de sociólogos, en cómo logramos conjugar esto de vivir en una

cotidianidad limitada con un imaginario seductor”). Y sabemos como un enfoque

identitario desde el folclore, desde los imaginarios totales, desde este pasado que ya

hemos identificado en las narrativas como particular en su fragilidad, interpreta toda

presencia externa, todo factor exógeno, como una amenaza. “Que los porteños sigan

siendo como han sido”, pide el poeta Alfonso Calderón (ficha 10); “el turismo es

importante, pero a la vez es algo peligroso. Fíjese que el turismo es una monocultura. Una

ciudad que sólo vive de turismo no tiene alternativa. Es el caso de muchas ciudades en

Europa”, advierten los expertos del Instituto Italiano para el Comercio Exterior (ficha 30).

5) El encuentro internacional no asegura el conocimiento de la alteridad. Se trata de igualar las identidades al Estado Nación.

Y eso, el relativo peligro de la alteridad –relativo, decimos, porque tensiona entre el

beneficio comercial y la supuesta amenaza identitaria-, propone el retorno. Si ya

108

hablábamos de la capacidad de generar “pisos estables” (la conversión del “otro” en un

cliente), es el país, o en su defecto, una identidad mayor a la comunal, la que permite

cierta convivencia con el nuevo escenario. Si se nos aparece una escala comparativa

universal (y como en la ficha 56, pasamos a hablar de “una cultura única en la historia de

la humanidad”), necesitamos una pertenencia que resista. Para eso está la pertenencia

comunal, como se puede apreciar en la serie de “personificaciones” –“personificaciones”

entendidas en su acepción de figuras literarias- que se atribuyen a la ciudad Valparaíso,

como si la ciudad misma fuera un sujeto capaz de realizar acciones. Ello ocurre cuando el

medio hace reseña de la fiesta –como en la ficha 69-: si las notas de ese tipo son

exhaustivas en describir personajes que transitan por la calle, luego es lógico que titulen

“Valparaíso tirará la casa por la ventana”; o en 27: “Valparaíso festeja”, “la ciudad

conmemorará”: el rol de los sujetos es asumido por la ciudad. También se puede apreciar

cuando hay acciones que se fundamentan en una búsqueda o rescate patrimonial: en ese

caso, es la identidad comunal a la que se requiere (en Quilpué, por ejemplo, cuando se

postula un museo para la ciudad, las particularidades históricas son funcionarizadas hacia

la pertenencia comunal: “piezas de la estación de Quilpué”, “veinte personalidades de

Quilpué”); pero también se dan una serie de juegos a escalas superiores. Por ejemplo, en

Carnavales Culturales, aún cuando se enuncia formalmente que es un encuentro entre

dos ciudades, se habla en la nota de “porteños” y “brasileños” (ficha 72). Si bien el primer

impulso es afirmar la pertenencia comunal sobre la pertenencia al Estado Nación, esto se

refuta cuando la nueva vitrina internacional es destacada o expuesta a un nivel nacional:

con el título patrimonial no se descubren otras ciudades, se descubren otros países. El

viaje se sigue significando cuando excede los límites nacionales, y ello es excusa de

contingencia, o marca de excepcionalidad, de la cual el medio se apropia para los

procesos que le competen en la construcción de la noticia (es evidente cuando, incluso,

se postula como algo fuera de la normalidad del porteño: “…pensaron que lo habían

logrado todo en la vida…”, “…es lo máximo que nos pudo haber pasado…”, afirman los

viajeros de un curso patrimonial, cuando la ciudad brasileña los invita a un intercambio, en

ficha 57).

6.3.4. Lugar 1) Patrimonio está en el casco histórico y la extrapolación de sus cualidades como frágil unidad urbanística del pasado industrial.

109

Con la denominación de Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad”, la figura

del casco histórico es explícitamente apuntada como objetivo del nombramiento. Esto, a

través de definiciones normativas del título patrimonial, como ya discutíamos en el

apartado del Marco Teórico sobre “Patrimonio” (sección 3.5.). Sin embargo, nos interesa

el casco histórico de otra manera: es la enunciación de una serie de elementos que

configuran el lugar del patrimonio. El casco histórico no recibe en las notas revisadas

alguna demarcación física clara. Pero como lugar antropológico, y por lo tanto

identificatorio, propone las siguientes prescripciones y prohibiciones: primero, puede

parecer una obviedad, pero al hablar de casco –ya pasaremos al “histórico”- estamos

hablando de una dimensión física frontal, visible en extremo e identificable con un

simbolismo urbanístico que cargan los edificios. El casco histórico se sitúa en el centro

porteño, en el plan. Es el espacio del tránsito (así también, se configura como lugar

relacional), de la transacción económica y de la calle como territorio de paso, desprovisto

de la configuración relacional que pudiesen significar los barrios. El tránsito por Valparaíso

y hacia fuera, debe pasar por ahí. Por lo tanto, es el lugar de la visibilidad, en la cual se

insiste cuando se le selecciona también para protagonizar los dispositivos publicitarios

pensados para entablar un diálogo con territorios fuera del límite comunal. Por ello

podemos postular prohibiciones, pues la denuncia está fundamentada en una disputa de

visibilidad (ficha 1, dice el doctor Rodolfo Allesch: “…un entorno desagradable y

antigénico alimentado constantemente por las descargas de desechos, lo que influye

directamente en la percepción y valoración de los individuos frente a su paisaje…”). Y

cuando decíamos que habían factores que trascendían la contingencia del nombramiento

en Valparaíso, nos referíamos a las cualidades por las cuales es posible postular también

al antiguo Congreso Nacional en Santiago, como “patrimonio”: antigüedad casi

fundacional, sede de los actores que conocen y discuten el orden (políticos, en

terminología tradicional), y un llamado a la recuperación, primero física, luego de sentido

(“…opino que debemos recuperar el edificio de Santiago, el que debe retornar a su origen

ya que es un edificio patrimonial del Parlamento chileno”, dice Andrés Zaldívar en la ficha

49).

110

Todo esto pasa por una apreciación estética: recordemos que la discusión sobre

patrimonio es también una discusión sobre el eurocentrismo25. Si también concebimos el

casco histórico como la recreación de este pasado industrial, la celebración del patrimonio

se materializa en el legado de ese período de “temprana globalización” (lo enfatiza el

nombramiento de los troles como Monumento Nacional, en ficha 22) se vuelve histórica,

en cuanto hito que se recrea con regularidad, que define el lugar de los antepasados.

Pero no histórica en el sentido tradicional. De hecho, la historia es justamente lo que se

quiere evitar al destacar la fragilidad –frente a la mano humana- del patrimonio (los

edificios del casco patrimonial –sólo se nombra Aduanas- serán protegidos con un

antigrafito, según ficha 48; “¡Claro!, Mantener a Valparaíso tal como está. Justo.

Valparaíso cuenta con una arquitectura urbana muy particular”, propone el profesor Paolo

Ceccarelli, experto en restauración, en ficha 30). En esto, hay una paradoja evidente. Se

apunta a la recuperación, para la no intervención. El futuro ya no será como el presente.

¿Qué preservamos? El territorio nos propone la siguiente relación: dejarlo tal como se

está ¿De qué manera esto es posible? Para saber cómo es ser “tal”, cómo es ese espíritu

a preservar, es necesario el examen, la evaluación y la planificación. ¿Cómo se hace esto

sin cambiar? No hay historia en cuanto no hay cambios (podríamos estar en presencia de

un argumental como el de la ideología del “fin de la historia”), en cuanto el futuro (ideal) es

la perpetuación incólume del presente.

2) Patrimonio es una demarcación geopolítica, por lo cual, ante la instrumentalización económica corresponde a la ciudad o región completa.

Geopolítica, porque su disposición en el espacio es generada desde una

demarcación basada en criterios aceptados. “Patrimonio” se sitúa en un espacio arbitrario

en cuanto es concebido como un recurso, una materia prima que define una pertenencia y

riqueza de un territorio mayor: si las regiones de Chile fueron construidas desde una serie

de criterios materiales, también “Patrimonio” debe encontrar alguna correspondencia con

esa forma de distribuir el territorio. Así, las autoridades políticas de la Región de

Valparaíso se cuadran frente al “Patrimonio” (en ficha 3, en palabras de El Mercurio de

Valparaíso: “tiene dividido a los diputados entre porteños y sureños”; “los de la Quinta se

25 El lugar excepcional lo es respecto a Europa. Pero también, la UNESCO ha distribuido el título de tal manera que de un total de 851 sitios reconocidos como “Patrimonio Mundial de la Humanidad”, 423 de estos lugares se encuentran en Europa y Norteamérica, contra 428 en el resto del mundo. 117 lo están en Latinoamérica y el Caribe.

111

la juegan por las empresas mezcladoras de edulcorantes que trabajan en la zona y

comprometen cientos de puestos de trabajo”); mientras que entendido como capital, el

“Patrimonio”, establece sub-rutas a la figura de la región, en un nuevo esquema

relacional. Por ejemplo, una “tríada turística”, propuesta por empresarios de la zona,

donde Valparaíso –“con su patrimonio”- se suma a Viña del Mar y Casablanca. En la ficha

18, en un texto sin atribución de cita, se relta el tránsito: “se mostró la playa, las casas de

Neruda, los cerros y ascensores del Puerto, museos y palacios de Viña, lugares de

entretención, jardines, viñedos y rutas por los valles”: o sea, Valparaíso entrega a estas

otras dos ciudades algo que no tienen –y esto es muy decidor cuando hablamos del lugar

del “patrimonio” como lugar identificatorio-: su arquitectura trascendente desde el auge

industrial de la ciudad (ascensores), su particularidad urbanística (cerros) y su ligazón con

las artes y nostalgia bohemia (Neruda).

A todo esto habría que añadir la cualidad de “ciudad universitaria” que propone la

ficha 80, pero incluso acá podemos darnos cuenta que tal cualidad se deriva de una

condición previa: “Una ciudad que promueve la cultura y con grandes opciones en el tema

histórico y patrimonial”, describe un decálogo de fortalezas presentado por el diputado

Gonzalo Ibáñez. La condición patrimonial se conjuga con las otras características

turísticas de las ciudades vecinas (playas, ruta del vino), al conceptualizar un nuevo

mercado turístico. La posición histórica establece sus hitos regulares cuando se dispone

como una “estación” en un circuito. De ahí que “patrimonio” pueda ser homologado a la

ciudad completa en cuanto distintivo de las otras ciudades (“…en la ciudad Patrimonio de

la Humanidad”, se lee en la ficha 75) y también atribuido a las mismas autoridades –en

cuantos delegados de un mapa geopolítico- puedan así expresarlo (la ficha 25 personifica

el título en Pinto; “yo soy el dueño de casa”, afirma en la 35).

3) Patrimonio está en el mar y su cercanía, en cuanto reminiscencia del glorioso pasado industrial, pero también como lugar de proyección económica.

Hemos nombrado recurrentemente la alusión al “glorioso pasado industrial de

Valparaíso”. La figura está presente en la resolución de la UNESCO sobre la postulación

de la ciudad a un sitial como “Patrimonio de la Humanidad”. Pero, recordemos, no nos

interesa la figura desde la formalidad, sí en los traslados que se ciernen entre concepto y

mentalidad. Si discutimos de pasado (industrial), justamente la perspectiva antropológica

112

nos permite separarlo del eje diacrónico temporal –no pensemos, solamente, en la línea

temporal que propone la Historia- y sí pensarlo como un lugar que se reactiva en su

regularidad, en “el lugar de los antepasados” –la terminología es de Augé (2004)- que se

recrea en el hito. Ese “pasado industrial”, entonces, permanece como un lugar

indeterminado de la memoria, por tanto importa en la construcción de la ciudad como un

imaginario, luego como un lugar indentificatorio (“es el lugar de mis antepasados”). El

pasado industrial se asocia directamente con el mar. El “patrimonio”, entonces, también.

El título es explicado por los académicos de la PUCV, Nelson Vázquez y Francisca

Gallegos, previamente al resultado de la deliberación de la UNESCO: “(Valparaíso posee)

un sello relacionado con el ámbito marítimo ‘propio de una ciudad puerto como ésta’”; “el

carácter único que lo distingue de otras: su vinculación con el auge de la navegación del

siglo XIX” (ambas son citas al asesor de Cultura Agustín Squella, en la ficha 05); el cliché

“La joya del pacífico” se vuelve acá político, en su ligazón a la productividad marítima

perdida (ficha 06); e incluso provee de nuevas metáforas en la intención de una

refundación (“el porteño tiene puesta a prueba la imaginación con la proa hacia el futuro”,

declara el poeta Alfonso Calderón en ficha 10).

El pasado marítimo, es también, la más potente figura de futuro; pero en su

jerarquía podemos también explorar la capacidad de ver de quienes entregan este título:

el pasado marítimo e industrial es asociado con una temprana muestra de globalización,

por lo tanto, un ejemplo de excelencia mundial, o profundizando en la relación, en cierta

articulación con la Historia occidental. Lo explica el asesor de Cultura (ficha 23) Agustín

Squella, cuando justifica el nombramiento en el pasado de “inmigrantes”, en la condición

“cosmopolita”. No podemos, entonces, considerarla solamente como una referencia al

pasado; cuando se destaca un pasado inserto en una línea de desarrollo

occidental/europea, es porque el título se está insertando dentro de una teleología

particular. Desde aquí, también deberíamos comprender el interés refundador y el

proyecto que conlleva, como expectativa, el nombramiento patrimonial. Desde ahí se

proyecta un mejor futuro para “el espacio entre el plan y los cerros” de Valparaíso -¿existe

un lugar entre el plan y los cerros en Valparaíso?- (ficha 8, en voz de El Mercurio de

Valparaíso); se propone un “Valparaíso modelo patrimonial” que es reactivado en

expectativa durante los hitos fundacionales como el año nuevo en el mar (ficha 76,

también en la voz del medio); o el mismo nombramiento se dispone como hito para los

proyectos particulares (“Al cumplirse dos años de que la UNESCO le concediera a

113

Valparaíso la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad el Colegio de Arquitectos

de la Quinta Región realizó un homenaje en la Plaza Aníbal Pinto, a un costado de la

fuente ‘Neptuno’”, en ficha 41, otra vez el medio, sin atribuir cita). El “Patrimonio” está en

el mar, y el mar, pese a lo literal, ya no es el lugar del pasado, si no el de la proyección.

4) Patrimonio existe en el vértice de encuentro: es el turista el que “encuentra” el patrimonio, y la ciudad la que debe encontrar su lugar en tal vitrina internacional.

Aparte de una implicancia teleológica, el origen de la denominación de Valparaíso

como “Patrimonio de la Humanidad” cierra una relación circular. Si se “premia” el adelanto

de Valparaíso dentro de un esquema de desarrollo industrial, ese premio es proyectable al

futuro en cuanto se dispone en una dimensión similar. Una dimensión que considere una

mejor condición económica –en comparación, con la situación económica global- y un

lugar relacional con ese espacio exterior. El “patrimonio”, entonces, es dispuesto en un

vértice de encuentro: existe en el lugar de la relación con el extranjero, y esa relación se

concreta en la proyección de una industria del turismo. De ninguna manera esto equivale

a decir que “patrimonio” es reconvertido en una actividad económica: lo que queremos

decir es que en la misma existencia de “patrimonio”, en cuanto concepto postulado y

comprensible en Valparaíso, encuentra su lugar, su visibilidad en el orden, cuando se

dispone en el encuentro con otra identidad. Una actividad ligada al “Patrimonio” carga,

incluso, con la condición de los visitantes: más que buscar sujetos extranjeros, la misma

celebración de “patrimonio” dispone la denominación de “visitantes” a quien sea se inserte

dentro de los circuitos turísticos (Ambos son citas a El Mercurio de Valparaíso, sin actor

del discurso explícito: “Habrá 120 monitores que esperarán en cuatro puntos de la ciudad

a los visitantes…”, dice la ficha 26, considerando la opción que esos visitantes sean

habitantes de Valparaíso; o en la ficha 32, donde se ofrece un circuito patrimonial “para

todos los pasajeros que aborden desde el interior de la región los trenes de Merval, … un

50 por ciento de descuento en el valor del boleto”).

Así es como también pueden establecerse condiciones “patrimoniales” en los

sujetos. Cuando el Municipio organiza el nombramiento de “embajadores” de Valparaíso

en un aniversario de la designación de la UNESCO (ficha 36), se establecen ritos

protocolares que justamente tienen que ver con la visita: un mandamiento que obliga

“visitar Valparaíso por lo menos tres veces al año” –de esto, concluimos, es que la misma

114

investidura se guarda para quienes salen o viven fuera de Valparaíso. Por lo mismo, toda

la potencia que involucra el título patrimonial como factor de desarrollo, se activa cuando

las demandas se justifican en este vértice de implicancia internacional. “…Gestiones que

realiza Cornejo en Alemania para conseguir con el embajador de Chile en Alemania, vía

donación, tecnología de punta en implementos para el combate de incendios, sobre todo

en edificios patrimoniales, como espuma o pitones especiales”: un petitorio internacional

es exigible en cuanto involucra el argumento “patrimonial”, dada su condición universal.

Cuando hablábamos de cierta uniformidad de Valparaíso en la cual se justifica el

título, queda claro que el extranjero es quien puede advertir esta uniformidad comparativa.

Lo mismo, con la unicidad (dice una experta patrimonial en ficha 82: “aquí no hay cerros

naturales, sino culturales. Me gustaron mucho los ascensores también. En ninguna parte

del mundo existen estos artefactos26”) que sólo puede ser apuntada por la “otredad”. Y

luego es comprensible por qué el hito de celebración del “patrimonio” es, por excelencia,

el Carnaval Cultural: “El Puerto celebra junto a Salvador de Bahía ser una ciudad

Patrimonio de la Humanidad”, dice la ficha 70; es un lugar de encuentro, un momento de

pertenencia global, y a la vez, distinción nacional. El “patrimonio” es invocado: a la

relación se acude, luego, el título y su lugar tienen el dinamismo de un encuentro.

5) Patrimonio existe en un lugar normado, como puede ser el escenario judicial,

pero más evidentemente, el recinto de lo culto: el arte, la Academia, el museo.

Cuando hablábamos del protocolo que se propone a los embajadores

“patrimoniales” tocábamos tangencialmente un punto que acá nos interesa desarrollar: el

lugar del patrimonio está fuertemente normado. Las disposiciones orden le proveen de

una existencia institucional –ya hablábamos del lugar de acceso que guardan la Academia

u otras experticias- que es a su vez, lugar de relación, de una serie de prohibiciones

entendibles. La conceptualización de “patrimonio” que se hace en contextos distintos a la

designación de la UNESCO (por ejemplo, un contexto legal, o dentro de un delito

económico) nos habla de una posesión positiva, esto es, de un lugar concreto, palpable,

contabilizable, que puede ser atribuible a un dueño (el “daño patrimonial” del cual habla la

26 Dudamos que “en ninguna parte” del mundo existan ascensores. Pero el que se pueda afirmar (y publicar), afirma aún con más fuerza nuestro postulado: la condición patrimonial se condice con una condición de “unicidad”. El orden de los factores, por tanto, es intercambiable. Se escribe: hay patrimonio porque la ciudad es única; pero no es menos cierto a la inversa: la ciudad es única porque hay patrimonio.

115

ficha 24 es punible, y reconoce víctima e inculpado; o de la misma manera, “Atentados

contra el patrimonio”, en el contexto de otra comuna, Viña del Mar, puede atribuirse a los

delitos económicos contra los bienes materiales de todo ese territorio). Nos interesa

destacar estas acepciones no por su materialidad –dinero, posesiones, bienes-, sino para

dar cuenta de un valor extendido: es también un lugar privado por una serie de

convenciones, normado en su acceso por una ritualidad que se deriva de otros

conocimientos. “Patrimonio” –y esto lo lleva a terrenos aún más crípticos y maleables por

quienes dicen comprenderlo- es un lugar espiritual, resguardado por la nostalgia, irreal

como imaginado (según la ficha 58 “patrimonio” está en “la dimensión legendaria, mítica,

fantasmagórica y poética, de una ciudad que se ubicó a fines del siglo XIX”; o más

dramáticamente en la ficha 95, y en la voz de un poeta-literato, “Valparaíso no existe”,

dada su condición de lugar patrimonial “mágico, humorístico, surreal, absurdo y poético”).

En este trabajo hemos citado a Rama, por lo cual, hablar de ciudad real e

imaginada no debería ser ninguna novedad. Pero esta dimensión “irreal” no es derivada

de esa explicación. Es un proyecto político, justamente porque dispone la comprensión de

“patrimonio” en términos incomprensibles y lo dirige hacia terrenos apolíticos. Así,

“patrimonio” sólo puede explicarse desde el arte y validarse desde el discurso culto (los

habitantes pueden discutir de “patrimonio” mediante un “Concurso de arte para adultos

mayores: (…) el tema son las recientes nominaciones que recibió el Puerto, como capital

cultural y Patrimonio de la Humanidad”, invitados por la Universidad, en ficha 53; o puede

estar presente en soportes materiales: un texto reconocido a nivel mundial parte del

“patrimonio cultural escrito”. Según lo que cuentan especialistas argentinos en la ficha 89,

“el patrimonio va desde un documento, pasando por una obra de arte, y terminando en un

edificio en un área urbana. Cada uno de estos elementos es soporte de nuestra

identidad”).

Como lugar del arte y soportes cultos, el manejo de especialistas es postulado

más bien como una separación y resguardo del público, como una cubierta de vidrio que

protege –no olvidemos la importancia de tal narrativa-, que eleva el asunto a un espacio

de visibilidad, pero no de acción. Y es espacio de lo culto en cuanto lo masivo, lo popular,

sólo aparece en su condición aclamativa –ya mencionábamos el encuentro de las

ciudades en los Carnavales, y también las celebraciones “espontáneas” que trajo la

denominación en la calle. La división es clarísima en el sumario que hace El Mercurio de

116

Valparaíso sobre las actividades de los Carnavales: “… manifestaciones artísticas que

han sido realmente notables, las que van desde expresiones muy masivas hasta otras

que tienen que ver con las universidades y el patrimonio…”. O sea, dos extremos de un

eje cultural: lo masivo y lo patrimonial.

7. Sumario de los resultados27: - Las secciones del medio que recogen el tema de “Patrimonio” son

”Ciudades” y “Ciudades, Valparaíso”, así como una sección que aparece para la ocasión,

“Ciudades, Patrimonio”. Esto nos habla de un tema que excede al mosaico temático del

medio, por cuanto “Ciudades” es la sección que no es “Política”, ni “Deportes”, ni ninguna

de las áreas diferenciadas por temas. Esta afirmación es reforzada por la creación de

secciones como “Ciudades, Patrimonio”, “Un día histórico”, o incluso en “Vía libre” –la

sección de “Arte y Cultura”, donde el término también requiere de un nuevo espacio: “Vía

libre, Carnavales Culturales”.

- Las temáticas de las notas con el concepto “Patrimonio” privilegian un tipo de texto que

parte desde la estupefacción: el medio requiere explicar “¿qué es patrimonio?”. Para

responder, elabora textos y gráficos pedagógicos con la información oficial de UNESCO y

consulta a actores sociales políticos y del arte para enfrentar esa voz oficial con lo que

pasa o pasará en Valparaíso. Acá hay una paradoja de exclusión: otra temática preferida

es la cobertura en la calle de las celebraciones. ¿Por qué explicar tanto el término si “la

gente en las calles” ya resolvió que es algo que se debe celebrar? No se examina el

discurso de la celebración, sino solamente la suma análoga de la aclamación a la voz

oficial.

- Las narrativas sobre el concepto de “patrimonio” son las siguientes:

o La designación de “Patrimonio” es un hito de re-fundación: el pasado reciente

de Valparaíso debe negarse, por una ciudad próspera.

27 Acá exponemos, en forma resumida, los resultados de la investigación. Para un mayor desarrollo de estas afirmaciones, referirse a cada sección de esta tesina desde donde se extraen estas ideas.

117

o Valparaíso amplía su funcionalidad a otros territorios, por lo que debe

procurarse una élite para el manejo del título patrimonial: el Gobierno Comunal

probó su capacidad al lograr el título, ahora la Academia y la industria turística

deben participar.

o El título de “Patrimonio” es propiedad de todos los habitantes de la ciudad, por

lo cual es, en esencia, un espacio democrático, aunque no lo entiendan.

o El privilegio estético que adquiere Valparaíso con la denominación de

“Patrimonio” obliga al país y al mundo a situarlo como prioridad.

o El título “Patrimonio” establece un deber de restauración y conservación:

Valparaíso ya tenía gran valor, ahora con el título se ve amenazado por

elementos exógenos.

- La mentalidad en el uso del concepto “patrimonio” opera por autoridad y reducción.

o Autoridad:

La UNESCO define lo que es “Patrimonio”: el reconocimiento al

pasado industrial de Valparaíso como testimonio al mundo; la

Academia coincide en la interpretación y está para hacer operativo ese

proceso, integrando participación.

El Estado reconoce la capacidad del Gobierno comunal para dirigir

“Patrimonio” en un esquema de desarrollo: requiere de probidad para

orientarse al arte, la discusión académica y la arquitectura del pasado.

El título “Patrimonial” significa provecho económico y restauración: esto

lo sabe un rubro con experiencia en los modelos extranjeros.

“Patrimonio” es la oportunidad del regreso al origen bohemio, poético y

soñador de Valparaíso: el rubro del arte defiende esa posibilidad.

“Patrimonio”, antes que un título, también apunta a la propiedad

privada, y por tanto, el cuidado de la ciudad es primero responsabilidad

privada.

o Reducción:

Con el título de “Patrimonio”, Valparaíso se asegura la entrada a una

elite global, marcando un nuevo comienzo para la ciudad con la

posibilidad de recursos que promete el nuevo turismo.

118

“Patrimonio” se funde con otros conceptos: monumento nacional, arte,

o algunas frases hechas (tiempo pasado, gran responsabilidad,

biblioteca universal).

“Patrimonio” es un título global a la comuna, que se entiende en dos

dimensiones: tangible (arquitectura y edificios) e intangible (lo mágico,

las personas).

El proceso de obtención del título de “Patrimonio” es descrito como un

triunfo deportivo: cobertura minuto a minuto, contactos a la salida de la

“cancha”, celebración a las calles, himno patrio espontáneo, ranking de

clasificados, triunfo del humilde.

“Patrimonio” se entiende en dos opuestos simples: “Patrimonio” es lo

bueno en los balances del año, opuesto a lo malo, que es la carencia

de la ciudad presente en Valparaíso.

- Los actores sociales que participan en la discusión sobre “patrimonio” son

mayoritariamente aludidos desde su participación en el Estado, son actores “políticos”. En

ese nivel, se les identifica de individualidad, se les atribuye cargo, y se les provee de

discurso. El medio resuelve el tema de “patrimonio” desde una matriz moderna, donde los

únicos ejes sociales dispuestos para los actores, corresponde al “trabajo y producción” y a

“política”. Por eso es que en los “actores con densidad organizacional que identificamos

corresponden a organizaciones civiles propias de la Modernidad (sindicatos, gremios,

fundaciones, clubes deportivos). Es también esa matriz tradicional la que no permite ver

diversidad y propone exclusión desde la generalidad. Mercantil, en el caso que reconoce

“turistas” y “proveedores de servicios” en la apertura internacional; conservadora, cuando

los actores omitidos son reconocidos como agrupaciones efímeras –“turba”, “público”,

“masa”, “aglomeraciones”- no capacitadas para el debate racional que el medio requiere

para el concepto “patrimonio”.

- El proyecto de ciudad lo encontramos en cuatro apartados: Estado, Ciudadanía,

Diversidad y Lugar.

o Estado:

A través de su condición de gestor, el Estado debe asumir un momento

de refundación, desde la planificación técnica y orientada a objetivos

materiales de conservación.

119

La designación patrimonial es un asunto principalmente económico, en

el cual el Estado se incluye como intermediario entre ciudadanía y

privados, atendiendo los requerimientos de los primeros.

El Estado reclama su pertenencia sobre el título patrimonial y tras ello

opera como difusor pedagógico de los requerimientos de la UNESCO.

Asegura neutralidad en el proceso que comienza la ciudad: por lo

tanto, desde la objetividad, es capaz de reconocer actores distinguidos

y diferenciar trato entre comunas.

Personifica el hito como responsable de la designación, ordena el

quiebre de normalidad y su presencia es obligatoria en cuanto

proveedor de identidad.

- Ciudadanía:

o La ciudadanía deriva de un reconocimiento político, que define límites y

motivos de participación.

o Patrimonio reactiva una concepción ciudadana tradicional: capacidad

asociativa y formación pedagógico-letrada.

o La condición ciudadana se confirma en un compromiso con los planes de

restauración, ornato y aseo de la ciudad.

o La ciudadanía se explica en términos de consumo: deriva en clasificaciones

comerciales en los sujetos y los mueve una recompensa.

o Ciudadanía y patrimonio plantean niveles de desigualdad: buenos ciudadanos,

ciudadanos y marginales.

- Diversidad:

o El límite para la diversidad lo norman organismos académicos, profesionales,

y asociaciones tradicionales.

o Patrimonio es un lugar de confrontación: ante una diversidad indeseable –por

lo confrontacional- se recurre al rol o al ciudadano como consumidor.

o La potencia política de los sujetos radica en su capacidad consultiva con el

Estado.

o La diversidad no puede forzar los límites de una identidad original, la identidad

porteña, anclada en el pasado y de frágil presente.

120

o El encuentro internacional no asegura el conocimiento de la alteridad, si no un

regreso a las identidades de mayor escala.

- Lugar:

o Patrimonio está en el casco histórico y la extrapolación de sus cualidades

como frágil unidad urbanística del pasado industrial.

o Patrimonio es una demarcación geopolítica, ante la instrumentalización

económica corresponde la ciudad o región completa.

o Patrimonio está en el mar y su cercanía, en cuanto reminiscencia del glorioso

pasado industrial, pero también como lugar de proyección económica.

o Patrimonio existe en el vértice de encuentro: es el turista el que “encuentra” el

patrimonio, y la ciudad la que debe encontrar su lugar en tal estante

internacional.

o Patrimonio existe en un lugar normado, como puede ser el escenario judicial,

pero más evidentemente, el recinto de lo culto: el arte, la Academia, el museo.

121

8. Conclusiones sobre los resultados

Cuando en el marco metodológico de este trabajo adscribimos a un enfoque

hermenéutico, ya nos disponíamos a un trabajo donde el análisis debía ser sometido a un

análisis. Reservamos este apartado para ese ejercicio, y en la última sección,

enfrentaremos este análisis, así como todo el trabajo, a una referencia complementaria.

Nos interesa complementar sobre tres conceptos que están recogidos en los objetivos de

este trabajo, y que finalmente, son conclusivos de ese proyecto de ciudad que nos

interesó para orientar esta tarea: se trata de Estado, Ciudadanía y Periodismo.

Sobre el Estado: El desborde.

La refundación no es responsabilidad del Estado. Y es lógico, además, que el

Estado –en su sustancia Moderna- se sienta amenazado ante cualquier propuesta de

refundación. Decíamos, con Habermas, que el Estado “es la ‘administración pública’.

Debe el atributo de la publicidad a su tarea: cuidar del bien común público, de todos los

ciudadanos” (1994, p.42). Pero en este modelo patrimonial –tan cargado a reconocer

actores políticos- el Estado Moderno profundiza en su crisis.

Pensemos en las conclusiones a las que hemos llegado: la personificación del

Estado en designados temporales; su disposición hacia un clientelismo comercial-

financiero; la necesidad de desarrollar una extremidad pedagógica frente a la designación

patrimonial; su constitución como tribunal geopolítico en la administración de objetivos

patrimoniales poco claros; y su advenimiento como indicador del quiebre de normalidad:

todas ellas, características que el Estado se apresuró en administrar, sin advertir que en

ellas está el germen de su propio decaimiento. Son todas ellas, narrativas sobre la

debilitación del Estado.

De inmediato también, nos encontramos con una conclusión interesante para este

estudio. Hemos insistido sobre la potencia que aún, en todas las narrativas, posee la

Modernidad. También reafirmamos la capacidad del Estado Nacional para justificarse

como el principal proveedor de identidad hacia los actores reconocidos en ese trabajo,

incluso cuando hemos reseñado cómo las pertenencias comunales se ven reactivadas en

un reconocimiento que propone actividades entre una ciudad chilena (Valparaíso) y sus

122

pares extranjeros (otras ciudades, también designadas como “Patrimonio de la

Humanidad”). Y ya dimos cuenta de cómo los actores dispuestos en el eje “Política” eran

los más numerosos para los artículos que tenían que ver con “Patrimonio”, así como

también ellos se identificaban, en el mayor de los casos, con un tipo de reconocimiento

como “actor de la acción” y “actor del discurso”. Sin embargo, ello no asegura un puesto -

pragmáticamente- funcional a sus objetivos. Asumimos, claro, que el Estado Moderno

está preocupado por su permanencia.

Cuando los diputados, concejales, el alcalde Hernán Pinto y los distintos

delegados burocráticos que se apropian, rápidamente, del discurso patrimonial, lo que

están cimentando es un andamiaje de expectativas que no tienen capacidad de

cumplimiento. El patrimonio y todo el triunfalismo asociado, es un sobregiro. Y como los

actores políticos no se ofrecen más que a responder por su rol dentro del gobierno, más

que por su acción en la promoción del Estado (basta con pensar en la visibilidad que los

personajes procuran a la hora de las celebraciones, así como su capacidad para criticar el

proceso desde su individualidad), estamos en presencia, entonces, de una difícil tensión

en la cual hacen equilibrio los intereses de los mismos privilegiados en las cartografías de

la ciudad patrimonial. Esa tensión, claro, puede sostenerse en el tiempo28. Pero eso sólo

si consideráramos que tales actores no están dispuestos en un esquema social donde la

publicidad es requerida para el consentimiento.

El Estado -y acá llegamos también a un problema que tiene que ver con

mentalidades- es también responsable del discurso de la refundación de la ciudad. No

podría ser de otra manera, pues desde ahí fue que se destinaron recursos para la

empresa. Desde el Estado, además, se proveyó de otros simbolismos como la

designación de Valparaíso como “Capital Cultural”. Es por medio de la ampliación que

está haciendo frente al desborde de sus capacidades. La adición es una posibilidad de

crecimiento en la ciudad postmoderna (Jameson, 2003), pero al contrario de lo que pueda

sugerir, esta expansión tiene que ver justamente con el descontrol. Y eso, sabemos, es

una amenaza que invalida al Estado: los operadores del orden están desbordados. 28 Esto puede graficarse en una anécdota: cuando Nikita Khrushev fue forzado a dejar el gobierno, se sentó y escribió dos cartas a su sucesor, Leonid Brézhnev. Le dijo: “cuando te veas envuelto en una situación de la cual no puedes salir, abre la primera carta, y estarás a salvo. Cuando te metas en otra situación de la cual no puedas salir, abre la segunda”. El sucesor, en problemas, abre la primera carta, que dice: “échame la culpa de todo”. El consejo funciona. Cuando hay problemas insalvables, Brézhnev abre la segunda carta, que esta vez dice: “Siéntate. Escribe dos cartas”.

123

Sobre la ciudadanía: Responsabilidad compartida.

Al observar las narrativas que se ciernen sobre la ciudadanía, está claro que una

de las formas para quitar presión al desborde del Estado es transfiriendo la

responsabilidad de la refundación a la ciudadanía. Acá es donde se reactivan una serie de

normas que nos llevan a dar con los actores incluidos: aquéllos que operan dentro de una

matriz moderna, que definen su visibilidad en el orden público desde su condición laboral-

industrial, o desde su adscripción política, o desde la vocería de organizaciones gremiales

para ocupaciones que, esta vez, tienen que ver con las mismas narrativas que

destacábamos sobre el concepto de “patrimonio”: son arquitectos, marinos, políticos,

restauradores, académicos internacionales, poetas, abogados, asesores presidenciales y

otros. Quizás es un mayor aporte pensarlos no como la ciudadanía privilegiada en un

esquema predefinido, sino que con su visibilidad, son ellos mismos los que están

definiendo el orden posible.

No hay que perder de vista que al pensar en ciudadanía, estamos pensando

también en una imbricación con el Estado. Pero a diferencia de lo que sucede con el

Estado, con la ciudadanía sí es posible advertir una serie de responsabilidades

inmediatamente. La participación ciudadana es, de nuevo, aditiva: más deberes, todos

ellos sumándose a los deberes básicos, como lo pueden ser aquellos deberes de carácter

constitucional.

Los ciudadanos, además de su dimensión cívica, deben incorporarse a una nueva

dimensión ética, que trae como consecuencia, el encuentro multicultural. Los nuevos

deberes que la ciudadanía adquiere, también tendrán que ver con la superación de la

multiculturalidad en un modelo donde, ya lo sabemos, el Estado no asumirá más costos.

Tal compromiso ético puede ser resuelto de manera intercultural, y ahí podemos pensar

en una potencia incluyente de este proceso patrimonial. No es el caso.

“La idea de nación implica que los individuos dejen de considerar sus

regiones como base territorial de sus acciones. Presupone el desdoblamiento del

horizonte geográfico al retirar a las personas de sus localidades para recuperarlas

como ciudadanos. La nación las ‘desencaja’ de sus particularidades, de su

provincianismo, y las integra como parte de una misma sociedad. Los hombres,

124

que vivían la experiencia de sus ‘lugares’, inmersos en la dimensión del tiempo y el

espacio regionales, son así referidos a otra totalidad” (Ortiz, 1998, p.28)

¿Qué tiene que ver esto con la situación multicultural del patrimonio? Asistimos a

una refundación discursiva. El Estado es la objetivación de este desplazamiento que

propone la existencia de una “idea de nación”. Pero una vez que se nos dispone en un

nuevo orden operativo –el “Patrimonio”, como integración a un orden de escala universal-,

el desplazamiento nominativo no se asume más que “originariamente”: los que vienen a

Valparaíso son visitantes, los que vienen a consumir son turistas, los ciudadanos ganan

un deber de atención económica –y ética dentro de los límites del mercado- con ellos.

Cualquier otro tipo de visita, no es advertida identitariamente. Desde ahí, que bajos estos

preconceptos, sea imposible generar un proyecto intercultural.

Sabemos que una de las tácticas que los sujetos pueden generar frente a un orden

Moderno que no los favorece tiene que ver con la condición ciudadana del sujeto como

consumidor, pero nos parece que esa vía carece del espesor democrático que propone la

designación patrimonial. No porque desestimemos el potencial ciudadano en el consumo

–ya durante las conclusiones, con García Canclini (1995), dejamos establecida nuestra

posición sobre el tema-, si no porque en una ocasión única como lo es una “refundación”,

nos parece que las soluciones demandan una acción compleja, con definiciones utópicas

más que confianzas de inercia.

Exponemos una de las narrativas que encontramos para la ciudadanía:

“Ciudadanía y patrimonio plantean niveles de desigualdad: buenos ciudadanos,

ciudadanos y marginales”; y desde esta narrativa podemos advertir cómo los distintos

actores se procuran dentro de esquemas de privilegio que a su vez, son facilitados por

una estructura anterior: en la ficha 36, el medio cubre la elección de supra-ciudadanos,

una suerte de embajadores que en ningún caso se derivan de una intención futura, sino

de esquemas previos -son animadores de televisión, deportistas exitosos, políticos de

relevancia histórica, y otros actores que son capaces de operar a un nivel de visibilidad

nacional-, pero que además fundamentarán su distinción en rituales decimonónicos, ya

sean firmar un libro de visitas en la ciudad o brindar por Valparaíso cuando deban levantar

su mesa en alguna reunión social. Desenredar ese ovillo –las pertenencias previas que

dan con los privilegios presentes- puede llevarnos por una ruta de pistas sobre un pasado

125

que se perpetúa en los nuevos proyectos. Y eso, para cualquier análisis, invita a la

decepción. Las expectativas, de nuevo, superan los resultados: tenemos al Estado

Moderno y la ciudadanía Moderna, superada en sus deseos.

El Periodismo: El eslabón perdido.

Se hace necesario recordar a estas alturas que todas las conclusiones obtenidas

durante este trabajo provienen del examen a un medio en particular, El Mercurio de

Valparaíso, en ediciones particulares que ya definimos. Esto tiene una incidencia que más

vale no perder de vista: toda conclusión que obtuvimos sobre el orden que acá se

procura, así como los actores sociales que por ahí pueden desplazarse, tiene una relación

directa con la capacidad del periodismo para advertir tales límites.

De ahí que la ciudadanía emerge como un concepto excluyente. Quizás así lo sea

en su definición –la identidad, en el otro polo, es la que se define como “adscriptiva”-, pero

nos encontramos con una forma particular de exclusión, que luego es funcional a los

objetivos (o la carencia de objetivos, que deviene en la perpetuación de un orden

sobrepasado) del Estado. ¿Dividir para gobernar? Todo lo contrario: se trata agrupar para

ordenar.

Nuestros objetivos ya advertían que hay algo que no queríamos hacer durante

este trabajo: ficcionar, de antemano, una “taxonomía de la exclusión”. La exclusión, por lo

tanto, tampoco se haría presente en los textos periodísticos a no ser que de esa manera

pueda señalarse, definitivamente, la existencia de lo marginal (en este caso, dejamos de

hablar de “ciudadanía). Pocas veces sucede esto: el mal está en los graffiteros que

atacan los muros patrimoniales, en “la gente” que forma basurales, en quienes impugnan

el reconocimiento patrimonial.

Pues bien, la perturbación del orden aparece en contadas ocasiones como una

marca que nos permita pensar sobre la ciudadanía (aquello que no es ciudadanía me

puede entregar pistas para lo que sí es ciudadanía). Pero de ninguna manera, esto exime

al periodismo de la promoción de un eje de exclusión, sino que más bien, nos revela la

incapacidad del periodismo de trabajar con lo innombrable. Todo lo que el periodismo es

126

incapaz de advertir, termina dentro de un conjunto homogéneo: “la gente”, “las personas”,

“el público”, “la turba”, etcétera.

Ya estamos en condiciones de generar un gráfico para explicar las articulaciones

que tenemos entre estos conceptos fuerza, especialmente ahora que incluimos al

periodismo en el total:

Figura 4: Ejes de la relación entre “Periodismo”, “Estado”, “Patrimonio”,

Ciudadanía” y los actores “masivo/popular”

Así interpretamos este gráfico. Tenemos la categoría “Estado” relacionada hacia la

izquierda con “patrimonio”, lo cual nos permite reflexionar sobre todas las narrativas que

desarrollamos (la personificación del Estado en designados temporales; su disposición

hacia un clientelismo comercial-financiero; la necesidad de desarrollar una extremidad

pedagógica frente a la designación patrimonial; su constitución como tribunal geopolítico

en la administración de objetivos patrimoniales poco claros; y su advenimiento como

indicador del quiebre de normalidad). Luego, la ciudadanía aparece dispuestas entre el

área descrita entre el “Estado”, “patrimonio” y “Periodismo”: se trata de una ciudadanía

excluyente, que encuentra sus límites en los tres conceptos que encierran esa área

(interpretamos así, por ejemplo, la necesidad pedagógica con que “Periodismo” se

127

relaciona con “patrimonio”, explicando a “ciudadanía” cuáles son sus límites y deberes

después tras la designación).

Y al otro extremo de “patrimonio”, dispusimos lo “masivo/popular”, que demostró

ser el polo opuesto en esta discusión sobre inclusión-exclusión. Toda el hemisferio

derecho es el espacio que podemos llenar con “gente”, con “graffiteros”, con “niños”, con

“multitud”, y demás categorías que no pueden atravesar el eje dispuesto en conjunto por

“Estado” y “Periodismo”. Es por eso que la línea relacional entre lo “masivo/popular” y el

“patrimonio” se convierte en una línea punteada tras el eje norte-sur: el tránsito es

obstaculizado. Por supuesto, consideramos que lo “masivo/popular” es capaz de advertir

las fisuras, atajos, o rutas alternativas hacia el “patrimonio”, y por ello elegimos la línea

punteada en vez de un desvanecimiento total.

Por otra parte, hemos concedido al “Periodismo” el polo opuesto al “Estado”,

considerando que el modelo reafirma un proyecto de Estado Moderno y Liberal, donde el

periodismo opera frente al Estado, como expresión disociada del aparato estatal. Sin

embargo, afirmamos que contra cualquier precepto, el periodismo y el Estado son los

encargados de sostener esta frontera entre “patrimonio” y lo “masivo popular”, definiendo

así “ciudadanía”. Estas no son relaciones funcionales: es un círculo, por lo tanto, es capaz

de rotar de acuerdo a la perspectiva de abordaje, donde más que las direcciones nos

interesan las fronteras. El periodismo, en este proyecto de ciudad, está sosteniendo uno

de los extremos en una cuerda muy tensa que marca la frontera entre ciudadanía y

exclusión.

128

9. Reflexiones finales. La paradoja de la extinción.

El día 3 de febrero de 2007, mientras este trabajo era realizado, una fuga de gas,

sumado al precario mantenimiento del tendido eléctrico subterráneo, provocó una

explosión en calle Serrano de Valparaíso, en un área incluida dentro del llamado casco

histórico de la ciudad, causando la muerte de cuatro personas, y dejando en condición de

damnificados a cerca de 60 personas. El lugar, luego, pasó a ser llamado en la prensa

como “Zona 0”, y tras la hiperbólica cobertura de la catástrofe, las acusaciones de

responsabilidad, y sólo después de la descripción de los edificios perdidos, apareció el

reclamo de los sobrevivientes. Con menos fanfarria, el día 2 de enero de 200529, el

comandante de Bomberos, José López, advertía que en esas edificaciones antiguas, una

desgracia podía desatarse, tras comprobar el mal estado de las instalaciones (“… reveló

que un alto porcentaje de las edificaciones del área patrimonial podría terminar

perjudicado por un incendio, pues los sistemas de electricidad son viejos y no han sido

reparados o modernizados”). Y en otra ficha30, sobre la misma temática, el alcalde Aldo

Cornejo, buscaba fondos internacionales para bomberos, argumentando sobre la

condición patrimonial de esta ciudad (“sobre todo en edificios patrimoniales”). No es que

este trabajo esté orientado hacia la denuncia contingente, no es por ello que destacamos

este episodio; se trata, solamente, de destacar cómo es que la discusión sobre

“Patrimonio”, primero, atraviesa una multiplicidad de discursos, y segundo, que tales

discursos –y por consiguiente, los actores provistos de suficiente publicidad- participan en

planos, sueños y tragedias, de una ciudad que se enfrenta al pasado como prefiguración

del futuro.

Este trabajo parte desde la siguiente inquietud: ¿Cuál es el rendimiento inclusivo y

excluyente para los actores sociales que los medios de comunicación instalan desde la

discusión sobre “Patrimonio”? Lo encontramos en la concordancia con modelos sociales

previos: una ciudad moderna, preglobal, que ahí donde hay paradojas en el orden –por

ejemplo, postular un Estado moderno de derecho en su variante más primordial cuando

se propone una escala de participación mundial-, deja un espacio vacío de desigualdad.

29 Esta nota aparece descrita en la ficha número 85, titulada “Instalaciones eléctricas en la mira”. 30 Se trata de la nota descrita en la ficha número 46, “Bomberos espera financiamiento”.

129

Puede ser un espacio para nuevos actores y discursos, pero por ahora, con estos

resultados en mano, es el lugar privilegiado para la perpetuación de un orden desbordado.

Estamos hablando de una refundación –porque sí, seguimos convencidos de que

esta es una oportunidad en la refundación del orden- que se basa, principalmente, en la

nostalgia. Ya José Bengoa ha escrito sobre la ontología de la nostalgia –“la nostalgia es el

recuerdo positivamente valorado. Es por ello que se le desea revivir. Al no ser posible,

produce dolor” (Bengoa, 1996)-, pero nuestra nostalgia, la que se expresa en los textos

revisados, revierte en tintes más complejos que tal “operación retorno” a una sociedad

primordial31. No es una búsqueda por la comunidad o los tribalismos: el regreso se queda

a medio camino. Las narrativas sobre “patrimonio” nos hablan de un concepto que nos

enfrenta con un escenario global y sus tiempos de posmodernidad. Mientras, cesantía,

delincuencia, basurales y otros males sociales, son atribuibles a una falla en los itinerarios

de la modernidad, y como consecuencia, hablan sobre la caída de las confianzas

históricas y la desconfianza en los relatos totales. O sea, tenemos dos variables: la

necesidad de insertarse en un escenario global posmoderno, y el fracaso del sueño

moderno. Pero la respuesta de los medios no puede ser más descorazonadora: contra

todo esto, exceso de modernidad. Justamente cuando examinamos los resultados sobre

actores sociales, nos hablan de dos ejes simples desde los cuales concebir a todos

actores posibles de involucrarse: Estado y ciudadanía; algo que podemos entender si lo

cruzamos con una propuesta de ciudad que involucra un Estado de alcances pedagógicos

mientras desarrolla su deber en la administración de los derechos, y una ciudadanía que

recibe reconocimiento en la asociatividad tradicional (sindicatos, gremios) y que gana su

publicidad en los mismos términos que conminaba la ilustración: “…el pensar en sí mismo

parece coincidir con el pensar en voz alta, exactamente que el uso de la razón equivale a

su uso público: ‘Ciertamente, se dice, el poder superior podría conculcarnos la libertad de

hablar y de escribir, pero jamás la de pensar’” (Habermas, 1994, p. 138).

Bengoa sí considera, en parte, esta posibilidad: “Es muy fácil que se haga un

‘remedo’ de modernidad. (…) Es muy fácil que muchos, enfermos de modernidad aguda, 31 “Vuelta en otro nivel al mundo de los espíritus. El fenómeno actual central es la reconstitución de las ‘communities’, del ‘lugar de uno’, del ámbito donde me identifico, donde renuncio voluntariamente a parte de mi libertad y me atengo a las normas reconstruidas por todos. Es el regreso a la religión, de las culturas olvidadas, de las identidades aparentemente superadas, de las lenguas locales que sólo permiten comunicarse entre los iniciados, de tantas identidades que surgen cotidianamente y que reidentifican a la gente común” (Bengoa, 1996. p. 20)

130

intenten remedar de tal suerte que lo que creen ser su paradigma, que lograrán la

perfección absurda de su copia fiel, como ese personaje de Borges que –tarea sin duda

quijotesca- quería reescribir minuciosamente El Quijote” (Bengoa, 1996, p.23); mas nos

guardamos la predicción apresurada sobre que “la absurda” copia: un ciudad nueva,

postulada en términos modernos, es una nueva entidad, separada en adelante de su

“original”. En coherencia con todo lo que hemos expresado acá, el “original” –aquella

ciudad moderna- siempre es un “imaginado”, por lo tanto, no puede el proyecto desde la

concordancia con el original.

Por lo demás, acá llegamos también a una de las afirmaciones que construye

nuestro modelo en su relación con el Estado. Decíamos que el Estado adquiere un

protagonismo clave en este modelo que presentamos: entre sus características, se le

concede el espacio de gestor, incluso reclama una pertenencia sobre el título; desde el

espacio de la diversidad, por otra parte, apreciamos un reclamo por identidades a mayor

escala que las comunales, y en una valoración de la relación consultiva. Sin embargo, no

es el Estado-Nación al que se apela, al menos no en un sentido tradicional. Lo que

termina siendo revalorado son las instituciones del estado, la extensión del aparato

burocrático hacia la comuna. Conceptualmente, no podemos hablar de nacionalismo, sino

de estatismo. Lo que nos lleva a pensar que la pertenencia nacional, todavía discutiendo

desde el título patrimonial, tiene una característica clave, que nos enfrente a un problema

novedoso. Arrancamos desde una cita:

“Si se concede generalmente que los estados nacionales son ‘nuevos’ e

‘históricos’, las naciones a las que dan una expresión política presumen siempre

de un pasado inmemorial, y miran a un futuro ilimitado, lo que es aún más

importante. La magia del nacionalismo es la conversión del azar en destino.

Podríamos decir como Debray: ‘Sí, es enteramente accidental que yo haya nacido

francés; pero después de todo, Francia es eterna’” (Anderson, 1993, p.29).

Cuando listamos las narrativas correspondientes al concepto de “patrimonio”,

hablábamos siempre de cierta fragilidad. Más aún cuando nos hemos encontrado con una

perspectiva de “patrimonio” que se erige desde la nostalgia y una perspectiva folklórica. Y

el enfoque folklórico, desde la decadencia aislada por la conciencia docta: “De la misma

manera que los románticos, los folcloristas vuelven al pasado y procuran aprenderlo como

131

tradición. El elemento salvaje encierra por tanto una dimensión de positividad que permite

que las tradiciones populares sean consideradas como piedras preciosas (…). Los

anticuarios tenían un afán coleccionador, los folcloristas, con el apoyo del método

científico crean los museos de las tradiciones populares. Como diría Michael de Certau,

ellos se contentan con mirar la ‘beauté du mort’, toda vez que su objeto de estudio es el

pasado en vías de extinción” (Ortiz, 1989). O sea, no podemos proyectar nada parecido a

una “comunidad” en torno a un concepto cuya existencia esencial se fundamenta en la

posibilidad de la extinción –porque, contradictoriamente, de allí proviene un grupo de

actores que identificamos como privilegiados, aquéllos sujetos profesionales o dueños de

una experticia técnica que justifica su participación en la proyección de una ciudad

imaginada en el pasado y objetivada en el entorno físico que desea conservarse, de la

mano con la terminología del “casco histórico”. O quizás en esa misma extinción es que

podemos explicarnos la preferencia por los actores políticos, o las extenciones-sujeto del

aparato burocrático: como diría la máxima portaleana, las personas pasan, los cargos

permanecen. Podemos entender un actor político desde la proyección de una ideología,

pero de nuevo estaríamos sobreestimando la concepción de la vida social dentro de un

idealismo modernista, o incluso, avalando la crítica ideológica como búsqueda de

“segundas intenciones”. Y justamente este trabajo se concibe desde otro lado; volvemos

con Moscovici: “Aquí y allá existe una tendencia a considerar que las representaciones

sociales son reflejo interior de algo exterior, la capa superficial y efímera de algo más

profundo y permanente. Mientras que todo apunta a ver en ellas un factor constitutivo de

la realidad social, al igual que las partículas y los campos invisibles son un factor

constitutivo de la realidad física” (Moscovici, 1984, p.710); estamos buscando cómo esto

puede ser factor constitutivo de una realidad, cómo un mundo posible de conceptos

justifica -y así en un recorrido hermenéutico- un actor posible. La comunidad que se

ejercita en torno a su extinción, es la misma que no pide explicaciones a su clase política,

por cuanto la condición del desgaste -la misma, que las vasijas en los museos de los

folcloristas- es inherente al problema. Es natural y por tanto, está fuera de cualquier

modelo proyectable como factor susceptible de modificación. Decíamos que no había

“juicio de residencia”, y acá encontramos una justificación del por qué. Estas casas, esta

ciudad, estos tendidos eléctricos cercanos a las cañerías de gases, deben ser frágiles

dentro de las posibilidades de este mundo desplegado. Cualquier intención de cambiarlo,

y por lo tanto, generar las tácticas que permitan a los actores fuera del orden subvertir tal

nudo, parte por el desmantelamiento conceptual de la ciudad imaginada en el pasado.

132

Pero ahora acudiremos a una pregunta que ha rondado todo este análisis. ¿Por

qué aludir a un momento fundacional, cuándo Valparaíso nunca tuvo un momento

fundacional? Si la matriz de desarrollo material de la ciudad se tejió desde la adición y sin

la planificación –y esa, la adición sin control, es justamente el distintivo de “la ciudad

futura”, la que viene a superar el orden de las ciudades antropológicas32-, ¿por qué las

propuestas nos hablan de un retorno forzoso al orden del pasado? Porque mientras haya

un vacío, hay un relato. El filósofo Slavoj Zizek encuentra esta explicación en las

imágenes de la película “Stalker” (1979), del ruso Andrei Tarkovsky33: “No hay nada

específico sobre ‘la zona’. Se trata sencillamente de un lugar en el cual se traza cierto

límite. Trazas un límite, dejando una zona más allá del alcance de ese límite, y si bien

todo permanece igual, se percibe como otro lugar. Precisamente como un lugar en el cual

se proyectan las creencias y los miedos de tu espacio interior”. Nos reservamos acá la

referencia psicológica del “espacio interior” y pensamos en proyectos sociales. Y claro, un

proyecto social puede pensarse como una entelequia, pero remitiéndonos al ejemplo con

que inauguramos estas reflexiones -por no extendernos sobre la absoluta importancia en

la demarcación del orden que constituyeron todas las actas fundacionales de las ciudades

americanas-, es quizás la única forma de proyectarse hacia un proyecto democrático.

Volvemos, entonces, a la paradoja. Hay una descripción de los actores en polos

opuestos -en esto, coincidimos con Hernández (2003)-: estás con la modernidad

(exacerbada en la clase política tradicional y en el reconocimiento por roles laborales o las

mismas adscripciones partidistas), o no estás en el orden (pensar, por ejemplo, en los

grafiteros, definidos en la ficha número 48 dentro de la catastrófica categoría de “todos los

males”). Pero la clasificación del lugar, con sus temporalidades ambiguas, su

establecimiento para otras identidades como lugar de paso, la tensión de una regulación

especial, un contrato de ingreso que lo separa de los itinerarios cotidianos (el “casco

histórico” requiere de medidas urbanísticas especiales, y por lo tanto, de distintos y

nuevos deberes para los ciudadanos), todo ello nos habla de un lugar que se aleja de polo

claramente delimitado como antropológico, nuevamente rebasando el pretendido ideal de

32 “De hecho, el secreto del Espacio-basura es que es a la vez promiscuo y represivo: mientras lo sin-forma prolifera, lo formal se desvanece, y con ello todas las reglas, regulaciones y recursos” (Jameson, 2003, p.75). (La traducción es nuestra). 33 Este es un extracto de “The pervert’s guide to cinema”, película-ensayo en torno a los relatos del filósofo eslavo.

133

modernidad. Es, más adecuado, hablar de “sobremodernidad”: “Esta necesidad de dar un

sentido al presente, sino al pasado, es el rescate de la superabundancia de

acontecimientos que corresponde a un situación que podríamos llamar de

'sobremodernidad' para dar cuenta de su modalidad esencial: el exceso” (Augé, 2004,

p.36). ¿Por qué, entonces, cuando hablamos de actores sociales, esa superabundancia

de acontecimientos se resuelve en agrupaciones abultadas para unos, individuales para

otros? “La democracia debe definirse como la política del Sujeto”, invita Touraine (1997,

p.166), “como el régimen que brinda el mayor número de personas, la mayor cantidad de

posible de oportunidades de alcanzar su individuación, de vivir como Sujetos”. De

momento, y mientras permanezca el andamiaje conceptual que proyecta una ciudad

desde este concepto que descubrimos de “patrimonio”, sólo los puestos directivos en el

eje político y laboral tienen la posibilidad de poner sus retóricas y estilísticas en un diálogo

con la realidad física de la ciudad; de ahí hasta el extremo de la marginación, están los

que tienen que habitar -literalmente- a través de los caminos de otros planos y dormir -

todas las noches, ya sumando pulso y murallas a la contemplación- bajo el sueño de otro

orden. Los mismos límites de la paradoja moderna, sumados a la explicitación de un

sueño-otro, pueden revelarnos el potencial intercultural del “Patrimonio”. Esperemos, no

con el dramatismo de las explosiones, sino desde la oportunidad única -todavía posible-

de la refundación.

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