valores, derechos humanos y competencias ciudadanas en la escuela

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VALORES, DERECHOS HUMANOS Y COMPETENCIAS CIUDADANAS EN LA ESCUELA Gloria Inés Rodríguez A. Organización de Estados Iberoamericanos Laura Bibiana García Ministerio de Educación Nacional Bogotá, Junio de 2008 No se puede desconocer que en el contexto escolar, además de la relación de aprendizaje maestro-alumno, tienen lugar un sinnúmero de interacciones verbales y no verbales, conscientes y no conscientes, que representan la puesta en práctica de valores, del ejercicio de los derechos humanos y del desarrollo de competencias. Cuando hablamos de valores, hacemos referencia a valores humanos, como el respeto, la dignidad, la solidaridad, la compasión, la libertad y a todos aquellos que promueven la convivencia constructiva entre las personas. Los valores están en los cimientos y en la superficie tanto del ejercicio de los derechos humanos como en la práctica de la ciudadanía. Los derechos humanos son el conjunto de valores éticos que componen la dignidad humana propia de todas las personas desde que nacen, sin distingo de religión, raza, edad, sexo, condición social, pensamiento, etc. Se entiende por valores éticos todos aquellos principios basados en los derechos fundamentales, como los derechos a la vida, a la salud, a la libertad, a la seguridad, a la intimidad, a la educación, a la igualdad, a la libre locomoción, a la libertad de conciencia y de religión, a la libertad de pensamiento y de opinión, a la libertad de reunión y de asociación, a elegir y ser elegido, al trabajo y a recibir por él una remuneración equitativa; los derechos a la sindicalización, al descanso, a la protección por parte de las autoridades, a un juicio justo y de acuerdo a las normas vigentes, a la presunción de inocencia y a la propiedad. Para Antanas Mockus, la ciudadanía es un “mínimo de humanidad compartida”, definición que podría aplicarse también a los valores y a los derechos humanos. Tanto la práctica de los valores como el 1

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Este documento fue preparado por Gloria Inés Rodríguez de OEI y Laura Bibiana García de MEN y busca ayudar a entender la rúbrica para valoración de episodios de clase usando lentes de DDHH

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Page 1: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

VALORES, DERECHOS HUMANOS Y COMPETENCIAS CIUDADANAS EN LA ESCUELA

Gloria Inés Rodríguez A.Organización de Estados Iberoamericanos

Laura Bibiana GarcíaMinisterio de Educación Nacional

Bogotá, Junio de 2008

No se puede desconocer que en el contexto escolar, además de la relación de aprendizaje maestro-alumno, tienen lugar un sinnúmero de interacciones verbales y no verbales, conscientes y no conscientes, que representan la puesta en práctica de valores, del ejercicio de los derechos humanos y del desarrollo de competencias.

Cuando hablamos de valores, hacemos referencia a valores humanos, como el respeto, la dignidad, la solidaridad, la compasión, la libertad y a todos aquellos que promueven la convivencia constructiva entre las personas. Los valores están en los cimientos y en la superficie tanto del ejercicio de los derechos humanos como en la práctica de la ciudadanía.

Los derechos humanos son el conjunto de valores éticos que componen la dignidad humana propia de todas las personas desde que nacen, sin distingo de religión, raza, edad, sexo, condición social, pensamiento, etc. Se entiende por valores éticos todos aquellos principios basados en los derechos fundamentales, como los derechos a la vida, a la salud, a la libertad, a la seguridad, a la intimidad, a la educación, a la igualdad, a la libre locomoción, a la libertad de conciencia y de religión, a la libertad de pensamiento y de opinión, a la libertad de reunión y de asociación, a elegir y ser elegido, al trabajo y a recibir por él una remuneración equitativa; los derechos a la sindicalización, al descanso, a la protección por parte de las autoridades, a un juicio justo y de acuerdo a las normas vigentes, a la presunción de inocencia y a la propiedad.

Para Antanas Mockus, la ciudadanía es un “mínimo de humanidad compartida”, definición que podría aplicarse también a los valores y a los derechos humanos. Tanto la práctica de los valores como el ejercicio de los derechos humanos y de la ciudadanía son indispensables siempre que hay interacciones entre personas y que se está en comunidad.

La ciudadanía puede entenderse como la posibilidad que tiene toda persona que hace parte de una comunidad de participar en la toma de decisiones, en el establecimiento de acuerdos y en su compromiso para cumplirlos, en velar porque sus derechos sean respetados y en actuar respetando los de los demás. La familia es la primera comunidad de la cual se hace parte; allí se comparten costumbres similares y muchas veces se responde a intereses egoístas en el sentido de que se satisfacen solo las necesidades de sus miembros o de algunos de ellos. Es en la

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escuela donde nos enfrentamos verdaderamente a la diversidad, allí hacemos parte de un grupo que no solamente debe responder a expectativas académicas sino que tiene el reto de promover el bienestar común enfrentando las diferencias entre etnias, religiones, características psicológicas y culturales. Es por esto que la profesión docente es exigente en cuanto a las competencias que requiere del educador.

Marchesi (2007) menciona que el maestro necesita de las siguientes competencias a la hora de desempeñar su labor:

Primero: Ser capaz de enseñar a los estudiantes, despertar su deseo de aprender. La primera competencia que se espera de los docentes es que sean capaces de gestionar un aula en la cual aprendan lo que se espera que aprendan.

Segundo: Ser capaz de organizar el aula para que todos aprendan; es decir, de dar una respuesta a la diversidad del aula. Es un reto desarrollar estrategias para conseguir que todos los estudiantes aprendan y para ello hay que ser sensible a sus diferencias.

Tercero: Favorecer el desarrollo social y emocional de los estudiantes y en consecuencia generar entornos de convivencia equilibrados y tranquilos.La tarea del profesor no es solo dar conocimientos para todo; también es promover el desarrollo social, emotivo y afectivo; crear culturas, aulas e instituciones en las que se conviva mejor.

Cuarto: Trabajar en común y en equipo. Dentro del trabajo participativo hay dos niveles: la cooperación, que es conversar con el otro; es compartir ideas, es colaboración en la que hay apertura y se encuentran puntos en común. El segundo nivel es el trabajo en equipo, pues el desarrollo de un proyecto, de una estrategia entre varias personas, supone ponerse de acuerdo.

Quinta: Trabajar con las familias. Esta labor exige preparación, pero además la capacidad de entender, cooperar con ellas, saber comprender los problemas y las dificultades que son propias de cada entorno familiar.

En palabras de Marchesi, en la profesión del docente hay que incorporar dos dimensiones más, que son el ámbito emocional y el ámbito moral. El ámbito emocional, porque la docencia está cargada de emociones, en especial con los estudiantes. La relación emocional con los estudiantes es una relación compleja, como lo es también con el compañero, con el Estado, con los Ministerios y sus reformas, con la institución educativa, entre otras instancias. Y frente a esta situación, es necesario cuidar nuestro equilibrio emocional y el de los demás maestros, porque de lo contrario podemos sentirnos desbordados, hartos e irascibles en nuestra carrera y en la forma de relacionarnos con nuestros estudiantes. En cuanto al compromiso moral, la profesión de maestro supone una acción ética y moral con las nuevas generaciones y con el desarrollo de un país. El docente debe incorporar a su acción el sentido de que la relación constructiva con

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un estudiante para generar conocimientos, afectos y valores es algo que supone el desarrollo y el despliegue de determinadas  virtudes morales y éticas, como la justicia, la equidad, la solidaridad, el cuidado, entre otras. La profesión educativa, la profesión de los maestros, es en muchos casos mal tratada y escasamente valorada, pero también es la que constituye el eje vertebrador de la sociedad del futuro. A pesar de las dificultades, la profesión docente es enormemente digna y tiene una relación fundamental con las posibilidades de cambio de la sociedad y con la esperanza de conseguir una sociedad más justa y equilibrada.

A estas competencias podemos agregar otra fundamental: el interés y la habilidad de autoevaluarse. El maestro ha sido educado por padres, maestros y por entornos sociales en los que se ha desenvuelto. Es posible que tenga estereotipos o creencias erróneas; que haya aprendido a tomar decisiones de forma unilateral y a imponerlas o a seguirlas sin dar su opinión, a ver como naturales actitudes y conductas que pueden ser negativas o agresivas, entre otros.

El docente, entonces, debe tener en cuenta que historia personal y las relaciones en las que está inmerso pueden afectar o impedir su visión, de modo que abra para sí mismo la posibilidad de un pensamiento crítico. En su labor, el maestro ha de confrontar la educación de la cual es fruto; es decir, debe realizar una metacognición de su propio proceso educativo, con la conciencia de que quiere superar con sus estudiantes esquemas sociales y culturales equivocados.

La educación para los derechos humanos

una firme determinación, inquebrantable, sin vuelta atrás, como ciudadanos,

para definir la auténtica verdad de nuestras vidas y nuestras sociedades

es una necesidad crucial que nos afecta a todos. Es, de hecho, una obligación.

Si una determinación como ésta no forma parte de nuestra visión política,

no tenemos esperanza de restituir lo que casi hemos perdido: la dignidad como personas

Harold Pinter, discurso premio Nóbel de Literatura, 2005

Por siglos, la humanidad ha estado limitada por prácticas como la esclavitud, la

guerra, la homofobia o la creencia en la inferioridad de las capacidades de las

mujeres y los niños. Por fortuna, y sobrepasando sus diferencias ideológicas,

filosóficas y religiosas, también formuló unos mínimos cuyo desarrollo ha de

garantizar la dignidad para todos. Esos mínimos son los derechos humanos.

La educación para los derechos humanos tiene un alcance ético y universal

porque tiene como propósito la realización progresiva de una mayor dignidad para

todos. El planteamiento inicial de esos referentes comunes de dignidad que

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llamamos “valores” fue enriqueciéndose con las enseñanzas heredadas de las

guerras y las prácticas de exclusión e injusticia, pero también con diversas

conquistas sociales y políticas, que se decantaron para el consenso de las naciones

del mundo en los derechos humanos. Así las cosas, el consenso de los valores,

apreciado por muchas culturas y generaciones como la esencia de lo más preciado

en el hombre, es una parte importante de ese gran horizonte dibujado a lo largo

de la historia que son los derechos humanos.

La educación para los derechos humanos, además, implica una idea del hombre y

de la sociedad que serán capaces de sustentar el cambio hacia ese mejor

horizonte. Es por ello una parte integral de la democratización, pues para que

exista una sociedad democrática es necesario reconocer la dignidad humana como

el centro de nuestras acciones en todos los ámbitos. Pero, sobre todo, las grandes

transformaciones a las que esperamos asistir comienzan con la generación en los

docentes de las capacidades para desarrollarlas a través de una educación en

derechos humanos.

Uno de los propósitos de la educación en derechos humanos es incidir en la

vida de las personas. Por ello, se busca incorporar cambios en la vida personal y

colectiva de los sujetos desde la construcción de sentido en su propia experiencia.

Sólo así se logra la capacidad de transformar con la acción aquellas formas de

relación que vulneran los derechos y, de este modo, convertirse en un sujeto activo

de derechos.

Un sujeto de derechos es aquel capaz de hacer uso de su libertad aceptando sus

límites; de reivindicar el ideal de la igualdad reconociendo la diversidad y de valorar

la solidaridad desarrollando una actitud de respeto mutuo. Además, hace uso del

poder de la palabra y no de la fuerza, y conoce las normas e instituciones que están

llamadas a proteger sus derechos y los ajenos, de manera que su conocimiento sea

acción, y la amplitud de su información le dé mejores opciones para elegir, logrando

así que se alimente la democracia.

Finalmente, y también en conexión con su capacidad de reflexión, un sujeto de

derechos construye sus juicios de manera crítica y flexible, y tiene poder para

formular afirmaciones y juicios. Por ello es capaz de tejer su futuro, de

autoafirmarse y de valorarse dentro del contexto de su sociedad, al comprometerse

con el bien común.

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Para el educador en derechos humanos, esta última capacidad se traduce en

ligar la educación al ejercicio constante de identificar y analizar los problemas de la

sociedad, cualificando a sus estudiantes para emprender las transformaciones que

su contexto necesita, en el orden de ofrecer soluciones fundamentadas en el

respeto y la práctica de los derechos humanos, en el fortalecimiento de la

democracia y la participación en el Estado de derecho.

La finalidad de la educación en derechos humanos, entonces, es proporcionar

los cimientos de un orden social justo y equitativo y de una participación

democrática en las decisiones que afectan la vida de los ciudadanos, de modo que

los estudiantes no queden a merced de los acontecimientos, sino que estén en

condiciones de escoger el futuro y actuar en consecuencia desde el presente. Y un

elemento fundamental para hacer estas elecciones es considerar cómo afectan las

diversas dimensiones de la vida humana de los sujetos y de las sociedades.

Elementos clave para una educación en derechos humanos:

competencias ciudadanas y sujeto social de derechos

Luego de la globalización, los grandes centros del poder monopolizan el

conocimiento; con ello sobreviene no sólo la dificultad para acceder a él de manera

equilibrada sino la desvalorización del saber que emerge de la vida cotidiana. Todo

conocimiento relacionado con un tiempo y espacio particulares es descalificado

porque no puede ordenarse, cuantificarse ni tampoco proyectarse universalmente.

Separado de sus conexiones con la vida, el conocimiento pierde su poder de

transformar, de generar vínculos y asociaciones. La razón se convierte en

extrañeza: separación de la propia experiencia, de la identidad y de sus conflictos,

de la posibilidad humana del entendimiento y la elección.

La consecuencia de ello para una educación en derechos humanos es encontrar

nuevos diálogos con el conocimiento, que aprovechen el poder de un marco

global pero que también se vinculen con la intimidad de la experiencia y la

particularidad; diálogos con espacio para multitud de voces pero también para la

resonancia de la voz propia, de la reflexión.

Hasta ahora, hemos hablado de la educación en derechos en singular, es decir, sin

vincularnos con sus dimensiones sociales y las responsabilidades de las personas

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como titulares de derechos dentro de la sociedad. Es necesario ligar a la formación

de sujetos de derechos dos aspectos fundamentales: Uno, el desarrollo de las

competencias ciudadanas y su valor como propuesta hacia la sociedad, y dos,

los aportes del sujeto de derechos a la consolidación del estado social de

derecho y a la construcción misma de los derechos.

Por competencias ciudadanas se entiende el conjunto de conocimientos y de

habilidades cognitivas, emocionales y comunicativas que, articulados entre sí,

hacen posible que el ciudadano asuma y ejerza de manera constructiva los roles

que demanda la vida en comunidad. Como programa de trabajo, las

competencias ciudadanas son una respuesta concreta, estructural y a largo plazo

del sector educativo, al problema de violaciones a los derechos humanos en

Colombia, que busca impactar la cultura misma. Consideran la formación

ciudadana como un proceso que puede diseñarse con base en principios claros,

implantarse con persistencia y rigor, involucrarse en los planes de mejoramiento de

cada institución y evaluarse continuamente con la participación de los agentes

educativos.

Educar con competencias ciudadanas es educar para los derechos humanos, pues

implica educar para el ejercicio de una ciudadanía activa. Supone abandonar

la instrucción cívica basada en conocimientos puntuales a una educación para el

ejercicio ciudadano y en respuesta a necesidades concretas; una ciudadanía con

“conocimientos, herramientas, experiencias y coordinación de iniciativas conjuntas

hacia la comprensión, estructuración y exigibilidad de los derechos humanos –

entendidos en su integralidad, interdependencia e indivisibilidad– en la

estructuración de una ciudadanía activa, participativa y solidaria” (CINEP, 2005).

En cuanto a la dimensión social del sujeto, la educación para los derechos humanos,

el trabajo se centra en la construcción de un sujeto activo de derechos. La

propuesta del Proyecto Piloto de Educación para el ejercicio de los Derechos

Humanos, del Ministerio de Educación Nacional, es que los procesos formativos

apunten a la construcción de una comunidad donde todos se apropian de su vida y

sus experiencias, expresan su propia voz, se hacen responsables de sus acciones y

decisiones, abordan comprensiva y críticamente su realidad, y construyen su propio

proyecto de vida, en el cual reconocen al otro como un ser legítimo.

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Los sujetos activos de derechos son sujetos políticos, ciudadanos participativos que

hacen propuestas, y que con ello contribuyen a la construcción de una sociedad

más democrática, justa y equitativa. Son personas consideradas en razón de su

dignidad humana, que reconoce su derecho a participar en la esfera pública en

condiciones de igualdad. En el ámbito de sus responsabilidades hacia la comunidad

y el estado, los sujetos desarrollan competencias para cuestionar aquello que les

parece injusto y buscan transformarlo por vías pacíficas y democráticas.

De este modo, una educación en derechos humanos que busque la formación de

sujetos de derechos debe generar en ellos competencias cognitivas como el

pensamiento crítico, la metacognición, la anticipación de opciones y consecuencias

y la toma de perspectiva; habilidades emocionales para desarrollar empatía y

regulación emocional; aptitudes comunicativas como la escucha activa, la

argumentación y la asertividad. Todas estas habilidades se articulan en

competencias integradoras, como la toma de decisiones morales, el ejercicio de

relaciones de cuidado y todas las habilidades comprometidas en la resolución

pacífica de conflictos.

Las competencias ciudadanas, desarrolladas y ejercitadas de manera colectiva,

generan en el aula ambientes democráticos basados en la seguridad y la

confianza del mismo modo que podrían generarlas de ser practicadas

sistemáticamente en otros entornos sociales. Y, para el cuidado y el crecimiento de

dichos ambientes, los sujetos y sus agrupaciones se encuentran en capacidad de

ejercer la acción ciudadana para el ejercicio de los derechos humanos con

actividades concretas como la difusión y promoción de los derechos, el uso y

conocimiento de las estrategias para su defensa, y la aplicación de las herramientas

legales, comunicativas y sociales para exigirlos cuando son vulnerados o su

cumplimiento es insuficiente.

Una de las tareas de estos sujetos activos de derechos es la construcción de

ciudadanía en y desde la escuela. En este proceso, las metas se proponen

colectivamente y a la vez para cada uno de los sujetos, de manera que para su

alcance se practique la participación: todos conviven de manera constructiva,

incluso con quienes tienen intereses diferentes. Además, en el trabajo colectivo se

aborda la construcción de acuerdos y consensos para establecer normas y tomar

decisiones dirigidas al bien común, así como a la promoción de relaciones de

cuidado entre sus miembros. En la escuela, los sujetos en construcción abordan

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comprensiva y críticamente el mundo escolar, sus pretensiones formativas y sus

apuestas políticas.

Una propuesta abarcadora de educación para los derechos humanos debe

establecer acciones de formación para que los niños construyan su propio

empoderamiento como sujetos de derechos y responsabilidades; que aumente su

capacidad para transformar conscientemente el entorno y mejorar el

cumplimiento de sus derechos por sus propios medios. La construcción de poder

y la toma de acción, además, implican la toma de una conciencia crítica de la

realidad en donde se aborde el estudio de las relaciones complejas entre el

Estado, la sociedad y la escuela, de manera que se esté en capacidad de

problematizar modelos complejos, como el de crecimiento económico y de

desarrollo humano. Y este ejercicio de comprender problemas complejos,

acompañado por los demás correlatos de formación, ejercitan en el estudiante las

capacidades para que puedan asumir el control de sus propias vidas en

términos académicos, culturales, sociales, económicos y políticos. Sólo así estarán

en capacidad y en conciencia de construir sociedades más justas.

Tanto el proceso de formación de sujetos de derechos como el ejercicio de

competencias ciudadanas que integran nuestra propuesta de educación para los

derechos humanos, se tocan con las condiciones de producción y socialización del

conocimiento, así como con las transformaciones sociales que éstas producen. En la

actualidad, asistimos a una reducción dramática de las oportunidades para

participar y ser incluido en el bienestar futuro, un proceso cada vez más excluyente

y atado al control de los recursos y la tecnología.

Los retos que propone el avance tecnológico no vienen solos. Junto a ellos están las

transformaciones humanas. Si logramos tocar los puntos clave de articulación entre

el conocimiento tecnológico y los procesos de retroalimentación que éste puede

desencadenar en la profesión docente, estaremos comenzando a prepararnos no

sólo para desarrollar procesos educativos más eficientes y responsables apoyados

por la tecnología, sino que fortaleceremos los vínculos humanos, la conexión con la

experiencia y los métodos de trabajo y evaluación que nos permitan responder a las

nuevas circunstancias. Para comenzar la búsqueda, proponemos que cada cual dé

una primera mirada a su propia propuesta pedagógica, con la guía de los

materiales que se anexan a continuación:

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Page 9: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

Anexo 1: Cuadro: Categorías y correspondencias entre valores, derechos y competencias.

Anexo 2: Algunos conceptos útiles para ampliar las ideas de este documento.

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Page 10: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

Categorías y correspondencias entre valores, derechos y competencias

CATEGORIA VALORES DERECHOS HUMANOS COMPETENCIAS RELACIONADAS (CIUDADANAS, SOCIALES, DE LENGUAJE,

CIENTÍFICAS, OTRAS)

CUIDADO

Búsqueda del bienestar de los otros que implica cultivar en cada uno su derecho a ser reconocido en su dignidad, a desarrollarse de manera integral, a nutrirse en todas las dimensiones del ser, a interactuar en relaciones respetuosas que tienen en cuenta las emociones.

DIGNIDAD

RESPETO

SOLIDARIDAD

Derecho a la vida

Derecho a una vida digna

Derecho a la integridad física, emocional y material

Derecho a la protección por parte de la sociedad y el Estado

Comprendo que todos los niños y niñas tienen derecho a recibir buen trato, cuidado y amor.

Reconozco que las acciones se relacionan con las emociones y que puedo aprender a manejar mis emociones para no hacer daño a otras personas.

Comprendo que nada justifica el maltrato de niños y niñas, y que todo maltrato se puede evitar.

Reconozco que todos los niños y las niñas son personas con el mismo valor y los mismos derechos.

Reconozco cómo se sienten otras personas cuando son agredidas o se vulneran sus derechos y contribuyo a aliviar su malestar.

Aprovecho las oportunidades para evitar agresiones y para propiciar el cuidado entre las personas.

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Page 11: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

VALORACIÓN DE LAS DIFERENCIAS

Reconocimiento de quienes son diferentes como sujetos con los mismos derechos y deberes. Sensibilidad para reconocer en la cultura y en la propia persona las conductas y justificaciones de los prejuicios, para desarrollar la capacidad de contrarrestarlos en la acción.Interés auténtico por la perspectiva desde la cual el otro observa la realidad, que valora la existencia de puntos de vista diferentes.

JUSTICIAEQUIDADRESPETO

Derecho a la igualdad

Derecho a la libertad

Reconozco lo distintas que somos las personas y comprendo que esas diferencias son oportunidades para construir nuevos conocimientos y relaciones, y para hacer que la vida sea más interesante y divertida.

Identifico, caracterizo y valoro diferentes grupos humanos teniendo en cuenta aspectos étnicos, lingüísticos, sociales y culturales.

Analizo críticamente los papeles tradicionales del género en la cultura.

Identifico y reflexiono acerca de las consecuencias de la discriminación entre las personas y en la convivencia escolar.

Identifico algunas formas de discriminación en la institución educativa (por género, religión, etnia, edad, cultura, aspectos económicos o sociales, capacidades o limitaciones individuales), y participo en acciones, normas y acuerdos para evitarlas.

Comprendo que existen diversas formas de expresar las identidades (por ejemplo la apariencia física, la expresión artística y verbal), y las respeto.

Comprendo que, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución Nacional, las personas tenemos derecho a no ser discriminadas.

Identifico cuando he discriminado o excluido a alguien; ejerzo acciones reparadoras para remediarlo.

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Page 12: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

GESTIÓN DE LOS CONFLICTOS

RESPETO

EQUIDAD

RESPONSABILIDAD

Derecho a la libertad:

Derecho a la libertad de expresión

Derecho a la libertad de juicio y de pensamiento

Derecho a la participación

Derecho a disentir

Derecho a la paz

Conozco las diferencias entre conflicto y agresión y comprendo que la agresión (no los conflictos) es lo que puede hacerle daño a las relaciones.

Reconozco el conflicto como una oportunidad para aprender y fortalecer nuestras relaciones.

Conozco y utilizo procesos y técnicas de mediación de conflictos.

Identifico las necesidades y los puntos de vista de personas o grupos en una situación de conflicto, en la que no estoy involucrado. Se mantener mi imparcialidad en la situación.

Contribuyo a que los conflictos entre personas y entre grupos se manejen de manera pacífica y constructiva mediante la aplicación de estrategias basadas en el diálogo y la negociación.

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Page 13: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

PARTICIPACIÓN RESPETO

RESPONSABILIDAD

EQUIDAD

Derecho a la participación:

Derecho a la libertad de pensamiento.

Derecho a formarse un juicio propio.Derecho a contar con información suficiente; a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas.

Derecho a la libertad de opinión y de expresión.

Derecho a ser tomado en cuenta.

Derecho a manifestarse

Libertad de asociación y de reunión.

Derecho a acceder a cargos públicos

Derecho a elegir y ser elegido en condiciones de igualdad

Derecho de petición

Derecho a la participación en la construcción de las leyes (con iniciativas populares, referéndum, acciones de grupo, entre otros).

Derecho a la paz

Expreso mis ideas, sentimientos e intereses en el salón y escucho respetuosamente los de los demás miembros del grupo.

Conozco y uso estrategias creativas para generar opciones frente a decisiones colectivas.

Manifiesto desagrado cuando a mi o a alguien del salón no nos escuchan o no nos toman en cuenta y lo expreso sin agredir.

Comprendo qué es una norma y qué es un acuerdo.

Reconozco el valor de las normas y los acuerdos para la convivencia en la familia, en el medio escolar y en otras situaciones.

Analizo cómo mis pensamientos y emociones influyen en mi participación en las decisiones colectivas.

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Page 14: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

AUTORIDAD Y DISCIPLINA

RESPONSABILIDADRESPETOEQUIDADJUSTICIA

Derecho a la libertad de pensamiento, de opinión y de expresión.

Derecho a la participación (y todos los que incluye)

Derecho a la paz

Puedo actuar de forma asertiva (es decir, sin agresión pero con claridad y eficacia) para frenar situaciones de abuso en mi vida escolar.

Expongo mis posiciones y escucho las posiciones ajenas, en situaciones de conflicto.

Utilizo mecanismos para manejar mi rabia.

Soy consciente de que en el contexto del aula yo represento y ejerzo la autoridad, y actúo de forma responsable frente a ello.

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Page 15: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

Algunos conceptos útiles para ampliar las ideas de este

documento 

Discriminación

... “toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que se basen en

determinados motivos como la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la

opinión política o de otra índole, el origen nacional o social, la posición económica,

el nacimiento o cualquier otra condición social y que tenga por objeto o por

resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones

de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales de todas las

personas”. (ONU, CGRH, 1984)  

El respeto es un valor que faculta al ser humano para el reconocimiento,

aceptación, aprecio y valoración de las cualidades de los demás y sus derechos, ya

sea por su conocimiento, experiencia, valor como personas o capacidades

diferentes, es el reconocimiento del valor propio y los derechos de los individuos y

de la sociedad.

La equidad tiene una connotación de justicia e igualdad social con responsabilidad

y valoración de la individualidad, llegando a un equilibrio entre las dos cosas, la

equidad es lo justo en plenitud. Dentro de un contexto similar puede significar

también. La equidad debe darse en los siguientes ámbitos: laboral, étnico, político,

religioso, social, y de género.

Entendemos la responsabilidad como la virtud de ser la causa de los propios

actos, es decir, de ser libre, de identificar las consecuencias de las acciones propias

y actuar de acuerdo a ello.  

Justicia es aquel sentimiento de rectitud que gobierna la conducta y hace acatar

debidamente todo los derechos de los demás.  El concepto revolucionario de

justicia se basa en concebir la justicia como el sentimiento y actitud humana que,

fundamentado en los principios y normas de la ética, la moral y la ley, tiene como

fin supremo lograr el respeto de los derechos colectivos e individuales de todos y

cada uno de los miembros que integran una determinada sociedad, induciéndonos a

decidir acciones como instrumentos específicos de premiar o sancionar la conducta

humana, en proporción igual al bien o al daño causado por dicha conducta. 

Participación: Es una acción que tiene que ver con las necesidades y aspiraciones

humanas, y con la capacidad del hombre de tomar conciencia de esas necesidades

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Page 16: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

para darles solución. Según el diccionario Larousse, participar significa “tomar parte

en algo”. De este modo, cada persona participa de sus esferas económica, social,

cultural, comunitaria, ciudadana, electoral… y no basta, entonces, con estar

presente o con validar algo ya decidido; significa intervenir haciendo uso de la

propia determinación hacia la valoración y escogencia de respuesta a necesidades.

La participación es un derecho fundamental que tiene que ver con el ejercicio del

poder, pues es su expresión directa. La interacción del poder para analizar y decidir

soluciones, para escoger destinos comunes, es lo que permite a una persona o a un

sistema liderar las acciones de un colectivo. Pero este poder no pertenece al líder

sino a aquellos que son parte del sistema, y por ello son sujetos activos de

derechos. Por eso, más allá de la elección, su responsabilidad es estar atentos y

controlar tanto el ejercicio como los mecanismos del poder.  

Derecho a la paz: Es un derecho declarado para todos los pueblos del mundo por

los países que integran la Organización de Naciones Unidas en 1984. Fue declarado

como una responsabilidad de los Estados para censurar la posibilidad de agresión

entre naciones y la amenaza nuclear en el contexto de la Guerra Fría; es decir,

concibe la paz como la ausencia de guerra. 

Pero en 1997, el director general de la UNESCO propuso la paz como un derecho

humano, con lo cual amplió sus límites pero también sus responsabilidades;

consagró como derechos la objeción de conciencia y la resistencia no violenta, y

cerró su discurso reafirmando la importancia de los derechos humanos –que no se

tienen ni se ofrece, sino que se conquistan- y de la educación para la paz con el

énfasis de que la suprema expresión de la cultura es el comportamiento cotidiano.  

La renuncia generalizada a la violencia –dijo- requiere el compromiso de toda la

sociedad. No son temas de gobierno sino de Estado; no de unos mandatarios, sino

de la sociedad en su conjunto. La movilización que se precisa con urgencia para, en

dos o tres años, pasar de una cultura de guerra a una cultura de paz, exige la

cooperación de todos. Para cambiar, el mundo necesita a todo el mundo. Es

necesario un nuevo enfoque de la seguridad a escala mundial, regional y nacional

[…] porque no puede transitarse de sistemas de seguridad total y libertad nula a

otros de libertad total y seguridad nula. Los ministerios de guerra y de defensa han

de convertirse progresivamente en ministerios de la paz.

[…] Es tiempo de acción […]. No hay que contemplar solamente lo que hace el

gobierno. Tenemos que desprendernos de una parte de "lo nuestro". Hay que dar.

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Page 17: Valores, Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas en la Escuela

Hay que darse. No imponer más modelos de desarrollo ni de vida. El derecho a la

paz, a vivir en paz, implica cesar en la creencia de que unos son los virtuosos y

acertados, y otros los errados; unos los generosos en todo y otros los menesterosos

en todo. (UNESCO, 1997). 

Derecho a una vida digna.  Derecho a la protección por parte de la

sociedad y el Estado: Este derecho comprende la responsabilidad del Estado, de

sus instituciones y de la sociedad de brindar a los niños y niñas una protección

integral que abarca desde sus necesidades más primarias a la alimentación, el

techo, el cobijo, el nombre y la nacionalidad, hasta las más complejas, como la

educación, la participación, las oportunidades de desarrollo, la prelación en el

momento de satisfacer sus necesidades o el goce de un ambiente y una familia. Sin

embargo, es difícil explicar a un niño cómo la condición que precede todos derechos

los anteriores –el reconocimiento de su humanidad- ha sido vulnerado en

numerosas ocasiones por los mismos adultos encargados de garantizarlo. Karine

TUIL (2006) lo intenta con una alegoría:

[…] Le recitarás unas poesías para dormirlo. Escribirás unos cuentos con un

final feliz. Respetarás cada uno de los ciclos de la infancia. Alentarás sus

dotes. Más adelante, utilizarás unas palabras oscuras cuyo significado le

explicarás: integridad física, libertad individual, dignidad humana, respeto

del otro. Te mostrarás orgulloso de lo que has logrado respetando el orden

del mundo: educación-transmisión. Luego, una mañana, él llegará del

colegio con el rostro gredoso, la mirada entenebrecida. Habrá que explicarle

la razón por la cual una placa dorada habrá sido fijada sobre el muro de su

colegio. Una placa “conmemorativa” sobre la cual él habrá leído estas

palabras: A la memoria de los niños alumnos deportados entre 1942 y 1944

porque habían nacido judíos, víctimas inocentes de la barbarie nazi, con la

complicidad activa del gobierno de Vichy”.

Habrá que explicarle el sentido de las palabras “deportados”, “barbarie

nazi”, “complicidad activa” y “gobierno de Vichy”. Habrá que explicarle la

razón por la cual estos no fueron protegidos por el Estado francés. El niño

tiene derechos: el adulto tiene deberes. Tu hijo tendrá 6 años cuando

percibirá el alcance práctico de la expresión teórica “derecho a la

protección”. Seis, el número de años que dediqué a estudiar todas las

facetas del derecho. A aprenderme los textos jurídicos, a anotar leyes, a

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comentar artículos. A teorizar, interpretar. A entender el funcionamiento de

la hermosa máquina democrática. A juntar las piezas sueltas de nuestra

libertades reales o ilusorias. Antes de frotarme las ambigüedades humanas.

A las distorsiones entre nuestros ideales codificados y una realidad opaca,

caótica: violaciones de derechos, golpes dados a las libertades. Cargué al

niño. Le dí la vida. Lo protegí. Le recité los versos de los poetas libres. Escribí

unos cuentos cuyo héroe era él. Respeté cada uno de los ciclos de su

infancia. Lo velé. Inmutablemente. Lo alenté en sus dotes. Utilicé las

palabras del Gran Diccionario de la Vida Humana. También alejé sus miedos,

anticipé su Pregunta, repitiéndole una frase extraída de las Máximas de los

Padres hasta que estas pocas palabras se impregnen en él (y se las

enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos); una frase que resume todos

los principios, es la ultima respuesta a todos los totalitarismos; una

recomendación menos grandilocuente que la libertad, igualdad, fraternidad:

“Ahí donde no hay hombres, esfuérzate por ser uno”.

Los niños, siempre, irremediablemente son extranjeros.

.M. Roca. 

Referencias 

CINEP, 2005. Plan de acción trienal Centro de Investigación y Educación Popular.

http://www.cinep.org.co/proyectos

CAMACHO, Claudia, FAYAD, Juan Pablo, 2006. La educación en derechos humanos

desde un diseño problematizador. Bogotá, Fundación Social – UNDP, p. 109. 

ONU, CGRH, 1984. Comité de Derechos Humanos, Observación General 18,

HRI/GEN/1Rev.2. Párrafos 7 al 13. 

TUIL, Karine (2006). Fais-moi ta déclaration. Cuentos reunidos por Tristane Banon.

Unicef – Embajada de Francia en Colombia. Bogotá.

UNESCO, 1997. Declaración del Director General. El Derecho Humano a la Paz.

París. Recuperado el 25 de junio de 2008 de: http://www.unesco.org/cpp/sp/

declaraciones/HRtoPeace.htm 

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