valle de tafí
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Trabajo final para la materia Practica de Campo I, carrera de Arqueologia en la UNCsNat e IML TucumanTRANSCRIPT
Práctica de campo I:
Valles del Tafí.
Materia: Practica de Campo I.
Alumno: Albistro, M. Carolina.
Profesores: García Azcárate, Jorgelina y Taboada, Constanza.
Año: 2011
1
Índice
1.
Introducción………………………………………………………………………………
………………… 3
2. El Valle de Tafí: características
generales…………………………………………………… 4
2.1 Reserva arqueológica La Bolsa: ubicación geográfica; fechas
aproximadas; emplazamiento; el sitio como muestra museográfica; la muestra
y la
gent
e………………………………………………………………………………………………
…………………… 4
2.2 Museo Jesuítico La Banda: ubicación geográfica; historia del lugar;
exhibición y características del museo desde una perspectiva
crític
a………………………………………………………………………………………………
…………………… 6
2.3 Sitio arqueológico Casas Viejas: ubicación geográfica; primeros
trabajos y fechas aproximadas; indicadores arqueológicos; emplazamiento;
estado de conservación del sitio; la acción antrópica y
natura
l………………………………………………………………………………………………
………………… 9
2.4 Montículo de Tafí: ubicación geográfica; primeros trabajos y fechas
aproximadas; estado de conservación del sitio; la acción antrópica y natural. .
10
2.5 Los Menhires: referencias bibliográficas; ubicación original y
ubicación actual de los monolitos; los diferentes tipos de menhires hallados en
el Valle de
Taf
í………………………………………………………………………………………………
…………………… 11
3. Discusión
3.1 Reserva arqueológica La Bolsa: seguridad y mantenimiento; la
relación entre el sitio y la actualidad como espacio reutilizado; el patrimonio
cultural arqueológico sin protección; el cuidado y control
local……………………………………… 13
3.2 Museo Jesuítico La Banda: la muestra por la muestra; organización
museográfica y contenido del guiado; el museo como exposición o como lugar
educaciona
2
l………………………………………………………………………………………………
…… 14
3.3 Sitio arqueológico Casas Viejas: el sitio y el crecimiento urbano; el
espacio reutilizado y sus implicaciones; el aprovechamiento de recursos en
detrimento de la conservación del
sitio……………………………………………………………………………………… 14
3.4 Montículo de Tafí: su paso desapercibido ante la mirada que
desconoce y como esto afecta a su mantenimiento positiva y negativamente;
los habitantes actuales de la zona y su relación con los sitios
cercanos………………………………………………… 15
3.5 Los Menhires: la importancia del contexto arqueológico; el valor
estético frente al conocimiento
arqueológico………………………………………………………………… 16
4. Figuras
………………………………………………………………………………………………
……… 18
5. Bibliografía citada
…………………………………………………………………………………… 22
6. Anexo: fichas de registro de sitio
……………………………………………………………… 23
INTRODUCCION
El presente trabajo tiene como objetivo mostrar el análisis de los sitios
arqueológicos y museos visitados durante el cursado de la materia
Práctica de Campo I por parte de los alumnos, partiendo desde la
observación y procurando alcanzar un nivel de descripción y crítica en
base a lo observado en conjunto con la bibliografía recomendada.
Los lugares visitados fueron cinco (5):
Reserva arqueológica “La Bolsa”.
Museo Jesuítico “La Banda”.
Sitio arqueológico “Casas Viejas”.
El Montículo de Tafí.
Parque Provincial Los Menhires.
El recorrido realizado tuvo como finalidad la comprensión de una
construcción social dinámica del paisaje, que puede analizarse desde la
actualidad al considerar los procesos que actuaron durante la formación,
3
ocupación, y abandono de los sitios; así como aquellos procesos de
origen tanto inotrópico como natural, que tuvieron lugar con
posterioridad. De igual manera se proporcionaron herramientas para un
adecuado registro de los sitios, así como para su reconocimiento.
A continuación se describen tanto los sitios arqueológicos, como los
museos y reservas, desde la observación y documentación realizada
durante el viaje a los valles, teniendo en cuenta la bibliografía
recomendada. Luego a modo de discusión se realizará una revisión
crítica de los lugares visitados teniendo como principal preocupación
tanto la conservación, como la importancia de la información con la que
se cuenta.
EL VALLE DE TAFÍ
El valle de Tafí se encuentra aproximadamente a 107 km de la ciudad de
San Miguel de Tucumán, provincia de Tucumán. Los límites que le dan
una forma cerrada son, al norte las Cumbres Calchaquíes; al sur el cerro
Ñuñorco Grande; al este el cerro Muñoz; y al oeste las cumbres de Mala-
Mala, y las cumbre de Tafí. A su vez el valle se encuentra dividido en dos
sectores por la Loma Pelada o Cerro del Medio, que está formado por un
afloramiento granítico, dejando al este a Tafí del Valle y al oeste el valle
de Las carreras. (Sesma, et. al., 1998).
En cuanto a la hidrografía del lugar, nos encontramos con la cuenca alta
del Balderrama con nacientes en el cerro Muñoz al oeste del valle y
ubicado en el extremo norte del Aconquija, en el mismo valle de Tafí y
otros. Es el río Tafí el que cruza la cuenca desde el norte y recibe cursos
de agua tanto estacionales como permanentes. Podemos mencionar
entre los ríos ubicados en el valle al Río de El Mollar, que se encuentra
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próximo al sitio arqueológico Casas Viejas; al rio de Las carreras que se
encuentra al oeste de la Loma Pelada; entre otros (Ver Fig. N°1). Los
principales cursos de agua de esta zona desembocan en el dique La
Angostura que se encuentra al sudeste de la Loma Pelada. Eduardo
Berberián y Axel Nielsen mencionan en su trabajo que éste valle
presenta ciertas características que permiten considerarlo como una
unidad ecológica homogénea que no habría presentado grandes
cambios desde épocas prehistóricas (Berberián y Nielsen. 1988).
El clima en el valle de Tafí es frio y seco en invierno, con veranos más
templados, su clima puede considerarse como de estepa, y tiene
precipitaciones anuales de hasta 400mm anuales, con una temperatura
promedio de 18 °C. (Sesma et. al., 1998).
Respecto a la vegetación, dado el clima de la región, se trata de
pastizales, cactáceas y gramíneas en su mayoría, sin embargo en las
zonas más altas del valle se pueden encontrar pastos duros que no
llegan a cubrir la totalidad del suelo, y siguiendo a Berberián y Nielsen,
puede decirse que “las quebradas de los cerros, preferentemente en los
faldeos occidentales del Mala-Mala y de Tafí, son los únicos sectores con
vegetación arbórea” (Berberián y Nielsen, 1988:9).
Reserva arqueológica La Bolsa
Este sitio arqueológico se encuentra ubicado en el departamento de Tafí
del Valle a los lados de la ruta provincial 307 en el kilometro 74 y fue
reconocido, entre otros, mediante el uso de fotografías aéreas realizadas
en la región. El empleo de esta técnica de reconocimiento pudo
realizarse gracias a la alta visibilidad que el tipo de vegetación
proporcionaba, permitiendo observar a las estructuras de piedra que lo
conforman (Ver Fig.2).
Este sitio ubicado aproximadamente a 9 kilómetros de la localidad de
Tafí del Valle se encuentra alambrado, pero resulta sencillo ingresara él
debido al estado mismo del alambrado y a la poca o nula supervisión
que tiene el lugar. Se encuentra en una propiedad privada en el km 74
de la ruta provincial 307, por la cual se llega a Amaicha del Valle hacia el
norte y a Tafí el Valle hacia el sur, el trazado de esta ruta dividió el sitio
en dos sectores: alto y bajo (lugar donde se realizo la observación).
Desde la ruta puede verse una acequia que la bordea, un alambrado
sencillo que delimita el lugar y una hilera de árboles plantados. Pocos
metros después se abre un gran espacio, ya sin plantaciones, que
permite observar a cierta distancia las rocas que conforman el sitio,
gracias a una pequeña pendiente en el suelo que nos ubica desde la
parte superior al ingresar por este sector.
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A medida que uno se aproxima a las estructuras el panorama se hace
aun mayor y se observa la gran dimisión del sitio, que resulta difícil de
estimar a simple vista. Se aprecian estructuras circulares en su mayoría,
algunas de ellas adosadas con pasillos que conectan un círculo con otro
de tamaño diferente, o a veces simplemente lo que parecieran ser
puertas de ingreso a tales recintos (Ver Fig.3). Se observan también
montículos de tamaño no muy grande que se diferencian de las
estructuras de piedra así como de los sectores sin construcción, de igual
manera se diferencian hileras de piedras dispuestas a modo de terrazas,
que estimamos a partir de la observación que podían ser destinadas
para un emparejamiento del terreno a fines de evitar la pendiente
natural de la zona.
Mientras avanza el recorrido y nos dirigimos hacia el sudoeste, las
estructuras circulares comienzan a ser más dispersas y escasas,
llegando a casi desaparecer en una hilera de grandes rocas en las que
pudo observarse la presencia de morteros de gran profundidad unos y
otros apenas marcados. Llama la atención también la presencia en esta
zona, donde ya no se encuentran las primeras estructuras, de piedras de
gran tamaño dispuestas de modo vertical algunas con una cara plana,
muchas de ellas se encuentran inclinadas o caídas, producto de los
procesos postdepositacionales tales como la acción de animales
domésticos que hallamos pastando por el lugar, quienes son,
probablemente, los primeros causantes de los derrumbes de los muros.
Debe mencionarse también que en este lugar se observaron estructuras
delimitadas con una menor cantidad de rocas en comparación con las
primeras, que parecían ser de mayor tamaño y con una forma
cuadrangular y ya no circular.
Sobre la superficie se pudieron observar fragmentos cerámicos toscos
cerca de zonas con tierra removida, probablemente debido a la
presencia de roedores, así como también se hallaron fragmentos
cerámicos próximos a lo que parecían ser pozos de huaqueo dada la
forma de la depresión en la tierra y que éstas depresiones se hallaban
en su mayoría en los círculos más pequeños del entramado que
conformaba este asentamiento. Se pudo observar también en superficie,
pequeños fragmentos líticos, aunque estos aparecían en mucha menor
medida que los fragmentos cerámicos.
La vegetación del lugar consta de pastos cortos y cactus petisos, y al
igual que las estructuras, ésta cambia al dirigirnos hacia el sudoeste,
donde comenzamos a ver pequeños árboles secos de escaso tamaño.
Observamos que en esta zona se encontraban pastando animales
domésticos (ovejas y vacas), y podemos confirmar que suelen circular
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por el sitio arqueológico ya que en él se encontraron numerosos restos
óseos actuales de este tipo de animales. Al oeste de La Bolsa podemos
hallar una pequeña casa construida de materiales a la que se llega
atravesando una zanja actual de aproximadamente 1 metro de
profundidad por donde aparentemente corre agua en algún momento
dada la humedad de la tierra. Cabe mencionar que aun después de
atravesar la zanja, siguen hallándose estructuras circulares adosadas.
En el trabajo de Núñez Regueiro y García Azcarate de 1996, se
mencionan fechados radiocarbónicos realizados por Rex González en
1960 y 1965, y por Berberián et. al. en 1988. Allí encontramos dos
pertenecientes al sitio La Bolsa obtenidos de material recogido a pocos
kilómetros del lugar observado. Estas fechas arrojan una antigüedad de
1210 ± 50 y 1140 ± 50, lo que nos da una fecha de ocupación hacia el
750 A.D y 820 A.D aproximadamente (Núñez Regueiro y García
Azcarate, 1996).
Si bien el sitio es considerado una reserva arqueológica, basta con
visitarlo para observar que su cuidado como tal no es óptimo. No
pareciera haber una conexión entre las personas de la zona y La Bolsa,
ya que el lugar aparenta estar descuidado y que su uso, antes que el de
una reserva que procura resguardar el lugar de posibles daños, está
destinado al pastaje de animales que ciertamente lo afectan.
Museo Jesuítico La Banda
El museo se encuentra en la localidad de Tafí del Valle en el cruce de la
avenida Gobernador Clemente Zavaleta y la avenida de los Jesuitas.
Actualmente cumple la función de museo, aunque anteriormente fue
una estancia familiar. El recinto se construyo en un primer momento
para que se estableciera allí la compañía de Jesús en la época de las
misiones jesuíticas, cuando el valle de Tafí les pertenecía entre 1718 y
1767, luego fue pasando por distintos dueños hasta convertirse
finalmente en el museo que conocemos hoy (ver Fig.4). Así como sus
dueños no fueron siempre los mismos, la forma y tamaño de la
construcción que hoy vemos también fue cambiando con el tiempo,
pasando de ser una estancia con habitaciones dispuestas en forma de L
y una capilla, con paredes que cerraban un patio; hasta ser un patio
rodeado casi por completo por habitaciones construidas bajo las
instrucciones de sus últimos dueños quienes mantuvieron la capilla en
pie y a la que incluso remodelaron. Un trabajo detallado sobre las
diferencias arquitectónicas a lo largo del tiempo desde la creación de la
estancia hasta la actualidad, poniendo especial atención a las
diferencias constructivas y a los cambios en el espacio que las
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refacciones produjeron, es el del arquitecto Roque Gómez. En este
trabajo puede observarse mediante planos y fotografías como fue
cambiando no solo la fachada del lugar, sino también como y por qué se
fueron abriendo nuevas habitaciones, hasta llegar al complejo actual del
museo.
Esta estancia comienza a funcionar como museo en 1973, y desde
entonces depende administrativamente de la Secretaria de Estado de
Turismo, por lo que su mantenimiento así como su buen funcionamiento
con fines museográficos depende de la Nación. Este hecho fue
mencionado por nuestro guía al momento del recorrido, diciendo a modo
de crítica que la entrada al lugar (que costaba $5) era utilizada para
costear los gastos de los guías y de la limpieza del lugar, ya que el
Estado Nacional no enviaba la cantidad de dinero suficiente.
En cuanto a la conservación del lugar podemos mencionar que a pesar
de las diferentes refacciones, el complejo aun no se encuentra en
buenas condiciones, al menos no en las condiciones que uno esperaría
encontrar a un museo. Las paredes de las salas se encuentran
deterioradas, en muchos casos agrietadas, las maderas de los techos,
puertas y ventanas se notan sin cuidados especiales y probablemente su
mantenimiento se deba al buen material utilizado en la creación de la
estancia. A pesar de las refacciones, aun hoy se encuentra un techo
caído en el museo que puede verse cuando termina el recorrido y uno se
dirige hacia la salida. Así como se observa un descuido en lo
arquitectónico, también es notable el descuido del sitio como museo,
tanto por la forma en que son exhibidos los objetos, así como por la
preparación del guía que explica durante el recorrido la función de los
objetos que componen la muestra.
Al ingresar al museo por la puerta principal se da inicio a la muestra en
la primera sala donde se encuentran paneles relatando la historia del
lugar, sin embargo no existe un orden a seguir entre estos paneles ya
que se encuentran, por ejemplo, datos de la misma época en paredes
enfrentadas. Es decir, la ubicación de la información no está pensada
para que al visitante le resulte cómoda la lectura y entendimiento de lo
expuesto en esta primera sala. Antes de acceder a la segunda sala, se
observa una línea vertical temporal donde se indica el orden cronológico
de la muestra de todo el museo.
La cultura Tafí I está representada en la segunda sala con la réplica de
una estructura circular hecha de piedras en el piso del museo, menhires
en las paredes, piedras talladas y morteros (ver Fig.5). La sala III
representa a la cultura Tafí II, Ayampitin e Inca, con una muestra de
vasijas, material lítico dispuesto en vitrinas, y urnas funerarias, y antes
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de dar paso a la siguiente sala, se observa otra vitrina con diferentes
objetos arqueológicos y en las paredes colgados los cuadros de las
imágenes de los primeros investigadores que trabajaron en la zona.
Cabe aclarar que las vitrinas tienen poca o nula información, no se
observan fechas ni lugares de procedencia que den algún tipo de
información acerca de lo que se está exhibiendo.
La sala IV muestra un cambio drástico respecto a la sala anterior, ya que
aquí no solo los objetos son más numerosos, sino que también el guía
muestra saber más de aquí en adelante y pasa mayor tiempo explicando
la historia del lugar desde esta habitación en adelante, precisamente
porque aparentemente maneja mayor información respecto a las
muestras. Esta sala está dedicada a la exhibición de objetos
pertenecientes a los jesuitas, encontramos entre ellos vitrinas con
vestimenta bordada con hilos de oro, una biblia en latín, la primer
campana del campanario de la capilla, y demás objetos suntuosos. El
salto temporal producido en el cambio de la sala III a la IV no se dará
más de aquí hasta el final del recorrido, ya que la estancia ha estado
ocupada ininterrumpidamente desde su creación.
La habitación V muestra grandes pinturas cuzqueñas realizadas en
lienzo y con grandes marcos de madera donde algunos presentan
detalles en dorado, de igual manera se observan imágenes bien
trabajadas provenientes también de Cuzco. Al igual que la sala anterior,
en esta se exhiben ropas utilizadas por los monaguillos que allí vivieron
y presentan un carácter quizás hasta ostentoso. La siguiente habitación,
para la cual debíamos cruzar el patio interno, era la capilla conectada
con la sacristía. En la primera se observaban tirantes de quebracho
traídos desde Santiago del Estero que habían sido utilizados para
refaccionar el techo anterior, y podía verse también que se mantenía
una porción del suelo original mientras que el resto había sido
cambiado. Una curiosidad fue la explicación del altar que encubría un
pasillo o túnel que tenia salida cerca del cerro Pelado, por el cual
pasaban los jesuitas en casos de crisis como lo fue cuando los
expulsaron del Valle, aunque existe también la teoría de que allí
guardaban objetos de valor. La familia Frías Silva que se estableció en la
estancia luego de los jesuitas, encontró el túnel y decidió sellarlo. En la
sacristía se observaban grandes muebles que llamaban la atención más
por su tamaño que por su función. Con estas dos salas se cierra la etapa
jesuítica y comienza la etapa más reciente de la estancia: la ocupación
de la familia Frías Silva.
La habitación VII exhibe un dormitorio totalmente amoblado con
muebles traídos de Europa, en la decoración de la habitación se observa
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una gran devoción a la religión católica, tanto por las imágenes como
por los adornos y la presencia de un reclinatorio al costado de la cama.
La sala VIII continúa con los Frías Silva, mostrando ya no una habitación
sino efectos personales tales como fotografías, arcones, instrumentos
musicales, etc., ésta sala es quizás la más pequeña de todas las que se
muestran en el recorrido. Llegando casi al final de la muestra, la
habitación siguiente (IX) representa una sala de estar con pocos
muebles, unas sillas y un retrato de Roque Sáenz Peña, quien se asegura
solía visitar al gobernador con frecuencia. Por último, la sala X aparenta
ser un comedor con una mesa y sillas hechas en cuero, con la
particularidad de tener grabado el escudo de la familia Silva, se observa
también un aparador y un cuadro de J. M. Silva.
Sitio arqueológico Casas Viejas
El sitio arqueológico Casas Viejas, también conocido como El Corralito,
está ubicado en la localidad de El Mollar en el departamento de Tafí del
Valle. Se encuentra entre pie del cerro Pelado y el río de El Mollar donde
desembocan El Potrerillo y El Rincón. En esta zona la vegetación difiere
de la que hallamos en la reserva arqueológica La Bolsa, ya que los
vientos húmedos ingresan por la Angostura y descargan en esta zona,
por lo que se observa mucho verde y arbustos de tamaño pequeño, y
por lo cual la visibilidad del sitio es menor que en el otro caso. De igual
manera difiere el tamaño del sitio, ya que este es mayor que el anterior
y cuenta con recintos más amplios. Distintos trabajos de investigación
han sido realizados en este lugar ya que presenta claramente dos
momentos de ocupación distinguibles por las diferencias constructivas
en dos sectores (recintos circulares y casas pozo), así como
construcciones de piedras alineadas que se superponen a
construcciones circulares. Si bien los trabajos realizados en la zona del
Valle de Tafí comenzaron a fines del siglo XX, quizás los trabajos más
importantes tanto por su detalle como por sus contrastaciones, son los
realizados desde Rex Gonzales y Nuñez Regueiro en 1960 en adelante,
quienes retomaron los estudios previos realizados por investigadores
como Ambrosetti y Bruch, y los profundizaron llegando a nuevas
conclusiones y descubrimientos respecto a la cultura Tafí (González y
Nuñez Regueiro, 1960).
Al llegar al sitio por una calle de tierra se observa cómo la urbanización
de la zona llegó hasta el pie del cerro, ocupando en parte lo que
corresponde a Casas Viejas, y de hecho se observan construcciones
actuales realizadas con piedras que probablemente fueron obtenidas de
las construcciones del sitio en sí. Para acceder al lugar es necesario
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atravesar un alambrado y bordear una acequia que luego habrá que
cruzar para llegar hasta la zona de mayor concentración de estructuras.
Desde el momento en que se cruza el alambrado puede verse una
construcción actual sobre el sitio que aun no está completa, y al lado de
ella se observa cómo se practica la explotación de áridos para la
obtención de arena y ripio (ver Fig.6).
Siguiendo un sendero accedimos al sitio donde se puede observar el
mismo patrón constructivo que en La Bolsa, grandes recintos circulares
con recintos de menor tamaño adosados. Sin embargo, a medida que
avanzamos sobre el lugar, llegamos a observar las llamadas casas
pozos, que resultan difíciles de reconocer a simple vista ya que están
evidenciadas por una depresión en el terreno y un leve cambio en la
coloración de la tierra que se hace más evidente dependiendo de la
época del año en la que se visite el sitio. Como se menciono con
anterioridad, se distinguen dos momentos de ocupación, se evidencia
con claridad al observar hileras de piedras similares a las observadas en
La Bolsa, con la diferencia que éstas son más extensas, no se
encuentran directamente asociadas con los recintos circulares dando la
impresión de una continuidad de estos, y además cortan algunos
recintos circulares por lo que se supone que tales recintos debieron
estar ya en desuso para el momento en que éstas probables barreras de
contención de humedad fueron realizadas (ver Fig.7). La observación de
estas no resulta difícil ya que están formadas por rocas, muchas veces
planas y dispuestas verticalmente, una al lado de la otra, creando así
una especie de escalonado en el terreno a medida que aumenta su
altura hacia el sur, donde se encuentran estas estructuras rectangulares
sin bordes de piedras que las delimiten, sino marcadas como se
menciono, por una depresión.
Otro tipo de estructura hallada en esta zona son los montículos, pudimos
observar uno que se hallaba cubierto por algunas rocas, aunque no en
su totalidad, y algunos vegetales que crecieron allí (ver Fig.8). En la
entrada del sitio se encuentra un montículo conocido como “El montículo
de Tafí”, pero éste se tratará más adelante.
En superficie se observaban restos cerámicos y líticos. Al igual que en La
Bolsa, la cerámica era de tipo tosca en su mayoría y los fragmentos
líticos eran pequeños como para hacer inferencias respecto a su origen.
Se encontraron morteros partidos, uno de ellos tenía separadas sus
mitades con una distancia de 4 metros entre las piezas, de hecho una se
encontraba de un lado de la acequia y la otra del lado enfrentado.
En cuanto a la conservación del sitio, puede decirse que muestra un
gran nivel de deterioro, quizás gran parte se deba a la acción antrópica,
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ya que las rocas de los recintos son reutilizadas para la realización de
pircas, o bien como pudimos observar, son movidas para dar paso a
vehículos (Ver Fig. 9). Sumado a esto está el hecho del constante avance
de la población, que va comiendo cada vez más y más espacio del sitio
Casas Viejas.
Montículo de Tafí
El Montículo de Tafí esa ubicado al norte del sitio arqueológico Casas
Viejas, sobre la calle que lleva al ingreso del sitio. De acuerdo a las
referencias bibliográficas, ésta estructura estaba cubierta en su
totalidad por rocas de tamaño pequeño, y su tamaño rondaba los 30
metros de norte a sur, y los 3 metros de alto. En la actualidad no se
observan tales piedras cubriendo el montículo, aunque si pueden
observarse algunas en sus bordes; igualmente su tamaño ha cambiado
ya que actualmente mide 30 metros de largo y 2 metros de altura (ver
Fig. 10). Esto puede deberse a varias causas, por un lado la lluvias
pueden disgregar la acumulación de tierra que lo forma, por otro las
personas que lo excavaron afectaron la estructura interna del montículo
dejándolo en condiciones diferentes que podrían haber afectado su
resistencia tanto a las lluvias como al paso de la gente. Hay que tener
en cuenta que se encuentra al costado de una calle que tiene casas todo
a su largo, por lo tanto no hay que descartar la posibilidad de que los
niños jueguen en el, o los turistas se paren sobre él para tomar
fotografías, etc. Como en la mayoría de los casos, vemos que la
actividad antrópica puede ser nociva para la conservación de sitios
arqueológicos.
Desde su descubrimiento hasta la actualidad, se han realizado
diferentes trabajos procurando establecer su fecha de origen y su
funcionalidad o finalidad. Tal es el caso de Núñez Regueiro y Gonzales,
quienes propusieron una función de tipo ritual /religioso, mientras que
Berberián y Nielsen proponían la formación de montículos debida al
despiedre de las zonas que sería utilizadas para cultivos. Se realizaron
entonces excavaciones para establecer datos concretos y se observaron
3 momentos diferentes en la conformación del montículo, siendo el
momento III el más antiguo y el momento I el más reciente. Esta
excavación permitió datar el sedimento más antiguo para obtener una
idea del momento de su creación, y se llego a la fecha aproximada del
siglo I y III A. D. Posteriormente se realizaría una segunda excavación en
el montículo que permitió establecer que no corresponde al momento de
Tafí I, sino que su creación fue posterior.
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Si bien estos estudios descartan la teoría de Berberián y Nielsen, Núñez
Regueiro y García Azcárate (1996) mencionan en su trabajo que sería
necesario realizar excavaciones en los montículos hallados en los
contextos que presentan los primeros autores (sectores agrícolas por
ejemplo), a fines de comprobar sus hipótesis o descartarlas en caso de
que presenten similitudes con el montículo de Tafí en su composición.
Los Menhires
Los menhires (piedras talladas de gran tamaño) son característicos de la
zona del Valle de Tafí y son conocidos desde las primeras
investigaciones realizadas en el lugar. Podemos mencionar por ejemplo
los trabajos de Ambrosetti que ya en el 1897 publicaba acerca de estos
monumentos de piedra, así como Bruch en 1911 también los describiría
en detalle, y posteriormente Schreiter en 1934. Sin embargo no existió
una continuidad en los trabajos hasta las investigaciones de Rex
González (Berberián y Nielsen, 1988). Para este momento ya se habían
movido de los lugares originales varios de ellos, actividad que seguirá
poniéndose en práctica hasta la actualidad.
Existen diferentes tipos de menhires, podemos encontrarlos lisos
(grandes bloques de piedra sin decoración) o tallados (con trazos
geométricos, motivos zoomórficos o antropomórficos, con líneas curvas,
etc.). Si bien fueron hallados de manera dispersa por todo el valle, las
márgenes del río El Mollar fueron de gran importancia, ya que allí se
encontraron varios de estos monolitos, algunos próximos al Montículo de
Tafí mencionado en el punto anterior.
En la actualidad la gran mayoría de estos menhires se encuentran
emplazados en el parque provincial de Los Menhires, con
aproximadamente 114 ejemplares, el parque es una atracción para los
turistas que desean conocer estas construcciones que fueron
comparadas con otros lugares del mundo característicos también por
sus esculturas en piedra como Chile (Ver Fig. 11). Si bien la intención de
la creación del parque fue evitar los saqueos que terminaban en la venta
de estas esculturas, no hay duda de que el remedio puede haber sido
peor que la enfermedad, ya que el traslado de los menhires al parque no
fue acompañado de un estudio arqueológico que recabase la mayor
cantidad de información posible antes de perder el contexto en el que se
hallaban, y así, de ésta cantidad solo se conoce el emplazamiento
original de unos pocos. Aunque se supone que tenían un carácter de tipo
ritual, la mayoría hoy en día no tiene un contexto que explique o arroje
luz acerca de su función original o de la intención de sus creadores.
Vemos aquí, una vez más, como la acción del hombre resulta más
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destructiva que la naturaleza, incluso cuando se pretende mejorar una
situación. Este accionar y lo perjudicial que fue para el conocimiento de
la historia del Valle de Tafí, podría haber sido contrarrestado si el
relevamiento de los menhires hubiese llevado aparejado un registro
completo de la pieza así como de su lugar de origen, sin embargo, esto
no fue realizado a su debido momento, y hoy esta muestra tiene más
bien un valor estético para quien la visita.
DISCUSIÓN
Reserva arqueológica La Bolsa
El sitio arqueológico La bolsa es considerado una reserva arqueológica
sin embargo, como se menciona anteriormente, el cuidado del mismo es
defectuoso. Su ingreso desde la ruta no está controlado por algo mas
allá de un alambrado en malas condiciones que cualquiera puede
traspasar, ya se trate de visitantes, investigadores o saqueadores.
Existen zonas que muestran depresiones en el terreno que son
diferentes a aquellas provocadas por animales como los roedores que
habitan el lugar (ocultos), sino que se trata de marcas dejadas por los
pozos de huaqueo (ver Fig.12). Recorriendo el lugar, pudimos observar
que la mayoría de estas depresiones se encontraban en los recintos
circulares más pequeños adosados a otros mayores, esto probablemente
se deba a que quienes los provocaron consideraron la posibilidad de que
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tales recintos se tratasen en realidad de lugares de entierro para los
anteriores pobladores, como se ha observado en otros sitios
arqueológicos con patrones de asentamiento similares.
Actualmente el terreno en el que se emplaza ésta reserva está siendo
reutilizado para el pastaje de animales. Durante el recorrido del lugar
pudimos observar ovejas pastando a pocos metros del sitio, así como
restos óseos recientes de bovinos dentro y fuera de los recintos, por lo
que inferimos que el deterioro de los muros de piedra puede deberse en
parte a la presencia de estos animales. Este hecho es notable ya que
nos permite considerar que los actuales pobladores no tienen un gran
interés en mantener el lugar en las mejores condiciones posibles, esto
podría indicar un desinterés debido a la falta de un sentimiento de
pertenencia con el sitio y sus antiguos pobladores, o bien puede deberse
a que no se considera dañina la presencia de animales domésticos que
transiten por la zona. Sea cual fuere la explicación, este hecho está
afectando a la preservación del sitio y no se observa un reparo en ello.
La protección de la reserva no se evidenció durante nuestra visita, ya
que pudimos atravesar con facilidad el único alambrado que lo delimita
como propiedad privada sin que alguien transcurriera por el lugar en el
mismo momento. Esta falta de cuidado en el ingreso es quizás el mayor
descuido que afecta de manera negativa a la preservación del sitio, ya
que deja un fácil acceso a personas que, a diferencia de los animales,
pueden desenterrar objetos que resultarían de gran aporte para futuras
investigaciones que intenten completar la historia de los primeros
pueblos del Valle de Tafí, y que de otra manera se mantendrían en
contexto.
Museo Jesuítico La Banda
El museo jesuítico La Banda tiene en exposición una buena cantidad de
piezas que se encuentran generalmente en buen estado de
conservación, sin embargo el edificio en sí, que también forma parte de
la muestra ya que es allí donde vivieron los jesuitas en el siglo XVIII y
posteriormente la familia Frías Silva en el XIX, no se encuentra en muy
buenas condiciones. El arquitecto Roque Gómez en su trabajo de 1997
menciona las diferentes etapas por las que atravesó la edificación y las
remodelaciones que fueron necesarias para mantenerlo en pie debido a
repetidos temblores en la zona, sin embargo estos datos fueron en su
mayoría pasados por alto en el momento de la guía, a excepción de la
capilla cuya historia fue descripta con mayor detalle que las demás
15
salas, y en la que se menciono las reiteradas refacciones y
remodelaciones que sufrió. En cuanto a los objetos en exposición, se ve
que el museo está organizado de manera cronológica, pero no se
encuentran mayores detalles que los ofrecidos por el guía cuando se
trata de la historia a la que pertenecieron los objetos en sí, sobre todo
para las salas II y III que tratan de las culturas Tafí I y II, Ayampitín, e
Inca. Podemos decir, siguiendo a Marta Dujovne, que se trata de un
conjunto mudo que nada dice con la sola exposición, y aquellos que
desconozcan del tema quedarán de cierto modo excluidos del sentido o
significado que tales objetos tienen, esto se debe a que no se
encuentran acompañados de una información que cuente al visitante
aquellos datos que servirán para que comprendan el lugar de
procedencia, el contexto del hallazgo, la fecha a la que refieren, la
cultura a la que pertenecían, etc.(Dujovne. 1995). Este problema en la
difusión del conocimiento es bastante común, ya que se sigue
considerando a los objetos como lo principal en un museo, cuando en
realidad la muestra por la muestra misma nada nos dice de la realidad a
la que tal objeto pertenecía y por qué hoy nos resulta interesante saber
tanto de él como de su procedencia.
Sitio arqueológico Casas Viejas
El sitio arqueológico conocido como El Corralito o Casas Viejas se
encuentra permanentemente amenazado por el crecimiento urbano. El
hecho de que se encuentre al pie del cerro y que el crecimiento
poblacional haya sido en esa dirección, está provocándole un deterioro
acelerado por distintos motivos. Por una parte la creación de nuevas
viviendas o la ampliación de las anteriores que se encuentran al borde
del sitio, está provocando que su terreno se reduzca, y hay que
considerar que un grupo poblacional no solo actúa dentro de las paredes
de una vivienda, es decir, el espacio utilizado por culturas pasadas no se
limita al perímetro que trazan los muros de sus viviendas, sino que
deben haber tenido lugares para transitar, espacios que no
necesariamente deben estar delimitados en el terreno y en los cuales
también deben existir vestigios de lo que alguna vez fueron estos
pueblos, y por ende, forman parte del sitio arqueológico en sí. Por lo
tanto el avance de las viviendas puede no deformar muros de piedra,
pero eso no implica que no se estén asentando sobre el sitio en sí. Si
bien los espacios se reutilizan, es inevitable que surja la duda de si ésta
reutilización es la mejor opción, ya que por un lado los actuales
pobladores deben tener un lugar para vivir y muchas veces ese lugar no
responde a una simple elección de localización, ya que muchas veces
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entra en juego lo económico, las facilidades, los recursos próximos, etc.;
pero por el otro se están poniendo en juego cientos de años de historia,
no solamente del Valle, sino de nuestro país en general, que hasta el día
de hoy sigue siendo para muchos un país nacido de la venida de los
inmigrantes, cuando en realidad estas tierras estaban habitadas desde
muchos años atrás.
Otro de los motivos por los cuales se está deteriorando Casas Viejas en
relación al actual crecimiento urbano es el empleo de los recursos
disponibles en la zona. Los antiguos pobladores de Casas Viejas
contaban con diferentes recursos a su alcance de los cuales supieron
aprovecharse para vivir, hoy en día la historia no ha cambiado mucho ya
que los actuales pobladores de la zona también utilizan tales recursos,
con la diferencia que para acceder a ellos deben actuar en detrimento
del sitio. Las piedras son un buen recurso natural que sirve para la
construcción de viviendas, de pircas, corrales, etc. y las rocas más
próximas en este lugar corresponden a aquellas utilizadas cientos de
años atrás con los mismos fines, por lo tanto suelen ser aprovechadas.
Muchas veces las personas no se sienten involucradas con la
conservación de un lugar ya que no se consideran parte de esa historia,
no se ven relacionados directamente con ella, o simplemente no tienen
un interés, y esto provoca que a veces los residentes más próximos a un
sitio arqueológico sean los que más lo perjudiquen en cuanto a su
preservación para el futuro. En el caso de Casas Viejas pudimos
observar una construcción maciza de cemento sobre el sitio y próximo al
río, donde a la vez se realiza la explotación de áridos para obtener arena
y ripio, esto fue a nuestro parecer un claro indicador de que la
importancia de un lugar como éste varía enormemente dependiendo de
la perspectiva de la cual se esté parado. Para nuestro grupo tanto ésta
imagen como la de rocas desplazadas para permitir el tránsito de
vehículos que fue mencionada anteriormente (ver Fig.9), nos provoco
una impresión de desinterés no solo por el sitio en sí, sino por la historia
que puede contarnos acerca de nuestro pasado.
Montículo de Tafí
El montículo de Tafí que se encuentra a un costado de la calle que lleva
a Casas Viejas fue estudiado por Rex González en 1960 y permanece
hasta el día de hoy aunque con algunos cambios, tales como la
reducción de su altura y la ausencia de rocas que lo cubrían según las
primeras descripciones. Actualmente puede pasar desapercibido ante
los ojos de quien no conoce la historia del lugar y las estructuras que
suelen hallarse en todo el Valle, ya que solo parece ser una acumulación
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de tierra y rocas sobre la cual han crecido pequeños arbustos. Sin
embargo muchas personas conocen su ubicación y su relación con las
culturas pasadas ya que se hizo conocido después de que en él se
realizaran investigaciones, y actualmente figura incluso en páginas de
internet dentro de las listas de “lugares que hay que visitar” si uno
recorre el valle con fines turísticos. El hecho de que no resulte obvia su
relación con el pasado (como en el caso de las estructuras que se
diferencian con cualquier otra construcción que pueda hallarse), resulta
tanto de manera positiva como negativa para su mantenimiento. Por un
lado resulta positivo que no se trate de una estructura que pueda
reconocerse a simple vista con solo haber visto una fotografía antes, ya
que esto evita en parte los intentos de saqueos, lo cual se ve favorecido
por el hecho de que está rodeado de viviendas actuales. Por otro lado,
este desconocimiento resulta negativo ya que el paso de cualquier
persona por encima de él ayuda a su deterioro, al ser una zona con una
pequeña elevación de dos metros, es probablemente que los visitantes
suban con la intención de fotografiar la zona. El hecho de que frente a él
se encuentre una apacheta de gran tamaño, así como una construcción
actual a modo de réplica de las construcciones circulares de Casas
Viejas, nos dio a pensar en la posibilidad de que el montículo fuera
usado para tomar fotografías a aquello que se encuentra cruzando la
calle, teniendo una mejor visibilidad desde 2 metros de altura.
Lamentablemente no todas las personas sienten un vinculo con su
pasado, o al menos no mediante estructuras como el montículo o las
halladas en los sitios arqueológicos, sin embargo otras personas si lo
hacen como en el caso de la comunidad indígena Casas Viejas, quienes
probablemente sean en la zona los encargados de proteger tanto el
montículo como el sitio que se encuentra próximo a éste.
Los Menhires
Los menhires hallados alguna vez de manera dispersa por todo el Valle,
hoy en día se encuentran agrupados en un parque provincial que cuenta
con cartelería que provee información no solo de estos megalitos, sino
también de los valles como región, su flora y fauna, etc., así como
también expone morteros y conanas hallados en las proximidades de
algunos menhires. Sin embargo, al igual que en el museo jesuita, los
objetos no hablan por sí mismo y pasan a ser obras de gran admiración
y con un carácter estético indiscutible dada su particularidad, dejando
sin conocer datos que nos permitirían hacer una imagen aun mayor de
lo que fue la vida en el Valle de Tafí.
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El parque es un terreno cuadrangular que muestra a los menhires
organizados de acuerdo a su tipo o estilo, están separados en lisos, con
grabados, con figuras antropomórficas, con representaciones fálicas, y
finalmente un pequeño grupo de menhires de baja estatura que quedan
prácticamente escondidos por los árboles que se encuentran en el
perímetro del parque. Esta diferenciación de acuerdo a las cualidades
estilísticas que presentan probablemente no fue un criterio de
clasificación para sus creadores, es decir, no parece probable que se
hallaran dispersos en el valle de acuerdo a sus características
estilísticas. Lamentablemente la falta de un registro detallado no nos
permite hoy conocer la ubicación original de estas construcciones, lo
cual nos hace desconocer su contexto de hallazgo y por lo tanto resulta
difícil relacionarlos con alguna actividad en particular o asociarlo a
estructuras o sitios. Esto sin mencionar que la actual ubicación del
parque no tiene las mismas condiciones climáticas que las que pudieron
haber tenido sus lugares originales, y esto puede verse en la actual
formación de moho y hongos en los menhires, lo cual implica que están
sufriendo un deterioro aun cuando se trata de construcciones en roca
que es el material más resistente que utilizaron las culturas pasadas.
Los menhires son característicos del Valle de Tafí, si bien se han
encontrado en zonas próximas, aquí es donde se encontraron
mayormente. El gran tamaño que presentan, así como la importancia
que deben haber tenido, logró que sean comparados con diferentes
culturas que también contaban con estructuras talladas en piedra. Visto
de este modo, lo que se puede comparar es su apariencia física, y es
precisamente la característica por la cual son admirados y fueron
difundidos tantas veces en los medios televisivos que invitaban a los
turistas a conocerlos, primando nuevamente lo estético frente al
conocimiento, ya que de ellos poco se sabe. Cabe mencionar a modo de
ejemplo que en el museo jesuítico La Banda se encuentra un menhir en
la sala II representando a la cultura Tafí I, pero fuera del establecimiento
se hallan aproximadamente cinco menhires mas, acomodados en forma
de semicírculo entre morteros y esculturas actuales de piedra.
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FIGURAS
Fig. N°1: Rutas y Ríos del Valle de Tafí.
Fig. N°2: Ruta 307 Km 74. Reserva arqueológica La Bolsa parte baja.
GPS Garmin: S 26° 48.301’ W 65° 43.311’
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Fig. 3. Recintos circulares en la reserva arqueológica La Bolsa.
Fig. 4. Entrada al Museo Jesuítico La Banda
Fig.5. representación de un enterramiento en un recinto circular.
Museo Jesuítico La Banda.
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Fig. 6. Construcción actual sobre el sitio arqueológico Casas Viejas.
Fig. 7. Hilera de piedras transversales al declive del terreno.
Sitio arqueológico Casas Viejas.
Fig. 8. Montículo con rocas en su superficie. Sitio arqueológico Casas
Viejas.
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Fig.9. Huella creada por el paso de vehículos. Se observan las rocas
removidas para tal fin. Sitio arqueológico Casas Viejas.
Fig. 10. Montículo de Tafí en la actualidad.
Fig. 11. Parque de los Menhires.
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Fig. 12. Depresión en el terreno formada probablemente por un saqueo
dentro de un recinto circular pequeño. Reserva arqueológica La Bolsa.
BIBLIOGRAFIA CITADA
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prehispánicos en el valle de Tafí. Ed. Comechingonia. Córdoba.
DUJOVNE M. (1995). Entre musas y musarañas. Una visita al museo.
Colección Popular 519. Fondo Cultura Económica.
GOMEZ, R. M. (1997): El conjunto de la Estancia de Tafí del Valle y la
arquitectura jesuítica en Tucumán. Universidad Católica de Salta, Fac.
de Arquitectura y Urbanismo. Salta.
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archaeological research in Tafí del Valle, NW Argentina. Akten des 34
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NUÑEZ REGUEIRO V. Y GARCÍA AZCARATE, J. (1994): Investigaciones
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prensa. En: XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Mendoza.
SESMA P. J.; GUIDO E. Y.; PUCHULU M. E. (1998): Clima de la provincia de
Tucumán. En: Geología de Tucumán publicación del Colegio de
Graduados en Ciencias Geológicas de Tucumán.
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