untitled-2 3 03/06/2011, 13:55...

16

Upload: vukiet

Post on 16-Jul-2019

213 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

Untitled-2 03/06/2011, 13:553

Page 2: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

Christopher Moore nació en 1957 en Toledo (Ohio), yse graduó en Antropología en la universidad de ese estado.Tras desempeñar los más diversos trabajos, en 1992 publi-có su primera novela, Practical Demonkeeping. Pronto sehizo un hueco entre los maestros de la sátira contemporá-nea. Su estilo se caracteriza por un humor ácido y absurdo,comparado por muchos con el de genios como TerryPratchett, Jonathan Swift o Mark Haddon. Los lectoreshan esperado cada una de sus obras con gran expectación,hasta el punto de que estas pasan de inmediato a formarparte de la lista de bestsellers de The New York Times.

Untitled-2 03/06/2011, 13:554

Page 3: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

Traducción deOmar El-Kashef

Untitled-2 03/06/2011, 13:555

Page 4: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

Título original: The Stupidest Angel

Primera edición en Factoría Debolsillo: septiembre, 2011

© 2004, Christopher Moore© 2008, de la traducción, Omar El-Kashef© 2011, de esta edición, La Factoría de IdeasC/ Pico Mulhacén, 24-26. Polígono industrial «El Alquitón».28500 Arganda del Rey. Madrid. Teléfono: 91 870 45 85.

[email protected]

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo losapercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obrapor cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, eltratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obrasin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase aCEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) sinecesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Printed in Spain – Impreso en España

ISBN: 978-84-9800-711-4Depósito legal:

Impreso en Novoprint S.A.

Con mucho gusto te remitiremos información periódica y detallada sobrenuestras publicaciones, planes editoriales, etc. Por favor, envía una carta a «LaFactoría de Ideas» C/ Pico Mulhacén, 24. Polígono Industrial El Alquitón

28500, Arganda del Rey. Madrid; o un correo electrónico [email protected]@[email protected]@[email protected], que indique claramente:

INFORMACIÓN DE LA FACTORÍA DE IDEAS

Untitled-2 03/06/2011, 13:556

Page 5: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

Este libro está dedicado a Mike Spradlin,que dijo:

«¿Sabes? Deberías escribir un relato navideño».A lo que yo respondí:

«¿Qué tipo de relato navideño?».Y él me dijo:

«No sé. Quizá Navidad en Pine Cove o algo así».A lo que volví a responder:

«Vale».

Untitled-1 03/06/2011, 13:407

Page 6: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

Agradecimientos

El autor expresa su agradecimiento a quienes lo han ayudado:como siempre, Nicholas Ellison, mi intrépido agente; JenniferBrehl, mi brillante editora; Lisa Gallagher y Michael Morrison,por su continua confianza en mi capacidad para contar histo-rias; Jack Womack y Leslie Cohen, por ponerme ante mislectores y la prensa; los Huffmans, por disponer la pista deaterrizaje y una cálida bienvenida; Charlee Rodgers, por suscuidadosas lecturas y meditados comentarios, y por poner enmarcha el proceso; y, finalmente, Taco Bob, de quien saquéfelizmente la idea del capítulo 16 (con su permiso, lo que casilo arruina).

Advertencia del autor

Si adquiere este libro en calidad de regalo para su abuelita oun crío, debería ser consciente de que contiene palabrotas ysuculentas descripciones de canibalismo, así como actos sexua-les entre cuarentones. No me echen la culpa. Se lo advertí.

Untitled-1 03/06/2011, 13:409

Page 7: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

11

1

La Navidad llega a rastras

La Navidad se infiltró en Pine Cove a rastras, con guirnaldas,lazos y cascabeles a cuestas, con un olor a ponche de huevo,una peste a pino y la amenaza de un destino festivo cual fríaúlcera bajo el muérdago.

Pine Cove, con su arquitectura a lo Tudor, estaba todaadornada con pintoresca festividad. Las lucecillas centellea-ban en todos los árboles de la calle Cypress, había nieveartificial en las esquinas de las ventanas de cada tienda, variosPapá Noel en miniatura y velas gigantes suspendidas bajocada farola. Había abierto sus puertas a los rebaños de turistasprocedentes de Los Ángeles, San Francisco y Central Valleyque llegaban en busca de un instante de comercio navideñorealmente significativo. Pine Cove, un pueblo adormilado dela costa californiana, en realidad una aldea de juguete, conmás galerías de arte que gasolineras, más locales de cata devinos que ferreterías, permanecía ahí, tan acogedora comouna reina del baile con unas copas de más, a cinco días de queasomara la Navidad. Ya estaba a la vuelta de la esquina y, conella, ese año llegaría el Niño. Ambos eran magnos, irresisti-bles y milagrosos. Pine Cove solo estaba preparada para unode ellos.

No quiere decir que los lugareños no estuvieran impreg-nados de espíritu navideño. Las dos semanas previas y pos-teriores a la Navidad suponían una agradable oleada dedinero para las arcas locales, ávidas de turismo desde elverano. Cada camarera desempolvaba su gorrito de Papá

Untitled-1 03/06/2011, 13:4011

Page 8: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

12

Noel y su cornamenta de reno y se aseguraba de contar concuatro buenos bolígrafos en el delantal. Los empleados dehotel hacían acopio de fuerzas, dispuestos a soportar las iraspor los overbooking de última hora, mientras que las amas decasa prescindían por un momento de sus habituales y pútri-dos ambientadores con olor a polvos de talco para adoptar unaputridez más festiva de pino y canela. En la boutique de PineCove se ponía un cartel de «Especial vacaciones» encima de laterrible sudadera con el reno y la subían de precio por décimoaño consecutivo. Los miembros de las hermandades y losveteranos de guerra, básicamente el mismo puñado de viejosborrachos de siempre, planeaban con vehemencia el desfilenavideño anual que recorrería la calle Cypress, cuyo temaprincipal aquel año sería «patriotismo en la cama sobre unafurgoneta», más que nada porque era lo que habían utilizadoen su desfile del 4 de julio y todo el mundo conservaba losadornos. Muchos habitantes de Pine Cove incluso se ofrecie-ron voluntarios para atender las marmitas del Ejército deSalvación, dispuestas enfrente de la oficina de correos y elsúper, en turnos de dos horas, dieciséis horas al día.Enfundados en sus trajes rojos y barbas postizas, hacíansonar las campanas como si aspiraran al oro canino en unasOlimpiadas dedicadas a Pavlov.

—Dame la pasta, cabrón —dijo Lena Márquez, que cuidabade la marmita aquel lunes, cinco días antes de Navidad. Lenaseguía a Dale Pearson, el malvado constructor de Pine Cove,por todo el aparcamiento, tratando de sacarlo de quicio con lacampanilla mientras él se dirigía al maletero de su coche. Decamino al súper, el hombre le había hecho un gesto con lacabeza y le había dicho que a la salida le daría algo. Sinembargo, cuando salió, ocho minutos más tarde, con lacompra y una bolsa de hielo, pasó junto a ella como si

Untitled-1 03/06/2011, 13:4012

Page 9: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

13

estuviese utilizando la marmita para hacer sebo a partir de lagrasa de los culos de los inspectores de edificios y sintiera lanecesidad de escapar del hedor.

—Seguro que puedes permitirte un par de pavos para losmás desafortunados.

Hizo sonar la campanilla con más fuerza a la altura de suoído. El hombre se dio la vuelta balanceando la bolsa de hieloa la altura de su cadera.

Lena brincó hacia atrás. Tenía treinta y ocho años, eraenjuta, de piel oscura y con el delicado cuello y la finamandíbula de una bailarina de flamenco. Su larga cabelleranegra estaba recogida en dos moños a lo princesa Leia quesobresalían a ambos lados de su gorro de Papá Noel.

—¡No puedes zurrar a Papá Noel! Hay tantas razones paraello que no sería capaz de enumerarlas.

—Querrás decir contarlas —dijo Dale, mientras el sutil solinvernal arrancaba destellos a la capa de esmaltado reciénpuesta que lucían sus dientes. Tenía cincuenta y dos años,estaba casi completamente calvo y poseía unos fuertes hom-bros de leñador que aún se mantenían cuadrados a pesar dela barriga cervecera que le colgaba por debajo.

—Quiero decir que está mal, que estás equivocado y queeres un tacaño. —Y volvió a agitar la campanilla junto a suoído, como si un mosquito con traje rojo quisiera derribar unmuro a cabezazos.

La campana exasperó tanto a Dale que describió un arcocon su bolsa de hielo de más de cuatro kilos y dio a Lena enel plexo solar, lo que la obligó a retroceder por el aparcamien-to, sin aliento. Fue entonces cuando las señoras del Bulgesllamaron a la policía…, bueno, al policía.

El Bulges era un gimnasio para mujeres que estaba justoencima del aparcamiento del súper y desde cuyas cintas

Untitled-1 03/06/2011, 13:4013

Page 10: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

14

andadoras y máquinas de subir escalones, las usuarias podíanobservar el ir y venir del establecimiento sin la sensación deestar espiando. Lo que había empezado como un momento demero entretenimiento y un leve incremento de adrenalinapara seis de las observadoras mientras Lena iba detrás de Dalepor el aparcamiento, se tornó de repente en una conmoción,cuando el malvado constructor zurró a la bella Mamá Noel enel estómago con una bolsa de cubitos de hielo. Cinco o seis delas mujeres no hicieron más que perder el paso o quedarseboquiabiertas, pero Georgia Barman, que en ese precisoinstante tenía puesta su cinta andadora a 12 kilómetros porhora para perder siete kilos con la mente puesta en la Navidady el vestido rojo que su marido le había regalado en unarrebato de idealismo sexual, rodó hacia atrás y aterrizó enuna colorida colchoneta de la maraña de estudiantes de yogaque en ese momento estaban practicando.

—¡Ay, el chakra del culo!—Será el chakra raíz.—Pues lo que me duele es el culo.—¿Has visto eso? Casi la derriba. Pobrecilla.—¿Deberíamos ir a ver si se encuentra bien?—Alguien debería llamar a Theo.Las gimnastas encendieron sus teléfonos móviles al uníso-

no, como cuando los Jets sacaban las navajas e interpretabanuna danza de muerte en West Side Story.

—¿Por qué se casaría con un tipo como ese?—Es un capullo.—Ella le daba a la botella.—Georgia, ¿estás bien, cielo?—¿Puedes llamar a Theo al 911?—Ese bastardo va a arrancar y la va a dejar ahí.—Deberíamos ir a ayudarla.—Todavía me quedan doce minutos en este chisme.—La cobertura en este pueblo es horrible.

Untitled-1 03/06/2011, 13:4014

Page 11: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

15

—Tengo el número de Theo en marcación rápida, por loscríos. Yo lo llamo.

—Mira a Georgia y a las demás. Parece que estuvieranjugando al Twister y se hubieran caído.

—Hola, Theo. Soy Jane, estoy en el Bulges. Sí, bueno,acabo de mirar por la ventana y me parece que hay unproblema en el súper de enfrente. Bueno, no me quieroentrometer, pero digamos que hay cierto contratista queacaba de golpear a una de las Mamá Noel del Ejército deSalvación con una bolsa de hielo. Vale, te espero entonces.—Cerró el móvil—. Viene de camino.

El teléfono móvil de Theophilus Crowe sonó ocho veces conun irritante Tangled Up in Blue electrónico que parecía uncoro de sufridas amas de casa, o como Jiminy Cricket despuésde aspirar helio, o, bueno, en fin, como Bob Dylan. En todocaso, cuando logró abrir el aparato, cinco personas de lasección de frutas del súper le estaban dispensando unasmiradas capaces de marchitar las lechugas de su carro. Son-rió, como si con ello pretendiera decir «lo siento, yo tambiénodio estas cosas, pero ¿qué se le va a hacer?», y luegorespondió:

—Oficial Crowe. —Como si quisiera recordar a todo elmundo que no estaba para coñas, que él era LA LEY.

—¿En el aparcamiento del súper? Bien, enseguida estoyahí.

Caramba, qué cómodo. Una de las ventajas de ser polilocal en un pueblo de no más de cinco mil habitantes era quelos problemas nunca te pillaban lejos. Theo aparcó su carroa un lado del pasillo y atravesó corriendo la línea de cajas ylas puertas automáticas que daban al aparcamiento. Eracomo una mantis religiosa vestida con vaqueros y franela,sesenta y seis kilos, uno ochenta, y solo tres velocidades:

Untitled-1 03/06/2011, 13:4015

Page 12: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

16

caminata ociosa, carrera e inmóvil. Fuera se encontró aLena, doblada y sin aliento. Su ex marido, Dale Pearson, sedisponía a marcharse en su 4x4.

—Quieto ahí, Dale. Espera —dijo Theo.Theo se cercioró de que Lena solo necesitaba recuperar el

aire y que se pondría bien, y luego se dirigió al contratistaregordete, que seguía con un pie en el vehículo, dispuesto amarcharse en cuanto se aclarara la cosa.

—¿Qué ha pasado aquí?—Esa puta chiflada me ha dado con su campanilla.—Y una mierda —boqueó Lena.—Me han informado de que le has dado con una bolsa de

hielo, Dale. Eso es agresión.Dale Pearson miró fugazmente a su alrededor y se topó

con el grupo de mujeres apiñadas contra la ventana delgimnasio. Parecía que volvían a las máquinas en las queestaban ocupadas cuando se produjo el desastre.

—Pregúnteles a ellas. Le dirán que agitaba la campanajusto al lado de mi cabeza. No hice más que reaccionar endefensa propia.

—Me dijo que haría una donación cuando saliera delsúper, pero no fue así —declaró Lena, que estaba empezandoa recobrar el aliento—. Ahí hay un contrato implícito. No loha respetado. Y yo no le he pegado.

—Es una jodida chiflada —dijo Dale, como si fuera algocomúnmente sabido.

Theo miró a uno y a otro. Ya había lidiado con esos dosantes. Pensaba que las cosas se habían calmado tras el divor-cio, cinco años antes. Llevaba catorce años en la policía dePine Cove y había visto el lado oscuro de un montón deparejas. La primera regla en una disputa doméstica eraseparar a las partes, pero parecía que eso ya se había llevadoa cabo. Se suponía que no había que tomar partido porninguna de ellas, pero dado que Theo sentía cierta debilidad

Untitled-1 03/06/2011, 13:4016

Page 13: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

17

por las chifladas —él mismo se había casado con una—, optópor hacer un juicio de valor y centró su atención en Dale.Además, el tío era un capullo.

Dio unas palmaditas a Lena en la espalda y se arrimó agrandes zancadas a la furgoneta de Dale.

—No pierdas el tiempo, hippy —dijo Dale—. Me largo. —Semontó en la furgoneta y cerró la puerta.

¿Hippy?, pensó Theo. ¿Hippy? Hacía años que se habíacortado la coleta. Ya no utilizaba sandalias. Incluso había dejadode fumar petardos. ¿En qué se basaba ese tipo para llamarlohippy?

—¡Eh! —dijo, tras pensarlo de nuevo.Dale arrancó el motor y metió la primera.Theo se subió al reposapiés lateral del vehículo, se inclinó

sobre el parabrisas y empezó a darle golpecitos con un cuartode dólar que se había sacado del bolsillo.

—No lo hagas, Dale. —Tap, tap, tap—. Si te vas, dictaréuna orden de arresto contra ti. —Tap, tap, tap. Ahora sí queTheo estaba enfadado, no cabía ninguna duda. Sí, era ira.

Dale se detuvo y presionó el botón para bajar la ventanillaeléctrica.

—¿Qué? ¿Qué quieres?—Lena quiere presentar cargos por agresión, puede que

agresión con arma mortal. Creo que deberías meditar lo dedarte el piro.

—¿Arma mortal? Pero si era una bolsa de hielo.Theo meneó la cabeza, y adoptó un tono de cuentacuentos

enigmático:—Una bolsa de hielo de más de cuatro kilos. Escucha cómo

suelto una bolsa de hielo de cuatro kilos sobre el suelo de unasala de juicios delante de un jurado. ¿Lo oyes? ¿Ves cómo seencogen cuando machaco un jugoso melón sobre la mesa delabogado defensor con una bolsa de hielo de cuatro kilos? ¿Noves el arma mortal? «Damas y caballeros del jurado, este

Untitled-1 03/06/2011, 13:4017

Page 14: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

18

hombre, este fracasado, este patán, este», si no te importa,«cabeza de chorlito, golpeó a una mujer indefensa, una mujerque con todo el amor de su corazón realizaba una colecta paralos pobres, una mujer que solo»…

—Pero si no es un bloque de hielo, es…—Ni una palabra, Dale —dijo Theo alzando un dedo al

aire—, no hasta que te lea los derechos. —Theo sabía queestaba pagando a Dale con la misma moneda. Las venas de sussienes estaban empezando a hinchársele y su rosado cráneoempezaba a ponerse rosa. Hippy, ¿eh?

—Lena presentará cargos —añadió—. ¿Verdad, Lena?Lena estaba a un lado de la furgoneta.—No —dijo.—¡Serás zorra! —dijo Theo. Se le había escapado antes de

poder retener las palabras. Menudo bochorno.—Ya ves cómo es —dijo Dale—. Seguro que te gustaría

tener una bolsa de hielo ahora mismo, ¿verdad, hippy?—Soy un agente de policía —replicó Theo, que sí hubiese

querido tener a mano una pistola o algo parecido. Sacó labilletera con la placa del bolsillo de atrás, pero pensó que yaera un poco tarde para identificarse. Hacía más de veinte añosque conocía a Dale.

—Sí, y yo soy un caribú —dijo Dale, con más orgullo delque debería haber exhibido a ese respecto.

—Me olvidaré de esto si pone cien pavos en la marmita —dijoLena.

—Estás loca, mujer.—Es Navidad, Dale.—Que le den por culo a la Navidad, y a ti también.—Eh, no es necesario emplear ese lenguaje, Dale —dijo

Theo tratando de poner paz—. Puedes salir de la furgoneta.—Cincuenta pavos y se puede ir —volvió a terciar Lena—. Es

para los necesitados.Theo la miró.

Untitled-1 03/06/2011, 13:4018

Page 15: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

19

—No puedes regatear una demanda en el aparcamientodel súper. Lo tenía contra las cuerdas.

—Cierra el pico, hippy —dijo Dale, y luego se dirigió aLena—. Te daré veinte y a la mierda con los necesitados.Pueden buscarse un trabajo, como el resto del mundo.

Theo estaba seguro de que tenía las esposas en el Volvo, ¿oaún estaban en casa, en la cabecera de la cama?

—Esa no es forma…—¡Cuarenta! —gritó Lena.—Hecho —dijo Dale. Sacó dos billetes de veinte de la

cartera, los arrugó y los tiró por la ventanilla. Rebotaron enel pecho de Theo. Volvió a meter la marcha y echó a andar.

—¡Quieto ahí! —ordenó Theo.Dale enderezó la furgoneta y se puso en marcha. Cuando

la enorme furgoneta roja pasó junto al Volvo de Theo, queestaba aparcado unos quince metros más allá, una bolsa dehielo salió volando y se estrelló contra el maletero en unasonora explosión de cubitos que no tuvo mayores consecuen-cias.

—¡Feliz Navidad, zorra chiflada! —gritó Dale por laventanilla mientras se incorporaba a la carretera—. ¡Y feliznoche a todos! ¡Hippy!

Lena se había remetido los billetes arrugados en el trajerojo y apretaba el hombro de Theo mientras la furgonetadesaparecía envuelta en un rugido.

—Gracias por acudir al rescate, Theo.—Yo no diría tanto. Deberías presentar cargos.—Estoy bien. De todas formas se iba a salir con la suya.

Tiene unos abogados muy buenos, créeme, lo sé. Además,¡me ha dado cuarenta pavos!

—Eso sí que es espíritu navideño —dijo Theo, sin poderevitar una sonrisa—. ¿Seguro que estás bien?

—Seguro. No es la primera vez que pierde los estribosconmigo.

Untitled-1 03/06/2011, 13:4019

Page 16: Untitled-2 3 03/06/2011, 13:55 [distrimagen.es]distrimagen.es/catalogo/extras/basico/lfl51039av.pdfhasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers

20

Lena dio unos golpecitos en el bolsillo de su uniforme dePapá Noel.

—Al menos he sacado algo de esto —añadió, antes dedirigirse de nuevo hacia su marmita, seguida por Theo.

—Tienes una semana para presentar cargos si cambiasde opinión —le dijo Theo.

—¿Sabes qué, Theo? No quiero pasar otras Navidadesobsesionándome con lo que Dale Pearson tiene de desechohumano. Prefiero pasar de ello. Con un poco de suerte puedeque protagonice una de esas desgracias navideñas de las quetanto se oye hablar.

—No estaría mal —admitió Theo.—¿Quién tiene espíritu navideño estos días?

En otro cuento navideño, Dale Pearson, malvado urbanista,misógino recalcitrante y, al parecer, cascarrabias irremedia-ble, podría haber recibido las visitas nocturnas de una serie defantasmas que, al mostrarle sombrías visiones de las Navida-des futuras, pasadas y presentes, provocarían en él unatransformación que lo convertiría en un ejemplo de genero-sidad, amabilidad y sentimientos cálidos hacia sus congéne-res. Pero este no es uno de esos cuentos, así que aquí, en nodemasiadas páginas, alguien va a despachar a este miserablehijo de puta con toda la calidez del mundo. Ese es el espíritunavideño que impregnará las siguientes páginas. Ho, ho, ho.

Untitled-1 03/06/2011, 13:4020