unfv antropologia bonfil batalla, guillermo - pensar nuestra cultura

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Alianza Editorial &tu dios 1 1 1 ' 1 . r 1 1 1 1 1 . Guillenno Bonfil Batalla Pensar nuestra cultura Ensayos Alianza Editorial

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    Guillenno Bonfil Batalla

    Pensar nuestra cultura

    Ensayos

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    Alianza Editorial

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    Primera edicin: 1991

    Portada: Carlos Aguirre

    Q Guillermo Bonfil Batalla, 1991 Q Editorial Patria, S.A. de C.V.,

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    bajo el sello de Alianza Editorial, i991 San Lorenzo 160, Col. Cerro de la Estrella 08960 Mxico, D.F. Tels. 689-6000,656-1506 y 656-1446

    ISBN 968-39-0481 -5

    Impreso en Mxico/Prillted In Mexlco

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    Introduccin .. . . .. ....... . . .. . . .... .. . ...

    Primera parte Aproxinwciones

    l . La investigacin sobre el pluralismo cultural en Amrica Latina . . . . . . . . . . . . . .

    2. Lo propio y lo ajeno. Una aproximacin al problema del control cultural . . . . . .' . . . . . . . . . . . .

    3. Los conceptos de diferencia y subordinacin en el estudio de las culturas populares . . . . . . . . .. . ... . .

    Segunda parte Diversidades

    4. Las culturas indias como proyecto civilizatorio 5. Civilizacin y proyecto nacional . . . 6. La alternativa del pluralismo cultural 7. Pluralismo cultural y cullura nacional

    Tercera parte Herencias

    8. Nuestro patrimonio cultural : un laberinto de s ignificados . 7

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  • 8 Guillermo Bonfil Batalla

    9. La encrucijada latinoamericana: encuentro o desencuentro con nuestro patrimonio cultural? . . . . . . . . . . 152 10. La querella por la cultura ...... . . . . . . . . 159

    Informacin sobre los ensayos incluidos en este volumen 171

    Introduccin

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    Decid reunir en este volumen una serie de textos escritos durante la dcada de los ochenta, la llamada "dcada perdida" si at endemos a los indicadores socioeconmicos de Mxico y, en generill, de Amrica Latina. No desconozco que algunas preocupaciones recurrentes en estos ensayos tienen su origen precisamente en las vivencias, racionalizadas o no, y en las incertidumbres de este andar como Ao la 'deriva; esa sensacin compartida con muchos ms de que el camin es otro, aunque no sepamos todava marcar la direccin ni trazar el sendero.

    Hay, pues, recurrencias casi obsesivas a ciertos temas: reincido fre-cuentemente en el intento de explorar desde distintos ngulos un pmiado de problemas, siempre los mismos. Si confo en no fatigar en exceso !ll lector es porque cada texto corresponde a una situacin diferente, y se pens ubicado en un contexto particular y con unu intencin precisa. Eso, espero, obliga a diferencias de matiz que enriquecen y complementan una manera de pensar Jos problemas que son el objeto de estos ensayos. Tambin el tono es diferente: algunos son nuis formalmente

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    10 Guillermo Donfil Batallo

    cin del futuro, exigen una amplia participacin social, y una forma de contribuir a lograrla es poner estos temas en la mesa del debate pblico y pugnar porque reciban la atencin prioritaria que merecen.

    El objeto ltimo de reflexin en estos ensayos son los problemas que se derivan de que Mxico, como la mayor parte de los paises latinoamericanos, sea una sociedad nacional pluritnica y multicultural. A partir de este hecho es posible plantear y abordar los temas culturales ms diversos, que adquie-ren un relieve diferente al usual cuando se enfocan desde este punto de vista.

    En el mundo contemporneo las sociedades nacionales, entenqidas aqu como las que poseen un Estado independiente, tienden a ser cada vez ms complejas y diversificadas en trminos de cultura. La diversidad obedece a factores de distinta naturaleza, desde los contrastes geogrficos regionales hasta los desniveles econmicos y educativos, adems de condiciones como la edad, el sexo, la ocupacin y el sitio de residencia. En conjunto, estos factores propician la formacin y reproduccin de redes de relaciones sociales, mas o menos estables y delimitadas, que desarrollan elementos culturales distintivos a partir de los cuales refuer-zan los vnculos sociales internos y construyen su propia identidad colectiva, contrastante y excluyente respecto a otras identidades del mismo gnero. As se diversifican modos de hablar, formas de conducta, valores y smbolos propios, habilidades, creencias y conocimientos que conforman culturas o, si se prefiere llamarlas as, subculturas distintas en el seno de las sociedades nacionales, cuyos perfiles se delinean ms ntidamente en tanto ms amplios sean los aspectos de la vida social que se cumplen a travs de una misma red de relaciones, es decir, a travs de una misma comunidad o grupo social. Por ejemplo: una comunidad local posee generalmente una cultura comn que abarca aspectos muy variados de la vida social (materiales, simblicos, etc.), en tanto que un gremio profesional slo comparte los aspectos que se relacionan directamente con la actividad especializada de sus integrantes. . Esta tendenci~ a la diversificacin cultural tiene su contraparte en. el

    conjunto de factores que actan en favor de la unificacin o la uniformi-dad cultural. El sistema escolar, los medius masivos de comunicacin, la movilidad social, tanto en sentido horizontal como vertical, as como muchas acciones de poltica gubernamental, empresarial, religiosa o partidaria, tienden en la mayora de los estados nacionales a eliminar la diversidad cultural con algn propsito declarado o implcito: .crear un mercado. reforzar la unidad nacional, realizar la justicic4 social o divina, alcanzar la democracia, etctera.

    La tensin permanente entre .estas dos tendencias adquiere mayor fuerza y un significado ms profundo cuando las sociedades nacionales

    lntrodu~:cin 11

    no son slo pluriculturales sino ta111bin multitnicas. A diferencia de otras agrupaciones sociales con identidades propias y distintivas, las etnias son sistemas sociales permanentes de larga duracin histrica. La identidad tnica correspondiente es considerada como una identidad primordial, que acornpai\a y califica a otras identidades colectivas que existen en el interior de cualquier etnia. Aunque puede haber un encen-dido debate acadmico al respecto, podemos considerar etllia como sinnimo de pueblo y de nacin (que se diferencia de sociedad nacional porque no tiene necesariamente un Estado propio). De hecho, en el discurso poltico relativo a estos temas, los tres trminos se usan con frecuencia de manera indistinta y aun se llega a hablar de nacionalidades con el mismo sentido.

    Ms all de la discusin sobre los trminos, lo que importa destacar es que los sistemas sociales de ese tipo poseen caractersticas propias que los distinguen de otros. Por ejemplo, su condicin de mbito de pertenen-cia mayor, dentro del cual tienen cabida otras identidades ms especficas (sexuales, profesionales, locales, etc.) . De hecho, la etnia contiene dentro de s un sistema completo de ideutidades que permite orgauizar la vida ,social al interior de la etnia y en la relacin con "los otros".

    Una segunda caracterstica es la larga temporalidad de las etnias en comparacin con otros sistemas sociales. En el trascurso de la historia tnica ocurren trasformaciones intemas que dan base a nuevas identida-d .:s colectivas, sin que esos cambios se reflejen en cambios equivalentes en el nivel de identidad tnica: los ingleses eran ingleses antes de la revolucin industrial, y lo siguen siendo; los armenios han sufrido pro-fundas trasformaciones al paso de los siglos, pero la comunidad armenia contina existiendo; los mixes y los mayas persisten como pueblos a pesar de siglos de dominacin colonial y sus innegables consecuencias. Larga duracin histrica no es sinnimo de etemidad ni de ausencia de cambios: las etnias surgen y desaparecen; en algunos casos llegan a fuudirs dos o ms etnias para formar una nueva, o bien se dividen y dan nacimiento (madres de la historia) a pueblos nuevos y diferentes. Pero lo que conlleva esa larga permanencia histrica es la posibilidad de que las sucesivas generaciones que la conforman construyan paulatinamente una cultura distintiva que entrelaza y da coherencia a todos los mbitos de su vida. Se reconoce un pasado y un origen comn, se habla una misma lengua, se comparte una cosmovisin y un sistema de valores profundos, se tiene conciencia de un territorio propio, se participa de un mismo sistema de signos y smbolos. Slo con ello es posible aspirar tambin a un futuro cotmn, y en esto descansa la razn para reconocer un "nosotros " y distinguirlo pe "los otros".

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    No es que las etnias sean homogneas ni que sus integrantes participen todo~ de igual manera en los diversos aspectos de su cultura: hay diferencias, desigualdades, complementariedades y contradicciones que, por otra parte, explican en gran medida la dinmica de la cultura. Pero esa diversidad interna se da a partir de que existe la unidad bsica de la cultura propia, que es el fundamento de la identidad tnica, de la nocin de "nosotros".

    La historia profunda de los pueblos explica tambin que se constituy

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    14 Guillenno Bonfil Batalla

    pero que se defenclan con vehemencia hasta hace pocos alios, se afirmaba que un orden econmico y poltico vigente para todos borrara en el corto plazo las diferencias culturales, al avanzar hacia una mayor igualdad social. En el fondo de este discurso yaca la conviccin de que haba una historia nica, lo que equivale a decir una cultura nica; si no todos los pueblos la haban alcanzado se deba a retrasos evolutivos que se-subsa-naran de aqu en adelante. El futuro nico, con una cultura nica, estaba fuera de discusin; ms an, ese deba ser el fundamento ,de la esperanza. Y esa era una visin compartida por ideologas aparentemente opuestas, como las corrientes del marxismo, por una parte, y las del pensamiento liberal capitalista, por la otra. Cada cual la defenda con sus propios argumentos, pero todos participaban de la idea de que la unificacin cultural a escala universal era inexorable y adems deseable: un valor absoluto que no requiere justificacin alguna. Y para acelerar la historia hacia el futuro iiJeluctable quin podra objetar el empleo de medidas autoritarias, por bmtales que ll~gasen a ser? Se apostaba del lado bueno, siguiendo el mandato traspa~ente de la historia: ese era el nico parmetro vlido para juzgar los actos.

    Pero los pueblos y etnias integrados a los estados nacionales o sometidos a la dominacin externa, no parecen encontrar razones suficientes para aceptar la tesis de la uniformidad cultural, ante todo porque el proceso excluye y niega su propia cultura. Y porque la prctica social y la experiencia histrica dan prueba de su existencia real, de su continuidad: si en el pasado tuvieron futuro, por qu renunciar a l en el presente? Futuro comn, en tanto pueblos particu-lares .. Refuerzo cada vez ms mi conviccin: los pueblos son las unidades sociales a travs de las cuales se hace la historia. Las trasfor-maciones decisivas son las que se incorporan plenamente a la cultura de un pueblo; y tambin las continuidades y las resistencias. Slo cuando los acontecimientos cambian reJmente la cultura de un pueblo, se convierten en cambios histricos. Es la trasformacin interna la que finalmente cuent11, porque cambia a un pueblo y as se cambia la historia. Las relaciones de los pueblos entre s, directas o indirectas, igualitarias o de dominacion, se vinculan con los cambios internos, favorecen unos y obstaculizan otros; a veces se imponen cambios por la fuerza y la violencia . Pero someterse por la fuerza a la dominacin

    . no significa aceptar pasivamente esos c

  • 16 Guillermo Bonfil Batalla

    Ninguna creacin humana ocurre en el vaco, ni a partir de ce~o . Todo ~o que hacemos, individual o colectivamente, d~ manera consc1e~1te o st.n conciencia, lo hacernos a partir de lo que previamente te~emos. conoci-mientos hbitos recursos diversos, juicios de valor, relaciones humanas, creenci;s, ilusi;nes y fantasas (f-reud nos ense que ni en sueiios podemos desprendemos de nuestra experiencia, ~t~ es, de nuestra cul-tura). El impulso creador, el otro componente md1spensable del acto creativo lo tomo como un dato algo que debe estar presente pero cuya plena c;mprensin no es reque;ida para el planteamiento de la cuestin que aqu interesa.

    Los elementos de que echamos mano para realiz;u un a~to creativo de cualquier tipo, desde una expresin esttica hasta la sohtc1n de Utl pro-blema domstico son, por tanto, elementos que forman parte de nuestra cultura. Cuando se trata de :~ccioncs colectivas, todos los que intervienen deben compartir esos elementos, mrticipar de la mis~T.ta cultura, al menos en el mbito al que se refiere el acto de creac1on colectivo. La creatividad, la capacidad de im

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    18 Ouillenno BonfiiBatolla

    cultural. de lo ~ndio. ~1 futuro imaginado desde esta perspectiva es el de una s~1edad sm ~erftl cultural propio, dado que las identidades culturales h?bran desaparecido. Mucho menos seria la nuestra una sociedad plurit-mca Y ~ultlcultural, porque esta expectativa carece de sentido ante el avance mcontenible de la globalizacin.

    Es fcil preverlas consecuencias politicas de esa conviccin de los grupos ~ue tienen ~oder de ~ecisi.n. A partir de tal perspectiva se definen estrategias de acc1n que camman en el sentido de la historia" y la ayudan a ava~~ar ~T_~~ de ~ri~a.' con la ce.rteza de que "no hay ms ruta ~ue !a nuestra .. QU!zas, al1mc1o del cammo, slo un contingente mino-ntano de mex1canos pueda modernizarse por la va de la globalizacin el resto qu~dar al ma.rgen y habr que encontrar frmulas para que es~ no se convierta en un obstculo. Mejor an, si es posible, hacer que los q~~ no al~anzaron bolet'! para este tren aporten algo para que los dems VIaJen meJor.

    Que es~a. ~anera de. e~? tender las cosas existe y pretende imponerse como la v1s1on hegemomca para definir nuestro proyecto nacional, es algo .que se comprueba da tras da. El debate actual sobre el ingreso de Mx1co a un me~cado comn con los Estados Unidos y Canad ha dado lugar a d~clarac10nes. y !omas de posicin que no dejan lugar a dudas ~o.b~e ~ual ~ la conv1cc1n de la que parten influyentes sectores de la m~c1at1va pr~vada y tambin del gobierno. Aunque en el mbito econ-mico ~e ventila de manera ms explicita la discusin sobre nuestro futuro colectivo, e.l proyecto abarca necesariamente todos los dems aspectos de nuestra VIda. Se argumenta sobre todo en trminos de economa, pero de lo que s? trat.a en verdad ,es de un proyecto cultural, civiliza torio. Lo que esta en Juego no es solamente tal o cual tasa de crecimiento de producto !n.t~rno.' si?~ qu modelo de sociedad aspiramos a construir. Y ~sa defimc10n s1gmf1ca que damos prioridad a ciertos valores por encima de otr~~ para imaginar el futuro de acuP.rdo con los primeros y tomar las de~1s1ones consecuentes. Decisiones que deben ser obligada-~ente colechvas, porque el asunto nos incumbe y nos afecta a todos: de nmgu.n~ mane~a ~s Un problema tcnico sobre el que slo pueden opinar y dectdlr los tecntcos reales o supuestos. , Entramos de lleno en la. dimensin cultural. Seremos a partir de lo que s~mo~. En nuestr~ ser soc1al, hoy como en todos los periodos de nuestra h1st~na . la plural1dad cultural es una realidad evidente. El otro gran movnmento cultural, el de la afirn1acin de lo especfico, constituye un factor. que pesa y va a pesar en nuestro proceso histrico. Seria irrespon-sable Ignorarlo.

    Los prximos aiios le plantean a nuestra sociedad nacional. desafos

    Introduccin 19

    enonnes. El primero de ellos tiene que ver con la sobrevivencia misma del Estado, lo que equivale a decir: la existencia de la propia sociedad nacional. Si en los grandes paises ricos e industrializados, los del Primer Mundo, el Estado est perdiendo capacidades de gestin y mbitos de decisin, cules son las expectativas para pases "en desarrollo" y, en particular, para uno que tiene casi tres mil kilmetros de frontera con el pas ms rico y poderoso de la historia? Cul es la viabilidad, o enlodo caso, la significacin real de un Estado nacional inmerso en un mundo que se rige por los intereses de grandes bloques trasnacionales? El aislacionismo es imposible y seria suicida. L::. for111acir. de un bkq~c de los pobres, capaz de competir contra la Europa fortaleza, la Cuenca del Pacifico y el eje Canad-Estados Uuidos, suena ilusoria y plagada de di -ficultades de todo orden, casi insuperables. La integracin con los vecinos del norte, hacia la. que nos dirigirnos, qu papel le asigna al Estado mexicano?

    Lo anterior es en el frente externo, en el horizonte de la globalizacin. Sea cual fuere el curso que siga la historia, lo cierto es que nuestra sociedad nacional estar en condiciones menos desfavorables en la me-dida en que cuente con un Estado fuerte. Fuerte, no autoritario. Con autntica representatividad y consecuente capacidad de convocatoria y movilizacin. Para ello, nuestra organizacin estatal debe desembarazar-se de lastres de irrealidad que se forjaron en sus orgenes mismos, en el empeo reiterado de imitar colonial mente formas y soluciones inadecua-das para la realidad concreta de esta sociedad. Un ejemplo claro es la arbitraria divisin polftica del territorio, que no se funda en el espacio que ocupan las comunidades reales, histricas, y que con frecuencia divide y fragmenta violentamente los territorios en que habitan. Como resultado, las comunidades histricas, unidas por una cultura comn (tnica o regional), no son reconocidas como unidades polticas constitutivas del Estado. El liberalismo toni en cuenta individuos, ciudadanos, pero no acept que las comunidades culturalmente diferellciadastuvieran dere-chos pvlticos especficos -por lo contrario, atac a la propiedad comu-nal por considerarla corporativa y, en consecuencia, contraria al progreso. -

    Un Estado nacional para el siglo xx1, en Mxico, no podr persistir en tales inconsistencias. Si somos un pas pluricultural y creamos a partir de nuestra cultura, el Estado y la sociedad debern organizarse de tal manera que la diversidad tenga cauces legtimos para expresarse y florecer . Para alcanzar esta meta ser necesario trasformar nuestras actuales normas de convivencia y, por lo tanto, nuestros valores y la fonna en que hemos aprendido a ver e interpretar la realidad. Los cambios econmicos y polticos son urgentes e indispensables, pero no suficientes. Requerimos

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  • 20 Oulllenno Bonfil Datnlla

    una profunda trasfonnacin cultural (usara el tnnino revolucin cultu-ral si no hubiera el riesgo de que se interpretara a partir de experiencias ajenas, que tuvieron un contenido completamente distinto al que aqu esbozo). Una trasfonnacin cultural no slo es un cambio ms amplio, que afecta las diversas dimensiones de la vida social, sino que significa cambiar el marco de referencia, el plano ordenador que confiere sentido a todos los dems cambios. Es la creacin de un nuevo proyecto civiliza-torio, la fonnuhicin de objetivos histricos y trascendentes que rien coherencia y propsitos a todas nuestras acciones.

    La diversidad de nuestras culturas vivas y la presencia de dos matrices civilizatorias (la mesoamericana y la occidental) constituyen los recursos fundamentales con que contamos para crear ese nuevo proyecto, nuestro proyecto. El primer paso es construir la cultura de la pluralidad: un espacio en la cultural nacional (la que nos es comn en tanto mexicanos) que nos pennita admitir y valornr lrts diferencias. Es ms que tiJUI cultura de la tolerancia : es la verdadera cultura de la democracia. Y no se compra, no se importa con divisas : se va forj:mdo aqu, da tras da, con la crtica y la superacin de nuestra herencia colonial, en rl aprendizaje pennanen-te de ver la realidad tal como es.

    En este punto connuyen, en mi opinin, los argumentos que se desarrollan en estos ensayos. En tomo a esta problemtica es posible

    integrar el debate sobre el patrimonio cultural con el de la cultura populnr y con la discusin de las interpretaciones acadmicas sobre la nocin de cultura . Todo se encauza, a fin de cuentas, a estimular un debate inapla-zable, que no es sobre las minucias de la Kultura sino sobre nuestro destino colectivo, con todas sus dimensiones integradas en ese conjunto organizado que es la cultura . Nuestra cultura. Nuestras culturas.

    Ciudad de Mxico, mayo de 1990

    Primera parte

    APROXIMACIONES

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    Captulo 1

    LA INVESTIGACIN SOBRE EL PLURALISMO CULTURAL EN AMRICA LATINA

    Dada la amplitud y diversidad de los contenidos que pueden uicluirse en el mbito de "lo cultural", al intentar un primer acercamiento a la cuestin resulta conveniente seleccionar un conjunto reducido de temas relevantes relacionados estrechamente entre s y que constituyen un punto de partida slido para obtener una visin articulada de las tendencias predominantes y de los requerimientos en materia de investigacin sobre los problemas culturales en la regin. En esa perspectiva se ubica el presente ensayo que toma como centro de inters el pluralismo cultural en Amrica Latina, las relaciones entre los pueblos y grupos que participan de culturas diferentes, la dominacin y la resistencia culturales, y la reflexin terica y polltica que se ha hecho (y la que deber hacerse) en torno a estas cuestiones.

    Significado y tendencias del pluralismo cultural en Amrica Latina

    Amrica Latina es una regin altamente diferenciada desde el punto de vista cultural. Tanto si se comparan entre si los pases que la integran, como si se analiza internamente cada una de las naciones latinoamerica-nas,la diversidad se manifiesta de manera rotunda. Conviene, pues, pasar revista (as! sea a vuelo de pjaro) a los principales factores causales de esa diversidad, a los grupos culturales de mayor significacin, y revisar

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  • 24 Guillermo Bonfll Entalla

    de rmmera sumnri11 l11 forma en que se ha estudiado y analizado el pluralismo cultural de la regin.

    La diversidad cult11ra/ a escala nacional

    Los estados latinoamericanos surgen de la independencia de antiguas colonias europeas; son resultado, inicialmente, de historias y procesos plrticullres de colonizacin,a los que se llliaden los efectos de conflictos intemacion11les ll lo largo del siglo xtx y h11sta bien entrado el siglo xx. Son l11s condiciones concret11s de J dominacin colonial, las que deben tomarse como punto de partida para explicar las diferencias culturales que present11n los paises latinollrnericli!Jos.

    Un primer f11ctor consiste en la propordn vrible en que intervienen los componentes origin11les b

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    26 Ouillenno Bonfil Batalla

    Amrica Latina es el que efectu Darcy Ribeiro. l encuentra tres tipos de sociedades nacionales en la regin: los pueblos testimonio (Mxico, Centroamrica y los pases andinos), donde la presencia de una alta civilizacin precolonial, reforzada por el peso demogrfico de la pobla-cin amerindia, ha provocado "un proceso secular de aculturacin y de reconstitucin tnica que todava no se ha clausurado"; los pueblos nuevos (los brasileos, los grancolombianos, los antillanos y los chile-nos), que se forjan por la miscigenacin de poblaciones de origen tnico muy diverso bajo condiciones de dominio colonial desptico; y los pueblos trasplantados (los angloamericanos y los rioplatenses), que , surgen del arribo masivo de contingentes europeos a regiones escasamen-te pobladas en las cuales desplazan, por la violencia, a los habitantes previos.

    Para caracterizar a las sociedades latinoamericanas en trminos de su diversidad cultural, es preciso tomar en cuenta factores de otra ndole, aparte de la composicin,ttnca original. La diversidad obedece tambin al tamao diferente de la poblacin total y del territorio nacional; a los recursos y contrastes de este ltimo; al desarrollo histrico y conforma-cin actual de las estructuras econmicas y polticas imperantes y, en fin, a las diferentes polticas que confonnan los proyectos nacionales de cada pas. Pero la base tnica original de la poblacin acta como un trasfondo general sin el cual no es posible comprender la diversidad cultural entre las naciones latinoamericanas.

    El pluralismo al imerior de las sociedades latinoamericanas . . - . , .

    La diversidad cultural de Amrica Latina, si comparamos entre s los pases que la conforman, revela ya la complejidad y trascendencia de las di-ferencias. Pero el significado y las implicaciones de la pluralidad se manifiestan de manera an ms clara si se pasa revista a la diversidad cultural interna de cada sociedad, pues, en su mayora, los pases latinoa-mericanos presentan situaciones que los apartan, en mayor o menor grado, de los "tipos" a los que se recurre para establecer cualquier clasificacin a escala nacional. No intentaremos trazar un . panorama particularizado del pluralismo cultural en cada pas, tarea que rebasa por mucho la intencin y los lmites de este ensayo; nicamente se abordan de manera sumaria los principales factores que inciden en esa diversifi-cacin cultural y se pasa revista a las principales corrientes del pensa-miento que se han ocupado de ella.

    1 Darcy Ribeiro, lAs Ami ricas y la clv/1/zac/dn. Mxico, Extemporne01, Coleccin Latinoamericana, !977.

    El pluralismo cultural en Amrica Latina 27

    l. La diversidad tnica

    El orden colonial implica la diferenciacin cultural en~e colo~zados Y colonizadores. La matriz colonial de las sociedades latmoamencanas es una de las causas {W1damentales de la persistencia de p~eb~os con c~ltura e identidad distintivas que integraron el mW1do amermd10 col~ruzado. Hoy son los grupos indgenas, o los pueblos indios, segn la temuno~o~a que se prefiera emplear. Su presencta actual n~ obedece ~lo ~ la esc1s1n indispensable de las sociedades coloniales, ru a la dommactn a la ~ue han estado sujetos durante casi cinco siglos; es resultado en ~~or medtda an, de su volw1tad de resistencia y sobre vi venca para segutr sten~o ellos mismos: sistemas sociales permanentes, creadores de cultura y forJadores de su propia historia. . . . . .

    Uno de los recuentos ms confiables de la poblactn mdta latmoame-ricana identifica 409 grupos o pueblos y estima en. alrededor de 30 millones de habitantes su poblacin total.2 El pueblo ms gr~n~e e;> el quechua, con ms de 16 tnillones de habitantes de ~a lengua dtstrtbutdos en cuatro paises; otros grupos (nhuatl, aymara, qutch~ y maya) rebasan 1a cifra de W1 milln o se acercan mucho a ella; el n~mero de puebl~s awnenta conforme se desciende en la escala demogrftca. Los dat?s, ~m embargo, son insuficientes y pueden .res~~ engaosos. Los c~tenos estadsticos para cuantificar la poblactn mdta en los censos nactonales son poco confiables, varan de pas ~ p.as y a veces de W1 censo al siguiente, y en ningn caso captan los mdtcad.ores q~e realmente revelan la pertenencia a W1 pueblo culturalmente dtferenctado; en general, el nico dato pertinente que se registra es el idioma ~ue se ~.bla, que. P?r s.~ mismo resulta insuficiente. Se llega a hablar de e~10~1dt? estadts~co para sealar la reduccin o desaparicin de la poblactn mdta e~ las ctfras censales. Hay aqu, sin duda, wm tarea. de la .mayor ~g_encta par~ la investigacin sobre demografa en Amn ca Latma: el dtseno Y la aphca-cin de instrwnentos estadsticos adecuados para dar cuenta real de la

    composicin tnica de cada pa1s. Ms all de la precisin estadstica pueden establecerse algunos he-

    chos centrales en relacin con la poblacin india latinoame~~ .La diversidad interna es irmegable, no slo en tnninos demograftcos smo en tnninos de su cultura y de la manera en que se relaciona cada pueblo con la sociedad nacional y el Estado del que forma parte. Ha~ pueblos agrcolas de tradicin milenaria, que hoy, desde el pW1to de vtsta de la

    2 CADAL, "Poblacin indlgena en Amrica Lalina", en OuiUenno Bonfil Batalla, Utopla y revolucldn, El pmsamltllto polltlco cotlttmpordtUo ck los Indios tll An:lrlca Latina. Mxico, Nueva Imagen, 1981.

  • 28 Guillenno BonfiiBatalla

    organizacin econmica nacional, integran parte del sector campesino; pero h:~y tambin pueblos nrn:~d11s cuy:~ subsistencia depende de la recoleccin, 1:~ pesca, la caz:~ y, si acaso, de algun:~ forma de agricultura incipiente. Casi todos han incorporado a su cultura rasgos de procedencia occidental y, en menor proporcin, africana, en tanto que algunos, los ms aislados, conservan una cultura que expresa en mayor medida ~~ desarrollo autnomo de culturas que existhm :~ntes de la invasin europeR. En los Andes y en Mesoarnric:~ se destruyeron l:~s estructuras superiores de la organizacin social y los pueblos fueron reducidos al nivel de

    comunid:~des locales, con los consecuentes efectos atornizantes en la cultura y en 1:~ identid:~d colectiv:~.

    A lo largo de los ltimos cinco siglos, cientos de pueblos des:~ parecieron de la histori:~, y todos los que sobreviven han visto modificada su fonna de vida, con intensidad y resultados variables, :~ causa del colonialismo. Algunos entraron en contacto con los invasores desde fines del siglo xv; otros, slo en las ltim:~s dcadas se h:~n visto obligados a mantener un:~ relacin constante con los emisarios del mundo modemo. La migracin h:~cia las ciudades y a las zonas de agroindustria se h:~:~centuado a pMtir de la Segunda Guerra Mundial. La extensin del sistema escolar, las comuni-caciones, los servicios mdicos, los medios y los nuevos frentes de expan-sin y explotacin econmica, h:~n enfrentado a los pueblos indios con situaciones novedos-1s que los oblig:~n:~ desarrollar cstr:~tegias distintas para sobrevivir como unidades soci:~les cultur:~lmente diferenciadas. Estos pro-cesos han alterado las culturas de los pueblos indios, pero eso no significa que tales culturas hayan dej:~do de ser entidades diferenciadas dentro de las sociedades latinoamericanas, porque siguen organizadas a partir de un esquema bsico (una matriz cultural) que no es occidental sino que tiene su origen en las civilizaciones amerindias precoloniales, y porque tales cultu-ras siguen siendo el sustento de identidades colectivas diferenciadas (un "nosotros" que contrasta con "los otros").

    El panorama tnico se enriquece con la presencia de minoras de origen extranjero que mantienen rasgos culturales y lealtades sociales a partir de esa condicin. Japoneses, chinos, alemanes, italianos, franceses, menonitas y otras rninorls ocupan, en varios pases latinoamericanos, nichos geogrficos y socia les bien definidos en los que adaptan y perpe-tan su cultura de origen y mantienen su identidad tnica diferenciada frente al resto de la poblacin nacional.

    La poblacin de origen africano, por su parte, marca profundamente con su presencia a varios pases de la regin y a ampliis zonas, tanto

    rur:~les como urbanas, en muchos otros. Como se indic, l:~s etnias origin11lrs no tuvieron continuid;-~d bajo el rgimen colonial en tierras

    --------- --------------- -------------~ El pluralismo cultural en Amrica Latina 29

    latinoamericanas. Existen sin embMgo, las culturas afroam?r~~anas ~on rasgos distintivos, lo que remite a un proceso de recompost~ton tm~a. Las fonnas abiertas 0 solapadas del racismo de origen colol~ta!, habnan jugado un papel importante en este proceso, al segregar, por dtstmtas vas, a la poblacin negra. . . Queda, por ltimo, mencionar a la poblacin restante, que no participa de ninguno de Jos grupos mencionados. En algunos pase~ (los pueblos "trasplantados" de que habla Darcy Ribeiro) es poblacin. cnolla de origen predominantemente europeo cuya cultura y forma de vHifl pueden describirse como una adaptacin de diversas culturas europeas a un patrn previo, tambin europeo pero en su vari.m.tte ibricl . En .o~ros pases se trata de poblacin mestiza en la que son VIsibles rlsgos gencttcos de procedencia amerindia; sin embargo, la cultma de estos grupos es tambin de matriz europea, ya que proviene de la cultur~ heredada P.or criollos y mestizos de las capas dominantes a raz de la mdep~ndenc1a. A esta cultura dominante suele designrsela como cultura nacional Y se propone como el modelo que debe generalizarse en el resto. de la poblfl-cin . Las historias particulares de cada pas han pro~uc1do n.toclclos diferentes de culturas nacionales; en algunos casos (Mxtco, por eJemplo) se han incorporado en ellos rasgos y smbolos que procec~cn del sus~rato indio precolonial; en otros, por el contrario, se enfat~za el carac~er occidental de )a cultura nacional y se ignora'- o s~ mega, culquter componente cultural de otra procedencia . L~ ~xprestones dela cultum nacional de raz europea se encuentran 'en dt;ersa pr?porc1on Y con modalidades variables en los distintos pases latmoamencanos. E1.1 al~unos son la cultura de la mayora; en otros, slo es la cultura de mmonas dominantes que habit11n principalmente en las ci1~dade~ . . . .

    CmO ha sido estudiadl y entendida .1:~ pl.1~rahda~ etmca en A menea Latina? Una primera vertiente ele invest1gac1on ha stdo puramente ?es-criptiva: estudios etnogrficos y/o sociolgicos, generalment~ refendos a comunld11 des locales y, en pocos casos, a pcquefla~ reglones. Lls primeras monografas modernas se hicieron a fines del s1glo plsado Y el nmero de estudios se ha incrementado incesantemente, s?bre todo.en lns ltimas dcadas. El v:~sto territorio latinoamericnno hn stdo ~temh.do en las investignciones de manera muy desigual : lwy zonrts ~t.ud i~das n.tt.en-sivamente y otras sobre las cuales casi no ~xiste info~t~acton stste~nattca . En su inmensa mayora, las monograf1as etnograf1cas _se. ref1e~en a comunidades indgenas; es comparativamente esc~sa la btbhografia. so-bre comunidades negms, minorls de origen extrai~Jero y grupos m~~tzos 0 criollos de cultura "nacional". Tambin es des1gual 1~ produce'?'~ de cstudiosde ese tipo en los diversos p11ses latinonmencnnos: Mex1co,

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    30 Ouillenno Bonfil Batalla

    Brasil y Per cuentan con una tradicin local ms rica en investigacin etnogrfica, en tanto que algunos paises centroamericanos y otros como Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador, presentan un nivel de desarrollo incipiente. Es importante sealar que muchos estudios de este tipo son realizados por investigadores extranjeros y que con harta frecuencia los resultados no se publican en espaol o portugus y permanecen ignorados por los investigadores nacionales interesados.

    En los estudios descriptivos han predominado dos orientaciones fun-damentales. Una de ellas enfatiza el carcter tradicional, "autntico", de la cultura bajo estudio; la otra corriente se preocupa ms por la dinmica cultural y presta atencin preferente a los procesos de cambio que ocurren en las comunidades investigadas.

    En otro nivel de . anlisis, la interpretacin del pluralismo tnico en Amrica Latina ha descansado en marcos tericos diversos y a veces contradictorios, ms all de la mera descripcin de culturas diferentes. Aqu mencionaremos slo las pripcipales tendencias contemporneas, dejando de lado los esquemas interpretativos del siglo pasado, que giraban funda-mentalmente en tomo a la oposiCin entre "barbarie y civilizacin".

    Un primer modelo de anlisis moderno fue el esquema funcionalista elaborado por la escuela anglonorteamericana, que dio lugu a una cuantiosa serie de investigaciones cuyo fin era conocer los efectos y la mecnica del "contacto cultural", a partir de la concepcin de que las culturas en contacto reaccionaban en funcin de la particular articulacin interna de sus propios elementos culturales. De ah surgieron esquemas como el_"continum folk-urbano", elaborado por Robert Redfield a partir de sus estudios en la pennsula de Yucatn, que tuvo larga influencia en la orientacin de muchas investigaciones en Amrica Latina.l

    Un segundo modelo importante fue el de las sociedades duales.4 Habra en muchas sociedades latinoamericanas, segn este esquema, una escisin entre el sector moderno de la sociedad y el sector-tradicional, sin ninguna conexin estructural entre ellos. Esta visin dualista se trasform sustancialmente con la introduccin del concepto de colonialismo inter-no, que permite entender las relaciones entre el sector dominante y ciertos sectores dominados de la sociedad, en algunas formaciones regionales, a partir de la persistencia de una "situacin colonial", segn la formulacin original de Georges Balandier.'

    3 Robert Redfield, Yucatdn. UM cultura de translcidn. Mxico, FCE, 1944. 4 Jaques Lambert, Os dols Brasls. Rfo de Janeiro, Centro Brasileiro de Pesquisas

    Educacionals, 1959. , 5 Oeorges Baiandier,I.A soclologlt actutlle dt I'Ajrtqut no/rt. Parfs, PUP, 1963; Rodolfo

    Stavenhagen,I.As clasts sociales en las socltdadts agrarias. Mxico, Siglo XXI.

    El pluralismo cultural en Amrica Latina 31

    Un planteamiento que ha teni?o amplia ac~~Jta~i~l en ~mrica Latina, especialmente diseiiado para onentar la acc1on md1gentsla, es el de las "regiones de r~fugio" formulado por Gonzalo Agui:~e Deltrn. 6 ~on l se busca entendr la vinculacin entre una constelac1011 de conHnudades indgenas y su centro rector, una ciudad no india, "ladina", que ejerce el dominio econmico, poltico, social, ~eligioso e ideolgico sobre su hinterland.

    El pensamiento marxista ha tenido una influencia notable en el estudio de la diversidad cultural latinoamericana, principalmente a partir de la obra de Jos Carlos Maritegui.' El problema de la tierra s.e plante entonces como el aspecto crucial en la relacin de las connlnl-dades indgenas con la sociedad nacional y particulanllente con sus clases dominantes. Muchos estudios de corte marxista lran intentado comprender la situacin de los pueblos indios er~ un esquema en el que la dimensin fundamental est dada por las relaciOnes de clase, en tanto que la diferencias culturales, o se conciben como expresiones supraes-tructurales, o se ven como particularidades histricas que matizan Y a veces encubren las relaciones de clase.

    Los grupos selvticos presentan una problemtica particular que.l_Ja llevado a desarrollos tericos especficos para comprender su relac1on con el resto de la sociedad. Los aportes ms significativos han sido hechos por Darcy Riberio y Roberto Carcloso de Oliveira, este ltimo a trav~s de un planteamiento sobre los "frentes de expansi~n" de la so~iedad.naclonal que dio lugar a una serie de estudios comparativos en vanas reglones del I3rOtsil.8

    Puede sc1ialarse que la mayor parte de los modelos tericos empleados para estudiar las relaciones entre grupos con culturas diferentes Y _st~s correspondientes sociedades nacionales comparten alg111.ws caractc~IStlcas con1unes. En primer lugar, han sido elaborados a parttr del estudio de tos pueblos indios; en los casos donde se estudian otras minoras cultu-rales, se aplica alguno de aquellos modelos porque no se han elab~rado otros en funcin de sociedades no indias (salvo los estudios de "relaciones raciales" efectuados hace algunas dcdas en Brasil) . Un segundo rasgo importante es la tendencia a enfatizar el papel dinmico de la sociedad

    6 Gonzalo Aguirre Beltrn, Rcgionnlcs de refugio. Mxico, Instituto Indigenista htera -mericano, 1967. .

    iJos Carlos Marilegui , Siete ensayos de inrcrprrracin de la realidad peruana. Luna, Amauta, 1975.

    K Da rey Ribeiro, Fronrcras indigcnas d( la cil"i/izaci~l. Mx~co, Siglo X~l, 1971; Roberto Cardoso de Oliveira, "Estudio de reas de fn~ao tnter~ltllca no l3rastl . Rio de Janeiro, Amr'rica Latina, v. 3, 1962.

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    32 Guillermo BonfiiBntnlla

    dominante y a considerar a los grupos indios como sistemas sociales pasivos, que slo reaccionan culturalmente n los estmulos que les llegan por la relacin que mantienen con el resto de la sociedad nacional. Un intento reciente de equilibrar esta visin es la teora del control cultural propuesta por el autor de este ensflyo. 9

    2. La diversidad regional

    Casi todos los paises latinoamericanos presentnn llJMcaclos conlrnstes entre sus regiones interiores. La diversidad geogrrifica, las formas hist-ricas de poblamiento y colonizacin, los recursos natumles, la densidad y composicin de la poblncin, y rl desigunl grnclo ele desnrrollo econ-mico, son los factores que determinan la formacin de regiones particu-larizadas que con frecuencia se expresan en la consolidacin de culturas regionales, con rasgos distintivos en muchos rdenes de la vida social.

    La costa, la sierra y la selva, en el Per; el nordeste, la costa, el sur y la Amazonia, en Brasil; la Costa Atlntica frente al resto de Nicaragua; el altiplano, el norte, los litorales y la Pennsula de Yucatn, en Mxico; el nordeste argentino y la pampa, son slo algunos ejemplos de regiones caractersticas que se distinguen claramente, sean cuales sean los indica-dores que se empleen, en el interior de los paises latinoamericanos.

    La diversificacin regional ha sido empleada para explicar, no slo las condiciones actuales de la economa y la sociedad nacionales, sino tambin y fundamentalmente muchos aspectos del desarrollo histrico en Amrica Latina. Andrs Mol in~ EmqueziO otorgaba una importancia central a la "zona fundamental de los cereales" en la historia de Mxico; Euclides da Cunha 11 prest especial atencin al papel de los sertones en Brasil; varios autores peruanos han recalcado la importancia de las diferencia entre costa, sierra y selva en la historia de su pas. Los estudios regionales han proliferado en las ltimas dcadas, aunque se han enfnti -zado ms la regin geogrMicn y la regi n econmica que la prnpi~mcnlc cultural.

    Uno de los enfoques ms usuales en el' anlisis regional se orienta, precisamente, a mostrar que las diferenci:ls regionales obedecen ante todo al desarrollo desigual del capilOs Agrfcol~s e lnclustrinlrs de Mxico, 1953.

    11 Euclides da Cunhai, Os serrn Rio de Janeiro, Livmri~ Francisco Alves, 1968.

    El pluralismo cultural en Amrica Latina 33

    por un grupo de economistas y socilogos latinoamericanos en el mbito institucional de la CEPAL, fue durante algn tiempo el ma~co conceptual privilegiado para tratar de explicar las desigualdades regiOnales en mu-chos paises de Amrica Latina. Sin embargo, debe reconocerse que los aspectos culturales de la cuestin apenas fueron tomados en.cuen~a el~ ~a teora de la dependencia. De hecho, los _in~entos d~ rcgiOnahzacl_on cultural apenas han rebasado el nivel descnptJvo propto de los estud1os etnogrficos tradicionales, sin que se presente todava, de 1~a~era clara, 1111 esfuerzo de articuhlcin c.ntrr la din;mica socioccouolnlca ck. lns sociedades latinoamericanas y las expresiones culturales que caractenzan a sus regiones internas .

    3. El colllrnste rurnf/rtrlmno

    Otra lnea divisoria que acenta la diversidcl cultural en t;l interior de los pases de la regin es la que rnrca el c_ontraste entre el nnmdo rural)::' urbano. Cuando se iniciaron los rstud10s modernos sobre es~a cuest1on por parte de Jos cientficos sociales latinoamericanos , hubo Intentos de aplicar mecnicamente Jos modr\os generados t'n )os pase~ desnrrollad0S de occidente. Muy pronto se vio, sin embargo, que las rcahdadc.s urhnnns y mrales ele muchos ele nuestros mses se apart~han sc.nsibkmente de l.n~ tipologas establecidns pnra otros contextos nnc1om~les; en conse~ucnc1a. tampoco las relaciones c.ntre lo rural y lo ur~ati'tJ se podan expllc;r con los mismos marcos tericos. .

    El estudio de las ciudades latinoamerican

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    34 Guillermo Bonfil Batalla

    El mundo campesino recibi una atencin privilegiada en la dcada de los setenta por parte de socilogos, antroplogos y economistas. La "cuestin campesina" se debati acaloradamente en el mbito acadmico y poltico latinoamericano. Se discutieron problemas tales como la exis-tencia o no de un modo de produccin campesino, la inevitabilidad o no de la proletarizacin de los campesinos y las vinculaciones entre la economa campesina y el capitalismo desarrollado. Tambin aqu la teo-ra de la dependencia jug un papel destacado. El nfasis, una vez ms, se puso en las relaciones econmicas, y la dimensin cultural no ocup un lugar importante en la discusin, salvo cuando los temas de investiga-cin eran tales como la economa domstica, los sistemas de autoconsu-mo o el gasto suntuario llamado con frecuencia economa de preStigio.

    El incremento acelerado de la migracin del campo a la ciudad en las ltimas dcadas estimul el desarrollo de una importante linea de estudios especializados sobre ese fenll'\Pno, en los que han participado demgra-fos, socilogos y anlroplo!JOS, principalmente. Para el tema de este en-sayo resulta pertinente mencionar que hay buenos ejemplos de investigacio-nes sobre el proceso 'migratorio y los efectos de la emigracin, en los que las caractersticas culturales de la poblacin migrante, as como las de la comunidad de origen y el sitio de destio, se incorporan como infonna-cin indispensable y relevante para entender el fenmeno.

    Vale la pena mencionar en este apartado (aunque incide tambin en otras formas de pluralismo cultural) el tema de los medios de comunica-cin masiva, generados principal y casi exclusivamente desde el mundo urbano. En realidad, la mayora de las investigaciones sobre los medios, realizadas principalmente por comuniclogos y socilogos, se centra en el estudio de los mensajes y de la organizacin de la "industria cultural" y sus relaciones con intereses trasnacionales. Son muy escasas todava las investigaciones que tengan por objeto conocer el efecto que producen los medios en los distintos grupos culturales que componen a las sociedades

    .latinoamericanas. Un hecho sigue en pie: la existencia de ciudades establece un contraste

    global con el mundo campesino y aade una lnea divisoria que se refleja en la diversidad cultural de los pases latinoamericanos. Sin embargo, no parece que la cuestin haya sido analizada a fondo y sistemticamente en trminos de la dinmica cultural; el fenmeno ha sido visto, principal-mente, en sus dimensiones econmicas, demogrficas y sociales, ms que en sus implicaciones culturales.

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    El pluralisiiiO cultural en Alllrica Latina . 35

    4. La estratificacin cultural . . . . . 1 ses se reflejan en todas las

    La estratificacin socra ~ ~ la ~l~v 1 s 101 ~ < ~ e a s diversos ~ectores en la sociedades, en una part1C1pacl~lll de~:~\\'~ls t~~1:~1ra l es . Este fenmeno se produccin y en el consumo t l; 05. 1 edad en su observa en los pases latinoanlenc.l;~uoss, >st a:1t::,>~~ c~n sc~~:ura diferen-

    . 1 el interi or de os t 1 ver t "' conJunto como e 1 1 1.1tl ades simJics en las cne no . l l onen slvo en aS C0111111 crat a que a comp ' . . . . l' t divisiones vrticales hacen

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    36 Guillermo Bonfil Bnlalla

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    38 Guillermo Bonfil Batalla

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    ~~ cuc:~tinlcultural, entendida aqu en tnnincis de las existencias de una SI uacion p ural, ha sido percibida y enfrentada desde el poder se n r~yectos ~ue muestran un alto grado de uniformidad en Jos pafses

    atmoamer~canos. Tales proyectos, que se traducen en polticas es ecfi-~ en acci~nes concretas y en contenidos ideolgicos del discu~o del er, constituyen un campo de investigacin que debe ser atendido Jara ~can~r una comprensin cal;Jal de la problemtica cultural en la reiin

    onviene, pues, repasa! b~~evemente el panorama alrededor de este tema: Los proyectos naciom:lles como modelos culturales dominantes

    Una manera form~l de ap~oximarse a los proyectos nacionales im eran-tes, para dese~Jtranar sus. unplicaciones en el mbito de la problei~tica cultural, consiste en analizar los marcos constitucionales . 'd' expres

    1 1 t Y JUCI tcos que

    a 1 as I.n enciOnes y las aspiracioiles de los grupos de der de ~; c:ase~ soci~les que lograron incorporar sus intereses y co~icci~nes e or enamiento legal de la nacin. Muy poca investigacin se ha

    hecho en tomo ~1 modelo cultural implcito en la legislacin. El cam ~:~nos des~tendido ser~a el de la~ leyes indigenistas, recopiladas a ni te~ no?m~rtc~no y ana!Izadas c~ttcamente en varios pases.

    1 E~ mdtgemsmo ha std~ ~a tena de un amplio debate desde principios de

    1os an~ seten~. La de~mc10n de las polticas indigenistas se generaliz en a regton a partir del Pnm~r Congreso hJdigenistaIntetamericimo celebra- ..

    do en ~940; entor_Jc~ surgteron las iniciativas para crear agencias ~ubemam~nt~ e.s. e~pe~tahzada~ en el llamado "problema indgena" cuya onen . cton a .s.Ido .de~ mi~ y afinada en los subsecuentes con r~os En :nctab:a ~~~~Jea mdigem~ta latinoam.ericana persigue la inte:raci~ de

    ut!ue os m IOS a_ las soct.edades naciOnales. Si bien hay declaraciones g mam~n~.tes e mtem?~tonales en las que se afirma la intencin de

    pr~_rvar. os. va!ores postltvos" de las culturas indias, lo cierto es ue r:~~ttca~.~nd~~en~s~s pretenden borrar la diferencia cultural tnica m~di~~~ la culstuus I uct?n el dos ~ontenidos propios de las culturas indias por los de

    ra nactona ommante.

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    El pluralismo cultural en Amrica Latina 39

    La critica al proyecto integracionista del indigenismo .ha producido cambios en algunos pases, aunque ms en el discurso que en la prctica. Hoy se habt oficialmente de un "indigenismo participativo" en el que la opinin 'de Jos propios indios sera tQmada en cuenl:l; tambin se ha generalizado el uso del concepto de ewodesarrollo, promovido .por la uNESco,l3 que apuntara hacia modelos de desarrollo que parten de la cultura propia de las comunidades indgenas, definen sus metas a partir de ellas y hacen uso prioritario de los recursos culturales de cada pueblo. Sin er'lbargo, estas nuevas orientaciones no se han plasmado en una trasfonnacin real de la accin indigenista, salvo contadas experiencias, generalmente reali-zadas fuera de los organismos oficiales especializados.

    El derecho de los pueblos diferentes a ejercer, disfrutar y recrear su propia cultura, no ha sido reconocido jurdicamente en Amrica Latina, como no sea en casos aislados que surgieron en condiciones histricas muy particulares, como sucede con los lama o tule de la Costa Atlntica de Panam. En general, las lenguas amerindias no son reconocidas como lenguas oficiale5; las excepaiones seran, adems del kuna, el guaran en -Paraguay y el quechua en Per, bajo el gobierno del general Alvarado. En otros pases se ha impulsado en aos recientes la educacin bilinge, aunque slo en la ensef1anza elemental y ms para facilitar la alfabetiza-cin y la posterior enseflanza de la lengua nacional, que con el propsito de estimular el desarrollo de los idiomas nativos.

    Merece una mencin especial el proyecto del gobierno nicaragense para otorgar autonoma a los pueblos y grupos tnicos de la Costa Atlntica. Esta medida constituye una rectificacin de la poltica seguida durante los primeros aflos de la revolucin sandinista y significa por s misma una nueva visin del pluralismo cultural que seguramente influir en el pensamiento latinoamericano sobre el tema.

    Si se tratara de trazar un grueso panorama de lo que significan Jos proyectos nacionales para el pluralismo cultural en Latinoamrica, a partir de las polticas indigenistas, se llegara inevitablemente a conclu-si,mes como las siguientes:

    La idea de que un Estado es la expresin de una sociedad homognea que posee una misma lengua, una misma historia y una cultura nica, asimilada por los grupos dirigentes de Jos pases del rea durante el siglo XIX, contina vigente en los proyectos nacionales. La diversidad y la diferencia se conceptualizan como obstculos para la consolidacin nacional, que implican riesgos para la seguridad y dificultan el desarrollo deseado.

    13 Varios autores, Ernocidio y ewodesarro/lo en Amrica Latina. San Jos de Costa Rica,

    I'LACSO/UNESCO, S. f.

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  • 40 Guillenno Bonfil Bnlnlla

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    42 Guillenno Bonfil Batalla

    ralmente particubrizados. La penetracin cultural se acepta como un hecho ene! terreno ideolgico, pero sabemos poco de su mecnica precisa y de los efectos reales que est produciendo en los distintos grupos de la poblacin latinoamericana y menos an de las respuestas que cada grupo da a la extensin cada da mayor de los medios de comunicacin masiva.

    Otros factores que intervienen en los procesos de cambio cultural en la regin, aunque actan con intensidad diferente en los diversos pases, son el turismo y la emigracin masiva. Los efectos culturales del turismo se resienten, obviamente, en los grandes polos de atraccin intemacional, as como en el caso particular de la frontera norte de Mxico. Los problemas sociales y ecolgicos, la folclorizacin de alguna~ manifesta-ciones culturales locales (fiestas, artesanas, etc.) y el surgimiento de actitudes y fonnas de conducta que encuentran su razn de ser en una dependencia exclusiva y frecuentemente degradante de la actividad tu-rstica, son fenmenos que no han recibido suficiente atencin en las investigaciones sobre la cueslitSn cultural en Amrica Latina, aunque se cuente con algunos estudio~ de gran valor y originalidad.

    La emigracin hacia los Estados Unidos tiene enonne importancia en Mxico y en los pases de Amrica Central. El problema se ha reflexio-nado y debatido en trminos de poltica intemacional, economa, demo-grafa y derechos humanos; pero, una vez ms, los efectos culturales de la emigracin y el retorno de los trabajadores, han sido objeto de escasa atencin. En esta temtica, una regin que presenta problemas linicos en Latinoamrica es la faja fronteriza del norte de Mxico: 3 mil kilmetros de encuentro y confrontacin permanente entre dos civilizaciones, que se daJ) mediante la interaccin constante de millones de individuos a ambos !~dos de la lnea divisoria. Por su carcter exc~pcional, esta zona merecera una atencin prioritaria que reforzara las iniciativas de inves-tigacin que se han emprendido en Mxico y en los Estados Unidos.

    No puede concluirse este apartado sin hacer una breve mencin a la cantidad y diversidad de proyectos de desarrollo de toda ndole que se llevan a cabo en Amrica Latina, pero fonnulados y casi siempre instrumentados por agencias oficiales o privadas ajenas a la regin. Pueden ser programas de mejoramiento agrcola, sanitarios, educativos, de desarrollo de la comu-nidad, de evangelizacin, o de promocin econmica en cualquier campo; pueden implantarse en el medio rural o en el urbano y dirigirse a un sector especfico o a la poblacin en general; pero, en cualquier caso, actan como instrumentos que pretenden inducir cambios en la cultura local en funcin de intereses que fueron definidos en un mbito extemo. La investiga-cin que se ha llevado a cabo se encamina casi exclusivamente a la evaluacin de los proyectos en trminos de sus propios objetivos y metas,

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    El pluralismo cultural en Amrica L:ltina 43

    pero rara vez se centra la atencin en los efectos colaterales que hayan producido las acciones de promocin en el conjunto de _la cultura local.-~ ausencia casi total de esta perspectiva revela la insufic1ei1te preocupac1on de Jos crculos intelectuales, polticos y acadmicos latinoamericanos por Ja cesin de iniciativas y decisiones, que deberan ser propias, a intereses ajenos, en una gama de actividades que seguramente est afectando de muchas fonnas a las culturas de la regin.

    Las polticas culturales

    Al hablar de las polticas culturales dcbc tenerse presente que no slo las agencias gubernamentales formulan y ponen en prctica lal~s poltica~; _ tambin lo hacen otros sectores, entre los que destacan por su unportanc1a las iglesias y:las sectores cnpresr~riales organizados. La investigacin ha atendido preferentemente ciertos aspectos de la poltica cultural guber-namental, algunas acciones de la iglesia catlica y de las prol~stantes Y muy poco de lo que hacen en esta materia los grupos empresanales.

    En general, los gobiernos definen como poltica cullural una gama restringida de programas orientados a la difusin y promocin de ."~ctividades culturales" entendidas estas preferentemente como las acllvtda-, . . des artsticas, a las que ahora se aiiade la protecciu del patnmot~to histrico y cultural (sitios, monumentos, colecciones, etc.). ~os orgams-mos del Estado dedicados a la~ tareas culturales, son precisamente los que se encargan de ese tipo de actividades, con frecuencia como parte de los ministerios de educacin. Esta visin restringida de lo cultural hace que el debate sobre las poll icas cullurales quede limitado a los crculos intelectuales y artsticos, y que para la opinin pblica los "asuntos culturales" se presenten como algo prescindible, lejano, patrimonio ex-clusivo de grupos selectos, educados, "cultos". Sera desenble, como un primer paso en el anlisis sistem

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    44 Uuillcrmo I3onfill3ntalla

    popular ms all del folclor y las nrtesan::~s. Sin emb;ugo, es a todas luces insuficiente la investigacin que se ha hecho al respecto.

    . En un mbito rn;s general, las polticas slo por excepcin se estudian corno hechos culturales que tengan efectos culturales: la investignciuno rebasa los lmites de la propia actividad que se annliza y esta no queda ubicada en el contexto mayor de los procesos culturales. Los programas econmicos se estudian para conocer sus efectos econmicos; los progra-mas de educacin o de salud, p::~ra conocer sus resultados en la instrucck>n de los alumnos o en la salubridad ~k la poblacin; los programas de oiena y tecnologa se annliz::~n exclusivamente dentro de los panrnr-lros

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    ~ 46 ,. 1 Guillermo Bonfil Batalla

    ( 1 , ( miento generalizado. Pero la demanda distintiva, la que les confiere a

    estas organizaciones un carcter particular, descansa en la conviccin de ( que Jos pueblos indios deben ser unidades polticas constitutivas del j ( Estado, porque slo en esa fomta estarn en condiciones de llevar

    adelante sus propios proyectos culturales, que son su razn de ser. En ( otras palabras, son estos movimientos y organizaciones de base tnica la ( expresin actual ms evidente de la lucha latinoamericana por el plura-

    lismo cultural. Por eso deben ser estudiados con un detalle y amplitud ( mucho mayores que hasta la fecha . De hecho, la movilizacin india de ( los ltimos tres lustros requerir un avance conceptual muy slido, a fin

    de que se establezcan paulatinamente marcos tericos adecuados para dar ( cuenta de un fenmeno que permaneca indito en la regin. Hasta el ( momento se han estudiado ms los documentos producidos por las

    organizaciones indias, que las organizaciones mismas; se sabe poco de ( la forma en que surgen, del paflel que juegan en ellas las nuevas capas ( indias que tienen experienci~ urbana y educacin superior, de la relacin

    entre los nuevos dirigentes y las autoridades tradicionales de las conllt ( nidades indias y, en fin, del efecto de esta movilizacin en el interior de ( las comunidades. Esos temas y otros relacionados demandan un amplio

    esfuerzo de investigacin innovadora. ( En la misma lnea que la movilizacin poltica india, aunque con ( menos visibilidad en este momento, hay algunos in ten los de organizacin

    en sectores de la poblacin afroamericana . La ideologa de la ncgritud ha ( tenido eco en varios pases del Caribe y en otros continentales, como

    ( Brasil. Quiz en este caso resulte til analizar ese fenmeno a partir de la hiptesis de que se trata de un proceso de etnognesis, esto es, que la

    ( poblacin negra, trasformada por la colonizacin en una masa indiferen-' ciada a la cual se le impidi trasplantar y mantener sus culturas africanas ( originales, estara consolidndose como una nueva etnia que buscara ( reformular una cultura propia distintiva, fundamentada en la recupe ra-

    cin de su historia pero, a la vez, actualizada en funcin de las exigencias ( del presente; se tratara por eso de un proceso de etnognesis. ( En algunos pases se insinan corrientes regionalistas que han rec ibido

    escasa o nula atencin como materia de investigacin, salvo ctwndo, ( como en la Costa Atlntica de Nicaragua, han desembocado en connictos ( abiertos. Es claro'que muchos rcgionnlismos encuentran su base en la

    estructura altmnent_e centralizada de la mayora de los pases latinoame-'{ ricanos, as como en divisiones poltico-administrativns arbitrarins que

    dificultan una participacin orgnica de las sociedades regionales reales ( en la vida pblica. En algunos casos interviene la condicin fronteriza de ( las regiones, en la que influyen los intereses y los modelos culturales

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    El pluralismo cultural en Amrica Latina 47

    de un pas diferente, como parece ser la situacin entre algunas capas sociales de l norte de Mxico.

    En una temtica de otro orden, debe seiialarse el crecimiento constante del nmero de experiencins locnlcs encaminadas a la nutogestin culturnl. Hay ejemplos bien consolidndos, conto el trabajo de l:t fede racin Shuar en Ecuador, o la lucha de aios del Consejo Rcg ionnl Indgena del Cauc:t, en Colombia . Pero cierti11ncnte exi sten centenares de experiencias en ruenor esca la y s in ninguna difus in , medinut e las cuales lns conHmidndes indigcnns, campesinns y urbanas, int ent a n recuperar espacios parn el desnrrollo de su cultmn propia en los 1n;s variados ninica; algunos de ellos se orientan a la recupnacin de tecnologas y/o fonnns de produccin que haban s ido abandonadas po r In prcs i

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    IX (iuillnrno Bo nlil Bat~lh

    origen que residen en lns ciuclitdes. Todo ese i1bn11ico de ex pcrienci

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    50 Guillenno Bonfil Batalla El problcllla del coutrol cultural 51

    determinado elemento cultural, sino -lo que es an ms importante- la de producirlo y reproducirlo.

    3. Por elemenros culturales se entienden los recursos de una cultura que resulta necesario poner en juego para formular y realizar un propsito social. Pueden distinguirse, al menos, las siguientes clases de elementos culturales:

    a) materiales, tanto los naturales como los que han sido trasformados por el trabajo humano;

    b) de organizacin, que son las relaciones sociales sistematizadas a travs de las cuales se realiza la participacin; se incluyen la magnitud y las condiciones demogrficas;

    e) de conociiiiemo, es decir, las experiencias asimiladas y sistemati-zadas y las capacidades creativas;

    d) simblicos: cdigos de (;Otnunicacin y representacin, signos y smbolos; ~ '!-

    e) emotivos: sentimientos, valores y motivaciones compartidos; la subjetividad como recurso.

    Todo proyecto social reqtiiere la puesta en accin de elementos culturales. No slo para realizarlo: tambin para formularlo, para imagi-narlo. Los elementos culturales hacen posible al proyecto; tambin fijan sus limites, lo acotan, lo condicionan histricamente. Porque los elemen-tos culturales son fenmeno~ histricos, que 9ambian a lo largo del tiempo: un producto natural, por ejemplo, puede convertirse en elemento cultural si la sociedad encuentra cualquier forma de emplearlo para el logro de un propsito social. No hay elementos culturales en abstracto.

    4. La relacin que buscamos es la que se establece entre el grupo social que decide y los elementos culturales sobre los cuales decide.

    En una primera aproximacin, las posibilidades se esquematizan como sigue:

    Elementos culfllrales

    Propios

    Ajenos

    Decisiones

    Propias Ajenas Cultura AUTNOMA Cultura ENAJENADA

    Cultura APROPIADA Cultura IMJ'UESTA

    En situaciones de dominacin colonial, es decir, cuando la relacin entre grupos con culturas diferentes es una relacin asimtrica, de domi-

    nacin/subordinacin, ser;i posible di stinguir, en In cultura del grupo suba !temo, 1

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    54 Guillermo Donfil Datnlln

    de distribucin y consumo o, como tambin lo llama, una forma de despilfarro de los excedentes.J

    Habra una forma indirecta de constatar que el lmite mnimo de cultura propia no ha sido rebasado: la presencia de una identidad social diferenciada (para este caso, identidad tnica). En tanto los individuos se identifican como pertenecientes a un mismo y exclusivo grupo, reivindi-can la existencia de una cultura propia.

    9. La cultura propia es el mbito de la iniciativa, de la creatividad en todos los rdenes de la cultura. La capacidad de respuesta autnoma (ante la agresin, ante la dominacin y tambin ante la esperanza) radica en la presencia de una cultura propia.

    Frente a una presin desproporcionada, en un terreno en el cual no se dispone de recursos culturales equiparables, los pueblos recurren fre-cuentemente a la lucha en un terreno simblico, aglutinando todas las capacidades de su magra cultJ.!ra propia (en los movimientos mesinicos, por ejemplo). '

    La creatividad cultural, que est en la base de todo impulso civiliza-torio, ser mayor y ms fecunda entre ms amplio y diversificado sea el repertorio de la cultura propia: habr ms opciones reales posibles.

    10. Se supone un control democrtico de la cultura propia en todos los pueblos colonizados y clases subalternas? No. Puede haber -y con frecuencia la hay- concentracin del poder de decisin en algunos individuos o sectores de los grupos subaltemos. En todas las sociedades hay personas ,

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    Captulo 3

    LOS CONCEPTOS DE DIFERENCIA Y SUBORDINACIN EN EL ESTUDIO DE LAS CULTURAS POPULARES

    La definicin del objeto de estudio en la investigacin sobre culturas populares presenta, en el caso de Mxico, algunas peculiaridades que merecen ser discutidas con cierto detalle si se tiene la intencin de avanzar en la reflexin terica sobre este campo de creciente amplitud en nuestro quehacer profesional. .

    ~n primer rasgo que llama la atencin es que la cultura popular no se defme ahora en trminos culturales sino en trminos sociales. Esto es: no se in)!!nta conceptualizar a la cultura popular a partir de ciertos contenidos especficos o de la presencia o ausencia de determinados rasgos; el camino consiste, en cambio, en identificar como cultura popular a la que portan sectores o grupos sociales definidos como populares, aun cuando las caractersticas culturales de tales grupos puedan variar y contrastar dentro de un espectro muy amplio. Es decir: la condicin de popular es ajena a la cultura misma y se deriva de la condicin de popular que reviste la comunidad o el sector social que se estudia. Me refiero aqu, natural-mente, a la visin que predomina hoy entre quienes en Mxico se asumen como investigadores de la cultura popular, aunque no desconozco que algunos de ellos identifican exclusivamente lo popular con lo tradicional, sin que ninguno de los dos trminos se defina satisfactoriamente.

    Un segundo rasgo que merece atencin es la rapidez con que se acept y generaliz en el medio antropolgico y fuera de este el trmino de cultura popular (en singular o en plural). En escasos diez afias se han dictado ms ctedras sobre cultura popular, se han organizado ms coloquios y seminarios sobre el tema y se han publicado ms libros y

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    Los conceptos de diferencia y subordinacin 59

    artculos que se refieren expresamente a la cultura popular o a alguno de sus campos particulares, que en toda la historia anterior de la antropologa mexicana. Uno de los principales responsables es, sin lugar a dudas, Rodolfo Stavenhagen, quien a fines de 1976 propuso y logr la trasfor-macin de la antigua Direccin General de Arte Popular de la SEP en la actual Direccin General de Culturas Populares la cual encabez l mismo durante los primeros dos aiios. A JJartir de la creacin de la DGCP, la temtica y el tnnino mismo de cultura popular adquirieron prestigio y despertaron un inters creciente. Uua vez ms, la creacin de un espacio institucional dentro del gobiemo federal actu corno un factor que esti-mul el desarrollo de un campo de investigacin que haba permanecido slo espor

  • 60 Guillenno Bonfil Batalla

    significados previos para el antroplogo de entonces. Pero tampoco eran obreros, en el sentido estricto del trmino, y por Jo tanto no poda abordarse su cultura desde la perspectiva, digamos, de una posible cultura proletaria. La nocin de cultura urbana nos llegaba por fragmentos y como chisme desde la sociologa norteamericana y uno que otro antro-plogo que se meta en el terreno por aquellos rumbos; pero, en todo caso, pareca difcil entender a las "Cinco familias" en el marco conceptual elaborado a partir de la vida en un barrio de Indian~polis. La ubicacin de las familias estudiadas, en trminos de su pertenencia a una detenni-nada cultura, result una tarea desproporcionada en relacin con el universo elegido para el anlisis. Quiz, ms que sus propuestas tericas, la herencia vlida de los estudios urbanos que hizo en Mxico Osear Lewis consiste en habemos revelado que un gran sector de la poblacin estadstica y geogrficamente urbana, no lo era tanto ni del mismo modo que los viejos londinenses. Eran otra cosa y de otra manera .

    Cuando se institucionaliza el tmtino cultura popular y se define a partir de ciertos grupos sociales y no de tales o cuales caractersticas de la propia cultura, se abre una posibilidad diferente y ms promisoria para salir del laberinto en el que se meti la antropologa urbana. Pero, por supuesto, este no es el hilo de Ariadna, sino apenas un criterio que nos orienta en un camino del que nos falta mucho por recorrer. Pero ya es algo.

    Valga una mencin obvia: popular se deriva de pueblo. Este trmino es lo bastante impreciso en su acepcin cormin para permitimos abarcar con l a los grupos indios, las comunidades rurales y las capas urbanas empobrecidas, hasta el nivel ocupacional o de ingresos que nos parezca adecuado para distinguir entre pueblo y no-pueblo. Porque en este con texto la nocin de pueblo es contrastante: pueblo no somos todos, sino la mayora, una mayora que se distingue de ... de qu o de quines? Aqu est una de las primeras claves: si la cultura popular no se define por sus contenidos particulares sino por ser la cultura de ciertos sectores, esto es, los sectores populares, el pueblo, y si esos sectores se definen a su vez por su relacin con otros sectores de la sociedades (los sectores no populares, el no-pueblo), entonces en la naturaleza de esa relacin estamos haciendo residir la condicin definitoria de lo popular.

    Cul es el parteaguas entre lo XJpular y lo no JXJplllar, implcito en esa conceptualizacin? Evidentemente estamos hablando de una relacin de dominacin/subordinacin. Los sectores populares son todos los sectores subordinados y se distinguen de los sectores dominantes. Parecera sufi-ciente con esto; y, en realidad, creo que no hemos ido mucho m;s lejos hasta ahora. Pero saltlln muchas preguntlls, por mris que resulte cmodo ignorar-lns. El propio concepto de dominncin, a tni rnl!wlrr, 110 es suficientemente

    Los conceptos de diferencia y subordinacin 61

    slido ni preciso; no es un concepto unvoco; por Jo tanto su contrario, su-bordinacin, tampoco lo es. La econona marxista nos muestra con sufi-ciente claridad cmo una clase social explota econmicamente a otras en un sistema capitalista; el concepto de plusvala resulta fundamental para entender ese proceso. Pero la dominacin abarca muchas otras relaciones adem;s de las relaciones de produccin, y me temo que para ellas no contamos con herramientas conceptuales tan ihmnadoras como la plusva-la. La nocin de hegemona es sin duda til; sin embargo, se refiere exclusivamente a uno de los mecanismos de la dominaciny de ninguna manera agota el conjunto de fonnas en que la dominacin se ejerce.

    Pese a la insuficiente precisin de la pareja de conceptos, dominacin/ subordinacin, es indudable que su empleo para distinguir los sectores poplares de los no populiues introduce una dimensin poltica. en e! ~ . principio rnisrno ele la nocin ele lo popular. Las culturas popularc!l resultan ser, por definicin, cultums subordinadas, con todas las implica-ciones del trmino. Y no es posible, en consecuencia, aproximarse al estudio de lo popular dejando de lado su condicin de subordinado. Es un punto de partida bien diferente del que ha caracterizado a buena parte de la investigacin etnogrfica sobre l11s cultums indias en la antropologa mexicana. Como ya lo seiial Nstor Garcla Canclini, es frecuente que en las monografas etnogrficas se enfatice la cohyrencia inte.tna de una cultura diferente, particular. Aun en las investigaciones que se hicieron en la poca en que el cambio social y cultural era la ~m~tica privilegiada, la comprensin de esos cambios exiga supotibr un estado previo al contacto cultural en el que deberla existir esa coherencia, esa consistencia funcional al interior de cada cultura; era el punto cero a partir del cual se poda observar y medir el cambio. De alguna manera, el cambio resultante del contllcto se deba traducir en una alteracin de la coherencia original iuclispensable.

    Sin embargo, quisiera plantear que la herencia de la etnografa indige-uista en el estudio actual de las cultums populares contiene tambin un elemento de singular valor. Me refiero a la XJsibilidad de entender las culturas XJpulares como cultums diferentes. Proclives como somos a la imXJrtacin indiscriminad:~ y crlicll de todo mcxlelo de interpretacin que est ms o menos de moda en los centros i11telectuales del 1111111do occidenta 1, no han faltlldo los intentos por aplicar mecnicamente ciertas construccio-nes tericas que conciben la cultura de los grupos subaltemos exclusiva-mente como un resultado de la dominacin. Se entienden entonces como subculturas o como expresin de los desniveles culturales en el interior de una sociedad estratificllda. La relllcin de dominacin/subordinacin se trllcluce, stgn esos puntos de vista, en un acce.so diferenciado a los bienes

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  • 62 Guillenno Bonfil Batalla

    de una cultura qu~ es el espaciocomtin de los dominadores y los subalternos. Algunas interpretaciones de inspiracin gramsciana se manejan con esa intencin: mostrar que el patrimonio cultural de una sociedad, entendido en su acepcin ms amplia y comprensiva, se distribuye de manera desigual entre los diferentes sectores, grupos y clases que conforman el todo social. Las subculturas de los grupos subordinados o subalternos son entonces manifestaciones epigonales, degradadas e incompletas de una cultura que slo se expresa coherentemente y en toda su pleuitud en Jos grupos dominantes, que son los que la crean, la disfrutan y la acaparan. La cosmovisin de los sectores populares, segtin esta manera de pensar, es fragmentaria, acientfica y, en tiltirna instancia, falsa, porque la dominacin ha impedido que tales grupos tengan acceso a ciertos elementos de la cultura de la que participan. Por este camino no cabe proyecto alguno que se oriente al desarrollo de las culturas populares, porque no existen corno tales sino nicamente como carencias, cbmo niveles inferiores de una cultura mal distribuida; el solo proyocto'posible se debe encaminar hacia la democrati-zacin de la cultura, entendida como un proceso que reduzca los desniveles culturales y asegure un acceso ms equitativo a Jos diversos grupos para que compartan en mayor medida los bienes de una cultura que les es comn.

    La sociedad mexicana es una sociedad estratificada; por lo tanto, el fenmeno de los desniveles culturales debe estar presente en ella al igual que est presente la desigual distribucin de la riqueza. Pero si algo nos ha enseilado la antropologa es que aqu, adems de niveles desiguales, hay culturas diferen tes. El caso ms evidente es el de las culturas indias.

    Aunqu~ hace algunos arios estuvo de moda negar la especificidad de la culturas indias y tratar de entenderlas slo como un resultado de la din-mica diablica del capitalismo, el intento no parece haber llegado muy lejos y hoy la discusin se orienta por distintos rumbos pero casi nadie niega que las culturas indias son culturas diferentes, es decir: otras culturas, distintas de la dominante.

    La existencia de culturas diferentes en el mundo subordinado de nuestra sociedad dificulta seriamente la aplicacin del esquema de los niveles culturales desiguales. Las culturas indias no son subculturas, esto es, no son manifestaciones particulares de una cultura ms amplia y compleja. Los pueblos indios son pueblos dominados; poseen en conse-cuencia culturas tambin dominadas. Pero la dominacin, en este caso, tiene caractersticas y efectos muy diferentes de la dominacin que se ejerce sobre los sectores subalternos en una sociedad de cultura nica. La dinmica misma de la dominacin es distinta en un caso y en otro: cuando se trata de pueblos con cultura diferente, la cultura propia de esos pueblos subordinados es el eje de la resistencia, en tanto que los grupos domina-

    Los conceptos de diferencia y subordinacin 63

    dos en el seno de una sociedad de cultura t'ulica no defi enden una cultura diferente sino que luchan por un acceso equitativo a una cultura que es tambin la cultura de los grupos dominantes .

    Esta problemtica, que proviene directamente de la tradicin indige-nista de la antropologa mexicana, ti ene eco en algunos planteamientos tericos actuales sobre la culturapopular. Yo me at revo a afirmar, con el riesgo de cometer una generalizacin cue pudiera resultar excesiva, que la mayora de los estudios antropolgicos sobre cultura popular parten hoy del supuesto, implcito o explicito, de que su objeto de estudio es una cultura diferente; y esto, aun cuando la investigacin se refiera a comu-nidades campesinas no indias o a sectores urbanos . Me parece que es mucho ms frecuente este punto de partida que aquel que considera su objeto de estudio corno una subcultura o un grupo con un llivel cultural inferior. Y esto, insisto, es una herencia de rHJestra tradicin de etnografa de las culturas indias . Para apoyar este punto mencionar solarnente que todos los trabajos que se impulsan desde la Direccin General de Culturas Populares, la Direccin General de Promocin Cultural y el Museo Nacional de Culturas Populares, que constituyen un porcentaje conside-rable en el total de las investigaciones que se hacen en nuestro pas en este campo, se ajustan en principio a la presuncin de que las culturas populares son culturas en si mismas, son culturas diferentes. Que eso sea verdad es cuestin que podemos discutir ms adelante; pero el hecho es que los supuestos tericos y metodolgicos con que se estudian las culturas populares descansan en la premisa de que el objeto de estudio es una cultura diferente.

    En qu se fundamenta la suposicin de que muchas culturas popula-res, y 110 slo las de las colntmidades indias, sou cultmas diferentt's? Podra ser una mera traslacin rnecnica del enfoque etnogr;ificu, cou lo cual la herencia iudigenista, lejos de ser un aporte positivo para el estudio de las culturas populares, provocara una visin distorsionada y prejui -ciada rle la realidad . Sin embargo, rne parece que no es as : la presuncin inicial de que se trabaja con culturas diferentes tiene un sustento much? ms slido y profundo cue la pura inercia de las premisas metodolgicas de la etnografa. La razn est, en mi opinin, en que la antrojmloga mexicaua, que por suerte no ha roto sus vnculos con la historia y en consecuencia no ha perdido de vista los procesos sociales de larga temporalidad, no puede ignorar el origen y desarrollo de lils estructums de dominacin de la sociedad mexicana, lo que equivale a decir: el origen y desarrollo de los sectores populares y de las correspondientes culturas populares. Y al tGmar eu cuenta esos procesos histricos, al enfatizar la dimeusin. diacruica, se ti ene un ftmflarnento slido para justificar que

  • 64 Guillermo Bonfil Batalla

    se inicie el estudio de esas culturas sobre la presuncin de que se trata de culturas diferentes.

    Me estoy refiriendo, claro est~, a la situacin colonial que est en el origen de la sociedad mexicana. Qu implicaciones tiene reconocer el origen colonial de la sociedad mexicana para el estudio de las culturas populares? Una primera respuesta es obvia: el orden coloral perpeta la difl!rencia cultural entre colonizadores y colonizados, porque esa distincin es indi~pensable para organizar y justificar la dominacin colonial. Mantener la diferencia cultural no significa perpetuar inalterada la cultura de los pueblos colonizados; por el contrario, esta se rmxlifica violentamente en todos los aspectos que resulta necesario ajustar para que los pueblos colonizados desemperien efi-cazmente el p:~pel subordinado que se les impone en la sillmcin colonial. Pero, al mismo tiempo, la difercncin cultural se rrmntiene: los colonizndos deben tener otra cultura, distintn de In dd coloni7.1dor.

    Esa dinmica de la dominacin, junto con la resistencia cultural que presentan los pueblos colonizados, permite explicar la presencia actual de las culturas indias, pero qu significa cuando el objeto de estudio son los sectores populares no indios, rurales y urbanos? Aqu, el tema de renexin inevitable debe ser el llamado proceso de mestizaje. En efecto, si nos preguntitmos de dnde provienen, cmo se h

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    66 Guillem1o Bonfil Batalla

    ciudad) no existe una cultura urbana organizada segn una matriz cultural india. Quisiera que se me entienda bien: no sugiero que busquemos en la Merced una cultura semejante a la que hallaremos en alguna comunidad remota de la Chinantla; pienso solamente que en ciertos casos pudo darse la continuidad de formas de organizacin con base lqcal (los barrios) que permitiera la adaptacin de una poblacin desindianizada a la vida-urbana impuesta por los europeos, a partir de una matriz cultural de origen indio. Se tratara entonces de fonnas culturales urbanas que han estado someti-das a un proceso de dominacin colonial ms intenso y continuo que las culturas indgenas aldeanas, lo que a su vez provocara una mayor desindianizacin, pero que (y esta es la cuestin por investigar) consti-tuiran culturas diferentes J.lOHJUC estaran organizadas en funcin de una matriz cultural que proviene de una antigua cultura mesoamericana, aunque haya sido profundamente trasformada y continuamente recreada durante cinco siglos de sujeci~n colonial.

    Por qu insisto en la i.(nportancia que tiene concebir gran parle de nuestras culturas populres como culturas diferentes y no como subcul-turas de una improbable cultura mestiza nacional? En primer lugar, porque me parece que es un punto de partida ms acorde con el proceso histrico de la sociedad mexicana. Evidentemente, la investigacin con-creta deber matizar una proposicin lan.general y absoluta como esta: habr seguramente muchas situaciones que requieran otra explicacin ms compleja, porque no caben en la propuesta continuidad de culturas diferentes. Pero aun en esos casos pienso que este punto de partida es necesario, porque fue el punto de partida histrico: el sometimiento de culturas distintas para crear el orden colonial.

    Hay otras razones metodolgicas que hacen aconsejable considerar las culturas populares como culturas diferentes. Voy a referinne slo a un par de ejemplos. Uno sera el caso de la religiosidad popular. Lo comn es que se hable de sincretismo: las prcticas religiosas de los sectores populares son sincrticas, una especie de coctel con ingredientes sagrados de distintas procedencias. Son formas impuras, porque en muchos aspec-tos se apartan del dogma que sostiene la religin dominante a la que esos sectores dicen afiliarse. Qu sucede si el fenmeno se ve desde la otra perspectiva, esto es, como expresin de lo que. ocurre en la religin de un pueblo colonizado? Entonces el sincretismo desaparece como tal y lo que se nos revela es la persistencia de una concepcin religiosa original, modificada por la imposicin de smbolos y prcticas ajenos y tambin por la adaptacin a la situacin de subordinacin mediante la apropiacin de algunos elementos de la religin domin:mte. Ya no es una mezcla inconsistente de concepciones y ritos, sino el resultado, en el campo de

    Los conceptos de diferencia y subordinacin 67

    lo religioso, de la dominncin coloni al sobre una cultura diferente. Y lo mismo podra decirse de la 111edicina , por poner otro ejemplo: tnl vez si exploramos los conceptos de s:1 lud y cnfer111edad, y las pr;cticas corres-pondientes. en su relac in con otros aspcc tos de la cultura del grupo (unn cultura por s misma, una cultura diferente), ll eguemos a encontrar cierto orden y jerarquizacin en el conjunto dismil de ideas y conductas a que se recurre pnra identificar la enfrrmedad y restablecer la salud, dentro de la matriz culturnl propi a, sin que considcrcrnos In tnedicina tradicional nicamente como resultado de los

  • - Segunda parte

    DIVERSIDADES

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